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Tres grados del saber humano: Ciencia, Filosofía, Religión. por ft. L J, Moreau, O. P. Llega a ser una trivialidad el decir que la humanidad de hoy se encuen- tra en plena crisis, que no se puede comparar con ninguna de las anterio- res. A todas luces, el mundo humano está en mutación. ¡Cuánta diferencia entre ayer y hoy! Frente a una evo- lución tan rápida, se impone la an- siosa pregunta: ¿adonde vamos? Para contestar a esta pregunta, es menester desde luego responder a es- ta otra pregunta: ¿quiénes somos? El conocimiento de la naturaleza del hombre, de su estructura fundamen- tal, de sus aspiraciones y de sus posi- bilidades, nos permitirá conjeturar, de manera muy general, los rumbos que podrá tomar, en el porvenir, la humanidad. EL OBJETO ESPECIFICO DEL EN- TENDIMIENTO HUMANO. Una experiencia constante justifica la famosa definición de Aristóteles: El hombre es un animal racional. Pascal decía, con menos precisión y más vigor: El hombre no e.s- ni ángel ni bestia. Como ser corporal, el hombre es una realidad mecánica, físico-quími- ca. Como ser orgánico, es una reali- dad biológica. Como animal, es tam- bién una realidad psíquica. Pero el psiquismo, como la materia y la vida, admite varios grados. El psiquismo del hombre trasciende todos los de- más, porque el hombre tiene la razón, esto es, la facultad de conceptuar, sa- cando lo universal contenido en la ex- periencia sensorial. ¡He ahí la ventana abierta hacia lo infinito! Por su entendimiento el hombre alcanza la noción de ser uni- versal, domina el tiempo y el espacio, toma de su existencia una conciencia •aguda, reflexiona sobre sus propios actos y, en alguna medida, sobre su ser: determina libremente, accede a la vida moral y espiritual. El hecho del pensamiento representa, para la hu- manidad, la garantía de su libertad: gracias a su facultad de conceptuar y reflexionar, el hombre no queda, como el simple animal, esclavo de los mar- cos individuales y contingentes del es- pacio y del tiempo. Toda nuestra no- bleza reside en el -pensamiento, decía Pascal. Mas el pensamiento humano está condicionado por lo sensorial, lo or- gánico, en último análisis por la ma- teria. Esto no quiere decir que el prin- cipio del pensamiento sea material. La desproporción radical que existe entre nuestros objetos mentales, nues- tras operaciones intelectuales y, de otra parte, las propiedades de la mate- ria espacio-temporal, manifiestan la espiritualidad esencial de nuestro yo pensador, la independencia óntica fundamental de ese yo respecto del mundo material. Pero" en su ejercicio, en la condición actual, nuestro pensa- miento está condicionado por los he- chos de orden sensorial, orgánico, físi- co. El hombre no es ángel, espíritu pu- ro. Es un espíritu encamado. La ani- malidad entra en su constitución esen- cial, en su definición: es un 'animal racional". Abierto hacia lo universal, lo infini- to, el entendimiento humano puede, en alguna medida, alcanzar las reali- dades espirituales; pero de manera indirecta, por negación de las condi- ciones limitadoras de la materia. Maa el campo propio de la actividad inte- lectual humana no es la región de los puros inteligibles: son las esencias de las realidades materiales. El mundo de los cuerpos constituye el terreno propio de la investigación humana, el objeto proporcionado con las fuerzas

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Tres grados del saber humano:Ciencia, Filosofía, Religión.

por ft. L J, Moreau, O. P.

Llega a ser una trivialidad el decirque la humanidad de hoy se encuen-tra en plena crisis, que no se puedecomparar con ninguna de las anterio-res. A todas luces, el mundo humanoestá en mutación. ¡Cuánta diferenciaentre ayer y hoy! Frente a una evo-lución tan rápida, se impone la an-siosa pregunta: ¿adonde vamos?

Para contestar a esta pregunta, esmenester desde luego responder a es-ta otra pregunta: ¿quiénes somos? Elconocimiento de la naturaleza delhombre, de su estructura fundamen-tal, de sus aspiraciones y de sus posi-bilidades, nos permitirá conjeturar,de manera muy general, los rumbosque podrá tomar, en el porvenir, lahumanidad.

EL OBJETO ESPECIFICO DEL EN-TENDIMIENTO HUMANO.

Una experiencia constante justificala famosa definición de Aristóteles:El hombre es un animal racional.Pascal decía, con menos precisión ymás vigor: El hombre no e.s- ni ángelni bestia.

Como ser corporal, el hombre esuna realidad mecánica, físico-quími-ca. Como ser orgánico, es una reali-dad biológica. Como animal, es tam-bién una realidad psíquica. Pero elpsiquismo, como la materia y la vida,admite varios grados. El psiquismodel hombre trasciende todos los de-más, porque el hombre tiene la razón,esto es, la facultad de conceptuar, sa-cando lo universal contenido en la ex-periencia sensorial.

¡He ahí la ventana abierta hacia loinfinito! Por su entendimiento elhombre alcanza la noción de ser uni-versal, domina el tiempo y el espacio,toma de su existencia una conciencia•aguda, reflexiona sobre sus propios

actos y, en alguna medida, sobre suser: determina libremente, accede a lavida moral y espiritual. El hecho delpensamiento representa, para la hu-manidad, la garantía de su libertad:gracias a su facultad de conceptuar yreflexionar, el hombre no queda, comoel simple animal, esclavo de los mar-cos individuales y contingentes del es-pacio y del tiempo. Toda nuestra no-bleza reside en el -pensamiento, decíaPascal.

Mas el pensamiento humano estácondicionado por lo sensorial, lo or-gánico, en último análisis por la ma-teria. Esto no quiere decir que el prin-cipio del pensamiento sea material.La desproporción radical que existeentre nuestros objetos mentales, nues-tras operaciones intelectuales y, deotra parte, las propiedades de la mate-ria espacio-temporal, manifiestan laespiritualidad esencial de nuestro yopensador, la independencia ónticafundamental de ese yo respecto delmundo material. Pero" en su ejercicio,en la condición actual, nuestro pensa-miento está condicionado por los he-chos de orden sensorial, orgánico, físi-co. El hombre no es ángel, espíritu pu-ro. Es un espíritu encamado. La ani-malidad entra en su constitución esen-cial, en su definición: es un 'animalracional".

Abierto hacia lo universal, lo infini-to, el entendimiento humano puede,en alguna medida, alcanzar las reali-dades espirituales; pero de maneraindirecta, por negación de las condi-ciones limitadoras de la materia. Maael campo propio de la actividad inte-lectual humana no es la región de lospuros inteligibles: son las esencias delas realidades materiales. El mundode los cuerpos constituye el terrenopropio de la investigación humana, elobjeto proporcionado con las fuerzas

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de nuestro entendimiento. Nuestra in-teligencia, abstractiva y discursiva, semueve en lo material cuantitativo co-mo en su campo específico. Tributariade los sentidos en su ejercicio, necesi-ta tiempo, esfuerzos constantes, ex-periencias metódicamente repetidaspara apoderarse de ese campo; y aunsabemos que no lo conquistará nuncacompletamente, ni mucho menos,pues con las descubrimientos cientí-ficos se multiplican los problemas. Pe-ro podemos decir que la naturalezamaterial proporciona al animal racio-nal su objeto específico de conoci-miento intelectual.

EL SABER FISICO-MATEMATICO

Esa orientación del entendimientohumano explica el éxito, el prodigiosodesarrollo, las innumerables aplica-ciones técnicas del saber físico-mate-mático.

Nada más conforme con la nociónaristotélico-tomista del hombre, ani-mal racional, y con la teoría, tambiénaristotélico-tomista, de la cantidadconcebida como primera determina-ción, en el plano accidental, de la subs-tancia material, y como condición fun-damental de los demás accidentes. Sincaer en el exceso de Decartes, queidentificaba absolutamente materia yextensión, Santo Tomás admite bienque la extensión, o cantidad dimensi-va, constituye como la base de todaslas cualidades y relaciones corporales.Según el Doctor Angélico, el principiode individuación de los seres corpora-les es la materia cuantitativa.

A todas luces, semejantes conceptosfilosóficos son muy alentadores desdeel punto de vista de las ciencias físico-matemáticas: física, química, biolo-gía, con sus diversas ramas y discipli-nas conexas.

Profesar la unión substancial delalma y del cuerpo, el origen sensorialde nuestras ideas, la conexión estre-cha entre actividad mental y condicio-nes orgánicas, es admitir el valor ob-jetivo y la necesidad práctica del méto-do experimental, condificado por Clau-de Bernard y practicado por el mismo

y por tantos otros investigadores cien-tíficos de los siglos XIX y XX.

Profesar el papel primordial de lacantidad como condición básica detodos los fenómenos materiales, bus-car el principio de la individuación delos organismos en la materia cuanti-tativa, es admitir el valor objetivo yla necesidad práctica de la aplicaciónde las matemáticas al estudio de loshechos físicos y biológicos.

No puede existir ninguna oposición,entre auténtico tomismo y auténticaciencia experimental matematizada.Antes por el contrario, el verdaderotomismo, sin salir, es claro, de su cam-po propio, filosófico y ontológico, pro-cura a la investigación científica va-lederas y sólidas justificaciones racio-nales, y de otra parte abre la puertapara interpretaciones interesantes ysugestivas de los resultados científi-cos.

En estas condiciones ¿cómo explicarla infecundidad científica de la esco-lástica en la Edad Media, y al contra-rio la fecundidad científica maravi-llosa de la reacción antiescolásticasimbolizada por los nombres de Gali-leo, Bacon, Descartes, etc.?

A esta objección se puede hacer unadoble respuesta:

Io.) No debemos exagerar la igno-rancia científica de la Edad Media.Esos mismos Árabes, que contribuye-ron tanto al progreso de la filosofíaescolástica, contribuyeron también, enla misma época, al progreso de las ma-temáticas y de la astronomía, y pre-pararon de esta manera los asombro-sos descubrimientos geográficos de unVasco de Gama, de un Magallanes, deun Cristóbal Colón. Los médicos y losartistas del Occidente cristiano-me-dioeval conocieron técnicas que se ol-vidaron en la época del Renacimien-to. El gran introductor de la filosofíaaristotélica en el pensamiento católi-co, San Alberto Magno, era tambiénun gran naturalista, y sus obras ates-tiguan un espíritu de observaciónmuy despierto y muy preciso. Los tra-bajos históricos de estos últimos anosdisiparon los prejuicios que hacían dela Edad Media un período de total

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inercia en el campo de las cienciasnaturales.

2 .) Es un hecho, el gran ímpetu deprogreso en los conocimientos mate-mático-experimentales en los tiemposmodernos coincidió con una ofensivaanti-aristotélica, y de otra parte los fi-lósofos y teólogos escolásticos se opu-sieron en varias ocasiones al progresode las ciencias físico-matemáticas. Des-de este punto de vista, el caso de Ga-lileo es típico.

Pero ese antagonismo entre algu-nos escolásticos y las ciencias cuanti-tativas de la naturaleza no se debe, deninguna manera, confundir con unconflicto real entre las ciencias físico-matemáticas y la auténtica filosofiaaristotélico-tomista. Otra cosa son las•exigencias lógicas internas de unadoctrina, otra cosa las actividades quepueden tomar los representantes ofi-ciales de esa misma doctrina.

En el mismo Aristóteles, debemosdistinguir entre las tesis propiamentefilosóficas y todo un conjunto de con-ceptos seudocientíficos, que preten-dían dar una descripción del mundo,descripción incompatible con los datosde la ciencia de hoy.

Esa distinción no es arbitraria. J.Maritain lo demostró en su obra: "Lesdesgrés da savoir", no existe absoluta-mente ninguna conexión necesariaentre tesis filosóficas como la materiay la forma, la definición ontológica delmovimiento, del tiempo, etc., y las teo-rías aristotélicas de las esferas celes-tiales, de los cuatro elementos .

Los conceptos peripatéticos de ma-teria, de forma, de causalidad, de mo-vimiento, de tiempo, etc. conservansiempre su valor y se imponen conigual evidencia a nosotros; si sabemosentender bien de qué se trata. Aunlos últimos descubrimientos científi-cos ilustran maravillosamente algu-nas tesis aristotélicas como el hilemor-fismo (teoría de la materia y de laforma como principios constitutivosde todo cuerpo). Los tomistas actua-les no tienen absolutamente ningunadiíteultad en conciliar la fidelidad alos principios propiamente filosóficosde Santo Tomás con una representa-

ción científico-fenomenal del mundofísico muy distinta de la de Santo To-más. ¡Qué diferencia enorme entre elcielo empíreo de la Edad Media y lasnebulosas espirales de la astronomíamoderna! Mas los conceptos aristoté-lico-tomistas de movimiento y tiempoencuentran perfectamente su aplica-ción en las nebulosas espirales, poi-que son conceptos ontológicos, cuyasignificación formal no depende detal o tal situación o disposición deorden fenomenal. Que el Kosmos seaarreglado o dispuesto de tal manera,aera siempre verdad que el tiempo esel número (o medida) de las etapassucesivas del movimiento, y que elmovimiento es el acto del ser en po-tencia como tal.

Desde el punto de vista de un to-mismo fiel a su auténtico espíritu,oponerse al progreso de las cienciasnaturales cuantitativas seria sencilla-mente una tontería. Al contrario, de-bemos desear este progreso, tan con-forme con la definición del hombre,animal racional y "microcosmos", en-cargado por Dios" de dominar la natu-raleza material.

EL SABER FILOSÓFICO

El conocimiento de la naturalezamaterial es el conocimiento específica-mente proporcionado con las fuerzasdel entendimiento humano. Este co-nocimiento corresponde con lo que lostonistas llaman: "el primer grado deabstracción".

"Conocimiento específico del hom-bre": esta fórmula no se debe tomaren un sentido exclusivista. En la na-turaleza material, en el mundo de loscuerpos, el hombre, animal racional,está en su campo propio de investiga-ción. Pero no debemos olvidar que elentendimiento, a pesar de su unióncon el organismo, es una ventanaabierta hacia el infinito.

El entendimiento alcanza lo-univer-sal. Expresa conceptos y formula pro-posiciones que trascienden espacio ytiempo. El mismo hecho de tomarconciencia de la brevedad, de la fragi-lidad de nuestra condición temporal,

M E N S A J E

atestigua en nosotros la existencia deun nrincinio superior, que domina es-Ta condición temporal.

La humanidad necesita metafísica,poroue necesita orientarse en funciónde su orinen v de su fin último. Pre-tender eliminar la inauiotud metafí-sica es tan vann nomo pretender eli-minar la sociabilidad, el instinto na-terno o maternal, o cualnuier instin-to nntural de la especie humana.. Esclaro, se encuentran casos individua-les v colectivos en nue *»1 sentido mp-ta físico se ecllose. TVVO derruirlo radi-calmente rs imposible, ooroue H sen-tido metafísicn resnonde. al fin v alrabo, p i«s pxi*reneias más profundasdef esoMtu humano.

Frente a p^ns exigencias, no esta-rnos desprovistos. 'En e1 canino rneta-físieo no tenemos en verdad los abun-dantes recursos de ove podernos dis-nonrr en rl r-^nrno d» la investigaciónfísica específicamente proporcionadoron las fuerzas d*1 nuestra mente deanimal racional. Pero, R pesar de to-do, la animalidad ^n el hombre no ev-flu^e la racionalidad, v \? racionali-dad alcanza las id̂ Hs ñe infinito, deser en cuanto +al: Formula los nrime-ros prin/ñoios de no-contradicción, deidentidad, dp ra^ón suficiente, df* cau-salidad Mediante esos onncioinROUP constituven la lev fundamenta'del pensamiento v de la realidad, elentendimiento humano prueba con to-da seguridad obietiva la existencia delSer Runremo. infinitamente perfectola espiritualidad v la inmortalidad delalma humana, e! libre plhedrío todasesas verdades de la "vhiloiovhia ve-rpnnis", oue constituyen el nrmazónde la auténtíra filosofía espiritualistav la base indispensable de toda éticasólida.

Nuestro conocimiento racional deDios v «JP la realidad espiritual es im-perfectísimo. sumamente pobre fomocontenido nocional, pero firmísimocomo afirmación. Dios es la Verdadsuprema: si Dios no existiese, todosería absurdo, o mejor diclio nadaexistiría, poraue todo ser implica unmínimo de inteligibilidad aue es unaparticipación de la inteligibilidad su-

prema.Objetivamente hablando, estas pro-

posiciones son absolutamente ciertas:se fundan en la existencia evidente delos seres y en los principios básicosdel pensamiento; mas el peso de nues-tra condición carnal, la fascinación deJos fenómenos que nos rodean, ocul-tan a veces a nuestros ojos la luz deestas verdades. Un hombre sumergidoen los matorrales no puede ver el bos-que. Pero e) bosque existe, y la luzexiste

LA CIENCIA DE DIOS

La Luz existe, y la Luz se ha ma-nifestado. Estamos aquí frente a unhecho.

Imposible deducir este hecho deningún principio que nuestro enten-dimiento pueda formular; imposibleinducirlo de ningún hecho de ordennatural. Se trata aquí de algo pura-mente gratuito; no digo absurdo o ar-bitrario, digo gratuito.

Ya por la sola razón natural, sabe-mos que Dios existe: Inteligencia su-prema, Fuente de toda verdad, Per-fección infinita. Causa de todo lo queexiste. Esa Inteligencia, esa Perfeccióntrascienden infinitamente todo lo quepodemos pensar.

Todo lo que existe es efecto de unamanera o de otra, de esa Perfección su-prema. Toda vida, vegetal, animal, es-piritual, es como un reflejo de la Vidadivina.

Pero además y por encima de laserie jerarquizada de los vivientes,aparece un nuevo modo de vida, queconsiste en una comunicación directacon la Vida misma de Dios, en unaasimilación misteriosa y muy real almismo Ser divino. ¿Y dónde encontra-mos esta maravillosa promesa?— Laencontramos en un hecho único, quese impone a nosotros, dominando to-da la historia: el hecho de la Encar-nación; en Dios mismo hecho hombre,manifestándose como hombre y comoDios en Jesucristo.

No podemos "a prioií" afirmar laposibilidad ni la imposibildad de esteacontecimiento. Se impone a nosotros

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exterior mente por todo un conjuntode hechos históricamente ciertos quemanifiestan la autoridad de Jesucris-to y de su Iglesia, e interiormente poruna gracia de Dios, que es la gracia dela fe. Esta gracia también es un he-cho, no el resultado de una deduccióno de una inducción: es un hecho so-brenatural, irreductible en su reali-dad íntima a toda explicación huma-na. Pero si la fe, en su realidad intrín-seca, es algo sobrenatural, sin embar-go supone en el alma una preparaciónpsicológica. Esta preparación inclu-ye elementos de orden subjetivo (v. g.disposiciones morales) y objetivo (v. g.hechos históricos que señalan la auto-ridad incomparable de Cristo y la mi-sión de su Iglesia).

Además de la ciencia de los fenóme-nos naturales, además del saber filosó-fico, tenemos por lo tanto la cienciade la Realidad divina. En nosotros es-ta ciencia se encuentra en estado muyimperfecto; pero, por su objeto, tras-ciende todo conocimiento. La cienciade Dios se expresa en las fórmulas dela doctrina católica. A la luz de la fe,el teólogo utiliza los recursos de la ra-zón humana para conocer siempre me-jor el alcance de estas fórmulas. Bajoel impulso de la caridad, del amor deDios, el alma fiel adquiere siempremás y más el "sentido de Dios", el ins-tinto de lo divino, la percepción casiexperimental de la Realidad divina. Ensus grados superiores, esta ciencia con-creta de las cosas divinas se llama "ex-periencia mística".

El grado supremo del conocimientode Dios—esto quiere decir de todo co-nocimiento—no pertenece a la vidapresente. Se realiza, para las almasJustas y purificadas, en la claridad dela visión beatifica, en la cual la con-

templación cara a cara de la Esenciadivina calmará absoluta y definitiva-mente nuestra sed de saber,

CONCLUSIÓN

Hemos esbozado un esquema gene*ral de los diversos grados del saber hu-mano, a la luz de la doctrina de SantoTomás. ¿Qué conclusiones sacar deese panorama en lo que toca al porve-nir do nuestra especie?

Vivimos bajo el signo de un progre-so gigantesco de las ciencias y técni-cas físico-matemáticas. Nada más con-forme con la definición del hombre,racional. Ese hecho—normal excelen-te, y deseable—tiene sus consecuen-cias peligrosas en el eclipse relativoque padecen actualmente, en la socie-dad, los valores y las preocupacionesde orden metafíisico y religioso. Estosvalores, estas preocupaciones repre-sentan algo menos proporcionado conlas capacidades intelectuales de nues-tra especie; pero, al fin y al cabo, algomuy superior y, a pesar de todo, másnecesario, porque, desde el punto devista vital, nada es tan necesario co-mo la buena orientación hacia el ver-dadero Fin último.

El hombre no puede despojarse desu» naturaleza intelectual, de sus as-piraciones profundas. Por este moti-vo, podemos esperar en una restaura-ción de la filosofía cristiana en elambiente intelectual mundial. Ya va-rios indicios anuncian esta restaura-ción. Es verdad, en este asunto no es-tamos solos. Intervienen varios facto-res invisibles que pueden, de un mo-mento a otro, trastornar nuestras pre-visiones. Sin embargo, desde ahora, sa-bemos bien que la Verdad primeratendrá la última palabra.

La sociedad moderna es una sociedad pecadora. Es vivir enestado de pecado el tolerar que 7nasas de seres humanos no puedancomer suficientemente, ni habitar en forma conveniente, mientrasque otros poseen inmensas fortunas. Es el reino de la injusticiamancorminizada, del pecado social y colectivo.

(P. Martindale, citado por Mons. Richand, Pastoral de Cua-resma, 1953).