las fiestas y el fuego - uam

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LAS FIESTAS Y EL FUEGO SALVADOR PALOMAR Una hoguera de San Juan se levanta allí donde el espacio urbano lo permite (Salvador Palomar) Sin lugar a dudas , es imposible entender la fiesta en Catalunya sin la presencia del fuego . Ya sea en el crepitar de una hoguera o en el esta- llido de un artificio pirotécnico , el fue- go es un componente destacado de muchas fiestas populares, con fun- ciones camb iantes y bajo formas diversas. Hasta fina les de l s ig lo X IX , muchas fiestas eran impensables sin las luminarias -teas , antorchas colgadas en las paredes de las casas o clavadas en el suelo de las plazas, recipientes con combustible ardiendo sobre las mura llas- que , con su claridad, arrancaban horas a la noche y permitían la prolongación del baile más allá de la puesta del sol. De ahí que encender las teas fuera ya en sí mismo un acto festivo, que marcaba el inicio de las celebra- ciones. La hoguera era y es, en no pocas de las fiestas, el punto de reunión alrededor del cual se concentra la comunidad. Transmisión de saberes y creencias, creación de canciones y ejecución de danzas pueden tener lugar en esta reunión, según el lugar y la fiesta de que se trate. La luz de antorchas delimita el espacio festi- vo. Las chispas de las carretillas de los bailes de diablos abren paso a las procesiones y cortejos festivos. Las llamas amojonan el territorio. El fuego aparece dotado de un simbo- lismo de purificación , de renovación: destruye - transforma- lo viejo para dejar paso a una nueva etapa. Al fuego y sus restos -cen izas del fió de Navidad o de la hoguera de la noche de Sant Joan- se le han atri- buido virtudes mágicas y curativas. El fuego está presente en las anti- guas fiestas rurales , pero tamb ién en la fiesta urbana contemporánea . Los casos de las hogueras de Sant Joan y de los abundantes grupos de diables, en creciente multiplicación por toda la geografía catalana, son paradigmáticos. Y, aunque este artí- culo se centra , principalmente, en ejemplos del ámbito de la provincia de Barcelona, no cabe duda de que las costumbres y prácticas festivas 69

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LAS FIESTAS Y EL FUEGOSALVADORPALOMAR

Una hoguera de San Juan se levanta allí donde el espacio urbano lo permite(Salvador Palomar)

Sin lugar a dudas , es imposibleentender la fiesta en Catalunya sin lapresencia del fuego . Ya sea en elcrepitar de una hoguera o en el esta­llido de un artificio pirotécnico , el fue­go es un componente destacado demuchas fiestas populares, con fun­ciones camb iantes y bajo formasdiversas.

Hasta fina les de l s ig lo X IX ,muchas fiestas eran impensablessin las luminarias -teas, antorchascolgadas en las paredes de lascasas o clavadas en el suelo de lasplazas, recipientes con combustibleardiendo sobre las murallas- que ,con su claridad, arrancaban horas ala noche y permitían la prolongacióndel baile más allá de la puesta delsol. De ahí que encender las teasfuera ya en sí mismo un acto festivo,que marcaba el inicio de las celebra­ciones.

La hoguera era y es, en no pocasde las fiestas, el punto de reuniónalrededor del cual se concentra lacomunidad. Transmisión de saberesy creencias, creación de canciones yejecución de danzas pueden tenerlugar en esta reunión, según el lugary la fiesta de que se trate. La luz deantorchas delimita el espacio festi­vo. Las chispas de las carretillas delos bailes de diablos abren paso alas procesiones y cortejos festivos.Las llamas amojonan el territorio. Elfuego aparece dotado de un simbo­lismo de purificación , de renovación:destruye - transforma- lo viejo paradejar paso a una nueva etapa. Alfuego y sus restos -cenizas del fióde Navidad o de la hoguera de la

noche de Sant Joan- se le han atri­buido virtudes mágicas y curativas .

El fuego está presente en las anti­guas fiestas rurales , pero tambiénen la fiesta urbana contemporánea .Los casos de las hogueras de SantJoan y de los abundantes grupos de

diables, en creciente multiplicaciónpor toda la geografía catalana, sonparadigmáticos. Y, aunque este artí­culo se centra , principalmente, enejemplos del ámbito de la provinciade Barcelona, no cabe duda de quelas costumbres y prácticas festivas

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descritas son extrapolables al con­junto del ámbito geográfico catalán.

EL CALENDARIO DEL FUEGO

Aunque está lejos de nuestra pre­tensión inventariar en estas líneas elconjunto de manifestaciones festi­vas de fuego, una ojeada al calenda­rio permite constatar que menudeanen todas las estaciones.

En otoño, Tots Sants (Todos losSantos ) había sido una fiesta decarácter familiar en la cual el fuego ylas ofrendas de luz tenían una granimportancia. La celebración de lacastanyada , vinculada a la idea delretorno de los difuntos que conce­den su protección, reunía a la familiaalrededor del hogar, la fuente de luz,energía y calor que presidía la vidafamiliar. Una costumbre que aún seconserva , aunque bastante menosgeneralizada que en el pasado, esencender una vela en el comedor dela casa en recuerdo de los difuntosde la familia, o bien en la habitacióndonde dormía un difunto reciente.

Ta mbién en el ámb ito familiarencontramos tradiciones de fuegorelacionadas con la Navidad. El pun­to del calendario en que se celebraesta fiesta -al inicio del invierno, conbajas temperaturas y las noches máslargas del año-- la envuelven siem­pre, en nuestras latitudes, de frío yoscuridad que eran mucho más per­cibidos por nuestros antepasados.En este co ntexto , en Cata lunyaencontramos una costumbre festiva- hoy emblemática de nuestra tradi­ción-, que almenos en un principioestá vinculada con el fuego del hogar.Se trata del tronc de Nadal o tió.

Puede sorprender que esta anti­gua costumbre, relacionada conrituales de culto al fuego y que sur­gió en las largas veladas invernalesalrededor del hogar, pueda mante­ner hoy tanta vigencia. El tronco queen cada vivienda rural la familia colo­caba y custodiaba junto al fuego odentro de él ha ido cambiando yadaptándose a un nuevo entorno

físico y social. Lo encontraremos yaen pocos sitios bajo esta forma. Encambio, hace ya años que existeeste otro tió, animal fantástico quellega unos días antes de Navidad ala casa -del campo o de la ciudad- yque los niños alimentan para obte­ner regalos de él. Un tió desvincula­do del fuego del hogar, que no exis­tía en las casas de la ciudad; y, sinemba rgo , un lió no empobrecido,sino que ha ganado en rituales fami­liares. Convenientemente abrigadocon una manta que lo tape casi en sutotalidad, y golpeado al son de unacanción de la cual existen infinidadde variantes y versiones, el tió des­cargará los regalos que trae ocultospara todos. El repertorio léxico conque se designa esta acción -el tió«caga»- remite una vez más a cre­encias sobre el mundo vegetal,sobre la tierra y la fertilidad.

Sin embargo, la evo lución másconsiderable se ha producido en lasdos últimas décadas: de un lado, eltió sale del ámbito doméstico que sele hab ía reservado y entra en elcampo de la fiesta colectiva. Delotro, modifica su función inicial. Veá­moslo.

El tió,costumbre familiar, ha entra­do desde hace algunos años en lasescuelas y en el mundo asociativo.En estos últimos años se han creadoy difundido fiestas del tió en la calle,en las que cientos de niños puedenob te ne r su bo ls ita de rega lo siaguantan con paciencia la cola deniños que esperan su turno paraacceder al ingenio y darle su corres­pondiente bastonazo.

Esta evolución ha traído conse­cuencias positivas y negativas; laintroducción del tió en la escuela hapermitido dar a conocer esta cos­tumbre a sectores de la poblacióninfantil que no lo habían vivido encasa. Ello, junto a la práctica del tióen asociaciones de vecinos o enti­dades culturales, ha propiciado sudescubrimiento de esta costumbre.Por el contrario, este proceso hasupuesto la pérdida de la diversidadde contenidos de la tradición. Las

NARRIAcanciones que acompañan el actode ter cagar el tió han sufrido un cier­to proceso de homogeneización ,porque en la escuela no siempre seha tenido el cuidado de trabajar apartir de la variante de la zona; des­graciadamente , con demasiada fre­cuencia se han utilizado y se utilizanvers iones consagradas por loslibros, lo cual contribuye a uniformi­zar -y, en consecuencia , empobre­cer- el repertorio y a perder versio­nes fam iliares de la canción enbeneficio de las que se aprenden enla escuela.

Esta es una variante recogida enManresa:

Parenostre del tió,bona nit que Déu ens dó.Ara vénen testes,testes prec ioses;dones curiosesmenjarem gall dindi,menjarem torrons,coques de pinyons.Caga tió, caga torró,d'avellana i de pinyó,i si són deIs fins, millor.

Otra de las versiones utilizadas enlas comarcas de Barcelona es esta:

Parenostre del Tió,un bon any que Déu nos do;ara vénen testes, tes tes glorio­ses ...Dones curioses,renteu els plats,tregueu els tinells,que el Tió ja esta empipat.. .!

En la misma tónica, el uso de tionsde mercado, idénticos, supone unareducción de la variedad que históri­camente había caracterizado estacostumbre.

Además , en algunas de las fiestasasociativas o de calle, el acto de tercagar el tió acaba reduciéndose aveces a un mero reparto de obse­quios y se pie rde todo el rit ua lexcepto el bastonazo o el artific ioenca rgado de cargar la bo lsi tacorrespondiente.

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NARRIALos cambios no se lim itan a la

organización y a la forma, se extien­den también a la función . Histórica­mente, el fió había sido una costum­bre festiva destinada a los máspequeños de la casa. Sus obsequioseran golosinas , pequeños juguetes ,neules -dulces navideños hechosde pasta enrollada- o vino; en nin­gún caso regalos como los que traenlos Reyes Magos o, en otros luga­res, los personajes navideños vincu­lados al árbol. Pues bien, esto tam­bién ha cambiado . Ejemplos de elloson el uso del fió como alternativa delos Reyes Magos -según el argu­mento de que los niños disfrutan losjuguetes durante todas las vacacio­nes si los reciben el día de Navidaden vez del día de Reyes- o bien lapráctica del fió por parte de gruposde adultos , que lo consideran unatradición prop ia del país frente alárbol de Navidad. Ahora bien, ni unacosa ni otra tienen mucho que vercon la tradición histórica del perso­naje. Sin embargo, en unas fiestasnavideñas que se desarrollan en elmarco de una sociedad cada vezmenos relig iosa , el fió se adaptabastante bien al extendido simbolis­mo navideño de árboles nevados yvelas encendidas , de acebo y bolasde colores, en el cual las referenciasal Nacimiento son secundarias o, aveces, incluso inexistentes. Y, paramás argumentos , es «de casa».

En definitiva, si el fió ha sobrevivi­do y ha llegado a ser uno de los sím­bolos navideños en Catalunya, hasido a partir de una serie importantede transformaciones en su forma yfunciones. Camb ios que aseguransu vitalidad -en definit iva, cuandouna tradición permanece estáticaestá muerta- y que implican quizáuna pérdida de contenido patrimo­nial en beneficio de su difusión.

Por otro lado, dos poblaciones dela comarca del Berquedá (Baga ySant Joan de Cerdanyola) cuentancon un ritual que se relaciona tam­bién con la importancia del fuego eneste ciclo festivo. Se trata de la fies­ta de la Fia-faia. Semanas antes de

Navidad , la juventud y los niñosrecogen alrededor del pueb lo unahierba de tallo alto llamada faia, ladejan secar y, atándola con cuerdaso hierbas, preparan con ella unosmanojos. La noche antes de Navi­dad los encienden a modo de antor­chas , mientras se canta «Fia, faia,que nostro Senyor ha nescut a lapaia». Cuando, después de arderdurante un tiempo, estas antorchaso faies han reducido sus dimensio­nes, se colocan a modo de hoguerasque los jóvenes intentan saltar.

La ubicación de este ritual festivoen la Nochebuena constituye unhecho excepcional en estas comar­cas centrales catalanas . Hay quetener en cuenta que en la mayor par­te del Principado las celebracionesde la Nochebuena tienen muchamenos importancia que en el restode la Península.

INVIERNO

Una de las primeras celebracionesdel Año Nuevo es la noche deReyes, que, a pesar de su inclusiónen el ciclo navideño , participa de unconjunto de tradiciones del cicloinvernal relacionadas con el fuego.Con los niños como protagonistas,en muchas poblaciones el hecho deir a esperar a los Reyes constituíatradicionalmente una práctica festi­va que no terminaba con su llegada.Eran ceremonias en las que la luz-en forma de antorchas o manojosde hierba ardiendo , parecidas a laque acabamos de describir- y el rui­do -campanas, cencerros- teníangran importancia . Esta es una prácti­ca en recesión en el conj unto deCatalunya, aunque permanecen congran vital idad manifestaciones enlugares muy dispersos .

Sin embargo , el fuego de las fies­tas del ciclo invernal es básicamentela hoguera, y su momento álgidoacaece por San Anton io, el diecisie­te de enero. Las encontramos ennumerosas poblac iones de lascomarcas meridionales del Principa-

do, el País Valencia , las Baleares yla Franja aragonesa . Estas hogue­ras estan hechas , en muchos sitios,de leña cortada expresamente paraello, que los jóvenes preparan entreNavidad y mediados de enero. Lasbarracas -como se llaman en lospueblos del Ebro, el Maestrat o losPorts- se construyen alrededor deun árbol central , denominado maig-el parentesco con árbol que se

. plantaba en mayo en las plazas esevidente-, que ha sido despojado detodo su ramaje a excepción de lacopa superior . Con el árbol como ejecentral y otros troncos apoyados enél, se monta una estructura cónica opiramidal que se va rellenando conramas desde cierta altura hasta lacúspide . En algunos sitios la hogue­ra, mucho menos estructurada, sehace con un montón de leña y unmuñeco en su parte superior.

Las hogueras invernales constitu­yen un ritua l de renovación , parapropiciar el paso del invierno a la pri­mavera , y también de purificaciónporque queman el mal, representa­do por el demonio o por un muñeco.Al igual que sucede en mayo allídonde se planta, el árbol que centrala hoguera simboliza el árbol de lavida, el eje del mundo. Las hoguerasde San Anton io tienen también ,seguramen te, un sentido profilácticohacia los animales de trabajo o laspersonas : hacer pasar los animalesde tiro o el ganado entre fuegos esun antiguo rito de purificación y pro­tección presenten en numerosasculturas .

Muchas otras fiestas de inviernocuentan también con hogueras queejercen como punto de reun ión .Buenos ejemplos de ello son lashogueras en las ermitas, que con­centran a su alrededor las danzasde coplas cantadas por las mozas olas que acompañaban el ball decoques de la plaza : una forma debaile en que la subasta de estos dul­ces dirige el desarrollo de la fiestaporque adqu ir ir uno de el los daderecho a escoger pareja e iniciar elbaile, lo cual lo convierte en una f ór-

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NARRIA

La Tronada en su tramo final (Salvador Palomar)

mula de galanteo, hasta el punto deque, en el pasado , las autoridadeseclesiásticas lo prohib ieron envar ias ocas iones por considerarlouna forma encubierta de subasta dela novia. Estas danzas son abun­dantes en las comarcas del Priorat ydel Ebro.

Encontramos hogueras en SanPablo -15 de enero-, San Sebas­tián -20 de enero-, San Bias -3 defebrero- , Santa Águeda -5 defebrero- y en otras celebracionesdel ciclo invernal hasta que, al finaldel Carnaval , la quema del Carnes­toltes -el muñeco que en los últimossiglos ha personificado el espíritu deinversión del Carnaval- señale el findel período, purificando la comuni­dad de los pecados y excesoscometidos durante estos días. Elmismo sent ido de purificación tie­nen las hogueras valencianas deSan José y la quema de muñecos ojudas que coronan otras hoguerasinvernales. En camb io, cuando elfuego se presenta en la liturgia dePascua - la ceremonia de l fuegonuevo a la puerta de las iglesias,

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durante la Vigilia Pascual-, se insis­te en su significado de renovaciónde la vida.

LA PATUM

El Corpus, fiesta de primavera queen toda Cataluña se celebra conprocesiones , salida de gigantes ybestiario y profusión de elementosvegetales -alfombras de flores yhojas , hoy en día sustituidas en par­te por serr ín de colores-, se con­vierte en Berga -en la comarca delBerqueda- en una fiesta en que elfuego adquiere una notable impor­tancia.

La Patum es una de las fiestasmas conocidas y mas emblemáticasde Catalunya. El jueves y el domin­go de Corpus, Berga se llena demiles de visitantes. En la Patum par­ticipan diversos elementos tradicio­nales que después encontraremosen las fiestas mayores urbanas:gigantes , cabezudos , danzas , águi­las o guitas - mulas de fuego-. Si a

mediodía la actuación de estos ele­mentos podría parecerse a la que seda en otras plazas catalanas conmotivo de la fiesta mayor, por lanoche el fuego transforma la fiesta.Al final de las diferentes actuacio­nes de las danzas y elementos festi­vos, la fiesta llega a su punto culmi­nante con el saft de plens: la plazaqueda a oscuras y, al ritmo trepidan­te de la música, público y plens bai­lan en un mar de chispas y de fuego.Los plens son unos personajes ves­tidos de verde y rojo, con una más­cara característica que se identificacon el diablo y cubiertos de hierba yhojas. En los cuernos de la máscaray a modo de cola llevan tres fuets-artificios pirotécnicos que a modode surtidores proyectan chispas asu alrededor-oCada pIe lleva unacompañante -hemos de tener encuenta que su campo de visión esmuy limitado- que tiene la misión deencender los cohetes cuando seapagan las luces de la plaza. Saltarcon los plens representa el puntoculminante de la participación en lafiesta.

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NARRIALA NIT DE SANT JOAN

Esta es, sin duda, la gran fiesta delfuego del calendar io anual, aunquetrad iciona lmente había compartidoprotagonismo co n el ag ua -queadqu iere , a. la sazón, propiedadesmilagrosas- y las hierbas medicina­les.

En la fiesta de Sant Joan se uníanlas prácticas lúdicas y las mágicas.Las hogueras de Sant Joan, encen­didas en las plazas -en algunaspoblaciones , a la puerta de todas lascasas donde viviera alguien llamadoJoan-, a la salida del pueblo o en loscruces de las calles principales, tení­an, de algún modo, un sentido purifi­cador. Alejaban los malos espíritus,las brujas y, con ellas, las amenazasde tormenta o de cua lqu ie r otrainclemencia meteoro lóg ica quepudiera afectar la cosecha que seesperaba . También ejercían unafunción purificadora a nivel indivi-

dual: bailar alrededor de la hogueray, especia lmente, saltarla, era unaforma de librarse de malas influen­cias, a la vez que constituía unaprueba de valentía y habilidad. Lascenizas del fuego de la noche deSant Joan tenían igualmente virtu ­des curativas: las mozas las recog í­an para tratar los granos de la cara ylas enfermedades de la piel.

En la mayor parte de las comar­cas , las hogueras de Sant Joan pre­se nta n ca racte rística s comunes.Son fruto del trabajo colectivo, pues­to que se van elaborando durantevarios días con los muebles viejos ,cajas y restos de carpinte ría quegrupos de amigos -hoy especial­mente niños, antaño de varias gene­raciones- van recogiendo durantevarios días y amontonando en pla­zas , parcelas rurales o descampa­dos . La hoguera, pues , no surgesiguiendo un plan construct ivo, sinosegún marca el ritmo de recogida de

los materiales . A los obje tos quecompone n la hoguera -nunca leñacortada ex profeso- se añade , enocasiones, un muñeco que la coro­na. Ello las diferencia claramente delas hogueras propias del invierno.

La ubicación de estas hogueras nosigue ninguna pauta: calles, plazas,masías, solares vacíos, sitios eleva­dos ... En las últimas décadas, lasordenanzas municipales han inten-

. tado regularizar su construcción enla vía pública -especialmente en lorelat ivo a med idas de seguridadsobre la distancia respecto a edifi­cios y arbolado- . Sin embargo. enlas grandes ciudades son innumera­bles las que se preparan y encien­den sin permiso municipal.

Los más jóvenes son los protago­nistas indiscutibles de la noche. Alalba del día 24, las brasas de lashogueras que han ardido toda lanoche acogen a su alrededor gruposde niños y ado lesce ntes , mientras

Una vista general de la plaza con la Tronada ardiendo (Salvador Paloar)

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El cball de diables» de Sitges (Salvador Palomar).

los mayores han vuelto ya a casa ohan ido a bailar a cualquier verbenade barrio.

Las hogueras se acompañan conel lanzamiento de cohetes y petar­dos, que ya forman el paisaje sono­ro de pueblos y ciudades desdevarios días antes; los chicos circu­lan por las calles toda la noche,hasta la madrugada, con una bolsade plástico llena de objetos pirotéc­nicos menores. Desde hace añosparticipan también , como dinamiza­dores de la fiesta , grupos de diablesy figuras de bestiario de fuego-draes y otras variantes-oEn rela­ción con todo ello, las institucioneshan realizado en los últimos tiem­pos una importante labor de divul­gación de med idas preventivaspara evitar accidentes por incorrec­ta manipulación de los productospirotécnicos.

En las comarcas del Pirineo, lanoche de Sant Joan incluye tradicio­nes de fuego como las falles, antor­chas que se llevan encendidas alcuello, hechas con troncos a los quese ha practicado una hendidura ocon teas de pino atadas alrededorde una rama de fresno o de avella­no.

La fiesta tiene también una ver­tiente más organizada, la de los ins­titucionalizados Foes de Sant Joan,que se encienden en todas partes apartir de la flama del Canigó. Cadaaño , la noche del 22 de junio, ungrupo de gente sube hasta la cum­bre de esta montaña emblemáticadel Pirineo , enciende allí un fuego ylo vela durante toda la noche. A lamañana siguiente, bajan esta llamaa Perpiny á y desde allí es llevada adiferentes poblaciones de las tierrasde habla catalana. Durante todo eldía 23, todos aquellos que preparansu hoguera pueden ir a recoger estallama a los diferentes puntos dondese distribuye. Esta celebración sur­gió en 1955 como iniciativa particu­lar, a part ir del poema Canigó deJacint Verdaguer, que contribuyó ala construcción del mito de estamontaña.

El reparto del fuego -con los rele­vos a pie y con las caravanas decoches y motos adornados con ban­deras-, las sardanas y los manifies­tos reivind icativos convierten SantJoan en una fiesta identitaria. Sinembargo, y a pesar de los argumen­tos históricos con que se sueleacompañar el discurso mítico sobreesta fiesta, la costumbre de encen­der fuegos por San Juan no esexclusivamente catalana , sino quese extiende a toda Europa.

PIROTECNIA Y TRONADES

Las fiestas mayores de las poblacio­nes han contado con muchas otrasformas de presencia del fuego: unashan desaparecido , otras han sufridograndes transformaciones y de algu­nas otras han quedado testimoniosresiduales fuera de contexto .

Con la introducción de la pólvora,las posibilidades del uso del fuegoen la fiesta se multiplicaron. Perotambién su uso ha ido tomando , allargo de los siglos , diferentes for­mas . Una de las más antiguas, latronada, se ha conservado de formaaislada en var ias poblaciones delpaís: Reus, Riudecanyes, les Bor­ges del Camp, Salsana y, dentro de

la provincia de Barcelona, en Manre­sao

La tronada consiste en un reguerode pólvora que se extiende a lo largode una plaza o espacio público simi­lar, en forma de línea que puede tra­zar curvas y giros para adaptarse alespacio disponible. Sobre ella sedisponen, a intervalos, petardos deltipo común, envueltos en papel deembalar.

Se trata , como puede verse , deuna forma artesanal de preparar lapirotecnia, en que el montaje se rea­liza manualmente antes de cadaencendida de la tronada. El pirotéc­nico prepara la mezcla de pólvoraadecuada y, con la ayuda de unembudo, va dibujando el reguero alo largo de la plaza, calculando losgiros en función del espacio, de talforma que, en el caso de Manresa,acaba trazando una S sobre el pavi­mento.

Además, en la ciudad de Reus, enque la tronada conserva todavía losmase/es -morteros metálicos- dis­tribuidos a lo largo del recorrido de lapólvora, los pirotécnicos repitenpara cada uno de ellos la operaciónde rellenado , incluso dos veces elmismo día cuando el calendario fes­tivo así lo exige. Para calcular lasproporciones de los dos tipos de p ól-

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Fuego de los diablos en Vilanova i la Geltrú (Salvador Palomar).

vara que se utilizan no existe ningu­na fórmula matemática , sino que esel saber empírico, que tiene encuenta aspectos como la humedaddel aire y la presión, el que lo deter­mina. Igualmente, la ubicación delos mase/es sobre el reguero de pól­vora se hace con intervalos regula­res pero sin llegar al extremo demedirlos geométricamente. El efec­to que se busca, la espectacularidadde las explosiones, aun con ser rít­micas, no tiene que ver tanto con laprecisión matemática como con eltipo de sensaciones, recuerdos ysentimientos identitarios que generaen la población. La ritualización queen esta ciudad ha adquirido la trona­da -con la consecuencia que lapoblación conoce, observa y valora

cada uno de los pasos del montaje yel encendido , hasta el punto de com­parar con años anteriores aspectoscomo la intensidad de las explosio­nes y la duración del recorrido-, noha restado nada a su carácter arte­sanal.

La tronada se enciende por unextremo con la ayuda de un botafue­go -una mecha al final de un bastón.El momento de encenderla está máso menos previsto de la fiesta; habi­tualmente se emmarca en el inicio delas celebraciones , señalándolo: porejemplo, tal como hacen en Manresaen la fiesta de la Uum , después dehaberse pronunciado el pregón festi­vo en el salón de actos del Ayunta­miento. También se pueden encen­der otras tronadas en los momentos

culminantes de la fiesta, señalandoel paso de autoridades o imágenesreligiosas, como sucede en Reus,donde se dispara una durante la pro­cesión , al pasar la imagen de sanPedro por delante del edificio delAyuntamiento. Esta función de seña­lar momentos importantes en la fies­ta es habitual a otras formas de piro­tecnia más actuales, como por ejem­plo los fuegos artificiales que suelencerrar las fiestas, que pueden tenerdimensiones muy variables e ir com­binados con música. Sin duda gra­cias a la difusión que le han dado losmedios de comunicación, hoy en díael más popular de estos espectácu­los pirotécnicos es el de la Mercé enBarcelona.

Por lo que respecta al lugar dondese montan las tronadas, y aunquehablábamos de una plaza o espaciolibre sin precisar, sin duda lo determi­na la función que este elemento tieneen el contexto de la fiesta. Si señalael inicio de la celebración y se dispa­ra también en sus momentos álgi­dos, necesariamente tiene que serpreparada en un espacio central :efectivamente, tanto en el caso deManresa como de las otras poblacio­nes, la tronada se prepara en la pla­za mayor o del ayuntamiento, convir­tiéndose así, de algún modo -conmenos intensidad en Manresa, conmás participación en las otras pobla­ciones-, en el centro de la fiesta.

En Manresa, las tronadas se en­cienden al inicio de las fiestas de laUum (febrero), durante la comme­moriación del Timbaler del Bruc (2de junio) y en la fiesta mayor (últi­mo sábado de agosto). Cada añoorgan iza y costea su montaje unade las entidades asociativas de laciudad .

Hay que tener en cuenta que otraspoblaciones -Granollers, Solsona­conservan el nombre de tronadapara designar una manifestaciónpirotécnica que ya no se trata delreguero de pólvora extendido en elsuelo, sino que en algún momentodel siglo XX fue sustituido por unatraca.

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D/ABLES

Sin embargo , por encima de las dis­tintas fiestas que configuran elca lendario festivo , hoy en día enCata lunya hablar de fuego en lasfiestas es hablar de diables. La vin­culación de estos personajes con elinfierno los hace especia lmente ade­cuados para administrar, usar y con­trolar el fuego.

Aparecen en diferentes contextosfestivos, por ejemp lo, formando par­te de las representaciones de la vidade San Antonio pero su presencia esespecialmente significativa en el fol­klore de las fiestas mayores . En laactualidad, encontramos grupos defuego - se llamen diables, dimonis ode otro modo- desde el Principadohasta el País Valencia, desde el Ara­gón catalanaparlante hasta las Bale­ars, con unas características pareci­das en lo que respecta a indumenta­ria básica, uso de ciertas formas depirotecn ia o función dentro de la fies­ta. Hay, sin emba rgo , numerosasparti cularidades que nos serviríanpara caracterizar los distintos gru­pos - las colles- , probabl ementeporque podemos intuir en este fenó­meno unos orígenes comunes, perotambién la influencia significativa detradiciones festivas específicas decada territorio.

Es ta prolifer ación es reci en te;hace veinte años se contaban enCatalunya menos de una veintenade calles, mientras que hoy en díasu número es imposible de precisa r,aunque sin duda supera los dos cen­tenares en el conjunto de los PaisesCatalans.

El ball de diables - así llamado ensu denominación histórica- es unamanifestación del folklore que princi­palmente parece haber estado pre­sente, entre el siglo XVIII y la segun­da mitad del XIX, en el área com­prendida por las comarcas del Pene­des y el Garraf (en la provincia deBarcelona), el Camp de Tarragona,la Conca de Barbera y el Priorat (enla de Tarragona). Hay algunas noti­cias puntuales fuera de esta área

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geográfica, como en el caso de lac iudad de Ba rce lo na , donde sedocumenta la presencia de calles enfiestas del sig lo XIX , pero bienpodría tratarse de grupos venidos dela zona citada.

Trad ic iona lme nte , cada grupobasaba su actuac ión en la represen­tación de la lucha entre el bien-enca rnado por el perso naje de lángel- y el mal - representado porlos propios diables-. Estas piezasdel teatro popular o balls parlats sehan tr ansmit ido a través de lasgenerac io nes , co n sus lóg icasmodifi caci ones, y algu nos de lostextos han llegado hasta nuestrosdías . Además , los diables sol íansalir encabeza ndo las proces iones- en este sentido tienen una cla rafunció n de abrir paso con el fuegode sus carret illas y delimitar el espa­cio fest ivo. Otra de sus func ioneshabituales era la de ironizar sobre larealidad local, en forma de peque­ñas composiciones en verso - losversots- donde se tomaba n la liber­tad de sacar a la luz, con evidentesexageraciones y exabruptos , lo queconsideraban criticable de su entor­no inmediato; actuaban , pues , comocanalizadores de las críticas que lasociedad no podía formular directa­mente. Vi lafran ca del Pe nedes ,Vilanova y Sitges constituyen bue­nos eje mplos de es tas antiguascallas de diablos.

Sin embargo, en la actualidad sonmuchos los grupos que no cuentancon representación teat ral. En lascomarcas del Camp y del Priorat, esprobable que la obra desaparecieracu ando el fin de lo s gre mios , amediados del siglo XIX, dejó el ballde diab/es en manos de particulares,que tenían su propio traje de diable yacudían individualmente a las proce­siones y romerías en que tradicio­nalmente actuaban. Y, por otro lado,la mayor parte de los num erososgrupos que han surgido en las últi­mas década s han obviado es teaspecto, y han basado su aportaciónfestiva al aspecto pirotécnico -con elsistema trad icional de la carre tilla

NARRIAque gira insertada en el extremo dela maza que cada diablo sostiene envertical sobre su cabeza, o bien conelementos nuevos como son la colo­cac ión de tracas o benga las enmome ntos concretos de la actua­ción- y en la confección , cada año,de los versots en los que, a pesar dela libertad de expresión que la socie­dad ha adqu irido , aún se venti lantemas candentes o polémicos.

También se ha creado una nuevafo rma de actuación , el correfoc ,no mbre usado por vez primeradurante las fiestas de la Merce deBa rce lona en 198 1, en que losespectadores se mezclan con losdiables y entran en el espacio deéstos con el objetivo de ser perse­guidos por ellos. Se trata de una fór­mula que nada tiene que ver con elencabezamiento de proces iones ypasacalles, y que ha tenido una granfortuna y expansión por toda Cata­lunya.

En las comarcas de Barcelona, loshombres y mujeres que forman losgrupos de diables llevan trajes decuerpo entero, habitualmente forma­dos por panta lón y chaqueta concapucha, de tela de saco. Sobre élllevan pintados diferentes motivosalusivos a monstruos o bien de tipogeométrico como espirales o líneasentrecruzadas. En Sitges, por ejem­plo, los diablos han llevado desdehace basta ntes décadas una cha­queta sin mangas, a modo de capa,encima de la camiseta.

Esta indumentaria es una de lasvariantes que encontra mos históri­camente entre los diables . Se datambién en la comarca del Matarran­ya, aunque allí se trata más bien demotivos pintados sobre tela blanca amodo de traje de una sola pieza, quetapa también la cara. En cambio, enlas comarcas del Camp de Tarrago­na predomina más bien el tipo devestido en que los motivos -figurasgeométric as, mon struos- es tá nrecort ados en telas de dife rentescolores y cosidos o bordados sobreel traje. Aquí, como en Barcelona, lacapucha se corona con dos cuernos,

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NARRIAsigu iendo la icon ografía habitualpara el personaje .

Sin emba rgo, los grupos creadosen los últimos veinte años han adop­tado nuevas variantes de este ves­tuario, por ejemplo con monos decolores variados, con el añad ido decapas u otro tipo de colgaduras quecontribuyen al aspecto desa liñadodel personaje. También han cambia­do los obje tos qu e llev an en lasmanos, y a las mazas tradicionalesse han añadido gran variedad de tri­dentes .

Otro eje mp lo de manifestaciónfestiva relacionada con el fuego sonlos trabuca ires . El origen de estospersonajes tenemos que busca rloen una cos tumbre exten dida portodo el mundo consistente en expre-

sar la alegría disparando salvas alaire. Además, hemos de recordarque en toda Catalunya esta costum­bre era propi a de la mañ an a deldomin go de Pascua. En Centelles ,se llaman ga/ejadors a los tiradoresque disparan alrededo r del árbol enla fiesta del Pi que se celebra cada30 de diciembre. La palabra ga/ejarderiva , lóg ic am ente , de «hacergala» o «hacer fiesta ». En otraspoblaciones los trabucaires se pre­senta en grupos que anuncian lafiesta paseándose por las calles ycamin os disparando sus arma s alaire. En la zona del Penedes y en elCamp de Tarragona, la presencia dees en el bal de Terrallonga, un ballpar/at o representación del teatro decalle que figura la vida de un conocí-

do bandolero catalán .Podríamos aún citar otros ejem­

plos de costumbres y manifestacio­nes festivas relacionadas con el fue­go. La cultura catalan a parece,como tantas otras del litoral medite­rr áneo , una es pecial prelid ecciónpor el uso del fuego , en sus dist intasformas , en el ámb ito de la fiesta. Sir­van estas notas para dar a conocerun poco más este aspecto de nues­tro patr imonio cultural.

Etnólogo, miembro de Carrutxa-asociación creada en Reus , el1980, dedicada al estudio y divulga­ción del patrimonio etnológico- ytécnico del Institut Municipa l deMuseus de Reus .

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