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UNIVERSIDAD DE COLIMA
FACULTAD DE CIENCIAS POLITICAS Y SOCIALES
Las meretrices de Colima
AHMC-RMP-29
durante el Porfiriato y la Revolución 1876-1917
TESIS
que para obtener el grado de
Maestra en Historia Regional
Las meretrices de Colima
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PRESENTA
María Irma López Razgado
DIRECTORA DE TESIS
Dra. Hilda B. Iparraguirre Locicero
Colima, Col., octubre de 2002
Las meretrices de Colima
4
ÍNDICE
AGRADECIMIENTOS 4 INTRODUCCIÓN 5
CAPÍTULO I
Metodología 11
Fuentes 17
Imagen y testimonio 18
La fotografía en Colima 23
CAPÍTULO II
La época 27
Entre la continuidad y
la ruptura del orden novohispano 28
Porfiriato 30
Revolución 36
CAPÍTULO III
Condiciones sociales y económicas 46
Mujer y familia 46
Mujer y trabajo 59
CAPÍTULO IV
El oficio más antiguo 71
Prostitución 76
Reglamento de las Casas de Tolerancia 79
CAPÍTULO V
Las prostitutas del porfiriato 86
El caso de María Soledad Bracamontes,
Las meretrices de Colima
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prostituta clandestina 90
CAPÍTULO VI
Un registro de mujeres públicas en la Revolución 98
La casa de citas de María Moreno 99
María Moreno 101
María Dolores 105
Feliciana Corona 107
Sara Núñez 109
María de Jesús Franco 111
María Félix 113
Petra Iñíguez 114
El burdel de Esperanza Chacón 116
Mujeres forzadas 119
Otras mujeres: casadas, quemadas, embarazadas 120
Registradas por oficio 121
Mujeres retiradas a la vida privada 122
CONCLUSIÓN 123
FUENTES PRIMARIAS Y SECUNDARIAS 127
ANEXOS 141
Otras casas de citas
Plano y ubicación de las casas de citas
Las meretrices de Colima
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AGRADECIMIENTOS
Esta investigación nació hace cinco años, cuando terminé mi cursos de la maestría en
historia regional. Después de asistir a diferentes cursos sobre mujeres, comprendí que
debía analizar específicamente a las mujeres públicas y presentar la fotografía como una
de las principales fuentes de investigación.
En estos cinco años de haber madurado mi percepción del tema aprendí que no
podía comprender a las prostitutas aisladamente, pues es una tarea más laboriosa. Fue
más fácil entenderlas e interpretarlas a través de las diversas formas mentales, sociales y
culturales de su momento histórico.
El historiador también tiene su historia de vida, pues, en mi caso, sufrí un “lapsus
de dos años” de silencio y me dediqué a concursar por la plaza de historiadora en el
Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH); todo, unido al apoyo de mis amigos
Rosa María Alvarado, Margarita Nettel, María Eugenia Fuentes, José Luis Silva y Carlos
López, con quienes comprendí que el estudio de la historia era algo que me gustaba
sobremanera y que esta actividad profesional era importante para mí.
A lo largo de estos años la lista de personas a quienes me gustaría agradecer su
valiosa ayuda podría ser larguísima; sin embargo, sólo mencionaré a mis compañeros de
la maestría, a mis compañeros de la Casa del Archivo Histórico del Municipio de Colima
(AHMC), a los compañeros del Seminario Jean Pierre Berthre, por sus comentarios.
Nunca olvidaré la generosidad del director del AHMC, José Miguel Romero, quien me
sugirió el tema. Al INAH, por las facilidades para la elaboración de mi investigación. Al
doctor Alberto del Castillo, por su apoyo bibliográfico para el estudio de la imagen. A la
doctora Hilda Iparraguirre, porque me permitió entender la importancia que esta
investigación revestía. A mis hermanos, que siempre están cuando los necesito. A mi
mamá y a mi papá, por enseñarme el culto a la familia.
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Las meretrices de Colima
durante el porfiriato y la Revolución
1876-1917
Introducción
En ninguna época se ha sabido tanto de otros hombres y mujeres como en la
nuestra. En los últimos siglos el saber del pasado se ha multiplicado. Este proceso
histórico lo aceleró el nuevo milenio, pues el desarrollo tecnológico permite la
apertura de archivos, fuentes de información, exploración de nuevas fuentes y
construcción de nuevas hipótesis de investigación. Siempre es insuficiente el
conocimiento de los múltiples sujetos de la vida diaria. Es así como en la
preocupación por el devenir (con una óptica del presente) y la búsqueda de una
manera de ser regional se inscribe la intención de analizar el tema que nos ocupa.
Un elemento importante en el análisis es la discusión sobre la sexualidad y
la ideología de cualquier agrupación social, porque ambos se van estructurando
lentamente a través del tiempo histórico. El conocimiento del discurso para el
acercamiento al grupo sólo puede hacerse a través de la investigación de su
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8
evolución en el tiempo. El estudio de la sexualidad rebasa lo puramente individual
y biológico, sólo puede hacerse dentro del contexto histórico, cultural y los
procesos sociales. Una investigación como la que nos proponemos no puede dejar
de lado la revisión de los discursos en periodos anteriores, incluyendo el
razonamiento prehispánico y su modificación con el proceso de aculturación y los
cambios o continuidades que se operan durante la primera mitad del siglo XIX, en
la época independentista.
Para llevarla a cabo, los principales instrumentos fueron documentos y
fotografías, complementados con textos e imágenes que, con base en una
interpretación y análisis, permiten entender y sustentar una forma de transmisión
de emociones y pensamientos de la época.
Además, este trabajo incorpora una perspectiva de género que expone y
registra los roles otorgados a las mujeres en un ambiente semiurbano como el de
Colima, en la época donde las relaciones de poder se ejercen en los ámbitos
económico, público y privado,1 es decir, lo cotidiano.
Los testimonios femeninos provenientes de documentos y algunas fotos
antiguas propician el análisis; interpretarlos, comprenderlos y explicarlos dan
forma al silencio de estas mujeres. Inquietan también sus lamentos, sus alegrías,
sus amores y desencantos. Así mismo visualizamos sus épocas buenas y malas,
cualidades y defectos, virtudes y vicios, que retratan, en última instancia, la moral
de la sociedad de ese momento histórico.
Para Marcela Lagarde, la situación de las mujeres es el conjunto de
características a partir de su condición genérica en circunstancias históricas
1 Georges Duby y Michelle Perrot afirman que el cuerpo de la mujer es al mismo tiempo público y privado. Que la mujer civil es al mismo tiempo pública y privada, que se encuentra en la casa y en la ciudad, en el parentesco y en la sociedad (Georges Duby y Michelle Perrot, 1990, p. 11).
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particulares. Añade que, de acuerdo con las condiciones y época que vive una
mujer, además de las relaciones de producción-reproducción y con ello la clase, el
tipo de trabajo, la lengua, la religión y la educación son los elementos que
contribuyen para su formación y evolución individua l.2 Las prostitutas comparten la
condición histórica, pero difieren en cuanto a sus situaciones de vida y en los
grados de opresión.
La presente investigación parte del hecho de que coherente con la cultura y
religiosidad, la prostitución femenina en el México virreinal no fue concebida como
un delito para los tribunales de la Iglesia y de la Corona española, sino como un
“mal necesario” (1538). Esto explica por qué las primeras casas de tolerancia o
casas de mancebía tuvieron el respaldo de las autoridades religiosas y laicas.3
Cuando mucho, la Corona ofreció alternativas ? casas de recogimiento? para
que las mujeres viudas, huérfanas o abandonadas no se dedicaran al ejercicio de
la prostitución, lo cual no significó que las mujeres que lo ejercían no fueran
marginadas, despreciadas y juzgadas éticamente.
Históricamente, en México se promueve desde 1862, durante la República
Restaurada, el primer Reglamento de la Prostitución en México. Más tarde, en
1891, se expide el primer Código Sanitario del país, el cual elevará a precepto de
interés nacional el tema en cuestión. En Colima surge en 1870, con base en el
Reglamento oficial de 1862, el Reglamento de Casas de Tolerancia y a partir de
ese momento se lleva un registro semanal de las mujeres públicas que acudían al
hospital civil para su control médico. que se trataría de cumplir estrictamente
durante el porfiriato y la revolución. Más adelante, entre 1911 y 1920, existió
además un Registro de mujeres públicas, con fotos, cuyas edades variaban entre
13 y 35 años. Cada imagen tenía ficha de identificación: origen, edad, padres,
2 Marcela Lagarde, 1997, p. 33. 3 Sergio Ortega Noriega, 1985, p. 129.
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color de pelo, nariz, entre otros datos.4 Este control era llevado a cabo por el H.
Ayuntamiento de Colima.
Un grave problema, no resuelto, fue el de la reglamentación, asunto que
tiene su referente en la salud pública. En Colima, el Reglamento de las Casas de
Tolerancia de 1870 se utilizó hasta 1933, año en que el gobierno estatal expide la
Ley para el Ejercicio de la Prostitución en el Estado de Colima, la cual modifica la
estructura del anterior ordenamiento, en cuanto a poner por apartados separados
a los prostíbulos y a las prostitutas, los cuales deben de estar en un lugar
asignado y llamado zona de tolerancia, ubicado en la calle España y reduce sus
alcances, al pasar de 37 artículos a 30. En esta nueva legislación, la vigilancia de
la prostitución sigue a cargo de las autoridades municipales.5
El interés de esta investigación reside en exponer la disparidad de tiempos,
las profundas diferencias sociales, políticas y culturales en que se inscribe la
historia de las meretrices, rescatarlas como sujetos históricos y difundir su
actividad como un trabajo más, así como resaltar su peculiaridad a través de
imágenes, para reconocer su acción específica en el ámbito de las ciencias
sociales y humanidades y abordar el tema desde la visión femenina, al mismo
tiempo que de una manera global a la luz de los diferentes acontecimientos
sociales, económicos y culturales, será uno de los objetivos prioritarios de este
trabajo.
Otro de los objetivos propuestos en este trabajo es responder a la pregunta
central cómo las prostitutas de Colima enfrentaron su condición social entre
4Durante el porfiriato, a las mayores de 14 años la Inspección Sanitaria les permitía ejercer la prostitución, extendiéndoles la tarjeta sanitaria correspondiente. Sin embargo, para gozar de los derechos ciudadanos la mayoría de edad era de 25 años. Fue hasta 1928, cuando cambió a los 21. Existía también una cédula real disponiendo que los menores de 20 y 25 años para contraer matrimonio deberían contar con el consentimiento de sus padres (AHMC, sección C, caja 24, exp. 7, 1779). 5 Desde el régimen republicano, el ayuntamiento ha sido el responsable de vigilar y sancionar la prostitución.
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periodos de relativa calma y de confusión social. También, de qué manera
sobrevivieron. De igual forma, se intentará responder si cuando la sociedad estaba
en los periodos de mayor o menor número de conflictos sociales, aumentaba o
disminuía la prostitución. A pesar de que este oficio lo practicaban todos los
sectores sociales, es probable que se encuentre un mayor número de prostitutas
en mujeres pertenecientes a sectores populares, de ahí que las condiciones en
que desempeñaban su trabajo imposibilitaba a las mujeres prostitutas la
conservación de una familia y, aunque la prostitución estaba regulada,
generalmente no se cumplía lo prescrito por la reglamentación.
Para lo cumplir con lo anterior, en primer lugar se desarrolla la parte
metodológica, así como las fuentes consultadas, y el porqué del uso de la
fotografía para esta investigación, para lo cual se elaboró una semblanza de los
principales fotógrafos que trabajaron en la ciudad, tanto en la vida cotidiana como
los contratados por el ayuntamiento de Colima para el registro de las mujeres
públicas. Otra parte, destinada a contextualizar históricamente la vida de estas
mujeres, en tanto sabemos que las prácticas culturales y las mentalidades
perduran a través del tiempo y más en esa época cuando los cambios económicos
y sociales también operaban lentamente, aunque a nivel político el proceso
independentista cambió el ejercicio del poder de la joven república, el contexto
histórico a nivel nacional y local muestra parte del desequilibrio social y económico
en la sociedad colimense durante el porfiriato y la revolución, contemplando hasta
el constitucionalismo.
Al interior de la sociedad novohispana y decimonónica la familia ocupa el
espacio fundamental de reproducción, de contención-regulación y de expulsión.
Lógicamente, debe haber jugado un papel de mucha importancia en la vida
individual de los sujetos y, sin duda, en las circunstancias que llevan a la mujer a
la prostitución. En el capítulo “Mujer y familia” se reflexiona sobre sus vaivenes, al
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interior de los cuales es importante estudiar cuáles fueron las circunstancias que
las llevaron a la prostitución, pero también cuáles fueron los condicionantes que la
hicieron reaccionar, defenderse, luchar por un espacio, por una alternativa de vida
más digna y, en ocasiones, menos demoledoras que las de la cárcel.
El apartado “Mujer y trabajo” presenta un abanico de mujeres ocupando
diferentes áreas de trabajo destinadas, en principio, sólo a los hombres. Aquí se
muestra la prostitución como una forma más de ganarse la vida.
Creímos importante, aunque solo fuera rápidamente, incursionar sobre el
concepto mismo de prostitución, diferente y a la vez similar según cada cultura y
momento histórico. Presenta una estadística aproximada de mesalinas del siglo
XIX y el caso particular de María Soledad Bracamontes.
Por último, el capítulo "Registro de mujeres públicas"; es decir: las
meretrices de la revolución, momento en que hay un aumento considerable de
ellas. En este periodo la matrícula es con foto y de ello hacemos un análisis
combinado con el texto.
I. Metodología
La historia social nos guiará en el conocimiento y características de las mujeres en
este periodo. El documento hablará al interpretarlo, comprenderlo y explicarlo, ya
que su vocabulario no es sólo un testimonio oral, sino también un objeto de crítica6
que como fenómeno histórico nunca puede ser explicado en su totalidad, porque
el conocimiento es relativo. El historiador es un ser humano individual. Igual que
las demás personas, es el resultado de una sociedad, pero es, a la vez, portavoz
6 Marc Bloch, 1987, p. 130.
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consciente o inconsciente del círculo al que pertenece.7
Pero, ¿cómo integrar a este grupo de mujeres en la sociedad, problema ya
expuesto antes por Hobsbawn y que sigue preocupando hoy a muchos
historiadores? ¿Cómo tener en cuenta al individuo, a la multitud de actores
individuales, sin perder de vista a la sociedad, a las estructuras sociales y los
grandes procesos de cambio histórico?
La historia social plantea el problema en términos de categorías, clases,
estratos o, de manera genérica, de grupos sociales. Todas ellas con algunas
diferencias, pero con un fondo epistemológico común. Son categorías agrupadas
en conjuntos de individuos según características generales y que se distinguen de
aquellos que, según ese tópico, son diferentes. En el ámbito de la mujer
trabajadora está la prostituta prestando sus servicios, la relación sexual
comercializada entre dos sujetos.
Para resolver la problemática planteada se utilizarán las herramientas
metodológicas de E. J. Hobsbawn, quien esboza a la historia social como un
concepto difícil de definir a la vez que va evolucionando en el tiempo. Hobsbawn
fue, además, uno de los primeros que pensó en el estudio de la mujer, pues
formaba parte de un sector popular. Hasta el presente, la denominación historia
social se usó en tres acepciones. En primer lugar, se refería a la historia de las
clases pobres y, más concretamente, al estudio de los movimientos sociales, del
trabajo y de las organizaciones e ideas socialistas. En segundo lugar, se usaba
para estudios sobre una multitud de actividades humanas, difíciles de clasificar,
excepto en términos de "actitudes, costumbres, vida cotidiana". La tercera
acepción es la más común e intensa: historia social en combinación con la historia
7 E. H. Carr, 1988, p. 47.
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económica. La parte económica era, generalmente, la más preponderante. Sin
embargo, es significativa la práctica entre lo económico y lo social, ya fuera en las
anteriores definiciones, al interior de la sociedad en su conjunto, y en sus
relaciones e interrelaciones que le otorgan sentido y coherencia.8
Estos conceptos serán utilizados para la descripción de las meretrices
colimenses y, para ello, se rexaminará lo trabajado por algunos historiadores
regionales que han analizado tanto el porfiriato como la revolución, pero sin tomar
en cuenta a las mujeres en general, aunque ellas forman la otra media parte de la
población. Se plantearán nuevas preguntas y recuperarán costumbres,
comportamientos y acciones que las hayan inspirado.
Otro de los autores en los cuales se apoyará el estudio es Edward P.
Thompson, que afirma: "Cuando sólo interesa llegar a ser, nos podemos encontrar
con períodos enteros de la historia en los que un sexo ha sido omitido globalmente
por los historiadores, ya que las mujeres no han sido nunca consideradas agentes
fundamentales en la vida política, militar, o incluso en la económica. Si nos in-
teresa el ser, la exclusión de la mujer reduce la historia a pura inutilidad. No
podemos entender el sistema agrario de pequeños cultivadores sin examinar las
prácticas hereditarias, las dotes y el ciclo de desarrollo familiar. Y estas prácticas
descansan, a su vez, sobre las obligaciones y la reciprocidad del parentesco, cuyo
mantenimiento y cumplimiento a menudo resulta ser una responsabilidad propia
de las mujeres. La economía sólo puede ser entendida dentro del contexto de una
sociedad cuya urdimbre hay que conocer y explicar.9
Para desglosar las actividades femeninas en donde está inscrita la
prostituta colimense será necesario tomar en cuenta los grupos sociales.
8 E. J. Hobsbawn, 1983, p. 22. 9 E. P. Thompson, 1989, p.85.
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Thompson afirma que la clase social aparece cuando algunos hombres, resultado
de experiencias comunes, sienten y articulan la identidad de sus intereses entre
ellos y contra otros hombres, cuyos intereses son diferentes y opuestos a los
suyos. Para él la experiencia está determinada por las relaciones productivas en el
marco de las cuales han nacido o entran voluntariamente los hombres y mujeres.10
La historia social iniciada por E. Thompson, que ha ido evolucionando por
aportes de otros autores, sus seguidores, Ráphael Samuel, Peter Burke, Peter
Worsley, Joan Scott, entre otros, los cuales profundizaron en dicho análisis y han
devuelto la dignidad humana a la gente corriente del pasado. Al mismo tiempo,
este enfoque resulta peligroso, pues resulta facilísimo caer en una visión de la
historia como podría ser, en esencia, la lucha entre la virtud y el vicio, lo que
derivaría en un enfoque romántico de la historia. Lo importante para el historiador,
sea cual sea el grupo social elegido, no son necesariamente los buenos e
inteligentes, los malos y estúpidos. Necesitamos colocarnos en el contexto
histórico.11
Georges Duby y Michelle Perrot consideran que el trabajo de las mujeres es
difícil comprenderlo si lo aislamos de la familia, el nudo central de la condición de
la trabajadora, cuyo matrimonio, la cantidad de hijos y su edad, regulan el acceso
al mercado del trabajo asalariado. De igual forma, otras consideraciones
importantes del trabajo femenino abrieron un hueco en el mundo laboral, pues las
mujeres se ven atrapadas por la jornada doble y la ausencia de política social.12
Los anteriores fenómenos se presentaron en nuestra área de trabajo, sobre todo
cuando las fuerzas constitucionalistas entraron a Colima y se llevan a los hombres
en las levas.
10 E. P. Thompson, 1984, p. 8. 11 Peter Burke, 1984, pp. 76-77. 12 Georges Duby y Michelle Perrot, 1990, p. 12.
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Queda claro que la familia como objeto de estudio sobrepasa el concepto
sociológico de ascendencia o descendencia o que el modelo de familia no es el
mismo en todas partes, por ello algunos historiadores, retomando la dimensión
cultural y el análisis antropológico, han incluido dentro del estudio de la familia el
análisis de parentesco y el componente de la unidad doméstica.13
A lo anterior se anexan las afirmaciones de Susana Huerta, quien, de
acuerdo con las nociones de algunas corrientes sociológicas, considera la
prostitución no sólo como un fenómeno marginal sino también como resultado
disfuncional de la familia, la escuela, los medios masivos de comunicación, la
legislación, la religiosidad, producto del desorden social14 o del contexto social
global. Tal podría ser el caso de las prostitutas registradas en el Archivo Histórico
del Municipio de Colima, encontradas en diferentes ramos: hospital, bandos de
policía, registro de mujeres públicas; otras, fueron halladas en los censos del
Archivo General del Estado de Colima bajo el título de mesalinas.
Tiene razón Hobsbawn cuando asegura que “la historia social jamás podrá
ser una especialización como la historia económica y otro tipo de historias, ya que
su objeto de estudio no puede ser aislado. Así como no puede separarse de las
formas en que los hombres se ganan la vida y construyen su medio ambiente
material, tampoco pueden ser alejados de sus ideas, ya que las relaciones entre
ellos están expresadas y formuladas en un lenguaje que implica el manejo de
conceptos".15 Y las prostitutas también manejan su propia ideología en el gremio.
Por su parte, Peter Burke considera que "el reto del historiador social es
mostrar cómo se relaciona la vida cotidiana con los grandes sucesos a largo plazo,
formando, de hecho, parte de la historia. Uno de los focos de atención de los
13 Pilar Gonzalbo, 1993, pp. 25-26. 14 Susana Huerta, 1999, p. 14. 15 E. J. Hobsbawn, 1983, p. 26.
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historiadores sociales podría ser el proceso de interacción entre acontecimientos y
tendencias de mayor importancia, por un lado, y el desarrollo de la vida cotidiana,
por el otro".16 En este caso, intentaremos interpretar cómo las prostitutas de
Colima enfrentaron su condición social entre un periodo de aparente calma y un
periodo de confusión social, la revolución y el constitucionalismo. Asimismo, cómo
lograron sobrevivir ante la imposición de la “moral y buenas costumbres”.
Para la comprensión de estos procesos fue muy importante el aporte de la
antropología, que ayuda al estudio de la comunidad observando a todos sus
miembros en los actos de la vida diaria. Más adelante, a partir de las relaciones de
género como base analítica se obtuvieron resultados importantes y se pudieron
cuestionar algunos estereotipos femeninos.17 Un ejemplo clásico, expresión del
porfirismo, fue la literatura que responde a la inquietud intelectual del momento y
que se convirtió en un mito, como la novela Santa , de Federico Gamboa (1864-
1939), un clásico de la literatura nacional desde su aparición, en 1903, hasta los
años 30. Una mujer que se desprende de su familia y queda expuesta a las
vicisitudes de la vida.18
16 Peter Burke, 1993, p. 26. 17 Asunción Lavrin, 1990, p. 552 18 En la actualidad el estudios de la historia se divide en dos subcampos: la sociología histórica y la historia social. Estos cambios se debió a la influencia de dos paradigmas dominantes de explicación: el marxismo y la escuela francesa de Annales . Fue así como los estudios tradicionales centrados en lideres e instituciones políticas dieron paso a investigaciones acerca de la vida cotidiana de trabajadores, sirvientes, mujeres o grupos étnicos.
Las primeras dos generaciones de los Annales (Marc Bloch y Lucien Febvre, por un lado; Fernand Braudel, por el otro) enfatizaron acercamientos seriales, funcionales y estructurales para comprender a la sociedad como un organismo total e integrado.
La tercera generación de los Annales repite básicamente el mismo esquema. La historia inspirada en el marxismo gira hacia la cultura en el trabajo de E. P. Thompson, La formación de la clase obrera en Inglaterra, al describir la conciencia de clase en términos culturales (tradiciones, sistemas de valores, ideas y formas institucionales). También hay una aproximación a la “lingüística estructural” y a las funciones “semiótica” (simbólicas) del lenguaje (William Sewell).
La cuarta generación de historiadores de los Annales se preocupa ahora del bastante enigmático término de las “mentalidades”, para cuyo ámbito reclaman independencia con relación a las determinaciones materiales (Roger Chartier), bajo la influencia del antipositivista Michel Foucault, quien se empeño en desplazar al “sujeto” individual de la historia, desapareciendo el concepto de “hombre” y la posibilidad de método en las ciencias sociales, aunque sus “genealogías” se consideren un “antimétodo”. Se rehusa además, a hacer análisis causal y niega la validez de cualquier relación reductiva entre formaciones discursivas y sus
Las meretrices de Colima
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Fuentes
La historia en la actualidad cuenta con muchos más recursos teóricos,
metodológicos y técnicos. Eso significa, lógicamente, una gran apertura hacia las
fuentes que permiten su investigación y análisis. No se puede escribir una nueva
historia con viejos criterios heurísticos y metodológicos. Tampoco ello significa
descartar las fuentes tradicionales con que ha trabajado el historiador: la
documentación (fundamentalmente oficial) ubicada en los archivos y bibliotecas,
las fuentes hemerográficas, periódicos, revistas, folletería, entre otros.
Pero hoy, ante una multiplicidad de objetos y sujetos de la historia, todos
debidamente trabajados desde la historia social, en el contexto que es la sociedad
en su conjunto, también se impone el manejo de otras fuentes, las "no
tradicionales". En ese sentido, destacan como particularmente valiosas, las
fuentes orales, es decir, las que el historiador construye a través de la
recuperación del testimonio de los hombres y mujeres, insertos en distintos grupos
y clases sociales, hegemónicos y no hegemónicos. Sin embargo, por el período de
nuestra investigación y coherentemente con el problema planteado, nos
referiremos en especial al testimonio de la imagen.19
contextos políticos. La historia de las mentalidades ha demostrado ser un enfoque sumamente fecundo para el estudio del pasado. Sin embargo, al tiempo que se resolvían problemas tradicionales, se crearon algunos nuevos. El más serio de éstos es el que podríamos llamar el problema de la inmovilización, del cuadro estático. Los historiadores son muy buenos para describir las mentalidades existentes en un punto particular del pasado, pero no tanto para explicar cómo, cuándo o por qué cambiaron. El orden de las cosas (1966), de Foucault, también padece de esa debilidad, como lo han señalado muchos críticos. La nuevas tendencias marcan el paso hacia el estudio de la historia cultural, las nuevas disciplinas influyentes son antropología y la teoría literaria. Los historiadores de la cultura están obligados a volverse más atentos acerca de las consecuencias de sus muy a menudo inconscientes opciones literarias y formales. Entre más culturales se vuelvan los estudios históricos y más históricos los estudios culturales, mejor será para los dos. En: Lynn Hunt, 1989. (traducción y síntesis: Héctor Porfirio Ochoa Rodríguez). 19 Patricia Massé Zendejas, John Berger, Ricardo Pérez Montfort, Alberto del Castillo y Pablo Piccato, Arturo Aguilar Ochoa, Ixchel Delgado Jordá, Elisa Speckman, por ejemplo, han basado sus investigaciones en la imagen.
Las meretrices de Colima
19
Imagen y testimonio
La imagen y la palabra con frecuencia se acompañan, pero no siempre de la
misma manera. En años recientes, el texto y la ilustración históricas se han
acoplado a una nueva relación, sobre todo porque la última ha dejado de ser
meramente eso, ilustración, y desempeña ahora el doble papel de documentar y
expresar. La investigación histórica en los archivos visuales no es nueva, basta
pensar en la historia de las artes, pero sí son novedosos los usos que los
historiadores hacen de la fotografía. En ésta encontramos huellas de lo que fue,
que no son accesibles en otros documentos. Pensemos tan sólo en la disposición
de los objetos que llenan una casa, que revelan enormidades sobre el estilo de
vida de sus ocupantes. Verlos, aun con la conciencia de que no son prueba
objetiva, permite elaborar tanto una interpretación de la vida cotidiana en tiempos
pasados como las subjetividades de las personas y los discursos, las
representaciones, oficiales y no, de una época.
Las fotografías cuyo análisis aquí proponemos entran en este promisorio
campo de investigación: constituyen un importante avance en la conjunción de
historia social e historia fotográfica. John Berger afirma que para el estudio de la
imagen es necesario tomar en cuenta la composición, y la foto de las meretrices
se enmarca dentro de la fotografía de los criminales del siglo XIX, que además
foto y pensamiento de la época fueron vistos como elementos enfermos que
dañaban la moral y las costumbres. Es primordial, también, en este análisis la
Las meretrices de Colima
20
observación de los personajes, los gestos, los rostros y las instituciones del
momento,20 para poder llegar así a una interpretación cercana a la realidad de ese
entonces.
Existen otras razones que motivan y justifican esta propuesta de
exploración de tales fuentes. La primera es la riqueza de los archivos fotográficos.
En el Archivo Histórico del Municipio de Colima, en particular, se custodian
numerosas imágenes que documentan el último siglo y medio de historia de
Colima. El monumental trabajo de sistematización y digitalización, actualmente en
proceso, facilita la investigación. La segunda razón concierne al público al que
pueden estar dirigidas tales estudios. Es un hecho que en México la lectura no es
un acto masivo, menos de libros de historia, y que los estudiantes de nivel superior
y el público de cultura media requieren de un sólido conocimiento histórico y
esperan obtenerlo mediante libros amenos y atracti vos.
Nuestra propuesta constituye una forma de estudiar a las mujeres, en
especial a las prostitutas, sus orígenes de clase, la familia, el hogar, los espacios
de trabajo. El estudio abarca desde 1870 hasta 1917. Durante estas décadas la
organización doméstica del trabajo, base de la economía artesanal, fue trasladada
a la fábrica y paulatinamente transformada. Es interesante cómo los valores y las
prácticas cotidianas fueron adaptadas a las condiciones de trabajo. Para
documentar de manera gráfica esta situación se seleccionaron algunas fotografías
de familias en la cotidianidad de la casa y la fábrica. Además, cada icono va
acompañado de un texto interpretativo, de carácter simple, pero que encauza la
historia de las mujeres. En suma, se recurre a la riqueza inexplorada de los
archivos fotográficos y se brinda al lector medio una propuesta de conocimiento.
El tema se pudo desarrollar y establecer gracias a los datos consignados en
20 John Berger, 2002, p. 20.
Las meretrices de Colima
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el expediente y el origen de estas mujeres para constatar si en esta época hubo
procesos migratorios. Se muestra el proceso de expulsión y atracción de mano de
obra y de familias, y el papel que tienen las mujeres en él, así como las
condiciones y condicionantes de estos procesos, el bagaje cultural que llevan
consigo y cómo determinan o dan forma a su vida en los lugares de destino y los
desplazamientos de los espacios de emigración e inmigración en el tiempo,
además de fotografías que muestran los pueblos de origen, las formas de
transporte y enganche, los trabajos desempeñados durante el recorrido y la
recreación de su vida en otras partes. En un futuro, sería interesante estudiar la
religiosidad de las prostitutas e incorporar retablos y exvotos, invocaciones que
encomiendan el futuro al altísimo, la virgen y los santos, y las duras condiciones y
peligros que enfrentaron.
Las fotografías muestran los espacios de fusión cultural a través del tiempo.
Las historias de vida mostrarán la experiencia generacional. El texto histórico
situará la especificidad de esta experiencia en el contexto de la migración o el
asentamiento, las identificaciones colectivas y sentido de pertenencia urbano.
Otra temática desde esta perspectiva visual, y en general poco abordada,
es la de trabajadores, vagos, extranjeros y comerciantes a finales del siglo XIX.
Las imágenes fotográficas tomadas entre los años 1860 y 1900 muestran a
personajes populares. La representación gráfica se fijó en los rasgos, pero sobre
todo en las características morales de los personajes urbanos. La fotografía
continuó el trabajo que antes hicieran los grabadores, para quienes su trabajo era
un arma moral y política. La fotografía significó nuevas técnicas, pero con el
mismo objetivo: calar y dictaminar sobre las costumbres. El recurso fotográfico se
adecuó bien al grabado costumbrista en tanto mantuvo un realismo conservador,
es decir, sus registros fueron creados artificialmente, descontextualizados e
incorporados en campos ideales más al gusto del fotógrafo que al del personaje
Las meretrices de Colima
22
fotografiado.
En la problemática de género se muestran excepcionales estas
posibilidades. Resulta particularmente interesante explorar en lo que fue la
conceptualización de las buenas maneras durante el período. Hombres y mujeres
buscaron su lugar mientras el Estado en formación ensayó encasillarlos en roles
propios de lo masculino y lo femenino. Sin embargo, hombres y mujeres
encontraron diversas maneras de expresar su identidad.
Las imágenes y los testimonios expresan las diferentes formas de ser mujer
que se expresaron cada una en su región de manera desigual. Por ejemplo, el
trabajo de Arturo Aguilar muestra las diferentes clases de prostitutas que hubo en
la ciudad de México durante el imperio de Maximiliano.21 Ellas se fotografiaron en
estudios y hasta les prestaron ropa para la foto, cuestión no mencionada por el
autor; asimismo, no hace un estudio detallado de sus rostros. Otra investigación
importante para el tema es el de Ixchel Delgado, quien combina el estudio de
varias prostitutas, diseña la geografía de la prostitución, las estadísticas y hace
una seria selección de poesía alrededor del tema. Por último, realizó un estudio
del registro fotográfico de las prostitutas, las cuales son presentadas a manera de
tarjeta de visita y con escenarios y ropa artificial, en donde la autora hace un
estudio comparativo con las mujeres acomodadas económicamente. Su principal
fuente fue el archivo de la Secretaría de la Salud de la ciudad de México.22
Patricia Massé inicia el estudio de la imagen con las famosas tarjetas de
visita que mostraban la identidad de cada una de las personas que las utilizaban;
sin embargo, sólo trata a un grupo determinado y no alcanza el diálogo con sus
21 Arturo Aguilar O., 2001. 22 Ixchel Delgado O., 1998.
Las meretrices de Colima
23
actores.23 Otro trabajo interesante sobre prostitución e imagen fue el de Carlos
Monsiváis, quien recrea muy bien el ambiente de los burdeles de los años 20 en la
ciudad de México, pero se le olvidó observar con lupa, pues las fotos fueron
tomadas en un estudio y no era precisamente el lugar en donde trabajan las
mujeres fotografiadas. Aparte, no plantea la realidad de la prostituta por falta de
fuentes primarias.24 Por último, el trabajo de Elisa Speckman desarrolla el
pensamiento positivista del porfirismo y analiza hombres y mujeres criminales
apoyada con notas periodísticas, viñetas, cartones y fotografías; además, hace
interesantes estudios físicos y psicológicos de los delincuentes, incluyendo
algunas prostitutas.25
Los anteriores textos fueron utilizados para tomarlos como referencias,
igual que el de John Berger, quien analiza la pintura, los carteles y las fotografías
desde la mirada de quien toma o pinta la imagen, pero, sobre todo, de quien la
mira y lo que percibe de ella, base fundamental para la presente investigación,
pues enfatiza las múltiples posibilidades abiertas a contracorriente de la
representación de lo femenino construidas desde los discursos hegemónicos-
positivistas que perduraron hasta los treinta. Además, la disposición de las fuentes
ayudó a reflejar, con una lógica temporal, el ideal de "la mujer perfecta" para, de
esta forma, llegar a la trabajadora, la clasemediera, la madre y, finalmente, la
prostituta.
23 Patricia Massé Z., 1988. 24 Carlos Monsiváis, 1991, pp.7-10. 25 Elisa Speckman G., 2002.
Las meretrices de Colima
24
La fotografía en Colima
Si bien la fotografía es un documento histórico que constituye ricos textos visuales
para la historia social, no podemos hacer su análisis sin antes saber el contexto en
el que se desarrolla. Desde su invento en 1839, la fotografía cobró un gran auge
en México, pero fue hasta el Segundo Imperio cuando se desarrolló notablemente
junto con la llegada de varios fotógrafos extranjeros. Aquí se revela un fenómeno
muy interesante en la comercialización de los retratos, pues se inicia la
explotación de la fotografía como medio de propaganda e información visual,
hasta entonces desconocido. Son Maximiliano y Carlota los primeros gobernantes
de México que difunden su imagen masivamente.26
En los albores de la fotografía, las imágenes fueron retratos de personas y
algunos paisajes, capturados principalmente por fotógrafos mexicanos. Una
segunda etapa la constituyen los fotógrafos viajeros, la mayoría extranjeros, que
visitaron nuestro país y legaron una cantidad importante de imágenes de la vida
cotidiana, vestimenta, ciudades y monumentos de la época.
Posteriormente, durante la última fase del porfiriato e inicios de la época
revolucionaria, otros fotógrafos extranjeros, así como Agustín V. Casasola, se
dedicaron a registrar los acontecimientos más significativos de la historia de
México. En 1912, Casasola funda la primera agencia de información gráfica del
país, en la que participa un gran número de fotógrafos nacionales y extranjeros.
Las meretrices de Colima
25
El fotógrafo inglés Carlos Waith estuvo en Colima durante los años 1908-
1909 y dejó documentos históricos de muchos ausentes de la historia: mujeres y
niños. Estas imágenes serán utilizadas para constatar la presencia de las mujeres
donde la historia escrita muchas veces la ignora. Con esto se empieza a
contemplar que las fotografías nos pueden aportar otro elemento para la historia
social de la mujeres, es decir, su papel podría satisfacer las necesidades diarias
en la vida cotidiana y también se podría escribir con fotos.
No obstante, para el estudio de las meretrices fueron los fotógrafos locales
los que nos facilitaron la foto como una fuente de consulta. Fue el H. Ayuntamiento
de Colima quien los contrató para retratar a los presos y presas, así como a las
prostitutas. Aunque desde antes estaba el fotógrafo Manuel Gómez (1865-1875),27
ubicado en la cuarta sección de la ciudad de Colima en una lista de todos los
establecimientos públicos. En 1886 estuvo el fotógrafo Francisco C. Palencia,28
alumno del señor de la Mora. Después, en 1890 Antonio R. Dueñas solicitó el
empleo que tenía Manuel Gómez quien había fallecido, más fue negada su
petición incluso suprimieron el empleo de fotógrafo de la prisión, 29 pero más
adelante fue contratado.30 En 1893 se da de alta al fotógrafo Rosendo R. Rivera,
quien además fue un destacado dibujante y cazador de imágenes del Colima de
ayer.31 Éste renuncia en 1911 y en su lugar queda el fotógrafo Juan Silva,32 quien
trabajó hasta 1916. Es importante mencionar a los hermanos Lupercio y Octaviano
de la Mora,33 quienes aunque eran de Guadalajara nos encontramos un gran
número de fotografías suyas eran utilizadas como tarjetas de vista de algunas
familias colimenses.
26 Arturo Aguilar Ochoa, 2001, p.16 y Patricia Massé Zendejas, 1998, p. 47. 27 Periódico Oficial del Gobierno, El Estado de Colima, 1875, p. 48. 28 Periódico Oficial del Gobierno, op. cit., 1886, p. 19. 29 AHMC, Sección D, exp. 185, posición 4, 1890. 30 AHMC, Sección D, exp. 78, año 1890. 31 AHMC, Sección D, exp. 58, año 1893. 32 AHMC, Sección E, exp.22, año 1911.
Las meretrices de Colima
26
Ambos hermanos de la Mora se distinguieron en Colima pues desarrollaron
el formato fotográfico llamado tarjeta de visita, especialmente importante para la
identidad social burguesa del siglo XIX. El uso social de las tarjetas de visita fue la
promoción de la identidad. Como temprano objeto de promoción, la fotografía de
un individuo o de un grupo de individuos circuló en un número potencialmente
ilimitado y tiene sus efectos en la conciencia colectiva del grupo y, por
consiguiente, de su identificación. Todo esto fue acompañado de diferentes
escenarios.34
Sin embargo, las fotografías de las meretrices de Colima fueron tomadas
con otro objetivo. Si bien era para ver su identidad, su rostro, fueron retratadas con
el fin de registrarlas, de ficharlas, igual que a los presos que habían cometido un
delito. Elisa Speckman Guerra afirma que en esta época vincularon criminalidad y
pobreza, lo que se manifestaba en varias notas de los periódicos que publicaban
los rostros y los difundían en forma detallada.35 En el capítulo “Registro de mujeres
públicas” se profundizará más sobre el análisis de la imagen.
Aunque el desarrollo de la fotografía fue más evidente en la mitad del siglo
XIX y se prolongó hasta nuestra época, el periodo del Segundo Imperio fue un
eslabón imprescindible para nuestro trabajo, pues se crea un registro fotográ fico
de prostitutas a partir de una reglamentación expedida por Maximiliano en 1862 y
en 1870 en Colima. Fueron pocos los registros fotográficos de meretrices a nivel
nacional, se sabe que, además de Colima, también los hay en Oaxaca, Zacatecas,
México y Ciudad Guzmán, Jal.
En Colima existen también otros registros fotográficos de comerciantes
33 Patricia Massé Z., 1998, p.11. Los hermanos fueron elogiados por sus monturas e iluminaciones más sostificadas, además de que sus fotografías circularon en los Estados Unidos. 34 Patricia Massé Zendejas, 1998, p. 15. 35 Elisa Speckman Guerra, 2002, p. 126.
Las meretrices de Colima
27
(AHEC), extranjeros (AHMC) y los que corresponden a la parte criminal, algunos
localizados en el AHMC y otros en el AHEC.36 En la ciudad de México se retrataron
sirvientes en 1872; se inscribieron vagos y cocheros a partir de 1881. A finales del
porfiriato, estas medidas se extienden a las maestras normalistas, a los enfermos
mentales y, en vísperas de las fiestas del centenario de 1910, a los periodistas, a
quienes se les extiende un carnet que les da acceso a las ceremonias
conmemorativas.37 De esta manera se inicia un registro de rostros que debían ser
retratados, identificados, reconocidos y señalados. Toda esta ideología tenía un
contexto histórico que a continuación desarrollaremos.
II. La época La guerra de Independencia fue el comienzo de la disolución de la vieja sociedad
colonial, formada y sostenida para honra y provecho de los hijos de España. En
principio, ésta significó un cambio político; implicó, a la vez, la continuidad de un
sistema de gobierno y de las instituciones e ideas que lo mantenían, para abrir
paso a un nuevo tipo de organización acorde con la sociedad emancipada. "Este
36 Existen otras colecciones particulares muy ricas en imagen que desafortunadamente son de difícil consulta, como los archivos de Genaro Hernández y Roberto Levy, entre otros.
Las meretrices de Colima
28
proceso de liquidación se tradujo en una era de la revolución continua que ataca
no sólo la organización administrativa, militar y eclesiástica anterior, que tiende a
rehacerse; ataca la vida entera de la sociedad y llega hasta lo más íntimo del
hombre, de su propia vida familiar, de sus costumbres y formas de vida en
general”.38
De acuerdo con la investigación de María de la Luz Parcero, multitud de
viudas, abandonadas y huérfanos engrosaban después de cada saqueo, de cada
pronunciamiento o de cada combate, la muchedumbre de miserables y
hambrientos que vagando de provincia en provincia, en busca de sustento,
evidenciaban la desorganización y la ruina económica del país. Al mismo tiempo,
las estadísticas presentaban un desequilibrio poblacional al haber mayor número
de mujeres viudas, solas, huérfanas.
Pese a que desde 1824 constitucionalmente se había puesto fin a la
esclavitud, el sistema de servidumbre forzada, el tráfico de esclavos y el de
indígenas continuó, se agudizó y se fue evidenciando repetidas veces hasta la
época porfirista. Perduraron las distinciones raciales, las costumbres y las leyes
provenientes de la Colonia: amplios sectores de la sociedad no podían ir en
carruaje, debían llevar una vestimenta especial, cortarse el pelo a raíz y las indias
llevar el pelo anudado a la cabeza.39
Para François-Xavier Guerra, la verdadera concepción moderna de
individuo, la idea de que los hombres son libres e iguales, así como la propuesta
de organizar a la sociedad mexicana y el estado, tuvo su origen a fines del siglo
XVIII. Es decir, se intentó elevar los principios jurídicos y los estatutos particulares
37 Arturo Aguilar Ochoa, 2002, p. 82.
38 Ma. de la Luz Parcero, 1992, p. 11. 39 Ibid., p. 18.
Las meretrices de Colima
29
a la destrucción de las bases materiales que sostenían el poder de las
corporaciones (iglesia, comunidades indígenas, ejército) y a sustituir los valores
dominantes de la sociedad tradicional (que eran religiosos y comunitarios). Para
François-Xavier Guerra, el siglo XIX no significa una ruptura de los procesos
iniciados en la Independencia y afirmados durante la Reforma y la restauración de
la República, sino una continuidad y un aceleramiento de ellos.40
Entre la continuidad y la ruptura del orden novohispano
Los estudios sobre la Reforma Borbónica informan de un cambio decisivo en la
concepción del estado, la sociedad, la iglesia y las familias en el mundo profano.
La idea de separar la iglesia del estado para el progreso económico, político y
educativo fueron las primeras señales para terminar las ideas tradicionales
religiosas que se había impuesto en la sociedad. Los criollos, uno de los
principales receptores y promotores de esto, fueron los que impulsaron el gobierno
liberal en el ámbito económico, ya que la sociedad seguía con una ideología
religiosa controladora y disfrazada en la educación.41 misma que perduró en el
porfiriato, pues no dejaron de existir los colegios privados y aumentaron las
iglesias.
Hacia 1865, México vivía una de las influencias más poderosas del sistema
francés, la reglamentación. Antes y después del Consulado Napoleónico,
conformó un cúmulo de reglamentos que se ensancharon; en particular, en países
40 Ver: Enrique Florescano, 1987, p. 44 y 45, donde afirma que la Revolución Mexicana era la culminación de un proceso iniciado por los borbones a fines del siglo XVIII, retomado en el porfiriato. 41 Colima declaró la libertad de enseñanza en su primera Constitución (1857), y al lado de la misma introdujo algunos preceptos que evidencian la posición de los legisladores locales al respecto: control moderado. A pesar de las buenas intenciones, fue hasta 1863 que el gobernador Ramón R. de la Vega promulgó la ley (Dhylva Castañeda Campos, 1988, p. 316).
Las meretrices de Colima
30
como Inglaterra, España e Italia, entre otros. México no sería la excepción. Los
antecedentes para fomentar en la metrópoli mexicana un ordenamiento en la vida
de las prostitutas fueron alentados desde entonces y no fue sino hasta la
implantación del Segundo Imperio cuando se dio la etapa de la instauración del
reglamentarismo prostitucional (1862-1865-1867).
La construcción de un nuevo país en el transcurso de 1867 a 1876 se
encontró en manos de los liberales. Durante estos diez años, uno de los
propósitos fundamentales de los mexicanos en el poder era poner en práctica la
Constitución de 1857. Los intentos de la República restaurada sembraron los
inicios del nacionalismo y la modernización (que más tarde cosecharía el
porfiriato), su crecimiento económico a partir del capital extranjero y las
exportaciones de materias primas.
El porfiriato El siglo XIX se caracterizó como un periodo de formación y consolidación del
estado mexicano, en donde la economía, la política y la sociedad se manifestaron
de manera desigual en las diferentes regiones de México. Con Porfirio Díaz se
acentuó el apotegma positivista “orden y progreso”, convirtiéndose en una de las
proposiciones favoritas entre los ideólogos oficiales de la dominación. Sólo que en
el ejercicio de ésta, se aplicó el criterio del orden para los sectores populares,
mientras que el de progreso contó exclusivamente para la clase oligarca. El
profundo malestar se advertía en diversas manifestaciones localizadas de
violencia social. El estado jefaturado por Díaz respondió, invariablemente,
levantando la bandera del orden y reprimiendo el descontento con el expediente
de la acción militar.
Las meretrices de Colima
31
Las mujeres, en calidad de inferiores o menores de edad, sin derechos, sin
instrucción, sin protección de ninguna especie, se vieron en cierta forma excluidas
por la expansión de las máquinas modernas y del modo de producción capitalista
que empezaba avanzar. En gran número se ven reducidas a un nuevo tipo de
esclavitud y la desorganización familiar se impone.42
En Colima, el siglo XIX fue un siglo de trans ición, en el que sus habitantes
enfrentaron constantes ajustes a su territorialidad y con ello confusas situaciones
cambiantes, pues figuraba como una zona de extensión de Jalisco, antes de la
intendencia de Michoacán, hasta que en 1857 adquiere personalidad propia al
erigirse en estado libre y soberano.
Una vez conformado como estado, las contiendas políticas por gobernar la
entidad se hicieron presentes. El primer mandatario fue asesinado. Fue hasta
1893 cuando en Colima se dejó sentir una política abierta. La centralizada
estructura de poder que caracterizaba el régimen porfirista se reflejó en el
gobernador Francisco Santa Cruz (1893-1902) y Enrique O. de la Madrid (1902-
1911). Con éstos, la democracia existente se volcó en una auténtica ficción
política, de acuerdo con Francois-Xavier Guerra, pues la realidad que vivía la
población rebasó al discurso oficial.
En la época de Francisco Santa Cruz,43 y antes del temblor de 1900, fue
cuando la ciudad de Colima adquirió cierta belleza. En la mayoría de las casas,
recuerda Daniel Cosío Villegas, a pesar de su modesta arquitectura, se percibía
una comodidad que hoy se juzgaría mínima y tal vez intolerable, "de un solo piso y
42 María de la Luz Parcero, 1992, p. 11. 43 Gobernador porfirista y rico hacendado.
Las meretrices de Colima
32
techada con teja roja, su largo frente daba a la calle de Zaragoza (lateral de la
calle principal). Un alto y ancho zaguán partía ese frente en dos mitades iguales y
desembocaba en un patio cuadrado en cuyo centro había una fuente; a la derecha
y a la izquierda de esa desembocadura partían dos corredores cubiertos y
perpendicularmente a otros dos".44 Para el consumo de agua, en muchos hogares
había fuentes (pozos) y en otros existían algunas cañerías que la repartían a los
distintos rumbos.
Para Romero de Solís, el nuevo gobernador en turno prometía la
disminución del gasto público; supresión en el ramo de las alcabalas de los
impuestos; reconocimiento y bonificación de la deuda pública del estado,
procurando su amortización; mayor atención a la beneficencia, en especial al
Hospital Civil y al orfanato; continuar con los trámites del ferrocarril, lo mismo que
con la obra del Palacio de Gobierno y del Teatro Hidalgo; protección al ramo de la
minería y apoyo al cultivo del café; garantías de seguridad a los ciudadanos;
justicia expedita en un clima de independencia y respeto al poder judicial; en la
provisión de empleos, exigencia de aptitud y honradez de los servidores públicos,
sin distinción y, finalmente, para todos los ciudadanos una política de mano
tendida.45
Recordemos que durante el porfiriato, a la sombra de la tolerancia creció el
número de sacerdotes y de obispos. Se erigieron las diócesis de Tabasco (1880),
de Colima (1881) y de Sinaloa (1883). Volvieron los jesuitas.46 En Colima la iglesia
iba embelleciendo sus templos o edificando otros, gracias a las donaciones de las
familias.47 Se concluyó la Catedral. Un grupo de mujeres acomodadas, voluntarias,
colaboraron para las calles empedradas y limpísimas del centro, y para que en los
44 Daniel Cosío Villegas, 1977, p. 13. 45 José Miguel Romero, 1994, pp. 139-140. 46 Luis González, 1981, p. 948. 47Periódico Oficial del Gobierno, El Estado de Colima , 1884, p. 163.
Las meretrices de Colima
33
jardines se cambiaran las viejas bancas de ladrillo por otras de hierro forjado48.
Con esto, el panorama urbano había cambiado, según lo manifestó la señorita
Isabel García de Álvarez en el discurso que dio durante la instalación de la
asociación de caridad integrado por señoras de esta capital.49
Estas acciones y otras son ejemplos de actos emprendidos por mujeres que
modificaron el escenario público y doméstico, embelleciéndolos y dando dirección,
en el sentido positivo, a la transformación de la identidad regional. El efecto no fue
sólo estético, también contribuyó a la higiene y elevó la autoestima de los
habitantes.
Una de las características del porfirismo fue "la alianza con el centro".
Porfirio Díaz, dueño de gobernantes y gobiernos, nombraba desde el centro al
gobernador siguiente. Con ello los avatares de la política y la vida social estaban
reservadas a las familias poderosas.50 Con su gobierno dictatorial Díaz dejó
acumular, entre la gente del pueblo, la pobreza. Así, la identidad de este sistema
de gobierno es una oposición para la sociedad de su momento. El último
gobernante porfirista fue el rico hacendado Enrique O. de la Madrid.
Fue en el período porfirista cuando se gestó en todo el país y en Colima un
cierto maltrato y subordinación hacia la condición femenina, especialmente en
sectores marginados; se estableció un medio ambiente hostil y violento hacia la
mujer, a consecuencia de un desequilibrio económico y social entre la población. A
eso se sumaron modificaciones legales como el casamiento civil indisoluble,51 que
quizá contribuyó a acentuar lo antes dicho. En nuestra entidad se presentaron
diferentes casos: la mujer desamparada: "Quejas de una esposa en contra de su
48Ibid., 1885, p. 125. 49Ibid. 50 Pablo Serrano Álvarez, 1994, p. 19. 51 El divorcio se autorizó hasta en el régimen de Venustiano Carranza, en 1917.
Las meretrices de Colima
34
esposo por abandono; al intentar casarse éste nuevamente en Colima, escribe ella
a la prensa para que de esta manera sea enterada la persona con la que
pretendía casarse".52 La mujer golpeada: “El caso del individuo que azotó a su
mujer de una manera salvaje, hasta dejar casi descubierto los huesos de ella".53 La
mujer asesinada: "Señora dedicada a su trabajo e hijos fue matada por un
individuo, clavándole éste un cuchillo en la sien".54
Los años que van de 1880 a 1903 estuvieron caracterizados por una
conciencia muy aguda de la crisis en todos los sectores de la población,
inestabilidad política, la fiebre amarilla (1884), los bandoleros rumbo a las faldas
del volcán y la bancarrota del estado (1887). Los vecinos que padecían los efectos
denunciaban en sus rostros injusticia, hambre, salud y ansia de libertad.
Foto, en Mirtea Acuña y Margarita Rodríguez (2001), p. 41.
52Periódico Oficial del Gobierno, op. cit., 1885, p. 40. 53 Ibid., p. 14. 54 Ibid., p. 108.
Las meretrices de Colima
35
El conocimiento científico del siglo XIX sirvió para legitimar las visiones del
mundo dominante. En Colima, las ideas de liberación sólo fueron un puente que
sirvió para conducir, de un extremo al otro, a la ideología religiosa y su regulación
de la sexualidad: lo que antes se llamaba Inquisición, del otro lado se hizo conocer
como Estado. Fue Ramón R. de la Vega, funcionario de gobierno, quien expidió un
reglamento que impulsaba la utilización de un método pedagógico más acorde con
el positivismo, prescribiendo la moral como materia de enseñanza.55 De igual
forma, elaboró el folleto dirigido a las mujeres Educación doméstica:
La educación doméstica se refiere a todos los conocimientos útiles e indispensables
concernientes a la vida práctica, doméstica y social, dividiéndose en tres grupos: la moral,
la física y la económica. La primera hace alusión a la religión y moral inculcada en las
familias. La física se enfoca a la buena condición, higiene y necesidades de los niños.
Finalmente, la última trata sobre el gobierno de la casa, promoviendo y preservando la
salud, el orden, la economía, así como prudencia y discreción.56
No obstante, la educación no fue la única forma para el control de los
individuos, también el estado presentó su parte con diferentes reglamentos y
normas para la sociedad. Por otra parte, los intelectuales de la época, como Justo
Sierra, remarcaban en sus escritos el camino a seguir para una sociedad enferma
que necesitaba una transformación:
Todos hemos partido de que "la sociedad es un ser vivo”; por tanto, crece, se desenvuelve
y se trans forma; esta transformación perpetua es más intensa a compás de la norma
energía interior con que el organismo social reacciona sobre los elementos exteriores, para
55 César Octavio González, 2000, p. 84. 56 Carmen Silvia Castañeda Campos, 1988, p.179.
Las meretrices de Colima
36
así asimilárselos y hacerlos sentir a su progresión. 57 ?...? Aumentar los elementos de
educación para transmutar el indígena y al mestizo inferior en valores sociales.58
Revolución
La Revolución mexicana, si bien alteró la vida social del país, no se desarrolló de
manera homogénea; su accionar e impacto a nivel regional fue distinto. Durante
los años 1910-1917, los estados del norte y algunos del centro descollaron
militarmente; asimismo, diversos puntos de la república se vieron afectados por la
irradiación del accionar bélico de estas regiones, mientras que otros puntos de la
nación permanecieron inmutables, la paz y el sistema oligárquico seguía
ejerciendo su reinado sin perturbaciones.
En Colima, la revolución “duró un día y se consumó sin disparar un solo
cartucho”.59 Además, la toma de Colima se convirtió en toda una fiesta con la
destitución de Enrique O. de la Madrid. La gubernatura interina fue a parar a
manos de Miguel García Topete, simpatizante de J. Trinidad Alamillo. De esta
forma, la Revolución en Colima, en sus primeros años, sólo fue de nombre y sirvió
de coyuntura para la candidatura de Alamillo, gobernador de 1911 a 1913.60
Al final de la primera década del siglo XX Colima encontró a una oligarquía
fuertemente cohesionada y a una sociedad subsumida dentro de la red que
imponían los intereses oligárquicos en boga. El sólido sistema social prevaleciente
57 Justo Sierra,1982, p. 108. 58 Ibid., p. 121. 59 Dora Elvia Enríquez Licón, 1994, p. 58; ver también Julia Preciado, 2001, p. 48. 60 Julia Preciado, 2001, p. 53.
Las meretrices de Colima
37
en la región se desarrolló con una relativa armonía y permaneció sin variación
ante la revolución maderista que sacudió buena parte del país. Colima se erigió
como un baluarte inexpugnable del porfirismo.61 Sucesos como los ocurridos en
Tepames o la lucha por la sucesión gubernamental fueron conflictos que no
alcanzaron a provocar fisuras serias dentro del sistema imperante. Al aparecer el
huertismo, la vida económica y social colimense permaneció sin alteraciones
significativas; sin embargo, a medida que se acrecienta la presión del ejército
constitucionalista sobre el régimen de Victoriano Huerta, el clima social y la
estabilidad típica en el estado tenderían a cambiar para más de una familia.
Durante el porfiriato se consideró que se podía conseguir equilibrar,
mediante la inmigración extranjera, la desproporción entre la población urbana y la
rural. El campo requería de ser poblado para tornarlo productivo para, de este
modo, impulsar a la economía y fortalecer al país. En 1871 Colima contaba con
30,065 habitantes urbanos y sólo 25,125 en las áreas rurales. Pero al terminar el
período de 1900 a 1910 la situación había variado en la dirección deseada: la
población rural ya era ligeramente superior a la urbana.62 Es decir, había más
campesinos pobres. Hay un gran aumento de inmigración de familias y mujeres
solas.
Población rural y urbana de Colima en 1910
Rural 52,556 68%
Urbana 25,248 32%
61 En lo general, se retoman las caracterizaciones que sobre este período desarrolla Pablo Serrano Álvarez, 1994, pp. 57-78.
62 Fernando A. Rivas Mira,1985, p. 8.
Las meretrices de Colima
38
En cuanto a la distribución de la población en el territorio, la municipalidad
de Colima (zona centro) albergaba con sus 22,000 habitantes a la mayor parte de
los pobladores, en tanto que Manzanillo y Tecomán (zona costera) estaba
escasamente poblada en relación con el centro.
Por esa época, los ricos de Colima entraron en una mala racha y los
terratenientes locales, otra parte de la elite económica y social, vieron cómo sus
haciendas, casas, muebles, dinero y comercios fueron disminuyendo hasta
encontrarse sus descendientes sin fortuna contable. Es la prensa del momento la
que mejor muestra cómo algunas propiedades tuvieron que ser rematadas por las
hijas, esposas, familiares en general: "Se remata la Hacienda de La Albarradita en
26,000.00 por los herederos de Don Antonio Gamiochipi",63 "está en venta la
acción de la señorita Micaela Ochoa, que posee la Hacienda de la Quesería",64 "se
remata la fábrica de hilados y tejidos llamada La Atrevida",65 y otras, que en años
posteriores dejaron de ser rentables y fueron embargadas, como la de San
Cayetano.66
En 1910, Colima tenía 78,304 habitantes. El 48.90% era de hombres y el
51.09% de mujeres. La clasificación económica divide a la población en activas e
inactivas. Activas eran las agrupaciones remuneradas o productivas. Las personas
económicamente inactivas, en su mayoría mujeres, de acuerdo con las
estadísticas, eran las que se dedicaban a los trabajos de la casa (cocinar,
planchar, zurcir, barrer, regar, lavar, cuidar a los niños, a las plantas y animales, ir
al mercado). Un porcentaje mayor de ellas se presentan en las categorías
estadísticas como las sin ocupación, otros o ignorado, ya que es común no contar
63Periódico Oficial del Gobierno, op. cit.,1883, p. 91. 64 Ibid., p. 208. 65Periódico Oficial de Gobierno, op. cit., 1899, p. 55. 66Periódico Oficial de Gobierno, op. cit., 1907, p. 134.
Las meretrices de Colima
39
como trabajo las actividades informales que se tienen dentro del hogar, pero si nos
asomamos a esos hogares podemos observar que sí retribuían dentro de la
economía, además de que las mujeres son un elemento primordial en la crianza,
en la familia, así como en las actividades artesanales que se desarrollaban dentro
del hogar, como las encargadas de los molinos y las costureras.
Pese a la imagen de paz que expresaban las autoridades colimenses, ya no
todo era tranquilidad en Colima. Algunas amenazas derivadas del conflicto armado
los obligó al acantonamiento de fuerzas militares en lugares como Sihuatlán, El
Mamey, San Antonio, con la finalidad de sortear el peligro que representaban las
partidas de bandoleros que merodeaban en el sur de Jalisco y que amenazaban
con incursionar en el estado a través de la frontera norte colimense.67 Fue tan
grande el temor de las autoridades que en la ciudad de Colima se impuso el toque
de queda a partir de las diez de la noche.68 Sin embargo, la policía siempre se
encontraba a algunos hombres y mujeres en los alrededores.
En los tres años de ejercicio gubernamental constitucionalista (1914-1917),
encabezado por el Gral. Juan José Ríos, militar que implementó una política de
agudas reformas que trastocaron el orden de antaño, se alteraron las tradicionales
formas de vinculación económica y social entre los colimenses, dando pie a la
inestabilidad social que contrastó con la suave quietud provinciana de estas
tierras.
Al presentar su último informe oficial, Ríos hizo una síntesis de su gobierno,
manifestando su satisfacción en diferentes ramos de la administración. Pero se
percibe el falseamiento de la realidad en algunos puntos, como cuando afirma que
67 Dentro de los grupos rebeldes figuró el encabezado por Manuel Palacios, compuesto por más de cien hombres, quienes fueron derrotados y dispersados por las fuerzas gubernamentales. Ver El Estado de Colima., 21 de marzo de 1914, p. 98. 68 Ibid., 30 de abril de 1914, p. 172.
Las meretrices de Colima
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de "la visita que hizo por varios municipios para verificar personalmente el estado
en que se encontraban, observó una extrema cordialidad entre sus habitantes".69
Otros expedientes dibujan una versión diferente a la oficial, pues la
aparente tranquilidad hervía en las diferentes manifestaciones que se presentaron
en protesta contra los diferentes decretos impuestos: el gremio de comerciantes
en pequeño se proclamó en contra de cerrar sus negocios los domingos, "siendo
éste el único día de la semana de que pueden disponer los trabajadores de las
rancherías para surtirse, además de que sus alimentos se podían echar a
perder",70 de igual manera, alrededor de catorce peluqueros protestaron por el
pago de impuestos,71 los miembros del Sindicato de Profesores del Estado se
manifestaron pidiendo un aumento de sueldo, ya que "no son económicamente
equilibrados para sostener una vida decente, siendo de privación y miseria".72
A este cuadro se suman las sorpresas y angustias que encontramos
registradas en los archivos, donde algunos expedientes muestran los cambios
ocurridos en Colima durante el período 1914-1917, lo que da pie para pensar que
había una relativa tranquilidad en la región o una gran conmoción producto del
ingreso de diversos contingentes que actuaron como brazo armado de la
revolución. Los pequeños tropiezos del sistema oligárquico con la escasez
industrial73 y de dinero, el debate electoral, el conflicto de Tepames, el gran
número de licencias expedidas para puestos ambulantes o estanquillos, son sólo
parte de los ejemplos que pueden encontrarse en el historial de la entidad, así
como una dosis de significativa zozobra social en las madres y esposas. Es quizá
69 Informe que rinde a la XX Legislatura Local. El C. General de Brigada, Juan José Ríos, 1917, en: AHMC, HC 614, p. 7. 70 Carta de los vecinos y comerciantes en pequeño, dirigida al gobernador del Estado, 19 de enero de 1917, AHEC, leg. 892, años 1916-1917. 71 Carta al gobernador en turno, presentada por el gremio de peluqueros, 22 de enero de 1917, AHEC, leg. 892, años 1916-1917. 72 Carta del Sindicato de Profesores del Estado, dirigida al gobernador, 23 de agosto de 1915, AHEC, leg. 879, año de 1916.
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a finales de 1914 y principios de 1915 donde se agudiza más este problema. A
esto se suma el incremento de mujeres que ejercen la prostitución; de ser
alrededor de 45 registradas durante al porfiriato, en el periodo 1911-1917 había
142 anotadas, aparte de las clandestinas que aparecen en las novedades de la
policía.
Los desequilibrios por los que pasaba la población agudizaron las
dificultades económicas, sociales, religiosas y culturales; en sí, la inestabilidad
familiar empuja a un mayor número de mujeres a ganarse la vida; otras, al
abandono de su pueblo y de su familia. Sánchez Silva describe esos momentos de
aprietos durante el período de 1910 a 1915: "Colima fue una entidad privilegiada,
en el sentido de que en su territorio no se llegaron a librar batallas formales. Sin
embargo, el estado padeció de más en materia de dinero y alimentos. No había
trabajo en ninguna parte y, en consecuencia, la producción agrícola se redujo a
límites de angustia”,74 los obreros se quejaban amargamente de la carestía en el
comercio, como el valor del carrete de hilo a cuarenta centavos y el metro de
manta a sesenta; las familias de bajos recursos al querer comprar un cotón y unos
calzones de manta, se gastaban todo lo de una semana.75 Los hospicios también
se quejaban del momento, como se puede leer en la carta de sor Altagracia
Reyes, con la petición de ayuda económica para el sostenimiento de su casa, que
albergaba treinta y nueve niñas huérfanas, sin tener con qué proveerlas.76
En estos años, con los continuos cambios políticos afloraron algunos
problemas sociales y militares en la región. Es aquí donde los hombres y mujeres
de la sociedad se manifiestan como un pueblo de obreros y campesinos, de amas
de casa y de jóvenes, cuyo destino empezaba a jugar en la peligrosa y lenta
73 Blanca Gutiérrez Grageda y Héctor Porfirio Ochoa, 1995. 74Manuel Sánchez Silva, 1993, p. 139. 75El Popular, 25 de agosto de 1914, p. 3. 76 Carta de sor Altagracia, dirigida al prefecto político de Villa de Álvarez, 1 de abril de 1914, AHEC, leg. 854, año de 1914.
Las meretrices de Colima
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transformación que trajo consigo el constitucionalismo. Madres e hijos vivían en
constante zozobra desde el período de Trinidad Alamillo.77 Cuando fueron
reclutados por el ejército huertista, las cabezas principales de las familias,
mediante la leva masiva impuesta, alejaban la mano sostenedora del hogar.
Desgraciadamente, esta relativa violencia de opresión y subordinación se
reflejó hacia la mujer también durante el constitucionalismo; sólo que ahora no fue
por el reclutamiento del esposo, sino por la entrada de las fuerzas militares a la
entidad, donde penetraron 800 plazas y 500 rifles máuser con una dotación de
parque destinado para el batallón de Colima.78 Con esto se iniciaron casos como el
del comandante Roberto Lima, quien cometió el delito de allanamiento de morada
en la casa de la Sra. Ramona Maldonado, llevándose a su amiga Marina
Cárdenas a una cantina.79 De igual manera, en Manzanillo las familias vieron
perturbados sus hogares con los soldados que penetraron en sus casas en estado
de ebriedad, robaron varias prendas y golpearon a una señora.80 Estos mismos
hombres fueron los que en más de una ocasión golpearon y mataron a mujeres
públicas que se encontraban registradas en la casa de asignación de María
Moreno.
María Encarnación Galindo envió una carta al gobernador, pidiendo su
intercesión por el hermano que iba a ser fusilado.81 Aurelia Hernández presentó un
interesante escrito de amparo de garantías, en favor del marido que fue llevado al
servicio militar. Ella, en uso de su única arma, la pluma, expuso de manera
sencilla sus argumentos, y "reprobó la injusticia de su utilización, alegando que la
77AHEC, fondo Madero, vol.27, exp. 735-l, f.200877, Colima, mayo 16 de 1912, de Francisco D. de Ochoa a Francisco I. Madero, en Blanca Gutiérrez Grageda y Héctor Porfirio Ochoa, 1995, p. 114. 78 El Popular, 25 de agosto de 1914, p. 1. 79 Testimonio duplicado de la sentencia pronunciada por el juez de lo criminal contra Roberto Lima, por el delito de allanamiento de morada, AHEC, leg. 834, año 1913. 80 Parte de policía donde se presentan algunas novedades ocurridas durante el día, AHEC, leg. 877, 1915. 81 Escrito de amparo presentado por María E. Galindo ante el gobernador, AHEC, leg. 826, año 1913.
Las meretrices de Colima
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Constitución los amparaba".82 Aquí es oportuno recordar a un grupo de madres
que se unió en oposición al gobierno de Alamillo y a su nueva ley contra los
sublevados felecistas (grupo que nació con el triunfo de Victoriano Huerta y en
adhesión de Félix Día z) que se trasladaron "hasta la plaza principal, en donde
hombres y mujeres en poco tiempo llenaron el espacio público" para pedir la
renuncia del gobernador.83
Durante el período de Juan José Ríos aumentaron estos ejemplos de
mujeres que se resistían a las normas; algunos ejemplos son: la carta de Pascuala
Delgado, pidiendo amnistía para su esposo, ya "que se encuentra en extrema
pobreza y su trabajo no alcanza para el sustento de su familia",84 Nicasia Preciado,
que en ocasiones la hace de madre, pide que se le conceda a su hermano la
libertad, pues están solas ella y su madre, en extrema pobreza y no les alcanza
con su trabajo,85 Isaura Rodríguez viuda de Campos pide amnistía para su hijo,
José Cruz Campos, quien, llevado por las malas influencias de sus amigos, se
enroló en las fuerzas villistas por un día.86
Es importante aclarar que al presentar estos ejemplos no se está dando por
hecho que de una manera directa los cambios legales, sociales, económicos y
culturales provocan actos y condiciones de subordinación, de igualdad o de
autoridad en las mujeres, pero sí, de una manera indirecta, diferentes elementos
pudieron coadyuvar en sucesos como los que se mencionan y los que están en
camino de investigación. En los últimos años los historiadores han empezado a
mirar con nuevos ojos diferentes aspectos de la vida considerados corrientes
82 Demanda presentada por Aurelia Hernández ante el juez del distrito, 1 de mayo de 1913, AHEC, leg. 834, año 1913. 83Anónimo, Los sucesos de Colima y una carta de los artesanos, México, Imprenta de A. Carranza e hijos, 1913, p. 9. Ver Blanca Gutiérrez Grageda y Héctor Porfirio Ochoa, 1995, p. 132. 84 Carta presentada por Pascuala Delgado ante el gobernador, AHEC, leg. 831, 1914. 85 Carta presentada por Nicasia Preciado, ante el gobernador, AHEC, leg. 831, año 1914. 86 Carta de Isaura Rodríguez viuda de Campos, dirigida al gobernador el 24 de junio de 1915, AHEC, leg. 647, año 1915.
Las meretrices de Colima
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dentro de mucho tiempo: calendario de ritos y fiestas, el lugar de los juegos en la
vida social, los diferentes ritmos de trabajo y el ocio, el mercado y el bazar,
analizados no sólo como nexo económico, sino también como nexo social y
formas de protesta popular.87
De manera general, las familias y mujeres solas, así como el aumento de la
población femenina y el incremento del alcoholismo en la comunidad, junto con la
presencia de tropas militares, entre otros ejemplos, fueron elementos que
violentaban las familias de los diferentes grupos sociales. A la par, hay un
aumento considerable de “mujeres públicas” y “escandalosas”, prostitutas.
87 E. P. Thompson, 1989, p. 88.
Las meretrices de Colima
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INAH
III. Condiciones sociales y económicas
Las meretrices de Colima
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Al interior de la sociedad novohispana y decimonónica, la familia ocupa el espacio
fundamental de reproducción, de contención, regulación y también de expulsión;
lógicamente, ello debe haber jugado un papel fundamental en la vida individual de
las mujeres y, sin duda, en las circunstancias que la llevan a la prostitución.
Existe la creencia que la mayoría de las mujeres públicas escogen la vía de
la prostitución por el abandono de sus padres, por la miseria, por la ignorancia, por
el mal trato familiar, por la perdida de la virtud, entre otros. Pero, en realidad,
¿ellas tenían una familia?, ¿carecían de empleo?, ¿tenían educación? Estas inte-
rrogantes se tratarán de responder en el siguiente capítulo.
Mujer y familia
Se afirma que la mujer se encuentra en la casa y en la ciudad, en el parentesco y
en la sociedad; además, se considera que el trabajo de las mujeres es difícil
comprenderlo si lo aislamos de la familia, la cual constituye el nudo central en la
comunidad.88 Por ello, para entender el estudio de la prostituta es importante
conocer cómo la mujer se desarrolla dentro del hogar y cómo vive al interior de la
sociedad que los tocó vivir y cuál fue su respuesta en ese momento histórico.
El estudio de la familia es una de las principales áreas en el desarrollo de la
historia social. La familia tiene una función biológica, pues es el lugar de
reproducción y mantenimiento de la vida. Ahí se nace, se recibe alimentación y se
desarrolla, pero también la familia tiene un papel social, al ser la célula básica de
Las meretrices de Colima
47
la socialización y del control bajo la autoridad del jefe de familia. Su dimensión y
composición varía según los lugares, y dibuja un modo de vivir juntos, compuesto
de lazos interfamiliares de parentesco y de alianzas, tejidos según estrategias
complejas que subordinan los intereses de los individuos al crecimiento y al
mantenimiento de un patrimonio, cuya posesión se apega muchas veces al
linaje.89
INAH
88 Georges Duby y Michelle Perrot, 1990, p. 11. 89 François Giraud, 1982, pp. 58-59
Las meretrices de Colima
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AHMC-FB-09
En el análisis de las meretrices de Colima hay que tener en cuenta la
herencia virreinal, sobre todo la del siglo XVIII. Si bien la independencia constituyó
una fractura política, ideológica y económica para el país, en el ámbito de la vida
femenina, centrada en gran medida en la vida familiar y en el matrimonio, no se
rompieron significativamente ni la estructura social, ni las normas, ni las conductas
que habían regido en la Nueva España. Los cambios se fueron dando
paulatinamente en las ideas subyacentes de lo que debía ser la mujer y en las
condiciones socioeconómicas y legales que afectaban su situación.
En algunos trabajos predomina la idea de que con las Reformas Borbónicas
se da una transformación económica que repercute en la vida de los pobladores.
Por ejemplo, se apunta que uno de los efectos de la política modernizadora
implementada por los borbones fue propiciar que las mujeres ingresaran a trabajar
en los talleres, con lo cual se modifica la rutina familiar y las estructuras
familiares.90
90 Juan Javier Pescador, 1993, p. 187.
Las meretrices de Colima
49
La sociedad novohispana del siglo XVIII estaba altamente jerarquizada.
Aunando a esto, los borbones habían delineado una serie de políticas
encaminadas a ejercer un control absoluto sobre su imperio y sus súbditos. La
demografía histórica presenta un cuadro de los grupos existentes en la sociedad
colonial, los valores por los que se rige ese orden social, como el grupo, clase,
ocupación y sexo, qué lugar ocupa determinado sujeto y cómo influye esto en el
mercado matrimonial y en la conformación de las familias, al tiempo que se
sugiere que se va dando una homogenización en los patrones familiares de los
distintos grupos. La familia tenía una función central en la construcción, la
conservación y la reproducción del sistema colonial; era el único núcleo sobre el
que descansaba la estructura vertical del estado corporativo.91
La respuesta ante la pregunta sobre cómo cambia la familia en la colonia es
contradictoria. Mientras que a finales del XVIII aumenta la independencia de los
hijos y la importancia del amor romántico, otras investigaciones responden que
aumenta el poder de los padres para controlar los matrimonios de los hijos. Ante
dicho dilema surge una tercera posición, representada por Silvia Arrom, quien
propone contemplar otros aspectos tales como el aumento de población, el cambio
de posición de la iglesia respecto del poder civil, en detrimento de la protección del
matrimonio de libre consentimiento, y con ello sugiere replantear la pregunta,
observando las instituciones que entran en juego y su cambio de posición dentro
del sistema político colonial.
Los modelos de mujer y de familia de la elite del último cuarto del siglo XVIII
correspondían a una visión patriarcal tradicional que tendía a asignar el rol de la
mujer en el hogar y lo restringía a las labores domésticas (incluyendo su
supervisión) y a la procreación de sus hijos legítimos. Sin embargo, encontramos
que la realidad de la sociedad novohispana era mucho más abierta que lo que
91 Silvia Arrom, 1998, p. 98. Citado por Ana María Saloma, 2001, p. 209.
Las meretrices de Colima
50
muchas veces se supone, lo que nos obliga a matizar los discursos y
legislaciones. En el pensamiento de la Ilustración, que influyó en los borbones y en
sus burócratas, además de las tareas propias del hogar las madres debieron
asumir una nueva responsabilidad, la educación de los hijos.92
En la época virreinal, en el año de 1776, fue promulgada la Pragmática
sanción del matrimonio,93 que reafirmaba en España, como ya había sucedido en
Inglaterra y en Francia, el poder y la autoridad de los padres sobre sus hijos en
materia de matrimonio. Hasta los 25 años de edad, los hijos precisaban de la
autorización de los padres, de un tutor, de familiares o, en su defecto, de un juez
para contraer matrimonio.94
Esto era seguir las formas y parámetros en vigor del período novohispano.
El matrimonio, consagrado y sacramentado por la iglesia, era el marco social
adecuado y moral de la reproducción de la vida y el único lugar posible de las
relaciones sexuales. Esto representaba la normatividad; sin embargo, ésta se veía
frecuentemente violentada, tanto por las elites, los grupos populares y hasta el
mismo clero y jerarquía eclesiástica. No obstante, en la realidad el círculo familiar,
consagrado o no, representaba, a la vez, una red familiar de ayuda y apoyo
mutuo, y era quizá la forma de asegurar el mantenimiento y el mejoramiento del
estátus social, de la posición económica, del poder e, incluso, de la etnia durante
el virreinato y mediados del siglo XIX.
La gran diferencia entre la familia virreinal y la familia de la segunda mitad
del siglo XIX consiste en que fue el aparato administrativo del estado laico
burgués, mucho más rígido, el encargado de regular las relaciones entre sus
92 Silvia Arrom, 1998, p. 29. Citado por Ana María Saloma, 2001, p. 209. 93 El ideal del siglo XVI de la república de indios y de la república de españoles no pudo lograrse, pero persistía esta corriente de pensamiento, que, al debilitarse, fue probablemente reforzada por la vía de la pragmática de 1776: el matrimonio supone a los esposos iguales. 94 Francoise Carner, 1998, p. 98.
Las meretrices de Colima
51
integra ntes mediante el matrimonio civil y el registro de los recién nacidos,
asentando su calidad de legítimos o de ilegítimos.95 Para el estado laico burgués,
la propiedad y el derecho de herencia, sólo de los hijos legítimos, era otro
elemento que jugaba de manera muy fuerte en la fidelidad conyugal y la condena
del adulterio, obviamente más peligrosa en el caso de la mujer.
El adulterio, que, aunque se entendía como un pecado, sancionaba más a
la mujer que al hombre, era perseguido en general por la iglesia, en tanto violaba
un sacramento, base de la ortodoxia católica, pero se entendía como un pecado
esencialmente femenino. Consistía en romper la fidelidad al marido, desafiar su
derecho de posesión exclusiva sobre el cuerpo y la sexualidad de su mujer e
introducir la duda sobre la legitimidad de los hijos y su derecho a heredar nombre
y patrimonio. Evidentemente, en esto tenía mucho que ver la infidelidad del
esposo. Pero, en cambio, en él era solamente eso, una infidelidad que dañaba el
amor de la esposa, pero no su honra. Entonces se condenaba sólo a la mujer. La
aplicación relativamente inflexible de la reprobación en los casos de deshonra
sexual de las mujeres pertenecientes a la burguesía las conducía por varios
caminos; uno de ellos era la reclusión ? ya sea en el convento, ya sea lejos del
grupo? , y el otro era la prostitución.96
Además, en la sociedad indígena, la familia fue el eje principal para la
reproducción social y por ello existió una gran preocupación por la estabilidad de
este núcleo, por la procreación y el mantenimiento de la densidad demográfica y la
legitimidad de los hijos. Una rígida moral sexual introducida a través de la
educación, la religión, las normas, las costumbres, que trató de continuar el linaje
de los nobles y la reproducción de la fuerza de trabajo entre los humildes, procuró
la castidad y fidelidad femeninas, la autoridad de los padres sobre los hijos, hasta
la elección de pareja, promovió el matrimonio monogámico entre los plebeyos y
95 Ana Saloma, 2001, pp. 209-210.
Las meretrices de Colima
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permitió la poligamia entre los aristócratas.97
Sin embargo, las mujeres que se dedicaron al ejercicio de la prostitución, en
su mayoría, fueron de clase proletaria y provenían de una familia disuelta. A esto
se suma que les tocó vivir en una época en la que se insinúan cambios, sobre
todo en el ámbito nacional y económico, pero también son muy fuertes las
continuidades culturales y sociales. Un ejemplo de ello lo constituía la familia,
soporte del grupo social. Si por algún motivo, un miembro se desprende de ese
referente y contexto, por lo general queda expuesto a las vicisitudes de la vida.
La prostitución ha sido un fantasma que recorre los escritos de moralistas,
legisladores, educadores y hombres de iglesia. En México, durante el siglo XIX, se
notan los esfuerzos educativos dirigidos a la mujer para erradicar la prostitución,
ya que era considerada como consecuencia de la falta de educación moral y de
falta de trabajos y oficios decentes abiertos a mujeres. Sin embargo, una sociedad
que dividía a las mujeres en dos categorías ? honrada o inmoral? , así como la
dependencia legal y económica que se le imponía y las limitadas fuentes de
trabajo que disponía, contribuyó a mantener su existencia como una labor más.
Por si fuera poco, el Estado continuó el control de los individuos basado en
preceptos religiosos.98
La vida de las mujeres públicas en Colima transcurre en una época en
donde se conservaban muchas tradiciones y costumbres; por supuesto, en medio
de una diferenciación entre los grupos económicos, sociales y/o étnicos. Las
familias asistían a la Plaza de Armas (hoy jardín Libertad), uno de los pasatiempos
favoritos. Las grandes concurrencias nocturnas daban vueltas alrededor del
parque: al interior, las familias acomodadas; en el exterior, la gente del pueblo.
96 Ana María Atondo Rodríguez, 1992, p. 178. 97 Marcela Suárez E., 1991, p. 121.
Las meretrices de Colima
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En estos tiempos, algunas mujeres de sectores privilegiados tenían sus
ratos de gusto y buscaban pasatiempos en festivales nocturnos y mediante
anuncios en los periódicos; ello, sin que se dijeran pestes contra las familias de los
hacendados,99 terratenientes y comerciantes, aliados con los extranjeros
radicados en la ciudad, quienes lograron constituirse como grupos hegemónicos,
con un marco legal favorable y apoyado en el mecanismo de la relección
indefinida,100 como lo era el porfiriato.
Destacan entre estas mujeres de familias acomodadas los apellidos Vogel,
Santa Cruz, Álvarez, Silva, Guízar, Oetling, Brun, Navarro, De la Madrid,
Fernández y Palencia.101 Otras de sus actividades eran las obras de caridad.
También se divertían yendo a la Piedra Lisa, por el Camino Real de Colima, hoy
Calzada Galván, o al Paseo del Progreso, hoy Parque Hidalgo, para lucir sus
vestidos de holanes, flecos y bordados hasta el tobillo con polizones y corsé.102 La
prenda se colocaba después de la camisa larga y antes del corpiño. Este tipo de
indumentaria iba acompañada de su sombrilla, también de encaje.103
Por las noches iban al teatro Santa Cruz , eventos prohibidos para la
mayoría del pueblo por el costo elevado del boleto, ya que sus precios
sobrepasaban al de la carne104. Presenciaban zarzuelas, por ejemplo, con el primer
actor Hilario Altamirano con la escena La hija del mar y la chispeante zarzuelita
Torear por lo fino; o escuchaban la Banda del Estado con la marcha Aquiles 98 César Octavio González P., 2000, p.84. 99 Miguel Galindo, 1939, p. 73. 100Blanca Gutiérrez Grageda y Héctor Porfirio Ochoa,1995, p. XI. 101Ibid., 1884, p. 163. 102Cruel aparato ajustable, estructurado con base en varillas de ballena y forrado de seda y encajes, que contorneaban el busto haciendo resaltar sus formas y estrechando la cintura. 103Manuel Sánchez Silva, op. cit., tomo I, p. 95 104Periódico Oficial del Gobierno, op. cit., 1912.
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Serdán, de F. Limón, o una pequeña selección de Rigoleto, de Verdi, y otras más.
También se iban a disfrutar, ya en el siglo XX, del cinematógrafo, con películas
como Más allá de los umbrales de la muerte, Protea y Cruz de oro, exhibiciones
organizadas por Ismael Bracamontes, un empresario que impulsó estas
exhibiciones en el Teatro Hidalgo y en el Cine Variedades.105
Por esos días la mujer se concebía como un ser exclusivamente hogareño
y la prensa del momento lo remarcaba con artículos como el siguiente: Cómo debe ser la mujer A confiar en sí misma, a ser independiente, a cocinar,
a hacer un buen pan, a fabricar camisas, a no usar
cabellos postizos, a no pintarse ni usar polvos de
arroz, a usar zapatos cómodos y de tacón ancho,
a lavar y planchar, a hacer vestidos, a fijarse sólo
en uno para marido.
[...] A ser mujer primero para el hogar y después para
los salones.106
Es en esta época, profundamente cristiana y preanticonceptiva, donde las
familias eran mucho más numerosas que las actuales, siendo común que una
pareja tuviera más de más de cinco hijos, y hacía más pesada la carga de 105Periódico El Popular de Colima , meses de agosto, septiembre y octubre de 1914. 106 El Popular, 28 de agosto de 1914.
Las meretrices de Colima
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manutención; claro ejemplo es el caso de Julia Gutiérrez, con domicilio en la calle
Libertad núm. 185, quien expuso al gobernador en turno su caso: Que soy casada con el Señor Miguel Pérez, que
durante el matrimonio he concebido seis hijos
pequeños que viven, y actualmente me encuentro
encinta de mi propio esposo y como éste ya, por
lo que veo, me perdió el cariño, así como el de sus propios
hijos, me obliga a que los ponga en asilo.
Durante nuestro matrimonio sólo he recibido de
él mal tratamiento, pobreza y golpes y yo jamás ni
mis pobres hijos podemos darle gusto, pues yo trabajo desde
la mañana hasta la noche y la recompensa de mis
trabajos son los golpes que recibo [...].107
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107AHEC, leg. 882, 1916.
Las meretrices de Colima
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Este trastorno familiar, en ocasiones, llegaba a la disolución de los núcleos
familiares, porque, fallando el padre, por orden de sucesión esa responsabilidad
se heredaba al mayor de los varones y a la esposa-madre *. Muchas veces ella
tomaba esa responsabilidad y era el camino por el cual ingresaba a ese mundo del
ámbito extrahogareño, recibiendo en ocasiones salarios menores que los varones,
como lo expuso Virginia Coria viuda de Martínez, cuando solicitó aumento de
sueldo, el cual le fue negado por las circunstancias que estaba pasando la ciudad:
Desde hace cuatro años desempeño
en la cárcel de mujeres el cargo de
rectora, disfrutando el sueldo de veinte
pesos mensuales.
[...] El gendarme que cuida el zaguán de la
prisión gana treinta pesos mensuales,
y comparado su trabajo y el mío y el
sueldo que nos abonan (...) lo estimo poco remunerado. 108
Un documento localizado en "parte de policía", donde se apresaba a varias
prostitutas que ejercían de manera clandestina, registra que a una se le encontró
dinero dentro de sus pertenencias, como producto de su labor: la cantidad de
nueve pesos;109 de esta manera se puede observar cómo la presa ganaba más
que su celadora.
El siguiente cuadro muestra los lugares de recreación y diversión para *A este respecto, hemos encontrado en "Partes de la policía", expedientes que muestran varios casos de abandono de hogar. 108AHMC, sección E, caja 39, exp. suelto, noviembre de 1912. 109AGEC, leg. 882, año 1916.
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hombres y mujeres, algunos de los cuales no podían ser gozados de manera
abierta por todo el pueblo.
Recreación: A) Plazas y jardines (color verde): Plaza La Libertad (principal) Plaza Nueva (Jardín Núñez) Plaza de Comercio (Jardín Torres Quintero) Plaza de la Concordia (Jardín Juárez) Plaza de Toros (en 1857) (Jardín de Villa de Álvarez)
B) Templos (color dorado) Catedral (en construcción) Sagrario Diocesano (Beaterio, 1527) El Hospicio (templo) La Salud (templo) San Francisco (templo, convento, semiderruidos) La Sangre de Cristo (capilla) La Merced (templo en construcción) El Sagrado Corazón (templo en construcción) San Francisco de Almoloyan (parroquia) C) Parques (color verde) Paseo de La Piedra Lisa Paseo del Progreso (Parque Hidalgo)110
D) Lavanderos y baños públicos (color plateado)
Los Fresnos (posteriormente baño de Los Caballos) El Baño Azul El Progreso La Mona 110 AHEC, leg. 892, año 1919.
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Las Flores
E) Antros, cantinas, casas de citas, mesones Mesón el Nuevo Mundo (calle Morelos), Mesón Providencia 8, Mesón La Paloma 4. Casas de asignación y burdeles: calle Morelos, Filomeno Medina 426, Regalado, Matamoros, Hidalgo 2, Juárez 333, Francisco y Madero frente al 371, Calle del cura Vega, Pino Suárez 75, Artes 222, Manuel Álvarez, 16 de Septiembre 282 y Corregidora. 111
Mujer y trabajo
Desde mediados del siglo XIX, en Colima la mujer en aparece integrada en la
producción económica activa. Los censos de 1849 registraron a mujeres que
trabajaban en sus casas o fuera de ellas como “cicleras, costureras, lavanderas,
alfajoreras, sirvientas o domésticas, parteras, jornaleras, cocineras y
panaderas".112 Es Alfredo Chavero quien, a la luz de este panorama, describe casi
en términos poéticos, cómo las obreras colimenses se ganaban el sustento: "Esas
niñas, tal vez condenadas a la miseria y a una vida de perdición, son felices, se
han hecho superiores a su sexo bastándose a sí mismas, y cuando trabajan
parece que de sus espaldas brotan alas blancas de ángeles. El trabajo las ha
redimido de la esclavitud del hombre y del vicio. El trabajo es el primer redentor".113
Sin duda, este lacrimógeno alegato no las redime de la esclavitud masculina a la
cual seguían sujetas en tanto hijas, esposas, madres o hermanas “legítimas” en el
seno de la familia patriarcal.
A mediados del siglo XIX una de las fuentes de trabajo de los colimenses
eran las fábricas de hilados y tejidos, donde las mujeres y niños se incorporaron
de manera activa. En La Atrevida laboraban 100 operarios: 50 hombres, 40
mujeres y 10 niños. Los hombres eran los que operaban y ganaban treinta y siete
y medio centavos. Las hilanderas, entre 31 y 37 reales. En ese entonces el total
111 AHMC, Registro de mujeres públicas, 1915. Periódico Oficial del Gobierno, op. cit., 1914, p. 182. 112Censo levantado en 1849. AHEC, leg. 89. Ver también Margarita Nettel Ross, 1994, p. 20. 113Alfredo Chavero, 1988, p. 23.
Las meretrices de Colima
59
de la población era de alrededor de 71, 272 habitantes, y de éstos había
aproximadamente 31,718 mujeres.
En el siguiente listado aparecen localizadas las principales industrias del
perímetro de la ciudad de Colima y talleres donde las mujeres encontraron
trabajo (fábricas de hilados y tejidos, su principal fuente de empleo, seguida por la
de puros y molinos de arroz).
Otras mujeres, las meretrices, ejercían su oficio cerca de los baños
públicos, debido a lo cual “se prohibió que individuos de distintos sexos ocuparan
un mismo baño y que las mujeres se bañaran en el estanque”.114 Desde 1889, en
el Reglamento de Policía se había prohibido en los baños públicos la reunión de
personas de distintos sexos en un solo cuarto y se multaba al que se bañara
desnudo.115
AHMC-501
114 Periódico Oficial del Gobierno, op. cit., 1892, p. 31. 115 Ibid., 1889, p. 141.
Las meretrices de Colima
60
Industrias
(ver mapa de color azul)
A) Fábricas de hilados y tejidos:
San Cayetano 1842, propiedad de Cayetano Gómez y Cía. La Atrevida 1850, propiedad de Agustín Schacht La Armonía 1864, propiedad de Alejandro Oetling
B) Industrias menores (ver mapa color morado) Talleres o pequeñas fábricas
La Casa Blanca (1885) (fábrica de jabón), propiedad de Tomás Aguilar La Quesería (1842): azúcar, alcohol, arroz, maíz y frijol La Colimense (1901): fósforos y cerillos Peletería (1872): pieles La Patria (1894): puros y cigarros Industria Nacional (1894): licores de varias clases* La Productora (1897): jabón* La Aldeana (1883): arroz Fábrica de Hielo 1892: hielo y jamones La Mexicana (1889): puros y cigarros* La Cohetería (1868): pólvora y cohetes La Esperanza (1894): destilería, ganado, molino, arroz Pilas de Toscano (1890): vaquetas y charoles El Balcón (1893): aceite, jabón, ajonjolí La Purísima (1901): arroz El Porvenir (1888): fósforos y cerillos
Peletería (1895): cueros y vaquetas116 * Las fábricas señaladas tenían a su vez un comercio en el centro para distribuir su producto. En el
mismo documento se hace notar que las mujeres y los niños estaban incorporados al trabajo de estas industrias menores de trabajos artesanales.
Es importante resaltar que en el mismo documento se menciona que, para
algunos casos, en la mayoría de talleres y fábricas se prefería utilizar la mano de
obra femenina y de menores, por considerarse más barata y ser más fácilmente
explotable. 116 AHMC, caja-E, exp.31, año 1901.
Las meretrices de Colima
61
Las siguientes fuentes de trabajo dentro de la ciudad de Colima por rubros
(señalados en el mapa en colores para su fácil ubicación y localización) muestran
los lugares existentes que incorporaron el trabajo de las mujeres.
Plano de Colima, 1904 117
Las meretrices de Colima
62
Entonces, ¿cuáles habrían sido las presiones sociales y psicológicas que
prepararon a la mujer colimense para ver como atractivo salir de su casa? Colima,
en comparación con los ranchos y algunas comunidades rurales, tenía un
ambiente muy diferente; sin embargo, el costo de la vida era, en cambio, muy alto.
Manuel Velásquez Andrade comenta que durante esta época (1895-1910) las
piezas de pan (birotes) de manteca costaban desde un centavo a una cuartilla,
precio también para el pan de huevo. El frijol se cotizaba a 6 centavos el cuartillo;
el azúcar de pilón, la más blanca, a 8 centavos libra; el arroz, a 6 centavos la libra;
el café, a 8 centavos la libra; la manteca, a doce centavos, o sea, un real la libra.
Asimismo, una gallina se adquiría por real y medio y 25 centavos; y una pierna o
un costilla de puerco, al mismo precio. En tiempos de lluvias, dos y tres cuartillos
de leche costaban seis centavos; los huevos de gallina, un centavo. En cambio, el
salario era de 18 o 15 centavos diarios para peones y criadas.
Algunas familias colimenses bien acomodadas pagan en las rentas de sus
casas bien situadas en el centro entre seis y diez pesos al mes, mientras que en
los barrios más apartados pagaban de dos a cinco pesos. Y para vestir más o
menos, gastaban un peso para un cotón de manta y unos calzones; un pantalón
(el gobierno impuso el reglamento para usarlo)118 de cotón o dril se conseguía a
tres pesos. En cambio, un traje integrado por pantalón, chaleco y saco costaba 25
pesos.119
117 José Luis Mirafuentes Galván, y Arturo Soberón M., 1978, p. 191. Los colores y los nombres son míos. 118 Periódico Oficial del Gobierno, op. cit., 1886. 119 Manuel Velásquez Andrade, 1949, p. 82.
Las meretrices de Colima
63
Las familias colimenses sobrevivían con salarios que oscilaban, para los
peones, los artesanos y las criadas entre quince y dieciocho centavos diarios;
mientras que el sueldo de los escribanos y empleados públicos oscilaba entre
veinticinco y treinta centavos; el de los maestros, cuarenta y cinco centavos, y
cincuenta para los directores. Por su parte, el prefecto político ganaba ciento
cincuenta pesos; el secretario de gobierno, ciento veinticinco pesos.120
AHEC, leg. 813, año 1912
En los censos, las mujeres aparecían en el apartado sin ocupación u otros;
en la sociedad la mujer de escasos recursos tenía muy pocas opciones, a
diferencia de las hijas de los terratenientes. En el censo de 1911121 observamos
cómo se empleaban las mujeres, y se muestra que un alto índice concentró su
participación en la educación, pasando de un 50% al 100% del total de maestros,
rubro que contemplaba tanto a las monjas 122 que se dedicaban a la educación y a
120 Manuel Velásquez Andrade, 1949, p. 83. 121 AHEC, leg. 813, año 1912. Los cuadros que aparecen en capítulo forman parte de este censo. 122 Monjas en el estado: Colegio de Villa de Álvarez: Micaela Ramírez G., Aurora Balcón y Josefina N. Colegio Josefino: Teresa Cárdenas, Teresa Martínez, Asunción Chiapa, Rosario Castillo, Concepción
CATEGORÍAS Hombres Mujeres Criados domésticos 296 366
Hombres Mujeres
Mesalinas 48 Sin ocupación 22 360 Se ignora ocupación 2
Las meretrices de Colima
64
las maestras. Otras, en proporción mínima, fueron artistas o prostitutas, como se
verá más adelante.
AHEC, leg.813, año 1912
A lo anterior se agregan las mujeres del campo, que por su trabajo discreto
no fueron vistas por Chavero, ya que ellas trabajaban como tortilleras, cos tureras,
lavanderas, planchadoras, bordadoras y cocineras, a diferencia de las obreras y
artesanas urbanas que se empleaban como sombrereras, tejedoras, torcedoras,
molenderas, chocolateras, fonderas, y reboceras. Asimismo, están las jornaleras y
las agricultoras, según lo muestra el censo de 1911.123
Mendoza, María Herrera, Margarita Michel y Altagracia Reyes. Colegio Sagrado Corazón: Gertrudis de Jesús Carriedo y Margarita Serrano.(AHEC, leg. 863, año 1915). 123 AHEC, leg. 813, año 1912.
Trabajos intelectuales (1911)
Hombres Mujeres Abogados 8 Topógrafos 22 Dibujantes 2 Farmacéuticos 8 Fotógrafos 7 Dentistas 1 Ingenieros 4 Médicos alópatas 9 Profesores 28 55 Cantantes 1 Pintores artistas 2 Pintores decoradores 15 Escultores 1 Filarmónicos 31 1
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65
AHEC, leg. 813
año 1912
Artesanía e industrias Hombres Mujeres
Bordadores 7 Cargadores 38 Carpinteros 230 Carroceros 4 Cereros 1 1 Cigarreras 54 Coheteros 14 Costureras 298 Curtidores 105 Doradores 1 Dulceros 20 10 Encuadernadores 4 Floristas 6 Fosforeros 9 Aceiteros 3 Aguadores 8 Albañiles 221 Alfareros 69 Fusteros 6 Herreros 81 Hojalateros 25 Jaboneros 5 Jardineros 3 Ladrilleros 3 Lapidarios 1 Latoneros 2 Lavanderos 1 32 Maestros de obras 1 Matanceros 110 Mecánicos 13 Pureros 41 Relojeros 6 Sastres 100 6 Sombrereros 151 67 Talabarteros 95 Tejedores 44 97 Toneleros 1 Tortilleras 240 Veleros 18 Zapateros 270 4 Planchadoras 81 Usureros 1 Chocolateros 8 Fonderos 13 Reboceros 62 9 Modistas 9 Molenderas 43 Obreros de estab. industriales 31 19 Panaderos 154 Pasteleros 15 Peluqueros 55 Plateros 80
Las meretrices de Colima
66
AHEC, leg. 813, año 1912
Los anteriores datos confirman, en gran cantidad, que las mujeres también
eran incorporadas al subempleo, así como a las acti vidades netamente
productivas ? sean estas actividades industriales o agrícolas? . Estos “ángeles del
hogar” que trabajan por su cuenta, en mayor porcentaje como tortilleras y
costureras, no desatendían sus labores domésticas, ejerciendo una doble función
para aportar tanto dentro de la economía citadina como dentro de las necesidades
del seno familiar.
Un expediente de 1915 nos hace reflexionar sobre el gran número de
mujeres propietarias. Había localizados o dados de alta dieciséis hoteles, de los
cuales ocho mujeres eran propietarias: Hotel California, Hotel Cosmopolita, Delfina
Rivera; Hotel Fénix, Leonor Barreto; Hotel Nacional, Feliciana Huerta; Hotel
América, Emilia Amezcua; Hotel Carabanchel, Rosario Guerra; Mesón de la
Reforma, Mesón del Vigía, Mesón del Mercado, Mesón de la Palma, Virginia M. de
U.; Mesón del Retoño, Mesón del Nuevo Mundo, Mesón del Porvenir, Mesón del
Vaquero, Julia Gutiérrez; Mesón de la Luz, Valentina viuda de Grageda, y también
Mesón del Sol, Balentina (sic) viuda de Grageda.124 Lo anterior muestra un mayor
124 Lista de los principales hoteles y mesones de la ciudad con la firma de sus respectivos propietarios. AHEC, leg. 892, años 1916-1917.
Propietarios rurales (1911) Hombres Mujeres Agricultores 70 3 Hortelanos 3
Trabajadores agrícolas y de recolección Hombres Mujeres
Arrieros 65 Labradores 276 6 Peones de campo
campocamC250
Las meretrices de Colima
67
índice de mujeres propietarias en este tipo de comercios, pues la penetración del
constitucionalismo en la entidad hizo que estas mujeres acomodadas también
tuvieran que salir del hogar para cuidar las propiedades heredadas de sus padres.
AHEC, leg. 813, año 1912
Por otro lado, un alto número de mujeres de la clase proletaria ejercían el
comercio en los puestos ambulantes, estanquillos y fonditas que ponían alrededor
del mercado con sus dulces, bebidas y otras mercancías. Algunas se empleaban
como trabajadoras de un hotel, un puesto ambulante o una cantina.
AHEC, leg. 813, año 1912
Dentro del ramo socioeconómico existen otras actividades llamadas
improductivas o los sin ocupación o cuyo trabajo era mejor callar: bandoleros,
ladrones, contrabandistas, vagos, mendigos, presos y prostitutas. Algunas de
éstas fueron remuneradas, como el caso de la matrona María Moreno, quien fue
Propietarios no agrícolas y empresarios Hombres Mujeres
Propietarios 31 86 Comerciantes 310 287 Corredor 6 Agentes de negocios 1 Vendedores Ambulantes
23 17
Servicios diversos
Hombres Mujeres
Carretoneros 20 Cocheros 55 Parteras 6 Toreros 4
Las meretrices de Colima
68
beneficiada y apoyada durante el constitucionalismo, cuando a mayor número de
tropas militares mayor demanda de los servicios de prostitutas hubo, al grado de
que dicha matrona llegó a tener dos casas de citas y una cantina.
El apoyo oficial a María Moreno se notó más cuando se implementaron
medidas de restricción para las demás prostitutas; en cambio, a las pupilas de
ésta y su casa de citas se le dieron ciertas prioridades. Esta situación se percibe
claramente con el reporte del inspector de sanidad, que manifestó:
Alrededor de la casa de asignación de María Moreno vive gente honrada y las actividades
de éstas les afecta en cuanto a la moral, por lo que se propone al gobierno en turno que
las familias sean desalojadas de sus casas, para en esa zona concentrar a todas las
meretrices de la ciudad, siendo que éstas estaban instaladas en el primer cuadro de la
ciudad. 125
Se puede enunciar que esta mujer tenía ciertos privilegios en relación con
otras que tenían casas de citas, pues el reglamento de higiene establecía que
estas casas de asignación deberían estar en el último cuadro de la ciudad126 y en
el caso de María Moreno optaron por desatender la denuncia y dejaron la casa de
asignación.
Asimismo, existía la dificultad de algunas mujeres que no podían trabajar en
los negocios, como la siguiente denuncia que presentaron al gobernador en turno:
Francisco Álvarez, comerciante de esta entidad, ante usted, con el debido respeto,
expongo: En el portal Medellín, frente a la plaza de La Libertad de esta ciudad, tengo un
establecimiento de pastelería, nevería y refrescos llamado La Imperial, frecuentado
especialmente por las principales familias de la localidad. Para atender debidamente a
125 Reporte que presenta el inspector de sanidad al secretario de gobierno. AHEC, leg. 882, año 1916. 126 Ibid.
Las meretrices de Colima
69
estas personas es más conveniente el servicio de despacho desempeñado por mujeres,
más que por hombres, por la mayor franqueza que con ellas pueden tener las señoras, por
el aseo, la finura. 127
Lo que puso en evidencia el hecho de que ellas no podían emplearse en
ese tipo de establecimientos fue que su petición se denegó. O quizá seguía en
rigor el decreto aplicado en 1914, que dice: “Se debe evitar a toda costa el
espectáculo repugnante de los muchachos y el pueblo rodeando a los extranjeros,
nombrando una comisión especial”.128 Ante estas alternativas, la única puerta
abierta para algunas mujeres del pueblo fue la casa de citas de María Moreno.
IV. El oficio más antiguo
Desde la sociedad náhuatl se toleraba la prostitución, en la medida que se le
atribuía "una función social y de alegrar el descanso del guerrero o las últimas
horas de la víctima preparada para el sacrificio",129 pero se reprimía cuando se
sobrepasaban los límites. 127AHEC, leg. 8, año 1915. 128 Periódico el Estado de Colima, op. cit., 1914, p. 158. 129 Julia Tuñón Pablos, 1987, p. 29.
Las meretrices de Colima
70
De acuerdo con Alfredo López Austín, Roberto Moreno y Nohemí Quesada,
también se daba una prostitución que se ejercía libremente. Las mujeres
dedicadas a esta actividad se caracterizaban por su vestimenta llamativa. Para los
nahuas, las opciones de vida de una persona quedaban estrechamente
determinadas por el día de su nacimiento, de acuerdo con la deidad que regía esa
fecha. Las mujeres nacidas bajo el signo 1 de xóchitl podían ser “buenas
labranderas”, pero si provocaban la cólera de los dioses por su mala conducta y su
“impiedad” se convertían en “malas labranderas” y en seguida en “mujeres
públicas”. El hecho de nacer bajo el signo de 1 océlotl y xóchitl tenía
consecuencias similares. El libre arbitrio era limitado; actuaba sobre un campo de
elecciones restringido, pero suficiente: la aceptación de una forma de vida
constreñida al individuo o a un estereotipo. Además, se sabe que a la diosa
Xochiquetzal se le atribuía la protección de las prostitutas libres que carecían de
algún lugar destinado al ejercicio de la prostitución. El término aplicado a las
prostitutas era ahuiani, la alegre.130
Por lo que toca a la teología cristiana, la iglesia reconocía la prostitución en
la sociedad y la justificaba por considerarla necesaria. Santo Tomás no aborda
directamente el problema de la prostitución; él usaba la palabra meretricatio para
designar el comportamiento hoy conocido como prostitución, pero en algunas citas
lo enfoca en un contexto distinto al del vicio de lujuria. Además, afirma que “es
propio del legislador prudente tolerar ciertas desviaciones con objeto de prevenir
mayores males o para no impedir mayores bienes. Con base en este principio y de
acuerdo con la enseñanza de San Agustín, expuso claramente esta idea,
130 Citado por Ana María Atondo Rodríguez, 1992, p.20.
Las meretrices de Colima
71
fundamentándose en la concepción de que los males entraban dentro del orden
proclamado por Dios y que su existencia era necesaria para preservar la concordia
en el mundo".131
Durante el siglo XVI ni la prostitución ni la labor del alcahuete o rufián
constituyeron un delito social, en tanto que la Iglesia los veía con tolerancia, pues
se les consideraba como prácticas mediadoras de la violencia sexual y licitadoras
del adulterio femenino.132
En general, la iglesia fue tolerante: parecía que ponía leyes rígidas con el
conocimiento de que la debilidad de la carne produciría la subsecuente violación.
La excepción fue el aborto y la homosexualidad masculina. En caso de divorcio,
fuera por adulterio, malos tratos o enfermedad contagiosa, la mujer quedaba
depositada en una casa de recogimiento. Paulatinamente estas casas se fueron
convirtiendo en espacios de retiro espiritual, temporal y voluntario.133 Más adelante
cambiaron su función.
Desde 1538, la corona autorizó casas de mancebía, aunque era evidente
que las había clandestinas y que también funcionaban las meretrices privadas.
Así, la prostitución aparece como un complemento aceptado del matrimonio.134 Sin
embargo, buscaron la readaptación de la mujer alegre con las famosas casas de
recogimiento ? caridad pública? fundadas a finales del siglo XVI para mujeres de
escasos recursos, arrepentidas, abandonadas y solas (huérfanas).135 De igual
forma, Ana María Atondo afirma que las casas de recogimiento se crearon para
proteger a indias y mestizas, quienes podían ser presa fácil de los
131 Sergio Ortega Noriega, 1982, p. 33. 132 Ana María Atondo Rodríguez,1992, p. 21. 133 Julia Tuñón Pablos, op. cit., p. 58. 134 Ibid., p. 46. 135 Ana María Atondo Rodríguez, 1992, p. 164.
Las meretrices de Colima
72
conquistadores.136
Desde la primera mitad del siglo XVII cambiaron los objetivos de las casas
de recogimiento, pues ya no sólo sirvieron para dar asistencia a las mujeres
públicas, sino también para las que actuaban en contra de las normas, como
sucedió en algunos centros de beneficencia. Poco tiempo después, estas casas
fueron alteradas y se transformaron en cárceles, en prisiones públicas.137
A la par, en este siglo fue cuando apareció dentro de las sociedades nobles
un mundo en el que la mujer puede tener más de dos maridos sin casarse con
ninguno, y donde ello no conlleva ni vergüenza ni deshonra. Los delitos eran tales
cuando la mujeres querían ingresar al mundo del conocimiento.138
Atondo afirma que durante los siglos XVI y XVII los principales factores que
pudieron haber facilitado la elección de este modo de vida de algunas mujeres de
ese tiempo fueron las reducidas alternativas que la sociedad de la época les
presentaba cuando carecían de padre o de esposo que les proporcionara apoyo
económico; otro factor pudo ser el atractivo particular que ellas podían ejercer
sobre el hombre novohispano, en un mundo en que abundaban las mujeres indias,
mestizas, mulatas y negras.139
Por su parte, Carmen Castañeda anota: "Los padres del Concilio de Trento
parecen haber estado de acuerdo con los viejos cánones sobre la prostitución. La
atmósfera del Concilio era contraria a la prostitución y tanto católicos como
136 Ibid., p. 193. En estas casas también se les impartía clases sobre la vida cristiana y labores propias de la mujer. 137 Ibid., p. 202. 138 Julia Tuñón Pablos, op. cit., p. 64.
Las meretrices de Colima
73
protestantes lanzaron fulminaciones contra ella, en especial contra los burdeles
municipales. Hacia fines del siglo XVIII fueron cerrados casi todos y las prostitutas
empezaron a ser perseguidas”.140
En este siglo despuntan diferentes formas de establecer relaciones de
compra-venta sexual, y en 1711 aparece por primera vez el término prostitución.
El comercio sexual se extiende a la calle ? vinaterías, pulquerías, tabernas? y se
produce una transformación del alcahuetes y lenones: se vuelven meros
intermediarios y se va extinguiendo la relación casi familiar que existía en este tipo
de relaciones.141 Durante los siglos XVI y XVII el amor venal novohispano es
predominantemente doméstico, y desde mediados del siglo XVIII las
características son de una práctica urbana.142
Al parecer, los cambios que se dieron ante la actitud de las autoridades
fueron hasta la segunda mitad del siglo XVIII junto con las ideas de progreso y
prosperidad introducidas durante el gobierno de los borbones. Esto se manifiesta
principalmente en la educación y el trabajo femenino.143 Las mujeres son
aceptadas en el trabajo siempre y cuando sean “compatibles con las fuerzas y
decoro de su sexo”.144
La tolerancia de la prostitución se prolongó hasta el siglo XIX, cuando se
reglamentó siguiendo el sistema francés.145 En 1851 se elaboró un proyecto de
decretos y reglamentos sobre la prostitución. En el periodo de Maximiliano existió
139 Ana María Atondo, op. cit., p. 176. 140 Carmen Castañeda, 1989, p. 52. 141 Marta Lamas, 2002, p. 45. 142 Ana María Atondo, op. cit., p. 239. 143 Ibid., p.212. 144 Virrey don Miguel de Azanza (1794-1799). Citado por Ana María Atondo, op. cit., p.213. 145 La génesis de este modelo tiene su punto de partida en los proyectos ilustrados para la regularización del comercio carnal. Bernard de Mandeville en Inglaterra (1724), Restif de la Bretonne en Francia (1769), Cabarrús en España (1792-1793). Sus propuestas de reglamentar la prostitución fue desde una perspectiva a la vez moral, económica, política y sanitaria. Francisco Vázquez García, 1996, p. 12.
Las meretrices de Colima
74
un reglamento sobre el control sanitario de las mujeres públicas, con miras a
proteger al ejército invasor.
Lo fundamental de la prostitución durante el gobierno de Porfirio Díaz fue
que su práctica se vio como un problema social, es decir, ya no se trataba como
actividad sexual entre personas libres de relacionarse sexualmente con un arreglo
económico. Las mujeres públicas eran calificadas como transgresoras de las
normas de las buenas costumbres.
La organización de los burdeles trató de seguir la reglamentación
(programa de los ilustrados); sin embargo, casi nunca se cumplían las
expectativas. La obsesión higienista prosigue hasta el siglo XX, pues en los años
revolucionarios hubo un incremento de las enfermedades venéreas, por lo que se
intentó un mayor control sanitario.
Fue hasta 1930 cuando el gobierno planteó la necesidad de abolir el
reglamentarismo y en 1933 se estableció el Código Sanitario de los Estados
Unidos Mexicanos, que incluía un capítulo referente a la prostitución.
Prostitución
En Colima, en 1710 aparece un recordatorio por el cual se prohibieron los garitos y
casas de juegos.146 Las amistades ilícitas o ilícitas relaciones 147 se castigaron
146 AHMC, sección C, caja 2, exp. 10., año 1710. Más adelante, en 1902, se propone la clausura o un fuerte impuesto a las casas de juego de azar de don Matías Sandoval, quien tenía su negocio en el centro. AHMC, sección D, caja 8, exp. 42, año 1902. 147 Que también son relaciones extramaritales. Bajo este término encontramos algunos expedientes. AHMC, sección C, caja 2, exp. 23, año 1711; sección C, caja 34 -A, exp.38, año 1799; sección C, caja 2, exp. 25, año 171, sección C, caja 19, exp. 47, año 1770. En otras ocasiones se les demandaba a las mujeres públicas por
Las meretrices de Colima
75
desde el siglo XVIII. En 1834 se divulgó un bando del ayuntamiento con diversas
prevenciones en cuanto a las casas de prostitución. En 1870, el reglamento
menciona a las prostitutas y casas de citas.148 Desde finales del siglo XVIII y XIX
los alcaldes las mencionaban en los autos como “mujeres públicas” o “mujeres
escandalosas”. En 1911 aparecen en el censo como mesalinas.149 Entre 1911-
1920 aparecen como pupilas, rameras, ninfas, meretrices150 y prostitutas.151
Donde trabajan se llaman casas de citas, mesones, casas de tolerancia y casas
de asignación. Todavía en 1942 se seguían llamando casas de citas y al lugar
donde las ubicaron se le llamó zona de tolerancia, que estaba en el barrio España.
El vocablo prostituta es el más empleado dentro de la norma culta para
denominar a la mujer que convierte en oficio la relación genital. Procede del latín
prostituere, de pro “frente a”, y stuare “colocar”. Del sentido de “poner algo en
público para su venta” se desprendió el de “exponer a una mujer con intención
pecuniaria”. Con el sentido primero se habla de prostituirse políticamente, la
prostitución de las ideas, una autoridad prostituida, etc., pero una prostituta es una
mujer pública y un prostíbulo es una casa de citas;152 en ellas se encuentra la
madrota, que es la madre regenta de las prostitutas.153
inquietar, maliciar e inducir a sus esclavos a que hagan autos muy malos y haciendo faltar al servicio de su casa. Sección C, caja 4, exp. 51, año 1794. 148 AHMC, sección impresos, núm. 732, Colima, año 1790. En el Reglamento de las Casas de Tolerancia de la Municipalidad de Colima, fechado el 20 de enero de 1870 por Antonio Gamiochipi, Prefecto político y por Antonio Solórzano, oficial, ambos firman el documento, mismo que consta de 37 artículos. En una primera lectura, se observa que no era solamente una aplicación para las casas de citas, sino también para tener un mayor control de las mu jeres públicas. Asimismo, se nota la diferencia que hay entre el reglamento y su aplicación, puntos que iremos desglosando junto con el análisis de algunos artículos. 149 Por alusión a la emperatriz romana de este nombre: Valeria Mesalina, célebre por sus corrompidas costumbres. Mujer de costumbres disolutas. (Enciclopedia Universal, (1923), p. 1011-1012). 150 Sobrenombre con que los romanos conocían a Afrodita Pandemos de los griegos, diosa de las cortesanas. (Enciclopedia Universal, (1923), p. 883). 151 Término culto usado entonces para designar a la mujer liviana. El vulgar era lupa, loba. De aquí el nombre de lupanar que daban los romanos a las casas de placer, Julio César Londoño, 2002, página web. 152 Carlos Laguna, 1988, p. 75. 153 Julio César Londoño encontró que el verbo latino puto, putas, putare, putavi, putatum, procedía de un vocablo griego, budza, que significa sabiduría hacia el siglo VI antes de Cristo. Sin embargo, en Grecia las mujeres carecían de los elementales derechos. En Mileto, la ciudad de Thales, el geómetra, las mujeres podían asistir a las academias a participar de la vida pública, quizá por que el homosexualismo no estaba extendido.
Las meretrices de Colima
76
Tenemos a la mujer pública, cuyo comercio está cada vez más
reglamentado en nombre de la higiene y de la raza. La prostituta es una figura
ambigua, incluso para las mujeres: objeto de temor, de desprecio, pero también de
compasión y de solidaridad, imagen de una libertad fantástica o, por el contrario,
símbolo de la mayor opresión.154 De todas formas, sancionada y estigmatizada
moral y socialmente, en tanto el hombre, causante de “este mal necesario”,
siempre fue justificado, tolerado y hasta festejado en sus proezas.
Según esta opresión, la mujer dice, sin decir: “La sociedad no me permite
aceptar mis deseos sexuales”. De esta manera la prostituta es depositaria de la
sexualidad que la sociedad (hombres-mujeres) no procesa por vías más sanas. La
otra vía, la violenta, la representan la violación, el estupro, el incesto155 y el acoso
sexual.
Los reglamentos y registros marcan un hito en la legislación prostibularia
del decimonónico, aunque no fueron del dominio público por los prejuicios que
imperaban en la época, pues la sexualidad era un tema que no se sometía al
debate público.156
Pero en Atenas era, pese a todo, el centro intelectual del mundo Egeo y a ella peregrinaban filósofos, artis tas, retóricos y bohemios de toda Grecia. También las mujeres de milesias tomaron el camino de Atenas. Los atenienses quedaron maravillados de estas mujeres que además de bailar y cantar conocían de historia, astrología, filosofía o matemáticas; con las que se podía reír antes del amor, y conversar después. Las esposas, tristes, estaban acostumbradas a que las hetairas les robaran por una noche el cuerpo de sus maridos, pero estas sabias, estas budzas, les estaban robando también el corazón. Entonces la palabra Budza que era noble y antigua, comenzó a tomar en los celosos labios, Sabihonda , Sabida. El fonema beta, suave y bilabial, se endureció en una pi también bilabial pero explosiva, pudza. Luego, como si no fuera suficiente, se fue haciendo más fuerte, marchó a Roma en libros y viajeros, y cuando llegó ya no era una palabra, era un escupitajo: ¡puta! Significaba, hacia el siglo I después de Cristo, sapiencia y meretriz. Pero siguió viajando y llegó a Hispania, resonó en posadas y alcázares, y percibieron que no evocaba, al escucharla, la sabiduría; que no había relación musical entre el significado puta y el significado pensar, y comenzó a utilizarla primero con malicia y luego con fuerza (puta) para censurar mujeres generosas, sabias en lides de alcoba. La palabra había encontrado su verdadero y único significado. Julio César , 2002, página web. 154 Georges Duby y Michelle Perrot, op. cit., p. 12. 155 Carmen Castañeda, 1989, p. 9. 156 Ixchel Delgado, 1998, p. 61.
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Reglamento de las Casas de Tolerancia
La inquietud de querer recoger las historias escondidas tras los rostros elocuentes
de las meretrices de Colima, hace necesario un estudio de las normas jurídicas
que se establecieron desde el siglo XIX en torno a esa práctica, como lo fueron las
leyes157 y sus reglamentos158. El primero de ellos, en Colima, fue el Reglamento
de las Casas de Tolerancia de la Municipalidad de Colima, que consta de 37
artículos, por lo que su análisis es esencial, así como el de algunos casos
específicos de prostitutas, lo que permitirá obtener algunas conclusiones cercanas
al fenómeno social de su época.
El artículo primero del reglamento define a la prostitución como “el
abandono sexual de una mujer a más de una persona, mediante paga o
recompensa”,159 y del artículo segundo al décimo, por su parte, se determina la
obligatoriedad del registro de las mujeres públicas, las circunstancias que definen
a las mismas y las condiciones en que este acto deberá realizarse, siempre bajo
un estricto control de la policía y de las autoridades sanitarias.
La policía de ese entonces, refiere Elisa Speckman, eran hombres incultos
y en muchas ocasiones se les encontraba ebrios; no obstante, ellos detenían y
registraban a las mujeres como prostitutas: muchas veces por encontrarlas
157 AHMC, Ley sobre la Prostitución, 1930. 158 AHMC, Reglamento de las Casas de Tolerancia , impreso núm. 732, 1870. 159 Ibid., p. 1.
Las meretrices de Colima
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frecuentando a otra prostituta, por actos contrarios a las “buenas costumbres” o
por la “comunicación” de un mal venéreo sin saber cómo lo habían obtenido.
Art. 5. La mujer que se encuentre en algunas de las fracciones anteriores será aprehendida
por el jefe de la sección o por los agentes especiales y remitida a la prefactura para que en
calidad de detenida se mande al lugar que se destine para el objeto, mientras se rectifican
los hechos y se practican las averiguaciones necesarias; según el resultado de éstas, el
prefecto resolverá o no la inscripción, poniéndola luego a la mujer en libertad, salvo el caso
de estar atacada del mal venéreo, pues entonces será remitida al hospital municipal para
su curación. 160
La prostituta era vista, así, más que como una enferma, como una criminal
que podía contagiar a la sociedad. Para evitar eso, se le arrestaba
inmediatamente y se le registraba, después se le daba de baja por su buena
conducta, pero el daño psicológico que le causaban no lo podía denunciar, como
fue el caso de María Oregón, de 17 años, registrada el 11 de abril de 1916,
originaria de Colima, y a la que habiéndole encontrado un mal venéreo se le
matriculó como la pupila número 60. Días después se le dio de baja por su buena
conducta, o sea, porque no se dedicaba a la prostitución.161
El control total de estas mujeres se realizaba (artículo 11) con el registro en
una libreta de todas sus actividades, incluyendo revisión médica los días martes y
sábado a las 10 de la mañana, y del necesario aviso de cualquier cambio de
domicilio o de trabajo, con lo cual el gobierno municipal se aseguraba de poder
restringir su actividad dentro de los territorios frecuentados por ella. Este deseo de
evitar que el resto de la sociedad estuviera en contacto con el mundo de las
prostitutas se refuerza con las excesivas prohibiciones de movimiento e incluso de
160 AHMC, Reglamento de las Casas de Tolerancia , Impreso No. 732, 1870, p. 2. 161 AHMC, Registro de Mujeres Públicas, 1915. En esta acta están registradas algunas de las mujeres públicas durante este año con foto y todos los demás datos que establecía el reglamento, la práctica en algunas no se daban sus datos completos, ni el lugar en donde vivían.
Las meretrices de Colima
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gestos que se exigía a las mujeres públicas, como lo señala el artículo 12, tales
como no poder mirar hacia fuera de la casa de tolerancia, no hablar con nadie que
no fuera cliente, autoridad o compañera de trabajo, o pasearse de noche por la
plaza principal, aunque no fuera con vestidos “disolutos”.
Art. 12. Es prohibido a las mujeres públicas:
I. Ponerse en las ventanas o puertas de su casa.
II. Dirigir la palabra a los transeúntes, saludarles o llamar a los hombres ni aun por señas.
III. Presentarse en público con vestidos disolutos, capaces de llamar la atención sobre ellas
o en estado de embriaguez, y concurrir en las noches a la plaza principal.162
Las faltas cometidas por ellas, sea por desacato a estas disposiciones o por
escándalo público, entre otros motivos, eran castigadas con arresto o con multa,
según indican los artículos del 13 al 17. Por otra parte, en el reglamento se
contemplaba también la posibilidad de que las mujeres públicas pudieran
redimirse, una vez que dejaran de ejercer la prostitución por su propia voluntad o
bien por realizar otro trabajo, heredar o contraer matrimonio, con lo que, si bien su
nombre permanecería anotado en Registro del Municipio, se haría la notación
correspondiente y se le recogería su libreta.
Los artículos 16 y 18 abordan la posibilidad de que las prostitutas se
reintegren sin obstáculos a la “vida honesta” y la protección para ejercer
voluntariamente sin obligación alguna. Sin embargo, algunas de ellas a quienes se
les había retirado la libreta porque sus parejas habían pagado una multa para
reintegrarlas a la vida no rmal, o se casaron, regresaron a la vida pública. Tal es el
caso de María Oregón (registro 60), de 17 años de edad, por quien Miguel Romero
pagó una fianza de cien pesos el 16 de abril, y que retira el 26 de agosto. Al
respecto, el presidente municipal acuerda que María Obregón sea de nuevo
162 AHMC, Reglamento de las Casas de Tolerancia , impreso núm. 732, 1870, pp. 5-6.
Las meretrices de Colima
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registrada como mujer pública. Otro caso es el de Ramona Ventura, quien se casó
con Francisco Chávez el 13 de junio, pero el 10 de noviembre se presentó el
mismo Francisco Chávez y dijo que ella ”no se corregía”. Otro caso, sorprendente,
fue el de María Trinidad Alcaraz, pues aunque se retiró del oficio siguió siendo
vigilada por la policía.163
Los artículos 21 y 22 del reglamento que se analiza, sorprendentemente no
se limitan a realizar una sola definición de un lugar en particular, sino que la
amplían tanto a las casas donde trabajan las mujeres públicas como adonde
casualmente se ejerce la prostitución, que, por tanto, no se limita al otro sitio, y,
finalmente, a las propias casas de las prostitutas independientes, que es donde
ejercen su trabajo. Por tanto, la prostitución no estaba restringida a un solo sitio,
como años después se impuso, ni todas las prostitutas trabajaban necesariamente
en dichos lugares. En todos los casos, se requería de una autorización, sujeta a la
decisión personal del prefecto:
Art. 22. Toda mujer que tenga una casa de tolerancia solicitará del prefecto la autorización
correspondiente, que se concederá o negará, según lo permitan las consideraciones de
moral y conveniencia pública. 164
Sin embargo, una casa normal podría convertirse de un día para otro en
casa de tolerancia, si, de acuerdo con el artículo 30, “cuando en una casa se
reciban habitualmente mujeres, y sean éstas sorprendidas en circunstancias que
hubieran motivado su inscripción, la casa será declarada de tolerancia y quedará
sujeta a las prescripciones de este reglamento”. El artículo 23 indica, en 14 incisos, las obligaciones para los encargados de
casas de tolerancia, que van desde reportar a todas las personas que habitan la
casa, comprobar que tienen el permiso del propietario, responsabilizarse de que
163 AHMC, Registro de Mujeres Públicas, 1915.
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las mujeres vayan a su revisión médica los martes y sábados, denunciar a las
enfermas, prevenir escándalos, cerrar a las 12 de la noche, regresar los objetos
olvidados, ocultar la vista al interior de la casa, tener cantina, permitir juegos de
cartas, ofrecer bailes sin autorización expresa, hasta dar trabajo a mujeres que no
tengan su correspondiente libreta, además de lo que se le ocurriera a la policía.
Siendo un negocio lícito, todos los hombres podían obtener licencia para
casa de tolerancia, pero no las mujeres, con excepción de aquellas que no fueran
casadas y que no tuvieran hijos, lo que favorecía que alguna de dichas mujeres
públicas obtuviera dicha licencia.
Este ordenamiento legal refleja, por sí mismo, al querer imponer un orden,
el gran desorden que existía anteriormente. Además, podemos suponer que el
reglamento no era en su totalidad respetado ya que es imposible que un lugar de
esta naturaleza pueda estar sin bebidas y música. Esto se reafirma más adelante
con el caso de Cipriana Valle, dueña de una casa de tolerancia en la calle Morelos
287, que hace una petición al gobernador en turno para que se le permita tocar su
piano hasta la una de la mañana para que su negocio mejore.165 De la misma
manera, no era respetado el inciso sobre el uso de armas, como posteriormente
veremos en el caso de Sara, quien murió en una de estas casas a causa de un
balazo.
El artículo 25 indica que habrá tres clases o categorías de las casas de
tolerancia, aunque señala que será la prefectura la que hará la clasificación:
a) por donde trabajan (casa de tolerancia),
b) en donde trabajan ocasionalmente (casa de citas),
164 AHMC, Reglamento de las Casas de Tolerancia , impreso núm. 732, 1870, p. 8. 165 AHEC, leg. 812, 1912.
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c) las que viven y ejercen en su domicilio (casa propia). 166
El artículo 26 legisla el límite de edad de las criadas que trabajan en casas
de tolerancia (que no será de menos de 40 años, quizá para que ellas mismas no
se prostituyeran y fueran, en cambio, ejemplo). La mayoría de las mujeres
prostitutas registradas llegaba sólo a los 30 años; no hay prostitutas mayores de
esa edad, por lo que se puede deducir que era más importante el aspecto que la
experiencia.
Aquí es importante señalar que se preocuparon por el máximo de edad,
pero no del mínimo, para ejercer este oficio, como lo demuestra el acta de mujeres
públicas con que fue inscrita María Torres, de 13 años, originaria de Zapotlán,
Jalisco.167 Para la época, la llegada de la primera menstruación significaba que
una niña se convertía en mujer, con todas las obligaciones y responsabilidades de
serlo, incluyendo el de ser prostitutas, aunque, por supuesto, carecían de casi todo
el conocimiento necesario para su ejercicio. Sin embargo, hay que resaltar que el
artículo 26 prohíbe las visitas de los jóvenes de ambos sexos a estas casas, para
evitar “que puedan corromperse”.
En los artículos 27-30 se señala que la policía tendrá amplias facultades
para ingresar a las casas de tolerancia y que, basada en “la moral y las buenas
costumbres" la prefectura podrá cerrar las casas, fijar las calles en que puedan
establecerse y ordenar su cambio al lugar autorizado (abriendo el camino a las
zonas de tolerancia posteriores).
La profesión de estas mujeres, sujeta por este reglamento a la autoridad de
166 AHMC, Reglamento de las Casas de Tolerancia , impreso núm. 732, 1870, p. 10. 167 AHMC, Registro de Mujeres Públicas, 1915.
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la sociedad, debía pagar impuestos, como todos los otros oficios reconocidos
legalmente. Por ello, en los artículos 31 y 32 se especifican los pagos por libreta
de registro, visitas médicas y las de licencia para las casas de tolerancia, que
varían de dos a ocho pesos cada mes. En este caso, no se trata de multas, sino
de pagos obligatorios por obtener dichos documentos, así como por cada visita
corporal, que se pagará con uno o dos reales, dependiendo de la categoría de la
casa de tolerancia.
Los artículos 33-35 se dedican a precisar qué hacer cuando una de las
prostitutas se enferme, especialmente de enfermedades venéreas, en cuyo caso
se remitirán al hospital hasta que sanen y no se permitirá su trabajo hasta
entonces. Los dos últimos artículos (36 y 37) precisan quiénes son las autoridades
encargadas de vigilar el cumplimiento del reglamento , y prohíben tanto el acusar o
detener infundadamente a una mujer de ser prostituta, sin serlo, o abusar de ellas.
En este reglamento para las mujeres públicas son tres los elementos que
juegan: instituciones-personas-objetos. Los objetos son las casas de tolerancia y
la libreta que debían cargar siempre las prostitutas para indicar si posición de
mujer pública y que estaba sana. Las personas son las dueñas, sus pupilas y los
prefectos políticos. Y, finalmente, las instituciones son la prefectura política y el
hospital que se encarga de la revisión corporal de ellas. Estos tres elementos, que
están presentes en el reglamento, en ocasiones se confunden y parece que las
pupilas son objetos y no personas, así como las casas de tolerancia parecen ser
una institución para ellas y no un objeto más que debía cumplir con ciertas
funciones.
Las meretrices de Colima
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V. Las prostitutas durante el porfiriato
Desde el período de la república restaurada se sembraron los inicios del
nacionalismo y la modernización, que más tarde cosecharía el porfiriato en su
crecimiento económico a partir del capital extranjero y las explotaciones. El país
empezó a sufrir cambios. Se realizaron numerosas obras de caminos, edificios,
mercados y plazas. Muchas de estas transformaciones fueron autorizadas,
normadas y vigiladas, en cada región, por las autoridades locales, estatales, en
tanto que la Iglesia y la sociedad apoyaron su realización. Otra de dichas
funciones principales fue la aplicación de ordenanzas, reglamentos y leyes que
iban dirigidas principalmente a la sociedad para, con ello, implementar el orden
moral, social y cultural. Se quiso lo que tuviera que ver con el ind ividuo, su cuerpo,
su cultura.168
168 Reglamento para la Casa de Empeño, Periódico Oficial de Gobierno, El Estado de Colima , año 1869, p.7; Reglamento para los Coches de Sitio, Ibid., año 1870, p. 88.; Reglamento del Inspector Municipal, Ibid., año 1872, p.24; Reglamento para el Cuerpo de Serenos, Ibid., año1873, p. 162; Reglamento Provisional para el Médico Forense en donde Regula la Actividad de las Parteras, Ibid., año 1874, p. 144; Reglamento para Diversiones Públicas en esta Capital, decreto 158, Ibid., año 1875, p. 452; Regla mento del Liceo del Estado, Ibid., año1877, p. 464; Reglamento del Título del Código Civil, Ibid., año 1879, p.64; Reglamento de la Enseñanza Obligatoria, Ibid., año 1881, p. 431; Reglamento de la Junta de Sanidad del Estado (mismo que trata más bien sobre la fiebre amarilla), Ibid., año 1884, p. 38; Reglamento del Registro del Comercio, Ibid., año 1884, p. 126; Reglamento de la Policía de la Ciudad de Colima (ellos localizaban a la mujeres escandalosas, ebrias, vagos, mendigos) Ibid., año 1885, p. 41; Bando de la Policía Sanitaria de la Ciudad (exclusivo para prostitutas) Ibid., año 1885, p. 54; Reglamento Municipal de Derechos de Patente a Expendios de Licores (se incluían cantinas), Ibid., año 1887, p. 17; Observaciones Prácticas sobre la Salubridad Pública en Colima, Ibid., año 1892, p. 70; Reglamento para la Expedición de Licencias a Mendigos, Ibid., año 1893, p. 181; Reglamentos de Criados Expedido por la Prefactura del Primer Departamento, Ibid., año 1894, p. 62; Reglamento de Cargadores, Ibid., año 1894, p. 199; Reglamento de Bicicletas, Motocicletas y Triciclos, Ibid., año 1912, p.; Reglamento de Carruajes de Sitio de la Ciudad de Colima, Ibid., año 1913, p. 3; Reglamento de uso de las Campanas, Ibid., p. 14.
Las meretrices de Colima
85
En tanto la prostitución fue aceptada y tolerada a lo largo de la historia
como mal necesario, la reglamentación era un recurso adecuado y medio de
control. Durante el porfiriato, se reconoció la necesidad higiénica, así como la
exigencia de aislarla y circunscribirla, ocultarla, vigilarla y clausurarla. A imitación
de estas leyes modernas, el prostíbulo quedó también bajo el control policiaco,
como lo eran la clínica, la cárcel y el manicomio.169
En 1888, las autoridades de Colima quisieron cumplir con todo rigor el
reglamento de 1870, según el cual las prostitutas siempre debían llevar su libreta,
con su número y su fotografía, además de pasar al hospital una vez por semana y,
en caso de encontrarles alguna infección, hospitalizarlas y ponerlas junto a las
presas. En los registros de la época, las prostitutas fueron colocadas, en su
mayoría, junto a los delincuentes, sin diferenciar que ellas sólo desempeñaban un
oficio más de los que la sociedad podía ofrecer. No obstante, producto del
reglamentarismo y la represión excluyente, una prostituta clandestina del siglo XIX
tuvo que llegar al crimen para defenderse. Luchó por un espacio, por una
alternativa de vida más digna y, en ocasiones, menos demoledoras que las de la
cárcel.
En los expedientes del AHMC había registradas, en 1888, sin foto, 46
meretrices,170 que eran llevadas al Hospital Civil cada semana para su control de
sanidad; a ellas, en ocasiones se les quitaban las tarjetas y las hospitalizaban,
poniéndolas junto con las enfermas que venían de la cárcel, ya que era la policía,
de acuerdo con el reglamento, la encargada de poner “orden sobre todas las
169 En la ciudad de México en 1862 los encargados del control de las mujeres públicas eran los policías y en 1865 esta responsabilidad recaía más en las madrotas (Ixchel Delgado, 1992, p. 56.). En Colima la responsabilidad fue sin distinción. 170 Quizá hubo un registro de prostitutas con fotos durante estos años, pues de acuerdo con el Registro de Mujeres Públicas de 1915 , las cinco primeras que aparecen con foto comenta el escribano que ya había sido
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cosas”, para lo cual vigilaban la ciudad para el cuidado de la moral y las buenas
costumbres. Ellos mismos se encargaban de llevar a las mujeres al Hospital Civil
para su revisión. Durante el mes de octubre de ese año, entre militares, presos,
paisanos, mujeres (incluyendo prostitutas) y presas el número de hospitalizados
era de 88:
Militares: 4 Presos: 11
Mujeres: 22 Mujeres presas: 11
Paisanos: 40
Durante este mes, la cifra de internados estuvo oscilando entre 40-50
mujeres y 50-60 hombres. De esas mujeres, de acuerdo con la lista de 46
meretrices registradas, 24 fueron prostitutas que acudieron a revisión.
Ese año se anunciaron en el periódico oficial El Estado de Colima los
arreglos, convenientemente previstos, de camas, abrigos, muebles y demás útiles
del departamento destinado en el Hospital Civil para recoger a las mujeres
públicas atacadas de mal venéreo; además, se anunciaba que a más tardar el
primero de abril se pondría en vigor el reglamento del 20 de enero de 1870. Esta
medida, de acuerdo con la prensa del momento, era de suma utilidad para las
autoridades correspondientes, pues se interesaban nada menos que de la higiene
y la moralidad públicas.171
Posteriormente, en 1889, cuando la plaza principal cambió su nombre por
Plaza de la Libertad,172 el tesorero del estado declaró que, en una reunión que
registrada en el anterior libro. Asimismo, por esos años estaban los fotógrafos contratados por el ayuntamiento. 171 Periódico oficial del estado, El Estado de Colima , 1888, p. 40. 172 Periódico Oficial del Estado, op. cit., 1889, p.116.
Las meretrices de Colima
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tuvo con el gobernador, consiguió de él la suspensión del pago que se había
estado haciendo de los fondos municipales para hospitalización de las mujeres
públicas,173 ya que para ellos representaba un gasto excesivo. Esa misma orden
ya se había dado desde 1884 a la tesorería municipal, pero fue atendida hasta que
se aplicó el mandato.
La sociedad colimense del porfiriato, con una gran herencia del sistema
educativo católico que censuraba, castigaba y reprimía las acciones del cuerpo,
sin considerar en su perspectiva de análisis la salud física y psicológica como
resultado del cuerpo y su circunstancia, trató de seguir con la tolerancia y al
mismo tiempo con la represión por medio de la reglamentación. Sin embargo,
diferentes circunstancias del contexto histórico ayudaron al aumento o a la
disminución de la prostitución.
Primero, llegó la luz eléctrica a esta ciudad en 1906; de esta manera,
disminuyeron las prostitutas que andaban en las oscuras calles y aumentó el
número de prostíbulos y mesones.174 Luego, continuando con los pasos de la
modernidad porfiriana, llegó el primer tren de Guadalajara a Colima en 1908175 y
con él, un pequeño aumento de prostitutas a la región.
173 Actas de cabildo. AHMC, sección F, caja 28, posición 1, 4 de febrero de 1889. 174 En este entonces estaba la casa de asignación de: Juana Grageda, esposa de Manuel Grageda (comandante de policía); María Refugio Cárdenas, Firsa Guerra, Ma. de Jesús Vejar. AHMC, sección E, 1902, 1906. Casa Mesón de la calle de los Almacenes: "casa disfrazada de prostitución", AHMC, sección E, caja 15, 1904. Lista de 10 mesones en la ciudad. AHMC, Sección E, caja 31, exp. 26, 1908. 175 Periódico Oficial del Estado, op. cit., 1908, p.176.
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En el censo de 1911, levantado en la municipalidad de Colima,176 se
cuentan 46 mesalinas registradas (sin contar las clandestinas); de acuerdo con
este padrón, se puede observar que muchas eran originarias de Jalisco, Sinaloa y
Michoacán. Aunque el registro parece casero y poco fidedigno por su forma tan
sencilla (el censo se hizo casa por casa), se puede percibir la realidad de la
entidad de una manera directa, así como hacer una comparación con las
estadísticas institucionales levantadas por la Secretaría de Economía Nacional.
El caso de María Soledad Bracamontes, prostituta clandestina
Soledad, alias Maximina, estaba presa en la cárcel de Colima. Ella trabajaba como
meretriz oculta, ya que no estaba registrada como tal, pero en más de una ocasión
fue detenida como clandestina. Fue en una de sus cartas donde notamos su
presencia :
María Soledad Bracamontes y Ma. Carmen Pila expusieron que se encontraban separadas
en un calabozo donde carecen absolutamente de sol para secar su ropa, teniendo muchas
veces necesidad de ponérsela húmeda; piden se les cambie de dicho calabozo.177
La cárcel de mujeres se encontraba ubicada en la plaza principal de la
ciudad. Desde su fundación, la Villa de Colima respetó en lo fundamental los
ordenamientos españoles respecto a todo nuevo asentamiento: situarse al
poniente de una corriente de agua, con los vientos dominantes favorables, en
torno a una plaza mayor en la cual se ubicaran los recintos de la capilla mayor, las
176 Padrón levantado en el Municipio de Colima en 1911. AHEC, leg. 813, año 1912. 177 AHMC, sección D, caja 168, exp. 18, posición 7, 1884.
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casas reales y la cárcel. Un periódico local de la época se refiere a la cárcel en
estos términos:
Aquellos oscuros calabozos en donde jamás penetraba un rayo de esperanza parecían
más bien antros sin salida en cuyos tenebrosos senos el crimen se desarrollaba. 178 Aparte,
las presas se quejaron de que carecían de sol y de ventilación, encontrándose con mucha
incomodidad por el espacio tan reducido y por no tener lugar dónde lavarse. 179
Cárcel AHMC- 3
Soledad, quien permaneció siete años en la cárcel de mujeres de Colima,
trató siempre de evitar las penalidades. Originaria de Guadalajara, a los treinta
años cometió homicidio contra Luis Uribe, en una cantina de la capital, en 1881.
Se le dictaron diez años de prisión, pero se ahorró tres, gracias a la intervención
del gobernador.180
178 Periódico Oficial del Gobierno, op. cit., 1886, p. 1. 179 AHMC, sección D, caja 168, exp. 19, posición 3, 1884.
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Soledad Bracamontes, trabajando en la cantina de Teresa N. y estando presente Luis
Uribe, al ofrecerle un vaso de vino a un tal Juan, el aceitero, María Soledad le injertó a
Uribe con una daga que portaba, una herida de que se dio fe y que fue calificada
pericialmente com o mortal, pues Uribe falleció en la noche. Considerando que la existencia
del delito de homicidio de que se trata está plenamente probada. Que la autora está
convicta y confesa de su comisión, concurriendo en el hecho las circunstancias agravantes
de haber sido con alevosía, ventaja y arma prohibida. 181
Mientras estuvo en prisión, Soledad fue instalada en un calabozo húmedo y
pronto su salud se afectó. Visita el hospital y, una vez recuperada, vuelve al
calabozo. Intenta en dos ocasiones fugarse de la cárcel, pero pronto es capturada.
Sentenciada a diez años de prisión, contados desde el 21 de noviembre de 1881,
Soledad se fugó, bajo la vigilancia del policía Jesús Mejía, el 6 de abril de 1885,
cuando estaba tomando el aire fresco.
En la historia nunca faltaron las mujeres heroínas, pero ella resalta por la
manera en que desarrolla su caso, pues no es una mujer que se dejara llevar por
el llanto o la humillación. No. Ella exigió justicia, sin anteponer su condición de
mujer. Soledad no fue pintora, ni ama de casa ejemplar, ni destacada política o
escritora; era una cantinera del Barrio Alto y tiempo después terminó como
canelera182 del Jardín Nuevo, hoy llamado Jardín Núñez.
En ese tiempo el Jardín Núñez era una destartalada plazuela con media
docena de camichines, en donde los visitantes de las rancherías vecinas que
bajaban al pueblo ataban sus caballos mientras oían misa en el templo de La
Merced o compraban sus mercancías para llevar al rancho.
180 AHMC, sección D, caja 170, exp. 2, posición 7, 1885. 181 Presos judiciales, 1881. AHMC, sección F, exp. 156, 1881.
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Gracias a las peticiones de Soledad se logra que el prefecto político de la
entidad manifieste al gobernador de la ciudad que es necesario hacer mejoras a la
cárcel de mujeres.183 En 1885 Soledad Bracamontes obtiene que todas las presas
de orden judicial sean sacadas diariamente de la prisión de 3 a 6 de la tarde, bajo la
guardia de la cárcel, para respirar el aire libre, puesto que la cárcel de ellas se encuentra
sumamente sofocada y húmeda. 184
El caso de Soledad, quien es puesta en absoluta libertad el 15 de enero de
1887, puede ser ejemplo o reflejo de una época y de formas de resistencia
popular.185 En una sociedad masculina y patriarcal que las somete, con una
legislación liberal de grupos de poder que las excluye, ella logró sobrevivir y hasta
superarse. Una vez libre, se vio en la necesidad de iniciar su propio negocio. A sus
44 años era ya muy difícil continuar con su anterior trabajo de mesalina, pues el
reglamento marcaba claramente el máximo de edad para ejercer el oficio, que era
hasta los 40 años.
En las noches, Colima, igual que otras comunidades, presentaba un
aspecto muy animado, pues alrededor de los jardines se instalaban los mercados.
A estos puestos acudían los arrieros y vecinos de la localidad, atraídos por las
invitaciones de esas mujeres que ofrecían sus productos. Cuenta Miguel Galindo
que los mercados eran muy pintorescos por las noches. La acumulación de faroles
sobre los estanquillos de aguas, dulces, pasteles o camotes tatemados y panes
atraía la presencia de ricos y pobres. Reinaba un ambiente de cordialidad, donde
hombres y mujeres convivían y disfrutaban de las deliciosas bebidas fermentadas:
tejuino, tepache, tuba, bate y otras que hacían su deleite al son del gran barullo y
182 Infusión de canela a la que en ocasiones se le ponía aguardiente. También se le conocía con el nombre de tusca (me zcal). 183 AHMC, sección D, caja 170, exp. 2, posición 7, 1885. 184 Ibid. 185 James Scott, 2000, p. 11.
Las meretrices de Colima
92
una que otra melodía.
AHMC-296
Buscando la manera de subsistir, Soledad se instala ahí con su changarrito
en 1887. Diez años después, en 1897, aparece con un nuevo escrito exigiendo su
derecho de continuar con su puesto de canela en el mercado El Rastrillo, ubicado
en la Plaza Nueva, que se formaba de manera espontánea cerca del río,
constituyendo uno de los principales paseos típicos de los colimenses, pues las
mujeres iban a refrescarse. Ella vendía café y licores y cumplía religiosamente con
las cuotas impuestas por el cabildo, pero, de manera intempestiva y sin causa
justificada, se le expulsó de la plaza.
Las meretrices de Colima
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Jardín Núñez
INAH
María Soledad Bracamontes, mayor de edad, y de esta capital, respetuosamente expongo:
que desde hace más de once años tengo un puesto en el mercado público que se hace en
el portal de la Plaza Nueva, una mesa donde vendo café y algunas bebidas embriagan-
tes, sin que durante el tiempo indicado haya sido molestada por alguna autoridad, pues
pago religiosamente la cuota correspondiente a los alcoholes.186
En esta ocasión, Soledad fracasa en su petición y, minada en sus fuerzas
por una vida de lucha, muere sola, de disentería, el 9 de agosto de 1911, en San
Pedro Tizón, cerca de Guadalajara.187
186 AHMC, Sección D, caja 199, exp. 1, foja 45, año 1897.
Las meretrices de Colima
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VI. Un registro de mujeres públicas
Respondiendo al Reglamento de Casas de Tolerancia, el Registro de Mujeres
Públicas incorporaba, además, el retrato fotográfico; al ver a estas mesalinas
tratamos de adivinar el estilo de vida que llevaban en una sociedad que a la vez
las rechazaba y toleraba. El inspector de sanidad Manuel Carrasco tuvo el cuidado
de gestionar en los municipios de Manzanillo y Ciudad Guzmán el canje de
Registros de Mujeres Públicas para que vieran las fotos de las prostitutas y hacer
más fácil la identificación de mujeres que se fueron de la ciudad, según él porque
fueron atacadas por mal venéreo;188 desafortunadamente, no se conoce la
187 Registro del Panteón Municipal. AHMC, libro 6, abril 25 de 1908 a diciembre 31 de 1912. 188 Inspección de Sanidad. AHMC, sección E, caja 67, 1916.
Las meretrices de Colima
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respuesta a este comunicado, pero lo que sí se puede constatar es que en Ciudad
Guzmán había un registro con fotos.189
El Registro de Mujeres Públicas abarca desde 1911 hasta 1920190, con un
total de 143 meretrices,191 con edades de entre 13 y 35 años, la mayoría de ellas
con su fotografía y datos personales, tales como: edad, procedencia, padres, si
era registrada por su voluntad o obligada, así como ubicación del prostíbulo donde
trabajan y de sus movimientos; todo ello de acuerdo con el artículo séptimo del
reglamento: “La inscripción se verificará anotando en el libro del registro la fecha
en que aquélla tenga efecto, nombre y apellido, así como las circunstancias que la
llevan a la matrícula”. Igualmente, se anotaba “la casa de tolerancia en donde
habitara la interesada o aquella a que deba recurrir".192 Para entonces se
encontraban registradas la casa de citas de María Moreno, en la calle Morelos; la
de Francisca García, en la Filomeno Medina 426 (la dueña era también María
Moreno); y el burdel de Esperanza Chacón, en la calle Hidalgo. Éstas eran las
más representativas en la parte norte de Colima; sin embargo, había otras casas
cerca de los mercados (ver plano).
CASA DE ASIGNACIÓN DE MARÍA MORENO
189 Sería interesante el estudio de este registro para detectar cuántas mujeres públicas procedían de Colima. El director del Archivo de Ciudad Guzmán confirmó la existencia de mujeres colimenses en dicho registro. 190 AHMC, Registro de Mujeres Públicas, 1915. 191 La número 143 ya del año de 1918, la número 142 es la última de 1917. Se puede apreciar que desde 1918 ya los registros fueron muy irregulares y en ocasiones sólo anotaban el nombre. 192 AHMC, sección de impresos, impreso 732, 1870.
Las meretrices de Colima
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V= voluntaria (16) H= huérfana (6) L= lunar (7) D= problemas dentales (2) C/R= cara redonda (1)
A= asesinada (1) P/c= Pelo cortado, poco pelo, moño pelo (4) F= forzada (1)
Cantina de Francisca García
Burdel de Esperanza Chacón
NOMBRE EDAD ORIGEN SEÑAS PARTICULARES
María Gómez (NO. 2) (F) (2) (F) 19 Autlán, Jal. V. Petra Flores 14 (14) (F) 15 Colima, Col. Tiene cicatriz de viruela, se fue a Manzanillo Feliciana Navarro (16) (S/F) 17 Colima, Col. V. Lunar en el ojo Sara Núñez (18) (F) 16 Zapotiltic, Jal. Varios lunares, asesinada Ma. Dolores Padilla(20) (F) 17 Coquimatlán, Col. V., se fue a Manzanillo Esperanza Vera (21) (F) 14 Pachuca, Hgo. V. Andrea Santillán (23) (F) 14 Colima, Col. Huérfana de papá, se fue a Manzanillo Francisca Aguilar ( 25) (F) 23 Colima, Col. Por reglamento Ma. de Jesús Franco (29) (F) 15 Cuauhtémoc, Col. Huérfana de mamá, se fue a Manzanillo Aurora Ortega (31) (S/F) 20 Monclova, Coah. Huérfana de papá, la presentó María Moreno Francisca Delgado (32) (S/F) 19 Tecalitlán, Jal. Huérfana, la presentó María Moreno Juana Martínez (38) (S/F) 19 México, D.F. La presentó María Moreno Francisca Castellanos (49) (S/F) 17 Colima, Col. Huérfana, por reglamento Feliciana Corona (32) (F) 13 Villa de Álvarez, Col. Por reglamento María Guadalupe Rosales (54) (S/F) 18 Toluca, Estado de México V., dientes superiores salidos Petra Iñíguez (64) (F) 16 Guadalajara, Jal. V., pelo quebrado y recortado, se fue María Refugio Luna (65) (F) 16 Guadalajara, Jal. V, lunar en la mejilla, poco pelo, se fue María Guadalupe Iñíguez (66) (F) 17 Guadalajara, Jal. V, dientes regulares, pelo recortado, se fue Luisa Mora (69) (F) 16 Colima, Col. V., con moño en la cabeza Petra Jíménez (70) (F) 16 Sin origen V., huérfana Gregoria Rojas (82) (F) 19 Colima, Col. V., lunar en la nariz, se fue María Vargas(89-A) (F) 20 Colima, Col. V., María Soledad González (106) (F) 25 Sin origen Le falta un diente, se fue María Uribe (122) (S/F) 16 Sin origen V., alias Dolores Michel María Aurora Rivera (123) (S/F) 20 Sin origen V., lunar en la mejilla María Nieves (128) (F) 16 Sin origen V., cara redonda Sara Michel (129) (F) 16 Autlán, Jal. V., registrada en 1917. Fue la última
María Rosario Medina (50) (F) 30 Colima, Col. Con un diente de oro, se fue María Concepción Anguiano (26) (F) 23 Guadalajara, Jal. V., lunar junto al oído María Félix Vega (61) (F9 17 Cuauhtémoc, Col. Forzada, lunar en la mejilla, cicatriz en el antebrazo, se casó
Calle Hidalgo No. 2NOMBRE EDAD ORIGEN SEÑAS PARTICULARESMaría Macias (1) (F) 17 Colima, Col. Huérfana de Papá, lunar tatuado en la mejilla, moño en la cabezaMaría Torres (3) (F) 13 Zapotlán, Jal. Huérfana de Papá, cara redondaMaría Ceja (4) (F) 16 Sin origen Huérfana, pelo quebrado y moño en la cabezaMaría Camarena (5) (S/F) 18 Autlán, Jal. Huérfana, cicatriz en la frenteMaría de Jesús Gutiérrez (7) (S/F) 14 Tecomán, Col. Huérfana, V.María Refugio Rodríguez (9) (F) 16 Colima, Col. Huérfana, se fue a ManzanilloPánfila Torrez (12) (F) 24 Colima, Col. Huérfana, se fue a ManzanilloPatra Delgado (13) (F) 23 Colima, Col. Huérfana, tatuada, se fue a ManzanilloLorenza Zamora (24) (S/F) 15 Manzanillo, Col. Hija de madre desconocida, regresó a ManzanilloJuana González (27) (F) 16 Guadalajara, Jal. Huérfana, asesinadaMargarita García (33) (S/F) 18 México, D.F. Huérfana, presentada por E. ChacónEmeteria Navarro (34) (S/F) 20 Autlán, Jal. Huérfana, lunares en la cara, presentada por E. ChacónMaría Refugio Jímenez (35) (S/F) 19 Colima, Col. Huérfana, por reglamentoCecilia Tapia (39) (S/F) 17 Panamá Huérfana, V.María de Jesús García (42) (S/F) 19 Villa de Álvarez, Col. Huérfana de Papá, dos dientes de oro, por reglamentoMaría Ignacia Díaz (43) (S/F) 17 Coquimatlán, Col. Huérfana de Papá, por reglamentoMaría Sánchez (47) (F) 15 Sonora V. Moño en la cabeza
Las meretrices de Colima
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H= huérfana (15) V= voluntaria (1) S/M= madre desconocida (1)
Para el estudio de las prostitutas registradas con foto hemos seleccionado a
las pupilas de María Moreno, quien fuera la dueña de las casas de asignación más
importantes y populares en el periodo revolucionario en Colima. Ella tenía a su
cuidado, en la casa de la calle Morelos, a 27 mesalinas, 9 de ellas registradas sin
foto. 13 eran originarias de Colima, 11 de fuera y de 5 no se especifica su
procedencia. Tres más estaban en la casa de Francisca García, pero como esta
casa también le pertenecía, en total María Moreno manejaba a 29 mujeres, de las
cuales se escogen 6, las más representativas, para el análisis tanto de imagen
como de texto.
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AHEC, LEG. 882, 1916.
María Moreno
Alcahueta de rostro alegre, de poco pelo y nariz regular, quien luciendo su tez
blanca y su aspecto "decente" ? rasgos opuestos que se vinculaban con los
criminales? pudo pasar como una mujer “bien”, pues bien vestida no ocasionaba
sospecha alguna, mientras las humildes despertaban desconfianza.193 María,
aprovechando su apariencia, pudo resistir e imponer su propia forma de
sobrevivencia con sus famosas casas de asignación. Ella aparece por primera vez
en 1911, cuando fue detenida por el gendarme Manuel Jaramillo, quien la acusó
de haber golpeado a una mujer llamada Sebastiana Graciano.194 Después, su
nombre se fue haciendo más familiar por el gran número de mujeres públicas que
aparecían a su cargo.
En 1915, María Moreno, alias La Güera, originaria de Tamazula, Jalisco,
nuevamente fue detenida y trasladada al despacho del gobernador, con quien
193 Elisa Speckman, 2002, p. 127.
Las meretrices de Colima
99
sostuvo una charla amistosa y fue liberada.195 En ese entonces tenía 12
meretrices en su casa de asignación ubicada en Filomeno Medina 236. Aparte,
tenía otro prostíbulo a nombre de Francisca García por la misma calle con el
número 426,196 y sólo tenía 6 trabajadoras registradas. Es importante resaltar que
aunque el número de mujeres en la lista era escaso, la policía reportaba alrededor
de 30 clandestinas por día,197 lo cual manifiesta el aumento de las prostitutas en
este periodo (1910-917) de convulsión social.
Y aunque contaba con el apoyo del gobernador en turno, el presidente
municipal fue a inspeccionarla personalmente, reportando que había ido:
A la calle Filomeno Medina con el fin de elegir el lugar más apropiado para alojar a las
mujeres públicas inscritas en esta oficina. Las razones eran que en la acera que está frente
a la casa de asignación de María Moreno viven varias familias honradas cuyos hijos se
contagian sin duda con el mal ejemplo que forzosamente presencian [...].198
Probablemente, la razón principal de su acción fue motivada porque en sus
casas de asignación, visitada por oficiales armados, ya habían matado, golpeado y
lastimado a algunas meretrices, como había sucedido en su otra casa de
asignación, situada en la calle Morelos núm. 284, donde encontraron herida a una
de sus pupilas llamada Juana González, de 19 años de edad, originaria de
Guadalajara. Ella fue molestada en el domicilio particular de La Güera , quien tenía
una casa por la calle Ignacio Sandoval. Ahí se hallaba Juana con las demás
prostitutas cuando:
Oyeron que tocaban la puerta que ya tenían cerrada, y al abrirla entró el capitán primero
Nicolás Macías, del 34 Regimiento de Caballería, con su asistente, yendo el primero en
194 Noticias que presenta el Cuerpo Mixto de Seguridad Pública. AHMC, caja E, exp. 39, 1911. 195 Noticias que presenta el Cuerpo Mixto de Seguridad Pública. AHMC, caja E, exp. 65, 1915. 196 Lista de mujeres que están en las casa de tolerancia. AHMC, caja E, exp. 71, año 1915. 197 Prefectura política. AHGE, leg. 778, años 1910-1914. 198 Oficio del Secretario de Gobierno. AHEC, leg. 882, año 1916.
Las meretrices de Colima
100
estado de ebriedad; tomó a la declarante, conduciéndola a fuerzas a la puerta de la casa,
montándola en la silla del macho en que venía y la llevó por la calle que lleva a las
Fábricas de San Cayetano, en donde la lastimó y golpeó [violó], dejándola tirada. 199
La actividad que María Moreno desempeñaba, antes llamada de los
lenones o alcahuetes, castigada en los inicios de la vida novohispana, se fue
haciendo cada vez más sancionada por las las normas represivas para este tipo
de casas, hasta finales del siglo XVIII.200 En el siglo XIX e inicios del XX los
espacios para el ejercicio de la prostitución se van diversificando, extendiéndose a
otros terrenos, como los baños públicos,201 los teatros,202 las carpas,203 los
cuarteles,204 los mesones,205 la playa del río,206 las cantinas. Quizá por este motivo
María Moreno clausura, el 5 de junio de 1916, uno de sus prostíbulos más
concurridos, el que se ubicaba en la calle Filomeno Medina 236.
Otra de las razones, posiblemente la más importante, fue que apareció una
orden de aprehensión contra ella y su esposo, Anastacio N., alias El Chamaco, en
donde se les acusa de robo calificado. A pesar de ser de aspecto “decente”,
fueron perseguidos, pero nuevamente logra ella escaparse de la mirada vigilante
de la policía, pues gracias al gobernador obtiene un pasaporte que dice:
199 Hoja suelta. AHMC, sección E, caja 65, año 1915. 200 Ana María Atondo, 1992, p. 333. 201 Queda prohibido permitan personas alguna atacada con enfermedades venéreas o de cualquier otra enfermedad contagiosa. AHMC, Sección E, caja 67, año 1915. También Aprehenden a Virginia Espinosa, Librada Aguilar y María Díaz por estar bañándose con unos ferrocarrileros. Ibid. 202 Reportan a María Bartola Virgen como mujer de mal vivir, pues con frecuencia concurre a los teatros, y al volver, siempre regresa acompañada. Inspección de policía. AHMC, Sección E, caja 67, año 1915. 203 María González fue detenida frente a la Carpa Paris, informo un cochero que estaba con un hombre casado. AHMC, Sección E, caja 67, año 1915. 204 Espiriona Día z y Petra Gutiérrez fueron detenidas por haberlas visto con soldados, viven frente al cuartel. AHMC, Sección E, caja 67, año 1915. 205 Agustina Ochoa y M .Guadalupe Ramírez fueron detenidos en el mesón “El nuevo mundo”, quienes se dedican a la prostitución. AHMC, Sección E, exp. 67, año 1915. 206 Epifania Fajardo y Mercedes Chávez fueron aprehendidas por la noche en la playa del río en compañía de individuos, ya se habían aprendido por lo mismo. AHMC, Sección E, caja 67, año 1915.
Las meretrices de Colima
101
El cónsul de los Estados Unidos Mexicanos en los Ángeles, California, concede libre y
seguro pasaporte a la señora María Moreno para dirigirse a Manzanillo, Col., México, y
suplica tanto a las autoridades civiles como militares de los lugares donde transite, que no
le pongan obstáculos a su salida ni a su tránsito. 207
María Moreno murió de diarrea el 17 de febrero de 1917, a la edad de 40
años.208 Fue una mujer que, aprovechando sus relaciones y su aspecto arreglado,
atrajo a muchas jovencitas, quizá algunas vírgenes, para ofrecerlas a mejores
precios a los oficiales que rondaban por esos lugares.
207 AHEC, leg. 882, año 1916. 208 Registro del Panteón Municipal. AHMC, libro 8, años 1916 - 1920.
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AHMC-RMP- 20
María Dolores
Parafraseando a John Berger, se intentó ver a María Dolores con la idea de
establecer un diálogo, que muchas veces es un deseo de “ver las cosas” y de
descubrir cómo María “ve las cosas”.209 Las imágenes se hicieron, en un principio,
para evocar la apariencia de algo ausente, pero ella puede sobrevivir y mostrar el
aspecto que había tenido en su mirada triste.
Ella nació en Coquimatlán y se vino a Colima en plenas elecciones
gubernamentales. La mayoría de las meretrices registradas ponían los nombres
de sus padres, pero ella los omitió, quizá por vergüenza, o más bien por ser
huérfana. A sus 17 años de edad decidió correr el riesgo y se inscribió como mujer
pública el 29 de octubre de 1911. Más adelante, en 1915, y con más experiencia
en el trabajo se fue a la casa de asignación de María Moreno.
209 John Berger, 2000, p.15.
Las meretrices de Colima
103
María Dolores, proveniente de una familia disfuncional, con pocas
alternativas de trabajo, en 1916 se aventura a irse al puerto de Manzanillo para
probar suerte. Mujer de nariz ancha y boca grande, de origen humilde, tenía
prohibido ir al teatro, además de que no podía salir de su casa sin su tarjeta que la
distinguía de la otras mujeres, pues si no cumplía con estos requisitos
reglamentarios podía ser detenida y encarcelada. Su vida estaba marcada por la
sociedad en la que le tocó vivir.
Las meretrices de Colima
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AHMC-RMP- 20
Feliciana Corona
Contando apenas con escasos 13 años la inscriben y registran como mujer
pública. Inmediatamente fue asignada a la casa de La Güera. Feliciana luce como
una mujer que se deja arrastrar por el cauce de la vida, pues a sus escasos años
no se podría imaginar lo que le esperaba.
Feliciana Corona, hija de Efrén Corona y María Guadalupe Pérez,
originarios de Villa de Álvarez, llevan a su hija al registro, en el cual ni siquiera le
anotan su estatura, quizá por su complexión infantil. Su mirada de indiferencia
hacia la foto es contraria a las mujeres que se inscribían por su propia voluntad.
Su vestimenta sencilla, con un pequeño toque de coquetería, se realza con
el rebozo que se puso o le pusieron para presentarla como una mujer que estaba
a la moda. En esa época, las soldaderas eran identificadas por su rebozo de seda
La Adelita. Además, de acuerdo con Elisa Speckman, la imagen de Feliciana
correspondía a la de una criminal, ya que la imagen exterior de un delincuente se
distinguía por su fealdad. Éstos eran los juicios de valor predominantes en el
Las meretrices de Colima
105
período. El color amarillento, la cabeza pequeña y las manos cortas eran los
signos que identificaban a un malhechor; las mujeres se identificaban por feas,
color s ucio (moreno), nariz corta y boca gra nde.210
210 Elisa Speckman Guerra, 2002, p. 100.
Las meretrices de Colima
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Sara Núñez
Llama la atención el rostro conmovedor y silencioso de la meretriz Sara Núñez, de
16 años, hija de Mauro y de Hermelinda Díaz, originaria de Zapotiltic, Jalisco,
estatura baja, complexión delgada, ojos café oscuro, color trigueño, nariz regular,
frente chica, boca regular y labios gruesos. Trabajaba de pupila con María hasta
que un oficial le dio un balazo mortal.
Las muchachas prostituidas por La Güera eran muy jóvenes. Es posible
que, además, en su mayoría las niñas hayan sido huérfanas. El señuelo de María
Moreno era ofrecerles alojamiento, para enseguida obligarlas a prostituirse. El
hospedaje que le ofrecía a las jóvenes pudo haberse visto como una muestra de
generosidad, sin que la gente se diera cuenta de las verdaderas intenciones de la
alcahueta, quien, de acuerdo con el reglamento, no cumplía con sus obligaciones,
pues, según el artículo 20 que definía las casas de tolerancia, la dueña debía ser
una mujer que vigilara a las otras mujeres. En la fracción XII se estipulaba,
Las meretrices de Colima
107
además, que en tales casas “no debían recibir personas ebrias ni armadas, o que
tengan exigencias que tiendan a trasto rnar el orden”.211
Aunque el estatuto exigía el cumplimiento de la ley, la realidad fue difere nte,
pues ni siquiera clausuraron la casa de tolerancia. Bajo estas condiciones
trabajaban las prostitutas, en general, arriesgando su vida. Muchas de ellas sabían
que su ocupación era por corto tiempo, pero pocas pensaron que pudieran morir
en el ejercicio de su trabajo. Estas mujeres no sólo fueron desprotegidas por su
padres o por su alcahueta, sino también por las leyes.
211 AHMC, Reglamento para las Casas de Tolerancia, Colima, 1870, pp. 8-9.
Las meretrices de Colima
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AHMC-RMP- 20
María de Jesús Franco
Por la actitud de su cuerpo relajado podría pensarse que era una mujer como la
Santa,212 de Federico Gamboa. Portando su libreta de inscripción en el registro de
mujeres públicas, es la típica prostituta delineada por los poetas:
Por la noche va a la plaza
Con su copete y su chongo,
Con su vestido de gasa
Y su pasito mondongo.213
María podría ser un ejemplo de la mujer novelada del siglo XIX que puede tener
alguna condición de sublimación espiritual, pero que es infaliblemente arrojada a
un mundo corrompido, como Santa, la doncella que es mancillada en el límite de
su paraíso. Y María, una vez que pierde la honra, se traslada de Guatimotzin
(Cuauhtémoc) a Colima para enrolarse en la prostitución.
212 La sociedad mexicana de fines del siglo XIX se encuentra bajo la mirada de Federico Gamboa, quien en su novela Santa cuenta sus vicios con una fulminante descripción. 213 J. M. Rodríguez Castellanos, 1914.
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María Félix
El rostro asustado de María Félix refleja la impotencia por no haber sido
escuchada, ya que fue registrada forzosamente el 11 de abril de 1916. Originaria
de Guatimotzin, hija de Francisco Vega y Emilia Rodríguez, tenía, para su mala
fortuna, un lunar en la mejilla (de manera natural, no como algunas meretrices que
se lo pintaban), además de unas cicatrices en el antebrazo derecho. Estas
“evidencias” fueron suficientes para registrarla como prostituta y tratada como tal.
De complexión delgada, piel morena, pelo y cejas de color negro, nariz
regular, frente regular, ojos negros, boca regular, estuvo hospitalizada por un mal
venéreo, pero unos días después, el 6 de octubre, se le retiró la libreta por haber
contraído matrimonio.
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Petra Iñíguez
Las meretrices de Colima
111
A ella, como a los hombres y mujeres que habían nacido pobres y morenos, se les
identificaba como criminales por pertenecer a un sector social marginado o a un
grupo étnico. Esto, en nuestro país, se estableció a partir de la obra de Francisco
Martínez y Manuel Vergara, quienes con evidente influencia “científica
decimonónica”, inspirados en las concepciones lombrosianas, se esforzaron por
identificar los rasgos de los delincuentes mexicanos, pues creían que en cada
pueblo el “tipo criminal” adquiría un rostro diferente. Para ellos la raza indígena
despertaba desconfianza y la consideraban criminal, como a Petra.214
La joven Iñíguez, con 16 años, quizá cansada de haber probado en otros
oficios ? sirvienta, planchadora, alfajorera, jornalera, tortillera, entre otros?
determinó trasladarse a Colima. Originaria de Guadalajara, Jal., se muestra ante la
cámara con una actitud segura, “con su pelo quebradizo y recortado hasta el
cuello”; además, trae el rebozo cruzado como toda una soldadera (la moda que
impusieron las mujeres al enlistarse en las filas de Pancho Villa, que además de
cocinar y lavar ofrecían sus encantos). No obstante la firme actitud de Petra, al
siguiente mes de estar en el oficio desaparece de la casa de María Moreno, sin
dejar huella.
214 Elisa Speckman Guerra, 2002, pp. 99.101.
Las meretrices de Colima
112
El burdel de Esperanza Chacón
Esperanza Chacón fue una matrona de la Revolución Mexicana. De las 17
prostitutas registradas en este burdel, una era voluntaria y las demás tenían la
características de ser huérfanas de mamá o de papá, o en su caso de los dos.
Podemos inferir que estas mujeres, al encontrarse solas y sin hogar, recurrían a la
casa de Esperanza Chacón. Vemos en los registros que muchas veces fue ella
quien las llevó a registrar con mucha distinción. Sus pupilas por lo regular traían
un moño en la cabeza, algo de maquillaje y ropa diferente a las empleadas de
María Moreno. Ning una traía rebozo en el pecho o en la cabeza, como otras
mujeres públicas que fueron forzadas, registradas y aprehendidas.
Para procurar la disminución de la prostitución en Colima, el gobierno
estrena gendarmes el 21 de marzo de 1914, pues se había comprobado que los
anteriores eran unos ineptos por sus múltiples fallas y por estar casi siempre
borrachos, en virtud de lo cual se decidió crear un cuerpo especial de
Las meretrices de Colima
113
comisionados de sanidad.215 Ese mismo año, la superioridad dispuso que todas
las mujeres públicas se trasladaran al norte de la calle La Industria.216 La casa de
Esperanza Chacón estaba localizada a unas cuadras del centro, lo cual le
perjudicó el negocio. Esta mujer se daba el lujo de ir a la inspección de policía a
reportar que le habían robado de su casa "una cruz de oro y platina con un
granate en medio, estimada en cincuenta pesos".217
Las autoridades, tratando de cuidar el orden y control de la ciudadanía y por
el gran aumento de alcoholismo y prostitutas, implantaron una serie de normas
para luchar contra estos males. Pidieron la clausura de cantinas, por medio de
fuertes multas (50 pesos); privaron la venta de licores el domingo, con venta
exclusiva en horas de comedor (la cerveza quedó exenta de esta ley).218 Expiden,
además, una Ley de Sanitarios del Estado, que fue hecha especialmente para la
higiene de las habitaciones y cuartos de los mesones, hoteles, cuartos de alquiler
y casas de citas en la ciudad.219 Ese mismo año el presidente municipal pide a los
jefes de sanidad el cumplimiento a cabalidad del reglamento expedido en enero de
1870, en donde los policías deben estar debidamente controlados por sus jefes.220
No obstante tantas medidas, seguía habiendo prostitutas y varios indicios
de violencia. Lo más desalentador para el gobierno, la iglesia y las familias que
trataban de mantener la calma y orden fue que en la entidad aumentaba la
pobreza y el hambre, al grado de que aparece una "lista de pobres" con 395
215 Periodico Oficial del Gobierno, El Estado de Colima, 1914, pp. 92-93. 216 Ibid., p.182. 217 Inspección de policía, AHMC, sección E, caja 65, año 1915. 218 Periodico Oficial del Gobierno, El Estado de Colima, 1916, p. 35. 219 Periodico Oficial del Gobierno, El Estado de Colima, 1916, p. 133. 220 AHMC, sección E, caja 67, año 1916.
Las meretrices de Colima
114
familias, de entre las cuales aparecen 354 como jefas de familia mujeres y 44
hombres.221
En medio de tantas familias pobres se encontraba Esperanza Chacón, a
quien esta carestía no lastimaba, pues nuevamente, en mayo de 1916, el
comandante de policía le recogió la cantidad de novecientos ochenta y cinco
pesos cincuenta centavos que traía; de igual forma, le recogieron en un baúl: un
vestido de gasa azul, un vestido de punto de gasa blanco, un rebozo tramado de
seda, un fondo color crema, un traje blanco, un saco de lana, una blusa blanca, un
abrigo de estambre negro, un vestido de encajes de holanda, un cuello arlequín,
cinco prendedores de concha carey, entre otras cosas, las cuales prestaba a sus
pupilas. La señora Chacón que tal parece ya se iba, inmediatamente fue
apresada, pues se le acusaba de robo, según un telégrafo que fue enviado desde
Manzanillo.222
Pupilas de Esperanza Chacón
221 AHEC, leg. 813, 1916. 222 Hoja suelta, AHMC, Sección E, caja 67, 1916.
Las meretrices de Colima
115
María Torres María Macías Juana González
Voluntaria Voluntaria Asesinada
AHMC-RMP- 3, 1, 27
Mujeres forzadas
Isidora Ceja Hermelinda Contreras Ma. Jesús Acosta
Forzada Forzada Forzada
AHMC-RMP- 17, 93, 88-B
Las meretrices de Colima
116
Lista de mujeres que se les inscribió forzadamente
Otras: casadas, embarazadas, locas, quemadas y anónimas
NOMBRES EDADORIGEN SEÑAS PARTICULARESAntonia Félix Vallejo (55) (S/F) 30 Sinaloa La inscribe por mal venéreo y la mandan a su casaMa. Dolores Jímenez (41) (F) 16 Colima, Col. Huérfana, la inscriben por art. 4 y 5 Isidora Ceja (62) (F) 17 Colima, Col. La inscribe por mal venéreo y la mandan a su casaMa. Refugio Vega (68) (F) 23 Carrizal, Col. La inscribe por mal venéreo y la mandan a su casaFrancisca Guzmán (71) (S/F) 20 Tonilita , Jal. La inscribe por mal venéreo y se retiraMa. Guadalupe Vega (72) (F) 15 Colima, Col. Se inscribe por mal venéreo y la mandan a su casaAntonia Acevedo (15) (F) 16 Coalcomán, Mich. La inscriben en 1914 y en 1916 no se sabe nada de ellaNoberta Núñez (28) (S/F) 22 Sin origen Es hija natural, se inscribe y en 1916 despareceMaría Guadalupe Trecido (30) (F) 16 Manzanillo, Col. Huérfana de Papá, la inscriben por reglamento y desapareceMaría Luisa Rueda (44) (F) 20 Coquimatlán, Col. La inscriben por reglamento y en 1916 desapareceMaría López (63) (F) 17 Villa de Álvarez, Col.La inscriben por mal venéreo y se va a Coquimatlán, Col.Martina Jímenez (77) (S/F) 22 Tepames, Col. V. La insciben en mayo de 1916 y en occtubre desapareceEmilia Gómez (78) (F) 17 Colima, Col. La insciben por reglamento, estuvo enferma y se fueMaría Carmen Ramírez (80) (F) 18 Tecomán, Col. V. La inscriben en mayo de 1916 y en dic. desapareceDominga Hernández (81) (F) 24 Tecomán, Col. V. La retiraron por disposición del Presidente MunicipalPaula Castillo (83-A) (F) 17 San Gabriel, Jal. V. La inscriben en junio de 1916 y en nov. desaparecióMa. Saloma Campos (84) (S/F) 30 Colima, Col. La inscribieron por orden superior en mayo de 1916 y desaparecióAntonia Camacho (88) (S/F) 15 Sin origen Huérfana, , la inscriben por reglamento en 1916 y desaparecióMa. Mercedez Chávez (88-A) (S/F)15 Colima, Col. La inscriben por reglamento en junio de 1916 y desaparecióMa. de Jesús Acosta (88-B) (F) 17 Pihuamo, Jal. V. Hija ilegítima, la inscriben en junio de 1916 y desapareció
Gregoria Ávila (89) (S/F) 22 Colima, Col. La inscriben por reglamento en junio de 1916 y desaparecióMa. de Jesús Ramírez(91) (F) 15 Tecomán, Col. La inscribenpor reglamento y en julio de 1916 desaparecióSilvia Sánchez (92) (F) 17 Atoyac, Jal. La inscriben por mal venéreo en julio de 1916 y en oct. desaparecióHermelinda Contreras (93) 34 Colima, Col. La inscriben forzadamente por mal venéreo en julio de 1916Antonia Padilla (99) (F) 21 San Gabriel, Jal. La inscriben por reglamento en junio de 1916 y en sep. se fueEmilia Sánchez (101) (S/F) 15 Colima, Col. La inscriben forzadamente por mal venéreo en julio de 1916Ma. de Jesús Ponce (102) (F) 16 Guadalajara, Jal. La inscriben por reglamento el 5 de agosto de 1916 y desaparecióAmada Castillo (1015) (F) 19 Sin origen La inscriben forzadamente por mal venéreo en julio de 1916Ma. Guadalupe Vázquez (118)(S/F)18 Sin origen La inscriben forzadamente por reglamento, tatauda y se vaCatalina Rodríguez (136) (S/F) S/edadEl Rincón, Jal. Mancha en la nariz, se le retiró la libretaTeresa Rodríguez (138) (S/F) 14 Nogueras, Comala Lunar en el oído, se le retiró la libretaMaría Cruz Díaz (8) (F) 16 Tecalitlán, Jal. La inscriben y se va a ManzanilloMaría Dolores Aguayo (10) (F) 18 Coquimatlán, Col La inscriben y se va a ManzanilloMicaela Arias (11) (S/F) 17 Zapotlán, Jal. La inscriben en 1914, en 1916 se va a Guadalajara y regresaSerapia Martínez (59) (F) 14 Colima, Col. La inscriben por mal venéreo y se va a Armeria , Col.Josefina Ochoa (84-A) (S/F) (F) 16 Guadalajara, Jal. La inscriben, tiene pelo corto, se fue a Ciudad Guzmán, Jal.
Las meretrices de Colima
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Leonarda Epifania
Casada Quemada
AHMC-RMP- 98, 109.
La vida pública y privada de las meretrices, presentadas como enfermas y
criminales durante el siglo XIX, así como su resistencia ante las normas del estado
por medio de sus reglamentos que, aparte las tenían numeradas como si fueran
Otras
NOMBRES EDAD ORIGEN SEÑAS PARTICULARESLeonarda Ruelas (98) (F) 26 Colima, Col. CasadaLina Sánchez (107) (S/F) 30 Sin origen Viuda embarazada y ficha claururadaCarlota Martínez (114-A) (S/F) 19 Colima, Col. Loca y vive en el barrio del RastrilloHilaria Elizondo (120) (S/F) 15 Tonila, Jal. Ficha clausurada por tener trabajoEpifanía Díaz (109) (F) 18-20 Zapotlán, Jal. Huérfana de Pápá y cara quemada
Datos incompletosMaría Cruz Ponce (6) (S/F)Adelina Escobar (36) (S/F)María Pineda (37) (S/F)( No. 111)( No. 112)( No. 134)( No. 135)Ma. Guadalupe Monreal (132)Josefina González (133) (S/F) Tapalpa, Jal.Elena Rodríguez (137) (S/F) 15 Sin origenMa. del Carmen Carrillo (143) (S/F) Sin origen La primera que se inscribió en 1918Carlota Méndez (139) (S/F) 20 Colima, Col.Soledad Hernández (141) (S/F) 16 Guadalajara, Jal.
Las meretrices de Colima
118
de otra especie, con su coyuntura de opresión y explotación de su momento, es
una de las problemáticas que continuaron hasta 1919.
Registradas por oficio
V= voluntarias con oficio D= dientes de oro
Josefina Sánchez Rosario Barajas
AHMC-RMP- 17, 90
Mujeres retiradas a la vida privada
NOMBRES EDAD ORIGEN SEÑAS PARTICULARES María Isabel Espinoza (116) (F) 18 Colima, Col. V. , vive en la calle Zaragoza No. 49 Rosario Moreno (117) (S/F) 25 Colima, Col. V., vive en la calle Zaragoza No. 49 Josefina González (97) (F) 18 Colima, Col. Por oficio, vive por la calle Regalado Regina Rosalez (86-A) (S/F) 17 Colima, Col. V., vive por la calle Nigromante No. 112 Guadalupe González (126) (S/F) 18 S / origen V. María Aguilar (127) (S/F) S / edad S / origen Por oficio, tiene un castillo de oro en la dentadura Consuelo Rojas (130) (S/F) S / edad Guadalajara, Jal. V. , pelo corto Altagracia Franco (131) (S/F) S / edad Colima, Col. V. Pilar Ibáñez (140) (S/F) 19 S / origen V., tiene una cicatriz en el rostro Merced Velasco (142) (S/F) 20 Colima, Col. V., tiene cicatriz de viruela Antonia Preciado (110) (F) 17 Colima, Col. V. Martina Álvarez (108) (S/F) S / edad S / origen V., lunar en la barbilla y un diente picado
Las meretrices de Colima
119
En la mayoría de las mujeres públicas registradas vemos rostros
elocuentes, con la particularidad de cada una y la generalidad de que no son sino
víctimas de las condiciones por las cuales tuvieron que ser llevadas, algunas de la
mano de sus padres y otras por la presión social que vivían. Con esto, las
meretrices luchan diariamente con su oponente, la moral; por diferentes caminos
buscan el derecho al cuerpo, a la salud, a la satisfacción de sus necesidades
económicas y sociales.
Conclusión
La sociedad novohispana, de tradición judeocristiana, basaba su comosvisión en
un Dios único, creador masculino. El catolicismo como religión impuesta estableció
NOMBRES EDAD ORIGEN SEÑAS PARTICULARESJosefina Sánchez (17) (F) 19 Colima, Col. Se le retiró la libreta bajo fianza, se la cancelan, se va a ManzanilloMaría Trinidad Alcaraz ( 19 ) (S/F) 23 Colima, Col. Se le retiró la libreta bajo fianza por un cocheroRamona Ventura (22) (F) 16 Colima, Col. Se le retiró la libreta para contraer matrimonio. Se reinscribe por su conductaCelia Martínez (45) (S/F) 24 Guadalajara, Jal. Se retira a la vida honrada, pero vigilada por la policíaMaría Luisa Cárdenas (48) (F) 20 Sin origen Se retira para vivir con el teniente Carlos MagallanezSabina Morán (51) (F) 25 Colima, Col. Se retira para vivir con Roberto MedinaMaría Oregón (60) (F) 17 Colima, Col. Se le retiró la libreta bajo fianza por Miguel Romero, pero se le cancelaJosefina Espinoza (79) (F) 19 Autlán, Jal. Se le retiró la libreta bajo fianza por Evaristo GutiérrezAgapita Pérez (100) (S/F) 18 Colima, Col. Se retiró a la vida privadaVentura García (87-A) (S/F) S/edad Sin origen Se le retiró la libreta bajo fianza por Ceferino Amezcua, pero se le cancelóRosario Barajas (90-A) (F) 18 Colima, Col. Un diente de oro, queda pendiente su fianza por órden superiorRosa Delgado (83) (F) 20 Colima, Col. Un diente de oro, se le retiró la libreta bajo fianza por Ignacio MartínezMa. Guadalupe Martínez (121-A) (S/F) 15 Sin origen Lunar en la mejilla, se le clausuró su fianza
Las meretrices de Colima
120
los patrones sociales y las normas legales y morales para ordenar la vida de los
españoles, pretendiendo que fueran los modelos para los ind ios, negros, mestizos
y mulatos. Dentro de esta normatividad se encontraba la reglamentación de la
sexualidad con base en el matrimonio. Así, tuvo especial cuidado la familia.
Durante el siglo XVI favorecieron la apertura en la normatividad; en el siglo
XVII se iba acentuando el control sobre la sexualidad, profundizando este aspecto
en el siglo XVIII con la llegada del modelo francés.
En el siglo XIX, cuatro prácticas ? aborto, prostitución, travestismo,
amistades románticas? adquirieron notoriedad como transgresiones sexuales que
implicaban la actividad y la elección libre de la mujer y del hombre. Estas prácticas
fueron actividades contrarias a la ideología cristiana de siglos anteriores, que
fueron castigadas por la Inquisición, excepto la prostitución femenina, considerado
“mal necesario”.
Sin embargo, la prostitución se volvió un problema social a finales del siglo
XIX, es decir, ya no se trataba de una actividad entre personas libres de tener
relaciones sexuales mediante arreglo económico, como había sido en siglos
anteriores. Se inició la obsesión por la higiene y la reglamentación, que prosigue
hasta el siglo XX. Durante los años de la Revolución Mexicana hubo un
incremento de mujeres prostitutas, que sobrevivieron en su trabajo a pesar de la
exigencia constante de higiene y buen orden,223 pero que, aprovechando la
inestabilidad social y política que vivía el país, fácilmente se podían liberar de la
normatividad.
En Colima se quiso poner orden y control, con la reglamentación de las
casas de tolerancia desde 1870. Las meretrices siempre portaban su libreta con
223 Marta Lamas, 2002, p. 45.
Las meretrices de Colima
121
número de identificación y fotografía. La policía, obedeciendo la reglamentación
del momento, andaba en busca de mujeres clandestinas o no, que eran vistas
como elementos enfermos de la sociedad, ya que en su registro histórico casi
siempre se encuentran junto a los delincuentes.
Durante el porfiriato, en Colima se gobernó con un minoritario grupo
oligárquico que no se basó en la represión sino en la tolerancia, con una doble
moral, controlada por medio de los órganos oficiales, como el gobierno y la iglesia,
y la familia. En la medida que crecía cierta inestabilidad social y económica en la
población, se fue manifestando una cierta represión social hacia la mujer por parte
del gobierno y la iglesia. La mujer siempre presentó resistencia a las normas y
tuvo una participación activa en los diferentes aspectos de su trabajo.
En la medida que en la entidad se empezaron a introducir elementos
"modernizadores", y conforme se fue expandiendo la economía regional al
mercado nacional y macroregional, intereses y sectores sociales empezaron a
entrar en pugna; los sectores medios empezaron a demandar mayor participación
política, social y económica. La mujer, aprovechando estos cambios de la
modernidad, logra una mayor presencia en los sectores sociales, culturales y
laborales.
El estado de Colima iniciaba un proceso de transformación económica y
social importante cuando estalló la Revolución de 1910. No obstante, Colima se
mantuvo al margen de estos sucesos, hasta la entrada del constitucinalismo en
1914. Por ello la Revolución tuvo un efecto de aceleramiento sobre algunos
procesos iniciados en el siglo XIX (ferrocarril, electricidad, agua, obras portuarias,
obras arquitectónicas); de retardo sobre otros en desarrollo; y, en ciertos casos, su
impacto sobre estructuras maduras y fuertes, fue, si no inadvertido, sí asimilado
Las meretrices de Colima
122
sin grandes esfuerzos por los comerciantes, incluyendo a mujeres.
El efecto de aceleramiento en la sociedad puede verse en ciertos casos,
como las demandas obreras, por la reducción de la extenuante jornada de trabajo
de 11 horas diarias y 6 en los días festivos. Las mujeres, como la otra mitad de la
población, a veces mayor, tuvo su participación dentro del mundo laboral y en
otras estructuras sociales durante el período de 1911 a 1917; ellas ven
incrementar sus posibilidades de empleos remunerados, pero la modificación que
sucede en las altas esferas y en la economía repercuten en contra de las familias
de sectores populares.
La práctica de una doble moral, la angustia, la zozobra y falta de dinero y
de oportunidades de empleo no dejaban prácticamente otra salida que el
autoempleo o la venta de su fuerza de trabajo, que era muy mal pagada.
Una tercera puerta era la prostitución, que, a juzgar por las evidencias,
alcanzaba a ser más redituable que las anteriores formas de trabajo, comparado
con el salario diario de 2 pesos de las cajeras y 1.50 de las meseras.224
El Estado, Iglesia y la Familia siempre intentaron de disminuir la
prostitución, la cual siempre se ha realizado y manifestado, al igual que se ha
tolerado o reprimido, sin embargo, estos mismo elementos que trataron de
frenarla, a veces son quien también las empujaron para el ejercicio de su práctica.
Por medio de reglamentos o leyes, excomunión y expulsión del seno familiar. Con
ello la mujer pública en ocasiones fueron marginadas, despreciadas, necesitadas y
elevadas.
224Periódico El Popular, Colima, 14 de septiembre de 1914, p. 2.
Las meretrices de Colima
123
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ANEXOS
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CASA POR LA CALLEFRANCISCO Y MADEROMARIA DE JESUS MESINA (53) (F) 28 CASADA, SE INSCRIBIO CONFORME AL ARTICULOMARIA DE JESUS MENDOZA (58) (F) 18 SAN GABRIEL, SE INSCRIBE POR MAL VENERIOHERMELINDA AGUILAR (113) (F) 17 COLIMA POR REGLAMENTOMARIA DOLORES CERVANTES (87) (F) 16 PURUANDERO POR REGLAMENTO
CASA DE CITAS POR LA CALLEFILOMENO MEDINA No. 326EMILIA MENDOZA (94) (S/F) 20 COLIMA VOLUNTARIA, LUNAR ENLA BARBILLACAROLINA ZUÑIGA (125) (S/F) 20 S/ORIGEN LUNAR EN LA NARIZ
CASA DE CITAS EN LA CALLEARTES No. 222MARIA DIAZ (73) (F) 20 COALCOMAN, MICH. V., DIENTE DE ORO Y SE DIO DE BAJA PARA VIVIR CON EMILIO AVALOSVIRGINIA ESPINOZA (74) (F) 17 URUAPAN, MICH. V. PUPILA DE LA CALLE 16 DE SEPTIEMBRE No. 256LIBRADA AGUILAR (75) (S/F) 20 COALCOMAN, MICH. VOLUNTARIA
CASA DE CITAS POR LA CALLE REPUBLICA CERCA DEL HOSPITAL MILITAR (SOLDADERAS)MA. INES MARESCO (85) (F) 18 ACAPULCO SE INSCRIBE EN MAYO Y EN NOV. SE VA A MANZANILLOELENA MARESCO (103) (S/F) 16 ACAPULCO VOLUNTARIA, LUNAR EN LA MEJILLA.MA. JESÚS MARTÍNEZ (95) (S/F) 30 TONILA, JAL. VOLUNTARIAANGELA MESA (122) (S/F) 27 COLIMA POR OFICIO, DIENTES DESIGUALES
MUJERES PUBLICAS EN MESONESNOMBRES EDAD ORIGEN SEÑAS PARTICULARESMARIA GUADALUPE RAMOS (67) (F) 18 CD. GUZMAN, JAL SE INSCRIBIO POR MAL VENERIO, VIVE EN EL MEZON "EL NUEVO MUNDO"PAULA PIZANO (57) (F) 17 COLIMA, COL POR REGLAMENTO, CASA DE ELENA ALCARAZ Y MESON "LA PALOMA"PETRA TORRES (114) (F) 19 SAN BLAS UNAR, VIVE EN EL MEZON "EL NUEVO MUNDO"JUANA LARIOS (119) (F) 18 S/ORIGEN POR REGLAMENTO, PICADA DE VIRUELA, MEZON DE LA PALAPA (LAS HUERTAS).
MEZON DE MARIA ESPINOZA EN LA CALLE MANUEL ALVAREZFRANCISCA JIMENEZ (56) (F) 16 ATOYAC, JAL SE INSCRIBE POR REGLAMENTOMARIA DE JESUS SANCHEZ (76) (F) 15 COALCOMAN, MICH. SE INSCRIBE POR REGLAMENTO, DOS DIENTES DE ORO, LUNARES, SE FUE.EMILIA DIAZ (82- A) (F) 16 COMALA, COL SE INSCRIBE POR MAL VENERIO Y SE FUE A COQUIMATLAN, COLJOSEFINA ARIAS (85-A) (F) 18 OCOTLÁN,JAL. VOLUNTARIAFILOMENA MORALES (86) (F) 18 COLIMA SE INSCRIBE POR REGLAMENTOGREG. VICTORIA URIBE (90) (S/F) 18 AUTLAN,JAL. VOLUNTARIAMA. ISABEL OROZCO (104) (F) 17 VILLA DE ALV. VOLUNTARIA
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