manuel sorto: "mi padre me quería militar y abogado"

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1 MANUEL SORTO, cine, danza, pintura y escritura de un sensuntepecano. Primera entrega. 4 de marzo, 2011 Manuel Sorto es un hijo de la ciudad de Sensuntepeque que ha dedicado su vida al arte. Cuando vivió en nuestro país hizo varios trabajos cinematográficos, de múltiples formas: como director, guionista, ingeniero de sonido y editor. Publicó libros de poesía y escribió también en periódicos. Publicó además una novela. Dio clases en el CENAR. También participó como actor de cine y teatro. Realizó diseño de escenarios. Expuso sus dibujos y pinturas en la Sala Nacional de Exposiciones “Salarrué”. Hizo crítica de cine y de teatro. Diseñó portadas e ilustraciones de una efímera pero famosa revista poética. Desde hace muchos años vive en el extranjero, en donde continúa haciendo arte. Estas pocas líneas nos alcanzan sólo para tener un pequeño acercamiento al trabajo artístico de Manuel Sorto, el cual mostraremos en tres entregas.

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Entrevista realizada por Érika Valencia-Perdomo y Óscar Perdomo León, en 2011, al artista multifacético salvadoreño Manuel Sorto.

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MANUEL SORTO, cine, danza, pintura y escritura de un sensuntepecano. Primera entrega.

4 de marzo, 2011

Manuel Sorto es un hijo de la ciudad de Sensuntepeque que ha dedicado su vida al arte. Cuando

vivió en nuestro país hizo varios trabajos cinematográficos, de múltiples formas: como director,

guionista, ingeniero de sonido y editor. Publicó libros de poesía y escribió también en periódicos.

Publicó además una novela. Dio clases en el CENAR. También participó como actor de cine y

teatro. Realizó diseño de escenarios. Expuso sus dibujos y pinturas en la Sala Nacional de

Exposiciones “Salarrué”. Hizo crítica de cine y de teatro. Diseñó portadas e ilustraciones de una

efímera pero famosa revista poética.

Desde hace muchos años vive en el extranjero, en donde continúa haciendo arte. Estas pocas líneas

nos alcanzan sólo para tener un pequeño acercamiento al trabajo artístico de Manuel Sorto, el cual

mostraremos en tres entregas.

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Los miembros de LA ESQUINA DE ÉRIKA Y ÓSCAR le hicimos una entrevista en línea y esto

que sigue fue lo que obtuvimos. Agradecemos sinceramente a Manuel su amabilidad de tomarse el

tiempo para atendernos.

Érika Valencia-Perdomo

Óscar Perdomo León

Érika y Óscar: ¿En qué fecha y en qué lugar naciste?

Manuel Sorto: El 25 de noviembre a las 4 de la tarde. Dicen que llegando estaba

cuando sonó la hora en la iglesia. Mi partera fue la Niña Pilar Rosales.

Nací en la Avenida Cabañas número 6, en la casa contigua a la de don Alejandro

González. Allí sí está enterrado mi ombligo. En realidad. Lo digo después de leer la

entrevista a ÁLVAR CASTILLO.

Érika y Óscar: ¿Dónde viviste tu niñez y adolescencia?

Manuel Sorto: La niñez en Sensunte, ahí hice hasta mi Primer Curso de

Secundaria. Creo que nos fuimos a San Salvado cuando yo tenía entre 12 y 13 años.

Érika y Óscar: ¿En qué otros lugares has vivido y dónde vivís ahora?

Manuel Sorto: Si hablan de países, un año en México, entre el ´71 y el ´72, en

Guatemala en 1973, luego de nuevo en México, de 1980 a 1987, y luego en Francia,

en el País Vasco Francés. Es lo que en Europa se parece más a El Salvador. El

terreno es quebrado. El mar está a 15 minutos y a 40 uno ya está ascendiendo los

Pirineos.

Érika y Óscar: ¿Nos podrías decir el nombre de tus padres y demás familia?

Manuel Sorto: Mi padre es Manuel Antonio Sorto Larreynaga. Mi madre María

Inés Moreno Navarrete. Mi hermana, Ana Cristina Sorto.

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Pero tengo más familia, cuando mi padre se casó con mi madre ya era viudo y tenía

dos hijos de su primer matrimonio. Sus nombres: José Dolores Sorto y María Ester

Sorto.

Pero también de mi padre tenía otros 4 hijos fuera de matrimonio y todos

engendrados antes de su primera boda. Yo solo conozco a 3: Orlando, profesor de

Primaria que vivía o vive en Rojas, camino a Victoria. Beto (no recuerdo si Alberto

o Roberto), talabartero que ya murió, hace tiempo. Samuel, quien es joyero y vive

en San Salvador. La cuarta es una mujer: Gregoria. Yo no la conocí, sólo a sus hijos

(sobrinos míos y que tenían más o menos mi edad e incluso uno que era mayor que

yo, Miguel Pérez). De lo que entiendo. Gregoria es la mayor.

Manuel Antonio Sorto Larreynaga, padre de Manuel Sorto.

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Érika y Óscar: ¿Estás casado? Y si lo estás ¿cómo se llama tu esposa? ¿Tenés

hijos?

Manuel Sorto: Estuve casado. Tengo un hijo: Camilo Sorto-Cazaux, tiene 24 años

y a veces colabora con ContraPunto. Su madre se llama Pantxika Cazaux.

Érika y Óscar: ¿Por qué te fuiste de Sensuntepeque?

Manuel Sorto: Mis padres se separaron cuando yo tenía 10 años. Luego mi

madre decidió trasladarse a San Salvador, a buscar trabajo. O quizás huyendo de

los fantasmas.

María Inés sostiene a Camilo, madre e hijo, respectivamente, de Manuel Sorto.

Érika y Óscar: ¿A qué personas recordás de Sensuntepeque?

Manuel Sorto: A muchas. Sobre todo maestros y amigos, y algunos personajes.

En este blog, MÁS ALLÁ DE LOS 400 CERROS, vi hace poco a la Niña Maurita

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Echeverría (yo la llamé siempre así), ella fue mi maestra de Geografía en

Secundaria; maestra excelente, no permitía ninguna indisciplina. Entre los

maestros recuerdo sobre todo a Don Marco Tulio Orellana. Él es mi formador. Él

fue quien remarcó y me alentó a desarrollar mis “talentos”. El teatro, y sobre todo,

el dibujo. Me ponía a dibujar en la pizarra, copiando de los libros, por ejemplo: el

esqueleto, el sistema digestivo, los músculos, los próceres para las fiestas patrias,

etc. De paso, para Semana Santa me ganaba un dinerito haciendo alfombras con sal

de colores, a pedido, con sal de colores. Si tenías alfombra enfrente de la casa, eso

obligaba a la figura o figuras cargadas a posarse sobre la alfombra de tu casa

durante algunos momentos. Don Marco Tulio Orellana fue mi maestro en Cuarto y

Sexto Grado, primero en la Escuela Fermín Velasco y luego en la Sotero Laínez. En

la Fermín Velasco para una “velada” me permitió hacer mis primeros pininos en el

“teatro”. Me inventé “un número”, en el que yo hacía a la vez el dentista y el

paciente. Yo escribí los diálogos y realicé “la utilería”: una muela enorme con sus

raíces construído con “papier mâche”. Perece que gustó mucho. De Don Marco

Tulio recuerdo su humanismo, su sentido y conocimiento de la historia, sus pláticas

sobre la injusticia, su espíritu crítico y sano. Uno de los hombres más honorables

que haya dado Sensuntepeque. Murió, según supe, de las consecuencias de los

golpes (¿torturas?) después que fue capturado para la huelgas de ANDES de los

años ´70s. Tuve buenos profesores, en Historia y Literatura a Mercedes Cañas, era

excelente. Al “Ticher” Fernández, con quien fabriqué mi primer “proyector de

cine”: una caja de cartón, un foco y un par de lentes. Recuerdo a Trinidad Velasco.

Otro maestro importante y de prestigio en Sensuntepeque, pero de quien nunca fui

alumno fue Don Chepe Castillo, tío de Alvar. También yo la gozaba mucho con el

Profesor Miranda, que daba ingés, francés, y entrenaba los equipos de fut. Luego

están los amigos, Arturo Espínola, Arturo Aguilar, Mario Cromeyer, Gladys Padilla

y Alfredo Saravia, Nito López… Carlos Simó… Mario Amaya, Gladis Morales,

Marlene Velasco, Jorge López, Selvy Ponce, Ana Delmy Amaya, que escribe

poesía… Lita y Silvia Anaya… René Chacón… Adrián Velasco, Luis Hernández…

Para la platicada, los mejores eran Arturo Espínola (Catuyo), e Israel Saravia. Para

estudiar, Ángel Chávez, que ya murió. La lista puede ser larga, porque además

están los primos, como Gandolfo y Abdón Sorto, Armando Moreno y los tíos y los

que vivieron en Sensunte sin haber nacido ahí… Miguel Mayorga y El Pachuco de

San Isidro, Daniel Aguilar de San Miguel, Mariano Munguía Payés, Juan Pineda de

Berlín, Fermín Azmitia… Recuerdo también a personajes magníficos como

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Zangolote, Tarzán, El Loco Tincho, Matute Pintor… Jerónimo Canales, el

sorbetero… Me llevaría mucho tiempo hablar o describir a todos estos personajes…

María Inés Moreno Navarrete, madre de Manuel Sorto.

Érika y Óscar: ¿Mantenés contacto con personas de “Sensunte”?

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Manuel Sorto: Cuando voy a El Salvador a quien casi siempre veo es a Israel

Saravia, quien tiene una tienda en el Mercado de Artesanías, en San Salvador. La

última vez solo pudimos hablarnos por teléfono, pero mi hijo fue a verlo… Me

gustaría poder volver a ver a Arturo Espínola, conversar con él era maravilloso, a

veces lo hacíamos bien entrada la madrugada.

Érika y Óscar: Hablanos un poco de tu obra cinematográfica.

Manuel Sorto: Es difícil ser juez y parte. Se hizo lo que se pudo, la guerra se nos

vino encima y todo fue más difícil y casi imposible… La obra cinematográfica es

poca, pero le dio un lugar a El Salvador en la Historia del Cine, que antes no tenía.

Acumuló premios importantes por todo el planeta…

Érika y Óscar: ¿Vivís del cine?

Manuel Sorto: No exactamente. Es que la pregunta de ustedes es complicada. He

vivido de varias cosas. Hasta el 87 en México si viví del cine. Como técnico sobre

todo, Editor o Ingeniero de Sonido, pero también como Asistente de Dirección o

Coordinando Producción. Aquí en Francia, muy poco. Ya hace 4 años, Costa Gavras

denunciaba que entre el 60 y el 70 % de técnicos y artistas del cine francés estaban

desempleados… ya antes de la crísis tan famosa en la que estamos. En verdad

nunca pretendí vivir del cine ni de nada. Son oficios o profesiones que me han

encontrado en su camino y yo en el mío. Alguien me vio y pensó que yo podía hacer

teatro. Luego alguien me vio actuar y creyó que yo podía ser profesor de teatro.

Alguien me vio y creyó que yo podía trabajar en cine. Alguien leyó unos poemas

míos y los publicó. Y así. Yo nos andaba buscando, pero esas gentes de alguna

manera definieron mis caminos en las diversas artes. Mi primer trabajo que me

permitió un salario fijo fue como profesor de teatro en 1970. No fue sino hasta 1976

y que me quedé sin trabajo, que acepté una oferta como Asistente de Editor en una

productora de “spots” comerciales para la televisión. Yo detestaba (y detesto) la

publicidad, pero ya debía dos meses de casa. Los últimos 10 años aquí, he vivido

sobre todo, por increíble que parezca, del trabajo con una Compañía de Danza.

Experiencia que en El Salvador solo la había visto de lejos.

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Arriba: Víctor Moreno. Abajo: María Santos Navarrete. Ambos abuelos maternos de Manuel Sorto.

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Érika y Óscar: ¿Cómo se llama la compañía de danza en donde trabajás. ¿Qué

hacés exactamente ahí, en esa compañía, cuál es tu rol?

Manuel Sorto: La compañía se llama Androphyne. ¿Y qué es lo que hago?

Bueno, se inventaron para mí la función de Meteur en Réflexion. No hago nada

preciso y tengo libertad para opinar sobre todo. O sea, yo acompaño todo el trabajo

de montaje (el último duró tres meses), los hago reflexionar sobre todo lo que

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hacen a medida que la pieza se va creando y va agarrando forma: la coreografía, los

textos, el video, los decorados, el vestuario, la iluminación. Su último montaje

incluía todo ello: teatro, música en vivo, danza, artes marciales, video, e incluso se

transmitía en directo usando cámaras miniatura que portaban los bailarines y

actores o que estaban ubicadas, por ejemplo, en los camerinos o en una guitarra y

las señales eran enviadas por monitores que eran desplazados sobre escena. Los

Coreógrafos de Androphyne (son una pareja) no quieren que haya Puesta en

escena; le apuestan más a la obra colectiva. Lo mismo habíamos buscado con el

teatro en El Salvador, con Maíz, grupo de Investigación Expresiva. Por eso lo de

que Androphyne creara el concepto de Mise en Réflexion para definir mi “status”,

mi rol. Es un término que no existe en el mundo de la danza.

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MANUEL SORTO: “MI PADRE ME QUERÍA MILITAR Y ABOGADO”. Continuación de la entrevista. Segunda entrega.

11 de marzo, 2011

Manuel Sorto.

Foto: Cristina Zaldua. Le Journal du Pays Basque.

Érika y Óscar: Leímos un artículo tuyo en ContraPunto, La Historia de un

Huérfano [El cine salvadoreño], sobre tu experiencia al ver a Alejandro Cotto

filmando una película en Sensuntepeque. ¿Qué nos podés contar sobre eso?

Manuel Sorto: Lo único que puedo contar lo escribí en uno de esos textos. Ahí

están mis recuerdos de cómo se pasó. Por supuesto que nunca me imaginé, que

luego, ya adulto, conocería a Alejandro y que llegaríamos a ser amigos. Allá por

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1978 o 79, me llamó para trabajar con él en unos cortos sobre El Salvador que

financió una cerveza salvadoreña y que produjo una agencia de publicidad. Ahí

nació una amistad que luego nos serviría mucho para realizar la película

de Guillermo Escalón sobre Alejandro en 1991. Hasta hoy somos buenos amigos.

Alejandro Cotto (cineasta salvadoreño) y Manuel Sorto. Fotografía tomada por Guillermo

Escalón.

Yo tuve la suerte de asistir al rodaje de una de las secuencias de El Rostro: la del

combate en el tiangue de Sensuntepeque (lugar de los innumerables cerros,

siguiendo el sentido del nahuat de Pedro Geoffroy Rivas). Yo era un niño y cinéfilo

a morir (me lograba meter en el Cine Cabañas hasta a las no aptas para menores,

aunque mis primeras películas las vi al aire libre en un patio de la farmacia de Don

Federico Chacón y donde cada quien llevaba su silla) y hasta había contruído mi

“proyector” con una caja de cartón y proyectaba en el zaguán de la casa e intenté

cobrar a centavo la entrada.

***

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Alguien pasó gritando por la puerta que en el tiangue el Loco Tincho estaba

haciendo una película. El Loco Tincho era uno de los personajes más populares de

Sensunte, como Zangolote o Tarzán, y yo salí corriendo, pero no para ver al Loco

Tincho sino que para ver como se hacía la película. Al llegar al tiangue pude

contemplar el rodaje. Para el niño que era en 1959, fue impresionante. Como había

una multitud (pleno día de mercado caballar y vacuno) no recuerdo como hice para

ver, pero debí haberme encaramado en un palo o en un caballo para poder observar

la imágen que retengo: en el centro de un círculo de mirones, el Loco tincho se

batía con alguien a cuchillo o guarisama entre la polvareda levantada por los

movimientos de ambos contendientes. Cuando yo me centré sobre el Loco Tincho,

este sudaba y se defendía o atacaba con mirada de todo por la muerte o todo por la

vida. A la derecha vi un aparato que me pareció enorme y uno o dos o tres señores

detrás o al lado de la cámara. Uno de ellos, Alejandro me imagino, hacía gestos,

indicándole al Tincho con sus ademanes lo que Tincho debía representar.

Con El Rostro, el cine documental salvadoreño por primera vez participa en un

festival internacional de cine, en el de Berlín (RFA). Cierto que no obtiene ningún

premio aparte del ser seleccionado, pero como se reza en los juegos olímpicos “lo

importante no es ganar sino competir”. Y al menos El Salvador, por primera

vez, había tenido con qué participar.

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Ex esposa de Manuel Sorto: Pantxika Cazaux, a quien UCA editores le publicó a principios de los noventas su

novela Ojo de Venado.

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Con Pantxika Cazaux, cuando Manuel Sorto fue jurado en el Festival de Bilbao. Foto: Diario EGIN.

“Esta foto de mi mamá es una de mis preferidas. Está discutiendo con el Poeta Alfonso

Kijadurías y su esposa en su casa, en Cuernavaca, México, 1986.”

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Érika y Óscar: En Cine Apolo, programa que pasan en el Canal 10 de televisión,

vimos unos de tus primeros trabajos cinematográficos. ¿Qué cosas recordás de la

esa película? ¿Adónde podemos ver tus películas?

Manuel Sorto: Te refieres a La Zona Intertidal. La única película de ficción

que realizamos Guillermo Escalón y yo. Fue producida por El Taller de los Vagos.

El tema es el asesinato político. El asesinato de un profesor, como tantos que

fueron asesinados a fines de los setentas por los escuadrones de la muerte. Lo

importante era lograr filmarla sin que hubiera problemas, ya que teníamos que

viajar con el equipo hasta la playa.

Érika y Óscar: Manuel, en 1982, en la ponencia impartida por Paul Leduc sobre

Dramaturgia y autocrítica, en el Seminario de Cine Latinoamericano y Dramaturgia

del IV Festival de Nuevo Cine Latinoamericano, en La Habana, él se refiere a vos, a

Escalón y a Cero a la Izquierda, en términos muy elogiosos, y lo citamos de manera

textual:

“(…) La vocación del NCL ha sido (o querido ser) la de un cine no individualista,

un cine de expresión social, un cine de comunicación popular, un cine de equipo.

Esto se ha dicho (y se ha intentado) muchas veces. Y sin embargo en muy pocos

casos ha logrado realmente insertarse en lo popular. Sanjinés en Bolivia y Cero a la

Izquierda en El Salvador, aparecen como las excepciones que confirman la regla, y

no en balde: el movimiento obrero boliviano y el pueblo armado en El Salvador los

sustentan. (…)

“(…) la Zona Intertidal (…) Sorto y Escalón con enorme inteligencia y visión

cinematográfica inventan una narrativa en la que la película puede existir en

condiciones de guerra. Inventan una narrativa que permite a un equipo de 2,

dirigir, actuar, fotografiar, y editar la película. Inventan una narrativa a partir de

imágenes neutras y sin diálogo, que pueden ser procesadas en cualquier

laboratorio, así esté militarizado, sin sospecha alguna de lo que se trama. Inventan

incluso, cabe decir, una cinematografía nacional a partir de lo que la condiciona. De

las condiciones en las que y por las que nace. (…)”

¿Qué anécdotas recordás de esa película en particular?

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Manuel Sorto: Anécdotas hay algunas. Para filmarla sin problemas, dibujé un

falso “story board” publicitario para Tick-Tack o el whisky Duncan, no recuerdo,

cuya fábrica era de la familia de Guillermo Escalón, el co-realizador y camarógrafo.

Así evitamos problemas en los retenes en la ida a la playa. Se filmó en la playa de

La Leona, porque era una playa pequeña, arrinconada y poco visitada. Esa película

está llena de pequeñas cosas. A nivel técnico, por ejemplo, para lograr la unidad en

los azules, Guillermo eliminó el filtro 85. Lo más difícil a filmar fue la escena del

encuentro y el “diálogo” entre el “caracolito” con el Profesor. Sobre todo la toma

donde el “ermitaño” (así creo que llaman a esos “caracoles”, porque cambian de

“casa”, de concha, a medida que crecen) se da vuelta y regresa para ver de nuevo al

Profesor. A Lynn, mi compañera de la época, se le ocurrió, desde fuera de cámara,

golpear la maleta de aluminio de la cámara mientras el ermitaño pasaba enfrente

de mi rostro. Ya con esa estratagema no costó mucho, dos o tres tomas. Pero esa

película también tiene anécdotas de otro tipo, como por ejemplo, que la camioneta

Cherokee que se utilizó, y que era el vehículo “clásico” que utilizaban los

Escuadrones de la Muerte, nos la consiguió Armando Herrera, mi editor y Director

de la Editorial Universitaria (y que murió el año pasado) era una camioneta de la

Rectoría de la Universidad Nacional. Luego, quien la maneja, aunque no se ve, es

Baltazar Polío, el realizador de Topiltzin.

¿Y sobre dónde verlas en El Salvador?

Pues seguimos sin una Cinemateca. Sé que el MUPI tiene tres de ellas

numeradas:Morazán, Los Primeros Frutos (La Decisión de Vencer) y La

Zona Intertidal. Fueron ellos los que le proporcionaron la copia de La Zona

Intertidal a Jorge Dalton para Cine Apolo. Podés hablarle a Tania Preza o a

Santiago. En otros países están en varias Cinematecas.

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Arriba: portada del libro que se editó con las notas de Manuel Sorto que incluye poemas y prosa que “cuenta las

aventuras prohibidas y no públicas del montaje de El espectáculo donde usted es el héroe de la Compañía de

Danza Androphyne”. Abajo: contraportada del mismo libro.

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Israel Saravia y Manuel Sorto. Foto: Veronique Martin.

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De izq. a derecha. Atrás: Claudia Alwood y Olga Salarrué. Adelante: Verónica Vides y Manuel Sorto. Foto de

Ricardo Humano.

Érika y Óscar: ¿Cómo ves a El Salvador social y políticamente?

Manuel Sorto: Paloma esta pregunta. Se necesita mucho tiempo para ello y no lo

tengo. Lo importante es que al fin, por lo menos se haya logrado la Alternancia

Política. Casi 20 años después de una guerra civil y casi 80 después de un genocidio

como el de 1932. Nunca hubo Alternancia Política en toda la Historia de la

República. Y no hubo el estallido de violencia que la derecha profetizaba se daría en

caso de que ganara el FMLN y la izquierda. Eso ya es bastante. Cuidemos la

libertad política que tenemos y desde ahí colaboremos, activa y críticamente, de

forma positiva para lograr superar la miseria de siglos. “Todos los nunca se llegan”,

decía Fabio Castillo: se lo escuché en un mitín precisamente en Sensunte cuando yo

estaba cipote y desde entonces se me quedó grabado en la memoria. Vamos a ver al

final de este mandato hasta donde los logros del presente gobierno. De todas

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maneras, la alternancia política es el primer paso hacia una democratización del

país.

Érika y Óscar: ¿Qué dificultades presenta el hacer cine en El Salvador?

Manuel Sorto: Todas.

RETRATO DE FAMILIA. De izq. a derecha. Entre paréstesis aparece la familiaridad con Manuel

Sorto. De pie: María Inés Moreno Navarrete (madre), Manuel Sorto, Camilo Sorto-Cazaux

(hijo) y Carlos José Peraza Sorto (sobrino). Sentadas: Ana Cristina Sorto (hermana) y Carla

Peraza Sorto (sobrina). Fotografía tomada por Carlos Mata Gavidia.

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Camilo Sorto-Cazaux junto a su padre, Manuel Sorto.

Érika y Óscar: ¿Has visto las películas salvadoreñas “Uno, la historia de un gol”,

“Sobreviviendo Guazapa” y “Cinema Libertad”? ¿Qué pensás de ellas?

Manuel Sorto: No he visto ninguna.

Mi hijo vio Cinema Libertad en Toronto y dice que está bien. Es más, creo que dijo

que “muy bien”. Y sobre cine, sabe de lo que habla.

Érika y Óscar: Tres cosas buenas y tres cosas malas de Sensuntepeque.

Manuel Sorto:Ese es el tipo de pregunta que no me gustan. Y puedo hablar de

Sensuntepeque de hace 50 o 40 años. El de ahora, lo desconozco. Pero veamos.

Su clima era bueno, fresco en relación a San Salvador. No sé si sigue siéndolo.

Me encantaban sus calles, sobre todo cuando eran empedradas: o siempre subís o

siempre bajás.

Al menos en mi niñez y juventud, Sensuntepeque tenía misterio. En la noche,

caminar cuando no había nadie, era caminar el misterio.

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La carreta chillona… el cura sin cabeza…

Si no han subido al Cerro Grande, se los recomiendo. Ahí estuvo la ciudad en la

época precolombina. Otro lugar donde me gustaba pasar las tardes era el Parque

Cabañas. No sé cómo se mantiene… el camino de colores que lo circunda, creo que

arcilla de colores y su cueva que atraviesa el cerro. Tronalagua, Guacotecti… La

cosas malas, prefiero no recordarlas.

Érika y Óscar: ¿Cuándo fue la última vez que viniste a Sensuntepeque y a El

Salvador?

Manuel Sorto:Poco después de finalizada la guerra, en 1993. Ya para entonces

estaban tirando la casa donde nací. Me dijeron que la había comprado la Niña

Mercedes Cañas, la que fue mi profesora de Literatura. No pude entrar ya que ella

no estaba. Yo andaba con mi hijo, e ibamos para que conociera a mi padre. Fuimos

con Joaquín Dominguez Parada, que en un tiempo había trabajado en Sensunte.

Tomé una fotos cuyo rollo sin revelar se perdió en el aeropuerto de Nueva York.

En El Salvador estuve por última vez hace poco, a fines del 2009, desde mediados

de noviembre hasta mediados de febrero del 2010. También estuvo Camilo.

Érika y Óscar: ¿Comida favorita?

Manuel Sorto: Las pupusas.

Érika y Óscar: ¿Qué último libro has leído? ¿Quiénes son tus tres escritores

favoritos?

Érika y Óscar: Tres salvadoreños que vos admirés y por qué.

Manuel Sorto: Y vuelven las tres cosas… En primer lugar a mi madre y a mi

padre. A mi madre por su coraje y por aguantar a todos mis amigos. A mi padre

por su capacidad de que, siendo de un orígen campesino, pudo enfrentarse a las

ciudades sin quebrarse, aunque casi nunca vivió en San Salvador. También por el

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respeto que siempre tuvo para mis actividades “artísticas”, aunque no estuviera de

acuerdo. Imagínense que me quería militar y abogado.

A Roque Dalton, por toda su vida y obra, incluídas sus parrandas. A Salarrué,

por su generosidad y sobre todo por su humildad. Uno se le podía acercar con gran

tranquilidad. A Claudia Lars por su sabiduría, su honestidad. No tenía pelos en la

lengua. Recuerdo que allá por 1971, asesinaron a un sobrino de ella en la carretera

Panamericana. Ella declaró a la prensa que esperaba que el gobierno no dijera esa

vez que ese también había sido un asesinato de la izquierda. A Roque no lo conocí;

conozco a su familia, Juan José, Jorge, Aída. Incluso conocí a su madre y a Roque

hijo, el hijo mayor que murió combatiendo en la guerra. A Apolinario Serrano,

el dirigente campesino de FECCAS, asesinado en 1979. A Enrique Álvarez

Córdova, el millonario asesinado, creo que en 1980 y que fue el primer presidente

del FDR. Con excepción de Dalton, a todos pude conocerlos.

Miguel Mármol es otro tipo increíble.

Érika y Óscar: ¿Qué música escuchás?

Manuel Sorto: Me da casi igual, siempre que no estorbe o me dañe los oídos. Y

depende también del momento. No importa la época ni el género. Solo soy exigente

cuando contiene palabras. Tengo muchos amigos músicos, y entre los artistas son

de los con que mejor me entiendo. Para bailar prefiero la Salsa. Detesto la Cumbia,

por ejemplo. Y me encanta el silencio. La música es como las palabras: si lo que

hablamos o tocamos no es mejor que el silencio, pues más vale no hacer ruido. Y a

veces prefiero el silencio.

Érika y Óscar: ¿Cerveza o vino?

Manuel Sorto: Vino para comer y cerveza para pasar el rato. Pero eso del comer

con vino comenzó en México. En El Salvador no tenemos una cultura del vino. Aquí

en Francia forma parte de la identidad, estás obligado a aprender a conocerlos.

Érika y Óscar: ¿No extrañás el mango verde con alguashte y el atol shuco?

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Manuel Sorto: Claro que sí. Y los frijoles monos que ya ni hay. Y la yuca con

pepescas (que también parece que ya no hay, pepesquitas) y todo lo del maíz. Y

hasta el maicillo: los alborotos por ejemplo.

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Manuel Sorto y Claudia Lars, en 1971. Fotografía tomada por R.

Monterrosa.

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Espectáculo de Androphyne : Pierre-Johann Suc y Magalí Pobel,

danzan sobre el agua. Foto: Guy Delahaye.

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Androphyne: Eddy Crampes y Jean Michel Noêl, de El espectáculo donde usted es el héroe. Foto: Guy Delahaye.

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Androphyne: Eric Bernard, de El espectáculo donde usted es el héroe. Foto: Guy Delahaye.

http://www.androphyne.com/

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Manuel Sorto maquillándose para la presentación de la obra de teatro ”El retablo del flautista” de Jordi Teixidor,

con el grupo GARA y su Pipa de Agua, en Guatemala, en el año de 1973. Fotografía tomada por Guillermo Escalón.

Érika y Óscar: Sabemos que en 1968 Ana Rosa Ochoa, exiliada hondureña,

antigua secretaria de Alberto Masferrer y propietaria de la Librería Claridad te

propuso para interpretar Clov en Final de Partida de Samuel Becketh al director del

Grupo Escena Futura, José Luis Valle. ¿Qué recordás de esa experiencia?

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Manuel Sorto: Por una cosa es quizás la experiencia más importante de mi vida:

esa propuesta de la Niña Rosita definiría el curso de toda mi existencia. Ello me

llevó a penetrar y habitar en este zoológico que es el universo del arte y las letras.

Yo estudiaba mi último año de bachillerato en el colegio Salvadoreño Alemán y

durante las vacaciones trabajaba con mi padre en los buses y me ganaba un

dinerito con lo que me compraba libros en su librería. Yo puedo pasarme de la

música pero no de la lectura. Un día me dijo: fíjese que tengo un amigo que está

montando una pieza de teatro y creo que usted es el actor que anda buscando para

un personaje. ¿A usted no le gusta el teatro? ¿No le interesaría? La Niña Rosita

tenía los ojos azul celeste y ya llenos de cataratas, y a pesar de su edad, debía andar

por los 80, su piel era rosadita y suave, como la de un recién nacido. Sucede con

algunas personas. Por ella supe que el programa del presidente Araujo en 1931 para

su gobierno era El mínimum Vital de Masferrer. Eso me aclaró el porqué del golpe

de estado de Martínez y el genocidio en 1932. Don Alberto no se murió de viejo ni

de ninguna enfermedad, me dijo un día: se murió de pura tristeza, por la matanza,

solo, allá en Honduras. Luego pude escuchar o leer de alguien ese mismo

comentario. La muerte de tristeza de Alberto Masferrer. Con la Niña Rosita

comenzó mi educación literaria nacional contemporánea, por ejemplo yo había

leído a Alfredo Espino, A Napoleón Rodríguez Ruiz, a Salarrué, a Claudia Lars… los

clásicos, digamos, pero muy poco de los contemporáneos, por ejemplo a Roque

Dalton, a Álvaro Menen Desleal, a Cea, Argueta, o Quijada, a Geoffroy Rivas, a

Escobar Velado. Y fueron autores que encontré en su librería. Aunque ese

desconocimiento creo que no era solo un problema mío. Con ella comenzó también

de alguna manera mi educación política, con el esclarecimiento o cierta explicación

del porqué de algunos de los hechos que componen nuestra historia. Y con su

propuesta de actuar en una pieza de teatro iba a comenzar mi educación artística y

penetrar en un mundo que solo conocía por lecturas. Hasta entonces yo conocía

sobre todo a los autores clásicos griegos, los que conocía por la Niña Mercedes

Cañas en Sensunte. Por otra parte, en una pequeña biblioteca que se creó en

Sensunte con libros viejos, conocí a algunos franceses como Balzac, Dumas, Zola, el

Rojo y Negro de Sthendal, algo de Salgari… Me quemaba las pestañas bajo un

foquito de 25 watts en esa biblioteca. Esa biblioteca me ayudó mucho. Luego, más a

fondo, un poco de todo con Don Alfredo Betancourt, a quien tuve la suerte que

fuera mi profesor en el Salvadoreño Alemán, quien por esos días me había invitado

Page 34: MANUEL SORTO: "Mi padre me quería militar y abogado"

34

y llevado a una reunión del Ateneo de El Salvador, donde él era un miembro muy

importante, y eso a pesar que una vez me puso cero por ofrecer libros del

colombiano Vargas Vila para una biblioteca del colegio que quería fundar. Luego,

haciendo memoria, es como si todo se conjurara en ese año del 68, para llevarme a

tomar el camino o los caminos que tomé. Bueno, yo le dije que me gustaba el

teatro, pero que solo había “actuado” en veladas y clausuras de la escuela allá en

Sensunte, y que nunca había visto una pieza de teatro. ¿Pero le interesaría? me

repitió. Y le dije que sí, que podíamos probar. Yo hasta entonces no sabía lo que iba

a hacer con mi vida después del bachillerato y mi padre dejaba caer de vez en

cuando que entrara a la Universidad y estudiara derecho, ya que no había querido

probar en la Escuela Militar después del Plan Básico. Porque mi padre me había

dicho una vez algo como así: Miré, primero, después del Tercer Curso entra a la

Escuela Militar y después, estudia Derecho. Con eso se tienen las dos armas para

poder llegar hasta Presidente: los militares tienen las armas pero necesitan las

leyes y los abogados controlan las leyes, pero no tienen las armas. El razonamiento

de mi padre a principios de los sesentas no carecía completamente de sentido, tenía

su lógica desde 1932. El problema era que a mí no me gustaban los uniformes ni las

marchas ni los himnos, ni los códigos penales civiles, militares o religiosos. Y

tampoco me gustaban los presidentes, desde que había nacido eran militares. Y así

duró hasta 1979. Terrible, y patético. Como los capataces en la haciendas. Total que

la Niña Rosita arregló una reunión con José Luis Valle para que me conociera. La

cita fue por la mañana en los locales de la antigua Escuela de Artes Plásticas, creo

que así se llamaba, en el mismo edificio donde estaba el Ateneo y adonde me había

llevado don Alfredo Betancourt. José Luis era un hombre joven, flaco y alto, de

traje pero sin corbata. Me dijo que me haría una prueba y que haríamos una

improvisación. Y planteó los elementos. Estamos en Estados Unidos, me dijo. Yo

soy el dueño de una tienda donde no se admiten ni perros ni negros. Usted viene a

hacer una compra, y usted es negro. Y comenzamos. No recuerdo cuanto duró la

improvisación. Una discusión acalorada y de todos los tonos y en la que me divertí

tanto y me sentí tan bien como solo me había sentido en la clausura de la escuela

Fermín Velasco con mi número del dentista. Creo que cuando José Luis ordenó

parar fue porque ya no aguantaba la risa. Estaba contento. Todo había sido

coherente y me dijo que yo había defendido hasta el final mi personaje. Yo, sobre

todo, me había divertido. José Luis había encontrado el actor para su pieza y yo

había encontrado una llave importante: el placer de eso que llaman arte: el placer

Page 35: MANUEL SORTO: "Mi padre me quería militar y abogado"

35

que se obtiene cuando uno siente que eso se ha sucedido. José Luis me entregó el

libreto y me pidió que lo leyera tranquilo y nos dimos una nueva cita. Se trataba de

Final de Partida, nada menos que de Samuel Beckett, esa bestia del teatro

contemporáneo, clasificado como teatro del absurdo. Beckett todavía no era Premio

Nobel y yo nunca había lo había oído mencionar. Yo era apenas un recién bajado de

Sensunte y sin ninguna orientación de lectura que no fueran las que establecían los

programas escolares. Y de la época, se pueden imaginar. Yo leí la pieza. Y no

entendí nada. Nada que ver con las cosas “clásicas” que yo había leído. Habían dos

personajes centrales: uno, ciego y en una silla de ruedas, Hamm, y otro, Clov, que

se desplazaba con dificultad y parecía tener ladillas porque se rascaba

constantemente las ingles y en un momento se bajaba el pantalón y se rociaba un

producto. Clov hacía lo que le pedía Hamm. Yo no sabía que en alemán Hamm

significa martillo, y Clov, clavo. José Luis me lo dijo en la siguiente reunión, que ya

fue “ensayo”. Con lo del martillo y el clavo todo se volvió más claro. También había

sobre la escena dos tachos de basura en donde estaban otros dos personajes que

asomaban las cabezas de vez en cuando para hablar y que adiviné eran los padres

de Hamm y que parecían morir en un momento dado, ya que no volvían a asomar

sus cabezas. Aparte de eso, no entendí absolutamente nada. Cuando nos reunimos

de nuevo, avergonzado, le dije bien claro a José Luis que no entendía mayor cosa.

José Luis sonrió. Es normal, me dijo.

Mucho después de terminadas las presentaciones, recuerdo que un día en la

Avenida España, me crucé con alguien que desde la acera de enfrente me gritó:

¡Hey! ¿Y qué, ya te curaste de las ladillas?

Con Final de Partida arrancó todo. Ahí me vio actuar Norman Douglas, actor

fetiche de Edmundo Barbero en el Teatro Universitario, que cuando decidió

lanzarse como director, me llamó para fundar lo que sería El Taller de los Vagos en

la Universidad Nacional. Trabajando con el Taller de los Vagos en la Universidad,

nos conocimos con los poetas Roberto Monterrosa y Eduardo Sancho, quienes me

reclutaron para La Masacuata y publicaron mis primeros poemas. También

durante las presentaciones de El Taller de los Vagos en el Teatro de Cámara, hoy

Roque Dalton, me conoció Roberto Salomón, que luego me llamaría como profesor

para la fundación del CENAR y el Bachillerato en Artes, y así se fue encadenando

todo. Y ya no pude zafarme de ese torbellino. E increiblemente todo comenzó por

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esa simple propuesta de Ana Rosa Ochoa, la fiel Secretaria de Don Alberto

Masferrer. En ese año de 1968 que no solo definió el rumbo de mi vida, también fue

el año de una revolución político-cultural casi planetaria.

Viejo final de partida perdida, dice Hamm en uno de sus diálogos.

Y cuando Clov, espiando con su catalejo, le dice que hay alguien en la playa, Hamm

le pregunta que qué hace. Y Clov le responde: Llora.

Ah, entonces vive, resume Hamm.

No tienen nada de absurdas sus palabras.

Ochoa, en vasco, significa lobo.

Aquí en Eukal Herria, el País Vasco, vine a darme cuenta.

Sensuntepeque, visto desde el parque Cabañas, en 1964. Fotografía tomada por Manuel Sorto.

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MANUEL SORTO: “LA MASACUATA FUE MI GRUPO LITERARIO.” Tercera y última entrega.

Posted on marzo 19, 2011

Manuel Sorto. Foto: Marie Helene Daubagna.

Érika y Óscar: Si se diera la oportunidad ¿regresarías a El Salvador?

Manuel Sorto: Claro que sí. Creo que puedo ser más útil allá que aquí.

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38

Manuel Sorto, a la edad de más o menos 3 años, junto a su madre,María Inés Moreno

Navarrete.

Érika y Óscar: Y en 1980, cuando te avisaron que tu vida estaba en peligro y te

tuviste que ir al exilio, ¿cómo viviste esos momentos y por qué te fuiste

precisamente a México?

Manuel Sorto: No recuerdo como los viví. Todo fue muy rápido. Y había que ser

eficaz. Uno se había acostumbrado a convivir con el terror, el terrorismo de estado.

Salías hacia el trabajo y no sabías si regresarías a tu casa. Antes de dormirte, no

sabías si amanecerías en tu cama. El músico Carlos Aragón, Tamba, el creador de

El Planeta de los Cerdos, y que era Jefe de las Fuerzas Especiales de las FPL, llegó a

avisarme que sus servicios de inteligencia sabían que la “animala” venía por mí.

Que debía irme inmediatamente, mínimo a México, que pronto se fundaría el FDR

Page 39: MANUEL SORTO: "Mi padre me quería militar y abogado"

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y que era una estructura para gente como yo. Que debía irme a buscar unos billetes

de avión para Lynn y para mí, e irnos, ¡pero ya! Que le avisara a Guillermo Escalón

y a Marie Noëlle Fontan, su mujer y su hijo Sebastián. Recuerdo que recalcó lo de

Sebastián. Además, Marie Noëlle estaba en cinta como de siete meses. Alba Marina

nacería en México. Había que pensar, tomar decisiones y actuar. En cuestión de

horas. Cada segundo contaba. Pasamos con Lynn donde Guillermo a avisarle.

Luego nos fuimos a una agencia de viajes donde conseguimos lugar para el día

siguiente. Por ese tiempo yo trabajaba con Actoteatro, con quienes trabajaba en Las

Brujas de Salem de Arthur Miller y que dirigía Roberto Salomón. Yo interpretaba

Próctor, un personaje que amaba mucho. Así que al regreso de la agencia de viajes

pasé a Actoteatro y me enteré que había sido cateado, solo encontré a Naara

Salomón, la mujer de Roberto, y le avisé que me iba. Eran días terribles. Roberto

Castellanos (primo de Horacio) y su mujer Annette, danesa, venían de ser

asesinados. Recuerdo que Guillermo montó “guardia” junto a sus féretros en el

Auditorio de Derecho de la Universidad Nacional. A la señora que trabajaba con

nosotros dos o tres día por semana, su marido, un obrero textil, estaba

desaparecido desde hacía unos días. Le dejamos lo que pudimos como adelanto,

dos o tres meses de salario, y ella me ayudó a limpiar y llevar a la basura lo que no

podíamos quemar, libros o documentos que podrían ser comprometedores para

quien fuera. Le hablé a Cristy, mi hermana, y Carlos Peraza, su marido, el músico,

para que pasaran por mi casa al día siguiente, antes de irme. Armamos una valija

para cada uno y nos fuimos. A ella le dejamos las llaves de la casa y las llaves del

carro de Lynn. Mi hermana se encargaría de mis cosas y de entregar las llaves a la

propietaria. Me faltaba corregir las últimas galeras de “Operación Amor” que ya

estaba en prensa, pero ni modo. Así se va, no es grave, me dijo Armando Herrera

por teléfono. Me fui a México no sólo porque lo sugiriera (o lo ordenara) Carlos

(Tamba) Aragón, también porque había vivido ahí entre 1971 y 1972 y tenía

algunos conocidos. Y porque rodando “Las Historias Prohibidas de Pulgarcito”,

había conocido a Paul Leduc y otros cineastas mexicanos. Por otra parte era el país

más cercano donde podía encontrar equipo para editar el material que habíamos

filmado entre 1979 y los inicios del ´80. De ahí salieron “La Zona Intertidal”,

“Morazán” y “Una canción”, un corto documental poco conocido.

Érika y Óscar: En 1971 publicaste “Las cabezas infinitas, Selección de 7 jóvenes

poetas” (Ricardo Lindo, Roberto Monterrosa, Mauricio

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Marquina, Ricardo Castrorrivas, Eduardo Sancho, Ricardo

Humano y Manuel Sorto). Ed. Dirección General de Publicaciones, Ministerio

de Educación. El Salvador. Y en 1980 publicaste “Operación Amor” (Novela Corta).

Ed. Universitaria. El Salvador. Aunque esos dos libros son dos géneros literarios

distintos y están separados por la distancia del tiempo, además que uno es colectivo

y el otro está hecho en solitario ¿qué encontrás de común entre ellos? ¿Hay alguna

línea esencial que seguís en cuanto a literatura?

Manuel Sorto: No creo que tengan nada que ver. Pero la verdad es que nunca me

lo he pensado. Y en todo caso no es a mí a quien correspondería hacerlo.

No tengo línea de ningún tipo. Si todavía no sé quién soy yo mismo. A veces no

entiendo si soy un autor o un personaje de una trama aún desconocida.

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Érika y Óscar: Manuel, sos un hombre de muchas facetas. De todas las cosas

¿cuál es la que más te apasiona?

Manuel Sorto: Escribo y dibujo sobre todo, porque para hacerlo no necesito a

nadie, son oficios de solitario. El trabajo en equipo es siempre más complejo. Hago

cine y teatro u otro tipo de espectáculo viviente, cuando puedo, cuando me dejan,

cuando me llaman y me atrae el proyecto, y cuando se reúnen las condiciones. El

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teatro y el cine, como artes colectivas, es más difícil, y requieren infraestructura.

Me apasiona todo lo que hago. Y sólo por una gran necesidad económica hago

trabajos que no me gustan. Y eso ha sido muy raro en mi vida. Si puedo los evito. El

trabajo para mí debe también producir el placer de vivir. Si no, es un calvario, como

se dice. Para mí trabajar significa hacer cosas que sean útiles y les dan placer o

ayuden o sirvan también a los demás, no sólo para ganarme un salario. Los

mexicanos usan para hacer esa diferencia la palabra “chambear” y no trabajar. Es

como el “bosser”, de los franceses.

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Dibujo a plumilla. 12 por 17 ctms. 1976. Por esa época Manuel Sorto firmaba Egedor.

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Érika y Óscar: Diste un gran salto creativo cuando te fuiste a México. ¿Creés que

acá alguien puede hacer ese salto sin salir del país, aun hoy con la era del Internet?

Manuel Sorto: Vamos a ver. Esta pregunta es complicada. Al menos para mí. Me

cuestiona por muchos lados. Contiene muchas cosas. Puedo hablar desde mi

experiencia, y para el arte no hay reglas fijas. Lo de afuera ha sido una

consecuencia o prolongación de lo que hice en mi país. Por ello no estoy de acuerdo

a cien por ciento con esa afirmación. Tampoco digo que estar afuera no me haya

servido. He ganado mucha experiencia sobre todo. Mis horizontes son

enormemente más amplios. He trabajado en las artes colectivas con profesionales

de un calibre que en El Salvador no tenemos, ni soñando. Y no quiero decir que no

haya talento: tenemos genios incluso, pero el confinamiento y las limitaciones

locales anulan. Y la falta de medios y apoyo, e infraestructura. Lo que les quiero

decir, es que creo que mi obra real o esencialmente creativa no se desarrolló más

afuera. Es más, creo que de alguna manera, se ha ido como bloqueando o

posponiendo, sobre todo aquí en Francia. Porque en México, pues somos el mismo

maíz. La misma cultura mesoamericana. La misma lengua castellana que es la

mayoritaria. Francia es otro cantar. Una amiga guatemalteca dijo un día: “es que en

Francia y en Europa en general, están más deshumanizados”. La cita textual está

en Ojo de Venado, la novela de Pantxika Cazaux. Y aquí, tanto en teatro como en

cine u otras artes colectivas, las gentes preparadas y competentes, a nivel técnico y

artístico, hay a montones. Son innumerables. Y además está lo de la lengua. Todas

mis películas han sido obra colectiva y sólo se editaron en México debido a las

circunstancias, por motivos fuera de la voluntad. Creo que por un lado era más

creativo cuando estaba en mi país. Afuera y yendo cada 4 años, apenas sirve “para

tocar base”, como una vez dijo Rafael Menjívar Ochoa sobre mis idas a El salvador.

La experiencia es la que se acrecentó o enriqueció. Afuera siempre es más difícil,

sobre todo cuando venimos de países como los nuestros, sin tradición, y con muy

pocos autores que hayan tenido un reconocimiento internacional, que hayan

marcado las artes o la literatura, y las ciencias, y todo. Pero salir es importante. La

óptica es más vasta. Se te abren tus horizontes mentales. Yo viví en México un poco

entre 1971 y 72 y fue la por primera vez que me pagaron por escribir. Pero también

lo que sucede es que ahí adentro y sin salir, nuestros parámetros culturales son más

estrechos, aún ahora, y a pesar de Internet. La estrechez en el pensamiento

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también provoca cosas, que más parecen de cuento o de pesadilla. Para dar

ejemplos recientes, ya de estos días y con el nuevo gobierno, leí que al historiador

Carlos Cañas Dinarte lo publicaron sin su permiso, y parece que, según la nota,

hasta su nombre eliminaron. También el otro día René Lovo decía en ContraPunto

que hay un montón de espectáculos teatrales que no hayan donde presentarse.

¡Que el alquiler del teatro nacional cuesta 150 dólares! Es deprimente. Y René

insinuaba que algo similar está pasando con todas las ramas del arte. Otro ejemplo,

en agosto del 2010, en una entrevista también en ContraPunto, Andrés Guttfreund

hablaba de “no canibalizar el cine salvadoreño”, y al mismo tiempo se le dejaba ir

con patada y mordida a Arturo Menéndez, el realizador de Cinema Libertad. No

tenemos derecho de tratar así públicamente a un realizador salvadoreño con

talento, que se inicia, y que además despega muy bien, no tenemos derecho,

seamos quienes seamos y sea el que sea en el pasado nuestro reconocimiento

internacional. Con el agravante de que Cinema Libertad es un esfuerzo 100 %

salvadoreño. Viniendo de alguien de la edad y la supuesta capacidad y experiencia

de Andrés, me parece no sólo excesivo e inadecuado, es antipedagógico. Y

contradictorio. Está alimentando el “canibalismo” que “propone” evitar. Es

mezquino, y bajero. Y todo forma parte de ese estrecho mundo nuestro. Hasta le

permite cosas como esa a Andrés, que se ha educado y vive en Estados Unidos. Nos

devoramos entre nosotros. Y lo poco que tenemos no lo valoramos o lo mal

aprovechamos. Ya desde los días de las elecciones señalé en ContraPunto una

mínima cadena de infraestructura existente creada en la administración Béneke a

principios de los años setentas, y que ha estado subutilizada, como entre otras, la

red de las Casas de la Cultura y el Centro Nacional de Artes. Y eso es sólo un

ejemplo. El Salvador es un país de sordos. Y a veces de mudos. De nada sirve

pensar ni decir lo que se piensa. Todo cae al vacío y lo que te ganas son enemigos.

No nos escuchamos. Estamos sordos. Y la lista es larga. El arte y la cultura no

tienen mayores apoyos. No le interesa ni a la derecha ni a la

izquierda. El FMLN nunca tuvo ni tiene proyecto cultural ni artístico. Si las

mismas organizaciones a duras penas llegaron a unirse y por necesidades de la

guerra. A los artistas se nos veía como productores o vehículos de sus aparatos de

propaganda, salvo raras excepciones personales. Estábamos en guerra y podría

comprenderse. Carlos Aragón, Tamba, un día que me visitó, recuerdo que me dijo:

“yo ya no soy un músico, primo, ni un poeta: ya sólo soy un guerrero”. Pero la

guerra ya terminó. Se supone. Ni la derecha ni la izquierda nunca se han

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preocupado de un proyecto cultural nacional con seriedad y como parte importante

del país. Siempre las prioridades son otras, no la cultura. Y somos uno de los países

culturalmente más violentos del mundo. Porque el asesinato y la traición y la

violencia que recorren toda nuestra historia, de izquierda y derecha, como una

enfermedad nacional, es también un signo cultural, y constante. Sin embargo, la

cultura no es una prioridad. Salvo raras excepciones como la antes mencionada, en

la que aunque sea a medias se creó un mínimo de infraestructura cultural con

racionalidad y coherencia pero que también se quedó a medio camino y de lo que

sólo quedan cadáveres exquisitos, como ya dije una vez. Hablo con propiedad,

porque yo participé en esa reforma. Si uno no sale de El Salvador, por mucho

Internet, no se abrirán mucho más tus horizontes. Conocer otras culturas es

importante, si no, te faltan parámetros reales para ubicarte y seguimos creyendo en

lo que nuestra corta imaginación e información nos permite o deforma. Pero esas

tenemos. Tampoco importamos arte para verlo. ¿Que no tenemos dinero? Pues

para empezar, para eso existen los acuerdos culturales entre los diferentes países.

Ricos y/o pobres. Y los sistemas de intercambio cultural. Pero no los utilizamos, o

los mal utilizamos. Nos falta imaginación, y voluntad política. Sobre esto se puede

hablar o escribir mucho, pero no sirve de nada. Todo, lo poco que tenemos, lo

hacen y se debe sobre todo a los propios actores culturales y artísticos, y

generalmente, están solos. Solitititos. Solititos. A ver cuando el Estado se convierte

en un aliado de la cultura y del arte.

Les dije que su pregunta era complicada.

El final está comprendido en el comienzo, dice Hamm en Final de Partida.

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Manuel Sorto. Foto de Marie Helene Daubagna.

Érika y Óscar: Manuel, nos gustaría que nos hablaras de cuando colaboraste

con Horacio Castellanos Moya, Roger Lindo, Miguel Huezo

Mixco y Roberto Rodríguez en la revista El Papo, Cosa Poética, en donde

hiciste portadas e ilustraciones para la revista e hiciste crítica de cine. ¿Cómo fue

esa experiencia de trabajar junto a esos destacados escritores?

Manuel Sorto: Pues yo me divertí colaborándoles. Les hice una portada y un par

de ilustraciones. Y les conseguí cosas de otros dibujantes. Y lo hice con placer. Para

mí, sin el aspecto lúdico, el arte y la literatura serían imposibles y no tendrían

sentido. Ellos eran un poco más jóvenes que yo. Y en esa época, unos eran más

jóvenes que los otros. Y unos tenían más experiencia que los otros. Ellos lograron

sacar más números de esa revista que nosotros con La Masacuata. Yo tengo la 7.

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Por entonces solo éramos unos muchachones, como ahora. Con Horacio volvimos a

trabajar juntos en México, editamos un libro colectivo:”Arme y desarme”; se

tradujo al inglés como ”Mirrors of war”, la traducción es del canadiense Keith

Ellis y se editó a la vez en Nueva York, Londres y Toronto. Aparte de Castellanos

Moya y yo, son coautores, Gabriela Yanes y Lynn Sorto. También sacamos una

revista, “Palo de Fuego, cosa centroamericana”, junto con Luis Melgar

Brizuela, Pantxika Cazaux y Luis Barquera. Lo de cosa es un homenaje al

subtítulo de ”El Papo: cosa poética”. Creo que a mi se me ocurrió eso de ”la cosa”

como un homenaje a esa revista. Horacio Castellanos Moya es ahora nuestro

narrador más reconocido en la cancha internacional. Con Roberto Rodríguez

Rojas compartimos experiencias como 12 o 13 años después, a principios de los

años 90, en París. El punto de fusión era el poeta Armijo, en su casa y en la de su

hermano William. A Mr. Roger en México, durante la guerra, en una de sus

pasadas, lo llevamos hasta a bailar y lo rociamos de mezcal y de tequila.

Hermanitos. Después de la guerra, nos vemos cuando podemos, o cuando nos

cruzamos. Y ahora, hasta cuando queremos, somos privilegiados:

“teletransportación skype”.

Portada elaborada en 1977 por Manuel Sorto para la revista EL PAPO, COSA POÉTICA, la cual editaban Miguel

Huezo Mixco, Horacio Castellanos Moya, Roger Lindo y Roberto Rodríguez Rojas.

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Feto astral Siglo XXI. Dibujo a plumilla de Manuel Sorto, 1974, en La Cebolla Púrpura, Diario El Mundo. 1975.

Érika y Óscar: Sabemos que mantenés amistad con el poeta Kijadurías, Premio

Nacional de Cultura 2009. ¿Cómo se conocieron? ¿Qué nos podrías contar sobre el

lado humano de él?

Manuel Sorto: Debe haber sido en la Universidad de El Salvador. Creo que yo

trabajaba en el Taller de los Vagos y él en la Editorial Universitaria. Pero puede

haber sido más tarde, por 1970. Puede haber sido también una vez que visitamos a

Pedro Geoffroy Rivas. No lo tengo muy claro.

Es uno de los hombres más sabios, humildes y buenos que conozco. Sino el más.

Kijadurías es un santo. Una mezcla de Lao-Tsé, Salomón y Omar Khayam. Un

sabio.

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Érika y Óscar: ¿Cómo fue que conociste a Miguel Mármol, el que fue por

tantos años una leyenda viviente?

Manuel Sorto: Me lo presentó Armando Herrera a fines de 1978 0 principios de

1979. Yo casi me fui de espaldas. Ahí tenía a Miguel Mármol, en carne y hueso. Yo

creí que alucinaba. Estábamos con Baltazar Polío. Desde entonces nos vimos con

regularidad, hasta que yo salí del país, pero mantuvimos correspondencia. Luego

cuando yo caía por Cuba, por lo de los festivales o por cosas de escritores, a veces él

andaba por ahí y siempre nos veíamos. Publiqué un par de anécdotas sobre él en

ContraPunto. Filmamos a Miguel, primero con Baltazar, pero sin sonido

sincrónico. Luego con Guillermo, ya en regla. No sé dónde andan esos materiales.

De izq. a der. Armando Herrera, Manuel Sorto, Miguel Mármol y Baltazar Polío. Están en el

Lago de Ilopango en 1978, en el lugar exacto (según Miguel) donde se fundó el Partido

Comunista Salvadoreño. (La foto es de Raúl Cabrol, economista argentino, fue profesor de

Economía de la Universidad Nacional. Armando Herrera, quien murió el año pasado, fue

Director de la Editorial Universitaria y editor de “El Huevo” y “Operación Amor” de Manuel

Sorto.)

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Érika y Óscar: ¿Y sobre Armando Herrera qué nos podés contar?

Manuel Sorto: Armando Herrera era un Armador. Armando Herrera siempre

andaba armando relaciones. Bien fiel a su nombre. Jajá. Y de esas relaciones

siempre se lograban cosas. Nunca se perdía nada. A mí durante mucho tiempo,

mínimo, todo 1979, me sacó el jugo como crítico de cine cuando dirigía El

Universitario, el periódico oficial de la U. Él dirigía la Editorial Universitaria. Sin

embargo, Armando nunca habló de trabajo político. Jajajá. Era un motor

incansable. Valiosísimo. Tanto con Miguel como con Armando nunca me sentí que

estaba hablando con gente del Partido Comunista Salvadoreño. Ellos buscaban

siempre adjuntar, sumar, acumular fuerzas. Y todo por medio de proyectos que se

volvían conjuntos. Políticos serios. Y a ninguno se le ocurrió reclutarme nunca, y

mucho menos darme línea. Tenían bien claro lo que es la libertad para el trabajo

creativo. Hasta nos consiguió la Cherokee para “La Zona Intertidal”. Jajá. Y hasta

su muerte mantuvo una columna diaria en el Co-Latino. Su esposa, Norma, fue

asesinada por los escuadrones de la muerte. También Armando Herrera fue el

primer editor de Horacio Castellanos Moya, le publicó su antología de poesía La

Margarita Emocionante, de los que editaban El Papo.

Sí, Armando Herrera fue un Gran Armador.Guardo una foto que tomó Armando

Herrera para una exposición de Carlos Mejía, donde éste integró poemas míos en

sus cuadros.

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De izq. a derecha: Manuel Sorto, Carlos Mejía e Inti Yabi (hijo de Carlos).

Érika y Óscar: Uno de los poetas más reconocidos y respetados en El Salvador

es Rafael Mendoza. ¿Cuál ha sido tu relación con él? ¿Qué pensás de su obra

poética?

Manuel Sorto: Fue el primero que escribió sobre mi trabajo como actor de teatro

y como poeta en la prensa escrita. En El Mundo. Recuerdo muy bien su artículo. Se

titulaba “Sorto y otros fenómenos”. Otros es la lectura al revés de mi apellido. Me

gustó la puntada, aparte de que no me lo esperaba, el artículo. Decía que tenía una

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cara de muerto. Ha sido una relación de buenos amigos desde que nos conocimos.

Él ya era Rafael Mendoza cuando yo apenas estaba bajando de “Sensunte”. En mis

inicios fue paciente conmigo, leía mis cosas, y me orientaba cuando lo estimaba

prudente. Una vez me regañó por el cómo yo hablaba de Ionesco en un texto. Y por

supuesto mi texto terminó en la basura. Tenía razón. Fue hace muchísimos años,

cuando él y Roberto Monterrosa trabajaban en el Diario El Independiente de Jorge

Pinto. Tanto El Independiente como La Crónica, fueron reventados por el

terrorismo de estado. Es alguien a quien quiero y respeto mucho. Alguien muy

honesto. Hemos tenido muchas aventuras, a cual más jugosa.

Sobre lo de su obra, pues, Uno: no soy crítico de poesía. No tengo la competencia.

He sido crítico de teatro y cine, tanto en El Salvador como en México, pero eso es

otra cosa. Y puedo seguir haciéndolo, tengo las herramientas. Pero no para la

crítica de poesía. Y tampoco quiero, ni me interesa. Dos: yo no opino en público de

la obra de mis amigos poetas: eso se habla directamente entre nosotros. A menos

que uno quiera lanzar o darle un espaldarazo a alguien. O lo contrario. Pero Rafael

Mendoza no necesita espaldarazos de nadie. Para darte un ejemplo, cuando aún no

éramos amigos, recuerdo que la primera vez que lo vi fue en la presentación de su

libro “Confesiones a Marcia”, la hizo Claudia Lars en el Auditorio de Derecho de la

Universidad Nacional. ¡Vaya! La amistad es independiente de la obra, y viceversa.

Esa es una regla de amistad. Igual me pasa con los signos ideológicos.

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De izq. a derecha: Manuel Sorto, Kijadaurías, Ricardo Humano y Rafael Mendoza (el viejo).

Érika y Óscar: El pintor, poeta y editor Ricardo Humano, ha sido conservador

de la obra de Salarrué desde después de su muerte y dirigiendo la Fundación CASA

DE SALARRUÉ (hasta que hace poco que se la pasó al MUPI para su cuidado).

¿Cuál ha sido tu relación con él, qué nos podés contar sobre él?

Manuel Sorto: Una relación rarísima. A Ricardo Aguilar alguna gente de la

izquierda lo colorea de derecha, y algunos de derecha de estar “muy a la izquierda”.

Yo creo que se divierte provocando a los que se rizan de izquierdas y a los que se

rizan de derechas. Ricardo es sobre todo un cristiano empedernido, en el sentido

crístico. Esotérico. Respecto a la política es un escéptico. Roberto Armijo le confió

en París en 1997, antes de morir, su libro inédito “El pastor de las equivocaciones”,

un título maravilloso y que creo nos resume a muchos, y Ricardo hizo una sencilla y

hermosa edición con su sello “El venado blanco”, con ilustraciones de Verónica

Vides. Ricardo conoció a Roque Dalton, de lo que sé, es que se los presentó Manlio

Argueta, a él y a Rolando Costa. Creo que era cuando querían ingresar en el Partido

Comunista. Jajá. Con Ricardo, Aguilar y Humano, me ha pasado una cosa muy

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peculiar: hemos llorado juntos en tres ciudades tan distantes como México, Sevilla

y París. Pero llorar de alegría, a carcajadas, ante las situaciones por las que

pasábamos. En México, un día, hambrientos, entre los dos sólo reuníamos dinero

para tres taquitos de canasta, los más baratos. Nos tocó taquito y medio a cada uno.

Mientras los comíamos, viéndonos a los ojos, comenzamos a carcajearnos y a

llorar, a carcajadas. Y hasta por teléfono nos ha pasado, él en Mejicanos y yo en

Bayona, la noche del 15 de marzo del 2009, hace 2 años, mientras él me describía

las lágrimas de alegría de la gente en Mejicanos cuando triunfó el FMLN. Todo un

record sobre lloradas.

Manuel Sorto. Retrato de Françoise Bèséme.

Érika y Óscar: ¿Qué nos podés contar de tus días con el grupo literario «La

Masacuata»?

Manuel Sorto: «La Masacuata» fue mi grupo literario. El de mi “generación”

literaria. La Masacuata se organizaba en Brigadas: San Vicente, Usulután, San

Salvador… Yo incluso intenté una base en Sensuntepeque con teatro, pero sólo

tuvimos dos reuniones, yo iba en los fines de semana. No se consiguió local estable.

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Contrariamente a los otros grupos literarios, «La Masacuata» nació en la provincia,

en San Vicente, y no en la capital, y logró sobrevivir aún después de la entrada en la

clandestinidad en 1971 de varios de sus miembros, que son fundadores de la

guerrilla. Otra “novedad” de «La Masacuata» es que era un grupo no sólo literario,

«La Masacuata» integraba también pintores como Roberto Huezo, Roberto

Galicia y Pedro Portillo y el ceramista y pintorCarlos Mejía. En una entrevista

reciente Miguel Antonio Bonilla lo menciona. Y la revista de Brigadas La

Masacuata se editaba en San Vicente y no en San Salvador; se lograron editar 5 ó 6

números y se imprimía en la imprenta de la Editorial Ramírez. A «La Masacuata»

“le tocó” el nacimiento de la lucha armada. Eduardo Sancho es uno de los

fundadores de la guerrilla, no sólo de «La Masacuata». En el último número que

salió entraron entre los responsables Alfonso Kijadurías, Rolando

Costa y Ricardo Humano. Jajá. A falta de los que ya andaban clandestinos. De

«La Masacuata», los que sobrevivimos a la guerra no hemos vuelto a producir, a

escribir, o al menos a publicar con el mismo ritmo.

LA MASACUATA. De izq. a derecha: Eduardo Sancho, Roberto Monterrosa, Carlos Eduardo Rico, Rigoberto

Góngora, Manuel Sorto y Luis Felipe Minhero (faltan Alfonso Hernández y Salvador Silis). Foto tomada por:

Roberto Salomón. 1970.

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El poeta Alfonso Hernández (Comandante Sebastián, caído en combate en 1988) con Manuel Sorto (a la derecha),

en su casa, en Tlalpan, México. 1986.

Érika y Óscar: ¿Qué último libro has leído? ¿Quiénes son tus tres escritores

favoritos?

Manuel Sorto: Profundidades de Henning Mankell. Lo terminé anoche. Estoy

atrasado con las novedades. Un libro terrible.

Jodido seleccionar tres escritores, es imposible, pero entre mis favoritos

latinoamericanos siempre estarán García Márquez, Juan Rulfo, Fuentes, Oneti,

Conti, Carpentier, Rama, Cortázar… la obra corta de Roberto Bolaño. Lo poco que

conozco de Castellanos Moya. Pero son varios y de diferentes lenguas y

nacionalidades. José Saramago es enorme. Este tipo de preguntas no me gustan.

Siempre queda uno de los preferidos afuera.

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Érika y Óscar: Algunos de los premios que has ganado en cine, siendo miembro

delColectivo Cero a la Izquierda son, por mencionar algunos, el Primer

Premio Coralen el II Festival de Nuevo Cine Latinoamericano, La Habana, Cuba,

con el cortometraje “Morazán”; también el Premio a una Cinematografía

Naciente en el Festival de Leipzig, R.D. Alemania; tus películas “La Zona

Intertidal” y “Morazán” fueron seleccionadas para La Quincena de los

realizadores en el Festival de Cannes, Francia; con “La Zona

Interdidal” obtuviste Mikeldi de Plata en el Festival de Cortometraje y Cine

Documental de Bilbao, España, y Segundo Premio en el Festival de

Oberhaunsen (RFA); con “Los primeros frutos (la decisión de

vencer)” obtuvisteLa Paloma de Oro en el Festival de Leipzig, R.D. Alemania y

el Gran Premio Coral en el III Festival de Nuevo Cine Latinoamericano, La

Habana, Cuba.

¿Cuál de todos estos reconocimientos y galardones guardás con más cariño en tu

corazón y por qué?

Manuel Sorto: Todos. Fue interesante que en Leipzig, en 1980, el premio fuera

para “Una Cinematografía Naciente”. Al siguiente año, en 1981, obtuvimos la

Paloma de Oro. O sea, que a Leipzig no le fallamos ni le quedamos mal. No

olvidemos que Leipzig es una ciudad estudiantil, y donde prácticamente comenzó

la caída del muro de Berlín.

(Nota: los amables lectores pueden hallar información sobre los premios que

hemos mencionado en los siguientes enlaces:

http://www.habanafilmfestival.com/noticias/index.php?newsid=361

http://www.zinebi.com/zinebi53inscrip/docs/palmares_historico.pdf)

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De

izq. a derecha: Manuel Sorto, Alejandro Cotto, Roberto Cameros y Guillermo Escalón. Durante el rodaje

de Alejandro, de G. Escalón.

Samuel Fuller y Manuel Sorto, en el Festival de Cine e Historia de Pessac. 1992.

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Érika y Óscar: Manuel, incursionaste en la literatura infantil y en 1979 dirigiste la

obra “El caso de la muñeca abandonada” de Alfonso Sastre, con «El Taller de Las

Cipotas», del Colegio Sagrado Corazón de San Salvador, con la coordinación de

Carmen Elena Echeverria. ¿Qué recordás de esa experiencia?

Manuel Sorto: Bella experiencia: se montó sólo con mujeres. Todas alumnas del

colegio El Sagrado Corazón. La idea de llamarme fue de Carmen Elena Echeverría

cuando ella trabajaba ahí. Es la única vez que he trabajado sólo con mujeres. Es

maravilloso. Por eso el grupo se llamó «El Taller de las Cipotas». Me pasaron dos

cosas curiosas con esa pieza: terminé el trabajo pero no pude verla para su estreno,

ya que tuve que irme del país. Pero me quedó un juego de fotos de los ensayos. Ya

aquí, un día que visité a Alfonso Sastre, le di el juego de fotos que tenía sobre el

montaje, y no guardé copia. Alfonso está bastante enfermo y afectado desde la

muerte de su compañera, Eva Forest, la autora de Operación Ogro (que era el

nombre del operativo de ETA que ejecutó a Carrero Blanco, el Jefe de Gobierno de

Franco). Un día de estos, ya hoy con la numerización, trataré de lograr una copia de

esas fotos que están en sus archivos. Ellos viven aquí al ladito, en Ondarribia

(Fuenterrabía) en el País Vasco Español que le dicen. Alfonso trabajó esa pieza para

niños a partir de El Círculo de tiza Caucasiano de Bertolt Brecht.

Érika y Óscar: ¿Por qué creés que pocos escritores se ocupan de trabajar en

literatura infantil?

Me imagino que porque no es fácil. Pero también porque no se fomenta y porque

no tenemos editoriales que se preocupen del género. La Secretaría de Cultura por

ejemplo, podría crear un certamen anual de Literatura infantil. O alguna

universidad. Las mismas Casas de la Cultura en sus localidades. Es importante. Y si

no aparece nada de calidad suficiente, pues se declara desierto, acumulando “el

bote”. Es ridículo que no haya nada; incluso a niveles económicos: el mercado de

los niños es eterno, pero lo llenamos de estupideces embrutecedoras. A veces esos

juguetes son más peligrosos que muchas otras cosas. Armando Herrera, siendo

director de la Editorial Universitaria, publicó en 1979 El Huevo, con texto

de Lynn Geary e ilustraciones mías (Lynn era mi compañera en esos años y lo

firmó Sorto). La edición quedó muy bien, y Armando Herrera la realizó ¡con los

sobrantes de los diferentes papeles que las distintas autoridades usaban para sus

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tarjetas de visita! ¡Genial! Como resultado, las páginas tienen diferentes texturas, lo

cual, con un formato cuadrado y grande, más las acuarelas, se logró un bello objeto

y muy original. Otro ejemplo de ingenio: Roberto Monterrosa, cuando dirigía la

Dirección de Publicaciones en 1970 y ´71, hizo algo parecido creando la

Colección Tekij, de pequeño formato (en la que aparecieron, entre otros, “Las

Cabezas Infinitas”, y “Memorias Lunares” de Mauricio Marquina), con los

sobrantes de papel de las otras colecciones. Monterrosa también hizo una bella

edición tipo Juvenil de Oyarkandal. Falta imaginación. Nos faltan muchas cosas.

A esto se le podría aplicar lo mismo que Paul Leduc dijo sobre La zona

Intertidal, respecto a crear con y a pesar de los condicionamientos que

supuestamente nos limitan.

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Érika y Óscar: Manuel, sabemos que vos, junto a Guillermo Escalón y Paul Leduc

filmaron en San Salvador la masacre del 22 de enero de 1980. ¿Cómo recordás esos

momentos? ¿Cuándo volviste a ver lo que habías filmado qué pensaste, qué

sentiste?

Manuel Sorto: Fue para Las Historias prohibidas de Pulgarcito, la película

es de Paul Leduc y fue filmada entre noviembre de 1979 y enero de 1980. “Ahí se

quemó Manuel Sorto” o algo así, escribe Sancho/Cienfuegos en su libro “Crónica

entre los Espejos” (2002). Ver lo filmado no fue mayor problema. Lo duro fue

vivirlo, sin parar de filmar, y salir vivo. Gracias sobre todo, en el equipo que yo iba,

a la sangre fría de Leduc, y que yo conocía la zona donde quedamos atrapados. El

equipo de Guillermo logró refugiarse en la Iglesia del Rosario. Fue a llamado del

poeta Eduardo Sancho (Comandante Fermán Cienfuegos, en ese contexto), que

trabajamos en ella. Ahí conocí a Leduc. Sancho y Fermán le pidió expresamente a

Leduc, que para la edición, el tiempo de presencia de cada una de las cinco

organizaciones político-militares se repartiera por igual. Técnicamente fue difícil

para Leduc. La produjo el FAPU. La del 22 de enero de 1980 es la mayor

manifestación en la historia de El Salvador. Ahí el pueblo se manifestó con todas

sus fuerzas a pesar de las diferencias. Recuerdo algunas de las demandas

campesinas: una cucharada más de frijoles en la comida, por ejemplo. Todas las

posibilidades de diálogo con los gobiernos estaban cerradas desde hacía mucho. La

masacre del 22 de enero no hizo más que confirmarlo. Fue salvaje. Completamente

irracional. A mediados de año se lograría la Unidad, y se crearía el FMLN. El

asesinato de Monseñor Romero fue la gota que desbordó el tarro. Después fue la

guerra abierta. Algunos apuntes sobre ello, muy pocos, se los envié a Eduardo

Sancho y Fermán para un libro que prepara. Es muy duro describir eso. Lo siento.

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Se cree que unas 250,000 personas se encontraban en la manifestación del 22 de enero de

1980, en San Salvador.

Eduardo Sancho (Fermán Cienfuegos) y Manuel Sorto, después de la guerra, en el 2001, en casa

de la madre de Sorto.

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Sorto en Amsterdam, en 1982, durante el homenaje a los periodistas y cineastas holandeses

asesinados en El Salvador. Foto y texto: Maya Pejic.

Érika y Óscar: En la guerra civil recién pasada que tuvo El Salvador, la violencia

que se desató de uno y otro lado, es decir, de la izquierda y la derecha, tenía un

ideal, un sentido ideológico si se quiere. Pero la actual violencia que vive nuestro

país, que destruye a las familias y corrompe a la sociedad, el único ideal que tiene

es el odio, el dinero y las drogas. No tiene una respuesta fácil la siguiente pregunta,

pero… ¿qué futuro le ves a El Salvador?

Manuel Sorto: No tengo idea. En parte, como siempre, va a depender de todos

nosotros. Pero también se gana o se pierde tiempo con las decisiones acertadas o

no de los Poderes. El problema parece ser más bien regional. Rubén Aguilar, un

amigo mexicano, por ejemplo, está publicando tanto en México como en

ContraPunto ciertos artículos sobre la si o no legalización de la droga como un

medio de combate o solución frente al narcotráfico. Como se hace con el alcohol,

droga también, y más peligrosa, por ejemplo, que el cannabis.

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Érika y Óscar: ¿Qué mensaje le enviás a los jóvenes salvadoreños?

Manuel Sorto: NO CLAUDIQUEN NUNCA. NO SE RINDAN NUNCA. SE TRATA

DE EDUCARSE, NO DE DOMESTICARSE. ¡FÁJENSE POR SUS SUEÑOS! Y

RÍAN. RÍANSE MUCHO. ES BUENA MEDICINA PARA TODO.

Manuel Sorto y su hijo Camilo Sorto-Cazaux . 2009. Foto: Françoise Bèséme.

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Manuel Sorto, en su balcón. Foto tomada por Julien Lacoste.

Érika y Óscar: Nos despedimos aquí, Manuel, y gracias nuevamente por

habernos concedido esta entrevista. ¿Algún comentario final?

Manuel Sorto: Pues se me olvidó mencionar a un amigo, que me enseñó nada

menos que a manejar, a conducir, en la camioneta de mi papá. Hacíamos Victoria-

Sensunte-Victoria después de terminado el viaje comercial. E íbamos al cine, por

supuesto. Carlos Valladares era su nombre. Hijo del Negro Jorge. Magnífico

amigo. De esos del alma. No lo he vuelto a ver. También se me olvidó decir

que Ana Rosa Ochoa publicó un libro, mucho antes de que yo la conociera:

“Perdigones quemados”. Su título es claro. También entre mis amigos olvidé

mencionar a Carlos Mayorga. Y sobre todo, se me olvidó decir, que el hijo de la

Niña Pilar Rosales, mi partera, fue el poeta Armengol Rosales, era profesor.

Recuerdo haber leído un poema suyo que él me mostró cuando yo era niño.

Hablaba de caballos «encarrerados» y desbocados. Recuerdo una explosión de

imágenes. Publiqué algo sobre él hace mucho tiempo. Algo que le gustó mucho a la

actriz Gilda Lewin. Creo que lo publicó Jaime Suarez Quemain o Rolando Elías. Me

imagino que su obra se perdió.

Y soy yo el que les estoy agradecido por la mayoría de sus preguntas, jajajá, y por el

trabajo que realizan con Más allá de los 400 cerros. Sensuntepeque se los

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merece. Quiero decir: la ciudad a ustedes, no sólo por la labor como médicos. Pero

también ustedes se merecen a Sensuntepeque. Qué bueno que Sensunte tenga su

Voz. A ver cuando nos conocemos personalmente.

Hasta siempre.

Fotografía de la manifestación de San Salvador del 22 de enero de 1980 extraída de El Mundo.es:

http://www.elmundo.es/america/blogs/cronicascentroamerica/2011/01/22/apuntes-sobre-la-masacre-del-22-de-enero.html

Algunos artículos escritos por Manuel Sorto los pueden leer siguiendo estos enlaces:

Miguel y Roque: Realidad y Ficción

La última novia de Miguelito Mármol

Mi primo Abdón y el poeta Armijo

Artículo relacionado a Manuel Sorto:

“Roberto Bolaño en El Salvador. Supremo jardín de la guerra florida”, escrito por Miguel Huezo

Mixco: http://www.fronterad.com/?q=node/3001&page=0,0

Algunas fuentes sobre la filmografía de Manuel Sorto:

http://movies.yahoo.com/movie/contributor/1809632012

Artículos interesantes relacionados con Manuel Sorto:

Manuel Sorto. Profesión: salvadoreño

Esta entrevista fue publicada también en

http://www.contracultura.com.sv/entremes/manuel-sorto-mi-padre-me-queria-militar-y-abogado