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La agroecología, aunque originada paulatinamente desde finales del siglo pasado, es considerada todavía como una ciencia en construcción, con no pocos detractores que la valoran solamente como un enfoque diferente de abordar y solucionar problemas del sector agrario y rural. Aunque la polémica se salda fácilmente señalando el corpus teórico que se ha ido acumulando alrededor del objeto central de estudio de la agroecología (el agroecosistema) y a pesar de la incesante bibliografía que crece a diario sobre el particular, es necesario todavía reunir y debatir varios elementos dispersos en torno a su esencia, a los límites o expansiones que propone, a sus conexiones con otras ramas del pensamiento o a las derivaciones que le preceden. En una palabra, aún se requiere un compendio epistemológico que dé cuenta de la heterogeneidad y complejidad del campo que abre esta nueva ciencia.

TRANSCRIPT

  • PERSPECTIVA AMBIENTAL DE LA AGROECOLOGA

    La CienCia de Los agroeCosistemas

  • PERSPECTIVA AMBIENTAL DE LA AGROECOLOGA

    La CienCia de Los agroeCosistemas

    Toms Enrique Len SicardAgrlogo, Dr.

    Bogot D.C., Septiembre 2014

  • PERSPECTIVA AMBIENTAL DE LA AGROECOLOGALa Ciencia de los Agroecosistemas

    Universidad Nacional de Colombia Sede Bogot Instituto de Estudios Ambientales - IDEA

    Toms Enrique Len Sicard, autor

    Primera edicin, 2014

    ISBN: 978-958-775-084-3

    Diagramacin e impresin:Editorial Kimpres Ltda.Bogot, D.C., Colombia - Septiembre 2014

    Prohibida la reproduccin total o parcial por cualquier medio sin la autorizacin escrita del titular de los derechos patrimoniales.

    Impreso en Colombia / Printed in Colombia

  • vii

    Contenido

    PReSentACin 1

    i. LA CienCiA de LA AGRoeCoLoGA 5

    agroeCoLoga: CienCia o enFoQUe? 6Profesin y Ciencia 9De las Insatisfacciones a un Nuevo Paradigma Cultural yCientfico 11Agroecologa: una Ciencia Ambiental 20

    y Agricultura y Ambiente 24 y La Agroecologa en el Contexto Ambiental 26

    La Agroecologa como Profesin 27Acadmicos y Agricultores 28

    deFiniCin de agroeCoLoga 33La Definicin de Agroecologa en la Visin Ecosistmica 33La Definicin de Agroecologa en la Visin Ambiental 38

    ii. eL AGRoeCoSiSteMA: oBJeto de eStUdio deLA AGRoeCoLoGA 51

    La Unidad de anLisis: La FinCa o Los CamPos deCULtiVo? 55Diversidad de agroecosistemas 62

    aLgUnas interaCCiones amBientaLes en Los agroeCosistemas 63Biodiversidad y Sociedad 66

    y Manipulacin gentica de plantas y normas de ley El caso colombiano 74

  • perspectiva ambiental de la agroecologa: La ciencia de los agroecosistemas

    viii

    Un modeLo eCosistmiCo de reLaCiones Visto desde Lo amBientaL 81Destruccin y Fragmentacin de Hbitats 86Desecacin de Cinagas y Humedales 88Labranza de Suelos 91Empleo de Fertilizantes 93Introduccin de Especies 95Las Relaciones Culturales del Manejo, Regulacin o Control de Plagas 97A manera de Sntesis: el Agroecosistema Complejo 106

    iii. eStRUCtURA Y FUnCin deLoSAGRoeCoSiSteMAS 109

    FUnCiones de ProdUCCin Y eCosistmiCas 109Produccin de Biomateriales 112Produccin de Agrocombustibles 113

    y Otras incertidumbres de los agrocombustibles 120 y Energa y sistemas de produccin 124

    Las FUnCiones CULtUraLes deLosagroeCosistemas 132La Produccin de Alimentos Sanos 135

    y Los Compuestos Orgnicos Persistentes (COPs) 144La Conservacin y Uso de la Biodiversidad 147La Conservacin de Valores Morales 147Las Funciones de Educacin Ambiental 148

    iV. HACiA UnA tAXonoMA de AGRoeCoSiSteMAS 151

    La estrUCtUra agroeCoLgiCa PrinCiPaL (eaP) deLagroeCosistema maYor (La FinCa), Como Un Criterio taXonmiCo 156Entablando Relaciones entre la Agroecologa y la Ecologa del Paisaje 160

  • ix

    Evaluacin de la Estructura Agroecolgica Principal de los Agroecosistemas Mayores (Fincas) 170

    1. Conexin con la Estructura Ecolgica Principal del Paisaje (EEP) 172

    2. Extensin de Conectores Externos (ECE) 1763. Diversificacin de Conectores Externos (DCE) 1784. Extensin de Conectores Internos (ECI) 1805. Diversificacin de Conectores Internos (DCI) 1806. Uso y Conservacin del Suelo (US) 1817. Manejo de Arvenses (MA) 1848. Otras Prcticas de Manejo (OP) 1889. Percepcin Conciencia (PC) 18910. Capacidad de Accin (CA) 190

    Aplicaciones de la EAP 196Hacia una EAP Potencial 200

    ConstrUYendo La taXonoma de agroeCosistemas 201Caractersticas de los Agroecosistemas 203Algunas Cualidades de los Agroecosistemas 207

    y La productividad 207 y La Resiliencia 207 y La Estabilidad 208

    El Plan de Construccin de una Taxonoma 209

    V. doS CUALidAdeS CLAVeS deLoS AGRoeCoSiSteMAS: ReSiLienCiA YeStABiLidAd 211

    La resiLienCia 211Resiliencia a Perturbaciones Socioeconmicas: Cebada yCaf en Colombia 213Resiliencia Cultural a las Variaciones Climticas: Erosin, Inundaciones y Huracanes 218Culturas adaptadas a las inundaciones 224

  • perspectiva ambiental de la agroecologa: La ciencia de los agroecosistemas

    x

    Resiliencia a la Erosin de Suelos 227El Huracn Micht y la Resiliencia de los Agroecosistemas Ecolgicos 230La Resiliencia de los Sistemas de Produccin Diversificados 234

    La estaBiLidad 237Desplazamiento y Derechos de Propiedad 237El Acaparamiento de Tierras 241

    y Algunas Cifras del Proceso 246 y Los Principios de la Disputa 250

    Los Desafos del Acaparamiento de Tierras a la Agroecologa 263

    Vi. CAMPoS de LA AGRoeCoLoGA 269

    Vii. de LA CienCiA AGRoeCoLGiCA ALAAGRoeCoLoGA CoMo SiSteMA de AGRiCULtURA Y CoMo MoViMiento SoCiAL 283

    PrinCiPios agroeCoLgiCos en eL PLano eCosistmiCo 287

    PrinCiPios agroeCoLgiCos en eL PLano CULtUraL 288

    de Los PrinCiPios de La agroeCoLoga aLaagriCULtUra eCoLgiCa 291Un Caso Paradigmtico: El Proyecto Checua 293

    La agroeCoLoga en La FinCa: aLgUnos desaFos agronmiCos / eCoLgiCos 307Cuntos y Quines son los Productores Agropecuarios Ecolgicos? 311Agricultores y Tcnicos en la Prctica Agroecolgica 321Algunos Elementos para Reconvertir Fincas 324

  • xi

    La agroeCoLoga en eL mBito de Las disCUsiones CULtUraLes 339La Seguridad y la Soberana Alimentaria 342La Soberana Energtica 349Los Cambios Climticos 352La Modificacin Gentica de Organismos 354La Salud de los Consumidores y el Uso de Plaguicidas 358El Acaparamiento de Tierras 359La Autonoma de la Ciencia 361La Incorporacin de los Conocimientos y las Sabiduras Ancestrales 366Sociedad y Agroecologa 369

    BiBLioGRAFA 375

  • perspectiva ambiental de la agroecologa: La ciencia de los agroecosistemas

    xii

    FiGURAS

    Figura 1. Nmero de publicaciones utilizando las pala-bras agroecologa o agroecolgico en el ttulo o en las palabras claves desde 1928 hasta 2007 (tomado de Wezel y Soldat (2009) 37

    Figura 2. Algunas relaciones de nivel general entre agroeco-sistemas yculturas (relaciones ambientales). Elabo-racin del autor con base en ngel (1998) 49

    Figura 3. Jerarqua de sistemas agrcolas, de acuerdo con Hart (1985) 57

    Figura 4. Posicin jerrquica de los agroecosistemas en elterritorio 62

    Figura 5. Esquema de algunos elementos culturales y eco-sistmicos complejos relacionados en un agroeco-sistema mayor (finca) 67

    Figura 6. Simplificacin de interrelaciones agroecosist-micas 68

    Figura 7. Modelo de impactos ecosistmicos de las prcti-cas agropecuarias sobre la biodiversidad. Fuente: Silva y Valenzuela (2003) 82

    Figura 8. Variacin precios de panela (pesos / kilo) en Colombia (2004-2008) (fuente: Anuario esta-dstico Ministerios de Agricultura y Desarro-lloRural) 121

    Figura 9. Algunas afectaciones globales y regionales de los agrocombustibles (Fuente: Rodrguez, 2008) 125

  • xiii

    Figura 10. Agroecosistema Mayor con Estructura Agroeco-lgica Principal (EAP) completa (Izquierda) yAgroecosistema Mayor sin EAP 157

    Figura 11. Tipos de matriz conectando dos parches de bos-ques (reas sombreadas en los extremos). De arriba hacia abajo: 1. Matriz con trampolines 2. Matriz con corredor clsico 3. Matriz uni-forme de relativamente alta calidad (cultivos de caf y cacao) 4.Matriz uniforme de baja calidad (monocultivo de arroz) 5. Paisaje en mosaico (tomado y adaptado de Perfecto et. al., 2009) 165

    Figura 12. Relaciones espaciales de fincas con EAP com-pleta 169

    Figura 13. Diferentes porcentajes de conectividad entre el agroecosistema mayor (cuadro rojo) y fragmen-tos de vegetacin natural (cuadrosnegros) 175

    Figura 14. Hectreas sembradas de cebada en Colombia (1995 - 2008) 215

    Figura 15. Relaciones recprocas del pensamiento agroeco-lgico con la sociedad 292

    Figura 16. rea sembrada en Colombia con agricultura ecolgica certificada (2001 2011). El dato de 2011 es provisional. Fuente: MADR, estadsticas internas 312

    Figura 17. Familias del Movimiento Agroecolgico Cam-pesino a Campesino (MACAC) en Cuba (1998 2009). Fuente: Machn et al., 2010) 316

    Figura 18. Tcnicos promotores, facilitadores y coordinado-res del Movimiento Agroecolgico Campesino a Campesino (MACAC) en Cuba (1998 2009). Fuente: Machn etal., 2010) 316

  • perspectiva ambiental de la agroecologa: La ciencia de los agroecosistemas

    xiv

    tABLAS

    Tabla 1. Algunas clasificaciones interpretativas de agroeco-sistemas, con distintos fines prcticos 56

    Tabla 2. Algunos trabajos publicados con balances ener-gticos positivos y negativos de cultivos usados como agrocombustibles (Uribe, 2008) 127

    Tabla 3. Criterios de evaluacin de la conexin del agroeco-sistema mayor con la Estructura Ecolgica Principal del Paisaje (EEP) 177

    Tabla 4. Criterios de evaluacin de la extensin de conecto-res externos del agroecosistema mayor 177

    Tabla 5. Criterios de evaluacin de la diversificacin de conectores externos del agroecosistema mayor 179

    Tabla 6. Criterios de evaluacin de la extensin de conecto-res internos del agroecosistema mayor 182

    Tabla 7. Criterios de evaluacin de la diversificacin de conectores internos del agroecosistema mayor 182

    Tabla 8. Criterios de evaluacin de los usos del suelo en el agroecosistema mayor 183

    Tabla 9. Criterios de evaluacin del manejo de arvenses en el agroecosistema mayor 188

    Tabla 10. Criterios de evaluacin de otras prcticas de manejo en el agroecosistema mayor 189

    Tabla 11. Criterios de evaluacin del grado de conciencia ambiental de los productores 190

    Tabla 12. Criterios de evaluacin de la capacidad de accin de los productores 191

  • xv

    Tabla 13. Escala de interpretacin del estado de la Estructura Agroecolgica Principal de los agroecosistemas mayores ofincas 192

    Tabla 14. Estructura Agroecolgica Principal (EAP) de seis fincas ecolgicas en la cuenca del ro Chic (Cun-dinamarca Colombia). Fuente: Len, Rodrguez y Crdoba, 2011 193

    Tabla 15. Razones que adujeron los agricultores afectados por el Huracn Mitch para adoptar o no prcti-cas sustentables (ecolgicas) en sus fincas. Fuente: Holt, (2008) 232

    Tabla 16. Desplazados y hectreas abandonadas en algunos departamentos de Colombia entre 1997 y 2007 240

    Tabla 17. Algunos ejemplos de acaparamiento de tierras reportados por ONG 243

    Tabla 18. Actores e inversiones en la Orinoquia colombiana, hasta 2010. Fuente: datos suministrados por Wil-son Arias Castillo, representante alacmara 244

    Tabla 19. Costos por hectrea de papa despus de usar abono verde vs. papa tradicional. (Fuente: PRO-CAS, 2002) 299

    Tabla 20. Razones que explicaran el grado de adopcin de las prcticas de agricultura de conservacin en cada municipio (Fuente: Zamudio y Len, 2008) 302

    Tabla 21. Superficie global utilizada en agricultura orgnica (incluyendo reas en conversin) en 2009. Fuente: Willer y Kilcher (2011) 313

    Tabla 22. Tecnologas utilizadas en las fincas ecolgicas estudiadas en la sabana de Bogot, 2008 (fuente: Varela, 2009) 318

  • 1PReSentACin

    La agroecologa, aunque originada paulatinamente desde finales del siglo pasado, es considerada todava como una ciencia en cons-truccin, con no pocos detractores que la valoran solamente como un enfoque diferente de abordar y solucionar problemas del sector agrario y rural. Aunque la polmica se salda fcilmente sealando el corpus terico que se ha ido acumulando alrededor del objeto cen-tral de estudio de la agroecologa (el agroecosistema) y a pesar de la incesante bibliografa que crece a diario sobre el particular, es nece-sario todava reunir y debatir varios elementos dispersos en torno a su esencia, a los lmites o expansiones que propone, a sus conexiones con otras ramas del pensamiento o a las derivaciones que le preceden. En una palabra, an se requiere un compendio epistemolgico que d cuenta de la heterogeneidad y complejidad del campo que abre esta nueva ciencia.

    Y es precisamente en el enfoque ambiental, trmino que el profe-sor Augusto ngel Maya, cuya memoria vive en cada una de estas pginas, defini como las relaciones ecosistema-cultura, en donde la agroecologa encuentra su mejor marco de referencia y se acomoda ms a la complejidad que enfrenta. Porque es que el trmino agroeco-loga es, en s mismo, algo desafortunado, en el sentido que su sola etimologa remite al interesado a tratar las relaciones ecolgicas de los campos de cultivo y a olvidar el profundo significado cultural de la produccin agraria.

    Por otra parte, no existe un trmino distinto que englobe el discurso ambiental de la agricultura aunque, de todas maneras, la agroecologa en su devenir histrico ya hace parte de las disciplinas que dialogan en todo y por todo con la sociedad. La agroecologa es una expresin natural de las discusiones ambientales, trasladadas al campo agrario que, como se discute en el texto, aborda tanto las complejidades del entorno ecosistmico como sus relaciones culturales, especialmente

  • perspectiva ambiental de la agroecologa: La ciencia de los agroecosistemas

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    aquellas derivadas del pensamiento cientfico y del conocimiento ancestral, sus aplicaciones tecnolgicas y sus consecuencias socioeco-nmicas que a la postre se traducen en propuestas polticas emanadas de movimientos sociales, con amplias repercusiones en la sociedad.

    Por estos motivos la presente obra enfrenta las preguntas iniciales sobre el sentido cientfico de la agroecologa y sobre su carcter ambiental, hasta plantear cuestiones en torno a la definicin misma del agroeco-sistema, sus lmites, cualidades naturales, funciones, posibilidades de clasificacin taxonmica, principios y derivacionesprcticas.

    El nimo general de la obra es el de introducirse en los espacios an no explorados de la agroecologa, para formular otras preguntas, base de todo quehacer cientfico, que se salen del contexto epistemo-lgico, exploran campos que van ms all del orden tecnolgico y se insertan en el corazn de la dimensin ambiental o del ambienta-lismo complejo.

    El texto, organizado en siete captulos, intenta dar respuestas a las formulaciones iniciales sobre la agroecologa en tanto que ciencia, diferencindola de otras connotaciones, incluso en relacin con las profesiones y determinando sus caractersticas de ciencia ambiental (captulo primero).

    A continuacin, el captulo dos revisa distintas aproximaciones al concepto de agroecosistema, plantea una definicin sobre este objeto de estudio que implica su vinculacin ambiental y propone distinguir una escala jerrquica en la que se pueda diferenciar la finca (agroeco-sistema mayor) de los campos de cultivos (agroecosistema menor). De igual manera, establece un panorama general de las complejas inte-racciones ambientales de los agroecosistemas utilizando un modelo general de interpretacin de efectos generados por distintas prcticas agrarias, tanto en el plano ecosistmico como cultural.

    En el captulo tres se examinan algunas funciones de los agroecosis-temas que se podran dividir, de manera preliminar, en tres principa-les: funciones de produccin, ecosistmicas y otras de tipo cultural. Se presta particular atencin a la produccin de agrocombustibles

  • Presentacin

    3

    por su importancia en la reconfiguracin de las tensiones sociales y de los territorios, pero tambin se incluyen algunas reflexiones sobre los agroecosistemas como inductores de valores morales, vectores de educacin y fuentes de alimentos sanos.

    En la bsqueda de las propiedades generales del agroecosistema que permitan plantear las bases de una taxonoma, el captulo cuarto plantea algunas ideas iniciales sobre caractersticas y cualidades que le son propias a este objeto de estudio y propone un concepto, la Estructura Agroecolgica Principal (EAP) del agroecosistema mayor, que puede resultar til en posteriores trabajos clasificatorios y com-parativos y que adems brinda un enlace terico-prctico con la eco-loga del paisaje. Temas como el de estabilidad y resiliencia, concep-tos tan caros a la ecologa, se discuten en el captulo quinto bajo una perspectiva diferente, la del enfoque cultural.

    La agroecologa, en tanto que ciencia interdisciplinaria y en construc-cin, est abocada a los retos que implica la conjuncin de diversas reas temticas del conocimiento y que generan discursos novedo-sos. Unos, que pueden ser considerados como derivados de la din-mica que genera el mismo pensamiento ambiental agrario y otros, que se apoyan en ciencias o en disciplinas que ya estn formuladas o que poseen suficientes bagajes terico-prctico para ser considera-das como tales. Este es el tema general que aborda el captulo sexto, dedicado a revisar algunos campos o ramas en que se abre la ciencia agroecolgica.

    Finalmente, en el captulo sptimo se exploran los dos significados complementarios de la palabra agroecologa, en tanto prctica agra-ria (agricultura ecolgica, eco agricultura1) y movimiento social, que cuestiona profundamente las bases mismas de los actuales modelos de desarrollo. El captulo tiene la intencin de formular explcita-mente preguntas mltiples que puedan constituirse, en el futuro, en temas de investigacin ambiental agraria.

    1 En este libro los conceptos agricultura ecolgica y agricultura de base agroecolgica se entienen como sinnimos.

  • perspectiva ambiental de la agroecologa: La ciencia de los agroecosistemas

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    Cabe una aclaracin adicional: este no es un libro sobre agricultura eco-lgica. Es una reflexin terica sobre los fundamentos epistemolgicos de la agroecologa. No presenta recetas relativas al manejo agronmico de los cultivos pero en su lugar discute premisas sobre el funcionamiento global de los agroecosistemas, que el autor ha querido plantear especial-mente para los estudiantes en distintos grados de formacin acadmica. Es ms un libro de preguntas que un texto de respuestas.

    La obra es fruto del ao sabtico concedido al autor por la Universi-dad Nacional de Colombia, tiempo que l dedic, ms que a escribir, a leer y a estudiar con dedicacin los trabajos de sus colegas y estu-diantes, algo que raramente se puede realizar en el agitado transcurso de la vida acadmica. Quedan deudas de gratitud, por lo tanto, para el Alma Mater, para el Instituto de Estudios Ambientales (IDEA) de la Universidad Nacional de Colombia, unidad acadmica a la que pertenece el autor y para la constelacin de profesores, estudiantes y agricultores dedicados a la agroecologa y aqu s, a la agricultura eco-lgica, de cuyo esfuerzo y sabidura se nutre la discusin acadmica.

  • 5i. LA CienCiA de LA AGRoeCoLoGA

    No existen cnones establecidos para fundar una ciencia ni tampoco momentos especiales para designar su origen. Las bases tericas y la confrontacin con la realidad a travs de metodologas aceptadas por las comunidades acadmicas, se van forjando lenta y silenciosamente, dentro de determinados crculos epistemolgicos y luego se abren al escrutinio pblico, en donde habrn de demostrar sus atributos, corregir sus errores o replantear sus formulaciones y aplicaciones. Esto es lo que sucede con la agroecologa, ciencia nueva en la inter-seccin del discurso ambiental con las sociedades contemporneas yes lo que le ocurri a varias disciplinas y campos del saber a lo largo de la historia.

    Pero la agroecologa debe afrontar mucho ms que su legitimacin epistemolgica o curricular. Debe deslindar las acciones que le son propias en tanto que ciencia, de aquellas otras manifestaciones que la sociedad le ha aadido, en virtud de su propio nombre y que la colocan bien como una prctica agrcola o bien como un movimiento social y poltico. De eso trata este captulo: de demostrar que la agroecologa constituye un campo novedoso del saber agrario, al mismo tiempo ciencia y profesin y que posee fronteras sinuosas (conjuntos borro-sos) pero detectables frente a los sistemas de produccin ecolgica y tambin en relacin con los procesos intelectuales que critican los modelos de desarrollo agrario y que reivindican derechos y deberes de la agricultura, en la medida en que ella es una manifestacin tan-gible de las relaciones sociales de produccin.

    La mayor parte de esta seccin se dirigir, entonces, a discutir con-ceptos y postulados de la agroecologa, en tanto que ella pudiera considerarse como una disciplina cientfica. Ms adelante, en el cap-tulo sptimo de este mismo libro, se tratarn algunos aspectos de la agroecologa como prctica agraria (agricultura ecolgica o eco agri-cultura) y de la agroecologa como movimiento social.

  • perspectiva ambiental de la agroecologa: La ciencia de los agroecosistemas

    6

    AGROECOLOGA: CIENCIA O ENFOQUE?

    Una de las primeras cuestiones que surgen desde la crtica epistemo-lgica, cuando se utiliza el trmino agroecologa, es si l designa una disciplina cientfica o una manera novedosa de re-enfocar los problemas relativos a la cuestin agraria, en su ms amplio sentido.

    En trminos estrictos, una ciencia cualquiera no puede sustraerse ni a las circunstancias en que ella misma se desenvuelve ni a las maneras de entender el mundo de quienes la practican o a los efectos que su ejercicio provoca. Por consiguiente, es posible aceptar de antemano que el enfoque de un determinado objeto o la manera particular de abordarlo incide fuertemente en el desarrollo de la ciencia que lointerpela.

    En este orden de ideas, la ciencia en tanto que actividad cultural, no se puede separar de las percepciones, motivaciones, intereses y prefe-rencias de quienes la practican y, de este modo, la formulacin de las preguntas claves se alinea alrededor de tales circunstancias, muchas de ellas con profundas motivaciones polticas, sociales, econmicas o, incluso, ticas o de otras ndoles diversas.

    Ello hace que sea muy difcil separar la esencia o la prctica misma de la ciencia, del medio cultural y ecosistmico en que se desarrolla. Mtodos, problemticas, motivaciones o estilos, pueden confundirse en modelos paradigmticos y hacer que unos influyan en otros y vice-versa. Ciencia y enfoque, al mismo tiempo.

    De todas maneras el debate planteado sobre si la agroecologa es una ciencia o un enfoque, no puede ser soslayado, porque quienes lo proponen pueden creer firmemente que la agroecologa podra estar recogiendo propuestas anteriores surgidas desde las humanidades y solamente les estara dando un toque sutil de novedad a ideas vie-jas reincorporadas a las discusiones sobre el desarrollo agrario que, a la postre, sera una ms de las expresiones ambientalistas moder-nas. Incluso, pensadores de la agroecologa, en ms de una ocasin afirman que ella podra ser ms un enfoque que una disciplina. Al respecto, Hecht (1999), luego de presentar distintas maneras de

  • La ciencia de la agroecologa

    7

    entender la agroecologa, incluso como una ciencia, indica inadver-tidamente que como mejor puede describirse la agroecologa es como un enfoque que integra ideas y mtodos de varios sub-campos, ms que como una disciplina cientfica

    Esta ltima acepcin ha sido utilizada desde diferentes ngulos de opinin para destacar que, muchos asuntos que ahora son tema de anlisis desde el punto de vista agroecolgico, ya haban sido abor-dados, desde muchos aos atrs e incluso dcadas, por pensadores de la economa, la sociologa, la antropologa y por supuesto, de la misma agronoma. Tales crticos expresan que si bien es cierto que la agroecologa abre algunos campos novedosos al anlisis, ello es sola-mente el producto de mirar de otra manera, de ampliar el nfasis del anlisis, de establecer relaciones que antes estaban ocultas y que ello no constituye, en s mismo, la aparicin de una ciencia nueva, de un diferenciado de conocimientos. Ello, por supuesto, no es as, aun cuando, como se ver ms adelante en este mismo texto, la agroeco-loga encarna a la vez una estructura de ciencia, una crtica poltica y una propuesta para la accin.

    Sin entrar a proponer un tratado sobre el tema, pero en aras de con-testar tales inquietudes, es necesario repasar algunas cuestiones rela-tivas a la conformacin de una ciencia.

    Como es ampliamente reconocido, la ciencia trata de organizar el conocimiento de una o varias partes de la realidad, adquirido mediante unos mtodos determinados, aceptados en general por un grupo de personas que conforman una comunidad acadmica, bien sea ella nueva en el mbito disciplinar o bien sea que ella se desa-rrolla a partir de conocimientos ya establecidos y, por lo tanto, se considere como una derivacin de una escuela pre-existente.

    En el caso particular de escuelas nuevas (pero sin descartar, obvia-mente, el ejercicio de la ciencia tradicional), tales conocimientos, tomados del conjunto de experiencias de aquella comunidad de cien-tficos, va generando una serie de proposiciones o hiptesis que se contrastan permanentemente a travs de nuevas experiencias que son rechazadas o aceptadas y cuya validez adquiere el dominio que las

  • perspectiva ambiental de la agroecologa: La ciencia de los agroecosistemas

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    mismas repeticiones y ensayos le confieren y que, finalmente, se van tornando en un cuerpo terico, slido en la medida en que avanza el conocimiento y dbil en la medida en que progresan las contrastaciones y en que se somete permanentemente a la crticas de paresilustrados.

    La validez parcial de las hiptesis, circunscritas inicialmente a cam-pos relativamente cerrados, se va ampliando al tenor de la validacin y en congruencia con la aplicabilidad de los postulados, hasta conver-tirse en normas o en leyes de comportamiento suficientemente con-solidados en un discurso, cuyos enunciados coherentes, conforman ese anhelado cuerpo terico, respaldado y alimentado a su vez, por distintos procedimientos o mtodos.

    Por supuesto que el mtodo o los mtodos puestos a consideracin del conjunto de acadmicos, tambin se juzga a la luz de su preci-sin, eficacia, confiabilidad y eficiencia. ltimamente, tambin se juz-gan por su utilidad pblica y por la magnitud y grado de impactos ambientales que generan.

    Pero el conocimiento que pretende construir esta nueva comunidad de cientficos nace de alguna manera, tiene races en alguna parte. Puede provenir desde la ms absoluta ignorancia de fenmenos nunca antes estudiados, puestos en evidencia por el azar o la casualidad o puede nacer de la prctica cotidiana de asuntos de la misma ciencia tradi-cional, que se revelan como insatisfactorios para responder preguntas cruciales o cuestionamientos nuevos.

    Estas insatisfacciones llevaran a proponer formas diferentes de inda-gar y a construir herramientas tericas y metodologas prcticas para abordar ese conocimiento que se revela ahora, por lo menos,diferente.

    En este sentido, el discurso que se construye alrededor de los mto-dos, del conocimiento y, en cierta medida, del enfoque o del estilo o de las preguntas que se han formulados tales investigadores, puede evolucionar hasta formar una teora lo suficientemente slida y de alcances sociales tan evidentes, que se puede desprender de las dis-ciplinas originarias, en donde se comenz a reescribir esa particular historia del conocimiento. La ecologa, que se origin a partir de las

  • La ciencia de la agroecologa

    9

    descripciones aportadas por los geobotnicos del siglo XIX a pro-psito de su encuentro con el Nuevo Mundo y cuyas sucesivas pro-blemticas les llevaron a plantearse problemas y preguntas nuevas, hasta independizarse de la biologa que se practicaba hasta entonces, constituye un ejemplo clsico de esta evolucin.

    Ello es lo que, en buena medida, ha acontecido con la agroecologa, ciencia que emerge desde las entraas mismas de la agronoma tradi-cional, pero que plantea preguntas novedosas, a resolver con mto-dos y procedimientos diferentes, que surgen tanto de las insatisfaccio-nes con el enfoque dominante como de las preguntas que se generan cuando se abandonan los predios ms o menos confortables de la agronoma tradicional.

    Profesin y Ciencia

    Aqu vale la pena una aclaracin. Desde hace ms de un siglo conno-tados pensadores, reconocen la diferencia sustantiva entre una profe-sin y una disciplina cientfica.

    En este sentido el filsofo y pedagogo Ortega y Gasset (1930), refi-rindose a la misin de la Universidad, reconoce que ella est encar-gada, entre otras cosas, de formar buenos mdicos, abogados, inge-nieros y de ensearles las ideas vivas de su tiempo o mejor, el sistema de ideas desde las cuales el tiempo vive2 y luego de eso formar, a un grupo selecto y siempre en nmero bajo, de investigadores.

    La profesin habilita para resolver problemas prcticos, urgentes, inmediatos a travs de un bagaje de conocimientos que la Univer-sidad coloca a disposicin de los estudiantes, siempre en relacin con las demandas y necesidades de la sociedad, de la cual la univer-sidad es parte integrante. La medicina es una profesin en la cual sus practicantes, los mdicos, se afanan por diagnosticar, prevenir y curar enfermedades, validos de un arsenal de conocimientos que

    2 Este es el significado que el autor le concede al trmino cultura que se aleja, del que le otorgan otros autores, significado que se expondr ms adelante.

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    provienen de la fisiologa, la biologa molecular, la qumica o la fsica, que se aplican al conocimiento del cuerpo humano y de su salud fsica ymental.

    Pero la profesin no es la ciencia, ni la misin primaria de la univer-sidad es formar cientficos. Siguiendo a Ortega y Gasset (op. cit.), la misin primaria de la universidad stricto sensu es ensear al estu-diante medio a ser un buen profesional y un hombre culto, aunque la universidad no es solo esoes adems y antes de universidad, ciencia. En trminos del filsofo no confundamos, pues. La cien-cia, al entrar en la profesin, tiene que desarticularse como cien-cia, para organizarse, segn otro centro y principio, como tcnica profesional. Y si esto es as, tambin debe tenerse en cuenta para la enseanza de las profesiones.

    Lo mismo ocurre con la agronoma que en s misma puede conside-rarse ms como una profesin que como una disciplina cientfica, en tanto su prctica va dirigida con mayor nfasis a resolver problemas cotidianos de ndole tecnolgica que a proponer y validar hiptesis o leyes del comportamiento vegetal, especialmente. Ello no quiere decir, estrictamente, que desde la misma agronoma no se puedan plantear problemas cientficos. Tampoco quiere decir que las disci-plinas particulares que animan la agronoma, vale decir, la fisiologa vegetal, la entomologa, la edafologa, la microbiologa o la misma fitopatologa, entre otras, no constituyan ellas mismas y por su pro-pia naturaleza, campos especficos de la ciencia, con sus particulares metodologas y corpus tericos.

    Tales disciplinas avanzan en sus respectivas rutas, a travs de inves-tigaciones bsicas y aplicadas, de nuevas preguntas e hiptesis y de importantes hallazgos explicativos. Su compendio es el que, preci-samente, el campo profesional de la agronoma tradicional o si se quiere, de la agronoma clsica, no supo valorar en trminos de inte-rrelaciones o de multifuncionalidad del acto agrario y es el que la encerr en un crculo o espiral de soluciones netamente tecnolgicas a problemas que son esencialmente complejos. Las dimensiones socia-les, econmicas, polticas, ticas e institucionales, en una palabra, la dimensin cultural, prcticamente desaparece del marco epistemo-

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    lgico de la agronoma, en tanto ella es dominada por las variables tecnolgicas o econmicas. Incluso, la perspectiva ecolgica por lo general es olvidada a favor del mercado.

    Y con la afirmaciones anteriores, tampoco se quiere decir que no existiesen agrnomos que, incluso desde muy tempranos momen-tos de las aplicaciones tecnolgicas dominantes en esa segunda mitad del siglo XX, no hubiesen advertido las contradicciones de un modelo de ciencia que se apartaba cada vez ms de la integrali-dad del anlisis para dar cabida al mundo hiperespecializado de la gestin agraria moderna.

    Lo que se requiere resaltar ac es que la prctica de la agronoma tradicional o clsica, aquella que emerge en las aulas universitarias de mediados del siglo XX, basada en las especializaciones y olvi-dando la integralidad de un mundo que es a su vez heredado y cons-truido, cultural y ecosistmico, gener mltiples insatisfacciones en su materializacin profesional, en su episteme interna y en su debida coherencia, hasta el punto de provocar reacciones que, tanto desde la ptica cultural y de la accin social y poltica como desde las mismas disciplinas que la apoyan, abogaron por otras formas diferentes de abordaje, por otras metodologas, por otras preguntas y por otras mtodos de investigacin.

    En dnde residen estas insatisfacciones con la agronoma tradicio-nal, que han hecho posible la emergencia de la agroecologa, en tanto que ciencia? Cul es, definido a grosso modo, ese entorno paradig-mtico que empuj la aparicin del enfoque agroecolgico? Y la agroecologa, ella misma no podra ser considerada tambin a la vez una profesin y una disciplina cientfica? Vayamos por partes:

    de las insatisfacciones a un nuevo Paradigma Cultural yCientfico

    Aceptando entonces las ntimas relaciones que existen entre un enfo-que particular y el desarrollo de una disciplina cientfica, es posible dirigir la atencin a la serie de procesos, desacuerdos, crticas einsa-tisfacciones que originaron la reaccin de pensadores de distintas

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    reas sobre la agronmica clsica y la emergencia de la agroecologa como ciencia, profesin, prctica social y discurso poltico.

    Se puede iniciar este anlisis, partiendo de los principales rasgos que caracterizaron a las disciplinas agronmicas durante su desarrollo y evolucin desde mediados del siglo XX. Tales rasgos generales fueron:

    1. Excesivo nfasis en la especializacin del conocimiento.

    2. Poco nfasis en las interrelaciones de factores biofsicos, eco-sistmicos y culturales.

    3. Desconocimiento de la complejidad que implica el estudio de tales interrelaciones.

    4. No valoracin de conocimientos depositados en campesinos, indgenas y afroamericanos.

    5. Valoracin parcial de los efectos ambientales implcitos en la aplicacin de conocimientos especializados.

    Los asuntos consignados en el listado anterior, tienen que ver fun-damentalmente con un enfoque o estilo de ciencia dominada por la eficiencia productiva, que demandaba colocar el nfasis en las partes ms que en el todo, especialmente en aquellas que condujeran a rdi-tos econmicos.

    Norgaard y Sikor (1999), ya planteaban que los agrnomos tradi-cionales o clsicos seguan las premisas dominantes de la ciencia moderna y que por mucho tiempo consideraron que los problemas agrarios podran ser resueltos al margen de los agricultores, sus mane-ras de pensar y de actuar y de los entornos culturales o ecosistmicos que les rodean.

    De acuerdo con esto, los autores afirman que los agrnomos clsicos realizan experimentos controlados en laboratorios y estaciones agrco-las y suponen que la agricultura puede ser entendida en forma ato-mstica o en pequeas partesy por ello se subdividen en disciplinas y

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    subdisciplinas estudiando las propiedades fsicas del suelo separada-mente de sus propiedades biolgicas y de la vida que ste mantieneexaminan la toxicidad de diferentes elementos qumicos sobre los insectos, sin considerar la manera como los insectos interactan entre s y con las plantasy con tales supuestos desarrollan tecnologas aisladas para la nutricin de las plantas y el manejo de plagasluego, suponen que estos hallazgos pueden transferirse a los agricultores en forma de nuevas tecnologas (Norgaard y Sikor op. cit.).

    Los autores resumen las premisas dominantes de la ciencia moderna en cinco enfoques principales: atomismo, mecanismo, universalismo, objetivismo y monismo, que reflejan la manera como la ciencia ha disectado el conocimiento, lo ha parcializado y abordado con pre-tensiones de limpia y clara objetividad y de aplicaciones universales y as pretende que las formas separadas e individuales de entender sistemas complejos generen un todo coherente.

    Por supuesto que la especializacin es funcional al deseo de conocer las causas ltimas de los fenmenos, pero la realidad ha revelado que tales causalidades no reposan en el fenmeno aislado del contexto, sino ms bien en el contexto mismo. La especializacin, si bien aporta informacin relevante y necesaria y an til, cuando se encierra sobre s misma, puede perder incluso la nocin de realidad. Superespecia-listas en gentica de suelos, en fitopatologa o en fisiologa, por citar solo unos ejemplos, pueden alejarse tanto del contexto que sus inves-tigaciones no correspondan a las exigencias de la sociedad, del mismo sistema productivo e incluso del mismo objeto reducido de anlisis.

    Al olvidar las interrelaciones, las disciplinas agrarias ignoraron, al mismo tiempo, las explicaciones amplias del comportamiento vegetal y animal y los efectos que sus proyectos investigativos acarreaban alambiente.

    En efecto, cuando el acento se coloca solamente en entender el com-portamiento biolgico de un organismo y las respuestas de ese orga-nismo a determinadas condiciones simplificadas externas, an cuando se profundice en la fisiologa de la respuesta buscando transformaciones a nivel celular o molecular, el resultado siempre estar condicionado

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    por la va biunvoca que tom el investigador. Cosa diferente resulta cuando se colocan en juego diferentes rutas y aproximaciones que den cuenta, no solamente del estado particular del organismo y la circunstancia en cuestin, sino de las interrelaciones de ese orga-nismo con el conjunto de la biocenosis del agroecosistema y con las interferencias que generan en el comportamiento estudiado, las pre-siones de tipo cultural bien sean ellas sociales, econmicas, polticas otecnolgicas.

    Lo anterior no quiere decir que se deba abandonar la especializa-cin del conocimiento o que ella misma no haya mostrado resulta-dos fructferos para el avance de las disciplinas agrarias. Lo que se pretende afirmar es que tal camino de especialistas que no consulten las interrelaciones ecosistmicas o culturales del quehacer agrario, bien pueden terminar en solitario, resolviendo problemas imagina-rios o reduciendo sus objetos de estudio en tal magnitud que se tornen intiles para la sociedad o que generen efectos adversos no esperados. Como se ver ms adelante, la agroecologa no niega la especializacin del conocimiento porque entiende su funcin en la dilucidacin de incgnitas tanto a escala celular y molecular como en el mbito del comportamiento ecosistmico de los distintos orga-nismos del agroecosistema. Trata, sin embargo, de integrar estos conocimientos en visiones holsticas que den cuenta de la totalidad y no de la parcialidad del sistema agrcola (Meja, 2011 a, 2011 b; Len, 2010).

    Resulta evidente que contemplar los objetos o campos de estudio a la luz de distintas percepciones, enfoques o miradas y someterlos al fuerte escrutinio de las interrelaciones ecolgicas y sumarle a ello la crtica que proviene del ambientalismo complejo, el cual admite discusiones en distintos planos de la poltica, la cotidianeidad, la tica, las relaciones de poder, el comercio, la filosofa, la historia o la institucionalidad (nuevamente para solo mencionar algunos ele-mentos de la cultura), coloca a las disciplinas agrarias y a la agro-noma clsica en una dimensin diferente, mucho ms arriesgada y valiente y de muchsima mayor complejidad que la que se tena cuando se trataba de reducir los objetos y los fenmenos al experi-mento estadstico.

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    Morin (2000) ya prevea tales dificultades para el conjunto de las ciencias cuando anunciaba, en las ltimas dcadas del siglo XX, la necesidad de afrontar un modelo diferente (scienza nuova) que reemplazara el pensamiento simplificante basado en la disyuncin y reduccin, por otro, complejo, bajo principios de distincin, conjun-cin e implicacin.

    Este pensador francs, que no duda en calificar el pensamiento reduc-cionista y simplificante como una patologa del saber que conduce a lo que l llama la inteligencia ciega, tampoco duda en sealar las difi-cultades del pensamiento complejo: la complejidad es una palabra problema y no una palabra solucinel pensamiento complejo aspira al conocimiento multidimensional, pero sabe, desde el comienzo, que el conocimiento completo es imposible (Morin, op. cit)

    Y es que, al introducir la complejidad en el quehacer de la ciencia, se transforman no solo los objetos y los enfoques sino las metodolo-gas y los efectos de la prctica cientfica. Norgaard y Sikor (op. cit.) indican cmo es de urgente introducir y practicar visones holsticas y plurales que contextualicen los problemas agrarios y los introduzca incluso en el mundo complejo del subjetivismo, cosa que tambin exige Morin (op. cit.)

    El solo hecho de admitir que existen otras formas de conocer, valida-das en las experiencias no sistematizadas de comunidades humanas distintas a las formalmente reconocidas por la academia, es decir, que en el caso agrario la experiencia de los agricultores resulta tanto o ms valiosa para dilucidar comportamientos de plantas, insectos o cultivos y que muchas prcticas agronmicas surgidas de estas comu-nidades pueden ser superiores en eficiencia econmica y ecolgica a aquellas que proponen los cientficos agrarios, ya genera una crisis de identidad al interior de esa agronoma clsica o tradicional.

    Y si a ello se le suma que no se trata ahora de valorar el comporta-miento de un solo tipo de cultivo en unas determinadas condiciones climticas y edficas, sino que las insatisfacciones registradas en el mundo de los productores y consumidores agrarios llegaron a pro-poner el cambio de monocultivos por policultivos heterogneos, que

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    ocupan distintos tipos de suelos y que generan microclimas edficos variados y que exigen instrumentos tecnolgicos diferentes, la com-plejidad que deben afrontar las ciencias agrarias, aumenta significa-tivamente e incide en los tipos de preguntas que formulan los agroe-clogos y, por supuesto, en la conformacin general de esta ciencia emergente.

    Ms an cuando a este panorama se adicionan variables relacionadas con polticas agrarias de distinta ndole, exigencias de los consumi-dores que demandan cada vez ms productos inocuos, no alterados en sus principios nutritivos, nuevas redes y rutas de comercio y, por supuesto, relaciones sociales y econmicas que le demandan al sector agrario desarrollos ligados tanto a la conservacin de bienes natura-les, ms limpios, con menores huellas ecolgicas y a la vez, capaces de generar empleo y de consolidar sistemas de alimentacin soberanos y sustentables.

    La cuestin relativa a la valoracin de los efectos ambientales de los conocimientos adquiridos mediante la va reducida del anlisis dis-ciplinar, tambin resulta clave en la aparicin de disconformidades, desacuerdos e insatisfacciones con las disciplinas agrarias clsicas. En especial, resulta interesante destacar el papel que en este contexto juegan las investigaciones dirigidas a controlar insectos y a paliar o eliminar enfermedades.

    En tales terrenos, el conocimiento especializado se interes esen-cialmente en identificar principios activos (apoyado para ello en ciencias que resultaban auxiliares o complementarias como la qu-mica, la bioqumica o la microbiologa), la mayor parte de ellos obtenidos de productos vegetales y en realizar tests de laboratorio y campo para evaluar sus propiedades biocidas, dosis letales, antdo-tos, frecuencias de aplicacin e incluso, modos de accin y efectos fitotxicos no deseados. Poco o nada se ejecut durante muchos aos, especialmente en los que marcaron el inicio de estas tenden-cias, para averiguar, no slo los efectos txicos de tales sustancias en organismos no objetivo, sino en el resto del ambiente biofsico o en las distintas dimensiones sociales, econmicas, polticas, institu-cionales o ticas de la cultura.

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    Pero tampoco se formularon las preguntas complejas, aquellas que pudieran marcar rumbos distintos a la investigacin. De esta manera, la ciencia misma entraba en espirales de hiptesis y preguntas de investigacin marcadas por un mismo espritu, por una sola forma de reflexin, por un camino ya previsto de pocas relaciones que, de manera indefectible conducan de lo general a lo particular y a lo especfico. Con esta visin reducida de la realidad, inspirada en sim-bologas funcionales a la productividad y a la ganancia econmica, se pas del campo homogneo de cultivo, a la respuesta varietal o de hbridos obtenidos en laboratorios, a tejidos vegetales, a clulas de distintas clases, a molculas y, en ltimas, a genes controladores de las respuestas. Todo por un mismo camino de simplificacin.

    Ms all de la ciencia y de su enconchamiento relativo sobre s misma, la agronoma clsica o tradicional, se limit a s misma en la prctica profesional, al reducir sus campo de experticia y la aplicacin de sus conocimientos, a muy pocas opciones tecnolgicas, a reducidas expe-riencias para solucionar problemas, casi todos de ndole productiva. Sealemos los principales:

    1. El uso privilegiado de sustancias qumicas de sntesis, de toxi-cidad variable, para enfrentar problemas de enfermedades y plagas (nfasis en los sntomas, no en las causas).

    2. La fertilizacin mineral reducida a la trada nitrgeno, fs-foro y potasio (funcional a las firmas productoras).

    3. Privilegio del monocultivo por encima de cualquier otro arre-glo de cultivo (funcional a un modelo de eficiencia, orientado al mercado).

    4. El nfasis en hbridos de altos rendimientos y de resistencia a determinadas plagas y enfermedades (subvaloracin de ger-moplasma local).

    5. El uso de maquinaria agrcola sofisticada, sin considerar los medios ecosistmicos y culturales de aplicacin (externalida-des ambientales).

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    6. Transferencias de tecnologas, especialmente de tipo vertical (centro de investigacin productor).

    El ejercicio legtimo de la poltica o la incursin a los terrenos de la sociedad, que se crea exclusivo de pensadores sociales, fueren ellos antroplogos, socilogos, historiadores o economistas, fue abando-nado por la profesin agronmica, al considerar que no era su campo de experticia y que all sus aplicaciones se confundan en las nebulo-sas formas de la crtica social, ambiguas, difusas y poco cientficas.

    Se pensaba que las discusiones sobre el desarrollo pertenecan a las tertulias literarias, completamente alejadas del riguroso espritu de la ciencia positiva y que, por lo tanto, nada tenan que ver con la bioqumica, la microbiologa o la fitopatologa. Mundos excluyentes y extraos, que no aportaban ms que meros discursos de sofistas, pero que no contribuan a solucionar problemas de manejo de suelos, aguas o cultivos.

    No obstante, desde el pensamiento ambiental y desde la economa ecolgica, para citar solo dos campos amplios de reflexin, autores como Pengue (2010), Leff (2007) y Martnez Allier (2005) han des-crito y estudiado los conflictos ambientales y ecolgicos que emergen de las concepciones dominantes, tanto en la ciencia como en la eco-noma, que no reconocen la complejidad de los fenmenos que ligan a las sociedades humanas con sus entornos ecosistmicos.

    Las caractersticas de la agronoma profesionalizante, han sido discu-tidas por distintos pensadores y usuarios, que con el paso del tiempo lograron identificar sus principales efectos, tanto en el orden ecosis-tmico como cultural. Muchos de ellos se identifican con el tambin muy reconocido proceso de Revolucin Verde (RV), cuyos pros y contras han sido ampliamente debatidos en distintas instancias aca-dmicas (Ceccon, 2008; Gligo y Morello, 1980; Len, 2007; Hecht, 1999.; IAASTAD ed, 2009; Heinemann, 2009; Altieri, 2008; Palau et al., 2007; Badgley et al., 2007, Dao, 2007; Sevilla, 2000; Hecht, 1999; Pimentel, 1996; Freebairn, 1995).

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    Estos autores en general estn de acuedo en que el paradigma domi-nante en la ciencia que origin y apoy la revolucin verde, aunado a una constelacin de otros factores de orden cultural, gener por lo menos los siguientes procesos:

    Deterioro de agroecosistemas y del ecosistema global. Creacin de dependencia tecnolgica y energtica. Concentracin corporativa agroindustrial. Reduccin de la eficiencia productiva. Deterioro de los sistemas de conocimiento agrcola y alimen-

    tario local. Inseguridad alimentaria y nutricional. Debilitamiento de los sistemas locales de organizacin. Deterioro de la salud pblica.

    No es objeto de este documento pasar revista a tales efectos globa-les de la aplicacin reducida de los conocimientos obtenidos por las disciplinas agrarias, tanto en el contexto de la primera RV como de la revolucin generada por la transformacin gentica de organismos vivos (conocida como la segunda RV). Basta con mencionar que ellos se han extendido desde la intoxicacin y muerte de seres humanos y no humanos, la contaminacin de aguas y suelos, erosin edfica y prdidas incalculables de biodiversidad, hasta reducciones significa-tivas de autonoma campesina, polarizacin de sociedades agrarias, acaparamiento de semillas e incluso agravamiento de la pobrezarural.

    El punto que se desea enfatizar es que los grandes interrogantes del manejo diversificado de los campos de cultivo, de las interacciones ecolgicas entre suelos, clima, arvenses, policultivos, microorganis-mos, insectos, anfibios, aves y mamferos al igual que aquellas que complementan la dimensin ambiental, vale decir, entre otras, las prcticas agrarias, la propiedad de la tierra, el poder econmico, los modelos tecnolgicos, la educacin agraria, los patrones de consumo o las vas de comercio, quedaron aplazadas hasta la emergencia del paradigma que rene las insatisfacciones, las crticas y las propuestas alternativas a esa manera reduccionista de enfrentar y estudiar el acto agrario: el pensamiento ambiental y, por ende, la agroecologa.

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    agroecologa: una Ciencia ambiental

    Muchos son los autores que reconocen en la agroecologa una ciencia que tiene orgenes y ascendencia claramente ambiental y que acep-tan, por supuesto, que la dimensin ambiental es una categora de mayor envergadura que la agroecologa. El autor ha presentado los rasgos generales de esta proposicin (Len, 2010), cuyos elementos ms relevantes se presentan a continuacin3:

    La agricultura es una actividad compleja que involucra no solamente la produccin de alimentos, fibras y otras materias primas a partir de factores tecnolgicos, dotaciones de bienes naturales e impulsos de capital, sino tambin una serie de procesos vinculados con las cir-cunstancias en que se desenvuelve y con los efectos que ella produce en las sociedades y en los ecosistemas. A partir de esta consideracin, puede aceptarse fcilmente que las actividades agrarias son parte fun-damental de las interacciones humanas con el resto de la naturaleza y desde esta perspectiva sus anlisis pueden realizarse desde el punto de vista ambiental complejo. La agricultura es el resultado de la coevo-lucin de ecosistemas artificializados y culturas humanas.

    La ciencia agroecolgica se inserta justamente en este campo del an-lisis ambiental de los agroecosistemas, asumiendo la complejidad que ello implica y generando nuevas aproximaciones terico-prcticas, que han venido configurando lo que se ha dado en llamar el pensa-miento agroecolgico.

    La dimensin ambiental o si se quiere las ciencias ambientales se caracterizan porque estudian, de manera conjunta, las interrelaciones complejas, dinmicas y constantes, que se establecen entre los eco-sistemas y las culturas (ngel, 1993; 1995 y 1996; Carrizosa, 2001). Apesar de recibir crticas para su ajuste terico, esta dupla ecosiste-mas culturas tiende a reemplazar la nocin de lo ambiental enten-dido como relaciones sociedad naturaleza, un poco para no caer en el llamado sobrenaturalismo filosfico de las ciencias humanas o

    3 Parte de esta discusin se ha tomado del artculo Agroecologa: desafos de una ciencia ambiental en construccin que el autor escribi en el libro Vertien-tes del pensamiento agroecolgico: fundamentos y aplicaciones (Len, 2010).

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    en el reduccionismo biologista y tambin porque evita la discusin sobre si la sociedad es parte o no de la naturaleza, debate que lleva a cuestionamientos sobre la libertad de los seres humanos y de su accionar poltico y que, adems ya est saldado: la sociedad, los seres humanos, somos naturaleza.

    De esta manera, el discurso ambiental se basa en dos ejes interrelacio-nados: el de la ecologa y el de la cultura.

    La primera, constituida como ciencia en un proceso ininterrumpido desde los siglos XVII y XVIII, ha forjado una muy fuerte base terica de explicaciones sobre el funcionamiento de los ecosistemas, enten-didos como tramas complejas de intercambios de materia y flujos de energa reguladas tanto por la influencia de leyes termodinmi-cas, como por leyes ecosistmicas de equilibrio dinmico espacial y temporal. A partir de los adelantos espectaculares de la ecologa en los ltimos decenios, se han podido conocer e interpretar los deli-cados equilibrios que constituyen la esencia misma de la vida sobre elplaneta.

    La segunda, es decir, la cultura, ampliamente debatida como con-cepto unificador en las ciencias sociales, explica los procesos adap-tativos de los seres humanos a los lmites impuestos por los ecosiste-mas y estudia las causas y efectos de esa intervencin humana sobre losecosistemas.

    La cultura, entendida como un sistema parabiolgico de adaptacin y transformacin de los ecosistemas realizados por distintos grupos humanos aglutinados en formaciones culturales, reemplaza los con-ceptos energticos o materialistas empleados por los eclogos para definir el nicho de la humanidad (Angel, 1996; Len, 2007) e incluye tres grandes dimensiones, inseparables entre s:

    y La estructura simblica que se refiere a todas las construccio-nes tericas realizadas por los seres humanos para explicar sus relaciones con esa otra naturaleza desconocida y abarca desde los mitos originales y los actuales hasta las bases expli-cativas de todas las ciencias, pasando por los constructos que

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    permiten aprehender el derecho, la filosofa, el discurso social o la historia y aborda, adems, las expresiones folklricas, las costumbres, las creencias religiosas o las diferentes manifes-taciones del arte.

    y La organizacin humana que ha diferenciado distintos tipos de sociedades, desde los cazadores recolectores y los impe-rios agrarios, hasta las sociedades mercantilistas, medioeva-les, capitalistas o socialistas y que incluye todas las relaciones sociales, econmicas, polticas y militares que se han cons-truido a lo largo de la historia, en las disputas por el poder y en la conformacin de autoridades y jerarquas.

    y La plataforma tecnolgica expresada como aplicacin gene-ral de conocimientos y materializada en trminos de herra-mientas, procesos, mquinas, instrumentos, estructuras, apa-ratos y equipos que, inmersa en los smbolos y en las orga-nizaciones humanas, constituyen los sistemas e instrumentos fsicos para transformar el medio ecosistmico.

    Smbolos, organizacin y tecnologa son los tres pilares fundamenta-les de la cultura, complejos e interrelacionados, que abarcan la tota-lidad del pensar y del accionar humano sobre los ecosistemas, o si se prefiere, sobre el resto de la naturaleza4. Este libro gira permanente-mente en torno a estos conceptos.

    Las relaciones culturales con el resto de la naturaleza de la mayor parte de las sociedades occidentales contemporneas, se entienden actualmente en trminos de un modelo dominante de desarrollo, expresado en la idea general de progreso, basado fundamentalmente en el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) y de la acumula-cin de riqueza. A partir de all el ambientalismo ha generado varias corrientes que critican estas relaciones y este modelo, porque la idea del desarrollo es muy reciente en la historia humana y no siempre

    4 Puesto que los seres humanos somos naturaleza en virtud de que no interveni-mos en nuestra propia creacin o evolucin, el autor prefiere denominar resto de la naturaleza a todos los seres vivientes y a las cosas no vivientes diferen-tes a los humanos.

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    los pueblos de la tierra tuvieron la acumulacin de capital como su nortepreferido.

    Mientras que para los griegos la solucin a estas relaciones con el resto de la naturaleza o los ecosistemas se encontr en el concepto de armona y para los egipcios en la idea de lo sagrado, algunas cul-turas americanas precolombinas consideraron lo natural como parte integrante del acto creador y por lo tanto le asignaron valores vitales a los seres de los bosques, del agua y del suelo. Para otras culturas, incluso, los habitantes del subsuelo, de las entraas de la tierra, son parte del tiempo y del espacio, sin solucin de continuidad entre la vida y la muerte. Como denominador comn, puede afirmarse que en casi todas estas culturas imperaba el deseo de conocer y pertenecer antes que el de dominar. Se trataba ms de una visin de respeto y solidaridad social y de conjunto que la de alcanzar un estado de desa-rrollo, bsicamente de tipo personal y egosta.

    Un importante corolario de lo expuesto en las lneas anteriores es que la idea del desarrollo es subsidiaria de la idea ambiental, es decir, que el concepto de desarrollo, tan apegado a la ortodoxia econmica, en el fondo no es ms que la forma actual que ha tomado la relacin eco-sistema cultura o si se prefiere, sociedad naturaleza (Len,2008).

    Esta afirmacin resulta relevante por lo menos a la luz de las discu-siones actuales que colocan las variables ambientales por debajo de la categora misma del desarrollo, como si lo ambiental solamente apa-lancara, mitigara o subsanara los defectos del desarrollo y su misin fuera nicamente apoyarlo, guiarlo, sin entrar a discutir sus propios fundamentos. De esta visin estrecha del enfoque ambiental surgen soluciones remediales y de segunda clase en la misma va del desarro-llo unidireccional y homogeneizante que se ha extendido al planeta entero. De esta visin surge tambin el optimismo tecnolgico que encuadra bien con un punto de vista subsidiario de lo ambiental.

    Por el contrario, si se acepta la idea segn la cual el desarrollo es una forma de relacin ecosistema cultura, se podr entender la necesidad absoluta de virar ese modelo hacia formas diferentes de relacionamiento con el resto de la naturaleza y ello implica un

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    esfuerzo tremendo de transformacin cultural hacia paradigmas distintos, cuyos esbozos solamente se han comenzado a plantear algunos grupos humanos aislados, pero que en el fondo implican a toda lahumanidad.

    Agricultura y Ambiente

    En el plano agrario, la dimensin ambiental exige, entonces, com-prender las limitaciones y potencialidades del escenario biofsico o ecosistmico en el que se desarrollan las actividades de produccin y, al mismo tiempo, una aproximacin cultural a los grupos huma-nos, en donde se haga visible la estructura simblica, la organizacin social y la plataforma tecnolgica a travs de las cuales se realiza la apropiacin y transformacin de la naturaleza.

    Aunque las relaciones primigenias de la humanidad con los ecosis-temas seguramente fueron de carcter extractivo, el sistema produc-tivo agrario se constituye, desde el lejano perodo neoltico, como la invencin ms grande del ingenio humano y como la mayor va de intervencin antrpica sobre los ecosistemas. La agricultura es y seguir siendo, a pesar de la actual bioingeniera transgnica que tiende a minimizar la complejidad de la vida, el vehculo ms impor-tante de relacin ser humano resto de la naturaleza o si se prefiere, ecosistema cultura. Y no hay ninguna otra actividad humana que sea ms ambiental que la agricultura.

    En efecto, es desde la agricultura que la humanidad plante y cons-truy por primera vez los instrumentos tecnolgicos que disturban el suelo, modifican el curso de las aguas o generan campos nuevos de cultivo, all donde antao no haba sino bosques: arados y canales de irrigacin, junto con el desmonte de extensas reas boscosas, son las primeras herencias ambientales de la humanidad, vigentes hasta ahora. El cuidado de las primeras plantaciones exigi renovar la fertilidad de la tierra y luego la reparticin de excedentes, impuls la creacin de caminos, de mecanismos de transporte y de almacenamiento de ali-mentos. La emergencia de los templos graneros y de las ciudades templos fueron los precursores directos de las entidades actuales de comercializacin y regulacin de precios y de la emergencia de nuevos

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    poderes y roles sociales, que se perpetan desde el primigenio guerrero repartidor de festines, hasta los magnates corporativos actuales que dominan el negocio alimentario.

    Los ciclos de buenas y malas cosechas posibilitaron la emergencia y decadencia de imperios agrarios a lo largo de la historia de la huma-nidad, en tanto que las luchas por poseer la tierra y sus recursos aso-ciados marcaron el devenir de Amrica y de gran parte de Asia y frica. La ltima revolucin verde se coloca en la base del desarrollo del capitalismo agrario e industrial de las tres o cuatro ltimas gene-raciones de humanos.

    Len y Altieri (2010) indican que la agricultura constituye tal vez el ms importante acto de transformacin ecosistmica de la espe-cie humana realizado a travs de su adaptacin cultural. Algunos ejemplos del neoltico americano desarrollado en Meso Amrica, los Andes o la Amazona muestran agroecosistemas que no se alejan de la lgica de los ecosistemas naturales, en tanto que los procesos culturales de las sociedades capitalistas modernas se alejan cada vez ms del resto de la naturaleza, la cual incluso, bajo el paradigma transgnico pretende ser modificada y por lo tanto reemplazada en su totalidad.

    Los procesos agropecuarios estn afectados tanto por la tecnologa disponible, que va desde los arados de madera hasta la tecnologa de rayos lser, como por las decisiones culturales de los diferentes grupos que se disputan el acceso a los bienes naturales y la desti-nacin de la produccin tanto para el consumo domstico como para la comercializacin. La agricultura se juega pues en distintos mbitos: domsticos, cientficos, tecnolgicos, comerciales, polti-cos, econmicos e incluso, militares. La historia de la humanidad se ha escrito tambin como historia de la agricultura, de los alimentos, de los territorios, del suelo, de la irrigacin, de los bosques (Len y Altieri, op. cit.).

    La agricultura es, por lo tanto, indisoluble de la sociedad y el ambien-talismo ha aportado las bases conceptuales necesarias para repensar los modelos de desarrollo agrario.

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    La Agroecologa en el Contexto Ambiental

    La agroecologa emerge justo en el momento en que las sociedades altamente industrializadas crean haber resuelto los problemas de produccin masiva de alimentos sin comprometer su estabilidad eco-sistmica ni la calidad de sus alimentos y varios aos despus que las tecnologas y las relaciones sociales y econmicas que acompaan al modelo de Revolucin Verde, se hubieran instalado en pases depen-dientes, especialmente en Amrica Latina, sin haber podido resolver ni los problemas de produccin masiva, ni las inequidades sociales existentes en el campo ni la degradacin acelerada de los bienes natu-rales, inherentes al modelo RV.

    A diferencia de otros enfoques de las disciplinas y de la prctica agro-nmica, la agroecologa asume el rol de estudiar al mismo tiempo las relaciones ecolgicas y culturales que se dan en los procesos agrarios y en esto hace parte del movimiento ambiental que cuestiona, en lti-mas, los modelos de desarrollo agrarios y las formas culturales de apropiacin de la naturaleza.

    Esto ltimo queda evidente en documentos pioneros como el escrito por Hecht (op.cit.) quien adverta, desde la dcada de 1980, que la evolucin del pensamiento agroecolgico se deba, entre otras cosas a la conjuncin de influencias recibidas desde las mismas ciencias agr-colas, los sistemas nativos de produccin, los estudios del desarrollo, la ecologa y el pensamiento ambiental, entre otras fuentes.

    La autora afirma que los asuntos del ambientalismo infundieron al discurso agroecolgico una actitud crtica de la agronoma orientada hacia la produccin e hicieron crecer la sensibilidad hacia un gran nmero de asuntos relacionados con los recursos.

    Sin considerar todava la verdadera magnitud de la dimensin ambien-tal en sus mltiples interrelaciones ecosistema - cultura, Hecht (op.cit) indica que las discusiones sobre contaminacin, poblacin, recursos y crecimiento econmico que se dieron en los aos sesentas y seten-tas del siglo XX dejaron su impronta en el pensamiento agroecol-gico, que se confirma con los reconocidos trabajos de Rachel Carson

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    Laprimavera silenciosa (1962) sobre los efectos negativos de los plaguicidas y de Pimentel y Pimentel (1979) en relacin con las valo-raciones energticas de los sistemas productivos.

    Estudios adicionales sobre los efectos de los patrones de desarrollo en el abastecimiento de alimentos, el endeudamiento de los pases pobres, la adecuacin de la tecnologa y las dificultades de su trans-ferencia horizontal, constituyeron otros aportes del pensamiento ambiental al desarrollo de la agroecologa, pero resultaba evidente que los fundamentos intelectuales para una asociacin acadmica de este tipo eran an relativamente dbiles (Hecht, op. cit). Tales fundamentos habran de ser aportados tanto por la ecologa como por las ciencias humanas o humanidades.

    Gonzlez de Molina (2011) indica que solo hasta comienzos de la dcada de los aos ochentas se comenzaron a introducir anlisis sociales como variables explicativas relevantes, especialmente cuando se trataba de analizar y disear programas de desarrollo rural y que la ecologa tambin se inserta en el debate agroecolgico fuertemente a partir de los aos setentas.

    La agroecologa como Profesin

    De las discusiones anteriores se puede colegir que la agroecologa emerge como un campo cientfico que se legitima en tanto posee, como se ver ms adelante, un objeto de estudio (el agroecosistema) y mtodos combinados de las humanidades y de las ciencias natu-rales para abordar la complejidad que supone estudiar e investigar sus propiedades y a partir de tales reflexiones epistemolgicas y apli-caciones metodolgicas construye un cuerpo terico diferente, que se nutre de hiptesis nacidas principalmente del estudio de las interrela-ciones de diferentes elementos de los rdenes culturales y ecosistmi-cos y que va configurando el mapa de una nueva ciencia.

    La dificultad de su aceptacin general desde la agronoma tradicio-nal se da porque la agroecologa constituye una ciencia ah donde antes no haba ms que fragmentos o, por el contrario, ah donde

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    se consideraba (pero en la prctica no se reconoca) que exista un continuum de experiencias, conocimientos, prcticas y efectos de la agricultura que la vertan inexorablemente sobre la sociedad y que la obligaban a recibir las reacciones y demandas de esa misma sociedad, pero que las ciencias agrarias nunca reconocieron como parte de sus preocupaciones epistemolgicas.

    Este nuevo objeto de estudio que propone la agroecologa, el agroeco-sistema, es difcil de aceptar en determinados crculos, porque se con-sidera demasiado amplio, englobado, difcil de disectar en su con-junto, arduo de tragar entero, imposible de reducir a sus partes y por ello mismo acadmicamente intratable como objeto de conoci-miento en s mismo.

    Pero, como se ver en este documento, la agroecologa avanza desde hace varias dcadas sobre este voluminoso y complejo objeto o campo de estudio y trata de entender sus caractersticas, propieda-des y reacciones ante distintos disturbios y condiciones de manejo, as como sus lgicas de construccin, evolucin y, si se quiere, de supervivencia.

    Lo que est por agregar, es que desde la agroecologa misma, como sucede con todas las profesiones, pueden emerger, emergen y emer-gern personas capacitadas para resolver problemas con el bagaje de conocimientos que se vayan generando, acumulando, sistemati-zando y socializando y que de esta manera, el presente y el futuro cercano espera por los agroeclogos de profesin que utilizarn pro-cedimientos, principios, tcnicas y tecnologas para resolver proble-mas ambientales de los agroecosistemas y, de esta manera, tambin se hablar de la agroecologa como una profesin agraria, al lado de la agronoma, la zootecnia o la forestera. Ni ms faltaba que no fueraas.

    acadmicos y agricultores

    Un aspecto adicional falta por agregar en esta discusin: el papel de los agricultores experimentadores en el aumento y conservacin

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    de los conocimientos y del bagaje material que permite y permiti realizar agricultura por milenios, a partir de la prctica cotidiana de los(as) productores(as).

    No son pocos los colegas que se resisten a creer que en los producto-res agrarios reposan conocimientos excepcionales para el manejo de sus predios, de acuerdo con sus propias necesidades y recursos. Esta resistencia influy sustancialmente para que la institucionalidad aleje a los productores agrarios de las aulas universitarias y de los centros e institutos de investigacin. Durante decenios, los agricultores fueron considerados solamente como depositarios pasivos del conocimiento producido en la institucionalidad occidental.

    Se alega, desde este punto de vista, que los agricultores no conocen los mtodos estadsticos, no manejan los diseos experimentales, des-conocen las principales variables fsicas, qumicas e incluso biolgi-cas en juego, son ajenos al lenguaje especializado, no publican sus resultados y por lo tanto su conocimiento no puede ser sometido a la contrastacin por pares e incluso se menciona que sus aportes (si los hubiera) no se difunden dentro de las corrientes que obedecen a las exigencias del mercado, es decir, no participan de innovaciones tecnolgicas masivas y lucrativas. Perviven en el atraso. Muchos de ellos ni siquiera saben leer o escribir.

    Por supuesto que muchos agricultores, bien sean campesinos, indge-nas, raizales o afrodescendientes, no han accedido a las competencias mencionadas y ello los aleja de estas formas de generar y difundir conocimientos. Pero es que ellos y ellas poseen otras formas diferen-tes de conocer y de transmitir conocimientos, de las cuales, por lo general, tambin estn excluidos los acadmicos.

    Aunque no conocen series histricas de comportamiento del clima, son capaces de reconocer y hasta de predecir, leyendo las expresiones de la vegetacin o el comportamiento animal, las variaciones anua-les de la precipitacin, la humedad y la temperatura. No utilizan los anlisis de suelos, pero conocen palmo a palmo la textura del mate-rial edfico de sus fincas (reconocida muchas veces, en conjunto con otras caractersticas, a travs del pie desnudo) y saben en qu sitios

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    se puede o no cultivar determinado tipo de plantas. Desconocen la taxonoma y la sistemtica occidental de los insectos, pero los reco-nocen por sus nombres vulgares y los detectan a lo largo de sus ciclos de vida, incluyendo sus enemigos naturales, sus hbitos, sus requeri-mientos. Para detectar y combatir enfermedades, ignoran las dosifica-ciones de productos fitosanitarios, pero reconocen decenas de plantas con poderes curativos y los ciclos temporales que potencian o limitan tales enfermedades.

    Toledo y Barrera-Bassols (2008) en un extenso tratado, aportan bas-tantes elementos de juicio sobre las formas de aprehender y desa-rrollar conocimientos cientficos basados en racionalidades diferentes a la occidental (la ciencia neoltica, como la defini Levy Strauss), obtenidos por diferentes culturas, que han sido ampliamente recono-cidas por los ms prestigiosos pensadores de las ciencias humanas. En esta percepcin se reconoce la capacidad de distintos actores para identificar, clasificar y utilizar de manera correcta suelos, aguas, plan-tas e insectos, a lo largo de muchas culturas americanas, asiticas yafricanas.

    Los autores citados pasan revista a las caractersticas del conoci-miento astronmico, geofsico, biolgico, ecogeogrfico, de manejo agroecolgico o edafolgico de diferentes culturas.

    En este ltimo campo, por ejemplo, ms de 432 estudios etnoedafol-gicos han demostrado de manera inequvoca el conocimiento clasifi-catorio de suelos y sus relaciones con variables complejas, practicado por distintos grupos humanos no occidentales de los continentes mencionados y que utilizan, en otros lenguajes, los conceptos de tex-tura, estructura, fertilidad, consistencia, humedad del suelo, materia orgnica, pedregosidad, color, profundidad y temperatura del suelo, como indicadores taxonmicos y de comparacin.

    Los estudios reportados por estos autores, indican que el nmero promedio de taxa utilizados por los grupos tnicos vara entre 3 y24, con promedio de 12 taxa reconocidos (Barrera-Bassols y Zinck, 2003 citados por Toledo y Barrera Bassols, op. cit.). En el campo de la ecologa, los mismos autores sealan que en algunas comunidades

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    (lacultura Matse) sus miembros pueden reconocer hasta 104 tipos de selvas primarias y 74 de selvas secundarias en un radio de 8.000 km2, con criterios relacionados con asociaciones de vegetacin, hidrolo-ga, topografa, tipos de suelos, regmenes hidrolgicos y varios otros tipos de indicadores ecolgicos.

    Los agricultores campesinos, indgenas, raizales o afrodescendientes no publican sus resultados en revistas indexadas pero los comuni-can utilizando diferentes procedimientos familiares o comunales, creando redes de tejido social, muchas veces escondidas para los tc-nicos especializados. Transmiten sus ideas y conocimientos de otras manerasmltiples.

    Los agricultores indgenas, por ejemplo, convierten sus malokas y los mambeaderos de coca en su interior, en autnticas universidades en donde se transmite de generacin en generacin, no solamente el conocimiento agronmico sino tambin la multiplicidad de proce-sos culturales necesarios para vivir bien: los mayores ensean a reco-nocer plantas tiles, su historia, ubicacin en el monte, las maneras de sembrarlas, cosecharlas y usarlas, pero tambin hablan sobre las mejores maderas y las formas para construir sus casas y sus canoas, sobre los sitios y tiempos de cacera, el movimiento y hbitos de los animales, las tcnicas de pesca, sobre la preparacin de alimentos y bebidas, se ensean los preceptos del matrimonio, de la entrada a la vida adulta, de la vida en comunidad

    No se trata ac del concepto aislado de la agronoma que reciben los estudiantes citadinos en las universidades occidentales, fsica y espiritualmente alejadas de la tierra, sino de la enseanza general de las manifestaciones simblicas, organizativas y tecnolgicas de la comunidad. Un acercamiento holstico y vivencial de las experiencias agrarias, ligadas al resto de las exigencias cotidianas para sobrevivir, no para acumular.

    Los agricultores campesinos tambin conocen y transmiten sus conocimientos, procedimientos y tcnicas, de modos diferentes a las aulas escolarizadas de la cultura occidental. La continua observacin yexperimentacin hace parte de su diario vivir.

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    Tal vez el mayor impacto negativo de la revolucin verde no haya sido la contaminacin de alimentos y la degradacin de bienes naturales, sino su incidencia en la prdida de los conocimientos y de los modos de conocer de los agricultores campesinos, al igual que su desvalori-zacin por parte del estamento cientfico, que desautoriz todo aquel saber que no provena del cuadrado positivista, del mtodo cientfico y que lo releg a categoras sin importancia, a superchera, a cosas sin valor. Esta desvaloracin incide directamente en que los agricul-tores campesinos cuestionen sus propios conocimientos (prdida de autoestima?), en que todo lo antiguo se considere viejo y atrasado y en que se reconozca implcitamente un nivel superior proveniente del doctor, del graduado en las aulas universitarias. La consiguiente prdida de confianza en s mismos, en los conocimientos deposita-dos durante milenios, caus la dependencia al insumo, a la dosis, al producto y por lo tanto a la empresa transnacional, al productor de insumos y a su intrprete: elextensionista.

    No obstante, la tendencia que impulsa el pensamiento agroecol-gico, incluso como producto mismo de su actividad investigativa y como consecuencia de la influencia que viene de las escuelas de sociologa y antropologa, es la de aceptar, rescatar y promover la interlocucin vlida de los agricultores campesinos, indgenas, raizales y afrodescendientes en tanto poseedores de conocimientos indispensables para el acto agronmico, que complementan y rede-finen los hallazgos provenientes tanto de la ciencia especializada como de la cienciaholstica.

    No se trata, evidentemente, de negar los aportes del pensamiento cientfico occidental, ni siquiera en sus expresiones ms sofisticadas y especializadas. Muchas veces se ha insistido, y esta es una ocasin ms, en que la agroecologa no desecha el cmulo de conocimien-tos logrados en todas las ramas del saber ligados al acto agrario y ms an, que su salto epistemolgico se da, precisamente, a partir de tales bases. El plus, lo til e interesante, es que la agroecologa seala el camino del intercambio real, del respeto mutuo, del llamado de los agricultores a las aulas y a los laboratorios y de los profesores y estudiantes a los campos, para reforzar sus mutuos conocimientos en beneficio de la sociedad.

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    En este sentido, son notorios los avances que ha realizado el movi-miento campesino a campesino (CAC) que naci en Centroamrica durante los aos setentas y ochentas como una manera de formalizar un proceso milenario de generacin y transferencia de conocimien-tos. Machn et at., (2011) exponen la manera en que tal proceso, una vez instalado en Cuba desde 1997, logr ser aceptado y practicado por ms de 100.000 familias en solo una dcada.

    Con razn los agricultores campesinos que practican la agricul-tura ecolgica en Cuba y en innumerables lugares de Latinoam-rica se autodenominan muchas veces como agroeclogos y en esta nominacin reside gran parte de su orgullo y de su xito (Vzquez, com. per)5

    DEFINICIN DE AGROECOLOGA

    La palabra agroecologa puede tener por lo menos tres significados: la descripcin de un paradigma cientfico que emerge y se consolida en el siglo pasado; un movimiento social que critica los postulados de la revolucin verde y las ideas del desarrollo clsico; o un estilo de agricultura ecolgica (eco agricultura), prctica o sistema que hace parte de las llamadas agriculturas alternativas. Este apartado se ocupa de la definicin de agroecologa en tanto que ciencia para, ms adelante, discutir su doble significado adicional (dejando de lado, por lo menos parcialmente, su significado como profesin).

    La definicin de agroecologa en la Visin ecosistmica

    La agroecologa posee en su semntica un sesgado peso hacia la eco-loga e invita a pensar en el estudio de fenmenos netamente ecol-gicos dentro del campo de cultivo. Esta fue la idea dominante en las primeras definiciones que se formularon a principios y mediados del siglo XX y ha sido notada tambin por varios autores (Gonzlez de Molina, op, cit.).

    5 Luis Vzquez, Ingeniero Agrnomo, Dr. INISAV, Cuba ([email protected])

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    En efecto, la revisin histrica que realizaron Wezel y Soldat (2009)6

    indica que fue el agrnomo ruso, Bensin, quien en 1930 sugiri por primera vez el trmino agroecologa para describir el uso de mto-dos ecolgicos en la produccin comercial de cultivos, idea que trans-mitieron otros zologos, agrnomos, fisilogos o eclogos que se ocuparon del tema en esta fase temprana de su desarrollo, en distin-tos aspectos de manejo de plaguicidas, biologa de suelos, interaccio-nes de biocenosis de insectos, zoologa y cartografa (Tischler, 1950, 1953,1959,1961; Bones, 1953, 1958; Valdek, 1964; Vavilov, 1957 y Thuran & Borekhuizen, 1965, citados por Wezel y Soldat, op. cit.). Una excepcin a esta visin fue la de Klages (1928) quien, sin utilizar la palabra agroecologa trata la distribucin de plantas cultivadas sobre bases fisiolgicas y analiza los factores ecolgicos, tecnolgi-cos, socioeconmicos e histricos que influyen en la produccin. Para muchos autores, Klages es el padre de la agroecologa.

    Otras definiciones y trabajos que sealan los autores citados en la misma lnea que consideraba a la agroecologa como la aplicacin de conceptos provenientes de la ecologa, fueron los de Hnin (1967) quien defini la agronoma (no la agroecologa) como la ecologa aplicada a la produccin de plantas y manejo agrario de la tierra y Azzi (1956), que defini la ecologa agrcola como el estudio de las caractersticas fsicas del ambiente, clima y suelo, en relacin con el desarrollo de las plantas (calidad y cantidad de semillas y rendimientos).

    Y es que, como bien lo indica Hecht (op.cit.) la ecologa ha tenido una importancia singular en la evolucin del pensamiento agroeco-lgico, ms all de aportar un marco de referencia. Muchas investi-gaciones sobre relaciones presa / depredador, ciclaje de nutrientes, sucesiones vegetales y animales que han sido claves para la ecologa, se han realizado apelando a investigaciones o con estudios de campo en agroecosistemas que, en ocasiones, sirven para modelar o simular procesos que tienen lugar en los ecosistemas.

    6 Esta revisin no incluy libros o documentos grises escritos en espaol y deja, definitivamente por fuera, las contribuciones de autores colombianos y de la mayor parte de autores latinoamericanos.

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    En este mismo espritu se encuentran definiciones pioneras de autores claves en el pensamiento de la agroecologa, como Altieri y Rosset, que la definan como la aplicacin de conceptos y principios eco-lgicos para el diseo y manejo de agroecosistemas sustentables y que provee un marco para evaluar la complejidad de los agroecosis-temasLa idea de la agroecologa es ir ms all del uso de prcticas alternativas y desarrollar agroecosistemas con el mnimo dependen-cia de entradas elevadas de energa y agroqumicos, enfatizando en los sistemas agriculturales complejos, en los cuales las interacciones y sinergias entre componentes biolgicos, proveen los mecanismos del sistema para mejorar su propia fertilidad edfica, productividad y proteccin fitosanitaria (Altieri y Rosset, 1995 citados por Altieri y Nicholls, 2000).

    Pero tambin se encuentran en esta lnea trabajos recientes de inves-tigadores europeos que centran su atencin en los campos de cul-tivo, dejando intencionalmente de lado la complejidad del accionar humano en los agroecosistemas (Martin y Sauerborn, 2013).

    Muchas definiciones de agroecologa utilizadas a nivel popular, difunden esta idea de la agroecologa, como una ciencia ligada prin-cipalmente a la ecologa7. Incluso definiciones recientes de analistas

    7 La agroecologa es la ciencia consistente en la aplicacin de los conceptos y principios de la ecologa al diseo, desarrollo y gestin de sistemas agrcolas sostenibles. http://es.wikipedia.org/wiki/Agroecolog%C3%ADa. La agroecolo-ga est definida como la aplicacin de conceptos y principios ecolgicos para establecer agroecosistemas sustentables. http://www.ecoportal.net/content/view/full/47442 . Concepto agrcola que no slo se centra en la produccin, sino tambin en la sostenibilidad ecolgica del sistema productivo. http://www.eco-tropia.com/d1031204.htm . Ciencia que aplica una combinacin de principios agronmicos y ecolgicos para colocar la produccin en consonancia con el am-biente. http://toby.library.ubc.ca/subjects/subjpage1.cfm?id=692. Un enfoque ecolgico que considera las reas agriculturales como ecosistemas y se preocu-pa por los impactos ecolgicos de las prcticas agrarias. http://www.m-w.com/dictionary/agroecology. El estudio de las interrelaciones entre organismos vivos entre ellos y con su ambiente, en un sistema agrcola. http://ucce.ucdavis.edu/files/filelibrary/1068/8286.pdf. Como loo sugiere su nombre, es una integracin de agricultura y ecologa. Los agroecosistemas son las fincas, sistemas agr-colas, vistas desde perspectivas ecolgicas. Es la ciencia del diseo y manejo de agroecosistemas sustentables o, simplemente, la ciencia de la agricultura sostenible. http://web.missouri.edu/~ikerdj/papers/SFT-Agroecology.htm

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    y tericos siguen considerando esta definicin parcial de la agroeco-loga, dejndose arrastrar por la inercia que provoca la etimologa delconcepto.

    El nfasis puesto sobre las relaciones ecolgicas, constituye un pilar fundamental de la agroecologa (aunque no el nico, como se ver ms adelante), que la identifica como ciencia y que la separa al mismo tiempo de las vertientes tradicionales del enfoque agronmico. Incluso desde definiciones ms cercanas en el tiempo de la agroeco-loga como ...aqul enfoque terico y metodolgico que, utilizando varias disciplinas cientficas pretende estudiar la actividad agraria desde una perspectiva ecolgica... propuesta por Altieri (1987), se notan fuertes tendencias a utilizar la ciencia ecolgica de las interre-laciones como la base a partir de la cual se pueden construir procesos agrarios diferentes al convencional.

    Estas diferencias, de acuerdo con Len y Altieri (op.cit.) se traducen en que el nfasis no se coloca tanto en identificar procesos biofsicos especficos y relativamente simples, sino en entender relaciones eco-lgicas complejas que involucran muchas variables. De ah que los agroeclogos indaguen ms por las propiedades emergentes de los agroecosistemas segn los manejos a que son sometidos que por los efectos especficos de determinadas prcticas agronmicas aisladas

    De las interacciones que se colocan en juego durante el diseo de agroecosistemas con alta biodiversidad, realizado segn los princi-pios tericos y las aplicaciones prcticas de la agroecologa tanto al nivel de manejo de suelos y aguas, arreglo de cultivos, reciclaje de materiales, nutricin vegetal y control de limitantes fitosanitarias, surgen emergencias (propiedades) productivas, de calidad, de resi-liencia, de resistencia, de adaptacin y de conservacin que, en su conjunto, son diferentes a aquellas obtenidas por mtodos de la agri-cultura convencional y que, al mismo tiempo, deben ser estudiadas apelando a procedimientos diferentes, ms prximas al pensamiento complejo que al anlisis de relaciones biunvocas.

    Esta visin ecolgica integral privilegia, por ejemplo, el Manejo Inte-grado de Agroecosistemas (MIA) sobre el Manejo Integrado de Pla-

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    gas (MIP), la dinmica de las comunidades de microorganismos del suelo sobre el aislamiento y manejo de cepas individuales, la inte-gracin de los subsistemas pecuario, forestal, pisccola y agrcola en una sola unidad sobre su separacin conceptual y prctica o la visin tica del alimento sano en contraposicin a las ideas exclusivas del rendimiento vegetal por rea como principal objetivo del acto agro-nmico (Len y Altieri, op. cit).

    Estudios recientes, por ejemplo, demuestran que los conocimientos de gentica, suelos y fitopatologa se pueden integrar par