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San Bernardo de Claraval San Bernardo de Claraval 0 "Non nobis Domine, non nobis sed nomini tua da gloriam"

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sobre la orden templaria

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Ordenes militares y religiosas

San Bernardo de Claraval

San Bernardo de Claraval Qu es la gloria del mundo? Sombra que huye, espuma que se deshace, flor que se marchita. (San Bernardo. 1090-1153).

1. Breve historia de San Bernardo

an Bernardo de Claraval, naci en Fontaines, cerca de Dijon, en 1090 y muri en Clarivaux el 21 de Agosto de 1153.

Sus padres fueron Tescelin, Seor de Fontaines y Aleth de Montbard, pertenecan a la alta nobleza de Burgundy. Bernardo, tercero entre siete hermanos, de los que seis eran varones, fue educado con especial cuidado dado que, antes de haber nacido, un devoto hombre amigo de la familia augur el importante destino de su vida.

A la edad de nueve aos Bernardo ingres en la afamada escuela de Chatillon-sur-Seine, demostrando una especial atraccin por la poesa y la literatura, llenando de admiracin a sus tutores dada su enorme capacidad para los estudios.

Su gran pasin, su deseo mas ferviente, fue la lectura, comprensin y profundo estudio de las Santas Escrituras, lo que le llen de ingentes conocimientos y, sobre todo, de una enorme piedad, y llenando su alma de una especial devocin por la Santsima Virgen, con lo que pocos hombres, o ninguno como l, hablaron con mas devocin de Ella.

Durante su juventud, sobre todo posteriormente a la muerte de su madre cuando contaba con apenas diecinueve aos de edad, y al igual que al resto de los mortales, fue acosado por todo tipo de tentaciones hasta que decidi alejarse del mundo para seguir una vida solitaria y llena de oracin.

San Roberto, abad de Molesmes, haba fundado en 1098 el Monasterio de Cteaux, no lejos de Dijon, con el propsito de instaurar la Regla Benedictina con todo su rigor. De vuelta a Molesmes nombr como principal de la nueva abada a San Alberico, quien falleci en 1109 siendo sustituido en 1113 por San Esteban, como tercer abad de Cteaux.

Fue cuando Bernardo, junto a otros treinta jvenes nobles de Burgundy solicitaron su admisin en la orden.

Tres aos mas tarde, San Esteban mand al joven Bernardo al frente de un grupo de monjes, a fundar una nueva casa en Valle dAbisinthe (Dicesis de Langres).

Durante la ausencia del Obispo de Langres, Bernardo fue confirmado y bendecido como nuevo abad por Guillermo de Champeaux, obispo de Chlons-sur-Marne, quien vi en el al hombre predestinado a ser un verdadero "servum Dei".A partir de aquel momento se estableci una firme amistad entre ambos.

Sus comienzos como abad fueron penosos y difciles dada la severa austeridad del autoimpuesto rgimen alimenticio que debilitaba su cuerpo y que nicamente pudo ser mitigado gracias a las influencias de su obispo y amigo Guillermo de Champeaux y a la autoridad del Captulo General.

No obstante, el monasterio hizo rapidsimos progresos, acogiendo a numerosos grupos de nuevos discpulos deseosos de ponerse bajo la direccin de Bernardo. Tambin su propio padre Tescelin, as como todos sus hermanos, tomaron los hbitos y entraron a formar parte de la comunidad. Su hermana Humbelina consigui el permiso de su marido y tom los hbitos en el convento benedictino de Jully.

Clarivaux, rpidamente se qued pequeo ante la avalancha de solicitudes para entrar en la abada, por lo que fue necesaria la fundacin de nuevos centros: En 1118 se fund en la dicesis de Chlons el Monasterio de las Tres Fuentes, en 1119 el de Fontenay en la dicesis de Auton (hoy Dijon) y en 1121 el de Foigny, en la dicesis de Laon (hoy Soissons).

En 1119, Bernardo tuvo su primera aparicin en el captulo general de la Orden, convocado por Esteban de Cteaux, a pesar de sus escasos treinta aos, su intervencin fue seguida con el mayor de los respetos y admiracin, especialmente cuando desarrollaba sus pensamientos sobre la importancia de revivir el primitivo y olvidado espritu de fervor y oracin en todas las rdenes religiosas. Fue en ese captulo general donde se di la definitiva forma a la Orden y a sus reglas que el papa Calixto II confirm el 23 de Diciembre de ese mismo ao.

En 1120, Bernardo escribi su primer libro ""De Gradibus Superbiae et Humilitatis", as como sus homilas "De Laudibus Mariae".

El rpido crecimiento y los certeros mensajes de la nueva orden no fueron bien vistas por los monjes de Cluny, temerosos del lugar privilegiado que otra orden asuma, por ello los "Monjes Negros" intentaron por todos los medios presentar las reglas auspiciadas por San Bernardo como impracticables. Solicitado por Guillermo de Saint Tierry, Bernardo se defendi con la publicacin de su Apologa, donde demuestra su inocencia ante los improperios contra Cluny que le fueron atribuidos, as como su estima hacia los benedictinos de Cluny a los que considera al igual que al resto de rdenes religiosas.

Pedro el Venerable, abad de Cluny, respondi al abad de Clarivaux manifestndole su admiracin y sincera amistad. Por otra parte el mismo abad de Saint Denis, se uni a las enseanzas de Bernardo, abandonando el contacto mundano y restaurando la disciplina monacal.

El entusiasmo y ardor de Bernardo no acab ah, sino que se extendi a obispos (entre otras, gracias a la profunda misisva, "De Officiis Episcoporum" que Bernardo envi al Arzobispo de Sean), al clero y a la nobleza, alcanzando la aceptacin de sus reglas por parte de todo tipo de estamentos.

En el ao 1128, Bernardo asisti al Concilio de Troyes, convocado por el papa Honorio II y presidido por el cardenal Matias, obispo de Albano. El propsito de ese concilio fue el de arreglar ciertas disputas con los obispos de Paris, as como regular otros temas con la iglesia de Francia.

Bernardo fue elegido secretario del concilio y encargado de escribir los estatutos del snodo.

Pero su estancia en el concilio no fue nada fcil y las intrigas continuaron, esta vez con la acusacin de ser un monje que continuamente trataba sobre asuntos que no eran de su competencia, llegando el cardenal Harmeric, en nombre del mismo papa, a escribirle una misiva de reproche en la que deca: "No es conveniente que ruidosas y molestas ranas salgan de sus pantanos para entorpecer a la Santa Sede y a sus cardenales".

Bernardo contest a la carta argumentando que si asisti al concilio fue porque se le oblig a ir "Ahora bien, Ilustrsimo Harmeric, si as lo deseais os pregunto Quien sino vos podra haberme liberado de la asistencia? Prohibid a esas molestas ranas que salgan de sus escondrijos, de sus pantanos y as vuestros amigos no se vern expuestos a las acusaciones de soberbia y presuncin"

Esta respuesta impresion profundamente al cardenal y justific plenamente a Bernardo, tanto ante l como ante la Santa Sede.

Tambin fue en este concilio donde Bernardo esboz las reglas de los Caballeros del Temple en su "De Laudibus Novae Militiae" y que significaron los ideales a seguir por la nobleza francesa.

La influencia del abad de Clarivaux se hizo sentir pronto en asuntos provinciales, defendiendo los derechos de la iglesia en contra de la usurpacin que de ellos hacan reyes y prncipes y recordando sus deberes al Arzobispo de Sense y al mismsimo Esteban de Senlis,obispo de Paris.

Tras la muestre de Honorio II, el 14 de Febrero de 1130, surgi un cisma en la Iglesia Catlica del que aparecieron dos papas: Inocencio II y Anacleto II. Inocencio II, desterrado por Roma, tom refugio en Francia, donde el rey Louis le Gros convoc en la ciudad de Etampes, un concilio nacional de obispos franceses en el que Bernardo fue comisionado para juzgar la rivalidad entre los dos papas.

Bernardo, y aqu podramos entrar en infinidad de presunciones sin llegar al porqu, decidi en favor de Inocencio II y consigui que fuera reconocido por todos. Viaj a Italia para calmar la agitacin que caus el concilio y preparar el regreso de Inocencio II a Roma.

Cuando posteriormente el papa gir visita a la abada de Clarivaux, fue recibido, junto a su squito, con total austeridad sin existir en el refectorio la ms mnima diferencia entre los alimentos, pescado vulgar e infusiones de hierbas en lugar de vino, o en las mesas (totalmente vacas de ornamentacin alguna).

En 1132, Bernardo acompa a Inocencio II a Italia, posteriormente, en Cluny, el papa aboli la deuda que pesaba sobre la abada de Clarivaux, lo que propici una creciente disputa entre "Monjes Negros" y "Monjes Blancos" que dur mas de veinte aos.

Ese mismo ao, en Mayo, el papa, apoyado por el ejrcito de Lothaire, entr en Roma pero, Lothaire, temiendo que sus fuerzas no fueran suficientes contra los partisanos de Anacleto, se retir tras los Alpes e Iniocencio II tuvo que buscar refugio en Pisa. Mientras tanto, en Francia, Bernardo prosegua su labor de pacificacin que haba comenzado en 1130. Hacia finales de 1134 realiz su segundo viaje a Aquitania, donde Guillermo X haba reincidido en el cisma, invitndole a la misa que celebrara en la iglesia de La Couldre. En el momento de la comunin, una vez puesta la hostia en la platina, se dirigi hacia la puerta de la iglesia, donde estaba Guillermo X y sealando a la hostia le orden solemnemente no despreciar a Dios tal y como lo haban hecho sus siervos. Guillermo se someti poniendo fin al cisma.

Posteriormente, volvi a Italia donde Roger de Sicilia estaba intentando apartar a los de Pisa por su apoyo a Inocencio II, recal en Milan, donde fue acusado de farsante por el ambicioso arzobispo de Milan debido a su apoyo al papa Inocencio, debiendo de regresar a Clarivaux, donde se dedic nuevamente a sus estudios y escritos que le llevaron a ganar el ttulo de doctor de la iglesia.

Pero nuevamente fue obligado por Inocencio II a salir de su asctica soledad para intentar poner fin a las disputas entre Lothaire y Roger de Sicilia. En la conferencia que tuvo lugar en Palermo, Bernardo convenci a Roger de los derechos de Inocencio II en contra de Pedro de Pisa que sostena a Anacleto, poniendose definitivamente fin al cisma.

De regreso a Clarivaux, Bernardo se ocup de mandar grupos de monjes fuera de las fronteras de Francia para expandir sus enseanzas, fundandose diverentes conventos en Alemania, Suecia, Irlanda, Portugal, Suiza e Italia. Posteriormente, asisti al dcimo concilio ecumnico donde los ltimos partidarios del cisma fueron dfinitivamente acallados y condenados.

En 1140 encontramos a Bernardo rodeado de circunstancias que amenazaban la paz de la iglesia. Cercano el final del siglo doce, surgi un espritu de independencia que envolvi la vida poltica y religiosa, produciendose fuertes enfrentamientos dialcticos. Esta exaltacin del racionalismo tuvo como uno de sus mas profundos mentores a Abelardo dfe la Porre, uno de los mas sabios y elocuentes hombres de aquel tiempo, cuyo tratado sobre la Trinidad fue condenado ya en 1121, siendo l mismo quien pblicamente arrojara su tratado a las llamas.

Sin embargo, en 1139 fue estandarte de nuevos errores dogmticos, enterndose Bernardo de ellos a travs de los informes que le pas Guillermo de Saint Tierry. Bernardo procedi a escribir una carta a Abelardo apercibindole de sus errores, carta que tuvo una contestacin dura e insultante por parte de Abelardo. Entonces Bernardo denunci el caso ante el papa quien, a travs del arzobispo de Sens y aprovechando la solicitud de Abelardo, convoc un concilio general a celebrar en Sens.

Abelardo solicit celebrar una discusin abierta y pblica con Bernardo para dilucidar sus diferencias, debate donde Bernardo argument los errores de su oponente con tanta sabidura y convencimiento que no pudo obtener respuesta alguna por parte de Abelardo, quien retir su apologa retirndose a Cluny, junto a Pedro el Venerable, donde falleci dos aos mas tarde.

Inocencio II muri en 1143 y sus dos siguientes sucesores, Celestino II y Lucio, gobernaron la iglesia durante escaso tiempo, pero despus Bernardo vi como uno de sus discpulos, Bernardo de Pisa ascendi a la silla de San Pedro como Eugenio III, para quien Bernardo, a su solicitud, escribi sus consideraciones para la reforma de la Iglesia, que deban comenzar, precisamente, desde la ms alta jerarqua, siendo lo principal meditacin, piedad y templanza antes de acometer cualquier accin. Estas consideraciones, por su belleza y profundidad, fueron seguidas por sucesivos pontfices.

Pero, por aquel tiempo, llegaron malas noticias desde el Este: Edessa caa en manos de los turcos, se perda Jerusalen y Antioqua, los obispos de Armenia solicitaban auxilio al papa y al rey de Francia.

Bernardo fue comisionado por el papa para predicar por una nueva cruzada, garantizndole las mismas indulgencias que le concedi Urbano II. Se convoc un parlamento en Vezalay donde Bernardo realiz sus predicamentos ante la asamblea, despus de los cuales los reyes, prncipes y nobles presentes se postraron a los pies del abad de Clarivaux para recibir el smbolo de la cruz, debiendo l tomar trozos de sus propios ropajes para hacer cruces de tela para la enfervorizada multitud que quera tomar parte en la cruzada. Posteriormente Bernardo viaj hasta Alemania, donde el emperador y su sobrino Federico Barbarosa recibieron la cruz de sus manos para fortalecer la empresa (la cruzada).

De regreso a Francia, donde se encontraba asimismo el papa Eugenio en favor de la cruzada, se celebr un concilio en Paris, donde se examinaron los errores de Gilbert de la Poire, obispo de Poitiers quien afirmaba que la esencia divina no perteneca a Dios, que la Santsima Trinidad no se trataba de personas (Padre, Hijo y Espritu Santo) y que, en fn, la naturaleza divina no era reencarnable.

La discusin fue ardua y violenta por ambas partes lo que supuso que la decisin final se tomara en un prximo concilio a celebrar en Reims el prximo ao (1148), donde Bernardo deba de argumentar en contra de las tesis de Gilbert, argumentacin que concluy diciendo "Si Vos afirmais y creeis diferente a mis obras, todas las que hice, entonces yo har, creer y hablar como Vos". La consecuencia de esta declaracin fue la condena por parte del papa de las aseveraciones de Gilbert.

Los ltimos aos de Bernardo estuvieron envueltos de gran tristeza por el fracaso de la cruzada que l, con tanto ardor, defendi, fracaso que le fue atribuido totalmente, sin tener en cuenta la falta de disciplina militar que existi entre las tropas germanas, las intrigas del prncipe de Antioqua o la tremenda avaricia de los nobles de Siria. Por ello, Bernardo se vi obligado a escribir al papa manifestndole que, al igual que ocurri con el pueblo hebreo, los desastres e infortunios siempre iban precedidos del pecado.

Pero tambin fue la desaparicin de sus ms allegados lo que entristeci a Bernardo, lo que aceler su fin: la muerte de Suger (1152) de quien Bernardo escribi a Eugenio III "Si hay algo precioso que pueda adornar el palacio del Rey de Reyes es el alma del venerable Suger", Thibaud, conde de Champagne, Conrad, emperador de Alemania y su hijo Enrique y, sobre todo la de el papa Eugenio III, a quien siempre consider como su ms prximo amigo.

Bernardo de Clarivaux muri a la edad de sesenta y cuatro aos, despus de haber fundado ciento sesenta y tres monasterios en Europa, fue el primer monje cisterciense que apareci en el santoral y fue canonizado por Alejandro III el 18 de Enero de 1174, el papa Pio VIII le concedi el ttulo de Doctor de la Iglesia.

Obras importantesDe Gradibus SuperbiaeMissus estApologa a Guillermo de Saint ThierryDe Laudibus Novae Militiae (dirigida a Hugo de Payens, primer Gran Maestre de la Orden del TempleDe amore DeiPreceptos y DispensasDe Gratia el Libero ArbitrioConsideracionesDe Officiis Episcoporum

2. San Bernardo segn Gunon

en Gunon, nacido en Blois en 1886 y fallecido en el Cairo en 1951, Rene Guenon el erudito, polglota, orientalista, esoterista, implacable juez de la modernidad, metafsico, es sin ningn gnero de dudas una de las ms colosales figuras de este siglo, cuya fama se incrementa con el paso de los dias, sus artculos y libros abarcan todos los grandes temas de las diversas formas tradicionales de Oriente y Occidente (Hinduismo, Taoismo, Budismo, Tradicin Hermtica, Masonera, Judaismo, Cristianismo, Islam) en sus vertientes metafsica e inicitica.

La obra de Gunon no es conocida por el gran pblico, pero su pensamiento contina tan vlido y actual como cuando fue formulado, debido a la propia naturaleza trascendente de los temas tratados y a su magistral exposicin, no limitada por ninguna circunstancia especfica de tiempo o espacio. Todava hoy, a pesar de los intentos de destruccin del legado de Gunon y de la manipulacin interesada del pensamiento del metafsico francs, realizada por parte de sectores integristas, este legado resulta ruta inestimable para aquellos que, en libertad, buscan la verdad.

Por su enorme inters, reproducimos ntegramente el arculo que escribi sobre la figura y pensamiento de San Bernardo.

Este artculo, as como otros muchos de diferentes autores, se pueden encontrar en

HYPERLINK "http://usuarios.lycos.es/latradicion" \o "http://usuarios.lycos.es/latradicion" \t "_top" http://usuarios.tripod.es/latradicion

HYPERLINK "http://usuarios.lycos.es/latradicion" \o "http://usuarios.lycos.es/latradicion" \t "_top" a quienes agradezco nuevamente la autorizacin para reproducir el siguiente artculo.

"Entre las grandes figuras de la Edad Media, hay pocas cuyo estudio sea ms apropiado que San Bernardo para disipar ciertas ideas preconcebidas muy apreciadas por el espritu moderno. Efectivamente, habr algo ms desconcertante, parav tal espritu, que ver como un contemplativo puro que siempre quiso serlo y continuar siendolo, fue llamado a desempear un papel preponderante al conducir conjuntamente los asuntos de la Iglesia y del Estado, triunfando muchas veces donde anteriormente haba fracasado toda la prudencia de los polticos y de los diplomticos de profesin? habr algo mas sorprendente, y al mismo tiempo mas paradjico para la forma comn de juzgar las cosas, que un mstico que siente desdn por aquello que l llama "las argucias de Platn y sutilezas de Aristteles", pese a ello, supere sin dificultad a los ms sutiles dialcticos de su tiempo?

Toda la vida de San Bernardo pudiera parecer destinada a mostrar, a travs de un ejemplo fulgurante, que existen para resolver los problemas de orden intelectual, y tambien de orden prctico, mtodos totalmente diferentes de los que habitualmente, y desde hace mucho tiempo, se han venido considerando como los nicos eficaces debido, sin duda, a que tales mtodos son los nicos que estn al alcance de una sabidura puramente humana, la cual sin embargo ni siquiera es la sombra de la verdadera sabidura. De cualquier modo, la vida de Bernardo aparece como una refutacin anticipada de estos errores, aparentemente opuestos pero realmente unidos, que son el nacionalismo y el pragmatismo, y, al mismo tiempo, confunde y derrumba, para quienes lo examinan imparcialmente, todas las ideas preconcebidas de los historiadores "cientistas" que consideran, como Renan, que "la negacin de lo sobrenatural constituye la propia esencia de la crtica", lo que nosotros admitimos de buen grado, pero porque vemos en ello lo contrario de lo que ven: la condenacin de la propia "critica" en pro de lo sobrenatural. En verdad qu lecciones podran ser, en nuestra poca, mas provechosas que estas?.

Bernardo naci en 1090 en Fontaines-les-Dijon; sus padres pertenecan a la alta nobleza de Borgoa, y si destacamos especialmente esta circunstancia es porque nos parece que algunos rasgos de su vida y de su doctrina, de los que hablaremos a continuacin, podran estar relacionados en cierto modo con tal origen.

No queremos decir solamente que es posible asi explicar el ardor, en ocasiones belicoso, de su celo, o la violencia que exhiba en diversas ocasiones en las polmicas a las que fue arrastrado, que por otra parte solo era superficial, pues la bondad y la dulzura constituan incontestablemente el fondo de su carcter. Si hemos hecho alusin a su origen es ante todo por la relacin que mantuvo con las instituciones y el ideal caballeresco, a los cuales, por lo dems, es preciso otorgarles una gran importancia si se quieren comprender los acontecimientos y el propio espritu de la Edad Media.

Es hacia los veinte aos cuando Bernardo concibe la idea de retirarse del mundo; consigue en poco tiempo convencer a todos sus hermanos, a algunos parientes prximos y a varios de sus amigos. En este primer apostolado su fuerza persuasiva era tal, pese a su juventud, que pronto se convirti, dice su bigrafo, "en el terror de madres y esposas, y los amigos teman verle abordar a sus amigos". Hay ya en este hecho algo de extraordinario y sera seguramente insuficiente invocar la potencia del "genio", en el sentido profano del trmino, para explicar una tal influencia. No es mejor reconocer la accin de la gracia divina que, penetrando de alguna forma en toda su persona e irradiando hacia afuera por su sobreabundancia, se comunicaba a travs suyo como por un canal, siguiendo la comparacin que l mismo empleara ms tarde aplicndola a la Santa Virgen, y que tambin se puede, reduciendo ms o menos su alcance, aplicar a todos los santos?.

en 112, acompaado de una treintena de jvenes, Bernardo entra en el monasterio de Cteaux, que haba elegido en razn del vigor con el cual se observaba la regla, rigor que contrastaba con la dejadez introducida en el resto de las ramas de la Orden benedictina. Tres aos despus sus superiores no dudaban en confiarle, pese a su inexperiencia y juventud, la direccin de doce monjes que iban a fundar una nueva abada, la de Clarivaux (Claraval), que gobernara hasta su muerte, rechazando siempre los honores y las dignidades que se le ofrecieron tan frecuentemente en su vida. El renombre de Clarivaux no tard en extenderse por doquier y el desarrollo que esta abada adquiri pronto fue verdaderamente prodigioso: cuando falleci su fundador, acoga, se dice, en torno a setecientos monjes, y haba dado nacimiento a ms de sesenta nuevos monasterios.

El cuidado que Bernardo aporta a la administracin de Clarivaux, regulando l mismo hasta los ms mnimos detalles de la vida corriente; la parte que tom en la direccin de la Orden del Cster como jefe de uno de sus primeros conventos; la habilidad y el xito de sus intervenciones para llanar las dificultades que surgieron frecuentemente con las Ordenes rivales, todo ello hubiera bastado para probar que lo que se llama "sentido prctico" puede muy bien alinearse, en ocasiones, con la ms alta espiritualidad.

Estas tareas hubieran bastado para absorber toda la dedicacin de un hombre ordinario, y sin embargo iba pronto a abrirse ante l otro campo de accin, muy a pesar suyo por lo dems, pues no tem jams nada tanto como ser obligado a salir de su clausura para mezclarse en los asuntos del mundo exterior, dado que l haba anhelado el aislamiento para siempre, a fin de poder entregarse enteramente a la ascesis y a la contemplacin, sin que nada viniera a distraerle de lo que era a sus ojos, segn la palabra evanglica "la nica cosa necesaria". tales deseos no pudieron cumplirse plenamente pero todas las "distracciones", en el sentido etimolgico, a las cuales no pudo sustraerse y de las que lleg a quejarse con cierta amargura, no le impidieron en absoluto alcanzar las cumbres de la vida mstica. Esto es muy notorio, pero tampoco lo es menos que, a pesar de toda su humildad y todos los esfuerzos que hizo por permanecer en la sombra, se pidi su colaboracin en todos los asuntos importantes, y que, aunque no fue nadie para el mundo, todos, incluyendo los mas altos dignatarios civiles y eclesisticos, se inclinaron siempre expontneamente ante su autoridad espiritual, y no sabemos si todo esto es ms para alabanza del santo o de la poca en que vivi. Qu contraste entre nuestro tiempo y aqul donde un simple monje poda convertirse, de alguna manera, en el centro de Europa y de la Cristiandad, en el rbitro incontestable de todos los conflictos en los que el inters pblico estaba en juego, en el juez de los maestros ms reputados de la filosofa y de la teologa, en el restaurador de la unidad de la Iglesia, en el mediador entre el papado y el Imperio y, en fin, en el hombre que levantaba ejrcitos de centenares de miles de hombres con su predicacin!.

Bernardo haba comenzado por denunciar el lujo en el cual vivian la mayor parte de los miembros del clero secular e incluso los monjes de algunas abadas; sus exhortaciones provocaron conversiones espectaculares, entre ellas la de Suger, el ilustre abad de Saint-Denis que, sin llevar todava el ttulo de primer ministro del rey de Francia, realizaba ya tal funcin. Esta conversin difundi el nombre del abad de Clarivaux, confluyendo un respeto mezclado con temor puesto que se vea en l al adversario irreductible de todos los abusos y de todas las injusticias. Pronto, en efecto, se le vi intervenir en los conflictos que haban estallado entre Luis el Grande y diversos obispos, y protestar contra la impiedad del poder civil sobre los derechos de la Iglesia. A decir verdad, no se trataba an sino de asuntos puramente locales que interesaban solamente a tal o cual monasterio o a tal o cual dicesis, pero, en 1130, sobrevinieron acontecimientos de diferente gravedad que pusieron en peligro a la Iglesia entera, dividida por el cisma del antipapa Anacleto II, y es en esta ocasin cuando el nombre de Bernardo se extendi por toda la Cristiandad.

No vamos aqu a describir la historia del cisma en todos sus detalles, baste saber que los cardenales, divididos en dos facciones rivales, eligieron sucesivamente a Inocencio II y a Anacleto II. El primero obligado a huir de Roma, no desesper de su derecho y apel a la Iglesia Universal. Fue Fraancia quien primero respondi a su llamamiento. En el concilio convocado por el rey en Etampes, Bernardo apareci, dice su bigrafo, "como un verdadero enviado de Dios" en medio de obispos y seores reunido. Todos siguieron su criterio sobre la cuestin sometida a examen y reconocieron la validez de la eleccin de Inocencio II.

Este se encontraba entonces sobre suelo francs y fue a la abada de Cluny a la que se dirigi Suger para anunciarle la decisin del concilio; recorri las principales dicesis y fue en todas partes acogido con entusiasmo, lo que provocara la adhesin de toda la Cristiandad.

El abad de Clarivaux visit luego al rey de Inglaterra y le convenci fcilmente, sacndole de dudas. Quizs tuvo igualmente una parte, al menos indirecta, en el reconocimiento de Inocencio II por parte del rey Lothario y del clero alemn. A continuacin fue a Aquitania para combatir la influencia del obispo Gerard d`Angulema, partidario de Anacleto II, pero sera solo en el transcurso de un segundo viaje a esta regin, en 1135, cuando alcanz el triunfo y destruy el cisma al lograr la conversin del conde de Poitiers. En el intrvalo fue a Italia, llamado por Inocencio II, que haba regresado con el apoyo de Lothario, pero que haba pasado por dificultades imprevistas debidas a la hostilidad de Pisa y Gnova. Era preciso encontrar un acuerdo entre ambas ciudades rivales que fuera aceptado por ellas y fue Bernardo el encargado de esta difcil misin, logrando un extraordinario xito.

Inocencio pudo as, por fin, entrar en Roma, pero Anacleto permaneci ocupando "San Pedro", que fue imposible tomar. Lothario, coronado emperador en San Juan de Letrn, se retir pronto con su ejrcito y tras su partida el antipapa recuperara la ofensiva, teniendo que huir nuevamente el pontfice legtimo para refugiarse en Pisa.

El abad de Claraval, que haba entrado en su clausura, conoci estas noticias con consternacin, y poco despus le informaron de la actividad desplegada por Roger, rey de Sicilia, para ganarse a toda Italia para la causa de Anacleto, al mismo tiempo que para asegurar su propia supremaca. Bernardo escribi rpidamente a los habitantes de Pisa y Gnova para animarles a permanecer fieles a Inocencio, pero esta fidelidad no constitua ms que un dbil apoyo, pues para conquistar Roma slamente la ayuda de Alemania poda ser eficaz. Desgraciadamente el Imperio era continuamente presa de divisin y Lothario no poda volver a Italia sin haber asegurado la paz en su propio pais.

Bernardo parti hacia Alemania y luch por reconciliar a los Hofenstaufen con el emperador, lograando igualmente el xito en tal empeo. Vino luego a consagrar la feliz salida a la dieta de Bamberg, que dej seguidamente para estar en el concilio que Inocencio II haba convocado en Pisa. En esta ocasin hubo de dirigir reproches a Luis el Grande, que se haba opuesto a la salida de los obispos de su reino; prohibicin que fue levantada y as los principales miembros del clero francs pudieron responder a la llamada del jefe de la Iglesia.

Bernardo fue el alma del concilio. Durante el intervalo de las sesiones, segn cuenta un historiador de su tiempo, su puerta era asediada por los que tenan algn asunto que tratar, como si este humilde monje hubiera tenido el poder de solucionar con su opinin todas las cuestiones eclesisticas.

Delegado luego en Miln para ganar esta ciudad para Inocencio II y Lothario, fue aclamado por el clero y los fieles quienes, en una manifestacin expontnea de entusiasmo, quisieron hacerle arzobispo y l tuvo grandes dificultades para rechazar este honor. No aspiraba ms que a volver a su monasterio y all regres efectivamente, pero no fue por mucho tiempo.

Desde comienzos de 1136, Bernardo debi abandonar una vez ms su soledad para tener que unirse en Italia, conforme al deseo del papa, al ejrcito alemn dirigido por el duque Enrique de Baviera, yerno del Emperador. El desacuerdo haba estallado entre este e Inocencio II. Enrique, poco respetuoso con los derechos de la Iglesia, solo se preocupaba por los intereses del estado. Asi que el abad de Clarivaux debi trabajar firme para restablecer la concordia entre los dos poderes y conciliar sus pretensiones rivales, especialmente algunas cuestiones relativas a las investiduras, donde parece que desempe un papel constante de moderador. Sin embargo, Lothario, que haba tomado l mismo el mando del ejrcito, someti a toda Italia meridional, pero se equivoc al rechazar las pretensiones de paz del rey de Sicilia, que no tard en tomarse la revancha, arrasando todo a sangre y fuego. Bernardo no dud entonces en presentarse en el campo de Roger, quien acogi muy mal sus palabras de paz, y al que predijo un desastre que se producira efectivamente. Luego, siguiendo sus pasos, le visit en Salerno y se esforz en apartarle del cisma al que su ambicin le haba arrojado. Roger consinti escuchar a los partidarios de Inocencio y de Anacleto en un debate pero, aun pareciendo dirigier el encuentro con imparcialidad, no busc mas que ganar tiempo y rechaz tomar una decisin. Cuando menos este debate tuvo como feliz resultado la conversin de uno de los principales autores del cisma, el cardenal Pedro de Pisa, al que Bernardo condujo ante Inocencio II.

Esta conversin asest un golpe terrible a la causa del antipapa y Bernardo supo aprovecharse: en Roma mismo, por su verbo ardiente y convincente, consigui en pocos dias separar del partido de Anacleto a la mayor parte de sus disidentes. Esto ocurra en el ao 1137, hacia el periodo de las fiestas navideas. Sbitamente, un mes mas tarde falleca Anacleto. Algunos cardenales, los ms comprometidos con el cisma, eligieron un nuevo antipapa bajo el nombre de Victor IV, pero su resistencia no poda durar mucho tiempo y el dia octavo de Pentecosts todos le rindieron sumisin. A la semana siguiente, el abad de Clarivaux volva otra vez camino de su monasterio.

Este resmen, muy rpido, basta para dar una idea de lo que se poda llamar la "actividad poltica" de San Bernardo que, por otra parte, no se detuvo all: de 1140 a 1144 tuvo que protestar contra la intromisin abusiva del rey Luis el Joven en las elecciones episcopales; mas tarde intervino en un grave conflicto entre este mismo rey contra Tibaud de Champagne, pero sera prolijo hablar sobre estos acontecimientos diversos.

En suma, se puede decir que la conducta de Bernardo estuvo siempre determinada por las mismas intenciones: defender el derecho, combatir la injusticia y, quizs por encima de todo, mantener la unidad en el mundo cristiano. Es esta preocupacin constante por la unidad lo que le animara en su lucha contra el cisma; es tambin la que le hara emprender, en 1145, un viaje por el Languedoc para llavar a la Iglesia a los herticos neomaniqueos que comenzaban a extenderse en esta zona. Parece que tuvo en el pensamiento siempre presente y sin cesar estas palabras del Evangelio "Que todos sean uno, como mi Padre y yo somos uno".

El abad de Clarivaux, no obstante, no slo luch en el dominio poltico, sino tambin en el campo intelectual, donde sus triunfos no fueron menos sorprendentes ya que estuvieron marcados por la condena de dos adversarios eminentes: Abelardo y Gilberto de la Porre.

El primero haba adquirido, por su enseanza y sus escritos, la reputacin de un dialctico muy hbil, incluso abusaba de la dialctica, pues en lugar de ver lo que realmente era, un simple medio para llagar al conocimiento de la verdad, la miraba casi como un fin en s misma, lo que desembocaba naturalmente en una especie de verbalismo. Pudiera ser tambien que exista en Abelardo, sea en su mtodo o en el mismo fondo de sus ideas, una bsqueda de originalidad que le aproximaba algo a los filsofos modernos, pero en una poca en la que el individualismo era poco menos que desconocido, esta circunstancia no poda ser considerada sino un defecto, al contrario de lo que acontece en nuestros dias. Adems algunos se inquietaron rpidamente por estas novedades que no tendan sino a establecer una verdadera confusin entre los dominios de la razn y de la f. Abelardo, en realidad, no fue un racionalista tal como se ha pretendido en ocasiones, pues no existieron racionalistas antes que Descartes, sino que supo hacer la distincin entre lo que revela la razn y lo que le es superior, entre la filosifa profana y la sabidura sagrada, entre el saber puramente humano y el conocimiento trascendente, y este fue el fundamento de sus errores. No llegaba acaso a sostener que los filsofos y los dialcticos gozaban de la inspiracin habitual, siendo esta para l comparable a la inspiracin sobrenatural de los profetas..?

Es comprensible que San Bernardo, cuando llam su atencin sobre semejantes teoras, se levantase contra ellas con fuerza, incluso con un cierto arrebato, y tambin que reprochase amargamente a su autor el haber enseado que la fe no era ms que una simple opinin. La controversia entre estos dos hombres, tan diferentes, comenz en entrevistas particulares, teniendo pronto una inmensa resonancia en las escuelas y monasterios. Abelardo, confiando en su habilidad para mantener su razonamiento, pidi al arzobispo de Sens reunir un concilio ante el cual se justificara pblicamente, pues pensaba poder conducir bien la discusin, de tal forma que llevara la confusin al adversario. Las cosas sucedieron de forma diferente: el abad de Clarivaux, en efecto, no conceba el concilio mas que como un tribunal ante el cual el telogo sospechoso deba comparecer como acusado: en una sesin preparatoria analiz las obras de Abalardo y extrajo las proposiciones ms temerarias, de las que dedojo proebas de su heterodoxia; al dia siguiente, al presentarse el autor en el concilio, Bernardo le conmin, tras haber enunciado estas proposiciones, a retractarse o justificarlas. Abelardo, presintiendo desde entonces una condena, no esper el juicio del concilio y declar que apalaba a la corte de Roma. No por eso dej de seguir su curso normal el proceso, as que desde el momento que la condena fue pronunciada, Bernardo escribi a Inocencio II y a los cardenales cartas de una elocuencia brillante de tal modo que, seis semanas mas tarde, la sentencia era confirmada en Roma. Abelardo slo tena entonces que someterse; se refugi en Cluny junto a Pedro el Venerable, quien le concert un encuentro con el abad de Clarivaux, logrando de este modo reconciliarles.

El concilio de Sens tovo lugar en 1140. Asimismo Bernardo obtuvo igualmente, en el conciliode Reims, en 1147, la condena de los errores de Gilberto de la Porre, obispo de Poitiers, concernientes al misterio de la Trinidad. Estos errores se deban a que su autor aplicaba a Dios la distincin real entre esencia y existencia, que no es aplicable ms que a los seres creados. Gilberto se retract entonces sin dificultad. Tambin se le prohibi leer o transcribir su obra antes de que hubiera sido corregida. Fuera de estos puntos particulares que se cuestionaban, su autoridad no fue apagada por lo que su doctrina permaneci gozando de gran crdito en las escuelas durante la Edad Media.

Dos aos antes de este ltimo asunto, el abad de Clarivaux haba tenido la alegra de ver subir al trono pontificio a uno de sus antiguos monjes, Bernardo de Pisa, que adopt el nombre de Eugenio III y que siempre continu manteniendo con l las ms afectuosas relaciones. Este papa fue quien le encarg, casi desde el comienzo de su pontificado, la predicacin de la Segunda Cruzada. Hasta entonces Tierra Santa no haba ocupado, al menos en apariencia, mas que un lugar secundario en las preocupaciones de San Bernardo, pero sera sin embargo un error considerar que fue enteramente ajeno a lo que all suceda, y la prueba de ello es un hecho sobre el cual, de ordinario, se insiste mucho menos de lo que convendra y por eso queremos llamar la atancin del papel que desempe en la constitucin de la Orden del Temple, la primera de las rdenes militares por la fecha y por su importancia, que iba a servir de modelo a las dems.

Ser en 1128, diez aos despus de su fundacin, cuando esta Orden recibi su Regla en el concilio de Troyes, y fue Bernardo quien, en calidad de secretario del concilio, estuvo encargado de redactarla, o al menos de redactar sus orientaciones generales, pues parece que no fue sino un poco ms tarde cuando se le llampara completarla, terminando su redaccin definitiva en 1131. Coment luego esta Regla en el tratado De laude novoe militiae, donde expuso en trminos de una magnfica elocuencia la misin y el ideal de la caballera cristiana, a la que l llamaba la Milicia de Dios. Estas relaciones del abad de Clarivaux con la Orden del Temple, que los historiadores modernos no consideran ms que como un episodio bastante secundario en su vida, tenan seguramente otra importancia a los hojos de los hombres de la Edad Media.

Desde 1145, Luis VII tena el proyecto de socorres a los principados latinos de Oriente amenazados por el emir de Alepo, pero la oposicin de sus consejeros haba obligado a retrasar su realizacin, y la decisin definitiva haba sido remitida a una asamblea plenaria que deba celebrarse en Vezlay durante las fiestas de Pascua del ao siguiente. Eugenio III, retenido en Italia por una revolucin suscitada en Roma por Arnaldo de Brescia, encarga al abad de Clarivaux el reemplazarlo en esa asamblea. Bernardo, tras haber dado lectura a la bula que invitaba al rey de Francia a la Cruzada, pronunci un discurso que fue, a juzgar por el efecto que produjo, la pieza oratoria mas grande de su vida. Todos los asistentes se precipitaron para recibir la cruz de sus manos. Animado por el xito, Bernardo recorri las ciudades y las provincias, predicando por todas partes la cruzada con un celo infatigable; all donde no poda ir en persona, diriga cartas no menos elocuentes que sus discursos. Pas luego a Alemania, donde su predicacin tuvo los mismos efectos que en Francia. El emperador Conrado, tras haber resistido algn tiempo, debi ceder a su influencia y enrolarse en la Cruzada. Hacia mediados del ao 1147, los ejrcitos franceses y alemanes se podan poner en marcha para esta gran expedicin que, a pesar de su formidable apariencia, concluira en un desastre. Las causas del fracaso fueron mltiples; las principales parecen ser la traicin de los griegos y la falta de entendimiento entre los jefes de la cruzada, pero algunos buscaron, muy injustamente por lo dems, hacer recaer la responsabilidad sobre el abad de Clarivaux. Este debi de escribir una verdadera apologa sobre su conducta, que era al mismo tiempo una justificacin de la accin de la Providencia, mostrando que las desgracias sobrevenidas no eran imputables a las faltas de los cristianos y que as "las promesas de Dios permanecan intactas, pues ellas no prescriben conta los derechos de la justicia". Esta apologa est contenida en el libro De Considerationen, dirigido a Eugenio III, libro que es como el testamento de San Bernardo y que contiene especialmente sus puntos de vista sobre los deberes del papado. Por otra parte, todos no se dejaron llevar por el desnimo y Suger concibi pronto el proyecto de una nueva cruzada, de la que el mismo abad de Clarivaux deba ser el jefe, pero la juerte del gran ministro de Luis VII detuvo la ejecucin de sus planes. San Bernardo morira poco despus, en 1153, testimoniando en sus ltimas cartas su preocupacin hasta el final por la suerte de Tierra Santa.

Si el inmediato fin de la cruzada no haba sido alcanzado, se dira por ello que la expedicin fue completamente intil y que los esfuerzos de San Bernardo haban sido desperdiciados?. No lo creemos as, en contra de lo que piensan los historiadores que solo se ocupan de las apariencias exteriores, pues haba en estos grandes movimientos de la Edad Media un carcter poltico y religioso a lavez y unas razones muy profundas, de las que una, la nica que quisiramos resaltar aqu, era el mantener en cristiandad una viva conciencia de unidad. La Cristiandad era idntica a la civilizacin occidental, fundada entonces sobre bases esencialmente tradicionales, como lo es en toda civilizacin normal, y que iba a alcanzar su apogeo en el siglo XIII. La prdida de este caracter tradicional deba necesariamente seguir a la ruptura de la unidad misma de la Cristiandad. Dicha ruptura, que fue realizada en el dominio religioso por la Reforma, lo fue, en el dominio poltico por la instauracin de las nacionalidades, precedida por la destruccin del rgimen feudal, y se puede decir, sobre este ltimo punto de vista que aqul que asestara los primeros golpes al edificio grandioso de la Cristiandad Medieval fue Felipe el Hermoso, el mismo que, por una coincidencia que no tiene, sin duda, nada de fortuita, destruy la Orden del temple, atacando directamente la misma obra de San Bernardo.

En el curso de sus viajes, San Bernardo apoy constantemente su predicacin en numerosas curaciones milagrosas, que eran para la masa como los signos visibles de su misin, milagros que han sido referidos por testigos oculares, pero l mismo no hablaba de ellos sino en contadas ocasiones. Quizs esta reserva le era impuesta por su exttrema modestia, pero tambien sin duda debido debido a que no les otorgaba mas que una importancia secundaria, considerndolos slo como una concesin acordada por la misericordia divina a la debilidad de la fe en la mayor parte de los hombres, conforme a la palabra de Cristo: "Bienaventurados los que creern sin haber visto".

Esta actitud estaba en ralacin con el desdn que manifest siempre por todos los medios exteriores y sensibles, tales como la pompa de las ceremonias y la ornamentacin de las iglesias; en ocasiones incluso se la ha podido reprochar, con alguna apariencia de verosimilitud, el no tener ms ms que desprecio por el arte religioso. Los que formulan esta crtica olvidan sin embargo una distincin necesaria, la que l mismo establece entre lo que llama arquitectura episcopal y arquitectura monstica: esta ltima es slamente la que debe tener la austeridad que preconiza, puesto que no es ms que a los religiosos y a los que siguen el camino de la perfeccin a quienes prohibe el culto a los dolos, es decir, a las formas, de las que proclama, por el contrario, su utilidad como medio de educacin para los simples y los imperfectos. Si ha protestado contra el abuso de las representaciones desprovistas de significado y solo con valor puramente ornamental, no ha podido desear, como se ha pretendido falsamente, el proscribir el simbolismo del arte arquitectnico, puesto que l mismo, en sus sermones, haca uso muy frecuente de ellas.

la doctrina de San Bernardo es esencialmente mstica, es decir que contempla sobre todo las cosas divinas bajo el aspecto del amor, al que sera por otra parte errneo interpretar en un sentido simplemente afectivo como lo hacen los modernos siclogos.

Como muchos grandes msticos estuvo especialmente atraido por el Cantar de los Cantares, que coment en numerosos sermones, formando una serie que prosigui a lo largo de su carrera. Este comentario, que permaneci siempre inacabado, describe todos los grados del amor divino, hasta la paz suprema que el alma alcanza en el xtasis. El estado del xtasis, tal como lo comprendi y ciertamente alcanz, es una especie de muerte para las cosas de este mundo y sus imgenes sensibles, desapareciendo as todo sentimiento natural: todo es puro y espiritual en el alma misma como en su amor. Este misticismo deba naturalmente reflejarse en los rasgos dogmticos de San Bernardo. El ttulo de una de sus principales obras, De Diligendo Deo, muestra suficientemente en efecto que lugar ocupa el amor, pero nos equivocaramos si creyramos que va en detrimento de la verdadera intelectualidad.

Si el abad de Clarivaux quiso permanecer siempre distanciado de las vanas sutilezas escolsticas, es porque no tena ninguna necesidad de los laboriosos artificios de la dialctica, puesto que resolva de un solo golpe las cuestiones ms arduas porque no proceda mediante una larga serie de operaciones discursivas; lo que los filsofos se esfuerzan en alcanzar por una va desviada y como a tientas, l lo alcanzaba inmediatamente por medio de la intuicin intelectual, sin la cual ninguna metafsica real es posible y fuera de la cual no se puede aprehender ms que una sombra de la verdad.

Un ltimo rasgo de la fisonoma de San Bernardo, que es esencial sealar an, es el lugar eminentemente primordial que tiene en su vida y en sus obras el culto a la Santa Virgen y que ha dado lugar a toda una floracin de leyendas que son quizs por lo que ha permanecido ms popular. Le gustaba dar a la Santa Virgen el ttulo de Notre Dame (Nuestra Seora), cuyo uso se generaliz en esta poca y, sin duda, en gran parte gracias a su influencia. Bernardo era, como se ha dicho, un verdadero "Caballero de Mara" y la miraba como a su "dama", en el sentido caballeresco del trmino.

Si se hace referencia al papel que jug el amor en su doctrina, y que desempe tambin bajo formas mas o menos simblicas en las concepciones propias a las Ordenes de Caballera, se comprender fcilmente porqu hemos reseado al principio sus orgenes familiares. Convertido en monje, permanecera siempre caballero como lo eran todos los de su raza; y, por lo mismo, se puede decir que estaba, de alguna manera, predestinado a desarrollar, como lo hizo en tantas circunstancias, el papel de intermediario, y ser rbitro entre el poder religioso y el poder poltico, porque haba en su persona como una participacin en la naturaleza de lo uno y de lo otro, monje y caballero en conjunto, estos dos caracteres eran los de los miembros de la Milicia de Dios, la Orden del Temple. Eran tambin y, en primer lugar, los del autor de su regla, del gran santo que se ha llamado el ltimo de los Padres de la Iglesia y en quien algunos quieren ver, no sin razn, el prototipo de Galahad, el caballero ideal y sin tacha, el roe victorioso de la Demanda del Santo Grial."3. Anotaciones sobre la bibliografia

in entrar de lleno en la polmica sobre la autenticidad de algunas obras de San Bernardo, lo cierto es que, con independencia de la clarividencia y enormidad intelectual del santo, en algunas ocasiones se le han atribuido miles de escritos, parte de los cuales no parece posible acreditar su firma, debido a circunstancias ajenas a San Bernardo.

Como nota discrepante, a continuacin extraemos lo que cita Jean Leclercq en su "San Bernardo Monje y Profeta"

Cuando Bernardo muere en Claraval, la maana del 20 de agosto de 1153, el futuro de su obra estaba asegurado, y pesaba tambin sobre ella la amenaza de la prosperidad... Un mapa del "mundo claravalense", hecho a raz de la muerte de san Bernardo... alcanzaba a veces la distancia -entonces enorme- de 1.500 kms. y 167 monasterios repartidos en la Europa occidental, llegando hasta Irlanda, Inglaterra, Suecia, Alemania, sur de Italia, Cerdea, Espaa y Portugal. Setenta y una de estas "hijas, nietas o bisnietas" de Claraval se hallan en Francia, 41 en Inglaterra, y algunos de estos monasterios cuenta hasta 700 miembros...

Por fortuna, sus escritos conservaran su presencia en todas partes. An en vida, las copias de sus obras se haban difundido en sus fundaciones y en todas las casas de su filiacin, en la Orden, en los monasterios benedictinos, de cannigos regulares premonstratenses, cartujos y en las catedrales.

Un mapa de la difusin de los manuscritos bernardianos en el siglo XII muestra que haban llegado ms all del "mundo claravalense", sobre todo en Europa Central, hasta el corazn de Polonia. Renania, Baiera, Austria, posean numerosos textos, lo mismo que Normanda, el norte de Francia y Blgica.

Estos hechos se explican en parte por los viajes de Bernardo, su actividad, con motivo de la Cruzada, y por sus lejanas ascendencias familiares: su parentesco le una con seores y prelados que en su mayora vivan entre el Rin y el Sena, le haban donado tierras para fundar y le haban ofrecido la ocasin de actuar en su territorio.

Ms de 1.500 manuscritos de obras de Bernardo han sobrevivido a todas las causas de desaparicin, y casi la mitad de ellos datan de su mismo siglo; esta cifra tan elevada parece constituir un caso nico en la historia literaria.

Un detalle curioso es que las copias hechas en Claraval no suelen ser las mejores. Por un lado, era preciso trabajar con rapidez para satisfacer las peticiones que llegaban de todas las filiaciones y de los incontables admiradores; se transcriba sin la debida atencin y a veces se correga aadiendo nuevos errores.

Por otra parte, nada ms morir Bernardo ya se pensaba en solicitar su canonizacin, y para obtenerla ms fcilmente se tomaron la libertad de modificar el texto con la intencin de mejorarlo: un equipo de buenos gramticos, que carecan del suficiente genio literario, puso manos a la obra.

Adems se quiso eliminar ciertos pasajes que consideraban -sin motivo- peligrosos para su "reputacin de santidad", como el fragmento de la carta 70 donde confiesa un arrebato de clera.

En una palabra: con estas manipulaciones la obra qued empobrecida y truncada; el "medio ambiente" haba actuado de modo similar a como lo hara ms tarde la Visitacin de Annecy con los escritos de San Francisco de Sales, Port-Royal con los de Pascal y el Carmelo de Lisieux con los de Santa Teresa del Nio Jess.

Hoy, para conseguir un texto genuino de san Bernardo, los mejores testigos hay que buscarlos lo ms lejos posible de Claraval: en Inglaterra o en Austria... En 1174 se promulg la bula de canonizacin...

Menos de diez aos despus de morir Bernardo un abad del monasterio benedictino de Anchin orden hacer una recopilacin de sus escritos y de los relatos hagiogrficos; esta primera edicin, completa, se conserva todava en tres grandes volmenes en la biblioteca de Douai.

La obra del abad de Claraval segua viviendo. Nicols de Claraval, antiguo secretario de Bernardo, a quien este mismo tuvo que expulsar por haber abusado de su sello, "haba personificado" en cierto sentido a Bernardo, antes de 1159, para complacer al papa Adriano IV, componiendo una coleccin de sermones, "no como el abad de Claraval los haba pronunciado", sino tal como el mismo Nicols los transcriba...

Tambin se le prestan a san Bernardo escritos que no son suyos.

Es el caso, en concreto, de distintas obras de sus bigrafos Guillermo de Saint.Thierry y Arnaldo de Bonneval, Drogon de Laon y otros monjes negros, de numerosos autores cistercienses, cannigos regulares y de annimos todava sin identificar, pero cuyas producciones -aunque de gran calidad- conoceran una amplia difusin...

De este modo, el patronazgo de Bernardo ampara unos escritos inspirados en los suyos, aunque a veces bastante inferiores. Su nombre garantiza el xito.

Su leyenda no cesa de crecer. Hacia 1178, Herberto, un monje de Claraval elegido arzobispo de Cerdea, compone un "Libro de los milagros de san Bernardo", donde manifiesta ms admiracin e imaginacin que sentido crtico. Idntica credulidad y el mismo fervor reinan en la "Segunda Vida", escrita por Alano de Auxerre hacia 1170...

En el siglo XIII acaba de tomar cuerpo lo que se ha llamado la "leyenda mariana" de san Bernardo...

Dante y Petrarca reservan un lugar preferente a Bernardo en su obra y en su estima, en el siglo XIV... No se esper a Dante para hacer intervenir a Bernardo en las polmicas doctrinales ocasionadas por los conflictos que enfrentaban a prncipes y papas.

En las disputas entre Bonifacio VIII y Felipe el Hermoso, y en otros litigios semejantes con emperadores y reyes, todos acuden a Bernardo, aunque sostengan teoras poltica contrarias; al leer su obra ven que apoya la autoridad pontificia, y que tambin le pone lmites...

Nunca aparecieron tantos pseudo-bernardos, ni se han compuesto y traducido en su nombre tantos apcrifos, como en la poca de la "Devocin Moderna" (s.XV).

Entonces se cre la imagen que asocia a Bernardo a una devocin sensible para con la humanidad de Cristo...

Con la difusin de la imprenta, la obra autntica de san Bernardo conoce un nuevo resurgir. Aparecen ediciones incunables, parciales o mezcladas. Pero desde comienzos del siglo XVI se manifiesta un esfuerzo crtico. Se publican compilaciones de obras completas, cuyo texto se pretenda corregir segn los ejemplos de Claraval. Se trata de un simple detalle, pero revela un deseo de bsqueda: al menos se quiere recoger todos sus escritos.

En los siglos XVIII y XVIII ... en Portugal se inventan toda clase de documentos -entre ellos muchas cartas atribuidas a san Bernardo y que despus pasaron a todas las ediciones- para confirmar que en el siglo XII el abad de Claraval haba mantenido relaciones con Alfonso Henriques, primer rey de Portugal, por medio de su hermano, un tal Pedro, del que ahora consta que jams existi...

Haba llegado, en efecto, el momento de hacer el discernimiento crtico en todo ese frrago de textos que circulaban con el nombre de san Bernardo.

Mabillon fue el artfice principal de esta hazaa. Estimulado por Dom Lucas de Achry, consult a los eruditos de su tiempo -Bona en Roma, y a otros en Flandes-, examin e hizo coleccionar los manuscritos y prepar as una edicin completa, que se imprimi por vez primera en 1667. Los criterios de autenticidad, en su conjunto, son definitivos...

El ao 1891 era el octavo centenario del nacimiento de Bernardo. Un cisterciense, el padre Janauschek public una amplia "Bibliografa bernardiana", inventariando las 2.761 obras escritas sobre el abad de Claraval desde la aparicin de la imprenta...

"La teologa mstica de san Bernardo", aparecida en 1934, y reeditada despus en varias lenguas, sigue siendo la mejor obra que se ha escrito sobre el abad de Claraval...

Una nueva "Bibliografa bernardiana", que alcanzaba hasta 1957, anunciaba ms de mil publicaciones sobre san Bernardo en los sesenta aos precedentes.Ren Gunon

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