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E L U C I D A R I O 195 NOTICIAS SOBRE LINAJES UBETENSES RELACIONADOS CON LA INDUSTRIA MADERERA (SIGLOS XVI-XVIII) ELUCIDARIO. Nº 8 (Septiembre 2009). págs. 195 a 215 Seminario Bio-bibliográfico Manuel Caballero Venzalá E Noticias sobre linajes ubetenses relacionados JUAN G. BARRANCO DELGADO R E S U M E N A B S T R A C T INTRODUCCIÓN Antes de empezar este trabajo tengo que hacer constar mi agradecimiento a mi amigo, ya fallecido, don Ramón Orozco Romero, por la gentileza que tuvo al facilitarme fotocopia de los documentos que tenía en su poder pertenecien- tes al señorío del Ayozar 1 . Dichos documentos, que son la base fundamental utilizada para nues- tra investigación, son los siguientes: 1. Transacción de la herencia de don Pedro Fernández de Córdoba y Valenzuela, año 1598 (consta de 9 folios). 1 Estos documentos le fueron donados por el último de esta estirpe que habitó el palacio ubetense de los Medi- nilla, su pariente, don Gonzalo de Medinilla y Cañaveral, VIII Duque de San Pedro de Galatino, que estaba en pose- sión de ellos por ser descendiente de Ruy Díaz de Molina y Fernández de Córdoba, I Señor del Ayozar 2. Pleito de doña Jerónima de Molina contra su hermano don Ruy Díaz de Molina, año 1610. (38 folios). 3. Fundación del mayorazgo de Ruy Díaz de Molina y Fernández. de Córdoba, año 1602 (20 folios). 4. Licencia del obispo don Baltasar de San- doval y Moscoso para decir misa en la iglesia de la villa del Ayozar, año 1638 (5 folios). 5. Libro de fábrica de la Iglesia de la villa del Ayozar, año 1641 (5 folios). 6. Información de Nobleza de don Antonio de Molina y Fernández de Córdoba, año 1652 (14 folios). 7. Indulto real por el duelo habido entre don Rodrigo de Molina Valencia y Mexía y Fernando de Quesada, año 1657 (45 páginas). con la industria maderera (siglos XVI-XVIII) En este trabajo histórico se trata el tema de la presencia de familias ubetenses vinculadas a la industria de la madera utilizando fuentes históricas inéditas y otras fuentes historiográficas. También se aportan noticias referidas a linajes ubetenses de la edad moderna y se da una visión general sobre el negocio de la madera en el pasado. This historical work deals about the presence of Ubeda’s families linked to wood industry by using unpublished historical and other historiographical sources. Also news referred to Ubeda’s lineages of the Modern Age are included in order to give a general view of wood’s market in the past.

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noticias sobre linajes ubetenses relacionados con laindustria maderera (siglos xvi-xviii)

ELUCIDARIO. Nº 8 (Septiembre 2009). págs. 195 a 215

Seminario Bio-bibliográfico Manuel Caballero Venzalá

E

Noticias sobre linajes ubetenses relacionados

Juan G. Barranco DelGaDo

r E s u m E N

A B S T R A C T

IntroDuccIón

Antes de empezar este trabajo tengo que hacer constar mi agradecimiento a mi amigo, ya fallecido, don Ramón Orozco Romero, por la gentileza que tuvo al facilitarme fotocopia de los documentos que tenía en su poder pertenecien-tes al señorío del Ayozar1. Dichos documentos, que son la base fundamental utilizada para nues-tra investigación, son los siguientes:

1. Transacción de la herencia de don Pedro Fernández de Córdoba y Valenzuela, año 1598 (consta de 9 folios).

1 Estos documentos le fueron donados por el último de esta estirpe que habitó el palacio ubetense de los Medi-nilla, su pariente, don Gonzalo de Medinilla y Cañaveral, VIII Duque de San Pedro de Galatino, que estaba en pose-sión de ellos por ser descendiente de Ruy Díaz de Molina y Fernández de Córdoba, I Señor del Ayozar

2. Pleito de doña Jerónima de Molina contra su hermano don Ruy Díaz de Molina, año 1610. (38 folios).

3. Fundación del mayorazgo de Ruy Díaz de Molina y Fernández. de Córdoba, año 1602 (20 folios).

4. Licencia del obispo don Baltasar de San-doval y Moscoso para decir misa en la iglesia de la villa del Ayozar, año 1638 (5 folios).

5. Libro de fábrica de la Iglesia de la villa del Ayozar, año 1641 (5 folios).

6. Información de Nobleza de don Antonio de Molina y Fernández de Córdoba, año 1652 (14 folios).

7. Indulto real por el duelo habido entre don Rodrigo de Molina Valencia y Mexía y Fernando de Quesada, año 1657 (45 páginas).

con la industria maderera (siglos XVI-XVIII)

En este trabajo histórico se trata el tema de la presencia de familias ubetenses vinculadas a la industria de la madera utilizando fuentes históricas inéditas y otras fuentes historiográficas. También se aportan noticias referidas a linajes ubetenses de la edad moderna y se da una visión general sobre el negocio de la madera en el pasado.

This historical work deals about the presence of Ubeda’s families linked to wood industry by using unpublished historical and other historiographical sources. Also news referred to Ubeda’s lineages of the Modern Age are included in order to give a general view of wood’s market in the past.

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8. Relación de bienes de doña Isabel Paula de Molina y Valencia, año 1752 (18 fo-lios).

9. Inventario de bienes de los Marqueses de Vezmeliana, año 1851 (28 folios).

10. Carpeta con genealogías de varias fa-milias y otros documentos varios (91 folios).

La mayor parte de estos documentos referi-dos son inéditos y aportan una buena cantidad de noticias desconocidas para la historia de Úbeda, particularmente las referidas al negocio de la madera en el Antiguo Régimen.

En esta breve aproximación histórica pre-tendemos destacar sólo alguno de los datos inéditos que recogen estas fuentes, de extenso contenido, buscando su conexión con un tema muy poco conocido: la relación de linajes ubeten-ses con la industria maderera. Esta actividad fue una importante fuente de ingresos en el pasado dada la riqueza forestal de las sierras limítrofes a la comarca de La Loma. No se trata pues de un estudio exhaustivo, ni vamos a realizar una trascripción íntegra de la documentación que consultamos, sino de una somera aproximación a un tema complejo, pues lo contrario no tendría cabida en un artículo y, acaso, resultaría algo denso y de escasa utilidad para el lector.

Para que resulte más ágil la exposición, he-mos estructurado este trabajo en los siguientes apartados:

– La Madera: noticias sobre una industria casi desconocida de Úbeda.

– Una familia maderera.

– Los litigios familiares. Primer pleito.

– El Memorial de Ruy Díaz.

– Otro litigio entre familias madereras

– El negocio de la madera. Planteamiento general.

– Información para la fundación de mayo-razgo.

– Origen de una familia vinculada al negocio maderero.

la maDera: notIcIas soBre una InDustrIa De ÚBeDa casI DesconocIDa

Cuando se habla de la economía de la Úbeda en el siglo XVI, por lo general se afirma que la ciudad gozaba de una buena salud en lo tocante a la producción agrícola, ganadería, fabricación de paños y otras industrias artesanas de menos relieve. También es bien conocido por todos los historiadores que desde finales de esta centuria y durante todo el siglo XVII la coyuntura eco-nómica española experimentó un declive pro-gresivo, prolongado incluso durante gran parte del XVIII2. Esta crisis fue especialmente grave en Jaén, provocando recesión demográfica y crisis de subsistencia, cuestiones bien estudiadas en la historiografía provincial y local3.

2 Son muchas las obras generales sobre esta época de la his-toria de España que se pueden consultar. Remitimos a Anes, G.: Las crisis agrarias en la España moderna, Madrid, 1970; Domínguez Ortíz, A: Sociedad y Estado en el S. XVIII es-pañol, Barcelona, 1988, Carlos III y la España de la Ilustra-ción, Madrid, 1989; Clases privilegiadas en la España del A. Régimen, Madrid,1973, El Antiguo Régimen: los Reyes Católicos y los Austrias, Vol. 3 de la Historia de España dirigida por M. Artola, Madrid, 1988, y Crisis y decadencia en la España de los Austrias, Barcelona, 1973. También: Fayard: Historia de España, dirigida por Tuñón de Lara. Vol. V. Ed. Labor. Barcelona, 1980, Sánchez Salazar, F: Ex-tensión de cultivos en España en el S. XVIII ,Madrid, 1988, y Palacio Atard, V: Derrota, agotamiento y decadencia en la España del siglo XVII, Madrid, 1966.

3 Remitimos a Pasquau Guerrero, J: Biografía de Úbe-da, Úbeda, 1958; Ruiz Prieto, M: Historia de Úbeda, Ed. Fac-símil, Colección Archivum, Univ. de Granada, 1999, pág. 181. Estudio preliminar e ilustraciones de Adela Tarifa Fernández. Torres Navarrete, G: Historia de Úbeda en sus do-cumentos (7. vols), Úbeda, 1998; Tarifa Fernández, A: Breve Historia de Úbeda, Málaga, 2004; Pobreza y asistencia social en la España moderna. La cofradía de San José y niños expósitos de Úbeda I.E.G, Diputación provincial, Jaén, 1994; Úbeda en 1752 ,según las Respuestas Generales del Catastro de En-senada, Ed. Tabapréss y Ayuntamiento de Úbeda. Madrid, 1994; Marginación, pobreza y mentalidad social en el Antiguo Régimen. Los niños expósitos de Úbeda (1665-1788), Universi-dad de Granada y Ayuntamiento de Úbeda, Granada, 1994; «Mortalidad catastrófica y religiosidad popular en Úbeda durante la época Moderna», Actas del congreso sobre Re-ligiosidad popular, Cabra, 1994; Reformismo y tradición en el siglo de las Luces. Úbeda durante el reinado de Felipe V, Dis-curso de ingreso en el IEG, Jaén, 2007; Tarifa Fernández, M. Morales y García: «Úbeda a comienzos del S. XVIII. La plaga de langosta de 1709», Actas X Congreso de profesores

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También es cierto que en el siglo XVI hubo otro tipo de negocios rentables en Úbeda, como son las mercadería, pues sabemos que hubo importantes mercaderes que por su actividad vivieron en grandes edificios y aportaban al fisco altas cantidades de dinero. Algunos de ellos fue-ron: Lorenzo Soto, Juan de la Torre, Alonso de la Cueva, Pedro de Arellano, Juan de Higueras, Juan de Cuellar y José Gracián4. Pero apenas se sabe que hubo otra importante y rentable in-dustria en la ciudad que, al parecer, reportó un gran caudal de dinero a aquellas personas que la desarrollaron y de la que casi nada se sabía en Úbeda hasta hace poco tiempo. Afortunadamen-te, este silencio de los investigadores en un tema tan interesante se rompió con la publicación, en Diciembre del 1999, de un interesante artículo escrito por Ginés Torres en el que daba a conocer las personas por él localizadas que comerciaron en esta importante industria del pasado5. Nos referimos a la citada, y hasta ahora casi igno-rada, gran industria ubetense del monopolio y explotación de la madera de las sierras de Segura y Cazorla. Privilegio que la ciudad de Úbeda ob-tuvo, según Arsenio Moreno por concesión real, al parecer «para compensar la inferior posesión de tierras con respecto a Baeza»6.

Las personas que se dedicaron en Úbeda al negocio de la madera, según atestigua Ginés Torres en el trabajo antes mencionado, fueron el ubetense don Rodrigo de Biedma y Porcel, cuyo nombre completo era Rodrigo Manuel de Biedma y Porcel que vivía en la calle Lorenzo Soto y que edificó la casa de la calle Horno del Contador que ahora conocemos como Palacio

investigadores «Hespérides», San Lucas de Barrameda, 1991, pág. 299-308. Tarifa A. y Linage Conde, «Úbeda en la Edad moderna. Una ciudad del Rey ¿Y para el Rey?», Actas de la IV Reunión Científica de la AEHM, V. I, Alicante, 1997, págs. 507-17; «Regalismo y crisis en la España Moderna. Incremento de bienes inmuebles de las instituciones reli-giosas en Úbeda entre 1737-1756», Anuario de Hespérides, 5, Almería, 1997, págs. 139-150.

4 Moreno Mendoza, Arsenio: La Úbeda de Vandelvira. Fundación José Manuel Lara, Sevilla, 2005, pág. 40.

5 Torres Navarrete, Ginés: Úbeda y la madera de la Sie-rra de Segura…, Revista Ibiut, nº 105, Úbeda.

6 Moreno Mendoza, Op. cit, pág. 41.

de los Manuel. Don Rodrigo, junto al de Beas de Segura, don Francisco Godínez y Figueroa, ob-tienen en 1610 un permiso para la tala de pinos en la Sierra de Alcaraz, sociedad a la que se suma después el también ubetense don Álvaro Méndez Coello. En el mismo artículo este historiador da a conocer a otro ubetense «con privilegio de corte y transporte de madera», don Francisco de Carvajal y Mexía, segundo esposo de la cordobesa doña Josefa Manuel de Hoces León y Lando. Fallecido este personaje, siguió en el negocio su señora doña Josefa Manuel.

En otro documentado trabajo el historiador ubetense Juan Ramón Martínez Elvira nos da a conocer a otro tratante de la madera de nuestra población. Allí se dice que Lorenzo de Soto y su hijo Cristóbal de Soto Román mercadeaban con esta noble materia prima allá por el año 15787. Este personaje, Cristóbal de Soto, sabemos que casó con doña Jerónima Enríquez de Carvajal y Valenzuela. Dicha dama, una vez viuda, cedió parte de su casa, en la calle del Bote –esquina a la calle Horno del Contador– para la fundación del primer Convento de la Carmelitas Descalzas de Úbeda8.

Pero el documento en el que más ubetenses aparecen como industriales de la madera es en: «La información que hizo la justicia por cédula de su Majestad para la facultad del mayorazgo de Ruy Díaz de Molina, en quince días del mes de febrero del mil seiscientos y dos años». De su contenido aportare-mos detalles más adelante. (Imagen nº 1.)

Así pues, según éstos y otros documentos, históricos e historiográficos, deducimos que los principales negociantes ubetenses que se dedi-caron a la madera en Úbeda en épocas pasadas fueron los siguientes:

Hernán Mexía y Salido, a principios del siglo XVI

Miguel Serrano y Toledo, a principios del siglo XVI

7 Martínez Elvira, Juan Ramón: El Mercader Lorenzo de Soto. Revista de la AA. de VV. Santa María, Úbeda, 2006.

8 Barranco Delgado, Juan G: Escudos Heráldicos de Úbe-da, Úbeda, 2001, pág. 216.

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Andrés Serrano Toledo y Ortega, hijo del anterior

Fernando de la Cerda, de Baeza, en la misma época

Pedro Fernández de Córdoba y Valenzuela, ya aparece citado en 1574

Ruy Díaz de Molina Fernández de Córdoba, hijo del anterior, citado hasta 1603

Fernando de Molina y Valenzuela, hermano y socio del anterior, hasta 1603

Gonzalo de Molina, hermano del anterior, hasta su muerte en 1593

Lorenzo de Soto, en 1578

Cristóbal de Soto Román, su hijo, hacia 1578

Francisco Segura y Molina, en 1602

Rodrigo Manuel de Biedma y Porcel, en 1610

Francisco Godínez y Figueroa, de Beas de Segura, en 1610

Álvaro Méndez Coello, en 1610

Francisco de Carvajal y Mexía, de 1725 a 1733

Josefa Manuel de Hoces León y Lando, mu-jer del anterior, siguió esta empresa hasta 1748.

De Francisco de Segura y Molina nos dice el investigador Almagro García, que en 1606 con-certó con el general del convento de la Merced de Sevilla, para la entrega de cuarenta tirantes de madera9.

Respecto a doña Josefa Manuel, última persona civil que, al parecer, negoció con esta industria en el siglo XVIII, el historiador Juan de la Cruz Martínez nos dice en su libro:

«En 1732 y 33 el Gobierno tuvo que acopiar maderas para la fábrica de tabacos de Sevilla…» «La casa de de doña Josefa Manuel, del comercio de Úbeda, tuvo el encargo de efectuar una remesa, y a este fin se realizó una corta de 8 mil palos, que habiendo navegado (por el Guadalquivir) con buen éxito, arribó por fin a Sevilla. La fábrica de tabaco se concluyó, sobraron maderas, vendiéronse, y el Gobierno reportó suma tan gruesa del sobrante, que casi le indemnizaron de cuantos gastos tuviera. El Intendente de Sevilla proyectó atendidos estos primeros buenos resultados, establecer un comercio de maderas con el nombre de Real Negociado. Tuvo efecto este plan, y entonces se construyó el almacén del Rey, en el que se custodiaban los palos que anualmente navegaban hasta Sevilla. El Negociado se organizó a su modo, mandó comisionados a la sierra, y aquí princi-pió ya la lucha de este establecimiento con los pueblos del partido de Segura y Alcaraz sobre el pago de los árboles que se cortaban. Hubo reñidas competencias y acalorados debates, y la corona tuvo a bien decidir unas y otros de una manera muy clara, muy sencilla, muy terminante. Publicó la ordenanza de 31 de Enero de 1748, y se declaró el país como provincia marítima, y se construyó un juzgado privativo que ensanchándose tuvo cuatro subdelegaciones, y cuarenta y un pueblos sujetos a su autoridad»10. (Imagen nº 2)

A partir de esa fecha, 1748, el mismo cronista nos dice que los pueblos de la sierra fueron pasto de la inmoral conducta y abusos de los empleados de aquel temible Tribunal de Marina, establecido

9 Almagro García, Antonio: Arte y Artistas en la sociedad ubetense del siglo XVII, DVD, de la Asociación Cultural Ube-tense Alfredo Cazabán Laguna y Ayuntamiento de Úbeda. Úbeda, 2007 pág. 471.

10 Martínez, Juan de la Cruz: Memorias sobre el Partido Judicial de Segura de la Sierra, Baeza, 1842, pág. 83.

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en aquella comarca donde llegaron a incoar, en los ochenta y ocho años que duró aquel sistema, casi dos mil rigurosos expedientes a sus sufridos habitantes. Lo que ocasionó una sublevación de los serranos en la que:

«Hubo destrozos, grandes é inútiles derribos, se re-conocieron multitud de propietarios y para colmo de desgracias y fatalidad, la gavilla de lastro-facciosos capitaneada por Peñuela, quemó el día 9 de Noviembre de 1836 el apreciable archivo del Ministerio de Marina (de Orcera), y cuantos curiosos é inestimables papeles se encontraron en sus oficinas»11.

Ante todo lo expuesto, sospechamos que el apogeo de este negocio tuvo su época más flore-ciente en los siglos XVI y XVII, debido a la gran demanda que significó la construcción de barcos de guerra y buques mercantes para el transporte de mercancías a las Indias, y también para la construcción de edificios importantes, caso de los numerosos conventos, hospitales, palacios

11 Martínez, Juan de la Cruz: Memorias sobre el Partido Judicial de Segura de la Sierra, Baeza, 1842, pág. 94.

y casas señoriales que en aquella época, sobre todo en el siglo XVI, se construyeron en todas las ciudades. También debieron ser muy importantes estas maderas para las construcciones que han convertido a Úbeda y Baeza ciudades Patrimonio de la Humanidad.

Hasta aquí hemos podido elaborar la rela-ción, más o menos completa, de los negociantes madereros ubetenses. Pero desconocemos mu-chos detalles referidos, por ejemplo, al funcio-namiento de las industrias, el volumen de mer-cancías que manejaban, así como las ganancias, los riesgos que suponía el traslado del material, etc. Pues bien, ahora vamos a hablar de ello, apoyándonos en datos inéditos de la documen-tación que hemos consultados. Creemos que lo que señalamos a continuación aportará alguna luz sobre este floreciente y arriesgado negocio. Unos datos que, básicamente, proceden de dos farragosos pleitos familiares: el primero, entre la madre y las hijas del linaje, y el segundo entre hermanos, por el reparto de las herencias.

una famIlIa maDerera uBetense De la eDaD moDerna

Aunque tenemos datos de esta familia de madereros que nos permitirían remontarnos a épocas más remotas, ahora sólo vamos a tratar de la creada por Pedro Fernández de Córdoba y Valenzuela.

De este personaje sabemos que cuando mu-rió, el 26 de Agosto de 1574, estaba dedicado al negocio de la madera ayudado por sus hijos Ruy Díaz, Fernando y Gonzalo. Había casado con Isabel Ramírez de Molina y Narváez y tuvieron los hijos siguientes: Ruy Díaz, Fernando, Gon-zalo, Lope, Juan, Pedro, Isabel, Antonio, Diego y Jerónima. De todos ellos aporta detalles muy curiosos el referido pleito. Se nos cuenta, por ejemplo que:

Ruy Díaz de Molina y Fernández de Córdoba, hijo mayor de los anteriores, fue el administrador de los bienes de la familia, Regidor de Úbeda y I Señor del Ayozar. Heredó la casa de sus padres, conocida actualmente como Casa de Juan de

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Valencia o de los Marqueses de Vezmeliana. De su matrimonio con doña Francisca de Valencia y Peñuela nacieron dos hijos: Isabel, que murió joven, y Antonio que le sucedió en el mayorazgo. Ruy Díaz, a la muerte de su hermano Fernando, dejó el negocio maderero, en el año 1603 y fa-lleció hacia el 14 de Marzo de 1617.

Hernando o Fernando de Molina y Valenzue-la, socio con su hermano Ruy Díaz en el negocio familiar, se casó dos veces, primero en Sevilla, con Agustina Ramírez de Molina. Agustina murió en 1594 sin sucesión y Fernando se casó de segundas en Úbeda, en Noviembre del 1598, con la ubetense Isabel Messía Serrano con la que tuvo dos hijas: Juana e Isabel. Fernando murió a los cinco años de casado y testó el 8 de Enero de 1603. Su viuda Isabel Messía Serrano casó de nuevo con Pedro Messía Serrano, que aunque lleven los mismos apellidos no eran hermanos, y ambos entablaron pleito contra su cuñado Ruy Díaz y sus propias hijas que quedaron bajo la tutoría de su tío don Lope.

Gonzalo de Molina y Valenzuela, socio con sus dos anteriores hermanos en el trato de la madera. Murió en Mayo de 1593, soltero y sin testar, pero «…de palabra mandó a cierta mujer, se le diessen doszientos ducados…», deseo que su hermano Ruy Díaz debió cumplir.

Lope de Molina y Valenzuela, según sus mismas declaraciones, estudió cinco años en la Universidad de Salamanca donde se graduó de Bachiller en Sagrados Cánones, luego fue a estudiar a la Universidad de Bolonia donde se doctoró. Después marchó a Roma donde residió siete años y ejerció de Camarero secreto del Papa Sixto V. En la ciudad eterna adquirió por bula las siguientes prebendas: dos canonicatos para la Co-legial de Úbeda, para sus hermanos los Licencia-dos don Juan Ramírez de Molina y don Antonio de Molina. Para él, adquirió el nombramiento de Canónigo Tesorero de la Colegial de Úbeda y el Arciprestazgo de Arjona. Más tarde su hermano Pedro le dio el de Protonotario Apostólico, el de Conde del Sacro Palacio de San Juan Cayetano de Roma, y el patronato perpetuo del desaparecido convento de los Franciscanos Descalzos de Baeza, sito a tres kilómetros de la ciudad. Declara don

Lope que para su sustento, casa, criados, coche y compra de bulas en Roma, recibió de su hermano Ruy Díaz dos mil quinientos ducados anuales. Igual cantidad gastaba cuando estuvo en Sala-manca y Bolonia. Don Lope, tal como dejó dicho en su testamento, construyó para morada suya el mal llamado Palacio del Marqués de Mancera12. Una vez fallecido, el palacio lo heredó el hijo de su hermana Jerónima, don Bernardino Salido de Lorca, también Canónigo Tesorero de la Co-legial de Úbeda. A don Bernardino lo heredó su hermano Pedro Salido de Molina, y después los descendientes de este. Así pues, esperamos que quede claro por fin que este palacio nunca fue del Marqués de Mancera. Además este marqués no tuvo necesidad que hacerse construir en Úbeda ningún palacio dado que ya tenía, por herencia de su mujer, la mitad del de Vázquez de Molina. Bien conocido es que la otra mitad se destinó por su fundador a ser sede de un convento de monjas dominicas.

Hemos podido saber también en nuestras investigaciones que Juan Ramírez de Molina y Fernández de Córdoba se licenció en Sagrados Cánones en Salamanca y su hermano Lope consi-guió en Roma una bula para que ejerciera de ca-nónigo en Úbeda. Don Juan murió en Jaén donde ejercía de canónigo antes del 18 de Noviembre de 1592. Según su testamento cuando falleció no poseía bienes algunos. Este dato nos parece poco creíble, salvo que falleciera muy joven. En gene-ral, quienes desempeñaban este cargo eclesiástico solían reunir sustanciosas fortunas.

Respecto a otros detalles del linaje, digamos que Pedro de Molina y Valenzuela, una vez li-cenciado en teología en Salamanca fue llamado por su hermano don Lope a Roma donde se

12 Al testar don Lope el 13-VI-1633 este lega a su so-brino su casa y dice así: «Yten mis casas principales donde de presente vivo que salen a el Llano y plaza de Santa María, cuias puertas miran la esquina del Emparedamien-to y puerta que solían llamar de la Consolada de mi San-ta Yglesia (Santa María) con todo el agua que en ella ay, minas y sitios de donde vienen..» A.H.M.U. Leg.1043, f. 34, escribano de Úbeda, Simón Gutiérrez del Castillo. Dato facilitado por don Ginés Torres Navarrete. Sobre la Herál-dica de este palacio ver mi trabajo publicado en la Revista Ibiut, nº 88.

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doctoró. Y cuando don Lope se vino a Úbeda, don Pedro se quedó viviendo allá muchos años a costa de sus hermanos Ruy Díaz y Fernando. No sabemos los motivos, pero don Pedro años después «dejó los hábitos religiosos y repartió entre sus hermanos los muchos beneficios y pensiones que tenía de la iglesia». Siendo ya seglar la serenísima Infanta doña Catalina de Austria, Duquesa de Sa-boya le hizo la merced del hábito y encomienda de la Orden de San Lázaro de Saboya. Al parecer murió en Roma.

Respecto a Isabel de Molina y Valenzuela, sabemos se casó con el baezano Alonso de Car-vajal y Escavias y tuvieron a Juan de Carvajal Molina y Escavias que casó con Ana Gutiérrez de los Ríos, hermana del conde de Fernán Núñez. Isabel murió en Baeza el 8 de febrero de 1581.

Antonio de Molina y Valenzuela, se doctoró en estudios eclesiásticos en Salamanca, después pasó a Roma a adquirir bulas donde consiguió la de Canónigo Tesorero de la Colegial de Úbeda, más un beneficio en la iglesia parroquial de Ca-zalla de la Sierra y otro en la de San Nicolás del Puerto, ambas en la provincia de Sevilla. Durante su mandato en la colegial ubetense se constru-yeron las actuales portadas de Santa María y se puso la cruz de jaspe que hay en la rampa que baja a la calle Prior Monteagudo13. Este perso-naje también edificó en Santa María su capilla enterramiento «…cuya advocación es del glorioso patriarca San Joséph y de la siempre Inmaculada Virgen María Nuestra Señora». Asimismo compró un huerto que ocupaba toda la manzana que hay al final de las calles del Trillo y del Agua. Hoy día auque este huerto está disminuido por las construcciones que se han hecho en parte de él, aún queda un buen trozo que está transformado en jardín particular. Diremos también que esta huerta dio nombre a la calle que desde entonces se llama calle del Huerto del Canónigo. Antonio de Molina falleció en Úbeda el día 7 de Marzo de 163314.

13 Almagro García, Antonio: Santa María de los Reales Alcázares de Úbeda, Madrid, 1989, pág. 22.

14 Torres Navarrete, Ginés: Historia de Úbeda en sus Docu-mentos (7. vols), Úbeda, 1998, tomos V, pág. 15 y VI pág. 63.

Otro hijo, Diego de Molina y Valenzuela, también estudió en Salamanca. Allí se licenció en leyes. Acabados los estudios volvió a Úbeda. Dicen las sobrinas, en el pleito que este señor nunca tuvo casa, que siempre vivió a costa de su madre y que una vez fallecida esta pasó a vivir a casa de su hermano Lope. Indican también que calculaban que su tío en los estudios, alimentos, caza y otros divertimentos, había gastado más de cincuenta mil ducados. Falleció en 1651. A pesar de lo que declaró la sobrina, nuestras in-vestigaciones indican que este personaje se casó con Juana Godínez de Carvajal y que construyó para su vivienda la casa que hay en la plaza del Marqués de la Rambla, nº 5, actualmente Hotel las Casas del Cónsul15.

De Jerónima de Molina y Valenzuela sa-bemos que casó en Úbeda con Luis Salido y Peñuela. Fue, junto con su hermano Diego, la que demandó a su hermano Ruy Díaz y a sus sobrinas Juana e Isabel Molina y Messía hijas de Fernando su hermano difunto. Cosa curio-sa es que Jerónima, a la hora de rubricar los documentos, dijo que no sabía firmar. Resulta paradójico que esta familia gastara tanto dinero en educar a los cinco varones y a la hija no le enseñaran a escribir.

los lItIGIos famIlIares:prImer pleIto

El primer litigio familiar se entabló cuando la viuda de Fernando de Molina y Valenzuela se casó de nuevo. Al parecer don Fernando, su primer marido, en su testamento hecho el 8 de Febrero de 1603, decía que al tiempo de casarse con Isabel Messía Serrano, su segunda esposa, aunque no hizo recuento exacto de bienes, cal-culaba que en los cinco años transcurridos de matrimonio había ganado aproximadamente 14.000 ducados. Por ello ordenaba que dieran a su viuda, por el amor que le tenía y para su sus-tento, 7.000 ducados. Decía también que él había tenido compañía con su hermano Ruiz Díaz en

15 Ibidem, tomo II, pág. 147.

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«el trato de la madera» y que el dicho Ruy era el que tenía los libros y cuentas del negocio:

«que se le pidan, y lo que él diga que hay, con sólo su juramento baste, sin que persona alguna vaya contra ello, ni se le pida más de lo que diere».

También decía Fernando que, aunque hacía dos años que había saldado cuentas con su her-mano Ruy Díaz y repartido las muchas propie-dades y ganancias de censos y trato de la madera que tenían en común, quedaban por saldar otros muchos bienes de censos, heredades y tierras, por lo que mandaba:

«que se haga la cuenta, se ajuste, vean lo que cada uno tiene y se emparejen y que se atengan a lo que Ruy Díaz diga por juramento».

Queda claro que el testador con estas dos advertencias que hace, demuestra que confiaba totalmente en la honradez de su hermano Ruy. En el interrogatorio a don Lope al preguntársele la razón de que su hermano Ruy Díaz tuviese más caudal que los demás contestó:

«…porque ha tenido tratos de labor, e vacas, e tan grandes cosechas de trigo, e cebada, que este año con ser tan estéril en esta tierra tiene un haza de trescientas e catorce fanegas de trigo, que es público e notorio en esta ciudad que cogerá della tres mil fanegas de trigo, por-que labra muy bien sus tierras, e le hace Dios merced, porque paga bien los diezmos, e tiene muchas yeguas de vientre, que valen los potros e caballos que dellas sacan mucha cantidad de dineros…»

Como se ve, otra buena facultad que tenía Ruy Díaz era la de no escatimar los diezmos a la iglesia.

Pero el deseo de Fernando de que su mu-jer creyera en la buena fe de su cuñado no fue cumplido. Y la viuda, no conforme con lo que el marido le asignó, inició pleitos contra sus propias hijas sobre la dote, arras y ganancias de su ma-trimonio así como sobre los bienes que dejó su marido, obtenidos del «trato de la madera».

Como resultado, don Lope de Molina, en calidad de tío y tutor de las niñas, encomendó, el 16 de Marzo de 1612, al contador Luis de la Fuente que hiciera los tramites correspondientes y éste requirió a Ruy Díaz para que presentara las cuentas del reparto que ambos hermanos habían

hecho dos años antes, y el requerido presentó, el 16 de Abril de 1612, un amplío y detallado Memorial, que viene dentro del pleito, donde relaciona todas las propiedades rústicas y urba-nas, censos, relación de animales y cuentas de la madera que tenían ambos. Ello nos conduce ya a referirnos al citado Memorial.

el memorIal De ruy Díaz

En dicho memorial vienen muy bien espe-cificadas la cantidad y el valor de madera que había en los aguaderos de Villaverde y Segura y en las poblaciones de Córdoba y Sevilla. Asimis-mo declaran las cantidades de lo que les debían en Baeza, Jaén, Mengíbar, Andújar, Bujalance

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y en otros lugares. Nosotros hemos extractado todos esos datos y sólo damos a conocer los pinos que cada año cortaban y se echaban al río para su transporte. Las cantidades resultantes son las siguientes:

En la tala de pinos de 1597 se «aguaron» 1.315 cargos, en 1598 se aguaron 1.452 cargos.

De la tala de 1599 en Villaverde del Gua-dalimar se aguaron 4.142 cargas de pinos y cuartones.

Más 362 pinos que estaban por sacar, paga-dos ya de concejo, portes, y hechura. También en el término de Cotillas se aguaron 905 rollizos. En el término de la villa de Segura de la Sierra 799 cargas más que fueron para Córdoba. Más otros 618 rollizos que se aguaron en el mismo término.

Seguidamente el memorial da a conocer las demás propiedades de su hermano, relativas a bienes inmuebles y animales pertenecientes al difunto que eran las que siguen:

• El cortijo de Torremocha con doscien-tas veinte fanegas de tierra, casa, eras y pozo.

• Dos hazas en la Cruz de la Laguna con doce fanegas.

• Otra haza en la Cuesta de dos fanegas.

• Un majuelo en el Campillo, con higue-ras.

• Dos pedazos de olivar en la Muela con seiscientas sesenta olivas.

• Otro olivar en la Asperilla con cuarenta olivas.

• Un olivar de veinte olivos.

• Una casa en la Torrenueva.

• Tres censos que sumaban seiscientos doce mil doscientos dieciocho maravedís.

• Más veintiocho borricas y dos manadas de ganado vacuno que entre vacas, to-ros, novillos, cabestros, erales, añojos y becerros sumaban quinientas veintiuna reses.

Respecto a los bienes muebles que Fernando de Molina tenía al tiempo de casarse con su se-gunda esposa, mencionamos los siguientes:

• Catorce sortijas de oro, con diamantes, rubíes y esmeraldas.

• Una pretina (cinturón) de oro con dia-mantes y rubíes en correa de ámbar.

• Unas orejeras de oro, perlas y diaman-tes.

• Un Agnus Deis de oro con la cruz de San Juan.

• Un lagarto de oro con esmeraldas. Cin-cuenta camafeos.

• Los otros camafeos de la gorra. Muchos tocados y arandelas.

• Una gargantilla de esmeraldas.

• Un joyel de oro y esmeraldas.

• Un águila de oro.

• Un vocal (vaso) de plata.

• Una chapa de plata.

• Una calderilla de plata.

• Unos guantes de ámbar.

• Unos chapines valencianos.

• Un fieltro azul.

• Un manto de gasa.

• Un manto de seda. Una cota muy bue-na.

• Siete tafetanes carmesíes.

• Tres jubones de tela de oro y plata.

• Un mantegüelo de grana guarnecido con pasamanos de oro.

• Una ropa de terciopelo morado con pa-samanos de oro y alamares.

• Un damasco de amarillo y azul para la cama.

• Una cama de madera dorada.

• Una basquiña y ropa de fondos azul, de oro y azul con pasamanos de oro y plata que trajo de Sevilla cuando se casó.

• Una basquiña de raso anaranjado, bor-dado el campo de plata con cuentas y pasamanos de oro.

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• Cuatro reposteros.

• Un escritorio con guarniciones de plata.

• Un escritorio de nogal grande embuti-do.

• Doce yeguas y las rastras.

• Un jaez de plata bordado sobre verde

• Una silla jineta.

• Un esclavo llamado Luis.

• Armas, espadas y otras cosas.

Hay muchas páginas más, con detalles curio-sos, en las se especifican todas las ventas, gastos y ganancias de la madera y otros bienes que el padre tenía antes de casarse en segundas nupcias. También se aclara lo que ganó en la medianería con su hermano en el trafico de la madera du-rante los años que vivió con su segunda mujer, como así mismo lo que obtenía Fernando del negocio todos los años para el gasto de su casa que eran 2.000 ducados, cifra al parecer muy alta por aquellos entonces. Y en otro lugar del pleito las hijas dicen:

«...que todo el tiempo que el dicho Hernando de Molina estuvo casado con la dicha Isabel, que fueron cinco años, no ganó ni multiplicó hacienda ni vienes ningunos, porque era grandísimo el gasto que hazía en su casa en sustentar muchas criadas y criados, y caballos, y en lo demás necesario de la familia».

Preguntadas estas sobre el porqué su padre y tío tenían más caudal. Contestaron que fue debido a que habían trabajado mucho y ellos –los demandantes– no hacían nada. La réplica de la otra parte a esa acusación fue:

«…que si Ruy Díaz y Fernando tuvieron más trabajo, por eso se casaron y pusieron casas de grandísima ostentación y hicieron otros muchos excesivos gastos de los bienes comunes…».

El pleito de doña Isabel Messía Serrano con-tra sus hijas Juana e Isabel se terminó a los siete años de iniciado con un acuerdo o transacción celebrado el 4 de Mayo de 1612:

«…en que las hijas dan a la madre quinze mil ducados por todas sus pretensiones de dote, arras y multipli-cado».

Dice también el documento:

«Y pagada la dicha doña Isabel Messía de los dichos quince mil ducados, las menores sus hijas parten entre si el año de 1614. veintidós millones trescientos dieci-nueve mil ochenta y ocho maravedí, más ciento setenta y nueve fanegas de trigo, ciento veintitrés fanegas de cebada, diecinueve fanegas de garbanzos y diez fanegas de escaña».

Pese a lo farragoso del procedimiento, queda bien claro que el negocio de la madera había contribuido al enriquecimiento de esta familia ubetense, incluso cuando había crisis económica, entrado el siglo XVII.

Dedicamos ahora atención a otro litigio fa-miliar, antes de cerrar el trabajo con un breve apunte genérico referido al negocio de la made-ra, y a tratar brevemente sobre la fundación del mayorazgo y el origen de esta familia.

otro lItIGIo entre esta famIlIa

Este segundo litigio empezó así: El 26 de Agosto de 1574 don Pedro Fernández de Córdoba y Valenzuela hizo testamento con la orden de que, excepto dos mil ducados que se reservaba para que una vez fallecido le hicieran misas, to-dos los demás bienes fueran repartidos a partes iguales entre sus diez hijos cuyos nombres eran: Ruy Díaz, Fernando, Gonzalo, Lope, Juan, Pe-dro, Isabel, Antonio, Diego y Jerónima. Con la excepción de Ruy Díaz, que sería mejorado con el quinto, más dos majuelos y la mitad de su casa principal y la otra mitad de la casa la dejaba a su esposa con la condición de que cuando esta muriese la heredase también su hijo Ruy Díaz.

A la muerte de don Pedro su esposa, doña Isabel Ramírez de Molina y Narváez, el 3 de Septiembre de 1574 hizo inventario de los bienes que poseía y dijo que eran los siguientes, según testimonio literal de las fuentes consultadas:

«Su casa principal de la calle Santo Domingo. Huerta en Val de don Lope con árboles y agua. Piedra y media en el molino de Ruy Peláez sito en el Guadalquivir. Majuelo en la Cruz de la Laguna. Majuelo y huerta en Torre de Pedro Vela. Majuelo de ochocientas vides en la Casilla de Murcia. Un olivar con cincuenta olivos sito en Val de Higueras. Otro olivar con doscientos olivos en el Alcaraicejo. Dos hazas en la Cuesta con más de seis

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fanegas de tierra. Dos censos de 21.000 de principal. La madera de la corta de 1.573 y deudas que estaban a cargo de Gonzalo de Molina y Fernán González, que se habían de averiguar, el uno en Córdoba y el otro en Sevilla. Los 1.160 pinos que había en Villafranca de Córdoba. Los 512 pinos que había en Córdoba. Los 224 pinos que iban para Sevilla. Más los que se vendieron por el camino cuya cantidad había de averiguarse, todos ellos de la corta de 1.574. También se había de averiguar las deudas y maderas de Segura de la Sierra. Mas las deudas de Úbeda y su tierra. Tres esclavos y una esclava. Un caballo, una jaca y dos rocines. Cubertería de plata y otras joyas. Otros bienes muebles».

De todo este capital se hizo depositaria doña Isabel Ramírez. Dieciocho años después, el 18 de Noviembre de 1592, se reunió doña Isabel Ra-mírez, con sus hijos Ruy Díaz, Fernando, Lope, Diego, Pedro, Antonio, y doña Jerónima, pues Juan e Isabel ya eran muertos, y les dijo que a la muerte de su marido éste les dejó los bienes ya arriba mencionados y que ella había decidido ahora que todos los hijos debían cobrar a partes iguales, salvo los citados Ruy Díaz, Fernando y Gonzalo que debían cobrar además:

«…la cuarta parte de la ganancia de la madera, por el trabajo, e industria que han tenido en adquirir y multiplicar los bienes de esta otorgante, e que si no fuera por su industria estuviera la hacienda en disminución, y no en tanto aumento».

A los pocos días, el 24 de Noviembre del 1592, los dichos Ruy Díaz, Fernando y Gonzalo declaran que han visto la escritura de donación y que la aceptan. Pasados unos meses, el 18 de Enero de 1593, se reúnen de nuevo la madre y los tres hijos anteriores y acuerdan:

«..que por cuanto por muerte de su padre quedaron ciertos bienes, los cuales han tenido y tienen juntos, y sin partir, ahora de conformidad son concertados, que cada uno de los dichos Ruy Díaz, Fernando, don Lope, Diego, Antonio, Gonzalo y el doctor Pedro, saquen cada uno de ellos de la hacienda que de presente tienen 4 mil ducados (en bienes) a cuenta de lo que han de partir y dividir después de la muerte de doña Isabel su madre. Y dicen que no entran en esta escritura don Lope ni doña Jerónima, porque ya tienen recibido lo que les puede pertenecer de la legítima de su padre».

El 4 de Abril de 1598 se celebra nueva re-unión entre doña Isabel Ramírez de Molina y

los hijos que quedaban vivos que eran Ruy Díaz, Fernando, Lope, Diego, Antonio y doña Jeróni-ma y don Luis Salido de la Peñuela esposo de esta última. Y entre otras cosas doña Isabel les dice que de los bienes correspondientes a los cuatro hermanos que murieron sin testar, más las ga-nancias del trato de la madera, cree que pueden pertenecerle a cada uno diez mil ducados de oro menos los ya entregados en la escritura realizada el 18 de Enero de 1593. Y que todo ello lo hacía en mutua avenencia o transacción con todos ellos para evitar diferencias y largos y costosos pleitos que podían tener dudosos resultados, si no había acuerdo. En la reunión los hermanos Ruy Díaz y Fernando se comprometieron a pagar los gastos de aquella escritura y a entregar los bienes a los demás hermanos

«…sin cargas de censo, tributo, ni deuda especial ni general y si alguno de aquellos bienes salieren incier-tos, los pagaran luego sin pleito: y si algunas deudas aparecidas, o que aparecieren de aquí adelante la dicha hacienda debe, o debiere, quedan a su cargo de las pagar». Al final, las dos partes se obligaron a cumplir lo tratado y no ir nunca en contra de él: «...y doña Jerónima jura haber por firme esta escritu-ra, y contra ella, y su efecto no alegar lesión, ni pedir restitución, ni que fue engañada enorme, ni enormísi-mamente en poca, ni en mucha cantidad, ni que hubo dolo en esta escritura, ni indicio en ella, ni en la misma cosa, mayores, ni menores, pensadas, o no pensadas, y que su efecto impida, so pena de perjura, y que no pedirá absolución, ni relaxación deste juramento so las dichas penas».

Pero todo aquello que doña Jerónima juró cumplir quedó en nada, pues como ya dijimos antes, el 6 de Abril de 1610 junto con su her-mano Diego iniciaron un larguísimo pleito a su hermano Ruy Díaz y a sus sobrinas Juana y doña Isabel, hijas de su hermano Fernando, ya fallecido. Alegaron los denunciantes que en el reparto que la madre y los dos hermanos mayo-res hicieron de los bienes del padre ellos salieron «engañados enormísimamente», pues recibieron entre siete y diez mil ducados, cada uno, cuando en justicia le pertenecía «…mucho más de treinta mil…». Por lo cual pedían se anulara lo firmado y que se nombrara un contador para presentar legítimo inventario.

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A partir de esta demanda y en los diez años que duró el pleito entre los hermanos deman-dantes y los demandados hay una larga serie de réplicas, contrarréplicas, apelaciones, requeri-mientos, probanzas e interrogatorios en los que una parte intenta demostrar el engaño y los otros su inocencia. Y en ese cúmulo de declaraciones y documentos que unos y otros aportan encon-tramos, varias veces y con escasos cambios, los muchos datos que hemos descrito y que explican cómo fue, cómo vivió, y que poseyó esta casi desconocida y poderosa familia ubetense. Los acusadores Diego y Jerónima solicitan que se les dé a conocer dichos trámites a sus hermanos el Canónigo don Antonio de Molina y al Tesorero don Lope de Molina por si desean unirse a la demanda, pero estos contestaron que no tenían nada que reclamar porque sabían que:

«…sus hermanos ganaron toda su hacienda … con su industria, trabajo y solicitud y que si no fuera por ellos, ellos y los demás herederos no tuvieran sino sólo lo que les dexó sus padres».

Por otra parte Ruy Díaz presentó ante la justicia la escritura de transacción de 4 de Abril de 1598 y afirmó que no se había de deshacer porque estaba jurada y sin dolo ni fraude y que se hizo así por evitar pleitos, y que si ellos vieron engaño que lo hubieran dicho entonces y no catorce años después. Las sobrinas, por su parte, declararon también que en aquella transacción no hubo engaño ya que los demandantes vivían en la casa y por tanto sabían todo lo que en ella había, y que si su padre tenía más hacienda era debido a que la ganó con su industria y trabajo mientras que los demandantes: «estaban en sus casas sin trabajar en cosa alguna». Los denuncian-tes vuelven a repetir lo ya antes dicho y añaden que desde que se hiciera el reparto en 1574 a esta parte, los denunciados habían sacado de las sierras más de 60.000 cargos de madera y en cada cargo se ganaban más de seis ducados con la cual compraron muchas heredades y que recogieron grandes cosechas y de todas esas ganancias que-rían ellos participar.

Vistas estas alegaciones por el juez, se resuel-ve dejar sin efecto la escritura de transacción lo que origina una queja por parte de los acusados

por el agravio que el juez les hizo al anular dicha escritura, y arguyen que ellos hicieron lo que los padres le tenían dicho y que no entendían cómo habiendo pasado más de diez años desde aquel acuerdo y más cuando por el tiempo pasado ha-bía prescrito toda reclamación podía irse contra aquella escritura. Añadían además los acusados que las ganancias las habían adquirido sin otra ayuda que la ofrecida durante varios años por su hermano Gonzalo ya fallecido.

Visto el recurso el juez manda hacer una probanza. Seguidamente, el Tesorero y su her-mano el Canónigo el 3 de Junio de 1616 y el 11 de Agosto de 1616 fueron requeridos respectiva-mente para que contestaran el interrogatorio o probanza y ante las preguntas que se le hicieron contestaron que los acusados merecían mucho de lo que adquirieron, por lo mucho que bregaron en ello pues:

«… acudieron a las sierras de Segura y Villaverde y otras partes a la compra, e corta de la madera, e al traerla a los aguaderos, e la encaminar por los ríos, venderla e disponer della en las ciudades de Andujar, Córdoba e Sevilla e otras partes e lugares, e cobrar las partidas que se fiaban que eran muchas, e se ponían en mucho riesgo de su persona, andando por los caminos de día y de noche, en invierno e verano, con lluvias e nubes, e acudiendo a las demás cosas, y preguntándole este testigo que como se trataba tan mal, le respondió que no podía más, por dar el recaudo que era razón a la hazienda a donde andaban ciento y cincuenta hombres de carretas, e por el río sesenta y ochenta gancheros: y el dicho Ruy Díaz aunque pocas veces salía desta ciudad de Vbeda, siempre le veía este testigo ocupado en embiar dineros al dicho Fernando para sustentar a esta máquina de ministros que estaban en la dicha hazienda, y los cortijos y tierras de labor, de suerte que … le parece que no solamente merecen la mitad de las ganancias, sino tres partes de las dos».

Más adelante dicen que en la transacción no hubo engaño pues nada se ocultó y todos sabían lo que había en la hacienda porque los tres hermanos que llevaban el negocio todo lo comentaban en presencia de los demás y que los tienen «…por tan buenos cristianos que no de-fraudarían en ninguna cantidad a este declarante, ni demás de sus hermanos de malicia...». Dicen también que los bienes que dieron a Diego y Jerónima y demás hermanos fueron de lo mejor de la

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hacienda, porque fueron en dineros y censos libres de cargas, mientras que, los que quedaron para ellos fueron en deudas pendientes en las que emplearon mucho dinero en pleitos para su cobranza y algunos nunca los pudieron cobrar, y que también tuvieron que pagar una deuda de 500 ducados que su padre tenía contraída con una cofradía de Granada.

La documentación desciende a detalles curio-sos, propios de estos litigios familiares, Se alega, por ejemplo, que cuando se casó Ruy Díaz, mien-tras vivió su madre todos comían juntos en una misma mesa y olla, y sólo tenía una criada y un ama que le criaba los hijos, y que de las ganan-cias de la industria Ruy Díaz y Fernando pagaron cuatro mil trescientos ducados de deudas, y se comprometieron a dar a su madre el usufructo y renta de siete mil ducados y otros dos mil ducados en propiedad para que ella hiciese con ellos lo que deseara. Y tuvieron otros muchos gastos al sustentar a los diez hijos que quedaron cuando murió el padre, que fue desde 1574 hasta 1598 en que se hizo la transacción; y en dar estudios en Salamanca a sus hermanos Lope, Antonio, Pedro, Juan y Diego, con gasto de más de 2.500 ducados anuales cada uno y después pagaron los gastos que Lope y Pedro tuvieron los varios años que residieron en Roma hasta conseguir bulas y mercedes y en donde vivían con criados y coche y gran ostentación y gastaban más de tres mil ducados anuales. También dicen que Jerónima recibió en dote seis mil ducados.

Llegar a un acuerdo final no resultó fácil. De hecho, no lo hubo con plena satisfacción. Sí parece que no quería morir Ruy Díaz sin dejar zanjado este litigio por lo que mandó llamar a su hermana Jerónima y le ofreció 8.000 ducados y la inclusión de sus hijos en el orden sucesorio del mayorazgo por él fundado para que renun-ciase a seguir el pleito, pero Jerónima no aceptó el ofrecimiento y Ruy Díaz murió en 1617 sin ver el caso solucionado. El pleito siguió y a una oferta de los acusados, le seguían más peticiones y recursos de los demandantes y así llegó el año 1620 en que los denunciantes, en una entrevista con los demandados, quieren que se cumpla el pacto realizado con su hermano Ruy Díaz ya di-

funto, pero los acusados dicen que no lo cumplen porque hacer eso sería reconocer que los deman-dantes llevaban razón en sus pretensiones y dar pie a que de nuevo volvieran a las andadas.

El documento consultado acaba sin la senten-cia del juez por lo que nos quedamos sin saber cómo se solucionó este proceso. Creemos que los demandantes debieron de recibir una buena cantidad de dinero por el motivo de que Diego de Molina, aquel del que dicen las sobrinas que siem-pre vivió del sustento de la madre, y fallecida ésta, siguió viviendo a costa de su hermano don Lope, se casó y construyó como ya dijimos más arriba, una casa en la plaza del Marqués de la Rambla, nº 5 (actual Hotel las Casas del Cónsul).

Pero sí es muy ilustrativo el proceso, una vez más, para ratificar los importantes beneficios que dejó en la ciudad de Úbeda este negocio de la madera. Sobre él hacemos ahora una breve aproximación histórica.

el neGocIo De la maDera. planteamIento General

Ya hemos visto antes que los lugares de donde sacaban la madera los primeros personajes citados en el pleito inicial eran Villaverde del Guadalimar y Cotillas, municipios ambos pertenecientes a la ciudad de Alcaraz. Otra zona de la que también se surtían estaba en el término de Segura de la Sierra. Los punto de venta y distribución eran Úbeda, Andújar, Villanueva de Córdoba, Córdoba y Sevilla en cuya ciudad tenían el almacén en el Arenal, también dicen que solían vender por todas las poblaciones del camino.

Nos habría gustado dar la fecha exacta en que estas familias empezaron con este negocio y las cantidades de madera con las que traficaron en todo ese tiempo, pero como no es posible nos limitaremos a dar sólo los datos que figuran en el primer pleito aunque, como ya advertimos anteriormente, entre las declaraciones de unos y otros hay pequeñas diferencias.

La primera noticia que tenemos se remonta a 1573. En ella nos dice la madre:

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«que había que liquidar la madera de la corta de 1573 y las deudas que estaban a cargo de Gonzalo Ramírez de Molina y Hernán González, que se habían de averiguar, el uno en Sevilla y el otro en Córdoba respectivamente».

En 1574 declara que había mil ciento sesen-ta pinos en Villafranca de Córdoba, quinientos doce en Córdoba, doscientos veinticuatro que iban para Sevilla, más lo que se vendieron por el camino.

En 1593 sacaron del término de Alcaraz 1264 cargos. En 1594 sacaron del mismo lugar mil cuatrocientos cuarenta y cuatro cargos. En 27 de Febrero de 1597 se aguaron en Cotillas no-vecientos cinco rollizos más veintiocho cargos de madera labrada. En total explica que fueron mil trescientos ochenta y ocho rollizos. En 1598 se aguaron en la villa de Cotillas dos mil novecien-tos cincuenta y dos cargos. En 1.599 tenía en el aguadero de Villaverde cuatro mil ciento cuaren-ta y dos cargos de pinos y cuartones. En 1.598 se sacaron de la Sierra de Segura ochocientos cargos y seiscientos diez rollizos. En 1600 obtuvieron del mismo lugar mil setecientos ochenta y seis cargos y ciento veintiocho rollizos. Los demandante dicen que no están de acuerdo y aseguran que mientras los hermanos estuvieron en compañía sacaron de los concejos de Villaverde, Segura y Alcaraz más de 60.000 cargos.

Respecto a los gastos y ganancias del nego-cio de la madera, digamos, por ejemplo, que los precios de las maderas eran los siguientes: En Alcaraz un cargo o pino costaba cuatro reales y medio y se vendía en Sevilla por termino medio de cien reales cada uno (diez ducados).Un rollizo costaba tres reales y cuatro maravedí y se vendía a diez reales (un ducado).

Esta industria, como se puede ver, era bas-tante rentable pues se aprecia que el costo por término medio de un pino en el sitio de origen era de un ducado, y aunque el precio de venta no era lo mismo en Úbeda que en Sevilla, se dice en el pleito que el término medio era de diez ducados. Pero no cabe duda que esta industria también generaba gastos, como el que originaba la conducción de la remesa anual de madera por los ríos hasta Sevilla, gastos que vemos reflejados

en la cuarta respuesta que hace don Lope en la probanza:

«…suelen ir en cada cabaña cien hombres, y ciento y veinte que ganan cada uno cinco, y seis y siete ducados cada mes, y el que menos a cuatro, y moços sirvientes que ganan más de tres ducados, sin (contar) la comida que a todos se le da muy espléndidamente, para la cual se lleva de ordinario un ato de trescienta y cincuenta, o cuatrocientas cabras, y cuatro cabalgaduras mayores, y seis y ocho carretas para levar hato y bastimentos, y de ordinario dura el viage hasta Córdoba y Sevilla diez y once meses poco más o menos. Además de lo cual se van a fondo muchos pinos por pesados y teosos, que algunos se pierden, y otros se van sacando del agua, y dexando a las orillas de los ríos, y se venden a los lugares más cercanos, y muchas veces no dan por ellos la costa que tienen, y es fuerça recibirla por no los perder del todo: y en discurso del viage suelen hacer daño en los molinos, y açudas, y sus presas, que se tassan, y pagan, y para que passen por presas y canales, es fuerça que los molinos y azeñas (norias) dexen de moler en el entretanto, y se les paga a los dueños y sus arrendatarios el interesse de ello, que suele ser muy grande, y esto essentos las pre-sas y molinos que hay desde el principio del aguadero hasta la dicha ciudad de Sevilla, y si los ríos crecen y cogen avenidas, echan fuera de las madres muchos pinos, que después es necesario bolverlos al agua a jorro (remolque), y otros corren con tanta furia que passan hasta la mar, donde se pierden y de los que se venden los más son a fiado, y muchas dietas se pierden: y en el entretanto que se gastan, se dexan en los campos junto a los lugares, donde faltan y se llevan algunos, y cuando ay mala venta se pudren otros, y de todos los que se venden se pagan alcabala y salarios a factores que en cada lugar ay para el dicho efecto, de suerte que queda muy poca ganancia».

También tenía otras dificultades el negocio. Como hemos visto las ganancias de este negocio, aunque don Lope dice que eran pocas, lo cierto es que eran bastante sustanciosas. Pero también es cierto que esta industria requería para su fun-cionamiento un gran capital y mucho trabajo. Y como prueba de ello veamos lo que las sobrinas declaran:

«…que el trato de la madera requiere un grandísimo caudal, porque es menester tres caudales diferentes; uno para sacarla, hacerla y costearla hasta el aguadero; otro para tener madera en Córdoba y Sevilla mientras llega la que queda aguada; y otro para llevarla por el río». «porque para hacer la dicha madera y traerla no sólo

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se paga de contado, sino adelantado, por ser la gente que la labra, saca y trae, pobre y necesitada».

Algo de cierto habría en este alegato, aunque queda claro que pretendían justificarse pues se trata de un procedimiento judicial, y cada parte intentaba llevar la razón, destacando aquello que les beneficiaba ante los tribunales.

Finalizamos ya aportando alguna noticia sobre la fundación del mayorazgo y los orígenes familiares que nos ocupan.

funDacIón Del mayorazGo

Dado que Ruy Díaz de Molina llegó a poseer muchas propiedades, quiso fundar un mayoraz-go para que así se perpetuasen en la familia los bienes reunidos y no se desmembrara lo que con tanto trabajo reunió.

Así pues el nueve de Agosto del año 1607, Ruy Díaz presentó ante don Luis Pacheco de Espinosa, Corregidor de la ciudades de Úbeda y Baeza, las declaraciones que ante el Licenciado don Arias Núñez, Alcalde Mayor de la Ciudad, habían realizado los vecinos requeridos para que con ellas el Rey le diese licencia para crear mayorazgo. No hemos visto el documento del monarca dándole permiso para ello, pero sabe-mos que se lo concedió debido a que la totalidad de las propiedades arriba mencionadas las poseía en 1851 su descendiente don José de Medinilla Galindo VI Marqués de Vezmeliana.

Los llamados a declarar en el interrogatorio para la formación del expediente fueron los si-guientes vecinos de Úbeda:

1. Rodrigo Mexía del Castillo, de 78 años.

2. Don Pedro Vázquez de Orozco, de 36 años.

3. Alonso López de Cazorla, labrador, de 50 años.

4. Licenciado don Luis de Padilla y Dávalos, abogado, de 46 años.

5. Jorge de Biedma, escribano del Ayunta-miento, de 46 años.

6. Gonzalo Hernández, de 54 años.

A todos ellos se le hicieron las mismas cinco preguntas y, salvo pequeñas diferencias, todos contestaron del mismo modo. Y para que vea el lector en qué consistió el interrogatorio, vamos transcribir para no alargar el trabajo una sola declaración, pero ampliada alguna contestación, con los pocos nuevos datos que los demás testigos aportaron.

«En la ciudad de Úbeda en quince días del mes de fe-brero de mil y seiscientos y dos años el licenciado Arias, alcalde mayor de esta ciudad para averiguación de la real cédula de su Majestad que pretende hacer mayo-razgo Rui Díaz de Molina, regidor y doña Francisca de Valencia, su mujer vecinos desta ciudad mandó parecer ante si a Rodrigo Mesía del Castillo, vecino della del cual recibió juramento sigun derecho y él lo hizo e so cargo del qual le preguntó lo siguiente.//

1ª Preguntados qué personas e de que calidad son los dichos Rui Díaz de Molina e doña Francª de Valencia su mujer vecinos desta ciudad dixo://

-.Que el dicho Rui Díaz de Molina es regidor desta ciudad q es de los oficios más principales de ella y el suso dicho e la dicha doña Francª de Valencia su mujer son caballeros hijosdalgo y gente muy honrada y principal, emparentados con muchos caballeros principales e de mucha calidad de ella, e lo sabe porq ha visto ejecutorias y papeles dello e porque los conoce e a tratado y es cosa notoria.

2ª Preguntados que es lo que tenían los Rui Díaz de Molina y doña Francª de Valencia su mujer para poder hacer mayorazgo dixo:

-.Que este testigo sabe q los suso dichos tienen de vie-nes y hacienda más cantidad de sesenta mil ducados de presente e lo sabe este testigo, porq este testigo les conoce por vienes suyos un cortijo en el Allozar q tiene seiscientas veinte fanegas de tierra e ochenta encinas q vale cada fanega a diez mil maravedis, e una principal casa de las más principales q ai en el campo con sus tinadas, paxares, e guerto, y eras, y pozos que valen muy bien dos mil ducados e todo el dicho cortixo junto vale diez y ocho mil ducados. E también tienen el cortixo de la Peñuela q es cosa pública que tiene quatrocientas y treinta fanegas de tierra de labor y doscientas e setenta fanegas de dehesa, e su casa muy principal, e salinas y eras que vale más de doce mil ducados. Unas casas principa-les en la colación de Santo Domingo con su plaçuela, e dos casas accesorias en ella, e otras a la espalda q solían ser de Gil de Valencia, caballero del habito de Santiago, abuelo de dicha doña Francª de Valencia,

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que todo vale tres mil ducados, e unas tiendas en el Mercado desta ciudad donde se hacen las fiestas, e corren los toros, que valen quinientos ducados, el oficio de regidor q vale mil ducados, en censos tres mil ducados contra particulares. Y la mitad de diez mil vides en la Casilla de Murcia término desta ciudad, e un olivar en Val de Higueras de treinta olivas, e otro en el Jarahicexo de otras treinta olivas, e otro de cuarenta en el Asperilla, e cien olivas en la Muela, todo en termino desta ciudad, que todo vale más de mil y quatrocientos ducados, e la mitad dello es de Rui Díaz de Molina e su mujer, e la otra mitad de Hernando de Molina su hermano, e le qda libres en estas heredades a el dicho Rui Díaz de Molina setecientos ducados. E asi mismo diez fanegas de tierra en la Cuesta e cuatro fanegas en el ataxo de Baeça que valen mil ducados e la mitad es suyo, rueda y media de molino en Rui Peláez vale mil doscientos ducados, e la mitad es del dicho Rui Díaz de Molina y su mujer. E doña Frcª de Valencia su mujer (tiene) tres esclavos e tres esclavas, e tres caballos, e cuatro açémilas, e la plata e joyas de oro, e muebles, e jaeces de caballos q valen más de dos mil ducados, quince yeguas e potros q vale más de quinientos ducados, más de cuatro mil fanegas de trigo y más cebada, e diez y siete bueyes de labor, e los bagaxes e aperos que todo vale más de tres mil y quinientos ducados, doscientas fanegas de trigo y cebada sembradas en su cortixo del Allozar que valen mil ducados, la mitad del caudal de la madera con la mitad de los bueyes, de la carretería q vale más de quince mil ducados. Y más tiene el dicho Rui Díaz de Molina las casas principales de la colación de San Pablo, las haças de la Laguna que vale todo mas de dos mil y quinientos ducados, q estas casas e haças son vínculo q lo dexó su padre vinculado, todo lo cual sabe este testigo que son vienes de los susodichos porq se los ha visto tener, poseer y gozar como cosa suya, e valen los dichos precios e aún más porq este testigo tiene noticia de los dichos vienes e de su valor, y esto responde a esta pregunta.

3ª Preguntado en qué han ganado los dichos vienes el dicho Rui Díaz de Molina e doña Francª de Valencia su mujer dixo://

-.Q este testigo sabe que los dichos vienes los han ga-nado y adquirido los suso dichos en q sus padres les dejaron mucha legítima demás de q don Lope de Mo-lina Valenzuela, tesorero de la iglesia mayor desta ciudad y el canónigo Antonio de Molina hermanos del dicho Rui Díaz de Molina, le hicieron donación de muchos vienes e ansí es cosa notoria e ha visto este testigo las demás las han adquirido e ganado en

el trato de la madera q han fecho sacar en la Sierra de Sigura e Sierra de Alcaraz, haciéndola llevar a vender por los ríos de Guadalimar e Guadalquivir por el Andaluçía a Córdoba, Sivilla e otras partes, y en sembrar en las tierras q tiene donde han cogido grandes cosechas. Que estas dos tratos y granjerías son muy honrosas q las han usado e usan caballeros principales hijosdalgo de la ciudad y de otras partes como han sido Hernán Mesía padre del comendador Diego López Mesía de el hábito de Santiago la hizo llevar por los ríos, e Miguel Serrano, e don Andrés Serrano su hijo, señores de las villas de Urrucal y Olula tuvieron la dicha granjería muchos años, y don Fernando de la Cerda vecino de Baeza y de presente la hace llevar Fracº de Sigura Molina, y el dicho Ruy Díaz de Molina e Hernando de Molina su hermano, q son caballeros hijosdalgo y gente principal e ansí los ha visto este testigo. E los vienes raíces q tienen y el trato de la madera q tienen, e labor si lo empleasen en renta vendría a rentar su hacienda más de tres mil ducados por año y oí que los dichos vienes como dicho tiene valen más de los dichos setenta mil ducados y esto es cosa notoria, e lo q sabe a lo q se le ha preguntado.

4ª Y preguntado q hijos e hijas tiene los dichos Ruiz Díaz de Molina y doña Francª de Valencia, su mujer dixo:

-.Q tienen un hijo q se llama don Antonio de Mo-lina y Valencia e una hija q se llama doña Isabel de Molina Valencia e no tienen más, e lo sabe este testigo por q les conoce e ha tratado y si más hijos tuvieran este testigo lo supiera.

5ª Y preguntado si de hacer vinculo y mayorazgo de los dichos vienes por el dicho Rui Díaz de Molina e su mujer se sigue inconveniente darles su Majestad licencia para ello dixo:

Q este testigo sabe q de dar licencia su majestad para hacer el dicho vínculo e mayorazgo a los dichos Rui Díaz de Molina e su mujer no se sigue inconveniente ni daño alguno a ninguna persona, antes mucha utilidad e provecho a esta ciudad e particulares porq se animarán otros a adquirir y ganar hacienda lícitamente como el dicho Rui Díaz de Molina a adquirido e ganado y se conservaran las haciendas e no se disiparan, e se aumentaran los linajes en honra y en vienes e ansí en ninguna manera viene daño de dar la dicha licencia e siendo su Majestad servido les puede hacer merced de se la conceder. Y esto es la verdad e lo que sabe deste caso so cargo del juramento que hizo y lo firmó de su nombre e que es de edad de setenta e siete años o setenta y ocho

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poco más o menos, e no es pariente ni enemigo de las partes que lo presentan ni le tocan cosa alguna de las generales de la ley. Y firman El licenciado Arias. Rodrigo Mesía del Castillo. Alonso Sánchez, escribano».

Como hemos podido ver, en estas declaracio-nes quedan reflejados los nombres de los otros caballeros ubetenses que también negociaron con la madera, la condición de nobles que te-nía Ruy Díaz y su esposa, las propiedades que poseían, cómo las habían adquirido y los hijos que tuvieron.

las primeras cosas que adquirió don Ruy Díaz de Molina fue el oficio de Regidor de la Ciudad, cargo que daba mucho lustre a las personas que lo ostentaban, y a la vez rentaba un buen dinero, pues si el cargo de Regidor le costó ochocientos ducados, luego ese cargo, tal como dice un decla-rante, anualmente le rentaba mil ducados. Otro signo de ostentación fue el crear un señorío en su cortijo del Ayozar, cuyo permiso dado por el rey don Felipe III en la villa de Roa el 29-11-1615 le costó dos mil ducados de oro16. (Imagen nº 5) Y si don Ruy Díaz aspiró a todas estas cosas su hijo don Antonio de Molina Fernández de Córdoba y Valencia, II Señor del Ayozar, por aquello de que «de tal palo tal astilla» no le fue a la zaga pues en su afán por resplandecer no quedó satisfecho con las declaraciones que sobre la nobleza de la familia habían hecho los declarantes en la fun-dación del mayorazgo, él quería más, y en ese afán por demostrar su limpieza de sangre, orgullo propio de la época, quiso tener en su hogar una probanza de hidalguía de sus antepasados. Para conseguirlo inició las siguientes gestiones:

El 11 de diciembre de 1651 facultó a don Melchor de Torres, procurador de la ciudad de Alcaraz, para realizar una probanza de hidalguía y limpieza de sangre de sus mayores en la que constase el parentesco que tenía con los Fernán-dez de Córdoba y los Muñoz de la Muy Noble Ciudad de Alcaraz. Dicho poder fue realizado en Úbeda en forma de derecho por el escribano público del rey Francisco García Monreal Se-rrano, siendo testigos el licenciado Fernando de Mora, Francisco de Mirez y Juan de los Santos, vecinos de Úbeda.

En dicha autorización don Antonio alegaba que su bisabuelo Rodrigo Fernández de Córdoba y Muñoz en su testamento otorgado en Úbeda ante Martín Fernández de Montiel el 28 de oc-tubre de 1540 declaraba:

• Que era natural de Segura de la Sierra.

• Que era hijo fuera de matrimonio de Pedro Fernández de Córdoba y Catalina Muñoz mujer libre y soltera, natural de Alcaraz.

16 Torres Navarrete, Ginés: Los desafueros del III Se-ñor del Ayozar, Revista Ibiut, nº 150. pág. 16.

el orIGen De la famIlIa.resumen De la proBanza

Todo lo expuesto deja ver que esta familia además de acumular dinero también era dada a resplandecer y prueba de ello es que unas de

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• Que el padre del dicho Pedro Fernández de Córdoba era hijo legítimo de Rodrigo Fernández de Córdoba, Alcaide que fue de Segura de la Sierra.

• Que este Rodrigo tuvo un hermano lla-mado Alonso Fernández de Córdoba del cual descienden todos los caballeros de este linaje y apellido que había en la ciudad de Alcaraz.

• Que siempre hubo comunicación entre ambas familias.

• Y de cómo el apellido Muñoz que tuvo la dicha Catalina Muñoz era limpio de toda mala raza de moros ni judíos nuevamente convertidos ni penitenciados por el Santo Oficio, y hecha toda esta información pide se le diese un traslado.

Para la ejecución de la información solicitada fueron requeridos desde el diez al dieciocho de

enero del año 1652 los siguientes catorce vecinos de la ciudad de Alcaraz:

1. Don Juan Fernández de Córdoba, el Ma-yor, de unos 80 años de edad.

2. Don Francisco Aguado Fernández de Córdoba, Caballero de Santiago, de unos 50 años de edad.

3. Pedro Rodriguez de Munera, de unos 80 años de edad.

4. Don Juan Fernández de Córdoba y Mon-toya, de unos 50 años de edad.

5. Don Pedro Vázquez de Bustos, abogado de unos 70 años de edad.

6. Don Luis Fernández de Fenarejos y Alar-cón, de unos 67 años de edad.

7. Doctor Don Francisco de Peñalosa y Rebolledo, Capellán de honor del rey y caballero del insigne colegio de San

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Salvador de Alcaraz, de unos 55 años de edad.

8. Don Juan Demesto Fernández de Córdo-ba, de 47 años de edad.

9. Gabriel de Vandelvira Haro, de más de 70 años.

10. Don Gracián Muñoz de Guzmán, Capitán y Regidor, de más de 60 años.

11. Don Juan de Auñón Palomar, Familiar del Santo Oficio, de 57 años de edad.

12. Don Cristóbal de Auñón, el Mayor, de unos 65 años de edad.

13. Don Diego de Escobar y Sandoval, de más 70 años de edad.

14. Don Juan Fernández de Córdoba y Con-treras, de unos 75 años de edad.

Todos ellos ente el Corregidor y Justicia Mayor de Alcaraz, don Antonio Lainez de To-rreluenga juraron de forma de derecho ante Dios y una cruz decir verdad. Y preguntados por los seis puntos que don Antonio de Molina había expuesto en su petición los interpelados declararon lo siguiente. (Estas declaraciones las extractamos del siguiente modo): El 1º dijo ser cierto todo cuanto el testamentario mencionado exponía y además dijo que el alcaide de Segura de la Sierra Rodrigo y su hermano Alonso vinie-ron de la ciudad de Córdoba y se hallaron en la conquista de Huéscar. Todo lo cual lo conocía por haberlo oído decir al clérigo Andrés Fernández de Córdoba y por papeles y árbol genealógico de la familia que este religioso tenía. En cuanto al apellido Muñoz dijo que en aquella población había dos ramas diferentes, la de Catalina Muñoz que era natural de Alcaraz pero descendiente de los Muñoz de Caravaca donde son tenidos por muy nobles y calificados y los Muñoz de Alcaraz que los tiene por gente muy limpia y calificada y muy honrados cristianos viejos.

El 2º testigo declaró ser cierto todo lo que el testamentario exponía y además añadió que el alcaide de Segura estaba enterrado en el conven-to de San Francisco de la Peña sito a las afueras de la villa de Segura.

El 3º reafirmó todo lo expuesto anterior-mente.

El 4º también indicó lo mismo que el anterior.

El 5º refirió que su abuelo en cuarto grado fue Alonso Fernández de Córdoba, hermano del Alcaide de Segura. Y que este Alonso tuvo dos hijos que fueron Comendadores de la Orden de Santiago.

El 6º contó igual que los anteriores. Y que en el convento de Santo Domingo de Alcaraz hubo en 1494 un consejo general al que asistió el comendador Diego Fernández de Córdoba hijo de Alonso el hermano de Rodrigo el Alcaide de Segura. También dice que los Muñoz de Cara-vaca son ejecutoriados y que descienden de los Muñoz de Alcaraz.

El 7º afirmó lo ya dicho y explicó además que el alcaide de Segura y su hermano Alonso eran hijos de Alonso Fernández de Córdoba que murió en Sicilia siendo alcaide y gobernador de un castillo que no recuerda su nombre. Y que del hermano del alcaide descienden los que hoy viven en esta ciudad de Alcaraz que son don Juan Fernández de Córdoba, padre, hijo y nieto y don Francisco Aguado Fernández de Córdoba, Caballero de la Orden de Santiago. Y el licenciado Alonso Fernández de Córdoba padre de don Juan Fernández de Córdoba, Oidor de Valladolid electo para el Consejo Real de Castilla. En cuanto al apellido Muñoz de Vázquez dijo que es principal, noble y limpio.

El 8º además de lo ya expuesto por los ante-riores dijo que el alcaide de Segura y su hermano vinieron de la ciudad de Córdoba de donde eran naturales y que el alcaide de Segura fue ente-rrado en el convento de Santa María de la Peña de la Orden de San Francisco que estaba a las afueras de la ciudad. También dijo que don Fran-cisco Aguado Fernández de Córdoba y su esposa doña Luisa Fernández de Córdoba descienden de Alonso el hermano de Rodrigo el Alcaide de Se-gura y de este matrimonio descienden don Juan Fernández de Córdoba, padre, hijo y nieto.

El 9º no expuso nada nuevo excepto que Ca-talina Muñoz era de los Muñoz que alcanzaron un hábito de la Orden de Santiago.

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El 10º indicó que no conocía en persona a Don Antonio de Molina pero tenía muchas no-ticias de que era noble por los cuatro apellidos que probaba. Y que Catalina Muñoz descendía de los Muñoz de Caravaca.

El 11º refirió en lo referente al apellido Muñoz que sabía que los apellidos Muñoz de Vizcaya y Muñoz de Córdoba en aquella ciudad eran muy nobles y limpios.

El 12º confirmó lo que dijo el declarante 7º, que los hermanos Alonso y Rodrigo eran hijos de Alonso el que murió en Sicilia.

El 13º nada nuevo aportó al expediente.

El 14º tampoco contó nada nuevo.

Completamos este apartado con algunas consideraciones finales. Notemos, por ejemplo, que aunque el testigo número once, don Juan de Auñón Palomar, dice que «Don Antonio de Molina Fernández de Córdoba… es un hombre de mu-chas prendas, hijosdalgo por los cuatro apellidos que prueba», lo cierto es que sólo hace información de dos de ellos, o sea el Fernández de Córdoba y el Muñoz, cuando lo normal y lógico en las probanzas era probar nobleza o hidalguía por los cuatro costados. Circunstancia que no deja de ser curiosa.

En el caso de Catalina Muñoz el testigo número siete don Francisco de Peñalosa y Re-bolledo, nos dice que era Muñoz de Vázquez, y el testigo once don Juan de Auñón Palomar nos explica que había en aquel lugar los Muñoz de Vizcaya y los Muñoz de Córdoba. O sea, que nos quedamos sin saber exactamente cual era el segundo apellido de Catalina. También el testigo sexto don Luis Fernández de Fenarejos y Alarcón, contesta que los Muñoz de Caravaca descienden de los Muñoz de Alcaraz. ¿Hay aquí una equivocación o un intento de tapar algo que no interesaba que se supiera?

Otra cosa que nos inquieta es que don Rodri-go Fernández de Córdoba y Muñoz en su testa-mento no mencionara a su bisabuelo, aquel que los testigos dijeron que había muerto en Sicilia. ¿Fue esto verdad?

La Crónica del Halconero del rey don Juan II, nos dice que la conquista de Huéscar fue el día 11 de Noviembre del año 1434, en ella intervi-nieron entre otros el comendador santiaguista don Rodrigo Manrique, don Diego de la Cueva, don Diego López de San Martín ubetenses, Ál-varo Rodríguez de Córdoba, Alcaide de Segura, primero en escalar el castillo de Huéscar y Ce-ciliano, hermano del alcaide, etc. Y el ilustre genealogista, Salazar y Castro, nos dice que una vez ganado el castillo de Huéscar don Rodrigo Manrique:

«…escrivió al Rey los sucesos della y envió a S. M. a Alonso de Córdoba, criado suyo, para que mas difusa-mente los refiriesse, y solicitase el presidio, bastimentos y municiones para la conservación de tan importante plaza».

Como hemos visto en la crónica de don Juan II aparece Álvaro de Córdoba como Alcaide de Segura de la Sierra; también aparece un herma-no suyo llamado Ceciliano. En cambio Salazar y Castro a este Alcaide lo llama Alonso de Córdoba y a Ceciliano no le nombra. Tampoco ninguno de los dos nombra a Ruy Fernández de Córdoba. O sea que el tal Ruy o Rodrigo Fernández de Córdoba, al que su descendiente le ponen como conquistador de Huéscar, Caballero de Santiago y Alcaide de Segura no existe y si existió le achacan todos los cargos y honores que tuvo Alonso. ¿No sería el tal Ceciliano el que llaman Ruy? Lo que sí quiero dejar claro es que el Alcaide del Castillo de Segura de la Sierra, don Rodrigo Fernández de Córdoba, figura en la portada de la referida probanza con el nombre de Don Rodrigo Álvarez Fernández de Córdoba.

Nosotros, en nuestro afán de querer unir esta rama desgajada de los Fernández de Córdoba, de Segura de la Sierra con alguna del gran bosque que forma las de Córdoba capital y provincia, hemos repasado con minuciosidad la gran obra que de esta dilatadísima e insigne familia escri-biera, Béthencourt como asimismo la glosa que de este mismo linaje realizara don Vicente Porras Benito, y hemos de decir que de la infinidad de personas de esta estirpe que aparecen en dichas obras, sólo hemos encontrado un personaje del que pudieran descender.

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El Fernández de Córdoba que creemos que puede estar relacionado con esta familia de Segura de la Sierra es Alfonso Fernández de Córdoba y su esposa la toledana doña Teresa Ál-varez-Gaitán y Fernández de Vargas, pues tanto él como su padre mandaron en su testamento «redimir al año tres cautivos a los que se les había de poner los nombres más familiares de su línea, Fer-nando, Rodrigo y Alfonso».¿Son estos hermanos de Segura de la Sierra producto de una de esas caritativas operaciones de redención de cautivos? Nosotros creemos que sí, pues ya dijimos antes que en las múltiples ramas de la gran familia de los Fernández de Córdoba no hemos encontrado otra coincidencia igual17.

Por lo que hemos leído los descendientes de Ruy Fernández pasaron a Úbeda, y su herma-no Alonso se afincó en Alcaraz en donde dejó amplia descendencia de la que vienen, como se demuestra en la probanza, los Fernández de Córdoba, de la ciudad de Utiel. Respecto a esta rama de Utiel, Béthencourt dice que por falta de instrumentos no podía enlazar esta rama con las radicadas en la provincia de Córdoba. Bueno no-sotros creemos haber encontrado algún eslabón de los que faltaban18.

17 Remitimos a Navarro López, Genaro: Segura de la Sierra, Albacete, 1991, pág. 115; Salazar y Castro, Luis: Historia de la Casa de Lara, libro X pág. 285; Fernández de Béthencourt, Francisco: Historia Genealógica y Heráldica de la Monarquía Española, tomo VI páginas 336, 338, 344 y 349 y tomo IX página 587.

18 Si el lector quiere saber algo más de estos señores del Ayozar, les remito a la Historia de Úbeda en sus Documen-tos de Ginés Torres Navarrete, tomo II página 191 y tomo V página 14.

conclusIón

A modo de conclusión de nuestro trabajo, en el que ha quedado demostrado que hubo importantes beneficios económicos relaciona-dos con el negocio de explotar maderas, y que alguna de las familias nobles de la ciudad de Úbeda encontraron en esta actividad un medio para incrementar sus riquezas, cabe también destacar el gran valor documental de los pleitos judiciales a la hora de aportar nuevos datos a la historia económica. Y señalamos la pervivencia de esquemas mentales anclados en el pasado, muy preocupados por la limpieza de sangre y el mantenimiento de mayorazgos. Siempre se pue-de, sin embargo, leer entre líneas para averiguar el fondo que se pretende buscar. Aunque la fuen-te básica, unos documentos referidos al Señorío de Ayozar, no sean suficientes para conocer a fondo lo que significó en la economía ubetense el capital procedente del negocio maderero. No agotamos pues el tema, pero sí esperamos que este trabajo sirva de estímulo a nuevas investi-gaciones sobre un asunto poco estudiado en el ámbito local hasta la fecha.