n. 6 – diciembre 2009 liturgia dominicana por los difuntos

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N. 6 – Diciembre 2009 LITURGIA DOMINICANA POR LOS DIFUNTOS Durante el Capitulo General de Madonna dell’Arco (1974), el Orden de Predicadores hizo un inventario de los elementos específicos y del uso del Rito litúrgico tradicional, que la Orden deseaba conservar, después de un aggiornamento apropiado. De estos elementos, el Capitulo aprobó un documento relativo a la « Liturgia dominicana para los enfermos y los difuntos ». En 1976, la Orden presentó estos elementos para ser aprobados, a la Congregación para los Sacramentos y el Culto Divino. Después de esto, la Comisión litúrgica dominicana fue encargada de preparar una redacción completa del ritual que serviría de referencia a las comunidades y que, presentaría los elementos litúrgicos de manera estructurada para una celebración más apropiada. En junio del 2001, después de la aprobación de las redacciones por el Maestro de la Orden , Timothy RADCLIFFE, estas dos secciones rituales del PROPRIUM O.P., Ordo Unctionis Infirmorum eorumque spiritualis curae et Ordo Exsequiarum fueron presentadas a la Congregación para el Culto divino y la disciplina de los Sacramentos, en vista de una ultima recognitio. El Maestro del Orden, Carlos A. AZPIROZ COSTA deseoso de que las comunidades conozcan las orientaciones de nuestra tradición, sobre la liturgia de los enfermos y de los difuntos, pidió a la actual Comisión litúrgica de publicar estos dos volúmenes, pro manuscrito, como instrumento de trabajo, en la colección « Documenta » del PROPRIUM O.P. El se explica en el Prefacio de los dos volúmenes e indica que en el momento oportuno la Orden tendrá en cuenta las nuevas indicaciones del Ordo Unctionis et del Ordo Exsequiarum del Rito romano (Rit Romain), si estos rituales son objeto de otra edición. Antes de que las Provincias dominicanas traduzcan y editen en los idiomas respectivos los dos volúmenes latinos, este numero d'INFO/CLIOP quiere dar a conocer a las comunidades de hermanos y de hermanas la traducción de la parte improductiva de estos rituales (Prefacio, Letra de promulgación e introducción general). Con esta publicación la Comisión desea ofrecer una breve presentación de los componentes de estos Rituales y destacar algunos aspectos litúrgicos más específicos para nuestras comunidades. Una consultación en paralelo de este boletín es necesaria, sobre todo para familiarizarse con las siglas utilizadas (obras citadas, libros bíblicos); en la parte improductiva de estos Documenta II et III, en donde el lector encuentra (por otra parte) la traducción en este número.

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N. 6 – Diciembre 2009

LITURGIA DOMINICANA POR LOS DIFUNTOS

Durante el Capitulo General de Madonna dell’Arco (1974), el Orden de Predicadores hizo un inventario de los elementos específicos y del uso del Rito litúrgico tradicional, que la Orden deseaba conservar, después de un aggiornamento apropiado. De estos elementos, el Capitulo aprobó un documento relativo a la « Liturgia dominicana para los enfermos y los difuntos ». En 1976, la Orden presentó estos elementos para ser aprobados, a la Congregación para los Sacramentos y el Culto Divino. Después de esto, la Comisión litúrgica dominicana fue encargada de preparar una redacción completa del ritual que serviría de referencia a las comunidades y que, presentaría los elementos litúrgicos de manera estructurada para una celebración más apropiada. En junio del 2001, después de la aprobación de las redacciones por el Maestro de la Orden , Timothy RADCLIFFE, estas dos secciones rituales del PROPRIUM O.P., Ordo Unctionis Infirmorum eorumque spiritualis curae et Ordo Exsequiarum fueron presentadas a la Congregación para el Culto divino y la disciplina de los Sacramentos, en vista de una ultima recognitio. El Maestro del Orden, Carlos A. AZPIROZ COSTA deseoso de que las comunidades conozcan las orientaciones de nuestra tradición, sobre la liturgia de los enfermos y de los difuntos, pidió a la actual Comisión litúrgica de publicar estos dos volúmenes, pro manuscrito, como instrumento de trabajo, en la colección « Documenta » del PROPRIUM O.P. El se explica en el Prefacio de los dos volúmenes e indica que en el momento oportuno la Orden tendrá en cuenta las nuevas indicaciones del Ordo Unctionis et del Ordo Exsequiarum del Rito romano (Rit Romain), si estos rituales son objeto de otra edición. Antes de que las Provincias dominicanas traduzcan y editen en los idiomas respectivos los dos volúmenes latinos, este numero d'INFO/CLIOP quiere dar a conocer a las comunidades de hermanos y de hermanas la traducción de la parte improductiva de estos rituales (Prefacio, Letra de promulgación e introducción general). Con esta publicación la Comisión desea ofrecer una breve presentación de los componentes de estos Rituales y destacar algunos aspectos litúrgicos más específicos para nuestras comunidades. Una consultación en paralelo de este boletín es necesaria, sobre todo para familiarizarse con las siglas utilizadas (obras citadas, libros bíblicos); en la parte improductiva de estos Documenta II et III, en donde el lector encuentra (por otra parte) la traducción en este número.

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N° 6 INFO CLIOP 2

SUMARIO DE ESTE NÚMERO

INFO/CLIOP N° 6 – Diciembre 2009

LITURGIA DOMINICANA DE EXEQUIAS

(Presentación del Ordo Exsequiarum O.P., ed. 2008)

Presentación del número p. 1. MO Fr. Carlos A. AZPIROZ COSTA: Prólogo a los volúmenes II y III de « Documenta » del Proprium O.P. (14 septiembre 2008) p. 3. MO Fr. Timothy RADCLIFFE : Carta de promulgación del Ordo Exsequiarum O.P. (4 de junio del 2001) p. 5. INTRODUCCIÓN GENERAL

I. Liturgia dominicana de exequias p. 9 II. Comunidades y personas implicadas p. 10 III. Oraciones adaptadas a los diferentes momentos p. 12 IV. Modos de desarrollar las exequias p. 14 V. Oficios y ministerios relacionados con los difuntos p. 15 VI. Adaptación y traducción del presente Ritual p. 15 COMPOSICIÓN DEL ORDO Y SUGERENCIAS PARA SU USO

1. Con relación a la tradición litúrgica y regular dominicana p. 18 2. Espíritu y estructura de este Ritual p. 19 3. Estructura típica de los capítulos del Ritual p. 20 4. Breve presentación y contenido del Ritual p. 20 5. Traducción y uso del Ritual p. 22

TEXTOS DEL « LIBRO DES CONSTITUCIONES Y ORDENACIONES » DE LOS HERMANOS DE LA ORDEN DE PREDICADORES » p. 23 INFORMACIÓN COMPLEMENTARIA p. 24

Tengan los frailes un recuerdo fiel de sus predecesores en la familia de Santo Domingo que les

confieren «ejemplo con su vida, compañía con su amistad, ayuda con su intercesión»(Const. Lumen gent. n. 51). Presten atención a sus obras y su doctrina, y denlas a conocer.

Además, no falten los sufragios por los frailes difuntos. (LCO, n. 16)

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N° 6 INFO CLIOP 3

PRÓLOGO

DE FRAY CARLOS AZPIROZ COSTA, O.P.

MAESTRO DE LA ORDEN DE PREDICADORES

Por medio de una carta del 29 de abril del 20011, mi predecesor Fray Timothy Radcliffe, promulgó el Ordo Unctionis Infirmorum eorumque spiritualis curae; después, en otra del 4 de junio del 20012, promulgó el Ordo Exsequiarum. Estos dos volúmenes renovados del Ritual de la Orden, son el fruto de varias Comisiones o grupos de hermanos y hermanas que, a petición de diferentes Maestros de la Orden, trabajaron en el inventario de nuestra tradición litúrgica en las diferentes Provincias, con el deseo de una renovación de nuestros usos litúrgicos y usuales. Dentro de estas comisiones es conveniente nombrar, en primer lugar, la Comisión Litúrgica llamada « pequeña » o « especial », presidida por Fray A. D’Amato, quien a petición del Maestro de la Orden, Fray Aniceto Fernández, de 1973 a 1974, preparó un inventario de los elementos particulares que la Orden deseaba conservar de su rica tradición litúrgica, en vistas al Capítulo General de Madonna dell’Arco (1974). El Capítulo General de 1974 aprobó, entre otros, el documento titulado: « Adaptationes ad Ordinem Praedicatorum illarum partium Ritualis Romani quae vocantur “Ordo Unctionis” et “Ordo Exsequiarum” ». Estos trabajos (Introducción general, Secciones del Ritual y Textos específicos), fueron presentados a la Congregación para el Culto Divino, y recibieron la aprobación3. En conformidad con cuanto expresaba el Cardenal Knox, Prefecto del Dicasterio, estos elementos de la liturgia de enfermos y de difuntos, así como los que provienen de nuestros libros tradicionales, principalmente del Misal y del Breviario, se confirman « según el espíritu del principio, que otorga igual dignidad a los Ritos particulares, legítimamente reconocidos por el Concilio Vaticano II (SC, n. 4) ». Los elementos propios de la liturgia de enfermos y difuntos, publicados en la Analecta O.P. (vol. 43, 1977, pp. 141-159), no estaban redactados a la manera de un Ritual. Por otra parte, varias Provincias y Monasterios de Monjas de la Orden de Predicadores, pidieron que se preparara la edición de un Ritual apropiado, donde se encontraran los elementos o textos litúrgicos, y las orientaciones para poder aplicarlas concretamente en las comunidades, teniendo en cuenta las exigencias y los usos en nuestra vida regular. El trabajo de revisión, de preparación y de edición del Ritual lo confiaron los Maestros del Orden, fray Vincent de Couesnongle, fray Damian Byrne y fray Timothy Radcliffe, a una Comisión litúrgica presidida por fray Vincenzo Romano, quien asumió la responsabilidad hasta finales de noviembre del 2001. Esta Comisión, con la ayuda de numerosos hermanos y hermanas, realizó un trabajo importante de presentación y de puesta en marcha, en forma de Ritual, de los elementos de nuestra liturgia tradicional de enfermos y de difuntos. En los apéndices de los dos volúmenes, se indican las sugerencias que pueden ayudar a las diferentes comunidades (frailes, monjas, hermanas, laicos), a vivir en profundidad estas realidades cristianas, bien en la liturgia o bien en la práctica pastoral, para con los miembros de la Familia Dominicana.

En junio del 2001, diez años después (1991-2001), la Comisión litúrgica sugirió a la Curia general que se diera a conocer a la Congregación para el Culto Divino y la disciplina de los Sacramentos, los dos volúmenes redactados en latín y en italiano, antes de imprimirlos, para una « ultima recognitio »; aunque todo había sido ya confirmado por el Dicasterio en 1976. Se procedió de

1 Prot. n° 66/01/593. 2 Prot. n° 66/01/1007. 3 Cf. Decreto del 25 de Julio 1977, Prot CD 671/76: ASOP 43, 1977, p. 133.

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una manera análoga cuando se renovó el Proprium de Tempore, que fue impreso, es decir, el Missale y el Lectionarium O.P. (ed. V. de Couesnongle et D. Byrne 1985). En la respuesta diligente del Excelentísimo Monseñor V. Noé4, la Congregación felicitaba a la Orden por la renovación de estos ritos y por el deseo de suministrarlos a las diferentes comunidades dominicanas.

Sin embargo, la confirmación oficial de los dos rituales no había llegado todavía. Esto puede

explicarse por la abundancia de documentos que este Dicasterio debe examinar para el conjunto de la Iglesia y de las Conferencias Episcopales, como también para los Institutos de Vida Consagrada. A pesar de los informes detallados de estos trabajos destinados a la Congregación y redactados por la Comisión dominicana en el 2001, algunas dificultades de interpretación pueden persistir.

Teniendo en cuenta esta situación, pensamos poner desde ahora a la disposición de las Comunidades, el trabajo realizado por la Comisión litúrgica, aprobado por la Orden y confirmado por la Congregación para el Culto Divino. Este trabajo se llevó a cabo según las normas que exige la Santa Sede para la revisión de los libros litúrgicos, y en particular según el método utilizado por nuestra Comisión litúrgica para el Ordo professionis O.P. Teniendo en cuenta la urgencia litúrgica y pastoral de la Familia dominicana, de tener un apoyo coherente en conformidad con nuestra tradición litúrgica y regular, en lo relativo a la liturgia de enfermos y de difuntos, le pedí a la actual Comisión litúrgica que publicara estos dos volúmenes y se incluyeran en la colección Documenta del Proprium O.P. La presentación, incluso desde el punto de vista tipográfico, no se hace en la forma propia de los Rituales en el sentido estricto, sino como « instrumentos de trabajo ». Además de los elementos directamente relacionados con la celebración, estos Rituales, como se ve en nuestros libros tradicionales, sobre todo en las « notas preliminares » de cada capítulo, ofrecen orientaciones para la aplicación comunitaria y regular de estos ritos.

Las Comunidades de la Orden, incluso para la liturgia de enfermos y de difuntos, deben seguir las directivas de la Iglesia y de la liturgia renovada, nacida del Concilio de Vaticano II, con su aplicación a los libros litúrgicos de las diferentes Conferencias Episcopales. Cuando la Santa Sede publique una nueva edición típica del Ordo Unctionis y del Ordo Exsequiarum, la Orden presentará directrices para el conjunto de la Familia dominicana, con el fin de que la vida litúrgica de la Orden se inspire cada vez más en la liturgia renovada de la Iglesia latina, en sus últimas etapas.

Es mi anhelo que desde ahora, las Provincias, Monasterios, Congregaciones, Fraternidades y el Laicado Dominicano, descubran la riqueza de estos volúmenes que se les ofrece5. Para una traducción, aunque sea parcial, se tendrá en cuenta las orientaciones generales de la Santa Sede, señaladas también en las directrices especificas de la Orden. Se tendrá también en cuenta las instrucciones dadas en la Instrucción Liturgia authenticam y otras directrices recientes.

El 14 septiembre del 2008, en la fiesta de la Santa Cruz.

Fr. Carlos A. AZPIROZ COSTA, O.P. Maestro de la Orden

Fr. Christophe HOLZER, O.P.

Secretario General

Prot. n° 66/08/27 Ritual de los enfermos

4 Prot. CD 524/83. 5 Con relación a los elementos litúrgicos particulares de la Orden, el Cardenal Jacques R. KNOX, en el decreto citado

escribe: « Podrán ser utilizados, según el criterio de cada comunidad, guardando la preocupación del bien espiritual y el progreso pastoral, tanto de la comunidad como de los fieles que frecuentan habitualmente las iglesias de la Orden. »

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CARTA DE PROMULGACIÓN DEL MAESTRO DE LA ORDEN

[Ritual de exequias]

1. POR MEDIO DE LA MUERTE SE REALIZA EL ÉXODO de un hermano o de una hermana al

encuentro del Padre, después de haber estado unidos a nosotros mediante los vínculos de la fraternidad y del compromiso apostólico; en tal acontecimiento se realiza también un paso (pascua) del Señor, que ofrece un mensaje de consuelo a los familiares del difunto, a su comunidad, a sus amigos. Una pregunta surge siempre en nuestros corazones y en nuestra memoria: ¿Hemos amado suficientemente a este hermano, o a esa hermana? ¿Hemos sabido percibir, con discreción, su interioridad? ¿Ha sido para nosotros, en la Familia Dominicana1, un auténtico hijo o hija de santo Domingo? ¿Ha sido para nosotros «el amigo que Dios nos dio», según una expresión atribuida a san Francisco de Asís? ¿Hemos acudido a visitarlo lo suficiente cuando se encontraba en el hospital2?

2. Sobre esta base de comunión fraterna y apostólica es necesario situar el sentido profundo de este Ritual de exequias, fundamentado en nuestra tradición litúrgica, pero profundamente renovado según las orientaciones del Concilio Vaticano II, que ha querido introducirnos en el misterio pascual de Jesús, muerto y resucitado3. En nuestro camino de fe

3. El acontecimiento de la muerte abre hacia la vida, hemos sido creados para vivir: amamos la vida por su belleza, su encanto, su dinamismo, las amistades, y también por la promoción del ser humano, y el servicio a nuestros coetáneos, a los cuales estamos unidos de muchos modos. Vivir es nacer continuamente, y Jesús recibe de su Padre la potestad para introducir a los creyentes en la vida más plena y en la luz de la resurrección4.

4. Muchos textos de la Sagrada Escritura afirman que para aquel que cree en Dios, nuestra

paz5, las dificultades de la existencia, las angustias, e incluso el pecado y la muerte no pueden prevalecer ante la fuerza liberadora del Espíritu6. No entra en los planes de Dios la ruina de su creación7, obra admirable del Verbo creador, como su redención y realización plena. Por tanto, a través del misterio pascual, «el último enemigo aniquilado será la muerte» y «Dios será todo en todos»8, cuando nuestra fe sea perfeccionada por la última venida del Espíritu Santo, a la que alude el Apocalipsis: «He aquí que hago nuevas todas las cosas»9, como ríos que regresan a su fuente10.

5. Los libros litúrgicos ya publicados, en el ámbito de la liturgia renovada de la Orden de

Predicadores, es decir, el Misal y el Leccionario, la Liturgia de las Horas y las secciones del Ritual constituidas por el Rito de la profesión y por el Rito de la Unción de Enfermos, subrayan que nuestra vida religiosa y apostólica debe vivirse en la perspectiva del misterio pascual, en una dimensión eucarística, en la que se conjugan la alabanza a Dios y el servicio a los hombres y a la creación.

1 Cf. ACG 1998, n. 34. 2 Cf Mt 25,36.43. 3 Cf. Rm 6,3-4a. 4 Cf. Io 5,26-29; 6,39-40.44.54; 11,25. 5 Cf. Is 9, 5; Eph 2,14. 6 Cf. Rm 8,2.11. 7 Cf. Sap 1,13. 8 Cf. 1 Cor 15,27.28. 9 Ap 21,5. 10 Tomás de Aquino, In III Sent. prol. ; cf. Summa c. Gent. IV 55.

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N° 6 INFO CLIOP 6

6. Por tanto, esta sección del Ritual, después del Rito de la Unción y pastoral de Enfermos, ha sido renovada según las orientaciones dadas a la Iglesia por el Concilio Vaticano II, para que nuestra fe sea reavivada por la compasión de Cristo, autor de nuestra salvación11, para que el testimonio evangélico sea redescubierto en la comunidad, en la misión y en la oración12, y mediante una liturgia verdadera13 sean santificados los diferentes momentos que van desde la muerte hasta la sepultura. La muerte, ruptura en nuestra comunión fraterna

7. La muerte de un hermano, de una hermana o de otro miembro de la Familia Dominicana, produce una laceración en la comunidad local y provincial en la Congregación o en la Fraternidad, y también en la Orden. Incluso cuando la muerte, como hoy generalmente sucede, se produce después de largos años de vejez o enfermedad, la separación siempre es dolorosa. Una voz se apaga, permanece vacío un lugar en el coro y en el refectorio, desaparece una sonrisa en la comunidad, un trabajo o una responsabilidad queda sin responsable, en algún apostolado será necesario realizar una sustitución, entre las personas más cercanas al convento, o a la casa, o a la Fraternidad se nota la falta de un diálogo con el hermano o la hermana que todos habían conocido en el barrio o en el lugar de misión.

8. Las familias, que tal vez con gran valentía y dolorosa renuncia habían confiado a su hijo o hija a la Familia Dominicana, se ven también probadas por el luto y la nostalgia, preguntándose a quién, en el futuro, privados de aquél o aquella familiar, podrán confiarse como hacían normalmente, con la certeza de ser escuchados y comprendidos, incluso cuando les transmitía, con afectuosa delicadeza, la fuerte luz de la Palabra de Dios.

9. La experiencia cristiana nos dice que un cierto diálogo, e incluso una forma de amistad

pueden continuar, en la visión de fe de la que se habla en la Escritura, y que se nos recuerda en la tradición eclesial y dominicana. Cada difunto, envuelto por la misericordia de Dios y por la intercesión de la Iglesia, participa de la Jerusalén celeste y se convierte en miembro del Reino de Dios14. La liturgia recuerda estas grandes realidades y la oración de la Iglesia, corroborada por el Espíritu Santo, nos une a aquellos testimonios excepcionales que son los santos y las santas, junto con los mártires de nuestro tiempo15. Nuestra alianza con la misericordia de Dios se encuentra confirmada y fortalecida por el ejemplo de nuestros hermanos y hermanas en Cristo y en Domingo. El Ritual de la Orden

10. En las Cartas de promulgación de las otras secciones del Ritual de la Orden16 ha habido

ocasión de recordar que es necesario que hoy nos situemos en nuestra tradición litúrgica; además, en este mismo libro, la Introducción general ofrece algunas indicaciones históricas y estructurales17: en esta última sección de mi carta deseo, por mi parte, subrayar algunos aspectos más directamente unidos a la liturgia de difuntos.

11. Hasta el siglo XX, la Orden de Predicadores, como las demás familias religiosas, había

conservado una liturgia de enfermos y difuntos cuya riqueza y valor han sido a menudo señalados18. La asistencia y la oración fraterna al lado de los hermanos enfermos o difuntos ha estado siempre

11 Hebr 5,9; cf. 2,10. 12 Cf. ASOP 43, 1977, p. 174 adn. 5. 13 Cf. Y. Congar, Sacerdoce et laïcat, Paris 1962, p. 166. 14 Cf. CCC, n. 1682. 15 Cf. TMA, n. 37; Mártires dominicos del siglo XX, IDI 389, enero 2001, pp. 22-28. 16 Proprium O.P., III: Rituale, Ordo in electionibus Superiorum servandus, Romæ 1992 (= ASOP 1991, pp. 257-288); IV:

Rituale, Professionis ritus, Romæ 1999 (= AOP 1999, n. 1). 17 Cf. Infra, «Intr. gen.», nn. 3-5. 18 Cf. ASOP 43, 1977, p. 143.

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N° 6 INFO CLIOP 7

presente, sea en las orientaciones relativas al desarrollo de los ritos, sea en las normas emanadas por la Orden sobre los sufragios por los difuntos19.

12. Recientemente, siguiendo las indicaciones del Concilio Vaticano II, nuestra Orden ha

cuidado de la renovación de los propios libros litúrgicos, deseando conservar, en los textos y en los ritos, los elementos propios20. Por eso, el Capítulo General de 1974 aprobó un repertorio de elementos de nuestra tradición relativa a la liturgia de enfermos y de difuntos21: el Capítulo confió al Maestro de la Orden el encargo de realizar la edición de estos textos en forma de ritos22, después de la confirmación por parte de la Sede Apostólica. Después de numerosos estudios23 y teniendo en cuenta las experiencias de Provincias, Monasterios y Congregaciones24, bajo mi encargo, se ha preparado este Ritual por la Comisión Litúrgica de la Orden, y ahora se presenta a la Orden.

13. Por tanto, esta sección del Ritual trata, en particular, de las exequias y de los sufragios por los difuntos en el seno de la Familia Dominicana. De este libro deseo poner de manifiesto algunos aspectos específicos: a) el Rito de Exequias del Ritual Romano recomienda santificar los diferentes momentos que van desde la muerte hasta la sepultura; este proceso, tradicional en nuestra Orden, se ha subrayado con la publicación de este libro. Esto debería lograr una participación auténtica de los hermanos y hermanas en esta celebración, teniendo en cuenta sus trabajos apostólicos. b) los sufragios pedidos en la Constituciones de cada rama de la Familia Dominicana se encuentran oportunamente retomados en un capítulo de este Ritual, en el que se incorporan también los elementos ofrecidos en el Libellus precum renovado por la Orden25. Estos sufragios están menos desarrollados de lo que lo estuvieron en el pasado, en la historia de la Orden26: por eso, los miembros de la Familia Dominicana deberán preguntarse por la propia fidelidad, personal y comunitaria, a estas exigencias. La valoración de los diferentes ritmos de celebración recordados más adelante [cf. a) ] podrá permitir a cada uno colocarse en una situación de mayor verdad en relación con cuanto se nos pide. c) la Misa de exequias, con el rito del último adiós, así como la participación en la sepultura, constituyen los momentos culminantes de esta liturgia. Nuestras comunidades deberán cuidar la preparación y el desarrollo de estas celebraciones, con la misma atención para cada uno de los hermanos o hermanas; la pobreza con que a veces se desarrolla la sepultura no debe obstaculizar de ningún modo la verdad litúrgica y la transparencia evangélica. d) varias veces en este Ritual, se recuerda las relaciones que nos unen a las familias y amigos de los hermanos o hermanas. Es necesario tener un comportamiento apropiado, recordando la responsabilidad de la Orden hacia cada uno de sus miembros, pero teniendo presente el deber de reconocimiento que se debe tener hacia nuestras familias, como oportunamente se recuerda en los aniversarios.

19 Cf. LCO, nn. 9, 10, 11, 70-75; LCM, nn. 8-12, 16-21, 45/2°. 20 Cf. SCSCD, Decr. 25 Julio de 1977: LHOP, p. V. 21 ASOP 43, 1977, pp. 149-155. 22 ACG 1974, n. 170. 23 Cf. D. Dye, Le rit dominicain à la suite de la réforme liturgique de Vatican II, ASOP 43, 1977, pp. 193-275 (=

“Notitiæ” 14, 1978, pp. 334-417; 463-499); A.-G. Fuente, La Vida litúrgica en la Orden de Predicadores. Estudio en su legislación: 1216-1980, Romæ 1981; M.A. del Río González, La Liturgia de la Muerte y de las Exequias en la tradición dominicana. Estudio histórico-litúrgico-teológico, Salmanticæ 1998.

24 Cf. V. Romano, IDI 221, febbr. 1985, p. 18; ibid. 233, marzo 1986, p. 36. 25 LHOP, pp. 764-773. 26 Cf. H. R. Philippeau, La liturgie dominicaine des malades, des mourants et des morts, “Archives d’histoire

dominicaine” I, Paris 1946, pp. 38-52; P.R., Pour l’histoire de l’Office des morts chez les Frères Prêcheurs, ibid., pp. 232-240; A. Dirks, De officio defunctorum in Ordine Fratrum Prædicatorum, ASOP 1953-1954, pp. 389-394; A. Redigonda, De hebdomadali Officii defunctorum recitatione apud FF. Prædicatores, ASOP 1955-1956, pp. 50-61; M.-D. Chauvin, La Liturgie de la mort dans l’Ordre de Saint Dominique, Romæ 1920.

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N° 6 INFO CLIOP 8

14. Como para el Rito de la Unción de Enfermos, esta sección de nuestro Ritual ofrece, junto a los textos tradicionales renovados, formularios e indicaciones nuevas. Se sugieren también las adaptaciones que pueden realizarse en las diferentes lenguas. Los frailes, las monjas, las hermanas y los miembros de Fraternidades laicales de la Orden son invitados a descubrir, a través de una oportuna presentación, las riquezas litúrgicas y espirituales de este libro. En particular, debe instruirse a los estudiantes en este Ritual Romano y en el de la Orden. La pastoral de exequias, aunque no sea un aspecto de nuestro ministerio, a menudo es una ocasión de misión: también aquí la compasión de nuestro Padre Santo Domingo y el carisma de santa Catalina de Siena pueden ayudarnos a encontrar palabras y gestos apropiados.

15. Como se proclama en el prefacio I de difuntos, en Cristo «brilla la esperanza de nuestra feliz resurrección». En el centro de nuestra fe está precisamente la resurrección27: ésta hace actuar como hombres libres, en el camino iniciado a partir de la profesión, por la que, habiendo sido conformados con Cristo mediante el bautismo, crecemos en la obediencia hasta la muerte. Promulgación y traducciones de este Rito de Exequias

16. La presente edición del Rito de Exequias, parte de nuestro Propio, aprobado por la Orden y sometido a la revisión de la Sede Apostólica, que la había confirmado en sus elementos rituales, de ahora en adelante será considerada «típica» para todos los miembros de la Familia Dominicana, según la regla de cada uno.

17. De este libro se han de preparar traducciones a las lenguas modernas y, eventualmente,

adaptaciones, bajo la responsabilidad de los Provinciales competentes28. Al proceder a las traducciones y a las adaptaciones ténganse presentes las normas u orientaciones emanadas por la Sede Apostólica29 y por las Conferencias Episcopales, como también las indicaciones formuladas por encargo del Maestro de la Orden30, y las contenidas en la Introducción del Ritual Romano31, o en este libro32.

18. A todos nosotros, que sentimos el peso del sufrimiento ante el misterio de la muerte, nos sirva de ayuda nuestro padre Domingo, según su promesa33, de modo que la gran esperanza con la que nos enriquece pueda extenderse sobre nuestros contemporáneos. Roma, en nuestra Curia general, 4 de junio, memoria de san Pedro Mártir, del año 2001.

Fr. Timothy RADCLIFFE, O.P. Maestro de la Orden

Fr. Vincenzo ROMANO, O.P.

Presidente de la Comisión Litúrgica de la Orden

Prot. N° 66/01/1007 27 1 Cor 15,12-17. 28 Junto con el texto latino de esta parte del Ritual, fueron aprobadas por la Orden y confirmadas por la Sede Apostólica,

una versión en italiano y otra en francés, como ediciones típicas en las respectivas lenguas. 29 SCCD, Declar. De interpretatione textuum liturgicorum, 15 sett. 1969: EDIL I, n. 1963, nota a), pp. 623 s.; CCDDS,

Instr. De usu linguarum popularium in libris liturgiæ Romanæ edendis, 28 marzo 2001. 30 Cf. V. Romano, Indicationes quædam pro adaptatione Proprii liturgici O.P. a Provinciis perficienda, 24 iun. 1978,

ASOP 45, 1979, pp. 13-30; Translationes Proprii O.P. linguis vernaculis, in LHOP, «Intr. gen.», nn. 72-79, pp. LX-LXIII.

31 RE, nn. 21-25. 32 «Intr. gen.», nn. 32-33. 33 Cf. Acta canonizationis Bonon., nn. 7-8, MOPH 16, pp. 127-130.

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INTRODUCCIÓN GENERAL

1. En los funerales de sus hijos, la Iglesia celebra en la Fe, el misterio de Cristo. Por el bautismo han sido hechos miembros de Cristo muerto y resucitado. Oramos para que con Cristo pasen de la muerte a la vida, para que sean purificados en el alma, y se unan a todos los santos en la espera de la resurrección de los muertos y de la bienaventurada esperanza del advenimiento de Cristo. La Iglesia ofrece también por los difuntos el sacrificio eucarístico de la Pascua de Cristo y les brinda sus oraciones y sufragios; de este modo, ya que todos los miembros de Cristo están en comunión, obtiene para unos un socorro espiritual y ofrece a los demás un consuelo en la esperanza1 2. Cuando se celebran las exequias de los frailes y hermanas, y en algunos casos de otros miembros de la Familia dominicana, la Orden con todos los cristianos, debe afirmar la esperanza en la vida eterna, sin descuidar por tanto, la mentalidad y las reacciones relacionadas con los difuntos, que forman parte de enfoques propios de nuestra época, y de la cultura de los diferentes países, donde se encuentran los miembros de la Familia dominicana. En conformidad con las orientaciones del Ritual de exequias según el Rito romano, la Orden, con la renovación de sus usos propios aquí presentados, acepta voluntariamente todo lo que es bueno de las costumbres locales o familiares. En cuanto a lo que parece contradecir el Evangelio, o el sentido de la vida consagrada, los hermanos y las hermanas tratarán de transformarlo, con el fin de que las exequias manifiesten plenamente la fe pascual de la Iglesia, y testimonien verdaderamente el espíritu evangélico y de nuestra fraternidad religiosa. En particular, se prestará atención para dar igual dignidad y solemnidad a las exequias de los hermanos o de las hermanas, sin importar la función o la posición que hayan tenido en el seno de la Orden o de la Iglesia2.

I

LITURGIA DOMINICANA DE EXEQUIAS 3. La Orden de Predicadores, al igual que otras Familias religiosas, heredaron de las tradiciones particulares una liturgia de enfermos y de difuntos, cuya riqueza y valor se han resaltado3, y algunas veces utilizados en la renovación litúrgica general, consolidada después del Concilio Vaticano II4. Al renovarse completamente el Ritual Romano relativo a estas celebraciones, nuestra Orden pidió y obtuvo el derecho de adoptar este Ritual, con una preocupación pastoral, a fin de poder beneficiar con ritos mejor adaptados a la sensibilidad religiosa y espiritual de nuestro tiempo5. Sin embargo, como prevé explícitamente el Ritual Romano6, la Orden quiso conservar ciertos elementos que pertenecen a nuestro antiguo Rito. Cuando se estimó necesario, la Orden renovó estos elementos, adaptándolos también al uso conventual, a las estructuras o a los textos de la liturgia latina actual. 4. Así pues, encontraremos aquí textos revisados del Procesionario, del «Collectarium», y del Ceremonial O.P., tal como fueron aprobados por el Capitulo General de 1974, y ratificados por la

1 Cf. OE, n. 1. 2 Cf. OE, nn. 2 y 20. 3 Cf. ASOP 43, 1977, p. 142. 4 Cf. ACG 1974, n. 170 (= ASOP 43, 1977, pp. 147-149, nn. 14-21; pp. 152-155, nn. 28-37). Voir aussi D. DYE, Le rit

dominicain à la suite de la réforme liturgique de Vatican II, ASOP 43, 1977, pp. 193-275 (= Notitiae 14, 1978, pp. 334-417; 463-499), spécialement pp. 250-260; M.A. DEL RIO GONZALES, La Liturgia de la Muerte y de las Exequias en la tradición dominicana. Estudio histórico litúrgico, Salamanca 1998

5 Cf. ACG 1974, n. 170.(= ASOP 43, 1977, pp. 143 ss.); ASOP 43, 1977, pp. 141 ss. 6 Cf. ASOP 43, 1977, p. 143 note 3.

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Sede Apostólica7. Se revisaron las indicaciones tradicionales del los rituales, teniendo en cuenta las diferentes situaciones en las que se encuentran las comunidades de la Orden: hermanos, hermanas, monjas u otros miembros de la Familia dominicana. 5. Nuestras comunidades prestarán siempre atención a los hermanos y hermanas enfrentados al misterio de la enfermedad y de la muerte. Por lo que se refiere a los sufragios este Ritual invita a consultar las determinaciones de las Constituciones, o de los Estatutos de cada rama de la Familia dominicana8. Sin embargo, a partir del espíritu de la liturgia renovada, se indica la manera más apropiada de santificar las diferentes etapas, desde la muerte a la sepultura. Ofrece también orientaciones para estimular a las comunidades en su vida de oración.

II

COMUNIDADES Y PERSONAS IMPLICADAS Orientaciones generales

6. Las circunstancias que rodean la muerte de un hermano o de una hermana son diversas (en el convento, hospital, residencia, fuera…), y el modo de celebrar las comunidades las acciones litúrgicas se ve marcado por las diferencias culturales, locales o de personas. Es importante tener en cuenta los elementos cambiantes, y conocer bien las posibilidades que ofrece el Ritual Romano y sus adaptaciones según las regiones9. 7. Para saber cómo preparar y organizar las celebraciones, el Prior y el responsable de la liturgia de la comunidad tendrán en cuenta las circunstancias, en particular cuando el hermano enfermo se encuentra en el hospital, y utilizarán libremente las facultades que otorga el Ritual. Mediante una catequesis apropiada, se esforzarán para ayudar a descubrir a los hermanos las riquezas espirituales, y las intenciones profundas de la liturgia renovada10. 8. Los hermanos y hermanas deben tomar parte en la celebración de las exequias de los miembros de la comunidad. Se tendrá también en cuenta a los padres y a los parientes cercanos del difunto. Es apropiado elegir con ellos, o con alguno de ellos, cuando sea posible, o cuando se juzgue oportuno, los elementos de la celebración. 9. En cuanto a la preparación del cadáver, y otros deberes a tener en cuenta a partir de la dignidad del difunto11, se vigilará para acomodarse a los usos locales y las circunstancias. Se tendrá en consideración los servicios que prestan los empleados de las empresas funerarias, ayudándoles a respetar las exigencias de la liturgia cristiana (OE, n. 16). Honrando como es debido los cuerpos de los fieles difuntos, que fueron templo de Espíritu Santo, se excluirá toda ostentación pomposa o mundana12.

7 Ver más edelante, nota 3. 8 Cf. LCO, nn. 9,10,11,70-75; LCM, nn. 8-12, 16-21, 45/2°. Voir aussi A.-G. FUENTE, La vida litúrgica en la Orden de Predicadores. Estudio en su legislación: 1216-1980, Romae 1981, pp. 136 ss et 210-218. 9 Cf. OE, nn. 21-22, 10 Cf. ACG 1974, n. 170: Adaptationes ad Ordinem Praedicatorum illarum partium Ritualis Romani qui vocantur « Ordo Unctionis Infirmorum » et « Ordo Exsequiarum », n. 7: ASOP 43, 1977, pp. 144 ss. Cf. OE, n. 23. 11 Cf. OUISC, nn. 179-180 12 Cf. OE, n. 3 y 16.

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Comunidad religiosa y familia 10. La liturgia de las exequias y todo lo que la rodea, tiene por objetivo encomendar a Dios los difuntos, pero aún más, y no es lo menos importante, fortalecer la esperanza de los asistentes y alimentar su fe en el misterio pascual, y en la resurrección de los muertos13. Esta liturgia debe igualmente manifestar la dimensión pascual de la vida consagrada14, y los lazos de las comunidades con la familia o los parientes del difunto o de la difunta15. 11. En la preparación de las diferentes acciones litúrgicas, es conveniente estar muy atentos a los vinculaciones religiosas que marcaron la vida del difunto o de la difunta, sin dejar de lado la referencia legítima a las familias. Estas indicaciones generales llevan a precisar algunas orientaciones particulares: a) en cuanto sea posible, teniendo en cuenta las circunstancias y las costumbres de las Provincias, los Monasterios o las Congregaciones, para la misa de sepultura de nuestros difuntos, se preferirá una iglesia o capilla dominicana. También se utilizará para la sepultura la tumba (Panteón) de la Orden con preferencia a otras; b) los principales actores de la liturgia (presidente de la celebración, homilía, etc.) se escogerán teniendo en cuenta la relación de cercanía que estas personas tuvieron con el difunto o la difunta. Si, como es costumbre, es el Prior quien preside la Eucaristía, nada excluye que otro fraile, sacerdote o diácono, que conocía bien el difunto/difunta pueda tener la homilía; c) se recomienda prestar atención a los miembros de la familia, entre los cuales puede haber non-católicos o non creyentes. Se les acogerá y se les ayudará a comprender el sentido de la liturgia de la Iglesia y de la Orden16. Las situaciones particulares 12. Entre las situaciones particulares que pueden presentarse, podrán citarse algunos: a) para un hermano o una hermana que donó su cuerpo a la medicina, se seguirán las indicaciones del Ritual, previendo tiempos de oración y la celebración de la Eucaristía, pero no como un rito de último adiós; b) para quien eligió la incineración, se celebrarán las exequias de la misma manera que en el caso de la inhumación, con los elementos adaptados a esta situación particular, e indicados en el Ordo Exsequiarum17; c) podrán presentarse otros casos, principalmente si un miembro de la Orden muere lejos de la comunidad, o si fuera imposible por las circunstancias llevar el cadáver del difunto o de la difunta al convento. El Prior o la Priora (Superiora) y los responsables de la liturgia harán lo mejor que puedan, teniendo siempre presente al espíritu, la solicitud de la Orden por los hermanos y las hermanas difuntos18. 13. Si teniendo en cuenta las comunidades, deseos de la familia o de la asamblea, se ve oportuno la utilización de varias lenguas, se dará importancia a un justo equilibrio entre las diferentes lenguas, para valorar los momentos más importantes de la celebración. Se procederá con discernimiento por lo que se refiere a adoptar costumbres particulares, con el fin que éstas estén en armonía con el espíritu de la liturgia cristiana. En cuanto al rito de la despedida, es conveniente utilizar la lengua y los textos que permitan la participación de la mayor parte de la asamblea. 13 OE, n. 17; NRF, n. 8. 14 Cf. VC, n. 24. 15 Cf MO T. RADCLIFFE, Carta de promulgacion, n. 8, p. 7. 16 Cf OE, n. 18. 17 Cf. OE, n. 15. 18 Cf. ACG 1974, n. 170 = ASOP 43, 1977, p. 147, n. 14.

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III

ORACIONES ADAPTADAS A LOS DIFERENTES MOMENTOS Diferentes etapas 14. Según el espíritu de la liturgia renovada, se recomienda santificar las diversas etapas que van, de la muerte a la sepultura. Estos momentos pueden variar según las costumbres locales: el velatorio en la casa del difunto, la colocación del cuerpo en el ataúd, y el traslado a la sepultura, precedido por la reunión de los familiares y, en cuanto sea posible, de toda la comunidad, para participar en la liturgia de la Palabra, recibir el consuelo que da la esperanza, ofrecer el sacrificio eucarístico y despedir el difunto con el último adiós19. 15. Al aplicar estas orientaciones a la tradición y a la práctica en uso en la Orden, los principales momentos son: a) en el convento o en la comunidad, el traslado del difunto/de la difunta, a la iglesia, o al lugar apropiado, o la acogida del cadáver que viene del exterior;

b) los momentos de oración por el difunto/la difunta, en comunidad, así como, eventualmente, los momentos de oración en el tanatorio, si el cuerpo no se ha llevado al convento;

c) la celebración litúrgica, o un tiempo de oración en el momento de cerrar el ataúd; d) el Sacrificio eucarístico; e) la última recomendación, o el último adiós, en la iglesia; f) la procesión hacia el cementerio, cuando sea posible; g) la inhumación y, en el cementerio, los últimos sufragios. 16. Después de la muerte, y de la preparación del cuerpo, así como tras otros deberes, teniendo en cuenta las leyes del país, sólo en el caso de que una razón particular lo prohíba, el cadáver es trasladado al lugar del velatorio: iglesia del convento, u otro lugar más indicado. Si el fallecimiento tuvo lugar en el hospital, o fuera de la casa religiosa, el cuerpo se deja en el tanatorio, o según los casos, se le traslada inmediatamente al convento. A partir de este momento comienzan los diversos tiempos de oración. Tiempo de oración y Oficio de difuntos 17. Las «vigilias o velas» ante el cuerpo de un hermano o una hermana difunto vienen a ser una súplica ininterrumpida. Compuesta de diferentes momentos, cada uno de ellos pone de relieve unos u otros aspectos de la oración de la Iglesia y de nuestra vida fraterna: a) una primera reunión alrededor del difunto, para un tiempo de oración en clima de sencillez, donde se recuerda cuanto el Señor nos permitió vivir al lado del hermano o de la hermana fallecida; b) la Liturgia de la Horas, sea la del día o la del Oficio de los difuntos, si el tiempo litúrgico lo permite20, o bien otra selección de varios elementos de este Oficio; c) la vela individual de los hermanos o de las hermanas cerca del difunto, con lectura de salmos o de pasajes bíblicos, así que una corta celebración en el momento del cierre del ataúd; d) la celebración de la Misa, o la aplicación de una Misa, tras el primer anuncio del fallecimiento, antes de la liturgia de sepultura. Cuando no pueda celebrarse el Oficio de difuntos como Liturgia de las Horas, sea en presencia del cadáver, sea en su ausencia del mismo, antes o después de la inhumación, es conveniente de organizar, para remplazar este Oficio, una vigilia de oración, o una liturgia de la Palabra21.

19 OE, n. 3; ASOP 43, 1977, p. 147, nota 19. 20 Cf. IGLH [PGLH], nn. 246-247.

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Rito del último adiós, procesión y estación en el cementerio 18. Una vez terminada la Misa de exequias, se celebra en la iglesia el rito de la última recomendación o del último adiós, en el que participa toda la asamblea cristiana. Este rito no debe entenderse como una «purificación» del difunto, que se efectuó ya eficazmente en el Sacrificio eucarístico, sino como el último adiós, que la comunidad cristiana y religiosa dirige a uno de sus miembros, antes de proceder a la inhumación de su cuerpo. Aunque la muerte comporta siempre una separación, sin embargo, los cristianos, como miembros de Cristo, están unidos a Él, y ni la muerte puede separarlos22. El rito del último adiós, del que se encontrara una descripción más adelante en este libro (nn. 52-61), puede realizarse solamente en el marco del funeral y en presencia del cadáver23. 19. Después del rito del último adiós, en el que puede participar toda la comunidad cristina, viene la etapa del cementerio y de la inhumación que, teniendo en cuenta las circunstancias de nuestras comunidades, se presentará de diferentes maneras: a) cuando sea posible, es muy adecuado que la estación en la iglesia sea seguida de la procesión hacia el cementerio, en la cual participa con la comunidad religiosa la familia del difunto, amigos y eventuales asistentes. Tradicionalmente esta procesión, por la elección de los salmos, de las antífonas y, eventualmente, por la utilización del cirio pascual, tiene una dimensión particular, ya que simboliza nuestra comunión en la Pascua de Cristo. El cementerio, como lo señalan las diversas oraciones, es visto como el lugar del descanso, de la paz y de la luz que es el Paraíso, en medio del cual se eleva el árbol de la vida. Si la comunidad puede hacer la procesión al cementerio, el rito del último adiós experimenta un cierto reparto (disposición a la puerta de la iglesia, procesión y expresión final con los últimos sufragios en el cementerio)24; b) Cuando el convento no tiene cementerio, o si no es posible ir fácilmente a él, los ritos de la última recomendación o del último adiós se hacen en la iglesia. El Prior/la Priora (Superiora) y el capellán, algunos hermanos o hermanas, con los miembros de la familia, acompañan el cuerpo del difunto al cementerio, donde se dirán las oraciones previstas para la inhumación. 20. Llegando al cementerio, después de la bendición de la tumba, la inhumación será realizada en la medida de lo posible por un ministro ordenado, con diferentes elementos simbólicos (aspersión, incienso, en algunos ambientes culturales el puñado de tierra que echan los presentes sobre el ataúd. Esto simboliza, en la espera de la Resurrección, el regreso del difunto/difunta al barro del que el hombre fue creado por Dios25. 21. Por último, vienen los últimos sufragios en forma de oración común solemne, con las oraciones apropiadas o una suplica en forma litánica, que concluye la oración del sacerdote. Calidad y progresión necesaria para la celebración 22. Los diferentes momentos que se han señalando anteriormente constituyen las etapas de la celebración que deben ayudar los hermanos, hermanas y a otros fieles, a profundizar el sentido cristiano de la vida y de la muerte y a acoger la esperanza de la resurrección. Para la organización de los diferentes elementos, es necesario estar atentos a: que ellos representen los diferentes aspectos de la oración cristiana, que se respete el carácter propio de cada

21 Cf. OE, n. 14. 22 S. SIMEON DE THESSALONICA, De ordine sepulturae, PG 155, 685B; CEC, n. 1690. 23 Cf. OE, n. 10 y 46. 24 Cf. Ritual Latín, nn. 67-93. 25 Cf. ASOP 43, 1977, p. 154, nn. 33-34.

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una de las etapas, y que se resalte la relación que tienen con la vida religiosa y la con la familia del difunto. Algunas veces se trata de celebraciones sencillas; otras de celebraciones más solemnes. 23. En toda celebración por los difuntos, sea con ocasión de los funerales, o en tiempo ordinario, debe darse una gran importancia a las lecturas de la Palabra de Dios. Contienen el misterio pascual, refuerzan la esperanza de encontrarnos en el reino de Dios, estimulan a la piedad por los difuntos, y exhortan a testimoniar la vida cristiana26. 24. Durante las celebraciones por los difuntos, la Iglesia recurre a la oración de los salmos para expresar el dolor y la confianza. Por lo que se refiere a otros cantos se procurará, por encima de todo, que manifiesten el “gusto sapiencial y vivo de las Santas Escrituras27 y la espiritualidad litúrgica”28. Como se recordó en la introducción al Proprium Officiorum O.P.29, se desea que las comunidades de la Orden hagan un esfuerzo por seleccionar o componer cantos que estén en sintonía con la sensibilidad litúrgica, también en el ámbito de la liturgia de los difuntos. 25. En las oraciones, la comunidad cristiana profesa su fe e intercede por los difuntos, a fin de que gocen de la bienaventuranza eterna. Halla igualmente un lugar la oración por los familiares de los difuntos, a fin de que, en medio de la pena, reciban el consuelo de la fe. Se encontrara en este Ritual, varios textos de nuestra tradición, en conformidad con esta orientación: «Por los que lloran30.

IV

MODOS DE DASARROLLAR LAS EXEQUIAS Tres «modos» del Rito 26. El Ritual Romano en su Ordo Exsequiarum31 propone tres modos de celebración, en función de las circunstancias: celebración principal en la Iglesia, exequias en la capilla del cementerio, exequias en el domicilio del difunto32. Los funerales descritos en el ritual de la Orden corresponden al modo habitual de la tradición de la Familia dominicana. Puede ocurrir que para determinada nación o alguna región, el Capítulo Provincial o una instancia de las Congregaciones, teniendo en cuenta las necesidades particulares, opte por las costumbres locales reconocidas por la Conferencia Episcopal. La celebración se efectuará en conformidad con estas indicaciones, sin olvidar que se existe la posibilidad de utilizar algunos elementos de nuestra tradición dominicana: ritos, textos o cantos. La cremación 27. Aunque la Iglesia prefiere incontestablemente la práctica de sepultar los cuerpos de los difuntos como el Señor mismo lo quiso, si algunas veces y en ciertos lugares, teniendo en cuenta las circunstancias, la incineración del cadáver de un difunto parece necesaria, los ritos de las exequias se utilizarán conforme a las adaptaciones regionales del Rito Romano. En este caso, los ritos previstos en el cementerio, en la capilla, o cerca de la tumba pueden realizarse en la sala del crematorio, en presencia del Prior, de algunos hermanos y de la familia. Para

26 OE, n. 11. 27 SC, n. 24. 28 Cf. OE, n. 12; Leccionario, p.7. 29 LHOP, « Ad notat. compl. », nn. 21-29, pp. 13-17; LHOP, éd. fr, « Introd. gen. », nn. 73-81, pp. LXXX-LXXXIV. 30 Cf. OE, n. 13. 31 OE, nn. 5,6,7,8. 32 Cf. OE, n. 4.

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las comunidades religiosas, en presencia de la Priora, del Capellán, de algunas hermanas y de la familia33. Donación del cuerpo a la medicina 28. En algunos casos, un hermano o una hermana, después de realizar un adecuado discernimiento, ha podido «donar su cuerpo a la medicina». Las diferentes etapas del Ritual, que santifican los diversos momentos desde la muerte hasta la sepultura, se efectuarán del modo apropiado. Se establecerán tiempos de oración y súplica. El rito de la despedida no puede hacerse al final de la Misa de los funerales, debido a la ausencia del cadáver.

V

OFICIOS Y MINISTERIOS EN RELACIÓN CON LOS DIFUNTOS Presencia de un sacerdote 29. Cuando el Prior (sacerdote capellán, para las hermanas), en la liturgia de las exequias recomienda los difuntos a Dios, es deber suyo también animar a la esperanza, reavivar en todos los presentes la fe en el misterio de la Pascua y la resurrección de los muertos. Sin embargo, al tiempo que ofrece el consuelo de la fe y la ternura maternal de la Iglesia, velará para levantar la confianza de los creyentes y cuidará de no herir a los particularmente afectados por el dolor. Estará atento de manera particular, con relación a los que participan en las exequias, toman parte en las diferentes celebraciones, y proclamación de la Palabra de Dios, que pueden ser también no católicos, o católicos no practicantes. Los sacerdotes son para todos ministros del Evangelio34. Presencia de un diacono o de un laico 30. Las exequias, obviamente con la única excepción de la Misa, puede celebrarlas un diácono. En las comunidades de los monasterios y de hermanas, en ausencia de un sacerdote o de un diácono, la Priora u otra hermana señalada, tiene facultad para cumplir con las diversas funciones que, según el Ritual, pueden ser confiadas a un laico35.

VI

ADAPTACIÓN Y TRADUCCIÓN DE ESTE RITUAL Responsabilidad de las Provincias 31. Es responsabilidad de cada Provincia o grupo de Provincias de una misma región lingüística, preparar las adaptaciones y la traducción del presente Ritual, que será enviado a la Sede Apostólica para su aprobación, en particular: a) las traducciones deberán tener en cuenta las recientes indicaciones de la Sede Apostólica36, de tal manera que los textos correspondan verdaderamente a las particularidades de las diferentes lenguas, y que sean en verdad adaptados a las culturas particulares, con la incorporación de melodías para los cantos;

33 Cf. OE, n. 15. 34 Cf. OE, nn. 17-18 y 25. 35 Cf. OE, nn. 19; 22, 4°; 51; ASOP 43,1977, p. 144, n.4. 36 CCDDS, Instr. De usu linguarum popularium in libris liturgiae Romanae edendis, 28 marzo 2001.

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b) en los lugares en que el Ritual ofrece un sin número de posibilidades, es posible añadir algunas sugerencias del mismo género (ver más adelante, d); c) cuando motivos pastorales lo aconsejan, puede omitirse la aspersión e incensación, sustituyéndolo por otro rito; d) en las ediciones de libros litúrgicos preparadas por las Provincias, o por un grupo de provincias de una misma región lingüística, los textos pueden organizarse de la manera más conveniente y práctica, desde un punto de vista pastoral; pero sin omitir nada de lo que está señalado en esta edición típica. Si parece oportuno añadir otras rúbricas o textos, se indiquen con un signo o carácter tipográfico adecuado, para que quede clara la distinción de lo añadido de las rúbricas y textos de este Ritual37. Envió de las traducciones y de las adaptaciones al Maestro de la Orden

32. Cada traducción o adaptación de este libro se envíe al Maestro de la Orden para ser debidamente aprobada por él. Después de ser examinada y, si fuera necesario, corregida; El Maestro de la Orden tendrá la precaución de enviarla a la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, con el fin de recibir la confirmación38.

Responsabilidades del ministro en la preparación y el desarrollo de la celebración 33. El rito aquí propuesto es descrito de manera que pueda utilizarse con gran sencillez, sin embargo está acompañado de numerosos textos que permiten escoger; por ejemplo: 1) en general, todos los textos pueden ser remplazados por otros en aras de una mayor autenticidad, teniendo en cuenta las circunstancias de cada celebración; 2) algunos elementos no tienen un carácter obligatorio, pero pueden incorporarse oportunamente, como la oración por los que sufren; 3) Cuando se indica o aconseja un salmo por razón litúrgica, y presenta alguna dificultad pastoral, puede elegirse otro que sea adecuado. Igualmente, en los salmos puede omitirse uno o varios versículos, si parecen menos indicados pastoralmente; 4) en las oraciones pueden omitirse las líneas escritas entre paréntesis39.

*** Las indicaciones y los textos de esta nueva sección del Ritual, ayudarán a contemplar la muerte de cada uno como el cumplimiento de nuestro itinerario de fe y de misión, comenzado cuando entramos en la Orden, y pedimos y obtuvimos la misericordia de Dios y la de los hermanos40.

La tradición bizantina habla del «último adiós»

que se tributa al difunto, y recoge bien el Catecismo de la Iglesia, n. 1690: Con este saludo final,

«se canta por su partida de esta vida y por su separación, pero también porque existe una comunión y una reunión.

En efecto, una vez muertos no estamos en absoluto separados unos de otros, pues todos recorremos el mismo camino

y nos volveremos a encontrar en un mismo lugar. No nos separaremos jamás, porque vivimos para Cristo

y ahora estamos unidos a Cristo, yendo hacia Él [...] estaremos todos juntos en Cristo»

(San Simeón de Tesalónica, De ordine sepulturae, 367).

37 Cf. OE, n. 21. 38 Cf. SCSCD, De Calendariis particularibus atque Missarum et Officiorum Propriis recongoscendis: Notitiae 10, 1974,

pp. 87-88; ibid 13, 1977, pp. 557-558. 39 Cf. OE, n. 24. 40 Cf. I Const., d. I, c. 3.

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COMPOSICION DE ESTE ORDO Y SURENCIAS PARA SU USO

Esta última parte de INFO/CLIOP constituye una presentación general del Ordo, señalando brevemente el método de composición y las implicaciones litúrgicas, y también fraternales, para las comunidades de la Familia dominicana. Para un acercamiento general a la liturgia de exequias, el lector podrá consultar obras generales relativas a la historia, la pastoral y las celebraciones por los difuntos. Después de la aparición del Ordo Exsequiarum, edición típica1969, puede consultarse la bibliografía general, que incluye las ediciones en diversas lenguas y los principales comentarios, presentada en R. KACZYNSKI (ed.) Euchiridion documentorum instaurationis liturgicae, vol. I (1963-1973), Casali, Ed. Marietti, 1976, pp. 606-607, n°s 1921 et 1922. En la obra C. JOHNSON, O.S.B., Christian Burial, The Ordo Exsequiarum 1969 with related liturgical texts, indexes and bibliography, Roma, C.L.V.- Ed. liturgiche (Bibliotheca « Ephemerides liturgicae » - « Subsidia », 69). Se halla una bibliografía general e internacional en las páginas 175-239, con referencias ecuménicas, sociológicas y pastorales. Alguna bibliografía aconsejada en lengua española: ALDAZÁBAL, J., "Celebrar la muerte con otro lenguaje" en Phase 19 (1979) 155-165. ----------, "El lenguaje de los símbolos en las exequias" en Phase 33 (1993) 303-318. BREUNING, W., Elaboración sistemática de la escatología en FEINER, J. y LÖHRER,

M.(dirs.). Mysterium salutis. Manual de teología como historia de la salvación, Madrid, Cristiandad, 1992, 2ª ed., vol. V, pp. 741-845.

DIDIER, J. Ch., El cristiano ante la enfermedad y la muerte, Andorra, Casal i Vall, 1962, 142 pp. FARNÉS, P., "Ritual de Exequias. Una nueva edición para España" en Phase 30 (1990) 143-158. FEINER, J., Enfermedad y sacramento de la Unción en FEINER, J. y LÖHRER, M. (dirs.),

Mysterium salutis. Manual de teología como historia de la salvación, Madrid, Cristiandad, 1992, 2ª ed., vol. V, pp. 467-523.

FÉRET, H. M., La muerte en la tradición bíblica, Cuadernos Phase 173, Barcelona, CPL, 2007,

94 pp. FERNÁNDEZ, I., "El estado de muerte: ¿inmortalidad o resurrección?" en Liturgia (Silos) 25

(1970) 429-444. GRESHAKE, G., Más fuertes que la muerte. Lectura esperanzada de los "Novísimos", Alcance

21, Santander, Sal Terrae, 1981, 140 pp. LLOPIS, J., "El nuevo Ritual de Exequias" en Phase 10 (1970) 267-281. ----------, Exequias en D. BOROBIO (dir.), La celebración en la Iglesia, Lux Mundi 58,

Salamanca, Sígueme, 1990, 2ª ed., vol. II, pp. 747-760. ----------, "La Sagrada Escritura, fuente de inspiración de la liturgia de difuntos del antiguo rito

hispánico" en Hispania Sacra 17 (1964) 349-391.

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N° 6 INFO CLIOP 18

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MARTÍNEZ, S. M., "Los funerales" en Liturgia (Silos) 16 (1961) 269-276. PASCUAL, A., "La muerte del cristiano, misterio de vida" en Liturgia (Silos) 16 (1961) 259-268. POZO, C., Teología del más allá, Biblioteca de Autores Cristianos 282, Madrid, Católica, 1968,

261 pp. RAGUER, H., "Los dos grandes salmos exequiales: 113 y 117 en Oración de las Horas 1/2

(1990) 35-38. RAHNER, K., Sentido teológico de la muerte, Quaestiones Disputatae, Barcelona, Herder, 1965,

128 pp. RAMIS, G., La liturgia exequial en el rito hispano-mozárabe, Publicaciones del Instituto Español

de Historia Eclesiástica, Monografías 39, Roma, Iglesia Nacional Española, 1996, 362 pp.

*** M.A del Río González, La liturgia de la muerte y de las Exequias en la tradición dominicana.

Estudio-histórico-teológico, Salamanca 1998.

*** 1) Con relación a la tradición litúrgica y regular dominicana Presentación institucional de este « Ordo Exsequiarum O.P. » El «Prólogo» del MO fray Carlos A. AZPIROZ COSTA, al inicio de la edición latina de el Ordo Exsequiarum O.P., reproducido en este número (pp. 3-5), recuerda de manera apropiada, cómo después del Capítulo General de Madonna dell'Arco (1974), a la petición de los diversos Maestros de la Orden, la comisión litúrgica (V. ROMANO) trabajó en la composición de esta sección del Ritual dominicano. La Carta de promulgación del MO fray Timothy RADCLIFFE presenta, en particular «cómo nuestra vida debe ser vivida en relación con el misterio pascual » (nn. 5-6) y recuerda «la tradición de la Orden con relación al acompañamiento y las oraciones por los difuntos» (p. 7). Recuerda igualmente el espíritu con que se hizo la «renovación de la tradición litúrgica de la Orden» (nn. 10-15; pp. 8-9). La Introducción general sitúa la «liturgia de difuntos según la tradición dominicana» (nn. 3-5; pp. 11-12). Sin repetir lo que dicen los Praenotanda del Ordo Exsequiarum del Rito Romano, estos números evocan la situación actual de nuestras comunidades y presentan el vínculo que debe existir entre la vida comunitaria y la liturgia. La segunda parte «Comunidades y personas implicadas» (nn. 6-13; pp. 12-14) recuerda la diversidad de situaciones e indica cómo los hermanos, hermanas y familia están implicados en la preparación de esta liturgia. Por otro lado, la tercera parte «Oraciones adaptadas a los diferentes momentos» (nn. 14-25; pp. 14-16) actualiza en función de las situaciones y de la cultura actual el fundamento de la tradición de la oración y del acompañamiento progresivo. La cuarta parte, «Maneras de desarrollar las exequias» (nn. 26-28; pp.16-17) corresponde a la búsqueda más reciente en el campo de los funerales, en general, y de las exequias cristianas.

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Etapas de la preparación de esta sección del Ritual dominicano La preparación, así como la elaboración de este Ordo Exsequiarum dominicain, fue realizada tras las decisiones tomadas en los Capítulos Generales, y de las peticiones hechas por los Maestros de la Orden, por una comisión presidida por V. ROMANO (1974-2001). Esta Comisión se valió de dos tipos principales de trabajo:

Los trabajos de la comisión litúrgica de A. D'AMATO (1973-1974), de la cual se encontrará una presentación en el artículo de D. DYE, « El rito dominicano consecuente a la reforma litúrgica del Vaticano II », ASOP 43, 1977, pp. 193-275. La parte III «Liturgia de enfermos y de difuntos» (ibid., pp. 235-260) indica el modo de trabajo de la comisión. Contó con la presencia del Padre Pierre-Marie GY (+ 20.12.2004), experto en la reforma litúrgica, en particular para esta sección del Rito Romano. La Comisión también tuvo en cuenta los trabajos de los Cistercienses sobre ritos análogos. Sirvió de marco general para la elaboración de nuestro Procesional O.P en este campo.

Las adaptaciones realizadas por la Provincia de San José en Estados Unidos, a las cuales se aludió en Analecta O.P., 43, 1977, pp. 203-204, así como las realizadas por las Provincias de Francia y de Lyon. En particular fray P. RAFFIN, O.P., había confeccionado un fascículo: La liturgia dominicana de los enfermos y de los difuntos (Paris, 1982) a partir de los elementos editados en los Analecta S.O.P. (43, 1977, p. 143-155), valiéndose igualmente de traducciones francesas hechas por los Cistercienses S.O.

Informes presentados a la Congregación para el Culto Divino Fray Vincenzo ROMANO, Presidente de la Comisión litúrgica de la Orden (1974-2001), presenta las dos secciones revisadas del Ritual dominicano con los siguientes informes: n° 1 : « Rapporto di presentazione delle parti del Rituale O.P., dette :

« Ordo Unctionis Infirmorum eorumque spiritualis curae ». « Ordo Exsequiarum O.P. » (20.04.2001), 11 pp.

n° 2 : Rapporto relativo alle parte del « Rituale proprio » dei Frati Predicatori, denominato « Ordo Exsequiarum O.P. » (22.07.2001), 4 pp.

Estos informes fueron publicados en Analecta O.P. (2008, pp.313-334). Las redacciones contienen una rica documentación bibliográfica sobre el « Rito dominicano » (Rapporto n°1, pp. 314-319 en Analecta) y también una presentación del trabajo de la Comisión, como preparación de estas dos secciones del Ritual dominicano. Se mencionó, en particular, no solamente la colaboración de los expertos de la Orden, sino también la colaboración de los responsables de la Pastoral de la salud de la Santa Sede. En el siguiente boletín INFO/CLIOP, retomaremos la presentación o varios análisis de estos dos informes. 2) Espíritu y estructura general del Ritual Entre las principales orientaciones que guiaron la realización de este Ordo Exsequiarum dominicano, es útil citar las siguientes:

Inscribir la renovación de nuestros usos tradicionales en la reforma del sentido de la liturgia de las exequias, pedida por la reforma litúrgica de Vaticano II; teniendo en cuenta las diversas comunidades de la Familia dominicana, al mismo tiempo que sus necesidades específicas.

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Como lo recuerda el Prólogo del MO Carlos A. AZPIROZ COSTA y la carta de promulgación del MO Timothy RADCLIFFE (cf. nn.10-15, pp. 8-9), la «Introducción general» (nn. 12-13, pp.13-14) explica cómo el Ritual tiene en cuenta las situaciones concretas y actuales de la pastoral litúrgica y de la vida de nuestras comunidades. Menciona también el papel del Prior, de la Priora (Superiora) o eventualmente de un ministro establecido, según las directivas del Derecho.

La estructura y la composición general del Ordo con sus diversas etapas «Introducción», (nn.14-25, pp. 14-16) consideran constantemente la presencia fraterna. La celebración litúrgica se fortalece por el acompañamiento fraterno y comunitario.

Esta sección del Ritual del PROPRIUM O.P. está destinada, prioritariamente, a las comunidades y miembros de la Familia dominicana. Sin embargo, en la dinámica de la liturgia renovada, y en el espíritu de nuestros antiguos libros litúrgicos (Breviario, Diurno); los elementos de este Ritual pueden también ser utilizados con discernimiento, por los fieles cercanos a la Familia dominicana.

3) Estructura propia de los capítulos del Ritual El Capítulo General de Madonna dell'Arco (1974, Acta n. 170) pedía «adaptar a la liturgia de la Orden de Predicadores las partes del Ordo Unctionis et del Ordo Exsequiarum del Ritual Romano». La Comisión, a petición de los Maestros de la Orden, trabajó para asegurar esta adaptación ritual y armónica de los elementos litúrgicos y regulares provenientes de nuestra tradición (cf. V. ROMANO, Rapporto n° 1, n.11). Es útil de señalar brevemente la estructura propia de cada capítulo del Ritual.

a) En introducción se encuentra una « Nota praevia », un poco parecida a las « Praenotanda particularia » del libro de Bendiciones. Esta « Nota praevia » presenta igualmente una semejanza con ciertas rubricas del Procesional o del Diurno O.P. La redacción establece un vínculo entre la liturgia y la vida regular. Trascribe algunas veces las normas específicas del Derecho, y puede igualmente ofrecer informaciones prácticas para la celebración.

b) En la « Nota praevia », y también al inicio de la descripción de la parte del ritual propiamente dicho, se ofrece referencia a las diferentes clases de comunidades de la Familia dominicana, así como a lugares donde viven los hermanos y las hermanas. Se menciona las situaciones particulares: fallecimiento en el hospital, en una residencia, y sugiere la mejor manera de acompañar al difunto o la difunta.

c) La sección propiamente ritual, puede admitir varios esquemas. En cada caso la presentación es coherente con un mínimo de textos bíblicos, o de oraciones útiles para la celebración habitual. Se hacen referencias al apéndice para las soluciones alternativas. En cada capítulo se resaltan los elementos rituales, o los textos típicos de nuestro uso.

d) En notas a pie de página de este Ritual, se encuentra algunas veces las indicaciones de las

fuentes litúrgicas de los textos o de las oraciones. Estas referencias pueden hacerse a libros actuales de la Iglesia en la edición latina típica, o las adaptaciones a otros idiomas. Éstas pueden también indicar, que tales elementos se encuentran en los antiguos sacramentarios, o en lo que se llamaba comúnmente « el Prototipo de Humberto de Romans »: custodiado como manuscrito en el Archivo General de la Orden, en el convento de Santa Sabina XIV L 1, indicado con la abreviatura: Eccl. Off.

4) Breve presentación del contenido del Ritual Sin volver a reproducir el contenido de la Carta de promulgación del Maestro de la Orden y la Introducción general, nos parece importante señalar en esta parte algunos aspectos para la puesta en

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práctica concreta de esta liturgia. Las páginas de los capítulos hacen referencia a la edición latina impresa en el (2008) del Ordo Exsequiarum O.P.

a) La parte introductoria se reproduce en este boletín (cf. pp. 3-19). Las orientaciones contenidas en esta parte —examinadas con gran atención por el Maestro de la Orden y los expertos designados por él— señalan con fuerza la relación estrecha que existe entre la muerte de un hermano/ una hermana y la vida de la comunidad. Estas indicaciones recuerdan las diferentes personas implicadas en la preparación de la liturgia, sin omitir la relación con las familias; igualmente las oraciones adaptadas a los diferentes momentos de las exequias. Aunque la comunidad no esté reunida al completo, en presencia de algunos hermanos/hermanas, uno u otro momento de estos ritos adquiere plenamente significación y el valor de sufragio.

b) El Capítulo I: Delatio vel receptio corporis defuncti in ecclesiam (ed. latine, pp. 31-38). La

«Nota preliminar» de este capítulo, como la de los demás capítulos, evoca oportunamente las diferentes situaciones en que puede encontrarse una comunidad, así como las costumbres de los países: fallecimiento en la comunidad y traslado del cuerpo a la iglesia, llegada del cuerpo al convento, cuando se trae de fuera, presencia en el tanatorio. Las situaciones y las legislaciones son diferentes según los países o los continentes. Cuando puede asegurarse fácilmente la conservación del cuerpo, varias comunidades expresan el deseo de recibirlo en el convento, antes de introducirlo en el ataúd, para favorecer un tiempo más adecuado de oración fraterna.

c) El Capítulo II: Preces apud defunctum (ed. Latine, pp. 39-44). Se indican las diferentes

maneras de oración que una comunidad debe tener: desde el velatorio de tipo « domestico » junto al cuerpo, pasando por la Liturgia de las Horas prevista en el LCO (nn. 73, § 1), y el momento del cierre del ataúd. Si el cuerpo del difunto/la difunta no pude llevarse al convento, el Ritual señala la importancia de la presencia de hermanos/hermanas en el momento de la colocación del cadáver en el ataúd.

d) El Capítulo II: Missa exsequiarum et ritus ultimae commandationis vel valedictionis (ed.

Latine, pp. 45-51). Es conveniente estar atentos a lo que dice la « Nota preliminar ». Algunos puntos a señalar:

Teniendo en cuenta las situaciones particulares, es oportuno preparar por medio de una

bella, sencilla y única solemnidad, la celebración a favor de todos los hermanos difuntos de la Orden. Con el fin de que la homilía guarde su carácter bíblico, puede preverse al comienzo de la Misa, después del canto de entrada, o bien, antes del rito del último adiós, una breve evocación de la vida del hermano/de la hermana. Puede hacerse también en un folleto para distribuir a toda la asamblea.

Según nuestra tradición, que es análoga con la Iglesia de Milán, la Orden Cisterciense y otras órdenes religiosas; el cuerpo del hermano, sea sacerdote o no, es colocado siempre dispuesto con el rostro hacia el altar, habitualmente colocado en el suelo (sobre una alfombra). Este rito tiene una significación ecuménica frente a otras iglesias cristianas.

Sobre el ataúd o en su proximidad, puede colocarse un objeto o un signo que recuerde al difunto.

Cuando la comunidad no puede ir al cementerio, el rito del último adiós se hace en la iglesia, después de la comunión. Cuando los miembros del convento van al cementerio, el rito del último adiós comienza con las primeras oraciones en la iglesia, se sigue con la procesión y los últimos sufragios en el lugar de la inhumación.

En apéndice del Ritual (ed. Latina, pp. 103-109) se encuentra un complemento del « Preces pro ultima commendatione seu valedictione », apropiado para los hermanos, las monjas, las hermanas o los amigos de la Orden.

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e) El Capítulo IV: Delatio corporis defuncti ad coemeterium et sepultura (ed. Latina, pp. 52- 66).

La « Nota preliminar » y las rúbricas de este capítulo recuerdan el sentido pascual tradicional de la procesión al cementerio, así como la dimensión «dedicatoria» de la tumba con los tres momentos: preparación, colocación del ataúd en la tumba, puñado de tierra, y cierre de la tumba. Sin embargo la ordenación Litúrgica actual tiene en cuenta una opción diferente « Statio et preces ad sepulcrum » cuando no hay procesión. Entre los textos o las oraciones del Ritual, se tomarán los elementos específicos, como la antífona Clementissime Domine en la versión renovada (Missale et Lectionarium O.P., ed. 1985, pp. 501-502) y la oración Temeritatis. Se desea que en las adaptaciones a otras lenguas se reflexione sobre la posibilidad de composiciones análogas.1

f) El Capitulo V: Aliae celebrationes pro variis adiunctis (ed. Latina, pp. 67-70). El Ordo

Exsequiarum dominicano, en este capítulo, da orientaciones para las diferentes clases de exequias, que no eran considerados como tales en el Procesionario de la Orden: celebración en la capilla del cementerio, cremación y donación de órganos a la medicina, funerales de laicos. Se reenvía al Ritual Romano así como al Ritual dominicano para la indicación de oraciones o de textos adecuados.

g) El Capítulo VI: Suffragia pro defunctis, (ed. Latina, pp. 71-75). Para los sufragios hay

referencias en el LCO de los hermanos, pero pueden completarse o armonizarse con las Constituciones de las Monjas o de las Hermanas. Se prestará una atención particular a la «Procesión o celebración en el cementerio el 12 de noviembre». La realización propuesta en el Procesionario O.P puede ser útil a este respecto.

h) Apéndice (ed. Latina, pp. 79-118). Esta sección ofrece un complemento de textos, oraciones e indicaciones para el canto. Estos elementos serán útiles para la traducción y la adaptación del Ritual. Asimismo, podrán emplearse estas «fichas técnicas», a preparar antes de la edición completa del libro, como se especifica más adelante (cf. 5, d). Los « Obitus » de los Maestros de la Orden pueden utilizarse en los Ordos o Calendarios litúrgicos anuales que ya están en circulación, o que podrán editarse en las Provincias dominicanas de una misma región litúrgica.

5) Traducción y uso de este Ritual

a) Para las traducciones, hay que tener en cuenta lo que se indicó en la carta del MO T.

RADCLIFFE (nn. 16-17, pp. 9-10), y en la Introducción general (nn. 31-32, p. 18). A título de información, es útil saber que los textos latinos análogos de los Cistercienses (O. Cist. et O.C.S.O.), tienen varias traducciones oficiales, o casi oficiales en varios idiomas. Entre otros francés, español, alemán, etc.

b) La pagina Web de la Orden. El texto en latín de este Ordo Exsequiarum O.P., así como su

versión en italiano, que fueron preparadas simultáneamente, y las dos aprobadas por el Maestro de la Orden, están disponibles en la página web de la Orden.

c) Trabajo de las Comisiones. Se aconseja a las Comisiones provinciales ponerse en contacto

con la Comisión litúrgica de la Orden (CLIOP). Dentro de unas semanas se enviará una ficha técnica para las traducciones del Proprium dominicano, teniendo en cuenta las más recientes directrices de la Santa Sede, así que la experiencia de las diversas adaptaciones.

d) El Ordo Exsequiarum O.P. fue editado en la colección « Documenta » del PROPRIUM O.P.

como instrumento de trabajo que pueda servir inmediatamente. Aun antes de las primeras 1 Cf. D. Dye, « Le rit dominicain... », art. cité, pp. 256-257

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traducciones, se sugiere a las comunidades hacer algunas «fichas técnicas» que contengan los capítulos más útiles para un convento, un monasterio, una casa o un grupo. En este aspecto puede ser conveniente que, a diferencia de la edición latina, los caracteres de las rúbricas sean un poco más grandes.

e) Presentación de este Ritual a los hermanos y a las hermanas. La carta de promulgación del Maestro de la Orden y la Introducción general insisten en este punto. Es necesario que los hermanos y las hermanas conozcan la riqueza de este Ritual. Dentro de la formación litúrgica de los hermanos, la presentación del Ordo Exsequiarum dominicano se hará al mismo tiempo que la iniciación al Ritual Romano

EXTRACTO DEL «LIBRO DE CONSTITUCIONES Y ORDENACIONES» DE LOS HERMANOS DE LA ORDEN DE PREDICADORES

Los sufragios por los Difuntos1 70.— § I.– Desde la Conmemoración de los fieles difuntos hasta el Adviento del Señor, todo sacerdote debe celebrar una misa y los no sacerdotes participar en una, por los hermanos, hermanas, familiares y bienhechores difuntos.

§ II.– En cada convento se celebrará misa de difuntos: el día 7 de febrero por el aniversario de los padres; el día 5 de septiembre por el aniversario de los bienhechores y familia res de la Orden; el día 8 de noviembre por el aniversario de los hermanos y hermanas. 71.— § I.– Por esos mismos difuntos celébrese una vez a la semana, en cada convento propiamente dicho, la misa conventual, en la que se dirá la oración de los fieles con intenciones por los difuntos. Donde no pueda haber misa conventual (cf. n. 61, § II), aplíquese por ellos una misa.

§ II.– Se exceptúan la Semana Santa, la de Pascua, la de Pentecostés y aquella en la que cae la Navidad del Señor. E igualmente se exceptúan en las que por aniversario u óbito de un fraile (n. 73) o del Sumo Pontífice (n. 74) se ha dicho ya misa de difuntos.

§ III.– Al menos una vez a la semana todos los frailes recen por los mismos difuntos una parte del rosario. 72.— Los frailes reciten en común, al menos una vez al día, el salmo «De profundis» por los hermanos y bienhechores difuntos. 73.— En la muerte de cualquier fraile:

§ I.– El convento donde muere y el convento al que estaba asignado celebren por él el oficio y la misa de difuntos.

§ II.– En toda la provincia a la que estaba afiliado: 1º cada sacerdote y cada convento celebre una misa; 2º cada fraile no sacerdote participe en una misa. Hágase lo mismo en el convento de asignación si el fraile estuviera asignado a un convento no perteneciente a la provincia de afiliación.

§ III.– En toda la Orden: 1º En la muerte del Maestro de la Orden cada sacerdote celebre una misa, cada fraile no sacerdote participe en una misa; 2º en la muerte del Maestro y del ex-Maestro de la Orden cada convento celebre la misa de difuntos. 1 El texto de las « Constituciones » está impreso en carácter normal, mientras que el texto de las « Ordinaciones » está

impreso en letra cursiva.

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74.— En la muerte del Sumo Pontífice celebre cada convento la misa de difuntos. 75.— Además de los sufragios antes dichos, pueden ser prescritos otros por el capítulo provincial.

INFORMACIÓN COMPLEMENTARIA

BIBLIOGRAFÍA

Los orígenes de la liturgia dominicana – El manuscrito de Santa Sabina XIV L1 –

Coloquio de 1995

1. En marzo de 1995 tuvo lugar en Santa Sabina (Roma, sede de la Curia general O.P), un coloquio sobre un manuscrito litúrgico del siglo XIII, comúnmente llamado « Prototipo de Humberto de Romans ». Diez años después, se imprimió un volumen que recoge las Actas de dicho coloquio. Existen todavía ejemplares de este libro, entre los fondos de los editores-difusores (Escuela Francesa de Roma y Ediciones De Boccard, Paris). En los próximos años estos ejemplares corren el riesgo de ser reciclados, es decir, destruidos. Mientras es todavía posible, se aconseja comprar dicha obra. Las direcciones de los difusores se indican más adelante.

2. Este volumen, formato 17 x 24, de 456 pp., con 40 láminas a color y en blanco y negro, 2004

(900gr), se difunde por medio de la Escuela Francesa de Roma (Piazza Navona 62, 00186 Roma), y en París por parte de Ediciones De Boccard (11 rue de Médicis, 75006 Paris: Fax 0033 – (0) 1 43 54 85 83). El precio del volumen es de 55, 00 €.

3. Se desea que todas las bibliotecas de la Orden de Predicadores adquieran este libro,

indispensable para «conocer» las orientaciones litúrgicas de los Dominicos en el siglo XIII.

COMPRA DE LIBROS DOMINICANOS 1) Dirección para los pedidos y formas de pago:

UFFICIO LIBRI DOMENICANI Convento Santa Sabina (Aventino), Piazza Pietro d’Illiria, 1 00153 ROME – ITALIA Tel: [39] 06 57 94 04 47 Fax: [39] 06 57 50 675 e-mail: [email protected] Formas de pago

1. Cheque Bancario dirigido a Ufficio Libri Domenicani 2. Giro Postal Nacional o Internacional 3. Para eventuales pagos por trasferencia bancaria se necesitan las coordenadas bancarias, que pueden pedirse por medio de: E-mail: [email protected]; [email protected]

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2) Libros litúrgicos del Proprium O.P.: Directorium pro celebrationibus liturgicis, Roma 1979, 154 pp. € 1,05

- PROPRIUM ORDINIS PRAEDICATORUM Liturgia Horarum. Proprium Officiorum, 1982 (sueltas) 826 pp. . € 3,00 Missale et Lectionarium, 1985, 550 pp. € 25,80 Ordo in electionibus superiorum servandus, 1993, 32 pp. € 2,07 Ordo Professionis, 1999, 210 pp. € 25,50 Documenta

I. Additamenta ad proprium Missalis et Liturgiae Horarum, 2006, 212 pp € 20,00

II. Ordo Unctionis Infirmorum eorumque spiritualis curae, 2008,152 pp. € 20,00

III. Ordo Exsequiarum, 2008, 128 pp. . € 15,00 3) Antiguos libros litúrgicos del Rit O.P.:

- Supplementum ad Collectarium S.O.P. (sueltas), 56 pp ......................... € 2,00 - Cantus Passionis D.N.I.C., 1953 (sueltas)............................................. € 3,00 - Cantus liturgici ad usum Sororum, 1958 ............................................... € 1,50 - Laudi al Signore e alla Vergine ............................................................. € 4,90 - Organum comitans ad Ord. Missae S.O.P., 1960................................... € 4,90 - Horae Diurnae S.O.P., ed., MO Browne, 1956...................................... € 15,50 - Tonorum communium iuxta Rituum O.P., 1965 (sueltas)........................ € 3,00 - Officium Hebdomadae Sanctae, 1965 (sueltas) ..................................... € 3,00 4) Indicaciones complementarias proporcionadas por el sindico de la Orden y lista que propone

a) Costo de los libros litúrgicos: los precios mencionados más arriba se dan a título indicativo. Los frailes, las hermanas o comunidades que quieran recibir estas obras gratuitamente pueden pedirlas. Se requiere solamente pagar el coste de expedición entre Italia y el país correspondiente.

b) Otras publicaciones de la curia general se ofrecen de manera gratuita a los friales, hermanas o comunidades. Sólo se pide el importe del envío. Entre otras publicaciones, se señalan: - Revista «Analecta O.P.», «Archivum Fratrum Praedicatorum», « Newsletter» del Instituto Histórico de la Orden, etc. - Volúmenes, por ejemplo: De oratione iuxta B. Humbertum O.P.; Catalogus generalis OP, Roma 1992, 684 pp.; Catalogus hagiographicus O.P., Roma 2001, 304 pp, etc.

***

La traducción al español fue realizada por la Hna. Amanda Mancipe, Dominica de la Presentación, con la valiosa colaboración de Fray M. A. del Rio González, y de la Postulación General,

O.P.