maría del pilar - la iglesia en nueva españa

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  • 7/25/2019 Mara Del Pilar - La Iglesia en Nueva Espaa

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    Mara del Pilar Martnez Lpez-Cano

    Introduccin

    p. 5-9

    La Iglesia en Nueva Espaa.Problemas y perspectivas de investigacin

    Mara de Pilar Martnez Lpez-Cano(coordinadora)

    Mxico

    Universidad Nacional Autnoma de Mxico,Instituto de Investigaciones Histricas

    2010

    416 p.

    (Serie Historia Novohispana, 83)

    ISBN 978-607-02-0936-9

    Formato: PDF

    Publicado: 8 de noviembre 2012

    Disponible en:http://www.historicas.unam.mx/publicaciones/publicadigital/libros/iglesiane/iglesiane.html

    DR 2015, Universidad Nacional Autnoma de Mxico-Instituto deInvestigaciones Histricas. Se autoriza la reproduccin sin fines lucrativos,siempre y cuando no se mutile o altere; se debe citar la fuente completay su direccin electrnica. De otra forma, requiere permiso previo porescrito de la institucin. Direccin: Circuito Mario de la Cueva s/n,Ciudad Universitaria, Coyoacn, 04510, Mxico, D. F.

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    INTRODUCCIN

    En las ltimas dcadas, la historia de la Iglesia y la del catolicismo hanmerecido una creciente atencin por parte de los estudiosos, como prue-ba el abundante nmero de artculos, libros y tesis que han analizado,

    desde varias perspectivas, el peso de la Iglesia y de las creencias reli-giosas en la vida social, cultural, poltica y econmica del virreinato.De ah surgi por parte de los miembros del seminario interinsti-

    tucional Historia Poltica y Econmica de la Iglesia en Mxico, adscri-to al Instituto de Investigaciones Histricas de la Universidad NacionalAutnoma de Mxico y al Instituto de Ciencias Sociales y Humanida-des Alfonso Vlez Pliego de la Benemrita Universidad Autnomade Puebla,1el inters de efectuar una reexin crtica sobre la produc-cin historiogrca en torno del estudio de la Iglesia en la poca virrei-nal, el de analizar los problemas a los que se han enfrentado las inves-

    tigaciones, as como el de explorar nuevas fuentes y, en suma, nuevoscampos de estudio y lneas de investigacin. El resultado es el libroque aqu se presenta, La Iglesia en Nueva Espaa. Problemas y perspectivasde investigacin.

    La obra rene trece ensayos en los cuales se reexiona sobre algu-nas de las problemticas en torno del estudio de la Iglesia, de sus miem-bros y de sus instituciones en Mxico, sin perder de vista la produccinhistoriogrca para el viejo y el nuevo mundo. Este enfoque permiteinsertar el estudio de la Iglesia novohispana dentro del campo de lamonarqua hispnica y del mbito catlico de los cuales form parte,y enriquecer nuestras investigaciones, ligndolas a las hiptesis, losdebates tericos y metodolgicos de la historia de la Iglesia en occi-

    1 El seminario interinstitucional Historia Poltica y Econmica de la Iglesia en Mxicosurgi en el ao de 2002, a iniciativa de investigadores de diversas instituciones. Entre suspublicaciones se encuentran las siguientes obras colectivas: Concilios provinciales mexicanos.poca colonial, Mxico, Universidad Nacional Autnoma de Mxico, 2004 (edicin en CD); Losconcilios provinciales en Nueva Espaa. Refexiones e infuencias, Mxico, Universidad NacionalAutnoma de Mxico/Benemrita Universidad Autnoma de Puebla, 2005; y Poder civil ycatolicismo en Mxico, siglos XVIal XIX, Mxico, Universidad Nacional Autnoma de Mxico/

    Benemrita Universidad Autnoma de Puebla, 2008 (en prensa).

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    6 LA IGLESIA EN NUEVA ESPAA

    dente, y, en denitiva, sentar las bases para la realizacin de estudioscomparativos de procesos que tuvieron lugar en ambos lados del Atln-tico, pero cuyos paralelismos y particularidades tienden a quedar ig-norados o marginados por la historiografa cuando no se rebasa lavisin continental, sea sta americana o europea.

    Desde luego que en este libro no agotamos las problemticas y lasposibilidades que puede ofrecer una historia de la Iglesia, que urgerenovar. Somos conscientes de que nuestra contribucin es modesta yde que slo ofrecemos una muestra de algunos aspectos que resultanrelevantes para entender el desarrollo y la importancia de la Iglesia enel virreinato, que, a su vez, nos permitan entender las continuidades ydiferencias despus de la Independencia. Por otra parte, y como sea-

    la scar Mazn en su ensayo, no debemos confundir la dimensin ecle-sistica y la religiosa. De hecho, en este libro nos referiremos primor-dialmente a la primera, aunque aludiremos de forma repetida a lasegunda, estrecha e indisociablemente ligada a la anterior.

    Sin pretender realizar un examen exhaustivo de los ensayos queconforman el libro, slo quiero destacar los objetivos y los rasgos co-munes que presentan. Todos ellos incluyen un balance de los avancesregistrados en el campo especco de estudio, de las lagunas que que-dan por investigar, las fuentes y las posibilidades que ofrecen para suanlisis y consideraciones metodolgicas que nos ayuden a superar la

    visin tradicional que todava permanece en muchos aspectos dela historia de la Iglesia. Todos los trabajos incorporan una extensa bi-bliografa que brinda al lector la posibilidad de profundizar en lasproblemticas abordadas.

    En un primer captulo, Alicia Mayer 2 revisa el fenmeno de laReforma catlica, tambin conocida como Contrarreforma en la Nue-va Espaa, buscando ligarla al mbito europeo, pero sin perder devista las singularidades y complejidades que ofrece este movimientoen el Nuevo Mundo. Desde esta premisa, la autora indaga si existi unproceso de confesionalizacin y de disciplinamiento social en NuevaEspaa, los valores sociales y la religiosidad de la poca, y ofrece ricashiptesis y perspectivas para futuros estudios.

    Acontinuacin, scar Mazn 3analiza, desde una perspectiva delarga duracin, el concepto del poder real en la monarqua espaola,sealando cmo la potestad espiritual del monarca constituy parte

    2 Alicia Mayer, La Reforma catlica en Nueva Espaa. Confesin, disciplina, valoressociales y religiosidad en el Mxico virreinal. Una perspectiva de investigacin.

    3 scar Mazn, El poder y las potestades del rey: los brazos espiritual y secular en la

    tradicin hispnica.

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    7INTRODUCCIN

    sustantiva del poder poltico. Remontndose al Bajo Imperio Romanoy a la Espaa medieval, el autor estudia la dualidad del poder carac-terstica de la poca virreinal, plasmada en el patronato regio sobre laIglesia americana, su continuidad con la tradicin peninsular y susimplicaciones en la Nueva Espaa.

    Por otra parte, la importancia de la Iglesia, sus miembros y susinstituciones en los mbitos educativo y cultural son analizados porEnrique Gonzlez e Ivn Escamilla, respectivamente, quienes hacenuna revisin crtica de algunos de los tpicos de la historiografa yproponen nuevas hiptesis y lneas de investigacin. Enrique Gonz-lez,4despus de revisar la relacin tradicional entre la historia de lasuniversidades y la de la Iglesia, examina cmo la emancipacin de la

    historia de las universidades de la historia eclesistica y la renovacinde los estudios sobre las universidades en el antiguo rgimen puedenconvertirse en un instrumento de gran utilidad para la propia historiade la Iglesia. Ivn Escamilla,5por su parte, centra su reexin en losorgenes de la Ilustracin novohispana, as como en los presupuestosque han guiado y en los que se han estancado las investigaciones, connuevas propuestas para su estudio y comprensin. El autor argumen-ta que en el interior de la Iglesia novohispana existieron desde la pri-mera mitad del siglo XVIIIcondiciones favorables para un cambio cul-tural y para el surgimiento y el desarrollo del pensamiento crtico que

    identicamos con la Ilustracin, que, desde esta perspectiva, no parecetan diferente a la situacin europea.

    De manera similar a los trabajos anteriores, Jorge Traslosheros 6nosmuestra los retos que presenta la historia judicial, en concreto en ma-teria religiosa, y, especcamente, la relacin de los indgenas con lostribunales eclesisticos. Asimismo se ocupa de la importancia y lasposibilidades que ofrece una renovada historia de carcter institucionaljudicial-religiosa para entender las relaciones sociales y la cultura no-vohispanas.

    Los siguientes captulos se enfocan al anlisis de los miembros einstituciones de la Iglesia. Leticia Prez Puente 7ofrece sugerentes pau-tas para estudiar la gura de los obispos americanos, abogando por unmarco amplio que permita ver a los titulares de las mitras, como agen-tes polticos, con una actuacin que respondi a las particulares rela-

    4 Enrique Gonzlez Gonzlez, La historia de las universidades en el antiguo rgimen,una historia de la Iglesia?

    5 Ivn Escamilla Gonzlez, La Iglesia y los orgenes de la Ilustracin novohispana.6Jorge E. Traslosheros, Invitacin a la historia judicial. Los tribunales en materia reli-

    giosa y los indios de la Nueva Espaa: problemas, objeto de estudio y fuentes.

    7 Leticia Prez Puente, El obispo. Poltico de institucin divina.

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    8 LA IGLESIA EN NUEVA ESPAA

    ciones de poder que se establecieron en la etapa postridentina entre laCorona y el Papado, y cmo su perl se fue deniendo en funcin delas circunstancias polticas, las del patronato real y la adaptacin de lareforma tridentina en los territorios americanos. Por su parte, RodolfoAguirre 8propone una renovacin de la historia de la clereca, hacien-do hincapi en las posibilidades que diversas fuentes ofrecen para suestudio y comprensin, en particular del bajo clero. Igualmente pro-pone ricas sugerencias de tipo metodolgico-terico que nos permitanrebasar el anlisis generalizador que ha recibido el clero por parte dela historiografa, as como las lagunas de conocimiento que todavatenemos sobre este importante sector social. Antonio Rubial 9ofrece unnuevo acercamiento a las rdenes mendicantes en Nueva Espaa al

    estudiar la adaptacin de unas instituciones medievales a un mediosocial no europeo, los cambios y las transformaciones que tuvieron quehacer a lo largo de tres siglos para adaptarse a las condiciones que lesiba imponiendo el entorno, y, en suma, cmo la evangelizacin y otrosfactores afectaron a estas instituciones religiosas. Rosalva Loreto 10seenfoca al estudio del monacato femenino novohispano, llamando laatencin sobre muchos temas que todava estn en busca de historiadory que nos permitiran entender, de manera ms cabal, el sentido y lafuncin de estas instituciones en la sociedad, la cultura, la economa ylas ciudades del Mxico colonial.

    A continuacin, Marcela Garca 11analiza las capellanas de misasen Nueva Espaa, los aspectos jurdicos, econmicos, sociales y reli-giosos involucrados en su fundacin, ofreciendo nuevas fuentes y pers-pectivas de investigacin para entender la importancia de estas funda-ciones en los diversos mbitos de la vida colonial; y Pilar Martnez 12revisa el signicado de la Iglesia en el crdito colonial y su necesidadde ligarlo a problemticas de largo aliento que, ms all de cifras, nospermitan evaluar de manera dinmica, a lo largo de tres siglos, el pesode este tipo de crdito en la economa y la sociedad.

    Los dos ltimos trabajos rebasan el marco temporal y espacial delvirreinato, para reexionar sobre las continuidades y los cambios entreel pasado colonial y las naciones independientes americanas. Francis-

    8 Rodolfo Aguirre, En busca del clero secular: del anonimato a una comprensin desus dinmicas internas.

    9 Antonio Rubial Garca, Las rdenes mendicantes evangelizadoras en Nueva Espaay sus cambios estructurales durante los siglos virreinales.

    10 Rosalva Loreto Lpez, La funcin social y urbana del monacato femenino novohis-pano.

    11 Marcela Roco Garca Hernndez, Las capellanas de misas en la Nueva Espaa.12 Mara del Pilar Martnez Lpez-Cano, La Iglesia y el crdito en Nueva Espaa: entre

    viejos presupuestos y nuevos retos de investigacin.

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    9INTRODUCCIN

    co Cervantes 13se ocupa de la mentalidad rentista de las corporacioneseclesisticas en el antiguo rgimen y examina cmo la poltica scal dela Corona en la poca borbnica erosion la funcin econmica y po-ltica de los ingresos eclesisticos, lo que junto con otros factores pro-vocara el desplome de las rentas de la Iglesia en la primera mitad delsiglo XIX; y Brian Connaughton,14tomando como referencia el mbitohispano, aborda algunas de las presiones y disonancias que, iniciadasa raz de las polticas y reformas borbnicas, iran alterando en el sigloXIXel legado catlico de Mxico.

    Como se puede apreciar en los prrafos precedentes, aunque sonvarias las problemticas que se abordan a lo largo del volumen, no seagotan los temas ni las perspectivas de investigacin. En este sentido,

    conamos en que los ensayos que presentamos puedan contribuir aampliar y renovar nuestra visin de la historia de la Iglesia y, en de-nitiva, aportar nuevos horizontes en el conocimiento de la historiacolonial.

    Por ltimo, slo resta expresar nuestro reconocimiento y gratituda todas las personas e instituciones que hicieron posible esta publi-cacin. Una primera versin de los ensayos que conforman este librofue presentada en el marco del coloquio La Iglesia en Nueva Espaa.Problemas y Perspectivas de Investigacin, organizado por el semi-nario interinstitucional Historia Poltica y Econmica de la Iglesia en

    Mxico y patrocinado por el Instituto de Investigaciones Histricasde la Universidad Nacional Autnoma de Mxico, que se celebr enla Facultad de Filosofa y Letras de esa universidad los das 22 a 24 denoviembre del 2007. Queremos agradecer a los directores de las dosinstituciones, doctores Alicia Mayer y Ambrosio Velasco, y a los mo-deradores de las mesas el apoyo que nos brindaron para la realiza-cin del evento, a todos los participantes en las discusiones por eldilogo fructfero que logramos mantener y a los rbitros que dicta-minaron cada uno de los captulos del libro por sus observaciones,sugerencias y enriquecedores comentarios.

    MARADELPILARMARTNEZLPEZ-CANOCo-coordinadora del Seminario interinstitucional

    Historia Poltica y Econmica de la Iglesia en Mxico

    13 Francisco Javier Cervantes Bello, La poltica scal de la Corona y la crisis de la Iglesiacomo rentista. Del siglo XVIIIa la formacin de la nacin.

    14 Brian Connaughton, De la monarqua a la nacin catlica en la Amrica espaola: las

    disonancias de la fe.

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    Alicia Mayer

    La reforma catlica en Nueva Espaa.Confesin, disciplina, valores sociales,religiosidad en el Mxico virreinal.Una perspectiva de investigacin

    p. 11-52

    La Iglesia en Nueva Espaa.Problemas y perspectivas de investigacin

    Mara de Pilar Martnez Lpez-Cano

    (coordinadora)

    Mxico

    Universidad Nacional Autnoma de Mxico,Instituto de Investigaciones Histricas

    2010

    416 p.

    (Serie Historia Novohispana, 83)

    ISBN 978-607-02-0936-9

    Formato: PDF

    Publicado: 8 de noviembre 2012

    Disponible en:

    http://www.historicas.unam.mx/publicaciones/publicadigital/libros/iglesiane/iglesiane.html

    DR 2015, Universidad Nacional Autnoma de Mxico-Instituto deInvestigaciones Histricas. Se autoriza la reproduccin sin fines lucrativos,siempre y cuando no se mutile o altere; se debe citar la fuente completay su direccin electrnica. De otra forma, requiere permiso previo porescrito de la institucin. Direccin: Circuito Mario de la Cueva s/n,Ciudad Universitaria, Coyoacn, 04510, Mxico, D. F.

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    LA REFORMA CATLICA EN NUEVA ESPAA. CONFESIN,DISCIPLINA, VALORES SOCIALES Y RELIGIOSIDAD

    EN EL MXICO VIRREINAL. UNA PERSPECTIVADEINVESTIGACIN

    ALICIAMAYER

    Instituto de Investigaciones HistricasUniversidad Nacional Autnoma de Mxico

    Qun estragadas estn hoy da en el mundo,en la Christiandad, las costumbres.

    Sermn annimo, siglo XVII.

    Introduccin

    A nes del siglo XVIse recibieron en la Nueva Espaa, por orden deFelipe II, los decretos del Concilio de Trento (1545-1563), con lo que sepretenda llevar a cabo una reforma integral de la Iglesia catlica. Lascolonias formaban parte de la monarqua hispnica y eran, por tanto,receptoras de sus proyectos religiosos y polticos, pero tambin lascircunstancias americanas ofrecan entonces un panorama distinto deEspaa. Los preceptos tridentinos se aplicaron de acuerdo con la rea-lidad sui generisdel nuevo entorno, lo que marc otros derroteros delproceso reformador respecto de la pennsula y del resto de Europa quemerecen estudiarse.

    En la poca moderna,1la Iglesia fue una institucin que conformuna ideologa fundamentada en dichas disposiciones conciliares. Estainstitucin haba tenido que enfrentar las crticas del protestantismodesde mediados del siglo XVIy, por ende, su carcter fue militante yproselitista, en favor de la propagacin de la fe catlica marcada por

    1 Denominamos poca moderna al periodo histrico que va de nes del siglo XVal sigloXVIIIen Europa. Durante ese tiempo ocurrieron cambios ostensibles y signicativos en lasinstituciones del mundo occidental europeo, con una proyeccin en todos los mbitos de lavida humana, en las relaciones sociales, econmicas, polticas y culturales de toda ndole, as

    como en la visin del mundo, en relacin con los siglos anteriores de la Edad Media.

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    12 LA IGLESIA EN NUEVA ESPAA

    las pautas de la reforma romana. sta se centraba en el fortalecimientode la propia Iglesia como institucin y en la gura del Papado, enrestaurar la primaca de la jerarqua eclesistica, en refrendar la impor-tancia de los sacramentos, en condenar toda heterodoxia, en denir eldogma, adems de llevarse a cabo una profunda reforma de las cos-tumbres, primero, a nivel del clero, y luego, de todos los grupos socia-les en su conjunto. A este movimiento se le llam Contrarreforma,Reforma catlica, o tambin ms recientemente se ha propuesto elnombre de confesionalizacin. Espaa fue el pas que lo abander,lo encabez y lo dot de un carcter global dentro de la poltica delmundo europeo y trasatlntico. Hacia la poca de Felipe III (1598-1621),el reino se jactaba de ser una monarqua catlica.2Por lo mismo, el

    proceso de conguracin del mbito religioso determin el rumbo po-ltico y no slo la organizacin social. Despus de Trento se emprendiel nuevo proyecto religioso, el cual, vinculado con el poder civil, pro-movi una serie de valores para imponer una uniformidad en la con-ducta, en el pensamiento, en las costumbres y en todas las formasculturales de la sociedad mediante el nfasis en la fe comn, catlica.

    El trmino y el signicado de Contrarreforma ha sido revisadoen el ltimo siglo por la historiografa. En relacin con los esfuerzostendientes a descubrir lneas originales de interpretacin histrica entorno a este tema, se deben retomar ciertas sugerencias que reciente-

    mente se han planteado, tanto en Mxico como en el extranjero, y versu aplicacin en el contexto de la situacin colonial. En 1958, WalterZeeden habl de la formacin de las confesiones (Konfessionsbildung)o de la poca confesional en Europa. Posteriormente, en los aosochenta del siglo pasado, Heinz Schilling y Wolfgang Reinhard noslo subrayaron la naturaleza de este proceso, sino que acuaron eltrmino confesionalizacin y explicaron que ste signicaba unafase formativa bsica de la teologa y de la estructura eclesial. La con-fesionalizacin es un concepto que apunta a la prioridad dada en lossiglos XVIy XVIIa la religin como elemento principal y regidor detodoslos sectores sociales: poltica, sociedad, economa y cultura. En-grana con la formacin del Estado de la poca moderna y apunta auna sociedad sujeta a un disciplinamiento de todos sus miembros,como veremos ms adelante. Se daba, adems, una situacin en quela vida privada y la pblica estaban dominadas por la religin y suspreceptos. Para explicar la emergencia del mundo moderno descri-to por Max Weber3estos historiadores buscaron el proceso de ra-

    2 Mayer y Schmidt, De las nsulas

    3 Weber, La tica protestante

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    13LA REFORMA CATLICA EN NUEVA ESPAA

    cionalizacin propuesto por el clebre socilogo alemn no primera-mente en lo econmico, sino en lo cultural-religioso. Segn estosautores, la religin lleg a ser el eje principal para el Estado, la econo -ma, la sociedad y la cultura. Los historiadores alemanes vieron en laconfesionalizacin el ncleo y el germen de procesos modernizadores.Adems, postularon que a nales del siglo XVI se lleg a un mayordisciplinamiento de los creyentes y sbditos, tanto desde el punto devista externo (social-comunitario) como interno (espiritual-de concien-cia). Reinhard y Schilling tienen hoy detractores de sus propuestas,pues critican su idea de que la religin rigi de hecho todos los mbi-tos y sostienen que la poltica y el Estado mantuvieron su propia raznde ser. Adems, observan un creciente proceso de secularizacin ten-

    diente a contrariar los valores religiosos.4

    Desafortunadamente, hayque decirlo, todava hace falta la traduccin al castellano de todasestas obras de la historiografa germana, lo cual sera muy pertinentellevar a cabo en un futuro cercano.

    En nuestro propio mbito, si bien la historiografa sobre la religio-sidad y sobre la Iglesia catlica en Nueva Espaa es amplsima, son encambio escasos los estudios dedicados a analizar el proyecto de la Re-forma catlica en el mundo colonial bajo la lente de la temtica ante-riormente comentada. Podemos siempre recurrir a los trabajos euro-peos, valiosos en s mismos, pero se requiere abundar en el caso

    especco de Mxico.Reinhard y Schilling postularon que la confesionalizacin era un pa-radigma de alcance europeo. Para poder hablar de confesionalizacin enel mundo americano es necesario ver el contexto de la colonizacinen todo el hemisferio, lo que lo distingue de Europa. Si tomamos encuenta a todo el continente, entonces s se pueden apreciar las polticas ylas tendencias religiosas de los diferentes estados europeos presentes eneste lado del Atlntico (Espaa, Portugal, Francia, Inglaterra, Suecia, Ho-landa principalmente) para imponer las prcticas de las distintas confe-siones religiosas imperantes. Con el proceso colonizador se trasplan-taron no slo formas de organizacin poltica e instituciones, sino tambinactividades econmicas y formas culturales.5Cada pas tena tambin unaimpronta religiosa, una confesin. Espaa, Portugal y Francia heredaronel catolicismo romano a sus colonias, cuyo desarrollo y experiencias di-ferenciadoras son dignas de profundo estudio. Los ingleses transmitieron

    4 Para esto vanse Ernst Walter Zeeden, Grundlagen, p. 249-299; Reinhard, Sozial-disziplinierung-Konfessionalisierung-Modernisierung, p. 39-55; Schilling, Die Konfes-sionalisierung im Reich, p. 1-45. La voz crtica a este concepto proviene del historiadorcatlico de Tubinga Anton Schindling, en Konfessionalisierung und Grenzen, p. 9-44.

    5 Vase Mayer, Amrica: nuevo escenario, p. 13-37.

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    14 LA IGLESIA EN NUEVA ESPAA

    el credo protestante, tanto anglicano como puritano (calvinista) a susposesiones ultramarinas, y lo mismo hizo Holanda con el calvinismo.Las migraciones alemanas, suecas, irlandesas y escocesas, entre otras,por no mencionar las posteriores oleadas de inmigrantes judos, trajeronasimismo sus propias formas de espiritualidad. As, tenemos tambinen Amrica un mapa confesional basado en la experiencia multirreli-giosa, un verdadero mosaico de creencias y de pluralidad.6

    En la historiografa espaola, por ejemplo, se utiliza el trminoconfesionalizacin, pero no hay una discusin propiamente dicha sobretal concepto, ni mucho menos sobre la modernidad de las prcticasreligiosas postridentinas. Dentro de este fenmeno, Gerhard Oestreichhabl en funcin de la imposicin de una disciplina social en las dife-

    rentesconfesiones cristianas en Europa como fenmeno histrico, se-alando la importancia sobre todo del neoestoicismo.7As, seguirlos preceptos religiosos sostiene allan el camino a la modernidado al estilo de vida moderno. Con esta pauta, en un trabajo reciente, PeerSchmidt abord el tema del disciplinamiento social para el caso novo-hispano y Antonio Sez Arance se ha cuestionado acerca de si existerealmente un proceso de confesionalizacin en Nueva Espaa, perofalta un estudio sistemtico para este mbito, lo que sera de sumaimportancia para conocer las formas de reforma catlica que se imple-mentaron en Amrica.8Serge Gruzinski ha observado que el escena-

    rio mexicano es sensiblemente distinto del terreno europeo, puesto quea las diferencias sociales se aaden mltiples distinciones tnicas, loque complica el anlisis, pero tambin da cuenta de la riqueza de ladocumentacin [lo que permite] retomar y quiz prolongar los trabajosde los historiadores de la Europa moderna.9

    6 En otro momento estudi de forma comparativa la experiencia religiosa entre las dosAmricas, la sajona y la hispana. Vase Mayer, Dos americanos, y Mxico y los EstadosUnidos, p. 17-28. Para este trabajo tomar solamente el referente de la Amrica hispana oibera, apuntando algunas consideraciones que merecen en el futuro un estudio ms profun-

    do y extenso.7 El neoestoicismo una reinterpretacin de la corriente losca de la antigedad que

    se dio a nales del siglo XVIy durante el XVII no ha sido prcticamente estudiado para lasociedad virreinal. Tuvo un fuerte impacto ideolgico en Europa. Felipe II se sirvi de estacorriente para legitimar su posicin poltica y su imperio. Esta orientacin losca intenta-ba reconciliar la poltica con la tica. Esgrima valores morales y religiosos para su aplicacinprctica a nivel del Estado. Esta losofa de carcter ocial siempre tuvo un matiz de colo-nizacin y dominacin, segn Peer Schmidt. Vase Schmidt, Neoestoicismo y disciplina-miento, p. 181-204; la cita en la p. 186. Sera deseable revisar el impacto de sta en la so-ciedad criolla novohispana.

    8 Vanse los ttulos de las obras de Schilling, Reinhard, Oestreich, Schmidt y Sez Aran-ce en la bibliografa general de este trabajo.

    9 Gruzinski, El poder, p. 14.

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    15LA REFORMA CATLICA EN NUEVA ESPAA

    El objetivo central de este trabajo es proponer algunas reexionessobre los modos y medios de la Reforma catlica en el mundo colonialhispanoamericano con base en la pregunta de si hubo un proceso deconfesionalizacin y de disciplinamiento social en la Nueva Espaa.Adems, en este trabajo se quiere insistir en la necesidad de estudiara Nueva Espaa dentro de los grandes debates de Europa. Pienso quetambin la historiografa europea se puede enriquecer con el estudiode la experiencia americana. Desde luego, para el anlisis nos vale-mos de la informacin ya sugerida por algunos autores que se hanabocado al mundo novohispano desde diferentes perspectivas, perobuscamos dar prioridad a la que se reere a la historia de las ideaso del pensamiento. La bibliografa secundaria sugerida en este trabajo

    incluye a autores que han trabajado dentro de este rubro y en el de lasmentalidades, de la cultura, de la sociedad o de la religin en el mun-do catlico de la Amrica hispnica.

    Por lo que se reere al marco temporal del ensayo, que contempleun mbito ms amplio que el que este estudio puede ofrecer, se pro-pone circunscribir el tema desde la segunda mitad del siglo XVI, par-ticularmente despus de 1565 en que el Concilio Provincial MexicanoII ordena establecer las bases tridentinas en Mxico, hasta la segundadcada del siglo XIXen que termina el dominio espaol, y bien podraprolongarse desde el punto de vista de la inuencia de las ideas

    catlicas hasta las Leyes de Reforma de la segunda mitad de estacenturia. Otro criterio sera acotar los lmites cronolgicos de un tra-bajo sobre el tema de la Reforma catlica en el mundo virreinal delsiglo XVIal XVIII, particularmente tomando en cuenta dos etapas: unaen el siglo XVIy la primera mitad del XVII, caracterizada por el empu-je fuerte de la Contrarreforma, y otra para la segunda mitad de lacenturia decimosptima y hasta el siglo XVIII, cuando surgen nuevoscuestionamientos, nuevos movimientos intelectuales que le restan fuer-za al catolicismo postridentino (regresan postulados del erasmismo yse discute sobre el jansenismo, el pietismo, etctera) y emergen tam-bin nuevos enfoques (crtica a la religin barroca, a las reliquias y alexcesivo ritual de la Iglesia, entre otras). Adems, en el siglo XVIIIunsector del clero deseaba una reforma de la estructura de la Iglesiaespaola y buscaba desprenderla gradualmente de la autoridad pon-ticia.10David Brading seala que el proceso de laicizacin que se ob-servaba contundente en Europa en ese tiempo no se vislumbra igualen Mxico. l maniesta que aqu hubo poco declive de la religin

    10 Vase Torres Puga, Los ltimos aos, p. 19.

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    popular en el siglo XVIII11y, por lo tanto, podemos suponer que con-tinuaron formas de culto, ritos y, sobre todo, fuerte inuencia ideol-gica de la Iglesia entre la poblacin. Por otra parte, en 1749 la Coronaorden la secularizacin de todas las parroquias administradas porrdenes religiosas, fenmeno que ya era perceptible desde los das deFelipe V (1700-1746). Hacia nes de esa centuria, las rdenes religiosasen Nueva Espaa entraron en una etapa de crisis debido a las polticasde la Corona,12pero habra que preguntarse si declin a la par el fervorreligioso. Realmente podemos hablar de secularizacin en Mxico has-ta la segunda mitad del sigloXIX, despus de las Leyes de Reforma.Por su parte, Brian Larkin arma que, pese a las tendencias reforma-doras del siglo XVIIIen lo tocante al catolicismo tradicional tridentino

    y barroco, promovidas por importantes prelados como Francisco Fa-bin y Fuero, Francisco Antonio Lorenzana y Alonso Nez de Haroy Peralta, las viejas prcticas entre los eles continuaron con gran es-plendor hasta bien entrado el siglo XIX.13En nuestra cultura, es msque evidente que el espritu de la Contrarreforma lleg hasta los aossesenta del siglo XXy an en ciertas comunidades y mbitos es palpa-ble hasta el da de hoy. Como no me es posible ceirme a un marcotemporal tan vasto para esta publicacin he optado por apuntar ni-camente el planteamiento de ciertos rasgos particulares que se desa-rrollaron en el largo contexto de la historia colonial, ms que a los

    procesos vistos a partir de un estricto criterio cronolgico. Este trabajoofrece, pues, una visin de conjunto y es slo un punto de arranquepara proponer lneas de investigacin que se pueden abordar en unfuturo proyecto.

    Confesionalismo en la Nueva Espaa?

    Felipe II exigi a travs del Consejo de Indias que se implantase todoel sistema decretal del nuevo catolicismo romano y hubo, por tanto,una fuerte tridentinizacin de las iglesias americanas. El Estado es-paol coloc as a sus colonias dentro de la rbita de la Reforma cat-lica y, al ser dependientes de la metrpoli, formaron parte del ampliomovimiento religioso-poltico que buscaba la difusin y el resguardode la fe catlica en el conjunto de la sociedad. De hecho, vale insistiren que la Nueva Espaa no estaba aislada de la madre patria, formaba

    11 Brading, Tridentine Catholicism, p. 22.12 Ibidem, p. 11.

    13 Larkin, The Splendor, p. 405-442.

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    parte de la Republica christianay muchas de las prcticas y creenciasentre sta y sus colonias eran compartidas.

    Todo gobierno y sociedad busca ordenar y regular las relacioneshumanas. La Contrarreforma fue, al decir de los especialistas, una cul-tura que buscaba el orden, el control de la cultura, la integracin pol-tica y la homogeneidad religiosa entre la poblacin.14En el mundocristiano se tiene que poseer, desde el punto de vista tradicional cat-lico, al decir de Juan A. Ortega y Medina, una solidez y unidad fun -cional [...] que en formas sociales proyecte la inmanente armona deluniverso que dimana de su Hacedor, unidad armoniosa, libre [...] hom-bre y mundo constituyen una unidad cooperativa, consciente e irrompi-ble.15En la Nueva Espaa se intent la imposicin de modelos de

    comportamiento para unicar las costumbres y las creencias en todoslos mbitos de la vida. A travs de la conciencia moral se lleg a cam-bios estructurales de la propia sociedad y de sus formas de organiza-cin. El proyecto religioso y social de la Reforma catlica en NuevaEspaa a partir del Concilio de Trento tuvo un gran impacto en lascostumbres, en los valores sociales, en las creencias y en las tradicionesculturales dentro de un mundo complejo y heterogneo como el novo-hispano.16A raz de las disposiciones tridentinas, y de los propios Con-cilios Provinciales Mexicanos 17en Nueva Espaa, el clero regular fuesustituido paulatinamente por el secular; se dieron rdenes para ad-

    ministrar adecuadamente los sacramentos; se dispuso incorporar almundo indgena a travs de la catequizacin y de la hispanizacin, ascomo tambin se seal la importancia de reformar las costumbres y

    14 Cruz y Perry (eds.), Culture and Control (introduccin), p. IX-XXIII.15 Ortega y Medina, El problema, p. 17-36.16 Desde hace unos aos, un grupo de investigadores de la ciencia histrica nos hemos

    abocado a este estudio, en el mbito de la Nueva Espaa. Los resultados de nuestros trabajoshan salido a la luz a travs de publicaciones, ya sea en libros o artculos, donde se han pre-sentado conclusiones a las diversas hiptesis entonces planteadas. Para mencionar algunos:Mayer y Pastor (coords.), Formaciones; Mayer y De la Torre (eds.), Religin, poder y autoridad...

    Asimismo, vase Mayer, Lutero en el paraso Adems en los seminarios se han coordinadotrabajos individuales y tesis de licenciatura, maestra y doctorado de los alumnos.

    17 En el siglo XVIhubo en Mxico tres concilios provinciales: el de 1555 y el de 1565,ambos convocados por el arzobispo Alonso de Montfar, y el de 1585, convocado y presididopor el arzobispo Pedro Moya de Contreras. Fueron reuniones de prelados, peritos en teologay derecho cannico para discutir sobre la vida social, religiosa y poltica de la colonia. Cabesealar que en el segundo se promulg el Concilio de Trento. En el siglo XVIII, se llev a caboel Cuarto Concilio Provincial de Mxico, en 1771, convocado y presidido por el arzobispoLorenzana, que, sin embargo, no obtuvo la sancin real ni ponticia. Estos valiosos documen-tos de la historia eclesistica se encuentran en la Biblioteca Bancroft de la Universidad deCalifornia en Berkeley, donde los consultamos. Pilar Martnez Lpez-Cano coordin la pu-blicacin de un disco CDcon este material hace unos aos: Martnez Lpez-Cano (coord.)

    Concilios provinciales mexicanos

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    de vigilar la vida social. Destacaron los jesuitas en su labor de conver-sin y educacin desde 1570 y, por esas fechas, se impuso la culturadel barroco, un sistema de creencias y de prcticas que result de lapoca triunfal de la Contrarreforma. Fernando R. de la Flor ha estudia-do este proceso desde un punto de vista vitalista, como reaccin alsentimiento armnico convencional del Renacimiento, y donde des-tacaba el predominio de la actitud religiosa con la consiguiente pola-rizacin entre vida y espritu.18Adems, se dieron grandes tensionesentre grupos por preeminencia y poder y se conform una mentalidadque giraba en torno a lo religioso, lo espiritual y lo eclesial. El movi-miento de Contrarreforma fue un fenmeno multifactico, que conlle-vaba una organizacin eclesistica y en el que la teologa cristiana se

    manifest en una formacin dogmtica y en un aanzamiento delcatolicismo, lo cual s es perceptible en Mxico. Segn Stafford Poole,la Contrarreforma se caracteriz en el Nuevo Mundo por su afn deglobalidad y coherencia, as como por sus pretensiones organizativasy estructurales. De acuerdo con Heinz Schilling, este proceso se daentre 1570 y 1620 en Alemania y hasta 1650 en el resto de Europa,coincidiendo con el auge del calvinismo o segunda Reforma, comotambin se le ha llamado al periodo. Coincide plenamente con la po-ca denominada Barroco o Contrarreformista. Por el contrario, enMxico, se estima que la cultura barroca domin, adems de todo el

    siglo XVII, buena parte del XVIII.19Es necesario re-denir y discutir el concepto de confesionalizacinsi se pretende aplicarlo a la realidad del Mxico colonial. En NuevaEspaa se manejaron fuertemente los conceptos tericos esgrimidospor la Iglesia despus de Trento, se dio prioridad a la religin comoelemento principal de la poltica de Estado y como eje rector de todoslos sectores sociales (adems de la poltica, la sociedad, la economa,la cultura), y se difundieron e implementaron nuevas normas a partirde un proyecto eclesistico. Adems, se llev a cabo una propaganda denuevos valores defendidos por la Iglesia postridentina, se dio capitalimportancia a la educacin dirigida y organizada por el clero, se prac-ticaron ritos de manera cotidiana y se utilizaron ejemplos de los santospara lograr efectos disciplinadores para los creyentes, amn de quehubo una gran inuencia del lenguaje (predicacin y catequesis), locual hace posible sugerir que en esta parte del mundo s se dio la for-

    18 Flor, Barroco19 Poole, Incidencia, p. 551. Tambin a ese respecto vase Huerga, Las rdenes reli-

    giosas, p. 607.

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    macin y constitucin del proceso de confesionalizacin, como lo pro-pusieron algunos historiadores para Europa.20

    Pese a todo, debemos actuar con extrema cautela, para no imponermodelos ajenos a la realidad novohispana. Aqu se form un mbitoque guardaba un parecido con el de Espaa en cuanto a las formas deculto, creencias, tradiciones y en lo que a la religiosidad culta y popu-lar se reere, pero divergente de ste sustancialmente por la peculiarproblemtica social de la poca, debida al elemento indgena presen-te en la vida colonial. Los temas de evangelizacin, de misin y sin-cretismo estaban relativamente ausentes en la Europa catlica, cuyomayor problema pareca ser enfrentar al protestantismo. La Contra-rreforma en Amrica es un fenmeno que debe analizarse desde nue-

    vas perspectivas por este solo hecho: el mestizaje. Por ello puede dis-cutirse la pertinencia de emplear el concepto de confesionalizacin alentorno novohispano y de igual forma debe estudiarse de maneracomparativa si los procesos concuerdan o divergen con los usos ycostumbres en Europa en la misma poca. Gruzinski observ respectodel problema crucial de la integracin y la cohesin sociales que seolvida con demasiada frecuencia que Nueva Espaa sirvi para ensa-yar la versin catlica en su versin erasmista y despus tridentina[...] los indios estaban en contacto con la Iglesia a travs de la personadel cura, de sus vicarios y de una mirada de scales, sacristanes,

    pertigueros y chantres que constituan un personal indgena subordi-nado al clero.21Durante mucho tiempo, el rgimen colonial aban-don a los religiosos atribuciones que rebasaban ampliamente la es-fera espiritual.

    En paralelo al estudio de la confesionalizacin, otro planteamientode una investigacin ms ambiciosa sera que, a partir de las fechasiniciales indicadas anteriormente en este trabajo, esto es, desde media-dos del siglo XVI, se emprendi una poltica para ordenar y regular lasrelaciones humanas (disciplinamiento) imponiendo modelos de com-portamiento que llevaron a una progresiva transformacin de la con-ciencia moral y de las costumbres en todos los mbitos de la vida socialy, en consecuencia, a cambios estructurales de la propia sociedad, desus formas de organizacin poltica y de sus esquemas mentales oideolgicos. Segn Enrique Gonzlez, la Contrarreforma impuso unorden rgido en lo doctrinal y en la estructura de la jerarqua eclesis-tica, pero tambin se trataba de una frmula autoritaria que sumaba

    20 Schilling, Die Konfessionalisierung im Reich, p. 4. Para el caso novohispano, vaseManrique, Del barroco, p. 647-734.

    21 Gruzinski, El poder sin lmites...., p. 25.

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    rigidez y verticalidad en materia religiosa.22A esto podemos aadir lapropuesta de Federico Palomo, para quien cada confesin impondrauna forma de disciplinamiento social.23

    La reforma religiosa en Mxico se dio en distintos niveles: en elepiscopado, en el clero secular, en las rdenes religiosas y, nalmen-te, entre la poblacin en general. La Iglesia fue una institucin queguiaba los actos y moldeaba las ideas por medio de una intervencinconstante en la vida cotidiana.24Al terminar el siglo XVII, al decir deAntonio Rubial, haba en la Iglesia novohispana un clero culto for-mado por criollos y peninsulares acriollados que controlaban los me-dios de difusin ideolgica y generaban por medio de sus escritos ysermones una conciencia colectiva a partir de nuevos cdigos de so-

    cializacin.25

    Basta leer los decretos tridentinos, las conclusiones delos Concilios Provinciales Mexicanos y los textos religiosos de la eracolonial, como confesionarios, dilogos, tratados, discursos de oca-sin, cartillas, obras de carcter didctico-literario, catecismos y doc-trinas, adems de sermones, para notar las directrices disciplinariasque contienen.

    Tambin es menester sealar que no hubo un solo modelo de dis-ciplinamiento social. Estaban los paradigmas de los obispos, de lasdistintas rdenes, de la Compaa de Jess (que merece atencin apar-te), del clero secular, de los laicos, de las ciudades, la Corona y sus

    polticas hacia los indios, y aun de grupos como los comerciantes olos agremiados. Por eso un estudio sobre la historia social de la prc-tica religiosa se hace siempre necesario por el amplio impacto quetuvo entre la poblacin, empezando por las lites. Dentro de la Iglesia,que es el mbito al que apuntamos, el arzobispo de Mxico Alonso deMontfar expres lo siguiente a mediados del siglo XVI: La Iglesiamilitante est comprometida en una lucha continua contra Satans,donde todos los eles catlicos son guerreros.26Dos lustros despus,un orador del plpito adverta que, al mismo tiempo que se aplicanlas armas materiales para la defensa de la Iglesia y la Corona, se apli-quen las espirituales para la extirpacin de los vicios y culpas, y re-forma de las costumbres.27Las directrices emanaban de la jerarquacatlica, que era la que jugaba el papel disciplinador en la sociedad.Las actitudes religiosas y morales del clero eran transmitidas a la so-

    22 Gonzlez Gonzlez, La ira y la sombra..., p. 93 y 94.23 Palomo, Disciplina, p. 120 y siguientes.24 Prez Puente, Tiempos de crisis, p. 17.25 Rubial, Tierra, p. 360.26 Citado en Lundberg, Unication and Conict, p. 95.

    27 Cartagena, Viva Jess

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    ciedad que casi por lo general las reproduca, aunque tambin se veque constantemente aoraba el comportamiento de transgresin onegociacin, siempre presente entre los individuos. Crear un gobiernoeclesistico, reforzar la jurisdiccin episcopal y establecer normas con-cretas para la educacin y la vida del clero fueron los primeros pasospara enfrentar los problemas de la sociedad en su conjunto.

    En The Church and Clergy in Sixteenth Century Mexico28John Fre-derick Schwaller estudia al clero secular en la Nueva Espaa, su lugaren la jerarqua eclesistica y en la sociedad, as como el tremendoimpacto que tuvo en la colonia. A partir de 1575, en opinin deSchwaller se establecen normas eclesisticas tendientes a la reformadel clero 29en que la administracin de la Iglesia y su composicin

    social cambi notablemente. Una mejor educacin del clero debe haberimpactado a la sociedad en su conjunto. Por su lado, Magnus Lund-berg comparte esta interpretacin, aunque sugiere una variante cro-nolgica, al armar que la implementacin de las reformas tridentinasempez seriamente en 1585 con el III Concilio Provincial Mexicano,bajo Pedro Moya de Contreras.30Este concilio fue la pauta principalde la Iglesia mexicana que rigi el sentido de las conductas hasta losalbores de la Independencia, es decir, su inuencia dur doscientosaos.31En l se exhortaba a los religiosos en todo momento a predicarcon el ejemplo: hagan que su vida sea tan exemplar que no menos

    prediquen con las obras, que con la palabra.32Se animaba a preladosy pastores a no bailar, ni comer, ni pernoctar en la Iglesia, ni [tener]placeres, ni contratos, ni juegos. Se sealaban las reglas de compor-tamiento para los clrigos, mismas que apuntaban a la moralidad y lahonestidad. Adems, hay una curiosa advertencia para quienes juga-ban naipes y quienes tenan mujeres o concubinas. Se les hace la ob-servacin de que no deben portar armas ni sostener contratos conmercaderes. Se habla de dar sustento social a los desvalidos, esasovejas acas y desamparadas, de imitar a Cristo y de lograr la uni-dad cristiana. Todava en el IV Concilio Provincial Mexicano (1771)haba una exhortacin de tipo disciplinario a los religiosos: La pure-za de la vida de los obispos dice el decreto es el espejo en quetodos se han de mirar pues segn el Santo Concilio Tridentino, de la

    28 Schwaller, The Church and Clergy29 Ibidem, p. 226.30 Lundberg, Unication and Conict, p. 13. Tambin vase Saranyana (dir.),Teologa,

    p. 137-138.31 Saranyana (dir.), Teologa, I, p. 182 y 203.

    32 III Concilio Mexicano. Roman Catholic Church..., s/f, Bancroft Library, Berkeley.

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    integridad del que preside depende la salvacin de los sbditos.33Los ejemplos de carne y hueso, es decir, la vida de los propios sa-cerdotes, frailes y monjas eran importantes a los ojos de los eles,aunque tambin a travs de la devocin a los santos se cumpla unobjetivo disciplinador. Estas campaas de direccin y sealamiento devalores sobresale en las hagiografas.34El III Concilio Mexicano sea-laba la importancia de la memoria, veneracin e imitacin de estasguras. Los santos eran modelos a seguir y se les renda culto comointermediarios entre Dios y los hombres.35Por encima estaba la propiagura de Cristo, que, segn un estudio antropolgico, sirvi comomodelo, gua y ejemplo en la Amrica hispnica durante siglos.36

    Como se dijo, las disposiciones tridentinas se adecuaron a las cir-

    cunstancias americanas. Aqu se discuti de la pertinencia de ordenara indios y mestizos y tambin sobre la prctica de los sacramentosentre ellos. En el III Concilio Mexicano se dispuso sobre la catequiza-cin de los naturales, que fue un mecanismo de aculturacin, con-cepto utilizado por Gruzinski.37All se sealan las dicultades en laevangelizacin por el problema de la idolatra y el reto de desarraigarlas costumbres ancestrales de los indios. A ellos se les prohibi bailarsus antiguas danzas, se regularon sus estas, procesiones, entierros,vestimenta, etctera. En todas las reuniones conciliares se hace nfasisen el matrimonio cristiano, mongamo. Adems, el tercer y cuarto con-

    cilios enfatizan la importancia de la enseanza del castellano entre losnaturales, medida tendiente no slo a uniformar a toda la poblacinbajo el mismo idioma, sino a poner pautas de la civilizacin europeaen las comunidades indgenas, lo cual nos remite tambin al tema dela disciplina y la unidad buscadas para facilitar el control de toda lacomunidad.38Esto, en ltima instancia, hay que decirlo, reeja la pre-ocupacin de la Corona espaola y de la Iglesia por proteger a losnaturales y darles cabida en la sociedad: que los indios se junten enpueblos y vivan polticamente, como reza el decreto.39La estrategiade la Corona fue evangelizar a los indios y someterlos al dominio yamparo regios. Sin embargo, las sociedades indgenas, lejos de habersido uniformizadas por la dominacin espaola, siguieron formandounos conjuntos estraticados y jerarquizados, atravesados por conic-

    33 IV Concilio Provincial Mexicano, Bancroft Library, Berkeley, f. 465.34 Rubial, La santidad35 Rubial, Los santos milagreros, p. 55-56.36 Richardson, Pardo y Bode, The Image of Christ..., p. 246-257.37 Gruzinski, La colonizacin de lo imaginario, p. 16.38 Sobre esto, vase Cruz y Perry (eds.), Culture and Control (introduccin), p. IX-XXIII.

    39 Bancroft Library, M-M266-269, f. 237v.

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    tos, sacudidos por tensiones contradictorias.40Un interesante tratadode enseanza y educacin de los indgenas es el PromptuariooManualmexicanodel clrigo Ignacio de Paredes, publicado en 1759, en el quea travs de plticas y sermones se expone tanto la doctrina como laexplicacin de las buenas costumbres.41El disciplinamiento de los in-dios se dio como un experimento novedoso en la Nueva Espaa y estegrupo social fue abordado de distinta forma que los europeos (penin-sulares), los criollos y luego los mestizos, negros y castas.

    Estrategias de disciplinamiento social

    Ya se mencion el papel que le cupo a la Iglesia en la imposicin devalores y en el proceso de disciplinamiento durante la etapa virreinal.Para poder comprender el modo como se dio la reforma catlica enNueva Espaa, es necesario tomar en cuenta el sistema de relacionesen la poca colonial. La Iglesia fue la responsable de imponer modelosideolgicos y de comportamiento sobre la sociedad. Son visibles elimpacto y la trascendencia de las iniciativas del clero en las concienciasindividuales y a nivel de la comunidad en la Nueva Espaa. AunqueDolores Bravo Arriaga en su trabajo sobre el jesuita Antonio Nezde Miranda no se reere al concepto de disciplinamiento social, hace

    mencin de la enorme inuencia de los textos producidos por el cleroal sealar a stos como discurso de la espiritualidad dirigida, quesiempre trata de reforzar y arraigar los valores entendidos de la pa-labra de autoridad en los resquicios de la conciencia.42La autorareconoce en ste a un mundo conductual donde el discurso era re-gulador de las prcticas sociales.

    Quiz el ejemplo ms contundente de la misin disciplinadora de laIglesia puede hallarse en la persona y en las polticas del arzobispo-virreyJuan de Palafox y Mendoza (1600-1659). En todos sus escritos recomien-da a sus lectores observar las virtudes y abocarse a la austeridad, lapiedad, la castidad, la penitencia, el sacricio, el ayuno. As, peda acer-carse a Dios con las virtudes heroicas religiosas, puras, catlicas [a las]costumbres reales, magnnimas, clementes, fuertes, prudentes, templadas,justas, castas.43La obra de este prelado est repleta de admoniciones y

    40 Gruzinski, La colonizacin..., p. 15.41 Promptuario o Manual Mexicano de plticas dogmticas y sermones morales en

    Sermn de nuestra gran reyna poderossima patrona, madre y seora nuestra, Mara Santsima deGuadalupe, Mxico, Imprenta de la Biblioteca Mexicana, 1759.

    42 La cursiva es ma. Bravo, El discurso de la espiritualidad dirigida, p. 46.

    43 Palafox, Obras, p. 448.

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    consejos para ser un buen cristiano. ste deba comenzar por alejarse delas pasiones, de los deseos mundanos y de la riqueza. Los ejerciciosascticos (parecidos a los ejercicios espirituales de Loyola) propuestospor l intentaban educar la voluntad y llegar a un conocimiento personalpara vencer los vicios y pecados. No se ignora que este tipo de obrasproducidas durante la Contrarreforma (ya se ha citado a Loyola, perotambin est el caso del dominico Melchor Cano, con su Tratado de lavictoria de s mismo,44ttulo sin duda revelador, y el mencionado Pa-lafox) tuvo un efecto en la disciplina social.

    Existen mltiples documentos que demuestran la amplia labor dereforma desarrollada por los prelados postridentinos. Un buen ejemplode una obra que reeja la tendencia al disciplinamiento individual y

    luego social es la Distribucin de las obras ordinarias y extraordinarias delda, del ya nombrado Antonio Nez de Miranda (1618-1695). En ella,el autor se explaya en lo que llama la Reformacin Christiana y ani-ma a los lectores (la obra fue inicialmente dirigida a las monjas, perocon una clara intencin de hacer campaa tambin para los laicos) aobrar bien y con perfeccin, adems de sealar constantemente lanecesidad de llegar a la unidad universalsima de la Iglesia.45El pa-pel de este prelado reeja bien cmo a travs de la direccin espiritualde los miembros de la jerarqua catlica se lograba el control y el dis-ciplinamiento de las personas a quienes iban dirigidos los mensajes.

    Adems de estos casos, estn tambin los de tratados de confesores,tratados de moral y de mstica. Otro ejemplo es el Tratado de la dis-tincin especca y numrica de los pecados que Nicols de Barredaescribi en el Colegio de San Pedro y San Pablo en 1699, con el n,naturalmente, de combatirlos. Barreda alude especialmente a los peca-dos de concupiscencia y aconseja sobre las maneras de resistir la sen-sualidad.46Es innegable que haba negociaciones y transgresiones enel momento en que se imponan las normas a este entorno sui generis,pues la propia realidad americana ofreca nuevos retos, desconocidosentonces en el Viejo Mundo (poblacin indgena, mestizaje, conquistay colonizacin de nuevos territorios, evangelizacin).

    En el proceso reformador en la Nueva Espaa se esgrimi unaserie de valores que fueron apuntalados como ejes de conducta cua-si generales. Por valores entendemos las cualidades que se recono-cen, estiman o aprecian en conjunto en la sociedad o individualmen-

    44 Vase Gaos,Historia de nuestra idea, p. 98-110.45 Nez, Distribucin de las obras ordinarias, f. 292 y 297v. Para un estudio de este tema,

    vase Bravo, La excepcin, p. 49-90.

    46 Barreda, Tratado de la distincin..., Ms., f. 12.

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    te en las personas. Cabe decir que los valores hispnicos y catlicossealaron la persistencia del Estado colonial por tres siglos. En sulibro Crisis y recomposicin social, Mara Alba Pastor ha identicadoun grupo de valores que eran apreciados por la sociedad colonial ensu conjunto, como la pureza, la castidad, la virginidad, el honor, lasabidura.47

    Para poder entender los valores esgrimidos en la poca, es nece-sario ver las vas persuasivas que se implementaron para transmi-tirlos, para mover al individuo hacia vnculos de obediencia a lasautoridades o a las jerarquas superiores. Uno de los ms ecacesvehculos de persuasin fue el sermn, elemento esencial en la edu-cacin cristiana, al que podemos ver como una estrategia de discipli-

    namiento utilizada por la Iglesia. El sermn conlleva una simbiosisentre la accin de propaganda religiosa y la transmisin de modelospolticos y sociales. Como han notado Elisa Luque y Josep IgnasiSaranyana, hubo un notable incremento de la oratoria sagrada para-lelo al proceso reformista en la monarqua hispana.48Llenos de conte-nido moral, los sermones comunicaron modelos de vida y de compor-tamiento a travs de los cuales se pretenda incidir sobre laconciencia del individuo.49

    El III Concilio Provincial Mexicano volviendo a l abundasobre los sermones que eran transmitidos a los indgenas. Se advierte

    que no se predicaran en su lengua y que ninguna doctrina se traduz-ca en lengua de indios si no fuere examinada por clrigo o religiosoque entienda la lengua en que se traduce pues muy grandes incon-venientes hallamos que se siguen de los sermones en la lengua a losindios as por no los entender como por los errores y faltas que hacencuando los trasladan.50

    Varios de los sermones se dirigan especialmente a las mujeres.Para muchos clrigos, los hombres son incitados a pecar por las mu-jeres que andan con la costumbre de ensear sus carnes y adornos. Elsermn del franciscano Mathas Diguez de 1748 es todo un tratado decostumbres y disciplinamiento femenino que reeja el sentir de la Igle-sia novohispana y la preocupacin en torno a los valores y virtudes delas mujeres de la poca colonial. Basta ver el ttulo: Espejo de luz quedeshace las tinieblas de la ignorancia y hace ver con su luz los engaos de lavanidad y soberbia, descubre y ensea a las mujeres de todo gnero de perso-

    47 Pastor, Crisis y recomposicin social48 Luque y Saranyana, La Iglesia catlica y Amrica, p. 115.49 Vase Chinchilla, De la compositio

    50 Bancroft Library, Berkeley, M-M153.

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    nas entregadas loca y ciegamente a trages y vanidades profanas, el caminoms slido y verdadero para seguridad de sus conciencias.51

    Los sermones marianos fueron centrales por su caracterstica te-mtica en torno a la gura femenina, la maternidad, la castidad, elrecato, la relacin con la madre, con la familia, con valores como lamodestia, la virginidad, la pureza, etctera, pero tambin debe po-nerse atencin en los sermones sobre los santos y sus virtudes excep-cionales, dignas de imitarse por toda la comunidad en un inters delas lites eclesisticas por uniformar a la sociedad de acuerdo conpatrones de comportamiento, como ya se ha sealado. La transmisinde dichos modelos encontr un mbito privilegiado en la Nueva Es-paa, una sociedad compleja, dinmica, con cdigos de conducta que

    se trataron de difundir masivamente por todo el mundo virreinal.Los sermones son un tipo de fuentes que ha sido estudiado en losltimos aos para entender actitudes religiosas y morales del clero yla comunicacin de valores a la sociedad. El nmero existente de ellos(consignado por Carlos Herrejn en un reciente estudio)52 informaque son un indicio de que la predicacin y la recepcin de las ideasde los oradores del plpito no eran menospreciables. No se debeobviar que el sermn fue el medio principal de comunicacin de lapoca y que busc orientar los comportamientos, adems de que sediriga a todos los grupos sociales, hasta que la propaganda en forma

    de hojas volantes, panetos o pasquines comenz a destacarse sobretodo a principios del siglo XIXy no ya necesariamente slo sobre tpi-cos espirituales o de sesgo moralizante. Por ello, insistimos, los sermo-nes resultan ser fuentes invaluables que es necesario rescatar dentrode la interpretacin historiogrca para conocer el mundo virreinal.La relacin que se estableci entre la jerarqua eclesistica y la comu-nidad puede apreciarse en la manera en que eran recibidos los valoresque se les comunicaba a travs de sermones e imgenes a los diferentesgrupos que componan a la sociedad. As, la funcin del lenguaje y deldiscurso, la oralidad y luego su ejemplo impreso jugaron un papel deenorme magnitud.

    Es un hecho que la Contrarreforma dese impulsar la representa-cin seriada, repetitiva, no slo de imgenes retricas, sino de todo tipopara incrementar la ecacia de los mensajes a travs de la insistencia.Incluso, a travs del empleo masivo de estas imgenes se transmitanconceptos de manera tcita o explcita, o bien a travs de una simbo-loga, con una serie de pautas para ser captadas por la sociedad. Basta

    51 Diguez, Espejo de luz

    52 Herrejn, Del sermn al discurso

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    la explicacin de un predicador del siglo XVIIIpara ver esto: Son lasimgenes elocuentes oradores que provocan a la piedad; o libros deignorantes... donde en corpulentos caracteres a la primera vista conbreves signos, y colores, se perciben los sucesos: y con el movimiento,y las acciones, hablan deleitando a un mismo tiempo, y amonestandoa seguir la justicia, la devocin y la piedad.53

    Por ejemplo, el IV Concilio Mexicano (1771) exhortaba a no pintarimgenes de la Virgen Mara con escote y vestiduras profanas, descu-biertos los pechos, ya en ademanes provocativos, ya con adornos de lasmujeres del siglo pues esto era pura sensualidad.54Se recomendabaa los pintores no representar a la madre de Dios con gargantillas, colla-res o pulseras. A la par el concilio impulsaba el valor de la castidad.

    Todo esto tena la nalidad de que las propias espectadoras, una vezque miraran estos ejemplos de ternura y devocin en las imgenessagradas, al mismo tiempo que escuchaban en las homilas otro tanto,cuidaran en su propia vida de no caer en estos abusos y se comportarancon modestia y propiedad. El conocimiento de estos elementos laoralidad, las imgenes y los valores sociales puede abordarse desdela lite, desde el discurso de los predicadores religiosos, desde las en-traas de los propios grupos sociales, desde el dogma, desde la teologa,el arte, etctera.

    No podemos terminar este recorrido temtico sin mencionar si-

    quiera el papel de las instituciones y corporaciones que fueron en Nue-va Espaa vehculos de integracin y unin. Las cofradas, por ejemplo,eran espacios por medio de los cuales se establecan lazos de herman-dad y de solidaridad, as como una serie de relaciones econmicas.55Fomentaban niveles de identidad, tanto colectiva o grupal, como indi-vidual. Pero, sobre todo, las prcticas devotas servan para encauzarla espiritualidad de las masas,56e igualmente se buscaba sin duda elbienestar de la poblacin y no slo su salvacin en la allendidad. Unnotable telogo franciscano, Clemente de Ledesma, armaba que to-dos y cada uno de los eles Christianos est obligado a mirar por el biencomn.57Como lo ha notado David Brading, el estudio del papelsocial y poltico de las cofradas durante el periodo colonial es relati-vamente reciente. stas eran asociaciones de laicos que se unan entorno a una devocin comn. Asimismo, se hacan responsables de las

    53 Paredes, Sermn. La authntica54 IV Concilio, Bancroft M-M153, f. 674v.55 Vase seleccin bibliogrca de cofradas y el prlogo de Ayluardo y Ramos (coords.),

    Manifestaciones, p. 22.56 Gonzalbo, Las devociones marianas, p. 253-265. La referencia en la p. 255.

    57 Ledesma, Despertador Republicano, p. 97.

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    celebraciones pblicas del calendario litrgico catlico. De hecho, laesta fue un gran aparato de expansin de la Contrarreforma.58Bradingobserva que las cofradas eran un importante ejemplo de autogobierno,nanciacin y organizacin litrgica.59En este nivel es importante to-marlas en cuenta como instituciones que salvaguardaban la disciplinay la cohesin del orden social. Pese a esto, hay informacin sobre ex-cesos, como hurto de mujeres, deshonras, alcoholismo, y otras conduc-tas propias de las situaciones que derivan de mezclar lo religioso y locotidiano. Se pueden mencionar tambin los conventos que llegaron adominar los paisajes urbanos y tuvieron gran signicacin e importan-cia para la vida social de la poca. Vale la pena tan slo mencionar, porltimo, al Santo Ocio, que ha merecido mucha atencin por parte de

    destacados estudiosos de la historia.60

    La Inquisicin se encarg delcontrol de la penetracin ideolgica y de la inltracin extranjera, perotambin fue un regulador de la conducta y vigilante de las buenascostumbres dentro del propio mbito novohispano. Su funcin, diceGabriel Torres Puga, consisti en vigilar constantemente el ujo deideas y contener slo aquellas que realmente parecieran atentar contrael orden religioso y social.61Si bien el tribunal se instal para impedirla entrada de la hereja y velar por la ortodoxia, tambin vigil losdelitos contra la moral (blasfemia, bigamia, hechicera, concubinato,supersticin) y, en este sentido, puede ser visto como una institucin

    que sirvi a los modelos de disciplinamiento social.Tambin la educacin fue punta de lanza en el nuevo orden pos-tridentino que se deseaba implantar en Mxico, lo cual es perceptible,por ejemplo, en la labor pedaggica de los jesuitas. Los jesuitas novo-hispanos pretendieron dirigirla religiosidad de todos los grupos tnicosy sociales del virreinato de acuerdo con ideales de vida capaces deapuntalar el delicado equilibrio de fuerzas de la sociedad colonial.62Los colegios fueron centros de inuencia desde los que se transmitatoda una ideologa. Los miembros de la Compaa de Jess fueronverdaderos expertos en ejercer control sobre la sociedad a travs de losdirectores espirituales con su persuasiva retrica. Si algo los caracteri-z fue el ideal de subordinacin de la voluntad al ejercicio de la voca-cin, que est por dems decir que apunta a un disciplinamiento indi-vidual, as como a la obediencia a la autoridad, aunque sabemos que

    58 Vase Rodrguez, Texto y esta59 Brading, La devocin catlica, p. 39-41, y Tridentine Catholicism, p. 14.60 Vanse los trabajos de Alberro, Inquisicin y sociedad, y de Torres Puga, Los ltimos

    aos de la Inquisicin61 Torres Puga, Los ltimos aos de la Inquisicin, p. 13.

    62 Gonzalbo, Las devociones marianas..., p. 255.

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    esto ltimo no se dio en la realidad poltica, al haber durante toda lapoca colonial serias pugnas entre ellos y la jerarqua eclesistica.

    Las corporaciones respondieron a las recomendaciones y directricesde Trento para llegar a un ideal de vida domstica y aun de organiza-cin poltica. En suma, las corporaciones e instituciones novohispanasfueron vehculos de integracin y de disciplinamiento.

    Reexiones nales

    El anlisis de la confesionalizacin y del disciplinamiento en NuevaEspaa se traduce en una lnea de investigacin relevante y original

    que permite buscar nuevas perspectivas, valorando la inuencia de laIglesia o de los sectores eclesisticos sobre la sociedad colonial en m-bitos y procesos ms amplios que los estrictamente espirituales. El es-tudio de los comportamientos sociales y de los modelos ideolgicosimpacta, como vemos, necesariamente en nuestra comprensin de lahistoria religiosa y del pensamiento durante la dominacin colonial.

    La proyeccin social de la Reforma catlica, a partir de la incorpo-racin de los decretos del Concilio de Trento en el siglo XVI,es percep-tible en sus intentos por incidir en el comportamiento de las personas,por imponer valores y costumbres, creencias, usos y tradiciones cultu-

    rales. Finalmente, esto nos lleva a conocer cmo se expres la NuevaEspaa como cultura catlica.Si en Mxico se dio un proceso de imposicin de las normas y de

    los preceptos religiosos aunado a un control social de los creyentes, esalgo que aqu se propone como una hiptesis vlida, pero slo unainvestigacin ms amplia puede conrmarla. El ampliar el estudio so-bre los conceptos aludidos nos meter de lleno tambin a la discusinsobre el papel del mundo catlico colonial espaol en la modernidad.Parece que se dise una poltica confesional y se form igualmenteuna sociedad disciplinada. Empero, por otro lado, hay cuestionamien-tos sobre la viabilidad del proyecto catlico en otros terrenos, por en-contrarse tambin en los fundamentos de la cultura hispnica rasgosde tradicionalismo o misoneismo, cerrazn a la libertad de concien-cia, intolerancia, etctera, caractersticas todas ellas esgrimidas comoantimodernas.

    Si bien la tendencia de la Iglesia fue a disciplinar y uniformar,tarea doctrinal y pastoral de un orden unvoco y coherente,63que-dara por verse si a largo plazo se cumpli este objetivo. No se puede

    63 Esto al decir de Perla Chinchilla, La retrica de las pasiones, p. 94.

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    negar que la historiografa ha puesto mayor atencin en la emisin de losmensajes que en su recepcin a nivel de los grupos, que contiene ma-tices diferentes. Por lo tanto, huelga insistir que hacen falta trabajossobre la manera en que la sociedad los recibi y actu en concordan-cia con ellos. Para esto sera necesario recurrir a fuentes no ociales,como, por ejemplo, narraciones de estas. Las tensiones sociales hanestado siempre presentes en nuestra historia. Ni qu decir de los le-vantamientos, rebeliones y revoluciones, de los viejos y nuevos recla-mos de justicia, igualdad y equidad. La Iglesia como institucin hadictado pautas, pero no ha solucionado conictos de forma perma-nente. Por otro lado, al decir de Ramn Kuri, no hubo uniformidadreligiosa en Nueva Espaa y mucho menos una ideologa hegem-

    nica.64

    En cambio, hubo sincretismo, la bsqueda de una mstica es-peculativa, gran variedad de argumentaciones teolgicas y loscas,crisis constantes de ideas, un acento eclctico y regalista que se incre-ment en el siglo XVIIIy una persistente negociacin implcita y ex-plcita por parte de la sociedad ante los lmites disciplinadores de lasjerarquas. No hay movimientos homogneos en los procesos cultura-les. Diversas tendencias conviven y esto se reeja en los diferentesdiscursos que han quedado para la posteridad. Los procesos de reno-vacin cristiana del siglo XVIresurgen en el XVIII, mientras que laContrarreforma se debilita, pero persisten sus tendencias an a nes

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