paul b. preciado. · beatriz preciado, hoy día se llama paul, fi ló-sofa feminista y teórica...

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Pese a que no hay duda de que Cris es una mujer biológica, la pre- sencia de testosterona en su cuerpo es más que evidente. Si bien dio posi- tivo a esa hormona en una prueba de dopaje, lo que le valió una suspensión hace un par de años, no es necesario remitirse a los resultados de un análisis químico para arrojar una conclusión en ese sentido. Beatriz Preciado, hoy día se llama Paul, filó- sofa feminista y teórica queer, diría que la testosterona no tiene nada que ver con la condición ‘biológica’ de ser hombre. Dicha sustancia, expondría, es una construcción biopolítica de la masculinidad, es decir, de la forma en que se producen los cuerpos cultural- mente bajo una morfología binaria, la cual determina ciertos procesos como exclusivos de un género. Así se reser- va esta hormona para los dominios del macho. Y como representa poder, señala Preciado, tiene un precio ele- vado y no es fácil obtenerla. La corporalidad de Cris Cyborg rechaza totalmente la feminidad con- vencional y, aunque conserva parte de ella, la brasileña es lo suficiente- mente musculosa para mantener un aura de ambigüedad imbatible. La también campeona mundial de muay thai (boxeo tailandés) representa i i perfectamente al ‘exterminador’, a la máquina letal de otro mundo que acaba con todo lo que hay a su paso, de ahí la asociación con el personaje interpretado por Schwarzenegger. Las formas varoniles adoptadas por la mujer producen un cambio de estatus. Mientras más músculo, se piensa, mayor será la fuerza. La virilidad está relacionada con formas de dominación. Según Halberstam, es importante que reflexionemos sobre variaciones de género y no crear otro binarismo donde lo relativo al hombre siempre signifique poder. No obstante, la au- tora acaba aceptando que la mascu- linidad supone superioridad incluso cuando se encuentra en las mujeres. Lo que Haraway intenta poner en claro es que el Estado y todas aquellas instituciones creadas por el hombre no sólo son capaces de crear máquinas, también producen cuerpos heterosexuales. Esto demuestra, afirma la bióloga y filósofa, que tanto el sexo cómo el género son una ficción. Pese a los esfuerzos de teóricos, académicos y promotores del debate, la masculinidad lejos del cuerpo del varón continúa siendo poco digerible. No encuentra mucho eco el llamado a apreciar que la diferencia entre un hombre y una mujer biológicos no se encuentra en sexo, género o cuerpo alguno sino en el imaginario social, construido culturalmente y avalado por instituciones cuyo poder radica en una invención compleja, lo que llaman el “monopolio de la verdad”, al que perciben como un objeto siem- pre listo para la represión. Twitter: @WenArellano SIGLO NUEVO 39 Paul B. Preciado. Foto: Beatriz Preciado Foto: Odyssey

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Post on 22-Mar-2020

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Pese a que no hay duda de que Cris es una mujer biológica, la pre-sencia de testosterona en su cuerpo es más que evidente. Si bien dio posi-tivo a esa hormona en una prueba de dopaje, lo que le valió una suspensión hace un par de años, no es necesario remitirse a los resultados de un análisis químico para arrojar una conclusión en ese sentido. Beatriz Preciado, hoy día se llama Paul, fi ló-sofa feminista y teórica queer, diría queer, diría queerque la testosterona no tiene nada que ver con la condición ‘biológica’ de ser hombre. Dicha sustancia, expondría, es una construcción biopolítica de la masculinidad, es decir, de la forma en que se producen los cuerpos cultural-mente bajo una morfología binaria, la cual determina ciertos procesos como exclusivos de un género. Así se reser-va esta hormona para los dominios del macho. Y como representa poder, señala Preciado, tiene un precio ele-vado y no es fácil obtenerla.

La corporalidad de Cris Cyborg rechaza totalmente la feminidad con-vencional y, aunque conserva parte de ella, la brasileña es lo sufi ciente-mente musculosa para mantener un aura de ambigüedad imbatible. La

también campeona mundial de muay thai (boxeo tailandés) representa thai (boxeo tailandés) representa thaiperfectamente al ‘exterminador’, a la máquina letal de otro mundo que acaba con todo lo que hay a su paso, de ahí la asociación con el personaje interpretado por Schwarzenegger.

Las formas varoniles adoptadas por la mujer producen un cambio de estatus. Mientras más músculo, se piensa, mayor será la fuerza.

La virilidad está relacionada con formas de dominación. Según Halberstam, es importante que

refl exionemos sobre variaciones de género y no crear otro binarismo donde lo relativo al hombre siempre signifi que poder. No obstante, la au-tora acaba aceptando que la mascu-linidad supone superioridad incluso cuando se encuentra en las mujeres.

Lo que Haraway intenta poner en claro es que el Estado y todas aquellas instituciones creadas por el hombre no sólo son capaces de crear máquinas, también producen cuerpos heterosexuales. Esto demuestra, afi rma la bióloga y fi lósofa, que tanto el sexo cómo el género son una fi cción.

Pese a los esfuerzos de teóricos, académicos y promotores del debate, la masculinidad lejos del cuerpo del varón continúa siendo poco digerible. No encuentra mucho eco el llamado a apreciar que la diferencia entre un hombre y una mujer biológicos no se encuentra en sexo, género o cuerpo alguno sino en el imaginario social, construido culturalmente y avalado por instituciones cuyo poder radica en una invención compleja, lo que llaman el “monopolio de la verdad”, al que perciben como un objeto siem-pre listo para la represión. Twitter: @WenArellano

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Paul B. Preciado. Foto: Beatriz Preciado

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