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Indice

Agradecimientos Prefacio de Marilyn Ferguson 1. ¿Qué es la neurocomunicación? 2. ¿Qué voy a conseguir? 3. Cómo realizar los ejercicios 4. Del cerebro a los pies 5. Movimientos del hombro y la cintura escapular 6. Reorganizar la relación del cuerpo con la gravedad 7. Una mano para tocar / Una mano para ser tocado 8. Una lengua para todos los gustos 9. Aprender a través de los hemisferios 10. Explorando estados alterados 11. Ondas cerebrales autorreguladas 12. Integrando el mundo de los sentidos 13. Neurocomunicación y método psicofísico Epílogo

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Agradecimientos

La NEUROCOMUNICACIÓN surge de la confluencia entre la reeducación psicofísica y otros tipos de comunicación que se dirigen a esos niveles de la persona que quedan más allá de donde alcanza el lenguaje en su uso cotidiano. La reeducación psicofísica y estos lenguajes subcorticales son aliados naturales y forman una misma familia en la que cada uno amplía y enriquece al otro. Quiero agradecer a los siguientes pioneros su aportación para crear esta alianza, por su original y excelente contribución. Con cada uno de estos investigadores he gozado de una relación humana que me ha resultado importante y enriquecedora:

Wilfred Barlow Milton H. Erickson Moshe Feldenkrais Thomas Hanna

Gracias al trabajo de estos hombres, tenemos no sólo una nueva visión de las posibilidades humanas, sino también unos nuevos y potentes medios para hacerlas realidad.

Efectivamente, al día siguiente Yukteswar volvía a estar muy débil, y Lahiri Mahasaya le dijo: "Vaya, una vez más te has indispuesto a ti mismo".

Durante varios días, los altibajos de Yukteswar coincidían plenamente con las palabras de Lahiri Mahasaya, y él por fin entendió la lección que su guru le intentaba enseñar.

"¿Qué significa esto?" dijo Lahiri Mahasaya. "Un día me dices, "Estoy bien", y al día siguiente dices "Estoy enfermo". No es que yo te haya curado o indispuesto. Son tus propios pensamientos los que te debilitan o te fortalecen."

Yukteswar preguntó: "Si pienso que estoy bien y que he recuperado mi antiguo peso, ¿será así?". Lahari Mahasaya respondió: "Así es". En ese mismo instante, Yukteswar sintió cómo volvían su fuerza y su peso.

Yogananda sintetizó la enseñanza: "El pensamiento es la fuente de toda creación...". Múltiples filósofos y maestros a lo largo de toda la historia han repetido esta máxima. El poder del pensamiento para influir en el plano físico es uno de los conceptos fundamentales de muchas disciplinas espirituales. Constituye la base de la hipnosis y de una multitud de terapias. "Como un hombre piense, así será." "Los pensamientos son cosas."

La investigación científica lo corrobora. Nuestro cerebro y nuestro cuerpo son afectados no sólo por la luz y la oscuridad, la temperatura y la humedad, la hora del día y las subidas de azúcar, sino también por las creencias culturales, la depresión posvacaciones, la oración y las expectativas. Nuestras cogniciones son actos bioquímicos con consecuencias bioquímicas. Algunos de los descubrimientos son notables. En un estudio realizado en Harvard con hombres de edad avanzada, los participantes dieron unos resultados opuestos a ciertos

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índices de envejecimiento tras una experiencia de inmersión de tres días, durante la cual todos imaginaron que tenían veinte años menos.

Nuestro cerebro responde a las imágenes de una forma muy literal. Los sucesos imaginados producen un efecto físico. Si alguien imagina que está realizando un gran esfuerzo físico, su corazón empieza a latir más rápido. Por medio de experimentos, se ha demostrado que nuestra visión interna está sujeta a las mismas ilusiones ópticas que la visión externa. Las emociones y las actitudes pueden predisponer al individuo hacia ciertas enfermedades. Es harto sabido que algunos perfiles emocionales son más propensos que otros a desarrollar un cáncer o enfermedades cardíacas. Y que, mientras los pacientes de cáncer son a menudo personas de un trato extraordinariamente dócil, las mujeres con cáncer cervical suelen manifestar niveles más altos de hostilidad. Y entre los hombres, la hostilidad y no el trabajo duro es lo que ha resultado ser el culpable en la relación entre la conducta de "Tipo A" y las dolencias cardíacas.

Inspirados por la obra El futuro del cuerpo, de Michael Murphy, un compendio sobre las transformaciones corporales, los participantes de un programa experimental de dos años llevado a cabo en Esalen (1992 - 1993), fueron capaces de visualizar, afirmar y efectuar cambios físicos observables, como un aumento de estatura, por ejemplo.

La NEUROCOMUNICACIÓN pone este proceso al alcance de todos. Con este original libro en la mano, podemos sentir, y nunca mejor dicho, que nos hemos estado perdiendo buena parte de la película. Nos hacemos conscientes de ese ser humano que Clyde Ford llama "el Sabio en el Templo". Robert Masters ha descubierto una manera sencilla y elegante de comunicarse con la mente. Con ella, el lector puede llegar a tener un conocimiento experimental de la vasta inteligencia que nos mueve. Nos enseña un tono respetuoso, una forma de dirigirnos a ese Sabio. Esto es importante, puesto que ya tenemos un conocimiento instintivo de que en un momento de crisis podemos dar órdenes al cuerpo ("¡Ahora no puedes ponerte enfermo!"), pero hasta ahora no sabíamos cómo entablar un diálogo con él.

La NEUROCOMUNICACIÓN es como una invitación al baile. Pocas experiencias resultan tan prodigiosas como el descubrimiento personal de que el cuerpo responde de una manera exquisita a la palabra, tanto escrita como hablada. Mediante el lenguaje se evocan imágenes cinestésicas.

Los músculos responden, sutilmente pero sin demora, a las descripciones que de ellos se hacen. La sugestión conduce a imágenes que provocan una respuesta espontánea.

La NEUROCOMUNICACIÓN se gestó a partir de un rico caudal de trabajo anterior. Es el producto de la imperecedera fascinación que el autor siente por el potencial humano y de un interés más concreto por cómo responde nuestro cuerpo a las escenas que imaginamos al leer literatura. Durante los años en que ha ido elaborando y refinando sus métodos terapéuticos, Bob Masters ha encontrado tiempo para escribir y ser coautor de veinticinco libros, entre ellos La

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diosa Sekhmet y el Camino de los Cinco Cuerpos, Las Variedades de la Experiencia Psicodélica, Juegos Mentales, y Escuchar el Cuerpo (junto con su esposa, Jean Houston).

Esta pasión por el trabajo fue cultivada en sus primeros años por un abuelo poco común, cartero de oficio y erudito por afición. Masters aprendió a leer a los tres años, y a los cuatro ya recitaba en las clases de catequesis para adultos. Su abuelo le contaba los mitos escandinavos, griegos y romanos; de sangre india, le legó a Bob las tradiciones de este pueblo y le enseñó a rastrear y a cazar con arco y flechas. Le habló de las rocas, de los árboles y de los espíritus de la naturaleza.

"Y entonces mi interés por la mitología se amplió para acoger a Edgar Allan Poe, la ciencia ficción y el chamanismo", recuerda él.

Bob se alistó en la Armada a los diecisiete años, un acto de rebeldía contra su padre, que quería mandarle a una escuela privada de oficiales del ejército. Al fin de la Segunda Guerra Mundial, trabajó en Alemania durante la ocupación. Estudió en la Universidad de Marburg y luego vivió en París durante un año. También estudió en el Alexander Institute de Londres.

Hacia 1947, Masters empezó a sentirse intrigado por las ideas de Wilhelm Reich, quien había roto con Sigmund Freud por creer que los analistas ortodoxos se encerraban en sus propias limitaciones. Puesto que la neurosis podía manifestarse en el cuerpo, Reich quería investigar más a fondo cómo se enfrentaba el cuerpo al trauma. Reich creía que se podía restablecer la salud psicológica por medio de una reorganización del cuerpo.

En 1954, Masters descubrió que el cuerpo responde a la sugestión de una forma muy intensificada mediante el uso de drogas psicodélicas, y empezó un estudio sistemático del peyote con una periodicidad semanal, consigo mismo como sujeto del estudio. "Yo había estudiado de modo informal con Jean-Paul Sartre -cuenta ahora-, y el existencialismo me había imbuido un montón de ideas que quería sacarme de encima.

Descubrí que las drogas psicodélicas me permitían mantener enfocada la concentración."

Se había estado preparando para ser profesor de filosofía. Entonces, su fascinación por la literatura volvió a declararse, y quiso ser poeta o novelista. Se trasladó a Texarkana, Texas, y ahí publicó un periódico y escribió poesía. Más tarde trabajó en el Houston Post.

Conocer a Milton Erickson reavivó su antiguo interés por la hipnosis. Sin embargo, le atraía más la posibilidad de agudizar la percepción que las aplicaciones terapéuticas. Ya había descubierto por medio de las drogas psicodélicas que, en un estado alterado, el cuerpo puede responder en cuestión de segundos. El hecho de que se pudiera influir en las respuestas voluntarias le dio la idea de que tal vez se pudiera llegar también a influir sobre las respuestas involuntarias. Y ahí tenía a Erickson, haciendo justamente eso, creando cegueras y sorderas experimentales en sus sujetos de hipnosis.

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Era algo harto conocido que la sugestión hipnótica de una quemadura podía producir una ampolla. En esta clase de "realidad virtual", como la llama Masters, el cerebro es incapaz de diferenciar entre las imágenes subjetivas y la realidad objetiva. Descubrió, por ejemplo, que si un individuo se había quedado paralítico a los catorce años, la parálisis a veces desaparecía si hacía una regresión hasta los trece años, a menos que la parálisis estuviera causada por una lesión de columna.

n esta época, Masters supo de un caso que le impresionó profundamente. En un país escandinavo, un hombre había quedado encerrado por accidente en el vagón-refrigerador de un tren. Le encontraron muerto, con todos los síntomas clínicos de muerte por congelación, pero la refrigeración no estaba conectada. Sus imaginaciones del frío fueron mortales. Esta historia ponía de relieve el potencial clínico de las imágenes, e hizo más fácil aceptar otros fenómenos inducidos por la imaginación. El cerebro puede ser engañado. Y todo aquello que el cerebro pueda organizar, dice Masters ahora, el cuerpo lo ejecutará.

Este es el sencillo secreto de la NEUROCOMUNICACIÓN. Los movimientos se describen de una forma que la mente debe crear imágenes, tanto si se trata de un proceso consciente como si no. Estas imágenes producen un efecto sobre la corteza motriz, donde se inicia la actividad muscular. Entonces, el sistema esquelético-muscular da una respuesta involuntaria a las imágenes y el cerebro se ve obligado a mover el tobillo, por ejemplo.

Masters ha observado que si alguien sufre una parálisis lateral, una sugestión a la parte no paralizada puede evocar un recuerdo de una sensación cinestésica. Conforme se revive esta sensación recordada, se desplaza de un hemisferio a otro de forma que el otro lado se moverá, sólo un poco al principio, y más con la práctica.

Masters hace también hincapié en agudizar las sensaciones. Tras los ejercicios de NEUROCOMUNICACIóN, "el cuerpo se siente más alto y más ligero", y "a medida que cambia el tono emocional, aumenta el placer".

Masters también ha desarrollado una serie de ejercicios para retrasar el envejecimiento. Cualquiera puede hacerlos, dice; no hace falta una imaginación muy vívida. "Es cuestión de mantener la concentración y no dejar que la mente divague. Si aprendes a formular las frases, si utilizas las imágenes adecuadas, puedes trabajar con el corazón, la circulación, la linfa. El movimiento sucederá."

Los fenómenos de la NEUROCOMUNICACIÓN nos dicen mucho de nuestro potencial creativo, además del funcionamiento del cuerpo. Este mundo que parecía tan sólido se vuelve más fluido, y esto constituye un estímulo para nuestra creatividad en general. Nos pregunta: ¿Cuán real es lo real?". El tópico de que "los pensamientos son cosas" cobra aquí un nuevo sentido.

La NEUROCOMUNICACIóN es apropiada para unos tiempos cada vez más míticos, donde los límites entre los mundos material e inmaterial se han vuelto borrosos y todo parece posible. La literatura científica y popular sobre las experiencias de "casi muerte" está cambiando muy deprisa nuestra imagen de la

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muerte. Parece que somos criaturas interdimensionales, diseñadas para andar por los bordes de la realidad.

La guerra entre los materialistas, que intentan reducirlo todo a una neurona, y los mentalistas, que quieren caminar sobre el agua, carece ahora de sentido.

La NEUROCOMUNICACIÓN recorre los sutiles senderos del diálogo, y plantea algunos interrogantes: ¿Quién o qué es este ser que lee o escucha? Si el cuerpo escuchara con este tipo de atención, ¿qué otra cosa oiría? ¿Qué contendrán esos comentarios despectivos que hacemos sobre nosotros mismos, las preocupaciones que expresamos o la violencia gratuita que introducimos en casa a través de la televisión? ¿Somos responsables de nuestras imaginaciones?

Resuenan aquí las palabras de Robert Masters: Aquello que el cerebro pueda organizar, el cuerpo lo ejecutará. Una advertencia, una promesa. Si queremos un cambio de rumbo en nosotros mismos y en nuestra sociedad, esta es la conversación que debemos mantener. El movimiento sucederá, dijo Masters. Que el movimiento empiece en estas páginas.

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¿Qué es la neurocomunicación?

Las experiencias verdaderamente singulares se dan muy rara vez. Este libro, sin embargo, proporcionará a sus lectores experiencias que sí son singulares. Su singularidad puede deberse, o no deberse, al resultado de algún capítulo en particular, o del libro en su conjunto, pero radica más bien en el hecho de que se experimentarán cambios corporales significativos en respuesta a casi cada párrafo, y en algunos casos a cada frase.

Al final de un capítulo o "ejercicio", el lector puede descubrir cambios como los siguientes: que un pie o una mano se mueve mejor que el otro y que se percibe con más claridad; que el cuerpo se ha quedado de alguna manera más suelto, más alto o más erguido; que se han experimentado estados de conciencia alterados, que traen consigo percepciones alteradas del entorno, visuales y de otros tipos; y que se han experimentado una diversidad de cambios que varían de un ejercicio al otro.

Tal vez el lector haya experimentado antes estos cambios corporales y estados de conciencia alterados, y tal vez no. Sea como sea, es poco probable que estas experiencias se hayan tenido de una manera repetida, detallada y predictible, por el simple hecho de leer un libro. No me refiero tan sólo a algo como las respuestas emocionales que se tienen a menudo al leer una buena novela. Me refiero más bien a un complejo proceso por el cual se introducen las palabras en el sistema nervioso central del lector, de un modo que se dan cambios predictibles y muy específicos en el sistema esquelético-muscular, tales como el alargamiento de algunos músculos para que unas determinadas articulaciones óseas puedan tener mayor libertad de movimiento. Respecto a la inducción y utilización de estados alterados de conciencia que se hace en este libro, lo que experimentará el lector se parece menos a las respuestas habituales que tenemos hacia los estímulos literarios que a las experiencias que se dan en los estados de trance. De la respuesta literaria, por ejemplo, no se puede esperar que facilite la autorregulación de las ondas cerebrales, ni tampoco que sirva para integrar los diferentes sentidos de un modo que se abran las puertas de la percepción.

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Para poder conseguir los efectos deseados, la NEUROCOMUNICACIóN no puede leerse como se leen otros libros, con la intención -consciente o no- de absorber mentalmente su contenido. La mayoría de libros pueden considerarse alimento para la mente; unos pocos libros, alimento para el espíritu. Lo que ofrece la NEUROCOMUNICACIÓN es, sin embargo, alimento para el cuerpo. Para que el cuerpo pueda aprovechar este alimento al máximo, la mente no debe devorarlo, tal como haría por hábito, sino que se debería abordar con la intención de que lo leído pase por la mente en su camino hacia el cuerpo. Que la mente esté pasiva significará, por ejemplo, que no haga ningún esfuerzo para entender intelectualmente ni recordar lo que está leyendo.

Lo que debe hacer la mente es concentrarse fijamente en lo que lee, pero con la única intención de ser una especie de pantalla sobre la que se proyecta el mensaje, el texto del libro, para el cuerpo. La mente no debe vagar, sino que debe estar plenamente dedicada a servir como tal pantalla. Al igual que una pantalla no retiene las palabras o imágenes que se proyectan sobre ella, no hay motivo para que la mente retenga nada de lo que se haya leído.

El mensaje es exclusivamente para el cuerpo, y su receptor más inmediato es, desde luego, el cerebro y, en rápida sucesión, la médula espinal, las vías neuronales que van a los músculos, y después los propios músculos, de forma que puedan actuar sobre el esqueleto según el mensaje recibido.

En el capítulo 3 se darán algunas otras intrucciones sobrecómo leer el texto de la NEUROCOMUNICACIÓN.

Cuando se lee el texto con la mente y la conciencia bien enfocadas, cuando la concentración es lo bastante intensa, se darán algunos fenómenos que facilitarán el proceso de comunicación que acabamos de describir. Estos fenómenos serán en gran manera inconscientes -suceden justo por debajo del umbral de la conciencia-, aunque a veces pueden atravesar la fina barrera que los mantiene en la inconsciencia, penetrando así, de una manera mínima pero reconocible, en la conciencia. La razón por la que estos fenómenos -en su mayoría micromovimientos de los músculos- son inconscientes es, simplemente, porque son muy pequeños. No se trata aquí, como sucede con algunos métodos hipnóticos, de que uno pretenda generar efectos en o a partir de la mente inconsciente.

Por otro lado, ya se ha hecho mucho hincapié en que la participación de la mente consciente en el proceso de la NEUROCOMUNICACIóN debe ser tan mínima como sea posible. Efectivamente, lo que se describe en el texto no lo debe ejecutar voluntariamente la mente consciente. El texto puede indicar, por ejemplo, que un hombro suba, o se adelante, o baje, o retroceda, describiendo así círculos por medio de rotaciones de la articulación escapular. Este repaso de los movimientos posibles del hombro no se dirige en absoluto como una instrucción para que la persona realice estos movimientos de una forma consciente y voluntaria. Muy al

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contrario, la mente debe permancer tan pasiva como se pueda, sin hacer nada voluntariamente, y absteniéndose de iniciar ningún tipo de actividad corporal. Es sólo cuando la mente alcanza este grado de pasividad que el sistema nervioso central encuentra su mejor oportunidad para producir unas respuestas relativamente puras al texto.

¿Qué sucede, pues, cuando la mente del lector permite que las palabras que describen los movimientos del hombro u otros movimientos pasen a través de ella? En respuesta a esas palabras, el cerebro crea involuntariamente una imagen que ilustra las acciones que describen las palabras.

Entonces, casi tan rápido como crea las imágenes, el cerebro emite mensajes a los músculos apropiados, los cuales, a su vez, realizan movimientos diminutos -micromovimientos- de un género tal que, si esos movimientos fueran mayores, los movimientos resultantes serían percibidos y observados conscientemente tal como se describen en el texto, mientras que los micromovimientos tan sólo los insinúan.

Esos micromovimientos sólo llegarán a la conciencia si resultan, por así decirlo, excesivos, anulando o traspasando las restricciones que normalmente los rigen. Entonces, la persona se vuelve consciente de movimientos pequeños pero claramente involuntarios y, con toda probabilidad, también de la necesidad de inhibir esos movimientos desde la conciencia para que no aumenten aún más. La mayoría de lectores tendrán experiencias como ésta en un lugar u otro del texto, experiencias que se dan por muchos y variados motivos y que pueden ser de naturaleza personal e idiosincrática. Es probable que la experiencia sea la de intentar refrenar un impulso o tendencia bastante fuerte de llevar a cabo de una forma objetiva los movimientos que acaba de leer. El lector puede incluso descubrir, de repente, que está realizando esos movimientos, y de un modo que puede incluso aproximarse a la gama completa de movimientos, tal como se presentan en el texto.

Con raras excepciones, ninguno de los movimientos descritos tiene una importancia capital en producir los cambios que se pretende que se den al final del ejercicio. Más bien, los efectos resultan predictibles a partir de los muchos movimientos diferentes que se describen, ordenados por secuencias, y que tienen un efecto acumulativo que produce el resultado buscado: una mayor movilidad del hombro, mayor sensibilidad en la mano, mejor postura, una percepción diferente de sí mismo o del mundo, o cualquiera que fuera el resultado perseguido en cada ejercicio.

Los "juegos corporales" que realizará en este libro van desde algunos muy sencillos hasta otros bastante complicados. Estos juegos son muy reveladores respecto a la capacidad del cuerpo para responder al lenguaje, incluso cuando la capacidad de sugestión del cuerpo no ha sido incrementada por medio de componentes emocionales ni por la inducción de estados de conciencia que quedan más allá de la norma individual y del consenso cultural sobre la realidad.

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Existen estados de conciencia y situaciones emocionales que aumentan enormemente la capacidad -y tendenc-ia natural- del cuerpo a transformarse en respuesta a las imágenes y expresiones verbales. Podemos imaginarnos, con razón, que un novelista que comprendiera suficientemente este proceso podría evocar una amplia variedad de estados corporales -en interacción con estados emocionales y niveles profundos de conciencia- para crear experiencias de un género que la literatura, hasta hoy, no ha conseguido. Muchos escritores lo han intentado, pero la NEUROCOMUNICACIÓN indica un camino para evocar una gama más amplia de respuestas, que seguramente comprenden incluso respuestas de tanta profundidad como las experiencias religiosas y místicas (por ejemplo, induciendo un estado de desdiferenciación, pérdida de límites del ego, y la consiguiente experiencia de unidad con alguna realidad mayor).

Puesto que la NEUROCOMUNICACIóN puede utilizarse de una forma demostrable -tal como se utiliza en este libro- para evocar cambios significativos en el sistema nervioso central, los músculos y el esqueleto, parece probable que pueda usarse también para efectuar cambios en los órganos corporales, y tal vez pueda, incluso, llegar a todas y cualquier parte del cuerpo y sus procesos. Puesto que no deposita su fe en ningún hipotético conocimiento ni sabiduría

dan por muchos y variados motivos y que pueden ser de naturaleza personal e idiosincrática. Es probable que la experiencia sea la de intentar refrenar un impulso o tendencia bastante fuerte de llevar a cabo de una forma objetiva los movimientos que acaba de leer. El lector puede incluso descubrir, de repente, que está realizando esos movimientos, y de un modo que puede incluso aproximarse a la gama completa de movimientos, tal como se presentan en el texto.

Con raras excepciones, ninguno de los movimientos descritos tiene una importancia capital en producir los cambios que se pretende que se den al final del ejercicio. Más bien, los efectos resultan predictibles a partir de los muchos movimientos diferentes que se describen, ordenados por secuencias, y que tienen un efecto acumulativo que produce el resultado buscado: una mayor movilidad del hombro, mayor sensibilidad en la mano, mejor postura, una percepción diferente de sí mismo o del mundo, o cualquiera que fuera el resultado perseguido en cada ejercicio.

Los "juegos corporales" que realizará en este libro van desde algunos muy sencillos hasta otros bastante complicados. Estos juegos son muy reveladores respecto a la capacidad del cuerpo para responder al lenguaje, incluso cuando la capacidad de sugestión del cuerpo no ha sido incrementada por medio de componentes emocionales ni por la inducción de estados de conciencia que quedan más allá de la norma individual y del consenso cultural sobre la realidad.

Existen estados de conciencia y situaciones emocionales que aumentan enormemente la capacidad -y tendencia natural- del cuerpo a transformarse en respuesta a las imágenes y expresiones verbales. Podemos imaginarnos, con razón, que un novelista que comprendiera suficientemente este proceso podría evocar una amplia variedad de estados corporales -en interacción con estados

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emocionales y niveles profundos de conciencia- para crear experiencias de un género que la literatura, hasta hoy, no ha conseguido. Muchos escritores lo han intentado, pero la NEUROCOMUNICACIÓN indica un camino para evocar una gama más amplia de respuestas, que seguramente comprenden incluso respuestas de tanta profundidad como las experiencias religiosas y místicas (por ejemplo, induciendo un estado de desdiferenciación, pérdida de límites del ego, y la consiguiente experiencia de unidad con alguna realidad mayor).

Puesto que la NEUROCOMUNICACIÓN puede utilizarse de una forma demostrable -tal como se utiliza en este libro- para evocar cambios significativos en el sistema nervioso central, los músculos y el esqueleto, parece probable que pueda usarse también para efectuar cambios en los órganos corporales, y tal vez pueda, incluso, llegar a todas y cualquier parte del cuerpo y sus procesos. Puesto que no deposita su fe en ningún hipotético conocimiento ni sabiduría inconscientes -como es el caso de muchos métodos hipnóticos-, podría tener incluso aplicaciones médicas y terapéuticas más específicas, predictibles y de mayor alcance. La investigación tendrá que explorar las posibilidades que guarda para la ciencia, así como los escritores tendrán que explorar las posibilidades que guarda para la literatura.

Lo hasta aquí expuesto debería proporcionar al lector una comprensión preliminar de los fundamentos del método llamado NEUROCOMUNICACIÓN. Una vez que se hayan realizado los ejercicios, en el Epílogo se proporcionará una explicación más detallada que ampliará lo que se ha dicho aquí.

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¿Qué voy a conseguir?

Los resultados de realizar los ejercicios de NEUROCOMUNICACIóN variarán mucho de una persona a otra. Entre otras cosas, el resultado dependerá de si los ejercicios del libro coinciden con los problemas y necesidades de cada lector. También dependerá del grado de concentración de la conciencia que se aplique a la lectura de los ejercicios. Si algunos ejercicios son efectivos y otros no, cualquiera de los factores expresados arriba podrían constituir la explicación.

La NEUROCOMUNICACIóN -este libro- ofrece la posibilidad de lograr cambios específicos importantes en la organización y funcionamiento de las diversas partes del cuerpo humano. Más importante aún, este pequeño libro constituye una forma de obtener un conocimiento nuevo y estimulante sobre un medio por el cual se puede transformar el cuerpo humano. Me gusta pensar que el libro resulta entretenido a la vez que proporciona un conocimiento de un mismo, ofreciendo al lector unas experiencias a las que nunca ha tenido acceso antes.

Sea como sea, y para volver al tema de los posibles resultados, la gran mayoría de lectores deberían acabar este libro con una mejor imagen del cuerpo, más amplia y más exacta. Es decir, deberían poder percibir más de su cuerpo, y percibirlo con mayor claridad y con mayor exactitud. Esto abre el paso hacia un uso más sano y eficiente de su cuerpo y lleva al cuerpo y la mente hacia una conexión más íntima entre ellos, ambas cosas muy de desear.

Leerá sobre muchos tipos de movimientos, algunos de los cuales nunca haría normalmente, o ni siquiera se plantearía hacerlos. De esta forma, esos movimientos -que en realidad usted realizaba en otras épocas más tempranas de su vida- volverán a entrar en su repertorio. Esto sucederá gracias a los micromovimientos, las micropercepciones y las imágenes sensoriales que resultan de la lectura. Éstos, a su vez, liberarán patrones previamente inhibidos de las células de la corteza motriz de su cerebro. Entonces, conforme se vaya dando esta desinhibición, por un efecto de concatenación, también se desinhibirán en cierto grado las zonas adyacentes del cerebro, liberando, con toda probabilidad, algunas facultades de pensamiento y sensación previamente bloqueadas.

La NEUROCOMUNICACIóN también puede cambiar y expandir -de nuevo, y como siempre, para el lector verdaderamente consciente y concentrado- su autoimagen, su conciencia de sí mismo corno una totalidad. Puede acabar el libro con una mayor confianza en la maleabilidad o susceptibilidad de su cuerpo

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a los cambios inducidos por usted mismo o por otros. Entenderá y sabrá, a niveles fundamentales de su ser, que casi nada en usted está verdaderamente fijado. Cuando usted sepa esto, y lo crea verdaderamente, tendrá el camino mucho más abierto para cambiar en cualquier dirección que se proponga. Esto comprende las dimensiones física, mental, emocional y también espiritual de su ser. Creará un vínculo más estrecho entre componentes y facultades como la inteligencia, la imaginación, la voluntad, el equilibrio, la creatividad, la moral y otros. El mensaje de la NEUROCOMUNICACIÓN es que, tal y como las palabras, las imágenes y las ideas pueden forjar grilletes mentales y corporales a nuestro alrededor, un uso informado de éstas puede hacernos libres, a cualquier nivel de nuestro ser.

Cuando hablamos de "ejercicio" en el sentido de la NEUROCOMUNICACIÓN, debería entenderse que hablamos de un enfoque que apunta a los cambios del tipo mencionado. Naturalmente, el organismo humano también requiere para su salud y armonía una buena nutrición y una aplicación inteligente de ese tipo de ejercicio físico habitual dirigido a tonificar el sistema cardiovascular, dar fortaleza y estar en buena forma general, sin olvidar el mantenimiento del cuerpo en un peso deseable. Estos son los niveles más superficiales de ejercicio, pero su importancia no debe ser subestimada. Los cambios más profundos, que producen una interacción unificada del sistema cuerpo/mente, siempre resultarán más provechosos si el cuerpo está bien alimentado, sus órganos internos funcionan bien y los músculos y huesos están fuertes.

Pero plantéese, también, la NEUROCOMUNICACIóN como un juego corporal. Permítase vivirlo como una nueva forma de disfrutar y gozar, un método lúdico para fomentar el autoconocimiento.

Para finalizar, hay mucho material aquí para despertar e inflamar la imaginación del científico y del literato. Quedan por tratar y desarrollar las aplicaciones de la NEUROCOMUNICACIÓN a la neurología, las terapias de rehabilitación, la gerontología, la psicoterapia y otros campos de la psicología, la psiquiatría y la investigación de la conciencia, así como el campo de la narrativa y tal vez la poesía. El autor espera con ilusión y gran curiosidad estos tipos de desarrollos y aplicaciones.

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Cómo realizar los ejercicios

La forma en que realice los ejercicios de NEUROCOMUNICACIÓN determinará los resultados que obtenga de ellos. Esta afirmación se irá repitiendo constantemente, de una manera u otra, a lo largo de todo el libro. La experiencia ha demostrado que es necesario insistir en ello. Esto se debe al hecho de que se le pide que lea de una forma diferente al patrón de lectura habitual que ha ido estableciendo a lo largo de los años; en el caso de algunos lectores, durante décadas.

Se le pide que lea este libro en un entorno que elimine, en la medida que sea posible, toda distracción. Esto puede significar, entre otras cosas, una sala donde no pueda sonar el teléfono, donde no entren ni salgan otras personas, y donde los ruidos del mundo exterior sean tan apagados como pueda usted disponer.

Aparte de eso, no necesita gran cosa más, salvo su propia persona y su ejemplar de la NEUROCOMUNI CACIÓN. Vístase con ropa suelta y cómoda y, a menos que eso suponga una distracción, quédese descalzo. Sería conveniente disponer de una mesa o escritorio o alguna otra superficie sobre la que depositar el libro. Y una silla que sea cómoda, con un asiento lo bastante firme para no hundirse en ella. La silla puede tener brazos o no, como usted prefiera. Si le es posible, pruebe una silla con brazos y otra sin ellos, para ver cuál le va mejor.

Además de disponer de un espacio objetivo sin distracciones, debería disponer también de un espacio subjetivo tan libre como pueda de distracciones. No lea este libro cuando esté demasiado absorto por otras cuestiones como para poder dedicar su plena atención a lo que esté leyendo. Intente darse tiempo de sobras, de forma que no tenga que ir con prisas durante la experiencia para poder pasar a hacer otras cosas. No se ponga a leer sólo porque piense que tiene que hacerlo.

Leer y "hacer" el juego corporal que supone la NEUROCOMUNICACIÓN debería ser algo que desee hacer, no algo que hace por obligación ni por necesidad. Es un hecho bien conocido que los seres humanos aprendemos mucho mejor cuando hacemos lo que deseamos y no aquello que nos sentimos obligados a hacer, tanto si la obligación proviene de dentro como de fuera de uno mismo.

Cuando mejor aprendemos es cuando aprender resulta placentero; aprender con la NEUROCOMUNICACIÓN puede resultar tan placentero como estimulante. Lo que va a hacer le resultará novedoso, y aún no sabe cuál será el resultado de ello. Los ejercicios son breves, muy beneficiosos en potencia, y sea cual sea el final de cualquier capítulo, supondrá ciertamente una sorpresa.

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Mientras lea, asegúrese de mantener una postura cómoda. Modifique su posición tan poco como pueda. Es especialmente importante que no cruce las piernas ni los pies, ni los brazos ni las manos. En el momento de realizar un ejercicio de NEUROCOMUNICAClóN, cruzar los miembros confundiría su sistema nervioso y le impediría tener las respuestas que se suponen.

La mayoría de los sistemas nerviosos humanos son lo bastante racionales y saludables para ser hedonistas: buscan el placer y evitan el dolor. Son contadísimas las ocasiones en que se pueda justificar oponerse a estas tendencias naturales del sistema nervioso. Los ejercicios de NEUROCOMUNICACIóN, con casi total seguridad, le proporcionarán placer si usted los aborda con la idea de que le den placer. Al leer acerca de muchos de los movimientos, usted se dará cuenta de que se pueden realizar de forma que resulten sensuales y produzcan placer, especialmente a nivel táctil y cinestésico: el placer de tocar y el placer de moverse.

Se le recordará repetidamente que será la calidad y el nivel de enfoque de su conciencia lo que determine el beneficio que extraiga de la NEUROCOMUNICACIÓN. La conciencia sólo podrá estar enfocada si usted crea el tipo de circunstancias objetivas y subjetivas que ya se han mencionado. "Enfoque de la conciencia" significa el nivel de concentración que usted aplique a la lectura. "Calidad de la conciencia" comprende un "darse cuenta de sí mismo" que impide que la concentración se convierta en un tenso esfuerzo de la voluntad. Es ese estado de atención enfocada el que saborea la lectura, permitiendo que los significados fluyan a través de la mente con el entendimiento de que son mensajes, no para la mente, sino para el cuerpo. Es también la "calidad de la conciencia" la que mantiene su cuerpo relajado y conserva el enfoque placentero de su experiencia.

La lectura -como se le recordará a menudodebe ser realizada con lentitud, a la vez que con el tipo de intención y atención que acabamos de mencionar. Se le pide, y se le volverá a pedir, que haga pausas entre las frases, un segundo o dos, dándose tiempo para asimilar lo que acaba de leer. Su cerebro no tiene ninguna experiencia previa de procesar información tal como se le presenta en la NEUROCOMUNICACIÓN. Su sistema nervioso central no conoce ninguna otra experiencia de recibir y transmitir información de la manera que se le pide que lo haga aquí.

Para su cuerpo, esta es una experiencia de aprendizaje, y el aprendizaje será más lento al principio, y más rápido una vez que todo el proceso resulte más conocido.

Puesto que su intención será la de leer más despacio y más meticulosamente que de costumbre, tal vez tenga que estar más alerta que de costumbre a las divagaciones de la mente, así como a las tendencias de reaccionar a la novedad de la situación conteniendo el aliento o tensando los músculos. Estas tendencias pueden ser muy fuertes, y es muy importante que usted las observe y no se permita caer en estas formas de conducirse. Si se da cuenta de que está conteniendo el aliento, simplemente normalice la respiración y continúe adelante.

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Si nota que ha tensado los hombros, déjelos sueltos, y así sucesivamente. Cuando haya repetido esto varias veces, podrá realizar la lectura de una forma más relajada.

Asimismo, después de realizar algunos de los ejercicios, debería resultar más fácil usar su conciencia de la forma que hemos expuesto, y también le resultará más fácil a su cuerpo asimilar y actuar según los mensajes recibidos.

Aparte de lo anterior, cualquier otra instrucción necesaria aparecerá oportunamente en el texto. Los párrafos que le piden una acción física o efectuar observaciones de su estado físico o sus percepciones, aparecen en cursiva. Su lectura y su "hacer" serán reforzados con la información que se da en los capítulos siguientes.

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Del cerebro a los pies

Ahora, mientras lee, apoye los pies en el suelo con toda la planta, y póngalos paralelos entre ellos, a un palmo o un palmo y medio (25 a 30 cm) uno del otro, como le resulte más cómodo. Al acabar esta frase, simplemente preste atención a ambos pies, notando cómo los percibe: si los percibe con claridad, cómo contactan con el suelo, y todo aquello que note. Confio en que haya hecho esto detenidamente, sin prisas. Si no es así -o aunque lo sea- hágalo una vez más, dándose al menos uno o dos minutos para sus observaciones. Debe mantener los pies tal como están ahora a lo largo de todo el ejercicio.

Ahora siga leyendo, más bien despacio y sin preocuparse demasiado por encontrarle sentido a lo que lea. Sepa, simplemente, que uno habla de forma diferente cuando se dirige al cuerpo en vez de hacerlo a la mente, y usted está más familiarizado con las palabras que se dirigen a la mente.

Por lo tanto, al menos hasta que se haya acostumbrado a las diferencias y haya adquirido una cierta comprensión del método, lo que se le diga puede parecerle extraño e incluso un tanto disparatado. Tan sólo, deje espacio para la posibilidad de que, conforme vaya avanzando, todo cobre un sentido muy interesante.

Ahora me gustaría recordarle que tiene usted un pie derecho. Si es un pie derecho típico, sin lesiones, tendrá cinco dedos. Tiene un dedo gordo derecho y luego otro dedo a su lado. Su pie derecho también tiene un. dedo medio y luego un dedo que corresponde al dedo anular. Su pie derecho tiene también un dedo pequeño. Tal vez sepa o pueda percibir cuál de los dedos del pie es el más largo, qué dedo le sigue en longitud, y el siguiente a ése. Pero muy probablemente sabrá que el dedo pequeño de su pie derecho es el más corto, y que el dedo gordo de su pie derecho se llama así porque es el de mayor circunferencia. El dedo gordo de su pie derecho se parece bastante al pulgar de su mano derecha.

Su pie derecho se parece a una mano en algunos otros aspectos. Por ejemplo, por detrás de los huesos de los dedos hay otros huesos que continúan hacia la parte trasera del pie y que le ayudan a apoyar el pie y le dan flexibilidad al moverse. Por supuesto, también tiene usted un talón derecho y, por encima de él, un tobillo derecho que se mueve cuando el pie derecho anda. También hay

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movimiento en su tobillo derecho si apoya la almohadilla y los dedos del pie derecho en el suelo y simplemente levanta el talón derecho.

Usted puede seguramente levantar los dedos del pie derecho todos a la vez y después bajarlos. Seguramente puede levantar el dedo gordo solo. Seguramente puede levantar y bajar los otros cuatro dedos juntos. Pero, a pesar de que esto queda dentro de su potencial, seguramente no puede mover cada uno de los dedos del pie derecho por separado, tal como puede hacer con los dedos de la mano.

Ha visto su pie derecho muchas veces. Lo ha visto desde arriba, desde dentro, desde fuera, e incluso desde la planta del pie. Su pie derecho le ha acompañado toda su vida, y usted debería realmente saber qué aspecto tiene. Pero, ¿sabe realmente qué aspecto tiene? ¿Podría, sin mirar, visualizar las uñas de los dedos del pie derecho, los espacios entre los dedos, el empeine del pie, el tobillo derecho, etcétera?

Cuando piensa en caminar, ¿sabe realmente cómo se mueve su pie derecho? ¿Apoya el talón del pie derecho y luego toda la planta del pie, hasta llegar a la almohadilla del pie derecho, y entonces los dedos del pie abandonan el suelo en sucesión según su longitud? ¿Qué sensación produce cuando apoya el pie en el suelo y anda sobre él hasta levantarlo de nuevo? ¿Anda normalmente de una forma pesada o ligera sobre su pie derecho? ¿Tiene alguna noción de cómo anda el pie derecho en comparación con su otro pie?

¿Sabe usted que puede simplemente deslizar su pie derecho hacia delante y hacia atrás? Puede deslizar el pie derecho hacia delante y hacia atrás muchas veces.

Puede hacerlo distraídamente, interesándose sólo en si su pie se desliza hacia atrás y hacia delante. O puede realizar este movimiento con la intención de usar su pie derecho para reconocer el suelo o la alfombra, la superficie que esté tocando. También puede, con este mismo movimiento, utilizar deliberadamente esta superficie para estimular sensaciones en la planta de su pie derecho. De hecho, la planta de su pie derecho, si se la estimula como es debido, puede proporcionarle sensaciones verdaderamente placenteras.

Las terminaciones nerviosas del tacto en la planta del pie son de las más sensibles que podemos encontrar en el cuerpo humano. Con toda probabilidad, la evolución lo planificó así para protegerle de lesionarse. Sea como sea, los seres humanos de algunas culturas han cultivado esta sensibilidad de los pies, y especialmente la de la planta de los pies, hasta el punto de tratar a los pies como una especie de órgano sexual secundario. Su pie derecho podría ser estimulado hasta este grado de conciencia placentera.

Usted también puede hacer girar la punta del pie derecho de lado a lado. El talón derecho puede quedarse casi en su sitio mientras el pie derecho se desplaza del todo hacia la izquierda y después regresa hasta la derecha, pasando por el lugar

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donde el pie derecho apunta hacia el frente. O bien, usted podría hacer girar el pie derecho de forma que el talón derecho se desplace de lado a lado, y la almohadilla del pie derecho se quede más o menos en su sitio.

También puede dibujar círculos en el suelo consu pie derecho, círculos pequeños, o círculos grandes. Puede realizar círculos lentos o círculos rápidos.

Con su pie derecho, puede girar hacia fuera delcuerpo, o hacia dentro. También puede combinar algunas de estas posibilidades con su pie derecho. Por ejemplo, puede dibujar círculos pequeños, lentos, hacia fuera, o círculos grandes, rápidos, hacia dentro. Su pie derecho podría hacer muchas combinaciones de movimientos, según los diversos tamaños posibles de los círculos y según lo rápido o lento que se desplace su pie derecho en una u otra dirección.

Ahora, tras haber leído estos comentarios, dirija su atención hacia los pies y observe si ahora existen para usted de la misma forma .que existían antes de que empezara a leer estas frases sobre su pie derecho y el potencial de sus sensaciones y movimientos. ¿Tiene la misma conciencia de su pie derecho que de su pie izquierdo? Si no es así, ¿qué diferencias percibe?

¿Puede percibir cada uno de los dedos de su pie derecho con algo más de claridad? ¿Toca su pie derecho el suelo de una forma algo diferente?

Compare su percepción de la pierna derecha con la de la izquierda, su rodilla derecha con la izquierda, su hombro derecho con el izquierdo. Compare el lado derecho de su cara con el lado izquierdo. Si deja de leer y cierra los ojos durante un rato, ¿descubrirá que está mirando hacia la derecha? ¿Que tal vez su cabeza se ha vuelto de forma espontánea hacia la derecha -posiblemente incluso todo su tronco- de forma que su columna se ha torcido como se tuerce cuando usted se vuelve hacia la derecha y el hombro derecho queda por detrás del izquierdo?

Podría ser que se encuentre respirando -suponiendo que no haya obstrucciones- más plena y claramente a través del orificio derecho de su nariz que por el izquierdo.

Dentro de un instante, cuando haya acabado este párrafo, levántese y ande por la habitación. Compare cómo camina el pie derecho con respecto al izquierdo: el contacto con el suelo, la flexibilidad del pie, todo aquello que observe.

¿Empieza a comprender lo que significa el término NEUROCOMUNICACIÓN?

Mientras realizaba la comparación, seguramente habrá notado que no sólo su pie derecho se sentía mejor, sino que el izquierdo se sentía peor: tieso y torpe, entre otras cosas. Sin embargo, no es verdad que el pie izquierdo esté "peor" que antes. Más bien, su sistema nervioso está comparando su pie izquierdo tal como está normalmente con las mejoras ocurridas en el pie derecho, por lo que el pie izquierdo sufre en comparación.

Es bueno permitir que las diferencias entre los dos pies se mantengan durante un rato. Esto alienta a su cuerpo a adoptar la mejor organización e intentar retenerla. También es posible, tal como aprenderá, llevar el pie izquierdo -o

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cualquier parte del cuerpo de que se trate- muy rápidamente a un estado parecido o idéntico al de la parte mejorada. También Puede usted realizar el ejercicio de nuevo, cambiando la palabra derecho por izquierdo, o izquierdo por derecho, según sea el caso.

Obtendrá entonces el efecto contrario al obtenido al seguir el texto, contrario en el sentido de que el lado contrario será el que obtenga los beneficios.

¿Empieza a entender que escribir para el cuerpo, y comunicarse con el cuerpo, evoca respuestas muy diferentes de las que se dan cuando al escribir, como casi todo lo escrito, se dirige a la mente en primer lugar?

Sepa y entienda que esto es sólo el principio. A medida que lea y aprenda -a medida que aprenda a responder y que aprenda más de sí mismo por diversos medios- se darán cambios más profundos y complejos. También, podría darse el caso de que ninguna parte ni función de su cuerpo quede más allá del alcance de las palabras debidamente dirigidas.

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Movimientos del hombro y la cintura escapular.

Tras leer este párrafo, lleve a cabo las acciones descritas y preste mucha atención a sus movimientos y sensaciones. Al final del ejercicio, se le pedirá que realice las mismas acciones y que compare sus movimientos y sensaciones con los movimientos y sensaciones que observará dentro de un momento. En primer lugar, camine alrededor de la sala y observe los movimientos de sus hombros al caminar y cómo percibe los movimientos de sus hombros. Fíjese también en cómo se mueven sus brazos a tenor de los movimientos de sus hombros. Después de eso, quédese parado y perciba sus hombros, comparando el lado derecho con el izquierdo. Lleve los brazos hacia atrás y luego por encima de la cabeza, y luego al frente y hacia abajo, describiendo círculos con los brazos desde los hombros y comparando la soltura de los movimientos en ambos hombros.

Tome asiento, entonces, y compare la conciencia que tiene de sus hombros derecho e izquierdo, de sus pies derecho e izquierdo, de los lados derecho e izquierdo de la pelvis, de los lados derecho e izquierdo de su cara, y de sus lados derecho e izquierdo en conjunto. Por favor, hágalo ahora.

Después siéntese con la planta de los pies apoyada en el suelo, paralelos entre sí, separados un palmo o palmo y medio. Procure colocar el resto del cuerpo simétricamente y mantenga esta posición simétrica mientras sigue leyendo.

Lleve ahora la atención al hombro derecho y la parte superior derecha de su espalda, incluyendo el omóplato derecho. Si puede percibirlos claramente, podrá percibir la parte superior de su hombro, la parte anterior del hombro, la. parte externa del hombro, la parte posterior del hombro, y tal vez tenga alguna percepción de la articulación de su hombro derecho y de cómo se inserta su brazo derecho en el lado derecho de su cuerpo. Podría tener conciencia también de su axila derecha y de los puntos en que la parte superior de su brazo derecho entra en contacto con el lado derecho de su torso.

Su hombro derecho tiene muchas posibilidades de movimiento. Usted puede, por ejemplo, desplazarlo hacia delante. Puede llevarlo hacia delante y traerlo de vuelta al punto de origen, y desplazarlo hacia delante y hacia atrás de nuevo. Estos movimientos vienen acompañados por unas sensaciones muy definidas.

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Si extendiera su brazo derecho hacia delante, descubriría que puede realizar un movimiento frontal mucho más extenso con el hombro derecho de lo que puede realizar cuando su mano derecha reposa sobre el libro, el escritorio, el muslo o el brazo de la silla.

También puede llevar el hombro derecho hacia atrás, devolviéndolo a la posición de origen, y repetir ese movimiento muchas veces. Entonces se producen sensaciones diferentes, aunque son algo parecidas a las que aparecen cuando lleva el hombro derecho hacia delante. Si su brazo derecho está por detrás de usted, entonces el movimiento de regreso del hombro se vuelve mucho más extenso.

Advertirá seguramente que puede realizar un movimiento algo más amplio si empuja hacia arriba desde la articulación del hombro derecho, llevando el hombro hacia la oreja derecha y hacia el techo. Puede levantar el hombro derecho, bajarlo de nuevo al punto de partida, y subirlo y bajarlo mientras observa las sensaciones que esto le produce. Si realizara una serie de movimientos del hombro derecho -adelante y atrás, arriba y abajo- durante un rato, advertiría con casi total seguridad que el hombro derecho acabaría colgando más abajo que el hombro izquierdo. También lo sentiría más vivo, como si pudiera moverse con mayor soltura y en una mayor distancia.

También puede hundir el hombro derecho hacia abajo, y regresar luego al punto de partida. Le será mucho más fácil si el brazo derecho cuelga al lado. De nuevo, las sensaciones en el hombro derecho serán diferentes, aunque parecidas a las que conoce cuando desplaza el hombro hacia delante, hacia arriba o hacia atrás.

Ahora también puede hacer movimientos circulares con el hombro derecho. Puede desplazar el hombro derecho hacia arriba y luego hacia delante, abajo, y luego atrás, y entonces arriba, hacia delante, abajo y atrás, y así sucesivamente, dibujando círculos y más círculos con el hombro derecho. Puede dibujar pequeños círculos con ese hombro, y puede dibujar grandes círculos con ese mismo. Puede dibujar círculos lentos, y círculos rápidos. Puede dibujar pequeños círculos lentos con el hombro derecho, y también grandes círculos rápidos con ese mismo hombro . Puede dibujar círculos de tamaños diferentes y a diferentes velocidades de movimiento.También puede invertir la dirección en que dibuja los círculos su hombro derecho.

Puede hacer círculos hacia atrás durante un rato, y entonces puede hacer círculos hacia el frente, percibiendo qué está haciendo con su hombro derecho y qué sensación producen esos movimientos.

Podría colocar la palma de su mano derecha sobre el muslo de su pierna derecha, cerca de la rodilla. Entonces podría deslizarla bajando por la pierna derecha, empujando con el hombro derecho. Y podría llevar la mano hacia arriba por la pierna atrayéndola desde el hombro derecho. Empujando y estirando con el hombro derecho, podría ir desplazando la mano derecha arriba y abajo por la pierna, desde el tobillo hasta la articulación de la cadera, si puede abarcar toda esta distancia. Para eso, tendrá no sólo que empujar y estirar desde el hombro

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derecho, sino también permitir que el cuerpo se doble desde la cintura, desplazándose adelante y atrás con el hombro derecho.

También podría apoyar la mano derecha encima del hombro derecho, con la parte superior del brazo a la altura del hombro, y entonces dibujar círculos con el brazo derecho, girando desde el hombro derecho. Desde esta posición podría dibujar todo tipo de círculos, hacia un lado y hacia el otro, lentos y rápidos, grandes y pequeños, con múltiples combinaciones a medida que su hombro derecho gira con la mano derecha apoyada en él.

También, con la mano derecha encima del hombro derecho, podría desplazar el codo hacia delante, de forma que el hombro rote hacia dentro. Si pusiera la mano en la axila, advertiría que el movimiento del hombro sería diferente, dirigiéndose más hacia el centro de su cuerpo.

Ese movimiento del hombro derecho hacia el centro de su cuerpo se volvería asimismo más amplio a medida que colocara la mano más y más abajo en el lado derecho del cuerpo, hasta que finalmente alcanzara un punto en que el movimiento de regreso se hace cada vez más pequeño.

Algo parecido sucedería si colocara la mano derecha sobre el hombro derecho y desplazara el brazo hacia atrás. Entonces su hombro iría cada vez más atrás a medida que su mano fuera bajando por

su cuerpo hasta que, de nuevo, alcanzara un punto de regreso cada vez menor. Los movimientos del hombro derecho se harían más pequeños hasta que finalmente no hubiera casi movimiento en el hombro, ni en el omóplato derecho ni en la parte superior derecha de la espalda.

Ahora podría extender el brazo derecho de forma que la mano derecha descanse sobre la mesa delante de usted, y podría empuñar la mano sin apretar los dedos. Entonces puede hacer girar el puño como una rueda hacia dentro, sintiendo el giro interno de su hombro derecho. Después de eso, podría hacer girar el puño hacia fuera, sintiendo cómo el hombro rota hacia fuera. Puede hacer girar el puño de derecha a izquierda, de forma que el hombro rote hacia dentro y luego hacia fuera, y de vuelta, experimentando una sensación claramente diferente en el hombro derecho y un movimiento en el hombro derecho distinto a todos los descritos hasta ahora.

Llegados aquí, si hiciera estos movimientos, advertiría claramente cómo el hombro derecho cuelga más bajo que el izquierdo. De hecho, advertiría que su pelvis ha descendido en el lado derecho, y que su cuerpo entero tiende a inclinarse hacia la derecha.

Seguramente advertirá que su cabeza está ladeada hacia la derecha, que la columna se curva hacia la derecha y que, por tanto, la caja torácica descansa hacia el centro de su cuerpo en el lado derecho.

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Seguramente descubriría también que la cadera derecha se ha desplazado de un modo que la rodilla derecha apunta hacia la derecha, así como el pie derecho, mientras que en el lado izquierdo, su pie y tobillo estarían apuntando hacia el frente.

En otras palabras, descubriría que su sistema nervioso está experimentando una fuerte predisposición hacia el lado derecho. Advertiría que este lado produce una sensación menos densa y a la vez más vivaz si lo compara con el lado izquierdo. Sobre todo, se daría cuenta de sensaciones en su hombro derecho que seguramente llegarían a permitirle sentir la articulación de dicho hombro cuando se encuentra quieto, y también si decidiera dibujar círculos u otros movimientos con la articulación del hombro derecho. Y esta percepción de su hombro en el lado derecho sería ciertamente muy diferente de la sensación del hombro en el lado izquierdo, si comparara los dos hombros desde su posición de sentado.

Ahora fíjese en cómo está sentado y si su sistema nervioso manifiesta alguna predisposición hacia el lado derecho. Compare cómo percibe su ojo derecho en relación al ojo izquierdo. Cierre los ojos para experimentar esta -y otrascomparaciones. El lado derecho de sus labios en relación al lado izquierdo. El lado derecho de su cara en relación con el lado izquierdo. El hombro derecho en relación con el izquierdo.

Ahora, físicamente, objetivamente, describa círculos durante un instante con ambos hombros y compárelos. Compare no sólo los movimientos del hombro sino también lo que sienta que sucede en la parte superior de la espalda, tanto en el lado derecho como en el izquierdo.

A continuación, levántese y dé un paseo por la sala, comparando el lado derecho con el lado izquierdo: en primer lugar, cómo se mueven los hombros y los brazos, luego todo aquello que note, incluyendo el contacto con el suelo que tienen el pie derecho y el pie izquierdo.

Después deténgase y, con los brazos, describa grandes círculos por encima de la cabeza. Describa círculos simultáneos y también alternando los brazos.

Haga círculos que empiecen llevando los brazos hacia atrás y círculos que empiecen llevando los brazos al frente. Entonces quédese quieto y compare sus dos hombros y brazos.

Después vuelva a sentarse, y haga cualquier otra observaciónque se le ocurra.

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Reorganizar la relación del cuerpo con la gravedad

Para empezar, limítese a leer este párrafo. Luego siga las instrucciones. Al seguir las instrucciones, esté tan atento como pueda a sus sensaciones y movimientos, proponiéndose recordar exactamente lo que observe, de forma que pueda comparar su estado actual con lo que experimente una vez concluido el ejercicio. Observará, en primer lugar, cómo se mantiene de pie y qué sensación le produce. Fíjese en las sensaciones de longitud -o altura- de su cuerpo, el contacto de los pies con el suelo, cómo siente su tronco -fijándose especialmente en la parte baja de la espalda-, y cómo sostiene la cabeza. Fíjese en si la cabeza parece erguida, de forma que su mirada se dirija al horizonte y no al suelo ni al techo. Intente darse cuenta también de qué hace con los ojos: si miran hacia el horizonte, o hacia abajo, hacia arriba, o bien hacia un lado u otro. Entonces, sin dejar de examinarse cuidadosamente, empiece a caminar y haga observaciones parecidas, fijándose en las sensaciones de estatura y peso de su cuerpo. Ejecute ahora estas acciones y vuelva a sentarse.

Ahora, tal como ya ha hecho antes, tome asiento con ambos pies bien apoyados en el suelo. Debería colocar - y mantener- los pies paralelos y con una separación de un palmo o palmo y medio ( 25 a 30 cm) entre ellos.

Recuerde, es de crucial importancia que lea despacio y con mucha atención. Repose durante un segundo o dos entre frases para que la NEUROCOMUNICACióN pueda producir todo su impacto sobre su cerebro y sistema nervioso central. Entonces, tal como ha experimentado antes, sus músculos y esqueleto podrán asimilar las señales que precisan para reorganizarse involuntariamente como resultado de su lectura.

Si sus pies son normales, tienen dedos, y huesos con articulaciones dentro de los dedos. La planta del pie es una masa carnosa, en cuyo interior hay otros huesos, un poco más largos, que se extienden a través de todo el pie y llegan hasta el talón. También el talón tiene una estructura de huesos, cuya forma es muy diferente a la forma de los huesos de los dedos y del pie.

Justo encima del talón está, por supuesto, el tobillo. Su tobillo tiene una estructura ósea bastante compleja; por encima de ella se encuentran los largos huesos de la pierna. Estos huesos, y el resto de la parte inferior de la pierna, se

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hallan entre los tobillos y las rodillas. Esta parte de las piernas es mucho más larga que los pies, recorriendo una buena porción de su cuerpo, desde los tobillos hasta las rodillas.

Sus rodillas tienen su propia estructura ósea bastante complicada y una variedad de movimientos mayor que sus tobillos. En parte, esto es así no sólo porque las piernas son bastante largas por debajo de las rodillas, sino porque las piernas también son bastante largas por encima de las rodillas. Sus piernas por encima de las rodillas, los muslos, son seguramente bastante más sensibles al tacto que la parte inferior de las piernas y las pantorrillas. De hecho, si desliza los dedos hacia arriba por los muslos, ejerciendo una pequeña presión sobre la carne con las uñas, seguramente advertirá que las sensaciones se hacen más fuertes -y probablemente bastante más placenteras- a medida que se acerque a la pelvis y las nalgas.

En la parte delantera de su cuerpo está la zona púbica, el bajo vientre y luego -a medida que su conciencia va subiendo por su cuerpo- está el ombligo. Por detrás de su ombligo se encuentra el segmento inferior de su columna. Su columna arranca en el cóccix, situado en la pelvis, y va subiendo por el cuerpo; se compone de muchas vértebras de diferentes tamaños. Luego está la zona que usted conoce como cintura y, por encima de ella, la caja torácica.

(un poco por debajo de su cintura y caja torácica están sus manos y dedos. Se parecen en algo a los pies y dedos del pie, tal como sus muñecas y brazos se parecen considerablemente a los tobillos' y piernas. Por encima de las muñecas están lo que, usted llama sus antebrazos, que conducen a los codos. Sin duda, usted podrá percibir que sus costillas' empiezan en algún lugar cercano al sitio -en cuanto a la altura- donde su antebrazo se junta con el codo. Luego vienen los brazos y, en su extremo superior, las articulaciones del hombro y los hombros.

Sus costillas -y su caja torácica- rodean gran parte de su tronco, protegiendo un buen número de órganos vitales. Usted posee muchas costillas, y a. medida que su conciencia avanza por su cuerpo hacia su pecho y axilas, debería poder sentir que sus costillas se mueven suavemente hacia fuera y hacia dentro, al compás de la respiración. Si su percepción es correcta, podrá notar, en cierto grado, los movimientos de sus costillas en la parte anterior de su cuerpo, pero más fácilmente en los costados y en la espalda.

El tórax y los pechos se suelen percibir normalmente con mucha claridad. La conciencia de sus pechos se encontrará a diferentes alturas de su cuerpo según su tamaño y forma. Justo encima de su esternón, y hacia los lados, se encuentran los hombros. También posee articulaciones de los hombros, y es posible que perciba asimismo sus omóplatos. Su columna se eleva más allá de los hombros y se introduce en el cuello, subiendo por detrás de los huesos del mentón hasta la base del cráneo.

En el interior del cuello se encuentra no sólo la columna sino también la garganta, con la cual puede percibir, a menos que ya tenga conciencia de ella,

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cuando bebe o cuando come. Al tiempo que percibe la garganta, también es probable que perciba el interior de la boca y, quizás, la mandíbula.

Su percepción del interior de la boca seguramente comprende el paladar superior e inferior de la boca, los lados de la boca, los dientes y la lengua. De todas las partes del cuerpo, tal vez ninguna otra se percibe tan claramente como los labios. Los percibimos con tanta claridad porque participan en actividades de grandísima importancia, tanto para la supervivencia como para satisfacer necesidades emocionales muy fundamentales: la ingestión de alimentos, la comunicación con los demás por medio del habla y de hacer el amor. Tal vez pueda darse cuenta incluso ahora, al leer, lo claros que aparecen sus labios en su imagen corporal, su cuerpo tal como usted lo percibe.

Por encima de sus labios se encuentran otras partes de su cuerpo que tienen una gran importancia. Está su nariz, necesaria para respirar y también para el sentido del olfato. Sus oídos, necesarios para oír. Y sus ojos, sin los cuales usted no tendría conocimiento visual del mundo, además de tener una forma muy diferente de imaginar y recordar.

Debido a la gran importancia de esas partes de su cuerpo situadas en la cabeza, normalmente su rara y su cabeza son percibidas con mucha claridad, en comparación con algunas otras partes de su cuerpo. El resto de su cabeza -su frente y esas par, tes que suelen estar cubiertas de pelo- también se perciben con bastante claridad, pero seguramente no tanto como percibe su cara. Esto se debe, en parte, a que la carne no es muy gruesa ni muy sensible en las zonas donde recubre el exterior de su cráneo.

Su cráneo ofrece un espacio y una protección para la parte más importante del cuerpo humano: el cerebro. Otras partes pueden ser de igual importancia para el mantenimiento de la vida, pero ninguna otra resulta tan importante para la manera en que usted la vive.

Dentro del cráneo, su cerebro -que usted no puede percibir- se divide en dos hemisferios, cada uno de ellos una estructura de inmensa complejidad que se caracteriza por una constante actividad eléctrica y química. Visible desde la parte superior del cerebro, sé encuentra la llamada división cerebral y el cuerpo calloso. Aunque lo que se enseña es que uno no puede percibir su cerebro, lo que sí es cierto es que, cuando se mantiene la conciencia enfocada durante un rato en el espacio del cerebro, aparece una sensación de que se está percibiendo el cerebro, a veces con mucha claridad. Si es la concentración la que crea una imagen del cerebro, o simplemente por qué se tiene esta sensación, es algo que no está claro todavía.

Podrá mantener fácilmente la concentración en el espacio cerebral si tiene la sensación de que sus ojos miran hacia arriba, hacia el espacio del cerebro, y dan vueltas en ese espacio. Puede tener la sensación de que sus ojos dibujan círculos horizontales, verticales, diagonales, todo tipo de círculos, girando en diferentes direcciones, en el espacio del cerebro.

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También puede tener la sensación de respirar hacia el espacio del cerebro. Puede sentir cómo dirige la respiración hacia el hemisferio izquierdo del cerebro, o el derecho, o hacia el interior y más allá del cuerpo calloso que une los dos hemisferios. Puede sentir que respira a través del cerebro, hasta la parte superior del cráneo e incluso más allá. Puede sentir que respira a través del espacio de su cerebro y hacia el cráneo, de manera que su cráneo se alarga al respirar a través de él. O puede sentir que respira directamente hasta la parte superior del cráneo y que su respiración se extiende entonces hasta más allá del cráneo. Su respiración sube a través de su cerebro y del cráneo, más y más alto, tan alto a través de su cráneo y más allá de él como usted decida respirar. Concédase algunos segundos para asimilar lo que acaba de leer.

Ahora, cuando haya acabado de leer este párrafo, levántese y compare su estado con el que tenía antes de empezar a leer este ejercicio. Después, camine un poco y compare lo que experimenta al caminar ahora con lo que experimentó al caminar al principio de este capítulo. Una vez realizado esto, regrese a la silla y lea el párrafo final. Haga estas observaciones ahora.

¿Qué ha observado? ¿Qué tipo de sensaciones de longitud o altura, y cómo se apoya su cuerpo, su tronco sobre todo? ¿Cómo sostenía la cabeza y hacia dónde se dirigía su mirada? ¿Qué sensaciones de peso, o ligereza, y cómo se apoyaban sus pies en el suelo al caminar? ¿Sentía su cabeza como si flotara un poco en el espacio al moverse? A veces incluso sucede que cuando se siente el cuerpo a un nivel más profundo, las emociones o el estado de ánimo también se perciben con mayor profundidad. ¿Describe algo de esto lo que ha experimentado? ¿Qué más podría añadir usted? Dé otro paseo si siente que tal vez ha pasado algo por alto.

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Una mano para tocar una mano para ser tocado

Como ya ha observado, al concluir cualquier ejercicio de NEUROCOMUNICACIÓN, su percepción es más clara y usted puede mover de un modo más eficiente aquella parte de su cuerpo sobre la que ha estado leyendo. A medida que vaya realizando estos ejercicios, será cada vez más probable que los cambios que ocurran sean permanentes, y también que vayan apareciendo otros beneficios. El potencial para funcionar como un genio está presente en todo cerebro humano, y podría realizarse sólo con que el cerebro se utilizara de una manera suficiente y eficaz. Es improbable que la lectura de este libro reactive su potencial hasta ese punto, pero sí le puede dar un empellón en esa dirección. Los ejercicios tienen el efecto de liberar o desinhibir las células cerebrales "congeladas" en la corteza motriz.

Su cerebro se vuelve más activo en más de sus partes, no sólo en la corteza motriz sino también en las zonas adyacentes del cerebro que tienen que ver con las funciones de pensamiento y sensación.

Los efectos son acumulativos conforme avanza el "trabajo". No sólo mejora usted el estado de su cerebro, y lo usa mejor, sino que también va mejorando acumulativamente su imagen corporal, esto es, percibe su cuerpo con mayor claridad y exactitud. A medida que esto suceda, usted sabrá más exactamente qué es lo que está haciendo. Se volverá entonces menos torpe, menos derrochador de sus recursos energéticos y menos dispuesto a sufrir lesiones accidentales. Su cuerpo tendrá una menor inclinación a retener los patrones musculares que resultan de la tensión psicológica y emocional, de modo que, en realidad, será menos propenso a "estar tenso". A medida que mejoren su percepción y su uso del cuerpo, será usted también mucho menos vulnerable a esos síntomas de un mal uso corporal que a menudo se atribuyen erróneamente al envejecimiento. En un plano práctico, usted envejecerá más despacio y con más elegancia que si no expande su conciencia ni usa su cuerpo según esta conciencia.

Por breve que sea este libro, y a pesar del hecho que sólo le permita "trabajar" con unas pocas partes de su cuerpo, con toda seguridad -y de una forma beneficiosa- le puede transformar. Le abrirá la posibilidad de una mayor

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conciencia y de usar su cuerpo con un potencial de movimiento, percepción y placer mucho mayor del que haya conocido nunca antes.

Desde ahí, usted podría continuar desarrollando estas posibilidades y obtener beneficios aún mayores.

Pero no podrá hacer nada de esto mientras alguien no le enseñe el camino, y esto es precisamente lo que le está sucediendo ahora, al leer y "hacer" este libro.

Quizás a estas alturas ya esté acostumbrado a emprender cada nuevo ejercicio en posición sentada, con los pies en paralelo y con un palmo o palmo y medio de separación entre ellos. Se le ha pedido que se siente de una manera que permita que los movimientos que realice al leer sean mínimos. En el caso del presente capítulo, nos encontramos con un pequeño problema que no hemos encontrado hasta ahora. Va a leer acerca de su mano izquierda, y esta lectura provocará varios cambios en su percepción de dicha mano y en la capacidad de ésta para percibir y moverse. Sin embargo, también tendrá que usar sus manos para sostener el libro, o al menos dar la vuelta a la página.

Por lo tanto, intente reducir su conciencia de estar utilizando sus manos para tocar el libro u otros objetos de su alrededor y permita que la conciencia de su mano izquierda esté tan determinada como le sea posible sólo por las palabras que va a leer.

Al final de este párrafo, debería ejecutar las acciones descritas. Esto le proporcionará una base para comparar su mano tal como está ahora con su mano tal como estará más tarde. Durante un instante, mire sus manos mientras descansan paralelas entre ellas, con las palmas hacia abajo y en una posición tan simétrica como sea posible. Fíjese cuanto pueda en la apariencia de sus manos y compárelas entre ellas.

Acto seguido, explore su muslo y rodilla izquierdos con su mano izquierda, fijándose en lo que percibe y cómo lo percibe. Entonces haga lo mismo con su mano derecha, y su pierna y rodilla derechas. Use tam bién su mano izquierda para explorar su mano y brazo derechos y, después, su codo derecho mientras flexiona y extiende el brazo para que la mano izquierda pueda explorar cómo se mueve el codo. Entonces use su mano derecha para percibir la mano y brazo izquierdos y el codo al moverse. Después de esto, coloque sus manos tan simétricamente como pueda. Acabados estos ejercicios pase al siguiente párrafo.

Recuerde que lo que estamos haciendo aún le resulta muy nuevo a su cerebro, aunque seguro que va aprendiendo. Con el tiempo, cuando el cerebro tenga más experiencia, seguramente funcionará con más rapidez. Pero por ahora, como se le ha instruido anteriormente, es necesario que lea despacio y con atención y que mantenga su conciencia enfocada en lo que esté leyendo. De nuevo, le resultará de ayuda hacer un segundo o dos de pausa después de cada frase, dándose un tiempo extra para que las palabras le lleguen antes de llevarlas a cabo.

Ahora vamos a observar su mano izquierda con algo más de detalle. Esa mano empieza en la muñeca, y contiene huesos que se extienden hacia la base de los

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dedos. La palma está dotada de una multitud de terminaciones nerviosas que permiten que su mano izquierda toque con una gran sensibilidad. El dorso de su mano izquierda es mucho menos sensible.

No le hace falta ser tan sensible como la palma izquierda porque no se usa a menudo para tocar, ni para aprender de lo que está tocando la mano izquierda, ni para proporcionar sensaciones a otro cuerpo.

Asimismo, la parte inferior de los dedos de su mano izquierda es más sensible que la parte superior. La cara interna de los dedos es más sensible que la parte superior, pero menos sensible que la parte inferior. Su mano izquierda tiene, como es de suponer, cinco dedos. O, si lo prefiere, cuatro dedos izquierdos y un pulgar izquierdo. Seguramente puede percibir que su pulgar tiene una circunferencia mayor que los otros dedos, sobre todo que el meñique izquierdo. También es posible que usted pueda percibir las diferentes longitudes de los dedos de su mano izquierda y percibir claramente que el dedo del corazón es el más largo.

A menos que usted junte los dedos de su mano izquierda, entre ellos hay un espacio. Los espacios a cada lado del dedo del corazón son seguramente casi idénticos. Es probable, sin embargo, que el espacio entre el meñique y el anular izquierdo sea diferente del espacio que hay entre el índice y el pulgar izquierdo.

Usted puede percibir fácilmente las articulaciones de los dedos de la mano izquierda si cierra los dedos en un puño y los vuelve a extender. Puede repetir este gesto varias veces, flexionando y extendiendo los dedos rápidamente, y después flexionándolos y extendiéndolos despacio.

También puede subir y bajar los dedos, todos juntos o por separado, tal como lo haría si estuviera tocando el piano con su mano y dedos izquierdos.

Gracias a la cantidad de movimiento que realiza regularmente, la mano izquierda de un pianista será ágil y sensible. Sin duda usted puede imaginarse

cómo se movería su mano izquierda si usted tocara el piano regularmente, como un concertista. Su mano izquierda también podría ser de lo más sensible, y tal vez de lo más ágil, si usted la usara habitualmente para trabajar con el cuerpo de otras personas, como hacen algunos sanadores. Su mano izquierda tocaría, entonces, no sólo la superficie de otro cuerpo sino que sentiría su interior, tocando de una manera mucho más profunda y completa de lo que tocan las manos de ordinario. Usted podría tener ese tipo de mano izquierda.

Podría empezar a dotar a su mano de esta sensibilidad desplazándola arriba y abajo por su pierna izquierda, usándola para percibir tanto como pueda su pierna izquierda mientras la toca. Podría usar su mano izquierda para explorar su rodilla izquierda, procurando tocar tan profundamente como pueda los huesos de la rodilla con la mano izquierda. Entonces, si dobla y estira la pierna izquierda, podrá percibir lo que sucede en su rodilla izquierda de una manera aún más clara.

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Hay muchas cosas que usted puede hacer para aumentar la sensibilidad de su mano izquierda, hacer que tenga mayor presencia en su imagen corporal, y mejorar el funcionamiento general de ella.

Las mejoras se dan, por ejemplo, cuando la conciencia se mantiene enfocada incluso durante la ejecución de actividades muy simples. Usted puede, si gusta, dejar la punta de los tres dedos medios sobre la mesa, al tiempo que golpetea sobre la mesa con la base de la mano, en intervalos rítmicos de uno, dos, tres y cuatro golpes. O también, podría posar la base de la mano sobre la mesa y golpetear con la palma y los dedos en intervalos rítmicos de uno, dos, tres y cuatro golpes.

Podría dejar la base de la mano inmóvil y deslizar los dedos de lado a lado. O dejar los dedos quietos y deslizar la base y la palma de la mano de lado a lado. También puede simplemente deslizar la mano izquierda adelante y atrás, o llevarla de lado a lado, deslizándola sobre la mesa o alguna otra superficie. O podría dibujar círculos sobre la mesa con la palma de la mano, primero hacia un lado y después hacia el otro. Con la mano izquierda puede dibujar círculos pequeños y puede dibujar círculos grandes. Puede dibujar círculos rápidos y puede dibujar círculos lentos. Puede dibujar todo tipo de círculos, con distintos grados de velocidad y lentitud, grandes y pequeños, hacia un lado y hacia el otro, siempre girando y percibiendo con su mano izquierda las sensaciones que ello le produce.

Seguramente habrá tenido alguna vez la experiencia de dejar la mano izquierda en agua fría durante un rato, de forma que la mano se va quedando cada vez más entumecida cuanto más tiempo pasa bajo el agua.

Su mano izquierda también conoce la sensación que produce el agua caliente. Sabe lo que es tocar o sostener un pedazo de hielo. También sabe lo que es tocar o sostener algo caliente.

Su mano izquierda sabe qué sensación producen las pieles de animales: qué sensación le producen a la palma y al dorso y qué sensación producen las pieles entre los dedos de su mano izquierda. Su mano izquierda conoce el tacto de las plumas, y también del cuero y de las telas de algodón. Su mano. izquierda seguramente ha tocado terciopelo, y conoce el tacto del satén y también de la seda.

Su mano izquierda sabe lo que es tocar la corteza de un árbol, o una hoja o la hierba. Conoce el tacto del papel de lija, y del vidrio mojado y de la madera pulida. Su mano izquierda puede recordar la sensación de adaptarse a las formas de un trozo de metal.

También conoce la sensación de tocar el cuerpo humano y cuantas experiencias diferentes puede disfrutar con el solo hecho de tocar otro cuerpo.

Usted puede utilizar su mano izquierda para aprender cosas de las superficies que toca, pero también puede usar muchas de estas superficies para estimular sensaciones en ella. Repetimos, su mano izquierda, la palma y la base de los

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dedos están dotadas de un número enorme de terminaciones nerviosas para el tacto. Gracias a este hecho, también es posible estimular en alto grado esas partes de su mano izquierda, de modo que la mano se vuelva extremadamente sensible, además de cargarse de energía.

Es esta energía en su mano izquierda la que otra persona puede percibir como calor si, por ejemplo, usted realizara un trabajo de sanación. Su mano izquierda podría transmitir tanta energía que el calor casi daría la sensación de poder quemar su cuerpo o el de la otra persona.

En una situación adecuada, su mano izquierda puede recibir, y también transmitir, lo que será claramente percibido como energía sexual. La palma y los dedos se llenan de tal modo de energía que pueden llegar a resultar, al menos ligeramente, orgásmicos, y entonces su mano podría despertar sensaciones parecidas en casi cualquier parte del cuerpo de otra persona si acariciase ese cuerpo.

Una vez experimentada tal posibilidad, usted puede utilizar otras superficies para despertar diferentes tipos de sensibilidad y diferentes tipos de energía en su mano izquierda. Tanto si esas energías son, pongamos, de tipo sexual como sanador, o de otros tipos de energía, su mano puede sensibilizarse de tal modo que deja de parecer sólida y parece más bien como si estuviera compuesta de partículas de energía que fluyen o bailan. Cuando su mano izquierda está energetizada a ese nivel, la energía será percibida en toda la mano, y no sólo en la palma o en la base de los dedos.

Cuando su mano izquierda ha adquirido este grado de sutileza y sensibilización, entonces puede realmente percibir otros cuerpos en profundidad, y también puede traspasar su energía a esos cuerpos a un nivel muy profundo. Su mano izquierda puede ser así.

Ahora, al final de los siguientes dos párrafos, haga, por favor, lo siguiente, preferiblemente con los ojos cerrados. primer lugar, compare su conciencia de la mano izquierda con la conciencia de la mano derecha. Compare también su conciencia del hombro izquierdo respecto al derecho y fijeseen cómo se apoya el lado izquierdo de su pelvis en comparación con el derecho, y cómo percibe su pie izquierdo y cómo se apoya en el suelo en comparación con el pie derecho. Entonces utilice la palma y la base de los dedos de su mano izquierda para explorar su pierna y rodilla izquierdas. Tras eso, use la mano derecha para explorar la pierna y rodilla izquierdas y compare las dos experiencias. También toque y explore la mano derecha con la izquierda, y después use la mano derecha para tocar y explorar la izquierda, y observe con qué diferencia toca su mano derecha respecto a como lo hace la mano izquierda. Su mano izquierda, con toda certeza, tocará de una manera que produce sensaciones más refinadas y expresará más conocimiento que la mano derecha. En cambio, al explorar su mano derecha, la izquierda tocará algo que es más sutil que ella misma.

Apoye el codo derecho en la palma de la mano izquierda y entonces flexione y extienda el brazo derecho, sintiendo el codo con la mano izquierda. Después

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sienta el codo izquierdo con la mano derecha mientras flexiona y extiende el brazo izquierdo. Compare las dos experiencias. Una vez que haya concluido, levántese, camine por la habitación y compare su conciencia de la mano y el brazo izquierdos con el derecho. Entonces, use su mano izquierda de otras maneras para seguir explorando de qué modo puede sentir su mano lo que toca cuando se la ha acercado un poco más a su potencial sensitivo.

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Una lengua para todos los gustos

Una vez más, siéntese como antes, cómodamente, en el mismo tipo de silla, y apoye los pies en el suelo, paralelos, con un palmo o palmo y medio de separación entre ellos. Cerciórese de que no será interrumpido ni sufrirá ninguna distracción, y recuerde que a medida que lea, la calidad de conciencia que aplique a la lectura -el enfoque de su concentración mientras lee despacio y atentamente- determinará, más que ninguna otra cosa, cuanto se beneficie del ejercicio. Ahora, cuando se le pida, realice sus observaciones según las instrucciones que reciba para poder comparar su estado actual con lo que perciba y haga cuando concluya su trabajo.

De todos modos, en primer lugar se debería mencionar que es muy corriente que los músculos de la. lengua mantengan una tensión habitual o se encuentren excesivamente contraídos. Tal tensión crónica en la lengua tiene muchas consecuencias perjudiciales, entre ellas: la cabeza y el cuello no pueden girar tan libremente como deberían, los movimientos oculares se ven inhibidos y los ojos pueden acumular una carga nerviosa, y es probable que aparezcan interferencias con el habla y la respiración. En algunos casos, los movimientos de la boca se ven afectados, impidiendo comer y beber de un modo adecuado. La tensión en la lengua puede contribuir a crear tensión en la mandíbula, problemas dentales y jaquecas. Incluso los movimientos de la columna en la parte superior e inferior de la espalda pueden verse perjudicados como resultado de una tensión crónica en la lengua.

Cuando la lengua está suelta, yace ancha y plana en la boca, y la punta sobresale muy ligeramente entre los dientes superiores e inferiores. Cuando se encuentra lo bastante suelta, se mueve en coordinación con los movimientos de los ojos, el cuello y la cabeza. Si los ojos van hacia la derecha, la lengua irá hacia la derecha. Si la cabeza se vuelve hacia la derecha, la lengua se desplazará hacia la derecha, tal como harán los ojos si no hay ninguna inhibición de los movimientos oculares que lo impida. De manera similar, la lengua y los ojos se coordinarán con la cabeza y el cuello en el caso de los movimientos de subida y bajada, o cualquier otro tipo de movimiento de la cabeza y el cuello.

Lo que significa este tipo de coordinación es que la lengua se mueve incluso en la dirección del pensamiento o de la atención. Si una persona está pensando en

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algo que queda a su derecha, entonces su lengua se desplazará involuntariamente hacia el lado derecho de la boca. Si una persona está pensando o atendiendo a algo que queda a su izquierda, entonces de una manera involuntaria -y, de ordinario, inconsciente- su lengua se desplazará hacia el lado izquierdo de la boca.

Esto es lo que sucede cuando el cuerpo se mueve como debe. El motivo de que ocurran estos movimientos es que la cabeza y los ojos siempre tienden a desplazarse en la dirección en que se está pensando o hacia la que uno dirige su atención. Los movimientos musculares del cuello y los ojos pueden ser muy pequeños, pero son suficientes para producir el movimiento mayor de la lengua, que la llevará hacia la derecha o la izquierda, o al paladar superior o inferior de la boca, según sea el caso.

Ahora, tómese un minuto o dos y observe cómo descansa su lengua y qué hace cuando usted vuelve la cabeza hacia la derecha y la izquierda, o simplemente lleva los ojos a derecha e izquierda. Si su lengua no se mueve con los movimientos de cabeza y ojos, entonces no sólo su lengua mantiene una tensión crónica, sino que además restringe los movimientos de su cabeza y ojos. Si su lengua se mueve con su cabeza y ojos, entonces manténgala fija en medio de la boca, y pronto se dará cuenta de cómo esta sujeción le tensa los ojos y le dificulta volver la cabeza y cuello al desplazarlos a derecha e izquierda unas cuantas veces.

Si su lengua permanece en medio de su boca cuando desplaza la cabeza y ojos de lado a lado, intente entonces hacer con la lengua movimientos contrarios a los de la cabeza y cuello, llevando la lengua a la izquierda cuando la cabeza y ojos vayan hacia la derecha. Esto le dará una noción clara de la interrelación entre la lengua, los ojos y los músculos del cuello.

Observe también si siente que la lengua descansa ancha y plana, si la punta de la lengua se extiende un poco hacia el espacio entre los dientes superiores e inferiores, y hasta qué punto le parece que percibe toda la superficie de la lengua, o incluso más allá de la superficie. Gire la cabeza de derecha a izquierda unas cuantas veces para tener una noción de qué sensación le produce, la facilidad con que gira, y con cuánta velocidad puede girar sin ninguna sensación de tensar o forzar. Ahora lleve la lengua de lado a lado en la boca, observando esos movimientos y cómo los afecta que usted abra la boca ligeramente, luego un poco más, y un poco más, hasta que llegue a un punto en que mantener la boca abierta ya no ayude a los movimientos de su lengua, sino que la lengua empiece a sentirse obstaculizada por la tensión en la boca y en la mandíbula cuando usted fuerza la abertura más de lo que le resulta cómodo. Y ahora, simplemente lea, despacio, atentamente, haciendo pausas entre las frases como de costumbre.

A menos que la lengua se utilice de una manera activa y voluntaria, o a menos que se la examine o perciba de una manera deliberada, la mayoría de personas tienen poca o ninguna conciencia de su lengua.

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No saben cómo descansa en la boca, ni cómo debería descansar si se encontrara bien organizada. No saben si se mueve con los ojos y la cabeza, o si debería hacerlo. La verdad sobre estos hechos, como con tantos otros hechos básicos de nuestro uso cotidiano del cuerpo, es desconocida hasta el punto de que no existe ni siquiera una conciencia de no saber las cosas que sabría un organismo sano y con un funcionamiento adecuado.

Incluso cuando observa su lengua en el espejo, seguramente no la mira para ver cómo descansa: si descansa ancha y plana, o si aparece contraída y redondeada. Tampoco es probable que la mire para ver si la lengua, en su posición de descanso, asoma la punta entre los dientes superiores e inferiores o si queda por detrás de los dientes.

Sin embargo, si usted decide prestar suficiente atención a su lengua, puede encontrarse que cada vez es más consciente de su superficie: la parte de arriba, los lados, y la base o parte inferior. Tal vez entonces se haga consciente de su longitud, y de las sensaciones de humedad y calor en ella. Es probable que perciba más humedad en la parte inferior de la lengua que en la superior. Prestar suficiente atención a la lengua -traerla durante al menos un rato a su imagen corporal- es probable que le haga sentirla más grande.

Tal como se le pidió que observara, el alcance y agilidad de la capacidad de movimiento de su lengua puede ser experimentado parcialmente al desplazarla de derecha a izquierda en el interior de la boca.

Si lo hace con la boca cerrada, los movimientos de la lengua serán pequeños, y seguramente sentirá que su base, donde se originan los movimientos, está bloqueada para poder realizar movimientos mayores. Entonces, a medida que la boca se abre cada vez más, su lengua puede moverse más y con mayor libertad y facilidad de movimiento, hasta el punto en que puede sentir tensión en la mandíbula, al forzar la boca a abrirse más de lo que resulta cómodo. Entonces percibirá de nuevo que los movimientos de su lengua se encuentran limitados y bloqueados, aunque por razones diferentes.

La lengua se puede usar para explorar el interior de la boca de muchas maneras diferentes. Por ejemplo, puede pasearse por el paladar superior y descubrir que este paladar es bastante sensible al tacto y que incluso puede producir cosquillas. Puede descubrir que la lengua tiene mucho más espacio para pasearse cuando explora el paladar superior que cuando explora el paladar inferior.

Cuando su lengua explora el interior de su mejilla izquierda, tocará entonces un tipo de superficie diferente, y también tendrá bastante espacio por explorar. A diferencia de los paladares, los lados de la boca son mucho más blandos y ceden con mayor facilidad.

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Su mejilla izquierda, por ejemplo, es muy blanda, y se estira y cede fácilmente cuando la lengua la empuja desde el interior. Lo mismo sucede, por supuesto, con el lado derecho de la boca cuando usted lo explora con la lengua.

Su lengua puede tener una experiencia rica y variada al explorar, uno por uno, la cara interna de los dientes. Su lengua también puede explorar los bordes incisivos de los dientes inferiores. Y, uno por uno, puede explorar la cara externa de los dientes inferiores, para descubrir que las sensaciones son muy diferentes según explore la cara externa o la interna, o los bordes incisivos de los dientes.

Constituye una experiencia significativamente diferente utilizar la lengua para explorar la cara interna de los dientes superiores, y después la cara externa de los dientes, repasando los dientes uno por uno, para llevarla después hacia los lados, a lo largo de los dientes superiores, desplazándola como si, se tratara de un limpiaparabrisas.

También puede desplazar la lengua hacia delante y hacia atrás, de izquierda a derecha, de forma que la parte inferior de la lengua pase por el borde de los dientes inferiores, mientras que la parte de arriba de la lengua pasa simultáneamente por el borde de los dientes superiores.

También puede explorar simultáneamente el interior del labio superior y la cara externa de los dientes superiores con la lengua.

De la misma manera, su lengua puede explorar el interior del labio' inferior y la cara externa de los dientes inferiores, ambos a la vez. Y puede usar la lengua para desplazarla hacia delante y hacia atrás, de forma que primero recorra el labio y dientes superiores y después el labio y dientes inferiores, dibujando una forma ovalada al moverse. Incluso puede realizar esta acción de manera que cuando la lengua vaya hacia la izquierda, siga hasta entrar en el lado izquierdo de la mejilla, y cuando vaya hacia la derecha, siga hasta el lado derecho de la mejilla.

Puede retraer la lengua hacia atrás de forma que la punta quede a una cierta distancia detrás de los dientes, y puede practicar retraerla y después llevar la hacia delante hasta el punto en que entre en contacto con la cara interna de los dientes. O puede llevarla hacia atrás tanto como pueda sin que llegue atensarse, y después llevarla adelante de forma que se extienda entre los dientes y entre los labios y salga hacia delante hasta que usted pueda verla. Puede retraer la lengua y luego extenderla de esta manera muchas veces, llevándola hacia atrás hasta donde le resulte fácil, y después sacarla hacia delante, hasta donde llegue sin tener que forzarla.

Puede alargar y liberar la lengua de una forma muy perceptible si coloca la punta de la lengua entre los dientes y la muerde con mucha suavidad. Entonces, empuje la lengua un poco más hacia delante y muérdala suavemente de nuevo, y otra vez, y otra más, sacando cada vez la lengua un poco más hacia fuera y mordiéndola suavemente para ir marcando el avance.

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A medida que vaya repitiendo este proceso de extender la lengua en pequeños tramos, podrá advertir que puede dar treinta o cuarenta pequeños mordiscos antes de que la lengua asome por la boca tanto como pueda alargarla. Entonces, a medida que repita el proceso, puede llegar a dar cincuenta mordiscos, o sesenta, con la lengua asomando cada vez más por la boca, a medida que el cerebro responde al mensaje que recibe y permite que la lengua se alargue más y más. Tras haber realizado estos movimientos durante un rato, su lengua puede ser sensiblemente más larga que cuando empezó. Cuando la lleva de nuevo al interior de la boca y la deja reposar ahí, tal vez la perciba más ancha y más plana. Puede incluso suceder que asome entre sus dientes más de lo que le gustaría, pero rápidamente se reorganizará para regresar a su posición natural, con la punta sobresaliendo sólo muy ligeramente entre los dientes. Lo que sienta su lengua y cómo sienta usted su lengua puede variar mucho según la orientación e intención que usted ponga en el uso de su lengua. Por ejemplo, la puede usar para percibir las superficies que toca con ella, con la intención de reconocer esas superficies, pues su lengua puede revelar, mediante su exploración, cómo son esas superficies. Pero también podría usar su lengua con una intención diferente al recorrer con ella esas mismas superficies y, mientras toca las superficies de una manera que parece idéntica, podría tener la intención de aprender cómo responde su lengua a esas superficies: aprender, no sobre lo que toca su lengua, sino sobre las sensaciones que percibe al tocar algo con ella.

También puede modificar su intención, y por tanto su experiencia, de otras maneras muy sencillas. Por ejemplo, puede usar su lengua deliberadamente para estimular sensaciones en cualquier parte de su boca o labios, u otra zona de su cuerpo que la lengua esté tocando. O puede usar intencionadamente cualquier parte que su lengua esté tocando para estimular sensaciones en ella. La experiencia será muy diferente en cada caso, tanto para la lengua como para la parte que es tocada por ella. (Si estuviera tocando con la lengua el cuerpo de otra persona, por el mero hecho de variar sus intenciones, la experiencia de la otra persona, además de la suya propia, sería bastante diferente, según cuál fuera su intención.)

Existen muchas otras variaciones que puede introducir al explorar el potencial sensorial y cinestésico de su lengua. Por ejemplo, puede usar la lengua para estimular el interior de su mejilla izquierda mientras, de forma simultánea, la usa para aprender sobre la superficie interna de la mejilla. O podría enfocar su conciencia en lo que siente el labio inferior mientras lo toca con la lengua, a la vez que usa el labio inferior para estimular sensaciones en ella. En estos casos, deberá dividir su conciencia, y tal vez descubra entonces que ha dividido también la cantidad e intensidad de sus sensaciones. También podría encontrarse con la capacidad de repartir diferentes porciones de las sensaciones que 1e llegan entre la lengua y la mejilla, o cualquier otra parte que la lengua esté tocando.

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Podría pretender -y conseguir- en otras palabras, que su lengua se quede con tres cuartas partes de las sensaciones existentes, dejando una cuarta parte a sus (normalmente mucho más sensibles) labios.

Una vez que su lengua haya disfrutado de todas estas experiencias, y si se han realizado a conciencia y de una manera relajada, es muy probable que su lengua se mueva con mayor libertad y más rápidamente de lo que se movía antes, y que esté mejor coordinada con los movimentos de los ojos, la cabeza y el cuello. Su lengua se moverá con mayor rapidez de lado a lado si mueve expresamente los ojos y la lengua juntos, de izquierda a derecha, o si vuelve la cabeza de izquierda a derecha y mueve la lengua y los ojos de izquierda a derecha, para descubrir lo rápido que puede hacerlo. También es posible que descubra que su cabeza y cuello giran con mayor facilidad y soltura de lado a lado, con lo que descubrirá que los músculos de su cuello se han liberado.

Entonces, si el ejercicio ha resultado lo bastante provechoso, advertirá que, con sólo girar la cabeza de izquierda a derecha, su lengua acompaña espontáneamente a la cabeza. Y tal vez sólo tenga que mover los ojos de izquierda a derecha para descubrir que la lengua los acompaña. Si su lengua ya estaba bien coordinada, quizás advierta que ha mejorado la calidad de sus movimientos.

Quizá no tenga más que pensar en algo que está sucediendo a una cierta distancia hacia la izquierda de su cabeza para observar que la lengua se desplaza espontáneamente hacia el lado izquierdo de la boca.

O no le haga falta más que imaginar algo que sucede hacia la derecha para observar que su lengua se ha desplazado hacia o contra la mejilla derecha, y también puede advertir que su lengua sube y baja según usted imagine algo que sucede por encima de su cabeza, o preste atención a algo que sucede a la altura de sus pies o por debajo de ellos.

Ahora efectúe estas observaciones, empezando con cómo reposa su lengua en la boca, fijándose después en cómo se coordina con los movimientos de la cabeza, de los ojos, y con su atención. Y f jese en la claridad con que percibe ahora las superficies de su lengua. Vuelva la cabeza rápidamente de lado a lado, notando cómo se mueve. También, con la boca abierta casi hasta el punto de tensión, lleve la lengua de lado a lado y fíjese en si ha mejorado el movimiento. Permanezca sentado tranquilamente, con los ojos cerrados, e intente realizar algunas otras observaciones.

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Aprender a través de los hemisferios

Como de costumbre, lea este párrafo y lleve a cabo las acciones que en él se describen para disponer de una base que le permita reconocer qué cambios ha producido en su cuerpo la NEUROCOMUNICACIÓN. A menudo no percibimos el cuerpo con mucha claridad, pero sí que lo percibimos normalmente como si fuera simétrico. Es decir, la persona media percibe con una claridad prácticamente idéntica la pierna derecha e izquierda, el brazo derecho e izquierdo, el hombro derecho y el izquierdo, los dos lados de la cara, etc. De ordinario el cuerpo se percibe como del mismo peso en ambos lados, y también de la misma longitud. Esto es lo que aquí denominamos simetría.

Ahora, levántese y colóquese con los pies abiertos hacia fuera en un ángulo parecido y con los brazos colgando de manera similar. Fíjese en si su cuerpo le parece simétrico en función de la claridad de percepción, peso y longitud. Luego, camine por la sala y efectúe las mismas observaciones. Una vez hecho esto, regrese a la silla y, en posición sentada, repase su cuerpo en cuanto a la simetría. Después, siga leyendo, despacio y atentamente, haciendo pausas de uno o dos segundos entre frases.

Recuerde, esta forma de procesar la información es nueva para su cerebro, algo que se ha de aprender antes de que el cerebro pueda ejecutarlo con rapidez.

Debe sentarse, como ya es habitual, con los pies paralelos y a un palmo o palmo y medio el uno del otro. Mantenga esta posición simétrica y procure hacer lo mismo también con el resto del cuerpo.

Seguramente podrá sentir que las nalgas y las plantas de los pies reposan simétricamente sobre la silla y sobre el suelo.

Ahora me gustaría llamarle la atención sobre el hecho de que su pie derecho se apoya en el suelo, dibujando un ángulo prácticamente recto con la pierna derecha. El muslo derecho se encuentra aproximadamente en ángulo recto con la pierna derecha. Y, si está sentado en una posición erguida, entonces el lado derecho de su tronco se encuentra en ángulo recto con su muslo derecho.

Usted sabe que podría mover el pie derecho de varias maneras diferentes. Podría dejar el talón derecho en el suelo y luego golpetear el suelo con la almohadilla del

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pie derecho. Podría golpetear el suelo en intervalos rítmicos de uno, dos, tres y cuatro golpes, o podría hacerlo sin ningún ritmo definido.

Dejando el talón derecho más o menos en su sitio, podría hacer girar la punta del pie de lado a lado, sin levantar el pie del suelo. O, bien, podría deslizar el talón derecho de lado a lado manteniendo la punta del pie más o menos en su sitio. También podría mover repetidas veces el tobillo derecho hacia el exterior y después hacia e1 interior del pie derecho.

Podría extender la pierna derecha y, dejando el talón apoyado en el suelo, dibujar círculos en el aire con el pie derecho.

También podría zarandear los dedos de los pies. Tras extender la pierna, podría traerla de nuevo hacia el cuerpo por medio de la articulación de la rodilla derecha. Podría doblar y extender la pierna derecha muchas veces, usando los músculos que sirven pira mover la pierna desde la articulación de la rodilla Podría pasar la mamo derecha arriba y abajo por la pierna derecha, percibiendo la cara anterior, posterior y lateral de la pierna derecha con la mano derecha. Podría colocar la mano en combinaciones diferentes con la pierna derecha. Podría utilizar la mano derecha para explorar y estudiar la parte inferior de la pierna derecha sobre la intención de aprender tanto como pueda ella. Podría usar su mano derecha para estimular muchas sensaciones diferentes en su pierna y rodilla derechas. También podría usar su pierna y rodilla derechas para estimular sensaciones en la mano derecha. Y existen otras posibilidades. Todo depende de la intención que aplique a los mecanismos sensoriales de su mano derecha.

Evidentemente, podría hacer lo mismo con el muslo derecho. Podría desplazar la mano derecha por el muslo derecho, por ejemplo, de una manera que estimule fuertes sensaciones en la palma de la mano y en la base de los dedos derechos. Podría usar los dedos y las uñas de la mano derecha para ejercer pequeñas presiones sobre el muslo derecho, de forma que estimularan sensaciones placenteras que podrían llegar a resultar bastante intensas.

Podría doblar el brazo derecho desde el codo y entonces usar la mano derecha para palmear el muslo derecho o, tal vez, para golpetearla rítmicamente a intervalos de uno, dos, tres o cuatro golpes.

Podría doblar el codo derecho y dibujar círculos en el aire con el brazo y mano derechos, girando desde el codo. También podría dejar la mano derecha sobre el lado derecho de su caja torácica y dibujar círculos con el codo, pero esta vez girando desde el hombro derecho. O podría describir círculos desde el hombro derecho, estirando el brazo derecho frente a usted y haciéndolo girar, o extendiéndolo por encima de la cabeza y dibujando círculos desde el hombro.

También podría usar diferentes partes del lado derecho de su cuerpo para percibir el mundo a su alrededor. Podría palpar diferentes partes de la silla con la mano derecha, usando su mano para aprender cosas sobre la silla, o usando la silla para estimular sensaciones en su mano derecha. Puede apretar la pierna derecha, o presionar con el brazo derecho contra alguna parte de la silla,

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estimulando sensaciones en esas zonas de su lado derecho. También podría prestar atención a cómo descansa su nalga derecha sobre la silla y cuál siente que es la posición del lado derecho de su pelvis.

Puede explorar el interior del lado derecho de su boca con la lengua, deslizándola por la boca, golpeteando la lengua contra el interior de la mejilla o empujando contra la mejilla derecha. Puede concentrar la respiración en el orificio derecho de la nariz, sintiendo así que respira sólo por el lado derecho. Entonces puede notar cómo se mueven las costillas del lado derecho, y que su hombro derecho sube y baja al inspirar y espirar por el lado derecho de la nariz. Puede guiñar el ojo derecho, tal vez a intervalos rítmicos de uno, dos, tres y cuatro guiños.

Su conciencia tiene la capacidad de subir y bajar a lo largo del lado derecho de su cuerpo, empezando lentamente desde la planta del pie derecho y recorriendo todo el lado derecho hasta la coronilla. Entonces, desde el lado derecho de la coronilla, puede bajar por el lado derecho de la cara, percibiéndola, y bajar por el lado derecho del cuello, el hombro derecho, el tronco, el brazo y la mano derechos, el lado derecho de la pelvis, la pierna derecha y el pie derecho, y entonces pasearse arriba y abajo, percibiendo el lado derecho del cuerpo muchas veces.

Tras leer este párrafo, llevará a cabo nuevas observaciones. Esta vez, sin embargo, puede empezar a hacerlo permaneciendo sentado. Fíjese, por ejemplo, en si el lado derecho le da la sensación de estar más bajo que el lado izquierdo: la pelvis más apoyada en la silla, el hombro descansando más abajo, el pie derecho con un mayor contacto con el suelo. Preste atención también a si percibe su ojo derecho más claramente que el izquierdo, su hombro derecho más claramente que el izquierdo, su muslo derecho más claramente, etcétera. Entonces, levántese y, de pie, haga las mismas observaciones. Acto seguido, camine por la sala y, de nuevo, observe la simetría de su cuerpo -o, como es el caso ahora, asimetría- comparando el nivel de percepción entre ambos lados, además de las sensaciones de peso y longitud. Camine muy rápido y fíjese en si la asimetría se hace más marcada.

Si ha estado bien atento, es casi seguro que habrá tenido una sensación bastante clara de que su cuerpo es más largo en el lado derecho. Debería haber sentido que el lado derecho se mueve con mayor libertad, que parece más enérgico y vigoroso, y que el pie derecho se apoya más en el suelo. También hay otros muchos cambios que puede ha-. ber notado: quizá la respiración es diferente en el lado derecho, una mayor claridad de visión en el lado derecho, una tendencia a mirar hacia la derecha, e incluso otros. Intente observarlos una vez más; sentado, luego de pie, y después, caminando, observe con esmero tantas diferencias como pueda detectar entre cómo se organiza y funciona cada lado. Cuando haya acabado, vuelva a sentarse, y llevaremos este proceso un paso más adelante.

Como ya se le ha explicado, existen ventajas en dejar el lado que se ha "trabajado" en su estado alterado, mejorado. Su sistema nervioso, si goza de una salud relativamente buena, es a la vez racional y hedonista. Es decir, busca el

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placer y evita el dolor. Así, cuando un lado de su cuerpo ha podido sentirse y moverse mejor, su sistema nervioso querrá conservar esta forma de estar más placentera. Cuanto más rato pueda observar esta forma de estar más placentera, mayores serán las posibilidades de que el sistema nervioso fije estos cambios, ya sea intentando retenerlos o esforzándose por recuperarlos.

Existe también otra posibilidad: la de transferir de un lado a otro lo que se ha aprendido. En el caso de la NEUROCOMUNICACIÓN, donde los cambios se consiguen simplemente por medio de la lectura, esta transferencia es menos fácil de realizar que cuando se usan movimientos de verdad, o movimientos reforzados por imágenes sensoriales. No obstante, vamos a intentar llevar a cabo ahora esta transferencia, con la cual deberíamos conseguir, al menos, que se restaure la simetría de su cuerpo con un mejor nivel de organización que el que existía antes de leer esta parte del libro.Una vez más, mientras permanece sentado, tome nota de cualquier asimetría que perciba en su cuerpo. (En estos momentos podría ser menor de lo que era hace un minuto o dos).

Ahora, dispóngase a levantar el pie izquierdo, cruzando la pierna izquierda sobre la derecha, de forma que el pie izquierdo descanse sobre la cara externa del pie derecho. Después, podría devolver el pie izquierdo a su posición de partida y cruzar la pierna izquierda por detrás de la derecha, de forma que la cara anterior del tobillo izquierdo contacte con la cara posterior del tobillo derecho. Ahora podría usar la pierna izquierda para levantar la pierna derecha. Una vez que la haya levantado, puede devolver la pierna izquierda a su posición original.

También podría entrelazar los dedos de la mano izquierda con los de la mano derecha de forma que el pulgar izquierdo quede por encima del pulgar derecho. Entonces podría separar las manos y entrelazarlas de nuevo, pero esta vez con el pulgar derecho por encima del izquierdo. También podría, una vez que haya separado las manos, colocar la muñeca izquierda encima de la derecha, y la muñeca derecha sobre la izquierda, y podría repetir este movimiento varias veces. Para acabar, podría colocar la mano derecha sobre el hombro izquierdo. Dejándola ahí, podría colocar la mano izquierda sobre el hombro derecho. Entonces podría levantar los codos hasta la altura de los hombros y volver a bajarlos, manteniendo la mano derecha sobre el hombro izquierdo y la mano izquierda sobre el hombro derecho. Podría hacer esto varias veces, subiendo y bajando los brazos con las manos sobre los hombros, y entonces devolver las manos a su posición natural.Ahora, fíjese en cómo está sentado, y si se encuentra más simétrico. Levántese y repita las mismas observaciones, y después hágalas de nuevo mientras camina. Si ahora se encuentra, como es probable, más simétrico, ¿siente que alguna otra cosa esté mejor que cuando empezó el ejercicio? La transferencia de un hemisferio a otro de su cerebro, ¿ha sido de lo que ha aprendido, o simplemente ha restaurado ambos lados del cuerpo al estado que predominaba antes de que uno de los lados fuera alterado? Alterar uno de los lados ha requerido un "trabajo" bastante largo. Dése cuenta de con qué rapidez y facilidad su cerebro le ha devuelto a un estado de simetría.

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Explorando estados Alterados

Este ejercicio de NEUROCOMUNICACIÓN es algo diferente de los que ha realizado hasta ahora. En este caso, lo que buscamos conseguir no es la alteración de una o algunas partes o funciones, sino una experiencia más global que requiere la participación de todo su cuerpo. Usted debería poder reconocer, cuando terminemos, que está explorando estados alterados de conciencia, y también un nivel de relajación muscular y otros tipos de relajación claramente diferentes de su estado actual.

Cuando llegue al final de este párrafo, camine por la sala algunas veces y tome nota mental de sus percepciones, cómo percibe su entorno y si se siente relajado o no. Note cómo se mueve y todo aquello que pueda detectar de su forma de estar actual mientras se desplaza por la sala. Después, siéntese tal como ya se ha descrito antes: el mismo tipo de silla, la misma posición de pies, etcétera. Modifique su postura lo menos posible mientras lea el texto. Recuerde la importancia de enfocar su conciencia y también que, puesto que el texto se dirige directamente a su cerebro, hay que leer despacio y muy atentamente, dejando pequeñas pausas entre frases, de forma que su cuerpo pueda asimilar lo que lee y organizarse con arreglo a la lectura. Cuente con que el estado alterado y la relajación que experimentará le resultarán placenteros. Ahora, efectúe sus observaciones. Después, vuelva a la silla y dedíquese simplemente a leer.

Existen muchos sistemas que se dedican al desarrollo personal y a realizar el potencial humano. Los más elaborados utilizan, casi todos, la respiración de una forma que no coincide con las experiencias de respiración que tienen la mayoría de las personas, fuera de estas disciplinas. Por ejemplo, al respirar es posible tener la sensación de estar dirigiendo la respiración a través del cuerpo y hacia cualquier parte de él. Usted puede tener la sensación, por ejemplo, de respirar hacia el pie izquierdo o hacia la mano derecha, o puede tener la sensación de inspirar hacia el cerebro y luego espirar hacia la pelvis.

A una persona se le puede pedir que mande la respiración hacia abajo hasta el pie izquierdo, y después que la mande hacia arriba desde el mismo pie, dirigir la respiración de arriba abajo, de modo que entre y salga por el pie, a través de la planta y el dorso del pie.

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La respiración se puede dirigir hacia abajo a través del tronco y a través de toda la pierna hasta el pie derecho. Puede inspirar a través de la planta del pie derecho, dejando que la respiración vaya subiendo por la pierna derecha, para seguir por el tronco hasta el pecho y después continuar hacia arriba a través de la cabeza, a través del espacio del cerebro y por encima de él.

La respiración se puede dirigir a la rodilla izquierda y hacerla regresar, para mandarla después a la rodilla derecha. Entonces, puede respirar hacia la nariz y bajar hacia la rodilla izquierda, regresar a la nariz y mandarla hacia la rodilla derecha, y continuar alternando entre una rodilla y la otra.

Su respiración puede subir y bajar por la parte superior del cuerpo, de modo que entre y salga por la coronilla en un extremo, y entre y salga entre las piernas por el otro extremó, inspirando desde la entrepierna de forma que la respiración recorra la columna vertebral hasta la cabeza y salga por la coronilla para volver a bajar después.

Puede respirar colocando la respiración justo entre el ombligo y la garganta, de arriba abajo y de delante atrás, justo entre el ombligo y la garganta.

Puede tener la sensación de inspirar y espirar entre las piernas, y respirar hacia el hombro izquierdo y bajar de nuevo. Puede mandar la respiración del hombro al espacio entre las piernas. Puede respirar alternadamente desde el hombro izquierdo y desde el hombro derecho, mandando la respiración a través del cuerpo, y desde el espacio entre las piernas, según usted la dirija.

Puede mantener la respiración en la base de la cabeza, entre la barbilla y los ojos. Puede dirigirla para que entre y salga por la oreja izquierda, y entre y salga por la derecha, atravesando la cara hasta la nariz y de vuelta otra vez. También puede llevar la respiración hacia la frente, con la sensación de que entra y sale por la frente. Puede añadir la sensación de que su respiración se proyecta, como si fuese una columna de una materia muy sutil que sale desde la frente, y que después, al tomar aliento, puede atraerla de vuelta y volver a mandarla hacia fuera.

Algunos de los cambios más fuertes suelen darse cuando dirige la respiración hacia el espacio de su cerebro. Pruebe a dirigir el aliento por cada uno de los orificios nasales por separado, de forma que mande un flujo de aliento hacia el hemisferio izquierdo del cerebro y, simultáneamente, el otro flujo de aliento hacia el hemisferio derecho del cerebro.

O bien puede mandar un solo hilo de aliento, que entra y sale del espacio cerebral, de forma que este espacio palpite, o se expanda y se contraiga. Con este tipo de respiración, es posible sentir que el espacio cerebral se hace considerablemente mayor al compás de su respiración.

Si la respiración se dirige intencionadamente hacia la parte superior de su cerebro, para seguir hasta el cráneo y más allá de éste, entonces es posible sentir cómo se expande el espacio cerebral, pero en sentido de alargamiento, haciéndose más largo.

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Su aliento puede salir a través de la coronilla y regresar después por el mismo sitio, entrando y saliendo como una columna que sube más y más alto con cada inspiración.

Y si respira hacia arriba, entrando y saliendo del espacio cerebral, puede hacerlo expandiendo primero la longitud del espacio cerebral y después la circunferencia de este espacio. Con este tipo de respiración, una persona puede empezar a tener una noción de la presencia física del cerebro y del espacio cerebral o, al menos, tener una sensación de que se percibe el cerebro, sobre todo cuando la respiración entra y sale por los lados de la cabeza y por la coronilla.

También puede intentar inspirar desde los pies y las manos, de forma que la respiración recorra las piernas y los brazos, todo el tronco y las extremidades inferiores, atraviese la garganta y la cabeza, a través de la totalidad de su cuerpo.

Ahora, cuando respira de esta manera, puede sentir cómo se expande y contrae todo el cuerpo al compás de la respiración; el cuerpo palpita con esta respiración de cuerpo completo, de forma que puede sentir el cuerpo en su totalidad y de una sola vez por medio de la inspiración y espiración.

Reflexione un momento sobre esta respiración de todo el cuerpo, la totalidad de su cuerpo percibida toda de una vez, un todo unificado, armonioso. Deténgase un momento y reflexione sobre esta posibilidad.

Ahora, cuando haya concluido este párrafo, permanezca sentado tranquilamente y haga un repaso de cómo se siente: su estado de conciencia, si se encuentra relajado, su relación con el entorno, y cualquier otra cosa que observe. Acto seguido, levántese y camine por la sala realizando la misma clase de observaciones. Fíjese en si está de pie como antes o de manera diferente, si siente un estado claro de relajación, y de qué maneras la percepción de su cuerpo, de sí mismo y de su mundo puede diferir de su percepción antes de leer estas páginas. Tras eso, vuelva a sentarse y lea el párrafo final.

Es probable que aún esté teniendo una experiencia de estados de conciencia diferente de lo que es corriente para usted. Le sugerimos que se relaje un poco más y que disfrute explorando y examinando su estado actual, comparándolo con sus estados de conciencia más habituales. Entonces, cuando haya explorado a fondo estas experiencias, de forma que pueda recordarlas con claridad, póngase de pie y camine por la sala a paso ligero durante un minuto o dos. Tal vez descubra que está entrando en un estado más receptivo y perceptivo. Examine también ese estado, e intente darse cuenta de cómo se va fundiendo gradualmente en un estado más parecido a lo que es habitual en su vida.

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Ondas cerebrales Autorreguladas

Como de costumbre, siéntese con ambos pies planos sobre el suelo y paralelos entre sí, a la distancia acostumbrada. Como siempre, lea atenta y detenidamente, parando un segundo o dos entre frases. Ya no debería hacer falta mencionar que no debe interrumpir ninguno de estos ejercicios para ir al baño, contestar al teléfono ni por ningún otro motivo. Cualquier interrupción garantizará un fracaso parcial o total de sus esfuerzos.

Ahora vamos a buscar unos cambios algo diferentes de todo lo que ha experimentado hasta ahora, quizá parecidos, pero en absoluto idénticos a los experimentados en "Explorando estados alterados". En este caso, vamos a intentar darle algún grado de control sobre la producción de dos tipos de ondas cerebrales, las ondas alfa y las ondas delta. Si no entiende los efectos de un predominio de producción de ondas alfa o delta, se le explicará más tarde.

Además, un ejercicio como éste está diseñado para ejercer el mismo tipo de efecto beneficioso sobre la zona a que se dirige -en este caso, su cerebro- como en cualquier otra parte o función del cuerpo sobre la que se mantiene enfocada la conciencia durante un período de tiempo suficiente.

Usted debe tener una idea general de dónde se encuentra su cerebro en el interior del cráneo. Seguramente sabe que su cerebro posee dos hemisferios, el derecho y el izquierdo. La conciencia se puede enfocar sobre el espacio donde se encuentra el hemisferio izquierdo, o se puede enfocar donde está el hemisferio derecho.

Es posible dirigir la respiración de modo que usted sienta que está respirando hacia el hemisferio izquierdo del cerebro. Puede hacer esto durante un rato, y, al hacerlo, es probable que descubra que su percepción del hemisferio izquierdo es bastante diferente de su percepción del lado derecho de su cerebro. También puede respirar hacia el hemisferio derecho de su cerebro durante un rato repetidamente, y entonces, las sensaciones que aparezcan en el lado derecho seguramente se parecerán a las que tuvo al respirar hacia el lado izquierdo del cerebro.

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Acuérdese de limitarse a leer y no realizar voluntariamente los movimientos descritos en el texto. Sin duda experimentará un impulso de realizar los movimientos, pero una vez más, no los lleve a cabo voluntariamente. Ahora también puede respirar hacia la parte posterior del cerebro, y puede respirar hacia la base del cerebro, o puede respirar hacia el centro del cerebro, o hacia la parte superior del cerebro. Puede respirar hacia la parte de atrás del cerebro para sentir que su cráneo se alarga por detrás. Luego puede respirar hacia delante a través del cerebro, hacia la frente, y después volver atrás de nuevo. Puede respirar hacia la parte posterior del cráneo, y puede respirar hacia la parte anterior del cráneo, de forma que éste se alargue por delante además de por detrás, mientras usted respira hacia delante y hacia atrás, advirtiendo, al hacerlo, que su cerebro también se alarga por delante y por detrás.

Su sensación de respirar a través del cerebro resulta muy efectiva para ayudarle a mantener la concentración en el cerebro. Es más, al mantener esta concentración, tendrá una sensación de que percibe no sólo la superficie de su cerebro sino también su interior, al dirigir su respiración a través de él. Cuanto más rato se dedique a respirar hacia la parte posterior del cerebro y del cráneo, tanto más sentirá que tanto su cerebro como su cráneo se alargan por detrás. Al principio, puede parecer que es sólo el cráneo el que se alarga al dirigir la respiración a través del cerebro y hacia el cráneo. Sin embargo, a medida que esta sensación se hace más clara, su sensación de que el cerebro también está siendo modificado por la respiración se irá haciendo más clara. Usted no sólo puede respirar hacia la coronilla, más allá de la parte superior del cerebro, creando una sensación de alargamiento del cerebro en el hacia la coronilla, sino que existen también otras interesantes formas de crear algunas sensaciones novedosas en el espacio cerebral.

Puede, por ejemplo, respirar a través del orificio izquierdo de la nariz hacia el hemisferio izquierdo del cerebro, mientras que, de forma simultánea, respira por el orificio derecho hacia el hemisferio derecho. Puede hacer esto de forma que sienta que el cerebro y el cráneo se alargan hacia el lado izquierdo y, a la vez, se alargan hacia el lado derecho. Entonces, al espirar, el cerebro y el cráneo pueden volver a encogerse, de forma que usted sienta que ambos lados están como estaban antes de inspirar hacia los lados izquierdo y derecho de su cerebro. En otras palabras, por medio de estas acciones usted puede crear una sensación de palpitaciones en el cerebro, con el cerebro expandiéndose hacia fuera con la inspiración y volviendo al punto de partida con la espiración, expandiéndose con la inspiración, y así sucesivamente: sentirá palpitaciones suaves en el cerebro, palpitaciones que usted experimentará como sensaciones muy claras de movimiento en el cerebro y en el cráneo.

Asimismo, también puede respirar hacia ambos hemisferios del cerebro, y llegar hasta el cráneo, sintiendo de nuevo como éste se alarga, pero esta vez hacia arriba y hacia fuera. Este movimiento de subida y bajada a través del cerebro puede volver a darle una percepción muy clara del cerebro, puede crear de nuevo las palpitaciones.

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Tras haber respirado hacia el cerebro durante otro rato, respirando ahora hacia delante y hacia atrás a través del cerebro y después hacia arriba y hacia abajo, puede dejar de dirigir la respiración hacia el cerebro. Es más, olvídese completamente de la respiración. Entonces puede advertir que, incluso sin dirigir la respiración, su conciencia se mantiene bien enfocada en el cerebro y que usted tiene lo que parece una impresión sensorial muy clara del exterior del cerebro, de cómo éste descansa en el interior del cráneo, e incluso una sensación de poder percibir el cerebro más allá de su superficie, o una sensación de alguna actividad física que se da en el cerebro.

Una vez que su conciencia esté enfocada en los procesos de su cerebro, sintiéndolos o intentando sentirlos, entonces podrá aparecer en el campo de su conciencia una imagen incluso más destacada de su cerebro. Entonces, si se detiene un instante y no intenta hacer ni experimentar nada, podría darse el caso que tuviera la sensación de que su cerebro está flotando apaciblemente en su conciencia, una experiencia que algunas prácticas de meditación trabajan muy duro para conseguir.

Deténgase al menos diez segundos antes de pasar al siguiente párrafo.

También puede tener la experiencia de sentir que está explorando el espacio de su cerebro con los ojos, dirigiendo los movimientos de sus ojos hacia este espacio. Puede levantar la vista hacia el hemisferio izquierdo y dejar que los ojos se paseen por él. Entonces puede levantar la vista hacia el hemisferio derecho y dejar que los ojos exploren ese lado. También puede explorar la totalidad del espacio cerebral, haciendo girar los ojos a diferentes niveles del espacio cerebral.

Dentro de ese espacio, puede dibujar círculos en diagonal, con algunos círculos que se inclinen hacia la izquierda y otros que se inclinen hacia la derecha. Puede dibujar círculos verticales con los ojos, y puede describir círculos horizontales con los ojos en su espacio cerebral. Puede dibujar círculos bastante rápidos con los ojos en el espacio cerebral, y puede dibujar círculos cada vez más lentos, girando por diferentes niveles de su espacio cerebral. Puede dibujar círculos muy lentamente en el centro, dibujando círculos horizontales tan grandes como el espacio le permita, y entonces puede dejar que esos círculos se hagan cada vez más lentos hasta que los ojos vengan a detenerse. Los movimientos de los ojos se detienen.

Entonces podrá tener la sensación de que los ojos reposan en algún lugar dentro del cerebro y que, salvo por su conciencia de los ojos y del cerebro, ésta no tiene nigún otro contenido: ni pensamientos, ni imágenes, sólo paz y tranquilidad. Cierre los ojos y obsérvese a sí mismo unos instantes.

Ahora, tal vez usted sepa, o tal vez lo ignore, que su cerebro produce varias clases de fenómenos eléctricos, que incluyen las ondas fácilmente mensurables que llamamos alfa, beta, delta y zeta. Las ondas alfa son las que predominan en la meditación. Cuando el cerebro produce sobre todo ondas alfa, es cuando tenemos la sensación de relajación y serenidad. Las ondas delta, por otro lado,

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son las ondas del sueño. Cuando el cerebro empieza a producir cantidades significativas de ondas delta, la persona empieza a sentirse soñolienta y, si la actividad delta continúa, se duerme.

Usted puede notar que hay algunos movimientos oculares muy característicos, que acompañan a sus diferentes respuestas a las instrucciones del cerebro: ondas delta (ondas cerebrales del sueño), u ondas alfa (ondas cerebrales de relajación). Puede suceder que tan pronto como haya alguna sugerencia de que su cerebro está generando ondas delta, e incluso antes de que se haya hecho ninguna mención de somnolencia, usted sienta que sus párpados empiezan a caer, como cuando cierra los ojos.

Esta tendencia a cerrar los ojos es, evidentemente, apropiada cuando usted produce ondas cerebrales asociadas al sueño.

Por otro lado, los movimientos oculares que seguramente experimentará cuando su cerebro produzca ondas alfa, o cuando esté a punto de producirlas, ondas de meditación y de relajación profunda, serán movimientos apropiados a esos estados de conciencia, tal como la tendencia de sus ojos a cerrarse es apropiada cuando su cerebro busca la soñolencia y el sueño. Con las ondas alfa, puede sentir cómo se relajan los ojos. Es fácil, con un poco de práctica, percibir cómo se relajan los ojos cuando usted u otra persona da las instrucciones para que su cerebro produzca ondas alfa. O, al menos, su cerebro aceptará gustoso esas instrucciones cuando su conciencia esté enfocada en su cerebro o en el espacio cerebral.

Las instrucciones para producir ondas delta o alfa no sólo provocarán que sus ojos tiendan a cerrarse o a relajarse, sino también producirán cambios en la respiración. Podrá notar tres tipos diferentes de respiración: la que aparece cuando se sugieren ondas delta, la que aparece cuando se sugieren ondas alfa, y la que se produce cuando no se sugiere ningún tipo de ondas.

Yo no voy a decirle cómo podría cambiar su respiración en cada una de esas situaciones. Intente descubrirlo por sí mismo. Pero tenga en cuenta que si se dan cambios espontáneos de movimientos de ojos, o cambios espontáneos en la respiración, o ambos, entonces es casi seguro que también se han dado cambios en los tipos de ondas cerebrales que está produciendo.

A modo de resumen, su concentración en su cerebro puede permitirle adquirir un cierto control sobre las ondas alfa, delta y otras. Su cerebro responde cada vez más a las sugerencias sobre qué tipos de ondas va a producir. Entonces, si la sugerencia verbal dice que el cerebro produzca ondas alfa, lo que se experimentará será un estado de relajación.

Después, si usted sugiere que el cerebro produzca ondas delta, es posible que muy pronto aparezca un estado de somnolencia. Después de eso, puede usar las sugerencias para explorar el estado relajado alfa durante un rato, y después el estado de somnolencia delta durante otro rato, pasando de uno a otro estado varias veces. Para mantener esta capacidad, no debería hacer ningún otro movimiento.

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Cuando haya concluido este párrafo, hable con su cerebro y sugiérale que produzca ondas alfa, y entonces limítese a observar los resultados. Tras mantener esa sugerencia y esas observaciones durante un rato, sugiérale al cerebro que produzca ondas delta de somnolencia y observe qué sucede. Pase de vez en cuando de un estado al otro, y fijese si le parece que a resultas de la lectura, su cerebro está dispuesto a producir determinados tipos de ondas según sus instrucciones, al menos hasta cierto punto.

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Integrando el mundo

de los sentidos

Sólo entre los pueblos más bien primitivos, o entre los pueblos que han podido permanecer más cerca de la naturaleza, se da, de manera natural, una experiencia multisensorial equilibrada del mundo exterior, ese mundo que existe fuera de la persona. Hablo de una manera de vivir el mundo cuyo uso de los sentidos es simultáneo y aproximadamente equivalente, de manera que esos sentidos describen el mundo perceptible tal como es y no de una forma fragmentaria.

Incluso hace un siglo o dos, era corriente que la gente tuviera una conciencia multisensorial de la realidad externa. Hoy en día, sin embargo, los humanos hemos llegado a un punto tal de extrañamiento con la naturaleza, y de tal fragmentación y desequilibrio interno, que es casi imposible encontrar a alguien que no falsifique su mundo al captarlo a través de sólo uno o dos sentidos a la vez, diluyendo y distorsionando así la realidad que está viviendo.

En otras palabras, se hace un excesivo hincapié en algunos aspectos de la realidad, mientras a otros aspectos no se les da ninguna relevancia, y otros, incluso, son totalmente pasados por alto.

Imagine una fotografía de un paisaje. Entonces borre algunas partes del paisaje, oscurezca otras, empalidezca algunas más y observe si aún lo puede reconocer como el paisaje que representaba la fotografía al principio. Esto es lo que le sucede al mundo exterior cuando le aplicamos los sentidos de una manera desigual.

Es fácil demostrar que el oído resulta mermado cuando la conciencia se centra en la visión. 0 que la visión disminuye al aguzar el oído. Si usted acentúa la conciencia de lo que está tocando, descubrirá que la agudeza de visión y oído disminuyen, junto con cualquier otra sensación que esté presente en ese momento. Cierre los ojos y advertirá cómo cobra relevancia cualquier otro sentido en el que se concentre.

Es indiferente de qué tipo de experiencia sensorial estemos hablando. Una concentración en las sensaciones de movimiento apagará todas las otras. Lo mismo sucederá si nos concentramos en el gusto o el olfato.

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Una vez más, es casi imposible encontrar a un hombre que pueda estar en una habitación, o atravesar una habitación, y darse cuenta de un modo equivalente de lo que se puede ver, oír tocar y oler, de sus movimientos o de lo que está de gustando, en el caso de que estuviera saboreando álgo. No, tendrá una percepción primaria de uno de sus sentidos, una secundaria de otro, una leve conciencia de un tercero, otra aún más leve de un cuarto, y seguramente no detectará ya nada más, si es que llega a captar todo eso. Entonces, ¿cómo puede esperar una persona tal tener una experiencia adecuada del mundo objetivo?

Esta incapacidad de usar los sentidos de un forma armoniosa y acompasada es una fuente primordial de error. Existen, por supuesto, muchas otras distorsiones de la realidad tal como la experimenta la persona media. En muchos casos, se da una incapacidad casi total de pensar y, simultáneamente percibir más de lo que es del todo imprescindible para no chocar con los objetos o caerse. Las emociones desde luego, pueden obstruir tanto el pensamiento como la percepción. Las ideas preconcebidas de muchos tipos diferentes tiñen la percepción del mundo del individuo.

Con la presencia de todos estos factores, la realidad de la persona media es poco más que una vaga y estrambótica aproximación de lo que percibiría si fuera capaz de aprovechar la capacidad sensorial, intelectual y de otras índoles con las que está dotado el ser humano.

Añadamos un hecho que es reconocido por casi todas las principales disciplinas espirituales del mundo: el ser humano está "dormido" o despierto a un nivel mínimo, más parecido a la noción de un sonámbulo que a la de alguien despierto, receptivo. Y, tal como el contenido de los sueños de un sonámbulo que dicta sus movimientos, la vida mental de la persona corriente está gobernada primordialmente por las imágenes, ideas e impulsos involuntarios que surgen de la mente inconsciente para manifestarse en el escenario de una "realidad" pálida y desfigurada que se percibe a través de la neblina borrosa y desequilibrada de los sentidos.

Dirija su atención hacia el libro que está leyendo. ¿Qué es lo esencial que capta de él? Supongamos. que sostiene el libro entre las manos: seguramente está tocando una o varias páginas y, tal vez, incluso el lomo y las tapas. Mientras lo sostiene, también puede ser que esté tocando la mesa o el escritorio sobre el que descansa el libro. Puesto que lee, también lo mira. Para leerlo, debe tener alguna conciencia de que las palabras que lee han sido impresas en tinta negra sobre una página que, aparte de la tinta, es más o menos blanca.

Usted toca el libro, mira el libro, y para leerlo también tiene que moverse, de forma que su sentido cinestésico también participa en el proceso.

Si se da cuenta de algo de todo esto, tal vez sepa si son sólo los ojos los que recorren la página de través y de arriba abajo, o si también realiza algún movimiento de lado a lado y de arriba abajo con la cabeza, para lo cual mueve el cuello en tanto la cabeza gira, baja y se levanta, por minúsculos que sean los movimientos.

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Aunque no formen parte del acto de leer, seguramente habrá sonidos de alguna clase que penetren en su conciencia mientras lee. Tal vez también pueda detectar olores que le llegan, e incluso tener conciencia de algunas sensaciones de sabor en la boca, o tal vez sólo capte la humedad de su boca.

¿De qué tiene conciencia principalmente? ¿Tiene más conciencia de tocar el libro, o de mirar al libro, o de los movimientos que realiza su cuerpo mientras lee? ¿Hasta qué punto capta sonidos, olores, sabores y cualquier otra sensación como humedad, sequedad, frío, calor? Si tuviera que construir una jerarquía de sensaciones, que vaya desde aquellas sensaciones más presentes a las menos presentes, ¿en qué orden las colocaría?

¿Sabe usted si, en realidad, se daba cuenta de todas estas sensaciones antes de que le fueran mencionadas? Si la respuesta es no, ¿sabe de qué sensaciones sí tenía conciencia mientras leía, antes de que le fueran enumerados los diferentes tipos de sensaciones posibles? ¿Podría usted haber construido, de un momento para otro y sin ninguna enumeración ni mención previa, una jerarquía adecuada?

¿Es posible que su jerarquía cambiara de una sensación dominante a otra a medida que los diferentes sentidos le fueron recordados? Por ejemplo, cuando se le insinuó que estaba tocando diferentes partes del libro, ¿se daba el caso de que el sentido táctil era el dominante? ¿O se volvió dominante?

Cuando leyó lo de la tinta negra sobre el papel blanco, ¿qué predominaba entonces? ¿Era su sentido visual? ¿Y había sido así antes de que se mencionara el aspecto de la página?

Mientras tanto, ¿qué sucedía con su sentido cinestésico? ¿Percibía algo sobre el movimiento de los ojos o la cabeza antes de leer acerca de estos movimientos? No se han mencionado los movimientos mayores de mano y brazo que hacen falta para volver las páginas.

Dirija su atención hacia el libro que está leyendo. ¿Qué es lo esencial que capta de él? Supongamos. que sostiene el libro entre las manos: seguramente está tocando una o varias páginas y, tal vez, incluso el lomo y las tapas. Mientras lo sostiene, también puede ser que esté tocando la mesa o el escritorio sobre el que descansa el libro. Puesto que lee, también lo mira. Para leerlo, debe tener alguna conciencia de que las palabras que lee han sido impresas en tinta negra sobre una página que, aparte de la tinta, es más o menos blanca.

Usted toca el libro, mira el libro, y para leerlo también tiene que moverse, de forma que su sentido cinestésico también participa en el proceso.

Si se da cuenta de algo de todo esto, tal vez sepa si son sólo los ojos los que recorren la página de través y de arriba abajo, o si también realiza algún movimiento de lado a lado y de arriba abajo con la cabeza, para lo cual mueve el cuello en tanto la cabeza gira, baja y se levanta, por minúsculos que sean los movimientos.

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Aunque no formen parte del acto de leer, seguramente habrá sonidos de alguna clase que penetren en su conciencia mientras lee. Tal vez también pueda detectar olores que le llegan, e incluso tener conciencia de algunas sensaciones de sabor en la boca, o tal vez sólo capte la humedad de su boca.

¿De qué tiene conciencia principalmente? ¿Tiene más conciencia de tocar el libro, o de mirar al libro, o de los movimientos que realiza su cuerpo

mientras lee? ¿Hasta qué punto capta sonidos, olores, sabores y cualquier otra sensación como humedad, sequedad, frío, calor? Si tuviera que construir una jerarquía de sensaciones, que vaya desde aquellas sensaciones más presentes a las menos presentes, ¿en qué orden las colocaría?

¿Sabe usted si, en realidad, se daba cuenta de todas estas sensaciones antes de que le fueran mencionadas? Si la respuesta es no, ¿sabe de qué sensaciones sí tenía conciencia mientras leía, antes de que le fueran enumerados los diferentes tipos de sensaciones posibles? ¿Podría usted haber construido, de un momento para otro y sin ninguna enumeración ni mención previa, una jerarquía adecuada?

¿Es posible que su jerarquía cambiara de una sensación dominante a otra a medida que los diferentes sentidos le fueron recordados? Por ejemplo, cuando se le insinuó que estaba tocando diferentes partes del libro, ¿se daba el caso de que el sentido táctil era el dominante? ¿O se volvió dominante?

Cuando leyó lo de la tinta negra sobre el papel blanco, ¿qué predominaba entonces? ¿Era su sentido visual? ¿Y había sido así antes de que se mencionara el aspecto de la página?

Mientras tanto, ¿qué sucedía con su sentido cinestésico? ¿Percibía algo sobre el movimiento de los ojos o la cabeza antes de leer acerca de estos movimientos? No se han mencionado los movimientos mayores de mano y brazo que hacen falta para volver las páginas. Si se le hubiera preguntado sobre su conciencia del sentido cinestésico en el momento en que volvía la página, ¿cómo habría afectado eso su jerarquía de preeminencias sensoriales?

Al final de los dos siguientes párrafos, usted se dedicará a reconstruir la jerarquía de sensaciones que ha experimentado mientras leía estos párrafos. Antes, usted no estaba sobre aviso para una tarea de autoobservación como ésta. Ahora, sin embargo, sabe de antemano lo que se le va a pedir que haga. Se le pide que tome nota mental de sus percepciones táctiles, sus percepciones visuales, cinestésicas, auditivas, olfativas y gustativas, si es que están presentes.

Sabe que debe intentar darse cuenta de si tiene esas percepciones, de la claridad relativa de esas percepciones y de cómo, por ejemplo, su intento de observación afecta a la lectura, la comprensión de lo que se lee, y posiblemente, también a la o organización de su cuerpo. Por ejemplo, al intentar hacer un seguimiento de sus experiencias sensoriales, ¿le lleva ese esfuerzo a interrumpir la respiración, encoger los hombros, poner en tensión la nuca, o a crear algún otro tipo de tensión en el sistema muscular? ¿Tiene alguna conciencia, mientras se auto

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observa, de pensamientos o emociones ajenas que sean producto de lo que está haciendo, o sabe que hace, o más bien parece que tengan otra causa? Ahora bien, si le ha costado hacer estas observaciones, compararlas y ordenarlas en una jerarquía, no deje de leer estos párrafos de nuevo y construya la jerarquía. Si es preciso, relea los párrafos varias veces.

Como ya hemos comentado, es poco frecuente encontrar una persona que no use uno o dos sentidos a expensas de los demás, diluyendo así cualquier realidad dada, y creando de esta manera un todo distorsionado. También se da el hecho de que existen diferentes tipos de personalidades que tienden a preferir un sentido, o quizá dos o tres, a expensas de los otros, y que lo hacen casi sin excepción. De este modo, uno puede usar el sentido de la vista en detrimento de los otros.

Otro puede hacer un mayor uso de los sentidos del tacto y cinestésico, haciendo un menor uso proporcional de los otros sentidos. La salud y el equilibrio exigen una multipercepción más armoniosa y mejor orquestada.

A menudo es deseable concentrar la percepción de forma selectiva, pero esta selectividad sensorial debería ser fruto de una elección libre, no algo impuesto de una forma del todo inconsciente.

Puesto que este ejercicio es más complicado que los otros que ha hecho, se le ha pedido que llevara a cabo muchas más observaciones que en apartados anteriores. Se le pedirá que realice algunas más, aquí y allá, a medida que avancemos. Al final de este párrafo, levántese y camine por la sala, procurando notar, tan plenamente como pueda,

todo aquello que le llegue por medio de los sentidos. Asi mismo, ponga un empeño especial en apreciar si se da más cuenta de sus movimientos, o de lo que ve, lo que oye o, quizá, de alguna otra clase de conciencia sensorial. De nuevo, establezca una jerarquía, ordenando los sentidos según la intensidad de su conciencia al moverse por la sala. ¿De qué sentido tenía más conciencia, cuál iría en segundo lugar, etcétera? Dispóngase ahora a caminar y a efectuar las observaciones. Una vez que haya concluido, regrese a la silla, al libro y a la lectura.

Mientras lee, se le revela de nuevo que la lectura y su experiencia de aquí y ahora contienen varios componentes: principalmente visuál, táctil y cinestésico; los demás tienen un significado sólo marginal. O tal debería ser el caso, aunque los ruidos ambientales desagradables pueden volverse aún más molestos.

Dado todo lo que hemos hecho hasta ahora, usted debe tener, con casi total seguridad, conciencia del contacto que mantienen sus manos y dedos con el libro. Es casi seguro que usted tiene conciencia visual de las páginas del libro, de lo blanco de la página y lo oscuro de la tinta. A menos que su conciencia haya dejado de beneficiarse de lo que ha leído, también debería darse cuenta de las sensaciones de movimiento, no sólo de los extensos movimientos de brazo y mano que se realizan al volver la página o cambiar la postura, sino también de los movimientos oculares y, posiblemente, de los movimientos de cabeza, o

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incluso de los hombros y la espalda. Si sus ojos se mueven con libertad, no debería hacer falta mover la cabeza para leer. Sin embargo, si el movimiento de sus ojos está restringido, entonces tal vez tenga que mover la cabeza, con los ojos viajando en su interior como pasajeros. Si los movimientos de su cuello también están inhibidos, quizá tenga que mover otras partes de la columna y torso para poder leer la página.

De hecho, es muy poco habitual que una persona tenga mucha conciencia de los movimientos de los ojos o la cabeza mientras lee. Y, a menos que aparezca alguna molestia, puede haber una casi total falta de conciencia de las partes del cuerpo que no participan directamente en el acto de leer, como es el caso de los ojos, la cabeza, las manos y los brazos.

Una persona verdaderamente sana, incluyendo en el concepto de salud una imagen y autoconsciencia corporal razonablemente completas completas, sabría prácticamente lo mismo sobre lo que hacen las otras partes del cuerpo como sobre los ojos, la cabeza y los brazos, que participan directamente. En su caso, mientras leía, es poco probable que tuviera una conciencia suficiente de lo que hacían sus pies y piernas cuál era la disposición de su pelvis, qué hacía con los hombros, cómo respiraba, si su cuerpo se encontraba en una posición más o menos simétrica, y demás. A menos que alguna parte le doliera, su conciencia seguramente abarcaba muy poco de usted mismo, salvo por la cabeza y las manos, e incluso entonces, probablemente percibía muy poco lo que estaba haciendo.

No confunda esta escasa conciencia de sí mismo con una "buena concentración". Su conciencia sería seguramente la misma aunque estuviera sentado mano sobre mano. Ciertamente, la buena concentración convive con una, saludable conciencia de uno no. Uno abarca más, no menos, cuando sabe lo que está haciendo.

Esto es así, en parte porque, cuando no sabemos lo que hacemos, es probable que estemos usando mal el cuerpo y creando algún grado de malestar que, aunque no llegue a penetrar en la conciencia, constituye una distracción para el cerebro y el sistema nervioso.

Esto no significa que nunca haga falta usar uno o dos sentidos en tal medida que minimice el uso de los demás sentidos. La cuestión es que en su campo de la conciencia debería existir la posibilidad de elegir, y que la elección, en un momento dado, de acentuar uno o más sentidos debería ser la adecuada a la situación o a sus objetivos. La persona que tiene un pleno dominio sobre sus sentidos tiene la capacidad de escoger hasta qué punto se va a usar o no un sentido determinado. Esta capacidad comprendería lo que en psicología se conoce como "alucinacion negativa", es decir, la capacidad de no ver, u oír, o de cualquier otra manera no captar aquello que está objetivamente presente- para eliminar cualquier impresión sensorial de forma que, a efectos prácticos, deja de estar presente (Es lo contrario de "alucinación positiva", la percepción de algo como si estuviera presente cuando en realidad no lo está). La persona con total dominio de su percepción puede simplemente regular las impresiones sensoriales

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del mismo modo que regula el volumen de la radio, sólo con subir o bajar un botón.

No hay mucha gente que tenga este grado de control sobre los mecanismos sensoriales, pero la capacidad para dicho control existe en todo ser humano.

Como ya hemos mencionado, su experiencia puede ser en gran manera visual. Puede ser una experiencia visual de aquella parte del libro que esté leyendo. O puede extenderse más allá del libro para incorporar la mesa o escritorio sobre el que descansa el libro.

Y su conciencia visual puede seguir ampliándose para abarcar todo aquello que quede dentro de su campo de visión.

Mientras lee, también puede ocurrirle que se dé cuenta, simultáneamente, de impresiones visuales evocadas por las palabras que está leyendo.

Aunque sus ojos estén enfocados sólo hacia las páginas, si lee algo sobre una manada de elefantes, entonces es probable que se haga, al mismo tiempo, una imagen de cómo es una manada de elefantes. En realidad, esa imagen que tiene de la manada seguramente le resultará de mayor interés que las páginas del libro y por tanto la "verá" mejor que como ve el libro, en algún sentido. Lo mismo sucede si lee un libro sobre un velero en alta mar, un gran ejército en marcha, altas cumbres montañosas, una cascada, una pareja haciendo el amor. Ese tipo de experiencia "visual>) también se dará si piensa, por ejemplo, en su perro, su gato, u otro animal al que tenga cariño.

Mientras su mente se recrea con su mascota, esta imagen seguramente eclipsará con mucho las impresiones visuales de su entorno.

También es verdad que si se centra en alguna parte limitada de su entorno, este enfoque le hará ver la parte enfocada de una manera muy diferente a como ve otras partes del entorno que podrían estar igualmente al alcance de su vista. Lo que sucede no es sólo que la vista se enfoca, si no que excluye de la conciencia otros elementos que también quedan en el campo de visión. La elección de no ver, o casi no ver, algunas partes de lo que el sentido visual está captando puede ser la consecuencia de una elección consciente o inconsciente. Es fácil, en cualquier momento, mirar un grupo de objetos, observar cada uno de ellos con aproximadamente la misma atención, y entonces enfocar uno solo de ellos y observar cómo los demás se van diluyendo en una relativa oscuridad o, incluso, inexistencia.

Cualquiera de los sentidos puede usarse de este modo, siempre y cuando el estímulo no sea de una naturaleza tan intensa que elimine la opción de la percepción selectiva.

En circunstancias normales, por ejemplo, no pasaremos por alto un objeto que sea lo bastante afilado para penetrar en el cuerpo o lo bastante caliente para quemarlo.

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Con esto no queremos decir que no podamos excluir incluso sensaciones muy fuertes: hay personas que pueden disociarse del dolor de tal modo que pueden sufrir operaciones quirúrgicas sin anestesia y con muy pocas molestias). De forma parecida, aunque en un grado menor de nuestro potencial sensorial, normalmente captamos, o no captamos, los estímulos que se nos presentan.

Por ejemplo, usted puede desplazar la palma de su mano, dotada de extrema sensibilidad, sobre una superficie como el brazo del sillón o alguna otra parte de su asiento o mesa, y optar por crear sensaciones bastante fuertes en su mano al hacerlo. De modo alternativo, puede usar su mano de una forma que pueda parecer igual, pero reduciendo en gran medida las sensaciones de la mano, ya sea no haciéndoles caso, o tocando algo con la otra mano y poniendo la atención en las sensaciones que eso le produce.

También puede concentrarse en otro de los sentidos, etcétera. Por otro lado, ayudará a incrementar las sensaciones de la mano cerrando los ojos, por ejemplo, y podría conseguir lo mismo tapándose los oídos, de forma que él sentido auditivo ofreciera poca o ninguna competencia a su sentido del tacto.

Sus manos, mientras sostienen el libro, reciben una serie de sensaciones táctiles diferentes: de las páginas del libro, de los bordes de las tapas, de la sobrecubierta, etcétera.

Esas sensaciones, si se lo permite, pueden llenar gran parte de su conciencia. Sin embargo, suponga que está leyendo algo acerca de lo agradable que es estar sumergido en agua muy caliente, o acariciar el pelaje de un animal, o sostener algo muy frío, como un pedazo de hielo, con ambas manos, o que le den un masaje corporal con aceite. O quizá leer que sujeta un pez vivo en las manos, o que examina con las manos un colmillo de elefante, o que siente la cálida arena de una playa en la espalda mientras el sol calienta el resto de su cuerpo. ¿Hasta qué punto, al leer estas descripciones, permanecerá consciente de sus manos que sostienen el libro y las sensaciones que tuvo cuando no pensaba más que en el contacto de las manos con el libro? Seguro que se habrá producido algún cambio en su conciencia al leer, del mismo modo que su conciencia visual se trasladó de las letras negras en las páginas blancas a los ejércitos en marcha, las cumbres montañosas y las cascadas, al leer sobre ellos.

Mientras lee, su experiencia visual y táctil, tal como se acaba de demostrar, están determinadas sólo parcialmente por el libro que sostiene y que está mirando.

Aun más, pueden ser determinadas por el contenido de la lectura y por las imágenes visuales y táctiles evocadas por lo que lee y, como seguramente habrá observado, las imágenes es pueden ocupar, con relativa facilidad su conciencia más plenamente que sus impresiones sensoriales, al menos en ciertas circunstancias.

Mientras lee, seguramente percibirá algunos sonidos que se producen en la sala a su alrededor. El hecho de volver las páginas del libro produce algún ruido mínimo, y también cuando lo coge o lo deja sobre la mesa. Sin embargo, la mayoría de sonidos que oye seguramente tienen otro origen; proceden o bien de

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dentro de la sala, o bien del exterior, lo bastante potentes para introducirse en ella.

También pueden proceder del interior del edificio en el que se encuentra, o de fuera, como los ruidos de la calle, por ejemplo.

De nuevo se da el caso de que el libro le puede proporcionar imágenes sonoras que mantendrán ocupada su conciencia en un grado mucho mayor que los otros tipos de ruidos mencionados. Piense, por ejemplo, que podría estar leyendo sobre los sonidos de las diferentes clases de campanas.

Podría leer sobre campanillas que tintinean, o podría leer sobre grandes campanas que redoblan en la distancia. Le podríamos pedir que se detuviera un instante y pensase en el sonido que emiten esas campanas.

Podría estar leyendo un texto que hablara de los sonidos de una ópera, o de una sinfonía, o de la voz de un cantante de salsa. También, sobre el pitido de la sirena de un barco, el retumbar de una tormenta, el ruido de una moto, o el de una sierra que corta un árbol. Podría leer sobre el sonido de un chaparrón que cae en un techo de cinc, o el susurro de las hojas cuando sopla el viento.

Es probable que leer sobre estos sonidos le evoque imágenes auditivas que van a competir con su conciencia de otros sonidos de su alrededor, y también con las sensaciones visuales, táctiles o de otra clase que usted pueda tener en ese momento.

Ahora bien, es perfectamente posible no tener que escoger entre los diversos estímulos e imágenes sensoriales. No hay razón por la que no pueda caminar por la playa con una vívida sensación del sol en el cuerpo y de la arena bajo los pies, el agua en los tobillos, sintiendo claramente cómo levanta los pies, dobla las rodillas y balancea los brazos a la vez que escucha los sonidos del agua, y también las bocinas de los coches y una banda de música que desfila por el paseo de la playa.

Con toda seguridad puede sentir que está sentado en la silla, que sostiene el libro, mira las páginas y que hay sonidos a su alrededor.

Puede saber muy bien cómo sería meter la mano en un cubo de agua tibia y removerla con la mano, a la vez que percibe los movimientos del brazo, mientras escucha música por la radio y, como acompañamiento de fondo, otros ruidos que provienen del televisor. Al mismo tiempo, puede captar olores de la cocina, y puede estar masticando un filete o mordisqueando una galleta. Usted podría mordisquear y oler y oír y remover y sentir el calor todo a la vez, de un modo más o menos equivalente.

Puede levantarse y pasear por la sala, y sentir cómo tocan los pies el suelo, y cómo se mueven las piernas, y puede ver la sala a su alrededor, y escuchar los sonidos que le rodean, de forma que al mismo tiempo, y sin ninguna dificultad, puede captar los movimientos del cuerpo, puede escucharlos sonidos de la sala, puede ver lo que hay en ella, y si hay algo que se pueda oler, entonces también puede percatarse de ello. Si está comiendo, también puede degustar lo que come,

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y podría hacerlo a la vez que todo lo demás sin ninguna dificultad. En realidad, podría descubrir que ahora ve más de lo que veía cuando caminó por esta misma sala hace un rato. Al mismo tiempo, puede ser muy bien que oiga más, a la vez que es más consciente de sus movimientos y más consciente del contacto de los pies con el suelo. Se da cuenta, sobre todo, de si los objetos de la sala destacan más y con mayor singularidad que cuando los miró antes. Antes, seguramente, sus percepciones tendían a aglutinarlo todo más o menos en un grupo.

Al ver ahora cada cosa en su particularidad, ¿le recuerda cómo lo vivía de niño, cuando todo era relativamente nuevo y usted era, pues, mucho más consciente de las diferentes partes que, entre todas, creaban el conjunto de su mundo en un momento dado?

Ahora póngase de pie y camine, fijándose en aquello que verdaderamente observa. ¿Cuál de sus sentidos percibe que se ha agudizado? ¿Ha sentido que se diera más cuenta de cualquier estímulo sensorial que estuviera presente? ¿Ha advertido que percibiera sus movimientos con mayor claridad y, tal vez, que se moviera más como imagina que se mueve una persona primitiva o un animal, con mayor agilidad y más conciencia simultánea de su cuerpo y del entorno? Intente caminar por la sala de nuevo, y observe atentamente en qué se diferencia su experiencia de ahora con la que tuvo al caminar antes de leer este libro para adquirir un tipo de funcionamiento sensorial más integrado y armonioso.

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Neurocomunicación y método psicofísico

En este punto de su desarrollo, la NEURCOMUNICACION marca una frontera. El potencial que contiene exige aún una gran tarea de exploración. Dentro de este potencial he mencionado la posibilidad de educar al organismo para que responda con tanta precisión y refinamiento que las. palabras dirigidas al sistema nervioso central quedan provocar cambios en muchas partes del cuerpo y muchas funciones involuntarias. En esta fase temprana y pionera, mi ilusión es que el alcance de la eficacia de la NEUROCOMUNICACIóN transcienda significativamente todo aquello que hasta hoy han logrado el biofeedback o los procedimientos-hipnóticos.

La NEUROCOMUNICACION se llama así porque es un método para dirigirse al sistema nervioso por medio de la palabra (hablada o escrita). Si la palabra escrita supone alguna ventaja es sólo porque es más fácil que un material como el presentado aquí llegue a un mayor número de personas cuando se ofrece desde las páginas de un libro. También es cierto que hay algo de espectacular -por lo inusitado- en el uso del papel impreso para efectuar cambios predictibles, y a veces bastante complicados, en el cuerpo humano. Y, por supuesto, en el caso de un libro no hace falta disponer de magnetófono, ni vídeo, ni ningún otro tipo de equipo.

Aparte de tales ventajas, sin embargo, la palabra hablada es ciertamente preferible a la escrita como medio para evocar los efectos de la NEUROCOMUNICACION. El propio acto de leer interfiere en cierto grado en esa pasividad de la conciencia que permite que la NEUROCOMUNICACIóN se aproveche al máximo. El lector posee patrones de actividad muscular que ha desarrollado a lo largo de los años y que se han convertido en hábitos inconscientes bien arraigados. Un observador atento puede detectar en casi cada lector formas personales de colocar y usar los músculos y el esqueleto, formas de respiración y de mover la cabeza y los ojos. Aunque estas conductas puedan ser en gran manera o del todo inconscientes, no por eso dejan de suponer unos esfuerzos que difuminan o de alguna manera distorsionan la conciencia que uno puede aplicar a la lectura.

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Es muy difícil que alguien pueda tener una forma de escuchar habitual y firmemente arraigada que se parezca a la escucha que requieren materiales tan novedosos como los que se presentan en la NEUROCOMUNICACION.

Por eso, si uno está escuchando algo, es más fácil entregarse a la experiencia y, concretamente, seguir las instrucciones respecto a dejar que el mensaje simplemente "fluya a través" de la mente y vaya al cuerpo. También, y esto es muy importante, la persona que dirige el ejercicio puede marcar el paso de la presentación; en cuyo caso esa persona ha de tener una experiencia mucho mayor sobre cuál debería ser ese ritmo, así como qué palabras y frases necesitan ser realzadas, y en general cómo presentarlas para facilitar la concentración y el nivel de conciencia de la persona que escucha.

A pesar de los relativos inconvenientes, nos ha parecido valioso hacerlo para demostrar con ello que la palabra escrita puede ser utilizada para provocar cambios de organización en el cuerpo tan complicados y predictibles como los que pueden darse en respuesta a los ejercicios que usted ha leído y experimentado. Hemos demostrado, a un nivel científico, algunos hechos sobre la interrelación cuerpo-mente que nunca antes habían sido tratados de esta manera. Cuando semejante demostración puede ser realizada, entonces debe realizarse. He insinuado que el futuro de la NEUROCOMUNICACION escrita -a diferencia de la hablada- podría encontrarse más en el ámbito de la literatura que no en el de la medicina o psicología. Sea como fuere, para cualquiera que haya leído este libro hasta aquí no hará falta nada más para convencerle de la singularidad de la experiencia.

Así como los efectos de la NEUROCOMUNICACIÓN escrita serán superados por los de la NEUROCOMUNICACIÓN hablada, así los efectos de un ejercicio idéntico o comparable serán aún mayores si los movimientos se imaginan conscientemente, es decir, con una imaginación que comprenda imágenes de las sensaciones táctiles y cinestésicas apropiadas. Yendo más allá, el ejercicio será incluso más efectivo -y provocará cambios aún mayores- si se realiza con movimientos reales, objetivos, y no sólo con movimientos imaginados, subjetivos. En algunos casos, los mayores efectos de todo se pueden conseguir por medio de una combinación de movimientos objetivos e imágenes subjetivas en unas circunstancias adecuadas de estados alterados de conciencia. No puede realmente plantearse un sistema de ejercicios que realice su potencial para cambiar al ser humano, a menos que ese sistema incorpore una forma de organizar la conciencia en esos estados que resultan más favorables para alcanzar el objetivo que se persigue cualquiera que éste sea.

La NEUROCOMUNICACIÓN acaba cuando aquello que se le pide a la persona no es sólo que atienda al lenguaje, sino una participación considerablemente más activa en el proceso, utilizando imágenes, movimientos estados de conciencia y cualquier combinación de ellos. Para dejar bien clara la diferenciar' entre la NEUROCOMUNICACIÓN y el trabajo psicofísico, le pediremos al lector que realice el siguiente ejercicio. Como debe recordar, al principio del libro realizó un ejercicio titulado "Movimientos del hombro y cintura escapular". Intente recordar

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cuál fue su respuesta a ese ejercicio. ¿Hasta qué punto mejoró la movilidad de su hombro derecho en relación a los movimientos de su hombro izquierdo?

¿Cómo se organizaba su cuerpo al final? ¿Notó que el lado derecho de la pelvis estaba más bajo, de forma que el cuerpo tendía a inclinarse hacia la derecha? ¿Miraban sus ojos hacia la derecha, estaba su cabeza inclinada hacia la derecha, tendía todo el cuerpo a apoyarse más hacia la derecha? ¿Advirtió cómo su sistema nervioso experimentaba una clara preferencia por su lado derecho, de forma que usted percibía su ojo derecho mejor que el izquierdo? ¿Su hombro derecho mejor que el izquierdo? ¿El lado derecho de su cara mejor que el lado izquierdo, el pie derecho mejor que el izquierdo; en realidad, que podía percibir todo el lado derecho de su cuerpo mejor que el lado izquierdo?

Intente recordar qué sucedió cuando se levantó de la silla y anduvo por la sala. ¿Se movían mejor su brazo y hombro derechos, y su pie derecho se apoyaba mejor sobre el suelo que el izquierdo? Y recuerde qué pasó la primera vez que dibujó grandes círculos, primero con el brazo derecho y luego con el izquierdo, subiendo los brazos y manos hacia el cielo raso y bajándolos después hacia el suelo. Trate de recordar cualquier otra respuesta que hubiera tenido.

Ahora, voy a describirle movimientos idénticos y muy parecidos, pero esta vez usted va a llevar a cabo físicamente los movimientos a medida que lea.

Al final de este párrafo, levántese y camine por la sala, y observe los movimientos de los hombros mientras camina. Compare los movimientos de los brazos al andar. Entonces quédese de pie y fíjese en cómo percibe sus dos hombros: si los percibe con igual claridad, o si uno lo percibe con una claridad significativamente mayor. Después, dibuje algunos círculos grandes con los brazos: lleve los brazos por detrás de la espalda, por encima de la cabeza, al frente y abajo, comparando la capacidad y soltura de movimiento en los dos brazos y hombros. Dibuje los círculos moviendo ambos brazos a la vez, y después altérnelos. Para acabar, regrese a su silla y compare su conciencia del hombro derecho e izquierdo, el pie derecho e izquierdo, el lado derecho e izquierdo de la pelvis, el lado derecho e izquierdo de la cara, y el lado derecho e izquierdo como un todo. Por favor, levántese y realice ahora estas observaciones.

Una vez sentado, adopte la postura que tenía para realizar la NEUROCOMUNICACIÓN. Deje los pies apoyados en el suelo, paralelos entre sí, a un palmo o palmo y medio de distancia. Coloque el resto del cuerpo tan simétricamente como pueda, y procure mantener esta postura simétrica mientras lea.

Cuando realizó esto como ejercicio de NEUROCOMUNICACIÓN, usted trabajó con el hombro derecho. Esta vez trabajará con el hombro izquierdo.

Antes que nada, simplemente fíjese en qué puede percibir de él: la parte superior, el frente, la cara externa del hombro, la parte trasera, y cualquier otra cosa que capte. Entonces tómese un instante para comparar esas percepciones con lo que le llega de su hombro derecho, recordándolo, para que pueda compararlo más tarde.

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Ahora, manteniendo el cuerpo erguido, lleve el hombro hacia delante y tráigalo de vuelta a la posición de partida. Recuerde, esto ya no es NEUROCOMUNICACIÓN, ahora ejecuta Físicamente los movimientos. Lleve el hombro izquierda hacia delante de nuevo, tráigalo de vuelta, y haga esto unas cuantas veces antes de seguir leyendo. Debería tener unas sensaciones muy claras al realizar los movimientos.

Ahora extienda el brazo izquierdo hacia delante. Estírelo tanto como pueda sin inclinar el torso. Encontrará que este es un movimiento de avance mayor que el que realizó hace un instante. Sigue siendo, sin embargo, una cuestión de empujar y estirar desde la articulación del hombro. Haga este movimiento al menos diez veces, observando atentamente sus sensaciones. Después, coloque el brazo izquierdo detrás de usted, y lleve el hombro tan atrás como pueda, devuélvalo a la posición de partida, y repita este movimiento al menos diez veces.

Ahora, deje que su antebrazo repose sobre el brazo de su asiento (o, si acaso, en su muslo izquierdo), y empuje hacia arriba con el hombro izquierdo, acercándolo a la oreja y en dirección al cielo raso. Cuando lleve el hombro izquierdo hacia abajo, déjelo ir tan abajo como quiera. Procure ponerse de forma que el brazo izquierdo pueda colgar a su lado, y entonces levante el hombro izquierdo tan alto como pueda, déjelo caer tan abajo como pueda ir, y haga este movimiento varias veces. Cuando haya terminado, repose la mano en el brazo de su asiento o sobre su pierna, y fíjese si su hombro izquierdo cuelga ahora algo más abajo que el derecho. Compare también el nivel de claridad con que percibe tanto el hombro izquierdo como el derecho.

Ahora, con la mano izquierda apoyada donde empieza el muslo, describa movimientos circulares con el hombro izquierdo. Puede llevar el hombro hacia arriba, y después hacia delante, abajo y hacia atrás. Continúe describiendo círculos como este con el hombro izquierdo.

Describa algunos círculos pequeños con el hombro izquierdo, y luego, círculos más grandes con el mismo hombro. Describa varios círculos lentos con el hombro izquierdo, y entonces haga algunos más rápidos. Pruebe a hacer círculos pequeños y lentos con el mismo hombro y luego, al cabo de un rato, haga círculos grandes y rápidos con ese hombro. Describa círculos de diferentes tamaños y a diferentes velocidades de movimiento.

También debería invertir la dirección de los círculos que describe el hombro izquierdo. Hágalos hacia atrás durante un rato, y luego hacia delante, percibiendo tan plenamente como le sea posible lo que está haciendo y qué sensaciones producen esos movimientos.

Ahora coloque la palma de la mano izquierda encima del muslo izquierdo, justo por encima de la rodilla. Entonces, empujando y estirando desde el hombro izquierdo, baje la mano por la pierna y vuelva a subirla. No doble el codo, mueva sólo el hombro izquierdo.

Ahora ponga la mano izquierda encima del hombro izquierdo, con el brazo a la altura del hombro, y describa círculos con el brazo izquierdo, girando desde el

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hombro izquierdo. Desde esa posición, describa diferentes tipos de círculos: a derecha e izquierda, lentos y rápidos, grandes y pequeños, toda clase de combinaciones; el hombro izquierdo irá describiendo círculos, mientras la mano izquierda descansa en el hombro.

También con la mano izquierda sobre el hombro izquierdo, saque el hombro hacia delante de forma que el hombro izquierdo rote hacia dentro. Ponga entonces la mano izquierda en la axila izquierda y lleve el codo hacia delante. Advertirá que ahora el movimiento del hombro es diferente y lleva el hombro más hacia el centro del cuerpo. Observe ese mismo movimiento cuando coloca la mano más abajo en el lado izquierdo de su cuerpo, y entonces vaya colocando la mano cada vez más abajo hasta que el movimiento del hombro se vea restringido.

Ahora, extienda el brazo izquierdo de forma que la mano izquierda descanse sobre la mesa delante de usted, y empuñe suavemente la mano. Haga rodar el puño hacia dentro, y sienta el movimiento rotatorio hacia dentro en el hombro. Cuando haya hecho esto, dé vueltas al puño hacia el exterior de su cuerpo, sintiendo cómo rota hacia fuera el hombro. Luego, haga girar el puño de izquierda a derecha, de forma que el hombro rote hacia dentro y hacia fuera, y note que las sensaciones en el hombro son muy diferentes de las otras que ha experimentado.

Coloque la mano izquierda sobre el reposabrazos o el muslo, y describa círculos con el hombro: hacia delante, hacia abajo, hacia atrás y hacia arriba, describiendo círculos muy amplios y rápidos. Tras hacerlo varias veces, invierta la dirección de los círculos. Compare esos círculos -y los movimientos y sensaciones del hombro- con los que experimentó antes.

Deténgase. Quédese sentado y Fíjese ahora en si su hombro izquierdo cuelga más bajo que el derecho. Note también si la pelvis ha descendido más por el lado izquierdo, de forma que todo el cuerpo tiene una tendencia hacia

la izquierda.

Fíjese hacia dónde se dirige su vista y si, tal vez, su cabeza se ha inclinado hacia la izquierda, de forma que la columna se curva hacia la izquierda, y que, por tanto, su caja torácica se dobla hacia el centro de su cuerpo en el lado izquierdo, mientras que se ha alargado en el lado derecho.

Perciba su cuerpo como un todo, comparando el lado izquierdo con el derecho. Tal vez quiera probar percibir y

compararlos con los ojos cerrados, además de abiertos. Observe si su lado izquierdo parece más vivo y, sobre todo, compare las sensaciones del hombro izquierdo con las sensaciones del hombro derecho. Intente sentir que puede llegar a percibir el interior de la articulación del hombro, comparándolo con la conciencia que tenga del hombro derecho.

Compare también la percepción de su ojo izquierdo con la del ojo derecho, el lado izquierdo de la cara con el lado derecho, el lado izquierdo de los labios con el derecho. Haga círculos tan rápido como pueda con ambos hombros y note los

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movimientos no sólo en los hombros sino en la parte superior izquierda de la espalda en comparación con la derecha.

Tras leer este párrafo, levántese y camine, comparando el lado izquierdo con el lado derecho; en primer lugar, compare cómo se mueven los hombros y los brazos, y después todo aquello que observe, como el tipo de contacto que tiene el pie izquierdo con el suelo en comparación con el pie derecho, etcétera. Acto seguido, deténgase y describa círculos grandes por encima de su cabeza con ambos brazos. Describa círculos simultáneos, y también alternos. Realice algunos círculos con los brazos hacia atrás y otros con los brazos hacia delante. Después, quédese quieto y compare ambos hombros y brazos. Vuelva a sentarse y haga cualquier otra observación sobre las sensaciones que experimente.

Finalmente, compare la diferencia entre los efectos de este trabajo psicofísico y los efectos de la NEUROCOMUNICAClON. Aunque ambos enfoques conducen a cambios, existen diferencias. El trabajo psicofísico es más adecuado para aplicarlo a esas partes y funciones corporales que quedan bajo el control voluntario. Esto es así incluso cuando se hacen ejercicios sentado en una silla y leyendo un libro. La NEUROCOMUNICACION puede tener un potencial mucho mayor para abarcar partes y funciones corporales que se consideran involuntarias. La NEUROCOMUNICACIÓN puede ser de gran valor cuando existe una incapacidad para llevar a cabo funciones que normalmente serían voluntarias.

Epílogo

La NEUROCOMUNICACION es uno de los muchos componentes de un sistema más global de reeducación neuronal y sensorial denominado MÉTODO PSICOFÍSICO o TÉCNICA MASTERS. El Método se desarrolló dentro de un programa de The Foundation for Mind Research [Fundación para la Investigación de la Mente] durante los casi treinta años en que he trabajado como director de investigaciones en dicha fundación. El Método es parte de un proyecto aún mayor, dirigido a definir y adquirir una vía de acceso fructífero a esos potenciales humanos latentes o prácticamente inexplorados. El MÉTODO PSICOFíSICO consiste básicamente en lo siguiente:

1) Trabajo de movimiento: Recoge varios cientos de ejercicios, que engloban una gran variedad de movimientos y muchas y diversas sensaciones táctiles y cinestésicas. Existen también cientos de combinaciones de movimientos, sensaciones e imágenes -tanto objetivas como subjetivas-, que se usan para

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programar el cerebro y poder así reorganizar el sistema esquelético-muscular, y mejorar y ampliar la capacidad del cuerpo para moverse y percibir con claridad.

2) Trabajo con imágenes: Este componente resalta el uso de las imágenes visuales, táctiles, cinestésicas, y otras imágenes sensoriales, y de una "imagen corporal" para inducir cambios en la capacidad de movimiento, la percepción, y también en el funcionamiento mental y emocional. En otras palabras, las imágenes se utilizan para incidir directamente en el cuerpo físico. Se trabaja con unas imágenes sensoriales que se basan en un cuerpo enteramente imaginado, para también llegar a producir cambios en el plano físico (cuerpo/mente).

3) Neurocomunicación: El uso de la palabra sola, hablada o escrita, para evocar diversos cambios psi

cofísicos. La NEUROCOMUNICACION, como los demás componentes, también se puede usar combinada con los otros.

4) Estados alterados de conciencia: El uso de estados alterados para facilitar los efectos del TRABAJO DE MOVIMIENTO, TRABAJO CON IMÁGENES Y NEUROCOMUNICACIÓN. Los diferentes componentes se pueden utilizar para inducir y hacer más profundos los estados alterados, o se pueden inducir estos estados por otros medios. Se utilizan estados de conciencia determinados para hacer más efectiva la aplicación de los otros componentes.

El conjunto de estos cuatro elementos constituye la base de la TÉCNICA MASTERS O MÉTODO PSICOFÍSICO. Se diferencian, así, de cualquier otro sistema o método existente y proporcionan una organización bien definida que se puede usar fácil y eficazmente tanto para enseñar como para explicar lo que es y cómo funciona el Método.

TRABAJO CORPORAL INDIVIDUAL: El Método se puede enseñar verbalmente en grupos amplios o reducidos, limitado normalmente sólo por el espacio de que se disponga. Sin embargo, también incorpora un sistema de trabajo corporal que es una extensión, intensificación y amplificación del trabajo dirigido verbalmente. Está indicado de manera especial para dolencias de salud tanto físicas como mentales_ que requieran un reeducación psicofísica más que un tratamiento médico. Como observó Tom Hanna, esto incluye aproximadamente la mitad de los problemas para los cuales la gente acude al médico. A la larga, se reconocerá de forma general que algunas dolencias exigen tratamiento médico, mientras que otras no se benefician de la medicina contemporánea y requieren un enfoque del tipo del MÉTODO PSICOFÍSICO.

Para aquellos que practican una disciplina espiritual, el MÉTODO PSICOFÍSICO proporciona una práctica sumamente eficaz de atención y concentración, además de servir de acceso a dimensiones más sutiles del cuerpo y del ser. Este es concretamente el enfoque que se enseña a los seguidores de la Quinta Vía, tal como se expone en el libro del mismo autor, The Goddess Sekhmet (La Diosa Sekhmetj).

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La práctica de la NEUROCOMUNICACIÓN y de los otros componentes del MÉTODO PSICOFÍSICO se ve enormemente facilitada al trabajar con los cursos de ejercicios e instrucción en audio-cassette. Para más información pueden dirigirse al autor (P.O. Box 3300, Pomona, New York 10970). De vez en cuando se ofrecen talleres del Método en muchos países de Europa y Asia, además de Estados Unidos. Se han completado dos Programas de Formación, y existen actualmente unos 75 profesores oficiales del Método.

FIN.

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