lermontov mijail baile de mascaras

131
BAILE DE MÁSCARAS MIJAIL LERMONTOV Ediciones elaleph.com

Upload: oswaldo-restrepo-manotas

Post on 02-Jan-2016

63 views

Category:

Documents


12 download

TRANSCRIPT

  • B A I L E D E M S C A R A S

    M I J A I L L E R M O N T O V

    Ediciones elaleph.com

    Diego Ruiz

  • Editado porelaleph.com

    2000 Copyright www.elaleph.comTodos los Derechos Reservados

  • B A I L E D E M S C A R A S

    3

    MIGUEL YUREVCH LERMONTOV(1814-1841)

    Aos fecundos e inmortales debi vivir Rusiacuando simultneamente escriban geniales poetas comoGogol, Pushkin, Lermontov, crticos como Belinski yapuntaba el genial adolescente Fedor Dostoievski.

    La gratitud, sentimiento poco comn entre loshombres, fue una de las cualidades preciosas de MiguelLermontov. Los que vemos con qu facilidad losescritores saquean o desmedran a sus colegas sin tener lagratitud de dar a conocer las fuentes inspiradoras, nosadmiramos de la valiente gratitud de Lermontov,discpulo y continuador de Pushkin, que supo casijugarse la vida por defender su bandera civil y potica.

    Talento fecundo y precoz, Lermontov no podaadquirir un volumen independiente mientras Pushkincomo un astro absorba la fama y el odio de sus

  • M I J A I L L E R M O N T O V

    4

    contemporneos. Cuando el autor de Boris Godunovcae herido en el trgico duelo-asesinato, Lermontov salea defender la gloria del poeta y acusar a los asesinos.

    En copias manuscritas reparte una elega que fuepublicada en Rusia mucho ms tarde, pero que setransmite en seguida de mano en mano. Llega hasta elconde Benkendorf, virtual jefe de polica del zar, que lacalifica de incitacin a la revuelta.

    En una de sus estrofas dice:

    Vosotros, orgullosos descendientesDe antepasados conocidos por su cobarda.Vosotros, cuyo servil taln ha hollado los restosde familias maltratadas por el capricho de la fortuna.Vosotros, que en vida turba rodeis al trono,Verdugos de la Libertad, del genio y de la gloria,Amparados a la sombra de la ley!Vuestra turbia sangre no alcanzar siquieraA lavar la justa sangre del poeta.

    Con estos versos retadores que le cuestan elconfinamiento y que decidieron tal vez su trgicodestino, entra el poeta en el corazn de Rusia como elheredero inmediato de Alejandro Pushkin.

  • B A I L E D E M S C A R A S

    5

    ELEMENTOS DE SU BIOGRAFA

    De brevedad inverosmil, los veintisiete aos de suvida comienzan de esta manera.

    Su madre: Mara Mijailovna Arsniev, pertenecientea una opulenta familia aristocrtica, se casa con el militarretirado de escasos bienes Yuri Petrovich Lermontov, apesar de la oposicin de su madre. Al poco tiempo naceen la ciudad de Mosc, el 2 de octubre de 1814, MijailYurevich Lermontov. El nio pierde la madre a los tresaos de edad y como el padre no gozara de la buenavoluntad de la abuela, que ama apasionadamente alnieto, queda ste bajo su influencia y educacin.

    Desde nio crece en la residencia de su abuela, cercade la aldea de Tarjan. Asiste a los continuos rocesenemistosos entre su padre y su abuela, que dividen sucario y atormentan su niez, reflejada ms tarde en suobra literaria.

    Preparado por preceptores ingleses y franceses, quele dieron mltiple instruccin, ingresa en el ao 1828 alos estudios regulares. Pero sus conocimientos sonsuperiores a los de sus profesores, y despus de dosaos de choques continuos, en que manifiesta sutemprana y brillante erudicin, abandona los estudios.Intenta trasladarse a la Universidad de San Petersburgo,

  • M I J A I L L E R M O N T O V

    6

    pero no obtiene xito y decide elegir la carrera militar,ingresando en 1832 a la escuela de los Caballeros de laGuardia. Igual que Pushkin, comienza a escribir versosdesde muy temprano. Pronto es autor de El prisionero delCucaso, Los Corsarios y otras obras que reflejan la vida ylas pasiones de los hombres del Cucaso, ambiente queconoci durante su infancia. Ya desde sus primerosestudios el poeta adolescente demostr tener un gransentido moral de la vida, de la sinceridad de loshombres, y reaccion siempre con gran sensibilidad antela hipocresa y la bajeza de sus compaeros.

    Los choques con sus maestros afinaron yfortalecieron la conciencia de su talento. Muy tempranoescribe poemas, dramas, encendidas protestas en contrade la esclavitud, llamados a la accin, motivos sobre eldolor castrador de la soledad, temas que ocupan elprimer perodo de su creacin y preocupan su corazn ysu mente.

    El talento del lrico ingls, romntico y rebelde, queentusiasma a todos los poetas de su tiempo, encuentraen Lermontov, como encontr en Pushkin, a uno de susms fieles admiradores. El credo revolucionario deByron atrae a la juventud liberal revolucionaria de supoca; pero Lermontov, tanto como Pushkin, dueosde una personalidad muy propia, no aparecen en las

  • B A I L E D E M S C A R A S

    7

    letras como simples imitadores del romntico ingls.Conociendo la diferencia que lo separaba de Byron,Miguel Yurevich afirma en un poema, al que pertenecenestas estrofas:

    No, yo no soy Byron, yo soy otroElegido tambin por fuerzas desconocidas,Y, como l un vagabundo perseguido por el mundo,Pero con el alma rusa...

    El joven corneta del regimiento de Hsares de laGuardia adquiere fama como poeta recin en el ao1837, con sus poemas acusadores de la sociedad en queviva, y penetrados de desprecio por la ruindad que locircunda. Su poema dedicado a Pushkin, La muerte delpoeta, termin por inquietar a la corte del zar ydecidieron que su sospechoso autor deba ser confinadoa un regimiento de castigo del Cucaso.

    All se pone en contacto con los revolucionariosliberales confinados despus del fracaso de la revolucindecembrista de 1825 y traba amistad con A. Odoievski.Ese ao de permanencia en el Cucaso es fecundo ytiene una importancia decisiva en su obra. Lasvinculaciones de su abuela con figuras de la Corte lepermiten, despus de varios pedidos, volver a San

  • M I J A I L L E R M O N T O V

    8

    Petersburgo, en cuya sociedad vuelve a hallarse adisgusto, pues cada vez es mayor el odio que le inspiranlos crculos del zar.

    Anatematiza en sus poemas a esa multitudinteresada que rodea al trono, deseando con cada versoromper la alegra frvola que lo rodea y arrojarle a losojos, valientemente, "poemas de hierro templados deamarguras y de odio.

    En los aos treinta y nueve y cuarenta escribe suclebre triloga novelada, El hroe de nuestro tiempo.

    En 1840, tres aos despus que Pushkin fueraretado a duelo por un contrarrevolucionario francsrefugiado en Rusia, Lermontov es retado tambin aduelo por el hijo del embajador francs, acusado dedivulgar calumnias sobre su persona. Durante el duelo,Lermontov tira al aire y su contrincante no pega en elblanco. Aunque el entredicho pareci concluirfelizmente, las consecuencias fueron harto penosas parael poeta. Despus de analizar el duelo, un tribunalmilitar decide condenar a Lermontov a un regimiento decastigo. La intervencin de su abuela nuevamente haceque el confinamiento no sea tan riguroso, pero, contodo, es trasladado a un regimiento del Cucaso.

    All vuelve a encontrarse con los revolucionarios desu tiempo y conoce personalmente al que sera entonces

  • B A I L E D E M S C A R A S

    9

    el primer crtico de Rusia. El encuentro de Belinski conel poeta fue inolvidable para ambos. En una carta queescribi despus de esta visita, Belinski dice:

    Hace poco estuve en la reclusin de Lermontov ypor primera vez hablamos de corazn a corazn. Quprofundo y poderoso espritu tiene! Con qu justezatrata los problemas vinculados al arte y qu gusto puro yprofundo tiene... !

    Durante su permanencia en el Cucaso, Lermontovse ve obligado a participar en los choques de las tropaszaristas en contra de los pueblos montaeses oprimidos.Pero su conducta es rebelde y le gana el odio del zarNicols I, que trata de deshacerse del poeta, ordenandoque lo ubiquen en la primera lnea del frente. Rodeadode intrigas y de persecusiones que van cercando su vida,termina por ser ofendido y burlado por uno de suscompaeros que lo reta a duelo y lo mata el 15 de juliode 1841.

    OBRA DEL POETA

    La Revolucin Francesa, saludada jubilosamente porsu pluma en varios poemas, como tambin elmovimiento revolucionario de julio de 1830, noalcanzan a reponerlo de la desesperacin motivada por

  • M I J A I L L E R M O N T O V

    10

    la derrota de los decembristas de 1825. La generacin delos liberales revolucionarios no ve la posibilidad de unanueva ofensiva en contra de la Rusia de la servidumbrefeudal. Un clima de depresin y de calumnia asfixiantelo rodea y le inspira aquellos versos inolvidables:

    Adis, Rusia,Pas de esclavos, pas de seores.Y adis a ustedes, uniformes celestes,Y a vosotros, pueblo obediente.Tal vez, tras la cordillera del CucasoMe librar de vuestros pajes,De vuestros ojos vigilantesY de vuestras orejas siempre alertas.

    Su odio no puede transformarse en accin y por ellosufre. Vive en aos cuando la reaccin impone otroscaminos de lucha

    y la historia exige un largo perodo preliminar paracrear las fuerzas de una nueva etapa de lucha.Lermontov comprende con claridad su situacin trgicay exclama:

    Y como el delincuente ante la condena,Miro el futuro con temor,

  • B A I L E D E M S C A R A S

    11

    Miro el pasado con angustia,Busco a mi alrededor un alma hermana.

    Destinado histricamente a actuar en un perodoque no le permita la solucin de los conflictos sociales,penetrado de esa imposibilidad, a menudo sepreguntaba si el futuro comprendera el horror de laexistencia de su generacin que en los momentos demayor jbilo no poda olvidar la angustia de su tiempo.Su generacin es, como deca Lunatcharski, el ecosincero y profundo de la insurreccin de losdecembristas.

    La obra mltiple de Lermontov ha dejado para laliteratura rusa poemas, dramas y novelas, de las cualesEl hroe de nuestro tiempo es tal vez su obra fundamental.La novela consta de tres partes y su personaje principales Pechorin.

    Escrita casi al mismo tiempo que la novela en versode Pushkin Eugenio Onguin, su personaje central tieneciertas caractersticas comunes que lo unen sin que elpersonaje de Lermontov sea de ninguna manera laimitacin del hroe pushkiniano. Pechorin es el jovenrepresentante de la sociedad dirigente, con lascaractersticas y enfermedades sociales y psicolgicas desu tiempo. Simboliza la culta juventud de la nobleza con

  • M I J A I L L E R M O N T O V

    12

    todas sus contradicciones. Lermontov presenta alpersonaje con este retrato: tena una pequea manoaristocrtica, una alta y noble frente despejada, cabelloclaro y cejas y bigotes oscuros". Adems describe suvestuario, presentando su resplandeciente y blanca ropa,su elegante chaqueta de terciopelo. Cuando describe supsicologa lo hace con brevedad, sealando que sus ojossonrean burlonamente, mientras l no sonrea, pues sumirada penetrante y pesada pareca atrevida si no fuerapor su aspecto general tan indiferente. Su figura es decomplexin recia y de cintura fina, capaz de sufrir loscambios de clima y una vida de trajn. Por otra parte,sufra del sistema nervioso y segn expresin del propioLermontov tiene similitud con algunos personajes deBalzac. Su fortaleza le permite permanecer largas horasde caza, le sobra coraje para enfrentar un jabal, y almismo tiempo es de los que se resfran a la menorcorriente de aire o palidecen cuando golpean las puertasy ventanas.

    Lermontov pone en boca de su personaje estaspalabras: En m viven dos personas al mismo tiempo.Una acta y otra la juzga... Toda mi vida -reconoce elpropio Pechorin- fue un eslabonamiento decontradicciones lamentables entre el corazn y larazn.

  • B A I L E D E M S C A R A S

    13

    La dualidad de la enfermedad espiritual que aqueja alpersonaje se manifiesta en su actitud frente a la vida.Pechorin es un desencantado con apariencias deindiferente. El pesimismo de Pechorin tiene un sentidoprofundamente escptico. Pechorin dice de s mismoque su alma est arruinada por la sociedad; laimaginacin siempre inquieta, el corazn insatisfecho;todo es poco, me acostumbr a la tristeza con la mismafacilidad que al goce y mi vida se torna cada vez msvaca. Y ms adelante agrega: mi juventud descoloridatranscurri en lucha con la sociedad y los mejoressentimientos deb guardarlos en la profundidad de micorazn temiendo la burla. Y all ocultos murieron... Alconocer bien la sociedad y sus resortes me hice hbil enel manejo de esta ciencia de la vida... Y entonces en mipecho naci la desesperacin fra, impotente, cubiertade amabilidades y sonrisas bondadosas. Yo me hevuelto moralmente un invlido; la mitad de mi alma dejde existir secndose, evaporndose, y muerta yo laarranqu para arrojarla y me qued con la otra partedispuesta a vivir al servicio de cada uno, y nadie sabasiquiera de su existencia. Este estudio psicolgico esacusador. Es la sociedad cruel de la tercera dcada delsiglo XIX que en Rusia deformaba y mutilaba lasmejores energas de la intelectualidad joven. El camino

  • M I J A I L L E R M O N T O V

    14

    penoso de los Pechorin fue abriendo la ruta para lasnuevas fuerzas que ms tarde actuaran en Rusia. Deaqu que, en efecto, la imagen de Pechorin fuera laimagen del hroe de la sociedad dominante de su pas.

    La composicin de esta novela, las imgenes y elidioma son brillantes, teniendo en cuenta especialmenteque, hasta Lermontov, Pushkin apenas haba abordadoel relato o la novela corta y casi no existan traduccionesal ruso de las primeras novelas francesas. Gogolconsideraba que nadie haba escrito en Rusia con unaprosa tan perfecta y perfumada como Lermontov.

    Sus obras de teatro El baile de mscaras, Los espaoles,El hombre raro, Los dos hermanos, lo han consagrado en laliteratura rusa como dramaturgo de primera agua. Elcamino abierto en el teatro mundial por el insuperadogenio dramtico de Shakespeare encontr en el espritude Pushkin y Lermontov a sus continuadores msrespetuosos.

    El baile de mscaras, que por su ttulo podra creerseque slo encierra la conocida intriga de carnaval, es enrealidad el mero marco para desarrollar una tragediaprofunda de sentimientos universales. Adems dereflejar con maestra diferentes tipos de la sociedad,Lermontov aborda un carcter humano aun no reflejado

  • B A I L E D E M S C A R A S

    15

    en literatura. Arbenin, el personaje central, encarna latragedia de los celos.

    Podra decirse que despus de Otelo, el escritor rusono poda aportar ninguna novedad psicolgica a lascaractersticas del celoso marido de Desdmona. Sinembargo, la diferencia entre Otelo y Arbenin es enormecomo la que hay entre el general moro y un hombre dela alta sociedad rusa. Si bien es cierto, en ambos existe elmismo prejuicio sobre la dependencia emocionalabsoluta de la esposa al marido y el sentimiento de loscelos es universal, las condiciones histricas, la situaciny sobre todo las caractersticas raciales y nacionalesimprimen rasgos propios a la tragedia de Lermontov. Adiferencia del general moro, primitivo, inculto ycolrico, Arbenin es escptico, culto, fino y fro.Hombre acostumbrado a vencer los corazonesfemeninos, de postura wildeana como la mayora de lospersonajes de Lermontov, Arbenin ama, sufre, cela ymata a su manera.

    Su calculada aparente frialdad y autodominiodesafiante, esconden un subsuelo volcnico que semanifiesta de otra manera. La elegancia y elindividualismo, sumados a un egosmo implacable,hacen que la figura de Arbenin sea una creacin. Eldilogo antes de la muerte de Nina, que perece

  • M I J A I L L E R M O N T O V

    16

    envenenada por su celoso marido, es de un dramatismoque pasma la sangre. La indeclinable decisin delasesino es fra e inalterable, a pesar de las palabras deinocencia de la vctima. La locura, castigo final que da elautor al personaje por su crimen, continan esaatmsfera de misterio que tiene la enigmtica psicologarusa, sobria, trgica y convulsiva hasta el extremo.

    Es realmente asombroso que el autor haya podidoescribir este drama a los veinticuatro aos de edad,creando personajes cuya comprensin requiere lasabidura de los grandes dolores.

    Otros sentimientos universales aparecen tratados enla obra dramtica de Lermontov. Y si bien es cierto quesu obra El demonio no pertenece exactamente a estegnero, es un poema dramtico de profundo contenidofilosfico, de gran vuelo, al que tal vez no fue ajena lalectura en alemn del Fausto de Goethe.

    Imgenes gigantescas se debaten en la accinbuscando el bien y la belleza.

    El demonio viva para s mismo, aburrindose de smismo, y su egosmo le pesaba fatalmente. La vida sinobjeto, la falta de ideal, la penosa soledad, le hacenexclamar:

  • B A I L E D E M S C A R A S

    17

    Qu amargura angustiosaVivir todo este siglo,Slo para gozar o sufrir...Vivir para uno mismo,Aburrirse de s mismoY en esta eterna luchaNo encontrar la victoria.Compadecer siempre y no desear.Ver, sentir y saberlo todo,Tratar de odiar todo lo que existeY despreciar todo en el mundo.

    Este pesimismo satura toda la obra de Lermontov,pero no es un pesimismo descorazonador, es unpesimismo acusador. Sus personajes estn condenados ala inaccin por las condiciones histricas en que viven ysufren de ello. Tambin revelan las causas quedisminuyen su energa y crean esa postura psicolgicaque ha denominado muy bien Mximo Gorki: .

    El pesimismo de Lermontov es un sentimientoreal: en ese pesimismo vibra claramente el desprecio a lasociedad que lo origina y lo condena; manifiesta una sedde lucha como tambin de angustia y la desesperacin,al tener conciencia de la soledad y la impotencia. Su

  • M I J A I L L E R M O N T O V

    18

    pesimismo est dirigido ntegramente en contra de lasociedad dominante.

    En los poemas lricos de sus primeros aos,Lermontov afirmaba:

    Yo debo actuar todos los das.Yo debo hacer que cada da sea inmortal;Como la sombra de un gran hroe, no puedo

    comprenderQu significa descansar

    Con este espritu, esta energa y voluntad de accin,al poeta le toca vivir la dramtica derrota de losdecembristas y la condena personal del confinamientoriguroso. Todo esto explica la amargura de suspersonajes, condenados a la soledad en un pas deesclavos y seores.

    En su desafo a la Rusia de Nicols I, MijailYurevich usa el tono lrico-social que le confiere elderecho de ser uno de los precursores del lirismocombativo en la poesa rusa. En uno de sus poemas diceque su generacin envejecer por falta de accin; anteel peligro, los jvenes vergonzosamente mezquinos, yante el poder, simples esclavos despreciables.

  • B A I L E D E M S C A R A S

    19

    La nobleza qued reflejada en sus estrofas con suspequeas pasiones e intenciones mseras, clase que nodejar al futuro ni ideas fecundas ni el genio de trabajoscomenzados.

    Este poeta ruso quera salir del crculo que lorodeaba. Lermontov comprendi el papel humano, civily no slo literario del poeta. El lirismo de sus poemas Elprofeta, El poeta y otros, lo demuestra. Al romper con esasociedad caduca, al despreciarla, marcha por elverdadero camino y, como Pushkin, encuentra en elpueblo, en los revolucionarios liberales de vanguardia, asus verdaderos amigos. En la descripcin de ciertospersonajes de Mziri, La cancin sobre el zar Ivn Vasilievitchy otros de su novela El hroe de nuestro tiempo, aparecenhombres del pueblo, montaeses o caucasianos, dotadosde la psicologa opuesta a la de los hroes de la sociedaddominante. Sanos, viriles, audaces, tal vez msprimitivos pero llenos de vitalidad optimista e imbuidosde un amor pagano. Ya no son figuras cansadas yanmicas. Son hombres temperamentales, apasionados yresueltos, sensuales y pintorescos como la maravillosatierra del Cucaso, grandiosa y virgen, leal y voluptuosa.

    Cuando el talento de Lermontov recin suba alcenit, su vida fue quebrada definitivamente, dejandopara la literatura rusa una herencia sugestiva y

  • M I J A I L L E R M O N T O V

    20

    perdurable. Una serie de personajes de Turgueniev y deChejov ahondaron ms tarde los rasgos de los hombresintiles de la sociedad y tienen raz en la psicologa delhroe de su obra.

    Junto con Pushkin y Gogol, Lermontov afirm laorientacin crtica de la literatura de su tiempo,educando al pueblo en el amor y el respeto de losmejores sentimientos, en una prosa o verso de sutilencanto y elegancia.

  • B A I L E D E M S C A R A S

    21

    BAILE DE MASCARAS1834-1835

    DRAMA EN CUATRO ACTOS

    PERSONAJES

    Arbenin, Eugenio Alexaxidrovich. Nina, su esposa.Prncipe Zviezdich. Baronesa Shgral. Kazarin, AfanasioPav1ovich. Shprij, Adam Petrovich. Mscara.Funcionario. Jugadores. Visitas. Lacayos y sirvientes.

  • M I J A I L L E R M O N T O V

    22

    ACTO PRIMERO

    ESCENA PRIMERA

    SALEN PRIMERO: JUGADORES, EL PRNCIPEZVIEZDICH, KAZARIN Y SHPRIJ

    (Sentados alrededor de una mesa y jugando a los naipes,rodeados de curiosos).

    JUGADOR 1 - Ivn Ilich, hago juego.BANQUERO. - Comience noms.JUGADOR 1 - Van cien rublos.BANQUERO. - Aceptado.JUGADOR 2 - Yo contino.JUGADOR 3 - Usted tiene que mejorar su suerte,

    pues no le ha ido muy bien.JUGADOR 5 - Hay que doblar las apuestas.

  • B A I L E D E M S C A R A S

    23

    JUGADOR 3 - De acuerdo.JUGADOR 2 - Juegas toda la banca?... No creo

    que resistas!JUGADOR 4 - Esccheme, querido amigo: el que

    hoy no se inclina no lograr nada.JUGADOR 3 - (En voz baja al 1). Mucho

    cuidado.PRINCIPE ZVIEZDICH. - Banca!JUGADOR 2 - Eh, Prncipe! La ira arruina la

    sangre; juegue sin enfadarse.PRNCIPE. - Deje por esta vez de darme consejos.BANQUERO. - Cubro!PRNCIPE. - Demonios!BANQUERO. - Permtame recoger.JUGADOR 2 - (Burlonamente). Veo que con esa

    pasin est dispuesto a perder todo. Qu valen susgalones?

    PRNCIPE. - Los he logrado con honor y usted nopodr comprrmelos.

    JUGADOR 2 - (Sale murmurando entre dientes).Deba ser ms modesto con esta desgracia y a su edad.

    (El prncipe bebe un vaso de limonada y se sientaaparte, pensativo).

    SHPRIJ. - (Acercndose, comprensivo). No lehace falta dinero, prncipe? Puedo ayudarlo en seguida.

  • M I J A I L L E R M O N T O V

    24

    No es mucho el inters... Estoy dispuesto a esperar cienaos.

    (El prncipe inclina framente la cabeza y no leresponde. Shprij se aleja, disgustado. Salen Arbenin yotros. Arbenin entra, saludando; se acerca a la mesa yhaciendo una seal se aleja con Kazarin).

    ARBENIN. - Qu tal? Ya no juegas, Kazarin, eh?KAZARIN. - Estoy mirando, hermano, cmo

    juegan los dems. Y t, queridsimo, te has casado, eresrico, te has vuelto un gran seor y has olvidado a tuscamaradas!

    ARBENIN. - S, es cierto, hace mucho que nojuego con vosotros.

    KAZARIN. - Siempre ocupado?ARBENIN. - Ms con amores que con asuntos.KAZARIN. - Concurres con tu esposa a los bailes?ARBENIN. - No.KAZARIN. - Juegas?ARBENIN. - No... Me he calmado. Pero veo aqu

    a mucha gente nueva. Quin es ese pituco?KAZARIN. - Shprij, Adam Petrovich... Se lo

    presento en seguida. (Shprij se aproxima y saluda). Aqule recomiendo a este amigo: Arbenin.

    SHPRIJ. - Yo a usted lo conozco.

  • B A I L E D E M S C A R A S

    25

    ARBENIN. - Yo, sin embargo, no recuerdohaberlo encontrado antes, ni haber conversado conusted.

    SHPRIJ. - He odo hablar tanto de usted, que hacemucho que deseaba conocerlo!

    ARBENIN. - De usted no he odo hablar nada, pordesgracia, pero desde luego ya me enterar. (Secamenteresponde al saludo, y Shprij, haciendo una mueca agria,se aleja). No me gusta... He visto muchas caras, perosta es difcil de inventarla. A propsito: la sonrisa mala,los ojos vidriosos. Mirndolo no parece un hombre y,sin embargo, no parece un demonio.

    KAZARIN. - Ay, hermano mo!; qu vale elaspecto exterior? Que sea el mismo demonio... pero esun hombre necesario. Si te hace falta, te dar unprstamo. De qu nacionalidad ser? Es difcilresponder. Habla en todos los idiomas y lo ms seguroes que sea judo. A todos los conoce, est en todaspartes, todo lo recuerda, todo lo sabe, tiene presente atodo nuestro siglo. Fue vencido ms de una vez; perocon los ateos es ateo, con los creyentes, jesuita; entrenosotros, jugador perverso, y entre la gente honrada, elhombre ms honrado. Para ser ms breve, ya lo amars,te lo aseguro.

  • M I J A I L L E R M O N T O V

    26

    ARBENIN. - El retrato es bueno, pero el originales malo. Y aquel alto, con bigotes, y de mejillasrosadas? Seguramente mercader de una tienda de moda;amante preferido, venido de tierras lejanas. Seguramenteun hroe, pero no en los hechos; maestro en el manejode la pistola.

    KAZARIN. - Casi... fue licenciado de su regimientopor un duelo, o quiz porque no asisti a l; tema sermuerto; adems tiene una madre muy severa; cinco aosdespus fue retado a otro duelo y esa vez tuvo quepelear en serio.

    ARBENIN. - Y aquel de pequea estatura?Despeinado y con sonrisa sincera, con una cruz y esatabaquera?

    KAZARIN. - Truschov. Oh! Es un chicoinapreciable. Creo que estuvo de servicio siete aos enGeorgia o fue enviado con algn general; creo tambinque con alguien all se ha peleado y recibi cinco aosde castigo y una cruz colgada al cuello.

    ARBENIN. - Oh! Es usted muy meticuloso enelegir a sus nuevos conocidos.

    JUGADORES. - (Gritando). Kazarin! Afans!Pavlovichl Aqu!

    KAZARIN. - Voy! (Con aparente inters). Voycomo un terrible creyente. Ja, ja, ja, ja!

  • B A I L E D E M S C A R A S

    27

    JUGADOR 1 - Rpido!KAZARIN. - Es que pasa una desgracia?(Los jugadores conversan animadamente, luego se

    calman. Arbenin observa al prncipe Zviezdich y seacerca a l).

    ARBENIN. - Prncipe! Qu hace usted aqu? Meparece que no es la primera vez...

    PRNCIPE. - (Disgustado). Eso mismo quisepreguntarle a usted.

    ARBENIN. - Me voy a anticipar a su pregunta.Hace ya mucho tiempo que los conozco y antes solafrecuentar a menudo esta compaa; miraba con muchainquietud cmo giraba la rueda de la suerte y cmoalgunos salan victoriosos y otros vencidos. Yo no losenvidiaba y tampoco participaba con ellos de esecamino. He visto a muchos jvenes llenos de esperanza;ignorantes y muy dichosos en la ciencia de la vida; dealmas muy ardientes, para quienes el amor era elobjetivo de la vida. Los vi perecer muy pronto ante misojos... Y he aqu que mi destino me trae nuevamente!

    PRNCIPE. - (Tomando sus manos, conmovido).He perdido!

    ARBENIN. - Ya veo. Y qu hacer? Ahogarse?PRNCIPE. - Oh! Estoy desesperado!

  • M I J A I L L E R M O N T O V

    28

    ARBENIN. - Hay slo dos remedios: hacer unjuramento y no jugar jams, o sentarse inmediatamentede nuevo. Pero, para ganar aqu una jugada, usteddeber arrojar todo: la familia, los amigos y el honor;usted deber probar, sentir framente su capacidad y sualma, y por partes entregarla y acostumbrarse a leerclaramente en los rostros apenas conocidos por usted,todos los impulsos y pensamientos, utilizar varios aosen el hbil manejo de las manos y despreciar todo: lasleyes de la gente y las leyes de la naturaleza; de dapensar, de noche jugar, jams estar libre de torturas yque nadie adivine sus tormentos. No estremecersecuando junto a usted est un rival, maestro como usteden el juego; esperar un fin feliz a cada instante y nosonrojarse cuando abiertamente le digan Canalla!.

    (Pausa. El prncipe, angustiado, apenas poneatencin a sus palabras).

    PRNCIPE. - No s qu hacer, ni cmo proceder.ARBENIN. - Qu desea?PRNCIPE. - Tal vez la felicidad...ARBENIN. - Oh, la felicidad no est aqu!PRNCIPE. - Es que yo he perdido todo... Ay,

    deme un consejo!ARBENIN. - Yo no doy consejos.PRNCIPE. - Entonces... me sentar de nuevo...

  • B A I L E D E M S C A R A S

    29

    ARBENIN. - (De pronto, tomndolo del brazo).Espere un poco! Me sentar yo en su lugar. Usted esjoven, yo tambin fui joven y sin experiencia comousted, engredo, y si... (Haciendo una pausa) alguien medetena, entonces... (Mirndolo fijamente y luegocambiando de tono). Deme usted valientemente lamano, desendome buena suerte. De lo dems no sepreocupe, es asunto mo. (Acercndose a la mesa yocupando un lugar). No rechacen a este invlido.Quiero probar tambin ahora mi destino. Veremos siahora la suerte proteger a su antiguo esclavo.

    KAZARIN. - No pudo resistir... Se encendi aquelviejo fuego. (En voz baja) Y ahora no hagas mal papel ydemustrales qu significa enfrentarse con un viejojugador.

    JUGADORES. - Permiso! Los naipes son suyos;usted es el dueo; nosotros somos ahora las visitas.

    JUGADOR 1 - (Al odo de su compaero).Cudate, y muy listos los ojos. No me gusta este Can.Me va a cubrir el As con otro As suyo.

    (El juego comienza. Todos se agrupan alrededor dela mesa; se oyen algunas exclamaciones. Al final de laconversacin varios de los presentes se alejan de la mesacon aspecto sombro. Tomando del brazo a Kazarin,Shprij se adelanta hacia el primer plano del escenario).

  • M I J A I L L E R M O N T O V

    30

    SHPRIJ. - (Con sorna) Se agruparon todos como sicomenzara la tempestad.

    KAZARIN. - Me va a dejar aterrorizado por unmes.

    SHPRIJ. - Se ve que es un maestro.KAZARIN. - Fue.SHPRIJ. - Fue? Y ahora... ?KAZARIN. - Y ahora?... Se cas y es muy rico, se

    ha vuelto hombre de alta posicin; parece un corderito yde verdad es aquel mismo animal... Alguien me dir quese pueden perder las costumbres y vencer la naturaleza.Es un imbcil el que afirma eso. Aunque aparente ser unngel, sigue llevando el demonio en el alma. Y aunquet eres slo un nio, amigo mo (Golpendole elhombro) comparado con l, tambin t ocultas undemonio.

    (Dos jugadores se acercan conversando en voz alta).JUGADOR 1 - Yo te deca.JUGADOR 2 - Qu hacer, hermano! Por lo visto

    han chocado dos potencias. Tal vez es muy astuto. Perono, a todos los ha vencido uno por uno. Hasta davergenza recordarlo...

    KAZARIN. - (Acercndose) Qu tal, seores, esque ya no tienen fuerzas? Eh?

    JUGADOR 1 - Arbenin es un crack.

  • B A I L E D E M S C A R A S

    31

    KAZARIN. - Y? Qu tal, seores?(Reina inquietud entre los jugadores).JUGADOR 3 - De esta manera creo que llegar

    hasta los diez mil!JUGADOR 4 - (En voz baja) No resistir...JUGADOR 5 - Veremos.ARBENIN. - (Ponindose de pie) Basta!(Recoge todas las monedas de oro y se aleja; los

    dems quedan junto a la mesa; tambin Kazarin yShprij. Arbenin toma del brazo al prncipe y en silenciole entrega el dinero. Arbenin est plido).

    PRNCIPE. - Oh! Jams lo olvidar!... Usted meha salvado la vida...

    ARBENIN. - Y su dinero tambin. (Con amargura)Y en verdad es difcil decir qu vale ms.

    PRNCIPE. - Qu gran sacrificio ha hecho porm!

    ARBENIN. - Ninguno. Estoy contento de tener laocasin para inquietar mi sangre y nuevamente encendercon ardor mi mente y mi pecho. Me he sentado a jugarcomo si usted hubiera partido a un duelo.

    PRNCIPE. - Pero poda haber perdido!ARBENIN. - Yo? No!... Aquellos das

    placenteros han pasado. Yo veo todo y conozco todaslas maas; es por eso que ahora ya no juego.

  • M I J A I L L E R M O N T O V

    32

    PRNCIPE. - Usted elude mi agradecimiento.ARBENIN. - Para decirle la verdad, no lo soporto.

    Jams, ni a nada ni a nadie le debo algo yo en la vida; ysi a alguien he pagado con el bien, no ha sido porquererle demasiado, sino simplemente porque he vistoutilidad en eso.

    PRNCIPE. - No le creo.ARBENIN. - Quin lo obliga a creerme? Estoy

    acostumbrado a eso desde hace mucho tiempo y si nofuera por pereza me volvera hipcrita... Peroterminemos esta conversacin. (Pausa). Si nos furamosa divertir un poco, no nos hara mal ni a usted ni a m...Hoy es fiesta y creo que hay baile de mscaras en la casade Engelhardt.

    PRNCIPE. Es cierto.ARBENIN. - Vamos.PRNCIPE. - Estoy contento.ARBENIN. - (Consigo mismo) Entre la multitud

    descansar un poco.PRNCIPE. - All hay mujeres, una maravilla!... Y

    hasta dicen que suelen ir...ARBENIN. - Que digan, a nosotros qu nos

    importa. Bajo el disfraz, todas las clases son iguales; lasmscaras no tienen alma, ni nombre; tienen cuerpo; y si

  • B A I L E D E M S C A R A S

    33

    la mscara esconde sus facciones, hay que quitarle elantifaz con audacia. (Salen).

    (Los mismos, menos Arbenin y el prncipeZviezdich).

    JUGADOR 1 - Se ha declarado en huelga atiempo. Con l es intil jugar

    JUGADOR 2 - No nos dio siquiera tiempo delevantar cabeza.

    LACAYO. - (Entrando) La cena est lista!DUEO. - Vamos, seores! El champaa os

    consolar de vuestras prdidas. (Salen).SHPRIJ. - (Solo) Quisiera hacer amistad con

    Arbenin... Pero tambin quiero cenar gratuitamente.Cenar aqu..., averiguar an algo, y lo seguir al bailede mscaras.

    (Sale murmurando).

  • M I J A I L L E R M O N T O V

    34

    ESCENA II

    BAILE DE MSCARAS

    MSCARAS, ARBENIN, LUEGO EL PRNCIPEZVIEZDICH.

    (La multitud se pasea en el escenario. A la izquierda, uncanap)

    ARBENIN. - (Entrando) En vano buscodistraccin en todas partes. Vivaz y ruidosa es lamultitud ante mis ojos, pero sigue fro mi corazn yduerme mi fantasa. Son todos extraos para m y yotambin un extrao para ellos. (Se acerca el prncipe,bostezando) He aqu la nueva generacin... y yo tambinfui alguna vez joven como ellos, por lo visto. Qu tal,prncipe? No conquist todava alguna aventura?

  • B A I L E D E M S C A R A S

    35

    PRNCIPE. - Qu hacer? Hace una hora queestoy buscando.

    ARBENIN. - Ah!, usted quiere que la felicidad lobusque a usted? Eso es muy nuevo... habra que hacerleconocer...

    PRNCIPE. - Todas las mascaritas son muy tontas.ARBENIN. - Las mscaras nunca son tontas; si

    calla, es misteriosa; si habla, es encantadora. Ustedpuede siempre imaginar una sonrisa, una mirada queadorne sus palabras... Por ejemplo, mire usted all, cmose yergue noblemente esa alta mscara disfrazada deotomana... Qu gordita! Cmo respira su pecho, conpasin y libremente! La conoce? No sabe usted quines? Tal vez una orgullosa condesa o baronesa. UnaDiana en la sociedad y una Venus en el baile demscaras. Tambin podra ser que esa hermosura lovisitase esta noche por media hora en su casa. Enambos casos, no pierda el tiempo. (Se aleja).

    EL PRNCIPE Y LA MASCARITA

    (Un domin se acerca y se detiene; el prncipe, de pie,muy pensativo).

  • M I J A I L L E R M O N T O V

    36

    PRNCIPE. - Todo eso est muy bien... pero, sinembargo, yo contino bostezando... Pero he aqu quellega una... Ojal, Dios mo, que tenga suerte!

    (Una mascarita, separndose del grupo, le golpea elhombro).

    MASCARITA. - Yo te conozco!PRNCIPE. - Pero, por lo visto, poco.MASCARITA. - Y hasta s qu es lo que ests

    pensando.PRNCIPE. - Entonces eres ms feliz que yo.

    (Tratando de mirar debajo del antifaz) Si no meequivoco, tiene una boquita esplndida.

    MASCARITA. - Te gusto? Tanto peor.PRNCIPE. - Para quin?MASCARITA. - Para alguno de los dos.PRNCIPE. - No veo por qu... No me asustars

    con tus adivinanzas, y aunque no soy nada astuto, yaaveriguar quin eres.

    MASCARITA. - As es que crees estar seguro delfin de nuestra conversacin...

    PRNCIPE. - Hablaremos y nos separaremos.MASCARITA. - Ests seguro?PRNCIPE. - T hacia la izquierda, yo hacia la

    derecha...

  • B A I L E D E M S C A R A S

    37

    MASCARITA. - Pero si yo estoy aqu con el nicopropsito de verte y de hablar contigo; si te dijese quedentro de una hora me jurars que jams podrsolvidarme; que seras feliz de entregarme la vida aunquesea slo por un instante. Oh!, cuando yo desaparezcacomo un fantasma sin nombre y escuches de mis labiosslo: hasta la vista...

    PRNCIPE. - Eres una mascarita inteligente, peropierdes mucho tiempo hablando. Ya que me conoces,dime quin soy yo.

    MASCARITA. - T? Un hombre sin carcter, sinmoral, ateo, engredo, malo y dbil; en ti se refleja todonuestro siglo. Nuestro tiempo es brillante, peromiserable. Quieres llenar tu vida, pero huyes de laspasiones; quieres tener todo, pero no sabes sacrificarte;desprecias a la gente sin corazn y sin orgullo, pero tmismo eres juguete de esa gente. Oh, yo te conozco!...

    PRNCIPE. - Eso me halaga mucho.MASCARITA. - Tambin has hecho mucho mal...PRNCIPE. - Sin querer, tal vez.MASCARITA. - Quin sabe! Lo nico que s es

    que no deberan quererte tanto las mujeres.PRNCIPE. - Yo no busco amor.MASCARITA. - No sabes buscarlo!

  • M I J A I L L E R M O N T O V

    38

    PRNCIPE. - Mejor dicho, estoy cansado debuscarlo.

    MASCARITA. - Pero si ella de pronto aparece anteti y dice: eres mo, acaso eres capaz de quedarinsensible?

    PRNCIPE. - Pero quin es ella?... Desde luego,un ideal...

    MASCARITA. - No, una mujer... Y lo dems, quimporta?

    PRNCIPE. - Pero mustramela, que aparezca, ysea valiente

    MASCARITA. - T quieres demasiado. Piensa loque has dicho. (Breve pausa) Ella no exige ni suspiros,ni declaraciones, ni lgrimas, ni ruegos, ni discursoapasionado.

    Pero dadme el juramento de abandonar todointento, de .averiguar quin es ella... y de todo, callar!...

    PRNCIPE. - Juro por la tierra y por todos loscielos y por mi honor!...

    MASCARITA. - Mira, ahora vamos! Y recuerdaque no pueden haber bromas entre nosotros... (Se vandel brazo).

    ARBENIN Y DOS MSCARAS

  • B A I L E D E M S C A R A S

    39

    (Arbenin arrastra del brazo una mscara).

    ARBENIN. - Usted me ha dicho tales cosas, seormo, que mi honor no me permite soportarlo... Ustedsabe quin soy yo?

    MSCARA. - Yo s quin ha sido usted.ARBENIN. - Qutese inmediatamente el antifaz.

    Usted procede con falta de honradez.MSCARA. - Por qu? Usted desconoce mi rostro

    y es como una careta; yo lo veo a usted por primera vez.ARBENIN. - No creo. Me parece que usted me

    tiene demasiado miedo. Me da vergenza enfadarme.Usted es un cobarde! Fuera de aqu!

    MSCARA. Adis, entonces!... Pero cudese! Estanoche le ocurrir una desgracia. (Desaparece entre lamultitud).

    ARBENIN. Espere un poco!... Desapareci!...Quin ser? Vea la nueva preocupacin que Dios meha dado. Ser algn enemigo cobarde, y yo tengo tantos.ja, ja, ja, ja! Adis, amigo, que te vaya bien!

    SHPRIJ Y ARBENIN(Entra Shprij. Sentadas en el canap conversan dos

    mascaritas; alguien se acerca, intrigndolas, y trata detomar a una de ellas de la mano... Esta,

  • M I J A I L L E R M O N T O V

    40

    desprendindose, se aleja, dejando caer sin darse cuentauna pulsera).

    SHPRIJ. A quin trataba usted sin piedad,Eugenio Alexandrovich?

    ARBENIN. - Nada, bromeaba con un amigo.SHPRIJ. - Por lo visto, la broma era muy en serio,

    pues se alejaba insultndolo.ARBENIN. - A quin?SHPRIJ. - A otra mscara.ARBENIN. - Tiene usted un odo envidiable.SHPRIJ. - Yo escucho todo, pero guardo completo

    silencio, y jams me meto en asuntos ajenos...ARBENIN. - Se ve. Entonces no sabe usted quin

    es?... Pero cmo puede ser, no tiene usted vergenza?De esto...

    SHPRIJ. - De qu se trata?ARBENIN. - No es nada, lo dije en broma...SHPRIJ. - Diga no ms.ARBENIN. - (Cambiando de tono) Sigue

    visitndolo aquel morocho con bigotes? (Se aleja,silbando una cancin).

    SHPRIJ. - (Solo) Que se le seque la garganta... Sere de m... pero t tambin andars pronto con cuernos.(Confundindose entre la multitud).

  • B A I L E D E M S C A R A S

    41

    MASCARITA 1 SOLA

    (Aparece caminando rpidamente la 1 mascarita y muyagitada se deja caer sentada sobre el canap).

    MASCARITA. - Ay!... Apenas respiro... No hacems que seguirme. Y si... me arranca el antifaz!... Perono, l no me ha reconocido!... Cmo podra sospecharde una mujer que la sociedad admira y envidia, queolvidndose de todo se arroja a su cuello, rogndoleinstantes de dulzura, sin exigir amor y slo compasin yque le dice: soy tuya!. Este secreto jams loconocer... Que as sea!. .. Yo no quiero... Pero l deseaguardar de m algn objeto de recuerdo..., un anillo...Qu hacer?... El riesgo es terrible... (Advierte unapulsera en el suelo y la levanta) Qu dicha! Dios mo!Una pulsera perdida. Esmalte y oro... Se la dar...Esplndido!... Que me encuentre despus con ella.

    LA 1 MSCARA Y EL PRNCIPE ZVIEZDICH

    (El prncipe, con monculo, se acerca con pasoapresurado).

  • M I J A I L L E R M O N T O V

    42

    PRNCIPE. - Es la misma... Es ella!... Entre milesla reconocera! (Sentndose en el canap y tomndola dela mano) Oh, no te escapars!...

    MASCARITA. - Yo no me escapo. Qu es lo quequieres?

    PRNCIPE. - Quiero verte.MASCARITA. - La idea es ridcula! Estoy delante

    tuyo...PRNCIPE. - Es una broma perversa! Tu fin es

    bromear, pero mi fin es otro... Si no me descubresinmediatamente tus rasgos celestiales, te arrancar por lafuerza ese pcaro antifaz...

    MASCARITA. - Vaya una a comprender a loshombres!... Est insatisfecho... Le es poco saber que yolo amo... Pero no, usted quiere todo; usted necesita mihonor para mancillarlo. Para encontrarme despus enun baile o en un paseo y poder contar esta alegreaventura a los amigos, y para quitarles las dudas,decirles, sealndome con un dedo: es ella.

    PRNCIPE. - Yo recordar su voz.MASCARITA. - Eso s que es gracioso. Encontrar

    cien mujeres que hablen con esta misma voz; loavergonzarn cuando se acerque, y eso no estara mal.

    PRNCIPE. - Pero mi felicidad no es completa.

  • B A I L E D E M S C A R A S

    43

    MASCARITA. - Vaya a saberlo! Tal vez usteddeba bendecir a la suerte que no me haya quitado elantifaz. Tal vez soy vieja y fea...

    PRNCIPE. - T quieres asustarme, peroconociendo la mitad de tus maravillas, cmo noadivinar las dems?

    MASCARITA. - (Intentando alejarse) Adis parasiempre.

    PRNCIPE. - Oh, espera un solo instante! No mehas dejado nada de recuerdo, no tienes ningunacompasin para este pobre loco.

    MASCARITA. - (Alejndose) Tiene razn... me dalstima... Tome esta pulsera.

    (Arroja la pulsera al suelo; mientras l la levanta, elladesaparece entre la multitud).

    EL PRNCIPE Y LUEGO ARBENIN

    PRNCIPE. - (Buscndola en vano con la mirada)Me he quedado con un palmo de narices. Es como paraperder el juicio!... (Viendo a Arbenin) Ah!

    ARBENIN. - (Acercndose pensativo) Quin serese mal adivino?... Debe conocerme... y seguramente noes una broma.

  • M I J A I L L E R M O N T O V

    44

    PRINCIPE. - (Acercndose) Me ha servido muybien su leccin de hoy.

    ARBENIN. - Me alegro en el alma.PRNCIPE. - Pero la felicidad lleg volando sola.ARBENIN. - S, la felicidad es siempre as.PRNCIPE. - Apenas cre que ya la tena, pens:

    esto es todo, cuando de pronto como un soplo (soplaen la palma de la mano) ha desaparecido. Ahora puedoestar seguro que si no ha sido un sueo soy un granidiota.

    ARBENIN. - Como yo no s nada, no puedodiscutir.

    PRNCIPE. - Usted siempre bromeando. Nopodr ayudarme en esta desgracia. Le contar todo... (Lehabla al odo). Qued completamente asombrado. Lapcara se arranc de mis brazos... y he aqu el lamentablefin y todo como un sueo. (Mostrndole la pulsera)

    ARBENIN. - (Sonriendo) No comenz tan mal...Mustremela! La pulsera es bastante delicada, y creoque yo la he visto alguna vez. Espere un poco pero no,no puede ser... He olvidado...

    PRINCIPE. - Dnde la volver a encontrar?...ARBENIN. - Arrglese con cualquiera; hay muchas

    bellas, no cuesta mucho encontrar...PRNCIPE. - Pero si no es ella...

  • B A I L E D E M S C A R A S

    45

    ARBENIN. - Tal vez sea muy fcil. Acaso es unadesgracia... Imagnese...

    PRNCIPE. - No, yo la escucho desde el fondo delmar; la pulsera me ha de ayudar.

    ARBENIN. - Qu le parece si damos unasvueltas? Si ella no es del todo tonta, hace rato que sehabr ido sin dejar huella.

  • M I J A I L L E R M O N T O V

    46

    ESCENA III

    SALE EUGENIO ARBENIN Y UN LACAYO

    ARBENIN. - Pues bien, la velada ha terminado...Qu contento estoy! Ya es tiempo de olvidarme unpoco, aunque en mi mente aun se agita toda esamultitud pintoresca..., ese baile de mscaras. Pero paraqu estuve? No es acaso algo ridculo? A un amante lehe dado consejos, hice adivinanzas, compar pulseras yhe soado por otros, como hacen los poetas. Diosmol, ese papel ya no est de acuerdo con mis aos. (Seacerca el lacayo) Ha vuelto la seora?

    LACAYO. - No, seor.ARBENIN. - Cundo regresar?LACAYO. - Prometi volver a las doce de la noche,

    seor.

  • B A I L E D E M S C A R A S

    47

    ARBENIN. - Ya son cerca de las dos de la maanay aun no ha regresado. No se habr quedado a dormiren algn lado?

    LACAYO. - No s, seor.ARBENIN. - Por lo visto. Puedes irte. Coloca una

    vela sobre la mesa. Si me haces falta, te llamar.(El lacayo sale, y Arbenin se sienta en un silln).ARBENIN. - (Solo) Dios es siempre justo! Y yo

    tambin estoy destinado a cargar con mi tristeza portodos los pecados de mis tiempos idos. Hubo veces enque esposas ajenas me estuvieron esperando, y ahorasoy yo quien espero a mi esposa... En un crculo deadorables mujercitas infieles he perdido en vano ytontamente mi juventud; fui amado con frecuencia, conardor y apasionadamente, y, sin embargo, a ninguna deellas la he querido de verdad. Al comenzar la novela yasaba cmo deba terminar; y para muchas tena palabrasde amor para sus corazones, como cuentos tienen lasnodrizas... La vida se me ha hecho penosa y aburrida.Alguien me dio un consejo muy astuto: csate..., paratener el derecho sagrado de no amar a nadie ms que atu mujer, y he encontrado una esposa, humilde creacinhumana; era delicada y esplndida como un cordero delSeor y la llev conmigo hacia el altar... De pronto se hadespertado en m aquel olvidado sabor y mirando en mi

  • M I J A I L L E R M O N T O V

    48

    alma muerta he visto que la amo y vergenza me da -qu horror!-, nuevamente los sueos, nuevamente elamor se agita en mi pecho vaco y como un trompoquebrado, de nuevo he sido arrojado al mar sin saber sivolver a la costa... (Queda pensativo).

    ARBENIN Y NINA(Nina entra en puntas de pie y desde atrs lo besa en

    la frente).ARBENIN. - Oh, salud, Nina!... Por fin! Ya era

    tiempo.NINA. - Acaso es tan tarde?ARBENIN. - Hace una hora que te estoy

    esperando.NINA. - En serio? Ay, qu agradable!ARBENIN. - Qu pensar el tonto. El espera y...NINA. - Ay, mi Creador!... Siempre ests de mal

    humor! Miras amenazante y nada te satisface; meextraas cuando estoy lejos y cuando nos encontramos,rezongas. Mejor dime sencillamente: Nina, abandona elmundo, yo voy a vivir contigo y slo para ti. Para qute hace falta otro hombre? Algn pituco de boulevard,vaco y sin alma, entallado en un corset que contigo seencuentra desde la maana hasta la noche y yo slopuedo decirte algunas palabras en todo el da? Dime

  • B A I L E D E M S C A R A S

    49

    todo esto, estoy dispuesta a escucharte. Estoy dispuestaa enterrar mi juventud en una aldea, dejar los bailes, lasfiestas y las modas y esta libertad aburrida. Dmelosencillamente como a un amigo... Pero para qu hacerfantasas. Supongamos que me amas, pero creo que nome celas a nadie.

    ARBENIN. - (Sonriendo) Qu hacer? Estoyacostumbrado a vivir sin preocupaciones y tener celoses ridculo...

    NINA. - Desde luego.ARBENIN. - Ests enfadada?NINA. - No, te lo agradezco.ARBENIN. - Te has puesto triste.NINA. - Yo slo digo que t no me amas.ARBENIN. - Nina!MINA. - Qu hay?ARBENIN. - Escucha. El destino nos ha unido

    para siempre... Ni t ni yo podemos juzgar si es un errortal vez. (Atrayndola, trata de sentarla sobre sus rodillasy besarla). Eres joven de alma y de cuerpo. En elenorme libro de la vida, t has ledo nicamente laportada, y ante ti se descubre un mar de felicidad y demaldad. Marchas por cualquier camino con esperanzas ysueos. Ms adelante todo te espera. El pasado de tuvida es una pgina blanca. Sin conocer tu corazn ni el

  • M I J A I L L E R M O N T O V

    50

    mo te has entregado y me amas; yo te creo. Pero amasjugando ligeramente con los sentimientos y haciendotravesuras como una nia. Yo amo de otra manera; yohe visto todo, he adivinado todo y todo hecomprendido y conocido. He amado con frecuencia,ms a menudo he odiado y ms que nada he sufrido. Alprincipio todo lo he deseado, luego lo he despreciado; aveces yo mismo no me he comprendido y otras veces elmundo a m. En mi vida he visto las huellas de lamaldicin y framente he cerrado el camino para mifelicidad sobre la tierra... As pasaron muchos aos.Aquellos das envenenados de inquietudes de mi viciosajuventud, con qu repugnancia profunda los recuerdorecostado ahora sobre tu pecho! Antes,desgraciadamente, no conoca el valor que representabast para m. Pero por suerte, esa corteza ruda pronto fuecayendo de mi alma, y nuevamente se descubri antemis ojos el mundo, y por cierto, esplndido; y herenacido para la vida y para el bien. Pero sabes,nuevamente a veces no s qu espritu maligno me atraea la tempestad de los das pasados y borra en mirecuerdo tu mirada clara y tu milagrosa voz. En la luchaconmigo mismo, bajo el peso de penosos pensamientos,me vuelvo callado, severo y sombro; a veces temomancharte con mis manos; temo que te asuste un

  • B A I L E D E M S C A R A S

    51

    quejido, el sonido de un tormento, y es entonces medices que no te amo.

    NINA. - (Mirndolo cariosamente le acaricia lacabeza). Eres un hombre raro. Cuando me hablas contanta elocuencia de tu amor, y tu cabeza arde y tus ideasbrillan en los ojos, entonces yo creo fcilmente en todo;pero a veces... con frecuencia...

    ARBENIN. - Con frecuencia?...MINA. - No, a veces...ARBENIN. - Yo tengo el corazn demasiado viejo

    y t eres demasiado joven, pero podramos sentir igual.Recuerdo que a tu edad yo crea en todo sin discusin.

    NINA. - Nuevamente ests insatisfecho... Diosmo!

    ARBENIN. - Oh, no! Yo soy feliz, feliz... Yo soyun calumniador cruel y enloquecido, alejado de lamultitud mala y envidiosa. Yo soy feliz... Yo estoycontigo. Dejemos el pasado. Olvidemos los recuerdosnegros y penosos. Yo veo que el Creador te habendecido y te ha enviado para m. (Le besa las manos yde pronto advierte que le falta una pulsera; se detienebruscamente y palidece).

    NINA. - Has palidecido, tiemblas... Oh, Dios mo!ARBENIN. - (Ponindose bruscamente de pie)

    Yo? No es nada! Dnde est la otra pulsera?

  • M I J A I L L E R M O N T O V

    52

    NINA. - Se ha perdido.ARBENIN. - Ah! Con que se ha perdido?NINA. - Qu tiene? No es una gran desgracia. No

    ha de costar ms de veinticinco rublos, desde luego...ARBENIN. - (Consigo mismo) Perdido... Por qu

    estoy tan turbado? Qu sospecha tan extraa me asalta?Oh! Aquello fue un sueo y recin he despertado?

    NINA. - Yo realmente no te puedo comprender.ARBENIN. - (Con los brazos cruzados, la mira

    fijamente). La pulsera se ha perdido?NINA. - (Ofendida). No, yo miento!ARBENIN. - (Consigo mismo) Pero qu parecida,

    qu parecida!NINA. - Seguramente se me ha cado en la carroza.

    Habra que ordenar que la revisen. Yo no me la hubierapuesto si hubiera imaginado que podras...

    (Entra el lacayo, respondiendo al llamado deArbenin).

    ARBENIN. - (Al lacayo) Revisa la carroza de arribaa abajo; se ha perdido una pulsera... Dios te libre volversin ella! (A ella) Se trata de mi honor y de mi felicidad.(El lacayo sale. Despus de una pausa, dirigindose aella) Y si no encuentran all la pulsera?

    NINA. - Quiere decir, entonces, que la he perdidoen otro lado.

  • B A I L E D E M S C A R A S

    53

    ARBENIN. - En otro lado? Y dnde? T sabes?NINA. - Es la primera vez que lo veo tan avaro y

    tan severo; y para calmarlo rpidamente maana mismoencargar una pulsera nueva. (Entra el lacayo).

    ARBENIN. - Qu tal?... Habla, rpido...LACAYO. - He revuelto toda la carroza...ARBENIN. - Y no la has encontrado?LACAYO. - No, seor.ARBENIN. - Ya saba... Puedes irte. (Mirando

    significativamente a la mujer).LACAYO. - Seguramente la ha perdido en el baile

    de mscaras.ARBENIN. - Ah! Con que estuvo en el baile de

    mscaras... (Al lacayo) Puedes irte. (A ella) Qu lecostaba a usted decirme eso antes? Estoy seguro que mehubiera permitido el honor de acompaarla y traerla denuevo a casa. Yo no la hubiera importunado con mivigilancia severa ni con mi ternura y mi cuidado... Conquin estuvo?

    NINA. - Pregunte usted a la gente y ellos le dirntoda la verdad y an agregarn algo. Le explicarn puntopor punto quin estuvo y con quin he hablado y aquin le he regalado la pulsera de recuerdo. Se enterarmil veces mejor que si usted mismo hubiera estado en elbaile de mscaras. (Riendo) Qu gracioso! Qu

  • M I J A I L L E R M O N T O V

    54

    gracioso, Dios mo! No le da vergenza?; si es unpecado hacer tanto ruido por una bagatela.

    ARBENIN. - Ruega a Dios que esa risa no sea laltima.

    NINA. - Oh! Si su fantasa contina, seguramenteno ser la ltima.

    ARBENIN. - Quin sabe? Tal vez... Escucha,Nina!... Yo estoy ridculo, naturalmente, porque te amotanto, infinitamente, como slo puede amar un hombre.Y no hay en todo esto nada de asombroso? Otros en elmundo tienen un milln de esperanzas; algunos tienenriquezas en objetos y otros viven entregados a la ciencia;algunos viven logrando un ascenso, un puesto, una cruzo la gloria; otros aman la sociedad, las diversiones; otros,los viajes, y a los terceros el juego les calienta la sangre...Yo he viajado, he jugado, fui trivial y he trabajado, tuveamigos y desgraciados amores; no busqu puestos ni helogrado gloria; soy rico sin tener un centavo; acosadopor el hasto, he visto en todas partes el mal y,orgulloso, jams me he doblegado ante l. T eres todolo que tengo en mi vida, un ser dbil, pero un ngel debelleza. Tu amor, tu sonrisa, tu mirada y tu aliento... Yosoy un hombre y mientras vivo, todo eso ser mo; sinello no existe para m la felicidad, ni los sentimientos, nime hace falta la existencia. Pero si he sido engaado... si

  • B A I L E D E M S C A R A S

    55

    he sido engaado... si sobre mi pecho una vil vboraencontr amparo durante tantos das... y si hedescubierto la verdad y por el cario que te tengo no lahe visto antes y he sido burlado por otro..., escucha,Nina... Yo he nacido con un alma ardiente, hecho delava volcnica; mientras no se enciende es dura como lapiedra fra... Pero mala suerte si chocan contra micorriente. Entonces, entonces no esperes mi perdn; nollamar a las leyes para cumplir mi venganza. Solo, sinlgrimas, y sin piedad destrozar nuestras dos vidas!(Quiere tomarla de la mano, pero ella retrocede).

    NINA. - No te acerques!... Oh, qu horrible ests!ARBENIN. - En serio estoy horrible? No;

    bromeas. Estoy ridculo! Ranse, ranse ustedes, ya quedespus de haber conseguido vuestro fin palidecen yestn temblando. Rpido! Dnde est l, el apasionadoamante, juguete de ese baile de mscaras? Que venga aentretenerse. Usted me ha dado a probar casi todos lostormentos del infierno y eso es lo nico que falta.

    NINA. - Conque sa es vuestra sospecha! Y laculpable de todo eso es la pulsera. Crame usted que suconducta motivar no slo mi risa, sino tambin la detodos mis amigos.

    ARBENIN. - S! Reid, imbciles, maridosdesgraciados, que yo tambin los he engaado algn da,

  • M I J A I L L E R M O N T O V

    56

    mientras ustedes vivan como santos, sin saber nada, enel paraso. Pero t, mi paraso celestial y terrenal, adis...adis, yo ya s todo. (Dirigindose a ella) No teacerques a m, hiena! Crea yo, muy tonto, que t,conmovida, tristemente, confesaras todo, ponindotede rodillas; entonces yo me hubiera ablandado al veraunque sea slo una lgrima... una... ; pero no, la risa fuetu nica respuesta.

    NINA. - No s quin me ha calumniado. Yo teperdono, yo no soy culpable en nada. Me das lstima,aunque no puedo ayudarte, pero para que te consueles,desde luego, no puedo mentir.

    ARBENIN. - Oh, cllate, te pido!... Basta!...NINA. -Pero escucha... Soy inocente... Que Dios

    me castigue, escucha...ARBENIN. - S de memoria todo lo que t me

    puedes decir.NINA. - Me duele escuchar tus reproches... Yo te

    amo, Eugenio.ARBENIN. - Entonces, confiesa al fin...NINA. - Escucha, por favor! Oh, Dios mo!, qu

    quieres de m?ARBENIN. - Venganza!NINA. - Pero a quin quieres vengar?

  • B A I L E D E M S C A R A S

    57

    ARBENIN. - La hora llegar y estoy seguro deencontrarlo.

    NINA. - Es para m la amenaza?... Y entonces,por qu tardas?

    ARBENIN. - El herosmo no te queda bien.NINA. - (Disgustada) A quin?ARBENIN. - Usted por quin teme?NINA. - Ser posible que contines todava en ese

    estado? Oh, deja! Con esos celos terminars pormatarme... Yo no s pedir y t eres implacable... Peroesta vez tambin yo te perdono.

    ARBENIN. - Est de ms.NINA. -Sin embargo, hay un Dios... Y l no

    perdonar.ARBENIN. - Qu lstima! (Ella se va llorando)..(Solo) Qu mujer!... Ya hace mucho que a ustedes

    las conozco. Y a vuestras caricias y vuestros reproches.Muy caro me ha costado esta leccin! Y por qu serque ella me quiere? Acaso porque tengo un aspecto yuna voz terrible? (Se acerca a la puerta de la habitacinde su esposa y escucha) Qu hace ella? Tal vez estriendo... No, llora... (Apartndose) Lstima que ya estarde...

  • M I J A I L L E R M O N T O V

    58

    ACTO SEGUNDO

    ESCENA PRIMERA

    (La baronesa est sentada en un silln, y algo fatigadaabandona el libro que est leyendo).

    BARONESA. - Para qu ser la vida? Parasatisfacer siempre deseos ajenos, costumbres ajenas yvivir esclavizada! Jorge Sand casi tiene razn. Qu es lamujer ahora? Un ser sin voluntad, un juego de pasioneso un capricho de los dems. Teniendo juicio vive sindefensa en la sociedad, ocultando siempre el ardor desus sentimientos o bien sofocndolos en plena flor.Qu es la mujer? Vende su juventud segn ciertasconveniencias y como a vctima de un sacrificio lapreparan. La obligan a querer a un hombre solamente,prohibindole todo otro afecto. En su pecho se agita a

  • B A I L E D E M S C A R A S

    59

    veces la pasin, y el temor y la razn alejan los nuevospensamientos; y si alguna vez, olvidando la fuerza de lasociedad, deja caer su honor entregndose con toda elalma a sus sentimientos, entonces deber olvidar latranquilidad y la felicidad. El mundo es as; no quiereconocer los secretos; juzga por el aspecto y por elvestido a la honradez y al vicio y jams ofender a ladecencia y es muy cruel en sus castigos... (Intentandoleer) No, no puedo leer..., estoy turbada por todos estospensamientos y temo... Y al recordar lo sucedido, yomisma me asombro. (Entra Nina).

    NINA. - Paseando en una troika, tuve la idea devenir a verte, mon amour.

    BARONESA. - C'est une ide charmante, vous en aveztoujours. (Sentndose)

    Me parece que ests ms plida que antes. Hoy, sinembargo, a pesar del viento y del fro, tienes los ojoscolorados. Me imagino que no es de haber llorado?

    NINA. - He pasado mala noche y no me sientobien.

    BARONESA. - Si tu mdico es malo, elige otro.(Entra el prncipe Zviezdich).

    BARONESA. - (Framente) Oh, prncipe!PRNCIPE. - Estuve ayer en su casa para

    comunicarle que nuestro pic-nic se ha postergado.

  • M I J A I L L E R M O N T O V

    60

    BARONESA. - Le ruego que se siente, prncipe.PRINCIPE. - Acabo de discutir asegurando que la

    noticia iba a disgustarle, pero veo que usted la hatomado con calma...

    BARONESA. - Realmente me da lstima.PRNCIPE. - Yo estoy muy contento. Yo dara

    veinte pic-nics por un solo baile de mscaras.NINA. - Usted estuvo ayer en el baile de

    mscaras?PRINCIPE. - Estuve.BARONESA. - Con qu disfraz?NINA. - Haba muchas mscaras?...PRINCIPE. - S. Bajo el antifaz he reconocido all

    a muchas damas nuestras. Naturalmente, ustedeshubieran querido conocer sus nombres. (Riendo).

    BARONESA. - (Apasionadamente) Yo debodeclararle, prncipe, que estas calumnias me resultancompletamente ridculas. Cmo puede admitir que unamujer honesta se atreva a ir entre esa gente, dondecualquiera puede ofenderla y atreverse... y arriesgar a serreconocida... Oh, usted debe avergonzarse y renunciar asus palabras!

    PRNCIPE. - Renunciar no puedo, pero estoydispuesto a avergonzarme.

    (Entra un funcionario).

  • B A I L E D E M S C A R A S

    61

    BARONESA. - De dnde viene?FUNCIONARIO. - Vengo de la administracin y

    quera conversar sobre sus asuntos.BARONESA. - Han resuelto algo?FUNCIONARIO. - No, pero pronto se resolver...

    Tal vez molesto?...BARONESA. - De ninguna manera. (Apartndose

    con l, sigue conversando).PRNCIPE. - (Consigo mismo). Buen tiempo ha

    elegido para venir con explicaciones. (Dirigindose aNina) Yo la he visto hoy en un negocio.

    MINA. - En cul?PRINCIPE. - En la tienda inglesa.NINA. - Hace mucho?PRNCIPE. - Recin.NINA. - Es extrao que yo no lo haya reconocido.PRNCIPE. - Usted estaba muy ocupada.NINA. - (Animadamente) Elega una pulsera igual a

    una que tuve. (Sacndola de la cartera) Es sta...PRNCIPE. - La pulserita es preciosa, y la otra

    dnde est?PRNCIPE. - La he perdido.PRNCIPE. - De veras?NINA. - Qu tiene de raro?

  • M I J A I L L E R M O N T O V

    62

    PRNCIPE. - Si no es un secreto, puedo sabercundo ha sido?

    NINA. - Hace tres das, tal vez ayer o la semanapasada. Para qu quiere saber cundo ha sido?

    PRINCIPE. - Tengo una idea un poco rara talvez... (Aparte) Est algo turbada y mi pregunta lainquieta. Oh, estas mujeres candorosas! (Dirigindose aella) Quera ofrecerle mis servicios... Tal vez podramosencontrar la otra pulsera.

    NINA. - Cmo no... Pero dnde?PRNCIPE. - Dnde la ha perdido?NINA. - No recuerdo.PRNCIPE. - Seguramente en algn baile?NINA. - Puede ser.PRNCIPE. - O tal vez la ha regalado a alguien de

    recuerdo?NINA. - De dnde ha sacado semejante

    conclusin? A quin podra regalarla? A mi marido,por ejemplo?

    PRNCIPE. - Como si en el mundo slo existierasu marido! Tiene usted muchas amigas, no cabe lamenor duda. Imaginmonos que est perdida, peroaquel que la ha encontrado, recibir de usted en pagoalgn agradecimiento?

    NINA. - (Sonriendo) Depende...

  • B A I L E D E M S C A R A S

    63

    PRINCIPE. - Pero si l la ama, si l por haberencontrado su sueo perdido, por una sonrisa suya daratodo un mundo? Si usted alguna vez le ha sugeridoplaceres futuros, si usted ocultndose detrs de unantifaz, con palabras amorosas lo ha acariciado... ?Oh!... Comprndame!...

    NINA. - De todo esto he comprendido una solacosa: que usted se ha olvidado por primera y ltima vezde hablar conmigo con el respeto necesario.

    PRNCIPE. - Oh, Dios mo! Yo he credo... Serposible que usted se haya enfadado? (Aparte) Se haescapado muy bien... pero llegar la hora y yo lograr mipropsito. (Nina se aleja en direccin a la Baronesa).(El funcionario saluda y se va).

    NINA. - Adieu, ma chre; hasta maana, debo irme.BARONESA. - Espera un poco, mon ange; no tuve

    tiempo de conversar contigo ni dos palabras. (Se besan).NINA. - (Saliendo) Te espero desde la maana.

    (Sale).BARONESA. - El da me parecer largo como una

    semana. (Todos, menos Nina y el funcionario).PRNCIPE. - (Aparte) Ya me vengar. Vean a la

    mosquita muerta. Quiz soy un imbcil y seguramenterenegar de lo pasado. Pero yo he reconocido la pulsera.

  • M I J A I L L E R M O N T O V

    64

    BARONESA. - Se ha quedado pensativo,prncipe?

    PRNCIPE. - S, tendr que pensarlo mucho.BARONESA. - Por lo visto vuestra conversacin

    fue muy animada. Sobre qu era la discusin?PRNCIPE. - Yo afirmaba que encontr en el baile

    de mscaras...BARONESA. - A quin?PRNCIPE. - A ella.BARONESA. - Cmo, a Nina?PRINCIPE. - S, se lo he demostrado.BARONESA. - Yo veo que usted est dispuesto a

    avergonzar a la gente.PRNCIPE. - A veces, por lo extrao, no me

    decido.BARONESA. - Tenga piedad por lo menos a la

    distancia. Adems, no tiene pruebas.PRNCIPE. - No tengo? Ayer mismo me

    entregaron una pulsera y hoy veo otra igual en susmanos.

    BARONESA. - Qu testimonio!... Qu lgicarespuesta! Si pulseras como sas hay en cada joyera.

    PRNCIPE. - Hoy he recorrido todas y me heconvencido que no hay ms que dos iguales. (Brevepausa).

  • B A I L E D E M S C A R A S

    65

    BARONESA. - Maana le dar un consejo til aNina: Jams debes confesarte a un charlatn.

    PRNCIPE. - Y el consejo para m?BARONESA. - Para usted? Continuar con audacia

    el xito obtenido y guardar con ms celo el honor de lasdamas.

    PRNCIPE. - Por esos dos consejos le agradezcodoblemente. (Sale).

    BARONESA. - (Sola) Cmo se puede jugar contanta fragilidad con el honor de la mujer. Si yo meconfesara, a m me pasara lo mismo. As es que adis,prncipe. No ser yo la que lo sacar de esa confusin.Oh, no, Dios me libre! Lo nico que me extraa es queyo haya encontrado su pulsera. Bien! Nina estuvo all,he aqu la adivinanza descifrada... No s por qu, peroyo lo amo; tal vez de aburrimiento, de despecho, decelos... sufro y ardo y no encuentro en nada miconsuelo. Me parece an or la risa de la multitud vaca yel rumor de palabras perversas y compasivas. No, yo mesalvar... aunque sea a costa de la otra. Yo me salvar deesta vergenza... aunque sea a precio del tormento detener que renegar de nuevo de mis actos... (quedapensativa) Qu cadena de terribles intrigas! (EntraShprij. Saludando, se acerca).

  • M I J A I L L E R M O N T O V

    66

    BARONESA. - Ah, Shprij! T llegas siempre atiempo.

    SHPRIJ. - Qu suerte! Yo estara muy contento depoder serle til. Vuestro difunto marido...

    BARONESA. - Siempre eres tan amable?SHPRIJ. - A su sagrado recuerdo, el barn...BARONESA. - Hace cinco aos, yo recuerdo.SHPRIJ. - Me prest mil...BARONESA. - Ya s. Te dar hoy mismo el

    inters de los cinco aos.SHPRIJ. - Yo no tengo apuro de dinero. No faltaba

    ms; se lo he recordado por casualidad.BARONESA. - Dime, qu novedades hay?SHPRIJ. - En la casa de un conde he escuchado

    una serie de historias... De all vengo.BARONESA. - Y no sabe nada del prncipe

    Zviezdich y de Arbenin?SHPRIJ. - (Asombrado) No..., no he odo nada...

    De eso han hablado algo y ya no dicen nada... (Aparte)No me acuerdo de qu se trata.

    BARONESA. - Si es ya del dominio pblico, nohay por qu comentarlo.

    SHPRIJ. - Yo quisiera saber cul es su opinin. .BARONESA. - Ya han sido juzgados por la

    sociedad. Por otra parte, yo les podra regalar algn

  • B A I L E D E M S C A R A S

    67

    consejo; a l le dira que las mujeres valoran la tenacidadde los hombres, ellas quieren ser heronas logradas porencima de millares de obstculos. Y a ella le aconsejaraser menos severa y ms modesta... Adis, seor Shprij,mi hermana me espera a almorzar; si no, me quedaraconversando a gusto con usted. (Alejndose) Estoysalvada. Ha sido una buena leccin.

    SHPRIJ. - (Solo) No se preocupe, yo hecomprendido su insinuacin. No he de esperar que mela repita. Qu rapidez de inteligencia y de imaginacin!Aqu hay una intriga... Oh, s! Yo me meto en este lo; elprncipe me quedar agradecido y le servir de agente...Luego vendr aqu con nuevos datos y quiz entoncesreciba los intereses de los cinco aos.

  • M I J A I L L E R M O N T O V

    68

    ESCENA II

    EL GABINETE DE ARBENIN

    (Arbenin solo; luego el lacayo).

    ARBENIN. - Es evidente que son celos, pero noencuentro las pruebas. Temo caer en un error, pero notengo fuerza para soportarlo. Dejar las cosas como estny olvidar aquel delirio... Semejante vida es peor que lamuerte. He visto a gente con alma fra que duermetranquilamente durante la tempestad. Cmo la envidio!

    LACAYO. - (Entrando) Abajo est esperando unseor que ha trado una cartita para la seora, de partede la condesa.

    ARBENIN. - De quin?LACAYO. - No he comprendido.

  • B A I L E D E M S C A R A S

    69

    ARBENIN. - Una cartita para Nina? (Sale. Ellacayo queda).

    AFANASIO PAVLOVICH KAZARIN Y ELLACAYO

    LACAYO. - Recin acaba de salir el seor; espreloun poco.

    KAZARIN. - Bueno. Est bien.LACAYO. - Se lo voy a comunicar. (Sale).KAZARIN. - Estoy dispuesto a esperar un ao, o

    cuanto quiera; seor Arbenin; yo esperar. Mis asuntosvalen ms y estoy muy triste. Necesito un camarada muyhbil. No sera malo que l, a menudo tan generoso, quetiene ms de tres mil siervos, techo y escudo, me ayudeen esta ocasin. Habra que atraer nuevamente aArbenin al juego. Ser fiel a su pasado, sabr defender asus amigos y no se avergonzar ante los hijos. Para estajuventud hace falta sencillamente un pual. Por ms quele hables y te empees, no conocen ni la envidia, nisaben detenerse a tiempo, ni a tiempo demostrar suhonradez. Mirad no ms cuntos viejos llegaron apuestos importantes slo con el juego. Desde el barro sevincularon con la sociedad y adelantaron; y todo esopor qu es? Siempre saban conservar la decencia,

  • M I J A I L L E R M O N T O V

    70

    defender sus leyes, cumplir sus reglamentos, y vedloscon honores y millones...

    KAZARIN Y SHPRIJ

    SHPRIJ. - Oh, Afanasio Pavlovich! Qu milagro!Qu contento estoy de verlo! No pensaba encontrarloaqu.

    KAZARIN. - Y yo tambin! Est de visita?SHPRIJ. - S. Y usted?KAZARIN. - Como siempre.SHPRIJ. - No est mal que nos encontrramos;

    tengo un asunto que resolver con usted.KAZARIN. - T solas tener muchos asuntos, pero

    jams te he visto ocupado en uno solo.SHPRIJ. - (Aparte) Los buenos modos para

    ustedes estn de ms. Sin embargo, me hace falta...KAZARIN. - Yo tambin debo hablarte sobre algo

    muy importante para m.SHPRIJ. - Pues bien, nos ayudaremos mutuamente.KAZARIN. - De qu se trata?... Habla.SHPRIJ. - Permtame preguntarle slo una cosa: he

    odo que su amigo Arbenin... (Haciendo un gestoaludiendo a que su amigo es un cornudo).

  • B A I L E D E M S C A R A S

    71

    KAZARIN. - Cmo?... No puede ser! Estsseguro?...

    SHPRIJ. - Dios lo sabe. Hace cinco minutos que yomismo he intercedido. Quin ha de saber sino yo?

    KAZARIN. - El demonio est siempre en todaspartes.

    SHPRIJ. - Ya ve; la esposa..., no recuerdo bien sifue en la misa. o en un baile de mscaras se encontrcon un prncipe; ella le pareci bastante linda y muypronto el prncipe fue dichoso y querido; de pronto lahermosa reneg de sus actitudes de la vspera y elprncipe, enfurecido, fue a contarlo en todas partes, sintener en cuenta que poda pasar una desgracia. A m mepidieron que arreglara ese asunto... Y comenzando, todoviene a punto bien maduro. El prncipe prometi callary vuestro seguro servidor escribi una carta queinmediatamente se entreg a la direccin necesaria.

    KAZARIN. - Ten cuidado, no te arranque lasorejas.

    SHPRIJ. - He estado en los aun peores y he salidosin batirme en duelo.

    KAZARIN. - Y no has sido jams herido?SHPRIJ. - Para usted todas son bromas, risas... Yo

    siempre digo que no debe arriesgarse la vida sin objeto.

  • M I J A I L L E R M O N T O V

    72

    KAZARIN. - Desde luego, una vida as, por nadieapreciada, es un gran pecado arriesgarla sin utilidad.

    SHPRIJ. - Dejemos esto a un lado; pues yo querahablar con usted de algo muy importante.

    KAZARIN. - De qu se trata?SHPRIJ. - Parece una ancdota, pero el asunto es el

    siguiente...KAZARIN. - Habr que aplazar todos los asuntos,

    pues me parece que se acerca Arbenin.SHPRIJ. - No hay nadie todava. Hace poco me

    han trado de parte del conde Vrut cinco perros de raza.KAZARIN. - Por Dios, que tu ancdota es

    entretenida.SHPRIJ. - Su hermano es cazador y poda hacer

    una buena compra...KAZARIN. - Entonces Arbenin ha quedado

    burlado...SHPRIJ. - Esccheme...KAZARIN. - Cay en una trampa y fue

    evidentemente engaado. Despus de esto, como paracasarse...

    SHPRIJ. - Su hermano quedara encantado con esacompra.

    KAZARIN. - La fidelidad y el casamiento son cosasincompatibles. No te vayas a casar, Shprij.

  • B A I L E D E M S C A R A S

    73

    SHPRIJ. - Hace tiempo que estoy casado.Esccheme, una de las cosas es importante.

    KAZARIN. - La esposa?SHPRIJ. - No, el perro.KAZARIN. - (Aparte) Cmo lo tienen los perros!

    Esccheme, mi querido amigo. No s cul ser la esposaque Dios me dar, pero creo que t no vendersfcilmente esos perros.

    (Arbenin entra con una carta en la mano, sin notar aKazarin ni a Shprij).

    SHPRIJ. - Est pensativo leyendo esa carta; serainteresante saber si...

    ARBENIN. - (Habla solo sin notarlos) Qugratitud! No hace mucho que he salvado su honor y sufuturo casi sin conocerlo y he aqu que, como unavbora, comete esta bajeza jams vista... Jugando comoun ladrn entr a mi casa, cubrindome de vergenza ydeshonor... Y yo, sin poder creer a mis propios ojos,olvidando la amarga experiencia de tantos aos, comoun nio que no conociera la gente, no me atreva asospechar de semejante crimen. He credo que toda laculpa era de ella... Pero no sabe l quin es esta mujer...Como un extrao sueo lo obligar a olvidar estaaventura nocturna. El no pudo olvidarla y ha empezadoa buscar hasta encontrarla sin poder detenerse... Qu

  • M I J A I L L E R M O N T O V

    74

    gratitud!... He visto mucho en el mundo y sigoasombrndome. (Leyendo en voz alta la carta). La heencontrado! Pero no ha querido usted reconocer... Sucandor fue muy al caso. Tiene usted razn... Qu puedeser ms terrible que el ruego! Podran habernosescuchado por casualidad. Entonces no es el desprecioni el horror lo que he ledo en vuestra ardiente mirada;usted quiere que se conserve el secreto y as seguirsindolo. Pero antes que renunciar a usted me dejarmatar.

    SHPRIJ. - La carta! Eso mismo...; se ha perdidotodo.

    ARBENIN. - Conque es un conquistadorrealmente hbil. Tengo deseos de contestarle con unduelo. (Notando a Kazarin)

    Y t estabas aqu?KAZARIN. - Estoy esperando hace una hora.SHPRIJ. - (Aparte) Ir a la casa de la baronesa; que

    se preocupe ella y haga lo que quiera. (Saliendo sin sernotado).

    KAZARIN. - Estoy con Shprij... Dnde est?(Mirando a su alrededor) Ha desaparecido. Es la carta!Ahora comprendo todo. (A Arbenin) Estabaspreocupado

    ARBENIN. - S, estaba pensativo.

  • B A I L E D E M S C A R A S

    75

    KAZARIN. - Sobre la fragilidad de las esperanzas yel bienestar terrenal...

    ARBENIN. - Ms o menos... Pensaba en lagratitud.

    KAZARIN. - Sobre este asunto hay opinionesdiferentes. Pero por ms que haya diferencia de opinin,el tema es digno de reflexin.

    ARBENIN. - Y cul es tu opinin?KAZARIN. - Yo creo, amigo, que la gratitud es una

    cosa que depende del valor del servicio prestado y quemuchas veces o casi siempre el bien est en nuestrasmanos. Por ejemplo, he aqu que ayer de nuevo Slukinperdi casi cinco mil rublos y yo, por Dios, le estoy muyagradecido; y mientras bebo, como y duermo no hagoms que pensar en l.

    ARBENIN. - Kazarin, t no haces ms quebromas.

    KAZARIN. - Escchame! Yo te quiero y vamos ahablar en serio. Pero hazme el favor, hermano, de dejarese aspecto terrible, y yo abrir ante ti todos los secretosde la sabidura humana. Quieres escuchar mi opininsobre la gratitud? Ten un poco de paciencia. Por msque expliquemos a Voltaire y Descartes, el mundo param es un juego de naipes y la vida el banquero; el azarun faro y yo aplico a la gente las reglas del juego. Por

  • M I J A I L L E R M O N T O V

    76

    ejemplo, para explicarlas ahora me imagino que hejugado al As; lo he hecho por presentimiento, porquesoy supersticioso para las cartas; supongamos que porcasualidad y sin engao, l haya ganado, yo estoy muycontento, pero no le puedo agradecer al As y seguirapostndole hasta cansarme; y luego, en conclusin,quedar bajo la mesa una carta destrozada. Pero t nome escuchas, mi querido.

    ARBENIN. - (Pensativo) En todas partes reina elmal y el engao. Y yo ayer, como un tonto, heescuchado en silencio cmo ha sucedido...

    KAZARIN. - (Aparte) Sigue pensativo.(Dirigindose a Arbenin) Ahora pasaremos a otro caso ylo analizaremos, pero poco a poco para no confundirlo.Supongamos, por ejemplo, que t quieras nuevamenteabandonarte al juego o al libertinaje y tu amigo te dijese:Eh, cuidado, hermano!, y te diese otros sabiosconsejos; t le escucharas y le desearas buenas nochesy muchos aos felices. Y si tratase de curarte de tu viciopor el vino, debes emborracharlo inmediatamente, y encuanto a los naipes, ganarle inmediatamente un partidoa cambio de sus consejos y si se salva en el juego debesir al baile y enamorar a su mujer y si no te enamoras,por lo menos conquistarla para vengarte del marido, y

  • B A I L E D E M S C A R A S

    77

    en ambos casos tendrs razn, amigo; le dars por elconsejo una leccin.

    ARBENIN. - Eres un notable moralista. Todos teconocen... Pero en cuanto al prncipe, le pagar por laleccin con mi honradez.

    KAZARIN. - (Sin prestar atencin a sus palabras)El ltimo punto lo debo aclarar. T amas una mujer,por ejemplo; le das en sacrificio tu honor, tu riqueza, tuamistad y tu vida tal vez; la rodeas de honores ydiversiones, pero, por qu te debe estar ella agradecida?T habrs hecho todo eso quiz no por pasin, sino enparte por amor propio; para poseerla, t te sacrificas,pero no es por su felicidad. S! Pinsalo framente y medirs que todo en el mundo es convencional.

    ARBENIN. - (Disgustado) S, s, tienes razn; ques el amor para las mujeres? Ellas siempre necesitannuevas victorias y tal vez ruegos, llanto y tormentos, y leparecer ridculo este aspecto y esta voz implorante.Tienes razn: es tonto aquel que cree, que sueaencontrar en una sola mujer el paraso terrenal.

    KAZARIN. - T piensas con mucha sensatez,aunque eres casado y feliz.

    ARBENIN. - En serio?KAZARIN. - No te parece?ARBENIN. - Yo, feliz... s...

  • M I J A I L L E R M O N T O V

    78

    KAZARIN. - Yo estoy contento, aunque lamentoque ests casado.

    ARBENIN. - Por qu?KAZARIN. - As no ms... Recuerdo nuestro

    pasado... cuando contigo bebamos a cuenta de norecuerdo quin y ramos dos muchachos sin cabeza.Qu tiempos aqullos! A la maana descansando conlos recuerdos agradables de la vspera, luego elalmuerzo, el vino, Ral, el honor en copas talladas,brillantes y con espuma desbordante, conversacionesanimadas de agudezas, luego el teatro..., el almaestremecida pensando cmo atraer a las bailarinas o alas actrices... No es verdad que antes todo era mejor yms barato? La obra ha terminado y corremosapresurados a la casa de un amigo... entramos... el juegoest en su apogeo; junto a los naipes, columnas demonedas de oro; unos arden y otros palidecen. Nossentamos y comienza de nuevo una batalla y parecenuestra alma atravesada de pasiones y sensacionesincontenibles, y con frecuencia una idea gigante comoun resorte levanta y enciende nuestra mente... y sivences al enemigo con tu habilidad, te parecer que elpropio Napolen es lastimoso y ridculo, pues creersque tienes el destino humildemente a tus pies.

    (Arbenin se aparta).

  • B A I L E D E M S C A R A S

    79

    ARBENIN. - Oh! Quin me devolver aquellastempestuosas esperanzas, quin me devolviera aquellosdas insoportables y ardientes! Por aquellos das yo darami dicha ignorada y la tranquilidad; pero no son param... Acaso estoy hecho para ser marido o padre defamilia? Yo, a m, que he probado todas las debilidades,los vicios y las perversidades y ante su rostro jams hetemblado? Fuera de m, ngel benefactor! Yo no teconozco. Yo he sido engaado y nuestra breve unindesde hoy queda rota, destrozada. Adis, adis... (Sedeja caer sobre una silla y se cubre el rostro con lasmanos).

    KAZARIN. - Ahora me pertenece!

  • M I J A I L L E R M O N T O V

    80

    ESCENA III

    LAS HABITACIONES DEL PRNCIPE. LAPUERTA QUE UNE LAS DOS HABITACIONES

    EST ABIERTA; L SE HALLA ACOSTADOSOBRE UN SOF

    IVN Y LUEGO ARBENIN

    (El lacayo Ivn mira el reloj).

    IVN. - Ya son ms de las siete y me ha ordenadodespertarlo cuando suenen las ocho. Como duerme a larusa y no a la moda, tendr tiempo de ir hasta la cantina.Cerrar la puerta con candado, es ms seguro, pero...parece que sube alguien por la escalera; dir que no esten casa y rpidamente los har marchar. (EntraArbenin).

    ARBENIN. - Est el prncipe en casa?LACAYO. - No est en casa, seor.ARBENIN. - No es verdad.LACAYO. - Hace cinco minutos que se acaba de ir.

  • B A I L E D E M S C A R A S

    81

    ARBENIN. - (Escuchando) Mientes! Est aqu.(Sealando el escritorio del prncipe) Y est durmiendo,por lo visto, dulcemente; desde aqu se escucha supausada respiracin. (Aparte) Pero pronto dejars dehacerlo.

    LACAYO. - (Aparte) Qu odo tiene...(Dirigindose a Arbenin) El prncipe me ha prohibidodespertarlo.

    ARBENIN. - Le gusta dormir... tanto mejor, yadormir para siempre en paz, en sueo eterno. (Allacayo) Creo que ya le he dicho que deber esperar hastaque se despierte. (El lacayo sale).

    ARBENIN. - (Solo) Ha llegado el momento.Ahora o nunca. Ahora pondr a prueba todo, sin trabajoy sin temor; demostrar a nuestra generacin que por lomenos hay un espritu que sabe responder con frutoscuando le cae la semilla de la ofensa y la humillacin.Oh! Yo no soy de ellos. Es tarde para m. Gritandoatraera al enemigo y ellos reiran..., pero ahora nopodrn hacerlo, oh, no! Yo no soy de sos. Nopermitir ni una hora ms sobre mi cabeza estavergenza insoportable. (Acercndose a la puerta)Duerme. Qu es lo que ver en sueos por ltima vez?(Con sonrisa terrible) Yo creo que l morir del golpe.Ha dejado la cabeza colgando... Yo le ayudar a la

  • M I J A I L L E R M O N T O V

    82

    sangre... Y todo a cuenta de la naturaleza. (Entra en lahabitacin. Despus de dos minutos sale con el rostroplido) No puedo! (Pausa) S, es ms fuerte que mivoluntad. Yo me he traicionado, he temblado porprimera vez en mi vida. Hace mucho que soy uncobarde, acaso?... Un cobarde?... Quin lo ha dicho?...Yo mismo, y eso es cierto... Qu vergenza! Huye,avergnzate, hombre despreciable! A ti, como a losdems, nuestro siglo te ha aplastado! Por lo visto tevanagloriabas lastimosamente..., lastimosamente, porcierto, y te has cansado y te encuentras bajo el yugo dela civilizacin. No has sabido amar y has desviado lavenganza. Has llegado y... y no puedes, y no has podido.(Pausa. Se sienta) He querido abarcar mucho; deboelegir un camino seguro y el intento enciendeprofundamente mi corazn atormentado. As es, as es!El vivir, el asesinato ya no est de moda. A los asesinoslos castigan en la plaza pblica. As es, he nacido en elseno de un pueblo instruido; el idioma y el oro sonnuestro pual y nuestro veneno!

    (Tomando una hoja de papel y la pluma del tinteroque est sobre la mesa, escribe; luego toma el sombreroy se dirige a la puerta, y en ese momento se enfrenta conuna dama con un velo).

    DAMA. - (Con velo) Ay! Todo ha fracasado!...

  • B A I L E D E M S C A R A S

    83

    ARBENIN. - Qu es esto?DAMA. - (Arrancndose de sus brazos) Djeme

    pasar!ARBENIN. - No! Este no es un grito fingido de

    una benefactora sobornada! (Dirigindose a ella)Cllese! Ni una palabra, o si no en el instante... Qusospecha es sta?... Levante ese velo mientras estamossolos.

    DAMA. - Me he equivocado... He entrado aqu porun error.

    ARBENIN. - S, se ha equivocado en la hora y ellugar.

    DAMA. - Por Dios, djeme pasar! Yo a usted nolo conozco!

    ARBENIN. - Su turbacin me extraa... Usteddebe descubrirse. Levante el velo. El est durmiendo ypuede levantarse en cualquier momento. Yo lo s todo...Pero debo convencerme...

    DAMA. - Lo sabe todo?(Levantando el velo de la dama, retrocede

    asombrado; luego vuelve en s).ARBENIN. - Agradezco al Creador, que me ha

    permitido hoy no equivocarme.BARONESA. - Oh! Qu es lo que he hecho?

    Ahora todo ha terminado!

  • M I J A I L L E R M O N T O V

    84

    ARBENIN. - La desesperacin est fuera de lugar.No es muy agradable, ni muy divertido, por cierto, enuna hora como sta, en vez de recibir abrazosapasionados, encontrarse con una mano fra. Uninstante de temor no es todava una gran desgracia. Yosoy modesto y sabr callar. Puede usted agradecer aDios que soy yo precisamente y no otro; si no, la noticiacorrera por la ciudad como un reguero de plvora.

    BARONESA. - Ah! El se ha despertado, habla!ARBENIN. - Est hablando en sueos... Clmese,

    yo ya me voy. Pero explqueme nicamente, qu podertiene Cupido que este hombre la ha embrujado y por ltodas las mujeres se encienden de pasin? Por qu noes l el que est desesperado a sus pies rogndole conjuramentos y con lgrimas? Pero es usted, es ustedmisma, esa mujer espiritual, que ha olvidado lavergenza y que ha venido a entregarse? Explquemequ poder tiene para que otra mujer, que en nada valemenos que usted, tambin est dispuesta entregar todo,la felicidad, la vida, el amor, por una sola mirada y unasola palabra. Para qu?... Oh, soy un imbcil!(Enfurecido) Para qu, para qu?...

    BARONESA. - (Categrica) Ya comprendo de queme habla... Ya s para qu ha venido...

  • B A I L E D E M S C A R A S

    85

    ARBENIN. - Cmo! Quin le ha contado?(Cambiando de tono) Qu es lo que sabe?...

    BARONESA. - Oh! Yo le ruego que me perdone...ARBENIN. - Yo no la he acusado. Por el

    contrario, me alegro por la felicidad de mi amigo.BARONESA. - Estoy enceguecida por la pasin;

    yo soy culpable de todo, pero esccheme...ARBENIN. - Por qu? A m realmente me da lo

    mismo..., soy enemigo de la moral severa.BARONESA. - Si no fuera por m, no hubiera

    existido la carta, ni...ARBENIN. - Ah! Esto es ya demasiado!... La

    carta!. .., Qu carta? Ah! Entonces es usted quien losha juntado... y los ha aleccionado!... Hace mucho queusted se empea en ese nuevo papel? Qu es lo que laha empujado?... Usted trae aqu sus inocentes vctimaso es que la juventud viene a usted? S, reconozco queusted es todo un tesoro, pero ya no me extraa ellibertinaje de nuestras damas.

    BARONESA. - Oh, Dios mo!...ARBENIN. - Le hablo sin halago... Cunto le

    pagan por sus servicios estos seores?BARONESA. - (Cae sentada sobre un silln) Pero

    usted es inhumano!...

  • M I J A I L L E R M O N T O V

    86

    ARBENIN. - S, me he equivocado, soy culpable.Usted lo hace por su honor! (Quiere salir).

    BARONESA. - Oh! Voy a perder el juiciol...Espere... Se va, no quiere escucharme... Oh... memuero!...

    ARBENIN. - Y bien, contine, eso la conducir ala gloria... No me tenga miedo y despidmonos... PeroDios me libre encontrarnos nuevamente... Usted me haquitado todo, todo en el mundo; la he de perseguirsiempre y en todas partes; en la calle o en su soledad yen la sociedad! Y si nos encontrramos... sera paraambos una desgracia... Yo la matara... pero la muertesera un premio que debo guardar para castigar a otra.Usted ve que yo soy bueno; a cambio de los tormentosdel infierno le dejo el paraso de la tierra. (Sale).

    LA BARONESA SOLA

    BARONESA. - (Dirigindose a Arbenin, que sale)Esccheme, le juro que fue un engao... ella esinocente... y la pulsera... todo fue cosa ma... todo fueobra ma... Se fue y no me oye! Qu hacer? En todaspartes la desesperacin... Debo decirle! Yo quierosalvarlo, cueste lo que cueste. Le rogar, me humillar,

  • B A I L E D E M S C A R A S

    87

    engaar, hasta puedo llegar a fingir cualquier cosa. ..pero... l se ha levantado... viene... Oh, qu tormento!

    LA BARONESA Y EL PRNCIPE

    PRNCIPE. - (Desde la otra habitacin) Ivn!Quin est all?... He odo voces. Qu gente! No sepuede uno acostar a dormir ni por media hora.(Aparece) Ah! Qu visita! Hermosa, me alegro muchoverla. (La reconoce y se echa atrs). Ay, baronesa! No,no puede ser, es increble!...

    BARONESA. - Por qu ha retrocedido? (Con vozdbil) Est asombrado?

    PRNCIPE. - (Algo turbado) Naturalmente, me esmuy agradable... Pero esta felicidad no la esperaba.

    BARONESA. - Y sera extrao que la esperase.PRNCIPE. - En qu he estado pensando? Oh, si

    yo hubiera sabido!BARONESA. - Usted hubiera podido saber todo y,

    sin embargo, no saba nada.PRNCIPE. - Estoy dispuesto a pagar mi culpa y

    recibir todo castigo con humildad; estaba ciego ymudo; mi ignorancia, los hechos... y ahora no encuentroni palabra... (Tomndola de las manos) Pero sus manos

  • M I J A I L L E R M O N T O V

    88

    estn heladas! Su rostro revela sufrimiento! Acasoduda de mis palabras?

    BARONESA. - Usted se equivoca! No he venido apedir amor, ni rogar su reconocimiento; he decididovenir a verlo olvidando el temor y la vergenza naturalentre nosotros, para cumplir una obligacin sagrada. Mivida ha pasado y la que me espera es muy distinta. Perofui motivo de una desgracia y habiendo decididoabandonar la sociedad para siempre, quera arreglaralgunas cosas y para eso he venido. Estoy dispuesta asoportar mi vergenza, y si yo no me he salvado, tratarde salvar a la otra.

    PRNCIPE. - Qu significa esto?BARONESA. - No me interrumpa: me ha costado

    mucho esfuerzo decidirme a hablar de esta manera. Slousted, sin saberlo, fue causa de todos mis dolores. Sinembargo, yo debo salvarlo... Por qu? No s... Ustedno merece todos estos sacrificios; usted no puedeamar... ni comprenderme... y quiz tal vez no es eso loque yo quiero..., pero esccheme. Hoy he sabido, puedodecirlo, total es lo mismo..., usted le ha enviado ayer a laesposa de Arbenin, imprudentemente, una carta... Porlas pa