la sonata magica - jose vasconcelos

546

Upload: danielbailon

Post on 30-Jan-2016

322 views

Category:

Documents


55 download

DESCRIPTION

Recopilación de cuentos.

TRANSCRIPT

Page 1: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos
Page 2: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

La producción literaria deVasconcelos es abundante: escribióensayos sobre política, educación,filosofía, ética, estética, etc., perotambién incursionó en los génerosdel cuento y la novela. En suscuentos, la narración, sobria yefectiva, se mueve al mismo tiempoen los planos de la realidad y lafantasía.

Abogado, político, escritor,educador, funcionario público yfilósofo mexicano, José VasconcelosCalderón escribió ensayos ytratados a lo largo de su vida, los

Page 3: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

cuales dan cuenta de supensamiento, que cambió yevolucionó desde un espírituidealista a uno tortuoso, perosiempre dotado de una luminosidadcomo lo atestiguan sus obras.

Page 4: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

José Vasconcelos

La sonatamágica

Cuentos y relatos

ePub r1.0IbnKhaldun 30.12.14

Page 5: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

Título original: La sonata mágicaJosé Vasconcelos, 1950

Editor digital: IbnKhaldunePub base r1.2

Page 6: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

Prólogo

Poco conocida es la personalidad delautor como cuentista. El eminente críticomexicano don Antonio Castro Leal,comentador de la obra filosófica de JoséVasconcelos, contenida en libros comosu Metafísica, su Ética y su Estética,dice:

«Pero este filósofo tiene también sulugar, y muy importante, en la historia delas letras mexicanas. En el presentevolumen nos hemos limitado apresentarlo como escritor. Y aunquepara esto hubieran podido servirtambién sus obras filosóficas, no hemos

Page 7: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

querido acudir a ellas, primero, porquela abundante producción literaria deVasconcelos lo hace innecesario, y,después, por no dar de su pensamientouna idea demasiado esquemática yfragmentaria.

»Ha escrito ensayos, visiones deciudades y paisajes, una fantasíadramática, cuentos y novelas (llamemosasí a su autobiografía). No hay librosuyo en el que no haya páginas dignas deperdurar. Ensayista excelente,engrandece el tema que tratamultiplicando esos puntos en que sefunden y fecundan entre sí emocionespropias e ideas originales. Por más queprefiera la imponente arquitectura del

Page 8: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

tratado, es indudable que la libremodulación del ensayo ofrece a sutemperamento de inspirado una formamás adecuada de expresión. En lasvisiones de ciudades y paisajes su estilose enriquece evocando con tal arteambientes y perspectivas, que su lecturanos deja la impresión de que revivimosnuestros propios recuerdos. En suscuentos, la narración, sobria y efectiva,se mueve al mismo tiempo en los planosde la realidad y la fantasía, dejando alespíritu la mayor parte: mundo deRuysdael en que la angosta faja de latierra sostiene un cielo inmenso».

Page 9: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

El gallo giro

Hacía dos años que el doctor estabapreso. Una denuncia que lo señalabacomo desafecto al régimen habíabastado para que, sin más trámite, se leinternase indefinidamente en la Rotunda.Allí hacía la vida, bien conocida, delreo político: incomodidades insufribles;de cuando en cuando, grillos, y muertecivil, soledad, abandono de casi todoslos amigos.

Desde el jefe de la prisión,personaje importante, hasta el celador,criminal del orden común, todosexplotan al prisionero en desgracia.

Page 10: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

Pero el doctor comenzaba a tener suerte:lo olvidaban, y se las había arreglado, apoco costo, con su reo de homicidio,entre guardián auxiliar y sirviente. Elhomicida cumplía las faenas menudas:lavar el piso de la celda, calentar elcafé.

Cierta vez, el doctor le preguntó:—Bueno y tú, ¿por qué mataste?—¡Ah!, no, doctor —respondió—.

Yo todavía no he matado a nadie… Ya,ya le explicaré por qué estoy aquí.

Pasaron varias semanas. Elhomicida se mostraba pacífico; se dabaa respetar, no obstante que no secongraciaba según el expedientesocorrido de los malos tratamientos y

Page 11: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

espionaje de los políticos… Un día enque se hallaron solos, el doctor insistió:

—¿Y por qué estás aquí?El homicida repuso:—Verá, doctor, a usted sí se lo voy a

contar… Yo tenía un tendajo en SantaRosa, alguna plata, mujer y un gallito…¡Ah, doctor, qué gallo fino!… Nunca lohabían vencido… Gallo giro, de raza,donde ponía el pico clavaba… Ya no seatrevían a desafiármelo en el pueblo…Hasta que llegó el nuevo jefe civil, elcoronel… Se anunció una gran pelea ensu honor. Me aconsejaron que llevara migallo; el coronel llevó el suyo… ¡No eramal gallo, señor!… Cuando loenfrentaron con el mío, el choque fue

Page 12: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

violento. De un picotazo, el gallo delcoronel le sacó un ojo al mío…; yomismo me creía perdido; pero entoncesreveló mi giro toda su casta: erecto,corajudo, sin retroceder un paso,aguardó la nueva embestida y ¡zas!,como lo hiciera siempre, desgarró elenemigo en la nuca y lo mató… Mi galloquedó herido y sangrando, pero no habíarazón para que declararan el empate…Yo me salí con mi gallo bajo el brazo, ylos amenacé con el puño; la ira mecegaba; pero no les eché más quepalabras.

Pocos días después meaprehendieron: me acusaban de querermatar al jefe civil… Entonces no lo

Page 13: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

había pensado, doctor…, y aquí estoydesde hace años; pero todavía no hematado a nadie, doctor.

Transcurrieron varios meses. Elseñalado como reo de homicidio seguíatranquilo, servicial; los demás presos loestimaban. Un día, inesperadamente,llegó la gracia. El carcelero gritó:

—De orden superior, el reo MatíasCifuentes queda en libertad.

Lo mismo que cuando loencarcelaron, ahora lo libertaban; nadamás que porque sí, de orden de laautoridad. Después de tres años decárcel, sin proceso, sin audiencia, ahoraen libertad… Los presos rodearon alcompañero que se despedía.

Page 14: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

—Déjame tu estera —dijo uno—;dámela…

—No te la doy —respondiógravemente Matías—: te la empresto…

Otro se acercó a pedir el jarro:—Dámelo.—No te lo doy: te lo empresto —

insistió Matías.Todos bromeaban mientras que se

consumaba la distribución de losutensilios del encarcelado: miseria sinhalo de renunciamiento; ruindadagobiadora, menos que el haber de unparia y sin la alegría del sol.

Matías se despidió del doctor.—Bueno —le dijo este último—, te

felicito. ¡Quién sabe cuándo volveremos

Page 15: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

a vernos!…Matías se acercó al oído del doctor

y le dijo quedo:—Nos volveremos a ver muy pronto,

doctor.

* * *

Entretanto, en el pueblo todos habíanolvidado a Matías, incluso la mujer, que,al sentirse abandonada, indefensa, cedióa las intimaciones del jefe civil. Elpequeño comercio lo hizo rematar laautoridad. Desde antes de que Matíasllegara al pueblo, unos conocidos leinformaron de que su ex cónyuge tenía

Page 16: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

ahora dos hijos del jefe civil… Matíasrecordó a su gallo: su gallo giro, sucasa, su mujer… Matías trató desonreír… No dijo nada. Las largascavilaciones del presidio le habíanenseñado a reprimirse y a disimular.

Con el dinero ahorrado en la cárcel,Matías compró ropa nueva: comprótambién un puñal. Se vistió la ropa, seapretó la faja, y dentro de la fajaescondió el acero.

Camino de los pueblos se fuerondando: se acercaba con cautela: llegópor fin a Santa Rosa, hospedóse dondeun compadre, y poco se daba a ver. Pagópor adelantado una mesada. La mayorparte del día se quedaba en cama.

Page 17: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

Malestar, restos de fiebres contraídas enla presión, explicaba a los pocos quesolían verlo. De cuando en cuandopaseaba por las calles, aparentementedespreocupado, casi afable con losvecinos. Cuando se acercaba a losgrupos, oía las conversaciones yhablaba apenas. Parecía tener olvidadatoda su vida anterior. A veces invitaba abeber, pagaba, bebía; pero se iba sinembriagarse.

Dos o tres veces miró a distancia aljefe civil, que pareció no advertirlo. Eragrueso, alto y de porte insolente. Tantemido se sabía de todo el pueblo que nisiquiera se hacía acompañar de unayudante. Andaba solo, pegando en la

Page 18: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

bota con el látigo; no se dignaba saludar,sino cuando quería zaherir…

—A ver tú, hijo de un tal…, o ¿quéanda haciendo este tal por aquí?… A mínadie me hace tarugo… No hay másDios que mi general…

Acostumbraba a vencer por el abusode fuerza; habituado a la fácil sumisiónde todos los que se le acercaban, suarrogancia habría sido completa a no serpor los signos ostensibles de otroproceso, el proceso inverso de suarrogancia: su disposición servil paracon los superiores. La bestia sumisareaparecía en él apenas recordaba laspenosas escenas de su trato con los dearriba; con pavor imaginaba la

Page 19: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

posibilidad de que llegara adisgustársele el general; se sentíaescupido, vejado… y, en desquite,ofendía a los que miraba.

Por aquellos días, sin embargo, eljefe andaba casi dichoso. Últimamentele habían recomendado, citándolo comomodelo de gobernador, en cierta ordendel día. Además, los negociosprosperaban. Una a una, y a imitacióndel general, él también había idoadquiriendo las fincas que le gustaron delas cercanías. El precio lo ponía él…«La gente es inclinada a abusar, y si unose deja…» Nada de eso; ya se sabe quesi el dueño resiste se le suben lascontribuciones, se le acusa de desafecto

Page 20: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

al régimen, hasta que se llega a unprecio razonable… ¡Qué penitentes erantodos aquellos campesinos rudos yleguleyos cobardes!… Todos, sólo elgeneral…, mi general… ¡Ése sí eshombre!…

* * *

Un día que el jefe paseaba distraído,empeñado el corto ingenio endesenredar ciertas cuentas elementales,se fue por una de esas calles estrechas,sin salida, que los caprichos de laconstrucción suelen olvidar. Y al darsecuenta de su desvío sintió que lo

Page 21: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

seguían. Un hombre extraño, vestido denegro, avanzaba por la entrada delcallejón. Al principio no lo reconoció.En rigor, después de una serie deatropellados sin nombre, no se acordabaya casi de aquel Matías del gallo… y dela mujer.

El hombre que ahora venía hacia élparecía tranquilo; sin embargo,avanzaba con un paso desusado enaquellos contornos… Al acercársele,vio que el hombre sonreía; pero él noestaba acostumbrado a que nadie sesonriera en su presencia, einstintivamente levantó en alto el látigo.Al punto, el otro sacó un puñal… Eljefe, bruscamente avisado, echó mano a

Page 22: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

la pistola y tiró a matar…; pero le habíatemblado la mano y disparó sin tino. Deun salto, el desconocido llegó hasta eljefe, lo sujetó del cuello y, mirándolofijamente a los ojos, dijo:

—Mi gallo, mi gallo giro.La mano izquierda sujetaba y

sacudía; la otra mano buscó la nuca yenterró el puñal. «Igual que mi gallo» —pensó Matías…

* * *

En la cárcel de la Rotunda, los presos sedisputaban el primer encuentro con elrecién llegado. Sobre el chaleco negro

Page 23: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

ostentaba Matías una leontinasobredorada. Al principio no loreconocían; por fin, uno dijo:

—¡Si es Matías!—Sí —repusto éste—. A ver mi

estera, mis cachorros, que ahora mevengo a quedar…

Luego, como viera aparte al doctor,se acercó y le dijo:

—Ahora, sí, doctor: ya maté.

Page 24: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

El fusilado

(Cuento mexicano)

¡Cuánto tiempo llevábamos a caballo!¡Al principio éramos un ejército; ahorasumábamos unos cuantos! Quieneshabían muerto en los combates: otrosquedaron prisioneros o dispersos, y losmás, en seguida de los descalabros,desertaron al abrigo de la noche,abandonando equipo, armas y uniforme,para confundirse con los pacíficos…

Bajábamos la sierra: en la mañana

Page 25: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

clara, el temblor del ambiente suscitabadeseos de cantar. El camino seguía unestrecho cañón a la mitad del imponenteacantilado. Del fondo subía el rumor deuna corriente deshecha en espuma entrepeñascos. Por la falda de los montessubían los follajes, anegándonos defrescura, embriagándonos con el aromaintenso de las retamas… El corte sube ybaja, y las bestias avanzan resoplando;por fin alcanzamos la altura; el caminose ensancha, se aparta de la cañada, y elcielo se abre inmenso, luminoso. A pocoandar nos internamos en un bosque.Cuesta trabajo adelantar, porque lasramas se entrecruzan; pero en los claros¡qué hermosa es la luz!, ¡qué grata la

Page 26: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

frondosidad de los árboles y cómotonifica el olor de las resinas! Se sientebello el vivir.

Súbitamente resuena un gritohumano; casi simultáneamente, unadescarga de fusilería; los caballos seencabritan; instantáneamente se propagala confusión. No podemos ver adistancia, pero escuchamos tiros y votosextrañas; alguien exige imperioso larendición oímos súplicas patéticas «Notire», «No me mate». Queremosembestir y nos cierra el paso un grupoenemigo… Recuerdo las bocas oscurasde las pistolas apuntadas a quemarropa.Nos entregamos; se nos desarma, y,después de breve deliberación, se

Page 27: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

reanuda la marcha… Los vencidos, pordelante. Avanzábamos atontados,incapaces todavía de reflexión;únicamente recuerdo que yo repetíamentalmente: emboscada, emboscada,palabra que viene de bosque, así es unaemboscada.

* * *

Al principio no queríamos resignarnos;secretamente nos aferrábamos a lailusión de que sobrevendría algoimprevisto, o de que, haciendo unesfuerzo, toda la horrible y sencillaocasión se desvanecería como un mal

Page 28: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

sueño; pero un dolor físico, clavadofuertemente en el corazón, nos obligabaa confesar nuestra desgracia; de adentrode nuestras conciencias salía una nubegris que empañaba la luz del sol y lahermosura del campo… De sobraconocíamos la práctica brutal deejecutar a ios prisioneros; la reserva denuestros capturadores era suficienteaviso… Mientras duraba la marcha, miimaginación estuvo trabajando conrapidez y profundidad que no me habíaconocido antes… Íbamos a ser víctimasde una repugnante injusticia, y, sinembargo, no me preocupaba el momentopróximo, sino la totalidad de mi vidaanterior. Los hombres me parecían

Page 29: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

irresponsables, y todos los sucesos, untejido absurdo y cruel donde lo úniconatural e inevitable es morir… Largosería contar lo que pensé… Al caer latarde, las sombras de aquel últimocrepúsculo se me metían en el pecho;sentí frío y desaliento… De nocontenerme la voluntad, me habríapuesto a llorar y suplicar por mi vida,según vi hacerlo a algunos prisionerosnuestros, que supusieron que éramostambién unos desalmados… No meresignaba a morir; pensaba en eldesamparo de los míos y en tantas cosasque tenía proyectadas… El botín que mearrebataban, aquella hermosa, micompañera de los días felices, ¡qué

Page 30: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

importaba!; ya la sentía yo, un pocoatrás de mí, llena de aplomo,conversando con el capitán enemigo;pronto se las arreglaría la perra parasalvarse; volvería al fausto de lasciudades, a despertar la codicia en todoslos ojos… De todas maneras, tarde otemprano, así había de ser; el valientelas toma y las deja sin reproche. Pero laotra, la que me lloraría, y los pequeñoshuérfanos…, huérfanos, ¡horriblepalabra!, ¡y peor aún el gesto de piedadque la acompaña!… Y me sacudió estaidea: «Si yo mostraba abatimiento, esodejaría una huella de debilidad en elalma de mis hijos; en cambio, si memantenía firme, si los entregaba,

Page 31: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

confiado en Dios, único repartidor defortunas y penas, entonces ellos tambiénadquirirían un temple altivo… La muertede su padre no sería una escenalacrimosa…: iba yo a legarles un moldealtanero donde podrían ensayar susalmas…». ¡Y me erguí en los estribos!… Frecuentemente me había ocurridosalir de las situaciones apuradasimaginando una actitud de audacia —cuando sufrimos un gran bochorno,anhelamos correr, arrogantemente, agalope de caballo—; así las penas y lassituaciones dolorosas se alivian, alinstante, si nos las representamos enpanorama, si mentalmente laincorporamos a la estatuaria…

Page 32: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

Inmediatamente me entristeció pensar enlo bueno que hubiera sido dejar escritaaquella teoría; pero, reflexionando, medije que tal aflicción mía no era sino unpretexto para rehusar la muerte, pues niaquella teoría ni la más original de lasteorías se pierde porque un hombremuera; otros la pensarán, tarde otemprano, y todas aquellas existen,independientemente del azar de quealguien las descubra o se dedique aescribirlas… Otra bella teoría perdida,pero perdida para mi gloria personal, nopara la riqueza del mundo. Meditandoasí, me puse risueño, pero sin ironía:siempre desdeñé a los ironistas.

Page 33: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

* * *

Una gran luna amarillenta se habíalevantado por el cielo crepuscular yahora iluminaba el campo. A distanciacomenzó a divisarse un caserío… Eljefe mandó hacer alto, cruzó algunaspalabras con sus inferiores y en seguidanos dividieron en dos grupos. Seis más yyo, que era el jefe vencido, recibimosorden de permanecer allí. Todoscomprendimos; se sintió pasar unescalofrío general, que a nosotros se nosdisolvió en el cuerpo y nos entumeciólos miembros. Los demás comenzaron adesfilar; yo me mostraba indiferente, a

Page 34: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

fin de dar consuelo a los compañeros,que se despedían cabizbajos… Sinembargo, no me atreví a buscar lamirada de mi amiga; con esa rápidapenetración que se posee en los últimosinstantes, me la representé ganándoseamores nuevos… Se fue con su miradadura de los últimos días, la que leobservé desde que se inició el fracaso;pero no obtuvo la satisfacción cruel decompadecerme… ¡Recuerdo su siluetavoluptuosa, bañada de luna! Largo ratola miré, y al recordar a la esclava desólo unas semanas antes, me llené derabia y la injurié bellacamente; perocomo ella iba ya a distancia en que nopodía escucharme, y nadie la quería en

Page 35: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

la tropa, todos soltaron la risa, y yo,contagiado, me reí también y recobré lacalma.

No me quedaba odio en el pecho;nadie lo tiene cuando va a morir; todo locontrario: la conciencia rebosa energía.Cierto que los miembros flaquean pormiedo del dolor físico, pero el ánimo sepone alerta. La vida entera, rápidamenterecordada, parece un incidente de uncamino muy largo. Comienza a borrarsela noción del tiempo a un grado que lomás reciente se confunde con lossucesos remotos, y viceversa. Mejordicho: todo aparece renovado yluminoso; la misma idea de la muertenos revela aspectos piadosos de

Page 36: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

redención. Y parece que todo nuestro serimplora: «Señor, recíbenos en tu seno,perdónanos el haber vivido, ycondúcenos, líbranos pronto de todoesto…».

En un momento quedamos alineados;nadie hablaba, pero sentíamos conprecisión rara todos los movimientos denuestros ejecutores. El sonido metálicoy unísono de la preparación de los riflesnos causó un fuerte estremecimiento;pero no intentamos huir: todo sucedíamuy de prisa. Como en un delirio vimosque nos apuntaron los rifles, salió elfogonazo y un violento golpe de costadonos derribó en tierra… Desde entoncesya no supe lo que fue de mis

Page 37: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

compañeros; recuerdo haber visto micuerpo destrozado y contrahecho por lascontorsiones de los últimos instantes;pero me aparté de él sin amargura,contemplándolo casi con disgusto, igual,ni más ni menos, que cuando se desechaun traje usado. Entré en seguida en unperiodo de somnolencia, durante el cualme daba cuenta perfecta de quesubsistía, aunque de una manera extraña,sin apoyo en ningún elemento. Pocotiempo después recuerdo haber pasado,a la hora del crepúsculo, por una callede la ciudad donde fui relativamentefamoso, y esto lo digo sin vanidad, tansólo para explicar la conversación queescuché: «Pobre Fulano —aquí mi

Page 38: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

nombre—, lo mataron; después de todo,no era malo, sino excesivamentedíscolo…, por aquí viven sus hijos…».Ni siquiera me ocupé de ver quién era elque hablaba, ni qué más decía: ¡desdeacá se ven tan efímeras las cosas delmundo que no inspiran el menor interés!La mención de mis hijos me puso apensar y advertí que no experimentabaaquella honda y casi dolorosa ternuraque únicamente los padres conocen; enseguida me lo expliqué: yo no tenía yacorazón, y el dolor depende de que éste,mal hecho, se tuerce con la pena; encambio, el espíritu puro tan sólo conocela alegría. Sin embargo, en aquellosinstantes yo no estaba para problemas:

Page 39: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

me dedicaba por entero a adaptarme ami nuevo estado; sin exageración, puedocalificarlo de delicioso; mis poderesmateriales o, más bien dicho,locomotores, se habían centuplicado; enmí ya no regía la ley newtoniana de lapesantez; podía ir y venir a mi antojo, nosólo en el espacio, sino también en eltiempo: vagaba por los aires y loscampos; no me interesaba el bulliciopequeño de las ciudades; me sentíahecho como de luz de halo; rozabaligeramente con el aire al avanzar, y estome producía un goce delicadísimo,semejante a la impresión de ver correrel agua, o a laque produce la flecha queseñala la trayectoria de una fuerza en los

Page 40: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

diseños de los libros de mecánica. Asíentraba y penetraba en el mundo, sinperder mi unidad… Desde el principiosentí ganas de presentarme en la tierrapara informar a los hombres de labeatitud que aquí alcanzan los blandosde corazón, porque pueden penetrar eluniverso, en tanto que las almas duras sedesmoronan como lodo seco y podrido,se confunden con el humus terrestre.Necesitan pasar a la fragua de losvolcanes, a la prueba del fuego, paratornar a convertirse, primero, en gas, y,después, en aliento de vida… De aquí,justamente, procede el mito de losinfiernos. En realidad, sucede que laconciencia perversa tarda millares de

Page 41: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

años para volver al estado humano,donde podrá intentar, una vez más, suliberación… En cambio, los buenos,como ya lo he dicho, se ligan con lasfuerzas superiores e intervienen en laobra del universo. Ya lo sé, misrevelaciones serán inútiles; la ley es quecada quien sea el autor de su propiasalvación…

Sin ejercitar los sentidos corpóreos,puesto que ya no tenía yo cuerpo, todo lopercibía y entendía directamente con lainteligencia; sin embargo, me quedabaun extraordinario desarrollo del tacto,ese tacto nervioso, que quizá es la basede todos los sentidos corpóreos, algocomo la sensibilidad que imaginamos en

Page 42: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

la corriente eléctrica… Me dabantentaciones de usar este poder a fin decomunicarme con los hombres; pero,aparte de las dificultades deprocedimiento, ¡es tan difícil hacercomprender ciertas cosas a los quetodavía están metidos en cuerpos!…Veía, por ejemplo, las mesas de losespiritistas, tartamudeantes, obtusas,ridículas; ¡no es posible rebajarse ausarlas! Pasaba en seguida a ejercitarcontactos sobre la membrana cerebralde los mediums en las sesionesmedianímicas; pero apenas se ponían ahablar, lanzaban tal cúmulo deincoherencias y dislates que me alejaba,disgustado de la máquina humana como

Page 43: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

medio de expresión… En fin, para todoslos que se preocupan de estos asuntostengo un consejo: no busquen la verdadni en las pruebas físicas, ni en elbalbuceo de los mediums, ni con ningúnprocedimiento anormal; búsquenla en lainspiración del genio y en el secreto delos sueños… Desde que estaba en elmundo, yo había concebido escribir unlibro intitulado Las hipótesis del sueño,y aquí he venido a confirmar plenamentemis atisbos: el misterio se ilumina en lossueños…

Ahora me encuentro atareadísimo enla más interesante de las ocupaciones.¿Cómo lo diré? Parece que rozo con laeternidad; el pasado se me va

Page 44: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

apareciendo tal como fue, vivo yhermoso; en seguida me prolongo enotro sentido, y veo el porvenir, igual nimás ni menos que cuando ejercitamos lamemoria para recordar, sólo que aquílos hechos recordados se nos presentanintangibles, aunque realísimos, muchomás reales que en la evanescenterealidad terrestre. Lo mejor de todasnuestras emociones, extendido a lo largode una vía luminosa e infinita. ¡Allí seencuentra lo sublime de todos lostiempos! Me diréis que también está allílo monstruoso, puesto que toda acciónqueda fotografiada para siempre en elpanorama sin términos, sí, pero nadie lomira; como no hay quien lo ame, nadie

Page 45: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

lo evoca, y jamás resucita, se confundecon la nada. En cambio, lo hermoso y lonoble reviven sin cesar. Y aquel miapasionamiento excesivo que en elmundo me causaba martirios, y lacensura de las gentes, aquí transformadoen afán inmenso, me sirve para abarcarmás eternidad… Al ir descubriendoestos prodigios comprendí que noandaba muy descaminado en el mundocuando sostenía conmigo mismo la tesisde la conducta como parte de laestatuaria; es decir, resuelta, grande, demanera que pueda representarse enbloques; acción que merezca laeternidad. Porque lo ruin y lo mediocreno subsisten; el asco o la indiferencia

Page 46: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

los matan.Antes de ir más lejos he querido

dejar consignados estos avisos. Ya queen vida no pude escribir tantas teoríascomo se me confundían en la mente, mecomplazco en reparar la pérdida de unascuantas vanidades con el lampo deverdad que dejo apuntado. Los eternosincrédulos alzarán los hombrosdiciendo: ¡Bah!, otra fantasía; peropronto, demasiado pronto, verán quetengo razón. Descubrirán, como hedescubierto yo, que aquí no rigen lasleyes corrientes, sino la ley estética, laley de la más elevada fantasía.

Page 47: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

Es mejor fondearlos

Aquella noche se había acentuado suangustia; llevaba ya más de un mes deprisión; un mes en que no había habladocon nadie; ni había visto la clara luz delsol, ni el brillo ardoroso de lasestrellas. Un mes de soledad y dereflexiones profundas, durante el cualhabía hecho el repaso de su vida, cortatodavía, pues no pasaba de treinta años,y sin embargo, ya había penetrado larazón de todas las cosas y se habíaconvencido de la inutilidad de todoesfuerzo, en pueblos estúpidos, que nilogran ni quieren sacudir la tiranía de un

Page 48: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

haz de malvados. ¿Para qué habíavenido al mundo? Sólo para caer en ellazo de un amor que deja detrás de sí alos hijos, como si la impotencia propiafuese una herencia maldita que esmenester traspasar sin término, de una aotra generación de condenados. Habersido lo bastante inconsciente paraprestarse a engendrar un hijo, ése era elúnico remordimiento penoso que logródescubrirse en el recuento prolongadoque, en más de una hora de tedio, hizode sus acciones. Todo lo demás leimportaba de una manera secundaria.¿Su libertad? Bien podía perderla parasiempre y podrirse en aquella inmundacelda, que, al fin y al cabo, él ya había

Page 49: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

arrebatado a la vida su secreto y sabíadespreciarla en todos sus aspectos. Suscompañeros de lucha acaso padecían,como él padecía, en aquellos mismosinstantes. Algunos de ellos seríanasesinados; otros, más dichosos, iríanpor otras tierras a claudicar o a volver acaer en presidio. ¿Y el ideal social, laredención del humilde, el castigo de lainjusticia? Todo esto se hace pedazosentre las risotadas de la soldadesca…¡Si solamente pudiese salir a dar unpaseo por la playa en esta noche, queafuera se adivinaba espléndida!Respirar libremente y andar, caminar enun solo sentido y sin reposo, sin volvernunca el rostro, hasta que se acabe la

Page 50: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

tierra. Un ruido de pasos en la oscuracrujía lo hizo poner atención en sualrededor; se extrañó de que a taleshoras anduviesen por allí guardianes;pero había sido tanta su soledad que lealegró la simple presencia de gentes; noimportaba que fuesen verdugos, al fineran hombres.

Los policías llegaron hasta la rejaestrecha del calabozo y, sin decir unapalabra, abrieron la puerta, entraron yamarraron por los codos al preso. Enseguida, uno dijo: «A la Prefectura». Ysalieron de la cárcel, atravesaronrápidamente las calles desiertas, aunquebien alumbradas; pasaron por el palaciode la Prefectura, pero no se de tuvieron

Page 51: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

allí; siguieron en dirección del puerto,por las callejuelas sombrías que huelena yodo y a pez. Llegaron al muelle, y dela oscuridad de las ondas surgió unabarca negruzca; los hombres empujaronal preso, obligándolo a sentarse enmedio de dos vigilantes; a pesar de queiba atado y estaba solo, se le tratabacomo si fuese capaz de golpear a susconductores. No dejaba de halagarleesta desconfianza al detenido, quepensó: me embarcan para deportarme;en seguida me depositarán en algúnvapor que salga mañana para elextranjero.

Los remadores comenzaron a bogar,internáronse en el mar misterioso, hecho

Page 52: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

como de doble sombra: la del viento enla oscuridad y la del agua en el abismo.El cielo estaba más bien nublado y, sinembargo, de trecho en trecho lucíanvastas praderas de astros que invitabanal alma del preso a volar hacia arriba,lejos de los hombres, que son máscrueles que el tigre. El chasquidorítmico de los remos pegando en el agualevantaba de cuando en cuando burbujasde una luminosidad confusa; de sucompás monótono parecía que iba abrotar una canción. El prisionerocomenzó a sentir gratitud por aquelpaseo nocturno. Hubiera deseado que ledesligaran las manos y estuvo a punto depedir esa merced, pero lo contuvo el

Page 53: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

orgullo. La fantasía, que, ésa sí, sesuelta sin permiso ajeno, lo empezó aconsolar, lo colmó de una ternura dulcey triste. Recordaba sus placeres fugacesde otros tiempos; se sentía joven y fuertey estaba seguro de que la dicha habríade retornar; más que retorno, seríaadvenimiento, porque nunca la habíasentido plena. Ahora soñaba correr porel ancho mundo, libre y poderoso,amparando con su fuerza a los suyos yrepartiendo todavía entre los extraños uncaudal entero de dones. Lo de aquellosinstantes no era otra cosa que elmomento duro de la prueba. ¿Quién nopadece su noche de los Olivos en lavíspera del triunfo o la víspera del

Page 54: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

sacrificio, pues también el sacrificionoble constituye un espléndido triunfo?Había que, tener fe; por allí, sobre unade las masas negras de los montes de lacosta, se miraba algo suavementeluminoso; acaso era la presencia deCristo en persona, que todavía sigueorando por los desventurados y llega aprestarles compañía en la hora de laangustia suprema. Él está allí —pensó—, y nosotros lo tenemos tan olvidado,en estas luchas modernas, sólo porquepredicó la dulzura y condenó laviolencia, en tanto que nosotros máscreemos en la áspera revancha. ¿Quiéntendrá la razón? ¿Acaso no lleva Él dosmil años de esperar en vano y de

Page 55: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

predicar sin éxito? Sin embargo, elcorazón del preso se llenó de placidezconfiada, rebosó ternura; se puso en eseestado en que el dolor se nos tornavoluptuoso y parece que busca unamelodía musical donde mecerse paratransmutarse en canto. Después de todo—se dijo—, quizá es el tiempo. Cristono pudo aconsejar el derrocamiento delCésar porque su gente estaba inerme yera tan ignorante que la rebelión sólohubiera causado víctimas; pero ahora talvez ya era el pueblo bastante fuerte parasacar a los estancieros de sus feudos ypara traerlos, con uno que otro general,a dar un paseo nocturno por las olas.Bien amarrados para que después

Page 56: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

pudiesen apreciar el júbilo de lalibertad y, en consecuencia, no volvierana atormentar a sus semejantes. Ya eratiempo de organizar el trabajo, de suerteque lejos de acarrear la esclavitud,trajese consigo la abundancia y elespíritu de fraternidad. Sin duda, eramenester un poco de violencia paraallanar el camino a la obra de Cristo.No se arrepentía de sus convicciones nide las fuertes palabras que estampó enaquel diario destruido con saña por losesbirros. No le dolía tampoco susacrificio; pronto vendría la dicha detodos, fundada en el bien.

Perdido en su honda cavilación, nosentía el frío de la noche, que le había

Page 57: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

entumecido y vuelto casi insensibles losmiembros; casi no advirtió el instante enque los agentes del gobierno leamarraron a los pies un gran peso. Y asíque lo sujetaron, y levantándolo entretodos, lo echaron al agua, sólo sintió esaimpresión de un sueño que concluye enpesadilla terrible y que, sin embargo, noimporta mucho, porque estamos segurosde que el dolor se desvanecerá aldespertar…

La barca se ladeó violentamente alser arrojado el cuerpo, que desaparecióen la sombra sin dejar huella. Loshombres, volviendo los rostros, sesentaron en sus puestos; viró la lancha, yuno de los guardianes gritó a los bogas:

Page 58: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

«Al muelle». A distancia, envuelto enlos fulgores tranquilos de su red delámparas eléctricas, Valparaíso dormía.

* * *

—Ejto no ejtá bien, ejto no ejtá bien —decía el procer chileno, apartando unresiduo de copa espumosa; en laelegante soirée de la capital azteca—.No ejtán bien esos fusilamientos deaquí, hajen mucho escándalo, ej mejófondealos, pa que vea; ejo podían hacerujtedes; ¿que cómo? Verá, hombre, seagarra un carancho de ejtos y se lemanda pa Veracruz; por la noche se le

Page 59: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

mete en un equife, y mar adentro se lebota al agua con su bola en loj piej… Sí,señó, no quea nada: una espumita —yjuntando y moviendo los dedos de lamano derecha imitaba el reventar de lasburbujas del agua, y repetía—: «Ej mejófondealos». Todos los oyentes rieroncon risa estrepitosa y malsana, y un hijode Huitzilopochtli, el dios sanguinario,sintiéndose esteta, afirmó: «Bien; peroeso suprime el espectáculo; nosotrossolemos hacer fusilamientos con música,así como lo oye, a las tres de la tarde,con banda militar, procesión de curiososy público de toros detrás delajusticiado. Somos un pueblo deartistas…». Mientras, los más ebrios

Page 60: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

reían al repetir insistentes: «Ej mejófondealos, ej mejó fondealos».

Page 61: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

La casa imantada

Al caminar por la acera irregular de unacalle de barrio se cruzaban palabrastriviales de las que no queda másrecuerdo que el regocijo profundo dedos que, con andar juntos, se sientendichosos. Los transeúntes los obligabana separarse, pero las risas que seguían asus frases eran como un lazo casi físicoque les mantenía unidos mientras pasabaentre ellos la gente. Él se adelantaba,volviendo el rostro para mirar la figuraesbelta, vestida de negro, de sucompañera. La calle estaba a media luz,mal alumbrada, casi oscura. De pronto,

Page 62: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

entre ciertas gentes que pasaban, lasilueta negra de la amada desaparecióde la vista del hombre. Éste se detuvo,buscándola; desorientado, subió a laacera y se acercó a una puerta ancha yoscura que se veía abierta. En el mismoinstante se sintió halado hacia elinterior, como si una fuerte corriente deaire le arrebatara hacia adentro: pero noera un soplo de aire, sino algo muchomás suave y al mismo tiempo máspoderoso: una fuerza muelle y rápida enla que tuvo que abandonar el cuerpo,sintiéndose ligeramente levantado yarrastrado como dentro de una ondamarina, pero en una sustancia más tenueque el agua. La extraña sensación no le

Page 63: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

causó espanto, a causa del afán quesentía de volver a reunirse con su amiga;pues una rápida asociación deimpresiones le hacía comprender queella también había sido arrastrada por elsuave maelstrom hacia el interior delmisterioso dintel.

Ya sea porque adentro había pocaluz, o bien por la rapidez con que eraconducido, no pudo, en los primerosinstantes, darse cuenta de los pasos deaquella extraña mansión silenciosa. Síadvirtió que no iba por trayectosregulares; parecía como que atravesabaalgunos muros, y aunque noexperimentaba ninguna resistencia paraavanzar, no volaba, le conducía una

Page 64: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

especie de fuerza de imán, una corrienteimantada. Vagamente pensó entonces quesi se dejaba llevar, su corazón obraríadentro de aquella fuerza con impulsopropio, y por efecto de afinidad laacercaría, naturalmente, a su amada.

Después de los primeros instantes deturbación, comenzó a observar a sualrededor; sin saber cómo, encontróseen un raro jardín donde no había luna,pero sí una viva luz de estrellas. Y laclaridad que daban era de tal suertetransparente, que dentro de ella sedescubrían con toda precisión losárboles, los bancos de piedra y lossenderos prolongados. Una dulce pazcolmaba de bienestar sus sentidos. Se

Page 65: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

acercó a las cosas pretendiendo tocarlasy sintió que las penetraba, pero sindeshacerlas ni deshacerse en ellas;estaba como en el interior de todo, y, sinembargo, cada objeto conservaba superfil y su propia sustancia. Todo estabahecho de una luz que no por ser más omenos fuerte borraba las diversasimágenes. Una luz que penetraba a lohondo, sin disolver la envoltura de lascosas. Transparente y rica de matices, laclaridad más fuerte dejaba intacta la luzmás pálida; todo dentro de una suaveluminosidad, dentro de una especie decomunidad de sustancia que permitíaestar como metido en cada cosa sinperder la esencia, ni aun las formas

Page 66: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

propias. Por ejemplo, los árbolestapaban los senderos con sus manchasoscuras, pero al acercarse a ellos nooponían la menor resistencia a lapresión; cedían, pero no porque seretirasen o porque desapareciesen; ytampoco daban la impresión falsa de unabola de humo, que al entrar dentro deella vemos que se deshace y se borra. Alcontrario, mostraban una realidad densay firme. Y así como los objetos noofrecían resistencia al tacto, sino que sedejaban penetrar hasta su más recónditaesencia, también la pesantez se mostrabavencida, pues iba y venía con ligereza ysin fatiga.

Avanzando de esta suerte, llegó a

Page 67: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

descubrir un gran campo de floresanegadas en la plata temblorosa delambiente. Le conmovió eldeslumbramiento de una ideal belleza,pero además pudo sentir las flores comojamás lo había hecho antes, llegándose aellas con el corazón y palpándoles a untiempo, en un solo acto, la esenciavoluptuosa, la gracia de las corolas y elleve espíritu que en cada una late. Labelleza se le manifestaba en la narizcomo perfume; en el ojo, como armoníade luz, y en el sentimiento, comoplacidez gozosa. Todo lo entendía ysentía como si su propio ser animase ydesenvolviese el conjunto. El paisajeentero, las plantas y el ambiente le

Page 68: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

parecían suyos de una manera que jamáshabía sospechado… De pronto, enmedio de su profunda voluptuosidad,tuvo este pensamiento: ¡Oh, si ella seencontrase en el jardín! Cómo lapenetraría en toda su sustancia, cómolograría entonces lo que nunca hanpodido conseguir totalmente losamantes: confundirse de una maneraabsoluta sin destruirse. ¡Y qué dulzurainfinita la de penetrar dentro del últimopliegue, hasta la esencia de su ser,adonde no ha llegado ningún amor,adonde no alcanza ningún beso!… Lasola emoción de pensarlo hizo quellorara con llanto de dulce y agudaternura.

Page 69: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

Y una corriente como de imán salióde su pecho y le llevó a buscarla por lanoche profunda y los senderos sintérmino… Caminó sin hallar a nadie: eljardín estaba solo, no había ni rumoresen torno. Se detuvo poco después, másque fatigado, ahogado de anhelo, y depronto le asaltó una sospecha: acaso ellaestaba allí cerca, observándole desde elescondite de una sombra, negándose averle, a causa de que, precisamente, ellatambién había descubierto que en aquelsitio encantando ni las mismas floresconservaban oculto su misterio; y ellaquizás no quería, quizás no podíaentregar así su corazón… Y el dolor, undolor agudo y molesto que da en la parte

Page 70: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

izquierda del pecho cuando todavía nose ha logrado vencer las pasiones, ledespertó de su sueño dichoso y amargo;amargo y dichoso, como todavoluptuosidad.

Page 71: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

Las dos naturalezas

I

No tenía nombre raro, se llamaba nomás Juan, o para ser más exactos y paradar más cabales antecedentes,revelaremos que se llamaba Juan María.Después del relato que acabábamos deescuchar, tal doble nombre, a la vezmasculino y femenino, se me aparecíacomo un signo de la extraña ocurrenciade su alma, Juan María nos había dicho:

—No sé si otros habrán pasado por

Page 72: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

semejantes pruebas, pero yo, fui,primero, mi madre, después he sido mipadre y sólo ahora siento que comienzoa ser yo mismo.

Lo miramos examinándolo conatención, sin acertar a comprender loque quería decirnos: rostro vigoroso,hombros robustos, poca estatura, perofirme y lleno de vitalidad.

—Sin embargo —agregó—, así es:he ido cambiando. Desde antes de lapubertad, cuando comencé a tenerconciencia, me empecé a sentir comouna especie de prolongación espiritualde mi madre. No sólo interiormente laheredaba, con las mismas maneras dever las cosas, los mismos gustos y un

Page 73: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

idéntico reflexionar profundo y mudoque nos hacia parecer melancólicos;también en lo físico yo era como elretrato disminuido de aquella fuente demi propia esencia; cara alargada, ojostristes y cierta palidez un poco lánguida,sacudida por frecuentes descargas denerviosidad vivaz y aun, a ratos,luminosa. Cuando platicábamos juntos,en las largas conversaciones de midespertar, éramos lo mismo: éramoscomo una misma alma que se asomase ala vida por dos seres de sentidosiguales, unos más experimentados, otrosmás lozanos; pero era una, sindivisiones, nuestra conciencia.

Mi madre murió siendo yo todavía

Page 74: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

muy joven, y de aquel desgarramiento,más hondo que el de la carne, me quedóuna herida de esas que no cicatrizannunca. Sin embargo, en medio de aqueldolor inexpresable, yo sentía una suertede rejuvenecimiento que después no hesentido en ninguna otra pena. Todas lasdemás congojas como en el ánimo ycomo que amenguan y dañan la energía:sólo la madre, aun en su muerte, nosaumenta el don de la vida. Desde queella murió yo viví para dos; para los dosque ya éramos: ella y yo; ese «ella y yo»que jamás vuelve a encontrarse en lavida. En cierta manera yo sentía que ellaseguía viviendo y reencarnaba en mí: yoera como su propia conciencia

Page 75: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

trasladada a un nuevo cuerpo. Lo queella había pensado, yo lo volví a pensar,y nuestros sentimientos se repetían en micorazón a tal punto que no sólo vivía yopara ella, sino que me sentía tan anegadode su presencia que sus simpatías, susparentescos y preferencias eran tambiénla ley misma de mi corazón. A veces,cuando me miraba en el espejo, mipropio rostro se apagaba, perdía susperfiles borrosos y era algo como laimagen renaciente de ella misma lo queme mostraba el reflejo; parecía que ellamisma miraba inexpresablemente pormis ojos, cansados de buscarla enlontananza. Y el parecido espiritual semarcaba de tal modo en lo externo, que

Page 76: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

las gentes de nuestra familia decíancuando me miraban: «Es el vivo retratode su madre». Esto mismo yo lo sentíapor dentro. A tal punto éramos idénticosla muerta y yo, que en sus más hondosresentimientos yo la heredaba porentero. Ni un solo resquicio de micorazón dejó de sentirse anegado de sualma. Aquella misma adoraciónincondicional, esa especie de vértigofervoroso que de niño me causaba lavista del rostro de mi padre, se fueempañando de una manera extraña. Noera que dejase de quererlo, pero sí queme sentía distante y ya no podía mirarlocon candor. Mis padres habían vividouno de esos matrimonios relativamente

Page 77: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

felices, matrimonios de amor, perolastimados al cabo del tiempo a causade la maldición de la carne, quetraiciona los más sagrados pactos delalma. Una o dos veces, en la más remotainfancia, había yo sentido los primerosrelámpagos de las tragedias interiores yaquel amargo sabor del corazón, porciertas frases un poco violentas cruzadasa medias entre mis padres, suspendidasen el instante en que se daban cuenta demi presencia Después, el llanto de mimadre, llanto atribuido a pequeñascausas en que el mismo corazón inocentedel niño no creía. ¡Y las largasausencias nocturnas de mi padre,seguidas de una aparición en que me

Page 78: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

colmaba de caricias y apenas contenía eljúbilo que todavía traía de algúnencuentro para él dichoso,pasajeramente dichoso!

Todo esto, que apenas había dejadohuella en mi memoria, ahora, con eldesarrollo de mi conciencia, se aclarabay me entenebrecía el ánimo. Se diría queyo mismo era la víctima de la traicióninevitable, pero también irreparable. Sinembargo, no era que reviviesen estosrecuerdos ya tan vagos; lo que despuéssentía por mi padre no era resentimientode penas remotas, sino una especie deoposición, casi un principio de antipatía;por lo menos, una imposibilidad deentregarme a él no obstante que él se

Page 79: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

adelantaba, y me veía con esa ternuradesbordante que se contiene, temerosade causar enfado. Él, como queadivinaba un distanciamiento; pero dudoque haya podido sospechar su causa;quizás ni yo mismo me daba cuenta deella: era como el alma de mi madre, quetodavía amaba, pero se resistía a laentrega y la caricia. Aquella situaciónnos hacía sufrir, pero no la podíamosvencer. Yo era mi madre y casi ya nosentía afecto a mi padre.

Pasaron los años y poco a poco mefui dando cuenta de que al escarbardentro de mí en esos casos en que unobusca apoyo para una actitud, ánimopara alguna resolución, ya no sólo era el

Page 80: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

reflejo de mi madre lo que yoencontraba en la conciencia. A medidaque la mayoría de edad me fueimponiendo las obligaciones viriles,cada vez sentía más claro que lo que semovía dentro de mí, era la firmevoluntad de mi padre; su resoluciónmasculina ante determinados problemasse expresaba en mí aun en los rasgosexteriores del ademán, la broma y larisa. Y entonces, como también mi padrehabía muerto pocos años antes, fue comosi él a su vez comenzara a renacerdentro de mí. Físicamente, sentía sudesarrollo, su reaparición dentro de miser, como si una onda de sangre nuevame naciese de adentro y me fuera

Page 81: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

imprimiendo los contornos de lamadurez. Y tan cierta era esta suerte dereencarnación, que las gentescomenzaron a decir de mí: «Se estápareciendo a su padre». Y a la vez queme alejaba un tanto del tipo materno,más y más se afirmaban mis rasgostodos, dentro de la herencia paterna.

Y comenzó a atormentarme unaespecie de remordimiento. Hastaentonces empecé a ver claro el dolor deno haber sabido corresponder a aquelgran afecto del viejo, ya solo, pobre yvencido. Lo recordaba con su rostroancho, barbado y sanguíneo, todorisueño, de aquella bondad que tantasveces hizo fracasar la energía del puño.

Page 82: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

Siempre optimista y dispuesto, noparecía que jamás le hubiese tembladoel corazón. Y cuando más tarde yo pasépruebas de ésas en que hay que echarrecurso de toda la fuerza interior,siempre lo hallé a él dentro de mí, a lahora del peligro, y sobre su oculto serme he apoyado como en una montaña. Ysi en tanto trance he podido manteneraltivo y tranquilo el semblante es porqueera él mismo quien se asomaba,contagiándome de serenidad. Cosas queantes no había casi advertido, ahora seme aparecían tan claras que entoncescompartí, reviviéndolas, aquellas horasen que mi padre se quedaba en unahabitación oscura, sólo con la luz de su

Page 83: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

cigarro y entregado a la infinitamelancolía de existir.

De esta suerte puedo decir quedurante varios años yo fui mi padre, y lofui a tal punto que en mi fuero másíntimo comprendí y justifiqué, por lomenos comprendí, aquellas faltas que nohubiera podido perdonar mi madre; y aldar yo este perdón sentía como quetraicionaba a lo que yo era antes. Casino me quería confesar a mí mismo loque hacía.

Más tarde las dos naturalezasancestrales se comenzaron a confundirdentro de mí, se comenzaron a ligarmediante una especie de armoníasentimental, sumamente melodiosa y

Page 84: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

dulce. Pensaba yo algunas veces que asídebe ser la ternura del padre celeste.Una ternura que purifica las pasiones ytodo lo vuelve júbilo. Y me parecía queaquel afán de reunión e identidad queatormentó el corazón de mis padres serealizaba en mí, se trasladaba e insistía,empeñado en lograr un triunfo en el almadel hijo. Lo que la conciencia de losamantes acaso no logra jamás, lorealiza, de una manera espontánea, laconciencia del hijo. Mi alma fue elmilagro de dos almas que por fin sejuntan post mortem.

El amor perfecto no necesita delhijo; no quiere un hijo; se consuma y sebasta. Pero los pobres amores fallidos

Page 85: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

se refugian en el aplazamiento del almadel hijo. Y por eso en cada rostrohumano, ya que se queda solo ytranquilo, se aparece la tristeza. Latristeza de los orígenes. Procedemos delo imperfecto, y un instinto turbio, enímpetus genésicos, de dicha incompleta,va empujando la rueda, sin descanso nifin.

Page 86: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

La dispersión

II

Después de vivir en la propia entraña elconflicto de las dos naturalezas que enél se fundieron, la materna y la paterna,Juan María se creyó constituido,finalmente integrado, se sintió por finuno.

Pero Juan María comenzó a tenerhijos. Al principio no advertía en elloscaracterísticas singulares. Apenas simostraban esos parecidos que a menudo

Page 87: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

se exageran, ya con el padre, ya con lamadre. Ni le preocupaban a Juan Maríatales nimiedades, fascinado como estabapor el prodigio de aquellas vidas endesarrollo jocundo, espontáneo,dichoso.

Fue menester que los pequeñoscrecieran para que Juan María empezaraa advertir ciertos tonos de voz,particularmente determinadasinclinaciones a la contradicciónirracional, que se le revelaron como unterrible aviso del extraño que se agitabaen sus vastagos. Del seno de aquellostesoros que creía suyos y más queridosque su propia conciencia, emergía depronto rivalidad; se erguía una

Page 88: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

naturaleza enemiga, reaparecía la índolede su mujer. Y aquella manera de negar,de contradecir… Y Juan María,recordando su experiencia del conflictointerior de las dos naturalezas de queprocede cada individuo, recapacitó: denada servía que el hijo fundiese en unalas orientaciones rivales de su dobleascendencia. Dicha unidad, tanpenosamente conquistada, tornaba adisgregarse otra vez, y el vástago era, noun hijo suyo, como llegó a suponer, sinoun doble dentro del cual pugnaba suhijo, aliado indisolublemente alcontrario paterno, y viceversa. Dentrodel hijo estaba la madre, y aunque nopodía sentir ningún rencor contra el hijo,

Page 89: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

para quien todo se deshacía en ternura,la repulsa de su mujer se le acentuabasiempre que descubría a ella en sushijos.

Lo de menos eran las molestias queen el trato cotidiano le ocasionara ladoble naturaleza de sus hijos; todo loperdonaba y olvidaba Juan María,arrastrado por su pasión paternal; perose dolía por ellos y por el conflicto quesobrellevaban. Sin duda se hubiesesentido orgulloso de los rasgos maternosde la prole si creyera que le favorecían,pues juzgaba los hechos colocándoseexactamente en la posición de losmenores, creyendo hacer punto omiso depreferencias suyas. Y el hallazgo de los

Page 90: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

sedimentos maternos le causaba terror,no porque viese en ellos nadafundamentalmente reprobable, sinosimplemente por falta de simpatía conaquel género temperamental. Sobre todole desconcertaba ver de nuevo erguidafrente a él, aquella suerte de voluntadenemiga. En suma, la incorregibledisparidad que él había logrado vencercon sólo negarle del todo la atención,ahora reaparecía en los gestos, lasaficiones y a veces en las palabrasmismas de sus inmediatosdescendientes. Asistía a la aparición deuna réplica indeseable, peroirrevocablemente insertada en la carne yel alma de su hijo… Y Juan María

Page 91: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

entonces se daba cuenta del alcance deaquella suerte de reto irónico que lamadre suele emplear cuando ofrece alpadre el dulce encanto de un hijo. Yconfirmó algo que ideara vagamentemucho antes: el matrimonio se consumaindisoluble no en la unión, sino en elfruto… El lazo matrimonial se anudacuando nace el hijo…

Después resulta inútil cualquierintento de separación. Lo más íntimo delser moral queda atado sin remedio almás grato valor del mundo: el alma deun hijo. También dentro del cuerpotiernamente amado del hijo queda,imborrable, la impresión materna… Lacadena se le había hecho eterna y le

Page 92: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

ataba sentimiento y albedrío, le ataba elalma.

Y es de notar que le era másdoloroso a Juan María descubrir en sushijos la marca física del linaje maternoque todas las semejanzas morales, porestrechas que las advirtiese… Suponía,quizás, que la educación o un desarrollode madurez cambiarían en lo moraltodos los aspectos desagradables; peroel sello fisiológico, la marca de casta…¿quién acierta a borrarla?

Así y todo, Juan María fue siempredichoso en sus hijos, lo mismo quecualquier buen señor que no reflexionaproblemas. Quizás los amara con masvehemencia porque sus mismas

Page 93: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

preocupaciones heredoafectivasprovocábanle efusiones y raptos deencariñamiento fogoso. Comprendía enaquellos instantes la excelencia, laresponsabilidad, el remordimiento deser padre. Y aun al resto de las gentessólo concebía amarlas en una vagarelación de paternidad; en consecuencia,prefería y amaba a los niños… Y leacongojaba contemplar a los hijosbifurcados y siendo, a ratos, uno; aratos, otro…, o, más bien, la otra…

En su curso acompasado, los añostrajeron un día el suceso desconcertante:Juan María fue abuelo. Al principio nole dio importancia al caso. Su nieta eraun ser curioso, un poco remoto, y nadie

Page 94: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

iba a reemplazar en su ánimo el lugar desu hija. Él tenía a su hija; la nieta erapropiedad de su hija y de su yerno. Pocodespués, Juan María empezó a gozar eltrato de la nieta. Dos meses contabacuando por primera vez la oyó llorar,con aquel llanto que ya tenía olvidado:el llanto de sus hijos tiernos. La viosonreír y moverse, y fue quedandocogido, deleitado, absorto.

Las gentes comentaban la devociónde Juan María por la nieta. Y a menudole interrogaban: «¿Es verdad que sequiere más a los nietos? ¿Más que a loshijos?». Juan María, mitad en broma,mitad en serio, respondía que sí, yexplicaba, por lo menos: «Ésta

Page 95: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

desbancó a su madre; la quiero más quea mi hija…». Su secreto profundo se lereveló despacio, y Juan María no loconfiaba…; contemplaba largamente a lanietecita. La veía con arrobo ycomplacencia profunda, y con frecuenciareflexionaba: «No se parece… ya no eslo mismo… Tiene, sin duda, yfelizmente, mucho de su madre, peronada, casi nada, de la abuela…; se hadisipado en ella el elementoenemigo…». Sin embargo, losfamiliares descubrían en la nieta todosesos vagos parecidos del pequeñuelo;evidencias del salto atrás, que a vecesproduce determinados rasgos de losabuelos con más precisión que los

Page 96: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

caracteres del tipo materno o interno. Yobservaba alguien: «Tiene la frente delabuelo materno y la mirada del abuelopaterno». Y no faltaba quien hallase a lanieta parecidos con la abuela materna, laesposa de Juan María; pero era algo tanremoto y estaba tan repartido entre unaserie de toques de castas diversas, quese podía hacer broma de aquellas trazasfantásticas. Además, los parecidos conla familia del yerno le complacían.Todos aquellos extraños afables eranondas del océano étnico en que sepurificaba, se injertaba el retoñodistante de su alma, contenido en lanieta. El hijo perpetúa el linaje; la nieta,lo dispersaba.

Page 97: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

Lo cierto es que la pequeñuelaposeía particularidades de sus dosdistintas ramas de ancestros. Yrecordando Juan María su propio caso,de las dos naturalezas que revivió hastafundirlas en una, pensaba: «He allí queel problema es más confuso de lo queimaginé, porque no son dos naturalezaslas que en nosotros concurren buscandoalianzas, sino cuatro, y en progresióngeométrica. En disgregación al pasado yen dispersión al futuro, vanamenteintentamos fijar la estructura,individualizar la corriente de humanidadque fluye por nuestro corazón».

Y al ver así deshechas sus teoríasprovisorias de antaño, Juan María vertió

Page 98: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

en la nieta un amor desinteresado y librede preferencia o reproche. Ya no seamaba a sí mismo en ella, como acasose amó en los hijos. Tampoco buscó enel ánimo del vástago, que no sería élllamado a moldear, ninguna de lasrebeliones de aquella voluntad,contraria todavía en el trasplante. Ahoraasistía al milagro de una voluntad nueva,inmaculada, abriéndose paso a travésdel pequeño ser imperioso y dulce,infinitamente amable.

Y adelantando la reflexión alsentimiento, Juan María se halló, amenudo, meditando: «¿Y por qué nosoltar este amor de los nietos en todoslos niños que si ya no comparten con

Page 99: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

nosotros ningún rasgo de familia, llevanen su entraña el latir de igual anhelo queel que nos mueve el ánimo propio? Sitanto se ama al nieto, que ya sólo nospertenece en una cuarta parte, ¿por quéno renunciar a la aritmética y amar unpoco a cada uno de los niños, a cada unode los seres de la creación? En cada unohay una parte de nuestra propiasustancia; en cada niño va una porciónde nuestra alma, lanzada al futuro,entregada a destinos sombríos o adestinos dichosos…». Y Juan Maríaterminaba sus meditaciones en esaespecie de bendición que es el consuelode todos los viejos. Y tal fue, de estasuerte, la lección de la nieta.

Page 100: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

La sonata mágica

Alejo Grandalla paseaba de un extremoa otro de su aposento. El gran piano,abierto, emergía del desorden de lasmesas y los estantes, abarrotados decuadernos y libros. Unas cuantasestampas de músicos célebres ornabanlas paredes blanqueadas. Laservidumbre tenía prohibición de tocarun papel o levantar un libro del suelo. Yúnicamente los íntimos ejercitaban elderecho de empujarlos con el pie debajode los asientos o por los rincones, en elapasionamiento de la charla y ladiscusión. Aunque algo excéntrico,

Page 101: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

Grandalla era un buen músico. Su famade compositor le eximía de losdesplantes del virtuosismo. Susadmiradores habían contribuido acrearle cierta misteriosa reputación.Esperábanse de él grandes cosas.

En cuanto a físico, Grandalla poseíauna hermosa cabeza; genuina cabeza demúsico, y no del género plácido de losque se complacen en la armonía, sino deaquellos extraños, absortos, que parecenatentos al son que se les revela en elsilencio, y luego no aciertan a repetirloen ningún instrumento. De acuerdo, eraGrandalla… Pero ¿quién se preocupadel cuerpo de un músico? Nadiepregunta por el talle de Beethoven: nos

Page 102: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

basta con su cabeza magnífica. Y nisiquiera la antigüedad, devota de laforma, se preocupó de darnos la figuracabal de sus poetas, filósofos y sabios.Se recreó esculpiendo aquellas cabezasarmoniosas, cargadas de pensamientocomo las de Sócrates, proporcionadas ybellas como las de Eurípides odivinamente poderosas como las quesuponemos, recuerdan a Platón. Ya setrate de un retrato fiel o deidealizaciones, correcciones impuestas ala naturaleza, a menudo ingrata con taninsignes almas, lo cierto es que todavíalos bustos clásicos nos conmueven igualque si retuviesen ondas metales decalidad singular y perpetuables

Page 103: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

únicamente dentro del molde escultóricoconsagrado.

A juzgar por la prontitud con que ibay venía Grandalla, o se detenía en buscade papel y pluma, o para registrarapuntes y concluir de pie anotacionesrápidas, hay que suponer que era másbien delgado que grueso; por otra parte,el genio, mal puede ser gordo. YGrandalla, que siempre tuvo la sospechade su genio, sentíala en aquellosinstantes confirmada con abundancia.Dichoso instante en que una teoríavagamente intuida o un tema largotiempo previsto se revelan de pronto,espontáneos, definitivamenteconstituidos.

Page 104: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

Lo que Grandalla captaba enaquellos momentos —valga el verbo,por su rigurosa exactitud— no era unaserie de conceptos, ni una grata sucesiónde notas, sino algo más profundo,misterioso, revolucionario. En susubconciencia sonora soplaba latempestad. Abríanse paso sones densoscomo la nube de huracán. Avanzaban lassombras desgarrándose, estallando conestruendo de derrumbamiento telúrico.Seguidamente resonaban clamoresagudos, trompeterías del comienzo delas batallas. En torno al estruendosurgían cadencias arrebatadoras,desquiciantes del equilibrio normal dela vida. Por lo íntimo del maelstrom

Page 105: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

sonoro corría, sin embargo, una melodíafluida, dulcísima, de victoriosa ternura.Momentáneamente sintió Grandalladentro de la cabeza el caos indómito, y ala vez, sutil astucia que lo domeña, latrama cabal de una composiciónestupenda. Y se lanzó sobre el pianopara cogerla, para ensayarla…

Mas ya sea por la emoción deldescubrimiento o por alguna repentinaincapacidad, sus dedos no le obedecíany sólo arrancaban al teclado acordesinconexos, escalas rotas. Creyó que lasmelodías, los motivos de su creación,llevaban vuelo tan rápido quesobrepasaban el poder limitado delinstrumento. Entonces, sobreexcitado,

Page 106: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

requirió la pluma y se puso a escribirsobre el pentagrama. La revelación laaturdía. Ritmos de danza en espiral lacrispaban ahora los dedos, ansiandotrasladarse a la clave de la anotaciónmusical. Los acordes se le presentabanimponentes, urgidos de apoyo, del apoyosimbólico que había de transmitirlos alas generaciones…

Grandalla vio pórticos de cristallucientes y galerías marmóreas dondelas parejas, engalanadas, se asoman apanoramas celestes.

Escuchó el estruendo de clarines querasgan el firmamento, dejando caer eltumulto las sombras, abriendo brechasen la luz… De los rincones del mundo,

Page 107: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

de las regiones mas bajas, acudíanmultitudes de monstruos como para unSabbath diabólico…

Rápido, exaltado, Grandallaescribía, sudaba, puntuaba. Caminabaunos pasos para aliviar su ansiedad; enseguida se inclinaba a escribir, lo mismoque un poseído, casi como un médium,el extraño mensaje que sobre élderramaba un poder asentadoimplacablemente en el espacioambiente.

Toda la noche la pasó Grandallaanotando, revisando su sonata. Toda lanoche, y otras más, pasó entregado a latarea abrumadora de reducir a símbolosla extraordinaria revelación. Apenas un

Page 108: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

ligero sueño de algunas horas alcomenzar el día; en seguida, una vigiliade sonámbulo, empleada en recorrercalles sin objeto, y al oscurecer otra veza la habitación, donde las sombras ledevolvían el poder de coordinar sunuevo mundo pasmoso. Así que juzgóconcluida su faena de transcriptor,quedóse dormido un día entero. Ytodavía después se sentía exangüe ycomo destrozado interiormente, aunquele regocijase el milagro que le habíanacido de las entrañas del alma.

Bien comprendía Grandalla que noera cosa común lo que había logrado, yreflexionando se convencía de queacababa de arrancar al misterio uno de

Page 109: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

sus giros más recónditos. Le parecía queun puñado de los hilos de la trama delmundo se había enredado, aprisionadoen la pauta musical. De allí podría élsacarlos a su arbitrio, semejante a unmago que se valiese de la melodía paradespertar y poner en obra voluntadessemidivinas. Y no acertaba acomprender si aquel rapto de sones casiomnipotentes le había llegado como undon benéfico y por gracia celeste, o sidebía atribuirlo a esas influenciassiniestras, que parecen acechar undescuido de la potencia divina parainfiltrar en la conciencia humana elveneno de fuerzas catastróficas,suicidas. A ratos experimentaba

Page 110: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

turbación y zozobra, como si se juzgasea sí mismo un ladrón. De lo que síestaba seguro es de que su hallazgoposeía un poder inaudito. Y temblabapensando en el instante en que tendríaque tocar al piano su sonata. Y no salíade su estudio, retenido por la necesidadde seguir solo, y también, tal vez, pormiedo de separarse del tesoroirreemplazable de las veinte páginas desu extraordinaria composición.

Una mañana, por fin, se decidió. Lasmás osadas resoluciones se facilitanbajo un cielo claro. Grandalla guardó sumanuscrito bajo llave, dentro del cajónmás sólido de su escritorio plano, ysalió en busca de sus amigos. No se

Page 111: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

proponía entrar en largas explicacionescon cada uno: se limitaría a invitar treso cuatro de los más escogidos para queesa misma noche le acompañasen aejecutar la partitura. Únicamente lesrecomendaría una estricta puntualidad. Yal cruzar las avenidas con pasoapresurado y ademán nervioso, se leadivinaba poseído de emociónsemejante a la del ángel anunciador.

Estuvieron formales a la cita:Castro, el filósofo: Pardo, el poeta, condos críticos y un músico joven, amigo deGrandalla. La conversación tomó losrumbos acostumbrados; se oyeronditirambos absurdos, teorías fantásticas,sarcasmos y aciertos de inspiración

Page 112: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

juvenil lozana y múltiple…—Tanto se hace esperar la dicha —

proclamaba Pardo— que es menesterforzarla. Con frecuencia la sentimosinminente, pero no llega a cumplirse;hace falta un auxilio, punta de aceropara la chispa del pedernal interno.Ambicionaríamos un ascenso de saviascomo las que abren las hojas del nardoen las noches voluptuosas. Perodivagamos impotentes. La ambiciónreprimida nos humilla, el dolorresignado nos enferma de desencanto yel simple deleite físico se da a vilprecio, pero acarrea desconsuelo. Loque hace falta es una disposicióninocente, difundida como perfume,

Page 113: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

espontánea como un trino. Detrásquedarían un alma nueva, estremecida enel viento. Pero vegetamos, sufriendo ofingiendo dichas, sin que el alma atine acristalizar su efusión.

Eso depende —objetó Castro— deque nos dejamos llevar de lo externo. Ysi por dentro hay confusión, afuera noexiste sino un juego de sombras. Laverdad es cosa de esencia y la realidades apariencia que miente. Mentira lamontaña que a distancia simulaexcelsitudes y de cerca se nos disgregaen pedruscos que castigan el paso.Mentira el encanto de los vallesrisueños, donde habita el hombre quedestruye las víboras, pero después de

Page 114: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

sorberles la ponzoña. Una cosa, uncuerpo, se reducen a fórmulas de lapesantez, fracciones de la gravitaciónuniversal. Y las imágenes de cosas yseres no son sino fantasmas. Simulacióny caricatura: he allí el resumen delcosmos.

—Sin embargo —apuntó el poeta—,la forma es imprescindible y hermosa.

—Tampoco existe —insistía Castro—: el contorno es convencionalfabricación de la mente, y cada nombrees una mentira… ¿Quién osa ponernombres al cambio? Para las criaturassólo hay un nombre, que es también sumandato: devenir. Y el ser esinnombrable. Sólo lo absoluto merecería

Page 115: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

la gloria de un nombre. Y sólo él podríaconocer.

Por eso el mejor acierto humano estáen la música, porque no disocia ninombra: sugiere y conduce, deviene a lapar del anhelo. Desarticula estructurasefímeras y nos devuelve el rumorcósmico, nos pone en la ruta de lainfinita esencia…

En el principio era el Verbo: hastaallí está bien. Pero tan pronto como elVerbo se dispersa en palabras y cadapalabra se apega a una cosa o se quedade arquetipo, en ese mismo instante sedesdiviniza. Lo mismo ocurre en laimagen. No se concibe la imagen de loAbsoluto…, por lo menos, el sonido se

Page 116: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

desenvuelve sin arrogancias creadoras,como un temblor de la esencia: ligado ala entraña del mundo y apto para el viajehacia las otras maneras de la existencia.

—Al sonido, pues, al sonido —exclamaron los amigos a coro, y sevolvieron al compositor invitándole atocar.

Grandalla, intensamente pálido,creyó pertinente exponer el origen y elcontenido del concierto o desconciertopasmoso que iba a sonar, por primeravez, desde los comienzos de lacreación…

—Experimenté —decía— unallamada súbita. Los primeros acordes seme impusieron tenaces. Me parecía

Page 117: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

asistir al nacimiento del mundo. Circulóel rumor de fuerzas elementales quearrasan selvas y levantan cordilleras: laentraña misma de las cosas se sintióconmovida. De lo profundo de losabismos salían gnomos y bestiasululantes: por el aire cuajaban silfos.Brujas y monstruos, criaturasinconclusas, danzaban sin ritmo. Todo loque por haber salido mal hecho estáesperando ocasión de recomenzar,clamaba por su pedazo de alma, pedía elmotor necesario a su tránsito. Subserescomo los que pintó el Bosco, en mimúsica se agitan, lanzan ayes terribles yse integran a ritmos misericordiosos. Loque él, Bosco, pintaba —insistía

Page 118: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

Grandalla—, yo lo liberto, lo hagoprogresar a redención.

Resulta, sin embargo, difícilconducir el avatar. No siempre aciertoen el dominio de la algarada pavorosa,encrespamiento de ambicionesreprimidas desde hace millares de años.Una marejada de anhelos emerge sintérmino del seno profundo, se derrama ydevasta irreprimible. Si por un instanteperdiese el control de los ritmos, si mefaltare el don de encauzarlos, mearrastrarían, me harían pedazos en eltorbellino deshecho. Afortunadamente helogrado apoderarme del secreto mágicoque rige el conjunto. Si me fallase esasuerte de freno, si perdiese el pedal y

Page 119: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

las ondas sonoras se esparcieranrebeldes a la impulsión que les doyhacia lo alto, estoy seguro de que seproduciría una catástrofe. El leit-motivde mi composición es un ritmo quesacude el mundo, y gracias a mi fiat lamisma tragedia del scherzo se resuelvesin peligro, se convierte en triunfo dealegría perfecta.

Si atendéis a mi scherzo palparéisallí la operación de un ritmo que tuercelas alas de murciélago de los endriagos,las transfigura y las convierte en aspas yclaridad de arcángel. La multitud deseres que se agitará bajo las teclas de mipiano, sale de los bajos fondos, envueltaen giros de danza victoriosa,

Page 120: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

acrecentada y exaltada en espasmos dedicha.

No hay absurdo en pensar —asintióel filósofo— que si dispusiésemos deuna clave para usar el poder del sonido,en seguida lograríamos apresurarmuchos procesos cósmicos. La luz obraexteriormente, y, por ejemplo, es capazde acelerar el crecimiento de lasplantas, pero no las modifica el sentidointerno del desarrollo. Sólo el sonidopodría realizar el cambio molecularindispensable para hacer de un tallo dehierbas un lirio. Porque el sonidodetermina el sentido del movimiento ypodría transformarlo. El juego de discosluminosos, que fue la faena divina de los

Page 121: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

primeros días de la creación, produjodispersiones que sólo el sonido es capazde reintegrar. El poder del Verbo está ensu sonoro comando, no en la luz que sefragmenta en imágenes, sino en el ritmoque hace y deshace contornos.

Los magos, imitadores fallidos delpoder celestial, jamás descubren lapalabra eficaz, ni les alcanzaría elpulmón para enunciarla; sin embargo,aciertan cuando piensan que, en unaserie de sésamos, está contenido elsecreto que mueve los mundos…

Interrumpiendo en broma, dijo elpoeta:

—Ensayemos el trino que rompe lajaula y vuelve los anhelos como pájaros

Page 122: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

en libertad…Hubo entonces risas y murmullos de

charlas que aliviaron la tensión delambiente.

Grandalla, que escuchaba, enapariencia atento, seguía reservado ydistante. Por fin, a instancias de susamigos, se dirigió al piano, abrió elmanuscrito precioso, se aseguró de queestaban todos recogidos y pulsó suinstrumento de modo que cada cuerda seconvertía en extensión y antena de suaudacia reconstructora.

Sonaron los primeros acordes y seprodujo en la sala confusión. Losobjetos parecían perder apoyo y quedarsuspensos en un extraño elemento fluido.

Page 123: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

Atronó un torrente de notas en remolinosiniestro; un grupo de acordes evocósombras como en los grandes eclipsesde sol. Y retumbó un son denso, avanzóy se produjo un trueno. Y vieron todosque el techo de la estancia se abría,cortado por el zigzag ardido de unrelámpago. En medio del piano,desgajado por el golpe, se hizo llamas elmanuscrito.

Grandalla, sin sentido, cayó al suelo.De allí lo llevaron a un lecho, susamigos atónitos.

Page 124: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

Una cacería trágica

Éramos cuatro compañeros y nosdistinguíamos con el nombre de nuestrasrespectivas nacionalidades: elColombiano, el Peruano, el Mexicano;al cuarto, nativo del Ecuador, porbrevedad, le llamábamos Quinto. El azarnos había juntado pocos años antes enque una finca azucarera de la costaperuana. De día trabajábamos endiversos menesteres; por la noche, nosreuníamos a la hora del descanso. Nosiendo ingleses, no jugábamos cartas; encambio, nuestras perpetuas discusionesnos acercaban siempre a la disputa. Lo

Page 125: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

cual no obstaba para que nosbuscásemos con positivo afán la nochesiguiente, unas veces para continuar ladiscusión interrumpida, reforzándolacon nuevos argumentos; otras, paraasegurarnos recíprocamente, con elapretón de manos y la mirada, que lasfrases ásperas de la anterior entrevistano importaban mengua de nuestro afecto.Los domingos salíamos de cacería; nosinternábamos por las cañadas feraces,acechando, generalmente con poco éxito,las presas de la región cálida cercana ala costa, o nos entreteníamos matando ensu vuelo las aves que resbalan bajo elsol a la hora de la siesta.

Llegamos a ser incansables

Page 126: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

andarines y excelentes tiradores. Cuandoen alguna ascensión divisábamos haciael interior la masa imponente de lacordillera nos conmovía su atractivo yansiábamos escalarla. Lo que más nosseducía era la región trasandina, fértilesmesetas vírgenes prolongadas del otrolado de la cordillera, en dirección delAtlántico, por la superficie del inmensoBrasil. Era como si la naturalezaprimitiva nos llamase a su seno. El vigorde las selvas fecundas, intactas,prometía rejuvenecer nuestrasvoluntades, lo mismo que a los árbolescada año les aumenta el poder y elespesor. Varias veces concertamosdescabellados proyectos. Y cual sucede

Page 127: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

con todas las cosas que se piensanmucho, generalmente se cumplen. Al finy al cabo, la naturaleza y los sucesos sonen gran parte lo que de ellos vahaciendo la imaginación, así fuimospensando y realizando. Unas vacacioneshábilmente concertadas, algunaseconomías reunidas, buenos rifles,abundantes municiones, botas a pruebade piedra y fango, cuatro hamacas ymedia docena de indios fieles, tal fue lacaravana que a fines del año de 1916bajaba cuestas andinas rumbo al océanode verduras sin fin.

Habíamos dejado atrás la región delas nieves. El lomo más alto de lassierras apenas se percibía, ya distante;

Page 128: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

lo trepamos y lo bajamos sincontratiempo. Inútil resultó laprecaución de llevar la hierba que losindios mascan para curar el soroche —el mal de la montaña—: ninguno denosotros experimentó malestar, debido,sin duda, a la lentitud de nuestraascensión, graduada al paso de nuestrasmulas. En cambio, el soroche castiga alos que en ferrocarril asciendenrápidamente aquellas alturas. Sin duda,porque la maquinaria humana seaclimata despacio, como hija de lanaturaleza. En cambio, el ferrocarril,obra de la inteligencia, consuma unesfuerzo duro para el ritmo de nuestrapobre vida corpórea, que nunca podrá

Page 129: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

igualar las audacias de la mente.Los indios conocían el terreno al

palmo y nos bajaban por veredasinesperadamente cortas. El mar de losmontes, que desde las cumbres parecíareducirse a tal punto que nos causabaangustia, ahora se ensanchaba. Lascadenas de montañas se erguían,desenvolviendo espacios y masas. Aveces, al trasponer un abra, cortes queen las alturas dan acceso a nuevasextensiones rocosas, puertos de laserranía, contemplábamos ya no elsoberbio espectáculo de picos y molesintrincadas y potentes, sino la más suavevisión de praderas, limitadas en tornopor montañas, sensiblemente menos

Page 130: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

altas que las que habíamos venidoatravesando. Soltábamos entonces lasriendas de nuestras cabalgaduras paracorrer gozosos por el llano, saboreandoel descenso, sorbiendo con regocijoanimal el aire espeso de las tierrasbajas.

Cruzando innúmeras mesetas y pasostodavía difíciles, proseguimos endirección de la selva amazónica.Durante las últimas jornadas por lassierras, el paisaje había cambiadoradicalmente: en vez de los lomosminerales, inmensos, áridos y bruñidosde sol, las vertientes empezaron acubrirse de pinos y encinares olorosos ymagníficos. Después, a medida que se

Page 131: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

acentuaba el descenso, el calorarreciaba y la vegetación se volvíatupida y exúbera. El caudal de losarroyos resonaba en corrientesestrepitosas.

Por último, ya no hubo pendientes:avanzábamos al margen de los ríos,disputando el paso a los follajestupidos, lujuriantes. Una mañananotamos con sorpresa que de los montesya solamente quedaba una silueta derecortadas puntas, grandiosa y distante.Por el campo, los zumbidos de losinsectos nos dejaban sordos; laatmósfera pictórica nos deprimía. Nosoprimió más aún que el enrarecimientodel aire sobre los Andes, el sopor

Page 132: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

ecuatorial, que adormece la voluntad ala par que exalta la imaginación,semejante a un extraño narcótico.

Cada mañana era una fiestamagnífica: resplandecían los cielos, y laexuberante, la colosal vegetación, sepoblaba de rumores y de vuelos depájaros… Por la tarde, los crepúsculosasombraban como enormes incendios;concluían rápidos y se venía encima unanoche de oscuridad densa, en cuyasombra se acrecentaba el ardorfosforescente de las estrellas.

Por todas las veredas nos inundabala selva, nos absorbía, a la vez que noscobijaba de ios rayos solares. Cuandolos accidentes de la ruta nos llevaban

Page 133: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

por alguna leve eminencia de donde eraposible abarcar horizonte, la extensiónvegetal se nos presentaba ilimitada,ondulosa y desierta: montes y oleajes deverdura, un nuevo elemento de lacreación.

Con justicia los sudamericanosllaman La Montaña a la regiónamazónica, pues montañas forman losbosques; además, percíbese allá ritmo ymisterio de los comienzos del mundo.

Después de varias jornadasinolvidables por las selvas solemnes,donde la vida parece estar todavíaconsumando ensayos, topamos con unaaldea en las riberas del Marañón. Allícambiamos nuestro tren de viaje. En la

Page 134: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

región que íbamos a penetrar ya nohabía caminos: todo era malezainexplorada; en ella nos internaríamos,bajando el río en canoa. Asíalcanzaríamos la zona donde nosproponíamos cumplir el propósitoostensible de nuestra peregrinación: lacacería de los chanchos salvajes(jabalíes americanos).

Nos habían informado que caminanen tropa de varios miles; ocupan unaregión, consumen la hierba y se vantodos juntos, ordenados como unejército, en pos de pastos nuevos. Esmuy fácil destrozarlos si se les atacacuando se hallan dispersos satisfaciendosu apetito —ejército entregado a las

Page 135: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

delicias de la victoria—; en cambio,cuando marchan hambrientos suelen serferoces. En busca de ellos nosdeslizábamos río abajo, en ágil canoa,por entre bosques jamás hollados,imponentes, con nuestras provisiones yla compañía fiel de tres bogas indígenas.

Cierta mañana hicimos alto en unaschozas a orillas del río. Por los informesque allí nos dieron decidimosdesembarcar un poco más lejos, a fin depasar la noche en tierra y perseguir aldía siguiente a los chanchos en laespesura.

Al abrigo de un remanso atracamos,y después de breve exploracióndescubrimos un claro a propósito para

Page 136: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

instalarnos. Bajamos las provisiones ylos rifles, atamos sólidamente el bote, ycon ayuda de los indios quedó instaladonuestro campamento a medio kilómetrode la playa. Cuidamos de marcar elcamino desde el desembarcadero paraevitar extraviarnos en la intrincadavegetación. Los indios se retiraron hacialas chozas, comprometiéndose aregresar dos días después. Nosotros, alamanecer, excursionaríamos en acechode la presa.

Apenas anocheció, no obstante elfuerte calor, nos reunimos junto al fuegopara mirarnos las caras y por instinto debuscar su protección. Conversamos unpoco, fumamos, y después de confesar

Page 137: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

que nos hallábamos realmente cansados,decidimos recogernos a dormir.Nuestras cuatro hamacas habían sidoamarradas por uno de sus extremos a unsolo árbol, firme, aunque no muy grueso,y a partir de este eje, en direccióndivergente, se sostenían por la otraextremidad en diversos troncos. Subiócada quien su rifle, sus cartuchos y unaparte de las provisiones que no podíanquedar expuestas en el suelo. La vista delas armas nos hizo pensar en el sitio enque nos hallábamos, rodeados de lodesconocido, y una leve emoción deterror nos hizo reír, toser y hablar; peronos vencía la fatiga, esa fatiga máximaque obliga al soldado a aventar el rifle,

Page 138: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

despreciando el peligro y echándose adormir, así lo persiga el másencarnizado enemigo. ¡Apenasadvertimos la serena grandeza deaquella noche remota y tropical!

* * *

No sé si por efecto del alba, ya bienclara y magnífica, o porque se oíanruidos extraños, yo desperté, y sentadosobre la hamaca explorécuidadosamente a mi alrededor; pero novi sino el soberbio despertar de aquellavida que por la noche se aletargaba en elbosque. Llamé a mis perezosos

Page 139: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

compañeros, y ya todos alerta, sentadosen nuestros lechos colgantes, nosvestíamos, disponiéndonos a brincar atierra, cuando notamos claramente,aunque algo lejano, un ruido súbitocomo de ramas bruscamente apartadas.Mas como no persistiera, descendimosconfiadamente, nos refrescamos elrostro con el agua de nuestros frascos decampaña y lentamente preparamos ygustamos el almuerzo. Serían las oncede la mañana cuando, ya armados yresueltos, nos disponíamos a abrirbrecha para internarnos en el bosque…;mas la persistencia y la proximidad delos ruidos en la espesura nos hizocambiar de decisión; un instinto nos

Page 140: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

llevó a buscar refugio en las hamacas;metódicamente volvimos a subircartuchos y rifles, y, sin consultarnos,coincidiendo en la idea de poner a salvolas provisiones, las subimos también;por último, trepamos nosotros. Enseguida, recostados boca abajo,cómodamente suspendidos y el fusildispuesto, no tuvimos que aguardarlargo tiempo: de pronto aparecieron,negros y ágiles, por todos los senderos,los deseados chanchos. Los recibimoscon gritos de alborozo y certerasdescargas; varios cayeroninmediatamente, lanzando cómicosronquidos; pero otros más salían delbosque; tirábamos de nuevo,

Page 141: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

descargando todos los casquillos delcargador, y esperábamos para volver acargar; procedíamos con pausa, noshallábamos seguros a la altura denuestras hamacas.

Por docenas contábamos la presa;con la mirada hacíamos cálculos rápidossobre la magnitud del destrozo; pero loschanchos continuaban saliendo de laselva en número incontable, y en vez deproseguir su camino o de huir parecíandesorientados, y todos acudían a la zonamás fácil para nuestros tiros.Periódicamente teníamos queinterrumpir el fuego, porque el frecuentedisparar calentaba las cajas de losrifles. Mientras se enfriaban fumábamos

Page 142: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

y nos poníamos a bromear, celebrandonuestra fortuna. Nos divertía la cóleraimpotente de los chanchos, que alzabanen dirección nuestra sus trompas,inútilmente amenazantes. Reíamos desus ronquidos; tranquilamenteapuntábamos a los que estaban máspróximos, y ¡zas!, a chancho muerto portiro; estudiábamos mañosamente elángulo de las paletas para que la balaatravesase el corazón. La carniceríaduró así varias horas. Como a las cuatrode la tarde, notamos de pronto unaalarmante escasez de municiones. Noobstante que íbamos provistos,habíamos tirado sin medida, y si bien lamatanza correspondía al gasto, aquellos

Page 143: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

chanchos debían ser, como nos lo habíanadvertido, varios miles, porque sunúmero no disminuía; por el contrario,cada vez en grupos más apretados, seacercaban hasta debajo de nuestrascamas colgantes y asestaban mordiscosfuriosos contra el tronco del árbol quesostenía las cuatro puntas, en abanico.Sobre la dura corteza quedaba el arañode los colmillos. No sin cierto pavor losmirábamos estrecharse, tenaces, encompactas masas, contra el talloresistente, pues imaginábamos lo quepodrían hacer con un hombre que cayesea su alcance. Nuestros disparos eranahora periódicos, bien apuntados,avaramente aprovechados; pero no

Page 144: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

ahuyentaban a las agresivas bestias, másbien redoblaban su furor. Alguno denosotros observó irónicamente que deatacantes nos habíamos convertido endefensores, pero no pudimos reír muylargamente la broma; ya casi nodisparábamos por la necesidad deeconomizar cartuchos.

La tarde declinó, entramos alcrepúsculo; después de consultarnos,resolvimos comer sobre nuestrasposiciones aéreas; alabamos nuestraprevisión de subir las carnes, el pan ylas botellas de agua; estirándonos sobrela hamaca, nos pasábamos uno a otro loque a cada quien faltaba; los chanchosnos ensordecían con sus ronquidos

Page 145: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

coléricos.Después de comer nos volvimos a

sentir tranquilos; encendimos loscigarros; seguramente los chanchos ibande paso; su número era crecido, peroacabarían por desfilar en paz. Sinembargo, al decir esto mirábamos conojos codiciosos los pocos cartuchos quenos quedaban sin uso. Igual que enormeshormigas rabiosas se revolvían abajonuestros enemigos, envalentonados conla cesación del fuego. Cautelosamenteapuntábamos de cuando en cuando ymatábamos una o dos bestias, alejandoal numeroso grupo, ensañado inútilmentecontra el tronco que nos servía deapoyo.

Page 146: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

La noche nos envolvió casi sin quenotáramos la transición del crepúsculo;nos hallábamos preocupados; ¡cuándo seirían los malditos chanchos! Ya habíabastantes de ellos muertos para servir detrofeo a varias docenas de cazadores;nuestra hazaña sería sonada; eranecesario mostrarnos dignos de tal fama.Precisaba dormir, puesto que noquedaba otra cosa que hacer. En laoscuridad nocturna, así hubiéramostenido abundancia de balas, eraimposible continuar la lucha. Se nosocurría provocar un incendio local conalgunas ramas para huyentar con fuego lamanada; pero aparte de que no podíamosdejar el sitio en que estábamos

Page 147: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

colgados, no había por el lozano bosqueramazones secos; finalmente, nosdormimos…

* * *

Despertamos poco después de lamedianoche; la oscuridad era profunda,y el rumor, ya bien conocido, nos hizosaber que allí estaban aún nuestrosenemigos; sin embargo, pensábamos,deben ser ya los últimos, que van deretirada; si un buen ejército necesitavarias horas para levantar el campo ydesfilar, ¿qué se puede esperar de un vilejército de chanchos sino desorden y

Page 148: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

lentitud? A la mañana siguientefoguearíamos a los rezagados; perotambién nos inquietaba esta reflexiónpenosa: allí estaban los brutos en grannúmero y aparentemente activos. ¿Quéhacían? ¿Por qué no se iban? Asípasamos horas agitadas y largas. Llegópor fin la aurora, espléndida en todo elcielo, rumorosa en la selva, todavíaenvuelta por dentro en las sombras. Conansiedad aguardábamos a que la luzpenetrase por entre el follaje paraexaminar el aspecto del campo debatalla del día anterior.

Lo que al fin miramos nos ahogó lavoz, nos aterrorizó: los chanchosconcluían laboriosos la obra en que

Page 149: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

habían empleado la noche entera.Guiados por un extraordinario instinto,con las trompas cavaban la tierra debajodel árbol que sostenía las hamacas,mordían las raíces y seguían minandocomo roedores enormes y presurosos.Bien pronto caería el árbol, y con élnosotros, entre las fieras. Desde aquelinstante ya no pensamos ni hablamos;con desesperación, consumimos nuestrosúltimos tiros, matamos más animalesferoces; pero los otros, renovando suactividad, parecían dotados deinteligencia: no cesaban en su acometidacontra el árbol, no obstante que sobreellos concentrábamos el fuego.

En un instante se acabaron los tiros

Page 150: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

de rifle; descargamos también laspistolas, y después ya sólo se oyó en elsilencio el roer de las trompas bajo latierra blanda y húmeda y noblementearomática. De vez en cuando, loschanchos se estrechaban contra el árbol,empujándolo y haciéndolo crujir,ansiosos de derribarlo cuanto antes.Nosotros mirábamos como hipnotizadosla obra diabólica. Era imposible huirporque todo el espacio a la vista estabainvadido por los pardos monstruos. Nospareció que, guiados por un súbitovislumbre, se disponían a vengar ennosotros la artera disposición delhombre, destructor impune de lasespecies animales desde el principio de

Page 151: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

las edades. Nuestra imaginación,enloquecida por el pavor, nosrepresentaba nuestra suerte como unaexpiación del crimen implícito en lasluchas de la selección biológica. Pasópor mis ojos la visión de la Indiasagrada, donde el creyente se exime decomer carne para evitar la matanzasistemática de las bestias y parapurificar al hombre de su tradiciónturbia de luchas sanguinarias ydesleales, como la que nosotrosacabábamos de librar por mera aficiónviciosa. Sentí que la multitud de loschanchos elevaba contra mí su vozacusadora; comprendí la infamia delcazador mas ¿qué valía aquel

Page 152: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

arrepentimiento si yo iba a moririrremediablemente devorado con miscompañeros por aquella horda de brutoscon ojos de demonio? Entonces,estimulado por el terror, sin darmecuenta de mis actos, colgándome delextremo alto de la hamaca, me balanceéen el aire, y con salto extraordinariologré asirme de una rama del árbolfrontero al que los chanchos cavaban; deallí pasé a otras ramas y a otras,reviviendo en mi organismo habilidadesque ya la especie ha olvidado. Pocodespués, un ruido pavoroso y gritosinolvidables me anunciaron la caída delárbol y el triste fin de mis compañeros.Abrazado a un tronco permanecí mucho

Page 153: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

tiempo temblando y oyendo elcastañeteo de mis quijadas. Más tarde,el deseo de huir me devolvió lasfuerzas; empinado sobre el ramaje,exploré buscando un sendero, y vi loschanchos a distancia, en marcha, en filasapretadas y al aire las trompasinsolentes. Comprendí que ahora sí ibande retirada; me apeé del árbol; sentíahorror de acercarme al sitio de nuestrocampamento; pero la idea del deber mevolvió hacia allá. Quizás alguno de miscompañeros había logrado salvarse. Meacerqué vacilante. Cada cuerpo dechancho muerto me hacía estremecer depavor. Pero lo que vi después es tanespantoso que no pudo fijarse bien en mi

Page 154: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

mente; restos de ropas y calzado. ¡Nocabía duda; los chanchos los devoraron!Entonces corrí hacia el río, siguiendolas huellas que dos días antesplantáramos; avancé a gran prisa, conlos miembros tiesos de pánico.

Corriendo a zancadas llegué al bote;con esfuerzo logré bogar hasta laschozas, y allí caí en cama con altafiebre, que me duró muchos días.

Ya no asistiré a cacerías.Contribuiré, si es necesario, alexterminio de las bestias dañinas; perono mataré por gusto; no gozaré con elinnoble placer de la caza.

Page 155: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

El viento de Bagdad

Era griego de raza y se llamabaKralipos. Dos días anduvimos juntos.Nos entendíamos en esa jerga deintérpretes, mezcla de todas las lenguas,que pronto adopta el viajero en Oriente.Además, lo hacía apto en su oficio unaextraordinaria rapidez de concepción,servida por una verbosidad rica ypintoresca. De él recibí esos favoresmenudos que tanto obligan al reciénllegado: la mejor marca de cigarrillosorientales, el mejor plato de la cocinaturca, las bebidas exóticas, lasgolosinas. Es cierto que el propio

Page 156: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

instinto suele ser el mejor guía en todosestos azares. Mas por encima de losmotivos interesados, según pronto nosdimos cuenta, nos ligaba una causa.

Kralipos pertenece a la familia, hoytan numerosa, de los desterradospolíticos. Kralipos me contagió de su fepatriótica. Los turcos lo expulsaron desu hogar en Constantinopla. Ya desdeentonces yo presentía que perderConstantinopla es mucho más que perderGranada. Después confirmé que dejarConstantinopla es más que perder unapatria, porque es privarse del más belloesplendor del planeta.

Y Kralipos, a falta de ejércitos,arengaba a sus clientes los viajeros. Les

Page 157: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

repetía: El turco no trabaja, no necesitatrabajar: espera a que nosotros hayamosalimentado las cabras para venir aordeñarlas: espera a que la vid secargue de frutos, que nosotros hemoscuidado, para llevarse los racimos. Enuna u otra forma, por medios violentos opor obra de arteros tributos, el turco selleva la mejor parte y nos deja apenaspara vivir hasta la próxima cosecha. Ynosotros, vuelta a sembrar y a pastorear,atesorando un poco cada día, y siemprecon la esperanza…

Cuando la gran guerra, el turco sehizo aliado de los cristianos, quedetesta. Fue en vano que nosotros,griegos del Asia Menor, y los armenios

Page 158: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

y los demás pueblos vasallosconcibiésemos ilusiones. Con armasrecibidas de Alemania cristiana, el turcoconsumó el degüello de poblacionesenteras en el interior de Anatolia;después expulsó griegos, que son másantiguos en aquellas tierras del Asia queel turco, relativamente reciente.

El turco vendió bien su traición. A lavista de los poderes cristianosvencedores, ingleses y franceses, fuimosechados de nuestros hogares,perseguidos. A mí me expulsaron dePrinkipo; ahora sólo quedan allá losviejos, pensando que no volverán averme; pero yo sé que he de volver, auncuando para hacerlo tenga que comprar

Page 159: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

mi entrada a los turcos. Por eso trabajodieciséis horas al día. Tren que llevaviajeros no dejo pasar uno. Losconduzco al hotel, me encargo de losequipajes, les enseño la ciudad…;compraré mi vuelta a mi patria. Feliz túque vas a Turquía, no dejes de verPrinkipo. Te daré un recado para mispadres: les dirás que ya tengo hechosahorros para volver.

Los transeúntes interrumpíannuestras conversaciones. Un vientofuerte levantaba polvaredas en la anchacalle, llena de escombros. Para llegar alinterior de las mezquitas abandonadas oen derrumbe, y todavía blancas, erapreciso atravesar el tráfago de

Page 160: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

humildísimos mercados. El vientocubría de polvo los rostros de lasmujeres y los manjares, las frutasexpuestas a la intemperie. Es el vientode Bagdad —afirmó Kralipos—, vientodel Asia, con hálitos de eternidad. Y elviento aquel del Sur me recordaba porsus remolinos sobre el arroyopolvoriento y mal barrido aquel otroviento que en México llamamos Norte,que abre paso a las heladas, arrasa lasllanuras de la frontera y llega todavíaululante a Campeche, azotando puertas yagitando las barcas en la bahía gruesa demarejada.

Entre nubes de polvo que el sol doravisitamos los sitios notables de

Page 161: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

Salónica; el Arco de Triunfo de Galerio,sobre la Gran Vía; la iglesia mezquita deSanta Veneranda, construida sobre unantiguo templo de Venus y hoy devueltaal culto ortodoxo. En todas lasmezquitas, particularmente en laextraordinaria de Santa Sofía, advertíasela premura de las restauraciones. Losviejos mosaicos magníficos estabansiendo descubiertos, retocados. LosCristos han vuelto a resplandecer y lasVírgenes derraman todavía dulzuradespués del cautiverio de siglos bajo lacal de los musulmanes. También en elbazar, en los pequeños mercadosalrededor de las mezquitas máshumildes, se siente el retorno cristiano.

Page 162: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

Con la convicción de una derrotairremediable, los turcos se embarcanperiódicamente para reunirse con lossuyos en el Asia. Expulsados de Europa,no queda de ellos otro recuerdo que losminaretes. Pues no son obra de ellos lashermosas bóvedas, gala de susmezquitas; simplemente ocuparon lacasa ajena, desmejorándola con laincuria, afeándola con el fanatismo, quese cebó en los mosaicos incomparables.

Tornarán a ser basílicas lasmezquitas de cinco siglos; poco hay quereparar en los sólidos muros, en lasbóvedas aéreas. Caerán nada más quelos mirabes. También un barrio entero sequemó hace poco; fue una ventaja —

Page 163: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

comenta Kralipos—, no había otramanera de acabar con los parásitos quehervían en el viejo maderamen de lajudería pobre. En suma, la recuperaciónde la plaza por los griegos ha provocadoun inmenso adelanto sanitario,comercial. Por el lado de la playa selevantan manzanas de casas con unaactividad que recuerda el panoramausual para nosotros en América: laimprovisación de ciudades a base decemento, ladrillo y acero. Kralipos seextasiaba delante del progreso; yo lehago ver que me tiene cansado elprogreso. ¡Cuántas ciudades hemos vistosurgir de la nada en el continente nuevo!Vi improvisarse Salina Cruz, hoy muerto

Page 164: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

por obra de la barbarie del militarismomexicano; también vi crecer a San LuisMisouri y a San Pablo del Brasil, etc.En cambio, el Viejo Mundo con su ritmolento nos desespera hasta cuando seapresura: por eso nos interesaúnicamente su pasado.

Me conduce entonces Kralipos a lamaravilla de San Demetrio, la basílicaen restauración. Las altas naves, anchas,siguen inconmovibles; las cúpulasimitan el firmamento; ni una sola de esasnervaduras que hacen intolerable elgótico; un acierto perfecto de armonía,vastedad y esplendor. Vemos otrasiglesias hasta hartarnos y deslumbrarnosde mosaicos. Yo iba de Grecia, del

Page 165: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

propio Partenón, y, sin embargo, elprodigio bizantino me ganó en seguida,me conmovió, me dio la impresión deperennidad y de hermosura insuperables.Antes de verlo no sabía lo que es laarquitectura. Hubiera deseado quedarmeallí; pero el viajero pobre tiene su rutalimitada. Vamos de prisa —le dije aKralipos—, que quiero verlo todo,como quien lee el canto primero de unpoema antes de entrar a la sagradaConstantinopla.

Vemos en el barrio judío sefarditaviejos barbudos venerables en su lutoperpetuo; mujeres embozadas en suschales negros, lo mismo que encualquier provincia de Hispanoamérica.

Page 166: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

Las palabras en castellano escuchadas alpaso, las casas con balcones de madera,las vendimias callejeras de frutas ydulces familiares; todo causa unaextraña impresión de parentesco remoto.

Seguimos subiendo para tomar lavista de conjunto antes de la puesta delsol. El mar está quieto y azul; la ciudadse derrama monte abajo hasta tocar laorilla de las aguas. A la izquierda, sobrela tierra rojiza, se levanta el cuadroamurallado de un cementerio divididoen dos secciones. Se reconoce la turcapor las lápidas y los birretes querematan las tumbas; la cristiana, por lascruces. Una tristeza particular gravitasobre aquellos túmulos; duele la

Page 167: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

división de los hombres prolongada másallá de la vida. Parece que en un ciclode prueba final va a continuarse y aresolverse la disputa insoluble de lacreencia. Cuesta trabajo dominar laantipatía de los birretes. Y laperplejidad se agrava viendo hundirse alsol en el mar. Una simple bola de fuego,anterior a las religiones, posterior a lavida, eterna materia, indiferente al soplofugaz de los espíritus. Y se aviva elempeño de indagar hondo en lastinieblas, pero con luz más penetranteque la pobre luz solar, burlada en elcementerio con las lápidas de lastumbas.

Cuando bajamos, al oscurecer, por

Page 168: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

las calles polvorientas, azotadas por elterral, obstruidas de humanidad, dije aKralipos, restregándome tierra de losojos: «El viento de Bagdad», y comentó:«El viento del Asia; tú verás la bellatierra del Asia». El viento no nos traíaprecisamente los aromas preciosos delos jardines y los palacios del continentemisterioso, sino la basura de losescombros; pero Kralipos estaba en lahora más melancólica para losdesterrados noveles, la hora delatardecer en que se abren los hogares. YKralipos, recordando el suyo, decía:«Dichoso tú, que vas a mi país. Nodejes de ver la isla de Prinkipo, a mediahora de Estambul, por el mar luminoso.

Page 169: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

Una isla pequeñita, la más hermosa de latierra. Allí habitan mis padres; les dirásque me has visto. La costa tiene allíplayas rientes con caseríos de colorvivo. Un monte todo verde y huertos quedan los mejores higos y las uvas másdulces del mundo.

Más que en sitio alguno es dulce elresplandor de la luna en las nochesembalsamadas de Prinkipo. Sobre unmar profundo y tranquilo navegan enbarcas los enamorados. La soledadmece las almas y los besos anudandestinos. La dicha es allí tan honda quecasi iguala a la angustia. El corazón secolma y se adormece en la armoníainfinita.

Page 170: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

Cuando no hay luna, las noches dePrinkipo se llenan de sombra muy densay los amantes salen por los bosques,cogidos de las manos, en rondas, ydanzan entre el mar y los pinares, a laluz de las antorchas. Encima fosforece lapedrería de las estrellas suspendidas enla negra profundidad. Y es tan grato elaroma de las plantas, que todos salen desus moradas a palpar el suave encanto.Y transcurren las horas en sosiego. Nadamás voluptuoso que las noches dePrinkipo, y cada día es allí claro yespléndido».

«Tú irás a Prinkipo —insistíaKralipos—, y yo no volveré, amenos…» «¿A menos… qué»,

Page 171: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

interróguele. «A menos que la guerraestalle de nuevo. Mira —añadía,volviendo a su tema político—: somosmás los griegos cristianos que losjudíos, a quienes también explota elturco con los sirios y los armenios;somos muchos más que los turcos…» Yyo pensaba, pero no me atrevía adecírselo: sólo que los turcos matan yustedes no saben matar, y esta tierra vilpertenece a las bestias… Preferí dejarlosoñar con revanchas, le prometí visitar alos suyos, le animé a que se fuese yaconmigo; pero él prefería esperar,atesorar, pagar su regreso, su rescate yel de los suyos.

En la madrugada siguiente, Kralipos

Page 172: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

estuvo puntual para el arreglo de losequipajes; me acompañó al ferrocarril, ycomo insistiese de nuevo, en el instantede los adioses le dije: «Bien; iré a tuPrinkipo; pero no me envidiesdemasiado, porque yo tampoco sécuándo volveré a lo mío… Brega ymedita, el afán es tan oscuro que amenudo no sabemos cuándo se perdió, nidónde, quedó nuestro Prinkipo. Pero elsendero es inmenso y es mejor seguirloque quedarse a la vera. Y Cristo dijo:Anda».

Page 173: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

Ciudadela turca

¡Brusa, Brusa, la emoción de verla fuetan intensa que han tenido que pasar losaños a fin de que el recuerdo,convertido en imagen, permita el intentode sugerirla en palabras! A Brusa sellega por el mar de Mármara, el másbello mar de la tierra. El puerto deBrusa es minúsculo y se llama Mudania,del golfo antiguo de Cíos. Detrás deMudania se extiende la llanura dematorrales con manchas grises deolivares; la perspectiva del fondo secierra con la serranía. En lo alto, sobreuna meseta alongada al filo de los

Page 174: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

acantilados, a la falda del monteOlimpo, siempre nevado, obsérvanseminaretes y terrazas, irreales en lalejanía y parecidos a uno de esosmirajes de cuento persa; ciudadeshechas y deshechas con el artificioverbal de los encantamientos. De prontotememos que la visión se desvanezcaigual que se deshace un sueño.

La ruta asciende sobre el flanco delas colinas, calzada amarillentabordeada de sauces nostálgicos. Loprimero que aparece por el plano bajoes una especie de templo de hermosasbóvedas, que resulta ser casa de baños.En el interior humean las cámaras devapor; en torno a la piscina, encerrada

Page 175: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

en una rotonda de graciosa arquería yancha cúpula confortante, los bañistas,recostados bajo las arcadas, dormitan alarrullo fresco del surtidor.

Camino arriba, entrando ya a laciudad, se alzan los restos de lafortaleza: muros patinados por el tiempoy jardines siempre nuevos. Y desde allíun espléndido panorama de árboles,cúpulas, torres, cementerios y azoteas.Siguiendo la orilla del acantilado, elcaserío se estrecha o se dilata según lasuperficie caprichosa del plano quemedia entre la masa de la serranía y susgrietas, sus promontorios y desfiladeros.

La tentación de aquel conjuntomágico aviva el deseo de entrar a pie

Page 176: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

por el interior de calles y plazas. Untono de cosa vedada acrecienta la prisay la emoción del viajero. Y se empieza asaltar sobre aceras de baldosas rotas,descompuestas y sobre el fango de unacarretera que recuerda y justifica lafrase: «Écharse al arroyo», cuando se haperdido todo, inclusive el honor. A lapuerta de los pequeños comercios o a lasombra de los zaguanes entreabiertosreposan gentes de turbante blanco, enperpetua actitud de día feriado sinfiestas. Algunos artesanos hacen oír elruido del martillo sobre la suela o delcincel que burila metales. El ceño de lagente es menos adusto que en otraspoblaciones turcas. Basta pronunciar el

Page 177: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

nombre de alguna mezquita para quevarios brazos se levanten apuntando elcamino, y añaden en alta vozexplicaciones incomprensibles, que seadivinan afables.

La maraña de un caseríosecularmente desaliñado se aclara enalgunos sitios con el cuadro de árbolesque abriga una fuente. Murmura el aguay se consuela el paseante de la fealdad,el desaseo y el polvo de las zonaspopulosas y desurbanizadas. Aintervalos se repite también la sorpresade explanadas con balcones abiertos alllano, desplazado hacia abajo como unmar de la tierra. En alguno de estosmiradores experimentamos la impresión

Page 178: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

de estar suspendidos en un ambienteirreal, poblado de tipos bizarros,moviéndose entre murallas y fachadas ypanoramas de fantasmagoría.

Antes de visitar la Gran Mezquitapenetramos en el Asilo de las Cigüeñas.Pájaros mutilados o ya muy viejos vivenallí a costa de la ciudad. La rara obrapía nos trae el recuerdo de lassociedades protectoras de animales quesostienen los ingleses. También en lafría crueldad, ingleses y mahometanoscoinciden, a pesar de sus ternuraszoológicas, cuando se trata de manejarpoblaciones vencidas o rebeldes.Mahoma acariciaba palomas con lasmismas manos finas que dirigían la

Page 179: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

degollina de los infieles, y losaristócratas ingleses pagan médico quecura al perro y ametralladoras paraacallar el nacionalismo hindú. Es lamisma psicología que ha creado el lugarcomún imbécil del seudoaristócratamodernoide que encuentra desde suvolante un niño y un perro y exclamanaturalmente: «Maté al niño, pero salvéal perro». Supongo que Carlyle,apologista del Profeta, no habría tenidoinconveniente en suscribir asimismo laética ya dicha. Todo mientras llega eldía en que a estos héroes y servidoresde las especies inconscientes les lleguesu hora de rivalizar con el perro o elgato en el otro platillo de la balanza. Es

Page 180: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

decir, cuando les toque hacerla de pariasy vencidos.

Toda reflexión se suspende, seolvida, en el encanto de la mezquitaOulu Djami la Grande, toda blanca yrematada de cúpulas redondas. Laentrada, en arco de medio punto;ventanas encuadradas con marcosverdes, y en torno rumores de arboleda.En el interior, las naves espaciosas, lospilares macizos y los muros encalados,recuerdan las iglesias del trópicomexicano, sólo que mucho más suntuosolo musulmán. El centro del vasto recintolo ocupa una fuente cuyo chorro se irisabajo la luz cenital de una cúpulahypetrera, cerrada por círculo abierto.

Page 181: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

El surtidor se alza garboso, luegorevienta en cristales que se deslíenfingiendo risas y arrullos. El recintohállase permeado de una fragancia queapacigua los sentidos y alegra laconciencia. El espacio interior parece,en la siesta, una porción del firmamentorefugiada bajo las naves, escapada albullicio, el calor y el cambio.

Camino adelante se encuentra unbarrio modernizado, con oficinaspúblicas, correos, agencias consularescon sus escudos y tiendas de objetosdamasquinados, sederías y, animándolotodo, las terrazas de los cafés. En tornoa las mesillas se pasan largas horassujetos robustos, bigotudos, de birrete

Page 182: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

colorado. De mañana, de tarde y denoche se les ve sorber café depreparación deliciosa, que no logramosimitar en América. Sin duda miran elpaso de las horas, pues no parecenadvertir el desfile de la gente, ni hay ensu semblante asomo de inquietud ovivacidad de pensamiento. Preocupa unpoco ver a los antiguos rivales de lacristiandad sentados bajo la media lunaen fondo rojo que decora las pilastras.Todavía arrogantes, pero ya inútiles,rememorando acaso glorias pretéritas,incapaces de contener el desastre quelos corroe; donde están ellos, elambiente es todavía marcial, pero loscortejos se han vuelto memoria y

Page 183: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

sombra. Y ya no hay combates, acasoporque los guerreros, que no buscabansino botín, se quedaron por allí ahitos ensus bellas comarcas. Hoy la usura delprestamista, el látigo del jefe, mantienenuna apariencia de lujo desteñido einepto. Militares y burócratas esquilmanlos frutos de un campo empobrecido porla esclavitud y la discordia. Y juntanapenas para pagar la ociosidadsilenciosa de unas cuantas horas, bajolos gallardetes de los cafés, mientras losingleses les convierten en museo lasfortificaciones.

En el barrio pretensioso de losnegocios, el tránsito se aglomera no pornutrido, sino porque a una sola calle

Page 184: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

angosta concurren callejuelas repletasde esa humanidad hormigueante ylamentable de las ciudades musulmanas.Paria siempre la multitud allí donde hagobernado la milicia, y mediocre, a lapostre, el lujo de los mismosdominadores. Uno que otro automóvilconduce turcos; la mayoría va a pie,desgarrada. No se ven mujeres, salvouna que otra vieja de tipo ya asexuado, ytodas enlutadas. Un solo carruaje vimoscon mujeres embozadas, en seda negra.«Alguna favorita —comentó el guía—,con sus primas o sus servidoras…» Ibanen clan dentro de su carrozadesvencijada, cabeceando al trote dedos caballos.

Page 185: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

En los comercios, por las vitrinas seofrece la tentación mayor de un viajeroapresurado, en este mundo difícil depenetrar; las aguas de color de losrefrescos y la gama innumerable de lapastelería, con las leches cuajadas yturrones. Golosinas que aquí vemos ensu matriz y que a nosotros nos llegaronalgo desmejoradas, pero todavía ricas,por la vía de la antigua cocina andaluza.

El puente de Sed Bachi no valenada, con sus remiendos de hierro; peroel abismo que abarca es magnífico. A laderecha, en la entraña de una cañadaferacísima, se precipita el chorro delGuek Bare. Las aguas forman remanso alnivel de la ciudad y en seguida saltan al

Page 186: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

precipicio, pasan debajo del tendido delpuente en la profundidad y se rompen enlos peñascos fertilizando el valleinferior. Tendido el andén entre el corteen la roca y en la grieta del cañón, esfácil recrearse en uno de esosespectáculos singulares e inolvidables.La belleza se eleva allí al pasmo. Elaire seco de la región se impregna delvapor de agua de los chorros. De lasplantas emerge fragancia viva,penetrante, como un temple que dieraconsistencia a los empeños del alma.Por la sima se ensancha la cañada hastaconfundirse con el valle, dejando sueltay sola por la llanura una distantedelgada corriente que rebrilla o se

Page 187: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

pierde en las ondulaciones de lavegetación. Un poco más distante, sobreuna saliente de las masas que bajan enbruscos descensos, se alzan las cúpulasbrillantes, los minaretes de porcelana dela Mezquita Verde. En el vértigomomentáneo de aquel panorama sublimeadivinar la imagen de un tropel de losguerreros que caían sobre la planicie yen bandadas de forajidos se dispersabanpor el mundo para volver, cargados detesoros, a disfrutarlos en el seguro deaquellos baluartes espléndidos.

* * *

Page 188: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

A la luz de la mañana refulgedeslumbradora la Mezquita Verde, ricaen mármoles y mayólicas un poco másverdes que el follaje circundante. Lasairosas cúpulas tienen algo del globoque asciende, y también del firmamentoque no se conmueve. Los minaretes,cubiertos de loza verde, ponen un timbrealto y agudo en el concierto de armoníasen círculo de arco y bóvedas. Pareceque dan escolta y afirman la paznecesaria al culto. La falsa paz que sederiva de las batallas. A espaldas de lamezquita hay un caserío pobre, sobre laestribación de la sierra, y enfrente unaexplanada con setos y árboles; luego unpretil que se asoma a la inmensidad del

Page 189: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

valle. Por dentro, la mezquita es unapura alegría. El deslumbramientomatinal, tamizado por vitrales claros,aviva el verde de las mayólicas quedecoran los muros, y finge un trasunto dela lozanía de las plantas. En tableros ycornisas los arabescos evocan el vivirdiario, atormentado, confuso y, sinembargo, sujeto a misterioso ritmo ygeometría. Los techos, en estalactita,comprueban la servidumbre del artemusulmán respecto a la naturaleza. Elabandono en que se mantiene laconstrucción —porcelanas magníficastiradas por el suelo, mármoles derruidos— nos recuerda el desastre de aquellacivilización, cuyo estilo fue la

Page 190: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

abstracción de una naturaleza sin alma.Encanto de apariencias sin médula,plagio apresurado e incapacidad para lacimentación, todos estos rasgos comunesexplican el deterioro prematuro deAlhambras y Mezquitas.

* * *

La Mezquita Grande, con menos lujodecorativo, da mayor impresión dedurabilidad. Volví a verla un atardecertodavía luminoso. Los blancos muros desu exterior, sombreados con lasoscilaciones del follaje, no necesitanornamento. Los sicómoros milenarios

Page 191: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

del atrio valen por una arquitectura: songruesos, altos, agrietados, resecos detronco y todavía frondosos, musicales.El rumor de sus ramajes bajo la brisaengendra una emoción de solemnidadmás significativa e inquietante que elrumor manso de las aguas que escurrenpor los caños del piso. Más ancho eldiapasón del viento y alada su música,rica en misterios de cosa celeste que nosospechan las aguas, habituadas a la risay a la voluptuosidad. Bajo la presión delviento, los ramajes se juntan a lostroncos o se agitan como banderolassonoras. Y no sé qué aire de vieja castapervive en estos sicómoros que en laHélade, bajo el nombre de plátanos,

Page 192: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

inspiraron a Platón, y en el Asia Menorhan cobijado basílicas, despuésmezquitas y ahora salmodian la retiradadel musulmán. Árbol tutelar de ilustrescivilizaciones, en la corteza verdepálida lleva esa mancha, especie delepra vegetal, que recuerda los estigmasfísicos de esas antiguas estirpes realesque se van pudriendo en su ufanía. Lossicómoros dejan que se les manche lapiel, pero el alma la guardan refinada ya tono con la eternidad. Resistentes,generosos, indiferentes al tiempo y susvicisitudes, brindan su sombra en lasiesta para el reposo del hombre y en elatardecer entregan a la brisa susramazones, le captan y le traducen el

Page 193: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

secreto de la melodía que apacigua losánimos.

Envueltos en música de hojas yrumor de aguas corrientes, reposanmuros y bóvedas. La ancha puerta enarco tiene abierto un postigo; entramos ynos contagia la calma perfecta de lasnaves. Las paredes, desnudas, evitandistracciones vanas y concentran laatención en el ser. El surtidor repite suestruendo, parecido a un órgano, de unsolo tema sin variaciones; lo que varíaen el chorro es el episodio, laremembranza o el anhelo que le enhebrala fantasía. Su voz indiferenciada otorgaun mismo comento a penas y goces.Imagen pura de la existencia elemental,

Page 194: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

lo que le importa es repetir la certeza desu existir —un yo soy primario máselocuente que el yo crítico de losfilósofos—. Y no se sabe si adolece elchorro de simple pobreza, de motivos osi es su tema un resumen de toda lasabiduría. Acaso dependa del oyenteinterpretar el chorro, humilde y amorfo,pero profundo, y significativo, o torpesonar de un tiempo vacío.

La Mezquita de las dos músicasaprendí a llamarla; por afuera, la de losárboles; por dentro, la del chorro, cuyogolpear lentamente distiende lasarticulaciones, regala el ánimo;hipnotiza a los fieles, que se están horasy horas entregados a la beatitud de un

Page 195: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

bienestar físico, y al simple visitante lealivia el afán.

Cada vez que entra al templo undevoto resuena un grito penetrante:«Ay… i, i…, ay», seguido dereverencias en dirección del ábside queve a La Meca. En seguida el reciénvenido se sienta sobre sus propios pies,en la postura consabida, inimitable.Extático, deja correr el hilo inútil deltiempo; flota un aura de poesíacontagiosa…, el corazón rebosa paz.

¡Ay, Alá, dios enemigo de mi casta,vano fantasma de pueblos desorientadosy artistas: no te rendí acatamiento, perome sobrecogió por primera vez, en aquelsantuario de Brusa, el influjo de tu

Page 196: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

presencia! Lo que no logra la vesaniaconfusa del Alcorán, lo obtiene elcontacto con la fe de un creyentesincero, pensé: y me dejé llevar de esaembriaguez y fragancia que penetran lasbuenas mezquitas…; por supuesto,recapacité sin vacilar, nada de esto esturco ni musulmán, ni siquiera árabe:todo esto es destello borroso de ladivina Bizancio, que construyó el mejorarte y la más arquitectónica teología. Sinembargo, justo es confesar que algopropio tiene Brusa: acaso la fascinaciónde los sitios donde la angustia humana,hecha oración, se ha vertido en elespacio, aclarándolo y depurando sumisma materialidad.

Page 197: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

En el anochecer de mi primer día deBrusa, recostado en el lecho de laposada mientras servían la cena, meinvadió una somnolencia grata, mezclade fatiga y de visiones fuertementegozadas; me sentí a mil leguas de larealidad cotidiana, transportado a unmundo totalmente extraño, cuando depronto, por la ventana que daba a lacalle oscura, escuché de labios de mujereste grito castizo: «Ven, que te voy a darun paliza», y en seguida la carrera de unchico que escapa… Me puse de piecreyéndome alucinado, pues ¿no estabayo en la ciudad turca del más puroturquismo? Asomándome a la ventana,vi gente humilde sentada a la puerta de

Page 198: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

los zaguanes, como en las aldeas deCastilla o de México, y cruzabanpalabras en español. Entonces me dicuenta (recordé haberlo leído en la guía)que el hotel se ubica en el barrio de lossefarditas, la judería de la ciudadmusulmana. Y allí estaban aquelloshermanos nuestros, que bien pudieronser nuestros primos o nuestros sobrinos,si en vez de expulsárseles se les lleva acolaborar, con las otras tribus, a la obrade la expansión de la cultura en elNuevo Mundo. Allí están, fieles a lalengua, que es un poco más que ser fiel ala patria; están pobres laboriosos ytolerados apenas por el musulmándesdeñoso. Además, salvaje en

Page 199: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

comparación con el judío. Sentí porellos un vivo interés y algo parecido aldesgarramiento remoto de los hogaresque se partieron, dispersándose,olvidándose los parientes… Al otro día,buscando unas señas, di con trestranseúntes que resultaron sefarditas, yen castellano nos entendimos apenas conalgún esfuerzo, y mejor, desde luego,que si hubiésemos recurrido al francésintermediario… Nos despedimos con laefusión de un vago, pero bienreconocido paisanaje.

Page 200: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

Siesta florentina

Hay ciudades que nos rechazan;sentimos en ellas inquietud y disgusto,casi congoja. Así me pasó a mí enGenova, de donde partí sin acabar lavisita obligada de museos y palacios.Caí en seguida en el breve encanto dePisa, y por fin, un día después, entré enFlorencia, la milagrosa. Llevaba días ydías de contemplar muros pintados,naves, torres, palacios y galenas, ycomenzaba a serme familiar elespectáculo dulce de las colinas ornadasde cipreses, pulidas en el cristal del aireinmóvil. Pero se había ido quedando

Page 201: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

pendiente la visita que me resultó másconmovedora: la del convento de SanMarcos, que conserva los mejoresfrescos del Beato Angélico y la celdadel profeta Savonarola. Un día lleguéhasta la misma puerta del local y laencontré cerrada. Otras veces me habíadicho: «No, no en este instante; para irallá es menester preparar, limpiar elánimo».

Y vino una de esas noches de calor ymosquitos, de insomnio y de tumulto dela conciencia, en las que no se disfrutade paz un instante, y dejé, sin embargo,la cama bien temprano, porque tenía quecumplir una de esas citas absurdas queme daba mi amiga reciente, a las ocho

Page 202: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

de la mañana, para sorprenderpanoramas o para visitar con calmadeterminadas iglesias distantes.

Mi amiga, bastante bella yextrordinariamente discreta, eraflorentina. La conocí al acaso: dosrodillas que tropiezan en el autobús, unusted dispense y una pregunta de ella, aldescuido, mientras arregla las ropas delpequeño que la acompaña: «¿Pasamosya por la esquina de…?»; y la respuesta:«No sé, soy forastero». Total, unaamistad asidua, pero recatada y honesta,porque resultó casada y leal.Generalmente nos veíamos temprano,unas veces solos, otras con el hermosoGiam Paolo a cuestas. Sólo una vez

Page 203: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

logró escapar todo el día, pero fuenecesaria la complicidad de una amiga.Aprovechamos la jornada de libertadcomo colegiales en asueto; nos fuimos ala Cartuja, recorrimos trechos de campoa pie —comarca maravillosa, en quehasta el polvo parece animado designificaciones egregias—. Después dela visita, entre bromas y cantos,llegamos a una mesa blanca, en el jardínde una posada sobre la carretera, cercadel puente, a orillas del río, en la faldamisma de la colina de Chianti.Concertada la lista de los manjaresaparecieron botellas de un vino de latierra, chianti espeso, casi tinta,semidulce y sustancioso como un

Page 204: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

bistec…—Es una lástima —me dijo una vez

mi dulce amiga— que no pueda yoinvitarle a mi casa por las noches;escucharía usted cancionesacompañadas de laúdes; a veces nosvamos por las calles, bajo el cieloestrellado, cantando en grupo, losamigos, los familiares…; pero nocomprenderían; los hombres soncelosos; mis cuñados alarmarían a miesposo ausente…; es una lástima.

En cambio, me prodigabaindicaciones preciosas. Por el timbrecon que pronunciaba los nombres de loslugares artísticos me daba cuenta de lacalidad, la modestia o la excelsitud del

Page 205: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

objeto o el sitio recomendados. ¿No fueella la que insistía en mostrarme aquelvaso griego, joya del Museo Florentino?… Le debo, además, el descubrimientode Donatello. Y su modo de enunciar—Mi-quel-án-lle-lo, igual que un trino— por poco acaba con mis prejuicioscontra el gran renacentista.

Mi amiga no es, como seguramentesupondréis, una artista fallida o una guíade esas que pululan por las cercanías delos hoteles. Mi amiga lleva la marca desu oficio en los dedos, que tienemanchados de puntos negros, picadospor una punta metálica. El origen deestas señas me lo dio ella sin reparo: enratos perdidos hace trabajos de orfebre.

Page 206: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

Además, dibuja y pinta esas tablas,copias de primitivos, que ruedandespués por el mundo. Es una artista, osi queréis, una obrera, como obrero fueel Giotto. Y por lo demás, no sé que elDante haya sido hijo de algún duque.

Y todo este rodeo no ha tenido másobjeto que explicar cómo vine a pasaraquella mañana con la encantadora yhumilde Beatriz de mis devaneosflorentinos. Fuimos aquella ocasión porFiésole, y nos separamos al punto demediodía. Mi fatiga era grande por latorpe desvelada y porque en veinticuatrohoras no había probado alimento. Contodo, no tenía hambre, y sólo para tenerpretexto de beber media jarra de aquel

Page 207: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

vino dulce color de ámbar, pedí en unafonda una pasta y unos higos; despuésvolví a pedir vino. De allí me fui, pordetrás del Duomo, a San Marcos.Acababan de abrirse de par en par laspuertas; pagué el billete de entrada,penetré en el claustro de paz luminosa ysin atender letreros me metí por lassalas de exhibición. Empecé a ver tablascon coros celestes y Madonas delAngélico; pensé: He aquí lo quebuscaban Cimabue y el Giotto, SimoneMartini y Benozzo Gozzoli y Orcagna;todos me habían parecido insuperables,increíbles de belleza sublime, pero uninstinto propio me había llevado areservar para el Beato sitio aparte y

Page 208: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

emoción definitiva. Seguí mirando sustelas y recorrí, en los altos, la inimitablegalería de los frescos. Ante aquellaAnundación inocente, sublime, sencillaen su belleza angélica, recordé laspalabras devotas de Ruskin. La fatigame vencía, pero el asombro, elencantamiento, me hacían detenerme, mehacían avanzar. Luego descendí, y ya unpoco extenuado y sin ninguna ideapreconcebida, sin ningún dato crítico enla mente, penetré en la sala másconmovedora que han contemplado misojos. En el fondo, ocupando todo elancho, luminoso muro de la capillatoscana, está el fresco que las guíastitulan «La Crucifixión del Señor, por el

Page 209: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

Beato Angélico». El recinto estaba enaquella hora desierto, fresco, callado.Pausadamente tomé posiciones: me sentéen uno de los bancos, miré por partes, videspués el conjunto, me contagié deunción. Mi pobre cuerpo, estropeado,deshecho, se sintió desfallecer; el sueñome cerraba los párpados, yo losentreabría, cogía la visión y los volvía acerrar. Después sentí dormido todo elcuerpo, y entonces, como si usara nadamás los ojos del alma, que no conocenfatiga, torné a mirar en detalle y engrande la prodigiosa composición. Meaparecía más luminosa a ojos cerrados.Lo que el sentido no puede entender loadvertí en el semisueño, que suele ser

Page 210: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

vigilia pura del alma. Empecé a sentiruna profunda ternura y me puse arememorar. Pasaron por mi fantasíalejanas visiones de estampascontempladas en la niñez —lo único quepodemos ver en América—; recordé losálbumes de reproducciones en coloresde precio modesto que alguna vezpasaron por mis manos en la casapaterna. Ya desde entonces, en medio dela abundancia de Murillos bonitos,Ticianos gordos y Rubens hinchados, yjunto con los monstruos de Velázquez,los enanos y los Felipes, y aun sobre lamisma Gioconda, que jamás me causóningún desconcierto, yo prefería conemoción rara las figuras con círculo de

Page 211: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

oro en la cabeza. Ya desde entonces esoora para mí la pintura. No hubierapodido expresarlo, pero aquel arte medaba la manera de salir de lo humano ytrascenderlo. La antipatía violenta queme produce todo realismo se marcabadesde aquella edad ignorante e ingenua.Sin duda por eso me sentí en mediopropio, me puse a dormir en el seno dela belleza sublime y abrigado en el calorde la tarde luminosa. Y entregué micuerpo al sueño y mi alma al ensueño,precisamente en la cámara que guarda laobra más melodiosa y evocadora quehaya ejecutado el pincel humano.

«¿Y cómo es la Crucifixión delAngélico?» preguntarán en su fuero

Page 212: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

interno algunos lectores. Lo mejor seráque compréis una de esasreproducciones humildes de las quehace mi amiga, o una simple postal; perosi ni esto podéis adquirir en esos pobrespueblos de la patria, en los que aun elpapel de envoltura suele escasear; paralos que ni una mala copia pueden ver,diré que la Crucifixión ocupa el planointerior de una capilla en cuadro; la granpintura sólo se logra sobre pared. Porarriba, la superficie mural remata enbóveda toscana, varios gajos en atrevidogracioso arranque. Anotad que no es unacapilla gótica; nos hemos alejado delreino ojival y comienza el rastro de loque es propiamente nuestro: el estilo

Page 213: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

bizantino, que algún día ha de revivirdel otro lado del mar, en el trópico; porejemplo, en Río de Janeiro. Laestructura de la cúpula obliga al pintor aencerrar su composición dentro de ungran arco en medio punto, y por abajo,en línea horizontal sobre el zócalo. Lospersonajes del cuadro están en doblefila, arrodillados los de adelante y enpie los de atrás; obispos de tiaras ybáculos y monjes humildes ennoblecidoscon su halo. Próximo al centro, hacia laizquierda, hay un cuarteto prodigioso: laVirgen, desfallecida de dolor, y dosmujeres que la tienen de los brazosmientras otra se arrodilla, proyectándoleen el pecho la luz que se adivina le sale

Page 214: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

del rostro. Sigue una figura hierática depie y otra sentada, señalando con eldedo sobre el libro abierto las profecíasque acaban de consumarse. Otros dospersonajes —complace no averiguarquiénes son— se ven como abismadosante el misterio, y un tercero se cubre elrostro y solloza. El colorido de lasfiguras inferiores es vivo, sobre unaancha faja de claridad. En la parte altadel cuadro gravita una densa sombra.Emergiendo de la tiniebla, refulgente,aparece el Cristo. A uno y otro lado,socorridos de luminosidad refleja,penden los ladrones. Sobre el halo delCristo resplandece la cruz bizantina —símbolo trascendente—, ya no el madero

Page 215: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

material del suplicio, sino sutransfiguración universalizada. Elcuerpo entero de Cristo está comountado de luz, encendido en el fulgor deun Sinaí definitivo: contemplarlo causapaz y dulzura y sereno júbilo. Nada haquedado de la salvaje crucifixión queconsumaron los hombres; el espectáculoes el de la crucifixión como debenhaberla contemplado los ángeles. Ycomo la ve el cristiano que siente suhondura y reconoce su significado.

Así como hay entre las gentes lasatracciones y repulsiones que hacen todala trama de los afectos humanos, tambiénentre las cosas, particularmente enaquellas en que puso su huella el

Page 216: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

espíritu, quedan imanes, polaridadesmisteriosas que explican por quéalgunas veces nos sentimos comoexpulsados de un sitio y en cambio enotros lugares, desde que llegamos,hacemos patria.

Page 217: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

Los mismos

El Coliseo está hundido, igual que elForo. En el transcurso de los siglos elnivel de la ciudad ha ido subiendo, enobediencia a la ley de compensación delas masas, que tiende a uniformar lasuperficie del globo, deslavando lasmontañas, llenando las hondonadas. Sinembargo, desde que nos asomamos a larampa descendente se nos imponen lasproporciones majestuosas de la triplearquería, cerrada en rotonda. Losderrumbes parciales parecen marcaretapas menos firmes, a pesar de supoder constructivo, que la solidez de los

Page 218: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

cuerpos intactos. Una grandiosidadserena se esparce de la fachada, que elsol poniente colora de rosa lo mismoque en las reproducciones ilustradas,que parecen increíbles.

Al llegar cerca de la base la inmensaconstrucción asombra por el volumenrecio y recrea con la gracia de las partesbien coordinadas. Los bloques depiedra, sutilmente ajustados, se tornanconvexos o cóncavos, según elimperativo de las pilastras y los arcos olas bóvedas de cañón de los pasos. Elgranito intacto de ciertos huecos parecegozar su eternidad. En cambio, lasaristas, los capiteles, las salientesexpuestas a la intemperie, se han

Page 219: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

quedado comidas, como perforadas porla lenta acción de los vientos. Allí secomprueba una vejez que produceangustia vaga, evidencia de la fragilidadde la obra humana y de su mismomaterial, más durable.

Por dentro, la gradería tendida se vetan inmensa que el óvalo no se cierra, seagranda en todos sentidos y tenemos quemirar en varias direcciones paraapreciar la magnificencia del conjunto.El pobre ojo humano, habituado a lamezquindad de las construccionescorrientes, siente el esfuerzo desuperarse y nos sentimos comoavergonzados de la admiración quehemos puesto en las pequeñas

Page 220: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

arquitecturas: renacentistas, neoclásicas,toda la cosa limitada de estas edadesruines, dominadas por pueblos de cortoalcance de alma. Viniendo del Norte,por primera vez a Roma, lasproporciones se ensanchan a la medidaque exige el ánimo y sentimos el poderdel hombre objetivado y cumplido. Lasnaves serenas, monumentales, de lasbasílicas nos han aliviado ya del deliriobárbaro de las ojivas, las nervaduras ylos pináculos. Arte esquemático yangustioso que es obligado admirar,porque procede de pueblos que dominannuestro momento. En cambio, las termas,el Panteón, las basílicas bizantinizantesy las anteriores, nos devuelven al

Page 221: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

sentido de la medida grande y laarmonía de ambiciones cósmicas.

Estamos en el Circo en ruinas.Afuera, Roma, la misma Roma, padecela tristeza de domingo protestante, quese ha ido imponiendo en todos lospoblados. Unos cuantos visitantes subenpor las gradas, se pierden por losvomitorios. Cuesta trabajo representarseaquel mismo Circo hace dos mil años omil quinientos. Cien mil espectadores yadegenerados, sumisos a su César. Yabajo, la farándula trágica de las fieras,los atletas, los verdugos y los mártires.La humanidad se había vuelto loca ydevoraba a los justos en tanto confiabasus destinos a cualquier Augusto

Page 222: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

imbécil, que en una República bienordenada hubiese parado en presidio.Todavía hay en el ambiente algo delpeso de aquel pecado de lesacivilización. La victoria de loscristianos no alcanza a Roma, no ledevuelve el antiguo poderío ni siquierala rejuvenece. Roma podrá ser eterna,pero no ha vuelto a ser lozana: menoshoy, que es fascista.

Las sombras del atardecer han idocreciendo de abajo hacia arriba y yaenvuelven en su misterio las graderías.Por las arenas deambulan siluetas grisesde curiosos; gravita silencio de olvido:estamos a muchas leguas de los afanesdel día. De pronto el gran vano central

Page 223: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

se ennegrece con un grupo que entra. Pordelante van los crucifijos, siguenestandartes, y a medida que se organizael cortejo los cirios prenden sustemblorosos reflejos. Encabezan unosfrailes de cráneo afeitado: luego, enhilera, cien o doscientos peregrinos. Alacercarnos advertimos sus ropashumildes, sus rostros desteñidos derubios amarillentos. Muchos usananteojos y mantienen la mirada de azoroque Ies da aspecto de candidez, aunqueson de la misma casta que hace loszepelines. No necesitan decir que vienende alguna provincia del sur deAlemania. Ven apenas en derredor,avanzan salmodiando. Se difunden los

Page 224: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

cánticos y una especie de ensalmo evocael pasado. La eterna fe resucita y eldesfile es como un recorrido de almasque caminan cantando; después sedetienen y rezan; luego tornan a avanzara lo largo del pretil. El cortejo de losalemanes se acerca al fondo delanfiteatro; otro empieza a penetrar. Elcura pronuncia una arenga, que losgermanos escuchan contritos. Espejeanlas miradas detrás de los anteojos,siéntese pura la devoción, en tanto queel del gesto desgarbado y melancólicoatestigua el padecer que les obsequia elmundo.

La segunda procesión avanza conlentitud. La claridad melodiosa de las

Page 225: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

voces indica desde la distancia que setrata de peregrinos italianos. Irrumpenlos salmos como chorros de un surtidorsonoro; contesta el rezo con resonanciasen que se marca el cristal de unassílabas bien pronunciadas, al revés delsimple rumor confuso de otros idiomas.La religión ha dejado de ser lamentopara volverse júbilo. Al frente, un padrejoven, sotana negra y cabeza despejada,marca el alto y se dispone a predicar. Suhabla es encendida como la luz de loscirios, el pensamiento claro como eltrino de las alabanzas franciscanas, loslaudis melodiosos. Sin conocer elitaliano casi y con sólo saber español sele entiende con exactitud. Recuerda que

Page 226: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

hace siglos, en aquel mismo sitio y entardes dominicales, eran llevados loscristianos para hacer befa de sucreencia. Sobre la sangre de los mártirescorría el estrépito de los carros y lasrisotadas de la multitud eran un reto a laverdad eterna. Pero he aquí que ahoravenimos de triunfadores para afirmar lafe divina y para cantar victoriosamentelas alabanzas del Dios inmortal. Nuestrapresencia en este sitio es el testimoniorenovado de la fe a través de lostiempos. Pasaron las multitudes quevociferaban; cayeron los Césares, y lahistoria ha seguido forjando cambios;pero los cristianos seguimos firmes, hoycomo ayer, penetrados del espíritu

Page 227: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

divino, que no reconoce mudanza.Dispuestos a sufrir por la fe. Losimperios son efímeros; sólo nuestrareligión es eterna. No obstante laspersecuciones, los cismas y el pecado,la fe subsiste y alienta hoy vigorosa ennuestros pechos. ¡Por encima de todo sealza la verdad del Cristo!

Después del sermón los cantossonaban más dichosos. Nuevasprocesiones habían ido entrando, cadauna con su pastor, que las arengaba en supropio idioma. Había franceses ysudamericanos y austríacos, y ladiferencia de naciones atestiguaba elempeño unánime; afirmación de la fe yevidencia del triunfo católico, a pesar

Page 228: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

de sus quebrantos. Bastaba conacercarse a cualquiera de los grupospara advertir el candor, la certeza de laconvicción. Seguramente a Roma no lesllevaba el afán de placer ni habíancaminado con lujo, por emplear undinero sobrante. Al contrario, parecíaadivinárseles el esfuerzo con quecontaron el precio de la expedición,arrancándolo al producto del durotrabajo de todos los días. En los trajes,en los rostros fatigados, se advertían lashuellas del viaje incómodo y de lasmalas noches en posadas mezquinas. Unmístico aire de resignación emparentabalos rostros, étnicamente distantes, degermanos y de sirios. Pertenecían todos

Page 229: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

a la misma casta que la antigüedad,francamente designada con el nombre deesclavos y que no ha mejorado gran cosaporque hoy sea teóricamente libre. Noestaban allí representados los poderososde ninguna de las diversas nacionespresentes, sino ejemplares de lainnumerable multitud que se afana paraganar el sustento. De suerte que igualesa los de hace más de mil años, estoscristianos seguían siendo la claseoprimida. Ayer trabajaban para lospretorianos del Imperio y hoy para losplutócratas que rigen la banca y por suconducto la política. Eternamenteesclavos los hijos de Cristo, allí estabanofreciendo el testimonio de su

Page 230: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

sentimiento y de su resignación.Delante de semejante evidencia,

pensé: ¿Dónde está el triunfo de quehablaba hace un instante el pastor? Yano se nos trae aquí para servir dealimento a las fieras, pero en númeromultiplicado alimentamos con nuestrosudor y nuestra angustia a los mismosque se burlaron de Cristo porque no sedecidió a encarnar el poderío, porque nose hizo rey conforme al mundo.

Y estamos hoy, además deoprimidos, desconsolados. Siquiera losde ayer se conformaban pensando que deun día a otro, una aurora ya próximavería aparecer el carro triunfante delSeñor. Exaltación de los buenos y

Page 231: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

confusión de los malos. Y moríanconfiados en que si no los hijos, por lomenos los nietos disfrutarían del reinadode la justicia en la tierra. En cambio,ahora, después de casi dos mil años deinútil espera, extinguidas las señales…,el cántico gemía completamentedesamparado. Serpeaban los cortejos enla sombra como dragones guiados por lafosforescencia de los cirios. Una trasotra ondulaban las plegarias de lasdistintas peregrinaciones, y aldevolverlas en eco, la muralla en ruinas,parecía teñirlas en desencanto;acrecentábase el ritmo de abandonoabsoluto. Y no se veía radiosa ya ladiferencia de los supuestos vencedores,

Page 232: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

los cristianos de hoy, y los cristianos deayer martirizados; en el fondo eran losmismos; los eternos expoliados, losvencidos en las luchas implacables delmundo. Aquél era el cortejo de losproscritos en el valle de lágrimas. Eldestino ya no los arroja a la fierasporque sus brazos son útiles en el taller;ya no padecen bajo el látigo, perosoportan el quebranto continuo de lossalarios mezquinos. No cabía duda: losde hoy invocaban a sus hermanos, losesclavos de antaño, y juntos elevabanpreces a la esperanza. También los amosde hoy, desde sus palacios de Londres yde Nueva York, reviven el desdén de lospatricios del Imperio. Y más listos que

Page 233: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

sus predecesores, mandan al Senado asus lugartenientes y así eluden lascontingencias, las responsabilidades;disfrutan no más las ventajas delseñorío. Más fuertes ahora los señores ylos esclavos más numerosos, másdivididos, más impotentes y sin lailusión de que los hijos verán brillar elsol de la justicia.

Y las vagas impresiones fugaces,producidas por la observación rápida delos primeros días, tomaron cuerpo y seme volvieron repugnancia de la Romaeterna, que endiosó a la Loba y crucificóa San Pedro. Siempre obsedida por lascosas de la tierra, nunca se libra de caeren abominaciones. Su contagio mancha

Page 234: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

culturas y credos. Odiosa Roma deCésares. Arcos de triunfos ridículos, nollegan a parodia de lo monumental a loLuxor. Todo el asco de la Romamilenaria nos sube al cuello y pensamosen los cortejos marciales de la eraimperial; no nos sentimos en el carro delos vencedores, sino entre la plebecolonial, que ya soñaba con ladestrucción del imperio. De todasmaneras, nuestro sitio por allí no es otroque el de las catacumbas, repartiendo laconsigna, la insubordinación oformulando las frases del escarnio de larealeza.

Vimos otra vez el Circo permeadode sombra, borrados los vestigios de la

Page 235: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

fatal disgregación, falsamente eterno, ycomprendimos que aun así, y no obstantesus milenios, es más frágil que laimprecación de las generaciones quepasan una tras de otra, renovando suprotesta contra la dominación delhombre. Sobre las ruinas triunfa elclamor de espíritu. Y no es Roma laeterna, porque sólo es eterna el almadivina, que la combate y la vencerá.

Concluidos los rezos salen losgrupos del Coliseo. Afuera hay todavíaluz. Corriendo en auto se ve el panoramade la ciudad. Sobre algunas terrazasbajo emparrados alrededor de lasmesitas, conversa la clientela dominical.Un vino color de ámbar llena los vasos

Page 236: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

y da la impresión de residuos que el solponiente olvidó recoger. Se piensa en eldios de indulgencia que inventó labebida para aliviar el mal de vivir.Mientras unos adormecen así su pena enel regazo del falso dios antiguo, otros,los de las peregrinaciones y losreflexivos, hermanados a los que antesmorían en el circo, prorrumpen comohace mil y tantos años: «Por qué tardastanto. Señor».

1925

Page 237: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

El mapa estético deEuropa

La idea, sin duda, ha pasado ya pormuchas cabezas; pero no sé que hayasido formulada exactamente. El viajeroque ha recorrido el Oriente, donde seinventaron las formas capitales de laarquitectura, o visita la comarcadespejada que vio nacer la estatuariagriega, o se detiene por las costas delMediterráneo, viejos emporios de lasartes del color, se siente al llegar aBudapest como si lo hubieran envueltode pronto en gasas y velos. De mañana y

Page 238: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

de tarde, las brumas mantienen unaatmósfera gris. Sobre dos riberas decolinas se alzan palacios rematados entorres de punta gótica o de cebolla rusa;por en medio, la ancha cinta plateadadel Danubio. Y por doquiera la vista senubla, los ojos añoran sus fiestas dedibujo y luz; se diría que no hay allí otrogoce que dormir acariciado por lostibios vapores ambientes.

Sin embargo, a poco que aguce laatención, advertirá el más insensible quedentro de la misma atmósfera opacatiembla una suerte de vibración grata ysedante. Si se queda contemplando elrío, percibirá en seguida que no se tratade una corriente nada más abundante,

Page 239: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

sino de un caudal undoso y comocargado de músicas. Buena parte de susmelodías ha pasado ya a lainstrumentación y, organizada según elsentido humano del sonido, se difundepor el mundo en música célebre.Pervive rumoroso un vasto depósito desonoridades que el artista irá extrayendoconforme a cierto azar en el transcursodel tiempo.

Si más tarde, ya de noche, paseamoslejos del recinto de los bulevares porlas barriadas modestas, nos llamará laatención la frecuencia con que seescuchan músicas en el interior de lasviviendas y a través del cancel defondas y cafés. La ciudad transpira

Page 240: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

melodías. Y aventuramos la tesis de quetoda aquella ansia artística manifestadaen las tierras de sol por la vía delpaisaje y el esplendor que recrea lasmiradas, aquí está reprimidavisualmente, pero emana en expresionessonoras. Falta de color, estalla en temasy notas. En otros términos: nos damoscuenta de que hemos dejado la región dela pintura para entrar en el reino de lamúsica. Lo que sugiere la idea de queasí como el geógrafo anota en sus cartasel clima, la fauna, los productos de cadaregión, debe existir también para elespíritu todo un complexo de zonas ypotencialidades que no hemos exploradocon precisión y que conviene definir,

Page 241: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

aunque en los comienzos obtengamostrazos tan incompletos y absurdos comoel de esos encantadores mapas antiguosdel mundo y de los continentes.

El mapa del mundo físico está casiconcluido, determinado al detallegracias a los progresos de cienciascomo la geodesia. Y por lo mismo quepodemos ufanarnos de conocer elaspecto material del planeta, resultaurgente, no sólo curioso, abordar latopografía, la geografía de esos espaciosen que se desenvuelve el pensamiento.Pues así como no es igual y uniforme lasuperficie terrestre, menos todavíaparece homogéneo el ambiente en quemoran las almas. Y sin meternos por de

Page 242: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

pronto a buscar comprobaciones de esteúltima aserción, procedamos como elgeógrafo, iniciemos a grandes rasgos latarea del explorador, señalemos lastierras ideales según las vayamosdescubriendo, esbocemos un trazo de loque pudiera llegar a constituir el mapaestético de Europa.

Adoptamos a Europa como punto departida, a pesar de que es muy complejosu caso, porque, en cambio, ofrece laventaja de ser un crecimiento yaconcluido, a diferencia de zonas, comola selva amazónica, pongo por caso, enlas que el espíritu aún no comienza sutarea.

Comenzando por Europa, y en

Page 243: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

términos generales, según lo exige lanovedad del esfuerzo, digamos que laregión mediterránea, por ejemplo, deValencia a Nápoles, es una zona quepodría marcarse con un solo color, bajoel nombre de pintura. Con lo quequeremos decir que es aquella una zonade espíritu que ha logrado susexpresiones más acabadas, según ellenguaje de la forma pictórica. Hanproducido, y probablemente seguiránproduciendo dichas regiones, notablespintores. No es ni necesario mencionarlas grandes escuelas de pintura italiana yespañola.

La existencia de una gran escuela depintura holandesa y gran producción de

Page 244: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

dibujo y pintura en la Alemania del Surno constituye excepción a la regla solar:la confirma. Porque Holanda y la regiónde Nuremberg son vanos luminosos enmedio del manto de brumas que desdehace siglos envuelve a la Europa delNorte.

Por el rumbo opuesto, al sur deNápoles encontramos la antigua zonahelénica, prolongada estéticamente hastael Asia Menor y buena parte de la costaafricana. La luz aquí abunda, pero elmaterial estético engendrado es tanfecundo que no se le puede caracterizarcon una forma plástica sola. Reinopropicio a la arquitectura, a la escultura,encontramos en él relativamente poca

Page 245: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

pintura. Lo que de paso es argumento enfavor de la tesis de que es artesecundario el pictórico. Tendríamos,pues, que emplear otra tinta para correruna aguada desde la punta de Italia hastael Asia Menor y el Egipto, con el marEgeo y la Persia, imperio estético quequedaría señalado con este nombrecomprensivo de todas las artesplásticas: arquitectura. No es necesariorecordar todo lo que de allí ha salido encreaciones y estilos: no adelantaremoscomprobaciones: nos bastará por ahoracon señalar las rutas. Ya se entiende quecaben las correcciones y enmiendas: loque por lo pronto interesa es marcar loscontornos.

Page 246: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

Por ejemplo, dentro del vasto reinode la arquitectura hay que distinguir doscomo provincias autónomas, dos zonasdonde la edificación quedó superada porla escultura: ellas son Grecia y Egipto.Pues son insuperables egipcios y griegosen sus bajorrelieves y estatuas, y, encambio, en arquitectura no llegaron almáximo. Y aun cuando esto último nofuese exacto, la distinción subsiste,porque son dos cumbres la esculturagriega y la egipcia, y, en cambio, no latienen semejante ni Persia ni ciertaszonas del Asia Menor, ricas, sinembargo, en arquitectura. Grecia yEgipto tienen rivales en arquitectura, noen escultura.

Page 247: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

Volviendo de nuevo a Europa por elrumbo de los Balcanes, habrá que dejaren blanco, como tierras en que todavíano cuaja el espíritu, todos los pequeñosEstados, antiguas colonias remotas deRoma o de Grecia.

Al llegar a Hungría comienza elfenómeno musical que acaba deseñalarse. Allí por razones que demomento no trataremos de indagar, elarte no ha usado con acierto las formasplásticas: en cambio, ha mostrado tino yfecundidad en el empleo de la música.La región sonora se prolonga por elcurso de los dos ríos sagrados del canto:el Danubio y el Rhin, abarcando en unmismo don a germanos y eslavos.

Page 248: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

Nuestro mapa entonces anotaría estavasta comarca con el nombre de música,y eso a pesar de dos grandesexcepciones: la melodía italiana y elcanto árabe. Pero hay en estas dosmodalidades un elemento de plásticaque no es oportuno de momentodescifrar; baste advertirlo para quequede justificado en región propia esearte de la composición musical comolenguaje interior y ley íntima de seres ycosas. Elemento estético en realidadmuy diverso de la sonoridad exterior,objetiva, colorida y plástica de lamúsica mediterránea.

Y antes de seguir adelante volvamosa Italia, caso singular y difícil para el

Page 249: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

catalogador, porque allá confluyen todaslas maneras usuales del arte y seproducen algunas que no tienen parejaen el resto del mundo. Por ejemplo, enItalia es un arte el lenguaje hablado.Escuchar las voces cotidianas es allí undeleite auditivo y espiritual, como unamúsica que ya no necesita el aditamentoinstrumental melódico ni armónico. Perotambién éste es asunto que rebasa laatención del geógrafo. Para hacer unaanotación precisa habría que escribirmuchos subtítulos: síntesis estética enFlorencia; pintura en Siena; arquitecturaen Roma, por las Termas; panorama enNápoles; música en Pisa, o, más biendicho, plástica musical; sinfonía de

Page 250: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

color en Venecia, y encima, para abarcarde algún modo la profusión de losrubros, se podría escribir, pese a todaclase de sugerencias cursis, la solapalabra arte.

También resulta difícil describirsinópticamente a Francia, porque hasido un compuesto de estirpes y derumbos. Sus músicos son nórdicos,como César Franck, o italianizados,como los primeros maestros de sucomposición. O bien confusos, comoDebussy. Para una buena músicaplástica, a Francia le falta clima; yaadvertimos que en el Sur la melodíanace como un brote, una refulgencia delpaisaje externo; en todo caso, una

Page 251: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

exteriorización emotiva, Francia esbrumosa y retenida. Y acaso su empeñode claridad procede del instinto delibrarse de la niebla. De todas maneras,es reconcentrada, y sus melodías —canciones admirables del Medioevo—son importación del tiempo en que eltono lo daba la Provenza, no Lille, niCharleroi, las regiones germanizadas.En el Norte sombrío la música no esconcreción plástica, sino indagación ysondeo en un misterio para el cual nohay otro instrumento ni otro sentido. Unbaño gnóstico y revelación de manerasque no advierte la pupila. Para manejarel misterio sonoro estorba una razóndemasiado objetiva; en general, esto

Page 252: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

estorba para todas las artes.Por eso el ambiente de París ha

engendrado dos curiosas desviaciones:la música razonable que construyepartituras según las fatalidades delsilogismo, el caso de ciertosmodernistas que aun nos quieren hacercreer que Bach era eso, y la pinturaimpresionista, que, por cierto,disculpan, colocándola bajo el signo deuna influencia musical probablementemás ilusoria que exacta. Pero tambiénson estos temas que se apartan de lacompetencia del cartógrafo. Ensayemos,en consecuencia, el oficio modesto,inscribiendo, en primer lugar, sobre laregión de la isla de Francia la palabra

Page 253: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

gótico, arte discutible, pero original ygrandioso, permeado de angustia. Sobrela región provenzal pondríamos elletrero «Poesía popular», aunque ya esocorresponde a remotos tiempos.

Saltando en seguida hasta Inglaterra,nos veríamos obligados a escribir sobrelas islas el título «Poesía lírica»; nadielos supera en ella después de losgriegos. A Irlanda particularmentecorrespondería el subtítulo «Literaturacomo arte», a diferencia de la literaturacomo oficio, tan difundida en todaEuropa.

España, no obstante sus grandespintores, me parece más bien un país dearquitectos. Basta cruzar el Pirineo para

Page 254: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

sentir el ánimo ensanchándose en el lujode las cornisas, la solidez de las torres,la amplitud de las cúpulas, el señorío deportadas, escaleras y patios.

A la estrechez, la angulosidad y laapariencia hirsuta de un verticalismoinútilmente decorativo, sucede laabundancia de las proporciones, laredondez de las bóvedas, la eleganciade los remates, la serena amplitud de lasnaves. Seria España un país de lossupremos en materia de construcción sino fuese el bastardeo impuesto por dosinvasiones bárbaras: la del gótico y lade los árabes. Ya sé que esta afirmaciónchoca con las opiniones corrientes. Perola primera marcó los principales

Page 255: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

monumentos autóctonos con el sello deuna importancia extraña al ambiente, ylo que edificó desde los cimientos es decalidad secundaria: una derivaciónprovincial del goticismo francés. Lasegunda invasión, la de lo árabe, pese asu fama y aunque haya logrado en laPenínsula el máximo de su género, nodeja de constituir un bastardeo de lobizantino, tal y como el Alcorándefrauda, falsifica, el sentido monoteístay la visión sobrenatural del cristianismo.

Frente a estos dos oleajes, queestuvieron a punto de acabar con supersonalidad, la España ibéricaconserva excelsos ejemplares de aquelilustre brote bizantino que es el

Page 256: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

románico. Anterior a las invasionesbárbaras, las sobrevive y torna a influiren la aparición de ese gran arte propio,que en España es el plateresco. Veamosen él un esfuerzo contra lo exótico,retorno parcial a la tradición románica ycreación nueva y espléndida. En elplateresco se juntan dos elementosindispensables al arte supremo: laproporción y la suntuosidad. Grandezaserena de concepción y esmero ypreciosidad en el detalle. Las navesplaterescas —hospital de la Santa Cruz,de Toledo—, las portadas platerescassin excepción, e incluso las de México:las torres, los atrevimientos en cada unode los rasgos del nuevo estilo, advierten

Page 257: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

que ya aquello no es Europa, y, enefecto, es algo más. Por eso con todaufanía inscribo sobre el claro de Españael título «Arte plateresco». Y sobrePortugal apunto «Manuelino»,enriquecimiento cumbre del platerescopor asimilación de lo que vio Vasco deGama en la India.

Dos regiones de danza habría quemarcar también: la andaluza y la rusa. Yvolviendo otra vez por el contornoextremo del Mediterráneodeterminaríamos el Egipto neoclásico yla Judea como comarcas propicias parael desarrollo de esa suprema expresióndel espíritu que engendra el arteverdadero y otras cosas más: la religión.

Page 258: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

El alto pensamiento filosófico dePlotino y la escuela de Alejandría. LaPatrística de los Agustines, Tertulianos yOrígenes quedaría comprendida en eltérminto lato y fecundo.

He aquí, pues, en resumen, un primeresbozo que, sin duda, requiere unainfinidad de correcciones y enmiendas.

Page 259: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

El mapa estético deAmérica

Estamos colocados en la región virgende humano esfuerzo. Dichoso el granartista que nace en el Canadá y no tieneque atender a precedentes para organizarsu mensaje. ¿No es éste el méritoesencial de Jack London; haber pobladoel primero la región de Alaska configuras humanas transmutadas a laexpresión del literato? Pues casos comoéste no son sino el comienzo, como sidijéramos, de una nueva etapa estéticadentro de la historia de la cultura

Page 260: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

general. Y ya comencemos por elCanadá o por la Patagonia,imaginaremos que la serie de paisajesnevados, fiórdicos y de poesíabalzaciana de la Serafita engendrarápoetas, bardos nibelungos de nuevaestirpe o íbsenes futuros, comunicando alas gentes la emoción de la llanuranevada, de los pinos solitarios y de losvientos que traen en su soplo el roce delos extremos del eje terrestre. Uncontinente doble, ensanchado en elEcuador y tendido —columpio inverso— entre dos polos; dos bailarinasquiebran la cadera descocada; laensancha por el Brasil una de ellas; laotra, más recatada, se refugia del mar

Page 261: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

abrazándose a las cordillerasmexicanas. Dos regiones polares y dosEuropas templadas: una, en el estero delPlata; otra, los Estados Unidos y lasmesetas mexicanas, y en medio unÁfrica, menos misteriosa pordeshabitada, pero más rica de promesasy de frutos y de hermosura y excelsitud.La estética del continente se inicia conla gesta heroica de las exploraciones yla conquista. De su hálito ignoto surgenremembranzas de Copán y de laAtlántida. Y entre sus selvasimpenetrables corren los ríos del futuro:el Grijalba y el Amazonas. Ningún otrocontinente posee tan vastos recursospara una estética en grande. Marquemos,

Page 262: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

pues, las regiones teniendo en cuenta loque pueden dar más bien que lo quehasta hoy hayan dado.

Emprendamos nuestra anotación deposibilidades futuras recordando que, sia menudo acaece que determinadasmaneras de pensamientos se presentanligadas a ciertas constantes de territorioy raza, en cambio también se observaque el hombre es apto para expresiónestética en todas las latitudes, y amenudo se muestra capaz de superar lasdeterminaciones del medio y aun deenvolverlo en sus transportes defantasía. Esto dará a nuestra carta unagravado carácter de provisionalidad.

¿Y qué mapa no lo es si la misma

Page 263: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

configuración terrestre mudaconstantemente bajo la influencia de lostrastornos telúricos, el aluvión de lasgrandes corrientes, que, como elMisisipí, avanzan llenándolo de arenas,condenando a desaparición el Golfo deMéxico? ¿Cómo no va a cambiarentonces con mayor rapidez toda estasuerte de atmósfera sensitiva en quepalpitan las ideas, las emocioneshumanas?

Ensayemos, sin embargo, latopografía espiritual del continenteamericano. ¿Cómo se distribuye laemoción estética en nuestra zona delmundo? Comenzaremos apartando comovacíos temporales o perennes las

Page 264: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

regiones deshabitadas. Campos nevadosde las zonas polares, desiertos deArizona y de Mapimí, trópico aunimpenetrable de Colombia y del Brasil odel Chaco: anotemos también losdesiertos habitados. Vastas regiones enlas cuales el pensamiento y la emocióntodavía no se expresan, o no lo hanhecho en lenguaje propio. Ejemplos: elMiddle West americano y la líneafronteriza de las dos naciones: Sonora yArizona, Chihuahua y Texas. Y en el Surel estero del Plata, civilizadísimo, perosin carácter, con sus Buenos Aires y susMontevideos, que vacilan entre Italia yFrancia, sin acertar aún a encarnar lonativo. Es de esperarse que el día que se

Page 265: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

produzca la cristalización nos vendrá depor allá un deslumbramiento: pero, porlo pronto, yo comenzaría mis títulosponiendo en el Middle West y la fronteramexico-americana: «Páramo», páramosde alma, y en la zona del Plata, laleyenda: «Almácigos».

Volviendo en seguida hacia el Nortetornamos a encontrarnos con elproblema del Canadá. ¿Cómo se explicaque habiendo allí ingleses no hayasurgido ya toda una lírica de las tierrasvírgenes y la epopeya de los elementos?¿Les habrá hecho falta por allá lalevadura irlandesa que fecunda lasislas? ¿Y esos millones de canadienses-franceses, por qué se han quedado

Page 266: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

mudos desde hace más de un siglo odesde siempre? Sin embargo, elpanorama del Canadá es hermoso. Laregión de las Mil Islas del Río SanLorenzo no tiene par en ningún rumbodel planeta. Los ríos caudalosos ycristalinos que resbalan entre praderas ybosques, arrastrando cargas de troncoslabrados, son ya una canción de ritmoperenne, litúrgico. He aquí un elementode música. En pintura podrían darnos lanota única de los campos, los picosnevados sobre fondos encendidos deaurora boreal. Donde hay panorama, elarte no puede dejar de hacer suaparición. Y quizás no es sólo tiempo loque ha estado haciendo falta para que

Page 267: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

estas nieves produzcan una literatura,como la han producido en Rusia. Les hafaltado el dolor. Los ánimos ocupadosen la lotería de una producción materialabundante se gastan en la comodidad yen el atesoramiento. Tampoco es fácilque de allí salgan danzas, como enRusia. Para eso le falta al inglésflexibilidad y un contacto más directocon las fuerzas profundas de lanaturaleza. Lo que se llamatemperamento oriental, tropical.

Los Estados Unidos poseen, desdeluego, su zona literaria en la NuevaInglaterra; su poesía atlántica de losEmerson y los Poe y el hálito continentalque llega hasta el Far West en las voces

Page 268: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

polifónicas de Whitman. En el Sur, en laregión de los negros, y gracias a ellos,se puede anotar el folklore de queproceden músicas como el jazz, derápido y efímero efecto. En California,tierra privilegiada por el clima, lalimpidez atmosférica y el litoral marino,encontramos varias manifestacionesoriginales. Por ejemplo, ¿cómo no hande salir alguna vez dos o tres artes deesas olas majestuosas que el viajerocontempla desde Monterrey hasta SanDiego? Olas gigantes y mortíferas deOcean Beach. En la fotografía ya se hanlogrado colecciones que no sé tenganrival en el arte. En dirección paralela ala costa se levantan las Rocosas. Tierra

Page 269: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

de montañas, es necesariamente tierra dearquitectura. Y si no ha cuajado aún enconstrucciones monumentales, todo esestilo ligero y pintoresco, tipoHollywood, en cambio, el arquitecto dejardines ha logrado ya triunfossingulares. No se trata, por supuesto, deesas copias de Le Nôtre, cuyo remedoafea tantos sitios, sino de un arteespecial, muy inglés, que consiste enlevantar la construcción enmarcada ensu panorama más afortunado;combinación de jardinería y deestructura: el landscape arquitect, ya laespecialidad tiene su nombre y sutécnica. Pongamos, pues, sobreCalifornia: «Arquitectura panorámica»,

Page 270: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

y a lo largo de la costa un letrero quediga: «Olas hermosas».

Por abajo la California mexicanaconserva la belleza de loinconmensurable y lo devastado: perono nos ocupa la descripción del paisaje,sino de la obra estética humana.

Y para encontrar ambiente estéticotrabajado, antiguo, fecundo,maravilloso, precisa trasladarse a laserie de las mesetas mexicanas. En losvalles circundados de cordilleras se hahecho arquitectura desde la épocaprehistórica de toltecas y mayas.Arquitectura noble y original hizodespués el coloniaje español, yarquitectura tendrá que seguir saliendo

Page 271: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

de aquellas entrañas, resumidero dehistoria, de esperanzas y de heroísmos.Tierra castigada y trágica, en suambiente el arte adopta los caracteressolemnes, profundos, de la intención queconoce el esplendor del día y lassombras de la noche y de la muerte. Tanoriginal es por allí el estilo, a pesar desus caracteres importados, que bienmerece el título de: «Arquitecturamexicana». Y aunque nuestro mapa no esde arqueología, no es posible dejar deescribir la leyenda: «Ruinas mayas»sobre la zona del Yucatán y Guatemala.

Dentro de una zona arquitectónicanunca faltan, ya se sabe, las aficiones yla aptitud para el dibujo y el colorido.

Page 272: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

La fugitiva eclosión pictórica delMéxico contemporáneo debieraconvertirse en proceso continuo.

Por el lado del Pacífico, en lasmesetas de Jalisco, mucho menoselevadas que en el altiplanoarquitectónico, debemos señalar laexistencia de una tradición popular dedanzas y canciones. A semejanza de lazona andaluza española, tenemostambién por allá guitarras que hanestado engendrando ritmosemparentados con la Península, perobellos y curiosos en su remotasingularidad. El jarabe —derivación dela seguidilla, los fandangos—, lasbulerías, se han transformado,

Page 273: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

cambiando no sólo el nombre, sinotambién el contenido estético, menosbrioso y más delicado. Allí está detodas maneras el foco de los ritmos quedespués se esparcen por el mundo con elnombre de música mexicana.Anotaremos, pues, la zona jalisciense,con Guadalajara como centro, con elnombre de «Danzas».

En la región costeña, lo mismo porSinaloa que en Veracruz, encontramosotra especie de producción musical.Señalemos en Sinaloa la índole castizaespañola de casi todo lo que secompone, y, en cambio, observemos elfondo africano de toda esta música quebaja desde la Luisiana y el Kentucky, se

Page 274: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

enriquece en las Antillas y penetra ennuestra costa del Golfo. Sin laprofundidad del indio, pero ululante desensualidad reprimida que estalla. Deaquí proceden los danzones y rumbas,los shimmies y tangos que recorrenperiódicamente las salas alegres delmundo.

¿Por qué el ambiente cálido produceaquí música, en tanto que en Europa serefugia en las brumas y el frío? ¿O esque esto no es música, sino ritmosonoro, simple afán de expresarse con laplenitud de la selva, con la libertad dela luz? ¿Expresionismo exterior sincontenido de espíritu, en tanto que lamúsica, como arte sabia, es indagación

Page 275: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

en la naturaleza de lo invisible?Dejemos planteado el problema a fin decontinuar nuestra tarea de cartógrafos.

No sería justo saltar hacia el Sur sindetenernos un instante en la regióngenuinamente indígena, pero cruzada detodas las influencias internacionales: laChina y España; los franceses y lossajones, una multitud de pueblos, hanpasado por la superficie de aquellavieja casta, colocada en una de lasencrucijadas del tráfico internacional: elIstmo de Tehuantepec. Una suerte dePanamá, pero con sólido sedimentoétnico nativo. Todo ha permanecido porallí típico, a pesar del tránsito de gentes;pero de un tipismo enriquecido con mil

Page 276: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

adaptaciones felices. Los trajesorientales, por el color y el vuelo de lafalda, las tocas de punto y el triángulodel tápalo, nos traen un vago recuerdoindostánico. Las arracadas de filigranade oro y los collares de monedas decuños diversos: doblones y aztecas,águilas americanas y libras deInglaterra, oro tintineante y pechos enpunta; cestos redondos y anchos otinajas de corte clásico sobre la cabeza,que se mantiene firme mientras ondulanlas caderas y el talle; por la arenablanca, pies descalzos inmaculados;fondo de palmeras y de torres barrocas;ríos para el baño y mercado de frutas ypeces al amanecer, he allí elementos

Page 277: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

para la estética exótica, aunque, por locomún, sólo se malgastan en el drama derivalidades enconadas que se resuelvena machetazos. Se expresa, sin embargo,al afán intenso que late bajo la confusiónexterior por medio de una danzasemiautóctona titulada la zandunga.Autóctono propiamente, no es ningúnarte contemporáneo en América, la másprimorosa cerámica de México, la deTonalá, en Jalisco, muestra a las clarasla influencia china, no directa, sino através de los tibores y mantones quetraían las naos y por los talleres quefundaron las misiones católicas. Ladanza tehuana es, sin embargo, de lo máscaracterístico de que pueda ufanarse el

Page 278: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

continente. Cuando se presenta solemnela acompañan orquestas de cuerda, a lascuales se incorpora una docena declarines militares. Irrumpe un toque decorneta y en derredor la orquesta inicia,mantiene un contraste de ritmosviolentos y desfallecimientos lánguidos.Los hombres visten de blanco, estilo dela tierra cálida. Las mujeres lucen faldaroja o azul floreada y de amplio vuelo,blusa amarilla, corta; los brazostorneados al aire, y al cuello, rosariosde oro; duro el cuerpo color deavellana; erectos, impúdicos, los senosbajo la leve tela flameante; desnudo elombligo, el torso, onduloso, serpea. Enla frente, una toca de encaje; largas las

Page 279: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

pestañas negras, recta la nariz, ysensuales y pecaminosos los labios, quemodulan una lengua dulce y pérfida,incomprensible como sus almas. Sujetoa la nuca, el pañuelo de seda rojo oamarillo cae en ángulo encubriendo amedias la espalda, los hombros.Comienzan el baile erguidas yvoluptuosas, fusión inconsciente dealtivez y de sensualidad. Los ritmosviolentos les despiertan ardores de solen canícula. Y los pasos lentos fingendulzuras peligrosas de vena subterránea,cenote maya que corre a muchos metrosde profundidad, frío bajo las arenas,calcinadas, de la superficie. Parece quetoda la selva acudiese al llamado

Page 280: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

heroico de los clarines de júbilo; delsuelo mismo nacen ansias de fecundidadque envuelven, estremecen laspantorrillas desnudas y suculentas de lasbailadoras. El simulacro amorosodesenvuelve su seducción multisecular,se consuma con fuego y estrépito; danzanjuntas un instante las parejas firmementeabrazadas, luego se separan y el ritmo setorna lánguido. Las mismas escenas serepiten largas horas de la noche serena,bajo las estrellas y sin más interrupciónen lo infinito que la fugaz refulgencia delos bólidos. Una y otra vez la magia delos sonidos vuelve a lanzar los cuerposa la dicha de la pasión fingida, másperdurable que la realidad costosa,

Page 281: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

extenuante. Tira el alcohol a los machosexhaustos y siguen bailando ahora solaslas mujeres, incitantes y hieráticas,eternamente victoriosas en la lid erótica.Los clarines ya no lanzan al viento suclamor impetuoso; está vencida laintermitente virilidad y sobrevive elritmo lánguido. Una voz femeninaimperturbable, voz de bruja o deDiótima campestre, repite en voz alta lacopla intencionada y doliente:

¡Ay zandunga, mamá por Dios!

En el idioma zapoteca nativo, dulce ypérfido, cuchichean las mujeres delcoro. A la vera del empalmado, bajo la

Page 282: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

copa de los tamarindos, roncan su fatigalos borrachos. Los cuerpos todos estánvencidos y el alma espera con alborozola aurora, que limpiará de sombras yendriagos no sólo el contorno y elbosque; también el pecho y la mente.

El efecto simplemente rítmico,musical y exultante, aparte lo erótico,hace de esta práctica un arte singularque bien merece dejar su rubro en unrincón de nuestra carta, tituladozandunga, así como en Cuba podríaapuntarse rumba o en Colombia elbambuco.

Al tocar Panamá descubrimos otrobaile típico muy singular: el tamborito.Es una especie de danzón agitado,

Page 283: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

ardoroso, que las mujeres bailan entúnica blanca, vaporosa y tocaevidentemente indostánica, decoradacon tembleques de plata. Se descomponeel baile en coplas y danzas y produce unefecto bizarro: se siente que la funcióndel estrecho, por fin convertido encanal, es desde antiguo ligar dosmundos: la lengua de Castilla, sonora,lozana en el canto criollo, y lassensualidades lujuriosas, místicas delCipango de Marco Polo. Síntesis deestirpes, cuando se logra se producesiempre un gran arte. El Imperio españolse derrumbó antes de que pudieran tenerefusión plena estos gérmenes: peroquedan por allí rastros vivos, dignos de

Page 284: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

incorporarse alguna vez en el genio deun gran artista local.

Bajando por el Perú seríaobligatorio escribir arqueología por laregión del Cuzco. Pero antes tendría quequedar anotado un emporioarquitectónico en Quito, donde elcolinaje castellano levantó monumentos—convento de San Francisco, porejemplo— que no desmerecentrasladados a no importa qué lugar de latierra. Menos abundante que en Méxicoy con un matiz propio, la viejaarquitectura ecuatoriana sería testimoniobastante, si México desapareciese de loque hizo un arte que padecía eltrasplante y todavía mejoraba, se

Page 285: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

enriquecía con el cambio.Por Chile y en la región norte de la

Argentina hay que recurrir otra vez a lavida popular para encontrar la huella delarte. La cueca, versión de la marineraperuana y de la jota española: elpericón argentino, derivado de lacontradanza europea; las inimitablesvidalitas; los tristes, profundamenteconmovedores, con su reminiscencia dela pampa solitaria y vasta.

Y nos queda ese mundo que es elBrasil. En Bahía existen valiososretoños del manuelino y unos mosaicosholandeses. El Brasil no puedeprescindir de crearse una arquitectura.Pasada la época horrible de las

Page 286: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

imitaciones de la Ópera de París —Nuevo Teatro de San Pablo, etc—, lanación brasilera estaba entrando alsaludable retorno de la tradiciónportuguesa. Contornos semiplaterescos,con el aditamento precioso de lamayólica en plena fachada. En Puebla,de México, hay verdaderos aciertos eneste género. Y la luz del Brasil estáclamando por el estilo que acabaran decoordinar los arquitectos de laexpedición de Vasco de Gama. Otrasbrillantes síntesis de mundos. Sólo esopuede, sólo eso debe cuajar en Brasil. Yno debe conformarse con nada menos.

Y por lo pronto, y mientras llega eseperiodo de la construcción

Page 287: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

arquitectónica en grande, que coincidecon el florecimiento máximo de unacultura, no olvidemos esa hija menor delfado: la machicha. Celebra el goce delamor y la abundancia; el ritmo patrio ylas castañas de Pará. Ya no tiene aqueldejo melancólico del fado, trasunto denavegaciones y de naufragios. Lacolonia próspera ha suplantado a lametrópoli en ruina. Y Portugal nodesaparece, no se torna arqueología:revive en América optimista, generoso ytendido en vuelo certero a la conquistadel porvenir.

En rigor, la América hispánica noposee sino folklore; pero esto es yabuena simiente de producción futura.

Page 288: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

La redención por lamúsica

¡Viva Rimsky Korsakoff! ¡Viva RimskyKorsakoff! En México hemos escuchadodesde hace años, bien tocada por laorquesta del maestro Carrillo, laSherazada. La hemos oído siguiendo elprograma de los cuentos de Simbad yescuchando las estrofas repetidas en eltierno violín de Lo Priore. Los que lahabíamos escuchado en el extranjerorecordábamos también las escenas y lasfiguras del ballet. De acuerdo con estaversión del festín en el harén,

Page 289: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

escuchamos más tarde la interpretaciónextraordinaria de aquella genialrecitadora que ya no amo; pero en talesdías me conmovía hasta la entrañaoyéndola tararear el tema del comienzode la fiesta. Hoy he escuchado en la SalaGaveau una obra más fuerte, la ópera, elcuento fantástico titulado «Sadko».

Una improvisada orquesta rusa,coros rusos, cantantes rusos, la mayorparte del público también rusa y unagran música llena de brío, vibrante dejúbilos. Un arte desmesurado, es decir,un arte. Desde que suenan los primerosaires se siente que estamos lejos de laEuropa actual; ni medida francesa nitimidez académica; nada de cálculo:

Page 290: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

inspiración pura y alegría sin freno,triunfo y alegría de lo desorbitado. Nipuede haber arte donde hay medida, yaque no es mensurable lo que participa deDios. Desde que estallan los temas,novedosos, fragantes, trágicos o tiernos,adivinamos la gran alma rusa: madre denormas, creadora de porvenir. Patria queya ha logrado crear. ¡Los dos mundoscreadores: la Rusia y la América Latina;pero lo nuestro todavía en promesa!

Para ayudarnos a seguir el milagrode la composición, que es como unaronda de montañas, como una danza deserranías, el programa nos dice que setrata de una fiesta popular en Novgorody de un loco que sueña con viajes,

Page 291: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

aventuras y tierra de fantasía. Losbufones y los coros ríen del poeta locoque canta sus sueños; la danza estremecelas cuerdas; los murmullos se vuelvencanción; ningún instrumento está mudo:se diría que no basta toda la orquestapara proyectar en el espacio el ruido dela alegría, la burla y la esperanza detoda aquella multitud. Y, sin embargo,qué manera de aprovechar toda laorquesta y de hacerla sonar toda sin quenada disuene y sin que una sola vozofusque a las demás. Todos los temasson nuevos y tienen una manera decrecer y de renovarse que no tolera uninstante de quietud a la atención, y atodas las fibras las pone a sentir.

Page 292: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

Sadko, el poeta loco, ha encontradoel sortilegio que ha de servirle paraimponer su fe a la multitud incrédula:con una red mágica sacará del lagopeces de oro. Sube a su barca seguidode curiosos y de creyentes. ¿Quién queinventa, ya sea aparato, ya sea mensaje,obra o verso, no ha tenido alguna vezque embarcarse en busca del testimonioque derrota la impotencia y laincredulidad? Sadko ha dicho que haytierras mejores que Novgorod, y todosen Novgorod se burlaron de él. Sadko hasoñado en la princesa del mar, y nadiecree en la existencia de la princesa.Pero así que Sadko ha sacado de lasaguas los peces de oro, todos lo

Page 293: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

aplauden y sus mismos enemigos van apedirle perdón. Ya que el héroe nonecesita de nadie, entonces todo elmundo se le rinde. Sadko regresa a laplaya y perdona a sus enemigos y sereanudan los cantos y prosiguen lasdanzas y vuelve a vibrar toda laorquesta, semejante a una grande y nobleentraña que se desgarrara en melodías.Parece que es nuestro propio corazón elque así se alivia y se difunde, borrachode descubrimiento y de ventura.

Para despedir a Sadko, que partehacia la ilusión, se han reunido todaclase de gentes. A la orilla del lago,entre sus sedas y sus tapices, están losmercaderes; a distancia tocan las

Page 294: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

campanas; la multitud se congrega paraescuchar unas canciones. Canta unescandinavo su ritmo sacudido, vigorosode energía física; pero sin mensaje: unaespecie de ceguera para lo místico ymucho contento del músculo.

En seguida el veneciano lanza sucanción sensual, dulce melodía latina,pero un tanto pueril, como casi todo lolatino —y el casi es para exceptuar loitaliano en casos como el del Dante oSan Francisco. Los otros, losverdaderos latinos, sólo están borrachosde los sentidos.

Se escucha en seguida el cunto delhindú, largo canto de amor remoto,densamente teñido de infinito.

Page 295: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

Sadko se hace a la mar, pero unatormenta hunde su navio. Cae prisionerodel rey de las ondas que lo reprendeporque ha osado navegar sin pagarletributo. Interviene la princesa, y Sadkoes perdonado; lo que da pretexto paraque otra vez la orquesta estallecelebrando la gloria del reino de lasaguas. Parece que a través de todo elargumento, el músico no busca sinoocasiones para dar ser, para descargarfuera de sí todo el caos melódico que lellena el pecho. Trozos de revelación, noes, sin embargo, esta gloria de RimskyKosakoff como las glorias de la músicade Bach, en que parece que va caer lacatedral entera o, más bien, que van a

Page 296: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

abrirse desgarrados los cielos para quelos ojos mortales contemplen la danzade los querubines. La suerte de gloriaque nos revela el ruso es una especie deembriaguez de la emoción; un júbilo devivir, porque vivir es ascender y superarel instante. Dotado con toda la violenciade la pasión, hay, sin embargo, en estemúsico, no sé qué sentido superior quepone el fuego del alma lejos de la pena ydel amor particular y lo transmuta y loensancha en el dolor y la alegría delmundo. Más allá de la tragedia misma.Constantemente nos sentimos dentro deun cataclismo armonioso.

Se siente surgir un nuevo mundo.Pero no un mundo de mera fantasía, sino

Page 297: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

dotado de una suerte de realidad muchomás densa que la del ensueño. Un gradomás allá del sueño. Porque eso es lamúsica: una manera de darle realidad ala ilusión. A cada instante parece quedel sonido va a surgir una vidamejorada. Y nada tiene esto de extraño:¿acaso todo lo que hoy es no procededel Verbo, de la voz que es el sonidodivino? Pues a causa de que la músicaparticipa del ritmo divino, cada vez queescuchamos la verdadera música pareceque se van a crear mundos.

Lo que en la imaginación es meropanorama, la música nos lo vuelveemoción, y la emoción es ya lo real porexcelencia y la antesala de lo divino. La

Page 298: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

emoción ofrece el peligro de caer en elsentimentalismo; de ponerse a sufrir porla pena particular, que comúnmente esuna vil manera de pena o, por lo menos,una pena pequeña; pero la música tomael olor y el sentir particular y losensancha y, lo que es más importante, lescambia el sentido, a tal punto que lo quecomienza como dolor se resuelve enaquietamiento y en alegría. Tan vigorosaes esta facultad de la música paraconvertir la emoción y la mismavoluntad hacia objetivos más altos queel del instante, que siempre se ha usadodel canto como estímulo para toda clasede actividades nobles, para la lucha,para el simple goce, para el esfuerzo

Page 299: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

ideal, la música es como una dinámicadecisiva que multiplica nuestraspotencias.

Y pocos músicos nos fortifican y nosexaltan en el grado en que lo haceKorsakoff y de manera tan limpia.Alivia escuchar esta música, serie deríos que brotan de la conciencia; no uncauce, sino un delta y cataratas yhorizontes y celajes. Y consuelacomparar esta riqueza cósmica con lapueril esterilidad de casi todos estoscontemporáneos, almas de decadencia,que aun para crear una disonancia estánpendientes del efecto y atentos a la reglahasta cuando violan la regla. Músicadesmedulada de tantos Peleas como hoy

Page 300: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

se estilan, que no se atreven aposesionarse de la emoción: artediscreto, bruma de almas que nuncadejaron la alcoba.

* * *

Se antoja ser mago para conquistar elpoder sobre toda la América Latina. Nobasta, en efecto, el poder en uno solo delos pequeños paisecitos aislados. Senecesitaría el poder en todas las veintenaciones. Pobres veinte naciones,jóvenes y ya tan corrompidas. Y ya quese tuviese el poder sobre todas lasveinte naciones, el inicial menester sería

Page 301: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

cambiarles el alma a las gentes. Almastorcidas por la mentira, el miedo y elodio. Una enorme cantidad de fuerzasestá contenida, inutilizada en nuestroscorazones, y se necesita una llave, unasuerte de conmutador que ponga encurso y que encauce las corrientesfecundas. No hay mejor conmutador quela música para poner en movimiento lascorrientes morales y altas. Así pues, siyo fuera el mago de la América Latinaemprendería la regeneración de la razapor la música. Contrataría veinte,cuarenta de estas orquestas rusas, hechasde gente que toma en serio la vida, y laspondría a recorrer el continente.Declararía a Rimsky Korsakoff maestro

Page 302: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

de la América.No es, desde luego, esta música que

recomiendo un deleite fácil, de esos queatraen a los que no quieren perturbar elsueno y la digestión. Después deescuchar tal música, y ya desde que se laescucha, el cuerpo se siente conmovidoy a ratos la vil cabeza se cansa derecibir el torrente; el corazón mismo sefatiga, toda la carne se queda comoexhausta; pero el espíritu se suelta y sellena de energía.

Después de un año de permear lasalmas con música se podría darcomienzo a la tarea.

Page 303: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

Reflexiones andinas

Disgustado del panorama humano deAmérica, me fui una vez por los caminosolvidados del continente. Atravesar dePopayán a Quito por la ruta de losLibertadores, y a caballo, en estostiempos de automóvil y avión, parecíaun disparate del que mis mejores amigostrataban de disuadirme. Todavía, alcontratar en Popayán un caballejo de losde la posta, se me hizo ver el peligro delas enfermedades y los insectos, lafiebre perniciosa y la mosca del tábano,sin contar con las culebras y losdespeñaderos. Pero yo tenía el viaje

Page 304: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

adentro. No quiero decir que en elsubconsciente, porque no es que unoextraiga, como dice Jung, las imágenesde un pasado confuso, colectivo: lo queocurre es que todos traemos un tareaasignada por los sitios del mundo: igualque si un amo invisible nos fuesemarcado los pasos. Cumplir así undestino en sus detalles y en su conjuntoes, entonces, la suprema incitación, elobjetivo completo de cada vida. Larama zoológica se contempla conrealizar el esquema de ciertos tipos. Ennosotros la misión invisible nos obliga,a inquirir, imaginar y soñar. El encargonos viene a destajo, sin un programapreciso en el detalle; sin embargo,

Page 305: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

marcado en los lineamientos generales.De esta suerte, la labor concreta se nosva apareciendo cada día inevitable, ysólo en ciertos vislumbres rarosobtenemos la convicción de que se estácumpliendo un plan acabado. Me decidí,pues a mi viaje preestablecido ydichoso; preestablecido aun cuando sólosea porque colmaba un anhelovislumbrado apenas en años anteriores;dichoso, porque… es natural sentirseinundado de dicha…

Me fui con un joven estudiante deIngeniería que la Universidad dePopayán designó para que me honraraacompañándome. Nos fuimos a lo largode las barrancas y por encima de las

Page 306: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

cumbres… Yo venía de recorrer el valledel Cauca, muellemente asentado entredos cordilleras, y ahora entrábamos enel nudo de la serranía. Todo en torno erauna irrupción de masas imponentes. A laderecha íbamos dejando el picachoáspero, metálico donde van a caer todoslos rayos, las tormentas del rumbo.Apuntando al terrible monte, GuillermoValencia, desde el mirador de su célebrequinta, me había referido el espanto dequienes habían intentado una vezestablecerse en sus cercanías; lasdescargas eléctricas mataron a losanimales de labranza, quemaron laschozas, ahuyentaron a la gente, y todovolvió a quedar desierto y árido, como

Page 307: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

sitio de maldición.Silenciosos, fascinados por el

panorama, caminábamos legua traslegua, alentados por el aire fresco de lamañana. No se sabe qué es mejor: sisentir que la cuesta asciende, en tantoque se va ganando horizonte, odescender por los pasos estrechos dondela vegetación se encierra y nos unge deresinas y esencias, a tiempo que lacabalgadura resbala en la humedad queanuncia el río. Largas horas pasan y noterminan las cuestas, luego laspendientes, ni acaba jamás la cinta delas veredas. No se advierte solución a lamaraña de los montes, las quebradas,los desfiladeros. A trechos, el camino se

Page 308: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

hunde y serpea al margen de lacorriente. El agua se hace espumas en suchoque con los peñascos o se ofrececlara en los remansos. En algún sitioapacible nos apeamos de los caballos,nos desnudamos; el cuerpo libre se bañaprimero en viento y en sol, después serefresca en el líquido transparente. Lashojas caídas, los pedruscos, seextienden como un tapiz irregular entrelos árboles. Los indios aprietan losatados de su carga, dan de beber a lasbestias y siguen a pie, sin fatiga,bebiendo poco y comiendo apenas,endurecidos y ágiles en su talla corta deraza del altiplano.

Una mañana se atravesó por el

Page 309: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

camino herboso una serpiente coralillo,linda como un collar de Cleopatra. Micaballo se paró en seco y el reptil huyóentre la hierba. Rápidamentedesmontamos para perseguirlo; noteníamos vara, perdimos tiempo enbuscar piedras, tiramos algunaspedradas sin éxito y vimos que la presasaltaba, reptaba hasta ocultarse en laespesura.

En los cruces de los caminos amenudo salía de su choza algúnvendedor de guaro, jugo de cañalevemente fermentado. Lo bebíamos enla jícara y comprobamos alguna fruta,panes de maíz o plátanos cocidos conqueso. Luego, a seguir la ruta

Page 310: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

interminable. Revisando una vez lasalturas, descubrimos en la cumbre másempinada la huella de un corte, unaherida caliza en el verdor del cono;preguntamos qué era aquelladesgarradura remota, y los arrieroscontestaron: el camino. Parece absurdosubir, precisamente a lo más alto, en vezde tomar por la falda; pero así se estilaen los Andes desde la época de loscorreos indígenas, según dicen, paraevitar los deslaves de la ruta y quizástambién para orientarse en el océano delas moles… Se necesita llevar, comollevábamos, toda el alma entregada aldeleite de la inmensidad, para norendirse al agobio de ascensos que, en

Page 311: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

seguida, vuelve inútiles un bruscodescenso. Así caminamos varios días,penosos e inolvidables.

Entre otras, recuerdo una tardegloriosa. Íbamos dejando atrás lassierras y descendíamos por el filo deuna quebrada por la falda delacantilado. Subía el cantil encubriendocasi la vista, y abajo, muy profunda,semiocultada por los follajes, atronabala corriente. ¿Habéis advertido que haydos clases de ríos, ríos de llano,silenciosos; ríos de montaña,clamorosos? Por arriba, el cielo parecíaescaparse huyendo del abismo y delencierro de las dos anchas murallas delbarranco. A distancia el panorama se

Page 312: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

ensanchaba, se perdía en un confínvastísimo, cerrado en la lejanía con otramasa de montañas enormes.

El río que desde la alturabordeábamos es una afluente del célebrePatia, y se iba descubriendo la ollafamosa, la comarca alongada entre doscordilleras, de nivel casi tan bajo comoel mar y por lo mismo ardiente comopocos sitios de la tierra. Por su cuencapasa el río Patia, recogiendo lostorrentes, las afluencias de lascordilleras. La gran corriente pasacubierta, envuelta en el manto que lecuelgan los bosques, las lianas, lasalimañas y los peñascos. Durante horasseguimos bajando por la escala de

Page 313: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

pedruscos deshechos, ruta de cabras,que al fin termina en un plano. En elencuentro de las corrientes, las tierras seensanchan y crean praderas; se pisaarena compacta y se disfruta la sombrade una variedad de árboles. Media horadespués se cruza el río; se mojan ioscaballos hasta la panza y salencaracoleantes momentáneamente,briosos. En cambio, nuestros miembrosmaltrechos padecen nuevo quebranto,porque hemos visto sobre una cortina decielo y nubes, al borde de una mesetaaltísima y en fila de caminantes a losindios del correo, que se nos habíanadelantado.

Pensar que todavía es preciso subir

Page 314: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

otro tanto… El brazo se fatiga de pegarsobre las ancas, ya insensibilizadas, delas bestias… Otra vez sudor y sol, entanto que la tierra limpia del camino selevanta detrás de nuestros pasos y nosenvuelve en polvaredas áureas. Y seolvidan las penalidades porque el pechosiente la bienandanza de una belleza quepermea el ambiente y unge cada cosa.Los olores del campo penetran ytonifican. Se sube, se baja, se vuelve asubir y, ya sobre la meseta, el panoramarebasa la fantasía del más genial pintor.A la izquierda se levanta la cordillera enmasas estupendas, en formaciónincreíble. Se yergue como muralla,como fortaleza contra los elementos. El

Page 315: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

ánimo se nos agranda, se identifica conlos volúmenes gigantescos. Se adivinaun reto de la quietud hecha perennidad, ala inquietud del agua y del viento. Unarealidad imperecedera, inmóvil delantede todo lo que es fluido, móvil,cambiante. Heráclito vencido,súbitamente petrificada la entraña de superpetuo devenir.

Delante de nosotros el camino se havuelto una larga explanada interminable.Por la derecha y por el frente lasmontañas se ven lejanas, peroimponentes, presentes. El terreno separte a siniestra casi a orillas delcamino, y en la profundidad una granserpiente, un dragón hecho de bosques,

Page 316: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

repta por la hondonada y lleva en suentraña el río. Las ondulaciones de laruta nos aproximan, abismo de pormedio, a las montañas; miramos granitosnegruzcos de piezas gigantescas,bruñidas, o masas recubiertas de musgo.En las grietas de la muralla, en loshuecos de las montañas, los ramajesperduran lozanos; prosperan en la tierraescasa, se burlan también del viento, delagua y de la movilidad. Las enormesformaciones geológicas realizan todaslas más seguras posiciones de unequilibrio estable; se organizan enbloques, se aprietan en columnatasfantásticas. Ya sólidos como muro decíclopes, ya atrevidos como torreón de

Page 317: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

guerra, los volúmenes se levantan yrozan el cielo con el perfil. Lo más durosube más alto, más allá del viento, en elreino de la serenidad. Ciertos picosremedan un clamor que, de pronto, sehizo indiferencia y majestad.

Hay un gran goce en caminar y sentirque el espectáculo se prolonga, semultiplica y no se gasta. Ni se agota nifatiga; al contrario, evoca sentimientosde ventura cumplida y de liberación.Con algo del alborozo de encontrartesoros. Hallazgos de un Aladino que yano padece angustia en la cueva queoculta los rubíes. Le hemos echado llaveal viejo avariento que hay en cadaconciencia y entregamos la ambición a

Page 318: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

la esmeralda colosal de la cordillera. Yrobamos de su eterna, inagotablehermosura. Por encima, un azul límpidoderrama su caricia infinita. Y hay uninstante en que la luz parece un vino queembriaga el espíritu.

Minutos después la claridadcomenzó a empañarse. Vimos como unhumo distante sobre una altura remota yengrosó la sombra, y de su senoemergieron relámpagos; se formó un hazespeso como de columnas en derrumbe yel nubarrón comenzó a avanzar, ya hechotromba. Otros núcleos de perturbaciónparecieron condensar en sectorescercanos; insensiblemente se propagóuna bruma difusa que oscureció y mojó

Page 319: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

gran parte de la cordillera. En el centrose aproximaban, se apartaban en luchade gigantes, los nublados. Cerca denosotros, en la región todavía clara delcielo, estalló un relámpago magnífico,prolongado en zigzag de escalas de orodeslumbrante. Fulguró en la altura,suspendido entre el abismo del fondo yel infinito de arriba. Su látigo luminoso,delante de la masa verde de la serranía,tuvo algo del circo y también de laCábala. Juego pueril o presagiomisterioso. ¿Qué sabemos de todo esolos hombres?… Pero tenemos elasombro, la voluptuosidad, el tesoro delo maravilloso. Pareció que el ambientese había quebrado y que después todas

Page 320: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

las cosas reaparecían mejores, enseguida del estrépito que conmovió lascordilleras.

Nos cayeron unas cuantas gotas delluvia, en tanto que a distanciadescargaban las tempestades. Luego, elvasto confín tornó a aclararse. Volvierona lucir verdes las laderas kilométricas,lavado su musgo secular. Y en lasgrietas y en las quebradas, los vegetales,supuración enfermiza de la roca,entregaban a la brisa sus fragancias. Loscuerpos de los hombres y de las bestias,vivificados en la palingenesia de loselementos, empezaron a contagiarse delozanía. Y una luz de milagroresplandeció, se difundió en la misma

Page 321: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

intimidad de las almas que se sentíantransparentes.

El asombro es un instante del tiempodivino. Así que se extingue,abandonados a nuestro sentir, osacomete el peso de una fatiga urgida dereposo. Las piernas ya no aprietan losijares, y los brazos, rendidos de arrear,vacilan un instante. «Falta una hora»,comenta alguien; así lo ha dicho el jineteque se cruzó con nosotros hace unosmomentos. Al cabo de la horaencontramos otro viajero, que dice: «Yasólo falta hora y media». La cabeza sedobla, se resigna y se entrega a laembriaguez de su pensar.

A poco de varias vueltas se ven unas

Page 322: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

casas; pasamos delante de ellas y sale anuestro encuentro un grupo de jinetes;nos invitan a detenernos, nos obsequian;se conversa un momento y remudamosen los buenos caballos que nos cedennuestros huéspedes. Ya juntos, enformación cerrada, por el camino librede obstáculos, trotamos, galopamoshasta irrumpir alegremente por la únicacalle espaciosa y limpia del puebloandino de los Remedios. Todavíaalcanzó la luz de la dichosa jornada parair a contemplar las perspectivas misfamosas del pueblo, que se asienta frentelas cumbres, a medio camino de lameseta.

Serían las ocho cuando echamos pie

Page 323: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

a tierra. Nos alojaron en la casa delmunicipio, acondicionada ex profeso, ynos rodearon, en tertulia cordial, el juez,el comisario, el médico, el barbero.Conversación apresurada, inteligente,dichosa de interrumpir el silencio que seacumula en la soledad y en los desiertos.Tras de la cena de rigor, todavía nosllevaron a la habitación las botellassobrantes de cerveza y de refrescos. Noes fácil imaginar, sin haber atravesadoaquellos caminos, el esfuerzo querepresenta un litro de bebidaembotellada, transportada con lentitud,para ser consumida en un instanteindiferente. Sin embargo, el climainclina al derroche.

Page 324: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

La compañía era muy grata, pero anosotros se nos iba la vista en direcciónde los catres de lona en tijera, yatendidos y blancos, bajo un techo devigas olorosas y gruesas. La fatigaaplazada se convierte en una urgencia.Además, teníamos que ensillar a lascuatro de la mañana para la jornadamáxima, la jornada casi dramática por elterror que infunde a muchos viajeros eldescenso a la olla ardiente, el oasis dela cordillera. Un oasis maligno, pobladode bichos, moscos, plagas; regióninsalubre donde sólo habitan unoscuantos africanos, que se van apenas seofrece la oportunidad.

Ya dormíamos cuando sonó la

Page 325: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

música de un acordeón, el único delpueblo, y tocado en nuestro honor.Afuera nuestros amigos hablaban,discutían; oyéndolos entre sueños nosdaban la impresión de estar comoebrios; pero no de vino, sino deesperanza. Y los despiertos y losdormidos revisábamos Ios temascomentados, las visionesextraordinarias. Soñábamos con elmañana del continente. Cuando sonó lahora de la penosa, la quebrantadoramadrugada, todavía algunos heroicosvecinos ensillaron para darnos escoltavarias leguas por el descensoimponente, al seno de la naturaleza tibiaque salía de la sombra matinal

Page 326: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

creciendo, agrandándose. Corrimosdespués unas horas entre bosquesresecos, sobre amplios espacios;rodeados de una soledad que se siente yatemoriza como un fantasma. Según elgalope de los caballos, los troncosesbeltos danzaban, fingían desfiles. Aeso de las cinco, ya en plena luz,desembocamos frente a un cercado yunas cabañas. Por el interior, unasnegras ordeñaban; les compramos lecheespumante. Sigue el camino por arroyosde cauce pedregoso, donde parece quejamás ha habido agua. Mas adelanteempezó a haber charcos y delgadascorrientes en los arroyos. Los ramajesreverdecieron y se sintió humedad;

Page 327: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

luego un extenso arenal, y, por fin, el río,tendido entre dos riberas lodosas, comolámina alargada de plata sucia. Losguías se han quedado atrás, pero unanegra esbelta y joven toma nuestroscaballos de la brida y a pie nos hace elservicio del vado. Luego se va aprepararnos un plátano asado y café.Avanzamos algunos pasos, llegamos a laconfluencia de un río menor; por allídescubrimos un sitio abrigado, nosdesvestimos y nos echamos al bautizo delas aguas mal afamadas. Una corrientesuave y poco profunda nos meció, nosenvolvió en arena y en luz. En una islita,en un campo de guijarros, nos tendimosal sol, probando la voluptuosidad de los

Page 328: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

cocodrilos. Y jocosamente condenamosla leyenda de terror que envuelve todaesta ruta… Sólo media hora después, alcruzar una de las plantaciones ribereñas,entre un plantío de azúcar y platanaresvimos a la puerta de su choza una mujerlívida, que aceptó limosna para un niñode vientre hinchado. El paludismo marcade espanto en esta región a sus víctimas.En ese mismo momento advertimos quelos moscos se ensañaban en nuestrasmanos, mal ocultas por la telaimpermeable del poncho. Un levecalofrío se nos volvió enojo, dolor deque seres como nosotros tengan quequedarse allí a trabajar y vivir, en vezde pasar corriendo, como los viajeros

Page 329: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

prudentes.El camino vuelve a ascender en

zetas sobre los montes y conduce a lacima de una planicie como la de losRemedios. Más bien la misma meseta,que el río ha cortado, cavando en medioun ancho valle. Al extremo de la parteque ahora pisábamos está el pueblo deMercaderes. Lo teníamos ya a la vista,sobre una leve eminencia, pero no loalcanzamos antes de las cinco. A pesarde sus doscientos habitantes, el caseríose veía desierto, pero se fue animando alatardecer. El alcalde nos habíainstalado; el telegrafista nos invitó a darun paseo. A la salida del pueblo hay unextenso campo de grama; en él termina

Page 330: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

la meseta. Enfrente, sobre otra serranía,vagas como una constelación, refulgenlas luces del pueblo de La Unión. Sediría un manojo de estrellas escondidoen un seno de la cordillera.

En la luz de la tarde las vistas son deun género más concreto. La serranía máspróxima, a la izquierda, se elevaestupenda; se suspende el aliento demirarla. Por abajo parece un gigantescoanfiteatro; pero arriba hay un delirio decumbres. A determinadas alturasincreíbles, una huella blanquizca marcael rumbo de pueblos con nombresilustres: Sucre, Bolívar. La ruta de lamontaña va por los picos: la ruta delvalle ha sido la nuestra. Por ambos

Page 331: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

caminos circularon las gentes, se ligaronlas naciones en las dos épocas heroicas:la conquista, la independencia. Primerofue el camino de Benalcázar; después, elcamino del Libertador. Más que enaldeas, se piensa en penachos delante deesta pasmosa geografía…

El cielo se miraba muy alto y en elmás remoto firmamento jugaban unasnubes; las traía, las llevaba el viento.Nada alteraba la calma perfecta deabajo. Lentamente nos habituamos a lamasa compacta, inaccesible de laserranía; primero desconcierta, despuésse revela sólida, tranquila, ordenada yvasta. Un sentimiento de confianzareemplaza al primitivo estupor. Las

Page 332: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

sinuosidades se enlazan como en laselva; los macizos se ensamblan comoen la arquitectura. Y el gran oleaje delos basaltos realiza prodigios tales quepensamos en el mar como en una pobreimitación de la cordillera.

Recostados en el rústico prado,rozábamos el aire como un fluido cristaly rodeados de esplendor veíamos anuestros acompañantes. Varios vecinosse habían ido agregando hasta formargrupo. Primero nada más un «Buenastardes», con el cigarro en la boca;después se acercaban y tomaban asiento.Los había vestidos con esmero, y otrosiban descalzos. Las preguntascomenzaron: Que si vienen muy

Page 333: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

fatigados; que si van contentos del viaje;que cuándo salimos de Bogotá. Con lasrespuestas y nuevas preguntas, la pláticafue rodando hacia los tópicos de interéscontemporáneo, desde el imperialismode Norteamérica y la amenaza de otrocanal por el Atrato, hasta el proceso dela Revolución rusa y el triunfo de losliberales en Colombia. Sorprendíaencontrar informaciones exactas yjuicios atinados allí donde no hay casilibros ni diarios y el correo pasa, enmulas, una vez por semana. Y a no serpor el escenario y por la indumentaria,diferente de la convencional —ponchoscortos y sombrerillos redondos—, noshubiésemos creído en la peña de algún

Page 334: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

café provinciano. El más independienteen sus juicios, el más preciso en susasertos, era un semidescalzo, de barbillay rostro enjuto y pálido… «La carreteraavanza —decía— y quedaremoscomunicados por automóvil con el restode América…, y será fácil que logremosunirnos para que ya no se repita el casode Panamá…; vienen tiemposespléndidos…: los Andes van apoblarse y arribarán por aquí gentes detodo el mundo, así sea no más para verlos panoramas». Hablaba y pensábamos:¿será pastor? «Y tiene también su vaca—nos dijeron en seguida— y un terrenopequeño, al abrigo de la cordillera». Sulenguaje sobrio, su porte grave, nos

Page 335: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

recordaba a otros pastores que hacevarios siglos, en la meseta de Castilla,pensaron también que era llegado elmomento de las emigraciones fecundas.

A menudo he reflexionado en lalección que recibí esa tarde, rompiendomi prejuicio de hombre de ciudadconvencido de que la cultura esinseparable de cierta condición social yde ciertas convenciones de traje y modo.Aquel hombre inteligente envuelto en suponcho —equivalente andino del sarapemexicano—, calzado de sandalias, quele dejaban descubierto medio pie, usaba,después de todo, un traje adecuado a suambiente. Además era un traje de señor,en el sentido de que lo había hecho o

Page 336: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

mandado hacer con la lana de susborregos; por lo menos no pertenecíacomo nosotros a la masa que, quiéralo ono, sirve los intereses del granindustrial, que aparte de imponernos elprecio sin consultarnos, todavía nosobliga, a través de la moda, adeterminados cortes y usos baladíes,pero humillantes por la sumisión derebaño con que los acatamos. Y no fuesólo por mis reflexiones sobre el trajepor lo que me sentí aquella tarde entrehombres libres, en una forma que seríadifícil hallarlos iguales en unametrópoli.

Comoquiera que sea, me Complacióla charla con el pastor de los Andes.

Page 337: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

Hallé en él un recuerdo muy borroso delos ancestros, modificado porque sutarea no es ir hacia atrás; en eso, sindarse cuenta, se mantiene fiel a lamisión de su tiempo. Igual que losconversadores de la noche anterior, losde aquella tarde viven de esperanza. Ylos personajes todos del círculohumilde, dentro de su condición socialmodestísima y empobrecidos por elambiente ingrato, conservan, sinembargo, joven la voluntad. A pesar delos calores, las sequías y lasenfermedades, perdura en todos una notadominante de porvenir… Un porvenir nosólo fantástico, también concreto:esperan la máquina que acorta las rutas.

Page 338: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

Pero no máquinas a cambio desoberanía, inicios de esclavitud, sinomáquinas en las propias manos paraensanchar el tesoro de la comarca. Porlo menos, allí, en la soledad nativa, sesabe lo que se quiere. Y los valoreshumanos no son allá asunto decontroversia, sino realidad que se vive.Se trabaja y el producto se palpa. Seabre la mirada y la belleza aniega,fecunda, endereza la fantasía. Cuando laraza cuenta con estas reservas no esmenester preocuparse demasiado deldesconcierto de la llamada «naturalezade selección», eunucos de la voluntad:tampoco preocupa mucho la tarea de losexplotadores de la ideología

Page 339: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

revolucionaria. En el trabajo conscientese hallará la paz. Y en el amor se vacumpliendo el destino.

1930

Page 340: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

Misa solemne

A la memoria de una muerta

1931

La enorme Catedral resulta estrechapara contener a la multitud. Se hanllenado las naves, invadidas están lasgalenas y el chorro humano siguepenetrando por la gran puerta del frente,se cuela por las entradas del crucero. Lamayoría es de franceses, pero abundan

Page 341: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

también los ingleses, de tipo estiradoinconfundible; los italianos, de hablaclara bien pronunciada; loshispanoamericanos, distinguibles porsus acentos de variantes castizas; losgriegos, los eslavos, los marroquíes.Lenguas y razas reunidas bajo el signocatólico en la ocasión solemne. LaBabel moderna, dispersa y sin torre,hermana momentáneamente en elparentesco del arte religioso. La mareahumana produce murmullo de pleamar ypausas de expectación silenciosa. Sesiente profundo aquel silencio de unamultitud que, de pronto, reprime elaliento.

Delante del altar hay un espacio

Page 342: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

vacío; por él pasan apresurados losacólitos, de rojo y blanco; hileras declérigos han ido ocupando el rectángulodel coro. Encima, una atmósfera gristorna plateado el reflejo de las lámparaseléctricas y aumenta su masa con elhumo aromático de los cirios. De laentraña de aquel espacio denso empiezaa irradiar sonido. Se anima el viento.Los sones se desenvuelven nebulosos,luego se dibujan esbozados; finalmente,obtienen cuerpo firme, invisible,tangible. Y también visible para elpárpado cerrado, parecen las voces unpreludio de sucesos, un despertar deseres.

El ceremonial acostumbrado se

Page 343: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

desarrolla lentamente. Ocupa su trono uncardenal, de vestiduras rojas. En elaltar, las llamas de los candelabroscontagian, encienden también el oro delretablo. En el estrado, en semicírculo, sehan reunido los cantantes, túnica roja ymanto de encajes, entero el personalimportado de la capilla Sixtina. El golpeseco del bastonero marca los episodiosdel rito secular. Se inician los rezos,murmullo evocador de lo eterno.Súbitamente inspirada, una voz irrumpe:Kirie Eleison; otras se unen y claman:Kirie Eleison, Christie Eleison. Lainvocación sagrada se transporta a otrotono y repite: Kirie Eleison. Ciertasvoces dominantes guían, determinan el

Page 344: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

ritmo colectivo; se imponen sin énfasis,donosamente, gozosas de alcanzar laculminación del conjunto. Sopranos,tenores y bajos armonizan y concurren ala creación de un júbilo inmortal.Realizan el contrapunto, soluciónconcreta del rompecabezas lógico: louno en lo vario.

Luce el coro tal abundancia dematices que la mirada buscainstintivamente los violines, lastrompetas: pero no suena ni el órgano.Las voces solas, límpidas, sinceras, secombinan según los imperativos de laemoción sagrada. El sol transfundido enla vida superior realiza combinaciones,construcciones significativas y

Page 345: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

placenteras. Cautivadora como lasflautas, melodiosa como el laúd, la vozde la especie, pluralizada en los pechosartistas, penetra más hondo que el vibrarde las cuerdas: se recrea idílicamente,rememorando la dulzura de losatardeceres clásicos o se distiendeamenazante: atruena como tambor demarcha o refulge como clarín de triunfo.Por fin, el vibrar mágico de las notasengendra lenguaje y empiezan aformularse los mensajes del Verbo:

Laudamus te…Adoramus te…

La vibración colectiva crece y se

Page 346: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

ensancha. De su torbellino emergenpotencias que se mantenían retenidas yahora se logran: los gérmenes de la vidase transfiguran más allá de su esencia,fuera del espacio ordinario, impelidosde confianza en una meta absoluta.

* * *

Durante las pausas las miradas delespectador se pasean por las bóvedas.La fealdad de los ángulos góticos y lasnervaduras se redimen con el acierto delas rosetas. Echamos de menos el estilobasílica de nuestras iglesiashispanoamericanas: bóvedas combadas

Page 347: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

como el firmamento, única arquitecturaverdaderamente religiosa. Imagen de lapradera nocturna cuando se puebla deestrellas o brillos de oros en cimbrasque recuerdan el día. Europa no suposeguir en esto a Bizancio; pero Francia,por lo menos, recogió el legado de losvitrales. Trozos de sentimientomineralizado están allí refulgiendodesde hace siglos, preciosos comogemas, translúcidos y ordenados ensímbolos y geometrías que recuerdan laconciencia de un teólogo.

Miramos y nos parece que lasesencias del color se confunden con loselementos de la fantasía y se estableceuna comunicación, como de músicas que

Page 348: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

resuenan a intervalo de siglos, entre laconciencia de hoy, olvidada de labelleza, y la visión estupendacristalizada en las vidrieras deltreceavo…

Poco dura, sin embargo, el ensueñode remota compenetración, porqueestamos cogidos por un sortilegio. Elcorrer de los siglos ha perdido sentido.La intuición de Heráclito estádesmentida por los vitrales perennes yexcelsos y por las frases tambiéncentenarias que, abajo, el coro lanza unavez más, por el cauce perecedero de lasgargantas que cantan, igual que otrasgeneraciones cantaron. El sonido estáotra vez en su reino. La vieja angustia

Page 349: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

cósmica que impele a la vida, torna aprobar suerte en la aventura de lamelodía. Un nuevo elemento, que nosospechó el de Mileto, nace delconcierto de las voces y se expandecomo atmósfera intangible. Por dentronos nace también un ciliolo, un ala, y laamiba del espíritu late, juegadespreocupada, se recoge sobre sí o seensaya en la rueca de las variaciones,multiplicada revelación en la unidad dela melodía.

Así como el cuerpo se vale de lossentidos para asomarse a las comarcasde lo material y con ellos las explora,también la conciencia, en indagacióninsistente, sondea lo inmaterial con el

Page 350: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

instrumento del canto; palpa vagamentelas presencias incorpóreas y porintermedio de la melodía descubre losritmos de la sustancia de que está hechoel espíritu. Por momentos el temamusical semeja un ser sonoro, se integraen un molde, lo rebasa y se transporta enuna tonalidad más amplia; cabalga sobrelas escalas o estructuras variantes dentrode la pauta… Hay instantes en que laatención, mónada de nuestro ser,contagiada, engañada por el sonido, seva a dejar arrastrar, se dispersa en unacontemplación sin objetivo.Inesperadamente el tema salta sobre supropio abismo y, asido a la fugamelódica, el ánimo, reconoce la

Page 351: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

elegancia del vuelo. Ciertos murmullosrevelan eclosión de crisálidas quelanzan destellos, mariposas de laeternidad. Nuestra sustancia interiorconfusa se reviste de esplendor. Emanaconfianza y el yo se siente firme yelástico, igual a un fluir de diamante. Unpoderío inmortal endereza el espíritu.

Gloria in Excelsis,Pater Omnipotentis,

han dicho las voces del coro; en tornorepercuten clamores como pilastras dearquitectura mágica. Cada tonalidad sebaña de grandeza en los acordes, ydesbordando el espacio, un júbilo

Page 352: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

delirante exclama y repite: Gloria inExcelsis.

Transportados a un espacio sindimensiones palpamos el silencio,convertido en sereno reposo. Gravita,permea y fortalece, inmortalbienaventuranza. Una plenitud místicallena el vacío, estremece los ámbitos. Sedifunde en seguida una suerte defragancia, un millón de plegarias musita,se esparce, alcanza unciones debendición y se formula en el

In terra pax, hominibusbonae voluntatis.

Cúmplese la paz de lo que ha sufrido un

Page 353: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

comienzo, pero ya no padecerávaguedades de anhelo porque harematado en la Gracia. Una activabeatitud suelta el destino y lo lleva atérmino. Fluye alegría plena de quimeraslogradas, excedidas…, no pareceposible una dicha más alta…

Y sin embargo, después de aquellasuerte de maná del espíritu, y cualpromesa remota que de improviso sesatisface vuelve a elevarse el Kirie.Penetrante, gozoso, jocundo… KirieEleison…

Un vigor nuevo endereza, matiza lasvoces. Las fuerzas humanas, contagiadasde esencia divina, formulan un gritoinmortal: «Pleni sunt coeli et terram

Page 354: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

gloria tua»… La muerte misma pareceahora el dintel de una existencia pláciday vasta. Puente sobre el abismo quesepara dos mundos. De las simasprofundas surgen clamores exigentes;salta el frenesí redentor por la escaladel tiempo; las distancias se anulan, elespacio mismo estalla deshecho y en unexistir único, puro, consustancial con elser; los pensamientos se aclaran y sedescifran los signos. La concienciapenetra el misterio igual que atraviesanlas notas la pauta sobre el músculo idealde la melodía. El sonido engendra unhálito que traspasa los muros, brincasobre los capiteles, rompe las bóvedas,y más allá, en el firmamento mismo,

Page 355: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

resuena avasallador el Hosanna inExcelsis.

Benedictus qui venit innomine Domini:

* * *

El prodigio impone una pausa. Despuésde vivirlo estamos transformados yausentes; buscamos palparnos, comopara recobrar la cotidiana experiencia.En tanto el coro, deshecho el ímpetu,junta sus partes y ensaya reorganizarse.Rasgan el ambiente voces de tenor,

Page 356: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

trinos de ave mística; el trepidar de losbajos remueve el cimiento de las cosas.El timbre nuevo de los cantos infantileshace pensar en semilleros de almas. Lasentonaciones de pechos ya madurosllevan la marca dramática de laexperiencia humana, y colectivamente elconcierto de sones expresa emocióntrascendida, libertad en ejercicio.

Ni odio ni amor, la emisión, sinembargo es patética; se diría que sonvoces castradas para la tierra,impostadas más allá del apetito y laduda. Un soplo de arcángeles hareemplazado el alentar angustioso delhombre. Escuchando ahora parece que elsonido toma cuerpo, esencia de espíritu,

Page 357: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

y convive, participa de la naturalezapeculiar de las Potencias, los Tronos,las Dominaciones. Allí están desde laeternidad, y al asomarse a ellos el alma,se mira un fantasma que emite luzpálida. El torrente musical rompe lasformas, deshace los objetos, acompasael delirio; evoca todo lo que en lacreación es eterno y cuanto anhela,adquiere, por un instante, voz parasumarse al testimonio uniforme, queproclama:

Credo in Unum Deum.

Y de la entraña del coro van saliendo,reencarnadas en sus mensajeros, las

Page 358: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

viejas intuiciones. Primero Abraham,que le vio con sus propios ojos; luego,Brahma se lo descubrió en el seno.Parménides, que lo sintió en lo Uno.Pitágoras, que escuchó su rumor. Platón,que adivinó el camino del amor pero seperdió en la estética pura. Plotino, quepara hallarlo dio un salto más allá delrazonar lógico. San Pablo, su definidor,y Orígenes que intentó la primeraSumma. Los grandes y los pequeñosvidentes; todos los fieles del signosecreto: la Unidad, resucitan del olvidoy se aprestan a la apoteosis. Por habercaptado una gota de esencia ganaron lavida inmortal y obedientes al conjurodel rito, todos los que miraron

Page 359: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

proclaman: Umm Deum.Tal es la sílaba primera del misterio.

En seguida, el Evangelio enseña lasrelaciones de las partes; la progresiónen lo absoluto conforme a regla de viday amor.

Patrem Omnipotentis. SeñorTodopoderoso, creador del Cielo y de laTierra. Causa de lo visible y de loinvisible. Protector de la hierba y delgranito, de las estrellas y de las almas.Padrastro de los cuerpos humanos, loúnico que sufre entre tus criaturas. Elfruto bastardo del árbol de la ciencia.Bien y mal conjugados. Por eso desde laamarga mañana en que Adán se diocuenta de su disparate, la carne empezó

Page 360: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

a estar urgida de redención y en esperade que apareciese el Filius DeusUnigenitus, cristalización de la energíaceleste: destruye, reconstruye, rectificael yerro primario; disuelve lo efímero ytransfigura lo esencial.

Las voces del coro han adquirido unpoder que recuerda el juego de loselementos. En torbellinos solemnesavanzan como el ciclón, atruenan,confunden el ánimo; sin embargo, en eltumulto polifónico, pervive una técnica,atalaya sobre el naufragio; su podercrece y obra de imán, congrega lossones dispersos y va distinguiendo,según el clamor, el estallido de la cosa,el lamento de las bestias, el grito cálido

Page 361: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

de los que están vivos, el eco remoto delos muertos; todo resuena: demonios ypotencias celestes, cosas y seres, y seenvuelve en el correr unitario.Trenzados los sentires dispersos, triunfalo Uno poderoso y solemne. Y cadadestino personal se siente vencido,superada su Némesis. Y dichoso,renuncia a lo arbitrario y se funde en loeterno. Lo más torpe y humilde,confundido con los anhelos más lúcidos,acógese al soplo de la Misericordia, yla creación entera se inunda de Gracia…

Et Incarnatus est SpirituSanto…

Page 362: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

Al pasmoso anuncio sucede un instantede perplejidad. El descenso de valoreses tal que ya no parece loco ningúnderroche. La suprema Esenciaenvilecida: Homo Factus… La creacióninvertida, acaso dañada…; en seguida;la orgía deshecha. Befa del justo, ufaníade la perversidad, y en una sima sinfondo, las risas de la victoria satánicadespués del espectáculo de lacrucifixión. El Infinito desgajado,convertido en un vértigo sin retorno nisostén.

Alargando su queja se apaga en elcoro el lamento. Distiéndese profunda lamelancolía inconsolable de losderrumbamientos injustos. Por la orilla

Page 363: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

de abismos oscurecidos caen ríos dellanto… Llora la iniquidad acumuladaen la historia, irredenta. Confúndese ensu entraña la naturaleza, deshonrada conla serie de sus perversiones. La vidamisma gime y desearía anularse, privadaya de anhelo, muerta la esperanza. Ysiente como un azote el privilegio de superennidad. En su angustia quisieraborrar la memoria, ya que nada vale lapena de ser recordado, si tuvo queocurrir en un mundo indigno. Y como elcuerpo gastado se abandona en el sueño,el alma sueña con un aniquilamientodepurador y definitivo. Así se arrullacon las tenues melodías que acompañanel Sepultatum Est… Luego se produce

Page 364: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

un silencio de templo sin fieles, detumba sin muerto. Un vacíotrascendental traspone la pétrea ilusiónde las bóvedas.

Contemplan los ojos la alturadesnuda. Muerto el espíritu, el mismoreflejo de los vitrales torna a ser simpleluz física, cuanta ondulatorio de estérilmatemática. Devuelta a sus propias ysolas maneras, así acabaría todarealidad concreta. Se extinguiría la vidamisma si no fuese porque del fondo delcorazón deshecho empieza a surgir unavez más, con la frescura del primer díadel cosmos, el Verbo que lo engendró ylo anima todo. Reconociendo elperpetuo milagro, exclama el coro:

Page 365: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

Resurrexit et ascendit incoelum.

Atruenan las voces comentando elprodigio. El nuevo fiat ya no seentretiene con el juego de haceranimales y estrellas. Se trata de un fiatque trasciende lo efímero y manipulauna sustancia celeste. Sobre todas lasmodalidades del mundo visible seimpone el anhelo del corazón, y para untiempo eterno, el justo se asienta a ladiestra del Padre… At destra Patrem.Una alegría inmarcesible, sin par, tomacuerpo en las voces y asciende tremantepor las pilastras, anega las bóvedas,

Page 366: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

irrumpe en la altura.La creación ha vuelto a obtener ley

que abarca el alma y la cosa. La justiciaya no es un azar, como el acontecer.Dispuesto está el proceso de un terribledescenso. Desprendido de la diestradivina, el Cristo baja, circundado deestruendo. Ya no el Cordero de Paz, sinoel Juez intransigente. Los valores noblesserán exaltados; la iniquidad serádeshecha. Trae guerra desatada contra elmal y también contra los blandos quetoleran la mentira y corrompen elsentido mismo de la justicia. Subenevolencia es fortaleza victoriosa ytransparente.

Envuelto en los tumultos de la

Page 367: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

sonoridad musical, el Cristo baja paraherir a su grey. Abundan las sorpresas,como antaño cuando vieron desnuda lapropia faz los fariseos. Urge que caigatodo lo susceptible de ser derribado.

Desciende el Cristo y hiere, enprimer lugar, a su Iglesia, porque ha sidoservil con los poderes del mundo,porque a menudo condesciende paravencer o para medrar. La castiga y lerepite el mandato: por la vía delinfortunio se encuentra el sendero. Y lasalvación se obtiene jugando con eléxito y aprendiendo a burlarse de lamuerte.

Suavemente desgarradoras, lasvoces parecen comentar: El fuego

Page 368: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

quema, pero no es ése el dolor. Tenercarne como las bestias, como loscerdos, ése es dolor y vergüenza, aunquela carne goce de complacencia.Entreguemos la carne a su madre, lamuerte. Será bella cuando esté hechapolvo. Resplandor del polvo seco ydorado de sol; en el retorno al átomoestá la redención de los cuerpos. Encambio, el espíritu, semejante a loshimnos que nacen del coro, se engendraen la angustia, pero se consuma enesplendor. Y he aquí que un júbilosagrado vence el terror de la muerte yexalta el ánimo encogido.

El Cristo ha bajado para herir a lasnaciones. Las castiga por su soberbia

Page 369: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

patriótica, ridículo alarde, orgulloefímero. Perezcan en buena hora laspatrias si así se consolida la católica,incondicional fraternidad. Únanse lasrazas y póngase término al periodo de ladispersión. Entonces la vieja promesa severá cumplida; El Reino del Padre en latierra. ¡Y en los ámbitos del mundoresonará la alegría!

Por el lado profundo de la escalasonora baja el Cristo también a losinfiernos. Destruye a los contumaces;pero a los otros les alivia la condena,los liberta. Ilumina a los que nocomprendieron. Devuelve el soplo a lossuicidas. Los ve levantarse confusos,lacerados todavía por la embriaguez de

Page 370: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

un trago fuerte de pena… Sosiega a losiracundos. Humilla a los mezquinos;escarnece a los homicidas… En seguidareparte el perdón, maná de laconciencia. Desata los nudos interioresdel alma y se produce alegría en losinfiernos.

Retorna el Cristo al mundo. La Leymoral se define resonante en los temasdel coro. Está cumplida la Justicia.Viene ahora la belleza venturosa de laGracia. Los destinos están alerta, ya nose verán arrebatados, náufragos a laderiva, por mares sin playas… Elmilagro cuaja definitivo, percíbesetangible en el Agnus Dei. La presenciadivina se impone. Se acallan los

Page 371: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

sentidos y enmudece la razón. La vistase nubla y una onda de dicha rebasa delpecho, llega a los ojos y se expresa enllanto. Mana la ternura divina y el ánimose llena de fragancia como el bosque enlas cercanías del manantial. Se aligeratodo cuidado y la voluntad se irisa en elbaño de la Misericordia… El cantarmilagroso afirma Agnus Dei qui tollispcaata mundi…

Semejante a un roce de alas en elviento, progresa la melodía, y suscadencias recuerdan el esplendoridealizado de las arpas que pintó elAngélico; música de rondas de almaspor la pradera celeste.

Apurada la embriaguez de la

Page 372: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

presencia divina, el coro vuelve a símismo y se ensancha con brío. Lostenores dan rumbo a la expansión. Y losacordes en tono mayor remueven eluniverso, imprimiendo en cada cosa elritmo de la victoria. Ciertas vocesfingen en el coro la impulsión sin par deesas cumbres que rompen, exaltan elperfil de las cordilleras. Y como ellas,por abajo, se hunden, se confunden conel oleaje ondulante de los valles y lassierras… Cuando se escucha Et vitamventuri seculi, vemos que se abren, sedespejan las rutas de los espacioscelestes. Y se vacían de su tesoro lasépocas, los tiempos, los mundos. Todoasciende en redención dichosa.

Page 373: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

Llamas de oro en un espacio sinviento, los sonidos tiemblan y crean,recrean la creación; las luces del temploalumbran el tránsito. Y el alma seacrecienta en el ser infinito. Unafervorosa alegría eterna, júbilo de laconsumación repite: Per saecula vitaventuri… Amén.

* * *

La multitud salió del recinto mágico, sedispersó por las plazas, las calles delParís cotidiano; volvió a sus quehaceresefímeros, se sumó al absurdo de la vidaen sociedad. Y mientras cada uno de los

Page 374: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

míseros esclavos del tiempo seentregaba de nuevo a su siglo, la viejaCatedral, envuelta en sus velos debrumas, parecía apartada, indiferente altiempo y sus modos.

Page 375: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

Topilejo

Relato, 1930

—¿Duermes?, ¿duermes? —inquirióFortunato el italiano, dirigiéndose a sucompañero de celda el joven ingenieroGonzález.

Recostados sobre esteras que apenaslos protegían del cemento húmedo,reposaban agitadamente los dos presos.Adormecidos de fatiga, extenuados porlargas horas de conversaciones inútiles,todavía no se habituaban y sentían vivo

Page 376: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

el piquete de los parásitos, que ya norespetaban ni sus ropas después dequince días de forzado desaseo.Incorporados ambos sobre sus lechos decastigo, trataron de adivinar lo quepasaba en el exterior. Duraba siemprehasta el amanecer el reflejo de laslámparas eléctricas, suspendidas sincapelo, a largos trechos del corredordesmantelado. Distante se oía el rumorde las voces de los soldados de guardia.

—No hay novedad; procuremosdormir —aconsejó el ingeniero tornandoa recostarse; pero el italiano permanecióatento a los ecos, sobrecogido depresentimientos lúgubres.

Recapacitaba. Lo capturaron junto

Page 377: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

con el ingeniero, a quien servía deayudante en el trazo. Los oficiales de lapolicía militar los habían increpadosoezmente, acusándolos deconspiración. Ningún juez lo llamó atribunal. Ni se les permitía comunicarcon defensores o parientes. Un soldadoles traía de cuando en cuando unaporción del rancho de la tropa, míseroalimento, esquilmado por la codicia, elhábito de cohecho en los jefes. Elcentinela se renovaba periódicamente,pero sin apartarse del claro estrecho queen la puerta dejaba la reja. Los días ylas noches se sucedían angustiosos,vacíos de acontecimientos. Por lamañana temprano se les sacaba media

Page 378: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

hora para un rápido aseo en la fuente deun patio trasero. Y ni una palabralograban acerca de lo que ocurría en laciudad, en el país. Las masas agitadas,de las que ellos se creyeron unaavanzada, un guión, seguían inertes,mientras todos sus caudillos, sus jefes,eran encarcelados, vejados por unasoldadesca cínica. ¿Los libertaría depronto el temor de los gobernantes dehecho a las represalias de la leyrestaurada? ¿O les brindarían el perdónun día cualquiera, con el gesto socarróndel vaquero que suelta al becerrocastrado? ¿No serían ellos unoscastrados morales por culpa de unpueblo que no responde ya a ninguna

Page 379: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

excitación noble?… ¿O estarían todavíaexpuestos a alguno de esos caprichosmacabros, como el de aquel todavíaministro de Guerra que mutilabafísicamente a su enemigos sin encono ysólo por innata ferocidad? ¿O acabaríancomo tantos otros en los último años:fusilados oscuramente, a espaldas de laley, sin trámite legal y sin otraceremonia que la tierra que encubre elcadáver por algún rincón remoto de laserranía? ¿Podría ser éste el fin de aquelingeniero, su jefe, su amigo, alma nobley esforzada, que soñó rehabilitar a sunación?

Y mientras el ingeniero dormitaba,Fortunato volvió a representarse la

Page 380: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

escena de la tarde en que se asomó a lacelda aquel general rubio, bajito,petulante. Después oyó que le llamabanel güero Ulogio, héroe del villismo enhazañas escalofriantes… Después delcombate, por supuesto…, y contraindefensos prisioneros… Se habíaasomado el güero y había gritado:

—¿Qué tal se sienten, tales porcuales?… Ya verán, todavía van a ver loque les cuesta su democracia…

Diciendo esto rió con sarcasmocruel. Sus acompañantes le hicieron ecode carcajadas serviles… Se oyódespués el rumor de los sables quetropiezan contra el muslo y el golpeatiplado de las espuelas tras de los

Page 381: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

pasos de los victoriosos…Y como respondiendo a la evocación

de aquellas espuelas siniestras,Fortunato se sorprendió escuchandoruido de pasos medidos, bruscos, deescolta en marcha. Momentos despuéssonó un «¡alto!» frente a la puerta mismade la celda y funcionaron las llaves,chirrió el cerrojo. Desde el exterior, unavoz gritó:

—¡Eh, arriba; todos pa fuera!A medio vestir se levantaron los dos

amigos; semienvueltos en sus mantas, secalzaron con parsimonia, y en seguida,bruscamente helos allí caminando entredoble fila de mal encarados queempuñan rifles.

Page 382: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

* * *

En el antepatio del cuartel estaba yaalineada la cuerda de presos. El italianono los conocía, pero el ingeniero cambiósaludos con algunos. Los había de todasedades y de diversos tipos, desde elanciano general Ibarra hasta jóvenescomo el propio González, y de todas lasvestimentas: la cuidada delprofesionista, la desgarbada delestudiante, la humilde de los obreros.Eran en total cuarenta, y salíandemacrados por el largo encierro, malabrigados para aquella noche fría del

Page 383: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

altiplano. No se les permitió hablarentre sí, ni se oían otras voces que lasórdenes lacónicas: «Amárrenlos de loscodos…», «Por parejas…», «Ahora a lafila…», «Adelante»…

Los detenidos se sabían a merced desus captores. Aquella tropa mercenaria,selección de los bajos fondos sociales,llevaba muchos años de obedecer sindiscurrir. Y atormentaba por gusto. Lossoldados marihuanos o alcohólicosdestazaban lo mismo una res que elcadáver de un prójimo. Y los oficialescompetían en el relato de sus hazañasmacabras… El lenguaje mismo sematizaba, se enriquecía a propósito delasesinato… «¿Cuántos te has echado tú

Page 384: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

manito?», preguntaba aquel que se sentíamás seguro de opacar a los otros con suspropias ferocidades. «Nos dieron laorden y lo quebramos», intercalabaotro, refiriendo horripilantes aventuras.«Antes de rematarlos hay que cortarlesla lengua por habladores», decía algúnjetón (bocón) marcial, entre las risasjocundas de sus colegas…

Bien sabían los presos el género deordenanza que regía entre semejantesfacinerosos con máscara militar. ¿Acasono estaban allí, entre otras cosas, porhaber querido libertar a la patria deaquella jauría humana?

Silenciosamente partió del cuartelsombrío la caravana de la muerte. Nada

Page 385: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

se les había dicho, pero cada uno teníala convicción de estar viviendo susúltimas horas. Las calles desiertas,lóbregas, recordaban el espanto detodos los años recientes, deshonradoscon el continuo atentado oficial. Desdelas nueve de la noche los vecinos seencierran, temerosos de la policía,escarmentados de una oficialidad que, aguisa de tributo perenne, toma a su cargocafés, restaurantes, centros de diversióny de vicio. Nada bueno ocurre poraquellas avenidas suntuosas, convertidaspoco a poco en la encrucijada de lamala pasión y el despotismo.Únicamente cortejos como aquel en queahora iban el ingeniero González y sus

Page 386: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

amigos, cortejos de víctimas,resurrección de sacrificios humanospeores que los aztecas, que, por lomenos, mataban a plena luz.

La convicción de muerte, que poníatinieblas en el ánimo de los prisioneros,se confirmó cuando vieron que sealejaban de la ciudad; la rodeaban porlos arrabales para salir rumbo a lacarretera de Cuernavaca. El ingenierosupuso que era la última vez que veíaaquel hacinamiento de casas sin gusto,de los barrios nuevos. Los hermosospalacios, las torres y cúpulas de laarquitectura colonial no habían logradoimpedir, con su ejemplo de bellezaperfecta, todo aquel brote morboso de

Page 387: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

construcciones norteamericanizantes,pueriles y sórdidas como el alma de loscontemporáneos. Se despedía sin rencory sin pena de todo aquel millón de almasesclavas, que al día siguiente seenterarían de la hecatombe en silenciomedroso, con gesto que anticipa unaexcusa a favor de verdugos que no sedignan pedirla. Los más honestosfingirían no enterarse; todavía haymuchos que no han querido enterarse delos sucesos de Topilejo. Otros, urgidospor un temor precavido y recóndito, seapresurarían a hablar de la energía delos gobernantes, a la vez que fingiríanpreguntas: «¿Pero a qué conduce? ¿Porqué se querían levantar en armas? ¿Por

Page 388: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

qué? ¿Contra quién? ¡Quién se lomanda!».

Con un gesto anticipado de asco, elingeniero González apartó de suatención todos estos comentariospiadosos. Después de todo, pensó, elhéroe se debe a sí mismo su martirio, noa la masa imbécil, comparsa obligadadel éxito. En el primer alto, el caminodio una vuelta y se perdió de vista laciudad maldita, amortajada en aquellahora en el sueño pesado de su deshonra.Por uno de esos contrastes certeros delas horas lúcidas, González tuvo otravisión innoble; la misma ciudadhumillada, pero en fiesta. Un sol plenohace relumbrar los aceros, los

Page 389: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

entorchados, en el desfile militar, y unamultitud alcohólica, subconsciente,aplaude, aplaude a aquellos mismoshéroes que de noche acuchillan en lasombra y a mansalva y entre coros derisotadas.

A pesar de la oscuridad, se sentía labelleza de la ruta serpeando entremontañas. Frecuentemente, al trasponeruna cumbre, vuelve a aparecer elpanorama de la dudad, constelacióncaída en el abismo del valle. Elmacadam, apisonado por el diariocorrer de los neumáticos de coches delujo, facilita la marcha de los presos; yano se siente el frío, pero uno que otroanciano de la caravana se dobla bajo

Page 390: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

fuertes accesos de tos. El ambiente sinnieblas da impresión de proximidad,anula las distancias, acerca las estrellascintilantes, las confunde con los puntosluminosos de los poblados perdidos enla serranía. Era por abajo un océano desombras y por arriba la inmensidad ensu plenitud.

La marcha duraba ya tres horascuando se dio la orden de saltar fuera dela carretera. A campo traviesa, sinconsideración de espinos y peñascos, seavanzaba, marcando los oficiales la rutacon el fanal eléctrico de sus lámparas debolsillo. La luz pegaba ya sobre los piesde los presos, ya sobre las culatasbruñidas de los rifles o refulgía sobre el

Page 391: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

acero pulido de las bayonetas. Depronto alguien dijo:

—Alto; allí está, abajo, Topilejo.El ingeniero González conocía

aquella comarca: Topilejo es unmenguado caserío. El nombreestrambótico le trajo a la mente otros deparecido linaje: Zihuatanejo,Tepozotlán. Raíces indígenas cuyosignificado nadie recuerda pero danmatiz pintoresco al habla de loscontemporáneos y conservan algo de lafatídica tradición que nos somete alpecado de Caín. Habría que lavarespiritualmente estos sitios, pensó elingeniero: sería menester bendecirlos,libertarlos de la maldición. ¿Sólo

Page 392: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

aquellos sitios o, más bien, la patrianegra?

Y poseído ya de una fascinacióncomparable a la de quien bajara a losinfiernos, se puso a observar losmovimientos de los soldados. Desatabana los presos y los ponían en fila, loscontaban. Alguien intentó pedirexplicaciones. El que hacía de jefe seacercó al sargento, que vacilaba, y dijoimperioso:

—¡Cuidado, ya sabes a lo que teexpones si desobedeces a mi generalUlogio!; él cumple lo que le manda elTurco. Ya sabes cómo las gasta. Conquede prisa, si no quieres que te pongamosa ti también entre esos… —Y señaló

Page 393: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

con ademán despectivo a las víctimas,que el frío y el terror hacía temblar,desvariar. La faena duró pocos minutos:a fuerza de práctica se han hechodiestros profesionales del homicidio.No usaron balas…: era menestercuidarse de la opinión extranjera, y auna aquellas altas horas podía pasar porallí el coche de algún diplomático, dealgún entrometido, si no de un enemigo,algún reaccionario que podría despuéscantar. Sin escándalo, según se leshabía ordenado, fueron exterminando abayonetazos a cada uno de los cuarentadetenidos. Los gritos de espanto seahogaban pronto; el terror paralizó lasensibilidad de no pocos. El ingeniero,

Page 394: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

colocado por azar en el último grupo,miraba y no acertaba a darse cuenta; ¡tanterrible era lo que veía que se creyómetido en un mal sueño! A su lado, elitaliano gemía. Por fin, se acercó elverdugo, ensangrentada de variospechos la cuchilla; la hundió con prisaen la entraña del prisionero, la sacó yvolvió a hundirla; cayó al sueloquejándose la víctima, y tornó elsoldado a herir. Así que ya no huboestertor, el matón se volvió hacia elitaliano; vio que ya sólo quedaban dospara ejecutar: el italiano y undesconocido de última fila; entonces,dirigiéndose a Fortunato, que le quedabamás cerca, le dijo:

Page 395: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

—Mira, ya estoy cansado; mata tú aése y te perdono la vida.

El italiano no comprendía; elsoldado insistió, le dio el puñal; elúltimo preso dijo:

—Sí, mátame tú, compañero; así,por lo menos, te salvas… ¡Escapa —ledijo por lo bajo— y denuncia estecrimen!… ¡Mátame, sálvate!…

El italiano mató a su colega; enseguida, medio loco, echó a correr porel llano; sintió que se hundía;desbarrancado, se dejó ir; pero todavía,desde un alto, mientras buscaba caminopara seguir huyendo, pudo ver a la tropaentregada a una operación desusada,macabra, increíble: desnudaban a los

Page 396: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

muertos y los descuartizaban. Laoficialidad alumbraba; los soldadosseparaban miembros, cortabancabezas…

Cuando una semana más tarde unindio viajante descubrió un dedo quesalía debajo de tierra, las autoridadespusieron cerco al sitio; nadie se pudoaproximar; pero se supo que la ordencumplida era de mutilar los despojos desuerte que no pudieran serreconocidos…

Tornó a correr el italiano, loco deespanto. Ya avanzada la mañana entró asu casa en la ciudad. Al principio no sedejó ver de nadie; después, al reanudarsu labor cotidiana, habló valientemente

Page 397: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

del suceso con los pocos que quisieronoírlo.

* * *

Sobre la ciudad pasó el escalofrío delos rumores siniestros. Algunoscorreligionarios osaron formulardenuncias. La autoridad militar seapresuró a recordar que era de sucompetencia cualquier averiguación.Los mismos familiares de las víctimas,temiendo represalias a lo chino,acabaron por callar y ocultar su pena. Elsinnúmero de los fariseos se tapaba lasorejas para no enterarse… «¿Qué, de

Page 398: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

verdad? ¿Sería posible? ¿No habríaexageración? ¿Pasión política?»… Losteatros siguieron pletóricos deaficionados a la película hablada enidioma de Hollywood… El cuerpodiplomático siguió banqueteando…

Pero el italiano, atraído pormisteriosa lealtad de ultratumba, seescapa periódicamente de la ciudad pararecorrer de noche los sitios nefandos…Cada vez que la luna inicia el creciente,se le ve bajar del camino que conduce ala ciudad, luego se pierde en lashondonadas rellenas de sombra, y unasveces solloza y otras canta bajo lalúgubre claridad… Los chicos que aveces lo siguen por el atardecer, le

Page 399: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

avientan guijarros o se diviertengritándole: «¡Loco…, el loco deTopilejo…!».

Page 400: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

Son de este mundo

Fue en una aldea asturiana próxima alcampo de Caso. En la cocina, junto alfogón, almorzaban los huéspedes con laspersonas de la familia. La aldeanaenjuta, enlutada, conversaba prudente yafable, en tanto que sus manos removíanla sartén de las truchas, mondabanpatatas, servían. Por el ventanillo veíasela calle empedrada, fangosa, enpendiente. Atada a unas trancas, la vacacomía hierba a grandes bocados lentos.A su lado, la cría olfateaba, lamía,iniciaba su instinto. Mirando hacia losmansos bovinos, el nuevo amo inquirió:

Page 401: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

—¿Y qué tal irá a entenderse estavaca montañesa con una de Holanda queya tengo en el establo? ¿Se dará cuentade la diferencia de casta?

—Sí, señor —afirmó sin vacilar laaldeana vieja—: ya lo creo que ellas sedan cuenta y aun de lo que nosotros noadvertimos… ¿No ve que son de estemundo?

Otro aldeano confirmó, en efecto; undía o dos antes de la nevada, ellas bajandel monte para guarecerse: así esté elambiente muy claro, no se dejansorprender… A menudo están atadaspaciendo en un prado que no les agradadel todo, y se resignan; pero si hay cercaun prado mejor y se aproxima la persona

Page 402: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

que las atiende, dejarán de pacermientras esté el amo. Si éste se va y nolas complace cambiándolas de sitio,vuelven tranquilamente a morder sobrela hierba mediocre…

Al huésped le produjo una emociónextraña el dicho de la vieja: «Son deeste mundo y no como nosotros», habíaexclamado con sencillez y convicción.El semblante se le había iluminado aldecirlo. Su evidencia era de tal modorotunda que cualquiera duda hubieseparecido incomprensión y necedad. Y lacerteza biológica de un orden a la veznatural y sobrenatural de la vidaencendió de claridad nueva la mañana,ya de por sí luminosa. Tembló a

Page 403: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

distancia el oro de los castaños de fin deotoño. El firmamento, lavado por laslluvias del amanecer, lucía ahora sereno,fijo, seguro.

Entretanto, la vieja revolvía en lasartén sus truchas recién pescadas,sonreía y hablaba dulcemente. Y susmanos laboriosas aderezaban,limpiaban, servían. En ella también lasmanos eran del mundo: pero su almahumilde se hallaba de paso, se asomabaa unos ojos vidriosos, sombreados.

Dentro de la aldeana habitaba algoque no es de este mundo, y lo entiendemal, en tanto que las vacas lo entiendenbien. En el cuerpo de la vieja padecetemporal cadena una viajera que, a ratos

Page 404: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

se siente dichosa porque atisba elinstante de su final liberación.

Page 405: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

El grito

Profecía, 1925

¿Habéis leído el poema de Kipling,titulado, If, es decir, Si, condicional?Soy poco amigo de citas, pero a menudoel contagio de un alma fuerte nosreconforta el espíritu.

El poema diríase inspirado enMéxico y presenta al hombre resistiendolas vicisitudes de su destino. Unoscuantos versos concisos resumen la másviril de las filosofías.

Page 406: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

Si, dice más o menos el poema:«Si jugaste y toda tu fortuna la

perdiste en un solo golpe de los dados ytu pecho no tembló, porque pensaste:amasaré otro caudal;»

»Si todo tu afán lo pusiste en la bellaque te amaba y un día te traicionó yentonces todo desgarrado y confusoclamaste: ¡quedo solo y seré libre!;

»Si lograste fama de probo y debueno y por doquiera te acogíansonrisas, pero un día la calumnia logróque te volviesen la espalda,escarneciendo tu nombre, yreflexionaste: la verdad no depende dehumanos juicios, y seguiste tu camino,imposible, sin querer defenderte;

Page 407: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

»Si habías conquistado el aplauso ytu huella luminosa despertó envidiaferoz y artera, y renegaron de ti loscobardes, y murmuraron los viles al verque tu faena caía por tierra, y túpensabas en la manera de recomenzar;

»Si en tu persona te hostilizan yhieren, y el odio te acecha y la pobrezate agobia y los hados todos te vuelven elrostro, y tú sigues adelante contra loshados, iluminada la frente con laescalofriante voluptuosidad delrelámpago, ¡que anuncia tempestades,pero despeja sombras!

»Si cada vez y tras de cada tropiezote levantas más erguido y sereno, másinteligente y jovial, y no te abandona la

Page 408: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

fe y mantienes vivo el empeño deadelantar por los caminos gloriosos;

»Si todo esto y más eres capaz dehacer, entonces, de verdad, ¡eres unhombre!».

* * *

El ritmo del verso se queda temblandoen el aire y entra al pecho y lo entona deviril osadía.

Desde sus fértiles llanuras delCanadá y los altos montes donde notiembla, el poeta de los sajones cantacomo si recogiese el eco de lascomarcas del Sur, donde ni el mismo

Page 409: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

suelo es estable.En la tierra firme de la cultura

inglesa, las civilizaciones prosperan y elcambio no quiere decir derrumbe, sinomejoramiento acrecentado.

En los países del terremoto, juntocon la tierra, se derrumban lasinstituciones y sin tregua chocan en lidesbastardas los pueblos.

¡Guatemala y El Salvador, México yVenezuela, patrias de tiranías! ¿Qué sinooculto liga la traición de la tierra con eldesasosiego y la deslealtad de loshombres? ¡Traiciones al ideal, lasúnicas culpables y las que obligandespués al servilismo en las costumbres!

A la hora del terremoto, unos y otros

Page 410: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

se acechan. Se desenmascaran losrufianes y los profetas conminan.¡Remueve la catástrofe las capas detierra, muda la vieja faz de las cosas y elalma se contamina de fango!

¡Raza de poetas, pero también deforajidos! ¡Alerta contra losmalhechores! ¡Hiérelos mientras hurtanen el fragor del cataclismo! ¡Después,llena tu alma con los fulgores de laerupción!

¡Que se pierda todo! La mañana seráclara, aunque la noche esté sombría. ¡Yaes bastante que el volcán vomite lodo;no es menester que lo imiten loshombres! ¡Arriba el látigo contra losmalhechores!

Page 411: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

Calibán come y se harta. Caín sesueña, con sueño pesado, un héroe de laAustralasia, con sus collares de cráneos.Herodes, borracho, contempla la farsade una Salomé bestial. Manda la fuerza.Se escarnece la justicia. Al bueno se leinfama, después, se le degüella.

Sin embargo, ni siquiera el infiernoes perenne. Todo lo sacude el temblor. Yen la región del terremoto, donde todocambia, también hay dulzuras intactas yternezas de caricia y canto.

* * *

El destino engendra ocasiones súbitas

Page 412: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

ofuscantes. Caen palacios y caenhombres, pero cada crepúsculo prendeun deslumbramiento de arquitecturas.

¡Tierras amadas del aventurero! ¡MiSalvador y mi México, mi América endescomposición! La noche está preñadade lamentos, pero habrá en la auroratrinos y ramazones de laurel. Y nuestraprueba es ésta: perdurar en loimperdurable y extraer músicas delcaos. Provocar roce y deslumbrar: esoes fortaleza. El bardo se disgrega con elchoque, pero el astro brilla. La fuerzadel alma es luz.

Necio el taimado: mediocre elastuto; cobarde quien se cobija enmentiras y sombras. ¡Sólo la verdad es

Page 413: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

heroica y no hay voluntad sinresplandor! El mundo está por hacerse.Los montes cambian de sitio; los vallesse tornan abismos; las razas se suceden;el poder y la fama pasan como la brevefosforescencia de un insecto que vuelaen la selva.

Tu mano levanta palacios y la tierralos hace polvo o los profanan las gentes.Ni una sola roca está firme. El terremotoes la ley.

Salta sobre los abismos y empínatepara mirar la danza de las nubes en elremoto horizonte.

Se diría que estamos en el comienzode la creación. Sin embargo, el mundoes viejo; tanto, que ya le va faltando

Page 414: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

calor. La nieve avanza con sus ososcarniceros, lentos, estúpidos. Pero sehartan pronto; ¡en cambio, el hombre esinsaciable!

¡Los caminos del planeta nos llevana confundirnos con el oso, el rey de losúltimos milenios!… Pero decidme: ¿Nonos contaron desde la infancia delmundo que había también, y además delcamino del oso, el camino del ángel?¡Escruta, pues se ha perdido el sendero!

¿Trae alguna voz el viento?… Suvoz también cambia, igual que losmontes, igual que las gentes. En torno, laselva se adapta, se unta a las peñas, seprende a los cantiles, se arrastra por lasgrietas. Como es fecunda tiene que

Page 415: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

amoldarse a toda situación. ¡Desprecia ala selva! ¡Desprecia lo que semultiplica! Y no interrogues a la nube,que el menor soplo deshace, ni al viento,que solo viene y va y nada sabe y nadatrae. La roca desafía la tormenta, auncuando abajo ríos de lodo le minarán elasiento. ¡Que tu amor se impregne deroca!

Desde el peñón la aurora sonríe.Todo se derrumba, pero en sus brazosmora el temblor de lo que se vuelve alevantar. Tu destino clama: hoy omañana, en planeta o en estrella…¡Resuene en el viento tu grito de júbilo!

Con los rumores de la catástrofeengruesa tu melodía. No importa que tu

Page 416: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

pasión no cuaje en rima: déjala querebase son y medida. Sigue el ejemplodel terremoto. También la medida estiranía y tu grito ha de ser libre. El ritmodel misterio no tiene compás. Arriba conel espíritu… Una carcajada para losviles, que te miran perplejos y no sabensi han de aplaudir o han de silbar.¡Alguna vez, la alborada será desinfonía!

Las sombras se aprietan y ya no hayni relámpagos que presagien un cambio.Aúllan los lobos; predican moral losverdugos y en la noche sin estrellasdanzan las brujas con los endriagos.Pero la claridad está en tu corazón. Sialgo has perdido, derrocha lo que te

Page 417: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

quede. ¡Y tu grito de júbilo entrégalo alviento!

Page 418: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

Los pecados

Cada quien se condena por donde másha pecado: no sé si esto es avisoprudente o moraleja de cuento. Lo queno escapa a la observación del viajeroes que cada pueblo practica algunamanera favorita de pecar. Y empecemoscon la gula. En seguida se piensa enEspaña. La cocina española es una delas más variadas del mundo, porque a supropia abundancia europea añade losarroces y los garbanzos, los dulces ypasteles que los árboles trajeron delÁfrica. Un plato español es siemprecosa rica y sabrosa; pero una comida

Page 419: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

española suele ser un peligro de muerteinminente. Porque sus siete platosequivalen a siete comidas normales, conaumento de natillas y postres que no esfácil resistir. No conozco país dondesean más generosas las raciones. Encambio, el que viene de América,alucinado por los ejemplares de labelleza española que por allá nosvisitan, se sorprende de encontrar unpueblo tranquilo en asuntos eróticos.¿Ocurrirá que las naciones, en loseclipses, se dedican a su presente, quees el bien pasar de la mesa, y descuidanel amor, pleno siempre de afán deporvenir?

Dejemos el oscuro problema de las

Page 420: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

causas para observar un poco lasconsecuencias de cada manera especialde pecar. Un castigo de la gula es elinsomnio. El español es, por reglageneral, un desvelado igual que cadauno de los llamados latinos. Sipreguntáis a un inglés, a un yanqui, a unfrancés, por un hotel conveniente, osrecomendarán en seguida uno sin ruidos,quiet, tranquille. Si la misma preguntala hacéis a un colombiano, a un español,a un mexicano, responderán: en tal ycual se come bien, buena mesa. Esdecir, el sajón se preocupa de su reposoy busca posada para dormir. El latinoequivoca la posada con la fonda y elrestaurante. Lo que menos le preocupa

Page 421: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

es dónde va a dormir. Se diría que no loacostumbra. Y casi llega a creerlo. Pueshacemos todo lo posible para provocarel insomnio.

Pasemos por alto lo copioso de lasraciones y la frecuencia inexorable dealmuerzos, cafés, meriendas yemparedados; lo pavoroso de la cenaespañola es la hora a que se toma. Entodas las grandes ciudades del mundo elteatro comienza a las ocho y quince, y lacena se sirve a las seis; a lo sumo, a lassiete. En Madrid, el teatro comienza alas diez. Y se cena a las nueve y media,hora muy conveniente para irse aacostar, salvo el caso de fuerza mayor ode alguna diversión excepcional; una

Page 422: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

vez al año, pongo por caso. En lasciudades de la América española, segúnaumenta la sajonización, la hora de lacena se adelanta. En México, ciertasfamilias rancias todavía cenan a lasdiez; pero la mayoría de la población,cuando cena, lo hace temprano, mástemprano, por lo menos, que en Madrid.

Ninguna ciudad del mundo presentael tránsito de Madrid a la una de lamañana por Alcalá y la Puerta del Sol.Y el recién llegado que mira las fondasllenas hasta las diez, los teatrosvaciándose a la una, imagina que al díasiguiente toda la población va a dormirhasta después del mediodía. Sinembargo, a las nueve o a las diez la

Page 423: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

mayoría de la gente está en su trabajo, lomismo casi que en Nueva York. Y setrabaja. Podrá haber más o menos vagosde clase holgada, pero el promediotrabaja. Los mismos escritores, y noobstante las tertulias de los cafés,trabajan; dígalo si no el número deartículos, de libros, que cada uno deellos produce.

Para el sueño se reserva, entonces,Madrid unas seis horas: de las dos a lasocho de la mañana; y aunque esta raciónes notoriamente insuficiente,escandalosamente destructora de todaposibilidad de pensar con despejo o decoordinar acciones eficaces, resulta queaun esas míseras seis horas distan

Page 424: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

mucho de estar protegidas de los dosenemigos máximos del sueño: ladigestión pesada, que origina pesadillas,y el ruido, que cuando no enloquecedesespera.

A propósito del ruido, recuerdo misnoches de cierto renombrado hotelmadrileño. Edificio moderno, variospisos y ascensores, vestíbulo rumboso,aseo impecable, baños y teléfono encada habitación. La promesa decomodidad se mantiene intacta duranteel día, sobre todo si se ha tenido laprudencia de rehusar el balcón a lacalle; porque ya se sabe; las calles deuna ciudad latina son la imagen, si nodel movimiento, sí del bullicio perpetuo;

Page 425: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

estruendo de ruidos, en su mayor parteinútiles; ruido desinteresado, sonoridadpura. Para librarse de ella, el viajeroexperimentado se refugia en unahabitación interior. Llega la noche, y aeso de las diez, hora humana deacostarse, la calma es tan perfecta quecon delicias nos metemos dentro de lassábanas, y apagamos el velador.

A poco, sin embargo, empiezan aproducirse extraños rumores, voces decriadas y ruido de platos por el rumbode las cocinas. En semisueño, uno sepregunta… qué, ¿ya tan pronto amanecióy preparan el desayuno?… Las voces noparan, toda la vajilla pasa por el chorrodel agua caliente o golpea al apilarse

Page 426: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

plato sobre plato; tenaces murmullosconmueven todo el edificio; suenadistante un gramófono, retumba lejano eltránsito. Prendéis la bombilla eléctrica:son las once de la noche, la ciudadempieza a vivir; la calma a las diez fuesólo una pausa obligada por la cena.

Tácitamente cada vecino contribuyeal bombardeo del sueño, primero con lacena y ahora con el ruido. De paso, elruido despierta aun a los que ya sehabían dormido. Dais vueltas en lacama, meditáis en el grueso de lasparedes, la calidad de las colchas; elhotel es bueno, vencida la preocupaciónno resulta imposible dormir; ya esmedianoche; por fin, os dormís… sin

Page 427: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

profundidad, entregado a la penumbrasubconsciente. No olvidemos, además,ios setecientos metros sobre el nivel delmar. El caso no es tan grave como el deMéxico o el de Quinto: dos mil, tres milmetros de altura; pero nunca se duermedel todo bien en ninguna meseta.

Sin embargo, dormitáis y el relojcuenta una hora, cuenta dos. A eso de launa estalla el primer cañonazo.Sobresaltado, despertáis imaginandoque alguien ha echado un mueble por laventana; pero no hay alarma, todo estáen paz… Otra vez a tapar media cabezacon las cobijas. Pasa un cuarto de horaen calma y otra vez el estallido, como sialguien disparase con ametralladora.

Page 428: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

Súbitamente os sacude una revelaciónque aterra. Sucede que cada uno de loshuéspedes, ya para meterse en la cama,hace lo que hicistéis vos: descorre lapersiana que nos libra de los rayos delsol del amanecer. Pero cada persiana, dearmadura metálica, es un prodigio quedesarrolla la máxima potencialidaddetonante que es dado lograr conmaderos y acero. Empiezan a llegar losclientes a la una y terminan a las cinco olas seis. Cada uno dispara su tracaimplacablemente, y son veinte persianasen torno a un patio pequeño, cuadrado,de cinco o de seis cuerpos. No hay lamenor posibilidad de que una solavibración somnicida se pierda. Estáis

Page 429: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

dentro de una perfecta caja depercusión.

Después de las seis de la mañana esya raro que se produzcan descargas: sinduda están ya en su cama todos loshuéspedes. Pero se diría que loshabituales del establecimiento usan lacama para reposar, no para dormir:acaso para fumarse una pipa. Porquedormir resulta otra vez imposible desdeeso de las siete, hora en que comienzanlas criadas… Una entona el Pichi…;otra laméntase: allá en La Habana…:todas ríen, vociferamentan ovociferamentean, y así, monologando sise dirá de un modo o de otro, pasáis a laducha. Recordáis a Lope de Vega, no

Page 430: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

precisamente por las rimas, sino por eltítulo, Noche toledana, o en términosmás recientes, el sonido innecesario, elruido como tormento, el ruido puro,alharaca sin responsabilidad.

En la mañana del primer día tuve lainocencia de buscar por el comedor, enlas caras de algunos huéspedes, el gestode la indignación. Bajando en ascensor,frente al mecánico uniformado, imaginéque la población entera del hotelprotestaba frente al pupitre de laadministración… Inocente fantasía: sialguna queja se escucha es porque loshuevos, servidos a la inglesa, se pasarono se quedaron cortos de tueste. Lo de laspersianas llegó a parecerme en vista de

Page 431: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

aquel silencio y paz de las nueve o lasdiez, una grotesca pesadilla, unaincomprobable alucinación.

* * *

Y no sería justo echarle encima aMadrid toda la recriminación. ¿Sabéislo que es el ruido en La Habana?Aquello es para enloquecer a unmanicomio. Y eso que se podría dormirtan bien en el trópico, a nivel del mar ya pecho descubierto, empapado en labrisa. Los que pasábamos largos años enel México triste de la altiplanicierecordamos con gratitud los descensos a

Page 432: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

Veracruz: se respira a pleno pulmón unaire denso, el apetito se pone voraz, lossentidos todos se avivan y todo esalegría en tanto no llega la noche… Lanoche también allí es pavorosa. A faltade vehículos en gran número atruenanlas conversaciones… ¡Voces de genteacostumbrada a discurrir en la plazapública! A eso de las dos o las tres secalman: los cafés y los baresentrecierran sus puertas, pero a las cincootra vez; parece que el son echa fuera dela cama a todo el mundo. Aunque son losfisiólogos quienes menos saben de estascosas, da tentación preguntarles: ¿Cómoes que esta gente no acaba pegándose untiro, desesperada de no dormir?

Page 433: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

¿Compensan el sueño con el sol? ¿Obien con las cenas, que también por alláson copiosas y retardadas? ¡Lo cierto esque aparentan una existencia normal!

Fantasma solar, el insomnio vasiguiendo o persiguiendo a los pueblosdel Mediodía, insensibles al ruido, porlo menos indefensos ante el ruido,derrotistas del silencio.

Me acosté una vez en Valencia conla legítima pretensión de dormir. Habíacenado, contra mi costumbre, a las diezde la noche; pero sólo para tenerpretexto de probar un vino del lugar.Estaba de feria la ciudad, y unos amigosamables acababan de dejarme en lapuerta de céntrico hotel. El trote de los

Page 434: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

caballos de las últimas carrozasrepercutía ya intermitente, rimado con elcascabeleo de los collares de plata. Enla retina, rebelde al sueño, volvía adesarrollarse la cinta deslumbrante delos bailes que guapas mujeres, vestidasde sedas chillonas, acababan de exhibiren un tablado, bajo el dosel de lasestrellas. Ni valía la pena dormirsemientras siguiera fosforeciendo en lavisión la lumbre de aquellos ojos, elritmo de aquellos talles. Pero ya a lastres o las cuatro, una fatiga de esas quenos ponen en coma, borró por fin latentación de las imágenes y un silencioprometedor envolvió, acarició midormitar… Ni sospechas tuve de que me

Page 435: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

entregaba a la molicie de una verdaderatraición. En efecto, poco duró miengaño: serían las cinco cuandoirrumpió una especie de clarinada. No,por fortuna no era cosa de cuartel. Lacorneta vibraba estallante, como un hazde sol hecho clamor. Con todo mi enojode ser inquietado, hube de reconocer labelleza del despertar. Detrás de lacorneta, un grito repercutía sonoro comoel latón; no descifraba al principio elpregón; por fin, acercándose más, hastaromperme casi los tímpanos, deletreóse:«¡Pescado con sal!», «¡pescado consal!». ¡Dios mío, pescado a esas horas!Y a los gritos de la pescadora pronto seunieron otros gritos igualmente inútiles,

Page 436: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

con estruendo de puertas que se abren degolpe, trotar de herraduras sobre elpavimento y cláxons; en fin, el díabullicioso. Oyéndolo más que viéndolo,desde el martirio de mi alcoba,taladrada en todas direcciones por eltumulto, me puse a recordar la sinfónicade Meneses, que nos dio a conocer enMéxico los poemas musicales deCharpentier con nombres de ciudades:Nápoles, Génova, no sé si tambiénMarsella.

Precisamente en Marsella, una vez,por seguir a un amigo excelente, peroque, sin duda, disfruta tímpanos decuero, me hospedé en un hotel esquinade la Cannebière. A las ocho horas de

Page 437: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

mi primera mañana salté del lecho y abríel balcón: sin duda acababa de estallarun motín o se había declarado unincendio: los cláxons atronaban, elbullicio hacía marea. Pero miré, y todoslos rostros se veían tranquilos.Comprendí que si llego a gritar «¿Quépasa?», todos aquellos locos medeclaran loco a mí.

De regreso de una excursión por elLevante hispánico, pregunté a mi amigofilósofo el gran mediterráneo Eugenio D’Ors, que tanto sabe:

—¿A qué hora duermen losespañoles? ¿Cómo hacen para trabajar yseguir de noctámbulos?

El ironista que hay en D’Ors

Page 438: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

contestó:—Es que no dormimos…Respuesta elegante, pero no

convincente. El dominio del mundopertenece a quienes duermen siete onueve horas calladas, profundas. Elsueño incompleto acarrea consunción,tisis del alma, clorosis de la voluntad.El desvelado es distraído, agrio dedisposición y áspero de trato. El biendormido irradia fuerza mira sereno y semantiene afable en el modo.

Lo que pasa es que el ajetreomoderno y el ruido se nos han coladopor las rendijas de una civilizaciónarcaica, sumamente eficaz para elantiguo sistema de vida: pero absurda,

Page 439: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

inadaptada al motor. En los pueblosmaquinistas, la misma ciudad hacambiado de tipo y se divide en dos:diurna una, indiferente a los ruidosindispensables para el trabajo, losnegocios, el tránsito, y otro nocturna,dedicada únicamente a moradas, en laque el silencio y la paz encuentrangarantías que ampara la ley. Quien poruno de esos barrios de residencias, o encasa de departamentos, se pusiese adiscutir a deshoras en alta voz o a darlecuerda al fonógrafo sería perseguidocomo un malhechor. Pues con razónponen al que nos roba el sueño en lamisma categoría delincuente del queentrase a la fonda a quitarnos de la boca

Page 440: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

el bocado. Menos daño nos haría elladrón de alimentos: primero, porque esmenos necesario comer que dormir, ysegundo, porque nos coge despiertos, enplena aptitud de defensa, en tanto que elruidoso desconsiderado es un felón quenos hiere a mansalva, cuando estamos yadormidos o en disposición de dormir: detodos modos, inermes.

En cambio, nosotros hemos metidolos automóviles de sitio, con suscláxons, al centro mismo donde lapoblación trabaja y duerme.

Sin transformar la construcción y sinreglamentos de silencio, vivimos enedificaciones de tipo medieval todas lasincomodidades del estruendo siglo XX.

Page 441: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

Me diréis que así se han quedo tambiénLondres y París; sí, pero ya lo apuntabahace un instante: allá se cumplen losreglamentos contra el ruido… «Si notoco la bocina en cada esquina, memultan —comentaba un amigo mío enuna ciudad de El Salvador—; enEstados Unidos me multan si la toco».Este sentido del carácter sagrado que aciertas horas adquiere el silencio en lastierras sajonas es lo que a nosotros nosfalta. Peor aún; en Sudamérica elsilencio nos suele parece antigualla. Yentre nosotros calificar una cosa deantigua es ya condenarla. Por anticuadopasé una vez por quejarme ante unosjóvenes contra cierto hotel de provincia,

Page 442: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

el mejor del lugar, pero situado en alcalle más céntrica, justamente por dondelos dos o tres autos del pueblo pasabanpitando a cualquier hora, abierta la cajade las detonaciones… «¡Vaya —comentaban—, no le gusta a usted elprogreso!…» Inútil alegar que elprogreso verdadero establece sushospedajes lejos de la secciónmercantil, fuera del centro, protegidospor la arboleda de un parque.

El visitante de cualquiera de esasmal afamadas zonas palúdicas queabundan en todos los continentes seprovee, según la rutina médica denuestra época, de quinina y mosquiteros,si no es que de inyecciones y bálsamos.

Page 443: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

En cambio, a la más peligrosa región deruidos penetramos indefensos ydespreocupados. Ignorantes de que unafiebre palúdica, así sea perniciosa, a losumo nos mata el cuerpo, en tanto que elruido causa insominios, nos consume,nos mata el alma.

Confiado, sonriente, me alojé unaocasión en el hotel Principal de ciertaciudad de los Andes. Amigosbondadosos me habían reservado elcuarto mejor. Invariablemente, el mejorcuarto de un hotel latinoamericano tienebalcón a la calle más estrepitosa dellugar. Allí, sin embargo, no podía haberestrépito: las calles, de escaso tránsito,se ponen de noche desiertas, solemnes,

Page 444: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

en su recia arquitectura, de la época deBelalcázar. Hubiere sido insensato negaraquella paz. Pronto, sin embargo, eláspid de la inquietud asomó su bocaemponzoñada. Justamente cancel de pormedio, a tres metros de la almohada,descubrí el aparato receptor ytransmisor de los teléfonos. Suavemente,humildemente, pedí al administrador queme cambiara a la bohardilla del últimocamarero, pero lejos del civilizadorepiqueteo. Me tranquilizó elpropietario afirmando que aquello no seusaba antes de las nueve de la mañana.

Hallábame bien dormido, a eso delas doce, cuando me sobresaltó laestridente melodía de un fonógrafo. Por

Page 445: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

el interior, la hospedería estabacompletamente tranquila, las lucesapagadas. Asomándome al balcóncomprobé que la calle estaba sin gente;sin embargo, el jazz chirriaba,ensordecía. Naturalmente, llamé alcamarista con más derecho que sihubiese visto que la casa ardía. Nopareció, sin embargo, darse cuenta deese derecho mío. Inalterado expuso queen los bajos del hotel se hallabaestablecida la agencia de una marcaortofónica. El encargado, una vezconcluidos sus menesteresadministrativos, acostumbraba corrertodos los discos nuevos que le aportabael correo. El tono desembarazado del

Page 446: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

criado me hizo comprender que elvecindario no había protestado jamás.Aquel hombre llevaba meses tocando suvictrola a medianoche y no lo habíanlinchado.

—Pero es raro que eso le moleste —sentenciaban mis amigos al día siguiente—, ¿no ha vivido usted en Nueva York?…

—Pues es por eso —respondídisculpándome—; en Nueva York elruido inevitable se padece, pero elestruendo caprichoso, el asesinatodeliberado del sueño ajeno se castigaríacon prisión…

Y me consolaban ofreciéndome tazasde uno de los más buenos cafés del

Page 447: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

mundo, el café colombiano. Es decir,después del desvelo, la intoxicaciónnefasta. Imaginad lo que ocurriría si depronto se cerrasen todos los cafés deuna de esas ciudades latinas, todoestrépito nocturno: la población enterase quedaría dormida, pues sólo el abusode la droga oscura le permitesobrellevar una vida de insomnio.

Cuando la raza nuestra bebía vinojerez, su imperio se hacía respetar.Nuestros padres dormían en sus reciasmansiones de anchos muros. Si lossajones dejan el whisky y el sueño yderivan hacia las noches ruidosas y eluso del café, tened por seguro que seliberta la India y se salvan México y

Page 448: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

Centroamérica de la absorción. Pues lostóxicos se dividen en los que dan sueñosy son sagrados y los que quitan el sueñoy son diabólicos. En apoyo de talclasificación cito las religiones y lamitología. El primer dios de la India, elIndra védico, es también el primerborracho, el inventor del soma, queorigina delirios, pero a la postre, sueño.El Dionisos giego inventa el vino, y laXóchitl mexicana es celebrada porquefabrica el pulque. Bajo todos los climas,la humanidad agradece a quien la ayudaa dormir. En cambio, ¿qué mitología,como no sea alguna magia negrainconfesable, tomará a su cargo esebrebaje de decadencia, emparentado con

Page 449: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

la heroína, el café que desvela?En suma, la gula se paga con el

insomnio: el lujurioso se echa a dormirobligado a la urgente reparación de susfuerzas: el glotón conversa para librarsede la amenaza de reventar.

* * *

Cuando cambia el pecado predominante,también se modifica el panoramacolectivo. La gula francesa, ávida comotodas, pero refinada, logra darse airesde arte. No hay vicio que no quepadentro de esta palabra; arte, verdaderacelestina del lenguaje.

Page 450: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

Lo cierto es que, gracias a una sabiacombinación de materiales pocosvariados, la cocina francesa lograaciertos que la han convertido en cocinainternacional, y eso a pesar de que nadatiene de cosmopolita. Pues nada sabe nidel África ni del trópico, y su indigenciaen materia de frutas y golosinas eslamentable. Y con todo y la fama, enmuchos casos merecida, del menú a lafrancesa, no me da Francia la impresiónde que sea la gula su vicio nacional. ¿Loserá el amor? También acerca de estocreo que la leyenda exagera. Desde nosé cuándo, el mundo imagina que Parísse entrega a los sentidos con el júbilodespreocupado de un paraíso terrestre.

Page 451: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

Y, en efecto, cualquier recién llegadopercibe allí una especie de armonía delo sensual. Comida fina, sin excesos decantidad: erotismo seductor, perodiscreto y libre de los riesgos de lapasión; panoramas a media luz. A lapostre resulta que todo se siente allícomo apagado, y aunque la prédica delturismo nos diga que aquello es mesura,equilibrio y sabiduría, no cuesta muchaatención aunque suela costar muchodinero, advertir una tramoya deprevisiones y cálculos de tal modoperfectos que el paraíso se nos convierteen una complicada asociación de peritoscontables.

El ahorro y la disposición

Page 452: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

matemática, he allí las virtudes que, ensu desviación, engendran un pecadonacional: la codicia.

Muchos han hecho el elogio de lailustre cocina francesa; otros más nosfascinan con el relato de los misterios ylos escándalos del placer en París, Sinembargo, no sé que nadie haya cantadolas delicias del buen sueño francés. Yme imagino que éste y no otro es elsecreto de que todo lo demás parezcatan bueno en Francia. Un clima ya frío,ya cálido; la temperatura no importa; loque salva es la manera de dormir.Francia, libre de mesetas elevadas,asiéntase casi toda al nivel del mar opoco más, y de sus playas, de sus ríos

Page 453: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

emerge una bruma que es como cariciaapaciguante. El sueño nos llega allíblando, espontáneo acaso la únicaactividad que para un francés noconstituye problema. Y precisamente poreso dispone de tanta lucidez paraabordar todos los otros problemas.

* * *

Conozco poco el alemán; viajar por unpaís cuya lengua se desconoce es noconocerlo ni a medias. Sin embargo, enesto de los aspectos exteriores delpecado y el vicio, no es difícil aventurarprovisionales generalidades. Lo primero

Page 454: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

que llama la atención es la frecuencia delas comidas. Basta mirar la carta de unbarco alemán. Desde que amanece hastamedianoche, cada dos, cada tres horas,un bocado, una fruta, un consomé, un té,sin contar con las comidas formales,que, por cierto, no pueden ya ser muyrecargadas. Un sistema de alimentaciónestilo pajarito: raciones cortas muchasveces al día. Justamente lo opuesto delsistema que nosotros solemos practicaren el trópico: una vez una comida rica,variada, abundante, y luego a no comerhasta otro días; el sistema boa. O quizáel no sistema en vez del sistema,apoyado en teoría médico-económica dejugos internos y calorías. Nuestro

Page 455: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

anárquico apetito come por gusto, no porhambre, prefiere lo que sabe bien a loinsípido. La ración alemana consulta lahigiene y se recomienda con el marginalde vitaminas, A, B, C.

Hasta donde yo he podido descifraresta ciencia de las calorías alimenticias,veo que concluye exaltando el uso de lasnaranjas, fruto vitaminizado, que es pordonde nosotros comenzamos yconcluimos en el trópico. Por lo que noparece desatinado el atrevimiento desuponer que no hace falta ciencia donderige el instinto dirigido por el maestro:buen sabor.

En fin, reflexionándolo por segundavez, se sospecha que acaso el sistema

Page 456: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

pajarito permite a los alemanes comermucho sin dejar de dormir. ¡Tantas cosasque todavía no se han preguntado losfisiólogos!

Y es que suelen dedicar suspreferencias a la conservación del tejidoadiposo, olvidando que engordar esenfermedad y no señal de salud. Peoraún, olvidan que el prototipo de salud esel hombre que durmió tranquilo ocho onueve horas y tiene la mirada limpia,penetrante y el cerebelo denso. Esto dela densidad de la nuca es mucho másimportante que las falsas actividades deonda hertziana descolorida, que tomanpor talento los desvelados.

El alemán come como ave,

Page 457: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

carnicera, desde luego; pero el cerebelolo tiene de hipopótamo, lo cual pruebaque duerme, y porque duerme construyefilosofías y fabrica los más poderososmotores.

* * *

La frugalidad de los italianos,reconocida por Taine, alabada por SanFrancisco, nos predispone a laadmiración de una Italia genial, lomismo en la ciencia que en la santidad.¡Ay, pero de noche son latinos, es decir,son ruidosos! ¿Duermen, no duermen?Mussolini parece, un buen dormidor. Y

Page 458: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

en ello quizá radica su poder. ¿Cómovan a derribar una tiranía losdesvelados? Pero cuando ese pueblo, yafrugal, ha dormido bien, en los periodosvigorosos de su historia, ¡qué maravillasde ingenio y de genio las que ha dado almundo!

* * *

¿Queréis descubrir el pecado anglosajónbajo la vestimenta de pulcritud y deimperturbabilidad? Esperad a despuésde la cena, así que empiezan loswhiskies: «Dam it!». ¿A qué ahondar enesas calladas lujurias ya sombrías, ya

Page 459: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

delirantes como el grito, siempre lozano,de sus líricos?

Contentémonos con mirar a unainglesa tomando té o más bien, a suprima norteamericana en el lunch demediodía.

Decorado de cristales, refulge elanexo lujoso de concurrida droguería.Clientela en su mayor parte femenina;mesillas de mármol negro lustrado yservilletas de papel. En torno mujeresde talles ágiles y tez rosada; peinadoliso y rubio. El sano veronal del deporteles ha dado sus ocho horas de sueñomacizo; de allí su irradiación optimistay venturosa. Unos dedos blancos,acabados de manicurar, llevan a la boca,

Page 460: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

de una dentadura perfecta, el sandwichde pan tostado y una raja de queso frito;en el plato de porcelana se expande lafrescura de las lechugas, luce el discorojo de una rebanada de tomate. Al lado,el vaso de leche malteada; después, unasfresas con crema espumosa; quizástambién un helado. Comida limpia, igualque los muebles, igual que las ropas y elcuerpo de la dama, que mastica conpulcritud, sin avideces ni sobresaltos…Y ¿de qué podría sobresaltarse si sabe apaja todo lo que engulle, desde el quesohasta las fresas? Todo ha sidodesinfectado, lavado, refrigerado…

¿Y el vicio americano?… Uno muygrave: trabajar por trabajar. Adorar la

Page 461: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

maldición… Todos los pueblos,acatándola, trabajan para comer; elnorteamericano come para trabajar.

* * *

En la América española el panorama dela sensualidad se complica. En eltrópico se come superlativamente. Ycuando se dispone del producto de todoslos climas, como en la meseta mexicana,ya no es posible la competencia deningún otro pueblo. La variedad de losfrutos y un cosmopolitismo garantizadopor la convivencia de nativos conespañoles, franceses, norteamericanos,

Page 462: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

judíos, sirios, alemanes y chinos, cadauno según sus hábitos, convierte a laCiudad de México en un mosaico detodos los matices del globo. Y aun hechaabstracción de las cocinas exóticas, laventaja de nuestra América se hacepatente con sólo comparar el modestococido castellano de gallina, tocino, coly garbanzos con los ajiacos de lasAntillas y Colombia o con el pucheromexicano, sabio compuesto de carnes ygarbanzos, coles, plátanos, yucas,manzanas y peras en aromáticaebullición. Añádanse picantes y guisoscriollos, aguacates y legumbres de todaespecie y se comprenderá el contenidode pecado que hay en el más simple de

Page 463: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

nuestros ágapes.Y no está en eso lo peor, porque

nuestro pecado de mestizos es la lujuria.A pesar del fondo indígena,

singularmente reprimido, notoriamentecasto. A diferencia del chino, su parienteremoto, el indio americano puede sercruel, pero sin voluptuosidad. Losviejos sacrificadores creían cumplir unrito sagrado; los indios militares de hoymatan más bien por indiferencia y porinsensibilidad que por placer morboso.Ente ellos algún turco o sirio puedeaprovechar el poder para darse elrefinamiento de descuartizar a losvencidos; pero el indio, instrumentoinconsultado de tales tragedias, procede

Page 464: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

en ellas con la insensibilidad de suestirpe agotada. Su vida toda es brotetardío, y ni la gula ni la lujuria leapasionan, apenas el alcohol le brinda elsemisueño grato a la voluptuosidad desu lenta desintegración.

Para recobrar el ánimo necesario ala supervivencia, el indio tiene elrecurso de hacerse mestizo, que es comobajar a los infiernos del linaje. En elmestizo se sueltan todos los fermentos.Lo castiga la lujuria con sacudidasfulminantes y letargías febriles. Lacuriosidad le urge por todas las rutas. Elansia de lo nuevo se le agrava por causade una índole que no adopta todavíaposiciones definitivas.

Page 465: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

El europeo va ya, un poco como elindio, pendiente abajo, pero se afirma,cuando es menester, en su sólido pasado.

El mestizo, extraño de su ayer, noacaba todavía de averiguar si se quedaráen aborto o le espera risueño futuro. Deallí su ansia recreadora, su apetitoindistinto, su afán cosmopolizante.

Y acomete sin método, con avidez,pero sin consistencia, lo mismo la gula oel amor que la ambición.

Cuando el yanqui bebe, se apega asu whisky nativo. El mestizo que bebe,prueba hoy el coñac; mañana, el tokay,porque lo leyó en Eça de Queiroz; lachampaña porque es la moda, y el Rhinporque lo usan los alemanes. Sin

Page 466: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

embargo, su punto flaco es el erotismo,que lo desgasta. Y ya se sabe; nada esmás destructivo que la pasión erótica.Ni los romanos la resistieron. Y en ellosmismos se advierte cómo la gulaembota, pero impide hacer daño.Calígula, flaco, fue más perverso queHeliogábalo, obeso. Con un pueblo decomedores firmes se ha hecho Alemania.En cambio, la lujuria sólo organizasatrapías.

La lujuria es una gula del alma.¿Logrará el mestizo sobreponerse a

la fatalidad de su periodo formativo?¿La gran tarea de su destino singularlogrará arrebatarlo, salvarlo? ¿O serábarrido de la faz de la tierra, minado por

Page 467: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

sus vicios, vencido por su propiainconsistencia y apatía?

¡Ah! ¡Cuán peligroso el momento enque vacilan y preguntan los videntes!¡Vacilan y preguntan los que debieranafirmar!

Page 468: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

La girándula y eltrompo

He comprado en unas monedas de cobreuno de esos juguetes que la gente gravedesdeña, que los niños casi no aprecian,pero que suelen alucinar la fantasía deladolescente y más tarde recrean tambiénel ocio desilusionado de la madurez.Curiosos artefactos que estimulan losprimeros ensueños y vuelven a deleitar,así que se han conocido los más rarosaciertos de la ingeniosidad. El jugueteque así distrae lo hallaremos encualquiera de las grandes ciudades del

Page 469: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

mundo, pero siempre nos dará laimpresión de que viene de China, puessólo por allá conviven los máselementales conceptos de filosofíapopular y las más complicadascreaciones de la destreza manual. Sediría que las razas, igual que el hombre,retornan a la senectud, a la sencillez enlo mental y relegan las complicaciones ala objetividad, juego del Maya de larepresentación. Simple el espíritu;puerilmente complicada la realidad.

El escepticismo sereno del que harecorrido todos los caminos se recrea enlo ingenioso, convencido de que no vamás allá el esfuerzo pedante de la razóndisociativa. ¿Y dónde hay una obra de

Page 470: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

ingenio más eficaz que la que engendrauna ilusión?

Y eso es lo que realiza el humildejuguete que acabo de comprar en la GranVía de Madrid a un anónimo traficantecallejero.

Se trata de una especie de girándulade hoja de lata; un aro atravesado poruna varita metálica gira lento o rápido,según la torsión que los dedos imprimena su casquete metálico. El aro, de estañoplateado, lleva unos toques de color queal licuarse en la rotación producen elefecto de uno de esos globos de cristalde Venecia, irisados y rutilantes. Con laventaja de que en el falso artefacto elcristal parece fluido, tal como se vería

Page 471: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

en el tubo del vidriero segundos antes dela cristalización.

Si el juguete consistiera únicamenteen este aro giratorio que simula unaesfera transparente y animada,tendríamos ya motivo bastante deadmiración para el artista, capaz delograr con tan modestos recursos unailusión tan pura. La rotación del aroequivale a un sésamo que súbitamentetransforma la realidad más vulgar ensustancia de inteligencia y de ensueño.Color y metal, dos sólidos primarios, sedesintegran y fluidifican, y combinadosal aire y a la luz inventan un ser defantasía; es decir, de la misma calidadque el pensamiento. Y se consigue un

Page 472: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

asombro de la misma virtud inagotable yeterna del agua que salta en el chorro.Una puerta más está abierta en la entrañadel misterio objetivo y nos invita apalpar la revelación elemental queconstantemente nos huye. Y el sencilloaparato adquiere de pronto la facultadmás preciada del espíritu: engendra algomás de lo que contiene la causa, elantecedente del hecho. El algo más de loirreal que nace de lo real y lotransfigura.

Pero contiene todavía otra maravillael juguete seudochino que se adquiere,por unos centavos, en cualquier ciudaddel planeta. Al aro ensartado en su varaañadió el chino anónimo, quizá en el año

Page 473: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

mil anterior a nuestra era, una tirilla delata, un semiaro interior, que sostiene enel medio, pegado con plomo, unpescadito de lámina teñida de rojo. Algirar la varilla, el pescadito describe uncírculo comprendido en la órbita del aromayor. Si el dispositivo elemental semueve a poca velocidad, no ledescubrimos ningún interés. Lo haríamosa un lado como una inepcia, si no fueseporque el vendedor demuestra en obrasu menudo prodigio. Movido concelebridad, la ilusión que producealcanza la evidencia propia del milagroauténtico.

Y he allí el prodigio consumado consencillez. La natural y lo milagroso

Page 474: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

enlazados en armonioso complemento.Para lograrlo, el juguetero genial, casiprehistórico, se valió de un arreglo queregocija por su elementalidad y equivalea un descubrimiento sublime. Elcasquete superior impulsa el aroexterno; por abajo, los dedos,retorciendo la varilla, mueven elpescadito en sentido contrario. Lacombinación de opuestas velocidadesengendra el efecto mágico de unpececillo radioso que juega en elinterior de una pecera de fino cristal…

Y pensamos: he allí lo natural. Lonatural es que los objetos obedezcan lasdeterminaciones de su jerarquíasuperior, el pensamiento. Lo

Page 475: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

verdaderamente auténtico es un mundoregido por la imaginación. Lo otro esabsurdo y hace falta toda la deformaciónque la experiencia cotidiana impone alcriterio, para que nos habituemos aldespropósito de un mundo objetivo queva por su camino, sin preocuparse de lassolicitaciones y los mandatos de nuestravoluntad.

Gira el aparato rutilante,milagrosamente preciso, yreflexionamos en lo mucho que ganaríala realidad si, en vez del suyo propio,adoptase nuestro anhelo recóndito, libre.La humilde, la torpe sustancia de queestán hechas las cosas, se ha vueltoflexible y espontánea, creadora como

Page 476: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

nuestra fantasía. Y se nos alivia elagobio del contraste insoluble: debatemilenario de una imaginación atrevida yuna naturaleza que nunca se aparta de suterquedad.

Repitiendo a nuestro antojo lapequeña treta mecánico-estética, nosmaravillamos de la agilidad voluptuosadel pequeño ser acuático anegado en lafrescura de una agua purísima, retenidaen el vaso de cristales iridiscentes,pulidos, traslúcidos.

Tirado por la cinta deleitosa deimaginaciones gratas de asociar, nuestramemoria revive el zumbido melodiosode los trompos de latón de la jugueteríacontemporánea y el rumor de

Page 477: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

trascendencias cósmicas que ledescubría nuestra infancia. Hoy nuestropasmo es el mismo aunque se revista deabstrusa terminología. Suenan palabras:juego desinteresado, actividad pura.Mendaces asertos, pues no hay interésmayor que el de servirnos de la ilusiónartística como de una brecha por la cualse palpa la misteriosa esencia, origendel sinfín de los disfraces. Interéssupremo, el interés artístico, nodesinterés.

Y al mismo Pitágoras lo imaginamospresentándose en su clase de estética, yasobrepasado el perogrullismo de latabla de multiplicar y exhibiendo antesus alumnos la doble girándula chinoide,

Page 478: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

para confusión de sofistas yprofesionales de la idea formal y el actopuro. El girar de la cosa elevado a lacategoría de belleza, insistiría elpitagórico. El objeto mismo recreándoseen belleza, y por otro lado, los lógicos,negando a la mente el poder desobrehumanizarse más allá de laabstracción, en la esencia, en la nuevasustancia del existir incorruptible.

La girándula rutila y el pensamientotrabaja. La opaca, la dura materia, latrivialidad misma reencarnando,vertiéndose en lo ilusorio.Mejoramiento simple y milagroso de lasustancia. Bastó el ensalmo de unartífice inspirado para que, a pesar de

Page 479: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

los lógicos, lo objetivo y mecánico, deun solo salto, pasasen a latransfiguración de lo estético.

Imagino así la lección de Pitágoras,contrariando el corro hegeliano, y suimpaciencia de que la figura termine susgiros para descomponerla en dos arcos,una vertical, dos o tres fórmulas, enlugar del movimiento, y la muerte y lanada, en vez del ensalmo y su triunfo.

Valerse de la forma para engendraralgo más que simple representación.Convertirla en lenguaje activo;revertiría al Verbo creador, ¿no es esoiniciar la operación misma del arte?Apoderarse de las líneas y los planosdel geómetra para devolverles el ímpetu

Page 480: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

constructor, la carne de la belleza. Yhacer progresar forma y sustancia en lacategoría superior de la ilusión. Tal esel arte eterno, en oposición de lageometría verbalizada de los filósofosanalíticos.

Si tan mezquina fluye hoy la venapatética, incapaz del arte en grande,consolémonos con la malabarista. En suingenio apareció la primera burla delorden establecido; el primer reto a lalógica; la primera cosa útil, desvirtuadapara convertirse en motor de la fantasía.

¿O quizás ocurre que el malabaristaaparece con las generaciones estérilescomo una protesta de la cosa mismacontra el intelectualismo que diseca,

Page 481: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

cubica la realidad inagotable?Tantas y más preguntas quedan

formuladas y casi no nos interesan lasrespuestas. Nos basta con imprimirleotro impulso a la girándula y hela allí, apunto de proclamar revelaciones. ¿Elsecreto del átomo? ¿La causa del vuelo?Lo cierto es que se acabó la esoteria. Elmetal en rotación, la sustancia toda senos ofrece dispuesta y apta, maleable yansiosa de acompañarnos en todas lasaventuras de la espiritualidad. De lasolidez ha pasado a la liquefacción parasaltar a la existencia como nociónanimada, transmutadora de valores.

Entre los dedos gira la evidencia.Los objetos no sirven únicamente para

Page 482: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

fabricarnos útiles. A los objetos comoindustria el cirquero opone sus aros, susdiscos, los objetos como capricho de laingeniosidad. Se inicia un tercer periodopostindustrial, posformalista, en que losobjetos sirven de pretexto y de sustanciade nuestra fantasía.

Page 483: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

Elogio de la soledad

¡Soledad, soledad fecunda! Los que nola hayáis conocido, ensayadla algunavez. Quien aprende sus secretos vuelvea ella como a una dulce y sagradavoluptuosidad. Fortalece desde elprimer instante, lo mismo que un ásperotónico; pero a medida que se prolongase vuelve suave y fascinadora. A lalarga intoxica lo mismo que si fuese unaespecie de droga. La droga de laeternidad. ¡El que la bebe una vez novolverá a dejarla del todo!

Soledad verdadera; soledad dehoras, unas horas cada día; soledad de

Page 484: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

días, muchos días uno tras de otro sinhablar; soledad de semanas; soledad demeses. Así que la lengua se ha olvidadode articular: ¡cómo articula, cómo habla,qué claro habla el espíritu! Todas lascosas adquieren lengua, y el espacio sellena de signos.

Ni el hatchiss, ni el opio, ni lahipnotizante seducción de la música, nila fugaz y radiosa revelación del color,nada mueve tanto la fantasía, nada colmala ambición, nada deleita el pecho comouna honda y prolongada y mansasoledad.

No la obligada, maldita soledad delprisionero recluido en celda, que eso essólo un crimen de lesa hermandad y una

Page 485: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

fiebre que incita al mal. No hay nadaque excuse de imponer semejante torturaa las almas. La soledad ha de ser libre.Soledad en medio de nuestrossemejantes o soledad en el campo.Soledad de los largos viajes. Dichaperfecta de las ciudades cuya lengua noentendemos, ¡qué bien se vive sin tenerque hablar, sin poder hablar! Todo lofundamental se dice con los ojos o seinsinúa con las manos. Y la santidad delambiente no se mancha con el temblormalsano de las voces vanas.

Alegría también de las ciudadeslejanas que hablan idiomas bellos que sícomprendemos, pero que no nos interesaescuchar; todas las voces semejan sólo

Page 486: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

como una música verbal que buscaformar melodías. No es ya la penosatarea de estar cambiando conceptos,sino una especie de sinfonía instintivaque busca sus ritmos. Por instantes,también ya la palabra no esindispensable, puesto que hemosaprendido a adivinarnos. ¡La soledadentonces semeja un arte! ¡Soledadsencilla, pura y simple soledad!¡Soledad del carpintero que trabajasilencioso un día y otro día inclinadosobre su banco, puliendo con esmero lasaristas del leño oloroso!

Soledad del labrador que hunde elarado y termina lento, pausado, segurocomo un semidiós.

Page 487: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

Soledad del marinero en el barcoque no camina: ésta es soledad heroica ytambién estúpida; pero ¿acaso no hay entodo heroísmo un instante de vértigo enque se confunden y se subliman todoslos valores?

Soledad robusta del pastor queapacienta sus rebaños.

Soledad del viajante en las largas,tediosas travesías. Los labios se pegande no ejercitarse, pero la voluntad, todarecogida, se endereza, se fortalece y seafina. Se organiza para el futuro.

Soledad del pensador que ordenasus tesis; soledad del artista que corrigecontornos; soledad del poeta, en ellaatisba los ritmos del mundo; soledad del

Page 488: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

monje, soledad del místico que palpalos prodigios de la revelación. Santasoledad fecunda, no hay obra grande queno se haya gestado en tu seno.

La más pura, la mejor forma de lamaternidad es una vasta soledad en elregazo del misterio.

Después, cuando la vida nos lleva apasar una semana en el trato de lasgentes y retornamos en seguida a lasoledad, nos parece que perdimos ensiete días los siete cofres de undeslumbrante tesoro. ¡Tantas y tantashoras que sólo son dicha que se va!

El tiempo, glorioso, insustituible,inagotable tesoro, sólo se nos da en lasoledad. Sólo la soledad lo retiene, lo

Page 489: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

posee, lo palpa, lo penetra, lo goza.El tiempo, el único tesoro, el jugo,

la entraña de la vida. Poseerlo es ladicha; lo demás es accesorio.

Y sin embargo, ¡cómo inventamosmaneras torpes de perderlo! ¡Matar eltiempo! ¡Y lo logran los desventuradosque no conocen el goce profundo de lacompleta soledad! La soledad les aterrano sin motivo: es una fuerza sagrada:pero si se entregasen a ella y selimpiasen un poco la conciencia ¡cómose sentirían poderosos, agigantados!

Matar el tiempo, dejarlo pasar,aturdimos para no sentir su marcharumorosa y solemne: ¡Trocarlo porpasatiempos, es decir, cambiar perlas

Page 490: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

por paja!¿Os dais cuenta de que la vida es

una cosa que se va y que acaso sólo sevive una vez? Y la vida en esencia es unrato del tiempo, unos breves instantes dela inmensidad sin confines del tiempo.¡Y esta infinita armonía, esta embriaguezde existencia, queremos reemplazarlacon pueriles atenciones! ¡Al aturdirnospara huir del pensamiento, nossuicidamos!

Entregarnos el tiempo, volver a lasoledad ¡eso es revivir! ¡Una y otra vezensayad la soledad! En nombre de lavoluptuosidad, ensayadla losvoluptuosos. Ningún deleite es másprofundo, ninguna embriaguez la iguala,

Page 491: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

ningún delirio la supera.Y si ya os sentís fatigados o

solamente tranquilos; si andáis en buscade la serenidad, también hallaréis trasde un largo y solitario olvido de la mássana, profunda y cordial alegría. Ladicha serena que sólo se alcanza en elejercicio de la soledad.

Desde la niñez debiera dársenos,como parte del diario programa, unahora, dos horas diarias de ejercicios desoledad. Sería como enseñar a serdichoso. ¡Pero se enseña todo y no seenseña a vivir!

Así como se dedican ciertas horas aljuego, otras al estudio, deberíadedicarse siquiera una hora cada día

Page 492: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

para el juego de la fantasía y la posesióndel propio ser: para el atisbo del tiempoque suena, crece, se multiplica y rindemás mientras más se le atiende; darnosal tiempo es como bañarnos en las aguasde una limpia, temblante laguna,inundada de luz. La soledad es el bañodel alma; sucia la trae el que no sabeestar solo.

Ejercicios de soledad: ¡no habríamalvados si se hiciera moda y derrochede soledad! Una soledad activa, no la dela pereza. Aliviada, porque también enla soledad hay un elemento de dolor:estimulada con el sueño que restaura elaparato de pensar; sueño que le limpia ypule todos los goznes y lo devuelve vivo

Page 493: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

y alerta cada mañana gloriosa. ¡Sueñoreparador, jamás pereza!

¿Quién desea ocio si todo el anhelono alcanza a disfrutar los tesoros de unosolo de los instantes del tiempo?¡Inagotable riqueza de lo que podéispensar, de lo que podéis hacer, de lo quepodéis soñar! ¡Tiempo, viértete ennosotros y agrándanos el poder!Inmersión voluptuosa en el tiempo, salede ella el alma como el cuerpo despuésde que ha nadado en el mar.

Comenzad con una hora cada día. Idpor el parque, recorred solos o con unamigo, pero los dos en silencio, unaaventura muy larga a la hora delcrepúsculo, que es una hora impregnada

Page 494: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

de lontananzas. ¡Pasead por la mañana siqueréis promesas!

Encerraos después del trabajodiario, una hora o dos, a dar vueltascomo locos en vuestra cámara. Notemáis imitar a los locos. Hay en cadalocura secretos que la mente no acierta aconcebir. Pasead solos y en silencio porvuestra angosta o por vuestra anchahabitación. Igual que el cuerpo, el almanecesita de gimnasia. Ensayad despuésun día, dos días de soledad y de revueltao de ordenada meditación. El secretodel genio no es otro que su poder desoledad. Pero si no halláis el genio,estad seguros de que hallaréis, mejoraún que su virtud singular, la dicha y la

Page 495: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

paz, la confianza y el poder.Si os atrae la voluptuosidad

prolongada y honda, la alegría viva yardiente, probad los cuarenta díassagrados de la virtuosa y pensativasoledad. ¡La soledad del Señor!

Iniciad vuestros ensayos; ayudaos deun trabajo, de un libro, de un ejerciciofísico; lo mejor de todo es recorrerpaisajes; eso no cuesta nada: basta salirpor las calles o andar por el campo. Aundonde la tierra llegue a ser fea, el cielotendrá siempre maravillas. No haycrepúsculos como los crepúsculos deldesierto. Salid, pues, por dondequiera;la importante es que logréis estar solos yque sintáis que la boca se seca de tanto

Page 496: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

callar. Entonces, sólo entonces, lafantasía arde y se ilumina como unaflama sagrada.

No despegar los labios es unavirtud, y hablar es también virtud. Detanto profanar la palabra nos hemosllenado de confusión. Aprended aahorrarla para emplearla, en su caso,con abundancia, con abundancia ysantidad.

En la soledad se prepara, germina,se organiza la palabra. En el silenciotoma forma divinas.

De la soledad salimos empapadosde los hálitos de Dios.

Page 497: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

Los signos

Bajando a paso lento de la montaña, elhombre reflexionaba: Mis pasos hansido guiados por dos tiranos crueles elazar y la necesidad que embrutece. Elazar que desconcierta. Y en el fondo decada instante hallé el dolor, el dolor queatormenta.

Más terrible aún que todo lo que yohe pasado, más espantoso es todo lo queyo he visto: inquietud, odio, hambre,enfermedad, dolor, impotencia y muerte;he aquí los ritmos de esta pesadillamonstruosa que el azar y la necesidadmantienen.

Page 498: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

Sin embargo, la vida no sóloperdura, sino que es capaz de parecerhermosa y se torna en goce y en rapto.¡En cuántas ocasiones la conciencia,después de la angustia se abre a la dichay a la esperanza, como cielo que se vallenando de luz! Y a medida que vivimosmás, parece que vamos venciendo eldolor.

Tendrá quizás razón el sentidoordinario —nuestro enemigo el sentidocomún—, y al fin y al cabo, ¿será eelmundo perfectible y la vida buena?… Yel más exaltado rebelde, ¿va a servir deprueba y de ejemplo a todo el rebaño delos optimistas, tan sólo porque sufortuna logra arrebatarle a la suelte una

Page 499: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

que otra ventura intensa, o porque ya nole importa la pérdida de las cosas que sepueden perder? ¡Cómo si no hubieratantos otros millares de seres paraquienes todo es ruindad, miseria,injusticia, impotencia y terror! ¡No;jamás afirmaré que esto es bueno!¡Antes el dolor que la mentira! ¡Sigamosatormentados, pero con la ambiciónpuesta en el infinito!

Todo conformismo es vil. Amarga estoda contemplación del mundo; amargotodo examen sincero del corazón.Nuestro pesimismo es radical ydefinitivo. Y, sin embargo, a menudo laalegría mana de los pechos incontenible,rebosante. A pesar de que el juicio

Page 500: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

condena siempre, el corazón se suelta adanzar de júbilo. ¿Qué extraña locura esésta? ¿Qué clase de pesimismo es estepesimismo alegre?

¡Pesimismo alegre! Tal es lafórmula. Pesimismo respecto de la vidaterrestre en todas sus formas. Horror dela vida social en todos sus arreglosmalditos. Horror del cuerpo humano,que es modelo de ruindad y de absurdo.Horror de la vida de las especies:monstruo que vive de sí mismo,devorándose a sí mismo. Horror denacer: accidente terrible que las antiguasreligiones califican de pecado. Horrorde engendrar. Horror y asco de todoamor de sexos. Desdén y piedad de toda

Page 501: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

dicha meramente humana. Inconformidadaun con el más logrado y brillante detodos los destinos. ¡Horror del planeta!¡Pesimismo del planeta! ¡Pesimismo denosotros mismos, porque nuestraconciencia es una y minúscula, y elmundo es múltiple, infinito! Disgusto yhorror tales, sí; pero de todo esto nacealegría.

Alegría porque ya todo lo perdimos,porque ya nada nos detiene, porque sitodo se va también, todo es vano.Alegría porque en el fondo inescrutablehemos advertido un proceso de tránsito.Alegría porque en lo más revuelto delplexo hemos percibido un curso que sesobrepone a los fenómenos: un ir que

Page 502: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

complace el corazón y se iguala con lafantasía. Una corriente libertadora.¡Devenir estético y divino, nuevo ytriunfante! Por todo el universo resuena,de todas las cosas se levanta, en todaslas almas vibra. Pasa por el mundocomo un gran himno de victoria.

Los ecos de este himno hanpenetrado en mi conciencia y desdeentonces marcho contento. Y paso porlas cosas y me detengo delante de losseres y en todo busco el signo: el signorevelador de lo que empieza revertir suimpulso, de lo que ya acude al nuevoexistir, a la potencia y al amor de loinfinito.

Así se dijo a sí mismo, en una larga

Page 503: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

meditación, el hombre que bajaba de lamontaña.

El relámpago y la bestia

El cielo se había nublado. Por laserranía bien distante, del fondo espesode las nubes, salió un relámpago, tanlejos, que no se oyó el trueno; pero elfulgor iluminó el ambiente, y un perropasó huyendo. Y el hombre pensó: Elrelámpago, la bestia. ¡He aquí extrañossignos!

Parece que al ahondar en lasprofundidades de mi conciencia veo allílas sombras oprimiéndose y rozando,

Page 504: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

como en el seno de la nube que produjoel relámpago. Y tal ha sido mi vidaconsciente: una serie de relámpagosfugaces en una ruta de sombras. ¿Puesqué otra cosa son las ideas? Breveaunque glorioso fulgor de relámpagos.

La bestia pasó, asustada y huyendopara ponerse en salvo. Una chispa de luzdel relámpago encarnó en el perro, y allíalberga, hecha instinto un poco menosbrillante, pero más permanente y fija. Alencarnar hase aliado estrechamente conla sombra; se ha penetrado del misteriode la sombra, se ha hecho una con loshuesos y los músculos, y explora eluniverso por todos los nervios delperro. A través de sus ojos atisba con

Page 505: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

menor fulgor que cuando era relámpago;en cambio, por el lado del cuerpo ahorapenetra el mundo de una manera máshonda. Ha aumentado la intensidad de suser. Pasó del dinamismo pobre yuniforme de la potencia elemental aldinamismo específico de las especiesvivientes. Fuerza que ya no es merarepetición de procesos, sino un ensayode rumbos nuevos. Así lo dicen los ojosdel perro, los ojos de todas las bestias,ojos llenos de anhelo confuso ylánguido.

Así como por la nube, también porallí, por la lánguida espera de la bestia,pasa el afán del mundo. ¡Feliz, dichosoel instante en que damos un paso

Page 506: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

adelante! ¡Dichoso el tránsito que noslibertó de la nube, que nos libertó de labestia! ¡Bendito, inefable el instante quenos arranque del hombre…, esa otrabestia que aspira a ser alma!

Y el hombre siguió bajando de lamontaña.

El sol

El cielo se había despejado. La sierraquedó atrás. Verdes colinas onduladasdescienden hacia el mar. A intervalos sealzan grupos de árboles de follajeslozanos. El sol brilla intensamente. En laplaya la arena reverbera y contiene las

Page 507: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

olas que se estrellan en grandesrompientes. El mar, a distancia, pareceel lomo de un gran monstruo en reposo.La luz baña todas las cosas. Los colores,la brisa, el mar, las peñas, los campos,el cielo, todo parece unirse y conciliarseen ritmo de júbilo y danza. La claridadidealiza los cuerpos como si a través deellos se transparentase un alma. Elhombre penétrase de la melodíaambiente, complácese y goza.

A medida que declina la tarde, el solse aparta del armonioso concierto, seagranda y se hace mas presente comoreclamando más atención. Ahora estárojo y arde, llena el cielo deresplandores soberbios. El hombre,

Page 508: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

arrancándose del arrobamiento en que lohabía puesto el paisaje, contempla lamajestad del sol y piensa, o rememora.

Henos aquí de nuevo, ¡oh sol!, frentea frente. Aún eres hermoso y ofuscante.Y todavía al mirarte parece que reviveen mí el viejo instinto que te veneraba:el estupor que arrancara cánticos ehiciera levantar templos primero a lossalvajes, más tarde a los sacerdotesincas. ¡Pues de todo hay en cada alma lahuella confusa!

¡Cuánto te amamos! Sin embargo,nos engañaste. No eras Dios, no eresDios. Lo mismo que nosotros, eresesclavo: un esclavo que ambula en elvacío con una gran antorcha en el pecho.

Page 509: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

Tus pasos están reglados yconstantemente recorres los mismosciclos. También tú labras un karma. Tukarma es arder y girar. Das vida, ya losé: todo lo que en el planeta se arrastra,tu color lo fomenta y le da cuerpo, y enseguida tu luz lo despeja y le da anhelo.Pero no lo libertas, como no puedeslibertarte a ti mismo.

No eres libre, pero posees un vastoanhelo. Todos los días, en el ocaso, tuluz ahonda el azul, dora las cosas,enciende las nubes, deslíe los tenuesmatices, pone ensueño en lasprofundidades de lo alto. Además defuerza que trabaja eres fuerza quetrasciende: eres artista.

Page 510: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

Ya tu disco se sumerge en el confíndistante, y en este momento parece quela naturaleza entera se halla atenta a tutránsito. Te retiras orgulloso de tu obra,satisfecho del festín con que has llenadoel espacio. Pero no están solos el sol ensu vasto resplandecer y el hombre, quetambién con sus ideas puebla deesplendores el vacío: no están solos, noson la única aspiración ni el únicoalarde…; empiezan a aparecer lasestrellas… Son hermosas y soninmensas, y su número no tiene fin.También como nosotros tienen ansia ysaben resplandecer; resplandecer es unverbo destinado a las criaturas. Muchossomos empeñados en arder, y ninguno

Page 511: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

abarca la extensión inmensa, ninguno denosotros es Dios.

Y entonces el hombre dijo a suconciencia: «Mañana, cuando paseespor otros soles y otros mundos yencuentres extraños prodigios, pormucho que te asombren no les rindasculto; aprovecha la lección del sol. Nobasta resplandecer. El ser a quienbuscas, el ser de los seres ha de sercapaz de crear y trasmutar».

Himnos breves

Page 512: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

I

El hombre que bajó de la montaña notuvo ya más que ver, y entonces pensó,cantó para sí:

Somos nada. Una sola mañana en loscampos vale más que todo el diariovivir de los hombres.

En la noche llena de estrellas haymás ternura infinita que en todos loscorazones humanos.

El cielo, la pradera, la montaña, elviento, la luz, todo esto en perpetuaarmonía y en perpetuo conflicto,significa más que todas las inquietudes

Page 513: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

de la conciencia. El yo es mudo, lanaturaleza es elocuente.

Señor, somos nada. Danos fundireste pálido reflejo del mundo que esnuestra alma, en la esencia infinita depanoramas gloriosos. Y que la angustianuestra se resuelva en el ritmo de júbiloque anima el cosmos.

II

¿Quién ha dicho: busca a Dios en timismo?

En lo más hondo de mí mismo hecontemplado largamente, y no hallénada, no hay nada. Sólo cuando miro en

Page 514: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

los campos la fiesta de tus creaciones yen el cielo la belleza majestuosa: sóloentonces, ¡Señor!, tiembla mi alma ysospecho que soy algo, pues me alcanzay me inunda la alegría del mundo.

—¡Oh, Señor! ¿Qué sería de mí sifuese ciego? ¿Por qué permites que hayaciegos? ¿Por qué permites tantoabsurdo? Sólo el absurdo es el enigma.¿Por qué permites que vengamos almundo a estar solos, perdidos?

Nosotros, cuyas almas ambicionan elTodo, somos nada más Uno y Uno que serepite por millones. Cada instante nacenmillares de hombres. ¿Para qué esamultiplicación de lo inepto?

Page 515: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

III

Interrogo, Señor, a mi alma, pero mialma es muda, como la montaña, y comoella, pesada y sola.

Mi alma es un peso y ya no intentavolar porque ha visto desde su cumbre ysabe lo poco que vale el vuelo de lasaves. Ni siquiera traspasa la región delas nieves. Sube más la nieve que el ala.¡Oh, doloroso fracaso del ala!

Yo he subido más alto, mucho másalto que la montaña, y sé que arriba seestá solo y frío; en el infinito; ¡midesierta morada!

Nadie responde, y, sin embargo, si

Page 516: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

no fuese por la montaña y si no fuese porel vasto espacio sin fin, no entendería lagrandeza.

Dentro de mí, en vano la habríabuscado. Yo he visto. Señor, dentro demí, y no he hallado más que un torvoapetito, y alrededor, las cien murallas delo imposible. ¡No hay nada en mímismo!

Es blasfemia decir: busca en timismo, no hay más que un solo recurso:Salir de nosotros mismos. No sernosotros, ¡ser Tú!

IV

Page 517: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

¡Mi personalidad, qué me importa! Debuena gana la trocaría por otra que fuesereluciente y alta.

¡Los que hemos amado! Sí, con quéfuerza llaman, y cómo nos inclinan arevivir el ayer, a prolongar el presente.Y el porvenir que dibuja amores vagos.

Mas ¿dónde hay miseria mayor queamar mucho? Desamparo y desamparo,eso son el amado. Todo amor es un largollanto.

Vuelvo alrededor la mira e invoco alos que amo y no sé si me siguen, no sési me seguirán. ¿Son ellos o soy yoquien se queda solo?

A tu piedad los confío; para todoshay la hora de gracia, la visión del

Page 518: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

triunfo. Apresura la hora mía, la hora enque pase a ser otra cosa y ya no sea youn hombre.

V

Tat twam ansi. Tú eres esto, dicen antecada cosa los sabios ilustres delUpanishad.

Por algo ha seguido existiendo elmundo. El anhelo ya no es ése. Yo noquiero ser esto y aquello. Sólo meconforma lo Infinito.

No te hallo en la rosa, ni te hallo enla espina. ¡Oh, Señor Infinito!, yo biensé que estás más alto que la rosa, y que

Page 519: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

eres mayor que los cielos.¡No es éste mi reino! Señor, permite

que diga: ¡No es éste nuestro reino!Todo lo que aquí luce es trasunto:

pero no es ni Tú, ni yo.Soy viajero y la belleza me señala la

ruta divina: pero ella no es la meta, nosoy yo el fin de mí mismo.

La esencia no está tampoco en lacosa. La cosa es nombre y forma, esMaya, o, como Kant dijo, representaciónformal.

Dentro de la forma gloriosa suenauna música: esa música se llamabelleza. Siguiéndola llegamos a ti. Labelleza es la ruta.

Y tú eres la meta.

Page 520: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

VI

Me sonrió la fortuna: me atormentó eldolor.

Sé mucho, me siento muy sabio. Enel pecho, una gran herida, y en la frente,un fanal. Señor, he comprendido tuciencia y me explico el simbolismo delos siete puñales de la Dolorosa, y lacorona de luz en la frente. Y me digo:Benditas las lanzas si abren heridas,heridas que derraman gracia.

Algo me llama por dentro, y alacudir a encontrarlo siento que hemenester huir de mí mismo. No por mis

Page 521: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

pecados, que un Dios de bondad redimecon una sola mirada, sino porque hayalgo impropio en mi esencia. Quierotornarme a ti como arde el leño en lallama, limpio de toda mísera huella,desechando la brasa y fiel sólo alresplandor. Claro como el cielo despuésde la lluvia es el destino del justo.Busquemos el ritmo en que el alma,resuelta en canto, ha de subir hasta elcielo.

Page 522: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

Los siete soles delPacífico

I

El sol del prodigio. Una leve nieblahecha de los calores del día empaña elhorizonte. Palpita el mar en calma.Sobre la costa reposan en molesdistantes las montañas. Estamos enfrentede Acapulco. Por el poniente el sol yadejando caer su gran rueda de fuego. Lasbrumas se iluminan, se borran, se

Page 523: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

apartan. Ya se acerca el disco a la líneade las aguas; pronto la toca y se ve comocortado; luego va hundiéndose porsaltos. Se va enterrando como siperforase el mar. Una fuerza infinita,encendida, bermeja, se reconcentra en suviva claridad. Ya no es más que un arcorojo, próximo a desaparecer en elabismo imaginario del cielo y el mar. Depronto, súbito ribete sobre el filo deldisco, casi una raya en las aguas, fulgurórelámpago curvo, una luz esmaltada yacuosa como desleída esmeralda…, elrayo verde. Y un grito humano, uno deesos gritos únicos, peculiares de cadaemoción primaria saludó el prodigio,rara vez visible o rara vez producido.

Page 524: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

Misterioso como la aurora boreal, esteasombro instantáneo del sol de lostrópicos.

Fulguración postrera de aquel ocaso,el relámpago verde se extinguió y losojos, deslumbrados, sólo vierondespués, en el sitio que acababa deocupar el sol, casi al ras de las aguas,una bola gaseosa verde oscuro. El globode gas ascendió, se hizo ligero, se tornómás claro, más verde; luego se deshizo;humo disipado en el firmamento.

En el ambiente, en derredor y sobreel desierto de las aguas, quedó flotandouna vaga promesa y una manera decertidumbre se arraigó en la conciencia.Sobre la vasta extensión de los

Page 525: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

elementos seguirán repitiéndose lasapariencias y los prodigios. No estánagotados ni el ser ni el cosmos. Y elhombre danzará sus destinos terrestres,celestes, cósmicos; a pesar de nada y através de la muerte; envuelto en sumanto de eternidades.

II

El sol chino. El sol chino de esta tardeno tiene fecha ni nombre. Desde elprincipio de los tiempos, en cadaatardecer, el sol es él mismo y distinto,igual que ciertas divinidades; no esentonces legítimo nombrar o numerar los

Page 526: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

casos. Ni siquiera el sitio del atardecer,porque el espectáculo cambia con elcuadrado pequeño en que están los ojosde cada espectador y cambia con elmirar que nace de cada conciencia. Sinembargo, para determinarlo de algúnmodo, digamos que el sol de aquellatarde se ponía en medio del océano acien millas de Nicaragua.

Sol sin prodigios, sol juguetón.Primero se envolvió en un velo enzigzag. Por la vasta anchura celestecolgaron cendales, temblaron rosicleres;los cirrus alumbraban como espuma deámbar. En profundidades remotas, depronto, se agranda la claridad pálida,amarilla, dorada. Brumas leves, humo

Page 527: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

sin fuego, ensayan formas como sirecordasen los días en que se hicieronlas cosas. Determinados celajes secoloran un instante y retozan; bailarinesdel cosmos, sus ritmos son quietos, sinímpetus de allegro; apenas entrelazan yse entregan a la dicha de la diafanidad, ala paz de lo inestable.

Entre la región nebulosa de arriba yla línea del horizonte apareció todapúrpura una cinta bien ancha, y en sucentro el globo de luz comenzó allenarse. Irradiaba apenas y parecía unaesfera de cristal. Una esfera transparenteen cuyo seno resplandecían formas comoimágenes. La imagen pura seengendraba. Y un tinte jugaba con otro, y

Page 528: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

en un instante todo fue púrpura, y enseguida se rehicieron los claros y luegotornaron a ser los oros. Y brillaban,suspendida, la gigante pompa de jabón,errante en los celajes, dichosa en lasmanos invisibles de un Dios niñoocupado en jugar con la creación.

Un tinte sonrosado llenó la esferadel inmenso cristal: un resplandordesbordaba a ratos de la masa luminosay teje gasas, nubes, proyecciones decolor. Al descender mas, el globoempezó a ponerse anaranjado y buscórefugio en unos cendales rosa pálidos,suerte de toldo de un remoto jardín defiestas. Una tibia tiesta de luces suavesdonde irán a ponerse ahítos los

Page 529: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

deseos…Los chinos, en tantos miles de años

de ver ocasos, le han perdido el respetoal sol, y en sus estampas lo ponensimple lámpara mayor entre los variosresplandores de las estrellas. Lo mismoen aquella tarde sin nombre del Pacíficofue el sol la farola que alumbra la nocheplácida, mientras despierta en el azulpálido de un jardín de kermese.

III

El sol confuso. A veces los elementos noatinan en el acomodo que realiza unaexpresión o cumple un ritmo. La belleza

Page 530: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

es milagro y coincidencia; lo cotidianosuele ser trivial o confuso. El sol deaquella tarde resplandecía oblongo; lasnieblas no acertaban a fijar perfiles. Laluz se deshacía y se apagaba en el senode una masa incorporizada y lasensibilidad en confusión perdía en elcielo los rastros, igual que en la nochecampestre se borran los senderos.

Una indeterminación en los vientos;un gris opaco que contiene el brotar delos matices; tibieza y quietud enderredor, y en las aguas pesadez llena deabortos de olas. Toda la naturalezaindecisa, peor aún fatigada y como si yano supiese qué giro tomar en su vaivénde milenios.

Page 531: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

Apenas si esforzándonos en verdescubrimos que los vapores, aunvelando el resplandor central, handejado escapar por arriba la luz. Apoco, en el cielo más alto se aclara eléter, se hace transparente el espacio y seagranda en una profundidad sinobstáculo. Profundidad donde no hayimposibles; seno inmanifestado; infinitovacío.

Más abajo, por la línea delhorizonte, una gasa se contagia declaridad, se convierte en un ópaloflotante, primero verde, luego púrpuraencendido, y el espejismo se fragmenta ymultiplica igual que si una mano divinaexhibiese el puñado de piedras

Page 532: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

preciosas de Querétaro que detiene alviajero y le hace pensar en lampos defuego cristalizado.

Otros vapores cuajan en tonalidadesnacaradas: toda una ancha zona de cirrusse vuelve púrpura. Parece que la conchaviva del mar se ha vuelto etérea y todoslos nácares palpitan progresando haciaun paradigma celestial. Muchas conchasde nubes se irisan, se deslíen, seagrupan por especies y por géneros,sintiéndose a punto de ser alfombra paralos querubines.

Para tantas cosas hay sitio en loscielos. De la nada vinieron los mundos yde un fecundo vacío celeste brotan acada instante prodigios.

Page 533: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

Espacio, mucho espacio: harto tienedonde albergar el infinito de lo que noha sido.

Y el sol, que se había perdido enconfusión tan extraña, reapareció uninstante: brasa encendida, ardió unmomento a ras de las aguas;inesperadamente flotó una hoguera y sedeclinó como si se la dispersasen losleños. En seguida la sombra borró otravez todo vestigio. No quedó en elambiente una sola promesa. Sólominutos más tarde, en dirección opuestaal ocaso, el cielo y el mar, súbitamentedespejados, se bañaron, se inundaron deazul. Un raro baño de añil reemplazó elprodigio del sol que no quiso

Page 534: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

manifestarse, del sol que tal vez no traíamensaje y sólo se limitó a preparar eladvenimiento de la noche muda,inmensa, infinita.

IV

El sol del recuerdo. Aquella tarde elcielo nublado no dejó ver el sol. Sinembargo, recordando, pensando,hurgando en esta conciencia que tantostesoros traga, se fue descubriendo un solirreal, pero antiguo, un sol que seinmovilizó hace varios siglos en losespacios fijos del arte. ¿Lo llamaremosel Sol del Creador? Su imagen está en el

Page 535: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

friso del Génesis, catedral deMontreale, en Sicilia. Cielo bizantino deestupendos mosaicos y un juego dediscos, rojo, amarillo, blanco. Tras delimpiarse el asombro, los ojoscontemplan al Padre haciendo surgir losmundos, geómetra y mago. Asentado elcuerpo de majestad sobre un apoyoceleste, las manos imprimen rotaciónque va generando el uno, el dos, el tres,los círculos primarios del cosmos. Laescena ocurre antes de Laplace, cuandoel saber teológico adivinó el secreto dela procesión de las formas. En seguidael artista —mano del vidente— fijó elesquema del ritmo que engendra lossoles.

Page 536: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

Concluido el sublime malabarismoque creó las estrellas, unos astros seapagan y otros se encienden pero elimpulso inicial ni se apaga ni seenciende: emana, perdura y trasciende.

Astronomía de Montreale, superior aCopérnico y más profunda que Einstein,en ella se conciertan el goce del artista yla idea de Platón, y el ímpetu perenneque sostiene, transforma, renueva losastros.

Para los primitivos, el sol era unadeidad; para los teólogos de Montreale,el sol es momento de la energía queenciende la luz y organiza lasconstelaciones. El Verbo convertido enFiat de sustancias. Discos de varios

Page 537: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

colores giran hasta hacer luz; luegosaltan y cuajan en astros. ¿Nació así laluz del barro, por fricción de talladorceleste? ¿O es el barro luz apagada queespera el incendio que no se apaga, eldivino esplendor?

Delante del atardecer sin sol, el solde Montreale, revivido en el recuerdo,fue como el sol máximo del queproceden todos los soles parciales. Lasmanos del Creador juegan con la luz, ylos ojos humanos, atónitos, rememoranel origen de las formas de la creación.El Sol del Señor, comienzo deeternidad.

Page 538: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

V

El sol del símbolo. Frente al sol delPacífico, bañados de eternidad, un barcoy un manojo de almas caminan: caminanhacia el puerto, que es una de lasentradas del hormiguero de lahumanidad. Miramos fijamente el sol eneste atardecer de tenues nieblas cálidas.El disco amarillo, vivo, resplandece,deslumbra. Y así que han cegado lasmiradas y los ojos se vuelven a abrir,aparece el espejismo de muchos discosradiantes que se originan uno del otro ysaltan, se multiplican. La noción de

Page 539: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

firmeza vacila; suspendió su rotar el ejedel mundo; se ha vuelto loca la ciencia.Triunfa una embriaguez de esplendores.

Los objetos y el barco mismo, yabajo la traición de las aguas comoarriba la vaciedad insaciable, todoparecía perder consistencia y toma delalma la inmortal realidad. El mundoentero parece hecho de fluido. ¡Oh mayade apariencias maravillosas! Mayaindostánica, ilusión falaz, fascinante,perturbadora. Maya impermanente,fugaz, inasible. Rásguese el velo y quelas manos palpen el ser. Descorran, másbien, las manos, el velo para que el almacon sus antenas entre en posesión de losseres. Pero maya ríe. Y las manos

Page 540: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

paralizadas dejan libre el vagar de losojos que van siguiendo el juegoinacabable de las cosas y el sol.

Los discos falsos deldeslumbramiento se desvanecen, y envez de los fantasmas espléndidos, un solpequeñito, casi una redonda moneda deoro grande y lisa, gastada por el uso,usada de tanto rozar con las tardes,signo impotente de caducas, derrotadasy olvidadas teogónicas, el sol rueda,cae, moneda vieja que se pierde en elmar.

VI

Page 541: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

El sol viejo Gottamerung. Las brumaspertinaces de la estación apagan elresplandor de los ocasos. Unagaseosidad reseca y cálida empaña elambiente pesado, borra casi el perfil delas montañas de Colombia, distantes,remotas. El mar se mueve apenas, y enel cielo, del seno de las mismas nieblas,brotan masas encendidas, color deámbar. Casi una pasta de gomas enformación; el resplandor se condensa enbarras y ovillos, o bien se deshace,desperdiciándose en una profusión deespumas. Pensamos que el ámbar seformó de esta manera, en el seno de lasaguas. El gotear de oro de los cieloscrepusculares removió la entraña de

Page 542: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

alguna resina ávida, que logró captarluz. Y el prestigio cristalizó en laamarilla voluptuosa sustancia que, hechacuentas, nos produce turbación en elpecho de las mujeres.

Pero no hay tiempo de divagarcuando está en obra la naturaleza. Obraestética suprema la de estos preciososinstantes: el ámbar gaseoso, informe, seha reconcentrado y condensado en un solde disco, preciso, deslumbrante, undisco de ámbar perfecto. Por abajo, eljuego de las nubes simula una llanuraerizada de túmulos y pirámidesalineadas, como las ruinas de lasciudades toltecas. Entonces el sol ruedasobre las crestas de una altísima,

Page 543: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

fantástica pradera crepuscular.Súbitamente, el sol se oculta, luego

reaparece en la cumbre de una masacolosal. Las nubes han hecho unapirámide enorme levantada sobre el mar.Encima, sobre el cono apenas truncado,el sol asienta un instante su disco.Reviven memorias de adoratoriosincaicos donde el astro rey jugó a serDios.

¡Sol viejo y cansado: el sol de losatardeceres cálidos en los largos mesesde la sequía tropical!

VII

Page 544: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

El sol del círculo. Primero pareció queotra vez nos veríamos defraudados; tanfrecuentes son las nieblas humosas enlos atardeceres de este Pacíficoecuatorial de julio. Pero, de pronto,apareció por el Poniente una franja denubes igual a lejana cordillera surgidadel mar. En la dirección opuesta,imponiéndose a la niebla, empezaron aprecisarse ciertas masas entre doradaopacidad. El disco no llegó a perfilarse;pero crecía en todo el cielo una claridadmisteriosa. Por la derecha, por laizquierda, se formaron murallas. El sol,sin embargo, seguía oculto. Anduvimosen torno del barco por ver si aparecíauno de esos prodigios, como el que días

Page 545: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

antes bañó de azul, lavó de añil el cieloy el mar. Y, en efecto, el artista celeste,que no se repite, acababa de pintar todauna franja púrpura que enlazaba con lasfalsas montañas y hacía un anfiteatro.Más allá, el confín se cerraba con cintaazul oscuro. De suerte que habíaquedado el barco en el centro de uninmenso círculo de nebulosas murallas.Suspendido entre dos vastísimos discos,el de las aguas tranquilas, relucientes, yel disco claro de un cielo asentado, levetapa de cristal, sobre los bordes deltalud circular de las nubes. Círculofantástico teñido con más riquezas queel iris. Y como ocurre cada vez que lafigura alcanza perfección y camina, un

Page 546: La Sonata Magica - Jose Vasconcelos

rumor de músicas empezó a nacer amedida que el círculo se rompía haciaarriba en la región casi opuesta alPoniente. Grandes resplandores derosicler iniciaron el escape. El sol habíahecho su círculo y no pudo hacer más,porque no sabe hacer más. Y lanaturaleza, superando al círculo severtía en espiral. El camino de los seresque se transfiguran. Y de esta manera,aquél no fue un ocaso, sino una suerte designo y anuncio de revelación.