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http://lazarzuela.webcindario.com/ Molinos de viento Opereta en un acto Texto original de LUIS PASCUAL FRUTOS Música de PABLO LUNA PERSONAJES Y REPARTO MARGARITA ................................. TERESA LACARRA SABINA ...................................... CONSUELO MESEJO ROSA ............................................................ H. EGEA KETTY ............................................... D. CONTRERAS LOLA ........................................................ J. ROLDÁN MARI ............................................................ M. RUIZ CAPITÁN ALBERTO .......................... MANUEL VILLA CABO STOCK ......................... VALENTÍN GONZÁLEZ ROMO ............................................... PEDRO GARCÍA TENIENTE 1.º ..................................... CONCHA PARÍS TENIENTE 2.º ..................................... BLANCA POZAS TENIENTE 3.º .................................... AMALIA PUEYO TENIENTE 4.º ................................ MARÍA MARTÍNEZ MARTÍN ......................................... ARTURO SUÁREZ ROQUE ............................................. J. ESTAVARENA PEDRO ......................................... LEANDRO MARTÍN RUFO ................................. JUAN MANUEL SORIANO Estrenada el 2 de diciembre de 1910 en el Teatro Cervantes de Sevilla. ACTO ÚNICO CUADRO PRIMERO.– Plaza de la aldea marítima de Voledam (Holanda). Frente a una de las casas, en pequeños grupos, están los aldeanos Martín, Roque, Pedro y Rufo con varios otros. Al ver a las aldeanas que llegan a la plaza, se disponen a cerrarlas el paso. Las aldeanas, entre las que destacan Rosa, Ketty, Lola y Mari, toman parte en la lucha y pretenden atravesar la barrera que hacen los hombres, que no quieren dejarlas pasar. La lucha se sostiene hasta la llegada del cabo Stock, que la interrumpe y establece la paz. Las aldeanas relatan al cabo que desde que encalló en la playa el yate de recreo que manda el Príncipe Alberto y pusieron a salvo a los marineros, ellos –agradecidos por las atenciones– las colman de regalos. Esto ha causado que los aldeanos estén celosos. El cabo Stock asegura que su capitán quiere ante todo la paz, y agradecer la hospitalidad con la que tanto él como sus marineros han sido atendidos.

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Molinos de viento Opereta en un acto Texto original de LUIS PASCUAL FRUTOS Música de PABLO LUNA PERSONAJES Y REPARTO MARGARITA ................................. TERESA LACARRA SABINA ...................................... CONSUELO MESEJO ROSA ............................................................ H. EGEA KETTY ............................................... D. CONTRERAS LOLA ........................................................ J. ROLDÁN MARI ............................................................ M. RUIZ CAPITÁN ALBERTO .......................... MANUEL VILLA CABO STOCK ......................... VALENTÍN GONZÁLEZ ROMO ............................................... PEDRO GARCÍA TENIENTE 1.º ..................................... CONCHA PARÍS TENIENTE 2.º ..................................... BLANCA POZAS TENIENTE 3.º .................................... AMALIA PUEYO TENIENTE 4.º ................................ MARÍA MARTÍNEZ MARTÍN ......................................... ARTURO SUÁREZ ROQUE ............................................. J. ESTAVARENA PEDRO ......................................... LEANDRO MARTÍN RUFO ................................. JUAN MANUEL SORIANO . Estrenada el 2 de diciembre de 1910 en el Teatro Cervantes de Sevilla. ACTO ÚNICO CUADRO PRIMERO.– Plaza de la aldea marítima de Voledam (Holanda). Frente a una de las casas, en pequeños grupos, están los aldeanos Martín, Roque, Pedro y Rufo con varios otros. Al ver a las aldeanas que llegan a la plaza, se disponen a cerrarlas el paso. Las aldeanas, entre las que destacan Rosa, Ketty, Lola y Mari, toman parte en la lucha y pretenden atravesar la barrera que hacen los hombres, que no quieren dejarlas pasar. La lucha se sostiene hasta la llegada del cabo Stock, que la interrumpe y establece la paz. Las aldeanas relatan al cabo que desde que encalló en la playa el yate de recreo que manda el Príncipe Alberto y pusieron a salvo a los marineros, ellos –agradecidos por las atenciones– las colman de regalos. Esto ha causado que los aldeanos estén celosos. El cabo Stock asegura que su capitán quiere ante todo la paz, y agradecer la hospitalidad con la que tanto él como sus marineros han sido atendidos.

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ALDEANAS Dejadnos paso franco, que vamos a pasar. ALDEANOS Inútil tal empeño, pues nadie pasará. ALDEANAS Debemos homenaje al bravo capitán. ALDEANOS Está muy ocupado con la oficialidad. ALDEANAS No tal. ALDEANOS Sí tal. ALDEANAS Dejadnos ya pasar. ALDEANOS Ninguna pasará. STOCK ¡Muchachas! ¡Muchachos! ¿Qué ocurre? ¿Qué hacéis? ELLOS ¡Son ellas! ELLAS ¡Son ellos! STOCK Callad; de una vez sepamos la causa. TODOS Escúchela usted. STOCK Primero las chicas, los hombres después. ELLAS Desde que en buen hora encalló en la playa el yot de recreo que el Príncipe manda, todas las mujeres con nuestros cuidados a los marineros pusimos en salvo. y hoy agradecidos a las atenciones, ellos nos regalan, nos colman de dones, y reina el contento por primera vez, y en cambio los mozos no nos pueden ver. ELLOS Desde que en mal hora encalló en la playa el yot de recreo que el Príncipe manda, todas las mujeres nos abandonaron

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y a los marineros dieron sus cuidados. Y hoy está la aldea toda desquiciada porque las mujeres están por la armada, sirviendo sus juegos con mucho interés y en cambio a los mozos no nos quieren ver. ELLAS Diga usté que no. ELLOS Diga usté que sí. ELLAS Los marinos atentos y finos son mejores que los que hay aquí. ELLOS Diga usté que no. ELLAS Diga usté que sí. ELLOS Los marinos atentos y finos son iguales que los que hay aquí. ELLAS Por eso queremos al Príncipe ver y darle las gracias por su protección. ELLOS Por ver a los otros querían entrar a darlos un rato de conversación. ELLAS Diga usté que no. ELLOS Diga usté que sí. TODOS Los marinos atentos y finos son mejores/son iguales que los que hay aquí. STOCK En nombre de mi jefe os debo yo decir, que estando ya curados y a punto de partir, en pago a los afanes y a la hospitalidad, con dádivas y fiestas os piensa regalar. ELLAS Díganos, señor Cabo, si el Príncipe real es un hombre lo mismo que lo son los demás. STOCK Al punto las dudas las aclararé, y quién es el Príncipe lo vais a saber.

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El Príncipe heredero de una Corona real, es de la Armada inglesa un bravo capitán. Corriendo por los mares en viaje de instrucción, llevamos cuatro años metidos en su yot. En todo ese tiempo yo os puedo decir que no he visto un hombre tan bueno y gentil. Con grandes y chicos está tan jovial, que más que una alteza resulta un igual. En cuanto a otras cosas de mi capitán, es un hombre en todo como los demás. CORO En cuanto a otras cosas de su capitán, es un hombre en todo como los demás. Tranlaranlarara, tranlararará, tranlaranrara, tranlararará. STOCK ¡Que viva el capitán que es grande su bondad! TODOS ¡Hurra por nuestro bravo capitán El cabo Stock anuncia a los aldeanos que el capitán está dispuesto a obsequiar a todos con una fiesta antes de partir. Cuando se marcha el cabo, aldeanos y aldeanas se separan en dos grupos hablando entre ellos. Romo, el cervecero, es elegido por todos para plantear un ultimátum a las mozas. Por su parte, las aldeanas escogen a Margarita para que las representen en su revolución contra los hombres. Romo está enamorado de Margarita, pero es un hombre de gran timidez y jamás se atrevió a insinuarle nada a la joven. Por su parte, a Margarita le correspondió hacer de enfermera del capitán del yate, y cuenta a las aldeanas que no ha podido saber nada de la vida del Príncipe, salvo que es cariñoso y amable. Margarita planea con las aldeanas que la mejor forma de que los aldeanos se casen con ellas es darles celos con los marineros y todas aceptan el plan encantadas, quedando en que –mientras tanto– queda prohibido hablar con ellos y les tratarán con gran desprecio. Cuando Margarita y Romo quedan solos, éste se acerca a Margarita, momento que aprovecha ella para desaparecer corriendo y riéndose de Romo. Llega

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después el cabo Stock con cuatro tenientes. Cada uno de ellos lleva una carta en la mano y comentan el contenido de las mismas. TENIENTES Las misivas de diario no se cansan de escribir, si ellas no recogen velas yo no sé qué va a ocurrir. STOCK Una carta de mi fiera, ¿qué demonios me dirá? Como insista yo hago una barbaridad. TENIENTES «Dueño mío te quisiera ver.» ¡Ja, ja, ja! STOCK «Me has dejado en un sopor de languidez.» ¡Ja, ja, ja! «Yo te ruego vengas luego para verte yo otra vez.» TENIENTES «En mi pecho has encendido una pasión.» ¡Ja, ja, ja! STOCK «Si no vienes voy a dar un reventón.» ¡Ja, ja, ja! TODOS «Mi tesoro, yo te adoro, tuya siempre. TENIENTE 1.º Rosa. TENIENTE 2.º Ketty. TENIENTE 3.º Lola. TENIENTE 4.º Mari. STOCK Sabi. De mi corazón.» TODOS La mujer es peligrosa para amar, cuando siente la volcánica pasión su deseo es agradar, y después matrimoniar; y nosotros no caeremos en la tentación. Falta el final, que siempre es fatal, volveremos a leer. «No faltes a las diez.» STOCK Es ya pesadez. TENIENTES Te juro que iré.

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Los tenientes están muy satisfechos con las cartas que han recibido, pero Stock, en cambio, está desesperado, ya que a él le destinaron a una posada y éste se declaró a Sabina –la dueña– para ser mejor atendido; pero la posadera corresponde a ese amor interesado con una volcánica pasión, que resulta un tanto ridícula dada su avanzada edad. Al llegar la posadera los tenientes de burlan de ella, pero el capitán Alberto interrumpe la burla asegurando que un marino cumple siempre sus promesas, y por tanto Stock ha de casarse con Sabina si es que le ha dado palabra de matrimonio. El capitán recrimina después a los tenientes por haber revuelto la aldea, y anuncia que estando el buque ya listo habrán de partir pronto, pero que desea –por gratitud– dejar buena memoria de su paso por la aldea haciendo una fiesta de despedida. Alberto se siente atraído por Margarita, aunque lo considera un amor imposible. Poco después aparece Romo, que le solicita ayuda para declararse –precisamente– a Margarita. Éste no sabiendo cómo salir de la situación, aconseja al cervecero que la corteje con alguna copla que hable de amores; y así lo hace Romo, cantando unos versos algo torpes a los que Margarita no contesta. Entonces es cuando el capitán le dice cómo cantaría él, y qué cosas le diría. ROMO Y ¿qué canto? ALBERTO Buena es ésa; lo que diga tu ilusión, tus quereres, tu agonía, tus amores, tu pasión. ROMO ¡Dice tanto!... Pero ahora no me deja la emoción, y además me late mucho, mucho, mucho el corazón. Como nunca tuve novia la costumbre yo no sé, y el temor me sobrecoge, coge, coge hasta la nuez. Si es lo mismo lo dejamos para mejor ocasión, porque siento tal angustia que domina mi pasión, y además me late mucho, mucho, mucho el corazón. ALBERTO Ha de ser ahora sin más dilación. ROMO Déjeme que piense la improvisación.

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Siento en mí no sé qué cosa, siento lo que tú no sientes, siento que no salgas pronto, y siento que te molestes. Yo ya he terminado y ella no salió. ALBERTO Verás tú la copla que diría yo. Mis ojos al ver los tuyos cegaron con sus reflejos; no veo, mas si te miro a los ojos, veo el cielo. ¡Qué tienes en la mirada, niña de los ojos bellos, que sus rayos iluminan amorosos pensamientos! Tu mirada dice amores, caricias, chocar de besos, esperanzas y alegrías, ternuras, dichas y ensueños. ¡Qué tienes en la mirada, niña de los ojos bellos!... ¡Qué tienes en la mirada que levantas ese fuego de amor! Excelente le parece a Romo la serenata del capitán, quien se asombra de que Margarita no haya aparecido; es entonces cuando Romo le confiesa que no está en casa. Lo que quiere Romo es que el capitán le escriba una carta para Margarita diciéndole todo aquello que acaba de cantar. Alberto, decidido a ayudar a Romo hasta el final, se retira con él a la cervecería para escribir la carta. En una graciosa pantomima, Rosa con Martín, Ketty con Roque, Lola con Pedro y Mari con Rufo salen llevando una tina de lavar ropa entre cada pareja. Una vez llegados a la plaza, los hombres dejan a las mujeres con las tinas y se dirigen a la cervecería. Aparecen entonces los tenientes con una flor en la mano y se colocan delante de cada una de las lavanderas. Después de besar la flor se la entregan; éstas la besan y se la prenden en el pecho. Acto seguido se unen por parejas, pero los tenientes, que ven cómo los aldeanos se dirigen hacia ellos, cogen a las aldeanas por la cintura y les dan esquinazo. Ante esta burla, los hombres reaccionan con ira intentando perseguir a los tenientes, pero éstos han sido más rápidos y han puesto tierra por medio. El estupor se refleja en su semblante. Entonces, como si una idea luminosa les inspirase, se llevan un dedo a la frente; cada uno coge una tina, se la pone sobre la cabeza, y se van de escena.

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Margarita, que ve al capitán entregándole una carta a Romo, decide observar desde la ventana. Cuando los dos hombres se van de la cervecería sale al encuentro de Romo y, recurriendo a la coquetería, consigue arrebatarle la carta sin que éste le pueda explicar que esa carta es suya. Margarita la lee pensando que es del capitán y queda convencida de que Alberto le ha declarado su amor. MARGARITA Tralaralarán, larán, larán, tralará, lará, larán, larán. ROMO Tralaralarán, larán, larán, tralará, lará, larán, larán. LOS DOS Por fin vencí. Tal emoción nunca sentí; mi suerte está cifrada aquí. Con la ansiedad de la ilusión late aún más fuerte mi corazón. MARGARITA ¡Qué me dirá! ¡Pobre de mí!... ¡Mi suerte está cifrada aquí! ROMO ¡Qué pensará!... ¡Pobre de mí!... ¡Mi suerte está cifrada aquí! MARGARITA «Yo he pasado la vida en un sueño, y mi sueño me hablaba de amor, y mi amor fue una imagen divina, y la imagen tu forma tomó. Todo el culto que mi alma sentía como ofrenda le puse en tu altar, y mis preces de amor se elevaron hasta ti, criatura sin par. Aquello fue lo que soñé: toda una vida de ansiedad. Mas desperté, te vi y no sé si aún eres sueño o realidad.» ¡Dios mío!... ¿Qué quiere decir esta carta? ROMO Margot, eso dice... (¡Las fuerzas me faltan!) MARGARITA Contesta. ROMO Que un hombre te pide su amor.

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MARGARITA ¿Me quiere? ROMO Con ansias. ¿Y tú? MARGARITA También yo. ¡Oh, qué extraño sentimiento de esperanza y alegría se desborda en mis sentidos y recorre el alma mía! Esta carta me descubre los secretos del amor; late, late, muy deprisa, late, late, corazón. ROMO Yo no sé lo que me pasa que me muero de contento y, al mirarla, un hormiguillo me recorre todo el cuerpo. Yo no sé si es la alegría, yo no sé si es el amor; late, late, muy deprisa, late, late, corazón. LOS DOS Late, late, corazón... MARGARITA «Yo he pasado la vida en un sueño, y mi sueño me hablaba de amor, y mi amor fue una imagen divina, y la imagen tu forma tomó!...» Ante la aparición de los aldeanos, Romo, que ha prometido a todos los mozos no hablar con Margarita, le dice a ésta que la carta es del capitán Alberto; y Margarita, pensando que el Príncipe al fin se declaró, da las gracias a Romo por ser el portador de tan buena nueva. Los mozos recriminan a Margarita, y en esto aparece el capitán, que se interpone entre Margarita y los mozos en defensa de ella, explicando bien claro que la carta no era suya, sino de Romo, motivo por el cual los mozos le acusan de traidor, quedando Margarita cruelmente desilusionada. ALBERTO Atrás, miserable: quien ose avanzar, mi empuje y mi espada sabrán rechazar. Y tú, bella niña, no temas por ti, que ya no estás sola teniéndome aquí.

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MARGARITA ¡Señor! ALBERTO ¡Margarita! TODOS ¡La abraza! ROMO ¡Traición! ¡Los dos me engañaban! ¡Amigos, valor! ¡Andad contra ellos, que yo estoy aquí! ¡Venganza! TODOS ¡Venganza! MARGARITA Marchemos de aquí. ALBERTO No temas por ti. Por mi fe de caballero, de mi estirpe y mi blasón, yo te juro, bella niña, que seré tu protector. Los agravios que te han hecho yo no puedo consentir, y en ausencia de tu novio yo seré tu paladín. MARGARITA Agradezco con el alma vuestra noble protección, mas no quiero que a los hombres les prestéis conversación. Los agravios que me han hecho no me pueden nunca herir, y el desprecio únicamente llevarán siempre de mí. CORO Por su fe de caballero, de su estirpe y su blasón, ha jurado a Margarita que será su protector. Tan estúpida arrogancia no debemos consentir, y sin dar explicaciones no podrá salir de aquí. ALBERTO Yo en nombre del novio que tiene Margot, exijo aquí cuentas. ROMO (¡Pues esto es peor!) MARGARITA ¡Mi novio...! CORO ¡Su novio! Decidnos, ¿quién es?

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ROMO (¡En este momento descubre el pastel!) CORO Margot nos decía que vos la escribisteis. ALBERTO La carta es de Romo pidiéndola amor. Si Romo la quiere, yo a Romo protejo. CORO Pero ¿es eso cierto? ROMO Muy cierto. CORO ¡Ah, traidor!... ¡Luego tú nos engañaste! ALBERTO Pero ¿estaba Romo aquí? ROMO Poco a poco, compañeros: lo acordado yo cumplí. CORO Y la carta que escribiste rebajándote a Margot a pesar de lo acordado, ¿no revela tu traición? MARGARITA ¿No era vuestra? ALBERTO ¡Era de Romo! MARGARITA ¡Oh cruel desilusión! CORO ¡Infame, traidor! Pagarás tu merecido por traidor y desleal. ROMO Compañeros, no amargarme mi mayor felicidad. CORO Pagarás tu merecido por infiel y por traidor. ROMO Que me hacéis bastante daño, no dar fuerte, por favor. CORO ¡Infame, canalla, infame, traidor! ROMO Dejad que me explique, hacedme el favor. ALBERTO ¡Cobarde! MARGARITA No ha sido él quien me escribió. ¡Oh cruel desilusión! ¡Yo muero! ¡Yo muero! ¡No puedo más! ¡No puedo más! ALBERTO ¡Margot! ¡Qué bella está!...

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¡La imagen fue de aquel ensueño que forjé! ¡Por qué te vi si al despertar aquel ensueño de amor no he de lograr! CUADRO SEGUNDO.– Pintoresco panorama del país, con sus característicos molinos de viento. Por Romo y el cabo Stock sabemos que el capitán ha prohibido que ningún marinero se case. Por el contrario, el capitán Alberto dotará a los primeros cinco matrimonios que se celebre, y todos los mozos han elegido novia pues quieren casarse los primeros. Romo llora porque él no podrá casarse, ya que Margarita se niega. Se va a celebrar la fiesta de la paz entre mozos y mozas, y sólo Romo y Margarita no están emparejados. Se marchan éstos y aparece Margarita triste y pensativa. Después llega el capitán con Romo. Alberto está dispuesto a hablar con Margarita en favor de Romo. CORO En la fuente del cariño nos pusimos a beber; hoy la fuente ya no corre: la dejamos seca ayer. TENOR Niña nunca bebas agua del amor: cuanto más trasiegues, mucho más ardor. Y la sed de amores no es al empezar, es cuando no tienes agua que tomar. MARGARITA ¡Amor!... ¿Qué cosa es amor, que aún no he podido saber? Si el amor es no vivir, amor debo yo tener. «He pasado la vida en un sueño, y mi sueño me hablaba de amor, y mi amor fue una imagen divina y la imagen tu forma tomó.» ROMO Llorando, miradla. ALBERTO Silencio, por Dios. Ocúltate en tanto, que a hablarla ahora voy.

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ROMO Decidla lo grande que siento el amor y los berrenchines que pasando estoy. (Si ahora no se ablanda con mi protector, la cosa se pone del mal en peor.) ALBERTO ¡Mi Margot! MARGARITA ¡Capitán! ALBERTO No te alejes, Margot, de mi lado, ni me culpes de nada, Margot: su tú sufres, y penas, y lloras, sufro y lloro tu mismo dolor. MARGARITA ¡Oh, Callad! ¡Por favor, no os comprendo, ni adivino a qué tanta maldad; ya que sufra, que pene y que llore, respetad mi dolor, capitán! ALBERTO ¿Qué ocultabas? MARGARITA ¡Qué! Una prueba de su burla y mi dolor. ALBERTO Esa carta es testimonio de un ardiente y puro amor. MARGARITA ¡El de Romo! ALBERTO No, el de un hombre que teniendo corazón, cumplir tuvo antes con otro la palabra que le dio. MARGARITA Hablad claro y terminad. ALBERTO Si no puedo más, Margot. MARGARITA Ya comprendo: Romo fue a pediros protección. ALBERTO Y por gratitud la di, y por gratitud te amé, y hoy te quiero mucho más, hoy que ya no puede ser. MARGARITA ¡Alberto! ALBERTO ¡Pronuncia mi nombre otra vez!... MARGARITA ¡Mi Alberto! ALBERTO ¡Tu Alberto! MARGARITA ¡Sí, mío has de ser!

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ROMO ¡Demonio, qué a tiempo, ya la convenció! ¡Mas de esta manera no quería yo! Yo debo advertirles que ya estoy aquí, y que esos abrazos eran para mí. MARG. Y ALB. Ven, Margot, ven, amor de mi sueño; yo he pasado la vida en un sueño, y mi sueño me hablaba de amor, y mi amor fue una imagen divina, y la imagen tu forma tomó. Todo el culto que mi alma sentía como ofrenda lo puse en tu altar y mis preces de amor se elevaron hacia ti criatura sin par. CORO Niña, nunca bebas agua del amor: cuanto más trasiegues, mucho más ardor. ALBERTO Margot de mi alma. MARGARITA Mi Alberto, yo ansío morir de amor. CUADRO TERCERO.– La misma plaza del cuadro primero. Es de noche. Muy lentamente se va ocultando la luna y se inicia el amanecer. El cabo Stock se dirige a la ventana de la casa de Margarita y llama al capitán. Alberto salta por la ventana y mira con ansiedad preguntando si les ha visto alguien. Stock afirma que las calderas ya están encendidas y todo preparado a bordo; sólo falta él. Alberto huye en compañía de Stock, habiendo cumplido lo pactado con Romo, aunque muera después de dolor. Margarita sale a buscarle, mas se interpone Romo, que la hace comprender que no es para ella el amor de Alberto; y cuando desde lejos se oye aún la voz del capitán, Margarita rompe a llorar y cae de rodillas desilusionada. Romo, que la observa, comprende que aquel amor no es por él, y hace mutis a su cervecería sollozando. ALBERTO Mis ojos al ver los tuyos cegaron con sus reflejos; no veo, mas si te miro a los ojos, veo el cielo.

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¿Qué tienes en la mirada, niña de los ojos bellos, qué tienes en la mirada que levantas ese fuego de amor? _____ Yo he pasado la vida en un sueño y mi sueño me hablaba de amor, y mi amor fue una imagen divina y la imagen tu forma tomó.