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Nicos Poulantzas y la teoría política del fascismo: 50 años después written by Danilo Martuscelli | noviembre 7, 2020 Compartir en facebook Compartir en twitter Nicos Poulantzas y la teoría política del fascismo: 50 años después Danilo E. Martuscelli I. Introducción. En 2020, la publicación de la primera edición de la obra Fascisme et dictadure:

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Nicos Poulantzas y la teoríapolítica del fascismo: 50 añosdespuéswritten by Danilo Martuscelli | noviembre 7, 2020

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Nicos Poulantzas y la teoría política delfascismo: 50 años después

Danilo E. MartuscelliI. Introducción.

En 2020, la publicación de la primera edición de la obra Fascisme et dictadure:

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La IIIe Internationale face au fascisme (de ahora en adelante: Fascismo y

dictadura), de Nicos Poulantzas, cumple 50 años.[i] Se trata de un libroorientado teóricamente por el marxismo y que puede caracterizarse como unade las obras clásicas sobre el fenómeno del fascismo, por su rigor analítico, suoriginalidad y su repercusión en el debate intelectual y político internacional.

A diferencia de los estudios y discusiones pioneros que abordaron el tema delfascismo en el calor de los acontecimientos, Poulantzas acomete un análisis postfactum de este fenómeno, es decir, emprende un estudio con considerabledistancia histórica de las experiencias concretas más emblemáticas delfascismo: la Alemania de Hitler y la Italia de Mussolini, lo que le permitió: a)articular analíticamente las causas, dinámicas y resultados del proceso deconsolidación de esta experiencia; b) observar la relación y el desfase entre lasdimensiones económica, ideológica y político-estatal para abordar el proceso decrisis correspondiente a este fenómeno; c) abordar el papel de las clases yfracciones de clase en este proceso, guiado por una problemática teórica queanaliza las clases sociales en sus dimensiones económica, política e ideológica;d) así como debatir un conjunto de reflexiones producidas sobre el tema, porintelectuales marxistas y no marxistas, en los 25 años posteriores a la derrotapolítica del fascismo en la 2ª. Guerra Mundial.

Como el tema del fascismo está ganando cada vez más espacio en los debatespúblicos actuales con la aparición de movimientos y gobiernos de extremaderecha en diversas partes del mundo, como sucede con el gobierno Bolsonaroen Brasil, es oportuno llevar a cabo una evaluación crítica de las tesis expuestaspor Nicos Poulantzas en la obra Fascismo y dictadura. En este sentido,proponemos enfatizar en este artículo la discusión sobre los alcances y límitesde este trabajo como teoría política del fascismo, lo que implica tomar enconsideración los siguientes aspectos: a) la relación entre teoría política ehistoria y su contribución a la elaboración de una periodización política delfascismo; y b) la caracterización del fascismo como una forma de régimenespecífico del “Estado capitalista de excepción”, es decir, como régimen políticodictatorial particular inscrito en el desarrollo mismo del Estado capitalista.

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II. Teoría política e historia: la periodización política del fascismo.

Uno de los principales objetos de análisis de la obra Fascismo y Dictadura sonlas tesis sobre el fascismo aprobadas en el ámbito de la III Internacional (IC),entidad que aglutinó a organizaciones y partidos comunistas de diversas partesdel mundo. Es de la evaluación crítica de estas tesis y sus variaciones tácticas yestratégicas en el contexto de las décadas de 1920 y 1930, que Poulantzasconcluirá que la concepción economicista del fascismo, defendida por la IIIInternacional, contribuyó al desarme político e ideológico del movimientoobrero y comunista internacional en esta coyuntura histórica por estar marcadapor la “ausencia de una l ínea de masas” y por el “abandono delinternacionalismo proletario”, elementos considerados relevantes para laefectividad política de la lucha de los comunistas contra el fascismo.

Sin embargo, Poulantzas no prioriza en su análisis la discusión de la estrategiapolítica y la efectividad de una determinada línea política a ser adoptada por loscomunistas contra el fascismo, ni considera que los factores subjetivos queinvolucran la táctica política y la estrategia de los comunistas, consideradosaisladamente, explican las dificultades de la lucha antifascista de las décadas de1920 y 1940. La estrategia y la eficacia políticas se conciben más comoresultado que como punto de partida para su caracterización del fascismo. A lolargo de su obra, Poulantzas se dedica a refutar, incorporar y asimilarcríticamente un amplio abanico de estudios y reflexiones sobre el fascismo,guiados por diferentes cuestiones teóricas y políticas.

Así, su principal contribución al examen del fascismo constituirá el campo de lateoría política, un lugar desde el cual moviliza y articula una serie de nociones yconceptos, tales como: forma de Estado, forma de régimen, bloque en el poder,escena política, dictadura, democracia, clases y fracciones de clase, fracciónhegemónica, fracción reinante, clase poseedora del aparato estatal, aparatosestatales represivo e ideológicos, hegemonía y crisis de hegemonía, etc.; yformula, de manera original, el concepto de fascismo como una “maneraparticular de régimen de la forma de un Estado capitalista de excepción”. Por

tanto, es posible coincidir con Jessop (1985),[ii] cuando afirma que Fascismo y

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dictadura contiene reflexiones sobre estrategia y teoría política, peroconsideramos que es la teoría política del fascismo la que ocupa el lugar

primordial en este trabajo y orienta el conjunto de sus análisis.[iii]

Para comprender mejor la originalidad de la obra de Poulantzas, es necesariodistanciarnos de algunas posibilidades de interpretación de su obra que tomanlo secundario como principal. En esta perspectiva, consideramos que el libroFascismo y dictadura no se puede enmarcar como obra historiográfica. Elpropio Poulantzas ya nos había advertido sobre este tema. De hecho, la obracontiene análisis concretos de los casos de los fascismos alemán e italiano, pero,como observa el autor, dichos análisis se toman fundamentalmente comoilustraciones históricas del objeto de investigación:

(…) no se trata aquí de un estudio historiográfico de los fascismos alemán eitaliano, sino un estudio de teoría política, e, indudablemente, este estudio nopuede hacerse más que a través de una investigación histórica a fondo. Peroni el tratamiento del material, ni sobre todo el orden de exposición pueden serlos mismos en los dos casos. En la circunstancia presente, he tratado dedespejar los rasgos esenciales del fascismo como fenómeno políticoespecífico: los “acontecimientos” históricos y los detalles concretos no seconsideran aquí más que en la medida en que permiten ilustraroportunamente el objeto de la investigación (POULANTZAS, 1976, p. 3).

No se trata de dudar de la necesidad de profundizar el debate historiográficosobre el tema, señalando sus límites y alcances, pero a diferencia de la críticahistoriográfica realizada por Caplan (1977) a la interpretación del fascismorealizada por Poulantzas, para los propósitos de este artículo, consideramosmás apropiado abordar lo que es central en su obra: la teoría política delfascismo. Con eso, se hace oportuno debatir inicialmente dos aspectos centralesde su libro que se relacionan con la construcción de su teoría política y lahistoria. Nos referimos a la crítica al historicismo y la periodización política delfascismo.

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En general, los análisis historicistas tienden a crear una relación de identidadentre concepto y hecho histórico y a considerar que la validez del concepto de

fascismo está asociada al tiempo y lugar en el que fue producido.[iv] Es contra taltendencia que Poulantzas se pronuncia en el examen del fascismo. Para él, elfascismo no es un fenómeno que se remonta solo a las décadas de 1920 y 1940ni se circunscribe geográficamente a dos formaciones sociales europeas ocapitalistas centrales. Como una de las formas de régimen del “Estadocapitalista de excepción”, el fascismo se presenta como un hecho histórico quepuede manifestarse en contextos históricos diferentes al original, como sucedetambién con el bonapartismo y las dictaduras militares.

Al parafrasear a Horkheimer, señala que los que no hablan de capitalismo,deben callarse sobre el fascismo; Poulantzas (1976, p. 7) sostiene que: “(…) esel que no quiere hablar de imperialismo quien debería también callarse en loque al fascismo se refiere”. Y agrega: “el fascismo (…) se sitúa en la etapaimperialista del capitalismo”. Por tanto, el fascismo se caracteriza como unfenómeno histórico propio de la etapa imperialista del capitalismo, másespecialmente de sus situaciones de crisis, no habiendo surgido en épocashistóricas anteriores. Esto no lo lleva a concluir que cualquier crisis imperialistanecesariamente derivaría en el surgimiento del fascismo, ya que tal fenómenose manifiesta concretamente como uno de los posibles resultados –ni únicos niinevitables– del proceso de crisis del imperialismo. Tal afirmación puede serválida, tanto para comprender el contexto del propio fascismo original, comopara entender las posibilidades de resurgimiento de este fenómeno en épocasposteriores, alejando así el análisis de Poulantzas de una visión historicista queconfinaría al fascismo a un período histórico particular.

En cuanto a la periodización política, que sólo se puede hacer de maneraconsistente, post factum, Poulantzas retoma las discusiones presentes en laobra Pouvoir politique et classes sociales (de ahora en adelante: Poder político yclases sociales), publicada en 1968, especialmente las relacionadas con la teoría

del bloque en el poder para aplicarla a análisis político del fascismo.[v] Esto sepuede ver en la forma en que moviliza los conceptos de fracción hegemónica,

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cuyos intereses predominan ante la política de Estado sobre los de las demásfracciones que integran el bloque en el poder; fracción reinante, cuyos interesesreinan en el ámbito de la escena política y ejercen un dominio ideológico sobretodas las clases sociales; y la clase poosedora del aparato estatal, una clase queocupa lo cumbre del Estado. Además, la periodización política del proceso defascistización propuesta por Poulantzas toma en cuenta los cambios que seproducen en estos tres niveles como resultado de las luchas entre clases yfracciones de clases.

En el análisis de Poulantzas, los casos concretos de los fascismos alemán eitaliano están vinculados a la transición del capitalismo competitivo alcapitalismo monopolista, pero, como señala: “(…) el fascismo no es en absolutoun fenómeno exclusivamente ligado a este ‘período’”, porque corresponde alfenómeno general de las crisis políticas, producto de las luchas de clases en unacoyuntura dada y que “pueden muy bien surgir en períodos diferentes”(POULANTZAS, 1976, p. 52)

Para estos mismos casos concretos, el autor observa una cierta dinámicapolítica que avanza a través de los siguientes pasos:

a) Uno de los principales factores que crea las condiciones para el1920.surgimiento del proceso de fascistización es la derrota estratégica de laclase obrera y las masas populares tras el enfrentamiento con las clasesdominantes en un proceso de ofensiva política, como fueron los casos delas experiencias revolucionarias que fracasaron en el Alemania, en1918-1919, e Italia, en 1919-1920.b) Lo que se observa, a continuación, es un proceso en el que la1921.burguesía se coloca en la ofensiva política y que corresponde a un“proceso de politización declarada de la lucha de clases del lado delbloque en el poder” (POULANTZAS, 1976, p. 72), pero tal ofensiva se daen un contexto de crisis de hegemonía que afecta la organización delbloque en el poder y permite el surgimiento de una fuerza social (lapequeña burguesía) que se presenta en la escena política de maneraorganizada en un partido de masas: el partido fascista. Poulantzas

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señala aquí un punto esencial para entender el fenómeno del fascismo,es decir, el proceso de fascistización está profundamente ligado a laexistencia de una base social de masas organizada y movilizada.c) Esta situación se prolonga hasta el “punto de no retorno” o1922.“irreversibilidad”, que se caracteriza como tal porque coincide con larealización de la alianza entre la pequeña burguesía organizada en elpartido fascista y el gran capital monopolista que confisca la revueltapequeñoburguesa y comienza a dirigirla políticamente, garantizando asílas condiciones para la llegada del fascismo al poder.d) En el primer período del fascismo en el poder, la pequeña burguesía1923.se consolida como clase reinante, debido a los fuertes lazos de estafracción con el partido fascista y la presencia masiva de este partido enla escena política, y comienza a convertirse en la clase mantenedora delaparato de Estado, ubicándose en los principales puestos del altoescalón del Estado. El gran capital monopolista, en cambio, se proyectacomo la fracción hegemónica del bloque en el poder, pues el Estadofascista comienza a cumplir la función de priorizar sus interesesmateriales, poner fin a la crisis hegemónica, así como neutralizar lascontradicciones entre la nueva fracción hegemónica y las otrasfracciones dominantes.e) En la última etapa que corresponde a la estabilización del fascismo en1924.el poder, el gran capital monopolista se erige como fracción hegemónicay desplaza a la pequeña burguesía de la condición de fracción reinanteen la escena política, al traspasar la capacidad real de gobierno a lapolicía política y subordinar el partido fascista a la burocracia estatal.

Si bien hay que considerar que la periodización política propuesta porPoulantzas toma como referencia el fascismo originario constituido como formade régimen, llama la atención la sofisticada manera en que aborda el procesopolítico, sus diferentes dimensiones y las conecta con las luchas entre clases yfracciones de clase. De esta periodización política es posible extraer algunasconclusiones que pueden orientar el análisis del ascenso y consolidación delfascismo en diferentes períodos históricos:

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La primera es que el ascenso político del fascismo es precedido por un procesode derrota estratégica de los movimientos obreros y populares. Es decir, el augedel movimiento fascista está ligado a una situación en la que los movimientosobreros y populares se encuentran a la defensiva después de haber pasado porsucesivas derrotas políticas. Esta tesis se enfrenta a una serie de análisis quebuscaban identificar la emergencia del fascismo como respuesta a la ofensivadel movimiento socialista, como si la disyuntiva socialismo o fascismo estuvieraa la orden del día.

La segunda es que el fascismo surge en una coyuntura de crisis política, o mejordicho, una coyuntura de crisis de hegemonía, resultante de una acumulación decontradicciones, que incide en la organización del poder político, es decir,ninguna de las fracciones dominantes logran imponer dirección política albloque en el poder, provocando una oscilación de una situación de inestabilidada otra de incapacidad hegemónica; en cuanto a la escena política, se observauna crisis de representación política que afecta la relación entre las fraccionesde la clase dominante y sus organizaciones/partidos tradicionales, que sedesplazan al pasillo de la escena política, para referirse a una metáfora teatral.En esta etapa, el conjunto del bloque en el poder se coloca en la ofensivapolítica contra los trabajadores: “(…) la lucha política del bloque en el podercontra las masas populares ocupa el lugar dominante respecto de la luchaeconómica” (POULANTZAS, 1976, p. 72). Nuevamente, Poulantzas buscacomplejizar el análisis del fascismo, distanciándose de interpretaciones de estefenómeno que tendían a ocultar o secundar las diferencias entre democracialiberal y fascismo al considerarlos como regímenes representativos del grancapital.

La tercera conclusión, que podemos sacar de este análisis, es que lacombinación de derrota estratégica de las clases populares, crisis de hegemoníapolítica en el seno del bloque en el poder y crisis de representación política delas clases dominantes (crisis de los partidos tradicionales), deja espacio para laconstitución de la pequeña burguesía como fuerza social organizada en formade partido de masas. La pequeña burguesía, que ocupa una posición intermediaentre las dos clases sociales fundamentales, se convierte en la principal base

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social o fuerza motriz del movimiento fascista.

La cuarta conclusión es que la alianza de la pequeña burguesía con la fraccióndominante que pretende elevarse a la condición de fracción hegemónica en elbloque en el poder, es fundamental para consolidar el fascismo en el poder.Esto significa que la base social del fascismo, que se origina principalmente enla masa de la pequeña burguesía, ahora está siendo políticamente impulsadapor los intereses del gran capital monopolista, que guía la revueltapequeñoburguesa hacia sus fines políticos, y esto permite que el fascismo seinstale en el poder. O, para ser más precisos, la llegada del fascismo al poderestá ligada a un proceso de redefinición de la hegemonía política en el seno delbloque en el poder y la ruptura institucional que se materializa con laconstitución de una nueva rama del aparato estatal como rama dominante, entérminos de capacidad de gobierno: la rama de la policía política.

La quinta conclusión es que el fascismo se constituye como un régimen políticodictatorial que cuenta con una base social de masas organizada y movilizada,que se diferencia tanto del carácter predominantemente tecnocrático de lasdictaduras militares que evitan la politización de las masas y tienden a contarcon apoyo masivo esporádico al implementar el nuevo régimen; en cuanto a lasdictaduras bonapartistas que tienen una base social de masas, pero cuyo apoyose hace pasivamente sin convertirse en una fuerza social organizada ymovilizada en la escena política. Estas conclusiones sobre la comparación de lasbases sociales de las dictaduras fascista, bonapartista y militar no sonsistematizadas por Poulantzas en la obra Fascismo y dictadura. El autor soloaborda la existencia del partido fascista de masas como un aspecto definitoriodel fascismo. Sin embargo, consideramos importante hacer estas adiciones, yaque las diferencias entre estos tres tipos de dictadura no se limitan a laconfiguración de una rama específica del aparato estatal como rama dominante,como sugiere Poulantzas: fascismo (policía política), bonapartismo (burocraciacivil) y dictadura militar (Fuerzas Armadas). Consideramos que las distintasconfiguraciones de las bases sociales en los tres casos: bases organizadas ymovilizadas en el fascismo, base que ofrece apoyo pasivo en el bonapartismo yapoyo esporádico en la dictadura militar, son también aspectos importantes

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para la definición de estos regímenes.[vi]

Finalmente, la sexta conclusión es que las funciones de la fracción hegemónica(¿quién ejerce el poder político? ¿O quién tiene sus intereses priorizados por elcontenido de la política de Estado?), reinante (¿quién ejerce el dominioideológico en la escena política? o, en caso específico del fascismo, ¿quién es elmotor impulsor del movimiento de masas?) y poseedora del aparato estatal(¿quién gobierna?, o incluso, ¿a qué clase pertenecen los que ejecutan lapolítica de Estado?) sufren transformaciones a lo largo del proceso defascistización y la consolidación del fascismo, siendo ocupado por diferentesclases y fracciones de clase.

En vista de lo anterior, consideramos que esta herramienta teórica utilizada porPoulantzas para analizar el proceso de fascistización y la consolidación delfascismo se puede concebir como una herramienta importante para examinarlos zigzags coyunturales propios de una crisis política, los lugares donde lasdiferentes clases y fracciones de la ocupación de clase en el proceso político ylos impactos que los conflictos de clase tienen en la organización de las ramasdel aparato estatal, el contenido de la política estatal y la escena política. Enresumen, en cuanto a la periodización política, el estudio realizado porPoulantzas ofrece elementos para abordar el fenómeno del fascismo desde unaperspectiva que no descuida las relaciones entre clases e institucionesestatales/políticas; entre Estado y economía; entre economía, política eideología, ni ignora las diferencias entre las clases y fracciones de clase queejercen el poder político (fracción hegemónica), constituyen la base social delfascismo (fracción reinante) y ejecutan la política de Estado (clase mantenedoradel aparato estatal).

También enfatizamos que el análisis de Poulantzas no se limita a situar elfascismo en una fase específica del capitalismo (por ejemplo, la transición alcapitalismo monopolista), ni a caracterizar el fascismo como un fenómeno típicode las formaciones sociales capitalistas imperialistas. Para él, el fascismo es unfenómeno político posible en el seno de los límites del tipo de Estado capitalistaen la etapa imperialista del capitalismo. El enfoque de Poulantzas también no

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vincula el fascismo con un tipo específico de política económica y social(keynesiana, desarrollista, neoliberal etc.), o con una configuración internaespecífica del bloque en el poder. Este conjunto de elementos no es concebidopor Poulantzas como aspectos fundamentales para la caracterización delfascismo. Dicho esto, vale la pena responder a la pregunta: ¿qué es el fascismopara Poulantzas?

III. El fascismo como «forma de régimen del Estado capitalista deexcepción».

La caracterización del fascismo como una “forma de régimen del Estadocapitalista de excepción” es el aspecto central original del análisis desarrollado

en Fascismo y dictadura.[vii] En este trabajo, Poulantzas no se dedica al estudiode los tipos de Estado en general o el tipo de Estado capitalista en particular,sino que se centra en la discusión sobre la variación de las formas de Estadobajo las cuales se encuentra en su evolución el tipo histórico de Estadocapitalista. En particular, aborda la forma de Estado capitalista de excepción ysus respectivas formas de régimen, lo que le lleva a prestar especial atención alexamen del régimen fascista.

En este sentido, se puede decir que Poulantzas se refiere al concepto de formadel Estado para abordar dos dimensiones analíticas distintas. En una primeradefinición, la forma de Estado alude a las etapas históricas del desarrollocapitalista: el capitalismo competitivo que corresponde a la existencia de laforma estatal liberal y el capitalismo monopolista (imperialismo) que surgegracias a la presencia de la forma de Estado intervencionista. Para el autor, laforma de Estado intervencionista juega un papel importante en la transición delcapitalismo competitivo al capitalismo monopolista, etapa que está marcadaeconómicamente por la concentración y centralización del capital, por elsurgimiento del capital financiero, resultado de la fusión de los capitalesbancario y industrial, el predominio de las exportaciones de capital sobre elcomercio de mercancías, la búsqueda incesante de los países imperialistas decolonias por razones fundamentalmente económicas, etc. A nivel general, losrasgos comunes de todas las experiencias que encajan en la forma de un Estado

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intervencionista serían los siguientes: “una recrudescencia del papel de losaparatos ideológicos y una merma de la autonomía relativa de estos aparatos,debidos a la dominación política masiva del capital monopolista”(POULANTZAS, 1976, p. 375). En este proceso de transición al capitalismomonopolista, Poulantzas entiende que hay, por tanto, un fortalecimiento delpapel del Estado, que mitiga a partir de la 2ª. Guerra Mundial.

En esta primera definición, la forma de Estado se caracteriza por la relación quese establece entre lo económico y lo político, es decir, la forma de Estadointervencionista concierne, como su nombre indica, el papel intervencionista delEstado en la economía para garantizar los intereses del gran capitalmonopolista. En los casos alemán e italiano, Poulantzas considera que elrefuerzo del papel intervencionista del Estado se puede ver en un proceso decreciente centralización política que corresponde a una “unidad nacionalvacilante”: “(…) podría decirse en cierto modo que todo sucede como siAlemania e Italia hubieran saltado la forma del Estado liberal” (IBIDEM, pp.28-29).

En términos generales, Poulantzas identifica dos formas de manifestar estaforma de Estado intervencionista: una que corresponde a la existencia deestabilidad política, en la que no se observa una crisis de hegemonía, lo que élllama forma «normal» de Estado capitalista; y otro que se configura en mediode un proceso de crisis de hegemonía, que lo lleva a caracterizarlo como unaforma de Estado capitalista “de excepción”. Esta forma de Estado albergaríatres formas de régimen: fascista, bonapartista y militar.

Es precisamente la forma del Estado capitalista “de excepción” la que ganarácentralidad en el análisis desarrollado en Fascismo y dictadura. A lo largo dellibro, aunque ocasionalmente y en pasajes aislados, el autor utiliza otrasnomenclaturas para caracterizarlo, como: “forma crítica del Estado”(POULANTZAS, 1976, p. 352) o “forma de crisis (… ) del Estado capitalista”(IBIDEM, p. 371). Se observa, por tanto, que esta forma de Estado está ligada ala existencia de una crisis política, no revolucionaria, que, en el caso delfascismo original, tiene tres características fundamentales ya mencionadas

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anteriormente: derrota estratégica y defensiva del movimiento obrero y popular,crisis de la hegemonía política en el seno del bloque en el poder y constituciónde la pequeña burguesía como fuerza social (partido fascista). Aquí, lacaracterización de la forma estatal se refiere a la autonomía relativa del Estadorespecto al bloque en el poder y al gran capital monopolista, cuya hegemoníapolítica busca establecer esta forma de Estado.

Así, si los conceptos de forma de Estado capitalista «liberal» o«intervencionista» aluden a la relación entre lo político y lo económico, losconceptos de Estado capitalista «normal» o «de excepción» se refieren a larelación entre Estado y las clases dominantes. Como la forma «de excepción» deEstado capitalista abarca una situación histórica de crisis de hegemonía, seríamás apropiado tratarla como una «forma de crisis» del Estado capitalista queemplear la idea de «excepción» para caracterizarla, pero el límite de estadefinición estaría en que la consolidación del fascismo corresponde alestablecimiento de la hegemonía política del gran capital monopolista y, portanto, a la superación de la situación de crisis de hegemonía. En otras palabras,la noción de forma de crisis correspondería más al proceso de fascistización quea la consolidación del fascismo, al fascismo establecido, constituyéndose comouna noción sólo parcialmente válida y adecuada.

La crítica elaborada por Boukalas (2018) a la noción de “Estado de excepción”,formulada por el filósofo Giorgio Agamben, nos ayuda a problematizar lacategoría de excepción concebida como algo opuesto o distinto a la norma, talcomo lo utiliza Poulantzas: “Sin contenido, la norma es un corolario implícito dela excepción. Pero la excepción debe establecer su contenido en relación con lanorma. Si la norma es vacía, entonces vacía es la excepción. ¿Cómo sabes cuáles cuál? » (BOUKALAS, 2018, p. 37). A los efectos de este artículo, cabepreguntarse: ¿cómo es posible describir una forma particular de Estadocapitalista como excepcional, si Poulantzas no define o describe con rigor lo queconstituye la normalidad? Como ya ha señalado Boito Jr. (s/f), ni la tipicidad dela democracia burguesa ni la excepcionalidad de la dictadura son caracterizadaspor Poulantzas, argumento que solo refuerza la pertinencia de la analogía quehicimos con la crítica de Boukalas a Agamben.

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Para abordar la especificidad de lo que Poulantzas llama el Estado capitalista“de excepción”, es oportuno no solo referirse a la idea de crisis política quecorresponde a dicho Estado, sino que es más apropiado reemplazar la palabraexcepción por dictadura. Tal operación analítica podría realizarse resumiendolas características del Estado capitalista, formulado en la obra Poder político yclases sociales. Por lo tanto, sería necesario señalar que, en el tipo de Estadocapitalista, los miembros de todas las clases sociales son concebidos comoindividuos ciudadanos bajo el derecho civil. Si el tipo de Estado capitalistaestablece esta condición básica que lo distingue de otros tipos de Estado(esclavista o feudal) que, en el plan de los derechos civiles, dan un tratodesigual a los socioeconómicamente desiguales, es posible distinguir dos formasprincipales de Estado capitalista: la democrática y la dictatorial. En la forma deun Estado capitalista democrática: la ciudadanía política está garantizada a losmiembros de todas las clases sociales; ya en la forma de un Estado capitalistadictatorial, “la ciudadanía política se niega a miembros de todas las clasessociales” (SAES, 1987, p. 52).

En esta perspectiva, en la forma de un Estado capitalista democrática, elencubrimiento de los intereses de clase que representa el Estado, es producidopor la ideología del pueblo-nación y garantizado por la burocracia estatalautonombrada (civil y militar) y por miembros de los poderes Ejecutivo yLegislativo, designados por todas las clases sociales a través del sufragiouniversal. En estas condiciones, los autonombrados y los representantes electosdel pueblo-nación tienen una verdadera capacidad de gobierno, es decir, tienenla responsabilidad de implementar la política de Estado, responsabilidad quepuede ser compartida de manera jerárquica o equilibrada entre el Ejecutivo y elLegislativo. Ya, en la forma de un Estado capitalista dictatorial, es la burocraciaestatal autonombrada la que ostenta exclusivamente tal capacidad de gobierno,lo que implica otorgar al sufragio universal un papel nulo o significativamentesecundario hasta el punto en que el Parlamento asume sólo un papel“decorativo” en relación con las acciones de la burocracia estatal.

Por tanto, la característica común a todas las formas de Estado capitalistadictatorial, que Poulantzas llama “de excepción”, está ligada al hecho de que la

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burocracia estatal asume exclusivamente la capacidad de decisión previamenteatribuida constitucionalmente también a los órganos estatales constituidos pormedio de sufragio universal. Poulantzas presenta algunas característicasgenerales de lo que él llama un Estado capitalista “de excepción”, que traducenbien lo que venimos diciendo hasta ahora. En relación a la ley, “(…) es laarbitrariedad la que reina” (POULANTZAS, 1976, p. 380). Como resultado, elEstado tiene ahora una cierta «libertad de acción» para reorganizar lasrelaciones de fuerzas. No hay límites “legalmente fijados”: “todo caevirtualmente en la esfera de la intervención estatal” (IBIDEM, p. 381). Además,hay una “suspensión del principio electoral”, producto de la crisis ideológica yla crisis de representación política que atraviesan los partidos burguesestradicionales. Esto permite acentuar la burocratización y los mecanismos decooptación y control de la designación de los miembros de la burocracia estatal,lo que no impide el uso de expedientes como plebiscitos o referendos paralegitimar las acciones de esta burocracia.

Habiendo hecho estas observaciones sobre lo que preferimos llamar la forma deun Estado capitalista dictatorial, pasemos al tratamiento del fascismo como unaforma de régimen específico y posible para esta forma de Estado. Como ya semencionó, Poulantzas trabaja con la tesis de que la forma de Estado capitalista«de excepción» admite tres formas principales de régimen para las que tambiénutiliza el término «excepción»: la dictadura fascista, la dictadura bonapartista yla dictadura militar. En su análisis, tales formas de régimen “no son fenómenos

limitados en el tiempo” (POULANTZAS, 1972, p. 6),[viii] y pueden reaparecer enotros contextos históricos, aunque no tengan las mismas características que lasformas originales:

En cuanto al propio fascismo, cuyo resurgimiento sigue siendo posible, no sedebe creer tampoco que revestiría forzosamente, como tampoco el proceso defascistización que a él condujera, formas idénticas a las del pasado. Lahistoria no se repite jamás por completo. Una misma forma de régimen deexcepción y una misma especie de crisis política presentan rasgos distintos,según los períodos históricos en lo seno de los cuales surgen (POULANTZAS,

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1976, p. 425)

El punto en común de estas tres formas de régimen es la apropiación exclusivade la capacidad gubernamental real por parte de la burocracia estatal, quePoulantzas (1976, p. 387) identifica como “burocratización’ pronunciada”. Elaspecto fundamental para distinguirlos es lo que el autor denomina “la ramadominante del aparato estatal”. Para él, la diferencia entre las tres formas derégimen está en el predominio de la burocracia civil (dictadura bonapartista), elejército (dictadura militar) y la policía política (fascismo) sobre el resto delaparato estatal, es decir, las formas de régimen “de excepción” (que llamamosdictatorial) corresponden a un nuevo ordenamiento de las relaciones que seestablecen entre las ramas del aparato estatal. Debido a que el establecimientode estas formas de régimen implica efectivamente una ruptura institucional conla forma de régimen democrático, en el marco del tipo de Estado capitalista seestablecerá una nueva jerarquía entre las ramas del aparato estatal, expresandoasí un proceso de emergencia de una nueva fracción hegemónica en el bloqueen el poder.

En este sentido, Poulantzas establece una relación de correspondencia entreruptura institucional, nueva jerarquía de ramas del aparato estatal yredefinición de la hegemonía política en el bloque en el poder. Si bien talesformas de régimen no pueden definirse mediante una caracterización particulardel bloque en el poder y la fracción hegemónica, es posible decir que losprocesos de instauración de estos regímenes están asociados a una crisispolítica (crisis de hegemonía) – proceso de fascistización -– y a una redefiniciónde esta hegemonía: la consolidación del fascismo en el poder. En el casoespecífico del fascismo, es posible añadir la existencia de una base social demasa organizada y movilizada que se constituye en fracción autónoma en laescena política y apoya el régimen fascista, lo que la distingue de las basessociales típicas de la dictadura bonapartista (apoyo pasivo) y de la dictaduramilitar (apoyo esporádico)

Poulantzas también distingue la primera fase del régimen fascista de la fase del

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régimen establecido. Así, señala que son fuerzas exógenas al aparato estatalque llega a dominar las ramas de este aparato, ejerciendo simultáneamente lasfunciones represiva e ideológica. En la primera fase del régimen fascista, es elpartido fascista el que asume este papel dominante e invade “desde fuera” elaparato represivo (POULANTZAS, 1976, p. 392). La diferencia de la forma derégimen fascista, en relación con otras formas de régimen dictatorial, esprecisamente la movilización permanente de las masas populares que el partidofascista busca impulsar primero desde fuera y luego en el seno del aparatoestatal. Si bien existen contradicciones entre el partido fascista y los poderesdel aparato del Estado, su acceso al poder también se debe a la connivencia dedichos poderes en principio, ya que, luego, con el régimen establecido, elpartido fascista se subordina al aparato estatal, sin fusionarse con él.

Para Poulantzas, la ideología fascista que guía la acción del partido fascistacomo partido de masas, atiende, en un proceso de “adaptación-torsión de laideología burguesa”, a las aspiraciones de la pequeña burguesía. Si bien talesaspiraciones contienen aspectos genéricamente anticapitalistas de crítica a la“gran riqueza”, los monopolios, los bancos y lo capital de préstamo, al analizarla ideología fascista, el autor destaca una serie de características que puedenconcebirse como síntoma de la presencia del principio del burocratismo en laforma de ideología del pueblo-nación. Es decir, la ideología fascista lejos decontradecir el efecto de representación de la unidad que produce el principiodel burocratismo propio del Estado capitalista, se presenta como una de susposibles formas de manifestación, sobre todo si consideramos parte de losaspectos destacados por Poulantzas que constituyen esta ideología, tales como:estadolatría o “culto al Estado”, que corresponde al “fetichismo del poder”sostenido por la pequeña burguesía, expresándose también a través del “culto aljefe” y la defensa de una “autoridad jerárquica”; el “culto a lo ‘arbitrario’” queconcibe las reglas legales como orden del jefe, lo que permite resaltar la“ideología moral” que se ancla en las nociones de “honor y deber”; el elitismo yel racismo antisemita; el nacionalismo asociado con el “culto exacerbado de laentidad mística que es la ‘nación’”; el militarismo que combina nacionalismo,autoritarismo, jerarquía y culto al jefe; y el corporativismo, que se caracteriza

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por ser una forma de asegurar la participación política de la pequeña burguesíaen el proceso político a través del Estado.

En esta perspectiva, la ideología fascista puede ser tratada simultáneamentecomo una expresión de las aspiraciones de la pequeña burguesía, de ahí una delas posibles explicaciones del carácter de masas del movimiento fascista, ycomo una forma de manifestación específica de la ideología del pueblo-nación.No es casual, por tanto, que el partido fascista consiguiera, en un principio,acomodarse al aparato estatal, a medida que se desarrolla el proceso defascistización del llamado aparato represivo. Con la instauración del fascismo,ese mismo partido fascista comenzará a posicionarse de manera subordinada enel aparato estatal y a servir los intereses de la nueva fracción hegemónica delbloque en el poder: el gran capital monopolista. Con la consolidación delrégimen fascista, es la policía política la que se convierte en la rama dominantey asume el control del proceso de toma de decisiones del estado. ¿Quécaracteriza a esta policía política?

La policía política se define como la rama dominante del aparato estatal, peroestá directamente sujeta a la voluntad del jefe supremo. Asume gradualmenteun dominio ilimitado de intervención sobre las principales ramas del aparatoestatal y el contenido de la política estatal, traducido en el control de laseguridad, la administración y las actividades militares. Así, comienza a jugarun papel represivo e ideológico. Este proceso se consolida a través de lo quePoulantzas denomina “connivencias profundas” entre el partido fascista y elaparato policial, teniendo como razón explicativa la lucha llevada a cabo por elaparato represivo estatal contra las masas populares. Sobre este tema de laconnivencia, cabe señalar que lejos de perder el monopolio del ejercicio de lafuerza y la violencia legítima, el aparato represivo jugará un papel importantefrente a las milicias privadas, al armarlas: “(…) se trata aquí es de unatransferencia o delegación de funciones, que se legitima, por lo demás, pelo elcamino indirecto de la magistratura” (POULANTZAS, 1976, p. 397).

Además, Poulantzas (1976) está consciente de que el fascismo, comomovimiento inicialmente exógeno al aparato del Estado, busca infiltrarse

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fundamentalmente a través de la administración civil y la policía, realizando loque él llama un asalto simultáneo a la periferia y a al centro de este dispositivo.En otras palabras, en el caso alemán, el fascismo influye inicialmente en la basedel ejército y la policía de los gobiernos locales, lo que le permite eludir elcontrol que la dirección del ejército ejerce de forma centralizada sobre elaparato represivo. Poco a poco, la propia dirección del ejército recluta miliciasprivadas para garantizar la defensa de las fronteras. Así, las milicias privadasque se encontraban fuera del aparato represivo, llegan a controlarlo, inclusoconstituyendo una “red paralela de poder”, como fue el caso de las S.S.:

El aparato SS encarnaba concretamente, para el nacionalsocialismo, eldesplazamiento entre aparato represivo de Estado y aparatos ideológicos deEstado (…) precisamente a causa de este reclutamiento en masa y de estaformación ideológica, la policía política SS no se convirtió, como suele sucedercon la policía secreta de las otras formas de Estado burgués, en un “Estado enel Estado” en el sentido riguroso, sino que se mantuvo estrechamentecontrolada por los dirigentes nacionalsocialistas (IBIDEM, p. 406).

En el caso italiano, las milicias fascistas no cumplen el mismo papel represivo eideológico que las milicias S. S. hitlerianas, ejerciendo menos control sobre elaparato represivo, ya que la cúpula del ejército fue conquistada por el fascismo.En relación con la administración civil, la policía política ejerce control sobre lasintervenciones del aparato del Estado, pero no sobre su contenido. Endefinitiva, la red paralela de poder está menos desarrollada que la existente enAlemania, pero aún así, la policía política asume el papel dominante sobre todaslas ramas y aparatos del Estado.

IV. La actualidad de Fascismo y la dictadura: 50 años después.

¿Cuál sería la actualidad de la obra Fascismo y dictadura, 50 años después?Inicialmente, es necesario resaltar la caracterización del fascismo como unfenómeno histórico que emerge en una situación de una crisis política particularen el seno del desarrollo histórico del tipo de Estado capitalista. Comofenómeno histórico, el fascismo no se concibe como algo fechado, sino como una

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de las posibles formas de régimen que puede asumir el Estado capitalista, esdecir, el fascismo es una posibilidad histórica para la realidad del Estadocapitalista. Tal crisis política no debe confundirse, por tanto, con una crisisrevolucionaria, en la que podría configurarse una situación de doble poder quepondría en jaque la existencia misma del Estado capitalista. Es una aguda crisispolítica inscrita en la dinámica misma de la reproducción del capitalismo, queresulta en procesos complejos y conflictivos de realineamiento político declases. Poulantzas caracteriza esta crisis como una crisis de hegemonía y lavincula a la derrota estratégica previa del movimiento obrero y popular, lapolitización de la lucha del bloque en el poder contra las masas populares, laincapacidad de una fracción de las clases dominantes dirigir políticamente estebloque en el poder, la existencia de una crisis de representación política queatraviesa los partidos tradicionales y lo surgimiento de la pequeña burguesíacomo fuerza social organizada en un partido político de masas (el partidofascista).

La resolución de esta crisis de hegemonía está directamente relacionada con lossiguientes procesos: constitución de la alianza de la pequeña burguesía con elgran capital monopolista, que Poulantzas aborda como un «punto de noretorno» para el ascenso político del fascismo; redefinición de la hegemoníapolítica en el seno del bloque en el poder, que, con el régimen fascistaestablecido, es asegurada por el gran capital monopolista en el contexto de lasexperiencias clásicas del fascismo; transformaciones en el dominio ideológico,que permite que el gran capital monopolista ejerza la función de fracciónreinante anteriormente ocupada por la pequeña burguesía – este proceso ocurrecuando el partido fascista se integra y se subordina al aparato estatal;configuración de la pequeña burguesía como clase mantenedora del aparatoestatal, lo que la hace responsable de implementar la política de Estado delnuevo régimen fascista; y cambios en las relaciones de las ramas del aparato delEstado, abriendo la posibilidad para la constitución de la policía política comorama dominante.

En términos de la teoría política del fascismo, la principal contribución del libroFascismo y la dictadura fue caracterizar al fascismo como una forma de

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régimen en la forma de un Estado capitalista “de excepción”, que preferimosdefinir en este artículo como una forma de Estado capitalista dictatorial.Además, a partir de su análisis, es posible identificar dos rasgos fundamentalesque caracterizaron la particularidad de la dictadura fascista: un rasgoinstitucional, es decir, la policía política como rama dominante del aparatoestatal; y un rasgo social, a saber, la constitución de un régimen político quetiene una base de apoyo organizada y movilizada. Estas especificidades–institucional y social– marcan la caracterización de la dictadura fascistacuando, como hemos visto a lo largo del texto, se establece una comparaciónentre dicha dictadura y las dictaduras bonapartista y militar. El examen de laespecificidad de la dictadura fascista, lejos de ser un mero goce intelectual,tiene profundas consecuencias para la lucha antifascista. No observarla puederesultar en errores tácticos y estratégicos de gran magnitud, que incluso hansido cometidos por el movimiento comunista internacional en el pasado. Comonos recuerda Poulantzas (1976, p. 426) en las conclusiones de su libro: “(…) sila historia tiene un sentido, es porque puede servir de lección para el presente”.

Referencias bibliográficas:

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POULANTZAS, Nicos. Sobre o impacto popular do fascismo. Cadernos Cemarx,n. 12, 2019.

POULANTZAS, Nicos. Fascismo y dictadura: La tercera internacional frente alfascismo (8ª. ed.). Madrid, Siglo XXI, 1976.

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POULANTZAS, Nicos. Fascismo e ditadura: a III Internacional face ao fascismo(vol. I). Porto, Portucalense, 1972.

POULANTZAS, Nicos. Fascisme et dictadure: La IIIe Internationale face aufascisme. Paris, François Maspero, 1970.

SAES, Décio. Democracia. São Paulo, Ed. Ática, 1987.

[i]La primera edición de esta obra fue publicada por la editorial FrançoisMaspero en 1970, véase: Poulantzas (1970). La segunda versión, publicada porlas editoriales Seuil y François Maspero en 1974, sufrió algunos cambios conrespecto a la original. Ya no aparecen en esta nueva edición del libro: elsubtítulo “La IIIe Internationale face au fascisme”; el anexo «L’URSS et leKomintern»; los análisis concretos de los casos alemán e italiano del últimocapítulo del trabajo que abordó el tema del estado fascista; y los últimospárrafos de las conclusiones. Además, se realizaron varios ajustes estilísticosespecíficos en la redacción de la nueva publicación del libro.

[ii] Jessop (1985) insiste en la tesis de que Poulantzas no encajaba bien con la

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definición de «marxismo occidental» de Perry Anderson precisamente porquehabía vinculado teoría y estrategia política en su trabajo, a diferencia de otrosanálisis, como los realizados por la Escuela de Frankfurt, que habríanabandonado la reflexión sobre estrategia política.

[iii] Al hacer un balance general de los conceptos de Estado y revolución en elitinerario intelectual de Poulantzas, Codato (2008) también sostiene que, en elconjunto de sus principales obras formuladas desde 1968, es posible extraer dela caracterización del Estado capitalista un concepto de estrategia política.

[iv] Retomamos aquí las observaciones críticas realizadas por Boito Jr. (s / d) altrabajo de Poulantzas.

[v] Bensaïd (1973) afirma que Fascismo y dictadura debe entenderse como unaobra en la que Poulantzas aplica los conceptos producidos en el libro Poderpolítico y las clases sociales al análisis concreto. Esta tesis solo es creíble siconsideramos los conceptos y nociones que se articulan en torno a su teoría delbloque en el poder. No se puede decir lo mismo de su caracterización delEstado capitalista como estructura jurídico-política, formada por el derechoburgués y el burocratismo, que marca efectivamente la relación de Poulantzascon las tesis expuestas por Althusser y su grupo en las obras Pour Marx y LireLe Capital. Este tipo de tesis ligadas a la matriz oficial althusseriana y que estánen la base del concepto de Estado capitalista formulado en la obra Poderpolítico y las clases sociales, fueron abandonadas por Poulantzas en Fascismo yla dictadura, que pasó a adoptar el concepto de Estado capitalista como siendoconstituido por un conjunto de aparatos (represivos e ideológicos).

[vi] Extrajimos estas conclusiones sobre las bases sociales de las dictadurasfascistas, bonapartistas y militares de una discusión teórica instigadora sobre elconcepto de fascismo, realizada por el profesor Armando Boito Jr. en unseminario realizado en el Centro de Estudios Marxistas (Cemarx)/Unicamp) aprincipios de octubre de 2020.

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[vii] Otro tema que tiene originalidad y relevancia es la relación que el autorbusca establecer entre el fascismo y las diferentes clases y fracciones de clase(clases dominantes, clase obrera, pequeña burguesía y clases sociales en elcampo), en particular Poulantzas realiza un análisis profundo de las causas de laadhesión o no de estas diferentes clases y fracciones de clase al fascismo.Desafortunadamente, debido a la falta de espacio, no podremos abordar estetema en el presente trabajo. Este debate fue retomado en otro momento porPoulantzas (2019) en un artículo publicado en 1975.

[viii] Nos referimos aquí a la “Nota a la edición portuguesa”.