manual de comunicacion no sexista

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Manual de camunicacion no sexista

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  • MANUAL DE COMUNICACIN NO SEXISTA

  • Manual de coMunicacin no sexista. Hacia un lenguaje incluyente, fue publicado por el Instituto de la Mujer Oaxaquea del Gobierno Constitucional del Estado de Oaxaca, en la coleccin Instituto de la Mujer Oaxaquea Ediciones, Serie Buenas Prcticas

    ulises ruiz ortizGobernador Constitucional del Estado de Oaxaca

    norma reyes ternDirectora General del Instituto de la Mujer Oaxaqueaconsejo editorialAlicia Miyares, Daniel Cazs Menache, Estela Serret Bravo, Francisco Cos-Montiel, Gloria Careaga Prez, Jos Ramn Ramrez Pea, Luisa Posada Kubissa, Marcela Lagarde y de los Ros, Mara Luisa Tarrs, Rosa Cobo Bedia

    distribucin

    Mercedes Adriana Vsquez Ramrezedicin

    Hctor Carranza Mejadiseo complejoimaginario

    Ilustraciones de portada e interiores: complejoimaginario

    D. R. 2008 Claudia Guichard Bello D. R. 2008 Instituto de la Mujer OaxaqueaEucaliptos No. 422. Colonia Reforma. CP 68050. Centro, Oaxaca. Tel. 01 951 515 22 52http://www.imo.org.mx

    isbn de obra completa: 968-5799-04-0isbn de obra relacionada: 978-968-5799-13-3

    Impreso y hecho en Mxico

    Este libro se termin de imprimir en El Cubo Taller en diciembre de 2008. El cuidado de la edicin estuvo a cargo de complejoimaginario.

    La reproduccin total o parcial de esta obra incluido el diseo tipogrfico y de portada sea cual fuere el medio, electrnico o mecnico, no est autorizado, salvo mediacin con la institucin responsable del impreso, con el compromiso obligado de citar la fuente.

    305.42G678M

    Guichard Bello, ClaudiaManual de comunicacin no sexista. Hacia un lenguaje incluyente / Claudia Guichard - -, Oaxaca, Mxico : Instituto de la Mujer Oaxaquea, 2008.200 p. : 23 cm - - (Coleccin Instituto de la Mujer Oaxaquea Ediciones: serie Buenas Prcticas).isbn: 978-968-5799-13-3

    1. Mujeres Derechos Alocuciones, ensayos, conferencias.2. Mujeres Mxico Condiciones sociales Manuales.3. Mujeres Historia y condicin de la mujer.4. Mujeres Aspectos morales y sociales.5. Identidad de gnero.6. Roles sexuales Manuales.7. Sexualidad Investigaciones.8. Comunicacin.

  • MANUAL DECOMUNICACINNO SEXISTA

    CLAUDIA GUICHARD BELLO

    HACIA UN LENGUAJE INCLUYENTEHACIA UN LENGUAJE INCLUYENTE

  • ndice4

  • ndice 5

  • PRESENTACIN

    QUIZS, cuando empiecen a introducirse en este manual externarn algunos de estos comentarios en torno a l: que no tiene sentido nombrar a las mujeres, pues ya estn incluidas en el lenguaje mediante formas como el masculi-no genrico; que esto complica ms el dis-curso, ya sea hablado o escrito; o hasta que es ocioso un trabajo de este tipo si a las mu-jeres ya se les han reconocido sus derechos. Si bien, cuando se revisan las formas que se emplean para referir a las mujeres nos en-contramos con una realidad que an dista mucho de ser equitativa con ellas. Mucho de lo que decimos y no decimos, e incluso has-ta el lugar que le asignamos en el enunciado lleva implcitas valoraciones y significaciones sobre el ser mujer. Formas que se han con-siderado parte de la naturalidad y normalidad de nuestra sociedad. Sin embargo, ellas llevan cargas simblicas injustas para las mujeres. Cada una de estas expresiones define, in-fluye y reproduce nuestra percepcin de la realidad y el lugar que asignamos a mujeres y hombres tanto en el mbito privado como en el pblico. El lenguaje, al igual que el resto de las instituciones, contribuye a reproducir esta injusta condicin, al mismo tiempo que la refuerza. Cuando emitimos un mensaje ste lleva una carga de significaciones que no se limitan al sentido literal del enunciado, tene-mos, en el discurso entonaciones, pausas, un cierto volumen, la seleccin de unas pa-labras y no de otras, con determinados sig-nificados, ubicadas en un lugar y no en otro, rasgos que el receptor o receptora valorar para concluir un sentido. n

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  • INTRODUCCIN

    A LO LARGO de la historia de la humanidad las relaciones entre mujeres y hombres han estado marcadas por un desequilibrio, la desigualdad. Desigual-dad siempre en desfavor de las mujeres. De-sigualdad que se ha traducido en la anulacin de los derechos de stas como personas, en la desautorizacin para ejercer cualquier actividad pblica, y en su calificacin como slo aptas para procrear. Cada una de cuyas manifestaciones termin por ubicarlas en la subordinacin, la exclusin e invisibilizacin de todos los rdenes de la vida.

    Pero en quin ha recado la responsabi-lidad por la anulacin de la mitad de la po-blacin generacin tras generacin. Puedo asegurar que no en un hombre en particu-lar, pero s en cada uno de aquellos que han mantenido, a travs de mecanismos, que van desde las formas ms sutiles hasta las ms violentas, a las mujeres en condiciones de in-ferioridad, sometimiento y desvalorizacin a lo largo de sus vidas, como resultado de una mentalidad patriarcal que comparten ellos, y que tambin hemos reproducido nosotras, las mujeres. Un orden que por supuesto ha favorecido a los hombres. Que ellos han he-cho suyo sin siquiera cuestionar y que, inclu-so, han demandado como mandato divino, como parte de un orden natural.

    Si bien en la actualidad muchas de estas manifestaciones patriarcales se estn mo-dificando, ello no quiere decir que en un fu-turo no muy lejano las mujeres nos estemos librando del patriarcado. Nuestro futuro se-guramente tendr que enfrentarse a otras formas camalenicas del mismo. La labor an es ardua.

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  • En este sentido, el trabajo desarrollado por el feminismo para nombrar estas inequi-dades ha sido fundamental. ste ha logrado construir los recursos tericos necesarios a la fecha para deconstruirlo, un paso decisivo para su desestructuracin. Los estudios de gnero empiezan a abrirse paso en muchos mbitos institucionales y acadmicos, pero an falta llegar al corazn de cada familia, en donde las prcticas patriarcales desde el na-cimiento, e incluso antes, hasta la edad adul-ta marcan las identidades de cada uno o una de sus integrantes, as como sus prcticas en la vida pblica. El contexto impacta siempre sobre la familia. Las costumbres, las tradi-ciones, la educacin, las instancias guberna-mentales, los medios de comunicacin y el lenguaje, se han convertido en los principales promotores de esta mentalidad. Por ello uno de los aspectos que ha tenido en los aos re-cientes mucha atencin es el lenguaje, dada su presencia omnmoda en cada individuo. El uso de un lenguaje incluyente se plantea como una de las acciones que contribuirn a modificar mentalidades y prcticas en favor de la igualdad entre mujeres y varones. De l nos ocuparemos adelante.

    Pero antes de entrar al objeto central de este manual es imprescindible abordar los conceptos tericos fundamentales de los es-tudios de gnero que dan sustento a la pro-puesta de lenguaje incluyente que aqu se desarrolla. Por ello, en el captulo 1 encontra-rn una breve revisin de la teora en el afn de aportar el conocimiento bsico que permi-ta entender nuestra postura y les brinde los primeros pasos de una senda que cada quien deber empezar a caminar en favor de los de-rechos de ciudadana de las mujeres. n

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  • Lucas Cranach (El Viejo)

    Adn y Eva.

    (Fragmento).

    Jan Van Eyck.

    Los esposos Arnolfini.

    (Fragmento).

  • 1Naturalo social?

  • Cuando hablamos de sexonos referimos a la biologa a las

    diferencias fsicas entre los cuerposde las mujeres y de los hombres,y al hablar de gnero, a las normas y conductas asignadas a hombresy mujeres en funcin de su sexo.

    Gne

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    s sinnimo de sexo

  • 1.1

    Desde los estudiosde gnero

    por mucho tiempo, la sociedad justi fic las desiguales relaciones entre mujeres y hombres haciendo uso de una cuestin me-ramente biolgica: el sexo. Mediante ste, se explic la divisin de los seres humanos en mujeres y hombres. Esta naturaleza confin a las mujeres al mbito privado, a las actividades del hogar, a la atencin de los hijos y justific el hecho de que fueran relegadas de los espacios pblicos, de las universidades, de ejercer todo tipo de pro-fesiones y de la capacidad de decidir sobre s mismas. El argumento: una natural in-ferioridad de las mujeres. En tanto que, a los hombres, esta misma naturaleza los capacit para ser los nicos que pudieran ejercer el poder en todos los mbitos. Este razonamiento es el fundamento bsico del patriarcado explican las feministas que ha regido nuestras vidas y las de muchas ms mujeres durante siglos.

    Los estudios feministas o de gnero han develado las injustas relaciones entre mujeres y hombres y, con este propsito, han acuado el concepto de gnero, que no es sinnimo del concepto de sexo. El gne-ro es una construccin cultural y es, como lo menciona Rosa Cobo, la categora cen-tral de la teora feminista (Amors, 1995:55).

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    Gne

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    s sinnimo de sexo

  • Estos estudios han sealado, con suficientes argumentos, las diferencias en-tre el sexo y el gnero de las personas y las injustas condiciones que a raz de stas se han dado a las mujeres de todo el mundo.

    El sexo alude a las caractersticas f-sicas y biolgicas que diferencian a las hem-bras de los machos. En tanto que el gnero es una construccin simblica que parte de la diferenciacin por sexo, mediante la cual se atribuyen a mujeres y hombres capaci-dades, emociones y conductas distintas, y tratos desiguales en toda la sociedad. Esta diferencia se ha traducido en desigualdad para las mujeres. De esta manera, con el concepto gnero los estudios feministas han conseguido desentraar el sistema pa-triarcal vigente y sealar que las diferencias no tienen por qu conllevar desigualdades entre mujeres y varones. As, mientras el sexo es un hecho biolgico, natural; el g-nero es un hecho cultural que ha marcado el destino de cada mujer.

    Al respecto, Victoria Sau, en su Dic-cionario ideolgico feminista, caracteriza al gnero desde los siguientes aspectos:

    a) Solo hay dos gneros, tantos como sexos, en una especie, la humana, que se define como sexuada en el sentido de la reproduccin

    b) El gnero es vinculante [] lo mas-culino depende de lo femenino y vice-versa.

    c) Los gneros estn jerarquizados. El masculino es el dominante y el feme-nino el subordinado. Es el masculino el que debe diferenciarse del femenino para que se mantenga la relacin de poder. Esto explica que los hombres femeninos, o feminizados por el propio poder, aparezcan como ms

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  • despreciables que las mujeres viriles o virilizadas. (Nicole lorAux, Faons tragiques de tuer une femme)

    d) La estructura de los gneros es in-variable en el tiempo y en el espacio [] Esto quiere decir que las caracte-rsticas anteriores se mantienen cons-tantes a pesar de los cambios, varia-ciones, permutaciones, etc., a corto, medio o largo plazo, y tambin las si-multneamente observables en so-ciedades diferentes.

    No es lo mismo afirmar que de la propia realidad anatmica y biofisiolgica del sexo se derivan aptitudes, intereses y rasgos de personalidad consecuen-tes con dicha anatoma y biofisiologa, que advertir cmo y de qu manera los propios seres humanos han obser-vado, asociado, interpretado, temido, deseado, envidiado y odiado las di-ferencias entre los sexos resultantes del imperativo gentico. Dicho de otro modo, el sexo ofreci y ofrece todava las diferencias necesarias y suficien-tes para que los humanos estructu-rasen sobre las mismas las relaciones de gnero. Cuando el sexo deje de ser un factor estructurante quedarn las diferencias funcionales pertinentes y los dos gneros desaparecern. (sAu, 2000: 136-137)

    Otra definicin sobre gnero y sexo la aporta Nuria Varela:

    La nocin de gnero surge a partir de la idea de que lo femenino y lo masculino no son hechos natura-les o biolgicos, sino construcciones culturales. Por gnero se entiende, como deca Simone de Beauvoir,

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  • lo que la humanidad ha hecho con la hembra humana. Es decir, todas las normas, obligaciones, comporta-mientos, pensamientos, capacidades y hasta carcter que se han exigi-do que tuvieran las mujeres por ser biolgicamente mujeres. Gnero no es sinnimo de sexo. Cuando habla-mos de sexo nos referimos a la bio-loga a las diferencias fsicas entre los cuerpos de las mujeres y de los hombres, y al hablar de gnero, a las normas y conductas asignadas a hombres y mujeres en funcin de su sexo. (VArelA, 2005:181)

    As, los estudios de gnero parten del anlisis crtico de las construcciones te-ricas patriarcales para establecer nuevas categoras analticas con el fin de explicar aspectos de la realidad que no haban sido tenidos en cuenta antes de que se desvela-se el aspecto social de los gneros. (cobo, eN Amors, 1995:60). La perspectiva de g-nero tiene su fundamento en lo anterior. n

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  • 1.2

    En qu consiste el patriarcado?

    el sistema patriarcal es definido, desde el feminismo, como el orden lgico, natural y divino por el que deba regirse la vida de las personas, y en el que el hombre es la medida de todas las cosas.

    El concepto de patriarcado es el pri-mer macroconcepto que acua la teora feminista. Heidi Hartmann expli-ca el patriarcado como el conjunto de relaciones sociales entre los varones, relaciones que si bien son jerrquicas, establecen vnculos de interdepen-dencia y solidaridad entre ellos para dominar a las mujeres. (cobo eN Amo-rs, 1995:62)

    Adrianne Rich, citada por Sau, dice:

    El patriarcado consiste en el poder de los padres: un sistema familiar y social, ideolgico y poltico con el que los hombres a travs de la fuerza, la presin directa, los rituales, la tra-dicin, la ley o el lenguaje, las cos-tumbres, la etiqueta, la educacin y la divisin del trabajo determinan cul es o no es el papel que las mujeres de-ben interpretar con el fin de estar en toda circunstancia sometidas al varn (Nacida de mujer). (2000: 238).

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  • Por tanto, el patriarcado se transmi-te a travs de una ideologa patriarcal, con-cepto que podemos entender, dice Victoria Sau, como aquellos recursos culturales y mecanismos polticos, como la disuasin, la amenaza, el castigo, la obligacin, la pro-hibicin, etc., que tienen como propsito mantener y seguir reproduciendo bajo nue-vas formas la organizacin patriarcal de nuestra sociedad. (sAu, 2001: 74)

    De esta ideologa participan todas las instituciones de la sociedad: familia, es-tado, ejrcito, iglesia, derecho, ciencia, len-guaje, educacin.

    En consecuencia, el patriarcado se entiende como un sistema social y cultural que decide lo que es legtimo y lo que no lo es, para cuyo fin acta sobre las prohibi-ciones y la mentalidad que las justifican. (sAu, 2001:67).

    En suma, en tanto que sujetas y suje-tos sociales, recibimos de las generaciones antecesoras, desde el momento mismo del nacimiento, y compartimos con las que nos proceden, una serie de ideas, creencias y prcticas, validadas por la generalidad, en torno a lo que se considera debe ser una mujer y lo que debe ser un hombre, y cuya reproduccin favorece nuestra integracin a la comunidad o la inhibe. stas las apren-demos, de formas diversas, desde las ms explcitas y violentas hasta las ms sutiles, en la familia, la escuela, la comunidad, la cultura y los medios de comunicacin entre las principales instituciones reproductoras. De la misma forma que aprendemos los castigos, las recriminaciones, los seala-mientos, las sanciones para aqulla o aqul que no se ajuste a lo que se ha credo ver-dad incuestionable. En consecuencia so-cializacin e ideologa van de la mano en la aprobacin y rechazo de la formacin de mujeres y varones, y por tanto, son dos ejes estructurales en la reproduccin del patriarcado.

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    Las religiones en un principio, como las ciencias mdicas con posteriori-dad han contribuido a la creacin de un sinfn de argumentos que avalan los privilegios de los varones en nues-tras sociedades. Hombres sabios y religiosos de acuerdo a la historia pa-triarcal han estigmatizado a la mujer como un ser inferior y sucio por sus flujos menstruales. Le han negado su calidad de humana al sealarla como criatura sin alma y han legitimado la violencia en su contra por ser el ins-trumento del diablo. Otros supues-tamente clebres por sus aportes a las ciencias como Darwin, Spencer y otros han mantenido esta lnea de ar-gumentacin al decir que las mujeres son seres incompletos en su evolucin lo que se demostrara en la existencia de perodos menstruales y en la sub-secuente inmadurez emocional.

    Los productos culturales de la sociedad son resultado y estn en funcin del sistema de valores patriar-cal. Las tareas femeninas asignadas a las mujeres por dicha cultura, aunque no son cultura masculina propiamente dicha s son en cambio cultura patriar-cal puesto que estn al servicio de la misma. Dicha cultura exalta lo mascu-lino e ignora, ridiculiza y/o escarnece lo femenino. (sAu, 2001:74)

    Como resultado de esta mentalidad las mujeres han sido limitadas en sus po-sibilidades de vida y sometidas a grandes cargas de violencia a lo largo de sus vidas y en todos sus mbitos de accin. Desigual-dad y violencia han sido parte de la larga historia de discriminacin hacia las muje-res, y del mayor acto discriminatorio hacia un poco ms de la mitad de la poblacin, injusticia an no reconocida. n

  • 1.3

    Si damos tratos desiguales, discriminamos

    antes de entrar en materia, es ne-cesario recuperar dos conceptos bsicos: diferencia y desigualdad. Si bien a partir de las diferencias biolgicas se determina el sexo de las personas, ste no ha tenido por qu entenderse como desigualdad. As la diferencia no es sinnimo de desigualdad. Slo la desigualdad conlleva discriminacin contra las mujeres.

    La Convencin sobre la Eliminacin de Todas las Formas de Discriminacin con-tra la Mujer (CEDAW) define discriminacin contra la mujer como:

    Toda aquella distincin, exclusin o restriccin basada en el sexo que tenga por objeto o por resultado me-noscabar o anular el reconocimiento, goce o ejercicio por la mujer, indepen-dientemente de su estado civil, sobre la base de la igualdad del hombre y la mujer, de los derechos humanos y las libertades fundamentales en las esfe-ras poltica, econmica, social, cultu-ral y civil o en cualquier otra esfera.

    Asimismo la Recomendacin General N 2.3 de la CEDAW (16 periodo de sesiones, 1997), expresa, en su prrafo 10, que:

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  • En todas las naciones, los factores ms importantes que han impedido la capacidad de la mujer para participar en la vida pblica han sido los valores culturales y las creencias religiosas, la falta de servicios y el hecho de que el hombre no ha participado en la or-ganizacin del hogar ni en el cuidado y la crianza de los hijos. En todos los pases, las tradiciones culturales y las creencias religiosas han cumplido un papel en el confinamiento de la mujer a actividades del mbito privado y la han excluido de la vida pblica activa.

    Como vemos, la discriminacin de gnero, que ha excluido a las mujeres de los mbitos pblicos y por ende, de los de deci-sin, y en los cuales se busca regular la vida diaria y el destino de la poblacin, se ha jus-tificado desde valores culturales y creen-cias religiosas o de otra ndole que siempre han considerado a las mujeres como seres inferiores. Lo que ha favorecido que el ejer-cicio del poder permanezca en manos de los hombres, y que las mujeres, bajo dichos argumentos, queden subordinadas a stos y sometidas a sus decisiones, excluidas de cualquier beneficio y negado su reconoci-miento como personas. A partir de estas creencias se han generado toda una gama de ideas con las cuales a todas las mujeres nos han educado.

    George Snyder, psicopedagogo fran-cs, empieza su libro No es fcil amar a los hijos (1981) estableciendo cinco equiparaciones entre otros tantos gru-pos desvalorizados: esclavos, negros colonizados, domsticos, obreros y mu -jeres. A todos se les atribuyen carac-tersticas infantiles con afn de infe-riorizarlos, tomando como modelo un sexto grupo, la infancia, histricamente

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  • desvalorizada. Algunas de estas carac-tersticas comunes son: dependencia, obediencia, incapacidad intelectual, im-previsin, emotividad, debilidad. (sAu, 2001: 49)

    Ideas que se han traducido en com-portamientos, conductas y actitudes de lo que deban ser varones y mujeres y que hemos asumido como norma inmodificable para vivir en sociedad y que, adems, contri-buimos a reproducir unas y otros creyen-do que por naturaleza deba ser as. Estas prcticas se conocen como roles y estereo-tipos de gnero, y estn presentes en cada espacio de nuestras vidas. Roles y estereo-tipos que en la actualidad tienen entre sus principales difusores los medios de comu-nicacin y nuestra lengua.

    En el caso de las mujeres, su ubica-cin como inferiores y su posterior discri-minacin es justificada, como ya hemos comentado antes, por una razn de natu-raleza: la fisiologa del cuerpo femenino y su capacidad para la maternidad. Por tanto, el criterio de exclusin del contrato social, es un criterio biologicista.

    Estos patrones de comportamiento los vamos aprendiendo desde la cuna, de generacin en generacin, a travs de la fa-milia, la escuela y los sistemas de represen-taciones, y ello ha otorgado a las mujeres mucho menos margen de actuacin que a los hombres para acceder a la poltica, a es-tudios, a la propiedad, a disponer de dinero propio, etc. (sAu, 2001:50).

    Dos manifestaciones discriminato-rias hacia las mujeres plenamente identifi-cadas son el sexismo y el androcentrismo. Sobre estos conceptos volveremos adelante. Por el momento slo es importante anti-cipar que el sexismo est relacionado con aquellas manifestaciones en las que las mu-jeres son consideradas inferiores, se ubican

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  • como dependientes de, o como subordinadas a un varn. Desde el sexismo, la contribu-cin de las mujeres a la sociedad se desva-loriza a partir de la idea de que mujeres y hombres no son iguales, y de que quienestienen el derecho a ejercer el poder son ellos. As, ellas existen pero no se les considera con las mismas capacidades que los hombres, son concebidas como personas de menor categora que todos ellos.

    En tanto que el androcentrismo con-siste en asumir como modelo o represen-tante del ser humano al hombre, lo que determina que, en cualquier trabajo o in-vestigacin, slo se tome como medida de la poblacin a stos y las mujeres queden invisibles, inexistentes, excluidas y ocultas, tras la poblacin masculina. Toda la realidad est concebida desde un modelo masculi-no que se impone a mujeres y hombres. n

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  • 1.4

    Cul es el papel de los estereotiposde gnero?

    en nuestra sociedad se han asignado sis-temas de valores, pautas de comportamiento y roles diferentes para mujeres y hombres, es decir, diferentes conductas para cada persona en una situacin particular en funcin de su sexo. A las mujeres se les ha identificado en roles de amas de casa,madre, maestra, enfermera, etc.; y a los hom -bres en roles de jefe, administrador o re-presentante de la familia, etc. Cuando estos roles pasan a formar parte de la identidad de un grupo humano, se conocen como estereotipos. Los estereotipos se caracte-rizan por su estaticidad y anquilosamiento. Los hay positivos y negativos en relacin con ambos gneros, si bien es un hecho que la mayora de los que aluden a las mujeres las conciben de manera negativa. Rosa Cobo define al estereotipo como:

    un conjunto de ideas simples, pero fuertemente arraigadas en la con-ciencia, que escapan al control de la razn. Los estereotipos de gnero va-ran segn las pocas y las culturas, pero algunos temas son constantes. (cobo, eN Amors, 1995, 66)

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  • Adems, identifica el estereotipo sexual:

    [...] independientemente de la realidad de las diferencias sexuales, suelen existir creencias de que los sexos son diferentes en cuanto a una serie de caracteres variados. Estas creencias constituyen estereotipos sexuales cuando son compartidos por colecti-vidades (cobo, eN Amors, 1995:66)

    UNICEF* y UNIFEM**, en un texto que aparece en el libro Nosotras, nosotros, (2000) se refieren a los estereotipos como ideas, prejuicios, creencias y opiniones pre-concebidas impuestas por el medio social y la cultura, que se aplican en forma gene-ral a todas las personas pertenecientes a la categora a la que hacen referencia, que puede ser nacionalidad, etnia, edad o sexo (2000:12-13).

    As, encontramos a las mujeres re-lacionadas con estereotipos de belleza, seduccin, dulzura, sumisin, abnegacin, sacrificio, que exaltan el matrimonio y la maternidad; y a los hombres con estereoti-pos de fortaleza, de insensibilidad, de pro-veedor, de jefe de familia, orientados hacia la competitividad. Los estereotipos, como refieren UNICEF y UNIFEM, se convierten en agentes de discriminacin. (2000:14)

    Sobre ello la Convencin sobre la Eliminacin de Todas las Formas de Discri-minacin contra la Mujer (CEDAW), en su Re-comendacin General N 2.3, punto 12. (16 periodo de sesiones, 1997), seala que La creacin de estereotipos, hasta en los me-dios de informacin, limita la vida poltica de la mujer a cuestiones como el medio am-biente, la infancia y la salud, y la excluye de responsabilidades en materia de finanzas, control presupuestario y solucin de con-flictos. n

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    De acuerdo con Victoria Sau,

    [] Los estereotipos son conjuntos de ideas em-paquetadas, basadas en prejuicios, so-bre las que por comodidad la mayora de las personas no ejercen ningn juicio crtico. (2001: 48)

    * UNICEF (por sus siglas en ingls): Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia.

    ** UNIFEM (por sus siglas en ingls): Fonde de las Naciones Unidas para la Mujer.

  • 1.5

    Cul es la relacin conel lenguaje?

    uno de los mecanismos de repro-duccin de los estereotipos que discriminan e invisibilizan a las mujeres es el lenguaje. El lenguaje es el espejo de nuestras prc-ticas socioculturales. Los estereotipos do-minantes reproducen las percepciones de quien tiene el poder y, como consecuencia, las relaciones desiguales entre los gneros.

    El lenguaje es el medio fundamentalpara la expresin del pensamiento, por tanto es el vehculo para la expresin de nuestras ideas. A travs del lenguaje nombramos, inter-pretamos y creamos. El lenguaje refuerza y refleja la ideologa patriarcal, aunque tambin puede contribuir a modificarla. A travs del lenguaje creamos identidad.

    Como refiere la UNESCO* en la intro-duccin a Recomendaciones para un uso no sexista del lenguaje

    A pesar de que el papel de las mujeres en la sociedad ha experimentado des-de principios de nuestro siglo [siglo XX], particularmente en las ltimas dcadas, profundas transformaciones, los mensajes que el lenguaje sigue transmitiendo sobre ellas refuerzan su papel tradicional y dan una imagen de

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    * UNESCO (por sus siglas en ingls): Fondo de las Naciones Unidas para la Educacin, la Ciencia y la Cultura.

  • ellas relacionada con el sexo y no con sus capacidades y aptitudes, intrnse-cas a todos los seres humanos. [] pese a su dimensin conservadora y su carga tradicional, el lenguaje, por su estrecha relacin dialctica con el pensamiento, puede cambiar gracias a la accin educativa y cultural, e influir positivamente en el comportamiento humano y en nuestra percepcin de la realidad. (uNesco, s/f: 2)

    Para Victoria Sau, Es obvio, pero necesario recordarlo, que el ser humano no se ve a s mismo ni al mundo de forma directa sino a travs de las imgenes y pa-labras con las que dice dicho mundo. (sAu, 2001: 252)

    A pesar de que en cada cultura el grado de inferioridad de las mujeres con respecto a los hombres y los argumentos que la justifican pueden ser distintos, todas las culturas conocidas comparten ciertos ras-gos. Janet Saltzman, citada por Alda Facio, identifica tres de stos:

    1) una ideologa y su expresin en el lenguaje que explcitamente deva-la a las mujeres dndoles a ellas, a sus roles, sus labores, sus productos y su entorno social, menos prestigio y/o poder que el que se le da a los de los hombres; 2) significados negativos atribuidos a las mujeres y sus activida-des a travs de hechos simblicos o mitos (que no siempre se expresan de forma explcita); y 3) estructuras que excluyen a las mujeres de la participa-cin en, o el contacto con los espacios de los ms altos poderes, o donde se cree que estn los espacios de mayor poder tanto en lo econmico y lo po-ltico como en lo cultural. (1999:21-22)

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  • A cuyos rasgos, Alda Facio agrega:

    4) el pensamiento dicotmico, jerar-quizado y sexualizado, que lo divide todo en cosas o hechos de la natura-leza o de la cultura, y que al situar al hombre y lo masculino bajo la segun-da categora, y a la mujer y lo feme-nino bajo la primera, erige al hombre en parmetro o paradigma de lo hu-mano, al tiempo que justifica la sub-ordinacin de las mujeres en funcin de sus pretendidos roles naturales. (fAcio, 1999:21-22).

    Sobre este mismo tema, la filsofa Estela Serret seala:

    Cuando el lenguaje nombra, inevita-blemente delimita, ordena, clasifica y valora; genera significaciones que existen como tales gracias al lugar que ocupan entre otras significacio-nes; produce, por tanto, una realidad cultural all donde slo haba natura-leza, que es el reino del sinsentido: La lengua re-produce la realidad. Esto hay que entenderlo de la manera ms literal; la realidad es producida de nuevo por la mediacin del lenguaje (Benveniste, 1989: 26).

    Cultura y sociedad slo son posibles por el lenguaje, en tanto que ste es expresin mxima de la facul-tad productora de la condicin huma-na, la de simbolizar; esto es, la facultad de representar lo real por su signo y as establecer entre ambos una relacin de significacin. (serret, 2006: 31-32).

    En el caso de la lengua castellana, al igual que todas las lenguas, procede de una larga tradicin patriarcal. Como en el resto del mundo, en los pases hablantes de sta,

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  • las mujeres no tenan derecho a la propiedad, ni al voto, ni tenan la capacidad de deci-sin sobre s mismas, eran propiedad de un hombre. Entonces, si quienes existan o valan para una sociedad eran slo los hombres quines podan ser nombrados o quines tenan derecho a ser nombrados? Parece que la posibilidad de que las muje-res lo fueran es muy restringida. Cmo el lenguaje pudo haberse mantenido imparcial si los que existan en el mundo pblico slo eran los hombres? Cmo el lenguaje iba a referir a mujeres y hombres en igualdad cuando ellas estaban limitadas al mundo privado, como propiedad de un hombre? Baste aqu recordar, adems, que es hasta mediados del siglo xx que las mujeres con-siguen emitir su voto. Asimismo, es hacia la segunda parte del siglo xx que las mujeres empiezan a insertarse de forma masiva en el mbito laboral.

    As, en una cultura en que el lenguaje no registra la existencia de un sujeto femenino podramos concluir que o no existen las mujeres o stas no son vistas como sujetos en dicha cultura. Al mismo tiempo el uso de un lengua-je que prescinde del sujeto femenino consolida y proyecta hacia el futuro una sociedad en donde la mujer no vale lo mismo que el varn.

    En las sociedades patriarcales el lenguaje refleja estos dos efectos. Por una parte da cuenta de la situa-cin de la mujer en la cultura patriar-cal, y por otra la mantiene y reproduce. El poder de nombrar es decir de crear y definir las palabras, de crear y defi-nir las reglas gramaticales de un len-guaje determinado, de proporcionar a las cosas identidad, evocndolas y establecindolas como puntos de re-ferencia o relacionndolas unas con

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  • otras es el poder de conformar una cultura determinada, de establecer lo que existe y lo que no existe, lo que se considera natural y lo que no lo es, lo bueno y lo malo. El poder de la palabra es el poder de escoger los valores que guiarn a una determinada sociedad pero ms an es el poder de crear una determinada realidad. (fAcio, 1999:47)

    Por tanto, si los hombres tenan toda la autoridad sobre ellas, esta condicin no poda permanecer ajena en el lenguaje, si consideramos que es tambin un producto social. As, por consiguiente, el castellano ha sido fiel reflejo de una sociedad en la que slo figuraban los hombres. El lenguaje ha mantenido un carcter conservador.

    En la actualidad, el lenguaje conti-na haciendo slo visibles a los hombres a travs de diversos recursos lingsticos que invisibilizan, excluyen, desvalorizan y subordinan a las mujeres.

    Recuperando las tesis de Freud, pare-ce claro pensar que la conceptualiza-cin del Otro le hace, por lo general, no solo errado sino peligroso; Otro es, en consecuencia, no yo, negacin del sujeto, amenaza de su existencia. Pero tambin un referente lmite del que no se puede prescindir.

    De este modo, toda construc-cin cultural se ha definido con base en una organizacin simblica que expresa de mltiples formas esta se-paracin entre lo propio y lo extrao, a tal punto que todo otro elemento de significacin se produce dentro de esta escisin primaria. Tal demar-cacin entre exclusin e inclusin se expresa de diversos modos, entre los cuales el ms conspicuo es la divi-sin simblica del mundo en gneros,

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  • femenino y masculino. Estos trminos no se reducen a diferenciar entre lo que llamamos hombres y mujeres, sino que clasifican a todo el mundo relevado por la significacin.

    En efecto, nada de lo pensable puede dejar de ser referido a esta cla-sificacin primaria. Incluso aquellos elementos de sentido o de lenguaje calificados como neutros tienen al gnero como referencia negativa (se dice del gnero gramatical que no es ni femenino ni masculino Enciclope-dia Grijalbo, Madrid, 1986), por lo que podemos afirmar que el gnero es un referente simblico primario. (serret, 2001: 91-92)

    Un claro ejemplo de esta visin pa-triarcal se encuentra en la defensa a ul-tranza que la Real Academia de la Lengua Espaola (RAE) hace del masculino genrico para referir a mujeres y hombres, si bien a la fecha existen ya varias propuestas, desa-rrolladas en diversos pases de habla caste-llana, que promueven la visibilizacin de las mujeres en nuestra lengua. Este manual, parte de ellas.

    Para van Dijk el lenguaje, ya sea oral o escrito, forma parte de un tringu-lo en el que confluyen discurso, cognicin y sociedad, y seala, adems, que ningn aspecto acta con independencia del otro. As cualquier acontecimiento comunicativo se desarrolla de acuerdo con las creencias y los objetivos, las valoraciones y las emo-ciones, junto con cualquier otra estructu-ra, representacin o proceso mental que haya intervenido, en un contexto social que puede ser definido en trminos de grupos, de relaciones de grupo (como las de domi-nacin y desigualdad), de movimientos, de instituciones, de organizaciones, de proce-sos sociales o de sistemas polticos, junto

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    con otras propiedades ms abstractas de las sociedades y de las culturas.

    El discurso discriminatorio hacia las mujeres es un problema sociopoltico, so-ciocultural y sociocognitivo, dice van Dijk, debido a que las estructuras de dominacin mediante las cuales se ejerce el control, por parte de quienes detentan el poder, son una construccin cultural, social y, por tan-to, poltica, que pasa tambin por la subje-tividad de cada individuo.

    Recordemos que la lengua es un producto social, como expresa Ferdinand de Saussure, surge en el momento en que es necesario comunicarse con la otra per-sona, y asienta su existencia slo all, en el seno de una sociedad, en el intercam-bio entre las personas. Y es all donde se transforma, construye y reconstruye cada vez que emitimos un nuevo mensaje. Con-dicin que le da a la lengua otra caracters-tica, el ser una lengua viva, y que sean, por tanto, slo las usuarias y usuarios de esa lengua quienes puedan modificarla en el uso y a partir de sus necesidades de comu-nicacin. Razn sta que nos permite ne-gar la asepsia de nuestros usos del lenguaje en relacin con todas las creencias, ideas, prejuicios y pautas de comportamiento de nuestras sociedades. Vivir en sociedad pa-recera imposible si no contamos con un recurso de comunicacin como ste. As que socializacin, ideologa y comunicacin han debido crecer juntas. De all nuestro inters por visibilizar las desigualdades de gnero en el lenguaje en tanto que recur-so fundamental de comunicacin, dada su omnipresencia en todos los espacios, y me-dio en el que podemos incidir para empezar a modificar prcticas y concepciones sobre las mujeres.

    Nuestra lengua, como todas las lenguas, podemos describirla, de manera general, como una estructura que est in-

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    tegrada por diversos elementos de distin-tos niveles. As, una idea est compuesta por enunciados, que a su vez estn cons-tituidos por estructuras menores, que a su vez estn compuestas por palabras. Y las palabras por elementos an menores que aportan matices particulares al significado. Explicar aunque de manera muy general esto, tiene el propsito de empezar a sea-lar que las expresiones discriminatorias del lenguaje pueden manifestarse en alguno de estos niveles.

    En este sentido, los significados de las palabras, las estructuras de los enuncia-dos, la eleccin de unas palabras por sobre otras, las formas de stas, la primaca que se le da o no a cierta palabra o segmento, estn directamente relacionados con la in-tencin del o la hablante y con los modelos mentales que tenga de los acontecimien-tos, o de las creencias que comparta con su grupo social. Atender estos elementos nos permite identificar los significados implci-tos relacionados con las creencias aunque no se expresen de forma directa.

    Ha de tenerse en cuenta que con las propuestas de lenguaje incluyente busca-mos referirnos slo a aquellas construccio-nes en las que se impide el reconocimiento de las mujeres como personas a travs dela exclusin de que son objeto mediante el hecho de no ser nombradas o de la forma en que son nombradas. Asimismo, estamos conscientes del gran nmero de desacredi-taciones que hacia esta labor se ha hecho, incluso desde autoridades de la lengua, quienes en el afn de desacreditar las pro-puestas para la visibilizacin de las mujeres en el lenguaje, han querido confundir nues-tro propsito entre la poblacin haciendo uso de ejemplos que salen completamen-te del campo de atencin y que son ilgi-cos, y hasta absurdos, viniendo de estas entidades. n

  • Remedios Varo.

    Tres destinos.

    (Fragmento).

  • 2Sobrenuestralengua

  • LIMPIA, FIJA YDA ESPLENDOR !

    PERO LA LENGUA, MAL EMPLEADA, DA SOMBRA Y PUEDE OCULTAR

  • 2.1

    Las palabrasy el gnero

    con el propsito de conocer el concepto de gnero que plantea la Real Academia Es-paola, en tanto que mxima autoridad so- bre los estudios de la lengua castellana (y como principal entidad cuestionadora de la propuesta de lenguaje incluyente) haremos adelante una breve revisin de algunos con-ceptos clave para este manual, los que se acompaan de observaciones para favore-cer el lenguaje incluyente.

    Entre los diversos significados que la Real Academia Espaola (RAE) atribuye al trmino gnero, establece:

    [] 6. Gram. Clase a la que pertenece un nombre sustantivo o un pronombre por el hecho de concertar con l una forma y, generalmente, slo una, de la flexin del adjetivo, y del pronombre. En las lenguas indoeuropeas estas formas son tres en determinados ad-jetivos y pronombres: masculina, fe-menina y neutra. || 8. Gram. Forma por la que se distinguen algunas veces los nombres sustantivos segn pertenez-can a una u otra de las tres clases. || ~ femenino. m. Gram. En los nombres y en algunos pronombres, rasgo inhe-rente de las voces que designan per-sonas del sexo femenino, algunos ani-males hembra y, convencionalmente, seres inanimados. || 2. Gram. En algu-

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  • nos adjetivos, determinantes y otras clases de palabras, rasgo gramatical de concordancia con los sustantivos de gnero femenino [] || ~ masculino. m. Gram. En los nombres y en algu-nos pronombres, rasgo inherente de las voces que designan personas del sexo masculino, algunos animales macho y, convencionalmente, seres inanimados. || 2. Gram. En algunos ad-jetivos, determinantes y otras clases de palabras, rasgo gramatical de con-cordancia con los sustantivos de g-nero masculino. || ~ neutro. m. Gram. En algunas lenguas indoeuropeas, el de los sustantivos no clasificados como masculinos ni femeninos y el de los pronombres que los representan o que designan conjuntos sin nocin de persona. En espaol no existen sustan-tivos neutros, ni hay formas neutras especiales en la flexin del adjetivo; solo el artculo [lo], el pronombre per-sonal de tercera persona [ello], los demostrativos [esto, eso, aquello] y algunos otros pronombres tienen for-mas neutras diferenciadas en singular. (rAe, 2001:765)

    Por otro lado, el Diccionario panhis-pnico de dudas, sobre el mismo concepto, acota lo siguiente:

    Para designar la condicin orgnica, biolgica, por la cual los seres vivos son masculinos o femeninos, debe emplearse el trmino sexo [] Por lo tanto las palabras tienen gnero (y no sexo), mientras que los seres vivos tie-nen sexo (y no gnero). (reAl AcAdemiA espAolA, 2005: 310)

    Desde el punto de vista de la gram-tica, el gnero gramatical nada tiene que ver con el sexo de las personas, sin embar-

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    go, cuando revisamos las terminaciones de las palabras que designan a las personas, ste coincide, en general, con el sexo de las mismas. Sobre cuyo hecho el propio Diccionario panhispnico de dudas (2005) dice que, para aquellos sustantivos, es de-cir, para aquellas palabras que designan seres animados, habitualmente existe una forma especfica para cada uno de los dos gneros gramaticales, en correspondencia con la distincin biolgica de sexo. As, los sustantivos en espaol pueden ser mascu-linos o femeninos, y stos adoptan formas especficas para indicar cada uno de los gneros gramaticales que hacen referencia a las personas, mujeres y hombres. Dichas formas son las siguientes:

    a Mediante el uso de terminaciones di-ferentes para cada uno de los sexos:

    n EJEMPLO: l Profesor Profesoral Nene Nenal Conde Condesal Zar Zarina

    De estos ejemplos, podemos concluir que si empleamos ambas terminacio-nes, o si nombramos de acuerdo con el sexo de las personas no excluimos ni invisibilizamos.

    b Por el uso de palabras distintas segn el sexo del referente (hete-ronimia):

    n EJEMPLO: l Hombre Mujerl Yerno Nueral Madre Padre

    Notemos que si utilizamos ambas formas, en este caso, para nombrar a las perso-nas, estamos siendo incluyentes.

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    c Por el empleo de una forma nica para referir a seres de uno u otro sexo, llamados sustantivos comunes en cuanto al gnero y sustantivos epi-cenos. As:

    Los sustantivos comunes en cuanto al gnero: son aquellas palabras que tie-nen una sola forma para designar a am-bos sexos, y cuyo gnero es especificado por los artculos y adjetivos que le acom-paan, que en este caso se resaltan en negritas:

    n EJEMPLO: l El/la pianistal Ese/esa psiquiatral Un buen/una buena profesional

    Si en los ejemplos anteriores, omitimos los adjetivos y artculos que acompaan a este tipo de sustantivos, tenemos pala-bras sin carga de gnero.

    Los sustantivos epicenos: son aque-llas palabras a las que corresponde un solo gnero gramatical para referir indis-tintamente a uno u otro sexo. As tene-mos sustantivos con gnero gramatical masculino y, por otro, sustantivos con gnero gramatical femenino.

    n EJEMPLO:

    Epicenos masculinos:l Personaje, vstago, profesorado, alumnado, pueblo, ser humano, funcionariado. Epicenos femeninos:l Persona, vctima, gente, poblacin, infancia, niez.

    Con estas palabras podemos aludir a la generalidad o a la persona sin distincin de su sexo. Empleando estas formas, no discriminamos.

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    En el caso de los artculos y los adjetivos. Como observaron en los prrafos anterio-res, otros tipos de palabras que tambin contribuyen a sealar el sexo del referente son aquellas que acompaan al sustantivo, como los artculos y los adjetivos.

    n EJEMPLO: l Un buen/una buena profesionall El profesor/La profesoral La investigadora comprometida El investigador comprometido

    Por lo que, cuando queramos sea-lar el sexo de la persona a que nos referi-mos, podemos acudir tambin al empleo de los adjetivos y artculos. n

  • 2.2

    Sobre la concordancia

    sobre la concordancia entre las pala-bras, el Esbozo de una Nueva Gramtica de la Lengua Espaola (1985.), dice que en toda uni-dad de sentido, se establecen relaciones in-ternas entre los elementos que la componen. Una de estas relaciones internas es la concor-dancia, la cual es definida (para el tema que nos interesa) en castellano o espaol, como la igualdad de gnero y nmero entre adjeti-vo o artculo y sustantivo [...] (rAe, 1985).

    Al respecto, la RAE seala dos reglas generales de concordancia gramatical; s-tas son:

    1 Regla general. Cuando el adjetivo se refiere a un solo sustantivo, concierta con l en gnero y nmero.

    n EJEMPLOS:

    l El investigador comprometido...

    l Los investigadores comprometidos recibirn...

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    2 Regla general. Cuando el adjetivo se refiere a varios sustantivos, va en plu-ral. Si los sustantivos son de diferente gnero, predomina el masculino. (rAe, 1985:386-387).

    n EJEMPLOS: l Carlos y Carmen comern juntos.l Carlos, Carmen y yo iremos al cine juntos.l Isabel, Mara y Juan son talentosos.

    Como se aprecia, es en esta segunda regla en la que se establece como genrico el masculino para referir a ambos sexos. Sin embargo, es un hecho que con este recurso las mujeres quedan invisibilizadas. Por ello, para estos casos, recomendamos retomar los recursos de la lengua ms adecuados para nombrar a los dos sexos.

    Para conseguir este propsito, una opcin puede ser que el adjetivo adopte el gnero del que se hace ms referencia. As:

    l Juan, Isabel y Mara son talentosas.

    Otra alternativa es sustituir el adjeti-vo por otra palabra que no lleve una carga de gnero:

    l Isabel, Juan y Mara tienen talento. n

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    2.3

    Sobre el uso delmasculino genrico para referirse a personas de ambos sexos

    el masculino gramatical no solo se em-plea para referirse a los individuos de sexo masculino, sino tambin para designar la clase, esto es, a todos los individuos de la especie, sin distincin de sexos (rAe, 2005). Esta desig-nacin, refiere la RAE, puede ser en singular o en plural, como se muestra enseguida:

    n EJEMPLOS: l El hombre es el nico animal racional.l El gato es un buen animal de compaa.l Los hombres prehistricos se vestan con pieles de animales .

    Hay que comentar que en estos ejem-plos, la RAE hace la acotacin que, de la referencia, no quedan excluidas ni las mujeres prehistricas ni las gatas. Y, un sustantivo como,

    l Los alumnos.

    Agrega tambin la RAE, puede referir a un colectivo formado exclusivamente por alumnos varones, pero tambin a un colectivo mixto, formado por chicos y chicas.

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    Desafortunadamente, en estas re-glas se ha olvidado que el patriarcado ha dominado nuestra percepcin del entorno, y que la lengua, como producto social, no se ha construido de forma ajena a la socie-dad. Al mismo tiempo, con estos ejemplos, queda manifiesta la ausencia de sensibi-lidad hacia las desigualdades de gnero, cuando al presentar estos ejemplos, com-para animales, en particular las gatas con la condicin de la supuesta inclusin de las mujeres. Pone a mujeres y gatas en la mis-ma categora. Una muestra de lo anterior se observa en la siguiente cita. Para nuestro propsito, hemos puesto en cursivas las l-neas que enfatizan esta postura.

    A pesar de ello, [contina la RAE] en los ltimos tiempos, por razones de correccin poltica, que no de correc-cin lingstica, se est extendien-do la costumbre de hacer explcita en estos casos la alusin a ambos sexos: Decidi luchar ella, y ayudar a sus compaeros y compaeras (ex-clsior [mx.] 5.9.96). Se olvida que en la lengua est prevista la posibi-lidad de referirse a colectivos mixtos a travs del gnero gramatical mas-culino, posibilidad en la que no debe verse intencin discriminatoria algu-na, sino la aplicacin de la ley lings-tica de la economa expresiva [](rAe, 2005)

    Al respecto tendramos que empezar a preguntarnos: quin estableci esta ley?, esta ley ha pervivido por siglos de manera idntica?, es acaso una ley divina o supre-ma imperfectible?, es imposible considerar que la gramtica sea perfectible o suscepti-ble de cambios?, Qu, acaso niegan el he-cho de que es un producto social?, no es una lengua viva?, afirman con ello que la

  • lengua es inmodificable? La historia nos da otras respuestas.

    Y en aras de la economa lingsti-ca, por tanto, no sera vlido un femenino genrico que nombre a aquellos colectivos integrados mayoritariamente por mujeres?

    En suma, a la fecha la rAE slo acep-ta la oposicin de sexos cuando es un fac-tor relevante en el contexto, cuando es necesaria la presencia explcita de ambos gneros; en caso contrario considera que slo es importante nombrar a los varones. Pero habra que preguntarse quin defi-ne lo relevante del contexto?, cundo los temas que competen a las mujeres sern relevantes?, si la perspectiva desde la que se define lo relevante y no relevante es pa-triarcal. A la fecha el masculino genrico es la norma inmutable.

    Hay que recordar que las reglas es-tablecidas por la rAE tienen su origen en el uso, que la academia slo se ha ocupado de registrarlo y normalizarlo, es decir, de establecer una norma colectiva ms o me-nos consciente, que la lengua impone a todos como imagen o modelo ideal (rAe, 1985:387). Un modelo ideal, por supues-to, hay que sealar, basado en el hombre como medida de todas las cosas. n

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  • Leonardo Da Vinci.

    Hombre de Vitruvio.

    (Fragmento).

  • 3El androcentrismoSlo lo que se nombra existe

  • En el androcentrismo, se asume que el varn representa

    al ser humano. As, las mujeres quedan invisibles, inexistentes,

    excluidas, ocultas, tras la poblacin masculina.

  • 3.1

    Acerca del androcentrismo

    a lo largo de nuestras vidas, hombres y mujeres hemos credo que lo realizado por las mujeres no tena valor ni tena por qu ser objeto de mencin, que la presencia im-portante era la masculina, y que lo digno de reconocimiento era todo aquello reali-zado por un hombre. Baste slo recordar, por ejemplo, que las familias en las que no existe la presencia del padre de familia se han considerado disfuncionales, o el hecho de que slo a la voz masculina se le otor-gue credibilidad y la capacidad para decidir sobre la comunidad; o que el modelo de cuerpo humano que aparece en los textos de biologa siempre es el masculino y no ambos, o el hecho de que siempre se nos oculte tras palabras en masculino como nosotros, los oaxaqueos o los ciuda-danos siendo que las mujeres integramos tambin cada uno de esos grupos. Desde estas creencias, y desde la diversidad de sus expresiones, hemos contribuido a que la voz con autoridad fuera siempre la masculi-na, que slo esta se escuchara, y que la voz femenina se incluyera en ella. E incluso lle-gamos a pensar que las decisiones de ellos eran tambin las nuestras.

    As, el sector masculino ha asumido como un derecho incuestionable el conside-rarse el nico referente confiable y el nico

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  • modelo en la ciencia, el nico sujeto de de-rechos en las leyes, el nico sujeto pen sante capacitado para tomar las decisiones de un gobierno, y el nico al que vala la pena reconocerle su obra, y, por tanto, el nico que mereca ser nombrado; prctica que sigue percibindose como lo correcto o lo normal. En suma, cada una de estas prcticas, en lo privado y en lo pblico, han contribuido a que la poblacin masculina se adjudique la condicin de ser el represen-tante de la humanidad. Concepcin que se refuerza a travs de los roles y estereoti-pos de gnero, es decir, de todas aquellas asignaciones de lo que, se ha credo err-neamente, deben ser y hacer las mujeres y lo que deben ser y hacer los hombres. Desafortunadamente, a travs de los roles y estereotipos contribuimos a seguir man-teniendo un orden androcntrico en el que las mujeres quedan invisibles y al margen de todos los beneficios y reconocimientos a los que como personas tienen derecho.

    El androcentrismo ha sido una de las estrategias, a veces consciente y en otras inconsciente, para ocultar y negar a las mu-jeres sus derechos e impedir su plena par-ticipacin.

    Una explicacin muy clara sobre este concepto la aporta Nuria Varela, quien al respecto dice:

    El mundo se define en masculino y el hombre se atribuye la representacin de la humanidad entera. Eso es el an-drocentrismo: considerar al hombre como medida de todas las cosas. Elandrocentrismo ha distorsionado la rea-lidad, ha deformado la ciencia y tiene graves consecuencias en la vida coti-diana. Enfocar un estudio, un anlisis o una investigacin desde la perspec-tiva masculina nicamente y luego utilizar los resultados como vlidos

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  • para todo el mundo, hombres y muje-res, ha supuesto que ni la Historia ni la Etnologa, la Antropologa, la Medicina o la Psicologa, entre otras, sean cien-cias fiables o, como mnimo, que ten-gan enormes lagunas y confusiones. (VArelA, 2005: 175)

    A cuya idea contribuye Alda Facio, refiriendo que Una cultura androcntrica es aquella en la que el hombre, sus inte-reses y sus experiencias son el centro del universo. Algo tan falso como cuando la gente crea que el Sol daba vueltas alre-dedor de la Tierra []. En consecuencia, contina, cuando el varn se concibe como el representante de la humanidad, las insti-tuciones son pensadas slo desde la pers-pectiva masculina, y, por tanto, responden slo a las necesidades e intereses del varn y, cuando mucho, a las necesidades o in-tereses que los varones creen que tienen las mujeres. De esta manera, cualquier es-tudio, investigacin, y, en suma, la ciencia toda, se realizan desde una orientacin o enfoque que slo ve a los varones como sujetos de atencin, dejando excluidas a las mujeres de este derecho. En tanto que los resultados son retomados como vlidos para mujeres y varones. (fAcio, s/f: 11)

    Desde esta mirada, el referente siempre es el sector masculino, y en fun-cin de l se definen sus opuestos, lo que sale de la normalidad:

    El sistema de asignacin de una iden-tidad de gnero diametralmente opuesta para cada sexo es dicotmico y jerar-quizado pero adems, el lado mascu-lino es el referente, el que domina y define a su opuesto en la negacin: la sensibilidad es definida como la ausencia de racionalidad; la subjeti-vidad como ausencia de objetividad,

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    la pasividad es ausencia de actividad; el pensamiento debe estar exento de sentimientos; la razn debe dominar las emociones, etc. La condicin de existencia del varn se consolida en la negacin de lo otro, lo devaluado, lo carente. La mujer presenta entonces un conjunto de caractersticas que, adems de ser devaluadas frente a lasdel varn, son consideradas como las negativas de ste. Es ms, muchas de las caractersticas y valores que se asocian con el lado masculino son precisamente las que hasta hace muy poco tiempo eran las que se decan que distinguan al ser humano del resto de los animales: intelecto, razn, cul-tura, pensamiento, etc. Asimismo mu-chas de las caractersticas asociadas a las mujeres decan tener relacin con aquello sobre lo cual se ejerce el poder: la naturaleza. (fAcio, s/f: 15) n

  • 3.2

    Caractersticas del androcentrismo

    es posible sealar, con un fin meramente explicativo, la prevalencia de dos caracte-rsticas principales en el androcentrismo: la invisibilizacin y la exclusin.

    a) La invisibilizacin

    Esta caracterstica es fcilmente definida como aquella manifestacin en donde las mujeres y sus obras no son visibles, pasan desapercibidas, desaparecen por completo o simplemente no se contemplan. Ni siquie-ra se plantea su existencia, presencia o par-ticipacin, a pesar de sus contribuciones.

    En funcin de una idea considerada verdad incuestionable en torno del ser mu-jer y ser varn en nuestro mundo, no se ha concebido la necesidad de que las mujeres deban aparecer como sujetas de reconoci-miento. Rasgo que puede ser identificado en diversos mbitos de nuestro entorno.

    n EJEMPLOS:

    l En la historia, las artes y la ciencia, cuando queda anulada o minimizada la aportacin de las mujeres. Al respecto revsese cualquier libro de texto de his-toria o ciencias, o de historia del arte, y

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    cuantifquese el nmero de veces que se reconoce el aporte de las mujeres. Sus contribuciones, cuando mucho, son precariamente mencionadas.

    l En el lenguaje, cuando nos encontramos con expresiones en las que se hace uso del masculino genrico para nombrar a mujeres y hombres; por ejemplo, los alumnos, aunque el grupo est inte-grado por alumnas y alumnos, e incluso si est compuesto mayoritariamente por mujeres.

    l O cuando se da por sentado que quienes sern receptores de un mensaje o de una accin siempre son del sexo masculino. Como en los libros de texto, en donde se alude siempre a referentes masculinos:

    l Pdele a tu maestro [].

    l Trabaja con tus compaeros [].

    l En los diccionarios, cuando nos encon-tramos que la mayora de las palabras que refieren a las personas estn deno-minadas en masculino. Asimismo, en el caso de las definiciones de los diccio-narios, ellas estn construidas desde la perspectiva masculina.

    Como bien sabemos, estas manifesta-ciones discriminatorias pasan desaper-cibidas en nuestra vida cotidiana, pues nos hemos formado desde una mirada androcntrica. Y como consecuencia de esta perspectiva slo lo que se ajusta a la misma se acepta como vlida, y cualquier propuesta que no se corresponda con ella se descalifica. Nada ms claro para explicar las resistencias que lo que aca-dmicos de la lengua han manifestado en torno al lenguaje incluyente.

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    l En la gramtica, en donde se toma como modelo el trmino en masculino, al cual, dice la regla, hay que agregarle una ter-minacin para el femenino.

    b) La exclusin

    En el caso de la exclusin, tenemos que consiste en la omisin de las mujeres abier-ta y deliberadamente, como seala Victoria Sau (2.001: 15.8). Es un recurso mediante el cual quitamos a las mujeres el lugar que les corresponde. En sntesis, rechazamos o ne-gamos su calidad de personas autnomas e independientes.

    n EJEMPLOS:

    l En la vida cotidiana, cuando se le otor-ga todo el valor al trabajo realizado por los varones en el mbito pblico, y se le niega al que es realizado en casa tradi-cionalmente por las mujeres, de forma automtica se les excluye de cualquier reconocimiento por su contribucin al bienestar familiar, y, por ende, de cual-quier derecho o retribucin.

    En sntesis, exclusin e invisibiliza-cin, contribuyen a ocultar y negar la par-ticipacin femenina tanto en el entorno pblico como en el privado.

    En el caso de las manifestaciones androcntricas en el lenguaje, un recurso muy utilizado es el empleo del masculino como genrico, que consiste en el uso del masculino como la forma para referir a un grupo de mujeres y hombres, o para aludir a una persona desconocida, con lo que se anula en automtico la posibilidad de nom-brar a las mujeres.

    Cuando leemos o escuchamos un discurso en el que se hace uso del mascu-lino genrico, slo tenemos certeza de una

  • realidad: que dichos sustantivos hacen re-ferencia a un grupo que en principio est compuesto por hombres. Las mujeres que-dan invisibles y excluidas.

    As, en el enunciado:

    l En este ao, siete nadadores representarn a Oaxaca en la Olimpiada 2.007

    (noticias, 13 de aBril de 2007, 5d)

    Slo tenemos la certeza de algo, que en ella participan hombres, pero par-ticiparn tambin mujeres? (quizs quienes respalden el masculino genrico quieran ar-gumentar que nuestro conocimiento previo nos permite inferir que por supuesto, tam-bin participan mujeres, pero slo pode-mos quedarnos con ello como posibilidad, sin confirmar si efectivamente es as?). A travs de dicha inferencia siempre man-tenemos la idea como posibilidad, nunca con certeza. Quizs podramos pensar que sea un porcentaje igual de mujeres que de hombres quienes participen, sin embargo debido a que en general la participacin de las mujeres en los deportes ha sido menos favorecida, podramos pensar que quizs no haya incorporada alguna mujer o que son las menos. En cambio, cuando leemos:

    l Cuatro nadadoras representarn a Oaxaca

    No tenemos ninguna duda de que las personas aludidas son mujeres. En cambio, si hubiramos redactado el pri-mer enunciado como sigue:

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  • l En este ao, cuatro nadadoras y tres nadadores representarn a Oaxaca en la olimpiada 2.007...

    Precisamos que en la seleccin oaxaquea de natacin tambin participan mujeres. De esta forma, con la especifi-cacin de los hombres y las mujeres que participan no excluimos ni invisibilizamos a nadie, ni permitimos la ambigedad en la informacin.

    Como pueden observar en estos ejemplos, el androcentrismo acude a di-versos recursos para ocultar y negar a las mujeres. Asimismo, como habrn notado, el recurso ms comn del androcentrismo en el lenguaje es el uso del masculino gen-rico, es decir, la utilizacin de los trminos en masculino para aludir a toda la pobla-cin, mujeres y hombres, a excepcin de aquellos casos en que si la poblacin de re-ferencia es femenina, entonces el trmino siempre ir en femenino. Adems es impor-tante sealar que el otro inconveniente del uso del masculino genrico es que puede generar ambigedades en la interpretacin del mensaje.

    Nuevamente, Alda Facio es puntual en lo que respecta a las distintas formas de discriminacin hacia las mujeres desde el lenguaje:

    Un rol importante lo juega el fenme-no de los trminos marcados en la consolidacin de lo femenino y las mujeres como lo otro, lo no univer-sal, lo particular y especfico. As la mujer es sentida como perteneciente al campo de lo especfico y el hombre al campo de lo universal. Cuando esta

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  • especificidad o particularidad de lo femenino es llevada al campo de los derechos humanos, nos encontramos con el hecho de que el principio de igualdad es entendido como el deber de otorgarle a las mujeres los mismos derechos que tienen los hombres y no otros derechos que necesitamos las mujeres precisamente por ser perso-nas subvaloradas. Los derechos que necesitamos las mujeres en tanto que personas subvaloradas, son entendi-dos como demasiado especficos para formar parte de los derechos humanos universales. Esto es grave. (facio, s/f: 17-18)

    Otro aspecto en el que es muy soco-rrido el uso del masculino genrico, es en la denominacin de las profesiones, cargos y oficios. En torno a ello slo cabe adelan-tar que en los casos en que histricamente las profesiones haban sido ocupadas por los varones, en la actualidad continan de-nominndose en masculino aunque stas sean ejercidas por mujeres, a diferencia de aquellas que en tanto que extensin del mbito domstico, consideradas tradicio-nalmente parte de las labores del sector femenino, se denominan en femenino, tras la asuncin de que slo son ejercidas por mujeres. Pero sobre este tema volveremos en el captulo 6.

    Al respecto, la Unin Europea, en elTratado de msterdam, define el conceptobarreras invisibles como Actitudes resul-tantes de las expectativas, normas y valores tradicionales que impiden la capacitacin (de la mujer) para los procesos de toma de decisiones/para su plena participacin en la sociedad y que, cuando se habla de len-guaje, podemos identificar en los genricos masculinos. (bAch y Alts, 2000:119)

    A la fecha los estudios sobre las ex-presiones discriminatorias en el lenguaje

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  • han sealado diversos recursos que nos permiten hacer visibles a las mujeres en el lenguaje, y deshacernos del masculino ge-nrico. Tema del siguiente apartado.

    En suma:

    A las mujeres nos han impedido ejer-cer el poder, poder que nos definira como sujetos de una sociedad, suje-tos que en las sociedades patriarcales no hemos sido. Una de las expresiones ms claras del ejercicio del poder masculino en el lenguaje es el que pro-gresivamente la voz hombre sirvie-ra para denominar tanto al varn de la especie como a la especie toda y la creacin de reglas gramaticales que permitieran que lo masculino pudie-ra tanto excluir como incluir ocultar a lo femenino, mientras que relegan lo femenino a la categora de especfi-co y particular de ese sexo. (facio, s/f:17-18) n

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  • 3.3

    Recursos para evitar el masculino genrico

    hemos visto que el androcentrismo en el lenguaje propicia la invisibilizacin y discriminacin de las mujeres. Es impor-tante sealar, sin embargo, que nuestra lengua, rica como es, proporciona los re-cursos y alternativas que (a diferencia de lo sealado por la RAE) permiten nombrar al gnero femenino sin demrito del lenguaje escrito o hablado. Veamos algunas de estas alternativas.

    n El desdoblamiento.n El uso de sustantivos comunes o epicenos.n Agregar las palabras mujeres y hombres.n Agregar la palabra personas.n Emplear pronombres.n Modificar los verbos.

    1 El desdoblamiento consiste en pre-sentar pares de palabras que slo se diferencian por su gnero. Esto con el pro-psito de referir a hombres y mujeres, y con lo cual no se duplica el lenguaje, pues como refiere Mercedes Bengoechea, ca-da palabra alude a un referente distinto, uno masculino y otro femenino. Este re-curso tambin se conoce como dobles formas. Al respecto, consltese en el captulo 2., el apartado 2..1. As:

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    Masculinogenrico:

    Desdoblamiento de sustantivos:

    Los profesores Profesoras y profesores

    El ciudadano Ciudadanas y ciudadanos

    El cliente Cliente o clienta

    Los oaxaqueos Las oaxaqueas y los oaxaqueos

    Los padres Las madres y los padres

    El Auditorio Guelaguetza cuenta con una capacidad de 11,5.00 espectadores

    El Auditorio Guelaguetza cuenta con una capacidad de 11,5.00 espectadoras y espectadores

    El hombre La mujer y el hombre

    Locatarios Locatarias y locatarios

    El desdoblamiento tambin puede pre-sentarse mediante el uso de los artcu-los gramaticales desdoblados en mas-culino y femenino, cuando se trata de sustantivos comunes (sustantivos que se mantienen invariables y cuyo gnero es determinado por las palabras que le acompaan, como los adjetivos o artcu-los). Es el caso de:

  • Masculino genrico:

    Desdoblamiento de artculos y adjetivos

    El solicitante La o el solicitante

    Los integrantes Las y los integrantes

    Los habitantes Las y los habitantes

    Los participantes Las y los participantes

    El paciente Las y los pacientes

    Los adolescentes Las y los adolescentes

    Estudiantes especializados

    Estudiantes especializadas y especializados

    En cuanto al uso de este recurso, se re-comienda que sea empleado en menor medida, con el propsito de evitar las repeticiones de sonidos en el prrafo.

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  • 2 El uso de sustantivos comunes o epicenos. Palabras con las cuales muy bien se puede aludir a mujeres y hom-bres, ya sea acudiendo al trmino que refiere a la colectividad o ya sea con tr-minos abstractos, que incluyan a muje-res y hombres.

    Masculino genrico:

    Sustantivos epicenos o comunes:

    Los ciudadanos La ciudadana

    Los profesores El profesorado

    Los alumnos El alumnado

    El nio La infanciaLa niez

    Los estudiantes EstudiantesLas y los estudiantes

    Los artistas Artistas

    El hombre La humanidad

    Los electores El electorado

    3 Agregar las palabras mujeres y hombres:

    Masculino genrico:

    Agregar mujeres y hombres:

    Los estudiantes Los estudiantes, mujeres y hombres

    Los solicitantes Los solicitantes, mujeres y hombres

    Los artistas Los artistas, hombres y mujeres

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    4 Agregar la palabra persona:

    Masculino genrico:

    Agregar persona:

    Emprendedor Persona emprendedora

    Adultos Personas adultas

    El que acuda lo ms pronto a estas instalaciones, recibir el libro

    La persona que acuda lo ms pronto a estas instalaciones, recibir el libro

    Solicitante Persona solicitante

    Declarante Persona declarante

    El denunciante La persona que denuncia

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    5 Emplear pronombres posesivos (nos, nuestro, nuestra, nuestros, nuestras, su, sus), reflejos (se, te, nos), perso-nales (yo, t, ustedes), indefinidos (al-guien, cualquiera, nadie), y relativos (quien, quienes):

    Masculino genrico:

    Emplear pronombres:

    Los conductores de esta va

    Quienes conduzcan por esta va

    Previa lectura de la presente y no habiendo ms hechos que hacer constar, se da por concluida, [], firmando para su constancia los que en ella intervinieron

    Previa lectura de la presente y no habiendo ms hechos que hacer constar, se da por concluida, [], firmando para su constancia quienes en ella intervinieron

    Esta unidad cuenta con personal mdico al servicio del usuario de los parques

    Esta unidad cuenta con personal mdico a su servicio

    Por gestiones del licenciado Gmez [] el seor Presidente de la Repblica [] acord la construccin del Auditorio del Cerro del Fortn [] con el objeto de presentar la mxima fiesta de los oaxaqueos []

    Por gestiones del licenciado Gmez [] el seor Presidente de la Repblica [] acord la construccin del Auditorio del Cerro del Fortn [] con el objeto de presentar nuestra mxima fiesta []

  • Masculino genrico:

    Emplear pronombres:

    Cuando uno escucha por primera vez este tema

    Cuando alguien/cualquiera escucha por primera vez este tema

    El que acuda lo ms pronto a estas instalaciones, recibir el libro

    Quien acuda lo ms pronto a estas instalaciones, recibir el libro

    Los participantes

    Quienes participen

    Aquellos que an no cuenten con sus certificados de estudios

    Quienes an no cuenten con sus certificados de estudios

    6 Modificar los verbos (pasar los verbos a segunda o tercera persona del singular, primera o segunda del plural, o estable-cer la redaccin en forma impersonal, o pasar el verbo a forma imperativa).

    El masculino genrico:

    Modificar los verbos:

    Asimismo, cuando el empleado tenga que realizar trmites, tendr que requisitar su pase de salida

    Asimismo, cuando se tengan que realizar trmites, tendr que requisitarse el pase de salida

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    El masculino genrico:

    Modificar los verbos:

    Cuando uno escucha por primera vez sobre este tema

    Cuando escuchamos por primera vez sobre este temaCuando se escucha por primera vez sobre este tema

    Los interesados debern acudir a la direccin

    Si le interesa, acudir a

    Con tus compaeros discute...

    Discute en equipo...

    As, para hacer visibles a mu-jeres y hombres deberemos seguir la propuesta de Nombra: Utilizar las palabras que nombran a cada cual (1999). Vanse las posibilidades en el siguiente caso.

    Masculino genrico:

    Opciones incluyentes:

    Un estudio gentico para determinar el origen del hombre y la colonizacin de la Tierra sigue el camino del hombre desde frica a todo el mundo de manera muy detallada(la jornada,

    22 de feBrero

    de 2008).

    Un estudio gentico para determinar el origen de (los seres humanos/los hombres y las mujeres/la humanidad) y la colonizacin de la Tierra sigue su camino desde frica a todo el mundo de manera muy detallada

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    6 Soluciones no recomendables: arroba, barra y parntesis. Es necesario, antes

    de cerrar, tambin aclarar que algunas propuestas para favorecer el uso inclu-yente del lenguaje han sugerido otros recursos, sin embargo, stos plantean algunas dificultades para la escritura y lectura.

    Arroba. Quienes sugieren el uso de la arroba (@) para hacer referencia a gru-pos mixtos, olvidan que con este signo no se indica grafa alguna, lo que impo-sibilita su lectura. Recuerden que a cada grafa (registro grfico), corresponde un sonido, caracterstica que no cumple la arroba. No tiene una referencia en la oralidad.

    Barra y parntesis. Otros recursso manejados han sido la barra (/) y los pa-rntesis, para los cuales el impedimento mayor es que a cada palabra con marcas de gnero habra que agregarle la barra (o los parntesis) y la terminacin mascu-lina y femenina. Con lo cual tendramos prrafos saturados de estos recursos. Y luego nos encontraramos con el proble-ma de cmo leer esas formas.

    Vanse los ejemplos en la pgina si-guiente.

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    Masculino genrico

    Propuestas no recomendables:

    [] la regidura de industria y comercio les ofreci a los empresarios emprendedores la asesora para el registro de sus marcas(el imparcial,

    30 de aBril

    de 2007)

    [] la regidura de industria y comercio les ofreci a l@s empresari@s emprendedor@s la asesora para el registro de sus marcas

    [] la regidura de industria y comercio les ofreci a empresarios/as los/as emprendedores/as la asesora para el registro de sus marcas

    La opcin ms adecuada en este ejem-

    plo sera:

    l La regidura de industria y comercio les ofreci a empresarias y empresarios emprendedores...

    l La regidura de industria y comercio ofreci al empresariado emprendedor...

    Como pueden observar en los ejem-plos, las complicaciones son muchas. Incorporarlas implicara que por cada elemento lingstico que sea suscepti-ble de ser modificado deber agregarse una barra, o parntesis o una arroba, lo que llevara a una estructura escrita muy compleja, sin una convencin para su lectura.

  • Cundo utilizar la barra y los pa-rntesis? En el caso de la barra y los parntesis, stos tienen una utilidad muy prctica para el manejo de formularios, cuando se modifican una o dos palabras. En especial para documentos de tipo ad-ministrativo, comercial o jurdico:

    l Firma del beneficiario(a).

    l Testigas/os.

    Para cerrar este captulo, slo nos queda sealar que cada una de las pro-puestas que aqu se sugieren, slo tienen la funcin de servir de orientacin, no son reglas fijas ni estrictas. Cada discurso oral o escrito tendr requerimientos particulares, en funcin de su contexto y de la intencin comunicativa, y de acuerdo con ellos es que cada quien deber retomar las suge-rencias que ms le convengan. La lengua cuenta con una gran riqueza que nos per-mite suplir con holgura cada expresin an-drocntrica. n

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  • Frida Kahlo.

    El autobs.

    (Detalle).

  • 4El sexismoDime cmo te nombrany te dir cmo te valoran

  • En el sexismo, las mujeres son consideradas inferiores, se ubican

    como dependientes de o subordinadas a un hombre.

  • 4.1

    Acerca del sexismo

    cuando observamos o escuchamos a mujeres y hombres en sus prcticas coti-dianas podemos apreciar diferencias en las formas de relacionarse entre s. Por ejem-plo, es muy comn que quienes reciban los llamados piropos, sean las mujeres y no los hombres; que a quienes se les reprima sexualmente sea a las mujeres; que quie-nes ocupen el lugar principal en la mesa o en la sala sean los varones; que en el mbi-to laboral a ellas se les denomine por su di-minutivo, en tanto que a ellos por su grado acadmico, con un don o como seor; que a las mujeres se les nombre como se-ora o seorita en funcin de su estado civil; que se conciba que los hombres son los seores y ellas slo las mujeres; que a las mujeres se les acuse de histricas, pero nunca a ellos; que se exprese que quienes tienen capacidad para las ciencias son los hombres, pero difcilmente las mujeres; que su intelecto es menor que el de los varones; que se crea que las mujeres estn en este mundo para servir a los hombres; que las mujeres estn hechas para la cocina o para curar o para educar infantes, y que los va-rones nunca tendrn esa habilidad. En este mismo orden de ideas revsese la divisin sexual del trabajo; la distincin entre los

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  • salarios de las mujeres y los varones, la do-ble y triple jornada de trabajo femenina, el otorgamiento del apellido masculino en pri-mer lugar a la descendencia; la divisin de las profesiones por sexos, y la presentacin de ellas como objetos sexuales, entre otras muchas. En fin, que al repetir cada una de estas prcticas, en las que se ubica en una condicin de inferioridad y desvalorizacin a las mujeres, por el simple hecho de ser mujeres, estamos cometiendo sexismo.

    Una constante en prcticas como las antes mencionadas, tiene que ver con la diferente valoracin de mujeres y varones, y con el ejercicio del poder por parte de la poblacin masculina. Quien detenta el po-der, asume la potestad para decidir sobre cada uno o una de sus subordinadas, y para nombrar la realidad.

    Sobre el sexismo, Victoria Sau recu-pera del socilogo Martn Sagrera esta re-flexin: Ni el esclavo ni la mujer hubieran podido ser mantenidos, siquiera sea por la fuerza, en el estado abyecto en que fueron sumidos si no hubieran sido convencidos poco a poco de su inferioridad. Y esta falta de conciencia de clase hizo que fueran ellos mismos los peores enemigos de su propia regeneracin []. (sAu, 2000: 257)

    Asimismo, Victoria Sau define al sexismo como el conjunto de todos y cada uno de los mtodos empleados en el seno del patriarcado para poder mantener en si-tuacin de inferioridad, subordinacin y ex-plotacin al sexo dominado: el femenino. (Sau, 2.000)

    Otra definicin la aportan UNIFEM y UNICEF: una actitud o una accin que sub-valora, excluye, subrepresenta y estereoti-pa a las personas por su sexo, favoreciendo a uno en detrimento del otro, generalmente desfavorable al femenino. (2000: 11) n

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  • 4.2

    Caractersticas del sexismo

    dos caractersticas muy claras que po-demos relacionar de forma directa con las expresiones sexistas son: subordinacin y desvalorizacin.

    a) Subordinacin

    Podemos partir de considerarla como la sujecin de las mujeres al orden o dominio de los varones. Est relacionada con aque-llas manifestaciones en donde las mujeres aparecen sometidas a los designios de un varn. Para Victoria Sau, desde el sexismo las mujeres aparecen en posicin de objeto pasivo, de objeto del habla. (2001: 158).

    Sobre la subordinacin, el Glosario ABC de la Igualdad, dice que es el someti-miento de la mujer al control y la dependen-cia del varn. Es la prdida del control de la mujer sobre diversos aspectos de su vida, tales como: su sexualidad, su capacidad re-productiva, su capacidad de trabajo. (2005: 34)

    En el lenguaje nos encontramos con diversas expresiones que reflejan esta subor-dinacin.

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    n EJEMPLOS:

    l Cuando el nombre de ellas queda su-bordinado al de ellos, como en las invi-taciones:

    l Seor Gonzlez y familia.

    l Seor y seora Gonzlez.

    l La atribucin para denominar a los otros, tambin es una actitud que his-tricamente ha sido asumida por quien tiene el poder. Es el caso de la definicin de los trminos en femenino y masculi-no en los diccionarios, como dice Vic-toria Sau. Al respecto, revsese slo la definicin de trminos como ayudante y ayudanta, o de mujer y hombre en el diccionario, o consltese lo que se en-tiende de manera coloquial por hom-bre pblico y mujer pblica. En el caso de la definicin de jueza (vase pgina 106) una de las dos acepciones que se le atribuyen es Mujer del juez. Resulta clara la subordinacin.

    l El caso de los nombres de mujeres ca-sadas, a los cuales se les agrega la pre-posicin de y el apellido del marido, tambin es una forma de subordina-cin.

    b) Desvalorizacin

    A travs de la desvalorizacin se quita va-lor, consideracin o prestigio a las muje-res. Al respecto, Victoria Sau dice que a las mujeres se las menciona como inferiores o como ejemplo de inferioridad cuando se trata de una comparacin. (sAu, 2001: 158).

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    Expresiones de ello las hallamos en todos los mbitos. Baste revisar la definicin que sobre femenino (puntos 4. y 6) y masculino (puntos 1 y 3) se registra en el diccionario:

    Femenino Masculino

    (Del lat. femin_nus).1. adj. Propio de

    mujeres.2.. adj. Pertenecien-

    te o relativo a ellas.

    3. adj. Que posee los rasgos propios de la feminidad.

    4.. adj. Dicho de un ser: Dotado de rganos para ser fecundado.

    5.. adj. Pertenecien-te o relativo a este ser.

    6. adj. Dbil, ende-ble.

    7. adj. Gram. Perteneciente al gnero femenino. Nombre femeni-no. Terminacin femenina. U. t. c. s.

    8. m. Gram. gnero femenino

    _V. seudohermafrodi-

    ta femenino

    (Del lat. mascul_nus).

    1. adj. Dicho de un ser: Que est dotado de rganos para fecun-dar.

    2.. adj. Perte-neciente o relativo a este ser.

    3. adj. Varonil, enrgico.

    _V. gnero mas-

    culino seudoher-

    mafrodita masculino

    Marina Yaguello (citAdA por sAu, 2001: 158) llama lenguaje del desprecio a la forma con la que se refiere a las mujeres, y que parte, como es obvio, de hablantes mascu-linos. El grupo dominante tiene la prerro-gativa de nombrar al dominado.

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    Ejemplos de desvalorizacin en el lenguaje se muestran a continuacin:

    n EJEMPLOS:

    l La cantidad de formas para designar peyorativamente al grupo dominado. Revsese el nmero de sinnimos para prostituta. Asimismo, los eptetos, los refranes, los proverbios, los chistes, las blasfemias, las injurias. Expresiones di-rectamente identificadas con el discur-so del desprecio.

    l La mujer considerada como un objeto (muequita).

    l La atribucin a la poblacin femenina de metforas animales: zorra, vaca, perra.

    l Cuando se le ve desde su papel de ma-dre o como seres sexuales. Se reduce su presencia a ser slo madres o seres para la satisfaccin sexual.

    l Cuando se estereotipa a las mujeres como seres incapaces, o poco aptas. Desde la RAE, dice Elena Urrutia (citada por Facio), las mujeres pueden ser ca-racterizadas como: dbiles, delicadas, con aficin al regalo, y no aptas para el trabajo, en tanto que el varn es todo lo contrario. Caben tambin en esta lnea los mitos de la menopausia, los califica-tivos de histricas, etc.

    l Cuando no se atribuye valor a lo que dicen las mujeres y la conversacin se califica mediante el verbo chismear, por ejemplo.

    l El manejo de estereotipos que ensalzan valores como la bondad, el sacrificio, la abnegacin, la perfeccin de las muje-

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    res. Expresiones que se relacionan con el discurso de la excelencia: el ngel del hogar, la perfecta ama de casa, la reina del hogar, etc.

    Cada una de estas expresiones pue-de tener como propsito, dice Victoria Sau: impedir el acceso de las mujeres a dichos campos de actividad; y/o la ocultacin per-severante de aquello que las mujeres, a pesar de todo, han logrado realizar. (2000: 258-259)

    As, en el anlisis del lenguaje, el sexismo se refleja en:

    n Designacin asimtrica de mujeres y hombres.

    n Pares duales o duales aparentes.n Vacos lxicos.n Orden de aparicin de las palabras.n Referencia a las mujeres como cate-

    gora aparte.n Empleo de imgenes estereotipadas

    de las mujeres.n Figuras retricas.n Conceptos sexistas.

  • Un recurso para demostrar el sexismo: la regla de inversin.

    De igual forma, antes de entrar a la revisin de este tipo de expresiones, es importante sealar que una forma de comprobar si un enunciado es sexista, es aplicando la regla de la inversin, la cual consiste en sustituir el trmino femenino por el masculino. Si la idea permanece con el mismo sentido para ambos, entonces no se comete sexismo, pero si resulta inadecuada para el sector masculino, estaremos ante una frase sexis-ta. Como en:

    n EJEMPLOS:

    Es importante aclarar, antes de pa-sar a los siguientes apartados, que muchos de los ejemplos fueron tomados de la pren-sa local, por lo que hemos modificado los nombres de las personas citadas. n

    l El licenciado Gonzlez y Lolita.

    Regla deinversin:

    l La licenciada Hernndez y Juanito.

    l El seor Flores y su queridsima esposa.

    Regla deinversin:

    l La seora Jimnez y su queridsimo esposo.

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  • 4.3

    Designacin asimtrica de mujeres y hombresen el caso de este tipo de manifestacin discriminatoria, nos encontramos ante una serie de expresiones muy comunes en nues-tras comunidades, en las que se les otorga todo el reconocimiento a los hombres por sobre las mujeres. Vanse las frmulas de cortesa. A ellas slo se las menciona como la esposa de..., la seora de... o a travs del apellido del esposo. O, se les designa a travs de un diminutivo, o como una mujer. En general, siempre por su relacin de paren-tesco con un hombre y por su condicin de ser mujer. Este tipo de expresiones, hasta la actualidad, se consideran normales, natu-rales e, incluso, en los excepcionales casos en que se nombra a las mujeres y no a los hombres, esto se llega a considerar ofensivo para muchos. As, por ejemplo, pinsese en una tarjeta de invitacin en donde se nom-bra slo a la esposa. En suma, con este tipo de expresiones las mujeres, como personas, quedan anuladas o relegadas a un sitio junto a un hombre. Sus nombres, sus apellidos y capacidades quedan subordinados y desva-lorizados.

    Dado que estas expresiones dan un tratamiento asimtrico a las personas en funcin de su sexo, estamos ante una frmula ms del sexismo, que evita dar el reconocimiento pleno a las mujeres como personas con capacidades y derechos. Veamos algunas de sus manifestaciones.

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    1 Cuando el artculo precede al ape-llido de las mujeres

    n Las numerosas ocasiones en que he-mos escuchado o ledo que se refieran a una mujer mediante un artculo y su apellido (como la DAlessio), pero no se emplea para un hombre, esto es una muestra ms de las asimetras. Pode-mos encontrarnos que hablan de la DAlessio, pero no de el Fernndez; de la Guzmn, pero no de el Iglesias. Esto es inadecuado en cualquier con-texto en el que se emita. Por tanto, se recomienda siempre dar un trato sim-trico, esto es, mencionar tanto a muje-res como hombres por sus apellidos, o por sus nombres y apellidos, o a ambos por sus nombres de pila.

    2 Frmulas de cortesa

    n Como formas de cortesa en nuestra sociedad es comn escuchar que se denomine a las mujeres como seora o seorita, mientras que para los varones slo tenemos seor. De estas formas de cortesa hay que sealar: uno, que en el caso de las formas para las mujeres, s-tas se emplean en funcin de la relacin de las mujeres con un varn. As, ser:

    l Seora, si la mujer es casada,l Seorita, si no es casada, o an, en algunos lugares, si sta no ha mantenido relaciones sexuales.

    Por el contrario:

    l Seor no se define en funcin de relacin con persona alguna!

    Lo recomendable es referirnos a seoras y seores