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    El polica, el juez, la familia y el posadero o cmo algunos porteos entendieron de demencias y locuras...

    TRASHUMANTE | Revista Americana de Historial Social 5 (enero-junio 2015): 84-102. ISSN 2322-9381

    El polica, el juez, la familia y el posadero o cmo algunos porteos entendieron de demencias

    y locuras. Buenos Aires 1870- 1890

    Resumen: Este artculo indaga sobre las experiencias sociales de ciertas mujeres que fueron sealadas socialmente

    como dementes e internadas como tales en el manicomio de la ciudad de Buenos Aires. Examina, al mismo tiempo, la

    participacin de algunos contemporneos que se involucraron en la construccin de los significados sociales de la locuraentre los aos 1870 y 1890. Registra, as, cmo la demarcacin de la tolerancia urbana y la exclusin social fue un proceso

    que comprometi no solo a las elites sino tambin a otros sectores sociales que demandaron y presionaron al respecto.

    Palabras clave:dementes, manicomio, polica, significados sociales, justicia civil, negociaciones.

    The police officer, the judge, the family and the innkeeper, or how some porteos understood

    about dementias and madnesses. Buenos Aires, 1870-1890

    Abstract: This paper explores the social experiences of some women who were socially identified as insane and admitted

    as such in the asylum of the city of Buenos Aires. It also examines the participation of some contemporaries in the cons-

    truction of social meanings of madness between 1870 and 1890. In doing so, it registers the definition of frameworks of

    urban tolerance and social exclusion as a process that depended on the elites but also on other social sectors.

    Keywords: demented, asylum, police, social meanings, civil justice, negotiations.

    O policial, o juiz, a famlia e o estalajadeiro, ou como alguns portenhos entendiam de demn-

    cias e loucuras. Buenos Aires, 1870-1890

    Resumo: Este artigo explora as experincias sociais de algumas mulheres que foram identificadas como socialmente

    insanas e admitidas como tais no asilo da cidade de Buenos Aires. Ao mesmo tempo, examina a participao de alguns

    contemporneos na construo de significados sociais da loucura entre 1870 e 1890. Registra, assim, como a definio

    dos contornos da tolerncia urbana e da excluso social foi parte de um processo que comprometia no apenas as elites,

    mas tambm outros setores sociais, com suas demandas e presses.

    Palavras-chave: loucos, asilo, polcia, significados sociais, justia civil, negociaes.

    Cmo citar este artculo: Valeria Silvina Pita, El polica, el juez, la familia y el posadero o cmo algunos porteos enten-

    dieron de demencias y locuras. Buenos Aires, 1870- 1890, Trashumante. Revista Americana de Historia Social 5(2015):

    84-102.

    DOI: dx.doi.org/10.17533/udea.trahs.n5a05

    Fecha de recepcin:17 de febrero de 2014.

    Fecha de aprobacin: 25 de marzo de 2014.

    Valeria Silvina Pita:Profesora de Historia y Licenciada en Trabajo Social por la Universidad Nacional de

    Buenos Aires (UBA). Doctora en Historia por la misma universidad. Especialista en historia social argenti-

    na y latinoamericana con perspectiva de gnero. Actualmente se desempea como Investigadora Adjunta

    perteneciente a la Carrera de Investigador Cientfico del Consejo Nacional de Investigaciones Cientficas

    y Tecnolgicas (CONICET). Sede trabajo: IIEGE Facultad de Filosofa y Letras UBA, Coordinadora Grupo de

    Trabajo Historia Social y Gnero perteneciente al IIEGE y Directora del Proyecto de Investigacin (2013-

    2016) Trabajo, familia y comunidad: La lucha por derechos en Argentina, 1850-1940 FONCYT, Agencia

    de Promocin Cientfica. PICT 2012-0472. Resolucin N141/13.Correo Electrnico: [email protected]

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    El polica, el juez, la familia y el posadero o cmoalgunos porteos entendieron de demenciasy locuras. Buenos Aires, 1870- 18901

    Valeria Silvina Pita

    Introduccin

    Amediados de octubre de 1880, Juana Sombiela, una mujer adulta que alquilabaun cuarto en una casa de inquilinato del barrio de Monserrat, fue apresada yconducida por la polica hasta el Hospital de Mujeres Dementes de Buenos Aires.Desde haca un tiempo, segn inform el comisario de la seccin 8, la mujer in-vada el domicilio de una familia reclamando su derecho a contraer matrimoniocon uno de sus integrantes, hasta que ste, hastiado de la situacin, pidi la inter-vencin policial.

    De manera pronta, el comisario mand a varios de sus hombres a la casa encuestin, donde Juana fue detenida y conducida, primero, al Departamento Gene-ral de Polica y, luego de unos das, al manicomio.2sta no era la primera vez que

    Juana era llevada all, como lo notific en su reporte el mismo funcionario policial.Sombiela haba permanecido por ms de dos aos internada en la Convalecencia,nombre que reciba el hospicio entre los moradores de Buenos Aires. Tambin ad-virti que la mujer era blanca, soltera y natural del pas, que tena tres hermanosque se encuentran en la campaa ocupados en trabajos de campo y que no te-nan bienes de fortuna.3Indicaba de ese modo la imposibilidad de sus familiares

    para hacerse cargo de ella. Incluso, declar que la mana de Juana haba sido aten-dida con anterioridad cuando ella viva en la zona rural, revelando tanto el alcancede su investigacin como un empleo de categoras derivadas de la psiquiatra de lapoca. Unos das despus, este uso se repiti cuando el mismo funcionario elev

    1. Este artculo forma parte de una investigacin de mayor envergadura que historiz las relaciones sociales, los conflictos ylas experiencias que se anudaron alrededor del primer manicomio pblico que se fund en territorio argentino, el Hospi-tal de Mujeres Dementes, entre su fundacin en 1854 y la dcada de 1890.

    2. El empleo de los trminos manicomio, hospicio, dementes, locos, locas, locura, demencia, alienacin, enajenacin mental,entre otros semejantes, no hace referencia a distinciones institucionales o nosografas psiquitricas o cientficas propias delsiglo XIX. Estas palabras son asumidas como categoras nativas o de poca, es decir como trminos empleados de modo

    corriente por los hombres y las mujeres que son objeto de este estudio.3. Juana Sombiela sobre insania, Buenos Aires, 15 de octubre de 1881. Archivo General de la Nacin (AGN), Buenos Aires,

    Tribunal Civil (TC), S-16110, f. 1.

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    aquellos desbordaron los temas estrictamente psiquitricos para dar cuenta de lasansiedades y temores que recorran a las elites cientfica y poltica.9

    Este trabajo dialoga con dichos estudios, mas entiende que la formacin dela psiquiatra como un campo especfico dentro de la medicina se configur en

    torno a una serie de cuestiones cargadas de tensiones, conflictos, matices y con-tradicciones. Los estudios sobre la profesionalizacin mdica en Argentina para elsiglo XIX han puesto de relieve lo complejo que fue para los mdicos conformarsu campo profesional y obtener un grado de legitimidad social para el ejercicio dela medicina.10En las pginas siguientes, los mdicos son entendidos como partedel universo de relaciones que se anudaron en la institucin manicomial y comomiembros de una corporacin cientfica en proceso de formacin, que debi bre-gar para que sus voces, mientras tomaban cuerpo, fueran escuchadas ya sea por lasintegrantes de la beneficencia oficial, los funcionarios, los jueces, los agentes poli-

    ciales, los conciudadanos porteos o los familiares de las locas.Las mujeres que aqu se refieren estuvieron internadas por un tiempo breve opor varios aos en el Hospital de Mujeres Dementes de la ciudad de Buenos Aires,ms conocido entre los contemporneos del siglo XIX como Hospicio de la Con-valecencia o simplemente Hospicio de Dementes. sta fue una institucin pblicaadministrada por la Sociedad de Beneficencia, agencia creada por el gobierno de laprovincia bonaerense en 1823 y que deleg en un grupo de mujeres de la elite unaserie de instituciones y programas antes en manos de la Iglesia.11El Hospicio de laConvalecencia fue inaugurado en 1854, siendo el nico existente en Argentina. Sufundacin tuvo como objetivo albergar y recluir nicamente al sector femeninode la poblacin, hecho que dio cuenta tanto de una preocupacin poltica sobrela situacin de las locas, como tambin de las intenciones de las integrantes de labeneficencia oficial que, insertas en el entramado estatal, se adjudicaron la tarea decustodiarlas y tutelarlas.12Dicha situacin permite reconsiderar de manera singular

    9. Nlida Ageros y Yolanda Eraso, Saber psiquitrico e institucin manicomial. Hacia una comprensin de las estrategias demoralizacin en el Asilo Colonia de Oliva (Crdoba, 1914-1934), Cuadernos de Historia 2 (1999): 7-26;Yolanda Eraso,Trabajo alienado. Aportes para la comprensin del trabajo de los enfermos mentales en una institucin psiquitrica pblica:Asilo Colonia Regional Mixto de Alienados en Oliva, Provincia de Crdoba, 1914-1934 (Tesis de Licenciatura, Univer-sidad Nacional de Crdoba, 1999);Silvia Bayn, Las locas en Buenos Aires. Una representacin social de la locura en la

    mujer en las primeras dcadas del siglo XX, La poltica social antes de la poltica social (caridad, beneficencia y poltica social enBuenos Aires, siglos XVII al XX), comp. Jos Luis Moreno (Buenos Aires: Trama Editorial/Prometeo, 2000) 225-286;MaraLaura Piva, El Pinel argentino: Domingo Cabred y la psiquiatra de fines del siglo XIX, La ciencia en la Argentina entre siglos.Textos, contextos e instituciones, ed. Marcelo Monserrat (Buenos Aires: Manantial, 2000) 71-86; Julia Rodriguez, Civilizing Argen-tina. Science, Medicine, and the Modern State(Chapel Hill: University of North Carolina Press, 2006).

    10. Ricardo Gonzlez Leandri, Curar, persuadir, gobernar. La construccin histrica de la profesin mdica en Buenos Aires(Madrid:

    CSIC, 1999).

    11. Para estudios sobre la Sociedad de Beneficencia vase, Alejandra Vassallo, Bordando virtudes en la trama de la nacin: la creacinde mujeres republicanas, 1823-1880 (Buenos Aires: Mimeo/Universidad Nacional de Lujan, 2005); Alejandra Vassallo, Entre elconflicto y la negociacin. Los feminismos argentinos en los inicios del Consejo Nacional de Mujeres, 1900-1910,Historiade las Mujeres en Argentina, T. II, dir. Fernanda Gil Lozano y otros (Buenos Aires: Taurus, 2000) 177-195; Valeria Silvina Pita,Poltica, conflictos y consensos en torno al brazo asistencial del Estado argentino. La Sociedad de Beneficencia de la Capital,1880-1910, Mujeres y Asistencia Social en Latinoamrica, siglos XIX y XX. Argentina, Colombia, Mxico, Per y Uruguay , comp.

    Yolanda Eraso (Crdoba: Alcin Editora, 2009): 95-130.

    12. Valeria Silvina Pita, La casa de las locas. Una historia social del manicomio de mujeres. Buenos Aires 1852-1890 (Rosario: Prohisto-ria, 2012) 65-116.

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    la participacin de un sector de poderosas mujeres en la cotidianeidad del hospicio,en sus disputas y en los entendimientos que ah se libraron.

    Por ltimo, este artculo involucr un trabajo de investigacin emprica quebusc conectar las experiencias sociales de unas mujeres proclamadas como de-

    mentes a procesos histricos amplios en un tiempo y lugar precisos. Para tal fin,se intent seguir sus huellas en diferentes series documentales, entrecruzando lospapeles existentes del hospicio y su correspondencia con los expedientes judiciales,los informes policiales, la prensa peridica y los escritos mdicos.13Este trabajopermiti distinguir simultneamente las voces de las administradoras, de los jueces,de los mdicos, los familiares, los curadores, los policas y los funcionarios.

    1. Entre crisis y disputas familiares: la demencia de Olivia

    La historia de Olivia como loca comenz a inicios de 1873. Hasta entonces, lavida de esta mujer de 25 aos se haba asemejado a la de otras jvenes porteas.Ella haba vivido en Buenos Aires con sus padres hasta sus 17 aos, momento en elque se cas con un comerciante espaol mucho mayor que ella, con quien habatenido una hija. Pocos aos despus enviud, hacindose cargo del negocio deconsignacin de vinos espaoles que manejaba su marido.14Posiblemente a causade la fiebre amarilla en 1871, su pequea hija falleci. Fue casi un ao despus dehaberla perdido cuando se cas nuevamente, en esta ocasin con Adolfo Tardieu,un hombre tres aos menor que ella. Al ao de haberse desposado, sin embargo,su vida cambi drsticamente: el negocio que regenteaba quebr y poco tiempodespus sufri una primera crisis que la llev a vivir con su madre, doa TomasaEscobar de Turner, quien finalmente la intern en la Convalecencia.15

    En junio de 1873, mientras Olivia estaba en la casa de su madre, su maridose present en un juzgado civil de la ciudad para iniciar el juicio de demencia ysolicitar que, conforme a los derechos que lo asistan como esposo, se lo nombrasecurador de sus bienes.16Como qued al descubierto poco tiempo despus, Tardieuestaba separado de su mujer. Segn l, se haba retirado del hogar conyugal sinla intencin de abandonar a su esposa sino, por el contrario, por haber sido unmarido carioso17y respetuoso de la indicacin del mdico que la atenda. Tal

    como explicaba, haba sido el diplomado quien haba notado que su enfermedad[la de Olivia] tena momentos de mejora y momentos de empeoramiento quecoincidan con su presencia. Por tanto, le haba solicitado que se retirase de la casa.Luego de unos pocos das, la madre de Olivia se present ante otro juez civil y

    13. Cabe aclarar que entre los documentos existentes no hay historias clnicas ni otra documentacin individualizada sobre lasmujeres que fueron recluidas en la Convalecencia.

    14. Testamentaria Miguel Garcia Hervez, Buenos Aires, 1871. AGN, Buenos Aires, 6039.

    15. Doa Tomasa Escobar de Turner sobre la insania Olivia Turner de Tardieu, Buenos Aires, 29 de julio de 1873. AGN, Bue-nos Aires, TC, E-28, ff. 1-2.

    16. Don Adolfo Tardieu sobre insania Olivia Turner de Tardieu, Buenos Aires, 20 de junio de 1873. AGN, Buenos Aires, TC,T-149, f. 1.

    17. Don Adolfo Tardieu..., f. 5.

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    expuso otra versin. En primer lugar, el marido de su hija haba dejado de convivircon ella haca meses. Esto mismo atestigu el secretario de la Curia Eclesisticacuando declar por escrito que en esta constaba un pedido del esposo para iniciarun juicio de conciliacin, que se haba asentado unos das antes de la exposicin de

    demencia. Pero aunque la Curia haba establecido una fecha para que ste se reali-zara, finalmente haba sido suspendido, pues al convocar la presencia de la esposa sele inform que esta estaba enferma en cama.18Doa Escobar de Turner tambindej en claro que su yerno era el causante de todas las desgracias y calamidadesde su infeliz esposa,19ya que durante el matrimonio, segn declaraba, nunca se[haba] ocupado en trabajar en nada, sino en disipar y derrochar los bienes quesu hija haba aportado al matrimonio que consistan en dos pequeas fincasurbanas. Como prueba de su denuncia, sostuvo que cuando su hija se habaenfermado, el hombre haba hipotecado una de ellas por la suma de 50.000 pesos

    m/c. Por estas razones, y para proteger los bienes de Olivia, reclamaba su curatela.A menos de un mes de la reclusin de la joven, su alegada demencia era di-ligenciada en dos juzgados. En uno de los ellos se avanzaba con el pedido deTardieu, designando a un curador provisorio, dispuesto por el juez y pasando suexpediente tambin al defensor de menores, que deba velar por el bienestar deOlivia. En el segundo, el expediente haba sido iniciado por la madre que pedaser nombrada como curadora de los bienes de su hija, argumentando que su yernoera inhbil,20habida cuenta de sus maltratos,21 su abandono y, ms an, delderroche de los bienes de su esposa. Sin embargo, ambos juzgados no supieron deesta situacin hasta que pasaron varios meses. Cuando los expedientes se cruzaron,la situacin de la joven haba vuelto a cambiar drsticamente.

    En efecto, a fines de julio, cuando Olivia no haba cumplido ni un mes enla Convalecencia, Adolfo Tardieu se acerc con su abogado a los tribunales paradeclarar que l nada saba acerca de la decisin tomada por su suegra sobre la in-ternacin de su esposa. Peda al juez que intercediera para que la misma le fueraentregada, puesto que no haba sido consultado sobre este asunto y, por tanto, lamedida asumida por su suegra violaba sus derechos como esposo. Consideraba,adems, que la internacin era arbitraria pues, a diferencia de otras enfermas,posee bienes suficientes para atender su enfermedad, sin tener que ir pedir

    consuelo sus dolencias un establecimiento de caridad.22De este modo, Tar-dieu reclamaba sus derechos de esposo al tiempo que defina al hospicio comouna institucin para mujeres pobres, y no para la suya, cuyo tratamiento poda sersubsanado de su propio peculio. Pona as en evidencia que, para l, la principalcaracterstica del hospicio no era su capacidad para dar tratamiento a las enfermassino la de contener a aquellas que carecan de familia y bienes. Su mirada era tan

    18. Don Adolfo Tardieu..., ff. 1 y 10.

    19. Doa Tomasa Escobar..., f. 1.

    20. Doa Tomasa Escobar..., f. 1.21. Doa Tomasa Escobar..., f. 2.

    22. Don Adolfo Tardieu..., f. 5.

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    acreedora de la poca como la de la misma madre de su esposa, quien haba ex-presado que el hospicio era una crcel de locos,23y como la de otros porteos

    y funcionarios para quienes el establecimiento era una casa de caridad a la antiguausanza, es decir, un sitio para ser empleado por los pobres ante la enfermedad, el

    abandono familiar y la proximidad de la muerte.24

    Ese mismo ao, por ejemplo,un juez cordobs que peda refugio para una joven hurfana y pobre atacada delocura, entenda de la misma manera al establecimiento, justificando su pedido entanto su funcin era para hacer caridad.25

    La respuesta al pedido de Tardieu lleg luego de un mes de espera, cuando elcurador provisorio de Olivia Turner le entreg al juez un escrito donde sealabaque, a pesar de que el matrimonio no conviva, al no haberse divorciado en elTribunal Eclesistico, el marido estaba en todo su derecho de proceder legalmente.Sostena tambin que el juez, en virtud de esos derechos, deba acceder a lo solici-

    tado por aquel para que le fuera entregada su esposa.26

    Por su parte, el Defensor deMenores tambin aval la presentacin del curador, exhortando al juez para quenombrase a dos facultativos para realizar un examen mdico de la que se dice estademente,27y que hasta ese momento no haba sido efectuado. Das despus, el

    juez libr dos oficios, uno para realizar el examen pericial y otro para que la Di-rectora del Hospicio28entregara a Olivia Turner a su esposo. Frente al oficio judi-cial, la presidenta de la Sociedad de Beneficencia se comunic con las inspectoras,solicitndoles que entregasen a la enferma a su marido, tal cual lo dispona el juez,sin dar lugar a los reparos que ellas y el mdico del manicomio le presentaron. 29

    Mientras tanto, en el juzgado donde doa Tomasa haba radicado su pedido, eljuez determin que el marido se presentara a comparecer ante l. Pero Tardieu,seguramente asesorado por su letrado, demor su declaracin y solo comparecims tarde, cuando ya la causa judicial inicial haba dado un nuevo giro.30Efectiva-mente, a los pocos das de que Olivia fuera trasladada de la Convalecencia hacia sucasa, su marido retir la solicitud de insania afirmando que habiendo recuperadoel juicio mi Seora esposa, no tiene ya objeto continuar esta instancia.31Ante ello,peda que el juicio se diera por finalizado y el expediente archivado. As, a cuatromeses de haberse iniciado, habindose indagado sobre la legalidad de dar curso alpedido del marido, teniendo conocimiento de que Olivia Turner de Tardieu haba

    sido recluida en el hospicio y habiendo librado un oficio para que fuese restituida

    23. Doa Tomasa Escobar..., f. 2.

    24. Sobre otros usos y sentidos sociales de las instituciones asilares pblicas, vase Pita,La casa de las locas108-114.

    25. Santiago Echenique, Nota a la Presidenta de la Sociedad de Beneficencia, Crdoba, 17 de diciembre de 1873. AGN, Bue-nos Aires, Fondo documental Instituciones de la Sociedad de Beneficencia y Asistencia Social 1823-1952 (ISByAS), HospitalNacional de Alienadas (HNA), Legajo 218, Tomo I, f. 149.

    26. Don Adolfo Tardieu..., ff. 12-13.

    27. Defensor Molina, Don Alfonso Tardieu..., f. 13.

    28. Luis Belaustegui a la Directora del Establecimiento de la Convalecencia, Buenos Aires, 26 de agosto de 1873. AGN,Buenos Aires, ISByAS HNA, Legajo 218, Tomo I, f. 142.

    29. Ema Van Praett de Napp, Don Alfonso Tardieu..., f. 18.30. Adolfo Tardieu, Doa Tomasa Escobar...,f. 5.

    31. Adolfo Tardieu, Don Adolfo Tardieu..., f. 15.

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    a su marido, el expediente judicial estuvo a punto de ser cerrado sin que el juez, elcurador provisorio y el defensor de menores reclamaran un informe mdico queconfirmara su estado mental.

    Fue la madre, convencida sobre la demencia de su hija pero tambin de que las

    intenciones de su yerno eran las de apropiarse de los bienes de ella, la que volvia los tribunales, presentado dos nuevas denuncias, una en el mismo juzgado dondeTardieu haba radicado el juicio de insania y otra en el que ella haba dado inicio asu pedido de curatela.32Segn la mujer, su hija no solo haba sido sacada del hos-picio a pesar de que su estado era delicado y sus crisis recurrentes datos provistospor las religiosas que la cuidaban y el mdico que la atenda en el hospicio sinoque el marido ilegalmente haba puesto en venta una de las fincas, avanzando enel despojo de las propiedades de Olivia. Frente a esto, ambos jueces no solo reco-nocieron la existencia de dos causas paralelas, sino que tomaron una decisin por

    la cual se sostenaper sela demencia de la joven, a la vez que se impeda la ventade la finca en cuestin.33

    De all en ms, durante meses, la madre y el marido mantuvieron una duraconfrontacin en los tribunales civiles, acusndose mutuamente de mala fe, robode objetos personales, secuestro de la supuesta demente y facturas impagas. Sinembargo, en ninguno de los dos juzgados se orden realizar el peritaje mdico, yadispuesto en agosto de 1873, para aclarar parte del embrollo armado entre las par-tes en litigio. Finalmente, ste se realiz a mediados de 1874. En aquel momento,los mdicos concluyeron que sobre la joven resulta[ba] no hallarse actualmentealteracin alguna en sus facultades mentales intelectuales.34Sin embargo, Oliviacontinu teniendo un curador, sin poder administrar sus bienes y siendo consi-derada de hecho como demente hasta que un ao ms tarde los jueces dieron susentencia definitiva. Mientras se iban resolviendo las diferentes demandas, la mujercontinu conviviendo con su marido, de quien para 1875 esperaba una criatura.A su vez, rompi vnculos con su madre quien, como ltima instancia luego dehaberse realizado el peritaje mdico sobre su hija, haba presentado ante el juez elreclamo por los costos de su enfermedad y asilo en la Convalecencia.35

    No obstante, una semana despus de que el ltimo juez confirmara la sentenciasobre la nulidad del pedido de declaracin de demencia, Adolfo Tardieu volvi a

    los tribunales porteos, esta vez presentndose en otro juzgado civil, para iniciarun nuevo juicio de insania sobre su esposa.36En esta ocasin, doa Escobar deTurner no litig y, mientras Tardieu se mezclaba en varias greas y nuevos conflic-tos legales con los mdicos peritos a quienes se neg a pagar los honorarios por

    32. Tomasa Escobar de Turner, Don Alfonso Tardieu..., f. 22; Doa Tomasa Escobar..., f. 11.

    33. Aurelio Prado, Doa Tomasa Escobar..., ff. 125 y 21; Luis Belaustegui, Doa Tomasa Escobar de Turner..., ff. 22-23.

    34. Manuel Arana y Osvaldo Egua, Doa Tomasa Escobar de Turner..., f. 63.

    35. Doa Tomasa Escobar de Turner..., f. 87.36. Adolfo Tardieu sobre declaracin de demencia de su esposa Olivia Turner, Buenos Aires, 1875. AGN, Buenos Aires, TC,

    T-16915.

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    el reconocimiento mdico efectuado,37Olivia Turner fue legalmente declaradademente.

    La historia de Olivia abre una amplia ventana para indagar sobre las prcticasy nociones en torno a la enajenacin mental a inicios de la dcada de 1870. En

    particular, hace posible vislumbrar cmo mientras el hospicio era entendido ge-neralmente como una instancia para mujeres marginales, los jueces civiles comen-zaban a aplicar el Cdigo Civil sancionado en 1869. Sin embargo, no lograbanconciliar sus ideas sobre la insania o la incapacidad civil de las personas con el lugarque en el Cdigo se dispona para el saber mdico.38En tal sentido, aunque en laletra del mismo los principales definidores de la capacidad o incapacidad de unapersona eran los expertos mdicos, en los tribunales porteos este saber no era nitan reconocido ni tan valorado. Al volver a los expedientes de Olivia, los registrospoco dicen sobre su padecimiento y la voz de los mdicos se entrecruza con la de

    otros que se involucraron en la disputa por su condicin legal, trasladando a lostribunales contiendas y diferencias familiares, econmicas o patrimoniales que, endefinitiva, subordinaron ciertas decisiones sobre su salud y bienestar.39

    En el caso de Olivia, el silencio de los responsables del hospicio, las particularesmaneras en que se llevaron adelante los procedimientos en sus causas judiciales yel lugar perifr ico de las sanciones mdicas sobre su condicin mental permitieronque, a pesar de su carrera como demente, la mujer pudiera continuar con su vidafuera del hospicio. En los aos posteriores a su internacin y a su declaracin judi-cial por insania, la vida de Olivia se diferenci notablemente de aquellas otras quefueron conducidas a la Convalecencia y permanecieron all por el resto de sus das.Contrariamente, se asemej ms a la vida de aquellas mujeres que jams transitaronpor el hospicio o por los tribunales porteos, poniendo en evidencia la labilidadde los significados sociales atribuidos a la demencia.

    Aunque Olivia estuvo legalmente incapacitada para manejar sus bienes o de-cidir su lugar de residencia, sobrevivi a su madre y a su marido, quien continuapelando y siendo acusado en los tribunales, incluso por no querer abonar unamquina de coser usada que haba comprado a una anciana.40Tambin vivi sinvolver a ser internada, ni aun luego de que se rematara efectivamente la finca don-de habitaba, cuando se vencieron los plazos para abonar la hipoteca que su marido

    haba firmado en 1873, o luego de la muerte de su segundo hijo. Por el contrario,luego de los fallecimientos de Tardieu y de su madre, ocurridos entre 1877 y 1879,

    37. Martn Beruti y Jacobo Schersen, Adolfo Tardieu sobre declaracin..., f. 11; Oficial de Justicia, Adolfo Tardieu sobredeclaracin..., f. 20.

    38. El Cdigo Civil argentino fue aprobado a libro cerrado en 1869 y entr en vigencia el 1 de enero de 1871. En su Ttulo X seestableci el proceso de declaracin de insania va judicial y sostenido por el criter io de facultativos mdicos, instruyndoseadems una serie de procedimientos para salvaguardar la vida y la propiedad de los declarados dementes.

    39. A modo de ejemplo, vase Toms S Anchorena y otros, solicitando se le nombre curador, Buenos Aires, 1887. AGN,Buenos Aires, TC, I A -275; Adolfo Alcayaga, Adolfo, sobre curatela, Buenos Aires, 1885. AGN, Buenos Aires, TC, A-268;Nicols Alvarez sobre insania, Buenos Aires, 1889. AGN, Buenos Aires, TC, A-297; Jos Alonso sobre demencia, Buenos

    Aires, 1889. AGN, Buenos Aires, TC, A-292; Elena Arriola de May sobre insania, Buenos Aires, 1887. AGN, Buenos Aires,TC, A-281; Angel Severo sobre denuncia de su demencia, Buenos Aires, 1887. AGN, Buenos Aires, TC, S-16.137.

    40. Adolfo Tardieu sobre apelacin, Buenos Aires, 1876. AGN, Buenos Aires, TC, T-16917.

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    Olivia restableci contacto con sus hermanos, primos, tas y con un grupo de ami-gos con quienes se visitaba y escriba cartas. Eran ellos quienes le recomendabanque se mantuviera buena o saliera para el campo cuando estaba nerviosa.41Hasta su muerte en 1887, nadie retorn a los tribunales en su nombre. Fue su her-

    mano Guillermo y un conocido de la familia apellidado Sancho cuyas referen-cias aparecen en varias cartas de Olivia quienes, sin que la justicia lo dictaminaraformalmente, administraron su pequeo patrimonio.42Aunque la mujer llev unavida austera, alquilando varios cuartos en distintas partes de la ciudad, realiz variosviajes, llegando a trasladarse en 1885 a Montevideo, donde prepar con cuidadouna casa, esperando recibir la visita de sus hermanas.43

    Dcadas despus, los jueces, curadores y mdicos tendran un mayor dominiosobre los destinos de las personas legalmente declaradas como insanas. Empero, acomienzos de la dcada de 1870, los lazos entre los agentes de la ley, los diplo-

    mados y las instituciones de reclusin eran circunstanciales y acotados. Olivia seperdi de la vista de esos agentes, como tambin sucedi con otras mujeres que enalgn momento transitaron por el hospicio y por los tribunales. ste fue su caso ytambin los de Rosa Cortes de Facio en 187144y de la mulata Mara Zubizarreta,sobre quien en noviembre de 1873, desde un juzgado civil se mand a preguntarpor su estado de salud al mdico del hospicio, cuando esta haba sido dada de altahaca ya varios aos.45

    2. De policas, posaderos y curadores: Luisa, de extranjera a loca

    En la primavera de 1880, la polica fue llamada al restaurante de Pedro Selan en la calleCorrientes, nmero 31. Como era usual en esos aos, este tipo de establecimientoofreca comidas, pero tambin hospedaje, y por su cercana al puerto, eran personasrecin llegadas a Buenos Aires las que se alojaban all. Selan haba mandado a bus-car a la polica a causa de sus huspedes: Luisa Toa. La misma, segn declaraba elpropietario del restaurante, haba arribado tres das antes, triste y hablando sola.46Pero los problemas comenzaron cuando intent cobrarle sus gastos, pues la mujerse neg a pagarle fundndose en hechos imaginarios, hablando desde entoncesde manera casi inteligible, segn lo declararon varios testigos.

    Cuando el agente policial lleg, Toa se neg a responder a sus preguntas, esdecir, a revelarle su verdadera procedencia y si tena familia en esta ciudad.

    41. Aurelia Perfumes, Carta a Olivia, Testamentaria de Olivia Turner de Tardieu, Buenos Aires, 15 de enero de 1884. AGN,Buenos Aires, Testamentarias 8526, 1887, f. 43.

    42. Testamentaria de Olivia Turner de Tardieu, Buenos Aires, 1887. AGN, Buenos Aires, Testamentarias, 8526, 1887, f. 14.

    43. Olivia Turner, Carta a Delia, Testamentaria de Olivia Turner de Tardieu, Buenos Aires, 1887. AGN, Buenos Aires, Testa-mentarias, 8526, 1887, f. 36.

    44. Juzgado Civil en Primera Instancia, Nota a la Seora Presidenta de la Sociedad de Beneficencia, Buenos Aires, 22 denoviembre de 1871. AGN, Buenos Aires, ISByAS, HNA, Legajo 218, Tomo I, f. 127.

    45. Osvaldo Egua, Nota a las Seoras Inspectoras, Buenos Aires, 29 de noviembre de 1873. AGN, Buenos Aires, ISByAS,

    HNA, Legajo 218, Tomo I, f. 147.46. Agente Olazabal, Nota al Sr. Gefe del Departamento General de Polica, Luisa Toa sobre su insania, Buenos Aires, 11 de

    septiembre de 1880. AGN, Buenos Aires, TC, T-42, 1880, f. 1.

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    Frente a su mutismo y ante las declaraciones del propietario y de varios de loshospedados, decidi conducirla al Departamento de Polica, luego de buscar entresus papeles alguna pista de quin era e inventariar rpidamente sus pertenencias.

    Un da despus la examin el mdico de polica. En su informe, registr que la

    mujer era espaola de 25 aos, soltera, blanca, lee, certificando a su vez que esta-ba atacada de enajenacin mental bajo la forma de demencia, razn por lo cualse la deba pasar al manicomio para su observacin y asistencia.47Sin demora,mientras se elevaba el informe al juez de turno, Toa fue remitida al hospicio, don-de permaneci los prximos dos aos. Hasta aqu, su historia comparte, con otrasmujeres que tambin transitaron la reclusin por la Convalecencia, dos caracters-ticas. Por un lado, su conducta llam la atencin de algn vecino porteo, en estecaso, el propietario de un establecimiento comercial, quien fue el encargado dehacer intervenir a la polica. Por el otro, se encuentra la pronta actuacin policial y

    el conocimiento de sus agentes en torno a cmo deba efectuarse una derivacinal manicomio y a los tribunales. Ambas caractersticas no eran novedosas a iniciosde la dcada de 1880. Sin embargo, la historia de Luisa Toa invita a repensar nosolo cmo la presencia de los supuestos alienados era ya un asunto de alarma paraciertos porteos y sus autoridades, sino tambin cmo los cambios sociales asocia-dos al movimiento de personas que llegaron a las costas del Ro de la Plata desdeEuropa pudieron haber repercutido en ciertas mujeres que fueron confinadas enel manicomio.

    Al momento de su internacin, es decir, el 11 de septiembre de 1880, aquellosque intervinieron para que la mujer fuese a parar a la Convalecencia asuman queToa era espaola y que haba llegado recientemente. Pero, unas semanas despus,cuando el juez nombr a su curador, aquella y otras certezas comenzaron a diluirse.El curador legal de Toa fue un abogado llamado Julio Fernndez, quien luegode haber aceptado su nombramiento realiz el primer informe al juez. En l, diocuenta de que, segn Selan, era probable que la mujer hubiese arribado al puertoen un vapor que haca la carrera del Uruguay,48es decir, que recorra las costasde ese ro, parando en distintos pueblos costeros. Tambin informaba que Toasupona que haba llegado a Montevideo en vez de a Buenos Aires y que en otromomento se la oy decir que en la ciudad uruguaya de Paysand vivan su hija y

    su marido.Sin embargo, para el curador nada indicaba an que esos dichos fueran cier-

    tos, aunque sospechaba que poda haber huido de su residencia anterior y quetiene familia o personas que por ella pueden interesarse. Por tanto, deba averi-guar de dnde haba venido, para as encontrar a aquellas personas que podrancuidarla. Solicitaba entonces que el juzgado dispusiera el traslado de un actuariohasta el restaurante, donde se encontraba depositado su bal, con el fin de proce-der al examen de su contenido y exterior para ver si [era] posible encontrar indicio

    47. Teodoro Baca, Luisa Toa sobre su insania, Buenos Aires, 11 de septiembre de 1880. AGN, Buenos Aires,TC, T-42, f. 2.

    48. Julio Fernndez, Luisa Toa sobre su insania, Buenos Aires, octubre de 1880. AGN, Buenos Aires,TC, T-42, f. 5.

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    del lugar de donde vena su duea.49Peda tambin que se librara un oficio a laCapitana del Puerto para que informase qu vapores haban llegado a la ciudadel da 8 de septiembre y confirmar si efectivamente Toa provena de Paysand.Por ltimo, instaba como era de forma a realizar las pericias mdicas para ve-

    rificar su estado mental. Para noviembre, la Capitana haba mandado una nota quecontradeca los dichos de Selan, pues ese da no hubo ningn vapor que hiciera lacosta del Ro Uruguay. Tambin, luego de varias idas y vueltas, el actuario pudohacerse de las llaves del bal que haban ido a parar al Departamento de Polica einventariar de manera completa las pertenencias de Toa, entregando al curador loque a l le pareci un paquete de papeles sin importancia.50

    En los ltimos das de enero de 1881, los peritos mdicos conocieron a Toa.En su informe, los datos sobre quin era esta mujer volvieron a desfigurarse, puesles pareci italiana y ms joven de lo declarado inicialmente. Su impresin fue

    que su estado era tranquilo, pero sus respuestas eran difciles y escasas. Tambinevaluaron que su memoria estaba perturbada, ya que no poda precisar dndehaba nacido, de dnde haba venido ni en que ha trabajado. Entendieron que lamisma sufra de delirio franco, una forma de demencia melanclica que obligabaa mantenerla internada en el manicomio.51

    El curador no dud del reconocimiento mdico de los peritos. Sin embargo,cuestion mucho de lo que se saba hasta entonces sobre Luisa Toa. En primerlugar, certific que su nacionalidad era italiana y no espaola y que su apellido eraTogna. Tambin indic que no haba llegado a Buenos Aires por primera vez en1880, sino siete aos antes. Entre los papeles, al parecer sin importancia para elactuario, haba hallado una serie de cartas que indicaban que Luisa haba trabajadoen la ciudad y en la campaa bonaerense, que haba residido en Uruguay y quedesde su llegada haba establecido una densa red de conocidos, en su mayora deorigen italiano.

    Mas toda aquella reconstruccin no permita expresar al curador que hubieraefectivamente hallado a alguien que pudiera hacerse cargo de la insana. En esemismo informe, Fernndez relat al juez sus gestiones para dar con alguno delos nombrados y domiciliados en las cartas del bal de Togna. Fue, por ejemplo,hasta la casa de un tendero italiano donde habra residido la mujer. Sin embargo,

    el tendero ya no estaba all y nadie saba dnde hallarlo. Tambin recorri otrascasas, algunas ubicadas en calles que ya haban cambiado de denominacin y enotras alejadas del centro. Pero, una y otra vez, recibi la misma respuesta: la personaque buscaba ya no resida en el sitio. A veces no encontr siquiera a la vivienda enla direccin indicada. Escribi a Montevideo, buscando a otros conocidos, perotampoco los hall. Sigui la pista del mayordomo de un vapor que habra tenidoel encargo de un conocido de llevarla hasta Montevideo, pero ste haba cesadoen su puesto. Volvi personalmente a la Capitana del Puerto para revisar las listas

    49. Fernndez, f. 6.50. Martn Bustos, Luisa Toa sobre su insania,f. 8.

    51. Enrique Arana y Julin Fernndez, Luisa Toa sobre su insania, f. 11.

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    de los pasajeros llegados en el mes de septiembre de 1880. En las compaas devapor que visit le comentaron que estas no eran de fiar en cuanto a su veracidad

    y exactitud.52

    Como el mismo curador pudo constatar, Buenos Aires era una ciudad atravesa-

    da por cambios e incertidumbres, que iban desde el nombre de sus calles hasta susedificios, pues donde hasta haca unos aos se encontraba un comercio o una vi-vienda, ahora se hallaba un baldo o una nueva construccin. Y tambin esos cam-bios significaban un intenso movimiento de personas. Parecera que Fernndez, ensu recorr ido, busc a esa Buenos Aires italianizante de las dcadas anteriores, en lacual no solo la comunidad era grande sino que, como l mismo crea identificaren los conocidos de Togna, eran personas por completo reconocidas.53Su ideano era descabellada, pues por entonces eran muchos los inmigrantes que radicabanen Buenos Aires junto con conocidos, paisanos o familiares que haban llegado

    antes y que, en no pocos casos, haban solventado o colaborado con los gastos delpasaje. Por consiguiente, continu suponiendo que algunos de ellos, como en elpasado habran alojado a Togna o le habran dado trabajo, podran en el presenteasumir su custodia. As, solicit al juez que publicara su caso en la seccin So-ciales de los peridicos porteos, y en especial de la comunidad italiana, con laesperanza de dar con alguno de ellos.54Aunque las notas se publicaron, nadie seacerc al juzgado ni al manicomio. Togna ya no tena paisanos en Buenos Aires.

    Fernndez tambin se acerc a la Convalecencia para intentar que Luisa relata-ra algo sobre su red de conocidos. Sin embargo, no pudo sacar nada en limpio, soloque la mujer necesitaba recuperar algunos de los vestidos de su bal, pues estabapobremente vestida. A pesar de que por entonces la cantidad de mujeres en estadode cronicidad predominaba en el manicomio y las divisiones por padecimientoque se haban establecido entre las internas se desdibujaba permanentemente porla falta de espacio, Luisa se incorpor en la dinmica del mismo. En los patios, enel taller de costura y en los salones dormitorios, comparti el tiempo y los trabajoscon otras paisanas, quienes desde haca tiempo formaban el grupo extranjeroms numeroso del manicomio.

    Dos aos despus de su llegada, precisamente en septiembre de 1882, el mdicodirector comunic que estaba recuperada de su afeccin mental. Las inspectoras de

    turno hablaron entonces con ella y luego dieron parte al juzgado y a la polica, quehabiendo esta mujer manifestado deseos de salir del establecimiento55queransaber si exista algn impedimento. La respuesta lleg y Luisa Togna pudo mar-charse. No obstante, Buenos Aires an se mostrara hostil con ella. Si bien pudoconseguir trabajo colocndose en una casa, demor meses en recuperar sus nicaspertenencias, que a pesar del pedido de su curador nunca haban llegado al ma-nicomio. Cuando por fin se encontr con ellas, supo que Selan se haba cobrado

    52. Fernndez, f. 12.

    53. Fernndez, f. 11.54. Fernndez, f. 13.

    55. Osvaldo Egua, Luisa Toa sobre su insania, f. 27.

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    los gastos, pues en el bal que an estaba bajo su poder faltaba gran parte de susposesiones.

    En los aos 80, la prensa de Buenos Aires dio a conocer historias de mujeresy varones, solos y extranjeros, que fueron recluidos en los manicomios capitalinos

    ante su supuesta prdida de la razn. Este fue el caso de Francisco Millers, francs,soltero y jornalero de profesin, quien debi ser internado por la fuerza luegode haber intentado matarse disparndose dos tiros de revolver.56Tambin fueel de Regina Gers, que en un acceso de locura, como sealaba un peridicocapitalino, haba tratado de suicidarse ayer arrojndose a un pozo.57No obstante,no todos los que transitaron tuvieron un curador como Fernndez. En esos aosno todos aquellos que fueron conducidos a los manicomios pasaron por los Tri-bunales, evidenciando la discrecionalidad que ponderaba en la secuestracin delos alienados.58

    Tampoco fue extrao que luego de la experiencia en el manicomio, las internasterminaran perdiendo el vnculo con sus familiares.59Desde haca tiempo, el m-dico director de la Convalecencia denunciaba que las familias no podan hacersecargo de sus dementes, inclusive una vez depositadas en el manicomio, se desen-tendan de ellas. En 1889, por ejemplo, Placida Carpi, una joven uruguaya quehaba sido internada por su madre, fue mdicamente dada de alta. Sin embargo,cuando dieron aviso a su madre, descubrieron que esta haba vuelto a Montevi-deo. La direccin del establecimiento remiti una nota exigiendo a la madre de lainternada que se acercara hasta la Capital Federal en el trmino de ocho das pararetirar a la joven, pues de lo contrario, la Corporacin se ver en el caso de tomarlas medidas que crea conveniente a este respecto.60A pesar de las notas perento-rias, no siempre los familiares respondan favorablemente, constituyendo esto undilema para los responsables del manicomio: dejarlas libradas a su propia suerte omantenerlas adentro, lo que impeda desagotar la presin poblacional. En 1886,por ejemplo, se resolvi dar de alta a la francesa Isabel Vilion, quien haba sidoenviada al hospicio un par de aos atrs. La mujer estaba notablemente mejoradade su afeccin y manifestaba estar a disgusto dentro del manicomio. Sin embargo,a los dos das de haber salido, la polica volvi a remitirla a la Convalecencia, puesdeca todo gnero de desatinos que fueron evaluados como un peligro para los

    que la rodean.61Como en los casos de Isabel Vilion, Luisa Togna, Juana Sombiella y otras muje-

    res, la polica se encarg de conducirlas al hospicio. Sus autoridades, como tambin

    56. Lucio Melndez, Locura impulsiva, Revista Mdico-Quirrgica (Buenos Aires) 8 de abril de 1884: 8.

    57. Demente, La Prensa(Buenos Aires) 17 de octubre de 1884: 2.

    58. Lucio Melndez, Secuestracin de alienados, Revista Mdico-Quirrgica(Buenos Aires) 25 de mayo de 1881: 80-81.

    59. La historiografa argentina sobre la familia en el siglo XIX es acotada. Todava se sabe poco sobre sus principales caractersticas,los distintos modos de convivencia en las clases populares y los movimientos a lo largo del siglo que sufri la institucin familiar.Con seguridad en un futuro se podr contar con un cmulo de investigaciones que permitan profundizar al respecto.

    60. Sociedad de Beneficencia, Nota a la Seora Adelina Carasade, Buenos Aires, septiembre de 1889. AGN, Buenos Aires,ISByAS, Copiador de notas, Libro 5, f. 54.

    61. Mujer Demente, La Prensa(Buenos Aires) 6 de julio de 1886: 2.

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    los moradores porteos, entendan que recoger a mujeres dementes62de las casas,las plazas y las calles, y enviarlas a los asilos, era una de sus funciones. Sin embargo,hacia la dcada de 1880, estos arrestos por el mantenimiento del orden tensaronlas relaciones entre la administracin y los mdicos del manicomio y los funciona-

    rios policiales. Los primeros entendan que la polica apresaba a personas que noestaban mentalmente enfermas sino que padecan de alguna enfermedad crnica ode los efectos de una intoxicacin alcohlica. Por ello, asuman que era necesariolimitar los ingresos que venan de la mano de la polica.

    Poner un freno a la polica portea fue un asunto difcil. En 1881, el directormdico y las responsables de la administracin del manicomio de mujeres enten-dieron que la solucin era cerrar directamente los ingresos y permitirlos solo enla medida en que las altas se fueran generando. Sin embargo, la medida se frustrluego de un par de tensos meses en los cuales las autoridades policiales denun-

    ciaron pblicamente a las del manicomio, acusndolos de obligarlos a custodiara las atacadas de enajenacin mental en estrechos calabozos y sin condicioneshiginicas ni asistencia mdica.63

    En parte, el fracaso de aquella medida puso en evidencia la conflictiva convi-vencia de sentidos y usos sociales que portaba el manicomio. En una ciudad queexperimentaba cambios fsicos, cuyas voces se multiplicaban al son del torrente deinmigrantes, que aos tras ao traan nuevas maneras de pensar y de vivir,64y enla cual emergan con ms nitidez los conflictos sociales que las relaciones capita-listas generaban, el manicomio tuvo mltiples funciones. Estas daran cuenta de lasansiedades y los temores de ciertos contemporneos como tambin de las mujeresque eran etiquetadas como dementes. Mujeres que no conocan ni su nombreni parientes,65 que vagaban por las calles y que en consecuencia, llamaban laatencin de posaderos, comerciantes, transentes y policas, llegaban a la Conva-lecencia. Tambin fueron recluidas aquellas que como Rmula Velzquez Zurita66

    fueron declaradas dementes en un juicio o como la Seora Peres que intentmatar a su marido echndole encima una lata de kerosene mientras dorma.67No obstante, el mismo establecimiento poda ser un lugar de curacin o de paso,al cual se ingresaba y sala luego de una o varias temporadas, tal como fue el casode nuestra italiana Luisa Togna.

    62. Medida grave, La Prensa (Buenos Aires) 13 de diciembre de 1881: 2.

    63. Marcos Paz, Nota a la Seora Presidenta de la Sociedad de Beneficencia, Buenos Aires, 16 de febrero de 1882. AGN,Buenos Aires, ISByAS, HNA, Legajo 218, Tomo I, f. 267.

    64. En la dcada de 1880, el flujo de inmigrantes de origen europeo a Argentina fue de 85.000 personas por ao. Este nmero,sin embargo, se triplic hacia el cierre de la dcada. Aunque no todos los inmigrantes permanecieron en la ciudad de Bue-nos Aires, la mayora s lo hizo. Para el tema de la inmigracin y sus caractersticas, vase: Fernando Devoto, Historia de lainmigracin en la argentina(Buenos Aires: Sudamericana, 2003).

    65. Episodio vergonzoso, La Prensa (Buenos Aires) 30 de julio de 1882: 4.

    66. Octavio Amadeo, Nota a la Seora Presidenta de la Sociedad de Beneficencia, Mercedes, 18 de septiembre de 1886. AGN,Buenos Aires, ISByAS, HNA, Legajo 218, Tomo II, f. 29.

    67. Extravos mentales, La Prensa (Buenos Aires) 5 de octubre de 1883: 3.

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    A modo de cierre

    En este artculo se busc reconocer algunos de los rasgos que moldearon las ex-periencias sociales de unas mujeres que fueron designadas socialmente como de-

    mentes y que transitaron la experiencia de la reclusin en el hospicio de la Con-valecencia en la ciudad de Buenos Aires entre el inicio de la dcada de 1870 y elfin de la dcada de 1880. Simultneamente, se intent identificar algunos de losmodos en que determinados sujetos y grupos se involucraron en la definicin delos significados sociales de la locura, y cmo esto repercuti en la formacinde una barrera que marc el lmite entre quienes podan incluirse en la vida pbli-ca y quienes deban ser excluidos de ella. Hall en las historias de Juana, Olivia yLuisa recorridos y experiencias sociales distintas, marcadas por la clase y la extran-

    jera, que hicieron a sus carreras como dementes. Tambin observ que los modos

    en que familiares, policas, vecinos de la ciudad, jueces, curadores y mdicos, entreotros, sealaron a estas mujeres como locas fueron diversos.A su vez identific que entrometerse en una casa ajena, hablar de manera diso-

    nante o no hablar, entre otras situaciones, fueron sntomas de enajenacin que paraunos requirieron de la intervencin de la fuerza pblica y de una institucin capazde contenerlas. Sin embargo, los efectos sociales de estas designaciones, interven-ciones e intromisiones en la vida de estas mujeres fueron finalmente movedizos einestables. Dicho en otros trminos, los alcances de la etiqueta social de loca y sunaturalizacin parecieran haber tenido tanto un tope como una vaguedad signi-ficativas, quizs por no estar rubricadas por la ideologa de la medicina cientfica.En el caso de Olivia, la incapacidad legal a la que la Justicia Civil la conden noimpidi que pudiera manejarse con una relativa autonoma y con capacidad denegociacin frente a sus parientes y redes sociales. El expediente de Juana noprosper en los Tribunales y Luisa se perdi de la vista de posaderos, policas ymdicos, insertndose -al menos por un tiempo- en un trabajo que le permitivivir por su cuenta.

    A su vez, al acercar la mirada hacia policas, vecinos, familiares, tutores y fun-cionarios, quienes se inmiscuyeron en las vidas de estas mujeres, es posible detectartanto la carga conflictiva que sus participaciones contuvieron como tambin los

    acuerdos bsicos que debieron establecer para sostener sus demandas e interven-ciones. Los procedimientos legales, los tratamientos mdicos, las estancias en elmanicomio, las denuncias pblicas y las notas en la prensa marcan justamente queen esos aos, las mediaciones e interposiciones sobre estas dementes se llevaronadelante en medio de reclamaciones, disputas y tensiones, tras las cuales no falta-ron los juegos de la poltica, la necesidad de legitimar acciones, jurisdicciones ydominios.

    El trnsito de estas locas por la Convalecencia habilita la reflexin en tornoa cmo esta fue una institucin que funcion como una caja de resonancia, que

    creci y mud acompaando a una ciudad y a una sociedad que tambin lo hizoa un ritmo vertiginoso y desordenado, replicando, en cierta medida, dentro de

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    Valeria Silvina Pita

    TRASHUMANTE | Revista Americana de Historial Social 5 (enero-junio 2015): 84-102. ISSN 2322-9381

    sus muros, lo que aconteca afuera. Adems, las historias de Olivia, Luisa y Juanapermiten volver sobre los usos y significados sociales del manicomio en el lapsoestudiado, entendiendo finalmente que estos no estuvieron unvocamente cons-tituidos como un asunto de ciencia. Por el contrario, este manicomio fue una

    instancia atravesada por las demandas y reclamaciones de jueces, policas, familiares,mdicos y polticos, situacin que invita a continuar reflexionando sobre cmo sussentidos fueron moldeados de manera relacional por las presiones y expectativas dedistintos sectores sociales.

    Fuentes primarias

    Manuscritos

    Archivo General de la Nacin, Buenos Aires (AGN)Peridicos y Revistas

    La Nacin(Buenos Aires) 1871-1889.La Prensa(Buenos Aires) 1880-1890.Revista Mdico-Quirrgica (Buenos Aires) 1864-1887.

    Bibliografa

    Ablard, Jonathan. Dnde est el delirio? La autoridad psiquitrica y el Estadoargentino en perspectiva histrica. Instituciones y formas de control socialen Amrica Latina, 1840-1940. Una revisin. Eds. Mara Silvia Di Liscia yErnesto Bohoslavsky. Buenos Aires: Prometeo, 2005.

    Ageros, Nlida y Eraso, Yolanda. Saber psiquitrico e institucin manicomial.Hacia una comprensin de las estrategias de moralizacin en el Asi-lo Colonia de Oliva. (Crdoba, 1914-1934). Cuadernos de Historia 2(1999): 7-26.

    Barrn, Jos Pedro. Medicina y sociedad en el Uruguay del novecientos. Montevideo:

    Ediciones de la Banda Oriental, 1992.Bayn, Silvia. Las locas en Buenos Aires. Una representacin social de la locura

    en la mujer en las primeras dcadas del siglo XX. La poltica social antesde la poltica social (caridad, beneficencia y poltica social en Buenos Aires, siglos

    XVII a XX). Comp. Jos Luis Moreno. Buenos Aires: Trama Editorial/Prometeo, 2000.

    Birman, Joel.A psiquiatria como discurso da moralidade. Ro de Janeiro: Graal, 1978.Castel, Robert. El orden psiquitrico. Edad de oro del alienismo. Madrid: Ediciones de

    la Piqueta, 1980.

    Cibotti, Ema. Del habitante al ciudadano: la condicin del inmigrante. NuevaHistoria Argentina. El progreso, la modernizacion y sus lmites (1880-1916).

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    Enfermo mental cargando una mueca en los patios del Manicomio La Castaeda, retrato (negativo de pelcula de nitrato: 10.2x 12.7 cm.), Mxico, D.F, c. 1945-1950. CONACULTA.INAH.SINAFO.FN.MXICO, Archivo Casasola, No. Inv. 296488.