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I INTRODUCCIÓN: LA GEOGRAFÍA DEL VERDE URBANO ESPAÑOL D ENTRO del proceso de crecimiento de las ciudades españolas tiene sumo interés geográfico la incor- poración del arbolado urbano y los espacios verdes, cu- yo significado, uso, formalización e integración paisa- jística cambian sustancialmente con el paso del tiempo (SICA, 1981). Antes del siglo XIX pocas ciudades po- seían verdaderos jardines artísticos, aunque la mayoría estaban bien provistas de elementos vegetales de otra naturaleza, en su recinto o contornos: retazos de anti- guos bosques, terrenos productivos o recreativos como los huertos eclesiásticos y jardines conventuales o aris- tocráticos, aseguraban la aireación (POBLETE y TOMÉ, 1998). También los patios contrarrestaban la densidad de la masa edificada en las poblaciones del sur, que, co- mo las demás, solían tener una extensión reducida y es- taban envueltas con cinturones de huertos. Durante el Antiguo Régimen los primeros paseos arbolados fueron las alamedas, renacentistas y sobre todo ilustradas, inte- Ería, 78-79 (2009), págs. 69-95 SERGIO TOMÉ FERNÁNDEZ* Y GUILLERMO MORALES MATOS** * Universidad de Oviedo ** Universidad Carlos III de Madrid Los espacios verdes en las ciudades y villas de Asturias RESUMEN Se explica la evolución geográfica de las ciudades en Asturias desde la perspectiva de las áreas verdes, es decir a través del proceso de incorporación urbana de parques, jardines, paseos y plazas arbo- ladas. La finalidad es comprender los cambios en el significado del verde, su planteamiento y materialización tipológica, así como su inte- gración diversa en las formas del paisaje. Desde el pasado a la actuali- dad, la exploración comienza con los jardines históricos y concluye en los espacios naturales de la ciudad posfordista. RÉSUMÉ Les espaces verts dans les villes et les bourgs asturiens.- Explica- tion de l'évolution géographique des villes dans la région des Asturias en adoptant la perspectiva des espaces verts, c'est-à-dire, à travers le processus d'incorporation de parcs, de jardins, d'allées et de places plantées d'arbres. La finalité en est la comprèhension des changements dans la signification du vert, sa problèmatisation et sa matèrialisation typologique, ainsi que son integration diversifiée dans les formes du paysage. Du passé à la actualitè, l'exploration commence avec les jar- dins historiques et finit sur les espaces naturels de la ville postfordiste. ABSTRACT Green spaces in the cities and boroughs of Asturias.- The geo- graphical evolution of the cities in the region of Asturias can be ex- plained from the perspective of the green spaces. That is to say, through the process of the incorporation of parks, gardens, tree-lined avenues and squares. The aim is to understand the changes in the mea- ning of green spaces, its approach and morphologic materialization as well as its diverse integration in different landscapes. From the past up to the present, the exploration starts with the historical gardens and fi- nishes in the natural spaces of the postfordist city. Palabras clave / Mots clé / Key words Verde urbano, medio ambiente urbano, historia urbana. Vert urbain, environnement urbain, histoire urbaine. Green urban, urban environment, urban history.

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IINTRODUCCIÓN: LA GEOGRAFÍA DEL VERDE

URBANO ESPAÑOL

D ENTRO del proceso de crecimiento de las ciudadesespañolas tiene sumo interés geográfico la incor-

poración del arbolado urbano y los espacios verdes, cu-yo significado, uso, formalización e integración paisa-jística cambian sustancialmente con el paso del tiempo(SICA, 1981). Antes del siglo XIX pocas ciudades po-seían verdaderos jardines artísticos, aunque la mayoría

estaban bien provistas de elementos vegetales de otranaturaleza, en su recinto o contornos: retazos de anti-guos bosques, terrenos productivos o recreativos comolos huertos eclesiásticos y jardines conventuales o aris-tocráticos, aseguraban la aireación (POBLETE y TOMÉ,1998). También los patios contrarrestaban la densidadde la masa edificada en las poblaciones del sur, que, co-mo las demás, solían tener una extensión reducida y es-taban envueltas con cinturones de huertos. Durante elAntiguo Régimen los primeros paseos arbolados fueronlas alamedas, renacentistas y sobre todo ilustradas, inte-

Ería, 78-79 (2009), págs. 69-95

SERGIO TOMÉ FERNÁNDEZ* Y GUILLERMO MORALES MATOS*** Universidad de Oviedo

** Universidad Carlos III de Madrid

Los espacios verdes en las ciudades y villas de Asturias

RESUMEN

Se explica la evolución geográfica de las ciudades en Asturiasdesde la perspectiva de las áreas verdes, es decir a través del procesode incorporación urbana de parques, jardines, paseos y plazas arbo-ladas. La finalidad es comprender los cambios en el significado delverde, su planteamiento y materialización tipológica, así como su inte-gración diversa en las formas del paisaje. Desde el pasado a la actuali-dad, la exploración comienza con los jardines históricos y concluye enlos espacios naturales de la ciudad posfordista.

RÉSUMÉ

Les espaces verts dans les villes et les bourgs asturiens.- Explica-tion de l'évolution géographique des villes dans la région des Asturiasen adoptant la perspectiva des espaces verts, c'est-à-dire, à travers leprocessus d'incorporation de parcs, de jardins, d'allées et de placesplantées d'arbres. La finalité en est la comprèhension des changementsdans la signification du vert, sa problèmatisation et sa matèrialisationtypologique, ainsi que son integration diversifiée dans les formes du

paysage. Du passé à la actualitè, l'exploration commence avec les jar-dins historiques et finit sur les espaces naturels de la ville postfordiste.

ABSTRACT

Green spaces in the cities and boroughs of Asturias.- The geo-graphical evolution of the cities in the region of Asturias can be ex-plained from the perspective of the green spaces. That is to say,through the process of the incorporation of parks, gardens, tree-linedavenues and squares. The aim is to understand the changes in the mea-ning of green spaces, its approach and morphologic materialization aswell as its diverse integration in different landscapes. From the past upto the present, the exploration starts with the historical gardens and fi-nishes in the natural spaces of the postfordist city.

Palabras clave / Mots clé / Key words

Verde urbano, medio ambiente urbano, historia urbana.

Vert urbain, environnement urbain, histoire urbaine.

Green urban, urban environment, urban history.

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riores a la trama (Sevilla) o más comúnmente situadasextramuros, sobre los caminos, como en Santander.

Sólo en el Mil Ochocientos las plantas van colo-nizando de forma más generalizada las vías y lugarespúblicos, por ser consideradas imprescindibles para lamejora de la salud pública, necesarias al ornato y conve-nientes para el ocio y relación burgueses. La reforma in-terior de los cascos ayuda a sembrar el verde en el tejidohistórico, cuando se derriben fortificaciones o se abranclaros sobre las propiedades del clero. Pero será en losEnsanches donde el ambientalismo consiga mejoresresultados, al insertar arbolado de alineación en la redarterial o acompañando a los bulevares, y disponer jar-dines integrados en novedosos espacios públicos (MAS,1999). Al universalizarse, la naturalización dio lugar aproductos urbanísticos cada vez más complejos y de for-mulación más diversa, como recogen sus denominacio-nes singulares. Según la situación, origen y tamaño, lastrazas y elementos, resultan ser salones, paseos, par-ques, o bien explanadas, espolones o malecones. Lairrupción a fin de siglo del modelo ciudad-jardín, aplica-do selectivamente en los núcleos balnearios de la altasociedad, proporcionó otros escenarios donde las planta-ciones vegetales, recluidas en fincas particulares o dan-do vida a sitios de relación, resultarían un elemento defuerte peso espacial (QUIRÓS, 2009).

El primer tercio del 1900 vino marcado por procesosexpansivos que dieron lugar a la formación de los ex-trarradios, donde se utilizó la morfología de vivienda in-dividual (emparejada, en hilera o grupo), con huerto ojardín, en sentido socialmente descendente (BAYLEY,1978). Para clases medias o medias altas proliferaronlos hotelitos, reunidos en asentamientos del tipo ciudad-jardín con acentuada componente naturalista, en La Co-ruña, Las Palmas de Gran Canaria y muchas otras po-blaciones (MORALES MATOS, 1995). Desde 1911 hastalos años veinte, las Leyes de Casas Baratas democrati-zan un tanto aquel tipo residencial al hacerlo asequible aempleados y muy secundariamente obreros, de maneraque las periferias ocupadas entonces eran en gran medi-da áreas de baja densidad, más o menos profusamentearboladas. Enseguida habrá una ruptura con esos mode-los, en tiempos coincidentes con la II República, cuandola influencia del Movimiento Moderno haga preferibleslos bloques seriados y los cuarteles de edificación abier-ta, envueltos en jardines públicos. La Dictadura conti-nuó materializando en parte los postulados formales delracionalismo, aunque no sus ideales, durante los años deposguerra. A la iniciativa pública se deben promocionesmuy características de cuarteles, colonias y poblados,

con patios clorofílicos o huertos familiares si el hábitatera individual, ocupando en todo caso superficies pocorelevantes comparadas con las de edificación densa. Eldesarrollismo traerá los polígonos de viviendas, el ma-yor esfuerzo de asimilación de los esquemas propios delfuncionalismo. El Open Planning y las manzanas Rad-burn permitían multiplicar el verde aunque en muchoscasos esa será una obra de los años 1980, sin olvidar quedentro del conjunto urbano predominaba abrumadora-mente la ocupación compacta.

Durante el período democrático y el cambio de siglose logra corregir los déficits heredados y elevar la cali-dad ambiental, aunque con las limitaciones que ha im-puesto la llegada del posmodernismo y del modelo urba-no neoliberal, la lacra del agio y el sobredesarrollo de laconstrucción. En todo caso varió el sentido de las zonasverdes, su funcionalidad y configuración, resultando unatipología muy rica. La idea es articularlas en redes esca-lares, cuyos elementos menores serían el arbolado de ali-neación, el pequeño verde de esponjamiento y los par-ques vecinales. En el escalón inmediatamente superior sesitúan los parques centrales o de ciudad, también conec-tados mediante corredores con las mayores piezas, losparques metropolitanos y espacios protegidos periurba-nos. Parte de la intervención se ha proyectado sobre loscascos antiguos y espacios centrales, dentro de los proce-sos de rehabilitación, embellecimiento y peatonalizaciónque, aún siendo discutibles, traen arbolado a la vía públi-ca. Independientemente de ello, entre los mayores logrosde la Democracia figuran las plantaciones masivas sobrela red arterial (MARTÍNEZ SARANDESES y otros, 1992).

Una categoría fundamental de nuevas zonas verdes(interiores o de borde) es la que resulta de las operacio-nes de cambio de uso y renovación urbana, sobre suelosferroviarios, militares, industriales o portuarios. Con fre-cuencia las realizaciones más recientes son fruto del ur-banismo estratégico, que ennoblece áreas degradadas ovacíos urbanos, insertando por ejemplo grandes equipa-mientos generadores de centralidad. Otras obras de en-vergadura como la depresión y embovedamiento de ron-das interiores o autopistas urbanas están proporcionandoigualmente superficies susceptibles de tratamiento natu-ral. Por su parte los desarrollos urbanos actuales eviden-cian cambios cualitativos como el empleo de la manzanasemiabierta con patio colectivo, donde cobra protago-nismo el verde de escala inferior, al igual que las clasesintermedias lo hacen dentro de los barrios. En cuanto alas mayores unidades, se quiere singularizarlas mediantecometidos concretos, como el estudio y preservación dela flora mediterránea en el nuevo botánico de Montjuich

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(Barcelona). Las formas del verde urbano o periurbanotambién se vienen modificando rotundamente con lairrupción de la ciudad difusa, que incrementa la compo-nente natural a base de jardines privados, pero tambiénpuede empobrecer o no tratar satisfactoriamente los es-pacios públicos (ZOIDO y otros, 2000).

IIEL LEGADO ASTURIANO ANTERIOR A 1900.

EL PATRIMONIO CLÁSICO

Las ciudades asturianas poseen hoy sistemas verdesmodelados en un largo proceso histórico, dentro del cualtuvieron tanta importancia las yuxtaposiciones como lassuperposiciones y reformas. Sumado el efecto de esasdos prácticas, añadir secuencialmente elementos nuevosy rectificar los antiguos cada vez que se estimaba nece-sario, fue configurándose un patrimonio vastísimo, tandiverso en su significado y formulación como cargadode complejidad. El conocimiento que de él tenemos es,hasta la fecha, bastante limitado, fuera de algunas ver-tientes concretas (como los jardines privados), épocasmuy precisas (el siglo XIX y la primera parte del XX) ociudades determinadas, entre ellas Gijón que es la únicadocumentada exhaustivamente. Urge entonces el abrirpaso a investigaciones más sistemáticas, que deberáncomenzar ordenando por estratos temporales las áreas

verdes actuales, es decir fijando su cronología. Con ellaresulta más fácil tipificar las categorías existentes, em-pleando el más amplio espectro de variables explicati-vas: desde la situación relativa al tamaño, la morfologíay las funciones desempeñadas, hasta el área de influen-cia o los atributos. Comprender el significado geográfi-co del verde es absolutamente necesario, por tratarse deun componente muy destacado en la estructuración ydefinición formal de las ciudades. Además de su fun-ción ambiental evidente, cumple otras de carácter socialo inmobiliario, e incluso debe ser visto como recursocultural, indicador muy fehaciente de la calidad urbana.Más que el puro conocimiento, la finalidad de la tareaaquí propuesta es su aplicación para avanzar en la salva-guardia de los parques, jardines y espacios públicos decarácter histórico, preservándolos de iniciativas desnatu-ralizadoras. No menos importante es la utilización delsaber adquirido, y las lecciones extraídas del pasado, pa-ra plantear y gestionar en forma sostenible las zonasverdes de última generación.

1. LAS ESCASAS PERVIVENCIAS DEL ANTIGUO

RÉGIMEN: DE LOS JARDINES Y ALAMEDAS A LOS «CAMPOS»Y LOS HUERTOS

Los elementos verdes con procedencia preindustrialtienen una muy escasa representación en la ciudad de

FIG. 1. En primer término, vista aérea del Monasterio de Corias, monumental edificio iniciado en 1022 por los condes Pipiolo y Aldonza, ce-dido dos décadas más tarde a los monjes benedictinos, los cuales cubrieron en sus alrededores la mayor mancha de viñedos de Asturias. Tras va-rios incendios a lo largo de su extensa historia, su factura actual es debida al maestro Ferro Caaveiro en 1774, guardando una estética herrerianaque le asemeja a El Escorial. La otra imagen muestra uno de los dos patios o claustros, en el que aún se mantiene la técnica de la topiaria versa-llesca, con el boj podado en hermosas formas geométricas; en el centro del cuadrado se sitúa un pozo, más funcional que plástico, y en un lado, selevanta el primer ejemplar de araucaria traído a Asturias en el siglo XVIII, ya con un porte extraordinario. El edificio será abierto en breve comoparador nacional. Escala aproximada 1:3.400.

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hoy. Eso obedece tanto a su reducido número en origencomo a las destrucciones experimentadas en aras de laurbanización, caso de los paseos jovellanistas gijonesesque hoy se corresponden en su mayoría con tramos de lared arterial y terrenos edificados (SENDÍN GARCÍA,1995). Otros sirvieron como cimiento para espacios pú-blicos, parques o jardines de realización posterior, den-tro de las cuales no siempre resultan directamente per-ceptibles. Tampoco cabría hablar de nada anterior a laépoca contemporánea que en rigor pueda ser calificadocomo un verdadero jardín artístico, al menos por com-paración con otras regiones. Aún así el Antiguo Ré-gimen dejó en los núcleos urbanos y en el medio ruralasturiano un pequeño sistema de elementos verdes condiferente naturaleza y desigual entidad. Según VALDEÓN

MENÉNDEZ (1999) las torres, los palacios y casas sola-riegas, fabricados y sometidos a sucesivas ampliacionesen el largo arco que va desde la Edad Media a la Ilustra-ción, sólo comenzaron a adornarse con jardines por in-fluencia francesa a mediados del siglo XIX. Sin embar-go parece indudable que algunos tuvieron un másantiguo origen, como el mismo autor reconoce en el pa-lacio de Ferrera (Avilés) y la Casa de Los Pasarones(San Roque, Castropol), aunque quizá pueda decirseotro tanto de los palacios ovetenses de Velarde y Duquedel Parque (RAMALLO ASENSIO, 1990), o incluso del de

Toreno. Donde, al igual que en la Casona de Camposa-grado (Villa, Langreo), los actuales parquecillos acasoaprovechan una base previa. Ciertos monasterios y con-ventos también conservan, al menos en los patios yclaustros cuando no sobre superficies mayores, espaciosverdes recreativos con factura inicial quizá remota. Asísucede en el conjunto catedralicio de Oviedo, que reúneel pequeño jardín de Las Pelayas, más los emplazadosen el claustro de San Vicente, en el claustro gótico de laCatedral y la zona del ábside. En Corias (Cangas deNarcea), el actual jardín versallesco también podría te-ner su fundamento en la reconstrucción setecentista quehizo de ese cenobio el Escorial asturiano.

Una categoría diferente es la de los espacios públi-cos, entre ellos los primeros paseos arbolados y alame-das de la urbanística ilustrada, tendidos a extramuros delas poblaciones asturianas sobre los caminos de acceso.Nada queda de ellos a excepción de la alameda (hoy pa-seo) de Begoña en Gijón, legado del Plan de Mejoras(1782), aunque su acondicionamiento último se retrasóhasta el siglo XIX. Mejor suerte corrieron algunos delos «campos», voz que aparece con dos acepciones dife-rentes. Por regla general se trata de explanadas irregula-res o con figura aproximadamente circular, dispuestasen el contorno de la ciudad histórica, a menudo en com-pañía de edificios religiosos que forman arrabal. Cierto

FIG. 2. Plano levantado en 1917 para ordenar como jardín el actual Campo de San Francisco. Obsérvese la generosidad con la que se tratabade conservar el verde urbano en el centro urbano ovetense, pues el actual Campo o Parque de San Francisco, reducido a solo 9 hectáreas, entre lascalles Uría, Santa Cruz, Santa Susana y Toreno, es solo un fragmento de una gran mancha verde que se mantuvo como tal hasta bien entrada la dé-cada de 1970, que incluía los prados de Llamaquique. El plano geometrizó los espacios verdes del actual parque y la plaza de España (al SO, conun edificio muy distinto a los actuales), al tiempo que le daba continuidad hacia el NO con la enorme parcela del palacete y vivero de Concha He-res (actualmente un hermético Banco de España) y la parcela aún mayor del Hospital y Hospicio Real de huérfanos, expósitos y desamparados, cu-yo edificio setecentista es hoy el Hotel Reconquista. Con todo y con eso, el Campo, que ocupa los terrenos del botánico, primero franciscano y lue-go universitario, es uno de los mejores exponentes de parque urbano, con templete de música, lámina de agua, paseos (El Bombé, Los Tilos y LosÁlamos), fuentes y, sobre todo, un magnífico muestrario de árboles y arbustos de todas las procedencias geográficas. Escala aproximada 1:9.300.

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número de aquellos «campos» subsisten, incluso con susdenominaciones originales, en forma de plazas actuales.La del Carbayedo en Avilés, el Campo de los Patos y elde Santullano en Oviedo, el Campo Valdés de Gijón, al-bergan aún hoy jardines más o menos fieles al esquemaprimigenio de arboleda y prado, propio de recintos quese utilizaban tanto para solaz (romerías, fiestas) comopara celebración de ferias y mercados: incluso como lu-gar de pasto comunitario, en el ovetense Campo de losReyes del que no resta sino el topónimo. En cuanto alCampo Valdés, su origen se situaría, según Granda, enel Renacimiento, pero los arreglos propios de un jardínsólo parece poseerlos desde el siglo de las Luces. En laAsturias rural, el núcleo de La Plaza de Teverga parecetener origen en la explanada existente frente a la cole-giata de San Pedro, obedeciendo por tanto al modelo es-pacial que nos ocupa.

Hay «campos», como el antedicho de Los Reyes,que simplemente respondían a la idea de amplios espa-cios descubiertos, cuya extensión los hacía idóneos parasoportar diversas funciones colectivas, desde el paseo alos ejercicios militares. El Campo de San Francisco(Oviedo) fue una de esas fincas multiactividad, en parterecreativa pues admite uso público desde el siglo XVIpero también productiva (vivero de plantas), sin dejarde representar un retazo de los antiguos bosques. Comoigualmente fueran El Carbayedo y la plaza del Carbayoen Avilés, así como La Carbayeda del concejo de Gi-

jón. En dicha localidad el Cerro de Santa Catalina po-dría ser considerado como equivalente relativo, puestoque ya tenía uso vecinal en el 1700, aunque con carác-ter de terreno raso y vertiente, al fin y al cabo no tandistinto del Campillín ovetense. Por otra parte estabanlas plazas públicas, desde las plazas Mayores de plantaregular y otros recintos de nueva creación situados másexcéntricamente, hasta los pequeños desahogos practi-cados ante las iglesias o edificios públicos. Si las plazasMayores carecieron en general de arte vegetal hastatiempos posteriores, otras, como la del Seis de Agostoen el Plan de Mejoras gijonés, poseían arbolado, aligual que las existentes en el casco de Villaviciosa yotros lugares, aunque casi siempre fueron reacondicio-nadas durante el siglo XIX.

Aquellas superficies mayores inedificadas, y los pe-queños núcleos verdes ya descritos (patios, claustros,jardines), no eran en el pasado los únicos responsablesde la aireación urbana. Ésta quedaba igualmente asegu-rada por los espacios de cultivo que ocupaban las ve-gas, así como por los terrenos interiores de las manza-nas de casas intramuros, y las traseras de los pasillosedificados en los arrabales. Fragmentos más o menosalterados de esas morfologías rurales históricas, los cin-turones de huertos o espacios vegetales productivos, so-breviven aún en la calle Azcárraga de Oviedo y en di-versos puntos del casco de Avilés, como la calle SanBernardo o Galiana. El núcleo así llamado, en alusión a

FIG. 3. Visión diacrónica de la plaza ovalada de Evaristo San Miguel, también llamada La Plazuela. Situada en uno de los extremos de laciudad intramuros del Gijón antiguo, es el nexo de unión con el Ensanche y, por tanto, a pesar de su reducida extensión, es uno de los parquesmás frecuentados por los gijoneses. Abrigada entre altos edificios, es también centro del camino que une dos de los ámbitos más frecuentados porlos paseantes: el muro de la playa de San Lorenzo y el Paseo de Begoña. A los socorridos plátanos (Acer platanoides) de casi todos los pequeñosparques asturianos o castellanos, a la plazuela se le ha añadido una flora exótica, que le da un aire excesivamente boscoso para sus exiguas di-mensiones. Escala aproximada 1:4.850.

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su carácter de cañada, es una fundación del siglo XVIIdestinada a pueblo de colonos. Su estructura se resuelvemediante un largo brazo formado por treinta y dos pro-piedades que conservan, a la trasera de las casas, ungran tapiz verde (huertos, jardines, pradería) fracciona-do en estrechas tiras. Ese fondo de manzana, mas sufrente edificado con soportales, define uno de los con-juntos más interesantes del Barroco asturiano (TOMÉ,2006). En cambio, los antiguos huertos eclesiásticosprácticamente desaparecieron del medio urbano con laDesamortización, y los asociados a casonas solariegassólo permanecen en la Asturias rural, como el que en-marca por la espalda el dieciochesco palacio de Campo-sorio (Piñera, Navia).

2. LA MULTIPLICACIÓN DE LA COMPONENTE

NATURALISTA CON LAS REFORMAS LIBERALES Y LOS

PROYECTOS DE ENSANCHE DECIMONÓNICOS

Durante el 1800 y especialmente en su segunda mi-tad, las plantas salieron a las vías públicas desde los re-cintos interiores donde estaban casi siempre confinadas,al menos en el casco de las poblaciones. Si eso ocurrees porque el verde pasa a ser considerado como algo

necesario para la representación social y el ocio de lanueva burguesía, pero también, desde los postulados hi-gienistas, para la mejora de la salud pública. Sumados,el ornato y embellecimiento urbano, el prestigio de laclase ascendente y la lucha contra la insalubridad, danlugar a que se generalice el arbolado de alineación en lared arterial, así como los paseos y jardines. Al multipli-carse éstos, materializando las diversas influencias reci-bidas desde el exterior, van a adquirir perfiles variadosy denominaciones características según su tamaño, tra-zas, elementos, etc (QUIRÓS LINARES, 1991).

Esos cambios cobran sentido dentro del proceso detransformación urbana, que arranca con la reforma inte-rior y culmina con los Ensanches. Primera en el tiempofue la reordenación y reestructuración de los cascos, co-múnmente entendida como reforma liberal, que tuvodos soportes fundamentales. Uno era el desmantela-miento de las murallas, con desigual incidencia local.La cerca de Oviedo sólo cedió paso, en la parte del cas-tillo, al salón de Porlier (1852), mientras que las fortifi-caciones carlistas gijonesas dejaron sitio desde 1868 alcomplejo sistema de espacios públicos que incluye lasplazas de Capua y San Miguel, la plaza de Europa y elpaseo de San José, mas los «campinos» y el parque de

FIG. 4. La venta al ayuntamiento de la parcela del Palacio del Marqués de Ferrera por parte de los descendientes de sus absentistas propie-tarios en 1976, permitió que la villa de Avilés contara en pleno centro urbano con uno de los mejores jardines públicos de Asturias. Situada jus-to enfrente del edificio consistorial, y flanqueada hacia el sur por las hermosas calles asoportaladas de Rivero y Galiana, la parcela del palacio ysus jardines se ha convertido en un espacio público que realza aún más el casco urbano medieval mejor conservado del norte de España. El Jar-dín del Marqués de Ferrera tenía un diseño muy inglés, con mucho césped y pocos árboles, aspecto este que aún mantiene, aunque sumándole elmobiliario y los caminos peatonales pertinentes; carece de los atributos arquitectónicos, salvo un coqueto templete de música, y acuáticos de losotros grandes parques asturianos, pero ha abierto la ciudad en todas las direcciones, a pesar de estar rodeado de edificaciones, o por una ronda,al sur, que pudiera dificultar su accesibilidad. Con una mayor visión de futuro, y tal como observamos comparando las dos imágenes, se perdióuna oportunidad para su ampliación hacia el SO mediante la acumulación de las obligadas cesiones de espacio al ayuntamiento derivadas de lasactuaciones urbanísticas. Tras el Palacio, hoy convertido en hotel, se encuentra un coqueto jardín versallesco, de propiedad privada, pero fácilde aprehender visualmente. La mayoría de la población forestal es autóctona, pues desde el siglo XVIII apenas tuvo interés botánico para sussucesivos propietarios, todos con residencia en la Corte madrileña. Escala aproximada 1:10.200.

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Begoña; la parte inicial de este último espacio era en-tonces un salón, como el de la capital (GRANDA, 2008).El otro apoyo fue la Desamortización de los bieneseclesiásticos, que permitió habilitar en esa misma ciu-dad la plaza de las Monjas, ante el convento de lasAgustinas convertido en Fábrica de Tabacos. En Ovie-do el claustro del Monasterio de San Vicente quedóabierto y arbolado como plaza de Feijoo. Fuera o no so-bre propiedades del clero, el derribo de edificacionesobsoletas y el consiguiente esponjamiento de las densastramas heredadas favorecía que el verde ganase recintosde cierta entidad o al menos colonizase enclaves másreducidos. La plaza arbolada junto al convento de SanFrancisco en Avilés, el pequeño jardín que realza unbusto de Isabel II en el edificio histórico de la Univer-sidad de Oviedo, la plaza del Fontán o la placita som-breada con plátanos ante la gijonesa casa natal de Jove-llanos, son ejemplos ilustrativos sobre esa práctica de«abrir claros» o al menos plantar en los ya existentes.Al borde de algunos cascos antiguos, las obras públicascontribuyeron muy destacadamente a proporcionar es-pacios fundamentales de socialización. Como los Jardi-nes de la Reina al ampliar la dársena local de Gijón, ydel lado opuesto el tramo oriental del paseo del Muro,contribuyendo ambos a configurar definitivamente lasdos fachadas de aquella población.

Una vez agotadas las posibilidades de los núcleospreindustriales, los proyectos de Ensanche dotaron a laciudad moderna con novedosos sistemas de espacios li-bres y jardines. En algunos casos se trataba de verdade-ros parques urbanos, como el ovetense de San Francis-co entregado a titularidad municipal desde 1846, lo queposibilitó su acondicionamiento (salón del Bombé) ymás tarde la fijación de límites definitivos, algo indis-pensable tras las pérdidas experimentadas para tenderviales y levantar casas. El plano de Ensanche de Avilésdio a la villa el parque del Muelle, elemento dignifica-dor del frente urbano hacia la ría, y el posterior parquedel Retiro o de las Meanas, producto igualmente de ladesecación de marismas. Algo parecido sucedería enNavia, donde la construcción del dique de la ría y elsubsiguiente relleno, hasta el solar de la muralla derri-bada, dio vida a un pequeño Ensanche con jardinillos yparque (MÉNDEZ, B., 1993).

Para aliviar la monotonía de los trazados regularesaplicados en la extensión urbana se intercalaron plazas,algunas tan significativas como las circulares o elípti-cas, que reflejan la atención concedida al factor movili-dad. Las hay en Gijón (la de San Miguel, plaza-bisagracoincidente con una punta de estrella de la muralla), en

Oviedo (las de América Española y Primo de Rivera) yAvilés (plaza de La Guitarra, en la parte más tardíamen-te urbanizada). Pero no son las únicas, puesto que losproyectos alumbraron algunos otros espacios públicoscon diferentes formas, categorías y funciones, en Gijón(plaza de Los Campos), en Avilés (plaza de la Pescade-ría) o en el Ensanche de Ribadesella, por citar sólo al-gunos. Ciertos núcleos cuyo crecimiento no fue ordena-do mediante ese instrumento urbanístico, o lo fue peroya entrado el siglo XX, ganaron igualmente plazas cen-trales en el último tercio del Diecinueve. Su sentido erael de espacios envolventes, de antesala o perspectivapara edificios públicos (Ayuntamiento, iglesia, escue-las). Es el caso de Ciaño (Langreo), con la plaza de LaNozaleda que hizo desaparecer el jardín de una casona,e igualmente Sama (FERNÁNDEZ GARCÍA, A., 1982). Asícomo Soto del Barco o Tapia de Casariego, donde laplaza fue producto de la remodelación del antiguo Cam-po Grande. Su relación con las casas consistoriales pone

FIG. 5. Situada en la parroquia de Valdesoto, en las afueras dePola de Siero, la finca que contiene el Palacio del Marqués de Cani-llejas o de Carreño-Solís, ocupa una extensión amurallada de sietehectáreas, en las que, además del palacio barroco pero muy puro delíneas, existe el mejor jardín histórico o clásico privado de toda Astu-rias. A modo de oasis de arquitectura y jardinería cultas entre las pra-derías del agro poleso, la finca amurallada tiene unos jardines extra-ordinarios, con todo tipo de elementos de adorno, como una pequeñacapilla con una cúpula modernista, pabellón de recreo, cenador, par-terres, invernaderos, plaza de azulejos esmaltados, jaulas de aves yfieras, palomar, balaustradas, una torre sobre la valla, estatuas, y has-ta un pequeño ingenio hidráulico para el riego en época de sequías.La bondad del jardín obedece al buen diseño de un maestro jardinerofrancés, que trabajó para el Palacio a finales del siglo XIX. Desdefuera de los altos muros que cercan la finca es difícil adivinar la her-mosura de esta joya de la jardinería burguesa finidecimonónica. Esca-la aproximada 1:7.750.

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en evidencia que a menudo estuvieron conectadas conla creación o rectificación de concejos, y por tanto capi-talidades. Mención aparte merece Trubia, por el signifi-cado de su plaza principal dentro de una fundación exnihilo vinculada a la industria del Ramo de Guerra.Amén de aquellas plazas ajardinadas o al menos arbola-das, en algunas cabeceras comarcales irían establecién-dose verdaderos parques (Pola de Siero, Salas), jardinescomo el de Pravia (lateral al palacio de Moutas y la Co-legiata) y paseos marítimos como el de Llanes.

Las ciudades conocieron en la misma centuria unanueva categoría de jardines asociados a los edificiospúblicos y equipamientos, desde las estaciones de fe-rrocarril a los hospitales, e incluso Ayuntamientos co-mo el de Mieres (1862). La mayoría de ellos desapa-recieron con las construcciones que los acompañaban(asilos, hospicios), o fueron acaso víctimas de iniciati-vas modernizadoras. Pero algunos subsisten, al menosde manera parcial, en la ciudad de Clarín: los jardinesdel Cuartel del Milán, construido como Seminario yutilizado ahora como Campus de Humanidades; los dela Fábrica de Armas de La Vega y los del periurbanobalneario de Las Caldas. Eso sin contar la masa de eu-caliptos plantada en 1886 para sanear el antiguo cemen-terio de Prado Picón, donde hoy está el Seminario.

3. EL APOGEO DE LOS JARDINES PRIVADOS Y LA

IRRUPCIÓN DEL MODELO URBANO CIUDAD-JARDÍN EN

TIEMPOS FINISECULARES

Tanto la nobleza antigua como en igual o mayorgrado los títulos del Estado Liberal, importaron a lo lar-go del siglo el gusto por la jardinería francesa y muy ensegundo término la británica, sembrando la región deiniciativas que por su número y calidad constituyen unpatrimonio de valor inestimable. Esa época áurea de losjardines particulares en residencias palaciales tiene re-presentación material suficiente en los cascos antiguosde núcleos urbanos mayores como Oviedo (Casa de LaRúa) y Avilés, villa ésta donde los jardines del palaciode Ferrera figuran a la cabeza por su interés y su pesoen términos espaciales. Las quintas periféricas y pose-siones campestres, a las que nos referiremos después,fueron más sensibles a los efectos del crecimiento urba-no, de manera que en Oviedo no queda rastro alguno deellas; Gijón por el contrario conserva algunas estima-bles (como la Peña de Francia en Deva), situadas fueradel ámbito más directamente afectado por el desborda-miento físico de la ciudad. Fuera de ahí se conservanjardines aristocráticos en diferentes villas (Grado, Polade Lena) y entidades menores, subsidiarias o no de po-blaciones con rango superior. VALDEÓN MENÉNDEZ

(1999) ha dejado constancia de los existentes en Llanes(Nueva, Pancar, Pendueles y Vidiago), Muros de Na-lón, Teverga (Entrago) y Villaviciosa (Tornón), todosellos de gran valía, mas los de carácter monumental si-tuados en los palacios del Marqués de Canillejas (Val-desoto, Siero) y los Selgas (El Pito, Cudillero).

La burguesía adoptó y extendió el modelo, introdu-ciendo en él un factor de identificación basado en lasespecies exóticas. Los primeros espacios de referenciadonde esa clase construyó sus hoteles particulares, pa-lacetes y villas ajardinadas fueron los Ensanches, peroen ellos sólo permanece hoy una fracción insignificantede aquel legado, víctima de la furia destructora duranteel desarrollismo franquista. Oviedo mantiene, aunquebastante metamorfoseados, los jardines de la desapare-cida Casa de Concha Heres (ahora Banco de España),la Casa Roja de la calle de La Lila, Villa Magdalena(de los albores del XX) y la casa de Paulino Vicente enla calle Pérez de La Sala, mas el amplio jardín de laRodriga emplazado a la trasera de los inmuebles dela calle Campomanes, hacia el Prado Picón. En Gijón lamuestra superviviente dentro del casco es aún inferior yse encuentra fuera del Ensanche, casi limitada a loschalés de la plaza de Europa y el Bibio, mientras Avilés

FIG. 6. En lo alto del pueblo pesquero de Cudillero, en el pagodenominado El Pito, se encuentra el conjunto monumental de Los Sel-gas, presidido por un discreto palacio neoclásico encargado por Fortu-nato Selgas. El frente del edificio tiene unas escalinatas que sirven pa-ra entregarse al jardín francés ideado por el maestro Grandport; casiun siglo después de su construcción, la topiaria de las villas renacen-tistas toscanas interpretada y adaptada por André LeNotre para Versa-lles, aparece lustrosa en este jardín, adornado por estatuas, macizosflorales, y fuentes que cumplen con los cánones impuestos por LeNo-tre. Detrás del palacio, se da un giro copernicano en la técnica jardine-ra, pues en torno a un lago, se dispone una gama amplia de árboles dedistinta procedencia. El conjunto monumental se completa, rodeadopor una magnífica valla metálica diáfana, con un grupo escolar degran porte, donado al pueblo en 1915, una pequeña iglesia privada,una escultura de bronce en honor de los Selgas, y un pabellón que aco-ge una colección de tapices.

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atesora algunas construcciones de esa naturaleza en lacalle Galiana y el Ensanche de Palacio Valdés.

Parte de aquellos inmuebles fueron obra de india-nos, que en las dos ciudades costeras y otras poblacio-nes litorales contribuyeron decididamente a la difusióndel modelo ciudad-jardín, en el que también se recono-cen otros estratos de la burguesía. Se trata de un patrónde asentamiento mediante residencias individuales ajar-dinadas, que se agregan formando conjunto con estruc-tura más o menos cerrada o laxa, sobre una base lineal,regular o desordenada. En principio se aplicó de mane-ra elitista para los núcleos balnearios y suburbios lujo-sos, donde la alta burguesía modela escenarios en loscuales la componente naturalista resulta un factor sus-tancial. Somió (Gijón), conocido en profundidad gra-cias a la obra de Ramón ALVARGONZÁLEZ (1999), re-presenta en Asturias el paradigma de aquel ideariourbanístico, donde los jardines privados (Villa María,quinta Bertrand, etc) conviven con algunos espaciosverdes públicos de inferior categoría como la plaza Vi-llamanín. En otras parroquias del mismo concejo nofaltan quintas de sumo interés igualmente estudiadascomo la Duro (Cabueñes) y La Isla (Cefontes), base delactual Jardín Botánico Atlántico. Avilés tiene en Sali-nas un espacio de significado relativamente parejo, almenos en cuanto al repertorio de jardines recreativos,

también presentes en los palacetes de La Magdalena yel núcleo de Villalegre (MORALES MATOS, 1982). Éstese debió en gran medida al patrocinio indiano, que dejauna huella definitiva ya antes del siglo XX en Castro-pol (San Roque, Las Barreiras), Luarca (junto con Vi-llar, y Barcellina), Llanes (barrio del Cueto) y Villavi-ciosa (MORALES SARO, M. C.; LLORDÉN MIÑAMBRES,M., 1987; ÁLVAREZ QUINTANA, C., 1990).

IIIEL PRIMER TERCIO DEL SIGLO XX.

LA MADUREZ TARDOCLÁSICA

1. LA CONTINUIDAD EN LOS PROCESOS DE

SANEAMIENTO Y EXTENSIÓN URBANA

El tiempo anterior a la Dictadura de Franco vino enprincipio marcado por la prosecución de las dinámicasabiertas con la llegada del capitalismo industrial. Tuvocontinuidad la reforma interior en los tejidos urbanoshistóricos, reavivada desde finales de los años veinte alirrumpir las ideas del Movimiento Moderno, aunque enAsturias la reducida superficie de unos cascos ya rees-tructurados en el siglo XIX limitó el número de inter-

FIG. 7. El ideario de «villa rústica», concebida como quinta de veraneo, o segunda residencia en los alrededores de las ciudades marítimascomo Avilés (Salinas) y Gijón (Somió), está muy bien representado en las imágenes correspondientes a dos períodos bien distintos, separados so-lo por unas cuatro décadas. En la primera foto aérea se aprecia la inserción discreta de las quintas en el parcelario rústico de Somió, mientras queen la segunda, la presión inmobiliaria y la emulación de muchos nuevos hacendados por poseer una villa en las afueras del Gijón noble y clorofí-lico, se ha reflejado en la excesiva parcelación tradicional para alojar a estos conjuntos, cada vez con parcelas más pequeñas, de casa y jardín. Es-cala aproximada 1:6.100.

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venciones, que en casos como Oviedo darían lugar aplazas desprovistas de verde. La excepción fue Gijón,que en plena Guerra Civil puso en marcha la reforma oapertura de varios espacios públicos (plazas del Institu-to, Náutico, Italia), cuyo ajardinamiento ya es obra pos-bélica, si bien han sido ulteriormente remodelados.

Aquellas operaciones no lograron evitar la pérdidade protagonismo de los núcleos preindustriales a favorde la ciudad moderna. Durante los años primisecularesse pusieron en marcha los Ensanches menores, en elsentido estricto de la figura urbanística o como merosplanos en cuadrícula, que en todo caso aportan nuevasplazas y parques urbanos. En Mieres el primer Ensan-che (1900) comprendía el jardín del Ayuntamiento, alque se añadió durante la Dictadura de Primo otro situa-do en la calle principal (hoy Manuel Llaneza), junto algrupo escolar Aniceto Sela. En 1924 la planta ortogonalde aquel barrio fue extendida mediante un segundo En-sanche, que incluye la plaza ajardinada de La Libertad ode Marta Guilhou. En Langreo el Ensanche de Sama dioa la villa un espacio verde de categoría urbana, el par-que Dorado (3 Has), previo relleno del cauce del Nalón(1905). Al cambio de década la extensión urbana de LaFelguera trajo consigo una pieza equivalente aunque noribereña, el parque Dolores F. Duro. De forma simultá-nea, las ciudades donde el proceso de formación del En-sanche estaba más avanzado ganaron jardines o peque-ñas superficies verdes de otro tipo, caso de Oviedo en elrecinto de la Diputación Provincial, los conventos y co-legios religiosos (calle Uría, Pérez de la Sala) que siem-pre buscaban la compañía de los ricos.

Con o sin Ensanche, poblaciones de muy diferenterango fueron dotándose de parques públicos, plazas-parque o pequeños paseos, parte de los cuales estaban(como ya dijimos) asociados a los Ayuntamientos, igle-sias y escuelas, por lo que se situaban en los cascos an-tiguos. El resto presidieron ámbitos de nuevo creci-miento, surgidos acaso en la coyuntura favorable de laGuerra del 14, cuando no se trataba de obras públicasprimorriveristas o empresas indianas. Muchas de aque-llas intervenciones aún no han sido documentadas consuficiente precisión, lo cual hace imposible aportar unarelación exhaustiva. Hasta donde conocemos habría almenos una treintena, con distribución geográfica muydesequilibrada. Menos de un tercio del total estaban le-jos de la marina, ya fuese en núcleos de impronta mine-ra como El Entrego y Cangas de Narcea, provistos deparques, frente a Sotrondio, Pola de Laviana y Cabaña-quinta que contaban con una o varias plazas pequeñas.O bien se trataba de villas interiores, en la órbita deOviedo como Pola de Siero, Grado y Noreña que tienenparques, cuando no más distantes y rurales como Polade Allande con plaza-parque.

Gracias en parte al dinero repatriado de América lacosta se llevó la palma, con los parques de Villaviciosa(Ballina) y Luanco (Zapardel), en el tramo central, yotros nueve en cada una de sus alas más las correspon-dientes áreas inmediatas. En el Oriente y Surco Prelito-ral hay jardines públicos o plazas arboladas del tercioinicial del 1900 al menos en Arriondas, Cangas de Onís,Cabrales y Colunga, así como en Naves, Panes, Peredade Llanes y Villamayor. En el Occidente pueden encon-trarse otros tantos iconos de la munificencia indiana oexponentes del desarrollo urbano en forma de paseos,alamedas, parques públicos o plazas-jardín de caráctercentral. Castropol, Figueras, Luarca y Ortiguera (Coa-ña) figuran entre ellos, al igual que Puerto de Vega, SanEsteban de Pravia, Somao, Trilles de Coaña o Vegadeo.Con ser decisivos en las nuevas formas de ocio y rela-ción, ninguno de esos espacios jugó un papel tan desta-cado en términos de representación social como el pa-seo del Muro de Gijón, que según SENDÍN (1995) yaposeía arbolado en los años veinte.

2. EL ESPLENDOR INDIANO, LOS EXTRARRADIOS Y LAS

COLONIAS DE CASAS BARATAS U HOTELITOS

Las primeras décadas del siglo XX aportaron unafracción muy considerable de los jardines particularesvalorados como clásicos. La participación de la nobleza

FIG. 8. En la imagen (villa María, Somió) aparece una villa oquinta de las más prístinas, con finca cercada, casa principal y la delcasero y un jardín inglés, con plantas exóticas, muy similar a los le-vantados en las casas de indianos.

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en el acondicionamiento final o la formación inicial deesas arquitecturas vegetales, para realzar palacios, fuedisminuyendo exponencialmente. Aún así hubo iniciati-vas de tanto peso como el modelado último del jardínde Ferrera (Avilés), el de la casona de los Dorado enRiaño (Langreo) y algunos del Occidente (Figueras,Mohías, Navia). En contrapartida se intensificó la laborcorrespondiente a la alta burguesía, artífice de jardinesmuy característicos dentro de sus entornos geográficoscomo los que acompañan al chalé de Figaredo o a lascasas de los propietarios de Cerámicas Guisasola (Ven-ta del Gallo, Llanera). El protagonismo fundamental co-rrió a cargo de los capitalistas americanos, que modifi-caron sustancialmente las formas de poblamiento en ellitoral y contribuyeron a la cristalización de los extra-rradios urbanos, donde estaba muy presente la morfolo-gía de viviendas individuales con jardín o huerto.

Valdeón Menéndez (1999) ha estudiado un grupo deveinticinco jardines especialmente destacados dentro deese apogeo indiano que dura sobre todo hasta 1930.Quintas, villas, palacios modernos y chalés formaronvistosas agrupaciones de distinta entidad en lugares co-mo Somao (Pravia), verdadero «pueblo indiano», Gra-do, El Pito, Villaviciosa, Navia y Cangas de Onís, maslos ensanches residenciales de La Concepción (Llanes)y Villas (Luarca). Pero todo el litoral está tachonado deobras indianas, que como ya vimos incluyen parquespero también edificios públicos, escuelas (La Arquera-Llanes, Colloto, Noreña), hospitales (Luarca) o casinos(Navia), con sus propios jardinillos.

Los procesos expansivos de las ciudades se apoya-ron igualmente en un nuevo modelo residencial, la colo-nia ciudad-jardín, aplicada en sentido social descenden-te. Las clases medias o medias altas construyeron sushotelitos ajardinados (versión menor del palacete u ho-tel particular) en las parcelaciones que iban colonizandolos terrenos de mejores condiciones ambientales, casodel Prado Picón (colonia Montealegre) y La Matorra(carretera de Los Monumentos) en Oviedo. Las Leyesde Casas Baratas, desde 1911 a los años veinte, demo-cratizaron relativamente ese producto al hacerlo asequi-ble a empleados y más raramente obreros. Queda unamuestra reducida de las colonias de Casas Baratas e ini-ciativas emparentables debidas al paternalismo indus-trial, que interesan al objeto aquí tratado en la medidaen que cada alojamiento incluía un microjardín o huer-to, si no las dos cosas. Gijón conserva las Casas del Co-to y Oviedo las colonias Ladreda (Otero) y Marqués deSan Feliz (Adelantado de La Florida), Siero tiene losbarrios denominados Jerusalén y Las Casas Baratas. En

el Nalón están la Cooperativa La Voluntad (Sama) o elbarrio del Jardín (El Entrego), y su correspondiente enla cuenca del Caudal puede hallarse en el poblado deBustiello, con origen primisecular, si bien su consolida-ción se cerró hacia 1925. Por fin, en las dos ciudadesmayores y dentro de los barrios del Coto, Ciudad Na-ranco y Colonia Astur también sobreviven, como ele-mentos relictuales de los asentamientos mayores a quepertenecieron, algunos chalés modestos con breves jar-dines o huertos urbanos.

Las coronas periféricas de las principales poblacio-nes no sólo se configuraron a partir de las parcelacionesy colonias, las nuevas carreteras auspiciadas por MiguelPrimo y las redes de tranvía eléctrico. En todos los ca-sos cobró brío un proceso abierto durante la centuria an-terior, la edificación, fuera del centro, de un amplio re-pertorio de elementos no residenciales que en unoscasos necesitan mucho suelo, en otros son instalacionesde rechazo, o simplemente resultan indispensables a losbarrios modernos, caso de los centros educativos. Esdecir, edificios públicos que a menudo se acompañabande espacios verdes, sobremanera si su función sanitaria,asistencial o educativa lo requería. Muchos de ellos ya

FIG. 9. En un fondo de valle en el que las minas de hulla, las in-dustrias siderúrgicas y los espacios residenciales para alojar a tantapoblación, ocupaban la mayor parte del suelo existente, la construc-ción de un parque necesario, y de una superficie significativa (treshectáreas), no podía ser en otro lugar que a la vera del río Nalón. Esasí como surge el Parque Dorado, situado en Sama, y el mayor delconcejo de Langreo. Robándole parte del lecho fluvial, la estructuraformal no podía ser otra que la lineal, y con abundante arbolado cadu-cifolio. Iniciado en 1905, ha ido creciendo a medida que han sido ma-yores los requerimientos de espacios libres en una zona bastante densade edificación. Su trazado es muy elemental, y su diseño bastante sen-cillo, sin pretensiones. Escala aproximada 1:8.500.

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han pasado a mejor vida, pero aún pueden hallarseejemplos interesantes como el manicomio de La Cade-llada (Oviedo) y el hospital de Caridad (Avilés), pormencionar alguno. En las entidades menores su situa-ción era más inmediata a núcleo, y con frecuencia alborde de la carretera general, por ejemplo las escuelasde Pola de Lena.

IVLAS FORMAS DEL VERDE URBANO EN LA

CIUDAD FRANQUISTA

1. LAS TRANSFORMACIONES DE POSGUERRA: UNA

NUEVA GENERACIÓN DE PARQUES, PLAZAS Y JARDINES EN

EDIFICIOS PÚBLICOS

La Dictadura de Franco legó las ciudades con mayo-res déficits en zonas verdes de toda Europa, al imponeruna edificación cerrada como morfología predominantey descuidar la incorporación de dotaciones, infraestruc-turas y servicios a las nuevas áreas residenciales. Demanera que introdujo una brusca discontinuidad con losprocesos anteriores, especialmente a partir de 1960 y enrelación con el despegue desarrollista. Antes del Plan deEstabilización, los años de la Autarquía están bastantebien diferenciados por la calidad comparativamente su-perior del producto urbanístico, especialmente cuandoaplica postulados del Movimiento Moderno, si no en los

ideales al menos en las formas. Asturias posee una re-presentación muy completa de las distintas categoríasde zonas verdes (continuistas o novedosas) aplicadasdurante la posguerra, al tratarse de una época no espe-cialmente rica en la materia pero sí caracterizada por elcrecimiento urbano acelerado y la materialización degrandes proyectos.

Entre los hechos más destacados figura la recons-trucción posbélica de Oviedo, que permitió a la ciudaddisponer de su primer Plan de Urbanización, el PlanGamazo, con el que contó asimismo Gijón a pesar de nohaber salido tan malparada en la Guerra Civil. Al igualque ocurrirá con los proyectos posteriores, no carentesde algunas formulaciones interesantes y de ciertas res-puestas válidas a pesar de su fundamento extremada-mente clasista, ese planeamiento se ejecutó sólo parcial-mente, de forma que no proporcionó el nuevo verdeurbano previsto (bulevares, parques, plazas, jardines ohuertos de viviendas unifamiliares). Gijón ganó de to-dos modos en los años cuarenta el parque de Isabel LaCatólica, sobre la marisma del Piles. La capital, dondela devastación de 1936 abría expectativas de reestructu-ración y esponjamiento urbano, sólo obtuvo dos peque-ños recintos verdes de nueva creación en el casco an-tiguo (plaza de Alfonso II El Casto y monumento aJovellanos), así como la plaza de La Gesta y el muyposterior parque de San Pedro de los Arcos (Ciudad Na-ranco), relacionado con la construcción del viaductoMarquina. En cuanto a la plaza de España, conjunto ale-górico presidido por los organismos públicos, con dis-posición de antesala hacia el moderno Oviedo (polígonode Buenavista), únicamente fue ajardinada en épocamás tardía.

Las condiciones de aislamiento, favorables al carbóny la industria pesada, trajeron consigo el esplendor delas cuencas mineras que en el caso de Mieres cobra ma-terialidad en un tercer Ensanche (1948). Comparandocon los anteriores resulta el mejor provisto de verdepuesto que comprende el parque Jovellanos, la plazaCircular y el espacio arbolado en torno al cuartel de laGuardia Civil. En Pola de Laviana fue inaugurado elparque de la Sindical, en El Entrego el de La Laguna,en tanto Pola de Siero acondicionó la plaza-parque deAlfonso X el Sabio. Fuera de las comarcas hulleraso antraciteras el crecimiento de algunas cabeceras co-marcales tuvo su correlato en la habilitación de nuevosespacios públicos, entre ellos la plaza de Obdulio Fer-nández con el teatro Riera en Villaviciosa, e incluso seprodujeron las últimas iniciativas de patrocinio indiano,como la plaza de Cardes (Piloña).

FIG. 10. Situado en la parte trasera de la Casa Consistorial de Vi-llaviciosa, y sin tener mucha relación con la plaza del Huevo, que estáen su parte delantera, el Parque Ballina se construyó merced a losaportes dinerarios de los emigrantes, retornados o no, que deseaban lomejor para la villa. Su emplazamiento contribuyó a realzar más el edi-ficio consistorial, de hermosa factura, y su diseño, muy elemental, tie-ne a las pérgolas que le adornan con plantas trepadoras, su característi-ca más singular.

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Oviedo perdió, a consecuencia del cerco, un elevadonúmero de pequeños ámbitos verdes con titularidad pri-vada, como los jardines pertenecientes a chalés y hoteli-tos destruidos que nunca serían reedificados. Excepcio-nalmente conservó alguno, en fincas donde se insertanconstrucciones plurifamiliares de nueva planta, tal y co-mo sucedió en el bloque para empleados de Haciendasito en la avenida de Galicia. Como contrapeso de aque-lla merma la capital, igual que las ciudades restantes,experimentó ganancias con procedencias muy concre-tas. Por un lado el estraperlo, los negocios de la cons-trucción y las minas permitían amasar importantes for-tunas, parte de las cuales afloran en el paisaje urbano enforma de lujosos chalés con jardín, casi invariablementeplantado con cedros, en lugares como Ciudad Naranco(Oviedo), El Bibio (Gijón) o Salinas entre otros. Por ra-zones obvias fueron mucho más numerosas las casasunifamiliares de categoría inferior, media o media-baja,con micro-jardín o huerto. Obedecían a pautas de distri-bución espacial flexibles que las llevan a aparecer ha-ciendo grupo, línea o bien dispersas, tanto en el tejidode los barrios como en las periferias, allí donde el sueloresultase menos costoso.

Al incremento de la superficie verde ayudó en igualo mayor medida la profusión de edificios con uso no re-sidencial, acompañados por recintos vegetales general-mente no muy amplios que respondían a diferentes fun-ciones. El grupo quizá más significativo fue el de losestablecimientos de enseñanza, públicos como el Insti-tuto Alfonso II, los colegios mayores universitarios(San Gregorio y Valdés Salas) y la Facultad de Cienciasde Oviedo, o propiedad de órdenes religiosas. El prota-gonismo de la Iglesia en el golpe de Estado contra laSegunda República, que desató la Guerra Civil, dio aesa institución un papel muy prominente durante la Dic-tadura. Su reflejo fue la multiplicación de los colegioscatólicos, por reforma y ampliación de los preexistenteso mediante obra nueva, sustentada a menudo en un gus-to colosalista o monumental anacrónico. Entre las dece-nas de conventos y centros educativos podrían nombrar-se el colegio San Fernando de Avilés, los Jesuitas deGijón, las Ursulinas de Oviedo y las Dominicas en Sa-ma de Langreo. Sus jardines o recintos arbolados va-rían, desde el simple claustro o el breve jardín-vestíbulohasta la superficie boscosa envolvente, para dar idea deinmersión en la naturaleza. Éste era un rasgo diferencia-dor de los colegios que abandonaron el centro de lasciudades para buscar grandes fincas en zonas de calidadambiental o en periferias residenciales exclusivas. Laomnipresencia de la Iglesia tuvo otros exponentes como

el Seminario Mayor de Oviedo, que aprovechó y desa-rrolló el arbolado anteriormente sembrado sobre el anti-guo cementerio. Los demás equipamientos con terrenosplantados pueden agruparse en cuatro categorías. A sa-ber, los de carácter administrativo como el Ayunta-miento de Pola de Lena. Los de función castrense, in-cluyendo las residencias militares o el cuartel de laPolicía Armada en Buenavista (Oviedo). Los de índolesanitaria o asistencial, sin ir más lejos el Hospital deMurias (Mieres), el Hospital General de Oviedo, el Sa-natorio Covadonga o el Patronato San José en Gijón. Yen un plano bien diferente habría que mencionar por finlas instalaciones recreativas y los centros de reunión dela buena sociedad, como el ovetense Club de Tenis so-bre el túnel ferroviario del Fresno.

2. LOS ESPACIOS DESCUBIERTOS EN BARRIOS DE

VIVIENDA OFICIAL Y OTROS GRANDES PROYECTOS

ANTERIORES A LOS AÑOS SESENTA

Las destrucciones bélicas provocaron un déficit dealojamientos que se agravó de manera exponencial aconsecuencia del éxodo rural y la urbanización, obligan-do al Estado a intervenir directa e indirectamente en lasolución del problema habitacional, sin conseguirlo. Los

FIG. 11. El pueblo praviano de Somao, que asoma sobre el mar enla rasas comprendida entre los dos núcleos urbanos de Muros de Na-lón y Cudillero es, sin lugar a dudas, un pueblo-jardín, pues afortuna-damente se ha respetado el esponjamiento de las fincas con casa y«huertos de flor», como se decía antiguamente al jardín. Los indianosprovenientes de Pravia eligieron esta rasa elevada, con hermosas vis-tas al mar, para la ubicación de las casas hechas casi todas siguiendocatálogos de revistas francesas de casas de campo, a las que les ador-naban con especies florales exóticas, provenientes de América, o no,tales como palmeras, araucarias, yucas, plataneras, castaños de indias,o ágaves, entre otras. Aunque en la imagen aparezcan los plátanos du-rante el invierno, estos arces no son propios de la flora «indiana», perolos edificios civiles, que tampoco son de principio del siglo XX, sinembargo sí se han adaptado a la nobleza del resto de los edificios enlos que las cercas casi no existen.

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asentamientos resultantes de aquella política oficial devivienda están muy claramente diferenciados dentro delas ciudades actuales, e incluso en algunos núcleos mi-neros donde el crecimiento se interrumpió a partir de losaños setenta todavía representan una porción sustancialdel espacio urbano. Los modelos aplicados por la Ad-ministración y por las empresas fueron evolucionando,desde la ciudad-jardín hasta el open planning, con suscorrespondientes sistemas de espacios libres y elemen-tos clorofílicos. En un principio las colonias de CasasBaratas primorriveristas o republicanas se convierten encolonias de Casas Económicas o chalés, con pequeñoshuertos o mini jardines. Fozaneldi o Guillén Lafuerza enOviedo responden a ese patrón, así como Santa Bárbaraen Tremañes (Gijón) y el pequeño barrio de Blancanie-ves situado en Pola de Laviana. Aunque predominen,los destinatarios no son necesariamente grupos con ren-tas bajas, puede tratarse de técnicos o ingenieros comolos de la empresa Cristalería Española que ocupan la co-lonia de La Maruca (Avilés). Parte de las iniciativas fue-ron obra de promotores privados, que recurrieron a laprotección oficial para construir Casas Económicas o de

estándar algo superior formando hilera, sobre vías yaexistentes o en calles particulares de nueva apertura.Hasta hace pocos años fueron un producto urbanísticomuy habitual en los tejidos de borde urbano, y aún seconservan ejemplos de interés en barrios como CiudadNaranco (Oviedo).

Ya desde los años cincuenta esa morfología de casascon huerto o jardín es cuestionada por el consumo desuelo y los gastos de urbanización que conlleva, factoresque propician el paso hacia la construcción plurifamiliar.El barrio modelo de Llaranes (Avilés), obra de ENSIDESA,ejemplifica bien el tránsito a que nos referimos pues allíconviven diferentes tipologías edificatorias, desde el mó-dulo individual pareado al bloque exento (MORALES MA-TOS, 1982). Entre los cuerpos edificados hay bandas ver-des, subordinadas a un parque central y una plaza Mayorajardinada donde se encuentran los equipamientos. Elinflujo que los principios del Movimiento Moderno tu-vieron durante la Segunda República no se vio totalmen-te truncado con el desenlace de la Guerra. Antes bien,continuó aplicándose el prototipo racionalista del bloqueabierto, elevado casi a la categoría de símbolo en loscuarteles de posguerra, también denominados bloques ocolonias. Los ovetenses de Ceano, San Roque y SantaBárbara resultan muy característicos, al igual que El Pi-lar de Mieres y tantos otros, cuyo denominador comúnes la unidad habitacional con jardín o pradera interior.

Por razones de economía pronto se impusieron lasiniciativas de escala superior, con arquitectura seriada yaprovechamiento denso cuando se trata de vivienda so-cial. Son los grupos, poblados o barriadas, que en la re-gión superan el medio centenar, gracias en parte a sufuerte implantación en las cuencas mineras. Hay entreellos nombres tan sustantivos para la Historia social deAsturias como El Tocóte (Oviedo, Mieres), La Carriona,El Nodo y La Texera en Avilés; San Pedro y Santa Ma-rina también de Mieres o Pando en La Felguera. Su for-mulación es poco diversa, normalmente bloques de dis-posición abierta sobre manzanas radburn, en formaciónsimple o dibujando composiciones de patios. Los es-pacios descubiertos entre edificios y los interiores demanzana se prestaban a la arborización, pero no siempredispusieron de ella. En no pocos casos las barriadas ca-recerían de urbanización al menos hasta bien entradoslos años setenta, y su ajardinamiento (como su urbaniza-ción en general) han sido obra de la Democracia. Eso noocurrió cuando las promociones eran de carácter exclu-sivo, con beneficiarios como los ingenieros de ENSIDE-SA, alojados en la urbanización ajardinada de la calleGonzález Abarca (Avilés). A punto de expirar la década

FIG. 12. Mirando hacia la ría del Eo, y en el promontorio ocupadopor el pequeño núcleo urbano de Castropol, encontramos una pequeñaplaza ajardinada, probablemente de principios del siglo XX, a tenordel marcado carácter modernista de sus elementos arquitectónicos másrelevantes; así, la inmediatez del Casino/Casa de la Cultura, el trazadomismo del parque y, sobre todo, el magnífico monumento al marinoVillamil, atestiguan que estamos ante una obra trazada en la segundadécada del siglo XX, sobre el antiguo Campo de Tablado, lugar dereunión en concejo. En un pueblo en el que tan bien trabajan las colo-ridas alfombras de flores, la estampa que vemos es un tanto asceta,con una topiaria muy elemental y con los omnipresentes plátanos. Alfondo de la imagen, en un costado de este parque, llamado VicenteLoriente, se encuentra el palacio barroco del Marqués de Santa Cruz,que próximamente se convertirá en un lujoso hotel.

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de los cincuenta vieron la luz los primeros polígonos deOpen Planning, desemejantes de las barriadas sólo porsu tamaño generalmente mayor (1.500-2.000 viviendas),por la introducción de algunos equipamientos y la apari-ción de las primeras torres. Ventanielles en Oviedo seorganiza a partir de una vía-parque con banda vegetallateral, pero los patios de manzana están en su mayoríapavimentados. Hay más verde, a manera de tapiz conti-

nuo, en el suelo libre entre módulos residenciales delpolígono Las Mil Quinientas de Gijón. En origen era depropiedad privada, razón por la cual no tendrá un buenmantenimiento ni un desarrollo pleno hasta que se hagacargo el Ayuntamiento.

La gama de realizaciones fechadas durante la Autar-quía abarca todavía un último producto, con tanta enti-dad espacial como las barriadas aunque mucho más re-

FIG. 13. Este plano de planta de lo que iba a ser el Parque Isabel la Católica data de 1941, y trataba con buen criterio, el integrar a la tramaurbana gijonesa, al alejado y descontextualizado campo de fútbol de El Molinón, ubicado en las afueras de la ciudad desde 1906, cuando se le-vantaron unas gradas y un campo de césped, sobre un terreno en el que había funcionado años atrás un molino hidráulico de gran tamaño. Elproyecto recogido en este plano pretendía unir el final del paseo marítimo de entonces, que llegaba hasta la desembocadura del río Piles, con elcampo de fútbol (que tenía un aforo de seis mil espectadores en esa época), sobre una zona pantanosa, en la margen izquierda de la bocana flu-vial. Incorporaba también unas pistas de atletismo e instalaciones deportivas anejas. Pero como se ve en las dos fotos diacrónicas, el resultadode la ocupación ajardinada de la «llamarga» o charca del Molinón fue muy distinta a la planificada, de modo que el parque empieza en la actualAvenida de Castilla y acaba en el lado oeste del estadio, a modo de bulevar sportinguista. Ocupa unas 15 hectáreas, con lo que ahora mismo esel mayor de los parques urbanos de Asturias. Tiene todos los elementos que caracterizan un parque, salvo la existencia de un templete, que yaestaba en el Paseo de Begoña. Sobresalen sus dos lagos de patos y cisnes, unidos por un puente de madera al Parador Nacional que ocupa el em-plazamiento del antiguo «molinón». Durante casi cincuenta años, junto con la próxima plaza de toros, marcaba el borde impreciso del Este gijo-nés. Escala aproximada 1:11.500.

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levante en materia de jardinería. Nos referimos a losmacroproyectos de finalidad educativa, recreativa, e in-cluso algunas factorías industriales cuyo carácter modé-lico o demostrativo implicaba una urbanización esme-rada. A la cabeza entre los ejemplos más sobresalientesfiguran sin duda la Universidad Laboral gijonesa y laCiudad Residencial de Perlora, con vergeles que espe-cialmente en el primer caso ya son calificados comohistóricos. Otras instalaciones como la Feria de Mues-tras de Gijón, algunas piscinas o campos hípicos, lucenjardinillos y planos de césped. La antigua ENSIDESA esuna de las fábricas provistas de espacios verdes, porejemplo con función de pantalla, relativamente exten-sos aunque casi por completo carentes de tratamientodecorativo, en las inmediaciones de los edificios noproductivos y las vías de comunicación.

3. LA REDUCIDA APORTACIÓN DEL PERÍODO

DESARROLLISTA: LOS POLÍGONOS

Algunas ciudades asturianas (Gijón, Oviedo) batie-ron récords de crecimiento durante los años sesenta yprimeros setenta. Otras, como las mineras, aún arroja-ban saldos positivos aunque ya hubiesen dejado atrás elboom de posguerra. Así que en términos de urbaniza-ción la segunda fase de la Dictadura fue expansiva, almenos hasta que se dejen notar los efectos de la crisis,al comienzo de la década de 1970. Ahora bien, el incre-mento del verde urbano no guardó correspondencia conla extensión de la superficie urbanizada y la produc-

ción masiva de viviendas, sino que se mantuvo en unnivel muy inferior. La propia esencia del desarrollismohizo que los años sesenta fueran un tiempo práctica-mente muerto, salvo en lo tocante a jardines de chalés,bastante numerosos a causa del dinero fácil procedentede la construcción y los beneficios reportados por ne-gocios de otra índole. Quitando esas fincas particularescasi no hubo nada más que los cuadrados de césped in-sertados dentro de los bloques en greca, y muy excep-cionalmente algún parque de barrio como La Carbayerade Roces en Gijón.

La mala calidad del urbanismo dominante en el cen-tro urbano y los barrios masivos forzó la introducciónpaulatina de mejoras desde comienzos de los setenta, yya con mayor rotundidad durante la Transición Demo-crática por efecto de las reivindicaciones ciudadanas. Sinos fijamos en el interior de las ciudades, Oviedo, Avi-lés, Gijón y La Felguera son de mención obligada. Lareconstrucción de la capital verdaderamente no terminahasta entonces, cuando las autoridades deciden conver-tir El Campillín en un parque, dada la dificultad para fi-jar otro aprovechamiento en terrenos con tan acusadapendiente. Avilés abrió inicialmente el parque de Ferre-ra ya muerto Franco, en 1976, y Gijón sumaba por lasmismas fechas el parque Inglés, ejemplo de acondicio-namiento en bordes fluviales. Al mismo grupo corres-ponde el Parque Nuevo de La Felguera, plantación rea-lizada sobre pradería. De otro lado, en aquel tiempo secompletó el sistema de las barriadas, con una treintenaaproximada de nuevas iniciativas bastante heterogéneas

FIG. 14. Actuando de gozne entre el casco antiguo de la villa de Pola de Siero y su ensanche oriental, la casa consistorial y el espacioso Par-que de Alfonso X el Sabio, marcan una zona esponjada dentro de la actual trama urbana. La forma rectangular del parque queda alterada por laexpansión hacia el sur de una mancha arbolada, que contribuye a dar más sosiego al centro urbano poleso. Plátanos y árboles autóctonos asturia-nos espesan las áreas de sombra alrededor del templete de la música, elemento central de este espacio verde. Escala aproximada 1:5.700.

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según promotor, tamaño, situación geográfica, compo-sición morfológica, grado de confort, etc. Tal y comoseñalamos en el capítulo anterior, haría falta un estudiocaso por caso para determinar la fecha en que fueronintroducidos los elementos verdes, cuando los hay. Lasbarriadas de las que se poseen datos no tuvieron en ge-neral jardinería al menos hasta los años setenta, cuandono en época ya plenamente democrática y dentro de losprogramas de rehabilitación. Verosímilmente esa fue larealidad mayoritaria, aunque hubiese excepciones máso menos numerosas. También a los barrios gijoneses(La Calzada, El Natahoyo) llegaron según GRANDA

(2008) los primeros parques a finales de los setenta, enalgún caso sobre suelo de antiguas industrias.

La primera generación de Planes Generales de Or-denación Urbana, resultantes de la Ley del Suelo de1956, y su adaptación a la nueva Ley de 1976, consagróel polígono de viviendas como modelo para los nuevosdesarrollos residenciales. Esos espacios prefigurados deantemano, que cuando los promovía el I.N.V. fueron elproducto más típico de la época, también representabanel mayor empeño por aplicar los principios de la Cartade Atenas en nuestro país. Según el código formal le-corbuseriano, la edificación de orden abierto (bloques ytorres) permitía multiplicar las partes ajardinadas, ele-mento clave, junto con la jerarquía de los viales, paraconseguir una mayor confortabilidad. Buenavista enOviedo resulta un tanto atípico entre aquellos polígonos

por estar en gran medida destinado a funcionarios oprofesionales. De ahí sus dotaciones muy superiores alpromedio, debidas asimismo a su contigüidad con elCampus de Llamaquique. Los de clase media o bajason mayoría, con ejemplos absolutamente característi-cos en cada ciudad: Pumarín o Nuevo Gijón, Otero(Oviedo), y La Magdalena (Avilés), al igual que Riaño(Langreo) o Vega de Arriba (Mieres). Descendiendo ala casuística pueden hallarse en ellos zonas verdes plan-teadas en los setenta, y otras procedentes del decenioposterior como el parque de La Magdalena.

Pero los polígonos de hábitat abierto totalizabansuperficies muy claramente inferiores a las dedicadas aconstrucción intensiva, donde el verde brilló por su au-sencia, e incluso hay planes parciales como el de SanPablo en Oviedo (calle Valentín Masip) donde se deja-ron sin ejecutar los equipamientos. Un último factor enjuego resultó ser la motorización, que traía aparejadala necesidad de vías de alta capacidad, susceptibles deacompañamiento vegetal en medianas, glorietas, isle-tas, taludes o franjas laterales. El tratamiento ecológicoo paisajístico de los accesos, rondas, autopistas urba-nas o vías primarias sólo se generalizó en época muyposterior, aunque con algún precedente en las postri-merías del tiempo a que nos estamos refiriendo, cuan-do fue inaugurada la autopista Y o la ampliación delacceso a Gijón por la hoy denominada avenida de LaConstitución.

FIG. 15. A pesar de su carácter de «poblado» para alojar obreros cualificados de la Empresa Nacional Siderúrgica (ENSIDESA), el carácter pa-ternalista que impregnaba este tipo de iniciativa franquista en 1951, Llaranes no deja de ser un buen ejemplo de «ciudad-jardín vertical», en laque unas dos mil personas que se asentaron en 1958 podían gozar de muchos más metros cuadrados de zona verde que los habitantes del «Avilésde siempre», de la que distaba dos kilómetros. Tiene la impronta del arquitecto Secundino Suazo, aunque no fuera el proyectista, y mantiene aúnhoy la fisonomía de otras zonas urbanas levantadas al amparo del diseño urbanístico y arquitectónico de las Regiones Devastadas. Actualmente,el poblado de Llaranes está integrado en la malla urbana avilesina, como se aprecia en la segunda foto, aunque siga manteniendo el carácter depueblo con todos los estándares urbanísticos, dentro de una ciudad. Escala aproximada 1:11.900.

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VLAS REDES ESCALARES DE ÁREAS VERDES EN

EL URBANISMO DEMOCRÁTICO

1. LA CORRECCIÓN DE LOS DÉFICITS HEREDADOS:REDENCIÓN DE BARRIOS Y REHABILITACIÓN URBANA EN

DISTRITOS CENTRALES

A consecuencia de los cambios sustanciales experi-mentados durante los últimos treinta años las ciudadesasturianas poseen hoy, o tienen muy avanzada su cons-trucción, sistemas complejos de elementos y espaciosverdes con articulación jerárquica. Sus componentes in-feriores son los árboles de alineación plantados en lared arterial y las pequeñas áreas ajardinadas de esponja-miento interior. Las clases medianas vienen definidasen orden creciente por los parques vecinales, de barrio ycentrales o de ciudad, mientras que al extremo opuestode la malla verde urbana se sitúan los parques metropo-litanos y las grandes piezas del ecosistema natural pe-riurbano (BALLESTER-OLMOS, J.; MORATA CARRASCO,A., 2001; BORJA, J.; MUXI, Z., 2003). En principio lapolítica urbana se dedicó a neutralizar los déficits reci-bidos del franquismo, interviniendo de forma relativa-mente simultánea en los diferentes escalones de la futu-ra red. La vía más sencilla, para alcanzar el objetivo

propuesto, era la incorporación de amplias superficiesperiféricas, públicas o adquiridas a particulares, con in-terés paisajístico o ambiental. Es decir boscosas o sus-ceptibles de forestación, elevadas, bien orientadas o defachada litoral. Algunas llegan a convertirse en parquesde ciudad con posición de borde, como los parques deInvierno (12 Has.) y de Purificación Tomás (o MonteAlto, 13 Has.) en Oviedo, y hasta cierto punto el de LaFerlera en Pola de Siero, una gran finca donde se hanido insertando edificios de uso comunitario. Tambiénposee un ámbito de influencia urbano, un tratamientomás bien natural y una finalidad compensatoria del es-caso verde interior, el parque marítimo de San Antonioo Prau Gervasio, balcón costero de Candás. Otros fue-ron pensados para atender fundamentalmente necesida-des propias de los barrios, entre ellos uno de los pione-ros sería el gijonés de Los Pericones (14 Has.) para laparte del Llano.

En un nivel jerárquico inferior aparecen los parquesde distrito o vecinales, más reducidos pero con mejoraccesibilidad, parte de los cuales son fruto de las prime-ras iniciativas democráticas para la dignificación de ba-rrios, mucho antes de que se generalizase su rehabilita-ción. A esa familia pertenecen en Gijón los parques delos barrios de Pumarín (Severo Ochoa), La Camocha(Primero de Mayo) o Nuevo Gijón (La Perchera), pro-

FIG. 16. A lo que en Avilés llamaban «poblados», en Gijón, y otras muchas partes de España, le llaman «polígonos» a las extensas áreas ur-banizadas en la primera o segunda aureola de los cascos urbanos. En la imagen vemos el proceso de construcción del denominado «polígono delas Mil Quinientas», por el número de viviendas levantadas siguiendo los principios preconizados por el Open Planning, y la Carta de Atenas de1942, imperantes en los años cincuenta en el urbanismo europeo occidental. Bloques abiertos a las cuatro fachadas, edificación en altura, zonasajardinadas y de juegos entre casas, espacios libres, etc. Como ocurrió en muchos otros sitios, sobre todo en Canarias y Andalucía (Jinámar y lasTres Mil de Sevilla son buenos ejemplos), muchos de los espacios libres entre edificios fueron ocupados por las viviendas situadas en las plantasbajas para su ampliación, y al estar al cuidado de las comunidades de vecinos, la imagen de estos espacios verdes quedó menguada. Afortunada-mente en este caso, cuando el ayuntamiento tomó a su cuidado la limpieza y conservación de estos espacios verdes, el polígono se ennobleció.Escala aproximada 1:10.400.

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cedentes de los años ochenta pero ampliados después.El ovetense de La Carisa (parque ciudad de Tampa), losde La Luz, Versalles y El Nodo en Avilés, o el parquede La Capilla entre Sotrondio y la barriada del Serrallo,tienen el mismo significado aunque algunos son pos-teriores. Como decíamos, el precoz deterioro de lasbarriadas de promoción pública (especialmente las deposguerra) obligó a la administración a profundizar yuniversalizar las mejoras urbanísticas introducidas des-de los años ochenta, dándoles categoría de rehabilita-ción integral que en muchos casos se financia a fin desiglo con los fondos de reactivación para las cuencasmineras. En la actualidad la intervención ya alcanzó a lamayoría de los asentamientos de vivienda oficial, crean-do en ellos nuevos parques (como el de Emilio Murciaen Rioturbio-Mieres) o reformando los espacios librespreexistentes. En este caso se ganan pequeños jardines(Pola de Laviana, Pola de Lena, Mieres, Avilés), perotambién pueden resultar parcialmente sustituidos porsuperficies de pavimento.

Los parques públicos de nivel intermedio no siempreestán vinculados a lugares donde en un pasado recientese dieron condiciones de vida desfavorables. Los hayque sirven a barrios de nivel social más elevado, o quefuncionan como elemento envolvente para edificios pú-blicos o de carácter singular. Valgan como ejemplo enla capital el parque de pradera junto a la iglesia prerro-

mánica de San Julián de Los Prados, y el parque Clarínen el entorno del antiguo estadio Carlos Tartiere, juntocon muchos otros que tratamos aparte por proceder decambios de uso. En los ámbitos urbanos más centralesexistían otras posibilidades para ganar, o al menos noperder, superficies verdes. Así, las compras o más fre-cuentemente las permutas y convenios firmados con lospropietarios de algunos palacetes permitieron abrir auso público siquiera una parte de sus jardines, en Ma-qua-Balsera de Avilés, Villa Magdalena o la Casa Rojade La Lila en Oviedo. Por otra parte la política de reha-bilitación urbana, las peatonalizaciones y los proyectosde embellecimiento sentaron diversas fórmulas para elrescate de los espacios públicos heredados. El balancede dicha tarea es absolutamente positivo en el arboladode las calles y paseos, sin ir más lejos el del Muelle deGijón, pero bastante más discutible en lo que respecta alas plazas. Unas acogen plantíos de árboles o parterres,pero las hay que ven desmantelada su composición ori-ginal para quedar desnaturalizadas o desérticas.

Otra vía de reforma viene siendo la construcción deestacionamientos subterráneos, generadores a veces denuevos espacios públicos que al menos en algunos ca-sos aportan parques vecinales, como en el Milán deOviedo, si bien predomina el tratamiento duro de la cu-bierta de los párkings. Más excepcionalmente ciertaspoblaciones pudieron ganar zonas verdes de carácter

FIG. 17. Hasta 1976, el único parque de La Felguera era el denominado Dolores Duro, un coqueto rincón incrustado en el corazón de estedistrito langreano. Pero el crecimiento de este núcleo, y las necesidades de espacio verde para una población cada vez más exigente, obligaron enlos últimos años de mandato del Alcalde Antonio García Lago, a destinar como parque una pradería someramente rectangular situada cerca delpago de Respiño, ya en el borde urbano noroccidental felguerino. Por su corta historia, sus valores en jardinería no son muy notables, aunque unapequeña cancha deportiva y una jaula de aves le da cierta actividad. En cuanto empezó a prestar servicio, pasó a denominarse popularmente comoParque Nuevo (aunque su nombre oficial es el del alcalde que lo impulsó), de modo que el anterior también fue rebautizado como Parque Viejo.Escala aproximada 1:9.600.

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central o de ciudad, es decir con área de influencia ex-tensa aunque su tamaño no siempre sea importante. Esquizá el caso del parque del Cortijo (Grado), sobre unrecinto abandonado del centro de la villa, o el parque deLa Paz (también llamado de la Manzana Central) enLugones, producto de la urbanización de suelo libre óp-timamente situado junto a la vía central de ese núcleo,satélite de Oviedo.

2. LAS NUEVAS CATEGORÍAS DE ZONAS AJARDINADAS:LA INTERVENCIÓN ESTRATÉGICA Y LOS CAMBIOS DE USO

Las operaciones de renovación urbana y reasigna-ción funcional han representado un instrumento básicopara la obtención de nuevas zonas verdes, tanto interio-res como en orilla. La gama de espacios, instalacioneso elementos afectados por iniciativas de esa clase esmuy amplia, pues comprende las herencias materialesdecimonónicas o primiseculares relacionadas con la in-dustria y el ferrocarril, pero también con las funcionesportuaria, militar, asistencial o represiva. Su obsoles-cencia y localización inadecuada, mas las servidum-bres urbanísticas que les son connaturales, justifican eltraslado o modernización, liberando suelo para un am-plio abanico de usos alternativos. El resultado es el res-cate para la ciudad de áreas o enclaves degradados,

donde aparecen nuevas centralidades capaces de corre-gir la estructura urbana, y a la vez se abren vías intere-santes para la regeneración ambiental.

Las propuestas más ambiciosas cobran sentido si selas examina desde la perspectiva del urbanismo estra-tégico, que proporciona mejoras funcionales y de ha-bitabilidad para favorecer la innovación, el dinamismoempresarial y una mayor proyección exterior de las ciu-dades. En ese perfil encaja el Parque Empresarial Prin-cipado de Asturias (2,1 millones de metros cuadrados),inaugurado en 2003 previa demolición de la cabecerade la antigua ENSIDESA en Avilés. Fue concebido comoreceptor de usos combinados (productivos, terciarios,residenciales etc), entre los cuales el verde ofrece hastaahora un corto bagaje, prácticamente limitado al acom-pañamiento viario de las áreas industriales. Pero el pa-pel que finalmente le corresponda dentro de la ría deAvilés va a ser muy superior, gracias al proyecto Cen-tro Cultural Óscar Niemeyer-Isla de la Innovación (57Has.), sustentado en un sistema de superficies ajardina-das (gran bulevar, parque-galería, parque central) aúncarentes de suficiente precisión.

El mayor grupo de grandes obras en curso está vin-culado con la modernización e integración urbana delferrocarril, que se ejecuta hoy en Gijón (12 Has.) y tie-ne los trámites avanzados en Langreo (para las vías de

FIG. 18. El parque de Los Pericones está indisolublemente unido al Plan Especial de Reforma Interior de El Llano de la segunda mitad delos años ochenta, una de las mayores actuaciones urbanísticas desarrolladas en Asturias. La apertura de un gran vial al sur, entre el Paseo deBegoña y la actual autovía del Cantábrico, permitió ordenar una zona de infraviviendas, la típica de los bordes urbanos humildes, carente de uncallejero bien alineado, infraestructuras, equipamientos, servicios y dotaciones. La gran parcela que ocupa actualmente el parque (14 hectáreas)es ligeramente alomada, y tiene como límites la amplia Avenida de El Llano, la antigua carretera minera y, al sur, el cementerio de El Sucu.Dada su juventud floral, el parque presenta solo una mancha verde, pero no tiene la estética de otros ya reseñados en este artículo. Próxima-mente será ampliado hacia el sur, hasta alcanzar más de 20 hectáreas, convirtiéndose así en el mayor espacio verde urbano asturiano. Escalaaproximada 1:13.850.

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FEVE) y Avilés, pero en los tres casos sin especifica-ción lo bastante detallada del verde resultante. El efec-to que lleguen a producir en el medio ambiente urbanopodría medirse indirectamente a través de lo ocurridoen Oviedo, donde ya se materializó el plan CinturónVerde en un porcentaje mayoritario de sus enunciados.Dedicó a ese cometido una superficie superior a 13hectáreas, tercio aproximado de lo que antes correspon-día a estaciones, talleres y vías. Su concreción morfo-lógica es variada (jardines, paseos, glorietas, medianas)y el efecto benéfico que prestan está bastante difumina-do, ya que los antiguos trazados de RENFE y FEVE en-volvían el casco antiguo y el Ensanche a la manera deun «cinturón de hierro».

En las comarcas mineras la caída en desuso de anti-guos ferrocarriles para carga de mineral alentó su con-versión en sendas verdes, considerables al efecto quenos ocupa cuando incorporan siembras de plantas ymobiliario. Sirvan como ejemplo el paseo entre Sotron-dio y Santa Bárbara (San Martín del Rey Aurelio), porla vía de La Hullera, y la senda verde de Turón (Mie-res) sobre la trinchera ferroviaria de La Cuadriella. O elitinerario La Pereda-Villamil (Mieres) superpuesto alferrocarril de Loredo. Precisamente el lavado de carbóndejó escombreras cuya regeneración y restauración pai-sajística las ha trocado en tapices de pradería y arbola-do (Ciaño, Turón), áreas recreativas y parques fluviales(Collanzo). La del pozo Carrio en Laviana sirvió paraabrir un tramo del itinerario verde entre Sotrondio yBarredos. Aguas abajo otras escombreras son ahora elParque Inglés y el espacio de ocio de La Isla (4 Has.)en Blimea, Dentro del mismo concejo de San Martín,cerca del Entrego, la rehabilitación de una mina a cieloabierto proporcionó la base de la actual Campa «L'Abe-duriu», que incluye un jardín forestal.

El mayor número de experiencias conducentes alcambio de uso se han dado en el solar de fábricas, quecumplieron su ciclo de vida o resultaron afectadas porla reconversión industrial. Gijón luce hoy parques dedistinta dimensión y cronología, al menos sobre unaparte de las fincas donde estuvieron la Fábrica de Lozadel Natahoyo, la Fábrica de Laviada, Industrias Zarra-cina, Gijón Fabril, la Fábrica del Gas de La Arena y laFábrica de Moreda. En el lugar de ésta hay viviendas yun parque lineal de 11 hectáreas junto a las vías deRENFE. Naves relacionadas con el transporte como lascocheras del tranvía gijonés también dejaron paso a unode los primeros parques de la Democracia, y en cuantoa conjuntos o asentamientos mayores es forzoso referir-se al PERI del Llano, generador del gran parque en cinta

sobre la avenida homónima (GRANDA, 2008). En Ovie-do la demolición de las últimas fábricas o naves de al-macenaje (Mantova, Almacenes Industriales) apenas haproducido verde, con la excepción de un espacio de usovecinal para las viviendas levantadas sobre un antiguotaller en Fozaneldi. Por su parte algunas villas costerassupieron aprovechar la pérdida de sus empresas tradi-cionales para practicar desahogos en la trama edificada,como el Parque de «Les Conserveres» en Candás.

Las propiedades militares o pertenecientes a loscuerpos represivos han jugado igualmente un rol deci-sivo en la naturalización de las ciudades mayores. Lacesión de las fortificaciones permitió a Gijón conquis-tar el cerro de Santa Catalina como parque marítimo, ylo propio sucede en Oviedo con el campo de manio-bras del Monte Naranco, del que se hablará en el apar-tado de los espacios periurbanos. La reutilización delcuartel del Milán (cedido en 1988) como Campus deHumanidades para la Universidad de Oviedo propor-cionó sobrantes de uso residencial y un pequeño siste-ma de vergeles con influencia de barrio. A escala me-nor, el derribo del cuartel de la Guardia Civil favorecióla colmatación residencial del barrio ovetense de Pu-marín, al que en contrapartida aportó una reducida pla-za arbolada.

FIG. 19. Una barriada marginada desde su inicio, con fuertesproblemas constructivos, debido a las prisas con las que se levanta-ron los bloques en la carretera antigua de Langreo a Mieres, a unostres kilómetros del centro de esta ciudad, consiguió a mediados delos años ochenta, no sólo una rehabilitación solvente de las fachadasde los edificios, sino también de las viviendas y, sin que lo pensarannunca, un parque, levantado sobre una pequeña escombrera, en la en-trada de la barriada según se viene de Mieres. Todo se debió a unPlan de Rehabilitación Integral impulsado por el entonces consejerocompetente, Emilio Murcia, en cuyo honor pusieron su nombre al fa-llecer éste prematuramente. Es de poca entidad superficial, y los ele-mentos florales son todavía muy discretos, no así su cromatística or-namentación escultórica.

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3. EL VERDE ESPECIALIZADO, LOS EQUIPAMIENTOS Y

LOS NUEVOS DESARROLLOS URBANOS

La malla verde de una ciudad sólo está organizadade manera eficiente si cumple con ciertas premisas bá-sicas. La más elemental es la prestación de una cobertu-ra suficiente del espacio urbano en condiciones homo-géneas, algo alcanzable al trabajar con planteamientospiramidales, de búsqueda de proporcionalidad entre es-pacios verdes con distinta escala, configuración y obje-to. La calidad de una red depende en gran medida dedos requisitos, el primero es que sus componentes esténbien diferenciados, posean identificación, bien por sutratamiento o por su finalidad, aunque en la medida delo posible han de ser multifuncionales o poseer anima-ción (BORJA; MUXI, 2003). La otra condición es que es-tén conectados, que hagan posible la movilidad interna.Dentro de ese marco tienen cabida las tipologías mo-dernas de verde especializado, que se singularizan por

su morfología o al desempeñar cometidos muy concre-tos. Por ejemplo el estudio y preservación de la flora,en el Botánico Atlántico de Gijón. Otros espacios ajar-dinados o con tratamiento natural paisajista son inte-grantes más o menos destacados de la nueva generaciónde museos y centros de interpretación, como el de LasAnclas en Salinas o el pozo San Luis de Langreo entreotros. Pueden, si no, estar vinculados con grandes equi-pamientos de otras clases, cuya naturaleza condicionala forma que adopten. Así, en el entorno de los centroscomerciales y estadios es natural que pesen más los cri-terios fundamentalmente estéticos o de índole monu-mental, para contribuir al plusvalor inmobiliario. Ésepuede ser, hasta cierto punto, el caso del parque delOeste en relación con el campo de fútbol de Oviedo, oel verde que rodea a la gran superficie comercial Espa-cio Buenavista. Cuando se trata de establecimientoseducativos parece lógico que predominen las finalida-des de tipo más bien funcional o ambiental, como en elCampus de Mieres (área deportiva del Batán), el Cam-pus de Viesques y el Parque Tecnológico de Gijón.

Sendas, paseos y pistas finlandesas son componen-tes no menos específicos dentro de los sistemas verdesactuales, por la capacidad articuladora que les da su ca-rácter de ejes, cuando conectan núcleos, elementos na-turales o áreas urbanas con espacios periurbanos. Yamencionamos más atrás la frecuente asociación quemantienen con los restos de la minería, con las márge-nes fluviales y las obras de canalización o acondiciona-miento. El arquetipo es el gran paseo peatonal de nuevekilómetros sobre la margen izquierda del río Caudal,aguas arriba a partir de Mieres. En la misma ciudad, lapista finlandesa remonta el estrecho valle del río SanJuan hasta el poblado de Rioturbio (3,5 km.). En el Na-lón existen tramos sueltos tendidos en una y otra orilladesde el concejo de San Martín al de Laviana, y al ladode Oviedo entre Olloniego y Vegalencia. Por nombraralgunas otras vías verdes provistas de cenefas repobla-das, diremos que está el paseo fluvial entre Colloto yEl Roblón (Siero), el paseo del río Cubia y la senda deLa Abadía en Grado (5 km. entre La Caborna y SanMartín).

En los tres últimos decenios las ciudades de cabece-ra y los núcleos menores calificables como emergentes,normalmente orbitales de aquellas (Pola de Siero, Lu-gones, Posada y Lugo de Llanera), han conocido proce-sos expansivos de fuerte alcance, desproporcionados in-cluso a veces con el aumento de población. La facetamás llamativa de ese crecimiento es la promoción gene-ralizada de nuevos desarrollos residenciales, planes

FIG. 20. En el centro de la retícula urbana de Mieres se encuentrasituado el Parque Jovellanos, un rectángulo casi perfecto, equivalentea tres manzanas por los costados largos (calles Aller y Numa Guilhou)y un frente de manzana por los lados cortos (calles Carreño Miranda yManuel Llaneza). El parque se levantó dentro del Ensanche de Mieresen 1920, y lo que hoy está ocupado por zona verde es solo una partedel proyecto original, que incluía un bulevar arbolado en dirección alas orillas, entonces sin canalizar, del río Caudal. Está articulado endos sectores muy distintos por una plaza dura, que incluye un escena-rio de fábrica semicircular y con techo, para representaciones teatralesy musicales. Al norte se sitúa un lago con bastante vegetación arbóreaen su derredor, mientras que el lado sur está más geometrizado y al-quitranado para el paseo y el juego de niños. Dada su localización enla trama urbana mierense, y la cantidad de establecimientos de hoste-lería existentes en su entorno, es un lugar muy frecuentado por la po-blación del lugar, que no dispone de otro parque de mayor entidad enla ciudad. Escala aproximada 1:5.250.

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parciales y polígonos, cuyas áreas verdes son más tras-cendentes en términos espaciales y tienen una afecciónmás estrictamente urbana que algunos de los tipos an-teriores. El análisis comparado de los paisajes habita-cionales de última generación revela que son muy desi-guales en calidad, pero en general aportan cambioscualitativos considerables, sin ir más lejos en cuanto alenriquecimiento de la morfología. Continúan utilizán-dose las mallas ortogonales pero superando la rigidezracionalista, de manera que los conjuntos se organizana partir de bulevares centrales interrumpidos rítmica-mente por glorietas (La Florida, Oviedo). Frente al an-terior dominio del open planning ahora cabe la manza-na semiabierta o cerrada con espacios libres privados,para cubrir el suelo proporcionado por la planta regular.Pero también se recurre a composiciones más imagina-tivas, por ejemplo radioconcéntricas a partir de una pla-za central (La Corredoria Este, Oviedo), o bien un tipomixto con calles en arco o fragmentos contrastados.

Resulta habitual el simultanear tipos edificatorios,unifamiliar exento o más bien adosado, plurifamiliar enbloques o torres de edificación abierta, pero tambiénconstrucciones en pantalla formando manzanas cerradaso con abertura. Mediante esa práctica se obtienen teji-dos variados, con partes densas y porciones más espon-jadas, donde el verde encuentra diversas formas de in-serción. Están los parques centrales (Montevil en Gijón)o las glorietas-plaza que presiden sistemas de anillosconcéntricos (Corredoria Este en Oviedo), más las pe-

queñas superficies naturalizadas en bulevares o roton-das, y los jardines interiores a las manzanas. Las escalasintermedias o más bajas resultan favorecidas, pero tam-bién es verdad que en muchos polígonos se naturalizanlos terrenos de menor valor inmobiliario, por tanto lospeor situados, y con planteamientos discutibles dado suelevado coste de mantenimiento. Por ejemplo al aplicaresquemas abiertos de pradera con arbolado ralo o sin él.

No es fácil seleccionar los ejemplos más ilustrati-vos, por la falta de estudios locales sobre el particular.Aparte de los ya indicados habría que fijarse al menosen el proyecto El Vasco-Mayacina, de reforma y ensan-che interior sobre una bolsa de diez hectáreas de terre-no situado en el centro de Mieres. El plan, en ejecucióna la fecha de redactar estas líneas, dedica el suelo a vi-viendas (711), equipamientos (estación de autobuses,servicios municipales), un parque de 1,2 hectáreas yjardines vecinales. Es asimismo muy interesante la sig-nificación que tienen y la materialidad que adoptan laszonas verdes en las ciudades menores, poblaciones su-burbanas o villas cercanas a los grandes núcleos. Porejemplo Noreña (El Rebollín, La Reguerina, Los Lla-nos), Pola de Siero (San Miguel, Poniente) o PiedrasBlancas (parque de La Libertad, río Raíces).

Los ejes directores de la red arterial en esas pro-mociones residenciales, y su engarce con las tramasurbanas, han proporcionado como decíamos terrenosadyacentes o complementarios de los viales, que son

FIG. 21. En un solar cuadrangular dejado por la fábrica de gas de Gijón, en un costado de la calle Ezcurdia, y muy cerca de la parte central dela playa de San Lorenzo, en el barrio de El Arenal, se levantó hace menos de dos décadas un parque, que recibe el nombre de Fábrica del Gas,vendido al ayuntamiento por su propietaria, Hidroeléctrica del Cantábrico. El parque, rodeado de edificios de nueva factura en su mayoría, dadasu juventud, tiene un aparcamiento subterráneo que apenas afectará a la vegetación que crezca en su losa superior; tiene rosaledas, parque infan-til, además de una fuente y estanque de reducidas dimensiones. Escala aproximada 1:4.450.

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susceptibles de naturalización. Sumándoles lo que laciudad obtiene con los nuevos accesos, rondas, vías dealta capacidad y cruces solventados mediante distribui-dores como las rotondas, resultan distintas clases deespacios (márgenes, taludes, isletas, etc) fácilmenteconvertibles en pantallas, festones o pequeñas masasvegetales. Precisamente la política ambiental urbanaevidencia un interés creciente en fomentar las clasesmás inferiores de áreas verdes, entre ellas las servidorasde vías rodadas. Su extraordinaria proliferación en As-turias, el empleo en ellas de criterios paisajistas y elconsiguiente efecto de embellecimiento hacen que esosespacios ajardinados se sitúen entre los mejor percibi-dos por la ciudadanía.

4. EL GRAN VERDE, LAS AUREOLAS PERIURBANAS Y LA

EXURBANIZACIÓN

Las periferias, los contornos y franjas periurbanasson territorios particularmente complejos, con dinámi-cas muy características, sometidos a un constante rea-juste. Sobre ellos se verifica la descarga y proyecciónexterior de las ciudades, con el consecutivo retrocesode los paisajes y estructuras organizativas previas, quepueden oponer distintas formas de resistencia. El cho-que entre fuerzas se resuelve localmente de muy diver-sas maneras, contacto, convivencia, conflicto, sucesión,entre lo rural, lo natural y lo urbano. Cuando la trans-formación pierda intensidad, dando paso a situaciones

de equilibrio o estabilidad, es que los espacios afecta-dos han dejado de ser periferias para incorporarse alcontinuo urbano. Pero una nueva orilla más lejana seirá perfilando y organizando de manera incipiente, portanto desordenada e inestable.

El aliciente que ofrecen, para el estudio geográfico,esos lugares de desbordamiento o de influencia urbanamás directa, no puede ser mayor desde la perspectiva delas zonas verdes. En la aureola envolvente de las ciuda-des el ecosistema diríamos natural, más o menos marca-do por las huellas culturales, convive, sirve de soporte,entra en relación o en tensión con el ecosistema artifi-cial, producto de la acción antrópica. Por muy intensaque ésta sea, allí se conservan elementos o espacios deinterés ambiental y valor paisajístico, en torno a loscuales suelen haberse configurado las mayores piezas oel llamado «gran verde», es decir el escalón superior delas redes a que nos venimos refiriendo. Pueden encon-trarse pervivencias de antiguos bosques naturales, comola Carbayeda del Tragamón en Gijón (declarada Monu-mento Natural) y el bosque de La Zoreda (La Manjoya,Oviedo), parcialmente afectado por una urbanización.Si no, quedarán al menos pequeños retazos de aquellasmasas forestales, salvados al autorizar la edificación desu entorno, cosa que ocurre en el «Castañéu» de Salva(Siero). Hay paisajes fluviales excepcionales, entreellos el de los meandros del río Nora (Oviedo) y el bos-que-galería que los enmarca, también merecedor de lacategoría de Monumento Natural. Ciertas poblacionesmantienen en su recinto o inmediaciones espacios duna-

FIG. 22. Lo mismo que ha ocurrido con el realce de un espacio natural marítimo en el tómbolo o cerro de Santa Catalina en Gijón, con lagran escultura de Chillida (Elogio al Horizonte), en La Peñona, un promontorio rocoso situado al oeste de la playa de Salinas (Castrillón) se hacreado un museo al aire libre, como homenaje al mar y a sus gentes. Se denomina Museo de las Anclas Philippe Cousteau, al que está dedicado, yse ordena en varias piezas antrópicas distribuidas con mucho respeto sobre el medio litoral. El elemento central es un enorme busto en bronce deCousteau sobre la Peña Lisa, un mural cerámico, una rosa de los vientos, un mirador sobre el mar, al final de un puente de bella factura, y un par-que de velas y anclas en la plataforma superior de un graderío, con gran variedad cromatística.

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res (El Espartal, Salinas, 16 has. con plantación de es-pecies autóctonas), formas costeras interesantes (CaboSan Lorenzo, Gijón, 14 has.) o relieves que separan losvalles del interior: el cordal de Urbiés en el Turón, den-tro de los paisajes protegidos de las cuencas mineras.

En algunos casos, aquellos elementos han servidocomo base para formar Parques Metropolitanos o Par-ques Periurbanos. El del Naranco (5.521 has.), extendi-do a los municipios de Oviedo, Siero, Llanera y LasRegueras, tiene como finalidades las de conservar y re-cuperar ambientalmente el territorio articulado por lasierra homónima y el valle del Nora. El Parque Comar-cal del Gorfolí (Avilés, 1.700 has.) parece ser el prece-dente para otros de próxima creación en Gijón y Mie-res. Parte de esas demarcaciones tiene una dominantemixta, de espacios sólo relativamente naturales, mode-lados a veces para que figuren composiciones espontá-neas, o adaptados a usos recreativos. A saber, dentrodel Parque del Naranco está comprendido el ParqueSanta Bárbara o de La Acebera (Lugones, 30 has.), unárea forestal con parte natural y parte plantada (seis milpies), donde se insertaron instalaciones de ocio desdeque el Ayuntamiento compró la finca al INI (1982). Pa-ra integrarlo en un organismo de orden superior LaAcebera va a quedar conectado con el Parque Periurba-no de La Pola (1ª fase, El Bayu-Puente Romanón, 3has.) y con el Parque de Paredes, entre el río Nora y elbarrio de Colloto (11 has.).

Fuera de esas grandes unidades ha habido numero-sas iniciativas para poner en valor parajes singulares uorganizar la afluencia a ellos. Pueden ser intervencio-nes «suaves» u ocasionar una relativa artificialización,cuando aplican tratamientos vegetales decorativos o su-ponen la construcción de infraestructuras y el amuebla-miento. Áreas recreativas con proporciones y solucio-nes diversas las hay en lugares como el monte Deva(Gijón, 120 has. fundamentalmente repobladas), y auna escala inferior Valliniello (Avilés) o El Picón (Lla-nera). Gijón posee igualmente el Parque Marítimo pai-sajista del Rinconín (6 has.), y en diferentes localidadescosteras como Rodiles (Villaviciosa) y Moniello (Go-zón) fueron habilitados parques-playa que facilitan elacceso y restauran el paisaje al aportar plantíos.

De otro lado están los elementos verdes puramenteantrópicos, definidores del ecosistema artificial, partede los cuales guardan correspondencia directa con eldesarrollo de la urbanización difusa. Es decir los mode-los norteamericanos Sprawl o Edge City, que colonizanvastísimas extensiones suburbanas con tejidos residen-ciales de baja densidad, pero también implican la peri-ferización de todos los componentes y funciones de laciudad. Las urbanizaciones de chalés y adosados, biensean turísticas o de segunda residencia y localizacióncostera (Truyés, Corvera, 600 viviendas unifamiliares),o interiores para ocupación permanente (La Fresneda,1.360 viviendas), incrementan la componente naturalis-

FIG. 23. Entre los grandes desarrollos urbanísticos tentaculares del nuevo Oviedo, tanto en su sector occidental como oriental, los estándaresurbanísticos al uso obligan a proveer una parte sustantiva de espacios verdes. En estas fotos de años distintos se aprecia la transformación de rurala urbano de una zona dedicada preferentemente a viviendas protegidas o de precio tasado, distribuidas en bloques de poca altura, entre los que seintercalan un mosaico de espacios verdes. La Corredoria Este, tal como se denomina a este sector recientemente urbanizado, a pesar de su cuida-do urbanístico, no puede eludir la fuerte segregación social que se da en conjunto del tejido urbano ovetense, con una almendra central con vi-viendas muy caras, y las dos franjas laterales, que acogen a la población de menos recursos económicos. Escala aproximada 1:9.200.

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ta a base de jardines privados, pero también pueden em-pobrecer o no tratar satisfactoriamente los espacios pú-blicos, de manera que resulten inertes aunque muy exi-gentes en agua. Imposible obviar el parentesco entre lasurbanizaciones y los once campos de golf abiertos enAsturias, tres de ellos gijoneses. En esas periferias urba-

nas el contrapunto lo ponen los cinturones de huertos deocio (Leorio, La Acebera), que recuperan para el culti-vo tierras abandonadas. Hay en fin otros tipos de áreasverdes productivas con cierta entidad espacial, como losviveros municipales (Cefontes, Gijón), que acentúan lacomplejidad de los entornos próximos a las ciudades.

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Todas las imágenes aéreas verticales proceden del vuelo de la Serie H(blanco y negro, año 1956-57) y de la ortofoto del Principado de Asturias (co-lor, año 2007).

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Recibido: 19 de febrero de 2009Aceptado: 15 de abril de 2009

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