ojos de papel

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Cristóbal Millas Ojos de papel (Cuentos para niños de todas las edades) Ilustraciones de: Rufino / Videla Prologo de Hernán Millas.

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Page 1: Ojos de Papel

Cristóbal

Millas

Ojos

de papel (Cuentos para niños de todas las edades)

Ilustraciones de:

Rufino / Videla

Prologo de Hernán Millas.

Page 2: Ojos de Papel

"¿Sabes qué quiero ser? Un hombre. Eso es todo. Quiero ser un hombre". James Gandolfini

Page 3: Ojos de Papel

El hombre del prologo

No es fácil escribir el prologo,-la puerta de entrada de un libro- a un hijo. La primera tarea es

quitarle el saludo, y olvidar todos los lazos de afecto. El texto debe ser para un desconocido.

Y en esa condición empecé a leer sus páginas. Me conmovió, en la partida, su dedicatoria a

Trinidad, su pequeña y encantadora hija. Y, a través de sus páginas, pareciera que el autor la lleva

de la mano.

Tanto me desprendí de mi relación, que en un momento me dije: “Ojala que un hijo , superando

los limites que cercan a su padre- un periodista enrejado en la realidad cotidiana-escribiese así, y

pudiera echar a correr la imaginación, llevándome a tantos parajes encantadores, o también a

lugares sombríos que asimismo forman parte de la historia de cada cual. Y donde los diversos

personajes nos entregan su diferente personalidad.

Y Cristóbal lo ha conseguido.

Su pluma es un volatín que se encumbra y vuela sobre los tejados de lo cotidiano.

No quiero hacerle trampas al lector y decirle cual relato me gusto más. Es una grata tarea ir

saliendo al encuentro de sus historias, donde cada una de ellas nos trae una sorpresa. Y donde

cada nuevo personaje nos sorprende con su destino.

Estoy seguro que el lector no saldrá defraudado, y solo se quejara al término de la última

página de este fascinante libro,

Y desde este instante, Cristóbal pasa a ser el dueño de estas páginas.

Page 4: Ojos de Papel

Todo por Trinidad

Page 5: Ojos de Papel

Desde el lugar en el que nos toco varar para cuidar, con sus diferentes animales en su aspecto y personalidad,

nuestros ojos captan la luz del sol y todas las cosas bañadas por él, nutriendo así nuestros oídos, sabiendo así de nuestras familias y pueblos.

Todo se reduce en hacer crecer las semillas de la mejor forma y así hacer más pura y duradera, la laguna donde

van a parar nuestra tristes y alegres lágrimas. El autor.

Page 6: Ojos de Papel

“El encuentro” Esta no era una selva cualquiera, luego de que todo se llenara de agua, muchos animales, pero muchos

animales, fueron a parar a aquel lugar, llamado por ellos mismos “El encuentro”, el cual decían que toda su flora, se

había creado desde una semilla de mostaza que creció y fue llamando a otras semillas, como diciéndoles que allí se

podía crecer bien.

Algunos llegaron sobre grandes troncos, otros sobre hojas que se mantuvieron flotando y los más grandes, muy muy

apretados, en pequeñas islas de tierra a las cuales se aferraron, mientras estas se separaban de sus continentes y

quedaban a la deriva de la corriente, que fue la que al fin y al cabo los reunió en “El encuentro” En un principio era muy caótico el orden del lugar, todos trataban de asegurarse un espacio para amigos y familia,

desconfiados, miraban a otros animales que nunca habían visto; los que antes ostentaban ser reyes únicos, ahora tenían

que empezar a ponerse de acuerdo con otros para no agotar el agua y comida que, si antes era escasa, ahora había que

cuidar aun mas.

La boa catalina tuvo que hacerse amiga del topo Juan, ya que él se encargaba de poner pequeños y grandes maderos

para así estancar el rio, donde él hacia su casa, y así también, poder hacer pequeños estanques donde la boa catalina

estaba acostumbrada a vivir.

“Trombón” el elefante, puso todo el esfuerzo del mundo para no asustarse y pisar al ratón Octavio y su familia “Roedor”. Esta amistad fue provechosa para ambos, ya que el ratón llevaba sabroso maní, que todo elefantologo (personas

expertas en elefantes) sabe que son un manjar que cura penas y da alegrías a estos grandes mamíferos. En

compensación, “Trombón” ponía suavemente agua de rio en su trompa para duchar a la numerosa familia de Octavio,

cuando hacía calor o estos ya empezaban a oler mal, y cuando hacia frio, cobijaba a toda la familia “Roedor” en sus

grandes orejas.

Otros que aprendieron a convivir muy bien, luego de grandes discusiones por sus diferencias, fueron “Rayo” y

“Pestañas”. Un caballo y una cebra los cuales todo el día se pasaban discutiendo quien era más bonito, quien era más

rápido, quien tenía mejor galope. Un día, luego de mucho discutir bajo un gran manzano, sin poder coger sus dulces y

deliciosos frutos que se veían en su alto follaje, y viendo a lo lejos, que rápido, venia la alta Jirafa “Clementina”, la cual

podía comer sin problema las manzanas, dado su hermoso y largo cuello, ambos empezaron a pegar al tronco del gran

árbol con sus patas traseras, viendo, asombrados, que las

Page 7: Ojos de Papel

dulces y deliciosas manzanas más maduras caían sin problema alguno. Fue así como se dieron cuenta, que más que

diferencias, juntas podían lograr muchas cosas, y luego, sin importar quien fuera más bonita, rápida o de elegante

galopar, disfrutar y recorrer la pequeña pero suficiente tierra a la cual habían arribado.

A la jirafa Clementina cuando llegaba a comer manzanas le decían, “si esta en el suelo es de nosotras” causando una

sonrisa en la tranquila y femenina Clementina.

Como no hablar del pausado Camello “Bostezos” el cual siempre estaba tratando de hacer gala de su fuerza al cargar

todo lo que depositaban en su fuerte espalda y su gran joroba, la cual el lucia mirando con sus grandes ojos alrededor.

Siempre decía a otros animales que pasaban:

-Pon esos plátanos acá gorila “Sebastián” -Trae esas matas de palmera y ponlas sobre mi joroba.-le decía al oso hormiguero Sebastián.

Todo sin que nadie mucho caso hiciera de su fuerza, ya que acostumbrados estaban a hacer sus labores desde hace

mucho y no necesitaban la ayuda, que solo era para demostrar, de “Bostezos”, el cual bostezaba y refunfuñaba del que

nadie quería cargar nada sobre su joroba y espalda.

Mientras, el león “Artemio”, un poco más allá en “El encuentro”, también tenía un problema parecido al de “Bostezos”. Cuando “Mándala” su fiel acompañante, se iba a buscar algo de comida para sus revoltosos hijos, siempre estaba con su

melena al viento diciendo a todos los que pasaban por enfrente de el:

-¿Quién se atreve a demostrar su valor conmigo, quien se atreve a ser mas valeroso que yo?

Diversos animales como el buen hipopótamo “Waldo”, el cocodrilo “Dientes “ o “Marcelo” el pájaro carpintero no lo

entendían, estos pasaban por delante de “Artemio” y seguían haciendo sus obligaciones como ir a buscar un buen lugar

en el rio para jugar y limpiar sus grandes colmillos, o darse un baño de barro o el buscar un árbol con sabor a miel, en el

caso de “Waldo” el hipopótamo, el cocodrilo “Dientes“ y “Marcelo” carpintero respectivamente, que es lo mismo que

decir en orden desde el primero al último.

Page 8: Ojos de Papel

Pero así estaba el León, muy parecido a “Bostezos” el camello, cada uno buscando demostrar su valor o su fuerza, pero

sin que nadie les pidiera ayuda, ya que el león y el camello trataban de demostrar algo solo para ellos mismos.

No paso mucho tiempo, para que en sus ratos libres, león y camello se juntaran a conversar sin escucharse entre si,

diciendo cada uno al otro:

-Soy “Artemio” el león, el más valiente de este lugar

-Soy “Bostezos” el que más peso con su espalda y joroba puede arrastrar.

Y así ambos seguían su día.

Hasta que un día… Paso por enfrente una pequeña hormiga junto a un multicolor camaleón, sin que se dieran cuenta ni el

león ni el camello, estos empezaron a conversar, tomando un descanso bajo una hoja de una gran Nalca. Ya cansados

“Artemio” y “Bostezos” de decir al otro quien tenía más valor o más fuerza se pusieron a escuchar:

-¿Como estas Renata Hormiga? Pregunto Rubén el camaleón.

-Un poco cansado, me tuve que esconder muy bien de una serpiente verde que mucho apetito tenía y a la cual los

camaleones les gustamos para la hora de cenar

-¿Y estas cansado por esconderte? Yo estoy cansada si que cansada estoy de cargar este trozo de mango que tengo

que llevar lejos para alimentar y guardar para el invierno para las demás hormigas que están haciendo lo mismo en otro

lugar

-¿Pero cómo te cansas? si ese pedazo de mango con mi lengua de un ¡saz! me lo podría yo comer, en cambio yo tuve

que poner todas mis fuerzas para camuflarme bajo un rojo pimentón para que la verde serpiente no me viera y atrapara, y

eso si que cansa mucho, tengo que apretar mi cuerpo y mis dientes con toda mi fuerza y mas para mi piel cambiar.

-¿El cambiar de color te cansa? Debe ser muy agotador el poner todas las fuerzas para cambiar de color al igual que para

mí llevar este pedazo pequeño de mango que para mí es gigante.

¿Y no tienes miedo cuando te quedas quieto y cambias de color mientras la serpiente verde pasa cerca de tuyo?

Page 9: Ojos de Papel

-Si Renata, se tiene que tener un gran valor pero el valor de nada sirve si no se ocupa para algo bueno en cuestión. En

este caso, llegar sano y salvos para llevarle un par de insectos a mi familia, Ellos ni se imaginan cuanto uno se tiene que

arriesgar en un paseo para traer dulces golosinas al hogar. Pero que comerían mientras su mama cambia de piel y nada

mas puede hacer. Imagínate lo cansador que es también ¡el cambiar de piel!

Aunque tú también Renata –prosiguió Rubén- tienes que tener una fuerza mayor, en llevar este trozo de mango que para

cualquiera es solo un pequeño trozo de mango, cargándolo tanto rato y todo para guardar comida para el invierno y para

que tengan sabrosa fruta que comer las otras hormigas.

-No es para tanto- decía la Hormiga Renata- uno saca fuerzas de flaqueza –que es como cuando no te quedan más

fuerzas- en llevar la comida para guardar y para comer, todas mis amigas hormigas lo hacen, si yo fuera la única, podría

ser que me sienta mejor que las otras, pero es lo que se tiene que hacer. Mi fuerza es la fuerza para hacer algo que es

para el bien mío y de mis otras queridas hormigas y el que todas estemos bien.

-Así es fuerte Renata, espero que te vaya bien. -Contesto el lindo y de gigantes ojos sin pestañas, camaleón.

-Así es valiente Rubén espero que le lleves golosinas a tu familia también. –Respondió la trabajadora y fuerte Renata la

Hormiga-

Mientras se despedían Renata y Rubén, el camello y el león un poco pensativos se quedaron y fue como vieron que su

fuerza y valor tan grandes, de nada servían si no los utilizaban por un bien mayor más que tratar de demostrar a los otros

cuan valiente o cuan fuerte cada uno era; así un poco avergonzados se quedaron mirando el horizonte, hasta que una

mosca distrajo al león y otra a nuestro amigo camello y estos siguieron hablándose sin escuchar, diciéndose:

“Es tan grande mi valor” “Es tan grande mi fuerza, mayor que la de un elefante inmenso.” Y así, fue como siguió la vida en “El encuentro”, con días lluviosos, días de sol, animales testarudos, toscos, tolerantes o

amigables, cada día aprendiendo un nuevo afán para cada cual.

Mientras, la que fuera una semilla de mostaza, ahora gran mostazal, escuchaba y escuchaba pidiendo nada más que

juntos y aprendiendo los errores del uno y del otro esta vez se pudiera preservar aquel lugar.

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Con ustedes: ¡Las pestañas! Como una barrera de palmeras, se encontraban una a una boca arriba boca abajo, las pestañas.

¡Cuanto observaban las amigas! y mucho conversaban, siempre atentas eso sí, de cada una de las cosas que se le

acercaban. Casi uno podía escuchar sus preocupados murmullos, cuando el ogro “Toforo”, de inmensas pestañas,

acercaba su cara al fuego para algo encender con su gran boca. También, se bañaban cuando “Consuelo de los

lamentos” recordaba el consolar algún recuerdo o cuando el payaso Andrés soltaba lagrimas, pero de risa. Lo mejor eso

sí, era descansar suavemente como con el gato Osvaldo, bajo el sol.

Trágicamente se recuerda, en la “Historia de las pestañas”, una vez que la abuela Helena contaba la historia de que si se

cortaran estas en luna creciente, crecerían más largas y preciosas. Su hija Irene, de hermosas pestañas, escuchando

detrás de la puerta, se fue corriendo para ver cuanto faltaba para esa luna, sin escuchar el final de la historia que no

terminaba bien y que Irene por ansiosa y fisgona nunca pudo entender.

Ella, feliz espero y espero la luna desde llena a menguante, desde la luna nueva a la luna creciente, imaginando ansiosa

que tendría las más largas pestañas y así poder mostrar cómo se movían al viento, agarraban cosas que estaban lejos,

subían las sabanas para cobijar del frio, hacían cosquillas en los pies y muchísimas más cosas que podría hacer mejor y

hacer sentir más especial a Irene del resto, sin ella nunca pensar en lo que le haría a sus pobres pestañas, que confiadas

y seguras, se cobijaban delante de sus grandes “ojos de aceituna” como le decía la abuela Helena a los ojos de Irene.

Para mucha pena de Irene, estas se quedaron cortas, pasaron las siete u ocho semanas, que tarda cualquier pestaña en

crecer, sin que nada pasara. Nunca entendieron las pestañas porque las podaron así, si ellas tan bien hacían su trabajo y

más aun se mostraban preciosas.

Se decidió luego, sin que los humanos se dieran por entendidos ni hubieran aprendido, el que todas esas pestañas no

crecieran mas, para enseñar sobre la ambición y vanidad y que ese era el precio que tenían que pagar aquellas pobres

pestañas, por las ambiciones innecesarias de la naturaleza humana.

Sobre la linda Irene, se dice que vivió feliz, extrañando a sus pestañas, pero dándose cuenta que queriéndose tal como

ella es, tenía muchas otras lindas cosas con las cuales podía especial ser.

Sobre la historia de todas las otras muchas pestañas, nada mas decir que siguen presentes en muchos animales,

algunas en secreto se ríen cuando ven pasar a otro animal que no tiene ni pelos ni pestañas, pero el otro animal también

en secreto piensa siempre que extraño el tener pelos en el cuerpo y mas, en la cima de los ojos, y no imaginan cuan

tranquilos aquellos ojos, absorben toda la luz de alrededor mientras las heroicas, conversadoras, risueñas y tranquilas

pestañas los resguardan.

Page 11: Ojos de Papel

Respeto al sol.

El papa de Bruno siempre le contaba historias acerca de muchas cosas que él no conocía. Cada vez que Bruno veía a su

largo y grande papa, como nunca seguro y valiente se sentía. Pocas veces lo regañaba y muchas aventuras con él

hacían. Ian, su papa, fue quien le enseño el sol.

Antes, Bruno nunca supo mucho de él, pero un día en la casa de agradable olor cerca del mar, a la cual con su papa

algunas veces iba para llenar de arena sus zapatos y mojarse en aquella salada agua fría, muy fría, su papa se lo

presento.

Bruno, recién despierto de su siesta, estaba de mal humor y no quería que nadie lo molestara, pero, enojado o alegre,

igual se tenía que poner crema en todo su cuerpo, como siempre antes de salir afuera, para que su piel no se hiciera

daño.

Mientras, su papa le decía:

-“Tenemos que ponernos esta crema para que el sol no te haga daño, no podemos jugar en la arena ni en el mar si no

nos ponemos esta crema que nos protegerá.” Y Bruno se resistía y resistía y el papa seguía:

- “¡ya pues Bruno! mira que la gracia es que no se nos acabe el día, que el sol se va acostar y si no nos ponemos crema

en el cuerpo, con su calor él nos puede quemar” Hasta que Bruno dijo:

-“Sol malo” Y el papa respondió tratando de que bajara la voz:

-“Shuuuuu, no te vaya a escuchar, ¿Quieres que mientras te pongo el bloqueador solar te cuente porque al sol debemos

respetar?

Page 12: Ojos de Papel

A lo que curioso Bruno se quedo tranquilo y se puso a escuchar:

-“La luz del sol está en todo los que comes, desde el brócoli que no te gusta hasta el jugo de zanahoria y betarraga que te

encanta, cuando te comes tu brócoli luego de mucho intentar yo o tu mama o cuando luego de jugar te tomas de un sorbo

todo el jugo, estas comiendo y tomando sol, de hecho se puede decir que hasta los animales que cuidamos, el perro, el

gato que te persigue los pájaros que tu persigues, tu y yo, tenemos algo de sol y por eso no es bueno hablar mal de él ni

hacerlo sentir mal.

El sol siempre esta iluminándonos o calentándonos, cuando es de día o hasta cuando es de noche, ya que, la luna que

siempre saludas, cuando esta gorda o es una luz finita, brilla por los rayos del sol que está haciendo que sea de día en

otro lejano lugar” Ya vestido y con la crema puesta, de la mano de su papa caminando hacia la playa y esperando parar para comprar esa

gran y crujiente galleta gigante que se llamaba “Palmera”, Bruno seguía escuchando al papa:

-“Imagínate que todo el día el sol está trabajando, desde que te despiertas hasta que te despiertas otra vez, para que

estés bien, puedas comer; hasta el combustible que usamos para que el auto se mueva y vengamos a la playa, es por el

sol que hace mucho mucho mucho mucho tiempo, dio vida a muchas cosas que ahora nos sirven y nos siguen entregado

la energía que ese sol les dio hace tanto tiempo, desde que los dinosaurios que te gustan existían. Si fuéramos un poco

más sabios, el calor de la luz del sol o la fuerza de los vientos o del mar, que se mueven por nuestro amigo el sol, nos

servirían para darnos mucha luz, encender el refrigerador donde está tu yogurt, el computador donde te gusta jugar y la

televisión que miras luego e llegar de jugar en el jardín” Llegando a la playa y comiéndose su “Palmera” antes de llenarla de arena Bruno dijo a su papa:

-¿Y por qué si el sol es bueno tengo que ponerme esa crema?

-Por que como da tanto calor – respondía Ian su papa- te puedes dañar la piel, como cuando te digo que no te acerques

a la chimenea porque te puedes quemar, pero también el calor del sol es muy bueno ya que te da vitaminas, que son

como defensoras para que te sientas bien y ningún bicho malo te enferme, pero para que te de vitaminas y para que no

te queme uno se tiene que poner crema.

¿Vamos a mojarnos?

El mar que tanto te gusta aunque tengas frio, recuerda que se mueve por el sol y la distancia que tiene el mar de él.” Ya llegando de la playa luego de jugar con la arena que por el sol se hacía tan suave y chiquitita, con el mar que se

movía por el sol y cuando ya corría mucho viento que el sol calentaba y hacia mas frio o tibio, más lento o rápido,

decidieron mejor irse a la

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casa sobre los hombros de su papa.

En la casa, con un poco de cansancio y hambre, Bruno se cambio de ropa y comió la receta especial de “Arroz con pollo

a la papa”, antes de irse acostar.

Ya en su cama junto a Ian, el le pregunto:

-¿Quieres algo más?

A lo que Bruno contesto:

-“No papa, ya comí mucho sol, ahora me quedare dormido viéndolo” Quedándose dormido bajo la luz de la luna.

Page 14: Ojos de Papel

Los sonidos que acompañan. Balbuceando enojada de acá para allá, estaba Amelia.

Prendía y apagaba cuanto televisor se le cruzara subiendo el volumen de estos.

Encendía cada luz.

Botaba muchas cosas que a ella le causaban gracia, cogía y movía su cascabel, muy fuerte pisaba mientras caminaba.

Al parecer estaba un poco molesta, pero tanto ruido que ella hacía y que ella tenía a su alrededor, poco la ayudaban.

De repente, sin que nada avisara, sintió que muchas cosas se apagaban, y quedándose quieta y callada viendo que

pasaba, empezó a escuchar.

Sintió que algo en su pureza sonaba, tímida se acercó y vio que era el viento que por un espacio en su ventana

susurraba.

Así, escucho y trato de mirar al viento, o al menos ver como este movía la cortina, hasta que otro ruido en la misma

ventana su atención llamaba. Era una terca pero hermosa libélula de alas color Calipso que trataba y trataba de salir al

Jardín mientras con la ventana topaba. Amelia paso de ver sus hermosas alas a preocuparse porque esta no lograba salir

mientras tanto lo intentaba, pero que gran alivio fue cuando por el mismo espacio en que el viento le hablaba, la libélula

pudo salir y Amelia la vio volar hasta que esta desapareció del mapa.

Un tanto agitada después de tal aventura, otro ruido apareció en su pieza, ¡quien más! que su ratón Octavio, el cual en un

rincón sin molestar a nadie, dentro de su jaula, estaba dando vueltas y vueltas dentro de una gran rueda, que Amelia

nunca se percato que se escuchaba así, mientras Octavio mas fuerte o más lento, la giraba como preparándose para

tener fuerza cuando el gato Osvaldo lo persiguiera por toda la sala. Amelia, trato de tocar al ratón Octavio por entre la

jaula, pero no lo pudo lograr como tantas otras veces, solo podía tocar a Octavio cuando su mama de la jaula lo sacaba

para que con ella jugara, siempre con la puerta cerrada para que el gato Osvaldo no entrara.

Mientras seguía intentando tocar al ratón Octavio que seguía haciendo sus ejercicio a todo vapor, justamente otro ruido la

distrajo

Page 15: Ojos de Papel

y era el mismo gato Osvaldo, que afilando las uñas estaba sobre el asiento favorito de papa, Amelia no dudo con todas

sus fuerzas de espantarlo tal como lo hacía papa y mama cuando el gato porfiado sus uñas contra el asiento de papa

quería afilar. Luego, Amelia dio un gran salto, había vuelto la luz y así se habían prendido todos los televisores a todo volumen de un

sopetón, lo cual asusto a la linda Amelia, que corrió a apagarlos todos, ya que no la dejaban escuchar tantos ruidos que a

ella la acompañaban y los cuales ahora aprendió a descifrar e investigar entretenida y olvidando su molestia.

Porque, la falta de poco de luz no nos va a mantener nuestro asombro a oscuras.

Page 16: Ojos de Papel

Capicúas & Palíndromos. Cuenta la historia de dos familias que no se entendían porque no se conocían.

La familia Capicúa y la Palíndromo.

El viudo rey de las tres hermanas Capicúa, les puso así en honor al apellido de su amada esposa, como también así la

Reina de los 3 hermanos Palíndromo, por su rey esposo que nunca volvió luego de ir a buscar nuevas tierras para

expandir su reino.

En un fiesta de la joven Eco, hermanas y hermanos se conocieron, luego de mucha timidez y teniendo que de algo

conversar, frente a la mirada atenta de sus padres, los tres jóvenes preguntaron a las hermanas capicúas:

¿Cuál son sus nombres?

Cada Hermana Capicúa

contestó de menor a mayor:

-Yo me llamo 121 Capicúa.

-Mi nombre es 131 Capicúa.

-Y yo me llamo 505 Capicúa. A lo que los jóvenes sorprendidos pero con respeto preguntaron sin temer:

-¿Y por qué sus nombres son de números hechos y no de palabras?

-Nuestra madre Capicúa, se apellida así, porque era costumbre de su reino el que algunas importantes cosas serían de

un determinado número que se pudiera leer de derecha a izquierda y al revés y así nadie ni olvidar ni confundir aquellas

cosas importantes.-contesto la mayor de las hermanas, las que continuaron conversando:

Page 17: Ojos de Papel

-Yo me llamo 121 Capicúa porque ese es el número de lugares donde las personas pueden estudiar en nuestro reino.

-Mi nombre es 131 Capicúa porque ese es el número de familiares que han honrado nuestro humilde linaje.

-Y yo me llamo 505 Capicúa porque esas son las diferentes familias que habitan en nuestro territorio.

Sorprendidos y pensativos quedaron los 3 hermanos hasta que 121 Capicúas los interrumpió:

-¿Y ustedes como se llaman? –pregunto la menor y más atrevida Capicúa.

A lo que los hermanos contestaron desde el más joven al con más edad:

-Yo soy Salas

-Yo me llamo Seres

-Y yo soy Somos

-En el reino de nuestro padre de apellido Palíndromo, que aún no ha vuelto de su búsqueda de nuevas tierras, se

acostumbra el llamar a sus hijos con el nombre de importantes palabras para nuestro reino, que por esto, siempre igual

se podrán leer, de izquierda a derecha y al revés, para así recordar y orientar. -termino de explicar “Somos”, el mayor de

los hermanos.

121 Capicúas, la hermana más estudiosa por lo cual más curiosa pregunto:

- ¿Y qué significan cada uno de sus nombres?

“Seres” el hermano que acostumbraba escribir y adoraba el escuchar contesto:

-Mi menor Hermano se llama Salas, ya que en aquellos lugares de estudio es donde uno aprende de lo que afuera de

ellas ve.

Page 18: Ojos de Papel

Yo, me llamo Seres en honor a todos los que juntos han sido parte de nuestro apellido y familia.

Y el nombre de mi hermano mayor es Somos, por todas las personas que en nuestro reino habitan y lo hacen tan

especial lugar.

Así Salas, el menor aventurero y despierto de los hermanos Palíndromo, se dio cuenta y comento a todos:

-¿Se dan cuenta que nuestros apellidos hablan de lo mismo que sus apellidos quieren recordar en números, pero en

palabras?

En tu reino 121 Capicúas, existen ese número de salas de clases para que se pueda estudiar, como mi nombre “Salas”. Y también existen 131 personas que integran los familiares de su linaje, o “Seres” como se llama mi hermano

Palíndromo.

-Claro que si, como en el caso de nuestro hermano mayor y su hermana mayor-dijo “Seres”. El se llama “Somos”, como son todas las 505 familias que habitan en sus tierras.

Para sorpresa de sus padres, que recordemos miraban y escuchaban atentos, se dieron cuenta que sus hijos solos

descubrieron que con sus pares de la otra familia que no conocían y por lo cual no entendían, asombrados que cada uno

de sus hijos podía llamarse mejor aun junto con el otro, por lo que siguieron escuchando asombrados.

-¿Y se dan cuenta que nosotras a ustedes podemos ayudar?

131 Capicúas puede enseñar a “Salas” el cómo los niños y grandes estudian en nuestro reino.-dijo la hermana mayor.

-Y yo puedo mostrar a “Seres” el lindo árbol genealógico que hice para que el escriba y dibuje uno igual -dijo 131

Capicúas.

-¡Y tu, hermana 505 Capicúas!, puedes ayudar a “Somos” para que tenga una lista de todas las familias de su reino, tal

como tú tienes a las 505 familias del nuestro apuntadas –exaltada decía a su hermana mayor, la revoltosa 121 Capicúas.

Todos muy contentos empezaron a planificar muchas novedades.

Los mayores tratarían de organizar todo, los hermanos más chicos tenían aventuras intrépidas por vivir y los otros

hermanos dibujarían y escribirían todo lo que lo que estaba por suceder.

Después de tal encuentro, inseparables fueron los seis fueron, conversaban y se ayudaban, contaban a todos las

anécdotas de cuando se conocieron, buscaron nuevas metas y horizontes para ambos reinos en común y así, sus

padres, por tal especial coincidencia, no repararon en dejar que ambos fueran amigos y ver como en muchas cosas,

juntos, podrían ser más.

Page 19: Ojos de Papel

La semilla. Estaba Amanda viendo en silencio el poroto que su hermana Daniela tenía para su proyecto de colegio en un vaso

transparente junto a un pedazo de algodón. Según le habían dicho todos en la casa, del poroto iba a crecer otra planta de

porotos que iba a dar muchos porotos que se podían comer y de los cuales se podían hacer más plantas.

A ella la idea de comer los porotos le gustaba, su mamá se los molía en la máquina bailando de manera alocada mientras

ésta hacía ruido haciendo reír a Amanda siempre. Pero, lo que más inquietaba a Amanda, cada vez que se acordaba del

poroto y le daban ganas de ir a verlo, era la planta que iba a salir del, el no perderse ver el momento justo cuando saliera

la planta del poroto.

Pero esto no iba a pasar, de un día para otro fue que el poroto apareció con una pequeña hoja y luego los días siguientes

creció y creo flaca y larga la pequeña planta, hasta que Daniela la cambio a una pequeña maceta.

Un día Amanda preguntó a su hermana mientras ésta hacía sus deberes:

-¿Nosotros crecemos igual que los porotos, pero dentro de la mamá?

A lo que Daniela contesto:

-¡No sé, Amanda! El poroto lo dejé en el jardín, pero pregúntale a la mamá esas cosas, pero no creo que seamos muy

parecidos a los porotos. Los porotos son para comerlos y tú sabes que a mí no me gustan.

Y así Amanda partió a preguntar a su Mamá, la que estaba sentada leyendo recostada en el sillón:

-Mamá, Mamá, la Daniela me dijo que te preguntara si nosotras crecimos igual que el poroto, que se hizo planta, adentro

de ti, pero me dijo que no creía que pasara eso porque no teníamos nada que ver con los porotos, que los porotos son

para comerlos, y que a ella no le gustaban.

A lo que su mama le contestó, mientras Amanda se subía arriba de ella:

Page 20: Ojos de Papel

-Es diferente, pero es parecido también. Yo te tuve a ti, que eras como una porotita aquí dentro, mientras tomaba la mano

de Amanda, poniéndola bajo su ombligo.

-Pero luego tu empezaste a crecer y en vez de tener hojas o un tallo muy flaco, crecieron en ti los pelos, los ojos, tus

dientes, tus piernas gordas, tu ombligo lindo y tus brazos larrrrrrgos, todo lo que tú eres ahora –seguía la mamá Jesús

explicando, mientras mordía, besaba y apretaba haciendo cosquillas a Amanda que reía y decía:

-Basta, basta, mamá.

-Yo, al final fui como tu algodón que te mantenía calientita, pero al mismo te hacía cariño también, te conversaba, ponía

música y, cuando me reía, tú dabas saltos, y yo te sentía al igual que cuando te movías dentro de mí. -¿Y el papá? Porque es mi papa, ¿cierto? ¿Qué hizo el con el poroto?

-Eso anda a preguntárselo a tu abuela que está en su pieza, ella te lo dirá mientras te da un dulce de propoleo de esos

que te gustan

Y así partió Amanda mientras su mama le dio una palmada para darle impulso, luego de pasar por al lado del gato que

salió corriendo y después de pasar por la pieza de Daniela, de los papas llego por fin a tocar la puerta de la Abuela

Toco y toco hasta que la abuela se paró de su silla para abrir ya que Amanda la perilla de la puerta no alcanzaba.

Abrazando las piernas de la abuela, se sentó en su cama, mientras la “Menchu” volvió a su silla a tejer.

-Abuela, ¿Te puedo preguntar algo que mamá dijo que te preguntara?

-Me puedes preguntar todo lo que quieras preguntar o que alguien te haya dicho que me preguntaras –le respondía con

una cálida sonrisa Menchu.

-Le pregunte a mi hermana Daniela, si dentro de la mamá había crecido yo igual, que el poroto que ella hizo crecer en el

vaso. Pero ella me dijo que los porotos eran para comerlos, aunque a ella no le gustaban. Mejor sería y que le fuera a

preguntar a la mamá.

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-Y cuéntame, ¿qué contestó la Jesús?’ -Mi mamá me dijo que era una porota, que empecé a crecer y, en vez de tener hojas, tuve pelos, dientes, ombligo y

brazos.

Que ella había sido el algodón que me mantenía calientita y que me hacía, conversaba, ponía música y me reía y

movías dentro de ella. Pero, cuando le dije a mi mama porque mi papa era mi papa y que había hecho con el poroto me

dijo que te viniera a ti preguntar.

-Ah, ahora entiendo. Yo siempre le hacía porotos a tu mamá y se los molía por , que no le gustaban de otra forma,

igual que a ti. Además, yo también soy la mama de ella, así que sé mucho de porotos, -explicaba la abuela.

-Resulta que todos somos un poco porotos, pero de distinto tipo.

-¿Cómo así? –pregunto Amanda intrigada.

-El poroto dentro de sí tiene todo para que con un algodón mojadito o un poco debajo de la tierra el crecer.

Tú, en cambio, necesitaste que tu papá pusiera una semilla en tu mamá para que desde ese poroto, después de un

par de meses, pudieras empezar a ser tú, dentro de tu mamá y, que abrigándote como la tierra o el algodón, tú pudieras

llegar a nacer.

Por eso tu papá es tu papá. Y, por eso, tanto tiene que ver en lo que eres, porota chica. ¿Entiendes?

-Si, entiendo Menchu, y gracias. Pero, ¿por qué entonces Daniela, o mi mamá, no me explicaron así todo?-pregunto

Amelia.

-Lo que pasa, amor mío, es que las personas o no saben o se complican mucho en algo tan sencillo y complicado como

el comienzo de la vida de un poroto.

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Pao Pao

Fin

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