la vendedora de rosas-2da corrección

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Guión original de la película LA VENDEDORA DE ROSASSelección oficial Cannes 98

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La vendedora de rosas –guión cinematográfico–

Víctor Gaviria

Carlos Henao

Diana Ospina

Page 4: La vendedora de rosas-2da corrección

Primera edición: diciembre de 2012© Víctor Gaviria© Carlos Henao© Diana Ospina© Corporación Festival de Cine de Santa Fe de Antioquia© Fondo Editorial Universidad EAFITCra. 48A No. 10 sur - 107. Tel. 261 95 23www.eafit.edu.co/fondoeditorialCorreo electrónico: [email protected]: 978-xxxxxxxxxxx

Editado en Medellín, Colombia

La vendedora de rosas –guión cinematográfico–

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Contenido

Prólogo al guión de La vendedora de rosas

Lisandro Duque Naranjo .......................................................... 7

Relato inicial de La vendedora de rosas

Víctor Gaviria ........................................................................ 11

La vendedora de rosas (1996)

Sinopsis ................................................................................ 21

Ficha técnica ........................................................................ 23

Reparto ................................................................................ 24

La vendedora de rosas –guión cinematográfico– ........................ 25

Vestuario y fotografías .......................................................... 184

Premios ................................................................................ 193

222

Conversación con los guionistas de La vendedora de rosas

Pedro Adrián Zuluaga .............................................................. 195

Conversaciones de Víctor Gaviria con las jóvenes de

La vendedora de rosas ..................................................................... 225

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La vendedora de rosas: reflexiones sobre los niños

de la calle en Medellín ................................................................. 233

Glosario ..................................................................................... 249

Los autores ................................................................................. 255

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7

Prólogo al guión de La vendedora de rosas

A manera de insumos para este prólogo, Víctor Gaviria y Diana Ospina

–guionistas, junto a Carlos Henao, de La vendedora de rosas–, me enviaron,

aparte del guión escrito, la entrevista de ellos tres con Pedro Adrián

Zuluaga, así como una entrevista de Víctor con la revista Número y un

listado de escenas filmadas de la película que no quedaron incluidas en

la versión final, quizás porque desafinaban la estructura ya lograda o

porque le aumentaban la duración innecesariamente.

Yo no requería de tanta información, aunque la leí toda, salvo que

este Prólogo pretendiera ser un material exhaustivo, casi una tesis de

grado, algo en lo que no soy especialista y con lo que podría fatigar

a los lectores. De modo que terminé dándole prelación a la película

propiamente dicha, al guión escrito y a la conversación de los guionistas

con Pedro Adrián Zuluaga.

La alusión a tan prolijo envío, sin embargo, viene al caso, porque

es una prueba de lo minuciosos que fueron, y siguen siéndolo, los

tres guionistas en cuanto atañe a la metodología que desplegaron

a lo largo del proceso que concluyó en La vendedora de rosas como

produc to fílmico listo para ofrecérselo al público. Y de ese itinerario

comple jo, es suficiente constancia la entrevista en mención, toda

una cátedra de trabajo de campo destinado a desenlazarse en una

película de excelencia valorada como una pieza de culto no solo de la

cinematografía colombiana. Aquí sí que podría decirse lo que de su

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8

técnica novelística expresó Alain Robbe Grillet: “No solo me interesa

el relato de una aventura, sino la aventura de un relato”.

Si bien este libro circulará con preferencia entre sectores de cinéfilos

y estudiantes de cine, contribuyendo a madurarlos en la construcción

de historias magníficas, de ficción o documental, me parece inevitable

que su interés llegue a expandirse a autores de otros lenguajes, como

la literatura, el periodismo de profundidad, el ensayo y la etnografía.

Y aunque no se lo propusieron los guionistas, o Víctor, que es entre

los tres quien más abunda con esa obsesión a lo largo de la entrevista,

hasta a las disciplinas que se ocupan de las adicciones infantiles a los

sicotrópicos debiera inquietarles el hecho –que desde luego no preten-

de ser un descubrimiento, pero que como pálpito es invaluable–, de

que para varios de los niños abandonados de la mano de dios aspirar

un estimulante como el sacol es un recurso que les permite recuperar el

paraíso perdido de su reciente infancia, cuando sus abuelos aún vivían y

lo que ahora se llama eufemísticamente “disfuncionalidad familiar” no

los había arrojado aún a las calles de la agresiva urbe en que transcurre

la película. “El camino de los afectos” llama Gaviria a esos edenes

artificiales.

La escena en que la Cachetona, casi contra su propio deseo y sentido

de la “libertad”, es recuperada por su padre del inquilinato lumpen en el

que habita con sus compañeras, es de los escasos momentos en que ese

“camino de los afectos” se ofrece viable y no constituye una alucinación.

Es una secuencia emotiva, en la que el reintegro a la formalidad familiar

es de todas maneras “negociado” entre padre e hija, salvándose esta de

la fatalidad de la calle que para sus amigas seguirá siendo inexorable.

Hay otros instantes en que las peladas, sin necesidad de ensacolarse, en

su conversación recrean picarescas pertenecientes a una Antioquia “feliz”

(la de los tiempos de la arriería o la “pujante” de Coltejer y Fabricato),

lo que se ilustra cuando una de las adolescentes, al ser presentada a

otra, le dice: “Mucho gusto, me llamo José Repelín Cuchara”. No todo,

pues, como suelen recriminárselo a Gaviria –y que ni el guión ni la

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9

película podían eludir para satisfacer a la “gente de bien”–, es “gonorrea”,

“entonces qué papá”, “sí o qué”, vocabulario emergido a partir del

mo mento en que Medellín se escindió culturalmente ya sabemos por

qué. No: Carrasquilla se mueve muy a su antojo por los diálogos de

La vendedora de rosas. “El camino de los afectos” incluye también la

reivindicación de la oralidad ancestral.

A los guionistas, además, se les atravesaron –en su peregrinar al

lado de las precoces peladas que los guiaban por el Medellín profundo–,

tantas situaciones, que por sí solas eran, cada una, un hilo de Ariadna

que al jalarlo los conduciría a revelaciones que, de sucumbir a ellas

por su riqueza dramática, terminaría atomizándoles una estructura

ya acordada. Muy a pesar suyo y queriendo evitar esas tentaciones,

no tuvieron más remedio que delimitar sus curiosidades a efecto de

no dispersarse temáticamente, para lo que les resultó decisivo haber

adoptado el texto de Hans Cristian Anderson, “La vendedora de cerillas”

como eje narrativo, como brújula hacia un final convincente, como

cinturón de castidad dramatúrgica que los cuidara de ser devorados

por la infinitud de primicias trágicas que constituyen la cotidianidad

de los niños y niñas de las populosas comunas de Medallo. De no haber

mediado esa metodología contenida, los tres guionistas hubieran sido

devorados por la espesura de episodios inagotables y la película nunca

se hubiera empezado.

Decía el dramaturgo inglés Eric Bentley, que “un autor dramático

se parece a esos capitanes de barco que, para evitar un naufragio, deben

arrojar carga preciosa al mar”. Creo que los guionistas de La vendedora de

rosas se tomaron a pecho esa estrategia.

Lisandro Duque Naranjo

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Relato inicial de La vendedora de rosas1

Mónica tiene doce años, pero su delgadez y su figura menuda le hacen

aparentar menos, quizás nueve o diez años, lo que le permite todavía

provocar la ternura que deben inspirar las vendedoras callejeras, espe-

cialmente las vendedoras de rosas.

Ya todas las tabernas están cerradas, amanece en las calles y Mó-

nica está con algunas amigas de su edad, que se han pasado la noche

inhalando pegante, lo que ya las tiene embaladas y nerviosas. Mónica

se deja llevar por la tentación y durante unos segundos se ha pegado

del frasco de una amiguita y comienza a sentir el cosquilleo de la traba.

Pero ya amanece y quiere llegar rápido a su casa.

En el bolsillo guarda un secreto, el regalo que le ha dado alguien en

la noche, un hombre borracho y cariñoso que ha querido ser especial

con ella: un reloj de propaganda barato, de plástico, pero muy vistoso,

con números y figuras pintadas alrededor del horario.

Mónica lo saca del bolsillo y lo mira con cuidado. Como está con

sus amiguitas embaladas, se deja llevar por ellas y termina en el fondo de

1 A partir de este relato inicial, que nació de la primera conversación con Mónica Rodríguez, cuando tenía once años, y del cuento “La vendedora de cerillas”, de Hans Christian Andersen, se elaboró el guión.

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una callejuela, en La Iguaná, en donde están unos muchachos alterados

por alguna droga. Desprendida, sin pensarlo, Mónica ofrece su reloj a

cambio de algo, de plata sobre todo, porque la necesita para el 24 2…

Uno de los muchachos, el más joven, se enamora de inmediato del reloj

y lo toma sin pedir permiso. Del bolsillo saca de inmediato un reloj de

mujer, delgado y no muy llamativo, de correa negra y se lo da a cambio

del suyo a Mónica. El reloj cautiva de golpe a la niña, puesto que es

un reloj de mujer que tal vez pueda regalar o vender con facilidad…

obviamente es un reloj robado. Mónica lo guarda en el bolsillo y se va

enseguida.

En la llegada a su casa, Mónica se mezcla con serenateros borrachos

que apenas llegan y con peladas que salen a trabajar a las casas, con la

grisosa luz del día. Al cruzar frente a un callejón cree ver a una señora

al fondo que le hace una seña. Se devuelve sorprendida, pero ha sido

una ilusión… Asustada se apresura hacia su casa.

***

Mónica se levanta en la tarde… Al salir a la calle ve a mujeres del barrio

con minifaldas, provocativas, que se levantan sobre las piedras de las

calles para ir donde hombres que las esperan en la avenida en carros

suntuosos… Mónica se ríe de ellas, pero envidiosa… Es 23, debe ir por

las rosas… Una amiguita viene por ella para ir juntas. Es diciembre, hay

globos, natilla, gente bebiendo…

Cuando sale a la avenida Colombia ya sus amiguitas han comenzado

a oler sacol… Ella se asusta, comenta la alucinación del día anterior y

promete que no va a meter nunca más. Eso la enloquece.

La tarde del 23 de diciembre se extiende ante Mónica, que todavía

no tiene las rosas. Camina por el sector, por la carrera 65 en donde se

2 24: Fiesta familiar que se celebra la noche del 24 de diciembre, víspera del nacimiento del Niño Jesús.

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encuentra a muchos amigos de su edad, los pelados que limpian los

parabrisas sin autorización, desplegando toda esa escena tan deliciosa

que se ve a través de la transparencia de los vidrios de los carros.

Ellos quieren decirnos: “¡miren cómo trabajamos nosotros!”. Es pura

actuación.

Al atardecer, una vez ha conjurado las tentaciones del vicio, luego

de un acercamiento hermoso con una de las amiguitas, que la quiere y

le habla siempre con amor, un tanto homosexual, pero amor, Mónica se

va por los lados del Éxito, un almacén atestado de gente que compra los

regalos de navidad. Mónica visita a un amigo, celador de un parqueadero,

al que encuentra en problemas con unos muchachos en moto, que lo

quieren matar. Está muy nervioso, no pasa de aquel día, piensa con

pesimismo.

Mónica oye también los diálogos de la gente, que el aire le trae a

jirones. Preocupaciones tontas de quienes lo tienen todo, compromisos,

insatisfacciones, peleas, mimos de niños y adolescentes… Gente que

come helados, modas, pelaos muy bellos que Mónica ve también con

envidia.

Frente a las vitrinas, bajo los anuncios de luces de la navidad, Mónica

tiene conversaciones muy especiales de gente pobre: alguien que fue

encontrado muerto bajo un puente, peligros, peleas, rencillas de la calle.

***

De pronto aparece la pólvora. La trae una niña amiga de Mónica, a

quien su padre ha dado varias docenas de chispitas mariposas para

vender en la calle, también borrachitos, chorrillos, etc. Mónica las ve en

una callejuela, detrás del almacén, encendiendo las chispitas que llenan

la calle de alegría.

Mónica la sigue, interesada, obsesionada, enamorada de la pólvora.

No tiene plata, lo único que puede cambiar por pólvora es el reloj de

mujer que cambió con el muchacho del barrio.

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Su amiga acepta al ver el reloj. Como Mónica quiere más pólvora,

diversa, no solo “chispitas”, mañana completará con muchas más, ocho

o diez mínimo.

Antes de comenzar a trabajar, a vender rosas, Mónica enciende

alguna caja, para su propia diversión y alegría. De pronto, en la esquina

ve cruzar a una señora que se le parece a su abuela, a quien tanto quiere,

quien tanto la quiso antes de morir. La busca desesperada, pero se da

cuenta que es una equivocación, es otra señora de la calle. Mónica le

comenta a su amiga de su abuela, de lo importante que fue para ella, y

de cómo murió a mediados del año, un día preciso cuyo número Mónica

recuerda con exactitud.

***

Por la noche, de taberna en taberna, bastante solas por las fiestas fami-

liares de navidad, Mónica consigue su plata del día. Ella es inmejorable

para vender sus rosas de amor. Sabe decir lo preciso cuando ve a una

pareja, tiene gran capacidad para hablar, para convencer a los indecisos…

En el ambiente de la noche hay de todo: niñas prostitutas, magos, mú-

sicos serenateros, señoras que se la pasan con escopolamina para dormir

a alguien.

La amiguita suya que está enamorada de ella se le acerca y le enseña

un ratoncito amarrado con una pita, que lo convierte en mascota. La

invitan a sacol, pero ella corre a la casa de su tía a dormir.

Está amaneciendo cuando llega a su cama, oye los pájaros, oye el

agua del río, oye a los muchachos del barrio, tan locos y tan violentos

a esas horas de la noche o de la madrugada. Oye a una señora vecina,

parecida a su abuela, que se levanta a esa hora a cocinar, oye cómo trata

a su nieta. Siente su ausencia de inmediato.

***

Es el 24. Después de levantarse, Mónica busca en un baúl unos zapatos

nuevos de su mamá, que su tía tiene guardados. Como son grandes,

los llena con periódicos y se los pone.

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Luego Mónica está por la calle, sola, cuando el muchacho del reloj

la aborda. Rápido le comenta el problema: el reloj de números y pro-

paganda se le ha mojado y ha perdido los dibujos, se han borrado los

números. El muchacho se lo muestra a Mónica. Pero ella ya no tiene

el reloj, lo cambió por pólvora. Al muchacho solo le interesa el reloj,

además porque piensa regalarlo hoy que es 24. El muchacho amenaza a

Mónica, ella le responde airada. “Máteme si quiere”, le dice desafiante,

sin meditarlo mucho.

Por la tarde Mónica está triste, va de un lugar a otro, hasta que se

encuentra un grupo de amigas. Como es 24, bebe un poco de aguardiente

de una botella que sus amigas han conseguido, también prueba el sacol,

cae en la tentación.

Sus compañeritas, ya mareadas y embaladas con el sacol, deciden

robar algo. Esto la aleja. Busca a la que le debe las cajas de pólvora. Ella

quiere ir temprano a la casa para aportar la pólvora a la fiesta. Eso la

pone feliz. Todo lo demás la entristece: los traídos, las fiestas familiares,

la soledad.

***

Al atardecer Mónica ve algunas imágenes que le remueven algo en su

interior: un carro con una familia modelo, con muchos hijos graciosos,

sanos, optimistas…

Luego asiste a fiestas familiares, una marranada, que Mónica mira

embelesada.

Un grupo de muchachos, cazadores de globos, le arrebatan uno

que casi encuentra sin que nadie se diera cuenta de su caída. Parece

men tira que lo tiene en sus manos, pero enseguida aparecen decenas de

muchachos especialistas en coger todo lo que sobre en la ciudad.

De pronto sus amiguitas aparecen de nuevo. Mónica sigue oliendo

sacol. Es inconsecuente, mentirosa, inconstante. Así es nuestra heroína.

Incluso ya no quiere comer nada, ni natilla, ni buñuelos de sus amigas.

Bajo una lámpara dramática, Mónica se encuentra con el muchacho del

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reloj. Es un momento difícil, duro, porque el muchacho está embalado,

con ideas muy claras, muy amenazantes. Mónica no puede devolver el

reloj, se le escapa porque es rápida, porque es decidida. El muchacho

queda ofendido, inquieto, rabioso.

Mónica deambula sin encontrar a ninguna amiguita. Al fin en el

parqueadero del Éxito encuentra a su amiguita que tiene el frasco de

sacol y ella se lo pide y termina quedándose con él. Pasa un poquito a

un frasquito que ha encontrado en una caneca… ahora ella ya puede

andar sola, a sus anchas, con su paquete de pólvora y su sacol…

El muchacho del reloj la persigue. Paso a paso la busca con rencor,

ya armado, está loco por hacer algo raro aquella noche de navidad.

Mónica cruza frente a una casa en donde hacen una fiesta. Pero

allí no se queda. Va hasta una pared oscura de una casa, y allí, cansada

y descalza, se recuesta un momento mientras toma nuevas fuerzas…

Allí prende, con una caja de fósforos que se ha encontrado en la

fiesta, las Chispitas Mariposa que tiene guardadas con amor. Entonces

tiene las alucinaciones.

***

La primera es la transparencia de esa pared donde se apoya. Se vuelve

como gasa, traslúcida, y se ve en una fiestecita familiar, llena de gente

amiga que no se inmuta con su presencia, en cambio la admiten

con calidez… De pronto, un pollo asado que está sobre la mesa sale

caminando, corriendo, con un cuchillo enterrado en el lomo… Ella se

asusta, pero la alucinación se apaga con la luz de la pólvora.

Enciente otra luz, apresurada, y ve entonces un pesebre en una

vitrina, pero tan grande, que parece de verdad un establo. Primero siente

los animales, el buey y la mula, las pajas, y ve a la Virgen María, tan

pa recida a alguien que ella quiere reconocer… También está el niño, el

Niño Dios de verdad… Como ella está tan cansada, se hace a un lado

para recostarse, y de pronto ve a un lado del pesebre una cama grande

y con sábanas limpias en donde dormir… Nunca ha visto en una vitrina

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algo tan hermoso. Pero la luz también se apaga y, de pronto, ella ve en

el cielo la estrella de la Navidad que corre y se apaga, como una simple

estrella fugaz…

Se ve a sí misma, oscura, siente las voces de estar acompañada de

alguien, se siente acompañada de su abuelita, que le dice que una estrella

fugaz es un alma que ya ha salido del cuerpo y asciende hacia el cielo…

La palabra “moribundo” llega hasta sus labios, y prende de nuevo con

angustia otra pólvora, para que su abuela se le aparezca.

Con la luz de la Chispita su abuela se hace nítida, viene por un

caminito del barrio y se encuentra con ella de golpe, la llama y la abraza…

Ella está más niña que ahora. Mónica la mira con amor, reconoce la luz

de los ojos de su abuela, que simplemente le bastan, más que un regalo

o una cama o una comida. Ella le limpia la piel de la cara, le arregla la

tela del vestido, le limpia los pies que ya no tienen zapatos.

Como Mónica ya sabe que con la luz extinguida de la pólvora su

abuela desaparecerá, enciende una y otra Chispita Mariposa para que

su abuela permanezca.

Pero el muchacho del reloj está por ahí merodeando. Un celador

lo echa de un patio interior de un condominio que, tristemente, lo lleva

a donde está la niña escondida, recostada a la pared de la casa… La

luz y el olor a pólvora le llaman la atención, lo conducen hasta ella…

Entonces la encuentra, pero ella no se da cuenta.

Desde lejos vemos al muchacho que llega hasta la niña, la increpa,

vemos la luz sombría de un revólver. Son las doce, el ruido explosivo

se confunde con todas las luces y los estallidos de pólvora del instante

de navidad.

Muchos niños salen en ese momento a la calle con sus traídos de

Niño Jesús.

***

Al día siguiente Mónica está a un lado de la pared, estirada como una

muñeca, con los brazos todavía con los palos de la pólvora, al parecer

con los brazos cruzados como si tuviera frío.

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Alguien, un celador, la descubre y se acerca con temor. Luego llega

más gente, señoras que se escandalizan con el cadáver de la niña.

¿De qué murió? A través de los pies de los señores vemos a Mónica

recostada en la pared y el suelo, pero con una sonrisa en los labios.

… Porque nadie sabe que su alma partió como una estrella fugaz en el

cielo hacia su abuelita que la esperaba, más grande y más clara que nunca,

con los brazos abiertos, en aquel caminito del barrio, en donde siempre la

esperó, con un amor más grande que la estrella de Navidad.

Víctor Gaviria

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La vendedora de rosas (1996)

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La vendedora de rosas (1996)Sinopsis

Mónica tiene trece años y ya se ha rebelado contra todo. Ha creado su

propio mundo en la calle, donde lucha con coraje para defender lo poco

que tiene: sus amigas, tan niñas como ella; su novio, un traficante de

drogas; y su orgullo, sin hacer concesiones a nadie. La noche de Navidad,

como todas las noches, vende rosas para ganarse la vida y para comprar

el sueño de una velada con ropa recién estrenada y una salida con su

novio, pero la vida le depara una nueva cita con la soledad, la pobreza,

la droga y la muerte. Mónica es la otra cara de una ciudad intensa y

cruel como Medellín o como cualquier ciudad en donde los niños de la

calle no tienen lugar en este mundo.

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Ficha técnica

Dirección: Víctor Gaviria

guión: Víctor Gaviria, Carlos Henao, Diana Ospina

ProDucción: Erwin Goggel

Dirección fotografía: Rodrigo Lalinde

comPosición y Dirección musical: Luis Fernando Franco

Dirección De arte: Ricardo Duque

cámara: Erwin Goggel y Olmedo Cardozo

soniDo: Heriberto García, Rafael Umaña y Ramón Pulecio

montaje: Agustín Pinto

asistencia De Dirección: Carlos Henao, Mónica Rodríguez, Sandra Higuita, Marlin Franco

ProDucción De camPo: Leda Bustamante, Olga Lucía Pérez, Carlos Zárate, Hilda Ospina y Javier Quintero asistencia De arte: Rodrigo Isaza

maquillaje: Gloria Caro y Girlesa Monsalve

Vestuario: Karina Blumencwejg

Dolly: Raúl Soto

foto fija: Eduardo Carvajal

utilería: Aníbal Silva y Martín Tirado

luces: Juan A. Restrepo y Armando García

tramoya: Iván Darío García y José Juan Posada

aDministración: Guillermo López

ProDuctores asociaDos: Silvia Vargas, Pierre Cottrel y Sergio Navarro

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24

Reparto

mónica: Leidy Tabares

yuly: Marta Correa

anDrea: Mileyder Gil

la Cachetona: Diana Murillo

clauDia: Liliana Giraldo

marcela: Yuli García

milton: Alex Bedoya

anDerson: Elkin Vargas

chocolatina: John Fredy Ríos

robin: Róbinson García

el Zarco: Giovanny Quiroz

Don héctor: Elkin Rodríguez

joVany: William Blandón

lolo: Wilder Arango

elkin: Duván Vásquez

norVey: Giovanni Patiño

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La vendedora de rosas–guión cinematográfico–

SECUENCIA 1

EXTERIOR - NOCHE - FACHADA CASA ANDREA - CALLE -

PUENTE - LA IGUANÁ

Las casas de La Iguaná están llenas de decoración y luces de navidad.

Frente a la escuela hay un grupo de personas que elevan un globo de

dos pisos de alto. El globo se eleva sobre el barrio.

En un callejón, que también está adornado con guirnaldas de navidad, se

observa el júbilo de los niños por el globo y se escuchan los gritos de una

mamá que pelea con su hija.

magnolia (off)

¡Andrea venga!

anDrea (off)

¡¿Señora?!

magnolia (off)

¿Usted por qué me dañó la grabadora?

anDrea (off)

¡Yo no fui!

e

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26

magnolia (off)

¡Por qué tiene que cogerme las cosas mías!

anDrea (off)

¡Yo no la dañé!

magnolia

¿Entonces quién la dañó? ¿Usted a quién entró?

anDrea (off)

Es que se me cayó...

magnolia (off)

¡Cómo que se me cayó!

anDrea (off)

¡Ah no, no me pegue!

magnolia (off)

¡Usted no tiene por qué cogerme mis cosas!, ¿entiende?

anDrea (off)

¡Ay, amá, no me pegue! ¡No me pegue!

magnolia (off)

¡No me coja la mano!

En el callejón, la gritería ha hecho que unos niños se detengan a mirar

por la puerta de una casa pequeña. Una ventana que está al lado de una

puerta se abre y salta Andrea, una niña de nueve años, que corre por el

callejón escapando de su mamá.

anDrea

¡Vieja descarada! ¡Hijueputa!

Doña Magnolia sale furiosa a la puerta con un cable de grabadora en la

mano.

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27

magnolia

Vení, culicagada, ¡vení que te voy acabar! Me tenés

que responder por lo que me hiciste. ¡Esta malparida

me dejó sin música pa’ el 24!1

Andrea corre llorando por la calle principal, entre las señoras que hacen

natilla y buñuelos en la calle y los muchachos que beben frente a un pesebre.

Cojea y se detiene a tocarse las heridas de cable que tiene en el muslo, que

su falda corta apenas logra cubrir.

Andrea sale de la última calle del barrio y entra a un puente oscuro en

donde se cruza, frente a una virgen iluminada con instalaciones de navidad,

con el grupo del Zarco que camina en sentido contrario. Uno de ellos,

Héctor, va en silla de ruedas. La niña los evita cambiándose de acera. Está

vestida con una blusa ombliguera. Al final del puente se mete en una calle

oscura, recién asfaltada. Andrea corre, llorando, furiosa, sin dejar de cojear.

SECUENCIA 2

EXTERIOR - NOCHE - CORREDOR CENTRAL - CORREDOR

TRASERO - CALETA DE SACOL - ESCALAS DE ATRÁS - BOLERA

Mónica, una niña delgada de doce años, lleva unas rosas en la mano y

va cojeando por el corredor central de la Bolera porque su sandalia está

reventada. A medida que va caminando pasa por distintos sitios donde

hay muchas personas rumbeando. De las tabernas se reflejan luces

de diversos colores y se escucha música de diferentes ritmos: carrilera,

boleros, vallenato.

1 24: Fiesta familiar que se celebra la noche del 24 de diciembre, víspera del nacimiento del Niño Jesús.

e

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28

Mónica sale a un corredor solitario y oscuro, en la parte trasera de la

Bolera, y se acerca a una jardinera, suelta las rosas en el suelo y se sube

al murito. Se agacha para mirar hacia el interior de la jardinera y mete la

mano hasta el fondo de las plantas. Como no encuentra nada se baja de

la jardinera y mira hacia donde está Milton, un niño de trece años que está

acostado con la mirada perdida, en otra jardinera cercana a unas escalas.

mónica

Usted me cogió la botella que había aquí, ¡marica!

Milton sonríe, pero no reacciona y la mira como si no la reconociera.

Mónica busca la botella junto a él y la encuentra escondida, debajo de

su cuerpo.

milton

¡Mónica! ¡Venga!

Milton la trata de acariciar. Mónica se sienta en un murito, fuera del alcance

de Milton, y aspira sacol pegando la botella a sus labios. Milton, con sus ojos

perdidos, mira algo que está ocurriendo dentro de su cabeza. Suenan unos

voladores. Milton mira hacia atrás y sonríe cuando ve las luces de colores

que estallan en el cielo. Mónica, pegada de la botella de sacol, también las

mira. Sigue las luces hasta que caen a la calle y allí ve pasar a una anciana

humilde, quien lleva dos niños de la mano. Luego se ve a ella misma de

la mano de la abuelita. Se sorprende al ver a la señora y se levanta como

si la conociera.

La señora tiene el pelo corto y blanco, su rostro es idéntico a... Mónica

pronuncia la palabra abuelita sin que se escuche.

Milton se ríe alucinando con las luces. La anciana con los dos niños sale del

campo de visión de Mónica, que permanece paralizada sin dejar de mirar.

e

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29

SECUENCIA 3

EXTERIOR - NOCHE - CORREDOR DE ATRÁS - ESCALAS DE

ATRÁS - CALETA DE SACOL - BOLERA

Yudy, una niña de catorce años, aparece corriendo por el corredor de atrás

de la Bolera. Viene con su ropa muy ceñida al cuerpo y unas rosas en la

mano. Busca a Mónica con la mirada.

yuDy

¡Mónica! ¡Mónica!

Mónica continúa mirando hacia donde vio pasar la viejita. Al ver

que Mó nica no le responde, Yudy se acerca hasta la jardinera y ve que

se está sacoliando junto a Milton.

yuDy

¡Eh Avemaría, Mónica! ¿Usted... dizque no se iba a

sacoliar pues hoy? ¡Venga pues, que no hemos vendido

nada!

mónica

Yudy, fíjese que yo vi a mi mamita.

yuDy

¿Cómo?

mónica

¡Ay, sí! ¡Yo la vi! Por allí.

yuDy

No... usted está muy galeocha.

mónica

¡Ay no! ¡Seguro Yudy que no! ¡Yo la vi! ¡Yo la vi! Era

una señora igualitica a mi mamita.

yuDy

¡Ah... seguro que no! ¡Uhm, usted si tiene que estar

muy galeocha! ¿Usted no me dijo pues, que se había

muerto su abuelita?

Page 30: La vendedora de rosas-2da corrección

30

mónica

Pero era igualitica... Mire cómo quedé temblando del

susto. Seguro que era igualitica.

yuDy

¡Ay mija! Es mejor que no siga pensando en su abuelita,

porque eso sí la hace poner muy triste... Venga, mejor

vámonos a vender rosas. Mire que acabó de llegar una

gallada ni la hijueputa a rumbiar a la taberna. ¡Venga

pues!

Mónica guarda la botella de sacol en la jardinera. Cuando las niñas dan la

vuelta para irse hacia la taberna, Milton estira las manos cariñosamente

hacia Mónica.

milton

¡Mónica... venga que usted es muy linda! Quédese otro

ratico conmigo...

Yudy arrastra a Mónica de la mano.

yuDy

¡Venga! Venga pues, que yo distraigo al celador. Yo lo

llamo y le invento un paro.

SECUENCIA 4

EXTERIOR - NOCHE - PARQUEADERO DE ATRÁS - CORREDOR

DE ATRÁS - CORREDOR CENTRAL - BOLERA

La Cachetona, una niña alta y morena que lleva rosas en la mano, está

tratando de abrir las portezuelas de unos carros del parqueadero de atrás,

alcanza a ver a Yudy y a Mónica que pasan por el corredor trasero.

e

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31

cachetona

¡Yudy, Mónica, espérenme! ¿Pa’ dónde van muchachas?

yuDy

Es que llegó un cocao de gente a Años 60.

cachetona

Pero ese hijueputa celador le pega a uno con ese bolillo.

yuDy

¡Venga! Entren juntas, que yo ya sé qué le invento a

ese marica.

Yudy le entrega las rosas a Mónica.

yuDy

¡Pilas, pues! Tenga 2, 4, 6, 8... rosas mías, después

arreglamos.

Las tres niñas salen corriendo y se pierden por el fondo del corredor

central.

SECUENCIA 5

EXTERIOR - INTERIOR - NOCHE - CORREDOR DELANTERO -

ACERA DELANTERA - FACHADA TABERNA AÑOS 60 - BOLERA

Mónica y la Cachetona caminan por el corredor delantero con unas rosas

en la mano. Yudy baja las escalas que dan a la acera, camina por la parte

delantera, y llega hasta el frente de Años 60, desde allí llama al celador.

yuDy

¡Ey! ¡Cela! ¡Venga! Venga que le mandaron una razón

que le interesa.

e

Page 32: La vendedora de rosas-2da corrección

32

Mónica y la Cachetona se ven a través del calado de Años 60 dirigiéndose

hacia la entrada, mientras el celador se acerca hasta donde está Yudy. Ella

le hace una seña y lo hace mover para hablar con él.

celaDor

¡Ah ver... suéltela pues!

yuDy

Es que sabe qué... Luz Elena, la mona amiga de la

muchacha de los perros, le manda a decir que la espere

a la salida... que quiere hablar con usted.

celaDor

Y ¿dónde está ella?

yuDy

No, es que ella está por venir... Ella le mandó saludes

y no se demora.

SECUENCIA 6

INTERIOR - NOCHE - TABERNA AÑOS 60 - BOLERA

A través de los corazones y los calados de la taberna, se ve entrar a Mónica y

a la Cachetona aprovechando que el barman está de espaldas. En el primer

salón hay unos “músicos boleristas” que Mónica escucha embobada;

mientras la Cachetona ofrece rosas a la pareja de novios.

cachetona

¿Una rosita para su novia?

La pareja la mira y le hace un gesto negativo.

cachetona (para sí misma)

¡Vieja malparida!

e

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33

Mónica se mueve entre las mesas y les ofrece sus rosas a una pareja de novios, mientras mira impaciente hacia la puerta.

mónica

¿Me van a colaborar con la rosita? Mire cómo es de bonita ella (refiriéndose a la muchacha). Se merece una rosa, ¿cierto? ¡Venga...! ¡Regálesela!

La pareja la mira con ternura.

noVio

Y ¿cuánto vale?

mónica

Son a 1.000 pesos, pero si me la compra no se va arrepentir... estas son las rosas del amor.

La pareja sonriente recibe la rosa. Mónica sigue cojeando con gracia por entre las mesas. Detrás de una columna hay una pareja. La novia observa a Mónica cojeando, y la llama.

noVia

¡Niña! ¡Niña! Venga.

Mónica se acerca hasta la mesa. La muchacha le sonríe a Mónica y luego se dirige hacia su novio.

noVia

¡Mi amor! yo quiero una rosita de estas.

noVio

¿Nada más una?

noVia

Regáleme pues dos. Pero también le da plata a la niña, para que se mande a arreglar la sandalia.

Mónica mira con ternura a la muchacha.

mónica

¡Tan linda usted! Ojalá pase una navidad bien feliz con él.

Page 34: La vendedora de rosas-2da corrección

34

SECUENCIA 7

EXTERIOR - NOCHE - PARQUEADERO DE ATRÁS - ESCALAS

DE ATRÁS - CORREDOR DE ATRÁS - BOLERA

Andrea llega cojeando a la Bolera por la parte de atrás donde está el

parqueadero de los carros. Ve a Milton y se acerca.

anDrea

¡Ay oiga! ¿Usted no sabe dónde está una pelaíta de La

Iguaná que vende rosas?

milton

Y ¿cómo se llama?

anDrea

Mónica.

milton

Ella estuvo por acá pero... ¡A vea! Ahí está Anderson.

El novio. Él debe saber.

Anderson aparece vendiendo droga en el parqueadero a un cliente de un

carro. Luego hace cabriolas en su bicicleta y se acerca hasta donde están

Milton y Andrea. Prende un bareto y mira malicioso a Andrea. Ella está

llorosa y no puede impedir que los muchachos le vean la herida que tiene en

la pierna. Al ver la herida, Anderson hace un gesto de dolor, sin embargo,

se le acerca a Milton y le habla al oído.

anDerson

Está buena la pelaíta...

milton

Ella está preguntando dónde está Mónica.

milton

¿Y es que nosotros no le servimos mamacita?

e

Page 35: La vendedora de rosas-2da corrección

35

Anderson le mira la herida de la pierna y le ofrece bareta.

milton

Tome mejor pa’ que se ponga contenta. Usted tan linda

no debe estar así. Hágale, dele una fumadita.

La propuesta es tan absurda que Milton y Anderson se ponen a reír. Andrea

se asusta y se aleja de ellos.

anDrea

¡No! Seguro que no saben dónde está Mónica.

anDerson

Pero ¿qué le pasa? Es que ¿se aburrió con nosotros?

anDrea

No, yo mejor me voy a buscarla.

anDerson

No pero ¡venga!

anDrea

No..., pero es que la necesito.

anDerson

¿Por qué no le da una vueltecita a la Bolera? (se ríe) Por

aquí nadie muerde...

Andrea sube las escalas cojeando y atraviesa el corredor de atrás, luego se

pierde entre la gente de la Bolera.

anDerson

¡Está buena! ¡Aguanta la pelaíta!

e

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36

SECUENCIA 8

INTERIOR - EXTERIOR - NOCHE - TABERNA AÑOS 60 - CO-

RREDOR DELANTERO - ACERA DE ADELANTE - PASAJE -

BOLERA

Mónica alcanza a ver a la Cachetona que les está vendiendo rosas a un

grupo de empleados que se han reunido en torno a varias mesas, en el

otro salón de la taberna. Mónica se dirige hacia allá, también quiere

venderle sus rosas a ese grupo. En ese momento la Cachetona alcanza

a ver el celador, que acaba de entrar bruscamente con el bolillo en la

mano, y sale corriendo hacia la puerta.

cachetona

¡Mónica! ¡Ábrase que llegó el cela!

Mónica sale detrás de la Cachetona, pero el celador le alcanza a dar con

el bolillo cuando ella está llegando a la puerta, a punto de escaparse.

celaDor

¡Ey! ¡Ey! ¡Pa’ fuera pues! ¿Cómo hay que hablarles

a ustedes? ¡Qué no las vea más por aquí pues, mari-

concitas!

La Cachetona y Mónica corren rápidamente por el corredor delantero.

Yudy se ríe al ver a Lady sobándose el brazo.

Mónica se pierde, entre la muchedumbre, por el pasaje de la Bolera.

SECUENCIA 9

EXTERIOR - NOCHE - PASAJE - FRENTE TABERNA BOCA DE

CHICLE - ESCULTURA - BOLERA

Mónica se encuentra con Anderson frente a Boca de Chicle, donde un

grupo de personas están cantando música de los años sesenta. Mónica

e

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37

está llorosa sobándose el brazo. Anderson la saluda, se abrazan y se cogen de la mano.

anDerson

¿Por qué estás llorando mi amor?

mónica

¡Ese marica celador me pegó un bolillazo!

anDerson

A ese marica se la cobramos. El sale ahora y lo cogemos, pa’ darle una pela bien hijueputa...

Se van caminando hacia la escultura.

mónica

Pa’ que deje de ser tan regalado, ese marica.

anDerson

Mamita venga pues, vamos pa’ la 70.2

mónica

Yo voy a terminar y le caigo más tardecito.

Mónica se mira la sandalia reventada y se la muestra a Anderson.

mónica

Mire cómo estoy de mal... ¡Uhm! Usted me dijo que me iba a dar plata para comprar unos zapatos.

anDerson

Tranquila mamacita, yo mañana seguro que le doy la plata pa’ que se compre unos zapatos y para que compre el estrén.

mónica

¿Sí?, ¿pero seguro que mañana va a pasar conmigo el 24?

2 La 70: carrera comercial en Medellín con bares y estaderos a donde la gente acude a enfiestarse.

Page 38: La vendedora de rosas-2da corrección

38

anDerson

Ahora hablamos en la 70.

SECUENCIA 10

EXTERIOR - NOCHE - ESCULTURA - PASAJE - TELÉFONO PÚ-

BLICO - BOLERA

Al acercarse a la escultura, Anderson y Mónica se encuentran con Yudy,

la Cachetona, Andrea y Milton.

yuDy

¡Mónica! ¡Mónica! ¡Venga! Esta pelaíta la está buscando.

Anderson le da un beso en la mejilla a Mónica.

anDerson

Entonces, nos vemos a la 11 en la 70.

Anderson se monta en la bicicleta que tiene Milton y empieza a hacer

cabriolas. Mónica se acerca a Andrea que continúa llorosa.

mónica

Yo distingo a la pelaíta, ¿cierto que usted vive en La

Iguaná? ¿Y usted qué está haciendo por aquí? ¿Qué le

pasó?

anDrea

!Ah! Es que me volé de la casa, porque mi mamá me

pegó con un cable de grabadora.

Andrea gaguea al hablar, les muestra la herida de la pierna y todos se

alarman.

e

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39

yuDy

Yo también me volé de la casa, porque mi mamá me

iba a tirar con un cuchillo, si no es por mi hermanito,

que le cogió la mano, me mata esa ¡vieja hijueputa!...

Y ¿no presenta?

mónica

Ah... vea, una amiguita.

yuDy

José repelín cuchara apellido tenedor...

Yudy se monta a la escultura con un bareto en la mano.

anDrea

Es que esa vieja malparida, porque saqué la grabadora

y la dejé caer... cogió el cable y me pegó.

yuDy

Qué pereza las mamás que son unas gonorreas las hi-

jueputas. Es que lo que usted tiene que hacer es no

vol ver a la casa, con eso se baja a su mamá de encima,

porque ella ya sabe qué es un desprecio de una hija. Vea

mi mamá... ¿Qué me dice mi mamá ahora en día? Me

deja quieta, ¿sí o no Mónica? ¡Yo la hice coger cariño

a las malas!

Anderson y Milton se van montados en la bicicleta.

anDerson

Pónganla a goliar que esa pelaíta aguanta.

cachetona

¡Ay! Sí, verdad... Le digo pa’ qué aguanta ella. Le digo

¿pa’ qué aguanta? Pa’ goliar niña. ¿A usted le gustaría

goliar?

anDrea

Qué es eso... Yo no sé.

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40

mónica

Eso es robar, dígale que usted no sirve pa’ eso.

yuDy

¡Usted qué va a poner a golear a esta pelaíta! Por Dios,

que si yo me doy cuenta que usted la pone a goliar, se

va de tropel conmigo mija.

mónica

¿Y usted donde va dormir Andrea?

anDrea

Yo no sé.

mónica

Si quiere se va con nosotras a dormir a una pieza que

tenemos en el centro.

cachetona

Encima de mí no duerme.

yuDy

Niña, a lo correcto, nosotras cada una tenemos una

cama. ¿Sí o no Mónica? Si quiere, duerma conmigo,

pero yo tiro mucha pata.

mónica

Tranquila que va a dormir conmigo.

yuDy

¿Sabe qué? Nosotras le damos el plante para que venda

rosas.

Yudy se baja de la escultura.

yuDy

Mónica, entréguele mis rosas a ella. Yo me voy a bailar

a Mercurio, ¡que allá hay unos papitos!

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41

cachetona

Y usted, ¿qué se va a poner a disponer de esas rosas? ¡¿Si el plante es de Claudia mija?!

yuDy

¡Ah! Deje de ser metida ¡maricona! Yo arreglo con ella cómo me dé la puta gana. Yo le respondo a ella, no a usted.

cachetona

Venga pues, hablemos con ella, a ver qué dice.

Yudy y la Cachetona se pierden por el pasaje de la Bolera. Mónica y An-drea permanecen en el parche de la escultura.

mónica

Muéstreme lo que le hizo su mamá.

Andrea le muestra nuevamente la herida que tiene en la pierna.

mónica

¿Es que sabe qué, Andrea? ¡Pa’ gonorrea, gonorrea y media!

anDrea

Venga, acompáñeme a llamar a mi mamá por teléfono.

mónica

Yo le marco el número.

SECUENCIA 11INTERIOR - EXTERIOR - NOCHE - TABERNA MERCURIO - PASAJE - BOLERA

Yudy y la Cachetona se encuentran en Mercurio con Claudia que está bai lando. Yudy ve a Milton al lado de la bicicleta de Anderson. Busca a

e

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42

Anderson y lo ve bailando con Marcela amacizados. Él le susurra cosas

en el oído. Claudia termina de bailar y se acerca hasta donde Yudy.

clauDia

¿Dónde están las rosas? ¿Ya las vendió todas?

yuDy

¡Ah...no! Me las va a vender una pelaíta que es amiga

de Mónica. Pero tranquila que yo respondo por ella,

no hay problema. Todo bien con la pelaíta.

Yudy ve a lo lejos a Anderson y a Milton que salen montados en la bicicleta.

Luego mira para la pista y ve a Andrés.

SECUENCIA 12

EXTERIOR - NOCHE - TELÉFONO PÚBLICO - ESCULTURA -

BOLERA

Mónica marca los números que Andrea le dicta.

mónica

¿Cómo es que se llama su mamá?

anDrea

Magnolia...

mónica

Me pasa a doña Magnolia

anDrea

¿Quién era?

mónica

¡Un cucho!

e

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43

anDrea

Esa es la gonorrea de mi padrastro.

mónica

¿Doña Magnolia? Espere un momentico...

anDrea

Oiga amá, ¿usted por qué me pegó? Y... si yo dañé esa

grabadora... pero si yo no la sabía manejar. ¿Entonces

pa’ qué la casa si uno no puede coger la grabadora?...

Es que usted no hace sino pegarle a uno, como si uno

fuera un trapo sucio. Usted no más le pega a uno, pero

no es capaz de pegarle a la otra... Sabe ¿por qué me

volé? Porque usted es una mamá que lo trata a uno sin

consideraciones... Y, además, yo estoy muy aburrida

en esa casa, gonorrea... Porque usted no me da tanto

gusto como le da a la otra niña... Yo la voy a despegar

de la casa. No... ¡Esa gonorrea de marido que usted

tiene! Y usted apoyándolo. No... Yo entonces me voy

a abrir de la casa, ¡suerte!

mónica

Dígale que usted ya consiguió amigas en la calle.

anDrea

Sí, yo ya tengo unas amigas, que me apoyan en las

buenas y en las malas, mejor que usted y mi pa-

drastro... ¡suerte! ¡Coma mierda, hijueputa, gonorrea!...

Me colgó.

e

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44

SECUENCIA 13EXTERIOR - NOCHE - ESCULTURA - PASAJE - BOLERA

Llega la Cachetona con unas rosas en la mano.

cachetona

Mónica, que se vaya para Mercurio... Allá la está esperando Yudy.

mónica

Venga pues, acompáñela a vender rosas.

cachetona

¡A mí no me van a encartar con la pelaíta!

mónica

¡Eh! ¿Pero quién te está diciendo que te va a encartar? Ella también puede ir sola.

anDrea

Es que de pronto me encuentro por ahí a mi mamá...

cachetona

¡Qué va venir esa vieja hijueputa por acá!

anDrea

No la trate así tampoco...

mónica

Vea, aquí le entrego diez rosas, ponga cuidado: estas son las de Yudy y las mías, después arreglamos. Véndalas a 800 o si no a 500 pesos, y si no le compran, pide la liga. Y no se vaya a dejar quitar la plata de esta Cachetona.

Mónica sale para Mercurio. Andrea y la Cachetona se quedan un momento en la escultura y luego empiezan a caminar hacia una taberna.

cachetona

¡Oiga pelaíta! ¿Y a usted no le da pesar estar el 24 fuera de la casa?

Andrea se queda un momento en silencio, dudando.

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45

anDrea

¡Ah cuál! ¡Qué la despegue esa cucha conmigo!

SECUENCIA 14

EXTERIOR - INTERIOR - NOCHE - PASAJE – FRENTE A TABERNA

BOCA DE CHICLE – TABERNA MERCURIO - BOLERA

Mónica atraviesa Boca de Chicle y llega a Mercurio. Desde allí ve bailar

a mucha gente y distingue a Claudia bailando con otra muchacha. Yudy

se le acerca emocionada.

yuDy

¡Ay hermana! Siquiera vino. Por aquí hay una mano

de papitos, ni la hijueputa. ¡Mire! ¡Mire! ¡El que más

me gusta es ese!

Yudy señala con el dedo a Andrés, un muchacho joven. Mónica mira hacia

la pista y ve a Andrés. También observa a Claudia bailando con Marcela.

mónica

Yudy, ¿quién es esa muchacha que está bailando con

Claudia?

yuDy

¡Ah! ¡Esa picaíta! Es una amiga de Claudia, que le tira los carros a todo el que ve.

Claudia y Marcela se acercan a una mesa, cerca de donde están Mónica

y Yudy.

clauDia

¡Ah no hermanas! Ábranse rapidito de aquí, que de

pronto viene el celador y nos pone problema por esa

pelaíta (mirando a Mónica).

e

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46

Las niñas no le hacen caso.

yuDy

Todo bien. ¡Qué guevonada! Nosotras también nos

podemos hacer solas. Vamos Mónica.

Yudy se encuentra con Andrés y baila amacizada con él. Mónica baila

sola mientras roba una estrellita de navidad, y se la mete por dentro de

la camiseta.

SECUENCIA 15

INTERIOR - EXTERIOR - NOCHE - TABERNA BOCA DE CHICLE

- PASAJE - BOLERA

En Boca de Chicle Andrea se acerca a una mesa donde hay una pareja

de novios.

anDrea

¿Me va a comprar esta rosita?

La muchacha le muestra una rosa que tiene sobre la mesa.

muchacha

Ya se le adelantaron mi amor. Niña, ¿dónde piensa

pasar mañana 24?

anDrea

¡Ah!... en la casa con mi mamá.

Andrea saca una caja de chicles.

anDrea

Oiga... entonces ¿me compra esta caja de chicles?

El novio saca un billete y le paga los chicles a Andrea. Ella se dirige a otra

mesa donde hay otra pareja. Ve a lo lejos a la Cachetona y le hace un gesto

e

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47

con la mano, expresando que le está yendo muy bien. Luego se ve desde

lejos ofreciendo las rosas a otra pareja de novios.

SECUENCIA 16

EXTERIOR - INTERIOR - NOCHE - CALLE LA IGUANÁ - CASA

NOVENA - KIOSKO GUSTAVO - CHANCES3 – LA IGUANÁ

Lina, la hermanita menor de Andrea, va por la calle montada en unos

patines con ruedas fosforescentes, al lado de su mamá. Lina guarda con

dificultad el equilibrio. Se paran cerca a un grupo grande de niños que está

alrededor de un pesebre donde se celebra la novena de navidad.

lina

Mami, yo me voy a quedar un ratico en la novena...

magnolia

Pero no se vaya a mover pa’ ninguna parte que

enseguida la recojo.

Doña Magnolia se acerca a la mesa de chances donde está doña Ligia.

magnolia

Buenas noches doña Ligia, dígame una cosa: Mónica,

la sobrina suya, ¿no ha estado por aquí hoy?

ligia

¿Mónica?, no, esa muchacha hace tiempos que no viene

por aquí, esa niña cogió la calle del todo desde que se

murió la abuelita y ya no hay nada qué hacer por ella...

e

3 Chance: mesas ambulantes de apuestas.

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48

magnolia

¡Eh Avemaría!, por eso le pregunto. Imagínese doña

Ligia que Andrea, la mayor mía, se fue de la casa

aho ra porque le di una pela, y pensé que podían estar

juntas. Usted no sabe dónde se mantiene Mónica, o

dónde trabaja, a ver si me voy a buscar a Andrea...

ligia

Yo no sé, a mí lo que me cuentan es que Mónica

mantiene por la 70 vendiendo rosas con otras ami-

guitas.

magnolia

No, qué muchacha tan rebelde, ya no sé qué hacer

con ella; si la trato bien, no entiende, si la trato mal,

peor... Mis amigas me dicen que no la alcahuetee, que

la castigue, que no le dé todo lo que me pida, a ver

si de pronto, pero yo no sé... ¿Usted no sabe dónde

vive Mónica?

ligia

Sé que vive en una pieza en el Centro con las otras

amigas, pero yo nunca he ido.

magnolia

¡Ay, Dios mío bendito!, tocarme a mí esto un 24; no

voy a tener vida pensando que está por ahí en la calle

expuesta a todos los peligros... ¡Ay, es que me provoca

amasar a esa culicagada!...

Doña Magnolia mira hacia la esquina, donde un grupo de muchachos

acaban de elevar un globo en forma de vaca.

e

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49

SECUENCIA 17

EXTERIOR - NOCHE - ORILLA - QUEBRADA - LA IGUANÁ

Frente a la ruina de una casa, Jovany, un primo de Mónica, Elkin y don

Héctor, el de la silla de ruedas, ven pasar el globo en forma de vaca que

viene desde la calle principal. El Zarco está solo fumándose un bazuco

detrás de una pared.

Zarco

¡No, qué chimbada hermano! ¡Si uno saca un fierro es

pa’ estallarlo guevón!

joVany

Fresco Zarco, hoy no fue el día... pero después le

buscamos la caída a esos pirobos. No se preocupe.

Zarco

Nosotros dizque esperándolos en esa tienda, ¡guevón!

¡Debimos haber subido por esos animales, marica!

hector

Hermano no fue el día y punto ¡Deje de ser tan

acelerado guevón!

El Zarco sale de la ruina y sus amigos lo siguen detrás. Don Héctor

sostiene un revólver en la mano, va en su silla de ruedas empujado por

Elkin. Jovany camina al lado tomándose un trago de brandy, ve a un

bazuquero del barrio agachado junto a un cerro de arena.

joVany

¡Qué hubo hombre Lolo! Este desecho es vecino mío,

es un chirrete ¡el hijueputa! No para de gueler todo el

día.

héctor

Loquito, regálenos un baretico.

lolo

¡No tengo patrón! Estoy manos arriba.

Page 50: La vendedora de rosas-2da corrección

50

El Zarco lo mira con recelo.

Zarco

¿Cómo no vas a tener bareta, vos chirrete, malparido?

El Zarco esculca a Lolo a la fuerza, Jovany le mete la mano en un bolsillo, pero Lolo se resiste.

Zarco

¿Es que vos debés algo, gonorrea? ¿O cuál es el pecado pues?

héctor

¡Eso, eso, raquetéelo mijo!

joVany

¿Tiene baretica o no?

lolo

De verdad no tengo, hermano.

Zarco

¡Ojalá tengás un moño!

lolo

El hombre me distingue, él sabe quién soy yo.

joVany

¡Vea que sí tiene, mire!

Zarco

¡Sí ve esa gonorrea!

joVany

¿Por qué nos niega bareta parce?, usted que me conoce.

El Zarco tumba a Lolo de un patadón.

Zarco

¡Torcido, gonorrea!

héctor

¡Ya, ya hermano! ¡Abrite de aquí gonorrea!

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51

El Zarco camina detrás de sus amigos, desmenuzando la bareta en la

mano.

Zarco

¡Gonorrea, hijueputa home, qué va!

elkin

Sí tenía bareta ese pirobo.

El Zarco le entrega el bareto a don Héctor y le coge el revólver con rapidez.

héctor

Loquito, ¿usted pa’ dónde va?

Zarco

Ya vengo don Héctor.

El Zarco se devuelve a paso rápido detrás del chirrete.

joVany

¿Qué va hacer guevón?

Jovany ve al Zarco correr hasta donde el bazuquero y desde allí mismo

observa cómo el Zarco le descarga tres disparos, sin darle tiempo de nada

y le arrebata a Lolo un reloj de mujer que tiene puesto en su muñeca.

joVany

¡Uy, este man lo mató! No había necesidad de cascarlo

guevón, ¿por un bareto?

Zarco

Y a vos qué te importa, home gonorrea.

héctor

Zarco, loquito, venga entrégueme ese fierro guevón.

Abrámonos de aquí, que esto ya se calentó.

Zarco

Todo bien don Héctor. A mi ningún chirrete me va a

negar bareto.

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52

héctor

¡Ya lo cascó! ¡Ya que hijueputas! Elkin apúrele guevón

que se nos va a dañar el 24.

El Zarco le entrega el arma a don Héctor y este le ofrece un trago de

brandy.

Dos niños se asoman al callejón atraídos por los disparos, pero al ver

venir al grupo del Zarco se devuelven asustados.

SECUENCIA 18

INTERIOR - EXTERIOR - NOCHE - ACERA DELANTERA -

CASETA DE LOS CHUZOS -BOLERA4

Claudia está al lado de una caseta de chuzos y le entrega a la señora de

los chuzos un billete de 5.000 pesos.

señora chuZos

¿No tiene los 3.000?

Claudia le hace un gesto negativo con la cabeza mientras come chuzo.

La señora mira el billete y le devuelve. Claudia recibe la devuelta y sale

con Marcela caminando hacia la escultura.

e

4 Secuencia no rodada.

e

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53

SECUENCIA 19

EXTERIOR - NOCHE - ESCULTURA - PARQUEADERO DE

ATRÁS - BOLERA

Mónica llega al prado de la escultura. Se saca de la camiseta, con cui-

dado, la estrella de navidad que ha robado en Mercurio y la descarga

sobre la hierba. Viniendo desde el parqueadero, llegan la Cachetona con

cuatro rosas en la mano y Andrea con cinco.

mónica

Oigan parceritas ¿cómo les fue con las rosas?

cachetona

¡Ah...bien! Un cucho todo borracho... dizque invitán-

donos a un aguardiente. Y esta pelaita es como frenaíta

pa’ hablar.

La Cachetona se ríe.

anDrea

Yo sí... vendí una caja de chicles. Y... un señor me

regaló 1.000 pesos.

mónica

¡Oiga, Cachetona! ¿Usted por qué no me consigue

una bolsa pa’ guardar esta estrella?

Andrea mira la estrella de navidad.

cachetona

¡Eh! ¿Se la estaba goliando?

La Cachetona se va caminando por el pasaje. Desde el fondo viene Clau-

dia que se está fumando un bareto, a su lado viene Marcela.

clauDia

Qué papitos los que nos conseguimos. ¿Sí o no Marce?

Marcela afirma con la cabeza. Mónica sorprendida observa cómo Mar-

cela, alta y femenina, se estira el bluyín que se le pega a las piernas.

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clauDia

¿Entonces qué? ¿Cuántas han vendido?

Claudia mira a Andrea.

mónica

¡Ah vea! Esta es la pelaíta que me está ayudando.

clauDia

Deme la plata... que si usted sigue conmigo, usted

tiene comida y dormida.

Andrea se acerca y le entrega la plata a Claudia, ella la cuenta.

Claudia le hace un gesto a Marcela para que se acerque.

clauDia

Nosotras ya nos vamos pa’ la 70.

mónica

¿Sí?... ¿Y pa’ qué?

clauDia

Es que ella quiere conocer a Anderson.

mónica

¿Quién?... ¿Usted?

marcela

¿Por qué?... ¿Usted, qué es con Anderson?

mónica

Yo soy la novia.

clauDia

¿Sí?... Yo no sabía (se ríe). Y... ¿desde cuándo?

mónica

Hace más de quince días. Y... usted sí sabía, no se

haga la boba.

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55

clauDia

Vea parcerita, yo le presento la novia del famoso

Anderson. Apenas es pa’ él, ¿sí o no?

Claudia, que continúa trabándose, se ríe sin parar. Marcela también

se ríe. La Cachetona, interrumpiendo, llega con la bolsita en la mano

armando escándalo.

cachetona

Ay, hijueputa, esa vieja de los chuzos está toda puta

porque le metieron un billete de 5.000 pesos falso. Y

está diciendo que fueron unas pelaítas roseritas. La

que fue, que se ponga en la jugada a pagar eso, pa’

que no nos caliente el parche.

Claudia se ríe con nerviosismo mirando a Marcela, se levanta y coge

una botella de sacol de la jardinera.

clauDia

Ah, ¡qué guevonada! Abrámonos parcera pa’ la 70, antes

que nos deje el bus. Vamos a buscar a los muchachos.

mónica

Espere parcera, ¿me va a prestar el gale pa’ pegar esta

chancla?

Claudia le entrega la botella a Mónica.

clauDia

Pero pásemelo pues rápido ñerita que voy de afán.

mónica

¡Ah, pero deje el azare! ¿O es que usted fue la que le

metió el billete falso a esa cucha?

Claudia le arrebata la botella de sacol, se la mete dentro de la camiseta

y sale con Marcela. Apenas las ve atravesar la calle, Mónica se levanta

preocupada.

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56

Un señor estaciona un carro.

señor

¡Ey, peladas, póngale el ojito a ese carro!

Andrea y la Cachetona se van para el parqueadero y Mónica se va por

el pasaje de la Bolera.

SECUENCIA 20

EXTERIOR - INTERIOR - NOCHE - PASAJE – TABERNA

MERCURIO - ACERA DELANTERA - PARQUEADERO DEL

FRENTE - BOLERA

Mónica busca a Yudy en Mercurio, pero no la encuentra, continúa hacia

el parqueadero y la ve desde lejos en un carro con las puertas abiertas.

SECUENCIA 21

INTERIOR - EXTERIOR - NOCHE - CARRO DE ANDRÉS -

PARQUEADERO DE ADELANTE - CALLE 51 - BOLERA

Yudy está en el parqueadero sentada dentro de un carro con la puerta

abierta. Abre la gaveta y saca una credencial.

yuDy

¡Uy, qué chimba! Me la va regalar o ¿qué?

Yudy deletrea con dificultad.

yuDy

“Mi amor por ti sube hasta las estrellas”

e

e

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57

anDrés

Claro mi amor, ese es su aguinaldo.

yuDy

¡La chimba, que esta gonorrea de credencial es mi

aguinaldo!

anDrés

No, pero usted por qué es tan mal hablada. Como se

ve de feo una mujer diciendo groserías.

yuDy

A lo correcto, Andrés, mire la hora que es y no he

conseguido un hijueputa peso. Y por irme a bailar

con usted, escondí las rosas y me las robaron.

anDrés

¿Y cuántas eran, mamacita?

yuDy

Cinco rosas, a quinientos cada una.

anDres

Bueno, yo la desvaro, mi amor, pero venga demos

una vueltecita en el carro y vemos los alumbrados.

Andrés le pone la mano en el muslo.

yuDy

Bueno, ¿cuánto me va a dar pues? ¡Plata en mano y

culo en tierra!

Yudy escucha a Mónica que la está llamando desde la acera.

yuDy

¿Sabe qué, papi? Espéreme yo despego esa pelaíta.

Yudy se baja y va a conversar con Mónica, quien se ha acercado a un

lado del carro.

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58

mónica

¡Eh Avemaría! ¡Usted sí es una fufa! ¡¿Qué está ha-ciendo ahí?!

yuDy

¡Cuál! ¡Si ese es un amigo mío! Me va a dar una liga

para el estrén del 24 que me la había prometido hace

días...

mónica (acelerada)

No, venga que Anderson me está esperando en la 70.

Y ahí se fue Claudia con esa grandulona que le está

tirando los carros a Anderson.

yuDy

¡Ah, sí, sí, marica! Esa hijueputa es tremenda víbora,

yo ahora le comento. Pero espéreme en el parche, yo

voy a acompañar a este man a hacer una vuelta.

Yudy da la vuelta y se sube al carro de su amigo. Mónica permanece

mirando, Andrés enciende las luces y el carro se va.

SECUENCIA 22

EXTERIOR - NOCHE - CARRO DE NORVEY - ACERA DE-

LANTERA - PARQUEADERO DE ADELANTE - CALLE 51 -

BOLERA

Apenas se aleja el carro de Andrés, un carro viejo y oscuro modelo 50,

se estaciona a un lado de Mónica y la asusta con el pito. Norvey, un

hombre moreno de veintiocho años, con camisilla y cachucha, la saluda.

Se está comiendo una arepa de chócolo con quesito.

e

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59

norVey

¿Entonces qué, Mónica? ¿Dónde está Yudy?

Mónica titubea y le miente.

mónica

¡Yo no sé! Yo creo que ella se fue para la 70.

norVey

Y usted qué mi amor, ¿no está vendiendo rositas?

mónica

No, hoy estuvo muy malo el negocio... Entonces qué

Norvey, ¿me va a dar la liguita?

norVey

No mi amor, pídame lo que quiera, pero plata no, usted

sabe por qué. ¿Quiere que la invite a una arepita?

mónica

No, mejor deme la que se está comiendo.

Norvey le entrega la arepa a Mónica y enciende el motor que produce

un ruido escandaloso.

norVey

Venga pues, súbase al carro y vamos a buscar a esa

zurrona a la 70.

mónica

No, es que yo tengo que ir por unas parceritas, que me

están esperando.

norVey

¡Entonces, suerte!

Norvey acelera mientras Mónica se dirige otra vez hacia la Bolera.

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SECUENCIA 23INTERIOR - EXTERIOR - NOCHE - CARRO DE ANDRÉS - CENTRO - CIUDAD

Yudy mira por la ventanilla un árbol de navidad hecho de bombillas de colores en las afueras de un edificio. Andrés le toca los muslos.

yuDy

Pero, ¿cuánto me va a pagar pues? Diga.

anDrés

¡Ah, pero usted está muy esquiva hoy!

yuDy

A lo correcto, deme 5.000 pesos, me soba y si quiere me chu pa las tetas un ratico, pero no más, a mí no me gusta que me lo metan.

En ese momento el parabrisas se llena de luces y el carro se mete en una avenida llena de decorados navideños: ángeles con trompetas plateadas, velas de colores... Yudy se emociona a tal punto al ver los alumbrados que no se da cuenta que Andres le está acariciando el cuerpo.

SECUENCIA 24EXTERIOR - NOCHE - CORREDOR DE LA MITAD - BOLERA

Mónica atraviesa el pasillo central de la Bolera, que está lleno de humo y de personas que van de un lado para otro. En el corredor de atrás, que está prácticamente oscuro, hay varios grupos de muchachos que se están trabando. De uno de los grupos sale el tipo borracho que estaba en el teléfono y se dirige a Mónica.

e

e

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61

borracho

¡Niña, venga!... ¿Usted por qué está a ésta hora por

acá? ¿Por qué no se ha acostado?

mónica

¿Por qué?

borracho

Es que ya es 24. Y usted por ahí en la calle todavía.

mónica

¡Oiga! Todavía no es 24, ¿qué horas son pues?

borracho

¡Ya es 24! Mire que ya son las doce.

El tipo borracho se saca un reloj del bolsillo, y se lo enseña a Mónica.

mónica

¡Cuál, si son las diez y media!

borracho

¿Ah, sí? ¿O sea que todavía no es 24?... Muy bien mi

amor. ¡Ya se lo ganó!... Este reloj es suyo, lléveselo

de aguinaldo.

Mónica se sorprende, su rostro refleja alegría. Mira el reloj, que es muy

vistoso porque en vez de números tiene regalos en los horarios. El tipo

borracho se aleja mirándola, sin decirle nada más.

mónica

Que la Virgen lo acompañe.

e

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62

SECUENCIA 25

EXTERIOR - NOCHE - PARQUEADERO DE ATRÁS - ESCULTURA

- PASAJE - CALLE 51 - BOLERA

Andrea está parada frente a la trompa de un carro campaneándole a la

Cachetona, quien acaba de descubrir una ancheta de navidad en el

asiento de atrás y trata de forzar la puerta con una navaja.

anDrea

¡Ey, ahí viene Mónica!

cachetona

¡Ay, hijueputa! ¡No pude con esta marica chapa!

Mónica llega al parche de la escultura poniéndose el reloj en la muñeca.

mónica

¡Parceras, miren el reloj que me regalaron!

cachetona

¿Regalaron?... ¡También cree que le iban a dar esta

chimba de reloj! ¿A quién se lo golió?

mónica

¡A nadie! ¡Me lo regaló un borracho, que hay allí!

anDrea

¡Ay, mirá, no tiene números sino dibujitos!

Yudy llega desde el pasaje de la Bolera corriendo con un bareto en la

mano.

yuDy

¿Qué pasó, fufurufas?

mónica

Mire el traído que me dio un borracho el hijueputa.

yuDy

¡Qué cuca de reloj! ¡Véndamelo, que yo tengo plata,

parcera!

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Se mete la mano al bolsillo y se saca varios billetes. La Cachetona ve al

cucho del carro y corre con Andrea para reclamarle la plata.

yuDy

¿Cuánto vale ese marica reloj pues?

mónica

¡No, este es el regalo pa’ Anderson!

yuDy

Yo le dije a usted ahorita, que le iba a comentar

una cosa: antes de que usted llegara a Mercurio, esa

hijueputa de Marcela estaba bailando todo pegada

con Anderson. A lo correcto, lo que usted tiene que

hacer es despegar esa hijueputa.

mónica

¡Vámonos Yudy pa’ la 70!

anDrea

¡Mónica venga, vámonos a comer un chuzo!

yuDy

Venga, vamos donde la Mamita, yo las invito parceras.

Yudy se ríe contenta con los billetes en la mano, Mónica mira a Yudy

y le hace mala cara. Las niñas se pierden por el pasaje de la Bolera.

SECUENCIA 26

EXTERIOR - NOCHE - LAVAMATIC - CARRERA 70

Anderson está al lado de la ventanilla de un carro atendiendo a un cliente.

anDerson

¿Cuántos va a llevar?

e

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64

cliente

Unos cinco cositos ahí, pues.

anDerson

Todo bien parcero...vea.

cliente

¡Listo!

anDerson

Que esté bien, ¡Suerte!

Anderson se acerca hasta donde está Marcela.

anDerson

Entonces qué, ¿nos vamos a dar un roce?

Marcela se monta en la bicicleta.

marcela

¡Uy, despacio que yo no me voy a estrellar!

anDerson

Serena, que yo soy buen piloto.

SECUENCIA 27

EXTERIOR - INTERIOR - NOCHE - KIOSKO DE LA 51 CON LA

CARRERA 705

Juan Camilo, un hombre joven, rubio y alto, pero muy flaco, lleva una

escoba larga y nueva, está terminando de fumarse un bazuco, se acerca

hasta el kiosko donde están las niñas.

e

5 Secuencia no rodada.

Page 65: La vendedora de rosas-2da corrección

65

juan camilo

Yo era locutor de la radio, pero el bazuco me mató. Mañana me la voy a pasar dando vueltas por don-de vive mi familia. ¡Esas fiestas que arman! Y yo escuchando todo ese bullicio, esa alegría, esos pa­peleteos, y yo queriendo estar ahí, pero... no poder... ¡Cómo me hacen de falta mis hijas!

Mónica, Yudy, Andrea y la Cachetona, comen con avidez en un kiosko de lata en donde venden comida muy barata. Mamita, la dueña del kiosko es una señora de sesenta años que trata con mucho cariño a las niñas. El frío de la noche se mete por dentro de la camiseta ombliguera de Andrea y la hace tiritar.

juan camilo

¡Qué hubo pues, Mónica! ¡¿Qué más niñas?! Aquí traigo las escobas especiales para limpiar telarañas en las casas de los ricos.

yuDy

¡Ey, Andrés Escobero!6

juan camilo

¡Qué hubo bizcocho! ¡Ah, pero yo no me burlo de us ted! Todos tenemos defectos, sin embargo, yo no le digo nada, porque usted es muy linda, ¡vea esos ojos de gata tan bonitos!

yuDy

Pero es que a lo correcto, usted con esa cara tan larga, ¡es tremendo care caballo!

juan camilo

Si mi amor, hágame caso. ¡Usted es muy chaparrita! Mamita, me da un plato de fríjoles bien reforzado, que yo se lo pago mañana.

6 Referencia al futbolista Andrés Escobar, asesinado en 1994.

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mamita

¡No mijito, yo mañana 24 no abro! Pero ya mismo le

sirvo.

juan camilo

¡Ah, esta Mamita si es lo más lindo del mundo!

Mónica se queda mirando como la Mamita cobija al nietecito, quien

está acostado al lado de un perro, en una cama improvisada, debajo de

una estrella de navidad que hay colgada en el kiosko.

SECUENCIA 28

EXTERIOR - NOCHE - PUENTE DE LA 47 - CARRERA 707

Las niñas van caminando por el puente de la 70 con la 47, por un sitio

oscuro, debajo del viaducto del METRO.8 Aparecen unos hombres en

una moto, van en contravía y les tiran la moto a las niñas, asustándolas.

Las niñas salen rápido escapándose de los tipos, Andrea corre asustada.

yuDy

¡Ay, Mónica qué susto tan hijueputa! Yo creí nos iban

a coger.

Las niñas se ríen y entran a la parte de la 70 que está llena de luces

navideñas.

e

7 Secuencia no rodada.

8 Metro: tren metropolitano de Medellín.

e

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67

SECUENCIA 29EXTERIOR - NOCHE - ESQUINA - LAVAMATIC - CARRERA 70

Desde el interior de un Renault 18 un hombre de unos cuarenta años negocia un bareto con Milton, quien está todo ensacolado y pegado de la botella que tiene entre la camiseta.

cliente

¡¿Cuál es pues, a ver?!

milton

¡Entonces qué cliente! ¿Cuántos va a llevar?

cliente

Entonces qué mijo, ¿bien? ¡Ah, hoy estas muy em­balado!

Anderson estruja a Milton y les hace una seña a los muchachos para que se lo lleven.

anDerson

¡Milton hermano, Milton ... ¡Ey Milton! ¡Robin, vea a este pelao! ¡Vea este pelao hermano!

robin

¡Ey, Milton, venga parcero, venga, venga!

milton

Yo le caí primero...

robin

Déjelo que él venda hermano, es que usted está muy galeocho, parcero.

Robin coge a Milton y lo lleva a la esquina, donde es el lugar de reunión. Chocolatina que ha estado observando el cruce, suelta una carcajada y le da una patada a Milton haciéndolo perder el control, lo levantan y lo tiran contra la reja metálica de un almacén.

chocolatina

Le vamos a dar es una pela.

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milton

No, no me van a quitar mi gale.

robin

¡Pasa ese sacol, home gonorrea.

anDerson

No Milton, usted no puede trabajar en la plaza así

hermano.

robin

Si no puede dejar ese vicio, entonces ábrase de la

esquina parcero.

chocolatina

A ver los baretos y la plata. Y si lo volvemos a ver

chupar sacol, se va por su lado.

milton

¡Ey, ey, no me den en la cabeza!

robin

Es que usted chimbea mucho hermano.

Claudia y Marcela, que han estado observando a lo lejos, llegan donde

los muchachos.

clauDia

¡Ya! ¿Qué hubo mijo? Déjenlo tranquilo, no se apro-

vechen, ¡déjelo pelao!

chocolatina

Bueno, entonces hágase cargo de él.

clauDia

Si, déjelo aquí que yo me encargo.

robin

Bueno, pero que no banderee más la plaza.

Claudia se sienta con Milton en el murito, ella saca un billete de mil.

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clauDia

Uste es bobo que se deja pegar, vaya y me compra una botellita de gale que yo le regalo un poquito en otra botella.

Milton se para lentamente y se escabulle en la calle.

SECUENCIA 30EXTERIOR - NOCHE - ESQUINA CERCA A LAVAMATIC - CARRERA 70

Mónica y Yudy llegan a comprar un cigarrillo en una chaza. Mónica mira hacia donde están Anderson y Marcela.

yuDy

¡Ay, Mónica, es que mirá esa hijueputa! ¡Si ve, parcerita!

Esa fufa si está detrás de Anderson.

SECUENCIA 31EXTERIOR - NOCHE - CALLE CERCANA A LAVAMATIC - CARRERA 70

Anderson y Marcela conversan sentados en el muro.

anDerson

Deme el teléfono pa’ yo invitarla mañana a cine.

marcela

Es 2113226...

e

e

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70

anDerson

No, pero apúntemelo en un papelito que yo no tengo memoria...

Yudy irrumpe en la acera.

yuDy

¡A ver, Anderson, póngame a trabar...!

anDerson

No, es que a usted le da el síndrome y se pone toda cansona.

yuDy

Métaselo por el culo, carechimba, hijueputa.

mónica

Anderson me hace el favor, un momentico...

Mónica llama aparte a Anderson para conversar. Yudy se acerca hasta donde está Marcela y le ofrece bareta.

yuDy

¿Entonces qué parcerita? Cómpreme esta credencial, para que se la regale a Anderson.

marcela

Pero ¿qué le pasa? Él no es pues el novio de Mónica.

yuDy

¡Ah, usted se tragó ese cuento! A lo correcto parcerita, él la tiene es nada más de parche. ¡Oiga, ella está muy chiquita para él como es de papito! A él le gustan mujeres que le den más y Anderson mismo me ha dicho que usted le gusta mucho a él. Confíe en mí que yo le hago el cruce.

Marcela recibe la credencial y la lee contenta.

marcela

Claudia, entréguesela usted... Hágame el cruce.

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clauDia

Présteme esa chimba de credencial, que yo hago lo que

sea.

Claudia está ensacolándose sin parar. Yudy ve a Jorge el costeño con su

grupo de vallenato y corre emocionada a saludarlo.

SECUENCIA 32

EXTERIOR - NOCHE - LAVAMATIC - CARRERA 70

Anderson y Mónica pasan conversando frente a Yudy, que conversa

con el vallenatero.

mónica

¿Amigos nada más? ¿Sí? Yo creo que son algo más.

Porque ella le tira los carros a usted y usted se los tira

a ella.

anDerson

¡Cuál! Pero es que eso no tiene nada de malo.

mónica

¿No? Si no quiere nada, entonces no sigamos y ya,

se queda con Marcela.

anDerson

No, pero por qué, si yo a usted la quiero mi amor.

¿Usted porque siempre piensa mal de mí? Si yo no

tengo nada con esa pelaíta.

mónica

Ah, usted siempre me dice lo mismo. ¡Cuál, usted es

un mentiroso ahí!

e

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Llega un cliente en un carro y Anderson se va en su bicicleta para

atenderlo.

anDerson

Espéreme aquí que yo ya vengo.

SECUENCIA 33

EXTERIOR - NOCHE - CALLE - CERCANA A LAVAMATIC -

CARRERA 70

Robin, Chocolatina y Anderson se acercan a atender al cliente, que es

un profesor universitario, se alegran de verlo y lo saludan con choques

de manos.

Profesor

¡Qué hubo pues muchachos!

Chocolatina se sienta en la silla de adelante del carro.

chocolatina

¿Cómo es la cosa, pues? ¿Cuándo nos va a pagar la

plata que nos debe hermano?

Profesor

¡Pero yo no les debo nada! Si esos últimos gramos

que les había fiado se los cancelé a Robin el sábado

pasado. ¿Sí o no Robin?

chocolatina

Sí pero esa entrevista que una amiga suya nos hizo,

¿qué? Ella nos dio una chichigua y nos dijo que des-

pués nos traía el resto y se perdió. ¡Esa si es mera

torcida!

e

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73

Profesor

¡Frescos, que yo se los pago! Es que ella ha estado muy ocupada. Yo mañana paso con ese resto y les doy la liga del 24. ¡Seguro muchachos!

Robin, que está afuera, ve llegar dos motos de policías con intenciones de dirigirse al carro. El profesor los ve también por el retrovisor. Robin reacciona asustado y se monta también en el carro del profesor.

robin

¡Ábrase pues hermano que nos van a coger y estoy cargado!

Se cierran las puertas de golpe y el profesor acelera.

SECUENCIA 34EXTERIOR - NOCHE - CALLE CERCANA A LAVAMATIC - CARRERA 70

Anderson no se alcanza a montar en el carro. Se dirige hacia donde está Mónica y se descarga de la botella de sacol.

anDerson

En la jugada que ahí están los tombos. Si me coge la ley me lleva comida.

La policia irrumpe bruscamente y le hace una requisa a Anderson, lue-go le quitan a Mónica la botella de sacol, la quiebran y le prenden un fósforo, luego se van.

anDerson

¡Cuál, esas gonorreas ya perdieron el año conmigo!

mónica

¡Qué hijueputas! ¡Como a ellos no les cuesta nada!

e

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anDerson

Pero esas no son penas, mire lo que tengo aquí.

Anderson le muestra a Mónica el radiecito de plástico que tiene en la

mano, se ríe mientras abre el lugar de las pilas donde ha escondido los

cigarrillos de bareta. Mónica también se ríe. Anderson prende orgulloso

un bareto y saca de una jardinera de una casa una botella de sacol, se da

un plón largo, vuelve y se ríe.

anDerson

Uhm, ya Robin perdió el año con este sacol. Venga

mi amor, perdámonos de aquí y conversemos un rato.

Anderson abraza a Mónica y se van juntos conversando por la acera

con la bicicleta. Pasan por donde está Yudy con Jorge. Mónica le hace

un gesto a Yudy con la mano.

mónica

¡Yudy todo bien!

SECUENCIA 35

EXTERIOR - NOCHE - CARRERA 709

Jorge es un muchacho de unos veinte años, de pelo largo y ojos claros,

que también se alegra de ver a Yudy.

jorge

Está muy bonita hoy, ¿cuándo es que vamos a salir

juntos, pues?

e

9 Secuencia no rodada.

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yuDy

¿Sabe qué hermano? Caiga mañana a la pieza del

centro y lleva el conjunto suyo para que armen la

rumba que nosotras vamos a hacer un bailecito.

Yudy ve aparecer el carro de Norvey, quien la está buscando. Se esconde

detrás de los vallenateros.

yuDy

¡Qué hijueputa tan cansón, no me deja tranquila ni

un día!

SECUENCIA 36

EXTERIOR - NOCHE - CERCA A SAN JOAQUÍN - CARRERA 70

Frente a la iglesia de San Joaquín el profesor detiene su carro pero

Chocolatina y Robin no se quieren bajar. Han quedado excitados con

la aventura que acaban de pasar.

robin

¡Cuál, deja de ser torcido! Llevanos a dar una vuelta

por la ciudad a ver los alumbrados.

Profesor

No pelaos, hoy no puedo llevarlos. Mi esposa me está

esperando. Pero seguro que mañana los ligo.

chocolatina

¡Ah, dejá de ser picao! Vamos pues al Pueblito Paisa.

El profesor abre las portezuelas y niega con la cabeza.

chocolatina

¡Qué va! Vos sos mero torcido, ¡perdete pues!

e

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Robin y Chocolatina se bajan de mala gana del carro, pero al final aceptan despedirse amistosamente de él, con el mismo choque de manos. Ven despegar el carro.

robin

¡Ah, cuál, yo no voy a seguir trabajando! ¡Nos vamos a enrumbar ya!

SECUENCIA 37EXTERIOR - NOCHE - CARRERA 70

La Cachetona está tomándose un guaro en un puesto cerca de donde está Andrea, que está jugando con el yoyo de colores fosforescentes y terminando de fumarse un bareto. Le pasa la chicharra a la Cachetona, mientras tose ahogada por el humo.

SECUENCIA 38EXTERIOR - NOCHE - CARRERA 70

Mónica camina por la 70 abrazada a Anderson. Anderson se da un plon de sacol y mira el reloj que le ha mostrado Mónica.

anDerson

Oiga mamita, ¿éste es mi traído?

Mónica lo mira a los ojos.

mónica

¡Claro! Pero yo no se lo voy a dar ahora, se lo entrego mañana 24. Mire que dibujitos tan lindos.

Anderson besa a Mónica.

e

e

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SECUENCIA 39

EXTERIOR - NOCHE - CARRERA 70

A un lado de un carro de arepas, en una esquina de la 70, una señora

les entrega unas pastillas a Chocolatina y a Robin, que ellos enseguida

se tragan pasándolas con aguardiente.

chocolatina

¿Qué vamos a hacer todos pepos, pues? No nos vamos

a embolatar. Sabe qué, yo ya estoy todo loco. A mí

que no me molesten. Yo loco no como de nada y no

conozco a nadie. ¡Qué nadie se me duerma con la

plata, porque los atraco!

robin

La demora es que pase el traído y le echamos garra

mano a mano.

Robin y Chocolatina salen montados en una bicicleta “todo terreno”

por la 70.

SECUENCIA 40

EXTERIOR - NOCHE - CALLE CERCANA A LAVAMATIC -

CARRERA 70

Mónica y Anderson continúan caminando mientras conversan. Se de-

tienen un momento en la penumbra de un jardín de una casa de San

Joaquín y se miran a los ojos.

e

e

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anDerson

¡Qué pequitas mi amor! ¿Cuál me va a regalar?

Anderson le da un beso largo a Mónica, que es interrumpido por Robin

y Chocolatina, que pasan en su bicicleta haciendo escándalo y tratando

de atropellar a Anderson.

chocolatina

¡En la trampa que estamos es cuescos!

La bicicleta choca contra un poste y Robin y Chocolatina caen al piso.

A pesar de que se han raspado las rodillas no paran de reírse, sin hacer

caso de las heridas se montan y arrancan otra vez.

SECUENCIA 41

EXTERIOR - NOCHE - SAN JOAQUÍN - CARRERA 70

El escándalo con la bicicleta hace que Anderson y Mónica se separen.

Claudia aprovecha para entregarle la credencial a Anderson.

clauDia

Anderson, vea Marcela le manda esto.

Anderson lee la credencial y se ríe halagado.

anDerson

Dígale que dónde quiera y cuándo quiera nos en-

contramos.

Mónica le arrebata la credencial a Anderson y la parte.

mónica

Usted Claudia es una torcida, ayudándole a Marcela

para que se quede con Anderson. ¡Todo bien!

e

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79

clauDia

Ah, cuál, que nadie se vaya a limpiar el culo conmigo, Yudy fue la de todo.

Mónica se va hasta donde está Marcela y se le tira encima. Yudy azuza a Mónica para que le casque a Marcela.

mónica

Esta es mucha fufa, gonorrea, dizque quitándome el novio.

yuDy

Sí, cascale, cascale, para que no se meta con vos, ¡esa hijueputa!

clauDia

¡Eh, Yudy, usted cállese mija! Usted fue la que nos metió en ese rollo marica de la credencial. Y despé guela pues yo no vuelvo a ser carrito de nadie.

Mónica trata de arañarle los brazos, pero como Marcela es mucho más alta y fuerte, es ella la que le aruña la cara y la tira lejos, haciéndola caer.

marcela

Cuál, si Yudy fue la que me dijo que Anderson la tenía a usted como un parche no más, y que él era muy papito para una niñita como usted y que Anderson mismo se lo había dicho.

mónica

¿Yudy eso es verdad?

yuDy

Cuál, yo creí que usted sabía que él no está sino de parche con usted. Además usted sabe que a él le gustan es las peladas mayores, más mujercitas.

mónica

No hermana, usted dizque mi mejor amiga. Despé guela que usted es la peor torcida.

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80

clauDia

Sí, y ella se parchó una vez con él, todos sacoliados.

Mónica le da una trompada a Yudy y se retira a un lado, Claudia se le

acerca.

clauDia

¡Mónica, todo bien hermana! Es que quién le dijo

que un hombre es de una mujer sola... ¡todos somos

de todos!

Mónica se separa del grupo sin decir nada, va llorando. Anderson trata

de retenerla, ella lo empuja y continúa caminando muy triste.

SECUENCIA 42

EXTERIOR - NOCHE - CALLE CERCANA A LAVAMATIC -

CARRERA 70

milton

¡Mónica, venga, venga!

Mónica se acerca cabizbaja hasta donde está Milton.

milton

No se azare, eso no son penas parcera. Usted sabe que

yo siempre he estado detrás de usted. ¡Yo le tengo la

buena!

mónica

Milton, deme un plon.

milton

Tranquila mi amor, que aquí nos armamos la farra y

el moco.

e

Page 81: La vendedora de rosas-2da corrección

81

mónica

¡Ah, pero que vá! Yo a Anderson lo quiero mucho,

pero como uno quiere, también puede odiar y olvidar.

milton

Mónica ¿entonces hay turnito pa’ mi? Acuérdese que

yo voy de primero en la fila.

SECUENCIA 43

EXTERIOR - NOCHE - CARRERA 70

Yudy está mirando hacia donde están Milton y Mónica y escucha el

grito de Norvey, quien la llama desde su carro. Yudy aprovecha para

separarse del grupo.

norVey

¿Estás de guerrilla otra vez o qué?

yuDy

No, yo bien, normal. Lléveme a la pensión ya.

norVey

Venga pues móntese.

Yudy se monta al carro y Norvey le toca las piernas.

norVey

¡Vamos a rumbiar, mamita!

yuDy

No, ya estoy muy cansada. Lléveme pa’ la pieza que

yo me quiero ir a dormir.

norVey

¿Ya vendió todas las rosas?

e

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82

yuDy

¡Sí, sí!

norVey

¿Y sus amiguitas no van?

yuDy

¡Ah vamos! ¡Vamos!

Norvey enciende el carro y se van.

SECUENCIA 44

EXTERIOR - NOCHE - CARRERA 70

Anderson está al lado de Marcela, pegado de la botella de sacol.

anDerson

¡Venga mi amor! ¿Por qué no nos vamos a parchar por

allí?

marcela (furiosa)

¡Ah, pero si deja de estar tirando sacol!

SECUENCIA 45

EXTERIOR - NOCHE - CARRERA 70

Andrea va sola caminando por la acera, camina sin ver a nadie, hasta

que en la esquina de la 70 ve pasar a un reciclador borracho que la mira

malicioso y empieza a molestarla.

e

e

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83

reciclaDor

¿Niña venga, usted dónde duerme? Venga vamos para

mi casa. Tome yo le regalo esto.

El reciclador le entrega un confite.

reciclaDor

¡Niña venga! ¡Venga yo le mamo eso!

El reciclador trata de coger a Andrea.

anDrea

¿Usted que se está creyendo? ¡Sádico, hijueputa!

Andrea corre escapando del reciclador y le tira piedras.

reciclaDor

¡No se azare, cómo está de linda! ¡Qué teteritos! ¡Pa’

mamale eso!

anDrea

¡Perro, morboso! ¡Deje de ser sádico, gamín hijueputa!

SECUENCIA 46

EXTERIOR - NOCHE - CARRERA 70

Mónica está al lado de Milton pegada de la botella de sacol. Milton está

mirando la calle desierta, se asusta y habla con lentitud mientras Mónica

continúa pegada a la botella de sacol.

milton

Ahí está esa gonorrea que me metió la pela. ¿Si lo estás

viendo, Mónica?

mónica

Milton mijo, usted está muy ensacolado.

e

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84

milton

¡Venga pues matémonos papá! ¿Usted no pues dizque quedó ofendido? ¡Eh, se me va a pegar, velo, velo!

Milton alucina con un muchacho que está en la sombra amenazante, es una aparición rápida donde se ve a un hombre parado detrás de un poste, apuntándole con un cuchillo. Milton se ríe.

mónica

Milton, ¿a quién está viendo?

milton

¡Ah, son unos manes del reformatorio! Déjense venir gonorreas, dejen de ser visajosos que aquí los estoy espe rando.

Milton se levanta y saca una navaja, la mueve para los lados, peleando con el hombre imaginario, luego se sienta y continúa mirando con insistencia hacia el poste, habla alargando las palabras. Mónica escucha el escándalo que hace Andrea, quien está corriendo para huir del reciclador. Mónica se va a ayudarle. En la corrida se le despega la sandalia.

mónica

¡Ve, este malparido! ¿Qué pensabas hacerle a la niña? ¡Maricón, hijueputa!

Mónica le tira una piedra al reciclador. En ese momento aparecen Robin y Chocolatina y alcanzan a ver al reciclador. Al darse cuenta de lo que ha pasado, salen persiguiéndolo en la bicicleta. Andrea se queda llorando con Mónica.

anDrea

Mónica, yo tenía mucho miedo. Yo estaba ahí y me dejaron sola. Yo creía que ese viejo me iba a violar.

mónica

Venga, ¡vámonos ya para La Iguaná!

Mónica está pegada de la botella de sacol, Andrea camina junto a ella, pasan por el lado de Milton quien está acostado al lado de una jardinera.

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SECUENCIA 47

EXTERIOR – NOCHE - CARRERA 70

Robin y Chocolatina van en la bicicleta mirando para todos los lados. Se

resbalan en la bicicleta y se caen, se levantan nuevamente y continúan.

chocolatina

Me acaba de explotar una cuesca, ahora si estoy más

loco.

En ese momento alcanza a ver a un reciclador, quien se está acostando

en una acera. Chocolatina se va hacia el tipo gritando.

robin

Este es el desechable, ¡hijueputa!

SECUENCIA 48

EXTERIOR - NOCHE - CARRERA 70

Mónica y Andrea ven a Robin y a Chocolatina en la acera del frente.

Ellos en ese momento se le van encima al reciclador.

Choco le da tres chuzones. El reciclador se levanta y trata de soltarse de

ellos pero en un momento Robin le esculca los bolsillos y le saca unos

billetes arrugados. El reciclador sale tocándose el costado donde tiene

las heridas.

robin

¡Choco marica, pero ese no es el desechable!

Chocolatina se ríe escandalosamente.

e

e

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86

chocolatina

¡Yo creo que ese sí! Y sino de malas, nada se pierde.

Mónica y Andrea miran asombradas y caminan rápido.

anDrea

¿Ese no era, cierto?

SECUENCIA 49EXTERIOR - NOCHE - CARRERA 70

Mónica y Andrea van caminando y pasa Norvey en el carro, con Yudy, Claudia y la Cachetona. El carro se detiene y Yudy habla a través de la ventanilla.

yuDy

¡Ey, muchachas móntense rápido en el carro que nos vamos ya para la pieza a dormir!

mónica

Cuál, usted es una torcida, despéguela que yo no me voy a ir con usted.

yuDy

Mónica pilas que usted está muy sacoliada y la pueden coger por ahí y pasarle algo raro. Es mejor que se vayan rápido porque Robin y Chocolatina están muy enrochados, no reconocen a nadie y son capaces hasta de robarles los zapatos.

Mónica no le hace caso y se queda pegada de la botella de sacol.

mónica

Andrea, venga vámonos para La Iguaná, para que usted saque la ropa.

Norvey arranca, Mónica y Andrea continúan caminando.

e

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87

SECUENCIA 50EXTERIOR - NOCHE - CARRERA 7010

Marcela está prendida tomándose un aguardiente con Jorge y los valle-nateros, quienes están jugando con unas monedas en la calle.

Apuestan al que lance la moneda más cerca a un límite demarcado por una raya. Jorge está a su lado y cada vez que hay un motivo de risa, apro vecha para abrazarla. Anderson también está jugando, pero está tan galeocho que no se da cuenta que Mónica y Andrea pasan por la acera.

Mónica ve a Marcela con los vallenateros y continúa pegada de la botella, con la bolsita de la estrella de navidad en la mano, mientras Andrea ca mina lentamente unos pasos atrás, con unas rosas ajadas en la mano.

SECUENCIA 51EXTERIOR - MADRUGADA - CARRERA 70 CON CALLE CO-LOMBIA11

Mónica y Andrea caminan por la 70 cerca al cruce con la calle Colombia. Andrea lleva unas rosas en la mano, está soñolienta. Mónica, un poco rezagada, lleva la bolsa con la estrella de navidad en una mano y con la otra aspira el sacol que lleva dentro del cuello de la camiseta. Mónica camina despacio y distorsiona las cosas: están muy lejos o muy cerca, los sonidos también se distorsionan, se alargan; lo mismo que las luces de los carros que pasan veloces y solitarios a esa hora. Al atravesar la calle

e

10 Secuencia no rodada.

11 La última parte de la secuencia, cuando Mónica alucina, no fue rodada.

e

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88

Colombia, Mónica se ve a sí misma elevándose por encima de la calle,

ve a Andrea abajo. Se asusta cuando un carro pasa rápido por su lado.

SECUENCIA 52

EXTERIOR - MADRUGADA – PUENTE - LA IGUANÁ

Llegando al puente de La Iguaná, Mónica se ríe, luego se pone triste. Al

fondo ve una viejita arrastrando una carreta. Mónica se queda mirándola.

Mónica ve la virgen del puente que tiene una instalación de navidad,

ella se detiene y la mira con desconcierto. La pólvora que deja estrellas

de colores en el cielo, produce un destello especial sobre la virgen y la

empieza a ver viva, pero no es joven sino viejita y agradable. Mónica le

habla a Andrea sin apartar la vista de la virgen, quien empieza a elevarse.

mónica

¡Andrea, mirá, mirá! ¡Yo la estoy viendo, esa es, sí,

esa es! ¡Está en la Virgen, sí es la Virgen!

anDrea

Yo no veo nada. ¡Ay no Mónica, usted está muy rara!

mónica

¡Sí ... mirá! Y tiene el vestido blanco, así la vi la última

vez.

Su abuela le abre los brazos.

mónica

¡Mamita, lléveme con usted, mamita!

Mónica ve como se desvanece la imagen de su abuela en medio del cielo.

Ahora ve la imagen quieta de la virgen. Sus ojos están encharcados.

Andrea coloca las rosas que lleva al lado de la Virgen y llama a Mónica

para que sigan hacia el barrio.

e

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anDrea

Mónica mija, venga pues que mi mamá ya va a salir.

Mónica y Andrea terminan de cruzar el puente, al fondo se ven las

primeras casas del barrio.

SECUENCIA 53

EXTERIOR - DÍA - PARCHE ÁRBOL DE MANGOS - LA IGUANÁ

Jovany, el primo de Mónica, camina con una botella de aguardiente en

la mano. Se acerca al parche donde están Héctor, en la silla de ruedas;

el Zarco, que está fumándose un bazuco cerca a un árbol que tiene

unas instalaciones de navidad todavía encendidas; debajo del árbol

está sentado Elkin. Jovany le entrega la botella a Héctor, este chorrea

un poco en el piso.

héctor

Para las ánimas benditas.

Héctor bebe un trago. Elkin quien se ha levantado de la silla, se acerca

a Héctor.

elkin

Entonces qué Héctor, parcero, ¿me va a prestar ese

marica fierro?

héctor

Vea, no se lo presto por lo que pasó anoche con ese

chirrete hermano, ¿no ve lo que hizo el Zarco?

elkin

Ah, pero que se va a llamar fierro hermano... Entonces

sabe qué, regáleme pues un chorro de buena vo-

luntad.

e

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90

Elkin bebe un trago.

elkin

Cuál, no prestar un marica fierro, además yo no soy

el Zarco parce, ¡ese marica que es todo desatinado!

El Zarco se acerca a la cara de Elkin y lo mira amenazante.

Zarco

¿Ah, me vas a arrancar, si o no? Vos te me vas a pegar.

elkin

¡Tenés el pecado o qué home gonorrea!

Zarco

Vos me vas a arrancar Elkin, ¿entonces pa’ que estás

prestando un fierro?

héctor

¿Usted por qué estaba tan asado? ¿Por qué mató ese

man anoche?

joVany

Nos calentó a todos guevonamente. Ahí acabaron de

llevar a la casa ese muñeco.

Zarco

¡Ah! ¿Entonces vos sos doliente?

joVany

¡Qué va hermano, por un marica bareto!

héctor

Usted está tomando muchos roches y ya sabe que no

quiero nada de nada. Me pone a volar, un día es que

me dan ganas de pegarlo pelado, cuando le diga pelao,

¡ya me sacó de los chiros guevón!

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91

Zarco

Ese era el traído mío, me las debía a mí don Héctor home, y a la final, ¡se tenía era que morir esa gonorrea home!

héctor

La última vez que me lo tuerza lo pego de una vez guevón.

Zarco

¡Todo bien home don Héctor! Yo le he hecho los camellos y le he probado es finura hombre ¡Shh! Lo he sacado de broncas home gonorrea para que me venga con eso, todo bien, no ha pasado nada llave, las

palabras sobran.

SECUENCIA 54EXTERIOR - DÍA - CALLE - PARCHE ÁRBOL DE MANGOS - LA IGUANÁ

Mónica y Andrea se detienen en un camino que está interrumpido por una pared, a un lado hay montículos de escombros y una casa derrumbada hasta la mitad.

anDrea

Mija ¿usted pa’ dónde va? ¡¿Usted cuánto hace que no venía, que se metió por ahí?!

Mónica camina detrás de Andrea y se meten por una calle donde se llega a un puente recién construido. Al fondo se ve el árbol. Debajo está el Zarco con los parceros.

anDrea

Mónica, ¿qué hora es?

e

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92

Mónica se saca el reloj que tiene guardado en el bolsillo y lo mira.

mónica

¡Son las siete!

Jovany distingue a su prima Mónica.

joVany

¡Mónica venga!

Mónica se dirige hacia su primo.

anDrea

Mónica, yo caigo ahorita a su casa.

Mónica le hace un gesto afirmativo y se acerca donde Jovany.

joVany

¿Qué hubo primita, muy galeocha?

Zarco

¡Qué bandera, parcero!

joVany

Venga prima, no se azare, ¡venga!

Mira al Zarco que se ríe malicioso.

joVany

Vea que viaje el que tiene.

héctor

Deje ese vicio niña, que ese gale la manda para el otro

mundo.

joVany

¿Usted qué tiene ahí?

Jovany le coge el reloj de Mónica y lo mira.

joVany

¿Quién se lo regaló?

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93

mónica

Me lo dio un borracho.

joVany

No se confíe de esos borrachos que se la roban.

El Zarco se acerca por detrás, se enamora del reloj con solo verlo y se

lo arrebata. El Zarco se ríe como un niño.

Zarco

¡Ya la robaron guevón! ¡Ya la robaron! Este es el traí do

de Stevenson, mi sobrinito.

joVany

No, todavía no la han robado.

El Zarco saca del bolsillo del pantalón el reloj que le robó al chirrete.

Zarco

¡Bien! No se lo han robado, pero sí se lo voy a cambiar

por este parcero, que es un relojito elegante de mujer.

Mónica toma el reloj del muerto que el Zarco le entrega.

joVany

¿Le va a armar la podrida a la prima, parce?

Zarco

¿Y es que vos te vas a meter, maricón!

mónica

¿Se va a quedar con él?

Zarco

Despéguela de aquí, niña, ábrase si no quiere perder

el otro reloj también...

joVany

No se aproveche de la pelada...

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Zarco

No se meta guevón, ya se lo dije por primera vez, pero

si no escucha y tiene algún problema conmigo, me lo

dice; porque ¡usted no me va a recochar aquí, home, gonorrea! ¿O es que usted es policía o qué, home?

joVany

¡Qué tal! Yo qué voy a ser un sapo, respéteme, Zarco.

Pero cálmese, que todo bien.

mónica

¡Usted sí es torcido, gonorrea!

joVany

Váyase mejor prima, perdimos. Usted no se va hacer

matar por un reloj, ¿cierto? Váyase que usted no tiene

nada que hacer aquí...

Mónica dice rabiosa y en voz baja.

mónica

¿Que se lo coma y se lo trepe!

El Zarco se queda mirando el reloj y se ríe malicioso. Mónica camina

lentamente con la bolsita donde lleva la estrella de navidad en una mano.

Va mirando el reloj de mujer, que es pequeñito, con brillantes alrededor

de la mica.

SECUENCIA 55

EXTERIOR - INTERIOR - DÍA - FACHADA CASA DE ANDREA

- PIEZA

Andrea camina por un callejón estrecho, siente pasar a una señora y se

esconde. Llega hasta la puerta de su casa que está cerrada, se mete por

e

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95

una ventana de madera y cae a una cama en una pieza pequeña. Su

mamá escucha el ruido y entra a la pieza.

magnolia

¿Usted dónde estuvo metida toda la noche? ¡¿Qué

son éstas horas de llegar?!

Doña Magnolia la coge del brazo, la sacude y la saca a un corredor.

anDrea

¡Despéguela, cucha que yo me voy a largar de acá, pa’

que aprenda a respetar!

magnolia

¿Qué son esas palabras?, ¡deje de ser grosera!

Doña Magnolia le pega en la boca.

magnolia

¡Usted no se me va de aquí, culicagada! A la noche

arreglamos.

Andrea se ve las marcas de los arañetazos que tiene en el brazo y mira

con resentimiento a la mamá.

anDrea

¡Uhm! ¡Mire lo que me hizo!

La mamá coge una bolsa, que está sobre la mesa, y sale renegando. Al

frente de la casa, doña Magnolia se encuentra con su vecina y se le queja.

magnolia

¿Esta muchachita con solo verla me mortifica!

Desde el corredor de la casa, Andrea escucha el diálogo, entre su mamá

y la vecina.

Vecina (off) Doña Magnolia, esa rebeldía hay que saberla tratar,

porque es peor que se vayan para la calle a buscar

peligros.

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96

magnolia (off) Pero, yo no sé por qué, me dan ganas de amasar a esa

muchachita cada vez que la veo.

Andrea espera que su mamá se vaya por el callejón, abre la puerta de una pieza donde están acostados Alonso, su padrastro, y su hermanita Lina, de seis años.

SECUENCIA 56EXTERIOR - DÍA - ENTRADA CASA DE LA TÍA LIGIA - LA IGUANÁ12

Al doblar hacia un callejón, Mónica se encuentra con su tía Ligia quien va para el trabajo. Mónica se asusta y esconde el frasquito que tiene metido entre la manga de la camiseta. Doña Ligia la mira con rabia y con tristeza.

ligia

¡Eh Avemaría! No le da vergüenza como está, toda sucia y flaca, como una gamina.

Mónica no contesta nada, mueve la bolsa con la estrella de navidad que tiene en la mano.

ligia

Siquiera su abuelita no está viva para que no le toque verla así en esas condiciones. Vaya a la casa pa’ que se bañe y le den un desayunito... Vaya pues Mónica.

mónica

¡Bueno tía!

Mónica se va escondiendo la botellita.

e

12 Esta secuencia se rodó, pero no se incluyó en la edición de la película.

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SECUENCIA 57

EXTERIOR - INTERIOR - DÍA - FACHADA CASA DE LA TÍA

LIGIA - SALA - LA IGUANÁ

Viviana, la prima de Mónica, se asoma por la ventana cargando un niño

de año y medio, es su sobrino Pipe, que está cubierto por una toalla.

ViViana

¿Usted qué quiere?

mónica

¡Déjeme entrar!

ViViana

¿Pa’ qué la voy a dejar entrar? ¿Pa’ que me robe?

mónica

Su mamá dijo que me abriera, pa’ organizarme.

ViViana

¿Hoy es 24, vino por el aguinaldo, cierto?

mónica

¡Ay, mija! Yo no soy interesada, déjeme entrar, ¿no

ve cómo estoy de cochina?

ViViana

Quién la manda a andar por la calle.

mónica

Mire que yo vine por unos zapatos.

ViViana

Entre pues, pero entrégueme esa botellita, porque yo

con eso no la dejo entrar. Aquí no va a tirar vicio.

e

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98

Mónica le entrega de mala gana la botella de sacol a Viviana, a través

de la ventana. Viviana abre la puerta con Pipe en los brazos. Gustavo,

el hermano de Viviana, está cargando dos cajas de cerveza.

gustaVo

¡Eh Avemaría!, ¿no pensás cambiar o qué?

Mónica lo mira seriamente sin contestarle. Gustavo le habla a Viviana

al oído.

gustaVo

Ponéle pilas que no se vaya a llevar nada. Raquetéela

cuando salga.

SECUENCIA 58

INTERIOR - DÍA - CASA TÍA LIGIA - SALA - COMEDOR - LA

IGUANÁ

Viviana termina de secar a su sobrino con la toalla y lo peina.

ViViana

Si usted se va a quedar aquí, gánese el desayuno y

ayúdeme a arreglar la casa.

El papá de Viviana habla con voz de borracho desde el comedor.

PaPá (off) ¿Quién llegó?

ViViana

Nadie...

Ciro entra a la sala con media de aguardiente en la mano.

ciro

¿Quién la llamó a usted aquí?

e

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99

mónica

¿Quién me llamó?

ciro

Yo no la quiero ver a usted. Hágame el favor y se

retira.

ViViana

Déjela, apá, que ella apenas vino a bañarse... Déjela,

no sea descarado. (En voz baja a Mónica) Venga

vámonos pa’ arriba, que mi papá está muy cansón.

Mónica y Viviana con el bebé cruzan frente a Ciro hacia el fondo de

la casa. En la cocina, Viviana le mide la temperatura, con la mano, a

un tetero que hay dentro de una olla con agua caliente, sobre el fogón.

ciro

¡No la deje sola!

mónica

Yo no necesito que nadie me humille. Yo vine a po-

nerme unos zapatos que mi abuelita me dejó.

SECUENCIA 59

INTERIOR - DÍA - CASA TÍA LIGIA - COCINA - ESCALERAS -

LA IGUANÁ

Viviana, con Pipe en los brazos, comienza a subir las escaleras, pero

Mónica, en vez de seguirla, abre la puerta de una pieza.

Sorprendida, ve a la intemperie las ruinas de lo que era el cuarto de su

abuelita.

mónica

¿Qué pasó aquí? ¿Qué se hizo la pieza de mi abuelita?

e

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100

ViViana

¡Ah, no mija!, es que usted hace mucho no viene por

aquí. ¡Casi nos tumban la casa!

Mónica recorre angustiada las ruinas hasta el borde de la canalización.

mónica

¿Y dónde está el baúl y todas las cosas de mi mamita?

ViViana

Todo eso está arriba... Venga subamos... Hasta yo

estoy durmiendo en la cama de ella...

Mónica se le adelanta a su prima y sube corriendo las escaleras.

SECUENCIA 60

INTERIOR - DÍA - CASA TÍA LIGIA - SEGUNDO PISO - LA

IGUANÁ

Mónica descarga la bolsa donde tiene la estrella de navidad, saca un

baúl que hay debajo de una cama y lo abre. Metidas en un cuaderno

encuentra unas fotos a color. En una de ellas está Mónica más pequeña,

con su abuelita, al frente de la casa, vestida de primera comunión. Pone

el cuaderno con las fotos a un lado y coge del fondo del baúl una bolsa

de papel donde hay unos zapatos blancos de tacón pequeño. Mónica

saca los periódicos que tienen adentro y se los mide.

Viviana ha puesto a tomar el tetero a su sobrinito sobre una cama,

mientras busca en un escaparate la ropa para vestirlo.

ViViana

¿Usted se va a poner esos zapatos, como le quedan

de grandes?

e

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101

Al ver que los zapatos se le salen de sus pies, Mónica les pone tacos

de periódico en las puntas, y da luego una vuelta por la pieza con ellos

puestos.

mónica

Me voy a quedar con estos zapatos porque eran de

mí mamá. Mi mamita me los guardó para cuando

me sirvieran.

ViViana

Le quedan muy bien, esos son los que se están usando

ahora. ¿Y que ropa se va a poner hoy 24, ya compró

el estrén?

mónica

¿Y usted por qué no me presta una camiseta de las

suyas?

Viviana le entrega una camiseta ombliguera. Mónica se cambia la

camiseta.

ViViana

Le luce mucho, se le ve el estómago muy bonito.

Viviana viste al niño que ya se ha acabado de tomar el tetero.

ViViana

Yo se la presto, pero si se queda con nosotros hoy. ¿O

usted, dónde va a pasar el 24?

mónica

Yo todavía no sé.

ViViana

¿Usted sí vió el kiosko que pusimos al frente? Nos está

yendo muy bien, vendemos cerveza, aguardiente con

ensaladita y hasta empanadas. Hoy vamos a hacer

una rumbita allá para celebrar el 24. Quédese, no se

vaya a andar la calle por ahí sola, quédese y me ayuda

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102

a atender la gente que yo le pago. Seguro que vamos a pasar muy bueno.

mónica

No, ¿sabe qué?, no me pague nada. Yo me quedo con usted, es que no tengo donde pasar el 24.

Viviana termina de ponerle los zapatos al niño y lo carga.

ViViana

¿Quiere tomarse un chocolatico con arepa?

mónica

No, ahorita mas tarde.

ViViana

Es que el sacol no le deja entrar la comida... Si se va a quedar, acuéstese un momentico para que descanse, que yo ahorita vuelvo.

Viviana sale de la pieza cargando el niño. Mónica continúa mirando las cosas que hay en el baúl, saca una mantilla y unas peinetas de carey.

SECUENCIA 61INTERIOR - DÍA - CASA ANDREA - PIEZA DE LA MAMÁ - CORREDOR CASA - LA IGUANÁ

Andrea está metida debajo de la cama cogiendo unos zapatos. El pa-drastro, quien está acostado en la cama, se despierta.

PaDrastro

¡Qué es la bulla! ¡Váyase de aquí culicagada! Deje dormir ...

Andrea mete los zapatos en una caja de cartón, luego coge un palo de escoba y le pega a Alonso su padrastro.

e

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103

anDrea

¡Levántase a ver vago! Deje de dormir todo el día y

mi mamá trabajando. ¡Deje de ser mantenido!

El padrastro coge una arrastradera y se la tira.

PaDrastro

Te salís de aquí, malparidita, si no querés que te coja

a pata hijueputa.

Andrea se escapa de la pieza con su caja. En el corredor se encuentra

con su hermanita Lina, montada en los patines.

lina

Le voy a decir a mi mamá que usted ayer no vino a

la casa a dormir. Mi mamá le dejó la plata pa’ que

comprara el revuelto del almuerzo.

anDrea

¡De malas! Despéguela que yo no voy a hacer ningún

almuerzo y me voy a largar de esta casa.

lina

Le voy a decir a mi mamá que usted se va a ir pa’ que

le pegue.

Andrea empuja a su hermanita a un lado porque no la deja pasar.

lina

Le voy a sacar todas esas mechas que metió ahí.

anDrea

Sáquemelas, maricona, que usted no me manda, yo

soy la mayor de la casa y yo no me la voy a dejar

montar más de mi mamá, ni de usted.

lina

Usted es la mayor, pero mi mamá me quiere más a

mí.

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104

SECUENCIA 62

INTERIOR - DÍA - CASA TÍA LIGIA - SEGUNDO PISO - LA

IGUANÁ

Mónica, con los zapatos y las peinetas puestas, se acuesta a mirar las

fotos de su abuelita. En una de las fotos está su abuela joven con tres

hijos junto a un río. Ella se fija sobre todo en su madre, la más pequeña

de todas. Mónica escucha que afuera una señora llama a su nieta.

señora (off)

Merceditas, venga tómese la aguapanela...

Mónica cierra los ojos, vencida por el sueño.

SECUENCIA 63

INTERIOR - DÍA - ANTIGUA PIEZA DE LA ABUELITA - LA

IGUANÁ

Mónica abre la misma puerta que abrió en la casa de su tía, con la

diferencia de que ahora la pieza que vio en ruinas está entera, con techo,

paredes y muebles que crean una atmósfera única: el “apartamentico” de

su mamita, formado por dos piezas; la primera, en donde está la cama

grande y espaciosa de su abuelita, además de la suya propia, que es

estrecha, contra la pared, y una mesa de madera, baúl, etc. Y la segunda

pieza, en donde está la cocina, el lavaplatos, un baño, con una ventana

grande por donde entra la luz del día.

Mónica abre la puerta y ve al fondo a su abuelita sentada frente a una

mesita en la cocina, pegando con engrudo bolsas de papel.

e

e

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Luego se ve a ella misma servir una taza de chocolate caliente y llevársela a su abuelita, quien da un sorbo y la coloca a un lado de su banca. Mónica ve que ella se sienta al frente de su mamita y le ayuda a pegar también las bolsas de papel. Su abuelita fuma y la mira con un amor que está más allá de las palabras.

SECUENCIA 64 INTERIOR - DÍA - CASA DE ANDREA - FACHADA DE LA CASA - COCINA - PATIO - LA IGUANÁ

Lina llega con dos cervezas y se las entrega a su papá, quien está sentado en una silla a la entrada de la casa.

alonso

¡Hola mami! ¿Usted por qué se demoró tanto? ¿Se quedó jugando o qué?

lina

No papi, es que había mucha gente comprando, yo no me quedé jugando.

Andrea escucha desde la cocina, comiéndose una arepa y acabándose de tomar un chocolate.

alonso (off) ¿Pero más de media hora? Dígame la verdad... ¿dónde

se quedó? ¡Contésteme por favor! Venga para acá, se sienta y me cuenta que fue lo que pasó.

lina (off) ¡Ay pero papi! ¿Cómo quiere que le explique?

alonso (off) Está bien. Yo le creo mi amor, yo sé que usted es una

niña muy obediente.

e

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106

Andrea sale al patio a descolgar una ropa que hay en el alambre, ve los

patines de la hermanita, tirados en un rincón. Entra a la cocina pero en

seguida se devuelve y coge los patines de su hermanita, los guarda en la

caja y se va hacia la puerta de salida, con la caja en las manos.

lina (off)

Papi, pero que día tan largo. Yo quiero que el Niño

Jesús me traiga rápido.

Andrea sale corriendo por la puerta. Lina la persigue cuando la ve y

trata de mirar lo que hay dentro de la caja.

lina

¡A ver! ¿Usted qué lleva ahí? ¡Cuidadito con haberme

cogido una de mis muñecas!

anDrea

¡Pobre pendeja, yo a usted no necesito cogerle nada!

lina

Le voy a botar las cosas suyas.

alonso

¡Lina! Venga mi amor. Déjela que se vaya, que ella

vuelve esta noche.

anDrea

¡Bótemelas! ¡Bótemelas al río si le da la gana! ¡Loca!

lina

¡La loca es usted!

Andrea se pierde por el fondo del callejón.

e

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SECUENCIA 65

INTERIOR - DÍA - CASA TÍA LIGA - SEGUNDO PISO - LA

IGUANÁ

El tío borracho sube las escalas y llega a la pieza donde duerme Mónica,

la mira morbosamente.

ciro

¡Mónica, Mónica! ¿Dónde están las amiguitas suyas?

Mónica se despierta y se levanta asustada.

ciro

¿Cuánto están cobrando, pues? Tráigame la más gran-

decita yo le doy un tren de chimbo. Y esas pelaítas se lo

maman a uno también, ¿cierto?

Mónica se queda callada, sin saber que responderle. Coge la bolsa donde

tiene la estrella de navidad y mete el cuaderno con las fotos, le habla

en voz baja.

mónica

¡Borracho degenerado, cochino! ¡Sádico, hijueputa!

ciro

Venga yo le chupo ese ombliguito.

Ciro intenta meterle el dedo en el ombligo, pero ella sale asustada de

la pieza.

mónica

¡Hijueputa! Te aprovechas porque mi abuelita no está

viva. ¡Sádico, malparido!

e

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SECUENCIA 66 EXTERIOR - DÍA - KIOSKO DE GUSTAVO - CALLE LA IGUANÁ

Mónica llega asustada al Kiosko de Gustavo, donde está Viviana pelando papas y revuelto para el sancocho. Gustavo mete unas cervezas en el refrigerador. Dos amigos de Gustavo están prendiendo un fogón de leña.

ViViana

¿Y a usted qué le pasó que está tan pálida? ¿Pa’ dónde va? ¿Se va a ir ya o qué?

mónica

Sí, es que me tengo que ir para terminar de orga-nizarme... yo tengo que conseguir un estrén para hoy.

ViViana

Pero venga un momentico, pa’ que me ayude a pelar este revuelto.

A la entrada del kiosko, Mónica ve que Pipe, el sobrino de Viviana, está jugando a colocar piedras en un pesebre. Mónica saca la estrella de navidad y se la entrega a Viviana.

mónica

Prima, vea que elegancia de estrella pa’ que la ponga en el pesebre.

Viviana la recibe.

ViViana

¡Uy que belleza! Gustavo mirá, pa’ el pesebre.

gustaVo

¡Eh, qué chimba!... ¿Oiga usted si le va ayudar a Viviana esta noche a atender a la gente? Vamos a rifar regalos pa’ los niños. ¡Aquí todos los niños van a tener traídos, mija!

mónica

Sí primo, yo voy a venir desde por la tarde. Y voy a traer pólvora también.

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109

ViViana

¡¿Sí?! ¿Y usted con qué la va a comprar?

mónica

Es que... ¿usted cree que yo no tengo plata pa’ pasar

el 24?

El Zarco, Héctor, Elkin y Jovany pasan por delante del kiosko. Jovany

se le acerca a Gustavo.

joVany

¡Ey, Gustavo! Fiame mediecita que esta tarde te la

pagamos.

gustaVo

Quién me la va a pagar. ¿Usted?

joVany

Don Héctor te la paga. ¿Sí o no?

héctor

¡Sisas!

El Zarco se acerca hasta el kiosko.

Zarco

¡Deje de ser tan desconfiado, hermano!

Gustavo le entrega a Jovany la media, pero el Zarco se la arrebata.

Mónica y el Zarco se miran. Mónica observa que el Zarco tiene el reloj

puesto.

Andrea pasa corriendo con su caja frente al kiosko pero se detiene al

ver a Mónica.

anDrea

¡Mónica, venga yo le muestro una cosa!

Mónica se acerca y ve los patines nuevos en la caja.

anDrea

Me los traje de la casa para que los vendamos.

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Mónica se da cuenta que el Zarco la está mirando.

mónica

No, venga. Vámonos ya pa’ la pensión.

Mónica empuja a Andrea para que salgan rápido de allí.

mónica

Viviana, nos vemos entonces a la tarde.

Las dos niñas se cruzan con el Zarco y con don Héctor. Se apartan rápi-

da mente de ellos. Mónica se da cuenta que los muchachos doblan por

un callejón evitando la calle principal.

SECUENCIA 67

EXTERIOR - DÍA - CALLE PRINCIPAL - LA IGUANÁ

Mónica y Andrea pasan frente a una casa humilde, de un piso, en la

que están entrando un ataúd sencillo. A un lado está estacionada una

camioneta mortuoria.

SECUENCIA 68

EXTERIOR - DÍA - PUENTE SAN JUAN

Mónica y Andrea caminan por el puente San Juan y se encuentran con

Galileo, un amigo de Mónica, que es carretillero.

mónica

Entonces qué Galileo, ¿todo bonito?

e

e

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galileo

¡Ah, todo bien mi amor! Levantándome los últimos

pesitos pa’ bebérmelos a la noche.

SECUENCIA 69

EXTERIOR - DÍA - VIADUCTO METRO13

Mónica y Andrea caminan cerca al viaducto del Metro y lo ven cruzar.

SECUENCIA 70

EXTERIOR - DÍA - CALLE - BARRIO TRISTE14

Un grupo de muchachos, algunos de ellos ayudantes de mecánica, juegan

fútbol en una calle. El balón golpea el espejo de un Mazda último modelo

que está estacionado cerca. La Chinga, un sacolerito de diez años con

rasgos indígenas, que ha estado observando el partido, se acerca a coger

el balón. Un señor, de unos cuarenta y cinco años, se asoma para ver lo

que ha sucedido y le da una patada a la Chinga, que en ese momento

tienen el balón en la mano.

señor

¡Qué hubo pues, malparido! ¿Me vas a pagar el daño

o qué hijueputica? ¡Se van de aquí ya!

e

13 Secuencia no rodada.

14 Secuencia no rodada.

e

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chinga

Ya me la vas a montar a mí, o ¿qué pues?

Los muchachos que han estado jugando fútbol, le silban al señor y

continúan jugando. La Chinga sale corriendo y se pierde entre los carros.

SECUENCIA 71

EXTERIOR - DÍA - IGLESIA - TALLER NORVEY - BARRIO

TRISTE

Mónica y Andrea, soñolienta, pasan por la iglesia de Barrio Triste y se

santiguan. Llegan donde Norvey, el amigo de Yudy, que trabaja mane-

jando una máquina de coser para hacer carpas.

Norvey coordina desde allí varios sancochos que organizan en canecas

los recicladores para la celebración de la navidad. En uno de los sanco-

chos un reciclador está vaciando la sal.

norVey

Pilas hermano... que la última vez se le fue la mano,

¡y eso quedó más salado que un berraco!

reciclaDor

Norvey, hermano esas yucas no alcanzaron.

norVey

Vaya donde Tolima, que él dijo que nos iba a regalar

revuelto.

Mónica y Andrea pasan cerca a Norvey.

norVey

Entonces qué pelaíta, vengan pa’ que se coman un

sancochito.

e

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113

Mónica le hace un gesto de mala cara a Norvey y se aleja con Andrea

por entre los ventorrillos de la calle.

norVey

¡Pero yo no te hecho nada, home!

mónica

Usted no, pero la que ya sabemos sí.

SECUENCIA 72

EXTERIOR - DÍA - ACERA - FRENTE A PENSIÓN - BARRIO

TRISTE

Mónica camina y mira detrás de los carros tratando de encontrar a la

Chinga. Al lado, va Andrea que lleva su cajita y mira con desconcierto

a la gente que ve a su alrededor. Llegando a la pensión, Mónica ve un

corrillo de sacoleros detrás de un carro. Jennifer, el Diestro, la Chinga y

otros dos niños.

Unos sacoleros están sentados en una acera. Mónica se acerca hasta donde

está la Chinga comiéndose una bandeja paisa.

mónica

¿Qué hubo Chinga? ¿Usted dónde estaba?, yo lo estaba

buscando.

chinga

Por ahí, en cualquier parte.

mónica

¿Y usted que va a hacer el 24?

chinga

¿Que qué voy hacer el 24? ¡Pues, qué hijueputas voy

hacer! ¿Quiere chute? Es que por allí están regalando

e

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114

sobrados, chutes, de todo, vaya y después nos vamos

a tirar sacol.

yeniffer

¡Ay, mentiras!

chinga

Es que yo me robé un reloj y lo vendí en 5.000 pesos

y me compré esto.

yeniffer

Mentiras... a él se lo regaló ese mecánico del frente.

La Chinga coge una papa, con su mano sucia, y se la ofrece a Mónica.

mónica

No, vea le presento esta amiguita mía, ella se fue de

la casa y va a vivir con nosotras.

anDrea

Yo me llamo Andrea.

yeniffer

¿Usted no quiere a su mamá? No vaya a coger malos

vicios, eso es muy malo... uno por el momentico tiene

el diablo en la cabeza.

chinga

¡Cuál diablo! Si usted quiere tirar lo que sea, nadie le

dice nada y qué va... ¡ni qué hijueputa!

La Chinga le entrega un plato de sopa a un sacolerito.

Diestro

¡Yo soy el diestro!

chinga

¡Sabe qué! El es amigo mío. ¡Parcerazo de aquí a la

puta mierda! Y lo quiero de aquí a morir.

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yennifer

¡Oiga, ni por el chucho! Él me quiere más a mí.

chinga

Ah, es que el chucho es usted.

yennifer

¡El chucho es usted que no se baña!

chinga

Yo no me baño y usted se mete una araña.

La Chinga mira a un sacolerito que está chupando sacol.

chinga

¡Ey, hágame el favor y se me quita del frente con ese

sacol hermano, que estoy comiendo!

mónica

Chinga venga subamos pa’ que se bañe y se organice.

chinga

Ah, es que es muy aburridor.

mónica

¿Y dónde tiene los zapatos que le regalé?

chinga

Pa’ qué zapatos si no hay casa.

mónica

Entonces, venga pues... ¿por qué no se baña?

chinga

Porque no me da la gana... y no me da la gana.

Andrea se da cuenta que, a unos metros suyos, hay un niño sacolero tirado

en el suelo. A su lado, una niña se amarra con dificultad un patín viejo.

chinga

Ahora cuando termine... le voy a robar a ese man

que me pegó una patada... y tiene un carro, pa’ que

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le robemos espejos, antenas... ¡una mano de chimbas! Tiene una mano de plata en el bolsillo, pa’ que lo cojamos.

sacolero

Sí, nosotros lo acompañamos, pa’ que le caigamos todos.

chinga

¡No, yo ando solo ñeros! A mí me gusta es robar solo. Venga pues, yo les reparto la sobremesa.

La Chinga coge una botella de sacol y se las reparte a los otros sacoleros, vaciando poquitos en cada frasco.

Andrea ve a la niña sacolera que viene cantando, montada en su patín.

niña

“Ella nació... en un jardín... de claveles...rosados! Le entregaron coronas, le dieron gobiernos y en su palacio escribió...”.

La llegada de la niña crea desorden y alboroto entre los sacoleros. Esto hace que Mónica le haga una seña a Andrea para que se vayan de allí.

niña

“...Ella nació... un día de sol cuando vivía en su barrio, la miraba de lejos... nunca la reina que ha

vis to jamás... Verónica... Verónica...”.

SECUENCIA 73

EXTERIOR - INTERIOR - DÍA - CALLE - ENTRADA - ESCALAS

- PATIO1 - PATIO2 - PENSIÓN - BARRIO TRISTE

Mónica y Andrea, con sus ojitos apagados por el sueño, cruzan una

calle. En la mitad de la calle, Mónica le señala con orgullo la ventana

e

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117

de una pieza, en un segundo piso de una edificación vieja, adornada

con guirnaldas y arreglos navideños.

mónica

Esta es la pieza de nosotras. ¿Cómo le parece?

Mónica y Andrea suben las escalas estrechas y oscuras, y se cruzan con

Alcides, un muchacho joven, que baja las escalas cargando una bici cleta

de granero.

alciDes

¡A ver, a ver! ¡Ábranme paso!

Las niñas, para no devolverse, se hacen a un lado y se agachan, pasando

por debajo de la bicicleta, pero a Mónica se le sale un zapato de su pie.

Al terminar de subir las escalas, se lo acomoda nuevamente. Andrea mira

hacia la izquierda y ve una reja donde hay un bazuquero. Al fondo hay

una pared donde está colgado el rostro de Cristo, con una leyenda debajo

que dice: “Cristo es tú salvación”. Mónica toca una puerta de madera.

Doña Berenice, la señora dueña de la pensión, abre la puerta y la saluda.

mónica

Doña Berenice, esta niña va a dormir con nosotras.

berenice

¿Quién va a pagar por ella?

mónica

Tranquila doña Berenice que yo respondo por ella...

Al entrar, Mónica y Andrea pasan por un patio muy organizado y

adornado con matas, un pino artificial con adornos, y otros arreglos

navideños. En un extremo del patio hay una hornilla donde don José,

su esposo, prepara natilla y buñuelos.

josé

Niñas, ahorita pasan, pa’ que coman buñuelitos.

Al atravesar por el otro patio, Andrea ve a dos viejitos sentados frente

a una mesa, donde tienen dos cajas con mercancía. Doña Belarmina,

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con recelo y desonfianza, le está entregando a don Manuel, su esposo, el

surtido de la caja: paquetes de cigarrillos, confites, papitas y chocolatinas.

belarmina

Ahora no me salga con que lo tumbaron como ayer.

manuel

Pero si fue que usted hizo mal las cuentas, mijita...

belarmina

¡Déje la bulla! Cuente bien... vea dos, tres, cuatro

paquetes.

Milena, una joven prostituta, que vive en la pieza al lado de Mónica,

viene de lavarse el cabello. Al llegar a la puerta de su pieza Mónica se

acerca.

mónica

Milena, yo enseguida vengo pa’ que me haga un favor.

milena

Quién sabe mija, porque yo enseguida tengo que salir.

SECUENCIA 74

INTERIOR - DÍA - PIEZA NIÑAS - PENSIÓN - BARRIO TRISTE

Mónica y Andrea entran a la pieza y se asoman por la ventana. La

pieza tiene a un lado un fogoncito, enseres de cocina y un espejo. Al

otro lado hay dos camas, en una de ellas está Yudy acostada, y en la

otra duerme la Cachetona al lado de Claudia, quien está pegada de una

botella de sacol. Mónica se apresura a acomodar a Andrea en la cama

donde duerme Yudy.

mónica

Acuéstese, que yo ahorita vengo.

e

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Andrea guarda la caja debajo de la cama donde duerme Yudy y se acuesta

a su lado. Yudy entre dormida le abre campo.

yuDy

Córrase para acá parcerita pa’ que nos calentemos.

Mónica se da cuenta que Claudia se está ensacolando y sale de la pieza.

Andrea mira extrañada a Claudia, que susurra cosas incomprensibles,

mientras aspira de la botella de sacol que tiene debajo de la cobija.

Claudia oye voces que le dicen que debe votar la botella de sacol, que

debe quebrarla, que debe dejar de ensacolarse.

clauDia

No, yo no voy a dejar el gale... no, no lo voy a dejar,

¿por qué?

Mira luego a la Cachetona, su compañera de cama, y se ríe porque la

ve como un osito de peluche. Le trata de tocar la cara a la Cachetona y

la ve cubierta por una piel de animal. Ve la cara de la Cachetona como

la de un oso de peluche.

clauDia

¡Ay... qué osito tan lindo!

Luego, la ve transformarse en osito de peluche, es decir, en muñeco y

la abraza. La Cachetona se molesta y reacciona volteándose para el

otro lado.

cachetona

¡Ah, dejá de chimbiar a ver!

clauDia

¡Ah... osito, mariconcito!

Cuando mira hacia la otra cama, también ve a sus otras dos amigas,

Andrea y Yudy, como animalitos de peluche. Pero no solo las caras,

las ve de cuerpo entero dormidas a lo largo de la cama como si fueran

ambas muñecos de juguete.

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120

SECUENCIA 75

INTERIOR - DÍA - PIEZA MILENA - PENSIÓN - BARRIO TRISTE15

Mónica entra a la pieza de Milena, que está en interiores, peinándose

el cabello.

mónica

Milena, présteme unos tenis.

Mónica se sienta en la cama junto a una niña que está desvistiendo una

muñeca y se quita los zapatos.

milena

¿De quién son esos zapatos?

mónica

Eran de mi mamá.

milena

Están muy bonitos.

Milena saca unos tenis de un cajón y se los tira a Mónica, luego se mira

con coquetería frente al espejo.

milena

¿Cómo le parece como estoy de buena, mija? ¡Qué

culo el que tengo!, ¿cierto?

mónica

¡Eh Avemaría, usted si es cochina! Cuidado mija le

pegan un sida bien hijueputa.

Mónica envuelve los zapatos y los coloca al lado del escaparate.

e

15 Secuencia no rodada.

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121

SECUENCIA 76

EXTERIOR - INTERIOR - DÍA - ALMACÉN - CALLE - BARRIO

TRISTE16

Mónica, con sus tenis rosados y una botellita de sacol bajo la camisa,

camina por la acera hasta llegar frente al mismo Mazda último modelo,

engallado con biseles y retrovisores, que golpeó el balón de los niños

me cánicos. Mónica entra al almacén haciéndose la lenta hasta donde

está el dueño del carro que está bebiendo aguardiente con dos amigos.

mónica

¿Me va a dar el aguinaldito?

Uno de los amigos saca unas monedas y se las regala a Mónica para

qui társela de encima, pero Mónica se dirige al dueño del carro.

mónica

Señor, ¿usted me va a colaborar con el aguinaldito?

Dueño

No, ya usted con esas moneditas tiene... despéguela,

despéguela pues niña.

Mónica le insiste a los otros, recostándose y casi durmiéndose en el

mostrador, como si estuviera en un viaje de sacol.

mónica

Ah... venga... es que hoy es 24...

En la acera del frente la Chinga sale y se arrima agachado al Mazda

con un costal en la mano. Rápidamente tira de una coca, la guarda en

el costal y luego hace lo mismo con la otra.

Dentro del almacén, el dueño fastidiado se levanta y trata de sacar a

Mónica cogiéndola de un brazo, pero la niña se tira al suelo, como

16 Esta secuencia se cambió completamente.

Page 122: La vendedora de rosas-2da corrección

122

borracha. Cuando el hombre reacciona y la trata de arrojar afuera

con violencia, Mónica se levanta de un salto, coge unos adhesivos

fosforescentes de encima de una vitrina, y se echa a correr por la acera

con sus tenis rosados. El dueño no sabe cómo responder, hasta que

decide correr también en persecución de la ladrona.

Dueño

¡Ve, esta culicagada ratona! ¡Ey, ey dejá eso!

La Chinga mientras tanto se levanta sin que lo vean un retrovisor, lo

despega de un golpe con una piedra, lo mete al costal y sale caminando

tranquilo hacia el lado contrario por el que salió Mónica.

SECUENCIA 77

INTERIOR - DÍA - PIEZA - PENSIÓN - BARRIO TRISTE

Andrea monta la olla con el arroz en un fogón de una sola parrilla,

pero se tiene que empinar para echarle la sal. Luego coge una escoba y

comienza a barrer la pieza.

En su cama está Yudy, vestida con una camiseta rota y una pantalone ta

de muchacho, chupando dedo como una niña y pegando con sacol caji-

tas de chicle en las hojas de un cuaderno. Detrás de las cajas pequeñas

escribe una fecha y un nombre con un lápiz.

yuDy

Andrea, consígame un cigarrillo con doña Yolanda,

que yo ahorita se lo pago.

En la otra cama está la Cachetona sentada, tomando gaseosa con pan,

mientras mira en blanco y negro las imágenes de una televisión sin

volumen, oyendo en cambio una emisora de vallenatos en un radio

pequeño que está sobre el televisor.

e

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123

Claudia está dormida al lado suyo.

cachetona

¿Ya consiguió otra pa’ mandar?

yuDy

¡Deje de ser metida, maricona!

Al volver con el cigarrillo y el fósforo, Andrea se sienta en la cama al lado de Yudy.

anDrea

Si quiere, yo le puedo barrer la pieza todos los días...

La Cachetona hace un gesto irónico.

yuDy

¿Y usted sabe hacer sudado, Andrea?

anDrea

No, ojalá.

Yudy hace mala cara, y se concentra otra vez en el cuaderno.

anDrea

¿Me regala una fumadita?

Yudy le pasa el cigarrillo pero Andrea tose a la primera fumada.

yuDy

¡No mija, usted no sabe fumar!... No aprenda los vicios parcerita.

Andrea mira con curiosidad el cuaderno de Yudy.

anDrea

¿Qué es eso, una tarea o qué?

yuDy

Recuerdos...

anDrea

¿De quién?...

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124

yuDy

De los pelaos... Cositas que ellos me regalan...

anDrea

Ahhh...

Yudy le muestra las cajas de chicle y las envolturas de chocolatina que

están pegadas en cada página, con algunos nombres de muchachos

escritos a un lado.

yuDy

Este me lo regaló un pelado que yo quise mucho de

por mi casa que se llamaba Tico. Y esta me la dio

John, un pelado de la 70...

anDrea

¿Y qué dice ahí?

yuDy

De Anderson para Yudy...

anDrea

Anderson, ¿el novio de Mónica?

La Cachetona desde la otra cama.

cachetona

Es que esa no deja escapar ni uno.

Yudy se ríe maliciosa.

yuDy

¿Es que usted no sabe leer?

anDrea

No...

yuDy

Si quiere yo le enseño... Venga pues yo le leo estos

versos, pero no me interrumpa maricona.

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125

anDrea

De malas, carechimba...

yuDy

“Con amor y cariño/ fabricamos un niño”... Y vea

este otro: “Ayer pasé por tu casa/ te ví moliendo

cacao/ me dió tanta tentación de risa/ al verte el culo

cagado”.

anDrea

Ja, ja, ja... ¡Eh, Avemaría, qué letra! ¿Vos escribiste

eso?!... Yudy, venga yo le muestro una cosa... Venga,

que le conviene.

Andrea lleva a Yudy hasta la caja que está a un lado del escaparate y le

muestra el par de patines.

anDrea

Ayúdeme a vender estos patines.

yuDy

¿Y usted de dónde los sacó, parcera?

anDrea

Se los robé a mi hermanita.

yuDy

Ay, hermana, nos vamos a meter todas en un lío. ¿Su

mamá no viene a buscarla a usted aquí?

anDrea

No... no le digo pues que mi mamá nada más se preo-

cupa por mi hermanita chiquita, pero por mí no...

yuDy

Ah, es que esas viejas hijueputas siempre prefieren

a los chiquitos... Pa’ qué se ponen a abrir las patas si

no son capaces de tratar los hijos por parejo, ¡viejas

carechimbas!

Page 126: La vendedora de rosas-2da corrección

126

anDrea

Verdad... ¿Oiga y usted si los vende a buen precio?

La Cachetona se ríe con malicia, mientras Yudy emocionada se coloca

los patines.

yuDy

¡Sisas paracerita! Ya mismo se los vendo.

SECUENCIA 78

EXTERIOR - INTERIOR - DÍA - ACERA PENSIÓN - ESCALAS -

PIEZA MILENA - BARRIO TRISTE17

A la entrada de la pensión, Mónica que viene agitada se choca con un

señor moreno, el papá de la Cachetona. Sube rápidamente las escalas

y llega a la pieza de Milena, que está preparada para salir con su hija.

milena

¡Uy, qué agite, seguro estaba robando! ¡Muestre a ver

qué golió!

Mónica le muestra las calcomanías fosforescentes.

milena

¡¿Ah, usted se arriesga por eso?!

mónica

¡¿Es que usted cree que yo golié sola?!

milena

Siga así hermana, y verá que se estrella.

e

17 Secuencia no rodada.

Page 127: La vendedora de rosas-2da corrección

127

mónica

¡Es que yo prefiero despelucar a un malparido! ¡Usted

sabe que yo no soy capaz de ponerme a pedir, ni a

dejarme tocar de ningún hijueputa! ¡Yo no soy corta

de espíritu!

milena

¡Ja, ja, ja! Usted lo que está es corta de tetas, mija.

¡No sabe lo que es tener un papito encima!

mónica

Milena, entonces, ¿me va a dejar quedar aquí un rato?

milena

Y ¿qué va hacer aquí?

mónica

Nada, me voy a recostar un ratico y después me voy.

milena

Me cierra con candado cuando salga.

Mónica carga la niña y sale con Milena de la pieza.

SECUENCIA 79

INTERIOR - DÍA - PUERTA PENSIÓN - PATIO 1 - PIEZA NIÑAS

- BARRIO TRISTE

Mónica se acerca hasta la puerta de la pensión, y mira con curiosidad

al señor moreno que está hablando con doña Berenice.

berenice

... Y, ¿cómo es la niña pues?

e

Page 128: La vendedora de rosas-2da corrección

128

señor

Es alta, troza y morenita.

mónica

¡Ah, sí... ella vive con nosotras! ¡Cachetona!

Mónica atraviesa corriendo el patio llamando a la Cachetona y llega

hasta su pieza. Yudy está montada en los patines, apoyada del brazo

de Andrea.

mónica

Cachetona, vino un señor preguntando por usted.

La Cachetona sale intrigada de la pieza. Mónica la sigue. Al ver el señor

moreno la Cachetona se devuelve asustada.

cachetona

¡Ay, jueputa!... ¡es mi papá!

Mónica se acerca asombrada donde la Cachetona y la anima.

mónica

¡Fresca parcera! Vamos... yo la acompaño.

La Cachetona llega hasta el primer patio, acompañada por Mónica, y

mira a su papá con temor.

cachetona

¡Qué hubo apá!

El papá la observa con un gesto duro en la cara.

PaPá

¿Usted por qué se fue de donde sus tías?

La Cachetona empieza a llorar.

cachetona

¡Ah!, a mi no me gusta vivir con esas cuchas que lo

hu millan a uno... y no me dejan salir a la calle... me

mantienen encerrada, como si eso fuera una cárcel.

Page 129: La vendedora de rosas-2da corrección

129

El papá de la Cachetona contiene la rabia.

PaPá

Lo único que usted tiene en la vida... es a su papá.

Y por eso vine por usted, pa’ que nos vamos pa’ la

costa.

Mónica ve a Yudy que viene haciendo escándalo, montada en los patines

sosteniéndose del brazo de Andrea.

cachetona

¿Entonces mis hermanitas qué?...

PaPá

Yo después vengo por ellas... pero ahora me la voy

a llevar a usted, pa’ que me ayude, que yo estoy

administrando un estadero en Tolú.

Mónica mira con enojo a Yudy, que pasa por el patio interrumpiendo

por un momento la conversación de la Cachetona.

PaPá

¡Bueno mija, entonces a las cuatro vengo por usted!

La Cachetona camina cabizbaja hacia la pieza. Yudy se ríe escanda-

losamente, mientras sigue montando en los patines por el patio de la

pensión.

yuDy

Andrea, no se me haga tan lejos que de pronto me

caigo.

Al salir el papá de la Cachetona, la Chinga aprovecha para cruzar la

puerta de la pensión.

berenice

¿Ey, Chinga usted pa’ dónde va?

Desde el corredor, Mónica ve entrar a la Chinga y lo espera. Lleva en

la cabeza un sombrero de cartón con cintas de colores y media botella

de sacol entre el pantalón.

Page 130: La vendedora de rosas-2da corrección

130

chinga

Voy pa’ dentro... donde las muchachas.

SECUENCIA 80

INTERIOR - DÍA - PIEZA NIÑAS - PENSIÓN - BARRIO TRISTE18

Claudia arma un bareto mientras mira a la Cachetona sacar ropa de un

cajoncito.

clauDia

¡¿Pero ese cucho por qué estaba tan asado?!

cachetona

¡Ah, no! Es que él apenas ayer se dio cuenta que me

había volado de la casa.

La Cachetona saca una blusa ombliguera y se la tira a Claudia.

cachetona

Ah, vea, quédese usted con esa blusita.

clauDia

Y entonces... ¿usted?

cachetona

¡Ah, no!... es que yo voy es de parche para el mar.

Claudia prende un bareto, le da un pitazo y se lo pasa a la Cachetona.

e

18 Secuencia no rodada.

e

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131

SECUENCIA 81

INTERIOR - DÍA - PIEZA MILENA - PENSIÓN - BARRIO TRISTE

La Chinga se entusiasma con los billetes en la mano y celebra inhalando

sacol.

mónica

Báñese, yo lo acompaño a comprar una camisa.

chinga

Y nos vamos a ver los alumbrados, vamos al Pueblito

Paisa... a subir y a bajar las banderas.

mónica

Con esas treinta lucas... ¡hasta pa’ pagarse una pieza!

chinga

Venga yo le pago pues una pieza y nos vamos juntos.

Mónica se asusta por un momento y reacciona.

mónica

¡Oiga!... ¡qué le pasa mijo!

chinga

Mónica, usted es muy linda...yo la quiero mucho, mi

amor.

mónica

Yo también, pero es que usted no se deja querer. Bá-

ñese que es que así se ve muy feo.

chinga

Y nos vamos a dar picos...

mónica

Chinga, es que yo a usted lo quiero como un amigo...

no se haga ilusiones.

Page 132: La vendedora de rosas-2da corrección

132

chinga

¡No oigo nada!... Tengo los oídos taquiados.

mónica

¡Ja, ja, ja! No vio, ¡báñese mijo!

chinga

¿Usted le ve risa a eso? ¡Yo no le veo cara de risa a

eso!

SECUENCIA 82

INTERIOR - DÍA - CUEVA JÍBAROS - BARRIO TRISTE

Yudy atraviesa la puerta de la pensión montada en los patines al lado

de Andrea. Entre las risas escandalosas se acerca a una reja donde está

parado el Ojón.

ojón

¿Usted qué viene hacer acá?

yuDy

Déjeme entrar que yo vine hablar con doña Marta.

Las niñas entran al corredor donde hay varias piezas pequeñas con ven-

tanitas en las puertas. En algunas de ellas Andrea ve las caras de tipos

viciosos. En la puerta de un baño, también se ven tipos agachados en

cuclillas, pegados de un bazuco.

En la última pieza hay una reja desde donde se escucha rezar una no-

vena. Una joven está sentada frente a una mesa empelpando unos bazucos

con picadura.

yuDy

Déjeme entrar que necesito hablar con doña Marta.

Andrea, espéreme aquí que yo no me demoro.

e

Page 133: La vendedora de rosas-2da corrección

133

Yudy ve a doña Marta atendiendo unos clientes. La pieza está vacía

de muebles. Hay diez hombres fumando bazuco, mientras una gorda

rezandera hace una novena a la que solo responde la joven de la entrada

y Juan Camilo, quien también está sentado fumando.

Andrea también responde a la novena y ve que Yudy se quita los patines

y se acerca a hablar con doña Marta.

yuDy

¿Cuánto me va a dar por estos patines?

Doña Marta coge los patines y los mira. En ese momento se le acerca

un bazuquero.

SECUENCIA 83

INTERIOR - DÍA - PIEZA MILENA - PATIO 2 - PIEZAS NIÑAS -

BARRIO TRISTE19

La Chinga tiene recostada la cabeza sobre el hombro de Mónica y con

la botella de sacol pegada a la boca.

chinga

... ¿y cuándo me va a querer?

La Chinga trata de darle un beso en la boca a Mónica pero ella alcanza

a hacerle un desquite y sale corriendo hasta la puerta. Se asoma y ve en

el patio a don Agustin, el vendedor ambulante.

mónica

¡Que lo vea en el baño pues! Yo ahorita vengo...

e

19 Secuencia no rodada.

Page 134: La vendedora de rosas-2da corrección

134

Mónica se asoma por la puerta de la pieza donde están Claudia y la

Cachetona.

mónica

¡Claudia, ya llegó don Agustín!

Las muchachas salen animadas de la pieza.

SECUENCIA 84

INTERIOR - DÍA - CUEVA JÍBAROS - BARRIO TRISTE20

Doña Marta saca unos billetes y se los extiende a Yudy.

marta

¡Vea le doy 25 por ellos!

yuDy

Oiga... mínimo 40, ¡no ve como son de finos!

marta

Pues, sí, pueden ser muy finos pero no le puedo dar

más.

yuDy

Déme pues siquiera 30.

Doña Marta le entrega unos billetes a Yudy, que sale feliz de la pieza.

yuDy

¡Si vió parcerita! Ya se los vendí por 20...15 pa’ usted

y 5 pa’ mí por el negocio.

20 Secuencia no rodada.

e

Page 135: La vendedora de rosas-2da corrección

135

Andrea y Yudy se devuelven emocionadas. Yudy brinca descalza por el

corredor. El Ojón le abre y ellas atraviesan, de nuevo, la reja de salida.

SECUENCIA 85

INTERIOR - DÍA - PATIO 2 - PENSIÓN - BARRIO TRISTE

En el segundo patio de la pensión, Yudy y Andrea se encuentran con

las muchachas comprándole ropa a Agustín, el vendedor ambulante.

yuDy

Eh, don Agustín... yo creí que ya no iba a venir.

anDrea

¡Ay, yo quiero comprarme un estrén!

Andrea saca la plata de los patines.

mónica

¿Y usted de dónde sacó eso?

anDrea

Es que Yudy me hizo el favor de venderme los patines.

La Cachetona acompaña a Claudia a medirse un pantalón en la pieza.

mónica

¿Y cuánto le dio?

anDrea

15, porque ella se quedó con 5 por el favor.

Mónica se queda mirando a Yudy, quien está emocionada escogiendo

varias cosas para negociar con el vendedor. Claudia y la Cachetona salen

con unos pantalones estrech puestos.

e

Page 136: La vendedora de rosas-2da corrección

136

agustín

¡Qué les dije!, eso es talla única.

clauDia

Don Agustín pero eso está muy caro.

agustín

Eh, Avemaría, ¿caro? ¡Si eso es precio de fábrica,

home!

Mónica mira con desconfianza a Yudy, quien ya ha separado varias

camisetas, un pantalón y otras cosas, de las más caras. La emoción de

Andrea la distrae.

anDrea

¡Ay, qué tan bonita!... ¡Yo quiero una de esas!...

Mónica mira la faldita que Andrea tiene en la mano.

mónica

Esas son las “engañadoras”... son muy bacanas... yo

me voy a comprar una... cómprese una usted también

pa’ que estrene.

agustín

Y se las doy bien baraticas pa’ que las lleven... no son

sino ocho luquitas cada una.

Andrea saca emocionada la plata y le paga a don Agustín. Mónica saca

del bolsillo el reloj que le cambió el Zarco y se lo muestra a don Agustín.

mónica

Don Agustín vea... recíbame este relojito.

Agustín mira con desconfianza el reloj y se lo devuelve.

agustín

¡No mijita! este es un reloj chichipato. Págueme mejor

con billetes y me va dando también lo del contado...

que está muy colgadita.

Page 137: La vendedora de rosas-2da corrección

137

Después de recibir unos billetes que le entrega Mónica, don Agustín

anota algo en una libreta.

yuDy

Don Agustín, hágame pues la cuenta a mí.

agustín

A ver... son 25, 30.000 pesos.

Yudy saca de entre los brasieres unos billetes y se los entrega a don

Agustín. La Cachetona tiene una toalla colgada en el hombro y recoge

una ropa de un alambre. Claudia mira unos dijes de fantasía. La re-

zandera llega al corredor del patio.

yuDy

¡Vea pues! ¡Cuéntelos bien!

Mónica se queda mirando con rabia a Yudy.

mónica

¡Usted si es muy descarada! Sí ve Andrea... ¡¿quién

sabe cuánto le darían por esos patines?!

Al sentirse engañada, Andrea se entra a llorar a la pieza.

mónica

¡Eh Avemaría, usted si es aprovechada de las chiquitas,

hermana!

Yudy se queda un poco preocupada. Mónica llega a la pieza, donde

la rezandera acaba de entrar, y ve a Andrea llorando sobre una cama.

reZanDera

Mi amor... ¿y usted por qué está llorando?

mónica

Lo que pasa es que Yudy la tumbó con una plata.

reZanDera

¿Ella es nueva?... Yo no la había visto por acá.

Page 138: La vendedora de rosas-2da corrección

138

mónica

Es que ella se fue de la casa.

reZanDera

¡Si ve! Es que ustedes se van de la casa creyendo que

van a encontrar el cielo... pero es mejor sufrir con

conocidos y no con extraños ¿Y usted va a pasar el

24 sin su mamá?

Yudy entra a la pieza con las cosas que ha comprado.

yuDy

Eh, pero ¿qué pasó aquí?

Yudy se acerca donde Andrea y Mónica.

yuDy

Es que a lo correcto Mónica, usted siempre piensa mal

de mí... pero yo todo lo que consigo es pa’ ustedes

y pa’ la pieza. Y ¿sabe qué parcera?... vea aquí tengo

10.000 pesos pa’ comprar mañana mismo un televisor

a color para la pieza.

La rezandera se despide desde la puerta.

reZanDera

Niñas, entonces ahorita pasan por natilla.

Yudy les entrega unas camisetas ombligueras a Mónica y a Andrea.

yuDy

¡Vea parceritas el aguinaldo que les había prometido!

Andrea recibe emocionada la camiseta.

anDrea

¡Qué tan bonita!

mónica

¡Uy, qué belleza de ombliguera! ¡Gracias Yudy!

Mónica y Andrea se miran frente al espejo con las camisetas puestas.

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139

SECUENCIA 86INTERIOR - DÍA - PIEZA NIÑAS - PENSIÓN - BARRIO TRISTE21

En la pieza todas las niñas están recién bañadas y tienen puestos los estrenes del 24. Andrea observa como Yudy le hace la rayita en los ojos a Claudia.

anDrea

Yudy, enseguida me la hace a mí.

Mónica se echa un labial rosado frente al espejo.

yuDy

Entonces qué parceritas... ¿si vamos a ir pues ahora por el Éxito? Seguro que yo tengo unos amigos que van a ir por mí en carro... pa’ que nos den vueltas y pa semos bien bacano.

mónica

¡No mijita, yo no voy por allá!... no ve que a mí me están esperando en una fiesta donde mi tía... yo voy a llevar la pólvora.

La Cachetona vestida de blue jean y camisa ancha, está metiendo un vestido de baño en una bolsa.

yuDy

Andrea, entonces usted se viene conmigo. Si par­cerita... a la noche vamos a bailar, yo la llevo parcerita y venga pues, yo le hago la rayita...pa’ que se levante un papito...pero pilas se mueve mariconcita, que le

chuzo el ojo.

e

21 Se rodó solo el final de la secuencia, cuando la Cachetona se despide de sus amigas.

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140

mónica

La Cachetona va para el mar. Nos manda fotos

parcerita.

yuDy

¡Ah, yo una vez me oriné en el mar!... Esa mano de

papitos que se ven por allá, parcera!

Doña Berenice toca a la puerta.

berenice

¡Cachetona! Su papá volvió y la está esperando ahí

en la puerta.

cachetona

Bueno parceras, entonces nos hablamos...

La Cachetona se acerca donde las muchachas y se despide de beso.

mónica

Ojalá pase bien bueno... ahí perdona todo lo malo y

no me olvide parcera, que yo siempre me voy acordar

de usted.

yuDy

¡Uhm, pero Avemaría mija!... usted parece una monja

con esa ropa.

cachetona

Lo que pasa es que usted no conoce a mi papá.

anDrea

¿Cachetona y usted se va a ir del todo con su papá?

cachetona

Quién sabe... a lo mejor yo vuelvo en enero.

La Cachetona y Claudia, con los ojos encharcados, salen de la pieza.

clauDia

¿Entonces usted dónde va a pasar el 24?

Page 141: La vendedora de rosas-2da corrección

141

cachetona

Ah, yo creo que donde mis tías... mañana nos vamos pa’ la costa.

clauDia

Acuérdese pues parcerita que usted quedó de escri-birme.

cachetona

Seguro parcera... yo no le voy a fallar.

clauDia

Si de pronto le pegan, ¡véngase!... yo no voy a alquilar el lado suyo de la cama.

Claudia le entrega una esclava de fantasía a la Cachetona y le da un beso en la mejilla.

cachetona

¡Gacias, parcerita!

Pegada a su botella de sacol, Claudia mira ensimismada a su amiga, quien se pierde por el corredor cargando una bolsa en la mano con todo su equipaje.

SECUENCIA 87INTERIOR - DÍA - PIEZA MILENA - KIOSKO ALUCINE - BARRIO TRISTE22

La Chinga está pegado a su botella de sacol revolcándose en el piso. La Chinga alucina que va a comprar algo en un kiosko, pero se busca la plata en los bolsillos y no la encuentra, por más que se requisa.

e

22 Secuencia no rodada.

Page 142: La vendedora de rosas-2da corrección

142

chinga

Deme una gaseosa y un pan... ¿Cuánto vale? Démela...

La Chinga busca insistentemente en el bolsillo.

chinga

¡Ya le pago!...yo tengo aquí la plata...dónde... ¡no, la plata! Ahh... pero... ¡pero la plata! Yo sí tengo... sí tengo.

El viaje de sacol es tan intenso, que la Chinga está acostado en el piso, y se revuelca como si estuviera en una pesadilla. Actúa –hablando con el dueño del kiosko imaginario–, como actúan los sonámbulos: los ojos cerrados y haciendo ademanes ciegos hacia adelante.

SECUENCIA 88INTERIOR - DÍA - ENTRADA PENSIÓN - BARRIO TRISTE23

En la puerta de la pensión, el papá de la Cachetona le recibe la bolsa.

PaPá

¡Mija, venga yo le llevo esa bolsa!

La Cachetona y su papá bajan en silencio las escalas de la pensión.

SECUENCIA 89INTERIOR – EXTERIOR - DÍA - VENTANA PIEZA NIÑAS - ACERA PENSIÓN - BARRIO TRISTE

e

23 Secuencia no rodada.

e

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143

Mónica, Yudy, Andrea y Claudia están asomadas por la ventana obser-

vando con nostalgia y también alegría a la Cachetona y a su papá, quienes

se alejan por la calle. Claudia hace un gesto con la mano.

clauDia

¡Eh Avemaría... uno tener un cucho como ese! ¡Qué

elegancia!

SECUENCIA 90

INTERIOR - DÍA - PIEZA MILENA - CORREDOR - BARRIO

TRISTE

Mónica y Andrea entran a la pieza donde está la Chinga y lo ven tirado

en el suelo revolcándose, con la botella de sacol en la boca, mientras

habla alargando las palabras.

chinga

¡A veeeer la plaaata...a ver eeesa mariiica plata!...

¡oigaaa la plata pueees!

Mónica se acerca hasta donde está la chinga acostado y lo mira.

chinga

Démelaaa que yo le paaago... aquí teeengo la plata...

Andrea ve como la Chinga se esculca insistentemente los bolsillos.

chinga

¡¿Ey, quién laaa tieene pues?! La plaaata...la plaaata...

dónde está la plata...

Mónica ve el fajo de billetes sobre la cama. La Chinga continúa revol-

cándose en el suelo, con las manos esculcando los bolsillos y mirando

como al vacío. Mónica tiene un sobresalto y se toca los bolsillos,

e

Page 144: La vendedora de rosas-2da corrección

144

encuentra los billetes y luego sale de la pieza al lado de Andrea, sin

decir nada.

SECUENCIA 91

INTERIOR - DÍA - PATIO - ESCALAS - PENSIÓN - BARRIO TRISTE

Mónica, Andrea, Yudy y Claudia pasan la puerta de la pensión. La

seño ra rezandera sale con un plato de natilla.

reZanDera

Ya les iba a llevar natilla.

Las niñas bajan brincando las escalas de la pensión.

reZanDera (off)

No se les olvide que la novena es a las 7.

Al salir a la calle, las niñas se encuentran con Norvey, quien ha llegado

a buscar a Yudy.

yuDy

¡Ay, hermano! Yo ahora no puedo ir con usted... voy

a ir a acompañar a Mónica a comprar una pólvora.

norVey

Ah... ¿pero cómo así?

yuDy

¡No, parcerito! Ahora nos vemos.

Yudy afana a sus amigas para que se vayan ligero.

e

e

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145

SECUENCIA 92

EXTERIOR - DÍA- CALLE - BARRIO TRISTE

Mónica, Yudy, Andrea y Claudia caminan en medio de los vendedores

ambulantes por una calle de Barrio Triste. Yudy se mete por un mercado

de reducidores.

yuDy

¡Ey, muchachas! No… ¿sabe qué?! Vámonos rapidito,

yo no quiero que me vuelva a encontrar ese hijueputa.

mónica

¿Cómo así?... ¿no me van a acompañar a comprar la

pólvora?

yuDy

¡No... parcerita! Nosotras nos vamos ya... es que seguro

que yo no me quiero ir a rumbiar hoy con ese man...

y yo que le prometí a él que íbamos a pasar juntos el

24! ¡Ay, hijueputa! Si hasta le dije que en la casa de

mi mamá y todo! ¡No parceritas, vámonos, vámonos!

Yudy le pone la mano a un taxi y se monta con Andrea y Claudia.

Mónica mira desconcertada a sus amigas montándose apresuradamente

al carro, sin darle tiempo de decir nada más. El carro acelera, Mónica

reacciona y cruza rápidamente la calle.

SECUENCIA 93

EXTERIOR - INTERIOR - DÍA - CASA POLVORERÍA - BARRIO

TRISTE

Mónica sube rápido unas escalas estrechas y empinadas que hay al lado

de un bar. Toca la puerta y un niño abre una ventanita.

e

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146

niño

¿Quién es?

mónica

¿Aquí venden pólvora?

niño

Espere un momentico.

El niño le abre la puerta y la lleva hasta donde está el polvorero.

mónica

¿Tiene chorrillos... chispitas y... pilas?

PolVorero

Sí.

mónica

Deme dos pilas, tres paquetes de chorrillos y dos cajas

de chispitas.

El polvorero le empaca la pólvora en papel periódico y la mete en una

bolsa de papel. Mónica saca del bolsillo el reloj que le cambió el Zarco.

mónica

¿Me va a recibir este reloj?

El polvorero recibe el reloj y lo mira.

PolVorero

Por este reloj le doy cuatro pilas más.

mónica

¡Listo! Empáquemelas pues.

Mónica recibe emocionada la bolsa.

e

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147

SECUENCIA 94

EXTERIOR - TARDE - ESQUINA - BARRIO TRISTE24

En una esquina de Barrio Triste, cerca al puente por donde pasa el

río, unos tipos encienden una pólvora que produce un gran estallido.

Mónica se asusta con el estruendo y, como instintivamente, le pone la

mano a un taxi.

SECUENCIA 95

INTERIOR - EXTERIOR- DÍA - CASA ZARCO - PATIO - LA

IGUANÁ

En el patio está el Zarco bañándose con el reloj puesto. Se da cuenta

que no se quitó el reloj y está empañado por dentro.

Rápidamente se lo quita y le destapa la mica para limpiarlo con un

trapito. Al hacerlo el trapo queda manchado y las figuritas se han borra-

do. El Zarco se asusta y enojado maldice.

Zarco

Me entró al baile esa gonorrea, hijueputa, con este gallo

tuerto.

e

24 Secuencia no rodada.

e

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148

SECUENCIA 96 EXTERIOR - DÍA - PUENTE DE LA 70 - ENTRADA LA IGUANÁ

Mónica se baja de un taxi que está parado en el cruce del puente de la 70 con la entrada a La Iguaná. Lleva la bolsa con pólvora en la mano. Pasan dos policías en moto.

SECUENCIA 97EXTERIOR - INTERIOR - DÍA - FACHADA CASA TÍA LIGIA - KIOSKO GUSTAVO - LA IGUANÁ

Jovany organiza unas botellas vacías en una caja de cervezas. Al ver llegar a dos policías en moto, que paran en el Kiosko, Jovany se esconde asustado.

Policia 1 ¿Usted tiene un hermano que se llama Jovany?

gustaVo

Sí.

Policia 2 Ese muchacho está metido en problemas... anoche

mataron un pelao y dicen que fueron él y los amigos de él... un muchacho en silla de ruedas y otro que llaman el Zarco.

gustaVo

Es que por aquí inventan mucho... con tal de perju-dicar a la gente dicen lo que sea. Yo no he escuchado nada de eso. Es que yo me mantengo metido aquí trabajando, señor agente.

Policia 2 A esos hijueputas se les acabó el reinado.

e

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149

Cuando los policías terminan de hablar y salen, Jovany se levanta

nervioso.

gustaVo

¡¿Vio hijueputa lo que gana usted con esa gonorrea de

amigos?! Usted va terminar en la cárcel hijueputa.

joVany

¡Cuál, yo no estaba con ellos anoche! Yo estaba con

una amiguita en San Germán ...

gustaVo

¡Qué va marica! A usted lo va a salir matando el Zarco

guevón ¡Perdéte, perdéte de aquí mejor!

SECUENCIA 98

EXTERIOR - DÍA - CALLE - FACHADA CASA VELORIO - LA

IGUANÁ

Mónica pasa al lado del velorio donde se escuchan unos gritos deses-

perados. Los policías motorizados le interrumpen el paso por un

momento.

SECUENCIA 99

INTERIOR - DÍA - CASA ZARCO - PIEZA - TERRAZA - LA

IGUANÁ

En la habitación el Zarco está en pantaloneta y sin camisa, juega con

Stevenson, su sobrinito de cuatro años, quien está comiendo un cono.

e

e

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150

El Zarco le hace cosquillas a Stevenson, quien se rinde rápidamente,

pero el Zarco continúa el juego, lo agarra por el cuello y lo amenaza,

en broma, con una navaja pequeña.

Zarco

Quédese quieto gonorreíta... Usted sabe pelaíto que

tiene que ser un hombrecito en la vida. ¡Deme cho-

cocono!

steVenson

¡No!

Zarco

¡Ah no! Deme chococono, deme pues.

El niño le entrega el chococono.

Zarco

Usted sabe Stevenson que la gonorrea que le haga

alguna cosa, me dice, ¿oyó? Y si algún marica por

ahí le dice cualquier cosa, no coma de nada, y si no, me

dice a mí, usted sabe que yo soy su tío papá... y si a

mí me tumban, usted ya sabe que me tiene que vengar,

tiene que cobrárselas... tiene que mantenerse detrás de

mí, en la espalda mía, para que si a mí me dan, usted

sepa quién es, y se quede acordando de él para cuando

crezca.

Emilia, la mamá del Zarco, entra a trapear la pieza y se escandaliza al

escu char la conversación del Zarco con su nieto.

emilia

¡Présteme el niño para acá! Cómo se le ocurre darle

esos consejos... pero ¿cómo se le ocurre?

Zarco

¡No cuchita... pero amá!

Page 151: La vendedora de rosas-2da corrección

151

emilia

No se quede con su tío, ¿no ve que le está dando unos

consejos muy horribles?

Zarco

No amá, déjelo, déjelo conmigo.

emilia

Pero no me aconseje al niño mal. Ya que no piensa

en su vida, piense en la del niño... Es que usted ni

siquiera debería estar aquí en la casa.

Zarco

Pero amá ¿cómo así, hoy 24? ¡Qué va home!

emilia

Aunque sea 24, usted se tiene que ir del barrio mijo.

Ya le dije que por ahí no hacen sino decir que usted

mató a un muchacho, al hijo de doña Marina.

Zarco

¿Es que usted les cree? ¡Créales, créales cucha!

emilia

Yo como mamá... quiero que mi hijo me diga la

verdad. Y no quiero que ningún hijo mío se manche

las manos de sangre. Y menos que le vaya a pasar

alguna cosa… ese muchacho tenía unos familiares

muy malos, y si creen que fue usted, lo pueden estar

buscando.

Zarco

Ah, todo bien cuchita.

emilia

¡Váyase, váyase del barrio! Es mejor... si yo pudiera

me lo llevaba para un pueblo... pero váyase pa’ donde

algún amigo.

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152

Zarco

Yo no me voy cuchita… cómo la voy a dejar a usted y

a Stevenson. ¡Yo no me voy! Créalo cucha que usted

sabe cómo soy yo... cerrado en la banda. No pare

bolas a eso, usted sabe que yo me cuido solo.

emilia

Váyase que yo no tengo vida con usted en la calle,

pensando en que me lo van a matar. No, no...

Doña Emilia llora y el Zarco sale renegando de la pieza, saca un moño

de bareta del bolsillo y sube a la terraza desmenuzándolo en la palma

de la mano.

SECUENCIA 100

EXTERIOR - DÍA - TERRAZA - ACERA - CASA ZARCO - LA

IGUANÁ

En la terraza, el Zarco se fuma un bareto. Le silban desde la calle y él

se asoma. Jovany, con media de aguardiente, y don Héctor, con una de

whisky, están en la acera.

héctor

Los tombos estuvieron en la casa de este man, pregun-

tando por usted y por mí. Yo no sé que va hacer usted

marica... ¿Pero sabe qué Zarquito?, yo le doy un

consejo: ¡ábrase, ábrase que esto por aquí está muy

caliente!, pa’ usted sobre todo. Además usted está

muy loquito haciendo guevonadas... y no aguanta.

Zarco

Don Héctor, pero ¿yo pa’ dónde me voy hoy 24? ¡Yo

no tengo pa’ dode irme, home!

e

Page 153: La vendedora de rosas-2da corrección

153

héctor

Entonces, guárdese, guárdese marica, no se deje ver

de nadie por ahí, encalétese mijo.

Zarco

¡Hijueputa, qué 24 tan pichurrio el mío! ¡No!... Estoy

es grave.

Alguien que ve venir por la calle, enfurece al Zarco.

Rápidamente salta de la terraza y corre por la calle principal, en donde

aborda bruscamente a Mónica, que viene con la bolsita de pólvora.

Zarco

¡Oe, mariconcita, todo bonito! ¿Está muy enviajada o

qué?

mónica

¡¿Qué?!

Zarco

¿Sí te acordás de mí, mariconcita? Esa gonorrea de

reloj que me metiste, ¡mirá...mirá!

El Zarco se saca el reloj y se lo pega junto a los ojos a Mónica, que

alcanza a ver las figuras borrosas.

Zarco

A ver, ¡devolveme el reloj, hijueputa! ¡¿Creíste que

me ibas a meter un gancho ciego, o qué gonorrea?! ¿Me

viste cara de qué, mariconcita?

El Zarco la trata de esculcar a la fuerza, pero Mónica se rebela.

Zarco

A ver, ¿dónde está?

mónica

Ah, pero déjeme... yo ya no lo tengo... ¡¿entonces

usted pa’ qué me lo cambió?!

Page 154: La vendedora de rosas-2da corrección

154

El Zarco furioso le da una patada a Mónica que la hace caer con su

bolsa de pólvora.

joVany

¡Cálmese hermano, deje de hacer escándalo, deje de

ser bandera, home!

Zarco

¡Entrégueme el reloj, si no quiere que la coja a pata,

hijueputa!

El Zarco lanza una patada al aire, tan fuerte, que Mónica retrocede

asustada.

joVany

Entrégueselo primita, entrégueselo si no quiere que

este animal la mate.

Zarco

Si quiere volver a entrar al barrio me lo trae, ¡malpa-

ridita!

El Zarco tumba de una patada a Mónica y la hace correr asustada por la

calle. El Zarco la persigue hasta la boca del callejón por donde ella voltea.

Don Héctor se toma un trago de whisky, mirando al Zarco.

héctor

¡Este hijueputa no aguanta! No va a alcanzar a comer

natilla y buñuelo este año.

El Zarco le arrebata la botella de aguardiente a Jovany y se traga unos

roches.

Mónica todavía corriendo, pasa por una calle del barrio donde unos

niños están cogiendo un globo.

e

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155

SECUENCIA 101

EXTERIOR - FINAL TARDE - PARQUEADERO - ÉXITO25

Mónica atraviesa el parqueadero del Éxito con su bolsa de pólvora, en

sentido contrario a la gente, que son en su mayoría familias con paquetes

y bolsas de las que asoman los traídos de navidad. Algunos niños se suben

felices y entusiasmados a los carros; otros lloran y discuten porque sus

padres les han contrariado algún deseo.

SECUENCIA 102

EXTERIOR – NOCHE – VITRINA – ALMACÉN ÉXITO

Mónica llega a una vitrina del almacén en el momento en que esta se

enciende: toda la superficie de la vitrina está cubierta de nieve, el Papá

Noel está suspendido en el aire con su trineo, un pino nevado está al

fondo con bolitas de navidad. Pero lo que llama la atención a Mónica

es un fuego falso, hecho de bombillos eléctricos, que se aviva bajo unos

troncos pequeños.

El ruido de un carro de rodillos distrae a Mónica, por la calle va una

señora de edad, empuja un carrito en el que van montados tres niños

pequeños.

25 Secuencia no rodada.

e

e

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156

SECUENCIA 103

EXTERIOR - NOCHE - ESQUINA FRENTE - VIADUCTO METRO

- PICHINCHA

Cuando Mónica llega, ve que Yudy está desafiando a una muchacha

mayor que tiene una falda estrecha. Yudy la amenaza con una navaja.

yuDy

¡Bueno te vas de aquí, hijueputa! ¡Anda buscá tra bajo

a otra parte, que aquí vienen los amigos míos, mal-

parida!

La prostituta la mira aparentando indiferencia y camina despacio.

muchacha

Ve... ¡¿esta carechimba que se está creyendo?!

Mónica se acerca hasta donde Yudy.

mónica

¿Dónde están las muchachas?

yuDy

Andrea está bailando y Claudia...véala allá está par­chada... me está esperando... Y... ¿es que ya se acabó,

pues, la fiesta donde su tía?

mónica

No... es que mi tía se enfermó.

yuDy

¡Ah, parcera, usted si es muy de malas! ¿Entonces qué

va hacer hoy?

Mónica mira con cierta indiferencia.

mónica

¡Yo no sé!

yuDy

Mónica, ¿usted por qué huele a sacol?

Page 157: La vendedora de rosas-2da corrección

157

Mónica saca la botellita que tiene en la cintura.

mónica

¿Quiere un ploncito?

yuDy

¡No... hermana! Yo no quiero meter de eso.

El rebuscador, un tipo de treinta años, estaciona un jeep en la esquina

y pita llamando la atención de Yudy.

yuDy

¿Quién es ese man?... ¿quién es?

Yudy se acerca intrigada hasta la ventanilla.

rebuscaDor

¡Qué hubo mi amor! ¿Qué está haciendo por aquí?

yuDy

Ah, no... esperando a unos amigos.

rebuscaDor

¿Entonces qué?.. ¿Nos vamos a dar una vuelta?

Yudy mira a Mónica y se le acerca haciéndole un gesto para que se

vayan juntas en el carro.

yuDy

¡Mónica venga!... Vamos a dar una vuelta.

mónica

No... usted sabe que a mí eso no me gusta... ¡Eh

Ave maría Yudy! No va a aprender hasta que le pase

un cacho bien maluco.

yuDy

Eso es problema mío... además yo necesito plata,

hermana... pa’ comprarle el regalo a la cucha. Después

nos vemos parcerita.

Mónica se queda mirando el carro donde Yudy se ha montado.

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158

SECUENCIA 104

EXTERIOR - NOCHE - VIADUCTO METRO - PICHINCHA

Claudia está acurrucada en la puerta de un garaje, frente a una fogatica

y pegada a su botella de sacol. Claudia le está hablando a alguien que

parece estar al lado de un arbusto.

clauDia

Yo seeee pero ¡todo bieeeen! El parceritoooo.

Mónica llega hasta donde está Claudia y la observa. Luego se acerca

a mirar y se da cuenta que no hay nadie detrás del arbusto. Claudia se

ríe mientras continúa mirando, con los ojos apagados, en dirección del

arbusto.

Mónica ve que Claudia saca una bolsita de plástico, deja chorrear tres

o cuatro gotas de sacol y se da unos sube y baja.

clauDia

Este pelaiiito como está de chaaarro... pero... me prueba

finuraaaa...

Mónica se da un plon de sacol, mira la fogatica y saca unos borrachitos

y unas chispitas de la bolsa de papel donde lleva la pólvora.

clauDia

Venga yo preeendo una... yo también soy caaapaz,

parcera...

Mónica le entrega unos chorrillos a Claudia, luego saca una pila y la

en ciende. A través de las luces de la pila, se ve la emoción en los rostros

de Mónica y Claudia, quienes no separan sus ojos de las chispas de

colores, mientras aspiran la bolsa con sacol.

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159

SECUENCIA 105

EXTERIOR - NOCHE - TABERNA - SÚPER

Bajo la luz de la miniteca, Anderson baila amacizando a Andrea. En la

pista también están Chocolatina, Robin y Milton bailando animadamente

con Marcela, Alejandra y otra niña roserita.

SECUENCIA 106

EXTERIOR - NOCHE - VIADUCTO METRO - PICHINCHA

El rostro de Mónica se ve iluminado con el resplandor de tres pilas,

que están encendidas al tiempo, hasta que finalmente se extinguen por

completo.

Pegada a la bolsa con sacol Claudia está con la mirada fija angustiada

en algo que ve al frente.

clauDia

¿Ay, nooo...pero qué eees esto?... ¿Qué eees esto?

El llanto y los quejidos desesperados de Claudia asustan a Mónica. Ella

recoge las bolsitas de plástico del suelo y mira dentro de la bolsa de papel

donde tiene la pólvora.

mónica

¿Claudia... quiere pólvora?... ¿le dejo pólvora?

Claudia no la escucha, se mira a sí misma tocándose el cuerpo, luego

vuelve a mirar con espanto hacia la pared del frente, al otro lado de la

calle. Claudia ve chorrear sangre en abundancia. La sangre cae desde

arriba y cubre la superficie hasta derramarse por el suelo.

clauDia

Ay, nooo...pero pooor qué veo tanta saaangre...

sangre...

e

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160

Desde el lugar donde está Claudia no se aprecia el color de la sangre,

sino su condición espesa y brillante. Pero al acercar momentáneamente

el punto de vista, la sangre adquiere su color rojo, de herida.

SECUENCIA 107

EXTERIOR - NOCHE - CALLE 47 CON 70 - ESTADIO

El jeep del rebuscador, donde se había montado Yudy, está estacionado

cerca a un parqueadero. El hombre con la bragueta abierta, acaricia

apasionadamente a Yudy, quien tiene la blusa bajada hasta el codo. Es

tanta la emoción que tiene el rebuscador que la quiere penetrar. Yudy

reacciona cuando él intenta bajarle los pantalones.

yuDy

¿Qué le pasa? ¡No... no... hermano!

rebuscaDor

Venga... déjeselo meter... yo le doy 20.000 pesos.

yuDy

¡No... a mí no me gusta que me lo metan!

El rebuscador estira con fuerza el chicle que tiene puesto Yudy y se lo

baja hasta los muslos.

rebuscaDor

Entonces el dedo no más... venga...

yuDy

Ve esta gonorrea... dejáme pues...

El rebuscador le tapa rápidamente la boca a Yudy y se le tira encima.

Yu dy forcejea con el tipo, saca la navaja y le chuza la pierna. El rebus-

cador adolorido se manda la mano a la pierna.

e

Page 161: La vendedora de rosas-2da corrección

161

Yudy aprovecha para bajarse del carro, pero el tipo enfurecido la alcanza

a agarrar del cabello, saca una perica y le chuza el hombro.

yuDy

¡Ay... hijueputa! ¡Este carechimba!

Yudy huye tocándose el hombro y quejándose por el dolor. Se detiene

un momento en una esquina, se mira el hombro, de donde le sale sangre,

y se lo cubre con la manga de la camiseta, tapándose la herida.

SECUENCIA 108

EXTERIOR - NOCHE - PARQUE SÚPER

Anderson y Andrea llegan al parque. Detrás de Anderson aparecen

Cho colatina, Milton y Robin. Chocolatina le quita con rapidez la gorra

a Anderson y atraviesa el parque haciendo escándalo.

anDerson

¡Ey, qué hubo marica!

chocolatina

¡Ya la perdió conmigo, parcero!

anDerson

¡Ay, hijueputa! ¡Como están de cuescos estos maricas!

Anderson saca de un matorral media botella de ron, toma un trago y

le ofrece a Andrea.

anDerson

Usted así maquillada se ve como una mujer... y como

baila de rico.

anDrea

¡Es que a mí me mata bailar vallenato!

e

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162

anDerson

¿Entonces qué Andreita?... ¿cómo voy yo ahí con

usted?

anDrea

Uhm...usted que le tira los carros a todas... además, yo

apenas tengo nueve años.

anDerson

Es que usted es muy desarrollada... yo conozco hem-

britas de quince años que no tienen la mitad de lo que

usted tiene.

Andrea sonríe apenada.

anDerson

¿Sabe qué mi amor?... Es que usted me gusta mucho

porque es muy seriecita.

Por la calle, al lado del parque, Norvey estaciona su carro, se baja y

compra un trago en una chaza. Desde allí ve a Andrea con Anderson.

norVey

¿Ey, dónde está Yudy?

anDerson

Ella no ha venido por acá.

SECUENCIA 109

EXTERIOR - NOCHE - CASA FIESTA – PARQUE SÚPER

Chocolatina, Robin y Milton están al frente de un carro burbuja que hay

estacionado al lado de una casa donde se celebra una fiesta con serenata

de mariachis. Un hombre joven, calvo y corpulento, canta animado.

e

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Chocolatina se acerca hasta el carro burbuja, mira a través de la ventanilla

un maletín de cuero y se entusiasma frotándose las manos.

SECUENCIA 110

EXTERIOR - NOCHE - PARQUE SÚPER

En el parque Anderson acaricia el cabello de Andrea.

anDerson

Andrea… ¿usted tiene novio?

anDrea

No...

anDerson

¡Eh, Avemaría!... ¡¿usted tan linda?! ¡Qué desperdicio!

¿Entonces qué... nos vamos a parchar juntos?

Andrea le sonríe tímidamente. Anderson la mira prendido, se encuentran

las miradas y sin decirse nada se dan un beso en la boca. Andrea inte-

rrumpe el beso.

anDrea

¡Gas!... ¡A usted esa boca le huele a puro sacol!

anDerson

¿Sacol?... ¿y qué tanto es eso?, ¡deje de ser picada!

Mónica, pegada a su botella de sacol, atraviesa el parque y cruza cerca

a donde están Anderson y Andrea, sin verlos.

e

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SECUENCIA 111EXTERIOR - NOCHE - CALLE - PARQUE SÚPER

Mónica se encuentra con Norvey, que está tomándose una copa de aguardiente al lado del carro.

norVey

Mónica, ¿dónde dejaste a Yudy?

Mónica hace un gesto de indiferencia y continúa pegada a la botella de sacol.

norVey

¡Qué hubo mija! ¿Usted en qué mundo está... no se acuerda que hoy es 24? ¡Eh, Avemaría Mónica... no le da pena!

Mónica se da cuenta que Norvey le está hablando pero no entiende lo que le dice. En su distorsión, lo ve más lejos de lo que está en realidad. De pronto se le atraviesa la imagen de Yudy que viene llorando, y se extraña al verla triste.

norVey

¡Qué hubo mi amor! ¿Qué le pasó?

Yudy habla con la voz entrecortada sin mirar a Norvey.

yuDy

Unos malparidos... que me robaron una plata.

Mónica la mira un poco desconcertada y habla alargando las palabras.

mónica

¡Ah... la parceriiita!

norVey

¿Quiénes son? Vamos a buscarlos en el carro.

yuDy

¡Cuál... ya deben andar en la puta mierda!

norVey

Pero, a ver mi amor... ¿qué le hicieron?

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165

Mónica continúa mirando a Yudy.

yuDy

Nada...

norVey

¿Se va a tomar un roncito pa’ que le pase el susto?...

o ¿qué quiere? Dígame mi amor.

yuDy

Sí, bueno, ¡tráigame pues un ron!

SECUENCIA 112

EXTERIOR - NOCHE - CASA FIESTA – PARQUE SÚPER

Aprovechando que los invitados están eufóricos escuchando la serenata

de mariachis, Chocolatina se acerca al carro burbuja que está estacionado

al lado de la fiesta, abre rápidamente la portezuela del carro que está

sin seguro, y saca con habilidad el maletín de cuero. El dueño del carro

advierte que le están robando y sale gritando. Chocolatina arroja el ma-

letín debajo del carro. El dueño saca una pistola que tiene en el maletín

y empieza a dispararle repetidas veces a Chocolatina. De súbito aparece

Robin, al lado de Milton, y con un palo de escoba se acerca hasta donde

el dueño y lo desarma de un golpe. Luego lo amenaza apuntándole con

el palo.

robin

¡Qué hubo, home gonorrea!

Al escuchar los disparos Anderson y Andrea llegan corriendo para ver

lo que está sucediendo.

anDerson

¡Ay... hijueputa!... ¡son los muchachos!

e

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166

Anderson y Andrea continúan corriendo detrás de los muchachos

mientras el dueño del carro, que ha vuelto a recoger el arma, dispara

hacia ellos. Andrea también corre dando rodeos, para evitar las balas.

Unas cuadras más allá Milton, que viene cojeando, se sienta en la acera.

robin

¿Sí vieron maricas cómo le tumbé el fierro a ese man?

Chocolatina se ríe escandalosamente.

milton

No... maricas... yo estoy muy cansado.

chocolatina

¡Ah... dejá de ser chillón! ¡Paráte a ver, marica!

Andrea se acerca a mirar a Milton, quien continúa quejándose, y des-

cubre horrorizada que tiene una herida de bala en la pierna.

anDrea

Anderson... mire... le está saliendo sangre.

anDerson

¡Ey maricas... le dispararon a Milton!

Anderson le pone la mano a un taxi y ayuda a Milton a subirse en el carro.

anDerson

¡Fresco parcerito que ya vamos para el hospital!

Andrea observa como arranca el taxi. Al sentirse sola, mira asustada

tratando de ubicarse y sale corriendo hacia el parque Súper.

e

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SECUENCIA 113

EXTERIOR - NOCHE - CALLE - PARQUE SÚPER

Mónica observa ensimismada a Yudy y a Norvey hablar cerca al carro

viejo.

norVey

¿Entonces qué?, ¿nos vamos pa’ la fiesta donde su

mamá?

yuDy

Pero... es que no tengo nada para llevarle...

Andrea llega asustada interrumpiendo a Yudy.

norVey

¿Qué hubo pelaíta... usted que se había hecho?

anDrea

¡Ay... no!... ¡es que casi me matan! ¡Vámonos de aquí!

norVey

¿Qué le paso pues?

anDrea

¡No... por allí hubo una balacera! ¡Yo me quiero ir

ya!

Mónica con la mirada apagada y con su botella de sacol en la boca, le

habla con lentitud.

mónica

Yo... la acompaaaño... Andreeea ... la acompaño...

norVey

Entonces... ¡súbanse pues!

Norvey se va abrir la portezuela y Yudy aprovecha para mostrar el

hombro a las muchachas.

yuDy

¡Miren... la chamba que me hizo un sádico!

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anDrea

Y... ¿por qué?

yuDy

Ah...me iba a violar... ¡pero yo chucé a esa gonorrea!

Andrea horrorizada le mira la herida.

yuDy

No diga nada...

Yudy y Andrea se montan en el carro. Yudy acosa a Mónica que se

acerca con lentitud.

SECUENCIA 114

EXTERIOR - NOCHE - PUENTE DE LA 70 - LA IGUANÁ

Jovany está en el puente de la 70 y le pone la mano a un taxi que sigue

derecho sin parar. El Zarco está al otro lado del puente, en un prado,

después de la baranda.

Zarco

¡Qué le pasa, guevón! ¡Cuál es el visaje! ¡Cójalos de

una, carechimba!

joVany

Fresco, hermano, deje de ser asado...

El carro antiguo de Norvey aparece en el puente. Jovany le pone también

la mano, pero el carro sigue hasta detenerse frente a la entrada del barrio.

Zarco

¡Paró, paró, marica!

El Zarco hace el amague para caerle al carro de Norvey, pero en aquel

momento un taxi le para a Jovany. Este se le acerca a la ventanilla.

e

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SECUENCIA 115

EXTERIOR - NOCHE - PUENTE LA 70 - LA IGUANÁ

Mónica y Andrea se bajan por la parte de atrás del carro de Norvey, que

está estacionado sobre el puente de La Iguaná.

yuDy

Ah, Mónica, parcerita, venga acompáñeme, no me

deje ir sola a mi casa...

Mónica le responde lentamente, por el sacol.

mónica

Nooo pueeedo, poorque yoo teengoo que lleeevar

eestaa póólvora doondeee miii tííaaa...

norVey

Mónica, si usted va pa’ donde sus primos, bote esa

botellita pa’ que no se meta en problemas... Venga,

entréguemela a mí mejor...

mónica

Noooo, yoo ahooriitaa la bootoo...

Andrea ve, al otro lado del puente, el taxi con las luces encendidas, y a

Jovany hablando con el taxista.

SECUENCIA 116

EXTERIOR - NOCHE - PUENTE LA 70 - LA IGUANÁ

Jovany conversa desde la ventanilla con el taxista.

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joVany

Amistad, hágame una carrerita a Robledo...

El taxista es un señor de edad, con el pelo completamente blanco.

taxista

¿Qué parte de Robledo?

De pronto el Zarco mete la cabeza por la ventanilla del taxista con un

cuchillo en la mano. Lo coge del cuello y lo zarandea.

Zarco

¡La plata, gonorrea! ¡A ver la plata!

El Zarco le requisa los bolsillos de la camisa y del pantalón. Jovany abre

la gaveta del carro.

SECUENCIA 117

EXTERIOR - NOCHE - PUENTE LA 70 - LA IGUANÁ

Norvey enciende el carro y, desde la ventanilla, Yudy se despide de

Mónica.

yuDy

¿Entonces qué Mónica?... ¿Mañana nos vemos en la

pieza? Le tengo que contar muchas cosas...

mónica

Liiistoo... parceritaaaa...

Yudy se toca el hombro adolorida.

anDrea

Yudy, es mejor que vaya a un centro de salud...

Yudy le hace un gesto para que se calle. El carro acelera dejando a la

niñas en la acera del puente.

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SECUENCIA 118

EXTERIOR - NOCHE - PUENTE LA 70 - LA IGUANÁ

Jovany y el Zarco continúan en el atraco, cada uno a lado y lado de las

ventanillas de adelante del carro.

joVany

Cucho, colabórenos pa’ que no le pase nada.

Zarco

¿Esto es todo lo que tenés vos, marica? ¡¿Te vas a

hacer matar?! ¡Mostrános la caleta, gonorrea!

taxista

No me vayan a matar muchachos que yo acabé de

salir.

Zarco

¡A ver la caleta! ¿Vos nos creés guevones? Buscá, que

te vas a hacer matar. Levantá ese tapete.

El Zarco lo asfixia con la mano. El taxista, aterrorizado, saca un fajo de

billetes debajo del asiento.

Zarco

¿Sí ves esta gonorrea escondiéndonos la plata?

El Zarco le arrebata el dinero y, sin dar tiempo a nada más, le entierra el

cuchillo en mitad del pecho al taxista. El viejo suelta un gemido mortal

que impresiona a Jovany.

joVany

Hermano, pero ¿qué hizo usted, guevón? ¡No había

necesidad!

Jovany corre por el puente detrás del Zarco, reclamándole.

e

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joVany

Zarco, hermano, pero a ese viejito lo estaban espe-

rando en la casa... Hoy es 24, hermano... ¿Usted por

qué hizo eso, marica? No aguanta...

El Zarco se devuelve furioso hacia Jovany e inesperadamente le tira a

llevárselo con el puñal, alcanzándolo a herir en la palma de la mano.

Zarco

¿No aguanta qué, gonorrea?

Jovany pega un brinco hacia un lado y sale corriendo asustado por un

sendero que conduce al barrio.

SECUENCIA 119

EXTERIOR - NOCHE - PUENTE LA 70 - RUINAS DEL BARRIO -

CALLE PRINCIPAL - CASA DERRUMBADA - LA IGUANÁ

Al ver lo que está ocurriendo, Andrea se quiere llevar a Mónica para

que entren rápido al barrio.

Mónica, ensacolada, se queda paralizada en la acera. Jovany pasa co-

rriendo junto a ella. El Zarco se detiene al ver a Mónica con su bolsa de

pólvora. Ambos se reconocen de inmediato y el Zarco se le tira encima

con el puñal. Mónica reacciona y corre metiéndose por el sendero de

ruinas del barrio, mientras Andrea corre por la calle principal.

El Zarco persigue a Mónica, quien en la carrera ha perdido los zapatos

blancos. Mónica se mete por entre un grupo de muchachos que pasan

enrumbados, logrando que el Zarco la pierda de vista. Mónica se encuentra

con la pared de una casa derrumbada, se mete por debajo de unos

alambres y continúa corriendo por entre los escombros.

e

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SECUENCIA 120

EXTERIOR - NOCHE - CALLE PRINCIPAL - CALLEJÓN -

FRENTE CASA ANDREA - LA IGUANÁ

Andrea corre por la calle principal y se mete al callejón que la lleva a su

casa. Al doblar una esquina ve que hay una fiesta en todo el callejón. La

vecina de doña Magnolia que está friendo en un fogón de leña, saluda

a Andrea.

Vecina

Andreíta, ¿usted dónde estaba? Su mamá la está

buscando.

Lina se acerca por detrás con una amiguita, vienen comiendo mecato

y la mira escandalizada, cómo buscándole algo.

lina

Ay, ¿usted me trajo mis patines? ¿Dónde están?

Lina mira hacia el fondo del callejón donde está su mamá.

lina

¡Mami, vea! ¡Andrea está aquí!

Andrea se asoma tímidamente y ve a su mamá al frente de su casa

sirviendo un plato de hojuelas. Andrea se empieza a devolver al ver que

su mamá viene hacia ella.

magnolia

Andrea, venga, no le dé miedo. Yo necesito hablar

con usted.

lina

Mami. Andrea se va a volar...

Alonso está bebiendo aguardiente al frente de su casa y se da cuenta

que Andrea ha llegado.

e

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alonso

¡Lina! Venga mija, no se meta, deje que su mamá

hable sola con la niña.

Alonso le sube el volumen a una canción de Buitrago y celebra la llegada

de Andrea.

alonso

¡Ahora sí se compuso esta fiesta! Venga Linita baile-

mos ésta pieza juntos.

Andrea se aleja de la fiesta, pero su mamá la alcanza cuando sale del

callejón.

magnolia

¡Venga Andrea! No le dé miedo... ¿Usted me tiene

miedo?

Andrea la mira.

magnolia

Venga que yo no le voy a pegar. Yo quiero hablar con

usted. Usted es mi hija mayor y me hace mucha falta.

A Andrea se le encharcan los ojos y baja la cabeza.

magnolia

Andreíta, ¿usted me quiere?

anDrea

Sí.

magnolia

¿Es que usted cree que yo le tengo bronca o rabia?

Andrea no responde.

magnolia

Yo no quiero que usted se vuelva a ir nunca más de

la casa.

Magnolia le levanta la cara a Andrea.

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magnolia

Póngase contenta que ya está otra vez en la casa.

anDrea

Pero es que a mí me robaron los patines.

magnolia

Eso no importa. Venga, yo le doy una comidita que

usted debe tener mucha hambre. ¿Cierto?

anDrea

¡Sí, mami!

magnolia

Yo no hacía sino pensar en que usted estaba aguan-

tando hambre por ahí y sufriendo. ¿Usted no pensaba

en mí cuando tenía hambre?

anDrea

Sí, mamá... y pensaba que usted también debía estar

llo rando por mí, porque le había pesado lo que me

hizo.

Doña Magnolia se ríe con los ojos llorosos y abraza a Andrea.

Las dos caminan por el callejón hasta la fiesta y se sientan.

Alonso le da un plato de comida. Andrea se da cuenta de que todos se

alegran al ver que ella ha regresado.

SECUENCIA 121

EXTERIOR-NOCHE-CALLEJÓN-FACHADA CASA-LA IGUANÁ

Jovany llega corriendo hasta una casa en donde hay un grupo de mu-

chachos rumbeando en la acera. Don Héctor está borracho tomándose

e

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un trago de whisky, al lado de Elkin. Jovany se acerca y les muestra la

herida que tiene en la palma de su mano.

joVany

Don Héctor, vea... ese hijueputa del Zarco me tiró a

matar. Ese hijueputa no aguanta sino pegarlo.

héctor

Tómese un trago y tranquilícese hermano... ¡Elkin!

Elkin se acerca y Héctor le habla al oído.

héctor

Vaya saque el 38 mijo, pa’ que hagamos un cruce.

SECUENCIA 122

EXTERIOR - NOCHE - RUINAS - PIEZA ABUELA - LA IGUANÁ

Mónica camina al lado de la quebrada hasta llegar, casi arrastrándose,

a la parte trasera de la casa de su tía. Sin soltar sus tesoros, Mónica

se esconde entre las ruinas de la pieza de su abuelita. Se recuesta un

momento mientras toma fuerzas. Espera en silencio unos segundos,

acurrucada junto a lo que queda de una de las paredes de la pieza.

Mónica se refugia nuevamente en su botella de sacol. Cansada y descalza,

se recuesta un momento mientras toma nuevas fuerzas...

Allí, prende una Chispita que tiene guardada en la bolsa.

De pronto la pared que ha estado oscura se ilumina y tiene alucinaciones.

e

e

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SECUENCIA 123

EXTERIOR - INTERIOR - NOCHE - PIEZA ABUELA - LA IGUANÁ

La alucinación hace aparecer una ventana por donde sale el resplandor

de una fiesta. Mónica se asoma a la ventana y ve adentro el apartamento

de su mamita lleno de vecinos de La Iguaná, una mesa con mantel de

cuadros donde hay de todos los manjares tradicionales: natilla, buñuelo,

hojuelas y chicharrones..., además de sabajón, aguardiente y vino dulce

en abundancia; los adolescentes y las señoras están alrededor... Mónica

ve también a su prima Viviana, a Gustavo y al mismo Jovany, todos con

vestidos de estrén para la fiesta.

Circulando con alegría y dulzura, Mónica ve a su mamita sirviendo

a los vecinos y parientes con un charol, y luego la ve atendiendo una

hor nilla en la que fríe chicharrones y empanadas. La abuelita toma los

chicharrones con el cucharón y los coloca sobre una bandeja que está

en la mesa.

Mónica entra por una puerta que limita con la ventana y trata de llegar

donde la mamita, pero los invitados se lo impiden. Llega a la mesa, la

tientan los chicharrones en la bandeja, estira la mano para coger el más

grande, lo coge, y de pronto el chicharrón se anima como un gusano

que tiene una docena de patas, camina por la mesa hasta caer por el otro

extremo de la mesa. Mónica da un salto atrás, repugnada por la visión.

SECUENCIA 124

EXTERIOR - NOCHE - RUINAS - PIEZA ABUELA - LA IGUANÁ

Mónica se asusta, pero la alucinación se apaga con la luz de la pólvora.

Enciende otra luz apresurada.

e

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178

SECUENCIA 125

EXTERIOR - INTERIOR - NOCHE - VITRINA PESEBRE26

Mónica está al frente de la marquesina de una vitrina, idéntica a la

vitrina del almacén Éxito. Solo que esta vitrina está oscura, con un débil

resplandor de fogata que viene desde el fondo.

Al asomarse a la vitrina ve algo semejante a un lote oscuro con un pe-

se bre al fondo. Pero entre el vidrio y el pesebre hay una fogata o una

candelada, que al principio es como el que Mónica vio en el Éxito:

una fogata de bombillos eléctricos que se transforma en fuego real.

El pesebre es una pesebrera con dos cuartos. En el primero está un señor

de unos treinta y cinco años, un campesino mono de bozo espeso, risueño

y saludable. Está desensillando un caballo y pasándole una esponja con

agua por el lomo.

A Mónica se le atraviesan todo el tiempo animales: burritos pequeños,

como los de La Iguaná, gallinas y perros de monte.

Uno de estos animales la lleva al segundo cuarto de la pesebrera, en

donde está una vaca echada entre la paja. Y a un lado de la vaca está una

mujer joven, en embarazo, que aviva un fogón en donde cocina algo.

Detrás de la mujer hay una cama baja, amplia y de sábana blanca, hacia

la que Mónica avanza para acostarse.

Mónica está muy cansada, con el cansancio de los sacoleros. Lleva todo

el tiempo su botellita bajo la camisa. Con dificultad, como si fuera más

chiquita, Mónica se sube a la cama y descansa con placidez junto a un

gato pequeño que está dormido.

e

26 Se rodó solo la parte final de la secuencia, cuando Mónica se sube y se acuesta en la cama, pero no se incluyó en la edición de la película.

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179

27 Secuencia no rodada.

SECUENCIA 126EXTERIOR - NOCHE - RUINAS - PIEZA ABUELA - LA IGUANÁ

La luz también se apaga y Mónica enciende otra chispita.

SECUENCIA 127EXTERIOR - NOCHE - CALLE PRINCIPAL - LA IGUANÁ

El Zarco va por la calle principal mirando para todos los lados. Ve a lo lejos a Don Héctor, a Jovany y a Elkin, y evadiendo el encuentro, se mete por un callejón.

SECUENCIA 128EXTERIOR - NOCHE - ÁRBOL DE NAVIDAD - LA IGUANÁ27

Al voltear su rostro, Mónica encuentra en un solar un árbol grande y frondoso con decenas de luces en las ramas, haciendo la forma de un árbol de navidad. Arriba, coronándolo, hay una luz más intensa y blanca que las demás.

Las hojas del árbol de navidad suenan todo el tiempo, al igual que las gotas de lluvia que caen sobre él.

De pronto, las luces se apagan todas al tiempo, como sopladas por un golpe de viento, menos la última de arriba, que se resiste y aviva unos instantes.

Mónica mira hacia el cielo y lo ve lleno de estrellas que titilan.

e

e

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180

De pronto, ve la luz de una estrella que viene desde el otro extremo del cielo, la ve cruzar como una estrella fugaz en dirección a ella.

Mónica siente caer detrás de ella la llovizna de luz de la estrella fugaz.

SECUENCIA 129

EXTERIOR - NOCHE - RUINAS - PIEZA ABUELA - LA IGUANÁ

Mónica enciende una y otra chispita.

SECUENCIA 130EXTERIOR - NOCHE - RUINAS - PIEZA ABUELA - LA IGUANÁ

El Zarco está merodeando al lado de la quebrada fumándose un bazuco. De pronto llega a unas ruinas donde encuentra a Mónica. El Zarco se le acerca embalado, la estruja y la patea.

Zarco

¿Te vas a llamar reloj?... ¿o qué? ¡hijueputa!

SECUENCIA 131EXTERIOR - NOCHE - CALLEJÓN ALUCINACIÓN - LA IGUANÁ

Mónica está con su abuela. La ve más grande con los brazos abiertos y más clara que nunca. Está en aquel caminito del barrio en donde siempre

e

e

e

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181

la esperó. Su abuela la mira con amor mientras le arregla la tela del

vestido y le limpia los pies que ya no tienen zapatos.

A un lado de las ruinas, frente a la puerta entreabierta de una casa,

Mónica ve a su mamita, quien se dirige a ella, llamándola con un gesto

de la mano y con palabras que su abuelita pronuncia, pero que no se

escuchan.

Mónica ve que su abuelita la espera con paciencia todo el tiempo que

sea. Como la abuelita está tan cerca, en la casa vecina, a tres o cuatro

pasos, Mónica trata de llegar donde su abuelita.

SECUENCIA 132

EXTERIOR - NOCHE - RUINAS - PIEZA ABUELA - LA IGUANÁ

Jovany, Elkin y don Héctor llegan a las ruinas donde encuentran al Zarco.

Héctor dispara en dirección al Zarco que, de inmediato, sale corriendo.

SECUENCIA 133

EXTERIOR - NOCHE - RUINAS ALUCINACIÓN - LA IGUANÁ

Mónica se acerca a su abuela con la lentitud de los sacoleros, y se arroja a

los brazos de la mamita, quien la toma y la levanta hacia su pecho tibio

de abuelita. Son las doce de la noche y la pólvora se escucha estallar.

e

e

e

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182

SECUENCIA 134

EXTERIOR - NOCHE - RUINAS - PIEZA ABUELA - LA IGUANÁ

Sobre los lamparones que producen los disparos se escuchan los estallidos

de pólvora. Son las 12 de la noche, el cielo se llena de luces de colores.

Jovany y Héctor, arrastrado por Elkin, persiguen al Zarco. Los sonidos

de los disparos que hace don Héctor, desde su silla de ruedas, se pierden

entre los estallidos de pólvora.

SECUENCIA 135

EXTERIOR - DÍA - CALLE PRINCIPAL - RUINAS - PIEZA

ABUELA - LA IGUANÁ

Por las calles y callejones de La Iguaná muchos niños salen con sus

traídos del Niño Jesús. Andrea camina con una grabadora rosada en su

mano. A su lado va Lina, su hermanita, arrastrando un coche con una

muñeca de trapo.

Un grupo de personas están formando un tumulto al rededor de alguien.

Es el Zarco quien yace en el piso, bajo las miradas curiosas de la gente.

Unos metros más allá, unos niños juegan con un balón, que en un

momento se les pierde por entre unas ruinas. Los niños corren para

recuperar el balón y encuentran a Mónica.

niño

¡Ey... miren ésta pelaíta!

Los niños miran con curiosidad.

niño

Está dormida....

Una de las niñas descubre con asombro, que Mónica tiene una herida

en el pecho, al lado del corazón.

e

Page 183: La vendedora de rosas-2da corrección

183

niña

Vámonos...vámonos de aquí...

Mónica está tirada en el piso como una muñeca. Tiene las manos todavía

agarrando los palos de pólvora y los brazos cruzados, como si estuviera

abrazando a alguien. La sonrisa infantil de sus labios parece iluminar

su rostro pálido y tranquilo.

fin

Page 184: La vendedora de rosas-2da corrección

184

Vestuario y fotografías

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185

mónica: Leidy Tabares

clauDia: Liliana Giraldo milton: Alex Bedoya

chocolatina, anDerson y robin John Fredy Ríos, Elkin Vargas y Róbinson García

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186

marcela: Yuli García norVey: Giovanni Patiño

elkin: Duván Vásquez yuly: Marta Correa

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187

mónica: Leidy Tabares

Page 188: La vendedora de rosas-2da corrección

188

la Cachetona, mónica y anDrea: Diana Murillo, Leidy Tabares y Mileyder Gil

milton: Alex Bedoya

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yuly y norVey: Marta Correa y Giovanni Patiño

chocolatina: John Fredy Ríos

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190

mónica, yuly y anDrea: Leidy Tabares, Marta Correa y Mileyder Gil

mónica y yuly: Leidy Tabares y Marta Correa

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anDerson: Elkin Vargas

mónica y anDrea: Leidy Tabares y Mileyder Gil

Page 192: La vendedora de rosas-2da corrección

192

el Zarco y mónica: Giovanny Quiroz y Leidy Tabares

Don héctor, el Zarco, joVany, lolo y elkin: Elkin Rodríguez, Giovanny Quiroz, William Blandón, Wilder Arango y Duván Vásquez

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Premios

Festival de cine de Bogotá, 1998

• CírculoPrecolombinodeOroamejordirector:VíctorGaviria

• CírculoPrecolombinodeOroamejorpelícula

Festival de Viña del Mar, 1998

• Paramejoractriz:LeidyTabares

• Paramejordirector:VíctorGaviria

Festival Internacional del Nuevo Cine Hispanoaméricano de La Habana, 1999

• TercerPremioCoralamejorpelícula

• PremioCoraldeEdición:AgustínPintoyVíctorGaviria

• MenciónEspecial deActuación Infantil aLeidyTabares y elcolectivo de La vendedora de rosas

• PremiodelaOCICalapelícula

• PremioGlauberRocha,delaPrensaExtranjeraAcreditadaenelFestival, auspiciado por Prensa Latina a la película

• PremioCaracol, de laUnióndeEscritores yArtistas deCuba,Premio Especial a la película

• PremiodelaUnióndeCírculosCinematográficosArciNovaalosniños y niñas de La vendedora de rosas

Page 194: La vendedora de rosas-2da corrección

194

Festival internacional de Bratislava, 1999

• PremioMejoractriz:LeidyTabares

• Premioespecialdeljuradoaldirector:VíctorGaviria

Festival Hispano de Miami, 1999

• GarzadeOroalmejordirector:VíctorGaviria

Nominaciones

Festival Internacional de Cine de Cannes, 1998

• NominadaaPalmadeOro

Premios Ariel, 2000

• NominadaaArieldePlata,mejorpelículaiberoamericana

Page 195: La vendedora de rosas-2da corrección

195

Conversación con los guionistas de La vendedora de rosas

A partir de la experiencia de Rodrigo D., cuyo estreno al comienzo de

los años noventa significó un estremecimiento epistemológico en el cine

colombiano por la manera de abordar el trabajo del actor, la relación

con los entornos y locaciones de filmación y el uso del lenguaje oral,

pudo haberse extendido la idea de que las películas de Víctor Gaviria se

ruedan sin guión. Y aunque ese fue el caso de su primer largometraje,

con matices que quizá se aclaren en esta entrevista –no existía guión

pero sí un norte y unos conceptos claros que amarraban la narración–,

La vendedora de rosas siguió un patrón bien distinto, porque asimismo

fueron otras las condiciones de producción.

La conversación que se transcribe enseguida ocurrió el 2 de octubre

de 2011 en el apartamento de Víctor Gaviria en Medellín. Fue un diálogo

a cuatro voces donde los tres guionistas de La vendedora de rosas iban

tratando de racionalizar una experiencia que se prolongó durante casi

una década, desde los primeros encuentros con las niñas de la calle, y en

particular con Mónica Rodríguez, hasta el momento en que ese universo

aparentemente caótico adquirió forma ficcional y fue recibido por el

público como una prolongación y profundización de un “método” de

trabajo iniciado en Rodrigo D., que le da voz y entidad a unos narradores

–a veces convertidos en actores– que al mismo tiempo son coautores de

la trama.

La idea general de este libro, y por supuesto de esta entrevista, es

mostrar el proceso de escritura de un guión singular por su objeto –el

Page 196: La vendedora de rosas-2da corrección

196

escurridizo universo de los niños y niñas de la calle– y por su metodología.

Con Víctor, Carlos y Diana se logró, al menos, identificar tres fases de

ese proceso: una investigación de carácter, si se quiere, etnográfico que

parte del interés de Víctor por el universo de los no incluidos –o los ex-

cluidos del tiempo regulado de las costumbres y los hábitos, y del hecho

simple y definitivo de no tener un lugar de referencia en el mundo o

por lo menos de haberlo perdido en algún momento–; los ensayos con

los narradores convertidos en actores que iban aportando episodios,

modulando los tonos propios y realistas de los diálogos y aclarando los

con ceptos guía que orientaban la narración; y, por último, los espacios

de discusión y de escritura donde se tomaban decisiones que aterrizaban

en el guión en forma de descripciones, acciones y diálogos, de acuerdo

con las necesidades de la historia.

Lo excepcional de esta forma de trabajo es que altera la dinámica

tradicional de producción cinematográfica, donde el guión precede a

los procesos de casting y a los ensayos con los actores. En el caso de La vendedora de rosas, lo que normalmente es sucesivo se dio simultáneamente.

La siguiente conversación aporta elementos para entender las parti-

cularidades de este guión, pero los otros materiales que se publican en

este libro son igualmente reveladores y necesariamente complementarios.

Por ejemplo, la transcripción de entrevistas con los personajes.

Pedro Adrián Zuluaga. El guión de La vendedora de rosas, y ustedes me

corregirán, surgió de varias fuentes: el cuento de Christian Andersen

que es como un sustrato dramático de acciones que la película retoma;

el contacto con los niños y con la cultura de la calle, la investigación que

eso supone con los personajes, y también la investigación en los entornos

y los lugares, por ejemplo la 701 y La Iguaná. Entonces quisiera empezar

por saber: ¿Qué tan diferenciados o unidos estuvieron esos procesos de

investigación o el contacto con esas fuentes? ¿Qué tan simultáneamente

1 La 70: carrera comercial en Medellín con bares y estaderos a donde acude la gente a enfiestarse.

Page 197: La vendedora de rosas-2da corrección

197

se trabajaron o cómo se fueron transformando unas en otras durante el

proceso de escritura del guión, si es que se puede hablar de proceso de

escritura en este caso?

Víctor Gaviria. Sí, sí es un proceso de escritura. La primera parte viene

de fabricar o de escribir un relato inicial que surgió de una conversación

que tuve con Mónica Rodríguez; de ahí surge un poco la idea de hacer La vendedora de rosas. Cuando conocí a Mónica Rodríguez, siendo ella una

niña todavía, de unos ocho o nueve años, ella me habló de las relaciones

con sus amigas; no recuerdo muy bien si mencionó la Navidad, pero la

lucha contra la droga me la dio ella a mí. Siempre la droga estaba un

poco en la mitad y eso hacía que la vida en la calle estuviera alterada por

esa lucha, que a su vez alteraba la vivencia de la calle, las expectativas y

todo lo demás. De ahí surgió ese primer relato. En esa época, la idea era

hacer una historia de niñas de la calle a quienes conocí a través de Mónica

en el internado de Mamá Margarita donde hicimos un documental; allí

me di cuenta de que ellas eran muy buenas actrices y eso fue lo que a mí

me llamo la atención. Todo eso fue más o menos en 1989. Cuando me

encontré otra vez con Mónica en 1995, ella ya tenía dieciséis años. Pero

cuando la conocí y ella iba a la oficina de Tiempos Modernos2 en el 88

y 89 y nos visitaba y era amiga de todos nosotros, de Javier Quintero,

del Chiqui Arredondo, tenía nueve años y nos asombraba por encima de

todo su capacidad de actuar. Entonces yo pensé: “¡Qué interesante hacer

una película con esas actrices naturales de la calle!”. Creo que eso fue lo

que motivó el acercamiento a ese mundo, a esas niñas, a esos personajes.

P A Z. Y ese primer relato del que usted habla Víctor, ¿en qué consistía

y cuándo se escribió?

V G. Bueno, no me acuerdo muy bien cuándo lo escribí.

Carlos Henao. Fue más o menos en diciembre del 94 o 95, cuando vos

me lo mostraste.

2 Tiempos Modernos: oficina de producción de cine y televisión.

Page 198: La vendedora de rosas-2da corrección

198

V G. Sí, nosotros conocimos a Mónica en su proceso de reeducación

en el internado de Mamá Margarita, que tiene tres etapas. Una primera

etapa es cuando recogen a las niñas de la calle y las tienen por días. Luego

llega una segunda etapa que es cuando se van a vivir a un internado

como tal, en donde siguen un proceso de reeducación en valores para

organizar sus propias vidas, donde se les enseña a que sean capaces de

tener una disciplina, tender la cama, barrer, todas esas pequeñas cosas.

Ese fue el documental que hicimos: seguir ese proceso de ellas para darle

un orden al caos que venía de sus familias. Luego Mónica desapareció.

Cuando volvió a aparecer fue que yo escribí el cuento, por ahí en el 94,

como dice Carlos.

P A Z. ¿Pero era un cuento entonces…?

V G. No, no era un cuento, era como una especie de sinopsis…

C H. Era como una primera aproximación, realmente era un tratamiento

en donde se dibujaba la estructura del cuento.

V G. Es que nosotros fuimos a Teleantioquia y les vendimos la idea

de sacar un cuento de Navidad. La idea era hacerlo para diciembre

de 1995, para los diez años de Teleantioquia. En los cinco años de

Teleantioquia presentamos el mediometraje Los músicos. Y pensamos

en aprovechar los diez años del canal para que Teleantioquia nos diera

un aval. Nosotros habíamos hecho Simón el Mago de esa misma manera,

Teleantioquia se había comprometido a que saldría en televisión, en

una pequeña serie de cuatro capítulos, y con esas cartas fuimos a pedir

ayuda a empresas. Recogimos como 18 millones de pesos en esa época

e hicimos Simón el Mago, y con el cuento de Navidad queríamos hacer lo

mismo, porque hacer algo en cine realmente no estaba en el horizonte,

la industria estaba desmontada. Nosotros también estábamos en la calle

en cierto sentido como para pensar en el cine. Y pensamos en hacer

otro cuento bien interesante con estas niñas. Ellas son como gatos, que

uno tira para arriba y caen parados. Yo siempre tengo esa idea de los

actores naturales, los actores naturales caen parados donde sea: en una

Page 199: La vendedora de rosas-2da corrección

199

secuencia, en una esquina, en la 70, a esas peladas no es sino decirles y

ya… Entonces pensamos en un cuento de Navidad con estas niñas, es

decir, las mezclamos a ellas con el cuento de Navidad. Me puse a ver

cuentos de Navidad y el único que encontré que era parecido a ese era

el de Andersen, “La vendedora de cerillas”. El cuento de Andersen le

dio la estructura a la película, pues las niñas que me interesaban lo único

que hacían era estar vendiendo rosas. Esa fue la primera parte.

P A Z. Pero finalmente el cuento de Navidad no se hizo, por lo menos

no como estaba previsto.

V G. No, no se hizo porque no conseguimos la plata, y entonces el cuento

se fue volviendo más complejo. Yo escribí esa primera estructura porque

la necesitaba. En estas películas de investigación, hay mucha gente que

se mete sin un primer relato y eso se les vuelve una pesadilla; no pueden

salir al otro lado. Antes de afrontar una investigación como la que

hicimos con Rodrigo D., se debe tener un relato, una columna vertebral

que sirva, que tenga un comienzo y un final, unos desarrollos… para

no estar perdido. Esa historia hay que respetarla, uno no puede estar

en la primera parte de la investigación cambiando la historia, hay que

pegarse a lo que se tiene. Aquí era una niña a la que el 23 de diciembre

le pasa tal y tal cosa y al final la matan… la matan creyendo que subió

al reino de los cielos.

P A Z. En una entrevista para un número especial de Kinetoscopio sobre

guión,3 usted habla de los conceptos que guían la estructura de una

pe lícula. ¿En ese punto del primer relato están claros esos conceptos?

V G. No, tenemos solamente la estructura. Sabemos que el guión no

existe o existe de una manera transitoria y más bien esquemática, como

un boceto, y los conceptos todavía no existen… Entonces ya empieza

3 Ver: Pedro Adrián Zuluaga “El guión de los actores naturales o de cómo un autor es su método”, Kinetoscopio, vol. 16, núm. 77, 2006, pp. 44-52.

Page 200: La vendedora de rosas-2da corrección

200

todo el trabajo: vamos a buscar los actores. En ese sentido, uno se con-

sigue el dinero para producir la película y el guión se produce casi si-

multáneamente en toda la etapa de preproducción y la etapa del casting.

Hay que tener un universo, la historia es como una anécdota, o algo

que ocurre en un universo; para que esa historia tenga todo el sentido

de pro fundidad hay que buscar ese universo. Ya teníamos un cuento, el

de Andersen; yo personalmente no sabía que ese cuento tenía tanto que

ver con ese universo de los niños de la calle de su ciudad.

P A Z. Las alucinaciones, por ejemplo, es impresionante la manera

como están ahí…

V G. Para resumir, teníamos el cuento que yo había escrito, que ya tenía

elementos de ese mundo de las niñas de la calle, lo que Mónica me había

contado. Yo iba una vez en mi carrito por la avenida Oriental y vi que ella

pasó con unos peladitos delante del carro. Mónica se nos había perdido,

porque había interrumpido el proceso de reeducación, había fra casado

en ese proceso y caído de nuevo a la calle… La vida de ella es un fracaso

en ese sentido porque la asesinan en el 96, antes del rodaje; cuando me

la encuentro, ella ya está por fuera de cualquier institución, se ha metido

totalmente en la calle, se ha convertido en una ladrona. En tonces yo

le dije: “Mónica, ayúdenos hermana que vamos a hacer La vendedora de rosas. Acuérdese que habíamos quedado en que íbamos a hacer una

película sobre las niñas de la calle”. Porque el proyecto de La vendedora

se volvió a actualizar en el año 95. Fue ahí que nos volvimos a encontrar

y fue Mónica quien nos abrió las puertas de ese universo. Ella era la niña

más inteligente del mundo, la más sencilla, la que nos abrió todo, todo.

Y así nos reunimos en lo que era Ivo Romani4 y donde estaba Tiempos

Modernos en esa época, y asumimos hacerla como cuento de Navidad.

C H. Yo quería decir una cosa acerca de lo que estábamos hablando

sobre la estructura; la película conservó una estructura que es en cierto

4 Ivo Romani: casa donde se realizó la producción de la película.

Page 201: La vendedora de rosas-2da corrección

201

sentido “el tiempo”, lo que le da la intensidad. La vendedora tiene una

estructura de treinta y seis horas que empieza el 23 de diciembre en la

noche y termina en la madrugada del 25. Hay una cosa muy importante

del cuento de Andersen y que también está en la película y es el deseo

de la niña de estar con su abuela. Ese deseo fue lo más importante en

la película, pues ahí descubrimos una cosa compleja de narrar, porque

era como un deseo inconsciente de ella como personaje, que afloraba a

través del sacol. ¿Cómo explorar ese deseo? Lo que ella más quería era

estar con su abuela y de hecho muchas cosas que ella hace cuando va a

la casa es como buscando el recuerdo de su abuela…

V G. Nosotros partimos del cuento de Andersen que también es en

Navidad y en ese sentido tiene una temporalidad ritual. No es solamente

un sábado o un domingo, aunque en estos días también hay una

ritualidad y una cosa cultural, pero aquí era una ritualidad muy clara

que es la víspera del 24.5 Vos sabés que todos como niños vivimos el

conteo regresivo que se hace desde el primero de diciembre hasta que

llega el 23… Todo el mundo dice: ¡Es 23! Es una víspera maravillosa.

Uno trata de ver en el aire qué hay anunciado ya del 24 . Cuando llega

el 24 uno se levanta a ver si el 24 se nota, uno mira todas las cosas y a

uno le parece que se nota… “Hombre, hoy es 24”.

P A Z. Es claramente un tiempo distinto…

V G. Sí, y en el cuento lo teníamos… Solo que cuando yo hice el tra-

tamiento, ampliaba el tiempo un día más porque en el cuento es 24, once

de la noche o diez de la noche; incluso hay traducciones del cuento de

Andersen donde es el 24 y hay traducciones donde es el 31de diciembre,

y estas son muy distintas porque para nosotros, por lo menos, el 31 es

el muñeco de añoviejo mientras que el 24 es el Niño Jesús, es el traído. El

añoviejo es el traído en el otro sentido: “el muerto”. Nosotros optamos

5 24: Fiesta familiar que se celebra la noche del 24 de diciembre, víspera del nacimiento del Niño Jesús.

Page 202: La vendedora de rosas-2da corrección

202

por el 24 y ampliamos el tiempo a un día más. En el cuento de Andersen

hay esa dramaturgia de que ella va para donde la abuela, va a los brazos

de la abuela. Ahí empezamos el proceso de investigación para saber qué

significaba que ella fuera hacia donde la abuela. En el cuento de Andersen

no hay un sentido de unidad, se habla de la mamá de la niña, de que el

papá le va a pegar, de que ella perdió los zapatos que eran de la mamá

pero no aparece la abuela todavía. Entonces en el proceso de investigación

entró inmediatamente la droga. En la realidad de los niños de la calle está

el sacol. Es una cosa que no solamente ocurre aquí, sino en todo el mundo,

es algo con lo que uno tiene que contar.

Me acuerdo que Mónica nos llevó a una niñita que ella decía que

era la más extraordinaria dos dedos que había conocido… robaba en

los buses sacando billeteras de los bolsillos y era extraordinaria. Cuan-

do la llevó, la niña permanecía totalmente ensacolada. Esa niña nos

fue mostrando un poco hasta qué punto los niños de la calle estaban

intervenidos por el sacol. Como esta niña no podía actuar, Mónica nos

trajo a Marta Correa que fue la que hizo de Yudy. Con Marta fuimos

a pensiones donde encontramos muchas niñas, sobre todo en Barrio

Triste. Hablábamos con las niñas, muchas estaban acompañadas por

sus mamás en una situación de indigencia bien tremenda, de soledad

y también de mucha droga. Ahí fue que Marta nos dijo: “Yo creo que

tenemos que buscar a las niñas donde yo estaba, en el internado de

donde yo vengo. Yo estoy segura de que las compañeritas mías pueden

servir”. Ese internado queda entre La Estrella y Caldas, subiendo unos

rieles, se llama La Colina. Cuando llegamos al internado, las hermanas

muy amables con nosotros no tuvieron ningún reparo en que fuéramos

a hacer una película, no les pareció peligroso para las niñas, creo que

el primer día hicimos unos acercamientos y el segundo día nos sacaron

una cantidad de niñas escogidas como las más talentosas para el teatro.

Ese día entrevistamos a veinte niñas entre las cuales conocimos a Leidy

Tabares, a Mileidy y a Diana Murillo, la Cachetona. Cuando volvimos

a la oficina, teníamos la certeza de que Leidy era la vendedora de rosas

y que la Cachetona era su compañera.

Page 203: La vendedora de rosas-2da corrección

203

En una entrevista que le hicimos a Mónica, a la que tanto ella como

nosotros le dimos mucha importancia –ella se fue con un sombrero

morado, se fue con una ropa morada, se pintó como si fuera un domingo,

como si fuera a una fiesta y todas las niñas se hicieron alrededor de ella

en la terraza de Ivo Romani–, Mónica nos habló durante horas y horas,

nos contó qué era la calle y nos habló por primera vez o de una manera

más organizada de lo que era el sacol; ella había sido una sacolera y nos

contó las alucinaciones, nos dio la clave de que el sacol era la forma que

tenían ellas de buscar a las personas que las habían querido, de buscar

ese origen del amor.

P A Z. Claro, un vehículo para hacer el viaje a los afectos… Que el sacol

no era una cosa solamente de hambre o de frío, sino de búsqueda de las

fuentes y de las raíces.

V G. Sinceramente ahí sonó la campana. Ese cuento que teníamos,

del cual habíamos partido por un sentido práctico, para convencer a

Teleantioquia y tener un cuento que no solo fuera un relato de Navidad

creado por nosotros, sino un cuento tradicional, logró que se juntaran

las dos cosas. La niña de Andersen y estas niñas estaban buscando ese

camino de los afectos; en un caso se daba a través de la magia, pero

nosotros estábamos tratando de escribir un guión realista, en donde la

droga producía las alucinaciones, no eran una fantasía.

D O. ¿En ese momento ya habías tenido contacto con Bienestar Familiar

para investigar sobre los niños de la calle?

V G. Cuando yo escribí unas reflexiones sobre los niños de la calle,

donde ya están los conceptos, sin ser muy consciente de ellos, Bienestar

Familiar me dijo: “Víctor, le damos 10 millones de pesos pero tiene

que ir a dar una conferencia en un seminario sobre niños de la calle en

Medellín”. Al final se canceló porque Medellín estaba muy violenta en

esos días y no les pareció que fuera el momento propicio para hacerlo.

Pero entonces me vi obligado a escribir, pues ya habíamos adelantado

mucho en la investigación y estábamos trabajando con Erwin Göggel.

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204

Diana Ospina. Ese primer relato del que habla Víctor es como ya se dijo

una sinopsis, es como lo primero que aparece. En paralelo había todo

un proceso de investigación, descubrimientos que se iban integrando al

relato central, y entonces fueron saliendo los personajes…

P A Z. A propósito, en la misma entrevista para el número especial

de Kinetoscopio, Víctor dice que los guionistas tradicionales o de cine

clásico trabajan las acciones y el carácter de los personajes por separado;

primero definen un carácter del personaje y después unas acciones, como

si fueran cosas independientes, y que en cambio el actor natural es una

unidad que incluye lo que él es, lo que le pasa y su propia transformación,

y además su contexto, que en este caso viene dado por el lenguaje y

por los elementos de su entorno. Podríamos hablar un poco de eso, de

cómo aparecieron los personajes y cómo se involucraron en el guión las

acciones y todo el tema de las motivaciones, las peripecias…

V G. Los personajes van apareciendo: Marta es toda una novela, toda

una historia, incluso ella misma se sienta y escribe su autobiografía

de una paginita, pero nosotros la entrevistamos muchísimo y ella nos

cuenta varias cosas. Y aparece también Leidy y de una definimos que

ella era el personaje de La vendedora de rosas, la protagonista, y entonces

empiezan a aparecer las amigas de Marta. Marta nos lleva a la 70 y allí

conocemos a sus amigas; nos damos cuenta que ese personaje solitario

no existía como en el cuento de Andersen, sino que esto era un entorno

de amigas, una especie de familia…

C H. Eran muy solidarias, como protegiéndose entre ellas de todos los

peligros que corrían.

V G. A través de ellas llegamos a saber qué pasaba el 23, qué pasaba el

24, porque la verdad era que teníamos que llenar de universo todo esa

sinopsis inicial donde el personaje estaba solo; entonces entran Marta,

Leidy, la amiguita que se llama Liliana y que en la historia se llama

Claudia… Entra la Cachetona y entra Mileidy de última. Ocurrió una

transformación. La vendedora de rosas se partió en cinco. Y nosotros

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205

lo aceptamos como la manera de llegar a este universo. Con una sola

no éramos capaces; con ellas cinco, cada una con sus ramificaciones,

creíamos poder abarcar todo el universo…

C H. Además, parte de la estructura también son el espacio y los

lugares…

V G. ¿Pero esos lugares de dónde nacen Carlos? Esos lugares nacen

de lo que ellas nos cuentan, porque ellas nos dicen: “Es que esto lo

ha cemos en La Bolera”. Y así nosotros empezamos a hacer la película

tomando de los relatos de ellas… Como quien dice: “Vamos a copiar

totalmente esto de tal manera que cuando hagamos la historia, surja en

un realismo total”.

C H. Hay una cosa muy interesante, por ejemplo Leidy nunca había

tenido esa relación tan fuerte con una abuela como sí la tiene el personaje

de Mónica en la película. En cambio otra niña, Liliana, sí había tenido

una relación con la abuela, y lo que ella nos contaba iba alimentando

todo la relación de Mónica con la abuela…

V G. Lo que pasa es que Leidy no era sacolera, y la otra sí; entonces

comenzamos a mezclar las experiencias de todas y a crear personajes.

Leidy tenía mucha consciencia de sí misma, no sabía lo que era alucinar.

Mientras que Liliana nos volvió al cuento de Andersen y nos profundizó

lo que Mónica nos había dicho… La hipótesis de que la droga era una

forma de ir a la fuente del amor, de hacer el viaje a los afectos, que me

parece menos retórico…

D O. Pero ahí en los personajes y su diferenciación está el paso siguiente

en la estructuración del guión; yo recuerdo que Mileidy era la que apenas

estaba saliendo de los procesos, Marta era la chica que tenía esa tendencia

tan marcada hacia la prostitución, Liliana era la sacolera por excelencia…

V G. Y era la que tenía un sentido práctico del negocio de las rosas,

la que reunía el plante y hacía de papá de todas ellas, o de mamá…

Fui mos encontrando también las funciones dentro de ese grupito de

niñas, el carácter de cada una. Pero la hipótesis que Mónica nos dio no

Page 206: La vendedora de rosas-2da corrección

206

fue que nosotros la cogimos de una, sino que empezamos a investigar,

fuimos a hablar con niños de la calle, conocimos a Papá Giovanny.

Él inmediatamente nos abrió todas las amistades y los contactos en

Barrio Triste. Un día fuimos a hablar con niños de la calle, con los

últimos, los que estaban más abajo de todos, ellos nos dieron la idea

real de que cuando consumían droga “recordaban”… En sano juicio no

recordaban ni les interesaba recordar, ni volver a la casa, no recordaban

dónde quedaba la casa, ni cómo se llamaban los hermanos, ni la mamá

incluso… Cuando se drogaban tenían una especie de sueño donde se

acercaban a esos recuerdos. Cuando le hicimos la entrevista a Liliana,

ella nos llevó a una escena del cuento de Andersen: “No, es que mi

abuelita era la única que me ayudaba a mí, mi mamá siempre me trataba

muy mal, mi abuelita era la que me quería, yo me la pasaba con mi

abuelita haciendo unas bolsitas con engrudo para meter las frutas que

se vendían en la calle, vendíamos las bolsitas en la calle, las hacíamos

de papel reciclado. Cuando mi abuelita se murió, ella volvía a estar en

esos momentos”.

C H. Ella vivía con la mamá, que se consiguió un amante y entonces

desplazó a la niña y ella se fue con su abuela. En cierto sentido, el espíritu

de Liliana con la abuela es el que está en la película…

D O. Pero ahí fue donde surgieron las fricciones de los personajes…

P A Z. Eso iba a preguntar, a propósito de la idea de un personaje co-

lectivo, de personajes que no son autónomos sino que tienen unos roles

muy marcados dentro de una estructura mayor.

D O. Sí, porque dentro de la estructura general tienen que empezar a

aparecer los conflictos. No sé exactamente en qué momento empezaron

a entrar los chicos. La primera fase fue con lo del sacol, pero entonces

nos preguntamos quiénes eran los amiguitos, los parceritos de estas niñas.

Víctor, ¿cuándo empiezan a entrar los muchachos?

V G. Creo que primero aparecen los de la 70 y después aparece el

Zarco, que es tan importante, es otro universo… Pero aparece por otra

Page 207: La vendedora de rosas-2da corrección

207

cosa. Yo conocía a los niños de la calle porque había vivido mucho por

la 70, con mi mamá y mis hermanos. El Tufo era un bar que quedaba

por la 70 y mi mamá se mantenía en ese bar, porque era muy fiestera en

esa época y se hizo amiga de unos muchachos emboladores a quienes

ella les guardaba las cajas de embolar; mi mamá hablaba mucho con

ellos, los conocía. Yo también los conocía porque los había visto de

estar por ahí. Entonces yo iba a buscarlos y les decía: “¿Ustedes a qué

horas llegan por acá? –No, nosotros llegamos por ahí a las dos o tres de

la tarde”. Y yo creyendo que ellos tenían algún sentido del horario, la

disciplina o la puntualidad, pero ellos obviamente no sabían lo que era

eso. Entonces nunca podía cumplir las citas con ellos, nunca estaban.

Fue cuando Marta nos dijo: “Venga que ellos son los novios míos, yo

he sido novia de estos muchachos, vengan”. Un día me fui en el carro

con Marta y ella salió por la ventanilla y les dijo: “Muchachos, vengan

que tal cosa”. Y todos los muchachos se metieron al carro y me los llevé

para Ivo Romani. Ahí empezó a entrar todo ese mundo, el universo que

eran los hombres, los novios de ellas.

P A Z. ¿Cómo entró el Zarco?

V G. Bueno, un día fue una niña a Tiempos Modernos y me dijo: “Vea,

yo soy de La Iguaná, ustedes son los de Rodrigo D., ¿no? Yo quiero mos-

trarles a ustedes este libro que escribí”. Eran como tres cuadernos de la

historia de Argiro, su hermano. Argiro era un pelado que habían matado

allá en La Iguaná y era muy amigo de un tipo muy malo, y por haberse

enredado con él, lo habían matado; Argiro había estado en un atraco

un 24 de diciembre y antecitos de las 12, el otro man había matado a un

taxista enterrándole un puñal en el corazón, y a partir de ahí la vida de

Argiro se había vuelto un lío, se había metido en miles de problemas.

Lo habían herido, había huido, su vida se había vuelto una catástrofe,

hasta que lo mataron. De ahí recuerdo que le pedimos a alguien que

trans cribiera toda la vida de Argiro… Esos cuadernos eran una cosa

casi ilegible por los errores de ortografía que tenían, parecía como si

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208

fuera otro idioma, pero la historia era muy interesante. Como de todas

maneras se pensó que la historia iba a transcurrir entre la 70 –que era

el lugar original de esos niños– y La Iguaná, entonces me pareció que

la historia de Argiro llegaba a completar algo. En el primer tratamiento

literario aparece un personaje que mata a la protagonista. Por lo tanto

había que justificar quién era ese personaje, y la novela de Argiro nos

dio todo ese universo.

P A Z. El motivo del reloj, que simbólicamente es tan importante porque

tiene que ver con el tiempo regulado de los incluidos, de quienes tenemos

hábitos y costumbres, frente al tiempo de los niños de la calle que no

tienen esa posibilidad, ¿cómo surgió como detonante de conflictos?

V G. Eso está en el primer tratamiento literario, o sea, surgió antes.

Nosotros acabábamos de hacer un documental para un canal alemán,

Yo te tumbo, tú me tumbas. En un pedazo del documental surgió la idea

de dos amigos que nosotros pusimos en escena: habían robado unos

relojes y los habían intercambiado. Uno se había dañado por el agua y

entonces uno de ellos le pide al amigo que le devuelva el otro reloj, pero

este se lo había regalado a la novia y no podía reversar esa decisión…

el otro tipo le pegó un tiro y lo mató. Se trataba de un pequeño relato

del azar, de todos los malentendidos que la violencia produce en los

barrios, malentendidos que cuando son llevados hasta el final causan

de todo, muertos y desgracias. Eso nos llenó la pregunta de cómo Leidy

se gana ese enemigo.

D O. Cuando aparece un relato como este y se ve que tiene un lugar

dentro de la historia, uno empieza a cuestionarse por la verosimilitud que

tiene dentro del universo ficcional, aunque este universo esté alimentado

por una realidad total. En la entrevista con Mónica, precisamente Víctor

le pregunta por la secuencia del reloj, ¿qué tan verosímil es? Y ella dice

que es muy difícil que un muchacho mate a una niña por eso, pero

entonces hay que construir la verosimilitud…

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209

V G. Lo del reloj fue justificado por las conversaciones con Marta y con

las niñas que se prostituían en la 33,6 en la glorieta de la 33. Las niñas se

mantenían por ahí, y entonces ellas nos contaron de unos episodios en

los que una amiguita se había metido en un problema con unos bandidos

de Niquitao. Se había gastado una droga que se suponía que estaba

vendiendo, la había consumido y se había gastado la plata. Nosotros

tratamos de igualar eso a lo del reloj, tratamos de darle sentido a esos

episodios que no podíamos ya desechar.

D O. Lo mismo que el motivo del conflicto entre Leidy y su novio por lo

de la credencial, y que genera que ella se quede sola en la Nochebuena; ese

también es un elemento que surge de una referencia en unas entrevistas,

no solamente a Marta sino a las amiguitas de Marta acerca de ella. En

algún momento salió a relucir que Marta era una niña muy cizañera,

le gus taba hacer cosas como poner a pelear a dos noviecitos, a punta de

chismes y de regalitos y de credenciales… Entonces, las situaciones que

ellas mismas vivían se iban introduciendo y tejiendo dentro del guión

para darle flujo a la historia. Creo que Marta era de los personajes que

era más ella misma, fue el que más realmente se encarnó, porque por

ejemplo a Leidy había que construirle más cosas que eran de otros….

C H. Marta tenía una terquedad y una personalidad arrolladoras. Era

muy curioso porque cuando nosotros ensayábamos con ella empezaba

a actuar muy bien y de pronto, de un momento a otro, miraba a cámara;

al principio miraba mucho a cámara. Una vez viendo aquí material con

Víctor, la mayoría de la gente pensaba que no iba a estar en la película por

ese problema que tenía, todo el mundo pensaba que era mala actriz, que

no se concentraba, y eso generó al principio un rechazo hacia ella, pero

después se quedó por su insistencia, porque realmente su personalidad

era un contraste muy fuerte en la película; esto se ve muy bien en el

6 La 33: avenida en Medellín con bares y estaderos a donde la gente acude a enfiestarse.

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210

detrás de cámara de la película, el de Göggel,7 hay un momento en que

hay una pelea muy fuerte entre entre Leidy y ella…

P A Z. En una narrativa tan concentrada, de 36 horas, es muy difícil hablar

de transformaciones de los personajes. Son muy claras las motivaciones,

sobre todo de Mónica, y es como si toda la narrativa de la película es-

tuviera movida por ese deseo de Mónica de hacer algo para reconstruir

ese tejido afectivo del que ha sido expulsada, para su Nochebuena.

La transformación de los personajes o el autorreconocimiento de esos

personajes, ¿cómo lo trabajaron?

C H. Se puede hablar de una dramaturgia de la vida cotidiana; todas

las niñas tienen alguna motivación que está dada por la Navidad, por

el 24. Esa necesitad de afecto y compañía en cada una de ellas, esa

búsqueda por resolver qué van estrenar el 24 o qué van a comprar de

regalos. Las transformaciones son muy emocionales; se pasa de un estado

de ánimo al otro; se van construyendo todas esas situaciones que van

llevando a Mónica al barrio, y todas están muy ligadas con el afecto,

con la fragilidad de las emociones que expresan estos niños.. No sucede

una gran transformación, pero sí pequeños cambios en el terreno de lo

emocional… Mónica pelea con el novio, Martica está consiguiendo

di nero para su 24 y un man la chuza… Yo creo que esa concentración

permite explorar una dramaturgia de la vida cotidiana, las necesidades

de estos personajes están muy ligadas a resolver su día a día, marcado

por la vulnerabilidad de la calle.

P A Z. Si entiendo bien, estas niñas hacían los relatos de sus vidas o de

las situaciones que habían atravesado y al mismo tiempo las comentaban;

ellas mismas aportaron la visión de cómo se transformaban a partir de

sus experiencias.

7 Erwin Göggel, Sergio Navarro y Víctor Gaviria, dirs.,Cómo poner a actuar pájaros, Televideo, 1999. Göggel fue asimismo el productor ejecutivo de La vendedora de rosas.

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211

D O. Sí, claro, porque son muy autorreflexivas; sobre todo Mónica tenía

la capacidad de analizarse, de verse a sí misma y de reflexionar sobre

su situación.

Como para ir visualizando el proceso, el segundo paso con respecto

a la escritura del guión, a partir de la sinopsis, fue hacer una escaleta

y empezar a hacer esa primera división del guión, donde empezaron a

entrar los personajes y lo que les sucedía, guiados por la estructura previa

que de esa forma empezó a crecer.

P A Z. ¿Todas las acciones incluidas en la película –y en el guión–están

tomadas de los relatos que los personajes les hicieron?

V G. Todas, nosotros lo que hacíamos era entrevistar y dejar que entraran

personajes…, o sea que ya no era una vendedora sino un grupito, y pre-

guntarnos cómo funcionaba eso, cómo era la primera noche de ellas, los

novios. Ellas al principio se nos aparecieron a nosotros como si fueran

policarpas salavarrietas, porque eran todas rebeldes.

P A Z. A propósito de la rebeldía, que entiendo era un concepto central,

sigamos hablando de los conceptos que guían la estructura y el relato.

¿Cómo se llegó a ellos?

V G. El primer concepto, el concepto más importante fue “el camino

de los afectos”; después entró el concepto de la rebeldía. Ahora, los

muchachos eran mucho más sobrios y tenían una rebeldía más escon-

dida, no nos la revelaban tanto; pero estas peladas tenían sobre todo

una rebeldía contra las mamás, una especie de ideología entre comillas

de lo que era la confrontación con sus madres. En la 70 lo que las ni-

ñas contaban y lo que nosotros veíamos era que ellas tenían un sen-

tido de consciencia y de estar trabajando para algo; en un momento

dado el concepto de familia, la familia sustituta, el remedo de familia

que ellas hacían se vio en el mundo de la pensión. Lo que nosotros

hicimos fue investigar y convertir todo eso en secuencias, pero por lo

general no inventábamos nada, éramos muy milimétricos al escoger

los momentos y las situaciones; de las situaciones hacíamos entrevistas

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212

para tener episodios. El capítulo de la pensión tenía que tener unos

cuantos episodios, escogíamos episodios que fueran dándole forma a

las secuencias. Entonces entra el episodio del robo, entra el episodio

en que un niño se enamora de Mónica, entra también el episodio del

papá que llega a llevarse a una de ellas. Era importante que no se nos

olvidara que cada personaje debía tener su historia y su desarrollo y su

desenvolvimiento.

C H. Y es que había una dinámica que permitió eso, teníamos la certeza

de que se estaba escribiendo un guión porque se iba a rodar, y eso nos

daba una simultaneidad entre investigar y hacer casting; luego íbamos

y revisábamos la escaleta, y cuando ya habíamos preseleccionado a las

niñas, entonces ensayábamos. Eso se ajusta a la idea de que el guión es

el borrador de la puesta en escena; nunca fue un guión que primero se

escribió y luego se filmó.

P A Z. ¿Pero en algún momento el guión se terminó?

C H. Claro, hubo un momento en el que sí se cerró el guión, pero había

una retroalimentación en la construcción de cada elemento.

D O. Mucho de lo que no lograba aclararse en la entrevista aparecía en

el ensayo con los actores, y ya en esa improvisación se podían resolver

ciertas cosas. Se ensayaban sobre todo los momentos más importantes;

cuando no aparecía la resolución por una anécdota directa dada por las

entrevistas, entonces eso se resolvía en los ensayos. Por ejemplo, alguna

vez alguien contó lo que hacía un policía cuando cogía a estos chicos

con las botellitas de sacol. Se las estrellaba contra el piso y las encendía.

V G. Nosotros fuimos a entrevistar a los policías y ellos nos decían:

“A nosotros lo único que nos interesa es que estos muchachos no sigan

des truyéndose”. Nos dieron ese episodio. Nosotros fuimos recogiendo

episodios de esa vida cotidiana entre el 23 y el 24.

P A Z. Ustedes me dicen que sí hubo un momento en el que claramente

el guión se cerró, y empezó otro proceso. ¿Cuál fue ese proceso? Aquí fue

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213

todo casi simultáneo. Porque me dicen que hubo cosas que surgieron en

los ensayos. Cuando se dieron los ensayos, ¿ya el guión estaba terminado

o no?

D O. No no, es que precisamente eso es lo que va aclarando el guión,

porque hay situaciones que todavía estaban en escaleta, todavía no

te nían suficiente desarrollo; entonces a partir de un ensayo en el cual

improvisábamos sobre una situación del guión, ganábamos más claridad.

Los ensayos sirvieron mucho para los diálogos, porque inclusive muchos

de los diálogos surgieron a partir de la improvisación en el ensayo.

Bus cábamos cómo decían ellas las cosas, cómo hablaban. En el ensayo

aparecía eso, del ensayo se transcribía y luego de esa transcripción ya

uno ubicaba ese diálogo en el lugar que correspondía.

V G. Y los ensayos daban mucha forma a las secuencias, nosotros sa-

bíamos las cosas que ocurrían, pero no sabíamos muy bien, por ejemplo,

cómo era cuando ellas entraban a la pensión y la dueña les cobraba, quién

más estaba ahí, la rutina, cómo dormían. Por ejemplo, el episodio en que

la niña cree que la amiguita es un oso de peluche. Eso iba surgiendo en las

entrevistas. La verdad es que ahí también fueron surgiendo los conceptos,

por ejemplo el camino de los afectos debía ser mostrado durante toda

la película, no solamente con respecto a un personaje sino con todos.

¿Por qué escogíamos unas cosas u otras? Por la belleza intrínseca que

tenían unas situaciones, pero también porque las necesitábamos para

que el espectador fuera elaborando los conceptos.

Hay una cosa muy importante que quiero decir, y es que Göggel

también metía mucho la mano; en el primer tratamiento literario Mónica

muere como en el cuento de Andersen en las casas de unos burgueses.

Göggel insistía desde el comienzo en que eso no le gustaba, el insistía

con una intuición rara en que ella debía volver al barrio.

D O. Él insistía en que a ella tenía que matarla la calentura del barrio;

siempre en el proceso de escritura del guión hubo unas discusiones

permanentes y Göggel intervino mucho…

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214

C H. Yo me acuerdo que él intervino sobre eso de que Mónica volviera

al barrio a morir y sobre lo del papá que va por una de las niñas a la

pensión.

V G. Él no quería ese episodio del papá, no le parecía que fuera verosímil;

entonces lo improvisamos con la Cachetona basados en lo que ella nos

había contado, que el papá se había ido y no había regresado, que había

llamado de Coveñas… Se improvisó y se creó el episodio de que el papá

volvía por ella, cosa que no ocurrió en la realidad. A Göggel nunca le

gustó esa vaina del papá, pero yo le decía: “Aquí tiene que haber un

papá en esta película, ¿sí o no?”. Porque no había ninguno, eran solo

mujeres y la pregunta por el papá nunca se solucionaba. Llegamos a la

conclusión de que ese momento era importante.

Ah, bueno, algo también muy importante es cuando Papá Giovanni

lleva a los niños de Barrio Triste y empezamos a improvisar con un niño

maravilloso que se llama la Chinga, y en una de esas improvisaciones nos

dice “para qué zapatos si no hay casa”. Cuando nosotros escuchamos eso,

y como ya estábamos en el camino de los afectos, nos dimos cuenta de

lo que el niño estaba queriendo decir: “Es que nosotros no necesitamos

que nos ayuden, nosotros necesitamos es volver a la casa”. “Para qué

za patos si no hay casa” fue como un amarre en la unidad de la historia.

P A Z. Hablemos más de cómo se trabajaron los diálogos, cómo

sur gieron, cómo se transformaron y cómo finalmente esos diálogos

terminaron rodándose.

V G. Bueno, Göggel nos exigió que hubiera un guión de rodaje, no como

en Rodrigo D. que se había rodado sin guión y en donde yo trabajé con

mis notas.

C H. Sobre todo por los diálogos, porque él pensaba que el guión estaba

muy largo y que una manera de controlar el tiempo era controlar los

diálogos. Nosotros con la escaleta planteábamos la situación, los actores

la improvisaban y se iba corrigiendo; Víctor iba dirigiendo… es decir,

a veces nos concentrábamos tardes enteras en escoger una escena e ir

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construyéndola con los actores, no era que simplemente la improvisaran

y ya. Todo eso se grababa, la escritura era la cámara de video en cierto

sentido y luego esos diálogos se transcribían…

V G. Pero para que la palabra ensayo cobre sentido hay que entender

ensayo como improvisación.

P A Z. ¿Los actores improvisaban sobre indicaciones y situaciones que

ustedes les daban?

V G. Sí, porque normalmente la gente ensaya ya con guión. Nosotros

ensayábamos para alimentar el guión. Yo le decía a Carlos en esa época

que teníamos que buscar los episodios que nos ilustraran las ideas que

teníamos; por eso, cuando por ejemplo queríamos saber de las relaciones

entre ellas, necesitábamos un episodio que nos ilustrara el hecho de que

las amistades de las niñas de la calle son parecidas a los noviazgos, cosa

que no nos ocurre mucho a nosotros.

P A Z. ¿En qué sentido?, ¿de protección, de reclamos, de celos?

V G. De amor, como de pareja… Como que se sienten tan solas, que

una amiga es un tesoro tan grande que si la amiga tiene otra amiga se

arman unos problemas muy verracos… No es como uno que acepta

que los amigos tengan muchos amigos, ellas no.

Del orden y el caos

P A Z. ¿Había alguna clave para organizar ese caos de la vida cotidiana,

sobre la cual ustedes basaban la narrativa de la película?

V G. Nosotros trabajábamos por episodios. Teníamos unas niñas y

buscábamos unos episodios, que encontrábamos de pronto. Yo llegaba

y decía a veces: “Este es el episodio, este es”. A veces funcionaba, a

veces no, a veces eran tan buenos que hacían que la película cogiera para

otro lado. Pero escogimos ciertos episodios que nos marcaban tránsitos

completos de diez o doce secuencias en un solo episodio.

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216

Trabajábamos así, teníamos que cubrir toda esa vida cotidiana para

ilustrar los conceptos de ese mundo; no inventábamos casi nada, para

lograr que los episodios, que son la textura dramatúrgica del relato,

tuvieran esa vida del episodio real… Incluso los conceptos mismos

tampoco se nos ocurrían a nosotros, no caían abstractamente sino que

los episodios los generaban. En general los episodios nos daban los

conceptos.

P A Z. Pero fue como un proceso de ida y vuelta…

D O. Claro, pero no todo fue producto de los ensayos ni directamente

de las entrevistas; muchas de las discusiones que teníamos se daban era

para resolver qué se iba a hacer en determinada secuencia, obviamente

a la luz de todo ese bagaje construido, de todo ese conocimiento. Nada

era inventado, pero muchas cosas se adaptaron a unas demandas de

la historia. Por ejemplo lo de la credencial… ¿de dónde surge? De una

entrevista en la que empieza a aclararse lo que sale a flote cuando Marta

ve una pareja contenta.

Para mí el guion y la película en sí son la forma de dar cuenta de

todo un trabajo, de una investigación etnográfica que básicamente la

hicieron Víctor y Carlos, acompañados por un equipo; es como expresar

todo ese conocimiento que se adquirió a partir de la investigación.

V G. Y fue diferente con las niñas que con los muchachos; ellas como

que se revelaban más rápido; de los pelados no se sabía muy bien

cómo eran, entonces se les entrevistó, se conversó con ellos, porque eran

unos personajes muy fantasmales, no tenían ese verbo, ese entusiasmo de

ellas. Ellos empezaron a contar sus anécdotas, por ejemplo que montaban

bicicleta y se chocaban, a mí me tocó verlos algún día totalmente ras-

pados, vueltos mierda, con unos dolores superficiales que cubrían un

dolor mucho más profundo: el dolor de no tener un lugar en el mundo,

de ser niños de la calle. Ese fue un concepto fundamental. Estos niños

juegan a no existir; recuerdo que en la reflexión de los niños de la calle

para Bienestar Familiar hay esa idea que nació de los episodios que ellos

mismos nos contaban.

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217

Alguna vez una de las niñas fue perseguida por un indigente que

quería violarla, y nosotros metimos eso, pero dentro de un concepto más

amplio, que era que se tomaban unos robinoles, unas pastillas para jugar

a perder la consciencia y vivir la noche como una serie de aventuras

inconscientes… Nos contaron un día que persiguiendo a quien había

tratado de violar a una de sus amiguitas encontraron en un parque a un

indigente y, creyendo que ese era el que la había perseguido, lo habían

apuñalado. Después se habían dado cuenta de que ese no era el indigente.

Ese episodio tan tenaz había que cogerlo y meterlo dentro de una

idea; fue así que empezamos a buscar episodios, o yo creo que ni a bus-

car, pues ellos nos contaban sus episodios, eran todos episodios de jugar

a la inexistencia… A propósito de la indigencia, hay que decir que en la

calle hay grados, escalas, estratos; los indigentes eran eso a lo que nadie

quería llegar y por eso los demás eran muy crueles con quienes estaban

en ese estado; era como si fueran una sombra de ellos que había que

destruir; también analizábamos esa relación que ellos tenían con los

otros miembros que se supone que eran como de la misma comunidad,

pero mentiras, marcaban unas diferencias bien grandes.

P A Z. Aclaremos otro asunto respecto a los conceptos, ¿estos surgen de

la repetición, de la reiteración, de encontrárselos muchas veces ilustrados

en situaciones? ¿O cómo realmente se identifican?

V G. En Rodrigo D., por ejemplo, había un universo desconocido

que estaba lleno de historias y de personajes; la única manera de te-

ner un orden seleccionador y organizador de esa cantidad de acon-

tecimientos, anécdotas, momentos y episodios, era sacar unos conceptos

después del contacto de uno con esas historias. Es el proceso de

cual quier conocimiento, uno condensa unos conocimientos que son

como conceptos. Al confrontarme con todo ese mundo, digámoslo

intuitivamente, sin ser muy reflexivo ni muy filósofo, de todas maneras

iba sacando conceptos. Recuerdo que cuando en Rodrigo D. me cuentan

las primeras atracadas, me doy cuenta de que ellos tienen un proceso de

transformarse en monstruos, de congelar a los atracados, de cogerlos de

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218

quieto, como ellos dicen. Ese proceso de convertirse en monstruos los

transformaba interiormente, permanentemente, y no solo en el momento

en que lo hacían. Entonces, yo sacaba conceptos y ponía episodios que se

fueran por ese lado. En La vendedora de rosas también fue así: discutíamos,

hablábamos, yo tomaba nota, todos tomábamos notas.

Pero las películas no se hacen con conceptos sino con episodios;

lo único que existe son los episodios porque los conceptos no sirven en

las películas, sirven en los ensayos, en los libros, en otro tipo de cosas.

Cuando Göggel nos obligó a escribir el guión, fue muy tenaz, porque yo

me resistía mucho a eso, yo siempre me resisto a escribir las historias.

D O. ¿Te parece que en el caso de La vendedora se hizo otra cosa en el

rodaje?

V G. No, porque en parte nosotros tomábamos de modelo todos los

en sayos y eso nos daba ya un pie…

D O. Esa es la particularidad de este guión, de este proceso de cons-

trucción para llegar a la película...

P A Z. Sí, este guión se escapa de lo convencional, porque los procesos

que en otros guiones son sucesivos aquí se dieron simultáneos. Mi

inquietud es, en relación con el rodaje, ¿el guión al fin para qué sirvió?

V G. Sirvió muchísimo, porque en la película era un reto el hecho de

trabajar con una gente tan dispersa; las dificultades eran enormes y el

guión nos sirvió de guía y nos dio seguridad…. Se rodó casi al pie de

la letra…

D O. Pero hubo algunas secuencias que salieron, o unas que se rodaron

y que finalmente no quedaron; de entrada se decidió que algunas no se

rodarían. Hay una cosa que señala Víctor, y es el impacto que tiene la

realidad en la historia; en eso llegábamos hasta el último momento. Yo

creo que por eso es que a Víctor no le gusta escribir los guiones.

C H. Otra cosa muy interesante es que muchos de los ensayos los ha-

cíamos en las locaciones. Por ejemplo, antes de rodar alquilamos una

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219

casita en La Iguaná y los ensayos con los actores en la locación nos iban permitiendo toda la retroalimentación. Una cosa muy irónica acerca de los diálogos era que fueron improvisados por ellos, luego se transcribieron y luego se hizo una edición de esos diálogos para incorporarlos en el guión… Lo paradójico era que muchos de esos niños no sabían leer ni escribir. Entonces cuando íbamos a rodar, se les leían los diálogos que volvían a sus memorias y en cierto sentido había alguna libertad.

V G. El guión era más para nosotros que para ellos.

C H. Realmente lo que permitió toda esta libertad, paradójicamente, era que había una estructura bien armada, y los episodios o acontecimientos estaban incorporados de una manera que permitía que la estructura fluyera; había una claridad en el devenir de las acciones de los personajes en función de que sabíamos cómo iba a terminar la película. Si nosotros no hubiéramos tenido esa claridad de cómo iba a ter-minar la película, seguramente muchas cosas se habrían dejado al azar. Teníamos sesenta casetes de Vhs, casi todos de entrevistas que hicimos en el internado; así que de material audiovisual hay no sé cuántas ho-ras en video y audio, mucho material, muchas cosas estaban ahí. Lo que convenció y emocionó a Göggel para producir la película fue que precisamente nosotros enviamos a Bogotá material con video, y él se entusiasmo tanto que quiso venir a Medellín a conocer a estos niños y a ensayar con nosotros; él terminó haciendo ensayos e involucrándose un poco por ese lado, eso fue lo interesante. Durante más de un año nos reuníamos para decidir qué iba a quedar en cada escena, y muchas veces no era producto de algo que se hubiera ensayado realmente. Fue un espacio de discusión interesantísimo.

D O. Muchas de las situaciones que se discutían se iban resolviendo a partir de un conocimiento previo que luego aterrizaba según lo que se estuviera necesitando. Pero no se trataba de pasar de aquí a allá, era más bien como esculpir en el tiempo esa historia a partir de la realidad. Había unas directrices, unos criterios que se tenían en cuenta. Siempre éramos conscientes de que si metíamos algo teníamos que tener en cuenta los antecedentes y las consecuencias.

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220

P A Z. Esta forma de trabajo parece imposible de convertir en un método,

y es claro que la gente siempre busca modelos. ¿Qué piensan ustedes que

fue La vendedora de rosas como método de trabajo? ¿Qué de este modelo

se puede replicar? ¿O fue una experiencia donde definitivamente las

condiciones de producción y el tipo de personajes impusieron la propia

naturaleza del trabajo?

V G. La verdad es que fue una película de condiciones económicas

muy buenas, donde nosotros estábamos a la par haciendo el casting y

escribiendo el guión. Eso es muy costoso en tiempo y equipo; teníamos

un equipo de tiempo completo. Quizá porque esas condiciones son

difíciles de repetir es por lo que yo ahora no he podido hacer ninguna

otra película después de Sumas y restas.

D O. Pero yo creo que ese es el método que vos necesitas Víctor.

P A Z. Se suele hablar del método de trabajo de Víctor Gaviria, pero

insisto, ¿qué tanto es un método?

V G. Digamos que mi manera de trabajar se basa en el enfrentamiento

de unos narradores, a los que uno busca como posibles actores. Se trata

de ir a buscar los narradores de un universo. Primero que todo sí hay que

tener una lectura, un marco, porque de lo contrario uno no sabe para

dónde coger, y ese marco uno lo puede coger de ese mismo universo.

A mí Mónica me dio un universo, me lo explicó ella como narradora,

pero después uno necesita otros narradores, la mayoría de los cuales

van a ser los actores; otros no porque no tienen el talento o porque no

corresponden o por su temperamento. Al entrar en contacto con esas

narraciones, uno hace el proceso normal del pensamiento, que es sacar

unos conceptos que están ilustrados por episodios. Eso es lo que yo he

visto de mi trabajo, voy a la búsqueda de unos conceptos que se ilustran

por episodios…

Esos narradores están inmersos en sus vidas, son narradores muy

concretos, no son ni filósofos ni sicólogos que dicen “la vida es así o el

mun do es así”. De eso no se sacaría nada para un guión. El narrador

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221

cuenta su vida, pero la cuenta de una manera tan desde su propio lugar que

al mismo tiempo está diciendo entre líneas que piensa él de su vida… Son

autorreflexivos, no solamente cuentan lo que les pasa, sino que cuentan

quiénes son ellos a partir de lo que les pasa y cuál es la vida en la que

ellos están inmersos. Cuando los periodistas se enfrentan a las entrevistas,

yo creo que hacen un trabajo donde muchas veces dejan las anécdotas

desnudas y rompen un poquito esa unidad con la reflexión que tiene un

sujeto cualquiera; la entidad profunda del sujeto es la persona que cuenta

al mismo tiempo quién es él.

Entonces los conceptos ellos se los dicen a uno, pero no directamente.

Los muchachos de Rodrigo D. me decían los conceptos, hacían una

metanarracion. En general, cuando uno se enfrenta a unos conceptos

vivos la autorreflexion está ahí, y uno simplemente hace un esfuerzo por

darles unidad. La vendedora de rosas no es la historia de una muchachita

que vendía rosas y al mismo tiempo le dieron medio kilo de bazuco y

entonces se le perdió el medio kilo porque se lo dio a guardar a un niñito

al que se le mojó y entonces toda la película es persiguiendo a esta pelaíta

hasta que la matan. Eso es un guión de acción, como Perro come perro,

un man que se roba un dinero y toda la película consiste en perseguir ese

dinero. No, aquí no sabíamos qué era la película, estábamos montados

sobre una estructura temporal un poco ritual que todos compartíamos,

que es la víspera del 24, pero nosotros no sabíamos para dónde íbamos.

Sabíamos que mataban a Mónica, pero no sabíamos qué y cómo era ese

mundo.

C H. Yo quería decir una cosa alrededor del método: creo que lo que pasa

es que el método es una necesidad por resolver, y me parece que cada día,

todo director, todo autor, toda película está pidiendo su propio método,

que está ligado a un gusto por el cine. Es decir, ¿cuál es la película que

te gustaría hacer? El problema a veces es que los métodos no funcionan

si no corresponden a una necesidad que venga de adentro de quien lo

propone, de quien lo busca.

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222

P A Z. Para cerrar y terminar con el proceso natural de toda película,

que es la recepción por parte del público, ¿por qué creen ustedes que

es tan caprichosa esta recepción? Uno a veces siente que el espectador

reduce estas películas, por ejemplo Rodrigo D. o La vendedora, a la anéc-

dota precisamente, a lo más exterior, y no entran en los conceptos. Es

muy difícil que se vea Rodrigo D. como una película sobre la pérdida

de la madre, o sobre la rebeldía y la resistencia a través de la música,

e igualmente es muy difícil que la gente vea en La vendedora no lo

excepcional de la experiencia de estas niñas sino lo común a todos: el

viaje a los afectos.

C H. Hay una cosa que yo me estaba preguntando, y la hablaba con

Víc tor hace días… Creo que una película mientras más realista es, y

precisamente por ese respeto y esa relación con la realidad, resulta más

compleja para el espectador, pues este tiende a relacionarse con ella como

si fuera la realidad y no una ficción. Uno como guionista escribe acciones

y en alguna medida un personaje es una acción, pero lo complejo de esa

acción es que no tiene su significado por sí misma, sino que esa acción

está ligada también a lo que significa para el personaje. Entonces a veces

el problema es que la gente se queda en la superficie de las acciones, pero

creo que hay momentos en que el espectador también va encontrando

su significado. El hecho de que la película resuene en el espectador tiene

más que ver con que este pueda conectarse con la emoción que suscita

la película; en el fondo el espectador se relaciona más desde la emoción,

más que desde la razón alrededor de lo que está mirando.

V G. Pero sí puede ser que no haya una recepción en la que se perciban

claramente los conceptos, las intenciones, o sea, que la película va más

allá de unas anécdotas. Depende de la forma en que se haga la pe lí-

cula… el relato debe tener momentos en los cuales le dé herramientas

al espectador para darse cuenta de que va más allá de la anécdota, pero

no sé si lo hemos logrado o no…

P A Z. Claro, hay lecturas muy profundas de la película, pero pensemos

en la recepción más masificada.

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223

D O. El común de la gente quizá sí tiene una visión de la historia muy

de la superficie y lo otro lo va cogiendo como de una manera aislada;

pero la recepción de La vendedora de rosas marcó una diferencia o por lo

me nos tuvo un impacto fuerte con respecto al cine que se estaba viendo

en el momento; creo que es de las películas que más ha llegado al gran

público en Colombia. En ese sentido numérico, si se quiere, la recepción

fue muy positiva.

P A Z. Sí, hay una percepción de que es una de las película más refe-

renciales del cine colombiano; en procesos de formación de públicos la

gente siempre habla de La vendedora de rosas, pero a veces uno no sabe

si en esa atención que la película ha merecido no hay elementos extra

cinematográficos, anecdóticos precisamente, aunque desde otro punto

de vista muy significativos: lo que pasó con Leidy como símbolo de la

tragedia de estas niñas, por ejemplo.

D O. Pero en realidad la película sí causó un impacto. Mucha gente

valoró el hecho de que Víctor se atreviera a poner la mirada sobre estos

personajes que habían sido invisibles. Mucha gente decía: “Yo nunca

me imaginé que pudieran tener esas historias, esas vidas”.

Pedro Adrián Zuluaga

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225

Conversaciones de Víctor Gaviria con las jóvenes de La vendedora de rosas

A continuación se presentan algunos fragmentos de las conversaciones

que Víctor Gaviria llevó a cabo con Marta, Liliana, Sandra, Alejandra

y Mónica Rodríguez, esta última quien inspiró la creación del personaje

de ficción de Mónica, encarnado por Leidy Tabares. Las conversaciones

seleccionadas tienen que ver con algunos aspectos que fueron de-

sarrollados en el guión, como el oficio de las vendedoras de rosas, su

relación con las mamás, las abuelas, las amigas, los novios, el consumo de

droga y, finalmente, un pequeño fragmento con una conversación sobre

la situación del “robo del reloj”, elemento crucial dentro de la historia

y un ejemplo de cómo estas jóvenes participaron en la construcción de

este universo ficcional.

Víctor Gaviria. Cuéntame cosas que te han pasado vendiendo rosas

por La Bolera.

Marta. El primer pleito que yo tuve por allá fue con un celador, iba a

entrar a vender una rosa porque me habían llamado y el celador no me

dejó entrar, entonces yo lo bravié y me metió un palazo con el bolillo;

y yo cuando lo vi solo por allá cogiendo el carro como a las tres de la

mañana, lo encendí a roca, le dije a los muchachos: ¿me van a ayudar

a tirar roca? Me desquité, me dejó hinchada la espalda tres días […]

V G. Alejandra, contanos de la época en que Martica vendía rosas.

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226

Alejandra. A Marta como que no le siguió gustando la idea de vender

rosas, entonces se dedicó mejor a otras cosas, como trabajar en la 30,1

entonces ella siguió yendo a La Bolera común y corriente, pero ella

nada más iba a bailar y ya no volvió a vender rosas y de ahí se salía pa-

ra la 30 y la 33;2 por allá pasaban amigos de nosotras, claro que la que

más amigos conseguía era Marta, porque era más formal que nosotras,

porque a nosotras nos daba mucha pena, nos daba mucha cosa porque

ellos nos decían: vengan. Y a nosotras nos daba pena, entonces Marta

nos decía: entonces esperen acá que yo voy. Ella se iba media hora y

nosotras la esperábamos.

V G. Entonces ella se montaba a los carros y ¿se supone que qué hacía

Martica?

Alejandra. Se dejaba tocar y le hacía la paja al muchacho. Ellos eran

muchachos jóvenes, entonces la que más conseguía era Marta, ella era

la que más temprano se iba para allá, la que más temprano conseguía

plata, ella, la que más compraba cosas, entonces nos decía que los amigos

de ella le decían que porque nosotras no nos hacíamos amigas de ellos,

que ellos eran bien y nos querían ayudar […]

V G. ¿Te quedabas muchos días sin ir a tu casa?, ¿te hacía falta tu mamá?

Marta. Bastantes días, claro que me hacía falta mi mamá, la llamaba

cuando me hacía falta. Una vez que tuve un problema en el centro la

llamé. Me había agarrado con una boba y me había cascado, cuando me

abrieron la cara… es que yo tengo mis secretos y me da pena hablar. Me

fui de la casa porque tuve un problema con mi mamá y alegué con ella

y ahí tuvimos un problema por una guevonada, porque ella me trató a

1 La 30: calle solitaria en Medellín donde se reunen prostitutas y travestis a esperar clientes.

2 La 33: avenida en Medellín con bares y estaderos donde la gente acude a enfiestarse.

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227

3 La 70: carrera comercial en Medellín con bares y estaderos, a donde la gente acude a enfiestarse..

mí de pichona y a mí me dio rabia, yo le dije: será que vos me serviste de

ten dido. Y la insulté a ella muy feo y la he de ver a mis pies arrodillada.

El otro día era búsqueme y búsqueme por todas partes, le decían que yo

estaba en La Bolera, que yo estaba por el Estadio […]

Liliana. Yo fui criada en la 70,3 toda la vida he vendido rosas, con eso

man tuve un tiempo a mi familia, hasta que murió mi mamita y ya no

seguí ayudándole a mí mamá porque ella se consiguió un esposo y a mí

no me gustaba vivir con él. Él antes le quitaba plata, ellos se cuadraron

después de la muerte de mi mamita.

Mi mamita hacía bolsas de papel y las vendía. Ella me quería mu-

cho a mí que porque yo era la primera y ella, cosa que llevaba, me daba

era a mí, y mi mamá no podía entrar a la casa sin mí porque de una la

devolvía a buscarme, y si yo no entraba con ella no podía entrar tampoco

a la casa hasta que yo no entrara; pero nunca pasó así porque el tiempo

que yo estuve con mi mamita yo era bien, yo no tiraba drogas. Hace

siete años que murió mi mamita yo cogí la droga.

V G. ¿Y por eso te tiraste a la calle, por la muerte de tu abuelita?, o

¿porque te empezaste a llevar mal con tu mamá?

Sí, porque mi mamá se consiguió un muchacho y no le importaba dónde

estaba yo, entonces ya me empecé a ir. La primera vez fue porque él le

pegó a mi hermanita, a mí no me gustó y lo insulté muy feo y ese mismo

día me fui para Cartagena con mis amigas. Yo tenía diez años cuando

me fui y el mismo día nos regresamos porque por allá se consiguieron

dos amigos costeños y antes era para hacernos mal. […]

V G. Cuéntanos de los novios.

Marta. Liliana una vez cascó a Libia por un novio. Yo estaba vendiendo

rosas y ella me estaba esperando afuera de una taberna, entonces a ella

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fueron y le llevaron el chisme de que Libia le estaba tirando los carros a

Caliche; cuando eso ellos dos no eran maridos sino novios, entonces

ella lo quería mucho y a ella le dio mucha rabia y lo paró a él y él le dijo

que no, entonces la paró a ella y ella le dijo que no, y Liliana le dijo: “no

mintás maricona que eso sí fue verdad”. Entonces Liliana me dijo: “Mar-

tica vení, la vas a cascar por mí”, y yo le dije: “no, yo no me meto parcera

porque él no es mi novio”. Entonces Liliana se la llevó para la manga y yo

tenía un chulo y me dijo: “prestámelo”. Y se cogió el pelo y se lo amarró

como pudo, para que no la agarrara del pelo, y la esperó, porque ellas

dos se citaron, y cuando fue bajando Libia, la convidó por allá detrás de

un gimnasio vacío, por Colombia, y como detrás de ese gimnasio hay

pura manga, entonces la esperó allá y ella era con esa rabia y decía: “esta

maricona me va a dejar, no me cumplió, pero me la cojo y le doy más

duro, mirá a ver Martica si viene por ahí”. Cuando yo: “por allá baja,

por allá baja”, le decía toda contenta porque se iba a fajar. Entonces Libia

bajó con una pelada como para que la cascara a ella, y la pelada le iba a dar

primero, entonces Liliana le dijo: “un momentico, es que con usted no es

el problema”. Entonces Liliana se encedió con Libia, y yo era diciéndole:

“matala, matala”. Yo era dándole bomba, y ella le daba más duro, y yo:

“dale contra el suelo, dale contra el suelo”. Y ella la cogía y le daba contra

el suelo, y yo con esa risa por allá […]

V G. ¿Le contaron cómo le estaba echando los perros a Caliche?

Marta. Que ella le mandaba saludes, le mandaba esquelas y le mandaba

credenciales.

Liliana. Un día los vi. No ve, yo vi cuando le mandó la credencial y él

la recibió y yo la vi y cogí y la partí y se la llevé a ella y se la tiré en la

cara. Esa la mandó con Marta.

Marta. Es que ella me decía que fuera y que le entregara la credencial a

él, entonces yo le dije: “¿Caliche me va a mostrar la credencial?” Y yo la

dejé en la pieza y le dije a Liliana: “en la pieza hay una credencial que

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229

Libia le mandó a Caliche”. Entonces ella se fue y dijo: “deje y verá

que esta maricona me las paga”. Entonces se fue y la quebró y por la

noche y le dijo a Libia: “vení, ¿que vos no le estás tirando los carritos

a Caliche?, ¡las guevas!”. Entonces se la tiró en la cara con todo y

estuche. Y ella: “es que él me dijo que había cumplido años”. Y ella

le dijo: “vea, si me lo mama un ratico le creo”. Entonces yo le dije:

“cascala, cascala que me la dio a mí”. Entonces Libia me dijo: “venga

sosténgamelo”. Y yo le dije: “¿usted me va a caretiar a mí”?

V G. ¿Por qué se la recibiste entonces?

Marta. Para que Liliana la cascara.

Liliana. Y yo la quería coger en la trampa a ella.

Marta. Yo le dije a ella: “vea Libia, cuando le vaya a mandar credenciales

a Caliche, como usted sabe que yo soy muy amiga de él, le hago los

cuartos” […]

V G. Alejandra contame de la 70, cuando estabas enamorada, cuando

te cuadraste ¿qué hacías?

Alejandra. Nos quedábamos toda la noche juntos, a él no le gustaba

que yo tirara gale, Robin casi no tiraba gale y yo no tiraba, casi no me

gustaba, por allá vine a cogerlo cuando me fui a vivir a Los puentes. Los

muchachos venden bareta, roches, perico y tiran gale. A mí no me choca,

yo llegaba ahí donde todos se mantienen en Lavamatic y yo me sentaba

allá con ellos, porque me invitaban a trabarme, cuando yo llegaba me

regalaban un bareto, después compraba cigarrillos, una caja de chicles

y me iba para La Bolera y allá me caía él; por ahí a las doce llegaba y

nos poníamos a hablar, a bailar no, porque en semana no abren eso,

y nosotros no íbamos sino los sábados, porque lo dejan abierto hasta las

tres de la mañana; íbamos allá y nos poníamos a bailar todos y a las tres

de la mañana nos parchábamos a la vuelta hasta las cinco de la mañana

y de ahí nos íbamos todos […]

V G. Cuéntanos cuando te ensacolabas ¿cómo eras?

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230

Liliana. Yo en el centro tiraba día y noche, la comida mía era eso, ya no

me mareaba y yo antes les quitaba a ellas [las amigas] y me lo chupaba.

Un cuarto [de sacol] me dura un día. Cuando uno está ensacolado y al-

guien lo mira a uno con rabia a uno le va dando también rabia y se le

va tirando a la persona. Los primeros días yo veía a una persona y yo

me la gozaba y con la marihuana pasaba lo mismo, yo me trababa y

cogía a la gente de parche, yo empezaba a gozármelos, a preguntarles

cómo era la marihuana, sabiendo que yo estaba bien trabada… sino que

me hacía la boba y ellos me decían que la marihuana es esto y esto. Y

cuando estaba toda ensacolada cogía las flores y las botaba y me daba

pereza, entonces Martica vendía las rosas por mí y yo pagaba la pieza y

comíamos de eso. A mí me podía decir un hombre que me daba 20 mil

o 30 mil pesos, entonces yo le decía que yo prefiero aguantar hambre

que vender mi cuerpo por plata […]

V G. ¿Nunca tuviste alucinaciones con el sacol?

Liliana. Sí, en la pieza tuve un sueño cuando todos se durmieron y yo me

quedé sola; entonces yo con el sacol miraba para arriba y yo veía que el

bombillo subía y bajaba, que la pieza estaba llena de muñecos, que todos

eran peluches, todas las muchachas que vivían conmigo yo las veía como

muñequitos, como unos peluches y yo los sobaba y a lo último me puse

fue a reír sola y se despertaron; las veía como peluches, así grandes y en

la pieza me decían que botara el sacol. Alguien me hablaba, como una

voz de un hombre, y yo le decía: “no, que por qué lo iba a botar, que si

me lo iba a pagar, yo si lo botaba, pero que por ninguna gracia yo lo iba

a botar”. Entonces yo oía que… “no, que lo bote, o si no, ve peor de lo

que está viendo”; entonces de un momento a otro yo miré para el foco y

se me resbaló el sacol y se quebró, yo me asusté […]

Yo soñé un día, pero fue en mi casa, cuando mi mamita tenía una

semana de muerta, yo miré para una ventana y la ventana se puso roja,

roja y era de varilla y era dizque un monte y en esos montes habían puros

huevos y que ahí ella me dijo: “metete aquí y serás librada”, y que yo me

metí, no me dio susto sino que yo de una me metí, yo le dije que sí, que

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yo me metía en el hueco con tal de que fuera salvada. Y ahí fue donde

me desperté del sueño con sacol. Yo metía sacol al escondido, todos se

acostaron y apagaron y yo me quede chupando sacol toda la noche, no

me daba sueño.

Un día con el sacol en el Centro, me apareció una mano por una

ventana y me quitó el sacol, yo estaba en la pieza y me miré la mano y

no tenía sacol.

V G. ¿Hubo momentos en los que quisiste dejar el sacol o que estuvieras

cansada de él?

Liliana. Sí, ahora que estoy donde las hermanas sí le doy gracias a Dios

que yo dejé el sacol. Al principio me fue muy difícil, pero yo me resigné,

y ahora no me gustaría coger la botella. Yo dije: “yo desde este sueño

que tuve no vuelvo a tirar sacol” […]

V G. ¿Alguna vez tuviste visiones o soñaste cosas raras?

Sandra. Sí, yo tiraba gale en bolsa y yo veía que las paredes donde yo

estaba chorreaban sangre y yo veía un chorro de sangre y a mí me tenían

que quitar la bolsa ahí mismo porque yo era diciendo: “¿qué es esto?,

pero mirá ¿qué es esto?”. Y yo con los ojos todos encharcados llorando,

y yo: “pero ¿por qué veo tanta sangre?”. Y yo me tocaba y me miraba

porque yo veía que echaba sangre […]

Conversación con Mónica Rodríguez

Todos los sacoleros sueñan y viajan. El sacol hace el efecto, uno si es muy entregado compra una botella, vienen de media. Si uno está apenas empezando compra el sube y baja, que son 300 o 500 pesos de sacol en un tarrito, eso lo venden en el Centro, en esas zapaterías que hay en el Cen tro, que venden suelas. Entonces compra el sube y baja o si se va a hablar con el gale o a soñar, compra media o una. Yo cuando tiraba sacol no era entregada, me gustaba era por los sueños, por los viajes que yo hacía. Yo compraba media, yo no compraba una porque me daba miedo quedarme en un sueño, porque me han dicho que hay niños que se han muerto […]

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232

Lo del reloj me lo imagino así. Yo soy el personaje y me dan un reloj,

un borracho me da un reloj. Yo nunca he tenido relojes, como no se de

eso voy a preguntarle a esa banda a ver qué me dice. Me arrimo y con

di simulo y malicia llamo a uno porque me da miedo que de pronto me

lo quiten. “Venga, ¿este reloj qué?” El man me lo ve, va y se lo muestra a

los parceros, se entran al bazar con el reloj. Me hacen el cambiazo, vuelve

el man al que se lo mostré y como por no quedar mal, porque le da pesar,

me entrega otro reloj. “Este no es el reloj mío pelao, ¿qué le pasa? Este no

es el reloj, este no es el reloj mío pelao. Entrégueme mi reloj”. Entonces

el man me amenaza. “Ah listo, todo bien, ¿perdí? Listo mijo, qué se va

a hacer pelaíto, todo bien mijo”.

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233

La vendedora de rosas: reflexiones sobre los niños de la calle en Medellín

Película y conocimiento

El conocimiento que se adquiere a través de la realización de una película

de ficción es, para empezar a describirlo, un conocimiento intuitivo que

se desplaza continuamente hacia casos concretos. En otras palabras, es

un conocimiento que no gusta de la abstracción, que escapa de la fijeza

y constancia de los conceptos, para pretender vivir en el dinamismo del

relato.

Extremando esta propiedad, tendría que describir aquí la película,

secuencia por secuencia, y detalle por detalle, para entregar el cono-

cimiento que sobre los niños de la calle en Medellín he construido yo

mismo al hacerla.

Afortunadamente este no es el único camino, puesto que una película

se hace contando y pensando al mismo tiempo; acciones e ideas, eso

conforma una película, por mala o buena que sea.

La ficción es el rodeo que se hace a través de la imaginación para

llegar a la verdad de lo que está aquí mismo, a la verdad de la elusiva

realidad nuestra de todos los días...

La realidad tiene esta doble condición: está ahí, cotidiana, mostrán-

donos la cara, pero al mismo tiempo es elusiva en sus significados,

Page 234: La vendedora de rosas-2da corrección

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indescifrable, pared de símbolos que pide lectura y discernimiento.

¿Por qué esta doble existencia de la realidad? Porque la realidad somos

nosotros mismos, y nosotros estamos cercados de secretos: verdades

acalladas, verdades escondidas, verdades sustituidas por otras, verda-

des irreconocibles e irreconocidas.

El conocimiento que ofrece esta película estará siempre moviéndose

entre la idea y la acción, por lo que me veré obligado siempre a contar

anécdotas y peripecias de las personas, al tiempo que trataré de concluir

algunas ideas que, en este caso concreto de los niños de la calle, deberían

llegar hasta ustedes e interesarlos.

Lo que logra la ficción

La ficción no está, como el periodismo, detrás de los hechos. La ficción

nos pone delante, primero que todo, a los personajes: Leidy, Marta,

Mónica, Andrea... Su singularidad y su particularísimo punto de vista.

La ficción quiere saber lo que ellos piensan cuando hacen lo que hacen,

lo que piensan y lo que sienten los personajes cuando están en escena.

Esta intención coincide con lo que se han propuesto algunos

historiadores contemporáneos cuando acuden al concepto de la historia

como “historia de las mentalidades”. Las conductas y las costumbres

tienen de fondo algo que las sostiene y las explica: las “mentalidades”,

ideas intangibles que se propagan produciendo los hechos.

Sin embargo, la ventaja que incluyen los personajes no es solo la de

los puntos de vista. Este punto de vista cambia y se transforma, puesto

que la ficción es un relato en el tiempo. El director de la película no

puede juzgar a sus personajes, sino solo pretender acompañarlos durante

el transcurso del relato. Si los juzga, los detiene en su movimiento

dramático que parte de algo y busca algo... Su obligación consiste en

testificar esta transformación. Esto es ver a los personajes en el tiempo.

Esto significa, además, aprender a ver a las personas con paciencia

y permisividad, deteniendo el juicio momentáneo para entender el

espacio humano en el que despliegan su vida. La mirada humana sobre

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235

una persona no es otra cosa que observarla en el tiempo. Esta ventaja

del cine de ficción la deberíamos aprender todos. Ver a los demás en el

tiempo, con su carga inevitable y su sorpresa, aunque su presente sea

un problema oscuro sin solución.

Marta, de trece años, pelea furiosamente con su mamá y destruye

con las más atroces palabras los últimos puentes que las comunican

entre sí, y luego se pasa quince largos días deambulando por el centro

de la ciudad, durmiendo en las aceras y sin bañarse, hasta que por

fin encuentra las amigas con quienes se instala en una pieza limpia y

ordenada, donde ella, por primera vez, hace de comer y reúne el dinero

para comprarse una vajilla de loza como la que nunca tuvo con su madre.

Carolina, de nueve años, también se “vuela” de su casa, y va a de-

jarse tocar por un zapatero que le paga 500 pesos para que no se lo di ga

a nadie. Pero ahora está en un internado, y habla de estas cosas que

ocurrieron hace tantos días extendidos de niña, que pone la cara perfecta

de la inocencia reconquistada.

Ellos, los personajes, buscan angustiosamente con los ojos vendados

su punto de equilibrio, donde se pongan por fin a la altura de su dignidad.

Mejor dicho, de lo que ellos piensan que es su dignidad.

Un vicio triste que es un símbolo más triste

Pocas imágenes pueden impresionar más la sensibilidad de un ciudadano

que el gesto del niño que cruza el brazo sobre el pecho para llevarse a la

boca un frasco con sacol. Esta impresión, me parece, proviene del hecho

de que el gesto supone dos personas, cuando en realidad hay solo una. La

segunda persona está sin estar, se halla presente a través de su ausencia.

Por medio de la botella, los niños simbolizan a la madre cariñosa que

ya no está por ninguna parte. La madre que transforma por completo

el ánimo y el sentido de la vida de un niño.

Como la realidad les ha negado la continuación de esta madre

ferviente, ellos se desenvuelven en el tiempo hasta llegar a un momento

en que aquel vínculo feliz existió. Hasta aquella época en que los niños

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vivían a los golpes de la sangre de su madre, fluido milagroso de vida

que los alimentaba y los hacía valiosos por sí mismos.

El sacol es, creo, el puente de alivio a través del cual los niños de la

calle buscan retornar a su infancia perdida. Pero no escamoteada por el

tiempo, como la infancia de los adultos, quienes pueden darse el lujo de

perder la infancia al traspasar “la línea de sombra” de la adultez. Aquella

infancia desaparecida de golpe, destruida, arrancada, raptada, robada...

cuando todavía se es un niño, cuando todavía no se ha atravesado la luz

de la inocencia que hace visible el mundo.

Se trata de un vicio triste que busca restaurar la verdadera

infancia de los niños sacoleros, cuando era infancia verdadera; es

decir, cuando el niño gozaba todavía de la inocencia, el único regalo

impostergable que la ciudad debe dar a los niños: vivir la ilusión del

mundo por fuera de la sobrevivencia. Vivir el mundo mágico, lleno

de engaños inocentes, y trazar el suave y graduado camino hacia los

conocimientos de la muerte, la declinación y la separación...

La infancia de estos niños es el sacol. Ellos han visto su infancia

interrumpida abruptamente, y la encuentran tristemente sustituida por el

alivio de una borrachera y un viaje (del ánimo) que la aleja de la realidad,

igual que si estuviera rodeada de colchones de aire que la tamizan como

un sueño. No hay hambre, ni frío, ni soledad...

Los niños de la calle, especialmente las niñas, que pueden ser

violadas, prostituidas y embarazadas con otro niño desamparado en

segunda generación, recorren durante las horas del día etapas enteras

de crecimiento que demoran años en otros niños que han vivido una

infancia normal.

Pero, más allá de este alivio, lo interesante es que los viajes del sacol se materializan en “sueños” concretos, de los cuales los niños sacoleros prefieren no hablar, tal vez motivados por el carácter intraducible de sus

experiencias y su pobreza de palabras.

Los niños y adolescentes sacoleros “sueñan”, alucinan y tienen

visio nes de imágenes pacientemente construidas: ven a su mamá,

que está tan lejos, aparecer de pronto para regañarlos e indicarles un

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camino que ellos odian sin saber la razón... A veces sueñan con la

Virgen María, aparición dulcísima, que está suspendida sobre la calle,

y les murmura, sin traicionar los labios, palabras de cariño saturadas

de dulzura increíble... Luego la Virgen se transforma en la mamita, la

abuelita que le ordena dejar la botella de sacol y volver al internado de

las monjas... O sueñan que son más altos que los edificios, o sueñan que

se hacen tan pequeños que ya nadie los ve ni los persigue... O viendo

rostros cambiantes en las nubes del cielo, o con amigos queridos que

conversan con ellos durante horas, amables y agradables, riéndose de

la gracia absurda de las palabras...

Con todo, también los sueños del sacol pueden ser negros y oscuros:

enemigos, culebras y traídos; paredes cubiertas de sangre: las de los niños

heridos en la ciudad durante el último fin de semana, por ejemplo. Sangre

de niños que se anuncia, para evitarla.

Los niños sacoleros tienen acumulados todos los años de la infancia:

las innumerables capas de asombro petrificadas sobre su rostro.

La Chinga es un niño de estos. No sé cuántos años tiene: ¿diez,

quince?... Se le nota una luz oscura en la cara, inversa a la luz de la

inocencia que ha perdido a punta de golpes. ¿Qué resulta al invertir

la inocencia? Creo que la ironía. Ironía que aleja de la realidad, igual

que el sacol, pero conservando los lazos lo suficiente como para que la

risa surja y brote, despertando al niño a la cultura de las asociaciones...

Ironía que es cultura elegante de la calle.

Cuando alguien le pregunta a La Chinga por su falta de zapatos, él

responde: “¿Para qué zapatos, si no hay casa...?”.

A esta ley oscura de la ironía se opone la luz de las niñas inocentes;

la dramaturgia de la inocencia que inventa el espectáculo íntimo de la

gracia.

El “sueño” de los destinos

Carlos es un niño sacolero de nueve años que tendrá, probablemente, una

presencia fugaz en la película. Está rapado y su cara es de indio moreno,

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ennegrecido el rostro todavía más por el polvo de la calle. Casi no habla

con extraños, ni con nadie, acostumbrado a la mudez de la desconfianza.

Pero él contó el siguiente sueño, que quedó registrado en video junto

a los ensayos de actuación:

Caliche soñó ensacolado que, estando en Medellín, se iba volando

hasta la casa de su mamá, que quedaba en Urrao, y la buscaba

por los alrededores, observando pero sin ser observado, hasta que

veía a su hermanito jugando solo, sin nadie, puesto que él mismo

se había volado de la casa; y luego buscaba a su mamá por los

corredores hasta que la encontraba en la cocina. Ella lo veía al

entrar, lo saludaba por el nombre y luego le ponía un “destino”,

es decir, le mandaba a hacer alguna cosa: traer leña, traer agua,

encerrar la vaca con su ternero. En Antioquia, destino significa

“trabajos de la casa para hacer” [...]

Cuando converso con los niños sacoleros me confunde la aparición de

algunas frases inconexas que parecen querer expresar la súplica y la rabia

por haber perdido el camino que trazaba la madre, porque al principio de

la infancia, la madre los guiaba y les daba un destino en el mundo. Los

niños sacoleros necesitan volver a escuchar los destinos que les dictaba su

madre.

Los niños de la calle están perdidos en el tiempo de la ciudad, sin

el legado de estos destinos elementales: traer agua o leña, perseguir la

vaca, ser valiosos para algo grande como la casa.

La rebeldía contra las causas

Marta Cecilia Correa es una niña de catorce años que tiene los ojos tan

grandes y vivaces que disimulan, hasta hacerla insignificante, una cicatriz

en la mejilla en forma de cuatro. Este número casual la mortifica. A los

lados, y en la otra mejilla, tiene otras señales, esparcidas en todas las

direcciones, que son las demás huellas de sus días difíciles. Su cara, con

el mentón levantado, ha atravesado sus años de adolescencia como si se

tratara de un largo accidente.

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Este accidente está hecho por lo menos de una decena de heridas

en la cara. Un rostro manchado al azar por las peleas mortales que las

ni ñas tienen entre sí, armadas con cuchillos o navajas. ¿Los motivos?

Insignificantes, triviales, simulados. En una palabra, intrascendentes,

nacidos del azar, como en los accidentes verdaderos.

Y los motivos pueden ser cualquier cosa, porque las niñas de la

calle no están molestas con algo en particular, sino rebeladas contra el

mismo movimiento del mundo, por una injusticia social tan grande que

las ahoga y les impide explicarse...

Creo que nunca he observado una rebeldía tan soberana y tan rabiosa

como la que impulsa, a manera de un motor insaciable que no da tregua,

a esta niña de catorce años, Marta Cecilia, que será nuestra actriz, un

tanto incontrolable. Esta fuerza tira para todos los lados y traza todas las

direcciones porque es ciega y su enemigo es todo lo que hay alrededor.

Para quien la padece es un poco como estar abandonado al azar de un

“carrito chocón”, o como se dice en la jerga callejera, ser un carroloco

que tarde o temprano se “estrellará”.

Bernardita Correa, la mamá de Marta, pertenece a una familia

cam pesina de Yarumal, que emigró a Medellín hace veinticinco años,

después de la muerte de su padre, Pascual Correa. Ha levantado sola,

en Santo Domingo Savio, a sus tres hijos, que conocen a su papá solo de

oídas. Y para “levantarlos” ha hecho honor a su apellido, educándolos

como a ella la educaron, es decir, castigándolos a punta de correa y palo

corrido.

Todo iba relativamente bien para ella hasta cuando se encontró con

un obstáculo que la venció y le amargó desde entonces la vida: la rebeldía

de su hija, que no logra entender ni resolver como buen acertijo que es.

Esto es para mí también un enigma y una pregunta oscura: propongo

a ustedes tomarla en serio y tratar de resolverla, puesto que por esta

rebeldía insomne y radical muchas niñas y niños terminan separados

de sus familias, inventando “películas” en la calle, como ellos dicen,

donde el director es el azar.

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Marta se fue de la casa hace dos años, para que su mamá aprendiera

a respetarla. No le aguantaba más que atentara todos los días contra su

libertad: libertad de bailar, conseguir novios y trasnochar... También

libertad de estrenar o de ponerse ropa prestada...

Libertades que Marta defiende con un ímpetu justiciero difícil de

descifrar. Antes de irse, le dijo a su mamá estas palabras: “Usted no es

mi mamá, usted es cualquier cucha; despéguela, señora”. Y continuó:

“Usted me tiene que aprender a respetar, y para eso tiene que sufrir,

vieja hijueputa...”.

Y Marta se fue para el centro, a vivir con un grupo de niñas en una

pieza alquilada por 2.000 pesos diarios. Atravesó todos los peligros de

la calle, pero al mismo tiempo ordenó algunas cosas de su vida: tuvo

una pieza organizada, cocinó e hizo reunir plata para un televisor y una

porcelana de adorno que colocaron encima de un chifonié de madera

que ella también había comprado.

A los seis meses su madre encontró la pieza, se la barrió y limpió, e

incluso les hizo sudado de carne y papas a su hija y a sus amigas. Antes

de irse le hizo entender a su hija que volviera, que ella la iba a respetar

en todo lo que quisiera. Que viviera como quisiera, con tal que regresara

a la casa.

Quince días antes de conocernos en esta película, Marta volvió a la

casa con serenidad, triunfante porque había vencido a su madre y le había

enseñado de una vez por todas a respetarla, a no injuriarla, humillarla o

castigarla; le había dado la lección de que ella, su hija, era una persona

que no se podía ultrajar.

Estuvieron juntas en el centro, vendiendo morcilla y empanadas,

reconciliadas y humildes, durante algunos meses; Marta dormía en una

colchoneta con su hermano mayor, de quince años, al pie de la cama de

madera donde dormían su mamá y el hermanito pequeño. Veía televisión

donde el vecino y conversaba con los novios del día hasta las once de la

noche, cuando las calles se vaciaban de curiosos...

Durante estos meses Marta tuvo novios de barrio, bailó en las

he laderías de barrio, fue de paseo con sus amigos hasta la laguna de

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Piedrasblancas y jugó basquetbol en las canchas de La Salle, hasta

cuando alguien (tal vez ella) botó el balón para toda la tarde...

Sin embargo, ahora se dicen muchas cosas de Marta en el barrio:

que se robó una minifalda en un patio vecino, que hirió con una navaja a

su hermano, que se besó con unos muchachos en la calle... Su madre lo

confirma, pero ella lo niega. Por consiguiente, no quiere vivir más con su

madre. Me llama y me dice, seriamente: “Víctor, no me entiendo con mi

mamá; voy a vivir en una pieza en el barrio, que vale 30.000 pesos. Quiero

que usted me apoye. Voy a coger la pieza con Milena, que es aquella amiga

a la que se le fue la mamá de la casa”.

Ambas, Milena y Martica, van a cumplir en los próximos meses

quince años de edad. Están, como decenas de niñas de los barrios

populares, separadas de sus madres y de sus familias por un odio que

no han podido comprender; en resumen, andan en busca de una pieza

que les reafirme la libertad...

Tal vez Marta salga de su casa en los próximos días, duerma de

nuevo en las aceras de la 70,1 y vuelva a refugiarse en el sacol y a ser

aruñada y perseguida...

Todo esto puede suceder si no resolvemos el enigma de su rebeldía.

¿Qué significa?, les pregunto también a ustedes. Hace algunos meses, a

la pregunta constante por su padre, doña Bernardita les contestó a sus

hijos inocentemente que él se había ido a Cali, antes de morir, a trabajar

con el cartel de la ciudad... Este solo indicio bastó para que Marta y su

hermano se sumergieran en el desorden y la rebeldía más completa...

Creo que ellos dos son así por no haber tenido un padre verdadero, sino

solo un padre de oídas. Pienso que Martica y su hermano se han rebelado

radicalmente por tener una ley sin papá.

1 La 70: carrera comercial en Medellín con bares y estaderos a donde la gente acude a enfiestarse.

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La dignidad de Mónica

Conocí a Mónica Rodríguez hace ocho años, es decir, cuando era apenas

una niña que vivía interna donde las hermanas de “Mamá Margarita”.

Allí se destacaba debido a su inteligencia vivaz y a su capacidad para

expresar con palabras las observaciones más sutiles sobre su experiencia

inédita de niña de la calle.

Las mismas hermanas no salían de su asombro: elocuencia y dra-

matismo encarnados en una niña menuda que hacía que el mundo

pareciera divertido. Gracias a ella fue que yo concebí La vendedora de

rosas. Pero el tiempo ha pasado y Mónica ya no tiene ocho años, es una

adolescente de dieciséis años, solo que durante estos días de no vernos

su vida ha dado tantos giros inesperados que, no sabe por qué, ahora es

madre de dos niños.

Aunque no existieran las películas ni ningún medio para grabar

su vida, Mónica es una persona que nos hace volver sobre ideas aban-

donadas. Particularmente sobre el heroísmo en la vida, palabra que alude

a quienes inventan de la nada sus propios caminos, y que han construido,

conversando muy largamente consigo mismas, un criterio y un punto de

vista único de las cosas. Mónica es una adolescente que ha recibido todos

los azotes de la intemperie, pero debajo de su sombrero deshecho y su

pelo mojado, debajo de su cabeza que da vueltas, permanece el criterio

de la heroína. Es decir, la vocecita digna y sin renuncia que morirá con

ella.

Por muchas razones inevitables, Mónica se fue del lado de las

monjas. Al comienzo pidió limosna en la calle y en las plazas de mercado

para alimentar a su mamá y a sus siete hermanos, hasta cuando su cambio

de niña a mujer hizo que los hombres a quienes les solicitaba ayuda la

miraran ahora con malicia y ambigüedad. Se fue también de la casa,

ofendida en su orgullo, porque su mamá creyó que ella coqueteaba con

su padrastro.

Así las cosas, Mónica hizo un balance de sus opciones y concluyó

que, debido a su dignidad, ella no podía seguir pidiendo ni tampoco iba

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a dejarse tocar y “comer” de desconocidos por el dinero que le faltaba

para vivir.

Las niñas que piden o se prostituyen son, en su concepto, personas

“cortas de espíritu”, pobres de iniciativa y sin respeto por sí mismas,

algo muy alejado de su dignidad. Por eso, después de pensarlo durante

días en una pieza de pensión, Mónica decidió convertirse en ladrona de

la calle, en la mejor de todas, puesto que robar es una profesión difícil.

Creo que pocas veces he conocido una adolescente con tanta inte-

ligencia y talento para cualquier cosa como Mónica. Y también, hay

que decirlo, para robar. Los ladrones del centro, veteranos de guerras

mortales e inútiles, a quienes ella mira con el rabillo del ojo, la saludan

desde lejos levantando el pulgar; son ruidosos, mientras ella les responde

débilmente, para no llamar la atención. La razón está en que a Mónica,

La Ratona, todos la respetan y la aprecian por la firmeza de su criterio.

“Eso es lo último que se puede perder”, dice.

Mónica conoce como nadie la compleja profesión de robar, sus

modalidades, sus opciones, sus misterios y sus trucos. Y en ese árbol

lleno de ramificaciones ella ha buscado su lugar, de acuerdo con su

temperamento. Nadie podría resumirlo mejor que ella.

Pero todo lo anterior lo envuelve con un pensamiento más profundo,

que demuestra el alcance de la consciencia de sus actos: ella roba –dice

con franqueza– para mortificarles y dañarles el día a los ricos, para

agriarles el ánimo; o por lo menos para asustarlos con el mismo susto

con que viven los niños de la calle, para que sientan las penas de los que

no tienen nada.

Y es que detrás de la rabia de Mónica hay una enorme amargura, que

se duele y llora por la suerte que les ha tocado a ella, a Mónica, la niña

divertida, a sus hermanos y a su madre la pobrecita: la suerte aplastante

de ser pobres, que emborracha su cabeza con preguntas constantes.

Este talento inagotable que se disuelve en rabia vengativa a través

del atraco, este pesar hondo y lírico que pregunta por el destino de tantas

personas amadas, debería tener, creo yo, un final distinto.

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Mónica Rodríguez era ya una actriz cuando la conocí en el internado

de las hermanas. Tenía ocho años y se subió a un árbol a contestarme

una entrevista. Qué bella imagen, pensé, al ver que me hablaba pasando

de una rama a otra.

Jugando a la existencia

Las vendedoras de rosas escogen sus novios y sus parejas de baile de un

grupo de muchachos adolescentes, de catorce y quince años, que trabajan

en una esquina de la 70 vendiendo cigarrillos de marihuana, y también

de los otros... Su apariencia inocente de niños “bien parecidos”, dista

mucho del cliché del vendedor de drogas. Simpáticos, atractivos por su

gracia infantil, ellos también son niños de la calle, aunque viajen cada

madrugada, como “gallinaciegas”, a dormir en las casas de sus papás

o de sus tíos, donde viven somnolientos, a medias, eclipsados como los

celadores que duermen todo el día.

A las siete de la noche arriban a la esquina, frescos y radiantes como

señoritas, adornados por sus chaquetas americanas que parecen gabanes

de lo holgadas, coronados con elegancia misteriosa –¿son niños bien?;

¿no lo son?– por las cachuchas de moda que aparecen en los comerciales;

solo que ellos convierten la moda a su gracia particular de niños de la

calle, es decir, de niños suspendidos en el tiempo.

Esta esquina, que aparece tan agitada y variable a los ojos del que

cruza y sigue sin parar, es en verdad un lugar bastante confortable y

habitable, es decir, un sitio con carácter. Solo que este carácter es un poco

humorístico: el lugar donde se sientan, cerca de la malla metálica de la

lavandería, lo llaman “la oficina”. A Jaime, un niño espigado de trece

años, que se la pasa excitado bordeando la calle, casi siempre ensacolado,

sin saber adónde ir ni qué hacer, lo han bautizado El Alcalde, lo que les

produce risa incontrolable. Y cuando alguno se sale de cauce, lo cual es

muy frecuente, y perjudica con su conducta la existencia de la plaza de

droga, ellos le hacen una rápida audiencia en “la oficina”, y luego, con

un sentido del humor paródico y violento, lo llevan a la “silla eléctrica”,

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que consiste en una graciosa andanada de pata y coscorrones; después,

el acusado se ve obligado a pedir perdón y opacarse durante la noche.

Todos están vestidos con camiseta y bluyines a la última moda,

costosos y difíciles de adquirir para un ciudadano normal. Modas

estra falarias, exageradas, tal vez de mal gusto, modas estrambóticas de

los desclasados. Ellos usan bluyines 60.000 pesos y camisas de 40.000,

porque están de fiesta cada noche de la 70, iluminados como cuando se

ponen frente a las farolas de los autos, eufóricos de estar tan visibles y

tan libres en la apariencia de la calle.

Pero es una fiesta humorística porque está hecha de las ilusiones de

la noche, no de las del día entero. Uno de ellos, de quince años, moreno

pero de cabello aindiado, es conocido por todos como Chocolatina, y

su apellido es Jet.2 Tiene el mismo pendiente de cristal que porta Mario

Barakus, y he sido testigo de que le brilla intensamente con las luces

de la 70. Dos de sus amigos más cercanos son Elkin, a quien le dicen

Mur doc, también como en Los Magníficos, y Alex, Pesadilla, que se carac-

terizan porque siempre llevan los bluyines caídos sobre las nalgas, en un

humor involuntariamente cantinflesco, que contamina toda la noche.

Elkin, de catorce años, rubio y buen mozo, de habla dulce y ma-

tizada, vive con sus primos en la última pieza de la casa, en seguida de

un patio sin construir que, por su olor, ha estado abandonado desde

hace meses. Chocolatina tiene un papá de treinta y cinco años, albañil,

bien vestido y apuesto como él, que parece más ingenuo que su hijo;

incluso me confesó súbitamente que él no conocía nada de su hijo, que

no sabía cómo era su vida. En otras palabras, Chocolatina no existe

para su padre.

En mi opinión, las noches de estos muchachos son humorísticas

porque ellos se saben profundamente inexistentes, porque saben que la

2 Jet: referencia a la chocolatina Jet, producto muy conocido en Medellín de la empresa Nacional de Chocolates.

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calle en la noche los hace existir de manera transitoria, les da la pompa

de la existencia.

Pero como precisamente la vida en la calle es un poco irreal, es-

tos niños de la 70 se inclinan a experimentar con dicha irrealidad, a

ex tenderla, a llevarla cada vez más lejos, tal vez con la esperanza de

encontrar sosiego en un destino claro de inexistencia.

A cierta hora –¿las diez, las doce?–, dan por terminado el trabajo y

comienzan las verdaderas peripecias de la noche, un excitante camino de

derivaciones manejado por el azar de la calle. Le compran las pastillas

a una señora que vende aguardiente en la cuadra de en seguida, se

reúnen en la penumbra de un jardín, y se advierten mutuamente antes

de tragarlas: “De ahora en adelante no respondo por mí, y no reconozco

a nadie... para que no se me confíen”.

Los finales casi siempre son patéticos, pero los comienzos de estas

aventuras de “borrar el casete”, como ellos dicen con frialdad, cons-

tituyen una especie de parodia humorística: atracan a los conocidos, a

sus mismos amigos de la esquina, y algunas veces atracan incluso a las

mismas vendedoras de rosas, a Marta o a Liliana; la situación es tan am-

bigua que, vista desde afuera, está envuelta en un absurdo humorístico

que los hace reír hasta a ellos mismos... Pero aunque el amigo no lo crea,

y se ría, en ocasiones ellos se ven obligados a herirlo con una navaja, para

que comprenda que el robo va en serio y que tiene que desprenderse de

su plata o sus zapatos...

Hace un mes Chocolatina aprovechó una serenata de mariachis,

cerca de la 70, para robarse un maletín que estaba dentro de una camio-

neta Toyota, con tan mala suerte que fue cogido in fraganti por su dueño.

El hombre sacó una pistola del maletín que Chocolatina había arrojado

debajo del carro, y le disparó repetidas veces, pero el muchacho corrió

de espaldas y las balas se alejaron de él. Entonces apareció Elkin, que

había estado también en la reunión de las pastillas, y con un palo de

escoba se acercó hasta el dueño y lo desarmó de un golpe, y luego lo

amenazó apuntándole con el palo, como si se tratara de un fusil.

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Pero el señor de los mariachis rescató su pistola y volvió a dispararles,

mientras Elkin y Chocolatina huían dando los rodeos de los borrachos,

las curvas indiferentes de los niños que juegan a existir de mentiras.

Cuando llegaron a “la oficina”, se doblaron de risa por el peligro

que habían corrido, sobre todo por el palo de escoba que se había trans-

formado humorísticamente en arma mortal. Pero de pronto Elkin se

sintió débil, la fuerza de sus piernas lo abandonó y se tuvo que sentar

en la acera. Tenía una herida de bala en la espalda, que Chocolatina se

demoró en creer, hasta que una de las niñas, horrorizada, la descubrió.

Recuerdo que leí alguna vez en Vladimir Propp, el estudioso del

cuento maravilloso, que cuando el cuento se llenaba de transformaciones

humorísticas quería decir que antes existieron allí los héroes con sus

heroísmos. En otras palabras, que donde se lee ahora “Peralta le ganó

al diablo con los dados”, decía antes “Peralta venció al dragón”.

Detrás de los niños de la 70, que juegan a la inexistencia como

ejercicio humorístico e irónico, hay –si lo de Propp es verdad– una docena

de héroes infantiles que atraviesan la larga noche de luces tratando de

vencer un dragón. ¿Cuál es este dragón?, me pregunto.

Tal vez el tiempo inútil de los niños de la calle que no tienen lugar

en este mundo.

Víctor Gaviria

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Glosario

Amá: mamá

Añoviejo: muñeco de paja y algodón que se quema a las 12 de la noche

del 31 de diciembre y que representa el año que se acaba

Apá: papá

Arrancar: salirle a alguien con violencia, atacar a alguien

Asado: furioso, con deseo de matar

Azare: susto, miedo

Bandera: persona mal vestida; falso

Banderiar: poner en evidencia, señalar; molestar

Bareto, baretico, baretica: mariguana

Braviar: desafiar

Cacho: cigarrillo de bazuca o mariguana; accidente, susto

Calentó: ponerse peligroso

Camellos: trabajo, ocupación

Campanear: vigilar mientras se comete un acto delictivo

Carechimba: insulto

Carroloco: muchacho que va corriendo sin frenos por la vida hasta que se

estrella

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Caretiar: encarar, enfrentar

Cascar: matar, dar bala o golpes

Charro: cómico, gracioso

Chicharra: colilla de cigarrillo de mariguana

Chichigua: cosa ínfima

Chichipato: gamín; de poco valor; ladrón de esquina

Chimba: bonita, algo que gusta

Chimbada: algo que molesta

Chimbear: molestar

Chiros: prendas de vestir humildes

Chirrete: bazuquero, mariguanero

Chucho: diablo

Chulo: resorte o caucho para cogerse el pelo

Chute: comida

Cocao: cantidad de personas

Cogerlos de quieto: paralizarlos con el miedo

Cositos: cigarrillo de mariguana o bazuco

Credencial: tarjeta que se da de regalo con algún mensaje de amor o amistad

Cruce: negocio, favor, actividad ilícita

Cuca: bueno, bonito

Cucha: madre, anciana

Cucho: padre, anciano

Cuescos: pepos, empastillados

Culebra: enemigo por deuda

Desecho, desechable: persona sin valor, persona de la calle

Despegar: echar

Despéguela: váyase

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Dos dedos: experto en robar billeteras de los bolsillos

El 38: revólver

Embalado: en problemas

Embolatar: engañar

Empelpar: armar bazucos

Engallado: arreglado, adornado

Enrochados: bajo el efecto de pastillas psiquiátricas

Enrumbados: enfiestados

Ensacolarse: drogarse con pegamento

Entrar al bazar, entrar al baile: caer en el engaño de otros

Enviajada: drogada

Estrén: ropa nueva

Estrech: (stretch) tela que estira

Fajar: tener éxito

Fierro: qué nota, bonito; arma de fuego

Finura: valentía, capacidad

Fufa: prostituta

Fufurufas: prostitutas

Gale: pegamento que se usa para drogarse

Galeocho, a: drogado con pegamento

Gancho ciego: el que participa en un negocio sin darse cuenta

Garra: coger a alguien fácilmente, como a un animalito

Goliar: cometer un robo con éxito

Gonorrea: persona despreciable, insulto

Guaro: aguardiente

Gueler: inhalar alucinógenos

Guevón: tonto, bruto

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Guevonada: bobada, tontería

Home: hombre (en el trato de amigos)

Jueputa: insulto

Ley: policía, ejército, autoridades

Liga: propina

Llamar fierro: reclamo que se la hace a una persona cuando se aferra a un

objeto

Lucas, luquitas: dinero, plata; medida del dinero por miles, 30 lucas: 30 mil

pesos.

Man: hombre

Marranada: fácil de engañar

Mecato: vicio, droga

Medallo: medellín (cariñosamente)

Mija: señora de confianza

Moco: alguien despreciable; tener sexo, alude al semen

Montar: molestar o perseguir a alguien

Moño: rama de la mariguana

Muñeco de añoviejo: muerto, cadáver

Muñeco: muerto

No coma de nada: no temerle a nada

Ñero, a: compañero

Papeleto: fastidioso, pegajoso.

Papi, papito: joven apuesto

Parceritas: amigas, compañeras

Parchar: reunirse con alguien en un lugar donde se pasa bien

Parche: sitio en donde se pasa bien; lugar fijo de reunión

Paro: disculpa

Patas: colillas de cigarrillos de mariguana

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Patrón: el que paga los trabajos, amo, señor

Pegarlo: matarlo

Pelado, pelada, pelao, pelaíta: muchacha, sardina

Pepos: adicto a las pastillas psiquiátricas

Picado, picada, picaíta, picao: petulante, orgulloso

Pichurrio: persona despreciable

Pilas: ponerse en estado de alerta, activarse

Pirobo: homosexual, insulto

Pitazo: fumada de cigarrillo o mariguana

Plante: base económica

Plón: fumada

Póngale el ojito: observar algo que se delata a sí mismo

Prendido: achispado por el alcohol

Quebró: mató

Raquetéelo: requisar, esculcar

Recochar: hacer fiesta; burlarse

Roce: dar una vuelta sin objetivo; fumada.

Roche: pastilla psiquiátrica.

Rubinoles: pepas, pastillas psiquiátricas

Rumbiar: (rumbear) salir de fiesta.

Sacol: marca de un pegamento usado para drogarse.

Sacoliar: drogarse con pegamento

Sisas: afirmación

Sube y baja: pegamento que se aspira en una bolsa plástica

Teteritos: senitos pequeños

Tirar: consumir narcóticos

Tirar los carros: coquetear

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Tombo: policía

Torcido: traidor

Trabarse: drogarse

Traído: regalo de navidad; presa fácil de robar o de matar

Tumbar: engañar, matar

Viaje: traba

Visaje: mirada, vigilancia, espionaje

Visajosos: escamoso, preocupado, vigilante

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Los autores

Víctor Gaviria (Medellín, 1955)

Poeta, guionista y director de cine. Ha publicado algunos libros de poesía, entre los que se destacan Los días del olvidadizo (1998) y La mañana del tiempo (2003). Ha dirigido Rodrigo D. No futuro (1990) y La vendedora de rosas (1998), ambas invitadas a la Selección Oficial del Festival de Cine de Cannes en sus respectivos años. Sumas y restas (2005), fue su tercer largometraje.

Carlos Eduardo Henao (Medellín, 1957)

Estudió Artes Plásticas en la Universidad de Antioquia. Guionista y asis-tente de dirección. En sus inicios asistió al director Pepe Sánchez en San Antoñito (1985), a Dunav Kuzmanich en El día de las Mercedes (1986) y Ma­riposas (1987). Coguionista de Simón el mago, serie para tV (1991), Sumas y restas (2000) y La sangre y la lluvia (2009). Algunas de las películas que cuentan con su asesoría en el guión, son: Los colores de la montaña, El vuelco del cangrejo, Yo soy otro, Lecciones para un beso, y La Playa D.C. Participó en la creación de la Asociación Nacional de Guionistas Colombianos; en la fundación de la Corporación Cinefilia, de la cual es director académico; y en la Corporación Festival de Cine y Video de Santa Fe de Antioquia.

Diana Ospina (Medellín, 1963)

Magíster en Literatura Colombiana y Especialista en Dramaturgia de la Uni versidad de Antioquia. Docente universitaria. Ha publicado cuentos en revistas y antologías. Vicepresidenta de la Asociación de Guionistas Colombianos, Los guionistas cuentan. Ganadora de la Beca a la Creación Ar tística y Cultural Medellín, para la escritura de la novela El sueño de la luna (2012). Ganadora de la Beca de Creación del Municipio de Medellín para la escritura del guión para largometraje Las llaves del periódico (2010). Guionista y realizadora de documental y argumental.

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Este libro se terminó de imprimir en Cargraphics,

para el Fondo Editorial Universidad EAFITMedellín, noviembre de 2012

Fuente: Calisto MT Regular, Calisto MT italic