masones que no concurren a sus logias

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Masones que no concurren a sus Logias Con frecuencia oímos decir que determinado hermano que no concurre a las Tenidas es una buena persona, tiene espíritu masónico pero tiene mucho trabajo, está muy ocupado. Nunca compartimos esa forma de encarar el problema: siempre creímos que es una benevolencia equivocada, que hace mal a la orden y hace mal al Hermano. Es muy fácil decir "yo pertenezco a la masonería y desentenderse de todo lo demás:¿Qué pasaría si todos hiciéramos lo mismo? ¿Si a la hora de la tenida siempre estuviéramos viendo televisión, leyendo, con los amigos o simplemente durmiendo?. A estos Hermanos Muy Buenos se deben esas Logias anémicas, que apenas llenan los principales puestos, que en medio de un general e inevitable aburrimiento arrastran una vida masónica penosa y lamentable. Para ser Masón autentico no basta figurar en el Cuadro Logial, es necesario quemarse diariamente en la llama de la acción y la militancia. ¿Qué interés, qué estimulo pueden sentir el Venerable Maestro y los Hermanos que concurren regularmente? Esos hermanos Muy Buenos destruyen la base de la institución y ya se sabe que la grandeza de la Masonería radica en su base, es decir, en sus obreros, en todos nosotros. Así la Orden no progresa, no se fortifica, así no cumple con su deber. En cuanto al Hermano si no asiste no puede vibrar con nosotros, no siente el ímpetu de la vida del Taller, perceptible o no pero real y verdadera. Se podrá llamar Masón pero no se puede ser Masón sin concurrir a las Tenidas. Pero hay más; no se puede ser masón si no se integra al CUERPO MENTAL y al plano espiritual de la Logia. Cuando el Venerable Maestro dice "Silencio y en Logia, mis Hermanos" se crea un cuerpo mental colectivo que nos envuelve a todos. Es entonces cuando la cadena de unión, esa cadena de unión que está aplicada al muro, baja hasta nosotros, palpita, se humaniza, nos libera y nos une: nos libera del polvo de todos los caminos, del lastre de la vida profana, de las fuerzas negativas que actúan en nosotros mismos y nos une en un plano superior de bondad, de tolerancia, del afán de superación, es decir, nos une a un nivel masónico: Y esa emoción no la puedo sentir yo ni nadie si estoy sentado en mi casa, leyendo, con mis amigos o durmiendo entre otras cosas. Si no sabemos como opina el Taller o la Orden sobre determinado problema, si no nos formamos en la fragua masónica, si no aprendemos a manejar las herramientas de la vida superior, ¿Cómo vamos a influir; sobre quiénes vamos a influir? Se ha dicho siempre que no deben traerse aquí las pequeñeces y resquemores que nos separan de la vida profana, pero si se deben llevar hacia fuera la comprensión, la tolerancia, el respeto, la fraternidad que prevalecen en nuestra convivencia. ¿Cómo vamos a llevar hacia fuera esas buenas prácticas si empezamos por no practicarlas? Si queremos influir en

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Filosofia

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Page 1: Masones Que No Concurren a Sus Logias

Masones que no concurren a sus Logias

Con frecuencia oímos decir que determinado hermano que no concurre a las Tenidas es una

buena persona, tiene espíritu masónico pero tiene mucho trabajo, está muy ocupado.

Nunca compartimos esa forma de encarar el problema: siempre creímos que es una

benevolencia equivocada, que hace mal a la orden y hace mal al Hermano. Es muy fácil

decir "yo pertenezco a la masonería y desentenderse de todo lo demás:¿Qué pasaría si todos

hiciéramos lo mismo? ¿Si a la hora de la tenida siempre estuviéramos viendo televisión,

leyendo, con los amigos o simplemente durmiendo?.

A estos Hermanos Muy Buenos se deben esas Logias anémicas, que apenas llenan los

principales puestos, que en medio de un general e inevitable aburrimiento arrastran una

vida masónica penosa y lamentable.

Para ser Masón autentico no basta figurar en el Cuadro Logial, es necesario quemarse

diariamente en la llama de la acción y la militancia. ¿Qué interés, qué estimulo pueden

sentir el Venerable Maestro y los Hermanos que concurren regularmente?

Esos hermanos Muy Buenos destruyen la base de la institución y ya se sabe que la grandeza

de la Masonería radica en su base, es decir, en sus obreros, en todos nosotros.

Así la Orden no progresa, no se fortifica, así no cumple con su deber. En cuanto al

Hermano si no asiste no puede vibrar con nosotros, no siente el ímpetu de la vida del Taller,

perceptible o no pero real y verdadera.

Se podrá llamar Masón pero no se puede ser Masón sin concurrir a las Tenidas. Pero hay

más; no se puede ser masón si no se integra al CUERPO MENTAL y al plano espiritual de

la Logia. Cuando el Venerable Maestro dice "Silencio y en Logia, mis Hermanos" se crea

un cuerpo mental colectivo que nos envuelve a todos. Es entonces cuando la cadena de

unión, esa cadena de unión que está aplicada al muro, baja hasta nosotros, palpita, se

humaniza, nos libera y nos une: nos libera del polvo de todos los caminos, del lastre de la

vida profana, de las fuerzas negativas que actúan en nosotros mismos y nos une en un plano

superior de bondad, de tolerancia, del afán de superación, es decir, nos une a un nivel

masónico: Y esa emoción no la puedo sentir yo ni nadie si estoy sentado en mi casa,

leyendo, con mis amigos o durmiendo entre otras cosas. Si no sabemos como opina el

Taller o la Orden sobre determinado problema, si no nos formamos en la fragua masónica,

si no aprendemos a manejar las herramientas de la vida superior, ¿Cómo vamos a influir;

sobre quiénes vamos a influir?

Se ha dicho siempre que no deben traerse aquí las pequeñeces y resquemores que nos

separan de la vida profana, pero si se deben llevar hacia fuera la comprensión, la tolerancia,

el respeto, la fraternidad que prevalecen en nuestra convivencia. ¿Cómo vamos a llevar

hacia fuera esas buenas prácticas si empezamos por no practicarlas? Si queremos influir en

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el mundo profano tenemos que asistir a las Tenidad, por Muy Buenos que seamos.

Hay más, la Orden elige a sus hombres, los educa, los mejora, los transforma, pero ese

proceso no se improvisa, no se opera por milagro, no se opera por el sólo hecho de estar en

nuestros registros, por Muy Buenos que seamos. La Orden tiene ese proceso perfectamente

organizado desde el primero hasta el último grado. Entre nosotros nada responde a la

casualidad o la suerte, todo está cifrado en la razón y en el análisis. Es un sistema moral y

filosófico "velado por el misterio y embellecido por los símbolos.", es el más perfecto

sistema, sin duda alguna, que el hombre ha creado para su convivencia, pero ese sistema no

funciona con entelequias, nombres escritos en Cuadro Logial. ¡No! Ese sistema funciona

con hombres de carne y hueso y esos hombres son su arma, su instrumento y su triunfo:

Para que ese sistema funcione es preciso concurrir a la Logia.

Hay más: todo lo que aumenta la libertad del hombre aumenta su responsabilidad. La

Masonería, para el que la entiende, aumenta la libertad interior, ayuda a pensar, suprema

tarea y en consecuencia aumenta y compromete su responsabilidad. Y uno de los primeros

deberes que son inherentes a esa cuota de responsabilidad es el de asistir a Logia. Porque

cabe preguntar ¿dónde está la vida masónica, el mundo masónico que hemos escogido

libremente, la esencia de sus enseñanzas?. ¿estarán en la oficina, en la fábrica, en el estudio

o consultorio profesional o en la calle? NO. Están en la Logia.

Alguien podrá llamarse Masón, decir que figura en nuestros registros, pero nadie puede ser

masón si no vive nuestra vida masónica y para eso es imprescindible concurrir a Logia.

Puedo resumir y sintetizar todo lo dicho en los siguientes términos; la finalidad más allá de

la masonería, el ideal mas puro y la ambición más noble y, a la vez, la tarea más difícil, la

superación del hombre, la planificación del hombre, eso, mis Queridos Hermanos, no se

obtendrá nunca con masones que no asisten a Logia.

Revista Talleres Año III Nº 20.1965. Montevideo Uruguay.

Hernando Sequera M:.M:.

Resp:. Log:. "Sol de Guayana" Nº 218