mare nostrum - el mar mediterraneo

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¿Qué es el Mediterráneo? Mil cosas a la vez. No es un paisaje sino innumerables paisajes. No un mar sino una serie de mares. No una civilización sino varias civilizaciones amontonadas unas sobre otras. Viajar por el Mediterráneo es sumergirse en la Historia, es descubrir cosas antiquísimas aún vivas, codeándose con cosas ultramodernas. En un mismo momento el espectador se encuentra con el arcaísmo y se queda atónito ante la extremada juventud de las más viejas ciudades, abiertas a todas las culturas y el comercio. ¿La razón de esto? El Mediterráneo es una encrucijada. Desde hace milenios todo ha confluido en él, complicando y enriqueciendo su historia: hombres, animales de carga, vehículos, mercancías, barcos, ideas, religiones, modos de vida… Sin embargo, ante nuestra mente este Mediterráneo heteróclito se presenta como un sistema en el que todo se mezcla y se reconstruye en una unidad original. ¿Cómo explicar entonces al Mediterráneo? En un mapa del mundo el Mediterráneo aparece como un simple corte de la corteza terrestre, un huso muy alargado que se extiende desde el estrecho de Gibraltar hasta el istmo de Suez y el Mar Rojo. Se encuentran en sus alrededores montañas, que penetran en el mar, formando ríos en las zonas más angostas. Esas montañas definen otros mares que se desprenden del Mediterráneo: el mar Negro, el mar Egeo, el mar Adriático; y ese reparto del mar divide las tierras en zonas particulares. El Mediterráneo es un mar que además, debido a su geología en constante movimiento, se encuentra lleno de islas y penínsulas. Naturaleza, historia y alma cambian según que nos situemos en el norte o en el sur del mar, según miremos hacia una u otra de sus direcciones. Hacia Europa las montañas, hacia África el desierto. La unidad esencial del Mediterráneo es el clima, que unifica los paisajes y modos de vida. Es casi independiente de las condiciones locales y lo determina la respiración del Océano Atlántico al oeste y la del desierto del Sahara al sur. Por eso se determinan dos estaciones principales, una cargada de la humedad y las lluvias del Océano y la otra de la sequedad del desierto. Sin embargo, para vivir en el Mediterráneo el hombre debió esforzarse. Conquistar las llanuras para la agricultura consistió primero en vencer el agua salada, pero luego hubo que llevar nuevamente agua, pero dulce, necesaria para el riego. Las montañas, por su parte, resultaban una molestia que corta la circulación y limita las llanuras. La vida en la región es a veces difícil, a menudo precaria, condenando al hombre a la sobriedad. El Mediterráneo equilibra su vida basándose en el trío olivo, vid y trigo. Y a esto le suma rutas y más rutas por mar y por tierra, unidas entre sí, rutas que hacen crecer ciudades enlazadas las unas con las otras. Estas rutas significan circulación. Estas rutas significan comercio. Si fijamos nuestra atención en el Mar Mediterráneo de hoy y en sus civilizaciones podemos dar una visión global, encontrando tres hilos conductores. El Mar Mediterráneo está formado por tres comunidades culturales, tres enormes y vivaces civilizaciones, tres modos de pensar, de creer, de comer, de beber, de vivir… Tres civilizaciones. Occidente en primer lugar, la Cristiandad o Romanidad. El segundo universo es el Islam. El tercero es el universo griego, el universo ortodoxo, que abarca los actuales Balcanes, Rumania, Bulgaria, casi entera Grecia misma, tan llena de recuerdos. Estas civilizaciones son una continuidad, arraigan un pasado mucho más antiguo de lo que a primera vista parece y esa larga duración se incorpora a su carácter. La civilización griega, por ejemplo, nace y comienza a delinearse hacia el siglo VIII antes de Cristo, tras una serie de destrucciones que la habían llevado a una “edad oscura”. Luego de tres milenios de Historia esa civilización está aun hoy viva.

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Texto sobre el Mar Mediterraneo para trabajar con alumnos

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Page 1: Mare Nostrum - El Mar Mediterraneo

¿Qué es el Mediterráneo? Mil cosas a la vez. No es un paisaje sino innumerables paisajes. No un mar sino una serie de mares. No una civilización sino varias civilizaciones amontonadas unas sobre otras. Viajar por el Mediterráneo es sumergirse en la Historia, es descubrir cosas antiquísimas aún vivas, codeándose con cosas ultramodernas. En un mismo momento el espectador se encuentra con el arcaísmo y se queda atónito ante la extremada juventud de las más viejas ciudades, abiertas a todas las culturas y el comercio. ¿La razón de esto? El Mediterráneo es una encrucijada. Desde hace milenios todo ha confluido en él, complicando y enriqueciendo su historia: hombres, animales de carga, vehículos, mercancías, barcos, ideas, religiones, modos de vida… Sin embargo, ante nuestra mente este Mediterráneo heteróclito se presenta como un sistema en el que todo se mezcla y se reconstruye en una unidad original. ¿Cómo explicar entonces al Mediterráneo?

En un mapa del mundo el Mediterráneo aparece como un simple corte de la corteza terrestre, un huso muy alargado que se extiende desde el estrecho de Gibraltar hasta el istmo de Suez y el Mar Rojo. Se encuentran en sus alrededores montañas, que penetran en el mar, formando ríos en las zonas más angostas. Esas montañas definen otros mares que se desprenden del Mediterráneo: el mar Negro, el mar Egeo, el mar Adriático; y ese reparto del mar divide las tierras en zonas particulares. El Mediterráneo es un mar que además, debido a su geología en constante movimiento, se encuentra lleno de islas y penínsulas.

Naturaleza, historia y alma cambian según que nos situemos en el norte o en el sur del mar, según miremos hacia una u otra de sus direcciones. Hacia Europa las montañas, hacia África el desierto. La unidad esencial del Mediterráneo es el clima, que unifica los paisajes y modos de vida. Es casi independiente de las condiciones locales y lo determina la respiración del Océano Atlántico al oeste y la del desierto del Sahara al sur. Por eso se determinan dos estaciones principales, una cargada de la humedad y las lluvias del Océano y la otra de la sequedad del desierto.

Sin embargo, para vivir en el Mediterráneo el hombre debió esforzarse. Conquistar las llanuras para la agricultura consistió primero en vencer el agua salada, pero luego hubo que llevar nuevamente agua, pero dulce, necesaria para el riego. Las montañas, por su parte, resultaban una molestia que corta la circulación y limita las llanuras. La vida en la región es a veces difícil, a menudo precaria, condenando al hombre a la sobriedad. El Mediterráneo equilibra su vida basándose en el trío olivo, vid y trigo. Y a esto le suma rutas y más rutas por mar y por tierra, unidas entre sí, rutas que hacen crecer ciudades enlazadas las unas con las otras. Estas rutas significan circulación. Estas rutas significan comercio.

Si fijamos nuestra atención en el Mar Mediterráneo de hoy y en sus civilizaciones podemos dar una visión global, encontrando tres hilos conductores. El Mar Mediterráneo está formado por tres comunidades culturales, tres enormes y vivaces civilizaciones, tres modos de pensar, de creer, de comer, de beber, de vivir… Tres civilizaciones. Occidente en primer lugar, la Cristiandad o Romanidad. El segundo universo es el Islam. El tercero es el universo griego, el universo ortodoxo, que abarca los actuales Balcanes, Rumania, Bulgaria, casi entera Grecia misma, tan llena de recuerdos. Estas civilizaciones son una continuidad, arraigan un pasado mucho más antiguo de lo que a primera vista parece y esa larga duración se incorpora a su carácter. La civilización griega, por ejemplo, nace y comienza a delinearse hacia el siglo VIII antes de Cristo, tras una serie de destrucciones que la habían llevado a una “edad oscura”. Luego de tres milenios de Historia esa civilización está aun hoy viva.