las estadísticas de salud no nacen de un repollo

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  • 7/23/2019 Las Estadsticas de Salud No Nacen de Un Repollo

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    RESEA HISTRICA/ HISTORICAL REVIEW 91

    SALUD

    COLECTIVA,Buenos

    Aires,9(1):91-102,Enero-Abril,2013

    Las estadsticas de salud no nacen de un repollo:jesuitas, aritmticas polticas, estigmergias y

    oligpticosHealth statistics arent born in a cabbage patch:

    Jesuits, political arithmetic, stigmergy and oligopticons

    Carvajal, Yuri1; Yuing, Tuillang2

    1Mdico-Cirujano, Doctor

    en Salud Pblica. Profesorasistente, Escuela de Salud

    Pblica, Universidad de

    Chile. Santiago, [email protected]

    2Licenciado en Filosofa,

    Doctor en Filosofa. Profesor,Universidad Mayor, Chile.

    [email protected]

    RESUMENA partir de un anlisis del contenido y la red productora de un mapa de 1751,elaborado por la misin circular de los jesuitas en Chilo (archipilago ubicado en la costaaustral chilena), que contiene cifras de nacimientos, defunciones y habitantes, este artculodiscute el rol de las estadsticas de salud, en diferentes registros: histricos, loscos, tcnicosy sociolgicos. De este modo, se busca comprender la gnesis de un proceso de produccinde cifras y referencias, para debatir de qu estn hechas las estadsticas de salud, qu rolescumplen, sus vnculos con la construccin de colectivos y las condiciones de posibilidad deproducciones diferentes. Tratamos de ensayar algunas hiptesis que muestran las estadsticascomo articulacin hbrida de elementos de ndole muy diversa: epistemolgicos, biopolticos,histricos y loscos, reconociendo en ellos facetas religiosas y demogrcas, ontolgicas ytnicas, cientcas y de gobierno.

    PALABRAS CLAVESEstadsticas Vitales; Cartografa; Chile.

    ABSTRACT By analyzing the content and network of production of a map from 1751,created by the circular mission of the Jesuits in Chilo (an archipelago located off thesouthern coast of Chile), that contains birth, death and population data, this articlediscusses the role that health statistics play historically, philosophically, technically andsociologically. In doing so, the article seeks to comprehend the genesis of a process ofproduction of data and references in order to debate what health statistics are composedof, what ends they are used for, what their connection is to the formation of collectivesand the differential conditions of possibility that exist for producing statistics. We attemptto develop hypotheses that demonstrate statistics as a hybrid articulation betweendiverse elements, epistemological, biopolitical, historical and philosophical in nature,

    with facets at once religious and demographic, ontological and ethnic, scientic andgovernmental.KEY WORDSVital Statistics; Cartography; Chile.

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    Abril,2013

    ESTADSTICAS COMO PREGUNTAS

    La discusin y el debate sobre los modos de

    ser y existencia de las estadsticas no se restringena una lgica unvoca. Entre muchos protocolos de

    aproximacin, es posible llevar a cabo un anlisis

    con nfasis terico que atienda a los supuestos y

    alcances ontolgicos y epistmicos de las cifras

    y sus sintaxis. Pero tambin es posible llevar a

    cabo esta reexin a partir de un objeto material

    empricamente acotado cuyas distancias de uso

    permiten una exploracin de la materialidad y sus

    implicancias en la conguracin de las estadsticas

    como objeto tecnocientco.

    En nuestro caso, proponemos al lector un re-

    corrido que se inclina por el segundo sentido, a

    partir del estudio de un mapa que tiene 260 aos a

    sus espaldas. La confeccin de este mapa incluye

    cifras de lo que hoy llamamos estadsticas vitales,

    que estn referidas al archipilago de Chilo en

    la poca colonial chilena. Se trata, adems, de un

    territorio distante de los centros de gobierno no

    solo en un sentido temporal y geogrco. A ello se

    suma un modo de vida navegante y nmada posi-

    bilitado por un mar interior que resquebraja y des-

    ordena tanto el territorio como la administracin.

    La conjuncin de estos elementos constituye elpunto de partida para esta investigacin.

    EL MAPA DE 1751

    Al examinar la Figura 1, la atencin es cap-

    turada por el mapa del centro. El trazado perla un

    contorno alargado y curvo de la isla de Chilo, di-

    ferente de la representacin actual. Un nmero co-

    rrelativo identica 76 lugares que hoy igualmente

    son localidades habitadas. Una lnea discontinua

    describe un trayecto que enlaza los 76 sitios. A la

    izquierda del mapa una sola gran columna se

    encuentra una enumeracin en latn con 15 p-

    rrafos. A la derecha, se advierte una tabla de 77

    las y 7 columnas. Los encabezados de la tabla

    se enuncian con palabras que nos suenan cono-

    cidas: oratoria, familias, animas, comuniones,

    baptismos, matrimonios, defunciones. La ltima

    lnea: summa; y, por supuesto, al pie de la tabla,

    explicaciones y descripciones de las categoras

    usadas. Cada columna representa lugar, familias,

    personas, matrimonios, nacimientos y defunciones

    de los sitios representados en el mapa y al pie, los

    totales. Finalmente un texto.

    Mirando simultneamente el mapa y lastablas, nos enteramos, por ejemplo, que el primer

    lugar marcado es Ichuac, con 75 familias, 370

    animas, 426 comuniones, 24 baptismos, 2 ma-

    trimonios y 12 defunciones. El ltimo lugar es

    Castro. En total: 2.295 familias, 11.647 animas,

    12.720 comuniones, 626 baptismos, 113 matri-

    moniosy 515 defunciones.

    Se trata no solo de un excelente registro de

    estadsticas vitales con todas las variables que

    actualmente denen este campo sino adems

    georeferenciado. Todo un paper, si no fuera por

    el formato en un pliego, la falta de referencias en

    formato Vancouver o APA; carece de resumen y

    por supuesto, de palabras claves. La liacin de

    los autores? Son los jesuitas de la Residencia de

    Chilo, en Castro (centro de la isla) que informan

    de la misin circular realizada en 1751 (Figura 2).

    Cmo ha sido posible esta produccin cien-

    tca de estadsticas vitales en la oscura colonia

    chilena y tan lejos de la sede monrquica?

    LA ACTIVIDAD DE LOS JESUITAS

    Misiones circulares

    El mapa informa de una de las tantas misiones

    circulares que los jesuitas emprendan todos los

    aos en el mes de septiembre, hasta mayo del ao

    siguiente, desde 1624 hasta su dolorosa expulsin

    el 8 de diciembre de 1767 (1). Navegando en dalcas

    chilotas (a), los padres tenan como misin principal

    convertir al cristianismo, pero tambin destinaban

    tiempo a la construccin de iglesias, recoleccin y

    registro de cantos, conocimiento herbolario, y la

    exploracin de pasos como, por ejemplo, el de los

    Vuriloches que conecta el Estuario de Reloncav

    con la Patagonia argentina. Las cifras registradas

    tenan connotaciones proselitistas y de proteccin

    de los indios.Pero a la vez expresaban el empeo

    de una tarea performativa que vale la pena subrayar

    y destacar: mediante el uso de tablas, nmeros y

    grcos, hacer de estos chonos (b) errantes un co-

    lectivo. Se trata de la puesta en forma de un terri-

    torio codicado, organizado, diagramado:

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    Figura 1. Misin Circular de los jesuitas de Chilo del ao 1751.

    Fuente: Eduardo Tampe Maldonado (1).

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    La misin ms trabajosa que aqu tienen

    los padres es la de los chonos, gente ms

    apartada del comercio de los espaoles, ms

    cercana al Estrecho e inculta de cuantas hay

    en estas partes. Divdense en varias parciali-

    dades esparcidas por muchas islas, como en

    el archipilago de Chilo. No tienen morada

    cierta, de continuo traen el hato a cuestas,

    mudndose con su familia de isla en isla a

    coger marisco, que es su ordinario sustento,

    sin tener otras chcarasni sementeras; a que

    aaden beber el aceite de lobos, con que

    traen el color plido, y a la causa viven lo ms

    del ao dentro del mar, porque les es fuerza

    buscar en l su sustento. (2 p.555) [cursivas

    del original]

    Cmo comprender el esfuerzo mltiple

    de los jesuitas? Qu aspectos se dan cita en

    este ejercicio diverso de evangelizacin y civi-

    lizacin? Cmo rescatar los distintos enfoques

    que intervienen en esta conformacin primaria de

    territorializacin, gobierno y poblacin? Cules

    son sus supuestos cientcos y disciplinarios?

    Mapa, territorio, gubernamentalidad

    Vale la pena entonces un recorrido en

    torno a los puntos de encuentro entre mapa

    y territorio. En efecto, la proposicin el mapa

    no es el territorio, hecho clebre por Alfred

    Korzybski (3 p.26), alude a que la cartografa

    y elaboracin grfica dista del paisaje. Basta

    asomarse por aquellas fronteras nacionales si-

    tuadas en terrenos hostiles como la cordillera

    o el desierto, para dar cuenta de la imposibi-

    lidad de encontrar, en el bello paisaje salvaje,

    algo as como un sealamiento, una divisin u

    otro dispositivo definitorio de la soberana. La

    sentencia invita a no confiar plenamente en la

    representacin de lo que se explora y evitar de

    ese modo el riesgo del extravo. Pero no resta

    al mapa su sentido ordenador, su pretensin de

    control: en busca de la orientacin, el mapa es

    un intento de dominio, de gestin, de organi-

    zacin. Por ello, ms que perseguir la inmediata

    cercana de un paisaje virgen y salvaje, la propo-

    sicin acusa la consideracin de que todo mapa

    es un ensayo de la voluntad deliberado o no,un intento de conformar, inventar y fundar un

    territorio. En ese sentido, el mapa es, entonces,

    territorializacin: una codificacin que permite

    el avance, el ordenamiento, la delimitacin de

    algo que asoma como desconocido.

    Deleuze y Guattari (4) han entregado al-

    gunos alcances en la conceptualizacin de la

    territorializacin, entendida como un perma-

    nente movimiento de despliegue y repliegue de

    la subjetividad en la diversidad de sus prcticas.

    Con este lenguaje, estos autores buscan entregar

    herramientas de explicacin de los procesos po-

    lticos y culturales sin apelar a la sustancialidad

    del sujeto ni a procesos estructurales invariantes

    que proceden con lgicas binarias, en benecio

    de una lgica rizomtica y de ujos, que enfatiza

    la movilidad y pluralidad de las dimensiones que

    intervienen en estos procesos. As se apela a una

    complementariedad ms que a una oposicin

    entre modelos explicativos, en las que, sin em-

    bargo, el principio territorial es ineludible:

    Figura 2. Imagen de la residencia de los jesuitas enCastro segn Alonso de Ovalle, 1646.

    Fuente: Alonso de Ovalle (2).

    Nota: El ao indicado corresponde a la primera edicin del libro deAlonso de Ovalle, publicado en Roma.

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    uno acta como modelo y como calco tras-

    cendente, incluso si engendra sus propias

    fugas; el otro acta como proceso inmanente

    que destruye el modelo y esboza un mapa,

    incluso si constituye sus propias jerarquas(4 p.25)

    Desde esta perspectiva, el mapa interroga y

    trata de establecer un punto de contacto con las

    propias referencias, con la propia simbologa que

    permite entender el mundo y ordenar la expe-

    riencia. Pero no se trata nicamente de un gesto

    interpretativo. La geografa est siempre asociada

    a un impulso conquistador, y as la territoriali-

    zacin seala el despliegue de una subjetividad

    en avance:

    el territorio es sinnimo de apropiacin, de

    subjetivacin chada sobre s misma. l es un

    conjunto de representaciones las cuales van a

    desembocar, pragmticamente, en una serie

    de comportamientos, inversiones, en tiempos

    y espacios sociales, culturales, estticos, cog-

    nitivos. (5 p.467-468)

    En denitiva, pese al carcter pasivo de las

    misiones jesuitas, el mapa es indicativo del en-

    cuentro entre las pretensiones jesuitas de con-versin religiosa del pueblo chono, de existencia

    nmade en una zona de mar interior. Es el intento

    de articular un mundo comn entre habitantes

    de mundos dismiles. Por otra parte, Foucault

    ha descrito esta dinmica en trminos de guber-

    namentalidad. En efecto, el proceso mediante el

    cual la lgica territorial da paso a una lgica de la

    poblacin, permite comprender la importancia de

    la gestin y el ordenamiento del territorio para la

    conformacin de una poblacin:

    Entiendo por gubernamentalidad, el con-

    junto constituido por inst ituciones, proce-

    dimientos, anlisis y reflexiones, clculos

    y tcticas que permiten ejercer esta forma,

    tan especfica como compleja, de poder,

    que tiene como objetivo principal la po-

    blacin, por forma mayor de poder, la

    economa poltica, por instrumento tcnico

    esencial, los dispositivos de seguridad. (6

    p.655) [traduccin nuestra] (c)

    Como buena parte de las nociones que

    Foucault utiliza, las de territorio y poblacin,

    ms que anularse o desplazarse, se suman, com-

    plementan y superponen, cambiando acentos y

    aguzando los enfoques. As, la gubernamenta-

    lidad supone el gesto previo del ordenamiento

    y gestin territorial en trminos de lmite y so-

    berana, pero va de la mano con la elaboracin

    estadstica y el inventario de los elementos que

    se disponen en el espacio. Se trata, ms precisa-

    mente, de un arte de gobernar que elabora una

    racionalidad y unos procedimientos en vistas al

    funcionamiento del Estado. Ms que desconocer

    el territorio, se trata de su administracin, del

    conocimiento de sus fuerzas y sus particulari-

    dades en orden a un proyecto, a un ejercicio de

    gobernabilidad. Este mapa contempla variables

    de gobierno, ndices de poblacin y una aproxi-

    macin tentativa al estado de estos indiosen la

    Figura 3. Mapa de Chilo segn Alonso de Ovalle,1646.

    Fuente: Alonso de Ovalle (2).

    Nota: El ao indicado corresponde a la primera edicin del libro deAlonso de Ovalle, publicado en Roma.

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    fe. En suma, una primaria puesta en limpio de

    sus modos de vida. El valor de los mapas para

    los jesuitas explica que existan varias representa-

    ciones de estas misiones y tambin, que los do-

    cumentos que registran la labor confesional dela orden, sean relaciones histricas con una gran

    produccin cartogrca, como muestra la Figura

    3, tomada del libro de Ovalle.

    Aritmticas polticas

    El uso de cifras para producir colectivos

    puede tener alguna relacin con lo que Foucault

    llamaba tcnicas de gubernamentalidad (7,8). La

    expresin quiz enfatiza excesivamente el aspecto

    de gobierno desde una perspectiva vertical y relega

    problemas ms bien horizontales, de referencia,

    de traduccin y de coordinacin necesarios en

    todo colectivo, a un examen en la perspectiva de

    instituciones ms o menos centralizadas que se

    imponen, en vez de reconocer formas ms bien

    distribuidas y de doble ujo. En efecto, Foucault

    aborda la gubernamentalidad desde una pers-

    pectiva adjetivada como biopoltica, como una

    tecnologa que acusa una especca forma de ejer-

    cicio del poder sobre la vida de los individuos y

    que marca, fundamentalmente, el despliegue delas polticas de Estado sobre la poblacin. Desde

    luego, as sealada y puesta en vecindad con las

    tecnologas disciplinarias, la gubernamentalidad

    no goza de buen semblante, ms bien adquiere

    sospechosas connotaciones de dominacin y

    control que, si bien tiene sentido, no debe hacer

    olvidar que la implementacin y elaboracin de

    la poblacin como objeto de gobierno representa

    el momento que posibilita la visibilizacin de ca-

    rencias, la preocupacin por las condiciones de

    vida y, en ese sentido, la conformacin de las ga-

    rantas sociales bsicas. Se trata de una discusin

    que, a nuestro juicio, descuida la riqueza perfor-

    mativa del gesto tcnico contenido en el mapa,

    y no permite vislumbrar el valor que especca-

    mente guarda para las estadsticas de salud. No

    hay aqu un juicio de la tica o militancia de la

    racionalidad e intencionalidad susceptible de re-

    velar este trazado jesuita.

    Ahora bien, quiz los salubristas tenemos en

    mente, cuando hablamos de nmeros y gobierno,

    a William Petty. Desde luego pensamos en el autor

    de los Natural and Political Observations; men-

    tioned in a following Index, and made upon the

    bills of mortality, trabajo presentado bajo la rma

    de John Graunt en la Royal Society de Londres

    en 1662, en el que la modelacin matemtica dela dinmica poblacional, a partir de los registros

    parroquiales de Londres, le permite en un mismo

    movimiento calcular los habitantes de la ciudad y

    tener como interlocutor al Rey.

    Pero Petty puede ser pensado adems como

    precursor del movimiento siocrtico. Un re-

    novador del mercantilismo que, enfatizando la

    agricultura y la productividad de los campesinos,

    propone una transformacin intelectual de la con-

    cepcin de lo econmico liderada por Turgot

    y Quesnay alrededor del problema del valor-

    trabajo (9). Aspectos claves que hasta hoy animan

    el pensamiento econmico y, como tal, son articu-

    ladores de la economizacin de la vida colectiva.

    Las palabras con que su hijo introduce la edicin

    pstuma de Political Arithmetickde Petty en 1690

    destacan su propsito:

    Fue por l denominada Aritmtica Poltica,

    ya que las materias de gobierno, la Gloria del

    Prncipe, la felicidad y grandeza del pueblo,

    son por las reglas comunes de la aritmtica,

    transformadas en una suerte de demostracin.(10 p.3) [traduccin nuestra] (d)

    Los nmeros para Petty son instrumentos de

    gobierno pero tambin de felicidad del pueblo, de

    debate y demostracin. Los nmeros como cons-

    truccin del colectivo en la vida de Petty estuvieron

    presentes en el censo de Irlanda, en las cifras de

    mortalidad y en el desafo de construir cuentas na-

    cionales. Con todo, lo que Petty hizo en el siglo XVII,

    nuestros jesuitas lo hicieron un siglo despus, cimen-

    tando las bases de lo que vivimos como un fenmeno

    de economizacin de la vida colectiva, bajo reglas de

    lo que Callon llama una antropologa neoclsica: to

    higlight the fact that any economics is an antropo-

    logics(11 p.10), pues supone un cierto modelo de

    lo humano, el de un alguien que es un sujeto, que

    est individualizado y, a la vez, es portador de una

    racionalidad econmicamente organizada.

    El movimiento de las aritmticas polticas

    y estadsticas tena en ese momento algunas d-

    cadas de historia:

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    Se considera generalmente al profesor alemn

    Hermann Conring (1606-1681) como el

    primero en impartir ctedra de este gnero.

    Gottfried Achenwall (1719-1772), otro pro-

    fesor alemn de la misma tendencia, introdujoel trmino estadstica. Las estadsticas que

    estos profesores manejaban estaban princi-

    palmente consagradas a la presentacin de

    datos no numricos y no tenan, pues, nada

    en comn con lo que hora llamamos mtodo

    estadstico. No obstante, el objetivo que pre-

    tendan era en buena parte semejante al de

    nuestros cuadros numricos, aunque stos

    estn indudablemente elaborados con m-

    todos un tanto ms renados. (12 p. 201)

    Una reexin sobre ambos aspectos de las es-

    tadsticas, gubernamentalidad y economizacin,

    es de urgente actualidad para la salud pblica. El

    creciente proceso de economizacin de la salud y

    la necesidad de abordar directamente los aspectos

    polticos de la salud colectiva requieren examinar

    objetos tan prximos y de tanto poder como las

    estadsticas, con un primer gesto de extraeza (e).

    Cuando decimos economizacin de la vida

    colectiva, apuntamos al uso de dispositivos de

    clculo que articulan dominios de la vida como

    fenmenos econmicos (18). El estudio de la eco-nomizacin es un rea de trabajo de la sociologa

    de la traduccin o actor network theoryque busca

    comprender cmo se entrelazan (entanglements

    ydisentanglements) objetos y personas en estos

    agenciamientos y buscando as condiciones de

    posibilidad para otras variantes de numeracin del

    colectivo (11).

    CIENCIA MODERNA

    La forma en que los nmeros trabajan en el

    surgimiento de la ciencia contempornea tiene

    estrechas vinculaciones con el signicado divino

    de las cifras. Como demuestra Frances Yates (19),

    la hereja de Giordano Bruno (1548-1600) no solo

    era desbancar una teora astronmica equivocada.

    Se vinculaba con el dilogo pagano del cristia-

    nismo del siglo II del Asclepioy el Pimander(f),

    equivocadamente atribuidos a los tiempos precris-

    tianos. Ubicar el sol en el centro del universo era

    un giro que adems ubicaba a los nmeros y a

    los signos en una perspectiva distinta. El uso de

    la mnemotecnia y su trabajo con esquemas espa-

    ciales para tales propsitos tambin es parte de

    su legado intelectual. Bruno habla de mathesisdivina, una de las cuatro guas de la religin (19).

    Esta mathesisencuentra su eco en el proyecto de

    la mathesisuniversal, que segn Foucault, se de-

    sarrolla durante el siglo XVII y XVIII (20).

    La mathesisuniversal no es otra cosa que el

    proyecto de una representacin total, vale

    decir, integrar en signos y smbolos la tota-

    lidad del universo. Expresa as, la relacin del

    conocimiento con el orden total: Proyecto de

    una ciencia general del orden; teora de los

    signos que analizan la representacin; dispo-

    sicin en tablas ordenadas de identidades y

    diferencias. (20 p. 86) [traduccin nuestra] (g)

    En todo caso, es una nocin que engloba

    muchas acepciones y que no se encuentra de

    manera totalmente explcita. Antes bien, la ma-

    thesiscircula como aspiracin que se maniesta

    en un mtodo de anlisis universal, que integra

    dentro de su esquemtica todo tipo de natura-

    lezas simples, vale decir, todo caso particular. La

    aproximacin a cualquier tipo de singularidad,ya sea en el mbito de los seres vivos, en el de

    las palabras y nombres o en la estimacin del

    valor monetario en denitiva todo caso se en-

    cuentra mediada por un diseo general del orden

    en el que tiene lugar y gracias al cual adems

    se representa. Por la misma razn, la mathesis

    siempre mantiene una relacin estrecha con una

    gnesis determinacin del origen y posibilidad

    de la comparacin y con una taxinomia ana-

    ltica de las representaciones con base en sus si-

    militudes y diferencias que permiten nalmente

    la elaboracin de un sistema de signos en el que

    es posible leer el continuumde las cosas. Luego,

    se asiste a un mtodo de lectura del gran orden

    de la naturaleza, una clave de anlisis que esta-

    blece una disposicin certera entre las represen-

    taciones y los signos. Una clave, por cierto, que

    se enarbola como marco en el que se dan cita la

    gramtica general, la historia natural y el anlisis

    de las riquezas y que, en su conjunto, se cons-

    tituye como un reejo del orden del mundo:

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    Abril,2013

    El continuo de la representacin y el ser, una

    ontologa denida negativamente como au-

    sencia de nada, una representabilidad general

    del ser, y el ser manifestado por la presencia

    de la representacin todo esto es parte dela conguracin de conjunto de la episteme

    clsica. (20 p.219) [traduccin nuestra] (h)

    La referencia a los nmeros, un lugar central

    en la ciencia actual, fue a su vez potenciada y de-

    rivada a nuevas implicancias por el uso de la im-

    prenta de tipos mviles y la posibilidad de contar

    con miles de copias, rplicas similares de un

    mismo texto (21). Goody seala que, en colectivos

    donde la difusin de la escritura es restringida, la

    magia impregna la interpretacin de los nmeros

    (22). Podramos considerar que a partir de la im-

    prenta, la circulacin de textos escritos tampoco

    se masic lo suciente para evitar la magia de

    los nmeros.

    Ahora bien, es precisamente esa magia la que

    contina presente en el mundo jesuita. En efecto,

    podemos encontrar inuencia de Bruno sobre

    Athanasius Kircher (sacerdote jesuita alemn),

    quien en sus obras menciona a Bruno y como l,

    cree an en la liacin egipcia del cristianismo de

    acuerdo con la atribucin errada delAsclepioy el

    Corpus Hermtico.Como ha demostrado Acua (23), el sa-

    cerdote jesuita chileno Alonso de Ovalle, en su

    visita al Vaticano entre 1647 y 1650, tuvo un

    importante contacto con Kircher, quien public

    materiales de Ovalle en dos de sus libros. La pre-

    sencia e importancia de Kircher entre los jesuitas

    chilenos se expresa en 18 ejemplares de sus libros

    que pasaron a la Universidad Real de San Felipe

    (primera universidad de Chile) y el 5 de agosto de

    1818 a la Biblioteca Nacional de Chile. Nicols

    Mascardi, discpulo predilecto de Kircher, se une

    a Ovalle en su retorno a Chile y nunca volvera a

    Italia. Existen siete cartas enviadas por Mascardi

    a Kircher que dan cuenta de la mantencin del

    vnculo pese a la distancia.

    Mascardi tena conocimiento de matemticas

    y un particular inters por la geografa y, junto

    con Alonso de Ovalle y otro joven estudiante,

    Jos Mara Adami, visitaron a Giovanni Battista

    Riccioli, jesuita italiano estudioso de la geografa.

    Tras la muerte de Mascardi entre sus pertenencias

    se hallaba laAstronomiade Riccioli.

    Mascardi lleg a Chile en 1652 y tom el

    camino de misionero en la villa de Buena Espe-

    ranza en la Regin de Araucana. Destruidos sus

    instrumentos en la insurreccin acaudillada por

    Tinagucupu en 1655, es nombrado rector delcolegio jesuita en Chilo en 1662. Sabemos que

    este discpulo de Kircher muere en la bsqueda

    de la Ciudad de los Csares en 1674, en un viaje

    desde Castro hacia el este, cruzando la cordillera

    por el Estuario de Reloncav a travs del paso de

    los Vuriloches.

    El conocimiento tcnico y la capacidad de

    dibujar y contar de los jesuitas de Chilo, tiene

    pues un punto comn con el surgimiento de las

    ciencias modernas y el rol de los nmeros. De

    alguna manera, todos estos elementos: la ma-

    thesis, la concepcin mgica de los nmeros, la

    inuencia de Giordano Bruno, estn presentes

    en el trabajo y diseo territorial que los jesuitas

    hicieron en Chilo. Por otra parte, esto relativiza

    los juicios acerca de qu es centro y qu peri-

    feria, en un momento dado. Estamos tan acos-

    tumbrados a juzgar de acuerdo a la narracin

    de los triunfadores (historia whiggish), como si

    el territorio nunca hubiera estado en disputa por

    lneas de fuerzas diversas, como si existiera un

    centro establecido.

    ESTADSTICAS Y ESTIGMERGIA

    Las cifras del mapa nos permiten discutir al-

    gunas de las explicaciones sobre el surgimiento

    de las estadsticas. Herv Le Brass ha cuestionado

    las formulaciones que analizan el uso de las cifras

    como forma de organizar colectivos apelando a

    una mera explicacin econmica o una raciona-

    lidad capitalista (9). Le Brass no acepta que las

    tablas de mortalidad se relacionen con un clculo

    supuestamente racional para los seguros, ni que

    tengan su origen en las tablas de doble entrada de

    la contabilidad. La crtica de Le Brass es importante

    porque entronca con radicales cuestionamientos

    acerca de la utilidad real de usar la palabra capi-

    talismo, como el de Goody:

    porqu no prescindimos de ese trmino pe-

    yorativo que data de la Inglaterra del siglo XIX

    y reconocemos el elemento de continuidad

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    LAS ESTADSTICAS DE SALUD NO NACEN DE UN REPOLLO: JESUITAS, ARITMTICAS POLTICAS, ESTIGMERGIAS Y OLIGPTICOS 99

    SALUD

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    Aires,9(1):91-102,Enero-Abril,2013

    en el mercado y en las actividades de la bur-

    guesa desde la edad de bronce hasta pocas

    recientes? (24 p.227)

    O como el de Latour:

    el capitalismo no tiene enemigo posible

    puesto que est en todas partes pero una

    determinada sala de operaciones burstiles

    en Wall Street tiene muchos competidores

    en Shangai, Frankfurt y Londres la rotura de

    una computadora, un movimiento traicionero

    de un competidor, una cifra inesperada, una

    variable desatendida en una frmula de -

    jacin de precios, un procedimiento contable

    riesgoso que puede hacer pasar el balance

    de una ganancia obscena a una prdida dra-

    mtica [] no nos centremos en el capita-

    lismo, pero tampoco nos quedemos jados

    a la pantalla de la sala de operaciones bur-

    stiles: sigamos a las conexiones, sigamos a

    los actores mismos. (25 p.256-257) [cursivas

    del original]

    A partir de algunas de las investigaciones

    de Foucault, Senra propone comprender las es-

    tadsticas como tecnologas de distancia (26) y

    Desroisres como una combinacin de gobiernoy medida (27). Senra reconoce junto con las fun-

    ciones semnticas o representacionales usuales

    de las cifras, una funcin sintctica de las esta-

    dsticas, es decir, organizadora y performativa.

    Este bifrontismo de los nmeros, que permite

    examinarlos con miradas ms ricas, adolece

    empero de un estilo de anlisis basado en la

    sospecha y que nos devuelve a la cuestin de la

    gubernamentalidad.

    Que haba cuestiones de gubernamentalidad

    en el mapa de los jesuitas y en las acciones de

    la orden, es innegable. Estimaciones contempo-

    rneas sealan que los jesuitas controlaban algo

    as como el 25% del producto bruto interno de lo

    que era Chile en ese entonces, constituyendo una

    especie de gobierno en el inxiliointerno, pero

    a la vez de una alteridad con un antagonismo

    pasivo que por supuesto inquietaba al Rey, toda

    vez que conoca las fuerzas polticas renovadoras

    en Amrica y en Europa (28).

    Pero hay algo ms que gubernamentalidad

    en las cifras. Hay tambin aspectos colectivos

    incuestionables, lo que hemos llamado la di-

    mensin horizontal de los nmeros, que permiten

    hacer vida en comn. Latour ha propuesto tomar la

    expresin estigmergiausada en ecologa (29,30),

    hacindola extensiva a los humanos.Surgida de los estudios de los animales que

    se organizan en colectivos, la estigmergia se

    refiere a las seales trazadas sobre las paredes

    de las colmenas, sobre los nidos o en los ac-

    mulos de materias, que guan el trabajo de los

    animales que continan la obra. Esas seales

    permiten coordinar la produccin comn. Para

    aquel que no considera la estigmergia, el todo

    parece emerger como algo inexplicablemente

    surgido de un catico agregado de partes. Un

    colectivo que surge de la accin espontnea de

    individuos aislados. Pero la estigmergia hace

    innecesaria la invisible mano de Dios en las

    colmenas.

    Los holismos y los atomismos en sociologa

    contraponen individuo a sociedad. Pero esa

    agona desaparece si consideramos que no hay

    dos niveles en juego, el individuo y el todo, sino

    un continuo articulado por trazas estigmrgicas.

    En el mundo humano, enriquecido y multi-

    plicado por esos objetos tcnicos que son el len-

    guaje oral, la escritura, los nmeros, el cero, los

    grcos, la imprenta, los computadores e Internet,los objetos estadsticos cumplen un rol que nos

    atrevemos a llamar estigmrgico. El mapa propone

    articular formas organizativas de la vida de un co-

    lectivo, sealar importancias, tener problemas en

    comn, realizar debates. Son formas por supuesto

    contingentes y transitorias, sin carcter de nece-

    sidad ni organizadas en torno a una ruptura ra-

    dical con ningn pasado lineal.

    OLIGPTICOS

    La produccin de estadsticas en salud es

    parte de esta funcin estigmrgica, que nos co-

    necta con las expresiones de Dewey acerca de

    la democracia entendida como la bsqueda de la

    construccin de un pblico y el rol que en esa

    tarea corresponda a los signos y al arte:

    Nuestra babel no es de lenguas, sino de unos

    signos y smbolos sin los cuales es imposible

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    la experiencia compartida [] Slo cuando

    existen signoso smbolos de las actividades y

    de su resultado, el ujo puede contemplarse

    desde el exterior, puede aislarse para consi-

    derarlo y juzgarlo, y, en consecuencia, puedellegar a regularse. Los rayos pueden golpear

    y partir un rbol o una roca, y los fragmentos

    resultantes retomar y continuar el proceso

    de interaccin. Pero cuando las fases del

    proceso son representadas a travs de unos

    signos, se interpone un nuevo medio. Como

    los smbolos se relacionan mutuamente, las

    relaciones importantes de un curso de acon-

    tecimientos se registran y se conservan como

    signicados. La memoria y la previsin se

    hacen posibles; el nuevo medio facilita el

    clculo, la planicacin y el nuevo tipo de

    accin que interviene en lo que sucede para

    dirigir su curso en inters de lo que se prev y

    se desea. (31 p.134,141)

    Como buen discpulo de Peirce, Dewey com-

    prenda las funciones indispensables del signo, en

    su variante palabra, nmero, cono, en la vida co-

    lectiva. Su valoracin del signo en la constitucin

    de un pblico es concordante con la visin que

    del mismo tena Peirce:

    Es que la palabra o signo que utiliza el

    hombre es el hombre mismo. Pues lo que

    prueba que un hombre es un signo es el

    hecho de que todo pensamiento es un signo,

    en conjuncin con el hecho de que la vida

    es un ujo de pensamiento [] El hombre in-

    dividual, dado que su existencia separada se

    maniesta slo por la ignorancia y el error,

    en la medida en que es algo aparte de su

    prjimo, y de lo que van a ser l y ellos, es

    slo negacin. (32 p.121)

    Un lugar que donde se renen las inscrip-

    ciones (o signos) y se preserva su trazabilidad, es

    decir su cadena de transformaciones, puede ser

    considerado un oligptico:

    esos sitios que hacen exactamente lo

    opuesto de los panpticos: ven demasiado

    pococomo para alimentar la megalomana del

    inspector o la paranoia de los inspeccionados,

    pero lo que ven lo ven bien; de all el usode esta palabra griega para designar un ingre-

    diente al mismo tiempo indispensable y que

    viene en cantidades minsculas [] Desde

    los oligpticos es posible obtener visiones

    slidas pero extremadamente restringidas del

    todo (conectado), mientras se mantengan las

    conexiones. (25 p.260) [cursivas del original]

    Los jesuitas en su mapa trazaron un oligptico

    chilote, juntaron en una sola grca bivariada

    sobre una supercie de papel, lo que a ellos les

    pareca importante de los chonos. La cuestin

    de la importancia en estadsticas es de primera re-

    levancia. Como deca Whitehead:

    Concentramos nuestra atencin gracias al

    sentido de la importancia. Y al hacerlo, aten-

    demos a los hechos. Aquellos que de un

    modo deliberado limitan su atencin a los

    hechos lo hacen por razn del sentido de la

    importancia que otorgan a aquella actitud.

    Ambas nociones son antitticas y se requieren

    mutuamente. (33 p.14)

    Este documento releva hoy otros sentidos que

    en ese momento no fueron considerados, como

    por ejemplo el valor patrimonial arquitectnico

    de las construcciones y lugares enumerados en el

    mapa. Si bien es cierto que el oligptico ve menos

    que lo que hay, lo cierto es que permite ver si-

    multneamente lo que de otro modo no veramos.

    Algunos llaman a esos oligpticos el todo, el

    diagnstico de salud, la situacin de salud, las

    prioridades de salud, las estadsticas de salud. No

    hay problema, no estamos discutiendo nombres.

    Solo que insistimos que ese todo es siempre ms

    pequeo que las partes y que ese todo es contin-

    gente y uno ms, entre muchos todos posibles.

    Otras estadsticas no solo son necesarias. Que-

    remos pensar que son cada vez ms posibles.

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    SALUD

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    NOTAS FINALES

    a. Las dalcas son embarcaciones de tres tablascocidas y calafateadas con estopa de alerce, dancuenta de la hibridacin que constituyen las mi-

    siones circulares.

    b. Los chonosconstituan un pueblo navegante enese territorio insular y conformaron una especiede cultura maderera, cuyo producto ms represen-tativo fueron las canoas de tres tablas dalcas,y las actuales iglesias chilotas patrimonio de lahumanidad. Las Misiones Circulares jesuitas enChilo articularon el encuentro religioso, polticoy material con esta etnia.

    c. Par gouvernementalit, jentends lensembleconstitu par les institutions, les procdures, analy-ses et rexions, les calculs et les tactiques qui per-

    mettent dexercer cette forme bien spcique, bienque complexe, de pouvoir, qui a pour cible princi-

    pale la population, pour forme majeure de savoir,lconomie politique, pour instrument techniqueessentiel les dispositifs de scurit(8 p.655).

    d. It was by him stiled Political Arithmetick, in asmuch as things of Government, and of no less con-cern and extent, than the Glory of the Prince, and

    the happiness and greatness of the People, are bythe Ordinary Rules of Arithmetick, brought into asort of Demonstration (10 p.3).

    e. Con otras palabras y otros enfoques, AdolfoMurillo (13), Augusto Orrego Luco (14), SalvadorCommentz (15), Alvaro Covarrubias (16) y HugoBehm (17) discutieron sobre estadsticas con unafn colectivo.

    f. Pimanderes el primer tratado del Corpus Her-meticum, que junto con el Asclepio son textosproducidos entre los aos 100 a 300 d.c., muy de-batidos en el Renacimiento, bajo la conviccin deque procedan de la civilizacin egipcia.

    g. Projet dune science gnrale de lordre; tho-rie des signes analysant la reprsentation; dispo-sition en tableaux ordonns des identits et des

    diffrences(20 p. 86).

    h. Le continuum de la reprsentation et de ltre,une ontologie dnie ngativement comme ab-sence de nant, une reprsentabilit gnrale deltre, et ltre manifest par la prsence de la repr-sentation, tout ceci fait partie de la congurationdensemble de lpistm classique.(20 p.219).

    AGRADECIMIENTOS

    Agradecemos a Ana Mara Adriazola y a sus colegas del Museo Nacional de Medicina Universidad deChile, por la digitalizacin de la imagen. Yuri Carvajal reconoce el nanciamiento del Conicyt (Fondecyt3130585) a travs del proyecto Controversias tecno-cientcas en la reforma de salud: anlisis desde lasociologa de la traduccin.

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    FORMA DE CITARCarvajal Y, Yuing T. Las estadsticas de salud no nacen de un repollo: jesuitas, aritmticas polticas, estigmergias y

    oligpticos. Salud Colectiva. 2013;9(1):91-102.

    Recibido el 22 de agosto de 2012Versin nal presentada el 12 de noviembre de 2012Aprobado 20 de diciembre de 2012

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