orientaciones 1990 agotado-(libro verde)

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11 11 11 DELEGACION EPISCOPAL DE CATEQUESIS SECRETARIADO DIOCESANO DE LITURGIA di6cesis de bilbao • 1990 ORIENTACIONES PASTORALES DIOCESANAS PARA LA PRIMERA PENITENCIA Y PRIMERA EUCARISTIA con la aprobaci6n del conselo episcopal

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DELEGACION EPISCOPAL DE CATEQUESIS SECRETARIADO DIOCESANO DE LITURGIA

di6cesis de bilbao • 1990

ORIENTACIONES PASTORALES DIOCESANAS PARA LA PRIMERA PENITENCIA Y PRIMERA EUCARISTIA

con la aprobaci6n del

• conselo episcopal

Edita: Obispado de Bilbao Fotocomposición IKUR, S.A Impresión: AG. Rontegi, S.AL. Depósito legal: BI. 2008 -1990

INDICE

A MODO DE PROLOGO 7 SIGLAS 11 INTRODUCCION 13

• Un poco de historia O-S) 15 • Fuentes de inspiración (6) 16 • Hacia un Directorio de la Iniciación Cristiana (7-8) 17 • Objetivos (9) 17 • Partes (0) 18

PRIMERA PARTE. Rasgos sociológico-religiosos y algunos principios teológico-pas­torales en especial relación con la pastoral de estos sacramentos 19

1. La cultura de la increencia en un contexto de profundas transformaciones sociales. Sus repercusiones en la vida de fe 21

• Valores y contravalores de la cultural actual (11-12) 21 • Consecuencias de esta situación en la vida de fe 03-17). 22

2. Algunos principios teológico-pastorales 25

• Primer principio: Es preciso promover en nuestra Iglesia Diocesana la evangeliza­ción misionera 08-25). 25

• Segundo principio: Estos sacramentos han de ser enmarcados dentro del proceso más amplio de formación: la Iniciación Cristiana (26-28). 28

5

• Tercer principio: La formación cristiana de los NIÑOS en este período requiere que LA COMUNIDAD CRISTIANA preste una atención preferente a las FAMI­LIAS (29-39) 29

SEGUNDA PARTE. Directrices pastorales para una situación de increencia 33

• Primera directriz: Preparación y edad de los niños (40-44) 35

• Segunda directriz: Evangelización misionera y catequética con las familias (45-63) . 36

• Tercera directriz: Revitalización urgente de la comunidad parroquial. Catequistas y grupos de padres (64-67). 43

• Cuarta directriz: La parroquia, «lugar» de la catequesis y de las primeras celebracio­nes sacramentales (68-73) 45

• Quinta directriz: Condiciones para unas celebraciones eclesiales (74-84) 47

• Sexta directriz: El «después» de las celebraciones sacramentales. La continuidad de los padres y de los niños (85-89) 52

Resumen de las directrices vinculantes en toda la Diócesis (90-97) 55

REFLEXIONES FINALES (98-100) 61

VOCABULARIO 65

ANEXO 1. Para una evangelización misionera de las familias: Propuesta de itinerario de aplicación progresiva 75

ANEXO 11. Opciones pastorales más específicas de estas «Orientaciones» 87

6

A MODO DE PROLOGO

Llega a vuestras manos un documento importante, fruto de una larga y minuciosa

elaboración. Quisiéramos que lo leyerais con toda atención y lo hicierais vuestro.

A bastantes de entre vosotros -sacerdotes, religiosos y religiosas, catequistas, padres y

madres de familia- no os suena a nuevo, puestos que fuisteis consultados durante el

proceso de su elaboración. Intentábamos así evitar el riesgo de hacer un bello producto

de laboratorio y pretendíamos lograr una síntesis entre la teología sacramental actual

sobre la Primera Penitencia y Primera Eucaristía y la pastoral renovada que a lo

largo de estos años viene realizándose entre nosotros en torno a estos sacramentos.

Hace ya tres años que encargamos a la Delegación de Catequesis y al Secretariado de

Liturgia la elaboración de unos Directorios sobre los sacramentos del Bautismo y de

la Primera Penitencia y Primera Eucaristía. No obstante, dada la conveniencia de

realizar, con el tiempo, un único «Directorio Diocesano para la Iniciación Cristia­

na», nos pareció más oportuno, en primer lugar, encomendar a estos organismos

diocesanos la confección de unas «Orientaciones Diocesanas para la Primera Peni­tencia y Primera Eucaristía».

7

Estos departamentos han trabajado concienzudamente en la elaboración de estas

«Orientaciones», contrastándolas en los Sectores pastorales y asumiendo una buena

parte de las aportaciones que éstos realizaron. Al mismo tiempo, han ido presentando

a los Obispos y a su Consejo EPiscopal, el resultado de sus conclusiones, de modo que

este Consejo ha ido realizando un seguimiento continuado del citado proceso.

Así las cosas, deseamos manifestar que:

8

• Estas «Orientaciones» intentan responder a las demandas de la Asamblea Dio­cesana especialmente asumidas por el Plan Diocesano de Evangelización 1990-

1995 (Ver: Introducción, n. o 6).

• Los criterios pastorales que aparecen en el documento responden plenamente a

la apuesta diocesana de una presencia de Iglesia evangelizadora y misionera.

• La primera parte destaca algunos rasgos sociológico-religiosos de nuestra Dió­

cesis y propone unos princiPios teológico-pastvrales que nos parecen adecuados

y ayudan a situar acertadamente las conclusiones que de ellos se extraen para

la pastoral de estos primeros sacramentos.

• La segunda parte ofrece unas directrices que deben convertirse en elemento de

trabajo-rejlexión para los grupos de catequistas. Los sacerdotes, religiosos y reli­

giosas y los laicos responsables de esta área pastoral habrán de llevar a cabo esta reflexión y poner en práctica dichas directrices.

• Hacemos también nuestro el «Resumen de las directrices vinculantes para toda la Diócesis» (Ver n. os 90-97) y solicitamos encarecidamente a todos los responsa­

bles de la catequesis, que las asuman como tales.

Habida cuenta de la diversa realidad pastoral diocesana, aunque estas directri­ces no se puedan aPlicar de inmediato, en su totalidad y en todos los ámbitos, se urge a una implantación progresiva que, comenzando el curso 1990-1991, pueda ir alcanzando realizaciones susceptibles de una evaluación pastoral efec­tiva (Ver ANEXO I).

Deseamos, por fin, que el contenido de estas «Orientaciones» sea tenido en cuenta en la programación a partir del curso actual, pero de manera que no descompense otras acciones y proyectos que habrá de poner también en marcha el Plan Diocesano de Evangelización.

Bilbao, 31 de julio de 1990

EL CONSEJO EPISCOPAL

9

SIGLAS

AG

AJOP

CC

CT

DGPC

EN

IP-Bilbao

IP-Córdoba

LG

Ad Gentes. Decreto sobre la actividad misionera de la Iglesia. Vaticano II.

Anunciar a Jesucristo en nuestro mundo con Obras y Palabras. Plan de Acción Pastoral para el Trienio 1987-1990, de la Conferencia Episco­pal Española.

La Catequesis de la Comunidad. Orientaciones Pastorales para la Catequesis en España, hoy, de la Comisión Episcopal de Enseñanza y Catequesis. 1983.

Catechesi Tradendae. Exhortación Pastoral de Juan Pablo JI sobre la Catequesis hoy. 1979.

Directorio General de Pastoral Catequética. Roma. 1971.

Evangelii Nuntiandi. Exhortación Apostólica de Pablo VI sobre la Evangelización del mundo con­temporáneo. 1975.

Instrucción Pastoral sobre la Iniciación Sacramental de los niños. Documento de D. José M.a Cirarda, A.A. de la Diócesis de Bilbao. 1969.

Instrucción Pastoral sobre la Iniciación Sacramental de los niños. Documento de D. José M.a Cirarda, Obispo de Córdoba. 1974.

Lumen Gentium. Constitución dogmática sobre la Iglesia. Vaticano II.

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ODe Objetivos Diocesanos Generales. Conclusiones de la Asamblea Diocesana. 1984-1987. Diócesis .de Bilbao.

RP Ritual de la Penitencia. Sagrada Congregación para el Culto Divino. 1975.

TDV Testigos del Dios Vivo. Reflexión sobre la misión e identidad de la Iglesia en nuestra sociedad. 1985.

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INTRODUCCION

• Un poco de historia • Fuentes de inspiración • Hacia un Directorio de la Iniciación Cristiana • Objetivos • Partes

Un poco de historia

1. Han pasado veinte años desde que D. José María Cirarda, primero, y D. Antonio Añoveros, después, ofrecieran sus orientaciones pastorales sobre la Iniciación sacra­mental de los niños en nuestra Diócesis1

. Sus directrices, vigentes hasta nuestros días, han servido para una fecunda renovación entre nosotros de esta pastoral llamada entonces «de las Primeras Comuniones».

2. Durante este largo período, han cambiado mucho las circunstancias de la Iglesia y de la sociedad. Por ello hace ya varios años que nuestros Obispos, D. Luis M.a de Larrea y D. Juan M.a Uriarte, pensaron en actualizar esas orientaciones pastorales.

3. Pero, ante una situación eclesial y social tan nueva, ellos creyeron necesario impul­sar en toda la Diócesis un movimiento general de renovación cristiana y pastoral a la luz del Concilio Vaticano 11. Eso fue la Asamblea Diocesana, felizmente terminada en mayo de 1987.

4. A lo largo de ella se hizo especialmente patente la necesidad de salir al paso de situaciones pastorales insostenibles. Por ejemplo, resultaba llamativo que, en cir­cunstancias socio-religiosas distintas ya de la «época de cristiandad», en parroquias

1 Administrador Apostólico y Obispo de Bilbao, respectivamente, 1968-1971 y 1971-1979. Para ofrecer sus orientaciones pidieron la colaboración de los Secretariados Diocesanos de Liturgia y de Catequesis: D . JosÉ M.A CiRARDA: Instrucción Pastoral sobre la Iniciación sacramental de los niños (1969) y D . ANTONIO

MOVEROS: Carta Circular (1972). SECRETARIADOS DIOCESANOS DE CATEQUESIS y LITURGIA: Directorio Pastoral para la aplicación de la Instrucción (1970) y Nota ante las Fiestas de la Primera Confesión y Primera Comunión (1971): BOO (1969) 445 ss, (1972), (1970) 73 ss, y (1971) 234-237.

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o zonas próximas entre sí y con características parecidas, se realizaran las celebra­ciones de la Primera Penitencia y Primera Eucaristía de manera poco coherente con el espíritu y la letra de la Asamblea Diocesana y de formas muy diversas, e incluso contradictorias.

Todo ello venía originando confusión en el pueblo cristiano y sufrimiento en los propios pastores y en los equipos pastorales; pero, sobre todo, era signo patente de una falta de planteamientos diocesanos conjuntos en esta pastoral.

5. Por estas incoherencias pastorales y, sobre todo, ante un mayor conocimiento de nuestra situación social, cultural y religiosa; ante un conocimiento mejor de la misma «pastoral sacramental»; con una comunidad diocesana mejor preparada, y con el propósito de responder a varias Conclusiones de la Asamblea Diocesana2

,

nuestros Obispos han pedido a la Delegación de Catequesis y al Secretariado de Liturgia la elaboración de unas Orientaciones Pastorales sobre la preparación y celebra­ción de la Primera Penitencia y Primera Eucaristía.

Fuentes de inspiración

6. El contenido de estas Orientaciones tiene como telón de fondo: las directrices gene­rales de la Iglesia, la imagen de Iglesia y las peticiones concretas sobre el tema nacidas de la Asamblea Diocesana; los Objetivos y Acciones propuestos en el Plan Diocesano de Evangelización 1990-1995, inspirado en las Conclusiones de la misma Asamblea, y las variadas aportaciones venidas de los territorios diocesanos en di­versas consultas, realizadas con un verdadero deseo de acertar en las directrices prácticas.

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2 DIÓCESIS DE BILBAO: Conclusiones de la Asamblea Diocesana. 1984-1987. Obispado de Bilbao, 1987. BILBOKO ELlZBARRUTIA: Elizbarrutiko Batzar Nagusiaren Erabagiak. 1984-1987. Bilboko Gotzaitegia. 1987. Ver: ODG., Objetivo 10, Acción 10.2., Terna IX, Sacramentos en general, n.os 36-37; Primera Comunión, n.os 42-43. Terna X, Acciones 4.1 y 9.5. ODG., Objetivo 10, Acción 10.4.

Hacia un Directorio de la Iniciación Cristiana

7. Las presentes Orientaciones Pastorales son sólo el primer paso en orden a favorecer el proceso de formación cristiana de los niños y preparar -dentro de él- la celebración de los Primeros Sacramentos de la Eucaristía y Penitencia.

Dentro de un tiempo prudencial, estas Orientaciones, debidamente evaluadas y ajustadas, quedarán incorporadas -juntamente con las del Bautismo y las de la Confirmación- en el Directorio Diocesano de la Iniciación Cristiana.3 Este abarcará los principios teológicos y directrices prácticas para realizar entre nosotros todo el reco­rrido de la formación cristiana integral de niños, adolescentes y jóvenes, sancionada ésta y celebrada progresivamente con los sacramentos llamados de la Iniciación, en el con­texto de una pastoral evangelizadora y misionera.

8. En todo caso, estas Orientaciones no tienen una provisionalidad, que pueda dar pie a una reformulación posterior notablemente distinta de la actual. Por el contrario, dado que con el tiempo van a ser asumidas fundamentalmente por un Directorio global, su actual contenido dinámico-pastoral está ya en la dirección de los princi­pios y directrices que, después, ratificará ese «Directorio Diocesano de la Iniciación Cristiana» propio para un tiempo de increencia.

Objetivos

9. Con los principios y directrices, que ofrecen, estas Orientaciones quieren lograr el siguiente objetivo fundamental:

Ayudar a todas las comunidades cristianas -especialmente a las comunidades parroquiales-, a sus pastores y a los equipos de cristianos comprometidos en esta pastoral sacramental, a:

3 Ver: Conclusiones de la Asamblea Diocesana: Tema III, Objetivo 6, Acción 6.4.

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• Tener presente la actual situación socio-cultural y religiosa de Vizcaya -contexto de increencia- y su repercusión en la vivencia de la fe y en la pastoral de la Iglesia diocesana.

• Dar respuesta a situaciones reales de las comunidades cristianas con una pastoral eficazmente evangelizadora y misionera respecto de los niños y sus fami­lias.

• Aceptar unas directrices diocesanas, que -vinculantes o recomendadas- lleven a todos a avanzar unitariamente en la dirección señalada por la Asamblea Dio­cesana y, más en concretp, por el Plan Diocesano de Evangelización 1990-1995.

• Trabajar por una mayor integración de la pastoral de estos dos Sacramentos en los proyectos y realizaciones de las comunidades parroquiales, cuidando muy especialmente su vertiente misionera.

• Dar pasos firmes en la pastoral de estos Sacramentos, para poner en práctica entre nosotros, en el momento oportuno y con eficacia evangélica, el Directorio de la Iniciación Cristiana, propio de un tiempo de evangelización con proyec­ción misionera.

Partes

10. Las Orientaciones Pastorales tienen dos apartados de desigual amplitud:

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• El primero, el más breve, recuerda algunos aspectos de la situación socio-religio­sa actual, que afectan a la Iglesia en Vizcaya y expone algunos principios teológi­co-pastorales con especial repercusión en la pastoral de la Primera Penitencia y Primera Eucaristía.

• El segundo apartado, en cambio, el más largo, abarca las directrices pastorales -unas vinculantes y otras recomendadas- que ayuden a las comunidades pa­rroquiales y a otras comunidades cristianas a caminar hacia una «pastoral sacramental» de signo evangelizador y misionero.

PRIMERA PARTE

Rasgos sociológico-religiosos y algunos principios teológico-pastorales en especial relación con la pastoral de estos sacramentos

1. La cultura de la increencia en un contexto de profundas transfor­maciones sociales. Sus repercusiones en la vida de fe

11. Valores y contravalores de nuestra sociedad.

• Sin duda, en los últimos, veinte años, nuestra sociedad ha experimentado un profundo cambio en todos los órdenes: económico, político, social, moral, reli­gioso y, en el fondo, un cambio cultural extraordinario, un cambio radical de valores.

• Es cierto que nuestra cultura, en su sentido amplio, y, por consiguiente, muchas personas son hoy particularmente sensibles a valores humanos como: la digni­dad e igualdad de las personas y, en general, el respeto de los derechos huma­nos; la libertad inalienable en la actividad y en las decisiones humanas; la lucha por la justicia y la aspiración activa por la paz; la preocupación por los desfavo­recidos; la solidaridad, como exigencia, entre las personas y los grupos sociales entre sí; el creciente reconocimiento de la dignidad de la mujer y su progresiva integración en la sociedad; la valoración y defensa de la naturaleza y del medio ambiente, etc.4

. Y todo ello, dentro de un proceso en el que las conquistas y los problemas de la humanidad han adquirido carácter universal.

4 Ver: OBISPOS DE PAMPLONA y TUDELA, BILBAO, SAN SEBASTIÁN y VITORlA: La Iglesia, comunidad evangeliza­dora. Pastoral de Cuaresma. 1983. n .os 4-17. Congreso de Evangelizaci6n y hombre de hoy (1985). Ponen­cias y Conclusiones: 3."_8.", B." Y 27.". Sínodo Extraordinario de los Obispos: Relación final, 11, D, 3. Cat6licos en la vida pública, n.os 14-17. Plan de Acci6n Pastoral de la CEE. Trienio 1987-1990: «Anunciar a Jesucristo en nuestro mundo con obras y palabras», n.os 15-18. Conclusiones de la Asamblea Diocesana de Vizcaya: ODG n.os 22-27; XI, 1, 10, 17, 21 Y 22. CONGRESO «Parroquia evangelizadora». Conclusiones. Madrid, 11-13.XI.1988. En «Ecclesia» 2399 (1988) 34-38. Conclusiones de la 2." Ponencia: n.os 2, 3, 8, 10 Y 11.

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12. Sin embargo, estos y otros valores humanos -desarrollados, en buena parte, bajo la influencia de la fe cristiana- van integrándose en nuestras vidas juntamente con un talante, que prescinde de Dios y de la herencia cultural, moral y religiosa propia de nuestro pueblo.

A partir de los años 70 se difunde en nuestra sociedad una cultura dominada por la increencia. La forma de ver y analizar las realidades sociales, el enfoque de la historia cercana y lejana, la visión que las ciencias nos dan del mundo, los estu­dios de la psicología humana, al menos tal como se divulgan hoy entre nosotros, el tipo de literatura, de cine, de espectáculos que invaden nuestros hogares por los medios de comunicación, etc. toda esta cultura es ajena a la fe cristiana, y favorece una forma de ver el mundo y de vivir la vida, que prescinde de Dios y del Evangelio.

Semejante situación de increencia no es solamente consecuencia del proceso de secularización del mundo moderno, sino también resultado de los gérmenes de injusticia y de las realizaciones injustas que forman parte constitutiva del sistema socio-económico de occidente.

13. Consecuencias de esta situación en la vida de fe .

22

• La cultura de la increencia entraña que un buen número de padres y madres que se acercan a las parroquias para preparar a sus hijos a la Primera Penitencia y Primera Eucaristía, manifiesten, si no un rechazo abierto y contundente de Dios y de la fe, sí una actitud, a veces, de profunda indiferencia e insensibilidad religiosas. La religión «ya no se lleva», «no es signo de progreso». Para éstos, Dios y la fe han desaparecido del horizonte de sus vidas.

• En otros padres y madres, esta cultura de la increencia ha producido otras dos graves consecuencias: Unos han perdido su confianza en la Iglesia y se han alejado de ella o por el antitestimonio de algunos cristianos o jerarquías, o por prejui­cios, o por la imagen de la comunidad eclesial deformada por la distancia, o por animosidad; otros, en cambio, se han «desenganchado» sólo de la práctica dominical, sin medir -ni unos ni otros- el debilitamiento progresivo de la fe, que ambas posturas suelen llevar consigo.

En suma, la tónica de increencia y desinterés religioso, que envuelve nuestro entorno, ha alejado a muchos de la fe y de la Iglesia o, al menos, de la Iglesia. No creemos exagerar si afirmamos que alrededor del ochenta por ciento de los padres y madres de nuestra Iglesia diocesana comprendidos entre los 25 y 40 años están afectados, en general, por esta situación de increencia o «lejanía» religiosa.

• A su vez la corriente hedonista -búsqueda y satisfacción del placer inmediato­con sus brotes de insolidaridad y de pragmatismo estrecho, favorece esta cultu­ra de increencia por cuanto que aleja a las personas de los aspectos más radica­les, originales y generosos del mensaje cristiano.5

Estos hechos, evidentemente, acarrean problemas serios a nuestras comunidades parroquiales, a los pastores y a los equipos pastorales a la hora de admitir a los hijos de estos bautizados a los Primeros Sacramentos de la Penitencia y de la Eucaristía.

14. En esta situación de fuerte transformación socio-religiosa y de «alejamiento» de muchos, no podemos olvidar a los padres y madres de familia creyentes y respon­sables, que buscan para sus hijos una buena preparación catequética, a fin de celebrar estos Sacramentos según los criterios actuales de la Iglesia. Ellos son -o pueden ser-, en unión con los pastores y equipos responsables de esta pastoral, «agentes importantes del retomo» de algunos de estos «alejados», desde la misma situación ambiental que comparten con ellos.

15. Estas pinceladas sobre la increencia ambiental y su repercusión en la vivencia de la fe, en especial, de las familias jóvenes, nos recuerdan lo que, hace años, afirma­ban los Secretariados Diocesanos de Catequesis de Euskalherria: «La iniciación cristiana [el despertar religioso] en el hogar, ha disminuído notablemente en los últimos lustros»6.

5 Ver: OBISPOS DE EUSKAL-HERRIA: Creer en tiempos de increencia. Carta Pastoral. Cuaresma 1988, n.o 6, final y Carta Pastoral ya citada: n.os 12-13. Testigos del Dios Vivo, n.o 21, 4.°. EN n.o 18. 6 DIÓCESIS DE PAMPLONA-TuDELA, BILBAO, SAN SEBASTIÁN y VrroRIA: Plan del proceso catequético de la infancia. IDATZ. San Sebastián, 1984. pág. 29.

23

16. En efecto, podemos asegurar, como consecuencia de lo dicho más arriba, que, en general, hoy, en los hogares incluso creyentes, no se promueve suficientemente el despertar religioso de los niños: es decir, que éstos «conozcan», según su edad, a Dios y a Jesús y se familiaricen con ellos.

Por eso, no se puede dar por supuesta esta fe inicial en los niños, que vienen a la catequesis para prepararse a celebrar los Primeros Sacramentos. Será preciso desper­tarlos a la fe .

17. Pues bien, no obstante la situación religiosamente precaria de muchas familias jóvenes, éstas siguen pidiendo masivamente a la Iglesia los sacramentos para sus hijos con una grave incoherencia: siendo deficitarias en la fe, piden unos sacramen­tos que suponen la fe . A esta «pastoral sacramental» las comunidades parroquia­les dedican una parte muy importante de tiempo, de personas y de recursos pas­torales.

24

¿En qué condiciones pastorales pueden seguir celebrándose estos Sacramentos, de manera que su significado teologal de «encuentro con Cristo en la comunidad» se haga realidad? De otra forma ¿con qué condiciones habrá que celebrarlos, para que sean sacramentos de fe, que suponen y hacen crecer la fe de quienes los celebran?

He aquí algunos principios teológico-pastorales, que indican esas condiciones.

-

2. Algunos principios teológico-pastorales

18. PRIMER PRINCIPIO: La Iglesia diocesana es una comunidad evange­lizadora. «La razón de ser de la Iglesia es evangelizar» (E.N. 14). Es preciso promover en nuestra Iglesia la evangelización misionera.

19. La Asamblea Diocesana, en sus Conclusiones7, nos ha propuesto una de sus opcio­

nes fundamentales: pasar de una Iglesia de cristiandad, en que la fe de sus miem­bros está protegida por las instituciones y fuerzas sociales, a una Iglesia de comu­nión y en estado de misión, en la que los creyentes nos sentimos corresponsables y vivimos la fe a la intemperie, sin apoyos sociales, bajo la luz y fuerza del Evange­lio.

20. Teniendo en cuenta estas circunstancias, la Iglesia diocesana, ha de promover, con coraje y esperanza, y en especial mediante el Plan Diocesano de Evangelización, la tarea única que Jesús encomendó a su Iglesia: EVANGELIZAR.

Recordemos ideas de la Exhortación Apostólica «Evangelii Nuntiandi» y del do­cumento episcopal «La catequesis de la comunidad»:

Evangelizar equivale a anunciar y hacer realidad entre los hombres la Buena Nueva del Reinado de Dios. Esta tarea evangelizadora no es una acción concre­ta de la Iglesia; es una «realidad rica, compleja y dinámica» (EN n.o 17). Evangelizar es la acción, la misión total de la Iglesia. «Ella existe para evange­lizar» (EN n.o 14). Evangelizar es «la dicha y vocación propia de la Iglesia;

7 Ver: ODG. Objetivo 5. Acción 5.1. Tema IlI, Objetivo 4.

25

su identidad más profunda (EN n.o 14). ASÍ, pues, la Iglesia se realiza a sí misma, evangelizando.

La tarea de evangelizar, abarca muchas acciones, que se distribuyen en tres nive­les (Ver CC n.o 28):

21. - ler. Nivel: La Iglesia, ante los niños sin el despertar religioso y ante los increyentes y alejados, realiza la evangelización misionera:

• testimoniando entre los hombres -con coherencia de vida y acciones transfor­madoras- los valores y criterios del Evangelio, la vida nueva del Reino, que trae consigo;

• anunciando claramente el Evangelio del Reinado de Dios, entre los no creyen­tes en medio de las realidades de la vida cotidiana;

• suscitando la conversión o adhesión del corazón a Dios, a su Enviado, Jesús, y a la nueva forma de ser y de convivir propia del Evangelio: el Reino de Dios.

22. - 2.° Nivel: La Iglesia, ante los creyentes-convertidos, realiza la evangelización catequé-tica o catecumenal (inspirada en el Catecumenado primitivo):

• educando en la fe a los creyentes de fe viva, especialmente:

- mediante la catequesis, - a través de la homilía, - mediante la enseñanza religiosa escolar - y con otras formas de anuncio del mensaje cristiano.

23. - 3er. Nivel: La Iglesia, ante los creyentes-convertidos e incorporados a la comunidad

26

cristiana, realiza la evangelización pastoral:

• promoviendo núcleos comunitarios, donde vivir y alimentar la fe para testimo­niarla después como luz y sal de esta tierra;

• celebrando los sacramentos de la fe, como presencia especial de Jesús y de su Espíritu en las comunidades;

• moviendo a los creyentes a denunciar las situaciones de injusticia y opresión, la manipulación de los débiles y la insolidaridad con los abandonados;

• desarrollando otras acciones transformadoras y liberadoras de los hombres y de la sociedad en el corazón de la vida cotidiana, y

• renovando la humanidad, en sus opciones y criterios más profundos y en su jerarquía de valores contrastándolos con las opciones, criterios y valores del Evangelio del Reino.

24. Estas tres últimas acciones -denuncia, acción transformadora y renovación de la humanidad-, si es verdad que nacen en el nivel de la evangelización pastoral, aca­ban, en realidad, siendo acciones claves en el nivel de la evangelización misionera. Los tres niveles de la evangelización: misionero, catecumenal y pastoral se condicionan entre sí. Si uno es débil, debilita a los otros dos.

En este punto, la Asamblea Diocesana es clarividente cuando pide: «Intensificar la acción misionera: una catequesis de profundización en la fe requiere, en las circunstancias actuales, esta previa acción misionera de toda la Iglesia, anunciando la Buena Nueva a los alejados e indiferentes»8.

Según esto, no pretendamos catequizar a los increyentes y aún a los creyentes en sus «zonas de increencia». En efecto, hemos caído -largos años- en la tentación de creer que es posible una buena catequesis en la Diócesis sin la existencia de una evangelización misionera profunda, reconocida y bien planificada, -institucionaliza­da- con los alejados e in creyentes, en general. Esto no es posible.

25. Por todo lo dicho, el proceso de evangelización con los «alejados» o increyentes no empieza por la celebración de los sacramentos, sino por el testimonio de vida y de acciones transformadoras; vienen después las palabras que anuncian al Jesús del Evangelio y del Reino. Así se llega a la conversión primera. Esta se consolida con la catequesis, la celebración y el compromiso por los hermanos.

Es, pues, preciso promover en nuestra Iglesia diocesana y en sus comunidades cristianas la evangelización misionera, corno un nuevo estilo de acción eclesial, que urge implantar.

8 Tema III: Catequesis continuada .. . , 4.

27

26. SEGUNDO PRINCIPIO: La preparación y celebración de la Primera Penitencia y Primera Eucaristía, habrán de enmarcarse dentro del pro­ceso amplio de formación llamado de la Iniciación Cristiana.

Un error frecuente en la pastoral catequética infantil y juvenil ha sido -y sigue siendo- «el período intensivo de catequización», sea de dos semanas, de dos me­ses o de dos años. Antes y después de ese período, suele darse el «vaCÍo educati­vo». No sucedía así en los comienzos del cristianismo.

27. En la Iglesia de los primeros siglos la formación de un cristiano -la Iniciación Cristiana- se realizaba a lo largo del llamado Catecumenado (siglos 11-VI). Este era un período prolongado de formación en que los jóvenes y adultos participantes eran iniciados: en la H.a de la Salvación (Sda. Biblia), en el ejercicio de las costumbres cristianas, en la celebración de ritos sagrados, en la vida comunitaria y en la tarea de ser testigos de Jesús y de cambiar en lo posible el propio ambiente (Ver: AG n.o 14). Así se convertían en seguidores de Jesús y en testigos suyos en la sociedad de su tiempo.

Al final del Catecumenado los participantes celebraban el Bautismo, la Confirma­ción y la Eucaristía en el seno de la comunidad cristiana que los había «iniciado», y quedaban incorporados a ella para vivir como hermanos y como testigos en el mundo. Así concluía el proceso formativo, llamado de la Iniciación Cristiana9

.

28. La Iglesia primitiva nos aporta un dato importante: la vida cristiana no madura «intensivamente», sino de forma progresiva y con tiempo. La vida de los creyentes, para crecer y consolidarse, necesita un proceso educativo-cristiano suficientemente prolongado y en clima comunitario, con sus etapas, celebraciones, aprendizaje de las costumbres cristianas, ejercicios de compromisos en el mundo, experiencias co­munitarias, evaluaciones, etc., todo bien articulado, aunque flexiblemente realiza­do.

9 Ver: D . J OSÉ M :' CJRARDA: IP-Bilbao, n.o 2.

28

Por tanto, la preparación y celebración de la Primera Penitencia y Primera Euca­ristía necesita insertarse en este proceso de formación cristiana integral -que no hay que confundirlo con la catequesis, aunque la implique- y que llamamos Proceso de la Iniciación CristianalO

.

29. TERCER PRINCIPIO: La formación cristiana de estos NIÑOS y su preparación para celebrar estos Primeros Sacramentos, en un contexto parroquial comunitario, evangelizador y misionero, requieren que la COMUNIDAD CRISTIANA preste una atención preferente a las FA­MILIAS y, en general, a los ADULTOS.

30. Ayer y hoy de nuestra acción pastoral en relación con los Primeros Sacramentos.

- Las comunidades cristianas y los catecumenados de los primeros siglos (I1-V!), al vivir en un ambiente pagano y hostil, tuvieron que dar testimonio fiel de dos realidades fundamentales del cristianismo: el amor fraterno y la acción misionera.

El peso específico de aquellas fraternidades y catecumenados lo constituían los jóvenes y adultos convertidos, debidamente catequizados y muchos de ellos inte­grados ya en las comunidades cristianas por los sacramentos de la iniciación. Pero todos participaban en la construcción de la Iglesia y en la evangelización misio­nera con el testimonio de su vida y el anuncio de la fe.

31. - Durante la época de la Cristiandad (ss. VII-XIV), la atención de la formación cristiana se centró en los niños, para introducirlos en el patrimonio de la fe. En los jóvenes y adultos la fe se daba por supuesta, alimentada por los sacramentos y el clima social cristiano.

Esta situación contribuyó a apagar en las parroquias el sentido comunitario -eran administradoras de sacramentos- y el sentido evangelizador, pues todos los cristianos de cierta edad, en principio, conservaban la fe y no tenían necesidad de conversión.

10 Este Proceso inicia torio aún no está elaborado en nuestra Iglesia diocesana, pero cuenta ya con un calendario previsto para su confección. Hacia él confluyen las presentes Orientaciones y confluirán las Orientaciones pastorales del Bautismo y de la Confirmación, en vías de elaboración.

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32. - Hoy, nuestras parroquias siguen actuando en algunos aspectos de modo seme­jante a los tiempos de cristiandad, pero en medio de una cultura de increencia. Aunque han recuperado cierto talante comunitario y misionero, las parroquias distan aún mucho de ser «comunidades que comunican el anuncio misionero» a los alejados, entre los cuales hay muchas familias, que solicitan la preparación y cele­bración de sacramentos para sus hijos.

33. Consecuencias respecto de los niños, los padres y madres, y la comunidad cris­tiana.

Esta situación, evitando toda manipulación, permite realizar una estrategia pastoral plenamente respetuosa con los niños y, en especial, con los padres y madres y con la comunidad cristiana.

1.0 El respeto a los niños:

• No permite a los responsables de la comunidad establecer mayores exigencias a los hijos de padres alejados -increyentes- que a los hijos de padres creyentes.

• Sí permite, sin embargo, iniciarles a todos en la celebración de la fe y en la vida cristiana al ritmo y en la medida de su crecimiento «infantil», incluída la celebración sacramental del perdón y de la Eucaristía de los mayores.

34. 2.° El respeto a los padres y madres (y a los adultos en general):

• No permite establecer con ellos una especie de contrato que intercambia «reu­niones de padres» por «celebraciones sacramentales» de los hijos.

• No permite tampoco promover en ellos actitudes farisaicas, «forzándoles» a realizar gestos sacramentales mediante la presión social o eclesial.

35. • Sí permite, en cambio, a los responsables de la comunidad cristiana ser críticos

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con el carácter de «objeto de consumo», en que se ha convertido para bas­tantes la celebración de algunos sacramentos.

• Sí permite también promover con ellos -padres y madres- una relación «adul­ta» y evangélica de diálogo, de oferta gratuita y motivada del Evangelio, de acompañamiento abierto, paciente y leal, «en espíritu y en verdad».

36. En efecto, el despertar y el crecimiento de la fe de los niños están muy condiciona~ dos por el nivel de fe de los adultos, que los rodean. Ellos son para sus hijos los «modelos de identificación» más cercanos en el mundo de la fe.

Por tanto, urge dosificar equilibradamente el tiempo dedicado a la evangelización misionera y catequética de los niños y de las familias. Ofrecer a éstas unos encuen­tros periódicos de sentido misionero, durante la preparación de sus hijos, es cohe:. rente con el respeto a la libertad de los padres y una exigencia para la fecundi­dad de la fe en sus hijos.

37. 3.° El respeto a la comunidad cristiana, como sujeto autorizado que establece, hoy, la relación con los niños y con sus familias:

38.

• No permite que se desvirtúe la significación cristiana de las celebraciones sa­cramentales.

• No le permite a la propia comunidad exigir mayor nivel de participación, de compromiso y de significación celebrativa, que el que ella se exige a sí misma.

• No permite mantener la actual desproporción entre los esfuerzos y recursos pastorales dedicados a conservar la fe y los dedicados a acciones de carácter evangelizador y misionero que despiertan la fe. Por tanto, el respeto a la co­munidad cristiana:

- Permite y hasta urge promover contactos y desarrollar procesos de acción misionera con los adultos «alejados».

- Permite que sea la propia comunidad cristiana la que establezca y ponga en práctica las normas o criterios concretos de acción sobre la celebración de la Primera Eucaristía, cuidando con esmero su calidad religiosa y la fidelidad al significado del sacramento. (Ver lo que se dice en los n .os 44,2.° párrafo, 82 y 96 b) Y c).

- Más aún, exige ir desmontando del entorno de la celebración los elementos deshumanizadores de la sociedad de consumo (<<desfile de modelos», ban­quete de puesta de largo, regalos desorbitados, etc.).

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39.

32

En definitiva, cuando la comunidad cristiana está organizada, es decir, cuan­do cuenta con órganos de decisión corresponsable, ella es -la comunidad- la que decide sobre las condiciones, en que se han de realizar las celebraciones sacramentales. Los padres tienen el derecho a ser escuchados y el deber de escuchar, a su vez, y de seguir los criterios de la comunidad «autoriza­da», que acompaña a sus hijos en el proceso de iniciación cristiana.

Esta escucha recíproca de padres y comunidad autorizada puede crear tensiones y conflictos. No obstante, será bueno asumir este costo pastoral en aras de una calidad evangélica en la preparación y celebración de los Primeros Sacramentos. Pero, en buena parte, este costo pastoral quedará aminorado con una relación pastoral dialogante y acogedora.

SEGUNDA PARTE

Directrices Pastorales para una situación de increencia

40. Todo lo dicho en la Primera Parte lleva a extraer algunas directrices, para promover en nuestra Diócesis una pastoral de la Primera Penitencia y Primera Eucaristía más acorde con las Conclusiones de la Asamblea Diocesana y, en concreto, con el espíri­tu del «Plan Diocesano de Evangelización 1990-1995» en ella inspirado.

41. PRIMERA DIRECTRIZ: Preparación y edad de los niños.

1. Se dedicará el período de un año para despertar o afianzar en los niños el sentido de Dios y la vivencia de Jesús, mediante el primer anuncio del Evangelio.

a. El material interdiocesano del Primer Año: «Dios es nuestro Padre», está desti­nado a llevar a efecto esta evangelización misionera con los niños.

b. Lo normal es que este material de signo misionero se utilice entre los 6 y 7 años (coincidiendo con el 1er. curso de EGB), y siempre se comenzará con «Dios es nuestro Padre», como Año destinado al despertar religioso.

42. 2. La duración de esta preparación inmediata a los Primeros sacramentos será, al menos de tres años. La celebración de los mismos no se realizará antes de los 9 años.

Los materiales catequéticos interdiocesanos de Segundo y Tercer Año: «Quere­mos conocer a Jesús» y, «Seguimos los pasos de Jesús», proporcionan los temas y celebraciones propios de este período, que se habrá de programar al comienzo de cada Año catequético en el equipo de catequistas.

43. 3. En nuestra Iglesia diocesana existen parroquias -cuyo número se ha acrecenta-do en los últimos años- donde la situación pastoral ha aconsejado retrasar la celebración del sacramento.

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Nuestras «Orientaciones» acogen dicha iniciativa. Para que ésta sea pastoral­mente adecuada, los Consejos Parroquiales o, en su defecto, los Equipos Pasto­rales responsables de la preparación de estos Sacramentos, recuerden:

a. que habrán de establecer o programar aquellas acciones misioneras o catequéticas que conduzcan, durante esa preparación prolongada, a la madurez «relati­va» de la fe infantil; pues, el retraso, por sí mismo, no procura mayor creci­miento en la fe.

b. que, como más arriba se dice, el respeto a la persona de los niños lleva a «iniciarles en la celebración de la fe y en la vida cristiana, pero, al ritmo y en la medida de su crecimiento «infantil», incluída la celebración del perdón y de la Eucaristía de los mayores» 11.

c. que los Equipos responsables de esta etapa infantil trabajarán generosamente con los padres y madres de estos niños con acciones de talante misionero, como se indica más adelante.

44. 4. Cualquiera de estos planteamientos referentes a la edad y a la preparación de los niños a los primeros sacramentos, llevará consigo una suficiente información a todos los padres Ca través de los cristianos practicantes, etc.), para que los padres interesados puedan entrar en contacto con los servicios de acogida que para tal fin les ofrece la comunidad cristiana con ocasión de la petición de la «cate­quesis sacramental», que ellos realizan para sus hijos.

Una práctica pastoral de este estilo necesita ser reconocida y apoyada por el Vicario Episcopal Territorial, a propuesta del Consejo Pastoral Vicarial o Sectorial.

45. SEGUNDA DIRECTRIZ: Evangelización misionera y catequética con las familias.

36

El TERCER PRINCIPIO arriba propuesto _n.os . 34-36 y 37-39- inscribe la pastoral de la infancia en una estrategia de acción pastoral con adultos y con alejados. Esta opción importante ha de traducirse en aplicaciones prácticas y operativas. De ahí proviene lo que sigue.

11 Ver: TERCER PRINCIPIO, 1.0.

46. A. Evangelización misionera.

1. Toda comunidad cristiana, con espíritu misionero, verá, hoy por hoy, en estos alejados una urgencia para la evangelización misionera. Aunque con moti­vaciones aparentemente poco o nada evangélicas, ellos vienen y ahí están, lo cual harán cada vez menos los padres en un próximo futuro.

2. Toda la comunidad parroquial y, en especial, los Equipos de catequistas acoge­rán a estos padres «alejados» y los aceptarán con la convicción de que tam­bién ellos son llamados a la fe viva, y ya están siendo «trabajados» por el Espíritu de Jesús.

47. 3. Hay parroquias que encomiendan a los padres la catequización directa de sus

48.

hijos en estos años presacramentales. ¿Finalidades?

• Despertar la fe de los padres con intencionalidad misionera.

• Estimular su responsabilidad de primeros educadores y de colaboradores necesarios en la catequesis de sus hijos.

• Proporcionarles los medios necesarios para hacerlo.

Esta práctica pastoral, -de preparar a padres creyentes, practicantes o no, para ayudar en la catequesis de sus propios hijos-, está bastante extendida en la Diócesis, con diversos matices. Aunque no está suficientemente eva­luada, está produciendo resultados interesantes, según confiesan la mayor parte de los sacerdotes y equipos pastorales que la realizan.

Téngase en cuenta, sin embargo, que muchos de estos padres, por su aleja­miento de la fe, no tienen capacidad para ser catequistas, por muy buenos materiales y métodos que les ofrezca la parroquia. La actuación del cate­quista se apoya, sobre todo, en la experiencia reflexionada de la fe, y no tanto, y mucho menos sólo, en la metodología catequética.

Veamos las condiciones concretas, en que habrá de hacerse -o seguir hacién­dose- esta experiencia, para lograr la múltiple finalidad, que persigue12

.

12 Ver: n .o 47.

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49. 4. Sin duda, el problema de fondo de esta «pastoral sacramentaria», que tanto desasosiega a pastores y equipos responsables, está en que los padres y ma­dres increyentes y la comunidad eclesial -parroquial- se sitúan en planos dife­rentes. Entre lo que aquéllos demandan y lo que la comunidad quiere ofre­cerles hay un gran desnivel de contenido.

En efecto. Por una parte muchos padres y madres increyentes -afectados por los «valores» del consumo y del espectáculo, propios de la sociedad postmoderna- piden la celebración de un rito fundamentalmente social, que dé a sus hijos reconocimiento y entrada en esta sociedad, en un cierto clima sagrado, pero de escaso contenido cristiano.

Por su parte, en cambio, la comunidad eclesial ofrece en la Eucaristía la incor­poración de los niños a Cristo, en la comunidad de los mayores, para que así puedan -los niños- sentirse acompañados en adelante en el seguimiento de Jesús.

La oferta y la demanda, en general, no son coincidentes. La fiesta sacramen­tal y la fiesta social, tal como hoy se celebran, no tienen puntos de confluen­cia. Por eso, cuando las familias «alejadas» y la comunidad cristiana intentan dialogar sobre este punto, se suele producir un diálogo de sordos.

50. 5. Dos propuestas alternativas.

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Por todo lo visto, urge plantear a los padres y madres «alejados» un proceso adecuado y conveniente de evangelización misionera13

. Para ello, e inspirándo­nos en realizaciones experimentadas en algunas de nuestras parroquias, podemos ofrecerles dos acciones alternativas, para poner en práctica en toda la Diócesis una u otra de las dos:

1.a Unos encuentros para llegar a actuar como colaboradores en la catequesis de sus hijos a lo largo de tres años.

2.a Un proceso misionero con padres y madres, durante tres años, o, al menos, dos años.

13 Ver: PRIMER PRINCIPIO, n.o 21.

51.

52.

53.

1.a Encuentros mensuales para actuar como colaboradores en la cateque­sis de sus hijos, a lo largo de tres años. Estos encuentros se realizarán en las condiciones que siguen:

- Que pretendan, como más arriba se dice: 1) Despertar la fe adormecida de los padres. 2) Responsabilizarles de la educación y de la colaboración en la catequesis de sus hijos. 3) Ofrecerles medios con qué hacerlo.

- Que los destinatarios:

• Vengan libremente, después de algún o algunos encuentros dedica­dos a motivarlos. Más aún, habrá de hacerse un seguimiento motiva­dor, a lo largo de estos dos o tres Años. (Ver lo que se dice en el n.o 59).

• Aunque vivan «alejados» de la vida de la Iglesia, estén interesados y se comprometan a participar en las reuniones de preparación.

• Tengan la seguridad de que, los niños que deseen celebrar los sacra­mentos, tendrán catequistas de la parroquia, aunque sus padres no acudan a las reuniones de los padres.

• Participen en pareja; y si no pudiera ser, que el asistente se compro­meta a involucrar de algún modo a la otra parte en el diálogo cate­quético con el hijo o hija.

• Puedan trabajar no sólo con sus propios hijos, sino también, even­tualmente, con algún otro niño/a de la vecindad, que lo necesite, se­gún circunstancias especiales.

- Que el contenido:

• Sea el mismo -los mismos temas- que utilizan los niños en los años previos a las celebraciones sacramentales (no la «Guía de la familia»).

• Esté bien programado y pensado en registro misionero, esto es, como anuncio de lo sustancial del Mensaje, que lleve a los padres y ma­dres al encuentro con Jesús Salvador, Resucitado y Vivo, hoy.

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54.

55.

56.

57.

40

• Sea enfocado en sintonía con las experiencias y valores humanos de los asistentes adultos, con el ánimo de suscitar en ellos la fe y hacerla crecer.

- Que las reuniones, al menos, se dupliquen en horarios distintos de tarde y noche para facilitar la asistencia de la pareja. Esto exigirá crear servi­cios a nivel de Sector pastoral o Vicaría territorial.

- Que las técnicas de trabajo sean las propias de la formación de adultos: con metodología activa y participativa y cercana al ver, juzgar y actuar.

- Que se dedique una parte de la reunión a aprender a utilizar el material del niño -los Cuadernos interdiocesanos de catequesis de 2.° y 3er (4.°) Año- en diálogo con el niño, durante la semana.

- Que, periódicamente, se realicen -en clave de adultos- algunas de las celebraciones que se proponen para los niños, corno elemento de inte­riorización.

- Que se evalúe, periódicamente, con los padres tanto su situación interior respecto del Mensaje cristiano, corno el acompañamiento que van reali­zando con su hijo o hija.

2.a Proceso misionero con padres y madres durante tres años o, al menos, dos años.

- Esta es la otra acción alternativa: unos encuentros mensuales, de carác­ter misionero, en los tres últimos años, o, al menos, en los dos últimos años, de catequesis de los hijos.

- El contenido, bien programado, abordará los puntos fundamentales del anuncio misionero del Evangelio.

• Este anuncio misionero se puede realizar, en primer lugar, cuando se abordan con los alejados «creyentes» aspectos actualizados de la fe y de la Iglesia, que han adquirido una carga negativa y, por tanto, han perdido ante ellos credibilidad.

58.

Por ejemplo, la «imagen» de Dios como Juez severo; de Cristo, Salva­dor del hombre, pero ajeno a la vida de los hombres de hoy; la «imagen» de la Iglesia como enemiga de la libertad o favorecedo­ra de los poderes económicos y políticos; la «imagen» de una moral basada en el sexto mandamiento o en el miedo a la conde­nación eterna; una visión del mundo en la línea de la fórmula de los «tres enemigos del alma: El demonio, el mundo y la carne», etc.

• El anuncio misionero del Evangelio, se puede llevar a cabo, en segundo lugar, con los «alejados increyentes», en estrecha relación con sus experiencias humanas y profundas, positivas y negativas: la valoración de la dignidad humana; la falta de valores en la edu­cación de los hijos; la búsqueda de la felicidad; la dificultad y, a la vez, la necesidad de convivir; la aspiración a la paz, y a la justicia; el misterio del mal en nuestra sociedad y del fracaso humano; el anhelo de solidaridad y participación; la búsqueda del sentido de la vida; etc.

- Los encuentros se realizarán con la metodología arriba indicada. (Ver n.o 54)

- No faltarán algunas celebraciones relacionadas con los valores humanos, que abran a los participantes al mundo de lo trascendente religioso y cristiano.

- Habrá que dar las máximas oportunidades a los matrimonios: repitiendo sesiones en distintos horarios, si fuera necesario. (Ver n .o 54)

- Los catequistas responsables de estos encuentros serán cristianos de bue­nas relaciones humanas, sensibles a los problemas, preparados para evangelizar desde esos mismos problemas y conocedores de las técni­cas metodológicas de grupo. En suma, personas capacitadas para el diálogo pastoral.

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- Antes de finalizar el último año de encuentros, se invitará a los que quieran a formar un grupo catecumenal para profundizar en la conver­sión experimentada, mediante la catequesis de adultos y otras ofertas de la pastoral diocesana.

59. 6. Plantear este proceso de evangelización misionera significa planificarlo bien y motivar a los padres de manera que se incorporen libremente a él -en cual­quiera de sus alternativas- ambos esposos; pero, no significa obligarles a asistir bajo presión alguna. «El respeto a los padres y madres no permite establecer con ellos una especie de contrato que intercambia reuniones de padres por celebraciones sacramentales de los hijos»14.

Por tanto, los niños que acudan normalmente a la catequesis y cuyos pa­dres, sin embargo, no participen en los encuentros programados para ellos, podrán celebrar la Primera Penitencia y Primera Eucaristía apoyados en su propia fe, en la fe de los catequistas y de toda la comunidad. Lo único que se pide a estos padres, pero esto como exigencia mínima, es que estén dispues­tos y abiertos a participar en algunos encuentros de diálogo y comunicación acerca de lo que se hace con los niños en la catequesis.

60. Esto significa que aquellas parroquias y equipos pastorales que condicionan, de alguna manera, la celebración sacramental de los hijos a la asistencia de los padres a las reuniones, habrán de modificar y adaptar esta práctica a la praxis propuesta en estas Orientaciones Pastorales.

61. B. Evangelización catequética

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A pesar de todo lo dicho, hay bastantes padres y madres que son creyentes y practicantes. Los criterios externos que los distinguen son: el de su integración en algún grupo de referencia, parroquial u otro, y el de su participación habi­tual en las celebraciones dominicales.

También a éstos habrá que seguir ayudando a revivir y a madurar su fe me­d}ante encuentros periódicos de evangelización catequética. Así pues:

14 Ver TERCER PRINCIPIO, 2,0: n,o 34.

62. 7. Es preciso continuar y mejorar los encuentros de catequesis con estos adultos, con ocasión de la celebración de los sacramentos de sus hijos:

a. Los encuentros se realizarán mensualmente en los tres últimos años de la catequesis de sus hijos, previa a la celebración.

b. Los temas serán programados para los tres años, tomando los grandes temas del 2.° y 3er. Año de la catequesis de sus hijos.

c. La metodología y los encargados de estas sesiones tendrán las mismas carac­terísticas que se indican más arriba15.

d. Se invitará a los participantes a hacer la catequesis familiar con sus hijos, orientándolos en el uso de la «Guía para la catequesis en familia»16.

e. Al finalizar el último año, se motivará a todos a formar libremente un grupo catecumenal, para seguir profundizando en la vida cristiana, e incor­porarse a la comunidad como adultos creyentes.

63. 8. Lo más frecuente será encontrarse con un grupo «mixto» de padres y madres: parte creyentes y practicantes y parte «alejados». En esta situación será más aconsejable seguir la programación de una evangelización misionera, que apro­vechará a todos. Pero se pedirá a los creyentes practicantes que favorezcan el clima cristiano del grupo con su testimonio y sus aportaciones.

64. TERCERA DIRECTRIZ: Urg~nte revitalización de la comunidad cris­tiana y, en concreto, de la parroquia. Catequistas y grupos de padres.

Si toda la comunidad es responsable de la Iniciación Cristiana de los niños, los cristianos corresponsables de la misma se deben sentir llamados a potenciarla.

65. Por esta razón:

1. Los responsables directos de la catequesis en cada comunidad (sacerdotes y cate­quistas) y los otros miembros o grupos identificados o significativos de ella (cristia-

15 Ver: n.o 54, segundo guión y n.o 58, guión cuarto. 16 Ver: «Conclusiones de la Asamblea Diocesana»; Tema III, Acción 6.2.

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nos encargados de servicios parroquiales, miembros de pequeñas comunidades y de otros grupos de vida cristiana, creyentes comprometidos en movimientos apostólicos, etc. etc.) procurarán convertirse en ese núcleo comunitario vivo, que de alguna manera, hace presente en la sociedad a toda la comunidad joven y adulta parroquial.

Es muy conveniente que este núcleo vivo comunitario se haga presente, a su vez, en algunas ocasiones -por ejemplo, en celebraciones u otros encuentros- entre los niños que realizan esta catequesis. Les ayudará, sin duda, a sentirse integra­dos en la «gran comunidad» parroquial.

66. 2. Por lo que toca a los catequistas, la Diócesis toma la opción -siguiendo las Con-clusiones de la Asamblea- de que todos realicen -si no lo han realizado ya- un proceso programado de catequesis de jóvenes o de adultos, y además, de que pertenez­can a un grupo de referencia dentro de la comunidad cristiana.

Para bastantes catequistas este grupo de referencia cristiana será el propio grupo de catequistas del mismo Año de catequesis.

Más aún, junto con sus reuniones de trabajo, los catequistas programarán y realizarán reuniones de oración, de convivencia espiritual y humana con los demás grupos de catequistas de la misma comunidad cristiana: Estos encuentros hacen más realidad ese núcleo comunitario y vivo de la parroquial 7

. Estos en­cuentros también deben servir para analizar la realidad socio-pastoral del ambien­te que rodea a los niños y a sus familias.

67. 3. Por lo que toca a los padres, ya quedó dicho -TERCER PRINCIPIO, 2.0, punto

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cuarto- que «el despertar y el crecimiento de la fe de los niños están muy condicio­nados por el nivel de fe de los adultos que los rodean. Los padres y madres son para sus hijos los 'modelos de identificación' más cercanos en el mundo de la fe».

17 Ver: "Conclusiones .. . »: Tema III, Objetivo 5, Acción 5.2.

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68.

Pues bien, con los encuentros programados para los padres y madres, tanto «alejados» como creyentes, se tiende también a robustecer la comunidad cristiana. Durante esas reuniones las familias que acuden se vinculan temporalmente a ella, para revitalizar su propia fe, y algunas de ellas, al final, se incorporarán más permanentemente a ese núcleo vivo parroquial. En unos años, la comunidad recibe savia joven, tal vez inesperada, como un don generoso del Resucitado a un trabajo paciente y esperanzado de muchos.

CUARTA DIRECTRIZ: La parroquia, «lugar» de la catequesis y de las primeras celebraciones sacramentales.

La parroquia, en cuanto parcela local de la Iglesia diocesana, es «la matriz de la vida cristiana»18, el ámbito ordinario del nacimiento y crecimiento de la fe, de la oración y celebración de los sacramentos, del envío de los cristianos a estar pre­sentes apostólicamente en el mundo. Concretando los criterios, la parroquia es lugar privilegiado, donde se realiza la comunidad cristiana, ya que es como la verdadera madre de todos, de cualquier sexo, edad y condición19.

En este sentido:

69. 1. La comunidad parroquial es el lugar normal y preferente de la catequesis que prepa-ra a los niños a la Primera Penitencia y Primera Eucaristía, y el «lugar propio» de la celebración d e estos sacramentos. La comunidad, que los engendra e incor­pora inicialmente por el Bautismo, completa como norma general su maternidad eclesial catequizando a sus hijos y celebrando con ellos la Primera Eucaristía, para incorporarlos a sí misma, como comunidad adulta y permanente.

18 CONG RESO sobre «Parroquia evangelizadora ». Madrid, 1988. Conclusiones, 2." Ponencia, n.o 6. 19 Ver: CC n.o 268. CT n.o 67. MPD-1977 n.o 13. CONGRESO: «Parroquia Evangelizadora». Conclusiones 2." Ponencia: nOs 3, 4, 5 Y 6 Y Ponencia 3.": n .o 2. JUAN PABLO II: Alocuci6n a los Obispos de Lombardía (Italia) 1987. Sin duda, en todas estas afirmaciones sobre la parroquia, se expresa más el deseo urgente de cambio, que la realidad actual parroquial: Cfr. OBISPOS DE EUSKA L-HERRIA: La Iglesia , comunidad evangeli­zadora. Pastoral de Cuaresma, 1983. n .os 18-22. Sin embargo, ellas indican el sentido del cambio, que va experimentando la parroquia y que debe seguir transformándola: Cfr . CONG RESO «Parroqu ia Evange­lizadora» Conclusiones de la 3." Ponencia .

45

-

El «privilegio» de los pobres, en la medida en que se encuentren incapacitados para comprender otros criterios pastorales de la comunidad, será el único crite­rio de excepción.

70. 2. Por tanto, es necesario llevar a la práctica la acción 6.4 del 6.° Objetivo General de la Asamblea Diocesana: «Que la parroquia, como comunidad de comunidades, sea el lugar común en el que todos los cristianos celebren los grandes aconteci­mientos religiosos».

En consecuencia:

a. Los niños participarán en la catequesis de la parroquia a que pertenecen, a lo largo de todo el proceso catequético de la infancia: 6-12 años, y en ella se incorpo­rarán a la comunidad cristiana adulta, al celebrar los Primeros Sacramentos.

b. Si los padres están vinculados a otra parroquia que no es la suya y el niño va a practicar después en ella su vida eclesial, será preferible que se prepare en esa parroquia y en ella celebre los sacramentos.

c. Las celebraciones de la Primera Penitencia y Primera Eucaristía tendrán lugar sólo en la comunidad parroquial. Esta es una norma que ha de cumplirse en toda la Iglesia diocesana.

71. 3. Si los padres solicitan de la parroquia propia ir a otra para celebrar la Primera Eucaristía de su hijo o hija, el párroco de la comunidad de origen deberá exten­der un certificado escrito acerca del nivel de preparación catequética y comuni­taria en que se encuentra el niño o niña, y quizá sobre la situación religiosa de su familia. Corresponde al párroco de la comunidad de destino discernir si hay razones pastorales como para recibirlo o recibirla.

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• Este deberá tener en cuenta que no se consideran razones pastoralmente vá­lidas:

-la cercanía del restaurante donde celebrarán la comida

- el unir la Primera Eucaristía a otra celebración religiosa, por ejemplo una boda.

72. • En cambio, pueden ser razones pastoralmente válidas:

- el hecho de que esta segunda comunidad parroquial es la comunidad habi­tual de celebración de la fe de los padres del niño o niña, o la comunidad donde radica su grupo de referencia cristiana;

- el hecho de que los padres tengan proyectado trasladar su lugar de domici­lio al territorio de la nueva parroquia;

- (en el caso de algunas personas, generalmente pocas), el hecho de que sea esa parroquia el único punto de contacto eclesial para los padres del niño o niña o para sus tutores más inmediatos.

73. 4. Si los padres, en diálogo con el párroco y el equipo responsable de la catequesis parroquial, deciden que dos de sus hijos celebren la Primera Eucaristía el mis­mo día, el mayor esperará al menor, hasta que éste haya terminado la prepara­ción catequética prescrita.

74. QUINTA DIRECTRIZ: Condiciones para una celebración eclesial de la Primera Penitencia y Primera Eucaristía.

A. Condiciones para la Primera Penitencia Sacramental.

Más arriba queda dicho que el respeto a la persona del niño implica considerar a los niños aptos para «iniciarles en la celebración de la fe y en la vida cristiana al ritmo y en la medida de su crecimiento 'infantil', incluída la celebración sacramental del perdón y de la Eucaristía de los mayores»20.

20 Ver: TERCER PRINCIPIO, 1.°, punto segundo.

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75. 1. La admisión de los niños a la Primera Penitencia, antes de la Primera Eucaristía, tiene como fundamento, no tanto la conciencia de pecado, cuanto, la necesidad pedagógica de irlos introduciendo en el ejercicio de la conversión, que pide el sacra­mento: reconocerse culpables ante Dios misericordioso y seguir dóciles al Espí­ritu en el seguimiento de Jesús, sobre todo, en el amor a los hermanos21

.

2. La celebración del Sacramento de la Penitencia adquiere todo su significado cuando se desarrolla con una buena calidad celebrativa: una estancia llena de luz y el ambiente de gozo, de alabanza y de promesa de ser más fiel a Dios, a Jesús y a los demás, pueden llevar a los niños a experimentar que con sus faltas se alejan de Dios, de Jesús y de los hermanos, pero que ellas no impiden que Dios y Jesús sigan siendo, de verdad, su Padre y su Arnig022

.

76. • Siguiendo las orientaciones de Juan Pablo II en su Exhortación Apostólica «Reconciliación y Penitencia» (1984) y de la Conferencia Episcopal Española en la Instrucción Pastoral «Dejaos reconciliar con Dios» (1989), celebraremos la Penitencia Comunitaria con los niños según la forma B, que es la más completa de todas, puesto que el niño es capaz de experimentar el sentimiento de culpa personal.

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• Para destacar prácticamente la significación propia y específica de la Peniten­cia Sacramental, recomendamos que se prepare a los niños al Sacramento de la Penitencia a lo largo del anteúltimo Año de esta catequesis de iniciación y que se celebre el Sacramento al final del mismo.

21 Ver: SECRETARIADOS DIOCESANOS DE CATEQUESIS y DE LITURGIA. Directorio Pastoral para la aplicación de la Instrucción (Episcopal sobre la «Iniciación sacram ental d e los niños")' Bilbao, 1970. BOO d e Bilbao. Febrero, 1970 pgs. 73 ss. Nota 5. D. JosÉ M .A CIRARDA: Instrucción Episcopal. 1969, n .o 3. Esta preferencia por la práctica tradicional la ha manifes tado la Santa Sed e en el Directorio General de Pastoral Catequéti­ca. Apéndice. Madrid . 1973, n.o 5. 22 Ver: VICENTE M.A PEDROSA: La Iniciación al Sacramen to de la Penitencia . Ponencia d e las «Jornadas N acionales de Liturgia». Madrid . Octubre, 1988: IV, 2, b, punto tercero. Aquí se exponen las razones d e pedagogía d e la fe, que avalan, ad em ás de la razón d e la autoridad jerárquica, la práctica peniten­cial sacramental según la form a B.

77. • El «lugar» propio de esta celebración es la comunidad parroquial, reunida en el templo u otro lugar de la parroquia que se considere más adaptado para el mo­mento.

• Los padres y otros adultos cercanos a los niños serán invitados a participar en la celebración: Más aún, lo serán también para preparar, junto con los catequis­tas, la celebración y para tomar parte en ella como monitores, lectores, salmis­tas, etc.

Esta amplia participación de los familiares de los niños, unida a la calidad celebrativa de que hablamos arriba, puede generar un clima de hondura reli­giosa, donde los participantes intuyan el perdón generoso de Aquel «que está en medio de los reunidos». Este sería un ambiente evangelizador y misionero.

78. B. Condiciones para la celebración de la Primera Eucaristía .

• En el aspecto evangelizador.

1. Habrá que acercar a las familias al sentido profundo de la Eucaristía cristiana y de algunas consecuencias, que de ahí derivan. La Primera Eucaristía:

a. No es un acto de «presentación en sociedad»; es ante todo, una acción de Iglesia: los niños se encuentran con Jesús e ingresan en la comunidad de los cristianos mayores (socialización eclesial). Con ellos compartirán, en ade­lante, cada domingo el Pan de la Eucaristía.

79. b. No es sólo un punto de llegada de los niños a la comunidad de los cristia-nos adultos; es a la vez, el punto de partida:

• para seguir formándose en la catequesis que continúa,

• para participar de la Eucaristía en domingos y fiestas,

• para proceder en la vida según los criterios del Evangelio, pero bajo el estímulo y presencia de la propia familia en la comunidad adulta.

c. Es la expresión más radical de lo que es la vida cristiana: una comunidad de hermanos que quieren seguir tratándose y ayudándose y están llamados a ser «levadura en la masa» (Ver Mt. 13,33) Y «luz del mundo» (Ver Mt. 5, 13-16).

49

80. 2. Un punto capital en esta reflexión con los padres y madres habrá de ser el clima evangélico de sobriedad y de solidaridad con los pobres y los marginados. Toda la catequesis que se hace con los niños -y aún la evangelización con las familias- hace referencia a la vida y comportamiento de Jesús y a nuestro seguimiento, tras El, como amigos de su grupo, miembros de su Iglesia.

La parroquia pedirá insistentemente de las familias la coherencia que Jesús y su Iglesia exigen para es ta celebración sacramental: clima religioso, sentido comunitario, carácter festivo, ambiente de austeridad en todo, alegría de un paso más en el compromiso con Jesús y su comunidad; en todo momento, gozo y sencillez compartidos. (Téngase presente el «Directorio para misas con niños»f 3.

81. 3. Más en concreto, los elementos festivos que acompañan a la celebración serán objeto de una reflexión catequética, tanto con los niños como con los padres.

Así, por ejemplo, el valor simbólico del vestido, el banquete, los regalos, los recuerdos gráficos, etc., deberán ser contemplados, no según los criterios de la sociedad de consumo y de despilfarro, sino según los criterios evangélicos de la sencillez, la creatividad, la austeridad, la gratuidad, el tono festivo por la alegría del reino de Dios, la solidaridad como expresión de la caridad de Dios ... Y, todo ello, con un sentido «sensato» de la proporción entre el contenido de la fiesta y su expresión externa.

• No es proporcional, ni adecuado, ni sensato, ni evangélico, pretender cumplir con los «compromisos sociales» de la familia, a costa de la celebración de la Primera Eucaristia, que es un hecho con un relieve modesto en la vida de la comunidad cristiana.

82. 4. Aquí hemos de recordar un criterio arriba propuesto24.

50

23 SOA. CONGREGACIÓN PARA EL CULTO DIVINO, 1973. En Celebrar la misa con niños. Coeditores: Marova; Paulinas ... 1975, pgs. 110-119. Misal Romano. Nueva edición revisada (S."). Respecto de la «coherencia exigida» en este párrafo, ténganse presentes las reflexiones sobre <<los más pobres'), que aparecen en los n.os 69, 2. 0 Y 72, 3.0

24 Ver: TERCER PRINCIPIO, 3.0 punto último.

El sujeto autorizado para discernir -según criterios propios- la calidad del proceso evangelizador -misionero o catequético- de los niños y de las familias, así como la calidad religiosa y eclesial de las celebraciones es la comunidad cristiana mediante sus órganos de corresponsabilidad, especialmente, el Consejo Parro­quial -o incluso el Consejo Sectorial o Vicarial, si se juzga necesario- (Ver: n.o 96, c).

En todo caso estos órganos de decisión corresponsable actuarán según la norma­tiva vinculante diocesana.

Oídas las familias, todos habrán de seguir los criterios propuestos y aplicados por la comunidad cristiana, que acompaña a los niños y a los padres y madres en sus diversos procesos evangelizadores.

83. • En cuanto a la celebración eucarística:

A la recuperación del sentido religioso y evangelizador de la celebración de las Primeras Eucaristías contribuirá también la desmasificación y desconcentración de las mismas. Por eso recomendamos tener presente las siguientes reflexiones y orientaciones prácticas:

1. Las celebraciones de la Primera Eucaristía, si se realizan en pequeños grupos -con pocos niños- resultarán unas celebraciones normales, menos espectacu­lares y adquirirán un tono más cercano y familiar, más propicio a la expe­riencia religiosa y al clima evangelizador.

De esta manera, estas celebraciones apenas se diferenciarán de la solemnidad de un domingo normal, aunque se introduzcan en ellas, como es obvio, algunos «signos» específicos propios de una celebración de Primera Eucaristía.

84. 2. Los momentos litúrgicamente más apropiados para estas celebraciones sa-cramentales, se concentran en el tiempo pascual; sin embargo, hay razones pastorales que aconsejan distribuir en el Tiempo ordinario las fechas de las celebraciones25

. En efecto:

25 Ver: Plan de Acción de la Comisión Episcopal de E. y Catequesis. Trienio 1987-1990: EDICE. Madrid, 1987, pág. 66, nota.

51

85.

-las familias, debidamente motivadas, podrían escoger el domingo o fiesta que deseasen y formar, así, grupos pequeños de niños;

-los niños continuarían asistiendo a la catequesis durante el resto del año, sin ruptura, después de celebrar la Penitencia y Eucaristía Primeras;

- una celebración de pocos niños y pocos familiares, dentro del ambiente normal de una misa de domingo o fiesta, pero bien preparada y bien participa­da, se presta más a la simplicidad y a la intimidad religiosa, que las cele­braciones concentradas en los domingos de Pascua.

Es preciso y urgente lograr en las celebraciones de la Primera Eucaristía ese clima de sencillez y familiaridad que esté acorde con la naturaleza evangélica de este sacramento.

Esta costumbre -de celebrar la Primera Eucaristía por pequeños grupos y a lo largo del Año litúrgico- no se conseguirá en breve. Habrá que motivar durante algún tiempo a las familias más sensibles a la renovación eclesial, sin dejar a las más alejadas. A medio plazo se notará el resultado.

SEXTA DIRECTRIZ: El «después» de las celebraciones sacramentales. La continuidad de los padres y de los niños.

A. La continuidad de los familiares.

1. Después de celebradas la Primera Penitencia y Primera Eucaristía de sus hijos, los padres y madres, que han perseverado en los encuentros de una u otra oferta, han podido experimentar un cierto cambio interior.

Es la hora de invitarles a recorrer un proceso de catequesis en un «catecumenado» de adultos o a incorporarse a alguna tarea parroquial o a alguna acción de promoción humana o de solidaridad.

86. 2. Con los padres y madres, que I}.O se han integrado en ninguno de los grupos

52

o tareas parroquiales, convendrá mantener lazos amistosos, y dejar «abierto el porti­llo» para solicitar de ellos ayudas esporádicas en la parroquia, convocarles a ciclos de charlas, coloquios, etc. Esta es una forma importante de vinculación con la comunidad parroquial.

3. Los que permanecieron «alejados» o dejaron pronto los encuentros, siguen siendo una interpelación para la parroquia y sus grupos y pequeñas comunidades; un reto a su espíritu evangelizador misionero. ¿Qué se puede hacer aún con ellos?

87. B. La continuidad de los niños.

4. A lo largo de la catequesis preparatoria a la Primera Eucaristía y Primera Peniten­cia, los responsables de la catequesis habrán de insistir a los niños y en especial a las familias que la catequesis ha de continuar en los años siguientes a la celebra­ción de los sacramentos (Ver n.O 70, a).

Por consiguiente, el equipo responsable de la catequesis parroquial ha de convocar con un cuidado particular a estos niños, para proseguir su proceso de catequesis de infancia, con las acciones que él conlleva dentro y fuera de la parroquia.

«Una comunidad cristiana no cumple con la misión grave de educar en la fe de los niños, si no garantiza la continuidad de atención catequética y de vida sacramental... a los que ha preparado y llevado al primer encuentro eucarísti­CO» 26.

88. 5. La parroquia, a través del equipo de catequistas, cuidará de la participación de estos niños en la Eucaristía dominical; deberá ayudarles a reflexionar sobre sus nuevas experiencias celebrativas eucarísticas, y a interiorizar los aspectos nuevos.

• Las parroquias que aún no la tengan, promoverán, en lo posible, la Eucaristía dominical con los niños, inspirándose en el «Directorio para misas con niños»27.

En este sentido, recordamos que lo mejor es que los niños participen en la Eucaristía dominical en compañía de los padres; así, la familia -los adultos­serán el modelo de identificación y el grupo humano creyente, que estimula y entrena a los hijos en esta participación sacramental.

26 A RCHIDIÓCESIS DE M ADRI D-ALCA LÁ: Normas pastorales para la preparación y celebración de la Primera Comunión de los niños. Separata BOO. n .o 3 (l -II-75) pg. 92. 27 Ver: Nota n .o 22. Directorio para misas con niños, n .o 21 .

53

A muchos equipos parroquiales les parece más pastoral y coherente estimu­lar a las familias a participar con sus hijos en la Eucaristía dominical que motivar a éstos a incorporarse en la celebración de una «Misa con niños», aunque en ella participen también algunos adultos. Aunque aquel ideal sólo se cumpla en parte, merece la pena caminar en esa dirección.

• Por fin, a la familia también le toca procurar -sobre todo, con su testimonio­que el niño experimente la alegría de nuevos encuentros con Jesús en la vida de cada día junto a los que lo rodean28

.

89. 6. Después de la celebración de la Primera Penitencia, muchos niños, en su segun-

54

do año de catequesis, participarán en dos o tres celebraciones comunitarias de la Penitencia. En efecto:

• Celebrada la Primera Eucaristía, es preciso dar a los niños oportunidades de participar en celebraciones comunitarias de la Penitencia, al menos, en las etapas coincidentes con los tiempos litúrgicos: Adviento, Cuaresma y Pascua, y en el comienzo y final de curso. El buen funcionamiento de la catequesis parroquial facilitará esta participación.

• Los niños pueden participar en las celebraciones comunitarias de la Peniten­cia tanto en el centro educativo como, especialmente, en las propias comunidades parroquiales. Estas los convocarán bien a las celebraciones penitenciales insti­tuídas para todos sus miembros, bien a las programadas para ellos y sus catequistas, para monitores de tiempo libre y sus grupos, etc.

28 Ver: D. JOSÉ M .A ClRARDA: IP-Córdoba: pág. 36.

RESUMEN DE LAS DIRECTRICES VINCULANTES

L=============================================================== Para toda la Diócesis

-------------------------------------------------------------------------- -- -- -- ----------------------------------------=------=------=------=------=------=------=----------=---- ---- --------------...--

90. A lo largo de la Segunda Parte se ha hecho clara distinción entre las directrices que son vinculantes o de »obligado cumplimiento« para toda la Diócesis y las que son recomendadas o aconsejables.

Por tanto, aunque no todas las directrices son obligatorias, sí es obligado avanzar en la dirección de las pistas que se proponen, incluso como recomendadas. De esta manera, aunque se promuevan iniciativas propias en determinados lugares (Secto­res, Vicarías ... ) todos caminaríamos en una dirección unitaria.

He aquí, a modo de recordatorio, las directrices vinculantes en toda la Diócesis:

91. 1. Preparación y edad de los niños:

a. Se dedicará el período de un año para despertar o afianzar en los niños el sentido de Dios y la vivencia de Jesús.

b. Los niños comenzarán siempre la catequesis de la comunidad cristiana con los temas de «Dios es nuestro Padre», Año Primero, destinado al despertar religio­so.

c. La duración de la preparación a los Primeros Sacramentos será, al menos, de tres años. La celebración de los mismos no se realizará antes de los 9 años.

92. 2. Urge plantear a los padres y madres «alejados» un proceso adaptado y adecuado de evangelización misionera.

Por eso, las comunidades cristianas ofrecerán, como mínimo, una de es tas dos alternativas de acción evangelizadora:

1.a Encuentros mensuales para que las familias puedan colaborar en la catequesis de sus hijos a lo largo de tres años.

57

L

2.a Encuentros mensuales para que las familias puedan realizar -ellas mismas­un proceso misionero durante tres o, al menos, dos años.

93. 3. Los padres y madres creyentes y practicantes dispondrán de dos alternativas:

a. Se les invitará a participar activamente en los encuentros mensuales de evangeliza­ción misionera (Ver n.os 56-60), favoreciendo el clima cristiano del grupo con su testimonio y sus aportaciones (Ver n.o 14).

b. Allí donde sea posible, se constituirá con ellos un grupo de catequesis familiar en coordinación con la catequesis parroquial.

94. 4. Los catequistas.

a. Todos los catequistas deberán tener un grupo de referencia cristiana, que puede ser un grupo ya existente o el grupo formado por los propios catequistas.

b. Asimismo, aquellos catequistas que tengan una encomienda de coordinación, debe­rán hacer -si no lo han hecho ya- un proceso diocesano homologado de formación cristiana y catequética.

95. 5. La comunidad parroquial

a. Los niños se incorporarán a la catequesis de su parroquia durante toda la infancia (6-12 años). La comunidad cristiana pondrá todos los medios que estén a su alcance, para aumentar el número de niños, que continúen después de celebrar la Primera Eucaristía.

b. Los niños cuyos padres no respondan a ninguna de las acciones alternativas propuestas para ellos (Ver: n .o 50-55, 56-60, 92), serán atendidos por catequistas de la comunidad parroquial en sesiones semanales (Ver: n.o 52, punto tercero). Cúmplase, sin embargo, lo que dice el n.o 59 al final de su párrafo segundo.

c. Las celebraciones de la Primera Penitencia y Primera Eucaristía tendrán lugar en la comunidad parroquial.

96. 6. Condiciones para unas celebraciones eclesiales.

58

a. Los niños celebrarán la Penitencia Comunitaria según la forma B: asegurando la acogida, la escucha y la absolución de cada niño individualmente.

b. La comunidad cristiana actuará como sujeto autorizado para discernir según criterios diocesanos establecidos:

• tanto la calidad de los procesos evangelizadores de niños y padres

• como la calidad religiosa y eclesial de las celebraciones.

c. • La Delegación de Catequesis y el Secretariado de Liturgia: ofrecerán una reflex­ión acerca del sentido cristiano de los elementos festivos que rodean la celebración de la Primera Eucaristía, y

• El Consejo de Pastoral de la Vicaría o del Sector, con la ayuda de estas reflexio­nes, concretará las normas prácticas en aplicación de los principios y directrices que se ofrecen en estas Orientaciones diocesanas (sobre trajes, videos, fotografías y lugares de culto asimilables a las parroquias). (Ver n.os 37 y 78-84).

97. 7. La continuidad de los familiares y de los niños.

a. La comunidad cristiana -mediante sus responsables- establecerá un equipo de acogida y de acompañamiento a los padres y madres que se han ido incorporando a algún grupo, catecumenado o tarea parroquial.

b. Respecto de la continuidad de los niños, ver 5.a.

59

REFLEXIONES FINALES

• Tres etapas para la puesta en marcha • Validez para cinco años • Nuevos posibles ANEXOS • Instancias de apelación

11 :1'

11

II

II!

1 •

~--------------------------------------------------------------------------------------

98. 1. Antes de concluir, tenemos que afirmar que todas estas directrices serán efica-ces pastoralmente en la medida, en que se pongan realmente en práctica en toda la Diócesis, cada una según su cualificación: vinculantes o recomendadas, y según su alcance: diocesano, vicarial o sectorial.

2. Para la «puesta en práctica» de estas directrices proponemos tres etapas, que se pueden desarrollar en dos o tres años, a partir de su publicación.

- Primera: De sensibilización diocesana respecto de las «Orientaciones Pastora­les» en general.

- Segunda: De relación periódica con las familias de los niños y con sus cate­quistas (de los mismos).

- Tercera: De plena «puesta en práctica» de estas directrices con las familias, con los catequistas, y con los niños.

Para conocer el desarrollo detallado de estas etapas, véase el ANEXO 1.

99. 3. Por otro lado, dada la movilidad de nuestra situación social y eclesial, no se pueden elaborar directrices definitivas.

Sin embargo, para no quedar en la inseguridad de lo provisional, las presentes Orientaciones -principios y directrices- tendrán validez para cinco años desde su entrada en vigor.

Durante ellos, se irán detectando los cambios de situación más importantes y su repercusión en la pastoral, para revisar, sobre todo, las actuales directrices en el momento oportuno.

Son, por tanto, directrices no definitivas, pero sí definidas para un tiempo concreto.

63

4. En esta misma línea, y para ayudar a la aplicación progresiva y realista de las directrices prácticas, creemos oportuno ir publicando otros Anexos, con la apro­bación del Consejo Episcopal.

Estos nuevos Anexos recogerán experiencias y reflexiones operativas válidas de los territorios o de otras plataformas diocesanas, que puedan impulsar el desa­rrollo de estas «Orientaciones» en coherencia con sus opciones pastorales de fondo.

100. 5. Para salir al paso de posibles interpretaciones encontradas, se establecen como

64

instancias de apelación los Organismos Diocesanos competentes: la Delegación Episcopal de Catequesis y el Secretariado Diocesano de Liturgia.

Bilbao, 31 de Julio de 1990. Fiesta de S. Ignacio de Loyola.

Delegación Episcopal de Catequesis Secretariado Diocesano de Liturgia

VOCABULARIO

~------------------------------------------------------------------------------

Este vocabulario es el ANEXO del documento de la Comisión Episcopal de Enseñanza y Catequesis: La catequesis de la co­munidad. Orientaciones pastorales para la catequesis en Es­paña, hoy. 1983.

Es un intento de unificar términos en la teología yen la praxis pastoral entre nosotros.

Se indican aquí los términos más directamente relacionados con la catequesis. Los números citados junto a los títulos se refieren al lugar donde aparecen más desarrollados en el docu­mento indicado.

I. En torno a la ACUON EVANGEliZADORA de la Iglesia, destacamos estos términos:

1. EVANGELIZACION (n.os 24-29)

Se debe evitar toda definición reductora: «Ninguna definición parcial y fragmentaria refleja la realidad rica, compleja y dinámica que comporta la evangelización, si no es con el riesgo de empobrecerla e incluso mutilarla» (EN, 17).

La evangelización es lo que define la misión total de la Iglesia, «su identidad más profunda» (EN, 14), ya que «Ella existe para evangelizar» (EN, 14).

Se entiende, pues, por evangelización el proceso total mediante el cual la Iglesia, Pueblo de Dios, movida por el Espíritu:

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- anuncia al mundo el Evangelio del Reino de Dios; - da testimonio entre los homúres de la nueva manera de ser y de vivir que él inaugura; - educa en la fe a los que se convierten a él; - celebra en la comunidad de los que creen en él -mediante los sacramentos- la presencia del Señor

j esús y el don del Espíritu, e - impregna y transforma con su fuma todo el orden temporal.

La dinámica de este proceso total de evangelización aparece definida, de manera paradigmática, por tres f ases o etapas sucesivas: acción misionera (con los no creyentes), acción catecumenal (con los recién convertidos) y acción pastoral (con los fieles de la comunidad cristiana).

2. ACCION MISIONERA (n. os 40-43; 49-55)

Es la actividad por la que los cristianos, mediante el testimonio de su vida y el anuncio explícito hacen presente el Evangelio y lo dan a conocer a los no creyentes.

3. PRIMER ANUNCIO (n. os 40-43)

Es el anuncio explícito del Evangelio dirigido al no creyente, en orden a su conversión.

«Aunque este primer anuncio va dirigido de modo específico a quienes nunca han escuchado la Buena Nueva de j esús o a los niños, se está volviendo cada vez más necesario ... , para gran número de personas que recibieron el bautismo, pero viven al margen de toda vida cristiana» (EN, 52).

4. CONVERSION (n.os 41-42; 95)

Adhesión inicial y global al Evangelio del Reino, cuya realidad y novedad se descuúre, y que implica la aceptación de Dios vivo, el sentirse arrancado del pecado, la voluntad de seguir a j esús y el deseo de incorporarse a la comunidad cristiana.

68

Esta conversión inicial se consolida -poco a poco- mediante una conversión continua, que dura toda la vi­da.

5. ACCION CATECUMENAL (n.os 83-106)

Es la acción que la Iglesia realiza con los que dan su adhesión al Evangelio, a fin de capacitarles para su plena integración en la comunidad cristiana por el Bautismo. En un sentido amplio, renueva y actualiza en el cristiano ya bautizado, el significado de su Bautismo.

La catequesis es, esencialmente, acción catecumenal.

6. ACCION PASTORAL (n.o 27)

A diferencia de la acción misionera y de la catecumenal, la acción pastoral es la que la Iglesia realiza con los fieles de la comunidad cristiana.

Comprende la acción litúrgica, el ministerio de la Palabra dirigido a la comunidad y la acción caritativa.

11. En torno a la ACCION CATEQUIZADORA de la Iglesia destacamos estos ténninos:

7. CATEQUESIS (n.os 34; 44-47; 83-105)

Es la etapa (o Período intensivo) del proceso evangelizador, en la que se capacita básicamente a los cristianos para entender, celebrar y vivir el Evangelio del Reino, al que han dado su adhesión, y para participar activamente en la realización de la comunidad eclesial y en el anuncio y difusión del Evangelio.

Esta formación cristiana -integral y fundamental- tiene como meta la confesión de fe.

69

Esta descripción de la catequesis recoge, como se ve, su carácter temparal, de fundamentaci6n de la fe y de educación integral de la misma, así como su finalidad comunitaria y misionera, su punto de partida, que es la conversi6n, y su meta, que es la confesi6n de fe:

• Su carácter temporal, al describirla como etapa o Período intensivo (<<periodo», CT, 20; «momento señalado en el proceso total de evangelización», CT, 18).

• Su carácter de fundamentaci6n de la f e, al decir que capacita básicamente a los cristianos ( <<enseñan­za elemental>" C1~ 21; «iniciaci6n», CT, 14, 18, 21, 22, 33).

• Su carácter de educación integral de la fe, al indicar que capacita para entender, celebrar y vivir el Evangelio ( <<iniciación cristiana integral», CT, 21; «iniciar a toda la vida cristiana», CT, 33).

• Su finalidad comunitaria, pues capacita para participar activamente en la comunidad cristiana ( <<la comunidad eclesial... tiene la responsabilidad de acoger (a los catecúmenos) en un ambiente donde puedan vivir, con la mayor plenitud posible, lo que han aprendido», CT, 24).

• Su relación con la liturgia, pues capacita para la celebración del Misterio que proclamamos.

• Su finalidad misionera, pues capacita para el anuncio del Evangelio ( <<la catequesis está abierta al dinamismo misionero», CT, 24).

• Su punto de partida es la conversión, pues se dirige a los que han dado su adhesión al Evangelio ( <<distinta del anuncio primero del Evangelio que ha suscitado la conversión... (trata) de hacer madurar la fe inicial», CT, 19).

• Su meta es la confesi6n de fe (<da catequesis ... conduce a la confesión de fe», MPD, 8).

8. EDUCACJON DE LA FE (n. os 57-58)

Todo lo que hace la Iglesia contribuye, de alguna manera, a educar la fe de los cristianos. Sin embargo, la Iglesia intenta esta educación de la fe directamente por medio de múltiPles formas del ministerio de la Palabra: educación cristiana en la familia, catequesis de la comunidad, homilía, enseñanza religiosa escolar, enseñanza de la teología ...

La educación de la fe -a través de estas acciones- pretende hacer madurar la fe de los cristianos.

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La catequesis es, por tanto, una fQrmO, peculiar de la educación de la fe, y no se debe confundir con la totalidad de dicha educación.

9. CATEQUESIS SISTEMATICA (o catequesis integral y orgánica) (n. os 59-65).

Es la catequesis en su sentido más proPio, ya que pretende una formación cristiana integral -orgánica y sistemática- de carácter fundamental. Se contrapone a catequesis ocasional.

Se llama sistemática porque sigue un programa articulado; integral, porque trata de educar todas las dimensiones de la fe; orgánica, porque procura una síntesis coherente de todo el Evangelio, dando unidad a los diversos elementos del mensaje en torno al misterio de Cristo (<<jerarquía de verdades»; «nexo diverso de las verdades con el fundamento de la fe cristiana», UR 11).

La catequesis sistemática es, así, «una iniciación cristiana integral, abierta a todas las esferas de la vida cristiana» (CT, 21).

10. CATEQUESIS OCASIONAL (n. os 66-67)

Es la que se realiza con ocasión de determinados acontecimientos de la vida personal, familiar, social o eclesial. Se contrapone a catequesis sistemática (ver CT, 21).

En este sentido, las catequesis pre-sacramentales,dadas con motivo de la celebración de los sacramentos; o las catequesis ante determinados acontecimientos eclesiales (concilio, sínodo, nueva encíclica ... ) o socia­les (paro, violencia, ley del divorcio o del aborto .. .) son claros ejemPlos de su necesidad e importancia.

La catequesis ocasional participa de la noción de catequesis, porque, aunque esté referida a un tema concreto, lo trata con cierta sistematicidad, desarrollando sus diferentes aspectos.

11. CATEQUESIS MiSIONERA (n.os 48-50)

Es la que se dirige a aquellos cristianos bautizados que, aunque vinculados a la Iglesia mediante una cierta práctica religiosa, están necesitados de una conversión inicial (ver CT, 19; DCG, 18) .

71

Se distingue de la catequesis en sentido propio, ya que ésta supone la conversión, así como del primer anuncio, en sentido estricto, pues éste se dirige a los que se sienten desvinculados de la Iglesia o han perdido la fe.

JI!. En torno a la DINAMICA CATEQUErlCA destacamos estos ténninos:

12. ACTO CATEQUETICO (n. os 221-235)

Llamamos acto catequético a la realización concreta de la acción catequizadora, en la que se actualizan -en mutua interacción- los elementos constitutivos de esa acción (experiencia -humana y cristiana-, Palabra de Dios, confesión de fe, celebración, compromiso .. . ).

Esto no implica que actúen todos los elementos al mismo tiempo, ni siguiendo un orden prefijado, pero sí han de estar presentes, por ejemplo, a lo largo de las diferentes sesiones que desarrollan un tema.

13. PROCESO CATEQUETICO (n. os 236-251)

Es ese Período intensivo de formación cristiana integral y fundamental desarrollado a lo largo de un tiempo determinado, es decir, marcado por un princiPio y un final.

Podemos hablar, por tanto, del "proceso catequético de niños», del "proceso catequético de jóvenes», del "proceso catequético de adultos».

No hay que confundir "proceso catequético» con el "proceso permanente de educación de la fe». Este, que se realiza por medio de múltiples acciones, acompaña al cristiano durante toda la vida. El "proceso catequético», en cambio, es sólo un Período intensivo -suficientemente prolongado- de catequesis orgánica y está situado en el interior de aquél.

14. PROYECTO GLOBAL DE CATEQUESIS (n.o 252)

Es la oferta catequizadora global de una Iglesia particular. Integra, de manera articulada y coherente, los diferentes procesos catequéticos ofrecidos por la diócesis.

72

15. COMUNIDAD CRISTIANA (n.os 253-265)

Hablando en general, es la realización histórica concreta de la «comunión», que es un don del Espíritu. Se aPlica tanto a la comunidad cristiana inmediata como a las comunidades cristianas referenciales, que son la Iglesia particular y la Iglesia universal.

La comunidad cristiana inmediata es el espacio eclesial concreto donde el cristiano nace a la fe, se educa en ella y la vive.

Los rasgos de su identidad son éstos: es cristocéntrica, congregada por la Palabra de Dios, orante y centrada en la Eucaristía, suscitadora de comunión eclesial, misionera, corresponsable y ministerial, necesi­tada de comPlementariedad y de talla humana.

La comunidad cristiana inmediata está siempre ordenada -integrada y en comunión- a la Iglesia diocesa­na y a la Iglesia universal.

16. GRUPO CATEQUETICO (n.os 283-286)

Es el grupo de catecúmenos que realiza un proceso de catequización, que tiene su origen, lugar de referencia y su meta en la comunidad cristiana.

17. CATECUMENADO (n.os 83-105)

Es la institución de la Iglesia al servicio de la iniciación cristiana de los adultos recién convertidos que se preparan para recibir el Bautismo.

Esta institución existe en los países «de misión» y en aquellas Iglesias en las que el Bautismo de adultos es frecuente.

Por eso, entre nosotros, preferimos hablar de «catequesis de insPiración catecumenal» más que de «Catecu­menado», en sentido estricto.

73

18. CONFESION DE FE (n.os 164 y ss.)

Confesar o profesar la fe cristiana es adherirse incondicionalmente a la Persona de j esucristo, en quien el Padre nos ha comunicado su Espíritu y, además, manifestar -con palabras y obras- esa adhesión sin reservas, dentro de la comunidad eclesial y en medio del mundo.

Mediante la confesión de f e, el cristiano hace suya la f e de la Iglesia, que ha recibido por medio del Bautismo y la catequesis.

74

ANEXO I

PARA UNA EVANGELlZACION MISIONERA CON LAS FAMILIAS Propuesta de itinerario de aplicación progresiva

Criterios y presupuestos básicos

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1. o Estas «Orientaciones» acerca de la pastoral de la Primera Penitencia y Primera Eucaristía son una de las accianes pastorales de carácter misionero, vinculada al 2m y 4m Objetivo del Plan Diocesano de Evangelización (Págs. 64 y 75-76).

2. o Proponemos dos itinerarios que responden a las opciones misianeras, que están en la base de estas «Orientaciones»:

1. Una para familias que acudan a los encuentros de signo misianero, que se convoquen para ellas, mientras sus hijos realizan la catequesis con catequistas parroquiales.

2. Otra, para familias que se comprometan a colaborar can la catequesis de sus propios hijos en el hogar.

3. o Pastoralmente es más realista que cada parroquia opte por uno u otro de los itineraros que se proponen.

Antes de tomar una u otra opción -uno u otro itinerario-, convendrá sopesar las posibilidades concretas de la parroquia, teniendo en cuenta al Sector Pastoral.

Desde la experiencia nos parece imposible llevar a cabo simultáneamente los dos itinerarios.

4. o Prevemos dos años de «puesta en práctica» de estas «Orientaciones», para que las comunida­des parroquiales -y las unidades pastorales sectoriales, en la medida que sea conveniente y realista- puedan adaptarse a esta acción misianera can las familias.

Este Período de «puesta en práctica» podría prolongarse un año más.

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5. o El EquiPo Diocesano de Catequesis presentará las «Orientaciones» y los itinerarios para su aplicación en las Vicarías Territoriales.

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Además, este EquiPo elaborará los materiales de apoyo para llevar a cabo las acciones que se indican más adelante.

• Primer itinerario

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PARA lAS FAMIliAS QUE ACUDAN A LOS ENCUENTROS (EN CLAVE MISIONERA) EN TANI'O QUE SUS HijOS E HijAS REAliZAN LA CATEQUESIS CON CATEQUISTAS PA­RROQUIALES.

1. a Etapa: De sensibilizacián diocesana respecto de las «Orientaciones Pastorales» en general.

• Duracián: En torno al primer trimestre del curso 1990-91.

• Acciones:

1. a Predicacián sobre las «Orientaciones Pastorales», como un aspecto del Plan Dioce­sano de Evangelización (2. 0 y 4. 0 Objetivos).

2. a Entrega personal de un tríp tico.J1"esumen de las "Orientaciones» a las fami lias con hijos de estas edades.

Esta entrega puede realizarse por medio de los proPios practicantes, que hagan llegar este triptico-resumen a las gentes de sus barrios, amistades, familiares, cono­cidos, vecinos, etc.

3.<t Presentacián de las «Orientaciones Pastorales»:

• a los Consejos pastorales parroquiales y sectoriales, donde los hubiere;

• a todos los catequistas de las parroquias;

• a los padres y madres de los niños que se encuentran en el ciclo de la Primera Penitencia y Primera Eucaristía;

• a otras familias, a quienes pueda interesar esta presentación, etc.

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2.a Etapa: De preparación de nuevos catequistas para los niños de 6-7 años (1.° Año); y de comienzo de encuentros «en clave misionera» con las familias de los niños de 2. ° Y 3.° (4.°) Año.

1. Preparación de nuevos catequistas para el1.er Año (niños de 6-7 años).

• Duración: A lo largo del 2.° y 3. er trimestre de 1990-91.

• Acciones:

1. a Convocar y constituir un nuevo grupo de catequistas -preferentemente madres de fami­lia jóvenes- para que realicen el «despertar religioso» de los niños y niñas de 6-7 años en el curso siguiente, 1991-92.

2. o Realizar esta convocatoria, prioritariamente, con una llamada personal «<de tú a tú»).

3. o Preparar a este grupo de catequistas. Es aconsejable utilizar el material interdiocesano de catequesis correspondiente al 1. o Año (6-7 años).

2. Respecto de los encuentros «en clave misionera» con lasfamilias de los niños de 2. 0 y 3.0

(4.°) Año.

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• Duración:Esta preparación se realizará a lo largo del 2.° Y 3. er trimestre del curso 1990-91.

• Acción:

Los responsables de la catequesis parroquial prepararán y asimilarán los materiales para las «catequesis misioneras» que realizarán con los padres y madres en la 3. a

ETAPA.

Existe un material disponible «en clave misionera», que se ofrecerá a todos los responsa­bles de la catequesis parroquial.

3.a Etapa: De Pleno «rodaje» de los nuevos catequistas de los niños de 6-7 años (1. 0 Año), y de la catequesis misionera con las familias .

• Duración: A lo largo del curso de catequesis 1991-1992.

• Acciones:

1. Respecto de los nuevos catequistas de los niños de 6-7 años (1. o Año).

1. a Empezarán en octubre las sesiones del «despertar religioso» con los niños de 6-7 años (1 .0 Año), en régimen de sesión semanal.

2. a Estos catequistas -preferentemente madres jóvenes- contarán con una preparación in­mediata, quincenal o mensual, según convenga.

2. Respecto de la catequesis misionera con las familias .

• A lo largo de todo el curso 1991-92, los padres y madres de los niños de 2.° y 3.° (4.°) Año son atendidos, al menos una vez al mes, con las catequesis misioneras preparadas el año anterior. Y serán atendidos también en los años siguientes de forma cíclica.

En estos encuentros, los padres y madres también:

- son brevemente informados sobre la catequesis que están recibiendo sus hijos; y

- son invitados oportunamente a participar en las celebraciones que realicen los niños, en especial, en la celebración de la Primera Penitencia y en su preparación.

N OTA IMPORTANTE:

Durante estas 2. a y 3. a ETAPAS:

1. • Los catequistas parroquiales realizarán la catequesis con los niños como hasta ahora.

• Podrían seguir un plan cíclico, esto es, durante un año de catequesis todos los niños de 2.° y 3.° (4.°) Año siguen los temas del Tercer Año.

• En el siguiente, todos seguirán los temas del Segundo Año.

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82

Sólo hay que hacer un pequeño reajuste de temas de Penitencia y Eucaristía, como indicará en su momento el EquiPo Diocesano de Catequesis.

2. & aconsejable que la celebración de la Primera Penitencia se reali­ce durante el 2.° Año; y la de la Primera Eucaristía durante el 3.° Año.

Si la Primera Eucaristía se celebra a lo largo del 4.° Año de cate­quesis parroquial, la Primera Penitencia se celebraría el Año ante­nor

• Segundo itinerario ~----------------------------------------------------------------------------------------------­

,-------------------------------------------------------------------------------------------------

PARA IAS FAMIliAS QUE OPTAN POR COlABORAR EN LA CATEQUESIS DE SUS mJOs.

1. a Etapa: De sensibilizacián diocesana respecto de las «Orientaciones Pastorales» en general.

• Véase lo que se dice más arriba, en el PRIMER ITINERARIO.

2. a Etapa: Preparacián de nuevos catequistas, de las familias y de los responsables parroquiales.

• Duracián:A lo largo del 2. 0 y 3. 0 trimestre de 1990-91 .

• Acciones:

1. Respecto de nuevos catequistas.

1. a Convocar y constituir un nuevo grupo de catequistas -preferentemente madres de fami lia jóvenes- para que realicen el «despertar religioso» de los niños y niñas de 6-7 años en el curso siguiente, 1991-92.

2. a Realizar esta convocatoria, prioritariamente, con una llamada personal ("de tú a tú»).

3. a Preparar a este grupo de catequistas. Es aconsejable utilizar el material interdio­cesano de catequesis correspondiente al 1. ° Año (6-7 años) .

2. Respecto de la preparacián de las familias como colaboradoras en la catequesis de sus hijos.

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1.a Preparar a los padres y madres de los niños que están ya en 2. 0 y 3. 0 (4. 0) Año,

para que colabaren en la catequesis de sus proPios hijos, que lleva a la celebra­ción de la Primera Penitencia.

La razón de esto es que los niños y niñas de Tercer (Cuarto) Año no la han celebrado aún; y porque, a partir de ahora, convendrá celebrar la Primera Peni­tencia durante el Segundo (Tercer) Año.

2. a Para esta catequesis puede servir el material interdiocesano correspondiente al Tercer Año, en su 2. 0 trimestre.

3. Respecto de los responsables.

• En este segundo y tercer trimestre, los responsables parroquiales prepararán y asimi­larán los materiales para las «catequesis misioneras», que realizarán con los pa­dres-madres en la 3. a ETAPA.

• Existe u n material disponible elaborado «en clave misionera», que se of recerá en su momento a todos los responsables de la catequesis parroquial.

3.a Etapa: De Pleno «rodaje» de los nuevos catequistas de los niños de 6-7 años (1 .0 Año); y de lasfamilias como colabaradaras en la catequesis de sus hijos de 2. 0 y 3. 0 (4. 0

)

Año.

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• Duración: A lo largo del curso de catequesis 1991-92.

• Acciones:

1. Respecto de los nuevos catequistas.

1. a Empezarán en octubre las sesiones del «despertar religioso» con los niños de 6-7 años (1. ° Año), en régimen de sesión semanal.

2. a Estos catequistas -preferentemente madres jóvenes- contarán con una preparación inmediata, quincenal o mensual, según convenga.

2. Respecto de las familias que colaboren en la catequesis de sus hijos.

1. a Los respansables parroquiales se reunirán con los padres-madres, de modo que se posibilite su mayor particiPación y se garantice la preparación adecuada.

2. a Estas reuniones tendrían dos momentos:

- el primero, destinado directamente a las familias; se desarrollará en clave misionera, siguiendo el material preparado en la 2. a ETAPA;

- el segundo momento se desarrollará en clave catequética, orientando a las familias sobre cómo utilizar con sus hijos el material interdiocesano correspon­diente.

NOTA IMPORTANTE:

Los niños, cuyos padres no acuden a estas sesiones preparato­rias, serán atendidos por catequistas de la comunidad parro­quial en sesiones semanales.

3. a Celebraciones con los niños y niñas, con las familias colaboradoras y con los catequistas de la comunidad cristiana de 2.°, 3.° (4.°) Año.

-En todo caso, dos veces al trimestre (más o menos) todos los niños de 2. 0 y 3. 0

(4. O) Año -los que tienen la catequesis en sus familias y los que la realizan con catequistas parroquiales- se reunirán en la comunidad parroquial para reali­zar una catequesis-celebracián.

- Esta catequesis-celebración se podrá realizar en tandas distintas, a fin de evitar la masificación.

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ANEXO 11

OPCIONES PASTORALES MAS ESPECIFICAS DE ESTAS «ORIENTACIONES»

• Aspectos introductorios

En este ANEXO se ponen de relieve aquellos aspectos litúr­gicos, catequéticos y pastorales de las «Orientaciones», que suponen una cierta novedad en la pastoral de la Primera Penitencia y Primera Eucaristía y que, por tanto, suponen globalmente un cambio de rumbo en este queha­cer pastoral dentro del proceso evangelizador de la infan­cia (6-12 años).

Los números que se citan al final de los párrafos se refie­ren a la numeración seguida de las presentes «Orientacio­nes pastorales».

• Para la «puesta en práctica» de estas «Orientaciones» se prevén dos años, a fin de que las comunidades parroquiales -y las unidades pastorales sectoriales en la medida en que sea conve­niente y realista- puedan adaptarse a esta acción misionera con las familias.

• Este Período podrá alargarse un año más. (Ver ANEXO 1. Criterios y presupuestos básicos, 4.°).

• «Estas 'Orientaciones' sobre la Pastoral de la Primera Penitencia y Primera Eucaristía son una de las acciones pastorales de carácter misionero, vinculadas al 2. ° Y 4. ° Objetivos del Plan Diocesano de Evangelización» (Ver Ibídem, 1. 0).

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1. Opción por la unidad de acción pastoral.

• Las «Orientaciones» of recen directrices diocesanas -unas vinculantes y otras recomenda­das- que lleven a todos -a las comunidades cristianas y en especial a las parroquiales, a sus pastores y a los equiPos pastorales- a avanzar unitariamente en la dirección señalada por la Asamblea Diocesana y, más en concreto, por el Plan Diocesano de Evangelización 1990-1995. (Ver n .o 9, párrafo 5 .°) .

• Por tanto, «estas directrices serán eficaces pastoralmente en la medida, en que se pongan realmente en práctica en toda la Diócesis: cada una con su cualificación: vinculantes o recomendadas, y según su alcance: diocesano, vicarial o sectorial» (Ver n. ° 98, 1).

2. No presuponer la fe. Dar preferencia a las familias.

• En la situación de increencia, en que hoy vivimos, resultado del proceso de secularización y de las situaciones de injusticia propias del sistema económico occidental, no podemos dar por supuesta la fe ni en los padres y madres, sobre todo de las familias jóvenes, ni en los propios niños (Ver n . os 15-1 7) .

• Más aún, dada la influencia de la f amilia en los hijos, el trabajo con las f amilias adquiere una atención preferente a la de los hijos (Ver n .OS 29 y 36) .

3. Evangelización misionera.

Por tanto, nuestra Iglesia diocesana opta de forma operativa, por la evangelización misionera de las familias y de los niños. (Ver n.o 18).

Y esto, no sólo cuando los creyentes, por proPia iniciativa, salen al encuentro de los «alejados», sino también cuando éstos se acercan a la comunidad cristiana para pedir, en concreto, los sacramentos de la Primera Penitencia y la Primera Eu caristía para sus hijos. (Ver n . os 33-39)

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4. Consecuentemente:

• Respecto de los padres y madres «alejados»: «urge plantear [a éstos} un proceso adapta­do y adecuado de evangelización misionera» según alguna de las dos acciones alternati­vas que se proponen (Ver n.os 50-55; 56-60; 92).

• Respecto de los niños: «Se dedicará el Período de un año, entre los 6 y 7 años, para despertar o afianzar en ellos el sentido de Dios y la vivencia de Jesús, mediante el primer anuncio del Evangelio (Ver n.os 41 y 91).

5. Exigencia del respeto a los padres y madres ya los adultos, en general.

• Este respeto «no permite establecer con ellos una especie de contrato que intercambia «reu­niones de padres» por «celebraciones sacramentales» de los hijos. » (Ver n. ° 34)

• «Esto significa que aquellas parroquias y equiPos pastorales que condicionan, de alguna manera, la celebración sacramental de los hijos a la asistencia de los padres a las reuniones [de las familias}, habrán de modificar y adaptar esta práctica a la praxis propuesta en estas Orientaciones Pastorales (Ver n. ° 60).

• Sin embargo, este respeto a la libertad religiosa de las familias no imPide -incluso reclama­que se les motive a su participación en estas reuniones tanto al comienzo como a lo largo del tiempo que dura la evangelización misionera de las familias. (Ver n. os 36, 38 Y 52)

6. La «comunidad parroquial».

• Los niños se incorporarán a la catequesis de su parroquia durante toda la infancia (6-12 años).

• Los niños, cuyos padres no respondan a ninguna de las acciones alternativas propuestas para ellos (Ver n.os 50-55; 56-60; 92) serán atendidos por catequistas de la comunidad parroquial en sesiones semanales (Ver n.o 52, punto tercero). Lo único que se Pide a los padres, pero esto como exigenCia mínima, es que «estén dispuestos y abiertos a participar en algunos encuentros de diálogo y comunicación acerca de lo que se hace con los niños en la catequesis» (Ver n.o 59).

91

• Las celebraciones de la Primera Penitencia y Primera Eucaristía tendrán lugar en la comunidad parroquial. (Ver n. os. 68-73; 95).

7. Los catequistas: comunidad y formacián.

• Todos los catequistas deberán tener un grupo de referencia cristiana.

• Aquellos catequistas que tengan una tarea de coordinacián, deberán realizar -si no lo han hecho ya- un proceso diocesano homologado de formación cristiana y catequética (Ver n. os

.

66, 94)

8. La calidad de las celebraciones de la Eucaristía.

«A la recuperación del sentido religioso y evangelizador de la celebración de las Primeras Eucaristías contribuirá la desmasificacián y la desconcentracián de las mismas:»

• Si se realizan en pequeños grupos -con pocos niños- resultarán unas celebraciones de mayor clima religioso, más normales, menos espectaculares y en el fondo más cristianas.

• Esta normalidad celebrativa se pondrá aún más de relieve, si las celebraciones de la Primera Eucaristía dejan de concentrarse en el tiempo pascual, y se distribuyen en los domingos y fiestas incluso del Tiempo Ordinario.

• "Es preciso y urgente lograr [en estas celebraciones} ese clima de sencillez y familiaridad que esté acorde con la naturaleza evangélica de este sacramento» (Ver n. os. 83-84; 96).

9. Decisiones sobre aspectos concretos referentes a la celebracián de la Primera Eucaristía

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• La comunidad cristiana actuará como sujeto autorizado para discernir, según criterios diocesanos establecidos:

- tanto la calidad de los procesos evangelizadores de niños y padres,

- como la calidad religiosa y eclesial de las celebraciones. (Ver n. OS 78-82; 96, by.

• La Delegación de Catequesis y el Secretariado de Liturgia ofrecerán una reflexión acerca del sentido cristiano de los elementos festivos, que rodean la celebración de la Primera Euca­ristía.

• El Consejo de Pastoral de la Vicaría o del Sector, con la ayuda de estas reflexiones, concretará las normas prácticas en aPlicación de los princiPios y directrices de estas Orientaciones diocesanas (sobre trajes, videos,.fotografías y lugares de culto asimilables a las parroquias. (Ver n.o 96, c, Párrafo 2.°).

10. Continuidad de los familiares y de los niños.

• Los responsables de la comunidad cristiana establecerán un equiPo de acogida y de acompañamiento a los padres y madres, que se han incorporado a algún grupo, catecu­menado o tarea parroquial. (Ver n. os. 85-86)

• El equiPo responsable de la catequesis parroquial ha de convocar con un cuidado especial a los niños que han celebrado estos primeros sacramentos, para proseguir su proceso de catequesis de infancia con las acciones que él conlleva dentro y fuera de la comunidad parroquial (Ver n. ° 87).

• Las parroquias que aún no la tengan, promoverán en lo posible la Eucaristía dominical con los niños. Sin embargo, lo mejor es que los niños participen en la Eucaristía en compañía de sus padres (Ver n.o 88, 3er párrafo).

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