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Seminario Teológico “Anna Sanders” Materia: Profetas de Israel y Judá. Profesor: José Luis Carmona Lozano. __________________________ Jeremías Charles H. Dyer Traducción: Elizabeth C. de Márquez INTRODUCCIÓN Jeremías fue el principal profeta de Judá durante los aciagos días previos a su destrucción. Aunque la luz de otros profetas como Habacuc y Sofonías también alumbraba en la nación en esos tiempos, Jeremías fue la antorcha resplandeciente que junto con Ezequiel en Babilonia, puso de manifiesto la oscuridad del pecado de Judá por medio de la penetrante luz de la palabra de Dios. Él fue un profeta sensible enviado a un pueblo descarriado. Autor y fecha. El autor del libro es “Jeremías hijo de Hilcías” (1:1). Se ha discutido mucho el significado exacto de su nombre (yirm e yāo yirm e yâh). Algunos de los significados que se han sugerido incluyen: “Jehová establece”, “Jehová exalta” y “Jehová arroja”. Hilcías, padre de Jeremías, pertenecía al sacerdocio levítico y vivía en Anatot, un pequeño poblado que estaba cerca de 5 kms. al nordeste de Jerusalén (V. “El mundo de Jeremías y Ezequiel” en el Apéndice, pág. 377). Ese lugar era uno de los que Josué había entregado a los descendientes del sacerdote Aarón (cf. Jos. 21:15–19). Es probable que Hilcías no sea el mismo que su contemporáneo que llevaba el mismo nombre y que descubrió el libro de la ley en el templo durante el reinado de Josías (cf. 2 R. 22:3–14). Al igual que Ezequiel (Ez. 1:3) y Zacarías (Zac. 1:1; cf. Neh. 12:1, 4, 16), Jeremías era de ascendencia sacerdotal. Sin embargo, no hay evidencias que indiquen que alguna vez haya fungido como sacerdote en Jerusalén. El ministerio de Jeremías abarcó desde “el año decimotercero” del reinado de Josías (Jer. 1:2) hasta el exilio de los jerosolimitanos (1:3). Por tanto, profetizó desde aprox. 627 a.C. hasta cuando menos 586 a.C. De hecho, Jeremías 40–44 indica que su ministerio continuó más allá de la caída de Jerusalén, cuando menos hasta 582 a.C. En su libro, Jeremías incluyó una gran cantidad de referencias cronológicas que ayudan a fechar muchas de sus profecías. Una de las principales dificultades es tratar de definir cómo se compilaron las diversas profecías que contiene el libro de Jeremías. Muchos eruditos bíblicos creen que el libro es una antología de dichos seleccionados del Jeremías (o sus discípulos) que posteriormente fueron coleccionados y arreglados, a menudo en forma arbitraria. Algunos niegan que se pueda (o pudiera) determinar en el texto un orden deliberado. El cuadro “Fechas de las profecías de Jeremías” (V. el Apéndice, pág. 378) muestra el arreglo cronológico de sus profecías. Al respecto, pueden hacerse tres observaciones. (1) Es obvio que no hay consistencia cronológica. Al contrario de Ezequiel, cuyas profecías están arregladas en estricto orden, a menudo Jeremías coloca dos profecías juntas que sucedieron con muchos años de separación. (2) Los mensajes de Jeremías fueron dados en tiempos de tensión, tribulación y grande necesidad. Los caps. 1–6 y 11–12 corresponden al tiempo aproximado en que el rey Josías hizo sus reformas. El siguiente período principal de producción profética (caps. 7–10; 14–20; 22:1–19; 26) surgió cuando Nabucodonosor ascendió al poder. Las profecías restantes de Jeremías se proclamaron durante la 1

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SeminarioTeológico“AnnaSanders”Materia:ProfetasdeIsraelyJudá.Profesor:JoséLuisCarmonaLozano.__________________________

Jeremías

Charles H. Dyer Traducción: Elizabeth C. de Márquez

INTRODUCCIÓN

Jeremías fue el principal profeta de Judá durante los aciagos días previos a su destrucción. Aunque la luz de otros profetas como Habacuc y Sofonías también alumbraba en la nación en esos tiempos, Jeremías fue la antorcha resplandeciente que junto con Ezequiel en Babilonia, puso de manifiesto la oscuridad del pecado de Judá por medio de la penetrante luz de la palabra de Dios. Él fue un profeta sensible enviado a un pueblo descarriado.

Autor y fecha. El autor del libro es “Jeremías hijo de Hilcías” (1:1). Se ha discutido mucho el significado exacto de su nombre (yirmeyāhû o yirmeyâh). Algunos de los significados que se han sugerido incluyen: “Jehová establece”, “Jehová exalta” y “Jehová arroja”. Hilcías, padre de Jeremías, pertenecía al sacerdocio levítico y vivía en Anatot, un pequeño poblado que estaba cerca de 5 kms. al nordeste de Jerusalén (V. “El mundo de Jeremías y Ezequiel” en el Apéndice, pág. 377). Ese lugar era uno de los que Josué había entregado a los descendientes del sacerdote Aarón (cf. Jos. 21:15–19). Es probable que Hilcías no sea el mismo que su contemporáneo que llevaba el mismo nombre y que descubrió el libro de la ley en el templo durante el reinado de Josías (cf. 2 R. 22:3–14). Al igual que Ezequiel (Ez. 1:3) y Zacarías (Zac. 1:1; cf. Neh. 12:1, 4, 16), Jeremías era de ascendencia sacerdotal. Sin embargo, no hay evidencias que indiquen que alguna vez haya fungido como sacerdote en Jerusalén.

El ministerio de Jeremías abarcó desde “el año decimotercero” del reinado de Josías (Jer. 1:2) hasta el exilio de los jerosolimitanos (1:3). Por tanto, profetizó desde aprox. 627 a.C. hasta cuando menos 586 a.C. De hecho, Jeremías 40–44 indica que su ministerio continuó más allá de la caída de Jerusalén, cuando menos hasta 582 a.C. En su libro, Jeremías incluyó una gran cantidad de referencias cronológicas que ayudan a fechar muchas de sus profecías.

Una de las principales dificultades es tratar de definir cómo se compilaron las diversas profecías que contiene el libro de Jeremías. Muchos eruditos bíblicos creen que el libro es una antología de dichos seleccionados del Jeremías (o sus discípulos) que posteriormente fueron coleccionados y arreglados, a menudo en forma arbitraria. Algunos niegan que se pueda (o pudiera) determinar en el texto un orden deliberado.

El cuadro “Fechas de las profecías de Jeremías” (V. el Apéndice, pág. 378) muestra el arreglo cronológico de sus profecías. Al respecto, pueden hacerse tres observaciones.

(1) Es obvio que no hay consistencia cronológica. Al contrario de Ezequiel, cuyas profecías están arregladas en estricto orden, a menudo Jeremías coloca dos profecías juntas que sucedieron con muchos años de separación.

(2) Los mensajes de Jeremías fueron dados en tiempos de tensión, tribulación y grande necesidad. Los caps. 1–6 y 11–12 corresponden al tiempo aproximado en que el rey Josías hizo sus reformas. El siguiente período principal de producción profética (caps. 7–10; 14–20; 22:1–19; 26) surgió cuando Nabucodonosor ascendió al poder. Las profecías restantes de Jeremías se proclamaron durante la

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primera deportación, la segunda deportación, la época del complot para rebelarse contra Babilonia, y el sitio final y deportación definitiva a Babilonia. El cap. 52 fue escrito en una fecha posterior.

(3) El libro mismo ofrece amplias evidencias de varias etapas de crecimiento; i.e., en distintas etapas de su ministerio, Jeremías reunió sus profecías y las arregló siguiendo un patrón definido (cf. 25:13; 30:2; 36:2, 32). El profeta pudo haber dado forma final a los caps. 1–51 después de que fue llevado como rehén a Egipto (cf. 51:64). Pero, ¿entonces qué pasa con el cap. 52? Este cap. es casi idéntico a 2 Reyes 24:18–25:30 y fue escrito en algún momento después del año 561 a.C., cuando el rey Joaquín fue liberado de la prisión de Babilonia (Jer. 52:31). Es evidente que este último cap. fue añadido a las profecías de Jeremías por el mismo escritor de los libros de los Reyes, anexado para demostrar que las palabras de juicio de Jeremías se habían cumplido y que la liberación de Joaquín representaba anticipadamente el cumplimiento de las promesas divinas de restauración y bendición.

Antecedentes históricos. El ministerio de Jeremías abarcó el período que comprende las últimas cinco décadas de la historia de Judá. Recibió su llamamiento al servicio en 627 a.C., en el decimotercer año del reinado de Josías (cf. 1:2), que fue el último rey justo que tuvo Judá. Su gobierno fue el último rayo de luz antes de que se cernieran sobre la nación las tinieblas de la idolatría y las intrigas extranjeras imperaran sobre el trono davídico. Josías ascendió al trono cuando tenía ocho años de edad, y proporcionó a Judá 31 años de relativa estabilidad.

En lo interno, la nación estaba afectada por la idolatría que había promovido el rey Manasés durante su gobierno de 55 años (2 R. 21:1–9). En 622 a.C. (en el decimoctavo año de Josías), Judá experimentó su último avivamiento espiritual (cf. 2 R. 22:3–23:25). Impulsado por el descubrimiento de una copia de la ley mosaica en el templo, Josías inició con diligencia la tarea de erradicar la idolatría de su nación. Tuvo éxito porque eliminó las expresiones externas de la idolatría, pero su esfuerzo no tuvo eco en el corazón de sus súbditos. Después de la muerte prematura del rey, el pueblo regresó a sus caminos impíos.

En lo internacional, el imperio asirio, que había dominado al antiguo Cercano Oriente por siglos, estaba al borde del colapso. Su ciudad capital, Nínive, había sido destruida en 612 a.C., y en 609, el ejército asirio que iba en retirada, fue derrotado en Harán. Los últimos soldados de ese gran imperio fueron perseguidos y apuradamente llegaron hasta Carquemis, que estaba justo al otro lado del río Éufrates (V. “El mundo de Jeremías y Ezequiel” en el Apéndice, pág. 377).

La destrucción de Asiria fue causada principalmente por el surgimiento de otra gran potencia—Babilonia. En octubre de 626, el príncipe caldeo Nabopolasar derrotó al ejército asirio en las afueras de Babilonia y se apoderó de su trono. El imperio que él fundó se denominó imperio neobabilónico. Después de consolidar su gobierno, en 616 a.C. inició su marcha para expandir su territorio. El ejército combinado de los babilonios y los medos destruyó a Nínive en 612.

El surgimiento de Babilonia y el colapso de Asiria provocó un nuevo alineamiento de poder en las naciones de esa región. Judá, que estaba gobernada por Josías, se libró del yugo de los asirios y disfrutó de un breve período de independencia nacional, la cual no obstante, terminó debido a los acontecimientos del año 609 a.C.

Egipto percibió la oportunidad de extender su territorio cuando Asiria cayó. Si podía mantener a esa nación como un amortiguador para impedir los avances de Babilonia hacia el occidente, entonces Egipto podría reclamar gran parte de Palestina occidental (incluyendo a Judá), territorio que con anterioridad había perdido ante Asiria.

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Aunque Egipto siempre había temido a la poderosa Asiria, ahora estaba mucho más temeroso del extendimiento de una bien pertrechada Babilonia, así que se alineó con Asiria en el conflicto que surgió con Babilonia. En 609, el faraón Necao II marchó con un gran ejército egipcio hacia Harán para apoyar las fuerzas asirias que quedaban, con objeto de iniciar un último intento de retomar el territorio perdido.

El rey Josías sabía las consecuencias que habría para Judá si Egipto cumplía su propósito. Él no quería que ese país reemplazara a Asiria como amo de Judá. Así que movilizó a su ejército para detener el avance egipcio. En el valle de Meguido se realizó una batalla—y Judá la perdió. Josías fue una de las víctimas de la derrota y el ejército egipcio continuó su marcha con destino a Harán (2 Cr. 35:20–24).

No se sabe si el ataque de Josías tuvo algún efecto en el resultado de la batalla de Carquemis, pero es posible que haya demorado al ejército egipcio para que llegara a tiempo de prestar la ayuda que necesitaban los asirios. Asiria falló en su intento de recapturar su territorio, y dejó de ser una potencia mundial en la historia.

La ciudad de Carquemis se convirtió así en la línea fronteriza y las potencias que quedaron como contrarias fueron Egipto y Babilonia. Después de la derrota de Judá, Egipto tomó el control de Palestina. Judá había nombrado a Joacaz hijo de Josías como rey, pero después de gobernar sólo tres meses, fue depuesto por Necao y llevado preso a Egipto. (V. “Los últimos cinco reyes de Judá” en el Apéndice, pág. 379.) A continuación, el faraón despojó al país de sus tesoros y nombró como rey títere a Joacim, otro de los hijos de Josías (2 R. 23:34–35).

En 605 a.C., ocurrió otro cambio importante en el equilibrio del poder mundial. Durante cuatro años, los egipcios y babilonios habían seguido enfrentándose en Carquemis sin que ninguno de ellos pudiera dominar al otro. Pero en 605, el príncipe heredero babilonio Nabucodonosor condujo a sus tropas a un triunfo arrollador. El ejército babilonio aplastó completamente las defensas egipcias de Carquemis y persiguió a los efectivos que huían hasta la misma frontera de Egipto.

Otros dos acontecimientos ocurridos en 605 a.C. influyeron en la historia de Judá. Primero, después de la batalla de Carquemis, el rey Joacim juró ser leal a Babilonia y aceptó ser el rey títere de Nabucodonosor (2 R. 24:1). En segundo lugar, el 15 de agosto de 605 a.C., murió Nabopolasar, rey de Babilonia y Nabucodonosor se vio obligado a detener sus conquistas y regresar a Babilonia para reclamar el trono.

Nabucodonosor afirmó su gobierno sobre el territorio recién adquirido nombrando reyes y tomando rehenes para asegurar la lealtad continua de sus conquistados. Durante esta campaña por Palestina se llevó cautivo a Daniel (Dn. 1:1–6).

Judá continuó siendo un estado vasallo hasta finales de 601 a.C. En ese tiempo, Nabucodonosor avanzó por segunda vez sobre Palestina. Su objetivo final era atacar a Egipto, pero nunca logró su meta. El ejército babilonio sufrió una derrota muy sonada y tuvo que retirarse ignominiosamente.

Joacim era un camaleón político. Cambió su lealtad de Egipto a Babilonia en 605 cuando Nabucodonosor derrotó a Egipto. Sin embargo, después del fracaso del ejército babilonio en 601 a.C., nuevamente cambió de lado y apoyó a Egipto (cf. 2 R. 24:1). Ese fue un trágico error.

Para diciembre de 598 a.C., el ejército de Nabucodonosor ya estaba listo para volver a atacar. Su principal objetivo era tomar a Jerusalén para enseñarle (y sin duda a otras naciones vasallas también) las tremendas consecuencias que traería haberse rebelado contra Babilonia. Joacim murió durante el ataque de los babilonios y fue seguido en el trono por su hijo, Joaquín, quien comprendió que era necio oponerse a Babilonia, por lo que Jerusalén se rindió en marzo de 597 a.C.

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Nabucodonosor reemplazó al nuevo rey, se apoderó de la ciudad, la despojó, y eliminó a los líderes principales. Después de haber gobernado sólo tres meses, Joaquín fue deportado a Babilonia y su tío Sedequías fue puesto en el trono como rey vasallo.

Además de Joaquín, Nabucodonosor también deportó a 10,000 personas de Jerusalén, entre líderes, obreros calificados y soldados (cf. 2 R. 24:12–16). Probablemente esa ocasión fue cuando el profeta Ezequiel fue llevado a Babilonia. Cinco años después, empezó su ministerio profético en esa ciudad.

Debido a que el nuevo rey de Judá era débil y vacilante, finalmente Judá cayó. El reinado de once años de Sedequías se caracterizó por la decadencia espiritual y la inestabilidad política. En vez de aprender de los errores del pasado, parecía que Sedequías se había propuesto repetirlos.

Con la entronización en 588 a.C. del nuevo faraón de Egipto, Hofra, nuevamente Judá se vio tentada a rebelarse contra Babilonia (2 R. 24:20–25:1; Jer. 52:3–4). Una coalición de estados vasallos (Judá, Tiro y Amón) se negaron a seguir bajo el dominio babilonio. La reacción de Nabucodonosor fue rápida y devastadora. Su ejército rodeó a Jerusalén y comenzó un largo sitio. Entre julio y agosto de 586 la ciudad cayó y fue destruida.

Estructura y estilo. En el libro de Jeremías se observan cuatro características estructurales o estilísticas principales.

1. No tiene continuidad cronológica. Como se mencionó antes en “Autor y fecha”, el libro no sigue una progresión cronológica. Jeremías compiló sus profecías en distintas etapas, pero no lo hizo en orden cronológico. Por ejemplo, muchas de las que profirió contra las naciones fueron escritas temprano en su ministerio (cf. 25:1, 13), pero su contenido se registra hacia el final del libro (cf. 46:1–49:33). Así, se debe buscar alguna otra explicación para entender el arreglo de sus profecías.

2. Naturaleza autobiográfica. Al escribir este libro intensamente personal, Jeremías reveló la respuesta de la nación a su ministerio y sus sentimientos personales acerca de sus mensajes. Él lloró ante la destrucción inminente (9:1; 13:17; 14:17) y se quejó por el ridículo que se vio forzado a sufrir (20:7–10). Asimismo, registró sus dudas personales (1:7–8) y acerca de la justicia de Dios (12:1–2)

3. Diferentes materiales literarios. En el libro de Jeremías se encuentran tres tipos de materiales literarios: discursos poéticos y en prosa y narraciones en prosa. El arreglo de esos materiales puede dar la clave a la estructura interna de Jeremías. En el libro se encuentran en el siguiente orden:

Los caps. 1–25 son una mezcla de discursos poéticos y en prosa con narraciones esporádicas. Los caps. 26–29 contienen una mezcla de discursos en prosa y narraciones. Los caps. 30–31 son discursos poéticos. Los caps. 32–33 contienen discursos en prosa. Los caps. 34–36 son una mezcla de discursos en prosa y narraciones. Los caps. 37–45 contienen una narración en orden cronológico. Los caps. 46–51 contienen discursos en poesía. El cap. 52 es una narración en orden cronológico. Parece que estos materiales literarios ofrecen los giros principales del libro. A continuación se

discute la significancia de esas divisiones.

4. Arreglo lógico del material. Si Jeremías no arregló su material en forma cronológica, entonces, ¿cómo lo hizo? Parece que la mejor respuesta es que para transmitir al pueblo su mensaje completo,

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compiló su material siguiendo un concepto lógico más amplio; i.e., reunió sus colecciones de profecías y las acomodó siguiendo un cierto patrón lógico. Con ese arreglo desarrolló el tema del castigo divino. Los caps. 2–45 se centran en el juicio de Dios contra Judá y los caps. 46–51 en el juicio contra las naciones paganas.

Los diversos materiales literarios utilizados por el profeta nos proporcionan claves adicionales para dividir su libro. Así, los caps. 2–25 (que son una mezcla de discursos poéticos y en prosa), contienen los 13 mensajes de juicio del profeta contra Judá. Estos van seguidos de los caps. 26–29 (que son una combinación de prosa discursiva y narraciones), los cuales relatan la forma en que el pueblo respondió a Jeremías y su mensaje. El rechazo de los judíos confirmaba su castigo anunciado. No obstante, antes de que comenzara el juicio, Jeremías habló de la esperanza futura de Judá (caps. 30–31; los cuales están formados de discursos poéticos; y los caps. 32–33, que están en prosa discursiva). Los caps. 34–36 (que son una mezcla de prosa discursiva y narraciones) continúan con el tema del rechazo del que habló en los caps. 26–29. La destrucción de Judá era inevitable porque había rechazado la palabra de Dios. En los caps. 37–45 (que forman una narración en orden cronológico) Jeremías describió los acontecimientos que ocurrieron antes, durante, y después de la caída de Jerusalén. Dios envió su juicio contra la nación por causa de su pecado. Y debido a que el pueblo escogido de Dios fue juzgado por sus transgresiones, ¿cómo podía escapar de su juicio el resto del mundo? En los caps. 46–51 (que están formados por discursos poéticos), Jeremías se vuelve contra esas otras naciones y predice su juicio. El profeta utilizó los diversos materiales literarios para moldear y dar forma a su mensaje.

BOSQUEJO

I. Introducción (cap. 1) A. Antecedentes del profeta (1:1–3) B. Llamamiento de Jeremías (1:4–10) C. Visiones confirmatorias del profeta (1:11–16)

1. La vara de almendro florece (1:11–12) 2. La olla hirviendo (1:13–16)

D. El desafío del profeta (1:17–19) II. Profecías relacionadas con Judá (caps. 2–45)

A. El castigo divino sobre Judá (caps. 2–25) 1. Las nueve profecías generales de castigo (caps. 2–20) 2. Las cuatro profecías específicas de castigo (caps. 21–25)

B. Conflicto personal del profeta con Judá (caps. 26–29) 1. Conflicto con el pueblo (cap. 26) 2. Conflicto con los falsos profetas de Jerusalén (caps. 27–28) 3. Conflicto con los falsos profetas en el exilio (cap. 29)

C. Consuelo futuro para Israel y Judá (caps. 30–33) 1. Declaración de la restauración de Israel y Judá (caps. 30–31) 2. Ilustración de la restauración futura de Israel y Judá (cap. 32) 3. Confirmación de la restauración de Israel y Judá (cap. 33)

D. La catástrofe que padecería Judá (caps. 34–45) 1. Antes de la caída (caps. 34–36) 2. Durante la caída (caps. 37–39) 3. Después de la caída (caps. 40–45)

III. Profecías relacionadas con las naciones (caps. 46–51) A. Profecía contra Egipto (cap. 46)

1. Derrota de Egipto en Carquemis (46:1–12)

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2. Invasión y exilio de Egipto (46:13–26) 3. Restauración de Israel (46:27–28)

B. Profecía contra Filistea (cap. 47) C. Profecía contra Moab (cap. 48)

1. Destrucción de su tierra (48:1–10) 2. Fin de su falsa seguridad (48:11–17) 3. Catástrofes sobre sus ciudades (48:18–28) 4. Fin de su orgullo (48:29–39) 5. Destrucción total (48:40–47)

D. Profecía contra Amón (49:1–6) E. Profecía contra Edom (49:7–22) F. Profecía contra Damasco (49:23–27) G. Profecía contra Cedar y Hazor (49:28–33) H. Profecía contra Elam (49:34–39) I. Profecía contra Babilonia (caps. 50–51)

1. Anuncio del castigo (50:1–10) 2. Caída de Babilonia (50:11–16) 3. Restauración de Israel (50:17–20) 4. Ataque contra Babilonia (50:21–40) 5. Angustia de Babilonia (50:41–46) 6. Venganza de Dios contra Babilonia (51:1–14) 7. Soberanía divina sobre Babilonia (51:15–26) 8. Convocación de las naciones para atacar a Babilonia (51:27–33) 9. Venganza de Jehová contra Babilonia (51:34–44) 10. Advertencia al remanente en Babilonia (51:45–48) 11. Certeza de la caída de Babilonia (51:49–53) 12. El pago de Dios a Babilonia (51:54–58) 13. Misión simbólica de Seraías (51:59–64)

IV. Conclusión (cap. 52) A. Destino de Jerusalén (52:1–23)

1. Caída de Sedequías (52:1–11) 2. Destrucción de la ciudad (52:12–16) 3. Destrucción del templo (52:17–23)

B. Destino de algunas personas (52:24–34) 1. De quienes estaban en la ciudad durante su caída (52:24–27) 2. De los exiliados (52:28–30) 3. De Joaquín (52:31–34) 1

John F. Walvoord y Roy B. Zuck, El conocimiento bíblico, un comentario expositivo: Antiguo Testamento, tomo 5: Isaías-Ezequiel (Puebla, 1

México: Ediciones Las Américas, A.C., 2000), 127–132.�6