la plusvalía ideológica. elementos para una crítica

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 L E A Luis E. Millan A. 2012

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Ensayo de crítica al constructo histórico-económico acuñado por Ludovico Silva

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Luis Enrique Milln Arteaga

LA PLUSVALA IDEOLGICA Elementos para una Crtica

Luis E. Millan A. 2012

Luis Enrique Milln Arteaga LA PLUSVALA IDEOLGICA Elementos para una Crtica

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LA PLUSVALA IDEOLGICA1 (Elementos para una crtica)

Yo no se, porque ningn crtico se ha tomado la molestia de decrmelo, si ese constructo intelectual tiene alguna utilidad prctica; ()

Ludovico Silva, Teora del Socialismo

Prof. Luis Enrique Milln Arteaga UNIVERSIDAD BOLIVARIANA DE VENEZUELA Colectivo de Formacin Clasista Carlos Marx

Trabajo desarrollado a partir de una ponencia presentada en el CELARG con motivo del Seminario de Introduccin a la Obra de Ludovico Silva. 21 de mayo de 2010, Caracas.

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Luis Enrique Milln Arteaga LA PLUSVALA IDEOLGICA Elementos para una Crtica

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ContenidoIntroduccin con moscas .............................................................................................................. 4 Las diversas formas de confusin en torno al concepto de plusvala ideolgica ......................... 9 La visin latinoamericanista de la plusvala ideolgica ....................................................... 13 La naturalizacin de la divisin entre trabajo manual y trabajo intelectual ........................... 15 La confusin entre trabajo productivo e improductivo .......................................................... 16 La confusin entre sujeto y relacin social ............................................................................. 18 El concepto de plusvala organizado desde unas tensiones ....................................................... 22 Valor de uso y valor de cambio ............................................................................................... 24 El trabajo como valor de cambio y valor de uso ..................................................................... 27 Tiempo de trabajo socialmente necesario y capital ............................................................... 29 Trabajo necesario y trabajo excedente ................................................................................... 32 El mtodo segn unos criterios, la analoga y el conflicto reflejo-expresin ............................. 34 Un rodeo dialctico para abordar la analoga ......................................................................... 35 La relacin sujeto-mtodo. ................................................................................................. 35 La unidad teora-prctica. ................................................................................................... 36 La tensin entre el movimiento de lo histrico estructural y lo histrico coyuntural........ 37 Unidad fenmeno-esencia .................................................................................................. 38 Tensin sujeto-relacin social ............................................................................................. 38 Relacin lgica-historia ....................................................................................................... 39 Algunos elementos en torno a la analoga .............................................................................. 40 La plusvala ideolgica y su estructura analgica ................................................................... 42 Reflejo y expresin, planteamiento de una primera crtica al constructo de plusvala ideolgica ................................................................................................................................ 44 Objeto y definicin, planteamiento de una segunda crtica al constructo de plusvala ideolgica. Cierre del escrito................................................................................................... 45 Bibliografa .................................................................................................................................. 49

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Introduccin con moscas

De modo, pues, que antes del riesgo de envejecer, he preferido el de entregarme a pedazos. Al fin y al cabo, con el tiempo, aparecer, unitariamente, el animal entero.

Ludovico Silva, Marx y la AlienacinJPITER: A propsito, si las moscas os molestan, ste es el medio de libraros de ellas: mirad el enjambre que zumba a vuestro alrededor, hago un movimiento con la mueca, un ademn con el brazo y digo: "Abraxas, galla, galla, tse, tse". Y ya veis: ruedan y se arrastran por el suelo como orugas.

J. P. Sartre, Las Moscas

La muerte es un asunto interesante. Como todo, tiene su forma histrica, su movimiento histrico, y tiene, adems, un significado presente, su dinmica coyuntural. Nosotros, particularmente, para los efectos, no pretendemos ir ms all, nos quedamos con un fragmento, un simple fenmeno, y con las conexiones, simples tambin, que se manifiestan all mismo, cerquita, con los sentidos ms inmediatos. Nos quedamos con el corto alcance, que por corto no deja de ser complicado, no deja de tener matices, colores, grados, detenta sin esfuerzo un carcter diamantino, caleidoscpico, en fin. Estamos en mora con algunas tareas. Y justo ste es un asunto donde la muerte juega un papel. La muerte, para el que est muriendo, compele a terminar la obra, impulsa a alargar la vigilia, los ojos deben mantenerse abiertos para mirar adentro y afuera, el dilogo reflexivo se intensifica, ya que, al final, el que muere no puede contar con los que quedan vivos, por lo menos a lo que respecta a la obra, sobre todo si

el carcter de la misma es social, si participa de un proceso histrico, si es contenido de una lucha que trasciende la vida de quien la forja. Por eso algunos se esfuerzan en alcanzar la mayor unidad del animal en construccin. La unidad adems debe presentarse claramente, debe ser planteada en trminos difanos, debe poder mostrar sus alcances y lmites. Un ejemplo de tal historia es la acontecida con Marx. El esfuerzo por desarrollar su obra, sobre todo el proyecto centrado en presentar al capital como sistema, se plasma en la vertiginosa actividad en cerrar los tomos de su obra. Cuando no poda escribir por las dolencias de salud, estudiaba en los espacios de convalecencia. El esfuerzo y la lucha desarrollada es una reencarnacin del mito de Ssifo, es llevar la obra, pesada, hasta un punto donde nuevos desarrollos y problemas obligan a recoger la roca del foso de donde fue sacada, porque sta ha rodado de nuevo al principio del camino. La diferencia esencial con el mito griego, es que los

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esfuerzos son hechos por un ser mortal: la eternidad no es condicin. A raz de una invitacin, el ao 2010 al CELARG, preparamos algo para hablar de Ludovico. Mejor dicho, para hablar sobre el concepto de plusvala ideolgica. Respecto al concepto en cuestin, y pensando en un escenario atento y exigente que an no hemos encontrado- hicimos una revisin con un mnimo de rigor. En un primer momento el esfuerzo se concentr en explicarlo, en hacerlo difano, en aislarlo de la sensibilidad de Ludovico, para quien sus libros, especialmente aquellos construidos polmicamente, son una prolongacin de su cuerpo sensible, casi nos atrevemos a decir, en tal sentido, que el estudio de su obra es una manera de difcil anatoma: en torno de cada constructo, un nervio, un msculo, un tendn. Sin embargo, luego del esfuerzo y el escrpulo, nos decidimos por lo contrario, es decir, tocaramos sus nervios como cuerdas, estiraramos sus msculos y tendones hasta vencer su elasticidad. Nos empeamos en ignorar la pasin terrenal con la que siempre esper atento a la crtica seria que nunca lleg, Nos apresuramos a la cita de conflicto, y desde un tremendo respeto por quien consideramos como uno de los marxistas ms serios del siglo XX, ciframos nuestro esfuerzo en una crtica, una crtica de una crtica. Directo a someter a escrutinio a la coherencia del concepto de plusvala ideolgica. Nos parece importante introducir el presente trabajo, pequeo trabajo, con la impresin que tuve al sentarme en el saln del CELARG y comenzar a desarrollar la presentacin. Pensamos que es necesario mencionar el vnculo que, durante todo ese momento, tomaba forma poco a poco, al ir escuchando las intervenciones, las palabras, tanto del pblico presente como del otro invitado quin continuaba al finalizar mi ponencia.

Desde el principio vino a mi mente la obra Las Moscas de Sartre. Casualmente la haba ledo hace poco, y no pude dejar de comparar el escenario y mi propia interpretacin de esa lectura. Me sent de repente en la plaza de Argos donde se desarrolla el principio de la historia, y sin entrar en detalles, sin detenerme a buscar quin era Jpiter, quin Agamenn, Orestes, entend dos cosas respecto a la muerte. Por una parte, me encontraba en un escenario donde el muerto estaba presente, sentado entre nosotros, poda percibirlo mirndonos, escuchando. Sin embargo, una interesante contradiccin se haca muy evidente: el muerto era venerado, respetado, protegido, pero, era una presencia que no poda abandonar su carcter de ausente. Su presencia estaba soportada en su ausencia, y cualquier manifestacin de su presencia que atentara contra su carcter ausente, era rechazada. Al fondo de todo esto y llenando el sonido: las moscas. Los amigos, las amigas, antiguos alumnos, lectores tangentes, todos, eran prestos guardianes de su ausencia. Una ausencia que deba ir ms all de la muerte fsica. Pareca sta una muerte insuficiente. La cosa debe ir ms all, hasta la muerte de la obra misma. Ludovico ha sido fraccionado en poesa al norte, filosofa al sur y locura al centro, y all, como guachimanes de tal contra-obra, pues, tuvimos enfrente a los guardianes de la ausencia como forma de presencia. No Pretendemos hacer de esto una cantinflada. El envejecido Ludovico estaba presente, era el invitado, pero no poda hablar, no poda dejar de cumplir con su ausencia an estando presente. Por otra parte, en esa dialctica bizarra del presente-ausente, entendimos el asunto de las moscas en la obra de Sartre: las moscas representan a la culpa. El muerto en su presencia, invitado a la casa, a dormir

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con su pareja, a compartir un da con ex-alumnos, con antiguos compaeros y compaeras, con panitas que conocen de sus loqueras, de sus temores y dolores, de sus miedos, no puede ser interrogado, la culpa lo encerraba all. La mosca recuerda al muerto, es la escena de la viuda vestida de negro llorando. Es la Erinia que alla y revolotea en nuestras orejas, se posa en nuestro rostro, acompaa al mal olor y la putrefaccin, es ella la culpa. Sin embargo, el muerto no es slo culpa, de Ludovico nos queda su obra a tiempo de presentarse como una pieza entera, y esto a pesar de la asimetra de la muerte, cuyo peso, en nuestra cultura, slo en apariencia cae sobre el difunto: la realidad de su peso afecta al vivo. El gusano y la mosca nunca molestan al muerto, la muerte es un asunto de vivos. En un momento de la intervencin se hizo la conexin, pensaba y hablaba, y ahora, que hacemos la transcripcin y plasmamos en letras lo aportado, se nos hace imprescindible esta introduccin para sealar la trampa en la que tenemos preso a Ludovico. La aproximacin a su obra es el trato que en Argos se da a los muertos, se les hace presente, se les invita, pero a quedarse quietos, no pueden molestar, son invitados a estar presentes y calladitos, se les agrede con respeto, se les respeta como agresin. El abrazo, el beso, son tan fuertes que impiden respirar, no dejan hablar. Nuestra postura al respecto: No somos ludoviquistas, no somos sus fans ni sus admiradores, creo que la introduccin a su obra no debe hacerse fuera de un intento de aproximarnos al marxismo. De aqu que nuestra aproximacin al concepto de plusvala ideolgica sea una crtica. Ojal estuviera vivo Ludovico para increparlo, o mejor, ojal pudiera volver a ese da para sealarlo entre el pblico y sacarlo de su explcita-implicitez y decirle en su cara: -habla Ludovico! Sal de esa agresiva

ausencia!- para criticar su obra, para sealarla y buscar su sentido Como hace falta hoy increpar a los muertos y sacarlos de su encierro moral para buscar en sus obras lo que los hace humanos! Seguro estamos que eso hubiera espantado las moscas, a las viudas y viudos llorones, los hubiera reducido a orugas, eso hubiera despejado la hediondez, y Ludovico, con una sonrisa o sin ella-, se hubiera hecho presente, listo para la pelea. El presente trabajo tiene un objeto especfico: la crtica al constructo de plusvala ideolgica mediada por su comprensin. El esfuerzo por comprenderlo es necesario para transitar el proceso de crtica. El pez debe llegar al gran ro, debemos salir del encierro moral donde Ludovico es conservado en formol para dar, por un largo pasillo, al escenario del trato acadmico y distante: tambin de all pasaremos, no nos interesa el Ludovico internamente coherente, no nos interesa el pez en pecera, contenido en s mismo como un trofeo de caza. No nos sirve el contexto erudito, la crtica hipcrita que al insultarlo pasa por valenta. Seguiremos adelante seoras y seores, directo al cauce, y cranlo, hay quienes conservan al muerto por culpa, y hay quienes lo resucitan por morbo. No podemos dejar de mencionar el superficial estudio que se ha hecho de sus obras, que junto a la magnificacin de su produccin potica y ensayista, pasada a primer plano, hace de su visin del marxismo una de las tantas gavetas donde duermen el sueo hipcrita las armas de la revolucin. Cuesta creer la ligereza en lectura y divulgacin sin mencionar el descuido en las publicaciones- que han sufrido sus libros, entre los que destacan: La Alienacin como Sistema, donde recoge la pelota del juego polmico en torno al asunto de la alienacin como unidad discursiva de la obra marxiana, en contra de las grandes voces que

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descuartizan a Marx en sus edades y etapas, para la cual se involucr, en su realizacin, en el estudio profundo de la totalidad de la obra marxiana publicada; Teora y Prctica de la Ideologa, libro que signific la voz de vanguardia en torno al anlisis de los massmedia, necesaria referencia para cualquier programa de formacin de profesionales de los medios y de las ciencias psicolgicas, y, un libro de urgente actualidad, Teora del Socialismo, donde nos hemos cuidado ms de eliminar el prlogo del traidor Teodoro Petkoff, que en iniciar una discusin sobre las 21 tesis que desarrolla Ludovico como forma de concebir un socialismo, que slo los pendejos creen que es una construccin tan indita y tan original, que nadie la reconoce. No dejan de estar ausentes en nuestros comentarios otros fulgurantes libros de carcter polmico, original y de sntesis. En el caso de la plusvala Ideolgica, nos interesa penetrar su concepcin, y a sabiendas que la comprensin tiene matices, nos interesaremos pues, en lo afilado del concepto, lo que sirva y quede an humeante, lo que pueda prender chispa, las brasas; atrs quedaran las locas erinias, las viudas de seis patas, los idiotas que confunden cido con alcohol. Nos interesa el Ludovico que sirva de arma para la destruccin del sistema capitalista, para el desmontaje violento del Estado burgus. Necesitamos la teora que sea arrojadiza, peligrosa, el aspecto subversivo y, ms que nada, clasista, del compaero. Para ello, hemos estructurado este escrito en la misma forma que la exposicin mencionada. Primero revisaremos diversas formas de confusin, dejando claro que hablar de Ludovico es pretender un librrimo acercamiento al viejo Marx y su an joven teora. Trataremos de poner en evidencia las terribles confusiones en

torno a la comprensin del concepto objeto de nuestro estudio. Una vez tratado el asunto de las confusiones como un asunto especfico de la ideologa, arriesgaremos una nocin de plusvala desde unas tensiones que la hagan aparecer como un concepto esencialmente de carcter material e interno a la formacin social capitalista. La plusvala es una categora que slo tiene sentido en el sistema capitalista y ella misma es un lugar, de carcter central, un contenido material, una unidad de relaciones sociales, del proceso de produccin del capital. Dejamos claro desde ya que sin el concepto de plusvala material no tiene sentido hablar de plusvala ideolgica. Posteriormente trabajaremos un asunto que Ludovico abord ampliamente en su obra La Plusvala Ideolgica (Silva, 1970), el problema de la analoga y su carga epistemolgica, su lugar en la arquitectnica de la obra marxiana. En el trato de dicho asunto se perfila un primer acercamiento a una perspectiva crtica. La crtica en Marx no tiene un carajo que ver con que si es constructiva o destructiva, la crtica tiene un principio corrosivo sin ser monopolio de un bando u otro. La crtica en Marx tiene un carcter especfico, no se ocupa de entender los lmites de la razn como clave para el desarrollo de formas puras del entendimiento, intencin asumida por los filsofos sobre todo despus del trabajo de Kant. Tampoco asume una postura moral, a nivel de contenidos y valoraciones en su devenir histrico como la realizara Nietzsche, a pesar de sus semejanzas en trminos de expresin literaria con Marx2. Marx al realizar su actividad crtica pretende al menos dos objetivos: 1) identificar y desenmascarar los contenidos ideolgicos, es decir, laEs muy til hacer lectura del libro El Estilo Literario de Marx (Silva, 2007).2

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identificacin de las premisas y valoraciones que representan a los intereses de las clases dominantes, entendiendo a la ideologa como falsa conciencia al servicio del dominio de la clase explotadora. 2) desarrollar una estructura expresiva que posibilite la unidad entre el conocimiento del sistema capitalista y la perspectiva de su destruccin, es decir, la perspectiva de revolucin en la direccin de la posibilidad y necesidad poltica. Por tal razn, Marx era un minucioso escritor caracterstica sealada hasta el cansancio por Ludovico-, a tal grado, que ningn escrito era llevado al taller de imprenta hasta no haber pasado por exhaustivas revisiones. Estos asuntos, tambin expresados por Marx en diversos prlogos y cartas, se les escapan a escritores, por ejemplo al seor Dussel (Dussel, 1988), cuando usa una obra no preparada para la impresin como son los Grundisse o los Manuscritos del 61 al 63, para atacar a la categora de totalidad, poniendo a Marx a hablar como un hegeliano, ms an, como si fuera un discpulo del mismo Parmnides. Nuestra crtica pretende una aproximacin segn el segundo objetivo, esto es, pensamos que el

constructo aportado por Ludovico debe tener un lugar preciso en la teora marxista y en la accin revolucionaria, de all la necesidad de realizar una revisin y una comprensin del mismo como herramienta de lucha. No tiene sentido su comprensin del marxismo y su aporte conceptual si no hay de fondo una esencial intencin de destruccin del sistema capitalista. Sin embargo, y no dejando de lado el objetivo primero de la crtica, podemos entender sin confusin, que errores o deficiencias en nuestros planteamientos son, a la vez, contenidos que hacen juego ideolgico y, mediante la confusin terica, afectan a los avances en lucha. Pasaremos, luego de revisar la analoga y la relacin entre los trminos reflejo y expresin, al desarrollo de la crtica al concepto de plusvala ideolgica en dos momentos, primero, desde la consecuencia del empleo de la analoga expresin, y segundo, desde la forma de definicin empleada. Cerraremos al final con una invitacin al debate y discusin en la direccin de la construccin de una sociedad socialista y comunista. Hasta aqu la introduccin, Abraxas, galla, galla, tse, tse!

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Las diversas formas de confusin en torno al concepto de plusvala ideolgicaNos esforzaremos por conseguir que nuestra exposicin sea lo ms sencilla y popular posible, sin dar por supuestas ni las nociones ms elementales de la Economa Poltica. Queremos que los obreros nos entiendan.

Karl Marx, Trabajo Asalariado y Capital

La confusin tiene matices. Puede ser que tras una confusin opere algo de ingenuidad o inexperiencia, puede que el objeto, el concepto del mismo, involucre un grado de conocimiento, un nivel de anlisis, y a la vez una urgencia de accin, que produzcan desorden, apariencia de caos, incertidumbre. Sin embargo, la confusin tambin puede ser planeada, puede ser parte de un programa poltico, puede tener una intencionalidad. Hay una dualidad en los conceptos que es necesario hacer notar, una doble cara. Por una parte, est la comprensin que tenemos de ellos desde nuestras perspectivas personales, nuestra sensibilidad, nuestro pasado. Hace que tengamos una postura o una actitud hacia ciertos contenidos conceptuales. Construimos as un sentido de ciertos conceptos. Cuando hablamos de confusin, por ejemplo, sabemos por experiencia qu ideas confunden; cules, desde nuestra perspectiva, se muestran con mayor dificultad. Por otra parte, existe un nivel del concepto de confusin que se desprende del aspecto individual, ya no lo percibimos como un asunto propio, como mi problema, sino como una cuestin de otro orden. El concepto toma forma de relacin social, se hace

amplsimo, abarca y penetra todo resquicio, toda grieta. Cuando nos referimos a un concepto tenemos en cuenta esta tensin, esta lucha entre lo que puede comprenderse desde lo personal, desde la historia que vivimos, y lo que se expande ms all de nosotros. Podramos decir que en todo concepto hay una suerte de unidad entre lo particular y lo universal. Entender los conceptos desde una especfica lateralidad, significa una reduccin, ya sea de orden moral, cuando hacemos de los problemas un asunto individual, ya sea metafsica, cuando elevamos el vuelo y dejamos pegados al suelo al contenido humano y al movimiento presente de la historia. Al mencionar esta diferencia, esta doble cara queremos sealar un fenmeno fundamental: la ideologa. Ludovico hizo un esfuerzo por sealar nuevos desarrollos de dicho concepto, novedades relacionadas con el despliegue de los medios masivos y con la incorporacin de las manipulaciones psicolgicas colectivas al servicio de la explotacin capitalista. De hecho, en tal escenario, es que se ubica el trabajo que lleva como consecuencia el planteamiento de la plusvala ideolgica. En el marco de lo ideolgico es que hacemos el llamado de atencin sobre las formas intencionadas de

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confusin. Da a da se nos presenta una visin de mundo que pretende justificar y banalizar dinmicas que ocultan el corazn fundamental de este sistema: la explotacin. No pretendemos atacar o sealar a las confusiones que derivan de los esfuerzos de estudio y comprensin, all queremos ms bien ayudar, nuestra pelea es contra esta forma de ingenuidad, contra esta confusin como forma de falsa conciencia, estructurada como formacin social, que distrae la lucha socialista y comunista. Contra ella enfilamos nuestras armas. Sucede algo similar con la relacin entre teora y prctica. sta va ms all de una simple relacin individual. No nos referimos a Lenin o al Che simplemente como hombres cuyo pensamiento era coherente con la accin como diciendo que lo pensado y lo hecho tenan una relacin directa y simplemente resuelta en el individuo. La unidad entre teora y prctica tiene un sentido mucho ms profundo, ms all del singular o de las unilateralidades prcticas o tericas. El sentido de dicha unidad tiene un carcter histrico, un alcance donde se vinculan tanto la comprensin de la realidad como la accin en la direccin de su cambio radical. En la objetiva relacin entre teora y prctica se consolida histricamente el sujeto de la accin, all, el conocimiento como arma, debe llegar a las manos adecuadas. Cuando nos referimos al concepto, diferencindolo de una nocin, o una definicin, inclusive de una representacin, hacemos mencin directa de una forma de unidad entre la teora y la prctica que est en esencial relacin con una forma especfica de accin. El concepto es el contenido terico de la accin revolucionaria, debe concebirse como la herramienta terica correlativa a la accin histrica humana

por transformar la realidad. Por lo tanto, debe desenmascarar las formas sociales de confusin y de distorsin de lo real. Podra surgir aqu un nexo, la puesta en escena del concepto como fundamental en la comprensin de la unidad teora-prctica parece trazar una lnea tangente con la teora hegeliana. Hegel mismo se refiri a la ciencia como el esfuerzo del concepto3 en la Fenomenologa del Espritu. Sin embargo, manejamos una concepcin necesariamente distinta. El concepto, desde nuestra perspectiva, como una forma especfica de la relacin teoraprctica, tiene su corazn en la actividad prctica del ser humano. Tiene una existencia histrica, tiene referentes situados y a la vez totales, y, respecto a la complejidad de lo real, a las situaciones y limitaciones que cada momento de la historia opone al ser humano, las mismas potencias de develar e impulsar el avance del conocimiento. El concepto es una unidad que toma lugar en la historia y es producto de la actividad humana. El concepto como forma de unidad entre teora y prctica, es esencialmente constitutivo de un carcter fundamental del marxismo como ciencia: ser teora de la posibilidad de accin polticosocial. El concepto de plusvala tiene ese carcter. La naturaleza del mismo, tanto su lugar histrico como estructural, lo ponen en el centro de la unidad entre teora y accin. Comprenderlo debe significar a la vez emprenderlo, aprehenderlo como contenido central de una teora que es revolucionaria en la medida en que seala el lugar hacia donde deben dirigirse las acciones: hacia la ruptura y aniquilacin del proceso material, corazn de la fundamental relacin social sobre la que3

La ciencia slo puede, lcitamente, organizarse a travs de la vida propia del concepto; (). (Hegel, 1998, pg. 35).

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se soporta el sistema capitalista. La comprensin y estudio de la plusvala aclara una cantidad de asuntos en torno a las luchas que deben desarrollarse y a nuestro lugar en ellas. La posibilidad poltica de la accin, y su objetivo fundamental, como lo es la toma del poder, vinculan la accin, no a un sujeto, sino a una clase social con caractersticas e intereses especficos. En estos momentos, y ante el avance de perspectivas postmodernas que hacen ver a la lucha contra el capital fundamento de todo socialismo realmente revolucionario, como el fraccionamiento de la lucha en diversos frentes, tiene mucho sentido lo expresado por Ernest Mandel:Por lo que respecta a la esperanza de ver cumplir la misin emancipadora del proletariado por minoras no integradas (minoras radicales, estudiantes, infraproletariados, inclusive elementos decididamente asociales), tropieza con el mismo obstculo con el que tropezaron las insurrecciones de esclavos en Roma. Estas capas, cuando se las pone contra la espada y la pared, son capaces de realizar revueltas desesperadas. Pero no disponen ni del poder social objetivo (de la posibilidad de asegurar o de paralizar la produccin en su conjunto) ni de la capacidad perdurable de organizacin colectiva necesaria para transformar la sociedad contempornea. (Mandel, 1968, pg. 20).

El poder social objetivo y la capacidad perdurable de organizacin colectiva no son nociones vacas, ambas sealan el lugar concreto de las luchas, la unidad de las mismas. El peso activo del conocimiento de la plusvala y de la teora econmico-social que desentraa al sistema capitalista, hacen fundamental, no slo la comprensin, sino tambin el desarrollo minucioso de las formas de accin que toman actualmente concrecin en la lucha contra el sistema capitalista. Nos llama poderosamente la atencin como en el contexto actual surgen tendencias que desvan terica y

prcticamente la atencin sobre lo que Mandel denomina poder social objetivo y la capacidad perdurable de organizacin colectiva en el escenario de las luchas de clase. Poniendo en escena la fragmentacin de la lucha y el desvanecimiento moral de la necesidad de la toma del poder por las clases revolucionarias. Un ejemplo es suficiente. El profesor Enrique Dussel, recientemente galardonado con el Premio Libertador al Pensamiento Crtico en su edicin 2010, escribe un libro, 20 Tesis de Poltica (Dussel, 2006), que consideramos como especial referencia a las tendencias reaccionarias que mencionamos. Podramos decir que en dicho libro considerado por el autor como compendio de su pensamiento poltico, se trazan las lneas de un proyecto para confundir la accin encaminada a la superacin del orden capitalista. Una de las ideas que se desarrolla como centrales de la obra mencionada es la de fetichismo del poder, sobre las mismas hice una crtica en el artculo http://www.aporrea.org/ideologia/a8981 7.html, publicado hace ya casi un ao. Del mismo voy a tomar lo expresado para tratar de acceder a lo que entendemos por poder en Dussel para el fin que nos proponemos. Hay una necesaria referencia a una tensin entre dos conceptos como antesala de un esfuerzo de interpretacin del planteamiento de Dussel: la que existe entre el querervivir, forma de la voluntad individual que se incorpora a la actividad de la comunidad, y la voluntad-de-vida. Dicha tensin, recuerda mucho a la concepcin de voluntad, con la que Hegel, apoyndose en sus momentos particular y universal, hace el soporte de

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toda su teora burguesa del derecho4. No es casual este vnculo. Dicha voluntad dusseliana, en sus momentos particulares y universales con un esencialismo moral que la hace independiente de la historia, se concreta frente al poderdominio europeo. En el fondo es un asunto moral, un problema entre buenos y malos, una historia con moraleja. La voluntad-de-vida se instaura fuera del alcance de lo individual y se eleva como un absoluto vinculado a totalidades de ndole numrico: comunidades, pueblos, pierde su posibilidad prctica, se transforma en valoracin negativa de la organizacin en la medida en que los procesos histricos sealen a sectores o estamentos con responsabilidad histrica. Se hace, en tal medida, reaccionaria, un lmite moral de la organizacin popular, proletaria, campesina. Leemos: [1.15] (). Toda lucha por sus propios intereses, de un individuo (el dictador), de una clase (como la burguesa5), de una lite (como los criollos), (), son corrupcin poltica6. (Dussel, 2006, p.14). Esa voluntad especfica entendida como aspiracin de vida un inters nada objetable, moralmente asptico se materializa en el poder de pueblo, de la comunidad: [2.34] (). El poder lo tiene siempre y solamente la comunidad poltica, el pueblo. Lo tiene siempre aunque sea debilitado, acosado, intimidado, de manera que no pueda expresarse. (Dussel, 2006, p.26). Ms adelante: [3.11] El poder es una facultad, una capacidad, que se tiene o no se tiene, pero con precisin nunca se toma. Los que pueden asaltarse, tomarse, dominarse son losVer propedutica Filosfica (Hegel, 1980) y Filosofa del Derecho (Hegel, 1968). 5 Vale el comentario pues tambin para la clase proletaria. 6 Esta es una torpe trampa que atrapa, inclusive, a los sectores que luchan contra la imposicin de intereses ajenos en el seno del orden burgus.4

instrumentos o las instituciones que consisten en las mediaciones de su ejercicio (). (Dussel, 2006, p.29). Por ltimo: [3.12] (), el sujeto colectivo primero y ltimo del poder, y por ello soberano y con autoridad propia o fundamental, es siempre la comunidad poltica, el pueblo. No hay ningn otro sujeto del poder que el indicado. Ningn otro! (Dussel, 2006, p.29). El orden de construccin lgica de lo amplio a lo especfico no exige de nosotros piruetas, el amigo es claro: 1) el poder no se toma, se tiene; 2) cualquier intento o concrecin de alguna parcialidad social que pretenda intereses, es un hecho de corrupcin poltica; 3) la totalidad es detentora de la soberana, del poder, Nadie ms! Desde una perspectiva marxista no podemos sino sealar el carcter reaccionario de tal definicin. Podemos entender aqu la relacin entre poder del pueblo y revolucin: las acciones de tomar el poder son en realidad marginales acciones por ocupar, secuestrar, los instrumentos o las instituciones que consisten en las mediaciones de su ejercicio Cmo? No se entiende la relacin entre la detentacin de un poder presente pero que no es empleador de sus mediaciones, es como entender al poder como la posibilidad de disparar un proyectil y, separadamente, considerar al revolver como un instrumento para la mediacin de su ejercicio. El poder est relacionado con el problema de la relacin teora-prctica, sta se fundamenta en la realizacin de la transformacin de la realidad, transformacin que no es abstracta, a pesar de considerarse, en cada formacin social como un problema distinto. Tal hecho, es decir, esta especfica unidad, involucra el lugar estructural y la posibilidad sostenida de organizacin. No es un asunto de intelectuales tal unidad, sino de sujetos histricamente posibilitados, esto es,

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con la potencia de acceso a la toma del poder social, el cual es el principal objetivo, por su lugar en el corazn del sistema, y la capacidad perdurable de organizacin. Con esto no estamos, ni ms ni menos, que definiendo el lugar social de la clase, es decir, el lugar de la lucha social ocupado por sujetos con intereses especficos, intereses que se vinculan necesariamente con su emancipacin en nuestro momento histrico ms humana que poltica. Son el nico sector de la sociedad que al concretar su emancipacin mediante la ruptura del proceso de produccin de plusvala, generar la liberacin de toda la sociedad en su conjunto, concretando a su vez, un paulatino y sostenido cambio de formas productivas y relaciones sociales, un proceso que apunta, en franca ruptura con las concepciones polticas clsicas, hacia la ruptura y superacin del orden burgus. Es all donde radica la necesidad de la organizacin de clase, all donde el concepto de plusvala se hace arma, de all la necesidad que Marx y Engels tuvieron al esforzarse en ser sencillos y populares para acceder a los sujetos que en su emancipacin comprometen a la emancipacin de la sociedad entera: el proletariado. Abordemos entonces el problema de las confusiones. En este escenario destacan al menos cuatro concepciones que agregan confusin al concepto central de nuestro estudio:

explicacin estamos sealando a aquellas que tienen como fundamento de la accin al individuo y sus circunstancias inmediatas elevadas a un absoluto, agotando todo el asunto en valores que parecen flotar en el aire. Ya no tenemos la tensin entre lo particular y lo universal, sino una forma absurda de generalizacin, un plan para confundir y reinsertar ideales burgueses revestidos de trapos populares. Tal situacin es el fundamental soporte de la visin que del pobre tiene la iglesia catlica la pobreza- y los sectores filantrpicos pequeo-burgueses. En tal sentido, la conservacin de su situacin se transforma en la paralizacin de su emancipacin humana. La iglesia necesita al desamparado, el filntropo necesita del indgena marginado, del trabajador explotado. La sociedad es una escena armnica perfectible mediante la gradual justicia rasera y la inclusin social, un viejo friso inmvil cuya historia es la del progresivo equilibrio. El ejemplo mencionado anteriormente es, de nuevo aqu, suficiente. En una entrevista realizada por Carlos Marn y Eduardo Cobos a Enrique Dussel, publicada por la revista venezolana MEMORIAS de Venezuela, en su nmero 15, del mes de septiembre 2010, podemos leer como respuesta a la pregunta sobre cules son las herramientas para pensar7 crticamente el siglo XXI:Habra que volver a los pueblos originarios, que fue un punto inicial de mi generacin. Esto quiere decir, a las categoras propias de las lenguas indgenas: el quechua, el aymara, el maya, entre otras. (Marn & Cobos, 2010, pg. 50).

La visin latinoamericanista de la plusvala ideolgicaMencionamos de pasada, en el anterior segmento, una tendencia que ha ganado cierto espacio y que tiene su principal fortaleza en lo bien que calza a las propuestas de arreglar los asuntos desde una perspectiva moral, desviando los esfuerzos por la destruccin de un sistema explotador. Cuando nos referimos a las formas morales de

Pensar en lugar de actuar, las tendencias postmodernas sacrifican la accin al pensar, comprometen la accin a la distancia epistemolgica.

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No es nada casual el retroceso a lo originario, que en palabras de Dussel suena a despertar. Su visin de las masas latinoamericanas que al menos empiezan a saber usar, dentro de la confusin reinante, un instrumento como las elecciones (Marn & Cobos, 2010, pg. 51), entra en flagrante contradiccin con la vuelta a las categoras indgenas mencionadas lneas antes. El novedoso uso de instrumentos de corte liberal burgus como son las elecciones, por las masas latinoamericanas no puede mostrar de manera ms clara su vocacin filantrpica, su perspectiva lejana de intelectual al servicio de todos, un sacerdote amigo de todos en un mundo armonioso. Este seor nos permite pues empezar con las confusiones ms notables en torno al concepto de plusvala ideolgica. Michael Lwy seala en su libro El Marxismo en Amrica Latina dos tentaciones que, a mi parecer son dos fenmenos con un mismo origen: el excepcionalismo indoamericano y el eurocentrismo. Dice sobre el primero sin dejar de nombrar al segundo:El excepcionalismo indo-americano tiende a absolutizar la especificidad de Amrica Latina y de su cultura, historia o estructura social. Llevado a sus ltimas consecuencias, ese particularismo americano acaba por poner en cuestin el propio marxismo como teora exclusivamente europea. (Lwy, 2005, pg. 10).

Dicho excepcionalismo es una forma que toman las acusaciones eurocntricas de la teora marxista, as, en el fondo, excepcionalismos de parte y parte absolutizan sus entornos. En el mundo, como sistema planteado por las tendencias postmodernas, aparecemos victimas de un proyecto europeo de dominacin concretado en una supuesta promesa moderna, as, tal distorsin de la realidad se manifiesta reducida al concebir a la plusvala

ideolgica como la propuesta latinoamericana que se opone en el escenario des-colonizador a la plusvala europea, los malos europeos, colonizadores por naturaleza, inventaron la plusvala, nosotros, los buenos latinoamericanos, tenemos nuestro propio concepto: la plusvala ideolgica. Entonces, la comprensin del constructo terico de Ludovico, se vuelve contra la teora que lo enmarca ponindolo en contra de s misma, quedando as fracturada la realidad y la teora que pretende desenmascararla. Hay que ser enfticos en despejar este error, el marxismo es el marco de comprensin y de accin en el que debe aclararse el concepto de plusvala ideolgica, el excepcionalismo indoamericano es, junto al eurocentrismo, dos caras de la misma moneda. En el curso de universalizacin de la historia queda cada da ms claro que el capitalismo es el sistema ms incluyente de la historia humana. Tanto es as, que no existe grupo social en la tierra que escape a su influencia y dao. Tarde o temprano, sus mercancas, sus dinmicas de explotacin y mercado, el consumo de materias primas, entre otros espejitos, llegarn a las mrgenes de los ros y las selvas ms lejanas, dictando y forzando al abandono de tradicionales formas de vida; a la par de una profundizacin de los procesos de explotacin en sus lugares de origen. Ahora, tal situacin, o la respuesta a tal realidad, no es un asunto de resistencia, en la resitencia, subsiste la confusin absolutizadora. Lo que la historia muestra en su desarrollo, en el seno de la sociedad capitalista, es la relacin concomitante entre la incorporacin a la lucha contra el capital y la destruccin de las formas de vida originarias: no se trata de resistir, sino de destruir al capitalismo. Por tal razn, es necesario entender a Ludovico en relacin a la

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nica teora que hasta ahora describe la dinmica del capital, dinmica de carcter mundial que subsume al mundo y sus diversas relaciones. No es una cuestin de resistencia, es un asunto de lucha por el desmontaje de un orden social mundial. La plusvala ideolgica no tiene sentido sino en relacin al concepto de plusvala que Marx pone al alcance de las luchas clasistas y que da cuenta del proceso central de la maquinaria capital. La mencionada explotacin mental del ser humano, la cual revisamos en este trabajo desde una perspectiva crtica marxista, no tiene sentido si se desconecta, o peor an, se enfrenta al concepto de plusvala material, corazn de la explotacin capitalista.

material de esa sociedad, fue lo que hizo Marx. (Silva, 1970, pg. 191).

La naturalizacin de la divisin entre trabajo manual y trabajo intelectualEl asunto moral es asumido por el marxismo en el escenario de lucha clasista, en la conciencia de la lucha y el reconocimiento de sectores de accin y solidaridad de clase, mientras que, segn las tendencias postmodernas decoloniales, solidarias a los conceptos Dusselianos, lo moral es un argumento terico, es un objeto de estudio, es un asunto epistemolgico, es un criterio de demarcacin ideal, un fundamento axiomtico. En esto radica su hipocresa. Cuando nos referimos a las explicaciones morales, debemos ser claros y tratar de mostrar el problema. Para hacer referencia al mismo vamos a adelantar una cita del libro La Plusvala Ideolgica:Mientras se entienda como es el caso ms frecuente- a la ideologa slo como un conjunto de ideas con intereses, no se estar tocando a la ideologa misma, sino a lo sumo alguna de sus consecuencias sociales. Entender a la ideologa como una formacin social, esto es, como algo que ocupa un lugar preciso dentro de la sociedad y que se determina por la estructura

Aqu Ludovico seala dos formas de comprensin de la ideologa: 1) como un conjunto de ideas con intereses; 2) como una formacin social. La diferencia no es entre pares, no estamos hablando de un mismo lugar en lo social. Cuando nos referimos, por ejemplo, al caso de la plusvala ideolgica, surgen comentarios en torno a cmo es explotado el creador, el artista, el escritor, entre otros. Lo que se manifiesta al fondo del planteamiento es una forma naturalizada ideolgicamente de entender el trabajo; mientras unos trabajan con las manos, pues, otros, lo hacen con la cabeza, con la mente, con la inteligencia. Hay entonces un grupo social que se destaca por ser el sector pensante de la sociedad. Entender que lo que enfrentamos es una formacin social quiere decir algo mucho ms complejo, el que sea determinado por la estructura material de la sociedad, nos seala, adems de la envergadura de la tarea y el proceso revolucionario necesario, nos pone en contacto con una relacin fundamental: la determinacin de la estructura material sobre lo ideolgico es un elemento fundamental para el trabajo que nos proponemos. No son los parmetros ideolgicos los que definen la accin, la comprensin debe ir ms all. Al naturalizar la separacin del trabajo manual y el intelectual seguramente consecuencia de una lectura exageradamente superficial del libro de Ludovico y de un desconocimiento de la obra de Marx- dejamos de lado la comprensin de la plusvala como punto central del proceso de explotacin. Lo que no apreciamos inmediatamente, porque est funcionando, no a nivel de la comprensin de muchas personas, sino como una estructura que se arraiga y se

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origina en la estructura material de la sociedad, tomando aspecto natural, de apariencia indiscutible, es que asumimos tal divisin del trabajo. As, mientras el trabajador manual es explotado en la fbrica, alguien tiene que preocuparse por el trabajador creativo que piensa y usa su intelecto. En ciertas ocasiones hay un tono de solidaridad, es decir, hay personas que piensan que su lugar al lado de las clases explotadas viene justificado por el hecho de ser la explotacin un fenmeno que tambin los alcanza, slo que en su desempeo socialmente asignado: el trabajo intelectual. Es este uno de los sentidos que sealamos como el carcter de la perspectiva moral. Slo afecta al individuo, es un asunto de conciencia, si me levanto cada da y saludo a mi vecino, boto la basura, cuido de no malgastar agua, apago las luces al salir de los recintos, entre otras acciones, estar aportando a la revolucin con mi granito de arena, porque al fin y al cabo, la comprensin moral de la revolucin radica en que la misma es la suma de ms y ms revolucionarios, es al final un problema de aritmtica social revolucionaria. Otros establecen el hecho de la explotacin intelectual como un rasero social segn el cual la explotacin es un bien necesario. De la misma manera que es explotado un obrero en Grecia, lo es Vargas Llosa en Madrid o un Chamn en la selva Amaznica. La comprensin moral, la organizada por lo justo, desde el espacio de la libertad personal, oculta y satisface ante una flagrante ignorancia sobre el proceso de explotacin, cosa que esta bien para un empleado de Microsoft, pero para un militante de la lucha anticapitalista, para un comunista, es imperdonable.

La confusin entre trabajo productivo e improductivoRespecto a la dualidad productivo-improductiva hay mucho que decir. El problema surge de la necesidad de entender a la riqueza y su formacin. Desde el siglo XVIII, con los llamados fisicratas, se hacen los primeros planteamientos concretos, a pesar de haber antecedentes en Aristteles y Platn, lo que nos da seales de la existencia de procesos, ya en marcha, que fueron observados por estos pensadores. Sin embargo, a pesar de lo importante que es entender el proceso histrico que se organiza en torno a dicha problemtica, tambin es fundamental entender las formas que toman en nuestra actualidad inmediata. En el captulo V del primer tomo de El Capital, caracterizando al proceso de trabajo, leemos de Marx:Si analizamos todo este proceso desde el punto de vista de su resultado, del producto, vemos que ambos factores, los medios de trabajo y el objeto sobre que ste recae, son los medios de produccin y el trabajo un trabajo productivo. (Marx C. , 1975 I, pg. 133)

En nota al pie se apresura Marx a explicar que dicha definicin de trabajo productivo no basta para la comprensin del proceso capitalista de produccin. Sin embargo, el sentido comn no slo se detiene en dicha simplificacin, ms an, la carga de sentido moral y la instala como valoracin del proceso en su totalidad. Podemos, sin embargo, partir de la siguiente nocin, la cual nos servir de apoyo y de negacin de la forma asumida incompleta: el trabajo productivo es aquel que produce plusvala. Da la impresin que dicha nocin traslada el problema a otra esfera, lo cual puede sonar a trampa conceptual, sin embargo, la clave, el vnculo esencial entre el trabajo y la produccin de riqueza, esto es, la

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plusvala, es a la vez la llave para entender la dinmica central del capital; comprensin necesaria para emprender un avance hacia el fenmeno de la ideologa. La comprensin mecnica de la plusvala no es suficiente, es necesario poder entender el juego dialctico entre la produccin de plusvala, como forma especfica de la produccin capitalista, y la ideologa. Ha tomado siglos llegar al desarrollo de las actuales relaciones sociales de produccin, las cuales Marx pudo desentraar desde su ncleo. El asunto central de nuestro trabajo es exactamente la relacin entre la plusvala, como una forma especfica de nuestra formacin social mundial, y la ideologa que ha desarrollado mecanismos inimaginables de control y de distorsin de la realidad; justo en ese escenario es que cabe imaginar una categora que identifique nuevas relaciones sociales de produccin, coherentes con el desarrollo actual del trabajo. En virtud de lo dicho arriba, y en la lnea de identificar las confusiones ms comunes en torno al concepto de plusvala ideolgica, atendemos a lo que, segn algunas comprensiones, es el trabajo productivo. En torno a dicha confusin podemos identificar dos tendencias, por una parte, el trabajo productivo se ha asociado con un valor moral, esto es, creciendo a la sombra de la idea que identifica a la produccin con el aporte, alguien realiza un trabajo productivo como si realizara una buena accin, como si pusiera su parte, ser productivo es ser un buen cristiano, buen ciudadano, ser productivo es ser til. Esta simple idea se conecta con una cantidad de otras nociones. Un ejemplo interesante, en el seno de nuestro proceso, viene de muchos sectores polticos, de oposicin y propios, que asocian la productividad al desarrollo, sealan, sin ms elementos que los de

orden moral, que una economa sana es aquella que produce, no hay que hacer mucho esfuerzo para observar como esta simple idea ha generado una cantidad de contenidos ideolgicos que se inculcan en la escuela y la familia. Por otra parte, se confunden las nociones de explotacin con las problemticas que surgen en un sistema donde el trabajo asalariado ha alcanzado un grado altsimo de desarrollo. El trabajo asalariado no es necesariamente productivo o improductivo; en otras palabras, el trabajo en nuestros das ha tomado, a tal medida, un nivel de complejidad, que se hace necesario un estudio que arroje nuevas caracterizaciones. Un ejemplo interesante podemos identificarlo, por ejemplo, en una cantidad de actividades que involucran la forma salarial de relacin sin darse efectiva produccin de plusvala, tenemos as la actividad burocrtica, o un fenmeno que se da en un profesor que trabaje en la maana en una universidad privada, donde es explotado, ya que la produccin de mercanca, la ejecucin de un currculo forma mercantil que toma la educacin a travs de un largo proceso histrico donde la universidad ha sido asimilada al capital, involucra un diferencial entre el pago de su fuerza de trabajo y la produccin que envuelve la matrcula que atiende; y luego, en la noche, trabaja en una universidad pblica, donde no ocurre el proceso de explotacin; o el caso del trabajo que involucra tercerizacin, la actividad relacionada con la circulacin y venta de mercancas, entre otros de igual ndole. Seguramente muchos dirn cmo que no es explotado un vendedor que va de puerta en puerta, todo el da, bajo sol o lluvia, mientras el jefe est tranquilo en su mansin disfrutando de lo vendido, pagando luego un salario de miseria?, el fenmeno que sucede en

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este ejemplo como sucede con una altsima diversidad de actividades no productivas en las que una persona se involucra bajo la forma de salario, ms, no produciendo mercancas ni servicios, no debe confundirse con el proceso de explotacin. A pesar de sealarse una radical diferencia, en un sistema econmico como el capitalista, todo sucede, adems de con un altsimo grado de complejidad, con una profunda unidad y conexin. Las principales actividades, aquellas de las que el capital depende para su sostenimiento, son las que acrecientan la riqueza del capitalista. Tales actividades son llamadas productivas. En torno a las actividades productivas se generan otra cantidad de movimientos, dinmicas, que, dependiendo del desarrollo de la produccin de riqueza, no realizan sino lo que podramos denominar quema de capital excedente, o, en otras palabras, distribucin de la plusvala creada. Por ejemplo, una persona que importa una cantidad de ropa de Colombia, producida mediante trabajo productor de plusvala, la pone a la venta en el Mercado del Cementerio en Caracas. La compra hecha en Colombia ya realiza la plusvala del fabricante de ropa; sta, al venderse en Caracas por un precio mayor al pagado por el comprador, no produce riqueza a pesar de la alegra del vendedor; simplemente, mediante la circulacin, el comprador adquiere parte del dinero en efecto circulante, de la riqueza ya creada. No hay nueva riqueza, hay, simplemente, adquisicin de la riqueza circulante ya existente. No podemos separar analticamente la explotacin que sufre el trabajador productivo de la dura realidad que sufre el trabajador improductivo mal pagado. Es necesario entender las diferencias y no hacer de ciertos conceptos ropaje elstico, valga la analoga.

El trabajo en nuestra sociedad no debe entenderse como una unidad indiferenciada, consecuencia de una naturalizacin de la divisin social del trabajo. Muchos asumen que cada individuo en la sociedad aporta, desde su lugar social, al conjunto de esfuerzos. Un obrero en una fbrica, un empresario socialista que explota como cualquier empresario de los malos-, un camargrafo de Globovisin, la Junta Directiva de Globovisin, entre otros, cada quin en su lugar cumple una misin que se concreta en trabajo realizado. Nada ms falso e hipcrita. Slo podemos acceder a la revisin crtica del concepto de plusvala ideolgica, si dejamos claro que ella identifica un contenido material del proceso de produccin capitalista, que como tal, slo es un fenmeno del trabajo productor de riqueza, a pesar que su produccin sea la posibilidad material de otras actividades. La profundizacin de la explotacin por parte del sistema, el ingreso de riqueza al sistema, pone en marcha otros procesos de actividad econmica. Una cantidad de acciones consideradas dentro de los esquemas del empleo formal no involucran el proceso de explotacin, pero dependen de la plusvala creada.

La confusin entre sujeto y relacin socialEsta confusin es la que exige mayor esfuerzo de claridad. Para desmontarla es necesario un tremendo esfuerzo de abstraccin, acompaado de la conciencia de romper con contenidos muy caros del sentido comn. Contenidos que han penetrado las filas de accin revolucionaria dejndola en manos de ciegos voluntarismos como consecuencia de lecturas ligeras de la realidad. Para acceder a la misma, pongamos atencin a un fragmento del

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captulo XXV del primer libro de El Capital:En primer lugar, Wakefield8 descubre en las colonias que no basta que una persona posea dinero, medios de vida, mquinas y otros medios de produccin, para que se le pueda considerar como capitalista, si le falta el complemento: el obrero asalariado, el otro hombre obligado a venderse voluntariamente y descubre que el capital no es una cosa, sino una relacin social entre personas a las que sirven de vehculo las cosas. (Marx, 1975 I, pg. 651).

Primera aproximacin. Un sujeto que en Inglaterra se vincula por una cantidad de relaciones, dadas por naturales, al llegar a Norteamrica, se ve despojado mgicamente de las mismas, teniendo las posesiones en Inglaterra y siendo ciudadano ingls bajo las mismas leyes. Suenan los ecos del nufrago Robinson Crusoe, quin al llegar a tierra, toma posesin de la misma y dispone de un esclavo presto a servir, Viernes parece estar claro: donde sea que se halle un sbdito de la corona y un negro, est establecido instantneamente el vnculo de esclavitud: limpia y clara ideologa inglesa elevada a obra literaria por Defoe. Tomando este ejemplo novelesco, transcribimos otro fragmento de Marx:Un negro es un negro. Slo en determinadas condiciones se convierte en esclavo. Una mquina de hilar algodn es una mquina para hilar algodn. Slo en determinadas condiciones se convierte en capital. Arrancada de estas condiciones, no tiene nada de capital, del mismo modo que el oro no es de por s dinero, ni el azcar el precio del azcar. (Marx, 2008, pg. 49).

La diferencia entre un sujeto, aislado, y las relaciones sociales en las que se ubica socialmente, es casi inmediata. El problema surge cuando queremos entender a las relaciones sociales como un conjunto de dinmicas de un altsimo grado de complejidad. El error entonces empieza a hacerse palpable. El proceso de sujetizar, con el perdn por el neologismo, se pone en marcha. Confundir sujeto con la relacin social que se concreta en l mismo, con la estructura social que lo determina, es similar a confundir un billete de cinco bolvares con la relacin social dinero. El billete, a pesar de ser identificado como dinero, pierde su alma al ser depositado por un huracn en una isla desierta. Otro billete de la misma denominacin en un mercado de Caracas, pone en marcha una serie de relaciones y de situaciones que slo son posibles por algo externo al billete, algo social, un algo que depende de las personas e intercambios en los que participa. Sin embargo, como decamos respecto a las confusiones, algunas son producto de los esfuerzos de comprensin y de estudio, y otras, forman parte de un nivel de organizacin de lo social que funciona con ese objetivo, tal estructura es la ideologa. Tomemos algo escrito por Ludovico, que en otros trminos, apunta en la direccin de lo que queremos desarrollar:El concepto de ideologa, tomado en su sentido ms riguroso (que lo liga estrechamente al concepto de falsa conciencia), ofrece en la obra de Marx una importante faceta metodolgica. La ideologa, en oposicin epistemolgica a la verdad, guarda una ntida simetra con una oposicin que aparece constantemente en las grandes obras econmicas de Marx, a saber, la oposicin entre lo que l llama apariencia social o formas de aparicin de lo social, y lo que tambin l llama estructura social. (Silva, 1975, pg. 206).

8 Edward Gibbon Wakefield, poltico ingls, idelogo de la colonizacin activo por dems en las colonizaciones de Australia y Nueva Zelandia-, publica en 1833 un libro England and Amrica. Hacia l dirige Marx sus crticas en el ltimo captulo del primer tomo de El Capital.

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La apariencia sujetiva9, individual, que una relacin social toma en un acuerdo entre individuos libres, los cuales asumen autnomamente el lugar de patrn y trabajador, oculta todo un proceso histrico de transformacin de unas formas de relacin en otras, ntimamente vinculadas a cambios en los procesos productivos. En tales circunstancias el trabajador es, en palabras de Marx, obligado a trabajar voluntariamente10. El largo proceso histrico donde las condiciones obligan a asumir, como un acto de voluntad ntese por favor la irona-, Marx lo describe en el captulo XXIV de El Capital, donde desarrolla histricamente el proceso de acumulacin originaria. La relacin producida, concretada, despus de siglos de muerte y hambre, de abandono de relaciones feudales y surgimiento de otras novedosas, Marx la expresa as:Pero el obrero, cuya nica fuente de ingresos es la venta de su fuerza de trabajo, no puede desprenderse de toda la clase de los compradores, es decir, de la clase de los capitalistas, sin renunciar a su existencia. No pertenece a tal o cual capitalista, sino a la clase capitalista en conjunto, y es incumbencia suya encontrar un patrono, es decir, encontrar dentro de esta clase capitalista un comprador. (Marx, 2008, pg. 37).

El obrero que sale a la calle, ms que un simple fulanito, es el soporte humano de una estructura, de una formacin social, de un conjunto complejo de relaciones sociales de las cuales l no es creador, ni sobre ellas mismas tiene posibilidad de accin, claro est, como individuo aislado. Es fundamental entonces entender a la plusvala como una relacin social, ms all de la simple medida concreta de la apropiacin privada del trabajo excedente. Entenderla como relacin9 Refirindonos a la reduccin a sujetos. 10 (Marx C. , El Capital. Crtica de la Economa Poltica, 1975 I).

social significa, no slo un simple cambio de perspectivas, sino ms bien, la articulacin con una infinidad de realidades derivadas, la inclusin de la misma en los escenarios de accin, en la misma posibilidad de transformar la realidad que la contiene al ser ella centro terico de la accin de trabajadores organizados en lucha. Hay una distancia inmensa entre la plusvala como contenido tcnico de un curso de economa poltica, en las formas en que el capital organiza los mass media, la educacin, y el lugar que dicho concepto puede tomar en el seno de un consejo de trabajadores, o de una fbrica tomada, donde la claridad de la relacin social como totalidad pondr a la vanguardia obrera atenta al desarrollo de las formas de llevar adelante la multiplicacin de las experiencias y la lucha como accin de clase. En este punto es necesario hacer resumen. El hecho de haber revisado, con una altsima superficialidad, las formas de confusin en torno al concepto de plusvala ideolgica, no nos deja como resultado al concepto y la claridad en las manos. Hay, eso s, una aproximacin al objeto, hay una experiencia de conocimiento, slo que en sentido negativo, como el registro original de una cmara. La situacin, sin embargo, empieza a complicarse, ya que las confusiones involucran, en los trminos no slo de una definicin negativa, sino de la relacin dialctica entre lo esencial y lo fenomnico, un componente histrico clave de la posibilidad de entender, ms all del concepto de plusvala contenido en la obra marxiana, el concepto de plusvala que incorpore nuevos desarrollos histricos. En palabras ms sencillas: las confusiones sobre el concepto de plusvala ideolgica forman parte de un todo ideolgico que es fundamental conservar por ser, dialcticamente, correlativo a la actualidad histrica del

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concepto de plusvala. Esto es consecuencia de la unidad dialctica entre fenmeno y esencia. La teora marxista, segn expresa el profesor Jos Paulo Netto, de la Universidad Federal de Rio de Janeiro, es esencialmente una teora de la posibilidad poltica. Queriendo con esto dejar claro que la comprensin, el esfuerzo investigativo, el concreto epistemolgico, no son parcelas aisladas de lucha, no son formas de lucha en el campo terico como hemos odo repetir a un alto funcionario ocultado tras su investidura; no pueden, estos contenidos, si no tributar a la accin poltica, la accin de clase, como la define Nicos Poulantzas11. En este sentido, el esfuerzo por comprender debe ser, en ltima instancia, el de aclarar la accin para la toma del poder. Cada uno de los aspectos mencionados como formas de confusin, son, en unidad, formas que toma la ideologa. Detrs de cada una de las confusiones hay la certeza de la correcta comprensin, hay las experiencias que las confirman, hay inclusive la resistencia al abandono de las mismas. Se piensa, quiz, que podemos afinar el concepto sin salirnos de la forma confusa. Pensamos que no es el caso. Sin embargo, siendo significativo el primer paso recorrido, nos queda todava aproximarnos al concepto de plusvala, camino que recorreremos de la mano de Marx. Si algo hay seguro, y Ludovico lo deja bien claro en el texto central de este trabajo, es que no es posible entender el concepto de plusvala ideolgica sin el previo desarrollo de su par anlogo-material. Sin recorrer la comprensin de dicho concepto, no ser posible la solucin del problema. No podremos entender si la comprensin se hace desde una acomodacin de las11 (N. Poulantzas, Poder Poltico y Clases Sociales en el Estado Capitalista, 1977)

comprensiones confusas, o si al contrario, y es nuestro parecer, la plusvala ideolgica es la negacin, a la vez, de todas sus posibles confusiones y, en cierto sentido, la afirmacin amplia de todas ellas. Queda para cerrar, saltar de la contradiccin a la negacin de la negacin, y de all, a la afirmacin del concepto. Ojal fuera tan fcil como se dice.

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El concepto de plusvala organizado desde unas tensiones

-Alto ah grita ahora el capitalista-. Yo he alquilado al obrero por un da entero, por doce horas. Seis horas no son ms que media jornada. De modo que a seguir trabajando, hasta cubrir las otras seis horas, y slo entonces estaremos en paz!-

Federico Engels, Introduccin a Trabajo Asalariado y Capital. 1891

El siguiente paso lo daremos desde una primera sntesis las confusiones son parte histricamente constitutivas del objeto y debemos incorporarlas a su concepto, y la organizacin de unas tensiones que tambin incorporaran algunos elementos, desde nuestro parecer, los ms fundamentales y centrales. Antes de realizar esta maniobra, dejaremos claros algunos elementos en torno a la comprensin que manejamos sobre la forma de conceptualizar en Marx. Es fundamental hacer nfasis en la ruptura que hacemos con otras formas de investigar y de exponer lo alcanzado en tal proceso. De hecho, asumir la investigacin y la exposicin de la misma como dos momentos diferentes ya es una radical diferencia. Marx pone en claridad estos dos momentos como fundamentales:Claro est que el mtodo de exposicin debe distinguirse formalmente del mtodo de investigacin. La investigacin ha de tender a asimilarse en detalle la materia investigada, a analizar sus diversas formas de desarrollo y a descubrir sus nexos internos. Slo despus de coronada esta labor, puede el investigador proceder a exponer adecuadamente el movimiento real. Y si sabe hacerlo y consigue reflejar idealmente en la exposicin la vida de la

materia, cabe siempre la posibilidad de que se tenga la impresin de estar ante una construccin a priori. (Marx, 1975 I, pg. XXIII).

Una categora fundamental para aprehender el mtodo marxista, sumado al de dialctica y al de contradiccin, es el de la totalidad. Es justo desde tal perspectiva que se aborda el alcance de dichas formas de desarrollo y nexos internos de lo real. En el momento de exposicin del movimiento real, para abordar al mtodo en su amplitud, debemos dejar claro que el concepto no puede comprenderse simplemente como un lugar entre esencia y fenmeno, o entre lo abstracto y lo concreto, como explica Dussel en Hacia un Marx Desconocido (Dussel, 1988). Discrepamos tambin cuando otorga a las categoras el carcter de momento analtico y a los conceptos como producto de lo dialctico: concepto y categoras forman parte de una confrontacin con la realidad, en la que lo dialctico es escenario y unidad de la misma accin investigativa. La categora se construye en el mismo momento de la construccin conceptual, y si bien deben diferenciarse por razones de exposicin y de orden

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lgico, es fundamental a la construccin conceptual la claridad y coherencia categorial. En tal proceso es fundamental incorporar a las determinaciones. Dussel deja claro que esta relacin ms bien esta separacin en momentos de lo conceptual y lo categorial es fundamental en el desarrollo de su obra, cuyo objeto fundamental es la crtica a la categora de Totalidad, sustituida en la comprensin del autor por otra de carcter idealista-hegeliano, la exterioridad12. Categoras y conceptos se relacionan ntimamente con las determinaciones. Al respecto, y para poner en escena la relacin entre concepto y categora, en funcin de las determinaciones tomadas de la realidad, debemos citar extensamente a Ludovico13:Pero antes, para evitar equvocos y vaguedades, precisemos que debe entenderse aqu por determinaciones. Los filsofos han empleado este trmino de varios modos. Quiz Marx tuviese de algn modo presente la frmula de Spinoza: Omnis determitatio negatio est, Toda determinacin es una negacin, que quera decir: toda determinacin de un objeto niega aquellas notas que no le pertenecen. Hegel, en sentido similar pero en direccin inversa, deca que la determinacin es una afirmacin (de aquellas notas). Pero todo esto remite a una problemtica lgica (el asunto de las definiciones) o a una problemtica ontolgica (el asunto de las notas esenciales de un objeto); y creemos que cuando Marx hablaba de determinaciones del trabajo alienado no quera establecer ni una definicin lgica ni unas notas ontolgicas. () De esta forma las determinaciones de la alienacin, no son otra cosa que las posturas o posiciones de la alienacin, las formas en que pone o propone el anlisis. (Silva, 1985, pg. 40). 12 Concepto que pretende tomarse de una lectura hegeliana de los manuscritos del 60-63. Ver (Dussel, 1988) 13 En este fragmento Ludovico hace claridad sobre la nocin de determinacin en el contexto de su estudio de la alienacin. Basta para nosotros como forma de comprensin general.

El paso de separacin entre categoras y conceptos, en relacin a las determinaciones, Dussel lo plantea en una simple y limpia analtica ad hoc:El concepto dice relacin a la estructura total y dialcticamente mvil de las determinaciones; las categoras dicen relacin a otras categoras (son las partes del discurso sistemtico, cientfico). Marx entonces se mueve de las intuiciones al concepto, que en su desarrollo va constituyendo categoras; pasa de momentos falsos y confusos a los claros y distintos en el orden sistemtico de un orden exigido por la realidad. Adems, le pone nombres; denomina al concepto y las categoras ([...] haber bautizado con nombres ms precisos; {}), aunque frecuentemente dichos nombres (tomados de la economa poltica burguesa) tienen variaciones y diversos significados. Hay, y sta ser una hiptesis central de nuestro trabajo, evolucin de contenidos y denominaciones en el pensamiento de Marx, cambios semnticos conceptuales y categoriales. (Dussel, 1988, pg. 24).

Es interesante como considera la gnesis categorial como un movimiento del concepto que surge de la intuicin. Nada ms hegeliano quizs ni el mismo Hegel. Una contradiccin con este planteamiento lo encontramos en el mismo Dussel (Dussel, 1988, pg. 36), al explicar la confusin incorporada por W. Petty14 en torno a las categoras de valor de cambio y dinero. Dussel necesita para eso realizar un salto entre los momentos analtico y dialctico, salto innecesario si comprendemos a lo dialctico como marco metodolgico contentivo tanto de lo conceptual y lo categorial. En la misma consideracin desaparecen los exclusivos dilogos conceptos-determinacin y categoracategora, formas ideolgicas que slo sirven para atacar a Marx sin dejar de parecer marxista. Pongamos en el escenario nuestro planteamiento: conceptos, determinaciones y categoras en el14 Economista ingls, precursor de la economa poltica clsica.

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mtodo marxista, tienen, ante todo, una intencin ontolgica que podra diferenciarse de la postura ontolgicometafsica, por el hecho de ser interna, esto es, por responder a las condiciones internas de un momento histrico y a una formacin social determinada, dentro de la cual, tales conceptos, categoras y diversos tipos de conexiones y vnculos tienen una significacin terica profunda, y fuera de las cuales pierden su carcter de fuerza terica15. Toman la apariencia de conceptos y leyes universales, siendo, en ltima instancia, conceptos y leyes propias del desarrollo histrico de un sistema social, de una formacin social. Es aqu donde va Marx a conseguir la categora de plusvala. Ella es un contenido real y material del proceso de produccin capitalista, es constitutiva de dicha formacin social, esto es, en su determinacin y concrecin tenemos la misma del sistema capitalista. Las confusiones explicadas atrs, desdeamos mencionarlas como Dussel momentos falsos, nada ms antidialctico, no deben desaparecer de nuestra comprensin, deben ms bien, incorporarse al concepto, que, como forma especfica de la unidad entre teora y prctica, va adquiriendo, en cada paso mayor complejidad y correlacin con la realidad que estamos estudiando y que debemos, definitivamente, cambiar.

Por tanto, el proceso D M D no debe su contenido a ninguna diferencia cualitativa entre sus dos polos, pues ambos son dinero, sino simplemente a una diferencia cuantitativa. El proceso acaba siempre sustrayendo a la circulacin ms dinero del que a ella se lanz. El algodn comprado por 100 libras esterlinas se vende, por ejemplo, por 100 + 10, o sea por 110 libras esterlinas. La frmula completa de este proceso es por tanto: D M D, donde D = D + D, o lo que es lo mismo igual a la suma de dinero primeramente desembolsada ms un incremento. Este incremento o excedente que queda despus de cubrir el valor primitivo es lo que yo llamo plusvala (surplus value). Por tanto, el valor primeramente desembolsado no slo se conserva en la circulacin, sino que su magnitud de valor experimenta, dentro de ella, un cambio, se incrementa con una plusvala, se valoriza. Y este proceso es el que lo convierte en capital. (Marx, 1975 I, pg. 107).

Valor de uso y valor de cambioSucede algo interesante y relacionado con la pequea discusin que colocamos arriba como introduccin al concepto de plusvala: si pensamos en un concepto como en una definicin, una simple descripcin de un nombre, podemos sentirnos satisfechos al leer lo siguiente:15 Leer al respecto la carta de Marx a Pavel V. Annenkov, 28 de diciembre de 1846.

Esta afirmacin, la primera aparicin del trmino plusvala en el cuerpo del primer libro, especficamente, en la seccin segunda, La transformacin del dinero en capital, captulo IV, tiene el carcter de definitiva en toda su apariencia. El proceso D M D mencionado, modela, junto a M D M, las relaciones sociales que se han ido consolidando histricamente, de hecho, son tomadas del centro de la unidad histrica de la produccin de mercancas y el comercio, mencionados al principio del capitulo como las premisas histricas en las que surge el capital (Marx, 1975 I, pg. 103). Estas frmulas no representan en s sino el reflejo de procesos que toman carcter dominante, toman forma de relaciones sociales fundamentales. Si nuestra bsqueda se concentrara en la recoleccin de definiciones, perderamos de vista no slo la especificidad conceptual desarrollada por Marx, sino tambin, el movimiento dialctico de los conceptos. Esta primera mencin del concepto de plusvala, a la par de la exposicin del movimiento dialctico de la realidad,

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debe dar paso a prximas concreciones. No debe tomarse por definitiva. Sigamos adelante. No pretendemos mostrar elementos novedosos en torno a los conceptos de valor de uso y valor de cambio, lo que nos interesa, en un primer momento, es resaltar la relacin que con ellos tiene el concepto de plusvala. Escribe Marx:El ciclo M D M arranca del polo de una mercanca y se cierra con el polo de otra mercanca, que sale de la circulacin y entra en la rbita del consumo. Su fin ltimo es, por tanto, el consumo, la satisfaccin de necesidades, o, dicho en otros trminos, el valor de uso. Por el contrario, el ciclo D M D arranca del polo del dinero para retornar por ltimo al mismo polo. Su motivo propulsor y su finalidad determinante es, por tanto, el propio valor de cambio. (Marx, 1975 I, pg. 106).

La idea de utilidad toma forma ms precisa en el escenario del desarrollo de la produccin simple de mercancas. En torno a la misma se organiza lgicamente al menos desde la perspectiva clsica de la economa poltica la idea de cambio. No podemos asumir, de nuevo, en torno a estos dos conceptos las mismas equivocaciones y confusiones sealas arriba. Veamos.A primera vista, el valor de cambio aparece como la relacin cuantitativa, la proporcin en que se cambian valores de uso de una clase por valores de uso de otra, relacin que vara constantemente con los lugares y los tiempos. (Marx, 1975 I, pg. 4).

Es necesario hacer nfasis en el proceso histrico detrs del modelo. Marx explica que tal diferencia entre los dos modos toma su tiempo histrico en aparecer. Durante el desarrollo de la simple circulacin de mercancas, son confundibles e indiferentes, es justamente en el desarrollo del modo capitalista de produccin donde toman en relacin a su claridad y diferencia su posibilidad de ser objeto de un proceso expresivo modlico. Poniendo de lado entindase la diferencia con la expresin dejar de lado el proceso histrico que ha dado como posibilidad las relaciones que son, posteriormente, modeladas mediante un proceso terico por el pensamiento, detengmonos un momento en los conceptos de valor de uso y valor de cambio. Escribe Marx: La utilidad de un objeto lo convierte en valor de uso (Marx, 1975 I, pg. 3), y esta afirmacin, asumida de manera ingenua, podra hacernos pensar en un criterio de organizacin de la totalidad real en trminos de lo til y lo no til, organizacin por dems intil.

Marx seala como precursor del anlisis de esta relacin a Aristteles, quin en varias obras, como la tica a Nicmaco o en la Poltica, estudia el intercambio de productos de artes y oficios especficos con una determinada utilidad. Sin embargo, de su anlisis, Aristteles concluye la imposibilidad de dar con la razn subyacente del intercambio de diversos objetos tiles. Nos explica Marx:El propio Aristteles nos dice, pues, en qu tropieza al llevar adelante su anlisis: tropieza en la carencia de un concepto del valor. Dnde est lo igual, la sustancia comn que representa la casa respecto a los lechos, en la expresin de valor de stos? Semejante sustancia no puede existir, en rigor, dice Aristteles. Por qu? La casa representa respecto a los lechos un algo igual en la medida en que representa aquello que hay realmente de igual en ambos objetos, a saber: trabajo humano. (Marx, 1975 I, pg. 26).

El trabajo humano aparece en el escenario, y an ms, aparece vinculado directamente, identificado con el valor. Observemos detenidamente como forzosamente, desde la concepcin materialista de la histria, al dar cuenta de un concepto debemos atender a lo histrico: el trabajo humano, en el momento de la formacin social griega, donde vive Aristteles, tiene un

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significado totalmente diferente con la concepcin que de lo mismo tendra un ciudadano ingls del siglo XIX Y en qu radica esa diferencia? Es acaso un problema de concepciones? No es as. El contenido social del trabajo, entendido ste como relacin social, ha sufrido grandes cambios desde el siglo V antes de Cristo hasta el siglo XIX. El intercambio de los productos de diversos trabajos, realizados por una diversidad de sujetos sociales, entre los que contamos esclavos, pequeos artesanos, entre otros, no se explica por la unidad de cada uno de estos trabajos, por un contenido que los rene, en principio, porque no hay una unidad social-productiva que organice al trabajo en esos trminos. Es interesante revisar, por ejemplo, lo que Aristteles refiere en la Poltica, cuando estudia las diferencias entre la economa o administracin domsticay la denominada crematstica. En la seccin II del Libro I podemos recoger algunas consecuencias de lo tratado en la seccin I, entre ellas, un paso lgico fundamentado en una perspectiva atomstica, donde invita al mtodo de reducir lo complejo a las partes ms pequeas16. En seccin II comienza a tratar, de acuerdo a lo planteado, el rgimen familiar. Aclarando las relaciones que la constituyen, destaca un problema que nos da algunas pistas sobre el concepto de trabajo que domina en su poca:Hay an una parte del rgimen familiar, que en opinin de algunos parece confundirse con el rgimen total17, en tanto que otros la consideran como su parte ms importante. A reserva de dilucidar este punto, dir que entiendo referirme a la llamada crematstica o adquisicin de bienes. (Aristteles, Poltica, 1999 a, pgs. 159160).

Pginas adelante encontramos, en la seccin III:Ahora bien, claro est que no es lo mismo la administracin domstica que la crematstica, ya que a la ltima corresponde el proveer y a la primera el usar; (). Si, por tanto, pertenece a la crematstica considerar de dnde hemos de obtener riquezas y propiedad, y de otro lado la propiedad y la riqueza comprenden muchas partes, hemos de preguntarnos ante todo si la agricultura es una parte de la crematstica o algo de distinto gnero, y otro tanto en general con respecto a todos nuestros afanes por procurarnos los artculos alimenticios. (Aristteles, Poltica, 1999 a, pg. 164). De todo objeto de posesin hay un uso doble, y uno y otro son inherentes al objeto, aunque no de la misma manera le son inherentes, sino que uno es propio de la cosa y el otro no. Del calzado, por ejemplo, podemos servirnos para calzarnos o como artculo de cambio. (Aristteles, Poltica, 1999 a, pg. 165).

16 (Aristteles, Poltica, 1999 a, pg. 157) 17 Esto es, el problema de la divisin hasta lo simple, tiene aqu un obstculo.

Necesitamos el enfoque histrico para darnos cuenta de algo: Aristteles hace mencin de un fenmeno observable. l denomina, o mejor dicho, es denominado en su poca como crematstica a la adquisicin de bienes. El escenario productivo est organizado en torno a la predominancia del modo de produccin esclavista, donde, el trabajo, no ha tomado la forma que conocemos. En ese escenario la adquisicin de bienes puede vincularse a la utilidad como fenmeno, sin embargo, dicho vnculo se construye sobre fenmenos preexistentes, no son creados por la pregunta, son slo puestos en relacin problemtica. En otras palabras, en el momento en que Aristteles se pregunta por el extrao fenmeno mediante el cual cosas totalmente dismiles son intercambiadas como si un algo las identificara, se incorpora el concepto de utilidad como el nico contenido comprensible, pero no el nico observable. Esto nos pone en vista la relacin histrico-dialctica entre los dos trminos estudiados.

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Falta an el desarrollo de siglos para poder hacer ms evidente lo que, por el desarrollo de la divisin social del trabajo en la Grecia del siglo V, no pudo ser percibido por Aristteles. Esto nos permite entender ms all de las simples ocurrencias individuales de cambio y la comprensin cotidiana de la utilidad de un producto del trabajo, la vinculacin dialctica entre valor de cambio y valor de uso, slo comprensible si se organizan ambas en torno al trabajo humano como relacin fundamental del sistema capitalista.

El trabajo como valor de cambio y valor de usoEn realidad no dijimos nada nuevo sobre las nociones de cambio y uso. Lo que hicimos fue retomar una idea plasmada a lo largo de la obra marxiana: la relacin histrica de los conceptos enfrentada a su forma lgica. Este es un punto crucial. En un seminario sobre El Capital, llevado a cabo en la Universidad Bolivariana de Venezuela, durante los primeros meses del ao 2011, donde fueron invitados profesores de la Universidad Autnoma de Mxico, entabl una diatriba con el profesor Armando Bartra, quien, partiendo de la supuesta separacin en Marx entre lo lgico y lo histrico, llam la atencin sobre lo que asumi como una limitante de la investigacin marxiana: el recurso a la historia para explicar la renta de la tierra es la prueba, no slo del lmite modlico a lo interno de El Capital como obra, sino seal de una exterioridad real al modelo El Capital, exterioridad que funciona para introducir moralmenteal campesino como el sujeto histrico; cuestin que se encuentra de frente con todo el razonamiento y exposicin del sistema capitalista que Marx desarrolla y que es ms bien seal de lo limitado del concepto de ciencia bartreano. Tal exterioridad casualmente la encontramos tambin en Enrique Dussel

como un ataque a la categora de totalidad en Marx. Sin embargo, Dussel emplea otra tctica para la misma estrategia bartriana: buscando en los manuscritos no hechos para la publicacin, expone que la exterioridad se halla en un no-capital que supone la utopa anticapitalista, para tal efecto, el hombre en general, no la clase trabajadora se vale del trabajo vivo, como potencia sagrada, como capacidad elevada a contenido cuasi-religioso y como una categora totalmemte hegeliana, un replanteo del espritu absoluto, para dar el salto de sociedad: del capitalismo al no-capitalismo; otro esfuerzo moral por torcer la realidad afectando la accin poltica. Sigamos. Lo que estos autores ocultan consideramos que son suficientemente inteligentes para dejar pasar lo que Marx grita en toda su obra, es la relacin, la unidad entre historia y lgica, entendida no slo como la comprensin de los lmites, sino tambin de la mutua rectificacin incorporada dentro de un cuerpo terico. En Marx no slo presenciamos el desarrollo de los conceptos en su escenario lgico, es decir, en sus relaciones modlicas, tambin, tal dinmica es imbricada, superando los antagonismos de las concepciones burguesas, hacia una perspectiva de sntesis histrica y material de la realidad del sistema capitalista. En principio, volviendo a nuestros asuntos, nos parece lo ms evidente, que los objetos producidos por el trabajo humano tengan como fin ltimo la satisfaccin de necesidades. Lo interesante es que el problema que trae como exigencia reflexionar sobre lo til, surge en realidad, histricamente, a partir de la pregunta por el fenmeno del cambio.La reflexin acerca de las formas de la vida humana, incluyendo por tanto el anlisis cientfico de sta, sigue en general un camino opuesto al curso real de las cosas. Comienza

Luis Enrique Milln Arteaga LA PLUSVALA IDEOLGICA Elementos para una Crticapost festum y arranca, por tanto, de los resultados preestablecidos del proceso histrico. Las formas que convierten a los productos del trabajo en mercancas y que, como es natural, presuponen la circulacin de stas, poseen ya la firmeza de formas naturales de la vida social antes de que los hombres se esfuercen por explicarse, no el carcter histrico de estas formas, que consideran ya algo inmutable, sino su contenido. (Marx, 1975 I, pgs. 40-41). R. La relacin que se establece entre dos o ms cosas por las personas que contratan acerca de ellas. (1845, pg. 15) P. Qu se entiende por produccin de la riqueza? R. En sentido econmico P. Por qu se aade en sentido econmico? R. Porque en economa producir no es sinnimo de crear: no se puede crear un solo tomo; pero si hacer ms tiles los creados, esto es, producir. (1845, pgs. 18-19).

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Podramos de alguna manera decir, a ttulo de generalizacin, que una parte esencial del concepto lo constituye, no slo la forma lgica en que se organizan los elementos determinantes, sino su carcter histrico, inclusive, los contenidos histricos que motivan el planteamiento, esto es, el concepto incluye la historia de la constitucin del problema. Tal contenido del concepto como forma especfica de la concrecin de un problema histrico tiene, en su aparente regresin, un lmite, un comienzo: la trabazn entre la organizacin social y poltica y la produccin (Marx, 2007, pg. 35). Ahora, histricamente, lo que en un momento se constituy como lmite de la solucin de un problema, en otro, puede interpretarse como las formas de ocultacin ideolgica de una realidad que comienza a tomar forma de estructura social. Leemos de un texto apcrifo muy interesante, escrito en forma de dilogo por supuesto, a siglos luz de distancia del portentoso estilo platnico, del ao 1845, unos fragmentos:P. Qu se entiende por Valor? R. La idoneidad que tienen las cosas para servir al hombre en sus necesidades con tal que este conozca esa aptitud y se sirva de ella, pues de lo contrario aunque fueran tiles, nada valdran para l. P. Han hecho los autores alguna clasificacin del valor? R. Algunos, siguiendo a Smith, han distinguido entre valor de utilidad, que es el que nosotros entendemos por valor y valor de cambio, al cual nosotros llamaremos precio. P. Qu es precio?

Surgen dos nuevas nociones: valor y precio. Ambas son fundamentales para entender nuestro siguiente paso para construir un resumen del concepto de plusvala. El texto anterior es interesante por dos razones, una, pretende ser un escrito de sntesis, esto es, se supone equidistante y omniabarcante, en lo tocante a determinados puntos, a un escenario donde las tendencias de la economa poltica como ciencia burguesa entran en terica pugna; dos, es escrito a un poco ms de veinte aos antes de la primera edicin en alemn de El Capital. Seguro la sociedad europea no ha cambiado mucho en ese perodo. Sin embargo, podemos observar como se concibe al valor vinculado a la utilidad. Tenemos, en los fragmentos anteriores, toda una valoracin del proceso econmico centrado en la utilidad. Tomemos la palabra de Marx al respecto:Veamos al comenzar que la mercanca tena dos caras: la de valor de uso y la de valor de cambio. Ms tarde, hemos vuelto a encontrarnos con que el trabajo expresado en el valor no presentaba los mismos caracteres que el trabajo creador de valores de uso. Nadie, hasta ahora, haba puesto de relieve crticamente este doble carcter del trabajo representado por la mercanca. (Marx, 1975 I, pgs. 8-9).

Comparemos este trozo de El Capital con el anterior fragmento. En uno, el de 1845, producir significa crear utilidad, es decir, por ejemplo,

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agarrar madera de un rbol y hacer una mesa. No se crea un solo tomo nuevo, slo la materia cambia de ca