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LAS HACIENDAS DE MAZAQUIAHUAC Y E L ROSARIO EN LOS ALBORES DE L A REVOLUCIÓN AGRARIA 1910-1914 Margarita MENEGUS BORNEMANN Juan Felipe LEAL Universidad Nacional Autónoma de México * LA REVOLUCIÓN de 1910-1917, vista como la convergencia his- tórica de una infinidad de movimientos sociales de la más variada índole, cuenta en su haber con una vasta labor his- toriográfica. E n su aspecto agrario, que es el que aquí nos ocupa, ha motivado un verdadero cúmulo de estudios. Con todo, si omitimos los trabajos que tratan de los grandes cuer- pos revolucionarios —cual es el caso del Ejército Libertador del Sur, de la División del Norte, de la División del Noroeste y, en menor grado, de la División del Noreste—, descubrimos, para nuestra sorpresa, que poco o nada sabemos de los tan * Una primera versión de este artículo fue presentada como po- nencia en el III Coloquio de Antropología e Historia Regionales, cele- brado del 5 al 8 de agosto de 1981 en Zamora. Los autores deseamos expresar nuestro reconocimiento a la Fundación Ford por el financia- miento que a lo largo del año de 1980 otorgó al proyecto de investi- gación "Los Llanos de Apam. Economía y movimientos sociales en una región pulquera: 1910-1940", del cual forma parte el escrito que aquí ofrecemos. Asimismo, queremos agradecer a las autoridades de la Uni- versidad Iberoamericana el habernos permitido consultar sus archivos de haciendas en la sala Francisco Xavier Alegre, documentación en la que basamos nuestro trabajo. 233

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L A S H A C I E N D A S D E M A Z A Q U I A H U A C Y E L

ROSARIO E N LOS ALBORES D E L A REVOLUCIÓN A G R A R I A

1910-1914

M a r g a r i t a M E N E G U S B O R N E M A N N

J u a n Fe l ipe L E A L

Universidad Nacional Autónoma de México *

L A REVOLUCIÓN de 1910-1917, vista como l a convergencia his­

tórica de u n a i n f i n i d a d de movimientos sociales de l a más

va r i ada índole, cuenta en su haber con u n a vasta l abor his-

toriográfica. E n su aspecto agrario, que es e l que aquí nos

ocupa , ha mot ivado u n verdadero cúmulo de estudios. C o n

todo, si omi t imos los trabajos que tratan de los grandes cuer­

pos revolucionar ios —cual es e l caso de l Ejército L i b e r t a d o r

de l Sur, de l a División de l Nor t e , de l a División de l Noroeste

y, en menor grado, de l a División de l Noreste—, descubrimos,

p a r a nuestra sorpresa, que poco o nada sabemos de los tan

* Una primera versión de este artículo fue presentada como po­

nencia en el III Coloquio de Antropología e Historia Regionales, cele­

brado del 5 al 8 de agosto de 1981 en Zamora. Los autores deseamos

expresar nuestro reconocimiento a la Fundación Ford por el financia-

miento que a lo largo del año de 1980 otorgó al proyecto de investi­

gación "Los Llanos de Apam. Economía y movimientos sociales en una

región pulquera: 1910-1940", del cual forma parte el escrito que aquí

ofrecemos. Asimismo, queremos agradecer a las autoridades de la Uni ­

versidad Iberoamericana el habernos permitido consultar sus archivos

de haciendas en la sala Francisco Xavier Alegre, documentación en la

que basamos nuestro trabajo.

233

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234 MARGARITA MENEGUS Y JUAN FELIPE LEAL

numerosos movimientos rebeldes de alcance meramente re­

g iona l o loca l , a menudo desvinculados de los pr imeros. Más

sombrío aún es e l panorama que l a historiografía existente

nos ofrece de los movimientos sociales mercenarios, restaura­

dores o reaccionarios, pues, excepción hecha de l a investi­

gación de Jean M e y e r sobre l a cr is t iada, 1 éstos h a n sido

prácticamente ignorados p o r los estudiosos de l a mater ia .

L o cierto es que las pesquisas sobre l a revolución agrar ia

han reparado poco en el análisis de los movimientos sociales

de escala reducida , ar t iculados o no con los grandes cuer­

pos de ejército. Apenas en l a década pasada comenzaron a

producirse los pr imeros esfuerzos deliberados por rescatar los

movimientos sociales secundarios a l a "gran revolución". 2

E n esta línea de trabajo cabe mencionar los empeños de P a u l

F r i ed r i ch , R a y m o n d Buve , L a u r a Helguera , Francisco P a o l i

y E n r i q u e M o n t a l v o , R o m a n a Falcón, Heather F o w l e r Sala-

m i n i , y Car los Martínez Assad . 8

D e otra parte, los textos ya tradicionales sobre los m o v i ­

mientos sociales agrarios del período revoluc ionar io suelen

carecer de auténticos planteamientos teóricos y de metodo­

logías elaboradas. Es m u y común que sus aparatos analíticos

consistan en el rud imen ta r io ordenamiento cronológico de los

acontecimientos en los que se v io envuelto e l dir igente cen­

t ra l de ta l o cua l mov imien to . D e ahí que obras como las

1 Vid. M E Y E R , 1973-1974. Véanse las explicaciones sobre siglas y

referencias al final de este artículo. 2 Debe reconocerse, no obstante, el antecedente que para estos es­

fuerzos representa la labor del Instituto Nacional de Estudios Históricos

de la Revolución Mexicana. Éste fue creado por el presidente Adolfo

Ruiz Cortines el 3 0 de junio de 1953 como órgano de la Secretaría

de Gobernación, con la finalidad de adquirir documentos sobre la revo­

lución de 1910-1917, planear y publicar trabajos de investigación his­

tórica, y promover el mejor conocimiento de este movimiento social.

A la fecha, el Instituto ha publicado cerca de setenta títulos sobre la

materia, algunos de ellos de corte regional. 3 Vid. FRIEDRICH, 1970; BUVE, 1979; HELGUERA, 1974; PAOLI y

MONTALVO, 1977 ; FALCÓN, 1977; SALAMINI, 1979; MARTÍNEZ ASSAD,

1979.

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LAS HACIENDAS DE MAZAQUlAHUAC Y EL ROSARIO 235

de J o h n W o m a c k , F r i e d r i c h Katz , y Héctor A g u i l a r Camín —aunque todavía centradas en los grandes cuerpos de ejér­ci to— 4 m a r q u e n u n parteaguas respecto de estudios ante­r iores. E n efecto, en ellas se observa u n manejo sistemático de hipótesis de interpretación, de criterios metodológicos y de procedimientos técnicos. L o s movimientos agrarios aparecen a l a l u z de l a dinámica a largo plazo de l a estructura eco­nómica y política de l a sociedad que los originó, de l a ex­posición de los acontecimientos mismos, de sus objetivos e ideologías, de su compleja composición social , de sus patro­nes organizat ivos, de sus medios de acción, de sus aliados y enemigos, de las causas de sus éxitos y fracasos, y, en f in , de sus impl icac iones para l a permanencia o e l cambio de l a sociedad en cuestión.

D e n t r o de este contexto historiográfico y metodológico entregamos el presente escrito, que pretende ofrecer u n nuevo encuadramien to para e l estudio de los movimien tos sociales duran te l a revolución agraria. E n él optamos po r u n a com­binación de l análisis microsocia l (estudio de l a situación y d e l compor tamien to de los trabajadores de las haciendas de M a z a q u i a h u a c y E l Rosar io , T l a x c a l a ) con e l análisis macro-socia l (estudio de los movimientos sociales en l a zona norte d e l estado de T l a x c a l a ) . E l l o , con e l propósito de dar cuen­ta de las características y de l s ignif icado de algunos mov i ­mientos locales y regionales, marginales a los grandes cuerpos armados de l a revolución.

L a zona de nuestro interés es e l dis t r i to de More los , ub i ­cado en e l nor te de T l a x c a l a y que c o l i n d a con l a región de los L l a n o s de A p a n , con l a cua l h a estado estrechamente v i n c u l a d a p o r l a geografía, l a economía y l a his tor ia . L o s L l a n o s conforman u n a cuenca cerrada: a l noroeste por e l eje volcánico; a l oeste y a l sur p o r l a Sierra Nevada . L a Sierra de Pachuca rodea los L l a n o s por e l norte y e l sureste. P o r último, a l este, se h a l l a l a Sierra de Pueb l a . E l cerco que establecen estas cordil leras en derredor de los L l a n o s hace que

4 Vid. W O M A C K , 1970; K A T Z , 1973; AGUILAR CAMÍN, 1977.

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236 MARGARITA MENEGUS Y JUAN FELIPE LEAL

los vientos húmedos se aislen y, por l o mismo, que e l c l i m a de esta región resulte bastante árido. Este c l i m a templado y seco favoreció poco e l desarrollo de l a producción de cerea­les, pero resultó m u y prop ic io para l a explotación de l ma­guey pu lquero . Así, los L l a n o s de A p a n se d i s t ingu ie ron desde mediados del siglo XVIII p o r l a impor t anc ia de sus ha­ciendas pulqueras, estimuladas po r su p r o x i m i d a d a las c iu­dades de México y Pueb la , sus pr incipales mercados.

L a extensión med ia de las haciendas pulqueras de los L lanos osciló entre las m i l quinientas y las dos m i l hectáreas desde e l momento de su consolidación en l a p r i m e r a m i t a d de l siglo XVIII hasta e l pun to de su mayor esplendor durante e l por f i r i smo. 5 L o s pueblos campesinos de organización y tradición co lon i a l fueron m u y poco numerosos y bastante dé­biles frente a las haciendas, y éstas relat ivamente uniformes en su extensión te r r i tor ia l .

L o s L l a n o s eran cruzados desde fines de l siglo XVI por u n camino de arrieros que i b a de México a Veracruz . S u tra­yecto era de oeste a este: penetraba los L l anos en las inme­diaciones de O t u m b a y salía de ellos en las estribaciones de l a Sierra de Pueb la , po r e l r u m b o de E l R o s a r i o . 6 Este an­tiguo corredor de los L l a n o s de A p a n sería posteriormente cruzado po r los ferrocarriles M e x i c a n o e Interoceánico. 7 D e esta suerte, e l norte de T l a x c a l a —en par t icu la r e l dis t r i to de Morelos— fue u n pun to de convergencia que unía a los estados de México , H i d a l g o , T l a x c a l a y P u e b l a a través de l extremo or ien ta l de los L l a n o s de A p a n . A u n q u e en nuestra zona de interés no se generó u n mov imien to campesino autó­nomo, como adelante se verá, e l norte de T l a x c a l a era u n p u n t o p rop i c io para e l repl iegue de las fuerzas revolucio­narias provenientes de l sur de T l a x c a l a y del estado de Pue­bla, a l a vez que u n pun to de fácil acceso a T l a x c a l a para las fuerzas procedentes de los estados de México e H i d a l g o .

5 Vid. L E A L et al, 1978. 6 R E E S , 1977, pp. 19, 56-57, 108, 120-121. 7 C H A P M A N , 1975, pp. 168-169.

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LAS HACIENDAS DE M A Z A Q U I A H U A G Y EL ROSARIO 237

E l carácter de zona de paso y de repl iegue que el distr i to

de M o r e l o s adquirió durante las luchas de 1910 a 1919

ejerció una in f luenc ia determinante en los conflictos loca­

les, cLiyo curso hub ie ra sido m u y diferente de no haberse

establecido esta conexión. L a ausencia de u n movimien to

agrar io autónomo en l a loca l idad obedeció, en esencia, a l

hecho de que, a l i gua l que en los l lanos de A p a n , los pue­

blos campesinos eran escasos y las haciendas tenían, per lo

m i s m o , u n a presencia avasalladora.

D e acuerdo con el censo de 1906, e l dis t r i to de More los

constaba de l a cabecera —cuyo nombre era v i l l a de San Agus­

tín de T laxco—, de cinco pueblos, y ce treinta y seis hacien­

das. 8 A pesar de ser el más extenso de los distritos de T l a x -

cala , M o r e l o s contaba sólo con tres m u n i c i p i o s : T l a x c o ,

T e t l a y At langatepec (vid. m a p a 1 ) . Todavía en 1925 M o r e ­

los asentaba tan sólo a 19 035 habitantes. 9 Se trataba, pues,

de u n a zona escasamente pob lada cuya población residía fun­

damenta lmente en las haciendas, desvinculada de las tradi­

ciones de los pueblos. E n el d is t r i to de M o r e l o s e l predo­

m i n i o de l a g ran hacienda era casi absoluto, a diferencia de

l o que ocurría en e l resto de l estado de T l a x c a l a , donde l a

dens idad demográfica era alta, los pueblos numerosos y las

relaciones de éstos con las haciendas, aunque conflictivas,

más equi l ibradas . P o r lo demás, las haciendas del distr i to

e r an m u c h o más grandes que las ele los L l a n o s de A p a n y

de otras regiones de T l a x c a l a .

E l m u n i c i p i o de T l a x c o —en el que se local izaban las ha­

ciendas de L a Concepción M a z a q u i a h u a c y Nuest ra Señora

d e l Rosario— tenía u n a extensión ele 586 kilómetros cuadra-

8 Entre las haciendas del distrito de Morelos estaban: M i m i a h u a -

pan , Buenavista, Quin tan i l l a , Soltepec, San Buenaventura, E l Rosario,

Mazaquiahuac , Tepeyahualco, Coapexco, L a Cueva, Payuca, San An to ­

nio, Acopina lco , San Juan T laxco , Xalos toc , Zotoluca, Tecoamulaco,

Metía, San José, Piedras Negras, Ahuatepec, Santa C la ra , At langa, L a

Tarasqui l la , Zacatepec, Ecatepec, Zocoac y Tepetzala. Vid. N A V A , 1969,

p. 111.

» NAVA, 1969, p. 112.

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LAS HACIENDAS DE MAZAQUIAHUAC Y EL ROSARIO 241

a l mercado y o t ra a l autoconsumo. Las tierras de estas ha­

ciendas solían div id i rse en tres sectores b i e n diferenciados

pero complementarios: a) u n sector de explotación di recta

que producía, a l a vez, para el mercado y para e l auto-

abasto, b) u n sector de explotación indirecta , cedido a arren­

datarios, aparceros, etcétera, y c j u n sector i m p r o d u c t i v o

que se conservaba en ca l idad de reserva. 1 3 E l tamaño de

dichas porciones y l a relación que entre ellas guardaban

dependía de l a estrategia de l a administración, que estaba

de terminada en última instancia po r l a ampliación o res­

tricción de los mercados y las oscilaciones de los precios de

los productos comerciales de estas fincas.

E l Fe r roca r r i l M e x i c a n o comunicó a l a c iudad de Méx ico

c o n e l m u n i c i p i o de T l a x c o en 1866, y a éste con l a c i udad

de Pueb la —a través de su r a m a l de Apizaco— en 1868.

E n 1882 el Fe r roca r r i l Interoceánico enlazó, a su vez, a l a

c i u d a d de México con el m u n i c i p i o de T l a x c o . L o s caminos

de fierro p rodu je ron u n a reducción de los fletes de l trans­

por te de l a carga y u n a disminución de l t iempo requer ido

p a r a su traslado, con l a consecuente ampliación de l mer­

cado. C o n el lo, e l área destinada a l a producción para merca­

do en las haciendas de M a z a q u i a h u a c y E l Rosar io empezó

a exper imentar ciertos cambios: las explotaciones ganadera y

maderera fueron perdiendo impor tanc ia en favor de l a p u l -

quera , la más rentable de ellas. Dadas las proporciones de

estas fincas, esta acentuación de su especialización en l a ex­

plotación de l maguey pu lque ro tuvo lugar s in que fuera

necesario reduc i r notablemente e l sector de explotación i n ­

di rec ta y el sector de reserva de las mismas.

Y a en 1876 e l señor Solórzano, esposo de l a p rop ie ta r i a

de Mazaqu iahuac y E l Rosa r io , estableció l a l l amada Nego­

ciación de Pulques , p o r med io de l a cual vendía directamente

e l producto en l a c iudad de México en veintitrés casillas de

su p rop i edad . 1 4 Posteriormente, a l constituirse l a Compañía

1 3 Libros de contabilidad (diversos años), en XJIA/AHMR. 14 "Libro de la Negociación de Pulques" (1876), en Vlh/AHMR.

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242 MARGARITA MENEGUS Y JUAN FELIPE LEAL.

E x p e n d e d o r a de Pulques , S . C . L . en 1909, su v iuda , Josefa

Sanz de Solórzano, participó en e l la como uno de los socios

más prominentes . 1 5 Así, hacia 1910, las haciendas de M a z a ­

qu iahuac y E l Rosar io estaban plenamente especializadas en

l a producción pulquera , rub ro que les reportaba sus p r i n ­

cipales ingresos monetarios.

E l t ipo de ganado que p redominaba en estas fincas era

e l lanar . L a trasquila de estos animales se vendía en los mer­

cados de Santa A n a C h i a u t e m p a n y T l a x c a l a , poblaciones

tradicionalmeníe dedicadas a l h i l ado y a l tejido de l a l ana

y e l algodón. S in embargo, de acuerdo con l a especialización

de su producción para e l mercado, Mazaqu iahuac y E l R o ­

sario vendieron hacia 1910 su ganado lanar a l a hac ienda

de L a G a v i a , sita en e l estado de M é x i c o . 1 6

L a explotación de l a madera se real izaba par t icularmente

en l a hacienda de E l Rosa r io . Esta ac t iv idad pasó también,

en los años que nos ocupan, a u n p l ano m u y secundario

debido en parte a l a tala excesiva que se había practicado

en e l pasado y asimismo a l proceso de especialización de estas

fincas en l a producción de p u l q u e . 1 7 C o n todo, ambos fun­

dos mantenían hacia 1910 u n impor tan te sector de auto-

consumo, que seguía inc luyendo a l maíz, l a cebada y, en

menor medida , el h a b a . 1 8

L o antes expuesto nos p ropo rc iona u n a pr imera clave

para comprender y anal izar l a naturaleza de los movimientos

sociales que se registraron en el m u n i c i p i o de T l a x c o . D i c h o

en términos escuetos, l a ausencia de pueblos campesinos de

i m p o r t a n c i a en l a zona se reflejó en l a inexis tencia —entre

1910 y 1914— de u n a l u c h a p o r l a t ierra. A su vez, e l pre­

d o m i n i o de l a gran hacienda p u l q u e r a —con sus consiguien­

tes relaciones de trabajo— se proyectó en ese mismo lapso

1 5 L E A L et a/., 1978, pp . 221-223. 1 6 L ibros de contabil idad (existentes de 1907 a 1910), en U I A /

AHMR. 1 7 L ibros de contabilidad, en XJIA/AHMR. 1 8 L ibros de contabil idad, en XJIA/AHMR.

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LAS HACIENDAS D E MAZAQUIAHUAC Y EL ROSARIO 243

e n re ivindicaciones típicamente laborales. A u n q u e a p r i ­

m e r a vista l a situación de los trabajadores del campo de esta

región de T l a x c a l a se asemejaba a l a que p r ivaba en e l

no r t e de l país, donde se gestó el v i l l i smo , las luchas en e l

m u n i c i p i o de T l a x c o sí desembocaron en l a dotación de tie­

rras ejidales desde fechas relativamente tempranas, a diferen­

c i a de lo que ocurrió en C h i h u a h u a . Y el lo, como es claro,

deb ido a l impac to que sobre e l curso de las mismas ejer­

c i e r o n los poderosos movimientos agrarios de l centro de

Méx ico , especialmente a par t i r de 1915.

E l estudio a que nos hemos dedicado cubre en su i n ­

tegr idad los años de 1910 a 1940, esto es, desde e l i n i c i o de

l a insurrección maderista hasta el momento en que los tra­

bajadores de las haciendas del m u n i c i p i o de T l a x c o se trans­

fo rmaron masivamente en ejidatarios, pero en este artículo

sólo presentamos e l p r imer capítulo ele l a his tor ia , que com­

prende e l período 1910-1914. E n este lapso se registra l a

presencia de tres movimientos revolucionar ios en l a zona: e l

ant i r reeleccionismo, e l zapatismo y el arenismo. C a d a uno

de ellos, aunque de manera m u y dist inta, influyó notable­

mente en e l curso de las luchas de los trabajadores de las

haciendas mencionadas.

A u n q u e los protagonistas pr incipales de nuestra investi­

gación son los trabajadores de las haciendas de M a z a q u i a ­

huac y E l Rosa r io , nos hemos visto precisados a seguir l a

h u e l l a de otros actores sociales que entraron en relación y

afectaron de u n a u otra manera las pugnas ele los peones

y jornaleros de estas fincas. Estos actores fueron los hacen­

dados, los grupos gobernantes de l estado y los grupos revo­

luc ionar ios armados.

V A R I A S SON las fuentes que a l imentan el presente estudio.

L a más impor tan te de ellas es e l archivo de las haciendas

de M a z a q u i a h u a c y E l Rosa r io que se h a l l a en poder de l a

U n i v e r s i d a d Iberoamericana. D e éste hemos u t i l i zado sólo

los l ibros de c o n t a b i l i d a d y los copiadores de corresponden­

c i a de l a p rop ie t a r i a para los años ele 1910 a 1915.

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244 MARGARITA MENEGUS Y JUAN FELIPE LEAL

Los l ib ros de con tab i l idad son de dos tipos: menores y

mayores. L o s pr imeros recogen l a información de l a gestión

d i a r i a de las haciendas; los segundos resumen los conceptos

de ingresos y egresos de las fincas durante el c iclo produc­

t ivo anual . Esta documentación nos resultó de gran u t i l i d a d

pa ra confeccionar los cuadros que sintetizan l a situación

económica de ambos fundos en distintos años y observar e l

impacto que los movimientos sociales ejercieron sobre l a

economía de estas unidades productivas.

L o s copiadores de correspondencia son, por l o regular,

aparejados. U n o suele estar escrito por e l adminis t rador de

l a hacienda; otro, por e l dueño de l a misma. E n este caso

sólo pud imos emplear e l segundo, ya que los copiadores

pertenecientes a los administradores y referentes a las fe­

chas que nos ocupan se ext raviaron. P o r lo demás, e l co­

p i ador de l a p rop ie ta r ia de M a z a q u i a h u a c y E l Rosa r io está

escrito por su sobr ino y apoderado general, el señor A n t o n i o

Castro, ya que e l l a se encontraba durante todos estos años

en E u r o p a . Este copiador contiene el siguiente t ipo de i n ­

formación: cartas a los administradores de ambas haciendas,

cartas a los gobernadores en tu rno de T l a x c a l a y a otros

jefes políticos y mi l i ta res de l momento , cartas a contratistas

y comerciantes que mantenían relaciones mercantiles con

estas fincas o cua lqu ie r o t ro negocio con l a f ami l i a propie­

taria, y, p o r último, cartas personales de l señor A n t o n i o

Castro a l h i jo de l a dueña, que residía en Franc ia . Se trata

de documentos de s ingular impor t anc i a que inc luyen apre­

ciaciones personales de l a situación económica de ambas

haciendas y demás negocios familiares, a l a vez que relatos

minuciosos de los acontecimientos revolucionar ios de l país

y, par t icularmente , de l a zona norte del estado de T l a x c a l a .

Son testimonios que nos pe rmi ten conocer los diversos efectos

de l a revolución, las relaciones políticas de los hacendados,

sus mental idades, los movimien tos de los grupos armados

y de otros actores políticos, etcétera. E n f in , este ma te r i a l

epistolar d i b u j a u n cuadro m u y preciso —aunque claramente

interesado— de l a revolución en u n a loca l idad determinada.

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LAS HACIENDAS DE M A Z A Q U I A H U A C Y E L ROSARIO 245

Situación y reivindicaciones de los trabajadores de las ha­ciendas de Mazaquiahuac y El Rosario en los primeros días de la revolución.

L a s fuerzas revolucionarias maderistas de T l a x c a l a des­t i t u y e n en mayo de 1911 a J u a n Cahuan tz i , gobernador por-f i r i s ta de l a ent idad. Poco t iempo después A n t o n i o H i d a l g o , candida to de l Par t ido Ant i r ree lecc ionis ta de T l a x c a l a , ocupa l a gubernatura . E l t r iunfo de H i d a l g o p r o p i c i a u n a o l a de huelgas, tanto en las fábricas textiles como en las haciendas. L a s inquietudes y re ivindicaciones sociales de los trabaja­dores se ext ienden po r todo el estado. L a acción propagan­dística de l Pa r t ido Ant i r ree lecc ionis ta de T l a x c a l a (PAT) se funda en e l artículo 5o. de l a Constitución de 1857, que prescr ibe que "nadie puede ser obl igado a prestar trabajos personales s in l a justa retribución y s in su p leno consenti­m i e n t o " . 1 9

E l gobierno de H i d a l g o emprende su gestión con e l envío de u n a i n i c i a t i v a de ley a l congreso loca l que exceptúa de l a contribución pred ia l a los terrenos que t ienen u n va lor de quin ientos pesos o menos, condonando también, en estos casos, los pagos rezagados. 2 0 A p r inc ip ios de 1912 el Pa r t ido Ant i r ree lecc ion is ta de T l a x c a l a , j u n t o con e l gobernador A n t o n i o H i d a l g o , forma u n a comisión con e l propósito de presentar e l p rob l ema agrar io del estado a l presidente F ran ­cisco I. M a d e r o . Esta comisión entabla también conversa­ciones con los hacendados de l a ent idad, para resolver l a presunta fundación de colonias agrícolas. 2 1 Es en esta atmós­fera, favorable a los trabajadores de l campo, que se i n i c i a n las pugnas de los peones y jornaleros de las haciendas de M a z a q u i a h u a c y E l Rosar io .

L a mano de obra de estas haciendas está compuesta hacia 1910 por cuatro grupos o tipos de trabajadores, a saber:

19 D E L CASTILLO, 1953, pp. 101-102. 2 0 CUELLAR ABAROA, 1964, p. 65. 21 B U V E , 1979, p. 537.

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246 MARGARITA MENEGUS Y JUAN FELIPE LEAL

a) dependientes, b) peones de cuadr i l l a , c) t lachiqueros y

d) semaneros.

E n l a p r imera categoría se i nc luyen los trabajadores de

confianza de ambas fincas: el adminis t rador , e l mayordomo

de l t inacal , el trojero y los mayorales. Éstos ocupan los pues­

tos de dirección o administración de las distintas líneas de

producción de los fundos. También se inscr iben en esta

categoría algunos trabajadores que no son, en r igor , de con­

fianza: e l escribiente, el velador, el portero, el barrendero

y, en f i n , todos aquéllos que se encargan de a l g u n a tarea

doméstica. T o d o el lo, en una escala jerárquica descendiente.

L o s dependientes perciben los sueldos más elevados, t ienen

raciones y pueden solicitar préstamos en efectivo o en espe­

cie de las haciendas.

L o s peones de cuadr i l l a —también l lamados peones aca-

sillados— conforman el núcleo más numeroso de los tra-

bajadores permanentes de estas fincas. Se emplean en las

faenas más diversas exigidas tanto po r e l cu l t ivo de los cerea­

les como por el cuidado del maguey pu lque ro . Se les retr i­

buye con pequeñas cantidades en monetar io , raciones de

maíz, casillas y pegujales donde p roducen parte de su susten­

to, p r inc ipa lmente , maíz. También obt ienen préstamos en

efectivo o en especie.

L o s t lachiqueros son trabajadores especializados, encar­

gados de recolectar e l aguamiel de las magueyeras y de en­

tregarlo en l a of ic ina del t inacal . L a b o r a n a destajo y se

les paga en monetar io de acuerdo con l a cant idad de agua­

m i e l que recogen. A diferencia de las anteriores categorías

de trabajadores, los t lachiqueros no rec iben raciones n i pue­

den so l ic i ta r anticipos en especie o en dinero .

L o s semaneros componen e l últ imo grupo de trabaja­

dores de estas haciendas. S ingularmente considerado, éste es

el más numeroso de todos. Se trata, s in embargo, de traba­

jadores eventuales, contratados semanalmente según las ne­

cesidades del ciclo agrícola de los dist intos cult ivos. Su nú­

mero crece notablemente en los períodos de siembra y de

cosecha y se reduce vis iblemente en los períodos de desarrollo

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LAS HACIENDAS DE MAZAQUIAHUAC Y EL ROSARIO 247

de los diversos cult ivos. S u retribución se real iza en mone­

tario, según el número de tareas cumpl idas po r semana. A l

i g u a l que los t lachiqueros, los semaneros no t ienen derecho

a obtener raciones n i ant icipos en especie o en efectivo.

E n septiembre de 1911 los semaneros de ambas hacien­

das demandan que las tareas de l corte de cebada se reduz­

can de veinte y ve in t ic inco a qu ince varas. E l adminis t rador

de E l Rosar io rechaza l a so l i c i tud de estos trabajadores.

E n consecuencia, veinte semaneros abandonan las labores y

e l admin is t rador se ve precisado a reemplazarlos temporal­

men te con varios peones acasillados, algunos carboneros y

carreros. 2 2 N o obstante, e l adminis t rador de Mazaqu iahuac

sí accede a l a petición de los semaneros. A l rendi r su i n ­

forme de lo sucedido a A n t o n i o Castro, apoderado de l a

dueña de l a f inca, exp l i ca que acepta d i cha demanda por­

que tiene no t i c i a de que e l m i smo confl icto se ha presen­

tado ya en las haciendas aledañas de Xa los toc y Tepeyahua l -

co, donde ambas partes h a n acudido a las autoridades lo­

cales, quienes de te rminan que se les pague a los semaneros

p o r día y no po r tareas, l o cua l resulta más costoso para las

f incas . 2 3 A n t e esta c i rcunstancia y para evitar u n nuevo con­

f l ic to , A n t o n i o Castro o rdena que a los semaneros de E l R o ­

sario también se les rebajen las tareas a quince varas.

U n mes más tarde los peones acasillados de E l Rosa r io

se n iegan a trabajar s i no se les rebajan las tareas de l corte

de cebada a qu ince varas, i g u a l que c o n los semaneros. E l ad­

min i s t r ador de l a hac ienda recurre a las autoridades de T l a x ­

cala, cabecera de l dis tr i to , pa ra poner f i n a l confl icto. Éstas

resuelven en favor de los peones residentes y, para su sor­

presa, e l adminis t rador de E l R o s a r i o descubre que el p r i n ­

c i p a l agitador entre los peones es e l profesor J u a n Vázquez

y Ramírez, de l Pa r t i do Ant i r ree lecc ion is ta de T l a x c a l a . 2 4

A n t e el hecho de que las autoridades locales ya no apoyan

22 C C , 1911, enero 29. 2 3 G C , 1911, septiembre 25. 2 4 C C , 1911, octubre 2.

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248 MARGARITA MENEGUS Y JUAN FELIPE LEAL

incondic iona lmente a los hacendados, A n t o n i o Castro acuer­

da con los administradores de M a z a q u i a h u a c y E l Rosa r io

"que por p rudenc ia y conveniencia habrá que tolerar las

exigencias de l a gente mientras se acaban los cortes y l a

pizca, l levando después a cabo u n a selección para e l im ina r

a l a gente perniciosa que es l a que promueve todos estos

trastornos, p r inc ipa lmente en E l Rosar io , donde l a gente

no puede ver a l g a c h u p í n . . . " 2 5

E n los primeros meses de 1912 se recrudecen las luchas

sociales en todo el estado. E l apoderado de l a dueña de M a ­

zaquiahuac y E l Rosar io considera entonces pert inente me­

jorar las condiciones de trabajo de sus empleados para evitar

que surjan más querellas en las mismas. A n t o n i o Castro

p in t a así l a situación que prevalece en T l a x c a l a :

Conocía ya el carácter alarmante que están tomando éstas

[las huelgas], no sólo en el estado de Tlaxcala, y de los peones

del campo, sino también de operarios de varios talleres y fábri­

cas. Ésta es una plaga que, agregada al bandolerismo que ha sur­

gido en toda la república, amenaza de una manera terrible la

propiedad, que es el punto de mira al que converge este azote

social, que no sabemos hasta dónde nos llevará. Hay que pedirle

a Dios . . . que conjure el peligro en que nos encontramos.26

E n los L l a n o s de A p a n los jornaleros exigen que los

salarios aumenten y se establezcan entre 75 centavos y u n

peso por día. E n T l a x c a l a , e l gobernador A n t o n i o H i d a l g o

in ten ta reglamentar l a j o rnada de trabajo en ocho horas.

Pres ionado por los acontecimientos, e l apoderado de Maza ­

q u i a h u a c y E l Rosa r io decide aumentar los jornales de los

semaneros a 75 centavos, pero a condición de que estas f in­

cas v e n d a n en lo sucesivo e l maíz que adquieren los sema­

neros a precio corriente e n e l mercado. A l a vez, resuelve

condonar las deudas de los trabajadores permanentes de

ambas haciendas con l a condición de que no se separen

2 s C C , 1911, octubre 2. 2 6 C C , 1912, enero 18.

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LAS HACIENDAS DE MAZAQUIAHUAC Y EL ROSARIO 249

de las mismas. F ina lmente , ordena a sus administradores

v i g i l a r que los trabajadores no laboren más de doce horas

diarias , esto es, de las seis de l a mañana a las seis de l a

tarde . 2 7

E n octubre de este mismo año los t lachiqueros de l a

hac ienda de E l Rosa r io —encabezados por e l mayordomo de l

tinacal— para l izan las labores de l pu lque y exigen u n a mejor

retribución por su trabajo. A n t o n i o Castro accede a su pe­

tición, forzado po r las difíciles circunstancias po r las que

está pasando l a f inca, aunque n o deja de ca l i f icar la como

"notor iamente in jus ta" .

Así, en los dos años de l gobierno maderista de T l a x c a ­

l a (1911-1913) e l grueso de los trabajadores de las haciendas

de M a z a q u i a h u a c y E l Rosa r io logra obtener algunas me­

joras en sus condiciones de trabajo y de v ida . C o n todo,

dos son los factores que de te rminan el alcance de sus r e iv in ­

dicaciones: en p r i m e r lugar, e l contexto general de agitación

soc ia l que vive e l estado, que o r i l l a a l apoderado de l a pro­

p ie t a r i a a ceder —condicionadamenté— a sus demandas; en

segundo término, l a l abo r de propaganda y asesoría de l

P a r t i d o Ant i r ree lecc ionis ta de T l a x c a l a en combinación con

las instancias de poder locales.

T r a s el golpe m i l i t a r de febrero de 1913 l a correlación

de fuerzas se al tera bruscamente y estas luchas de los tra­

bajadores l l egan a u n pun to muer to . E n efecto, los gober­

nadores huertistas de T l a x c a l a (Agustín M a l d o n a d o , M a r i a ­

n o Grajales, A l b e r t o Y a r z a y M a n u e l Cue l la r ) apoyan

abiertamente a los hacendados en per juic io de los intereses

de los trabajadores agrícolas e industriales. Pero con e l t r iun­

fo de las fuerzas consti tucionalistas los nuevos gobernantes

d e l estado vue lven a secundar las re ivindicaciones de los

trabajadores agrícolas. Así, en septiembre de 1914, el gober­

nador Máximo Rojas decreta l a jo rnada de trabajo de ocho

horas y u n j o r n a l de ochenta centavos. Igualmente, decreta

l a abolición de las deudas de los trabajadores permanentes

27 C C , 1912, enero 22.

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250 MARGARITA MENEGUS Y JUAN FELIPE L E A L

de las haciendas, con l a intención de acabar con e l sistema

del peonaje endeudado.

A n t e estas medidas de l gobierno, los hacendados de l a

región sol ic i tan u n a entrevista con el general Pab lo G o n ­

zález, jefe de operaciones de P u e b l a y T l a x c a l a . A l a reunión

asiste, en representación de l a p ropie ta r ia de las haciendas

de Mazaqu iahuac y E l Rosa r io , e l señor A n t o n i o Castro .

Éste resume de l a siguiente manera l a posición asumida p o r

e l general P a b l o González:

Debe considerarse dicho jornal de ocho horas efectivas de trabajo y, en cuanto a los muchachos, pagárseles proporcional-mente a lo que hagan enviándolos a la escuela.. . L a idea fun­damental de dicha autoridad es que sirva de unidad de trabajo los ochenta centavos por ocho horas, y que a los sirvientes, carre­ros, arrieros, plataformeros, tlacualeros y ganaderos se les ajuste proporcionalmente por un sueldo mensual, procurando que toda clase de trabajos del campo, como cortes de cebada, barbechos, etcétera, se ajusten por tarea o destajo proporcionalmente a dicha unidad de trabajo. 2 8

D e esta manera , los ochenta centavos po r jo rnada de tra­

bajo de ocho horas que deben pagarse a los semaneros son

e l p u n t o de referencia de l ajuste sa lar ia l que debe hacerse

con los trabajadores permanentes de las haciendas.

A l comunicar lo anter ior a los administradores de M a ­

zaquiahuac y E l Rosa r io , A n t o n i o Castro agrega que e l jor­

n a l de ochenta centavos para los semaneros representa Lina

duplicación de los costos en l a s iembra de l trigo, y sostiene

que no vale l a pena con t inuar c o n estas labores. Además,

recomienda a los administradores que sup r iman a algunos

trabajadores p o r j o r n a l , pa ra que los costos de las labores

del campo no aumenten tanto. Adv ie r t e , s in embargo, que

"es preciso irse con m u c h o t iento en esto de l a supresión

de jornaleros, pues hay que jus t i f icar l a causa po r l a cua l

se despiden a f i n de que las autoridades no interpreten tor-

28 C C , 1914, septiembre 23.

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LAS HACIENDAS D E M A Z A Q U I A H U A C Y E L ROSARIO 251

cidamente l a determinación y tengan lugar a perjudicarnos

de algún m o d o " . 2 9

Respecto d e l decreto re la t ivo a l a abolición de las deu­

das de los trabajadores permanentes de las haciendas, e l

apoderado de l a dueña de Mazaqu iahuac y E l Rosa r io i n i c i a

u n a serie de gestiones —tanto ante e l gobierno de l estado

de T l a x c a l a cuanto ante e l gobierno federal—, con el obje­

to de que d i c h a disposición sea modi f icada o revocada. E n

tanto se rea l izan estas gestiones, resuelve que los pagos a los

dependientes y a los peones acasillados se hagan como de

costumbre, y que sólo en caso de que a lguno de éstos se

inconforme y denuncie e l hecho se pongan en práctica las

disposiciones d e l gobierno.

C o n todo, u n mes más tarde e l adminis t rador de M a z a ­

qu iahuac no t i f i ca a A n t o n i o Castro que "algunos ind iv iduos ,

fingiéndose mayordomos de cuadri l las o capitanes, se intro­

ducen en las haciendas para ver si descubren a lguna i n ­

fracción a los decretos". "Más aún —agrega— he sabido que

e n esta hac ienda existe u n capitán que desempeña tan i n ­

grata misión, y hay que tener m u c h o cuidado y obrar con

p rudenc i a p a r a no caer en sus garras". 3 0

T A L VEZ SEA conveniente hacer u n balance de l t ipo de re iv in ­

dicaciones de los trabajadores de las haciendas de M a z a ­

qu iahuac y E l Rosar io , así como del grado de su realización

en estos años. C o m o antes vimos, en ambas fincas exist ieron

distintas categorías de trabajadores —dependientes, peones

acasillados, t lachiqueros, semaneros— que correspondían, en

e l fondo, a distintas clases sociales agrarias por las diversas

formas a través de las cuales se les extraía u n excedente

económico. A riesgo de s impl i f icar demasiado, podemos ha­

b l a r de l a presencia de dos grandes grupos de trabajadores

en estas haciendas. E l p r imero estaba const i tuido po r aquéllos

29 C C , 1914, septiembre 30.

so C C , 1914, octubre 9.

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252 MARGARITA MENEGUS Y JUAN FELIPE LEAL

cuya retribución p r i m o r d i a l era en monetar io (aunque a l ­

gunos de ellos perc ib ie ran pagos complementarios en espe­

cie) cual era e l caso del grueso de los dependientes, los tla­

chiqueros y los semaneros. E l segundo estaba formado por

aquellos otros cuya retribución se l levaba a cabo funda­

mentalmente en especie —por ellos mismos producida— aun­

que obtuvieran también u n a compensación en monetar io ,

cua l era el caso de los peones acasillados.

N o obstante l a g ran impor t anc ia que esta distinción tiene

para el análisis económico, resulta poco relevante para e l

análisis social de l caso que nos ocupa ya que ambos grupos

de trabajadores p lantearon, en esencia, e l mi smo t ipo de

demandas. Cier tamente , tanto los trabajadores que eran ex­

plotados por vía sa lar ia l cuanto aquellos otros a quienes se

extraía u n a ren ta en trabajo ub ica ron sus re ivindicaciones

en e l terreno modernizante de l a relación trabajo asalariado-

capi ta l . ¿Por qué se presentó esta coincidencia? ¿Por qué no

exigieron tierras n i los unos n i los otros? Creemos que esto

fue así por l a ausencia de nexos significativos entre los tra­

bajadores de estas haciendas y los pueblos campesinos de

tradición co lon ia l . Sea como fuere, podemos real izar u n ba­

lance de conjunto de l grado de satisfacción de las demandas

de los trabajadores de estas fincas con independencia de las

relaciones de trabajo tan diversas en que éstos pa r t i c ipa ron .

E n los años que t ranscurr ieron entre 1910 y 1915 los

trabajadores de M a z a q u i a h u a c y E l Rosar io real izaron —con

los altibajos ya señalados— u n a serie de re ivindicaciones:

aumentos de jornales, deb i l i t amiento del pago po r destajo,

for talecimiento de l pago por cuota d ia r ia , establecimiento

de jornales mínimos, condonación de las deudas. Éstas apun ­

taron hac ia l a declinación de l a retribución en especie —y

de l a sujeción personal de los trabajadores— así como hac ia

e l desarrol lo de relaciones salariales l ibres. S i n embargo,

estos logros fueron frágiles e inciertos en v i r t u d de l carácter

no autónomo de las pugnas de estos trabajadores.

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LAS HACIENDAS DE MAZAQUIAHUAC Y EL ROSARIO 253

Los hacendados y la Liga de Agricultores

E n enero de 1912 los hacendados de los L l a n o s de A p a n

y de T l a x c a l a se reúnen en l a población de A p i z a c o con el

f i n de organizarse para hacer frente a l a agitación social

que viene desarrollándose desde e l t r iunfo de l a rebelión

mader is ta . L o s doscientos propietarios que asisten a esta

asamblea resuelven const i tuir l a L i g a de Agr icul tores . V a l e

recordar en este punto que los hacendados de l a región

cuen t an con e l antecedente de haberse agrupado con anterio­

r i d a d , aunque con otro objeto. E n efecto, e l 16 de marzo

de 1909 habían fundado l a Compañía Expendedora de P u l ­

ques, S . C . L . , cuyo propósito consistía en regular l a produc­

c ión y l a distribución del pu lque , f i jando, a l a vez, u n precio

de m o n o p o l i o para e l m i s m o . 3 1 ,

E n l a j u n t a de Apizaco , a l a que concurren los admi­

nistradores de las haciendas de M a z a q u i a h u a c y E l Rosar io ,

se elige como presidente de l a asamblea a Ignacio Tor res

A d a l i d , q u i e n fuera miembro de l consejo de administración

de l a Compañía Expendedora y su mayor accionista.

C o n procedimientos análogos a los de l a Compañía E x ­

pendedora , aunque con otros fines, l a L i g a de Agr icul tores

se p ropone los siguientes objetivos: a) convenir entre los

socios u n a conducta uni forme frente a las reivindicaciones

de sus respectivos trabajadores, b) pa r t i c ipar en l a política

estatal y nac iona l para obtener cierta representación en los

órganos gubernamentales, y c) conseguir e l apoyo de las

fuerzas armadas locales para hacer frente a l a revolución

a rmada .

E n relación con su p r i m e r objet ivo, l a L i g a de A g r i c u l ­

tores acuerda, desde enero de 1912, aumentar los jornales

de los semaneros a sesenta centavos, s u p r i m i r las raciones de

maíz y condonar ios abonos de las cuentas de los peones

acas i l lados . 8 2 A l un i fo rmar los jornales y las demás formas

3 1 L E A L et al., 1978, passim.

32 C C , 1912, enero 29.

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254 MARGARITA MENEGUS Y JUAN FELIPE LEAL

de retribución en toda l a región, l a L i g a de Agr icu l to res

e l i m i n a l a competencia por l a m a n o de obra entre los pro­

pios hacendados. E n adelante, pierde sentido que los tra­

bajadores de u n a hacienda l a abandonen pa ra buscar me­

jores jornales en otra. A l a vez, l a L i g a podrá reduc i r l a

capacidad efectiva de presión de los trabajadores: de u n lado

se encuentran todos los propietarios, en común acuerdo res­

pecto de las condiciones de trabajo; de otro lado se ha l l an ,

aislados, los trabajadores de ta l o cua l f inca, pugnando por

modif icar las . Puede decirse, entonces, que l a L i g a de A g r i ­

cultores establece u n precio de m o n o p o l i o para l a fuerza

de trabajo en l a región.

E n relación con su segundo objetivo, l a L i g a de A g r i c u l ­

tores toma parte en las elecciones para diputados federales

y senadores, a las que se convoca en T l a x c a l a en 1912. L o s

resultados de estos comicios son ampl iamente favorables para

los candidatos de l a L i g a . E d u a r d o T a m a r i z , m i e m b r o de l

Par t ido Católico y de l a L i g a , obtiene l a diputación por e l

tercer dis t r i to de T l a x c a l a . Isaac Bar re ra y G a r z y n Ugar te ,

miembros de l Pa r t i do Ant i r ree lecc ionis ta pero apoyados por

l a L i g a , ob t ienen las diputaciones por e l p r imero y segundo

distritos respectivamente. L o s senadores electos son Clemente

Sanz, v ie jo hacendado de l a región y accionista de l a C o m ­

pañía Expendedo ra de Pulques , y L u i s Grajales, político

porf i r is ta ; ambos, candidatos de l a L i g a de Agr i cu l to r e s . 3 3

L a presencia de liputados y senadores miembros de l a L i g a

de Agr icu l to res en e l Congreso de l a Unión da u n a idea

m u y c lara de l a fuerza que los hacendados t ienen durante

el gobie rno maderista.

D e o t r a parte, l a integración de l a legislatura de T l a x ­

cala resul ta igualmente favorable a l a L i g a de Agr icul tores .

E l P a r t i d o Ant i r ree lecc ionis ta exper imenta u n debi l i tamien­

to progresivo y pierde u n a posición tras otra. Las fricciones

3 8 CUELLAR ABAROA, 1964, n, p. 32. A l parecer, Clemente Sanz

era pariente de Josefa Sanz viuda de Solórzano a través de la familia

de Patricio Sanz, dueña de las mismas fincas en el siglo pasado.

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LAS HACIENDAS DE MAZAQUIAHUAC Y EL ROSARIO 255

entre l a legislatura estatal y e l gobernador maderista se v u e l v e n cada vez más frecuentes e intolerables. E l confl icto entre ambos poderes hace crisis en enero de 1913, cuando e l congreso de l estado exige l a r enunc ia a l gobernador A n ­t o n i o H i d a l g o . Éste se niega in ic ia lmente a d i m i t i r , pero ante l a fuerza de las cosas presenta su r enunc ia e l 19 de ese m i s m o mes. 3 4 Entonces e l congreso de T l a x c a l a , a l servicio de los intereses de l a L i g a de Agr icul tores , n o m b r a a Agustín Sánchez como gobernador in te r ino . E l l o provoca u n a pro­testa generalizada que e l Pa r t i do Ant i r ree lecc ionis ta todavía l o g r a encabezar y d i r i g i r . E l 4 de febrero de 1913 Agustín Sánchez se ve obl igado a renunc ia r también.

L a ines tabi l idad social y política que v ive T l a x c a l a en estos días es par t icularmente aguda. D o m i n g o Arenas jefa­t u r a u n poderoso m o v i m i e n t o agrario que tiene su epicentro e n los valles de Nat iv i tas . L o s obreros textiles de l estado p a r t i c i p a n en u n pro longado conf l ic to l abora l que abarca a otras entidades, como México , P u e b l a y e l Dis t r i to Fe­de ra l . L a L i g a de Agr icu l to res y e l Pa r t ido Ant i r reeleccio­n i s t a se d i sputan los poderes locales. Es en este marco que t iene lugar e l golpe m i l i t a r de febrero de 1913 que l leva a l poder a l general V i c t o r i a n o H u e r t a . C o n l a muerte de M a d e r o y l a instauración de u n régimen de excepción cesa l a l u c h a entre l a L i g a de Agr icu l to res y e l Pa r t ido A n t i -reeleccionista en T l a x c a l a . L a d ic tadura designa como go­bernador de l a en t idad a Agustín M a l d o n a d o , q u i e n se en­carga de dar satisfacción a las exigencias de los hacendados y de r e p r i m i r cua lqu ie r i n c o n f o r m i d a d popu la r .

E n relación con su tercer objet ivo, e l de combat i r e l m o v i m i e n t o a rmado en T l a x c a l a , l a L i g a de Agr icu l tores pone en marcha u n a serie de acciones desde p r inc ip ios de 1912. Dos son las vías que pa ra ta l efecto ensaya: a) bus­car e l apoyo de los destacamentos armados públicos, a través d e l gobernador de l estado, y b) comprar armas y munic iones y organizar sus propios cuerpos armados.

34 CASASOLA, 1973, II, p. 489.

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256 M A R G A R I T A M E N E G U S Y J U A N F E L I P E L E A L

Así, en febrero de 1912 l a L i g a de Agr icu l to res sol ic i ta

a l gobernador A n t o n i o H i d a l g o que gestione el traslado de l

p r i m e r cuerpo r u r a l de l a federación, estacionado en A p a n ,

H i d a l g o , a l a c iudad de T l a x c a l a con e l objeto de que esta

fuerza proteja las haciendas de l a región de los asaltos que

están sufriendo po r parte de distintos grupos armados. Pos­

ter iormente, ante el gobernador huert is ta M a n u e l Cue l l a r ,

l a L i g a manifiesta en numerosas ocasiones su inconfo rmidad

ante e l bandoler ismo, "que amenaza acabar con l a r iqueza

y l a p rop iedad pr ivada" . E n su informe de l p r imero de octu­

b re de 1913 e l gobernador se siente obl igado a dar expl ica­

ciones: ,

E l gobierno procura por todos los medios que están a su

alcance la persecución de esas hordas, y es ayudado activamente

por los cuerpos formados por el señor coronel Próspero Cahuantzi

y por los destacamentos del primero de exploradores del ejército,

al mando del señor general brigadier O . Cruz Guerrero, que

existen en esta ciudad [Tlaxcala] y en A p i z a c o . . . E n las actua­

les circunstancias, el punto de mira del gobierno [es] aumentar las

fuerzas para poder combatir el bandolerismo.3 5

E n mayo de 1913 V i c t o r i a n o H u e r t a convoca a l C o n ­

greso N a c i o n a l de A g r i c u l t u r a con e l propósito de recoger

los reclamos y las proposiciones de los hacendados sobre e l

estado en que se encuentra l a agr icu l tu ra de l país. E n esta

reunión los grandes propietar ios so l ic i tan a H u e r t a que se

les p e r m i t a tener cuerpos armados en sus fincas. Éste acuer­

da , p o r med io de l a Secretaría de Gobernación, que "todo

agr icu l to r o indus t r i a l que qu ie ra tener u n número de hom­

bres armados pa ra l a defensa de sus propiedades se dirigirá

a l a Secretaría de Gobernación, so l ic i tando las armas nece­

sarias y comprometiéndose a mantener e l número de hom­

bres que hayan de servirse de e l l a s" . 3 6

8 5 Informe del gobernador Manuel Cuellar (19 oct. 1913), en C U E ­LLAR ABAROA, 1964, n, pp. 151-152.

8 6 Acuerdo de la Secretaría de Estado y Despacho de Gobernación ( 8 jun. 1913), en CUELLAR ABAROA, 1964, II, p. 146.

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LAS HACIENDAS D E M A Z A Q U I A H U A C Y E L ROSARIO 257

Siguiendo las disposiciones de l ejecutivo federal, e l go­

bernador de T l a x c a l a ordena a sus prefectos políticos que

se aseguren de que cada hac ienda tenga, por l o menos, u n a

provisión de c inco carabinas. 3 7 A l a vez, exige que cada f inca

sufrague los gastos de su p r o p i a defensa. Simultáneamente,

da los primeros pasos para l a formación de cuerpos de defen­

sa r u r a l del estado con base en e l reclutamiento de peones

de las haciendas. Según esto, cada fundo debe p roporc ionar

u n peón, cuyos haberes deben ser cubiertos po r los propie­

ta r ios . 3 8

D e esta forma, los hacendados integrantes de l a L i g a de

Agr icu l tores logran , a l a vez, e l respaldo de las fuerzas arma­

das públicas y el derecho a formar sus guardias part iculares

pa ra l a defensa de sus propiedades.

E N SUMA , l a acción organizada de los hacendados de l a re­

gión en l a L i g a de Agr icu l to res les permitió, en e l curso escaso

de u n año, contener y sofocar las diversas manifestaciones

de l a revolución: frenaron las reivindicaciones y las hue l ­

gas de los trabajadores, impus i e ron condiciones monopólicas

a l a fijación de los salarios y demás condiciones de trabajo,

re tuv ie ron a l m a n o de obra que necesitaban dentro de sus

fincas, recobraron u n a in f luenc ia política decisiva en los

órganos del gobierno estatal y federal, provocaron l a caída

d e l gobernador maderis ta antes de l golpe de febrero de 1913,

ob tuv ie ron e l respaldo total de las fuerzas armadas públicas

e n l a defensa de sus propiedades y, p o r último, pero no p o r

e l l o menos impor tan te , se conv i r t i e ron en u n grupo fuerte­

mente armado con gran independenc ia de l poder públ ico.

Los movimientos zapatista y arenista en la zona

Son m u y pocas las agresiones que las haciendas de M a ­

zaquiahuac y E l R o s a r i o padecen entre 1910 y 1914 a manos

37 C C , 1913, octubre 9.

38 C C , 1913, abril 15.

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258 MARGARITA MENEGUS Y JUAN FELIPE LEAL

d e los grupos revolucionar ios armados. D e toda suerte, am­

bas fincas pa r t i c ipan en e l proceso de armamiento auspi­

c i ado po r l a L i g a de Agr icu l to res . Pero cuando el año de 1914

está por terminar, y especialmente a l o largo de 1915, l a

l u c h a a rmada se recrudece en forma notable y ob l iga a l apo­

derado de l a dueña a entrar en tratos con las distintas

facciones revolucionarias . A éstas vende u obsequia granos,

muías, caballos y otros suministros con el objeto de evitar

l a ocupación y e l saqueo de las propiedades. Cabe recordar

que , hasta este momento , los trabajadores de ambos fundos

n o se ident i f ican n i co laboran con el zapatismo o e l are-

n ismo, cuyas banderas agrarias les parecen ajenas. Más b i en

s impa t izan con las re ivindicaciones laborales que el ma-

der ismo enarbola desde e l gobierno de l estado.

Así y todo, desde 1912 algunas partidas zapatistas se esta­

blecen —intermitentemente— en los montes que comprenden

las haciendas de M a z a q u i a h u a c y E l Rosar io en su porción

o r i en ta l . E n mayo de este mismo año E l Rosar io es asaltada

p o r vez p r imera . S i n embargo, los asaltos que se suceden

entre 1912 y 1913 son m u y esporádicos ya que los arenistas,

un idos a los zapatistas, concentran sus operaciones en e l sur

de T l a x c a l a .

E n agosto de 1913 e l apoderado A n t o n i o Castro se en­

carga de realizar u n a serie de gestiones en l a Secretaría de

G u e r r a y M a r i n a para que ésta destaque a u n cuerpo armado

que expulse a los zapatistas de los montes de las haciendas.

Sus empeños resultan infructuosos, y en e l mes de septiem­

bre comenta a su tía:

. . . el gobierno hace esfuerzos inauditos para sofocar la revo­lución, logrando irla dominando poco a poco a costa de mucha sangre y muchos perjuicios, como en Morelos, donde ya casi extirpó el zapatismo. E n cambio, infinidad de partidas dispersas de estos malhechores han invadido otros estados como el de Tlax­cala, habiendo hecho su madriguera una partida en el monte de E l Rosario que tiene en alarma a las [haciendas] del rumbo. Esta partida aún no sale de ahí y ha asaltado Rinconada y otros

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LAS HACIENDAS DE MAZAQUIAHUAC Y E L ROSARIO 259

ranchitos circunvecinos, no habiendo caído en E l Rosario porque

Dios es grande y los ampara a ustedes.

Por más luchas que hemos hecho aquí en Tlaxcala, y aun

en Puebla, no hemos conseguido que dejen permanente una

fuerza en E l Rosario que dé seguridades y los administradores

están desconcertados y amedrentados queriendo huir, especial­

mente don Alejandro, que está sumamente expuesto, y a quien

han mandado amenazar por ser gachupín.39

A n t e l a i m p o s i b i l i d a d de obtener u n a fuerza que per­

manezca en las haciendas, A n t o n i o Castro dispone que se

compren armas y se d i s t r ibuyan entre los empleados y mozos

de confianza. Además, considera conveniente que e l admi ­

nis t rador de E l Rosa r io due rma en Mazaqu iahuac , y a que

esta última se h a l l a fort if icada con torreones y b i e n amura l l a ­

da, l o que permi te real izar u n a mejor defensa.

D e octubre de 1913 a enero de 1914 cesan las in t ran­

qui l idades en los alrededores de estas haciendas, pues los

zapatistas abandonan los montes y se re t i ran hac ia M o r e l o s

p o r el frío que hace . 4 0 N o obstante, en enero de 1914 vue l ­

ven las partidas zapatistas y arenistas y asaltan E l Rosa r io

en ese mismo mes. D e acuerdo con l a versión de l adminis­

trador, qu in ien tos zapatistas se posesionan de l a hacienda,

secuestran a su sobr ino y a otras personas, y se l l evan todas

las existencias en granos, caballos, armas y d i n e r o . 4 1 L o s za­

patistas exigen diez m i l pesos po r l a v i d a de los secuestrados.

E l apoderado de l a p rop ie ta r i a de l a f inca se rehusa a pro­

porc ionar d i c h a cant idad, y son los familiares de los secues­

trados quienes reúnen l a suma demandada . 4 2 Después de

este suceso A n t o n i o Cast ro se d i r ige a l general R incón G a ­

l la rdo , responsable de los cuerpos rurales, pa ra que se le

facili te u n pequeño destacamento de rura les . 4 3

3 9 C C , 1913, septiembre 8. 40 C C , 1913, octubre 6. 41 C C , 1914, enero 19. 42 C C , 1914, enero 19.

43 C C , 1914, enero 23.

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2 6 0 MARGARITA MENEGUS Y JUAN FELIPE LEAL

E n mayo de 1914 los zapatistas vuelven a caer sobre E l Rosa r io . Se trata de quin ientos hombres que v a n huyendo de las fuerzas del gobierno tras de haber quemado u n t ren de carga en l a estación de Soltepec. E n esta ocasión se l l e v a n todos los caballos que encuentran, inc luyendo los de t i r o . 4 4

A n t e l a creciente amenaza que las partidas zapatistas y arenistas s ignif ican para las haciendas de l a zona, veinte pro­pietarios de l lugar deciden entrevistarse con el gobernador huert is ta M a n u e l Cue l l a r . L e sol ic i tan permiso para a rmar hasta doscientos hombres, con e l compromiso de que entre todos aportarán l a can t idad de c ien pesos diarios para su manten imiento . L a proposición es aceptada de inmedia to . P o r su parte, e l apoderado se asegura l icencia para formar una fuerza de ochenta hombres armados para v ig i l a r M a z a ­qu iahuac y de cuarenta para E l R o s a r i o . 4 5 A pesar de estas medidas precautorias E l Rosa r io es nuevamente asaltada p o r u n a pa r t ida de zapatistas en agosto de 1914. Esta vez cargan con los caballos de l adminis t rador y de l mayordomo, así como con ochocientos pesos que encuentran en l a ca ja . 4 6

Y a en este punto , escribe A n t o n i o Castro lo siguiente:

. . . la situación aquí es grave porque las facciones revolucio­narias se han declarado la guerra entre s í . . . Los zapatistas están tiroteándose en los alrededores... Por el rumbo de Tula se vienen aproximando rápidamente las huestes villistas, e infinidad de partidas sueltas se han desparramado por el rumbo de los Llanos haciendo atrocidades . . , 4 7

E n efecto, tras l a rendición y e l licénciamiento de l ejér­cito federal, en agosto de 1914, se pasa a l enfrentamiento entre zapatistas y carrancistas, así como a l a división de l const i tucional ismo. L a s fuerzas zapatistas y arenistas de T l a x ­cala toman l a capi ta l del estado y se p ronunc ian contra e l

* 4 C C , 1914, mayo 11. 4 5 C C , 1914, junio 8. 4 6 C C , 1914, agosto .10. 4 7 C C , 1914, noviembre 23.

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262 MARGARITA MENEGUS Y JUAN FELIPE LEAL

gobernador carrancista Máx imo R o j a s . 4 8 Así, a finales de 1914

las pr incipales facciones revolucionarias se encuentran clara­

mente escindidas y abiertamente enfrentadas. D e u n lado

están los carrancistas; de l otro, los zapatistas y vi l l is tas . E l

mapa 3 muestra las trayectorias que, en su desplazamiento,

siguen estas fuerzas en e l estado de T l a x c a l a .

Las comunicaciones entre e l m u n i c i p i o de T l a x c o y l a

c iudad de México se h a l l a n in te r rumpidas y los trenes i n ­

movil izados en los L l a n o s de A p a n . M a z a q u i a h u a c y E l R o ­

sario son indis t in tamente asaltadas p o r zapatistas y carran­

cistas. C o n todo, e l apoderado de l a dueña de estas haciendas

hace l a siguiente distinción:

E n Mazaquiahuac y Rosario han entrado [los carrancistas]

varias veces llevándose cuanto han podido. E n la casa de Maza­

quiahuac, que encontraron sola porque todos los empleados hu­

yeron, rompieron cómodas . . . , llevándose cobertores y cuanta

ropa encontraron y sabe Dios cuánto m á s . . .

. . . los zapatistas y villistas nos han dado más garantías que

los funestos carrancistas que han andado arrasando últimamente

el rumbo de los Llanos, de donde los hicieron huir los zapa­

tistas.49

Para aminora r los perjuicios que causan estos ataques y

asaltos a sus propiedades, A n t o n i o Castro op ta por suminis­

trar pacíficamente granos y forrajes a los dist intos cuerpos

revolucionar ios . Así está consignado en los l ibros de conta­

b i l i d a d de las haciendas de M a z a q u i a h u a c y E l Rosa r io ,

como se aprecia en e l cuadro 1. D e esta manera, los diver­

sos grupos revoluc ionar ios se abastecen directamente de l a

producción de las haciendas: en ocasiones a través de l botín

obtenido en los asaltos que rea l izan a las mismas, a veces

4 8 Los tratados de Teoloyucan se firmaron el 13 de agosto de 1914 en el pueblo del estado de México que lleva ese nombre. Marcan el fin del régimen de Victoriano Huerta, la disolución del ejército federal y el triunfo del ejército constitucionalista.

4 3 C C , 1914, diciembre 8.

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LAS HACIENDAS DE MAZAQUIAHUAC Y EL ROSARIO 263

C u a d r o 1

C E B A D A P R O P O R C I O N A D A A D I S T I N T O S C U E R P O S A R M A D O S P O R L A S

H A C I E N D A S D E M A Z A Q U I A H U A C Y E L R O S A R I O — M A R Z O DE 1914

A A B R I L D E 1915

Fecha Cantidad o valor Grupo o lugar

25 de marzo de 1914 10.35 pesos C a b a l l a d a de B o ­n i l l a

29 de mayo de 1914 40 litros Fuerzas revolucio­narias

31 de ju l i o de 1914 1 ooo litros T l a x c o 23 de octubre de 1914 60 litros Zapatistas-Tlaxco 27 de noviembre de 1914 27.50 hectolitros Carrancistas 25 de marzo de 1915 76.50 pesos Caba l l ada de B o ­

n i l l a 15 de ab r i l de 1915 25.60 ki los Comandanc ia M i ­

l i tar de T l a x c a l a 22 de ab r i l de 1915 333 hectolitros Comandanc i a M i ­

l i tar de T l a x c a l a 28 de abr i l de 1915 •• 924 pesos T r o p a de l gobier­

no

F U E N T E : L ibros de contabilidad y libros mayores (1914-1915) , en VIA/AHMR.

—como en los casos aquí indicados—, por medio de u n acuer­d o entre comercia l y coercit ivo con los propietarios. A l f i n y a l cabo, los vales firmados por los jefes de los grupos armados t ienen u n valor apenas simbólico.

Impacto de los movimientos sociales sobre la economía de ambas haciendas

C o m o hemos visto, los sucesos revolucionar ios golpearon c o n mayor dureza a E l Rosa r io que a Mazaqu iahuac . C o n todo, si tomamos en cuenta que ambas fincas constituían u n solo complejo económico, podemos af i rmar que éste ape­nas se v io afectado entre noviembre de 1910 y j u n i o de 1914 p o r los movimien tos sociales que se registraron en l a región.

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264 MARGARITA MENEGUS Y JUAN FELIPE LEAL

Ciertamente, en conjunto, su producción agrícola, pecuar ia

y pu lque ra se mantuvo estable en e l in te rva lo señalado.

Pa ra lograr ta l resultado, l a administración de este com­

plejo económico se v i o obl igada a l levar a cabo u n a serie

de cambios y ajustes en su estrategia p roduc t iva : l a pro-

dución agrícola se disminuyó en E l Rosar io , pero se aumentó

en Mazaqu i ahuac ; l a cría de ganado se redujo en M a z a ­

quiahuac , pero se incrementó en E l Rosa r io ; l a explotación

pu lque ra casi se abandonó en E l Rosar io , pero se intensi­

ficó en Mazaqu iahuac . T o d o e l lo en proporciones tales que

suponen l a búsqueda de volúmenes constantes de producción.

E n efecto, E l Rosar io , tan expuesta a los ataques de las

diversas partidas armadas, se aprovechó básicamente de l a

cría de ganado, que en caso de ser necesario podía trasla­

darse temporal o permanentemente a Mazaqu iahuac . Esta

última, mejor guarnecida, disminuyó sus actividades pecua­

rias y se concentró en las labores agrícolas y pulqueras, com­

pensando, con creces, lo que E l Rosa r io dejaba de p roduc i r .

Ta l e s cambios en l a explotación de estos fundos pud i e ron

realizarse s in mayores dificultades por e l tamaño de los sec­

tores de explotación indi rec ta y de reserva con que contaba

cada u n o de ellos.

M u y dis t in ta fue l a situación que v i v i e r o n estas hacien­

das desde el segundo semestre de 1914. Y a en d ic iembre de

ese año e l impacto de los movimientos sociales sobre l a eco­

nomía de ambos fundos fue decisivamente per turbador : los

asaltos, l a destrucción y el uso m i l i t a r de los ferrocarriles

b l o q u e a r o n l a comercialización de los productos del campo

y crearon u n a p rofunda crisis de realización.

P a r a hacerse u n a idea de l a gravedad de l caso, basta

recordar que se trataba de fincas especializadas en l a explo­

tación de l pu lque , producto perecedero que debe elaborarse,

embarcarse y consumirse en e l término de unos cuantos

días pues de lo contrar io se descompone y pierde todo su

valor . También conviene tener presente que ambas hacien­

das estaban incorporadas en el m o n o p o l i o representado por

l a Compañía Expendedora de Pulques , cuyas redes de co-

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LAS HACIENDAS DE MAZAQUIAHUAC Y EL ROSARIO 265

mercialización se v ie ron súbita y violentamente desarticu­

ladas, poniendo a l a ot rora próspera empresa a l borde de l a

qu i eb ra . Las dificultades para l a realización de los demás

productos de estas fincas, aunque agudas, no tuvieron l a gra­

vedad de l a de su p r i n c i p a l r u b r o de explotación.

A pesar de estas circunstancias, de suyo desfavorables, l a

administración de l complejo económico Mazaqu iahuac -E l R o ­

sario ideó algunas fórmulas para defender sus intereses. U n a

de ellas consistió en destilar parte de l a producción pulquera ,

s igu iendo u n a vieja costumbre de l a región que había caído

en desuso durante e l auge por f i r i ano : l a elaboración de mez­

ca l . O t ra , en destinar u n a proporción creciente de su pro­

ducción de p u l q u e a mercados inmediatos, accesibles con

carros y muías. P o r lo que hace a l a realización de los demás

Cuadro 2

V O L U M E N DE LAS SIEMBRAS Y COSECHAS DE MAÍZ Y CEBADA

E N LA HACIENDA DE MAZAQUIAHUAC E N 1 9 1 0 Y 1914 (LITROS)

Siembra Cosecha

Cultivo 1910 1914 1910 1914

Maíz 2 5 2 8 — 68 764 139 665 Cebada 25 4 0 0 — 4 9 8 358 1 108 9 0 0

F U E N T E : Libros mayores de la hacienda de Mazaquiahuac (1910. 1914) , en UlA/AHMR.

productos, se buscó que los compradores se h ic ie ran respon­

sables de su transportación: las haciendas se compromet ieron

a entregar l a mercancía en l a estación más próxima del ferro­

c a r r i l , corr iendo por cuenta de l comprador e l pago del flete

y los riesgos de l transporte de l producto hasta su destino.

Veamos ahora algunas cifras. L o s cuadros 2 y 3 consignan

e l v o l u m e n de las siembras y las cosechas de los pr incipales

cul t ivos agrícolas de las haciendas de Mazaqu i ahuac y E l R o ­

sario en distintos años. Se trata de l maíz, que en parte se

vendía y en parte se rac ionaba a los trabajadores perma-

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266 MARGARITA MENEGUS Y JUAN FELIPE LEAL

nentes, y de l a cebada, que en parte se vendía y en parte

se autoconsumía como forraje. E l cuadro 2 muestra que l a

producción de ambos cult ivos se duplicó en Mazaqu iahuac

entre 1910 y 1914. P o r su parte, e l cuadro 3 ind i ca que l a

producción de ambos cultivos cayó en casi u n noventa por

ciento en E l Rosar io entre 1907 y 1914. S i n embargo, l a

producción conjunta de las dos fincas tendió a mantenerse

constante a lo largo de estos años.

E l maíz y l a cebada de M a z a q u i a h u a c y E l Rosar io se

vendían, pr inc ipa lmente , en las ciudades de México, Pueb la

C u a d r o 3

V O L U M E N D E L A S S I E M B R A S Y C O S E C H A S D E M A Í Z Y C E B A D A E N L A

H A C I E N D A D E E L R O S A R I O E N 1907 Y 1914 ( L I T R O S )

Siemb ra Cosecha Cultivo 1907 1914 1907 1914

Maíz 2 240 820 146707 21 000

C e b a d a 29 700 — 370 947 38 100

F U E N T E : Libros mayores de la hacienda de E l Rosario (1907, 1914), en UIA/AHMR.

y Veracruz . Estos mercados no fueron alterados sustancial-

mente entre noviembre de 1910 y j u n i o de 1914. C o n todo,

ya a l f ina l izar este último año se real izaron ventas ocasio­

nales en T o l u c a y A p a n , lo que se exp l i ca por l a convenien­

c ia de apresurar las ventas ante l a amenaza que represen­

taban los movimientos armados en lá región.

P o r l o que respecta a los precios de estos productos, am­

bos f luc tuaron considerablemente y tendieron a l alza en e l

in te rva lo señalado, fenómeno que se volvió más marcado en

e l año de 1914 cuando, po r e jemplo, e l precio de l a cebada

aumentó de cuarenta a setenta pesos p o r tonelada. Así, l a

producción conjunta de maíz y cebada en las haciendas de

M a z a q u i a h u a c y E l Rosa r io se man tuvo constante en el curso

de estos años, mientras que sus precios aumentaron, lo que

las hacía más redituables.

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LAS HACIENDAS DE MAZAQUIAHUAC Y EL ROSARIO 267

L o s cuadros 4 y 5 registran las existencias de ganado en

ambas fincas en distintos años. Desde el i n i c i o de l a i n ­

surrección maderis ta Josefa Sanz v i u d a de Solórzano decidió

deshacerse de su ganado lanar y vacuno, por ser éste presa

fácil de los grupos armados. E n consecuencia, entre 1911

y 1914 vendió casi l a m i t a d de las existencias de M a z a q u i a ­

h u a c , c o n s e r v a n d o básicamente e l ganado de t i ro y faenero,

como se observa en el cuadro 4. Este aserto pareciera ser

con t rad icho por el cuadro 5, en e l que se ve cómo las exis­

tencias ganaderas de E l R o s a r i o casi se d u p l i c a r o n entre 1907

Cuadro 4

* EXISTENCIAS DE GANADO EN LA HACIENDA DE MAZAQUIAHUAC

AL FINALIZAR LOS AÑOS DE 1911 Y 1914

Tipo de ganado 1911

Número de cabezas 1914

Lanar 2 612 1468 Vacuno 365 272 Caballar 73 130

Asnal 28 26 Mula r . , . 30 • : ' / . 37

Total ' " • 3 108 f ' \ 1 9 3 3

FUENTE : Labros mayores de la hacienda de Mazaquiahuac (1911 . 1914), en UIA/AHMR. . , . _

Y 3914. Está paradoja se exp l i ca porque a E l Rosa r io se

env i aban los ganados de E l M o r a l , otra hacienda .que la

mi sma f ami l i a poseía en el d is t r i to de Cha lco , México,, en

virtud de 1 l a ocupación que las fuerzas zapatistas- h i c i e r o n

íe f esta zona: D e todas formas, l a v i u d a de Soíórzano man-

huvo su propósito de vender l a mayor parte de sus ganados.

Así; en d ic iembre de 1914 su apoderado expresaba l o si­

guiente:

Los precios no son tan malos y resolvimos vender por evitar

más peligros y porque, como todas las fincas de por allá [Chalco]

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268 MARGARITA MENEGUS Y J U A N F E L I P E L E A L

Cuadro 5

E X I S T E N C I A S D E GANADO E N L A H A C I E N D A DE E L ROSARIO : A L FINALIZAR LOS ANOS D E 1907 Y 1914

Tipo de Número de cabezas ganado 1907 1914

Lanar 4 021 6449 Vacuno 530 620̂ Caballar 138 112 Cabrío — 847 Asnal 68 70 Mular 58 116

Total 4 815 8214

F U E N T E : Libros mayores de la h a c i e n d a d e E l Rosario (1907, 1 9 1 4 ) , en VIA/AHMR.

han vendido ya sus g a n a d o s , v a a l l e g a r e l momento que. go­

bierno o bandidos tomen p o r f u e r z a l o q u e quede. 5 0

E l ganado lanar y vacuno de Mazaqu iahuac y E l R o s a r i o

solía venderse a distintos compradores e n las propias hacien­

das. L a t rasqui la de l ganado lanar se vendía en los mercados

de P u e b l a y Santa A n a C h i a u t e m p a n , centros t rad ic iona l -

mente dedicados a l h i l a d o y a l tej ido de l a l a n a y e l a l ­

godón .

L o s precios de estos productos osc i la ron también bastante

entre 1910 y 1914, y mos t raban u n a tendencia a l a lza c o n

respecto de años anteriores. Y a en a b r i l de 1914 e l prec io

de u n a cabeza de ganado lanar era de c inco pesos, como se

lee en e l cuadro 8. D e septiembre a octubre de este m i s m o

año e l precio de u n k i l o de l a n a flucituó entre los 11.5 y los

14 pesos, como se aprecia en el m i smo cuadro.

A u n q u e las existencias conjuntas ele ganados de ambas

haciendas aumentaron entre, 197.0 y 1914, el lo obedeció a

5 0 G C , 1914, diciembre' 14.

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LAS HACIENDAS D E M A Z A Q U I A H U A C Y E L ROSARIO 269

las transferencias que se h i c i e ron desde l a f inca de E l M o r a l

y n o a l a decisión de incrementar su producción y aprove­

chamien to . A n t e s a l contrar io , tanto po r razones estructura­

les —proceso de especialización de M a z a q u i a h u a c y E l R o ­

sar io e n l a explotación pulquera— cuanto p o r causas co-

yuntura les —incer t idumbre provocada por los movimientos

armados— las actividades pecuarias de ambas haciendas ten­

d i e r o n a reducirse.

L o s cuadros 6 y 7 d a n cuenta de las ventas de p u l q u e

que las haciendas de M a z a q u i a h u a c y E l R o s a r i o h i c i e ron

a l a Compañía E x p e n d e d o r a en distintos años. E n ellos se

Cuadro 6

V E N T A S D E P U L Q U E D E L A H A C I E N D A DE M A Z A Q U I A H U A C A L A

C O M P A Ñ Í A E X P E N D E D O R A D E P U L Q U E S , S . C . L . (1911-1914)

Año Cantidad en cubosa

1911 7 6 562 b

1912 73 967

1913 81 7 2 0

1914 12 9 3 3 c

N O T A S : a Se trata de cubos de 25 lit res cada uno. b Esta cifra es una estimación. Tenemos el dato de las ventas de pul­

que a la Compañía Expendedora de julio a diciembre: 38 281 cu­bos. _ Y a que se t r a t a de un año regular, hemos duplicado esta cantidad para obtener l a estimación anual.

c Desconocemos las .ventas de enero a julio. También sabemos que en diciembre no se, produjo is vendió nada de pulque. E l dato que aquí consignamos se refiere a los meses de agosto, septiem­bre, octubre y noviembre.

F U E N T E : Libros mayores de la haci.enda de Mazaquiahuac ( 1 9 1 1 - 1 9 1 4 ) ; libros de contar i l idad, er? \ IA/AHMR.

ve que éstas fueron bastante estables y constantes entre 1910

y 1913, pe ro también se aprecia que cayeron bruscamente

e n 1914, fecha que marca e l inicio de u n a franca crisis de

realización de l p roduc to debida esencialmente a l a in ter rup­

c ión de l t ransporte ferroviario y que habría de profundi ­

zarse en los años de 1915 y 1916.

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270 MARGARITA MENEGUS Y JUAN FELIPE LEAL

Cuadro 7

V E N T A S DE P U L Q U E D E L A H A C I E N D A D E E L R O S A R I O A LA

C O M P A Ñ Í A E X P E N D E D O R A D E P U L Q U E S , S . C . L . (1910-1914)

' " 'Año ; * . Cantidad en cubosQ

1910 ' . 56-9Í9 5 - : 1911 53 530 f 1912 \ 32r705b . i

'* ? 19Í3 . —'.. 1914 ";6 Í05c

NOTAS : a Se trata de cubos de 25 litros cada uno. b L a cifra es para el período enero-septiembre. Fa l tan las cantida­

des correspondientes a octubre, noviembre y diciembre. T o d o . i n ­dica que las ventas dé 1912 fueron similares a las de los dos4 años anteriores. *

c Esta cantidad corresponde a los meses de octubre y noviembre. Carecemos de datos para los demás meses de este año. D e cual­quier manera, la producción y las ventas en 1914 fueron ligera­mente inferiores a las de años anteriores.

F U E N T E : Libros mayores de l a hacienda de E l Rosario (1910-1914); libros de contabilidad, en U I A / A H M R . \ ; , •

E n estos años críticos, y vista la incapacidad de la Com­

pañía Expendedora para mantenerse como compradora y

vendedora de casi la totalidad del pulque producido en los

Llanos de Apan y sus alrededores, la mayor parte del pulque

elaborado en las haciendas de Mazaquiahuac y E l ¿osario

se remitió a las compañías realizadoras de Puebla y Driza­

ba. A manera de hipótesis, creemos que ello puede expli­

carse por el hecho de que las interrupciones del tráfico

ferroviario fueron más frecuentes y prolongadas en la peri­

feria de la ciudad de México que en los tramos de Apizaco

a Puebla y Orizaba, lo que permitiría que parte de los

envíos que anteriormente se hacían a la capital se destinaran

en adelante a estas dos ciudades.

Sea como fuere, la evidencia con que contamos nos per­

mite hacer tres consideraciones al respecto. E n primer lujgar,

la revolución armada provocó una desarticulación del mér-

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L A S H A C I E N D A S D E M A Z A Q U I A H U A C Y E L R O S A R I O 273

cado pu lque ro de l a zona metropol i tana , que suscitó, a su

vez, l a qu iebra ele l a Compañía Expendedo ra de Pulques ,

E l desmembramiento de esta red comercia l suprarregional

condu jo , a par t i r de 1914, a l r e t o m o a los mercados re­

gionales y locales del producto Así, las haciendas de M a z a ­

q u i a h u a c y E l Rosar io reemplazaron, en lo posible, el mer­

cado cap i ta l ino con el de las ciudades de P u e b l a y Or izaba ,

Además, colocaron en e l mercado local todo el pu lque que

podían transportar en carros y muías. E n segundo lugar, se

observa otro fenómeno impor tan te : l a vuel ta a la elabora­

c ión de mezcales a. pa r t i r de l agave pulquero , que t ienen

l a ventaja de poder conservarse y transportarse con faci­

l i d a d . E l p r i n c i p a l destino de l a producción mezcalera de

las haciendas que nos ocupan fue, s in embargo, el mercado

l o c a l . E n tercer lugar, aunque l a restricción de los merca»

dos y l a caída de l a producción de l p u l q u e afectó notor ia­

mente a l a economía de estas fincas, cabe recordar que

duran te los años de l a l u c h a a rmada el precio del producto

aumentó considerablemente, de manera que los Ingresos que

M a z a q u i a h u a c y E l Rosa r io pe rc ib ie ron por volúmenes de­

crecientes de pu lque eran todavía considerables.

E l cuadro 8 consigna las ventas de distintos producios

de las haciendas de M a z a q u i a h u a c y E l Rosar io en el año

crítico de 1914. E n él se registra l a fecha de l a operación, l a

mercancía de que se trata, su cant idad, su precio un i t a r io

e n pesos, su comprador y su destino. C o m o el lector apre­

ciará, los datos que aquí se concentran sirven de apoyo a

varias de nuestras anteriores aseveraciones..

Sólo resta hacer mención de l conjunto de los giros em­

presariales de la señora Josefa Sanz v i u d a de Solórzano. Po­

seía las haciendas de Mazaqu iahuac , E l Rosa r io y E l M o r a l ,

n n número considerable de casillas de pulques en la ciudad

de México aportadas a la Compañia Expendedora de P u l ­

ques, una residencia en l a c a p i t a l (ubicada en Paseo de l a

Reforma 19), casas de productos en las calles de Lafragua,

Pànuco , E l R e l o j . Madereros, Puebla v otras acciones mi-

neras, valores bancarios e hipotecas.

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LAS HACIENDAS DE MAZAQUIAHUAC Y EL ROSARIO 275

En t re los bancos extranjeros con los que l a v i u d a de

Solórzano real izaba operaciones estaban The American Fo-

reign Banking Corporation, The Anglo-South-American Bank

( L o n d r e s ) , The National Bank of Scotland, La Banca Gui~

puzcoana (San Sebastián), The Bank of Montreal y e l

Kountze Brothers (Nueva Y o r k ) . D e éstos solicitó en ocasio­

nes capi ta l de préstamo, pero las más de las veces remitió

a los mismos sus propios fondos. E n cuanto a los bancos

nacionales, l a señora man tuvo excelentes relaciones con el

B a n c o de Londres y México y e l Banco N a c i o n a l de México .

E l cuadro 9 muestra el estado de l crédito h ipotecar io

q u e l a dueña de M a z a q u i a h u a c y E l Rosar io extendió a d i ­

versas personas en e l año de 1914. C o m o se observa, estos

préstamos f luctuaban entre 5 000 y 250 000 pesos, sumas bas­

tante considerables en l a época. También se advierte que los

beneficiados con estos préstamos fueron personas p rominen ­

tes, normalmente vinculadas c o n e l grupo científico: po r

ejemplo, los señores Francisco León de l a B a r r a y Pedro Las-

curáin, ambos ex-presidentes de l a república. P o r l o visto,

l a f ami l i a Sanz-Solórzano formaba parte integrante de u n a

burguesía bastante diversif icada y concentrada, hab i tuada a

las pautas monopolis tas l o mismo en l a agr icul tura que en

e l comercio, l a indus t r ia , l a banca y el agio.

SIGLAS Y R E F E R E N C I A S

UIA/AHMR Universidad Iberoamericana, México. Archivo de las Haciendas de Mazaquiahuac y El Rosario.

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