los guerrilleros de oblatos, jesús zamora garcía, capítulo iii, lo cotidiano como estrategia

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Historia de la guerrilla en Guadalajara Jalisco, México, durante la década de los setenta.

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UNIVERSIDAD DE GUADALAJARACENTRO UNIVERSITARIO DE CIENCIAS SOCIALES Y HUMANIDADES

MAESTRÍA EN HISTORIA DE MÉXICO

Presos en luchaLos Guerrilleros en La Penitenciaría de Oblatos

(1973-1977)

T E S I S P R O F E S I O N A LQUE PARA OBTENER EL TITULO DE:MAESTRO EN HISTORIA DE MÉXICO

P R E S E N T A:JESÚS ZAMORA GARCÍA

D I R E C T O R D E T E S I SDOCTOR ROBERT CURLEY ÁLVAREZ

9 DE ENERO DEL AÑO 2009GUADALAJARA, JAL. MÉXICO.

CAPITULO III

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Lo cotidiano como estrategia.

Hay dos planos claros de desplazamiento que componen esta primer parte del

capítulo: la cotidianeidad y la disciplina. Un tercer plano resultante de ese binomio

y que también he intentado abordar es la clandestinidad, como una dimensión

intermedia entre la vida diaria y las normas penitenciarias. La idea de

cotidianeidad que estaré usando en esta parte se refiere a la forma en que

transcurre la vida en una situación de reclusión, lo cual implica una manera

particular de experimentar el tiempo. Son excepcionales las formas en que el

individuo experimenta la vida estando encarcelado. El cambio en la trayectoria del

tiempo marca las percepciones. La dimensión de las cosas se agudiza en tanto un

régimen de restricciones y opresión propicia que el acomodo de la realidad se

advierta como una constante difusión: la cárcel como esa zona en donde el

dominio esta perdido, ante lo cual sólo queda una manera de espera perturbada:

la del miedo.

La cárcel implica situaciones críticas de confrontar el curso de los días, en

el cual la violencia mediante la tortura o la desesperación provocada por el

encierro constituyen en formas agudas de una cotidianeidad. El intento de lograr

una descripción de la vida cotidiana en el plano carcelario de Oblatos, me ha

llevado a desarrollar un concepto de cotidianeidad que debe entenderse como una

forma de resistencia. Esto se funda en la noción que Michel de Certeau propone

en su libro La invención de lo cotidiano1. Esencialmente el propósito que tengo al

elegir este enfoque sobre lo cotidiano tiene que ver con las formas que tuvieron los

guerrilleros en Oblatos como presos, para transformar el orden de organización

del tiempo dentro de la cárcel hasta convertirlo en una estructura en su favor. Esta

idea parte de que los presos subvirtieron disposiciones en la administración del

castigo y terminaron abriendo huecos en el orden del sometimiento. Apoyándome

en esta apreciación es que he desarrollado el concepto de clandestinidad

1 Michel De Certeau. La invención de lo cotidiano. 1. Artes de hacer, México, Universidad Iberoamericana, 1996.

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carcelaria que esencialmente señala una red de vínculos y contactos que permitió

a los militantes de la guerrilla recluidos en Oblatos, mantener relaciones de acción

ideológica y estratégica con sus respectivos grupos, tanto en el interior como en el

exterior de Oblatos. La clandestinidad carcelaria permitió el aprovechamiento de

los puntos muertos habidos en un sistema de vigilancia, hasta convertirlos en un

esquema de usos que dieron pauta a movimientos que permitieron acciones como

el resguardo de material ideológico, la posibilidad de realizar jornadas de

discusiones políticas y hasta la planeación misma de una fuga de la Penitenciaría.

La manera en que estos grupos utilizaban -en lo posible- los tiempos dispuestos

en la Penitenciaría, para entrelazar una estructura de relaciones que los vinculaba

con el exterior, es a lo que también identifico como clandestinidad carcelaria: una

fórmula de sobrevivencia, tejida de manera silente en aquellos resquicios del

sistema de vigilancia que se escapaba a la mirada de los carceleros. En este punto resulta importante señalar –aunque más adelante lo abordaré

en particular con la mención de la fuga- qué la clandestinidad al interior de

Oblatos, se nutrió también de ese otro esquema de lo secreto, que los grupos

armados tenían como estrategia de lucha al operar en el exterior. La operación de

análisis de esta parte previa a la exposición empírica de la vida de los guerrilleros

en Oblatos, pretende dejar instalada la noción de qué, frente a un marco de

regulación de los tiempos existía también una contra-orden que se nutría en las

complicidades, en la conspiración y en la clandestinidad. Las fisuras, los vacíos,

descubiertos o creados por los guerrilleros en Oblatos dan cuenta de un poder

carcelario que era quebrantable, y que en su dimensión de ejercicio nunca se

encontraba integro. Ese poder podía ser vulnerado y engañado.

Antes que establecer una afirmación sobre las redes de uso secreto que se

habían tejido en La Penal de Oblatos, es necesario señalar que éstas existían

mucho más atrás en el tiempo de la llegada de los guerrilleros. Tan sólo hay que

remarcar que el carácter de un orden de organización secreta en la cárcel tendía

sus redes, más por una serie de imperantes económicos derivados de la

corrupción, de la venta de privilegios, la extorsión y del tráfico de drogas al interior

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de la cárcel, desde hacia varias décadas. En la auto rreflexión que hace en 1982

la XLIX Legislatura del Congreso del Estado sobre la situación que privaba

durante los años setenta, se lee:

En los años de 1977 a 1978 la población Penitenciaria, en dicho centro, sumaba 3,200 internos, también comprendidos indebidamente procesados y sentenciados, cuatro veces su capacidad de albergue; además en el edificio operaban con todas sus instalaciones los Juzgados Penales. Esta situación de hacinamiento humano combinada con la ausencia de norma penitenciaria y de órganos modernos de tratamiento, provocó una serie de irregularidades administrativas, algunas graves como la concesión mediante paga de celdas especiales (por sus comodidades), la obtención de trabajos y privilegios dentro del reclusorio y otras aún más graves que la memoria pretende dejar en el rincón obscuro de los recuerdos amargos2.

La anterior descripción nos permite situar un escenario carcelario en condiciones

límite. El peligro del derrumbe del sistema penitenciario corre a la par de los días

en que los guerrilleros estuvieron encarcelados -en particular- el año de 1977.

Entender esa condición de crisis, nos puede dar luz sobre lo factible que fue el

establecimiento de una red de conexiones clandestinas sobre las cuales operaron

los reclusos. Y es que Oblatos, una cárcel que había sido diseñada para 800

presos en 1932, para la década de los setenta, contenía casi a tres mil reos.

También José Aguilera da cuenta de ello en su libro, La rebelión de Oblatos,

basado en los datos que le proporcionó el secretario de La Penal a fines de los

setenta: José Luís Almanzor Plasencia.

En total, como ya indicamos, se dispone de 841 celdas, para una población de 2, 800 personas. En esas 841 celdas se da albergue a 2,000 reos, metiendo hasta 3 o 4 en cada una de ellas. Los restantes 800 no tienen habitación y se ven obligados a dormir en los pasillo de las galera, en algún rincón, o en donde consideran que pueden acomodarse mejor, pero sin celda, y desde luego, sin cama. Las mejores secciones son las de los “considerados”, donde pagando una renta de 250 pesos al mes, el reo tiene derecho a ocupar una de las habitaciones, que son prácticamente de dos plantas, pues disponen de una especie de tapanco que se acondiciona como dormitorio y se deja la planta baja para sala comedor. Todo eso, desde luego en un espacio de unos tres metros por tres. Algunos tienen el piso alfombrado, muebles, como mesas y sofás, además de radio y televisor3.

2 Congreso del Estado, XLIX Legislatura de Jalisco, Legislación Penitenciaria del Estado de Jalisco, México, 1982, p. 103 José Aguilera Arévalo, op. cit., p. 21.

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Este retrato me permite detenerme en tres puntos del desarrollo de esta parte. El

primero de ellos tiene que ver con la certeza de que la sobrepoblación impidió a

los encargados del sistema carcelario tener un control total sobre los diferentes

departamentos con que contaba Oblatos. Por otro lado, la imagen que hace

Aguilar Arévalo, me lleva a reiterar lo que ya esta apuntado en el capítulo dos, y

sobre lo cual es pertinente insistir: no todos los militantes del movimiento

guerrillero se encontraban recluidos en “El Rastro”. Muchos de ellos se hallaban

distribuidos en los departamentos de procesados y de sentenciados, además de

“El Corralito” o el “Departamento I”, para presos de alta peligrosidad. Es por ello

que desde varios frentes departamentales, se triangulaba la vida de los

guerrilleros en Oblatos. Si a esto le agregamos el plano de vínculo que

significaban las guerrilleras recluidas en la cárcel de mujeres, tendríamos

entonces una concordancia en posición dentro de la Penitenciaría que

prácticamente abarcaba toda la edificación.

En tercer lugar, sólo queda confirmar que la vida de los guerrilleros en

Oblatos, al igual que la mayor parte de los presos comunes, transcurría en un

esquema de operaciones debilitadas en virtud de que la población superaba por

mucho a los encargados de vigilarla. Es en ese cuadro multiangular que transcurre

el tiempo de encierro de decenas de individuos. Para la significación de este

trabajo, y retomando a De Certeau, lo cotidiano no sólo es lo que transcurre a lo

largo de un periodo de tiempo y un espacio con delimitaciones sociales, sino, es

aquello que ocurre dentro de un marco de aislamiento en donde la percepción del

tiempo y del espacio, como algo exterior, modifica la relación del individuo con un

entorno, y en el caso de Oblatos, hablo de un entorno marcado por el aislamiento.

De lo cotidiano a lo clandestino.

Lo cotidiano en un esquema de reclusión, entraña una forma particular de vivir el

tiempo y el espacio. Es aquí donde traigo al caso el concepto de De Certeau

tomando como punto de partida su idea de “maneras de hacer””. Con esa

concepción, De Certeau se refiere a la manera en que se difumina en una relación

de poder el punto de sujeción habido entre el que domina y el dominado

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–“consumidor”4-. Esencialmente, el que domina ordena, y la parte dominada

asume las órdenes de tal manera que la orden se cumple de una manera difusa, a

partir de que quien la ejecuta la adapta a su necesidad: la subvierte.

Estas “maneras de hacer” forman la contrapartida del lado de los consumidores (o ¿dominados?), de los procedimientos mudos que organizan el orden sociopolítico. Estas “maneras de hacer” constituyen las mil practicas a través de las cuales los usuarios se re apropian del espacio5.

Hablar de Oblatos como espacio reduce en cierta medida las posibilidades de la

acción y la condición de aquellos a los que De Certeau llama “consumidores”, pero

no por ello disminuyen los intentos por reorientar un orden estructurado mediante

la disciplina y el castigo. Es a partir de esta idea que he desarrollado la concepción

de lo cotidiano ligado a la clandestinidad como un punto de afectación formado en

las estructuras secretas de Oblatos, el cual se dirige contra de los organizadores

de la vida carcelaria.

El guerrillero en sí mismo como sujeto individual, esta inmerso en un

entorno y a su vez La Penal se encuentra inmersa en un entorno político con

exigencias legales e ilegales. Este entorno que lo cerca de manera restrictiva es la

cárcel misma; la cárcel fue construida para, no por los individuos que finalmente

quedaron presos. Es por ello que el individuo queda disociado del espacio dado

sus limites estructurales; si en la concepción de Martin Heidegger el espacio da

siempre la posibilidad de espaciar cosas y de medir (de una cabo al otro) estas

cosas6, en el caso de Oblatos estaba imposibilitado de hacerlo, y con ello reducido

a una experiencia de vida de mutilación permanente. Continuando con De

Certeau, hay que pensar en el espacio en Oblatos como lugar practicado, no como

algo inmutable y estático que puede describirse desde una visión panóptica o

cuadricular.

4 La idea del consumo de De Certeau, se centra más en lo que se hace con un producto o una orden; es la manera en que el sujeto que consume, adapta lo que recibe a una necesidad particular, que no necesariamente cumple el fin del producto. Ver Michel de Certeau, citado, pp. XLII, XLIII.5 Michel De Certeau, op cit., p. XLIV6 Martin Heidegger, Construir, habitar, pensar, en “Filosofía, Ciencia y Técnica”, Chile, Editorial Universitaria, Santiago de Chile, 2007.

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El espacio es para el autor “un cruzamiento de movilidades7”. El espacio

está estructurado en el movimiento, en el dinamismo que le confieren las prácticas

y es ese movimiento el que intentamos captar a través de las acciones de los

actores. Tener la posibilidad de caminar, recorrer, transitar y mirar constituye un

modo de apropiarse del espacio, de dotarlo de significados. A manera de

ejemplos, de que ese espacio clandestino era real y activo, se encuentra la

evolución en el tratamiento de los presos políticos, que de 1973 a 1977 tuvo una

serie de altibajos en lo que respectaba a sus posibilidades de movilidad, lo cual

incidió en la vida cotidiana. En ese espacio de “tolerancia” ya sea secreta o

simulada o tolerada por las autoridades, se encuentra: el desarrollo de grupos de

estudio de los militantes de la guerrilla. La organización de eventos deportivos y

culturales a cargo de los guerrilleros. La formación incluso, de “Los Madera”, un

grupo musical conformado por militantes de la Liga Comunista 23 de Septiembre,

del cual hablo más adelante.

En la vida diaria en Oblatos no se lograba del todo el cometido del control total

para los presos recluidos. Por el contrario, había un orden que se vulneraba en

acciones minúsculas como la de tener un libro prohibido, tener relaciones con

otros reos en tanto esto estaba penado, la introducción de armas o el poder

informarse de manera secreta sobre lo que acontecía con el movimiento fuera de

la cárcel, esto aún con los riesgos que implicaba tanto para los mismos presos,

como para sus contactos en el exterior, ya fueran otros militantes de la guerrilla o

de sus propios familiares.

Esto sin duda nos habla de una estructura de conexión en red que operaba

desde el exterior para infiltrarse en Oblatos. Rossana Reguillo alude a Michel De

Certeau al aseverar que si bien los mecanismos y lógicas de la vida cotidiana al

ser rutinizadas constriñen a los sujetos a un margen para la improvisación que de

acuerdo a su "uso" puede subvertir desde dentro el mismo orden establecido8. Es

decir que un espacio definido determina una lógica de acción y de adaptación

específica. En “El Rastro”, ocurrieron una serie de adaptaciones que se basaron

7 Michel De Certeau, op. cit., p. 160.8 Rossana Reguillo, La clandestina centralidad de la vida cotidiana, en “Vida Cotidiana y su espacio – temporalidad”, coord., Alicia Lindón Villoria, Barcelona: Anthropos, año 2000, (pp. 77-93).

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en la resistencia a un programa de sometimiento. El orden de cotidianeidad

derivada de esa confrontación entre lo especial y lo temporal incluye la mutación

del espacio carcelario, en un espacio de clandestinidad que poco a poco fue

permitiendo la construcción de una estructura de acción efectiva, y el caso de la

fuga de “El Rastro”, da cuenta de ello.

Lo cotidiano se constituye por aquellas prácticas, lógicas, espacios y temporalidades que garantizan la reproducción social por la vía de la reiteración; y por el otro, la rutinización normalizada adquiere "visibilidad" para sus practicantes en aquellos períodos de excepción o cuando alguno o algunos de los dispositivos que la hacen posible entran en crisis9.

Siguiendo la ruta de Reguillo, nos encontramos que lo cotidiano implica un orden

de reiteración en una forma de vida, entendida como la rutina diaria. Aquí, para el

concepto que exige esta parte de la investigación es necesario extender un poco

más la idea de lo cotidiano y extremar una imagen que va más allá de la rutina

diaria. Esto porque estamos hablando de una rutina que se encuentra

encapsulada. En tal caso es difícil saber en qué medida esa condición permite

establecer un orden de cotidianeidad “natural”. Aquí lo cotidiano –y refiriéndome a

“El Rastro”- son las rejas tras las rejas mismas; una cárcel dentro de la cárcel; un

régimen de vida inducido para la reforma de los individuos.

Esta clase de tiempo caracterizada por el flujo diario de la vida dentro de un

encierro es lo que aquí llamaré cotidianeidad. Un espacio delimitado va

acompañado de una manera diferente de vivir el tiempo; tiempo y espacio son en

ese sentido las dos caras del castigo carcelario: un espacio delimitado por los

carceleros, y un tiempo dispuesto como castigo, ambos, tiempo y espacio no son

otra cosa para los guerrilleros que la condena carcelaria. La función de “El Rastro”

es la de atomizar al movimiento revolucionario a partir de separar a los individuos,

y evitar el “contagio” ideológico a los demás presos. Básicamente, la exclusión de

los guerrilleros de la población, en tanto eran remitidos a “El Rastro”, “El Corralito”

o el “Departamento I”, cifraba en sí, la intención de construir una forma de

aislamiento que determinó en buena medida la vida cotidiana en la cárcel.

9 Ídem, p. 86.

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El aislamiento en particular –realizado todavía en forma más acentuada en la postura extremista y exasperada del modelo filadelfiano (absolute solitary confinment)- tiende, tanto factual como ideológicamente, a contraponerse, por una parte, con lo que siempre había sido la administración caótica y promiscua de la cárcel preventiva (jail) y, por el otro, con el intento de impedir la espontánea cohesión entre los desheredados, entre los miembros de la misma clase. Cohesión-unión doblemente peligrosa: por ser el aislamiento de una subcultura (sobrevivir así de un complejo de valores alternativos, aunque no sea más que en forma marginal)10.

Esta idea de Melossi, es retomada por Jacques Donzelot, quien también detecta

como una fórmula disciplinaria de carácter reformador el hecho de la división del

trabajo y de los individuos en la vida al interior de las cárceles ante el riesgo de las

alianzas, como parte del roce cotidiano entre los presos. Las relaciones entre los

mismos presos son disueltas ante la posibilidad de un gradual fortalecimiento.

Este método de división pensado como un proceso de destrucción del individuo y

de sus vínculos, se siguió en la cárcel moderna desde la instauración de las Work

House, de la cual se deriva el Solitary Confinement (Confinamiento solitario) del

siglo XIX. Traigo a colación esta referencia, dado que la estoy apuntando como

argumento para explicar la lógica segregativa con la que fue preparado “El

Rastro”.

La Work House se define pues por el proyecto de reducir las malas inclinaciones del hombre, de corregir su naturaleza viciosa. Para ello se pone en práctica un sistema coercitivo que se despliega en tres vertientes esénciales: primeramente instauración de coacciones disciplinarias que regularizan la existencia según el empleo muy estricto del tiempo, no dejando huecos a la ociosidad; en segundo lugar, separación total de individuos, ignorancia de la familia, pero sobre todo, rechazo de todas las formas de reunión distintas de las contractuales o abstractas11.

Sin duda, “El Rastro” representa la materialización de dichos cometidos: atomizar

como una practica de uso reductivo, cuya finalidad era convertir en un residuo al

individuo. El caso de los guerrilleros revestía esa pretensión. Martillar con el

10 Dario Melossi, Cárcel y fábrica, Los orígenes del sistema penitenciario, México, Editorial Siglo XXI, 1979, p. 197.11 Jacques Donzelot, “Espacio Cerrado, trabajo y moralización: génesis y trasformaciones de la prisión y el manicomio”, en: Espacios del poder, colección genealogía del poder, núm. 6, editorial La Piqueta, 1981, Buenos Aires, p. 43.

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aislamiento podía en su momento destruir la misma integridad del revolucionario.

Pero sobre todo, podía destruir la identidad de una individualidad que resultaba

inspiradora para los demás presos. Prueba de ello es la mención testimonial que

se puede recoger de algunos militantes de la guerrilla, que habiendo caído por

delitos del fuero común, terminaron por aliarse con los presos políticos, y hacer

causa con ellos.

Entre los partidarios del Solitary Confinement encontramos la misma visión atomística de la sociedad que en la Work House. La condena lanzada contra los grupos formados por afinidades emocionales constituye un medio de previsión contra el contagio del crimen que la promiscuidad facilita. Hay que aislar al individuo del vaho corruptor que resulta de las aglomeraciones, debilitar las individualidades exacerbadas obligándolas a ejercicios monótonos, y en este receptáculo apacible en el que se ven convertidos, se podrá depositar un germen fecundo a través de la voz de los hombres sensatos12.

Era en sí, esa fórmula del apresamiento discriminatorio, que dividía a presos

comunes, de presos considerados de “alta peligrosidad” –como se les tildaba a los

guerrilleros-, la que se debía controlar para evitar la generación de un espacio de

movilidad, desde el cual se pudiera redireccionar el encierro, y potenciarlo aún en

una situación de encarcelamiento. Es aquí donde el valor de lo cotidiano en

Oblatos, adquiere una mayor significación. Se convierte en una categoría de

espacio, al cual había que vulnerar. Estructuras de vigilancia descompuestas, que

sólo se recrudecen en las situaciones de emergencia. La vida cotidiana de los

guerrilleros en la penitenciaría de Oblatos, corre en dos sentidos.

Uno es el de la lucha entre el sometimiento y la resistencia. Es el de la

autoridad carcelaria actuando como el ejecutor de un orden dirigido al control de

los movimientos de la guerrilla inhibiendo a sus militantes, y en algunos casos, la

destrucción misma del individuo. El segundo sentido es la dominación del

movimiento guerrillero, a partir de irlo fragmentando, de irlo rehaciendo mediante

múltiples formas de disciplina y de tortura. Esto no sólo tiene que ver con la

sujeción del preso, a un régimen de uso y consumo del tiempo impuesto por las

autoridades penitenciarias, como parte de una fórmula disciplinaria, sino que

también incluye aquellas formas ilegales por medio de las cuales se sometió a los

12 Ídem, p. 45.

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presos políticos. Esta forma de sometimiento ilegal incluye la tortura, la amenaza y

la persecución de los familiares de los recluidos, las excarcelaciones y hasta la

desaparición de militantes de la guerrilla. La relación individuo-entorno dentro de

La Penal de Oblatos, está signado por una realidad donde el castigo, las

prohibiciones y el miedo13, son parte de una realidad, son parte de una

cotidianeidad. Para este caso de explicar el desgarre interno que padece el

individuo recién ingresado a la cárcel, tan sólo me remito a Hilda Marchiori quien

hace un estudio sobre la reacción psíquica de aquellos que poco a poco se

sumergen en la realidad penitenciaria.

El individuo se siente sumamente desvalorizado en su personalidad, esta triste, no habla o el lenguaje está lentificado, la psicomotricidad, percepción, atención, pensamiento presentan también una marcada lentificación. Existen sentimientos de culpa, de minusvalía, de soledad y aislamiento (…) las situaciones o reacciones depresivas tienen por lo general una serie de consecuencias que están dadas principalmente por: abandono de la persona, de sí mismo, higiene, alimentación (se debilitan) se enferman físicamente. No tienen intereses, no desean trabajar ni participar en ninguna actividad14.

La grafica que presentó el líder de la Unión del Pueblo Héctor Eladio Hernández

Castillo sobre el derrumbe de Ramón Campaña López líder de las FRAP, bien

encajan en ese cuadro de reacción que nos remiten a la fuerza demoledora que

ejercía Oblatos sobre los presos.

Al poco tiempo de caer en la prisión fue víctima de una total desmoralización producto de su vida parasitaria, inmerso en la ociosidad, sin preocuparse por el trabajo o el estudio y sí, gastándose el dinero que su organización había expropiado y que él había escondido, haciéndolo caer en crisis, orillándolo a la desesperación y angustia por querer dejar la prisión15.

Tal vez, de manera introductoria, un poema de Enrique Macías, quien estuvo

preso en la Penitenciaría de Oblatos, hacia mediados de los setenta al asociársele 13 Respecto al miedo como una forma de experimentar lo cotidiano, se puede decir que esté fue parte esencial de la vida de los guerrilleros. La esencia de Oblatos como institución represiva, constituía una fuerza no solo de carácter objetivo en tanto se ejercía el castigo en contra de un sector determinado de individuos, sino que, se formó en el ámbito de vida de los presos políticos una especie de anticipación sensorial, que les hacia reaccionar ante ciertos ruidos –el sonido de alguna celda al abrirse para llevar a los presos a las torturas, los gritos, las voces, la presencia de ciertos personajes, etcétera-.14 Hilda Marchiori, El estudio del delincuente, México, Editorial Porrúa, 2001, p. 5.15 FRENTE NACIONAL DEMOCRATICO POPULAR. Biografías políticas de Héctor Eladio Hernández Castillo y Lucio Cabañas Barrientos, México, Ediciones del FNDP, p. 17.

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con la Liga Comunista 23 de Septiembre, nos pueda permitir ir haciendo un

semblante del negro panorama que significaba vivir en Oblatos:

23Tocan la puerta de la celda/ Es la libertad/ Pero estoy muerto a golpes/ No me puedo levantar/ Es la muerte/ La muerte que toca incesante/ Su enamorado violín Arriba del paladar/ En el cerebro alucinado/ Es su enamorado violín/ La imagen espeluznante/ De la Penal de Oblatos: A la libertad/ Uno, Dos Tres…

24Estar tirado en la celda/ No es nada más estar muerto/ La noche es un vivo laberinto/ Angustiante/ Sordo/ Vegetal/ Que retuerce la garganta/ A pedazos sangrantes/Estar tirado en la celda/ Mis estimados señores/ Damas y mandarines/ Es aullar como perro/ Desesperado/ Aparte de la loca y lucida costumbre/ De saber platicaré/ Con el otro preso/ Que es uno mismo/ Nada queda/ Sino sobar la herida16.

Hablo entonces de la sumersión tácita de un individuo dentro de un marco en

donde la brutalidad tiene forma organizada. Es contra esa realidad de represión,

que el individuo aprende a mimetizarse, a transformar los momentos y los

espacios en zonas donde la lucha podía reactivarse aquí con la transmisión de un

secreto, allá con la discusión de lecturas prohibidas. La salvación del guerrillero

estaba en subvertir la vida en Oblatos; es en la relación del guerrillero y sus

carceleros que se manifiestan las formas múltiples de la represión Estado-

individuo. Este es el momento último en que el Estado autoritario se ostenta con

toda su fuerza contra el disidente. El cuidado es al fin, parte importante de lo que

se ve, se dice y se hace dentro del flujo de la vida cotidiana. Esto en la dimensión

de las acciones pequeñas. Si pasamos a la preparación de un campo de contra-

acción del sometimiento carcelario, y de una virtual inversión del control del

dominio de los espacios podemos poner ejemplos claves como el canje de reos en

1973, la fuga de Oblatos en 1976 y los motines de octubre de 1977. En estos tres

hechos se destaca la condición fáctica de una lucha de dos formas específicas de

poder. El primero de ellos es el de la administración de La Penitenciaría, y se

ejercía con plenitud en todos los ámbitos. El segundo pertenecía a los guerrilleros

y a los presos en común era una forma de contrapoder que se concebía en esas

16 Enrique Macias, De perrunas furias y otros poemas, Guadalajara, editorial La Casa del Mago, 2007, pp. 52-53.

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redes secretas de lo clandestino de las que he venido hablando a los largo de este

trabajo. Sin embargo hay que precisar que la forma de relación de ambos poderes

es la del control y la del sometimiento.

En esos términos hablamos de una relación en la cual un poder es

controlado en tanto se sujeta a las normas establecidas en el sistema penitenciario

de Oblatos, pero que sin embargo deja de ser controlado en tanto construyó sus

propias ramificaciones de actividad, ahí en donde no alcanzaba a llegar el poder ni

la autoridad de los carceleros vigilantes. El poder significa conceptualmente para

este punto, una forma de fuerza que opera y se fortalece en la misma zona en que

se desplaza: el ámbito carcelario. La coordinación y la distribución de los presos

en un acomodo estructural carcelario, les permitió a los guardianes el poder de

vigilar y de controlar a partir de aquellos mismos a los que sometía. Así los presos

fueron preparados para vivir y ser vigilantes de sí mismos. Las funciones de

presos comunes como los “Bastoneros”, “Los Rangers” o “Los Chacales” dan

cuenta de esa función de auto vigilancia organizada, aunada a un poder mayor,

fáctico y destructor que es el sistema total emplazado en la cárcel desde el Estado

para vigilar a los reclusos.

Faltaría precisar los puntos de emplazamiento para la vigilancia, para el

control y la disciplina que fueron descuidados dentro del mismo sistema carcelario,

o las formas de laxitud desde el aparato penitenciario en Oblatos que permitieron

márgenes de acción y consecuentes tácticas de avance, traducidos como

corruptelas de los guardias, inacción de los vigilantes o ineficacias administrativas

que debilitaban la pulsión del cuidado que se debía tener con los presos políticos.

Con esta mención sobre la distensión del régimen carcelario, estoy abriendo la

pauta para sugerir que las posibilidades del avance en la clandestinidad de los

guerrilleros en Oblatos, no se fundó en base a una implacable organización de las

estrategias revolucionarias dentro de la cárcel, sino que fue resultado de un

panorama general de desviaciones y descomposición que de manera persistente

privaba en la penitenciaría del Estado. El momento en que el preso encontró la

forma de repeler la opresión del sistema carcelario no mediante la negativa directa

del guerrillero a lo que se le ordena hacer dentro de Oblatos, sino, que la

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resistencia ocurría con la forma en que se usaban las órdenes y los pequeños

resquicios que abría la administración del tiempo y del castigo.

Así, las herramientas de trabajo, los productos del taller, los permisos para

trabajar, los días de visita son utilizadas y extendidas como parte de una táctica de

lucha, convirtiendo en arma aquello que en su momento era aparentemente

inofensivo. Las interacciones cotidianas habidas entre los mismos presos son las

que permitieron que el poder de los vigilantes fuera perforado de manera mínima,

pero lo suficiente como para que las relaciones de los grupos armados y de sus

militantes apresados en Oblatos se mantuvieran al grado de que un comando

pudo escapar, y al grado que de en un momento lapso específico que fue del 10 al

20 de octubre de 1977, los guerrilleros se quedaran con el control práctico de toda

La Penitenciaría de Oblatos. Esas láminas de madera, los clavos, las pinzas

sirvieron para preparar los boquetes que permitieron acciones como la Fuga de

197617. De ahí el cuidado de que los accesos, los usos de los espacios y de los

tiempos en La Penal. La organización de la vida indica un programa de límites en

los que una parte de la vida se les expropia a los presos. Si nos detenemos en “El

Rastro”, veremos que la intención del control es mayor, dado que se pretendía la

vigilancia de un sector que intentaba vulnerar el orden de la organización social.

Hay que pensar en “El Rastro” como una compresión, una forma de doble encierro

en el cual el tiempo se experimentaba como una forma de castigo; esto en tanto

los reclusos de dicho departamento estaban limitados a una forma de vida con

mayores restricciones. De ahí que desde un inicio la lucha de los guerrilleros haya

sido para liberarse del tiempo como una forma de castigo. Para entrar de lleno en

la descripción de la vida de los guerrilleros en Oblatos es necesario definir algunas

dimensiones del tiempo de reclusión, en lo que respecta a la relación de los

presos políticos y el sistema carcelario.

Con esto quiero dejar asentado que la vida cotidiana de los guerrilleros, se

conforma de varios momentos claves, que cubren los años que van de 1973 a

1977. En términos generales puedo decir que 1973 fue el año de las detenciones

17 Entrevista a Antonio Orozco Michel, Guadalajara, 28 de marzo del 2007; Respecto al hecho, uno de los participes en el escape menciona: En el caso de la fuga, yo fui a conseguir el pedazo de triplay que le pegamos a los tabiques para cubrir el agujero por donde escaparíamos,

Page 16: Los Guerrilleros de Oblatos, Jesús Zamora García, Capítulo III, Lo cotidiano como estrategia

a gran escala. Es el año en que se estrena “El Rastro” lo que signa para los

presos una vida de restricción. Los años de 1974 y 1975, aunque sigue la cacería

en grandes dimensiones, -particularmente en 1974- son años de relativa

distensión. Es este periodo en que los guerrilleros logran que se les permita

trabajar, y es cuando se preparan actividades culturales e ideológicas, como las

reuniones de estudios políticos organizados por los presos que militaban en la

Liga y hasta la formación de un grupo musical: “Los Madera”, que interpretaban

canciones de José de Molina y de Oscar Chávez entre otros18. El año de 1976 es

el de la fuga de “El Rastro”, acción que provocó un recrudecimiento y

reordenamiento disciplinario desde la administración carcelaria contra los presos

políticos como forma de reprimenda por la acción. El año de 1977 es el año de la

ruptura total. Año en que los motines de abril y de octubre propician a decir de los

mismos guerrilleros, la administración de Oblatos dio la orden de que se eliminara

a los presos políticos.

La misma administración promueve los pleitos de los “Rangers”, “Chacales” etcétera, etcétera. Nosotros nos les salimos del huacal, éramos algo que no podían controlar19. El director le había dado la orden a los “Chacales”, a Reynaldo de que nos asesinaran. El director después de que mandamos a “Los Rangers” a “El Rastro”, nos quedamos en la población. Y eso no le gustó al director, porque

18 Sobre ésta agrupación musical, hay un disco producido por Francisco Barrio, “El Mastuerzo”, ex integrante del grupo de rock “Botellita de Jerez”. El disco tiene su origen en un casset que se rescató en 1975. De ahí la indicación en el disco: “En directo desde el penal de Oblatos. 1975”. En la presentación del disco, hecha en 1992 por Alicia de los Ríos Merino –cuya madre del mismo nombre permanece desaparecida desde 1977-, hija de Enrique Pérez Mora “El Tenebras”, cuenta: La abuela sacó de su cajonera una cinta de audio, que había grabado en el penal de Oblatos, en Guadalajara. Eran canciones de diferentes autores, incluso, composiciones suyas interpretadas por integrantes de la Liga Comunista 23 de Septiembre a la cual perteneció mi papa. Como no llevaba título alguno, lo rotule con el nombre de “Compa Enrique” (…) El audio era malo, la cinta la reprodujeron de grabadora en grabadora (…) Mario Álvaro Cartagena López “El Guaymas” me dijo, preso en el penal de Oblatos nos explicó que la cinta fue grabada por el grupo “los madera”, como se hicieron llamar los quince miembros de la Liga Comunista 23 de Septiembre que cumplían condenas largas en “El rastro”. (…) actuaban y cantaban para sus familias en los días de visita, improvisando instrumentos musicales con tinas de aluminio y palos de escoba. Los datos provienen de la portada del disco “Compa Enrique”, del grupo “Los Madera”, editado por Francisco Barrio para el Comité de Madres de Desaparecidos Políticos de Chihuahua, México D.F. 2004. Para dar una mejor apreciación de este trabajo, fue que incluí una copia de dicho material en esta tesis.19 Entrevista con Armando Rentería, Guadalajara, 19 de diciembre de 2007; el director de la Penitenciaría de Oblatos en ese momento era Pedro Parra Zenteno.

Page 17: Los Guerrilleros de Oblatos, Jesús Zamora García, Capítulo III, Lo cotidiano como estrategia

consideraba que nosotros éramos más peligrosos. Y querían que nos metiéramos pero no podían, porque la población estaba cada vez más identificada con nosotros.

Octubre es en particular el mes del rompimiento, cuando después de la masacre

de más de trece reos, los guerrilleros se quedan a cargo de la cárcel durante diez

días, hasta que la autoridad del Estado retoma el control de la penal. Esta

recapitulación de los momentos, me permite situar al lector en los que se debe

entender como una serie de dimensiones de relación entre la autoridad y los

guerrilleros, que sin duda determinaron las formas de vida cotidiana en la

Penitenciaría de Oblatos.

Los días en las vidas.

Me gustaría remarcar que aún continuo elaborando una tabla descriptiva que me

permita poder contrastar al calce las actividades de un día completo en la vida de

los guerrilleros en Oblatos en algunos de los diferentes departamentos, desde el

amanecer hasta el último momento de actividad por la noche. A la vez, tengo la

pretensión de poder construir una imagen de la vida en al menos dos diferentes

momentos:

a).- Los días habidos en una fase de “estabilidad” hacía 1975.b).- Los días críticos luego de la Fuga de 1976 y los motines de 1977.

La intención es poder identificar las situaciones de cambio habidas en la vida de

los presos políticos a lo largo de los años, teniendo como muestra la descripción

de un día diario. El proceso de lucha por que los guerrilleros tuvieran una forma de

vida más digna inicia con las exigencias del Comité de Defensa de Familiares de

los Presos Políticos, dirigido por Don Luciano Rentería. Para ello debemos

colocarnos en los meses de marzo y abril de 1973. Para ese entonces, el régimen

de encierro era prácticamente total para los guerrilleros ya que sólo podían salir a

ejercitarse a un pequeño patio durante dos horas al día. Conforme a Rentería, las

condiciones de salubridad eran deleznables, quien recuerda que uno de los

Page 18: Los Guerrilleros de Oblatos, Jesús Zamora García, Capítulo III, Lo cotidiano como estrategia

primeros propósitos del Comité fue exigir que el establo que se encontraba cerca

de “El Rastro”, fuera alejado de ahí.

El primer acto que nos propusimos llevar a cabo ya como Comité constituido, fue el de exigir que se quitara el establo que estaba cerca del “El Rastro”, donde se encontraban encerrados los muchachos. Aquello era un foco de infección, una cosa muy sucia, no había agua potable para ellos20.

El curso del año de 1973, es el del paso de un modelo disciplinario estricto, a uno

más laxo que empezó a formarse a base de la presión tanto de los mismos presos

políticos como de los grupos de presión que contactaban con el Comité de

Defensa de Don Luciano Rentería. Me gustaría detenerme a continuación, en la

descripción de un día ordinario de los primeros meses de 1974, contado este por

Antonio Orozco Michel, integrante de la Liga Comunista 23 de Septiembre. El pase

de lista, al amanecer, marcaba el inicio del proceso de un día de actividades

reguladas por las autoridades penitenciarias. Con el pase de lista, el día iniciaba

para los guerrilleros a las 7:30 a.m.

A las 7:30 que era el cambio de turno de la guardia de celadores, era el pase de lista. El guardia iba celda por celda y las revisaba. La revisaba en términos físicos y en términos de internos. Después de una revisión exhaustiva, regresaba la guardia de ese día de “El Rastro”. Luego, era ejercicio. Salíamos al patiecito de “El Rastro” y ahí trotábamos, después algo de gimnasia y una “cascarita” de basketbol o de fútbol21.

El mismo Orozco Michel refiere que a inicios de 1974, y al igual que el año anterior

del 73, los reclusos de “El Rastro” sólo tenían dos horas al día para tomar el sol, y

que fue mediante una serie de exigencias tanto de ellos mismos, como de sus

familiares como del Comité de Defensa de los Presos Políticos encabezado por

Don Luciano Rentería, que se les permitió que fueran cuatro las horas en que ellos

podían salir al patio a tomar el sol y ejercitarse. Originalmente, estas se dividían en

dos horas para la planta baja, y dos horas para la planta alta, a partir de las 10

a.m.

De 10.00 a 12.00 a.m. era la planta baja, la que salía al patio. Y de 12.00 a 2.00 p.m., era la planta alta. Logramos que nos dejaran de 10.00 a.m. a 2.00 p.m. a las

20 Entrevista con Luciano Rentería, Guadalajara, 9 de julio del 2006.21 Entrevista con Antonio Orozco Michel, Guadalajara, 22 de octubre del 2007.

Page 19: Los Guerrilleros de Oblatos, Jesús Zamora García, Capítulo III, Lo cotidiano como estrategia

dos plantas. Esa fue la primera conquista, ya después logramos que fuera todo el día se nos dejara libres en el patio, pero te estoy hablando de un proceso de muchos meses. Ya cuando hacia 1975 conseguimos que se nos respetaran nuestros derechos, las celdas de “El Rastro” se cerraban a las 8.00 p.m. 22.

Este proceso en el cual es clara la exigencia de un trato más igualitario, se corrió a

otras áreas. Lo que en un primer momento fue el reclamo de más tiempo fuera de

sus celdas, pronto se convirtió en la necesidad de que a los guerrilleros se les

permitiera contar con un trabajo dentro de La Penitenciaría, cosa a la cual no

tenían acceso. Lejos estaba aquella alabanza que en la década de los cincuenta

merecía La Penal de Oblatos, en la cual se destacaba al sistema de trabajo como

uno de sus grandes instrumentos de regeneración.

Oblatos es una institución carcelaria cuya organización se basa en la doctrina contencionista de la pena. En su favor podemos alegar dos aspectos fundamentales de su funcionamiento: el trabajo organizado y el respeto a la persona del recluso. El trabajo, que funciona bajo el sistema de concesiones a particulares, ha dado magníficos resultaos ya que la totalidad de los reclusos tienen acceso a los talleres instalados dentro de la prisión, cumpliéndose así con la disposición del artículo 18 constitucional que señala que: “Los gobiernos de la federación y de los estados organizarán, en sus respectivos territorios, el sistema penal –colonias, penitenciarias o presidios- sobre la base del trabajo como medio de regeneración23.

Veinte años después, las condiciones eran totalmente diferentes. Los presos de

“El Rastro”, debieron luchar contra las disposiciones de La Penitenciaría pero no

para poder conseguir un trabajo, y con ello, una forma de allegarse el sustento.

Para ello, operó de nuevo la violencia, y en una ardid sin precedente en Oblatos,

los guerrilleros de “El Rastro”, secuestraron a los dos guardias que cuidaban ese

departamento y pidieron a cambio que se les dotara de una fuente de trabajo.

Antonio Orozco Michel recuerda la manera en que ocurrió ese hecho:

Quienes los comandaron fueron los compañeros más veteranos. Por parte nuestra Enrique Pérez Mora, de parte de las FRAP Juventino Campaña López, de parte de la Unión del Pueblo Benjamín Ramírez Castañeda. Además apoyados por una acción de los familiares. Ellos exigían al director del penal que nos cambiara el régimen de encarcelamiento. Para hacer más presión, tomamos “El Rastro”, nos amotinamos. Tomamos a los dos celadores y mandamos a decir a la dirección de

22 Ídem.23 Jorge Verea Palomar, El problema penitenciario, México, ediciones Universidad de Guadalajara, 1954, p. 75-76

Page 20: Los Guerrilleros de Oblatos, Jesús Zamora García, Capítulo III, Lo cotidiano como estrategia

Oblatos qué queríamos hablar con el director para exponerle nuestras demandas. Cerramos “El Rastro”, lo encadenamos. Fue el director a dialogar y ya le dimos que consideramos las condiciones en que se nos tenía. Que queríamos tener mayor tiempo para hacer ejercicio, y para hacer unas manualidades. Planteábamos la autorización para traer estambre y papel y resistol para empezar a ocupar nuestro tiempo en algo. Ya con el permiso, primero empezamos a trabajar figuras con papel mache, con periódico y resistol a hacer figuritas de puerquitos decorados muy garigoleados, no como alcancías, sino como adornos muy simpáticos24.

El argumento fue que contar con una fuente de ingreso les permitiría apoyar a sus

familias, en tanto ellos estaban apresados. Esta parte de la descripción de la vida

de los militantes de los grupos armados en Oblatos, nos habla del curso de una

nueva forma de lucha. Ésta sigue vinculada a la lucha ideológica, y está dirigida a

romper el esquema de encierro y trato que se les imponía en su condición de

presos de excepción. Este pasaje en que se exigió mediante la fuerza que se les

permitiera trabajar, nos habla del estado de ilegalidad al que estaban sometidos

los guerrilleros. Estamos hablando de cómo un derecho que estaba inscrito tanto

en la constitución política del país, y en los subsecuentes reglamentos carcelarios,

no se cumplía para un sector en particular. La idea de los oficios de los guerrilleros

ésta ligada a la del tiempo en tanto estos transcurrían en el marco de la vida

cotidiana. No es posible separar la idea del trabajo de la de cotidianeidad. El

trabajo es parte de la vida cotidiana y avanzan juntos en un orden de la vida diaria.

Sin embargo, es importante distinguir que en el caso de la vida de los guerrilleros

en “El Rastro” se hace necesario entrever dos rutas para explicar lo que es el

trabajo en sí dentro de La Penitenciaría y lo que por otro lado representaba un

oficio. Para lo primero, el trabajo simbolizó una lucha que los guerrilleros debieron

librar contra las autoridades para que se les permitiera contar con una actividad

dentro de La Penal. Lo segundo, relativo a los oficios, se refiere al proceso de

aprendizaje al que debieron recurrir los mismos presos políticos para aprender una

forma de ganar algo de dinero que les permitiera ayudar a sus familias.

Me detengo ahora en el primero de los escenarios: el trabajo. Esta parte

contiene una serie de puntos que nos revelan la situación de los presos en “El

Rastro”, en lo que respecta a su condición de encarcelamiento. Ésta se reducía en

24 Antonio Orozco Michel, entrevista citada.

Page 21: Los Guerrilleros de Oblatos, Jesús Zamora García, Capítulo III, Lo cotidiano como estrategia

1973, a una simple orden: los guerrilleros no tenían derecho a trabajar. En el año

de 1973 la reclusión era total. El haber conseguido un trabajo en los momentos

álgidos de la lucha entre el estado y la guerrilla, habla de un esquema de

procedimientos y de concesiones que los guerrilleros fueron logrando en base a

una serie de posicionamientos que incluyeron el secuestro de guardias para exigir

contar con un trabajo. Pero, conforme a esta explicación, las primeras preguntas

que aparecen, son: ¿En donde le dolía a los guerrilleros esa carencia de trabajo?,

¿En que momento esa necesidad se fortalece como para aún, en un escenario de

encarcelamiento y de sujeción total, los presos pudieron exigir que se les

permitiera contar con un trabajo?

Aquí la posible respuesta a esa pregunta cubre un doble sentido: ¿Qué

había de fuerte en los guerrilleros encarcelados, o que había de débil en el

sistema carcelario? Con la reclusión, los guerrilleros quedaron en suspensión.

Esta parte tiene que ver exclusivamente con los trabajos a los que fueron

asignados los guerrilleros. Es importante saber que en un principio, a los presos

políticos recluidos en “El Rastro” se les negó el trabajo. La razón estaba en que la

particularidad de estos presos, mantenía siempre en duda a las autoridades

penitenciarias en tanto que consideraban un riesgo permitirles relacionarse con

otros presos, ganar dinero o usar herramientas, las cuales podrían ser utilizadas

como armas de ataque o instrumentos de ataque. Por ello es importante señalar

que el proceso mediante el cual se les permitió a los guerrilleros contar con una

labor diaria, implicó toda una situación de tensiones entre los reclusos de “El

Rastro”, y sus carceleros. Para entender las condiciones de esta situación, creo

que es necesario trazar una línea explicativa en lo que a este tema se refiere. En

primer lugar hablo sobre el encarcelamiento de los guerrilleros como una forma de

anulación de los derechos, en la cual se incluía el trabajo como un derecho que se

suspendía. En segundo lugar, hablo de las confrontaciones que tuvieron los

presos políticos en la exigencia de que se les permitiera contar con un trabajo.

Y por último, hablo sobre los oficios a los que tuvieron acceso –incluyendo

la mención de sus instructores, de sus talleres, jornadas, remuneraciones y el uso

de las herramientas- luego de esta lucha por contar con trabajo, con el cual los

Page 22: Los Guerrilleros de Oblatos, Jesús Zamora García, Capítulo III, Lo cotidiano como estrategia

presos políticos pretendían apoyar a mejorar la situación de vida de sus familias

en el exterior25. El poder lograr que se les permitiera trabajar, fue uno de los

cometidos más importantes de la estancia. A partir de ello, se regulariza un poco

más su condición de presos ordinarios, no sólo ante las autoridades

penitenciarias, sino ante los demás sectores de la población, quienes a partir del

carácter de lucha planteada por los guerrilleros, fueron reconociendo en ellos una

forma de liderazgo dentro de Oblatos, que en al menos un momento clave, como

lo fueron los motines, sería de vital importancia. Así, una de las primeras

actividades que empezaron a realizar los guerrilleros, fue la elaboración de tejidos

de rebozos y chalinas.

La mayoría trabajaba en eso, fue la primera actividad que empezamos a hacer. Ya después con el estambre, empezamos a hacer rebozos y chalinas. No trabajábamos para nadie, los hacíamos nosotros, se los dábamos a nuestros familiares para que se los vendieran a algunos amigos o familiares, no había ni un local ni más en donde se pudiera vender26.

Orozco Michel añade a manera de reconocimiento el nombre de aquel que les

enseñó a hacer las manualidades.

Los rebozos, las chalinas, las bolsas de nylon tejidas. Hubo un compañero que llegó precisamente trasladado de Lecumberri aquí a “El Rastro”. Tenía un proceso pendiente aquí, era un militante del Movimiento Armado Revolucionario. David Ibarra Valenzuela se llamaba. Ahí llego a “El Rastro” con nosotros, y el fue el que nos enseñó a tejer, y hacer las bolsas. Era una forma de transmitirnos lo que ellos hacían en la crujía de presos políticos allá en Lecumberri. Otro problema fue solicitar el material: madera y clavos para armar los bastidores. Y luego ya empezar a tejer. Ya con los bastidores, él nos empezó a enseñar como tirar las líneas del estambre, y como se les terminaba a los rebozos27.

No está de más señalar algunas de las formas particulares de trabajo, que hablan

también de las flexiones que en cierto momento significó el contar con un trabajo

en “El Rastro”. El caso de Armando Rentería es excepcional en tanto el consiguió

el permiso para con otros presos, montar un pequeño horno para hacer panes, el

cual era el oficio familiar.

25 Antonio Orozco Michel, habla de la lucha por lograr el permiso para trabajar, incluso menciona el secuestro de un par de guardias para presionar a las autoridades para que se les permitiera trabajar, para generar alguna entrada más de dinero.26 Ídem.27 ídem.

Page 23: Los Guerrilleros de Oblatos, Jesús Zamora García, Capítulo III, Lo cotidiano como estrategia

Hacia 1977, yo hacia panquecitos. Ya desde antes los hacíamos, el horno fue un invento de “El Guaymas”, con estufas un horno. Y con un tambo que segueteamos, hicimos una ventanita por donde cupiera la charola de las cajitas. Le pusimos estufas, lo cubrimos primero con periódicos, pero luego se nos incendiaron. Luego encargamos fibra de vidrio, y ya guardaba más el calor. La electricidad era gratis. Ahí hacíamos las cajitas, en la celda. Eso fue desde que estaba “El Guaymas”, antes de la fuga de 1976. También los Campaña López hacían, pero yo tenía más práctica. Hacia 1977, ya podía salir a venderlas a los diferentes puestos y ya me regresaba a “El Rastro”28.

El trabajo diario iba ligado a la vida en familia. En lo posible, los guerrilleros

trataban de contribuir un poco con su trabajo a la manutención de sus hogares.

Los días de labor, y las visitas familiares, eran esencialmente las dos dimensiones

de vida cotidiana más importantes. En dichas dimensiones, se encuentra un orden

que nos permite precisar una estructura de movimiento que sin duda podemos

referir como estable. Aquí es donde podemos contrastar las situaciones de

emergencia a las que estaban sujetos los guerrilleros –como las torturas y las

excarcelaciones- con otra condición de vida, la cual transcurría de manera

ordenada.

Pasaban nuestros familiares hasta “El Rastro”, ahí hacíamos la convivencia, algunos en la celda, otros en el patiecito de afuera. No teníamos mesas, pero sacábamos algunas sillas o bancas que habíamos conseguido o que habíamos hechos nosotros mismos ahí de madera, para que la familia se sentara. A veces hacíamos reuniones amplias. A veces el tema de plática era común, donde participaban varias familias. Otras, en particular cada quien platicaba con su madre o con su esposa. Muchas veces el tema en relación a la política, a nuestra situación y sobre como se veía el futuro. Teníamos la vigilancia de los celadores todo el tiempo. Aquello era muy pequeño, y desde la puerta ellos estaban sentados escuchando toda la plática. Pero muchas de las veces esas reuniones con la familia eran canciones, obras de teatro, o a veces cantos en particular. Benjamin Ramírez agarraba la guitarra y cantaba, a veces “El Master”, y luego ya, cuando teníamos el grupo de “Los Maderas”, ensayábamos el repertorio que íbamos a presentar a la visita e igual con las obras de teatro29.

Las representaciones corrían tanto en los días ordinarios como en los días de

fiesta. Se aprovechaban estos últimos para hacer las representaciones de las

obras de teatro. A decir del entrevistado, pocas cosas cambian entre los días

ordinarios y de los días de fiesta:

28 Entrevista con Armando Rentería, citada.29 Antonio Orozco, entrevista citada.

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Los días de fiesta, como la navidad había un poco más de libertad para pasar determinados guisos. Obviamente el ambiente de convivencia tenía un toque especial. El horario de convivencia en las visitas era igual. Incluso la mera noche de noche buena y el año nuevo, tal vez nos dejaban una hora más, pero ya la visita se había ido; con la intención de compartir los guisos que habían traído las mamás. Siempre eran noches nostálgicas donde sentías un poco más la ausencia. Resentías un poco más la situación en que te encontrabas, un poco más de tristeza, te daba “el carcelazo” como decíamos nosotros30.

Por otra parte, la negativa a otorgar una fuente de labor es sin duda parte de una

forma de castigo. Si había un principio constitucional que desde la revolución

mexicana garantizaba el acceso a un trabajo para los presos, el que se les negara

ese derecho a los guerrilleros, era una acción que se sumaba al trato de

excepción. Si había un principio constitucional, consagrado en el artículo 18,

mediante el cual el preso se regeneraría mediante un oficio, el que ese principio

no se cumpliera con los guerrilleros, es una señal de una forma de tratamiento. Si

se les canceló ese derecho, sin duda detrás de ellos había una orden que partió

del hecho de su peligrosidad, aunque esto contraviniera las propias leyes surgidas

tanto de la misma Constitución mexicana, como de la Constitución del Estado de

Jalisco. Esta última refería en el artículo 65.

Toda persona privada de su libertad y que no se encuentre enferma o invalida, se ocupará en el trabajo que le competa en los términos señalados de la sentencia correspondiente y de acuerdo con la ley estatal en materia de Ejecución de Penas, los reglamentos interiores del establecimiento donde se encuentre y con sus aptitudes personales. El producto de su trabajo se distribuirá como sigue: el cincuenta por ciento para la familia del reo, el veinte por ciento para gastos menores del interno en el reclusorio y el resto, por partes iguales, para alimentación y vestido, al pago de la reparación del daño y para formar al recluso un fondo de reserva31.

Si aún así no se aplicaron estos derechos en lo que respectó a los guerrilleros. Por

ello estamos hablando de una continuación de un régimen de ilegalidad y

quebrantamiento de los individuos, que no sólo concernía a situaciones como la

tortura, o las excarcelaciones. Puedo hablar un ataque secuencial que iniciaba con

la detención, el aislamiento, la tortura, la incomunicación, la desaparición

momentánea, el hostigamiento a los familiares y se extendía hasta las zonas de la

30 Ídem.31 Titulo cuarto de cumplimiento de sanciones del Código penal para el Estado libre y soberano de Jalisco, Artículo 65, Capítulo III Trabajo de los presos, agosto de 1982.

Page 25: Los Guerrilleros de Oblatos, Jesús Zamora García, Capítulo III, Lo cotidiano como estrategia

misma vida carcelaria con la supresión de los derechos constitucionales relativos

al trabajo. La negativa del Estado de proveer una forma de trabajo, contenía la

lógica del Estado como el ejecutor del quebrantamiento de sus propias reglas.

Respecto a los guerrilleros, el Estado mexicano, se balanceó desde un régimen de

trato reglamentado en un marco de legalidad, hasta otro que le era totalmente

contrario: el de la supresión de los derechos de los presos políticos, el de la

ilegalidad.

El Estado actúa con frecuencia transgrediendo la propia ley-norma que promulga, no sólo actuando al margen de la misma sino actuando en contra de su propia ley. Todo sistema jurídico autoriza en su misma discursividad, formulándola como una variable de las reglas del juego organizado por él, el no respeto por el Estado-poder de su propia ley. Ello se llama razón de Estado, que en sentido estricto no sólo significa, simplemente, que la legalidad es compensada siempre por “márgenes” de ilegalidad, sino que la ilegalidad del Estado esta siempre inscrita en la legalidad que instituye. Todo sistema jurídico incluye la ilegalidad, en el sentido de que comporta, como parte integrante de su-discurso, vacíos y espacios en blanco, “lagunas de la ley”: no se trata de simples coladuras y ofuscaciones debidas a la operación ideológica de ocultación que es parte del derecho, sino de dispositivos expresamente previstos, de brechas que permitan sortear la ley32.

Hay que entender que el Estado como entidad conceptual y abstracta no se puede

representar con todos su alcances en los funcionarios carcelarios de Oblatos. Esto

debido a que muchas de las actividades de los carceleros, los vigilantes y

torturadores subyacen en otra dimensión de ejercicio de poder que no esta inscrita

como una expresión de la legalidad. Así, el modelo de trato dirigido hacia los

guerrilleros abarcaba la dimensión doble de lo legal y de lo ilegal. Su aplicación

implicaba un propósito: disciplinar, doblegar al preso político no sólo como una

trasgresor del orden social. Los delitos de los guerrilleros iban más lejos aún:

tocaban al sistema político, y lo que en el exterior fue un ataque directo contra ese

sistema, en el interior de Oblatos permanecía en cierta medida, como una

amenaza. El guerrillero representaba el germen de la insurrección de la misma

vida carcelaria. Lo cual se materializó con los motines de 1977. De ahí que el

cuidado del modelo carcelario, se acentuara tanto en los movimientos de los

presos políticos, como de la forma en que se debía aplicar un modelo disciplinario

32 Nicos Poulantzas, Estado, Poder y Socialismo, España, siglo XXI, 1986, p. 88.

Page 26: Los Guerrilleros de Oblatos, Jesús Zamora García, Capítulo III, Lo cotidiano como estrategia

en su contra, no importando que éste se sustentara en la violación a todos los

principios de los derechos políticos sociales y humanos.

La ley, por tanto, forma parte integrante del orden represivo y de la organización de la violencia ejercida por todo el Estado. El Estado dicta la norma, proclama la ley, e instaura con ello un primer campo de mandatos, prohibiciones y censura, instituyendo así el terreno de la aplicación y el objeto de la violencia. Más aún: la ley organiza las condiciones de funcionamiento de la represión física, designa y significa sus modalidades, encuadra los dispositivos que la ejercen. La ley es, en este caso, el código de la violencia pública organizada33.

Para los guerrilleros, la apreciación que propone Poulantzas mezclaba todos sus

planos de vida. La ordenación minuciosa del uso del tiempo, incluye la intención

de que los tiempos carcelarios sean útiles al sistema carcelario, y no a los presos.

La “regeneración” del individuo y en particular del guerrillero es parte de un

discurso dogmático. El caso de los guerrilleros en Oblatos, es aún más drástico,

dado que no sólo se trata de un saneamiento del individuo en lo que respecta a

una actitud delictiva como la del ladrón común, -en tanto estos no se consideran

delincuentes34- sino, que se trata de la corrección de conductas que amenazan,

desafían y vulneran a un sistema de reglas impuestas por coerción desde un

orden político. Es por eso que al hablar de disciplina me refiero a una manera de

ejercer un régimen de coerción y de control que va de un sistema penitenciario, a

un segmento de la población que se encontraba recluida en Oblatos en el periodo

1973-1977. Dicho régimen disciplinario trasgredía la legalidad de los parámetros

legales permitidos, lo cual implicaba para los guerrilleros, situaciones como la

33 ídem, p.98.

34 Es importante saber que tratar el tema de las acciones de la guerrilla, nos encontramos a un doble discurso, en donde lo que para un guerrillero es una acción revolucionaria, para el sistema jurídico es un delito. De ahí que en el caso de esta investigación, me este ciñendo a lo que conforme a los propios entrevistados concebían y eran sus propias acciones. Un ejemplo recurrente esta en que la mayor parte de los entrevistados asumen los asaltos, como expropiaciones, aduciendo causas revolucionarias que hasta donde he investigado, no encuentran un entronque explicativo dentro de la teoría leninista, sino, en una forma de conocimiento marxista muy a priori.

Page 27: Los Guerrilleros de Oblatos, Jesús Zamora García, Capítulo III, Lo cotidiano como estrategia

excarcelación35, la tortura o el aislamiento mismo en le departamento G, conocido

como “El Rastro”, “El Corralito” o el Departamento I”.

El poder disciplinario, en efecto, es un poder que, en lugar de sacar y de retirar, tiene como función principal la de “enderezar conductas”; o sin duda, de hacer esto para retirar mejor y sacar más. No encadena las fuerzas para reducirlas; lo hace de manera que a la vez pueda multiplicarlas y usarlas. En lugar de plegar uniformemente y en masa todo lo que le está sometido, separa, analiza, diferencia, lleva sus procedimientos de descomposición hasta las singularidades necesarias y suficientes. “Encauza” las multitudes móviles, confusas, inútiles de cuerpos y de fuerzas en una multiplicidad de elementos individuales –pequeñas células separadas, autonomías orgánicas, identidades y continuidades genéticas36.

En tanto una autoridad prescribe las formas para distribuir el tiempo, nos

encontramos con un esquema de vida de un grupo que debe asumir como una

forma de sujeción. El tiempo de los guerrilleros en “El Rastro” no sólo es el tiempo

que transcurre, no es el tiempo que ellos usan y consumen. Es el tiempo que se

asigna para que algo “ocurra” con ellos. Así, el tiempo deberá tener un “uso”,

orientado a la “curación” de los sujetos encarcelados en el departamento G para

presos de “alta peligrosidad”. Es muy importante tener en cuenta esta

característica, pues con ello nos situamos en un plano de entendimiento en el cual

es claro que a los guerrilleros presos no se les asignó el estar encerrados sólo

para “matar el tiempo”. Los propósitos del que encarcela, no terminan tan sólo en

la anulación del accionar del oponente a partir de inhibir su margen de movimiento

mediante el encarcelamiento. Es ahí, en “El Rastro”, y contra los guerrilleros que la

simulación de un estado de derecho terminaba.

La prisión es el único lugar en el que el poder puede manifestarse de forma desnuda, en sus dimensiones más excesivas, y justificarse como poder moral. Esto es lo que es fascinante en las prisiones, que por una vez el poder no se oculta, no se enmascara, se muestra como la tiranía más infirma llevada hasta los más ínfimos detalles, poder cínico, y al mismo tiempo puro, enteramente “justificado” ya que puede formularse enteramente en el interior de una moral que

35 Jueventino Campaña López Testimonio Revolucionario número 2, ¡A luchar por su Libertad!, Guadalajara, Centro Independiente de Política y Cultura Proletaria, marzo de 1980. La excarcelación era una de las formas ilegales en que los guerrilleros de “El Rastro”, eran sacados de la penal de Oblatos y llevados a otros lugares para que se les aplicara interrogatorio, por lo regular, asociado a alguna acción reciente de la guerrilla en la ciudad o en el país.36 Michel Foucault Vigilar y castigar, Siglo XXI editores, México 2003, p. 175

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enmascara su ejercicio: su tiranía salvaje aparece entonces como dominación serena del Bien sobre el Mal, del orden sobre el desorden37.

El desarrollo mismo de este “desenmascaramiento” del poder que ocurría en

Oblatos, y que dejaba expuesta la verdadera posición represiva del sistema

penitenciario de México, hablaba a la vez de la condición dogmática del discurso

autoritario de la regeneración de los presos. Aquí es donde ese sistema de

cárceles termina representando una situación histórica del curso del modelo penal.

Oblatos mismo, se encontraba en la fase final de un proceso de vida como cárcel,

en la cual el trato a los guerrilleros durante la década de los setenta, era un espejo

de su propia decadencia. Conforme a Foucault, la evolución de disciplina corre a

la par de la evolución del sistema penitenciario como institución política. La técnica

disciplinaria habla de una condición de lo político. La supresión de expresiones

políticas opositoras, y su confinamiento habla de una manera en que se manifiesta

la decadencia del modelo autoritario mexicano, el cual había expandido sus

dominios mediante la coerción social.

Las disciplinas y las instituciones disciplinarias son técnicas minuciosas siempre, con frecuencia ínfimas, pero que tienen su importancia, puesto que definen cierto modo de adscripción política y detallada del cuerpo, una nueva microfísica del poder; y que no han cesado desde el siglo XVII de invadir dominios cada vez más amplios como si tendieran a cubrir el cuerpo social entero. 38

Precisar detenidamente las condiciones del espacio y vida de los guerrilleros

dentro de La Penal de Oblatos me ha permitido entender un poco la condición

evolutiva del sistema represivo carcelario en uno de sus momentos de mayor

auge. Ahora trataré de concluir este capítulo con una exposición breve sobre la

materialización de un hecho que se construyó en las redes de relación y secreto

instauradas por los guerrilleros como fórmula de sobrevivencia dentro de La Penal:

la fuga de “El Rastro”.

Ruptura de la cotidianeidad: La fuga de Oblatos.

37Michel Foucault, Microfísica del poder, Madrid, España, Editorial La Piqueta, 1993, p. 80.38Michel Foucault, Vigilar y castigar , p. 142.

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La mamá de Antonio Orozco Michel, -miembro de la Liga Comunista 23 de

Septiembre-, introdujo las últimas piezas que componían la pistola. Ésta había

sido llevada a La Penitenciaría escondida en el fondo de las ollas de pozole y de

caldo que ocasionalmente le llevaba a su hijo. Pacientemente había realizado la

misma operación durante varias semanas, hasta que estaban listas dos armas.

Constantes fueron las visitas en las que la Sra. Michel se había convertido en

parte de un plan de escape coordinado desde la cúpula de la Liga a nivel nacional.

Pacientes conforme a la estrategia, la familia Orozco Michel esperó los días de

visitas para ir componiendo la parte clave del aspecto material de lo que sería la

fuga de “El Rastro” en enero de 1976; la procesión duró semanas hasta que las

armas estuvieron listas. Dentro de su celda, “Toño” y sus compañeros de lucha,

militantes de la Liga, esperaban las piezas para irlas armando.

En partes y envueltas en plástico, al fondo de ollas de pozole y caldo de res, fueron llegando las armas al “Rastro”, y ahí las fuimos limpiando y armando, hasta que tuvimos las tres que habíamos solicitado con su respectiva dotación de parque; entonces mandamos avisar a los compañeros de afuera que ya estábamos listos, tan sólo dependía de los preparativos de los comandos que actuarían en el exterior del penal, así que ellos tenían la última palabra y nosotros sólo esperaríamos la fecha y la hora de la operación militar39.

He decidido hacer esta breve entrada sobre una operación específica que se

construye en las sombras del diario vivir. La intención es dejar abiertas una serie

de preguntas que en su constitución nos pueden dar luz sobre la forma en que

39 Antonio Orozco Michel, La fuga de Oblatos, p. 69. Es importante señalar que las fugas de La Penal de Oblatos eran una constante que ocurrieron temprano, casi desde el momento mismo de su creación. Conforme a mis investigaciones, la primer fuga de esa cárcel ocurrió el 8 de abril de 1936, a poco menos de cuatro años de haber sido inaugurada. Por esos días de abril algunas secciones de la Penitenciaría se encontraban en reparaciones. El ayuntamiento había delegado una cuadrilla de albañiles y pintores para que resanaran y pintaran ciertas áreas de la cárcel; fue en uno de los descansos de los trabajadores que aprovechó el preso Antonio Ortiz. Y es que los pintores habían dejado varias cuerdas y una gran escalera recargada precisamente en uno de los muros de la Penitenciaría. Era demasiada la tentación y Antonio Ortiz, un recluso encerrado por un homicidio cometido en Tamazula de Gordiano, ni tardo ni perezoso se trepó y se descolgó a la calle. Gran algarabía ocasionó entre los demás presos la acción del penado, pero no lo fue tanto para el Director de La Penal, el Sr. Rafael Romero G., quien se subió a una motocicleta y junto con otros oficiales salieron a recapturar al prófugo. La escena, tal vez un poco chusca, cierra con broche de oro cuando uno de los policías rurales que custodiaban el cancel por poco y lo atrapa, pero en la acción de corretear al reo una bola de perros se le abalanzaron a los pies del policía impidiéndole atrapar al presunto asesino. Lo último que se supo de él conforme a las notas de los diarios de la época fue que se perdió en la entonces profunda e incólume vegetación de “La Barranca de Oblatos”, El Informador, Guadalajara, 8 de abril de 1936.

Page 30: Los Guerrilleros de Oblatos, Jesús Zamora García, Capítulo III, Lo cotidiano como estrategia

desde la dimensión de la rutina habida en los días de visita, se pueden ir

construyendo las posibilidades de ocasionar el rompimiento de un tiempo

condicionado por el encierro, y que a la vez representa la fortaleza de todo un

aparato carcelario, férreo e inquebrantable en apariencia. Las cuestiones que

vienen a la cabeza son muy básicas, pero en sí encierran la duda sobre ese curso

que va de un plano de quietud a otro de rasgamiento. ¿Cómo desde la vida diaria,

se van construyendo las posibilidades de romper o de consumirlo de otra manera

el uso del tiempo? ¿Cómo convertir el esquema de la organización carcelaria en

una estructura a favor de los presos? ¿Cómo se construye una operación de

resistencia? ¿Cómo se rompe con los estatutos de un tiempo delineados por la

autoridad para el sometimiento? ¿Qué zonas de la cárcel estuvieron fuera del

control de los vigilantes en teoría y forma, que la posibilidad de un escape –entre

otras acciones grandes y minúsculas- fue lograda? En términos concretos, la

pregunta mayor es ¿Cómo desee la cotidianeidad se puede atenuar contra el

poder dominante? Estas son sólo algunas de las preguntas que guiarán este breve

ejercicio en el cual intento descubrir el trayecto de ascenso que va de la

cotidianeidad al rompimiento de un aparente férreo esquema de vigilancia. El

reporte de la DFS respecto a la fuga, deja claro quienes fueron los que

participaron en hecho:

Acaeció el 22 de enero de 1976, alrededor de las 19: 50 apoyados desde fuera de la prisión por comandos de la LC23 de septiembre, de entre los que se destacan Francisco Alfonso Pérez Rayón, José de Jesús Corral García, Alicia de los Ríos Merino los cuales distrajeron a los guardias de este centro penitenciario para que pudieron escaparse: José Natividad Villela Vargas Enrique Pérez Mora, alias “El Vikingo” o “El Gordo”, Miguel Héctor Ramírez, Francisco Mercado Espinoza alías “El Flaco”, “El Néstor” o “Santiago”. Armando Escalante Morales alias “El Loco”, “El Comandante Arturo” o “Jaime”. Mario Álvaro Cartagena López alias “El Guaymas” o “Gil”, y Antonio Orozco Michel, “Manuel”. Todos se incorporaron a la “Brigada Roja”40.

Con la fuga confluyeron una serie de acciones en las que sobresale la utilización

de los espacios tomados por los presos en el mismo sistema penitenciario. Aquel

permiso original, conseguido por la fuerza en 1974 por los presos para que

40 Archivo General de la Nación, galería 1, fondo DFS, Exp. 11/-235-76, H88, L35, “Fuga de guerrilleros de un penal de alta seguridad en Guadalajara Jalisco”; revisado el 17 de octubre del 2007.

Page 31: Los Guerrilleros de Oblatos, Jesús Zamora García, Capítulo III, Lo cotidiano como estrategia

trabajaran haciendo artesanías terminó siendo la manera de formar un fondo de

dinero para ya estando fuera, poder continuar con la huida. Aunque aún falta

precisar en una crítica de fuentes, que tan cierta es la información dispuesta en

estas fichas de la DFS, puesto que las versiones que se tiene de este hecho indica

que el comando que preparó o ejecutó la acción de la fuga desde el exterior, no

estuvo conformado por los guerrilleros que se señalan en el documento. Al

respecto de los que se preparaba en el interior, Antonio Orozco dice:

Nos repartimos el pequeño fondo de dinero que teníamos como producto de la venta de artesanías, del que nos tocó a cada quien poco más de 500 pesos, y más tarde dimos un repaso detallado a los cuatro pasos en que consistía básicamente el plan de la acción41.

Salir de Oblatos era sólo el primer paso de la fuga, quizás el más peligroso, pues

en ello se jugaron la vida quienes optaron por ese recurso. En contra de ellos, se

activó gran parte del aparato policíaco del Estado de Jalisco, con la intención de

que en la recaptura, se ordenara un poco la impresión de ingobernabilidad dejada

en la penitenciaría, luego de la fuga. No era para menos, detrás de ellos habían

dejado a tres policías muertos, y la activación de una de las más espectaculares

reacciones de persecución, de las que se tenga memoria en la vida penitenciaria

de la ciudad. Los diarios daban cuenta de ello.

Los evadidos y sus cómplices se dieron a la fuga, luego de haber causado la muerte a balazos a los policías Francisco Camarillo Cortés y Trinidad Rodríguez Bañuelos, falleciendo dos horas después el sargento Juan Macías Díaz. Hasta los primeros minutos de hoy se debatía entre la vida y la muerte el preventivo lesionado, Juan Carmona Castellanos. Un impresionante despliegue de elementos policíacos de todos los cuerpos citadinos, además de efectivos del ejército, iniciaron de inmediato una tenaz búsqueda de los delincuentes, a quienes al parecer se les había localizado a la altura de la glorieta “El Álamo”, sobre la carretera a Chapala, pero hasta el momento se ignoran los resultados obtenidos. La evasión estuvo perfectamente planeada y se logró mediante una horadación en uno de los muros para ganar al garitón número nueve, el que estaba custodiado por un solo policía, el que fue asesinado en el acto. Del garitón los delincuentes tendieron una cuerda y por ella se deslizaron hacia la calle, mientras que sus cómplices mantenían a raya, a fuego cruzado, a la guardia del penal, que hizo todo lo posible por evitar la fuga. En esos momentos hizo alto un camión de la sección ocho en la esquina sureste del penal y allí descendió un grupo aproximado de diez individuos armados, los que de súbito abrieron fuego contra los guardias que a bordo de un vehículo policíaco estaban apostados en el crucero. Se informó que

41 Antonio Orozco Michel, op. cit., p. 82.

Page 32: Los Guerrilleros de Oblatos, Jesús Zamora García, Capítulo III, Lo cotidiano como estrategia

algunos de los miembros del cuerpo de la guardia van a ser sometidos a interrogatorios, ya que se cree que los delincuentes contaron con alguna ayuda de parte de los custodios42.

La versión que recoge este periódico logra un trazo muy general de la acción que

ocurrió al exterior, en el momento mismo de los hechos. La acción de los

militantes de La Liga expuso una red de organización secreta cuya lógica fue

determinada por los vacíos del modelo carcelario, los defectos organizativos del

sistema de vigilancia, y también el propósito abierto de la guerrilla tanto en el

interior como en el exterior, por “abrir” a Oblatos. Abrir la cárcel, -“El Rastro” sobre

todo- implicó una preparación de muchos meses. No sólo se pensó dentro de

Oblatos por sus ejecutores, sino que fue organizada en el exterior por los

compañeros de los fugados, todos ellos de la Liga Comunista 23 de Septiembre.

Este simple hecho habla de una cohesión en el movimiento guerrillero, al menos

en los que concernía a uno de los grupos. La fuga de Oblatos fue la compró la

ineficacia de un sistema de vigilancia laxo que no reparó en el funcionamiento de

sus mecanismos operativos, que falló en la cobertura de estudio y prevención de

la principal aspiración que todo preso lleva al ingresar a la cárcel: recuperar su

libertad.

Es aspiración constante, reiterada e incansable de todo interno –y es natural que así suceda-, desear la libertad. Aquí se presentan dos posibilidades, una durante el proceso y una durante el tiempo de sentencia. Con frecuencia la inquietud es mayor durante el proceso –y esto lo deben tener muy en cuenta los vigilantes-, que en la sentencia, porque es más duro el planteamiento psicológico que produce la incertidumbre del proceso que la cruda realidad que ofrece la sentencia (…) Las fugas se pueden realizar de las siguientes formas:

a).- Brincando los muros de la institución.

b).- Construyendo túneles.

c).- Por las vías naturales de acceso a la institución.

d).- Por medios excepcionales43.

42 El Informador, “Tres policías muertos en la Fuga de seis peligrosos reos del penal”, Guadalajara, 23 de enero de 1976.43Antonio Sánchez Galindo, Manual de conocimientos básicos de personal penitenciario, Toluca, Ediciones Gobierno del Estado de México Dirección de Gobernación, 1974, p. 59.

Page 33: Los Guerrilleros de Oblatos, Jesús Zamora García, Capítulo III, Lo cotidiano como estrategia

Los incisos a y d son los que corresponden a la fuga de enero de 1976. Sobre

todo por los efectos que desató para La Penitenciaría y para el mismo movimiento

guerrillero el hecho de que varios de sus militantes hubieran podido evadirse del

sistema penal; referidos a los incisos que menciono, el mismo Sánchez Galindo

afirma:

En el primer de los casos el sujeto provoca una violencia y una conmoción total que puede afectar a toda la psicología de la institución. Con frecuencia sucede con sogas naturales o elaboradas con pertenencias o prendas que se ponen al alcance del interno (uniformes, sabanas, etc.); También pueden llevarse a cabo atacando, en grupo, a alguna de las torres de vigilancia para posesionarse de las armas que utilizan los vigilantes destinados en estos puntos y para tomar a ellos mismos como rehenes –recuérdese que en estos lugares sí deben estar armados los custodios (…) Por esta situación las propias torres deben tener diversos pasos o trampas mecánicas, antes de que se pueda llegar a su parte superior44.

Los militantes de la Liga Comunista 23 de Septiembre rompieron con los principios

preventivos señalados por Sánchez Galindo. Elaboraron sus propias sogas para

escalar con material que les sobraba para elaborar sus rebozos y chalinas,45 y a la

vez cavaron un pasadizo en unos de los torreones que les permitió salir a la luz,

no sin antes enfrentar y asesinar a los guardias que custodiaban esa zona de

Oblatos. La fuga misma da cuenta de un estado de tensión entre las fuerzas

armadas y el estado policíaco que trabaja para impedir los movimientos de la

guerrilla. Con 1976, y con la fuga, se puede hablar de una situación de lucha, en la

cual el Estado mexicano quedaba vulnerado en lo que respectaba a su sistema de

contención y vigilancia. Es importante destacar aquí a la fuga como una incursión

de la guerrilla en un terreno considerado impenetrable. Vulnerar ese espacio

rompió un esquema de autoridad que el Estado trató de recuperar lo más pronto

posible, recurriendo a la acción fulminante de la recaptura. Los expedientes de las

semanas subsecuentes al hecho hablan de una celeridad, y ésta a su vez habla

de la necesidad del sistema penitenciario por recuperar su posición. Ya para el 10

de marzo de 1976, un poco más de 45 días después de la fuga, se manejaba un

reporte en el cual se detallaba la manera en que fue ejecutada la acción,

44 Ídem, p.6045

Page 34: Los Guerrilleros de Oblatos, Jesús Zamora García, Capítulo III, Lo cotidiano como estrategia

señalando a quienes habían intervenido en la operación, tanto desde el interior de

Oblatos, como desde el exterior.

Esta acción fue planeada por la Brigada Roja a través de su líder, David Jiménez Sarmiento junto con sus compañeros entonces reclusos, a través de un miembro denominado “Sergio”, el cual fungió como enlace entre ambos equipos. En esa operación murieron tres policías. Tan pronto como éste es ubicado, comienzan a buscarlo en la ciudad de Guadalajara. La operación inició su planeación en 1975, las armas fueron proporcionadas por miembros de la organización, pero aún se desconoce quien las introdujo al penal. Para realizar con éxito esta operación se formaron tres comandos. El primero formado por David Jiménez Sarmiento (La voz de mando), el cual llevó el sobrenombre de “Ramiro” o “Sergio”. Encargado de la parte de la contención de la parte exterior del reclusorio. El segundo lo constituyó Francisco Alfonso Pérez alias “La Papa”. Alicia de los Ríos Merino alias “Aída”. Así como Luis Miguel Corral García, el cual tenía como función apoyar a los fugados y conducirlos al transporte que garantiza su fuga. El tercer y último estuvo compuesto por Andrés, José y Raúl encargados de suspender la energía eléctrica de la sub-estación de la comisión federal de electricidad ubicada cerca del penal de Guadalajara46.

Como lo decía al principio, ante una crítica de fuentes es difícil que se sostengan

las averiguaciones de la DFS, puesto que en esta nueva versión de los hechos,

los militantes señalados al principio de las averiguaciones, ya cambiaron. Por otro

lado, las posiciones de los involucrados en el exterior permiten hacernos una idea

de la manera en que se dispuso la operación. La ejecución, llevada a cabo en la

esquina sur-poniente de Oblatos, es decir en las calles de Gómez de Mendiola y la

calle 58, nos colocan en la conclusión de un proceso cuyo cometido era revigorizar

las fuerzas del grupo armado, esto en tanto se reintegraran a la lucha aquéllos que

se estaban fugando aquel 22 de enero de 1976.

Juan José Acuña Robledo, otro de los agentes que se encontraba de servicio en esa esquina, manifestó que el tiroteo se inició cuando una pareja de jóvenes, que iban abrazados simulando ser novios, se acercó a los policías sin que estos sospecharan nada de ellos. De pronto, el joven empujó a la muchacha hacia un lado y con una pistola empezó a disparar sobre los policías, matando a Francisco camarillo Cortés y lesionando al sargento Juan Macías Díaz y al propio Juan Carmona Castellanos. (…) ayer en la mañana al Juez Primero de lo Criminal, quien inicio la averiguación penal correspondiente en contra de los seis delincuentes que escaparon del penal y de quien más resulte responsable, por los delitos de homicidio, lesiones, daño en propiedad ajena, robo, ya que despojaron a los policías de sus armas, evasión de presos y pandillerismo. Ayer en la mañana,

46 Archivo General de la Nación, galería 1, fondo DFS, AGN, Exp. DFS, 76/03/10, 11-235.76,L/F776-77. “Fuga de guerrilleros”, 17 de octubre del año 2007.

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con la presencia del sub-procurador de Justicia en el Estado, Lic. Jorge Rojas Ruiz, del jefe de la policía Judicial, Lic. Daniel Hugo Ramírez Díaz, y su actuario, el Juez Primero Panal, Lic. Alfredo Luna Márquez, practicó la inspección judicial correspondiente en la que fuera la celda de Enrique Pérez Mora “El Tenebras”. Se localizó en la misma una barreta de fierro que fue utilizada para la excavación, lo que deja ver la nula vigilancia que existe en el interior de la penitenciaría, pues si en la sección más peligrosa de la misma como lo es “El Rastro”, los detenidos pueden tener esa clase de objetos y hasta armas de fuego, que puede esperarse de los demás departamentos47.

Este último señalamiento, en el cual se pone de relieve la “nula vigilancia” en que

se encontraba “El Rastro” al momento de la fuga, es desmentido por Antonio

Orozco Michel; él cuenta que la construcción de la operación fue muy complicada,

y que incluso, estuvo a punto de ser abortada en varias ocasiones. Me parece

importante remitir al lector la explicación previa de la vida cotidiana en la

penitenciaría sólo para recordar la manera compleja en que se tejían las

relaciones entre los mismos guerrilleros, y como la distribución de los espacios, y

de las posibilidades de movimiento eran muy limitadas. A pesar de la relajación del

sistema de vigilancia, dadas las condiciones de sobrepoblación, y de las mismas

fracturas habidas en el modelo carcelario por su situación de decadencia,

acompañado por la corrupción, al parecer no era fácil movilizar un plan conjunto,

que involucraba a varios individuos a la vez, los cuales operaban tanto dentro

como fuera de la Penitenciaría. El temor era constante, y dada la envergadura del

proyecto de escape, sin duda lo que se estaba exponiendo con esa acción era la

vida misma. El miedo a ser descubiertos era constante. Aquí se ratifica que a

pesar de las redes de desplazamiento logradas desde la vida cotidiana, no eran

del todo seguras para actuar con la soltura que se pudiera suponer.

Eran días y noches de mucha tensión, en las que prácticamente no dormía. Una de esas noches que me quede dormido, casi al amanecer y ese día la guardia de celadores encargados de hacer la revisión entraron corriendo y dando gritos sólo con el propósito de “darnos carrilla”, ya que era el turno de celadores con quienes teníamos más fricciones, desperté sobresaltado pensando que se había descubierto el agujero. Sin más, corrí al baño y corté las cuerdas de la bolsa donde estaban las armas y éstas se fueron al fondo del hueco. Cuando me di cuenta de que sólo era la revisión de rutina, sentí que me hundía en el piso, ¡había perdido las armas por una falsa alarma!48

47 El Informador, “No hay pistas de los seis que se evadieron del penal”, Guadalajara, 24 de enero de 1976.48 Antonio Orozco Michel, op. cit, p. 75.

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Este tipo de errores llevó a confirmar a los militantes de la Liga que la operación

de la fuga debía ser llevada a cabo por tan sólo un grupo de miembros de esa

organización, la cual debía dosificar la información de lo que se estaba preparado.

A un mayor número de involucrados, se prestaba un mayor número de

posibilidades de ser descubiertos. La movilización del secreto resultó de una serie

de fuerzas actuando en una sola dirección, pero que a la vez no eran abiertas para

todos los guerrilleros. De ahí que se pueda hablar de una compartimentación de la

información que corría por las celdas de Oblatos. Sólo unos cuantos sabían del

plan de fuga: la compartimentación de la clandestinidad. Esto devela la certeza de

pensar la clandestinidad en Oblatos, como un escenario fragmentado por las

formas particulares que cada uno de los grupos tenía para metodizar la condición

de sus conexiones con el exterior. Cada organización tenía su modo de

experimentar y de vivir la clandestinidad. De ahí que se evitaron los cruces entre

militantes de los diferentes grupos armados, para no alterar el curso de los planes.

En el caso de la fuga, los miembros de la Liga, les ocultaron a los demás

guerrilleros lo que se estaba cocinando en tanto en el exterior como en el interior

de Oblatos. Orozco Michel continúa contando cómo es que las armas que se le

cayeron fueron a dar a la celda de un militante de las Fuerzas Revolucionarias

Armadas del Pueblo (FRAP), y de cómo evitó contarle la verdad de lo que

buscaba.

Andrés Meza Arias –de las FRAP- ocupaba la celda debajo de la mía, donde habían ido a parar las armas. Así que le comenté que se me habían caído unos documentos de la Liga que tenia “clavados” y que necesitaba que me diera “chanza” de perforar el muro de su baño para recuperarlos y yo se lo volvía a dejar resanado y pintado en no más de una hora. El compa accedió de inmediato y me dejó solo en el baño de su celda, no sin antes sugerirme: “por ahí te fijas si entre baño y baño (es decir el contiguo al suyo en la planta baja) existe reforzamiento de la muralla.” Ellos, al igual que nosotros, estaban en lo mismo, con respecto a la salida de ese lugar. (…) no me tardé más de una hora, y con lo que constituía nuestra “potente herramienta” (un desarmador plano), perforé el muro49.

En su libro, Orozco Michel no habla sobre la existencia de un nexo entre

guerrilleros y custodios para la evasión; sin embargo, las autoridades empezaron a

manejar esa hipótesis, como una forma de explicarse el despliegue del plan.

49Ídem, p. 77.

Page 37: Los Guerrilleros de Oblatos, Jesús Zamora García, Capítulo III, Lo cotidiano como estrategia

Hábilmente la administración empezó a verter esas tesis en los diarios, llegando al

punto de impulsar la idea de un contubernio entre guerrilleros y vigilantes. El

manejo de ese argumento generó una noticia sobre la noticia, consistente en

apuntar las sospechas de la fuga, ya no a una operación conjunta de una fuerza

guerrillera, sino a la deslealtad administrativa de los encargados de la vigilancia de

los presos políticos en Oblatos.

La procuraduría de Justicia tomó cartas en el asunto y se estudiaba ahí sobre la presunta responsabilidad del alcalde en turno, Rafael Gómez Jiménez y los celadores Bernabé Velasco Navarro, Salvador Nolasco Nolasco, y Federico Avalos Campaña, quienes pueden ser consignados de un momento a otro por el delito de evasión de presos50.

Es interesante abundar en el señalamiento del que se habla en el periódico sobre

la situación de permisividad que había en Oblatos, y de cómo es posible que todo

–corrupción, desdén, estrategias de los guerrilleros- confluyera en un gran “orden”

que hizo posible que desde la vida cotidiana se fraguara la fuga. Hipotéticamente

se puede sugerir, que señalar a los propios celadores como los causantes de la

fuga, buscaba obtener un efecto que en si mismo cifrara que esa acción, hubiera

sido imposible sin la ayuda de los encargados del control de la cárcel. Con ello, el

propósito era mantener la idea de un movimiento guerrillero sin fuerza, incapaz de

operar con sus propios medios. Aún con ese hipotético manejo de la noticia en los

medios, aparecen en las notas periodísticas de aquellos años, aseveraciones que

hoy día han sido desmentidas en la explicación que hace el mismo Antonio

Orozco. Yendo a uno de los fragmentos de las notas de aquel año, se lee:

Se dijo que en la celda del “Tenebras” además de la barreta de fierro fue localizada una pistola nueva calibre nueve milímetros, y se investiga ahora sobre la forma en que dicha arma y las que los prófugos iban disparando en su huida, llegaron hasta ese lugar que supuestamente estaba vigilado en forma estricta. Lo declarado por los celadores, el alcalde y los policías no se dio a conocer para no interferir el curso de las averiguaciones51.

Conforme a la explicación de Orozco Michel, sólo hubo dos pistolas en la

operación; las mismas fueron utilizadas en el ataque a los guardias de los

50 El Informador, “No hay pistas de los seis que se evadieron del penal”, 24 de enero de 1976.51 El Informador, “Declaran rurales sobre la fuga de la penitenciaria”, 25 de enero de 1976.

Page 38: Los Guerrilleros de Oblatos, Jesús Zamora García, Capítulo III, Lo cotidiano como estrategia

garitones. En ese marco, la presencia de esa pistola calibre 9 milímetros no tiene

sentido. A menos de que lo busquemos en otro ángulo: el propósito de inculpar ya

sea a los trabajadores de la administración, o incluso, a otros reos dada la

consigna de represión que se vino contra los guerrilleros que continuaban en “El

Rastro”, y que debieron pagar por la osadía de sus compañeros de causa, siendo

el corte de suministro del agua, la primer gran represalia de la administración de

Oblatos, contra ese sector.

Yo sé que si las hubo, los metieron a un régimen de represión y de control muy estricto. No los dejaban pasar ni agua. De hecho, se quedaron sin agua unos días después de la fuga. Les quitaron sus trabajos, nada entraba, la familia hostigada. Pasando el tiempo parece que les volvieron a autorizar el trabajo52.

En tanto, las investigaciones de la manera en que se dio la fuga, continuaban

siendo ventiladas en los diarios de la ciudad, con un añadido: un toque alarmista

que incluía la idea de que con la fuga estaba a punto de desatarse un

pandemónium guerrillero en la ciudad.

Se informó que la persona que se encargó de proporcionar a los ahora prófugos el hilo con el que elaboraron las cuerdas para escapar, se encuentra ya detenida. No se dio a conocer el nombre ni el de las otras que de una u otra forma han sido retenidas para que aporten datos para la averiguación. (…) La pistola que se encontró en la celda de “El Tenebras”, localizada junto a una barreta de fierro cuando el Juez primero penal hizo la inspección fue comprada en Estados Unidos y su propietario la había registrado en el país. (…) Por otra parte se extremará la vigilancia en la ciudad pues se teme que haya disturbios debido a que hace dos años fue encontrado muerto en la carretera a Zapotlanejo Jorge Meléndez Luevanos o Luis Meléndez Delgado, “El Tiburón”, quien pereció al explotarle una bomba que preparaba. El año pasado se registraron el SLP atentados dinamiteros que costaron la vida a cinco personas y los autores de los mismos, según informó la policía, indicaron posteriormente que habían sido por la muerte del “Tiburón53.

52 Entrevista con Antonio Orozco Michel, citada.53 El Informador, “Detenido el que pasó hilo a los prófugos del penal”, 27 de enero 1976. Respecto a la nota de las posibles acciones con bombas, sin duda es una amenaza que desencaja con la fuga de militantes de la Liga Comunista 23 de Septiembre, pues las organizaciones involucradas tenían diferentes estrategias de lucha. Es muy extraño el supuesto temor de los posibles atentados en memoria de “El Tiburón”, ya que este era de la Unión del Pueblo, no de la Liga, destacando que la Liga estaba en contra de los bombazos precisamente por los accidentes, y por que esas acciones reforzaban la acción represora del Estado.

Page 39: Los Guerrilleros de Oblatos, Jesús Zamora García, Capítulo III, Lo cotidiano como estrategia

El mismo día de la fuga, el Sr. León, a quien ya refería antes respecto al secuestro

de Anthony Duncan Williams, recuerda haber estado cerca de la balacera aquel 22

de enero de 1976:

A nosotros nos pasaron de “El Rastro” a la población en general durante la navidad de 1975. En enero es que ocurre la fuga. Recuerdo que recién salíamos del cine cuando empezamos a escuchar una fuerte balacera. Fueron muchos los balazos que sonaron, y de repente: nada. Todo quedo en silencio. Mi compañero y yo nos escondimos detrás de una palmera junto a la fábrica de pelotas. Ahí estábamos callados, quietos. De repente entraron como unas diez o veinte personas vestidas de civil, entraron corriendo por un pasillo de acceso a “El Rastro”, todos iban bien armados. Enseguida se dejó venir todo el personal de vigilancia en dirección del cine, y a todos lo que iban saliendo de inmediato los dirigieron a sus celdas, igual, nosotros nos fuimos a la nuestra54.

La fuga de “El Rastro”, fue una acción que descubrió la vulnerabilidad de los

marcos de vigilancia impuestos en la cárcel. Más allá de esa apreciación, el hecho

pone en relieve la manera en que las redes de clandestinidad operaban dentro de

Oblatos. Es preciso decir que si al inicio de este capítulo he mencionado a la

clandestinidad como un sub-producto entre la cotidianeidad y el ejercicio

disciplinario, también esa clandestinidad tiene sus características. En primer lugar

hay que hacer notar que los resquicios a los que he llamado clandestinidad a lo

largo de este texto, no eran un elemento sobre el cual todos los militantes de los

grupos armados se abrieron para deslizarse. En términos concretos, la zona de

clandestinidad en la cual se preparó la fuga de 1976 no era abierta para todos los

grupos.

La misma operación de los seis militantes de la Liga, era desconocida para

la mayoría de los militantes de los demás grupos. La acción devela como cada

grupo ejerció dentro de La Penal, sus propios métodos de sobrevivencia en lo que

respecta al accionar que los conectaba con el exterior. No hay -hasta donde he

averiguado- un plano común de desplazamiento dentro de la clandestinidad

construida en Oblatos. Esto se puede explicar en tanto los movimientos de alto

riesgo, como el implicado en la fuga misma, obligaban a sus autores a mantenerlo

en total silencio. Es de ahí que se debe pensar la clandestinidad como un plano

que se constituyó de varias dimensiones. Las más identificables tienen que ver

con situaciones de constancia: permisos para trabajar, posibilidad de realizar

54 Entrevista con el “Sr. León”, citada.

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lecturas y desarrollar grupos de estudio en los que se involucraban militantes de

las diferentes organizaciones.

Otra forma de clandestinidad es a la que pertenecen formas de acción

menos identificables, logradas en el instante y sujetas a la casualidad. Hablo de

una dimensión de la clandestinidad que se resolvía en el avance de los eventos;

ahí donde no cabía la anticipación y los cursos que se abrían eran efímeros y se

cerraban al tiempo mismo en que se abrían para lograr el acomodo de una

necesidad fortuita. La fuga de Oblatos deja manifiesta esa ruta de la cual hablé al

inicio del capítulo, en la cual pretendo demostrar que, paralela a la vida de la

vigilancia y de la disciplina que permitía la acción ilegal de la tortura en el afán de

moldear a los cuerpos, subsistía también ese canal de las formas prohibidas

alcanzadas en el secreto. En el caso de la fuga hay que destacar la importancia no

sólo de la estructura clandestina dentro de Oblatos, sino la manera en que esta

conectaba en el exterior. Es decir, que al abordar el tema de la fuga, se esta

hablando de la colindancia habida entre la estructura clandestina de la cárcel y sus

conexiones con el movimiento guerrillero que operaba en el exterior. El asunto de

la fuga nos permite ver dos dimensiones de acción de la guerrilla en Guadalajara.

Es en el punto intermedio de las conexiones lo que resulta importante intentar

desentrañar.

Esta conexión incluye un diálogo y una dirección. El diálogo es secreto, una

forma silenciosa que tuvo la Liga Comunista para vulnerar el sistema de vigilancia

de Oblatos, y en términos más concretos que simbólicos, penetrar a Oblatos de

manera sigilosa y ejecutar una acción que fue operada desde los planos externo e

interno. La fuga implicó una presencia, una vulneración: la violación al sistema

penitenciario. El proceso de la conjunción entre la guerrilla en el exterior, y la que

estaba recluida en Oblatos, revela en sí, una serie de intercambios de información

como una de las diversas formas de ejerce un poder. El intercambio mismo de la

información para preparar la acción, el involucramiento de los comandos, el

cuidado de mantener el secreto, la justificación del cometido de la fuga como parte

de la consolidación de la lucha revolucionaria, nos habla de un momento en que el

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músculo ideológico de la Liga, mantenía hacia 1976, un grado de potencia

destacable.

La fuga de Oblatos, es una de las acciones más emblemáticas de lo que fue

el movimiento guerrillero en Guadalajara. No sólo en lo que concierne al hecho de

que seis militantes de uno de los grupos armados hayan alcanzado su libertad,

sino que representó un momento en que el sistema carcelario -y en buena medida,

el Estado que lo produce- resultó vulnerado. Luego de la fuga de 1976 y sus

efectos extendidos en tanto duró la persecución y la captura de algunos de los

prófugos, -como el caso de Mario Álvaro Cartagena, “El Guaymas”55- incluyendo la

desaparición de uno de ellos: Armando Escalante Morales56. No pasaría más de

un año para que los guerrilleros volvieran a ser parte de un nuevo evento con el

cual, se anticipaba el derrumbe práctico de la Penitenciaría de Oblatos en

términos materiales: los motines del 10 de octubre de 1977.

55 Carlos Marín, “Hermetismo sobre el tiroteo con activistas”, en Proceso, núm. 75, 8 de abril de 1978; el artículo habla sobre la detención de “EL Guaymas” en la cual lo asocian con las FRAP. Éste había sido herido durante un tiroteo con la policía cuando se intentó el secuestro de Roberto Martínez Vara López Portillo, en la colonia Del Valle. En el hospital socorristas, enfermeras y agentes del Ministerio Público afirmaron que: un grupo de agentes armados con metralletas llegaron al nosocomio y por la fuerza se llevaron al hombre quien salió gritando que "soy de la Liga 23 de Septiembre". Se supo que el herido está en el Hospital Central Militar y que se trata de Mario Álvaro Cartagena López, apodado "El Guaymas", conocido miembro del Frente Revolucionario Armado del Pueblo, de Guadalajara, autor de secuestros y matanzas de policías. Fue detenido en la capital tapatía y escapó de la prisión de Oblatos en enero de 1976.56 Expediente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos: CNDH/PDS/90/SIN/C0076.000, Caso del Señor Escalante Morales Armando (a) “Jaime”, “Arturo”, “El Loco Escalente” o “El Comandante Escalante” Liga Comunista 23 de Septiembre”. En las conclusiones del ese expediente se anota que en mayo de 1975: “Armando Escalante Morales fue detenido por elementos de la Dirección Federal de Seguridad en coordinación con agentes de la Procuraduría General de la República y se puso a disposición de la autoridad competente, se inició averiguación previa en su contra, y una vez consignada se le dejó en calidad de detenido en el Penal de Oblatos a disposición del Juez Cuarto de Distrito en el estado de Jalisco, para que se le instruyera el Juicio correspondiente; posteriormente, el 22 de enero de 1976 se fugó del penal mencionado en compañía de otros miembros de la Liga Comunista "23 de Septiembre"; lo que resulta ser un impedimento para que, hasta el momento, se pueda ubicar el paradero del señor Armando Escalante Morales y por esa razón se procederá en términos de lo dispuesto en el artículo 31 de la ley de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, así como en la fracción II del artículo 123, en relación con el último párrafo del 108 de su reglamento Interno; y en caso de que se reciba información o documentación posterior a la conclusión del presente asunto, se atenderá al contenido del numeral 103, del último ordenamiento legal en cita”. La composición del expediente se realizó en el año 2001; Escalante Morales fue detenido a fines de mayo de 1975 junto a Irma Susana Cevallos Contreras (a) “Alicia” cuando se enfrentaron a balazos con la policía en un restaurante ubicado en Tolsá y Miguel Blanco en Guadalajara. “Alicia” terminó en la Cárcel de Mujeres de La Penal de Oblatos. El Informador, Guadalajara, 6 de junio del año 1975.

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