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De la Historia Metódica a los Annales: Un siglo de elaboraciones en la Historiografía Occidental Shirley Carbajal Ravello Nuestra disciplina como todo conocimiento científico ha tenido desde sus orígenes una larga trayectoria y su evolución ha estado estrechamente relacionada con las situaciones vividas por las sociedades humanas que lo elaboraban. Necesitamos conocer ese recorrido realizado por los historiadores, miembros de una corporación que transmite su saber especializado y constituyen los eslabones de una cadena que unen el pasado al presente y que van construyendo el futuro y cuyas realizaciones nos permiten avizorar un camino ya recorrido, conocer trayectos diferentes con sus avances, retrocesos, paradas, incertidumbres, antes de emprender caminos en busca de lo que es nuestro interés: la verdad, como lo expresaba el gran historiador francés, Jacques Le Goff 1 . Nuestra disciplina cuenta con una larga historia, dos mil quinientos años de plantear interrogantes, ofrecer posibles respuestas a los deseos de las sociedades de conocerse mejor y de dar una imagen de lo acontecido. Esas elaboraciones de nuestros “maestros”, directos o indirectos- serán nuestra hoja de ruta en la tarea, siempre atrayente aunque no siempre fácil, de investigar el devenir histórico. Nos plantearán alternativas pero sobre todo relecturas de los temas de interés para nosotros o nuestros contemporáneos. Necesitamos conocer todo lo necesario cuando iniciamos un aprendizaje, desde el nombre, lugar de origen e iniciadores y las condiciones de su elaboración y ver brevemente su posterior evolución en Occidente lo que nos permitirá comprender sus características en la actualidad y sus nuevos horizontes de trabajo. En Grecia carente de unidad geográfica y política, Heródoto en el siglo V a.C. escribe Las nueve musas de la historia y utiliza por primera vez la palabra Historia, término jonio, ligado que significa investigación 2 . Esa obra que da inicio a nuestra disciplina nos interesa por aportes fundamentales como son el objeto de estudio, que son los hechos humanos, desinteresándose de los dioses o héroes, así como el método de trabajo consistente en hacer preguntas y someter a crítica las respuestas. Sin embargo, tienen limitaciones como son en primer lugar, las restricciones metodológicas en lo temporal, al transformar los recuerdos en arquetipos o modelos y en lo geográfico, al limitar la transmisión de los informes y, en segundo lugar, la falta de una visión universal de la sociedad griega. 1 Entrevista en L’Express (N° 1959, 25/XI/1988) 2 La raíz indoeuropea de donde proviene es wid: saber o conocer 1

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De la Historia Metódica a los Annales: Un siglo de elaboraciones en la Historiografía Occidental

Shirley Carbajal Ravello

Nuestra disciplina como todo conocimiento científico ha tenido desde sus orígenes una larga trayectoria y su evolución ha estado estrechamente relacionada con las situaciones vividas por las sociedades humanas que lo elaboraban. Necesitamos conocer ese recorrido realizado por los historiadores, miembros de una corporación que transmite su saber especializado y constituyen los eslabones de una cadena que unen el pasado al presente y que van construyendo el futuro y cuyas realizaciones nos permiten avizorar un camino ya recorrido, conocer trayectos diferentes con sus avances, retrocesos, paradas, incertidumbres, antes de emprender caminos en busca de lo que es nuestro interés: la verdad, como lo expresaba el gran historiador francés, Jacques Le Goff1.Nuestra disciplina cuenta con una larga historia, dos mil quinientos años de plantear interrogantes, ofrecer posibles respuestas a los deseos de las sociedades de conocerse mejor y de dar una imagen de lo acontecido. Esas elaboraciones de nuestros “maestros”, directos o indirectos- serán nuestra hoja de ruta en la tarea, siempre atrayente aunque no siempre fácil, de investigar el devenir histórico. Nos plantearán alternativas pero sobre todo relecturas de los temas de interés para nosotros o nuestros contemporáneos.Necesitamos conocer todo lo necesario cuando iniciamos un aprendizaje, desde el nombre, lugar de origen e iniciadores y las condiciones de su elaboración y ver brevemente su posterior evolución en Occidente lo que nos permitirá comprender sus características en la actualidad y sus nuevos horizontes de trabajo.En Grecia carente de unidad geográfica y política, Heródoto en el siglo V a.C. escribe Las nueve musas de la historia y utiliza por primera vez la palabra Historia, término jonio, ligado que significa investigación2. Esa obra que da inicio a nuestra disciplina nos interesa por aportes fundamentales como son el objeto de estudio, que son los hechos humanos, desinteresándose de los dioses o héroes, así como el método de trabajo consistente en hacer preguntas y someter a crítica las respuestas. Sin embargo, tienen limitaciones como son en primer lugar, las restricciones metodológicas en lo temporal, al transformar los recuerdos en arquetipos o modelos y en lo geográfico, al limitar la transmisión de los informes y, en segundo lugar, la falta de una visión universal de la sociedad griega.La civilización romana tendrá un papel importante a partir del siglo III a.C. y sus características como la mayor unidad y cohesión le permitirán construir una estructura política cuyo eje referencial es el Mediterráneo o Mare Nostrum. Se crea entonces un elemento fundamental para la integración cultural, la romanización, apoyada en el latín, el derecho, la administración, el ejército, las vías de comunicación, el culto religioso y la producción económica3. Así, estos elementos permiten la elaboración de una historia ecuménica o universal que está íntimamente relacionada con la búsqueda de un espacio extenso, la dilatación imperial y que se preocupa por una historia con objetivos políticos y tiene un sentido moralizador al fomentar el civismo y la formación de buenos ciudadanos como se observar en la obra de Tito Livio, patrocinado por el emperador Augusto.No obstante, estas civilizaciones del mundo clásico no superan la concepción de una historia cíclica o tradicional, es decir, la historia como una sucesión de ciclos que se repiten en el tiempo.El triunfo del cristianismo al convertirse en religión oficial del Imperio a fines del siglo IV de nuestra era da lugar a una serie de cambios como el ofrecer una concepción lineal de la historia: inicio con la creación y un final o juicio universal, insertando además un eje referencial, la presencia de Cristo en la historia y da lugar a la utilización de una cronología en la que se realiza una división en el tiempo histórico: antes de Cristo y después de Cristo que todavía se utiliza.Las limitaciones que presenta por la inserción del elemento religioso y la necesidad de relacionar la historia humana con la Biblia y los designios divinos da lugar a una serie de problemas que podemos observar en la llamada Edad Media. Si bien se conservó el legado clásico en los monasterios, se dio enorme importancia al elemento religioso y se careció de sentido crítico (deficientes interpretaciones, tendencia a falsificaciones, copias, etc.) y los géneros históricos privilegiados fueron las crónicas, los anales, las historias y las vidas de santos (hagiografía).A fines de la Edad Media, la sociedad europeo occidental está viviendo una serie de cambios y que se muestran en lo económico (paso de la crisis a la expansión), en lo social (ascenso de la burguesía), en lo político (génesis del estado moderno), en lo religioso (ruptura de la unidad cristiana) y en lo cultural (Humanismo y Renacimiento). Se presentó un mayor sentido crítico en las elaboraciones históricas que tuvo estrecha relación con los avances en la crítica filológica de los humanistas4 y que en los

1 Entrevista en L’Express (N° 1959, 25/XI/1988)2 La raíz indoeuropea de donde proviene es wid: saber o conocer3 Esta economía está ligada a los cultivos que se realizan: olivo donde la romanización es mayor, vid con zonas menos romanizadas y palmeras datileras en las zonas donde este proceso estuvo prácticamente ausente.4 La utilización de ese método permite a Lorenzo Valla descubrir la falsedad de un documento medieval conocido como la Donación Constantiniana.

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siglos XVI XVII se complementaron con el surgimiento de nuevas disciplinas como la paleografía y la diplomática 5, las que permitieron un gran avance en la crítica de documentos, distinguiendo cada vez con mayor precisión su autenticidad. Igualmente, Christopher Keller realizó la periodización de la Historia en Edades Antigua, Media y Moderna, completando así lo que había iniciado el arzobispo Bussi a fines del siglo XV.Gracias a los avances en estos siglos de la llamada Modernidad será posible a la Ilustración en el siglo XVIII completar los avances agudizando la crítica a lo religioso y al mundo medieval y dando importancia a las nociones de progreso, razón, libertad y felicidad. Aspectos tan importantes como el interés por el estudio de las civilizaciones o el inicio de la filosofía de la historia están ligados a la obra de Voltaire.Al finalizar el proceso revolucionario francés iniciado en 1789, se abre paso una nueva corriente historiográfica: el romanticismo que se interesa por las tradiciones, el folklore y por lo tanto la búsqueda de sus raíces en los nacientes estados, interesándose por el pasado especialmente medieval. Uno de sus precursores, Chateaubriand esboza en su obra un método histórico, una teoría cíclica de la historia y una aproximación crítica a la Revolución Francesa y sus continuadores se interesaron por la presentación literaria de sus trabajos con evocadoras descripciones del pasado que buscan despertar emoción y sensibilidad en sus lectores, así como la formación progresiva de una idea nacional.No obstante, desde mediados del siglo XIX la sociedad europea se manifiestan los cambios relacionados con la primera fase de la Revolución Industrial, la consolidación del poder de la burguesía, las revoluciones de 1848 con sus componentes liberal y nacionalista y los antecedentes en el mundo germánico de lo que sería más adelante el positivismo histórico en los trabajos que se basaban en el estudio minucioso y crítico de la documentación histórica6 y que condujera a que se “narraran los hechos tal cómo acontecieron” según la célebre frase del historiador alemán, Leopoldo von Ranke.Todo lo antes mencionado se ve favorecido por la influencia de los postulados del positivismo de Augusto Comte, creador de la Sociología, ciencia nueva que buscaba determinar las leyes que regían la existencia y el movimiento de las sociedades, y sus propuestas son importantes porque se planteaba establecer una ciencia; “la historia puede determinar las leyes que presiden el movimiento de las sociedades y así adquiriría el carácter de ciencia7”.En las últimas décadas del siglo XIX, se publican los textos fundamentales que nos ofrecen los principios básicos de la escuela metódica:

a) El Manifiesto escrito por Gabriel Monod para el lanzamiento de la Revue Historique en 1876 yb) Introducción a los estudios históricos, una guía para estudiantes escrita en 1898 por Charles- Victor Langlois y Charles

Seignobos. Se planteaba una forma de investigación que descartara toda especulación filosófica y que lograra la objetividad absoluta en el campo de la historia. Por lo tanto, se preocupan de la utilización de métodos reconocidos como científicos: inventario de fuentes, crítica de documentos y organización de las tareas profesionales. Estos historiadores quisieron convertir su disciplina en una ciencia exacta que explicara los hechos históricos rigurosamente, de allí la importancia de utilizar las fuentes o huellas clasificadas en escritas, orales y monumentales que debían ser previamente inventariadas, validadas, contrastadas y analizadas.En este proceso de análisis se encuentra a la heurística que es la crítica externa o de erudición que comprobaba la autenticidad de la fuente, es decir, pertenecía a la época a la que afirmaba pertenecer. Luego se procedía a la crítica interna o hermenéutica que permitiera comprobar la veracidad o credibilidad de la fuente, es decir si el documento decía la verdad.Al finalizar con estas tareas se debían realizar las operaciones sintéticas en varias etapas8:

1. Comparar los documentos para establecer un hecho particular.2. Reagrupar los hechos generales en marcos generales.3. Manejar el razonamiento, sea por deducción o por analogía para relacionar los hechos entre sí y llenar los vacíos.4. Obligar a practicar una elección entre la masa de acontecimientos y;5. Llevar al historiador a intentar algunas generalizaciones y arriesgarse a algunas interpretaciones.

Este trabajo de gabinete implicaba una formación de expertos en las tareas mencionadas que pudieran dominar determinadas técnicas de erudición. Se debía contar con archivistas, bibliotecarios, jóvenes investigadores que se prepararan para el oficio de historiador con el manejo de las llamadas ciencias auxiliares9, así como la realización de monografías y recibiendo el apoyo de profesores especialistas. Esta historia metódica tendió a establecer una jerarquía en sus materiales de trabajo de acuerdo a la importancia o valor que tuvieran para la tarea que realizaban y los principios que los guiaban. Se le dio mayor importancia a las fuentes escritas, consideradas como más seguras y en especial, las oficiales. Por esa elección, se comprende la elaboración de una historia centrada en los acontecimientos, especialmente políticos, militares, diplomáticos y en ciertos casos religiosos, realizada de manera coherente y donde era importante probar las relaciones de causalidad de lo acontecido.

5 La paleografía se interesa en descifrar, analizar y seguir las escrituras antiguas en su desarrollo histórico y la diplomática que estudia la tradición, forma y elaboración de las actas o documentos públicos6 CASADO QUINTANILLA, Blas, Tendencias historiográficas actuales, p. 947 LEFEBVRE, Georges, La naissance de l’historiographie moderne, p.2298 BOURDÉ, Guy y Hervé MARTIN, Les écoles historiques, p.p. 148-1499 Hoy día se las denomina ciencias anexas y entre ellas destacan geografía, cronología, paleografía, epigrafía, arqueología, genealogía, heráldica y numismática

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A pesar de los ataques que han recibido de los historiadores del grupo de los Annales en el siglo XX, actualmente se reconocen sus aportes importantes en el desarrollo de nuestra disciplina. Entre ellos se deben señalar los magníficos logros en cuanto a la crítica histórica porque consiguieron con la limitada tecnología a su alcance descubrir falsificaciones e interpolaciones en los documentos que trabajaron, las que posteriormente han podido comprobarse con los avances científicos de las últimas décadas. Ese trabajo sumamente erudito y de gran calidad se acompañó de una marcada exigencia en la formación profesional del historiador10.Sin embargo, no debemos dejar de reconocer ciertas limitaciones en su trabajo como es su preocupación por el acontecimiento y el personaje, es decir, la corta duración; el papel fundamental que desempeñaban los aspectos políticos, militares y diplomáticos en su investigación en desmedro de aspectos fundamentales en las sociedades como la economía y la cultura popular que sin poder afirmar que los ignoraron completamente, los relegaron en cierta forma11. Asimismo, sus integrantes pasaron a formar parte de los grupos de poder intelectual a inicios del siglo XX y desempeñaron un papel destacado en la enseñanza universitaria, en los centros académicos y elaboraron los textos escolares y de divulgación histórica lo que tendió a favorecer en las sociedades de su tiempo una enseñanza y un aprendizaje ligados a la minuciosidad y detalle en la información que privilegió lo memorístico, sin lograr ofrecer en muchos casos una visión de conjunto de las sociedades y sobre todo comprenderlas en toda su complejidad.

LA HISTORIA EN EL SIGLO XXA inicios del siglo XX se presentaron cambios sumamente importantes en las sociedades occidentales y que permiten comprender el viraje que se realiza en la investigación histórica a finales de los años 20.En primer término debemos recordar que si bien Europa sigue ejerciendo dominio en los diferentes ámbitos de ese período: demografía, economía, política y cultura se observa el surgimiento de nuevas potencias, como Estados Unidos y Japón que amenazan el predominio europeo ejercido desde siglos atrás y que adquirirán en las décadas siguientes un papel preponderante en el orden mundial.Un hito que merece señalarse es la publicación en 1900 en Francia de la Revue de Synhèse Historique por iniciativa de Henri Berr, quien critica la “historia historizante” realizada por los seguidores de la escuela metódica y les recuerda a los historiadores que su disciplina tenía la vocación de convertirse en la ciencia de las ciencias, acorde con los intereses de la sociedad existente y en la que debían estar presentes los aportes de las ciencias en boga de la época. Por lo tanto, se les solicita que trabajen en colaboración con la Psicología y la Geografía. Las propuestas de Berr se proyectarán a partir de 1920 en una importante colección titulada La Evolución de la Humanidad12, así como en la creación de un Centro Internacional de Síntesis y la organización de encuentros anuales especializados. Poco tiempo después los avances en la Economía, Lingüística, Psicología Social y Psiquiatría serán de gran importancia por los aportes que ofrezcan a las investigaciones históricas en las primeras décadas del siglo XX.No obstante, serán verdaderamente trascendentales los cambios que deriven de la Gran Guerra. Por una parte, el triunfo de la revolución bolchevique y el impacto que tuvo en las elaboraciones historiográficas en la Unión Soviética y luego en otros países, así como lo que se ha denominado “la revolución historiográfica francesa”13 a la que debemos dedicar ahora nuestra atención para entender por qué ha sido Francia la cuna de esa importante innovación.Es importante recordar las situaciones que se habían presentado en Europa en 1870 al finalizar la guerra franco-prusiana, y que permite a Alemania obtener dos importantes provincias francesas: Alsacia y Lorena. Así, se convertía en un Imperio con una importante extensión territorial, se consolidaba el poder de sus gobernantes, la familia Hohenzollern y quedaba demostrado el éxito de la política internacional del Canciller Bismarck. Francia en cambio veía desaparecer el Segundo Imperio así como los ambiciosos proyectos de Napoleón III y volvía definitivamente al sistema republicano pero con un territorio disminuido, lo que tendría un impacto notable en la política pero sobre todo en la cultura y las mentalidades francesas.En las décadas siguientes hasta la Primera Guerra Mundial, Francia vivió “el trauma de la derrota” lo que se reflejó en los libros de historia que recordaban a los niños y jóvenes la pérdida que habían sufrido y la necesidad de recuperar esos territorios. No debemos olvidar las afirmaciones de Marc Ferro respecto a la importancia que tienen en las mentalidades y los comportamientos que asumen las sociedades la forma cómo le contaron la historia cuando eran niños14 .Al finalizar la Gran Guerra, aquello por lo que se había sufrido y se había deseado tanto se hizo realidad. El Tratado de Versalles firmado por Alemania en 1919 devolvió a Francia los territorios de Alsacia y Lorena y lo que podría considerarse como un logro importante se convirtió en un grave problema. Durante casi cinco décadas las poblaciones alsaciana y lorenesa habían sido “germanizadas” en un proceso que había sido muy doloroso. Naturalmente, el tiempo transcurrido bajo dominio alemán había tenido un peso importante en la vida de las poblaciones y el gobierno francés que había recuperado territorios debía realizar

10 Un análisis muy interesante de la profesión del historiador en un amplio contexto se encuentra en la obra del historiador holandés Pim den Boer, History as Profession. The study of History in France 1818- 1914 del Princeton University Press 199811 Una visión muy interesante de esta corriente se ofrece en la obra Histoire et Historiens de Bizière y Vayssière citada en la bibliografía, así como en la citada obra de Den Boer.12 Entre los volúmenes que se publiquen en esta colección se encuentran: La sociedad feudal de Marc Bloch, Introducción a la Francia moderna de Robert Mandrou, La Tierra y la evolución humana de Lucien Febvre13 Término que ha adquirido una difusión internacional gracias a la obra del mismo nombre de Peter Burke.14 FERRO, Marc, Cómo se cuenta la historia a los niños a través del mundo entero.

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una tarea importante: integrar a los habitantes de Alsacia y Lorena, realizando lo que podríamos denominar “su afrancesamiento”.Entre las medidas que se tomaron fue verdaderamente fundamental el realizar cambios en la educación para lograr los cambios necesarios en la manera de pensar de las sociedades. En esa tarea se buscó la colaboración de destacados profesionales de la época para trasladarse a las regiones recientemente reincorporadas y ejercer allí su labor docente en colegios, liceos y universidades. Uno de los centros importantes en esta tarea fue la Universidad de Estrasburgo, situada en la capital de Alsacia y en ella encontramos las figuras de Marc Bloch y Lucien Febvre, destacados historiadores, así como otros especialistas en economía, geografía, psicología y sociología. El conocimiento del sistema universitario europeo permite comprender las condiciones en las que se darían las innovaciones posteriores. Esos profesores debían enseñar pero se dedicaban también a la investigación y a la asesoría de alumnos, y en el tiempo libre era posible reunirse en la sala de profesores. Gracias a esta situación, los científicos sociales mencionados podían intercambiar opiniones, discutir teorías y mostrar los resultados de sus investigaciones, así observaron que si bien tenían diferentes aproximaciones a su objeto de estudio, al mismo tiempo existían muchos elementos comunes.Poco a poco va surgiendo en el grupo de estos científicos sociales la idea de publicar una revista en la que puedan presenta sus propuestas, bastante alejadas en el caso de la historia de aquellas en boga en los medios académicos de la época, muy ligados a las realizaciones de la escuela metódica.Naturalmente, Bloch y Febvre deben hacer frente a las dificultades que hasta hoy afectan a los historiadores: el financiamiento de su obra, especialmente cuando no forman parte del grupo de lo que se denominaría “la historia oficial”. Sin embargo, su proyecto tiene respaldos importantes como el que obtiene de la editorial Armand Colin, logrando así publicar el 15 de enero de 1929 el primer número de la revista Annales d’histoire économique et sociale15. Los fundadores de la revista estaban interesados en hacer retroceder “el espíritu de especialidad” y organizar el encuentro entre disciplinas “mediante el ejemplo y la acción”, tal como se expresaba en el prospecto de lanzamiento. Esos años iníciales mostraron las acciones de los integrantes del grupo: investigaciones colectivas, crónica de los trabajos en elaboración y tratamiento de determinados temas en artículos y reseñas bibliográficas.Los artículos que se publican en la revista en los años siguientes nos dan a conocer sus principales planteamientos:

La historia debe interesarse por las sociedades humanas en el tiempo y en el espacio y no como se afirmaba corrientemente que su objeto de estudio era el pasado.

La historia manifiesta con claridad la interrelación entre pasado y presente16. La historia debe ser total o global, es decir, no puede centrarse únicamente en lo político militar y en los grandes

personajes. En resumen, se podría decir que nada de lo humano debe ser extraño al quehacer del historiador. La historia debe considerar como fundamental las bases materiales de la sociedad para poder analizar los logros

culturales, artísticos y mentales. La historia debe interesarse por las estructuras y las coyunturas, es decir, la mediana y larga duración dejando de

privilegiar al acontecimiento o corta duración La historia debe dar importancia a todas las fuentes, sin considerar como únicas o más importantes las escritas oficiales. Los historiadores deben trabajar en colaboración con los otros científicos sociales, es lo que se denomina

pluridisciplinariedad e interdisciplinariedad. Los historiadores deben comprender su objeto de estudio y no juzgarlo.

En los años treinta, los integrantes del grupo17 lucharon por difundir e imponer sus propuestas en el medio académico, esos “Combates por la Historia”18 fueron muy importantes y contaron con acciones tales como: las publicaciones de series de artículos, monografías, editoriales y reseñas bibliográficas, pero también significaron el abandono de Estrasburgo. Primero, Febvre que se traslada a París para realizar labores académicas en el Collège de France, centro que acoge a los intelectuales destacados y luego, Bloch también se establece en París aunque lamentablemente su candidatura al Collège fue rechazada en 1934, si bien unos años después ingresa como docente a la Sorbona. Desde los años en que se inicia la Segunda Guerra Mundial se ha dado un cambio en el nombre de la revista, convirtiéndose en Annales d’histoire sociale y la ocupación de Francia por los nazis, obligó a Bloch a dejar su dirección si bien siguió colaborando en ella hasta que su activa participación en la resistencia francesa llevó a su detención y posterior ejecución en 1944. Fue reemplazado por Febvre19 quien en los años siguientes realizó cambios en la revista como titularla Mélanges d’histoire sociale entre 1942 a 1944 y luego de la liberación de Francia retomó el nombre de Annales d’histoire sociale hasta 1946 cuando no solamente tomó la denominación Annales. Économies. Sociétés. Civilisations, sino que se daba una orientación más amplia al contenido de la publicación agregando el tema de las mentalidades, de las formas estéticas y producciones culturales y también

15 Se puede reconocer la visión que tuvo Max Leclerc, director de dicha editorial porque hasta hoy día sigue publicando Annales, así como muchos de los libros de los integrantes de esta corriente. 16 Es muy importante la presentación que hace Bloch de esta relación en su libro Apología por la historia o el oficio de historiador.17 Algunos de ellos han rechazado el término Escuela de los Annales utilizado generalmente y han preferido considerar términos como “el espíritu” o “el grupo” o “la tendencia” de los Annales.18 Título de una obra emblemática de Febvre y que permite conocer propuestas y acciones del grupo. Lamentablemente en la traducción española se han eliminado algunos de los más interesantes.19 Solamente en los últimos años se ha podido conocer los entretelones de esta lamentable situación.

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se plantearon cambios en lo administrativo y en 1947 se organizó la VI Sección de l’École Pratique des Hautes Études bajo el titulo de Ciencias Económicas y Sociales. De esta manera, sus integrantes gracias a sus investigaciones y labores docentes fueron consolidando cada vez más sus propuestas innovadoras en el medio académico francés y también se difundieron con cierta lentitud en el extranjero20. Es interesante observar como esas innovaciones por la denominada primera generación de los Annales van siendo asumidas por los jóvenes historiadores en el período de la post guerra, preparándose el terreno para los importantes logros que conseguirá la segunda generación.A partir de la desaparición de Febvre en 1956 la dirección de la revista va a ser asumida por Fernand Braudel 21 durante casi dos décadas. Este es la etapa de la real consolidación de las propuestas del grupo, en especial en los aspectos teóricos y metodológicos. A partir de su brillante tesis El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en la época de Felipe II, planteó uno de los más ricos aportes en la investigación histórica: la larga duración y sus tres niveles, el acontecimiento ligado a la corta duración, las coyunturas y su relación con la mediana duración y lo completaban las estructuras conectadas a la larga duración. En conclusión, las relaciones entre un tiempo “casi inmóvil”, el geográfico, un tiempo social, el de las estructuras y coyunturas de las sociedades y el tiempo corto de la vida de los individuos. Posteriormente sus tres volúmenes de Civilización material, economía y capitalismo presentan su importante concepción de la economía-mundo mostrando las relaciones entre las diferentes economías de la Modernidad, así como la importancia de la cultura material en el desarrollo de la historia de las sociedades.Sin embargo, Braudel no se limitó a las reflexiones teóricas y las propuestas metodológicas o la obra viviente de toda su vida: el Mediterráneo22 porque se dedicó también a ampliar lo que serían las “redes de poder” de los Annales. Transformó la VI Sección de Estudios en Ciencias Sociales en la École des Hautes Études en Sciences Sociales, centro de enseñanza e investigaciones avanzadas pero además creó la Maison des Sciences de l’Homme y logró obtener importantes ayudas para esas instituciones, entre ellas la que proporcionó la Fundación Rockefeller23. Asimismo, el apoyo que ofreció a estudiantes e investigadores fue crucial para ampliar su influencia, tanto en universidades o en otros ámbitos de difusión académicos así como en los diversos medios de comunicación social. En caso contrario, la futura carrera del historiador podía quedar profundamente afectada como recordaron algunos de sus alumnos24 fue el caso de Pierre Chaunu, destacado historiador dedicado al estudio de temas de siglo XVI y de Robert Mandrou, especialista en la Francia moderna y uno de los creadores de la historia de las mentalidades que en las décadas siguientes tendría un desarrollo notable en la llamada tercera generación de los Annales con los trabajos de Duby y Le Goff. Esa tercera generación como señala Burke25, ausente de figuras dominantes como había sido el caso en las anteriores, se caracteriza por su policentrismo, la preocupación por ampliar las fronteras de la historia a temas verdaderamente novedosos como el cuerpo, los olores y los perfumes, mientras que otros retornan a la historia política o incluso a los acontecimientos. Además, incluye a las historiadoras e incluso se abre más a las corrientes intelectuales procedentes del extranjero, especialmente a las norteamericanas y París no es ya su único centro. Sus temas principales son tres: el redescubrimiento de la historia de las mentalidades26, el empleo de métodos cuantitativos en la historia de la cultura y finalmente por la reacción contra dichos métodos en una antropología histórica, un retorno a lo político o el renacimiento del género narrativo.En 1974, Jacques Le Goff, Roger Chartier y Jacques Revel, destacados miembros de los Annales publicaron un voluminoso diccionario titulado La Nouvelle Histoire en el que colaboraron los historiadores más representativos de los Annales para explicar los temas centrales de su trabajo. Naturalmente, no quedaron libres de críticas de quienes señalaron que ese nombre ya tenía una utilización muy anterior en Estados Unidos y que inclusive se habían beneficiado como escribió W. den Boer de un fenómeno característico en la historia de las ciencias: la concentración épica o principio de San Mateo, y que consiste en atribuir las invenciones de numerosos sabios a solamente algunos de ellos y que correspondería a lo que se afirma en los Evangelios: “porque al que tiene se le dará y abundará; y al que no tiene, aun aquello que tiene le será quitado”27.Pese a esas críticas recibidas respecto a sus deficiencias en lo teórico, el no ser tan innovadora como afirmaba y no haber logrado realizar una historia total o global, así como una cierta resistencia en algunos medios académicos internacionales, las propuestas annalistas – como se las denomina en ciertos medios- fueron adoptadas cada vez más fuera de Francia, tanto en Europa como en América Latina e incluso dentro de la órbita comunista, como es el caso del historiador y político polaco, Bronislaw Geremek, recientemente fallecido y cuya relación con los Annales fue sumamente estrecha.

20 Esta situación se puede comprobar observando el gráfico de las contribuciones ofrecidas a Febvre en 1953 (Anexo I), así como en la presentación de las Actas del Coloquio realizado en la Casa de Velásquez en Madrid (1999 y que analizaba la acogida de la historiografía francesa del siglo XX en España.21 Es importante tener en cuenta que Braudel fue prisionero de los nazis, si bien se reconoce que sus condiciones de cautiverio fueron muy diferentes a las de Bloch.22 Se señala este detalle en su biografía pero también sus publicaciones e incluso las filmaciones realizadas lo comprueban. 23 La importancia de su tarea se manifiesta en el número y procedencia de las contribuciones a las Mélanges que se le ofrecieron (Anexo II)24 Varios de los aspectos poco favorables de Braudel se recordaron en el artículo Faut-il brûler Braudel? publicado en la revista L’histoire25 BURKE, PETER, La revolución historiográfica francesa, pp.68 ss26 FLÓREZ, Cristina, La historia de las mentalidades: De una historia ambigua a una historia consolidada.27 Citado por BOURDÉ, Guy et Hervé MARTIN, op.cit. p. 202.

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A partir de la tercera generación que mostró claramente la popularidad adquirida en las exitosas ventas de sus obras o la presencia de sus miembros en los medios de comunicación social, muchos especialistas han insistido en su fragmentación o disolución o incluso lo consideran como un movimiento acabado. Estos puntos de vista han sido rechazados por algunos de sus miembros más destacados y si bien pueden reconocerse los problemas que la han afectado en las últimas décadas, podemos concluir que sus propuestas mantienen todavía vigencia y una cierta unidad pero sobre todo que han logrado conquistar nuevos territorios, nuevas fuentes y nuevos métodos de trabajo para la historia del siglo XX que “ya nunca volverá a ser la misma de antes”28.

BIBLIOGRAFIABIZIÈRE, Jean Maurice et Pierre VAYSSIÈRE, Histoire et historiens, Paris: Hachette, 1995BLOCH, Marc, Apología para la historia o el oficio de historiador, México: FCE, 1998BOURDÉ, Guy et Hervé MARTIN, Les écoles historiques, Paris: Éditions du Seuil, 1983 (existe traducción española)BURKE, Peter, Formas de hacer historia, Madrid : Alianza Editorial, 1993--------------------, La Revolución historiográfica Francesa. La Escuela de los Annales, Barcelona : Gedisa, 1993CARDOSO, Ciro F.S. y Héctor PÉREZ BRIGNOLI, Los métodos de la historia, Barcelona : Crítica, 1976CASADO QUINTANILLA, Blas (coord.), Tendencias historiográficas actuales, Madrid: UNED. 2001CHARTIER, Roger, La historia o la lectura del tiempo, Barcelona: Gedisa, 2007D’ASSUNCAO BARROS, José, El campo de la historia: Especialidades y abordajes, Santiago de Chile : Universidad Católica Silva Henríquez, 2008FERRO, Marc, Cómo se cuenta la historia a los niños a través del mundo entero, México: FCE, 1998FLÓREZ, Cristina, La historia de las mentalidades: De una historia ambigua a una historia consolidada, En: Conciencia Histórica, Revista del Círculo de Estudios Comunidad Histórica, Lima: UNFV. Año III Nº 2, mayo 2006LEFEBVRE, Georges, La naissance de l’historiographie moderne, Paris : Flammarion, 1971 (existe traducción española en Ediciones Martínez Roca)RUANO-BORBALAN, Jean- Claude, (coord.) L’histoire aujourd’hui, Paris: Sciences Humaines Éditions, 1999SAMARAN, Charles (ed.), L’histoire et ses méthodes, Paris: Gallimard, 1986 VV.AA. Hacer la Historia, Barcelona: Editorial Laia, 1985VV.AA, La Nueva Historia, Bilbao: Editorial Mensajero, 1988

28 BURKE, Peter, op.cit. p.109 y cuadro comparativo del Anexo III

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Anexo IIILA REVOLUCIÓN DE LOS ANNALES FRENTE AL MODELO DE LA HISTORIOGRAFÍA POSITIVISTA*

Positivismo Annales1. Objeto de estudio: el pasado escrito consignado en los textos. Definición de historia. Ciencia del pasado.

1. Objeto de estudio de la historia: el presente, el pasado y la “prehistoria” del hombre. Definición de historia: Ciencia de los hombres en el tiempo.

2. Objetivo de la historia: dar cuenta de los “grandes hechos históricos”. Historia, política, militar, diplomática y biográfica.

2. Objetivo de la historia: dar cuenta de los grandes procesos sociales y colectivos. Historia social, económica, cultural y del poder.

3. Campo de las realidades estudiadas: historia de los hechos inmediatos, superficiales, “espectaculares”, de los grandes acontecimientos.

3. Campo de las realidades estudiadas: historia de las estructuras profundas, de las realidades subyacentes, de las largas duraciones colectivas.

4. Noción del tiempo utilizado: idea moderna burguesa del tiempo (modelo newtoniano) Se concentra en el estudio del tiempo corto, del acontecimiento. Comparte la idea, propia del siglo XIX, del progreso simple, lineal, acumulativo y ascendente.

4. Noción de tiempo utilizada: descompone los tiempos múltiples y crea una nueva noción del tiempo y de la duración. Analiza igualmente las coyunturas y los procesos de larga duración. Critica y supera la noción simplista del progreso lineal.

5. Fuentes utilizadas: historia basada exclusivamente en las fuentes escritas.

5. Fuentes utilizadas: historia que multiplica, recrea, inventa y descubre numerosas fuentes y nuevos puntos de apoyo.

6. Técnicas utilizadas por el historiador: historia basada en la crítica interna y externa del documento, en la diplomática, la numismática y la paleografía.

6. Técnicas utilizadas por el historiador: historia que recrea y multiplica sus técnicas, como la fotografía aérea, el carbono 14, la dendrocronología, el estudio de las series, la iconografía, los programas informáticos, etc.

7. Relaciones con su materia prima: historia aspira a una falsa o ingenua neutralidad u objetividad absoluta respecto a su objeto.

7. Relaciones con su materia prima: historia que asume de manera consciente o explícita su carácter sesgado, sus presupuestos y determinaciones diversas.

8. Dominio de estudio: temas de estudio preestablecidos, limitados por la definición de su objeto y prisioneros de su propio objetivo. Historia aislada de sus problemas y encerrándose en los estrictos límites cronológicos, espaciales y temáticos.

8. Dominio de estudio: historia con perspectivas globalizantes, asumiendo que nada de lo que es humano le es extraño, empleando el método comparativo y trascendiendo, sin cesar, las barreras cronológicas, espaciales y temáticas del problema examinado.

9. Imagen proyectada al exterior: historia especializada, circunscrita a un fragmento limitado del universo social.

9. Imagen proyectada al exterior: historia abierta o en curso de elaboración, enriqueciéndose, redefiniéndose y renovándose en cada generación.

10. Relación con las otras ciencias sociales: historia aislada y autónoma, sin ningún lazo con las otras disciplinas sociales.

10. Relación con las otras ciencias sociales: historia abierta al diálogo permanente y a intercambios de todo género con las otras ciencias sociales.

11. Status de la historia: historia entre arte y ciencia, esforzándose en imitar sin ningún espíritu crítico a las ciencias naturales.

11. Status de la historia: historia que reclama un status científico y buscando su especificidad respecto al modelo de las ciencias naturales.

12. Resultado del trabajo historiográfico: una historia esencialmente descriptiva y narrativa.

12. Resultado del trabajo historiográfico: una historia que explora todo el espacio y todas las dimensiones de su carácter interpretativo, creando modelos, hipótesis y explicaciones globales.

13. Actitud frente a los hechos: historia positiva, compartiendo las ilusiones que cada época, cada testimonio o cada actor se hace de sí mismo, de su tiempo y de su acción.

13. Actitud frente a los hechos: historia crítica que demuestra las evidencias y revela sus presupuestos ocultos, sometiendo a debate las ideas aceptadas y dominantes, y avanzando en sentido opuesto a ellas

* Carlos AGUIRRE, L’histoire conquérante, Un regard sur l’historiographie française (traducción de la autora)

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La Europa feudal: sociedades en expansión (1000-1270)

Gloria Cristina Flórez Dávila*

INTRODUCCIÓN

Nuestro trabajo trata de introducirnos en uno de los períodos más interesantes de la historia de Europa Occidental pero, al mismo tiempo, uno de los que menos se conoce; por lo tanto, es también uno de los menos apreciados. Si bien en las últimas décadas se han hecho grandes avances en el conocimiento del mundo medieval, muy poca de esa información ha superado al li -mitado grupo de los especialistas o interesados en el tema.

Así, es necesario superar una serie de informaciones poco actualizadas que se difunden continuamente. Una de ellas es la relacionada con la periodificación de la historia universal y el marco cronológico que utiliza, considerando una división en cuatro edades: Antigua, Media, Moderna y Contemporánea. Cada una de estas etapas tiene bien definidos su inicio y su final, con acon-tecimientos considerados trascendentales.

Esa división es totalmente contraria a la concepción actual de la historia como un todo o conjunto, ligado más que a los acontecimientos a las estructuras y coyunturas, es decir, a la mediana y a la larga duración en los procesos históricos. Es una clasificación que sigue ligada a una historia tradicional, centrada en acontecimientos y personajes, pero descuida la relación existente entre los diferentes momentos del devenir histórico y el hecho de que ninguna sociedad es clásica o medieval en un día determinado y, al día siguiente, se convierte en medieval o moderna.

Éste no es el único problema de esa periodificación, típica de la enseñanza escolar, sino que además se caracteriza por su carácter europeocéntrico. Es una clasificación hecha por europeos y para europeos, en la cual las civilizaciones asiáticas, africanas y especialmente las nuestras latinoamericanas no siempre encajan dentro de ese esquema y quedan aisladas o marginadas.

Más grave aún, los términos ‘moderna’ y ‘contemporánea’ equivalen prácticamente a lo mismo, es decir, lo actual. Y ¿es posible considerar contemporáneo lo que ha ocurrido a fines del siglo XVIII aunque tengan proyecciones hasta la actualidad? ¿Somos acaso contemporáneos de la Revolución Francesa o de la independencia de los Estados Unidos de América? Sin olvidar que uno de los grandes cambios dentro de la historia de la humanidad es el originado por la Revolución Industrial, que define hasta hoy situaciones tan dramáticas como las diferencias entre sociedades industrializadas y sociedades en vías de desarrollo.

En general, esa periodificación en edades puede ser útil para la enseñanza de la historia, sin embargo, limita nuestra comprensión de los fenómenos históricos. No debemos olvidar que muchos de los términos utilizados son simplemente etiquetas, colocadas por historiadores u otros especialistas a un momento o situación específica, y que no siempre fueron utilizados en la época a la que se refieren. Así, aquéllos a los que nosotros llamamos medievales se denominaban nosotros los modernos1.

Sería sumamente interesante la elaboración de un marco referencial adecuado para el estudio de las sociedades en el tiempo, acorde no solamente con los cambios vividos por ellas sino también con los actuales avances en la investigación histórica. No obstante, no existe hasta ahora una periodificación aceptada mayoritariamente y se debe tener también en cuenta que las estructuras mentales de las sociedades son muy resistentes al cambio, en especial en lo que se refiere a los sistemas de medidas o las concepciones del tiempo y del espacio, lo que hace sumamente difícil la aceptación de nuevos conceptos o visiones de lo que ha acontecido.

En el caso de la Edad Media, el problema se ve agravado por una situación que se da en el mundo occidental desde fines del siglo XV. En ese momento, el arzobispo Bussiun, intelectual italiano, denominó edad intermedia al período existente entre la desaparición del imperio romano de Occidente y las transformaciones que tenían lugar en la Europa del Renacimiento. ¿Qué sig -nificaban, en resumen, sus palabras? Se podría reconocer en ellas la expresión del desprecio a lo acaecido en el milenio anterior, se definía un período por la ausencia de los elementos que eran considerados valiosos en ese tiempo como, por ejemplo, el interés por la cultura clásica.

En realidad, los intelectuales de ese período (XV-XVI) desconocían mucho de lo acaecido en los siglos anteriores, sus referencias fundamentales eran aquellos aspectos que se presentaban en su época como símbolo del atraso intelectual: una escolástica decadente, una religiosidad más controlada por la Iglesia y un arte gótico con caracteres muy exagerados. Los siglos siguientes, especialmente la Ilustración del siglo XVIII, agudizaron sus críticas a ese período y esa visión negativa se ha mantenido hasta nuestros días.

A pesar de que en el siglo XX se han dado enormes avances en la historiografía y existe una visión mucho más clara de lo que sería “medieval”, estos conocimientos, como decíamos antes, son prácticamente marginales. Por lo general, si preguntamos ¿qué es la Edad Media?, ¿qué es lo medieval?, en la mayoría de los casos, las respuestas que se obtendrían serían: atraso, superstición, barbarie o violencia inaudita y muy pocos reconocerían en ella

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“... la matriz de la era moderna y en especial que ese mundo medieval poseía dos elementos de sabiduría, en primer lugar un sentido desarrollado del tiempo y del valor de las cosas y en segundo lugar que todos los grandes pensadores de la Edad Media estaban determinados a unir los conocimientos intelectuales y la razón a profunda visión espiritual”2.

Lo único que se recuerda son términos como ‘edad oscura’ o ‘edad de las tinieblas’ o, peor aún, la expresión ‘plena Edad Media’ como símbolo del mayor atraso.

ESPACIO GEOGRÁFICO DE EUROPA OCCIDENTAL

Nuestro acercamiento al mundo medieval debe tener en cuenta no solamente los avances realizados en la investigación histórica en las últimas décadas sino también todo lo que sirve de apoyo a dicha investigación, las ciencias auxiliares o anexas 3. Sin embargo, para el estudio de las sociedades humanas en el tiempo, debemos señalar la importancia que tienen dos nociones fundamentales: el tiempo y el espacio. En cuanto a lo cronológico, la llamada Edad Media tiene una duración muy extensa4 y hemos considerado dentro de ella un segmento sumamente significativo, el correspondiente a los años 1000-1270 o Edad de la Expansión. La combinación de ambas referencias es fundamental para conocer las respuestas que dan las sociedades de una época determinada a la naturaleza en que se insertan.

Hoy nos interesa cada vez más lo que se relaciona con la ecología y las re laciones entre los hombres y sus ecosistemas, en especial el impacto que la acción del hombre ejerce en la naturaleza. De ahí la importancia que tiene para los historiadores el conocer cómo era el paleoentorno en el que se desarrollaron las sociedades entre los siglos XI y XIII, y son de enorme utilidad los aportes de la dendrocronología y la palinología5 para responder a sus interrogantes.

En cuanto al ámbito geográfico de Europa Occidental, fundamental en una época en la que el sector primario (agricultura y ganadería) era preponderante, se ha caracterizado por su amplitud territorial, formando parte de lo que se conoce como Eurasia. El territorio que hoy denominamos Europa se ha ido conformando muy lentamente, a partir de un proceso que se inició en el siglo IV, con la aparición de las primeras oleadas migratorias bárbaras6 que modificaron los límites del imperio romano de Occidente, los que se relacionaban básicamente con el entorno del Mediterráneo o Mare Nostrum.

Esos siglos iniciales del Medioevo crearon un espacio más amplio, mejor dicho, más europeo, en el cual se fueron integrando territorios con mayor o menor grado de romanización7: Francia, Inglaterra, Flandes y la Península Ibérica entre otros. El período carolingio entre finales del siglo VIII y mediados del siglo IX, buscando revivir el imperio romano en la restitución del imperio, se vio afectado por una serie de dificultades internas8 y, sobre todo, por las presiones creadas debido a la segunda oleada de migraciones bárbaras compuestas por vikingos o normandos, magiares y sarracenos. La desintegración carolingia dio lugar, junto con cambios que veremos más adelante, a nuevas modificaciones en el territorio europeo.

A finales del siglo X se conformó un nuevo espacio europeo, mucho más ligado a las regiones septentrionales de Europa y cuyas características más importantes fueron: las costas sumamente extensas y quebradas, así como un importante número de penínsulas, la variedad y discontinuidad en su relieve y, especialmente, el importante número de sistemas fluviales y mares que junto con el Océano Atlántico ejercían considerable influencia en las diferentes áreas de la vida de la época.

Gracias a las investigaciones realizadas en los últimos años, conocemos mejor todo lo concerniente a la naturaleza de ese período. La fauna era bastante diferente de la actual, siendo muy abundantes los animales salvajes como lobos, zorros, osos, entre otros9; existían, además, numerosas variedades de peces y pájaros, extinguidas hoy en gran parte, así como los cérvidos, presa importante en las cacerías señoriales, mientras que las liebres y conejos han ido cada vez más en aumento.

En cuanto a la flora, destacaban en el continente las zonas boscosas y las selvas; millares de hectáreas de especies muy variadas eran las sobrevivientes de un lento proceso de deforestación iniciado por las civilizaciones clásicas, el cual se aceleró a partir del año 1000 por múltiples razones, ligadas a las necesidades de una población en aumento y una civilización en plena ex -pansión, como son:

– La búsqueda de fuentes de calor y de energía.– La obtención de recursos alimenticios.– El requerimiento de materiales para las construcciones y actividades artesanales.– La intensidad de las roturaciones.– La presencia de una ganadería en aumento que también afectó a las especies vegetales.Esa edad de la expansión10 mostraba a Europa como una región con mayores reservas de caza para la alimentación

señorial, los bosques importantes en número tenían nombre propio o del propietario del territorio. Si bien inicialmente las foliáceas fueron las especies más abundantes, existieron también abundantes castaños y encinas que fueron de gran ayuda para la alimentación de los cerdos. No obstante, en los siglos siguientes se transformó en un territorio donde las coníferas y los arbustos fueron los preponderantes.

Es sumamente difícil definir con exactitud las características del clima durante este período. Sin embargo, es posible afirmar –teniendo en cuenta los resultados de recientes investigaciones– que, entre los siglos XI y XIII, el clima se caracterizó por su estabilidad y por la presencia de temperaturas más elevadas que en los siglos anteriores. Si las comparamos con las que hoy se consideran como promedio para Europa, se podría señalar únicamente una diferencia de 2 a 3 grados como máximo. No

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obstante, en ciertos momentos se presentaron oscilaciones tanto en las temperaturas como en los niveles de plu viosidad, pero sin llegar jamás a las anomalías que fueron características a partir de 1270, y que afectaron la época de la Gran Depresión11.

Esta fase de expansión dio lugar a importantes variaciones en el territorio europeo, tanto por la acción de la naturaleza como por la acción humana. Así, podemos mencionar los cambios en el nivel de las aguas y en las zonas cos teras, las transformaciones en el contorno de los lagos y la apertura de algunos golfos; pero, muy especialmente, la disminución de pantanos gracias a su desecación; las variaciones en los sistemas fluviales, debido a la creación de esclusas y canales artificiales; la acción de los diques en las costas unido a la construcción de mayor número de fortificaciones que fueron reemplazadas, a partir del siglo XI, por el castillo del señor; y, sobre todo, los profundos cambios en los bosques por las deforestaciones.

Todo lo mencionado nos indica que las sociedades de este período ejercieron un mayor control sobre el medio geográfico, pero sin conseguir que desapareciera un cierto salvajismo rural, ni lograr tampoco una total independencia del factor natural; prueba de ello es el deficiente rendimiento de los suelos para cultivos.

Finalmente, es necesario reconocer en esa Europa medieval la importancia de las diferentes cuencas, valles, macizos, mesetas, zonas montañosas, ríos y mares.

CARACTERÍSTICAS DEL FACTOR HUMANO

Nuestro interés por las sociedades humanas hace necesario el conocimiento de los aspectos demográficos y sociales del período que es materia de estudio. Es fundamental para la comprensión de las diversas manifestaciones de la vida cotidiana, sea en lo material o en lo mental, conocer el número de habitantes, la tipología de la población (rural o urbana), la distribución por edades, las tasas de natalidad, nupcialidad, fertilidad y mortandad, la organización y jerarquización de sus componentes, así como las relaciones existentes entre los diferentes grupos.

En primer término, al analizar los aspectos demográficos nos encontramos con numerosas interrogantes y, si bien se van resolviendo con la ayuda de nuevas tecnologías, quedan todavía muchas por resolver. De tal manera que las informaciones que podemos ofrecer son muy generales y podemos afirmar únicamente que la población aumentó considerablemente a partir del año 1000. Sin embargo, las razones que dieron lugar a ese aumento son todavía materia de discusión de los especialistas, quienes deberán determinar si fue la mejora del clima la que dio lugar al crecimiento poblacional, y si el desarrollo en los rendimientos agrícolas y, por lo tanto, en una alimentación renovada fue la razón del incremento demográfico o si las mejores condiciones sociales, así como la mayor difusión de las innovaciones técnicas, fueron las que tuvieron incidencia en este hecho.

Dar una respuesta definitiva es sumamente difícil, sin embargo, es posible que las actuales investigaciones permitan confirmar nuestra hipótesis acerca de la estrecha relación entre los diferentes elementos: clima, producción, técnicas, con-diciones sociales mejoradas y, sobre todo, cambios en las mentalidades.

El cuadro de K. Bennett12, que colocamos a continuación, nos muestra el panorama de la población europea durante este período y nos permite observar la evolución no solamente en cuanto a lo cronológico y numérico sino también en lo referente a porcentajes de crecimiento.

Año Población(en millones)

Aumento(%)

1000 421050 46 9,51100 48 4,31150 50 4,21200 61 22,01250 69 13,11300 73 5,8

Las cifras anteriores nos muestran el mayor aumento entre 1150 a 1250 y también que los síntomas del estancamiento demográfico se hicieron presentes a partir de esa fecha o, como señalan algunos autores, a partir de 1230.

Si bien existen deficientes informaciones, es posible afirmar que durante esos tres siglos disminuyó la subalimentación crónica existente en los primeros siglos de la Edad Media. Sin embargo, este problema no desapareció totalmente, pues se mantuvo en niveles importantes, especialmente en la población de menores recursos, lo que incidió desfavorablemente en los momentos de carestías y hambrunas. Asimismo, la alta tasa de mortandad infantil siguió afectando a las sociedades, en especial a los niños menores de un año (al parecer la mayor tasa de mortandad se dio en los varones), aunque en ciertos casos seguía siendo elevada hasta la edad de cinco años.

Esa mortandad estaba relacionada con problemas de alimentación, clima, descuidos e inadecuados comportamientos, asimismo es posible que en ciertos casos se tratara de infanticidios disimulados, porque esta población siguió practicando costumbres ancestrales como abandono de niños, abortos e infanticidios, a pesar de las prédicas y sanciones eclesiásticas, las que no lograron transformar profundamente mentalidades muy marcadas por creencias no cristianas.

En cuanto al promedio de vida, éste es bastante bajo (35 a 40 años) y más grave en el caso de mujeres (25 años), al parecer debido a los problemas posparto y muy afectadas por el elevado número de embarazos (ocho en muchos casos y, a veces, más de doce) Si nos referimos a las enfermedades, se observa la importancia de aquéllas referidas a carencias: anemia, raquitismo, pero también otras como el ergotismo13, las infecciones intestinales, las afecciones cutáneas, sin olvidar las pestes

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bubónica y pulmonar, así como la presencia de casos de lepra, lo que nos da a conocer también información acerca del clima existente (más húmedo y caluroso) Es interesante tener en cuenta que ahora muchas de las enfermedades que mencionan los textos de la época son difícilmente identificables, a pesar de las indicaciones de síntomas, ya sea porque éstas se prestan a confusiones o porque dichos males ya no se dan probablemente en la actualidad.

Esta población tuvo diferencias en lo somático (estatura, rasgos físicos y formas de cráneo), si bien lograron, en comparación con otros grupos humanos europeos, una mayor homogeneización en lo étnico. Asimismo, esa población que creció notablemente en este período no lo hizo de manera uniforme en los diversos territorios, y esto puede observarse en las diferencias existentes, tanto en la cantidad de habitantes como en las densidades de población. Y, cuando comparamos dichas cantidades con la extensión territorial, nos impresiona –como ya lo han señalado los especialistas– su limitada cantidad, pero también se observa que su número fue enorme al compararlo con el de la alta Edad Media.

En cuanto a la sociedad medieval, es necesario tomar como referencia los factores de diferenciación y, en primer lugar, aquellos que sobreviven del mundo romano: criterios jurídicos referidos a la libertad y a la carencia de ella, así como los que se han agregado desde los siglos iniciales de la Edad Media: la condición de la servidumbre.

Fue, pues, una sociedad claramente jerarquizada, donde el nacimiento determinaba el status jurídico del individuo: libre, siervo y esclavo según lo podemos observar en el siguiente esquema:

Libre– Dependía únicamente del poder central.– Podía desplazarse libremente.– Podía contraer enlace con quien deseaba.– Podía heredar y dejar herencia.– Podía integrar el ejército.– Era juzgado por un tribunal y podía integrar tribunal de justicia.– Podía recibir órdenes religiosas.– En ciertos casos integraba los sistemas de dependencia superior (cuando tenían poder económico y cierto status

social. Se excluyó a los burgueses y judíos y, por lo general, a mujeres incluso nobles).– Sus contribuciones económicas estaban fijadas, así como las corveas de los libres pobres.– Podía perder su condición de libre si se casaba con sierva o esclava (por lo general, después de un año y un día del

enlace).– Se distinguió al que nacía libre con el término de ingenuo.Liberto– Era el antiguo esclavo que había obtenido la libertad.– Necesitaba la protección de un señor religioso o del santo de una iglesia.– Debía pagar un impuesto (capitación) por su condición jurídica inferior.– La capitación se pagaba, por lo general, en cera (velas), de ahí el nombre de cerocensitario.– Sus tareas se relacionaban, por lo general, con la administración de tierras o las labores artesanales.Siervo– Era un status propio del mundo medieval.– Tenía el derecho a la vida y a una fuente de sustento (tierra o trabajo).– Dependía directamente de un poder local.– No podía desplazarse libremente.– Debía contraer enlace con siervo(a) del señorío, en caso contrario, debía pagar un impuesto específico.– No podía formar parte del ejército.– No podía recibir órdenes religiosas.– Era juzgado por su amo.– Recibía castigos corporales.– Contribuía con corveas ilimitadas y el pago de censos o rentas en productos o dinero.– No podía integrar los sistemas de dependencia honorable.– Este status se adquiría por herencia, matrimonio o por castigo y, en ciertos casos, por la llamada dedición (acto

voluntario).– Sus tareas eran básicamente agrícolas y ganaderas.– Podía adquirir la libertad de manera legal (manumisión) o ilegal (huida del señorío a la ciudad donde debía permanecer

366 días sin que fuera reclamado por su señor) En cualquiera de los casos pasa- ba a ser libre.Esclavo– Era considerado objeto o cosa.– No debía ser cristiano.– Realizaba, principalmente, las tareas domésticas.– Si adquiría la libertad, pasaba a ser liberto.

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– Status que se adquiería por nacimiento, matrimonio o castigo por delitos graves. En caso de los capturados en guerra, recuperaban su condición de libres al ser liberados.

– Pero, ciertas condiciones de época y lugar hicieron que esa división se volviera más compleja, creando múltiples niveles o escalas en dicha organización, como muy bien lo ha mostrado Fossier14 y donde los lazos de dependencia personal, heredados del mundo clásico y bárbaro se fueron relacionando con las condiciones de inseguridad existentes en lo social, económico, político o mental. De manera que los diferentes grupos formaron una compleja red de de pen-dencias de tipo vertical como:

Sistema de dependencia personal

• Honorables o superiores (libre) – Vasallaje (señores y vasallos)– Feudovasallático (señores y

Verticales feudatarios)

• No honorables o inferiores – Dominial (social y económico)(siervos, esclavos y libres con – Señorial (social, económico, judi-

(a) limitaciones) cial y político)

– Religiosas (cofradías)– Laborales y profesionales (guildas,

Horizontales • Asociaciones de dependencia corporaciones, artes u oficios– Intelectuales (universidades)

(a) – Militares (caballerías)

Fuente: Cristina Flórez

Durante nuestro período de estudio, los sistemas de dependencia que funcionaron en lo vertical fueron el feudovasallático y el señorial. Ambos estaban íntimamente relacionados, pero se distinguieron en cuanto a sus integrantes, obligaciones, contribuciones y modos de establecer la relación.

En el sistema feudovasallático, que era una relación vitalicia y sinalagmática, los integrantes eran libres de cierto status social y económico. El vasallo o feudatario debía a su señor las contribuciones militares: hueste (período extenso pero reglamentado) y la cabalgata (período corto), obligaciones administrativas (vigilancia de territorios o castillos), ayudas en la administración de justicia y en ciertos casos en el consejo, así como las cuatro “ayudas” económicas que se fijaron en este período: cuando el señor iba a la cruzada, cuando el señor era hecho prisionero, cuando el hijo mayor del señor era armado caballero y cuando la hija del señor (¿la mayor?) se casaba, pero por primera vez. Así, el vasallo debía: obediencia, ayuda, fidelidad y consejo. A su vez, el señor debía a su vasallo: protección material (entrega de bien o ayuda económica) y protección militar en caso de peligro o necesidad y también debía cumplir con ser leal y no traicionarlo.

En cuanto a las ceremonias necesarias para ese pacto estaban:– El homenaje.- Cuyo origen estuvo en el mundo bárbaro; según la categoría del vasallo, este acto se realizaba de pie o

de rodillas. La relación feudovasallática no era posible sin homenaje.– La fe o fidelidad.- Que cristianizaba una institución de origen pagano. Era el juramento que se hacía sobre la Biblia,

Evangelios o reliquia de algún santo y no era un componente obligatorio.Las ceremonias anteriores constituyeron el elemento personal del sistema feudal, mientras que el elemento material o

real que representaba el feudo correspondía a:– La investidura.- Constituía la entrega simbólica del bien concedido (un puñado de tierra, la rama de un árbol, un anillo,

etc.)El feudo podía ser de varios tipos: principal pero no el único, una tierra (feudo territorial), un bien religioso (feudo de

altar), un cargo (feudo de honores), determinados cobros (feudo de rentas) y, en ciertos casos, pero no fue común, una cantidad de dinero (feudo de bolsa).

Este sistema tenía íntima relación con lo militar y personal del mundo bárbaro, de ahí la importancia de la libertad y la noción de linaje. Estas relaciones superiores no implicaron jamás la realización de tareas manuales o serviles y era necesario que se apoyaran en los grupos inferiores, quienes trabajaban en sus propiedades territoriales, fueran feudos territoriales o señoríos, y esto explica la importancia del sistema no honorable o inferior, al que estaban sometidos aquéllos que carecían de libertad o que la tenían, en ciertos casos, restringida.

– Integrantes.- Con los diversos tipos de dependientes: esclavos, siervos, libertos e incluso libres con limitaciones

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– Obligaciones.- Eran las tareas manuales, denominadas corveas o prestaciones personales (domésticas o agropecuarias) y los censos o rentas que eran los pagos en dinero o productos. Todo ello permitió la puesta en valor de las tierras del señor, quien podía realizar otras tareas como: la guerra, la cacería, el torneo, propias de su orden social.

– Contribuciones.- Eran muy variadas y entre ellas estaban: la talla, la capitación, las banalidades y el impuesto de la herencia o del matrimonio fuera del señorío.

Además, existieron otras asociaciones de dependencia personal, a las que se podía considerar horizontales y que permitieron las relaciones entre todos aquéllos que tenían un fin o actividad común, de tipo religioso, económico, intelectual o profesional. Estas asociaciones funcionaban teóricamente en pie de igualdad; pero, en la práctica, existió una jerarquización entre sus miembros.

Esta organización social se manifestó claramente a inicios de la edad de la expansión, sin embargo, las transformaciones en lo económico y posteriormente en lo político la fueron modificando. Así, por ejemplo, ciertos grupos adquirieron mayores libertades y también lograron mejoras económicas, especialmente en los centros urbanos que surgían o renacían. Ese renacimiento urbano y comercial favoreció una mejor situación de quienes se dedicaban al comercio, industria y actividades intelectuales.

A partir del siglo XII, las ciudades acogieron cada vez más a un mayor número de grupos procedentes del mundo rural, los que obtuvieron cada vez mayores prerrogativas en el recinto urbano. Es interesante señalar que, incluso en las ciudades ubicadas en el territorio de un señor feudal, lograron importantes privilegios como fue el caso de Brujas y Gante15 favorecidos, además, por el importante avance en los sectores secundario y terciario, permitiendo a artesanos y mercaderes tener un papel destacado en la sociedad, sin que pudieran integrarse en el esquema ideológico de los que oran, los que combaten, los que laboran (la tierra), y que había sido formulado por los grupos dominantes a inicios de la expansión.

Por lo tanto, es necesario considerar nuevos marcos referenciales para esta naciente burguesía, conformada por grupos variados en cuanto a sus actividades económicas, que también se fueron diversificando en función de su riqueza y de su participación política urbana en:

– Patriciado urbano.- Burgueses poderosos.– Grupos profesionales.- Ligados a la administración y al ejercicio de ciertas profesiones.– Grupos de pequeños comerciantes.- E incluso prestamistas y cambistas.– El pueblo.- Numeroso y con diferentes actividades artesanales o industriales, pero también demandador de

reivindicaciones y soluciones a sus problemas. Sin olvidar la importante masa campesina con diferentes niveles de situación económica y social: propietarios, pequeños

arrendatarios y dependientes del señor, así como los grupos de excluidos o marginados por razones étnicas (judíos), religiosas (judíos, herejes, musulmanes), morales (delincuentes, sacrílegos) y profesionales (verdugos, tintoreros, carniceros, prestamis-tas)16.

La sociedad medieval tuvo, aparte de la jerarquización, otra característica muy marcada: su enorme movilidad, principalmente en zonas urbanas y rurales los desplazamientos promedio eran de 30 kilómetros. Pero, en algunos casos, las distancias recorridas fueron mayores debido a motivaciones diversas como:

– Religiosas.- Que se relacionaban con los peregrinajes a Roma, Jerusalén, Santiago de Compostela, Puy, Vézelay y Conques entre otros.

– Religioso-militar.- Como las cruzadas a Tierra Santa, que marcaron este período, pero también aquéllas que se realizaron contra los cátaros o albigenses en Francia meridional y, especialmente, la reconquista ibérica.

– Económicas.- Especialmente las roturaciones realizadas al este del río Elba o los viajes de comerciantes o mercaderes al imperio bizantino, al islam o regiones de Asia.

– Intelectuales.- Relacionadas con el interés de los universitarios en visitar otros centros de enseñanza en Francia o Inglaterra.

– Por curiosidad.- O gusto por la aventura y lo maravilloso que fue una motivación importante en el mundo medieval. – Menos lícitas.- Como el deseo de librarse de los controles sociales o institucionales; los ejemplos más conocidos se

relacionan con los giróvagos17. Un caso sumamente interesante se encuentra en el relato sobre la muerte de Carlos el Bueno18 referido a un monje, depositario del tesoro de una iglesia, que contó que en un sueño se le había ordenado viajar a Jerusalén, con el objeto de depositar ahí las riquezas a su cargo. Es interesante comprobar la credulidad de sus conciudadanos con respecto a esa misión tan peculiar y, como era de esperar, jamás se supo de él ni, por supuesto, del tesoro.

ACTIVIDADES ECONÓMICAS

El estudio de la economía medieval nos enfrenta, en primer lugar, a la información que nos ofrecen diversas fuentes y que permiten conocer la producción, el consumo, la inversión y el ahorro. Naturalmente, la producción es sumamente importante y es fundamental conocer los factores que la determinan: naturaleza, capital y trabajo.

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Nuestro mayor problema se relaciona con las fuentes de la época, las limitaciones en lo referente al espacio y al tiempo, así como en cuanto a su cantidad y, sobre todo, la notable ausencia de información cuantitativa en este período. Sin embargo, nuestros datos nos permiten considerar que este período se caracterizó por una notable expansión en todas las áreas, basándose, sobre todo, en la prosperidad rural iniciada a fines del siglo X.

Debemos recordar que el factor naturaleza fue un elemento difícil de dominar por los hombres de la época y, además, es todavía poco conocido por nosotros. Sin embargo, es posible reconocer la presencia de un óptimo climático hacia el año 1000, lo que habría sido beneficioso para la producción de cereales. No obstante, sabemos que esa mejora no fue uniforme en todo el período, sino que en determinados momentos se presentaron ciertas alteraciones, que afectaron las cosechas de granos.

Asimismo, se debe considerar la importancia del crecimiento demográfico, pues permitió el aumento de mano de obra para la producción, igualmente un incremento del consumo y un acicate para la producción, así como mayores posibilidades de domesticación de seres vivientes y de control del espacio.

En cuanto al capital existente en la época, sabemos que la expansión monetaria mostró variaciones regionales muy marcadas durante el siglo XI, y recién a partir del siglo XII encontramos la presencia de un mayor número de centros de emisión monetaria. Esto dio lugar a un cierto desorden por la multiplicidad de especies emitidas, aunque sin llegar a una anarquía, pues se mantuvo la emisión del denario carolingio de plata, pero su valor fue fijado por los señores, por lo que se hizo necesario tener presente la referencia a una moneda de cuenta.

Asimismo, fue importante el papel de los cambistas hasta que se logró un mayor control en ese desorden, lo que fue posible únicamente cuando el Estado recuperó el poder que había sido usurpado por los señores. Gracias a la innovación que se realizó a partir del siglo XIII –cuando se emitieron monedas de oro y plata y su valor fue fijado teniendo en cuenta la talla, la aleación y el curso– la situación tendió a mejorar, lo que se completó con los intentos por controlar la devaluación, así como la insuficiencia del circulante.

Es posible considerar el aumento de las inversiones a partir del año 1000, tanto en el sector rural como en el urbano, si bien para el artesanado y el comercio las fuentes fueron más tardías. Dichas inversiones procedían en su mayor parte de los señores eclesiásticos, aunque es posible conocer inversiones tales como las realizadas en molinos de agua, cuya difusión fue anterior al siglo IX. Sabemos también que aumentó el número de molinos de viento, así como los lagares y otros útiles necesarios en el señorío. Se menciona, por ejemplo, en Normandía, el caso de una sierra hidráulica hacia el año 1204, e incluso el árbol de levas se conoció a fines del siglo X, como lo señala Lohrmann19.

El problema se presenta en relación con los señoríos laicos, si bien es posible que también hayan realizado inversiones, pero ¿fueron más importantes, similares o menores a las que se realizaron en los señoríos religiosos? Es di fícil saberlo, porque tanto su menor cantidad como la escasez de información documental nos impiden realizar comparaciones.

SECTORES DE PRODUCCIÓN

Primario: agropecuario

Considerado por Fourquin como “el sector-motor” de la economía medieval, se encontraba ligado a la producción agrícola y ganadera, pero también a la explotación de minas, salinas y a la pesquería. Es necesario reconocer lo pre ponderante del mundo rural, pues la expansión era básicamente agrícola, como lo reconocen los diferentes especialistas (Duby, Fossier, Fourquin, Génicot, entre otros)

La prosperidad rural se basó principalmente en las roturaciones, iniciadas en ciertas regiones hacia la segunda mitad del siglo X20, cobró mayor impulso a partir del siglo XI y logró su apogeo en el siglo siguiente. Roturar implicaba incorporar mayores extensiones de tierra para el cultivo, gracias a la utilización de diferentes técnicas como la tala de árboles, la desecación de pan -tanos, la puesta en valor de tierras baldías, la obtención de tierras ganadas al mar, la conquista de nuevos territorios y la fundación de pueblos o aldeas. Todo lo anterior permitió que se realizara una agricultura expansiva más que intensiva.

El proceso roturador era el resultado de la doble iniciativa de señores y de campesinos interesados en obtener mejores resultados en la actividad agrícola, la que realizaron de tres maneras21:

– Ampliando el antiguo terruño.- Fue la manera más fácil, creando nuevos terruños y fundando nuevas aldeas, es la forma más conocida por la documentación,

– Poblando de manera dispersa.- “Intercalando”, ligado a iniciativas individuales y utilizando cercados como protección.En cuanto a la actividad agrícola, debemos tener en cuenta ciertas referencias fundamentales como: la existencia del

señorío y precisando la distinción entre el señorío como gran propiedad territorial, heredero de la villa o do minio carolingio con sus dos componentes:

– La tierra del señor o reserva (terra indominicata).– Las tierras mansionarias dependientes (tenures).Pero, se debe considerar también el señorío como el poder de explotación económica y judicial que tenía el señor –

religioso o laico– sobre sus dependientes, de diferente status y que le permitió obtener de ellos diversas contribuciones en productos o dinero y, en ciertos casos, en mano de obra.

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La extensión territorial de un señorío fue variada, disminuida o fragmentada desde el siglo X, recuperó su extensión desde el siglo XII, variando el tamaño de la reserva y de las tierras dependientes (tenures o tenencias).

¿Cómo explotaba el señor su tierra y en especial la reserva? Podía elegir entre las siguientes posibilidades:– La explotación directa.- Utilizando a sus servidores domésticos.– La utilización de mano de obra asalariada temporal.- Se volvió una costumbre cada vez más generalizada y masiva,

incluso en las propiedades cistercienses22.Los dependientes sometidos al sistema señorial seguían contribuyendo con censos o rentas y corveas o prestaciones

personales, que se fueron reduciendo pero sin dejar de ser duras, aunque menos coactivas que en siglos anteriores y esto en razón de diferentes circunstancias, como los arreglos entre señores y dependientes, el aumento del comercio, la necesidad de circulante monetario por el señor y las mejoras técnicas.

No obstante, es necesario tener en cuenta las prerrogativas del ban o bannum, poder de mandar, castigar, ordenar u obligar y que estaba ligado tanto a la administración de justicia como a la imposición de contribuciones, lo que afectó enormemente al campesinado, sometido a ese poder banal o justiciero, debiendo contribuciones o cargas muy variadas y en ciertos casos arbitrarias, entre ellas diversos tipos de corveas o impuestos que estaban sujetos al uso del molino o del horno, a la recepción de una herencia, así como a la circulación o distribución de productos.

No se debe considerar que la producción del sector primario se vio trabada; por el contrario, fue una época de expansión agrícola para la que fue necesario contar con elementos favorables en cuanto a las técnicas utilizadas, por ejemplo:

– La alternancia y distribución de siembras y cultivos mixtos (cereales de invierno y de primavera).– La rotación de cultivos se transformó de bienal en trienal por la disposición de tierras de descanso (barbecho)

No obstante, se dieron variaciones en lo geográfico y cronológico, lo que permitió considerar múltiples formas de rotación:– El rastrillaje.– La mayor utilización de abonos (procedentes del ganado o de los palomares).En cuanto a las mejoras en los útiles de empleados tenemos:– La mayor utilización del hierro en el instrumental agrícola, que reemplazó a la madera (proceso que se inició desde el

período carolingio).– Las mejoras en los arados, pero con ciertas interrogantes con respecto a sus características, si bien el nuevo tipo que

se difundió, mayor y más pesado, tirado por ocho bueyes, fue de gran importancia.– El cambio en lo concerniente a la utilización de animales de tiro (bueyes, caballos), incluso el tipo de arreos y el empleo

generalizado de herraduras.Las modificaciones señaladas permitieron aumentar la producción; aunque significaron mayores gastos para el señor,

permitía obtener excedentes en los cultivos predominantes como: cereales, frutales, hortalizas, o incluso de tipo industrial (vid, lino, cáñamo y tintóreas).

La actividad ganadera estuvo relacionada con las necesidades cotidianas, no obstante, se reconoció su deficiente asociación con la agricultura y presentó dificultades en lo referente a su alimentación en invierno por falta de forraje.

Entre los tipos de ganado tenemos:– El vacuno.- Importante por la fuerza de tracción de los bueyes y por su relación con la alimentación (carne, lácteos).– El porcino.- Utilizado principalmente en la alimentación en sus diversas formas (tocino, ahumada, salchichas, etc).– El equino o caballar.- Empleado en el ámbito militar, en el transporte y, en ciertas regiones, en tareas agrícolas.– El lanar.- Permitió el empleo de su lana en la industria textil, floreciente en Flandes e Italia. Las zonas productoras

fueron Inglaterra, Flandes y Castilla y se dieron mejoras en cuanto a su calidad, por ejemplo, la lana merino procedente de África, difundida posteriormente en la Península Ibérica.

En general, el señor fue el mayor propietario del ganado, pero en algunos casos lo fueron también ciertas comunidades campesinas, que se interesaron en defender los pastos comunes de los “malos usos” de los señores, y, en ciertos casos, también las familias campesinas poseyeron algunas especies.

Secundario: artesanía e industria

La expansión agrícola estuvo íntimamente ligada a los cambios que se presentaron en los sectores secundario y terciario. Por lo tanto, si deseamos comprender los logros en la industria y el comercio de este período, es necesario analizar el llamado renacimiento urbano que se inició a fines del siglo X. El origen de las ciudades medievales preocupó enormemente a los his-toriadores desde el siglo XIX, y se elaboraron diversas teorías para explicarlo. Así, durante décadas se admitió sin discusión la que planteaba Henri Pirenne23 en sus trabajos Las ciudades medievales e Historia social y económica de la Edad Media, cuyos lineamientos principales fueron los siguientes:

– Los primeros síntomas del renacimiento urbano los tenemos en la segunda mitad del siglo X.

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– El núcleo de donde surgió este renacimiento fue la aglomeración exterior de la ciudad, el llamado faubourg, que estuvo relacionado con el comercio temporal y errante; posteriormente, al ir tomando mayor impulso ese comercio, ese burgo exterior superó en importancia al antiguo.

– La renovación comercial fue la que dio origen al renacimiento urbano y, luego, pudo afianzarse gracias a la labor realizada por los artesanos.

Para Fourquin y otros especialistas en historia económica, la teoría de Pirenne correspondió principalmente a las zonas de Flandes y de las ciudades hanseáticas. Si bien existieron pocas ciudades antes del año 1000, no era correcto afirmar la ausencia total del fenómeno urbano, ni tampoco la falta de artesanos y mercaderes. No obstante, lo más interesante era señalar la debilidad en la base de la teoría de Pirenne: el olvido de la evolución de los pueblos rurales y de la economía campesina en el siglo XI, así como el papel de los señores (caso del conde de Flandes) en la fundación de ciudades. Su teo ría de la evolución de burgo a ciudad también tuvo críticas, si se observaban los casos de ciudades como Arras donde, al parecer, los primeros burgueses pertenecían a importantes familias de la región.

Sin embargo, la doctrina de Pirenne tiene aspectos importantes como son el reconocer la importancia que tuvieron los mercaderes, errantes sobre todo; asimismo, el poner el acento en la función económica de la ciudad medieval, incluso en las más pequeñas; el papel del mercado y de los mercaderes como elementos de fijación urbana y, finalmente, la importancia enorme del comercio en las ciudades de los Países Bajos.

En cuanto al sector secundario, debemos observar que el artesano era originario del mundo rural y fue migrando a las ciudades, donde se organizó en asociaciones profesionales con nombres variados como métiers, guildes, gilden, gewerke, mysteries o arti. Algunos oficios como los batidores de cobre y los pañeros de Huy tuvieron gran renombre desde inicios del siglo XI; sus productos se comerciaban en los grandes mercados del Rin y de Francia. Las cartas urbanas de la época mencionaban su existencia y también, en ciertos casos, el papel importante que ejercieron en la política municipal. Ese artesanado se fue diversificando y, en ciertos casos, mejoró las técnicas de producción; por ejemplo, en la industria textil.

La organización artesanal desde el siglo XI contó con un grupo que los dirigía, compuesto por cónsules, bailes o priores, quienes tuvieron poder disciplinario. Entre los maestros se elegían a los jefes del oficio, sea por un año o dos. Ellos eran dueños de útiles, talleres y materias primas, pero asumían los riesgos y, lógicamente, las ganancias.

Existieron, además, los compañeros que habían aprendido el oficio y esperaban lograr el acceso a la maestría, mientras que los aprendices se preparaban en el oficio desde los 10 años. El sistema estaba estructurado, jerarquizado y controlado, con fondos de ayuda, justicia privada, reglamentos duros y fiestas muy importantes. Se tuvieron en cuenta ciertos elementos:

– Igualdad entre sus miembros. – Lealtad, es decir, ningún secreto ni invención debían quedar ocultos. – Confraternidad, que obligaba a no hacer publicidad a los productos para no perjudicar a los otros miembros de la

corporación.Fourquin24 reconoce que la organización de los oficios no fue general ni en el tiempo ni en el espacio, pero observó la

distinción en dos grandes categorías profesionales: las profesiones indispensables para la vida cotidiana y las profesiones relacionadas con producciones masivas, destinadas al comercio internacional. Entre las primeras se encontraban los oficios referidos principalmente a la alimentación y a productos necesarios para los consumidores, como zapateros, herreros etc. En cuanto a la gran producción, la más importante fue la textil y en ella se podía observar una cierta división del trabajo y, en ciertos casos, encontramos que cada uno de los grupos especializados formaba un oficio distinto.

Cada uno de los artesanos trabajaba en su taller con vista a la calle y así podía ser fácilmente observado por los controladores del oficio. Es importante el caso del tejedor, trabajador manual y patrón que dirigía su taller y en ciertos casos empleaba un número restringido de asalariados y aprendices. Su tarea fue muy considerada y, siendo trabajadores de elite, tuvieron un papel importante en las agitaciones sociales y en las luchas contra las oligarquías flamencas o italianas.

Terciario: comercio

En cuanto al sector terciario, tenemos una “revolución en las técnicas de los negocios”, si bien los progresos fueron lentos y con cierta tendencia a la sedentarización mantuvo, durante mucho tiempo, la característica de comercio errante. Esto explica la importancia de las ferias en el mundo occidental hasta finales del siglo XIII.

La feria era el período de transacciones, su nombre deriva del latín feria, fiesta de un santo, y esto explica su relación con las festividades del santo patrono del lugar e incluso con las rutas de peregrinaje. La feria se di ferenciaba del mercado por realizarse generalmente una vez al año y tener una duración de cuatro a cinco semanas aproximadamente, contar con una clien-tela más amplia y variada, generalmente internacional, poseer una especialización en sus productos y, especialmente, tener privilegios que protegían a las personas y mercancías.

En sus orígenes, las ferias estaban relacionadas con el comercio de productos regionales; sin embargo, a partir del siglo XII, eran los centros privilegiados del gran comercio internacional: telas, paños, tapices, productos tintóreos y materias primas como la lana.

En cuanto a su funcionamiento, los períodos o etapas fueron: – Preparación de las mercancías.

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– Exposición de mercancías.– Venta.– Liquidación de los negocios. En todos estos momentos se contaba con la vigilancia de los guardias y el reconocimiento legal de las transacciones

comerciales.Los participantes en estas ferias podían realizar viajes durante todo el año, pues existían ciclos regionales en Flandes,

Francia e Inglaterra, y entre los más importantes estaban los de Champaña, protegidos por el señor del lugar. El conde de Champaña otorgaba los conductos (salvoconductos) para los mercaderes que se dirigían a comerciar en ella, tanto en verano (“ferias calientes”), como en el invierno (“ferias frías”)

Nos hemos referido a los mercaderes, fundamentales para el comercio de la época, sobre todo en esta etapa donde todavía la sedentarización comercial no se había impuesto como a fines de la Edad Media. Entre los mercaderes, los italianos tuvieron un papel destacado y eso explica la gran cantidad de investigaciones que se les ha dedicado.

Estos personajes fueron el producto de una región con características peculiares en lo político, con la existencia de numerosas ciudades-estados, divisiones internas, rivalidades regionales y partícipes en las luchas entre el papado e imperio. Estos comerciantes amaban su ciudad, ayudaban con sus ingresos a embellecerla, tenían fuertes lazos de solidaridad, especialmente por las persecuciones que sufrían en el extranjero, por razones económicas o políticas. No obstante, contaban con importantes apoyos cuando estaban lejos: la presencia de los representantes de sus ciudades y la solidez de sus monedas, en especial el florín de oro o la libra genovesa.

En los mercaderes observamos el gusto por la ganancia, la inclinación por discusiones y litigios, el interés por el arte, así como el sentimiento religioso; prueba de este último son las informaciones que nos proporcionan sus documentos personales o comerciales, por ejemplo, las invocaciones religiosas, los donativos para las fiestas, las limosnas (casseta minore), los fondos pa-ra pobres y, en especial, las restituciones, los legados y las misas que disponían en sus disposiciones testamentarias.

A partir del siglo X, según las informaciones proporcionadas por Sapori y Renouard, se podían encontrar en las ciudades marítimas italianas:

– Operaciones locales de tipo financiero e industrial, como los préstamos a 20 por ciento de interés, los depósitos de objetos preciosos y las asociaciones industriales.

– Operaciones con el extranjero, que eran básicamente de tres tipos:• Préstamo marítimo.- Conocido con el nombre “a la gruesa”, donde un capitalista asumía los riesgos.• Contrato de compañía.- De socios que participaban con capital o trabajo.• Contrato llamado colleganza.- Con dos socios, uno mayoritario y otro con inversión menor, quien realizaba el viaje.

La liquidación final de los beneficios se hacía proporcionalmente a la inversión.Este período inicial de la edad de la expansión se caracterizó por la importancia de ciudades como Venecia, Pisa y Génova,

creadoras de un movimiento comercial y financiero, con técnicas variadas, con respecto a las cuales es difícil hasta ahora precisar sus orígenes con exactitud: ¿eran la herencia del mundo clásico, del oriente helenístico, del mundo bizantino o del mundo islámico? Sin embargo, es innegable la importancia de los elementos propios del mundo italiano como, por ejemplo, el espíritu de empresa, la capacidad de decisión, el conocimiento de los mercados, así como de la coyuntura política, y nos interesa señalar también los contactos que tuvieron con regiones orientales (civilizaciones bizantina e islámica), los logros debidos a las empresas militares de la época (por ejemplo las Cruzadas), el establecimiento de colonias italianas en el extranjero, así como la poca competencia que ofrecieron los mercaderes de otras regiones europeas.

Es necesario tener en cuenta que las empresas marítimas de la época enfrentaron diversos riesgos como los naufragios, la piratería, los malos manejos o comportamientos, así como las represalias que se ejercieron en ciertos casos contra los mercaderes extranjeros, si alguno de sus compatriotas cometía una falta. Esto explica la importancia de fijar normas para los préstamos o el envío de mercaderías, creándose así las figuras del fraccionamiento en los riesgos, participando en diferentes empresas comerciales o la formación de asociaciones de mercaderes, cuyas formas características fueron:

– La commenda o sociedad en comandita.- El capitalista (o capitalistas) proporcionaba los fondos a un mercader, quien contribuía con su trabajo.

– La colleganza veneciana.- Explicada anteriormente, conocida en Génova como societas maris.Con respecto a las ciudades italianas del interior, su importancia aumentó a partir del siglo XI, no obstante, tuvieron un

ámbito de desarrollo diferente al de las ciudades marítimas, ligadas al amplio horizonte de los mares Me diterráneo, Adriático y Egeo. Las ciudades del interior se relacionaron, sobre todo, con zonas de bosques o montañas, utilizaron vías terrestres o fluviales, con riesgos menores; todo ello resultó fundamental para el tipo de asociaciones que crearon: las sociedades mercantiles o compañías, con mayor número de participantes, por lo general de una familia o dos que estaban ligadas por lazos de parentesco matrimonial, su capital era considerable, llevaban el nombre de la familia dominante de la persona que la dirigía, su duración era mayor, y contaban con representantes en aquellas ciudades con las que mantenían relaciones comerciales. Estas compañías utilizaban el crédito, los préstamos y realizaban inversiones en diferentes áreas; tuvieron estrecha relación con el

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nacimiento del sistema bancario, realizaron préstamos a corto plazo y facilitaron la transferencia de fondos entre diferentes plazas comerciales.

A partir del siglo XII y sobre todo en el XIII, existieron:– Los contratos de seguros.- Mediante los cuales se ofrecía cierta suma de dinero a quienes se comprometían a entregar

mercancías en fechas determinadas.– La letra de cambio.- Que permitía, según Le Goff, estas ventajas:

• El pago de una operación comercial.• La transferencia de fondos entre dos plazas comerciales.• Una fuente de crédito.• La ganancia al jugar con las fluctuaciones cambiarias.

No debemos olvidar que la letra de cambio ayudó, en muchos casos, a ocultar los préstamos de elevado interés, es decir, con usura.

– Los bancos.- Cuyos antecedentes estuvieron en relación con la práctica del cambio y el ejercido por los cambistas, así como con el de las mencionadas compañías.

En lo concerniente a los productos dominantes tenemos los cereales, metales, lana, vino, tejidos y especies, si bien tuvieron también importancia las pieles, ámbar, frutas, tintes, mordientes (alumbre), animales como caballos y aves de cacería.

En cuanto a los polos de atracción económica, estuvieron Flandes e Italia como los más destacados, pero también se nota la importancia de Inglaterra, ciertas regiones de Francia y España, así como la región hanseática y báltica.

Las vías de comunicación fueron afectadas por ciertos problemas en su mantenimiento, de ahí que se evitaran las rutas terrestres por sus peajes e inseguridad prefiririéndose las rutas marítimas o fluviales, menos costosas, más rápidas y seguras, aunque siempre con los riesgos de naufragios y piratería, entre otros. A fines del siglo XIII fue sumamente importante el logro al-canzado por los marinos vascos de establecer una ruta regular, desde el Mediterráneo al Mar del Norte, atravesando el Estrecho de Gibraltar evitando así los problemas creados por las rutas terrestres alpinas. A partir de 1270, el tráfico entre las costas italianas (Génova) y la ciudad de Brujas se volvió regular.

LAS LLAVES DEL PODER. IGLESIA Y ESTADO

Uno de los aspectos más interesantes del mundo medieval es el que se refiere a los poderes civiles y eclesiásticos, su funcionamiento y los problemas que plantearon las relaciones entre ambos. Lamentablemente, es uno de los aspectos menos conocido y, sobre todo, el peor comprendido, pues el enfoque está deformado por la concepción que se tiene actualmente de la política, tanto en la práctica como en lo doctrinario, totalmente desligada de lo religioso.

Al iniciarse la edad de la expansión tenemos claramente presentes los siguientes elementos:– La teocracia pontificia.- Donde el Papa gozaba de la plenitud de poder, afirmando su preeminencia sobre el poder

imperial, por lo tanto, sobre las monarquías de la época.– La incorporación oficial de la institución monárquica a la Iglesia.- Gracias a la ceremonia de la consagración que

elevaba el poder real al rango de dignidad sacerdotal.– La desaparición del poder carolingio.- Relegando a la Francia occidental a la situación de un reino muy debilitado, pues

el monarca solamente tenía la fuerza que procedía de la unción real y de la administración de la alta justicia.– La transformación del sistema vasallático en sistema feudal o feudo vasallático.- Fortalecido por la entrega del feudo,

gracias a la defensa que se realizó frente a las oleadas migratorias bárbaras de los siglos IX y X y que tuvo, además, la fuerza material (económica y social) que le dio el apoyarse en el sistema señorial.

– La existencia del imperio en la antigua Francia oriental.- Que mantuvo ciertos elementos cohesionadores, pero con debilidades inherentes a los problemas dinásticos, la falta de unidad territorial, la fuerza de los señores, la cuestión italiana y los problemas relacionados con el pontificado como, por ejemplo, la querella de las investiduras.

– La inseguridad.- Existente a fines del siglo X e inicios del siglo XI.– La edad de la expansión.- A nivel de lo político mostró las difíciles situaciones vividas por el poder central (monarquía e

imperio) frente a las amenazas provenientes tanto del poder religioso como de los poderes locales, fueran señores territoriales o feudales. Estos siglos presentaron las diferentes formas de relación entre sistema feudal y sistema monárquico o sistema imperial, así como los intentos que realizaron monarcas o emperadores de liberarse del control pontificio, y de la situación peculiar de los reinos que no quisieron tampoco someterse al imperio, aunque fuera solamente de manera nominal.

En cuanto al sistema feudo vasallático, cuyas características generales se han presentado al hablar de lo social, debemos referirnos a los aspectos correspondientes a lo político. El feudalismo fue una institución compleja, surgida de las condiciones propias del siglo X.

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Este sistema permitió a los gobernantes contar con el apoyo de los señores feudales para el mejor control de sus territorios, fueron sus “fieles”, vasallos o subvasallos (es decir, vasallos de vasallos), quienes administraron justicia –mediana o baja– en los territorios que controlaban, quienes defendieron los castillos y los territorios reales o imperiales, quienes combatieron y aconsejaron al monarca cuando éste lo solicitaba e incluso juzgaban a los vasallos o feudatarios que incumplían con los deberes propios de dicha relación, como fue el caso de Juan sin Tierra, rey de Inglaterra y vasallo del rey de Francia, por los territorios que había heredado de su madre, Leonor de Aquitania.

La monarquía y el feudalismo tuvieron difíciles relaciones durante este período y la monarquía pudo recuperar su poder o control de la situación, cuando los elementos internos25 y externos26 ayudaron a debilitar al sistema feudovasallático. Al mismo tiempo, la Iglesia fue elaborando sus teorías políticas, las que reposaban en principios morales y metafísicos pero adaptándose a los acontecimientos de la época. La gran figura fue la del papa Gregorio VII (1020-1085), quien buscó la reforma total de la Iglesia y, sobre todo, liberar a las autoridades eclesiásticas de su dependencia frente al poder temporal. Sin embargo, esta búsqueda de independencia lo llevó a despojar a la autoridad temporal de su contenido religioso y permitió al mismo tiempo la intervención de la Iglesia en asuntos del Estado; fue la politización de lo espiritual. Esto explica las largas luchas entre papado e imperio.

Sin embargo, los defensores del poder civil no se quedaron en silencio, elaboraron teorías opuestas a la teocracia pero manteniendo siempre un equívoco, pues se confiaba al monarca una misión religiosa. Es únicamente a partir del siglo XII que se expusieron teorías de separación neta entre los dos poderes, perfiladas mejor dentro de las condiciones del siglo XIII, y afirmaron los derechos de los reyes, así como todo lo referente a la autoridad suprema de la monarquía y la idea de Estado.

No obstante, debemos tener en cuenta la inversión de la coyuntura favorable que se presentó en Europa occidental desde 1270 aproximadamente y que afectó las estructuras sociales y de producción, lo que tuvo importantes consecuencias en lo político. Según Genet27, entre 1280 y 1360 es posible situar el inicio de la génesis del Estado moderno, proceso de larga duración y que permaneció varios siglos hasta lograr su consolidación. Las manifestaciones más importantes de este proceso fueron:

– El impuesto nacional.- Consentido por las asambleas representativas.– La intensificación de la guerra.- Componente obligatorio y estructural del sistema porque es el pretexto para la

tributación y también el instrumento esencial para la redistribución de la extracción económica. Esta guerra del Estado tiene tres caracteres originales: justa, lícita y la necesidad de profesionalización de las milicias.

Es importante reconocer la existencia de un cambio en lo concerniente al impuesto de fines del siglo XIII, con respecto a la tributación feudal derivada del concepto de auxilio. El impuesto estatal representó una novedad y también una ruptura: se cobraba al conjunto de súbditos pero necesitaba el acuerdo del cuerpo social o de las fracciones dominantes; asimismo, la de-manda debía parecer legítima en su pretexto, en su forma y en su monto. Si bien el impuesto pudo aportar mucho al Estado, éste tuvo un precio político: la necesidad del consentimiento y de la adhesión del cuerpo social. (…)GLOSARIOAmor cortés: Sentimiento refinado que da lugar a un comportamiento codificado, así como a la valoración de virtudes, propias de la cortesía. Se le conoce también con el nombre de fin’amor.

Cátaro: Miembro de la herejía albigense, muy desarrollada al sur de Francia pero con orígenes en el mundo eslavo. Su doctrina estaba estrechamente relacionada con el maniqueísmo, que planteaba la existencia de dos principios: el bien (Dios) y el mal (demonio), quienes estaban en lucha constante. Se les conoce también como albigenses por su importante número en la ciudad de Albi.

Censo o renta: Pago fijo y perpetuo, por lo general en dinero y, en ciertos casos, en productos. El dominus o señor lo cobraba a los ocupantes de las tierras dependientes (mansos, tenures o tenencias).

Corvea o prestación personal: Trabajo exigido por el señor a sus siervos.

Escolástica: Método de razonamiento y enseñanza en las universidades medievales. Su apogeo se dio en el siglo XIII. Se daba importancia al vocabulario preciso, al rigor en la demostración y a la referencia a ciertas autoridades (Biblia, padres de la Iglesia, Aristóteles).

Faubourg: Barrio comercial situado al exterior de las murallas de una ciudad.

Justicia: Se distinguía en la Edad Media entre:

– Alta justicia, referida a causas importantes y solamente podía ejercerla el rey, el príncipe o su delegado.– Baja justicia, relacionada con delitos menores y podía ser ejercida por los señores. Mediana justicia fue un término

que apareció en el siglo XIII para referirse a la competencia jurídica que ejercieron los señores feudales, apoderándose de ámbitos de alta y baja justicia.

Mesta: Asociación castellana de criadores de ganado lanar trashumante. A partir del siglo XIII sufrió importantes cambios en su organización.

Milenarismo: Creencia en la próxima llegada del fin del mundo y en el advenimiento de una era de paz y prosperidad, ligada a la presencia del milenio, en ciertos casos al medio milenio.

Talla: Impuesto que se aplicaba originalmente a los siervos. Sus características en cuanto a periodicidad, importe y contribuyentes fue variando a través del tiempo.

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Trovador: Poeta lírico en la lengua de oc (utilizada al sur de Francia).

Trovero: Poeta y juglar en la lengua de oil (utilizada en la zona norte de Francia).

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La Nueva: Universidad Católica de Lovaina, 1988.SIGAL, Pierre-Antoine L’homme et le miracle dans la France médiévale (XI-XIIe siècle). París: Éditions du Cerf, 1985.TARNAS, Richard “Ce que nous devons au Moyen Âge. En: L’Express Nº 2684, diciembre del 2000.

* Doctora en historia por la Pontificia Universidad Católica del Perú. Especialista en civilización medieval por la Universidad Católica de Lovaina. Profesora de la Universidad de Lima y de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Colaboradora de la Revue d’Histoire Ecclésiastique y del Dictionnaire d’Historie et Géographie Ecclésiastiques, que publica la Universidad Católica de Lovaina.

1 DE LIBERA, Alain. “Ce que nous devons au Moyen Âge”. En: L’Express Nº 2684, diciembre 2002, p. 94.2 TARNAS, Richard. “Ce que nous devons au Moyen Âge. En: L’Express Nº 2684, diciembre 2000, p. 94.3 Entre las más importantes se encuentran: la arqueología, la sigilografía, la paleografía, la diplomática, la genealogía, la

heráldica así como la toponimia y onomástica, también la cronología, la geografía y la informática, inclusive .4 Se considera Edad Media el milenio que transcurre entre el siglo V y el siglo XV de nuestra era.5 La dendrocronología permite utilizar el análisis comparativo de los anillos de los árboles para la datación de antiguas

civilizaciones. La palinología utiliza los restos de polen de las especies vegetales superiores para conocer el entorno vegetal de una época determinada.

6 Estas oleadas estaban conformadas por hunos, alanos, godos, vándalos, burgundios entre otros7 Al hablar de romanización, debemos considerar, además de los aspectos político-administrativos y jurídicos, los aspectos

relacionados con el lenguaje y la cultura y sobre todo la economía, pues, la presencia de cultivos como el olivo y la vid son indicadores del grado de penetración de los elementos romanos en ciertas regiones.

8 Entre las dificultades debemos considerar la debilidad dinástica, las concesiones de beneficios territoriales y el fortalecimiento de poderes locales, así como la gran extensión territorial, la falta de una administración acorde con su número y preparación de las tareas requeridas y el considerar como objetivo del imperio un fin espiritual.

9 Es posible darnos cuenta de su importancia por el papel que desempeñan en cuentos, fábulas y leyendas de la época.10 Término utilizado por los medievalistas para referirse a los siglos XI-XIII, caracterizados por la expansión económica pero

también por el progreso en áreas como la escritura, la educación entre otras. Debe evitar confundirse con la expansión europea de fines de la Edad Media y cuya expresión más conocida son los grandes descubrimientos geográficos.

11 La Gran Depresión de la Edad Media Tardía, cuyo inicio se señala en 1315, tuvo antecedentes desde fines del siglo XIII, cuando la coyuntura favorable se invirtió y se hicieron presentes cambios en lo climático, los que se incrementaron a partir de 1270 con el inicio de una pequeña Edad Glacial.

12 DUBY, Georges y Robert MANTRAN. L’Eurasie XI-XIIIe siècles. París: Presses Universitaires de France, 1982, p. 17.13 Enfermedad que se contrae por consumir cereales en mal estado.14 FOSSIER, Robert. Histoire sociale de l’Occident médiéval. París: Armand Colin, 1970, pp. 158-182.15 FLÓREZ, Gloria Cristina. “Dos expresiones de las sociedades medievales: Brujas y Gante”. En: Plural Nº 2. Lima: Universidad

de Lima, 1996, pp. 53 y ss.16 GEREMEK, Bronislaw. “El marginado”, En: El hombre medieval, pp. 361-386. LE GOFF, Jacques. “Les marginaux dans

l’Occident médiéval”. En: Les marginaux et les exclus dans l’histoire, pp. 7-28.17 Monjes vagabundos, al igual que los goliardos, que en los siglos XII y XIII se hicieron muy conocidos por sus críticas a la

sociedad.18 GalbertO de Brujas. Le meurtre de Charles le Bon. Anveers: Fonds Mercator, 1978.

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19 LOHRMANN, D. “Travail manuel et machines hydrauliques avant l’an mil”. En: Le travail au Moyen Âge. Une approche interdisciplinaire. Lovaina La Nueva: Universidad Católica de Lovaina, 1990, p. 35.

20 DUBY, Georges. La société aux Xie et XIIe siècles dans la region maconnaise. París: Ediciones de la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales, 1988.

21 DUBY Georges. Economía rural y vida campesina en el Occidente medieval. Barcelona: Ediciones Península, 1973, p. 101.22 FOURQUIN, Guy. Señorío y feudalismo. Madrid: EDAF, 1978, p. 216.23 Henri Pirenne (1862-1935), historiador belga, profesor en la Universidad de Gante. Fue el iniciador de los estudios de

demografía histórica y estuvo estrechamente relacionado con el grupo de los Annales.24 FOURQUIN, Guy. Histoire économique de l’Occident médiéval. París: Armand Colin, 1969, pp. 235 y ss.25 Éstos fueron la pluralidad de homenajes, el incumplimiento de la fe y la heredabilidad del feudo territorial, así como la

disminución de los poderes de explotación de los señores por el renacimiento agrícola.26 La unción real, la administración de justicia, especialmente la alta justicia, así como las alianzas matrimoniales de los

monarcas, el apoyo de las ciudades al poder central, las guerras contra vasallos turbulentos, la formación de una burocracia estatal y, sobre todo, la imposición de la fiscalidad monárquica.

27 GENET, Jean-Philippe. “Genèse de l’État Moderne en Europe”. En: Le Courrier du CNRS, LVIII. París, 1984 y “Le développement des monarchies d’Occident est-il une conséquence de la crise? En: Europa en los umbrales de la crisis (1230-1350). Pamplona: Gobierno de Navarra, 1955.

28 PAQUET, Jacques. “Aspects de l’Université médiévale”. En: Les Universités à la fin du Moyen Âge. Lovaina: Universidad Católica de Lovaina, 1998, p. 24.

29 FLÓREZ, Gloria Cristina. “Los derechos humanos en los inicios de la sociedad feudal”. En: Agenda Internacional . Año V, Nº 10. Lima: PUCP, 1998.

30 MOLLAT, Michel. Les Pauvres au Moyen Âge. París: Hachette, 1978. y Études sur la pauvreté. Moyen Âge-XVIe siècle. París: Publications de la Sorbonne, 1974.

31 FLÓREZ, Gloria Cristina, “El poder de la palabra. Evolución y características de la prédica católica”. En: Scientia et Praxis Nº 22-23. Lima: Universidad de Lima, 1998.

32 ROBERTS, Phyllis B. “Preaching in/and the Medieval City”. En: Medieval Sermons and Society: Cloister, City, University. Lovaina La Nueva: Universidad Católica de Lovaina, 1998, p. 317.

33 LE GOFF, Jacques. “Le travail dans les systèmes de valeur de l’Occident médiéval”. En: Le travail au Moyen Âge. Une approche interdisciplinaire. Lovaina La Nueva: Universidad Católica de Lovaina, p. 14.

34 LE GOFF, Jacques. La bourse et la vie. París: Hachette, 1986.35 FLÓREZ, Gloria Cristina. “La virgen María en la civilización occidental” (trabajo inédito).36 Se deben estas informaciones a los trabajos de Didier Lett.37 ATKINSON, Clarissa W. The Oldest Vocation. Christian Motherhood in the Middle Ages. Ítaca/ Londres: Cornell University

Press, 1991. 38 BINSKI, Paul. Death in the Middle Ages. Londres: The British Museum Press, 2001. ALEXANDRE-BIDON, Danièle, La mort au

Moyen Âge XIII-XVIe siècle. París: Hachette, 1998. GEARY, Patrick, Living with the Dead in the Middle Ages. Ítaca/Londres: Cornell University Press, 1994.

39 PASTOUREAU, Michel, Figures et couleurs Études sur la symbolique et la sensibilité. París: Le Léopard D’or, 1986.40 LE GOFF, Jacques. Un autre Moyen Âge. París: Gallimard, 1999.41 GEARY, Patrick. Furta Sacra. Thefts of Relics in the Central Middle Ages. Nueva Jersey: Princeton University Press, 1990.42 SIGAL, Pierre-Antoine. L’homme et le miracle dans la France médiévale (XI-XIIe siècle). París: Éditions du Cerf, 1985.43 NASCIMENTO, Aires Augusto. “La fiesta medieval”. En: Lienzo Nº 9. Lima: Universidad de Lima, 1989, pp. 67 y 80.

GÉNESIS DEL ESTADO MODERNO EN EUROPA 29

29 Publicado en Le Courier du CNRS, LVIII, Paris, 1984. Traducido por la Dra. Cristina Flórez.22

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J. PH. GenetEntre 1280 y 1360 se asiste a una completa mutación de las estructuras sociales y de las estructuras de producción. La instalación de la tributación al Estado es uno de sus componentes. Al provocar hostilidad y resistencias, esa tributación hizo nacer las instituciones representativas.

Es posible situar con precisión en el plano cronológico, el nacimiento del Estado moderno, entre 1280 y 1360: toda una serie de elementos, aparecidos en el curso de esos años en la Europa Occidental, católica, feudal y señorial, se cristalizan entonces en un sistema que es el origen del Estado moderno.Pero, nacimiento no es génesis, término que implica situarse en la larga duración; larga duración que es necesario estructurar con rigor alrededor del período de nacimiento efectivo del Estado moderno (Ver cuadro 1).

Hemos dicho bastante fácil de situar. Sí, si se hace un análisis previo de lo que hace el Estado moderno y si se rehúsa aferrarse a las “formas” del Estado, y sólo a las instituciones. Lo que hace el Estado moderno es establecer un sistema fiscal del Estado. Todo está allí. Cuando en el siglo XIII el formidable desarrollo que ha acompañado la puesta en marcha de las estructuras feudales se detenga y la producción se estanque, la población después de haber llegado a su máximo comienza a declinar ligeramente. En los campos superpoblados y al borde del hambre, la tensión social crece, mientras que la renta señorial se erosiona.El impuesto aparece al historiador como un nuevo circuito de extracción, destinado a completar o a suplir la extracción señorial, a nombre de una autoridad superior a la cual sería imposible resistir. Este impuesto del Estado que ha aparecido en el último decenio (teniendo numerosos predecesores como “Danegeld” inglés o el “diezmo Saladino” de Felipe Augusto) actúa como un revelador de la estructura socio-económica: precipita la crisis, acentúa la miseria campesina y exacerba la tensión social. El choque de la Peste Negra de 1348 hace que se derrumbe el antiguo edificio pero la epidemia ha atacado a un organismo profundamente minado. A mediados del siglo XIV, la población se ha reducido en un tercio, numerosas tierras están vacantes, las poblaciones demasiado pequeñas o marginales desaparecen, y un asalariado agrícola o urbano mucho más abundante reemplaza a los pequeños campesinos que vivían hasta entonces en los límites de la hambruna. Lo que pasa entre 1280 y 1360 es, aunque parezca imposible, una mutación completa, mutación de las estructuras sociales y de las estructuras de producción del Occidente medieval, incluso si subsisten las estructuras señoriales. Pero el impuesto no se ha establecido sin encontrar resistencias, las innumerables implicaciones que induce han sido también duramente combatidas. No obstante, todas ellas están allí desde este período: todo va muy rápido, Y el impuesto remite justamente al Estado.

De la Asamblea Feudal a la Asamblea RepresentativaLa primera modificación y fundamental, es aquella de la naturaleza del lazo entre gobernantes y gobernados. Sin duda, el rey feudal retenía algo de la naturaleza misma del poder de sus lejanos predecesores carolingios: los conceptos de poder público y de poder de mando público no habían desaparecido completamente; el Imperio Carolingio había conservado más que la simple terminología del Imperio Romano, y a partir del siglo XII la revitalización del Derecho Romano había vuelto a dar curso en Occidente a muchas adquisiciones de la Antigüedad. Pero, en la profunda realidad del funcionamiento político, el mecanismo de los lazos de hombre a hombre permanece primordial. Hubiera sido posible desarrollar la tributación partiendo únicamente del concepto de ayuda feudal; pero, después de haberlo ensayado, los soberanos del siglo XIII se han comprometido gradualmente en una vía diferente: no solicitar más la ayuda de sus vasallos, puesto que estos mismos se volverían hacia sus propios vasallos, más bien pedir de manera directa a todos sus súbditos, tomando como pretexto la necesidad en que se encontraba el soberano de defender el Reino y de proteger a sus habitantes.El Estado sustituye la noción de vasallo por aquella de súbdito, la noción de fidelidad personal por aquella de fidelidad a una entidad abstracta, el regnum. Proceso largo pero cuyos lineamientos aparecen desde inicios del siglo XIV.

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La implicación más espectacular de la nueva estructura es el desarrollo de las asambleas representativas: Parlamento en Inglaterra, asambleas de Estados y más particularmente de ciudades en Francia, el mismo fenómeno se observa en España, en

Italia, en los Países Bajos. En estas asambleas aparecen las nociones y los conceptos que juegan un rol determinante en la historia europea: responsabilidad, mayoría, representatividad, por ejemplo. En efecto, si el rey desea que ingrese el impuesto

debe introducir al súbdito en una red compleja, cuyo nudo central sea el reconocimiento por la comunidad y sus representantes de la legitimidad de las demandas reales puesto que los medios coercitivos del soberano son ante todo muy débiles (Ver cuadro

2).El nacimiento del espacio nacionalSegunda modificación estructural: el nacimiento del espacio nacional. No se trata aquí fundamentalmente de los componentes políticos sino más bien de las consecuencias económicas que ocasiona su establecimiento. Impuestos indirectos son, ante todo, los derechos de aduana. Sin duda, estos derechos han sido creados y explotados con un fin puramente financiero por los estados; y muy rápido sirven para favorecer o proteger las producciones específicas. Las luchas llevadas a cabo en Inglaterra por el control y la localización de la Etapa de las lanas muestran muy bien la postura social que representan estos impuestos: mercaderes contra productores. Por esta acción, el impuesto indirecto actúa sobre las estructuras sociales, favorece o desfavorece la fluidez social (por ejemplo en Inglaterra la alianza gentry-mercaderes) y la acumulación del capital.En cuanto al impuesto directo actúa como un poderoso diferencial sobre el ritmo de evolución de las sociedades occidentales: la presión fiscal al aumentar acrecienta la crisis, precipita las evoluciones; disminuyendo, deja subsistir las explotaciones agrícolas marginales. Asimismo, todas las clases de la sociedad no son iguales frente al impuesto; en Francia, la nobleza casi no paga, en Inglaterra paga.De allí, las diferencias de comportamientos económicos y políticos. En resumen, el impuesto directo o indirecto da forma al espacio económico nacional como sector privilegiado de la acción económica, pero sobre ella la acción de los soberanos está lejos de ejercerse de manera autónoma. El precio de los metales preciosos, la naturaleza de las monedas competidoras, las opiniones de los técnicos financieros y banqueros (a menudo italianos) son aquí otros tantos elementos significativos.

Cómo el rey pone contribución a la guerraTercera modificación de estructura: la guerra. Ella es un componente obligatorio del sistema. Por supuesto, la guerra ha llevado al rey a buscar nuevos medios pero también ella es necesaria para obtenerlos. En efecto, ¿Cómo demostrar la “necesidad ”, el

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peligro que corre el Reino sin la guerra?. Eduardo I, al salir de las luchas civiles que marcaron el reinado de su padre, lanzó Inglaterra a la conquista del país de Gales y luego a la de Escocia. El amenaza en Flandes y en Aquitania a Felipe el Hermoso, quien renunciando a la política de compromiso mediterráneo de su padre y de los angevinos, guerrea en Flandes y en Gascuña.El conflicto franco-inglés estalla esporádicamente en las décadas siguientes, la escena frontal era mantenida por Escocia y la epopeya de Bruce. Luego está la Guerra de los Cien Años, interminable serie de conflictos que enfrentan a Francia e Inglaterra pero también a toda una serie de potencias atrapadas por la tormenta: reinos españoles, principados renanos o neerlandeses, reinos de Nápoles y de Sicilia, sin hablar de las Guerras de Bretaña. Por lo demás, el fenómeno es Europeo y Alemania e Italia no conocen tampoco la paz. De hecho, la guerra es prácticamente continua, pues, a los períodos de guerra de potencia extranjera se suceden con una regularidad casi perfecta, al menos en el país vencido, las guerra civiles: ver en Francia los Navarros de los años 1350, los orleaneses (luego armañacs) contra los borgoñones, Borgoña contra el Delfín. En Inglaterra, la crisis del reino de Ricardo II, aquella del reino de Enrique VI degenerando finalmente en la guerra de las dos Rosas, verifica el fenómeno. El tratado de Picquigny en 1475 no pone fin al conflicto entre Luis XI y el Temerario y precede solamente por unos años a las guerras de Italia, de las que se pasa sin solución de continuidad a las guerras de religión y a la rivalidad entre los Habsburgo de una parte y Francia e Inglaterra por otra parte. Y de allí finalmente a la guerra de los Treinta Años. (ver cuadro 3).La guerra hace comprender otra vertiente del sistema. Sin duda, ella juega en los inicios al menos un rol capital para el soberano, abriendo la posibilidad al impuesto. Pero, los Estados han pasado gradualmente del impuesto excepcional de guerra al impuesto regular de paz, evolución prácticamente acabada en 1360. Solamente la guerra nos hace ver claramente otro fenómeno: aquel de la redistribución del dinero del impuesto. Hay un aspecto bastante evidente: la redistribución de prendas que se agregan a todo lo que los soldados pueden esperar retirar de las guerras muy codificadas y controladas por un derecho complejo: botines, rescates, etc. La historia social de las guerras permite ver qué capas sociales se beneficiaron directamente de la guerra, y al mismo tiempo descubrir los mecanismos socio-políticos de la redistribución. Así, el sistema feudal de los lazos de hombre a hombre subsiste aunque transformado: el lazo personal permanece crucial y la fidelidad es siempre el valor esencial, pero el lazo es contractualizado y da lugar a unas remuneraciones, no tanto bajo la forma de tierra sino bajo la de dinero o más generalmente de poder, todo ello gracias al ejercicio del patrocinio. Las sujeciones, las “alianzas” se reagrupan en una estructura más vasta, aquella de las “afinidades” o, como decimos a menudo pero no sin ambigüedad de los “partidos”.A este complejo es lo que Bruce Mc. Farlane ha designado con el término “Feudalismo Bastardo”, expresión después de todo menos mal escogida.Estas “afinidades”, estos “partidos” luchan entre ellos al más alto nivel, es decir, en el Consejo Real para asegurarse el control del circuito de redistribución del impuesto.El rey poderoso, el que mantiene la paz civil es aquel que sabe arbitrar los partidos y asegurar un flujo suficiente para el conjunto de los partidos en competencia; sino el partido que no está contento se ve obligado para sobrevivir a lanzarse a la guerra civil. Esta estructura ha prevalecido en Francia hasta la Fronda, mientras que en Inglaterra se puede creer que se esfuma gradualmente bajo el reinado de Isabel.Una nueva categoría social: los funcionariosAsí pues, esto nos lleva directamente a una cuarta modificación de estructura, la que afecta el modo de gobierno. El gobierno feudal es personal, está asegurado por un grupo de hombres que rodea al soberano: barones, obispos, pero también hombres de extracciones más modestas con los cuales el rey puede contar. En total, este grupo es numeroso. Sin embargo, el profesionalismo del grupo dirigente va a comenzar al mismo tiempo que su crecimiento: desde mediados del siglo XII en Inglaterra, más tarde en Francia.

(Cuadro 3).

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Los monarcas comienzan a atraer a su servicio a los eclesiásticos, luego el desarrollo de la “Common Law” en Inglaterra, después del Derecho Romano en el resto de Europa lleva gradualmente a recurrir cada vez más a menudo a un personal laico.Una nueva categoría social aparece por lo tanto; ella debe su fortuna al estado, pero también a su cultura y a sus capacidades profesionales.Es cierto que durante mucho tiempo la osmosis entre este medio y la iglesia es grande, lo que veremos no deja de plantear problemas; pero al mismo tiempo que se transforman, los grupos dirigentes se extienden, tendiendo a convertirse en una verdadera clase autónoma, la de los oficiales, mezclada de cerca a los hombres de leyes, a la nobleza y mediante la gente de finanzas, a la burguesía y a las elites urbanas. La amplitud del movimiento es tanto más grande en cuanto que el nuevo modo de gestión y gobierno, se extiende como una mancha de aceite. Los “príncipes” sea que traten de edificar un estado independiente... (Bretaña, Borgoña, Foix, Béarn bajo Febo ...), sea que busquen asegurarse una base sólida en el cuadro de las luchas de partidos (Lancaster, Armañac, Orléans, Borbón...) reproducen los mecanismos del poder central; ellos tienen su hotel, su casa, su cámara de cuentas, .....Los mismos señores, apenas pueden se rodean de un verdadero grupo de especialistas consejeros, de juristas competentes y gestionarios eficaces.Esta modificación de las estructuras del modo de gobierno no puede ser estudiada aisladamente. Ante todo, esta nueva clase de la sociedad, por nueva que sea, se inserta en las redes del Feudalismo Bastardo: los fenómenos de partidos, afinidades, sujeciones, mantenencias valen también para ella. Luego, esta modificación obliga a reconsiderar la historia del derecho a partir de la entrada en ejercicio del estado moderno: derecho público por supuesto, pero también las modificaciones introducidas en las prácticas feudales, que la puesta en marcha de la nueva estructura lleva a modificarlas, volviéndolas caducas. Por último, la historia de las escuelas y de universidades es aquí una apuesta considerable para comprender la evolución del sistema. Las universidades aparecidas desde el siglo XIII, se han multiplicado a partir del siglo XIV bajo el impulso de los príncipes: ellas juegan un rol esencial en la formación de los servidores del Estado, que sean laicos o eclesiásticos. Y esto nos hace desviarnos naturalmente hacia los problemas ideológicos.

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A partir del siglo XIII una “revolución cultural afecta a Europa” Quinto cambio de estructura, es en efecto, el que afecta a la ideología (ver cuadro 4).El aspecto más espectacular del trastorno es demasiado conocido para detenerse en él: es el conflicto entre las grandes monarquías occidentales (Francia, Inglaterra) y el papado de Bonifacio VIII, conflicto cuyo desenlace está simbolizado por el atentado de Anagni y la instalación del papado en Aviñón. Pero aquí el símbolo es engañoso: el papado se adapta rápido y bien a la nueva estructura, transformándose velozmente en un estado como los otros, con riesgo de sufrir los mismos males (guerra y lucha de partidos: el Gran Cisma) y a aceptar el mismo debate “democrático” (crisis conciliar); en todo caso, el papado edifica una tributación y un aparato estatal eficaces. Es necesario descender profundamente para asir la amplitud de la “revolución cultural” que afecta Europa de los siglos XIII al XVI, antes del agudo conflicto del siglo XIII.

Es con el desarrollo de las órdenes mendicantes, su voluntad de arraigarse en el mundo urbano, de jugar un rol de primer plano en las universidades y de poner al alcance del público laico, según sus diferentes “estados”, una literatura reservada hasta entonces sólo a los eclesiásticos de alta cultura, que comienza un proceso de educación y que las fundaciones de escuelas urbanas en los siglos XV y XVI, así como la invención de la imprenta van a acelerar espectacularmente. La gran ruptura entre sociedad de lo oral y sociedad de lo escrito se ha producido desde el siglo XIII: la sociedad de lo escrito no comienza cuando todo el mundo sabe leer o escribir sino cuando todo el mundo sabe para qué sirve lo escrito. Los seis siglos de la era anglosajona han legado dos mil cartas pero sólo el siglo inglés ha transmitido muchas decenas de miles de documentos, y la simple observación de las reglas elementales del derecho ha llevado verdaderamente a la redacción de 8 millones de cartas únicamente para los terrazgueros ingleses en el siglo XIII.

En el corazón del debate: la relación de la Iglesia y del EstadoEs necesario en este nuevo marco cultural, detenerse ante todo en el debate político de fondo, el que los soberanos no tienen interés en impulsar demasiado, pero del cual los teóricos (Ockam, Marsilio de Padua) no dudan en extraer todas las implicaciones. Al centro del debate, la neta separación de las esferas de acción del laico y del religioso, del rey y de sus oficiales de una parte, de los clérigos de otra parte. El monopolio ideológico de facto de la iglesia estalla así en pedazos, al punto que en Wyclif es la misma noción de iglesia institucional que es discutida. El debate limitado después del fracaso del Wyclifismo y la ejecución de Hus en los años 1414-1415 se reanudará un siglo más tarde con Calvino y Lutero. Pero, el problema se ha planteado y el ideal de reforma tanto al interior como fuera de la iglesia conoce una intensa vitalidad a partir del siglo XIV. Por otra parte, conviene observar que todos los intelectuales de envergadura coinciden con un diagnóstico más o menos parecido, incluso si llegan a él por vías diferentes.Nominalistas y realistas insisten tanto unos como otros en la omnipotencia de Dios. Si para los realistas eso significa que todo conocimiento viene de Dios, eso quiere decir que ningún hombre puede jactarse de conocer los designios, las elecciones o la voluntad de Dios. En cuanto a los nominalistas, ellos se aferran al conocimiento que puede construirse a partir de la observación

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de lo individual: Dios queda fuera del alcance, sino es por intermedio de una Biblia cuyas lecciones no son casi favorables a la Iglesia romana.En resumen, el Estado a quien pertenece el dominio natural (y se encuentra aquí la Política de Aristóteles y sus vulgarizadores Guilles de Roma, Tomás de Aquino u Oresme) puede ser analizado con los mismos útiles conceptuales que el resto del mundo natural.El campo de lo político se autonomiza gradualmente, separándose (con otros por supuesto) del campo englobando lo teológico: de golpe, el Estado tiene ahora toda la libertad para desarrollar su propia ideología, independientemente de la teología.... pero con el concurso de los teólogos y de los eclesiásticos que, lo hemos dicho, se apiñan entre sus mejores servidores.

Del nacimiento de una estrategia de comunicación El Estado, en todo caso, se apodera sin tardar del espacio cultural así abierto. La propaganda pasa por todos los canales: es el espectáculo de la misma monarquía, por sus ceremonias (funerales, coronaciones), por las “entradas” reales cuidadosamente reguladas y puestas en escena, que permiten materializar una colección cada vez más rica de mitos. Es el ejercicio del poder político que gracias al desenvolvimiento de las sesiones de las Asambleas, la actividad de los heraldos y embajadores, la producción de las cancillerías que envían a todas partes, la palabra real da poder y realidad a la voluntad del soberano. Finalmente, es la redacción de innumerables tratados de propaganda o de justificación referidos a temas muy variados: la paz o la guerra, el buen gobierno o el tiranicidio, la sabiduría o la locura de los grandes que impregnan la mentalidad de los hombres de la época.Todo eso sale de las manos de autores eclesiásticos sobre todo, que se laicizan cada vez más, al mismo tiempo que el público que es capaz de acceder a lo escrito se extiende. De allí que para llegar a este nuevo público y ajustarse a los medios de los cuales disponen estos nuevos autores se pasa del latín a las “lenguas vernáculas”; de allí también la proliferación de los géneros “literarios”, cada género (en el sentido Jaussien) representa una tentativa de adecuación de un mensaje al público al cual esté destinado, de allí finalmente una evolución progresiva de las estructuras de producción del libro , donde la invención de la imprenta no es sino una etapa pero capital.Esta profunda mutación, iniciada desde el siglo XIII conduce a fines del siglo XVII al nacimiento de la Europa Moderna, marcada a la vez por el desarrollo del capitalismo en Inglaterra y por el triunfo de la monarquía absoluta en Francia. La fase más espectacular de esta mutación: la Reforma, prolongada por las guerras de Religión y la guerra de los Treinta Años mezcla, por otro lado, de manera inextricable los componentes religiosos, intelectuales, políticos. En realidad, toda nueva aproximación a la historia del Estado Moderno supone dar resueltamente la espalda a los límites de la historia política tradicional: la comprensión de lo político supone únicamente una historia total, que no deje en la sombra ninguno de los elementos que han sido para los hombres del pasado, las condiciones y las apuestas conscientes inconscientes pero inversamente, lo político no puede ser puesto entre paréntesis como ha sido menudo el caso en la historiografía francesa contemporánea. Es por esto que el C N R S se ha comprometido en la vía de una acción temática programada, consagrada a la génesis del Estado moderno, y esto dentro de una óptica resueltamente internacional y por otra parte comparativa.

(*) Publicado en Le Courier du CNRS, LVIII, Paris, 1984 (traducido por Cristina Flórez)

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Crisis e historia: algunas consideraciones sobre la economía europea occidental en los siglos XIV y XVII

Fernando Rosas Moscoso * EL CONCEPTO DE CRISIS EN LA HISTORIA

Crisis e historiaLa investigación histórica en las últimas décadas ha introducido una serie de instrumentos teóricos que contribuyen a facilitar el proceso de análisis histórico. Las nociones de estructura, coyuntura, acontecimiento y otras, han contribuido a una mejor comprensión de los procesos históricos que viven las sociedades. En ese sentido, la noción de crisis es otro de los conceptos que -estando profundamente ligada a la historia- es tomada, desde hace relativamente poco tiempo, como una herramienta teórica de primer orden para conocer determinados períodos históricos en donde diversos indicadores materiales y mentales evidencian fluctuaciones particularmente intensas, alterando los niveles de vida de la sociedad en su conjunto.

Usado desde antiguo, el concepto de crisis sedujo primero a científicos de la naturaleza y luego a los científicos sociales. Lo primero que salta a la vista, al tratar de definir "crisis", es el error constante en considerarla sinónimo de decadencia, descenso u otros elementos negativos, cuando la realidad nos muestra un proceso mucho más complejo, en donde se entremezclan aspectos contradictorios. En ese sentido, el historiador belga Leopold Genicot30, en un texto que constituye uno de los más claros enfoques sobre la noción de crisis en la historia, llama la atención acerca de la necesidad no sólo de precisar ese carácter complejo de las crisis sino también de verificar las informaciones y, finalmente, la "realidad y la gravedad del supuesto fenómeno".

En todo caso, la noción de crisis en la historia tiene que ver con la existencia de tensiones a nivel del cuerpo social, que llevan a una ruptura de los equilibrios existentes en las diversas estructuras. Así, la economía, la sociedad, la política o los elementos de la mentalidad colectiva, pueden, en determinado momento, evidenciar tensiones, desequilibrios o desajustes, que ponen en compromiso los procesos regulares que vive una sociedad determinada.Es evidente que la noción de crisis en la historia se aplicará con mayor facilidad a los procesos económicos, ya que los elementos cuantitativos aportan pruebas privilegiadas de los desequilibrios, puntos de ruptura o dificultades. Desde los aspectos agrícolas a los elementos financieros, pasando por la producción industrial y las fluctuaciones monetarias, todo lo económico permite un diálogo intenso con la noción de crisis. Los aspectos sociales también posibilitan la aplicación de dicha noción; en ellos la cuantificación nuevamente cautiva más en el análisis, desde la demografía a los índices de tensión social, plasmados en revueltas, insurrecciones o, eventualmente, revoluciones; todo ello permitía mantener enfoques cuantitativos de la crisis pero con una cada vez mayor presencia de los aspectos cualitativos. La crisis política también surge, plena de evidencias; a lo largo de la historia, los trastornos políticos siempre están presentes pero su análisis admite dificultades mayores por sus propias limitaciones. Más complejo pero no raro es el análisis de la crisis en el plano de las mentalidades; en ese contexto, los mecanismos de medición tropiezan con dificultades, es el ámbito en donde la medición de la crisis requiere de análisis que permitan determinar climas de sensibilidad.

Como se puede desprender de los aspectos ya señalados, medir la crisis es una de las tareas fundamentales al aplicar esa noción al análisis histórico. Como señala Genicot, se tiene que medir la gravedad, en qué medida los indicadores se alejan de los puntos de equilibrio; se tiene que medir la extensión, determinar qué elementos se encuentran comprometidos y qué espacios comprende. La duración es otro de los elementos sujetos a medida, planteando esta tarea dificultades importantes, pues ciertos indicadores pueden fácilmente ser considerados "estertores" de la crisis cuando ya forman parte de restaurados equilibrios.

En todo caso, la noción de crisis aplicada a un proceso histórico constituye un elemento muy importante para su comprensión si es que el historiador no se deja seducir por los simples indicadores cuantitativos, por las generalizaciones y por las explicaciones que se apoyan en un factor único y específico. Por otra parte, siempre se debe tener en cuenta que en el interior de la crisis están presentes aspectos positivos, o que la misma crisis en su conjunto puede estar vinculada a un proceso de consolidación. En ese sentido, convendría retomar la antigua vinculación del concepto de crisis con las ciencias de la naturaleza y, específicamente, a esa conocida relación del estado de crisis en el diagnóstico médico, cuando tiene que ver con el

30GENICOT, Léopold. “sobre la noción de crisis en la historia a la luz de la Baja Edad Media". En: La crisis en la historia. Génova: Cívico Instituto Colombiano. 1986. pp. 42-45.

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punto crítico en donde el enfermo supera el estadío más comprometido de su enfermedad y logra su recuperación o cae derrotado bajo el impacto del mal.

Tipología de las crisis

La complejidad del análisis de las crisis en la historia y, a su vez, el gran número de crisis que se pueden advertir a lo largo de los procesos históricos, hacen pertinente intentar establecer una tipología de éstas. Es evidente que todo intento en ese sentido debe reconocer la multiplicidad de casos y las numerosas variables de análisis. Cabe resaltar que la propuesta debe ser considerada como una posibilidad más para facilitar su comprensión y análisis.

En el análisis de las crisis se pueden establecer cinco factores de distribución tipológica:

Por su composición, considerando los elementos que la conforman. En ese sentido la crisis puede ser:

- Global: cuando todos los aspectos de la vida del hombre en sociedad se encuentran comprometidos, presentando indicadores económicos, sociales, políticos y mentales. Por ejemplo, las crisis de los siglos XIV, XVII y XX.

- Parcial: cuando solo uno o dos de los elementos señalados muestran fuertes desequilibrios. Es evidente que la alteración de sólo uno de los aspectos influye en todos los demás, pero en este caso, los análisis de extensión, gravedad y duración no permiten extender el carácter crítico a todos los elementos. Es el caso de las crisis económicas específicas, producto de fenómenos climáticos o colapsos accidentales de centros de producción.

Por su naturaleza u origen, las crisis pueden ser:

- De "antiguo tipo": cuando están fuertemente vinculadas a un desequilibrio en términos demográficos o de subsistencias. Caso de la crisis del siglo XIV.

- De "nuevo tipo": en donde los aspectos industriales y/o financieros constituyen los más importantes desequilibrios. Por ejemplo, la crisis del siglo XX.

Por su extensión, en tanto se dispersa por espacios que pueden ser delimitados, en ese sentido la crisis puede ser:

- General: cuando involucra espacios continentales o mundiales. Nuevamente se evidencia en las grandes crisis seculares de los siglos XIV, XVII y XX.

- Local: en tanto compromete áreas limitadas geográficamente, sea en la dimensión de país o región. Por ejemplo, las crisis que vivió la zona norte del país durante el fenómeno de El Niño.

Por su frecuencia, pues al analizar los procesos históricos se pueden establecer relaciones con otras situaciones de crisis que permiten identificar características comunes o singulares. Desde esa perspectiva, la crisis puede ser:

- Cíclica o típica: cuando las relaciones llevan a establecer ciertas semejanzas a través de un carácter recurrente. El ejemplo más claro estaría en las llamadas crisis seculares del siglo XIV, XVII y XX.

- Atípicas: en tanto no se puede definir una recurrencia específica. En otras palabras, no se pueden fijar ciclos de recurrencia, término que no necesariamente debe entenderse como repetición. Es el caso de crisis locales.

Por su evolución, en tanto su estudio, más allá de los mismos márgenes de la crisis, evidencia que corresponde a una determinada condición general, que puede ser:

- De crecimiento: cuando la crisis no sólo no afecta en sus últimas y más complejas implicancias, sino que finalmente favorece un proceso de expansión en las estructuras comprometidas. Es el caso de las crisis de consolidación del sistema capitalista (siglos XIV y XVII).

- De decadencia: en la medida en que su connotación dentro de la evolución del proceso histórico analizado es eminentemente negativa, manifestándose en términos de disolución o contracción. Podría considerarse la crisis del siglo XII a.C. en Grecia o la del siglo V d.C. en Roma.

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Cabría también hacer la distinción entre la noción de crisis aplicada a cualquier etapa o período de la historia, dentro de lo que podría considerarse una perspectiva macrocrítica y que posibilita el ya señalado análisis comparativo y de recurrencia; y la perspectiva microcrítica, aplicada a una organización, a una actividad, etc., y a condiciones específicas y momentáneas por las que pasa una sociedad en su proceso histórico.Finalmente, queda pendiente establecer algunos puntos de referencia respecto del posible carácter estructural o coyuntural de la crisis. Si nos atenemos a las apreciaciones que señalan el carácter casi permanente, latente o endémico de una crisis, tal como lo hace Genicot, se vislumbraría una naturaleza estructural en las crisis y podríamos entenderla como una característica de las estructuras históricas, tal como el cambio o la contradicción. Pero si consideramos la estrecha vinculación del estado de crisis en un proceso con la coyuntura, predominaría ese estado coyuntural que estaría fluido y naturalmente relacionado con el carácter "circunstancial" que manifiesta toda crisis. Consideramos que ambas interpretaciones no tienen por qué excluirse, pues todo proceso histórico encierra, en potencia y por ello permanentemente, los "gérmenes" de la crisis, pero la explicitación de esos factores potenciales se materializan en la coyuntura. En otras palabras, la crisis es inherente a los procesos históricos y se hace evidente en la medida en que se produzca una ruptura en el equilibrio y en la dinámica propia de los complejos procesos que involucran la existencia del hombre y de las sociedades. Como señalamos hace un tiempo: "La crisis es presente, pasado y devenir, como una especie de remolino en donde se va mezclando todo en una dinámica tremenda"31.

Enfoques históricos de las crisis

Una revisión de los diferentes estudios históricos de las crisis nos permiten advertir un gran contexto de análisis de microcrisis, en donde masivamente los historiadores se han volcado a tipificar, comprender o presentar situaciones de crisis en diferentes instituciones, organismos, sectores sociales, áreas de la producción, etc. Así, se puede estudiar la crisis de valores en la Atenas del siglo V a. C., o la crisis del equilibrio europeo entre 1870 y 1914, pasando por el gran tema de la crisis del Antiguo Régimen o la crisis de los misiles en la época Kennedy. En ese sentido, la producción historiográfica es inmensa y variada. Pero al margen de esa revisión microanalítica de la crisis surge una evaluación de los grandes períodos de crisis o de lo que podríamos considerar como crisis generales y globales; en ese contexto, la reflexión se conduce no sólo a los aspectos propios de la crisis sino también a apreciaciones generales que tocan el terreno de la teoría y enriquecen la reflexión histórica en su conjunto.

Dentro de los precursores del análisis integral de las crisis en la historia está Jacob Burckhardt, quien en sus Reflexiones sobre la historia universal, trata de identificar las crisis a lo largo de la historia universal y precisa que éstas deben considerarse un signo auténtico de vida. Pasando de un historiador del siglo XIX a aquellos de nuestro siglo, en la actualidad la inquietud por comprender las crisis históricas puede ser impulsada por el estar sumergido en ellas (no se debe olvidar que muchos estudios de la crisis son alimentados por la misma crisis), o por una pasión por el juego de contrarios, vale decir captar esas manifestaciones contradictorias en un estado de equilibrio.

En las tres o cuatro últimas décadas los trabajos de Leopold Genicot, Ferdinand Seibt, Guy Bois, T. Aston o Jan de Vries, representan hitos importantes para el análisis general de las crisis. Mención aparte merece Ruggiero Romano, quien en su importante obra Coyunturas opuestas, realiza un acertado y lúcido trabajo de llevar el análisis de la crisis más allá de los límites continentales, planteando un enfoque interactivo de los aspectos críticos tanto en Europa como en América, durante el siglo XVII; se liberaba así la crisis del "corsé" eurocéntrico, aunque propiamente allende el Atlántico no se pudiese tipificar de crisis lo evidenciado en tierras europeas.

No quisiéramos olvidar a Wilhelm Abel, quien en su obra La agricultura: sus crisis y coyunturas, introduce el tema de la crisis en el importante sector de las subsistencias, o el bello libro de Benjamín Z. Kadar: Mercanti in crisi a Génova e Venecia nel 300, en donde se combinan magistralmente los trazos cuantitativos de la crisis con los aspectos de la mentalidad, plenos de vitalidad y sensibilidad, en un mundo urbano efervescente y en cierto sentido dramático.

No podemos dejar de lado -en una perspectiva integral del enfoque histórico de las crisis- el tema peruano. En nuestro contexto poco se ha realizado para comprender los procesos de crisis en nuestra historia, que, de paso, se nos muestran con un dramático sentido estructural. Aún así, resaltan esfuerzos concretos como los representados por la compilación realizada por Heraclio Bonilla bajo el título Las crisis económicas en la historia del Perú, o el volumen que publicamos a través del Vicerrectorado de la Universidad de Lima, bajo el título Las crisis en la historia, en donde se recogían las ponencias de un coloquio internacional, que contó con la presencia de importantes investigadores del tema de la crisis, como Guy Bois y Albert D'Haenens. Los trabajos de Luis Miguel Glave, Eduardo Dargent y Miriam Salas en relación a la economía colonial, o de Scarlett O'Phelan en torno a la sociedad colonial, así como los de Manuel Burga y Alberto Flores Galindo para la época republicana, constituyen enfoques representativos del estudio particular o monográfico de las crisis.

31ROSAS, Fernando. En: Las crisis en la historia, Coloquio Internacional. Lima: Universidad de Lima, 1994, p. 5.

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Es evidente que en nuestro contexto se hace necesario realizar estudios de larga duración de las crisis, estableciendo, si fuera posible, la recurrencia cíclica de esos períodos. Queda, pues, mucho por realizar en el estudio de las crisis en la historia del Perú.

LA CRISIS DEL SIGLO XIV

Lineamientos generales

Hasta fines del siglo XIII, Europa occidental se encontraba en un incesante proceso de crecimiento; el desarrollo del capitalismo mercantil había permitido desplegar, tanto en el contexto urbano como rural, los mecanismos de su dinámica económica. Con un comercio internacional distribuido por casi todo el mundo conocido; con técnicas mercantiles adecuadas, entre las que destacan los avances en la contabilidad, el crédito, los seguros, las asociaciones comerciales, la banca, etc.; y con una creciente presencia de la producción industrial, inicialmente representada por la textilería; la Europa occidental presentaba una transformación material que tenía incidencias en todos los aspectos de la vida en sociedad.

Los fundamentos de la economía feudal sucumbían bajo el influjo de una economía urbana y capitalista; tanto el campo como la ciudad adoptaban mecanismos y patrones que caracterizaban a una economía alejada ya del autoabastecimiento y comprometida con la búsqueda de la acumulación y el dominio de los mercados. La economía capitalista, a pesar del notable predominio del contexto rural, había alcanzado cimentación definitiva. En ese contexto de capitalismo formado, se produce una profunda crisis que afecta toda Europa; crisis de crecimiento, global, de antiguo tipo, cíclica y general.

Crisis de enormes proporciones y con un impacto profundo en todas las manifestaciones de la vida del hombre de la época. Frente al evidente dramatismo rápidamente se buscan y se encuentran explicaciones; la más clara y evidente es la presencia de la llamada "peste negra", que se propaga por toda Europa a partir de 1348 y que determina una caída demográfica de grandes proporciones. La peste negra fue así considerada el factor causante de la crisis, ocultando con su carácter pandémico a otros importantes elementos. Tal afirmación no correspondía a una realidad mucho más compleja de lo que se suponía y generó una imagen de la crisis que se nutría exclusivamente de las proyecciones cuantitativas de la mortandad.

Por otra parte, es la crisis de casi cien años de turbulencias, muertes, recesión, etc., específicamente en el siglo XIV, aunque existan evidencias anteriores, no hay que perder de vista que los primeros indicadores se presentan con el siglo y se extinguen con él. Hambre, epidemias y guerra constituyen los aspectos más siniestros del proceso, aún cuando tienen carácter endémico a lo largo de los siglos. Por otra parte, en muchas regiones no hay crisis sorpresiva sino un progresivo y lento deterioro.

Queda por presentar una premisa general, que estaría representada por la interrogante que plantea el título de un libro de Philippe Wolff, referido a los siglos XIV y XV: ¿Otoño de la Edad Media o primavera de los tiempos nuevos? ¿Considerar a la crisis como el cierre dramático del medievo o el inicio doloroso pero esperanzador de la época moderna? Nos inclinamos a dejar de lado el primer camino, por entender que la ruptura con las características propiamente medievales, si es que así puede simplificarse un proceso de extrema complejidad, se ha producido en lo que algunos han llamado el "renacimiento" del siglo XII; y también nos apartamos del segundo aspecto, por considerar incierto el inicio de algo que ya desde hacía por lo menos dos siglos se había ido consolidando, que era el predominio de la estructura capitalista, con efectos innegables en todos los aspectos de la vida del hombre en esa época.

Ni otoño de la Edad Media ni primavera de los tiempos modernos; crisis de crecimiento en una sociedad en donde los mecanismos de producción, el incremento demográfico, el fortalecimiento del poder del Estado, la acumulación de capitales y las tensiones generadas por el creciente predominio de una economía de mercado, rompen con las limitaciones impuestas por el estado de los conocimientos, por el utillaje técnico, por las instituciones preexistentes, y por el universo mental en ebullición y pleno de expresiones e imágenes nuevas. Crisis de crecimiento tanto en las zonas de economía avanzada como en aquellas que no lo eran, pues como crisis global y general, se analiza desde la perspectiva del sistema y no desde los efectos locales y específicos que puedan presentarse en algunos casos.

La crisis del siglo XIV, en una visión inicial con vocación de perspectiva e intención de introducir inicialmente líneas generales de análisis y reflexión, se nos presenta como el primer trastorno y reajuste de las matrices de las estructuras capitalistas frente a una realidad que plantea una dinámica contradictoria en sus múltiples manifestaciones y niveles de expresión. Del proceso emergerán consolidadas las "virtudes" de una economía capitalista y de una sociedad burguesa, así como el imprescindible Estado eficiente y los desconcertantes rasgos de una no tan nueva mentalidad que indujo a resaltar el fiat lux del Renacimiento, cuando en realidad la ruptura había ocurrido quizás dos siglos antes.

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Desarrollo y manifestaciones

Como señala Romano32, el primer sector al que hay que dirigirse para analizar la crisis del siglo XIV es la agricultura; es allí donde empiezan a manifestarse los primeros signos de la crisis. Está ampliamente estudiada la crisis de víveres que ocurrió entre 1315 y 1317, en donde el factor climático tuvo una especial incidencia; lo cierto del caso es que la disminución de la producción agrícola llevó a las autoridades de diversas ciudades y regiones rurales a prohibir la exportación de cereales, aún cuando los precios de esos productos se incrementaron notablemente. W. Abel registra con especial énfasis los indicadores críticos del sector agrícola durante esos años33.

El problema generado por el clima merece comentario aparte. Después de 1320-1350 existen numerosas evidencias de un cambio climático a nivel global; la rápida disminución de los elementos benéficos que había generado un "óptimo climático", probablemente desde el siglo XI, afectó profundamente los niveles de producción agrícola. Hay que recordar que los glaciares avanzan así como los hielos en el océano, impidiendo en ese caso las comunicaciones entre Islandia y Groenlandia y antes aún, entre esa gran isla y Vinlandia (América). Esos asentamientos nórdicos fueron languideciendo hasta su final desaparición probablemente a fines del siglo XV. En el continente las cosas no estaban mejor, el clima devino más frío y húmedo, los glaciares avanzaron cubriendo áreas en las que no se había notado su presencia desde varios siglos antes. Cabe señalar que no se intenta revivir el espectro de un determinismo climático pero es evidente que dichos cambios tuvieron un efecto negativo sobre la producción.

Frente al impacto climático, el hombre reacciona desplegando su instrumental técnico y sus mecanismos de control social. En ese contexto, conviene precisar si las hambrunas de inicios de siglo no tuvieron como factor importante el crecimiento demográfico. Como se ha adelantado, desde el siglo XI se produjo un aumento de población, tanto en las áreas rurales como urbanas de Europa occidental. Así, para 1300, la población de Inglaterra llegó a 5 millones de personas y la de Francia a más de 17 millones; frente a estos indicadores apareció un doble problema, el de la producción de alimento suficiente y también su distribución lo que se vio afectado por guerras, agitaciones sociales o incluso problemas de carácter burocrático. Otro obstáculo que enfrentó el correcto abastecimiento de alimentos para la población en crecimiento, estuvo relacionado con la actitud conservadora del campesinado que se resistió a asumir transformaciones o cambios en el contexto de los instrumentos y prácticas agrícolas. Sin embargo, se debe evitar también caer en un determinismo demográfico o en una perspectiva exclusivamente malthusianista. Como señala Abel34, la población debe estudiarse dentro del marco de las condiciones técnico-económicas y sociales.

El no dejamos llevar fácilmente por el peso del número nos permite reparar en las importantes limitaciones técnicas que evidenciaba el sector productivo rural. Romano35 pasa revista a numerosos casos, que evidencian una decadencia en la organización agrícola con efectos comprobados en el pago de los cánones de arriendo de la tierra y reducción del número de bueyes y de los arados. También se asiste a una reducción de la productividad del suelo y a una pauperización progresiva en los tipos de cereales cultivados. Todas estas evidencias, que se localizan en diferentes zonas de Europa occidental, van demostrando que no se puede simplificar el proceso a través de explicaciones puramente demográficas o climáticas. Alrededor de 1270 aparecen en Inglaterra los primeros signos de subalimentación que quedan evidenciados en la abundante fuente documental de la época. Existen más bocas que alimentar y las condiciones que rodean la producción no son favorables, sea por el clima, por las carencias técnicas o por limitaciones de mano de obra. No debemos olvidar el incesante flujo demográfico campo-ciudad que tenía efectos negativos bajo condiciones de presión como las que se iban presentando a inicios de siglo.

Para enfrentar las hambrunas se necesitaba diversificar los cultivos, introducir cambios en el almacenaje de los productos, así como también incrementar el intercambio de ellos entre diferentes contextos, lo cual no se desarrolló en la medida de lo necesario; también es materia de debate el empobrecimiento de los suelos debido a un exceso de explotación, que se acentúa debido a los cambios climáticos que, como se ha señalado, empiezan a acentuarse en los años iniciales del siglo XIV.

En una economía de mercado, las carencias en términos de producción agrícola bajo presión de una demanda en crecimiento, se reflejan automáticamente en los precios. Es por ello que se encuentran numerosas evidencias de alza de precios de los productos alimenticios que van a tener efectos devastadores en los sectores menos favorecidos de la población. La presión de los precios altos se nota particularmente en las ciudades pero el campo no se exime de sus efectos. Desde esa perspectiva es que los salarios disminuyen en relación a los precios; no es que se dé una reducción cuantitativa real sino que el

32 ROMANO, Ruggiero. Fundamentos del mundo moderno. Cap. I. pp.10-1133 ABEL. Wilhelm. La agricultura: sus crisis y coyunturas. Cap.II. pp. 63-66.

34 Ibídem. p. 67.35 ROMANO. Ruggiero. Op. cit.. pp. 10-19.

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poder adquisitivo de ese salario se reduce notablemente frente al alza de precios de los productos alimenticios. La caída del salario real define un problema social de proporciones. Como señala I. Joshua:

“… la Edad Media está en trance de perder la carrera entre la población y las subsistencias. Los rendimientos cerealeros decrecen, la producción agrícola se debilita y aquella disponible 'per capita' baja, instalándose el hambre, sin que la remuneración obtenida en los campos del señor o del trabajo en general, aporte un elemento salvador"36.

La carestía, que es mucho más que precios altos, se instala en vastas áreas de Europa occidental. La pauperización en todos sus sentidos va invadiendo a los sectores menos favorecidos de la población. Frente a los precios altos se procede a reemplazar progresivamente los alimentos, deprimiéndose alarmantemente sus contenidos proteínicos, vitamínicos y alimenticios en general. Con una alimentación pobre y disminuida, la población va manifestando una creciente depresión física. Es en esas condiciones que llega la llamada peste negra, pandemia que desde fines de 1347 impacta Europa occidental, encontrando una población debilitada por hambrunas generadas por una disminución de la producción agrícola y traumatizada por los altos precios.

Habiendo desvirtuado inicialmente el supuesto papel generador de crisis atribuido a la peste negra, no se debe, sin embargo, dejar de lado su importante acción perturbadora a partir de mediados del siglo XIV. El primer elemento que se debe considerar es que las enfermedades no hacen su aparición en 1347; muchas manifestaciones patológicas de carácter endémico y epidémico venían afectando permanentemente a las poblaciones; desde la bíblica lepra a las enfermedades eruptivas, pasando por aquellas broncopulmonares y aun virales, todas ellas habían puesto a prueba a las poblaciones y a los conocimientos médicos; sin embargo, el impacto que genera la peste negra es enorme y no sólo por las implicancias relativas a su alta tasa de mortalidad.

La peste negra es causada por el bacilo yersenia pestis, que se encuentra presente parasitando el aparato digestivo de las pulgas; circunstancialmente y debido a agentes externos, este bacilo incrementó notablemente su número produciendo su inoculación cuando la pulga picaba al animal o humano que parasitaba.

La enfermedad presentaba tres tipos de manifestaciones:

- Peste bubónica. Cuando el bacilo atacaba los ganglios y producía unos bubones, de allí ese nombre, que eran nódulos que crecían progresivamente y que eventualmente podían reventar con desprendimiento de materia y sangre. La alta temperatura, convulsiones y debilidad, conducían al enfermo a la muerte en un 80 por ciento de los casos.

- Peste pulmonar. Cuando los pulmones eran afectados produciéndose el fallecimiento por congestión pulmonar en el 90 por ciento de los casos.

- Peste septicémica. Al producirse una septicemia aguda por la masiva y virulenta presencia del bacilo en el torrente sanguíneo, causando una muerte fulminante.

La enfermedad llegó a Europa en 1347, a bordo de unas naves genovesas procedentes del Mar Negro, concretamente, de los establecimientos genoveses de la zona, que habían sido ya afectados por la peste. La existencia de muertos entre la tripulación llevó a las autoridades de algunos puertos a expulsar a las naves pero no impidió que se difundiera el mal, ya que las ratas, parasitadas por las pulgas transmisoras, se trasladaron a tierra a través de las cuerdas de atraque. Desde Sicilia y posteriormente desde las costas mediterráneas francesas, el mal empezó a expandirse rápidamente por toda Europa.

Frente al mal la población tomaba medidas aislando a los enfermos en sus casas, incluso tapiando puertas y ventanas, e impidiendo el ingreso o salida de personas de la ciudad. Estas medidas no surtían efecto porque las ratas eran las que portaban la enfermedad. La muerte de las ratas, pues la aparición de la peste era precedida por una epizootia, era el fúnebre anuncio del flagelo.

La medicina de la época era también incapaz de controlar la enfermedad; el desconocimiento del agente causal fue decisivo para el fracaso de cualquier medida profiláctica o de control. En ese sentido, fueron las ciudades las más afectadas debido al hacinamiento y tugurización; en el campo la situación fue mejor debido a una mayor dispersión demográfica y a mejores condiciones de vida. Todo ello explica el afán de los habitantes de la ciudad por abandonarla, cosa que era más factible para los grupos de poder.

36 JOHSUA, Isaac. La face cachée du Moyen Age. Cap. X, pp. 316-317.

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Entre 1348 y 1351 toda Europa soportó el embate de la peste con una caída demográfica que fluctuó entre el 20 y 50 por ciento, siendo algunas regiones más afectadas que otras. La disminución de la población generó una inmediata inversión de los indicadores económicos y sociales de inicios de siglo; especialmente en lo referente a los salarios y los precios, en los que se evidenció un notable aumento de los primeros y descenso en los segundos. Como señala Pounds, el efecto revolucionario de la peste negra consistió en invertir la relación tierra-trabajo, ya que la mortandad convirtió a la mano de obra en artículo escaso37. La escasez de moneda circulante, a consecuencia de las perturbaciones que sufrió el comercio y la producción industrial, se unió a los factores mencionados, acentuando la disminución de precios.

La inversión de las tendencias económicas y sociales causadas por el impacto de la peste determinaron una disminución de la rentabilidad mercantil e industrial, preferentemente en el contexto urbano, y una disminución de la rentabilidad agrícola en el contexto rural; en otras palabras los negocios, tanto en el campo como en la ciudad, no estaban produciendo ganancias o excedentes. La crisis de rentabilidad que se dejó sentir en el campo tuvo como consecuencia un aumento de opresión a la masa campesina por parte de los terratenientes, a través del incremento de impuestos o corveas, en los casos de mayor dependencia, o de intentos de disminución de salarios en el caso de trabajadores asalariados.

El aumento de opresión determinado por el deseo de contrarrestar la pérdida de rentabilidad, determinó la aparición de revueltas, con las consecuencias que este tipo de movimientos sociales solían generar. Como señala Fossier38, es después del primer asalto de la peste que el descontento del campesinado se deja sentir; en Inglaterra las protestas se realizan a consecuencia de una ordenanza emitida por el rey Eduardo III en 1351, para frenar el alza de salarios provocada por la peste; en Francia los campesinos se resisten contra los impuestos reales. La "Jacquerie", movimiento campesino que se inició el 23 de mayo de 1358, comprometió a varias regiones francesas. En Inglaterra la revuelta campesina alcanzó niveles excepcionales, en 1381 el alza del impuesto de la capitación (pago personal), generó una revuelta en la región de Essex que se extendió a otras zonas del reino. Todas las regiones europeas se vieron agitadas por pequeñas o grandes revueltas, acentuándose el proceso en la segunda mitad del siglo XIV y las primeras décadas del siglo XV.

En los contextos en los que no se producen revueltas, el aumento de opresión genera un proceso migratorio campo-ciudad que no sólo compromete al campesinado sino también al sector terrateniente, empujado por los problemas generados por la disminución de la rentabilidad agrícola. Es evidente que no se plantean los mismos niveles de reacción en toda Europa, pero de alguna manera es posible establecer tendencias generales que respetan las variables temporales y espaciales de un proceso bastante complejo. La migración campo-ciudad genera un aumento de tierras abandonadas que ya se había iniciado después de 1348 con la llegada de la peste, lo que se convierte en el mejor indicador del impacto de la crisis en el sector rural.

En el contexto urbano la situación generada por la disminución de la rentabilidad mercantil e industrial había generado a su vez desajustes profundos. El intento de frenar alzas de salarios, lleva a comerciantes e industriales a aumentar la presión sobre los trabajadores, incluso con la ayuda de la monarquía, esta situación desemboca en revueltas urbanas más fugaces pero no menos violentas que aquellas realizadas en el campo. Hay que resaltar que ciudades como París, Milán, Venecia, Florencia y Colonia tenían una población que llegaba a las 100 mil personas y que crecía gracias al flujo proveniente del campo. El aumento de salarios no era ninguna solución para la clase trabajadora pues su correlato inmediato era el aumento de precios de los productos no agrícolas; por ejemplo, los objetos de fierro trabajado pasan de una valoración promedio de 100 a inicios del siglo, a 160 después de la peste y a 350 para inicios del siglo XV. Además se debe considerar la caída vertiginosa de ciertos sectores de la producción urbana tales como la textilería en Italia o la construcción de naves en Rouen, Francia. Así empezaron las agitaciones urbanas en Gante y Lieja 1349-1350), en Roma (1347), en París (1358) y en varias ciudades alemanas (1378-1382).

La inestabilidad social urbana y los efectos negativos generados por la disminución de la rentabilidad mercantil e industrial determinan una crisis financiera que golpea la ciudad y, en su caso, también a la monarquía, pues el poder real ahí donde existía se articulaba profundamente en el espacio urbano. Crisis financiera que repercute no sólo en las cuentas personales y empresariales sino a la larga también en las incipientes cuentas nacionales. Los claros signos de decadencia urbana se encontraban por calles y plazas, acentuados por la falta de servicios o la paralización de obras.

Así, pues, la crisis golpeaba al campo y a la ciudad, siendo esta última la que, por su dinamismo, recupera con mayor rapidez su estabilidad y se convierte nuevamente en polo de desarrollo material.

Finalmente, el impacto de la peste negra se notó también en los modos de pensamiento, en la vida cultural y en las sensibilidades colectivas, creando fisuras entre las masas y las autoridades, entre los marginados y la sociedad en su conjunto;

37 POUNDS, Norman. Historia económica de la Europa medieval. Cap. X. p. 513.38 FOSSIER, Robert. Le Moyen Age. Le Temps des crises 1250-1520, pp. 91-93.

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cambiaron los ritos en los funerales y las actitudes frente a la muerte, definiéndose claramente un pavor ante ella, lo que se puede observar tanto en las tumbas como en las fiestas y en los textos de la época. Como señala Herlihy, la plaga y el pánico dividieron a aquellos que pertenecían al contexto cultural predominante, de aquellos que se colocaban a sus márgenes; judíos, leprosos, extranjeros, delincuentes, herejes y demás, fueron perseguidos, castigados y eliminados en algunos casos39.

Balance

Las evidencias hacen innegable la crisis tanto en el campo como en la ciudad; en todas partes se presentan manifestaciones de contracción y retroceso, pero todo ello también está vinculado a un aspecto positivo (no olvidando la atinada observación de L. Genicot señalada anteriormente), el comienzo del derrumbamiento del sistema feudal en lo que a las relaciones de producción se refieren. En otras palabras, la crisis desembaraza de relaciones feudales de producción a una estructura económica capitalista emergente. Una "necesaria" purificación dentro del proceso de consolidación del capitalismo como sistema. Por otra parte, debemos recordar que la crisis acentúa el proceso de liberación campesina y la fuerza de los gremios en las ciudades. Como señala Romano: a través de la "crisis" feudal del siglo XIV se lleva a cabo una vasta revolución, pues la empresa rural ya no sólo estaba dirigida por señores sino también por campesinos40.

Los indicadores de la crisis del gran comercio internacional representados por la decadencia de las rutas más importantes, generan también, en contraposición, procesos de revitalización, especialmente relativos al pequeño comercio que se incentiva por la participación cada vez mayor del campesinado con una producción para el mercado.

La crisis refleja fenómenos aparentemente contradictorios, por ejemplo quiebras de familias de banqueros italianos (los Frescobaldi en 1311, los Peruzzi y Bardi en 1338), pero a la vez una estabilidad monetaria en Italia que contrasta con las devaluaciones en Francia y Flandes. A pesar de la crisis los negocios se perfeccionan a niveles insospechados.

Así pues, es posible afirmar que la crisis trae consigo una profunda renovación material que tendrá efectos importantes en todos los niveles estructurales del sistema.

39 HERLIHY, David. The Black Death and the Transformation of the West, pp. 59-68.40ROMANO. Ruggiero. Op. Cit., p. 23.

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