las vías de la emancipación - Álvaro garcía linera

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    Contexto Latinoamericanoes una revista trimestral de anlisis

    poltico publicada por la editorial Ocean Sur. Su propsito es fo-

    mentar y divulgar el intercambio de ideas entre los lderes y acti-vistas de los partidos, organizaciones y movimientos polticos y

    sociales de la izquierda, con la participacin de especialistas de las

    ciencias sociales, comunicadores y artistas comprometidos con la

    emancipacin de los pueblos de Amrica Latina y el Caribe.

    En esta ocasin, la revista ofrece a sus lectores una coleccin

    de textos sobre poltica, historia, sociedad, economa, cultura,medioambiente, gnero y otros temas de inters. Valiosas re-

    flexiones en ensayos, artculos, entrevistas y testimonios, dan vida

    a esta nueva serie de Ocean Sur.

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    Pablo Stefanoni, Franklin Ramrez

    y Maristella Svampa

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    Cubierta: Sean Walsh

    Derechos 2008 Pablo Stefanoni, Franklin Ramrez y Maristella Svampa

    Derechos 2008 Ocean Press y Ocean Sur

    Todos los derechos reservados. Ninguna parte de esta publicacin puede ser reproducida,

    conservada en un sistema reproductor o transmitirse en cualquier forma o por cualquier medio

    electrnico, mecnico, fotocopia, grabacin o cualquier otro, sin previa autorizacin del editor.

    ISBN: 978-1-921438-44-8

    Library of Congress Control Number: 2008940474

    Primera edicin 2009

    Impreso en Mxico por Quebecor World, S.A., Quertaro

    PUBLICADO POR OCEAN SUR

    OCEAN SUR ES UN PROYECTO DE OCEAN PRESS

    Mxico: Juan de la Barrera N. 9, Col. Condesa, Del. Cuauhtmoc, CP 06140, Mxico, D.F.

    E-mail: [email protected] Tel: (52) 5553 5512

    EE.UU.: E-mail: [email protected]: E-mail: [email protected]

    El Salvador: E-mail: [email protected]

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    Argentina: Cartago Ediciones, S.A. E-mail: [email protected]

    Aust ral ia: Ocean Press Tel: (03) 9326 4280 E-mail: [email protected]

    Bolivia:Ocean Sur Bolivia

    E-mail: [email protected]:Editorial La Vida es Hoy Tel: 2221612 E-mail: [email protected]

    Colombia:Ediciones Izquierda Viva Tel/Fax: 2855586 E-mail: [email protected]

    Cuba:Ocean Sur E-mail: [email protected]

    Ecuador:Libri Mundi, S.A. Tel: 593-2 224 2696 E-mail: [email protected]

    EE.UU. y Canad:CBSD Tel: 1-800-283-3572 www.cbsd.com

    El Salvador y Centroamrica:Editorial Morazn E-mail: [email protected]

    Gran Bretaa y Europa:Turnaround Publisher Services E-mail: [email protected]

    Mxico:Ocean Sur Tel: 5553 5512 E-mail: [email protected]

    Per:Ocean Sur Per E-mail: [email protected]

    Puerto Rico:Libros El Navegante Tel:7873427468 Sara Grecco Editoriales Tel: 787-7278804Venezuela:Ocean SurE-mail: [email protected]

    www.oceansur.comwww.oceanbooks.com.au

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    Introduccin 1

    La bsqueda de la comunidad en Marx 9

    El EGTK y la prisin 19

    Intelectuales y neoliberalismo 28

    Potencias y lmites de los movimientos sociales 43

    Entre la sociologa, los medios y la poltica 54

    Los movimientos sociales en el gobierno 58

    Hora de balances 64

    El descubrimiento del Estado 74

    Las elites reaccionan con el bolsillo y con el hgado 89

    Libros, ponencias y artculos 94

    Notas 97

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    Este dilogo comenz cuatro meses antes de que lvaro Garca

    Linera llegara a la vicepresidencia de Bolivia (y sin que esa posibi-

    lidad estuviera an en su horizonte poltico y de vida) y continuen su despacho en el Palacio Quemado luego de su llegada

    al gobierno.1La ltima conversacin fue un da antes del refe-

    rendo revocatorio del 10 de agosto de 2008, cuando Evo Morales

    y l mismo fueron ratificados en sus cargos con ms del 67% de

    los votos. Las palabras de lvaro Garca Linera son explcitas a la

    hora de enunciar las porosas fronteras entre su actividad como

    investigador social y su implicacin poltica e intelectual con losmovimientos mineros e indgenas bolivianos. Esa situacin de

    intelectual comprometido, hoy no tan comn como antao

    en Amrica Latina, explica que Evo Morales lo haya convocado

    para acompaarlo en el binomio presidencial, y que se convirtie-

    ra luego en su copiloto, en contraste con el desdibujado papel

    desempeado por los vicepresidentes bolivianos pese a su fun-

    cin de presidentes del Congreso en la historia democrtica

    boliviana. Alguna vez, l mismo se defini como un intermedia-

    rio entre los indgenas y las clases medias urbanas, en favor de

    una renovada alianza de clases cuya condicin de posibilidad era

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    2 LAS VAS DE LA EMANCIPACIN

    el conocimiento mutuo en un pas abigarrado y con escasos

    grados de autoconocimiento como Bolivia. Y ese papel anfibioentre los diferentes mundos que conforman la nacin boliviana

    lo coloc inmediatamente en el lugar de intrprete del complejo

    proceso poltico y social que vive el pas.

    Para muchos, la riqueza del actual momento de la historia de

    esta nacin andino-amaznica se vincula con la masiva partici-

    pacin de las organizaciones indgenas, campesinas y vecinales en

    la definicin de los asuntos polticos, histricamente manejadosdesde arriba por una pequea elite. No obstante, como lo des-

    taca con precisin sociolgica y cierto eclecticismo terico Garca

    Linera, el camino no es fcil y los movimientos sociales estn lejos

    de las frmulas idealizadas de quienes buscan en los indgenas

    cosmovisiones no contaminadas por el capitalismo o se entusias-

    man con la potencia de una multitud etrea y casi nunca de-

    finida. Cuestiones ms prosaicas, como el patrimonialismo, los

    constantes repliegues particularistas y la falta de cuadros poltico-

    administrativos se consideran los lmites de la original, pero no

    menos incierta, revolucin democrtica cultural, como desde

    el gobierno definen al nuevo rumbo que vive Bolivia desde enero

    de 2006, cuando lleg al silln presidencial el primer presidente

    indgena de la historia nacional (y latinoamericana), el dirigentecocalero Evo Morales Ayma.

    A ms de dos aos de su llegada a la vicepresidencia, nadie

    puede afirmar con evidencias serias que Garca Linera sea el

    cerebro del gobierno, pero ello tampoco puede ocultar que este

    socilogo autodidacta, seguidor entusiasta de Pierre Bourdieu (a

    quien cita a menudo en entrevistas periodsticas y acadmicas),

    tiene en la nueva administracin boliviana un perfil que lo aleja

    de la intrascendencia que histricamente tuvo el cargo de vice-

    presidente. De hecho, casi no utiliza su despacho en la vicepresi-

    dencia, y desempea sus labores en una oficina ms modesta pero

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    INTRODUCCIN 3

    a escasos pasos de la del jefe de Estado, en el Palacio Quemado de

    La Paz y son casi inexistentes las reuniones importantes del presi-dente boliviano en las que no est sentado Garca Linera.

    El actual vicepresidente naci en una familia mestiza de clase me-

    dia en Cochabamba en 1962; inici su experiencia en la poltica

    de oposicin bajo la dictadura de Hugo Banzer; durante su esta-

    da como estudiante de matemticas en la Universidad NacionalAutnoma de Mxico (UNAM), se involucra en las campaas de

    solidaridad con Centroamrica y comienza a discernir con niti-

    dez el problema indgena. De regreso a Bolivia se vincula con las

    Cdulas Mineras de Base que posteriormente se fusionaran con

    los Ayllus Rojos, un grupo de propaganda y organizacin de las

    comunidades en la zona del Altiplano de La Paz, Sucre, Potos y el

    Chapare. Posteriormente, forma parte de la direccin ideolgica

    del Ejrcito Guerrillero Tpac Katari(EGTK) una de las pocas

    fuerzas guerrilleras propiamente indgenas en Amrica Latina

    y se dedica a elaborar documentos de formacin poltica e inves-

    tigacin sobre las comunidades indgenas. Sus primeros libros,

    Crtica de la nacin y la nacin crtica(1989) y De demonios escon-

    didos y momentos de revolucin (1991), aparecen firmados bajoel nombre de guerra Qananchiri aquel que clarifica las cosas,

    en aymara. En 1992 es encarcelado en la prisin de mxima se-

    guridad de Chonchocoro, acusado de sublevacin y alzamiento

    armado. Desde all publica Forma valor y forma comunidad de los

    procesos de trabajo (1995), uno de sus libros mejor logrados. Lue-

    go de cinco aos de prisin, ingresa como docente de sociologa

    en la Universidad Mayor de San Andrs en La Paz. Es uno de losmiembros fundadores del grupo de intelectuales crticos Comu-

    na, en la Paz, cuya produccin intelectual acompaa la evolucin

    de los movimientos sociales y alcanza un importante rango de

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    influencia en la opinin pblica. Marxista de base e intrprete del

    socilogo francs Pierre Bourdieu, Garca Linera se convierte asen uno de los ms importantes tericos y portavoces de los movi-

    mientos indgenas y campesinos bolivianos.

    La primaca de lo poltico en su vida intelectual parecera cons-

    tituirse en el trazo unificador de una importante obra terica (con-

    sagrada, sobre todo, a discutir desde los textos cannicos del mar-

    xismo el problema de la construccin de lo nacional en un pas

    abigarrado2como Bolivia) y de algunas investigaciones centra-das en las transformaciones del proletariado minero boliviano o

    en la misma emergencia de los nuevos movimientos sociales, as

    como de diversos ensayos y artculos sobre la coyuntura abierta en

    ese pas, a raz de lo que l denomina el ocaso del ciclo estatal

    neoliberal allanado por las sucesivas guerras del agua y del gas

    en los primeros aos del nuevo siglo. En la politicidadde su obra

    reverbera, ms an, la imagen establecida en cierto modo por

    Carl Schmitt y llevada a su forma, a la vez, de manera ms elegan-

    te y realista por Perry Anderson de la poltica como un campo

    de batalla, figura esta que puede resultar excesivamente austera y

    asptica para designar lo que tienen en mente todos estos autores, a

    saber, una confrontacin directa entre dos polos opuestos.3

    No se trata, sin embargo, del trazado simple de una topogra-fa poltica polarizadora/binaria que la hay, y que en diversas

    formas emerge como el legado intelectual de una cierta izquierda

    reacia a conceder estatuto poltico a cualquier posicin hacia el

    centro sino, sobre todo, de los lugares en los que Garca Linera

    inscribe su trabajo intelectual y en los auditorios a los que hace

    referencia y en los que espera encontrar resonancia: el campo

    plebeyo. En un anlisis sociolgico pragmtico la descripcin

    de las acciones y los juicios en situacin, para decirlo muy escue-

    tamente es relativamente fcil ubicar, en efecto, ese lugar de

    enunciacin, de inscripcin y de anclaje de su trabajo intelectual

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    INTRODUCCIN 5

    al observar, a medida que el dilogo avanza, sus frecuentes pa-

    sajes del yo al nosotros, o la misma dilucin de unyotenueen un nosotrosextenso, solidario y (por qu no decirlo), a veces,

    restrictivo, en que se funden sus filiaciones polticas, militantes e

    identitarias.

    Proponemos, pues, leer ese nosotros y el documento que

    aqu presentamos sera apenas una incitacin para explorar en

    tal lectura en boca de Garca Linera ms all de las inercias co-

    lectivistas de las culturas andinas o de las conexiones orgnicasentre el intelectual y las multitudes, pistas incompletas para cap-

    tar un fenmeno global que concierne tanto al desdibujamiento

    de las convencionales formas de representacin poltica y social

    en diversos mbitos como a la emergencia de nuevos nexos entre

    la vida intelectual y la accin poltica colectiva. As, el vigente

    cuestionamiento extremo a toda forma de representacin se ex-

    tiende tambin a la pretensin ilustrada del intelectual terico

    como conciencia representativa de una causa, de un malestar.

    Los que hablan y los que actan se funden en una mente pblica

    que no puede realizarse si no es en relacin con los propios se-

    mejantes. Gilles Deleuze haba anticipado este movimiento en

    un dilogo con Foucault, sobre su trabajo en los psiquitricos:

    no existe ya la representacin, no hay ms que accin, accin deteora, accin de prctica en relaciones de conexin o de redes.4

    Estas ltimas, en efecto, estaran hoy en la base de una coopera-

    cin social ms extensa entre diversos agentes pblicos que par-

    ticipan en comn en la vida de la mente (comparten las mismas

    aptitudes comunicativas y cognoscitivas)5y, ms que en ningn

    momento histrico anterior, son capaces de advertir las implica-

    ciones polticas del saber.

    Tal vez esa certeza explica que, en los aos previos a su elec-

    cin como vicepresidente, Garca Linera haya incursionado ac-

    tivamente en el espacio meditico. Como analista poltico del

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    programa televisivo El pentgono, su voz crtica al Estado colo-

    nial-neoliberal boliviano comenz a ser escuchada por los secto-res medios urbanos en diversas ciudades del pas, lo cual contri-

    buira a la progresiva legitimacin de la nueva izquierda indgena

    boliviana. Ello explica, en parte, el rol protagnico que tendra

    posteriormente en la tarea de acercamiento del Movimiento al

    Socialismo (MAS) a esos segmentos de la poblacin.

    En este punto, sin embargo, la pregunta cae por su propio

    peso. Segn Pierre Bourdieu, se define al intelectual como unpersonaje bidimensional que subsiste como tal si est investido

    de una autoridad conferida por un mundo intelectual autnomo

    (independiente de los poderes religiosos, polticos y econmicos)

    con reglas especficas que se compromete a respetar, y si involu-

    cra esta autoridad especfica en las luchas polticas:6entonces, en

    qu medida el trabajo de Garca Linera ha podido desarrollarse

    de modo autnomo respecto de sus vinculaciones polticas? O para

    decirlo con Michael Walzer, alcanza su obra, acaso, el punto de

    equilibrio, entre la implicacin/el anclaje en un universo social

    dado y la capacidad de desplazamiento normativo/de mirar des-

    de afuera, que favorece el efectivo ejercicio de la crtica como

    prctica social moderna?7

    La sospecha de que en el intelectual comprometido se diluyenlas posibilidades de generar un conocimiento universal guiado

    por los principios de la pureza tica y la poltica de la verdad debe

    despejarse, no en la consideracin de su particular evolucin in-

    telectual ni en el juicio filolgico de sus textos, sino en la observa-

    cin de las caractersticas del campo intelectual/acadmico local

    y de la pluralidad de espacios pblicos de dilogo y confrontacin

    no violenta en loscuales razones, argumentos y demostraciones

    se sopesan y validan,legitimando as a unos actores y discursos y

    no a otros. En el anlisis de tales dispositivos podr reconocerse el

    carcter histrico y social de la razn y, por tanto, la especificidad

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    INTRODUCCIN 7

    de las prcticas intelectuales en diversos contextos. En Amrica

    Latina, los nexos entre el poder y los intelectuales tienen una largahistoria;8en nuestros das se expresan, sin embargo, bajo nuevos

    formatos: por arriba, en torno al advenimiento de la sociedad

    del conocimiento y a la consagracin, en ella, de la figura del ex-

    perto; por abajo, en relacin con las nuevas pautas de coopera-

    cin entre diversos nodos de las redes pblicas que sostienen las

    emergentes dinmicas de accin colectiva. Es este ltimo punto,

    sobre todo, el que ilustra con precisin nuestra conversacin conGarca Linera.

    Con su llegada a la vicepresidencia, sin haberse quitado el traje

    de socilogo, el vicepresidente boliviano contina una tradicin

    boliviana y latinoamericana de intelectuales que pasaron,

    con xito desigual, de las armas de la crtica a la crtica de lasarmas para transformar una realidad que en el caso boliviano

    fue moldeada por la incapacidad de sus elites para construir una

    nacin incluyente en un horizonte de expectativas comunes. As,

    en este dilogo ensaya conceptos polmicos como capitalismo

    andino, que encubre en cierto modo las ilusiones desarrollistas

    existentes en el actual gobierno boliviano; explica apelando a

    la sociologa de Bourdieu y polemizando con las corrientes india-

    nistas las dificultades para conformar un gobierno indgena;

    y por momentos queda en evidencia la lnea difusa que separa

    al socilogo que describe la realidad, del poltico que trata de

    cambiarla y de construir mediante la utilizacin del Estado y

    del poder un mundo nuevo, aunque solo sea en la escala de

    una pequea nacin. Pero el devenir de esta tensin ser el temade otra biografa: la del balance en los objetivos de dejar atrs

    a la Bolivia excluyente heredada de la colonia y preservada por la

    Repblica, y construir un proyecto de pas compartido.

    La Paz, agosto de 2008

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    Para comenzar, quisiramos hablar de su biografa poltica, cmo

    fue el origen de su trayectoria intelectual?

    Complicado, pero intentar. En principio soy una persona que

    vive la adolescencia en un perodo de ascenso social de las mo-

    vilizaciones, el fin de las dictaduras, elecciones, golpes de Estado,

    elecciones, golpes, y eso me toca a m, era un ambiente cargado

    de luchas, de debates, de discusiones a finales de los aos seten-

    ta setenta y siete ms o menos, y creo que eso influye en untipo de acercamiento personal al mbito de las ciencias socia-

    les. Es en La Paz donde vivo el bloqueo de 1979 que me influy

    mucho: la presencia de los campesinos que bloquean la ciudad

    en el primer gran bloqueo que hubo y que, entonces, era difcil

    de entender. No se comprenda bien qu estaba pasando. En tal

    ambiente busco la ayuda de las lecturas de las ciencias sociales;

    desde adolescente he sido un autodidacta. La sociologa me llega

    en medio de ese ambiente, y yo la voy siguiendo con paciencia.

    Decido, entonces, emprender estudios formales de ciencias du-

    ras (matemticas), porque crea que las ciencias sociales poda

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    aprenderlas yo solo. Me pareca que deba estudiar algo que no

    pudiera aprender solo, pero a esos das se remonta mi cercana ala ciencia social.

    En ese ambiente cargado de expectativas polticas se inicia tambin

    su actividad militante?

    No, me senta ms bien alejado de las lecturas partidarias, a pesar

    de que en esa poca todos los jvenes militaban en la universidad.

    Y no lo hago, fue una distancia un poco intelectualista de lapoltica; era un chango [joven] poco formado que vea como una

    limitacin intelectual el tipo de debate poltico que se daba en

    los pequeos grupos militantes. Viajo al extranjero y contino

    con mis estudios de matemticas pero, paralelamente, mantengo

    mis lecturas de temas tericos e histricos concretos. En Mxico

    influye mucho en mi percepcin poltica la guerrilla centroame-

    ricana en El Salvador, aunque en Bolivia tena ms influencia una

    tendencia sindicalista obrera, adems del indianismo, del kata-

    rismo, de las movilizaciones de 1979. Tena, entonces, relacin

    con temas muy tericos, pero el acercamiento a las experiencias

    en Centroamrica va a modificar mis lecturas, va a politizarlas:

    paso de una orientacin ms filosfica y abstracta de El capital,

    de la dialctica de Hegel, de Kant, a una mirada ms prctica.Comienzan as mis lecturas leninistas, para comprender mejor la

    gestin de lo poltico. Esto ya es en los aos ochenta. Al acabar la

    carrera, regres a Bolivia, pero con una posicin de mayor invo-

    lucramiento poltico.

    Cul fue la repercusin intelectual en Mxico, de los movimientos

    insurgentes en Centroamrica?

    Haba dos elementos importantes: el tema armado como modo

    de resolucin o de conquista del poder; y, en particular, el tema

    tnico, sobre todo en Guatemala, donde escucho por primera vez

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    del indianismo, que haban trabajado ya ciertas cosas en opo-

    sicin, precisamente, a la izquierda marxista. Todo el procesoabierto las influencias de la guerrilla, del tema obrero y del

    tema indgena lo intentamos teorizar. As, en los aos ochen-

    ta, dedico mi tiempo a escribir varios libros, unos polmicos, en

    debate contra la izquierda tradicional predominante, y otros que

    anticipaban trabajos con mayor abstraccin. Algunos compae-

    ros me rean por esto: no vean bien que en una coyuntura de

    tanta intensidad de la lucha poltica yo estuviera revisando lascartas a Vera Zasulich, o lo que dice Marx en El capitalsobre la

    nacin. Eran los momentos de la Marcha por la Vida,9pero era

    mi manera de aportar desde lo terico. Desde entonces yo creo

    que llevo esas lneas, esa temtica de lo nacional, de lo tnico, de

    lo campesino; luego he intentado unir varias corrientes tericas

    y, con el tiempo, producir distintos libros.

    En trminos tericos el principal salto implicaba salir del predo-

    minio de la figura economicista de las clases, para articular con

    mayor precisin el tema tnico?, cul era el eje de la discusin?

    Por el ambiente que me forma, la temtica obrera comienza a

    atraerme desde un inicio en trminos tanto de accin poltica

    como de inters intelectual; me apoyo en Marx, El capital y laproduccin marxista, en Althusser y Gramsci. De joven uno lee

    mucho, pero no debe entender casi nada; yo de todos modos ha-

    ca el esfuerzo. El pasar al eje ms indgena-nacional es una su-

    matoria de lo que viv en un bloqueo muy parecido al de 2003,

    con los mismos miedos de las clases medias, y la formacin de

    grupos de resistencia. La cercana con la guerrilla en Centroam-

    rica y, a m retorno, mi vnculo con lderes indgenas, que veinteaos despus van a ser influyentes en la vida poltica, hace que

    tome cierta distancia del eje obrero, al que nunca he perdido de

    vista en trminos del anlisis de la estructura de clases de la so-

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    LA BSQUEDA DE LACOMUNIDADEN MARX 13

    ciedad. De todos modos, supe incorporar la temtica indgena en

    un esfuerzo por volverla comprensible y entendible a partir delas categoras que yo tena; mi autoformacin era bsicamente

    marxista. Ah se inicia una obsesin, que mantuve durante diez

    aos, de rastrear aquello que haba dicho Marx sobre el tema.

    Empezamos entonces a escudriar los cuadernos, los textos de

    Marx sobre los pueblos sin historia del ao 1848 y los traba-

    jos de Engels, pero tambin comenzamos a revisar la lectura de

    los Grundrisseas como tambin los textos sobre la India, sobreChina, despus las cartas a Vera Zasulich, y luego los manuscri-

    tos etnolgicos, y tambin los otros manuscritos inditos, que

    estn en msterdam.10Viajamos hasta all a buscar un conjunto

    de cuadernos que ah existen sobre Amrica Latina; hay unos

    ocho o diez cuadernos de Marx sobre Amrica Latina. Comienza

    una obsesin, con distintas variantes, a fin de encontrar el hilo

    conductor sobre esa temtica indgena desde el marxismo, pues

    creamos que era posible que el marxismo pudiera dar cuenta de

    la fuerza de tal dimensin, del contenido y del potencial de la de-

    manda tnica nacional de los pueblos indgenas. Ello implicaba

    mltiples peleas, en textos menos acadmicos y ms polmicos,

    con la izquierda boliviana, para la cual no haba indios sino obre-

    ros, campesinos o clase media. Se trataba de una polmica mar-ginal, porque ramos un grupo de personas que no influamos

    en ninguna parte, nos dedicbamos a repartir nuestros panfletos,

    nuestros textitos, nuestros policopiados de cincuenta pginas, en

    las marchas, en las minas, pero ah se inicia una polmica

    Haca, entonces, una suerte de activismo intelectual?

    S, s, se mezclaban las dos esferas porque las circunstancias exi-gan eso. Desde entonces hay esta mezcla de accin poltica, de

    ir a las minas a participar con los obreros, a las fbricas que

    era lo que ms me llamaba la atencin y escribir, leer, escribir.

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    14 LAS VAS DE LA EMANCIPACIN

    Recuerdo que con este grupo de campesinos y de mineros que

    se estaba formando logramos aprobar la primera resolucin dela Central Obrera Boliviana (COB) sobre el tema indgena, en el

    ao 1987. En un principio tal aprobacin fue, digamos, de con-

    trabando, porque cuando ya eran como las seis de la maana y

    la gente estaba muy cansada y quera irse a su casa, incorporamos

    con algunos dirigentes obreros el tema del reconocimiento de la

    autodeterminacin de los pueblos indgenas. Eso ocurra en mo-

    mentos en que el obrerismo todava era predominante, lo cualno va a desaparecer sino hasta finales de los aos noventa; era un

    obrerismo secante, pero aun as pudimos meter esa resolucin

    mnima.

    Y esas intervenciones cmo se reflejaron en su produccin inte-

    lectual?

    En efecto, la reflexin giraba en torno a esta temtica de lo ind-

    gena y de lo nacional como un elemento importante en la cons-

    truccin de las identidades sociales, en la formacin de las clases

    sociales en Bolivia. Tal es el segundo piln que va a formar luego

    mis preocupaciones futuras, porque voy a retomar lo obrero

    un tiempo despus, pero ya de otra manera, en investigaciones

    ms sociolgicas, a finales de la dcada del noventa; lo indgenalo enfoco mediante el estudio de los movimientos sociales, de los

    nuevos liderazgos, etctera. Se trataba de una reflexin terica de

    la cual salen dos libros algo pesados: uno es una lectura exhausti-

    va de las obras completas de Lenin sobre el tema de la revolucin,

    lo nacional y lo indgena (se llama Las condiciones de la revolu-

    cin social en Bolivia), era una edicin chatsima de 300 pginas

    de la que no me queda ningn ejemplar; el otro libro se llama

    Marx y la revolucin en las extremidades del cuerpo capitalista, que

    es tambin un lectura de Marx desde las cartas a su padre hasta

    los manuscritos de El capitalsobre el tema de la nacin, el tema

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    LA BSQUEDA DE LACOMUNIDADEN MARX 15

    campesino, el tema nacional, incluyendo el debate sobre Amrica

    Latina. Ese libro lo escrib en 1989 o 1990, est por ah.Cmo articulaba esa produccin intelectual con el trabajo propia-

    mente poltico?, cules eran sus auditorios?

    La idea bsica era forjar un debate junto con estructuras y or-

    ganizaciones existentes. Hacer cursos, charlas, etctera. En ese

    tiempo se trataba sobre todo de dirigentes jvenes, dirigentes

    de federaciones sindicales, que no se hacan problemas con lostextos escritos. No los criticaban, pero tampoco los lean. Nunca

    dijeron lvaro, ests perdiendo el tiempo, de alguna manera

    sintonizaban con nuestra manera de leer las cosas.

    Con su lectura de la cuestin tnico-nacional, su relectura de las

    clases sociales?

    S, lo agarraban, y yo tambin agarraba mucho de ellos, Evo Mo-

    rales era siempre ms campesinista, y Felipe Quispe (elMallku)

    ms indianista. Esos eran los dos grandes ejes de mi formacin,

    las dos grandes preocupaciones y a partir de 1986 y 1987, cuando

    se da la derrota de la izquierda, cuando se da el proceso de las

    reformas estructurales neoliberales, la temtica obrera

    Habla del fracaso de la Unidad Democrtica Popular (UDP) de

    Siles Zuazo luego del retorno democrtico?

    S, como gobierno fracasa y la izquierda desaparece del mapa pol-

    tico. Apenas sobrevive el Movimiento de Izquierda Revolucionaria

    (MIR), de Jaime Paz Zamora, con el 6% del electorado; lo dems

    son partidos de derecha y a partir de ese momento inicio una

    etapa de preocupacin por lo que estaba pasando con el mun-do obrero. No me gustaba la respuesta de lo que quedaba de la

    izquierda tradicional, ellos decan que no haba que preocuparse

    porque lo mejor de la clase obrera, la vanguardia obrera, estaba re-

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    16 LAS VAS DE LA EMANCIPACIN

    servada en el partido, en el cajn del secretario general del partido.

    Tampoco tena cabida la lectura ms conservadora que planteabasencillamente la desaparicin de la clase obrera, retomando cierta

    interpretacin europea medio toureniana que hablaba del fin del

    industrialismo y del trnsito hacia una sociedad postindustrial.

    Entonces produzco una serie de textitos, pequeos libros, relacio-

    nados con el debate sobre la reestructuracin del capital; y, ya en

    los aos noventa, hago un par de investigaciones con trabajo de

    campo sobre el tema de la reconfiguracin de la estructura mate-rial de la clase obrera en Bolivia. Mi inters era generar otra lnea

    de interpretacin en torno a la tesis de la modificacin de la base

    material y de la condicin obrera; sera un debate que durara diez

    o quince aos. Luego escribo, pero ya desde la crcel, un libro en

    el cual hago una relectura de El capital, ahora con todo el tiempo

    disponible para leerlo nuevamente, casi prrafo por prrafo.

    Puede hablarnos sobre el entorno y las circunstancias que produje-

    ron su arresto, as como el de otros lderes y dirigentes sociales?

    Claro. En los aos 1985 y 1986 se da una conjuncin de intelec-

    tuales, jvenes, muy jvenes, un conglomerado de obreros, de las

    minas especialmente, que estn en un proceso de radicalizacin

    y de distancia con los partidos tradicionales, y un conglomeradode lderes campesinos e indgenas provenientes de las filas del in-

    dianismo katarista que est en sus ltimos momentos de apuesta

    electoral. En esta primera etapa, toda la actividad se centra en el

    trabajo poltico en las minas, en las asambleas, en producir pan-

    fletera crtica hacia las posiciones de la izquierda tradicional con

    una consigna clara: habr una prueba de fuerza, y esa prueba va

    a dirimir la nueva poca. Esa prueba de fuerza fue en 1986, la

    Marcha por la Vida, cuando los mineros salen derrotados pol-

    ticamente, no militarmente, ni siquiera hubo necesidad de una

    salida militar. Entonces se desmorona el movimiento y comienza

    el desbande.

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    LA BSQUEDA DE LACOMUNIDADEN MARX 17

    Cmo lea entonces la inviabilidad del proyecto poltico obrero que

    haba dado forma al Estado boliviano desde la Revolucin de 1952?El tema es que no tenan salida; se aferraban a un capitalismo de

    Estado, cuando ese capitalismo era insostenible tcnicamente y la

    elite encargada de conducirlo entregaba las banderas del cambio

    a una nueva elite globalizada y en pos de la liberalizacin del pas.

    Los obreros les pedan a otros que se mantuvieran donde estaban,

    pero esos otros a los que apelaban los obreros ya haban abando-

    nado su decisin de mantenerse en las estructuras de poder y es-

    taban entregndole el mando a sectores de corte empresarial. En

    ese momento no haba una reflexin acerca de la autonoma po-

    ltica, y se daba la paradoja de que el movimiento obrero apareca

    como el sector conservador del pas, en tanto que los empresarios

    aparecan como los que propugnaban el cambio. Tenan que dar

    un salto y apelar a s mismos como proyecto, pero eso no estabaen las perspectivas, en la acumulacin, en las experiencias de los

    obreros; as retornan a sus casas y lo que hacen es regatear el

    modo de la disolucin de la clase, y negociar mdicos subsidios

    y compensaciones en medio de un proceso de privatizaciones,

    capitalizacin, desestatizacin y despidos masivos. Logran cier-

    tas gratificaciones, pero finalmente se van y, encima, lo hacen en

    desbandada, sin norte poltico, un slvese quien pueda y como

    pueda. Unos se van al Chapare [regin cocalera], pero de manera

    individualizada; otros parten hacia El Alto, de igual forma; otros

    dejan su dinero en las financieras que inicialmente pagaban 30%

    de inters por mes y luego desaparecan; miles de mineros van a

    quedar en cinco aos sin sus ahorros.

    En ese contexto es viable el surgimiento de otros sectores sociales,

    pero pasa algn tiempo hasta la emergencia de los bloques ind-

    genas y campesinos. Qu sucede en ese intervalo?, qu cambios

    interpretativos operan en sus lecturas?

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    18 LAS VAS DE LA EMANCIPACIN

    Hasta entonces el sector campesino y el sector intelectual haban

    trabajado enel sector obrero; cuando se derrumba la estructuraobrera sindicalizada, lo que quedaba de lo obrero y de estos inte-

    lectuales se suman al trabajo campesino. Se inicia un perodo de

    formacin poltica, de ir a las comunidades, de vivir en las comuni-

    dades; los que podemos, leemos ms sobre las comunidades, apren-

    demos ms, otros se dedican a formar cuadros en las comunidades

    campesinas aymaras del Altiplano; y cuando hay cierta fuerza en

    esas zonas se expande el trabajo hacia Sucre, Potos, el Chapare.Hay militantes aymaras que se van a vivir a Sucre, al Chapare, para

    desde ah conformar unas incipientes estructuras polticas. Inicial-

    mente el norte es la emancipacin de los pueblos indgenas, que era

    en verdad el legado del indianismo de los aos setenta, al cual nos

    sumamos como intelectuales con nuestra propia interpretacin. La

    lectura que traa el indianismo era la del panindianismo, una pa-

    tria india, que iba desde Chiapas hasta Tierra de Fuego. El aporte

    que intentamos hacer desde una lectura marxista de la visin ind-

    gena es la delimitacin territorial del indianismo: hay un mundo

    aymara, hay nacionalidad aymara; hay un mundo quechua, hay

    protonacionalidades quechuas; entonces la idea de un mundo de

    una gran patria india funciona como ideario utpico, pero no tiene

    sostenibilidad poltica real, hay que apuntar a identidades fuertes,no a identidades amplias, pero ambiguas y difusas. Se apunta en-

    tonces a una identidad fuerte, que es la aymara, y se comienza a

    construir smbolos, narrativas, que permitan cohesionar la identi-

    dad en torno a lo aymara y en torno a lo quechua, especialmente

    en torno a lo aymara, y eso es el aporte que vamos a intentar dar,

    la territorializacin de la identidad indgena. En ese contexto se

    da un interesante debate con Ricardo Calla. Escribo un texto, Crti-

    ca de la nacin y la nacin crtica, donde justamente trabajo el tema

    de lo aymara como ncleo de un proceso de politizacin viable a

    largo plazo.

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    Volvamos un poco hacia atrs. Su trayectoria intelectual no puede

    separarse de las disyuntivas polticas del pas y de las opciones de los

    movimientos plebeyos. Cul era la prueba de fuerza a la que hacareferencia antes?

    Ya haba pasado, era la marcha minera de 1986; en el trabajo se

    apuntaba que haba que prepararse para esa prueba de fuerza; de

    ah era nuestra distancia con los del POR y los del PC. Claro, no

    influamos en nada, estuvimos en la marcha minera, pero ramos

    solo doscientos mineros en un grupo de diez mil, y eso no eranada, no controlbamos ningn sindicato importante, no con-

    trolbamos la federacin de mineros

    A medida que se acercaba la prueba de fuerza, se difundi en

    las asambleas la idea de llevar dinamita, por si acaso, de que no

    caba nicamente llegar a La Paz para pedirle al presidente [Vc-

    tor Paz Estenssoro] que no cerrara las minas, porque esa era la

    peticin. Nosotros intuimos que poda darse algn tipo de en-frentamiento y que la gente viniera entonces con dinamita; les

    decomisaron, sin embargo, sus camiones de dinamita en Pataca-

    maya, colocaron tanques y un gran resguardo policial.

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    20 LAS VAS DE LA EMANCIPACIN

    Era en 1986, Felipe Quispe ya estaba en la federacin campe-

    sina departamental de La Paz, en una cartera secundaria, y lo quehace es movilizar a algunos campesinos que tenan armas hay

    armas en el campo, viejas, pero armas al fin para acercarse a la

    marcha y en caso de que hubiera enfrentamientos contribuir con

    sus viejos museres, pero no, los cercan las tropas; unos intentan

    romper, el ejecutivo dice no, hay que parar esto, no podemos ir a

    una masacre, y se repliegan.

    Desde ese momento nos trasladamos todo ese bloque de in-telectuales y mineros a potenciar el trabajo en el campo junto

    con los indianistas; se va construyendo este escenario ms fuer-

    te de emancipacin indgena, de autodeterminacin de las na-

    cionalidades indgenas, especialmente la aymara. Hay un fuerte

    nfasis en la posibilidad de una sublevacin indgena, en la idea

    de que la emancipacin indgena pasa obligatoriamente por una

    sublevacin de comunidades. Quispe teoriza ah sobre la guerra

    de los ayllus, tiene la imagen de una toma del poder mediante una

    sublevacin de ayllus y comunidades; es decir, no se estructura

    un imaginario guerrillero, foquista, sino un escenario de emanci-

    pacin de masas. Entonces nosotros, como grupo, comenzamos

    una lnea de trabajo para preparar a la gente que tendr que su-

    blevarse. Se inicia un proceso de organizacin que dar lugar alEGTK, y de formacin militar en las comunidades; primero en

    el Altiplano, con militantes del viejo indianismo de la dcada del

    setenta, luego en Potos, en el Chapare, en Sucre. El asunto prende

    muy bien en las comunidades de Sucre y de Potos; ac en el Al-

    tiplano, la gente ya se formaba militarmente de manera clandes-

    tina, con entrenamientos, aprovisionamiento de armas, apren-

    dan a disparar, a usar dinamita. En Sucre y Potos se comienza

    el entrenamiento en las comunidades; por ejemplo, una comuni-

    dad me invit a Puricollo donde haban decidido: aqu vamos

    a entrenarnos, estamos trabajando del sbado hasta el siguiente

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    EL EGTK Y LA PRISIN 21

    mircoles, y del mircoles al viernes todos, hombres y mujeres al

    entrenamiento. Era una dinmica fuerte, interesante; en las zo-nas de Potos y Sucre es ms dbil la individuacin, difcilmente

    alguien se anime a algo que no est respaldado de manera abierta

    por la comunidad.

    Qu aconteca con los nexos con la izquierda, con los partidos y

    movimientos ya formados?

    Haba una decisin muy clara de distanciarse siempre de la iz-quierda tradicional; la izquierda tradicional en Bolivia ha reci-

    bido mucho dinero, pero siempre aparece como el limosnero de

    las organizaciones polticas y tambin militares. Entonces aqu

    haba que probar, en un esfuerzo propio, que no haba que pe-

    dir nada a nadie. La idea eje era la autosuficiencia aunque en

    algn momento se conversaba con otras organizaciones de Am-

    rica Latina, nada de ir a pedirle apoyo de dinero y esas cosas a

    nadie. Eso fue un acuerdo muy fuerte. Por otro lado, uno lea con

    expectativa lo que suceda en Per. Muchos campesinos del nor-

    te del lago Titicaca iban al Per; fueron con Sendero Luminoso

    y participaron con algunos cuadros y en algunas columnas. Ha

    habido esa experimentacin de algunos que ahora aparecen ya

    como figuras polticas locales en el lago; pasaron por una escue-la de cuadros, regresaban felices por el entrenamiento, pero muy

    tristes porque nadie hablaba de lo indio, entonces como que no

    agarraban y se regresaban, porque es muy fuerte el indianismo en

    el sector del lago, desde los aos setenta es muy fuerte. Esto pas

    en 1990, 1991 y caemos presos; nosotros vivamos en la ciudad,

    pero comienzan a caer las estructuras organizativas de lo militar

    y tambin los vnculos urbanos ms intelectuales, ah nos agarran

    como a treinta y seis personas, en el Chapare, en Potos, en Sucre,

    en La Paz y en Cochabamba. Eran ya los tiempos del MIR de Jai-

    me Paz; los presos pertenecan al aparato ms militar, digmoslo

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    as, de esta estructura. Aqu en el Altiplano y en Oruro agarran

    gente de la estructura ms poltica, pero ya los nexos estaban muyclaros.

    Cmo se desarrolla su actividad intelectual desde la prisin? Cmo

    influye este pasaje de su vida en su produccin terica?

    Pues al saber que no iba a contar con muchos libros, que no ten-

    dra mi biblioteca disponible, opto por dedicarme solo a unos

    cuantos y a trabajarlos de un modo mucho ms profundo. Deci-do, entonces, continuar con parte de mis trabajos tericos; escribo

    Forma valor y forma comunidad de los procesos de trabajo, que es

    una lectura enteramente dedicada a El capitalbajo la obsesin de

    trabajar el tema del valor de uso, del valor de cambio y de las l-

    gicas organizativas de la modernidad para hacer un contrapunto

    con las lgicas organizativas del mundo andino. De tal reflexin

    derivo la lgica de la forma valor como la lgica de la moderni-

    dad capitalista, y la forma comunidad no como movimiento

    social sino como lgica organizativa del mundo andino. Para el

    efecto, me detengo en el mbito del estudio de las sociedades de

    la poca colonial, puesto que apenas puedo disponer de algunos

    textos de los cronistas. Trabajo, a la vez, El capitaly los textos de

    los cronistas de la colonia; el libro se divide entonces en dos gran-des bloques: la parte del capitalismo donde propongo un esquema

    interpretativo de la obra de Marx sobre la dimensin civilizatoria

    del capital, y veo cmo funciona tal organizacin civilizatoria en

    una sociedad colonial, pero enfocndome en la dimensin de las

    comunidades (segunda parte). Como tena mucho tiempo dispo-

    nible pude aplicar cierta forma de reflexin antropolgica, mate-

    mtica y el estudio de ciertos espacios sociales. Fueron cinco aos

    de encierro. Creo que es mi libro mejor logrado por el tiempo

    que pude dedicarle, por la paciencia que tuvimos en armar las

    transcripciones, las palabras.

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    EL EGTK Y LA PRISIN 23

    Durante mi estancia en la crcel, adems de continuar unas

    viejas lecturas, sacamos un librito con Raquel Gutirrez11

    sobrelos cambios en la economa mundial. Tenamos acceso a revistas

    en ingls, ya que la gente que administraba la prisin no se haca

    problemas con material en esa lengua. Aprovech, adems, para

    completar la historia de los cronistas; intentamos leer todo lo que

    estaba disponible en las bibliotecas y en las publicaciones que nos

    llegaban por medio de profesores que nos ayudaban a conseguir

    libros difciles; fue un curso acelerado de antropologa andina, deetnohistoria andina y de economa agraria. Buena parte de todas

    las cosas que hice y escrib despus estn basadas en ese forzado

    curso acadmico de etnohistoria andina. Al salir de la crcel, in-

    mediatamente nos incorporamos a la academia. Era la primera

    vez que trabajaba en la universidad, en sociologa, porque ha-

    bamos trabajado en la Universidad en el rea de matemticas,

    en Mxico. Al mes de salir de la crcel fui invitado por el depar-

    tamento de Sociologa de la Universidad Mayor de San Andrs

    (UMSA), desde entonces trazamos un plancito de investigaciones

    en la perspectiva de darle cuerpo a lo que ya habamos venido

    reflexionando antes, el tema de lo obrero y el tema de lo indgena-

    campesino. En relacin con lo obrero, desde el ao 1998 imple-

    mentamos dos investigaciones con la carrera de Sociologa sobreel mundo obrero contemporneo. La primera sobre el mundo

    obrero fabril y sus cambios organizativos y tecnolgicos (Repro-

    letarizacin); la segunda sobre los mismos cambios pero en el

    mundo minero, la nueva minera que se haba desarrollado en

    Bolivia en la ltima dcada (La condicin obrera).

    Creo que son dos buenas investigaciones que ayudan a defi-

    nir cierto tipo de posicionamiento intelectual en torno al debate

    respecto al mundo obrero. Las conclusiones generales son que los

    obreros no han desaparecido, incluso aumentaron, pero ha ha-

    bido una modificacin de la estructura material de la condicin,

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    24 LAS VAS DE LA EMANCIPACIN

    de la identidad y de la composicin poltica y cultural de la clase

    obrera; de all se deriva una explicacin de porqu la COB se ex-tingue como movimiento social unificador del pas.

    Dira que en estos trabajos, y luego de su evidente acercamiento a

    las organizaciones indgenas, consigue ampliar su comprensin del

    problema de las clases sociales?, en estas investigaciones recoge ya

    los aportes del marxismo ingls (E.P. Thompson y Eric Hobsbawm)

    y del mismo Pierre Bourdieu en su visin ms compleja de las clasessociales?

    En el libro sobre el mundo obrero no mucho; en el trabajo sobre

    la cuestin de los mineros s, ah incorporo el tema de la com-

    posicin simblica de la clase y claro, Thompson y Hobsbawm,

    sin duda, que son autores que me agradan muchsimo. De todos

    modos, contino entonces con una lectura mas harddel marxis-

    mo a partir del anlisis del proceso de trabajo inmediato, uso eso

    como ncleo explicativo, lo que hago es utilizar el proceso de tra-

    bajo inmediato (PTI) y todos sus componentes para incorporar

    ah la dimensin simblica, la dimensin poltica y la dimensin

    cultural. Tal enfoque ha sido ya desarrollado por otras personas,

    incluso Toni Negri en los aos setenta. El problema, sin embargo,

    es que pensadores como Thompson trabajan la cuestin culturalde un modo desagregado del mundo estrictamente material del

    trabajo; mi intento ha sido el de articular los dos niveles.

    Da primaca al proceso de trabajo en la comprensin de la dimen-

    sin simblica del mundo obrero?

    Digo yo que sin el mundo tcnico y material del trabajo no se

    podran anidar slidos componentes relativos al mundo sim-blico. Lo material tiene una dimensin ideal, simblica y cul-

    tural, entonces en la estructura conceptual que propongo es

    desde el proceso de trabajo que deben observarse estas dimen-

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    EL EGTK Y LA PRISIN 25

    siones, claves adems para entender las dinmicas organizati-

    vas. Eso no quiere decir que la esfera de lo cultural dependa delproceso productivo, yo la planteo como una dimensin ms

    del PTI, pero tambin hay un momento donde lo simblico y

    cultural tienen su autonoma; lo que hago es ubicar los funda-

    mentos de los procesos de construccin de autonoma poltica

    y de autonoma cultural en el momento de conformacin de la

    dimensin material del PTI, es decir, la autonoma poltica del

    proletariado, en la visin que tengo, se define en las caractersti-cas organizativas del trabajo.

    As, vamos a poder luego entender la autonoma de lo poltico

    y de lo simblico como hechos ms pblicos y ms discursivos; se

    trata de fusionar todo en el ADN de la organizacin productiva.

    Yo ubico al proceso de trabajo, en efecto, como el ADN de la con-

    dicin obrera, ah estn todos los componentes, no subordina-

    cin sino entrecruzados, est la dimensin tcnica, la dimensin

    asociativa, cultural, simblica, dentro del PTI y, dependiendo de

    cmo se estructura eso, veremos la fuerza de la dimensin econ-

    mica, de la dimensin poltica, y de la dimensin simblica de las

    luchas de clases. Una comprensin como esta supuso ya una pelea

    con las lecturas economicistas.

    Esa era otra pregunta, cmo es recibida en el campo poltico inte-

    lectual la crtica y la ampliacin que hace de la cuestin de las clases

    sociales?, cul es la recepcin que se da a su obra en Bolivia?

    Bueno, en Bolivia no se puede decir que haya mucha recepcin.

    Ese es siempre un problema en el campo intelectual. Solo con los

    aos se empieza a comentar algo; el impacto inicial es que todos

    los intelectuales que haban hablado de la extincin de la clase

    obrera tienen que abandonar sus tesis, por ejemplo, Carlos To-

    ranzo, Jorge Lazarte que haban machacado durante quince aos,

    sin soporte investigativo, la idea de la extincin de los obreros.

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    26 LAS VAS DE LA EMANCIPACIN

    Lo que hacen es, entonces, retomar algo del discurso propuesto:

    es cierto, todava estn ah los obreros, pero no son ya de sindi-cato, son obreros fragmentados, desindicalizados. Se puede decir

    entonces que ms que un efecto acadmico inmediato, hay un

    efecto poltico inmediato, en los acadmicos que hacen poltica.

    Por otro lado, hay un cierto efecto entre los dirigentes sindica-

    les. Los de la COB de la poca de Ramrez, Reyes, que quedaban

    en los aos noventa, encuentran en los trabajos una herramienta

    que les puede ayudar a imaginar nuevas posibilidades de traba-jo sindical en la COB a largo plazo: hay que sindicalizar a este

    nuevo proletariado de microempresas, de empresas fragmenta-

    das, desconcentradas, que son mujeres, hombres muy jvenes, sin

    derechos; eso surge como una lnea de orientacin sindical, no

    siempre con muchos resultados. Quien mejor agarra todo esto es

    la federacin de fabriles de Cochabamba que tiene una poltica de

    largo aliento para la sindicalizacin de este nuevo proletariado.

    En trminos de anlisis del proletariado quedan entonces dos

    cosas: hay obreros, nadie pone en discusin que no haya obreros,

    pero ya no son los de la COB y de los sindicatos de hace veinte

    aos. Se hizo una investigacin en dilogo con la lnea propues-

    ta en mis trabajos de Lorgio Orellana, para el Consejo Lati-

    noamericano de Ciencias Sociales (CLACSO), pero en la quetoma distancia de mi manera de leer lo obrero. Si bien recupera

    esta idea de que hay una dimensin obrera diferente, l va a de-

    cir que no hay mucha novedad en todo ello, lo nuevo est en los

    cambios tcnico-organizativos, pero en rigor contina la herencia

    proletaria del viejo obrero, y por lo tanto el socialismo es posible,

    esa va a ser su lnea de crtica y de continuacin.

    En otros mbitos, el Centro de Estudios para el Desarrollo La-

    boral y Agrario (CEDLA) inicia un proceso lento de estudio de las

    nuevas condiciones de trabajo en el mundo obrero, sobre la base

    del concepto de la reconfiguracin material del trabajo; retoman

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    EL EGTK Y LA PRISIN 27

    varias ideas que habamos trabajado desde haca tiempo y desa-

    rrollan otras, por supuesto, pero el caso es que el tema de la ex-tincin del mundo obrero no es sostenible ya ni en el campo aca-

    dmico ni en el campo sindical ni en el mbito poltico: esa es la

    importancia de ese debate inicial que se dio a finales de la dcada

    del ochenta. En un momento en que se supona que ya no haba

    obreros y haba nuevos sujetos sociales, como los homosexuales,

    las mujeres, los jvenes, los campesinos la profeca dominante

    del liberalismo, se puede constatar que las dinmicas laboralessiguen teniendo efectos polticos que deben ser considerados. Yo

    dira que esa polmica ya se ha cerrado.

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    Ha hablado de los debates en el campo intelectual y en la opinin

    pblica bolivianos, cmo se reconfigur tal campo durante los vein-

    te aos de hegemona neoliberal?, hay una hegemona real de losdiscursos neoconservadores en el pas entre 1985 y 2003?

    El campo intelectual en Bolivia fue durante quince aos deca-

    pitado y cooptado, sin duda. Para empezar se sustituye la inves-

    tigacin por la ideologa, el tema de lo obrero es un caso muy

    ilustrativo: fue una creencia eso de que ya no haba obreros, tal

    constatacin no se dio luego de un trabajo de investigacin. Hayun texto de Carlos Toranzo que se llama justamente Desprole-

    tarizacin e informalizacin en Bolivia donde no hay ningn

    indicio de trabajo de campo, no hay datos, no hay reflexin sobre

    los datos, es pura sociologa especulativa (saben que, ya no veo

    obreros, la COB no tiene fuerza) y eso es lo que hizo el campo

    intelectual en muchas reas. Lo mismo en economa: el capitalis-

    mo de Estado no sirve, por qu?, porque no sirve, hay burcra-tas, mi pariente se ha vuelto rico, se ha comprado un carro con

    lo que ganaba en el Estado, no sirve entonces el Estado. En so-

    ciologa existen notables excepciones como los trabajos de Silvia

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    INTELECTUALES Y NEOLIBERALISMO 29

    Rivera, quien va a mantener un discurso interpretativo muy inte-

    resante; estaba, sin embargo, sola en momentos duros; se acercun poco a los indianistas cooptados [por el gobierno de Snchez

    de Lozada que tuvo como vicepresidente al aymara Vctor Hugo

    Crdenas, visto como icono de la indignidad], pero logr tam-

    bin mantener un discurso de distancia y de crtica; no haca in-

    vestigacin pero haca anlisis interpretativos muy importantes y

    en oposicin al discurso dominante. Lo malo es que se construye

    una intelectualidad que no investiga sino que construye un sen-tido comn. Lo mismo ocurre en la ciencia poltica, gente como

    Ren Mayorga o Jorge Lazarte no hacen investigacin, hacen pura

    interpretacin, trasladan esquemas, es una forma de intervencin

    poltica que no estoy criticando como tal, el intelectual en Bolivia

    muy difcilmente se aleja de la poltica; creo que ese es un rasgo

    que viene desde la poca de las republiquetas. En los aos noven-

    ta este intelectual no se aleja de la poltica, se acerca a la poltica

    estatal liberal, pero no produce buenas reflexiones sino sentido

    comn, por eso hablaba yo de una intelectualidad decapitada.

    El ltimo trabajo de Frank Barrios Suvelza demuestra la imbrica-

    cin del discurso intelectual y la afirmacin del modelo neoliberal

    a la boliviana, sobre todo en su forma de comprender los problemas

    y el modo de funcionamiento del Estado, usted logra percibir tal

    imbricacin?

    Claro, en efecto, mi observacin es que se trata de una intelectua-

    lidad que no hace trabajo acadmico sino construye sentido co-

    mn. Es la intelectualidad la que se suma al proyecto neoliberal,

    entonces es un tiempo en que se detiene o se sustituye la inves-

    tigacin por la construccin de ideas-fuerza. La construccin

    de sentido comn tiene un buen efecto poltico que facilita una

    hegemona liberal acadmicamente validada. El problema es que

    no hay investigacin seria. Si uno revisa entre los aos de 1980

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    30 LAS VAS DE LA EMANCIPACIN

    y 2000, aun desde el mundo neoliberal, no se pueden encontrar

    grandes aportes investigativos, esa es una gran limitacin.Qu aconteca en los sectores crticos?

    Peor, se trataba de un campo de cierre, de cooptacin; buena par-

    te de la intelectualidad de los sectores urbanos de izquierda, el

    Movimiento Bolivia Libre (MBL), y de los sectores intelectuales

    indgenas, va [Vctor Hugo] Crdenas, se sumaron al carro li-

    beral. Los primeros lo hicieron para apuntalar un discurso msvinculado a la economa; ellos hablaban desde un segundo rango

    puesto que se da una sustitucin generacional de los intelectua-

    les fuertes en cuestiones econmicas, ya no van a ser aquellos

    que venan de la izquierda sino los que se educaron en Harvard

    y en otras escuelas de negocios quienes llegan a puestos de di-

    reccin con una lnea autnticamente liberal. Los otros, afines a

    la cuestin tnica, se suman al carro del neoliberalismo a partir

    de los programas que le daban un rostro social y multicultural al

    modelo. Ah va a estar el dulce para los sectores ms indigenis-

    tas, sean mestizos o indgenas, que entran con inusitada fuerza,

    incluso llegan a hablar del corto verano de la izquierda, en el

    perodo 1993-1997 de Gonzalo Snchez de Lozada.

    Usted hace referencia a los programas asociados a la Ley de Parti-

    cipacin Popular, a las reformas educativas, al nfasis en los enfo-

    ques de desarrollo social con perspectiva multicultural, que despleg

    el gobierno del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR)

    como parte de iniciativas ms amplias de reforma estructural de la

    economa, como la capitalizacin?

    En efecto. Es en el mbito de la educacin, con la Reforma Edu-cativa, y en la lnea de municipalizacin del pas, con la Ley de

    Participacin Popular, que distribuye un porcentaje de dinero

    de manera equitativa a la poblacin de cada territorio, cuando

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    INTELECTUALES Y NEOLIBERALISMO 31

    entra una buena cantidad de recursos, puestos e influencia para

    estos sectores. Es una etapa donde no se desarrolla el pensamien-to crtico, solo aparece de modo muy marginal, a excepcin de los

    casos de Silvia Rivera o Luis Tapia. Tapia escribe el libro Moder-

    nizaciones empobrecedorasque constituye una primera crtica sis-

    temtica de lo que suceda en esos aos en Bolivia. Hay tambin

    algn texto crtico con el esquema de gobernabilidad. Son tres,

    cuatro investigaciones, pero muy marginales en un momento en

    que hay una clara hegemona liberal discursiva, intelectual y deagenda. Temas como la gobernabilidad, las reformas estructura-

    les, la municipalizacin y la participacin popular copan hasta el

    medio universitario, las tesis de licenciatura, las revistas.

    Qu rompe esa hegemona?, porque desde el ao 2000 en adelante

    se observa una fuerte reemergencia de los discursos crticos en ml-

    tiples espacios de opinin pblica (TV, prensa, radio); en otros pa-ses tales voces no tienen tanta fuerza ni estn tan mediatizadas, aun

    con una estructura de medios alternativos y canales de propiedad

    pblica ms fuertes y arraigados. Observa este giro?, tiene que ver

    con la irrupcin de los movimientos sociales en la llamada guerra

    del agua?

    S, yo creo que es toda una fuerza social la que obliga a modificarlos parmetros de reflexin. Hasta entonces uno haca sus publi-

    caciones, pero era marginal y quedaba restringido a la lectura de

    diez o veinte colegas, cuates, pero lo que ocurre en Cochabamba

    esa sublevacin inesperada, en un momento en que se supona

    que tenamos, como mnimo, diez aos ms de neoliberalismo, y

    que ramos el modelo de las reformas estructurales del mundo

    entero, con un sistema poltico estable, una economa que su-

    puestamente iba a tener pujanza a largo plazo abre la opinin

    pblica y rompe el espejo donde el neoliberalismo se miraba

    narcissticamente. Cochabamba es como la piedra que derrumba

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    la fachada del modelo; desde entonces se ven sus carencias, sus

    ausencias, sus lmites en trminos de ideologa, en trminos desatisfaccin, de consolidacin poltica y cultural. Abril (la gue-

    rra del agua) vuelve a poner en escena la accin colectiva, nue-

    vos discursos y nuevos horizontes, porque hasta ese momento se

    poda ser crtico, haba las marchas de los maestros, las denun-

    cias a las leyes malditas, pero no exista un norte poltico. Creo

    que Cochabamba marca un hacia dnde, aparece claramente

    la necesidad de la recuperacin de los recursos pblicos para lagestin social; eso es un para dnde, es la primera accin de

    corte proactivo del movimiento social emergente en Bolivia, y

    seis meses despus surgen los indios aymaras, que haban par-

    ticipado dbilmente en abril y cercan La Paz, bloquean todas las

    carreteras la comida deba llegar en avin a la ciudad y es

    cuando emerge el liderazgo de Felipe Quispe, ya con un discurso

    de gobierno indgena, de emancipacin indgena.

    Esas reivindicaciones se colocan en el debate pblico y fijan pautas

    para la crtica, para el trabajo intelectual, para poner en tensin a

    los medios dominantes?

    Inicialmente las movilizaciones se dirigen contra una ley de aguas

    que estaba en el parlamento a fin de reglamentar la entrega enconcesin de los recursos hdricos del campo y la ciudad; esta

    movilizacin se da contra ello y logra colocar un discurso que

    habla del gobierno indgena, que se vayan los qaras(los blanco-

    mestizos), los indios son la mayora, vamos a hablar de igual a

    igual, de presidente a presidente, de militar a militar. Todo ese

    discurso que va a pegar muy fuerte, acompaado por fuertes

    bloqueos en La Paz, adems de bloqueos en Cochabamba y en

    algunas zonas de Santa Cruz, son dos momentos de la irrupcin

    de la accin colectiva donde aparecen nuevos-viejos actores.

    En Cochabamba estn los campesinos regantes, nadie conoca

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    INTELECTUALES Y NEOLIBERALISMO 33

    a los regantes; aqu en el Altiplano se conoca la confederacin

    campesina pero no su capacidad de paralizar la sede de gobier-no. Irrumpen, adems, discursos de recuperacin de los recursos

    naturales, de gobierno indgena, de derechos, y yo creo que eso

    quiebra todo el escenario discursivo, ideolgico y simblico que

    se cre durante veinte aos. La intelectualidad no tiene respues-

    tas para ello, cmo interpretar eso, cmo explicar lo que est su-

    cediendo. Yo siempre me haca la burla de los cuates que haban

    organizado el Dilogo Nacional en agosto de 2000, donde estabantodos, se supone, alcaldes, lderes, estaban todos y en agosto, un

    mes despus pareca estallar todo.

    Entre los aos 2000 y 2005 se organizaron dos Dilogos Nacionales.

    Qu lugar ocupan en la opinin pblica?, se trat de una respues-

    ta local a la dinmica del conflicto poltico?, surgi de ah una

    nueva discursividad pblica para equilibrar el avance de los discur-sos contestatarios?

    El Dilogo Nacional del ao 2000 se haba hecho para buscar

    consensos en la forma de administrar los recursos provenientes

    del alivio a la deuda externa. Era una peticin del Banco Mun-

    dial para que la condonacin tuviera un efecto de deliberacin

    y participacin en el pas. Todos los intelectuales hegemnicos(Toranzo, Lazarte, Mayorga) participan en la construccin de este

    gran dilogo donde, supuestamente, la sociedad iba a hablar y

    ya no solamente el Parlamento la sociedad, sus actores, iban a

    decir qu queran, qu sentan, qu no queran. Ya haba dinero

    para ellos y se iba a disponer recursos de la cooperacin exter-

    na para potenciar las demandas sociales. Eso fue un mes antes

    de las protestas, al mes siguiente los mismos estaban sentados en

    otra mesa de dilogo para saber qu se haca con las piedras en la

    carretera realmente esquizofrnico.

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    Pero todos estos sectores fueron al dilogo?

    Toditos, pero iban a un dilogo cuyas resoluciones era obvias:quieren que se le asigne ms recursos a la alcalda? S, por su-

    puesto; entonces ya est. Hemos consultado con toda la pobla-

    cin y el pas est en paz. Al mes siguiente se estn metiendo en

    un bloqueo porque no quieren una ley y quieren representacin.

    Estos dilogos, que luego se volvieron a repetir dos aos despus

    y ya casi nadie les dio importancia como el gran escenario de en-

    cuentro de la nacin, eran toda una farsa. Fueron momentos de

    emergencia de la movilizacin social que requeran de una ex-

    plicacin global: qu estaba pasando en el pas?, y lo que haba

    eran intelectuales que estaban preocupados de la gobernabilidad,

    de los poderes legislativo y ejecutivo o de cmo se distribuan

    mejor los recursos de la Participacin Popular. No hay una capa-

    cidad, incluso en el mismo mbito de la hegemona liberal, paratotalizar, para englobar, para buscar imgenes complejas del pas.

    Lo que se escuchaba entonces era una interpretacin de Roberto

    Laserna que consideraba lo ocurrido en Cochabamba como una

    manipulacin en la cual ganaron los vendedores de agua potable

    en bidones y perdi la poblacin. Eso era todo, no haba una bs-

    queda de entender las lgicas de la accin colectiva y las buenas

    razones de la gente para movilizarse.

    Se pona a los movimientos siempre como manipulables e

    irracionales; era contra la razn que hicieran semejante cosa, si lo

    mejor era el capital externo, las concesiones. Con ellas vendran

    inversiones, buenos servicios los bloqueos eran irracionales;

    se trataba de la lectura irracionalista de la accin colectiva, que

    predomin en la sociologa norteamericana en la dcada del se-tenta y ac se us sin citar siquiera a las fuentes, como puro

    sentido comn.

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    INTELECTUALES Y NEOLIBERALISMO 35

    En esa coyuntura emerge el grupo Comuna?, se trata de un espacio

    pblico de discusin poltico-intelectual que contribuye a fundar a finde disputar un lugar para los nuevos discursos en la opinin pblica?

    Comuna surge donde se abre un espacio de disponibilidad a las

    nuevas creencias que van creciendo y a las nuevas interpretacio-

    nes totalizadoras del mbito social y poltico. Ello acontece en

    medio de un repliegue deliberado de las interpretaciones libe-

    rales que descalifican eso como irracional y como rayo en cielo

    sereno. Ah aparece este grupo de compaeros y otras personas

    ms, desde el periodismo, que comienzan a querer entender lo

    que acontece. El grupo Comuna realiza un esfuerzo global de en-

    tender qu estaba pasando; aquellos crticos que desde tiempo

    atrs haban mostrado que el liberalismo no haba solucionado

    los problemas econmicos pero que no eran escuchados por

    nadie hallan entonces un mayor espacio de recepcin. Institu-ciones como el CEDLA o gente como Carlos Villegas [ministro

    de Hidrocarburos hasta 2008], que haban estado siempre en una

    posicin crtica, encuentran un escenario pblico para saber qu

    hicimos mal, qu no funcion, si la crisis es temporal o de lar-

    go plazo. Vemos ah que hay una cierta apetencia en el pblico y

    en los medios; esto no deja de ser un interesante descubrimien-

    to: los medios pueden permearse, pueden abrirse a pesar de que

    son propiedad de tal o cual persona, y por necesidades de rating

    tambin, claro est. Luego de quince aos durante los cuales los

    medios estuvieron estrictamente cerrados a los debates, a los co-

    mentarios, se abran; el bloque de intelectuales de siempre ya no

    poda decir nada, esos cuates no tenan nada que decir sobre lo

    que estaba pasando con los movimientos y las organizaciones so-ciales. Ya no son tiles para explicar nada en los medios, y enton-

    ces estos se van perforando, se los penetra, hay gente nueva que

    va participando y que puede escribir en los peridicos.

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    Ese avance ante la opinin pblica forma parte del ciclo de emer-

    gencia de un nuevo actor poltico, con vocacin contrahegemnica,en la Bolivia del sigloXXI?

    Yo creo que s. Lo que ha sucedido puede ser calificado como la

    emergencia de un bloque social y poltico cohesionado en cuan-

    to a ciertas lneas fuertes de accin, el tema de la participacin,

    de la propiedad de los recursos naturales, como lneas maestras,

    unos ms moderados, otros ms radicales; se trata de un blo-

    que social de varias clases, mltiples identidades que entiende

    el poder como la capacidad de influir o definir sobre ciertos

    asuntos. Esta emergencia comienza con el momento guerrero,

    digmoslo as, de la movilizacin, es la etapa de los liderazgos y

    caudillos indios guerreros; luego habr que explicar por qu lo

    indgena adquiere tanta fuerza incluso sobre los no indgenas,

    pero es claro que se trata de un momento sobre todo de con-frontacin puesto que todo despertar y toda emergencia de las

    identidades colectivas se hacen en oposicin a alguien, despus

    se produce la afirmacin y el dilogo.

    Cmo afecta el grado a veces desmedido de corporativismo

    que caracteriza a la sociedad boliviana?

    Bueno, Bolivia siempre ha sido una sociedad muy corporativa. Elgran error de los liberales de las dcadas de 1980 y 1990 es ima-

    ginarse una sociedad descorporativizada; en realidad ellos vivan

    lo corporativo, pero de un solo lado, el empresarial, mediante la

    confederacin de empresarios que trabajaba leyes, modificaba

    decretos, en fin, se procuraba ocultar su corporativismo porque

    haba un parlamento que se desempeaba como el mecanismo deuniversalizacin de ese corporativismo unilateral.

    En sus ltimos trabajos hace un giro ms sociolgico hacia el tema

    de los movimientos sociales incorpora a Charles Tilly, algo del

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    marxismo analtico, la visin ms racionalista de la movilizacin

    de recursos, cmo ve esa incorporacin en relacin con su trabajoanterior ms autonomista, donde introduce la lectura de los aportes

    de Antonio Negri?

    Negri es un autor que siempre me ha gustado, sobre todo cuan-

    do no era famoso, el Negri antes de Imperio, digamos. Yo lo

    us mucho, lo us en Forma valor y forma comunidad, en el

    libro que mencion sobre el Manifiesto comunista. Me gust la

    lectura que hizo sobre el mundo obrero; es ms, recojo la cate-

    gora de composicin poltica que l toma, a su vez, de Marx, y

    yo la amplo hacia la nocin de composicin simblica y cultu-

    ral tratando de explorar en una dimensin que no trabaja Ne-

    gri, aquella de la composicin material en el proceso de trabajo

    inmediato. Negri supone que eso ya lo ha estudiado Marx, y l

    aborda la composicin poltica. Yo busco trabajar la composicinmaterial con el PTI, e incorporar ah todos los ingredientes, luego

    separo bloques analticos de composicin poltica, econmica y

    cultural de la formacin de las clases. Negri es un autor que ha

    influido mucho en mi manera de trabajar el mundo obrero y eso

    lo hago hasta los aos 1990 2000 en los libros sobre la cuestin

    obrera, luego ya no lo retomo mucho.

    Qu pasa con la influencia de Tilly, el anlisis de la movilizacin de

    recursos y otros elementos de la sociologa histrica?

    Cierto. El tema de los movimientos sociales fue muy complicado

    ac pues cuando surgen nuevos actores en los aos 2000 y 2001,

    era claro que no se trataba de una clsica movilizacin de la cla-

    se obrera, ya no estaba la COB, es ms, habamos decretado lamuerte de la COB un ao antes; y mantengo la muerte de la COB,

    tal como la habamos conocido, como un ncleo unificador del

    movimiento sindical organizado de gran empresa y del obrero

    artesano de gran empresa, ya no hay eso. Entonces no era una

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    movilizacin obrera clsica porque haba ah regantes, campesi-

    nos, maestros, vecinos, obreros de industria; era un conglome-rado, no haba un centro hegemnico nico, sino que iba varian-

    do en funcin de los temas y de los momentos; en un momento

    poda ser el ncleo sindical clsico que impona mayor capacidad

    discursiva, pero a los quince das podan ser los regantes, con su

    demanda especfica, los que articulaban al resto. Haba una hege-

    mona variable dentro del bloque social en construccin. Eso no

    entraba en la definicin clsica de un movimiento clasista obrero,entonces, cul es la categora clave para designar todo ello? La

    categora de movimiento social. Colocar tal categora en el cam-

    po intelectual y en la opinin pblica cost mucho, porque cuan-

    do inicialmente propusimos la categora de movimiento social,

    todos se pusieron en contra. Claro, en el debate que aparece en

    la revista Pulso de 2001 con Lazarte, con Mayorga se dice

    que no son movimientos sociales, que no pueden ser calificados

    como movimientos sociales, porque un movimiento social tiene

    que tener un proyecto de pas.

    Una visin ms toureniana de la accin colectiva?

    Haba que pelear por la significacin del concepto, es el debate

    que se da en un mbito acadmico, en los peridicos. Entoncestenemos que ir a luchar por una resignificacin de la categora

    movimiento social, una definicin de sus caractersticas, de sus

    potencialidades y entonces uno, como acadmico, lo que hace

    es posesionarse con la herencia de los que nos han antecedido

    para darles una orientacin especfica. Para romper la lectura

    irracionalista de la accin, como accin espordica o meramente

    reivindicativa, que era lo que estaban intentando posesionar los

    intelectuales hegemnicos conservadores, introducimos la cate-

    gora de movimiento social como movilizacin proactiva de la

    sociedad, es decir con proyectos de sociedad, como accin fun-

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    INTELECTUALES Y NEOLIBERALISMO 39

    dada en razones, estrategias, tcticas, y ah es cuando hacemos la

    revisin de lo que haba trabajado la sociologa en estos trminos.Sin posesionarnos especficamente con alguno en particular pero,

    claro, los norteamericanos especialmente, y tomando distancia de

    Alain Touraine que fue muy influyente en Bolivia por medio de

    los trabajos de Fernando Caldern o Salvador Romero. Desde ah

    se haba echado tres cruces al movimiento obrero y a la emergen-

    cia de los nuevos sujetos; ya no haba lucha poltica. Se necesita

    posesionar entonces la lucha poltica como el eje de lo que estemergiendo. No se trataba meramente de actos de protesta, irra-

    cionales; haba que entender el horizonte poltico, la capacidad

    estratgica y tctica de los actores colectivos.

    En sus descripciones de los movimientos sociales plantea, a fin de

    distinguir sus particulares expresiones, la idea de las formas (for-

    ma-muchedumbre; forma-multitud; forma-vecino; forma-comuni-dad, etctera), de dnde surge esta categora, cmo funciona, tiene

    solo una utilidad clasificatoria?

    Esta idea de las formas es un intento de hacer una tipologa de

    los movimientos sociales. Inicialmente quien plante el tema de

    una forma de movilizacin fue Ren Zavaleta al hacer referencia

    al movimiento obrero. l plante la forma sindicato, aunquenunca logr explicarla bien en sus dimensiones tcnicas; yo la

    retomo y cuando se dan las sublevaciones de Cochabamba y el

    Altiplano, en 2000, intento encontrar sus diferencias y similitudes

    en comparacin de lo que antes era el movimiento social en Boli-

    via. Trabajo la idea de la forma sindicato con cinco caractersti-

    cas: a) sindicalismo de gran empresa, b) trabajador con contrato

    a tiempo indefinido, c) ascensos laborales concentrados por el

    saber obrero, administrados por los obreros, d) la ciudadana su-

    jeta al derecho sindical y e) un sistema tecnolgico subordinado

    a las habilidades organizativas de lo obrero. En esos cinco puntos

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    40 LAS VAS DE LA EMANCIPACIN

    se estructura la forma sindical de la COB en Bolivia; el desman-

    telamiento de esos cinco pilares representa el trnsito a la nuevaforma de la condicin obrera: desparece la gran empresa, surgen

    las empresas descentralizadas, las microempresas; desaparece el

    tiempo de contrato indefinido y surgen los contratos por obra,

    temporales, eventuales, la flexibilizacin; los saberes productivos

    salen de las manos de los obreros y se concentran en la gerencia o

    en las mquinas, tanto en la mina como en la fbrica; desaparece

    la ciudadana sindical, los derechos sindicales se separan y la ciu-dadana es entendida bsicamente como derechos civiles y pol-

    ticos, desaparece la dimensin social de los derechos, desaparece

    la ciudadana social que es lo que permita su fusin con el sin-

    dicalismo; y en trminos de la tecnologa, surgen modificaciones

    tcnicas, que en algunos casos regresan a una buena parte de los

    obreros a condiciones tradicionales de trabajo (por ejemplo, los

    llamados cooperativistas mineros); es el regreso al siglo XIXen

    la estructura tcnica de la produccin. En otros casos se da un

    salto mediante la introduccin de sistemas computarizados que

    arrebatan al obrero la organizacin y los saberes productivos fun-

    damentales, que antes estaban en sus manos, se transmitan de

    generacin en generacin y permitan la fidelidad del ms joven

    hacia el ms viejo, porque as se obtena el reconocimiento y elascenso en el trabajo. Desaparece esa forma de accin colectiva, o

    el sustento de una forma de la accin colectiva.

    En la forma comunidad, por su parte, introduzco la idea de

    los modos de organizacin y filiacin tradicionales, bsicamen-

    te andinos agrarios; aparece la combinacin entre elementos de

    deliberacin y de coercin en la toma de decisiones en las asam-

    bleas, de deliberacin absoluta y de coercin para hacer valer las

    resoluciones tomadas por todos; el sistema de rotacin de car-

    gos; la representacin por familia, en funcin de la posesin de la

    tierra; la estructura asamblearia; la fusin de lo ejecutivo con lo

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    INTELECTUALES Y NEOLIBERALISMO 41

    legislativo; el derecho a la tierra es tambin una obligacin para

    la accin poltica, el no cumplimiento de tus funciones polticasconlleva el cuestionamiento de tu derecho de propiedad, esa fu-

    sin entre lo poltico y lo social que es muy caracterstico de las

    estructuras sociales comunitarias.

    Mediante los mtodos de lucha, la forma comunidad im-

    plica tambin un especfico modo de ocupacin territorial, una

    ocupacin del espacio que entraa un potencial ejercicio de sobe-

    rana. Cuando las organizaciones campesinas e indgenas, los co-muneros, adoptan los cercos como mtodo de lucha fundamental

    ante el mundo urbano y ante las clases dominantes ah el espacio

    se expande, se intercomunican comunidades, se ejerce un control

    poltico del espacio. Es una forma de accin colectiva, de estruc-

    tura organizativa, de tradicin de identidad.

    Habla tambin de la forma multitud para hacer referencia a unnuevo componente de las acciones de protesta plebeya desplega-

    das en todo el pas en el ciclo 2000-2005, a qu hace referencia

    exactamente con esta descripcin de la accin colectiva?

    No aplico la forma multitud en el sentido de Toni Negri, sino

    en el sentido de una asociacin de asociaciones de varias cla-

    ses e identidades sociales sin una hegemona nica dentro des. Pueden sumarse campesinos, regantes, estudiantes, obreros

    sindicalizados, desocupados, intelectuales, individuos sueltos, y

    la hegemona se mueve alrededor de temas, de circunstancias,

    movilizaciones temticas, autonoma de cada organizacin en

    funcin de sus repertorios, estructuras y sus maneras de cumpli-

    miento; subsiste, sin embargo, una voluntad de accin conjunta

    en torno a un tema y a liderazgos mviles y temporales. A este

    conjunto de elementos yo le llamara forma multitud que es,

    adems, la forma ms novedosa que surge en Bolivia. La forma

    sindicato existi desde los aos cincuenta y casi desapareci; la

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    forma comunidad estuvo siempre en la historia de Bolivia, si-

    glos atrs, y se reactiva en los ltimos 250 aos hasta ahora. Laforma multitud es la ms nueva, y ello tiene que ver con los

    procesos de extincin del mundo obrero, de la precarizacin de la

    sociedad y de su propia urbanizacin. Cuando no hay identida-

    des fijas, ni estructuras de movilizacin muy slidas, sobre todo

    en el mundo urbano, la forma multitud se convierte en el esce-

    nario fundamental de la accin colectiva en cuanto una agrupa-

    cin temporal de mltiples identidades y agregaciones colectivasterritoriales. Luego est la forma muchedumbre, designo as a

    la accin colectiva emprendida por sujetos desafiliados que han

    roto con cualquier filiacin sindical, gremial, comunal, vecinal.12

    Que se desafilian o que nunca estuvieron afiliados?

    Que rompen temporalmente, no actan bajo el llamado de los

    sindicatos o de los vecinos, actan bajo un llamado personal; se

    suman, se agregan de forma temporal, sin liderazgo reconocido

    en torno a uno o dos temas de oposicin. No responden a un

    mando, se organizan como una sumatoria de individualidades

    desarraigadas de fidelidades tradicionales, corporativas o sin-

    dicales. Por lo general se movilizan como actos de rechazo, de

    resistencia y de tumulto en contra de oficinas pblicas o merca-dos y tiendas grandes y pequeas: las pueden quemar, destrozar;

    hay mucha ira de por medio. Se construyen liderazgos sobre la

    marcha que luego se disuelven y nunca ms se vuelven a unir; es

    un tipo de accin colectiva muy propio de la modernidad, que

    va disolviendo las fidelidades tradicionales y construyendo una

    nueva fidelidad ciudadana, que permita normar nuevamente los

    comportamientos y contenerlos.

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    En los momentos insurreccionales de los ltimos aos, todas estas

    formas aparecen combinadas. Acaso es en la ciudad de El Alto,

    icono de la nueva potencia plebeya, donde se percibe con mayor cla-

    ridad tal articulacin de formas de accin colectiva?

    Claro, en los das de insurreccin y revuelta todas estas formas

    se combinan, se mezclan. Lo que emerge con fuerza en los lti-

    mos aos es, sin embargo, su clara base territorial a diferencia de

    la base funcional del movimiento obrero, siempre ms sindical.Puede hablarse de la forma vecinal: son las juntas de vecinos

    que abundan en El Alto. Se trata de la agregacin de padres de

    familia, madres de familia de cada unidad habitacional de un

    barrio que se renen peridicamente, semanal o quincenalmente,

    para atender sus asuntos cotidianos, cuestiones como los servicios

    pblicos (agua, luz, alcantarillado, escuela, parque) en un pas

    donde el Estado da muy poco a la sociedad y donde las ciudades

    son autoconstrucciones de migrantes que, sobre la marcha, han

    erigido sus casas con la ayuda de los vecinos; su cordn de acera

    con el apoyo familiar; la escuela para el barrio con el cemento

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    de alguna organizacin no gubernamental (ONG) y el esfuerzo

    personal; el servicio de agua potable o la electricidad a partir delesfuerzo colectivo. En fin, es como una especie de fuerza colectiva

    de y en la escasez; de ah que estas formas tiendan a desaparecer

    en los barrios donde ya hay una satisfaccin de servicios bsicos.

    Estas juntas de vecinos han logrado en los ltimos aos, en

    efecto, crear redes de movilizacin muy amplias en la ciudad de

    El Alto y sus distritos. Tienen ms de cincuenta aos de vida, pero

    recin en los ltimos cuatro aos han comenzado a darle una di-mensin poltica a sus demandas y a actuar como bloque mucho

    ms compacto. Ello es particularmente interesante puesto que las

    juntas se movieron primero en torno a consignas muy particula-

    res reivindicaciones locales de servicios y, muy rpidamente,

    avanzan hacia consignas de carcter nacional: la nacionalizacin

    del gas y de los recursos naturales, la conformacin de la Asam-

    blea Constituyente, el juicio de responsabilidades al gobierno de

    Snchez de Lozada por la matanza de octubre de 2003, etctera.

    La unidad habitacional aparece as como ncleo organizativo b-

    sico; en Bolivia todo funciona a partir de las unidades familia-

    res, las formas multitud o comunidad se basan en la unidad

    familiar. A la reunin de la junta de vecinos o a la marcha puede

    asistir alguien de la familia, puede ir el hijo o la madre, da igual, oel padre, sirve igual; importa que est al menos un representante

    por familia, tal como en una comunidad agraria. Y esta forma

    vecinal es una agregacin, son vecinos, no es una clase, son ml-

    tiples identidades sociales y mltiples procedencias socioecon-

    micas; est el migrante campesino que vive entre el campo y la

    ciudad, est el que trabaja como obrero eventual de una microem-

    presa; est el obrero asalariado de una empresa grande; el polica,

    el estudiante de la universidad, el vendedor, el pequeo vendedor.

    Dependiendo del lugar en que te ubicas se puede ver una ma-

    yo