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112 www.revistapatologia.com www.revistapatologia.com Patología Revista Latinoamericana ARTÍCULO DE REVISIÓN Patología 2016 jul;54(3):112-122. Patología 2016 Jul;54(3):112-122. Abstract The growing demand for food from the sea, lakes and rivers and that fishing has reached its maximum sustainable limit, has put on the global agenda the need to cultivate fish, mollusks, crustaceans and other aquatic organisms at a mass level. As was the case with the large-scale production of meat products, to domesticate aquatic spe- cies has been necessary to know, control and prevent their diseases, not only by the negative effect they have on their production, but also because some of them can be transmitted to humans (zoonoses). The late development of the marine pathology, considering it on marine organisms and freshwater, faces challenges but also opportunities for collaboration with the veterinarian and human pathology to confront them, especially within a framework of human overpopulation and climate change that affects all of us. KEYWORDS: diseases of aquatic organisms; zoonoses; overfishing; consumption of marine products; aquaculture Patología marina Marine Pathology. Cáceres-Marnez J Cáceres-Marnez J Centro de Invesgación Cienfica y de Educación Superior de Ensenada. Correspondencia Jorge Cáceres Marnez [email protected] Este arculo debe citarse como Cáceres-Marnez J. Patología marina. Patología Rev Lanoam. 2016;54(3):112-122. Recibido: 25 de mayo 2016 Aceptado: 26 de agosto 2016 Resumen La creciente demanda de alimentos del mar, lagos y ríos y el que la pesca haya llegado a su límite máximo sostenible, ha puesto sobre la agenda mundial la necesidad de cultivar peces, moluscos, crustáceos y otros organismos acuáticos a nivel masivo. Tal como ocurrió con la producción a gran escala de productos cárnicos, al domesticar a las especies acuáticas ha sido necesario el conocer, controlar y evitar sus enfermedades, no sólo por el efecto negativo que tienen en su producción, sino también porque algunas de ellas pueden ser transmitidas al ser humano (zoonosis). El desarrollo tardío de la patología marina, considerando en ella a organismos marinos y dulceacuícolas, enfrenta retos, pero también oportunidades de co- laboración con la patología veterinaria y humana para enfrentarlos, especialmente en un marco de sobrepoblación humana y cambio climático que nos afecta a todos. PALABRAS CLAVE: enfermedades de organismos acuáticos, zoonosis, sobrepesca, consumo de productos del mar, acuicultura.

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Patología Revista LatinoamericanaArtículo de revisión

Patología 2016 jul;54(3):112-122.

Patología 2016 Jul;54(3):112-122.

Abstract

The growing demand for food from the sea, lakes and rivers and that fishing has reached its maximum sustainable limit, has put on the global agenda the need to cultivate fish, mollusks, crustaceans and other aquatic organisms at a mass level. As was the case with the large-scale production of meat products, to domesticate aquatic spe-cies has been necessary to know, control and prevent their diseases, not only by the negative effect they have on their production, but also because some of them can be transmitted to humans (zoonoses). The late development of the marine pathology, considering it on marine organisms and freshwater, faces challenges but also opportunities for collaboration with the veterinarian and human pathology to confront them, especially within a framework of human overpopulation and climate change that affects all of us.

KEYWORDS: diseases of aquatic organisms; zoonoses; overfishing; consumption of marine products; aquaculture

Patología marina

Marine Pathology.

Cáceres-Martínez J

Cáceres-Martínez J

Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada.

CorrespondenciaJorge Cáceres Martí[email protected]

Este artículo debe citarse comoCáceres-Martínez J. Patología marina. Patología Rev Latinoam. 2016;54(3):112-122.

Recibido: 25 de mayo 2016

Aceptado: 26 de agosto 2016

Resumen

La creciente demanda de alimentos del mar, lagos y ríos y el que la pesca haya llegado a su límite máximo sostenible, ha puesto sobre la agenda mundial la necesidad de cultivar peces, moluscos, crustáceos y otros organismos acuáticos a nivel masivo. Tal como ocurrió con la producción a gran escala de productos cárnicos, al domesticar a las especies acuáticas ha sido necesario el conocer, controlar y evitar sus enfermedades, no sólo por el efecto negativo que tienen en su producción, sino también porque algunas de ellas pueden ser transmitidas al ser humano (zoonosis). El desarrollo tardío de la patología marina, considerando en ella a organismos marinos y dulceacuícolas, enfrenta retos, pero también oportunidades de co-laboración con la patología veterinaria y humana para enfrentarlos, especialmente en un marco de sobrepoblación humana y cambio climático que nos afecta a todos.

PALABRAS CLAVE: enfermedades de organismos acuáticos, zoonosis, sobrepesca, consumo de productos del mar, acuicultura.

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IMPORTANCIA DE LA PATOLOGÍA MARINA

Para entender esta importancia debemos partir de un marco histórico fundamental: el control de las enfermedades de animales terrestres. La domesticación de los animales terrestres, su crianza y producción ha acompañado el desarrollo de las poblaciones humanas. Esta producción se ha ido incrementando conforme a la demanda de alimentos y no ha sido exenta de la aparición de enfermedades. Recordemos que las enfermedades se presentan de forma natural y son uno más de los factores de inte-racción biológica que ayuda a la regulación de las poblaciones y, por lo tanto, contribuyen a la adaptación de los organismos, a corto plazo y a la evolución de las especies a largo plazo. Esto significa que desde el inicio de la domes-ticación de los animales terrestres se ha tenido que enfrentar a sus enfermedades, estudiarlas y controlarlas; sin embargo, no es sino hasta que se alcanzan niveles de producción masiva y se incrementa el intercambio comercial, asociado con la revolución industrial, que el efecto de las enfermedades en la producción y su disper-sión geográfica obliga al establecimiento de una organización mundial para la regulación de las enfermedades. El punto de inflexión ocurre en 1924 en el aeropuerto de Amberes, Bélgica, cuando se da un brote de peste bovi-na causada por un Morvillivirus y un grupo de veterinarios visionarios, bajo el auspicio de la Organización Mundial del Comercio, crean la Oficina Internacional de Epizootias con sede en Paris, organización mundial capaz de noti-ficar a sus países miembros sobre la ocurrencia de epizootias y de facilitarles la información científica pertinente para luchar contra esas enfermedades con mejores bases. Dentro de la organización se crean comisiones de expertos médicos veterinarios para atender a las enfer-medades de bovinos, equinos, caprinos, aves de corral, etcétera.

¿Y LOS ORGANISMOS ACUÁTICOS?

No es sino hasta 40 años después, durante la década de los 60 del siglo pasado, que se crea la comisión para atender a las enfermedades de los peces, conformada por médicos veterinarios y biólogos marinos. Sesenta y cuatro años más tarde, en 1988, la misión de la comisión de los peces fue extendida a las enfermedades de los moluscos y crustáceos con una participación ma-yoritaria de biólogos marinos. Por la importancia de la sanidad animal a nivel mundial, en mayo de 2003, la Oficina se convirtió en la Organización Mundial de Sanidad Animal, conservando su acrónimo histórico OIE.

En México, la historia es aún más reciente, ya que 68 años después de formada la OIE se crea, en 1992, el Programa Nacional de Sanidad Acuícola (PRONALSA) y la Red de Diagnóstico y Prevención de Enfermedades de Organismos Acuáticos a cargo de la Dirección de Control y Sanidad Acuícola de la Dirección General de Acuicultura de la Secretaría de Pesca (SEPESCA). A este programa se incorporan universidades y centros de investigación con expertos biólogos marinos que comienzan a atender el control de las enfermedades de los organismos acuáticos. A partir del 2007 todas las atribuciones en materia de sanidad acuícola se transfieren al Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria (SENASICA) a cargo de médicos veterinarios. Este desarrollo tardío de la patología marina tiene que ver con la pesca.

Mientras que la producción de cárnicos te-rrestres ha seguido un desarrollo tecnológico sin precedente, hoy el mejoramiento genético, el control de enfermedades y la tecnología de producción nos permite obtener más carne, más leche y productos derivados para satisfacer la demanda de alimentos, la producción de peces y mariscos ha dependido fundamentalmente

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de la pesca. Hasta hace unas décadas se nos presentaba al mar como la despensa inagotable de la humanidad; sin embargo, el constante crecimiento de la población humana alcanzó, en el 2011, los 7 mil millones de seres humanos, nunca en el registro histórico del planeta había habido tal presión sobre los ecosistemas, desde luego los recursos pesqueros no han escapado a dicha presión. La producción pesquera ha alcanzado sus límites máximos sostenibles, es decir, que el equilibrio entre la capacidad de reproducción de las poblaciones naturales y la extracción pesquera ha alcanzado su límite. Por más tecnología pesquera que se desarro-lle, ya no habrá más pesca; por lo tanto, para satisfacer la demanda de productos pesqueros los necesitamos cultivar. Es así que el cultivo de organismos acuáticos o acuicultura, se ha disparado. La contribución de la acuicultura al suministro mundial de pescado, crustáceos, moluscos y otros animales acuáticos ha segui-do aumentando y ha pasado de un 4 % de la producción total en peso en 1970 a un 36% en 2010 y las proyecciones de la FAO indican una producción de 150 millones de toneladas para el 2030, mientras que la pesca seguirá disminu-yendo. Pues bien, el cultivar a los organismos acuáticos ha puesto en evidencia sus enferme-dades, y no es que los organismos acuáticos no se enfermaran, más bien no lo notábamos, porque su abasto ha dependido fundamental-mente de la pesca y no sabíamos lo que ocurría en las poblaciones pesqueras; sin embargo, al mantenerlos confinados para su cultivo y en altas densidades, las enfermedades se manifies-tan constantemente produciendo pérdidas en la producción. Es así que su estudio y control es más reciente si lo comparamos con la medicina veterinaria terrestre. Este crecimiento acelerado de la acuicultura es el medio propicio para el incremento de los riesgos sanitarios y el tema sanitario se ha convertido en uno de los ejes de los programas de seguridad alimentaria a nivel mundial (Figura 1).

¿QUIÉN ATIENDE A LA PATOLOGÍA MARI-NA?

El hincapié sobre el tipo de profesionistas a cargo de esta actividad es muy relevante histórica y prácticamente, tanto a nivel internacional como nacional y esto se debe a que la medicina veteri-naria se originó primordialmente bajo el enfoque de las enfermedades de animales terrestres; sin embargo, el medio acuático representa un am-biente y características que requieren una base de formación académica ambiental, anatómica y fisiológica adicional a la formación veterina-ria. De hecho, son los biólogos marinos sobre los cuales, mayoritariamente, ha descansado el estudio de las enfermedades de los organismos acuáticos bajo su enfoque particular y sin una base médica. Esta situación, primero a nivel mundial y luego a nivel nacional, ha causado fricciones entre ambos sectores. Actualmente, algunos de los programas de estudio en las ca-rreras de médico veterinario, están incorporando a la biología marina y carreras relacionadas con la biología marina están incorporando temáticas de medicina veterinaria.

PARTICULARIDADES DE LA PATOLOGÍA MARINA

Entre los retos particulares que enfrenta la pato-logía marina está el hecho de que los organismos están bajo el agua y es difícil detectar cambios en su comportamiento o en su aspecto que nos sugiera la existencia de una enfermedad. Por lo general, la aparición de una enfermedad en los organismos que viven bajo el agua la vamos a detectar cuando, como en el caso de los peces, éstos ya estén boqueando o flotando muertos en la superficie del agua. Es decir, que aquí se requiere de protocolos de muestreo rutinario que nos permitan detectar la aparición de una enfer-medad a tiempo. Por otro lado, en un ambiente aéreo no tenemos dificultad en detectar irritan-tes, olores o polvo que puedan afectar la salud

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Figura 1. Gráfica de producción pesquera de la FAO tomada de: http://www.concienciaeco.com/2014/07/14/acuicultura-ecologica-y-pesca-sostenible-la-unica-via/

de los animales terrestres, ya que compartimos el mismo hábitat y nuestros sentidos están diseña-dos para percibir cambios que puedan perjudicar nuestra salud. Esto no lo podemos percibir bajo el agua ya que simplemente vemos agua, pero no sabemos nada acerca de sus características fisicoquímicas, lo cambiantes que pueden ser y el efecto que pueden llegar a tener en la salud de los organismos que viven en ella. Pongamos un ejemplo, en ocasiones, cuando visitamos una ciudad o salimos de vacaciones, al tomar una ducha percibimos que al enjabonarnos se hace más o menos espuma en comparación al lugar de dónde venimos; esto está relacionado con el pH del agua y puede ser muy diferente de una localidad a otra. Nosotros vemos agua, pero sus características pueden ser muy diferentes entre localidades y afectar a los organismos que la habitan propiciando la aparición de enfermeda-

des. En este sentido, en el medio marino ocurren mareas y surgencias, es decir, en el primer caso, el ascenso y descenso periódico de las aguas marinas como resultado de la atracción gravita-toria de la luna y el sol sobre el agua. Cuando las aguas costeras “suben o bajan” o “entran o salen” en una bahía o laguna costera, sus pro-piedades fisicoquímicas, tales como la cantidad de oxígeno disuelto, temperatura, salinidad o nutrientes pueden cambiar drásticamente y afectar la salud de los organismos marinos. En el caso de las surgencias, que es el movimiento vertical de masas de agua de niveles profundos hacia la superficie que como consecuencia pro-vocan un movimiento de divergencia horizontal de las aguas superficiales, llevan agua profunda con características fisicoquímicas particulares que también pueden afectar a los organismos acuáticos que viven en la superficie. Como

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podemos ver, en el caso de las patologías de organismos acuáticos, no solo se requiere de una base médica importante, también una base biológica ambiental particular.

Otra de las características diferenciales en el estudio y control de las patologías de organismos marinos, es su fisiología y estrategia reproducti-va. Los invertebrados tales como los camarones, ostiones y almejas no cuentan con un sistema de memoria inmunitaria como en los vertebrados. Su estrategia reproductiva de producir miles de crías que se adapten a diversas condiciones ambientales les permite garantizar que algunas de ellas sobrevivan y se reproduzcan, su sistema inmunológico es simple e innato por lo que no podemos aplicar vacunas y, si pudiéramos, su aplicación sería impráctica. En el caso de ostio-nes, almejas y mejillones, además de vivir bajo el agua, están protegidos por un par de valvas que al cerrarse los aíslan del medio, por lo tanto aún fuera del agua, su aspecto externo poco nos dice sobre su salud y necesitamos desconcharlos para ver en su interior y determinar si hay signos de enfermedades. En este sentido, la patología marina requiere de estrategias de vigilancia permanente.

La aplicación de antibióticos y medicamentos es otro tema fundamental, ya que en el caso de enfermedades bacterianas de organismos acuáticos, como diferentes tipos de vibriosis, ric-kettsiosis o en general bacteriosis; la aplicación de antibióticos es un problema muy complejo ya que la forma de suministro, ya sea incorporados en el alimento, añadidos a los estanques de cul-tivo o aplicados mediante inyecciones, requieren metodologías y protocolos de manejo muy estrictos y siempre hay un alto riesgo de enviar al ambiente bajas dosis de antibióticos que favo-recen el fenómeno de resistencia bacteriana. Por lo tanto, el uso de antibióticos y medicamentos en la acuicultura es un tema de difícil control y alto costo que debe ser plenamente valorado y

utilizarlos solamente en casos muy particulares, como el tratamiento de reproductores (semen-tales) o larvas en condiciones controladas o de sistemas de producción cerrados. En este aspecto el trabajo conjunto de biólogos marinos y mé-dicos veterinarios es indispensable (Figura 2).

ENFERMEDADES QUE AFECTAN EXCLUSI-VAMENTE A ORGANISMOS ACUÁTICOS

La Organización Mundial de Sanidad Animal ha registrado un gran número de enfermedades de declaración obligatoria para los países miem-bros, en este caso daremos tres ejemplos de ellas.

Anemia infecciosa del salmón

Afecta al salmón del Atlántico, principalmente en la etapa del ciclo que se desarrolla en el agua de mar. La anemia infecciosa del salmón es una enfermedad producida por un virus de la fami-lia Orthomyxoviridae, del género Isavirus. Este agente patógeno se presentó por primera vez en Noruega en el año 1984; y posteriormente en las costas atlánticas de Canadá, Escocia, Islas Faroe, Maine y Chile. Es altamente contagioso para el salmón del Atlántico y produce mortalidades de

Figura 2. Estanque de producción de larvas del jurel de castilla Seriola lalandi.

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hasta 90%. Los peces con anemia infecciosa del salmón pueden mostrar un espectro de cambios patológicos que varían dependiendo de la dosis infecciosa, la temperatura del agua, la edad, el estado inmunológico, la cepa del virus y su patogenicidad, la variación estacional, etcétera.

Los peces afectados pueden presentar exoftal-mia, palidez branquial, petequias y hemorragia en la piel y en las aletas. Internamente se obser-va intestino hemorrágico, hígado inflamado y hemorragias en ciegos pilóricos. A nivel histo-patológico se observa dilatación sinusoidal y congestión difusa en el hígado y congestión sinusoidal difusa en el riñón.

Aunque se han probado vacunas su efecto no ha sido el esperado y su control se logra con buenas prácticas de producción acuícola. Chile, que ha sido uno de los países más severamente afectados, ha desarrollado protocolos de control sanitario muy efectivos, entre los que destaca limitar el número de granjas acuícolas acorde con la capacidad de carga del sistema, distancia-miento entre las instalaciones acuícolas, uso de reproductores certificados, medidas cuarentena-rias, manejo apropiado de densidades de cultivo, limpieza y desinfección de artes e implementos de cultivo, sanitización de las áreas afectadas, capacitación del personal involucrado, etcétera.

Síndrome de mortalidad temprana

Afecta al camarón gigante asiático Penaeus monodon y al Camarón blanco de México, Litopenaeus vannamei. El agente causal es una cepa patógena de una bacteria llamada Vibrio parahaemolyticus que ha ocasionado pérdidas significativas en China (2009), Vietnam (2010), Malasia (2011), Tailandia (2012) y México (2013). Se caracteriza por producir mortalidades masivas, alcanzando en algunos casos hasta 100% en los estanques afectados, durante los primeros 10 a 30 días de cultivo (etapa de

engorde) y pocos días después de los primeros signos de la enfermedad. Se introduce vía oral, colonizando el tracto digestivo, produciendo toxinas y causando en la fase aguda una dis-función de las células del hepatopáncreas. Los camarones afectados presentan nado errático, reducción y coloración pálida o blanquecina del hepatopáncreas, textura blanda del exoes-queleto, intestino con presencia entrecortada de alimento o sin alimento. A nivel histopatológico se observa el desprendimiento de las células epiteliales tubulares, aumento del tamaño de los núcleos en las células del hepatopáncreas (ca-riomegalia), inflamación hemocítica y necrosis del hepatopáncreas.

A nivel de laboratorio se ha probado el uso de antibióticos, pero su aplicación masiva no es práctica y el riesgo de impacto ambiental es extremadamente alto. Por tales motivos, la mejor alternativa son las buenas prácticas de cultivo tales como el control de movimientos internos, medidas cuarentenarias, manejo de densidades adecuadas al sistema de cultivo, monitoreo de los organismos en cultivo, remoción de organis-mos muertos, sistemas de filtración eficiente del agua, utilización de reproductores y larvas certi-ficados como libres del patógenos notificables, programas de capacitación y concientización del personal (Figura 3).

Síndrome de deshidratación del abulón

Afecta a todas las especies de abulón (Haliotis spp.) de importancia comercial del noroeste de América del norte, incluyendo los negro, rojo, azul y amarillo que se encuentran en la Penín-sula de Baja California. El abulón es una especie altamente valorada en el mercado asiático, por lo que no es frecuente en el mercado nacional; más de 90% de la producción se exporta ge-nerando importantes divisas para México. Esta enfermedad se descubrió en las costas de Cali-fornia, Estados Unidos, a mediados de la década

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Figura 4. Cultivo de abulón rojo (Haliotis rufescens) en Baja California.

Figura 3. Análisis sanitario del camarón blanco Lito-penaeus vannamei.

de los 80 del siglo pasado, causando el colapso de la pesquería. Actualmente se ha esparcido a Chile, China, Taiwán, Tailandia, Japón, Islan-dia, Irlanda y España. El agente causal es una bacteria intracelular tipo rickettsia denominada Candidatus xenohaliotis californiensis que se aloja en los epitelios del tracto digestivo en donde forma unas vacuolas resistentes. Los sig-nos externos asociados con la enfermedad son decoloración, retracción del manto, retracción del músculo del pie, pérdida de adherencia al sustrato, pérdida de la capacidad de voltearse y muerte. A nivel histopatológico se observa una hipertrofia de las células epiteliales columnares del post-esófago, células epiteliales cuboidales de los divertículos digestivos, seguida de una hiperplasia y metaplasia del tejido, impidiendo los procesos de absorción y secreción enzimá-tica. Se trata de una enfermedad crónica que puede acelerarse bajo condiciones de estrés como es el aumento de la temperatura. Esta enfermedad se puede controlar en reproduc-tores mediante el uso de oxitetraciclina, ya sea disuelta en el agua, incorporada en el alimento o por inyección intramuscular en condiciones controladas. Recientemente se ha descubierto que este tipo de rickettsia puede ser infectada

por un bacteriófago del orden Caudovirales que la destruye, abriendo las puertas al posible uso de bacteriófagos para controlar la enfermedad (fagoterapia). Como en los casos anteriores el uso de buenas prácticas de producción acuícola mencionadas es la mejor alternativa para su control (Figura 4).

ENFERMEDADES ZOONÓTICAS

Si bien los casos anteriores se refieren a enferme-dades de impacto a la producción y no afectan al ser humano también tenemos enfermedades zoonóticas.

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Anisakiasis o anisaquidosis

Se trata de una enfermedad parasitaria presente en una gran variedad de peces marinos que consume el hombre. La especie representativa es Anisakis simplex el cual es un nematodo que alcanza su etapa adulta en mamíferos marinos como delfines, ballenas y focas pero puede infectar al hombre. Diferentes estadios de desarrollo ocurren en crustáceos y peces, en particular en los peces encontramos un estadio larval que puede ser muy abundante en el tracto digestivo. Este nematodo tiene la capacidad de migrar al tejido muscular del pez infectado cuando sale de su sistema digestivo y es cuando hay riesgo de ser transmitido al ser humano si se consume al pescado crudo o mal cocinado. En los mamíferos marinos, la larva de Anisakis sufre cambios hasta alcanzar el estado adulto alojándose en el estómago, lo mismo puede ocurrir en el estómago o in-testino del ser humano. Las larvas penetran en la mucosa del tracto digestivo causando una reacción inflamatoria que puede complicarse con una reacción alérgica. Se han descrito tres formas clínicas de esta enfermedad, anisaqui-dosis gástrica o gastroalérgica cuando afecta al estómago, anisaquidosis intestinal cuando afecta a la pared del intestino y anisaquidosis extragastrointestinal, heteróloga o ectópica cuando afecta tejidos extragastrointestinales como la mucosa esofágica y orofaríngea, entre otros. En general, un paciente parasitado por Anisakis puede presentar dolor abdominal agu-do, náuseas, vómitos, fiebre y diarrea, síntomas inespecíficos que hacen que esta enfermedad se pueda confundir. La forma de prevenir la anisa-quidosis es evitar el consumo de pescado crudo o poco cocinado. El tratamiento más efectivo es la extracción del parásito de forma tempra-na mediante una endoscopia digestiva. Se han utilizado antiparasitarios, como el albendazol, pero no existe mucha evidencia de su eficacia.

Zoonosis diarreicas e intoxicaciones

Otras zoonosis de mención especial son las enfermedades diarreicas o intoxicaciones por el consumo de mariscos, un caso particular es el de los ostiones, mejillones y almejas que pue-den estar contaminados por bacterias del tipo coliformes fecales o incluso bacterias como el Vibrio cholerae. Los moluscos bivalvos, como se les conoce a este tipo de organismos por estar contenidos entre un par de valvas, viven en el fondo del mar y lagunas costeras en donde fil-tran el agua para alimentarse de las microalgas y materia orgánica. De hecho, son considerados los filtros de mar ya que contribuyen a depurar las aguas costeras y mantienen al ecosistema saludable. Sin embargo, al acumular bacterias y materia orgánica, que son inofensivas para ellos, pueden resultar peligrosas para el consumo humano si la cantidad o diversidad de bacterias que contienen sobrepasa los límites permisibles para su consumo o son especies altamente pa-tógenas. La mejor manera de evitar enfermarse por el consumo de estos alimentos es cerciorarse que provienen de lagunas costeras certificadas o que han sido depurados. Así mismo, es im-portante estar seguros que las condiciones de refrigeración, manejo y comercialización han sido las adecuadas. Una forma de minimizar el riesgo de adquirir una enfermedad diarreica por el consumo crudo de moluscos bivalvos es escurrir el líquido que vemos en las valvas antes de consumirlo; esto es porque aunque lo que ob-servamos es un líquido transparente que parece agua, en realidad es la “sangre del molusco” que se llama hemolinfa la cual carece del pigmento conocido como hemoglobina que da el color rojo a la sangre de los vertebrados; es decir, que ese líquido es un excelente medio de cultivo para las bacterias que ha filtrado. Adicionalmente, en ocasiones podemos observar que en el líquido hay algún filamento obscuro que suponemos le da más sabor al producto, en realidad se trata de

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mucosidades conocidas como seudoheces, que consiste en una masa de materia orgánica en la que el molusco ha envuelto bacterias, materia orgánica y micropartículas con las que no desea alimentarse. Esta mucosidad puede permanece por un tiempo en la cavidad intervalvar antes de ser expulsada; si queda expuesta a la hemolinfa, las bacterias envueltas en ella tendrán un caldo de cultivo propicio para su desarrollo.

Entre las intoxicaciones a las que estamos expuestos por el consumo de mariscos están aquellas producidas por toxinas que ha acu-mulado el marisco en su cuerpo; en este caso, nuevamente los moluscos son especialmente importantes por su naturaleza como organismos filtradores aunque crustáceos y peces también lo son. En el mar ocurre un fenómeno conocido como florecimientos algales, esto se refiere a un crecimiento explosivo de ciertas especies de microalgas que ocurre naturalmente dentro del proceso de sucesión ecológica, recordemos que las especies de microalgas que pueblan el mar y que son las principales productoras de oxíge-no en el planeta, cambian de acuerdo con las estaciones del año, ya que la disponibilidad de nutrientes que requieren para realizar la fotosín-tesis va cambiando a lo largo del año. Hay ciertas especies de microalgas que producen toxinas, mismas que pueden ser nocivas para los organis-mos acuáticos pero también para el ser humano; cuando ocurre un florecimiento algal de este tipo de algas se dice que hay un episodio de “marea roja”, cabe señalar que no necesariamente el pigmento de las algas en cuestión debe ser rojo, sino que varía de acuerdo con la especie de que se trate. Hay varias especies que forman mareas rojas y producen toxinas llamadas “biotoxinas” y dependiendo de su naturaleza causan distintas enfermedades al ser humano cuando consume moluscos u otros organismos marinos que han estado expuestos. Entre las más importantes en-contramos a la saxitoxina o toxina paralizante de los moluscos que produce dolor de cabeza,

mareos, náuseas, vómitos, diarrea, debilidad mo-triz y dificultades respiratorias. Entre las especies que producen esta toxina están Alexandrium ca-tenella y A. tamarense. La toxina diarreica de los moluscos propia de algunas especies del género Dynophisis y Prorocentrum que produce diarrea, náuseas, vómito, dolor abdominal y escalofríos; la toxina amnésica de los moluscos secretada por especies del género Pseudonitzchia que provoca trastornos gastrointestinales y pérdida de la memoria y la neurotoxina de los moluscos causada por especies como Karenia brevis que provoca trastornos gastrointestinales, vértigo y puede ser mortal. Estas mareas rojas se han venido incrementando por los aumentos en los niveles de contaminación por materia orgánica en las zonas costeras y por el aumento de tem-peratura oceánica debido al cambio climático y son más recurrentes en el verano. Por lo ge-neral, las autoridades sanitarias a nivel mundial establecen vedas de pesca cuando ocurren estos episodios y alertan a la población. En México, la instancia que se encarga de las vedas es la Co-misión Federal para la Protección Contra Riesgos Sanitarios (COFEPRIS), órgano desconcentrado de la Secretaría de Salud.

INTERACCIONES CON LA PATOLOGÍA HUMANA

Como se ha mencionado, el desarrollo de la patología marina ha sido tardío y sobre la marcha ha venido aplicando, descubriendo y redescubriendo técnicas propias de la patología veterinaria terrestre y humana. Un ejemplo cu-rioso es el uso de rayos X para observar lesiones en las conchas de los moluscos. El personal a cargo de un laboratorio de radiología por lo ge-neral se sorprende cuando el paciente no es un ser humano, un perro o un gato, sino un ostión o una almeja enferma. Lo mismo suele ocurrir con el empleo del aparato de ultrasonido para determinar si hay alguna alteración interna en un atún o en un jurel de castilla; de hecho, su

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transporte al laboratorio o el traslado de equipos de radiología o ultrasonido a granjas acuícolas representan todo un reto. Por otro lado, en medi-cina humana o veterinaria un hematocrito es una información muy útil para determinar la salud de un individuo, los tipos celulares y composición plasmática están perfectamente definidos, pero cuando se trata de un camarón o un ostión, los tipos celulares apenas se conocen y se han di-ferenciado muy pobremente. Cuando hablamos de la histopatología, para describir los tejidos, los cambios tisulares y celulares así como diver-sas patologías en invertebrados, se suelen usar términos de patología humana, que difícilmente corresponden a una realidad anatómica y fisioló-gica bien definida en invertebrados marinos; en este sentido, hace mucha falta el estudio de la histopatología marina comparada, que pudiera auxiliar en la correcta descripción e interpreta-ción de las alteraciones que se observan en los organismos acuáticos.

También existen ejemplos de interacciones enriquecedoras para la patología humana que pueden surgir de la patología marina; por ejem-plo, recientemente se ha descubierto un método particular para separar de los tejidos infectados a la bacteria intracelular del orden de las rickettsias que provoca el síndrome de deshidratación del abulón que ya mencionamos, ya que forma una vacuola resistente. La separación de los tejidos infectados sin necesidad de desarrollar líneas celulares o medios de cultivo específicos ha per-mitido abundar en su estudio y posible control. Este método quizás pueda ser empleado en pato-logía humana o veterinaria terrestre para separar y estudiar a este tipo de bacterias sin cultivarlas. Otro tema interesante es el uso de parásitos de organismos marinos, como el protozoario pa-rásito del ostión americano llamado Perkinsus marinus, que se está empleando como modelo para el estudio de vacunas que potencialmente podrían ser utilizadas en el ser humano contra ciertas enfermedades parasitarias. La identifica-

ción de sustancias antibióticas y terapéuticas que se obtienen a partir de organismos marinos como caracoles, anémonas, algas, etcétera, y que pueden ser utilizados en farmacéutica para el tratamiento de enfermedades es una realidad que cada vez toma mayor importancia. Otro tipo de interacciones entre la biología marina y la patología humana hoy representan alternativas novedosas, y hasta curiosas, para el tratamiento de enfermedades, como la “delfinoterapia” o convivencia con delfines para el tratamiento de enfermedades del sistema nervioso en niños y adultos o la terapia para pies que permite utilizar ciertas especies de pececitos que se alimentan de ectoparásitos y células muertas de los pies (Figura 5).

REFLEXIONES SOBRE EL TEMA

Al inicio de este artículo se pone en contexto histórico el desarrollo tardío de la patología marina como resultado de darnos cuenta de que la pesca en el mar, lagos y ríos no es in-agotable y por lo tanto necesitamos “cultivar”

Figura 5. Hipnosporas del protozoo parásito Perkinsus marinus utilizado como modelo para el estudio de vacunas para el ser humano.

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Patología Revista latinoamericana Volumen 54, Núm. 3, julio-septiembre, 2016

a los organismos acuáticos para cubrir el déficit pesquero. El mantener estos cultivos a gran es-cala ha puesto en evidencia a las enfermedades y su importancia para la producción y salud humana; sin embargo, nos enfrentamos a varios retos y paradojas, uno de ellos es colocarnos a la par de la medicina veterinaria terrestre y humana en términos de conocimientos básicos y desarrollo tecnológico. Esto beneficiará a la patología humana y veterinaria en general, ya que muchos de los nuevos descubrimientos pueden ser aplicados al control y tratamiento de enfermedades en esos ámbitos y hay un mar de posibilidades por descubrir. Paradójicamente, el mar, los lagos y ríos en donde tenemos que cultivar estos recursos y de donde podemos obtener elementos para atender diversas en-fermedades del hombre y los animales, es en donde vertemos los desechos de una población de ya más de 7 mil millones de seres humanos. El impacto de esta enorme cantidad de dese-chos en la salud de los organismos marinos y acuáticos en general es determinante y las con-secuencias las estamos percibiendo: aumento

en la frecuencia y diversidad de enfermedades de las especies acuáticas en cultivo, aumento y duración de los episodios de mareas rojas, acidificación de las aguas costeras, aumento de zonas hipóxicas o anóxicas en los fondos mari-nos y todo esto en un entorno de calentamiento global. Hoy sabemos que también a nivel de poblaciones humanas y de animales terrestres los brotes de enfermedades son más frecuentes, de mayor extensión geográfica y de mayor difi-cultad en su control. Los medios de transporte modernos, así como las corrientes de agua en el mar, son un medio formidable para la dispersión de las enfermedades. En este sentido, debemos de hacer conciencia y desarrollar estrategias que nos permitan controlar este entorno, cada uno podemos contribuir en la disminución del impacto que estamos teniendo en la naturaleza moderando nuestros hábitos de consumo y la cultura del “usar y tirar”. La creatividad humana y el propio instinto de supervivencia de la hu-manidad seguramente encontrarán los caminos para superar estos obstáculos pero debemos de empezar ahora.