llanos alfredo - la filosofia de heraclito

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IMPRIMIR ALFREDO LLANOS LA FILOSOFÍA DE HERÁCLITO Con los fragmentos y las interpretaciones de ASTRADA, AUROBINDO, HEGEL, HEIDEGGER y THOMSON

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    ALFREDO LLANOS

    LA FILOSOFAD E H E R C L I T O

    Con los fragmentosy las interpretaciones de

    ASTRADA, AUROBINDO, HEGEL,HEIDEGGER y THOMSON

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    PRLOGO

    Un libro sobre Herclito ser siempre una empresa temeraria yriesgosa, aunque atractiva en sumo grado, no tanto por lo que el autorpueda brindar, sino por lo que l se ve obligado a aprender o a pensaren contacto con uno de los representantes ms brillantes de los primi-tivos pensadores jnicos.

    Este extrao personaje, a quien rode la leyenda en la vida y en lamuerte, naci, alrededor del 540 a.C. en Efeso, una importante ciudadcomercial situada hacia el norte de Mileto, donde varias dcadas an-tes surgieron las tres grandes figuras consideradas fundadoras de lafilosofa griega: Tales, Anaximandro y Anaxmenes.

    Todos estos hombres pertenecan a la estirpe jnica, una de lascuatro tribus que irrumpieron desde el norte y el oeste, segn parece,durante el segundo milenio, y se dispersaron despus por el territorioque hoy es Grecia, el Egeo, el Mediterrneo oriental, la costa asitica,el mar Negro, las islas, hasta Sicilia y sus adyacencias. Este grupohumano mostr una especial adaptacin al medio y se vincul muypronto con las viejas civilizaciones del Cercano Oriente, de las queobtuvo muchos de los elementos que formaron su magnfica cultura.La filosofa, etimolgicamente el amor al saber, fue una de las crea-ciones ms notables de estos jnicos, al extremo de que ella dio origena la ciencia y conserv su independencia como disciplina dominante,de la que Occidente jams pudo prescindir.

    Los llamados presocrticos constituye el conjunto inicial de estospensadores primitivos que actu en diversos lugares del mundo helni-co entre los siglos sexto y quinto, hasta que la destruccin de Miletopor los persas provoc el xodo de casi todos estos pensadores haciael Oeste. Esta circunstancia modific el panorama ideolgico de lapoca, y sobre todo favoreci a Atenas, que a la sazn no contaba con

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    una escuela propia de filosofa, la que comienza con Scrates, quienimpuso una tendencia tica en esta clase de estudios frente a la cos-molgica o fsica que haba prevalecido entre sus antecesores.

    Despus de fijados estos hitos preliminares nos es necesario volvera nuestro pensador, ya que este trabajo, segn su ttulo, se limitaresencialmente a Herclito, sin pretender, desde luego, aislarlo de sumedio histrico y espiritual.

    De este filsofo, cuya celebridad se mantiene a travs de veinticin-co siglos con indeclinable prestigio, nos quedan unos ciento treintafragmentos, reunidos a lo largo de las edades por estudiosos que hanhurgado en todas las fuentes accesibles, puesto que el libro que se leadjudica desapareci antes de la era cristiana. Han quedado restos desus escritos en diversos autores a partir de Platn y Aristteles y dox-grafos de menor importancia. El material conservado, junto con losdems pensadores de su ciclo, constituye una edicin especialsima,recogida por el genio y la paciencia del erudito alemn HermannDiels, en una obra formada por tres volmenes, Die Fragmente derVorsokratiker (Los Fragmentos de los Presocrticos). Aqu se conden-sa el valioso depsito de estos escritos enumerados, depurados yacompaados de notas y comentarios de autoridades que atestiguan suautenticidad. Este trabajo de Diels, que hoy se contina publicandobajo la direccin de Walter Kranz, es la fuente ineludible para infor-marse sobre la doctrina de unos setenta personajes que integran estaconstelacin de adelantados del pensamiento occidental.

    Herclito figura con honor en este cuadro. Su estilo incisivo, lac-nico y plstico, produce en el nimo de todo lector una profunda im-presin de fuerza y de belleza. El hecho de que sus pensamientos apa-rezcan como aforismos no debe hacer suponer que fueron escritos detal manera ni que obedezcan tampoco a una redaccin caprichosa oconvencional. Siempre se ha tratado de respetar el sentido originariode las ideas expresadas por estos hombres -Herclito en particular-que expusieron las primeras concepciones sobre la naturaleza, el ori-gen del cosmos, la existencia humana y no pocas reflexiones sobre la

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    tica, la vida social, la religin y los dioses. No son relatos quimricosdictados por la fantasa. Su valor reside en que en ellos aparece uncontenido racional, encuadrado en su tiempo claro est, pero conreflexiones que siempre resultan de inters para el hombre de hoy.

    Herclito se destaca ciertamente por su desbordante personalidady el impacto de sus intuiciones sobre el mundo natural y poltico. Lanaturaleza y el hombre son considerados como un proceso en cons-tante evolucin. Cree en el devenir de la materia y afirma que la ar-mona de los contrarios se mantiene gracias a la tensin de los ele-mentos, como sucede en el arco y la lira. Si esta tensin desaparecieratambin el mundo dejara de existir.

    Este viejo pensador y sus fragmentos, muchos de los cuales sor-prenden por su tono enigmtico que desconcierta a primera vista, hasido el inspirador permanente de las escuelas filosficas ms diversas.La antigedad griega lo discuti con vehemencia: Platn y Aristteleslo atacaron, aunque no lograron desentenderse de l. La doctrina deldevenir, que engloba al ser y al no ser, fue para los dos colosos delsiglo cuarto ateniense un escollo insuperable. Los estoicos, por suparte aceptaron muchas de sus enseanzas, y otro tanto ocurri conlos escpticos y los epicreos. Los padres de la Iglesia, sobre todoClemente e Hiplito, aprovecharon o tergiversaron sus teoras. Nico-ls de Cusa, Giordano Bruno, Montaigne y muchos otros, hasta llegara Hegel, recibieron casi siempre con beneplcito el mensaje de estesabio, al que todava hoy se le dedican estudios y monografas quesiempre descubren en l nuevos aspectos y motivos de admiracin. Labibliografa heracltea publicada en los ltimos cincuenta aos porconocidos profesores europeos puede formar una nutrida biblioteca.

    Aqu hemos intentado una aproximacin al gran efesio, que seaparta del rigor filosfico para centrarse sobre el hombre que exaltal Logos (razn) como ley del devenir, que convirti el fuego (conside-rado como energa) como origen material del mundo e hizo de la uni-dad y la lucha de los contrarios el fundamento del universo. Tampocoes posible olvidar su condicin de artfice de la prosa ms contundente

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    y expresiva que haya creado la lengua griega, motivos todos queatrajeron la entusiasta admiracin de Nietzsche, quien dedic al prn-cipe de los presocrticos inolvidables pginas.

    Como apndices se publican en esta edicin cinco interpretacionessobre el pensamiento de Herclito, que pertenecen a G. W. F. Hegel,Shri Aurobindo, G. Thomson, M. Heidegger y Carlos Astrada, con elpropsito de ampliar el pensamiento estudiado en este trabajo. Ade-ms se agregan los fragmentos completos segn la versin y la nume-racin de Diels-Kranz.

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    CAPTULO I

    LA FILOSOFA JNICA

    La filosofa griega -dice Nestle-1 no naci en calmo retiro sino enMileto, el mercado del mundo, antiguo, en el que los pueblos del Medi-terrneo procedan al intercambio de su mercanca; y los antiguos pen-sadores no fueron ascetas alejados de la vida, por el contrario, eranhombres distinguidos, curiosos e inclinados a todas las actividades delespritu sin excluir la poltica. Esta primera etapa de la filosofa helnicase conoce con el nombre un tanto impropio de presocrtica, si bien nodebe entenderse en modo alguno como que ella prepara el camino parael advenimiento de Scrates. El pensamiento de estos primeros hombresdedicados a la especulacin est vuelto hacia la naturaleza y tiene untinte marcadamente racionalista que apunta contra el mito y la tradicinreligiosa. "La mayor parte de los primeros filsofos -expresa Aristtelesen la Metafsica- consideraba como los nicos principios de todas lascosas aquellos que son de naturaleza material. Aquello de lo cual todoslos seres estn formados, el punto de partida de su generacin y el tr-mino final de su corrupcin, mientras que la sustancia persiste en ladiversidad de sus determinaciones, tal es para ellos, el elemento, elprincipio de los seres; tambin estiman que no existe ni nacimiento ni

    destruccin, puesto que esta naturaleza primera subsiste siempre"2.Estas afirmaciones del Estagirita son de gran valor porque permitenasignar a las investigaciones de los sabios jnicos dos caracteres emi-nentes: en primer lugar, que su filosofa era materialista y adems dia-

    1 W. Nestle, Historia del espiritu griego, Barcelona, 1961.2 Aristteles, Metafisica, 983 b 6, trad. Tricot.

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    lctica. Estas tendencias del pensamiento milesio primitivo, a pesar demanifestarse de modo incipiente y expresarse a veces ingenuamente,representa una conquista inicial que desde el punto de vista me-todolgico dejar provechosas enseanzas.

    Desde Jonia la filosofa se extendi a todo el mundo helnico y encada zona en que floreci ella refleja una realidad distinta, pues es im-posible desvincular la filosofa de la historia, es decir, las ideas de de-terminada poca son las que corresponden al estado de progreso alcan-zado por la comunidad. En efecto, si se examina la influencia de lasfuerzas sociales sobre el pensamiento filosfico -sostiene el profesor

    Winspear-3 debe observarse que Grecia se desarroll de manera muydesigual. Algunas ciudades, como Atenas, produjeron un gran movi-miento mercantil y la oligarqua terrateniente fue reducida durante msde medio siglo a una relativa impotencia. Sin embargo, otras ciudadesmenos favorecidas por la situacin geogrfica evolucionaron con lenti-tud y vieron sofocado su crecimiento. Tal es el caso de Esparta, cuyasconquistas terrestres afianzaron el predominio de una aristocracia mili-tar e impidieron el desarrollo de una escuela independiente de filosofa.Las colonias de Sicilia y del sur de Italia asentadas sobre amplias plani-cies y tierra frtil, adoptaron tambin instituciones aristocrticas, aun-que no en el grado que lo hizo Esparta.

    Las ciudades de la costa Jonia, no obstante, fueron empujadas porsu propia geografa a dedicarse al comercio en una poca muy tempra-na. La posesin de la tierra fue aqu menos importante y existe escasaevidencia de alguna etapa en que los terratenientes hayan dominado elEstado. Resulta ms frecuente el hecho de que a medida que las tribusdecaan los jefes se convertan en ricos comerciantes.

    Se comprueba, en consecuencia, que muchas escuelas de filosofa,segn se desarrollaron en el siglo quinto, muestran un interesante para-lelismo con las condiciones geogrficas y la evolucin social de las ciu-dades en las que emergieron. En Jonia y en las islas del Egeo, la filoso-fa tendi a ser materialista y dialctica; en Italia y en Sicilia, sin em- 3 A. D. Winspear, The Genesis of Plato's Thought, N. York, 1956.

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    bargo, el idealismo se vio favorecido, mientras que en Atenas la ascen-dencia de los patricios liberales a travs del movimiento democrtico sereflej en el compromiso entre el idealismo y el materialismo que carac-teriza, por ejemplo, la doctrina de Anaxgoras. Conviene detenerse enesta temprana bifurcacin de la filosofa griega de los siglos sexto yquinto, puesto que ella revela la aguda diferencia que en el aspecto po-ltico opone a los terratenientes esclavistas y a la democracia de usure-ros, mercaderes y artesanos, basada tambin en la esclavitud. Dondetriunfaba la democracia, la filosofa dominante tenda a ser naturalista orelativista, como sucede con los viejos sofistas, o bien dialctica, de ma-nera espontnea, como en Jonia. Si las clases terratenientes mantenansu predominio, aunque no tan decisivamente como para aplastar todaoposicin, segn ocurra en la magna Grecia, o cuando la democraciaentraba en crisis, el pensamiento exhiba una clara tendencia idealista.As, a grandes rasgos, la filosofa antigua puede dividirse en dos grupos.La de tendencia conservadora, con los pitagricos y los eleticos, poruna parte, y la progresista, integrada por los jnicos, Herclito, Dem-crito, los sofistas y otras figuras, sin desconocer por supuesto que haymatices distintivos entre los pensadores que se incluyen dentro de unamisma lnea.

    En esta divisin de la filosofa el problema fundamental que opona alas escuelas mencionadas era el de la justicia. Segn la respuesta que sedaba a esta cuestin el pensador se hallaba en uno u otro campo. Paralos idealistas, que defendan los privilegios de la minora, la justicia eraun principio eterno, una autoridad trascendente, un yo divino que ha-blaba a travs de maestros inspirados. Para los sofistas, en cambio, em-peados en defender el derecho de los demcratas, la justicia represen-taba un concepto histrico, referente al crecimiento de la sociedad quelo produca y que no reclamaba mayor validez que la que surge de lasancin de la costumbre y la convencin social. Para decirlo en otraspalabras, las instituciones del Estado y el cdigo de justicia que ellasencierran son para un grupo de pensadores parte de la naturaleza eter-na, necesaria, de las cosas. El otro conjunto, los sofistas, sostiene que

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    estas mismas instituciones son convencionales. un acuerdo humano, uncontrato, en suma, vlido en tanto se proclama este acuerdo, sujeto,empero, a cambio si se fracasa en alcanzarlo. El clebre argumentosobre la naturaleza y la convencin domin gran parte del pensamientodel siglo quinto, y en este sentido puede afirmarse -segn el profesorWinspear- que toda la estructura de la Repblica de Platn est desti-nada a refutar la afirmacin del sofista Trasmaco de que la doctrina dela justicia esconde simplemente la defensa del inters de la clase en elpoder.

    Debe advertirse, no obstante, que entre estas dos lneas principales -el idealismo y el materialismo-, a travs de las cuales discurre el pensa-miento griego primitivo, hay diferencias profundas sobre todo en lo quese refiere al aspecto sistemtico dentro del cual ambas pretenden orga-nizarse. No sorprende, en consecuencia, que la filosofa griega de losmovimientos progresivos sea menos articulada y coherente que la desus adversarios. La explicacin yace, en buena medida, en el carcter dela democracia helnica. Esta reposa en el rgimen esclavista, enredadoen el embrionario desarrollo de las fuerzas productivas de la poca yque comparta con sus oponentes la mano de obra servil que, movi-lizaba su precaria industria artesanal. La debilidad intelectual y moral deeste sistema era evidente; las limitaciones de su posicin social impedanoponer a las concepciones idealistas del pitagorismo, por ejemplo, unatica ms universal, fundada slidamente en los derechos inherentes alhombre como tal. Este antagonismo revela una grave crisis en el senode la comunidad griega, provocada particularmente por el escaso desa-rrollo de las fuerzas productivas. Las ideologas tradicionales defiendenel estatismo y consiguen dar una ilusoria coherencia a su pensamientomediante una salida trascendentalista; la filosofa de los grupos demo-crticos no pueden avanzar ms all de ciertas posiciones de com-promiso, pues se ve acorralada por sus propias contradicciones, queestn determinadas en el fondo por la base econmica comn en la cualse asientan ambas concepciones.

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    El choque de estas fuerzas contrapuestas no slo cre la cultura he-lnica sino que tambin le otorg esa energa vital que la ha convertidoen paradigma. Esta creacin no es obra de un milagro como algunos he-lenistas han pretendido creer. Es el resultado de una sntesis a la quecontribuyeron las civilizaciones del Medio Oriente, aporte que los sa-bios griegos convirtieron en un maravilloso instrumento que se aproxi-ma a la medida del hombre integral y sus inmensas posibilidades. En eldesarrollo de la cultura griega -dice Windelband- el liderazgo le corres-pondi a la rama de la estirpe que en toda su historia estuvo en ntimocontacto con Oriente, los jnicos. Este grupo coloc los cimientos de laposterior evolucin helnica y por su actividad comercial estableci elpoder de Grecia. Al comienzo se distinguieron como marineros y pira-tas a la zaga de los fenicios; en los siglos dcimo y noveno lograron unacreciente independencia, y en el sptimo -poca en que se inicia la acu-acin de la moneda con su revolucionaria presencia- ellos dominabanel comercio del mundo entre los tres continentes. Sobre todo el Medi-terrneo, desde el Mar Negro hasta las columnas de Hrcules, se exten-dan las colonias y establecimientos griegos. Tambin Egipto abri sustesoros al emprendedor espritu jnico. A la cabeza de estas ciudadescomerciales, Mileto emergi en el siglo sptimo como el centro mspoderoso y notable del genio helnico. A la vez se convirti en la cunade la ciencia griega. Pues aqu en este lugar se acumulaban los recursosdel mundo; en l comenz a despertar el sentido de la belleza de loviviente y el amor por los ms altos ideales, mientras dominaban en elcontinente europeo costumbres todava rudas.

    As, en tanto la riqueza adquirida mediante el comercio preparaba labase para el libre desarrollo mental de los griegos, esa misma riqueza,por otra parte, impulsaba los cambios de las condiciones polticas y so-ciales que a su turno favorecan el progreso de la vida intelectual.

    Los cambios econmicos y polticos de los siglos sptimo y sexto -elcrecimiento del comercio, el surgir de la clase mercantil, la fundacin deciudades- se intensificaron mediante un avance tcnico que estos cam-bios haban provocado. La fbula de Midas, el rey frigio que converta

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    en oro todo lo que tocaba, se recuerda todava como un relato popular;e igualmente famoso en la antigedad fue Giges de Lidia, que con laayuda de su anillo de oro que lo haca todo invisible, se introdujo en elpalacio real, mat al rey y lleg a ser soberano. Ambos mitos poseen unfundamento histrico. Fueron los mercaderes de Frigia y Lidia quienesexplotaron las minas de oro y plata de Sipylos y Tmolos, los que inven-taron la acuacin de monedas. Giges y Midas fueron prnci-pes-mercaderes que utilizaron su posicin econmica para apoderarsedel poder real. Estos reyes hechos por el dinero resultaron tan diferen-tes de los soberanos del pasado que se distinguieron mediante el nuevonombre de tiranos, aunque la palabra no posee el sentido que se le asig-na hoy.

    El papel de la tirana por lo general fue de transicin entre los grie-gos. Cabe recordar la tendencia progresista de algunos gobernantes, porejemplo, el caso de Pisstrato de Atenas que orden la compilacin delos poemas picos de Homero, hasta entonces conservados por la me-moria de los rapsodas. Al provocar una brecha en el gobierno de la aris-tocracia, la tirana facilit a la clase media la tarea de consolidar susfuerzas para llegar a la etapa final de la revolucin democrtica y liqui-dar a su vez la tirana. Esta fue condenada por los aristcratas debido asu carcter progresista, y los demcratas a su vez, la rechazaron porquese haba tornado reaccionaria. Gobiernos de este tipo se extendieron noobstante, desde el Asia Menor hasta la Grecia europea y crearon nuevoscentros de intensa vida intelectual; fundaron tambin bibliotecas y pres-taron decidido apoyo al arte y a la naciente ciencia helnica. El enrique-cimiento de esa conciencia -expresa Windelband-, este aumento de lamayor cultura de los griegos de los siglos sptimo y sexto, se mostrprimero en el desarrollo de la poesa lrica, en la cual se da el paso de laexpresin del sentimiento religioso y poltico a lo personal e individual.Poco despus, junto a la lrica, apareci la poesa satrica, la que ayuda desarrollar otras facetas de la personalidad humana. Tambin impor-tante y caracterstica del espritu de la poca fue la poesa gnmicaconstituida por reflexiones sentenciosas sobre principios ticos. Esta

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    tendencia moralizante toma cuerpo hacia el final del siglo sptimo ycomienzos del sexto con la presencia de un conjunto de hombres que laantigedad conoce con el nombre de los Siete Sabios, quienes con-densaron en mximas concisas, a veces enigmticas y no pocas vecesprofundas, principios ticos vlidos para la accin y la conducta hu-manas.

    Los conocimientos prcticos de los griegos alcanzaron dimensionesnotables entre la poca de Hesodo -Los trabajos y los das- y el ao600. La inventiva de los jnicos, su trato directo con otros pueblosorientales les proporcionaron provechosas enseanzas que aplicaronrpidamente a su propia evolucin. Egipcios, fenicios y asirios, sin olvi-dar a los sumerios, considerados el origen de la llamada cultura occi-dental, haban acumulado valiosos conocimientos que influyeron activa-mente sobre la mentalidad de los helenos de Asia Menor. "El aumentode conocimientos y el dominio creciente de la naturaleza que cupo a losgriegos en estos siglos -expresa Gomperz- dio origen a una doble seriede efectos. En el terreno religioso, el concepto de universo como teatrode innumerables actos determinados por una voluntad caprichosa y quese desbaratan recprocamente, se vio ms y ms socavado; la voluntadsoberana de un supremo dirigente del destino, lleg a ser en esta esferala expresin del progreso alcanzado en la comprensin de las leyes querigen el curso de la naturaleza... El conocimiento ms exacto y la obser-vacin ms ahondada de los procesos naturales estimul al mismo tiem-po las especulaciones sobre la constitucin de los factores materiales; elmundo de los dioses, de las almas y de los demonios ya no fue el nico

    en atraer la atencin de quien trataba de explicar la naturaleza".4

    Alrededor del ao 600 los griegos de Mileto se haban adueado deestos aportes intelectuales y empezaban a aplicarlos a los ms variadosfines prcticos. Ellos ordenaron, clasificaron y extendieron estas adqui-siciones. Se comprende tambin que surgieran escuelas cientficas y seconstituyera una tradicin que ahond todas esas conquistas y las tras-miti a todo el mundo helnico extendido a travs del Mediterrneo. 4 Th. Gomperz, Pensadores Griegos, Buenos Aires, 1951, tomo I.

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    Sola creerse y es una opinin que todava persiste -apunta Farring-

    ton-5 que los griegos diferan de los dems pueblos de la antigedad porsu aptitud para el pensamiento racional. As el helenista ingls ThomasHeath en su obra Greek Mathematics sostiene que el genio de los hele-nos para las matemticas es un aspecto de su genio para la filosofa,ms all de todo otro pueblo de su poca, el amor del saber mismo y loque constituye un hecho an ms esencial es que se trataba de "una raza

    de pensadores".6 Estos conceptos resultan inaceptables porque insistenen defender la vieja teora del milagro griego, es decir de una serie deconocimientos que surge de modo espontneo de la mente de estos ex-traordinarios sabios. No disminuye en nada a los griegos y sus conquis-tas afirmar que ellos no eran una raza de pensadores, sino una mezclade pueblos y que sus notables progresos cientficos e intelectuales sonuna parte, muy valiosa por cierto, del avance decisivo de la historia delas ideas, las que tomaron forma concreta en esa poca precisamente acausa de los grandes cambios econmicos y tecnolgicos. Las fuerzasde produccin alcanzaron un ritmo acelerado en ese momento histricoy la mentalidad alerta de los griegos supo sacar las conclusiones perti-nentes para transformar la imagen del mundo y la existencia del hombre.

    Los orgenes de la reflexin filosfica se presentan, segn expresa-mos, en Jonia y tienen como antecedentes una intensa acumulacin deconocimientos del tipo ms variado debidamente adaptados y ordena-dos por los milesios. Aqu, por primera vez para los europeos, las men-tes maduras aplicaron su juicio independiente no slo a las cuestionesprcticas sino tambin a las tericas. La idea de la conexin de las cosasya no se form segn los modelos de la mitologa; por el contrario,ahora intervena la reflexin liberada de todo prejuicio. La tarea delfilsofo griego resida en la necesidad de entender el cambio de las co-sas, su origen, su destruccin y su transmutacin. Este proceso delacontecer fue aceptado por el hecho obvio de que no requera ser ex-plicado o reducido a sus causas. Est implcita en esta concepcin, aun

    5 B. Farrington, Greek Science, Londres, 1953 (Hay trad. castellana).6 Ibid, ibid.

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    cuando la palabra no es todava usada, la imagen dialctica del mundocomo un conjunto de tensiones y oposiciones que constituyen un todoen permanente movimiento. Enfrentado con las perpetuas vicisitudes delas cosas individuales, estos primeros filsofos de Jonia expresaron elpensamiento de una vida universal buscando lo permanente a travs delos cambios. En consecuencia, ellos elevaron a la categora de fin de subsqueda el concepto de una materia universal que continuamente de-viene todo lo que se conoce y a la que todo retorna cuando desaparecede nuestra percepcin. La idea de un origen temporal de las cosas exigesin duda que stas emerjan de algo a lo que pueda adjudicarse perma-nencia. La permanencia es entonces la physis, es decir, la naturaleza, unconcepto que es una verdadera creacin de la ciencia jnica; medianteesta palabra resumieron un nuevo conocimiento del mundo. Muy co-mnmente el vocablo significaba la verdadera constitucin de las cosaso carcter de stas, incluyendo la manera de comportarse, aunque tam-bin encerraba el sentido de nacimiento o crecimiento. Segn Aristte-les physis, en el sentido de devenir, es el camino a la actualidad. esto es,el estado o estructura finalmente alcanzado. Physis poda ser tanto elproceso y constitucin o bien una forma desarrollada y los milesios seinteresaban en los dos aspectos. La "nueva imagen del mundo" consistaen el reemplazo de las causas mitolgicas por las naturales, es decir,hacer prevalecer el desarrollo interno en lugar de la compulsin externa.Este proceso queda expresado por el uso general de physis, que es algoesencialmente interno o intrnseco al mundo, el principio de su creci-miento y presente organizacin, identificado en esta temprana etapa consu constituyente material. El supuesto primario no es que l consista deuna sustancia material nica, sino que la diversidad de su orden actualno es eterno; ha evolucionado de algo ms simple a partir de un parti-cular punto en el tiempo.

    Se ha sostenido que la ciencia en sus comienzos trat los mismosproblemas que concernan a la mitologa o que la diferencia entre ambasno resida en su contenido sino en la forma de su interrogacin y en lanaturaleza de su respuesta. El juicio de algunos historiadores de la filo-

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    sofa antigua, como Windelband,7 por ejemplo, segn el cual en losconceptos religiosos residan algunos puntos de partida definidos paralos comienzos de la filosofa, hoy no es compartido por los investigado-res modernos. Aun un estudioso como Burnet, despus de subrayar lainfluencia que ha tenido el orfismo sobre las religiones y filosofas sub-siguientes, declara que "apenas necesita decirse que tales ideas fueronextraas por completo a los hombres ilustrados de las ciudades jnicas.La expresin de que todas las cosas estn llenas de dioses es atribuidaa Tales, y pertenece de alguna manera a este perodo. La tendencia queella indica es lo que nosotros llamaramos pantesta, en el sentido deque el pantesmo ha sido llamado un atesmo corts. Esto es todavams simple en otra forma de la misma expresin, que se atribuye a He-rclito. Este pidi a sus visitantes que se acercaran junto al fuego de suhogar diciendo: aqu tambin hay dioses, esto es, aqu tambin imperael logos, la ley del devenir. Pero el verdadero espritu de la ciencia jni-ca se observa mejor en alguno de los escritos de Hipcrates, que porcierto pertenecen al siglo quinto. En el tratado sobre La enfermedadsagrada leemos: Yo creo que ninguna enfermedad sea ms sagrada oms divina que otras... Pienso que aquellos que primeramente llamaronsagrada a esta enfermedad fueron hombres tales como hay todava en elpresente, magos y purificadores, charlatanes e impostores. Ellos hicie-

    ron uso de lo divino para disfrazar y encubrir su propia incapacidad".8

    La aparicin de los pensadores jnicos con su particular enfoqueconstituye un cambio total de ptica tendiente a formar una nueva con-cepcin del mundo. Inauguran un definido iluminismo de raz dialcticaque desecha toda idea religiosa. Estos filsofos, segn se ha reconocidomodernamente, son, de acuerdo con el ttulo exacto que les otorg laantigedad, fisilogoi, es decir observadores de la naturaleza... Ellosestudian los fenmenos que se presentan a sus ojos y apartan toda inter-vencin sobrenatural o mstica; se empean en dar explicaciones estric-tamente naturales de lo que ven. En este sentido y por su rechazo de

    7 Windelband, History of Ancient Philosophy, N. York, 1956.8 J Burnet, L'Aurore de la Philosophie grecque, Pars, 1919.

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    toda intervencin mgica, realizaron el paso decisivo hacia la ciencia ymarcaron el comienzo, el consciente y sistemtico comienzo por lo me-nos, de un mtodo positivo aplicado a la interpretacin de los hechos dela naturaleza. Farrington, que acepta este juicio, agrega empero que 'losmilesios no fueron simplemente observadores de la naturaleza. Eran ob-servadores de la naturaleza cuyos ojos haban sido aguzados, cuya aten-cin estaba dirigida y cuya seleccin de los fenmenos a observarse ha-ba sido condicionada por la familiaridad con cierto tipo de tcnicas. Lanovedad de sus modos de pensamiento es slo negativamente explicadapor el rechazo de la intervencin mstica o sobrenatural. Lo decisivo essu contenido. Su contenido es extrado de las tcnicas de la poca.

    Entre los griegos -Aristteles en particular-, se consideraba que elverdadero conocimiento tena origen en el ocio de que gozaban los in-dividuos de las clases privilegiadas. Herodoto constituye en este sentidouna excepcin, porque afirma que en Egipto, por ejemplo, el saber geo-mtrico surgi debido a la necesidad de medir la tierra despus de lasinundaciones del Nilo. Este concepto puede extenderse tambin a Gre-cia donde la filosofa y la ciencia fueron una respuesta del intelecto a lasexigencias planteadas por el impetuoso desarrollo de la vida social y po-ltica de la Hlade.

    En cuanto a la existencia de la clase ociosa conviene determinarlacon precisin. Su origen est relacionado con la esclavitud que en Gre-cia alcanz una creciente importancia hasta provocar el estancamientode su vida filosfica y cientfica y el posterior colapso de su cultura. Enefecto, durante el siglo quinto el trabajo servil se apoder de la pro-duccin en general. El esclavo careca de todo incentivo para aumentarel rendimiento de su trabajo, puesto que todos sus productos exce-dentes le eran arrebatados. Por lo dems, mientras la oferta fuese abun-dante se le poda hacer trabajar hasta matarlo, como a menudo ocurra.

    Ese costo de reproduccin -dice Thomson-9 era menor que el del tra-bajador libre. Su fuerza de trabajo era poco calificada, pero barata;resultaba provechosa si bien slo a un bajo nivel de produccin. Por 9 G. Thomson, Los primeros filsofos, Buenos Aires, 1977.

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    otra parte, al ser un hombre agobiado por el trabajo, de vida corta ycarente de estmulos, no estaba en condiciones de adquirir o trasmitirninguna especialidad. De ah que el trabajo servil obstruyese el desarro-llo de la tcnica. Los hombres libres no tenan inters en asociarse conlos esclavos para luchar contra sus opresores comunes; ms bien aspira-ban a comprar sus propios esclavos. La principal fuente de provisin deesclavos era el secuestro y la conquista. As adems de impedir el au-mento de la riqueza, la esclavitud promova su destruccin mediante lasguerras intestinas en las que los griegos esclavizaban a otros griegos.

    A despecho de estas consideraciones -subraya el profesor Thomson-algunos historiadores, ansiosos de presentar este problema a la luz msfavorable, han desdeado el papel que desempe el trabajo servil e in-cluso declaran que la "sociedad griega no era una sociedad esclavista".Para poner a prueba tales afirmaciones basta hojear algunas pginas deHerodoto o Tucdides. El acrecentamiento del comercio y de la indus-tria, segn un economista del siglo pasado, provoc la acumulacin y laconcentracin de la riqueza en unas cuantas manos y con ello el empo-brecimiento de las masas de ciudadanos libres, a los cuales no les que-daba otro recurso que el de elegir entre hacer competencia al trabajo delos esclavos con su propio esfuerzo manual (lo que se considerabadeshonroso, y por aadidura no produca sino escaso provecho) o con-vertirse en mendigos. En vista de las circunstancias, tomaron este lti-mo partido, y como formaban la masa del pueblo, llevaron a la ruinatodo el estado ateniense.

    La historia del desarrollo del pensamiento griego transcurre a lo lar-go de un milenio aproximadamente. El primer perodo, el ms original,y creador, que puede dividirse en dos partes, los jnicos e itlicos y lossistemas del siglo cuarto, se inicia en el siglo sexto de la era antigua ydura hasta la muerte de Aristteles. El segundo se extiende desde lafundacin de Alejandra hasta que Roma completa la conquista del Este.El tercer perodo cubre los tres primeros siglos del Imperio Romano.

    En este primer perodo se inserta Herclito, y en tal etapa constitu-tiva ste advierte el movimiento revolucionario que se produce en su

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    zona de influencia, y as da forma intelectual al proceso que la historia yla prctica de los hombres crearon en ese momento decisivo. No obs-tante su presencia posterior respecto a los jnicos, el efesio resulta elfundador de la filosofa europea por ser el primero en descubrir la dia-lctica objetiva y anticipar la unidad de la physis como centro omni-comprensivo que rene el logos, el fuego y la vida en la armona y lalucha de los contrarios que mantiene, mediante la tensin, la estabilidaddel cosmos.

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    CAPTULO II

    HERCLITO, SU VIDA Y SUS ENSEANZAS

    En este captulo hemos de ocuparnos de Herclito, su vida y su doc-trina. Se trata de una de las figuras ms importantes del primer perodomencionado, y tal vez el filsofo que ha ejercido mayor influencia den-tro de los que pertenecen a la brillante constelacin griega designadacon el nombre convencional de presocrticos.

    La gravitacin de Herclito, presente desde Platn hasta Hegel y deste al materialismo histrico, no slo est dada por su condicin depensador que intenta captar lo real en su fluyente movilidad, segn co-rresponda a un autntico descendiente de la rama jnica, sino particu-larmente por su carcter de fundador de la dialctica -aunque l no usatodava esta palabra-, mrito que le reconocen destacados historiadoresde la filosofa y exegetas de las ms diversas tendencias.

    El filsofo de Efeso radicaliza el enfoque dialctico del pensamientomilesio y dio forma plstica y profundidad a la concepcin del mundobosquejada por los fundadores de la filosofa helnica. Esta concepcin,se ha dicho, primitiva e ingenua, pero en el fondo convincente, es la delos antiguos filsofos naturalistas y aparece expresada claramente porprimera vez en Herclito: todo es y al mismo tiempo no es, pues todofluye, todo se halla sujeto a un proceso constante de transformacin, deincesante movimiento y caducidad.

    La interpretacin del pensamiento de Herclito presenta dificultadesinsalvables. Los fragmentos que se le adjudican, unos 130 reunidos porDiels, han llegado hasta nosotros a travs de diversos autores y dox-grafos, y como sucede con la mayora de los presocrticos, resulta en sucaso casi imposible determinar con exactitud lo que en verdad le perte-nece. La tradicin estoica, escptica y cristiana, por su parte, us y

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    abus de estos fragmentos con el designio de defender y establecer suspropias doctrinas. En lo que va del siglo, eruditos de diversas tenden-cias se han dedicado con pasin a purificar las fuentes heraclteas y hanconseguido excelentes resultados sin que ello signifique que se hayalogrado restablecer la autntica figura del insigne pensador. Por su-puesto en la antigedad clsica Herclito ya fue discutido. La obra quese le adjudicaba, titulada Sobre la naturaleza, no debe haberle sobrevi-vido, como no sea en algn resumen o florilegio de origen dudoso. Ennuestros das el crtico ingls Kirk, que ha publicado un excelente tra-bajo sobre Herclito, cree que el efesio no escribi tal libro, afirmacinque debe tomarse con reservas, y que su enseanza debi haber sidooral y recogida despus por sus discpulos. Digenes Laercio, recopila-dor no siempre veraz, por su parte, pone en boca de Scrates el siguien-te comentario sobre la obra de Herclito, no exento de irona: "Lo quehe comprendido de ella me parece genial; en cuanto al resto, que no heentendido, pienso que sucede lo mismo, aunque necesitara para inter-pretarla un buen nadador de Delos".

    Otro de los problemas que plantea el pensamiento de Herclito es elde su cronologa. La mayor parte de los estudiosos de la filosofa griegaha sostenido siempre la primaca de Herclito sobre Parmnides. Hastase ha afirmado que la doctrina de este ltimo surgi como oposicin ala teora del devenir del efesio.

    Sin embargo, ya entrado este siglo esta opinin se ha visto impug-nada, en primer trmino, por el estudioso alemn Karl Reinhardt, y mstarde por el investigador hngaro Szab. Entre nosotros, Carlos Astra-

    da en su libro La gnesis de la dialctica,10 donde defiende las conclu-siones de Reinhardt, sostiene que debe considerarse "como un hechoque Herclito conoci perfectamente la doctrina de los eleatas y deentre stos no slo la de Jenfanes, al que cita (en el fragmento 40),sino que incluso conoci el poema didctico de Parmnides. Este yHerclito eran, pues, contemporneos: el floruit de ambos es alrededorde 504-501." Estas investigaciones todava no se han abierto camino 10 Carlos Astrada, La gnesis de la dialctica, Buenos Aires, 1968, pg. 36.

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    entre los historiadores apegados a la tradicin, pero es indudable queestn llamadas a modificar la imagen que se tiene de los pensadoresjnicos.

    A pesar de que los restos de lo que se considera su libro no son msque un escaso manojo de fragmentos llegados a travs de fuentes nosiempre dignas de confianza, Herclito tiene hoy filosficamente un in-ters especial. No se trata slo de una figura histrica de dimensionesexcepcionales, colocada en el umbral del pensamiento de Occidente.Herclito revela, por cierto, en lo poco que queda de l, una profundaintuicin de lo real y hasta anticipa con su plstico lenguaje la meto-dologa adecuada para captarlo. Esta dialctica elemental pero incisiva,que no debe confundirse con un caprichoso juego metafrico, constitu-ye sin duda, su aporte ms valioso y es motivo permanente de atracciny enseanza para quien se acerca a este pensador. "El meollo de ladoctrina heracltea -expresa Astrada en la obra citada- es que la oposi-cin, el contraste es la esencia de todas las cosas. Los eleatas reconocenque todo en el mundo es oposicin, pero que los opuestos se excluyenrecprocamente uno a otro. De ah concluyen que este mundo de lasoposiciones es falso, y slo verdadero el ente invariable, eterno. He-rclito va a afirmar tambin que todo en el mundo es oposicin, con-traste, pero que los opuestos en lugar de excluirse entre s, se condicio-nan uno a otro. Esta es la realidad que para todos permanece oculta; lapugna entre los opuestos es unidad y todos los opuestos armonizanunos con otros. Por consiguiente para Herclito el mundo de las oposi-ciones es el nico mundo verdadero. La naturaleza y el mundo estn,segn Herclito, plenos de oposiciones; la pluralidad es una pluralidadde contrastes".

    Las fuentes de informacin sobre Herclito, con todos sus defectosque pueden sealrseles, son de dos clases. Tenemos en primer lugar, alos numerosos autores de distintas pocas que se han ocupado de lpara elogiarlo, para criticarlo, o bien para adaptarlo a sus necesidadesapologticas. Entre ellos debemos citar a Platn, Aristteles, Teofrasto,Plutarco, Sexto Emprico, Clemente de Alejandra, Hiplito y Plotino.

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    En segundo trmino los doxgrafos, compiladores que sin mayor cui-dado consignan las opiniones de los pensadores que les precedieron ylas clasificaron por autor o por materia. En este sentido podemos men-cionar a Digenes Laercio, Simplicio, Aecio, Galeno, Macrobio y otros.

    Precisamente uno de estos doxgrafos, Digenes Laercio, reuni enel siglo tercero de nuestra era, en diez libros, lo que se denomina Vida ydoctrinas de filsofos ilustres. All en el libro noveno, se halla conteni-da la nica biografa de Herclito que conocemos y conviene referirse aella descontando lo que tenga de inexacto o sea producto de la fantasade este autor.

    Segn Digenes, Herclito era hijo de Blison o Bloson o de Hera-conte, para otros. Habra coincidencia en que naci en Efeso y florecien la LXIX olimpada, alrededor del ao 540 de la era antigua, cuandoDaro I era rey de Persia. Perteneca a una familia aristocrtica quedeca descender de Codro, legendario rey de Atenas, jefe de la inmi-gracin jnica y fundador de Efeso. La familia posea ciertos privilegioshereditarios de carcter real, derecho de precedencia en los juegospblicos, uso del manto de prpura y presida las fiestas sagradas deDemeter. Herclito renunci a estas prerrogativas en favor de su her-mano. De joven afirmaba que nada saba, mas llegado a la edad madurapretenda conocerlo todo. No habra seguido las enseanzas de ningnmaestro; todo lo habra aprendido solo. No obstante, en el Lxico deSuidas se expresan dudas en este respecto y se cree que fue oyente deJenfanes y de Hipaso el pitagrico. Por lo dems, es evidente queestudi y medit a los grandes poetas, Homero, Hesodo, Arquloco, ylas doctrinas de los milesios y pitagricos, as como la historiografa deHecateo, puesto que se refiere directamente a ellos.

    El libro de Herclito, en opinin de Digenes, titulado Sobre la na-turaleza, se divida en tres partes, las que trataban sobre el universo, lapoltica y la teologa. Los eruditos se inclinan a rechazar esta triparti-cin. Se cree empero, y para ello, Digenes menciona la autoridad deTeofrasto, que Herclito compuso otros escritos, algunos de los cualesquedaron inconclusos.

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    El efesio deposit su libro en el templo de Artemisa, especie de bi-blioteca de su poca, y parece que a designio lo escribi oscuramente afin de que slo los doctos pudieran comprenderlo, a la vez que evitabael desdn del vulgo. Nietzsche, empero, que ha dedicado algunas bri-llantes pginas al filsofo, dice que nadie ha escrito con mayor claridady luminosidad que l. Agrega que es muy conciso y por esto resultaoscuro para quien lo lee de prisa. Debe agregarse que el mencionadotemplo fue incendiado ms tarde por Erstrato quien se vio impulsado aeste hecho por su deseo de notoriedad.

    El carcter de Herclito no escap a los juicios sumarios. Teofrastohablaba ya de su humor melanclico. Digenes se contenta con llamarloorgulloso y despreciativo. Socin, maestro de Sneca, cree advertir elllanto de Herclito y la risa en Demcrito. Estos anlisis psicolgicosson bastantes superficiales, pues no tienen en cuenta otros rasgos msdefinidos de la personalidad del pensador ni el medio social y poltico enque desarroll su actividad. El filsofo denunci vehementemente la es-tupidez humana y el sonambulismo del hombre corriente. Despreci laabundancia de vanas palabras y neg valor a la retrica y a sus artifi-cios. El se atiene al Logos, que significa a la vez pensamiento y len-guaje; su desdn al criticar las desviaciones de los seres humanos tiendea corregirlos y utiliza para este fin la irona custica; mas la expresin ysu pensamiento obedecen a un riguroso laconismo.

    La aversin a la democracia es otro rasgo acentuado en su carcter.El destierro de su amigo Hermodoro agrav este sentimiento. Sin em-bargo, su aristocratismo no fue determinado por odio de clase. Comba-ti la corrupcin de sus conciudadanos y la supersticin religiosa; de-fendi tambin el mbito de la ley frente al arbitrario dominio de la cos-tumbre y el derecho consuetudinario de los nobles. La poltica por lodems, ejerci sobre l una permanente influencia, bien en forma nega-tiva o positiva; el desgarramiento entre el pensador y el poltico dejatraslucir un conflicto trgico. Herclito vivi en medio de una poca di-lacerada por profundos cambios. Su filosofa expresa esta candente si-tuacin histrica; de ah su actualidad y la fuerza de sus ideas.

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    El libro de Herclito, o el resumen que pasaba como tal, adquiricelebridad en todo el mundo antiguo muy pronto despus de su muerte.Seguidores del efesio, conocidos como los heraclitanos, difundieron sudoctrina y uno de ellos, Scintios, le dio forma potica. Digenes recogela leyenda de que Eurpides requiri de Scrates su opinin sobre suobra, la que ya hemos transcripto.

    El juicio sobre los adeptos del filsofo es tambin adverso.Platn, por ejemplo, en el Teeteto resume sus conclusiones as, por

    medio de Teodoro que dialoga con Scrates: "Respecto de esas doctri-nas heraclteas o, como tu dices, homricas, o aun de ms antiguo ori-gen, los de Efeso, que se tienen por sabios, son tales que discutir conellos es disputar con furiosos. El movimiento que sus libros predican losabsorbe por completo. Detenerse sobre una materia, sobre una cuestin,responder e interrogar a su vez pacficamente, es algo que les resultaimposible, tan poca formalidad tienen. Si les interrogas sacan al mo-mento como de una aljaba, unas cuantas palabras enigmticas que arro-jan al rostro a la manera de flechas y si quieres que te den cuenta de loque acaban de decir, te vers, sobre la marcha atacado con otras pala-bras equvocas. En fin, nunca concluirs nada con ninguno de ellos.Tampoco adelantan ms entre s mismos, pero, sobre todo, tienen cui-dado de no dejar nada fijo en sus discursos, ni en sus pensamientos,persuadidos a mi parecer, de que esta estabilidad es a la que hacen laguerra y la excluyen por todos los medios... Ninguno de ellos es disc-pulo de otro; cada uno se forma a s mismo, desde el momento que elentusiasmo se ha apoderado de l, y se tienen los unos a los otros porignorantes". Sin embargo, es necesario interpretar el pasaje de Platn;sin duda apunta contra la sofstica a travs del heraclitismo y pretendevincular ambas tendencias. En Atenas, Cratilo, primer maestro de Pla-tn, represent y difundi las ideas de Herclito. Sobre el particulardice Aristteles en la Metafsica: "Platn, que desde su juventud fueamigo de Cratilo y se familiariz con las opiniones de Herclito, segnlas cuales todas las cosas son sensibles y por hallarse en movimientoconstante no pueden ser captadas por la ciencia, se mantuvo fiel a esta

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    doctrina. Por otra parte, Scrates, cuyas lecciones llevaban ex-clusivamente sobre la tica y de ningn modo sobre la naturaleza engeneral, haba buscado por tanto en ese dominio lo universal y perma-nente, en primer trmino el pensamiento sobre las definiciones. Platnsigui su enseanza, y fue llevado a pensar que este universal debaexistir en seres distintos de los seres sensibles...".

    A travs de esta biografa fragmentaria hemos visto que el pensa-miento de Herclito se difundi rpidamente. Quiz alcanz hasta Italiatrasmitido por su amigo Hermodoro, quien de acuerdo con una vieja le-yenda, habra contribuido a la redaccin de las leyes de las doce tablas.

    Estas referencias a la vida de Herclito y su vinculacin con la his-toria del pensamiento antiguo son insuficientes si se pretende determi-nar el alcance de su doctrina. A fin de intentar introducirse en ella esindispensable detenerse en sus fragmentos, que no son aforismos, sinopartes de un libro perdido, esforzarse por descubrir el sentido que en-cierran sus enigmticas frmulas cargadas, empero, de pasin humana ydel irresistible deseo de llegar a dominar la realidad del mundo y laexistencia, hasta penetrar en su verdadero contenido. El mundo -hadicho Nietzsche- necesita siempre de la verdad; por eso necesitar eter-namente de Herclito.

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    CAPTULO III

    LA DOCTRINA

    Con el escaso material de los fragmentos salvados del naufragio delos siglos no es fcil reconstruir la doctrina del filsofo de Efeso. Noobstante, alrededor de tan magros elementos se ha acumulado una in-mensa bibliografa, a la que han contribuido eruditos de todos los pa-ses. Desde la poca en que Schleiermacher realiz su traduccin en1807 hasta la fecha, la figura del viejo pensador ha atrado a todos loshistoriadores del pensamiento antiguo. Estos han aguzado su ingeniopara llenar las lagunas que presentan sus enigmticos fragmentos en losque se hace gala de un estilo oracular y sentencioso sin olvidar la be-lleza y la fuerza de sus metforas. Herclito fue sin duda, a juzgar por lopoco que resta de su obra, un soberano artista de su idioma, que seexpres en dialecto jnico, pero esto no es ms que el ropaje con queviste sus potentes ideas, las que han atravesado los tiempos y han sub-yugado la imaginacin y el intelecto de los hombres con su extraordina-rio hechizo.

    Quiz la influencia mayor de Herclito se ha ejercido sobre Hegel,quien aprovech genialmente las sugestiones del ms ilustre de los pre-socrticos para adaptarlas a las exigencias de su mtodo dialctico, conlas profundas proyecciones que ste ha tenido en la filosofa posterior.La deuda ha sido reconocida por el propio creador de la Ciencia de lalgica, quien admite que no hay proposicin de Herclito que no hayamerecido el honor de ser incluida en esta obra.

    El Logos es la pieza central de la filosofa de Herclito. El comienzode su libro, segn el testimonio de Sexto Emprico, es una afirmacinde la verdad y la existencia de ese Logos; l determina el curso de todolo que acontece, como ley del devenir. Este Logos es comn en dos

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    sentidos: 1) porque es universal, y 2) porque es igualmente aprehensi-ble por todos aunque no todos logran entenderlo. Es necesario, enefecto, determinar el sentido de este vocablo que en el idioma griegopresenta una variedad de acepciones, muchas de las cuales pueden

    descubrirse en los fragmentos restantes de Herclito. Guthrie11 registrapara la palabra Logos, segn se la utiliz en el siglo quinto, once signifi-cados distintos. En el pensador de Efeso asume tres principales: di-sertacin, causa y razn y an una cuarta, medida.

    Dice Herclito en el fragmento 1 que: "El Logos -nosotros preferi-mos conservar el trmino griego-, que es eterno, no lo entienden loshombres al escucharlo por primera vez ni despus que lo han odo. Puesaunque todas las cosas acontecen de acuerdo con este logos ellos dan laimpresin de que nada sospechan en tanto que realizan sus propias ex-periencias sobre las palabras y hechos que yo explico cuando prescribocada cosa segn su naturaleza y declaro cmo ella se comporta. Losrestantes hombres, empero, tan escaso conocimiento tienen de lo quehacen en la vigilia as como tampoco recuerdan lo que hacen durante elsueo".

    Es indispensable mencionar junto a ste, otros dos fragmentos quecompletan, en parte, la doctrina herclitea del logos: el 2 y el 50, queexpresan, el primero: "Por tanto es necesario seguir lo comn: no obs-tante, aunque el logos es comn la mayora vive como si poseyese supropia inteligencia", y el segundo: "Despus de haber escuchado no am sino al logos es sabio aceptar que todo es uno", es decir, todo estinterrelacionado.

    Una cuestin previa debe ser aclarada antes de proseguir: Este lo-gos es una expresin personal del filsofo o es el instrumento a travs

    del cual habla alguna misteriosa deidad trascendente? Burnet12 sostieneque: "el logos es ante todo el discurso del mismo Herclito", asevera-cin que se opondra al sentido del fragmento 50 ya mencionado, dondeparece quedar claramente establecido que el filsofo no se refiere a sus

    11 Guthrie, A. History of Greek Philosophy, Cambridge, 1962, I, pgina 421.12 J. Burnet, Early Greek Philosophy, pg. 133.

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    propias manifestaciones sino a una especie de ley universal que expli-cara el acontecer csmico. "Herclito expresa -segn Sexto Emprico-que el logos eterno y comn, mediante cuya participacin nosotros nosconvertimos en seres racionales, es el criterio de verdad". Puede discu-tirse este juicio de Sexto porque conduce a un planteamiento demasiadognoseolgico, pero es indudable que el efesio distingue su discurso y ellogos como ley del devenir. Existe por lo menos la aceptacin tcita deuna objetividad que queda reconocida como existente fuera del hombrey que ste refleja mediante su conciencia. Esto quedara confirmado enel fragmento 50 en cuanto el logos es, en efecto, algo que se escucha, yque a la vez regula todos los acontecimientos y que posee existenciaindependiente de quien emite su expresin verbal.

    El fragmento 2 nos lleva un poco ms lejos en cuanto introduce unaexigencia un tanto extraa para captar en toda su gama de matices elcontenido del logos, la necesidad de seguir lo comn (de xuns en dia-lecto jnico, equivalente al clsico Koins). Es evidente que por "co-mn" Herclito alude a lo universal, a la vigilia activa y lcida que actaen cada uno de los hombres y les permite trascender su objetividad paraformarse una idea clara del funcionamiento del mundo como cosmos, esdecir, como conjunto ordenado de fenmenos. Este mundo en la con-cepcin heracltea no es algo quieto; obedece a tensiones en luchaconstante y que al conservar sus medidas, mantiene dinmicamente suarmona siempre cambiante y de algn modo siempre repetida. Tal vezlos estoicos fueron incluidos por esta doctrina que se aproxima bastantea su designio de "vivir de acuerdo con la naturaleza". Sin embargo, lasemejanza es superficial, ya que en el fondo es resultado de intencionesmuy diferentes. En Herclito el propsito es hallar mediante la abstrac-cin intelectual una ley que d cuenta del devenir y del origen concretodel mundo que en su movimiento debe tener como base la permanenciade alguna materia. En cambio en el estoicismo su apelacin a la natura-leza es de orden tico y religioso.

    Algunos idealistas consideran al logos de Herclito, sin mayor sen-tido, como la razn universal. Los estoicos designaban con este trmino

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    la ley de los mundos fsico y espiritual, dado que stos se fundiran enuna unidad pantesta. Filn, por su parte, desarroll una teora del logoscomo conjunto de las ideas platnicas y tambin como fuerza creadora,que media entre Dios y el mundo creado. Otra interpretacin anloga seencuentra en el plotinismo y entre los gnsticos; ms tarde en los textoscristianos (con matices distintos en Johanes Scotus) aparece una ideasemejante. Para Herclito, sin embargo, el logos significa la ley univer-sal, fundamento del mundo: todo se ejecuta segn el logos, que es eter-no, universal y necesario, de modo que se halla por encima de toda otraconcepcin.

    Hemos observado ya el estilo oracular de Herclito y el carcter aveces un tanto desarticulado y pictrico de los enunciados en que en-vuelve su pensamiento. Hay que insistir, empero, en que sus fragmentosno son aforismos escritos a la manera de Nietzsche, por ejemplo, sinopartes de un libro que tuvo unidad y coherencia internas, aun cuando supuntuacin o el uso de ciertas partculas, segn seala Aristteles en laRetrica, no fuera siempre cmodo para los mismos lectores griegos deotra generacin. Es necesario extraer de ese manojo de pasajes, irreduc-tible a todo ordenamiento, un esquema clarificado, casi un sistema yello es posible si se ubican en un contexto lgico las piezas claves de suconcepcin del mundo. Desalienta, por supuesto, comprobar cuntasdiferentes versiones heraclteas han sido anticipadas en el pasado ycontinuarn sindolo en el futuro. Es este un resultado natural de la ri-queza condensada de las grandiosas ideas de Herclito, de las ca-ractersticas acentuadamente dinmicas de su reflexin.

    Segn Farrington -Ciencia y Poltica en el mundo antiguo (Ayuso,Madrid, 1979)- el sistema de Herclito fue uno de tantos. Sorprendeesta expresin en un crtico de la talla de este innovador en los estudiosde la filosofa griega antigua; quiz sea necesario disculpar su ligereza sies cierto, como afirman algunos eruditos (Read entre ellos), que losingleses, an los ms agudos, consideran que la dialctica es slo unapalabra, a la que en el mejor de los casos se le asigna un significadorecndito. Sin duda por eso pueda decir Farrington que el efesio no dio

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    "ms que uno de los muchos pasos transitados sobre el camino que con-duce a este puerto seguro; por eso todas las escuelas posteriores quequisieron fundarse en el sistema de Herclito renunciaron automtica-mente a recorrer todo el arco de la filosofa natural griega. Este fue eldefecto de los estoicos. Por parte de Epicuro, al contrario, la eleccindel atomismo como base fsica de su sistema fue una prueba de su com-petencia; result la mejor eleccin que poda hacer un hombre queestuviese al corriente de toda la historia del pensamiento griego". Esevidente que toda esta requisitoria es una exageracin del distinguidoerudito. Los mritos de Epicuro son inestimables en muchos aspectos,pero olvidar que Herclito es el descubridor de la dialctica objetiva yque con este aporte abri derroteros inditos a la filosofa es caer en ungrave desconocimiento de lo que se pretende sealar. Epicuro no pasms all de su tiempo; Herclito desbroz un camino que todava no seha terminado de recorrer.

    Algunos sistemas presocrticos -manifiesta Guthrie- parecen el pro-ducto de una sola idea central, al extremo de que es difcil ubicarlos enuna exposicin continua. Semejan crculos de los cuales Herclito decaen el fragmento l03 que el comienzo y el fin son comunes. El problemareside entonces en elegir el mejor punto de partida, el orden ms claropara presentar esas partes inconexas y darles vida. Coincidir con la vi-sin ntima de Herclito ser siempre ilusorio, porque no podemos re-construir jams el mbito social y poltico en el cual se movi, ni sumundo circundante. La filosofa puede salvar su responsabilidad, encambio, en tanto intenta revivir el pensamiento de un creador de prime-ra magnitud; no para restaurarlo sino para ampliar la brecha en el cono-cimiento de la objetividad que nos rodea y realizar los necesarios ajustesa fin de que nuestra subjetividad sea capaz de adaptarse a lo real con-creto y reflejarlo sin apoyarse exclusivamente en la fantasa y la imagi-nacin. Por supuesto, esto no significa negar el apoyo que tales faculta-des puedan brindar, ya que siempre asoma una rica vena potica en estepensador.

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    En el fragmento 1 ya citado, Herclito culpa a los hombres de com-portarse en sus horas de vigilia como si estuvieran dormidos, lo quealude indudablemente a una vigilia intelectual y no simplemente biol-gica. El nexo entre esa exigencia y la necesidad de seguir lo comn, loespecficamente humano, no queda claro. Un pasaje de Plutarco nospuede servir de gua cuando expresa que "Herclito dice que durante lavigilia se comparte un mundo comn, pero que en el sueo cada hom-bre retoma el suyo propio. Es necesario entonces, desde el punto devista psicolgico, seguir un orden de ideas que explique la concepcindel filsofo sobre el sueo y la vigilia y su relacin con los principiospor los cuales se gobierna el mundo. Hasta esa poca los mundos mate-rial y espiritual se hallaban unidos y funcionaban as sin mayor difi-cultad. Ms tarde se han separado claramente y parte de la oscuridadque se atribuye a Herclito surge del hecho de que su especulacin tansutil lo ha tornado incomprensible, en efecto, en una etapa en que lamateria y el espritu, o lo concreto y lo abstracto, empiezan a pensarsepor separado, segn el creciente proceso de abstraccin que se observa,por ejemplo, en los filsofos milesios, Tales, Anaximandro y Anaxme-nes, frente a los cuales el efesio representa en tal sentido un verdaderosalto dialctico.

    Que esta tendencia hacia lo abstracto en el decurso de la filosofagriega se deba a la presencia del pensamiento de Parmnides nos resultafcil de aceptar hoy, despus de las investigaciones de Reinhardt y deSzab, que obligan a corregir la cronologa presocrtica en la parte quecorresponde al pensador de Elea, en cuyo fragmento nmero 6 se creyver siempre, aunque errneamente, una polmica contra Herclito. Seacepta ahora que ambos pensadores fueron contemporneos y que laposibilidad de poder pensar el Ser slo como algo corpreo, si se da enParmnides parece un resabio mstico, de origen pitagrico por lo quedelata el aspecto formal del poema de aqul y no una evolucin queacente slo la parte abstracta o lgica de su especulacin. Herclitoahonda la abstraccin sin cortar amarras con la realidad ni hacer conce-siones al misticismo, ni renuncia tampoco a la imaginacin en lo que

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    tiene de creadora. Est en el camino que adoptar la filosofa y la cien-cia del futuro, las que tratarn de explicar el mundo no como una fic-cin de la fantasa sino como un racionalismo dinmico que refleja unmundo concreto, que parte de las sensaciones que ofrecen los sentidospero que el logo las elabora para dar de los fenmenos una imagen realy coherente. Esta imagen para Herclito no es una ilusin; es una ver-dad abstracta s, pero que debe ajustarse a los hechos merced al poderde sntesis de nuestro intelecto. Un ser ms all de la physis es impensa-ble, en la concepcin heracltea; el logos, como ley del acontecer, tras-ciende al hombre individual y al individuo hundido en el sueo, pero nocrea ninguna trascendencia porque el mundo carece de origen, ha sido,es, y ser eterno -segn el fragmento 30- y no puede explicarse desdefuera de l. Y el logos no es un ser; es el medio que nos permite darcuenta de l a travs del devenir, que es en efecto el ser de la realidadactuante y cambiante frente al ser de la realidad dada como constante.Parmnides en cambio, al negar el movimiento y plasmar un esquemafijo y permanente del ser se enred en diversas contradicciones. En pri-mer trmino, traz un cuadro material del ser debido a su lenguajemetafrico, pero le niega materialidad, lo que no impidi, como afirmaBurnet, que se convirtiera en el "padre de todo materialismo", sobretodo al considerar el desarrollo inmediato de la filosofa griega en lossistemas de Demcrito y Anaxgoras. En efecto, ste con las homeome-ras y el abderita con sus tomos no hacen ms que disolver el ser deParmnides, es decir, introducen el movimiento en aquella esfera fan-tstica "bien redondeada" que el pensador de Elea haba separado de laphysis originaria en flagrante contradiccin con la realidad en continuohacerse y con el curso de acentuada abstraccin que viene experimen-tando la filosofa milesia. Mas es indispensable precisar que este proce-so abstractivo no pretende reemplazar al mundo real sino reflejarlointelectualmente con la mxima exactitud en tanto se modifica.

    El logos, en consecuencia -ley por la cual se ordena el mundo y quepuede ser aprehendida por las mentes humanas-, es universal y todo lopenetra. As cuando Herclito afirma que debemos adherirnos a lo que

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    es comn quiere significar esta fuerza que participa del espritu y la ma-teria y que constituye el orden racional y dinmico. En el lenguaje deHerclito ella ordena o gua todos los procesos, segn el fragmento 64:"El rayo -el fuego es por otra parte, la materializacin del logos- dirigetodas las cosas". La fuerza divina -universal- que confiere el orden ra-cional al cosmos es a la vez una entidad fsica y material, hecho con-gruente dentro del clima general de pensamiento del siglo quinto. Secomprende que participamos en l por medios fsicos que incluyen larespiracin y los conductos que proveen los rganos sensibles. He-rclito no condena a los sentidos como en verdad hace Parmnides.Segn el efesio los sentidos son slo malos testigos para aquellos cuyasalmas carecen de la necesaria intuicin para comprender el mensaje quetrasmiten (fragmento 107). "Las cosas que pueden ser vistas (frag. 55),odas y aprendidas son las que prefiero". Y aun agrega (frag. 101): "Losojos son testigos ms exactos que los odos".

    Los sentidos, pues, son para los seres humanos los canales primariosde comunicacin con el logos externo. Resulta adecuado aqu comple-tar los fragmentos heraclteos con una referencia a su doctrina, registra-da por Sexto Emprico, la que puede aceptarse en general, a pesar de suterminologa escptica. Sexto describe el "logos comn y eterno me-diante cuya participacin nos convertimos en logikoi, esto es, en serescapaces de pensar". Esta sera para el efesio la norma de verdad por lacual lo que aparece a todos es comn, o sea digno de confianza porqueresulta captado por el logos divino y comn; pero lo que ocurre a unosolo no debe ser credo.

    Los sentidos son las vas a travs de las cuales, as como por la res-piracin, atraemos al logos fsicamente. Estos canales son comparadoscon ventanas a travs de las cuales el nous o la mente en nosotros, enlos momentos de vigilia nos comunica con el exterior, y al establecer elcontacto con lo que nos rodea, produce el pensamiento. En el sueo,sin embargo, estos conductos sensibles estn cerrados y as la mente esincapaz de comunicarse con lo externo. Puesto que durante el sueoestamos vivos la separacin no es completa. La respiracin se mantiene

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    como nico medio de contacto con las fuentes exteriores de la vida,"como una raz", segn dice Sexto. En tal caso, todava participamos,en cierta medida, de la actividad csmica, que es, presumiblemente, larazn por la cual "Herclito dice que los durmientes son actores quecooperan con lo que acontece en el mundo". La respiracin, en aparien-cia es suficiente para preservar la vida, pero no la racionalidad, y cuan-do es as aislada la mente pierde el poder de su memoria. El mismoSexto cita en apoyo de su aserto los fragmentos 1 y 2. En el sueo, porcierto, uno se retira a un mundo privado. Nadie comparte nuestrossueos como son compartidas las experiencias de la vigilia. Quien seretira a su mundo propio aniquila el elemento racional y lo separa dellogos verdadero y universal del que debe alimentarse. Los que as pro-ceden son comparados con alguien que posee la intuicin rudimentariade un hombre vulgar, semejante a los durmientes respecto de un hom-bre despierto.

    Si esta interpretacin es exacta, parecera que Herclito tena unaprefiguracin de la verdad que despus debera ser formulada por Pro-tgoras, segn la cual el hombre es la medida de todas las cosas, esdecir, resulta el juez de sus propias sensaciones, no en el sentido de questas son propiedades individuales sino que forman parte de la racionali-dad que el hombre puede desarrollar a partir de la sensibilidad paraconocer el mundo que lo rodea y descubrir sus leyes. Hay un mundocomn de la verdad, pero ste slo es alcanzable si se va ms all de lassensaciones desordenadas y si se extraen conclusiones de ellas mediantela reflexin. Se explica as, en consecuencia, que Herclito y sus segui-dores consideraran que el principio era el fuego. Hablan a este respectocomo si fuera el arj y la physis de las cosas en el sentido de los mile-sios. Teofrasto, por ejemplo, expresa: "Hipaso de Metaponto y He-rclito de Efeso convirtieron el fuego en arj; segn ellos, en el fuego seoriginan las cosas existentes, mediante la condensacin y la rarefaccin,y al fuego vuelven otra vez, en el supuesto de que l es la physis subya-cente". Herclito sostiene (frag. 90) que todo es modificacin del fuego.Aristteles, por su parte (Met. 984 a 7), registra el fuego de Herclito

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    como su primera causa, junto con el agua de Tales, el aire de Anaxme-nes y Digenes de Apolonia y los cuatro elementos primarios de Emp-docles. La primaca del fuego aparece tambin aludida claramente porPlatn en el Cratilo (418 b.c.).

    El logos es representado materialmente por el fuego. Se deduce en-tonces que la razn universal en su mayor pureza es clida y seca, esdecir, supone algo luminoso, vivaz, fogoso. Lo mismo vale para el almaseca, la que ha superado la lobreguez de la humedad. Aunque no unsmbolo abstracto, el fuego es para Herclito la ms elevada forma de lamateria, el vehculo para el alma y la mente, o quiz el alma y la mentemismas. No se la debe imaginar como una llama o resplandor sino comouna especie de vapor invisible, que hace recordar, con ciertas reservasla concepcin del pneuma de Anaxmenes. Fuego es, por tanto, el nom-bre que Herclito da a la exhalacin seca, de la que consiste el alma. Deesta manera la estupidez y la muerte estn relacionadas con el fro y lahumedad. "El alma seca (frag. 118) es la ms sabia y la mejor".

    Todas las cosas se hallan en un cambio cclico continuo, y el almainterviene materialmente en la conversin mutua de los elementos."Para las almas (frag. 36) devenir agua es la muerte, para el agua, em-pero, la muerte es convertirse en tierra. De la tierra surge el agua y delagua el alma." Puesto que cada elemento vive por la muerte del otro, oporque devora al otro, es perfectamente claro que las almas, aunque sunaturaleza propia es clida y seca, participan de la humedad.

    Aparte del logos, y relacionado con ste, habra que aceptar que losfundamentos heraclteos de la interpretacin del mundo estn conteni-dos en tres postulados generales unidos entre s, es decir: 1) La armonaes siempre el producto de los opuestos de modo, que tal armona estsiempre en constante lucha y tensin; 2) todo se halla en continuo movi-miento y cambio; 3) el mundo es fuego viviente y eterno. La considera-cin sobre estos supuestos permitir retornar al logos, como ley del de-venir, con mayor entendimiento y captar las limitaciones que ste impo-ne sobre la lucha constante y el cambio en el universo.

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    La especulacin de Herclito, segn venimos observando a travsde esta exposicin, se relaciona con la escuela milesia en lo que tiene denaturalista y dinmica, as como tambin en el proceso de gradual abs-traccin. Es un enfoque objetivo de un mundo en perpetuo movimiento,vale decir, que la conciencia -palabra inexistente en el vocabulario deHerclito- lo refleja en su contenido concreto y cambiante, en su raigalunidad.

    Es oportuno destacar el nexo entre Anaximandro y el efesio. El pri-mero subraya la injusticia de la separacin a partir de lo peiron, que lascosas deben reparar mediante su regreso al punto de donde partieron.El fragmento de Anaximandro rechaza, pues, la guerra, esencial para eldevenir del mundo. Herclito formula la crtica indirecta de su antecesorsegn una oposicin total. La separacin en el efesio tiene un signo po-sitivo: el fuego originario, expresin material del logos, es una especiede energa primitiva de la que todo surge y se expande de acuerdo conla ley del devenir (el logos) que regula y hace conocer a los mortales,quienes participan de lo comn, algo as como la autoconciencia de losseres en vigilia expectante. Anaximandro parece salir apenas del pensararcaico. Su naturalismo conserva resabios mticos y hasta puede adjudi-crsele la creencia en el eterno retorno que obedecera a la concepcincclica que domina en la especulacin griega. Por eso resulta exageradala idea de J. Brun (Herclite, Pars, 1965) de asignar a Herclito estadoctrina, puesto que la metafsica se halla ausente en l. Kostas Axelos(Herclite et la philosophie, Pars, 1971) repite el mismo error, ya queolvida que la va del logos abre el amplio campo a la dialctica objetivacualesquiera sean los medios de que se vale el efesio para darle a lafilosofa un nuevo fundamento. No podemos juzgar a Herclito en sumomento ni reducirlo a un simple phisilogo que busca solucionesinmediatas. El apunta al proceso general del universo, pues ha advertidoque todo es gobernado por el todo y nada nace ni muere sino que de-viene, y el devenir es el ser multifactico en su unidad, que Parmnidesno logr descubrir y contra el que Platn luch sin descanso para evitarel cambio que amenazaba a todo su sistema.

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    Es la suya, en suma, una visin omnicomprensiva, captada en suplstica y viva estructura, la que crea su propio orden interno. La ex-presin ms brillante de este universo centrado en s mismo est dadapor la doctrina de la armona de los opuestos, con la que Herclito rei-vindica para s su ttulo de creador de la dialctica objetiva, aunque lapalabra no est todava en l.

    Los estudiosos de Herclito, antiguos y actuales, no se ponen deacuerdo sobre lo que ellos llaman vocablos claves en la filosofa delpensador. Por eso creemos necesario insistir, antes de pasar al nuevocaptulo, en el concepto logos, intraducible a los idiomas modernos,pero con carta de ciudadana ya generalizada. Logos -que nada tieneque ver con la extraa Cuenta-y-Razn de Garca Bacca- es algo msque una palabra. Encierra, por lo menos en Herclito, la mdula de sufilosofa. Si se conservara su libro tal vez pudiramos saber que estuvoms cerca de los modernos de lo que deja traslucir su lenguaje lacnicoy deslumbrante en ocasiones o bien concentrado y tenso hasta una pe-numbrosa comprensin que posiblemente la malicia y la envidia convir-ti en oscuridad y hermetismo, como si hubiera mucha prisa en em-parentarlo con los iniciados de los misterios rficos o eleusinos. Si elfrag. 30 es de Herclito, y contra l no se ha levantado ninguna autori-dad digna de crdito, qu queda de la religiosidad y del intento metaf-sico -palabra desconocida hasta para Aristteles- del pensador de Efe-so? Si el fuego y su igual, la guerra, es la materializacin del logos, y elorigen de todo lo visible y lo invisible, cmo puede aceptarse la con-flagracin apocalptica y el castigo gneo que alcanzar a los culpables,tal cual ocurre en la Divina Comedia? Est claro que no ha de haberdelitos teolgicos en un mundo que es causa sui, poblado por hombresque en todo caso pueden ser idiotas -no pecadores- por no saber seguirlo comn o el logos, que es, o debera ser, la facultad receptiva de quie-nes permanecen en lcida vigilia para conocer la realidad que los rodeay los constituye. Los sentidos para Herclito, como para Hegel lo sensi-ble o el esto, forman la base del conocimiento que el logos y la Vernunftordenan y elaboran hasta llegar al saber absoluto, es decir, el saber

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    capaz de colocar al hombre cabalmente en el mundo. Pero este mundono funciona en el vaco como quera Parmnides ni regresa atemorizadoa un originario peiron, trampa que abre las puertas de la muerte, segnsucede en Anaximandro, ya que hace al ser humano dueo de s y de sudestino -que no es trgico, como suponen los defensores de la culturaque se incrust subrepticiamente en los valores eternos del platonismo-sino que enfrenta al devenir con el optimismo consciente de un cosmosque se orienta hacia la libertad y la belleza. Agreguemos, al pasar, quepor belleza los griegos, segn Heidegger, entendan limitacin; lo belloera tensin y lucha. Hoy el arte es goce. As, para el citado filsofo talactividad se ha convertido en un problema de repostera.

    La odisea del logos no aparece descrita, pero s sugerida sutilmente,en los escasos fragmentos y las noticias doxogrficas desfiguradas quenos han llegado bajo el nombre de Herclito, apodado el Oscuro, ep-teto que se presenta siempre cargado de animadversin y aun de rencor.Un intento ms completo en ese sentido -inaceptable sin duda para losespecialistas de la filosofa antigua y sobre todo para los fillogos- noslo ofrece la Fenomenologa del Espritu, en la cual Hegel, el modernoHerclito, traza el itinerario de la conciencia sensible -el logos inicial-hasta la autoconciencia que se confunde con el saber absoluto que elhombre adquiere despus de su experiencia sobre s y la realidad ac-tuante, es decir, el logos total que actualiza el fuego, el devenir, el dios(lo eterno) y lo uno, que quiere y no quiere ser llamado con el nombrede Zeus (frag. 34), que en el original dice, en genitivo, zens, esto es,de la vida o de la existencia, si el viejo pensador no se excede en suhumor. Creemos, a pesar de los eruditos, los entendidos, que el filsofoalemn -y universal- se lanz afanosamente tras la huella del logos. Re-gres con la solucin pormenorizada, que en sntesis alcanz su ilustreantecesor, segn el testimonio de los fragmentos 1 y 2, que para Aris-tteles constituan el comienzo del libro, el cual quiz pereci en elincendio del templo de Artemisa, al que Erstrato, un piromanaco,prendi fuego en el ao 356.

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    Una aproximacin de este tipo corre el riesgo de ser rechazada, por-que puede aducirse que se trata de comparar doctrinas separadas poruna distancia de 25 siglos y unidas por un hilo casi inexistente, no obs-tante la reflexin heracltea sobre lo visible y lo invisible, y aunque enfilosofa no cuenta el tiempo ni las pruebas concretas, sino las razonesinmanentes que surgen de las doctrinas de estos autores. Heidegger, unbuen testigo, se pregunt qu pasa con Marx y su filosofa. Nosotros,con menos reservas, nos atrevemos a preguntar, qu pasa con Hegelrespecto de Herclito? Quisiramos dejar aqu sugerida la cuestinsobre el logos y la autoconciencia. Pero antes hemos de referirnos a unproblema planteado por Teilhard de Chardin, quien a raz del frag. 75:"Los que duermen son artfices y colaboradores de los acontecimientosdel mundo", ha expresado, entre otras cosas, segn J. Brun (Hraclite,pg. 56) que "vea en la bomba atmica, a pesar de los muertos de Hi-roshima, un progreso admirable en la hominizacin y en la marcha haciael punto Omega". Nosotros no hemos ido tan lejos: slo pretendemosevocar un paralelo entre el logos heraclteo y el concepto hegeliano desaber absoluto, entre los cuales habra cierta semejanza. Pensamos quehay un salto de hominizacin, en efecto, de uno a otro extremo, sin queello involucre una radiacin fatal. No sabemos, por supuesto, lo quehubiera dicho el piadoso sacerdote y antroplogo si la bomba no hu-biera sido experimentada in anima vili...

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    CAPTULO IV

    LA ARMONA DE LOS OPUESTOS

    Segn toda presuncin la palabra armona proviene del pitagorismo,de donde pudo tomarla Herclito. Sin embargo, el empleo que hace elfilsofo del vocablo es muy distinto del que se expresa en la escuela pi-tagrica, puesto que l no apunta a la conciliacin de los opuestos sinoa su mantenimiento como eterna lucha que representa la suprema justi-cia.

    La doctrina de la armona de los opuestos puede dividirse en trespartes, a saber: Todo se compone de opuestos y por tanto est sujeto ala tensin interna; los opuestos son idnticos, y como consecuencia delo primero la guerra es la fuerza directriz y creadora. Aqu guerra habraque acercarla a la potencia de lo negativo de que habla Hegel.

    Herclito, que ha afirmado en el fragmento 50: "Despus de haberescuchado no a m sino al logos es sabio aceptar que todo es uno",agrega en el 51: "Ellos no entienden cmo lo que difiere est de acuer-do consigo mismo; la armona consiste en tensiones opuestas, similaresa la del arco y la lira". Al referirse al principio de identidad concreta,destaca el lgico Athanase Joja su vinculacin con este fragmento hera-clteo y dice: "Es el reflejo lgico de la ley objetiva sealada ya porHerclito: lo uno que se diferencia de s mismo, de lo cual un poetaalemn dijo que era "palabra divina". En todo caso se trata de una pro-posicin de importancia infinita, pues revela el motor del proceso cs-mico y de cualquier proceso particular: "lo uno que se diferencia, sedesprende de s, concuerda consigo, es decir, todo uno es una multi-

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    plicidad, un sujeto que se despliega, una potencialidad que se realiza, se

    actualiza en razn de la contradiccin interna".13

    Agrega Joja que el fragmento 51 es el ms importante de Herclitoporque nos descubre el motor del proceso csmico sobre la base de lacontradiccin interna, esto es, el trnsito de lo abstracto a lo concreto,donde reside la unidad y la diferencia. En todas partes existen fuerzasque tiran en ambos sentidos a la vez. La armona aparente, la quietud ola paz es en la constitucin real de las cosas un estado de equilibrio pre-cario entre estas fuerzas. Observamos un arco encordado que descansasobre el suelo o se afirma en la pared. Ningn movimiento es visible,semeja un objeto esttico, en descanso absoluto; pero en verdad, unacontinua oposicin tiene lugar en l, que se har patente si la cuerda noes bastante fuerte. El arco inmediatamente recuperar su estado y de-mostrar que la tensin lo mantena curvado. La armona era dinmica,provocada por movimientos autorregulados y contrarios que se neutra-lizan mediante el equilibrio. Otro tanto sucede con la lira y sus cuerdas.El funcionamiento de ambos, su ntima naturaleza como arco o liradepende de este equilibrio de fuerzas. Para Herclito el arco y la lirasimbolizan el cosmos, el cual sin esa constante lucha se desintegrara yperecera. Por eso el filsofo puede muy bien decir en el fragmento 54:"La armona invisible es superior a la visible", esto es, slo se captamediante el logos. En lo que respecta a la relacin observable el arcopodra ser curvado y la cuerda adaptarse simplemente a l, aunque eneste caso no se explicara el requisito esencial que Herclito exige paraque se d la armona, es decir, habra desaparecido la lucha de losopuestos en inseparable tensin. El vnculo invisible entre ellos es el ele-mento contradictorio, de oposicin dinmica. De as que se afirme en elfragmento 123: "La naturaleza gusta ocultarse".

    Existe la tendencia a interpretar las aseveraciones de Herclito comouna descripcin de cambios alternantes, que se dara ya en un sentido yaen otro. No sorprende, en efecto, que se lo presente como creyendoque el cosmos habra surgido de un estado inicial diferente, el caos 13 La Lgica dialctica y la ciencia, Buenos Aires, 1969, pg. 100.

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    primitivo, del que hablan los viejos cosmgonos. El lenguaje del filso-fo es casi siempre metafrico y la claridad se halla limitada por la caren-cia de una lgica explcita. Su pensamiento resulta tan difcil y desusadopara la antigedad posterior y su enunciado tan ambiguo que no debeextraar que sus intrpretes fuesen incapaces de entenderlo. Platn,empero, parece haberlo captado con exactitud y al respecto tenemos unpasaje de Plutarco en que ste parafrasea a Herclito, donde en con-traste con testimonios contemporneos revela la verdadera concepcindel pensador de Efeso. Plutarco trata de aclarar la oposicin platnicaentre la permanencia del ser y el incesante fluir del devenir, segn locomprobamos en el fragmento 91: "No se puede descender dos vecesen el mismo ro, dice Herclito, ni tocar dos veces en idntico estadouna misma sustancia perecedera porque debido a la turbulencia y rapi-dez de su transformacin ella se dispersa y se rene de nuevo, o mejor,ni de nuevo ni despus sino que se combina y se separa, se acerca y sealeja simultneamente".

    De acuerdo con la concepcin del filsofo hay una sustancia, unamateria que se est transformando constantemente. As el cambio, co-mo devenir, se da en el ser, el que no conserva ninguna de las caracte-rsticas que pretenda privilegiar Parmnides. Hay algo constante que esla permanencia misma de ese cambio. "Las cosas, dice Thomson, sonmuchas en el sentido de que cada una es lo que es y no otra, pero estaidentidad de una cosa consigo misma es transitoria y relativa, porquetodo est siempre en proceso de transformarse en su opuesto. Lo nicoque es permanente y absoluto, y por ello eterno -inmortal, e impere-cedero, o divino, como lo ilimitado de Anaximandro- es el conflicto delos opuestos, o ms bien la ley que lo fundamenta, la ley del cambio

    perpetuo."14

    En cuanto a la identidad de los opuestos significa en Herclito no laigualdad niveladora de las cosas sino su dependencia mutua, esto es, lademostracin de la armoniosa mezcla de los opuestos en el proceso deldevenir. Hesodo en la Teogona llamaba al da hijo de la noche. He- 14 Thomson, Los primeros filsofos, Buenos Aires, 1977.

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    rclito lo censur por esto en el fragmento 57: "Maestro de la mayoraes Hesodo a quien se considera sabio en todo, a l, que no conoca elda y la noche. Pues ambos son uno". Tambin Porfirio le atribuye(fragmento 102) el juicio de que "para la divinidad todo es bueno, belloy justo; los hombres, en cambio, consideran unas cosas justas y otras in-justas". Estos ejemplos de identidad son paradjicos? puesto que aun-que se los aclare debidamente dejan dudas sobre su ntimo alcance. Elaspecto metafrico parece privar sobre el contenido. Para llevar al con-vencimiento de su verdad, Herclito ofrece ilustraciones repetidas en lasque la identidad de lo que se contrasta resultara aceptable desde elpunto de vista plstico e intelectual. As arriba y abajo son opuestos sibien en el fragmento 60 expresa: "El camino hacia arriba y el caminohacia abajo es uno y el mismo". Por supuesto el filsofo no quiere decirque recorrer un camino en cierto sentido es igual que hacerlo in-versamente. Sin embargo, es obvio que el substrato material, cuya per-manencia es innegable, no puede variar. El camino es una realidad con-creta sobre el cual pueden realizarse una cantidad de marchas y contra-marchas que no podemos tomar por separado sino como partes de untodo. Un segundo ejemplo de este tipo es el fragmento 59: "El recorri-do del batn, recto y curvo, es uno y el mismo". La rosca del tornillo semueve en espiral, pero acompaa en su direccin al movimiento deavance de aqul. Son dos formas complementarias que configuran unaestructura armnica que sus propias tensiones ayudan a mantener.