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Hño 1 SHRCELONM : 29 de T1bríl de 1918 Núm. 1

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SE PUBLICA LOS DÍAS

14 Y 29 DE CADA MES

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I]IRECTOR - -- OFICINAS

GU I IRAO HOM E D ES NÁPOLES, 288, 1.° : BARCELONA

LOS GWANDE3 MAE,^T1^O,^

- RETRATO DE DOS MÉDICOS

Atribuído a Velázquez, que figura en la maravillosa co-^^ A • ^^ \

lección de pinturas clásicas del Dr. Scháfer: Barcelona.

AL EMPEZARCORRESPONDE a la juventud ocupar sitio

de honor, que es sitio de trabajo, en lacruzada que hemos de emprender para ele-var nuestra patria y situarla en lugar preferentedentro de la futura sociedad de las naciones.

La guerra actual hahundido y desacreditadotodos los valores exis-tentes. Pero como hadicho muy bien el maes-tro Unamuno, la guerraes un parto. Todo elgran dolor de la guerra,es el gran dolor majes-tuoso del parto. De estegran dolor, ha de nacertina aurora. El dolor delos partos es magnífi -co, porque es fecundo.Y por esa fecundidad in-mediata, la guerra ac-tual. que ha hundido ydesacreditado todos losvalores que conocíamos,lleva tina vida en gesta-ción.

Ciencia, Arte, Filoso-fía, todo, ha de mar-char por desconocidassendas vírgenes. Usos,moral, costumbres, hande presentar nuevas for-mas, nuevos caracteres.Y si la crítica, comoafirmó Oscar WVilde, esanterior a la producción,o, lo que es igual, todaobra es el resultado deun proceso de críticapreviamente desmenuza-da, lo que las circunstan-cias imponen es una la-bor de crítica que lleveen ella el gérmen, e in-cluso la modalidad, dela obra nueva, cuya apa-rición es necesaria, por-que todo lo reputado has-ta hoy como sólido hasido deshecho, y resul-taría inútil pensar y ha-cer obra restauradora.

Venimos, pues, a ha-cer crítica, en ese am-plio sentido en que laaceptara el ilustre escri-tor inglés. Venimos a hacer crítica, porquequeremos crear. Y como entendemos, con Víc-tor Hugo, que el Arte es padre de la filosofíay del heroísmo y de la ciencia, queremosmilitar bajo su bandera, convencidos de que elArte, verdad tan perenne e inmutable comoDios mismo, es quien ha de mostrar a la hu-manidad las nuevas sendas que deberá se-guir.

No creemos en la política. No creemos queTiberio ni Nerón hayan legado al mundo pormedio de Roma, la milésima parte de !o que noslegara el autor del «Prometeo Encadenado».

Ni creemos que Isabel de Inglaterra y los hom-bres políticos que vivieron a su lado, dejárana la sociedad beneficio comparable al quela diera Shakespeare, haciendo hablar desdela tribuna de la farándula a los marineros de

Londres. Ni sabemos de político alguno que enesta guerra que hoy nos espanta, logre hacerseadmirar de sus enemigos, como a cualquierhora en cualquier día y donde quiera, se haceadmirar el sublime sordo que llevó al pentá-grama los acordes de la Novena Sinfonía.

La política rara vez ha servido para algopráctico, y el Arte, por divina y rara paradoja, ha estado en acción creadora perma-nente.

A la hora de crear, como es la hora que vi-vimos, trabajaremos bajo la bandera del Arte,y a su sombra confiamos en el éxito de nuestra

labor. Este culto que le rendimos dará a cuan-tos colaboremos en VIDA ARTÍSTICA unaunidad de acción perfecta, imprescindible pararealizar obra provechosa. Alejados de la política, ni filias ni fobias, ni izquierdas ni dere-

chas, entretendrán y ha-rán estéril nuestro es-fuerzo. Y si alguien pen-

A1Asare que dentro e rtehallaremos motivos su-ficientes de discordia ,conviene sacarle de suerror desde ahora mismo.

El arte clásico, por-que está definitivamenteconsagrado y el paso delos siglos desde Egiptohasta el Renacimiento,no ha logrado entibiar elesplendor de su triunfo,nos inspira profunda de-voción. El arte moder-no, — moderno en susmanifestaciones plásti-cas , pero inmutable en subelleza — no dividirá ja-más nuestros entusias-mos.

Futurismo , cubismoteosofismo, y tantosotros ismos hoy muy altaso, no pasarán jamáspor nuestras páginas hi-riendo el buen gusto denuestros lectores y ladignidad del Arte. Esaespecie de neurasteniaartística es lo único quepodría romper la utili-dad de nuestro trabajo.Por eso no la daremosacogida, ni aun a títulode curiosidad.

De Portugal y deAmérica formarán anuestro lado elementosde prestigio a fin de es-tablecer un beneficiosointercambio intelectual.Si nuestra obra da conoresultado una mayor in-timidad ibero-americana,al Arte d-beremos la sa-tisfacción de haber hechoalgo útil para el porve-nir de nuestra patria.

Podríamos ahora, para terminar estas bre-ves líneas , hacer un elogio de nuestras cola-boraciones permanentes. Pero ello seríapresunción poco compatible con nuestra auste-ridad. En esta misma página publicamos elcuadro de redacción y de colaboradores deVIDA ARTÍSTICA.

A la bondad de todos ellos, que no a nues-tros escasos merecimientos, se debe que estarevista pueda dar a sus lectores una impresiónde autoridad y de prestigio indispensable paraalcanzar desde el primer momento la confian-za del público.

GUIRAO HOMEDES

CUT\DI^O DE I^EDITCCIÓNV

COL^BORbORES PERM9NENTES

REbRCTORES

Flores — I. Socías i\ldape — Joaquín Pastors

COL?iBORRbORES

Rodríguez Codol^í — Crítica de Arte.González Blanco — Carta Artística de Madrid.ao de Lacerda — Carta Artística de Portugal.

Zamora — Crónica de Modas.

DiSUJFINTES

Lao Romero — G. Perés — Gili Roig — Zamora

— CF'RIC?ITURIST^IS —

Ozores — "Ele" — Pnsnrell

El ilustre catedrático de la Universidad de Coimbra ynotable escritor portugés D. Aarao de Lacerda, a quien"VIDA ARTÍSTICA" suplicó el envío de una crónica deArte de Portugal cada quince días, ha contestado a nuestrorequerimiento con el siguiente telegrama:

GUIRRO I-1OMEDES:Barcelona.

Recibí hoy honroso convite colaboración

"VIDn tïRTÍSTICI".—Próximo número en-

vinré artículo.—Saludo con admiración, ju-

ventud artística y literaria española.

^IRRñO DE L?CERDR

Desde el próximo número, nos complaceremos en ofrecera nuestros lectores las exquisitas cuartillas que nos remitirásucesivamente el ilustre catedrático portugués.

2 VIDA ARTÍSTICA

LOS HUMORISTASnn

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VIDA ARTÍSTICA

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CARTA DE MADRID

El monumento a Galdós

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L acontecimiento artístico de estos últi-mos días, — que ya mis amables lectorespresuntos habrán visto pregonado en las

revistas madrileñas — es el presagio de lainauguración de un monumento a Galdós, queserá obra del joven y ya notorio escultor mon-tañés, Victorio Macho. La obra, tal como lahan dado a conocer La Esfera y Nuevo Mun-do, no es hasta ahora más que un boceto; eljoven escultor, a la vez que artista inspirado,jornalero laborioso, trabaja intensamente porconvertirla en monumento acabado y defini-tivo.

mos... Macho ha estudiado meses y meses algran maestro; lo conoce luego, tiempo hace,desde Santander, y allí en San Quintín Iniciólos primeros ensayos de un busto que repro-dujera la cabeza animada y vibrante de Galdós.Mas donde ha comenzado realmente a laboraren la estatua, ha sido aquí en Madrid, desdeunos meses ha, en su hotelito de la calle deHilarión Eslava, donde tantas veces hemos idoa visitar a don Benito, el escultor, RamírezAngel y yo, como en peregrinación devota,hebdomadariamente repetida, fijándonos fecha,como se va a los viernes de Jesús...

El maestro aparece en la postura íntima yque nos es ya tradicional y conocida a los que

nada, no ha exagerado nada, no se ha atenidoa las normas del citado Rodin, que decía aEduardo Seluvré: «Hago resaltar un rasgoesencial exagerándolo ligeramente sin romperla armonía del conjunto... Así llego al ca-rácter».

Victorio Macho, no ha necesitado llegar aesto; ha seguido la pauta del más estricto ypuro realismo, que al fin es la norma estética aseguir, tratándose de inmortalizar en piedra almás grande maestro del realismo español con-temporáneo...

Victorio Macho ha presentado a Galdós,viejo, abatido y doliente. En suma, tal como loconocemos. El pobre y triste maestro de An-

La gloriosa figura del maestro, que en laestatua revive con toda su palpitante fuerzade vida, se nos aparece, no a estilo de políticoencaramado, ni de filántropo enternecido, nide conquistador arrogante, sino en la más no-ble y pura de las intimidades. Cuantas vecesse haya dicho que el traje burgués de levita,el uniforme laico adoptado por nuestra meso-cracia es antiartístico e inestético, serán po-cas; pues realmente nada menos ocasionado allucimiento de un escultor que esa indumen-taria fría y rígida, sin un gesto de gallar-día, sin un rasgo de elegancia, al punto de quetantas veces ha hecho pensar a los que se preo

-cupan de la estética de la indumentaria, encómo se haría que el Presidente de la Repú-blica Francesa, no hiciese un papel deslucido,con su levita negra, al lado de los brillantescoraceros en las maniobras militares de Lon-gchamps...

Pues huyendo de la convencional y antipá-tica levita y de la actitad erguida, tal vez conun rollo de papeles en la mano, en que casitodos los escultores cursis colocan a los filán-tropos pueblerinos; Victorio Macho ha queridosorprender al maestro en la intimidad, en lapreciosa intimidad del final, pobre y angustio-so,de una vida de trabajador intelectual, y tras-ladárnoslo a la piedra para que lo admiráse-

le visitamos: sentado a lo largo de un sillón,las piernas totalmente extendidas, la manooprimiendo un habano mil veces apagado y lamirada errante y sin fijeza, a través de loslentes.

Macho ha interpretado a Galdós con unajusteza de intimidad y una valentía de ejecu-ción que acusan en él un temperamento degran artista. No es el trabajador intelectualsorprendido en su tarea; no es, por ejemplo,el Víctor Hugo que sonrió; Rodin, siempreinacabado, y que semeja a un Vulcano fatiga-do, apoyado en una roca, con el torso desnudo,reposando de su labor de gigante; ni es elBalzac del mismo Rodin, en pose genial; no...Es el artista íntimo, privado y doliente, es elhombre en el hogar, con su actitud burguesa ynormal, sin gallardías de genio o poses de su-perhombre... Es el don Benito sencillo, cam-pechano y normal que todos conocemos; eldon Benito que parece más que el creador,uno de los héroes de sus novelas madrileñas...

La cabeza está trazada con un acierto queasombra; los pliegues de la manta que se ciñea las piernas de don Benito, tienen tina compo-sición perfecta; las manos son un prodigio decincelado; y en los paños que caen detrás delsillón, el escultor ha huído de todo barroquis-mo ornamental. Macho no ha desproporcionado

gel Guerra no es, claro está, un poseer lite-rario, que escribe como Séneca el elogio dela pobreza sobre tina mesa de oro macizo; nimenos es un simulador de humildad. Es realy verdaderamente un hombre que sobre losdaños que la senectud suele traer consigo,suma el inmenso malestar de la pobreza. Y sitodo ello es doloroso tratándose de un hombreseptuagenario ¿qué no será cuando esto se dicedel mayor trabajador intelectual de España?...

En principio, se tuvo el proyecto de quefuera un busto lo que se dedicara al gloriosomaestro de Fortunata y ,Jacinta; pero pare-ció el homenaje poco proporcionado a la mag-nitud de su obra... I-labía que esculpir unaestatua fuerte, enérgica, que se impusiese a lainspiración de las multitudes de hoy y de lasmultitudes de muchos años adelante, que veanen la gloria de don Benito, perpetuada en pie-dra, la concreción de un periodo entero denuestra historia... Para darle mayor fuerza yvigor a la expresión escultórica, el escultor noha querido plasmarla en mármol — que ya pa-rece más convencional y usado — ni aun enbronce,—que da aire algo académico—sino enpiedra, en piedra viva y fuerte de España,como dando a entender que había brotado dela entraña misma de la raza. Y del seno de laraza fuerte y recia de España ha brotado don

4 VIDA ARTÍSTICA

Benito, el mas excelso novelista, el mas sobe-rano escultor de almas españolas que ha pro-yectado el siglo xix sobre nosotros...

Una Comisión se ha formado, compuesta delescultor — que generosamente se ha brindadoa ofrendar la estatua — de los tantas vecesaplaudidos comediógrafos, Alvarez Quintero,(que últimamente se han consagrado a la tareanobilísima de poner sobre la escena, figura tanpoética e idílica como Marlanela, que vienea ser en la novelística galdosiana lo que Mig

-non en la obra total del excelso Goethe), el muyreputado crítico de arte, José Francés, (que haconsagrado últimamente en La Esfera un be-llo artículo a la obra del escultor), el muy ma-drileño y cordial novelista Ramírez Angel, y elque modestamente firma estas líneas. EstaComisión se ha propuesto — nos hemos pro-puesto, diremos more episcopal! — allegarfondos para erigir la estatua en uno de losmás frondosos y poéticos rincones del Retiro.El Alcalde, el siempre generoso y propicio atodas las nobles causas, Francos Rodríguez, hamarcado ya el paraje que hemos de consagrara la memoria del maestro. Y no se dará la pa-radoja de que tengan estatua tantos próceresde pacotilla y no lo tenga el cantor de Madrid,del Madrid mesocrático y adorable que hemosconocido ya por las referencias de nuestrosprogenitores... Y así conto EÇa de Queiróz,por haber cantado a Lisboa aun habiéndola tra-tado muchas veces desamoradamente y conhiel, tuvo su estatua (erigida por FeixeiraBastos) en el rincón más típico de Lisboa, enel Rocío, nosotros queremos que Galdós queha cantado siempre a su Madrid con tantoamor y cariño y que es hijo predilecto de estavilla, aunque no sea por designio del Destino,su lugar de nacimiento, tenga un monumentodigno de perpetuarle en el más dulcerincón del más delicioso parque deMadrid... y sobre todo, del parqueque representa toda la vida de Madriden el siglo xix, la vida que esculpióGaldós en sus novelas de la primeraépoca...

El Parque del Oeste será el lugarde recuerdo para nuestros hijos; seráel jardín futuro de Madrid, el delsiglo xix; para nosotros lo que esaún el Retiro que pervive aún enlas nieblas de los recuerdos de ado-lescencia.

Victorio Macho ha puesto en suobra todo su arte y toda su admi-ración al maestro; y deja ahí parala posteridad, en piedra viva de Es-paña un monumento sereno, sin dis-locaciones ni retorcimientos, claro,ptiro, realista.., como la obra delgran maestro. Nosotros hemos pues-to de nuestra parte toda la voluntady el esfuerzo que debemos a hombretan excelso como don Benito y aempresa tan meritísima como la deglorificarle en vida para que se llevesiquiera de este mundo, no sólo elagrio zumo de la envidia y la hielde la penuria, sino también el néc-tar de la gloria... Ahora, los hombresde buena voluntad, los que quierenbien a su patria, son los encargadosde cooperar a la obra.

Un estreno de

Eduardo Marquina

Eduardo Marquina está ya consa-grado por la crítica y el publico, comoinsigne dramaturgo , representantedel teatro poético, heredero de la

tradición española del siglo de oro... Susdramas líricos En Flandes se ha puesto elsol, Las hilas del Cid, Las flores de Ara-gón, El Retablo de Abrellana, Doña Maríala Brava, tienen ya una justa resonancia ymarcan una fecha en el teatro contemporáneo.En prosa, Marquina ha producido poco y ello nopuede aparearse (justo es confesarlo) con suproducción en verso. El drama lírico, que seciñe al ropaje majestuoso de la métrica, tieneuna consagración nativa en los escenarios deEspaña, porque es el manto flamígero en quese ha envuelto la raza, y por ser esa clámidetan peculiarmente ibérica, posee de antemanolas condiciones del triunfo. Mas por ello mis-mo, quien se habitúa a caminar con la túnicaesplendorosa del verso en el teatro, difícil-mente se mueve con soltura en la túnica pobrey descosida de la prosa teatral, del diálogosobrío y escueto que no suele tener las irisa-ciones de la prosa novelesca, que no se prestaa la descripción y a la metáfora brillante, que noes prosa asicrtrca ni aun /laubertiana, porqueno podría serlo.

De todos modos, las tres obras en prosa queyo conozco de Marquina en el teatro, sin ser lomás granado de su labor dramática, son obrasmuy estimables y dignas de tomarse en consi-deración. Después de La Hidra y Cuandoflorezcan los rosales, recientemente, Mar-quina ha estrenado en el teatro de la Princesa,Alondra, historia moderna en tres actos y enprosa.

No está aquí el lírico, no, el lírico renova-dor del teatro del siglo de oro, el que — conAntonio Rey Soto, presbítero y poeta paramayor decoro de la tradición castellana, y Enri-que López Alarcón, poeta fantasista — repre-senta harto más debidamente que el hueco y

superficial Villaespesa, la línea pura de ladramaturgia castellana.

Está un dramaturgo totalmente distinto elque se nos revela aquí. Es un observador yten analista; observador de la vida moderna yanalista de los sentimientos modernos. Nospresenta un ambiente chic de una playa demoda en el norte de España. En el primer actoconocemos figuras de muchachas «bien» quese han educado en Oxford y en Francia. Es-tamos en un mundo selecto; y allí se nos pre-sentan las simpáticas figuras de Carmen He-llin, la protagonista, con el acierto habitualinterpretado por María Guerrero, y CarlosAirón, el simpático mozo que tan diestramentepone en relieve la presencia escénica del se-ñor Díaz de Mendoza (D. C.). Conocemostambién entonces el fuerte y enérgico carácterde Juan Manuel, desempeñado por el granactor Fernando Díaz de Mendoza; y todos estospersonajes nos atraen por su aire de verismo yde vida moderna.

El drama comienza a desenvolverse en elsegundo acto. En el primero el dramaturgo nosexpone solamente a los tres personajes men-cionados y al grupo de personajes accesoriosmuy bien diseñados por la Srta. Hermosa (en-cantadora de dicción, de elegancia y de piz-piretería) y por la Srta. Pacello, así como porel Sr. Díaz de Mendoza y Guerrero (D. F.) Enel segundo acto se diseña el problema queculmina y se desenlaza en el tercer acto.

La lucha entablada en el alma de CarmenHeliin entre sus sentimientos de madre y sucorazón de mujer — Carlos Airón, hay quenotario, es hijo de su anterior esposo — vienea ser la clave del conflicto dramático. Eltemplado y enérgico carácter de Juan Manuelse abate al final en una desesperanza suprema

y apela al suicidio. Carlos Airón,expulsado violentamente de la casapor el marido de su madre (que sientelos absurdos e inverosímiles celos delpedazo de corazón que le roba Car-men con su idolatría por el hijo) seva noblemente, como un héroe mo-derno, a la línea de combate, a bus-car « el fuego de purificación » —como dice tan bellamente Marquina.

La obra no recuerda en nada losanteriores dramas poéticos de Mar-quina; recuerda más bien las obrasde Bernstein y de Bataille, joyas delteatro francés moderno. Marquina haacertado con una nueva modalidadartística para su consumada periciaescénica; y el día en que cristaliceen una fórmula acabada, Marquinaserá estimado en el mundo literariocomo un dramaturgo de la vida mo-derna, tanto conto lo es ya en cuantodramaturgo de verso, como vérticedel glorioso triángulo que forman losya nombrados Rey Soto y LópezAlarcón, que si despojaron ya sudrama lírico de los conceptismos ydiscreteos gongoristas, tan usualesen nuestras comedias del siglo deoro, lograrán al fin despojarlos dela faramalla e inchazón de la retóricanueva, representada por el hinchadoy vacío Villaespesa.

Tratándose del teatro de la Prin-cesa, superfluo me parece encarecerla elegancia y suirtuo:idad de la pre-sentación escénica y el prestigio quedan a todos sus estrenos esos dosmaravillosos artífices de eleganciateatral que se llanta el matrimonioGuerr¿ro-Mendoza.

ANDRÉS GONZÁLEZ BLANCO

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VIDA ARTÍSTICA 5

EXPOSICIONES bE Bri RCELONt9

UNA tras otra, con rapidez vertiginosa, secelebran en Barcelona las exposiciones,cuando no son varias las que a un tiem-

po reclaman la atención. ¿Dónde se mete tantolienzo; dónde van a parar las esculturas que seesculpen, aunque sean estas en menor númeroque las obras pictóricas? El mercado artístico,entre nosotros, no se ciñe a lo que la ciudad ad-quiere, que tal vez sea, en proporción, dondemenos los artistas cobran sus producciones;sino a las compras que se efectuan para tierrasde América y a lo que algunos extranjeros, depaso en nuestro país, se llevan al suyo. Estoúltimo, aunque semeje estraño que ahora ocu-rra. Sin embargo, varios casos se dieron deello.

Pero no se trata aquí de hablar de ese ex-tremo, por más que no deja de poseer interés;de lo que se trata es de recoger, en unas sen-cillas notas, el movimiento artístico de lacapital catalana. Esto es: decir algo sobre lasmanifestaciones públicas de la labor de nues-tros artistas y de aquellos que viviendo enotra región peninsular o fuera de España acu-den a exponer obras suyas, con miras econó-micas tinos, por el deseo de ser consagradospor el público barcelonés otros.

En lo que por muchos títulos cabría deno-minar la casa solariega, en el Salón Parés,muchas fueron las exposiciones. Recordare-mos, primeramente, la de don Ivo Pascual y ladel señor Martínez Vázquez, celebradas simul-táneamente, paisagistas ambos. Si la naturale-za, tal como el último la interpretaba, toma amenudo apariencias fantásticas, en cambio, enlos lienzos del señor Pascual, se nos presentainteresante por la delicadeza y la fusión detonos, por la manera de resolver los efectosluminosos o atmosféricos, merced a que dentrode la nota general prevalece la mayor suma dematices que ;e es dable conseguir al autor.

SEVILLANA. Dibujo de Urbezo.

NOTAS DE ARTE

Algo después llenó el mentado salón donJuan Cardona. Al conocedor de la producciónanterior de arte artista, no le fué difícil adver-tir las mismas cualidades que particularizabanlas obras en que se le aplaudió en diversasocasiones. Temas pintorescos y anecdóticos,en los cuales los tipos populares son por lo ge-neral los protagonistas, eran evocados eu losflamantes lienzos; donde abundaban las figurasde mujer esbeltas y nerviosillas, de cabellos yojos negros, a menudo sonrientes y siempre en-vueltas el cuerpo con el mantón de Manila,bajo el cual asoma la almidonada falda de fara-laes. Tendencia a lo polícromo, con tintasvivas, domina sobre la consecución de unatonalidad imperante; una iluminación manejadaa gusto del autor, con lo que se facilita el logrode contrastes, es lo que priva; y una disposi-ción escénica que ofrezca un lineamiento agra-dable a la mirada, completa lo peculiar de esastelas.

El señor Martí Garcés, el pintor de interio-res, de luces opuestas, el relacionador de tonos,el que con solo su paleta dota de interés a losque no todos conseguirían dárselo, mostró, asu vez, un conjunto de obras donde quedabade nuevo afirmada su individualidad. De esoscuadros, algunos como El espejo y Margaritareclamaban el elogio sin reservas. En el pri-mero, la suntuosidad que ofrece en su senci-llez de elementos, impresiona al instante, sinque la dificultad que nace de la violencia de laluz reflejada en parte de la luna del espejo. enrelación con la gravedad de la coloración res-tante, haya sido óbice al magnífico resultadoque obtuvo el autor. Y por lo que afecta a laotra pintura, la persistencia de la tonalidad ge-nerada por la luz artificial, nada merma de lariqueza de matices, que hace de esa `'obra unade las de mayor importancia pictórica de las quea la sazón sometió al juicio público el señorMartí.

En unión de él, expuso don Carlos Vázquez,la personalidad del cual es suficientementeconocida para haber de insistir sobre ella. En-tre las notas de color que cupo apreciar, figu-raban lienzos donde el artista esplayó mejor sutemperamento; así en Don Juan, Aguila ver-de, Amor y celos y Estudio de girasoles.

Fué don Laureano Barran quien dió una sen-sación de arte equilibrado con los cuadros queexhibió últimamente. Hállase el autor en ple-nitud de su talento, en el momento aquel enque, siendo uno dueño del mecanismo y con laseguridad de un criterio contrustado por losaños, se va resueltamente por el camino pordonde se tomó. Volvíamos a encontrarnos enesa exposición con tipos y paisajes ibicenses,que tanto le complacen al artista. El senti-miento de paz ciudadana, de poblacion somno-lienta, eran sugeridos por el Carrer delcrepúscul, En els barris baixos y el Carreren la part alta d'Ibiça, donde las jóvenesque vienen de por agua o descansan con lajarra al lado, semejan llevar consigo aquellamisma placidez del medio en que se nos apa-recen. Entre esos lienzos, de tonalidad mate,estallaba con magnífica pompa la Navia ibi-cenca, besada a plena luz por un sol queesplende por doquier, que ahuyenta obscurosy que se complace en despertar reflejos allídonde no centellea brillante. Aquel atavío enel cual las abundosas joyas aureas deslumbran,aquellos collares de tantas vueltas, aquellasarracadas, aquellos dedos cubiertos de anillos,hablan de algo oriental y hacen que se vengaa la memoria el recuerdo de la Dama de Elche,que también lleva el busto como magno yblando escaparate de una joyería donde se po-saron con júbilo las piezas labradas con es-mero por el orífice. Y con esos lienzos, hubolos en que el pintor resolviera complejos proble-mas de luz y color, así en el que sencillamentebautizó como un estudio, y que. en realidadsiéndolo, por las dificultades vencidas, es, no

MA N 1 ILLA. Dibujo de Urbezo.

obstante, una obra definitiva. Nos referimosal cuadro en que una gitana dice la buenaven-tura a una linda joven. El interés por los efec-tos luminosos condujo en otras ocasiones alartista a pintar lienzos cual los que intitulaba:La mare amb son fillet, El bany y Un mer-cat.

A la vez que el señor Barran, expuso en lasGalerías Layetanas don Vicente Tárrega,pintor catalán que durante largos años perma-neció en la América latina, y que ahora tornóa su patria. Con unos retratos al óleo notablespor su técnica señoril y delicado colorido, porla vida de que resplandecen y por la sobriedadde su construcción, llamaron la atención unospaisajes donde la luz vibra, y de una variedadde entonación que dice que el autor poseeuna percepción capaz de recoger el aspectopeculiar del sitio y del momento que copia.

En el mismo local reunió una multitud dedibujos y pinturas al óleo don Dionisio Baixe-ras. Los dibujos permitían formar concepto delos ensayos y tanteos de que hacer preceder ala obra definitiva. En esta labor de consultaprevia, se nos nuestra el señor Baixeras comoun artista concienzudo. Sus carteras son pro vi-das en tipos característicos de nuestra región:marineros y pastores, zagalillos de los Pirineosy niños de esta partedel litoral mediterráneo en-contraron en él a quien fijó en la superficiedel papel, con líneas rápidas, y sin manera, surespectiva fisonomía o una actitud sorprendidacon acierto. El caudal de estos apuntes consti

-tuirá, seguramente, el aspecto de más interésque legará el autor. En ellos se da con lo sa-liente de su fecundísima labor.

M. RODRÍGUEZ CODOLÁ

N. de la D.

Ilustramos estas figuras con algunas reproduc-ciones de las obras expuestas por los pintoresUrbezo, Llaverias y Giti Roig, en los salonesGoya, Galerías Layetanas y Parés, respectiva-mente, lamentando que la falta de tiempo noshaya privado del honor de reproducir obras delos artistas que ocupen en estas Notas (le Arte laatención del señor Rodríguez Codolá.

VIDA ARTÍSTICA

PEÑAS. Pintura de Juan Llaverías

VILA FALCONIERI. Frascati (Roma). Pintura de B. Gili Roig.

Carmen Seco del GOYA

Sr, Rivellas, Sr, Morano y Srta. Villegas, en Lli COMEDIf DEL t10NOR

Ernesto Vilches, primer actor del POLIOR9P\ I

Srta. Seco, Sres. Calvo y Jerez, en ¡QUE VIENE !11 r 9EIDC!

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o iEscenas y IFgurise 1t ñirandulaLA TEMPORADA DE PRIMAVERA EN BARCELONA

I3RILLANTE y generosa, en verdad, se hapresentado la temporada teatral de pri-mavera, en esta bella ciudad de Barce-

lona, de cielo azul, de flores y verjeles, denoches tibias y estrelladas.

En todos los teatros de la gran capital,actúan compañías de primer orden y que cul-tivan los géneros más diversos, opuestos y an-tagónicos.

Puede satisfacerse el variado gusto de tmpúblico «blassé», artísticamente, de gastadopaladar y difícil de complacer. Actúan ennuestros coliseos, actores y actrices de pres

-tigio, al frente de compañías «affiatattas»como dicen los italianos, y completas que de-cimos nosotros. María Luisa Villegas del bra-zo de Morano, en «Novedades» representanel drama moderno íntimo y la comedia extran-jera y española.

Ricardo Calvo da su diestra a Carmen Secoen el «coya» y arruyan el espíritu, con ladivina música de raudales de versos de mágicaarmonía.

EI, de trusa y calzón, y sueltas las blondasguedeñas sobre el blanco sayal ella, en lasfarsas de época de nuestro glorioso teatro clá-

sico o vistiendo elegante indumentaria en lacomedia contemporánea, nos ofrecen la sutile-za e ironía de la maravillosa prosa de Bena-vente; las interesantes páginas admirable-mente obrervadas, de Linares Rivas; lasescenas Quinterianas llenas de ingenio, dealegría y gracia, y también nos regalan y de-leitan con las primicias de Tirso, Lope yCalderón y otros genios inmortales, gloria delteatro español, y honra de nuestra ejecutorialiteraria.

En el «Poliorama », Ernesto Vilches, intér-prete de personajes originales, exóticos y ge-nuinos, representa en compañía de Irene Lópezde Heredia, un variado género de obras ex-tranjeras adoptadas a nuestra escena, y come-dias de los autores que usufructan el teatroespañol.

Desde el vodevil, pasando por la llamadaastracanada o farsa grotesca, absurda y arbi-traria, zarzuela y opereta, hasta la trajedia yescenas guiñolescas que representa Paco Mo-yano, todos los géneros grandes y chicos, be-llos y vulgares, se representan en esta ciudadde la alegría y;de la actividad, donde el Artetoma de día en'día mayores proporciones, y

afortunadamente adquieregran incremento.

*Y

Gran teatro del Liceo

Poco honor artístico lehabrá reportado al señorVolpini la breve temporadade primavera. Pero es posi-ble que haya obtenido unno despreciable rendimientoeconómico.

Tan corta fué la tempora-da que podemos calificarlade relámpago, sin temor aincurrir en una figura hiper-bólica. Las noches de nues-tro teatro lírico, fueron bri-llantes y espléndidas. Laexquisita sociedad, la genteelegante y cuantos «figu

-ran» en Barcelona, se reu-nieron en el gran coliseo, im-pecablesellos, ellas divinas,encantadoras adorables.

Ei esta temporada lo único' plausible, loúnico que ha despertado admiración, ha sidola actuación de la celebrada artista EstherMazzoleni que logró imponerse en «Traoiata»y triunfar en «Tosca», merced a la sobriedady a la intensidad de su arte. A los amigos delefectismo no les habrá emocionado la actua-ción de la Mazzoleni en el segundo acto de«Tosca», pero en cambio ha obtenido la ad-miración de cuantos supieron ver todos losmatices de su arte sobrio en la escena, conScarpia, desde el momento que huye de sucontacto, hasta que llena de honor y repugnan-cia recoge de la mano crispada del policíamuerto, el salvoconductocon el que espera escapar con Cavaradossi. DeAnselnti, nada diremos.pues harto conocido esde los «diletfanti». Pormotivos de salud, y talvez otras causas, no es-tuvo en esta ocasión tanafortunado como en lasotras.

Indudablemente, latriunfadora de esta bre-ve temporada ha sidoEsther Mazzoleni queobtuvo aplausos caluro-sos y ovaciones entu-siastas.

Novedades

La compañía que ac-túa bajo la dirección deMorano en « Noceda-des», ha puesto, con ex-quisita propiedad obrasdel gusto del público yen las cuales Morano luce sus facultades degran actor. Inauguraron la temporada con«Papa Lebonard», «Las Murallas de fe-ricó» y otras muy aplaudidas comedias, y es-trenaron con lisonjero éxito una comedia deMaristany y Galabardas, titulada «« La Come-dia del honor».

««La Comedia del honor» tiene un fondo

moral de muy provechosas enseñanzas, peroes endeble, difusa sin consistencia en su estruc-tura y en la forma. Los personajes no están

p del todo definidos y son de tina conciencia yuna ética incierta y dudosa. El asunto hartoconocido, se ha tratado ya en el libro y en elteatro

Las situaciones no tienen suficiente emoti-vidad, son muy convencionales las escenas yel desenlace, que es donde se plantea el pro-blema del drama. Y en general es muy ténuela impresión artística que produce la obra enel espectador.

EI diálogo es fácil y discreto, pero es-crito con cierto descui-do, y es lástima que losautores no espurgaranalgunas impropiedadesque no tolera el léxico yafean y lastiman la pure-za de nuestro rico y es-plendoroso idioma.

Tratándose de auto-res de la categoría delos Sres. Galabardas yMaristany, que escribenpara compañías de pri-mer orden y público se-lecto, podemos dirigirlesesta modesta recomen-dación.

La interpretación dela obra es excelente.

Teatro Goya

Podemos afirmar sintemor a pecar de exa-gerados , que RicardoCalvo, el primer actory director del teatro

«coya» , es de los muy contados actoresque sabe decir versos. Calvo recita mara-villosamente. Su dicción es insuperable ydice endechas de versos que «es un amor»conto dirían las francesas. Calvo reúne con-diciones de gran efecto plástico para la es-cena. Representa con cariño, y los aplausos,las ovaciones y triunfos que alcanza a diario,

Señores Barrajón, Ozores y 016.zaga, del Poliorama

son justísimas y merecidas. Es digna de en-salzamiento y de toda suerte de alabanzas, sudeclarada predilección por el teatro clásicoque cultiva con fervor y del cual es un fiel yvivo mantenedor.

Carmen Seco, la primera dama, que actúa enel «Goya», es también una actriz excelsa y ad-mirable. No representa tm papel, lo vive; en suregocijo hay alegría, en su amor, pasión; ensu rencor, odio; en sus iras, furores; y sobretodo ello una fuerza emotiva capaz de hacerpalpitar esos sentimientos hasta personificar-les. Dice y recita versos de manera irrepro-chable, y al afirmar que es una excelente actrizcreemos dedicarle el mejor elogio.

La obra de la temporada en este teatro hasido «Amor que vence al amor», del abateRey Soto, que ha rendido pingües beneficiosa la empresa. En la actualidad se representauna «Tragediagrotesca», de Arniches,titula-da «/ Que viene mi marido!».

La comedia como todas las de Arniches,chistosa y cuajada de situaciones muy inge-niosas y cómicas.

Teatro Poliorama

Vilches e Irene LópezHeredia en el «Poliora-ma», después de poner al-gunas obras del repertoriode Vilches, entre otras «El

eterno rioa Juarn> y « Kit »estrenaron la comedia entres actos y en prosa, deAlfredo Testoni adaptada ala escena española por Sepina y Tedeschi, titulada«La aventura del Coche.Es una obra cómica, con es-cenas picarescas bien lleva-das, un diálogo fluido y fácily que en conjunto fué muydel agrado del público.

Los intérpretes muy acer-tados en sus respectivospapeles y la presentaciónapropiada.

La señorita López He-redia, admirable de inten-ción, de gesto, de actitudy de dignidad ducal, se nos

Anita Navacerrada y Maria Bui-xader, del POLIORAMA, y Adela

Calderón, del Ooya.Irene López heredia, del POLIOL 9f\ñ

J^

La López heredia, Vilches, Olózaga y Cecilia Pérez, en L9 ñVENTUIFFI DEL COCHE

manifestó una vez más como una actriz consu-mada.

Esbelta, ondulante, todo en ella es fino, pá-lido y rítmico. Su ademán es siempre sobrio ymesurado. En las obras más escabrosas, comoes la que nos ocupa, se impone y salva losescollos por su corrección. La voz concurreadmirablemente a la armonía de sus evocacio-nes. Tiene un timbre agradable y es rica eninflexiones.

Ernesto Vilches obtiene en la «Aventura delCoche» tm triunfo más en su ya larga serie detriunfos. Como siempre en «La aocnturadel Coelle» se da la rara paradoja de que el personajeque in'erpreta Vilches no correspcnde a suscondicion-s. Es un caso curioso que debemosanotar; Vilches está eminente en aquellasobras que son opuestas a su temperamento ycondiciones. Así sucede en «El amigo Tedy»,en «Kit», y en «La aventura del t?oche>.

JOAQUÍN DE PASTORS

Caricaturas de OZORES

8 VIDA ARTÍSTICA VIDA ARTÍSTICA

H

i,A COMEDIA. Escultura, que figura en el Vaticano (Ronca). MADONNA, de Lucas de la Robbia. (Florencia).

ITf CL\SICO

EI, RAPTO DE EUROPA. Célebre pintura del Veronés.

ELEGA^4C1AS INÉDITASI.—Lo que será la moda esta Primavera

e dedo deb reroa ne-

DESPUÉS de las fastidiosas evocacionesmilitares de principio de la guerra. y deolvidadas luego con la frivolidad de las

faldas anchas y cortas que transformaban enniñas a todas las mujeres, incluso a tal cualabuela alocada; después de vacilar entre elsegundo Imperio y las aborrecibles siluetas ala moda, en tiempos de Renoir y Manet; des-pués de estacionarse en una indecisión que, deprolongarse, hubiese sido muy perniciosa parala moda, he aquí que de nuevo, el Orientemaravilloso hace su influjo como antes de laguerra, y transforma a las mujeres en «ha-noums, lánguidas y armoniosas, hermanas deAziyadé y de Akédyseril...

Sin embargo, no tiene nada que ver con laPersia, tan querida de Paul Poiret. ni conla India, ni con los «ballets» rusos, en dondese mezclan tan audaz-mente Tartana, Caúcasoy Turquía, en un deslum-bramiento de colores yde oros... No... EsteOriente de ahora es elOriente de la campañade Egipto... Son losturbantes amados porMme. de Sta^I, enrolla-do. un poco pesadamen-te tal vez, y con unalarga borla de seda ca-yendo de lado, tal vezcon un aspecto de gorrode casa poco' gracioso,pero... es la moda... Tur-bantes de gasa blanca ode tisú de oro, o de tulde plata, o de raso negro,para la calle, rodearánlos rizos rubios o negrosde las elegantes, que,atrevidamente, continúanen las avanzadas más pe-ligrosas , dispuestas aadoptar todo lo que nun-ca se l haya llevado...

Y, lo mismo que losturbantes, han vuelto loslargos collares de ámbar,y de jade, y de cristalde roca, y de azabache, MELANCOLIA. — rnaj

^ crespón malva adorna sobre todo, de coral galán negro y oro. Som

rosa... Coral rosa. el co- de " lent malva con cintgra y velo de gasa gris.

lor favorito de esta pri-mavera, en la que todoserá rosa, del matiz delicado de las floracionessubmarinas...

Estos collares de bayadera animan con sunota viva las túnicas de raso negro, o de cré-pe «Georgette» blanco, que envuelven volup -tuosamente las siluetas flexibles de las bellas-y hasta de las que no lo son—« ¡hélas!»... yarmonizan con los inferiores a la oriental, conlos innumerables almohadones de brocado deoro y de plata que se amontonan sobre los di-vanes bajos, con las lámparas de cobre incrus-tadas de esmalte, y con los enormes farolesmulticolores, llenos de borlas y de hilos deperlas. Y con el olor del aloe, de la mirra yde las frutas en las bandejas de lacas en tornode los vasos venecianos...

nlSin embargo, nchasY elegantes, realmenteenamoradas de París, y de todo lo que essencillamente parisién, y adorablemente iné-dito, por eso mismo rechazan desdeñosas esosdisfraces, fáciles por poco que un discretomaquillaje realce un aire vagamente oriental,en la penumbra luminosa de los «boudoús» deScheherezade... Y prefieren ser, ante todo,mujeres de su época, y dejar a la posteridadtina silueta que no sea la de otros tiemposligeramente mixtificada, sino la que ellas mis-mascontribuyeron a crear...

Es intíltil, pues, que los trajes «a la turca»ofrezcan el encantamiento de sus bordados demaravilla, y que las túnicas desplieguen susrítmicas seducciones, y sus colores de ensue-ño... Las verdaderas elegantes admiran, son-rien y pasan...

Sencillamente vestidas con sus trajes «trot -teur» cortos y estrechos, de colores sobrios—gris, «beixe», azul marino—colores de gtie-rra, únicamente se pertniten la fantasía de lasblusas, que, ocultas bajo la «jaquette» discre-tamente, reaparecen solamente en un «thé», oen un teatro... Y entonces cínicamente reapa-recen, a través de las blusas de tul o de muse-lina, los hombros sonrosados y los brazos comocuellos de cisne... A menos que prefieranadoptar un aire graciosamente masculino, unpoco peligroso, por la cantidad de feminidadnecesaria para arrostrarlo... Y únicamente asípueden llevar esas camisas de seda, con cuelloy corbata, que tienen un ligero aire de «gigo-lette» de Montmartre, lleno de un encanto tinpoco pretérito, desgraciadamente...

Con esas elegancias sencillas, los sombrerosadoptan un aspecto de sombreros bretones, unpoco infantil, pero no difícil de llevar... Amenos que no remeden Horribles «chichone-ras» insoportables de ver, sobre todo, llevadaspor una gruesa dama entrada en años, que son

las que, portina de esasparadojasdifíciles de

ROSE DE FRANCE.—Traje de < , char-meuse-, negra, bordada de rosas rojas.Sombrero de picot negro con cintas an-tiguas y grupos de rosas.

Mi amiga Gaby, que ha entrado sin ruidoen mi despacho, y lee por encima del hombromi crónica, sonríe, y vco en el espejo florecersu sonrisa, como una rosa de un rojo artificial,sobre las rosas que se agrupan en un búcarode cristal negro.—Y después de admirar su si-meta vestida de raso gris muy claro, adornadade chinchilla, me dice:

—¿Quieres que te dé mi humilde opinión?Beso su mano, en la que brilla un «agua ma-

rina» engastada en un anillo de ébano, segúnla nota actual que quiere que las maderasraras se incrusten de piedras preciosas paratransformarse en alhajas, y respondo:

—Una mujer tan «chic» y que acaba dellegar de París, tiene derecho a todas las opi -niones.

Gaby sonríe, y se sienta, con una actituddeliciosamente «Bon Ton» y comienza:

—Sí; es cierto que se vuelven a llevar lasmodas orientales, y los turbantes, y los broca-

dos tejidos de oro y de plata... Es cierto tam-bién que la sencillez más austera inspira nues-tras elegancias diurnas... Pero lo que tambiénes desgraciadamente cierto, es que la moda

apenas cambia, y quetelas y colores sólo cam-bian de nombre...

Y sin embargo, liemostenido últimamente unaprueba decisiva del de-licioso espíritu heróico deFrancia, con el estrenode una obra admirable...«La Finette ef les deuxButors» con sti título evo-cador de La Fontaine, deLancret y de \\"atteau,es un verdadero dramaépico, cuya heroína esFrancia, princesa decuento de hadas y mujervalerosa, símbolo de laRaza y de las Edades,luchando contra Ellos,los Bárbaros, destructo-res de la Gracia...

—Querida Gaby... in-terrumpo al ver su airede Juana de Arco con «to-que» de «aigrettes» ycollar de perlas. — Teharé notar que tina cróni-ca de modas no es un ar-tículo de fondo.

—¡Qué importa! Pón-lo, de todos modos... Ycontinuó:

neo y negro con encajes —En esta obra Únicaade paja negra con enea.s grises, y compleja, cuando el

Mariscal Duque propone a «Finette» «la paz

honrosa», no puede menos de inclinarse antesus modas.

«Vótre gràce anfin sait que nous prisons beau-(coup

non saus un peu d'envie.Son art de la toilette et son inerveilleux gòut...

Y ese homenaje involuntario me hace recor-dar el arte perfecto con el que Madame Simo-ne ha sabido aliar en su tocado un encantosutilmente actual y la visión inmortal de lostres colores durante toda la obra.

En ella se demuestra que, a pesar de la gue-rra, y hasta inspirada en ella misma, la eleganciafrancesa sabe sobrevivir heróicamente a todo,y crear obras inmortales de frivolidad y degracia. Y sabe dar hasta a esos trapos, de losque se sonrien a veces las gentes graves, tulpoco de la grandeza de la Patria.

Y ella misma se transfigura, y con el azulde sus ojos, la blancura de su rostro y la púr-pura de sus labios, evoca a toda la Franciacoronada de un oro de -victoria...

JOSÉ ZAMORA

explicar, las prefieren a toda Traje de raso bla

otra cosa... de plata. Sombrerojes de plata y plum

En cambio, nada tan «seyant»como las tocas hechas entera-mente de tul, del color exacto de los cabellos,que dan al perfil la extraordinaria luminosi-dad y el «charme» fugitivo de un retrato deGreuze...

é E,

12 VIDA ARTÍSTICA

EL VELO¡Cómo ha delirado la demencia humana

a través del tiempo! ¡Cuántas religiones!¡Cuánta lucha estéril! ¡ Qué de angustia vanaenseñoreándose de los corazones!

... Y TÚ, en tanto, incólume sobre las edades,Raíz de los seres, pura y cristalina,Unidad de todas las pluralidades,eres, como encima de las tempestades,el azul de eterna limpidez divina.

Con sus propias nubes, los hombres velabantu rostro, y le velan aún; te escondíacada torbellino de los que se alzabanentre las contiendas que por ti libraban,y que hoy, insensatos, libran todavía.

La sangre vertida, se encharca en pantanos,que son, con sus miasmas, velo pertinazentre tu perenne luz y los humanos.¡Si cesan un día las pugnas de hermanos,el mundo, al instante, mirará tu FAZ!

AMADO NERVO

VIDA ARTÍSTICA 13

LL t LN LT\ MMN51O?I

MI VISITI\ I\L MUSLO T\ QU1=OLÓGICO DEL S>=MI1T11^10 DE BMI1 CELONI\

variedad de entonces, relacionando las crea ciones artísticas de lo pictórico, lo musical,lo literario y lo plástico para encontrar la .►=; J„ ""

_ demr.+eKO ^,s.. riuo réiÍ ^ ^ ^. _expresión más acertada en la interpretación ' `P`A` P° • '

y la crítica. ,M • E . Y.- c t 1 ,- IT vR OL.^vis. jIndudablemente le encontraré en compa-

ñía del Conservador del Museo, el Rdo. P.Trens a quien aun no conozco, y me loimagino de venerable aspecto con una in-vestidura séria de arqueólogo.

Al trasponer el umbral y penetrar en laserena austeridad del claustro, recuerdolas palabras del Dr. Laguarda en el Con-greso de Arte Cristiano: «Entra en mispropósitos, formar en el Seminario, a lomenos un esbozo de Museo Arqueológico».Intento que el Ilustrísimo Dr. D. EnriqueReig ha venido apoyando con su celosoafán de reintegrar las joyas de arte a laaugusta majestad del Templo; según ensal-zó en su discurso inaugural del Museo elRdo. P. Trens con las siguientes palabras:«De él podemos decir que nos salvó y res-tituyó nuestro patrimonio artístico que zo-zobraba», y siguiendo la hilación del mismodiscurso aclarando la finalidad para que secreó, dice: «Ni ha de guiarnos una vieraexhibición ante el intermitente amateur.ni una vaga repercusión de esta moda queeleva ahora los objetos arqueológicos a ca-tegoría de elegancia de salón...

En él se acojen una multitud de objetosque son letras dispersas de tina escriturarepresentativa, por medio de la cual nues-tros antepasados leían y aprendían las lec-ciones de fe y saber humilde...

Y es que entonces la teología se infiltra-ba en la vida social y privada... y aunquesean raras esas obras dogmáticas que losartistas labraron bajo la personal direcciónde los teólogos, aun cuando trabajaban co-mo puros artistas, no podían librarse deaquel ambiente de difosa teología que hacíaver la Catedral como un resumen del mundodonde todas las criaturas tenían que entrara formar parte...

Un paso rápido y resuelto resuena, y vie-ne a mi encuentro un reverendo de expre-sión risueña, atrayente, de movimientos vi-vaces: es el Padre Trens que me tiende sumano afectuosamente. Ha sido tina agrada-ble sorpresa no encontrar en él tan sólo unminucioso coleccionista ordenador. A las po-cas palabras que hemos cambiado se ha esta-blecido una corriente de simpatía. En sus fac-ciones angulosas y alargadas leo el entusias-mo del artista místico que ve en lo arcaico to-do el simbolismo de fe en la expresión injenuade lo primitivo.

Mossén Barrera está ausente y al referirnosa él hablamos de mi patria chica, de la suya,y ya vamos peregrinando ante esa severa ex-presión de los retablos, albas, reliquiarios,cruces, imágenes, lienzos, copones y cálicesque evocan épocas y prestigios.

A mis interrogaciones contesta mi interlo-cutor con humilde fluidez, justo en la expre-sión: «Este retablo de Todos los Santos de laIglesia de San Cugat del Vallés, es una ver-dadera sinfonía de color, al rededor de la Vir-gen con el Niño que inclina la cabeza condulzura sienesa: y cosa insólita en nuestros

quxa • f paps flv [`.l^flIKM7lII[t tlliu"i-_ .'i

STA mañana llorona, como un llanto sinpasión de gozo ni dolor, esta mañanagris, mientras iba acercándome a la casa

del Seminario, venía a mi memoria lo que enella me es conocido y afectivo.

Mi última visita a Mossén Barrera, — asícon esta expresión — más evocativa de supersonalidad de hijo de esta tierra, trabajadorinfatigable de cultura sólida, de serena so-briedad. «Hablaremos con aquella profusa

retablos, todos los personajes representadosconverjen simbólicamente en una apoteosis deoro hacia ella.

Ahora nos detenemos ante un fragmento deretablo gótico, del siglo xv.

Está en una penumbra; en la penumbra queles nimba en las iglesias; como estaría en eltemplo de San Martín de Tayá de donde pro-cede.

Más abajo, tina pequeña tabla de plastici-dad prodigiosa, nos atrae: es un fragmentorepresentando el rostro de la Virgen en laAnunciación. Es una obra de fines del siglo xvencontrada en un altar de la Iglesia Parroquialde A'ella. Las facciones esculturales llevan laexpresión clara de sorpresa, beatitud, recogi -miento, y resignación, en armonía con lasmanos (cuya palma está vuelta hacia el espec-

tador). Las manos en leve flexión, tanto im-p'oran, corno bendicen, como acatan conmansedumbre. Son tinas manos de purezavirginal que sólo pueden llevar lirios.

La cabellera que lleva suelta sobre elmanto azul, cayendo tras las orejas, la dia -dema de perlas y plata, la túnica blanca depliegos artificiosos, el ceñidor azul: la fran-ja que bordea el cuello producen la impre-sión de un lienzo de la escuela flamenca.

La paloma del Espíritu Santo que se acer-ca a su oído derecho para la revelaciónforma un conjunto que trasciende a luz dealba inefable.

Más a la izquierda contemplamos tin frag-mento de retablo del siglo xv dedicadotambién a la Virgen María.

La Virgen que está tendida inerte sobreel lecho cuyos lienzos son góticos. es sindtida el semblante que despierta más inte-rés entre todos cuantos componen este frag-mento.

Tras los párpados cerrados se vislumbrauna pupila clara que ve a través de ellos.En el rostro resplandece turc gracia divinaque invita a la meditación.

El apóstol Pedro al centro, revestido depontifical, con alba y capa pluvial lleva enla diestra el hisopo de plumero.

El apóstol Juan ostenta una palma quesegún los evangelios (apócrifos) fué la quedió el angel a la Virgen cuando se le apa-reció unos días antes de su muerte, anun-ciándosela; palma que fué arrancada de lapalmera del Paraíso.

En primer término hay tin candelabro gó-tico. con tin cirio tan pálido como las manoscruzadas de la Virgen que se destacan so-bre el manto azul y la túnica roja. Sobre lospies de la Virgen hay los Evangelios. Losapóstoles lloran y el que está sentado juntoa la cabecera, eleva sus preces; otro rezasalmos.

«Que maravillosa página de códice—».—«Es del siglo xi, un códice románico

comentando salmos».En la inicial hay una B polícroma con

una cara quimérica ai centro, de la que par-ten tinos entrelazados con la dureza propiade la época.

En el ángulo y sentado sobre un escabelcon ornamentos orientales aparece el ReyDavid pulsando un psalterium entre dos

personajes, tino con tina cítara y otro con latuba córnea...

En la penumbra de esta mansión de arterevive lo pasado; flotan átomos de polvo delos siglos. Sugestiona la sensación de presenteque nos impone este mutismo con toda laelocuencia del pasado que se nos hace percep-tible por la misteriosa vibración de la sensiti-vidad.

Una campana suena tinas horas que nos re-cuerdan que el instante en que vivimos lo quefué, ya tampoco es.

Al volver a los claustros, a mi espíritu queaún tiene la pátina del tiempo, se le antojaver los personajes de los retablos prontos asorgir de cada capitel en cada rincón de pe-numbra... Pero todo reposa; aquí está el

Bella página de códice del siglo XI.—IUn códice románicocomentando salmos).

Las notas brillantes alteradas por la accióndel tiempo que ha puesto una pátina de seve-ridad y misterio, contribuyen a que nos pro-duzca tina impresión de austeridad imponente.

Sobre el panorama del que se distingue uncésped de verde apenas perceptible, salpicadode amapolas, se destaca el sepulcro simbólica-mente sellado, del que asciende la forma deJesucristo llevando la banderola de resurrec-ción triunfante.

La tierra aparece agrietada como por tincataclismo y los guardias armados caen con-fundidos por el prodigio.

Unos con el rostro vuelto hacia el Redentor,otros ocultándose cegados.

En primer término un ciprés lóbrego.Cristo tiene las llagas abiertas y su carne

aparece tan mortificada que más se ve espiritoque materia, de una lividez y alargamientoque recuerda al Greco.

14 VIDA ARTÍSTICA

Tabla del siglo XV, dedicada a la Anunciación de la Virgen María. Fragmento de Retablo gótico del siglo XV, dedicado a la Virgen Maria.

Fragmento de Retablo gótico del siglo XV '1a Resurrección».

sepulcro de Descoll, Consejero de Fernando IIy Carlos V. ¡Oh! prodigio de arte italiano,que en ti, la muerte no es más que un pretex-to para ostentar la pompa de tu arte.

Así es este sepulcro que dejamos atrás; unaafirmación sobre tina negación. Las líneas se-

pulcrales se difuman ante la emoción estéticaeternamente viva.

Un apretón de manos efusivo. Ya en la calleme azota el rostro una lluvia fina y penetrante.En el trasiego de gran ciudad las gentes vanpresurosas a hacer por la vida. Soy absorbido

en la gran corriente. Me alejo, pero mi espí-ritu aun deambula con aquel silencioso recogi-

miento.

IGNACIO SOCIAS ALDAPE

VIDA ARTÍSTICA 15

l)IbLiocil ArIASancho Barreda

HISTORIA DE LA LITERATURA

? la apacible calma de una ciudadprovinciana, Miguel Sancho Barre-

da, ha realizado una labor de HistoriaCrítica de la Literatura, digna no sola-mente de tenerse en estima y considera-ción, sino que debe ser objeto del dete-nido estudio de todos los cultivadores delas Letras.

Han sido muy frecuentes las publica-ciones de obras de este matiz, pero lamayoría de ellas no revelan espíritusinductivos ni psicólogos puros, pues losautores limítanse solamente a dar conun orden cronológico los nombres de au

-tores y obras que forman nuestro patri-monio literario.

Estas obras tienen solamente un lige-ro valor enciclopédico, pues el lector deellas si es un memorista, puede aturdir-nos a fuerza de nombres y de obras,pero los que han adquirido este conoci-miento, si los llevamos a un terrenoexperimental en -el que se les obligue aindicar la materia estética que existe enlas obras que citan, la escuela a quepertenecen, la psicología de los autoresy psiquismo de los personajes de lasobras, se verían en un verdadero aprietoy obligados a confesar su desconoci-miento real, efectivo de la Literatura.

Conocedor de la poca eficacia mentaly cultural que las tales historias de laLiteratura tienen, Sancho Barreda espí

-ritu abierto a las nuevas orientaciones yhombre moderno con todas las comple-gidades del sentimiento de la época ac-tual, aplica los estudios de psicología ala interpretación de las obras artísticas,y por esta razón introduce en su librocuantos conocimientos psicológicos serelacionan directa o indirectamente.conlas cuestiones literarias.

Para simplificar el conocimiento de laLiteratura, estudia por separado los gé-neros literarios empezando por la Epica,cúya historia sigue desde sus orígeneshasta el último período de la época mo-derna. Lo mismo hace con los demás gé-neros literarios y consigue mediante esteprocedimiento que al estudiar la histo-ria de la poesía lírica se recuerden singran esfuerzo los puntos culminantes dela historia de la Epica; y el estudio de ladramática, evoque a su vez los de la Lí-rica y de la Epica, llegando de esta for-ma a tener una concepción precisa, yexacta de la evolución literaria de nues

-tra Patria y de sus momentos más cul-minantes.

Consciente de su labor, y por lo tantoconocedor del alcance que debe teneruna historia de la Literatura, al princi-piar el estudio de las épocas en que sedivide la Historia Literaria, ofrece uncuadro histórico de la vida política yadministrativa de la nación y así el lec-

tor se transforma en elemento activo,pues necesariamente tiene que entablarun juicio comparativo entre las variasmanifestaciones de la actividad nacio-nal.

Para que el lector no se desoriente,procura fijar con gran firmeza de trazosel concepto de la Estética, y aunque eneste respecto no bastan unas ligeras no-ciones, salva esta dificultad concretán-dola y concretándose al pensamiento dePaget que aseguró era «la ciencia quetiene por objecto el estudio de la Gé-nesis y las funciones de la obra deArte».

De la obra de arte en su evolución yen las condiciones de su producción, dela obra de arte considerada como pro-ducto de un solo hombre, de una escue-la, de un país, de una época, de unaserie de siglos, de la obra de arte en susrelaciones con el medio, el momentohistórico, el temperamento del artista,la materia de la obra.

De sus funciones, es decir, de la obrade arte considerada subjectivamente enlos procedimientos de su percepción, desu asimilación, de su repercusión en losestados de nuestro espíritu, de la obrade arte considerada en sus dos grandesfunciones psicológicas; obra de artecomo forma y obra de arte como suges-tión.

Es indudable que con la aplicación deeste procedimiento se llega al exactoconocimiento de la obra artística y estees el camino que ha procurado seguir elautor del libro que sugiere estas líneas.

Costa Macedo

O ENFORCADO

El cuento o novela corta es uno de losgéneros más difícil de cultivar, por lascondiciones especiales que ha de reunir.El cuentista tiene que luchar con el pocoespacio de que dispone para describirlos personajes, con la limitación para eldesarrollo de la tésis, con la brevedaddel relato en el que no puede usar deciertos recursos que dentro de la novelase adoptan.

Triunfar de todas estas dificultades,vencerlas, producir con gran desenvol-tura como sino existiesen, es la labor delcuentista, en la que se han estrelladohombres de positivo valer en el cultivode la novela. Costa Macedo a quien noarredran las dificultades de la empresa,se lanza por este camino y nos ofreceuna bella colección de 8 cuentos que sonotras tantas muestras de su aptitud paracultivar este género.

En ellos hay rasgos de una rea]idad yverismo tales, que se diría están arran-cados de la vida para transportarlos alas páginas de un libro.

En el cuento «0 Enforcado» que da tí-

tulo al volumen, traza y da vida a unamujer que puede considerarse como mu-jer tipo, en ella hay hondura y emocióny al llegar al desenlace trágico que daa esta narración, Rosa, el personaje cen-tral, deja tras de sí un rastro de idealidadmaltrecha y de amargura punzante.

Todas las mujeres que desfilan por ellibro, Carolina, Augusta, Laura, Flo-rinda, son verdaderos estudios de psico-logía femenina. La manera de obrar deestas mujeres es tan natural y tan lógica,dentro del marco en que el autor haceque se desenvuelvan, que necesariamentecualquier mujer de la misma educacióny de la misma cultura, en circunstanciasparecidas obrarían igual.

La orientación del libro es sana y her-moso; corrige deleitando, además, no hayen él, atrevimientos de mal gusto de quetanto usan y abusan los que cultivan elcuento y nos quieren dar en él, psicolo-gías y temperamentos.

Refino Blanco Fombona

CANCIONERO DEL

AMOR INFELIZ

En la múltiple y varia producción deBlanco Fombona resulta el libro de quenos ocupamos una especie de oasis o bienuna torre aislada en la que no tenemosderecho a entrar sino vamos a ella des-pojados de todo prejuicio y dispuestos asentir honda e intensamente.

«Cancionero del Amor infeliz» es unlibro hecho de sentimiento y para elsentimiento.

Los que han sentido el soplo de lo trá-gico en la vida, y han visto como des-aparece lo más querido, dejando una ar-gentada estela en nuestras almas, peroun vacío enorme en nuestra vida, com

-prenderán toda la intensa amargura quehay en el libro.

Nosotros, respetuosos con el dolor age-no y lo suficiente comprensivos paradarnos cuenta del momento psicológicodel autor, hemos leído el libro que ha lo-grado muchas veces emocionarnos, aun-que obedeciendo a los momentos en queeste libro se hizo, tiene caídas que sonperdonables.

En otra ocasión y otro libro hará queestudiemos con el detenimiento a que esacreedora la personalidad de RufinoBlanco Fombona y por hoy baste decirque somos de los que no miramos des-pectívamente un libro de versos y me-nos un libro de versos de amor.

MIGUEL FLORES

Imp. J. Roca y Mendoza : ñrco S. Ramón del Cali, 1]

16 VIDA ARTÍSTICA

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