miau
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• Marc Riera• Ferran Arcos• Adrià Ropero
• Literatura Castellana
MIAU
Iglesia de Montserrat
• Cap. 1 párrafo dos• Llamaban al tal Silvestre
Murillo, y era el chico más aplicado de la escuela y el mejor amigo que cadalso tenía en ella. Su padre, sacristán de la iglesia de Montserrat, le destinaba a seguir la carrera de Derecho, porque se le había metido en la cabeza que el mocoso aquel llegaría a ser un personaje, quizás un orador célebre, ¿por qué no ministro?
Calle de las Huertas
• Cap. 2 párrafo quince• Canelo, que ya estaba
impaciente, se le unió en la puerta. Se pusieron ambos en camino, y en una pastelería de la calle de las Huertas, compró Luis dos bollos de a diez céntimos. El perro se comió uno y Cadalsito el otro.
Calle del Fúcar
• Cap. 10 párrafo seis• Ahora vamos a otra cosa.
Llegué esta mañana en el tren de las ocho, y me metí en una casa de huéspedes en la calle del Fúcar. Allí pensaba quedarme.
Parque del Retiro
• Cap. 24 párrafo veintidós• Otros, Cadalsito entre ellos,
creían que la enfermedad era farsa, pura comedia para irse de pingo y estarse brincando toda la tarde en el Retiro con los peores gateras de Madrid.
El cementerio de la Patriarcal
• Cap. 43 párrafo cinco• Sigamos hacia el cementerio
de la Patriarcal, que por allí no habrá ningún importuno que se meta en lo que no le va ni le viene.
Casa de Francisco Cucúrbitas
• Cap. 2 párrafo once• Ya sabía que a las siete infaliblemente iba a comer el señor D.
francisco Cucúrbitas. Sentose el chico en el banco del recibimiento. Los pies no le llegaban al suelo, y los balanceaba como para hacer algo con qué distraer el fastidio de aquel largo pantalón. El perchero, de pino imitando roble viejo, con ganchos dorados para los sombreros, su espejero y los huecos para los paraguas, le había producido en otro tiempo gran admiración; pero ya le era indiferente. No así el gato, que de la parte interior de la casa solía venir a enredar con él.
Casa de Luis Cadalso (I)• Cap. 1 párrafo siete• En el portal de la casa en que Cadalso habitaba, había un
memorialista. El biombo o bastidor, forrado de papel imitando jaspes de variadas fetas y colores, ocultaba el hueco del escritorio o agencia donde asuntos de tanta monta se despachaban de continuo. La multiplicidad de ellos se declaraba en manuscrito cartel, que en la puerta de la casa colgaba.
• Cap. 1 párrafo nueve• Abstraído en sus pensamientos, pasaba el buen Cadalso junto al
biombo, cuando por el hueco que este tenía hacia el interior del portal salieron estas palabras: “Luisín, bobillo, estoy aquí”.
Casa de Luis Cadalso (II)• Cap. 1 párrafo veintidós• Abrió esta puerta que a la izquierda del pasillo de la entrada había, y
penetró en el llamado despacho, pieza de poco más de tres varas en cuadro, con ventana a un patio lóbrego. Como la luz del día era ya tan escasa, apenas se veía dentro del aposento más que el cuadro luminoso de la ventana.
• Cap. 6 párrafo trece• Poco después de esto, oyose fuerte allá en la alcoba de la sala,
donde Pura dormía. Por la puertecilla que dicha alcoba tenía al recibimiento, frente al despacho, apareció la señora de la casa, radiante de displicencia, embutido el cuerpo en una americana vieja de Vilaamil, el pelo en sortijillas, el hocico amoratado del agua fría con que acababa de lavarse, una toquilla rota cruzada sobre el pelo, en los pies voluminosas zapatillas.
Casa de Luis Cadalso (III)• Cap. 11 párrafo veinticuatro• Víctor se arrebujó en la manta, tratando de dormir, pero hallábase
excitadísimo, más que por el altercado con su suegro, por la memoria de sucesos recientes, y no podía conciliar el sueño, no siendo tampoco extraña a este fenómeno la dureza del banco en que reposaba. La luz menguó de tal manera después de media noche, que apenas alumbraba con incierto resplandor la estancia; y en el cerebro insomne y febril de Víctor, esta penumbra y el olor a comida fiambre que flotaba en la atmósfera, se confundían en una sola impresión desagradable. Examinó punto por punto el comedor, las paredes vestidas de papel, a trozos desgarrado, a trozos sucio. En algunos sitios, particularmente junto a las puertas, la crasitud marcaba el roce de las personas; en otros se veían impresas las manos de Luisito y aun los trazos de su artístico lápiz. El techo, ahumado en la proyección de la lámpara, tenía dos o tres grietas, dibujando una inmensa M y quizás otras letras menos claras. En la pared, agujeros de clavos, de los cuales colgaron en otros tiempos láminas. (Continua en la siguiente diapositiva)
Casa de Luis Cadalso (IV)• Cap. 11 párrafo veinticuatro• Víctor, recordaba haber visto allí un reloj, que nunca había dicho esta
campana es mía, y señalaba siempre una hora inverosímil; también hubo antaño bodegones al cromo con sandías y melones despanzurrados. Láminas y reloj habían desparecido, como carga que se arroja al mar para que el barco no zozobre. El aparador subsistía; pero ¡qué viejo y qué aburrido estaba, con sus vivos negros despintados, un cristal roto, caído del copete! Dentro de él se veían algunas copas boca abajo, vinagreras con frascos desiguales, un limón muy arrugado, un molinillo de café, latas mugrientas y algunas piezas de loza. La puerta que conducía al pasillo de la cocina estaba cubierta por un pesado portier de abacá, mugriento por el borde en que lo sobaban las manos, y con una claraboya en medio, que bien pudiera servir de trono.
Palacio de Liria• Cap. 9 párrafo quince• Entonces se le fue un poco la
cabeza; vio que la mole pesada del cuartel se corría de derecha a izquierda, y que en la misma dirección iba el palacio de Liria, sepultado en el ramaje de su jardín, cuyos árboles parecen estirarse para respirar mejor fuera de la tumba inmensa en que están plantados.
Hospital de la Princesa• Cap. 41 párrafo cuarenta y tres• D. Ramón se detuvo bruscamente,
y giró sobre sí mismo, dirigiéndose hacia la parte alta de la calle, donde está el Hospital de la Princesa.
Calle del Cristo• Cap. 44 párrafo seis• Al doblar la esquina del
callejón del Cristo para entrar en la calle de Amaniel, ¡pataplum!...
Calle de Amaniel• Cap. 44 párrafo seis• Al doblar la esquina del
callejón del Cristo para entrar en la calle de Amaniel, ¡pataplum!...
Cuesta de San Vicente• Cap. 42 párrafo tres• Dio un par de castañetazos
con los dedos de ambas manos, y volviendo a liarse la capa, se dirigió hacia la cuesta de San Vicente, que recorrió casi toda, mirando las muestras de las tiendas.
Campo del Moro• Cap. 43 párrafo uno• Tiró hacia la plaza de San
Marcial, y al llegar a los vertederos de la antigua huerta del Príncipe Pío, se detuvo a contemplar la hondonada del Campo del Moro y los términos distantes de la Casa de Campo.
Calle de San Hermenegildo• Cap. 43 párrafo seis• Después de meterse por la
solitaria calle de San Hermenegildo, volvió hacia la plazuela del Limón, rondó la manzana de las comendadoras, aventurándose por fin a atravesar la calle de Quiñones y a observar los balcones de su casa…
La Moncloa• Cap. 43 párrafo tres• Parose al borde de un gran
talud que hay hacia la Cuesta de Areneros, sobre las nuevas alfarerías de la Moncloa…
Cárcel de mujeres• Cap. 1 párrafo dos• Al doblar la esquina de las
Comendadoras de Santiago para ir a su casa, que estaba en la calle de Quiñones, frente a la Cárcel de Mujeres, uniósele uno de sus condiscípulos, muy cargado de libros, la pizarra a la espalda, el pantalón hecha una pura rodillera, el calzado con tragaluces, boina azul en la pelona, y el hocico muy parecido al de un ratón.
Conservatorio• Cap. 6 párrafo diez• Sólo una vez cantó en el Real
la parte de Adalgisa, por condescendencia de la empresa, como alumna del Conservatorio. Estuvo muy feliz, y los periódicos les auguraron un porvenir brillante.
Casa de Campo• Cap. 42 párrafo uno• Era ya cerca de medio día, y
Vilaamil, que no se había desayunado, sintió hambre. Tiró hacia la plaza de San Marcial, y al llegar a los vertederos de la antigua huerta del Príncipe Pío, se detuvo a contemplar la hondonada del Campo del Moro y los términos distantes de la Casa de Campo.
Liceo Jover• Cap. 6 párrafo doce• Poco después de este desagradable suceso, que impresionó mucho a
Milagros, esta volvió a Madrid; verificose el debut en el real, luego las funciones en el Liceo Jover, y todo lo demás que brevemente referido queda.
• Cap. 6 párrafo diez• En el Liceo Jover, ante un público invitado y poco exigente, cantó Saffo
y los Capuletos de Bellini con el tercer acto de Vacai.
• (No hemos logrado ubicar el liceo Jover)
Calle del amor de Dios• Cap. 2 párrafo dos• “Adiós, rico mío –le dijo la
Paca besándole-. Ve prontito para que vuelvas a la hora de comer. (Leyendo el sobre). Pues digo… no es floja caminata, de aquí a la calle del Amor de Dios. ¿Sabes bien el camino? ¿No te perderás?”.
• Cap. 2 párrafo once• Por fin llegaron a la calle del
Amor de Dios.
Calle del Pez• Cap. 2 párrafo once• Entretanto, Luisito y Canelo
recorrían parte de la calle Ancha y entraban por la del Pez siguiendo su itinerario.
Escuela pública de la Plazuela del Limón
• Cap. I párrafo uno• A las cuatro de la tarde, la chiquillería de la escuela pública de la
plazuela del Limón salió atropelladamente de clase, con algazara de mil demonios. Ningún himno a la libertad, entre los muchos que se han compuesto en las diferentes naciones, es tan hermoso como el que entonan los oprimidos de la enseñanza elemental al soltar el grillete de la disciplina escolar y echarse a la calle piando y saltando.
• (No hemos logrado encontrar una imagen)
La Plazuela del Limón• Cap. 1 párrafo uno• A las cuatro de la tarde, la
chiquillería de la escuela pública de la plazuela del Limón salió atropelladamente de clase, con algazara de mil demonios.
• Cap. 43 párrafo seis• Después de meterse por la
solitaria calle de San Hermenegildo, volvió hacia la plazuela del Limón, rondó la manzana de las comendadoras, aventurándose por fin a atravesar la calle de Quiñones y a observar los balcones de su casa…
• (Tal vez se refiera a la calle del Limón)
Valle del Manzanares• Cap. 42 párrafo uno• Observó Villaamil la diferencia
de tiempo con que las especies arbóreas despiertan de la somnolencia invernal, y respiró con gusto el aire tibio que del valle del Manzanares subía. Dejose ir, olvidado de su buen apetito camino de la Montaña, atravesando el jardinillo recién plantado en el relleno, y dio la vuelta en el cuartel, hasta divisar la sierra, de nítido azul con claros de nieve, como mancha de acuarela extendida sobre el papel por la difusión natural de la gota, obra de la casualidad más que de los pinceles del artista.
Barrio de Argüelles• Cap. 42 párrafo dieciséis• …llegó a la explanada del
cuartel y lo rodeó, no parando hasta las vertientes áridas que desde el barrio de Argüelles descienden a San Antonio de la Florida.
San Antonio de la Florida• Cap. 43 párrafo cuatro• Los gorriones iban ya en
retirada hacia los tejares de abajo o hacia los árboles de San Bernardino y de la Florida.
• Cap. 42 párrafo dieciséis• …llegó a la explanada del
cuartel y lo rodeó, no parando hasta las vertientes áridas que desde el barrio de Argüelles descienden a San Antonio de la Florida.
Plaza de San Marcial• Cap. 44 párrafo diez• Esto último lo dijo andando
hacia la Plaza de San Marcial con reposado continente, como hombre que vuelve a su casa sin prisa…
• Cap. 42 párrafo uno• Era ya cerca de medio día, y
Vilaamil, que no se había desayunado, sintió hambre. Tiró hacia la plaza de San Marcial, y al llegar a los vertederos de la antigua huerta del Príncipe Pío, se detuvo a contemplar la hondonada del Campo del Moro y los términos distantes de la Casa de Campo.
Calle Ancha• Cap. 2 párrafo once• Entretanto, Luisito y Canelo
recorrían parte de la calle Ancha y entraban por la del Pez siguiendo su itinerario.
• Cap. 28 párrafo doce• Antes de llegar a la calle
Ancha, los chicos se dispersaron y Luisito siguió con el maestro, que le dejó a la puerta de su casa.
• Cap. 41 párrafo cuarenta y tres
• Andaba el abuelo rápidamente por la acera de la calle Ancha, y a cada paso suyo daba Cadalsito tres, cogido de la mano paterna, o más bien colgado.
Calle de los Reyes (I)
• Cap. 14 párrafo cuatro• No frecuentaba el teatro, vivía con
orden admirable, y su casa de la calle de los Reyes era lo que se dice una tacita de plata.
• Cap. 14 párrafo cinco• Cadalsito cogió miedo, y no volvió a
aparecer por la calle de los Reyes.
Calle de los Reyes (II)
• Cap. 44 párrafo nueve• De aquí pasó al recuerdo de Luis,
de quien tan cerca estaba, pues el anciano había entrado en la calle de los Reyes.
• Cap. 41 párrafo cuarenta y tres• Fijose Luis en la incongruencia de
esta dirección y observó, impacientándose: “Pero abuelo, ¿no vamos a casa de la tía Quintina, en la calle de los Reyes?
Calle de San Bernardino
• Cap. 43 párrafo cinco• Con esta cantata siguió buen
trecho alejándose, hasta que, ya cerrada la noche, encontrose en los altos de San Bernardino que miran a Vallehermoso, y desde allí vio la masa informe del caserío de Madrid, con su crestería de torres y cúpulas, y el hormigueo de luces entre la negrura de los edificios…
• Cap. 43 párrafo cuatro• Los gorriones iban ya en retirada
hacia los tejares de abajo o hacia los árboles de San Bernardino y de la Florida.
Teatro Real (I)• Cap. 1 párrafo tres• Dijo que en el paraíso del Teatro
Real les pusieron este mal nombre, y que siempre se sientan en el mismo sitio, y que cuando las ven entrar, dice toda la gente del público: “Ahí están ya las miaus”
• Cap. 3 párrafo dieciseis• Ese nombre de Miau se lo
encajaron a tu abuela y tías en el paraíso del Real, es a saber, porque parecen propiamente tres gatitos.
Teatro Real (II)• Cap. 3 párrafo 18• “Ya sé que esta noche
también van al Real –añadió la aparición-.”
• Cap. 18 párrafo cuatro• Anoche me contó Bibiana
Cuevas que en el paraíso del Real nos han puesto un mote; nos llaman las de Miau o las Miaus, porque dicen que parecemos tres gatitos, sí, gatitos de porcelana, de esos que se adornan ahora las rinconeras.
Teatro Real (III)• Cap. 6 párrafo doce• Poco después de este
desagradable suceso, que impresionó mucho a Milagros, esta volvió a Madrid; verificose el debut en el Real, luego las funciones en el Liceo Jover, y todo lo demás que brevemente referido queda.
• Cap. 6 párrafo diez• Sólo una vez cantó en el Real
la parte de Adalgisa, por condescendencia de la empresa, como alumna del Conservatorio. Estuvo muy feliz, y los periódicos les auguraron un porvenir brillante.
Calle del Acuerdo (I)• Cap. 7 párrafo ocho• Era un amigo de Vilaamil, que
vivía en la calle del Acuerdo, un tal Guillén, cojo por más señas, empleado en la Dirección de Contribuciones.
• Cap. 9 párrafo uno• Llamábase Paquito Ramos y
Guillén, y sus padres eran los dueños de la casa de préstamos en la calle del Acuerdo.
Calle del Acuerdo (II)Cap. 28 párrafo siete• Al entrar en la calle del
Acuerdo, se encontró Cadalso a su tía Quintina, que le llenó de besos, ensalzó mucho su elegancia, le estiró el cuerpo de la chaqueta y las mangas y le arregló el cuello para que resultara más guapo todavía.
Calle de Quiñones (I)• Cap. 1 párrafo dos• Al doblar la esquina de las
Comendadoras de Santiago para ir a su casa, que estaba en la calle de Quiñones, frente a la Cárcel de Mujeres, uniósele uno de sus condiscípulos, muy cargado de libros, la pizarra a la espalda, el pantalón hecha una pura rodillera, el calzado con tragaluces, boina azul en la pelona, y el hocico muy parecido al de un ratón.
Calle de Quiñones (II)• Capítulo 10 párrafo dos• En aquel tiempo estaba el
abuelito en Cuba, y no vivía la familia en la calle de Quiñones.
• Cap. 9 párrafo quince• El día estaba hermoso, y Paca
propuso a su amiguito ir a tomar el sol en la explanada del Conde Duque, a dos pasos de la calle de Quiñones.
Calle de Quiñones (II)• Cap. 43 párrafo seis• Después de meterse por la
solitaria calle de San Hermenegildo, volvió hacia la plazuela del Limón, rondó la manzana de las comendadoras, aventurándose por fin a atravesar la calle de Quiñones y a observar los balcones de su casa…
Las Comendadoras (I)• Cap. 1 párrafo dos• Al doblar la esquina de las
Comendadoras de Santiago para ir a su casa, que estaba en la calle de Quiñones, frente a la Cárcel de Mujeres, uniósele uno de sus condiscípulos, muy cargado de libros, la pizarra a la espalda, el pantalón hecha una pura rodillera, el calzado con tragaluces, boina azul en la pelona, y el hocico muy parecido al de un ratón.
Las Comendadoras (II)• Cap. 43 párrafo seis• Después de meterse por la
solitaria calle de San Hermenegildo, volvió hacia la plazuela del Limón, rondó la manzana de las comendadoras, aventurándose por fin a atravesar la calle de Quiñones y a observar los balcones de su casa…
Calle de la Puebla (I)• Cap. 3 párrafo uno• Al entrar en la calle de la
Puebla, iba ya Cadalsito tan fatigado que, para recobrar las fuerzas, se sentó en el escalón de una de las tres puertas con rejas que tiene en dicha calle el convento de Don Juan de Alarcón.
Calle de la Puebla (II)
• Cap. 3 párrafo veinticuatro• Luis se restregaba los ojos; se
reconocía despierto y reconocía la calle. Enfrente vio la tienda de cestas en cuya muestra había dos cabezas de toro, con jeta y cuernos de mimbre, juguete predilecto de los chicos de Madrid. Reconoció también la tienda de vinos, el escaparate con botellas; vio en los transeúntes personas naturales, y a Canelo, que a su lado seguía, le tuvo por un verídico perro.
Convento de Don Juan de Alarcón (I)
• Cap. 3 párrafo uno• Al entrar en la calle de la
Puebla, iba ya Cadalsito tan fatigado que, para recobrar las fuerzas, se sentó en el escalón de una de las tres puertas con rejas que tiene en dicha calle el convento de Don Juan de Alarcón. Y lo mismo fue sentarse sobre al fría piedra, que sentirse acometido por un profundo sueño…
Convento de Don Juan de Alarcón (II)
• Cap. 7 párrafo diecisiete• Tenía hambre, frío, y le dolía
un poco la cabeza. Al regreso de la excursión se había sentado en el pórtico de las Alarconas; pero no le dio aquello, ni la visión tuvo a bien presentarse en ninguna forma.
• Cap. 9 párrafo quince• Desde le primer instante, la
visión de las Alarconas se le presentó clara, palpable, como un ser vivo, sentado frente a él, sin que pudiese decir donde.
Paseo de Areneros (I)• Cap. 41 párrafo cuarenta y
seis• Atormentado por cruelísima
duda, Villaamil echó un gran suspiro, y sentándose en el zócalo de la verja del hospital que cae al paseo de Areneros, cogió las manos del niño y le miró fijamente, cual si en sus inocentes ojos quisiera leer la solución del terrible conflicto.
Paseo de Areneros (II)
• Cap. 9 párrafo quince• Eran las tres, y el vasto terraplén comprendido entre el paseo de
Areneros y el cuartel de Guardias estaba inundado de sol, y muy concurrido de vecinos que iban allí a desentumecerse. Gran parte de este terreno se veía entonces, y se ve hoy, ocupado por sillares, baldosas, adoquines, restos o preparativos de obras municipales, y entre la cantería, las vecinas suelen poner colgaderos para secar ropa lavada.
• Cap. 44 párrafo cuatro• …y con preferencia al paseo de Areneros, por donde creyó se había escabullido la caza.
Cuesta de Areneros• Cap. 43 párrafo tres• Parose al borde de un gran
talud que hay hacia la Cuesta de Areneros, sobre las nuevas alfarerías de la Moncloa…
Calle del Conde Duque (I)• Cap. 9 párrafo veintitrés• Pronto se aclararon las imágenes, aunque no las ideas;
vio el cuartel de Conde Duque, y oyó el uno, dos, tres,
cuatro, como si saliese de debajo de tierra.
• Cap. 9 párrafo quince• El día estaba hermoso, y Paca propuso a su amiguito ir a tomar el sol en la
explanada del Conde Duque, a dos pasos de la calle de Quiñones. Púsose la enorme memorialista su mantón, mientras Luisito subía arriba para pedir permiso, y echaron a andar. Eran las tres, y el vasto terraplén comprendido entre el paseo de Areneros y el cuartel de Guardias estaba inundado de sol, y muy concurrido de vecinos que iban allí a desentumecerse. Gran parte de este terreno se veía entonces, y se ve hoy, ocupado por sillares, baldosas, adoquines, restos o preparativos de obras municipales, y entre la cantería, las vecinas suelen poner colgaderos para secar ropa lavada. (Continua en la siguiente diapositiva)
Calle del Conde Duque (II)• Cap. 9 párrafo quince• La parte libre de obstáculos la emplea la tropa para los ejercicios de
instrucción, y aquella tarde vio Cadalsito a los reclutas de Caballería aprendiendo a marchar, dirigidos por un oficial que, sable en puño y dando gritos, les enseñaba a medir el paso.
• Cap. 43 párrafo seis• Resueltamente se dirigió al Conde Duque, pasó por delante del
cuartel, y al aproximarse a la plaza de la Comendadoras, andaba con paso cauteloso, evitando el ser visto, buscando la sombra y mudando de dirección a cada instante.
Huertas del Príncipe Pío• Cap. 42 párrafo uno• Era ya cerca de medio día, y Vilaamil, que no se había desayunado,
sintió hambre. Tiró hacia la plaza de San Marcial, y al llegar a los vertederos de la antigua huerta del Príncipe Pío, se detuvo a contemplar la hondonada del Campo del Moro y los términos distantes de la Casa de Campo.
• (Por la ubicación, sólo nos cuadra la puerta de San Vicente)
Bibliografía (I)
• http://www.madrilenosenelexterior.org/pemigrante/images/Madrid_ayer_hoy/fotos_nuevas/680x520/Parque-del-Retiro.jpg
• http://www.unionvegetariana.org/congreso/madrid1.jpg
• http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/4/4e/Calle_de_Huertas_(Madrid).jpg
• http://www.conelpapa.com/quepersigue/opusdei/madrid/3madrid_clip_image002_0013.jpg
• http://ret006ez.eresmas.net/sky/Madrid_AHM/Imagen_17.jpg
Bibliografía (II)
• http://www.madridhistorico.com/seccion7_enciclopedia/nivel2_ampliar_foto_enciclopedia.php?idinformacion=648
• http://europeancities.files.wordpress.com/2008/11/palacio-de-liria.jpg
• http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/e/e2/Hospital_de_la_Princesa_-_Madrid_-_20080708.jpg
• http://www.somosmalasana.com/wp-content/uploads/2009/05/calle1.jpg
Bibliografía (III)
• http://farm2.static.flickr.com/1012/698715496_fa3db1aa36.jpg?v=0
• http://www.pueblos-espana.org/fotos_originales/9/3/1/00070931.jpg
• http://www.pueblos-espana.org/fotos_originales/9/3/1/00070931.jpg
• http://farm1.static.flickr.com/43/87583576_2ceec335c3.jpg
• http://www.valldelcorb.info/blogs/roger/wp-content/uploads/135Madrid_Moncloa_51246c.jpg
Bibliografía (IV)
• http://ret006ez.eresmas.net/sky/Madrid_AHM/Imagen_18.jpg
• http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/2/25/Conservatorio_Superior_de_Madrid.jpg
• http://www.traveladventures.org/continents/europe/images/casa-de-campo03.jpg
• Googleearth• http://www.todocoleccion.net/antigua-postal-mad
rid-plaza-san-marcial-ed-j-roig-no-circulada~x4621927
Bibliografía (V)
• http://2.bp.blogspot.com/_J-xBXWQi684/SZawsxICNAI/AAAAAAAACx0/G0RrLIIfgTI/s400/Calle+del+Pez+2.gif
• http://media.photobucket.com/image/valle%20del%20Manzanares%20%20madrid/ijcalvo/ximg_0381.jpg
• http://www.cosasdemadrid.es/images/barrio_de_arguelles.jpg
• http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/b/b8/San_Antonio_de_la_Florida.jpg
Bibliografía (VI)
• http://d9ptcxk3xvglv.cloudfront.net/9fba65930924584db81e10895625c2cf
• http://2.bp.blogspot.com/_jxMEKrz7A_Q/R8BjPbke-rI/AAAAAAAAB9M/L-7CLrOA8Sc/s400/Calle+Ancha+a%C3%B1os+70.JPG
• http://farm1.static.flickr.com/242/516524444_2d3f61e5b0.jpg?v=0
• http://es.wikipedia.org/wiki/Calle_de_San_Bernardo_(Madrid)
Bibliografía (VII)
• http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/a/ac/Teatro_Real_(Madrid)_03.jpg
• http://guiasobremadrid.com/wp-content/uploads/2009/01/teatro_real.jpg
• http://sketchup.google.com/3dwarehouse/details?mid=4ba0b5621e084383c5f45e1172ccf48&ct=3dbl&hl=es
• http://mw2.google.com/mw-panoramio/photos/medium/20083762.jpg
• http://image03.webshots.com/3/6/64/59/6466459oujnpuUMIA_ph.jpg
Bibliografía (VIII)
• http://www.artehistoria.jcyl.es/ciudades/monumentos/2384.htm
• http://www.minube.com/fotos/rincon/2715/17724• http://www.esmadrid.com/recursosinstitucionales/
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