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LOS CAMINOS ANDALUCES EN ULTRAMAR. LA EMIGRACIÓN CONTEMPORÁNEA DE ANDALUCES A AMÉRICA. ------ Trabajo de investigación presentado para la obtención del Título de Doctor Por el doctorando: D. FRANCISCO CONTRERAS PÉREZ Bajo la dirección del PROF. DR. D. RAFAEL SÁNCHEZ MANTERO Departamento de Historia Contemporánea Universidad de Sevilla, 2011.

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LOS CAMINOS ANDALUCES EN

ULTRAMAR.

LA EMIGRACIÓN CONTEMPORÁNEA DE

ANDALUCES A AMÉRICA.

------

Trabajo de investigación presentado para la

obtención del Título de Doctor

Por el doctorando:

D. FRANCISCO CONTRERAS PÉREZ

Bajo la dirección del

PROF. DR. D. RAFAEL SÁNCHEZ MANTERO

Departamento de Historia Contemporánea

Universidad de Sevilla, 2011.

TD- Francisco Contreras Pérez

2

A mis padres.

TD- Francisco Contreras Pérez

3

“Es mucha responsabilidad y mucha conmoción y mucha historia esto de dejar lo que es de uno [...]”.

DELIBES, M.: Diario de un emigrante.

“Claro, mi padre estaba más contento..., mi padre el giro que recibía era más plata que la que ganaba él en el ferrocarril...,

se lo daba a mi madre como si fuera un sueldo grande, y estaba la mar de bien.”

Entrevista a J.S.P. (emigrante malagueño, Buenos Aires)

TD- Francisco Contreras Pérez

4

ÍNDICE

INTRODUCCIÓN.

CAPÍTULO 1. ESTADO DE LA CUESTIÓN, FUENTES Y MÉTODOS:

DESCRIPCIÓN Y ANÁLISIS CRÍTICO.

• Estado de la cuestión sobre la llamada “temprana emigración” contemporánea.

• ¿Y sobre la temprana emigración andaluza?

• Otras investigaciones de referencia.

• Las fuentes y los métodos.

o Los censos españoles del XIX y el cálculo de la

migración neta.

o La estadística española de pasaportes del siglo

XIX.

o El Censo de Buenos Aires de 1855 y el estudio

micro social de la migración andaluza.

o Las estadísticas de pasajeros por mar del

Instituto Geográfico de Emigración.

TD- Francisco Contreras Pérez

5

CAPÍTULO 2. EL TRASFONDO: ESTIMACIÓN DE LOS MOVIMIENTOS

MIGRATORIOS INTERIORES.

• Contraste del patrón teórico para el caso andaluz.

• La Migración Neta regional.

• Aproximación a la migración como estrategia en el ciclo

vital.

• Migración Neta de las provincias.

• Resultados de la estimación.

• Los saldos migratorios comarcales en Andalucía a

mediados del XIX.

CAPÍTULO 3. LA EMIGRACIÓN EXTERIOR ANDALUZA EN EL

PERIODO ISABELINO

• ¿Ruptura o continuidad respecto a la emigración del

XVIII?

• Aproximación a una cuantificación de la temprana

emigración.

• Los focos de emigración en el periodo isabelino.

• Participación provincial en la temprana emigración a

América.

TD- Francisco Contreras Pérez

6

• ¿Hay una pauta “andaluza” en la elección de país de

destino en América?

• Cuba: bases de un destino refugio durante el siglo XIX.

• Destinos minoritarios y coyunturales.

CAPÍTULO 4. LA TEMPRANA EMIGRACIÓN ANDALUZA A LA

ARGENTINA, 1830-1870.

• Argentina y Buenos Aires en el segundo tercio del XIX.

• ¿Cuándo emigraron? ¿Fue la R. O. de 1853 tan

decisiva?

• ¿De qué localidades andaluzas procedían? ¿Se

reproduce el mapa de la emigración colonial?

• ¿Llegaron directamente o hubo reemigración?

• ¿Cuál era el perfil demográfico del emigrante que

llegaba a Buenos Aires desde Andalucía?

• ¿A qué edad emigraban? La emigración y el ciclo vital.

• El estado civil: solteros, pero también casados.

• Cadenas migratorias familiares.

• Endogamia-exogamia: pautas matrimoniales de los

emigrantes andaluces.

• El hogar del emigrante: tamaño y estructura.

TD- Francisco Contreras Pérez

7

• Dependientes, comerciantes y artesanos: el andaluz en

la sociedad y el mercado laboral bonaerenses.

CAPÍTULO 5. ELEMENTOS PARA UNA COMPARACIÓN DE MODELOS:

DE LA EMIGRACIÓN TEMPRANA A LA EMIGRACIÓN EN MASA.

• ¿Cambiaron los destinos con respecto al período

anterior?

• Un factor nuevo: los pasajes gratuitos y el efecto

selectivo en el perfil del emigrante.

• Una emigración con un elevado componente rural.

• El nuevo mapa de la emigración.

o Ausente en la emigración temprana a América,

protagonista en la del siglo XX.

o ¿Qué ocurrió con los protagonistas de la

emigración temprana en la época de la emigración

en masa?

o Un perfil familiar en la emigración temprana y en

la finisecular.

o El reforzamiento de la emigración en Andalucía

Oriental.

• Hacia la integración en los mercados laborales

internacionales.

TD- Francisco Contreras Pérez

8

CONCLUSIONES

APÉNDICE

BIBLIOGRAFÍA

TD- Francisco Contreras Pérez

9

INTRODUCCIÓN.

“Invisibles”..., se ha dicho en alguna ocasión. Así parecen

haber permanecido, desde el siglo XIX, los emigrantes españoles

en las nuevas repúblicas americanas tras las declaraciones de

Independencia (de las que se conmemoran el bicentenario en estos

momentos). Quizás las nuevas élites políticas e intelectuales

republicanas veían en ellos algo que les recordaba el denostado

pasado colonial, y se les adjudicaban unos rasgos morales que no

encajaban en las ansias de “progreso” que regían sus proyectos

nacionales. O quizás eran demasiado cercanos a ellos mismos, que

pasaron desapercibidos, más allá de algunos chistes y estereotipos.

Y sin embargo estos millones de emigrantes españoles, anteriores

a la Guerra Civil española, participaron de manera casi siempre

TD- Francisco Contreras Pérez

10

anónima en los procesos de formación y modernización de las

nuevas sociedades tanto en las Américas como en España.

Más tarde que en otras tradiciones historiográficas, lo cierto

es que los historiadores de uno y otro lado del Atlántico hispano

sólo empezaron a atender de manera algo más sistemática el

estudio de la emigración contemporánea española hasta hace

relativamente poco, no más de dos décadas, a finales del siglo XX.

Y todavía quedaba por hacer...

“Invisible”, también se puede aplicar, si cabe con más

razón, a la participación de la población andaluza en estos

movimientos migratorios del XIX y principios del XX. Pero

existieron. Se ha estimado que cerca medio millón de andaluces

partieron de la región al algún destino de ultramar en esos años.

Este volumen emigratorio equivaldría, en término brutos, a casi

una décima parte de la población andaluza hacia mediados de ese

periodo. Algunos de ellos retornaron, en cifras aún más difíciles de

precisar. Las innovaciones en los transportes marítimos redujeron

los tiempos y los costes marginales con forme avanzaba el siglo

XIX, dando más sentido a la expresión “saltar el Charco”. Los que

se quedaron, los que retornaron y los que volvieron más de una

vez, todos ellos encontraron en la emigración un recurso

adaptativo para hacer frente, individualmente o apoyados en redes

TD- Francisco Contreras Pérez

11

familiares y de paisanaje, a los amplios retos históricos que definen

la gestación de las sociedades contemporáneas.

Las migraciones, interiores y exteriores, formaron parte de

los recursos adaptativos de la “gente corriente” de Occidente

durante el largo siglo XIX con mayor intensidad cuantitativa que

antes, aún siendo una constante de los colectivos humanos. La

modernización no sólo se ejecutaba mediante la transformación de

los viejos oficios en nuevas plantas fabriles, mediante la

movilización política y el largo camino hacia la democracia liberal, o

mediante la transición a nuevas pautas demográficas. La

modernización de las sociedades europeas también se define por la

transición a la movilidad, empezando por las migraciones en masa

del XIX, en un proceso de integración de mercados atlánticos de

mercancías, capitales y trabajo que la prensa andaluza de 1889 ya

conocía como la nueva “economía-mundo”, hoy globalización.

La historiografía actual viene analizando cómo la región hizo

frente a una serie de transformaciones, de adaptaciones, de

frustraciones... Pero, aplicado a estudios migratorios las teorías de

en esto se puede correr el riesgo de recurrir a esquemas

explicativos que reinciden en las ideas fuerzas de fracaso, de

retraso..., que no siempre permiten analizar en su complejidad los

procesos como los migratorios, que corren el riesgo de quedar

TD- Francisco Contreras Pérez

12

reducidos a síntomas de esos “males de la patria” de que se

hablaba en el XIX. Cuando descendemos del gran discurso

“modernizador” a la escala de la gente corriente, emigrar aparece

como un recurso más de adaptación a las nuevas oportunidades

disponibles en ese proceso de integración de mercados y

sociedades antes mencionado. Los países americanos pronto

valoraron el aporte de los emigrantes, tardaría más que así se

hiciera en España en tanto que país emisor.

La presente investigación aborda el tema de la emigración

contemporánea de andaluces a América. La inscripción en su día

del proyecto de Tesis Doctoral estuvo marcada por la renovación

que por entonces venía produciéndose en la historiografía española

sobre este sujeto de estudio. Cuando hicimos la inscripción

administrativa del proyecto bajo el título: “Los caminos andaluces

en ultramar. La emigración contemporánea de andaluces a

América”, y aun contando con un primer plan de trabajo, he de

reconocer que no teníamos plena conciencia de la envergadura real

del mismo, la constante renovación científica de la información y

los métodos que seguía produciéndose en este campo, las

dificultades de acceso a la documentación que posteriormente irían

surgiendo... Ese título, con ser exacto por ser precisamente

genérico, era propio de un recién licenciado con más predisposición

TD- Francisco Contreras Pérez

13

que competencias, un aprendiz más bisoño que ambicioso en el

“oficio de historiador”...

En todo caso, mi línea de investigación quedaba diseñada

para los años posteriores. No iba a renunciar a un tema que me ha

llegado a apasionar, tanto o más que a..., desesperarme.

Lo que aquí se presenta es el resultado del tratamiento y

explotación de parte de la documentación que he finalmente

recabado en este tiempo. Es una parte eso sí mayoritaria, nuclear.

Se explota la principal tipología de fuentes al uso en la literatura

científica, tanto en los estudios sobre agregados estadísticos como

en aquellos que hacen uso de información nominal.

Ello ha permitido integrar en este trabajo los enfoques

macro y micro históricos, esto es, desde las grandes líneas

evolutivas de la emigración en sus tendencias temporales, a la

mirada sobre los emigrantes anónimos que dejaron sus nombres

en cédulas censales y otras fuentes de corte nominativo. Hemos

abordado, hasta donde nuestra habilidad y las fuentes consultadas

permiten, las migraciones a distintas escalas geográficas (desde la

regional a la local). Desde los presupuestos de historia social, junto

a instrumental de la demografía histórica, hemos estudiado el perfil

sociodemográfico del emigrante y hemos intentado aprehender la

decisión de emigrar dentro de su ciclo vital. También se ha tratado

TD- Francisco Contreras Pérez

14

de su inserción en la estructura socioprofesional de la sociedad de

acogida.

Junto a estos enfoques y temáticas de lo que pretende ser

una historia social de estas migraciones, hemos recurrido

constantemente a la comparación como método de acercarnos a

tema de estudio. Entendiendo que la comparación constituye un

instrumento especialmente útil en Historia como ciencia social. Ello

ha supuesto un coste añadido al tener que reunir o elaborar

información de las migraciones de otros ámbitos espaciales con los

que establecer un marco de referencia científica homogénea (por

ejemplo, la atención sistemática que prestamos a la emigración

gallega tiene esta función, en tanto que región emigratoria por

excelencia). Saber algo de la emigración gallega ha permitido, o

eso pretendemos, comprender mejor la emigración andaluza.

Los resultados de la investigación que presentamos se

estructuran en cinco capítulos. El primero, obligado en toda

producción científica, hace un estado de la cuestión y expone las

principales fuentes y métodos de explotación empleados. Se pone

de especial relevancia algunas de las principales aportaciones de

investigadores que nos han precedido en el estudio de la

emigración exterior que tuvo lugar durante el llamado periodo

TD- Francisco Contreras Pérez

15

isabelino español grosso modo, también llamada “emigración

temprana” de la historia contemporánea.

En el segundo capítulo, estudiamos el “background”

compuesto por las grandes líneas de los movimientos migratorios

interiores que operaban en la región desde finales del XVIII.

Tratándose de la llamada etapa preestadística española y

naturalmente no existiendo información directa, hemos procedido

al estudio de los saldos migratorios provinciales mediante

operaciones de estimación de la emigración neta como se describe

en el capítulo 1 y este mismo. La razón de ser es aproximarnos a

ver en qué medida se integran las migraciones exteriores como

recurso alternativo o complementario, dentro de las limitaciones

impuestas por la documentación que repercute en una escala de

estudio bastante gruesa.

Los capítulos 3, 4 y 5 recogen el núcleo fundamental de los

resultados sobre el sujeto de estudio de esta investigación. En el

primero de éstos, abordamos el impacto de la ruptura del orden

colonial en América sobre la emigración andaluza. A continuación,

elaboramos las líneas interpretativas de la evolución de la

emigración exterior andaluza durante el periodo isabelino, hasta

donde el raquitismo de las fuentes estadísticas lo permite.

TD- Francisco Contreras Pérez

16

El capítulo 4 se centra en un estudio de caso: los

emigrantes andaluces en Buenos Aires hacia la mitad del siglo XIX.

Explotamos la riquísima información de las cédulas censales

originales y nominales del censo bonaerense de 1855, cuya

completa información que permite en primer lugar rastrear los

ritmos de llegada desde prácticamente la independencia de la

República Argentina. El trabajo con las cédulas censales ha

requerido de un importante esfuerzo de construcción de una base

de datos informática, que finalmente ha permitido explotar la

información desde los intereses de un enfoque micro social de la

emigración. Es de resaltar la especial originalidad de esta

información que permite dibujar un panorama “desde abajo” del

conjunto de la emigración andaluza a un espacio urbano en

expansión, y llamado a ser uno de los destinos fundamentales de la

emigración en masa posterior.

Para terminar, el capítulo 5 aporta los elementos para una

comparación de la temprana emigración del periodo isabelino,

analizada en los capítulos precedentes, con el modelo posterior y

clásico de emigración en masa, que es el más conocido. Qué

cambio de una a otra en distintos planos de estudio.

En el apéndice documental hay que resaltar que se recoge

una muestra de las características de la base de datos que hemos

TD- Francisco Contreras Pérez

17

construido, mediante tratamiento informático, para la explotación

del Censo de la ciudad de Buenos Aires antes mencionado.

La bibliografía recoge una selección de la literatura científica

del tema a la que he tenido acceso. Salvo error u omisión no

intencionada, ha sido consultada íntegra o parcialmente en algún

momento de esta prolongada investigación. Si bien no toda ha

tenido cabida finalmente en las citas a pie de página, por razón de

la conveniencia puntual relativa a la elaboración del escrito final

aquí presentado, todas ofrecen información que me ha sido útil en

este tema de estudio, y otras entre ellas han contribuido

magistralmente a mi formación en el “oficio de historiador” e

investigador.

Parafraseando a un argentino inmortal: Borges, cabe decir

que me enorgullezco más de mis lecturas que de lo que he podido

escribir.

Durante el desarrollo de esta investigación, varias personas

han contribuido en distintas etapas del proyecto a las eventuales

mejoras que pudiera contener. Me gustaría agradecer la amabilidad

con que fui acogido durantes las largas jornadas que pasé

consultando el modélico fondo documental del Centro de Historia

de la Familia de Buenos Aires (Sociedad Genealógica de Utah),

entre otros archivos, centros de documentación y bibliotecas

TD- Francisco Contreras Pérez

18

consultados, así como por los emigrantes andaluces que

compartieron conmigo sus historias vitales. El asesoramiento y

atención de las profesoras Hebe Clementi (Universidad de Buenos

Aires) y Nora Siegrist de Gentile (CONICET) hicieron sin duda más

productiva mi estancia investigadora en la capital argentina, que

pude iniciar gracias a una carta de invitación del CEMLA. En la

etapa de elaboración final de este trabajo, he de agradecer el

apoyo moral y ayuda de los compañeros del Área de Historia

Contemporánea de las Universidades de Huelva y Sevilla. Sin duda

he adquirido una deuda de gratitud con el profesor Rafael Sánchez

Mantero que, como director de este proyecto de investigación, ha

mostrado una infinita paciencia conmigo y ha estado siempre

accesible. Además del ocio, el esfuerzo dedicado a este trabajo lo

he tenido que restar de manera no justificable de cuidar la amistad

de dos queridas amigas, desde mis tiempos en la Universidad de

Michigan, que espero me puedan dar la enésima oportunidad. Y en

primera línea del frente, la del día a día de mi estado de ánimo y

mi desatención, mis padres, Asun y mis dos niños, en fin, han sido

y son la generosa fuente afectiva de mi vida, a los que desearía

corresponder como merecen.

TD- Francisco Contreras Pérez

19

CAPÍTULO 1.

ESTADO DE LA CUESTIÓN, FUENTES Y MÉTODOS:

DESCRIPCIÓN Y ANÁLISIS CRÍTICO

Estado de la cuestión sobre la llamada “temprana

emigración” contemporánea.

A mediados de la década de 1990, C. Yáñez Gallardo, en un

análisis crítico de estos presupuestos dominantes en la

historiografía sobre las migraciones españolas, no dejaba de

expresar su sorpresa ante las inercias todavía dominantes y los

vacíos historiográficos:

“Me sorprendía que historiografía española diera

la espalda al período que había seguido a la pérdida de

las colonias americanas continentales, como si

despreciara todo lo que fuera distinto del colonialismo

de Antiguo Régimen […] la ruptura de los lazos

coloniales ocurrida después hacía suponer que había

TD- Francisco Contreras Pérez

20

desaparecido cualquier vínculo entre España y el Nuevo

Mundo”.1

El marco cronológico situado entre la ruptura del orden

colonial y los inicios del periodo de emigración en masa cinco

décadas más tarde (1830-1870, en cifras redondas), venía siendo

un territorio historiográfico relativamente desatendido, a pesar del

filón historiográfico explotado en las décadas de 1980 y 1990 por

los investigadores sobre las migraciones españolas

contemporáneas a América.

Los términos “emigración temprana”/”temprana emigración”

habían sido introducidos en la historiografía española años atrás,

en 1988, por el propio C. Yáñez Gallardo en un trabajo titulado:

“Cataluña: un caso de emigración temprana”2. Formaba parte de

las distintas contribuciones a la obra colectiva dirigida por Sánchez

Albornoz que podría considerarse como el trabajo que daba carta

de naturaleza a los actuales estudios migratorios en la

historiografía contemporaneísta española.3

Aquel primer trabajo ponía en evidencia que la emigración

de catalanes a partir de 1830 retomaba la senda abierta por este

1 YÁÑEZ GALLARO, C.: Saltar con red. La temprana emigración catalana a

América ca. 1830-1870, Madrid, Alianza, 1996, p. 16. 2 YÁÑEZ GALLARDO (1988), [pp. 123-142] 3 SÁNCHEZ ALBORNOZ, N. (comp.) (1988).

TD- Francisco Contreras Pérez

21

colectivo regional en la época colonial de “libre comercio”, en una

tendencia que reactivaba los flujos migratorios tras las distorsiones

introducidas por las guerras “emancipadoras” de la metrópoli y las

primeras convulsiones políticas que jalonaron las relaciones entre

España y el fenecido imperio durante el primer tercio del XIX.

Dicha publicación era un avance de una investigación más

amplia que culminaría el investigador chileno con la publicación de

su tesis doctoral bajo el título: Saltar con red. La temprana

emigración catalana a América ca. 1830-1870. 4

Saltar con red había puesto sobre el tapete historiográfico

español y latinoamericano el interés de este primer ciclo

contemporáneo. C. Yáñez Gallardo empezó, como hemos indicado,

por revisar algunos "mitos" o lugares comunes todavía extendidos

en la historiografía española, ante todo aquél según el cual la

emigración transoceánica en la etapa preestadística era mínima

(una “ilusión cuantitativa”, como decía R. Robledo). Se parte de un

estudio de la normativa generada al respecto, invitando a la

consulta de archivos notariales en tanto que éstos deben contener

(a priori) los permisos solicitados por la ley para expatriarse

legalmente.

4YÁÑEZ GALLARO, C. (1996).

TD- Francisco Contreras Pérez

22

La primera emigración catalana contemporánea reactivaba

una corriente ya iniciada durante los años del libre comercio en el

Imperio español a fines del siglo XVIII. A este respecto, el autor

resuelve en la longitudinal del tiempo la dialéctica de factores

push-pull, distinguiendo dos grandes períodos: hasta las guerras

napoleónicas se emigraba por la atracción de las oportunidades

ofrecidas por el Imperio americano, mientras que después de la

Restauración se partía sobre todo por el empuje producido por la

crisis de las tradicionales industriales locales. Así pues, hasta 1850,

la mayoría de los emigrantes catalanes estaría constituida por

artesanos y por jóvenes que, hacia los doce años de edad,

terminaban su primera formación para ir a colaborar como

aprendices con parientes y amigos, ya activos desde antes, en el

terreno comercial de las antiguas colonias y nuevas repúblicas.

Dadas estas relaciones comerciales de base primaria, muy alta (12

por 100) resultaba ser, además, la presencia de "profesiones

liberales" entre aquellos que partían de la ciudad de Barcelona.

Igualmente sugerentes son algunas diferencias que el autor

señala entre la emigración de Barcelona y la de los pequeños

centros de la costa. De la capital catalana parece que se emigraba

por motivos diferentes y más complejos, a menudo conectados con

la antigua estructura gremial de la ciudad. La emigración urbana

TD- Francisco Contreras Pérez

23

respondía en suma a motivos y dinámicas de orden sobre todo

individual. De los pueblos costeros se partía en cambio siguiendo

los tiempos y los modos de la cadena migratoria. Se trataba esta

última, en otras palabras, de una emigración de características más

marcadamente "comunitarias" o "colectivas", que llevaban a la

formación de extensos núcleos de parientes y paisanos

concentrados en determinadas localidades de América.

Se sostiene en este trabajo que la emigración no puede ser

explicada como una consecuencia directa del proceso de

industrialización. La emigración catalana permaneció en efecto

como un fenómeno circunscrito solamente a los distritos de la

costa. De los centros del interior, que sin embargo experimentaron

una notable desarrollo industrial, poquísimos partieron para las

Américas. La diferencia, según el autor, se debe explicar según

variables culturales más que económicas.

Así pues, ofrece una interpretación del fenómeno migratorio

donde cobra relevancia la transmisión y la difusión de la

información entre parientes y paisanos. El autor ha focalizado su

interés sobre el proceso de formación de las redes sociales como

instrumentos de las migraciones catalanas de principios del siglo

XIX. La modélica metodología empleada permite una maximización

de las fuentes microhistóricas consultadas (pasaportes, protocolos

TD- Francisco Contreras Pérez

24

notariales,...), por lo que Saltar con red parece consolidarse como

una obra clave en la integración de nuevos enfoques en la

historiografía española, con lo que se contribuye a colmar el atraso

que se había achacado durante varias décadas.

En suma, aunque las consultas de archivos locales en

España pueden arrojar beneficios no siempre a la altura de las

expectativas, Yáñez consiguió dibujar con maestría los aspectos

cualitativos y microsociales de esta corriente regional en la

transición del XVIII al XIX, destacando que se adaptó y sobrevivió

a la ruptura del marco migratorio tardocolonial.

Desde entonces, la temprana emigración contemporánea ha

sido ante todo un tema abordado por los investigadores del otro

lado del Atlántico. En ello podría tener que ver mucho un cierto

atavismo de la historiografía española para abordar el periodo

anterior a la emigración en masa (finales del XIX), que denunciara

Yáñez Gallardo, asumiendo supuestos rupturistas tras la crisis del

orden colonial. En nuestra opinión, sin descartar esta explicación,

un factor también determinante según nuestra experiencia nos

remite a que las fuentes más apropiadas o fácil de consultar para el

periodo anterior a 1880 se encuentran en los países receptores: los

censos y registros de entradas.

TD- Francisco Contreras Pérez

25

Poco después de publicado Saltar con red, vio la luz en

forma de libro y tras un prolongado periodo de investigación

doctoral, el trabajo del profesor de Berkeley y origen

hispanocubano J. C. Moya: Cousins and Strangers. Spanish

Immigrants in Buenos Aires, 1850-1930.5 Esta abrumadora

investigación constituye uno de los principales referentes

ineludibles sobre las migraciones contemporáneas españolas, e

incluso para la propia Historia Argentina.

Cousins and Strangers aporta, en uno de sus capítulos, una

extensa explotación del Censo de Buenos Aires de 1855, que

permite rastrear la situación de la colonia española asentada en la

ciudad, como fruto de la evolución de las décadas anteriores a la

realización de dicho recuento demográfico. Aunque los casos de

estudio de corte comarcal se centran en las corrientes del norte

peninsular, introduce algunas consideraciones sobre la colonia

andaluza que nos han sido de gran utilidad a lo largo de nuestra

investigación.

En todo caso, el aporte informativo es abrumador y resulta

extremadamente original y sugerente el enfoque que Moya adopta

en su investigación combinando aspectos marco y microsociales.

5 MOYA (1998).

TD- Francisco Contreras Pérez

26

Son en casi todos los casos investigadores del otro lado del

atlántico quienes más han contribuido a este progresivo

conocimiento los años 1830-1870, justo donde se sitúa la

transición de las viejas formas migratorias hacia nuevas formas

que asentarían una economía atlántica a nivel de los mercados

laborales Podría tratarse de ese paradigma dominante en la

historiografía española de que habla Yáñez Gallardo, pero también

hay que considerar la mayor riqueza relativa de documentación

que, en especial con la aparición de las series de pasajeros por mar

en España, ha contribuido a determinar que las investigaciones se

hayan concentrado en abrumadora medida en el ciclo finisecular de

emigración masiva.

Esta desigual atención hace incluso más sobresaliente, más

llamativo, el contraste entre ambos periodos, y que todavía hoy

deja mucho por conocer, a pesar de los avances:

“Resulta llamativo que, pese a la relevancia del

tema señalado, los estudios sobre el mismo sean

bastante limitados. Por lo general, los trabajos sobre

las migraciones españolas al Río de la Plata se han

concentrado en el tránsito del siglo XIX al XX, dejando

en un segundo plano las etapas previas y posteriores a

esta fase de traslados masivos. Ello propició que las

TD- Francisco Contreras Pérez

27

dimensiones e importancia de las corrientes tempranas

o más recientes quedaran desdibujadas, o fueran

directamente ignoradas.”6

Dando todavía vigencia a las palabras de Yáñez Gallardo,

escritas en 1996, este extracto pertenece a un libro de aparición

más reciente (2010), cuya autora es la investigadora argentina

Nadia A. Cristóforis. Su trabajo transita por este espacio temporal

de la emigración temprana, tomando en esta ocasión como objeto

de estudio las corrientes del Noroeste peninsular (Galicia y

Asturias).

Como obliga el periodo bajo estudio, la autora hace uso de

fuentes de diversa índole dispersas a su vez en archivos y centros

de documentación de ambos lados del Atlántico (toda vez que para

estos años la documentación centralizada en único archivo como

era la extinta Casa de Contratación ya no puede ayudar al

investigador).

Superar estas dificultades iniciales es la condición necesaria

en estos ejercicios de compatibilizar las aproximaciones generales

previas, mediante el uso de los agregados estadísticos, la prensa o

el corpus normativo y consular de la época, con los enfoques

6 DE CRISTÓFORIS, N. A.: Bajo la Cruz del Sur: gallegos y asturianos en

Buenos Aires (1820-1870), [s.l.], Fundación Pedro Barrié de la Maza, [2010], p. 16

TD- Francisco Contreras Pérez

28

microsociales, que requieren del empleo de información de corte

nominal procedente de las cédulas censales y padrones disponibles,

los expedientes individuales de pasaportes o los listados de

pasajeros de pasajeros en uno y otro país.

Los seis capítulos que articulan la estructura de la obra

siguen una estructura académica y lógica mediante la que la autora

va resolviendo cuestiones básicas para un conocimiento del

“panorama general” de la emigración del noroeste peninsular en

esas décadas.

El capítulo primero, sumándose al debate historiográfico

preexistente, aborda el impacto que la ruptura del orden colonial y

los nuevos marcos normativos nacionales tuvieron en los flujos

migratorios heredados del siglo XVIII, lo que le lleva a concluir que

se dieron lo que podemos denominar como respuestas adaptativas

y, en todo caso, rechaza extrapolar las interpretaciones rupturistas,

más propias del plano político, a este fenómeno de la historia

social.

En el capítulo siguiente se parte de constatar un visible

incremento de las dimensiones de esta corriente regional desde

1840-60, para a continuación intentar abordar la cuestión sobre la

“coexistencia” o complementariedad con las migraciones exteriores

e interiores (en este caso, desde Galicia hacia otras partes de la

TD- Francisco Contreras Pérez

29

península, como sabemos). De hecho, podemos decir que las

fronteras entre exterior e interior en la práctica migratorio quedan

en ocasiones difuminadas, en la medida que saltar el charco

encubría un éxodo rural con destino urbano.

Aunque la autora no hace mención a ello, hay que señalar

que estas conexiones ya están presente desde hace años en la

historiografía internacional (por ejemplo, en Flight to America).

La autora argentina conviene en reconocer que el “nivel

analítico” elegido (provincia, ayuntamiento, parroquia…) puede

influir de manera determinante en el carácter provisional e, incluso,

aparentemente contradictorio de las conclusiones con las de otras

investigaciones sobre esta corriente regional.

Ahora bien, los censos y padrones de ambas orillas hacen

valer toda su virtualidad informativa en el capítulo 3, en el que la

autora consigue dibujar el mapa de las fuentes locales que nutren

este flujo migratorio y su evolución por destinos. De ello deduce

una especial vinculación entre localidades pontevedresas y Buenos

Aires. Resulta ilustrativo que esta sección finalice con un retrato del

perfil socioprofesional mediante un estudio de caso local.

Ciertamente, los emigrantes españoles serían reconocidos

tardíamente, casi “a regañadientes” por las nuevas élites políticas

argentinas, una vez fallidos los intentos de nutrirse de mano de

TD- Francisco Contreras Pérez

30

obra anglosajona. Esta es otra de las apreciaciones que se

confirman cuando la investigadora hace un repaso en el capítulo

cuarto a las “políticas y prácticas migratorias”. A partir del estudio

de los testimonios expuestos por la autora en torno a la

“hispanofobia”, cuyo origen ya había esboza en el capítulo inicial

del trabajo, se concluye que si bien se va amortiguando no sin

estallidos puntuales a lo largo de esas décadas, no se puede

decirse que fuera reemplazada por una franca “hispanofilia” lo que

no dejó de influir en las decisiones gubernamentales y la opinión

pública nativa con distinta intensidad. Ciertamente esto va hacer

chocar las visiones y deseos de esas élites dirigentes al frente del

proyecto de construcción de una nacionalidad republicana con la

demanda creciente de mano de obra de un mercado laboral

expansivo; tensión que se resolverá haciendo de la necesidad

virtud a finales del XIX en la época de las migraciones masivas y

los pasajes subsidiados por las autoridades argentinas, aún

persistiendo por entonces los estereotipos nacionales e incluso

regionales como hemos abordado también por nuestra parte. Los

antecedentes de estas prácticas de recluta en España en forma de

las primeras expediciones colectivas también completan este

apartado. La autora sopesa por igual el papel tanto de las redes

sociales (que sustentan, por ejemplo, las cadenas migratorias)

TD- Francisco Contreras Pérez

31

como la labor de esas primeras compañías y agentes de un

naciente negocio en torno a las migraciones contemporáneas.

Los dos capitulo finales abordan el proceso de integración en

su destino bonaerense de inmigrantes gallegos y asturianos de

mediados del XIX. Se intercalan estas consideraciones con una

aproximación a la segmentación del mercado laboral por origen

regional de los españoles, en “nichos laborales”, tema que cobrará

más completo significado una vez que pasamos al capítulo sexto y

último del libro. En este se rematan las conclusiones que la

investigación obtiene sobre los perfiles de la inserción ocupacional,

a partir de una completa explotación del resto de la información

que procura el rico censo de 1855 de Buenos Aires. Como

apreciamos todos los investigadores que han trabajado o

trabajamos sobre él, esta fuente como otras de su estilo ofrece una

amplia variedad de la información de índole no sólo demográfica y

con el máximo grado de desagregación en una única fuente. Aparte

de permitir por ejemplo perfilar las pautas matrimoniales o

establecer el patrón de asentamiento urbano de las migraciones en

los barrios porteños, como había hecho C. Moya en la obra citada

para el caso de los españoles, la investigadora completa esta

explotación de sus posibilidades con un original acercamiento al

trabajo de la mujer en este grupo migrante.

TD- Francisco Contreras Pérez

32

A lo largo de la obra la corriente de origen asturiano queda

algo difuminada, lo que sin duda se puede explicar en virtud de las

envergaduras tan disímiles de los componentes regionales

abordados (los gallegos eran con diferencia la comunidad regional

más importante ya en la Argentina del período).

¿Y sobre la temprana emigración andaluza?

Aunque los gallegos fuera la principal comunidad regional en

el Buenos Aires de 1855 a mucha distancia de los demás grupos

ibéricos, hoy estamos en condiciones de conocer que los andaluces

constituían la tercera de las comunidades españoles.

Siendo un período el segundo tercio del XIX escasamente

tratado para el caso español en su conjunto, esto se hace

extensible con especial relevancia para nuestros conocimientos de

la temprana corriente andaluza contemporánea.

Por ello, sumándonos a los propósitos de los autores

anteriores, proponemos contrastar estos presupuestos de

continuidad en un estudio de la emigración andaluza, asumiendo e

intentado solventar en la medida de nuestras posibilidades las

limitaciones documentales que supone el periodo inmediatamente

posterior a la independencia de las colonias americanas.

TD- Francisco Contreras Pérez

33

Para el caso andaluz “la temprana emigración” ha venido

quedando en ese espacio del vacío historiográfico definido por:

a) En un extremo, los estudios de

americanistas a partir de las licencias de

embarque del de la Casa de Contratación: Díaz

Trechuelo para el siglo XVIII y Márquez Macías7

para la época del “comercio libre”, adentrándose

hasta 1824.

b) Y en el otro, los trabajos de los

contemporaneístas: Bernal, Mateo Avilés y quien

escribe8, sobre la emigración en masa desde la

década de 1880.

"La emigración andaluza" es el título genérico del artículo

que A. M. Bernal aportaba a la compilación de N. Sánchez Albornoz

antes citada. El autor empieza por discutir muchos "lugares

comunes" que todavía predominan en la producción académica

sobre la región: su postrada riqueza. En este ensayo, por tanto,

7 DÍAZ-TRECHUELO LÓPEZ –SPINOLA, L. (dir.): La emigración andaluza a

América. Siglos XVII y XVIII, Sevilla, Junta de Andalucía, 1990, y MÁRQUEZ MACÍAS, R.: "La emigración española a América en la época del comercio libre (1765-1824): el caso andaluz", Revista Complutense de Historia de América, n. 19, 1993.

8 DE MATEO AVILÉS, E.: La emigración andaluza a América (1850-1936), Málaga, Editorial Arguval, 1993, y CONTRERAS PÉREZ, F.: Tierra de ausencias. La moderna configuración migratoria de Andalucía (1880-1930), Sevilla, Universidad de Sevilla-Secretariado de Publicaciones, 2000.

TD- Francisco Contreras Pérez

34

una supuesta teoría de la superpoblación relativa de la región

queda desestimada en Andalucía como factor explicativo. La

potencialidad económica presenta unos valores superiores a la

media nacional. Por último, los “coeficientes de inmigración”

vendrían a corroborar la idea inicial que articula esta la primera

parte del trabajo sobre las causas de la emigración exterior:

Andalucía hasta bien entrado el XIX es una tierra de inmigración,

más que de emigración.

A continuación, desarrolla su tesis basada en la relación de

las migraciones andaluzas con los complejos problemas agrarios de

la región. De esta manera, el autor identifica las variables

explicativas de los procesos migratorios dentro del marco de su

preferente línea de investigación sobre las cuestiones agrarias. En

concreto, estima que los procesos migratorios en las provincias

andaluzas van claramente ligados a las estructuras de la propiedad

agraria dominantes: minifundismo frente a latifundismo. Y, contra

lo que podía derivarse de una aproximación simplista al tema,

emigran allí donde la pequeña propiedad es lo característico,

especialmente la vitivinícola afectada por la filoxera.

Este análisis lo confirma el hecho de que, al subdividir el

territorio andaluz según los coeficientes inmigratorios, las zonas

TD- Francisco Contreras Pérez

35

con valores más negativos (emigratorios) son Granada, Málaga y

Almería.

Al entender la emigración como compuesta principalmente

de pequeños productores agrarios, encaja con el hecho de que

presuntamente sólo éstos podían hacer frente a los pasajes para

cruzar el Atlántico. Por contra, y paradójicamente, las masas de

jornaleros en las provincias latifundistas, las que presentan

coeficientes inmigratorios positivos, no emigran a América, en la

medida que carecían de recursos patrimoniales suficientes para

hacer frente a los costes del transporte trasatlántico.

En todo caso, Bernal no aborda el periodo de la temprana

emigración, donde como veremos la procedencia de ésta es

netamente urbana. Eso sí, adelanta la sugerente idea, que queda

sin corroborar empíricamente en su estudio, de una relación entre

las actividades exportadoras de vinos gaditanos y el

establecimiento de casas comerciales al otro lado del Atlántico,

como canal de emigración de individuos ligados a este trasiego

mercantil entre ambas orillas.

Aunque no trata el periodo como tema principal, a pesar de

la fecha inicial que aparece el título, la obra de Mateo de Avilés

cuenta entre otros méritos con:

TD- Francisco Contreras Pérez

36

a) Junto con Bernal, fue pionero en esta

línea de investigación sobre los estudios

migratorios contemporáneos en Andalucía.

b) Fue el primero en dibujar los ciclos de

la corriente andaluza a América a partir de las

Estadísticas de pasajeros por mar españolas de

finales del XIX y principios del XX.

c) Intentó encuadrar la emigración a

América en los cambios económicos y

demográficos de la región

En este intersticio de unos 60 años “de vacío de

conocimiento” sobre la emigración andaluza a América, entre los

estudios de americanistas y los de contemporaneístas, hay que

destacar una incursión sobre los gaditanos a mediados del XIX en

Buenos Aires realizada por la investigadora argentina Siegrist de

Gentile9 y basada en el Censo de 1855.

9 SIEGRIST DE GENTILE, N. L.: “Gaditanos en la ciudad de Buenos Aires hacia

la mitad del siglo XIX. Estudio de caso según el Censo de la Ciudad de Buenos Aires de 1855”, Nuestra Historia, n.º 35-36, diciembre de 1990, pp. 392-410 (Buenos Aires).

TD- Francisco Contreras Pérez

37

Este breve trabajo de N. Siegrist de Gentine llegó a las

siguientes conclusiones, que sin duda nos servirán como punto de

partida:

a) El elevado nivel de instrucción de los

gaditanos, “para la realidad de instrucción y

oficios que existían a mediados del XIX”.

b) Si asentamiento en los barrios de la

ciudad no varía significativamente de las pautas

de asentamiento del conjunto de españoles.

c) Los gaditanos ejercieron como

dependientes y comerciantes, y entre las mujeres

como costureras.

d) Destaca la importante cantidad de

“artistas, dentro de sus variantes cómico-

dramáticas” llegados de Cádiz a partir de 1852, lo

que explica en función de la caída del gobierno del

general Rosas.

Otras investigaciones de referencia.

En la bases de la globalización actual, las migraciones desde

1820 son el canal de conformación de los mercados laborales

TD- Francisco Contreras Pérez

38

internacionales en una economía integrada entre ambas orillas del

Atlántico.10

El primer intento de cuantificar las migraciones trasntlánticas

en este período es la recopilación estadística que hicieron Ferenczi y

Wilcox11. Las salidas brutas desde Europa suman unos 46 millones

de emigrantes, mientras que las entradas registradas con esta

procedencia se elevan a 51,5 millones. Entre otras razones, esto se

explica por las diferentes definiciones del migrante según los países.

Las dificultades para un conocimiento preciso de estos grandes

volúmenes precisión aumentan cuando sabemos que se produjo en

algunos casos doble contabilización, debido a las migraciones

golondrinas y las reemigraciones. Dentro de esas cifras millonarias,

medio millón de andaluces grosso modo emigraron al exterior antes

de la Guerra Civil, según estimaciones de Mateo Avilés en su obra

citada más arriba.

Desde un punto de vista macroanalítico, las pautas de este

trasvase de población están determinadas, en su base, por la

potencia relativa de las distintas ofertas y demandas de trabajo en

los mercados internacionales, compuesto por mercados regionales en

10 O'Rourke, K. H. y Williamson, J. G.: Globalización e historia : la evolución

de la economía atlántica en el siglo XIX, Zaragoza, Prensa Universitaria de Zaragoga, 2006, caps. 7 y 8.

11 FERENCZI, I. y WILLCOX, W. F.: International Migrations, vol. 7: Demographic Monographs, Nueva York, Gordon and Breach Science Publishes, 1969.

TD- Francisco Contreras Pérez

39

competencia. Esta reasignación geográfica del factor trabajo suponía

un reajuste del nuevo sistema económico mundial en pro de

incrementar la productividad de los factores, incluido el capital

migrante, aprovechando las ventajas comparativas que ofrecían las

diferentes economías regionales.

Teniendo en cuenta este enfoque, la rápida industrialización

de la Europa occidental y del norte, exigió que la nueva migración a

Estados Unidos en la primera década del siglo XX llegase cada vez

más de nuevas fuentes, cambiando el origen anglosajón y germánico

por el de Europa oriental y meridional. Este nuevo tipo de

inmigración, generalmente menos cualificada, fue a ocupar en gran

parte el segmento del mercado de trabajo más inestable, dentro del

acelerado proceso de crecimiento económico de Estados Unidos. Pero

no parece que hubiese ocurrido lo mismo con todas las comunidades

de migrantes ni en todos los destinos.

De todos modos, tras la década de 1920, los principales

países emisores parecen haber alcanzado el "nivel de saturación

emigratoria" (dejaban de expulsar población), aunque en muchos

casos fuera transitoria esta capacidad de absorción de los

excedentes laborales por los mercados de trabajo nacionales como

se demostraría posteriormente. Por entonces, estaban avanzando

entre los países receptores los estímulos a la restricción de la

TD- Francisco Contreras Pérez

40

inmigración, reforzados durante el paréntesis abierto por la crisis de

1929 y la Segunda Guerra Mundial.

En este contexto de modernización, los costes del transporte

de pasajeros por el Atlántico habían mejorado para las navieras.

Éstas, al generalizarse las máquinas de vapor y perfeccionarse las

hélices y los cascos de acero, pudieron reducir el intervalo de los

viajes al tiempo que se incrementaba la clientela. De hecho,

aparecieron nuevas compañías dedicadas al transporte de pasajeros,

se desviaron a este servicio antiguos cargueros y, a principio del

siglo XX, este floreciente negocio culminó en una "guerra comercial"

entre grandes compañías que puede quedar simbolizada por la

carrera para construir los “trasatlánticos” más potentes y capaces.

Igualmente disminuyeron los costes para los migrantes

particulares. Si a mediados del siglo XIX un viaje medio a través del

Atlántico en un barco a vela duraba casi un mes y medio, a fines del

siglo el buque a vapor lo había reducido a dos semanas. Aunque los

precios de los billetes no sufrieron cambios significativos hasta

principios del siglo XX, se reducía en todo caso el período en que el

emigrante no podía ganar dinero y, por lo tanto, disminuía el coste

de oportunidad que representaban los movimientos migratorios para

las economías familiares.

Desde una perspectiva microanalítica, uno de los mayores

TD- Francisco Contreras Pérez

41

cambios radicó en la información de que disponían los emigrantes

potenciales. Dado que los beneficios de las empresas de barcos y

ferrocarriles llegaron a ligarse en creciente medida del este nuevo

negocio, aquellas llevaron a cabo una política publicitaria bastante

activa para procurar acaparar el mayor volumen de clientes

potenciales. Las agencias navieras, en colaboración en ocasiones con

los países demandantes de trabajadores, hicieron desviar la labor de

sus tradicionales consignatorios portuarios hacia la recluta de

emigrantes, desarrollándose extensas redes de captación en el

interior de las regiones. Otro canal de información, que se hacía más

potente y funcional conforme pasaba el tiempo, fueron los amigos y

parientes que habían emigrado ya o que habían regresado. La

información sobre las condiciones existentes en el extranjero

circulaba hacia las comunidades de origen, desde donde

probablemente se propagaba lentamente a otras a través de las

redes sociales interpersonales.

Estas redes sociales o cadenas migratorias, establecidas entre

ambas orillas del océano, unían pequeñas comunidades en la

distancia. Si bien este modelo de difusión de la idea de migrar no

determina necesariamente los cambios en el volumen de las

corrientes (o lo hace en un largo período de tiempo, con una

progresión casi geométrica), explicar con toda seguridad la tendencia

TD- Francisco Contreras Pérez

42

a la concentración en destino por comunidades regionales y la

creación de mercados étnicos. Así se explica la fuerte personalidad

de potentes comunidades de emigrantes como los italianos

meridionales en el Noreste y la región de los Grandes Lagos de

Estados Unidos, los gallegos en Buenos Aires y Montevideo, los

chinos en las Indias orientales holandesas, ... En estos entramados

formados por las redes sociales, la toma de decisión de migrar

adquiere el aspecto de estrategias colectivas, y sólo entonces parece

cristalizar en la práctica la "elegante abstracción" de los factores

macrohistóricos ("push-pull").

En el período de entreguerras, los estudiosos sobre el tema

adoptaron la visión positivista de las migraciones como efecto de una

serie de fuerzas que impulsan a un individuo a dejar un lugar (push)

y lo atraen hacia otro (pull). El dominio por mucho tiempo de este

modelo refleja la tradicional influencia de las ciencias naturales sobre

las ciencias sociales. Esta teoría viene a reflejar un punto de vista

mecanicista que ha sido popular entre los economistas, que

posteriormente han afinado sus métodos econométricos (sobre todo

el uso de la regresión) entendiendo que las migraciones son un

elemento del sistema de balanza, esto es, de vuelta al equilibrio de

los mercados de trabajo. Entre los estudios clásicos basados en el

modelo push-pull, se encuentra el de H. Jerome: Migration and

TD- Francisco Contreras Pérez

43

Business Cycles (1926).

Una versión más refinada de esta teoría del "tira y afloja" se

debe a B. Thomas (Migration and Economic Growth. A Study of Great

Britain and the Antlantic Economy, 1954)12. Thomas, en mayor

medida que sus predecesores, recalca la interacción entre estos dos

tipos de factores. Pero, además, intentó incorporar factores sociales

y espaciales en su modelo. Así pues, una de las más interesantes

contribuciones del modelo de Thomas es el concepto de "economía

atlántica", que actúa como un marco integrador de las migraciones

masivas. El centro de este inmenso sistema migratorio fue Europa

Occidental, con Norteamérica, y otros continentes en la periferia.

Otros estudiosos han intentado formalizar, de manera más

completa, el modelo semicuantitativo de Thomas, llamado por otros

modelo de desarrollo económico en la medida que ponía en relación

fluctuaciones económicas cíclicas y volumen de migración.

Entre estos otros investigadores, destacan los trabajos que

han aplicado modelos econométricos, y que proceden

fundamentalmente del ámbito de la cliometría. Si bien poseen un

menor nivel teórico que el de Thomas, aportan ejemplos de

construcción y comprobación de modelos. Interpretan el movimiento

12 THOMAS, B.: Migration and Economic Growth. A Study of Great Britain and the Atlantic

Economy (2.ª ed.), Cambridge, Cambridge University Press, 1973.

TD- Francisco Contreras Pérez

44

migratorio como una función de la respuesta del hombre a la presión

económica y las oportunidades. Esencialmente, estos modelos

implican la investigación de la correlación simple o múltiple de la

migración respecto a variables explicativas que se intenta aislar,

tales como el cambio en el empleo o la población total sobre un

período de tiempo, los índices salariales y de desempleo, la

distancia,... Entre estos métodos de regresión, uno de los más

frecuentes al respecto pretende ponderar los efectos de las

variaciones en la composición de la fuerza de trabajo ("efecto de

cohorte"): la variable explicada es la tasa de emigración y la variable

explicativa es el porcentaje de variación de la fuerza de trabajo

(medida por la población en el intervalo de edad de 15-30 años).

Relacionado con ello, surge la cuestión de la "brecha permanente de

ingresos" (permanent income gap) y el diferencial salarial, que

pueden ser definidos como la diferencia en el P.N.B. por miembro de

la fuerza de trabajo entre el país de origen y el de destino.

Estos estudios econométricos han recibido importantes

críticas. Se les ha reprochado el no esclarecer la interacción de doble

vía entre las variables socioeconómicas y el nivel de migración. Pero

esencialmente se les ha criticado sus excesivos determinismo y

confianza en el comportamiento resueltamente racional de los

individuos, esto es, la aceptación implícita de presupuestos clásicos y

TD- Francisco Contreras Pérez

45

actualmente revisados sobre el homo oeconomicus. Además, desde

el punto de vista histórico estos instrumentos explicativos cuentan

con importantes problemas prácticos, que apuntan al uso de las

fuentes, abstracción de contextos sociohistóricos y problemas de

concepto. Por ejemplo, ¿cómo es posible convertir un concepto en

una variable mensurable? La distribución de los ingresos brutos

(P.N.B.) puede haber sido diferente entre el país de origen y de

destino, por ejemplo, con lo que queda inutilizado el cálculo lineal.

Un simple análisis de las estructuras económicas no explicaría

adecuadamente los movimientos migratorios; según el contexto

sociohistórico, situaciones similares de mercado de trabajo no

siempre conllevan el mismo comportamiento migratorio (recordemos

años recientes en España, con tasas de paro de hasta el 20% de la

población activa, pero al mismo una reducción de la emigración

exterior).

Por otra parte, los modelos econométricos tienden a obviar el

hecho de que, detrás de los factores que originalmente estimularon

el movimiento, debe reconocerse la voluntad de emigrar. Los

estudios sobre estadísticas agregadas deben completarse,

necesariamente, con investigaciones que pretendan la aprehensión

de las migraciones como procesos voluntarios, no exclusivamente

racionalizados. Se hace imprescindible un acercamiento a los

TD- Francisco Contreras Pérez

46

procesos migratorios, entendidos como procesos de toma de

decisión.

Los componentes de esta toma de decisión son la información

y la búsqueda13. En este sentido, los procesos migratorios se nos

muestran en su aspecto dinámico, donde la variable tiempo llega a

jugar un papel esencial. La acumulación de información sobre las

alternativas a una situación insatisfactoria, juega un papel esencial

en la toma de decisión de emigrar y por lo tanto en la creación de

flujos migratorios sostenidos. Flujos que llegan, por su dinámica, a

tener un grado de autonomía mayor del admitido en los modelos

deterministas.

Los vectores de estos flujos de información, que subyacen en

los movimientos migratorios, fueron los agentes reclutadores y las

cadenas migratorias. Desde los años 1960, se ha potenciado la

investigación sobre estos componentes de los procesos migratorios,

con apreciables resultados. En esta línea parece haberse desarrollado

parte de las ponencias, si bien no todas (43), presentadas al

Simposium sobre migraciones internacionales celebrado en

noviembre de 1986 sobre Historia de las migraciones

internacionales, auspiciado por la Universidad de Minnesota a través

13 RICE, J. G. y OSTERGREN, R. C.: "The decision to emigrate: a study in diffusion",

Geografiska Annaler, n.º 60 B, Estocolmo, 1978, pp. .1-15.

TD- Francisco Contreras Pérez

47

de su Immigration History Research Center. Reunión científica

internacional que, por entonces, supuso la obtención de la carta de

naturaleza para los nuevos enfoques analíticos

En estas líneas de estudio, se ha resaltado la importancia de

los agentes de compañías navieras, cuya labor sería posteriormente

ponderada en sus justos términos por la escuela sueca, con S.

Akerman al frente ("The Importance of the Transport Sector for Mass

Emigration", 197614). En la tendencia historiográfica europea sobre

estudios migratorios, que se inició al principio del decenio de 1960,

destaca precisamente el proyecto de investigación que cuajó en la

Universidad de Uppsala, cuyos importantísimos resultados en tesis y

publicaciones se transmitieron igualmente a otros países

escandinavos a través de la cooperación científica nórdica15. La

experiencia acumulada por los distintos componentes del grupo de

investigación permitió construir un consistente instrumental

metodológico (familiaridad con el uso de fuentes nominativas,

secuencias de investigación, construcción y contraste de modelos,

14 BRATTNE, B. y AKERMAN, S.: “The importance of Transport Sector for Mass

Emigration”, en RUNBLOM, H. y NORMAN, H. (eds.): From Sweden to America. A History of the Migration, Uppsala, Acta Universitatis Upsaliensis, 1976, pp. 176-200.

15 Un resumen de la trayectoria de este proyecto upsaliense es ofrecido por H. RUNBLOM: “A Brief History of a Research Project”, en RUNBLOM, H. y NORMAN, H. (eds.): From Sweden to America. A History of the Migration, Uppsala, Acta Universitatis Upsaliensis, 1976, pp. 11-18.

TD- Francisco Contreras Pérez

48

enfoque interdisciplinar,...)16, que ha quedado como un arquetipo de

obligada referencia a la hora de estudiar las migraciones históricas

europeas.

Así pues, desde el primer trabajo de Lachore en 1951 (From

Europe to New Zeland), la experiencia científica escandinava más,

para el conjunto europeo, las consideraciones de investigadores

como F. Thistlewaite ("Migration from Europe to Overseas in the

Nineteenth and Twentieth Century") y T. Hägerstrand (On the

Definition of Migration, 1970), hicieron que la comunidad científica

pasara a considerar de especial relevancia el papel de las cadenas de

amigos y parientes. Junto con la propaganda de los agentes

reclutadores, parecía constituirse como el otro gran canal de

información, ayuda financiera y apoyo para la emigración.

Denominando a este proceso en primera instancia “cadena

migratoria”, posteriormente también “red social” (ambos tan

interrelacionados como para justificar su uso indistinto en la

literatura científica)17, fue una pareja de investigadores sociales

americanos (J. S. y L. D. MacDonald) quien finalmente llegó a

acuñar su ya clásica definición en 1964:

16 AKERMAN, S.: “Theories and Methods of Migration Research”, en RUNBLOM, H. y

NORMAN, H. (eds.): From Sweden to America. A History of the Migration, Uppsala, Acta Universitatis Upsaliensis, 1976, pp. 19-75.

17 Véase por ejemplo el estudio de YÁÑEZ GALLARDO, C.: Saltar con red. La temprana emigración catalana a América, 1830-1870, Madrid, Alianza, 1996.

TD- Francisco Contreras Pérez

49

“Cadena migratoria puede ser definida como ese

movimiento por el que los migrantes potenciales conocen de

las alternativas, son provistos de transporte y obtienen

acomodo y empleo a través, principalmente, de su contacto

con migrantes previos”[ya sean estos parientes, amigos o

vecinos]18.

El análisis de este canal de migración se suele llevar a cabo a

partir de fuentes nominativas y orales, delimitando, en muchos de

los casos, el estudio al caso de pequeñas unidades administrativas,

como comarcas, barrios de grandes centros urbanos o comunidades

específicas19. Por consiguiente, las valoraciones alcanzadas tienen

una alta virtualidad explicativa, pero ésta debe ser contrastada en su

aplicación empírica para cada una de los pequeños ámbitos de

estudio, con el riesgo de no encontrar datos homogéneos.

Los historiadores en los Estados Unidos y, en contexto

europeo, los países escandinavos fueron los pioneros en resaltar la

riqueza de este tipo de los registros nominativos para los estudios

18 MACDONALD, J. S. Y MACDONALD, L. D.: “Chain Migration, Ethnic Neighborhood

Formation and Social Networks”, The Milbank Memorial Fund Quartely, n.º. 1, 1964, pp. 82-97 (traducción propia)

19 Véanse los estudios de S. Baily, a veces con enfoques comparativos entre dos comunidades étnicas en espacios de asentamiento diferentes (italianos en Buenos Aires y en Nueva York), y de F. Devoto, sobre los italianos en Buenos Aires. En todo caso, un estudio prototipo es el realizado para la ciudad de Tampa en Florida por G. R. MORMINO y G. E. POZZETTA: The Immigrant World of Ybor City. Italians and their Latin Neighbors in Tampa, 1885-1985, Chicago, University of Illinois, 1990. Se analiza la formación de la colectividad italiana local y su posterior interacción sociocultural con las nuevas generaciones migratorias procedentes de países latinoamericanos.

TD- Francisco Contreras Pérez

50

migratorios. Como consecuencia de ello, contamos en la actualidad

con un nada despreciable corpus bibliográfico como se recoge en el

apéndice B del trabajo de M. Tepper: American Passenger Arrival

Records (1988)20, constituyendo el cuerpo central de la esta obra un

estudio de los distintos modelos de registro por puerto

norteamericano. Entre los estudiosos europeos, aparte la citada

escuela sueca, es de destacar la tesis de doctorado del danés K.

Hvidt, un excelente ejemplo de investigación basada en la

explotación exhaustiva de dichos registros (Flight to America. The

Social Background of 300,000 Danish Emigrants, 1975)21. Resulta de

especial interés, desde nuestra preocupación por entender las

diferencias entre una Andalucía oriental francamente emigratoria

hacia el exterior y una Andalucía occidental donde los movimientos

eran interiores en su mayoría, señalar que este historiador,

partiendo de la distinción entre lugar de nacimiento y lugar de

residencia, constató para el caso danés que:

“Las áreas con mayores y crecientes

ciudades tendían a tener relativamente menos

intensidad de emigración [exterior], mientras

20 TEPPER, M.: American Passenger Arrival Records. A Guide to the Records of

Immigrants Arriving at American Ports by Sail and Steam, Baltimore, Genealogical Publiching, 1988. Apéndice B, pp. 127-134.

21 HVIDT, K.: Flight to America. The Social Background of 300,000 Danish Emigrants, Nueva York, Academic Press, 1975.

TD- Francisco Contreras Pérez

51

los condados con idílicos publecitos sin nuevas

factorías o talleres solían producir un gran

número de emigrantes”22.

Es la respuesta a una cuestión inicialmente planteada por el

ya citado B. Thomas en sus estudios sobre Gran Bretaña23 acerca de

la relación entre migraciones exteriores y procesos de urbanización.

Así pues, la aplicación de esta tesis a la comprensión de los saldos

migratorios calculados hace más de treinta años por A. G.

Barbancho24, podemos considerar que la cuarta ciudad española

hacia 1900, Sevilla, funcionó efectivamente como alternativa

migratoria a la migración exterior en la parte occidental de

Andalucía, a pesar de los limitadores obstáculos encontrados en su

proceso de modernización económica y urbana25. No obstante, como

el propio K. Hvidt precisa, estas consideraciones espaciales deben

también atender de igual manera a coordenadas temporales, esto

22 Ibídem, p. 62 (traducción personal). 23 Además del libro citado más arriba, B. THOMAS ha seguido su enfoque

macroanalítico que pone en relación los ciclos económicos y las migraciones en ambas orillas del Atlántico en: Migration and Urban Development. A Reappraisal of British and American Long Cycles, Londres, Methuen & Coltd, 1972.

24 GARCÍA BARBANCHO, A.: Las migraciones interiores. Estudio cuantitativo desde 1900, Madrid, Instituto de Desarrollo Económico, 1967, p. 39 y ss.

25 ARENAS POSADAS, C.: Sevilla y el Estado (1892-1923). Una perspectiva local de la formación del capitalismo en España, Sevilla, Universidad de Sevilla-Fundación Fondo de Cultura de Sevilla, 1995. En otro lugar, el autor califica sin paliativos el esquema de crecimiento sevillano de “provinciano”. BERNAL, A.-M. y ARENAS, C.: “Sevilla: el difícil despegue de una ciudad provinciana”, en GARCÍA DELGADO, J. L. (ed.): Las ciudades en la modernización de España (VII Coloquio de Historia Contemporánea de España, dirigido por M. Tuñón de Lara), Madrid, Siglo XXI, 1992, pp. 265-296.

TD- Francisco Contreras Pérez

52

es, a la peculiar evolución de la capacidad de absorción del ámbito

urbano en cuestión frente a la también cambiante masa de mano de

obra de procedencia rural; en el caso de la ciudad andaluza, el

decenio de 1960 mostraría finalmente a las claras las mencionadas

limitaciones al respecto no pudiendo compensar las pérdidas netas

de la población provincial. Por otra parte y como ha demostrado D.

Gregory26 para el caso de la comarca sevillana de Estepa, la decisión

de dejar el lugar de origen contaba con un tercer elemento a tener

en cuenta: el componente sociológico, en la medida que las clases

inferiores pasaban a nutrir peonaje industrial y urbano de Alemania y

otros países de Europa occidental, mientras los de mejor posición y/o

mayor instrucción encontraban de preferencia un más fácil acomodo

en los escasos oficios propios del centro administrativo y de servicios

en que se estaba convirtiendo la mencionada capital andaluza. Esto

dibujaba un nuevo e interesante escenario migratorio en el que las

clases sociales inferiores son las que alcanzaban un mayor radio de

desplazamiento continental en la búsqueda de trabajo. Situación

inversa a lo que había ocurrido en los primeros decenios de este siglo

según alguna de las hipótesis más consistentes empleadas para

explicar la emigración intercontinental, en la que el acceso al pasaje

26 GREGORY, D. D.: La odisea andaluza. Una emigración hacia Europa, Madrid, Tecnos,

1978.

TD- Francisco Contreras Pérez

53

(al alcance normalmente sólo de los que poseían algún bien que

poder hipotecar o vender) había supuesto un obstáculo (una especie

de selección previa, si se quiere) para los que podían finalmente

saltar a América huyendo de la crisis finisecular.

Finalmente, la historiografía sobre el uso de las listas de

pasajeros ha incidido en los países latinoamericanos que se vieron

favorecidos por las migraciones masivas igualmente, como Argentina

y bajo la denominación de “partes consulares” (por constar en ellas

el visto bueno de los cónsules argentinos en cada puerto de

embarque)27. A este respecto, debemos citar los trabajos que sobre

estas series se llevan a cabo en el seno del pionero Centro de

Estudios Migratorios Latinoamericanos (C.E.M.L.A.) de Buenos

Aires28, cuyos primeros resultados científicos para el caso de las

migraciones españolas fueron presentados por su codirector (F.

Devoto) en el V Congreso de Americanistas que organizó la

27 Antes de que el C.E.M.L.A. hiciera uso de las lista de pasajeros, la historiografía

argentina contaba ya con una cierta tradición en estudios migratorios, que hay que entender en el contexto de una sensibilización por el origen migratorio próximo de un parte considerable de la población del país. Para un repaso a los años anteriroes a la aparición de la revista de dicho centro, D. ARMUS ofrece una avaluación en “Diez años de historiografía sobre la inmigración masiva a la Argentina”, Estudios migratorios latinoamericanos, n.º 4, Buenos Aires, 1986, pp. 431-460. Entre las conclusiones obtenidas, destacan: a) la temática migratoria ocupa un prioritario en los estudios sobre la población argentina; b) relacionado con ello, la temática migratoria está subordinada a un interés demográfico principal; c) la colectividad más estudiada ha sido la italiana.

28 S. BAILY hace una reflexión sobre la labor llevada a cabo por este dinámico centro de investigación a través de su publicación, creada en 1985: “‘Esudios migratorios latinoamericanos’: una revista pionera en los estudios latinoamericanos sobre migraciones”, Estudios migratorios latinoamericanos, n.º 25, Buenos Aires, 1993, pp. 461-467.

TD- Francisco Contreras Pérez

54

fundación Sánchez Albornoz en la Universidad de Oviedo (noviembre

de 1994), y recientemente publicados por la revista francesa Exils et

migrations ibériques (1998)29. El autor, a partir de los partes de los

barcos llegados desde el norte de España en 1910 y bajo un enfoque

comparativo, propone un tipología regional en razón de las

cambiantes y específicas formas de interacción entre redes sociales y

mecanismos interpersonales, y entre familia, ocupación y modelo

migratorio (toma como caso de estudio tres áreas geográficas y

culturales distintas, representantes más o menos de otros tantos

ámbitos sociohistóricos: Pontevedra, Salamanca y Vizcaya). En

conclusión, F. Devoto introduce en la España de los ‘90 los esquemas

conceptuales y los instrumentos metodológicos que vienen

utilizándose, desde hace más de tres décadas, por historiadores

europeos y norteamericanos en la explotación de los registros

nominales de pasajeros de la época contemporánea.

Siendo este el marco general, donde sin duda no hemos

pretendido ser exhaustivo: ¿qué nos aporta la historiografía española

sobre las migraciones a contemporáneas a América? Partiendo de la

década de los 60 con los ya clásicos estudios de Gónzalez-Rothvoss,

29 DEVOTO, F.: “Las migraciones españolas a la Argentina desde la perspectiv de los

partes consulares (1910). Un ejercicio de tipología regional”, Exils et migrations ibériques au XXème siècle, n.º 5 (monográfico: Exils et migrations ibériques vers l’Amerique Latine), París, 1998.

TD- Francisco Contreras Pérez

55

García Barbancho, García Fernández y Vilar30, que establecieron los

principales precedentes en la historiografía española sobre

migraciones contemporáneas, sería en los años de 1980 cuando

asistimos a un renovado y hasta relativamente bullicioso interés

sobre estos argumentos históricos (con evidente desfase cronológico

respecto a otras historiografías occidentales).

A mediados de dicha década, R. Robledo abordaba uno de los

aspectos, hasta entonces no muy atendido, de la “crisis

agropecuaria” de finales del siglo XIX español: la emigración masiva

a Ultramar31. A este respecto, entiende que “la emigración exterior

española del último tercio del siglo resultaría en gran medida

inexplicable sin referirla a la depresión finisecular, que dio nuevos

impulsos al éxodo tradicional o lo inició en otros lugares”32. Esta

30 Véanse los artículos publicados por M. GONZÁLEZ-ROTHVOSS Y GIL en la Revista de

Investigaciones Sociológicas, que denotan su interés por un hecho que todavía le era contemporáneo y estaba alcanzando nuevas dimensiones: "La emigración española a Iberoamérica" (n.º 25, Madrid, 1949, pp. 97-116), "La emigración española a Iberoamérica (conclusión)" (n.º 26-27, Madrid, 1949, pp.179-211) , “Influencia de la emigración en el crecimiento de la población española en los últimos cien años (1850-1950)” (n.º 41, Madrid, 1957, pp. 62-84) y "Familia y emigración" (n.º 66, Madrid, 1959, pp. 233-258). Desde la perspectiva de la Geografía económica, J. GARCÍA FERNÁNDEZ destacaba las fuertes pautas regionales de la nueva Emigración exterior de España, Barcelona, Ariel, 1965.Rescatando la presencia española en Argelia, dentro de la línea del Instituto de Estudios Africanos, J. B. VILAR escribió un libro fundamental sobre sobre la Emigración española a Argelia (1830-1900), Madrid, Instituto de Estudios Africanos, 1975, que marcó en cierta medida las investigaciones posteriores sobre esta corriente mediterránea.

31 ROBLEDO, R.: “Crisis agraria y éxodo rural: emigración española a Ultramar, 1880-1920”, en GARRABOU, R. (ed.): La crisis agraria de fines del siglo XIX (I Seminari Internacional d’Historia de Girona), Barcelona, Crítica, 1988, pp. 212-244.

32 Ibídem, pags. 229. Situación que coincide por entonces con el espectacular incremento de las salidas registradas por las estadísticas de emigración e inmigración recién aparecidas en 1885 (advierte de la posibilidad de una “ilusión cuantitativa” a la hora de ponderar positivamente este incremento, teniendo en cuenta se carece de series de datos fiables para etapa preestadística).

TD- Francisco Contreras Pérez

56

distinción entre zonas migratorias con cronología diferenciada pasa a

ocupar su atención, para concluir que las más precoces contaban con

una “dinámica propia que permitía su retroalimentación” a la altura

del cambio de siglo (esto es, con un grado de autonomía respecto a

la extinción de los determinantes originarios: la ruina del viñedo en

Málaga, por ejemplo, por sobreproducción y después por filoxera),

mientras en las nuevas regiones migratorias intervinieron una serie

de factores que se para a dilucidar. Entre éstas, tomando como caso

de estudio Castilla-León (y que, en parte, podríamos extrapolar al

segmento de pequeños arrendatarios de Andalucía occidental, zona

también más tardía que la oriental en emigrar), identifica seis

determinantes: la última desamortización (la expropiación de los

bienes comunales), los reajustes en el sistema productivo después

de la crisis finisecular (la expulsión de colonos por la opción

ganadera), el triunfo de los propietarios (la presión alcista en los

arrendamientos), la aspiración al ser propietario potenciada por el

sindicalismo católico (con el consiguiente endeudamiento del

campesinado parcelario) y la crisis del viñedo por la filoxera (como

detonante final)33.

El autor establecía, en definitiva, una primera y consistente

base teórica para entender las causas de dicho éxodo transoceánico,

33 Ibídem, p. 240.

TD- Francisco Contreras Pérez

57

presuponiendo que tenía un principal componente rural. Estas

consideraciones generales sin embargo deben ser matizadas a

escalas geográficas inferiores en tanto que, como se había

puntualizado, el estudio de los determinantes concretos “resulta en

extremo difícil, por no decir inútil, sin distinguir las variaciones en el

espacio o en el tiempo o si los planteamos de forma excluyente”34.

Así pues, se propugnaba un enfoque a escala regional en los

estudios migratorios, que coincidió con un ambiente historiográfico

español propicio: profusión de estudios locales y sobre las nuevas

comunidades autónomas, a lo que se sumó las disponibilidades

financieras públicas y privadas abiertas para distintos proyectos de

investigación y reuniones científicas en las proximidades de las

conmemoraciones de 1992. En este nuevo escenario, se publicó a la

altura de 1989 la primera compilación de una serie de trabajos de lo

que, por aquellos años, se presentaba como un "nuevo filón"35 de la

investigación histórica en nuestro país: Españoles hacia América. La

emigración en masa, 1880-1930. N. Sánchez-Albornoz reunía en

este volumen catorce ensayos de otros tantos investigadores, de los

cuales ocho estudiaban la emigración desde el punto de vista de las

regiones españolas de origen y siete desde el de los países

34 Ibídem, p. 241. 35 GANDOLFO, R.: "Acerca de la emigración española en una compilación reciente",

Estudios migratorios latinoamericanos, n.º 10, Buenos Aires, 1988.

TD- Francisco Contreras Pérez

58

latinoamericanos de destino36. Evidentemente, la corriente

migratoria americana acapara los estudios, pues se trataba de

aquella sobre la que se centraba el más amplio interés historiográfico

del momento.

Esta compilación dejó claro que la elección de una escala

regional para el estudio de los movimientos migratorios resultaba

particularmente provechosa, marcando desde entonces la tendencia

en líneas de investigación y obras de síntesis posteriores37. La

primera parte del volumen abarca, en su conjunto, la variedad de

contextos (económicos, sociales y administrativos) en los cuales

maduró, para millones de españoles, la decisión de migrar. En la

segunda parte, se recogen, además de una contribución general de

B. Sánchez Alonso, cuatro artículos dedicados a la presencia

36 SÁNCHEZ-ALBONOZ, N. (comp.): Españoles hacia América. La emigración en masa,

1880-1930, Madrid, Alianza, 1988. Por entonces, se publicaron igualmente dos obras de conjunto que estudiaban diversas facetas de las migraciones españoles transoceáncias, primando el punto de vista del principal país receptor, Argentina. Así la revista bonaerense del Centro de estudios migratorios latinoamericanos (C.E.M.L.A.) dedicaba un número monográfico (Estudios migratorios latinoamericanos, n.º 13, Buenos Aires, 1989) a la “Inmigración española en América Latina”. Un año después, salían a la luz las actas del seminario auspiciado por la Oficina Cultural de la Embajada de España que, coordinado por H. CLEMENTI, llevaba por título: Inmigración española en la Argentina (Seminario, 1990), Buenos Aires, Oficina Cultural de la Embajada de España, 1991. Entre otros aportaciones a esta obra, el trabajo de la historiadora N. SIEGRIST DE GENTILE, haciendo uso del Censo bonaerense de 1855, aborda los inicios de las migraciones españolas (aspecto menos tratado por una historiografía centrada fundamentalmente en la emigración en masa de finales del siglo XIX).

37 Posteriores compilaciones y obras de síntesis pulicadas con motivo de los fastos de 1992, siguen este esquema regional ampliando el marco cronológico y geográfico. Véanse EIRAS ROEL, A. (ed.): La emigración española a Ultramar, 1492-1914 (Actas I Reunión Científica de la Asociación de Historia Moderna, dic. 1989), Madrid, Tabapress, 1991. El profesir gallego, cuya actividad fue crucial por estos años y marcó líneas de investigación, también coordinó: Emigración española y portuguesa a América (Actas del II Congreso de la Asociación de Demografía Histórica, Alicante, abril de 1990, vol. 1), Alicante, Instituto de Cultura Juan Gil Albert, 1991.

TD- Francisco Contreras Pérez

59

española en algunos países latinoamericanos. Ahora bien, se echaba

de menos un estudio sobre la emigración contemporánea de

españoles a México y a Estados Unidos. Esto se puede explicar

teniendo en cuenta la debilidad numérica de este contingente

emigratorio en el conjunto del flujo exterior español y, al mismo

tiempo, lo relativamente poco avanzado de estas investigaciones por

entonces38.

El ámbito regional más extensamente tratado, dentro del

volumen compilado por Sánchez-Albornoz, es Asturias (con tres

artículos), región donde la institución Archivos de Indianos (con sede

en la americanista “Quinta de Guadalupe”, Colombres) merecería

especial mención por convertirse en el principal centro potenciador

de las investigaciones y publicaciones sobre la materia hasta hoy

(seguida de algunas otras instituciones vascas)39. No obstante, el

38 Vacío que posteriormente se ha contribuido a llenar con la publicación de LIDA, C.

E.(comp.): Una inmigración privilegiada. Comerciantes, empresarios y profesionales españoles en México en los siglos XIX y XX, Madrid, Alianza, 1994. Númericamente más débil que la corriente rioplatense, la inmigración española en México es tratada por distintos especialistas que estudian ya su incidencia comercial y económica en zonas concretas del país, ya centrándose en contingentes tipológicamente definidos por el exilio de la posguerra civil. Entre estos últimos, merece destacarse el reciente libro de I. CORDERO OLIVERO: Los transterrados y España: un exilio sin fin, Huelva, Universidad de Huelva, 1997, que reconstruye la ambivalente reacción de la colonia de exiliados españoles a través de su percepción de los cambios políticos acaecidos en la España actual . Por otra parte, G. Rueda aborda el análisis de La emigración contemporánea de españoles a Estados Unidos, 1820-1950. De "Dons" a "Misters", Madrid, Mapfre, 1993. Ponderando los distintos aspectos macroanalíticos del estudio, destaca la consulta que realiza el autor de un considerables conjunto de fuentes primarias y secundarias originadas en destino, con lo que compensa el hasta entonces casi exclusivo peso dado a la documentación peninsular.

39 A través de la eidtorial Júcar, esta Fundación ha promovido una colección completa de monografías dedicada a los diferentes aspectos de la emigración española a América, bajo la competente dirección de los profesores Jordi Nadal, Jord Maluquer de Motes y

[Cont.]

TD- Francisco Contreras Pérez

60

ensayo de A. Vázquez González recuerda que entre 1880 y 1930

esta región aportó alrededor del 50 por 100 de los emigrantes

transoceánicos españoles. La emigración gallega contaba ya por

entonces con numerosos estudios de conjunto y monográficos, como

ejemplifica que las V Jornadas de Historia de Galicia (1987) versara

de manera específica acerca de la relación Galicia y América: el papel

de la emigración. Resulta a este respecto igualmente significativo

que, en años más recientes, las numerosas investigaciones

regionales tuvieran suficiente identidad como para justificar la

publicación de una guía bibliográfica sobre emigración gallega40.

En todo caso, a lo largo de esta parte (estudios desde las

regiones de origen) del volumen compilado por N. Sánchez-Albornoz,

destacan igualmente los artículos dedicados a Cataluña, el País Vasco

y Andalucía, a pesar del desfase historiográfico en esta materia de

esta última región hasta aquella fecha (este último, obra de A. M.

Bernal, ya ha sido comentado en páginas anteriores).

Antonio Macías. MARTÍNEZ SHAW, C.: “El paso a América. Cinco siglos de emigración española”, El País, Madrid, 6 de febrero de 1993 (suplemento “Babelia”, pp. 14-15).

40 JUANA, J. DE y CASTRO, X. (eds.): V Jornadas de Historia de Galicia. Galicia y América: el papel de la emigración, Orense, Diputación de Orense, 1990. HERNÁNDEZ BORGE, J. Y DURÁN VILA, F. R.: Guía bibliográfica de emigración galega, Santiago de Compostela, Universidad de Santiago de Compostela, 1992. Aparte las 566 referencias bibliográficas, los interesados en los procesos de integración y la vida asociativa de los migrantes encontrarán de especial utilidad la amplia sección: “Publicación periódicas galegas editadas fora de Galicia” (pp. 95-118), que recoge títulos editados por las colonias de gallegos tanto en otras regiones españolas como en los numerosos países americanos y europeos.

TD- Francisco Contreras Pérez

61

Con el apoyo de un más voluminoso corpus documental, en

1984 M. E. Cózar Valero ya había publicado su tesis sobre La

emigración exterior de Almería41. Desde una perspectiva geográfica,

la autora venía a cubrir uno de los vacíos más sensibles existentes

en los estudios acerca de los movimientos de población, en la

medida que era conocida por otros estudios, como el ya citado de J.

B. Vilar (1975), la importante participación de esta provincia en casi

todas las corrientes migratorias españolas hacia el exterior. Ahora

bien, se abordan sólo a nivel introductorio los movimientos

migratorios anteriores a la etapa de emigración hacia Europa, lo que

resulta aún más acusado en el caso de la corriente americana (que,

como la de Argelia antes, tuvo una especial relevancia en la provincia

en partir de 1900-30). El trabajo de Cózar Valero ofrece, como más

destacado desde nuestras inquietudes investigadoras, propuestas

valiosas sobre la imprescindible comarcalización migratoria de

Andalucía, en este caso referente a la provincia almeriense.

La migración almeriense adquiere, por otra parte, un especial

tratamiento en la Presencia Andaluza en Argentina en la Posguerra

Civil Española42. Escrito por los A. García-Abásolo (Andalucía), J. R

41 CÓZAR VALERO, M. E.: La emigración exterior de Almería, Granada, Universidad de

Granada, 1984. 42 GARCÍA-ABÁSOLO, A. (coord.): Presencia andaluza en Argentina en la Posguerra civil

española, Sevilla, Consejería de Asuntos Sociales, 1992.

TD- Francisco Contreras Pérez

62

Saborido y A. Fernández de Almará (Argentina), fue financiado por la

Junta de Andalucía con motivo las celebraciones del '92, y que, como

tantas otras cosas, este equipo de trabajo no parece haber tenido

continuidad desde entonces, al menos en esta temática. No

obstante, el libro, dentro del horizonte historigráfico andaluz, e

incluso español43, ofrece algunos rasgos nuevos como el uso de

fuentes orales (entrevistas practicadas a miembros de 11

asociaciones andaluzas repartidas por la geografía argentina) y el

uso de distintos recursos documentales generados por dichos

colectivos44.

Por entonces, los estudios sobre las variantes regionales se

estaban consolidando, y muestra de ello es la aparición de una

nueva y ampliada compilación que aparecía igualmente al socaire de

la efemérides del ‘92: la Historia general de la emigración española a

Iberoamérica45, proyecto promovido y financiado por varias

43 Por entonces también, los testimonios orales constituyen igualmente una base

importante que permite a C. SOLDEVILLA ORIA aproximarnos a la relación humana entre Cantabria y America, Madrid, Mapfre, 1992. En esta ocasión, Soldevilla Oria adopta el método de las entrevistas semidirigidas realizadas a un grupo de retornados, que ofrecen así sus vivencias como contrapunto enriquecedor a los datos obtenidos a través de fuentes escritas.

44 Como ejemplo de estudio con metodología de muestreo basada en fuentes orales, traemos a colación la investigación realizada por R. CAVALLARO, cuyos elementos teóricos y metodológicos ya habían sido sintetizados en "La memoria biográfica. Significado y técnicas en la dinámica de los procesos migratorios", en Estudios migratorios latinoamericanos, n.º 1, Buenos Aires, 1985, pp. 62-76.

45 VV.AA.: Historia general de la emigración española a Iberoamérica, Madrid, Historia 16, 1992, 2 vols.

TD- Francisco Contreras Pérez

63

instituciones estatales46, donde se aborda los cinco siglos de este

trasvase poblacional. La obra se ha vertebrado en dos volúmenes: el

primero sigue un criterio cronológico, con el objeto de ofrecer una

perspectiva migratoria en cuatro escenarios cronológicos (época

colonial, migración en masa de 1880-1930, exilio republicano y

decadencia hasta hoy); el segundo cubre las peculiaridades

migratorias de las actuales 17 comunidades autónomas,

completando así el abanico regional español que había quedado a

medias en la compilación de 1988.

En el primer volumen, R. Márquez y E. Lemus abordan los

siglos coloniales (para los que se calcula un total de medio millón de

migrantes) estableciendo una clara distinción entre los dos primeros

siglos y el siglo XVIII, en virtud de los determinantes (resumidos en

el binomio “expulsión/atracción”, siendo este último factor el que

adquiere progresivamente más importancia), el componente regional

(los originarios del sur y centro peninsulares van cediendo

protagonismo a los procedentes de la cornisa cantábrica y Cataluña)

y el perfil sociológico (se incrementa el trasvase de trabajadores

cualificados: funcionarios y religiosos, pero también menestrales y

comerciantes, que ocasionalmente se hacían acompañar de

46 Dirección General de Migraciones del Ministerio de Trabajo, el Quinto Centenario y

Funcación Centro de Español de Estudios de América Latina, perteneciendo a esta última los coordinadores: P. Vives, J. Vega y J. Oyamburi.

TD- Francisco Contreras Pérez

64

familiares o criados). Lo característico, frente a otras colonizaciones,

de la emigración española lo constituye su carácter urbano, tanto por

su origen como por su asentamiento en destino, no siendo extraños

los casos en que el “salto del charco” encubría de hecho un éxodo

rural.

En la segunda parte de este primer volumen, y después de un

breve análisis cuantitativo del “Aluvión, 1880-1930” a cargo de C.

Naranjo (calculado en 3,3 millones), A. Vázquez y B. Estrada enfocan

los factores de expulsión (por regiones) y atracción (por destino),

distinción que resulta realmente más compleja por la acción de

“mecanismos posibilitadores”, esto es, los agentes reclutadores y

especialmente las cadenas migratorias que retroalimentaron el

proceso migratorio proporcionándole cierta continuidad. En el caso

de Andalucía, se asume la tesis de A.-M. Bernal para el siglo XIX,

para a continuación resolver brevemente que el incremento del

período 1900-1920 (extensivo a las provincias latifundistas) fue la

consecuencia maltusiana del “crecimiento acelerado de la población y

una modificación en el mercado de trabajo”47. Como apunta P.

Cagiao en su análisis de la incorporación al mercado laboral, los

andaluces de Argentina tuvieron, en mayor medida que gallegos y

47 VÁZQUEZ, A. y ESTRADA, B.: “Causas de la emigración y tipología de los

emigrantes”, en VV.AA.: Historia general de la emigración española a Iberoamérica, vol. 1, op. cit., p. 218.

TD- Francisco Contreras Pérez

65

otras comunidades regionales, un destacado destino rural en faenas

que diferían escasamente de las realizadas en la propia Andalucía, si

bien también se localizaron en el sector servicios y, entre éstos,

había algunos agentes comisionados por las “casas exportadoras de

vinos, aceites o corcho de Jerez, Cádiz, Málaga o Almería, quienes

formaban parte de las élites económicas más importantes”48

(aspecto confirmado dos años antes por N. Siegrist de Gentile49).

A lo largo del segundo volumen de la Historia general, se

suceden los respectivos estudios sobre las corrientes migratorias

procedentes de las 17 comunidades autónomas actuales, quedando

implícita la relación entre el éxito de los estudios regionales en

España y el contexto político generado por la nueva organización

territorial del Estado. Volviéndonos concretamente sobre el caso

andaluz, de nuevo R. Márquez50 se encarga de la parte

correspondiente al período colonial, de la que entresacamos una de

sus conclusiones: “debe inferirse que sería un error hablar de

Andalucía como de un todo en relación con América”, refiriéndose a

la participación de las provincias orientales en esta corriente,

48 CAGIAO, P. y BERNAL, A.: “Incorporación al mercado laboral e inserción social”, en

VV.AA.: Historia general de la emigración española a Iberoamérica, vol. 1, op. cit., pp. 294-295.

49 SIEGRIST DE GENTILE, N.: “Gaditanos en la Ciudad de Buenos Aires hacia la mitad del siglo XIX. Estudio de caso según el Censo de la Ciudad de Buenos Aires de 1855”, Nuestra Historia, n.º 35-36, Buenos Aires, 1990, pp. 392-410.

50 MÁRQUEZ, R. y GONZÁLEZ, E. E.: “Andalucía y América: las alternativas de una comunidad migrante”, en VV.AA.: Historia general de la emigración española a Iberoamérica, vol. 1, op. cit., pp. 3-24.

TD- Francisco Contreras Pérez

66

situación que precisamente se invertiría a finales del siglo XIX. Para

estas fechas, E. E. González proporciona un fresco de la colonia de

jornaleros andaluces del estado de Sao Paulo, cuyos componentes se

calcula en 240.000 de un total de 400.000 españoles hacia 1932;

este llamativo estudio de caso, nos revela por otra parte la carencia

hasta entonces de una producción académica amplia que abordara el

conjunto de la emigración de Andalucía a América en los siglos XIX y

XX.

B. Sánchez Alonso publicó en 1995: Las causas de la

emigración española, 1880-193051. Se trata de una trabajo

sugerente y necesario, en la medida que ofrece una visión global de

los determinantes de la emigración exterior española, pero no

limitándose a esta categoría intenta una aproximación provincial. Es

precisamente esta última parte de la obra la que traemos a colación,

por ser un intento de explicación de las diversidades regionales que

revisten los flujos migratorios. Siguiendo el instrumental

econométrico de los capítulos precedentes, ejecuta un macroanálisis

de la evolución cronológica de la emigración española. Una vez

establecidas las hipótesis a ponderar, la autora hace un exhaustivo

51 SÁNCHEZ ALONSO, B.: Las causas de la emigración española, 1880-1930, Madrid,

Alianza, 1995. Unos años antes, Archivo de Indianos editó otro trabajo de esta autora bajo el título: La inmigración española en Argentina. Siglos XIX y XX, Colombres, Archivo de Indianos, 1992. Debemos destacar el estudio del perfil de la familia migrante española y el uso de los libros censales argentinos (mediante muestreo aleatorio), que permite precisar algunos aspectos difícilmente deducibles de los agregados estadísticos.

TD- Francisco Contreras Pérez

67

ejercicio de correlación múltiple que intenta aislar las variables

explicativas de las diferentes intensidades emigratorias provinciales.

Sin desestimar otras relaciones y atendiendo a los diversos

valores de R2 obtenidos, la autora concluye que la emigración ha

puesto de manifiesto cómo la alfabetización es uno de los factores

principales a la hora de analizar los comportamientos migratorios

regionales ( variable estimada a partir de la variación entre 1887 y

1910 de los porcentajes de alfabetos en la cohorte de 16-25 años de

las poblaciones provinciales, esto es, en el grupo de edad

potencialmente emigrante). Con ello, se puede confirmar la

importancia de la difusión de la idea en los procesos de toma de la

decisión de migrar, en tanto que se estima que los alfabetos

componen el grupo con mayor acceso a la información

proemigratoria o se presupone en ellos un mayor predisposición

psicosocial a hacerlo.

Aquí es donde sin embargo surgen los problemas, planteados

principalmente en el caso de Andalucía. Como la propia autora

matiza, la provincias de mayor emigración, aunque sea

predominantemente temporal como a Argelia pero no

exclusivamente, son las que dentro del conjunto andaluz presentan,

junto a Jaén, las tasas de alfabetización más bajas. Detrás de estas

hipótesis, subyace el supuesto de que la idea de emigrar se

TD- Francisco Contreras Pérez

68

transmitía sobre todo de manera escrita. Como ya se indicó en el

epígrafe anterior, los modelos de regresión se enfrentan a

importantes problemas de conceptualización y de excesivo

determinismo, de tal manera que los resultados no llegan a

responder exactamente a las expectativas abiertas en hipótesis

consistentes e interesantes.

En todo caso, el trabajo de B. Sánchez Alonso se inscribe

dentro de un nuevo horizonte teórico más abierto al contraste de

nuevos modelos explicativos aplicados en otros ámbitos

historiográficos. Posteriormente a la publicación de su tesis, la

autora, en una de sus conferencias en Argentina y diversificando los

objetivos de sus primeros estudios cuantitativos, parece invitar a

enfocar las investigaciones sobre la vida asociativa de las colonias

españolas asentadas en el exterior.

La mayoría de estos trabajos había hecho uso de los

resúmenes del movimientos de pasajeros por los puertos españoles

del antiguo Instituto Geográfico Estadísticos, con distinto grado de

profundidad y distinto peso en el conjunto de cada obra. Como venía

a confirmar Sánchez Alonso, estas series agregadas proporcionaban

el suficiente nivel de certidumbre como para obtener con relativa

exactitud las tendencias principales de la corriente exterior española.

Ahora bien, en la búsqueda de documentación alternativa que nos

TD- Francisco Contreras Pérez

69

ofrezca información sobre otros aspectos de las migraciones, el

citado libro Saltar con red de Yáñez Gallardo (1996) introduciría las

posibilidades contenidas en la documentación nominativa para

estudiar las redes sociales que servían de sustento a los que

cruzaban el Atlántico.

La producción académica española se ha caracterizado por su

desfase a la hora de interesarse por los movimientos migratorios

contemporáneos anteriores a 1950 y, en segundo lugar, por

predominar los viejos esquemas explicativos como los definidos por

los factores push and pull.

En cuanto al primer punto, estimo que ha operado, hasta

hace unos 20 años, la asunción de la idea, más o menos extendida,

más o menos razonada, de que las migraciones hacia América en

España se cortaron ex abrupto con la Independencia de las antiguas

colonias, de ahí que los escasos estudios existentes con anterioridad

a 1980 se debieran fundamentalmente a americanistas que

realizaron sus investigaciones en el Archivo General de Indias de

Sevilla (antigua casa de la Contratación). No es hasta mediados de

dicha década cuando se establece un consistente interés en lo que

N. Sánchez-Albornoz vino a llamar “la emigración en masa” entre

España y las nuevas repúblicas iberoamericanas, además de Cuba,

dentro del marco atlántico de creciente movilidad de los factores

TD- Francisco Contreras Pérez

70

productivos.

Ahora bien, los estudios realizados se han desenvuelto hasta

muy recientemente en coordenadas metodológicas ciertamente

rudimentarias, si se comparan con la producción académica de otros

países occidentales en torno a esta temática. La raíces de este

desfase habría que buscarla, además de por otros rincones, en las

deficiencias de lo que F. Devoto ha definido como

“intercomunicabilidad supranacional” 52, esto es, y excuse la

expresión, cierto aislamiento rayando el “onanismo” académico. Ello

supone, como dicho autor ha expresado en otro lugar, que la

producción académica española de las dos últimas décadas no ha

sabido aprovechar su ventaja como late comer en este espacio poco

transitado para adoptar, libre supuestamente de inercias, las nuevas

propuestas temáticas, conceptuales, documentales y metodológicas

surgidas de la experiencia y los debates científicos tenidos lugar en

los países pioneros al menos desde las décadas de 1950-60.

No obstante, estimamos que esta situación empieza a

corregirse, no en todos los casos, desde mediados de la década de

1990, fecha en la que aparecen trabajos como los de B. Sánchez

Alonso para el conjunto del país y C. Yáñez Gallardo para el caso

52 DEVOTO, F. J.: “En torno a la historiografía reciente sobre las migraciones

españolas e italianas a Latinoamérica”, op. cit., p. 443.

TD- Francisco Contreras Pérez

71

catalán, por citar dos modelos diferentes de aplicación de nuevos

enfoques e intereses (como también podríamos citar otros trabajos

sobre Asturias y las distintas provincias vascas). Nuevos aportes que

proceden igualmente de otros países, como los estudios sobre

migraciones españolas realizados desde distintos centros de

investigación argentinos (el citado C.E.M.L.A., el Museo Roca,...), y

por historiadores como C. Moya de la U.C.L.A., que recientemente ha

publicado Cousins and Strangers. Spanish Immigrants in Buenos

Aires, 1850-1930 (1998), fruto de una prolongada investigación

sobre los distintos aspectos del asentamiento urbano, las redes

sociales y la vida asociativa de las colonias españolas a partir de un

diverso y abrumador corpus documental53.

Conviene, visto lo dicho hasta aquí, introducir matizaciones

regionales, y en este caso la producción andaluza parece acusar una

mayor lentitud en la superación de este doble desfase: en el

volumen de la misma y en la adopción de nuevos enfoques distintos

a la elegante abstracción push and pull. No obstante, se cuentan ya

algunas monografías, más numerosas en el caso de la provincia de

Almería, y algún otro estudio que abre la puerta al uso de un tipo de

53 MOYA, C.: Cousins and Strangers. Spanish Immigrants in Buenos Aires, 1850-1930,

Berkeley, University of California Press, 1998. Anteriormente, había publicado un breve ensayo sobre las fuentes bonaerenses para el estudio de la colectividad española migrante, concretamente las publicaciones periódicas: “Notas sobre las fuentes para el estudio de la inmigración española en Buenos Aires”, Estudios migratorios lantinoamericanos, n.º 4, Buenos Aires, 1986, pp. 497-503.

TD- Francisco Contreras Pérez

72

fuentes locales escasamente conocidas hasta ahora (los pasaportes

de interior)54.

Las fuentes y los métodos.

Abordar un periodo con dificultades de documentación tan

notables, una documentación dispersa a ambos lados del Atlántico,

diversa en su tipología y por lo tanto requiere de una variedad de

tratamiento y metodología, y muy fragmentaria,..., las tareas de

consultas previas multiplican las exigencias, entre otras, en tiempo

y recursos metodológicos por parte del historiador que se propone

hilvanar el conocimiento las migraciones tempranas del segundo

tercio del XIX.

Para el siglo XVIII, los estudios migratorios se han basado

en las licencias de embarque hacia las colonias emitidas por la

Casa de la Contratación. Los americanistas e hispanistas han hecho

un extenso uso de ellas, lo que se explica por constituir un amplio,

rico y centralizado registro seriado de datos de los que salieron

54 En el “voluble” campo de las migraciones interiores, hemos de destacar la

presentación a la comunidad científica de los “pasaportes de interior”por parte de la pareja de historiadores sevillanos A. FLORENCIO PUNTAS y A. L. LÓPEZ MARTÍNEZ: “Migraciones estacionales y mercado de trabajo agrario en la Baja Andalucía en la primera mitad del siglo XIX”, en EIRAS ROEL, A. y REY CASTELAO, O. (eds.): I Conferencia Europea de la Comisión Internacional de Demografía Histórica, vol. II: Migraciones internas y medium-distance en la Península Ibérica, 1500-1900, Santiago de Compostela, Xunta de Galicia, 1994, pp. 789-809.

TD- Francisco Contreras Pérez

73

hacia el Nuevo Mundo, reunidos en un único archivo: el sevillano

Archivo de Indias.

Este registro dejó se estar operativo en 1824 al desaparecer

gran parte del viejo Imperio español. Ciertamente sus

características de contenido, localización y continuidad hacen de

estas licencias una documentación excepcional, una serie

documental sin parangón con otra en España para nuestro marco

cronológico de investigación.

Así pues, el periodo posterior a las declaraciones de

independencia se aproxima, desde el punto de vista de la

información sobre las migraciones exteriores, a la imagen de

secano documental que acuñara Nadal para las estadísticas

demográficas; en cuanto a la existencia de recuentos generales

susceptibles de sernos útiles todavía este desierto se extendería

dos décadas más hasta la aparición de las series de pasajeros por

mar del Instituto Geográfico y Estadístico de finales de 1880. Antes

de esta fecha, el esfuerzo se multiplica, las fuentes son más

esquivas, el trabajo más incómodo..., los resultado quizás no tan

agradecidos. Un trabajo en el que debemos renunciar, tras un

primer contacto, a un conocimiento globalizador de esas corrientes

migratorias, aunque sea en un primera acotamiento temporal

(segundo tercio del XIX) y espacial (andaluces hacia Argentina).

TD- Francisco Contreras Pérez

74

No existe pues una fuente de entidad globalizadora como

podía ser el registro de licencias de Casa de la Contratación o los

recuentos contemporáneos de pasajeros por mar, y es por ello que

se justifica el uso de la expresión “desierto” documental. Lo que no

quiere decir que no existan fuentes de información. Más bien la

imagen o término calificador a estos efectos sería el de “estepa

informativa” para el período de 1824 a 1880. Las fuentes

susceptibles de ser útiles para estos estudios están dispersas y son

muy diversas: padrones, pasaportes, registros de entradas y

salidas de pasajeros,..., informaciones parciales en el tiempo y

salteadas en su localización entre muchos centros de

documentación.

En su conjunto nos encontramos con lagunas temporales,

calidades no siempre homogéneas o deseables, reiteradas

soluciones de discontinuidad. Su rastreo nos ha llevado a centros

de documentación extranjeros y nacionales a ambos lados de

Atlántico, provinciales y locales a lo largo de Andalucía, archivos y

hemerotecas, en legajos y publicaciones de la época. Una consulta

exhaustiva supera las posibilidades prácticas de un joven

investigador.

Cubrir el estudio de la emigración contemporánea a

América, sobre todo en estas fases tempranas, requiere el

TD- Francisco Contreras Pérez

75

concurso de comunidades de historiadores que han venido y

seguirán aportando sus granitos de arena al corpus de

conocimiento.

Trabajar con un marco cronológico y geográfico tan amplio

supone finalmente un constante esfuerzo de renuncia, un duro

reconocimiento de nuestras limitaciones. Una renuncia dolorosa a

buscar otros oasis documentales que prometían completar los ya

consultados, posiblemente no resultaran ser más que meros

espejismos, o quizás el Eldorado documental que otros

explotarán... Toda selección es una renuncia. Un doble riesgo: por

lo que deja de consultar, y por que aquello que elige no siempre

cumple las expectativas después de horas de consulta. Todo, lo

elegido y lo descartado, debía cumplir una condición impuesta

objetivamente: haber sobrevivido a la incuria de los tiempos en

legajos de algún archivo.

Así pues, las fuentes para el segundo tercio del XIX son

ralas y están dispersas a uno y otro lado del Atlántico, son de muy

distinta índole y factura, en distinto estado de conservación... Un

mundo explorado en parte, y en parte todavía por explorar, que

pone a prueba constantemente, a cada paso, la formación

metodológica del investigador; cartografiar cada trocito de este

territorio de conocimiento legado por el pasado, esto es, poner en

TD- Francisco Contreras Pérez

76

orden cada apartado de un proyecto de investigación como éste es

un reto, marcado por archivos separados centenares e incluso

miles de kilómetros, documentación que fue generada por una

diversidad de instituciones y organismos públicos y privados, que

surgen con finalidades diversas y que tienen estructuras de

contenido y calidades muy diferentes... Nos han llevado a hacer el

viaje de los emigrantes de nuestro estudio, con la ventaja

tecnológica de reducir los 15 días de navegación a vapor que

separaban Andalucía de Argentina en 1900 en tan sólo 15 horas del

actual avión de pasajeros (con una única desventaja como marcan

los tiempos: sin fumar).

Y es que el historiador, para mal y para bien, depende en

exclusiva de las fuentes, pero también debemos ir más allá de

aquello para lo que fueron concebidas en su día. Revelar esas

respuestas que contienen aunque quienes las fabricaron no eran

totalmente consciente de ellas o estaban por resolver otras

preguntas, distintas en muchos casos a nuestros intereses

científicos actuales. Eran hombres al servicio del Estado, frente al

historiador actual que lo está al servicio de la sociedad, de su

conocimiento en el pasado. De hecho, la historia de cada una de

estas fuentes, en ocasiones proyectos de continuidad que

quedaban a medio hacer, aislados en el tiempo, también nos habla

TD- Francisco Contreras Pérez

77

de la historia de esos Estados en formación en los albores del

mundo contemporáneo, de sus vaivenes, de sus grandes fines

modernizadores, de sus desencantos, de esa historia hecha a veces

a sopetón de fuertes convicciones revolucionarias, de convicción en

el gobierno como fuente de felicidad pública, de fe en el progreso,

de confianza en desvelar las leyes universales de lo social como

base del ejercicio del estadística, de afán por numerar a los

individuos de la naciente nación, por controlar a los que entraban y

salían, por saber cuán fuerte “somos” frente al “otro” ...

En definitiva, esas fuentes también son, en sí mismas,

historia, por su propia existencia, testimonios de la concepción y la

construcción del poder en el mundo contemporáneo, y algunas de

ellas certifican cómo esos poderes y élites nacionales de nuevo

cuño se las tuvieron que ver con los primeros desafíos en toda

regla de la “globalización”, planteados por los movimientos

migratorios masivos del siglo XIX.

Este tipo de pesquisas le exige al historiador un ejercicio de

determinación y a la vez de flexibilidad, aparte que como todo afán

requiere de sacrificios personales. Tememos que no en todo

momento hayamos estado a la altura de estos retos ante la

expectativa de un universo de conocimiento inabarcable, tras la

toma de conciencia de tener que hacer renuncias a nuestras

TD- Francisco Contreras Pérez

78

primeras ambiciones, mal medidas. Y precisamente por todo ello

también hemos aprendido, y mucho, tanto del oficio del historiador

como de nosotros mismos.

Los censos españoles y el cálculo de la migración neta.

El Censo de Floridablanca consiguió reunir una serie de

características técnicas que, respecto a los anteriores del siglo

XVIII que avalan un proceso censal modélico en el sentido actual

del término: la cobertura total del territorio que abarca la España

contemporánea, la inclusión de toda la población, una información

individualizada (“sin tomar por eso sus nombres”, como preludio

del secreto estadístico, para lograr una mayor veracidad), la

simultaneidad en la realización y unas pautas estadísticamente

precoces en la elaboración y publicación de los resultados.55

Pero como es lógico este censo tiene también sus puntos

relativamente débiles, como se ha encargado Pérez Moreda de

poner de relieve56. Algunos de estos puntos débiles son de fácil

subsanación, como ya se ha hecho en la edición que el I.N.E.

publicara en 1987 y que constituye nuestra plataforma de consulta

55 GARCÍA SESTAFE (1992), pp. 59-70. 56 PÉREZ MOREDA (1983), pp. 283-299.

TD- Francisco Contreras Pérez

79

del Censo de Floridablanca57; trabajo que “puede considerarse

válido sin entrar en grandes disquisiciones y la misma utilización

que se ha hecho del mismo elimina buena parte de la problemática

que esas puntualizaciones conllevan”.58

Con todo, es el agrupamiento de la población de 50 y más

años lo que obliga a operar alguna adaptación, como también exige

el solapamiento entre los diferentes tramos de edad presente en el

Censo de Floridablanca; en cualquier caso, se trata de sencillas

operaciones con las que los investigadores habitualmente nos

encontramos cuando, en el empleo de éste y los restantes censos

contemporáneos, debemos partir de una mínima homogeneidad de

los datos estadísticos mediante su reajuste en tramos de edad

estándares59.

57 La fuente básica en esta ocasión, el Censo Español executado de orden del

Rey comunicada por el Excmo. Señor Conde de Floridablanca... en el año de 1787, Madrid, INE, 1987, ha sido consultada a través de la edición que hiciera el Instituto Nacional de Estadística en conmemoración de los 200 años de la realización del mismo, como digno antecedente de la estadística moderna.

58 SANZ SAMPELAYO (1992), p. 377. 59 Para salvar los solapamientos entre los grupos de edad presentes en el

Censo de Floridablanca, tomamos como base la redefinición de los tramos propuesta por Rowland:

[Cont.]

TD- Francisco Contreras Pérez

80

En cuanto a nuestro objeto de estudio, el valor añadido del

Censo de Floridablanca como fuente para el conocimiento de las

migraciones en el tránsito del siglo XVIII al XIX tomó carta de

naturaleza a raíz del trabajo de A. Eiras Roel. En su “Informe sobre

el Censo de 1787 como fuente para el estudio comarcalizado de la

emigración gallega”60, el autor proponía una metodología que

sirviera para elaborar inducciones a partir de una batería de

indicadores indirectos61, construidos expresamente para releer en

clave migratoria una fuente de concepción estrictamente

residencialista como es un censo, siempre que cumpla unas

condiciones básicas como así hacía el Censo de Floridablanca.

Tramos del Censo Redefinición de Rowland Número de Años

0-7 0-6 7

7-16 7-15 9

16-25 16-24 9

25-40 25-39 15

40-50 40-49 10

> 50 50 y más 50

Fuentes: Rowland (1988), p. 134 y Censo de Floridablanca, 1787.

60 EIRAS ROEL (1989), p. 157-175. 61 El índice “inverso” de envejecimiento [I(i)E = (P<40 / P)], los índice de

masculinidad (16-39 años) y los valores de la nupcialidad (expresados en soltería definitiva P>39 y edad matrimonial, por sexos).Eiras Roel emplea los grupos de edad tal como aparecen en el censo, aunque éstos tienen solapamientos, que nosotros hemos optado por clarificar siguiendo la propuesta de Rowland (véase más adelante).

TD- Francisco Contreras Pérez

81

“Una fuente que ofrece el estado de la población

clasificada por edad, sexo y estado civil y con el detalle de su

distribución local y comarcal es susceptible de análisis que

permite [sic] detectar las zonas de Galicia con mayor y

menor intensidad de flujo migratorio y los tipos de

emigración” 62

A finales de la década de 1980, R. Rowland expuso, en su

trabajo “Mortalidad, movimientos migratorios y edad de acceso al

matrimonio en la Península Ibérica”, la necesidad de un método de

“estimación de la magnitud y dirección de las distorsiones”63

introducidas por el diferencial de género de las migraciones (y la

mortalidad) en los indicadores nupciales originalmente propuestos

por Hajnal.

“ [...] Una vez que la emigración parece haber sido un

fenómeno casi exclusivamente masculino hasta finales del

siglo XIX, la estimación de la nupcialidad femenina será poco

afectada; pero en el caso de los varones habrá que elegir

62 EIRAS ROEL (1989), p. 158. 63 ROWLAND (1987), p. 45.

TD- Francisco Contreras Pérez

82

entre abandonar el análisis por medio de SMAM o recurrir a

métodos indirectos y aproximativos de estimación [...].”64

Aunque para Rowland este método de descontaminación

migratoria tendría un carácter subsidiario en el marco de su estudio

sobre los sistemas matrimoniales ibéricos, no cabe duda que

terminó proponiendo un sugerente instrumento para aproximarnos

a las migraciones desde perspectivas más globales que los

puntuales estudios locales. Por otra parte, adquiere una utilidad

añadida para etapas históricas sobre las que carecemos de fuentes

adecuadas y las existentes no permiten otros métodos indirectos

más empleados65.

La fórmula propuesta por Rowland la denominó cálculo de la

Migración Neta (M)66. Consiste en incluir la Ratio de Masculinidad

64 ROWLAND (1987), p. 54. 65 El método del saldo migratorio es también un método indirecto de conocer

las migraciones netas de una región, siempre que se disponga de datos censos para dos años y las series del movimiento natural de la población entre ambas fechas. Ciertamente, la segunda condición no se cumplirá en España, y sólo parcialmente, hasta el segundo tercio del siglo XIX. En nuestro país, el método del saldo migratorio fue propuesto en España en la década de 1960 por A. García Barbancho para el estudio provincial y comarcal de las migraciones interiores.

66 ROWLAND (1987), p. 55. La fórmula del cálculo de M se expresa como sigue:

Mx = [ PVx / (PFx) • (RMTx) ] ― 1

Donde:

Mx = Migración Neta en la cohorte de edad x PVx = Población Masculina en la cohorte de edad x

[Cont.]

TD- Francisco Contreras Pérez

83

Teórica (RMT) correspondiente a una población modelo de

Princeton67 como factor de ajuste en la ecuación de la Ratio de

Masculinidad real (RM) obtenida del Censo, de lo que se obtiene

una estimación numérica de la dirección y la dimensión de la

migración masculina en términos netos.

No obstante, estimamos que la dificultad, o mejor dicho: el

riesgo que debe asumir el investigador, no estriba en el cálculo

sensu stricto, sino en la elección del modelo teórico más análogo a

la población regional en estudio, es decir, aquel que comparta con

ésta última unos niveles demográficos básicos equivalentes

(mortalidad, fecundidad, crecimiento, esperanza de vida...)68.

En cualquier caso, el método de la Migración Neta descansa

sobre la premisa del efecto selectivo que las migraciones tienen en

la estructura por sexo (y también edad) de las poblaciones. Su

virtualidad explicativa, en consecuencia, debe resultar mayor para

aquellos casos y períodos en que la migración femenina-familiar

constituye todavía raros eslabones en las mecánicas migratorias,

PFx = Población Femenina en la cohorte de edad x RMTx = Relación de Masculinidad Teórica en la cohorte de edad

x (de las tablas-tipo de Princeton). 67 COALE, DEMENY, VAUGHAN (1983) (tabla tipo correspondiente).. 68 Pues se trata, en el estudio de su creador, de poder cuantificar y aislar el

efecto selectivo de las migraciones sobre la relación de sexos de la población y las proporciones de solteros

TD- Francisco Contreras Pérez

84

esto es, antes de los movimientos en masa que van a protagonizar

la España de finales del siglo XIX.

A su vez, dentro de la más amplia estrategia de nuestra

investigación dirigida a la comarcalización de la movilidad en

Andalucía a principios de la Edad Contemporánea, el presente

ejercicio busca el establecer las hipótesis de trabajo preliminares a

las escalas regional y provincial; hipótesis que se fundan, como

consecuencia del método elegido, en una primera definición amplia

de los movimientos migratorios, es decir, la movilidad en términos

netos con origen / destino en la región, provincia o comarca. Por

último, cabe señalar que nuestra mecánica de trabajo se sirve del

recurso a la comparación, por lo que hemos seleccionado Galicia en

tanto que paradigma regional contemporáneo de tierra de

emigración. A pesar de las a veces marcadas diferencias de distinta

índole entre ambos espacios regionales, no obstante el caso gallego

nos ofrece la oportunidad de situar un referente de máximos

migratorios en el marco contemporáneo de la Península Ibérica.

Con todo, nuestro objetivo puede considerarse elemental,

pues consiste en aproximarnos a los movimientos migratorios

mediante la estimación de su signo (negativo o positivo, in- o

emigración) e intensidad en las unidades territoriales que

componen las diferentes escalas de estudio de Andalucía.

TD- Francisco Contreras Pérez

85

La estadística española de pasaportes del siglo XIX.

La R. O. de 1853 que ponía fin a la prohibición de

embarcarse para los nuevos “Estados de la América del Sur y

Méjico” pues, asumida la pérdida del imperio y deseando reforzar

la ascendencia española en las antiguas colonias, ya por entonces

se venían normalizando las relaciones diplomáticas con las nuevas

repúblicas, habiéndose establecido en muchas de ellas

representantes del Gobierno español.69 Aquel decreto reguló la

expedición de pasaportes “a los que pretendan emigrar” quedando

a cargo de los delegados provinciales de la autoridad civil, esto es,

los “subgobernadores”, más tarde denominados gobernadores.

En esa década, coincidiendo con la entrada de la Unión

Liberal en el gobierno, la largamente aplazada modernización de la

estadística oficial española comenzó con los trabajos para la

realización del Censo de 1857, primero de la serie decenal del XIX

(junto a ello se llevaría a cabo la publicación de la primera Memoria

del Movimiento [natural] de la Población de 1858-1861). Era una

vieja aspiración del liberalismo desde su origen en España, que con

69 R.O. de 16 Septiembre de 1853. Regularizando la emigración para las

colonias españolas y para los Estados de América: pasaportes, garantías, etc.

TD- Francisco Contreras Pérez

86

ello también retomaba los precedentes incoados por el despotismo

ilustrado de finales del XVIII (los Censos de 1787 y 1797).

Dentro de estos esfuerzos modernizadores, debemos situar

la publicación del Anuario Estadístico de España, igualmente obra

de la Junta General de Estadística del Reino (al principio

denominada Comisión de Estadística General), integrada en el

Ministerio de la Gobernación. La tercera entrega del Anuario,

relativa a los años 1860-186170, incluía, en el apartado población,

dos tablas bajo el epígrafe: “Número de individuos que salieron del

reino con pasaporte”. Recogida para cada uno de los años, la

información que aparece desagregada por las provincias las que

salieron y los países de destinos. Desgraciadamente esta

publicación del registro de pasaportes para todo el país no tuvo

continuidad en las futuras reseñas geográfico-estadísticas

españolas del XIX.

Dichos documentos debían ser mostrados a los capitanes de

los buques, que estaban a su vez formalmente obligados a

requerirlos cuando embarcaban pasajeros en puertos españoles.

Con ello la administración quería evitar la salida del país de

prófugos de la justicia, si bien como en el propio Congreso se

70 JUNTA GENERAL DE ESTADÍSTICA DEL REINO: Censo de la población de

España según el recuento verificado el 25 de diciembre de 1860, Madrid, Imprenta Nacional, 1863 (Fondo documental del INE, Microfichas).

TD- Francisco Contreras Pérez

87

reconocería dicha medida no impedía esto, a la vez que entorpecía

la libertad de movimiento de la gente común. Otro problema

todavía más acuciante era que lo mozos pendientes del servicio de

armas y el propio capitán en connivencia podrían eludir este

requisito embarcándose una vez el buque había abandonado las

aguas del puerto (la territorialidad del mar –las 200 millas- es una

figura jurídica consagrada en el derecho internacional mucho más

tarde, a finales del siglo XX como es sabido).

También se recurría a embarques por Portugal, habiendo

reiteradas referencias en la propia normativa sobre este país. El

puerto luso de Leixoes (Oporto) será usado con frecuencia por

emigrantes mayoritariamente gallegos.71 Por el contrario, no hay

constancia en la frontera sur, Algarbe-Andalucía, más que de

intensos movimientos entre las propias comarcas a una y otra orilla

del Guadiana.72 Tampoco, hasta la década de 1880, se menciona ni

71 “Los puertos de Lisboa, Leixoes (Oporto), Burdeos y Gibraltar fueron

importantes para la emigración de gallegos, vascos, andaluces y castellanos”. VÁZQUEZ, A.: “La salida”, en Historia general de la emigración española a Iberoamérica, Madrid, Historia 16, 1992, [241-258] p. 250

72 En esta zona, la principal preocupación de las autoridades españolas, y suponemos que también portuguesas en función de los acuerdos alcanzados a finales del XIX, era el trasiego en un sentido y otro de prófugos del servicio de quintas, preocupación de la que ya hay constancia documental desde la época de formación de las milicias patrióticas en la guerra de la Independencia. Los lazos familiares que amparaban estas prácticas elusivas estaban asentados en las comarcas fronterizas de Andalucía, el Algarbe y el Alentejo, regiones históricas que constituían un espacio migratorio bastante integrado más que un lugar de tránsito (hacia puertos atlánticos). Un estudio reciente aborda esta cuestión de los prófugos en la zona a principios del siglo XIX: SALDAÑA FERNÁNDEZ, J.:

[Cont.]

TD- Francisco Contreras Pérez

88

en la normativa ni en los numerosos informes administrativos

consultados que para pasar a América los españoles se sirvieran de

manera notoria de Gibraltar, uno de los puertos naturales para los

andaluces. Así y todo, estas precauciones nos lleva a considerar

que dichas estadísticas pudieran contener cierta subestimación de

la emigración real, considerando que pudo ser muy abultada para

el caso de la emigración de andaluces a América

En suma el cumplimiento de estas y otras formalidades en

materia de emigración debieron no ser observadas con bastante

frecuencia, de tal manera que el propio Ministerio de la

Gobernación reconocería que:

“La práctica ha venido, sin embargo, á

demostrar la deficiencia de estas disposiciones debidas,

no tanto á la falta de celo en los delegados de la

autoridad, como á las reprobadas artes á que acuden

los que desean emigrar para eludir las formalidades

prevenidas.”73

“Isla Cristina en la Guerra de la Independencia: notas para una conmemoración”, en I Jornadas de Historia de Isla Cristina. Asociación Cultural “El Laúd”, Isla Cristina, ELD, 2008, pp. 9‐35.

73 R. O. Cir. de 8 de mayo de 1888, preámbulo.

TD- Francisco Contreras Pérez

89

A pesar del reconocimiento de este incumplimiento, las

formalidades lejos de desaparecer fueron sustituidas por otras. Una

nueva R.O. de 1888 reemplazó el requisito del pasaporte por un

“permiso de embarque” expedido el gobernador de la provincia,

previa presentación de una cédula personal y otros certificados

visados por el alcalde del pueblo de procedencia del emigrante.

Finalmente, poco después, las autoridades españolas de nuevo

reconocerían que se trata se garantías que nada garantizaban.

Sin despreciar estas y otras incertidumbres asociadas a los

pasaportes como fuente histórica, destaca Yánez Gallardo que se

trata de la “la primera estadística que puede ser utilizada para el

estudio de la emigración española a América” (pero no sólo para

estos destinos), además de ser la única del siglo XIX en incluir

tanto las salidas marítimas como las terrestres. 74 Dado que el

cruce de frontera por tierra resulta siempre menos dependiente de

medios de transportes públicos e, incluso en las comarcas

fronterizas, debía ser algo menos extraordinario, la información de

este origen parece sin duda más fiable de cara a aquellos destinos

que requerían pasar los controles de embarque en las aduanas

74 YÁÑEZ GALLARDO, C.: La emigración española a América (siglos XIX y XX).

Dimensión y características cuantitativas, Columbres, Fundación Archivo de Indianos, 1993, p. 23 y 24, nota 15. Este autor apunta que la suspensión de la publicación de la estadísticas de pasaportes en el Anuario se debe a la supresión de este requisito de embarque en 1862.

TD- Francisco Contreras Pérez

90

portuarias para cruzar el océano. Por otra parte, es imposible saber

cuántos de sus titulares eran emigrantes propiamente,

representantes comerciales o simples viajeros (desde luego el

turismo era un lujo al alcance de muy pocos y un hábito aún más

selectivo).

Dicho esto, cabe apreciar que, por encima de la vigencia de

la exigencia legal de este requisito, la Comisión Estadística

mostraba su interés por recabar de los gobernadores provinciales

la única información disponible que podría proporcionar

conocimientos acerca esta característica “física” - se decía entonces

- de la población española. Sin menoscabo de la vieja sensibilidad

poblacionista, heredada por el nuevo Estado liberal, podría verse

en la inclusión de esta información, cuando estuvo disponible, un

testimonio de que la emigración española era un fenómeno de

dimensión visible.

Sabemos que debió existir a lo largo del XIX una tendencia

de incremento de los contingentes migratorios en todo el país a la

luz de lo observado al final de dicho siglo con la emergencia de las

migración en masa, documentada por las listas de pasajeros que

permite cuantificarla a partir de 1885, y que solventa de algún

modo la inexistencia de información seriada desde 1824 a esa

fecha.

TD- Francisco Contreras Pérez

91

Los pasaportes permiten, más que conocer con certidumbre,

aproximarnos a lo ocurrido en sesenta años (1825-1884) que se

extiende entre la última etapa de emigración de época colonial y el

periodo clásico de “emigración en masa”. Es muy probable que

peque de subestimar los volúmenes, lo que debemos tener en

cuenta a la hora de valorar los datos obtenidos; no obstante

debemos tener en cuenta el hecho de que no hay testimonios

importantes hasta 1880 de que parte de la emigración a América

se pudiera estar canalizando por un puerto extranjero más cercano

a Andalucía: Gibraltar, como por el contrario si era usado para

exiliarse en Europa desde principios del XIX. Más tarde, veremos

que cambiará el papel de este puerto franco como sede de

agencias de reclutamiento, al margen de la fiscalización de las

autoridades españolas cambiará. Pero aún así algún actualmente

se tiende a relativizar el rango numérico de la llamada emigración

“clandestina” que desde 1853 había provocado la alarma de las

autoridades españolas.

En suma, en el marco del raquitismo documental del

segundo tercio del XIX, no podemos darnos el lujo de desdeñar la

estadística de pasaportes fuente a pesar de las dudas y de su

carácter escueto, existiendo poco o nulas alternativas viables

TD- Francisco Contreras Pérez

92

conocidas al día de hoy y sobre todo cuando abordamos un estudio

agregado a una escala regional tan amplia como la andaluza.

El Censo de Buenos Aires de 1855 y el estudio microsocial

de la migración andaluza

Entre la Constitución de la Primera Junta de Gobierno en

Buenos Aires (1810) y el censo urbano de 1855, se concretaron

algunos recuentos poblacionales y varias estimaciones sobre la

población de la principal ciudad argentina. Muestran el precoz

interés de los sucesivos gobernantes bonaerenses por disponer de

información sobre la población que estaban llamados a dirigir.

Tras el incompleto padrón levantado en 1815, se realizaron

cuatro recuentos de los pobladores de la ciudad: dos con Rivadavia

en el gobierno (1822 y 1827) y otros dos bajo Rosas (1836 y

1838). La falta de una clara periodicidad entre ellos nos indica que

los intereses eran otros que los estrictamente demográficos, y

obedecían por contra a los más coyunturales de la hacienda

municipal u otros propios de la facción política en el poder. Es más,

de cara a nuestros objetivos, debemos resaltar que estos trabajos

censales plantean entre sus conocedores una serie de problemas

ya por no haber llegados completos hasta nosotros, ya por existir

fundadas dudas sobre su fiabilidad, ya por el rango de la

TD- Francisco Contreras Pérez

93

información ofrecida (como la referida al origen de los pobladores

foráneos). Conociendo de estos antecedentes históricos, pero

imperando los criterios sobre el tipo de información y la calidad de

la misma en función de los objetivos de nuestra investigación,

llegamos al Censo del Estado de Buenos Aires de 1855.

Tras liberarse de dos décadas donde el terror fue un

instrumento ejercido por el presidente Rosas (1852), la ciudad

porteña y su provincia constituían una entidad política que se

resistía, en virtud de su preeminencia comercial y poblacional, a

quedar absorbida dentro del proyecto confederal liderado por

Urquiza, representante de los intereses agrarios del interior del

país. Eran los sangrientos años de luchas internas y externas en el

proceso consolidación de los poderes políticos y territoriales que

darían lugar a la organización nacional de la República Argentina

con B. Mitre en la década de 1860.

A partir del censo urbano de Buenos Aires de 1855, hemos

creado una base de datos que contiene 803 registros y 22 campos

de información relativa a los andaluces residentes en la ciudad.

Nuestro objetivo no se ha limitado exclusivamente a extraer las

informaciones individuales de aquellos residentes que declararon

haber nacido en Andalucía, sino que hemos operado mediante la

TD- Francisco Contreras Pérez

94

identificación de cluster censales o unidades domésticas para así

poderlos estudiar en el ambiente más cercano a ellos: sus familias.

Así pues, hemos introducido en nuestra base de datos la

información relativa a todos los miembros de todas y cada una de

las unidades domésticas censadas donde aparece algún individuo

que declaró ser natural de esta región española. Aunque en el

censo se las suele identificar con relativa facilidad por consignarse

por domicilio, para facilitar las operaciones en la base de datos

hemos añadido un nuevo campo y asignado a cada uno de estos

clusters un número de identificación, que es común a cada uno de

sus componentes individuales. A su vez, dado que la posición de

éstos últimos dentro de la respectiva cédula censal no era

arbitraria, sino que la norma seguida por el censor obedecía a la

jerarquía interna de la familia tradicional: el cabeza de familia al

frente y seguido de la madre y los hijos enumerados por criterios

de edad y/o sexo, les hemos igualmente asignado un número de

orden en cada nómina familiar. Mediante este segundo operador

podremos localizar a los “jefes” de familia, y estudiar

especialmente el papel de la mujer en una época y una sociedad

donde ésta solía ocupar eventualmente dicha posición por las altas

movilidad y mortalidad de los varones adultos y por el

sorprendente índice de ilegitimidad.

TD- Francisco Contreras Pérez

95

Los siguientes cuatro campos se refieren al domicilio,

incluyendo: parroquia, número y calle. Las cédulas censales

aparecen originalmente agrupadas en los 11 distritos eclesiásticos

bonaerenses, más el juzgado de Barracas Norte (al norte de la

meridional “Boca” del Riachuelo, barrio marginal de futuro

predominio italiano) y los censos colectivos (eclesiástico, militar y

marítimo, además de los establecimientos públicos habitados).

El cuadro urbano bonaerense de la mitad del siglo XIX (unos

3,5 km de fachada al Río de la Plata / 3 km de profundidad hacia el

W) podemos estudiarlo, de cara a una primera aproximación, en

tres grandes unidades dependiendo de su cercanía a lo que se

considera el centro fundacional y funcional de la ciudad:

constituyendo la parte noble y de cara al primer puerto, las

parroquias de Catedral Norte (antes de 1830, de La Merced) y

Catedral Sur están rodeadas (siempre hacia W) por un primer arco

formado (de norte a sur) por las de Ntra. Sra. del Socorro, S.

Nicolás, S. Miguel, Ntra. Sra. de Montserrat, Concepción y S. Telmo

(estas tres últimas extienden sus límites bastante hacia afuera); un

tercer grupo más exterior lo formarían las del Pilar y Ntra. Sra. de

Balvanera. Estos últimos distritos son los que más cambios

registrarían en las décadas siguientes, en la medida que por

entonces la ciudad todavía progresaba en especial sobre sus

TD- Francisco Contreras Pérez

96

márgenes por la adhesión de nuevos barrios (S. Cristóbal, Sta.

Lucía, S. Juan), en parte desgajados de aquéllos una vez

consolidado su poblamiento.

Entre estos apartados preliminares, lo primero que se

demandaba al censor era que anotara a grandes rasgos las

características de la casa (se pretendía hacer un censo de vivienda

y probablemente con fines fiscales): “si son de azotea, teja, paja y

de 1, 2 o 3 pisos”. Se trata de un comentario que podremos utilizar

para valorar las condiciones de vida y la estratificación social,

completando otros datos sociométricos, pero desgraciadamente en

numerosas ocasiones el censor lo pasaba por alto.

Después de haber consignado el nombre, otro dato definidor

y que enriquece la información censal desde un punto de vista

sociohistórico nos remite a la relación entre el individuo y el dueño

del inmueble que habita: “¿Qué es del dueño o de la dueña de la

casa?”. Se descubre entonces aquellos que son propietarios del

inmueble y de la vivienda, los que viven de alquiler, los empleados,

los sirvientes,... Tener una vivienda en propiedad ya nos denota un

estatus económico, que podemos completar cruzando los datos con

los de la localización y el tipo. Igualmente, la aparición de

sirvientes y el número de ellos nos ayuda en la clasificación social.

Una información de carácter socioeconómico que normalmente sólo

TD- Francisco Contreras Pérez

97

es accesible por la consulta interminable de archivos de protocolos

o de los catastros.

A continuación, aparecen un grupo de cuatro preguntas

relativas al perfil del habitante en cuanto a su estado civil, sexo,

edad, y grado de instrucción. Las dos preguntas siguientes son de

especial importancia para nosotros, pues a través de ellas podemos

localizar a los andaluces: naturaleza y tiempo de residencia en caso

de ser extranjero. No siempre se cumplimentaba la primera, pero

no hay razón para pensar que esta negligencia presente un sesgo

significativo a favor o en contra de los andaluces.

Por otra parte, otro gran valor añadido del censo de 1855

reside en consignar el “tiempo que hace que está en el país”. Los

censos son recuentos transversales, nos ofrecen la fotografía de un

momento, por lo que resulta difícil determinar cuál ha sido la

evolución anterior que concluye en ese punto. El tiempo de

residencia nos permite jugar para sacar más información del censo,

calculando la fecha y la edad de llegada a la ciudad. Con ello,

pretendemos hacer una retrospectiva de la evolución de la

emigración andaluza hacia Buenos Aires, aunque somos

conscientes de la inexactitud generalizada en las edades (se tiende

a redondeos) y las posibles reemigraciones anteriores y posteriores

a la llegada a Buenos Aires. En cualquier caso, se trata del único

TD- Francisco Contreras Pérez

98

censo argentino que ofrece esta última información, de especial

importancia sin embargo para los estudios migratorios en un país

que se estaba formando por entonces gracias fundamentalmente a

este factor.

Por último, completando la información que se ofrecía en el

epígrafe sobre la relación con el dueño, se pregunta acerca de la

ocupación o profesión del encuestado. Se trata naturalmente de

una información común a la generalidad de los censos, máxime

cuando conocer la mano de obra nacional suponía un elemento

imprescindible para los nuevos objetivos censales que ya no eran

meramente impositivos. Este dato es el que, contrastado con otros,

nos permitirá enfocar la teoría acerca de si la emigración

trasatlántica encubría de hecho un éxodo rural-urbano.

Las estadísticas de pasajeros por mar del Instituto

Geográfico de Emigración

En la memoria que acompañaba al primer volumen de las

estadísticas, el I.G.E. dejó constancia de las limitaciones que tenían

estos datos, al escaparse de su control la emigración clandestina y

las que se efectuaban por puertos extranjeros, tras cruzar las

fronteras terrestres. Entre estos puertos, olvidaron citar,

TD- Francisco Contreras Pérez

99

desestimaron o simplemente desconocían la importancia del de

Gibraltar, como más tarde reconocerían el propio I.G.E. y el Consejo

Superior de Emigración. Por otro lado, el I.G.E. hizo observar que, a

la hora de indicar "la provincia de última vecindad", había cierta

tendencia entre los emigrantes a señalar la última provincia de

residencia, con lo que este apartado adolece de un sesgo favorable a

las provincias marítimas (los emigrantes solían esperar varios días

en el puerto la llegada del buque).

TD- Francisco Contreras Pérez

100

Así pues, sabidas estas limitaciones, quedan planteadas

dudas obvias y serias sobre la fiabilidad de estos recuentos. Algunos

estudios críticos ya han abordado de manera rigurosa la valoración

de la fiabilidad e integridad de las estadísticas del I.G.E., que, sin

embargo, son las más frecuentemente empleadas en las

investigaciones sobre emigración exterior española a fines del siglo

XIX y principios del XX75.

Entre aquellos trabajos, merece destacarse el realizado por B.

Sánchez Alonso76. El objetivo de su ensayo era elaborar una nueva

serie anual de emigración española sobre la base de las estadísticas

de sus principales países de destino. Divide el ensayo en cinco

secciones donde, sucesivamente, lleva a cabo un análisis de los

rasgos definitorios de las estadísticas españolas, un examen

pormenorizado de sus limitaciones, un análisis de los motivos de

discrepancia entre las series españolas y latinoamericanas, una

75 Otras fuentes estadísticas son el Anuario Estadístico de España de 1860-61 (publicó el

número de pasaportes expedidos dichos años), la Estadística de Comercio Exterior y Navegación de España (basado en los registros de la Dirección de Aduanas, muy incompletos por la finalidad fiscal de los mismos), las estadísticas del Consejo Superior de Emigración (elaboradas desde 1907, adolece de importantes dificultades de definición) y del Instituto Español de Emigración (desde 1960, cuenta sólo la emigración asistida). Así pues, la estadística del I.G.E., además de ser la más completa, ofrece una mayor riqueza informativa. Para una crítica de estas diversas fuentes, véase YÁÑEZ GALLARDO, C.: La emigración española a América (siglos XIX y XX). Dimensión y características cuantitativas, Colombres, Archivo de Indianos, 1994.

76 SÁNCHEZ ALONSO, B.: "Una nueva serie anual de la emigración española: 1882-1930", Revista de Historia Económica, n.º 1, Madrid, 1990, pp. 133-170. También se puede encontrar este ensayo formando parte de su ya citada en capítuloas anteriores tesis doctoral: Las causas de la emigración española, 1880-1930, Alianza Ed., Madrid, 1995, pp. 94-133.

TD- Francisco Contreras Pérez

101

comparación de series de salida homogéneas y, por último, el cálculo

de un coeficiente corrector de la serie española, que le permite

ofrecer una nueva serie anual de la emigración española. Como

conclusión, observa que ésta presenta valores más elevados y

verosímiles que los de la serie oficial. Ahora bien, estima al mismo

tiempo que la serie oficial presenta en su comparación con las

estadísticas de los países receptores seleccionados (Argentina, Cuba

y Estados Unidos) una gran similitud en sus tendencias y

fluctuaciones, que permite, pese a su infravaloración, ser utilizadas

por los historiadores con un mayor grado de confianza que hasta

ahora. De hecho, es la que la autora llega a emplear en sus cálculos

posteriores.

Dicho esto, hay un punto que debemos destacar desde la

perspectiva del análisis de la emigración. A la hora de fabricar series

latinoamericanas homogéneas y debido posiblemente a razones de

disponibilidad y fiabilidad de las fuentes, Sánchez Alonso desestima

el caso de Brasil, a pesar de ser uno de los principales destinos de

españoles y andaluces. Los datos brasileños encierran otras

dificultades que derivan de las reemigraciones interfronterizas con

Argentina y por ser un destino frecuente de los embarcados

clandestinamente por Leixoes, Lisboa y, he aquí lo que nos interesa

TD- Francisco Contreras Pérez

102

en este caso, Gibraltar77. Por consiguiente, es razonable pensar que

el peso proporcional de la emigración clandestina vía Gibraltar en la

emigración andaluza sea mayor que en el conjunto de la española y,

teniendo esto en cuenta, podemos admitir que resultaría no sólo

estadística, sino históricamente a escala regional bastante sesgado y

poco representativo el coeficiente corrector propuesto por B.

Sánchez Alonso.

En todo caso, según las estadísticas oficiales sobre emigración

por mar, la emigración exterior acumulada de Andalucía superó los

460.000 individuos entre 1885 y 1930. Sin embargo, no se recogen

en esta cifra los datos de 1899-1910, al suprimirse la desagregación

por origen provincial en dichas estadísticas. Tampoco se contabiliza

obviamente la emigración clandestina vía Gibraltar. Haciendo un

cálculo puramente teórico, aquel total representa una migración

bruta media anual de 14.000 andaluces. Pero esto no es más que

eso, un cálculo teórico, pues realmente el flujo emigratorio bruto de

la serie oficial (desestimamos la inmigración, por poco fiable y

plantear problemas insolubles desde un interés regional) muestra las

77 A título indicativo, las estadísticas argentinas de inmigración nos permiten estimar que

la emigración vía Gibraltar representaba en 1888-89 y 1913-14 entre el 20,55 y 16,79 por 100 respectivamente de las embarcada por puertos andaluces. Consideramos que existen datos razonables para suponer que estos valores fueron superiores respecto a la corriente brasileña. De hecho, Gibraltar era considerada la puerta de la emigración española a Brasil: CONTRERAS PÉREZ, F.: "El negocio de la emigración a América: los ganchos de Gibraltar, ss. XIX y XX”, en ALCÁNTARA, M. (ed.): América Latina. Realidades y perspectivas. I Congreso europeo de latinoamericanistas, Salamanca, Universidad de Salamanca,1997, taller 17, pp. 196-227.

TD- Francisco Contreras Pérez

103

lógicas fluctuaciones. Debemos tratar de evaluar los diferentes

niveles de ésta a lo largo del tiempo, a través de indicadores que nos

permitan la comparación con otros ámbitos geográficos.

TD- Francisco Contreras Pérez

104

CAPÍTULO 2.

EL TRASFONDO: ESTIMACIÓN DE LOS MOVIMIENTOS

MIGRATORIOS INTERIORES

Los censos de la última década del XVIII constituyen, como

es bien sabido a estas alturas, un punto de partida doblemente

imprescindible para introducirnos en la sociedad de las primeras

décadas del siglo XIX. Durante un acto conmemorativo del segundo

centenario del Censo de Floridablanca de 1787, M. Livi-Bacci

concluía, tras un análisis comparativo de los recuentos europeos

coetáneos, que este censo “es, sin duda, el producto más refinado

de los gobernantes ilustrados del Antiguo Régimen”78; sintetizó con

estas palabras el acuerdo científico derivado de las ya por entonces

numerosas investigaciones deudoras de este recurrida fuente

cuantitativa.

Se ha dicho que “las huellas de la migración en el mundo

urbano y en el mundo rural son ubicuas en el Censo de

Floridablanca”79. Proponemos partir del Censo de Floridablanca en

un ejercicio que pretende exponer y plantear nuevas cuestiones

78 LIVI-BACCI (1992), p. 54. 79 PÉREZ MOREDA y REHER (2003), p. 123.

TD- Francisco Contreras Pérez

105

sobre las migraciones andaluzas contemporáneas. Las fuentes

censales facilitan, en el marco general de nuestra investigación,

una información homogénea para un amplio territorio y, en todo

caso, “uniformable” para estudiar modelos de cambio histórico a

largo plazo, elaborar comparaciones a distintas escalas de estudio

y abordar con más seguridad las cuestiones de la representatividad

de las hipótesis asentadas. En suma, el censo de Floridablanca nos

ofrece un punto de partida “preciso y concreto”80 sobre el que

replantear los cambios de etapas posteriores, con la opción de

agrupar los 798 núcleos de población de entonces,

correspondientes a la actual Andalucía, según los más convenientes

criterios de comarcalización.

A la hora de encarar el estudio de las migraciones

contemporáneas debemos salvar, de alguna manera, la “penuria

informativa” que denunciara con insistencia Nadal refiriéndose al

primer tercio del XIX español.81 Para este período, las migraciones

en Andalucía parecen haber continuado en claroscuro por la

parcialidad del conocimiento; esto no quita que se obtuvieran en

las décadas 1970 y 1980 alentadores resultados locales,

subsidiarios en comparación con el estudio del movimiento natural,

80 SANZ SAMPELAYO (1992), p. 377. 81 NADAL (1996), p. 128.

TD- Francisco Contreras Pérez

106

mediante el método de reconstrucción a partir de series

matrimoniales parroquiales. En todo caso, una vez que la década

de 1990 estuvo protagonizada por las publicaciones sobre

emigración exterior para las que se cuenta con series estadísticas

desde 1885, los movimientos interiores han recobrado cierto

interés entre los historiadores mediante la relectura de las fuentes

censales, el uso de otras fuentes nominales puntuales y la adopción

de nuevos enfoques teórico-metodológicos, como el que aborda la

conformación de mercados laborales sobre todo en la segunda

mitad del siglo XIX.

Contraste del patrón teórico para el caso andaluz

En función de los expuesto en la crítica y análisis de la

fuente (véanse páginas anteriores), como primer paso para hallar

la Migración Neta, debemos elegir una tabla-tipo, la más

aproximada al contexto demográfico de la Andalucía de finales del

siglo XVIII y principios del siglo XIX.

Dentro del modelo Sur de Princeton, Rowland seleccionó

para el conjunto español el nivel 5 de mortalidad, con una tasa de

crecimiento natural de 0,5% y una esperanza de vida femenina al

nacimiento de 30 años, correspondiente a una “mortalidad

relativamente severa”. Al basarse en una elección estimativa, la

TD- Francisco Contreras Pérez

107

fabricación de este indicador requiere de un mayor grado de

implicación por parte del investigador. De hecho, el propio autor

parece haberse decidido en sucesivos trabajos por tablas

diferentes, siempre dentro del modelo Sur de Princeton, para

estudiar la población del Censo de Floridablanca: si en el citado

artículo de 1987 elegía el nivel 5 para aplicarlo al Censo de

Floridablanca82, en un trabajo publicado poco después optaba por

el nivel 7 como el más idóneo para la España de finales del XIX;

había pasado a considerar que el nivel 5 contenía un mayor grado

de analogía con las condiciones demográficas españolas presentes

hacia finales del XVIII.83 Teniendo en cuenta esto, Rowland llega a

advertir que la elección del Modelo Meridional “puede no

corresponder exactamente a la estructura por sexos y edades de la

mortalidad de algunas regiones”. De concurrir esta circunstancia, el

autor estima que ello implicaría un escaso error máximo de ± un

mes en el cálculo de la edad al matrimonio.

“En las regiones donde la mortalidad era en realidad

más severa [que la admitida en la tabla-tipo elegida], el nivel

de la emigración habrá sido ligeramente sobrevalorado, pero

82 ROWLAND (1987), p. 55. 83 ROWLAND (1988), p. 136.

TD- Francisco Contreras Pérez

108

la estructura de edades de la valoración no habrá sido

afectada”84

Siendo prioridad de esta investigación el análisis de los

movimientos migratorios más que la pirámide de edades de la

población ad hoc, debemos tener en cuenta esta advertencia.

Estimamos a priori que, para el caso regional analizado, el nivel de

mortalidad 5 podría contener una sobreestimación de la emigración

neta, dado que, aunque tratándose de una mortalidad severa,

admite una elevada tasa de crecimiento natural de en torno al

0,5%, que se aleja de la tasa de crecimiento real que Andalucía

presentaba a finales del siglo XVIII: 0,35%85. Cabe esperar que

esta diferencia tienda a generar el artificio de una mayor pérdida

de población por emigración, efecto que sin duda se hará más

perceptible a edades más elevadas en función del creciente

diferencial de mortalidad específica de la población andaluza (tal y

como se observará más abajo entre las distintas tasas de Migración

Neta a los 50 años de edad ― M50 ―.)

84 ROWLAND (1987), p 55. 85 Tasa de Crecimiento Medio Anual (r) entre el Censo de Ensenada de 1752 y

el Censo de Floridablanca de 1787.

TD- Francisco Contreras Pérez

109

Contraste del modelo teórico

Princeton Andalucía

(1886-92) Modelo Sur,

Mortalidad 5

Valores Reales

TBN 38,55 37,52 TBM 33,55 33,06

R 0,50 0,45 e0(F) 30 --- e0(V) 29 ---

TBN: Tasa Bruta de Natalidad (‰). TBM: Tasa Bruta de Mortalidad (‰). R: Crecimiento natural (o intrínseco ) (%). e0: Esperanza de vida al nacer. Valores reales del promedio del Movimiento Natural de la Población de 1887-1892, y calculados como media aritmética de los valores provinciales andaluces. Fuentes: Tablas-tipo de COALE, A. J. et al. (1983), [tabla indicada]. Datos reales obtenidos de REHER, D.-S. et al. (1993), p. 228. Elaboración propia

Dado que la aparición de información seriada sobre las tasas

vitales reales a nivel provincial/regional se retrasa hasta bien

entrado el siglo XIX, hemos tenido en cuenta el promedio de

natalidad y mortalidad del período 1886-1892, y a efectos de

poseer un referente real mínimo de dichas variables como criterio

para seleccionar las tablas-tipo adecuadas.

Además de por un motivo documental, creemos igualmente

justificado este punto de referencia si partimos igualmente de la

conclusión general expuesta por Pérez Moreda sobre la pervivencia

de los parámetros demográficos de antiguo régimen hasta

aproximadamente 1900, con excepciones locales y regionales.

TD- Francisco Contreras Pérez

110

“La población española conoció, pues, sólo inicios

parciales y muy localizados de la transición demográfica en la

segunda mitad del siglo XIX [...] En el último cuarto del siglo

pasado [el siglo XIX] todavía el 60 por 100 de las provincias

españolas mostraban una tasa bruta de natalidad del orden

del 36-42 por mil y una mortalidad situada entre el 30 y el 37

por mil”86

Esto valores de las tasas vitales expuestas por Pérez Moreda

suponen un crecimiento natural limitado, que oscila del 0,6% al

0,5%, siendo el del conjunto de 0,54%, mientras que la mayor

parte de los países europeos avanzados estaban en plena

transición demográfica con tasas superiores al 0,72%. Como quiera

que el español es un tipo de crecimiento bastante lastrado y de tipo

pretransicional hacia 1887, Andalucía presentaba un crecimiento

natural aún inferior, del orden del 0,45% (provincialmente, iba del

1,01% de Huelva al 0,21% de Cádiz.)

86 PÉREZ MOREDA (1985), p. 45.

TD- Francisco Contreras Pérez

111

El método de verificación del cálculo de la migración neta

incluye, por tanto, las tasas brutas de natalidad y mortalidad,

acompañadas del cálculo del coeficiente de variación que mide la

diferencia de los valores obtenidos para Andalucía en 1886-92

respecto a los de la tabla-tipo de Princeton: el coeficiente tendrá el

valor de 1 cuando ambas magnitudes (la teórica y la real) de una

misma variable coincidan, de tal manera que un valor inferior

denotaría una sobrestimación en la tasa teórica y viceversa.

Contraste del modelo teórico en el ámbito provincia l

Variación de los datos reales sobre el modelo teóri co.

Andalucía, 1886-1992 v

AL CA CO GR H J MA SE Media Me DS

TBN 37,71 35,74 37,45 37,91 36,95 40,19 35,85 36,38

v 0,98 0,93 0,97 0,98 0,96 1,04 0,93 0,94 0,97 0,96 0,03

TBM 35,19 33,62 32,88 35,29 26,88 36,36 31,47 32,75

v 1,05 1,00 0,98 1,05 0,80 1,08 0,94 0,98 0,99 0,99 0,08

R 0,25 0,21 0,46 0,26 1,01 0,38 0,44 0,36

v 0,50 0,42 0,91 0,52 2,01 0,77 0,88 0,73 0,84 0,75 0,47

Valores teóricos del Modelo Sur, nivel 5 de mortalidad: TBN = 38,55; TBM = 33,55; R = 0,5.

Valores reales a partir del Movimiento Natural de la Población de 1887-1892 para cada provincia. TBN: Tasa Bruta de Natalidad (‰). TBM: Tasa Bruta de Mortalidad (‰). R: Crecimiento natural (o intrínseco ) (%). v = Coeficiente de Variación de los valores reales sobre el teórico. Media: Media Aritmética Simple. Me: Mediana. DS: Desviación Estándar. AL: Almería. CA: Cádiz. CO: Córdoba. H: Huelva. J: Jaén. MA: Málaga. SE: Sevilla. Fuentes: Tablas-tipo de COALE, A. J. et al. (1983), [tablas indicadas]. REHER, D.-S. et al. (1993), p. 228. Cálculos y elaboración propios.

TD- Francisco Contreras Pérez

112

Presentando un escaso margen de diferencia, la tasa de

natalidad de la tabla-tipo del Modelo Sur, nivel 5 de mortalidad, de

Princeton viene a ser ligeramente superior a la mayoría de los

valores reales de las provincias andaluzas, a excepción de Jaén, y

tanto la media como la mediana del coeficiente de variación lo

confirman con valores muy cercanos pero inferiores a 1.

No despreciando esta circunstancia en su justo valor, hay

que tener presente que la mortalidad constituye la variable

demográfica con más directas implicaciones de cara al cálculo

indirecto de la migración neta. A este respecto, observamos que,

comparado con la natalidad, las diferencias de los datos reales

respecto al patrón de Princeton elegido son aún menores,

arrojando un coeficiente de variación cercano a 1 (0,99 tanto en su

media como en su mediana.) Sin lugar a dudas, se trata de un

argumento a favor del realismo del supuesto teórico adoptado (el

Modelo Sur, nivel 5 de mortalidad), que en virtud de ello garantiza

la acuidad de los resultados del cálculo de la tasa de migración

neta. Ahora bien, ello no obsta para que descuidemos el hecho de

que la desviación estándar, sin ser abultada, nos muestra una

mayor disparidad provincial en el comportamiento de la mortalidad

y, por ello, una menor significación puntual para casos concretos

del valor teórico. Respecto a esto último, es también cierto que

TD- Francisco Contreras Pérez

113

sólo en el caso de la provincia de Huelva parece haber una

considerable diferencia, en función de que la mortalidad teórica

está bastante sobrestimada respecto a los valores reales. El

coeficiente de variación más favorable es el de Cádiz, al que le

siguen los de Córdoba y Sevilla.

Por último, el tercer parámetro es el que revela las mayores

discrepancias entre valores reales y el teórico. Éste último estima

que el crecimiento era mayor al que en efecto se estaba dando en

Andalucía, incluso con respecto a la situación demográfica posterior

y prototransicional87, la de finales del siglo XIX.

La tabla-tipo Modelo Sur, nivel de mortalidad 5, parece de

nuevo más idónea para retratar la situación de la provincia de

Córdoba, a tenor de la proximidad entre ésta y el valor real que

refleja su coeficiente. De nuevo, la población onubense es la que

menos similitudes presenta con respecto al modelo seleccionado,

arrojando un coeficiente de variación que duplica largamente la

media provincial andaluza.

En resumidas cuentas, cabria decir que, a tenor de lo

observado en los ejercicios de verificación efectuados, el patrón

87 La teoría de la transición demográfica establece que el primer cambio se

produjo por una reducción de la mortalidad general, mientras se mantenían las pautas de fecundidad, de lo que resultaría el fuerte crecimiento de la población.

TD- Francisco Contreras Pérez

114

seleccionado parece ofrecer ciertas garantías a la hora de

interpretar los valores de M16-49 de Sevilla, Córdoba y Cádiz.

Por contra, la mortalidad está especialmente sobrestimada

en el caso de Huelva, por lo que su tasa de migración neta ha de

tomarse con cierta precaución manteniendo su balance positivo.

En cuanto a Andalucía Oriental, se advierte que el patrón

teórico infravalora de manera sistemática la mortalidad de Almería,

Granada y Jaén, por lo que las magnitudes de M16-49 seguirán

siendo de signo negativo aunque de menor dimensión a la admitida

en nuestros cálculos.

Ahora bien, en cuanto a la provincia de Málaga tendría que

corregirse un eventual resultado negativo de M, dado que el patrón

teórico podría estar sobrestimando la mortalidad real.

La Migración Neta regional

Como último procedimiento metodológico previo al análisis,

hemos tenido que calcular, como es obvio, la Ratio de

TD- Francisco Contreras Pérez

115

Masculinidad Teórica en cada tabla seleccionada88, configurando la

fórmula original de Princeton de cara a nuestros objetivos.

Migración neta regional. 1787

Andalucía M16-49 - 3,20

M50 - 6,76

Galicia M16-49 - 12,85

M50 - 15,28

España* M16-49 - 4,79

M50 - 3,92

España: media aritmética de 13 valores regionales (%) en ROWLAND, R. (1988), p. 95. Fuente: COALE, A. J. et al. (1983), [tablas indicadas]; Censo de Floridablanca 1787. Cálculos y elaboración propios..

88 Para hallar la Ratio de Masculinidad Teórica, debemos conocer en primer

lugar la población por cada sexo y edad, a partir del ejemplo desarrollado por el equipo de Princeton, y que podemos expresar como sigue :

Px = P0 • (1― lx)

Fórmula que hemos adaptado para conocer la población en grupos de edad intermedios:

Px,x+1 = P0 • (lx, x+1 ―lx)

Donde:

Px: Población a la edad x P0: Población al nacimiento lx: superviviente a la edad x Px,x+1: Población en el grupo de edad x,x+1 lx, x+1: Superviviente en el grupo x, x+1

TD- Francisco Contreras Pérez

116

Tomando la población masculina como la más móvil, la

elección del grupo de 16-49 años coincide con las edades más

migratorias, a la vez que se añade el cálculo a los 50 años. De

ambas series del indicador M se pueden obtener conclusiones que

nos pueden apuntar no sólo diferencias regionales, sino también de

ciertas modificaciones intergeneracionales en la movilidad, desde

una perspectiva longitudinal, durante los 34 años89 anteriores al

Censo de 1787.

El valor del parámetro M16-49 está próximo a la media

también negativa del conjunto de regiones españolas, a la vez que,

de forma incontestable, queda relativizado en comparación con las

tasas de emigración neta que arroja Galicia. Por otra parte, como

quiera que el parámetro M50 nos sirve para estimar lo sucedido en

las tres décadas anteriores y aunque en él no debemos descartar el

efecto de una mayor tasa de mortalidad específica entre los

hombres andaluces que la admitida en las tablas-tipo de Princeton,

su valor más elevado que el del grupo 16-49 años nos hace pensar

que la región ha ido reduciendo la dimensión de su emigración en

el periclitar de la época colonial (y ello a pesar de la supuesta

89 La diferencia entre la edad migratoria máxima considerada por convención

(50) y la mínima (16).

TD- Francisco Contreras Pérez

117

mayor frecuencia del retorno a edades altas.) De todas formas, se

trata de un reajuste generacional de mayor importancia relativa

que en el caso gallego y de sentido inverso a la tendencia pro

emigratoria mostrada por el conjunto regional español en las

edades más jóvenes.

Aproximación a la migración como estrategia en el

ciclo vital

Como se ha dicho más arriba, el efecto selectivo de la

emigración no sólo opera por género, sino también por edades. Así

pues, se ha considerado conveniente desglosar el amplio grupo de

16-49 años con objeto de calcular la tasa de Migración Neta de la

población a distintas edades, a partir de los tramos recogidos en el

Censo de Floridablanca. De ello se obtiene un nuevo elemento del

perfil sociodemográfico del flujo migratorio regional: la edad y, por

ello, una estimación si quiera al papel de la movilidad dentro del

ciclo vital.

A la luz de las tasas de Migración Neta por tramos de edad,

la movilidad de la población masculina andaluza se concentra

mayoritariamente en el grupo 16-24 años. El emigrante andaluz se

configura, pues, como un individuo joven.

TD- Francisco Contreras Pérez

118

Migración neta por grupos de edad. 1787

M16-24 M25-39 M40-49 M50

ANDALUCÍA -6,36 -1,29 -2,53 - 6,76

GALICIA -13,58 -12,39 -12,60 - 15,28

Mx: Migración Neta Masculina en el grupo de edad x (%) Tabla-tipo de Princeton aplicada al cálculo de la RMT: Modelo Sur, nivel 5 de mortalidad, 0,5% de crecimiento. Fuente: COALE, A. J. et al. (1983), y Censo de Floridablanca de 1787. Elaboración propia.

Este último aspecto interesa cotejarlo con las pautas

nupciales más arriba comentadas. En este sentido, la edad media

de acceso al matrimonio de los andaluces (SMAM-V), como

veremos, se situaba en los 24,6 años, y justo a partir de esta edad

decae la tasa de emigración, de tal manera que esta parece muy

específica de una parte del ciclo vital: el anterior a las primeras

nupcias. Por el contrario, la emigración sigue siendo alta a edades

elevadas en el caso de la población masculina gallega. Asistimos a

su utilización como recurso a lo largo de la vida adulta, más allá de

la edad media al matrimonio. En resumidas cuentas, la migración

pasa a constituir para la población gallega, en mayor medida que

para la andaluza, una estrategia social compartida por diferentes

TD- Francisco Contreras Pérez

119

generaciones y a la que se recurre en diferentes momentos del

ciclo vital.

Así pues, la emigración extrarregional presenta un amplio

panorama en Galicia: si bien también puede cumplir la función de

mecanismo favorecedor de la constitución de nuevos agregados

domésticos, como adelantara Eiras Roel, dicho papel en el ciclo

vital de los migrantes gallegos no es puntual sino que constituye un

recurso al que acudir en otros momentos o circunstancias vitales.

Por su parte, la emigración andaluza extrarregional se muestra con

un más acentuado carácter selectivo por edad: los andaluces

emigraban a edad joven, a la vez que frecuentemente eran

solteros.

Migración Neta de las provincias

Si pasamos a aplicar el método propuesto por Rowland al

mapa provincial andaluz, observamos un casi absoluto predominio

de los valores negativos en las tasas de migración neta masculina:

seis de las ocho provincias han perdido o pierden población tanto

en el grupo de edad 16-49 como a los 50 años. Esto viene a

confirmar el perfil emigratorio observado, con anterioridad, para

los valores regionales de las dos series de edad de M (recordemos:

TD- Francisco Contreras Pérez

120

M16-49 = - 3,20, y M50 = de - 6,76 a - 6,41.) Dicho esto en términos

globales, el análisis detallado de las tasas provinciales M revelará

otros signos, nuevas magnitudes y algunas dinámicas internas de

la movilidad en Andalucía que suscitan el planteamiento de nuevas

cuestiones antes que el asentamiento de conclusiones

aseverativas.

Migración neta provincial y coeficiente de variació n. 1787

AL CA CO GR H J MA SE

M16-49 -2,12 8,25 -8,26 -5,85 2,28 -5,58 -7,16 -5,83

v16-49 0,70 -2,72 2,73 1,93 -0,75 1,84 2,36 1,92

M50 -5,54 3,73 -12,07 -9,31 -1,51 -8,99 -10,34 -8,73

v50 0,84 -0,57 1,83 1,41 0,23 1,36 1,57 1,32

Mx: Migración Neta Masculina a la edad x (%) vx: Coeficiente de Variación sobre la media aritmética de la región:

Andalucía: M16-49 = -3,03; M50 = -6,60 (Galicia: M16-49 = -12,78 y M50 = -15,13.).

Fuente: Censo de Floridablanca. 1787. Cálculos y elaboración propios.

Las provincias que tienen tasas negativas en ambos grupos

de edad para los que hemos calculado M son: Almería, Córdoba,

Granada, Jaén, Málaga y Sevilla. De ellas, Almería presenta valores

levemente más cercanos al equilibrio (M16-49 = -2,12 y M50 = -

5,54) que las respectivas tasas generales de Andalucía, esto es, se

TD- Francisco Contreras Pérez

121

trata de una provincia por entonces algo menos emigratoria, como

se comprueba en sendos coeficientes de variación (0,70 y 0,84.)

Las otras cinco de este grupo presentan tasas bastante más

emigratorias, encontrándose los valores individuales dentro de los

siguientes intervalos: M16-49 = -8,26 (de Córdoba) a -5,58 (de

Jaén), y M50 = -12,07 (de Córdoba, también) a -8,73 (de Sevilla.)

En virtud de ello, sus coeficientes de variación se mueven en

niveles elevados con respecto a la media regional.

En virtud de ambas series del indicador M, parece

demostrado que la provincia de Córdoba se asienta como la de

emigración neta masculina de mayor dimensión en la Andalucía de

finales del siglo XVIII, presentando altos coeficientes de variación

(2,73 y 1,83.) Pero lo destacable de esta provincia del interior y

tradicionalmente considerada como componente de la emigración a

la América colonial española90, es que desde un punto de vista

generacional el aporte se reduce en los últimos años si

90 Desde otros objetivos científicos pero ocasionalmente colindantes, no

podemos dejar de mencionar los resultados obtenidos en los estudios americanistas interesados específicamente en el poblamiento del Nuevo Mundo a partir de la explotación del fondo documental del Archivo de Indias, que estuvieron inspirados inicialmente por pioneros como Boyd-Bowman, Morner. En concreto para Andalucía, el equipo dirigido por Díaz Trechuelo confeccionó una extensa relación de “viajeros” andaluces a América entre los siglos XVII y XVIII, corpus en el que basa su análisis dirigido a conocer esta aportación regional (Díaz-Trechuelo López-Spínola, L., 1990). En estas coordenadas, los perfiles de la población y su movilidad en Andalucía (y España) no eran objetivos prioritarios, contándose eso sí con otros estudios puntuales sobre determinadas colonias de comerciantes foráneos asentadas en Sevilla y Cádiz.

TD- Francisco Contreras Pérez

122

comparamos los valores de M50 con los de M16-49. Este último

aspecto de enfoque intergeneracional también se repite en las

siguientes provincias emigratorias: Málaga, Granada, Sevilla y

Jaén.

Las provincias del Golfo de Cádiz merecen mención aparte.

Huelva y Cádiz presentan tasas positivas, o sólo ligeramente

negativas en el caso de la población onubense a los 50 años. La

provincia gaditana aparece como un espacio de inmigración neta de

destacada dimensión. El elevado coeficiente de variación de M16-49

en Cádiz muestra la diferencia que separa esta provincia de un

panorama provincial de mayoritario signo emigratorio. En ambos

casos la inmigración neta toma cuerpo en el tramo 16-49, esto es,

un aporte de hombres jóvenes y por lo tanto de reciente recepción

en el territorio.

No obstante, la comparación con las tasas provinciales

gallegas significa, como hasta ahora, un instrumento de contraste

que nos permite introducir un mayor grado de matización en la

interpretación. Desde una visión de conjunto, las tasas gallegas

superan generalmente la barrera de los 10 emigrantes por cada

100 habitantes varones en ambos grupos de edad y, en el caso de

Pontevedra, los duplica. El escenario migratorio resulta

generalizado y de gran dimensión, donde esta última provincia ya

TD- Francisco Contreras Pérez

123

adelanta su protagonismo contemporáneo en esta región

migratoria. Ahora bien, aunque llega a duplicar el promedio

regional gallego, el coeficiente de variación no es tan elevado como

el que habitualmente encontramos entre las provincias de

Andalucía, donde se observa un más diverso panorama migratorio.

Por otra parte, la provincia andaluza inicialmente más

emigratoria, Córdoba, se acerca a los niveles de Orense, la de

menor emigración entre las gallegas. Hecho que a su vez confirma

los tan distantes planos de magnitudes migratorias en que se

desenvuelven sendas regiones ya a finales del siglo XVIII.

Resultados de la estimación.

Pretendemos establecer puntos de discusión de los

resultados arriba descritos y analizados con importantes estudios

publicados sobre distintos ámbitos provinciales andaluces, a modo

de botones de muestra, no pretendiéndose abarcar la producción

científica al respecto.

Desde un interés demográfico en sentido amplio, destaca en

primer lugar el estudio que Sanz Sampelayo hiciera para el

conjunto de Andalucía en 1787, en la obra ya citada. Nos interesa

en esta ocasión los apuntes sobre la estructura del poblamiento

TD- Francisco Contreras Pérez

124

andaluz, donde se vuelve a insistir en las “sustanciales diferencias

estructurales” entre la Baja y la Alta Andalucía. Esta última, según

el autor, “plantea una realidad poblacional con un amplio trasfondo

rural en el total provincial”, frente a una articulación urbana de

vieja formación y mantenida en el tiempo que caracteriza la

Andalucía del Guadalquivir. ¿Qué implicaciones tiene esta

distribución con respecto a las corrientes migratorias de finales del

XVIIII? Referencias a los movimientos migratorios se hacen cuando

se intenta explicar el alto índice de masculinidad de Cádiz. Ahora

bien, de la tabla regional de este indicador, que introduce el

autor91, nos llama también la atención el hecho de que Andalucía

Occidental en su conjunto eleva sus valores en el tramo de edad

más móvil (26-40), mientras desciende el valor en la mitad

oriental.

Así pues, todo parece apuntar a que Andalucía Occidental

era un destino favorecido de la movilidad interior española y

andaluza. Dado que, en principio, el contraste del método indica

una supuesta mayor garantía del estudio para esta parte de

Andalucía, propondremos la discusión de sus valores. Los valores

de M confirman claramente el carácter inmigratorio de las

provincias de Cádiz y Huelva. En el primer caso, parece fuera de

91 SANZ SAMPELAYO (1992), p. 383.

TD- Francisco Contreras Pérez

125

toda duda a tenor de los estudios sobre los núcleos urbanos de la

Bahía de Cádiz, en tanto que centro comercial y portuario

relacionado con América.92 En cuanto a Huelva, un siglo antes de la

expansión minera del norte de la provincia, el desarrollo de las

pesquerías en el litoral occidental93, que demandó trabajo

estacional trasfronterizo como paso previo a la fundación de

nuevos núcleos poblacionales94, así como la expansión del viñedo

en la “Tierra Llana oriental”95, parecen haber actuado como

verdaderos factores de atracción de mano de obra del norte de la

provincia y del vecino Algarbe, si bien otros testimonios apuntan a

que la presencia lusa en Andalucía adquiere más significación en

Cádiz durante el siglo XVIII.96

Llama la atención, no obstante, el hecho de que, en

especial, las provincias de Sevilla y Córdoba presenten tasas de

migración neta negativas a finales del siglo XVIII pese a

considerarse destino de mano de obra regional y extrarregional.

Además de tener núcleos capitalinos de especial relieve, parece

92 PÉREZ SERRANO (1989), p. 168-171, y DOÑORO RODRÍGUEZ (2002), p.

131-167. 93 SÁNCHEZ LORA (1987), p. 142. 94 Las guerras con Portugal pudieron interferir puntualmente en esta última

corriente transfronteriza, pero los avatares históricos no impidieron finalmente que perviviera hasta bien entrado el siglo XX. (Romero Rodríguez y Contreras Pérez, 1997: 91-103)

95 NÚÑEZ ROLDÁN (1987), p. 152. 96 LÓPEZ MARTÍNEZ (2001), p. 6.

TD- Francisco Contreras Pérez

126

haber indicios, si bien puntuales, de que los movimientos

migratorios estacionales con destino en la Baja Andalucía rural

venían funcionando de tiempo atrás, y se mantendrían al menos

hasta el primer tercio del siglo XIX, según se ha constatado

parcialmente para algunas localidades.

“Andalucía Occidental aparece como uno de los focos

tradicionales de atracción de migraciones tanto exteriores

como interiores. La provincia de Sevilla tiene especial

significación en estas actividades migratorias durante el siglo

XIX gracias a la diversificación de su agricultura y a los inicios

de la actividad minera [...] Por otra parte, la provincia

sevillana se halla en la encrucijada de dos importantes flujos

migratorios, uno, el que desde el norte, Galicia y Zamora, se

dirige hacia el sur a través de Extremadura y el otro, el que

cruza Andalucía de este a oeste, desde Almería hasta Huelva.

Por todo ello, es muy notable el movimiento de población que

se dirige a esta provincia o que transita por ella“.97

Meijide Pardo había estimado hace años en más de 40.000

los temporeros lucenses y orensanos que, anualmente durante el

97 FLORENCIO PUNTAS Y LÓPEZ MARTÍNEZ (1994), p. 790.

TD- Francisco Contreras Pérez

127

siglo XVIII, buscaban la necesaria subsistencia por Portugal, las

Castillas y Andalucía, entendiendo como tal el Valle del

Guadalquivir.98

En el ámbito urbano, el antiguo puerto del monopolio

americano, Sevilla, era todavía foco de atracción de un

componente poblacional forastero en el primer tercio del siglo

XIX99, como se deduce de su presencia en las actas parroquiales.

La mayoría procedía de migraciones de corta y media distancia,

originadas en las comarcas próximas o compuestas por el “bloque

procedente de Huelva y Cádiz” y el grupo extremeño. Estas

provincias debían constituir una región migratoria natural. De fuera

de este espacio, destacan también los hombres procedentes de

Asturias, Galicia y Segovia-Ávila, por este orden, llegados a la

ciudad hispalense.

Todos ellos son indicios más que suficientes para, como

primera opción, dudar sobre la exactitud de los valores de M de

Sevilla y Córdoba, entendiendo que pudieran estar condicionados

por una mortalidad realmente superior a la admitida en el modelo

teórico. Ahora bien, un siglo más tarde, en 1887, las tasas de

mortalidad de estas provincias no se encontraban precisamente

98 ROMERO DE SOLÍS (1973), p. 218. 99 ÁLVAREZ SANTALÓ (1974), p. 215.

TD- Francisco Contreras Pérez

128

entre las más altas de Andalucía100, donde por el contrario

sobresalían los valores de Almería, Granada y Jaén.

Podemos entender que tanto los gallegos como los

procedentes de otras provincias cercanas a Sevilla o Córdoba

constituían movimientos de salida y retorno, en tanto que

estrategias de complementariedad de las economías familiares. La

integración del espacio urbano en las estrategias de subsistencia de

familias rurales101 debe ampliarse a la integración de espacios

rurales entre sí a corta y media distancia.

Esto último nos lleva a plantearnos una posibilidad de

carácter técnico o documental, que podría igualmente ayudar a

despejar dudas. Para empezar, hay que precisar que las provincias

de Córdoba y Sevilla no se habrían beneficiado en términos

residenciales de este detectado aporte estacional, toda vez que sus

efectivos solían regresar a sus lugares de origen al finalizar la

época de la cosecha del trigo, de la recolección de la aceituna... Por

ello, estos desplazamientos de ida y vuelta no solían dejar huellas

estadísticas visibles, ni en la región de origen ni en la de destino.

Quizá entre los censos históricos deberíamos, no obstante, hacer

una excepción al respecto: el Censo de Godoy, en tanto que

100 SÁNCHEZ AGUILERA (1996), p. 152-171. 101 CAMPS I CURA (1993), p. 31.

TD- Francisco Contreras Pérez

129

consecuencia sobrevenida de las condiciones de realización del

mismo; distorsión que puede resultar paradójicamente útil de cara

a los estudios migratorios.

“Si la recogida de los datos del Censo de Floridablanca

se hizo, como en otras zonas, en los últimos meses de 1786

y en los primeros de 1787, y la del Censo de Godoy a partir

del verano de 1797, es muy posible que en Galicia miles de

emigrantes temporales, que en los meses centrales del año

se desplazaban a las dos Castillas, Andalucía y Portugal,

quedasen sin inscribir en 1797, y sin embargo se hallasen

presentes en sus lugares y fueran inscritos por ello en el

censo anterior”102.

Por otra parte, el trabajo de Sanz Sampelayo sobre la

Málaga del siglo XVIII, a partir también de las actas de matrimonio

parroquiales103, tiene un doble interés al revelar una serie de

movimientos internos entre las provincias andaluzas. Se insiste en

el escalonamiento de los movimientos migratorios, que no sólo

tienen una dirección rural-urbana o interprovincial, sino entre

102 PÉREZ MOREDA (1983), p. 298. 103 SANZ SAMPELAYO (1998), pp. 82-128.

TD- Francisco Contreras Pérez

130

espacios comarcales integrados. A grandes rasgos, el autor parte

por dibujar lo que vendría a ser un espacio migratorio andaluz de

doble direccionalidad.

“Parece como si aquella población actuara

escalonando sus asentamientos a la espera de encontrar o

poder acceder al idóneo y definitivo. Esta es la dirección que

adopta Andalucía, un modelo en el que a la línea de actuación

Norte/Sur se le une la que conecta con sus comarcas

orientales con las occidentales y viceversa”.104

La posición geográficamente intermedia de Málaga la

convertiría en un exponente de estos cruces entre la Baja y la Alta

Andalucía. Aunque naturalmente la ciudad se nutre igualmente de

su entorno inmediato, destacan dos provincias (o mejor dicho,

algunas comarcas de éstas) por su contribución al flujo migratorio,

en sintonía con los respectivos valores obtenidos por el cálculo de

M: Granada (10%) y Córdoba (5%.) Esta última podría ser ejemplo

de provincia a la vez destino estacional y origen de menor

temporalidad de movimientos migratorios de distinto perfil. Otra

104 SANZ SAMPELAYO (1998), p. 98.

TD- Francisco Contreras Pérez

131

constante obtenida por el autor vendría a apuntar una relación

positiva entre distancia y masculinidad del componente migratorio.

Sanz Sampelayo apunta que la inmigración almeriense en

Málaga refleja “las grandes diferencias que podían llegar a darse

entre las distintas comarcas” vecinas105, lo que dicho sea de paso

podría ser extrapolable a otras áreas de la región. En su conjunto,

la provincia de Almería, que será la llamada a encabezar las

migraciones masivas contemporáneas en la región y dentro de un

espacio natural levantino, extraña por presentar valores

migratorios negativos, aunque de escasa dimensión en

comparación con el promedio regional. En este sentido, como se

dijo, es difícil observar en el censo de Floridablanca los efectos del

trasiego estacional que, a finales del XVIII, llevaba a temporeros

almerienses a “marchar a las Andalucías” para la siega en Granada,

Jaén, Córdoba y Sevilla, o las faenas pesqueras de la costa

malagueña, movimientos que alcanzarían su apogeo en la primera

mitad del XIX.106 No obstante, en cuanto a los resultados de la

fuente censal, la relación de masculinidad en el conjunto de la

provincia, próxima en 1787 al equilibrio (1 ‰), resulta incluso

ligeramente superior a esta cifra en la mayoría de las comarcas, lo

105 SANZ SAMPELAYO (1998), p. 103. 106 SÁNCHEZ PICÓN (1992), p. 482.

TD- Francisco Contreras Pérez

132

que indicaría un cierto aporte externo de hombres107. Ciertamente,

confirmar que la provincia de Almería como conjunto es un foco de

inmigración a finales del XVIII (quizás procedente de Murcia o el

Levante) lleva a Donato Gómez a hablar de una situación con cierto

carácter coyuntural (en torno al año de realización del Censo):

“De forma general se deduce que, mientras en el

Censo de Aranda los sexos están igualados, aunque por

debajo de la media nacional, en el de 1787 se percibe cierta

inmigración o un sex ratio superior para los varones, lo que

en resumen muestra comportamientos migratorios arraigados

aunque probablemente temporales y pendientes de la

coyuntura económica”.108

Fuera o no una inmigración circunscrita a un momento, todo

indica que la tendencia de los valores del índice de masculinidad

parece invertirse conforme nos adentramos en el XIX. En todo

107 En un estudio por edades, el autor atribuye a la “lógica de la mortalidad”,

el hecho de que la relación se descompense a favor de las mujeres a partir de los 21-30 años. El que sea esta edad no parece encajar en un supuesto de inmigración, pero en todo caso, como el propio autor reconoce, las dudas legítimas sobre el Censo de Aranda (utilizado para este estudio de edades) suponen arriesgar conclusiones definitivas. De hecho, resulta extraño que la relación se vuelva de nuevo favorable a los hombres en las edades más avanzadas, que contraviene una pauta natural occidental ligada a la mayor esperanza de vida de las mujeres.

108 GÓMEZ DÍAZ (1995), p. 42.

TD- Francisco Contreras Pérez

133

caso, la integración de los movimientos migratorios en el marco

explicativo del desarrollo almeriense parece quedar fuera de toda

duda para finales de dicho siglo por los efectos de la emigración

exterior, que vendría, a modo de válvula malthusiana de purga, a

corroborar la hipótesis de mundo lleno mantenida por el autor.109

En todo caso, los datos almerienses nos llevan de nuevo, pero

ahora sistemáticamente, a cotejar los resultados del método de

migración neta con otro más comúnmente admitido: el índice de

masculinidad.

109 GÓMEZ DÍAZ (1992), p. 150.

TD- Francisco Contreras Pérez

134

Índices de masculinidad provinciales. 1787

AL CA CO GR H J MA SE

RMg 100,50 104,19 93,30 96,55 102,14 97,05 96,56 96,44

vg 1,02 1,06 0,95 0,98 1,04 0,99 0,98 0,98

RM16-39 97,68 108,92 91,45 92,71 102,34 94,38 92,18 93,63

v16-39 1,01 1,13 0,95 0,96 1,06 0,98 0,95 0,97

RM40-49 97,15 104,28 91,38 97,33 100,61 93,16 93,61 94,54

v40-49 1,01 1,08 0,95 1,01 1,04 0,97 0,97 0,98

RM50 94,77 100,27 87,77 93,58 97,31 90,44 90,92 92,88

v50 1,01 1,07 0,94 1,00 1,04 0,97 0,97 0,99

RMg: Ratio de Masculinidad General de la Población. RMX: Ratio de Masculinidad a la edad x (se ha calculado RM50 según la adaptación técnica de los grupos de edad del Censo de Floridablanca propuesta por Rowland para los indicadores nupciales.) vx: Coeficiente de Variación sobre la media aritmética de la región:

Andalucía: RMg = 98,34;RM16-39 = 96,66; RM40-49 = 96,51; RM50 = 93,49 (Galicia: RMg = 91,95; RM16-39 = 87,03; RM40-49 = 86,62; M50 = 86,41)

Fuente: Censo de Floridablanca. 1787. Elaboración propia.

En una primera lectura de la tabla, salta a la vista que se

puede efectuar un primer agrupamiento de tres provincias

andaluzas (en orden decreciente: Cádiz, Huelva y Almería) que

cuentan con más hombres que mujeres, situación anómala

respecto a lo esperado dada la más alta mortalidad de los varones

en casi todos los tramos de edad, tal como hemos comentado. Se

confirma un grupo provincial de signo migratorio positivo en el

mapa migratorio andaluz, como también sus respectivos

coeficientes nos ratifican en subrayarlo. Es decir, es muy probable

que estemos hablando de las más claras zonas importadoras netas

de hombres. A su vez, esta distintiva posición parece reproducirse

TD- Francisco Contreras Pérez

135

de manera sistemática en los sucesivos parámetros específicos por

edad, aunque ciertamente destacan para Cádiz y Huelva, más que

para Almería, los elevados valores del tramo 16-39 años,

significando la coincidencia con el segmento más móvil; por ello,

parece asentarse con más firmeza la lectura que detrás de esta

singular asimetría de género actúa como factor explicativo la

inmigración, en este caso, y como cabía esperar, de hombres en

plena edad activa.

Por otro lado, encontramos otro grupo esta vez de cuatro

provincias (Jaén, Málaga, Granada y Sevilla, por este orden) y

ciertamente más homogéneo, pues los valores de sus respectivos

índices de masculinidad se encuentran en un más estrecho

intervalo (97,05-96,44.) Su significación es tan escasa que no

permite lecturas distintas a la de situaciones próximas al equilibrio

migratorio entre emigración e inmigración.

En cualquier caso, los coeficientes de variación con respecto

a la media regional definen a este grupo provincial por bajos

índices de masculinidad, que, desde una forzada lectura, denotaría

una pulsión inmigratoria de menor impacto que la existente en las

provincias del grupo anterior. En una distribución por grupos de

edad de esta dinámica, la mayor irregularidad es la detectada en el

caso de Granada, que, aún sumándose a la tendencia natural que

TD- Francisco Contreras Pérez

136

explica la reducción de los valores de la ratio conforme se sube en

la pirámide poblacional, presentan, sin embargo, coeficientes de

variación crecientes, lo cual desvela una tendencia relativamente

diferente con respecto a la media andaluza y más acusada que en

la otras tres provincias de este segundo grupo provincial.

Compartiendo con estas últimas cuatro provincias el

meridiano central de Andalucía y su mayoritario carácter interior,

Córdoba cabría desde luego en este grupo si bien merece una

mención aparte por poseer el más desfavorable coeficiente de

variación general de las ocho (0,95.); ello se explica por presentar

la inferior simetría de género respecto de la ratio regional (93,30.)

Este valor sitúa a la provincia del Guadalquivir incluso en niveles

por debajo a los de la Galicia interior, siendo sólo aminorado por

los de Pontevedra y La Coruña en tanto que provincias costeras y

con notable protagonismo en la historia contemporánea de la

emigración exterior peninsular. Córdoba parece postularse como la

provincia que más población pierde de toda Andalucía.

En todo caso, la ratio de masculinidad nos ofrece más

seguridad para localizar las zonas que se configuran como

receptoras de inmigrantes que aquellas otras que pudieran ser

expulsoras, en tanto que los valores adjudicados a estas últimas,

esto es, los que son muy inferiores al promedio regional, no

TD- Francisco Contreras Pérez

137

permiten discernir con acuidad el efecto selectivo que comparten la

mortalidad y la emigración sobre la estructura por sexos.

A modo de recapitulación y tras este contraste que no ha

pretendido ser exhaustivo, no podemos ocultar que persisten

disensiones con algunos de los presupuestos vigentes en la

historiografía regional y provincial andaluzas. Ahora bien, las

hipótesis derivadas del cálculo de la migración neta se confirman a

la luz de un indicador que, sin depurar eventuales efectos de la

mortalidad en la interpretación de los valores resultantes, conviene

en ser más comúnmente aceptado a estos efectos: los índices de

masculinidad.

El método parece ofrecer más garantías para definir las

zonas de inmigración que las de emigración, en tanto que los

valores encajan con lo hasta ahora conocido o esperable. En virtud

de ello, a finales del XVIII, las provincias de Huelva y Cádiz eran

las únicas que presentan valores positivos de manera clara;

Almería podría encontrarse próxima al equilibrio. Respecto a Sevilla

y Córdoba, como también Granada y Jaén, los resultados no nos

merecen igual nivel de certidumbre más allá de situaciones

próximas al equilibrio migratorio. Los valores negativos de Málaga,

en todo caso, parecen revestirse de mayores incertidumbres,

debido a la sobrestimación de la mortalidad real implícita en el

TD- Francisco Contreras Pérez

138

modelo teórico empleado. En cualquier caso, es posible que ello

derive también de un marcado comportamiento migratorio

intraprovincial, como advirtiera Sanz Sampelayo, que impone

descender en esta escala de estudio para evaluar, en este caso, si

el método de cálculo de M solventa aparentes contradicciones, no

satisfactoriamente resueltas en un análisis provincial.

En última instancia, estimamos que, a falta de información

directa o estudios locales comparables, el método de cálculo de M

parece ofrece razonables garantías para la localización de grandes

zonas de inmigración, subsistiendo menos certidumbres para el

caso de las de emigración.

Este método a su vez corrobora su grado de bondad

igualmente cuando nos permite conocer algunas características no

sólo geográficas de la movilidad para aquella época. Ésta parece

constituir una experiencia bastante circunscrita en el ciclo vital del

migrante en la Andalucía de finales del XVIII. El descenso del valor

de M a partir de los 25 años induce a pensar que la decisión de

migrar podría estar ciertamente ligada a las estrategias

matrimoniales de sus protagonistas. Dicho esto, no se puede

precisar en este caso si es un recurso para la formación de un

nuevo núcleo familiar, o como adaptación en los inmediatos años

tras el matrimonio. Por otra parte, allí donde se emigra, esto

TD- Francisco Contreras Pérez

139

constituye un recurso menos socializado entre los andaluces que

entre los gallegos, es decir, resultaría más privativa de

determinados segmentos demográficos, geográficos y quizás

profesionales. A su vez, si a la vez algunos focos urbanos o

portuarios de Andalucía actuaban como destino para hombres del

Norte de España atraídos por la actividad mercantil ultramarina,

éstos llegarían fundamentalmente en el grupo de 25-39 años, en

función de la reducción del valor M en este tramo.

Finalmente, como impresión del que escribe, las

incertidumbres subyacentes a este método de estudio de la

Migración Neta, con exceso de “modelización” y bajo supuestos no

siempre contrastados empíricamente, impiden ser taxativo en estas

conclusiones. Desde de estas operaciones de tratamiento de la

información censal de 1787, lo dicho puede servir, no obstante, de

primera aproximación o punto de partida para investigaciones

posteriores que confirmen o rebatan las mismas.

Los saldos migratorios comarcales en Andalucía a

mediados del XIX.

Mediante el uso del "método de saldos", el profesor A. G.

Barbancho hizo observar que, atendiendo a Las migraciones

TD- Francisco Contreras Pérez

140

interiores110, Andalucía Occidental presentaba un balance favorable

mientras la Oriental uno claramente emigratorio en 1901-1930.

Ahora bien, el método de saldos obviamente no permite discriminar

entre tipos de migraciones, por lo que las exteriores permanecían sin

ponderación definida111.

Pero el aporte más interesante del trabajo de A. G. Barbancho

lo constituye, sin duda, el apoyarse en los partidos judiciales como

campo de estudio. Esta información permite alcanzar el detalle

suficiente para localizar las áreas de emigración y las áreas de

inmigración. Esto es así en tanto que esas divisiones administrativas

son las que más se acercan a las "comarcas reales", donde se

efectuaron los procesos migratorios. En suma, permite contar con un

instrumento de trabajo más riguroso que las simples referencias y

apreciaciones asistemáticas obtenidas de los textos contemporáneos

a la emigraciones.

En lo que respecta a Andalucía112, se ha de observar el papel

de ciertas comarcas con puntuales atractivos económicos y, en

110 GARCÍA BARBANCHO, A.: Las migraciones interiores españolas. Un estudio cuantitativo desde 1900, Madrid, Instituto de Desarrollo Económico, 1967. 111 A. García Barbancho desconfiaba de la utilidad genérica de la estadística española sobre migración exterior, en especial para las décadas de 1950 y 1960 en adelante, porque "fundamentalmente sólo se ha venido recogiendo la emigración a ultramar". Ibídem, pág. 36. 112 Para un estudio de las diferentes propuestas de comarcalización de Andalucía, véase PEZZI, M.: La comarcalización de Andalucía, Granada, Universidad de Granada, 1982. En el año 1834, uno después de la organización definitiva de España en provincias, se llevó a cabo una división del país en partidos judiciales, que sería objeto de algunas variaciones posteriores. En el ámbito andaluz, el primer investigador en utilizar como base de sus estudios los partidos judiciales fue G. Hermet (Problemas del Sur de España, 1965), según aquel autor.

TD- Francisco Contreras Pérez

141

especial, las capitales provinciales como focos de atracción de las

migraciones provinciales, e incluso intrarregionales como Sevilla113.

Esta ciudad es, sin duda, el más significativo ejemplo al respecto, en

la medida que actuó como una alternativa migratoria para la

emigración potencial de las provincias vecinas y del interior. De

hecho, el radio de atracción migratoria de Sevilla abarcaba a las

otras provincias de Andalucía Occidental y Badajoz, sin olvidar por

otra parte los desplazamientos hacia la llanura bética efectuados,

superando numerosos obstáculos hasta la extensión del ferrocarril,

por temporeros procedentes de zonas más alejadas como las

provincias de Granada, Málaga, Almería e, incluso, de Soria y

Orense114. En fin, se ha constatado que la inmigración fue un ele-

mento fundamental en la formación del mercado de trabajo en

Sevilla y su provincia, dentro del proceso de configuración del papel

económico de esta capital en el marco del capitalismo español de

principios de siglo.

113 ARENAS POSADAS, C.: Sevilla y el Estado (1892-1923). Una perspectiva local de la formación del capitalismo en España, Sevilla, Universidad de Sevilla, 1995. Véase también FERNÁNDEZ-CARRIÓN, R.: "La población de Sevilla y su mercado de trabajo en el siglo XX", en ARENAS POSADAS, C.(ed.): Industria y clases trabajadoras en la Sevilla del siglo XX, Sevilla, Universidad de Sevilla, 1995, págs. 55-83. GÓNZALEZ-DORADO, A.: Sevilla. Centralidad regional y consolidación de su espacio urbano, Madrid, Moneda y Crédito, 1975. 114 FLORENCIO PUNTAS, A. y LÓPEZ MARTÍNEZ, A. L.: “Migraciones estacionales y mercado de trabajo agrario en la Baja Andalucía en la primera mitad del siglo XIX”, en EIRAS ROEL, A. y REY CASTELAO, O. (eds.): I Conferencia Europea de la Comisión Internacional de Demografía Histórica, vol. II: Migraciones internas y medium-distance en la Península Ibérica, 1500-1900, Santiago de Compostela, Xunta de Galicia, 1994, pág. 802

TD- Francisco Contreras Pérez

142

Así pues, Sevilla, y no sólo hasta 1930, absorbió una parte

probablemente considerable de las migraciones de Andalucía

Occidental y el sur de Extremadura, ofreciendo una alternativa

efectiva a la emigración exterior. Y en ello tendría mucho que ver las

facilidades de comunicación que ofrecía la llanura aluvial vertebrada

por la ciudad hispalense, frente a las tradicionales dificultades del

transporte por tierra de las provincias orientales. En última instancia,

la superación de estas dificultades orográficas dificultarían la plena

integración de un mercado de trabajo de ámbito regional (la primera

vía terrestre andaluza de comunicación transversal no se construiría

hasta 1992)115, resultando de hecho más asequible a un trabajador

almeriense embarcarse hacia Argelia o a uno granadino hacia

Argentina que hacer el trayecto hacia Sevilla (la navegación de

cabotaje se dio entre algunas localidades costeras de Huelva y

Almería). Por ello, uno de los condicionantes ineludibles al explicar la

vocación migratoria exterior de Almería radicaría en la mayor

facilidad de acceder a los puertos cercanos, en tanto que vías de

comunicación y centros de operaciones de los agentes reclutadores

extranjeros.

115 En tanto no se extendió la red de ferrocarriles y se creó la red de firmes especiales cuando la Dictadura de Primo de Rivera, las deficientes comunicaciones e incluso aislamiento de muchas comarcas andaluzas fue un elemento que, a los ojos de los contemporáneos, explicaba el recurso a la emigración exterior. Véase el dictamen de la Memoria de la Comisión especial para estudiar los medios de contener en los posible la emigración por medio del desarrollo del trabajo, Madrid, 1882, pág. 34.

TD

- Fran

cisco C

on

treras Pérez

143

TD- Francisco Contreras Pérez

144

Siguiendo el método de saldo migratorio que Barbancho propusiera

para el siglo XX, hemos elaborado el mapa de las tasas anuales de

migración (neta se entiende) a nivel de los partidos judiciales

andaluces del período bajo estudio, entendidos como comarcas

naturales y en tanto escala de estudio idónea propuesta por dicho

autor.

Los saldos migratorios comarcales para el periodo 1860-

1887 reflejan un trasfondo migratorio complejo. Con focos de

emisión en la Andalucía interior y oriental, y focos de atracción en

la Andalucía urbana, costera y minera correspondiente al cinturón

de Sierra Morena y del Norte de Almería. La emigración exterior del

periodo demostrará que una misma comarca puede ser a la vez

destino del éxodo rural interior, y origen del éxodo exterior. Los

entornos urbanos de la Bahía de Cádiz y Málaga pudieron actuar en

este sentido como pasos intermedios en una emigración por

etapas, como se ha detectado en otras urbano-portuarias europeas

y españolas.

-over

TD- Francisco Contreras Pérez

145

CAPÍTULO 3

LA EMIGRACIÓN EXTERIOR ANDALUZA EN EL

PERIODO ISABELINO

Finalizando 1811, la guerra y los disturbios civiles se

extendían a ambas orillas del viejo imperio de los Borbones

españoles. Cuando las armas hablaban, un peninsular asentado en

el Río de la Plata escribía por entonces una carta de llamada a sus

hermanas de España, en nombre de los otros hermanos varones ya

emigrados y con instrucciones para su embarque. Cifraba sus

expectativas en que los “sobresaltos” vividos en las colonias, donde

se sucedían las primeras declaraciones de independencia por parte

de sus élites criollas, serían pasajeros o, en todo caso, valoraban

que estos eventos suponían un menor quebranto que el que debían

estar sufriendo sus hermanas en el Cádiz asediado por los ejércitos

TD- Francisco Contreras Pérez

146

de Napoleón, en función de las noticias recibidas en cartas

anteriores:

“Mis queridas ermanas: celebraré que al recibdo

de esta que gocen de perfecta salud como yo para mi

deseo, la mia queda bueno en compañía de mis

ermanos. Noticioso yo y mis ermanos de las miserias

que se estan pasando en estos tiempos por causa de

esta guerra, pues hemos determinado ya llamaros a

esta, aunque en esta también nos hallamos algo

sobresaltados pero con todo esperamos que por aquí

pronto se compondrá la cosa mediante la misericordia

de Dios […] “116

En la década siguiente el grueso continental del imperio

español habría de certificar su defunción, para dar paso a un

escenario compuesto por repúblicas independientes y rivalidades

políticas de distinta escala, como las vividas por la nueva

Confederación Argentina en las siguientes décadas.

116 Carta de Joseph Agustín de Aristegui a sus hermanas, fechada en

Montevideo el 20 de septiembre de 1811. Compilación de correspondencia privada en MÁRQUEZ MACÍAS, R.: Historias de América: La emigración española en tinta y papel, [Huelva] : Ertoil Lubricantes, D.L. 1994, p. 118.

TD- Francisco Contreras Pérez

147

Acalladas las armas, o más bien puestas en sordina interna,

y confirmándose hacia 1830, por elegir una fecha redonda, lo

irreversible de esta pérdida, la España isabelina pasa de ser

metrópoli a una potencia menor, involucrada a regañadientes en el

decisivo reto interno de construcción del proyecto liberal de estado.

Este paso de imperio a naciones no estuvo exento de

guerras civiles entre facciones intestinas a ambos lados del

Atlántico, a lo que hay que añadir el rosario de conflictos

fronterizos que vivirían en América las nuevas repúblicas durantes

las décadas siguientes. Este cambio de escenario, no pudo menos

que reflejarse en todos los órdenes de la vida militar, política,

económica, comercial y financiera de España y Andalucía.117

¿En qué medida afectó la escisión del viejo imperio al

ámbito de la sociedad española y andaluza, de los emigrados o con

perspectiva de saltar al otro lado del “charco”?

Desde luego, muy sensible desde finales del XVIII a los

conflictos bélicos, las comunicaciones marítimas vienen

interrumpiéndose con asiduidad, cuando franceses e ingleses

117 Junto a los aspectos políticos, también se ha hecho una síntesis del

impacto de esta situación en las clases mercantiles andaluzas ligadas al comercio americano por: SÁNCHEZ MANTERO, R.: “Consecuencia políticas de la Emancipación en Andalucía”, en Andalucía y América en el siglo XIX: Actas de las V Jornadas de Andalucía y América, Huelva, Universidad de Santa María de la Rábida, 1985, pp. 19-27.

TD- Francisco Contreras Pérez

148

competía por el dominio del Atlántico. La época de los convoyes

regulares quedaba muy atrás en dicho siglo.

La ocupación de la península y la guerra de la independencia

agravaron las comunicaciones. De hecho, hacia la década de 1810

se había complicado este trasiego trasatlántico, afectando al día de

los puertos y las poblaciones a ambos lados del océano; esos

retrasos y dificultades estaban contribuyendo a postergar el viaje

de las “hermanas” del autor de la carta anterior, queja que se

dejaba sentir en otras misivas particulares y comerciales de la

época.

De todos es sabido que este dislocamiento en las viejas

rutas marítimas no sólo impedía las flujos migratorios, sino incluso

incidió en las revoluciones políticas de múltiples maneras

(acostumbró a los criollos a no depender de la protección del Rey

ante los asedios de la armada inglesa en el Cono sur, e incluso

complicó la llegada de diputados americanos a las Cortes

convocadas en Cádiz en 1810, generando una casuística que

reforzó el factor de los imponderables históricos en la deriva de

esta trascendental institución).118

118 Los diputados que por las dificultades de transporte trasatlántico llegaron a

tiempo a las sesiones constituyentes de 1810-1812 eran “suplidos” por otros ciudadanos de Cádiz, entre los que se hallaban “algunos de los nombres más representativos del liberalismo”, en palabras de Artola. ARTOLA, M.: Los

[Cont.]

TD- Francisco Contreras Pérez

149

A la luz de lo que vamos conociendo en otros espacios

migratorios regionales, parece cobrar fuerza la hipótesis de que la

ruptura institucional que conllevó obviamente la proclamación de

las nuevas repúblicas americanas respecto a España no tuvo

necesariamente que implicar un desmantelamiento igualmente

tajante en el entramado de pequeños intereses particulares

heredados y que comprometían a los “españoles en ambos

hemisferios”.119

¿Ruptura o continuidad respecto a la emigración del

XVIII?

Los trabajos de Moya, Yáñez Gallardo y De Cristóforis

coinciden en un aspecto interesante a este respecto:

“Las guerras de independencia y civiles que se

desataron como consecuencia de la crisis del orden

colonial no produjeron la total interrupción de los flujos

de gallegos y asturianos hacia el Río de la Plata […]

orígenes de la España contemporánea, Madrid, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 2000, I, p. 405.

119 Así se expresaba en aquella coyuntura la Constitución de Cádiz en su art. 1, donde adquiría carta de naturaleza la fuente del nuevo poder político contemporáneo: la Nación.

TD- Francisco Contreras Pérez

150

[…] Se siguieron desplazando a Buenos Aires,

aunque a un ritmo más modesto que en los últimos

años de la etapa colonial”.120

M. Carmagnani defendió la existencia de un modelo

mediterráneo de emigración contemporánea a la nueva América de

estados independientes mediante un estudio comparativo de tres

corrientes nacionales: italianos, portugueses y españoles. Un

proceso de inflexión migratoria dentro del marco hispánico que

terminaría adquiriendo un patrón propio de las migraciones

masivas a finales del XIX.121 Siguiendo al investigador italiano,

dicho nuevo ciclo empezaría a dejarse sentir a partir de 1860,

aunque todo parece indicar que elementos indiciarios del periodo

anterior se resuelven pruebas ya significativas de estas nuevas

pautas generalizadas a partir de 1880, al menos en nuestra región.

122

Con este nuevo modelo de emigrar, la Europa del Sur se

sumaba a corrientes migratorias trasatlánticas ya en marcha en la

120 DE CRISTÓFORIS, N. A. (2010), pp. 52 y 53. 121 Ello supondrá un salto cuantitativo sin precedentes pero también significa

la participación más intensa de la población española y andaluza en particular a los procesos de integración de los mercados laborales trasatlánticos, a la vez que en esas nuevas poblaciones de españoles al otro lado del Atlántico permitía para algunos la oportunidad de abrir nuevos mercados étnicos y para otros de soñar con un renovado panhispanismo a principios del XX.

122 CARMAGNANI, M. Emigración mediterránea y América. Formas y transformaciones, 1860-1930, Oviedo, Archivo de Indianos, 1994.

TD- Francisco Contreras Pérez

151

Europa noroccidental en el segundo tercio del XIX. En el caso

español, durante este período de 1830 a 1870 podemos observar el

impacto proveniente de la desaparición del orden colonial y la

posterior normalización de los flujos, a la vez que van

introduciéndose nuevas pautas migratorias regionales.

Lo que hace pensar que desde la década de 1830 se tuvo

que dar una coexistencia entre la persistencia de viejos lazos

migratorios heredadas de finales del XVIII y los nuevos elementos

que apuntaban características de la etapa posterior. En este

espacio de tiempo se liquidaron viejas formas –la institucional y

eclesiástica- pero pervivieron en algunos destinos –Cuba- a la vez

que van reforzándose las de origen comercial e irán surgiendo

otras nuevas relativas a los perfiles regionales y sociales de las

migraciones a gran escala.

Tuvo que producirse la readaptación de las pautas

migratorias previas al nuevo escenario de relaciones

internacionales y económicas en función de cómo cada país y, en

nuestro caso, cada región dentro de éstos afrontó las

transformaciones ligadas al asentamiento de la sociedad liberal, el

emergente capitalismo industrial y la desaparición de la vieja

estanqueidad de los mercados agrarios. Conforme avanza la

segunda mitad del XIX, a ello se iría añadiendo la sustitución de la

TD- Francisco Contreras Pérez

152

navegación a vela por la navegación con automoción, cascos de

hierro y dotada de hélice, que vinieron a incidir en una mayor la

integración de las economías atlánticas. Son los factores

destacados de aquellos grandes cambios que entonces

denominaron los periódicos andaluces denominaban una

“economía-mundo”, base de la globalización actual. El aspecto a

veces más olvidado correspondió a la integración de los mercados

laborales entre la región y las economías atlánticas del Cono Sur:

Argentina y Brasil concretamente.

El siglo XVIII también en lo relativo a los ritmos migratorios

había mostrado perfiles expansivos, aunque siempre dentro de

números muy modestos en comparación con lo que ocurrirá en

época contemporánea.

Martínez Shaw en su repaso las cifras conocidas sobre el

trasvase emigratorio a América de 1492 a 1824 calcula un

montante acumulado de medio millón de individuos, incluyendo

todos orígenes y a lo largo esos casi tres siglos (por hacernos una

idea de las distancias en los volúmenes: se calcula que sólo entre

los andaluces se alcanzaría esta cifra en los cincuenta años de

1880-1930)

Dicho autor define el último periodo de existencia de las

Indias españolas (1700-1824) como el del “restablecimiento del

TD- Francisco Contreras Pérez

153

flujo emigratorio”, tras la crisis de la segunda mitad del XVII. Y ello

a pesar de que las guerras de alianzas entre Inglaterra y Francia,

con España como partner, por el control del centro del sistema

atlántico no dejaran de introducir un elemento de incertidumbre en

esta tendencia en a finales del siglo XVIII. Sería como el canto de

cisne de toda una tradición migratoria, que llevaría bruscamente a

una “sima” en las cifras. Las siguientes del citado historiador bien

podrían resumir esa tesis tradicional de corte rupturista en los

flujos migratorios que supuso la emancipación de las colonias, más

arriba comentada y que, hasta al menos las celebraciones de 1992,

ha estado vigente en la historiografía americanista y modernista

española, en virtud de la representatividad de tan significada

autoría.

“En el último tercio, la curva, sin alcanzar nunca

los valores del siglo XVI, se muestra en un nivel que

hace olvidar la crisis de las décadas centrales del

seiscientos y además animada de un movimiento

ascendente que se quiebra a penas rebasado el umbral

del siglo XIX, cuando la crisis bélica y el

desencadenamiento del proceso de emancipación

frenan su tendencia al alza antes de hundirse en la

TD- Francisco Contreras Pérez

154

sima abierta por la independencia de las antiguas

colonias”.123

El del “Río de la Plata” fue el último de los virreinatos

creados en las Indias españolas, precisamente en aquel periodo de

reactivación migratoria que fue la segunda mitad del siglo XVIII. En

lo que quedaba de vida a la Corona española en América, no

parece que llegara a poder competir con los consolidados

virreinatos de Nueva España, Nuevo Reino de Granada o de Perú.

No obstante, parece cierto también que estaba en cierta

tendencia expansiva su atractivo para los habitantes de la

metrópolis, incluido los emigrantes andaluces, por aquellos

decenios finiseculares. A lo largo de esa centuria, se han

identificado 167 andaluces entre los que pidieron autorización para

viajar al Río de la Plata, un 7,29 % del total regional de 2.200

embarques. En todo el siglo XVII, sólo se habían solicitado con este

destino 32 licencias de las casi 5.000 expedidas a vecinos de

Andalucía.

Cabe decir que mientras los Países del Río de la Plata

recibían un creciente número de andaluces, este hecho se produce

en un contexto recesivo de esta corriente regional a América que

123 Pertenece a las conclusiones del libro: MARTÍNEZ SHAW, C.: La emigración

española a América (1492-1824), Colombres, Archivo de Indianos, 1994, pp. 249 y 250.

TD- Francisco Contreras Pérez

155

ya venía detectándose durante el siglo XVIII con respecto a la

emergencia de más pasajeros de otros orígenes. En cualquier caso,

nos llama la atención lo realmente modesto de estas cifras,

tratándose de centurias completas, y si tenemos en cuenta los muy

superiores valores que la emigración va a registrar en algunos años

del XIX124.

Así pues, la situación en las décadas finales del Imperio

español en América está marcada por la recesión en términos

absolutos de la corriente emigratoria andaluza, si bien en lo

concerniente al Río de la Plata la tendencia es justamente la

opuesta.

Los Países del Río de la Plata incluían Montevideo, Paraguay,

Mendoza y Buenos Aires, pero de hecho la futura capital de

Argentina fue la que acaparó la mayoría de los permisos

concedidos durante el XVIII (147 de las 167 mencionadas). En la

centuria anterior ni siquiera se aparece en la relación de destinos

entre los andaluces

En el último tercio del XVIII se abre la etapa conocida como

del “comercio libre”, pero este trasiego de hombres y mercancías a

124 DÍAZ-TRECHUELO LÓPEZ –SPINOLA, L. (dir.): La emigración andaluza a

América. Siglos XVII y XVIII, Sevilla, Junta de Andalucía, 1990, pp. 73-82. Aporta una valiosa base de datos nominales publicada como grueso anexo a un estudio introductorio, donde se recogen los permisos concedidos a naturales de Andalucía hasta 1790.

TD- Francisco Contreras Pérez

156

través del Atlántico se verá con frecuencia dislocado por el

encadenamiento de distintas fases del conflicto entre viejas y

nuevas potencias del momento: España, Gran Bretaña y Francia,

precisamente por el control de espacio comercial que constituía la

economía atlántica. Tras las decisivas pérdidas inflingidas a la

marina franco-española en Trafalgar, último nexo de unión efectiva

entre la metrópoli y sus territorios ultramarinos, vendrá la

ocupación militar por las tropas napoleónicas y la guerra en la

Península en 1808-14. Seguirán dos décadas de inestabilidad

marcadas por la bancarrota crónica y el desafío liberal al modelo de

Estado. El poder heredado por Fernando VII se resolverá incapaz

de hacer frente con éxito a la cadena de proclamaciones de

independencia de las élites criollas liberales, que estaban

experimentando en aquellos convulsos años cómo vivir de facto sin

la tutela y las servidumbres de una decadente metrópolis.

Las investigaciones de R. Márquez Macías, a partir de las

mencionadas licencias de embarque conservadas en el Archivo

General de Indias, han permitido ampliar el conocimiento de los

rasgos sobresalientes del flujo migratorio español al primer cuarto

TD- Francisco Contreras Pérez

157

del siglo XIX125. La base de datos del estudio la constituyen 17.231

autorizaciones expedidas por la Casa de Contratación entre 1765 y

1824, de las cuales en 6.693 casos se hace constar la naturaleza

del titular. Entre estos últimos, la autora contabiliza 1.370

andaluces.

Ahora bien, cabe también decir que en las primeras décadas

del XIX se acentúa el declive absoluto y relativo de esta corriente

regional, justo cuando dibujan una tendencia inversa catalanes,

asturianos y vasco-navarros. La citada investigadora cuestiona que

el contexto bélico del país y el Atlántico sirva para explicar por

completo la drástica reducción de andaluces, en la medida que

otras corrientes regionales no parecen acusarlo de igual manera.

Termina por apuntar a eventuales circunstancias particulares de

Andalucía.

“Este fenómeno es contrario al catalán,

asturiano o vasco, en los que la emigración no sólo se

mantiene, sino que a veces aumenta al final del

período.

125 MÁRQUEZ MACÍAS, R.: La emigración española a América (1765-1824),

Oviedo, Universidad, 1995. Publicación que nace de la tesis doctoral de la autora.

TD- Francisco Contreras Pérez

158

Este descenso de andaluces, puede responder a

problemas internos dentro de la región, ya que las

coyunturas bélicas a uno y otro lado del Atlántico no

afectan [de igual manera y en este sentido] a las

regiones antes citadas”.126

En cualquier caso, los 1370 emigrantes andaluces de 1765-

1824 implican una media de 23 emigrantes/año en dicho periodo,

frente a los 90 emigrantes/año para el global del XVIII (2200

andaluces en 1700-1790 según la citada investigación dirigida por

Díaz-Trechuelo). El contingente andaluz queda reducido a un

cuarto de su dimensión secular a finales del XVIII, del mismo

modo, si centramos el cálculo al tramo más próximo a nuestras

fuentes (1800-1824), los 452 visados a andaluces en esas fechas

reducen el promedio incluso a 18 por año. Lo paradójico es que,

como acabamos de apuntar, por entonces otros peninsulares como

los catalanes incrementaban su entonces insignificante emigración

anual hasta alcanzar las 61 licencias/año.

Confirmada esta retracción relativa de los andaluces en la

corriente americana, también se constata que Andalucía continúa

aportando el mayor contingente poblacional regional a este flujo

126 MÁRQUEZ MACÍAS, R.: "La emigración española a América en la época del

comercio libre (1765-1824): el caso andaluz", Revista Complutense de Historia de América, n. 19, 1993, p. 240

TD- Francisco Contreras Pérez

159

migratorio atlántico (8,0 %), claramente por encima en valores

absolutos de otras regiones y también del epígrafe de

“extranjeros”, que suma 1157 individuos.

Junto con la residencia en dos de sus ciudades de los

centros de embarque y monopolio del comercio con América, la

propia dimensión demográfica de la región en el conjunto de la

población española ayuda a explicar parte de este protagonismo

migratorio. Pero si esto último pudiera contener alguna parte de

Licencias de embarque por áreas de destino. 1765-1824

Destinos

Las Antillas

México y Centroamérica

Países Andinos Centro-

Sur

Países Andinos

Norte

Países del

Plata TOTAL

Emigrantes andaluces por destinos

Número 124 361 128 225 129 973 Emigrantes/año 2,1 6,0 2,1 3,8 2,2 16,2

Importancia de los destinos en cada corriente regional (%)

Andalucía 12,7 37,1 13,2 23,1 13,3 100,0 España.* 26,2 33,9 11,7 16,0 12,1 100,0

Frecuencia de andaluces entre los emigrantes por destinos (%)

Andaluces 6,4 8,7 8,7 11,8 9,1 -- * Global de las licencias, incluyendo las de extranjeros, tramitadas por la Casa de la Contratación. Fuente: MÁRQUEZ MACÍAS, R. (1995), p.163, y MÁRQUEZ MACÍAS (1991), p. 246.Elaboración propia.

TD- Francisco Contreras Pérez

160

explicación, observamos que dicha participación quedaba muy por

detrás del peso demográfico global, pues en los reinos andaluces

residía el 18,0 % de la población española a finales del XVIII127. En

suma, qué duda cabe que el interés por la emigración entre los

andaluces no crecía en paralelo a su población a finales del

XVIII.128

En este punto se nos plantea la cuestión de observar qué

ocurre específicamente con los que se dirigían a Argentina, dentro

de los denominados Países del Río Plata129, entre los que la

posterior república Argentina uno de los destinos protagonistas de

las migraciones masivas desde finales del XIX. Entre los

embarcados según las licencias de principios de este siglo, la

mayoría de los naturales de Andalucía se dirigió a México y

127 En Andalucía fueron censado por entonces 1,8 millones de los 10,3

millones habitantes del país. Censo de Floridablanca 1787, vol. 1: Comunidades regionales, Madrid, INE, 1987.

128 A finales del XVIII la población andaluza estaba creciendo en el conjunto español, habiendo pasado de representar un 17,4 en 1752, según el Catrasto de Ensenada, al 18,0 % de 1787. Para los datos del Catastro de Ensenada, véase SANZ SAMPELAYO, J. F.: "Andalucía en el Censo de Floridablanca. Algunas consideraciones sobre su población", en La población española en 1787. II Centenario del Censo de Floridablanca, Madrid, INE, 1992, p. 376.

129 La distribución por destinos de los emigrantes andaluces la podemos obtener de las tablas de clasificación profesional de Márquez Macías, por lo que en este apartado nos basamos necesariamente en aquellas licencias individuales que ofrecen estas dos informaciones (origen y profesión); en función de ello, el universo a estos efectos lo confirman 973 de los 1370 emigrantes andaluces. Por otra parte, las cinco grandes áreas de América son las utilizadas por la autora de quien tomamos los datos. Como se explica, el grupo denominado Países del Plata (actuales Argentina, Uruguay y Paraguay) abarcaría numerosos destinos en los actuales Paraguay, Uruguay y República Argentina (“Montevideo, Buenos Aires, Tucumán, Paraguay, Mendoza y Río de la Plata”). Para la definición del conjunto de las áreas, véase MÁRQUEZ MACÍAS (1995), pp. 162.

TD- Francisco Contreras Pérez

161

Centroamérica como se observa por la frecuencia con que se

repiten los destinos de este área (37,1 %, frente a un 33,9 % del

total español). En extremo opuesto, se observa que la emigración a

Las Antillas resulta significativamente menos importante entre los

andaluces, aunque por el contrario es el segundo destino entre los

embarcados desde de la Península. En una situación intermedia,

después de estos territorios encabezados por el viejo Virreinato de

Nueva España, destacan los países Andinos-Norte que coinciden

con zonas del Caribe. Los Países del Plata (13,3 %) superan

también a Las Antillas entre las preferencias de los andaluces que

embarcaron para las colonias.

Puesto que la obra de Márquez Macías ofrece la información

cruzada de destino/región-de-origen sólo para aquellos que

además expresan tener una profesión, debemos estimar el

componente de población pasiva que completaba la emigración de

Andalucía al área de Río de la Plata lo hacía en igual proporción, al

tratarse de acompañantes (mujeres y niños) seguían o iban a

reunirse con cabezas de familia. Así pues, si extrapolamos aquella

proporción, observada para los 973 casos con ocupación declarada

al conjunto de los 1370 andaluces embarcados en el mismo

periodo, resulta que el total de aquellos que eligieron como destino

los países del Plata podría elevarse de 129 a 178. Esta diferencia

TD- Francisco Contreras Pérez

162

de 49 personas según estimamos sería atribuible a mujeres,

menores y otros acompañantes que habitualmente no declaraban

ocupación alguna; componente éste que representaría de este

modo un 27,5 % del total estimado.

Si constatamos que para el conjunto de la emigración

andaluza, sin distinción de destinos, Márquez Macías ha publicado

que el componente que no especificó una profesión representaba el

29,0 % (esto es, 397 de las 1370 licencias)130, creemos que se

encuentra dentro de márgenes razonables aceptar los 178

emigrantes como estimación razonable del número total de

andaluces embarcados para Río de la Plata en esos años, sumando

población activa y población dependiente.

Una vez evaluada la importancia relativa de los distintos

destinos y en especial haber determinado el peso de la corriente

rioplatense, abordamos otra perspectiva del fenómeno, interna de

cada destino: la proporción de los emigrantes andaluces en cada

corriente según su destino.

A este respecto, tal que se recoge en la última fila de datos

de nuestra tabla en este apartado, los valores parecen a simple

vista menos dispersos en puntos porcentuales, moviéndose el peso

de los andaluces dentro de la horquilla del 6,4-11,8 % y, en todo

130 MÁRQUEZ MACÍAS (1995), p. 202.

TD- Francisco Contreras Pérez

163

caso, siempre inferior al peso de la región en la población española.

Se confirma la abundante participación andaluza en la corriente

hacia los Países Andinos del Norte (11,8 %), entre cuyos destinos

Cartagena y Caracas concentraban más de la mitad de las licencias

solicitadas.

No obstante lo dicho, la peculiaridad mostrada por estas

tasas consiste en revelar que la presencia de andaluces resultó

también ser destacada en la corriente a los Países del Plata (en un

9,1 % de la misma). Al menos esto es lo que se extrae de la

elaboración de la información de la Casa de la contratación, situada

en un puerto andaluz, Cádiz.131

El área Países del Plata agrupa numerosas localidades de

destino consignadas en las licencias emitidas por la Casa de

Contratación, entre las que se destacan Montevideo, Buenos Aires,

Tucumán, Paraguay, Mendoza y Río de la Plata. En la práctica, las

dos primeras ciudades acapararon el 97 % de los embarques

efectuados hacia esta vertiente atlántica del Cono Sur, siendo la

131 No existe información disponible sobre cuántos pasajeros salieron desde

los nuevos puertos habilitados para el comercio con Indias en la etapa del libre comercio (desde 1768). Es probable que se empezara a derivar parte de los embarques por los puertos del norte, entre los habitante de comarcas y regiones más cercanos. Como es lógico igualmente se supone que la mayoría de los andaluces lo siguieran haciendo por Cádiz. En cualquier caso, aquellos eventuales embarques por los nuevos puertos no constan en la documentación consultada para la época, de tal manera que al día de hoy sólo se puede trabajar asumiendo un cierto grado de incertidumbre, eso sí, mayor cuanto más nos alejemos del Sur peninsular.

TD- Francisco Contreras Pérez

164

futura capital argentina la que justifica por sí sola el 58,2 % de los

mismos.132

Conocidos estos valores porcentuales, en tanto que

promedio de todas las licencias emitidas en aquellos años, y si

hacemos un ejercicio de interpolación sobre los datos conocidos del

componente regional que nos interesa en esta investigación, se

obtiene que del conjunto de 178 andaluces con destino hacia estas

zonas del Cono Sur, unos 104 se dirigieron específicamente a la

ciudad de Buenos Aires. En suma, esto significa que dicha localidad

habría recibido en torno al 7,6 % del total de 1370 andaluces que,

según lo publicado en las investigaciones citadas, embarcaron para

Indias entre 1765 y 1824.

Como veremos, el Censo de la ciudad de Buenos Aires de

1855 registraría más tarde hasta 360 individuos que dijeron ser

naturales de Andalucía. Este stock de carácter residencial

acumulado un cuarto de siglo después llega a triplicar aquella cifra

de emigrantes estimada hasta 1824, lo que apunta a que la

corriente migratoria no quedó cercenada más allá de la coyuntura

que rodeó la proclamación de la nueva República Argentina y las

puntuales alteraciones del tráfico marítimo en el Atlántico de

entonces. Pero siempre dentro de las modestas dimensiones

132 MÁRQUEZ MACÍAS (1995), p. 167.

TD- Francisco Contreras Pérez

165

cuantitativas que había caracterizado desde el XVIII el flujo

migratorio entre Andalucía y Argentina. Pues la época de las

masas, cuando entre otros aspectos se contabilicen los emigrantes

anuales por miles en lugar de decenas, se demorará unos treinta

años en aparecer en la relación Andalucía-América, Andalucía-

Argentina.

Aproximación a una cuantificación de la temprana

emigración.

Insistimos que no pretendemos, objetivo utópico según la

información disponible al día de hoy, cuantificar con ánimo

exhaustivo el fenómeno migratorio para este periodo, sino que

perseguimos modestamente obtener algún tipo de indicio razonable

sobre lo ocurrido a estos efectos durante esa “estepa informativa”

de sesenta años que se extiende entre la última etapa colonial y el

periodo clásico de “emigración en masa” (1824-1885).

De un total de más de 52.000 emigrantes en el conjunto del

país según la estadística de pasaportes de 1860-1861, unos 7 de

cada 100 procedían de las provincias andaluzas. Esto es, un total

de algo más 3.400 andaluces emigraron en esos dos años, lo que a

TD- Francisco Contreras Pérez

166

su vez representaba una tasa de 1,2 emigrantes por 1000

habitantes de la región.133

Entre los destinos europeos, Francia ocupó el primer lugar

tanto en el total español (32,6 % de los pasaportes) como entre los

andaluces (18,0 %); existe cierta distribución en el número, hasta

totalizar algo más de 600, entre las provincias de Sevilla, Cádiz,

Almería y Málaga (de cada una salieron entre 100 y 170 individuos

durante el bienio).

133 Andalucía estaba a punto de alcanzar entonces los 3 millones de

habitantes. Censo de la población de España según el recuento verificado el 25 de diciembre de 1860 por la Junta General de Estadística del Reino, Madrid, Imprenta Nacional, 1863 (Fondo documental del INE, Microfichas).

Pasaportes para el exterior por continentes. 1860-1 861

Europa África América Total Destino

Origen Número % Número % Número % Número

Andalucía 957 27,5 598 17,2 1.694 48,7 3.476

España 20.853 39,5 911 1,7 28.516 54,0 52.813

En el total computan los pasaportes a “Oceanía” y “Puertos indeterminados”, que en total significan un 6,6 % en Andalucía, cifra que prácticamente cubre el 5,7 % de Filipinas. Fuente: JUNTA GENERAL DE ESTADÍSTICA DEL REINO: Anuario estadístico de España […] 1860:1861, Madrid, 1862-1863. Elaboración propia.

TD- Francisco Contreras Pérez

167

Portugal le sigue en segundo lugar pero a bastante distancia

(3,6 % de todos los pasaportes y 4,1 % de Andalucía). Con este

país la región forma su frontera terrestre. Las solicitudes para este

destino se concentran en su inmensa mayoría en Cádiz (80

pasaportes) y Sevilla (41 pasaportes), mientras que para Huelva el

número llega a ser irrisorio (4). A este respecto es razonable

pensar que precisamente la vecindad con la frontera internacional

explica esta paradoja de las estadísticas oficiales, que

naturalmente no recogen el trasiego transfronterizo de carácter

irregular; poder pasar la frontera a pie o por el Guadiana facilitaba

obviar los trámites del pasaporte de un lado y del otro, por lo que

si buscamos orientación sobre los flujos migratorios debemos

advertir que la fiabilidad proporcional de los pasaportes como

fuente disminuye conforme vamos acercándonos a comarcas con

hábitos transfronterizos.

África significa en la práctica Argelia para los andaluces y

españoles de 1860-1861 a efectos de emigración. Por ello esta

colonia francesa explica hasta 16,6 puntos de los 17,2 de

porcentaje que representa este continente en los pasaportes

solicitados en Andalucía. Por otra parte, las solicitudes proceden de

manera abrumadora de la provincia de Almería (531 de los 576

andaluces salidos para Argelia).

TD- Francisco Contreras Pérez

168

Los españoles constituyen la contingente europeo más

importante en Argelia, después de los franceses, hecho que parece

constatarse desde los primeros días de la conquista. Tanto M.ª E.

Cozar Valero como J. B. Vilar y M.ª J. Vilar señalan cifras muy

similares a la hora de bosquejar la evolución de la colonia española

residente en Argelia durante el segundo tercio del XIX, señalando

que pasaron de ser un millar largo en 1833 hasta contabilizarse

entre 9.000 y 10.000 en la década siguiente y sobrepasar 110.000

a principios de la de 1880, concentrándose en su mayoría en el

distrito del Orán.134 Como veremos más adelante, los almerienses

van a monopolizar el aporte regional a este flujo mediterráneo.

En cualquier caso, Europa y África ocupaban el segundo y

tercer lugar respectivamente en el ranking de destinos de los

andaluces según se observa en el número de pasaportes; esto es,

América parecía seguir siendo el principal destino para andaluces

(el 48,7 %) y españoles (54,0 %) al final de este segundo tercio

del XIX.

134 En ninguno de estos dos estudios hemos encontrado citadas las

estadísticas de procedencia de esta información, por lo que no podemos despejar la duda de si se basan en estimaciones de la época, en trabajos censales o en registros de entradas, lo que no es un dato baladí teniendo en cuenta la presencia de migraciones golondrinas hacia este destino. COZAR VALERO, M.ª E.: La emigración exterior de Almería, Granada, Universidad de Granada, 1984, p. 74-75; VILAR, J. B. y VILAR, M.ª J.: La emigración española al Norte de África (1830-1999), Madrid, Arco Libros, 1999, pp. 18-19.

TD- Francisco Contreras Pérez

169

Los destinos americanos son los que nos permiten

establecer una comparación con los datos disponibles para el

período anterior, 1765-1824, con objeto de inferior elementos de

continuidad o cambio entre final del Antiguo Régimen y las

coordenadas migratorias de la recién estrenada Andalucía

contemporánea.

Esta primera descripción de la fotografía de 1860-1861 a

partir de los pasaporte cabe cotejarla con lo ya observado a la luz

de las últimas licencias de embarque cuarenta años atrás. A simple

vista los números absolutos ya nos apuntan a que estamos ante

nuevas dimensiones: frente a las 1370 licencias del todo el periodo

1765-1824, se pasa a contabilizar la emisión 1241 pasaportes en

un solo bienio.

Ahora bien, a estos efectos debemos descartar una duda

que surge: ¿este incremento del número de licencias/año significa

también una mayor propensión al recurso de la emigración o ante

la traslación lineal a los volúmenes migratorios del crecimiento de

la población constatado en el segundo tercio del XIX?

Dicho esto, y tratándose de series de datos de extensiones

cronológicas tan disímiles, hemos procedido incluir en nuestro

trabajo indicadores anuales. Con estos y otros complementarios,

podemos establecer una base comparativa para evaluar las

TD- Francisco Contreras Pérez

170

modificaciones del segundo tercio del siglo XIX respecto a la última

etapa de emigración colonial. Así pues, hemos completado la

información de las licencias y pasaportes con los datos censales,

sobre los que hemos elaborado las tasas de migración y otros

indicadores adicionales. Contamos con el Censo de Floridablanca de

1787 para el primer periodo y el Censo de 1860 coincidiendo con la

estadística contemporánea de pasaportes. Incluimos los datos de

Galicia con objeto de ganar capacidad comparativa a la hora de

calibrar este incremento de las dimensiones migratorias de nuestra

región de estudio. La elección de las provincias gallegas está

motivada por constituir en su conjunto paradigma de región

emigratoria en la edad contemporánea y en especial cuando

eclosione la emigración en masa. Nos servirá como referente de

máximos en repetidas ocasiones a lo largo de este trabajo.

TD- Francisco Contreras Pérez

171

Tránsito a nuevas dimensiones migratorias.

Andalucía Galicia España 1787 1860 1860 1860

Emigrantes/Año 22,8 847,0 2.464,0 14.223,0

Tasa Anual de Emigración

(x10.000)

0,1 2,9 13,7 9,1

% de la emigración 8,4 5,9 17,3 100 % de la población 18,0 18,9 11,5 100

Fuentes: para las licencias y pasaportes a América, véanse tablas anteriores. Los datos censales provienen de: INE: Censo de Floridablanca 1787, vol. 1: Comunidades regionales, Madrid, INE, 1987; JUNTA GENERAL DE ESTADÍSTICA: Censo de la población de España... de 1860, Madrid, Imprenta Nacional, 1863. Elaboración propia.

Del total de pasaportes emitidos en Andalucía en 1860-

1861, la mayoría tenían como destino América. Estos representan

por entonces un promedio de 884,5 pasaportes/año con este

destino, lo que supone haber incrementado en 37,0 veces el

número anual de licencias de embarques emitidas en el periodo

1765-1824 (22,8/año). También pero en mayor medida esto lo

hemos constatado para el conjunto del país, cuyo coeficiente de

incremento alcanza en este caso 53,1 respecto al periodo anterior

a 1824. Quizás sobra decir que este rango de incrementos en los

TD- Francisco Contreras Pérez

172

promedios emigrantes/año entre 1787 y 1860 superan

ampliamente al crecimiento demográfico intercensal para las tres

unidades de estudio, siendo en el caso de la población andaluza de

1,6.

En función de ello, estimamos que el crecimiento

demográfico no resulta una variable explicativa absolutamente

suficiente, o al menos no parece haber una correspondencia lineal

y directamente proporcional entre crecimiento demográfico e

incremento de la intensidad migratoria.

Existe una creciente propensión a emigrar a América en

mayor medida que antes, también si discriminamos

estadísticamente el efecto del crecimiento demográfico

contemporáneo en el incremento de los volúmenes. Así se

corrobora a la luz de las tasas de emigración anual por 10.000

habitantes. Pasar de una tasa del 0,1 al 2,9 supone multiplicar

unas 30 veces los valores iniciales (rango de incremento similar

arrojan las tasas del conjunto español).

Ahora bien, el retroceso se observa en la importancia

relativa que tienen los pasajeros andaluces frente al conjunto de

aportes regionales españoles. El porcentaje de emigrantes

andaluces decrece en el segundo tercio del XIX, pasando del 8,4 %

en 1765-1824 al 5,9 %. Si bien permanece inalterable o incluso se

TD- Francisco Contreras Pérez

173

incrementa ligeramente el peso demográfico de la región en el total

de la población española, el comportamiento recesivo del indicador

migratorio está mediatizado por el hecho de que nuevas regiones

se están sumando con fuerza a la corriente americana, con un

ritmo de crecimiento superior al que muestra Andalucía. En

cualquier caso, lo destacado es que para ambos momentos

históricos el aporte andaluz se presenta sistemáticamente por

debajo de su peso demográfico. Situación opuesta a la que refleja

la tabla para Galicia.

En resumen, estimamos que pueden interpretarse como

indicios de que en el segundo tercio del XIX ya se están gestando

ligeros cambios en las pautas migratorias de la región, si

atendemos a la tasa de emigración que cuantifica la frecuencia del

recurso a la emigración entre los andaluces. Ahora bien, la

comparación con otros espacios emigratorios, como el gallego al

final del periodo, nos permite adjetivar como menos importantes

esos incrementos positivos. Esta comparación sitúa los valores

andaluces también por debajo de la media española. Todo ello no

permite afirmar que exista una neta vocación emigratoria en la

región hasta el segundo tercio del XIX al menos; la región todavía

TD- Francisco Contreras Pérez

174

no se ha decantado por su futuro papel de proveedora de trabajo a

mercados externos.135

Los focos de emigración en el periodo isabelino

Si queremos seguir abordando el estudio desde una

perspectiva diacrónica, esto es, la evolución en el tiempo del

fenómeno emigratorio exterior en Andalucía, los datos disponibles

nos obligan a circunscribir, como hemos dicho, la comparación a

los destinos americanos, que, haciendo de la necesidad virtud

quizás, es el marco de referencia exterior que hemos elegido en

nuestra investigación. En esta ocasión podemos también establecer

una tabla de los orígenes provinciales para 1765-1824 y 1860-

1861, con todas las salvedades ya indicadas en el tratamiento a

efectos comparativos de la información obtenidas de las licencias y

los pasaportes respectivamente. La unidad provincial de estudio

viene determinada por la presentación de los datos en el Anuario

de 1860-1861.136

135 Esta afirmación en cualquier caso debe corroborarse en un estudio de los

saldos migratorios netos de la región, lo que hemos hecho en otro lugar. 136 Como es sabido, la planta provincial es creación del Estado liberal del

segundo tercio del XIX; en las licencias de época colonial constaba el municipio de naturaleza, lo que en sí no es un problema para identificar la provincia posterior en la que se integraría; ahora bien, en diecisiete ocasiones se expresó genéricamente como naturaleza “Andalucía”, lo que si bien resulta interesante en

[Cont.]

TD- Francisco Contreras Pérez

175

Como dijimos más arriba, a escala regional se registra un

incremento de la emigración anual a América entre los datos de

1787 y de 1860. Este cambio es visible en comparación con el

mismo indicador del siglo XVIII, aunque en modo alguno podemos

considerarlo destacado en comparación con las medias anuales de

otras regiones en esos años (véase Galicia) o de la propia corriente

cuanto a un estudio sobre los marcos identitarios regionales en el Antiguo Régimen, no podemos incluirlo en una distribución basada en el más delimitado ámbito provincial.

Tránsito en las pautas provinciales.

(I) Hacia 1787*

Provincia Emigrantes /Año

% emigrantes

Población %

población

Tasa Anual de

emigración (x10.000)

Almería 0,1 0,5 161.963 8,8 0,0

Cádiz 12,8 56,0 306.004 16,5 0,4 Córdoba 0,9 4,0 249.799 13,5 0,0 Granada 2,0 8,8 269.779 14,6 0,1

Huelva 0,8 3,6 118.450 6,4 0,1 Jaén 0,6 2,6 193.986 10,5 0,0

Málaga 2,2 9,8 246.830 13,3 0,1 Sevilla 3,4 14,7 303.346 16,4 0,1

Andalucía 22,9 100,0 1.850.157 100,0 0,1

* Año del Censo de Floridablanca (1787). Fuentes: el número de licencias provinciales pertenecen a MÁRQUEZ, R.: "La emigración española a América en la época del comercio libre (1765-1824): El caso andaluz", Revista complutense de Historia de América, n.º 19, 1993, p. 242. Los datos censales provienen de: INE: Censo de Floridablanca 1787, vol. 1: Comunidades regionales, Madrid, INE, 1987

TD- Francisco Contreras Pérez

176

andaluza un par de décadas más tarde. Hay que tener en cuenta,

eso sí, que en ambas tablas no se recoge la emigración al norte de

África, que hacia el siglo XIX tendería a mostrar una tendencia en

ascenso desde provincias orientales de la región y desde estos

primeros momentos en especial desde Almería.

Junto a este aspecto que esboza algunos cambios

cuantitativos respecto a los perfiles migratorios de la época de la

España ilustrada, encontramos no obstante ciertas continuidades

en la composición provincial del origen de los emigrantes. Las dos

tablas nos muestran ciertos elementos de continuidad con el

Tránsito en las pautas provinciales.

(II) Hacia 1860*

Provincia Emigrantes /Año

% emigrantes

Población %

población

Tasa Anual de

emigración (x10.000)

Almería 0,5 0,1 315.450 10,6 0,0

Cádiz 684,5 80,8 391.305 13,2 17,5 Córdoba 5,0 0,6 358.657 12,1 0,1 Granada 5,0 0,6 441.404 14,9 0,1

Huelva 2,0 0,2 176.626 6,0 0,1 Jaén 0,0 0,0 362.466 12,2 0,0

Málaga 77,0 9,1 446.659 15,1 1,7 Sevilla 73,0 8,6 473.920 16,0 1,5

Andalucía 847,0 100,0 2.966.487 100,0 2,9

*Pasaportes visados para América en 1860-1861 y censo de 1860. Fuentes: JUNTA GENERAL DE ESTADÍSTICA DEL REINO: Anuario estadístico de España. 1860-1861, Madrid, 1862-1863. JUNTA GENERAL DE ESTADÍSTICA DEL REINO: Censo de la población de España... de 1860, Madrid, Imprenta Nacional, 1863. Elaboración propia.

TD- Francisco Contreras Pérez

177

panorama emigratorio entre ambas fechas. Para cinco de las ocho

provincias las cifras de emigrantes/año siguen siendo ridículas en

sendas tablas, dentro de un rango de 0-5 individuos. Por el

contrario, Cádiz, Sevilla y desde finales del XVIII Málaga

proyectarán su más destacada participación en el trasiego andaluz

trasatlántico también hacia el segundo tercio del XIX.

Estas tres provincias son de las más pobladas hacia 1860,

hecho que podría estar determinando su mayor aporte al flujo

migratorio por una simple asociación. Ahora bien, la población

granadina también está entre las más importantes de la época,

superando incluso el peso demográfico de la de Cádiz, situación

que sin embargo no se traduce en esta ocasión en un similar peso

en la corriente emigratoria a América (ni tampoco parece ser al

Norte de África todavía).

Ante ello, las tasas anuales de emigración nos pueden

confirmar o corregir lo hasta ahora dicho. En este caso, siguen

presentando a esas tres provincias con los valores más destacados.

Es más, esto es así no sólo respecto al resto de Andalucía, sino que

también este indicador revela en sendos casos incrementos

sensibles respecto al siglo XVIII. Y, aunque de nuevo debemos

recordar que hacia 1860 se está lejos de los máximos emigratorios

venideros, vemos que la tasa anual de emigración sitúa a la

TD- Francisco Contreras Pérez

178

población gaditana, pero sólo a ésta entre las ocho, en un valor

equiparable e incluso superior al de la Galicia de entonces (17,5 y

13,7 por 10.000 hab. respectivamente).

Los gaditanos habían sido los titulares de la mayoría de

licencias de embarque de andaluces en el XVIII, y lejos de cambiar

esta situación se refuerza su peso relativo hacia 1860. Esto ocurre

en un marco demográfico en el que la provincia crece a menor

ritmo que el conjunto regional. En función de ello, el diferencial de

la tasa anual de emigración con respecto a la mayoría de las

restantes provincias y de la región es mucho mayor hacia 1860 que

antes.

Por el contrario, la vieja corriente sevillana, que incrementa

su promedio anual de una a otra tabla, lo hace pero en menor

medida que las otras dos provincias, lo que perfila una tendencia a

la pérdida relativa de peso en el flujo migratorio, que se continuará

en la época de la emigración en masa.

Por su parte, el puerto de Málaga se empezó a integrar en

las rutas que desde Barcelona a partir del decreto de libre comercio

de finales del XVIII y más tarde en las que incluso desde Italia se

establecerían hacia el Atlántico occidental. Esta provincia parece

mostrar una tendencia positiva más nítida que Sevilla entre los

TD- Francisco Contreras Pérez

179

datos de 1787 y de 1860, como se confirmará pasadas unas

décadas.

En virtud de todo ello, observamos que la corriente a

América está asistiendo a ciertos reajustes internos desde

Andalucía mientras se mantienen otros rasgos generales

heredados, aunque siempre sin dejar magnitudes modestas en

comparación con otras ciertas regiones españolas de llamada

“emigración temprana” contemporánea.

Podemos inferir de estos datos hasta ahora analizados que

la reproducción de anteriores intereses comerciales refuerza su

papel a la hora de determinar el origen geográfico de titulares de

pasaportes en 1860; componente antiguo junto a funcionarial que

pasa a primer término en las corrientes andaluzas con destino a las

nuevas repúblicas de Tierra Firme. El hecho de que aparte Cádiz y

Sevilla, titulares de viejas redes comerciales, también Málaga

refuerce sus indicadores coincide con la expansión en esta

provincia de cultivos netamente exportadores (viticultura). La

integración en los mercados internacionales en estas circunstancia

estuvo ligado, junto a la movilidad de bienes y capitales, también a

los flujos de información; en consecuencia, promueve o facilita la

movilidad humana al crear un acervo de conocimiento sobre

destinos migratorios de especial utilidad cuando una crisis como la

TD- Francisco Contreras Pérez

180

filoxera ponga fin en la década de 1880 a este primer ciclo

expansivo en el entorno agrícola del puerto de Málaga. Ese trasiego

de información de ida y vuelta incluía también clichés culturales

entre ambas orillas, de tal manera que hacia finales del XIX los

pagos malagueños y los jerezanos aparecían en la prensa de la

época como los únicos testigos andaluces de la laboriosidad de sus

habitantes; en estas zonas de la región, el gobierno de Argentina

primero, siguiendo la demanda de mano de obra entre otros de los

empresarios vitivinícolas mendocinos, pasará a canalizar su

campaña de reclutamiento a finales del XIX.

Si el comercio antecede en Málaga a la emigración, este

binomio sobra decir que está presente con especial asociación en

Cádiz. El incremento del papel emigratorio de Cádiz está

relacionado con la continuidad de las redes comerciales

preestablecidas ante de la independencia de las repúblicas

americanas. No hay que olvidar a su vez el reforzamiento de ese

tipo de relaciones mercantiles con las todavía colonias antillanas

(Cuba y Puerto Rico) como veremos al estudiar los destinos. El

nuevo marco político y comercial, con otros puertos competidores y

perdido gran parte de su papel como intermediario en la economía

imperial, sin embargo se acompaña en la economía del entorno de

la ciudad con la expansión de la viticultura, con clara vocación

TD- Francisco Contreras Pérez

181

exportadora como hemos señalado en el caso malagueño. A pesar

de ello de la recesión acusada en la actividad comercial de la

ciudad de Cádiz, el puerto seguirá sirviendo a las nuevas líneas

regulares y de bandera así como al trasiego de funcionarios del

Estado y sus familiares hacia los restos de territorio ultramarino

bajo soberanía española.

En el caso de Cádiz también hay que tener en cuenta otro

rango de factores que pueden estar interviniendo en el origen de

las fuentes aquí empleadas. Los datos sobre el origen del titular de

las licencias respondían a la pregunta sobre la naturaleza (lugar de

nacimiento, adscrito a una posterior provincia); ahora bien, menos

certezas tenemos sobre el origen de los ciudadanos con

pasaportes, que la estadística recoge como emitidos por Gobierno

Civil provincial. Se entiende que, en este último caso, la provincia

de expedición solía ser la de naturaleza o al menos la de residencia

habitual del solicitante, pero no hay que descartar que los

importantes puertos de embarques como Cádiz pudieran tramitar

peticiones de visados de individuos provenientes de otros lugares

que pasaban algún tiempo de espera en esa ciudad o por estar

radicados en ese lugar privilegiado para las actividades comerciales

en tanto que nodo de comunicaciones. A lo que debemos sumar la

canalización por aquí de parte del personal funcionario de la

TD- Francisco Contreras Pérez

182

administración colonial antes y después de 1800. Dicho esto, este

factor de naturaleza documental en tanto que ya estaba presente

en el XVIII como en el XIX no explicaría las sustantivas diferencias

evidenciadas en las cifras migratorias de Cádiz entre 1787 y 1860,

máxime cuando en aquella primera fecha el poder del puerto

gaditano en la región era aún más acusado estando reciente la

época del monopolio.

Estas eventuales precauciones debemos tenerlas en cuenta

a la hora de explicar la distancia que Cádiz adquiere en esta

estadística respecto a otras provincias en la expedición de

pasaportes, pero no debemos en conclusión olvidar el papel

endógeno de la emigración gaditana: los propios habitantes de

Cádiz y su entorno siguieron proyectando a lo largo del siglo XIX

redes personales y comerciales de carácter privado, desde antaño

tejidas con la otra orilla. Lejos la época de los privilegios en el

comercio con América, Cádiz y su provincia refuerzan su posición

relativa a expensas del retroceso de las otras provincias andaluzas,

a excepción de Málaga, cuyo puerto es también punto de toque de

líneas mercantiles entre el Mediterráneo y el Nuevo Mundo hacia

1860.

Entendemos, en definitiva, que las redes comerciales en

torno a la exportación de vinos de Cádiz y Málaga estuvieron

TD- Francisco Contreras Pérez

183

asociadas a las pautas migratorias o viceversa, ya protagonizando

el flujo de personas ligadas a estas actividades, ya precediendo

futuros contingentes migratorios cuando la crisis económica

expulse población de sectores ocupacionales distintos de la propia

ciudad y su entorno agrario. Al comerciante como protagonista de

una tipo de emigración heredada del XVIII se unirán el comercio

relacionado con la exportación de producciones locales como canal

de información y el puerto más cercano como materializador de

alternativas factibles para las masas potencialmente emigratorias

del entorno comarcal y provincial.

Participación provincial en la temprana emigración a

América

A la luz de los datos de pasaportes, ciertamente se confirma

que casi la totalidad de los andaluces (90 %) que partieron hacia

Argelia en 1860-1861 procedían de pueblos de la provincia de

Almería.

Son datos que inopinadamente se les escaparon Cózar

Valero en su investigación sobre la emigración almeriense, y le

habrían aportado uno de los pocos referentes estadísticos para

valorar la emigración antes de la aparición de las estadísticas de

TD- Francisco Contreras Pérez

184

pasajeros por mar en la década de 1880. En su estudio sobre la

emigración exterior de esta provincia, centrada en el periodo

posterior a 1880, Cózar Valero se tuvo que enfrentar antes que

nosotros con el raquitismo de las fuentes para el segundo tercio del

XIX.

“Argelia fue la única colonia francesa que llegó a

atraer uno de los contingentes más fuertes de emigrantes de

origen español. La conquista de este país por los franceses se

llevó a cabo durante el primer tercio del siglo XIX y según

palabras de sus políticos: la colonización debía resultar del

desarrollo de una agricultura suficientemente rica para atraer

capitales y fijar en el país a los europeos [...] En primer

lugar, intentaron poner en cultivo en Argelia una serie de

cultivos muy rentables como eran los tropicales, al igual que

se había hecho en las colonias americanas [...]

Posteriormente, entre 1861 y 1865 se procedió a cultivar

algodón [...]”.137

La investigadora parece advertir que los almerienses

pudieron constituir el tercer componente provincial por estas

137 CÓZAR VALERO, M. E. (1984), p. 71.

TD- Francisco Contreras Pérez

185

fechas, después de alicantinos y baleáricos138 , si bien no aporta

evidencia estadística de esta afirmación, más allá de contenerse en

algunas sus otras referencias documentales como son las distintas

valoraciones de ensayistas de una época posterior.

A la luz de los datos de pasaportes, podemos decir que esta

provincia aportaba hasta las dos terceras partes de todos los

españoles con destino a Argelia hacia 1860-1861, lo que

representa un valor superior al estimado en su día por Cózar

Valero.

Así pues, estos datos, sin descartar por su concisión

cronológica un cierto riesgo de significado coyuntural, encajan en

esa tendencia a largo plazo de incremento del componente

almeriense en la colonia argelina, de tal manera que podría estar

señalando que el reemplazo en el origen provincial de los españoles

en el Oranesado se estaba gestando con dos décadas de antelación

a la de 1880139. De ser así, y cuando distintas crisis convergieron

en menoscabo de los principales sectores productivos de la

138 Antes de que, ya en la década de 1880, superaran a estos otros orígenes

provinciales. 139 De hecho, los conocidos entonces como ataques “berberiscos” sobre los

colonos españoles en el distrito del Oranesado, con un cierto impacto en la opinión pública española de entonces, fueron los detonantes de que el Estado emprendiera la hasta entonces aplazada elaboración de las Estadísticas de pasajeros por mar, a efectos de dotar a la Administración de un instrumento de conocimiento más cierto de un fenómeno social con nuevas dimensiones y características: la “fiebre de la emigración”.

TD- Francisco Contreras Pérez

186

economía provincial en las dos últimas décadas del XIX, estos

canales migratorios y sus redes familiares y de paisanaje se

extendían por distintas localidades y comarcas almerienses con

densidad suficiente como para vehicular un repunte masivo de los

contingentes con destino a la otra orilla del Mediterráneo. Para

entonces la emigración, y en primer lugar la de Argelia, formaba ya

parte del acervo de estrategias para afrontar la que sería conocida

como “crisis finisecular”.

Esta corriente argelina se mantendrá especialmente activa

entre destinos exteriores de los andaluces hasta que, a principios

del XX, se produzcan modificaciones en el mercado laboral de la

colonia francesa. Esto último coincidirá con el momento en que los

destinos americanos, en su apogeo como receptores de masas

migratorias de distintas regiones españolas, aparezcan como

destinos alternativos ante una parte de los almerienses.

A su vez, no sería descabellado pensar que viajar finalmente

a Argelia estuviera detrás del hecho de que los almerienses

también protagonizan las solicitudes de pasaportes para Francia,

donde la ciudad de Marsella actuaba desde entonces como puerto

preferencial para embarcarse con destino a la nueva colonia

francesa.

TD- Francisco Contreras Pérez

187

Estos viejos lazos migratorios entretejidos desde estos años

del XIX no desaparecerán por completo, de tal manera que el “pied

noir” de apellido español testimoniará este legado cuando llegue la

independencia de la ex colonia francesa pasado el ecuador del siglo

XX. La especialización de la emigración almeriense en los distritos

coloniales franceses del Magreb durante este primer periodo llega a

tal grado que resulta irrelevante en los restantes destinos, así

como representan prácticamente en exclusiva el único aporte

andaluz en esa corriente.

Así pues, los almerienses tenían en Argelina un mercado

laboral expansivo y relativamente cercano, pero sobre todo con

información suficiente llegada a través de los trabajadores

estacionales que volvían y de las campañas de recluta realizadas

por agentes franceses en el sureste peninsular.

A su vez, hay que tener en cuenta que la expansión minera

del interior de Almería empezada una importante expansión. A

finales de la década de 1830 parece haber comenzado la puesta en

explotación de las minas de plomo en Sierra Almagrera, en el valle

del Almanzora, que llegaría a ocupar a más de 6500 trabajadores a

mediados del XIX.140

140 CÓZAR VALERO (1984), p. 43.

TD- Francisco Contreras Pérez

188

Estos dos factores pueden contribuir a explicar la baja

presencia de almeriense en la corriente a países americanas

durante el siglo XIX, junto al hecho de que el puerto de Almería no

solía estar frecuentado todavía por líneas de vapores atlánticos.

Todo cambiará en las primeras décadas del siglo XX, cuando la

crisis de los sectores productivos locales, el agotamiento del

mercado laboral norteafricano y la acción de agentes de

información brasileños actúen direccionando la corriente almeriense

a Brasil, y también a Argentina

TD- Francisco Contreras Pérez

189

Emigración provincial y país de destino en América.

Pasaportes de 1860-1861

Origen

Destino

Almería Cádiz Córdoba Granada Huelva Jaén Málaga Sevilla

Brasil -- 3

(0,2) -- -- -- --

2

(1,3) --

Chile -- 5

(0,4) --

1

(10,0) -- --

7

(4,5)

2

(1,4)

Cuba --

1021 (74,6)

8

(80,0)

8

(80,0)

3

(75,0) --

88

(57,1)

113

(77,4)

EE. UU. --

16 (1,2)

-- -- -- -- 8

(5,2)

2

(1,4)

Guatemala --

11 (0,8)

-- -- -- -- --

2 (1,4)

Méjico --

13 (0,9)

-- -- -- -- 3

(1,9)

8

(5,5)

Montevideo -- 3

(0,2) -- -- -- --

4

(2,6)

2

(1,4)

Perú --

38 (2,8)

-- -- -- --

12 (7,8)

1

(0,7)

Puerto-Rico

1 (100,0)

61

(4,5)

2

(20,0) -- -- --

8

(5,2)

10

(6,8)

Argentina --

12 (0,9)

-- 1

(10,0) -- --

16

(10,4)

5

(3,4)

Sto. Domingo --

186

(13,6) -- --

1

(25,0) --

3

(1,9)

1

(0,7)

Venezuela -- -- -- -- -- --

3

(1,9)

--

Total

1 (100)

1369 (100)

10

(100)

10

(100)

4

(100) --

154

(100)

146

(100) Número de individuos y, entre paréntesis, su porcentaje sobre el total provincial. Fuente: JUNTA GENERAL DE ESTADÍSTICA DEL REINO: Anuario estadístico de España. 1860-1861, Madrid, 1862-1863. Elaboración propia

TD- Francisco Contreras Pérez

190

En el caso malagueño hay que empezar resaltando la escasa

proporción de individuos con destino a Cuba (57,1 %), y por el

contrario una relativa mayor importancia de Argentina como

destino en este marco regional comparativo (10,4 %). De hecho,

es en este destino donde los malagueños superan ligeramente a los

gaditanos, situación no repetida en ninguno de los otros casos

provinciales y por destino. Hay una ligera diversificación entre los

destinos principales.

El marco institucional del trasiego trasatlántico quedaba por

entonces reducido a Cuba, y ello contribuye a favorecer que éste

sea el destino señalado en la inmensa mayoría de los pasaportes

gaditanos (y del resto obviamente). El caso de Puerto Rico, con

dimensiones distintas, también encajaría en este contexto, pero

con una actividad económica menos expansiva que la cubana. Más

allá de este par de principales destinos, tanto gaditanos como

malagueños y sevillanos, en distintas dimensiones eso sí, suelen

estar presentes en la mayoría de países en una atomizada

diáspora. Entre éstos, en su momento ya destacamos un cierto

número de andaluces con destinos que serán minoritarios a finales

del XIX pero que ahora parecen, al menos de manera puntual,

TD- Francisco Contreras Pérez

191

mantener una relativa vitalidad entre los andaluces: Santo

Domingo y Perú.

Durante las últimas décadas del imperio, “Lima” y “Perú”

habían sido los destinos consignados en una décima parte de las

licencias emitidas por la Casa de la Contratación. Pero se ha

destacado en este caso la importancia de la repatriación de los

españoles a raíz de la independencia, y el escaso relieve de este

destino en la época de la emigración en masa:

“El Perú se mantuvo al margen del flujo

migratorio de españoles de la segunda mitad del XIX, el

retorno tras la independencia fue importante y el exilio

durante y después de la Segunda República fue

minoritario. La distancia, ausencia de transporte y el

propio desarrollo interno del país son elementos a

considerar para explicar en parte esa carencia”.141

Ahora bien, dentro de ese paréntesis hasta ahora bastante

desconocido que se extiende desde las guerras de independencia y

141 MARTÍNEZ RIAZA, A.: “Las relaciones el Perú-España, 1919-1939. Temas

clave y líneas de trabajo”, Boletín americanista, n.º 48, 1998, [pp. 153-177], p. 154. En este marco de alejamiento, la autora sin embargo señala que será el periodo 1919-39 cuando se detecta un incremento de los contactos entre ambos países en los planos diplomáticos y políticos, aunque no así en el migratorio.

TD- Francisco Contreras Pérez

192

la eclosión de la emigración en masa a finales del XIX, Perú como

otros destinos importantes en época colonial parece recuperar

cierto relieve dentro de las pequeñas magnitudes migratorias de

que todavía hablamos a la altura de 1860, antes que sea

desplazado por nuevos territorios más expansivos del cono sur. No

habiendo ya trasiego de “militares” y “burócratas”, cabe pensar en

la pervivencia de viejos flujos económicos desde las zonas

exportadoras de Andalucía, pues los individuos implicados proceden

prácticamente en exclusiva de Cádiz y en menor medida Málaga.

Constatado que en 1765-1824 Andalucía protagonizaba el

proceso migratorio a América pero con una tendencia de pérdida

de posiciones, esto no excluye que por entonces la vieja conexión

con el Atlántico había tejido numerosos lazos personales y de

intereses entre determinados puntos de la geografía andaluza y

americana. En estas localidades andaluzas, cruzar al Nuevo Mundo

se había constituido en cierto “acervo migratorio” acumulado

durante decenios hasta constituir parte de la cultura familiar y

empresarial asentada como en Cádiz o en expansión como en

Málaga.

¿Hay una pauta “andaluza” en la elección de país de

destino en América?

TD- Francisco Contreras Pérez

193

En un estudio comparativo de los destinos en época colonial

y el segundo tercio del XIX, los datos publicados para el primer

periodo comercio nos obligan a empezar operando con amplias

áreas geográficas en el hemisferio occidental como hemos visto

más arriba.142 Los promedios de emigrantes/año por áreas

geográfica en América no sólo confirman el nuevo

dimensionamiento de la emigración, sino que además revelan

ciertas modificaciones en los destinos entre la etapa colonial y

estas fechas del XIX, lo que va completando junto con el anterior

hecho el perfil de la primera etapa de emigración contemporánea.

142 A efectos de facilitar la comparación, hemos agrupado los once países

americanos de los pasaportes de 1860-1861 en cinco áreas geográficas, para poder cotejar los datos con la regionalización adoptada en la citada investigación de Márquez Macías sobre las licencias de embarque en 1765-1824. En consecuencia, los destinos de los pasaportes quedan encuadrados como sigue: Cuba, Sto. Domingo, Puerto Rico y EE.UU. (Las Antillas), México y Guatemala (México y Centroamérica), Perú y Chile (Países Andinos Centro-Sur), Venezuela (Países Andinos Norte) y, por último, Montevideo y Rep. Argentina (Países del Plata). Las medias anuales para 1765-1824 se han calculado sobre los 973 andaluces para los que se ha publicado la información cruzada destino específico/profesión, ahora bien la media anual del total hemos podido referirla al conjunto de 1370 permisos de embarque de naturales de a región (incluyendo los que no declararon profesión u ocupación, normalmente acompañantes de aquellos otros). Por otra parte, excluimos los 5 pasaportes de Brasil de 1860 por no estar este destino en el monopolio gaditano. Por otra parte, de nuevo la exposición de los datos en la bibliografía condiciona los cálculos base para 1765-1824: para obtener el coeficiente de crecimiento de España estas investigaciones nos permiten trabajar con el número total de visados para cada destino (sin la condición de declaración de profesión), pero incluyendo los extranjeros (1.157 individuos); estos últimos si los hemos podido detraer del total de España en 1765-1824. Como en las anteriores operaciones, esta última pretende homogeneizar, en la medida en que nos lo permite la información consultada, el universo estadístico de las licencias con los posteriores pasaportes nacionales de 1860-1861.

TD- Francisco Contreras Pérez

194

Considerando que la misma tendencia se detecta en el caso

español (coeficiente del 154,6), en cuanto a Andalucía salta a la

vista el incremento de la media anual de la emigración con destino

a Las Antillas (coeficiente del 366,7). En esta área, las todavía

colonias españolas de Cuba y Puerto Rico podían estar reforzando

su papel en tanto que destinos refugio. Es sin duda la que

protagonizará la emigración regional en el segundo tercio del XIX.

Hemos recogido en una nueva tabla la distribución por

países de destino de aquellos que salieron con pasaporte en 1860-

Cambios y permanencias en los destinos americanos d e los andaluces, 1765-1824 y 1860-1861.

Las Antillas

México y Centroamérica

Países Andinos Centro-Sur

Países Andinos Norte

Países del Plata TOTAL

Media anual de licencias a andaluces (1765-1824)

2,1 6,0 2,1 3,8 2,2 22,8

Media anual de pasaportes a andaluces (1860-1861) 770,0 18,5 33,0 1,5 21,5 844,5

Coeficiente de andaluces (pasaportes/licencias) 366,7 3,1 15,7 0,4 9,8 37,0

Coeficiente de españoles (pasaporte/licencias)

154,6 2,0 11,3 0,5 57,7 53,1

Fuentes: para los datos de 1765-1824: MÁRQUEZ MACÍAS, R.: La emigración española a América (1765-1824), Oviedo, Universidad, 1995; y para los datos de 1860-1: JUNTA GENERAL DE ESTADÍSTICA DEL REINO: Anuario estadístico de España. 1860-1861, Madrid, 1862-1863. Elaboración propia. Elaboración propia.

TD- Francisco Contreras Pérez

195

1861 de Andalucía y España. Para ganar en capacidad de analítica,

hemos incluido los datos de Galicia como hicimos más arriba.

Países de destino en América. Una comparación regio nal.

1860-1861

Andalucía Galicia España Origen

Destino Pasaportes

%

%

%

Brasil* 5 0,3 0,6 0,2

Chile 15 0,9 12,3 0,3 Cuba 1241 73,3 45,5 73,0

EE.UU. 26 1,5 0,0 1,2 Guatemala 13 0,8 0,0 0,1

Méjico 24 1,4 0,2 1,2 Montevideo 9 0,5 7,9 3,8

Perú 51 3,0 0,4 2,3 Puerto Rico 82 4,8 0,7 5,6

Argentina 34 2,0 32,3 10,3 Sto.Domingo 191 11,3 0,0 1,7

Venezuela 3 0,2 0,0 0,2

Total 1694 100 100 100,0 * Brasil no aparece en la relación de destinos de 1861. A su vez sobra decir que la estadística oficial no permite conocer los embarques irregulares –clandestinos- hacia cualquier destino. Fuente: JUNTA GENERAL DE ESTADÍSTICA DEL REINO: Anuario estadístico de España […] 1860:1861, Madrid, 1862-1863. Elaboración propia.

En efecto, como adelantamos, Cuba llega a recibir casi tres

cuartas partes (73,3 %) de los 1694 individuos que solicitaron

pasaportes en Andalucía para América en dicho bienio. Este

TD- Francisco Contreras Pérez

196

porcentaje resulta prácticamente idéntico al obtenido para en el

total de la emigración española (73,0 %). También en este espacio

antillano, si bien a considerable distancia estadística de Cuba,

Puerto Rico presenta otra destacable frecuencia como tercera plaza

entre las solicitudes de pasaportes, de nuevo tanto entre andaluces

(4,8 %) como en el conjunto español (5,6 %). De tal manera que a

mediados del XIX, y antes de la emigración en masa a las nuevas

repúblicas del cono sur, las colonias antillanas muestran destacado

papel, reafirmando un sensible “redireccionamiento” de la

emigración cuya tendencia se remontaría décadas atrás, a los

inicios de la crisis y liquidación del la soberanía española en el

continente hacia 1810. Entonces empezó a cambiarse las

tendencias migratorias de los españoles y andaluces durante los

decenios finales del XVIII.143

Como dijimos no son de extrañar estos resultados, esto es,

el redimensionamiento de Cuba y Puerto Rico en el flujo migratorio

trasatlántico desde 1824, a raíz de independencia de las nuevas

repúblicas y en algunos casos los conflictos subsiguientes con la

población española residente, en la medida que quedaban como

143 “A partir de 1810 la emigración va disminuyendo en casi todos los lugares

y desapareciendo en otros con la única excepción de las Antillas, esto responde a que tras la Independencia de Hispanoamérica, España sólo conserva sus posesiones en las Antillas”. MÁRQUEZ MACÍAS, R. (1995): p. 164

TD- Francisco Contreras Pérez

197

pequeños reductos donde la continuidad de la soberanía española y

la regularidad del transporte garantizaban la ida y venida de

personas y bienes.

La pregunta sobre en qué medida esto es algo más que una

explicación de recurso fácil, por aparentemente obvia, podemos

abordarla a la luz del caso de Santo Domingo. Este país muestra en

este año una peso relativo entre los pasaportes de Andalucía (11,3

%) diez veces superior al que significa en el total español (1,7 %).

Santo Domingo había sido un destino marginal en el conjunto de la

emigración española hasta 1824 (1,6%), y no volverá a tener

relevancia alguna durante las décadas posteriores cuando las

estadísticas oficiales españolas registrarían el fenómeno de las

migraciones masivas a otras repúblicas del Cono Sur. La coyuntura

política que enmarca la aparición de las estadísticas de pasaportes

podrá ayudar a explicarla, como lo demostramos en el epígrafe

siguiente.

Volviendo sobre la tabla regional anterior, los datos de

Galicia nos permiten conocer algún aspecto más del

comportamiento migratorio andaluz en este estudio comparativo de

escala regional. Ciertamente se destaca también entre los gallegos

como entre los andaluces la importancia de Cuba en tanto que país

de destino, siendo la diferencia regional una cuestión relativa de

TD- Francisco Contreras Pérez

198

matiz: Galicia, con ser el principal origen peninsular, presenta sin

embargo un menor grado de dependencia de este destino, no sólo

en términos numéricos, sino también geográfico, pues el segundo

país destino se sitúa en el Cono sur: la República Argentina. Esta

república y Cuba se reparten el 77,8 de la emigración gallega a

América, mientras los andaluces se concentran en rango similar en

la todavía colonia antillana.

Esto es, el contingente de individuos que salieron de Galicia

a la altura de 1860-1861 diversificó sus principales destinos tanto

en términos cuantitativos como en cuanto a las áreas geográficas y

económicas implicadas. De admitir que este indicio va

constituyendo parte del perfil migratorio de la región noroccidental

desde estas fechas, dicha pauta tiene la ventaja de reducir el

impacto de eventuales coyunturas particulares de cada destino en

los niveles migratorios globales de región.

En consecuencia, mientras la emigración sea un recurso

necesario, ésta debería presentar menor dependencia de

coyunturales particulares de uno u otro país americano, lo que se

debería traducir en oscilaciones menos acusadas en las curvas

migratorias de Galicia en comparación con las de Andalucía (este

menor grado vulnerabilidad no significa naturalmente vacunarse

TD- Francisco Contreras Pérez

199

ante los ciclos generales, como cabe esperar para las décadas

siguientes de mantenerse estas circunstancias).

Si bien resulta obvia esta lectura en el marco de destinos

americanos exclusivamente, cabe no olvidar que más allá de las

corrientes trasatlánticas el papel que por entonces desempeñaba

Argentina como destino alternativo y emergente para los gallegos,

en Andalucía lo está asumiendo las colonias francesas del llamado

Oranesado en el norte de África y protagonizado casi en

exclusividad por almerienses.

De todos modos, esta comparación con el caso gallego nos

permite conocer que, en Andalucía, la alternativa migratoria de

Argentina, destino protagonista de la emigración finisecular en la

región desde finales del XIX, presenta todavía un cierto retraso

como mercado laboral en expansión. Galicia ya enviaba allí el 10,3

% de sus emigrantes a América, frente a sólo el 2 % de Andalucía.

La modesta cuantía de este porcentaje, unos 34 individuos, nos

indica un pequeño flujo de personas ligadas a actividades

comerciales de representación más que a un proceso de trasvase

de mano de obra y población entre mercados laborales de ambas

orillas con los perfiles sociales de las migraciones masivas

posteriores.

TD- Francisco Contreras Pérez

200

Es cierto que, según el estado actual de los conocimientos,

no es posible despejar si esta fotografía refleja una situación

puntual o si representa algo más que el escueto bienio para el que

tenemos la información que nos sirve de base. Por lo que

adelantamos de lo que ocurrirá más adelante en el tiempo, desde

1889-90, la emigración andaluza parece que va a consolidarse en

esta pauta de tal manera que sus curvas migratorias a América

reflejarán las oscilaciones asociadas a la fuerte dependencia de

“monodestinos” sucesivos pero no coetáneos. Aunque no cesaría la

corriente entre Andalucía y las Antillas (Cuba especialmente), este

área no podrá competir en igualdad de dimensiones relativas un

cuarto de siglo después de 1860, cuando surja el ciclo de la

emigración en masa hacia los países del Cono Sur en la década de

1880 (Argentina y Brasil).

En un tercer plano de la fotografía de los destinos de los

andaluces en 1860-1861, tras Cuba y los otros dos plazas

antillanas, encontramos Perú, Argentina, los EE.UU. y, quizás,

Méjico. Se sitúan todos ellos en un rango del 3 al1 % de los

pasaportes. Ciertamente significan valores reales pequeños, de una

cincuentena de visados, pero alcanzados en dos años, por lo que la

media anual puede llegar a superar a la registrada para las

TD- Francisco Contreras Pérez

201

licencias de embarque de 1765-1824, último periodo período

colonial como vimos.

Entre éstos, resulta de especial interés para esta

investigación el caso de la República Argentina, cuya tendencia era

a incrementar su atractivo como área de destino en el momento

anterior a la declaración de independencia. En los últimos años del

virreinato del Plata (Argentina, Uruguay y Paraguay) este grupo de

Países del Plata venía concentrando más proporción de la

emigración regional en 1765-1824 (13,3 %) de lo que ahora

suman los porcentajes de la República Argentina y Montevideo,

como equivalentes geográficos en la serie de destinos de 1860-

1861 (2,0 % + 0,5 % respectivamente). Se trata de un ajuste

relativo a una sexta parte del anterior nivel. Además los pasaportes

con estos destinos emitidos en Andalucía presentan un diferencial

negativo bastante abultado respecto al conjunto español: -8,3

puntos porcentuales.

A este respecto puede tener cierto sentido pensar que

estamos ante los efectos en el tiempo de la natural inflexión

migratoria inducida por los procesos de independencia y de cese de

relaciones entre España y las nuevas repúblicas de la década de

1820. De seguir operando este argumento, tendríamos que verlo

reflejado tanto en el parcial andaluz como en el total español, pero

TD- Francisco Contreras Pérez

202

no sólo no es así en este último caso, sino que por contra la

importancia relativa del área rioplatense muestra una mejora

respecto a la situación previa a 1824: Montevideo y la República

Argentina acumulan el 14,1 % (3,8 y 10,3 respectivamente) de los

pasaportes españoles en 1860-1861, frente al 12,1 % del antiguo

Virreinato del Plata.

Cuba: bases de un destino refugio durante el siglo XIX

Cuba se presenta en el segundo tercio del XIX como el

destino con mayúsculas de los pasajeros andaluces y españoles

que embarcaron por entonces hacia América. Antes de 1824, los

destinos de la “Habana”, “Cuba” y “Matanzas” habían llegado a

contabilizar en torno al 30% de la licencias, registrándose un

significativo cambio desde la década anterior cuando el resto del

extinguible imperio se gestaban las fases iniciales de la cadena de

declaraciones de independencia.

“A partir de 1810 la emigración [española a

América] va disminuyendo en casi todos los lugares y

TD- Francisco Contreras Pérez

203

desapareciendo en otros con la única excepción de las

Antillas”.144

Estamos ante un diferencial de orden institucional como es

la continuidad de la administración colonial, mientras el caos se

extiende en tierra firme, y por ello de las comunicaciones

marítimas y las relaciones comerciales, que actúa como factor de

una creciente preferencia emigratoria por Las Antillas desde el

segundo tercio del XIX. En consecuencia, siguiendo a B. Sonesson,

habría que distinguir “en la emigración que parte de España

durante el siglo XIX es preciso distinguir la que se dirigía a Cuba y

Puerto Rico y la corriente que iba hacia las repúblicas del

continente. Comunicaciones regulares con la Península, una política

que promovía la inmigración blanca, y la protección que otorgaban

las leyes y las instituciones españolas, brindaban condiciones más

ventajosas a los españoles en las Islas”.145

A ese factor institucional diferenciado de Las Antillas

española, hay que añadir en el caso cubano que su economía

registraría, durante el segundo tercio del siglo XIX, un ciclo

144 MÁRQUEZ MACÍAS, R.(1995), p. 164. 145 SONESSON, B.: “La emigración española a Puerto Rico. ¿Continuidad o

irrupción bajo nueva soberanía?, en SÁNCHEZ ALBORNOZ, N. (comp.): Españoles hacia América. La emigración en masa, 1880-1930, Madrid, Alianza, 1988. p. 296. [pp. 296-321]

TD- Francisco Contreras Pérez

204

expansivo bajo un “modelo exportador” definido por la introducción

de procesamientos modernos de la caña de azúcar y una cada vez

más acusada escasez relativa de factor trabajo.

En los primeros años de este periodo, el saldo migratorio de

Cuba se vio favorecido por las incorporaciones de contingentes

blancos que huían de las oleadas revolucionarias del Tierra Firme y

la vecina Isla de Santo Domingo. Pero el gran posterior

sostenimiento de su crecimiento demográfico respondería después

no sólo a un efecto coyuntural o a variables vegetativas en

exclusiva, sino a un nuevo ciclo inmigratorio, como ha señalado

Maluquer de Motes.

A partir de la Ley contra el tráfico negreo de 1845, el

gobierno español promoverá el blanqueamiento de la fuerza de

trabajo, con el objetivo político de prevenir la amenaza de un

levantamiento general de los negros por extensión de lo sucedido

en las posesiones francesas. Inicialmente pensaron en familias

completas, pero pronto se abandonó esta fórmula por la de

priorizar a los hombres adultos, a raíz del desastre de la fragata

Paquete Gaditano núm. 4 con una de aquellas expediciones

familiares. En el lapso de tiempo que va del censo de 1846 y al de

1862, el número de residentes nacidos en España (canarios y

peninsulares) se duplicó hasta superar holgadamente los 100.000

TD- Francisco Contreras Pérez

205

individuos, pasando del 5,2 % a representar 8,5 % del stock

demográfico de Cuba.146 Pero, ¿qué papel tuvieron los andaluces

en este primer ciclo inmigratorio contemporáneo de Cuba?

Una antigua habanera, rescatada por Carlos Cano en

homenaje a los llamados cantes de ida-y-vuelta, jugaba en su

estribillo de este modo: “La Habana es Cádiz con más negritos /

Cádiz es La Habana con más salero”147. El puerto de Cádiz fue

durante decenios el “rostro familiar de la metrópoli”148 que lo fue

para el caso de Las Antillas hasta las vísperas del siglo XX, forjando

sobre relaciones burocráticas y mercantiles los lazos personales y

culturales entre ambas orillas.

Pese a este puerto y a los vestigios de cultura popular

ilustrados por los cantes de ida-y-vuelta, en verdad la historiografía

carece no ya de cierto corpus sino que incluso de algún estudio

más allá de las referencias en estudios de conjunto, o en todo caso

ocupan éstas un interés accesorio en trabajos centrados

principalmente en el tráfico comercial. A lo sumo quedan

agregados en los contingentes españoles, frente a otras corrientes

146 MALUQUER DE MOTES, J.: Nación e inmigración: los españoles en Cuba

(ss. XIX y XX), Columbres, Archivo de Indianos, 1992, pp. 24 y 32-35. 147 CANO, C.: “Habaneras de Cádiz”, en Una vida de copla, 2006 (CD de

música). 148 Es el título de un estudio sobre las clases mercantiles gaditanas a lo largo

del siglo XVIII, ubicadas en el nodo portuario del Imperio: FERNÁNDEZ PÉREZ, P.: El rostro familiar de la metrópoli. Redes de parentesco y lazos mercantiles en Cádiz, 1700-1812, Madrid, Siglo XXI, 1997.

TD- Francisco Contreras Pérez

206

regionales más visibles ya por sus abrumadores volúmenes como

es el caso de los canarios, ya por su especializada identidad social

tal que la diáspora comercial protagonizada por catalanes desde

finales del XVIII.149

Así por ejemplo, para M. D. Pérez Murillo el número de

eventuales pasajeros de origen andaluz no justifica su inclusión

entre las seis primeras regiones más destacadas, quedando

englobados aquellos en el total de 360 individuos procedentes de

“otras regiones”, a pesar de ser Cádiz el puerto natural de

embarque por entonces para América. La autora trabajó sobre las

licencias de embarque del Archivo General de Indias como fuente

para su estudio de la “inmigración legal de peninsulares a la Isla de

Cuba desde 1800 a 1835”. 150

Esta escasa relevancia relativa de los andaluces en términos

cuantitativos parece consolidarse en la segunda mitad del siglo XIX

e independientemente de la fuente empleada por los

investigadores. De igual modo que hiciera Pérez Murillo, Maluquer

de Motes considera que el número de residentes de origen andaluz

según el Censo de la Isla de 1859 estaría dentro de esas “cifras tan

149 YÁÑEZ GALLARO, C. (1996). O simplemente por un relativo mayor interés

prestado por algunos historiadores desde otras regiones. 150 PÉREZ MURILLO, M. D.: Aspectos demográficos y sociales de la Isla de

Cuba en la primera mitad del siglo XIX, Cádiz, Universidad de Cádiz, 1988, p. 122.

TD- Francisco Contreras Pérez

207

mínimas que puede casi negárseles el carácter de movimiento

migratorio, por tratarse de desplazamientos de personas que

explican obligaciones específicas de los funcionarios públicos dentro

de territorios de una misma soberanía” 151.

No obstante a finales del segundo tercio del XIX, Cuba

seguía siendo el principal destino de los andaluces en América,

aunque en términos relativos este aporte regional desde finales del

XVIII había ido perdiendo importancia relativa en el conjunto de la

emigración española protagonizada en creciente medida por

catalanes y gallegos, entre los peninsulares, y poco después de

canarios. Como hemos expuesto, sólo en el bienio 1860-1861 se

emitieron 1241 pasaportes para Cuba en Andalucía, esto es, el

35,7 % de todos los emitidos en la región con cualquier destino;

valor próximo al que representa éste en el universo de destinos de

todos españoles (39,4 %). Dicho lo cual, y regionalmente

considerado el aporte español, hay que añadir que ese millar largo

de andaluces significaba entonces sólo el 6,0 % de los pasaportes

españoles, eso sí, muy por debajo del peso demográfico de la

región en la población española.

El Censo de 1859 de Cuba es el único del siglo XIX que

permite completar esta visión mediante el estudio de la

151 MALUQUER DE MOTES, J. (1992), p. 67.

TD- Francisco Contreras Pérez

208

composición regional de los españoles residentes en la Isla152. J.

Maluquer de Motes153 estima que de dicho censo sólo ha llegado

hasta hoy un 72 % de la información, aunque no especifica si

pudiera introducir virtual sesgo en las conclusiones. De ser así, se

trataría del grueso de la información, lo que ha servido de base al

citado autor para establecer por primera vez para la Cuba del siglo

XIX una cuantificación de la inmigración por regiones de origen,

menos gruesa que la habitual distinción entre peninsulares y

canarios.

Si se incluye la población de origen canario y la proyección

que sobre los datos originales hace Maluquer de Motes, el total de

españoles en la Isla en 1859 se elevaría a los 83000 individuos. Lo

que parece claro es que canarios, catalanes, gallegos y asturianos

constituían el grueso de la población nacida en España y residente

en Cuba por entonces; todos ellos presentan porcentajes de

participación ampliamente superiores a los de sus respectivas

152 Este recuento obedece a las órdenes de elaboración del Censo español de

1857, que daba comienzo a la etapa estadística moderna en España. Los estadillos con la distribución de los españoles según su naturaleza provincial nunca llegaron a ser publicados según J. Maluquer de Motes, y confirmamos que tampoco aparecen incluidos en la edición del Censo de población de España de 1860, en cuyo preámbulo sin embargo se menciona la orden de elaboración del recuento en las posesiones de Ultramar del año anterior. Censo de la población de España según el recuento verificado el 25 de diciembre de 1860 por la Junta General de Estadística del Reino, Madrid, Imprenta Nacional, 1863 (Fondo documental del INE, Microfichas).

153 MALUQUER DE MOTES, J., (1992), p. 170.

TD- Francisco Contreras Pérez

209

regiones sobre la población del país. Los canarios por su volumen

y naturaleza esta corriente insular vendrá a proyectarse durante

los siglos XIX y XX como un ejemplo singular de “expansión de

frontera” demográfica, la del archipiélago, hacia Las Antillas y el

Caribe fundamentalmente. Los catalanes protagonizan un segundo

modelo migratorio: la diáspora de base comercial, mientras que,

como tercer tipo, los gallegos y asturianos recurrían a la

emigración en tanto que recurso adaptativo en un marco de

inviabilidad económica de sus reducidas explotaciones familiares

agrarias.

En función de las propias estimaciones del autor

compensando las ausencias de información del Censo de 1859, el

número de andaluces residentes en la Isla se elevaría de los 3066

comprobados a los 4300 estimados. Por otra parte, si se incluyen

los canarios en tanto que mayoría absoluta de los españoles y no

sólo los peninsulares, la participación andaluza del 9,8 % se

reduciría al 5,2 %.

A la luz de estos datos, podemos decir que dos fuentes, de

naturaleza distinta, como son este censo de 1859 y nuestro

registro de pasaportes de 1860-1861 acotan respectivamente una

horquilla del 5,2 al 6,0 % que bien podría servir para delimitar

cuantitativamente el componente andaluz entre los migrantes

TD- Francisco Contreras Pérez

210

españoles de Cuba para este segundo tercio del XIX (el máximo de

la horquilla sería del 9,8 % si hablamos sólo de peninsulares).

No obstante, los datos disponibles apuntan a que la

participación de andaluces en la corriente española no había

variado drásticamente con el tiempo. Puede ser ilustrativo

sintetizar en una tabla los datos disponibles a partir de diferentes

fuentes y para distintos periodo como son el Censo de 1859 y las

licencias de embarque del XVIII, a efecto de poder sacar algunas

ideas sobre el cambio en el tiempo o continuidad de la relación

migratoria de Cuba y Andalucía. Los datos de esta tabla recogen

sólo los peninsulares porque lo condiciona la información ofrecida

por Maluquer de Motes para 1859.154

154 La emigración canaria hacia 1850 había alcanzado tal magnitud que ellos

solos vendrían a representar una cantidad similar a la del total de peninsulares, por lo que a efectos prácticos la tabla tendría menos capacidad ilustrativa para analizar otros componentes regionales. Por otro lado, las licencias de embarque recogidas por MÁRQUEZ MACÍAS apuntan a que la presencia canaria en Cuba en 1765-1824 parece haber sido residual. Según apunta Maluquer de Motes, el interés por la Isla probablemente se incrementó tras la independencia de las repúblicas de Tierra Firme, entendiendo que éste había sido un destino prioritario de los canarios hasta entonces (y de nuevo con posterioridad).

TD- Francisco Contreras Pérez

211

Andaluces entre los peninsulares de Cuba.

1765-1861.

Fuentes

%

del total

Licencias de 1765-1824

9,2

Censo cubano de 1859 9,8

Pasaportes de 1860-1861 7,2

Fuentes: MÁRQUEZ MACÍAS, R.: “A contribución migratoria española ás Antillas entre 1765 e 1824, Estudios migratorios, n. 7-8, 1999, p. 165; y MALUQUER DE MOTES, J.: Nación e inmigración: los españoles en Cuba (ss. XIX y XX), Columbres, Archivo de Indianos (1992), p. 63; JUNTA GENERAL DE ESTADÍSTICA DEL REINO: Anuario estadístico de España […] 1860:1861, Madrid, 1862-1863. Elaboración propia.

Somos conscientes de que esta comparación inicialmente

peca de heterodoxa por tratarse de fuentes de naturaleza muy

diferente: registros seriados y un censo, pero en este marco de

escasez documental al menos pueden tener un mero valor

indicativo. Además el contraste que permite establecer también

tiene un interés añadido para nosotros, pues mientras licencias y

pasaportes sólo registran salidas desde España, la fotografía

demográfica que es un censo revela el resultado de los saldos

netos, esto es, aquellas menos los eventuales retornos a la

península. Ciertamente los registros de pasajeros y los censos son

métodos de recuentos de metodología y fines diferentes, aunque

TD- Francisco Contreras Pérez

212

ambos pueden recoger si coinciden en fechas a un grupo de

migrantes en dos momentos distintos de su ciclo vital: la salida y la

residencia en destino.

Las licencias anteriores a 1824 y el Censo de 1859 ofrecen

porcentajes no muy desiguales de andaluces entre los pasajeros y

la colonia española en la Isla. Puesto que en el Censo de 1859

quedan los rastros de la inmigración desde principios del XIX, se

puede considerar que se proyecta a lo largo del segundo tercio del

XIX una cierta estabilidad del peso relativo de este componente

regional en la colonial peninsular.

Por su parte, las diferencias son más destacables respecto al

flujo migratorio del bienio de 1860-1861. Esa diferencia de de -2,6

puntos entre la proporción de andaluces según los pasaportes y la

los datos censales viene a significar unos 900 individuos155, una

cifra que sin duda es elevada pues equivaldría a tres cuarta parte

de los pasajeros embarcado en esos dos años.

Al tratarse de una serie muy corta, este registro de visados

no permite despejar si estamos ante el reflejo de una situación

puntual o forma parte de una tendencia a medio y largo plazo. De

todos modos, no debemos perder de vista algunas posibles

155 Sobre el total de la colonia peninsular en la Isla hacia 1859: 35.079

residentes.

TD- Francisco Contreras Pérez

213

circunstancias que de uno u otro modo pudieron condicionar la

dicha diferencia cuantitativa respecto a los datos ofrecidos por el

Censo. Para empezar, y justo después de este censo, no hay que

olvidar la eclosión en 1861 de Santo Domingo como destino de

andaluces en la misma área geográfica y económica, lo que pudo

distraer parte del contingente anual de pasajeros visados para

Cuba.

Por otra parte, esa diferencia de porcentajes no debe ser

extraña tampoco a un matiz diferenciado en la naturaleza de

sendas fuentes: en el censo se recogió la población civil y la militar

de la Isla. Aunque todavía sin las dimensiones de las décadas de

finales del XIX, el contingente castrense tiene su importancia en

este caso porque se contabiliza en el total de residentes de origen

español en la colonia; es más, como apuntara Maluquer de Motes,

su importancia relativa fue quizás mayor en aquellas corrientes

regionales como la andaluza menos voluminosas, es decir, cuya

participación en el total de la emigración española resultaba inferior

a su peso demográfico156.

156 Las provincias andaluzas sumaban el 18,9 % de la población del país.

Censo de la población de España según el recuento verificado el 25 de diciembre de 1860 por la Junta General de Estadística del Reino, Madrid, Imprenta Nacional, 1863 (Fondo documental del INE, Microfichas).

TD- Francisco Contreras Pérez

214

Como acotación a esto último, no es menos cierto que el

servicio militar sirvió para algunos como “plataforma” o “vía” de

migración, hecho que pasaría desapercibido a la luz de fuentes

como los pasaportes emitidos por los Gobiernos Civiles. Tal que se

ha puesto de manifiesto por diversos investigadores a partir de

documentación de otra índole, no fue infrecuente entre los reclutas

permanecer en el sector civil de la economía colonial una vez

concluido su periodo de prestación, práctica que se constata desde

los primeros años y se prolongaría el fin de la soberanía española.

157

Llegados hasta aquí, entendemos que las dimensiones del

aporte demográfico andaluz en Cuba se incrementaron a lo largo

del segundo tercio del XIX, y se hizo de manera significativa con

respecto al periodo anterior a 1824. Junto a ello, la Isla también se

convertirá en el principal destino indiscutible para los emigrantes

andaluces, en mucha mayor medida que cuando el Imperio en la

América continental. Pero esto se produjo en un contexto de

incremento de los aportes migratorios desde otras regionales. En

resumidas cuentas, y desde este enfoque cuantitativo, Cuba era

157 En su día, M.D. PÉREZ MURILLO ya había tomado nota de este hecho en la

consulta de la Sección “Papeles de Cuba”. PÉREZ MURILLO, M. D., (1988), p.121, y sería estudiado monográficamente por M. R. MORENO FRAGINALS: Guerra, migración y muerte (el Ejército español en Cuba como vía migratoria), Colombres, Archivo de Indianos-Júcar, 1993.

TD- Francisco Contreras Pérez

215

hacia 1860 más importante para los emigrantes andaluces que

éstos para la población de origen peninsular de la Isla.

Destinos minoritarios y coyunturales.

Si atendiéramos al peso de los andaluces en cada corriente

migratoria, otros autores ya han señalado desde finales del XVIII al

menos un retroceso frente a la emergencia de otras regiones. Esta

tendencia parece confirmarse con el paso del tiempo y parece

durar al menos hasta este segundo tercio del XIX que estamos

analizando. Los datos muestran que siendo de andaluces el 9,1 %

de las licencias de embarque de 1765-1824, esta participación

vendría a caer hasta el 5,9 % entre los pasaportes con destino a

América emitidos en 1860-1861.

TD- Francisco Contreras Pérez

216

Los andaluces entre los españoles por destinos

en 1860-1861.

N.º de Pasaportes % de Destino España

(a) Andalucía

(b) Andaluces

(b/a)

Francia 123 27 22,0 Argelia 847 576 68,0

Brasil 70 5 7,1 Chile 84 15 17,9 Cuba 20.803 1.241 6,0

Estados-Unidos 352 26 7,4 Guatemala 39 13 33,3

Méjico 349 24 6,9 Montevideo 1.086 9 0,8

Perú 670 51 7,6 Puerto-Rico 1.608 82 5,1

Argentina 2.936 34 1,2 Santo Domingo 476 191 40,1

Venezuela 43 3 7,0

Destinos americanos 28.516 1.694 5,9 Todos los destinos 52.813 3.476 6,6

Fuente: JUNTA GENERAL DE ESTADÍSTICA DEL REINO: Anuario estadístico de España […] 1860:1861, Madrid, 1862-1863. Elaboración propia.

Si bien para el siglo XVIII no contamos con la cuantificación

de otras corrientes migratorias distinta a la de la América española,

los datos de 1860-1861 muestran que la corriente más andaluza no

tiene precisamente este continente como principal destino sino el

Norte de África, concentrándose en Argelia. Aquí el componente

andaluz alcanza su máxima representación a proveer el 68,0 % de

los españoles salidos con este destino en 1860-1861. En el polo

TD- Francisco Contreras Pérez

217

opuesto, destaca el escaso peso en Andalucía de los pasaportes

para Argentina y Montevideo, representando el 1,2 % y el 0,8 %

de los españoles respectivamente.

A la vista de lo hasta aquí expuesto, y sin minimizar la

incertidumbre derivada de comparar resultados de dos series de

tan desigual extensión, observamos que los andaluces representan

un porcentaje destacado en destinos a todas luces minoritarios

para el resto de españoles como Santo Domingo, pero también

aunque en menor medida como Guatemala y Chile.

Las cifras reales no superan nunca el centenar de

individuos, salvo en el caso de Santo Domingo por la coyuntura de

1860-1861 ya comentada. Parece que estos valores no variaron

desde entonces como para atraer la atención de la historiografía

más reciente. En consecuencia, y respecto a nuestro tema de

trabajo, se conoce poco o nada del componente andaluz antes del

exilio de 1939, siendo la presente investigación una de las escasas

incursiones científicas para un periodo anterior a 1939.

Guatemala y Chile juntas habían sumado sólo el 6,5% de la

licencias a españoles emitidas en 1765-1824 por la Casa de la

Contratación. Esto es, como en el caso de Santo Domingo en esos

años, venían ocupando lugares periféricos en la geografía

TD- Francisco Contreras Pérez

218

migratoria, al parecer en correlación con otros planos de análisis

sobre la relación metrópoli-colonias.

Tras tres décadas de luchas civiles poscoloniales y de

reajustes fronterizos con los vecinos de Centroamérica, en la

Guatemala de estas décadas centrales del XIX se abría un

paréntesis de cierta estabilidad política y de nuevas expectativas

económicas y comerciales, asociadas al inicio del que será su

principal cultivo exportador: el café, que tuvo que favorecer la

reactivación de viejos intereses mercantiles junto con sus redes

migratorias. Un indicio de estos intereses mercantiles comunes nos

lo da el hecho de que, aunque el tratado de paz hispano-

guatemalteco no se firmara hasta dos años después de

desaparecida la estadística de pasaportes española (1863), la

relación consular había empezado a operar en 1855.158

El estado actual de los conocimientos apuntan a que entre

los andaluces con destino a Guatemala a lo largo del siglo XVIII y

hasta 1824 la gran mayoría habían declarado salir para trabajar

como criados y en menor número como comerciantes, dos de los

158 “Las relaciones entre España y Guatemala comenzaron el 29 de mayo de

1863, a través de un Tratado de Paz, Amistad y Reconocimiento de la independencia, que se ratificó un año después. No quiere esto decir que anteriormente no se mantuvieran de tipo consular, teniendo en cuenta que el primer consulado aparece ya en 1855”. PERERIRA, J. C. y CERVANTES, A.: Relaciones diplomáticas entre España y América, Madrid, Mapfre, 1992, p. 126.

TD- Francisco Contreras Pérez

219

segmentos ocupacionales civiles por otra parte más comunes en la

mayoría de los destinos americanos. En virtud de los nuevos

factores operantes a mediados del XIX, el primer segmento

ocupacional estaba llamado a desaparecer por los cambios sociales

ligados a la nueva situación política y económica que generaría el

nuevo perfil emigratorio; los “agricultores” y jornaleros (mano de

obra no cualificada) sustituirán como principal rubro a los criados,

mientras que los comerciantes tendrán una representación más

reducida relativamente al incremento de los volúmenes

migratorios.

En todo caso, estas dos últimas repúblicas habían sido

territorios periféricos en el Imperio español y volverán ser

estadísticamente marginales para la época de la emigración en

masa, lo que puede ayudar a explicar aunque no a justificar el bajo

nivel de conocimiento que de ellos se tiene en las últimas

compilaciones de historia de la emigración española y regional a

América159. Por el contrario, también periferia colonial pero con

tendencia expansiva a finales del XVIII había sido el caso de

159 En las compilaciones historiográficas de finales del siglo XX seguían

estando ausentes total o parcialmente estudios sobre estos destinos “marginales”, y nos referimos a grandes estados de la cuestión como: SÁNCHEZ-ALBORNOZ, N. (comp.): Españoles hacia América. La emigración en masa, 1880-1930, Madrid, Alianza Editorial, 1988, e Historia general de la emigración española a Iberoamérica¸ Madrid, Historia 16, 1992, 2 ts.

TD- Francisco Contreras Pérez

220

Argentina; como destino se mantuvo a la zaga de México en la

época colonial, para posteriormente ser la república

hispanoamericana que recibió la parte más nutrida de la

emigración en masa a finales del XIX. En un momento intermedio

de esta evolución vendría a situarse 1860-1. Por entonces, el

retroceso porcentual de andaluces se debe más al efecto

estadístico del incremento de emigrantes procedentes de otras

regiones, y no a un descenso rotundo de los valores absolutos de

los aquellos. Pues, como cuando comparábamos las medias

anuales del periodo colonial y poscolonial, el número anual de

andaluces con dirección a los Países del Plata multiplica casi por

diez veces en 1860-1861 la cifra calculada para los últimos años

del virreinato. A su vez, esta intensificación de los valores anuales

no quedaría explicada en toda su amplitud como efecto de una

mera proyección lineal del crecimiento demográfico de la región

entre ambas fechas; estimamos que en casi un 80% debe

atribuirse a un incremento en términos netos del flujo emigratorio

propiamente dicho, sumando a los crecientes atractivos de una

economía floreciente las condiciones políticas y tecnológicas que se

van implementando desde mediados del XIX para saltar el charco.

La coyuntura diplomática hacia 1860 ayuda sin duda a

entender la relativa excepcionalidad de Santo Domingo para los

TD- Francisco Contreras Pérez

221

andaluces, según se induce de su presencia, que no pasó de ser

singular pero eventual. Dichas fechas coincidieron con el “anómalo”

proceso de reanexión a la corona española de Santo Domingo. Este

evento habría que situarlo en el marco de las directrices

diplomáticas del gobierno de Isabel II encabezado por O’Donnell,

definidas según Álvarez Junco por la política de prestigio y el

“sueño imperial”.160 A su vez, esta anómala y pasajera situación

parece poseer una lectura en clave política interna en la república

centroamericana: los enfrentamientos entre las principales

facciones políticas; el conflicto civil se había externalizado en la

medida que cada bando en lucha a su vez estaba asociado a uno

de los dos principales intereses rivales sobre la zona: los gobiernos

de Estados Unidos y de España161.

160 ÁLVAREZ JUNCO, J.: Mater dolorosa. La idea de España en el siglo XIX,

Barcelona, Taurus, 2009, pp. 509-523. 161 Más allá del conflicto entre élites locales, la posición estratégica de Santo

Domingo hacía de ella un objetivo más de la rivalidad entre una diplomacia española (a la defensiva) y la amenazante presencia norteamericana en el Caribe amparada en la “doctrina Monroe” , que justo entonces pasaba por una coyuntura interna que la debilitaba (la Guerra de Secesión). Frente a esta tesitura del imperio emergente, se ha destacado el activo interés mostrado hacia la opción anexionista por el entonces gobernador de Cuba, a la sazón F. Serrano, que parece tuvo que vencer las dudas iniciales del gobierno O´Donnell. En palabras del investigador A. Sánchez Andrés, “los cambios que afectaron a la región durante los primeros años de la década de 1860 mejoraron transitoriamente la posición española en la misma. El estallido de la Guerra de Secesión, en abril de 1861, apartó momentáneamente a los Estados Unidos del escenario internacional. Paralelamente, la consolidación en el poder en España de la Unión Liberal, que desde julio de 1858 ocupaba el gobierno bajo el liderazgo de Leopoldo O`Donnell, propició una etapa de estabilidad política, la cual coincidió con un ciclo de expansión económica que se extendería hasta 1866. Todo ello vino acompañado de la remisión de las tendencias anexionistas

[Cont.]

TD- Francisco Contreras Pérez

222

Desde 1861 a 1865, año este último de la “evacuación”162

española, el extraño paréntesis tuvo que incentivar la integración

de Santo Domingo en las comunicaciones y el comercio que,

amparados a su vez por los intereses políticos, militares y

administrativos del Estado, unía la metrópoli con las otras colonias

tan próximas del área antillana.

De hecho, el número de pasaportes emitidos en España con

este destino se dispara en 1861: se elevan a 390, cuando en 1860

habían sido 86. El 40 % de los mismos se emitió en Andalucía y

en Cuba y del inicio de un proceso de aproximación entre la elite cubana y los sectores del liberalismo español aparentemente dispuestos a tratar de integrar a dicha elite en la base de consenso del régimen isabelino. Este escenario permitió a España desplegar una intensa actividad diplomática y militar en el continente americano. De este modo, España participó —junto a Francia e Inglaterra— en la intervención tripartita que se desarrolló en México en 1861. Ese mismo año, el gobierno hispano procedió a reanexar la República Dominicana a instancias del propio presidente de este país, Pedro Santana.” SÁNCHEZ ANDRÉS, A.: “Una diplomacia defensiva: la política exterior española en el caribe y el Golfo de México entre 1865 y 1878”, Hispania, 2007, vol. LXVII, nº. 226 (pp. 487-516), p. 490.

162 Cuando la antigua Española iba a cumplir veinte años de su independencia de la vieja metrópoli (1844), la vuelta a la Corona española abrió un paréntesis cuyo cierre en 1865 da paso al periodo conocido como “Restauración”, en tanto que momento de refundación de la República Dominicana. El carácter reversible de aquel episodio estaba ligado a la liquidación de la coyuntura política que lo había favorecido, obligando a España a reasumir su posición “a la defensiva” que le era natural en América desde el siglo XVIII: “El final de la Guerra de Secesión norteamericana y el progresivo desgaste del régimen isabelino provocaron un nuevo repliegue de la influencia española en América Latina, especialmente perceptible en el Caribe y el Golfo de México. La evacuación de la República Dominicana en 1865, el desmoronamiento del Imperio de Maximiliano dos años más tarde y los renovados proyectos anexionistas de Washington hacia la República Dominicana y Haití amenazaron el frágil equilibrio regional del que, en última instancia, dependía la posición española en Cuba.” SÁNCHEZ ANDRÉS, A. (2007), p. 491.

TD- Francisco Contreras Pérez

223

entre éstos casi en exclusiva en Cádiz, cuyo puerto, sabemos,

seguía compartiendo en época isabelina un papel destacado en el

comercio así como la administración militar y civil de los jirones del

imperio.

A diferencia del personal civil, los contingentes militares no

quedan recogidos en las estadísticas de pasaportes, y tampoco se

ofrece información exacta sobre su cuantía en la bibliografía

disponible. El gobierno de O’Donnell en Madrid, secundado

activamente por F. Serrano desde la gobernación de la Isla de

Cuba, improvisó un cuerpo administrativo civil y militar enviado

desde la metrópolis; naturalmente desde Cádiz, tradicional puerto

de embarque a las Antillas para el personal del Estado.

“[…] se montó una burocracia frondosísima y

pingüemente remunerada, análoga a la existente en las

prósperas islas de Cuba y Puerto Rico; con personal en

gran parte incompetente y de aluvión, procedente casi

todo él de la Península y de las otras Antillas, sin que a

ella tuvieran apenas acceso los dominicanos”163.

A lo que habría que añadir el contingente militar enviado

para apoyar a la facción pro-española de la República (pudo

163 CASTEL, J.: Anexión y abandono de Santo Domingo (1861-1865), colec.

Cuadernos de “Historia de las Relaciones Internacionales y Política Exterior de España”, [Madrid], [1954], p. 36.

TD- Francisco Contreras Pérez

224

igualmente nutrirse de unidades no sólo provenientes de la

Península sino también de unidades destacadas en Puerto Rico y

Cuba). A este respecto, llama la atención por sí sólo el volumen de

bajas causadas en el cuerpo expedicionario español según recoge

J. B. Vilar: 30.000 muertos, de los cuales 25.000 entre los militares

enviados desde la Península y 5.000 entre las unidades

provenientes de Cuba y Puerto Rico164. Podemos hacernos una idea

de la sorprendente dimensión alcanzada por el grueso de la fuerza

expedicionaria organizada por el gobierno de O’Donnell durante

este a la postre frustrado episodio de reposición del “orgullo patrio”

en el Caribe en 1860-1865. Por cierto, todo indica que pudo ser un

precedente con plenitud de derechos de la capacidad de trasvase

de tropas mostrada por esta potencia ya decadente que era el

reino de España en la fase final de la guerra de Independencia de

Cuba, tres décadas más tarde

Pero quizás, después de todo, la mayor consecuencia no

buscada para el futuro emigratorio del país resultó ser la

oportunidad derivada de esa coyuntura para la consolidación de la

empresa del naviero Antonio López, el posterior marqués de

164 VILAR, J. B.: “Las relaciones internacionales isabelinas: precisiones

conceptuales y anotaciones bibliográficas (1833-1868)”, en VILAR, J. B. (ed.): Las relaciones internacionales en la España Contemporánea, Murcia, Universidad de Murcia, 1989 (pp. 37-78), p. 52.

TD- Francisco Contreras Pérez

225

Comillas, la que sería la mayor compañía naviera del país desde

entonces y concesionaria de las rutas a los grandes destinos

emigratorios desde entonces. La también conocida como “Cía.

Trasatlántica” realizaría durante aquel episodio dominicano su

primer gran servicio extraordinario al Estado en el transporte de

tropas y personal civil. Los requerimientos de transporte

excepcional con este fin debieron ser una envergadura excepcional,

al menos desde la época de los convoyes coloniales, en la medida

que la compañía tuvo que adquirir seis nuevos vapores.165

Si extrapoláramos linealmente los datos de pasaportes

emitidos en 1861 a los restantes años del paréntesis

contemporáneo de soberanía española en Santo Domingo (1861-

1865), el total rondaría los dos mil, de los que unos 800 habrían

salido de Andalucía.166

No podemos confirmar si, además de los grupos de

agricultores canarios y de funcionarios y militares, la situación

165 A la luz de la información disponible, se deduce que la armadora tuvo que dedicar toda la flota disponible o un parte significativa a fecha de finales de 1861 a este nuevo y perentorio servicio; la inversión debería tener como objetivo igualmente no dejar desatendidas las concesiones obtenidas previamente en otras rutas ya operativas. HERNÁNDEZ SANDOICA, E.: “La Compañía Trasatlántica y las comunicaciones marítimas entre España y sus colonias en el siglo XIX”, en BAHAMONDE, A. et al. (eds.): Las comunicaciones entre Europa y América 1500-1993. Actas del I Congreso Internacional de Comunicaciones, MOPT, Madrid, 1995, pp. 299-311.

166 El caso de Santo Domingo, en la medida que implicó una vuelta puntual a la soberanía española, reviste desde este enfoque un plano emigratorio ligado fuertemente a este hecho y su duración, que no nos consta en las otras aventuras diplomático-militares del régimen isabelino en México y Perú.

TD- Francisco Contreras Pérez

226

generó unas bases inmediatamente propicias al llamamiento

directo de peninsulares de otro perfil socioprofesional por parte de

las redes familiares de españoles tradicionalmente enraizadas en el

comercio y la industria de la isla, en una función similar a la que

venían ejerciendo en Cuba y Puerto Rico. Las redes comerciales

establecidas entre intereses peninsulares españoles y dominicanos

a través sus bases en estas colonias de Las Antillas debieron de

existir con independencia del estatus de soberanía de la república

dominicana. Es más, sabemos que los pasaportes emitidos en

Andalucía con destino a Santo Domingo provenían casi en su

totalidad de la delegación del gobierno de Cádiz, punto de partida

de la nueva línea a Santo Domingo, pero desde siempre nodo de

comunicaciones con las otras partes de Las Antillas.

TD- Francisco Contreras Pérez

227

CAPÍTULO 4.

LA TEMPRANA EMIGRACIÓN ANDALUZA A LA

ARGENTINA, 1830-1870

Ciertamente que la guerra con la metrópoli y los conflictos

civiles posteriores no pudieron menos que incidir en los flujos

migratorios establecidos en época colonial. En primer lugar, hay

que hacer notar que el tradicional trasvase de funcionarios,

militares y religiosos así como de aquellos factores comerciales

ligados de una manera u otra al aparato de la administración

colonial se interrumpió.

De hecho, este goteo de personal amparado en la estructura

administrativa colonial había mantenido una importante

prevalencia en el conjunto de licencias emitidas entre 1765 y 1824,

como se expresa en las investigaciones de R. Márquez Macías. De

acuerdo con esta autora, los burócratas y militares venían

representado el 33,5 por 100 del total de licencias del periodo

tardocolonial, seguidos por criados y comerciantes (32,0 y 20,7

por 100 respectivamente). El porcentaje de estos empleados del

TD- Francisco Contreras Pérez

228

Rey de España se elevaba al 48,5 por 100 en el caso de los

embarcados para los Países del Plata.167 Qué duda cabe que la

lógica desaparición de este componente, una vez abortado en 1823

el último intento de expedición militar desde la metrópolis, no pudo

por menos que incidir en la reducción del trasvase poblacional ya

afectado por la propia conflictividad del momento y la

“hispanofobia” colateral.

Por otra parte, este componente migratorio institucional

continuaría siendo importante en el trasvase desde la península a

Cuba y restos de posesiones americanas hasta 1898, con picos en

periodos de conatos independentistas antes de este año.

En este sentido, M. D. Díaz Trechuelo168 apuntaba que la

emigración en época colonial tenía unos matices propios con

respecto a la posterior en la medida que saltar el charco no suponía

una solución de continuidad en la soberanía del mismo rey, la

misma ley, la misma lengua, la misma religión, con usos y

costumbres similares. Sin duda esto facilitaba llevar consigo al

núcleo familiar. Cabe considerar que esto sería así en el caso de

167 MÁRQUEZ MACÍAS, R.: La emigración española a América (1765-1824),

Oviedo, Universidad, 1995, pp. 168 y 181. Se han sumado los porcentajes que la autora ofrece desagregados para las profesiones de “militares” y “burócratas”.

168 DÍAZ TRECHUELO LÓPEZ ESPÍNOLA, M. D.: “La emigración familiar andaluza a América en el siglo XVII”, en EIRAS ROEL, A. (ed.): La emigración española a Ultramar, 1492-1914, Madrid, Tabapress, 1991, pp. 190 y 1991.

TD- Francisco Contreras Pérez

229

funcionarios, militares y grandes comerciantes amparados por la

estructura administrativa colonial, máxime cuando además solían

ocupar en América la cúspide de la estructura social.169

Subyace en este enfoque el presupuesto de que el emigrar

debe suponer un acto de “ruptura” con el origen y su marco

cultural, circunstancia que la autora matiza en la emigración

colonial. Este enfoque en todo caso no tiene cabida en los

presupuestos actuales que dominan los estudios sobre migraciones

del XIX, a pesar de que el marco institucional colonial ya hubiera

desaparecido en gran parte de los destinos americanos.

En cualquier caso, la emigración no institucional venía ya

produciéndose con anterioridad con una creciente incorporaciones

de nuevas regiones de origen desde finales del siglo XVIII; esa

emigración no amparada directamente en la estructura

administrativa del imperio español, esto la que no atañe a los

servidores del Rey o de Dios, muestra un destacable interés por

zonas de más reciente expansión como el Río de la Plata. Por ello,

también sobreviviría una vez certificada la defunción de aquel

marco institucional colonial en esos territorios de América.

169 Otros autores emplean definiciones más amplias del emigrante,

incluyendo al funcionario e incluso otras más polémicas como la del esclavo. Véase como ejemplo MACÍAS DOMÍNGUEZ, I.: La llamada del nuevo mundo. La emigración española a América (1701-1750), Sevilla, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Sevilla, 1999, pp. 21 y sigtes.

TD- Francisco Contreras Pérez

230

Se ha dicho que Andalucía, en tanto que punto tradicional

de conexión con los territorios ultramarinos, fue la región que más

directamente sufrió los aspectos negativos de este nuevo orden de

cosas, como se refleja en la decadencia del emporio portuario de

Cádiz. Incluso a finales del XVIII, cuando ya estaban habilitados

otros puertos para el “comercio libre”, la ciudad andaluza todavía

canalizaba el 80 % de las reexportaciones de mercancías

extranjeras hacia Ultramar. 170

No obstante, el impacto de esta ruptura en la economía

andaluza parece haber sido mayor en el plano comercial que en el

productivo, en función de que era aquel sector el más íntimamente

ligado a los beneficios del Imperio. Según al citado investigador A.

García Baquero, si bien las ciudades portuarias andaluzas venían

sirviendo como nodos de comunicación y de distribución de

mercancías foráneas (y de personas, añadimos), los sectores

productivos de la región no habían aprovechado del todo esta

ventaja estratégica para acceder a los mercados americanos (y con

ello modernizarse hacia “nuevas formas de capitalismo”). Las

170 GARCÍA-BAQUERO GONZÁLEZ, A. : Andalucía y la carrera de Indias (1492-

1824), Sevilla, Editoriales Andaluzas Unidas, 1986, pp. 80 y 194. De ello se puede colegir, por otra parte, que el impacto directo de la pérdida de la gran parte de las colonias se concentró en las principales ciudades portuarias, afectando sólo en mucha menor medida o en nada al resto de poblaciones de una vasta región que en gran medida seguían viviendo como economías locales estancas y mal comunicadas.

TD- Francisco Contreras Pérez

231

exportaciones andaluzas parecían ser minoritarias y estar poco

diversificadas en dichos mercados, destacando los productos y

derivados de la vid, que tenían sus principales territorios de

cultivos en las proximidades de los puertos de Cádiz y Málaga.

Fueran productos locales o reexportaciones foráneas, las

intensas relaciones comerciales asentadas en Cádiz, y algo más

tarde en Málaga, establecieron desde la segunda mitad del XVIII

un acervo de conocimiento que se conviertan en los primeros focos

migratorios de la época contemporánea. A este respecto, cabe

decir que los comerciantes andaluces venían representando en

torno a una cuarta de todos los comerciantes, españoles y

extranjeros, que habían solicitado licencia para las Indias en el

periodo previo a la independencia.171

La hipótesis sobre la continuidad de las relaciones

particulares entre ambas orillas en el caso de Andalucía debe

asentarse en el hecho de que, en estas primeras décadas de

principios del XIX, emigración a América y tradición comercial

171 Para el último tercio del XVIII y primer cuarto del XIX, las licencias a

comerciantes originarios de Andalucía sumaron 194, de un global de 767 para esta profesión en las que consta la naturaleza del solicitante. Aquellos casi dos centenares de comerciantes venían a ser el 19,9 por 100 de todos los andaluces que declararon un profesión. De todas las licencias para españoles y extranjeros, los comerciantes representaban 2245 (incluye 1478 en las que no consta la procedencia del solicitante). Fueran de donde fueren, todos ellos tuvieron que embarcar en el puerto de Cádiz, pues estamos ante datos procedentes de la licencias conservadas de la Casa de Contratación (radicada por entonces en esta ciudad portuaria). MÁRQUEZ MACÍAS, R. (1995), pp. 201 y 202

TD- Francisco Contreras Pérez

232

constituyen un binomio determinante de la movilidad exterior en

Andalucía, y pretendemos demostrarlo en función de las fuentes

disponibles para el caso de la corriente a la República Argentina (lo

que no excluye otros determinantes pero de índole económica u

otra en la base de la decisión de los emigrantes). Esto es, ese

binomio explica tanto por qué se emigra de unas zonas, pero

también por qué se hace en ellas y no en otras a pesar de poder

compartir otros factores comunes.

En virtud de esta doble hipótesis de trabajo (recuperación

de las migraciones y el binomio emigración/comercio), el análisis

se centrará de la pregunta básica sobre cuáles eran esos elementos

de continuidad o ruptura que se pueden detectar a partir de las

fuentes documentales disponibles. Esto es, abordaremos el impacto

de los procesos revolucionarios en la corriente andaluza y cómo se

reactivó el flujo partiendo de una breve aproximación a los perfiles

que presentaba en la época tardocolonial

Así pues, mientras que tras 1824 las relaciones entre

Estados tardarían en normalizarse bajo un nuevo marco de

relaciones diplomáticas, el poso de cultura migratoria no

desapareció en Andalucía en ese segundo tercio del XIX. Este

universo de contactos personales se intensificaría a lo largo del

siglo XIX no sólo con los territorios que seguían siendo colonias –

TD- Francisco Contreras Pérez

233

como Cuba-, sino también con las nuevas repúblicas surgidas de

los antiguos grandes virreinatos y sobre todo aquel territorio

emergente desde finales del XVIII como era el Río de la Plata.

El Río de la Plata irá consolidando su preeminencia como

destino de las migraciones masivas contemporánea a lo largo del

XIX. Si bien con Cuba persistían las estructuras políticas coloniales,

no ocurría así en el Cono sur, donde los flujos migratorios quedan

al albur de las decisiones de particulares. Los Países del Plata

parecen presentar un mayor dinamismo como destino de las

migraciones en los años previos a la independencia. Como otro

elemento que apuntalan las tesis no rupturistas, la República

Argentina surgida del extinto virreinato del Plata no sólo

sobreviviría como destino emergente desde 1830, sino que sería,

junto con Brasil, el destino protagonista de la eclosión de las

migraciones masivas trasatlánticas en nuestra región cincuenta

años después.

Argentina y Buenos Aires en el segundo tercio del

XIX.

A finales del XVIII, se estaban operando importantes

cambios en las economías de los virreinatos que favorecieron las

economías de ciudades portuarias ligadas a la actividad comercial

TD- Francisco Contreras Pérez

234

como La Habana, Caracas y Buenos Aires, mientras decaían otras

“regiones neurálgicas” hasta entonces (México, Nueva Granada y

Perú) 172. El viejo orden colonial, reformado en sus instituciones por

el Estado, se estaba transformado por la fuerza del comercio y

ligado a las corrientes migratorias entre un punto y otro del

atlántico.

Parece ser una hipótesis bastante admitida entre los

americanistas que Argentina y muy especialmente Buenos Aires

obtuvieron rápidos y cuantiosos beneficios de la independencia de

la vieja metrópoli. A pesar de que de los trastornos asociados a la

ruptura con la corona española, y la siguiente etapa marcada por

de conflictos fronterizos y de rivalidades guerracivilistas que se

prolongó entre la constitución del primer gobierno independiente

en 1824 y el periodo 1860-1874173. Se ha señalado como factores

en este saldo positivo a medio plazo del caos inmediato los

siguientes: a) la destrucción del viejo edificio fiscal colonial,

especialmente oneroso en una economía netamente exportadora,

b) el cambio institucional general que incentivó la superación de la

viejas fórmulas precapitalistas, y c) el alto grado de productividad

172 MÁRQUEZ MACÍA, R. (1995), pp. 111-112. 173 Véase SURIANO. J. (coord.): Nueva historia argentina. III: Revolución,

República, Confederación (1806-1852), Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 1998.

TD- Francisco Contreras Pérez

235

alcanzados en esta economía respecto al resto de América Latina,

ya visibles desde los últimos años de control español.174

“La transición más lograda, en términos

económicos, es quizás la de Argentina, donde se inició

un crecimiento impulsado por las exportaciones poco

después de la independencia, pese a las guerras civiles

e internacionales”.175

Pero también hemos señalado que el área del Río de la Plata

no parece haber sido nunca antes de la década de 1880 un destino

destacado de la emigración exterior andaluza. No obstante, estas

dinámicas ya se dejan sentir en torno a la fecha de creación del

viejo virreinato. Los últimos años estuvieron marcada no obstante

por el dislocamiento de las comunicaciones marítimas asociado a

las guerras con Inglaterra, Francia y en la propia metrópoli. No

obstante estas coyunturas de caos reinante en el tránsito del XVIII

al XIX, se pusieron las bases de una tendencia a largo plazo que

llevaría al puerto de Buenos Aires a protagonizar las migraciones

masivas desde la década de 1880. Rivalizando con Brasil y Argelia

174AMARAL, S.:”Del mercantilismo a la libertad: las consecuencias económicas

de la independencia argentina”, en PRADOS DE LA ESCOSURA, L. y AMARAL, S. (eds.): La independencia americana: consecuencias económicas, Madrid, Alianza Editorial, 1993, (pp. 201-218).

175 COASTWORTH, J. H.: “La independencia latinoamericana: hipótesis sobre sus costes y beneficios”, en PRADOS DE LA ESCOSURA, L. y AMARAL, S. (1993), p. 25 (pp. 17-30).

TD- Francisco Contreras Pérez

236

a finales del XIX, por el contrario tendría un más largo recorrido en

el siglo XX, pues seguiría perfilando el horizonte migratorio de los

andaluces hasta la década de 1940-1950.

A la altura de 1855, Argentina disfrutaba de más de un

cuarto de siglo de vida independiente, lo que no impide que queden

rastros demográficos de la emigración de cuando existía el

Virreinato del Río de la Plata.

El Censo de 1855 nos ofrece una fotografía del estado de

esta población migrante que no dejaría de renovarse durante el

siglo siguiente (hasta 1950). Este flujo siguió por el momento en

años inmediatos, con intensidad cíclica, como queda demostrado

en los registros de pasaportes españoles de 1860-1861, ya

explotado más arriba. Siendo conscientes de que de nuevo

operamos con fuentes de naturaleza distinta, la

complementariedad informativa de ambas nos permitirá arrojar luz

sobre el conocimiento de este periodo inicial de la emigración

contemporánea a Argentina, cuyo puzzle está condenado a no

poder ser terminado por falta de numerosas piezas

¿Cuándo emigraron? ¿Fue la R. O. de 1853 tan

decisiva?

TD- Francisco Contreras Pérez

237

A la par que se ponían los pilares de la nueva república, el

Censo de 1855 da indicios de que la colonia española en la ciudad

no sólo no retrocedió sino que estuvo sometida a un evidente

proceso de renovación como demuestra el caso de los andaluces.

Fernández Arlaud ya había recogido a través de la

información del Archivo Histórico Nacional de España testimonios

sobre esta reactivación del aporte español en el periodo isabelino,

en parte mediante partidas clandestinas que evadían la prohibición

de emigrar vigente en España desde la Emancipación. Parece ser

que las partidas de emigrantes, reclutados por empresas dedicadas

a este ramo del transporte marítimo con Buenos Aires y otros

puntos del Cono Sur, estaban operando desde costas gallegas y

canarias al menos en la década de 1850.176

En las calles de la ciudad de Buenos Aires, según el censo

de 1855, tenían domicilio 360 individuos que declararon como lugar

alguna localidad de Andalucía (la mayoría de ellos así lo hicieron, si

bien no todos). Este grupo regional representaba el 0,3 % de los

92.000 habitantes censados en Buenos Aires en ese año. De la

colonia española en la ciudad, compuesta por algo más de 5.700

individuos, significaban el 6,0 %, mientras que el peso demográfico

176 FERNÁNDEZ ARLAUD, S.: “La emigración española a América durante el

reinado de Isabel II”, Cuadernos de Historia, Madrid, CSIC, 1973, vol. 4, pp. 419-455.

TD- Francisco Contreras Pérez

238

de Andalucía en la población de España se situaba por entonces en

el 18,9%. Esos tres centenares largos de andaluces residentes en

aquella capital del Cono Sur equivalían a un 0,2 ‰ del stock

demográfico de la región de procedencia, que por entonces ya se

situaba en torno a los 2 millones177.

Entre otros aspectos de interés, el censo ofrece un dato no

siempre presente en otros recuentos de la época: el tiempo de

residencia178. Esta información nos ha permitido esbozar un perfil

temporal de la formación de la colonia de origen andaluz en la

capital argentina en los años y décadas previos. La pregunta sobre

el tiempo de residencia ciertamente se refería a su tiempo de

residencia en la ciudad de Buenos Aires. Es probable que de haber

habido retornos intermedios y reemigración a otros puntos de

Argentina no quedara muy claro, al no precisarse en la plantilla si

se trata de su última llegada o de la primera en el caso de que se

hubiera diferencia entre ambos momentos.

Dicho esto, la información volcada en el censo nos indica

que los andaluces presentes en Buenos Aires en 1855 llevaban un

177 Según el Censo de la Población de España de 1860, las ocho provincias

andaluzas sumaban 1,9 millones de habitantes. Censo de la población de España según el recuento verificado el 25 de diciembre de 1860 por la Junta General de Estadística del Reino, Madrid, Imprenta Nacional, 1863 (Fondo documental del INE, Microfichas).

178 La mayoría de los andaluces identificados como tales por su naturaleza consignaron también esta información sobre el tiempo de residencia (sólo en 12 casos no).

TD- Francisco Contreras Pérez

239

promedio de 12 años de residencia en la ciudad. Hay un individuo

que dice estar establecido desde 1780, cuando contaba unos 5

años y llegó con toda o parte de su familia desde Cádiz al viejo

Virreinato; entre dicho año y 1835 la serie presenta una acusada

irregularidad y una mínima dimensión, fruto como no podría ser de

otra manera no sólo de procesos migratorios reducidos y de

eventuales retornos sino también de las tasas de mortalidad y la

esperanza de vida en la época. En consecuencia, como resultado

acumulado de estas décadas de saldos migratorios y vegetativos

de signo opuestos el universo estudiado a la altura de 1855

presenta una acusada dispersión de los valores, como era de

esperar por otra parte.179

No obstante desde aquellos solitarios testimonios de una

corriente que se remonta al extinto virreinato, conforme nos

acercamos al punto censal los datos tendrán una menor

incertidumbre derivada de factores extra migratorios. Vemos que

el comportamiento de la serie dibujará algunos ciclos más o menos

visibles. Cabe destacar que desde 1835, y a diferencia del periodo

179 Por otra parte, en la gráfica se observa una concentración de las llegadas

en los años terminados en 0 y en 5, que pueda obedecer a una tendencia a redondear los años en estos dígitos al ser preguntados los emigrantes por el tiempo de residencia en Buenos Aires. Conforme el año de llegada quede más acerca del punto censal (1855), esta tendencia tenderá a ser corregida con datos más precisos.

TD- Francisco Contreras Pérez

240

precedente, todos los años pasan a computar sin excepción, a

pesar de que la población estudiada seguiría estando sometida a

las mermas lógicas por mortalidad, reemigraciones interiores y

retornos durante las dos décadas siguientes hasta 1855. Ahora

bien, a mitad de estos veinte años, la línea de tendencia parece

destacar en todo caso con cierta nitidez el sexenio 1840-1845;

estimamos que, en función de la información disponible, este

momento puede considerarse el primer punto de inflexión hacia el

restablecimiento de la corriente emigratoria andaluza a la

República Argentina.

TD

- Fran

cisco C

on

treras Pérez

241

Años de llegada de los andaluces residentes en Buen os Aires en 1855

0

5

10

15

20

25

30

35

40

45

1775

1780

1785

1790

1795

1800

1805

1810

1815

1820

1825

1830

1835

1840

1845

1850

1855

1860

Años de llegada

Em

igra

ntes

0

10

20

30

40

50

60

70

80

90

100

Fuente: Censo de Buenos Aires, 1855. Elaboración propia

Por

cent

ajes

acu

mul

ados

TD- Francisco Contreras Pérez

242

Al final de la serie, parece que nos encontramos un nuevo

ciclo que tuvo que ser “fotografiado” en pleno desarrollo al coincidir

con la realización del censo de 1855 de la ciudad (de hecho, la

línea de tendencia alcista parece proyectar aún después de a esta

fecha). Por entonces los recién llegados, esto es, individuos con un

año o menos de residencia sumarán algo más del 20% de los

andaluces censados. Si contamos junto con éstos aquellos otros

que tenían menos de tres años de residencia en aquel momento,

este segmento de recién establecidos alcanzaría el 30,7% del total

de los andaluces censados.

Durante esos dos últimos años y algunos meses venía

estando vigente el decreto de 1853 por el que se había levantado

la prohibición en España de emigrar a las repúblicas hispanas de

América.

Esta política liberalizadora de las migraciones no pudo más

que tener un impacto numérico positivo en las corrientes

migratorias, como se confirma a la luz del comportamiento de la

curva de llegadas a Buenos Aires de andaluces durante el último

trienio.

Además, por el lado argentino, la caída del gobierno de

Rosas en 1852 y la consiguiente paz entre la Confederación

TD- Francisco Contreras Pérez

243

Argentina y la Banda Oriental, facilitó la llegada al Río de la Plata

de los buques y la reactivación del comercio. Con las mercancías

llegaron también colonos reclutados en España.180

Ahora bien, el gráfico nos muestra que, en

aproximadamente la década anterior a la publicación del decreto,

las llegadas anuales venían incrementándose hasta alcanzar con

más frecuencia los dos dígitos en 1840-1845, con un máximo en

20 individuos/año. De tal manera que desde 1847 la tendencia al

alza parece consolidarse con cierta solidez, no exenta de alguna

puntual solución de continuidad, para alcanzar un máximo de 40

individuos llegado en 1855. Es interesante que el año anterior

asistimos a un breve mella en las llegadas anuales, como reflujo o

reajuste a consecuencia al haberse dado salida el año anterior,

1853, a la demanda embolsada.

En consecuencia, a la altura de 1840 la colonia andaluza

sólo había acumulado menos de un tercio de su stock poblacional

(27,9%), mientras que a fecha de 1852, a las puertas del decreto,

ese porcentaje se había elevado hasta el 69,3%. Es decir, algo más

de dos quintas partes (41,4%) de la colonia andaluza de Buenos

Aires de 1855 se había creado en los años inmediatamente

anteriores al decreto de liberalización.

180 FERNÁNDEZ ARLAUD (1973), p. 435.

TD- Francisco Contreras Pérez

244

Por consiguiente, hay que señalar que el nuevo marco

institucional vino a sumarse a unas dinámicas de hecho ya

preexistentes, y autónomas respecto a estas medidas, sobre las

que no podría más que coadyuvar positivamente. En 1853 la cifra

de llegadas duplicó la del año anterior, marcando un ritmo de

crecimiento en esos siguientes casi tres años hasta conformarse el

20% restante del porcentaje acumulado de la colonia andaluza en

1855. No sería descabellado adjudicar, a la luz de las cifras anuales

de llegadas anteriores y posteriores al decreto, que algo más de la

mitad de ese tirón final del crecimiento se adjudique como efecto

inmediato del nuevo marco legal liberalizador en España.

En definitiva, el gobierno de Isabel Il con aquel decreto de

septiembre de 1853 venía a reconocer que la prohibición formal de

emigrar a América estaba siendo superada por la fuerza de los

hechos en distintos puntos del país. Se supone que no pudo más

que tener un efecto positivo el levantamiento de la prohibición de

emigrar a Estados de América, pero la entrada en vigor de dicho

decreto en septiembre de aquel año fue seguida en la curva de

llegadas analizadas por un descenso en 1854 respecto a los datos

de año anterior, dilatándose el supuesto impacto positivo a un año

más. Los datos de 1855 normalizan la tendencia del ciclo. Hay que

recordar que esa medida liberalizadora pudo hacer posible

TD- Francisco Contreras Pérez

245

embarques por puertos españoles de un flujo que venía haciéndose

de manera clandestina por otros puertos extranjeros próximos

(como Gibraltar). Ahora bien, la norma incluía la regulación de las

salidas sometiéndolas a requisitos administrativos como la solicitud

y obtención de pasaportes en lo gobiernos civiles provinciales, lo

que suponía una serie de trámites que pudieron diferir el efecto

real al medio plazo.

En suma, este factor institucional actuó sin duda como un

determinante no explicativo pero tampoco desdeñable en la

coyuntura de los procesos migratorios, en la medida que la

prohibición por ley primero o la mera regulación burocrática

después suponen un incremento de costes de distinta índole

(buscar puertos extranjeros, burocracia...), añadidos a los propios

del transporte y la estancia en el barco durante varias semanas

(suspendiendo la actividad laboral).

En todo caso, emigrar había sido, era y lo seguirá siendo

una estrategia más de las disponibles para la mejora de las

condiciones materiales de vida de individuos y familias, más allá de

las legislaciones. En definitiva, por la R.O. de 1853 venía a

reconocer una situación de facto, dando nombre de ley a un

TD- Francisco Contreras Pérez

246

fenómeno social, con lo que comenzó al marco legal que el

liberalismo generaría en España en tema de emigración.181

¿De qué localidades andaluzas procedían? ¿Se

reproduce el mapa de la emigración colonial?

La mayoría de los andaluces censados en Buenos Aires en

1855 procedía de la provincia de Cádiz (207), seguidos a

considerable distancia por los de las provincias de Málaga (65) y

Sevilla (29). Ninguno de los censados declaró haber nacido en

Almería. A la pregunta del censista: “¿En donde nacio?”, hay que

señalar que algo más de un 11% de todos ellos nombraron

Andalucía. Si a estos datos unimos los de pasaportes para

completar las fuentes de estos años centrales del siglo XIX, los

promedios nos indican que Cádiz y Málaga explican tres cuarta

parte cuartas partes de los andaluces censados o con destino en

Buenos Aires.

De asistir a una recuperación de las anteriores redes

sociales y cadenas migratorias debemos observar en nuestros

datos una continuidad de los lugares emisores de emigrantes entre

el virreinato y estas décadas centrales del XIX. Y en efecto, a ello

181 PÉREZ PRENDES (1993).

TD- Francisco Contreras Pérez

247

apunta como una primera aproximación la tabla donde se

sintetizan los porcentajes de participación de las distintas

provincias según las fuentes disponibles para estos años de

transición entre la emigración colonial y la contemporánea. En la

siguiente tabla mostramos la secuencia de datos que hemos podido

reunir para estos decenios previos a estadísticas seriadas de

emigración.

Del Virreinato a la República: cambios en el origen provincial de los emigrantes

Licencias Censo Pasaportes Promedio Provincia 1700-1790 1855 1860/1 1855-1860/1

Cádiz 54,8 65,1 35,3 46,4 Málaga 14,4 20,4 47,1 32,6 Sevilla 15,1 9,1 14,7 11,4

Granada 4,1 1,9 2,9 2,3 Córdoba 4,1 1,6 0 0,7

Huelva 6,2 0,9 0 0,4 Jaén 0,7 0,9 0 0,4

Almería 0,7 0 0 0

Andalucía 100 100 100 100 En tantos por 100 del total regional. No se contabilizan en esta tabla esos 42 individuos que, originarios de Andalucía, no han podido identificarse con un origen provincial. Fuentes: a) para 1700-90: "Relación de viajeros" (con destino a Buenos Aires) en DÍAZ TRECHUELO (1990), b) para 1855: Censo de Buenos Aires de 1855 y c) para 1860-1: Anuario estadístico de España […] 1860:1861. Elaboración propia

En un estudio comparado con las estadísticas de la etapa colonial

(primera columna de la tabla), observamos pautas territoriales que

se reproducen hasta los años centrales del XIX. Los de Cádiz

TD- Francisco Contreras Pérez

248

constituyen el aporte mayoritario en la serie de licencias del siglo

XVIII como entre los censados en Buenos Aires en 1855. La

horquilla de valores se mueve en valores próximos.

Es razonable ver en ello un indicio de que esta última fuente

respecto a la primera viene a ser el reflejo en términos de stock

residencial de la corriente migratoria que hubo entre el principal

puerto andaluz y el virreinato del Mar del Plata a finales del XVIII y

principios del XIX. Ahora bien, sin negar la existencia de individuos

supervivientes de la etapa colonial, estos son muy pocos si

atendemos a los años de residencia, y dadas las décadas

transcurridas el retorno o la extinción biológica habrían mermado

esta población. Los supervivientes son aquellos llegados entonces

con cortos años de edad, en grupos familiares desaparecidos cuyos

adultos han desaparecido.

En consecuencia, el peso mayoritario de los gaditanos entre

los censados en 1855 no parece ser simplemente el “fósil”

demográfico de la emigración de aquella etapa. Como hemos visto

en la serie de años de llegada, la colonia andaluza en Buenos venía

renovando sus efectivos en dos últimas décadas anteriores al

censo, de lo que deducimos también el segmento de origen

gaditano.

TD- Francisco Contreras Pérez

249

Por otra parte, observamos también entre los datos del

XVIII y del XIX reunidos algunos detalles relativamente nuevos.

Siguiendo con el segmento de gaditanos, la serie última de

pasaportes (1860/1) acusa una reducción visible de su proporción.

Por contra resulta aún más destacable el ascenso de los originarios

de la provincia de Málaga. Éstos últimos constituyen forman ya

para entonces el contingente más importante, con un 47,1 % de

los pasaportes solicitados para Argentina (dentro de las

dimensiones reducidas de estos contingentes por ahora: 34

pasaportes desde Andalucía a Argentina).182

Con bases en el siglo XVIII, la tendencia a largo plazo de los

emigrantes malagueños a incrementar su aporte en la corriente

exterior andaluza continúa afianzándose durante el siglo XIX según

lo visto a la altura de 1860/1, sin menoscabo de las distorsiones

coyunturales que con carácter general produjeron los ciclos bélicos

que protagonizaron el tránsito de un siglo al otro.

La tendencia opuesta las marcan las demás provincias,

algunas como Sevilla de una más larga tradición comercial y

administrativa con las antiguas Indias occidentales. Dicho esto, los

182 Si bien es cierto que, con excepción de este destino, los gaditanos siguen

protagonizando el resto de las rutas emigratorias americanas en dicho bienio, como venía siendo así desde el periodo anterior. Ver los análisis anteriores sobre los destinos andaluces a partir de los pasaportes de 1860/1.

TD- Francisco Contreras Pérez

250

viejos lazos de la plaza sevillana tejidos con América desde antaño

y en menor medida con el más reciente virreinato del Río de la

Plata se dejaban sentir todavía a mediados del XIX, aunque con

valores muy alejados tanto de Cádiz y Málaga y también de su

peso demográfico en la población regional de entonces hacia 1860.

Finalmente, las restante cuatro provincias andaluzas presentaban

en el siglo XVIII porcentajes que a lo más rozan el 5 % (como

Granada), para finalmente verse reducidas a niveles testimoniales

en las siguientes columnas del XIX de nuestra tabla.

Según hemos analizado en la serie de años de llegada, la

población procedente de Andalucía y censada de Buenos Aires en

1855 venía renovándose desde tiempo atrás. Una vez reducidos los

obstáculos para emigrar, podemos partir de la idea, por otra parte

razonable, de que se estaban retomando con más fuerza viejas

redes familiares y sociales que había permanecido en estado de

latencia durante el caos posterior a la independencia y la ruptura

de relaciones entre la ex colonia y la metrópoli. Esta es la situación

descrita por C. Moya para la que propone aplicar el término de

“dormant chains” (“cadenas durmientes”):

“[...] resurrected chains that had lain dormant

during the postindependence chaos but dated back to

TD- Francisco Contreras Pérez

251

the late eighteenth century, when Cadiz was the main

commercial link between the metropolis and the River

Plate vicerreinalty. [...], in the dormant chains the

previous success of immigrants determinated how long

transatlantic family ties could survive without actual

physical contact.”183

“Cadenas migratorias dormidas” nos remite a la existencia

de antiguas redes de tipo interpersonal que, en función de las

coyunturas políticas marco, quedaron suspendidas pero no

definitivamente rotas entre España y Argentina a raíz de los

procesos de independencia. Estas relaciones interpersonales sobre

las que se sustentaban el comercio y también la emigración hacen

que ésta salga de este estado de latencia una vez que empiezan a

desaparecer todos o parte de esos factores obstaculizadores. En la

nueva coyuntura, se irán materializarán nuevos trasiegos vía estos

canales interpersonales (familiares y de otra índole) que

virtualmente unen a las gentes a un lado y otro del Atlántico.

De los 360 individuos que forman la población nacida en

Andalucía, para 313 conocemos la localidad de nacimiento. Esta

información es de especial trascendencia a la hora de acotar una

183 MOYA, J. C. [1998], p. 142.

TD- Francisco Contreras Pérez

252

respuesta a la pregunta sobre la continuidad o innovación en los

patrones territoriales de la emigración andaluza a Argentina. Esto

es, significa el mayor grado de concreción que en fuentes censales

podemos obtener para confirmar la hipótesis sobre la reactivación

de las cadenas durmientes heredadas de los últimos decenios de

dominio colonial en el virreinato.

Estos emigrantes dicen proceder de 21 de los 805

municipios de la región, esto es, sólo el 2,6 % de las localidades184

que articulaban por entonces el mapa municipal de Andalucía. Un

80 % de los mismos dice proceder de estos tres núcleos urbanos:

Cádiz, Málaga y Sevilla, por orden de frecuencia. Es cierto que esas

tres ciudades son las tres más importantes del mapa urbano

andaluz de mediados del XIX, reuniendo dos tercios de la población

de las capitales de provincia, si bien sobre la población regional

sólo representaban el 9,6 %. El conjunto de las capitales

representaba sólo el 15,4 % de la población andaluza. Por lo tanto

estamos ante una marco demográfico eminentemente rural en caso

un 85 %185. En consecuencia, no estamos ante una traslación de

184 Total de municipios de las ocho provincias en 1860. Censo de la población

de España según el recuento verificado el 25 de diciembre de 1860 por la Junta General de Estadística del Reino, Madrid, Imprenta Nacional, 1863 (Fondo documental del INE, Microfichas).

185 Censo de la población de España según el recuento verificado el 25 de diciembre de 1860 por la Junta General de Estadística del Reino, Madrid, Imprenta Nacional, 1863 (Fondo documental del INE, Microfichas).

TD- Francisco Contreras Pérez

253

los pesos demográficos rural-urbano al flujo emigratorio regional,

sino más bien ante un reverso de esa distribución tal como

observamos en la región de origen.

Por consiguiente, los datos disponibles para mediados del

XIX, que consideramos extensibles al conjunto de este segundo

tercio de la centuria, apuntan a que esta la etapa contemporánea a

la capital de la recién constituida República Argentina está

protagonizada está protagonizada por individuos de origen urbano.

Puede tratarse de la reactivación de cadenas migratorias

durmientes entre poblaciones que habían salvado de la ruptura

política parte de los lazos comerciales forjados bajo el extinto

marco mercantilista, más otras procedentes de otras ciudades

entonces todavía menos ligadas al mismo. En todo caso, se

presenta bajo el carácter de un trasvase migratorio interurbano, a

modo de un goteo individuos y familias algo más intenso por año

que durante el siglo XVIII, y de menor envergadura e intensidad

que durante las migraciones masivas del último tercio del XIX.

TD- Francisco Contreras Pérez

254

Localidades de origen de los emigrantes andaluces censados en Buenos Aires en 1855

Localidad Provincia Número de Emigrantes

%

Cádiz CA 169 54,0

Málaga MA 61 19,5 Sevilla SE 27 8,6

Puerto de Santa María CA 19 6,1 Jerez de la Frontera CA 8 2,6

Granada GR 5 1,6 Córdoba CO 4 1,3

San Fernando (Isla de León) CA 3 1,0

Nerva H 2 0,6

Puerto Real CA 2 0,6

Puebla (del Río) SE 2 0,6 Villanueva del Ariscal SE 2 0,6

Aguilar CO 1 0,3 Algeciras CA 1 0,3

Jaén J 1 0,3

Montejícar GR 1 0,3

Caronila, La (Real Carolina) J 1 0,3

Ronda MA 1 0,3

Rota CA 1 0,3 San Bartolomé (de la Torre) H 1 0,3

San Roque CA 1 0,3

Subtotal 313 100 Dato no disponible 47

Total 360

Fuente: Censo de Buenos Aires de 1855. Elaboración propia.

TD- Francisco Contreras Pérez

255

Y de todas ellas, los procedentes de la capital gaditana constituyen

más de la mitad de los andaluces residentes en Buenos Aires, con

un 54,0 %. Este porcentaje viene a ser claramente superior al 37,7

% que habían representado en las “listas de viajeros” andaluces

con destino a Buenos Aires de 1700-90, así como al 34 % que

habían significado entre aquellos con viajaron a distintos destinos

de América en 1765-1824. Por consiguiente, estos datos apuntan a

un reforzamiento de la posición relativa de los emigrantes nacidos

en Cádiz en la corriente andaluza a Buenos Aires, al menos,

durante la primera mitad del XIX, una etapa previa a la emigración

en masa.

En una traslación cartográfica de estos datos de 1855

(véanse mapas), observamos que los cuatro municipios que

circundan la Bahía de Cádiz (además de la propia Capital, Rota, El

Puerto de Santa María, Puerto Real y San Fernando) totalizan algo

más de dos terceras partes de los lugares de nacimiento de los

andaluces residentes en Buenos Aires (64,6 %). Un protagonismo

migratorio que multiplica por diez su peso demográfico en el

TD- Francisco Contreras Pérez

256

conjunto de la población regional, que se situaba por entonces en

el 6,3 %186.

En consecuencia, se confirma un perfil netamente urbano

de la emigración andaluza de la primera mitad del XIX, y se

identifican concretamente el área de la Bahía de Cádiz más la

colindante Jerez de la Frontera como una cuenca emigratoria de

especial relevancia, territorialmente acotada y económicamente

integrada en torno a un viejo entramado de actividades

comerciales con el Nuevo Mundo. Hay que señalar que esta perfil

territorial constituye un elemento también de continuad en el

patrón del origen de la emigración del siglo XVIII, tal y como

también se refleja en el mapa que recoge los municipios de origen

de los emigrantes a Buenos Aires en dicha centuria.

186 Censo de la población de España según el recuento verificado el 25 de

diciembre de 1860 por la Junta General de Estadística del Reino, Madrid, Imprenta Nacional, 1863 (Fondo documental del INE, Microfichas)

TD

- Fran

cisco C

on

treras Pérez

257

TD

- Fran

cisco C

on

treras Pérez

258

TD- Francisco Contreras Pérez

259

Comparando ambos mapas, se puede demostrar que un

grupo de al menos diez municipios, de los 21 andaluces

consignados como lugar de naturaleza en el censo bonaerense de

1855, cuentan con antecedentes emigratorios, de diversa

envergadura, a la luz de las licencias emitidas en el siglo XVIII para

el antiguo virreinato del Río de la Plata. De nuevo, se trata de

cuatro grandes poblaciones de la provincia de Cádiz: la propia

Cádiz junto al Puerto de Santa María, Jerez de la Frontera, San

Fernando y Algeciras, más las capitales de Sevilla, Málaga,

Granada y Córdoba; como única excepción netamente rural, hay

que contar con San Bartolomé de la Torre (Huelva)187.

En total, de esta decena de localidades había procedido

también una mayoría absoluta de los andaluces: el 73 %, que

habían obtenido licencia para Buenos Aires a lo largo de los años

1700-1790188. Ello nos habla de una relevancia emigratoria de este

187 Esta localidad onubense contaba según el Censo de Floridablanca con poco

más de 600 habitantes, mientras el resto de poblaciones de este grupo presentaba dimensiones bastante considerables en un rango que iba de los algo más de 6.000 de Algeciras y los 76.000 de Sevilla Censo de Floridablanca 1787, vol. 1: Comunidades regionales, Madrid, INE, 1987.

188 Datos de licencia según el citado trabajo de de Díaz Trechuelo para 1700-1790. Entre estas fecha y la declaración de independencia, a estos diez municipios con naturales con relación migratoria con Buenos Aires, más otros cinco que también están presentes en el Censo bonaerense de 1855, fueron el origen nada más y nada menos del 80 % en la emigración a toda América en 1765-1824, según las citadas investigaciones de Márquez Macías. Se reiteran los nombres Cádiz, Málaga, Sevilla, Puerto de Santa María, Jerez de la Frontera, Granada, Córdoba y San Fernando, a los que se sumaron en esta ocasión Nerva, Puerto Real, Puebla del Río, Villanueva del Ariscal, Aguilar, Algeciras y Jaén.

TD- Francisco Contreras Pérez

260

grupo a lo largo de dichos años que resultaba estar muy por

encima de su peso demográfico, que rondaba el 20 % a finales del

XVIII (Censo de Floridablanca)189; denota de nuevo una fuerte

concentración territorial de las fuentes emisora que se acentuaría

según lo estudiado para los andaluces residentes en Buenos Aires

durante la primera mitad del XIX.

Surge a raíz de este estudio una cuestión más: ¿El origen

puede estar asociado a la antigüedad en la residencia? En el

momento del censo, los tiempos de residencia de todos los

individuos arrojan una media de algo más de una docena de años

de residencia en Buenos Aires (12,2 años). Ahora bien, la

dispersión media de los valores presentes llega ser superior a este

promedio. Ciertamente esto es lógico teniendo en cuenta que

estamos ante un universo poblacional pequeño pero que se ha ido

formando en una marco cronológico dilatado, que cubre toda la

primera mitad del XIX y hunde sus raíces en los últimos años del

XVIII, en función de diferentes aportes periódicos que hemos

sintetizado con anterioridad (de hecho, los tiempos de residencia

van de los 75 años a otros inferiores al año). Aquellos que dicen

haber nacido en “Andalucía”, sin definir la localidad o la provincia,

189Censo de Floridablanca 1787, vol. 1: Comunidades regionales, Madrid, INE,

1987.

TD- Francisco Contreras Pérez

261

son los que muestran un mayor tiempo de residencia por entonces,

junto con los dos individuos que dicen proceder de algún pueblo de

Jaén.

Por otra parte, la mediana de los tiempos de residencia si

sitúa en 6,5 años; esto es, la mitad de los valores reales de los

andaluces censados en 1855 se concentra en un lapso de tiempo

de residencia bastante más acotado con respecto a la media

estadística que se obtiene de ellos.

En consecuencia, de este análisis se infiere que, siendo el

aporte andaluz un componente no nuevo en la ciudad de Buenos

Aires, como cabía suponer por su vieja relación colonial, este

aporte regional se ha multiplicado por 2 en los años

inmediatamente anteriores a la realización de este censo de

mediados del XIX.

TD- Francisco Contreras Pérez

262

Origen y tiempo de residencia

de los andaluces en Buenos Aires (1855).

Provincia Hombres Mujeres Total

Media Mediana Desv. est. Media Mediana Desv.

est. Media Mediana Desv. est.

Cádiz 13,3 10,0 15,4 11,2 8,0 12,9 12,6 8,0 14,7 Málaga 8,7 6,0 9,5 11,0 2,0 14,3 9,5 5,0 11,1

“Andalucía” 18,9 13,5 14,9 11,8 8,0 12,4 16,4 10,5 14,3

Córdoba 11,9 5,0 16,9 --- --- --- 10,7 5,0 14,9 Granada 7,6 3,0 11,0 --- --- --- 6,2 3,00 10,0

Huelva 5,5 5,5 6,4 --- --- --- 8,3 10,0 6,7 Jaén 15,0 15,0 12,7 --- --- --- 12,3 7,0 10,1

Sevilla 12,8 6,0 17,0 8,0 8,0 6,3 11,8 6,0 15,4

Andalucía 12,6 6,0 14,4 10,9 8,0 12,5 12,2 6,5 14,0

Fuente: Censo de Buenos Aires de 1855. Elaboración propia

Aunque hemos reflejado en la tabla los datos a nivel

provincial, hemos ceñido los comentarios a las dos provincias, en

virtud de los escasos valores de otros orígenes. En este sentido,

sólo de las provincias de Cádiz, con 207 emigrantes, y Málaga, con

65, provienen algo más del 85 por 100 de los andaluces con origen

provincial definido.

De estos datos, podemos observar que los emigrantes

malagueños son de estos dos el componente provincial más

reciente en términos relativos, situándose la mitad de los censados

TD- Francisco Contreras Pérez

263

en un tiempo de residencia inferior a los 5 años. A su vez, la mayor

heterogeneidad entre los valores de los gaditanos también nos

habla de su más antigua presencia, conviviendo diferentes

generaciones migratorias de este origen en el Buenos Aires de

mediados del XIX.

Expresadas estas acotaciones, nos llama la atención en la

tabla de tiempos de residencia el caso de las mujeres malagueñas:

su media es superior a la de los hombres de igual origen, pero la

mediana (y éste es el indicador relevante en nuestra opinión) se

sitúa por debajo de los 2 años de residencia.

Los hombres malagueños presentan un tiempo de residencia

inferior que los gaditanos por término medio, pero superior al de

las mujeres del mismo origen. La mitad de ellos habría llegado en

los ocho años anteriores al Censo, frente a los 2 de las mujeres

Resumiendo las principales conclusiones obtenidas en este

apartado, al menos para estas poblaciones disponemos de

constancia documental que certifican la existencia de esa condición

teórica necesaria para que consideremos la posibilidad de cierta

tradición migratoria anterior al siglo XIX; lazos que, por

numéricamente reducidos que pudieran ser según el caso,

sobrevivieron como “cadenas durmientes” durante la vorágine

política del primer tercio del XIX. Relaciones de tipo familiar,

TD- Francisco Contreras Pérez

264

vecinal y/o comercial que, superada esa fase, se reactivarían entre

esta región y aquel puerto del Cono Sur. Como vimos con

anterioridad, el decreto del Gobierno español de 1853 que terminó

revocando la prohibición de emigrar a América se sumará, al

menos de manera pasiva, a un proceso previo que venía

mostrando nuevas constantes vitales. Además, hay otros indicios

de cierto grado relativamente dinámico de renovación de la colonia

andaluza como reflejan los datos malagueños, con un menor peso

relativo de individuos con extensos años de residencia frente al

más antiguo componente gaditano (sin duda, en este último

también se detectan aportes igualmente recientes).

¿Llegaron directamente o hubo reemigración?

Las reemigraciones de emigrantes europeos una vez en

América es un tema del que se viene hablando en la historiografía,

aunque las fuentes siempre son esquivas a documentarlo. El área

del Río de la Plata constituye un espacio integrado por múltiples

relaciones comerciales y económicas, entre la que se desenvolvían

los hombres e intereses españoles en la zona, que llegarían a

englobar en determinadas épocas territorios brasileños más o

TD- Francisco Contreras Pérez

265

menos lejanos como Río de Janeiro desde principios del XIX.190

Cuando las convulsas décadas de 1810-20, algunos españoles

pudieron encontrar un refugio temporal en la cercanía de

Montevideo y en los viejos lazos con determinados puntos de la

costa brasileña, a la espera de que la hispanofobia amainara en

Buenos Aires.191

Las comunicaciones fluviales y las marítimas de cabotaje

hacían totalmente permeables esas fronteras, así como difíciles el

control y la cuantificación de los pasajeros. Las primeras

estimaciones de este trasvase de españoles entre países vecinos

sólo están disponibles para fechas muy posteriores, cuando la

emigración en masa. Los cálculos de Yáñez Gallardo cifran las

entradas provenientes de Brasil en un 3% de la llegada de

españoles a Argentina para las décadas de 1920-1930.192

En cualquier caso, estas estadísticas recogen la nacionalidad

de los pasaportes presentados, no el origen regional de sus

titulares. A su vez, las estadísticas de pasaportes de la época son

deficientes, pues era un trámite que no siempre se cumplía,

190 YÁÑEZ GALLARDO, C. (1996), p. 156. 191 DE CRISTÓFORIS, N. A. (2010), p. 53. 192 Estas estadísticas como todas no son nunca exactas, y para periodos

históricos lo que debemos esperar a lo más es que sean orientativas. A su vez, el autor tiene que asumir presupuestos no fácticos a la hora de elaborar estos cálculos de la reemigración brasileña a Argentina. YÁÑEZ GALLARDO, C.(1993), p. 84.

TD- Francisco Contreras Pérez

266

máxime en la primera mitad del XIX cuando quedaba un trecho en

el perfeccionamiento de estos controles fronterizos entre los

débiles estados de la zona.

Por contra, este acercamiento desde un interés investigador

sobre un componente regional de los españoles sí lo permite el

censo de Buenos Aires de 1855. Las cédulas censales nominales

consultadas nos permiten estudiar las unidades familiares en

diversos planos, y también pueden arrojar luz sobre esta cuestión

de la reemigración.

Dado que los individuos aparecen registrado por hogares,

donde se establece la relación con el cabeza de familia, esto

permite abordar no sólo el tamaño y composición de estos

“clusters”, sino también otros aspectos relativos a la historia previa

de esa familia como son los lugares de residencia previos a la

llegada a Buenos Aires. Hemos operado en nuestra base de datos

con la filiación de los miembros de ese hogar, cuando corresponde

a hijos, y sus lugares de nacimiento. Este cruce de información

hace factible rastrear las trayectorias migratorias de las familias a

las que pertenecen, en el caso de ser distintos los lugares de

nacimiento de esos hijos a la ciudad donde fueron censados

(Buenos Aires).

TD- Francisco Contreras Pérez

267

Los estudios clásicos de Henry y Fleury conocidos como

método de reconstrucción de familias nos han servido de

inspiración, mutatis mutandis, para intentar explotar en esta

perspectiva longitudinal las posibilidades de las cédulas censales

por hogar del censo bonaerense de 1855; posibilidades que son

mucho más limitadas, como se comprenderá, que las fuentes

originalmente propuestas a tales efectos por los historiadores

franceses.193

Los resultados obtenidos se refieren a aquellas unidades

domésticas que declararon algún “hijo” entre sus integrantes, en el

apartado del censo donde se pregunta sobre la relación con el

propietario o en su caso cabeza de familia. Ciertamente suelen ser

las de más reciente constitución aquellas que todavía tienen

descendientes que por su minoría de edad y/o soltería conviven

con los padres.

193 El método de reconstrucción de familia se basaba en la explotación de la

información contenida originalmente en las series vitales (bautismo, matrimonio y defunciones) parroquiales y del Registro Civil. La obra fundacional de este método se recoge en: FLEURY, M. y HENRY, L.: Nouveau manuel de dépouillement e d’exploitation de l’état civil ancien [tercera edición, s.d.]; en castellano consultamos en su día la obra: HENRY, L.: Manual de demografía histórica, Barcelona, Crítica, 1983.

TD- Francisco Contreras Pérez

268

Trayectorias migratorias de las familias de andaluc es

según el lugar de nacimiento de los hijos

Lugar de nacimiento de los hijos %

Buenos Aires 74,7

Montevideo 7,4

Cádiz 7,1

Málaga 4,1

Sevilla 1,9

Andalucía 1,1

Rio Grande do Sul 1,1

Rio de Janeiro 0,7

Otros 1,9

100,0

Fuente: Censo de Buenos Aires, 1855. Elaboración propia.

La mayoría de hijos de andaluces en el Buenos Aires en

1855 habían nacido en esta plaza (74,7%). Estamos ante el

resultado de una emigración de solteros como dominante en el

perfil migratorio, y por tanto de varones que solían constituir

familia una vez en destino. Como veremos, lo más frecuente es el

prototipo de varón gaditano soltero que formalizaría matrimonio

con una mujer bonaerense (60,6%), dentro de unas prácticas

nupciales claramente exogámicas y distintivas de la colonia

andaluza. Este porcentaje de hijos nacidos en Buenos Aires

TD- Francisco Contreras Pérez

269

también se compone igualmente de hijos de familias ya

constituidas en origen pero que nacerían en destino.

Por su parte, los hijos de emigrantes andaluces que

emigraron con sus padres o madres desde distintos lugares de

Andalucía suman el 14,1% (Cádiz, Málaga, Sevilla y Andalucía),

certificando ese proceso de emigración de corte familiar que

observaremos como un segundo plano igualmente distintivo de la

corriente andaluza.

En el caso de las unidades familiares andaluzas para las que

tenemos constancia a través de la explotación de la información

contenida en dicho censo, el número de hijos nacidos en terceros

países de la zona representa un 9,2%; son los casos de varias

ciudades de Brasil (tres que suman un 2,2% en su totalidad)194

como sobre todo de Montevideo (7,4%). No debemos ver en este

porcentaje una valoración cuantitativa exacta de estas prácticas

reemigratorias, como por otra parte sería iluso con cualquier

fuente; se trata de una estimación orientativa que debemos

aquilatar con los resultados de otros investigadores, pero a la vez

debemos subrayar en su justa valía por ser la única manera

194 Aparte las expresadas en la tabla, hay que añadir Pernambuco que por su

menor entidad porcentual forma parte del agregado “otros” lugares de nacimiento.

TD- Francisco Contreras Pérez

270

disponible de aproximarnos a este plano de los procesos

migratorios tempranos de principios del XIX.

En suma, estos datos constatan que la experiencia de la

reemigración no era extraña entre los andaluces de Buenos Aires

en la primera mitad del XIX. La presencia de hijos nacidos en

terceros países constituye un indicio de las reemigraciones previas

de algunas de estas unidades familiares compuesta por andaluces,

y como vemos se producían fundamentalmente en el ámbito del

Río de la Plata aunque también entre Brasil y Argentina. Grosso

modo, y si extrapolamos estos datos, pudo haber afectado a casi

una décima parte de los emigrantes andaluces en Buenos Aires.

Esta proporción lógicamente es superior a la estimada por Yáñez

Gallardo, en la medida que los cálculos de este autor se refieren a

la reemigración de españoles desde Brasil; en nuestra estimación

consideramos además la reemigración desde Montevideo, que

lógicamente tuvo que representar una frecuencia mayor por su

cercanía, toda vez que hacia 1855 quedaban por venir la época de

las migraciones masivas de españoles hacia las fazendas paulistas,

de las que algunos finalmente reemigrarían en busca de Buenos

Aireas (fenómeno que empezará a ser importante a partir de la

década de 1880 y sobre todo a principios del siglo XX, junto con la

masiva emigración directa al Río de la Plata).

TD- Francisco Contreras Pérez

271

¿Cuál era el perfil demográfico del emigrante que

llegaba a Buenos Aires desde Andalucía?

Las migraciones actúan sobre las poblaciones con una

función selectiva en virtud de diferentes variables. La fuerte

acotación de esa selección por sexo y edad es quizás el sesgo más

sistemáticamente verificado en los movimientos de población por

motivos económicos.

Desde una teoría clásica, las migraciones constituyen un

mecanismo de reasignación de factor trabajo desde mercados

menos productivos a otros más productivos. En virtud del diferente

grado de integración de los sexos en esos mercados laborales, los

flujos migratorios suelen presentar un grado de masculinidad

mucho más elevado que el conjunto de la población de

procedencia.

Esto parece haber sido una constante histórica. También es

cierto que en la experiencia europea, las mujeres participaron más

en las migraciones de corta de distancia, que vehiculaban desde el

mundo rural población femenina destinada a cubrir los nichos

laborales reservados a la mujer en los mercados urbanos,

especialmente el de servicios domésticos y sólo puntualmente

TD- Francisco Contreras Pérez

272

algunos manufactureros. Ya el propio Ravenstein estableció en una

de sus Leyes de las migraciones esta relación migración femenina y

corta distancia (1889), obtenida de la observación de las

migraciones internas británicas durante la industrialización y

urbanización del XIX.

Frente a un fenómeno que se desarrolla en una secuencia

temporal, un censo parece una fuente poco adecuada, en la

medida que nos dibuja el estado de una población en un solo

momento, esto es, una instantánea sociodemográfica congelada de

ese corte temporal, del “instante” censal (medido en pocos días o

semanas).195 No obstante estas primeras limitaciones del censo, es

cierto que el estado la población no deja ser el fruto de fuerzas

dinámicas, históricas, que dejan su huella en esa fotografía censal,

y por lo tanto contiene explícita o implícitamente información

195 Ahora bien, el uso de un censo a estos efectos se encuentra sin duda

condicionado por dos elementos que no permiten detraer lecturas concluyentes de los datos:

a) Por la mayor ratio de masculinidad presente en los flujos migratorios, lo que hace que en un universo ya de por sí pequeño la dimensión de lo femenino todavía quede reducida a números absolutos testimoniales, con un valor anecdótico de cara al estudio histórico de pautas sociales;

b) por las esperanzas de vida diferenciadas entre hombres y mujeres (más alta en el caso de éstas últimas), lo que genera un factor de incertidumbre al no estar aislado en los datos reales este efecto demográfico respecto de las pautas estrictamente migratorias que pretendemos estudiar.

Esta última constante demográfica propia de las poblaciones occidentales tendría el efecto de disminuir la ratio de masculinidad en las promociones de emigrantes con más tiempo de residencia.

TD- Francisco Contreras Pérez

273

susceptible de ser leída en una perspectiva temporal más amplia.

Se trata de plantear las preguntas adecuadas y cruzar la propia

información ofrecida en una plantilla inicialmente dirigida a

responder a dar otras respuestas.

Por ello, una vez dibujado el mapa de las fuentes de la

emigración en Andalucía hacia Argentina en la primera mitad del

XIX, el análisis del perfil de este trasvase no sólo lo debemos

entender en una dimensión estática, esto es, la composición

hombres-mujeres de la colonia andaluza en un momento dado

(1855).

Las fuentes documentales que constituyen series temporales

(por ejemplo, los pasaportes de un periodo amplio de tiempo)

parecen más propicios para seguir los cambios en el tiempo de los

perfiles migratorios. Ahora bien, si filtramos los datos censales con

criterios temporales, toda vez que se pueda contar con información

de los tiempos de llegada, este método subsidiario de acercarse a

las variaciones en la participación relativa de ambos sexos en

función de esos tiempos de llegada nos puede poner sobre la pista

de la implementación de unas u otras estrategias migratorias. Por

ejemplo, el hecho de que los hombres de una población emigrante

dada presenten un tiempo de residencia en destino mayor que las

TD- Francisco Contreras Pérez

274

mujeres de igual origen nos pudiera estar hablando del efecto de

estas cadenas familiares.

Dicho de manera más concreta, a partir de la información

procedente del Censo de 1855 sobre la que hemos elaborado

nuestra base de datos, hemos podido operar cruzando los datos de

tiempo de residencia y sexo, para obtener índices de masculinidad

específica según la antigüedad de esa residencia en la ciudad.

TD- Francisco Contreras Pérez

275

Ratio de masculinidad y tiempo de residencia

de los emigrantes andaluces en Buenos Aires (1855) Ratio según el tiempo de residencia

Provincia Hombres (núm.)

Mujeres (núm.) La serie

completa Inferior a 10 años

Inferior a 5 años

Inferior a 2,5 años

Cádiz 146 61 239,3 215,6 243,5 264,7

Málaga 47 18 261,1 254,5 181,8 180,0

"Andalucía" 27 14 192,9 Córdoba 4 1 400,0 Granada 4 2 200,0

Huelva 2 1 200,0 Jaén 2 1 200,0

Sevilla 23 6 383,3

Andalucía 255 105** 242,9 222,8 218,6 245,2

* Ratio de masculinidad es un índice que expresa el núm. de hombres por cada 100 mujeres en una población dada. Desplazando la coma a la izquierda dos dígitos, se expresaría como el núm. de hombres por cada mujer, lo que quizás facilite la lectura teniendo en cuenta la pequeña dimensión de la población estudiada. ** Se ha sumado 1 a las “mujeres” por una “niña” que, de una familia de andaluces, en el censo le consignan la bonita expresión de haber nacido “en el mar” (esto es, probablemente en ese trayecto hacia Buenos Aires). Fuente: Censo de Buenos Aires de 1855. Elaboración propia.

Nos centramos en las dos orígenes provinciales más

numerosos (Cádiz y Málaga), sobre las que hemos realizado tres

cortes en función de los siguientes tiempos de residencia: inferior a

10, a 5 y a 2,5 años sucesivamente. Mediante esta extrapolación

TD- Francisco Contreras Pérez

276

podemos acercarnos a esos cambios a través de los datos

censales196.

Como cabía esperar de toda población emigrante en sus

fases iniciales y en especial las de larga distancia, los índices de

masculinidad de la colonia andaluza residente en Buenos Aires a

mediados de siglo muestran que los varones duplican largamente a

las mujeres con independencia del origen provincial o regional

(242,9 hombres por cada 100 mujeres). Igual ocurre en casi todos

los índices de masculinidad específicos por tiempo de residencia.

Salvo aquellos índices que no pasan del rango de anecdótico

por la escasa dimensión del subgrupo provincial al que se refieren,

de existir alguna singularidad en esta pauta general cabría destacar

la que presentan los emigrantes malagueños con un tiempo de

residencia inferior a 5 y 2,5 años respectivamente. Aun sin poner

en cuestión el predominio claro del elemento masculino tampoco

en estos subgrupos, los datos (181 y 180 hombres por cada 100

mujeres) significan una visible matización en términos comparados

con los niveles habituales observados.

En consecuencia, asumiendo las tesis más aceptadas a este

respecto, un componente femenino relativamente más importante

196 Bajo el supuesto de que no ha habido transformaciones sustantivas en el

comportamiento de las variables estudiadas en los últimos 10 años anteriores al censo.

TD- Francisco Contreras Pérez

277

entre los malagueños de más reciente llegada a Buenos Aires

apunta a un mayor peso del componente familiar en esta corriente

provincial. Otra cuestión es si estamos ante un tipo de emigración

del núcleo familiar al completo en una única fase emigratoria, es el

resultado de un proceso de arrastre de familiares en los cinco años

previos al Censo por parte de varones ya emigrados en una fase

temporal anterior.

Respecto a este último tema que atañe a los mecanismos

migratorios implementados para emigrar por la joven corriente

malagueña, y sin perjuicio de que más adelante volvamos sobre

ello, llamamos la atención a propósito de dos consideraciones:

a) el hecho de que en el conjunto de la serie de

residentes malagueños, sin distinción de tiempos de

residencia, nos encontramos paradójicamente con una ratio

de masculinidad equivalente o incluso superior a la de

andaluces y gaditanos.

b) Esto último hay que sumarlo al hecho ya

resaltado de que la corriente malagueña tiene una media de

tiempo de residencia menor respecto a otros orígenes, pero

con una claro componente por sexo: es una emigración más

joven en su conjunto, dicho lo cual la mediana de los

tiempos reales de residencia se situaba para los varones

TD- Francisco Contreras Pérez

278

malagueños en 6 años, y en 2 años para las mujeres, como

vimos en la tabla anterior.

Por consiguiente, estos dos rasgos pueden estar reflejando

la acción del arrastre de mujeres y familias en los cincos años

inmediatos anteriores, precedida por una primera fase liderada por

un componente más masculinizado en la primera mitad de la

década anterior al censo.

En todo caso, fuera esta emigración el resultado del

reagrupamiento con el padre ya emigrado, o el viaje de todo el

grupo en un único viaje, parece que la eliminación de trabas a la

emigración en España a partir del decreto de 1853 pudo haber

favorecido singularmente la emigración de las esposas e hijos,

dadas las dificultades de movilizarlos con anterioridad en un

entorno institucional más hostil.

En contraste, donde no cabe duda es en que la reactivación

de la emigración proveniente de Cádiz, y también la de Sevilla, en

esos mismos dos años anteriores al Censo presentó un componente

masculino que reforzaba los valores tradicionales generales.

Para la temprana emigración española a América, las

investigaciones de Yáñez Gallardo han puesto de relieve el elevado

perfil masculino de los emigrantes y más concretamente en este

TD- Francisco Contreras Pérez

279

periodo que estamos estudiando.197 En el caso catalán, se trata de

una emigración amparada en las redes familiares y de paisanaje

tejidas a partir de los intereses mercantiles que unían

determinadas localidades catalanas de las proximidades de

Barcelona con las Antillas y las nuevas repúblicas.

Ahora bien, según los trabajos de dicho autor, las

proporciones de hombres entre los emigrantes catalanes que

emigraron en las décadas anteriores a 1850 oscilan en una

horquilla que va del 81,4 al 98,1 por 100.

“[...] hay que destacar, por encima de cualquier otra

característica, su juventud y su carácter fundamentalmente

masculino.”198

Los porcentajes manejados por Yáñez Gallardo equivalen a

ratios de masculinidad de 437 hombres por cada 100 mujeres

como mínimo. Es obvio que estamos ante unos índices

considerablemente más elevados que los que presentan los

197 Para esta época temprana de emigración a América (1830-70), el

emigrante como hombre joven va asociado a un componente socioprofesional de destino urbano. YÁÑEZ, C.: “Los mercados de trabajo americanos para la emigración española ultramarina” (siglos XIX-XX)”, en FERNÁNDEZ, A. E. y MOYA, J. C.: La inmigración española en la Argentina, Buenos Aires, Biblos, 1999, p. 45 y sigtes. [pp. 43-70]

198 YÁÑEZ GALLARDO, C. (1996), p. 57.

TD- Francisco Contreras Pérez

280

emigrantes andaluces como conjunto y cada uno de sus perfiles

provinciales.199

En suma, el componente masculino era el mayoritario en la

corriente emigratoria de Andalucía a Argentina en las décadas del

segundo tercio del XIX, encajando en lo previsto por los modelos

generales y los estudios sobre españoles para unas fechas

coetáneas; dicho lo cual, también debemos puntualizar que el

componente femenino en dicho trasvase poblacional muestra una

impronta más visible que en otros casos, siempre sin salir de su

carácter minoritario.

Así pues, el emigrante andaluz del Buenos Aires de

mediados del XIX coincide con ese perfil del emigrante típico como

hombre, junto a lo cual los datos del Censo de 1855 parecen ser

sensibles en mayor medida a reflejar la existencia entre los

andaluces de esos perfiles migratorios asociados a la mecánica de

arrastre del núcleo familiar de origen. Todo lo cual nos lleva a ir

completando ese perfil sociodemográfico con la edad del

emigrante.

¿A qué edad emigraban? La emigración y el ciclo vital.

199 YÁÑEZ GALLARDO, C. (1996), p. 61

TD- Francisco Contreras Pérez

281

Al igual que Yáñez Gallardo para la temprana emigración

catalana, Sánchez Albornoz había sido igualmente de tajante al

dibujar el perfil que tendrá el emigrante entre las principales

corrientes regionales españolas a América, incluso durante la

emigración en masa de finales del XIX y principios del XX:

“este fue un hombre joven [...], tan joven que

apenas era un adolescente”200

Y termina añadiendo que, siendo una constante fuera de

toda duda, este perfil tipo podría arrojar matices por destinos, por

origen o temporales:

“los rasgos varían de tanto en tanto. Las

proporciones por edad, sexo, alfabetismo, etc.,

cambian”.201

En la riqueza de información individual que aportan los

libros de cédulas del Censo de Buenos Aires de 1855 también no

podía faltar ese dato que nos permite aproximarnos al

conocimiento del perfil por edad del emigrante. Dato que en primer

lugar, a estos efectos, cruzaremos con el de tiempo de residencia

para obtener el perfil de ese emigrante en el momento de su

llegada a la ciudad. Así pues, frente al eje cronológico en que

200 SÁNCHEZ-ALBORNOZ, N.: “Medio siglo de emigración masiva de España a

América”, en ídem (comp.) (1988), [pp. 13-29], p. 22. 201 SÁNCHEZ-ALBORNOZ, N. (1988), p. 23.

TD- Francisco Contreras Pérez

282

hemos trazado la conformación de la colonia andaluza en Buenos

Aires en las décadas anteriores al censo, ahora abordamos otra

dimensión de esa información temporal: la emigración como una

decisión enmarcada en el tiempo sujetivo, esto es, en ciclo vital del

emigrante para ser exactos.

Así pues, la estructura de edades no sólo es un dato

demográfico que traza uno de los rasgos imprescindibles de toda

población, sino que el poder conocer esa edad a la emigración

también nos llevará a aproximarnos, a situarnos esa emigración

entre los mecanismos de adaptación asociados a determinadas

etapas en la vida de estos individuos y sus familias. Todo ello con

ayuda de lo ya estudiado sobre las pautas migratorias

diferenciadas por sexos.

TD- Francisco Contreras Pérez

283

Edad del emigrante andaluz a su llegada a Buenos Ai res

(1780-1855)

Ambos sexos Hombres Mujeres

Provincia Media Mediana Desv. estándar Media Media

Cádiz 23,5 21,5 12,3 23,1 24,0

Málaga 23,1 23 12 23,8 21,6

“Andalucía” 24,2 21 12,7 Córdoba 18,1 21 7,7 Granada 25,8 34 12,2

Huelva 13,7 13 4 Jaén 45,7 56 40,5

Sevilla 21,3 21,5 10,4

Andalucía 23,3 21,5 12,5 23,4 22,6

Fuente: Censo de Buenos Aires de 1855. Elaboración propia.

El emigrante tipo procedente de Andalucía frisaba los 23

años en el momento de su emigración, con algunos meses de edad

de diferencia entre hombres y mujeres (23,4 y 22,6 años). Hay que

tener en cuenta que la edad media de la población andaluza se

encontraba en torno a los 26 años por entonces (calculada a partir

de los datos de la población regional del Censo español de 1860)

202, siendo la de las mujeres levemente superior a la de los hombre

202 La edad media se ha calculado a partir de ponderación de la distribución de

la población por los tramos de edad en los que se retabuló por el Instituto de Estadística de Andalucía los datos de población de hecho del Censo de 1860 (

[Cont.]

TD- Francisco Contreras Pérez

284

como resultado natural de su mayor esperanza de vida.203 Estas

diferencias por el contrario se invierten, como hemos visto, entre

emigrantes masculinos y femeninos, dado que los factores

demográficos que determinan esta pauta natural en el conjunto de

una población quedan neutralizados en los segmentos

poblacionales más móviles por los factores selectivos de raíz

sociolaboral que intervienen decisivamente en los procesos

migratorios.

En todo caso, se trata pues de un segmento joven de la

población de origen. Ahora bien, también tenemos que resaltar que

siendo efectivamente un emigrante joven, ha emigrado en todo

caso al alcanzar la edad adulta.

Este dato parece no corresponder del todo en ese perfil de

casi “adolescente” que mencionaba Sánchez Albornoz. Lo que nos

ha hecho, para despejar dudas, atender al otro indicador: la JUNTA GENERAL DE ESTADÍSTICA: Censo de la población de España a 25 de diciembre de 1860, Madrid, 1863). INSTITUTO DE ESTADÍSTICA DE ANDALUCÍA: “Población por edad y sexo según los censos de población 1787-2001. Andalucía y sus provincias”, en Evolución histórica de la población de Andalucía, Sevilla, IEA, 2004 (http://www.juntadeandalucia.es/institutodeestadistica, miércoles, 12 de mayo de 2004, 12:14:51).

203 Se ha estimado que la esperanza de vida al nacimiento (e0) en Andalucía hacia 1863-70 se situaba en los 30,6 años para el conjunto de la población; un tercio de siglo más tarde, en 1900-1, habría experimentado escaso incremento (menor de un año) hasta los 31,2 para ambos sexos; por sexos, para los hombres era algo menor (30,6 años) que para las mujeres (31,7 años). Véase DOPICO, F. y REHER, D.-S.: El Declive de la mortalidad en España, 1860-1930, [Huesca], Asociación de Demografía Histórica, 1999, pp. 43 y 114.

TD- Francisco Contreras Pérez

285

mediana, que nos aproxima al grado de representatividad de esa

abstracción estadística que puede parecer la expresión edad media.

Esto nos lleva a nuevas consideraciones que esbozan a un

conjunto de pautas migratorias relativamente más complejo y

diversificado entre los andaluces presentes en Buenos Aires en

esta primera mitad del XIX:

a) La mediana tanto del conjunto

andaluz como en casi todos los subgrupos

provinciales con entidad suele ser inferior a dos años

respecto a la edad media; esto es, la mitad de sus

componentes se situaba por debajo de los 21,5 años

de edad a la emigración. Pero de nuevo el caso de

Málaga se presenta como una excepción a esta

regla, en virtud de que no presenta diferencia

significativa entre la media y la mediana.

b) Por otra parte, la diferencia de edad

en el caso de los gaditanos favorece a las mujeres;

contra lo esperable en las poblaciones migrantes,

ellas muestran una edad media ligeramente al

hombre.

A modo de hipótesis, los valores de edad media y sus

pautas por sexos de Málaga podrían resultar de un modelo

TD- Francisco Contreras Pérez

286

migratorio familiar, que sería avalado por el mayor peso relativo de

las mujeres de este origen. Los indicadores de Cádiz muestran una

mayor incertidumbre para su análisis: su perfil es ligeramente

distinto al de la emigración malagueña, tanto por una edad de sus

hombres algo menor que la de los malagueños, pero sin llegar

absolutamente diferente, como por un índice de masculinidad algo

más elevado que estos otros.

Conviene traer a colación que, según los datos ofrecidos por

Yáñez Gallardo, los emigrantes que salieron hacia América desde

localidades próximas a Barcelona eran varones en más de un 80%,

y tenían mayoritariamente entre 12 y 17 años.

“El resultado indica con claridad que la

emigración se incrementa a partir de los 12 años,

alcanza su máximo entre los 14 y 15 años, se mantiene

elevada hasta los 17 y luego decae. La afirmación de

que es el tramo de población más joven el más

propenso a emigrar, no deja lugar a dudas”. 204

El caso gaditano se acercaría un poco más a ese prototipo

de emigración de hombres jóvenes y solteros, ligados al comercio y

los oficios fundamentalmente, que Yáñez Gallardo identificara como

protagonista indiscutible de la coetánea emigración catalana; pero

204 YÁÑEZ GALLARDO, C. (1996), p. 58.

TD- Francisco Contreras Pérez

287

aún así, sus indicadores de edad y masculinidad siguen siendo

distintos, esto es, no son tan abrumadoramente elocuentes en este

sentido, situándose para entendernos como a medio camino entre

el perfil catalán y el del emigrante malagueño.

Con el fin de despejar algunas de las incertidumbres

asociadas a un modelo internamente tan complejo como el

andaluz, hemos creído necesario desglosar los datos para aquellos

tramos de edad que podrían ayudar a despejar las incógnitas que

persisten y para facilitar las lecturas comparativas interregionales

que venimos haciendo. En especial queremos llamar la atención

sobre el tramo de 10 a 29 años en el que se concentran más de

dos tercios de los emigrantes en el momento del viaje, y que

hemos subdividido: el grupo de 10-19 pretende ponderar la

impronta para el caso andaluz de un modelo migratorio a edades

tempranas como el catalán; por su parte, el grupo de 20-29 nos

permitirá cotejar la primera hipótesis que hemos barajado a partir

de la edad media del emigrante andaluz (en torno a 23 años), que

nos remite a la existencia de una emigración de adultos jóvenes;

finalmente, el primer grupo de 0-9 años iría asociado a este último

modelo, al tratarse de niños que emigrarían integrando grupos

familiares encabezados por adultos.

TD- Francisco Contreras Pérez

288

Como podemos observar, el tramo de edad de 10-19 años

es el mayoritario con un 32,2% entre los emigrantes procedentes

de Cádiz; y de esas 64 personas, 49 son varones. Por tanto, se

confirman los indicios anteriores que apuntaban a una mayor

incidencia en este flujo provincial de hombres jóvenes o muy

jóvenes, encajando en el perfil clásico del que hablara Sánchez

Albornoz y el de la temprana emigración catalana de Yáñez

Gallardo, asociada a los flujos de activos propios de redes

Emigración y población de Andalucía por tramos de e dad

(1780-1860)

Emigrantes (por origen y edad a la emigración)

Edad Cádiz Málaga Andalucía

Población de

Andalucía

Núm. % Núm. % Núm. % %

0 a 9 20 10,1 8 12,5 40 11,5 24,9

10 a 19 64 32,2 13 20,3 97 28,0 19,8

20 a 29 62 31,2 30 46,9 123 35,4 17,4

30 y más 53 26,6 13 20,3 87 25,1 37,9

Total 199 100,0 64 100,0 347 100,0 100,0

A estos efectos, se han purgado de la base de datos aquellos individuos para los que no constan la edad y/o el tiempo de residencia. De ahí que pudieran existir discrepancias puntuales con los números de emigrantes de otras tablas donde esta información no se demandaba. Los tramos de edad de la información censal para la población de Andalucía (1860) presentan una leve irregularidad en la fuente consultada, respondiendo con esta distribución: 0-10, 11-20, 21-30 y más de 30. Fuentes: Censo de Buenos Aires de 1855 y Censo de España de 1860. Elaboración propia.

TD- Francisco Contreras Pérez

289

comerciales y gremiales. En todo caso, siempre en valores

porcentuales inferiores a ésta última corriente, en la que este

tramo de edad representaba un horquilla del 44,4 al 53,9 % del

total de emigrantes.205

Frente a la mayor heterogeneidad del perfil de la corriente

gaditana, se puede afirmar que es el tramo de población de

jóvenes maduros de 20-29 años el que nutre en mayor número la

emigración malagueña con un 46,9%. Entendemos que esto a su

vez casa con el valor también destacado en el caso malagueño de

emigrantes 0-9 años de edad (12,5%). La presencia de valores

relativamente altos en los dos tramos señalarían la existencia de

una notable emigración de grupos familiares compuesta por padres

(adultos jóvenes de 20-29 años) e hijos menores de edad (0-9

años).

Para el conjunto regional, al comparar la distribución por

edad de los emigrantes de Andalucía con la distribución que

presenta en su población de origen según un censo español

cercano (1860), resulta evidente la mayor propensión a emigrar

que se concentra en las edades de 10-19 y 20-29, que aparecen

205 Valores agregados de los tramos de 11-15 y 16-20 años para tres

municipios catalanes: Sant Feliu de Guixols, Arenys de Mar y Blanes, según los pasaportes estudiados para el lapso temporal que va de 1828 a 1857. YÁÑEZ GALLARDO, C. (1996), p. 58 y 60, Cuadros 3.3 y 3.5.

TD- Francisco Contreras Pérez

290

sobrerrepresentadas. Lo que nos vuelven a hablar de ese efecto

selectivo que tienen los procesos migratorios.

En resumidas cuentas, se confirman los indicios que

habíamos detectado a partir del estudio de la edad media a la

emigración, que sin embargo no eran concluyentes. Así pues, los

valores agregados de este segmento de edad de 20-29 años de las

dos corrientes provinciales principales contribuyen a explicar que

sea también el grupo más propenso a emigrar en el conjunto de

Andalucía con un 35,4% de los emigrantes.

En términos comparados, este adulto joven de la primera

mitad del XIX partió desde Andalucía con algo más de edad que el

emigrante catalán coetáneo. Pertenece al siguiente tramo de edad,

y en este caso se situaría también en un momento distinto del ciclo

vital del hombre de la época, previo o en torno a la edad de

formación de nuevos agregados familiares según los cálculos de la

edad media al primer matrimonio para la época (indicador de

primonupcialidad).206 En función de esta pauta, la emigración

206 En Andalucía la edad media al primer matrimonio se situaba en los 26,8

años para los hombres y los 23,2 años entre las mujeres. Ahora bien, Andalucía presenta “bastante complejidad” también en sus sistemas matrimoniales, con edades elevadas al matrimonio en el triángulo Cádiz-Sevilla-Huelva, y una zona oriental de nupcialidad “precoz”. Si atendemos a los casos provinciales que en estos momentos más nos interesan, los edades al casarse son en Cádiz de 28,25 y 24,19 años para hombres y mujeres respectivamente, mientras que en Málaga bajan a los 26,65 y 22,78. REHER, D.S. et al.: España a la luz del Censo de 1887, Madrid, INE, 1993, pp. 37, 72 y 227. Son pues datos obtenidos a partir

[Cont.]

TD- Francisco Contreras Pérez

291

estaba ligada de una u otra manera a este acto vital, ya como

mecanismo de obtención marginal de rentas por parte del varón

núbil de cara a un inmediato matrimonio, ya como estrategia

adaptativa del varón y la nueva familia a los nuevos costes

asociados a la llegada de la primera descendencia.

La menor edad del emigrante catalán queda asociada al

perfil del hombre, joven y soltero, que estaba en proceso de

formación profesional como aprendiz en tareas comerciales y

gremiales habitualmente, por lo que la emigración constituiría una

nueva fase de este aprendizaje que pasaría a completar al otro

lado del Atlántico. Por contra, el emigrante andaluz es un joven

adulto, que ha alcanzado ya plena capacidad productiva. Pues

dados los tiempos de formación e integración en los mercados

laborales del siglo XIX (cuando la adolescencia era corta y suponía

la integración en el mundo laboral como aprendiz de un oficio),

del Censo de 1887, no sólo por ser la serie de cálculos disponible más cercana en el tiempo, sino también porque no cabe esperar cambios sustantivos en los sistema matrimoniales de la región en este periodo previo a los procesos modernizadores del siglo XX. Por otra parte, entendemos que en el caso gaditano la edad media está determinado por la mayor tasa de solteros de 16 a 50 años, a la que es muy sensible este método de J. Hajnal (denominado SMAN, de “Singulate Mean Age at Marriage”), lo que podría explicarse en estos casos por un sobredimensionamiento de la población religiosa y/o militar (de hecho, en la capital y San Fernando, por ejemplo, estas edades incluso son algo superiores). En todo caso, y es aquí lo que nos interesa en esta ocasión, esas edades medias se sitúan sistemáticamente en el tramo 20-29 años, que también resulta ser también el más emigratorio en nuestra región.

TD- Francisco Contreras Pérez

292

resulta altamente probable que un hombre de entonces al emigrar

a los 23 años ya hacía tiempo que había completado el periodo de

formación en origen y poseía ya capacidades y destrezas para

desenvolverse en el mercado laboral.

Esto es, el emigrante andaluz solía zarpar aportando consigo

un bagaje de competencias profesionales u ocupacionales maduras,

que desde su llegada pasaría a ofrecer en el mercado laboral de

acogida. Esto no tiene por qué excluir, una vez en destino, eventos

de movilidad ocupacional de carácter adaptativo, en función de las

oportunidades económicas y nichos laborales encontrados por los

recién llegados al Buenos Aires de la época (sobre el perfil

socioprofesional volveremos más adelante para cotejar estos

indicios con nuevos datos).

En función de los perfiles por edad y sexo presente en la

emigración andaluza a Buenos Aires se asiste a un trasvase de

capital humano sin lugar a dudas: hombres jóvenes pero adultos.

El impacto de esta “pérdida” laboral y demográfica para la región y

país de origen no pasó desapercibido para las élites cultas del siglo

XIX. Se hizo muy popular entre los ensayistas y publicista de

Madrid y Andalucía alguna estimación adjudicada al economista

clásico J. B. Say, que hacía equiparar esta “pérdida” de población

joven al traspaso de ejércitos completos a otro país. La primera

TD- Francisco Contreras Pérez

293

Comisión creada en España para el estudio de la emigración

reflexionó desde esta perspectiva (1882):

“por regla general son los emigrantes de nuestro

suelo la flor de la población viril y robusta, de edad de

veintiuno a cuarenta años […] Y al par con esos

varones adultos suelen ir esposas jóvenes, y la

generación próxima a ellos […] Con que viene a resultar

que […] llévale [al Estado extranjero] tanta prosperidad

cuanto es el enflaquecimiento que le origina a la patria

española, y más en especial a la región nativa de los

emigrantes”.207

Así también lo vería el editorialista de un periódico andaluz

a raíz del aluvión migratorio de poco más tarde; como sabemos

hoy, la emigración constituía parte integrante de ese proceso de

movilidad de factores y productos que de manera irreversible iba

precipitando la integración de las economías atlánticas

finiseculares:

“[...] los españoles que se vayan allá y sepan

cultivar viñas producirán vinos como harán los de Jerez,

207 COMISIÓN ESPECIAL PARA ESTUDIAR LOS MEDIOS DE CONTENER EN LO

POSIBLE LA EMIGRACIÓN POR MEDIO DEL DESARROLLO DEL TRABAJO: Memoria prresentada por la Comisión al Excmo. Sr. Ministro de Fomento, Madrid, 1882, p. 53.

TD- Francisco Contreras Pérez

294

que ya se han ido á la Jerez Argentina, los que sepan

producir hierro, producirán hierro, los que sepan hilar

algodon ó tejer el hilo, eso harán, y serán otros tantos

competidores que tendrán los de por acá para poder

entrar en el mercado del mundo [...]".208

Por otra parte, también es de destacar que las corrientes

migratorias andaluzas presentan una mayor diversidad y

complejidad que obliga a huir de cómodas generalizaciones y a un

ejercicio constante de cotejo de los datos; lo que por otra parte es

comprensible, en tanto que hablamos de un conjunto geográfico

más amplio y comarcalmente diversificado que la muestra de siete

localidades del entorno municipal de Barcelona estudiada como

fuente de la emigración catalana de la época.

Dicho lo cual, y a modo de recapitulación, estamos en

condiciones de asentar algunas afirmaciones con un mayor grado

de certidumbre, toda vez que hemos ido contrastando y refinando

los primeros indicios sobre el perfil por edad del emigrante andaluz

a Buenos Aires:

a) la importancia del segmento clásico

de 10-19 años entre los nacidos en Cádiz nos remite

208 "Cuestiones Económicas II", en LA ANDALUCÍA política, económica y

literaria, Sevilla, 23 de mayo de 1889, p. 3.

TD- Francisco Contreras Pérez

295

a la existencia de un perfil del emigrante como un

varón muy joven, equivalente al modelo de Yáñez

Gallardo para la temprana emigración catalana.

b) Ahora bien, su preeminencia no es tan

abrumadora, en la medida que también detectamos

un valor significativo próximo de emigrantes de 20-

29 años, y cierta presencia de menores de edad; en

ambos casos con valores porcentuales superiores a

los presentes en el modelo catalán.

c) Así pues, el escenario migratorio de

Cádiz podría definirse como algo más complejo y

diversificado, en razón de la coexistencia de un perfil

clásico del emigrante, propio de redes mercantiles,

junto a una emigración familiar en segundo plano.

d) Esta última tipología resulta sin duda

más frecuente para los nacidos en Málaga, entre los

que la propensión a emigrar con 20-29 años resulta

ser la más elevada de todas, a la vez que se detecta

una participación algo mayor de los menores de

edad (0-9 años).

En resumidas cuentas, el perfil del emigrante andaluz del

Buenos Aires de la primera mitad del XIX era efectivamente el de

TD- Francisco Contreras Pérez

296

un hombre, pero no casi un adolescente, sino joven adulto (20-29

años) y, por tanto, en un punto de su ciclo vital plenamente

productivo y en el que se formaban los nuevos agregados

familiares; algunos de estos emigrantes, en una proporción

comparativamente alta a la luz de estos perfiles, implementarían

mecanismos de arrastre de la unidad familiar en origen (esto

último explicaría esa cierta presencia de la mujer en esta migración

regional y a la vez su menor tiempo de residencia en destino

respecto al hombre, como vimos en el apartado anterior).

El estado civil: solteros, pero también casados.

El tercer rasgo del emigrante tipo del XIX era el de ser

soltero, esto es, un varón, joven y soltero. Vamos a contrastar este

prototipo con la estructura según el estado civil de la colonia

andaluza en el Censo de 1855, que a su vez la analizaremos a la

luz de las conocidas para la población regional de origen y otros

casos regionales.

Como es común a los censos, la información sobre el estado

civil del emigrante se refiere a su situación a fecha de realización

del recuento poblacional, esto es, no corresponde necesariamente

con el que portaba el emigrante en el momento de su llegada.

TD- Francisco Contreras Pérez

297

En el conjunto de la colonia andaluza de Buenos Aires, entre

los hombres sobresale el porcentaje de los solteros (50,8%),

mientras que entre las mujeres destacan las casadas (49,5%). Y

en sendos casos los valores porcentuales son superiores siempre al

de los respectivos segmentos de la población regional de origen, lo

que justifica subrayar estos datos como singulares de la población

más móvil.

La explicación a este mayor peso de solteros entre hombres

y de las casadas entre mujeres podríamos encontrarla en ese pauta

de los procesos migratorios por la cual las mujeres no emigran

solas, sino asociadas al trasvase de unidades familiares,

protagonizando ya como hijas ya como esposas procesos de

reagrupamiento con un hombre (el cabeza de familia o un el hijo

mayor) que habría emigrado con anterioridad. Esto implica también

que hay casados junto a los solteros entre los varones emigrantes,

pero en términos relativos sus valores porcentuales son siempre

menores. También cabe suponer que conforme se va asentando

una colonia de emigrantes el porcentaje de mujeres (y casadas)

tiende a incrementarse, como recuerda Yáñez Gallardo para el caso

de la temprana emigración catalana.

TD- Francisco Contreras Pérez

298

Emigración y población andaluzas por estado civil ( en %)

(comparada con la emigración catalana)

Hombres Mujeres

Solteros Casados Viudos Total Solteras Casadas Viudas Total

Todos los emigrantes andaluces 50,8 43,3 5,9 100 39,0 49,5 11,4 100

Emigrantes de Cádiz* 53,1 42,1 4,8 100 44,3 44,3 11,5 100

Emigrantes de Málaga 42,6 53,2 4,3 100 27,8 55,6 16,7 100

Población de Andalucía

59,2 36,1 4,7 100 53,9 36,3 9,8 100

Emigrantes catalanes 70,0 29,0 1,0 100 50,0 43,0 7,0 100

*1 varón no declaró estado civil. En el caso andaluz, se refiere a la emigración de las provincias indicadas. Fuentes: Censo de Buenos Aires de 1855, para los datos de emigrantes andaluces. SORIA MEDINA, E.: “Estructura de la población andaluza” (separata Tomo III de la Enciclopedia de Andalucía, Sevilla, Tartessos, 1988, datos del censo de 1858 para la población de las ocho provincias andaluzas, p.107). YÉÑEZ GALLARDO, C. (1996), p. 62, estado civil de los emigrantes de Sant Feliu de Guixols según el registro de pasaportes entre 1835 y 1862. Elaboración propia.

TD- Francisco Contreras Pérez

299

Dicho efecto selectivo de las emigraciones hace que los mercados

matrimoniales de las poblaciones migrantes resulten habitualmente

más desequilibrados. Como hemos visto, los hombres y las

mujeres emigrantes están presentes en números muy desiguales,

representando el 71% y el 29% respectivamente de la colonia

andaluza en Buenos Aires. En número reales, los varones solteros

eran 129 frente a 41 solteras; había 110 casados frente a 52

casadas. Lo que sin duda también tendría que influir en pautas

matrimoniales de endogamia y exogamia (véase más abajo).

Como muestran los datos de la población de la región, en

una población dada los valores porcentuales de casados y casadas

suelen ser muy similares (las diferencias son explicables en todo

caso por haber más viudas que viudos en función del diferencial

por sexos que presenta la esperanza de vida). Se trata de

mercados matrimoniales relativamente equilibrados en términos

globales, más allá de puntuales distorsiones más localizadas en el

espacio. Un agregado estadístico tan grande de varios millones de

individuos funciona de facto como un mercado matrimonial

autárquico, siempre que los movimientos migratorios hacia o desde

el exterior no tuvieran gran de relevancia demográfica.209

209 Dicho esto, en el caso de los varones solteros en Andalucía observamos un

sobreaporte relativo, que podría estar relacionado con ligeros saldos [Cont.]

TD- Francisco Contreras Pérez

300

En cuanto al estado civil, los datos se hacen eco también de

ciertos matices diferenciadores entre la corriente que partió de

Cádiz y aquella otra proveniente de Málaga. Correspondiendo con

ese perfil del emigrante como varón algo más joven del gaditano,

resulta en este caso más importante el grupo de los solteros. A su

vez, el mayor peso de los casados se deja sentir en ese perfil de

emigración familiar que venimos observando entre los malagueños.

Y como en indicadores anteriores, incluso el caso de la corriente

gaditana, queda a considerable distancia del prototipo de varón

soltero que vemos que también domina la emigración catalana.

Ciertamente, los gaditanos aportan el mayor número de

solteros, pero lejos de ser tan contundente este aporte de un tipo

provincial de emigración de solteros. Del total de los 129 varones

de estado civil soltero, unos 77 son gaditanos lo que equivale al

59,7%; se trata de porcentaje inferior al peso de este origen

provincial en la colonia en su conjunto (65,1%). Y desde luego, los

solteros malagueños sólo representan el 15,5%, que está

inmigratorios netos masculinos (y en especial en el ámbito urbano), que encajaría en la tesis mantenida por Bernal y ya comentada en este capítulo sobre Andalucía como tierra de inmigración hasta bien entrada la segunda mitad del siglo XIX.

TD- Francisco Contreras Pérez

301

igualmente por debajo del porcentaje de emigrantes de este origen

entre los andaluces de Buenos Aires (20,4%).

Estos indicios de nuevo nos llevan a actuar con un mayor

nivel de contraste y de manera más metódica. Hemos creído

necesario centrarnos en el segmento de población que podría

ayudarnos a precisar esta aparente diferencia, y en consecuencia

hemos desagregado el estado civil de los hombres para las edades

más relevantes a efecto de las pautas migratorias que venimos

contrastando en esta investigación.

Emigrantes varones según el estado civil y la edad

Estado civil (%)

Edad Número Solteros Casados Viudos Total

10-14 13 100,0 0,0 0,0 100

15-19 21 100,0 0,0 0,0 100

20-24 30 96,7 3,3 0,0 100

25-29 39 59,0 41,0 0,0 100

30-34 34 44,1 52,9 2,9 100

Fuente: Censo de Buenos Aires, 1855. Elaboración propia

TD- Francisco Contreras Pérez

302

Todos los hombres de 15-19 permanecen solteros. Es más,

la proporción de solteros continúa muy alta, casi absoluta, en el

siguiente tramo de edad (20-24 años). Pero justo entre este último

tramo y el siguiente (25-29 años) se produce el gran reajuste del

estado civil, por el que los casados alcanzan valores promedios a

costa de los solteros, que en cualquier caso no dejan de ser la

mayoría.

A su vez, entre la colonia de andaluces en Buenos Aires,

resulta útil saber que el número de mujeres casadas a los 25-29

triplica al de todas las mujeres (solteras, casadas y alguna viuda)

del tramo de edad inmediatamente anterior (20-24). Las mujeres

se concentran como hemos visto en los tramos de edad de 25-29 y

30-34, y en éstos son mayoría las casadas; son edades por lo tanto

posteriores a la edad media al matrimonio de Andalucía.

La pirámide de edades es un instrumento gráfico tradicional

para conocer el resultado de esos procesos de crecimiento de una

población, y su distribución por tramos de edad y sexos. Como la

radiografía del estado de conjunto poblacional a resultas de los

modos en que va creciendo.

El crecimiento de cualquier población está determinado por

su sistema de variables vegetativas (natalidad y mortalidad), cuya

experiencia histórica para la Europa de los siglos XIX y XX se

TD- Francisco Contreras Pérez

303

sintetiza en la famosa teoría de la transición demográfica. Ahora

bien, la idea de una población cerrada (aquellas que crece en

función exclusiva de esos factores) no deja de ser una abstracción

teórica, pues ni siquiera para el Antiguo Régimen este supuesto

resulta hoy en día realista (quizás sólo para la población de la

Tierra pudo serlo durante milenios, hasta 1969). Sabemos que

junto al balance “natural” que surge de las ganancias por natalidad

y las pérdidas por mortalidad, todo crecimiento o merma

demográfico depende también del saldo entre los que entran y los

que salen de una población dada.

Los segmentos migrantes de la población humana son los

vectores de ese balance no vegetativo, sino de etiología social, que

intervienen tanto en las sociedades de origen como en las de

destino pero de manera inversa. Aunque ellos mismos no dejan de

estar sujetos a los factores naturales, con singularidades quizás

respecto a su contexto demográfico, qué duda cabe que es el saldo

migratorio el factor básico que constituye, nutre y termina

liquidando con el tiempo una colonia210 de emigrantes (cuando los

210 Como hasta ahora y en tanto no se diga lo contrario, empleamos el

término “colonia”, y equivalentes, con la siguiente acepción recogida por el Diccionario de la Real Academia Española (21.ª edición, Madrid, RAE, 1992): “Conjunto de los naturales de un país, región o provincia que habitan en otro territorio”. Salvo que el curso de la investigación nos lleve a advertirlo, no presuponemos de ningún modo identidad ni acción colectivas de origen étnico o

[Cont.]

TD- Francisco Contreras Pérez

304

nuevos aportes no compensan los retornos y la extinción biológica

de sus componentes)211.

En este epígrafe abordaremos la estructura demográfica que

presenta la población de origen andaluz residente en Buenos Aires

a fecha de 1855. Estas características surgen de los ciclos

migratorios, de los perfiles del emigrante y de mecanismos

implementados por ellos durante las décadas anteriores, aspectos

éstos que han sido objeto de estudio en las páginas precedentes

mediante el empleo en nuestra base del filtro “tiempo de

residencia”. Siguiendo con el símil arriba usado, una vez visionado

los procesos migratorios en perspectiva diacrónica, como una

sucesión de secuencias, nos paramos en el último fotograma, el

estado demográfico de esa población.

La pirámide de edades de la colonia andaluza en Buenos

Aires refleja gráficamente su estructura demográfica, que hemos

regional, aparte de las relaciones surgidas de redes sociales informales de familiares y de paisanaje..

211 Respecto a esto, un censo refleja siempre el saldo neto, más la información sociodemográfica que permite estudiar la estructura de esa población identificada por su lugar de nacimiento. En todo caso, incluso las series temporales que contabilizan las entradas y salidas de un país también sufrirán importantes deficiencias a efectos de contabilizar los retornos; los recuentos de éstos cuando existan seguirán mereciendo tanto o más desconfianza que las primeras series de registros de mortalidad de la etapa protoestadística, que se iniciaba precisamente en esta década de 1850 en España.

TD- Francisco Contreras Pérez

305

superpuesto a la de la población de Andalucía en el censo más

cercano (1860).

Empezando por el perfil de la pirámide de la región, éste

refleja una distribución de la población por sexo y tramos de edad

que de un antiguo régimen demográfico, con algunos rasgos

novedosos. Es el perfil que da nombre a esta representación

gráfica: ancha por la base y estrechamiento conforme subimos en

los tramos de edad; el estrechamiento se hace algo más visible a

partir de los cuarenta años, pero sin llegar al salto notable que

presentaba la pirámide de edad del Censo de Floridablanca en

1787, dado que las esperanza de vida ha ido incrementándose por

la reducción de la mortalidad catastrófica.

La distribución por sexo en cada tramo de edad es simétrica

grosso modo, si bien es ligeramente más ancha en la base de los

hombres para en la medida que subimos quedar anulada esta

ventaja inicial, que a edades avanzadas finalmente favorece algo

más a las mujeres por su mayor esperanza de vida específica.

Como nota a esta descripción, ciertamente no hay más que

indicios primarios de la futura de transición demográfica, que

supondría el mantenimiento de esos valores porcentuales de la

base de 0-9 años junto con un estiramiento de los tramos

TD- Francisco Contreras Pérez

306

superiores por incremento de la esperanza de vida; rasgos que se

harán notorios en la pirámide de 1930.

Por último, el estrechamiento por la base asociado a la fase

final de la transición demográfica se diferirá en Andalucía y España

a la pirámide del Censo de 1970, con un falso antecedente

coyuntural en la de 1940 a resultas de las concepciones

suspendidas durante la guerra civil y la primera autarquía.

En cuanto a las variables no demográficas, a la altura de

1860 la población de la región como gran agregado no refleja de

manera visible, a nuestro entender, efectos de saldos migratorios,

de uno u otro signo. A lo más, a fuerza de ser exhaustivo en el

detalle, se detecta que el salto entre los tramos de 20-29 y 30-39

resulta sólo levemente menos pronunciado, en algunas décimas

porcentuales de diferencia, en el lado de hombres que en el de las

mujeres. Por pequeño que sea es en cualquier caso contradictorio

con la mayor esperanza de vida de las mujeres en estas edades,

una vez superado el tramo anterior de 20-29, donde puede

esperarse en las sociedades tradicionales un incremento de la

mortalidad específica femenina ligado a los riesgos en torno al

parto.

Los índices específicos de masculinidad, que hemos

calculado a raíz de este indicio visual del singular ancho del tramo

TD- Francisco Contreras Pérez

307

masculino de 30-39, corroboran en efecto un incremento de casi

siete puntos porcentuales respecto tanto al tramo anterior (20-29)

como respecto al del conjunto de la población.212 Ante esto último,

¿nos podría estar indicando a la altura de 1860 el rastro de un

saldo migratorio positivo masculino obtenido desde una década

atrás?

En función de esta hipótesis, Andalucía213 habría registrado

un saldo migratorio ligeramente positivo en década de 1840-49 o

incluso principios de la siguiente, si asumimos como razonable una

inmigración compuesta de varones en la veintena; un margen neto

de ganancias de efectivos que por mínimo que fuera explicaría este

menor estrechamiento del tramo masculino de 30-39 años de la

212 Los índices de masculinidad por tramos de edad de la población de

Andalucía en 1860 corresponden a estos valores:

Ratio masculinidad a los20-29 años

103

Ratio masculinidad a los 30-39 años: 110

Ratio masculinidad del total de la población: 103

Fuente: Censo de población de España, 1860, según el IEA, 2004 (cálculos elaborado sobre los tramos de edad e información del archivo de datos de acceso público en la página web IEA.es, por consulta en línea del 12 de mayo de 2004)

213 Más bien, algunas de sus comarcas y ciudades, en especial de la parte

Occidental y ante todo Sevilla.

TD- Francisco Contreras Pérez

308

pirámide regional de 1860. Recordemos que A.M. Bernal adelantó

algo en este sentido cuando afirmó:

“Pese a la insuficiencia de estudios

poblacionales que abarquen la totalidad de Andalucía

en la época contemporánea, los rasgos generales en

aproximación apresurada nos muestran que, en su

conjunto, esta región fue territorio de inmigrantes al

menos hasta algunos años pasada la mitad del siglo

XIX”.214

Esta afirmación se de ser correcta debe entenderse en

términos netos; y más allá de matices como el analizado, en

términos globales tuvo efectos a efectos poco contundentes en la

pirámide de edades. Ciertamente, como el propio autor advertiría

entonces, una perspectiva de estudio globalizadora en el caso de

Andalucía corre el riesgo de pasar por alto diversificados procesos

ejecutados a nivel local y comarcal, como los identificados en

nuestra investigación al estudiar el mapa de las fuentes de la

emigración andaluza.

214 BERNAL, A. M.: “La emigración de Andalucía”, en SÁNCHEZ ALBORNOZ,

N. (1988), [pp. 143-165], p. 143.

TD

- Fran

cisco C

on

treras Pérez

309

TD- Francisco Contreras Pérez

310

En este sentido, una situación de saldo regional equilibrado

e incluso positivo resulta en la práctica compatible con eventos de

emigración bruta, si quiera geográficamente puntuales y en

dimensiones reducidas como estamos estudiando. Hacia 1860 y

quizás todavía en 1870, puede localizarse un punto de inflexión

migratoria en la región, entre su papel histórico de importadora y

su futuro como exportadora neta de factor trabajo, que tenderá a

asumir en el mercado laboral contemporáneo conforme van

incidiendo los multifacéticos, asimétricos y dilatados procesos

modernizadores en la población y la economía españolas.

Por su parte, la pirámide de edades de la colonia andaluza

en Buenos Aires en 1855 refleja con claridad en su perfil que

estamos ante un segmento de población fundamentalmente

determinado por el carácter selectivo de los procesos migratorios.

El contraste con la población de origen hace francamente visible la

estrechez el tramo infantil y la asimetría entre sexos (un 71% de

hombres, frente al 29% de mujeres).

En canto a la distribución de esta población por edades, se

trata una población madura más que envejecida para el contexto

demográfico general de la época (hoy en día podríamos encontrar

casos próximos, mutatis mutandis). Por un lado, destaca el

TD- Francisco Contreras Pérez

311

sobredimensionamiento de los tramos 20-29, que reproduce lo

dicho sobre el perfil de joven pero adulto del emigrante andaluz y

que es la generación más reciente del segmento por el que suele

crecer esta colonia. En ese sentido, un aspecto nuevo que la

pirámide revela es que el siguiente tramo de 30-39, igualmente

sobresaliente, refuerza ese perfil de adulto del emigrante, que

correspondería a una generación anterior de ingresos en la colonia

producidos entre 10 y 20 años atrás (véase la gráfica de años de

llegada). De hecho, al pasar al siguiente de 40-49 años de edad se

produce un recorte acusado.

Dicho esto, estas edades mayores, en los 40 y más años,

muestran no obstante una anchura mayor que en la población

masculina en Andalucía; diferencia que se refuerza conforme

avanzamos hacia la cúspide de la pirámide, por los más viejos

aportes a la colonia de Buenos Aires. Este patrón se reproduce,

aunque no de manera no tan sistemática y visible, en el lado de las

mujeres. Estas evidencias pueden ser indicio de que hay una

persistencia residencial en la emigración, y por lo tanto que los

retornos de existir no solían constituir una pauta significativa como

para normalizar el perfil de esos tramos superiores.

El resultado es que la edad media de los habitantes de

origen andaluz es de 35,4 años, y tanto hombres como mujeres

TD- Francisco Contreras Pérez

312

superan la treintena (edades medias de 36,3 para los hombres y

33,7 para las mujeres). Esto es extensible a los segmentos

provinciales de esta colonia. En este sentido, los gaditanos tienen

una edad media superior a la del conjunto regional (35,6 años,

siendo la masculina de 36,1 y la femenina de 34,5), mientras que

los naturales de Málaga son algo más jóvenes que los gaditanos

por término medio aunque, entre ellos, hombres presentan en una

media de algunos meses menos debido a la presencia de más niños

varones de corta edad y un destacado peso del número de

mujeres en la cuarentena (de ellos resulta una media de edad de

32,5 en total, 32,3 para el sexo masculino y 33,0 para el sexo

femenino). Frente a ello, el mayor número de mujeres gaditanas se

concentran en la treintena, pero la presencia de mujeres de más

edad eleva la media en mayor medida que en el caso malagueño

(la desviación típica por tanto entre las gaditanas es mucho mayor,

fruto de una tradición migratoria en este destino más dilatada

hacia el pasado).

Como consecuencia del otro rasgo del funcionamiento

selectivo de las migraciones, la estructura de esta población se

evidencia una acusada asimetría entre sexos: la pirámide parece

escorada para el lado masculino. Esto implica finalmente las

importantes ratio de masculinidad que antes hemos estudiado.

TD- Francisco Contreras Pérez

313

Como elemento no obstante más reseñable, dentro del esquema

general normal de una colonia de emigrantes, hemos detectado

una elevada ratio de masculinidad en el tramo de edad de 20-29

entre los naturales de Málaga (533,3). Un nivel tan alto resulta

aparentemente contradictorio con los resultados de la ratio de

masculinidad cuando analizamos el perfil del emigrante en función

de los tramos más cortos de tiempo de residencia, como vimos

más arriba, donde detectamos una singularmente ratio de

masculinidad en la más reciente corriente malagueña.

Hemos abundado en el detalle de este grupo compuesto por

16 hombres y 3 mujeres que naturales de Málaga contaban entre

20 y 29 años a la altura de 1855. Por una parte, el estado civil de

estos 16 varones se distribuye de esta manera: 10 solteros (62,5

%) y 6 casados (37,5 %). Este porcentaje de casados, en las

edades en torno a la edad de emigración, resulta algo más elevado

que entre todos los emigrantes andaluces de ese tramo de edad

(24,64 % de casados) y que entre los gaditanos Cádiz (21,95 % en

dichas cohortes). De hecho, en el conjunto de tramos de edades,

los varones malagueños muestran estar casados con mucha mayor

frecuencia que los gaditanos, aun no habiendo emigrado con sus

esposas e hijos. Esto parece ser un indicio razonable de un perfil de

origen familiar más acusado que el mostrado por los solteros

TD- Francisco Contreras Pérez

314

gaditanos; algunos de estos cabezas de familia iniciará tras un

lapso de tiempo un proceso de arrastre del resto de los

componentes de la familia. Por otra parte, como acabamos de

señalar, las pocas mujeres adultas malagueñas tienden a

concentrarse especialmente entre los 30 y 49, casi todas ellas

casadas.

La paradoja, surgida al comparar esta fotografía del grupo

de 20-29 años con la evolución a la baja de la ratio de

masculinidad entre los malagueños en función del tiempo de

residencia, puede resolverse si entendemos que estamos ante el

reflejo estático de procesos que se extienden más allá del encuadre

puntual del censo; dicho de otra manera, algunos de estos

hombres casados solos en Buenos Ares estarían ejecutando la fase

inicial de algunos procesos de arrastre de unidades familiares que

ellos lideraban en tanto que cabezas de familia. Esto último,

insistimos, no cuestiona el perfil general del emigrante andaluz

como joven maduro y casi siempre soltero, que deja su impronta

en la pirámide de la colonia andaluza en la distribución de las

edades e sexos.

Resumiendo lo dicho sobre el estado civil y la pirámide de

edad, la relación migración-estado civil actúa de manera distinta o

resulta menos decisiva entre los hombres que entre las mujeres.

TD- Francisco Contreras Pérez

315

Dicho esto, y comparada con la población de origen, la intensidad

nupcial del emigrante varón muestra ser inferior (o más tardía) en

virtud de la persistencia de mayores tasas de soltería a edades

posteriores a la edad media al matrimonio y a la edad media a la

emigración: 52% de solteros frente a 46 % de casados a los 25-34

años. Con una menor presencia numérica, la mujer como

emigrante por contra se haya más ligada a su estatus de esposa,

en la medida que las casadas representan el 80% de las andaluzas

de Buenos Aires a los 25-34 años. Y en todo caso, estas

consideraciones a la luz del estado civil, como antes también con

otros indicadores del perfil del emigrante, nos ponen de nuevo ante

la perspectiva de un sistema migratorio andaluz más complejo, que

se resiste a la extrapolación sin más de los prototipos estudiados

en otros espacios regionales.

Por tanto, no podemos decir taxativamente que estamos

ante el emigrante joven y soltero; sino de nuevo ante el resultado

en la pirámide de edades por sexo de un modelo migratorio

diversificado, dominado por jóvenes adultos y, en el caso de los

malagueños, a veces casados que han llegado en los últimos ocho

años anteriores al censo.

Cadenas migratorias familiares.

TD- Francisco Contreras Pérez

316

Incluso en el tránsito del siglo XX al XXI, en que se revive

una nueva “era de las migraciones”215, la mujer (como esposa o

hijas) sigue dependiendo de procesos de reunificación familiar en

respuesta a la llamada de un varón previamente emigrado, como

durante las migraciones históricas desde Europa en el siglo XIX. El

fuerte sesgo selectivo por sexo y edad sigue operando como la

constante más importante en la mayor parte de los procesos

migratorios (en mayor medida incluso que otros criterios como

podría ser la cualificación).

“The trend towards the migration of skilled

labour and more differentiated age groups observed

since the 1980s has been accompanied by an

increasing feminisation of migration flows. In 1999

roughly 50% of international migrants were female,

compared with approximately 48% in 1990. Although

the proportion of women differs between countries [...]

215 Algunos países de Oriente Medio compiten como principales destinos con la

tradicional Europa occidental. Asia en su conjunto es un espacio de intensos reajustes internos e internacionales en función del su fuerte crecimiento económico desde finales del XX. UNITED NATIONS: “International Migration Report 2002”, en MESSINA, A. M. y LAHAV, G. (eds.): The Migration Reader. Exploring Politics and Policies, Londres / Colorado, Lynne Rienner Publishers, 2006 [pp. 24-33], p. 27.

TD- Francisco Contreras Pérez

317

Family unification continues to be the main reason for

female migration [...]”.216

Como se expresa en las palabras “reagrupampiento” o

“reunificación” familiar asociadas a la emigración de la mujer, los

procesos migratorios se desarrollan a lo largo de una secuencia

temporal, se prolongan un lapso de tiempo más allá de la primera

emigración, tienen su cadencia. En los estudios migratorios se

conoce desde hace tiempo el funcionamiento de las “cadenas

migratorias”, en tanto que patrón común en la mayor parte de los

procesos de movilidad residencial, tal como sintetizara Castles y

Miller en The Age of Migration: el “first comer” (un hombre, padre

o hijo mayor) emigra en una primera fase para, con el tiempo,

llamar a su mujer, hijos/as y hermanos/as, si los hubiere en

origen.217

Ciertamente, estas cadenas no sólo suponen el “arrastre” de

la familia por parte el varón inicialmente emigrado, sino que

también pueden implicar redes sociales más amplias e informales

como las de conocidos y paisanos de un mismo lugar de origen. En

216 DEUTSCHE BANK RESEARCH: “International Migration: Who, Where and

Why?,” en MESSINA, A. M. y LAHAV, G. (eds.) (2006), [pp. 15-24], p. 19. 217 CASTLES, S. y MILLER, M.J.: The Age of Migration, Londres, MacMillan

Press, 1994, 18 y sgtes. (capítulo 2 dedicado a “The Migration Process and the Formation of Ethnic Minorities”, antes del resaso a los ciclos históricos de migraciones internacionales desde el siglo XIX hasta nuestros días).

TD- Francisco Contreras Pérez

318

uno y otro caso, la información fluye a escala interpersonal por lo

que, junto el tiempo necesario para que el “first comer” se asiente

en destino, precisa de un lapso tiempo para su difusión; en una

población o comarca la evidencia agregada de que están actuando

estos mecanismo es una cuestión de tiempo, máxime en una época

donde la carta o el boca-oreja eran los canales habituales para ello.

Quizás en el caso andaluz de mediados del XIX estuviera ya

operando, a la vez que emigraban varones solteros, lo que Yáñez

Gallardo llegó a considerar una excepción fruto de la evolución

posterior del perfil inicial de la emigración catalana durante

segundo tercio del XIX:

“La emigración de la mujer [de darse

excepcionalmente] solía producirse en circunstancias de

reunificación familiar; son mujeres casadas, por una parte, y

menores de edad, por otra, las que emigran a América, por lo

cual se puede descartar del todo oportunidades laborales

para la emigración catalana femenina en el período. También

conviene destacar que a medida que pasa el tiempo y que se

consolida una colonia catalana en América, la emigración

femenina se hace más frecuente.”218

218 YÁÑEZ GALLARDO, C. (1996), p. 59-60.

TD- Francisco Contreras Pérez

319

El estudio de la emigración de la mujer como esposa en un

proceso de reunificación familiar supone despejar varias preguntas:

¿cómo confirmar esto si los datos censales ofrecen el estado civil a

fecha de 1855 y no en el momento de la emigración?; esta tesis

supone una fase de emigración del hombres que posteriormente

llamaría a su esposa e hijos/as: ¿cómo conocer las pautas

temporales de este mecanismo?, ¿cuánto tiempo pasaba de la

emigración del varón a la de la familia?

Según los cálculos disponibles más próximos sobre la edad

media al primer matrimonio de la población andaluza, los hombres

llegaban a éste con 26,9 años de edad por término medio,

mientras que las mujeres lo hacían a los 23,3 años de edad.219 En

las ciudades, las edades medias al matrimonio solían ser algo más

elevadas que las provincias. Este último aspecto es de interés al

tener en cuenta el origen principalmente urbano del emigrante

andaluz. Por ceñirnos a las localidades más importante como

fuentes de la emigración andaluza, la edad media al primer

matrimonio era de 29,5 años entre los hombres y de 28,2 entre las

mujeres en Cádiz, en Málaga de 27,6 y 24,4, en Sevilla de 29,1 y

219 Para la población regional como conjunto. REHER, D.S. et al. (1993), p.

251.

TD- Francisco Contreras Pérez

320

25,3, en el Puerto de Santa María de 29,2 y 25,8 respectivamente,

etc.

Ahora bien, como hemos visto, la edad media a la

emigración se sitúa entre los andaluces de Buenos Aires en los

23,4 años entre los hombres y los 22,6 para las mujeres.

¿Implicaría ello que no sólo los hombres sino también las mujeres

solían emigrar antes de casarse?

No parece lo lógico en el caso de estas últimas, en virtud de

su dependencia legal al hombre en aquella época y en función de

las pautas migratorias habituales de cualquier momento.

Para resolver esta paradoja, por una parte, hay que tener

en cuenta que el celibato definitivo femenino solía ser mayor que el

masculino en las poblaciones de la época, al contrario de lo que

ocurre entre los segmentos poblacionales emigrantes. La

persistencia de tasas de soltería elevadas en los tramos de edad

madura distorsiona al alza el resultado del método de cálculo de la

edad media al matrimonio, sobre todo allí donde se daba una

mayor concentración de población religiosa, como solían ser los

espacios urbanos.

Por otra parte, una mirada más de detalle sobre los datos

de los andaluces según el censo de Buenos Aires sin duda nos

ayuda a despejar algunas incertidumbres. Podemos cruzar los

TD- Francisco Contreras Pérez

321

datos de estado civil, con los de edad a la llegada. El estado civil

puede haber cambiado respecto a ese momento de arribo, pero es

muy probable que los cambios hayan sido menores si

contabilizamos aquellos/as emigrantes que llevan menos tiempo de

residencia. Seleccionamos los que presentan un tiempo de

residencia inferior a 5 años, pues según vimos en las ratio de

masculinidad en estos últimos años la participación femenina

parece haberse hecho más visible, al tiempo que seguían llegando

hombres como antes.

Entre los solteros, los hombres con 20 años encajarían en el

perfil clásico antes ya analizado. Las mujeres solteras presentan

una edad inferior a la llegada, lo que implica una fuerte presencia

Emigración y ciclo familiar de los andaluces de Bue nos Aires en 1855

Edad a la llegada según el estado civil de 1855

Solteros/as Casados/as Viudos/as SMAM

Años entre el matrimonio

y la emigración

(A) (B) (C) (D) (B-D)

Hombres 20,1 33,3 59,5 26,9 6,4

Mujeres 18,4 32,6 32,3 23,3 9,3

Emigrantes con un tiempo de residencia inferior a los 5 años. SMAM (Singulate Mean Age at Marriage): edad media al primer matrimonio. Fuentes: Censo de Buenos Aires de 1855; SMAM de la población andaluza en 1887 según REHER, D.S. et al. (1993), p. 251. Elaboración propia.

TD- Francisco Contreras Pérez

322

de niñas en grupos familiares. Por su parte, el dato sobre el que

llamamos la atención es el correspondiente a los casados. Los

hombres llegaron en torno a los 33,3 y las mujeres a los 32,6 años

de edad. Esto significaría que emigraron en sendos casos después

del matrimonio, según las edades medias al matrimonio de ambos

sexos en Andalucía.

Considerando la horquilla en que se mueven las diferentes

edades medias al primer matrimonio según los sexos y según lo

rural-urbano, la emigración parece ser que solía producirse entre

los 4 y 10 años siguientes al matrimonio. Estos lapsos de tiempos

entre el matrimonio y la emigración tuvieron que estar

determinados por factores coyunturales, pero parecen mostrar una

pauta ligada a las crecientes necesidades de la primera parte del

ciclo familiar marcada por la llegada de la descendencia.

Por sexos se registra una pauta distintiva respecto al tiempo

transcurrido después del matrimonio. En efecto, los hombres solían

hacerlo primero, en torno a los 6 años después de la edad media al

matrimonio, mientras que las mujeres lo harían 3 años más tarde

que los hombres: 9 años después de las nupcias.220

220 Viudos: dos hombres de 49 y 70 años; Viudas: tres mujeres de 17, 33 y

47 años. Aparte de ser un número testimonial entre los llegados en los últimos 5 años, es un segmento que no resulta relevantes a efectos de la hipótesis que estamos contrastando en esta ocasión.

TD- Francisco Contreras Pérez

323

Así pues, los emigrantes casados y arribados en los cinco

años anteriores al censo muestran que el matrimonio antecedía a

la emigración en ambos sexos. En virtud de los lapsos de tiempos

estimados, la emigración se confirmaría así, según ello, como un

recurso adaptativo propio de los primeros años de vida de la nueva

unidad familiar. Y esa emigración a su vez se ejecutaría,

confirmando lo ya visto, mediante un mecanismo por fases, por el

que el hombre arrastraría a su esposa, y eventualmente algún

primer hijo o hija del matrimonio.

No obstante la emigración de casados y el eventual arrastre

de sus familias, el componente de hombres solteros en edad núbil

no deja de ser mayoritario, aun en proporciones más contenidas

que en otros perfiles regionales. La emigración tiene una

motivación laboral de distinta índole, pero en destino el emigrante

se encontrará con una sociedad dotada de un mercado laboral,

cuya inserción es el principal objetivo de todo emigrante, y también

de otros espacios de relaciones sociales, entre ellos el mercado

matrimonial. El efecto selectivo de las migraciones por el trasvase

de varones jóvenes solteros tiende a descompensar los mercados

matrimoniales de origen y destino en medida proporcional a sus

dimensiones y naturalmente en sentido opuesto en uno y otro

caso.

TD- Francisco Contreras Pérez

324

Endogamia-exogamia: pautas matrimoniales de los

emigrantes andaluces

La importancia del estudio demográfico de la nupcialidad

asume que el matrimonio juega un importante papel en tanto que

marco institucional y culturalmente sancionado de la reproducción

en las comunidades tradicionales. En tanto que el acceso al

matrimonio forma parte del ciclo vital de los individuos en estas

sociedades, las distintas pautas nupciales en combinación con las

prácticas sucesorias y las estructuras de la propiedad generan

peculiaridades en los sistemas demográficos entre países e incluso

regiones europeos.

En la literatura científica sobre esta temática, existen

diversos indicadores de las pautas nupciales construidos a partir de

la explotación de los datos de sexo, edad y estado civil de los

censos de población históricos. En esta información se basa el ya

citado método de cálculo de la Edad Media al Matrimonio (SMAM),

introducido a mediados del siglo XX por J. Hajnal para el estudio de

la evolución de los sistemas matrimoniales europeos, al igual que

también los emplea el índice de nupcialidad (Im), diseñado por A. J.

TD- Francisco Contreras Pérez

325

Coale en el seno del Proyecto Europeo de Fecundidad de la

Universidad Princeton.

Estos métodos son empleados para abordar

transformaciones relacionadas con las premisas de la transición

demográfica. Su efectividad está en función de que no hubiera

cambios en esas pautas demográficas entre las generaciones o

grupos de edad recogidos en un censo. También requieren como

condición la ausencia de procesos migratorios que afecten

selectivamente a población en razón de su sexo, edad o estado

civil. En tanto que, como venimos viendo, este sesgo constituye un

factor ineludible de las migraciones y por tanto resulta

consustancial a la colonia de emigrantes que venimos estudiando,

nos plantea desde un principio dudas sobre su realismo y por tanto

su exactitud, aunque sólo aproximada; la utilidad de uso queda en

entredicho a efectos de nuestra investigación.

Dicho esto, para obtener unas primeras pautas

comparables, hemos realizado los cálculos correspondientes sobre

nuestra base de datos, la de la colonia andaluza censada en

Buenos Aires en 1855. Dicho esto, los resultados de SMAM que

hemos obtenido han confirmado la lo acertado de las precauciones,

pues no siempre han sido razonables en función de lo que

conocemos para la época y lo que vamos observando en nuestro

TD- Francisco Contreras Pérez

326

tema de estudio sobre el perfil de la colonia. En todo caso, los

valores devueltos por raros o inesperado que sean son explicables

en virtud del diseño de este método, que en última instancia nos

remite a lo poco realistas que resultan sus presupuestos de cara al

estudio poblaciones migrantes.221

El indicador Im mide la intensidad general de la nupcialidad

femenina. Consiste en el cálculo de las proporciones de mujeres

casadas para los tramos de de 15 y 49 años, que son

estandarizadas con respecto a un patrón natural.222 Si el resultado

es 1 significa que el 100% está casado a esas edades, si bien lo

corriente en las sociedades previas a la revolución cultural de la

221 El conjunto de la población andaluza en Buenos Aires presenta una edad

media al matrimonio de 34,6 años entre los hombres y 28,8 años entre las mujeres. Estos niveles son ligeramente superiores a los de la población de origen; la diferencia en todo caso es más acusada entre los varones. Aún así podrían sin embargo no resultar del todo descabellados estos valores: este método es sensible a las elevaciones de las tasas de soltería que implica en el país de destino la llegada de más hombres solteros, como ocurría según hemos visto. Ahora bien, el resultado más incierto sería el que presentan las mujeres malagueñas, para las devuelve una edad media al matrimonio de poco más de 17 años. Este último valor no parece realista a la luz de las pautas nupciales presentes en la provincia de origen, como tampoco en función del perfil de edad y estado civil que hemos analizado para el segmento femenino de esta colonia andaluza; la explicación que encontramos es que, dada la mencionada sensibilidad de este método a los sesgos en el estado civil en poblaciones migrantes, el valor tan bajo pone en evidencia o subraya lo que venimos comentado sobre la excepcional importancia de la llegada de mujeres casadas y en consecuencia los bajos cocientes de soltería femenina.

222 Este patrón “natural” corresponde con las pautas de fecundidad matrimonial más altas de las conocidas, que el equipo de Colae en Princeton identificó con las adoptadas por las mujeres huteritas en la década de 1920. Como es convención y dado que la fuente lo permite, hemos operado con los tramos de edad entre 15-19 y 45-49 años, durante los cuales transcurre el ciclo fértil de la mujer.

TD- Francisco Contreras Pérez

327

segunda mitad del XX es que las casadas se muevan en la

horquilla del 40 al 70% de la población femenina en edad fértil.223

El estudio de las mujeres de la colonia andaluza de Buenos

Aires a mediados del XIX muestra que sus prácticas nupciales no

son muy diferentes a la población de origen: una intensidad nupcial

del 62,0 % para las emigrantes de nuestro estudio, y del 61,8 %

para región (según los cálculos de Reher y otros). Por provincia de

origen, las mujeres de la corriente gaditana presentan un

nupcialidad algo menos intensa, pero dentro de la horquilla antes

señalada. Lo sobresaliente en cualquier caso es la muy elevada

frecuencia de las casadas entre las malagueñas, con un porcentaje

del 90,3%, a bastante distancia incluso del valor que registra el

indicador Im para el conjunto de la población en la provincia de

origen (63,8%)224 y de los parámetros habituales. Por

consiguiente, si las migraciones tienen un efecto selectivo por

estado civil, haciendo que emigren más los solteros entre los

hombres y las esposas entre las mujeres, esto último resulta aún

más notable en la emigración de las malagueñas según el Censo de

Buenos Aires de 1855. Es otro indicador que confirma el

223 REHER, D.S. et al. (1993), p. 123. Otro indicador técnicamente menos

laborioso sería la Tasa Bruta de Nupcialidad, pero los censos no suelen ofrecer (pues no su cometido) el número de mujeres que contrajeron matrimonio durante ese año.

224 REHER, D.S. et al. (1993), pp. 227 y 251.

TD- Francisco Contreras Pérez

328

componente familiar de los que emigraron desde Málaga, en

especial entre las aportes más recientes de esta corriente

provincial que definen su reactivación por esas fechas.

En nuestro caso, el estudio de las pautas matrimoniales va

más allá de un fin demográfico stricto sensu (esto es, el

matrimonio en tanto marco institucional tradicional para la

reproducción), e implica dentro de los objetivos de esta

investigación el poder abordar uno de los planos del proceso de

inserción del emigrante en la sociedad de destino mediante el uso

de las fuentes censales que no están sirviendo de base informativa.

En este sentido, el cálculo de la frecuencia de los

matrimonios entre personas de un mismo origen geográfico (o tasa

de endogamia) puede ser empleado como un indicador de los

procesos de inserción social de una comunidad de inmigrantes en

el país de destino. Este estudio del matrimonio por origen de los

cónyuges se suma a otros indicadores de los procesos de inserción,

entre los que veremos también la estructura del hogar y

socioprofesional. Hay estudios históricos precedentes, algunos de

los cuales referidos a grupos para la misma época y destino.225 Por

lo tanto, encontramos en la literatura científica un marco de

225 DE CRISTÓFORIS, N. A. [2010], cap. 6, que lleva por título: « Los

procesos de inserción en la sociedad porteña”.

TD- Francisco Contreras Pérez

329

referencia para el análisis comparado de las prácticas

matrimoniales como un indicio más de las pautas sociales de esta

colonia de andaluces de mediados del XIX.

Entre estos últimos, nos referimos al estudio que N. A. de

Cristóforis ha realizado sobre las pautas matrimoniales de los

emigrantes gallegos a partir del Censo de Buenos Aires de 1855,

dentro de su libro Bajo la Cruz del Sur: gallegos y asturianos en

Buenos Aires (1820-1870).226 Según este estudio, el 39% de los

gallegos casados que residían en dicha ciudad forman matrimonio

con un cónyuge de igual origen, y el 43% lo formaban con

bonaerenses. Por contra para las mujeres la frecuencia de

matrimonios étnico-endogámicos era mucho más eleva, situándose

en el 81%.Este patrón de comportamiento era común entre

gallegos como entre asturianos, según muestra la investigación.

Estos patrones de comportamiento diferenciado por sexo,

esto es, exogámico entre los varones y la endogámico entre las

mujeres de una colonia de emigrantes están relacionados con los

papeles por sexo que, como hemos dicho, muestran habitualmente

los procesos migratorios tradicionales: con un predominio de

varones solteros, que pasaban a concurrir por las oportunidades

del mercado matrimonial de destino, que a su vez solía estar

226 DE CRISTÓFORIS, N. A. (2010), cap. 6.

TD- Francisco Contreras Pérez

330

descompensado por una sobreoferta de hombres solteros; mientras

tanto, la mujer adulta solía emigrar como esposa, por lo que no se

integraba en el segmento de oferta femenina a efectos del mercado

matrimonial de la población bonaerense de la época.227

Para observar estas pautas en el caso de los andaluces de

Buenos Aires, hemos construido una tabla donde se recoge la

frecuencia de matrimonios en función del origen de los cónyuges,

para aquellos casos constados en el que al menos uno de ellos

procediera de una localidad andaluza. La muestra debía reunir dos

condiciones: a) que estuviera casado el individuo, y b) que

aparecieran los dos cónyuges para conocer su origen. Finalmente,

la selección de esas dos ciudades viene determinada por la

dimensión del universo poblacional que sólo en estos casos reunía

un número más que anecdótico. Hemos considerado operar a nivel

de la localidad de origen en lugar de otra unidad administrativa de

mayor amplitud, pues el municipio solía ser el espacio “natural”

donde tenía lugar la mayor parte de las relaciones sociales, entre

ellas el mercado matrimonial y el establecimiento de las cadenas

227 A este respecto, no debemos descartar eventuales prácticas en destino

que, en función de pautas culturales tradicionales y de la dependencia legal de la mujer, cuando la joven hija que emigrara con el núcleo familiar alcanzara una edad núbil podía ser objeto de arreglos o acuerdos familiares dentro de submercados étnicos matrimoniales. En cualquier caso, estas prácticas que la literatura de la época testimonió no podemos corroborarla a partir de las fuentes disponibles.

TD- Francisco Contreras Pérez

331

migratorias. Posterioremente hemos realizado alguna agregación

cuando la casuística de orígenes de los cónyuges no nacidos en

esas ciudades recomendaba agruparlos en categorías geográficas

de interés analítico.

Por lo tanto se han excluido sobre todo los numerosos

varones procedentes del resto de municipios de las provincias de

Cádiz y Málaga, a excepción de las capitales, pues o eran solteros

o, en su caso, casados que residían en Buenos Aires sin su

cónyuge. De hecho, concurren entre los de Cádiz también muchos

de solteros, y algunos casados sin cónyuges, pero sin duda este

perfil es mayoritario en los emigrantes procedentes muy

singularmente del Puerto de Santa María; ya hemos trabajo el

hecho de que la literatura científica asocia este perfil con la

migración con base en redes comerciales, lo que casa con la vieja

tradición mercantil de esta población de la Bahía de Cádiz.

TD- Francisco Contreras Pérez

332

Los resultados de este estudio permiten extraer lecturas

analíticas más allá de las expectativas previas. Nos ha sorprendido

el hecho de que además de cubrir el objetivo inicial de conocer algo

más de las prácticas matrimoniales en sus niveles de endogamia-

exogamia, también arrojan luz sobre un interrogante abierto en

páginas anteriores a raíz de observar que la participación femenina

entre los emigrantes andaluces era proporcionalmente más

destacada que en otras corrientes españolas.

En un primera lectura general, observamos que para el caso

de los andaluces el matrimonio entre naturales del mismo

municipio oscila entre el 18,2% y 30% entre los hombres, mientras

Frecuencia del matrimonio según localidad de origen de los cónyuges*

Hombres % Mujeres % Gaditanos casados con: Gaditanas casadas con:

Gaditanas 18,2 Gaditanos 28,6 Bonaerenses 60,6 Otros europeos 38,1

Otras argentinas y americanas 12,1 Otros españoles (no andaluces) 14,3 Otras 9,1 Otros 19,0

100,0 100,0 Malagueños casados con: % Malagueñas casadas con: %

Malagueñas 30,0 Malagueños 54,5 Bonaerenses 25,0 Otros europeos 27,3

Otras argentinas y americanas 20,0 Otros andaluces 18,2 Otras 25,0 Otros 0,0

100,0 100,0 *Siendo al menos uno de ellos naturales de las ciudades de Cádiz y de Málaga. Fuente: Censo de Buenos Aires, 1855. Elaboración propia.

TD- Francisco Contreras Pérez

333

que se eleva como cabía esperar entre las mujeres a una horquilla

del 28,6 y 54,5%. Esto es, la frecuencia de los matrimonios por

lugar de origen de los cónyuges entre los emigrantes andaluces

tiende a significar unas prácticas nupciales visiblemente más

exogámicas que endogámicas, pudiéndose hablar sólo para el caso

de las casadas naturales de Málaga de algo más endogámicas.

En cualquier caso, la tasa de estos matrimonios entre

paisanos es sistemáticamente inferior para ambos sexos si los

comparamos con los datos de De Cristóforis para gallegos y

asturianos. Como en ocasiones anteriores, nuestro estudio sobre

las prácticas endogámicas-exogámicas se revelan, si cabe, más

elocuentes si adoptamos esta perspectiva comparativa con las

pautas de otros grupos regionales como los gallegos (y asturianos)

de Buenos Aires según el mismo censo de 1855, que se

corresponden con un patrón esperable o estándar en el

comportamiento diferenciado por sexos en las colonias de

emigrantes.

Llegado aquí hay que precisar que De Cristóforis se expresa

en términos de endogamia entre “gallegos”, por lo que no podemos

conocer en que medida esta amplia categoría,, regional, encubría

realmente unas prácticas de matrimonios de un perfil más local, de

cónyuges de la misma localidad o comarca, como hemos intentado

TD- Francisco Contreras Pérez

334

precisar en nuestra investigación. No obstante, y a efectos de

establecer un criterio homogéneo de cara a solventar la

comparación, sumamos los matrimonios de gaditanos y

malagueños, de ambos sexos, con otros andaluces de cualquier

localidad de la región. Pero incluso bajo este nivel de agregación,

los resultados volvieron a negar un supuesto comportamiento de

endogamia “regionalista” en estas pautas matrimoniales.

Al moverse estos últimos casos en tasas más pequeñas los

hemos recogido, salvo en un caso, en el epígrafe “otros” que

alberga el resto de la casuística matrimonial sin suficiente entidad

por separado (y en pro de la mayor claridad de la tabla). Entre los

matrimonios entre andaluces, salvo los de la localidad de

nacimiento, la tasa más elevada la muestran las mujeres

malagueñas, cuya frecuencia en esta tipología es del 18,2%. Si

agregamos este valor al porcentaje correspondiente al de

matrimonios de malagueñas con hombres de su ciudad, obtenemos

lo que vendría a ser el equivalente a una tasa de endogamia

“regional” andaluza entre estas mujeres, al modo de De Cristóforis

en el citado estudio. La tasa agregada sigue dando un valor inferior

TD- Francisco Contreras Pérez

335

(72,6%)228 al registrado para las gallegas por parte de esta última

autora (81%).

Por su parte, el matrimonio de andaluces varones con

bonaerenses muestra unas frecuencias elevadas, que destacan aún

más por la nula relevancia de esta casuística entre las mujeres; sin

duda ello se debe al mayor peso entre el sexo masculino del

emigrante soltero a su llegada a Buenos Aires. Ahora bien, dentro

de esta tipología, la tasa de los naturales de la ciudad de Cádiz

arroja un valor que resulta ser más del doble la de los procedentes

de Málaga (60,6 % y 25,0 %), lo que refuerza ese perfil

sensiblemente diferenciado que venimos detectando entre los

emigrantes de sendas corrientes andaluzas. Es más, en el caso

gaditano este tipo de matrimonio con nativas de la ciudad de

destino resulta incluso más relevante que entre los hombres

gallegos (43%), denotando que esta corriente local andaluza

presentaba una tendencia de largo recorrido a una emigración de

corte menos familiar.

Otra cuestión que nos llama la atención de los datos sobre

la frecuencia de matrimonios según el lugar de origen de los

cónyuges son aquellos habidos entre gaditanas y malagueñas con

228 Tasa de “endogamia regional” de las casadas malagueñas: 54,4%

(casadas con malagueños) + 18,2% (casadas con otros andaluces) = 72,6%.

TD- Francisco Contreras Pérez

336

naturales de países europeos. Lo curioso es que en ambos casos

registran una relevancia cuantitativa que justifica por sí sola ser

destacados en la tabla (“Otros europeos”). En ocasiones indican la

ciudad otras el departamento o el país, como Atenas, Córcega y

otras partes de Francia continental, Cerdeña, Génova y otras

partes de Italia, Oporto, Lisboa y Gibraltar... Gibraltar debe

entenderse como parte de la región migratoria entre Cádiz y

Málaga, y de hecho son numerosos los gibraltareños censados en

Buenos Aires. Pero son en la mayor parte de los casos italianos y

franceses los cónyuges de estas mujeres andaluzas.

En un 75% de los casos ambos cónyuges tienen el mismo

tiempo de residencia, y la edad suficiente, para suponer que habían

llegado como familia ya constituida a Buenos Aires. En un caso de

estos matrimonios “mixtos” tenemos constancia de que la única

hija, de 16 años, había nacido en Montevideo, pero no podemos

afirmar que la reemigración fuera más habitual o por contra solían

llega directamente de Málaga o Cádiz.

Según el censo español de la época, en las provincias de

Cádiz y Málaga se concentraba el 67,7% de la población extranjera

TD- Francisco Contreras Pérez

337

de Andalucía,229 con la peculiaridad de que, al contrario de lo que

ocurría en Sevilla o Huelva, el índice de transeúntes frente a los

establecidos era más elevado, en lo que sin duda intervenía la

condición de Cádiz y Málaga como puertos internacionales,

favoreciendo ser etapa emigratoria y de trasbordo entre líneas

navieras.

Por lo que estaría justificado aventurar alguna relación entre

este hecho y la relevancia, entre la colonia andaluza de Buenos

Aires, de matrimonios de gaditanas y malagueñas con hombres de

dichas nacionalidades, que como jóvenes solteros habrían pasado

por Andalucía como etapa de una escala migratoria entre ciudades

portuarias mediterráneas que finalmente les conduciría a la otra y

próspera orilla del Atlántico.

Además de un “médico dentista” y un comerciante, el resto

de estos cónyuges europeos de la andaluzas de Buenos Aires son

menestrales de distintos oficios, algunos muy cualificados y

demandados en las ciudades de una y otra orilla: botero, cigarrero,

229 JUNTA GENERAL DE ESTADÍSTICA: Censo de la población de España según

el recuento verificado en 25 de diciembre de 1860, Madrid, Imprenta Nacional, 1868

TD- Francisco Contreras Pérez

338

zapatero, herrero, carpintero, “bosquetero”230...; no hay ningún

“peón” o “jornalero”.

Recapitulando lo dichos en este apartado, y toda vez que

hemos considerado que los hombres antecedían a las mujeres

como en las migraciones familiares en toda época, hemos estimado

que para el caso andaluz a mediados del XIX lo hacían unos tres

años antes que aquellas. En consecuencia, resulta razonable

admitir que este trienio era el periodo empleado por término medio

por el cabeza de familia (o el “first comer”) para el asentamiento

en destino y el ahorro del capital necesario de cara a llamar y

financiar el viaje de la esposa y el resto de la unidad familiar

dejada en origen, si la hubiere y de activar dicho mecanismo de

arrastre.

Por otra parte, el estudio de la frecuencia de los

matrimonios de los emigrantes andaluces por lugar de origen de

los cónyuges nos lleva a concluir que entre los andaluces de ambos

sexos presentes en Buenos Aires en 1855 prevalece un patrón

nupcial exogámico más que endogámico. Constituyen una relativa

230 “Bosquetero” puede hacer referencia a un jardinero especializado. El

término carece de entrada en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española., donde la palabra más cercana es bosquete: “bosque artificial y de recreo, en los jardines o en las casas de campo” (DRAE, 1992). Las búsquedas en el Corpus de Referencia del Español Actual (CREA) y en el Corpus Diacrónico del Español (CORDE) de la página oficial www.rae.es (fecha de la consulta: 28.08.11) han sido igualmente infructuosas.

TD- Francisco Contreras Pérez

339

excepción a esto la tipología matrimonial que a tal efecto muestran

las malagueñas, pero incluso en este caso su tasa de endogamia

reviste una intensidad claramente inferior a los elevados valores

que se conocen para las mujeres gallegas residentes también en la

capital argentina por esas fechas.

En consecuencia, unas pautas más exogámicas entre los

andaluces de Buenos Aires, junto al menor tamaño de la colonia

con respecto a otros grupos regionales, no coadyuvaron a la

recreación colectiva en destino de señas de identidad étnica o

regional, lo que se relaciona con una inhibición en la visibilidad

institucional y formal de las mismas (asociaciones, periódicos...).

El hogar del emigrante: tamaño y estructura.

¿Qué tipo de hogar es el del emigrante? Esto es un aspecto

menos tratado en los estudios migratorios españoles pero sobre

todo en la historia de la familia, a pesar de la importancia de los

procesos migratorios contemporáneos. Estudiar el hogar del

emigrante es saltar del plano del análisis del perfil individual al

estudio del entorno social en el que se desenvuelve, en este caso

en destino.

TD- Francisco Contreras Pérez

340

Aunque desatendido durante largo tiempo en España por los

historiadores,231 el estudio del hogar es un campo privilegiado para

observar la interrelación de distintas variables: demográficas,

económicas, sociales, jurídico-culturales... Su tamaño y estructura

están determinados por la natalidad y mortalidad (en especial la

mortalidad infantil), las estructuras productivas y las prácticas de

herencia que propician modelos corresidenciales de dos o más

generaciones o, por el contrario, los simples y..., naturalmente, las

migraciones. Éstas últimas inciden en las poblaciones emisoras

reduciendo el número de varones adultos, que, como sabemos,

suelen protagonizar en solitario o, en todo caso, encabezar los

procesos de movilidad en el seno de las familias (salvo el caso de

migraciones de mujeres jóvenes que acuden prestar servicios

domésticos urbanos desde las áreas rurales).

El tamaño del hogar se suele relacionar con el tipo de

familia dominante en una región, en la medida que el dominio de

familias extensas se relaciona con un tamaño medio superior,

frente al tipo de familia simple o nuclear.

Pese a nuestras falsas creencias sobre el pasado que Laslett

denunciara, en España dominaba desde el siglo XVIII a principios

del XX un hogar pequeño (4 a 5 miembros) y un tipo simple de

231 REHER, D.S. et al. (1993), p. 48.

TD- Francisco Contreras Pérez

341

familia (poca corresidencia); se trata de un hogar más pequeño y

de estructura menos compleja que en la Europa campesina (donde

los eran más frecuentes los hogares de 6 a 8 miembros).

Andalucía esta dentro de este panorama español de hogar

pequeño y familia simple, si bien el tamaño medio del hogar tiende

a ser superior en la parte oriental de la región frente al dominante

en la cuenca del Guadalquivir según el censo de 1887. Un mayor

tamaño del hogar se ha relacionado con el predominio de

estructuras agrarias minifundista, mientras que la comarcas

latifundistas se asocian a tamaños menores en este caso. A su vez,

en el espacio urbano el tamaño del hogar suele ser mayor, en lo

que interviene la mayor presencia de personal del servicio

doméstico (sobre todo más mujeres en el caso español).

El tamaño medio del hogar es un indicador muy limitado

como un instrumento analítico, si bien constituye una aproximación

casi obligada a tenor de su uso en la literatura científica.

Pretendemos llegar a un mayor grado de conocimiento

aprovechando la riqueza de datos de las cédulas censales y su

tratamiento informático, por lo que recurrimos en primer lugar a la

observación de cómo se distribuye la población por tipos de hogar

según su tamaño, para más tarde abordar su composición y

estructura.

TD- Francisco Contreras Pérez

342

Como hemos dicho en más de una ocasión, trabajar con las

cédulas censales nominales nos permite estudiar a los individuos

pero también sus hogares. La organización de la información censal

es por domicilio, esto es, por hogar y dentro de ellos con expresión

de lazos de parentesco.

Cuando consultamos las cédulas censales de Buenos Aires

tomamos nota no sólo de los emigrantes que declararon haber

nacido en Andalucía, sino también de resto de miembros del hogar

en que fue censado. Cada hogar le dimos un código propio igual a

todos sus componentes, y a éstos un número de orden interno que

seguía el expuesto en la cédula censal. Estos dos códigos permiten

identificar los hogares y a su vez estudiar la composición interna,

junto a datos tan importantes que aparecen en el censo como el

que respondía a la pregunta qué es del propietario. Esto último que

puede suponer un dato a estos efectos irrelevante, sin embargo en

la práctica las cédulas censales sólo lo cumplimentan para el primer

miembro del hogar (se dice si es propietario o inquilino); siendo

este primer miembro como el cabeza de familia, para el resto de

miembros el censo consigna en este apartado de la cédula las

relaciones de parentesco con éste, esto es, si es esposa, hijo/a,

cuñado/a...

TD- Francisco Contreras Pérez

343

Por todo ello, siendo 360 los nacidos en Andalucía, sin

embargo nuestra base de datos se enriquece hasta alcanzar los

casi 800 individuos que componen el espacio de relaciones sociales

inmediato y documentado de los emigrantes andaluces, esto es, el

paisaje humano que conforman su hogares y sus familias en

destino. Esta población se distribuían en 330 hogares con al menos

un componente nacido en Andalucía, de los cuales casi 260 tenían

a un individuo de esta procedencia al frente del mismo.232

232 Hay que anotar que esta contabilidad general de 803 se encuentran 79

individuos nacidos en Gibraltar. Toda vez que algunos que observamos durante nuestra consulta que algunos mantenían relaciones familiares con andaluces o convivían en entorno próximos en destino, tomamos también notas de ellos. De éstos, 41 encabezaban hogares, de los cuales 27 eran hogares solitarios.

TD- Francisco Contreras Pérez

344

Tipos presentes de hogar según el tamaño

Tipo por n.º de

miembros

N.º de hogares

% de los hogares

N.º total de miembros

% de los miembros

1 186 56,4 186 23,2

2 37 11,2 74 9,2

3 24 7,3 72 9,0

4 28 8,5 112 13,9

5 19 5,8 95 11,8

6 11 3,3 66 8,2

7 12 3,6 84 10,5

8 8 2,4 64 8,0

9 2 0,6 18 2,2

10 1 0,3 10 1,2

11 2 0,6 22 2,7

330 100,0 803 100,0

Fuentes; Censo de Buenos Aires, 1855. Elaboración propia.

TD- Francisco Contreras Pérez

345

La mayoría de los hogares, hasta el 56% del total de los hogares

del andaluz, estaba compuesta por un sólo miembro, lo que

ciertamente determinará el tamaño reducido del hogar medio

resultante. Son 186 los que viven en este tipo de hogar, varones y

solteros en su mayoría, pero también los hay casados que viven en

Buenos Aires sin sus familias (especialmente entre los

malagueños). Hay que tener en cuenta que los jefes de hogar (el

primero en la cédula censal) andaluces se distribuyen casi por igual

entre solteros (45,1%) y casados (48,2%).233

Se trata pues de varones (solteros y casados) naturales de

origen andaluz, entre los que, según las cédulas censales, no

consta ninguna relación familiar si bien son corresidentes, pues

aparecen como “inquilinos” en el mismo edificio o próximos; en

estos casos podríamos estar ante emigrantes unidos por relaciones

de paisanaje o de conocimiento. Otros estarían iniciando un

proceso migratorio que posteriormente arrastraría al resto del

núcleo familiar que quedó en origen. De ser así, la categoría “hogar

solitario” tendría un significado más nominal o temporal que real y

definitivo, aunque en última instancia la fuente no permite

discriminar en esta cuestión.

233 Más los viudos, que suman el 6,8% restante.

TD- Francisco Contreras Pérez

346

Por otra parte, siendo el hogar unipersonal la tipología más

frecuente (186 casos de “solitarios”), no quita que muchos otros se

distribuyan en una tipología de hogares más diversificada. Los

restantes tipos que completan el total de 330 hogares, con al

menos un andaluz (y en ocasiones con alguno más), se distribuyen

en una escala de frecuencia de casos decreciente, conforme

subimos en el número de miembros: desde los hogares de 2 a 4

miembros que suman el 19,5% de los casos, hasta los hogares de

9-11 componentes que representan el 1,5%.

Si observamos las dos columnas a la derecha de la tabla, la

que recoge el número de personas implicadas en cada tipo de

hogar (no al número de casos de éste), convendremos que el

definir como hogar “solitario” el espacio doméstico del emigrante

andaluz requiere ser matizado. Sin negar la mayoría relativa

compuesta por esos 186 andaluces residiendo en hogares

unipersonales, un número sólo algo inferior a éste estaba formado

por el resto de andaluces (hasta los 360 del total) que integran

otros tipos de hogares más amplios.

A su vez, también hay que tener en cuenta que estos

hogares no unipersonales albergaban al conjunto de los familiares

que componen el paisaje doméstico del emigrante. En esta

situación se encuentran las 3/4 partes de los casi 800 individuos de

TD- Francisco Contreras Pérez

347

nuestra base de datos ampliada, que venimos en denominar el

paisaje doméstico del emigrante andaluz, esto es, los propios

emigrantes más sus familiares y otros corresidentes relacionados

de algún modo; y una ¼ parte de ese total concretamente lo hace

en unidades de 4 a 5 miembros.

El tamaño medio del hogar resultante es muy pequeño

(2,17 miembros), la mitad del tamaño medio del hogar en

Andalucía (4,16). Naturalmente este promedio está en gran medida

determinado por el perfil dominante entre los emigrantes: el de

varón soltero o en su caso el de casado sin familia formando hogar

“solitario”. Hay que tener en cuenta que la emigración del varón

soltero o el casado sin familia está en función de una estrategia de

adaptación a los riesgos de la movilidad, en la medida que

desplazarse con la familia incrementa los costes y lastra las

posibilidades de afrontar con éxito futuras reemigraciones ante las

coyunturas eventuales de los mercados laborales de destino.

TD- Francisco Contreras Pérez

348

Tamaño medio del hogar.

Hogar en Buenos Aires(**) Origen

Tamaño del hogar en origen (*) Todos los

miembros Miembros nacidos en

Andalucía

Cádiz 4,20 2,15 1,22

Málaga 4,10 2,51 1,39

Andalucía 4,16 2,17 1,26

(*) El tamaño medio del hogar se ha hallado dividiendo la población por el número de cédulas censales recogidas en cada provincia, y la misma operación agregando las ocho provincias para el conjunto de Andalucía. Es mucho menos preciso que el que elaboramos a partir de nuestros datos sobre Buenos Aires, pero está avalado por el uso en la literatura científica y tiene en este caso un valor orientativo de las diferencias entre los tamaños del hogar en origen y destino. (**) Hogares cuyo cabeza de familia o primer componente en la cédula censal es natural de alguna localidad de estas dos provincias seleccionadas (Málaga y Cádiz) y de cualquier lugar de la región para el epígrafe “Andalucía”. Fuentes: Censo de la población de España... de 1860, Madrid, Imprenta Nacional, 1863, y Censo de Buenos Aires de 1855. Elaboración propia.

En el tamaño del hogar del migrante inciden dos factores

específicos que lo determinan, sumándose a aquellos otros

generales a la población: el tiempo de residencia y el tipo de

migración (comercial, familiar,...). Esto se deduce de que los

migrantes con un mayor tiempo de residencia han tenido más

tiempo para formar sus propios hogares en destino, como podría

estar ocurriendo con los dicen venir de “Andalucía”, sin especificar

TD- Francisco Contreras Pérez

349

localidad o provincia, y presentan el mayor promedio de tiempo de

residencia234.

También habría que tener presente otros posibles factores.

La tercera columna es interesante porque nos expresa cuántos de

ese hogar proceden de Andalucía. La diferencia entre la segunda

columna y esta tercera son los cónyuges e hijos adicionados en

destino. En estas dos series que miden el tamaño del hogar del

emigrante observamos que Málaga ofrece siempre un valor

ligeramente superior, denotando ese componente de migración

familiar desde el origen (y que en destino llega completarse). En

virtud de estos datos, cabe suponer que una parte destacada de los

núcleos familiares en destino ya estaba constituida antes de llegar

a Buenos Aires.

En última instancia, la relevancia del componente de

emigrantes solteros o sin su familia sesga a la baja el tamaño

medio del hogar que finalmente un valor de 2-3 individuos. Esta es

la media que nos sirve para hacernos una idea del efecto numérico

de las migraciones si comparamos este valor con el tamaño medio

de la región de origen, como vimos más arriba (4-5 individuos). No

234 Los jefes de hogar (el primero en la cédula censal) casados son el 59,0%

de los varones que indicaron esta procedencia; este segmento presenta el mayor promedio de tiempo de residencia tanto entre hombres como entre mujeres (18,9 y 16,4 años respectivamente).

TD- Francisco Contreras Pérez

350

obstante, y como hemos advertido, el tipo de hogar más frecuente

estaría compuesto por un único individuo (56,4% de los hogares y

el 23,2% de los individuos); por otra parte, los hogares de 4,5 y 6

miembros son muy frecuentes en el paisaje doméstico del

emigrante andaluz (13,9, 11,8% y 10,5% de todos los familiares

respectivamente). Esto último nos habla de una pauta de

constitución de hogares más amplios que el tamaño medio

obtenido y que el mismo promedio estadístico de Andalucía.

Por todo ello, el “tamaño medio del hogar” se revela un

indicador demasiado bruto, limitado e insuficiente si no tuviéramos

en cuenta la diversidad de situaciones antes analizadas. Cualquier

estudio sobre el hogar y la familia requiere prestar atención, si la

fuente lo permite, a otros aspectos que nos den más información

sobre el escenario doméstico de la colonia andaluza en Buenos

Aires, relacionados con la dimensión de sus hogares pero que

atienda a otras variables que podemos rastrear en la cédula censal

manuscrita.

Abordado el estudio del tamaño medio del hogar del

emigrante andaluz, y sus variantes más significativas, un segundo

plano de cualquier análisis histórico del hogar consiste en ver su

estructura, esto es, su composición en función de las relaciones

familiares o de otra índole entre corresidentes. Como

TD- Francisco Contreras Pérez

351

recordaremos, a estos efectos la base de información que articula

este estudio es la respuesta a la pregunta del censo: ¿Qué es del

propietario? Salvo en el caso de primer individuo, para el que se

solía indicar si era él mismo el propietario o un inquilino, para el

resto de componentes de ese hogar los censistas anotaban en este

apartado el tipo de relación que los unía al cabeza de familia.

La casuística de relaciones corresidenciales recogida por el

Censo de 1855 para los hogares de dos o más personas es

naturalmente bastante amplia, no limitándose a las estrictamente

familiares. Recogemos en una tabla la relación de expresiones

censales corresidenciales y su frecuencia dentro de nuestro

universo de andaluces de Buenos Aires.

TD- Francisco Contreras Pérez

352

Las relaciones familiares y corresidenciales en

el hogar.

Tipo de relación Núm. %

Hijo/a 284 50,6

Esposas 109 19,4

Empleado/a 59 10,5

(No consta) 31 5,5

Nieto/a 15 2,7

Cuñado/a 14 2,5

Hermano/a 11 2,0

Suegro/a 9 1,6

Nuera/yerno 8 1,4

Sobrino/a 6 1,1

Sirviente/a 4 0,7

Ahijado/a 3 0,5

Doméstico/a 2 0,4

Agregado/a 2 0,4

Recogida 1 0,2

Primo/a 1 0,2

Padre 1 0,2

Familiar/otro 1 0,2

561 100,0

Fuente: Censo de Buenos Aires, 1855. Elaboración propia.

TD- Francisco Contreras Pérez

353

Para analizar este abanico de situaciones corresidenciales y lazos

familiares que estructuran los más de 250 hogares encabezados

por un andaluz, hombre o mujer (259 hogares de los 330, aunque

algunos con más de un individuo natural de la región), hemos

partido del sistema de clasificación propuesto por P. Laslett para el

estudio del hogar y la familia en el pasado. Hemos seguido el

trabajo publicado por Laslett bajo el título: “Family and household

as work group and kin group: areas of traditional Europe

compared”.235

La tesis de Laslett es que la familia y el hogar no son sólo

espacios de parentescos, sino que su estructura y composición

obedecen a los sistemas productivos y sociales imperantes en las

distintas regiones europeas.

Por otra parte, en nuestro estudio del hogar del emigrante

hacemos extensión de esta tesis, en la medida que queremos

comprobar si el hogar también se adapta en el corto plazo marcado

por las migraciones, no sólo como resultado de un poso de cambios

de longue durée (una visión estática y territorializada de los

sistemas domésticos que subyace en el trabajo de Laslett).

235 LASLETT, P.: ““Family and household as work group and kin group: areas

of traditional Europe compared”, en WALL, R. (ed.): Family forms in Historic Europe, Cambridge, Cambridge University Press, 1983, [pp. 513-560]

TD- Francisco Contreras Pérez

354

Pretendemos abordar en qué medida la familia y el hogar

acometieron cambios, al menos temporales, coadyuvando al

proceso de adaptación que es toda migración, mediante la

transformación de su estructura y las formas de cohabitación.

Partimos de dos presupuestos:

a) Como queda asentado en la literatura científica, la

decisión de emigrar se toma en el núcleo del hogar, incluso

cuando sea inicialmente sólo uno de sus componentes el que

cruce el Atlántico,

b) La composición y estructura del hogar en origen y

en destino tuvo que verse, en consecuencia, afectada por los

mecanismos migratorios implementados, quedando ligada al

perfil del andaluz en Buenos Aires que hemos analizado más

arriba.

Los domicilios del censo los hemos tratado como “cluster”

domésticos, hogares que suelen estar formado por una familia,

pero que en ocasiones también revelan composición y estructura

más diversificada que pasa por el hogar de un único individuo a

formas más extensas que las familia nuclear. Las diferencias o

similitudes en comparación con el tipo de hogar dominante de la

región de origen permitirán conocer las peculiaridades del hogar

TD- Francisco Contreras Pérez

355

del emigrante como el resultado de los mecanismos y procesos

migratorios.

Sobre este modelo clásico de Laslett, hemos operado con

dos adaptaciones en función con los objetivos propios de una

investigación sobre hogares para una población de emigrantes, y a

fin de abordar de los sugerentes pero singulares indicios de este

segmento móvil, que en parte nuestra investigación sólo ha podido

esbozar o hacernos intuir hasta este punto. En fin, estas ligeras

variantes pretenden facilitarnos el estudio de determinadas

características de la composición familiar en un contexto de

movilidad espacial.

La primera adaptación consiste en discriminar, dentro del

grupo de hogares unipersonales (“solitarios”), aquellos formados

por un varón que, encontrándose en esta situación, están sin

embargo casados. Otros solitarios son en su mayoría varones

solteros, que como sabemos es el perfil más frecuente del

emigrante. Pretendemos obtener a través de esta discriminación un

indicador aparente de cierto grado de migración en cadena dentro

de los núcleos familiares (migración de arrastre, también llamada),

y caracterizada por distintas fases migratorias abiertas por la

migración del cabeza de familia.

TD- Francisco Contreras Pérez

356

Por otra parte, en nuestra segunda adaptación se trata de

distinguir dentro de la categoría de las familias simples de P.

Laslett dos subgrupos: familias simples nucleares (completas) y las

familias simples con padre ausente. Éstas últimas suelen ser en la

práctica falsas monoparentales, esto es, casos temporales de

casadas con o sin hijos suponiéndose que el esposo está ausente

en el momento del censo; estos casos son de familias simples

eventualmente incompletas, pero también recogemos aquí los

casos de madres solteras, las monoparentales en el sentido actual

del término, cuyos casos son anecdóticos.

Con esta segunda adaptación del modelo de Laslett

pretendemos contar con un instrumento que nos permita abordar

en nuestro trabajo la propuesta de M. C. Cacopardo y J. L. Moreno

en su estudio de la familia del interior de la Argentina del XIX. La

movilidad interior de los varones era destacable, ya por mor de las

distintas guerras que se sucedían por entonces, ya por los

requisitos del mercado de trabajo nacional argentino. El hecho es

que llegó a ser frecuente que las mujeres hicieran frente a las

responsabilidades del hogar con el cónyuge ausente. Pretendemos

pues observar este aspecto en el caso de las jefas de hogar

andaluzas y si, en el ámbito urbano de esta colonia de emigrantes,

TD- Francisco Contreras Pérez

357

estas situaciones solían ser tan frecuentes como se han observado

en el rural del país de destino.

De todo ello, obtenemos las siguientes categorías analíticas,

con un ejemplo práctico de situación que se suele darse en el

Censo para cada una de ellas:

1. “Solitarios” (hogares unipersonales):

soltero/a, viudo/a y varón casado pero sin cónyuge ni

hijos.

2. “Familias simples nucleares”: núcleo

conyugal con o sin descendencia; hombre casado y

viudo/a con hijo(s).

3. “Familias simples con padre ausente”:

mujer casada con o sin descendencia estando el marido

ausente (temporalmente incompleto); mujer soltera

con hijo(s) (monoparental).

4. “Familias extensas”: núcleo conyugal con

ascendente viudo/a y colateral(es) soltero(s)

(hermanos, cuñados, sobrinos,...).

5. “Hogares Múltiples”: núcleo conyugal

principal más otros núcleos conyugales adicionales de

ascendientes, descendientes y/o colaterales (suegros,

yernos, nueras, hermanos casados).

TD- Francisco Contreras Pérez

358

6. “Otros”: lazos aparentes de paisanaje y/o

contractuales expresos o probables en una misma

cédula censal, esto es, entre corresidentes.236

236 También pueden registrarse en varias cédulas censales pero consecutivas,

esto es, no son formalmente corresidentes pero sí vecinos que ocupan un mismo inmueble, por ejemplo el de cuartos individuales en régimen de alquiler. Eran situaciones bastante comunes a los espacios urbanos del XIX y principios del XX, cuando los censos de viviendas crecían más lentamente que el censo poblacional, y existía una cultura del alquiler de la vivienda como una práctica habitual. En ocasiones se ha precisado documentar con información complementaria presente en otros epígrafes de la(s) cédula(s) implicadas: naturaleza, edad, tiempo de residencia, profesión...

TD- Francisco Contreras Pérez

359

Estructura del hogar del emigrante andaluz

Solitarios Familias simples

Casados (v)

Otros Nuclear

Con padre ausente

Familias extensas

Hogares múltiples

Otros

Total

Cádiz

19 (12,42)

79 (51,63)

36 (23,53)

6 (3,92)

9 (5,88)

3 (1,96)

1 (0,66)

153 (100)

Córdoba 1 (20,00)

4 (80,00)

--- --- --- --- --- 5 (100)

Granada --- 4 (80,00) --- 1

(20,00) --- --- --- 5 (100)

Huelva --- 2 (66,67)

--- 1 (33,33)

--- --- --- 3 (100)

Jaén --- --- 1 (50,00) --- --- 1

(50,00) --- 2 (100)

Málaga 7 (17,07)

14 (34,15)

14 (34,15)

1 (2,44)

4 (9,75)

1 (2,44)

--- 41 (100)

Sevilla 2 (9,09)

12 (54,55)

6 (27,27) --- --- 2

(9,09) --- 22 (100)

S/p 4 (14,28)

11 (39,29)

11 (39,29)

1 (3,57)

--- --- 1 (3,57)

28 (100)

Andalucía* 33 (12,74)

126 (48,65)

68 (26,25)

10 (3,86)

13 (5,02)

7 (2,70)

2 (0,78)

259 (100)

* La tabla recoge sólo los hogares a cuyo frente está un individuo natural de alguna de las provincias españolas de Andalucía. No se contabilizan los 27 individuos naturales de Gibraltar que estaban en los 186 hogares solitarios de la tabla sobre el tamaño del hogar según el número de sus miembros. Por otra parte, se expresa entre paréntesis, debajo del número de casos de cada categoría, el porcentaje que representan en el total provincial. Definición de las categorías: “Solitarios” (hogares unipersonales): soltero/a, viudo/a y varón casado sin cónyuge ni hijos. “Familias simples nucleares”: núcleo conyugal con o sin descendencia; hombre casado y viudo/a con hijo(s). “Familias simples monoparentales”: mujer casada con o sin descendencia estando el marido ausente; mujer soltera con hijo(s). “Familias extensas”: núcleo conyugal con ascendente viudo/a y colateral(es) soltero(s) (hermanos, cuñados, sobrinos,...). “Hogares Múltiples”: núcleo conyugal principal más núcleos conyugales ascendente, descendente y/o colateral (suegros, yernos, nueras). “Otros”: lazos aparentes de paisanaje y/o contractuales reconocidos en una única cédula censal. Fuente: Censo de Buenos Aires (1855). Elaboración propia.

TD- Francisco Contreras Pérez

360

En función de los resultados de aplicar las propuestas de categorías

de Laslett, el hábitat doméstico del los emigrantes andaluces en

Buenos Aires a mediados del XIX lo conforman en un 48,7 %

hogares de individuos solitarios, mayoritariamente solteros. Esta

afirmación se hace extensible a los distintos orígenes provinciales

presentes en el censo, a excepción de los malagueños. Entre estos

últimos el porcentaje de esta categoría se reduce singularmente

hasta el 34,2 %, por debajo de la media regional citada. Por el

contrario, entre los de esta última provincia, el peso relativo de los

hogares solitarios compuestos por un hombre casado destaca

comparativamente en este contexto andaluz, aunque siempre con

cifras absolutas menores que la de los solteros.

El hogar solitario constituye un rasgo distintivo de esta

comunidad de emigrantes que adquiere relevancia si tenemos en

cuenta que el hogar tipo de la población regional de origen era el

hogar simple. Esta categoría mayoritaria en origen, compuesta por

el núcleo familiar, pasa a ocupar el segundo lugar de prevalencia

en el hogar del emigrante a bastante distancia del hogar solitario.

Estos hogares simples se presentan en su mayoría completos (26,3

%). Sólo un 3,7 % son hogares simples incompletos, ya fuera por

una circunstancia temporal (el padre estaba ausente en el

momento de realizarse el censo) o por tratarse de una madre

TD- Francisco Contreras Pérez

361

soltera con su descendiente. La escasa relevancia porcentual del

hogar con un padre ausente, por ejemplo por realizar actividades

estacionales en otro punto del territorio, no avala la existencia de

mecanismos migratorios que condujeran a estos emigrantes fuera

del mercado laboral bonaerense.

Cádiz Córdoba Granada Huelva Jaén Málaga Sevilla S/p Núm %

Balvanera --- --- --- --- --- 2 2 --- 4 1,1

Barracas N. 5 --- --- --- --- --- --- -- 5 1,4

Boca 2 --- --- --- --- 1 --- 1 4 1,1Catedral

N. 16 1 1 --- --- 2 2 --- 22 6Catedral

S. 68 2 3 2 2 27 14 10 128 35,2Concepci

ón 13 --- 1 --- --- 12 --- 1 27 7,4Montserr

at 22 --- --- --- --- 8 5 8 43 11,8Piedad 8 --- --- --- --- 4 1 6 19 5,2

S. Miguel 25 --- 1 --- --- 1 2 6 35 9,6

S. Nicolás 12 --- --- --- 1 2 1 3 19 5,2

S. Telmo 6 --- --- --- --- 4 1 1 12 3,3Socorro 12 1 --- 1 --- 2 --- 3 19 5,2

Pilar 14 --- --- --- --- --- --- --- 14 3,9Otros(1) 7 1 --- --- --- 2 1 2 13 3,6

100(1) El epígrafe “otros” incluye los censos marítimo y militar, así como los de determinadas instituciones(Hospital de mujeres, Comisaría de Puerto, serenos,...).Fuente: Censo de Buenos Aires (1855). Elaboración propia.

Pautas de asentamiento de los andaluces en Buenos Aires (1855)

Parroquias

Provincia de origen Total

TD- Francisco Contreras Pérez

362

Dependientes, comerciantes y artesanos: el andaluz

en la sociedad y el mercado laboral bonaerenses.

El Buenos Aires de 1855 es un espacio urbano marcado por

el proceso de integración de los mercados laborales y comerciales

que definen el mundo contemporáneo. La mitad de su población no

había nacido en el país, y tres cuartas partes de su mercado laboral

se nutría de estos inmigrantes extranjeros.

Las emigraciones son un fenómeno social ligado a los

mercados laborales trasatlánticos en una economía que se iba

integrando cada vez intensamente. Toda emigración es una

emigración económica en la medida que el expatriado, sea o no por

motivaciones económicas, tiene que reconstruir su vida laboral en

destino.

En este apartado abordamos estas fenómeno a partir de las

siguientes preguntas básicas que articularían el estudio de la

inserción del emigrante andaluz en el mercado laboral y la

estructura social del Buenos Aires de mediados del XIX: ¿cuál es la

estructura socioprofesional de los emigrantes andaluces?, ¿el

migrante pertenece al segmento laboral poco cualificado de la

población de origen?, ¿al proceder en su mayoría de espacios

urbanos ligados al comercio trasatlántico, qué importancia

TD- Francisco Contreras Pérez

363

adquieren las ocupaciones del sector mercantil entre los

emigrantes andaluces?, ¿hay alguna relación entre origen y la

ocupación de nichos laborales?, ¿cuál es la posición relativa del

emigrante andaluz en la distribución profesional de los españoles

residentes en Buenos Aires?

Empecemos por esta última cuestión. Del conjunto de

españoles empleados según el Censo de 1855, un 30 % si situaba

en el escalafón inferior de las categorías laborales, compuesto por

jornalero y peonaje urbanos en puertos (changadores) o en

pequeños establecimientos manufactureros de corte protoindustrial

(hornos de ladrillos, molinos, mataderos, fábricas de velas y

muebles).

Dentro de ese porcentaje se cuentan también las mujeres y,

en mayor proporción que en España, los varones que se ocupaban

en el que podemos denominar sector de los servicios domésticos:

sirvientes, mucamas, lavanderas... Entre los sirvientes abundaban

los menores de edad.237

En un segundo escalón, los empleos manuales

semicualificados y otros servicios daban cabida al 16% de los

españoles. Son los trabajos de marineros, cocineros, barberos,

237 MOYA (1998), pp. 205 y sgtes.

TD- Francisco Contreras Pérez

364

jardineros... Un conjunto de ocupaciones con una importante

diversidad interna.

Un tercer nivel sociolaboral lo formaban los trabajadores

manuales cualificados, que sin embargo era el tercero más

concurrido entre los españoles con el 22% de esta población

ocupada. Esta categoría engloba a los artesanos preindustriales e

independientes: carpinteros, albañiles, zapateros, panaderos,

costureras..., más otros oficios de nuevo cuño industrial: gasistas,

plomeros, electricistas, mecánicos... Un elemento común a todos

ellos es que eran emigrantes de origen urbano por lo general, o

relacionados con tradiciones preemigratorias de cierta población

rural que había previamente residido en alguna ciudad de su región

de origen.238

Pasando a los trabajos no manuales, encontramos una

cuarta categoría que ocupa al 23% de los españoles, entre

propietarios de pequeños negocios y empleados. Englobaría a la

“petite bourgeoisie” compuesta por tenderos independientes

(“shopkeepers” analizados por la nueva historia social), herederos

del mercado urbano preindustrial como los antes mencionados

artesanos. También ocupaciones cada vez más numerosas en lo

que Weber llamaría la nueva sociedad burocrática, que nutrirían las

238 MOYA (1998), p. 208

TD- Francisco Contreras Pérez

365

clases medias urbanas con trabajadores por cuenta ajena y con

cierta formación académica (“white collars” como los trabajadores

de la administración pública y, en el caso que estudiamos, sobre

todo privada, los “oficinistas”).239

Estas cuatro categorías socioprofesionales engloban grosso

modo el 90% de las población española que declaró una ocupación

en el censo de 1855. El restante 10% estaría compuesto por una

especia de clase media alta en la sociedad del XIX: de

comerciantes e industriales medianos, capitanes de barco,

farmacéuticos, profesores de música, periodistas. También se

encuentran las otras profesiones liberales con una status más

próximo a las élites locales y ligadas a éstas, como médicos,

abogados, agentes de bolsa.

En la cúspide de la pirámide social de la ciudad, se situaría

la élite propietaria y gestora de las empresas ligadas a las

actividades mercantiles que eran de ser de Buenos Aires como

239 Los viejos oficios artesanales y el pequeño comercio es lo que se considera

“petite bourgeoisie” en la moderna historia social. Son herederos de ciudad preindustrial, y tendrán que hacer frente a los retos de la industrialización y la integración de los mercados. Frente a ellos, las nuevas clases medias (“middle classes”) crecerán hasta constituir el estrato social emergente de las sociedades industriales, sobreviviendo a las clases obreras industriales en la sociedad postindustrial. La pequeña burguesía en la encrucijada de la modernización del espacio urbano europeo ha sido el tema de análisis de G. CROSSICK y H-G. HAUPT, de cuyo libro recomendamos la síntesis sobre la evolución de los estudios de estas categorias socioprofesionales que se hace en la introducción. CROSSICK, Geoffrey y HAUPT, Heinz-Gerhard (1995).

TD- Francisco Contreras Pérez

366

centro distribuidor que ponía en contacto la economía argentina

con el mercado global: comerciantes mayoristas, exportadores e

importadores, hacendados y terratenientes absentistas, algún

fabricante.

Como visión de conjunto, los españoles, como otros

inmigrantes de la época poscolonial, suelen integrarse en las

categorías intermedias de las aquí expuestas, de tal manera que su

participación porcentual en estos grupos es superior

(sobrerrepresentación) al peso de esta población de nacionalidad

española en el conjunto de la población de la ciudad. A su vez, en

los extremos de la estructura social, tanto por abajo como por

arriba, la presencia inmigrantes es destacadamente inferior. Dicho

de otra manera, al integrarse en los estratos intermedios

participaron en un proceso de modernización de la sociedad local,

entendiendo por tal el empuje hacia una sociedad “multiclasista”

frente a la acusada dualidad social heredada del siglo XVIII. Todo

ello es lo que ha llevado a autores como Moya a resaltar el papel

de la inmigración en la construcción social de la moderna capital

rioplatense durante el segundo tercio del XIX frente a lo ocurrido

en otras partes de la América hispana:

“Because foreigners constituted more than half of

Buenos Aires inhabitants and about three-quarters of the

TD- Francisco Contreras Pérez

367

working population, their more layered social arrangement

was destined to overwhelm the old dual structure, which had

its roots in the colonial chasm between the white elite and

the mostly colored populace.”240

¿Qué situación presentan los trabajadores andaluces en este

escenario urbano y a tenor de los visto sobre el conjunto de la

población activa de origen español?

El estereotipo compartido por los escritos de las élites

políticas e intelectuales argentinas del XIX reproducía una imagen

marcadamente peyorativa del andaluz (y de Andalucía), dentro de

una consideración inicialmente poco favorable al conjunto de los

españoles por una subyacente hispanofobia, cuya intensidad varió

pero no llegó a desaparecer a lo largo de la centuria.

Esto es, una vez aceptada "por necesidad" en Argentina la

inmigración de grupos ibéricos, los andaluces seguían sufriendo en

general una extendida "mala fama", en el sentido que quedaría

ilustrado por esta descripción de un periodista bonaerense años

después:

240 MOYA (1998), p. 221. Añade dicho autor que este proceso de

modernización social de la Argentina urbana se vio favorecido igualmente por el más tardío desarrollo de la sociedad colonial en el territorio rioplatense, lo que produjo unas estructuras sociales menos rígidas y polarizadas que las que dio tiempo construir en Méjico, Perú o en las economías esclavistas del Caribe (donde por otra parte las poblaciones no blancas eran más numerosas).

TD- Francisco Contreras Pérez

368

"Fuera de los olivares de Granada y de los viñedos de

Jerez y de Málaga; en el resto de Andalucía no se ve nada

que atestigüe la laboriosidad de sus pobladores".241

Los testimonios de la época, en forma de chistes, historietas

y otros escritos de distinta índole, sobre supuestas “singularidades

idiosincráticas” de los distintos pueblos ibéricos, en el caso de los

andaluces reproducen estereotipos poco apreciativos o en mejor de

los casos jocosos que sustancia una imagen de folclórica, de escasa

cualificación profesional y de laxos hábitos tanto laborales como

morales. Lo prototipo social del andaluz quedaban en estos

testimonios asociados a los estratos inferiores de la población

obrera.

241 Extracto reproducido en el Diario de Cádiz, Cádiz, 1 de agosto de 1889, p.

1, que dice haberse tomado del “Diario de Buenos Aires”. No era necesario que el periodista que escribía desde Buenos Aires hubiera pisado territorio andaluz. Aunque algunos estereotipos sobre los españoles y sus distinciones regionales no fueran necesariamente de nuevo cuño, no cabe duda que la imagen de una España y una Andalucía como tierras potencialmente ricas pero postergada por la indolencia de sus pobladores constituye una constante en la imagen acuñada por escritores románticos. El papel que en ello tuvieron los viajeros europeos y americanos desde principios del XIX se plasma en los escritos que se difudieron entre ambas orillas del Altántico. El estudio de esa imagen exterior a lo largo del XIX ha sido encabezado a través de numerosas publicaciones por R. Sánchez Mantero: SÁNCHEZ MANTERO, R., ÁLVAREZ REY, L. y MACARRO VERA, J. M.: La imagen de España en América, 1898-1931, Sevilla, Escuela de Estudios Hispano-Americanos, 1994.

TD- Francisco Contreras Pérez

369

Estos rasgos contrastaban aún más con la percepción que se

tenían de otros grupos regionales ibéricos; muy especialmente con

respecto a la excelente consideración en que se tenía a los

vascos.242 De tal manera que mientras el vasco simbolizaba el éxito

profesional y comercial, suponiéndose una especie de superioridad

racial, el emigrante andaluz solía considerarse una mano de obra

poco cualificada y, en suma, nada recomendable de cara al

proyecto nacional impulsado por las élites argentinas de

construcción de una país próspero y moderno a imagen de los

Estados Unidos.

En este contexto de estereotipos dominantes en la opinión

pública o al menos publicada, J. C. Moya en su estudio destaca

haberse quedado sorprendido por un hecho inesperado que resultó

de su investigación: la discrepancia existente entre la realidad de

las percepciones sobre el andaluz dominantes en la Argentina del

XIX y la realidad de los datos cuantitativos que se desprende de las

estadísticas socioprofesionales de la época.

Los prejuicios de los contemporáneos sorpresivamente

quedaban en entredicho cuando se someten como hace Moya al

método de investigación de la actual historia social, mediante el

cual se contrasta lo cualitativo con lo cuantitativo. El autor advertía

242 MOYA, J. C. (1998), pp. 232-239.

TD- Francisco Contreras Pérez

370

en este sentido ante los riesgos de limitar una investigación a la

visión contemporánea de la época a través de sus escritos y

publicaciones.

“This gross discrepancy between my findings and the

qualitative evidence once again confirms what we

encountered in previous chapters; the potential for deception

inherent in qualitative sources and the peril of relying solely

on this type of material. It validates the need for quantitative

methods in social history if its aim is to remain the

uncovering of past social realities and not simply –as its

literary criticism- the analysis of texts. Qualitative sources,

particularly before the advent of mass communication,

usually express the point of view of elites –those who can

both write and publish- and there were several reasons why

the Argentine one should exalt Basques and berate

Andalusians”.243

En efecto, en términos comparados con otros grupos

regionales de emigrantes españoles, los datos cuantitativos nos

llevan a poner en cuarentena la imagen que reproducía la prensa y

ensayistas de la Argentina del XIX muestran una mayor

243 MOYA, J.C. (1998), p. 233.

TD- Francisco Contreras Pérez

371

cualificación socioprofesional de éstos de la inicialmente admitida

en dichos estereotipos.

Los datos cuantitativos a que hacemos mención son los

derivados del Censo de 1855, donde se ofrece información socio

profesional como la alfabetización y las ocupaciones ejercidas por

los habitantes.

Según nuestros cálculos sobre el Censo de 1855, entre los

andaluces en Buenos Aires la población activa ocupada asciende al

81,4% del conjunto de la población de este origen residente en la

ciudad (hemos detraído de este cálculo aquellos individuos que no

declaran una profesión en el censo ya por edad o por defecto del

registro, y la población femenina adulta que declara “su casa” o ser

“madre de familia”).

Tasa de actividad de los andaluces. Buenos Aires, 1855 .

Total de andaluces Gaditanos Malagueños Población ocupada 293 173 48 Tasa de Actividad 81,4% 83,6% 73,8% Fuente: Censo de Buenos Aires, 1855. Elaboración propia.

Esta intensa tasa de actividad está determinada por el factor

selectivo que la emigración ejerce sobre la población al movilizar

TD- Francisco Contreras Pérez

372

fundamentalmente segmentos de edad activa, en tanto que

fenómeno articulado como un proceso de trasvase de mano de

obra entre dos mercados de trabajo. Hemos confirmado para el

caso andaluz este sesgo en páginas anteriores, cuando abordamos

sobre la estructura por edades de la colonia andaluza presente en

la capital rioplatense.

Como cabía esperar de estos patrones migratorios, no

exclusivos de los andaluces por otra parte, resulta obviamente una

tasa de actividad mucho más elevada con respecto a la que

presenta la población activa en la región de origen.

Ahora bien, la tasa de actividad por segmento provincial

varía ligeramente. La menor tasa de actividad entre malagueños

debemos ponerla en relación con cierto mayor peso que tiene el

componente femenino e infantil en este grupo, propio de una sesgo

algo más familiar en esta corriente frente al dominio de varones

solteros en el caso gaditano. Aspecto que vimos a la hora de

analizar

Sobre la distribución ocupacional, J. C. Moya hizo un estudio

para los grupos regionales españoles más numerosos en el Buenos

Aires de mediados del XIX. Los andaluces se encontraban en la

tercera posición, detrás de los vascos, en un ranking encabezado a

bastante distancia del resto por gallegos.

TD- Francisco Contreras Pérez

373

La distribución ocupacional de los tres principales grupos

regionales españoles en Buenos Aires, 1855 (%)

Tipo de trabajo Gallegos Vascos Andaluces

No cualificado 39,6 37,6 12,2

Semicualificado 17,1 12,0 11,0

Cualificado 16,3 21,2 38,2

Trabajo no manual bajo 21,7 21,7 22,1

Trabajo no manual intermedio y alto 3,9 6,3 11,0

Profesional 1,4 1,2 5,5

100 100 100

Valores porcentuales. Fuente: MOYA, J.C.: Cousins and strangers. Spanish Immigrants in Buenos Aires, 1850-1930, Berkely,University of California, 1998, p. 229.

En función de estos datos, la cualificación profesional de los

andaluces es marcadamente distinta a la podríamos deducir de los

estereotipos mencionados. Un 38,2 % de estos andaluces se ocupa

en los trabajos cualificados, correspondientes a los viejos oficios de

artesanos y de propietarios de pequeños comercios. El segundo

TD- Francisco Contreras Pérez

374

grupo de andaluces es aún un escalón socioprofesional más

elevado, esto es, propietarios de pequeños negocios o empleados

no manuales hasta alcanzar el 22,1%.

Así pues, estas dos categorías intermedias y cualificadas

suman casi dos tercios de la población ocupada de origen andaluz

residente en Buenos Aires hacia 1855. Por el contrario, las

ocupaciones más frecuentes entre gallegos y vascos si sitúan en la

base de la estructura socioprofesional de la ciudad: trabajos no

cualificados, en un rango porcentual del 39,6 al 37,6 %, frente a

sólo el 12,2% que representaban para los andaluces.

¿Qué trabajos concretos son los ejercidos por los andaluces?

Dentro de esas categorías intermedias compuestas por oficios y

empleados, las principales ocupaciones concretas que declararon

los andaluces son por este orden de relevancia: “dependientes”,

“comerciantes” (al detalle), “carpinteros” y “cigarreros”.244

Entre las mujeres emigrantes se mantiene el patrón social

de la época con una menor presencia en el mercado laboral. No

obstante, entre las que declaran un trabajo fuera del papel de

“madre de familia” o similar, el colectivo más numeroso lo forman

las costureras (sobre todo gaditanas), aunque también hay casos

de “mucamas”/“sirvientas”. En esta última ocupación participan

244 Censo de Buenos Aires, 1855.

TD- Francisco Contreras Pérez

375

tanto hombres como mujeres, como adelantamos para el caso

español.

Por provincia de origen, entre los dos centenares de

gaditanos la diversidad de oficios y ocupaciones es la más elevada

en tanto que grupo más numeroso. Las principales ocupaciones

son: dependientes, comerciantes, carpinteros, Zapatero, artista y

cigarrero.

Entre las actividades mercantiles y empresariales, de mayor

envergadura que el comerciante al detalle, cabría mencionar casos

siempre individuales de “consignatario”, “corredor”, “empresario”,

“fabricante”, “hacendado”

Dentro de los oficios mercantiles, la denominación

comerciante se refiere propietario de un negocio de venta al

detalle, siguiendo los estudios ya citados de J. C. Moya. Hay otras

actividades mercantiles o empresariales de más envergadura entre

los andaluces, para las que el Censo usa denominaciones como

“consignatario” (comercio internacional), “corredor”, fabricantes,

“hacendado”... Estos sin embargo son casos individuales,

testimoniales.

El segundo grupo provincial andaluz lo constituyen como

sabemos el de malagueños. Las dos ocupaciones principales son,

por este orden: comerciantes y dependientes. Algunos oficios están

TD- Francisco Contreras Pérez

376

también representados pero de manera más testimonial. En todo

caso siempre en cifras que nunca superan la decena de individuos

por denominación laboral, lo que se explica no sólo por el menor

número de malagueños en comparación con gaditanos, sino

también porque presentan una menor tasa de actividad. El peso de

las mujeres sin ocupación fuera de su casa y de menores sin

ocupación interviene en ello. Esto debemos poner en relación con

lo comentado sobre el perfil visiblemente más familiar de la

emigración malagueña.

N. Siegrist de Gentile ha destacado en sus conclusiones la

singular importancia de “artistas” y “cómicos” de origen gaditano,

con estas consideraciones:

“La importante cantidad de artistas, dentro de sus

variedades cómico-dramáticas, que expresa el

empadronamiento analizado y el cuadro de profesiones y

oficios, es revelador en cuanto a que esta actividad fue

mayormente exhibida por los gaditanos con posterioridad a la

caída del general Rosas. En efecto, la mayor cantidad de

cómicos arribaron al país después de febrero de 1852”.245

Quizás radique aquí parte de la popularización del

estereotipo del andaluz que más arriba hemos comentado; el

245 SIEGRIST DE GENTILE (1990), [pp. 392-410], p. 410.

TD- Francisco Contreras Pérez

377

prototipo del andaluz es el del artista, o más bien el personaje que

el artista hace de sí mismo. Esta afirmación tiene más de conjetura

que de empirismo por supuesto; no disponemos de más

información que la aquí expuesta, que sin embargo puede ser

indiciaria, a falta de más información disponible al día de hoy.

No obstante, el número de artistas gaditanos en el Buenos

Aires de 1855 era de 12 individuos. Esto equivalía a un 3% de los

andaluces de entonces en la ciudad, y al 4% de la población activa

de este origen. Pero quizás era el emigrante andaluz más visible.

La visibilidad en razón de la proyección pública que se le presupone

al artista, actuaría entre los andaluces en la medida que el número

dominante de los gallegos en oficios poco cualificados generó otros

estereotipos en el Buenos Aires de entonces.

Por lo tanto, después de este análisis comparativo, podemos

afirmar que la emigración andaluza de estas épocas tempranas de

la emigración contemporánea procedía de oficios tradicionalmente

ligados a los espacios urbanos y mercantiles.

Debemos poner esto en relación con el origen local de la

mayoría de los emigrantes: Bahía de Cádiz y Málaga. Zonas

urbanas y portuarias, con contactos comunicaciones con Buenos

Aires, tradiciones mercantiles y punto de salida de comarcas

exportadoras.

TD- Francisco Contreras Pérez

378

Al contrario de otros grupos regionales españoles, no

emigraban agricultores. Cuando emigraban, éstos solían ocupar en

Buenos Aires ocupaciones de peonaje, pues no encontraban fácil

acomodo en el mercado laboral urbano a las competencias

profesionales que traían como bagaje. Así se ve reflejado en los

casos de la emigración gallega y vasca.

Por contra, el peso del peonaje era minimo en esta

temprana emigración andaluza contemporánea. Los emigrantes

que salieron de Andalucía a Buenos Aires procedían de segmentos

del mercado laboral de la región relacionados con actividades

artesanales y comerciales, urbanas en definitiva, que superaban la

del mero peonaje urbano.

En resumidas cuentas, la emigración no sólo seleccionaba

pues a los individuos por edad, sino que en el caso andaluz ejercía

el mismo efecto selectivo en el mercado laboral de origen sobre las

ocupaciones urbanas y con un relativamente alto grado de

cualificación como son los artesanos y comerciales

(“dependientes”, “comerciantes” y “artesanos”). Estos podía

permitirse pagar el pasaje, tanto por poseer un patrimonio con que

financiarlo, como por las redes mercantiles previamente

establecidas al otro lado del Océano. Y no hay que olvidar que los

naturales de zonas portuarias como la Bahía de Cádiz y Málaga

TD- Francisco Contreras Pérez

379

tenían acceso a la información privilegiada que llegaba con esos

intercambios mercantiles y el arribo de navíos, como es la relativa

a las oportunidades que el mercado laboral de Buenos Aires podía

ofrece a gentes con cualificaciones muy demandadas en los

mercados laborales de espacios urbanos en expansión como era el

Río de la Plata.

En conclusión, durante el periodo isabelino en España, el

andaluz que emigró a Buenos Aires fue un joven adulto, soltero,

procedente de un espacio urbano y portuario (la Bahía de Cádiz y

la ciudad de Málaga), alfabeto, que se ocupa en pequeñas

actividades comerciales y otros oficios artesanales, integrados en

los escalones intermedios de la estructura sociolaboral de la

sociedad de destino.

TD- Francisco Contreras Pérez

380

CAPÍTULO 5.

ELEMENTOS PARA UNA COMPARACIÓN DE MODELOS:

DE LA EMIGRACIÓN TEMPRANA A LA EMIGRACIÓN EN MASA.

Con la aparición de las Estadísticas de pasajeros por mar en

la década de 1880, en España comienza la etapa estadística en

temática migratoria. Y en ello tuvo que ver que las dimensiones y

consecuencias del nuevo éxodo de mano de obra rural venía

escandalizando y alarmando a una opinión pública y unas elites

político-intelectuales netamente poblacionistas y agraristas.

La primera gran oleada emigratoria andaluza tiene lugar en

los años finales de la década de 1880, siendo el de máxima

emigración 1889. Por el contrario, toda la década de 1890 es de

descenso, aún con pequeñas fluctuaciones. Reactivada a principios

de siglo, la emigración andaluza alcanza un nuevo máximo en 1912.

Máximo que fue en realidad el momento de apogeo emigratorio,

TD- Francisco Contreras Pérez

381

tenida cuenta que este nuevo flujo regional está infravalorado en

mayor medida a raíz que, entrada en vigor la Ley de 1907, las

agencias reclutadoras desviaran con mayor frecuencia los embarques

hacia el puerto de Gibraltar. A partir de la Primera Guerra Mundial se

retoma la tendencia a la caída que, después de un fuerte rebrote en

1920, se hizo clara en 1923-24 y se acentuaría en la década de

1930.

La comparación de estas tendencias de la emigración bruta

andaluza con las de España y Galicia, región emigratoria por

excelencia246, resulta significativa. A simple vista, se observan

similitudes, pero también discrepancias. Existen tres momentos de

coincidencia entre las series: la orientación claramente ascendente

de los años 1885-89, más tardía y acusada en el caso andaluz; una

segunda tendencia alcista en los años 1911-1913, cuando España y

Andalucía alcanzan sus mayores máximos emigratorios; por último,

en el período 1914-19, una profunda crisis durante la Primera Guerra

Mundial, seguida por un fuerte rebrote en 1920 que fue

especialmente acelerado en el caso gallego y más moderado en el

caso andaluz.

Las mayores discrepancias se producen a causa de la gran

246 JUANA, J. de y CASTRO, X. (eds.): V Jornadas de Historia de Galicia. Galicia y

América: el papel de la emigración, Orense, Diputación, 1990.

TD- Francisco Contreras Pérez

382

aceleración de la emigración andaluza en 1889, y a su brusco

descenso posterior, incluso más acusado que en el caso español y,

desde luego, opuesto a la tendencia ascendente de la emigración

gallega en 1891-95. La emigración andaluza se mantiene, excepto

en 1889 y 1891, por debajo de los niveles de la gallega.

Así pues, lo que resulta específico del caso andaluz, no sería

tanto que se produjera un incremento de la emigración en la década

de 1880, sino que esa subida fuera más pronunciada y, a la postre,

menos sostenida que en los conjuntos español y gallego. Del mismo

modo, se podría señalar que la aceleración de la emigración

andaluza en los primeros años del siglo XX fue menor que en España

y Galicia, como se observa comparando las tasas de crecimiento

medio anual acumulativo de la emigración en las tres unidades

geográficas.

TD- Francisco Contreras Pérez

383

En el conjunto de este período clásico de la emigración

transoceánica (1885-1912), Andalucía presentó la tasa de

crecimiento menos elevada de las tres unidades geográficas

expuestas. Las mayores discrepancias sin embargo se observan en

los períodos correspondientes a los siglos XIX y XX respectivamente.

Andalucía alcanzó la mayor aceleración migratoria en 1885-1889,

superior a la de otras regiones. Pero en la década de los 90, la

desaceleración resultó también más acusada. La subida de principios

del siglo XX fue, por otra parte, bastante más moderada, y estuvo

seguida de la más fuerte caída al final del período de emigración en

masa.

Aun suavizando las fluctuaciones de estas series temporales,

las líneas de tendencia siguen mostrando discrepancias significativas

entre los comportamientos migratorios de Andalucía y Galicia en los

Crecimiento de la emigración exterior. Tasas de crecimiento medio anual, periodos de 1885 a 1930

1885-1912 1885-89 1885-98 1898-1912 1920-30

Andalucía 5,25 41,23 -1,87 7,47 -12,09 Galicia 7,90 31,86 2,71 15,65 -9,43 España 7,77 38,22 1,53 13,90 -8,10 Fuente: I.G.E.: Estadística de emigración... (varios años). Elaboración propia.

TD- Francisco Contreras Pérez

384

períodos considerados: 1885-1895 y 1911-1930. La emigración

andaluza presenta en ambos períodos una tendencia descendente, si

bien resulta más acusada en 1911-30. Esto indica que no hubo en

los años inmediatos un flujo migratorio sostenido de entidad tras el

"aluvión" de 1889. Por el contrario, la serie gallega presenta una

línea ascendente en el primer período, resultado de un fuerte y

conocido proceso de retroalimentación de la corriente migratoria. A

su vez, en 1911-30 la pendiente de la emigración gallega, siempre

presentando niveles migratorios superiores, es ligeramente menos

acusada que el declive trazado por la emigración andaluza. El

resultado global del período 1885-1930 es una línea de tendencia

ascendente en la emigración gallega y descendente en la andaluza.

Hasta ahora hemos estudiado movimientos migratorios de

dimensiones muy diferentes, por lo que para una mejor comprensión

se requiere introducir criterios relativos. Uno de estos parámetros es

el de la intensidad migratoria, es decir, el grado de emigración

relativo a la población de cada unidad geográfica considerada. Se

comparan así las tasas de emigración bruta por mil habitantes de

Andalucía, España y Galicia en la longitudinal del tiempo.

En líneas generales, se observan las fluctuaciones

coincidentes en los años de ascenso (1885-90 y 1911-13) y caída

(1895-98, 1913-20 y 1925-30). Desde finales del siglo XIX las tasas

TD- Francisco Contreras Pérez

385

de Galicia son las mayores, si bien la guerra colonial con Cuba

provocó un descenso relativamente más acusado en comparación

con las otras dos series. Descenso que se explica por el mayor peso

relativo de este destino americano en la emigración gallega. No

obstante, las tasas gallegas siguieron siendo con diferencia las más

altas en el siglo XX. Galicia confirma tener ya una potente vocación

emigratoria, como causa y efecto de lo que podríamos denominar

como un común acervo migratorio cristalizado en virtud de las

experiencias de sucesivas generaciones desde principios del siglo

XIX.

En 1885-98, Andalucía presenta tasas de emigración

ligeramente mayores que las españolas, destacando

excepcionalmente en 1889 y, en menor medida, en 1896. Estos años

las provincias de Cádiz y, sobre todo, Málaga fueron receptoras

excepcionales de los pasajes subsidiados de los gobiernos argentino

y brasileño. En el primer tercio del siglo XX, Andalucía muestra en

casi todos los años una intensidad emigratoria inferior a la española

y, por supuesto, a la gallega.

Un segundo criterio relativo mide lo que podemos llamar el

esfuerzo emigratorio, esto es, si la participación de una región en la

emigración española es proporcional a su peso demográfico en el

conjunto del país. Galicia participa en mayor proporción en la

TD- Francisco Contreras Pérez

386

emigración española que peso tiene en la población del país. Este

esfuerzo emigratorio se mantiene a lo largo del período 1885-1930.

Su parte en la emigración española desciende en 1889 a causa del

mayor incremento de la emigración en otras regiones españolas,

especialmente la andaluza. El fenómeno inverso se produce en

1895. Este esfuerzo migratorio sostenido se mantiene en buena

parte durante los años de caída de la emigración española (la

Primera Guerra Mundial), mostrando una fuerte predisposición

migratoria que cuenta con mecanismos de retroalimentación

autónomos (a su vez, este esfuerzo migratorio "sobredimensionado"

ayuda a explicar la pérdida de peso de la población gallega, del

orden de 1,3 puntos, en el conjunto español en el período intercensal

1887-1930).

Mientras la emigración gallega tiende a tomar mayor

importancia en la emigración española, la andaluza lo fue perdiendo

a largo plazo. En Andalucía se presentan de nuevo claras

discrepancias entre la emigración de fines del siglo XIX y la de

principios del XX. En líneas generales, la participación andaluza en la

emigración española del período 1885-1898 es superior al peso

demográfico de Andalucía, destacando también los años 1889 y

1896. Los niveles de participación migratoria en algunos años no

están muy lejos de los máximos de Galicia. Por el contrario, el

TD- Francisco Contreras Pérez

387

período 1911-30 muestra que la participación migratoria andaluza

descendió hasta situarse por debajo del peso demográfico de

Andalucía en la población española (peso que, habiendo descendido

en 1887-97, se incrementó entre 1910 y 1930), en parte debido al

incremento relativo de la difusión de la idea de migrar en nuevas

regiones del país.

En resumen, según estos dos parámetros (porcentajes de

participación en la emigración exterior española y tasas de

emigración bruta por 1000 habitantes), se pueden establecer las

características específicas de la emigración andaluza y los cambios

que se produjeron a lo largo del tiempo. Desde el punto de vista

emigratorio, Andalucía presenta características visiblemente distintas

en los siglos XIX y XX. En el siglo XIX, la participación andaluza en la

emigración española anual es superior, excepto en un año, al peso

demográfico regional en la población del país. Las tasas anuales de

emigración por 1000 habitantes también son similares o ligeramente

mayores que las españolas. Andalucía aparece pues como una región

con niveles intermedios, incluso intermedios altos en 1889 y 1896,

de emigración exterior. Por el contrario, estas características

cambian en el primer tercio del siglo XX. En estos años, el porcentaje

de andaluces en el conjunto emigratorio español es inferior a la

población española que representan, y en casi todos los años

TD- Francisco Contreras Pérez

388

Andalucía registra intensidades emigratorias inferiores a la media

española. Si bien puede aumentar sus aportes en términos

absolutos, Andalucía se convierte a principios del siglo XX en una

región con niveles emigratorios relativamente modestos. Por el

contrario, Galicia se mantiene tanto en el siglo XIX como en el XX

dentro altos niveles emigratorios.

Recordemos, sin embargo, que escapa a estas estadísticas la

emigración vía Gibraltar. Las agencias de emigración con agentes en

casi todas las provincias andaluzas desviaban hacia la colonia

británica los embarques, en mayor medida desde que la Ley de 1907

endureciera las condiciones para el transporte de emigrantes por

puertos españoles. Estos emigrantes andaluces reclutados por los

agentes gibraltareños a principios del siglo XX fueron transportados

hacia América, y en número significativo a Sao Paulo y Hawai247.

¿Cambian los destinos respecto del período anterior?

Las fuentes utilizadas nos imponen otra limitación a la hora

de estudiar el destino de las migraciones por origen regional. Sólo

para los años 1885-1895 el I.G.E. ofrece el estadillo con los datos

247 RUEDA, G.: "Vida y desventuras de ocho mil españoles en Hawai durante las primeras

décadas dels siglo XX", Revista de Historia Contemporánea, n.º 3, Sevilla, 1984, p. 125-142.

TD- Francisco Contreras Pérez

389

cruzados "provincia de última vecindad" y "país de destino". Así

pues, a partir de estos años empezaremos nuestro análisis de los

destinos de la emigración andaluza y, a continuación, ensayaremos

una estimación para el período posterior a partir del conjunto de

pasajeros embarcados por los distintos puertos andaluces.

Comparada con escenario migratorio más próximo, la

corriente migratoria española en 1882-1930 se concentra de manera

abrumadora en países de América Latina, y esto es así en mucha

mayor medida que la Italiana (donde esta opción tenía un rango

menor respecto a la de Estados Unidos y Europa)248. Ahora bien, al

contrario de la portuguesa, que se dirigía casi exclusivamente a

Brasil, cuatro países latinoamericanos acapararon el grueso de la

emigración hispana: Argentina, Brasil, Uruguay y Cuba. Sólo estos

cuatro países acapararon progresivamente el 69,1 por 100 de los

españoles salidos en 1888-90, el 70,68 por 100 de los de 1904-

1906, el 80,04 por 100 en 1911-13 y el 57,08 por 100 en 1919-

1921. Por su parte, el norte de África dejó de ser un destino regular

al cambiar el siglo (21 por 100 de los emigrantes de 1888-90) y

Francia, como la primera alternativa europea, no empezaría a

248 CARMAGNANI, M.: Emigración mediterránea y América. Formas y

transformaciones, 1860-1930, Colombres, Archivo de Indianos, 1994, pp. 148-167. Un estudio comparativo de tres corrientes migratorias nacionales del sur de Europa: Italia, España y Portugal.

TD- Francisco Contreras Pérez

390

destacar puntualmente hasta la década de 1920 (28,87 por 100 de

los emigrantes españoles en 1819-21)249.

A escala regional y como veremos más abajo, el éxodo de

Andalucía presenta unas pautas significativamente específicas

respecto al conjunto español, sobre todo en lo referente a la forma

de alternarse en los destinos. En relación con los destinos de la

emigración andaluza en el siglo XIX, empezamos calculando la media

de tres años en dos momentos, que representan otras tantas y

diferentes situaciones migratorias: 1889 (año del mayor ápice del

siglo XIX) y 1894 (retroceso finisecular de la corriente trasatlántica).

En el siglo XIX, cuatro son los destinos mayoritarios de la

emigración andaluza: Argelia, Argentina, Brasil y Cuba. Estos cuatro

países concentran el 86,98 por 100 de la emigración en 1888-90 y el

85,85 por 100 en 1893-95. Sin embargo, es la colonia francesa el

destino principal en la generalidad de los años en ambos períodos:

este éxodo resulta pues más regular que el existente hacia Argentina

y Brasil, aunque, al contrario de éstas, el cambio de siglo le supone

249 Para los comentarios sobre el conjunto de la emigración exterior española, nos hemos

básicamente apoyado en esta bibliografía: VILAR RAMÍREZ, J. B.: Emigración española a Argelia (1830-1900), Madrid, Instituto de Estudios Africanos, 1975, obra citada en capítulos anteriores; VILAR RAMÍREZ, J. B.: Los españoles en la Argelia francesa (1830-1914), Murcia, Universidad de Murcia-C.S.I.C., 1990, es una actualización de la obra anterior, haciendo mayor hincapié en la labor desempeñada por los españoles específicamente en la antigua colonia francesa; BONMATÍ ANTÓN, J. F.: Los españoles en el Magreb (siglos XIX y XX), Madrid, Mapfre, 1992, introduce en el estudio a Marruecos y Túnez;. SÁNCHEZ ALONSO, B., Los causas de la emigración española, 1880-1930, op. cit., pp. 142-158, ofrece una perspectiva general de los diferentes destinos de la emigración exterior incluyendo América.

TD- Francisco Contreras Pérez

391

un descenso de envergadura; también este flujo está mucho más

localizado en la provincia de Almería. En suma, estos últimos tres

países participan a lo largo del tiempo muy desigualmente como

destinos de la emigración andaluza, siendo el caso más llamativo el

de Argentina. Cuba, aunque menos importante para la emigración

andaluza que para la española en su conjunto, también presenta

gran regularidad como destino de los andaluces.

Como hemos dicho, la importancia de Argelia como destino

del conjunto de la emigración española decayó en los primeros años

del siglo XX. En realidad, esta corriente migratoria había alcanzado

su máximo desarrollo desde las décadas centrales del siglo XIX, en

concreto en la década de 1840, con un segundo momento de auge

en los años 1860-70. No obstante estas fluctuaciones, este éxodo se

caracterizó por su regularidad a largo plazo y, especialmente, por su

estacionalidad anual que oscilaba según los ciclos del esparto y

posteriormente la vid. Al ser una emigración temporal,

"golondrina"250, es presumible que, si tuviéramos datos fiables de

retornos, la posición de Argelia cambiaría. Establecidos sobre todo en

el Departamento de Orán, los españoles (procedentes del Sudeste y

250 Como adelantamos, J. F. Bonmatí critica este “mito” señalando que, en algunos

períodos, el componente de emigración definitiva llega a superar a este otro de carácter estacional. BONMATÍ ANTÓN, J. F.: Los españoles en el Magreb (siglos XIX y XX), op. cit., p. 91.

TD- Francisco Contreras Pérez

392

el Levante) sufrieron la competencia de los trabajadores magrebíes

(marroquíes y argelinos) a partir de 1900. En consecuencia, los

salarios bajaron y la corriente emigratoria a Argelia disminuyó en

líneas generales aunque se produjeron algunos rebrotes en años

posteriores.

Los andaluces formaban el 46,59 por 100 de la emigración

española hacia Argelia en 1885-95. La inmensa mayoría de estos

andaluces procedía de Almería (89,98 por 100). Su evolución

presenta una mayor regularidad de la corriente andaluza respecto a

la española, no obstante la tendencia descendente de ambas. Por

otra parte, el año 1889, máximo en el total de emigración de

Andalucía, no se destaca en igual manera sobre la corriente que se

dirigía a Argelia. El máximo de 1889 señala el inicio de la emigración

ampliamente masiva de andaluces a América. La tabla que sigue

muestra los porcentajes de participación de las diez principales

corrientes regionales en la emigración española a América en 1885-

95 y las tasas de crecimiento medio anual de 1885-89.

TD- Francisco Contreras Pérez

393

La emigración a América, 1885-1895. Comparación regional.

Regiones % de la emigración

española, 1885-95

Tasa de crecimiento medio anual,

1885-89 Andalucía 12,52 133,53 Asturias 11,27 58,50 Baleares 1,80 77,83 Canarias 10,41 51,15 Cantabria 2,88 25,19 Castilla-León 4,15 96,37 Cataluña 10,15 42,74 Galicia 36,31 31,86 P. Vasco 2,04 56,45 Valencia 1,34 88,85 Fuente: I.G.E.: Estadística de emigración... (varios años). Elaboración propia.

A considerable distancia de Galicia y en proporción similar a

otras regiones más pequeñas, Andalucía se sitúa como la segunda

región española que más emigrantes aportó a América, participación

que sin embargo es inferior al peso de la población andaluza en el

total de la española (19,5 y 19,0 por 100 en los censos de 1887 y

1897 respectivamente). En los primeros años, Andalucía también

registra la máxima tasa de crecimiento medio anual, por encima de

regiones emigratorias por excelencia. Ahora bien, una consideración

más precisa de la emigración andaluza a América requiere atender a

su evolución temporal y por países de destino.

TD- Francisco Contreras Pérez

394

Para el conjunto español, no cabe duda de que el gran foco

de atracción era Argentina. Entre 1880 y 1930, Argentina tuvo pocos

rivales a la hora de atraer inmigrantes no sólo desde España, sino de

otros países europeos. El máximo emigratorio hacia Argentina se

alcanzó en 1911-1913. Los inmigrantes se encontraron con un país

en expansión, con abundancia de tierra y falto de mano de obra, que

respondió al reto de la industrialización europea mediante su

especialización en productos primarios. La decidida voluntad

poblacionista del gobierno argentino es otro de los elementos a tener

en cuenta a la hora de explicar el éxito en la atracción de

emigrantes251. Tras la Independencia, el gobierno estableció

agencias de publicidad en Europa y creó una infraestructura de

acogida de los inmigrantes. Asimismo, el gobierno argentino llevó a

cabo una breve política de pasajes subsidiados (1888-1890) con el

objeto de hacer frente a la competencia brasileña. A pesar de la

brevedad de la etapa de pasajes subsidiados, éstos tuvieron una

considerable incidencia en la emigración española y, especialmente,

andaluza.

251 En histotiografía más reciente ha discutido profusamente sobre la legislación pro

inmigratoria en los países del Cono Sur. S. PALAZÓN ofrece una valoración de los vaivenes de estas políticas hasta fechas recientes: "La política inmigratoria en los países de América del Sur: del estímulo a la restricción (1850-1980)", en EIRAS ROEL, A.: Emigración española y portuguesa a América (Actas del II Congreso de la Asociación de Demografía Histórica. Alicante, abril de 1990, vol. 1), Alicante, Instituto de Cultura Juan Gil-Albert, vol. 1, pp. 127-136.

TD- Francisco Contreras Pérez

395

Desde abril de 1889 y por el período de un año, harían su

recluta en Andalucía los agentes de una empresa argentina

concesionaria de 30.000 de estos pasajes (la “Italo-Argentina”). La

rescisión adelantada de este contrato en otoño de 1889 a causa de

las numerosas críticas aparecidas en la prensa nacional argentina

(contra la “emigración artificial”, frente a la tradicional “emigración

espontánea”) y la crisis económica de 1890, no impidió que se

facilitara la emigración a miles de andaluces. Gracias

fundamentalmente a estos pasajes, este origen regional representa

el 16,07 por 100 de los españoles emigrados a Argentina en 1885-

1895, porcentaje menor al peso demográfico porcentual de

Andalucía en la población española de entonces. En su mayoría eran

gaditanos y malagueños (el 29,14 y el 51,34 por 100 de los

andaluces embarcados para Argentina ese año).

La evolución de la emigración andaluza a Argentina muestra

que sólo en 1889 se registra un nivel considerable en este destino.

La dimensión de este aluvión emigratorio fue lo suficientemente

grande como para justificar el que Argentina sea considerada como

destino americano preferido de los andaluces en el cómputo global la

etapa estadística del siglo XIX (y quizás también desde antes). No

obstante, esta primera oleada no parece haber garantizado una

TD- Francisco Contreras Pérez

396

corriente migratoria sostenida para los años posteriores en niveles

relativos parecidos a la gallega.

En realidad, a partir de 1890 otros andaluces en número

desconocido también eligieron como destino Argentina, a donde

reemigraron desde Brasil tras aprovechar los pasajes subsidiados por

el Estado de Sao Paulo para llegar a América. Al contrario de

Argentina, la política brasileña de pasajes subsidiados fue la más

sistemática y poderosa entre todos los países desde los años

ochenta, al abolirse la esclavitud. Anticipándose a esta medida legal

inminente, los productores de café del estado paulista iniciaron un

programa de reclutamiento, transporte y distribución de trabajadores

migrantes europeos que facilitara la transición de la esclavitud al

sistema de trabajo libre y que hizo posible la extraordinaria

expansión de la industria cafetalera en los años siguientes a la

abolición.

En 1886 se fundó la Sociedade Promotora de Inmigraçao,

financiada por el gobierno de Sao Paulo. Sus actividades se

centraron en la financiación de pasajes, el establecimiento de

agencias de inmigración en Europa y la firma de contratos con la

compañías navieras para transportar inmigrantes. Los subsidios se

otorgaban a familias en las que hubiera cierta proporción de adultos

en edad productiva y cuyo cabeza de familia declarara ser agricultor.

TD- Francisco Contreras Pérez

397

Cuando la esclavitud quedó abolida en 1888, el programa de

inmigración paulista estaba en funcionamiento.

El máximo emigratorio español tuvo lugar en vísperas de la

Primera Guerra Mundial, algo más tardío que el portugués e italiano.

Así como en el caso argelino, el esparto y, posteriormente, la vid

determinaban las necesidades de mano de obra, y ,en el cubano, el

cultivo de la caña de azúcar, en Brasil el ritmo de la inmigración

española estuvo fuertemente ligado a la demanda de mano de obra

agrícola para el cultivo del café.

Ante los anteriormente dicho, se comprensible que la

población andaluza, como también la de otras regiones europeas, se

concentrara en el estado de Sao Paulo252. Recordemos que, según

las estimaciones de E. E. González, en 1932 residían 240.000

oriundos de Andalucía en este territorio, inmerso en un proceso de

expansión económica en torno a los cafetales, cifra aquella que venía

a representar el 60 por 100 de la colonia española (400.000

252 Si la presencia española en Río de la Plata cuenta con una prolija tradición

historiográfica, en la Universidad Pontificia de Sâo Paulo se lleva a cabo actualmente un proyecto de investigación para rescatar las experiencias de la comunidad histórica española, como han puesto de manifiesto M. A. ANTONACCI (“Espanhóis em Sao Paulo: modos de vida e experiências de associaçao”, pp. 4-27) y L. ANTUNES MACIEL (“Comunicaçao de pesquisas: ‘Imigrantes espanhóis na urbanizaçao da cidade de Sao Paulo: 1890-1920”, pp. 28-56) en el I Congreso Europeo de Latinoamericanistas (Salamanca 26-29 de junio de 1996) organizado por el Instituto de Estudios de Iberoamérica y Portugal y cuyas actas se encuentran en: ALCÁNTARA, M. (ed.): América Latina. Realidades y perspectivas. I Congreso europeo de latinoamericanistas, Salamanca, Universidad de Salamanca,1997, taller 17. Debido a su estadío incipiente, las pautas españolas regionalmente consideradas no han sido todavía esclarecidas según hicieron saber las investigadoras paulistas citadas.

TD- Francisco Contreras Pérez

398

miembros) 253. Se tiene constancia que esta presencia andaluza se

remontaba al siglo XIX, gracias a la continua labor de los agentes

reclutadores brasileños a cargo de los hacendados paulistas, iniciada

justo a raíz de la reconversión y final abolición formal del sistema

esclavista en la década de 1880, y gracias a los efectos desarrollados

por las virtuales cadenas migratorias establecidas con posterioridad.

En la evolución de la emigración andaluza y española hacia Brasil en

1885-95 se observa que ambas series presentan las mismas

fluctuaciones anuales y tendencia ascendente, marcadas en gran

medida por un factor externo a las condiciones socioeconómicas

españolas y andaluzas: los pasajes subvencionados desde Sao Paulo.

Curiosamente, y aun siendo la tendencia de la emigración andaluza

en su totalidad descendente, la corriente a Brasil presenta el signo

contrario gracias al carácter sistemático de esta política y la

organización de los agentes comisionados254 en Andalucía. La

tendencia se inicia en 1888, con la puesta en funcionamiento de esta

política de financiación a la emigración, y resulta especialmente clara

a partir de 1890, cuando la competencia de Argentina se hizo

253 MÁRQUEZ, R. y GONZÁLEZ, E.: "Andalucía y América: las alternativas de una

comunidad migrante”, en VV.AA.: Historia general de la emigración española a Iberoamérica, Madrid, Historia 16, 1992, vol. 2, pp. 14-24.

254 CARMAGNANI, M.: Emigración mediterránea y América, op. cit., pp. 148-167.

TD- Francisco Contreras Pérez

399

inoperante en Andalucía al rescindir sus contratos de pasajes

subsidiados.

Este cambio en la orientación de la emigración andaluza

transoceánica indica su fuerte dependencia de la financiación oficial

de los pasajes. Como los argentinos en 1889, los pasajes brasileños

tuvieron una considerable incidencia entre los andaluces, que

representan en el período considerado el 28,44 por 100 de los

españoles embarcados hacia Brasil. Esta participación está muy por

encima del peso demográfico de Andalucía en la población de

España, y es superior a la proporción de andaluces en otras

corrientes migratorias españolas hacia América. Casi todas las

provincias andaluzas enviaron pobladores a Brasil, pero la recluta de

los agentes de emigración comisionados por el Estado de Sao Paulo

se realizó principalmente en Málaga y Granada, siguiendo las pautas

de la recluta para Argentina (ambas provincias suman el 88,16 por

100 de esta emigración andaluza). No obstante, y aun siendo más

sostenido en el tiempo, el flujo migratorio a Brasil nunca alcanzaría

la magnitud del aluvión hacia Argentina. Ahora bien, estimamos que,

en mayor proporción que para otros destinos, una buena parte de los

embarques hacia Brasil se ejecutaron clandestinamente vía Gibraltar.

Tampoco la tradicional emigración a Cuba superaría a la de

Argentina. El período que estamos considerando corresponde a los

TD- Francisco Contreras Pérez

400

últimos años de la colonia, por lo que los españoles seguían siendo la

mayoría de los inmigrantes blancos. Este predominio numérico, pero

también económico y social, se retomó tras el paréntesis abierto en

los años inmediatos a la guerra de la Independencia de 1898, para

llegar a alcanzar cifras ciertamente espectaculares en 1920.

Como en el caso de la inmigración en Brasil, en Cuba las

cifras conocidas confirman la vinculación entre inmigración privada

española y abolición del patronato, última cobertura de la esclavitud,

en 1886, a la vez que relacionan ambas realidades con la producción

de azúcar. Al recrudecerse el eterno problema de la escasez de mano

de obra y con el objetivo político de aumentar las filas “leales”, el

gobierno metropolitano dispuso, en la ley presupuestaria de 1886-

1887, el pago total del pasaje desde los puertos españoles hasta la

Isla a aquellos inmigrantes aptos para el trabajo agrícola que

quisieran arraigarse con sus familias. Esta política de estímulo a la

entrada de familias obreras sería retomada posteriormente por el

gobierno de la República desde 1910, fecha de la aplicación efectiva

de la nueva Ley de Inmigración y Colonización255.

Por estos y otros motivos relacionados con la polémica "crisis

agraria de fin de siglo" en la misma metrópoli, la salida de

255 MALUQUER DE MOTES, J.: Nación e inmigración: los españoles en Cuba (ss. XIX y

XX), Colombres, Archivo de Indianos, 1992, pp. 43-59 y 95-104.

TD- Francisco Contreras Pérez

401

inmigrantes de España comienza a aumentar justo en 1886 y sigue

haciéndolo, ya más decididamente, desde 1889 en paralelo a las

cosechas azucareras. Los niveles máximos se alcanzaron en 1892 y

1894, a la vez que la zafra se situó en sus más altas cotas. Entre

1882 y 1894 entraron cerca de 300.000 españoles en Cuba (sin

contar funcionarios ni militares, algunos de estos últimos también se

radicaron como civiles en la isla tras licenciarse)256. En el quinquenio

1895-1899 los retornos a España superan a las salidas.

Los datos analizados por Maluquer de Motes acerca del

componente regional y ocupacional de los españoles en Cuba,

revelan que, aun a riesgo de simplificar, los canarios, como braceros

agrícolas estacionales, y los catalanes y más recientemente los

cantábricos (gallegos, asturianos y santanderinos), como

intermediarios comerciales urbanos, componían el grueso de esta

inmigración. Los andaluces (3.060 individuos) ocupan el quinto lugar

entre las comunidades regionales, aunque el autor no señala su perfil

ocupacional y tampoco se dispone de información que confirme esta

256 Moreno Fraginals y Moreno Masó han defendido, recientemente, la tesis de que

tradicionalmente el ejército español en Cuba fue una vía migratoria para muchos reclutas. No hay datos concluyentes al respecto pero sí indicios de la importancia de esta vía migratoria, en particular entre los trabajadores gallegos de ingenios azucareros de la provincia de Matanzas. MORENO FRAGINALS, M. R. y MORENO MASÓ. J. J.: Guerra, migración y muerte. (El ejército español en Cuba como vía migratoria), Colombres, Archivo de Indianos, 1993, p. 62.

TD- Francisco Contreras Pérez

402

posición relativa para años posteriores257. Así pues, los andaluces

habían perdido a mediados del siglo XIX el predominio que habían

tenido en el siglo XVIII, cuando representaban en primer

componente regional español en la colonia258.

Cuba ocupó el tercer lugar entre los destinos americanos de

los andaluces en 1885-95. Pero, al contrario del caso español, esta

posición relativa no fue sistemática, en tanto que estuvo

condicionada en gran medida por los fluctuantes porcentajes

migratorios hacia Brasil y, sobre todo, Argentina (véanse las figs. 3.8

y 3.9), y también por las necesidades militares en la colonia.

Las series de las emigraciones española y andaluza a Cuba

muestran una tendencia ascendente y, no obstante, ciertas

particularidades en sus fluctuaciones. Como se ha mencionado más

arriba, los niveles máximos de la inmigración española se alcanzan

en 1892 y 1894, coincidiendo con las más altas cotas de la zafra (a

su vez, el calendario de la zafra imponía una marcada estacionalidad

a esta emigración de braceros). Por su parte, en la corriente

andaluza los máximos se localizan al principio y, de manera más

sostenida, al final del período considerado. El año 1887 es el

257 MALUQUER DE MOTES, J.: Nación e inmigración: los españoles en Cuba (ss. XIX y

XX), op. cit., pp. 63-94. 258 MORENO FRAGINALS, M. R. y MORENO MASÓ. J. J.: Guerra, migración y muerte. (El

ejército español en Cuba como vía migratoria), op. cit., p. 64.

TD- Francisco Contreras Pérez

403

momento en que se hacen efectivos los nuevos gastos estatales

presupuestados para subvencionar la emigración de braceros hacia

Cuba. Ahora bien, y desde al menos 1885, la emigración de

andaluces estuvo fundamentalmente marcada por las necesidades

militares, sobresaliendo los que declararon tener su última vecindad

en Cádiz259. Entre 1895 y 1898 España realizó el mayor esfuerzo

militar jamás llevado a cabo por una potencia colonial antes de la II

Guerra Mundial. La Guerra de Independencia de Cuba se inició el 24

de febrero de 1895 y en ese mismo año arribaron a la isla 103.761

soldados (el año anterior no habían superado los 5.400)260.

El considerable contingente castrense (destacado o de paso)

con base en la provincia gaditana jugó un papel cada vez más

importante conforme se recrudecía el conflicto colonial y, dado su

mayor peso relativo en el conjunto andaluz, explica que esta

"emigración" se incrementara en paralelo a la disminución de la

corriente española en general y, por ello, tendiera a compensar la

caída de la de otras provincias andaluzas en el total regional. En

1895, de los emigrantes andaluces a Cuba el 95,80 por 100 estaban

259 Para evitar eventuales errores en la interpretación posterior de las estadísticas, el

I.G.E. recomendó que a partir de 1896 se desagreguen las cifras de los funcionarios civiles y militares del cómputo provincial de "verdaderos emigrantes" (agricultores y comerciantes). El "desastre del 98" desveló, entre otras cosas, lo parcialmente tardío de esta decisión. I.G.E.: Estadística de la emigración é inmigración [...] 1891-1895, Madrid, 1898.

260 MORENO FRAGINALS, M. R. y MORENO MASÓ. J. J.: Guerra, migración y muerte. (El ejército español en Cuba como vía migratoria), op. cit., p. 127.

TD- Francisco Contreras Pérez

404

avecindados en Cádiz (sobra decir que en su inmensa mayoría eran

hombres jóvenes), guarismo algo más alto al de su participación

media en esta corriente andaluza (81,18 por 100) y

abrumadoramente superior al de su participación en las otras

americanas. No obstante este aporte emigratorio "oficial", los

avecindados en Andalucía sólo representaron el 6,46 por 100 del

total de españoles que se dirigieron a Cuba a lo largo del período que

estamos analizando.

Estas fueron las formas de emigración directa a Cuba. Pero

también se dio una reemigración desde otros países americanos.

Según los informes generados por el consulado general de España en

Argentina, un "número ingente" de los empobrecidos españoles

llegados en 1889, al difundirse los proyectos de inmigración y

colonización presupuestados para Cuba en 1887, solicitaron la

"repatriación" oficial hacia la isla. Como se ha dicho, en Argentina se

pasaba en la década de 1890 por un período de recesión económica,

que hacía más difícil la integración sociolaboral de estos recién

llegados, entre ellos gran proporción de andaluces. Como respuesta,

y en coordinación con los consulados españoles a cuyas puertas se

agolpaban españoles solicitando ser repatriados, el gobierno colonial

de Cuba y el Círculo de Hacendados llevaron a cabo algunos

proyectos de trasvase de españoles desde Argentina y Brasil para ser

TD- Francisco Contreras Pérez

405

asentados como colonos. Estos proyectos de repatriación imponían

ciertas condiciones a los beneficiados, destacando la de que todos

debían permanecer como mano de obra agrícola en las explotaciones

cubanas a las que se destinaran261.

En el siglo XX, la segmentación del flujo emigratorio andaluz

por destino parece presentar otros rasgos significativos. Ahora bien,

la dificultad de su análisis radica en que el I.G.E. no ofrece ya, como

adelantamos, los estadillos con los datos cruzados: origen

provincial/país de destino. Aunque sólo sea a modo indicativo,

emplearemos la proporción de cada destino entre el conjunto de

embarques efectuados por los puertos andaluces para aplicarla,

como coeficiente distribuidor, al cómputo total de todos aquellos que

declararon tener su vecindad en Andalucía. Con este cálculo,

estimamos la segmentación de la corriente andaluza por destino. a

partir de la media de los años en torno a los dos últimos máximos

emigratorios de este primer ciclo masivo contemporáneo (1912-3 y

1920-1).

261 Archivo General de la Administración (A.G.A.), Sección de Asuntos Exteriores (A.E.),

caja 9007.

TD- Francisco Contreras Pérez

406

Estimación de la participación de los principales p aíses de destino en

la emigración andaluza, 1912-3 y 1920-1 Destino 1912-13 1920-21 Coeficiente

emigratorio Emigración estimada

Coeficiente emigratorio

Emigración estimada

Argentina 0,64 21291 0,23 7049 Brasil 0,03 998 0,00 0 Cuba 0,03 998 0,25 7662 Pto. Rico 0,00 0 0,01 306 EE.UU. 0,01 333 0,09 2758 Argelia 0,09 2994 0,36 11033 Marruecos 0,14 4658 0,28 8581 Otros 0,07 2329 0,03 9119 El coeficiente se ha hallado sobre la base del número de embarcados por destino en los puertos andaluces para, una vez calculado, ser aplicado a la media anual de la emigración exterior andaluza en cada período considerado. Fuente: I.G.E.: Estadística de emigración... (varios años). Elaboración propia.

Debemos señalar que las cifras de los puertos de Málaga y

Almería deben ser más aproximadas al destino real de su respectiva

emigración provincial que las del puerto de Cádiz, en tanto que este

último puede presentar un sesgo debido a que, con respecto a

aquellos otros dos, presenta una mayor heterogeneidad regional

entre los pasajeros embarcados262. La proporción de andaluces entre

el pasaje embarcado en los puertos de la región presenta, en 1912,

262 Por otra parte, hay que tener en cuenta que, sobre todo tras la 1.ª Guerra Mundial,

aumenta el número de andaluces que deciden embarcar por otros puertos españoles, como los de Pontevedra, al haberse reducido el número de buques que tocaban Cádiz y utilizarse el ferrocarril en los trasalados terrestres. En concreto, 1033 andaluces embarcaron en otros puertos gallegos en 1920, de ellos algo más de la mitad eran de Almería, provincia todavía mal comunicada con el resto de su región.

TD- Francisco Contreras Pérez

407

estos valores: Málaga (84,27 por 100; siendo el 61,60 por 100

malagueños), Almería (77,15; 61,03 almerienses) y Cádiz (59,55;

20,78 gaditanos).

Considerando estas precauciones, en los máximos

emigratorios considerados del siglo XX, observamos que los destinos

tradicionales (Argentina, Brasil, Cuba y Argelia) pierden, en su

conjunto, peso en la emigración por puertos andaluces. Si en 1888-

90 atraían el 87 por 100 de la emigración andaluza, a principio del

este siglo bajan hasta representar menos del 78 por 100.

Marruecos surge en el norte de África como alternativa

geográfica a la corriente argelina. Las nuevas perspectivas surgidas

del establecimiento del doble protectorado franco-español

favorecieron el flujo emigratorio, con lo que, por una parte, se

confirmada la tendencia iniciada durante coyuntura bélica de 1914-

19 (aparece como alternativa cercana al dislocarse el transporte

trasatlántico) y, por otra, se respondía a la demanda de trabajadores

suscitada por el incremento de las inversiones francesas en su parte

del territorio.

En América, Estados Unidos viene a reemplazar a Brasil como

destino en 1920-21, confirmando la tendencia de principios del siglo

cuando los pasajes de la Board of Immigration of Hawaii competía

con los brasileños. Cuba en 1920 adquiere un renacido interés para

TD- Francisco Contreras Pérez

408

los malagueños en concreto, tras haber sido prácticamente

desechado como destino en 1912 en favor de Argentina. La

emigración a Argentina explica de nuevo en gran parte el máximo de

1912-3, siendo en esta ocasión Almería (por delante de Cádiz y

Málaga) la provincia que más embarques registra con este destino.

Son numerosas las dudas que existen sobre los

determinantes de este rebrote emigratorio. Bernal no lo intenta,

Mateo Avilés no lo aclara y Sánchez Alonso no concretiza. Lo cierto

es que la emigración a América de 1912-3 afecta, en general, más

intensamente a nuevas provincias andaluzas que en 1889. Una

explicación puede deducirse del cambio del tipo de arancel estudiado

por Sánchez Alonso, que arruinaría a los pequeños propietarios

cerealícolas, con lo que a la crisis de la agricultura exportadora se

unía la crisis de las mayoritarias zonas de secano.

Ahora bien, en las nuevas provincias el censo agrario muestra

una menor importancia de los pequeños propietarios, los más

vulnerables a las crisis y con recursos para pagarse el pasaje. Una

segunda posibilidad explicativa se dirigiría a buscar entre los

determinantes de este segundo aluvión el efecto acumulado de la

información y las cadenas migratorias que se generaban desde 1889.

No existe, a la espera de las investigaciones que estamos realizando

sobre los partes consulares, datos que confirmen esta suposición,

TD- Francisco Contreras Pérez

409

máxime cuando Almería no había participado de manera importante

en el aluvión americano de 1889.

A la luz de los datos del Primer Censo Agrario de España

(1962)263 y desde una perspectiva macro analítica, resulta razonable

adelantar que este rebrote podría estar relacionado con la crisis de

otros tipos de tenencia de tierra: no sería tanto la crisis de la

pequeña propiedad como la de la pequeña explotación en su

conjunto, esto es, la del arrendatario también (y en menor medida el

aparcero). Estas dos últimas son formas de tenencia más extendidas

en las comarcas occidentales de Andalucía que la pequeña

propiedad, compatible con la existencia de una gran propiedad y con

un tradicional aprovechamiento cerealícola. La extensión del

arrendamiento había sido el fruto del proceso de "campesinización"

que acompañó a las reformas liberales de la primera mitad del siglo

XIX en Andalucía264.

En concreto, si tomamos como variable explicativa la

proporción de arrendatarios en las provincias andaluzas y como

variable dependiente sus tasas de emigración por 1000 hab. en

263 Instituto Nacional de Estadística (I.N.E.): Primer Censo Agrario de España (octubre de

1962). Resúmenes nacionales, Madrid, 1966. 264 Véanse los estudios realizados por los miembros del Grupo de Estudios Agrarios,

donde el "proceso de campesinización" es definido como "el acceso a la propiedad o a la explotación de la tierra del campesinado". Grupo Estudios Agrarios (G.E.A.): "Transformaciones agrarias y cambios en la funcionalidad de los poderes locales en la Alta Andalucía, 1750-1950", Noticiario de historia agraria, n.º 10, Zaragoza, 1995, pp. 35-66.

TD- Francisco Contreras Pérez

410

1911-13, el indicador R2 arroja un valor aproximado al 30 por 100.

Advertimos que esta hipótesis está en proceso de elaboración, y, por

lo tanto, pendiente de ser asentada a partir de la introducción de

otras variables.

Un factor nuevo: los pasajes gratuitos y el efecto

selectivo en el perfil del emigrante.

En similar proporción al conjunto de la emigración española,

la corriente emigratoria andaluza es, en el período 1885-95,

mayoritariamente masculina, estando compuesta de varones en el

73,33 por 100 del total. Esta apreciación general encubre, sin

embargo, una serie de comportamientos diferenciados desde un

enfoque longitudinal y atendiendo al origen/destino.

La tabla siguiente muestra las ratios de masculinidad (H/M *

100) de la emigración andaluza distinguiendo entre sus distintos

destinos. Especialmente llamativo es el contraste entre los índices de

Argelia y de Brasil. Anualmente considerada, la más alta relación de

hombres por cada cien mujeres se da sin embargo en la emigración

a Cuba de 1887, mientras que por el contrario la tasa más favorable

a las mujeres se produce entre los embarcados hacia Brasil en 1894.

TD- Francisco Contreras Pérez

411

La emigración a Argelia fue claramente una emigración

masculina. La relación de masculinidad en esta corriente es la más

alta de todas las andaluzas en el total del período e, incluso, para

casi todos años. Esto se explica por ser una emigración

fundamentalmente de braceros varones, en su inmensa mayoría

almerienses265, que estacionalmente se dirigían a las labores del

esparto y la vid en la colonia francesa. No se trata generalmente de

265 Véase la citada obra de CÓZAR VALERO, M. E.: La emigración exterior de Almería,

Granada, Universidad de Granada, 1984, pp. 73-84. No comprendemos que la autora no se refiera al ya clásico, y uno de los más importantes trabajos de por entonces acerca de su temática: el también citado de J. B. Vilar sobre la emigración a Argelia. En lo que respecta al presente trabajo, esta corriente provincial será analizada más adelante con detalle.

Ratio de masculinidad en la emigración exterior de Andalucía por destinos, 1885-95

Exterior Argelia Argentina Brasil Cuba

1886 291,10 291,22 175,00 500 260,64 1887 488,41 459,99 233,96 0 1280,00 1888 321,41 382,69 160,77 123,13 207,64 1889 169,57 449,38 116,18 111,63 226,56 1890 360,90 464,90 152,71 129,56 267,06 1891 327,64 465,12 167,09 137,48 260,93 1892 350,52 503,70 121,43 111,36 279,59 1893 265,66 478,91 204,17 112,57 243,45 1894 319,13 506,48 194,96 109,99 214,04 1895 270,52 499,44 150,94 111,94 290,70 1896 282,11 --- --- --- --- 1897 234,16 --- --- --- --- 1898 347,40 --- --- --- --- 1885-95/98 275,02 421,86 122,62 116,18 294,78 Fuente: I.G.E.: Estadística de emigración... (varios años). Elaboración propia.

TD- Francisco Contreras Pérez

412

emigraciones por tiempo indefinido, sino más bien de una ruta

migratoria periódicamente frecuentada por temporeros

("golondrinas") y favorecida por la cercanía geográfica entre Almería

y Argelia. En este caso, el de los almerienses en Argelia, se puede

aplicar la expresión empleada para describir la tradicional emigración

de temporeros canarios a Cuba: una expansión de frontera.

Argelia atrajo un 34,61 por 100 de las mujeres andaluzas

emigradas en 1885-95, porcentaje francamente inferior al peso de

este destino en el conjunto de la emigración exterior andaluza. Por el

contrario, y para el mismo período, el poder de atracción de

Argentina (19,74 por 100 emigradas) y Brasil (13,40 por 100

emigradas) sobre el total de las mujeres emigrantes fue superior a

su importancia global como destinos (11,72 y 7,73 por 100

emigrantes respectivamente).

Las relaciones de masculinidad de la corriente migratoria a

Argentina presenta cambios más significativos que la argelina. Los

mayores porcentajes de hombres se localizan en los primeros años.

Como indica Bernal266 y ha estudiado Siegrist de Gentile267,

266 BERNAL, A.M.: "La emigración de Andalucía", en SÁNCHEZ ALBORNOZ, N. (comp.):

Españoles hacia a América. La emigración en masa, 1880-1930, Madrid, Alianza, 1988, p. 165.

267 SIEGRIST DE GENTILE, N.: "Gaditanos en la ciudad de Buenos Aires hacia la mitad del siglo XIX. Estudio de caso según el Censo de la Ciudad de Buenos Aires de 1855", Nuestra Historia, n.º 35-36, Buenos Aires, 1990, pags. 392-410. Según la investigadora argentina,

[Cont.]

TD- Francisco Contreras Pérez

413

Andalucía tenía desde antiguo en las repúblicas latinoamericanas

multitud de agentes de casas comerciales y exportadoras vinculados

al negocio de vinos, aceites, corcho y minerales. Dada la importancia

de las casas bodegueras de Cádiz en este tráfico, no resulta extraño

que esta provincia presente a la altura de 1885 una tasa de

masculinidad superior a la media de la emigración andaluza a

Argentina.

Protagonistas de una antigua diáspora comercial, el peso

relativo de estos hombres de negocio en la emigración andaluza se

difumina sin embargo con el aluvión migratorio de 1889, momento

en el que el peso de las mujeres se deja sentir de manera más

evidente en el conjunto de la emigración exterior andaluza. Este año,

la participación de mujeres embarcadas hacia Argentina llega a casi

igualarse con la masculina, debido al nuevo factor seleccionador de

migrantes introducido con los pasajes subsidiados. Los pasajes

estaban dirigidos a la recluta de agricultores, fundamentalmente en

grupos familiares. No sólo se beneficiaban los agentes reclutadores

por conseguir con mayor prontitud los cupos asignados en cada

barco, sino que las familias de trabajadores introducían un elemento

había 125 varones entre los 177 gaditanos en la capital argentina. Entre estos hombres, la ocupación más frecuente, sin ser claramente la mayoritaria, era la de "comerciante".

TD- Francisco Contreras Pérez

414

de estabilidad que, a los ojos de los gobiernos americanos,

garantizaba el poblamiento y la explotación de los territorios a los

que irían destinadas (también el I.G.E. relacionaba el alto porcentaje

de mujeres emigrantes con la presencia de familias, y la mayor

fijación en destino). Al mismo tiempo, y desde la perspectiva de los

emigrantes potenciales, al ser anunciados los pasajes como

"gratuitos" los costes de transportar a toda la familia resultaban

comparativamente mínimos. Esto hacía innecesaria la emigración en

cadena encabezada, como primer eslabón, por los varones del grupo

que, una vez establecidos y realizados los primeros ahorros, podrían

ir llamando sucesivamente al resto de sus familiares.

Suspendidos los pasajes subsidiados argentinos a finales de

1889 en Andalucía, las relaciones de masculinidad vuelven a subir al

año siguiente y hasta el final del período. Este último sesgo de la

corriente argentina contrasta con la creciente participación femenina

en el conjunto de la emigración española hacia este país. Esta

creciente participación femenina a nivel español puede estar

relacionada, pasado un tiempo prudencial para el asentamiento de

los primeros eslabones, con el progresivo establecimiento de

cadenas migratorias funcionales y numerosas268. Mecanismo que,

268 Esta disminución de la relación de masculinidad en el conjunto de la emigración

española, según Yáñez Gallardo, se debe al incremento de la emigración familiar, la [Cont.]

TD- Francisco Contreras Pérez

415

tras la oleada de 1889, estimamos que no se dio con rapidez y en

proporción similares dentro del conjunto andaluz, a la luz de los

datos analizados sobre la evolución de este segmento regional y de

su perfil social.

Entre los andaluces embarcados hacia Brasil, se registra la

mayor participación de mujeres, presentando, en consecuencia, sus

ratios de masculinidad los mínimos anuales desde que, en 1888, el

Estado de Sao Paulo empezara a financiar la inmigración de familias

agricultoras. El hecho de que esta política fuera sistemática hasta

principios del siglo XX explica que, a lo largo del período analizado, la

relación de masculinidad se mantenga en valores comparativamente

más bajos. Es más, la participación de mujeres en esta corriente

emigratoria regional es algo más elevada que en la del conjunto

español con igual destino. Con todo, el conjunto de la migración

española en Brasil era de un carácter familiar mayor que la de otros

grupos inmigrantes europeos, y de igual manera contenía la mayor

proporción de niños.

reunificación de familias en que el marido o el hijo ha iniciado antes la emigración en busca de trabajo, y en las posibilidades de ocupación para mujeres jóvenes que encuentran colocación en las grandes ciudades americanas. La proporción de hombres por mujeres bajó a lo largo del tiempo en la emigración española a Argentina, en tanto que en los retornos a España tiende a incrementarse por la mayor fijación de las mujeres en la emigración. YÁÑEZ GALLARDO, C.: La emigración española a América (siglos XIX y XX). Dimensión y características cuantitativas, op. cit., p. 160.

TD- Francisco Contreras Pérez

416

Pero no todos los países americanos atraían a las mujeres

andaluzas en igual proporción que Brasil o Argentina. Cuba, después

de Argelia, es un país de inmigración eminentemente masculina.

Este carácter viene desde los primeros años de la emigración en

masa a la colonia. Según el censo cubano de 1859, residían en la isla

680,61 andaluces por cada 100 mujeres con igual origen, si bien se

trata de una ratio bastante inferior a la media de los españoles

peninsulares (1563,34)269. Esto nos puede indicar que, más que por

una idiosincrasia particular, el carácter familiar del éxodo andaluz

viene a explicarse en parte considerable por otros factores, entre

ellos la dependencia de la financiación por parte de algunos países

latinoamericanos demandantes de familias de colonos. En el caso de

la corriente hacia Cuba en el período 1885-95, y al contrario de la

emigración hacia Argentina, los más altos índices de masculinidad

coinciden paradójicamente con los años de máximos: en 1887, a raíz

de la subvención a la inmigración de braceros sin familia, y en 1895,

al incrementarse las necesidades de militares en la colonia. A su vez,

y a medida que se recrudecía el conflicto bélico desde 1895, la

269 Estos cálculos se derivan de la tabla censal que ofrece MALUQUER DE MOTES, J.:

Nación e inmigración: los españoles en Cuba (ss. XIX y XX), op. cit., p. 65. Es muy probable que la mayor proporción de mujeres entre los andaluces, se deba a la presencia de familias de funcionarios castrenses (mandos), cuyo peso en la emigración fundamentalmente embarcada desde Cádiz era más importante que la de otras provincias. Los comerciantes cantábricos y los braceros canarios viajaban con mayor frecuencia sin familia.

TD- Francisco Contreras Pérez

417

proporción de mujeres, así como de "inmigración privada",

disminuyó aún más.

Además de la composición por sexos, la distribución por

grupos de edad es otro indicador clásico del carácter de una

corriente emigratoria. Como hemos analizado, la emigración

andaluza a América cuenta con un alto porcentaje de mujeres, lo que

señala un alto componente familiar debido a la fuerte incidencia de

los pasajes subsidiados. Rasgo que, por otros mecanismos, parece

que se venía reproduciendo en la emigración andaluza con cierta

frecuencia desde el siglo XVIII, como ha intentado destacar L. Díaz

Trechuelo270.

Este componente debe reflejarse también en una alta

frecuencia de niños. Ahora bien, el I.G.E. ofrece la información sobre

la edad de los emigrantes por provincias marítimas de embarque y

sin distinguir países de destino. Así pues, las conclusiones a partir del

estudio de la composición por grupos de edad a nivel regional

también adolecen de limitaciones.

Por atender normalmente a razones de trabajo, es

característico de todo movimiento migratorio que el mayor número

de individuos se encuentre comprendido en el tramo de lo que se

270 DÍAZ TRECHUELO, L.: "La emigración familiar andaluza a América en el siglo XVIII",

en EIRAS ROEL, A. (comp.): La emigración española a Ultramar, 1492-1914, Madrid, Tabapress, 1991, pp. 189-198.

TD- Francisco Contreras Pérez

418

define como población en edad activa. En el conjunto del movimiento

emigratorio español a América en 1882-1956, alrededor del 83,5 por

100 de los emigrantes estaban en el amplio tramo de edad entre los

14 y 60 años; el 16 por 100 era menor de 14 años y el 0,5 por 100

eran adultos que superaban los 60 años. Esta distribución también se

confirma en líneas generales para el total de la emigración exterior

española en 1882-1930.

A nivel de Andalucía, la distribución de los emigrantes por

grupos de edad varió con el tiempo y diferenciando entre las

distintas corrientes. De acuerdo con los datos ofrecidos por el I.G.E.

para 1887-1900, el porcentaje de menores de 14 años entre los

embarcados por el puerto de Málaga fue el más alto (33,74 por 100),

seguido a distancia por el puerto de Almería (9,37 por 100) y el de

Cádiz (6,39 por 100). No obstante, el porcentaje gaditano es

excesivamente bajo, y se debe al efecto de un fenómeno extraño a

la corriente emigratoria propiamente dicha: los embarques de tropas

españolas se hacían mayoritariamente por este puerto; todos son

hombres en edad militar y por lo tanto en el tramo de 14-60 años

que cuenta, de esta manera, con una sobredimensionada

participación en detrimento relativo de los otros grupos de edad. En

1895 y 1896, al multiplicarse los efectivos militares españoles en

ultramar, el puerto de Cádiz registra respectivamente 32.729 y

TD- Francisco Contreras Pérez

419

35.681 embarques de individuos comprendidos entre los 14 y 60

años de edad. Justo el año anterior las personas con estas edades no

habían superado las 3.800. En 1899, consumado el "desastre del

1898", se volvió a las cifras de embarques de antes de la guerra,

siendo incluso inferiores. No obstante, no deja de ser significativo la

mayor proporción de menores de 14 años embarcados en el puerto

de Málaga, en tanto que provincia más favorecida por los subsidios

de los Gobiernos americanos a la inmigración de familias

agricultoras.

La evolución temporal de los emigrantes por grupo de edad

embarcados en los principales puertos andaluces muestra que la

emigración por el puerto de Almería presenta una pequeña

proporción de menores de 14 años, incluso con tendencia

descendente a lo largo del período. Por el contrario, este puerto

presenta en casi todo el período la mayor proporción de pasajeros

mayores de 60 años, que se explica por la vieja tradición emigratoria

de esta provincia hacia los campos argelinos. Entre los embarcados

en Cádiz, los menores de 14 años alcanzan su más alta participación

relativa en 1889, coincidiendo con la llegada de pasajes subsidiados

argentinos para familias obreras, y decae claramente desde 1895 por

efecto del incremento de los embarques militares con destino a

TD- Francisco Contreras Pérez

420

Cuba271. Por último, en el puerto de Málaga como era de esperar se

incrementa acentuadamente la proporción de menores de 14 años

en 1889, al ser esta la provincia más beneficiada por los pasajes

argentinos de 1889. La tendencia se hace sistemáticamente

ascendente a partir de 1891 trazando leves fluctuaciones anuales

paralelas a la evolución de la emigración andaluza hacia Brasil,

igualmente subsidiada y compuesta en su mayoría por familias de

Granada y Málaga que tenían en este puerto su salida natural (en

1895 el efecto de estos pasajes se dejó sentir puntual y levemente

en Almería, influencia que se reforzaría en las primeras décadas del

siglo XX).

Una emigración con un elevado componente rural

Los pasajes subsidiados iban destinados a la recluta de mano

de obra agraria y artesanal que, por otra parte, formaba el grueso de

la población activa en las sociedades de origen. El I.G.E. utilizaba

generalmente las siguientes categorías profesionales al clasificar a

los pasajeros: agricultores, industriales y artesanos, comercio y

transportes, profesionales liberales, funcionarios civiles del estado,

271 El 92 por 100 de la tropa, propiamente dicha (sin mandos), oscila entre los 20 y 29

años; hay un 6 por 100 de 30 y más años, y un 2 por 100 de 16 a 19 años. Moreno Fraginals y Moreno Masó, Guerra, migración..., p. 67.

TD- Francisco Contreras Pérez

421

militares, dedicados al culto, rentistas, sirvientes y profesiones sin

clasificar. Estos criterios de clasificación son demasiado amplios y

ambiguos, ya que, entre otros aspectos, no distinguen entre los

agricultores si son propietarios, arrendatarios o simples braceros.

Distinción que, desde los intereses historiográficos actuales, habría

sido sumamente pertinente para el caso andaluz.

A propósito de las características profesionales de la

emigración española a América, Yáñez Gallardo distingue tres etapas

que coinciden con las fluctuaciones generales de la emigración:

1882-1930, 1931-48 y 1949-62. Los años 1882-1930 tienen,

también a este respecto, un denominador común: la emigración de

agricultores marca la tendencia ascendente de la corriente española

de emigración. Entre 1882 y 1930, los agricultores partieron de un

porcentaje relativamente bajo (algo más del 60 por 100 de los

emigrantes) en 1882-90, para alcanzar la máxima participación (casi

el 80 por 100) en 1890-1900 y 1911-20.

La segunda posición en 1882-1930 la ocupan los

comerciantes y transportistas (entre el 20 y 5 por 100), grupo

profesional comparativamente más afectado por la recesión

emigratoria impuesta durante la guerra cubana en 1895-98.

Al igual que los comerciantes, los trabajadores industriales y

artesanos españoles tienen dos momentos de expansión, el primero

TD- Francisco Contreras Pérez

422

durante los años 1888 y 1889, coincidiendo con la recluta que realizó

el gobierno argentino en España, y posteriormente entre 1907 y

1913, en el período de mayor expansión de la emigración española.

Se a interpretado la primera y más significativa emigración de

artesanos como la reacción de este grupo socioprofesional ante el

riesgo de proletarización introducido por la competencia fabril e

industrial272. La aparición de industrias nuevas, el impulso de las

antiguas y la pervivencia de formas artesanales son características

propias de la época estudiada, donde vemos que las primeras se

expanden, que las segundas se renuevan y que las terceras entran

en crisis273. La participación media de los agricultores en 1888-90

fue del 42,79 por 100 y la de los artesanos del 9,71, los dos grupos

más importantes a excepción del capítulo "sin profesión y sin

clasificar" (17,79 por 100).

Aunque la mayoría fueran agricultores, en destino no todos

éstos se dedicaban a tareas agrarias. En este sentido, se ha

constatado un trasvase de mano de obra al sector terciario entre los

migrantes llegados a América, al ofrecerles el ámbito urbano

mayores expectativas socioeconómicas. Es por ello que, en cierta

272 Ha hecho uso de este prisma teórico, entre otros autores, la historiadora SÁNCHEZ

ALONSO, B.: Los causas de la emigración española (1880-1930), op. cit, pp. 191 y 192. 273 SOTO CARMONA, A.: El trabajo industrial en la España contemporánea (1874-1936),

Barcelona, Anthropos, 1989, p. 116.

TD- Francisco Contreras Pérez

423

medida, la emigración transoceánica supone también una migración

rural-urbana. Esto parece ser tónica dominante entre las colonias de

cantábricos, especialmente gallegos274, que llegaron a dominar un

gran segmento del comercio rioplatense. Este trasvase se ejecutó

gracias a los canales de estímulo, ayuda financiera y apoyo a la

inserción social entre migrantes sucesivamente establecidos a partir

de las relaciones de paisanaje, y reforzados por la consolidación

exitosa de estas comunidades regionales en la América urbana275.

A largo plazo, los agricultores parecen tener una mayor

fijación en la emigración, superando las salidas a los retornos, si bien

esta apariencia puede acusar el sesgo virtualmente derivado de la

conversión profesional (u ocupacional) de los migrantes una vez en

destino: pasarían de ejercer la labores rurales de su lugar de origen,

a integrarse en las mejor consideradas funciones típicas del sector

terciario urbano. En el extremo opuesto destaca el movimiento de

vaivén de comerciantes y transportistas, pauta migratoria

explícitamente estudiada por Maluquer de Motes para el caso de los

274 CAGIAO, P.: "Cinco siglos de emigración gallega", en VV.AA.: Historia general de la

emigración española a Iberoamérica, op. cit., p. 306. Esta investigadora de la Universidad de Santiago ha trabajado en los últimos años especialmente sobre las experiencias de la comunidad gallega en Uruguay, de las que habló en su ponencia titulada: "La emigración española, especialmente gallega, al Uruguay", IV Encuentro de Americanistas: La emigración asturiana y española al Río de la Plata, 1870-1930 (Oviedo, 9-11 de nov. 1994) (Ejemplar reprografiado e inédito).

275 VÁZQUEZ, A.: "La emigración gallega. Migrantes, transporte y remesas", en SÁNCHEZ ALBORNOZ, N. (comp.): Españoles hacia a América. La emigración en masa, 1880-1930, op. cit., p. 95.

TD- Francisco Contreras Pérez

424

intermediarios comerciales catalanes y cantábricos en Cuba276. La

mayor fijación de los agricultores en la emigración se podría haber

debido a varias circunstancias. Por una parte, los tipos de vinculación

a la tierra les pudieron arraigar más intensamente en las nuevas

regiones. En este sentido, especialmente los emigrantes que se

asentaron como colonos y accedieron a la propiedad de la tierra al

contar con algunos ahorros. Por otra parte, el grupo de jornaleros

agrícolas, trabajadores con muy poca cualificación y que no poseían

ahorros o herramientas propias, debieron contentarse con los

trabajos de menor remuneración, permaneciendo en América frente

a la incertidumbre del retorno (al no poder acumular un ahorro con

el cual volver a España)277. El carecer de estos ahorros no sólo

impidió la vuelta a España, sino también el establecimiento de

mecanismos interpersonales de estímulo y ayuda financiera a la

emigración de paisanos, o sea, de cadenas migratorias.

Estas carencias parecen haber afectado en gran medida a la

emigración andaluza tras la oleada de first comers de 1889, como ya

adelantamos y desarrollaremos más ampliamente en el capítulo final.

Las fuentes consulares generadas en los destinos indican que los

276 MALUQUER DE MOTES, J.: Nación e inmigración: los españoles en Cuba (ss. XIX y

XX), op. cit. 277 YÁÑEZ GALLARDO, C.: La emigración española a América (siglos XIX y XX).

Dimensión y características cuantitativas, pp. 195-197.

TD- Francisco Contreras Pérez

425

andaluces tuvieron de manera relevante un destino agrario (en

grupos familiares de braceros y a jornal) y como mano de obra no

cualificada en el ámbito urbano278. La estadística del I.G.E. sin

embargo no permite un estudio más o menos regionalizado de las

profesiones de los emigrantes españoles hasta 1891, cuando aparece

el estadillo con los datos cruzados de profesión y provincia marítima.

En una primera observación de la distribución por profesiones

de los emigrantes españoles atendiendo a los países de destino, y en

concreto comparando Argelia y Argentina, parece claro la

abrumadora participación de agricultores en la primera corriente.

Porcentaje que permaneció bastante estable a lo largo del siglo XIX,

al tratarse básicamente de una emigración de braceros en torno al

80 por 100.

Menos simple resulta la participación relativa de los grupos

profesionales en la emigración hacia Argentina. Los que se declaran

como agricultores arrojan un porcentaje inferior a su peso en la

población activa de España279. Es más, también significa una

disminución respecto al porcentaje registrado el año inmediatamente

278 CONTRERAS PÉREZ, F.: "Un mecanismo financiador de la emigración contemporánea

de andaluces a América", Revista de Historia Contemporánea, n.º 6, Sevilla, 1995, pp. 61-94.

279 Según A. Soto Carmona, en España la población activa agraria (agrícola y ganadera) es en el período estudiado la más numerosa y su crecimiento en términos absolutos es manifiesto hasta principios del siglo XX, constituyendo más de la mitad de la mano de obra disponible hasta 1930, en que por primera vez la suma de los trabajadores empleados en la industria y en los servicios supera a los obreros agrícolas. SOTO CARMONA, A.: El trabajo industrial en la España contemporánea (1874-1936), op. cit., pp. 53-63.

TD- Francisco Contreras Pérez

426

anterior, 1888 ( 53 por 100), aunque en términos absolutos se

constata un considerable incremento. Por el contrario, el epígrafe

"sin profesión y sin clasificar" engloba un número de individuos

verdaderamente crecido, 14 punto por encima del registrado en

1888.

Aquí radica la base de la polémica abierta en Argentina sobre

la conveniencia de financiar la inmigración, atendiendo al poco celo

selectivo mostrado por los agentes reclutadores al respecto. Se

consideraba que la "emigración espontánea", mayoritaria antes de la

década de 1880, era el resultado de un estricto proceso de selección

"natural" (sólo migraban los que contaban con recursos previos como

los "agricultores" -labradores o pequeños productores agrícolas- y,

en consecuencia, con una capacitación y una posibilidad de inserción

supuestamente mayores), movidos por la privación relativa y las

expectativas de mejora tal que por entonces se decía también en

algunos diarios andaluces. Mientras que por el contrario, la

"emigración artificial" llevaba a Argentina a los "más débiles" de las

sociedades de origen, que no tenían por qué disponer de ahorros

previos y a los que se les suponía menores capacidades para los

intereses productivos del país de acogida.

TD- Francisco Contreras Pérez

427

De hecho, como ha puesto de manifiesto Devoto280, los

pasajes subsidiados hacían cambiar en determinadas coyunturas la

composición profesional de los inmigrantes a Argentina: decrecía el

número de los agricultores (o de los que declaraban al llegar a

Buenos Aires ser agricultores) y crecía en cambio tanto el de

"jornaleros y sin profesión" como el de los "artesanos" (esto es

respectivamente, trabajadores no cualificados -rurales o urbanos- y

en menor medida menestrales).

En el incremento de la categoría genérica de "jornaleros y sin

profesión" se incluye a más de 12.000 mujeres (siempre

mayoritarias en este epígrafe de indefinidos), o sea casi cuatro veces

más que en 1888, y que se encuadra dentro del componente familiar

de 1889. Por el contrario, y frente a los cambios registrados en las

dos grupos anteriores, el grupo de los que se declaran como

"industriales y artesanos" presenta una participación ligeramente

superior a la registrada en 1888 (20 por 100). En suma, el destacado

incremento de los "sin profesión y sin clasificar" en 1889 matizó, en

términos relativos, el incremento real de los migrantes que se

adscribían como "agricultores" e "industriales y artesanos".

280 F. DEVOTO ha estudiado la evolución y consecuencias de las "Políticas migratorias

argentinas y flujo de población europea (1876-1925)", Estudios migratorios latinoamericanos, n.º 11, Buenos Aires, 1989, pp. 144-147.

TD- Francisco Contreras Pérez

428

Desde 1891 contamos con las clasificaciones profesionales a

nivel de provincias marítimas. Para su estudio, hemos sustraído los

datos correspondientes a funcionarios civiles, militares y religiosos

para concentrar nuestro estudio en la por entonces llamada

"verdadera emigración" o " emigración privada". Esto resulta

especialmente necesario para el puerto de Cádiz, donde la

abrumadora presencia de militares embarcados (75,40 por 100) nos

dificultaba discernir las pautas emigratorias de los restantes grupos

profesionales emigrantes. Por otra parte, hemos incluido

sistemáticamente en el grupo "otras profesiones" a aquellas que

agrupan menos del 1 por 100 de los emigrantes de cada puerto en el

total del período, y a los individuos "sin profesión o sin clasificar".

Un estudio de conjunto de los tres puertos andaluces (1891-

1900) confirma que, tal que sucede a nivel de España, los grupos

mayoritarios son los de agricultores (65,31 por 100), comerciantes y

transportistas (11,48 por 100) e industriales y artesanos (2,45 por

100). Este porcentaje de "agricultores" se encuentra dentro del

margen (60-75 por 100) marcado por el peso del conjunto del sector

primario en la población activa andaluza entre 1887 y 1900281.

281 Véase la distribución en sectores económicos de la población activa andaluza en

SOTO CARMONA, A: El trabajo industrial en la España contemporánea (1874-1936), op. cit., p. 59, y "Aproximación al estudio de la fuerza de trabajo en Andalucía en el primer tercio del siglo XX", en Actas del III Coloquio de Historia de Andalucía, Córdoba, Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Córdoba, 1985, pp. 415-427.

TD- Francisco Contreras Pérez

429

Ahora bien, los porcentajes de participación de estos grandes

agrupamientos profesionales son diferentes según los puertos

andaluces de embarque y, por lo tanto en cierta medida, según los

destinos.

Como cabía esperar, en Almería el epígrafe "agricultores"

agrupa el 89,58 de los embarcados por este puerto en 1891-1900,

su inmensa mayoría braceros con destino al Oranesado. La tendencia

es sin embargo descendente determinando la del conjunto de la

emigración almeriense. Al final del período la caída se hace clara a

causa de la competencia de los braceros “moros”, que provocó una

disminución de los jornales y, con ello, la pérdida del atractivo de la

colonia francesa para los trabajadores almerienses y levantinos en

general.

"Las causas principales de este

decrecimiento son la competencia que los

moros indígenas hacen a nuestros emigrantes,

las trabas que á estos se ponen en el ejercicio

de la industria y el comercio, por la decidida

protección que dispensan las leyes á los

naturales del país y á los naturalizados, y la

TD- Francisco Contreras Pérez

430

negación de socorros á los jornaleros españoles

indigentes"282.

En el extremo opuesto al puerto de Almería, el puerto de

Cádiz registra la más baja participación media de agricultores (3,99

por 100) entre los embarcados por puertos andaluces. Porcentaje

excesivamente bajo que se compensaría si se poseyesen datos sobre

los embarcados en Gibraltar, entre los que cabe suponer había una

mayoría de mano de obra agraria reclutada con destino a Brasil por

las agencias de emigración allí afincadas. Los comerciantes y

transportistas constituyen el grupo profesional que más frecuenta el

puerto de Cádiz, cuya tradición mercantil así lo justifica junto a su

amplio radio de atracción sobre el resto de España. Estos hombres

de negocio, más los rentistas, se ven muy afectados por la crisis

bélica cubana. Disminuyen su participación en los años

inmediatamente anteriores a 1898, pero en esta fecha remontan.

Esto es especialmente visible entre estos últimos que, al

considerarse inminente la pérdida de Cuba llegado 1898, salieron en

gran número hacia la colonia para finiquitar sus negocios y hacer

líquido su capital patrimonial283. Por último, resulta también

282 I.G.E.: Estadística de la emigración é inmigración [...] 1901 y 1902, Madrid, 1903, p.

LIII. 283 Las posturas rupturistas, sin embargo, han sido matizadas por la nueva historiografía

que resalta los apectos continuistas con respecto a la relación España-Cuba tras el 98, y [Cont.]

TD- Francisco Contreras Pérez

431

llamativo los altos porcentajes de "otras profesiones", formadas en

una gran parte por los pasajeros "sin profesión o sin clasificar".

En el caso de Málaga, los agricultores presentan una

participación media (83,84 por 100) casi tan elevada como en

Almería, pero con tendencia ascendente. En los años 1893-98 las

tasas anuales fueron constantemente superiores a esta media,

coincidiendo con la mayor importancia de los pasajes subsidiados

brasileños para colonos agrícolas y el descenso en términos relativos

y absolutos de otros grupos profesionales (industriales y artesanos,

comerciantes y transportistas). En todo caso, también cabe la

posibilidad razonable que frecuentemente se declarase

fraudulentamente una ocupación agrícola para acogerse a las

ventajas de los pasajes.

El nuevo mapa de la emigración.

concretamente en lo referente a la masiva y total repatriación de los capitales. Véase al respecto BAHAMONDE, A. Y CAYUELA, J.: Hacer las Américas. Las élites coloniales españolas en el siglo XIX, Madrid, Alianza, 1992, pp. 15-52. De hecho, las remesas americanas en su conjunto siguieron afluyendo a la Península hasta el declive de las mismas en los años treinta, como se ha puesto de manifiesto en: GARCÍA LÓPEZ, J. R.: Las remesas de los emigrantes españoles en América. Siglos XIX y XX, Colombres, Archivo de Indianos, 1992, basándose en los libros de cuenta de varias casas de banca asturianas.

TD- Francisco Contreras Pérez

432

Se ha dicho que, desde el punto de vista migratorio, la escala

regional podía resultar en "demasiado holgada" en el caso andaluz,

en lo que tendría mucho que ver la dimensión y la variedad

geográficas presentes284. De hecho, tanto A.-M. Bernal285 como E. de

Mateo Avilés286 confirmarían en sus respectivos trabajos estas

diferencias territoriales.

En este sentido, confirmaban el análisis que hiciera en la

década de 1960 el que es, hoy en día, un clásico de los estudios

migratorios en España. Mediante el uso del "método de saldos", el

profesor A. G. Barbancho hizo observar que, atendiendo a Las

migraciones interiores287, Andalucía Occidental presentaba un

balance favorable mientras la Oriental uno claramente emigratorio

en 1901-1930. Ahora bien, el método de saldos obviamente no

permite discriminar entre tipos de migraciones, por lo que las

exteriores permanecían sin ponderación definida288.

284 SÁNCHEZ-ALBORNOZ, N.: "Medio siglo de emigración masiva de España hacia

América", en SÁNCHEZ-ALBORNOZ, N. (comp.): Españoles hacia América. La emigración en masa, 1880-1930, Madrid, Alianza, 1988, p. 21.

285 BERNAL, A.-M.: "La emigración de Andalucía", en SÁNCHEZ-ALBORNOZ, N. (comp.): Españoles hacia América. La emigración en masa, 1880-1930, op. cit., pp. 147.

286 MATEO AVILÉS, E. de: La emigración andaluza a América (1850-1936), Málaga, Arguval, 1993.

287 GARCÍA BARBANCHO, A.: Las migraciones interiores españolas. Un estudio cuantitativo desde 1900, Madrid, Instituto de Desarrollo Económico, 1967.

288 A. García Barbancho desconfiaba de la utilidad genérica de la estadística española sobre migración exterior, en especial para las décadas de 1950 y 1960 en adelante, porque "fundamentalmente sólo se ha venido recogiendo la emigración a ultramar". Ibídem, p. 36.

TD- Francisco Contreras Pérez

433

En lo que respecta a la emigración exterior, Andalucía

Oriental aportó el 68,5 por 100 de este contingente emigratorio al

exterior (316.706 emigrantes según los datos del I.G.E.), mientras

Andalucía Occidental completó el 31,5 por 100 restante

(145.478)289, a pesar de que su peso en la población andaluza era

del 48,2 por 100 hacia 1900290. Es más, en la parte oriental la

extensión de la idea fue marcadamente desigual, oscilando entre la

provincia más emigratoria de Andalucía, Almería (43,8 por 100 de la

emigración andaluza), y la menos emigratoria, Jaén (1,1 por 100).

Así pues, quedaba perfilada una zona oriental y costera

principalmente emigratoria, frente a un interior relativamente

excluido en este primer ciclo de propagación migratoria en la

Andalucía contemporánea.

Las provincias que más población proporcionaron fueron,

como se ha adelantado, las costeras (a excepción de Huelva) y la de

289 Como hemos analizado en el primer capítulo a través de la historiografía al uso, los

determinantes de estos comportamientos heterogéneos variaron en el tiempo y en su dimensión, y por ello debemos remitirnos en última instancia a los diferentes incidencias de la crisis finisecular por provincias. El término "crisis finisecular" encierra una realidad compleja que comprende multiples variables como la crisis de la producción y de sus mercados tradicionales, la crisis de los aprovechamientos y usos atávicos, la crisis de ciertas formas de tenencia de la tierra,..., en un contexto de modernización e internacionalización de las economías regionales. Para una estudio seriado de cómo afectaron estos procesos a Andalucía, los estudios del Grupo de Estudios Agrarios. En lo referente a las fluctuaciones de las producciones agrarias, se han elaborado dos tesis que minuciosamente recogen y evalúan las estadísticas existentes al respecto: JIMÉNEZ BLANCO, J. I.: La producción agraria de Andalucía Oriental, 1879-1914, Madrid, Servicio de Reprografía de la Universidad Complutense, 1986, 2 ts., y ZAPATA BLANCO, S.: La producción agraria de Extremadura y Andalucía Occidental, 1875-1935, Madrid, Servicio de Reprografía de la Universidad Complutense, 1986, 2 ts.

290 Calculado a partir de los datos recogidos en: GARCÍA FERNÁNDEZ, P.: Población de los actuales términos municipales 1900-1981, Madrid, I.N.E., 1985, p. 4.

TD- Francisco Contreras Pérez

434

Andalucía Oriental. Por el contrario, las provincias de Jaén291,

Córdoba, Sevilla y Huelva forman un conjunto con escasa emigración

exterior. Ahora bien, sólo Almería entre las ocho provincias

andaluzas presenta niveles emigratorios altos tanto en el siglo XIX

como en el primer tercio del XX. Tras de Almería, la segunda

provincia más emigratoria fue Cádiz (24,8 por 100). Ambas

provincias suministraron la mayoría de los emigrantes andaluces al

exterior entre 1885 y 1930 (68,6 por 100).

Estas dos primeras posiciones en el ranking de provincias

emigratorias (Almería y Cádiz) se mantuvieron tanto en la primera

etapa del ciclo analizado (1885-1898), como en la siguiente (1911-

1930). No obstante, se dio una serie de cambios de uno a otro

período en cuanto a la importancia emigratoria del conjunto de las

provincias: 1) decremento relativo de la proporción de almerienses y

malagueños en el conjunto de la emigración exterior andaluza; 2)

esto se debió fundamentalmente al incremento de la participación

del resto de las provincias; 3) Huelva sustituyó a Jaén en 1911-30

como provincia que menos emigrantes aportaba al contingente

291 Sin embargo, según los datos de A. G. Barbancho, Jaén presenta constantes saldos

migratorios negativos desde al menos 1901-10. Recordemos que no se trata de una provincia con importante presencia de la pequeña propiedad, como definía Mateo Avilés las provincias más emigratorias.

TD- Francisco Contreras Pérez

435

emigratorio andaluz, si bien en ambas también aumentaron los

emigrantes exteriores en términos absolutos.

Amén de esta foto fija de las emigraciones provinciales, un

estudio de su evolución anual se hace necesario para una más

precisa comprensión de las pautas emigratorias, en tanto que

respuesta a sus variables determinantes, a los procesos que se

desencadenan y a las alternativas de destino que se presentan. En

este estudio en el tiempo, seguiremos el enfoque y los criterios

comparativos empleados en el capítulo anterior. Con ello no

pretendemos únicamente emplear un recurso descriptivo más útil de

los empleados hasta ahora. El análisis de estos parámetros, dentro

de las limitaciones inherentes a la escala provincial, permite a su vez

establecer hipótesis razonables sobre la incidencia general de los

mecanismos migratorios propiamente dichos, como paso previo al

proyecto en curso sobre su funcionamiento local desde un enfoque

micro histórico.

Ausente en la emigración temprana a América, protagonista

en la del siglo XX

La emigración exterior almeriense muestra un claro ápice en

1911-13, que será seguido de una profunda caída en los años de la

TD- Francisco Contreras Pérez

436

Primera Guerra Mundial. Esta emigración provincial sin embargo no

reproduce con similar claridad el conocido primer máximo andaluz de

1889, al no ser directamente favorecida de manera significativa por

los pasajes subsidiados por el gobierno argentino. De todos modos,

los valores del siglo XIX, aun descendentes, presentan una mayor

regularidad que los registrados en años posteriores.

En tanto que aspecto más sobresaliente, la emigración

exterior almeriense muestra altos niveles en todos y cada uno de los

años considerados. Esto es así en la medida que la participación de

los migrantes almerienses en la corriente andaluza es

sistemáticamente superior al peso que representan en la población

de la región. El esfuerzo emigratorio de la provincia en su conjunto

alcanza sus máximos en el siglo XIX, siendo su participación en el

total superior al 40 por 100.

Los altos niveles emigratorios se confirman igualmente

atendiendo al segundo parámetro. La intensidad emigratoria de la

población almeriense es también superior a la media andaluza. Las

tasas de emigración por 1000 habitantes presentan un máximo

destacado en 1911-13, si bien de nuevo el siglo XIX revela un

comportamiento más regular a la luz de este parámetro.

Debemos precisar que, en especial para los últimos años del

ochocientos, el esfuerzo emigratorio reflejado por los indicadores

TD- Francisco Contreras Pérez

437

empleados aparecería considerablemente matizado si dispusiésemos

de datos fiables sobre retornos, al tratarse en parte de una

emigración de vaivén marcada por las tareas estacionales en los

campos argelinos.

En definitiva, la evolución en el tiempo que muestran los

distintos indicadores de la emigración almeriense es el resultado de

los cambios efectuados en las características y destinos.

Efectivamente, según los datos sobre los emigrantes avecindados en

los municipios de la provincia, la abrumadora mayoría (80,46 por

100) de éstos se dirigieron a Argelia entre 1885 y 1895; otros

destinos, aunque de mucha menor importancia, fueron Brasil (1,24)

y Argentina (0,30). Estas preferencias parecen cambiar en el siglo

XX, según los datos sobre pasajeros salidos por la provincia marítima

de Almería. Argentina pasa a ocupar el primer lugar (63,06 por 100)

reemplazando en gran parte a Argelia (22,59) como destino

preferente, mientras Brasil queda reducido a la tercera plaza (3,74)

aun incrementando relativamente su poder de atracción.

Como hemos indicado en páginas anteriores, los almerienses

constituyen en todos los años el grueso del contingente andaluz

emigrante a Argelia. A finales de los años 1870, en plena crisis del

esparto de Almería, se sabe que las primeras noticias sobre las

posibilidades que se abrían en Argelia llegaron, además de por otros

TD- Francisco Contreras Pérez

438

supuestos, a través de la labor llevada a cabo por agentes

reclutadores comisionados por una sociedad francesa recién

constituida, la Compagnie Franco-Algèrienne292. Ésta compañía

francesa tenía intereses en la promoción del esparto como cultivo

industrial en las colonias francesas. Tal como ya observara M. E.

Cózar Valero293, la emigración almeriense hacia Argelia llega a

superar en 1885-86 a provincias levantinas con más antigua

emigración. Este predominio se mantendrá hasta finales del siglo

XIX, según los datos explotados por J. B. Vilar294 sobre el origen

provincial de los emigrantes españoles hacia aquella colonia. El arco

sudeste formado por las provincias mediterráneas de Almería,

Alicante y Murcia, las más próximas geográficamente a la colonia

francesa, suministra más de las tres cuartas partes de los españoles

a la otra orilla del Mediterráneo.

Facilitado por esta cercanía geográfica, la corriente argelina

tiene un marcado carácter estacional, que determina una fuerte

concentración de las salidas en los meses de máxima actividad en las

economías magrebíes, y un número de retornos anuales mayor que

292 VILAR, J. B.: Emigración española a Argelia (1830-1900), Madrid, Instituto de

Estudios Africanos,1975, pp. 156-159. Dicho autor presentaría un extracto de sus investigaciones referente a Almería en la ponencia "Emigración almeriense a Argelia en el siglo XIX", en (Actas del) Congreso de Historia de Andalucía (Córdoba, 1976), Andalucía Contemporánea, Córdoba, Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Córdoba, 1983, t. 2, pp. 241-254.

293 CÓZAR VALERO, M. E.: La emigración exterior de Almería, Granada, 1984, pp. 68-85. 294 VILAR, J. B.: Emigración española a Argelia (1830-1900), op. cit., pp. 107-110.

TD- Francisco Contreras Pérez

439

en las corrientes americanas en su conjunto. Para el estudio de la

estacionalidad y la temporalidad de la emigración, debemos recurrir

a los ya conocidos datos del I.G.E. sobre de emigración e inmigración

por provincias marítimas. Ahora bien, en la medida que no todos los

emigrantes salían o retornaban necesariamente por los puertos de su

provincia, en el caso de ser costera, podemos afirmar que los datos

sobre retorno debemos tomarlos incluso con mayor prudencia si

cabe.

Hechas estas consideraciones generales, podemos estimar

que, teniendo en cuenta la cercanía geográfica y las concurridas

rutas marítimas entre ambas costas, una gran parte de los

emigrantes almerienses al norte de África regresaban por el puerto

de su capital, salvo una pequeña parte que los hacía por Cartagena.

Por ello, los datos referentes al puerto de Almería son, en opinión de

Vilar, bastante "fiables", en comparación con Alicante o Murcia. El

contingente almeriense que se servía de Cartagena en sus

desplazamientos podría considerarse equilibrado aproximadamente

con respecto a aquellos otros que, procedentes de las comarcas

interiores de la provincia de Granada, encontraban salida más

cómoda por Almería.

La estacionalidad está relacionada con la considerable

movilidad profesional y espacial del trabajador almeriense que

TD- Francisco Contreras Pérez

440

pasaba de las cuencas mineras a las campos para la siega de

primavera-verano, o a la recolección del esparto, sin que fuera difícil

verlo tanto dentro de la provincia como en otros cotos mineros

meridionales, en la campiñas béticas formando cuadrillas de

segadores o en los atochares del Oranesado295. En la siguiente tabla

se recoge el balance de los agregados estacionales de los embarques

practicados desde los puertos de Almería en 1887, año más próximo

a 1886 para el que disponemos de esta estadística.

Como se observa, otoño concentra el mayor número de

salidas (42,16 por 100), coincidiendo con el incremento de la

demanda de mano de obra para las tareas del esparto y la vid en las

295 SÁNCHEZ PICÓN, A.: La integración de la economía almeriense en el mercado mundial (1778-1936). Cambios económicos y negocios de exportación, Almería, Instituto de Estudios Almerienses,1992, p. 275.

Movimiento estacional de pasajeros. Puertos de Alme ría, 1887

Primavera Verano Otoño Invierno Año Entradas (E) 654 3798 898 685 6035 Salidas (S) 1986 1011 3393 1658 8048 Saldo (E-S) - 1332 2787 -2495 -973 -2013 Fuente: I.G.E.: Estadística de emigración..., 1891. Elaboración propia.

TD- Francisco Contreras Pérez

441

colonias magrebíes de Francia. En consecuencia, los meses otoñales

registran los mayores excesos de salida. Los regresos se producían

de manera aún más concentrada en verano (62,93 por 100), esta

vez coincidiendo con las faenas de la siega en Almería. Un número

considerable de los retornos parece, pues, diferirse al verano del año

siguiente al de salida, pauta que indica una ligera fijación estacional

en la emigración y que se debe tener en cuenta a la hora de

interpretar los agregados anuales. J. F. Bonmatí296 confirma estas

pautas estacionales para el conjunto de la emigración española, que

sin embargo presenta ciertos cambios a principios del siglo XX por

efecto de una mayor concentración de las salidas en otoño (para

entonces, venida a menos la ruta hacia Argelia, los podadores de

viña son los únicos emigrantes temporales que siguen

frecuentándola).

Anualmente considerada, y relacionado con lo anterior,

debemos destacar el hecho de que la emigración española al Magreb

presenta alto número de regresos anuales, arrojando un signo

próximo al equilibrio entre entradas y salidas297. Ahora bien,

mientras son sólo ligeramente favorables los saldos para la

emigración en Alicante y Murcia, el número de salidas desde Almería

296 BONMATÍ, J. F.: Los españoles en el Magreb (siglos XIX y XX), Madrid, Mapfre, 1992,

pp. 91-97. 297 VILAR, J. B.: Emigración española a Argelia (1830-1900), op. cit., p. 109.

TD- Francisco Contreras Pérez

442

supera ampliamente el de entradas, como ha quedado manifiesto

para el año 1887. Esto se confirma para períodos más amplios de

tiempo, tal como recoge la tabla de abajo para los años 1882-1886.

Movimiento anual de pasajeros. Puertos de Almería, 1882-1886 (destino: Argelia).

1882 1883 1884 1885 1886 Total Entradas (E) 6065 6336 3330 5062 7681 28474 Salidas (S) 8915 7396 2766 7660 8878 35615 Saldo (E-S) -2850 -1060 564 -2598 -1197 -7141 Fuente: VILAR, J. B.: Emigración española a Argelia..., p. 108.

Este relativo grado de fijación en la emigración de los

almerienses es un dato específico a tener en cuenta, sin que llegue a

cuestionar el carácter temporal de estas emigraciones. Quizás

Alicante y Murcia, provincias con mayor tradición emigratoria, hacia

fines de los años 1880 ya habían superado su momento de máxima

saturación emigratoria.

Si aceptamos esta hipótesis, tendríamos que poner en

relación esta relativa fijación en destino de los almerienses con la

persistencia de una situación socioeconómica crítica en origen.

Según las investigaciones de Sánchez Picón sobre la

TD- Francisco Contreras Pérez

443

internacionalización de la economía almeriense298, en estas fechas y

hasta principios del siglo XX se asiste en Almería a la conjunción de

la "gran crisis" minera y la crisis-reconversión de la vid almeriense,

mientras la industria del esparto se recupera sólo lentamente de la

rápida caída de las exportaciones de 1870-77. Por lo demás, parece

que las mujeres presentan una menor tasa de retornos, confirmando

la tesis clásica de que la emigración femenina, y por extensión la

familiar, tienen un mayor grado de fijación en la emigración. En todo

caso, el número de "retornos" acumulados representa casi el 80 por

100 de las salidas contabilizadas durante los años 1882-1886 en el

puerto de Almería, esto es, el grado de fijación no sería muy superior

al 20 por 100 (el tiempo medio de permanencia en la emigración

debe ser precisado a través de estudios micro históricos).

En el siglo XIX, y sin cuestionar el predominio de la

emigración a Argelia, los mayores cambios se producen en los

destinos americanos alternativos, siendo Brasil el país con un poder

de atracción decisivo tras decaer la primera y escasa emigración a

Argentina. La importancia de Brasil en la emigración de Almería es

superior a la que tiene en el conjunto de la emigración regional.

298 SÁNCHEZ PICÓN, A.: La integración de la economía en el mercado mundial (1778-

1936). Cambios económicos y negocios de exportación, op. cit.

TD- Francisco Contreras Pérez

444

No obstante, el máximo emigratorio almeriense de 1911-13

se explica, como también a nivel andaluz, por el espectacular

incremento de la emigración a Argentina. La corriente argentina

presenta tras 1920 un mayor grado de sostenimiento que en el siglo

anterior, no obstante su tendencia descendente. Esto puede deberse

no sólo a la disminución del atractivo de Argelia, sino también al

mayor número y funcionalidad de las cadenas migratorias

establecidas entre localidades argentinas y almerienses tras el

aluvión de 1912299. Estas redes sociales establecidas en la segunda

década del siglo XX fueron un mecanismo que permitiría incluso

superar los obstáculos debidos a los nuevos aires restrictivos de la

inmigración que se imponían en la política argentina (Ley y

Reglamento de inmigración de 1923), que limitaban entre otros

aspectos las posibilidades de ingreso de aquellos que se presuponía

limitados en su capacidad de autosustento300.

Aceptando esta hipótesis, esta mayor proporción de cadenas

migratorias almerienses se debería explicar por varios factores

coadyuvantes a su asentamiento en Argentina: el acervo migratorio

299 En un estudio de caso, M. Ceva ha señalado la existencia de cadenas migratorias entre

Huercal-Overa y Flandria (Argentina): "Movilidad social y movilidad espacial en tres grupos de inmigrantes durante el período de entreguerras. Un análisis a partir de los archivos de fábrica", Estudios Migratorios Latinoamericanos, n.º 19, Buenos Aires, 1991, pp. 345-361. En una primera impresión que he obtenido de los partes consulares argentinos que estoy explotando, la emigración almeriense a Argentina tiene un apreciable grado de concentración en su origen comarcal.

300 DEVOTO, F.: "Políticas migratorias argentinas y flujo de población europea (1876-1925)", Estudios migratorios latinoamericanos, n.º 11, Buenos Aires, 1989, pp. 135-158.

TD- Francisco Contreras Pérez

445

adquirido por los almerienses en sus experiencias migratorias al

norte de África (mutatis mutandis), la selección "espontánea" que se

ejecutaba en origen impuesta por la capacidad de acceso al pasaje

trasatlántico (reservado a los que contaban con algún tipo de

recursos económicos, al no existir financiación pública de los

mismos) y, desde luego, las condiciones económicas encontradas por

los migrantes llegados en 1912 a Argentina, que resultaban en

general mejores que las sufridas por el aluvión de malagueños y

granadinos en la década siguiente a 1889.

Por último, y más reducidos en su conjunto, fueron

importantes algunos contingentes emigratorios a Cuba, Estados

Unidos (con pasajes subvencionados por el Board of Immigration of

Hawaii y especialmente dirigidos a viticultores) y, finalmente,

Uruguay, sobre todo, en el siglo XX, con un grado de estabilidad en

la emigración desconocido por ahora.

Este "boom" americano de los años diez terminará a

comienzos de la década de los treinta y provocará el resurgimiento

nuevamente de la dirección hacia Argelia; sin embargo, en términos

absolutos este nuevo contingente argelino fue insignificante en

comparación con la enorme corriente que había salido hacia este

destino a finales del ochocientos. Esta pérdida de importancia

también se dará respecto a la emigración total exterior, para

TD- Francisco Contreras Pérez

446

retomarse con fuerza en los años siguientes a la Posguerra Civil

primero hacia Argentina y después hacia las más atractivas

alternativas ofrecidas por otras regiones españolas y centroeuropeas.

¿Qué ocurrió con los protagonistas de la emigración temprana

en la época de la emigración en masa?

En términos absolutos, la emigración gaditana presenta

ciertas variantes sobre la andaluza. La tendencia de la provincia es

ascendente en el siglo XIX, cuando la del conjunto andaluz y la de

Almería son descendentes. En ello tiene bastante que ver el mayor el

peso en la estadística provincial de los militares y funcionarios civiles

embarcados hacia Cuba, que aumentaron desde 1895 al tiempo que

caía la emigración propiamente dicha. En cuanto a las pautas

anuales, Cádiz presenta los máximos regionales de 1889 y 1912.

Ahora bien, la importancia emigratoria de 1912 es

comparativamente menor en el caso gaditano, conclusión que puede

adolecer del sesgo originado por el desvío de parte del flujo

migratorio vía Gibraltar. Por el contrario, la depresión emigratoria de

1918, debida a las restricciones provocadas en el tráfico marítimo

por el primer conflicto mundial, no se deja sentir en igual medida en

el caso de Cádiz, cuyo importante puerto resulta relativamente

TD- Francisco Contreras Pérez

447

menos afectado que otros andaluces por el proceso de reducción y

concentración de las grandes líneas de vapores que se arriesgaban

por el Atlántico. La última subida destacada de 1920 se retrasa a

1921 en el caso gaditano, pudiendo estar relacionada en parte con el

fuerte contingente militar salido de esta provincia con motivo del

recrudecimiento de otra guerra colonial: Marruecos.

Teniendo en cuenta lo anterior, se nos plantean algunas

particularidades. Los parámetros de Cádiz la presentan como una

provincia con altos niveles migratorios, en la medida que los

porcentajes de emigración exterior son superiores al peso de su

población en el total andaluz, excepto en el primer año estadístico

(1885). La especificidad estaría marcada por el crecimiento relativo

destacado a fines del siglo XIX y en 1917-9, signo de la mayor

resistencia de esta emigración provincial en momentos en que

aumentan los obstáculos a la movilidad internacional. Por el

contrario, las tasas de emigración bruta por 1000 habitantes nos

muestran a Cádiz como una provincia con escasa intensidad

emigratoria, es decir, cuyos valores son siempre menores a los del

conjunto regional al que pertenece.

Se puede argumentar que el importante peso que registra

Cádiz en la emigración exterior andaluza resulta probablemente de la

inflación de las cifras de la emigración provincial, por una concepción

TD- Francisco Contreras Pérez

448

residencialista inducida por las fuentes: la inflación vendría dada por

la comentada tendencia de los emigrantes a declarar como

"provincia de última vecindad", la del puerto de embarque. Aquí

solían parar algunos días a la espera del vapor para el que tenían el

billete o lo había apalabrado con el gancho y el agente en sus

respectivas comarcas. A este respecto, resulta sorprendente que la

comarca de San Roque, paso hacia el puerto internacional de

Gibraltar, rompiera su tendencia a presentar saldos migratorios

negativos en el decenio 1911-20301, precisamente cuando se alcanza

el ápice emigratorio andaluz (1912) hacia América o, con el colapso

de las comunicaciones trasatlánticas durante la I Guerra Mundial,

surgiera Marruecos como un destino cercano para el éxodo potencial

andaluz y español.

En fin, todo ello supone descartar este parámetro, en favor de

aquel que muestra bajas intensidades emigratorias. Pero una vez

más habría que apuntar, por el contrario, que las estadísticas

emigratorias gaditanas también pueden sufrir el sesgo opuesto, esto

es, la deflación de sus valores reales justamente por la cercanía del

puerto franco de la colonia británica. En todo caso, estas dudas

razonables no nos permiten definir de manera concluyente la

301 GARCÍA BARBANCHO, A.: Las migraciones interiores españolas. Un estudio

cuantitativo desde 1900, op. cit., apéndice: tabla A.1

TD- Francisco Contreras Pérez

449

emigración gaditana. Pero Cádiz llegó a perder peso en el conjunto

de la población andaluza de 1885 a 1930, y en ello tendría algo que

ver las migraciones exteriores e interiores. De hecho, la provincia de

Cádiz presentó un saldo migratorio negativo en 1901-10 y 1921-

1930 según los cálculos de A. G. Barbancho302 y destacando en este

último período, pero ahora con signo contrario al del decenio

intermedio, la mencionada comarca de San Roque, que veía cómo el

trasiego de migrantes para embarcar en el puerto calpense

retrocedía al final del ciclo que estamos estudiando.

Atendiendo a la segmentación del flujo por destinos, éstos

fueron en 1885-95 para el caso de Cádiz: principalmente Cuba

(33,42 por 100) y, a cierta distancia, Argentina (23,91) y Marruecos

(22,07). Aun atrayendo estos destinos casi al 80 por 100 de los

pasajeros avecindados en la provincia de Cádiz, se ha de señalar que

existe una mayor diversificación que en el caso de otras provincias

andaluzas. Esta diversificación de destinos secundarios (Gran

Bretaña, México, Uruguay y, más tarde, Estados Unidos) es fruto de

una vieja tradición comercial y de las alternativas ofrecidas a los

potenciales emigrantes por el puerto de Cádiz, donde tocan

numerosas líneas de vapores.

302 Ibídem.

TD- Francisco Contreras Pérez

450

Si Cuba ocupa el cuarto lugar entre los países preferidos por

el conjunto de andaluces, entre los que se declaran vecinos de Cádiz

la isla caribeña pasa por ser el destino más favorecido a lo largo del

período (excepto quizás en 1888-91). No es extraño que, como ya

dijimos, los gaditanos representen una media del 81,18 por 100 de

los andaluces salidos para Cuba (donde había fuertes intereses

comerciales y económicos), protagonizando la singular tendencia

ascendente de esta corriente colonial entre 1885 y 1895. Ascenso

que se reafirma en 1895, cuando el resto de los destinos gaditanos

decaen, y gracias fundamentalmente al ya mencionado componente

militar creciente con motivo de la guerra.

Provenientes de Barcelona, el otro gran puerto de embarque

de tropas, los buques de transporte militar atracaban en Cádiz para

recoger a los que había caído en suerte marchar a Cuba. Algunas de

las unidades embarcadas en Cádiz llevaban largos años destacadas

en la provincia, por lo que parte de la tropa y sus mandos (incluso

los de origen foráneo) tenían su última vecindad aquí303.

303 Uno de los primeros batallones gaditanos en marchar fue el de cazadores de Tarifa,

con base en Jerez, en el mes de marzo. El vapor "Buenos Aires", por ejemplo, recogió los regimientos Alava y Soria el 22 de agosto de 1895 entre música y vítores que, con el paso de los meses, cambiarían de tono. En un bando del alcalde de Cádiz, que convocaba al pueblo para la despedida, se decía: "[...] el regimiento de Alava ha estado durante largos años custodiando nuestra plaza; aquí dejan los expedicionarios lazos de familia, vínculos de amistad [...] La mayoría de los soldados de Soria, son hijos de esta provincia y de esta querida ciudad [Cádiz]; por eso estamos ligados los unos a los otros con relaciones de gratitud, de simpatía y de cariño". Bando municipal reproducido en el Diario de Cádiz, Cádiz, 24 de agosto de 1895.

TD- Francisco Contreras Pérez

451

Un trasvase de tropas de estas dimensiones a través del

Atlántico no tenía precedentes, y no será superado hasta los años de

la Segunda Guerra Mundial. Fue un aporte masivo, y se ha admitido,

según la tesis de Moreno Fraginals y Moreno Masó, que una parte de

los miles de soldados españoles que cruzaron el charco por motivos

militares se planteó a posteriori una emigración propiamente dicha,

lo que convirtió a la postre su carácter coercido en una residencia

voluntaria. Para los reclutas españoles que no habían podido reunir

los 300 duros de la redención y sobrevivieron al ‘98, la Cuba de

posguerra ofrecía claras oportunidades laborales. El 80 por 100 de

los grandes centros productores cubanos no sufrió en su maquinaria

daños apreciables durante la guerra. Terminada ésta, la demanda de

trabajadores era tan alta que inmediatamente los intereses

azucareros se preocuparon de que los españoles residentes no

abandonasen la isla, y que los inmigrantes “golondrinas” continuasen

llegando. En efecto, el Círculo de Hacendados (dominado

fundamentalmente por intereses peninsulares) dirigió una circular a

los trabajadores españoles en 1899, expresando que "el pueblo

cubano no hizo la guerra a los españoles: combatió al gobierno

español".

No obstante, el uso del servicio militar como vía migratoria,

incluso como decisión a posteriori, no resulta tan fácil de cuantificar.

TD- Francisco Contreras Pérez

452

Los autores citados calculan que, entre 1887 y 1899, no regresaron

prácticamente 200.000 (en su mayoría tropa) de los 300.000

militares enviados a Cuba. Esta diferencia, argumentan, no puede

ser sólo el saldo de muertes, desaparecidos y deserciones. De

acuerdo con sus cálculos, la morbilidad y mortalidad durante la

guerra fueron altísimas, pero nunca como para acabar con el 60 por

100 del ejército español en pocos años304. En todo caso,

desconocemos la incidencia de este comportamiento migratorio entre

los reclutas de las distintas regiones españolas.

Sobra decir que esta serie de consideraciones no son

aplicables al caso de la emigración a Argentina a fines del siglo XIX.

Como a nivel del conjunto andaluz, la corriente rioplatense desde

Cádiz marca un clara tendencia a la caída durante el siglo XIX, en la

medida que el aluvión de 1889 no garantizó, aunque fuera

obviamente con niveles inferiores pero significativos, una emigración

posterior de manera sostenida. Ahora bien, es cierto que las

estadísticas españolas no nos permiten este tipo de análisis para

después de 1895, año en que podríamos apreciar posiblemente el

resultado cuantitativo del funcionamiento efectivo de las cadenas

migratorias no abortadas y sólo diferidas. En cuanto al siglo XX,

304 MORENO FRAGINALS, M. R. Y MORENO MASÓ, J. J.: Guerra, migración y muerte. (El

ejército español en Cuba como vía migratoria), Colombres, Archivo de Indianos, 1993, p. 136.

TD- Francisco Contreras Pérez

453

teniendo en cuenta que las fuentes sólo permiten observar la

evolución de los embarcados sin distinción de origen por el puerto de

Cádiz entre 1911 y 1930, estimo que un mero ejercicio de

interpolación no ofrecería conclusiones apreciables acerca

específicamente de los gaditanos, al ser un puerto frecuentado en

número considerable por pasajeros de varias regiones.

El tercer destino del conjunto de pasajeros gaditanos parece

haber sido otro territorio colonial: Marruecos. En el Magreb, este país

atrajo a los gaditanos en mayor medida que Argelia. Siguiendo a

Bonmatí, se pueden distinguir varias etapas en la evolución general

de esta corriente. Bastante más tarde que hacia Argelia (1830-48),

el despegue migratorio español hacia Marruecos se produce en

1890-99 con volúmenes siempre inferiores a 1.000 individuos

anuales. En las dos primeras décadas del siglo XX, el ritmo de las

salidas sigue siendo lento, puesto que hasta 1912 no se rebasan los

3.000 emigrantes, una vez firmado el tratado que establecía un

Protectorado dual hispano-francés en el Sultanato. Con la I Guerra

Mundial descendieron los niveles, pero pronto, a partir de 1921,

vuelven a dispararse las cifras en los capítulos de salidas, en paralelo

al ya estudiado descenso de la corriente argelina (que afectó, en

Andalucía, a almerienses y malagueños). En la década de 1930-39,

al endurecerse las condiciones para encontrar empleo y la política de

TD- Francisco Contreras Pérez

454

visados en la parte francesa, la corriente migratoria se estanca, e

incluso retrocede durante la Guerra Civil española. En la segunda

mitad de los cuarenta, bloqueada la alternativa argelina durante la II

Guerra Mundial, y sobre todo en la primera mitad de los cincuenta,

se disparan las cifras de la corriente marroquí. Detrás de este último

tirón están los programas colonialistas (a la postre fracasados) del

régimen de Franco y los de reconstrucción del Marruecos francés de

la segunda posguerra mundial.

En todo caso, Marruecos representó una alternativa

emigratoria a la caída de la corriente argelina desde 1912, pero una

alternativa nunca bien aprovechada por el conjunto emigratorio

español305. Situación que, como apuntamos, resulta diferente en el

caso de Cádiz. Según datos censales, en 1877 apenas había 799

residentes españoles en territorio marroquí. La mayoría procedía de

la provincia de Cádiz -casi la mitad-, anunciando la tendencia de

tiempos futuros en que la corriente marroquí tuvo mayor importancia

numérica. Unos quince años más tarde, en la colonia española

estaban censados 8.000 habitantes (contando a los naturales

protegidos por el Gobierno), lo que la convertía en el colectivo

"europeo" más importante. A pesar de todo, estaba muy lejos de los

305 BONMATÍ, J. F.: Los españoles en el Magreb (siglos XIX y XX), op. cit., pp. 68-69 y

219-223.

TD- Francisco Contreras Pérez

455

aproximadamente 150.000 españoles registrados por entonces en

Argelia. A comienzos de la presente centuria, el mayor contingente

residía en la ciudad comercial y bulliciosa por excelencia, Tánger

(5.000 individuos), y el resto en Tetuán y otras poblaciones del

litoral atlántico.

Las estadísticas anuales españolas de emigración e

inmigración registran unas cifras muy bajas antes de 1921, a pesar

del despegue producido desde 1890 con respecto a la década

inmediatamente anterior. La causa por la que no cuajó el total de la

emigración española a Marruecos en el siglo XIX hay que buscarlas,

en opinión de Bonmatí, en un conjunto de explicaciones entre las

que destacamos, por resultar ser las más acertadas, que: " [...]

Marruecos, a diferencia de Argel, continuó bajo soberanía de una

dinastía nativa, reacia [como sus súbditos] a la inmigración; [...] [y

más interesante para nuestro objetivo específico] las provincias

españolas más cercanas constituían los puertos de salida tradicional

hacia América (Canarias, Andalucía Occidental) [...]; hay

superpoblación en territorio marroquí ..."306. En realidad, Andalucía

306 El componente provincial cambia en 1940, según las cifras censales sobre las

posesiones españolas. Málaga y Almería pasan a suministrar los principales aportes, con cerca de 15.500 y 11.500 individuos respectivamente; Bonmatí supone que esos últimos residían, ante todo, en Melilla, por razones de proximidad geográfica, mientras que los malagueños estarían "repartidos". Los gaditanos constituyen el tercer contingente, con más de 7.700 efectivos, probablemente concentrados en Ceuta. En general, los españoles censados en las posesiones del Norte de África proceden de toda Andalucía, principalmente

[Cont.]

TD- Francisco Contreras Pérez

456

Occidental estaba representada casi de manera exclusiva por la

provincia de Cádiz. De todas formas, Bonmatí plantea que el escaso

volumen de la emigración a Marruecos fue el resultado, en parte, de

la competencia ejercida por América como destino migratorio entre

los andaluces.

Ahora bien, respecto a esta hipótesis de Bonmatí, debemos

hacer observar que el despegue de la corriente marroquí desde Cádiz

resulta paralelo al de la corriente argentina en 1885-90, e incluso

llega a superar a esta última y a la de Cuba desde entonces para

disminuir en los últimos años del pasado siglo. Estimamos que la

explicación debe buscarse en que Argentina y Marruecos atraen a

grupos profesionales distintos, como inducen a pensar las

estadísticas a nivel nacional. Si los países americanos (Argentina y

Brasil) atraen principalmente mano de obra agrícola y artesanal, los

agricultores sin embargo tienen escaso peso en la corriente marroquí

antes de 1911-15 (entre el 2 y el 6 por 100). El apartado "comercio

y transporte" constituye el principal componente laboral (del 31 al 64

de la parte costera -a excepción de Huelva-, y en menor medida de otras provincias. Ibídem, p. 248. Respecto a los onubenses, se ha de señalar que, si bien su peso en la colonia andaluza era escaso, tuvo un importante impacto la emigración a Marruecos en la postguerra a nivel de las localidades pesqueras de la costa de Huelva. Si bien fue emigración coyuntural, tuvo un importante impacto en estos pequeños municipios y se sumó a los tradicionales golondrinas que se movían según el calendario de faenas de la sardina y el atún en la zona del Golfo de Cádiz (integrando en un campo migratorio localidades onubenses, gaditanas y marroquíes).

TD- Francisco Contreras Pérez

457

por 100) en este período, y se caracteriza por presentar altos

retornos periódicos que definen un movimiento por tiempo definido o

de vaivén que, más que en golondrinas estacionales, nos hace

pensar en un concurrido campo migratorio integrado por frecuentes

lazos personales e intereses de pequeños comerciantes.

Detrás de esta escasa participación del elemento agrícola de

origen peninsular, está la gran masa de mano de obra nativa en el

sector. Frente a la escasez relativa de mano de obra en Argentina y

Argelia, según otra vez el propio Bonmatí, en Marruecos la mayor

parte de los braceros fijos, la práctica totalidad de los jornaleros

eventuales y la mayoría de los colonos es musulmana, al menos en

número suficiente a las necesidades relativas de su economía307.

Economía que las autoridades españolas no intentaron desarrollar en

igual medida que el gobierno francés la de Argelia, al menos antes

de 1940, viendo en Marruecos más bien un campo de batallas.

Por ello, se ha de apuntar que, al igual que en el caso de

Cuba hasta 1898, hubo un alto componente militar entre los grupos

profesionales españoles en Marruecos (caldo de cultivo de la llamada

"corriente africanista" del Ejército). Como hemos advertido, en las

estadísticas de emigración por provincias el I.G.E. no sustrae los

militares del conjunto de pasajeros con el exterior, y aquéllos

307 Ibídem, pp. 219-226.

TD- Francisco Contreras Pérez

458

presentan una destacada frecuencia entre los gaditanos embarcados

con destino a las colonias. Este componente militar explica una

aparente paradoja: las cifras de gaditanos, civiles y militares, salidos

para Marruecos fueron en algunos años superiores al total de

españoles (sin militares) embarcados con igual destino.

Así pues, y sobre la base de esta estadística, resulta muy

difícil conocer la evolución e importancia específicas de la emigración

privada gaditana a Marruecos. Ahora bien, si tomamos el dato de

1895, cuando España desvió el máximo potencial militar hacia la

guerra cubana, la cifra de ese año puede acercarnos al peso real de

emigración privada a Marruecos.

Otra característica peculiar de la emigración gaditana

respecto a la media andaluza, aparte la importancia de las colonias

como destino preferentes, es el escaso peso de la corriente

brasileña. Se trata de un claro efecto de las limitaciones de las

Emigración exterior. Cádiz y España, 1885-95 (desti no: Marruecos) 1885 1886 1887 1888 1889 1890 1891 1892 1893 1894 1895 España 73 130 145 483 598 401 698 674 731 589 407 Cádiz 79 51 71 803 1070 684 1201 1038 1183 882 121 En las cifras de España se han descontado los militares; las de Cádiz los incluyen. Fuente: Para España, datos recogidos en BONMATÍ ANTÓN, J. F.: Los españoles en el Magreb (ss. XIX y XX), p. 220. Para Cádiz, I.G.E.: Estadística de emigración...., 1891 y 1898. Elaboración propia.

TD- Francisco Contreras Pérez

459

estadísticas oficiales, más que de una tendencia real a nuestro

entender. La emigración hacia Brasil se realiza, en mayor número

que las otras, vía Gibraltar, y esto se constata no sólo para Cádiz

sino igualmente para Málaga y posteriormente incluso para Almería.

Como ya hemos apuntado en el segundo capítulo, las reticencias

oficiales españolas y de la prensa andaluza contra las pésimas

condiciones ofrecidas por el país amazónico, y los fuertes intereses

gestionados por las agencias de emigración gibraltareñas en este

negocio, desviaron los embarques a la colonia británica en mayor

medida que la emigración a Argentina.

El estudio de las series brasileñas y gibraltareñas pone de

manifiesto al menos dos características significativas:

A) Ambas series presentan una línea de tendencia

ascendente, como la corriente brasileña del conjunto andaluz; esto

confirma la relación de la emigración vía Gibraltar con la emigración

clandestina gaditana específicamente hacia Brasil.

B) El hecho de que la evolución de la serie anual gibraltareña

sea un negativo casi fotográfico de la brasileña, parece indicar que

los puertos de Gibraltar y Cádiz funcionan efectivamente como

alternativas para los emigrantes de la provincia beneficiados por los

pasajes subsidiados y reclutados por las distintas agencias

TD- Francisco Contreras Pérez

460

comisionadas por el Estado de Sao Paulo y, ya en el siglo XX, por el

Board of Immigration of Hawaii308

Un perfil familiar en la emigración temprana y en la finisecular

Después de Almería y Cádiz, Málaga fue una de las tres

provincias andaluzas que más población expulsó en este primer ciclo

plenamente masivo de emigración al exterior (1880-1930). En

términos generales, podemos afirmar que las tendencias de la

emigración malagueña en el tiempo vienen a representar como

ninguna otra la media andaluza, lo que no es óbice para que se

detecten ciertas particularidades. La evolución de la emigración bruta

malagueña, comparada con la andaluza, se muestra las

especificidades de la provincia en cuestión están determinadas en

gran medida por el extraordinario aluvión emigratorio de 1889, año

en que resultó ser el territorio más favorecido por los 30.000 pasajes

subsidiados repartidos por la naviera Italo-Argentina en la región.

Careciéndose de una tradición emigratoria considerable hasta

entonces (al menos en la medida de Cádiz, aunque no faltaron

comerciantes en vinos y pasas que habían establecido lazos con

308 RUEDA, G.: "Vida y desventuras de ocho mil españoles en Hawai durante las primeras

décadas del siglo XX", Revista de Historia Contemporánea, n.º 3, Sevilla, 1984, pp. 125-142.

TD- Francisco Contreras Pérez

461

América), los 10.000 pasajes llegados a Málaga explican que se

adelante a fecha tan relativamente "temprana" su cenit emigratorio,

de tal manera que ni siquiera en 1912 sería superado como sí ocurrió

en otras provincias y también a nivel andaluz. Otro aspecto a

comentar es la subida de 1893, en esta ocasión debida a la recluta

realizada por agentes comisionados por el Estado de Sao Paulo,

confirmando la fuerte vinculación de la emigración potencial

malagueña a la acción puntual y "poco selectiva" de los pasajes

subsidiados americanos. Dada esta inicial falta de autonomía para

financiar la emigración, los aluviones emigratorios parecen no

generar efectos significativos de cadena y, en parte por todo lo

anterior, las líneas de tendencia resultan siempre descendentes en el

período 1885-1930 (descenso claro en el siglo XIX, y más acusado

en el XX).

A excepción de los años 1889 y 1893, la participación de los

malagueños en la emigración andaluza resulta inferior al peso que

representan en la población regional durante el siglo XIX. Este bajo

nivel emigratorio queda algo corregido al alza en el primer tercio del

siglo XX, pero siempre manteniéndose en todo caso en valores

porcentuales medios. El aumento de los porcentajes de participación

emigratoria entre 1925 y 1930 se debe a un más acusado descenso

de otras corrientes provinciales andaluzas, que a un incremento en

TD- Francisco Contreras Pérez

462

términos absolutos de la malagueña. Esta capacidad de resistencia

muestra que, también en el caso malagueño como en el almeriense,

las nuevas condiciones encontradas por los migrantes en destino

permitían un mayor grado de realimentación de la corriente.

En lo que respecta a la tasa de emigración por 1000

habitantes, las consideraciones confirman lo adelantado: nivel

emigratorio intermedio tirando a bajo (aunque no despreciable) en el

siglo XIX, y nivel intermedio en el XX. No obstante, destaca de

nuevo, por su gran dimensión, la extraordinaria aun puntual

intensidad emigratoria de 1889, y en menor medida también de

1893. En resumen, la provincia de Málaga presenta, salvo

significativas excepciones, niveles emigratorios intermedios en el

período de emigración en masa.

El aluvión de 1889 también determina que el país rioplatense

aparezca, en el total acumulado del período, como el país preferido

por los malagueños en el siglo XIX (41,58 por 100 de éstos),

situación que no parece variar en el siglo XX a la luz de los datos

sobre el destino de los pasajeros embarcados en el puerto de

Málaga. Entre 1885 y 1895, junto aquel destino, otros dos países

concentraron más del 80 por 100 de los emigrantes malagueños:

Brasil (32,73) y Argelia (7,91). A excepción de la emigración hacia

Argelia (más regular aunque en descenso como ya hemos analizado

TD- Francisco Contreras Pérez

463

para el caso de Almería), las corrientes hacia Argentina y Brasil no

fueron sin embargo uniformes a lo largo del período, alternándose

como destinos americanos entre los malagueños y, en consecuencia,

apareciendo como el negativo fotográfico en el perfil dibujado por las

series temporales.

La emigración a América sólo llega a superar a la

norteafricana en 1888, siendo Argentina el primer destino. En 1889

los malagueños representaron la mayoría de los andaluces

embarcados hacia el país rioplatense (51,35 por 100). Pero esta

corriente cae abruptamente, al rescindirse a fines de 1889 y por

parte del gobierno argentino el contrato de pasajes subsidiados

gestionados por la naviera Italo-Argentina desde abril de ese año.

Como hemos apuntado, no se generó una corriente sostenida

posterior a 1889, al menos en la medida que se podía esperar tras el

aluvión migratorio de esta fecha, y estimamos que en todo caso lo

hizo en menor medida que otras provincias españolas. Tras iniciarse

la crisis argentina de 1890, la caída de esa década llega a ser tan

acusada que la media anual de emigrantes (49 emigrantes/año) se

sitúa, incluso, por debajo de los valores anteriores a 1889 (158

emigrantes/año).

Por otra parte, los pasajes subsidiados por el estado de Sao

Paulo, efectivos desde 1888, hicieron de Brasil un destino

TD- Francisco Contreras Pérez

464

competitivo frente a Argentina, si bien con dimensiones algo

inferiores. Siendo más sistemática y poderosa la política brasileña de

pasajes, se explica que la corriente malagueña hacia el país

amazónico sea la única con tendencia ascendente hasta 1895 y

quizás hasta los primeros años del siglo XX. De hecho, como apunta

J. de Souza-Martins, “el inmigrante español que llegó a Sao Paulo

fue, fundamentalmente, el subvencionado” 309. Esto sería asimilar

categorías distintas (nacional-regional), si no fuera porque, como

recordaremos, la mayoría de ellos eran andaluces (240.000, esto es,

el 60 por 100), según los cálculos de E. E. González para el final del

ciclo migratorio (1932)310. De hecho, las agencias de emigración

malagueñas habían podido gestionar los pasajes brasileños a veces

en mayor proporción que los argentinos de 1889. En este sentido se

explica que, hacia 1893, el 88,30 por 100 de los andaluces

embarcados hacia Brasil procedieran de esta provincia. Si tomamos

este porcentaje aunque sólo sea con el valor de la excepción,

podremos estimar que, de aquellos andaluces de Sao Paulo en el

primer tercio del siglo XX, 177.000 eran oriundos de estas tierras.

309 SOUZA-MARTINS, J. de: “La inmigración española en Brasil y la formación de la

fuerza de trabajo en la economía cafetalera, 1880-1930”, en SÁNCHEZ-ALBORNOZ, N. (comp.): Españoles hacia América. La emigración en masa, 1880-1930, op. cit., pp. 259-261.

310 MÁRQUEZ, R. y GONZÁLEZ, E. E.: “Andalucía y América: las alternativas de una comunidad migrante”, en VV.AA.: Historia general de la emigración española a Iberoamérica, Madrid, Historia 16, 1992, vol. 2, pp. 15.

TD- Francisco Contreras Pérez

465

Para estudiar lo sucedido en dicho primer tercio de siglo,

empleamos los datos de pasajeros embarcados por Málaga, pues al

igual que Almería y al contrario de Cádiz el puerto malagueño tenía

un carácter estrictamente provincial o a lo máximo infrarregional. Lo

más destacable es el tirón coyuntural de la emigración a Cuba en

1920. Por esos años, empezaba a funcionar la nueva Sociedad de

Fomento de la Inmigración311, creada por las autoridades cubanas

para la importación especialmente de temporeros para las labores de

la zafra. Al parecer muchos de éstos españoles terminaron por

afincarse en la isla. En todo caso, esto lleva implícito que la

emigración potencial malagueña seguía dependiente en alto grado de

las políticas inmigratorias del otro lado del Atlántico, denotando

todavía una endémica falta de autonomía financiera en mayor

medida que otras provincias andaluzas como Almería.

Confirmando en parte este aspecto, la emigración de 1912-3

a Argentina no tuvo, al dejar de ser financiada con fondos públicos,

las dimensiones de 1889. Sin embargo, este nuevo contingente de la

emigración muestra mayor grado de retroalimentación. Es muy

probable que, por entonces, se asista al efecto diferido y acumulado

de considerables redes sociales, suspendidas mientras duró la crisis

311 MALUQUER DE MOTES, J.: Nación e inmigración: los españoles en Cuba (siglos XIX y

XX), Colombres, Archivo de Indianos, 1992.

TD- Francisco Contreras Pérez

466

económica del cono sur americano en la década de 1890 y que, en la

primera década del siglo XX, encontrarían un contexto más

favorables a su puesta en funcionamiento312 (incluyendo un

abaratamiento de los pasajes por la guerra comercial entre

compañías navieras). Esto es, posteriormente a 1912-13 (excepción

hecha del período de conflagración mundial) la corriente presenta

valores superiores en términos relativos al conjunto regional que los

registrados en los años posteriores al máximo de 1889. Aunque

advertimos cierto remonte migratorio hacia 1895, cuando se había

superado la fase crítica de la depresión económica latinoamericana,

es innegable que estos primeros 20.000 malagueños y granadinos,

fundamentalmente, habían desbrozado el camino migratorio en una

época de pocas oportunidades.

El reforzamiento de la emigración en Andalucía Oriental

La emigración de Granada está muy vinculada a las corrientes

de Almería y de Málaga, en tanto que desde estos puertos actuaban

las agencias de emigración y salían los vapores hacia el Magreb y

Sudamérica. Los habitantes de las comarcas del interior de Granada

312 CORTÉS CONDE, R. y GALLO, E.: La formación de la Argentina moderna, Buenos

Aires, Paidos, 1967, pp. 43 y ss.

TD- Francisco Contreras Pérez

467

encontraban salida más cómoda por los puertos almerienses de la

Garrucha, Adra o la misma capital, donde se sumaban a la corriente

emigración argelina en el siglo XIX. En el otro extremo, el puerto

malagueño presentaba más oportunidades para embarcarse con

destino a América. Como Almería, la emigración granadina tiene su

máximo en 1911-13, si bien la subida de 1889 había sido también

destacada sin llegar a los niveles de la vecina Málaga. El tercer

máximo de la emigración granadina tiene lugar en 1895, año que

registra una importante emigración a Brasil. En contraste con

Almería y Málaga, y gracias a que parte de valores bastante

inferiores y en parte también debido a observarse una cierta

remontada en el último año observado (1895), el conjunto de la

emigración granadina presenta entre 1885 y 1898 una línea de

tendencia suavemente ascendente que, en 1911-1930 y como en el

resto de las provincias, se hará sin embargo de signo contrario.

Es precisamente en el siglo XX cuando Granada realiza su

mayor esfuerzo emigratorio anualmente considerado. En 1895,

1912-13 y 1922-25 la participación de Granada en la emigración

consigue ser más o menos proporcional a su peso en la población

andaluza, manteniéndose el resto de los años en niveles inferiores.

Casi lo mismo cabe decir con respecto al otro parámetro que

utilizamos: las tasas de emigración por 1000 habitantes indican una

TD- Francisco Contreras Pérez

468

intensidad emigratoria media en el cenit de la emigración granadina

(1912).

En el siglo XIX, la corriente argelina es la más importante

(43,64 por 100), aunque con un poder acaparador inferior al ejercido

en Almería. En realidad, Granada es una provincia con menor

tradición migratoria entre las provincias españolas representadas en

la colonia francesa313. En parte por ser de reciente incorporación a

esta corriente, la población granadina no parece haber alcanzado su

punto de saturación emigratoria en el siglo XIX, lo que explica que

presente líneas de tendencias ascendentes tanto en su corriente

argelina como brasileña.

Brasil constituye el segundo destino mayoritario de los

granadinos (33,52 por 100), muy por encima de Argentina. Aunque

la emigración hacia Brasil no supere en ningún año el volumen de

salidas de 1889 hacia Argentina (gracias a los pasajes subsidiados

gestionados desde agencias malagueñas), el mayor sostenimiento de

la política brasileña de pasajes subsidiados justifica este predominio

atendiendo a los totales acumulados del. El máximo de la corriente

brasileña se sitúa en 1895, tal como también sucedió en Almería y

años antes en Málaga (1893). Esto indica que las agencias de

emigración por cuenta del Estado de Sao Paulo, en paralelo al

313 VILAR, J. B.: Emigración española a Argelia (1830-1900), op. cit., p. 110.

TD- Francisco Contreras Pérez

469

aumento de su capacidad reclutadora, van expandiendo su negocio,

y con él la idea de emigrar a América, progresivamente con una

doble dirección: hacia el este de Andalucía y hacia el interior, aunque

no llegarían a penetrar de manera notable.

El conjunto formado por las provincias de Huelva, Sevilla,

Córdoba y, fronteriza con la meseta castellana, Jaén no representan

más del 8 por 100 de la emigración exterior andaluza en 1885-1930,

si bien albergan el 51 por 100 de la población regional a la altura de

1910314. Repartiéndose en gran parte un territorio aluvial, las tres

primeras son provincias vertebradas en torno a los recursos

económicos generados por la cuenca bética y Sierra Morena,

presentando una escasa distribución de la propiedad de la tierra

(producción cerealícola) y una importante presencia de capital

extranjero en las explotaciones mineras (cobre, mercurio,...).

Aunque Cádiz se incluye en este marco geográfico occidental315,

desde el punto de vista de los procesos migratorios de la época todas

las otras poseen por el contrario un handicap: no son distritos

costeros o, como en los casos de Huelva y del puerto interior

hispalense, quedan desviados respecto de las grandes líneas del

transporte transatlántico de pasajeros.

314 Calculado a partir de las cifras censales recopiladas en GARCÍA FERNÁNDEZ, P.:

Población de los actuales términos municipales 1900-1981, op. cit., p. 4. 315 BOSQUE MAUREL, J.: Andalucía. Estudios de Geografía agraria, Granada, Aljibe, 1979.

TD- Francisco Contreras Pérez

470

Clasificamos de marginales, respecto a la media andaluza, las

corrientes emigratorias de Jaén, Córdoba, Sevilla y Huelva porque:

1) participan con niveles considerablemente pequeños en el

contingente regional;

2) esta participación se mantiene, en todos los años, muy por

debajo del peso de cada provincia en la población andaluza;

3) las intensidades emigratorias anuales de cada una de ellas

son siempre inferiores a la media regional.

Otra característica común a estas últimas provincias radica en

que, con matizaciones puntuales, se sumaron al éxodo trasatlántico

más tardíamente. Se dieron circunstancias a principios del siglo XX

que obligaron a emigrar a algunos habitantes de estas provincias,

que presentaban, excepto, Jaén saldos migratorios positivos en las

tablas de A. G. Barbancho316. Estas circunstancias, según

estimamos, deben estar ligadas probablemente a los efectos que

generó el cambio del tipo de arancel exterior, al afectar

especialmente al importante grupo de arrendatarios (y aparceros)

cerealícolas que convivían con los latifundios en estas provincias. Así

pues, atendiendo a estas circunstancias, las emigraciones exteriores

de estas cuatro provincias toman sólo cierta entidad en el siglo XX.

316 GARCÍA BARBANCHO, A.: Las migraciones interiores españolas. Un estudio

cuantitativo desde 1900, op. cit., apéndice: tabla A.1

TD- Francisco Contreras Pérez

471

Pero puede aducirse otro tipo de consideraciones derivadas

de los propios procesos migratorios. Este retraso de Huelva y de toda

la Andalucía interior, deriva en parte del tempo propio de los

procesos migratorios, entendiendo éstos como el resultado de la

difusión espacial de una "innovación" marcada por la distancia real

(no lineal) respecto a los grandes centros difusores de la idea de

migrar (situados en los puertos), al tratarse todavía de zonas con

escasa tradición de cadenas migratorias radicadas en el interior317. A

ese respecto, resulta interesante el escenario migratorio dibujado en

Jaén. Esta provincia, la más alejada de la costa, presenta una

situación ambivalente: escaso éxodo hacia el exterior, pero

sistemáticos saldos migratorios negativos. Es decir, existía una

importante migración potencia o latente, para la que la alternativa

migratoria venía dada por los movimientos interiores hacia lo cotos

mineros de la propia provincia318 o en tareas agrícolas de otras319.

317 Con gran éxito y seguimiento posterior, los investigadores suecos han destacado por

entender los procesos migratorios en términos de difusión de una innovación (en este caso, las nuevas perspectivas económicas y sociales que se daban en determinado destino). Véase al respecto, Akerman, S., "Towards an Understanding of Emigrational Processes", en McNeil, W. y Adams, R. (eds.): Human Migration. Patterns and Policies, Bloomington, Indiana University Press, 1978, pp. 287-306.

318 MORENO RIVILLA, A.: “Repercusiones de la actividad minera en la demografía linarense”, VV.AA.: La minería de Linares (1860-1923), Jaén, Instituto de Cultura, 1987, pp. 147-151. Hacia 1868, eran más de 2.000 los individuos nacidos en otra localidad de la provincia (15,2 por 100), algo más de 1.300 provenían de la de Almería (8,8 por 100) y en torno a 1.000 procedían de localidades granadinas (6,9 por 100).

319 A través de los pasaportes de interior, desde principios del siglo XIX se detectan emigrantes jienenses (estacionales o no) en la campiña sevillana. FLORENCIO PUNTAS, A. y LÓPEZ MARTÍNEZ, A. L.: “Migraciones estacionales y mercado de trabajo agrario en la Baja Andalucía en la primera mitad del siglo XIX”, op. cit., p. 802.

TD- Francisco Contreras Pérez

472

Entre 1900 y 1930, sobre todo en la última década, la mayoría de las

comarcas jienenses expulsa más población de la que ganan,

incluyendo entre ellas a la capital provincial, que, al contrario de

otras ciudades andaluzas, no ofrece los necesarios atractivos a la

población del entorno. Balance desfavorable que progresivamente irá

incrementándose hasta llegar a la gran explosión de la década de

1951-60 y siguientes, al abrirse las nuevas oportunidades laborales

al norte de Despeñaperros y los Pirineos.

La corriente exterior sevillana registra un período de

crecimiento significativo en la primera mitad de la década de 1910 y

al igual que la jienense, aunque en el caso de la primera la mayor

emigración anual se había alcanzado en 1889, a lo que no debía ser

extraño su facilidad de comunicación con Cádiz y las características

comunes de su población agrícola. Por su parte, Huelva alcanza su

ápice emigratorio en 1919-1920 y Córdoba en 1925-27. En las

capitales de estas provincias, como ha estudiado C. Arenas para el

caso de Sevilla320, se pasaba entonces por una profunda crisis de las

formas tradicionales de producción, de tal manera que

perfectamente estas ciudades podían a la vez demandar mano de

obra poco cualificada (procedente del campo a raíz de los cambios

320 ARENAS, C.: Sevilla y el Estado (1892-1923). Una perspectiva local de la formación

del capitalismo en España, Sevilla, Universidad de Sevilla-Fundación Fondo de Cultura de Sevilla, 1995.

TD- Francisco Contreras Pérez

473

demográficos y los generados por la liberalización de los mercados,

para ser destinada a los sectores económicos urbanos en expansión -

la construcción y los nuevos terciarios-), mientras que los artesanos

y menestrales, petite bourgeoisie321 en general, podían encontrar en

América nuevas oportunidades comerciales (esto es, una resistencia

a la proletarización en terminología marxista).

En esta circunstancias podía situarse al menos el 10 por 100

de los andaluces que hemos entrevistado en Buenos Aires (durante

una más extensa investigación), casi todos ellos emigrados en los

epílogos de la corriente americana hacia el final de la década de

1940. Podríamos citar a título ilustrativo al granadino R.M.V.322, hijo

de un maestro de escuela muerto durante la contienda civil pero sin

estar personalmente encausado por el régimen franquista, decidió

dejar su puesto de funcionario local por los sueños de montar un

negocio en la rica Argentina de aquellos años (manufactura y venta

al mayor de correas de reloj). El sevillano J.M.C.323, recién acabados

sus estudios profesionales, fue uno de los andaluces que se

321 Para un análisis de la encrucijada de las clases medias europeas en los años de la

modernización económica y social, resulta exhaustivo y sugerente el análisis hecho por dos de los mayores expertos internacionales: CROSSICK, G. y HAUPT, H.: La petite bourgeoisie in Europe, 1780-1914: enterprise, family, and independence, Routledge, London, 1995.

322 De padres jienenses y nacido en Madrid (03/06/1918), cuando contaba tres años de edad la familia se trasladó a Granada, donde residía cuando salió para Argentina (mayo de 1950, por el puerto de Vigo). ENTREVISTA realizada en Buenos Aires, 18/10/1995.

323 Nacido en la ciudad de Sevilla (24/06/1932), llegó a Buenos Aires en julio de 1949. ENTREVISTA realizada en Buenos Aires, 18/10/1995.

TD- Francisco Contreras Pérez

474

beneficiaron del convenio de emigración hispano-argentino para

acudir a la capital bonaerense, donde ya vivía una tía desde años

atrás; con el tiempo llegaría a montar su propia empresa tipográfica.

Respecto a los destinos, el puerto onubense presenta los

perfiles más peculiares y autónomos respecto de la regla regional,

por lo que su análisis posee, al menos, el valor de la excepción. En

1887-1895, algo más del 50 por 100 de los pasajeros que declaran

tener su última vecindad en esta provincia, pusieron rumbo a Gran

Bretaña324. Hecho que se explica por la fuerte presencia de ingleses

relacionados con las explotaciones mineras del Andévalo y la Sierra.

Se trata presumiblemente de retornos de técnicos de las compañías

mineras inglesas, protagonizando un reducido trasiego humano

ligado a modernas situaciones neocoloniales. Aunque en menor

medida que la emigración a Argentina o Brasil, es también una

corriente con cierto componente familiar, arrojando una relación

media de masculinidad de 158 (hombres por cada 100 mujeres) y

que incluso puede ser muy inferior en períodos puntuales. Los

324 Como segundo destino europeo aparece Portugal (5,35 por 100 de todos los

emigrantes). Se trata de una pequeña parte del importante flujo migratorio real facilitado por la situación fronteriza de Huelva con el Algarve, y en su origen muy relacionado con las pesquerías estacionales del atún y la sardina en las localidades costeras onubenses. La importancia de este constante trasvase migratorio interfronterizo, infravalorado y obviado por los agregados estadísticos del I.G.E., se desprende del estudio nominativo de los asentamientos censales municipales, pudiéndose hablar de la existencia de un campo migratorio con sólidas redes sociales. Véase al respecto una aproximación en ROMERO, P. y CONTRERAS, F.: "Tavira en Isla Cristina. Un movimiento migratorio en el siglo XIX", en Actas de las III Jornadas de História de Tavira (Tavira -Portuga-), 3-5 de noviembre de 1995), Tavira, Clube de Tavira, 1997, pp. 91-103.

TD- Francisco Contreras Pérez

475

técnicos ingleses destinados por cierto tiempo en Huelva llevaban

consigo a sus esposas e hijos, siendo alojados por las compañías en

colonias con fuerte "sabor británico" de las que todavía hay

constancia urbanística en distintos puntos de la provincia. Por todo

ello, en el siglo XIX el puerto de Huelva dio salida al 71,37 por 100

de los pasajeros “residentes” en la propia provincia.

Por otro lado, para emigrar a América los naturales de Huelva

recurrían sin embargo al puerto de Cádiz. Así en 1889 se

embarcaron aquí 152 onubenses, cifra casi idéntica a la del total de

éstos embarcados ese año hacia Argentina (153), y mucho más de

los que habían salido el año anterior por este puerto. Esta relación

con otros puertos se intensifica y extiende llegado el siglo XX. Al

parecer, y frente a la migración cualificada de técnicos británicos

residentes en Huelva a fines del siglo XIX, toma mayor entidad la

emigración de trabajadores naturales de la provincia que, por otro

rango de necesidades, salen hacia América. En 1920, año del

máximo emigratorio en Huelva, el 67,45 por 100 de los emigrantes

onubenses se embarcaron en Cádiz y el 29,78 por 100 a través de

puertos tan alejados como la Coruña y Pontevedra, tres vías

tradicionales hacia distintos destinos americanos. En suma, este

cambio de puertos entre el siglo XIX y el XX indica también un

TD- Francisco Contreras Pérez

476

cambio en los destinos y características de la emigración onubense,

que se incorporó tardíamente al éxodo exterior.

En el conjunto andaluz, también se observa esta creciente

importancia de los puertos gallegos como lugar de embarque hacia la

década de 1920. Ello se explica por el reajuste operado desde la

Primera Guerra Mundial en las grandes líneas del transporte

transoceánico de pasajeros en detrimento de los puertos andaluces.

A su vez, dicho reajuste está relacionado con la potencia de la

demanda de pasajes de la fuertemente realimentada migración

gallega, que suponía un mercado nutrido para las navieras.

En todo caso, la incorporación al éxodo exterior de Huelva,

Sevilla, Córdoba y Jaén sugiere el cambio de tendencia migratoria de

estas provincias, ya a la altura de la década de 1910. Tendencia que,

cerrado el paréntesis de la II Guerra Mundial, se confirmará

potentemente y tendrá como destino prioritario países de nuestro

entorno en proceso de reconstrucción. Así pues, y al menos para el

caso de Andalucía, el análisis de la emigración a partir de las

estadísticas del I.G.E. revela un estimable grado de sensibilidad a los

cambios en las tendencias migratorias.

Hacia una mayor integración en los mercados laborales

internacionales.

TD- Francisco Contreras Pérez

477

Siendo los emigrantes individuos en plena edad activa y

habiendo cumplido su proceso de formación en el país de origen,

pasan a aplicar sus habilidades en los países de destino, con lo que

contribuirán al reforzamiento de las nuevas economías más

competidoras. Así lo veía el periódico sevillano La Andalucía allá por

la primavera de 1889, en pleno debate público sobre la política

arancelaria canovista:

"Si el trigo vale en el Río de la Plata 20 reales la fanega

y la carne un real la libra, mientras en España, valga el uno 40

y la otra 4, no hay nada más fácil que un gobierno, ignorante

de la economía política y sus leyes inquebrantables, impida la

entrada del trigo y carne extranjeros en el país; pero lo que no

podrá evitar, es que los españoles se vayan allá a buscar lo

que no les deja traer aquí [...] Los españoles que vayan allá y

sepan cultivar viñas producirán vinos como harán los de Jerez,

que ya se han ido a la Jerez de Argentina, los que sepan

producir hierro, producirán hierro, los que sepan [...], y serán

otros tantos competidores que tendrán los de por acá para

poder entrar en el mercado mundo, y serán competidores con

TD- Francisco Contreras Pérez

478

ventaja, porque serán productores que coman carne y pan

más baratos [...]".325

En efecto, los andaluces partían hacia las nuevas república

latinoamericanas como nunca antes en época colonial o durante el

periodo isabelino. Aun en niveles generalmente modestos en

comparación con una región migratoria como Galicia, se produce un

proceso de difusión espacio-temporal de la idea de emigrar en

Andalucía de manera intensa durante el período de la Restauración

española.

Estos procesos resultaron de la acción conjunta y desigual de

varios canales de información, esto es, de vehículos de la idea de

emigrar (agentes de emigración y cadenas migratorias

interpersonales). Como en otras regiones europeas, la expansión de

esta idea hacía pensar en términos de contagio epidémico, por lo que

se llegó a hablar de "fever of emigration", "fiebre de la

emigración"326. Bajo esta expresión, subyace la idea de que la

difusión se realizaba a través de contactos interpersonales.

325 "Cuestiones económicas II", La Andalucía, Sevilla, 3 de mayo de 1889. 326 El Guadalete, Jerez de la Frontera, 21 de mayo de 1889.

TD- Francisco Contreras Pérez

479

Siguiendo el método propuesto por J. D. Gould327, se puede

definir la difusión como el progreso a través del tiempo de las

intensidades emigratorias provinciales. Según dicho autor, este

incremento de la intensidad emigratoria regional no resulta de un

incremento uniforme de la intensidad en todas las provincias, sino de

un incremento desproporcionadamente mayor en las áreas que han

sido previamente menos afectadas, o no afectadas en absoluto, por

la emigración.

Estas nuevas provincias emigratorias llegan a "suplementar"

(sumarse), conforme pasa el tiempo, a las anteriores fuentes de

emigración. Cuando esto ocurre, tal que sucedió en 1900-14 en el

Sur y Este de Europa, se alcanza el momento de "saturación

emigratoria" o máxima difusión de la idea de emigrar.

En Andalucía, el incremento de las intensidades emigratorias

provinciales concluye con la cima emigratoria de 1911-13, esto es, el

mencionado momento de "saturación" emigratoria de Gould. O

quizás un primer momento, el tocante a la corriente americana y

norteafricana. Décadas más tarde se culminarían otros ciclos

migratorios que, antes de la Guerra Civil, venian poniendo sus bases

en el mercado laboral interno del país y con Europa.

327 GOULD, J. D.: "European Inter-Continental Emigration: The Role of ‘Diffusion’ and

‘Feedback’", The Journal of European Economic History, n.º 2, Roma, 1980, pp. 267-315.

TD- Francisco Contreras Pérez

480

Tasas de emigración media anual por provincias, Andalucía y Galicia

(‰ hab.). 1885-7 1911-3 Almería 23,60 37,39 Cádiz 2,84 9,73 Córdoba 0,14 0,61 Granada 0,98 7,37 Huelva 0,23 0,63 Jaén 0,25 1,09 Málaga 1,19 7,19 Sevilla 0,43 2,17 Andalucía 3,14 7,52 Galicia 5,21 28,33 Fuente: I.G.E.: Estadística de emigración... y Censo de población..., (varios años). Elaboración propia.

La transformación de las intensidades de emigración

provinciales entre 1885-87 y 1911-13 confirman el mayor

incremento relativo de las intensidades emigratorias en provincias

con menor tradición migratoria que Almería.

Efectivamente, las tasas de variación relativa de las otras

siete provincias llegaron a estar entre el 87% de Granada y el 63%

de Huelva. Así pues, el incremento de la intensidad emigratoria

andaluza en el siglo XX se debió a la acción suplementaria del

incremento relativo en las provincias de "nueva emigración", que

eran la mayoría en Andalucía al cambiar el siglo.

TD- Francisco Contreras Pérez

481

Por consiguiente, desde 1885-87 se da en Andalucía un

proceso de difusión de la idea de emigrar más intenso que antes y

que culmina con una etapa de "saturación" en 1911-13. En este

último período Andalucía alcanza su mayor tasa emigratoria (7,52

por 1000), gracias a un incremento relativo de las provincias que

menor intensidad emigratoria habían presentando a principios del

período observado.

Ahora bien, recordemos que, a pesar de ello, aumentaron las

diferencias entre Andalucía y Galicia a este respecto, prueba de que

no hubo en la corriente americana principalmente un proceso de

retroalimentación del flujo emigratorio de similares proporciones.

En todo caso, debemos añadir algunas precisiones. En

concreto, nos referimos a la primera oleada emigratoria andaluza de

1888-90, que adelantó masivamente el proceso que culminaría en

1911-13.

TD- Francisco Contreras Pérez

482

Emigración al exterior por provincias, 1885-7 y 1889-90.

Tasas de emigración media anual (‰ hab.) Tasas de emigración 1885-87 1888-90 Almería 23,60 23,89 Cádiz 2,84 10,42 Córdoba 0,14 0,30 Granada 0,98 3,93 Huelva 0,23 0,69 Jaén 0,25 0,24 Málaga 1,19 10,02 Sevilla 0,43 1,13 Andalucía 3,14 6,04 Galicia 5,21 9,03 Fuente: I.G.E.: Estadística de emigración..., y Censo de la población de España... (varios años). Elaboración propia.

Mientras la tradicionalmente emigratoria provincia de Almería

permaneció en una situación estable entre 1885-87 y 1888-90,

Málaga y Cádiz asistieron a una especie de aceleración del proceso

de difusión de la idea de emigrar (a América, en estos casos). Tanto

es así que, en comparación con las mismas tasas del período 1911-

13, estas dos últimas provincias muestran valores superiores ya a

fines del siglo XIX.

Teniendo en cuenta las limitaciones de comunicación de la

época y las reducidas dimensiones relativas de los contingentes

anteriores, esta aceleración de la difusión provincial de la idea de

TD- Francisco Contreras Pérez

483

emigrar sólo es explicable teniendo en cuenta mecanismos extraños

a las cadenas migratorias, es decir, canales de difusión que sean

funcionales en lapsos menores de tiempo328. Esto confirma el papel

de los agentes oficiales de emigración, cuya labor permite potenciar

el ritmo de difusión de la idea de emigrar. Si hasta entonces Almería

poseía una potente corriente más antigua y aislada en gran parte del

resto de Andalucía hacia Argelia, las nuevas redes de agentes

americanos incidirán en otras provincias andaluzas de preferencia,

de lo que resultaría una mayor equidistribución espacial de la idea de

emigrar al exterior.

Ahora bien, si nos centramos en el estudio de la distribución

de la idea de emigrar a América, como segmento particular del

conjunto de la emigración exterior andaluza, observamos igualmente

una fuerte concentración. Pues en realidad, los agentes

concesionarios de los pasajes americanos llevaron a cabo su acción

de manera muy concentrada geográficamente, en tanto que en un

principio no debieron esforzarse demasiado en extender sus redes de

captación para encontrar individuos dispuestos a emigrar. Así pues,

328 J. D. Gould indica que la "difusión refleja el hecho que se requirió algún lapso de

tiempo para que la idea de emigración llegase a implantarse en las mentes de los miembros de una comunidad, para que su beneficio neto fuera firmemente demostrado por la experiencia de los que han partido primero, y para que estos pioneros pusieran en marcha el proceso de estímulo y ayuda financiera que forman los eslabones constituyentes de la llamada 'cadena migratoria'. En una pequeña comunidad rural la 'difusión' podría ocurrir muy rápidamente,...; pero entre comunidades [como sucede a nivel provincial] [...], el proceso fue más lento porque los eslabones eran relativamente menos numerosos". Ibídem, pp. 292-293 (traducción personal).

TD- Francisco Contreras Pérez

484

las localidades cercanas o con más expedito acceso a los puertos de

Cádiz, Gibraltar y Málaga serían lógicamente las más afectadas por

estas reclutas.

La intensidad emigratoria en Málaga y Cádiz descenderá con

posterioridad. De hecho, estas dos provincias presentan en 1888-90

intensidades emigratorias superiores a Galicia, pero hacia 1911-13

ya aparecen considerablemente distanciadas de los valores

presentados por esta última región.

Estimamos que esta evolución de la distribución de la idea de

emigrar no debe sugerir que se había alcanzado un hipotético nivel

de saturación emigratoria en fecha tan temprana como 1888-90 (la

primera fase de los ciclos masivos). Pues, en realidad, ni siquiera

Galicia lo consigue, a pesar de tener mayor potencia emigratoria

desde mediados del siglo XIX y haber recibido también parte de los

pasajes subsidiados argentinos.

A la luz de estos datos, lo que resulta bastante probable en el

caso andaluz es que, la voluminosa emigración de 1888-90 no

garantizó posteriormente una corriente de dimensiones

proporcionales a la gallega. Esta resultó ser mucho más sostenida

En suma, el proceso de difusión de las intensidades

emigratorias en esta última región no fue sostenido ni lineal. Aunque

la tendencia a la difusión provincial de la idea de emigrar es

TD- Francisco Contreras Pérez

485

evidente, dicho proceso presenta pues discontinuidades y

disfunciones, que confirman la incidencia puntual pero decisiva de

mecanismos ajenos a las cadenas migratorias y la debilidad relativa

de éstas hasta 1920 al menos. Por otra parte, esto significa que no

es posible hablar de una “vocación migratoria” todavía, sino más

bien de una mayor “propensión” (por utilizar los conceptos de M.

Carmagnani para el caso italiano)329, en tanto que el quantum de la

emigración andaluza se produjo en un período de tiempo

relativamente reducido (1889-1912), inferior al de una generación.

Podemos pensar que existen elementos razonables para

afirmar que los emigrantes andaluces del primer ciclo masivo no

asentaron redes sociales en América al menos proporcionalmente tan

potentes y definidas como las de gallegos. Ante la carencia relativa

de estos mecanismos posibilitadores de la emigración transoceánica,

es muy probable que persistiera una importante emigración potencial

o latente. Como segunda hipótesis que manejamos, podría

considerarse que algunos espacios urbanos regionales eran todavía

capaces de absorber parte del excedente de mano de obra rural, que

se estaba generando en el marco de los tímidos procesos de

modernización demográfica y económica de principios del siglo XX.

329 CARMAGNANI, M.: Emigración mediterránea y América. Formas y trasnformaciones,

1860-1930, Colombres, Archivo de Indianos, 1994, p. 26.

TD- Francisco Contreras Pérez

486

Excedente laboral que quizás no fuera excesivo en las primeras

décadas del siglo, por varias razones (debilidad del proceso de

transición demográfica, la posible presencia de un paro encubierto en

el sector agrario, relacionado con el régimen estacional del trabajo, y

por las virtuales esperanzas revolucionarias en una reforma agraria).

En todo caso, esta creciente emigración potencial sólo llegaría

a tener alternativa efectiva con el incremento de la demanda de

mano de obra en Cataluña y otras regiones europeas330, a raíz de la

acentuación de las desigualdades regionales, la modernización de

sector agrario andaluz y la frustración de las esperanzas de una

reforma agraria.

A este respecto Silvestre defiende la idea del retraso de

Andalucía en su integración en el mercado laboral nacional articulado

en tornos a los grandes centros industriales y urbanos de Madrid,

Barcelona y la cornisa cantábrica.331

Pero quizás los emigrantes andaluces tenían en América y en

el Norte de África, así como en los focos urbanos y mineros de su

interior, alternativas tan plausibles como, después de la Guerra Civil,

podría encontrar en otras regiones españolas. Más que de retraso,

330 GARCÍA FERNÁNDEZ, J.: La emigración exterior de España, Barcelona, 1965, Ariel, pp.

136-289. 331 SILVESTRE, J.: “Internal migrations in Spain, 1877-1930”, European

Review of Economic History, 9, 2005, [pp. 233-265]

TD- Francisco Contreras Pérez

487

un lugar común historiográfico, cabría hablar de otras vías

migratorias interiores y exteriores, que tarde o temprano tenderían

eso sí a ser sustituidas por saturación o atractivo relativo.

TD- Francisco Contreras Pérez

488

CONCLUSIONES

Del análisis hasta aquí realizado, se derivan las siguientes conclusiones sobre la temprana emigración andaluza a América, y su posterior evolución finisecular, en el contexto de los flujos migratorios interiores y exteriores de la región:

1. A finales del XVIII, las provincias de Huelva y Cádiz eran las únicas que presentan valores positivos de manera clara; Almería podría encontrarse próxima al equilibrio. Respecto a Sevilla y Córdoba, como también Granada y Jaén, los resultados no nos merecen igual nivel de certidumbre más allá de situaciones próximas al equilibrio migratorio. Los valores negativos de Málaga, en todo caso, parecen revestirse de mayores incertidumbres, debido a la sobrestimación de la mortalidad real implícita en el modelo teórico empleado. En cualquier caso, es posible que ello derive también de un marcado comportamiento migratorio intraprovincial que impone descender en una escala de estudio por debajo de la provincial, ya comarcal o local.

2. Los saldos migratorios comarcales para el periodo 1860-1887 reflejan un trasfondo migratorio complejo. Con focos de emisión en la Andalucía interior y oriental, y focos de atracción en la Andalucía urbana, costera y minera correspondiente al cinturón de Sierra Morena y del Norte de Almería. La emigración exterior del periodo demostrará que una misma comarca puede ser a la vez destino del éxodo rural interior, y origen del éxodo exterior. Los entornos

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urbanos de la Bahía de Cádiz y Málaga pudieron actuar en este sentido como pasos intermedios en una emigración por etapas, como se ha detectado en otras urbano-portuarias europeas y españolas.

3. La corriente migratoria no quedó cercenada más allá de la coyuntura que rodeó la proclamación de la nueva República Argentina y las puntuales alteraciones del tráfico marítimo en el Atlántico de entonces. Pero siempre dentro de las modestas dimensiones cuantitativas que había caracterizado desde el XVIII el flujo migratorio entre Andalucía y Argentina.

4. Estimamos que pueden interpretarse como indicios de que en el segundo tercio del XIX ya se están gestando ligeros cambios en las pautas migratorias de la región, si atendemos a la tasa de emigración que cuantifica la frecuencia del recurso a la emigración entre los andaluces. Ahora bien, la comparación con otros espacios emigratorios, como el gallego al final del periodo, nos permite adjetivar como menos importantes esos incrementos positivos. Esta comparación sitúa los valores andaluces también por debajo de la media española. Todo ello no permite afirmar que exista una neta vocación emigratoria en la región hasta el segundo tercio del XIX al menos; la región todavía no se ha decantado por su futuro papel de proveedora de trabajo a mercados externos.

5. Las redes comerciales en torno a la exportación de vinos de Cádiz y Málaga estuvieron asociadas a las pautas migratorias o viceversa, ya protagonizando el flujo de personas ligadas a estas actividades, ya precediendo futuros contingentes migratorios cuando la crisis económica expulse población de sectores ocupacionales distintos de la propia ciudad y su entorno agrario. Al comerciante como protagonista de una tipo de emigración heredada del XVIII se unirán el comercio relacionado con la exportación de producciones locales como canal de información y el puerto más cercano como materializador de alternativas factibles para las masas potencialmente emigratorias del entorno comarcal y provincial.

6. La comparación con el caso gallego nos permite conocer que, en Andalucía, la alternativa migratoria de Argentina, destino protagonista de la emigración finisecular en la región desde finales del XIX, presenta todavía un cierto retraso como mercado laboral en expansión. Galicia ya enviaba allí el 10,3 % de sus emigrantes a América, frente a sólo el 2 % de Andalucía. La modesta cuantía de este porcentaje, unos 34

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individuos, nos indica un pequeño flujo de personas ligadas a actividades comerciales de representación más que a un proceso de trasvase de mano de obra y población entre mercados laborales de ambas orillas con los perfiles sociales de las migraciones masivas posteriores.

7. En los últimos años del virreinato del Plata (Argentina, Uruguay y Paraguay) este grupo de Países del Plata venía concentrando más proporción de la emigración regional en 1765-1824 (13,3 %) de lo que ahora suman los porcentajes de la República Argentina y Montevideo, como equivalentes geográficos en la serie de destinos de 1860-1861 (2,0 % + 0,5 % respectivamente). Se trata de un ajuste relativo a una sexta parte del anterior nivel. Además los pasaportes con estos destinos emitidos en Andalucía presentan un diferencial negativo bastante abultado respecto al conjunto español: -8,3 puntos porcentuales.

8. las dimensiones del aporte demográfico andaluz en Cuba se incrementaron a lo largo del segundo tercio del XIX, y se hizo de manera significativa con respecto al periodo anterior a 1824. Junto a ello, la Isla también se convertirá en el principal destino indiscutible para los emigrantes andaluces, en mucha mayor medida que cuando el Imperio en la América continental. Pero esto se produjo en un contexto de incremento de los aportes migratorios desde otras regionales. En resumidas cuentas, y desde este enfoque cuantitativo, Cuba era hacia 1860 más importante para los emigrantes andaluces que éstos para la población de origen peninsular de la Isla.

9. El Río de la Plata irá consolidando su preeminencia como destino de las migraciones masivas contemporánea a lo largo del XIX. Si bien con Cuba persistían las estructuras políticas coloniales, no ocurría así en el Cono sur, donde los flujos migratorios quedan al albur de las decisiones de particulares. Los Países del Plata parecen presentar un mayor dinamismo como destino de las migraciones en los años previos a la independencia. Como otro elemento que apuntalan las tesis no rupturistas, la República Argentina surgida del extinto virreinato del Plata no sólo sobreviviría como destino emergente desde 1830, sino que sería, junto con Brasil, el destino protagonista de la eclosión de las migraciones masivas trasatlánticas en nuestra región cincuenta años después. Rivalizando con Brasil y Argelia a finales del XIX, Argentina por el contrario tendría un más largo recorrido en

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el siglo XX, pues seguiría perfilando el horizonte migratorio de los andaluces hasta la década de 1940-1950.

10. En definitiva, por la R.O. de 1853 se venía a reconocer una situación de facto, dando nombre de ley a un fenómeno social, con lo que comenzó al marco legal que el liberalismo generaría en España en tema de emigración. Este factor institucional actuó sin duda como un determinante no explicativo pero tampoco desdeñable en la coyuntura de los procesos migratorios, en la medida que la prohibición por ley primero o la mera regulación burocrática después suponen un incremento de costes de distinta índole (buscar puertos extranjeros, burocracia...), añadidos a los propios del transporte y la estancia en el barco durante varias semanas (suspendiendo la actividad laboral).

11. Comparando los mapas del XVIII y del XIX de la emigración al Río de la Plata, se debe subrayar que un grupo de al menos diez municipios, de los 21 andaluces consignados como lugar de naturaleza en el censo bonaerense de 1855, cuentan con antecedentes emigratorios, de diversa envergadura, a la luz de las licencias emitidas en el siglo XVIII para el antiguo virreinato del Río de la Plata. De nuevo, se trata de cuatro grandes poblaciones de la provincia de Cádiz: la propia Cádiz junto al Puerto de Santa María, Jerez de la Frontera, San Fernando y Algeciras, más las capitales de Sevilla, Málaga, Granada y Córdoba; como única excepción netamente rural, hay que contar con San Bartolomé de la Torre (Huelva)

12. Del análisis del tiempo de residencia de los andaluces en Buenos Aires hacia 1855, se infiere que, siendo el aporte andaluz un componente no nuevo en la ciudad de Buenos Aires, como cabía suponer por su vieja relación colonial, este aporte regional se ha multiplicado por 2 en los años inmediatamente anteriores a la realización de este censo de mediados del XIX.

13. Esta renovación de la colonia andaluza se refleja especialmente entre los malagueños, con un menor peso relativo de individuos con extensos años de residencia frente al más antiguo componente gaditano (sin duda, en este último también se detectan aportes igualmente recientes).

14. la experiencia de la reemigración no era extraña entre los andaluces de Buenos Aires en la primera mitad del XIX. La presencia de hijos nacidos en terceros países constituye un indicio de las reemigraciones previas de algunas de estas unidades familiares compuesta por andaluces, y como vemos

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se producían fundamentalmente en el ámbito del Río de la Plata aunque también entre Brasil y Argentina. Grosso modo, y si extrapolamos estos datos, pudo haber afectado a casi una décima parte de los emigrantes andaluces en Buenos Aires.

15. El componente masculino era el mayoritario en la corriente emigratoria de Andalucía a Argentina en las décadas del segundo tercio del XIX, encajando en lo previsto por los modelos generales y los estudios sobre españoles para unas fechas coetáneas; dicho lo cual, también debemos puntualizar que el componente femenino en dicho trasvase poblacional muestra una impronta más visible que en otros casos, siempre sin salir de su carácter minoritario.

16. El perfil del emigrante andaluz del Buenos Aires de la primera mitad del XIX no el del varón casi adolescente, sino un joven adulto (20-29 años) y, por tanto, en un punto de su ciclo vital plenamente productivo y en el que se formaban los nuevos agregados familiares; algunos de estos emigrantes, en una proporción comparativamente alta a la luz de estos perfiles, implementarían mecanismos de arrastre de la unidad familiar en origen (esto último explicaría esa cierta presencia de la mujer en esta migración regional y a la vez su menor tiempo de residencia en destino respecto al hombre.

17. La relación migración-estado civil actúa de manera distinta o resulta menos decisiva entre los hombres que entre las mujeres. La mujer como emigrante contra se haya más ligada a su estatus de esposa. No podemos decir taxativamente que estamos ante el emigrante joven y soltero; sino de nuevo ante el resultado en la pirámide de edades por sexo de un modelo migratorio diversificado, dominado por jóvenes adultos y, en el caso de los malagueños, a veces casados que han llegado en los últimos ocho años anteriores al censo.

18. Los emigrantes casados y arribados en los cinco años anteriores al censo muestran que el matrimonio antecedía a la emigración en ambos sexos. En virtud de los lapsos de tiempos estimados, la emigración se confirmaría así, según ello, como un recurso adaptativo propio de los primeros años de vida de la nueva unidad familiar. Y esa emigración a su vez se ejecutaría, confirmando lo ya visto, mediante un mecanismo por fases, por el que el hombre arrastraría a su esposa, y eventualmente algún primer hijo o hija del matrimonio.

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19. toda vez que hemos considerado que los hombres antecedían a las mujeres como en las migraciones familiares en toda época, hemos estimado que para el caso andaluz a mediados del XIX lo hacían unos tres años antes que aquellas. En consecuencia, resulta razonable admitir que este trienio era el periodo empleado por término medio por el cabeza de familia (o el “first comer”) para el asentamiento en destino y el ahorro del capital necesario de cara a llamar y financiar el viaje de la esposa y el resto de la unidad familiar dejada en origen, si la hubiere y de activar dicho mecanismo de arrastre.

20. Unas pautas más exogámicas entre los andaluces de Buenos Aires, junto al menor tamaño de la colonia con respecto a otros grupos regionales, no coadyuvarían a la recreación colectiva en destino de señas de identidad étnica o regional, lo que se relacionaría a su vez con cierta inhibición en la visibilidad institucional y formal de las mismas (asociaciones, periódicos...).

21. El hogar solitario constituye un rasgo distintivo de la comunidad de emigrantes que adquiere relevancia si tenemos en cuenta que el hogar tipo de la población regional de origen era el hogar simple. Esta categoría mayoritaria en origen, compuesta por el núcleo familiar, pasa a ocupar el segundo lugar de prevalencia en el hogar del emigrante a bastante distancia del hogar solitario. Por otra parte, y como inciso, la escasa relevancia porcentual del hogar con un padre ausente, por ejemplo por realizar actividades estacionales en otro punto del territorio, no avala la existencia de mecanismos migratorios que condujeran a estos emigrantes fuera del mercado laboral bonaerense.

22. la emigración no sólo seleccionaba a los individuos por edad, sino que en el caso andaluz ejercía el mismo efecto selectivo en el mercado laboral de origen sobre las ocupaciones urbanas y con un relativamente alto grado de cualificación como son los artesanos y comerciales (“dependientes”, “comerciantes” y “artesanos”). Estos podía permitirse pagar el pasaje, tanto por poseer un patrimonio con que financiarlo, como por las redes mercantiles previamente establecidas al otro lado del Océano. Y no hay que olvidar que los naturales de zonas portuarias como la Bahía de Cádiz y Málaga tenían acceso a la información privilegiada que llegaba con esos intercambios mercantiles y el arribo de navíos, como es la relativa a las oportunidades que el mercado laboral de Buenos Aires podía ofrece a gentes con cualificaciones muy

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demandadas en los mercados laborales de espacios urbanos en expansión como era el Río de la Plata.

23. Así pues, como recapitulación más destacada de lo hasta aquí dicho sobre la emigración del periodo isabelino, el andaluz que emigró a Buenos Aires fue un joven adulto, soltero, procedente de un espacio urbano y portuario (la Bahía de Cádiz y la ciudad de Málaga), alfabeto, que se ocupa en pequeñas actividades comerciales y otros oficios artesanales, integrados en los escalones intermedios de la estructura sociolaboral de la sociedad de destino.

24. Comparando estos resultados de la emigración temprana con la posterior emigración en masa de la Restauración, hay que señalar el fortalecimiento de Argentina como destino y la aparición potente de Brasil, como otra alternativa competitiva a aquel otro y las colonias francesas norteafricanas.

25. Los niveles emigratorios se intensificarían en Andalucía de manera exponencial en 1889-90, y retomar una nuevo cénit en 1910-12. En esos años estuvieron en tasas anuales próximas a las regiones españolas más emigratorias. La acción de los pasajes “subsidiados” de los gobiernos argentino y del Estado de Sao Paolo con campañas de recluta masivas explica estas repuntes tan destacados, seguidos de una moderación de los niveles.

26. Esos pasajes iban dirigidos fundamentalmente a la selección de familias de origen agrario, con objeto de aprovisionar de factor trabajos las economías exportadoras americanas en plena expansión. En el nuevo mapa de la emigración la provincia de Cádiz de mantiene como uno de los focos emisión, al igual que Málaga, para posteriormente sumarse con fuerza la emigración almeriense al Cono Sur, habiendo estado ausente de estos destinos durante todo el siglo XIX en gran medida.

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APÉNDICE

CENSO DE BUENOS AIRES DE 1855.CWK

1.1. CITA:

1.1.1. Censo de Buenos Aires de 1855, filmado por la Sociedad Genealógica de Utah, Salt Lake City, varios años (varios carretes de microfilme). Archivo del Centro de Historia de la Familia de Buenos Aires.

1.1.2. Censo de Buenos Aires de 1855: Parroquia de S. Miguel, filmado por la Sociedad Genealógica de Utah, Salt Lake City, 1971, 2 carretes de microfilme, 35 mm. Ref: Centro de Hsitoria de la Familia, Buenos Aires, "ARGENTINA, DISTRITO FED., BS.AS.- CENSO 760006 [cód. SGU]>>6207 [cód. CHF]. Otra filmación: 1154368 ítem 1º".

1.1.3. Censo...: Parroquia de S. Pedro González Telmo, filmado por..., 1971, 1977, 2 carretes de microfilme,... Ref:..., 76007 ítem 2º>>6208. Otra film: 1154368 ítem 3º.

1.1.4.Censo...: Parroquia Catedral Norte, filmado por..., 1971, 1977, 2 carretes de microfilme,... Ref:..., 0760007 ítem 1º>>6208. Otra film: 1154368 ítem 2º. (antes de 1830, Parroquia de La Merced).

1.1.5. Censo...: Parroquia Catedral Sud, filmado por..., 1971, 1977, 3 carretes de microfilme, ... Ref:..., 0759529>>6193, y 0759521>>6195 (incluye también: "Censo de individuos que habitan establecimientos públicos", "Censo eclesiático", "Censo militar" y "Censo marítimo").

1.1.6. Censo...: Parroquia de Nuestra Señora de Montserrat, filmado por..., 1971, 1977, 3 carretes de microfime,... Ref:..., 0759517>>06191, y 0759518>>06192. Otra film: 1154372.

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1.1.7. Censo...: Parroquia de la Inmaculada Concepción,..., 1971, 1977, 3 carretes de microfilme,... Ref:..., 0760011>>6212, y 0759514>>6188. Otra film: 1154376 ítem 2º.

1.1.8. Censo...: Juzgado de Barracas Norte,..., 1971, 1977, 2 carretes de microfilme,... Ref:..., 79520>>06194. Otra film: 1144374 ítem 1º.

1.1.9. Censo...: Parroquia de Nuestra Señora de Balvanera,..., 1971, 1977, 3 carretes de microfilme,... Ref:..., 0760008>>06209, y 0760009>>06210. Otra film: 1154369 ítem 1º.

1.1.10. Censo...: Parroquia de Nuestra Señora de la Piedad, filmado por..., 1971, 1977, 2 carretes de microfilme,... Ref:..., 0759515>>06189. Otra film: 1154371 ítem 2º.

1.1.11. Censo...: Parroquia de Nuestra Señora del Socorro, filmado por..., 1971, 1977, 2 carretes de microfilme,... Ref: 0759516>>06190. Otra film: 1154371 ítem 1º.

1.1.12. Censo...: Parroquia de S. Nicolás, filmado por..., 1971, 1977, 2 carretes de microfilme,... Ref: 0760009>>06210 ítem 3º, y 0760010>>06211. Otra film: 1154370 ítem 1º.

1.1.13. Censo...: Parroquia de Nuestra Señora del Pilar, filmado por..., 2 carretes de microfilme,... Ref:..., 0760009>>06210 ítem 2º. Otra film: 1154364 ítem 2º.

1.2 Formato original del censo: 1. Debajo núm. y calle. Se apuntará si son de azotea, teja, paja y de 1, 2 o 3 pisos: 1.1. Núm, 1.2. Calle.- 2 Nombre de los habitantes.- 3. ¿Qué es del dueño o de la dueña de la casa?.- 4. Estado.- 5. Sexo.- 6. Edad.- 7. ¿Si sabe leer o escribir?.- 8. ¿En dónde nació?.- 9. Extranjero, ¿qué tiempo hace que está en el país?.- 10. ¿En qué se ocupan? ¿Qué son? ¿En qué trabajan?

1.3. Características de la base de datos:

803 (registros) * 19 (campos) = 15.257 ítems.

1.4. Toponímicos: Villanueva = Villanueva del Río, prov. Se: 1111 hab en 1910.- S. Bartolomé = S. Bartolomé, prov. H: 528 hab en 1910.- Arcol de E = ?, ESP.- Bega = ?, ESP.- Real Carolina = La Carolina, prov J.- Vizcania = prov Vizcaya.-

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Bayona = ?, FRA.- Las Vacas = ?, URU.- S. Pedro = ?, ESP.-Cuando se apunta como natural de Cádiz - sin indicar prov-, ¿se refiere a la capital o a la provincia?

1.5. Observaciones: Estudiar la aceptación de la reciente división provincial y la pertenencia a un conjunto regional.- Estudiar los recorridos migratorios a través de los lugares de nacimiento de esposa e hijos.

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