la oración contemplativa

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LA ORACIÓN CONTEMPLATIVA Thomas Merton PRÓLOGO Entre lo escrito por William Blake, creo que se puede destacar una frase: «Hemos sido colocados en la tierra para vivir en ella durante un breve periodo de tiempo. Así podemos aprender a asimilar los "rayos luminosos del amor".» Una expresión perfecta, acabada, como lo es lo escrito por Thomas Merton sobre la oración monástica. Porque en esta frase de William Blake se nos da la clave de la grandeza humana, totalmente traspasada por los «rayos del amor». Y al mismo tiempo nos recuerda lo que le falta al hombre para convertirse en vehículo de esos «rayos luminosos del amor». Aquí, en esta afirmación casi apodíctica, hay dos rasgos, ambos con el mismo valor, sobre el deseo que tiene el hombre de verse sumido en los «rayos luminosos del amor». Y al mismo tiempo se nos habla de su miedo a correr el riesgo de verse expuesto a su poder transformante. Porque si rezar significa cambiar, no es extraño que los hombres, incluso los consagrados a esa tarea, se apresuren a ponerse vestiduras protectoras, a llevar delantales que les eviten toda radiación, que incluso lleguen, en los momentos de su oración

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La oración contemplativa por Merton

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LA ORACINCONTEMPLATIVAThomas Merton PRLOGOEntre lo escrito por William Blake, creo que se puede destacar una frase: Hemos sido colocados en la tierra para vivir en ella durante un breve periodo de tiempo. Aspodemos aprender a asimilar los "raos luminosos del amor".! "na e#presi$n perfecta, acabada, como lo es lo escrito por %&omas 'erton sobre la oraci$n mon(stica. )orque en esta frase de William Blake se nos da la clave de la *rande+a &umana, totalmente traspasada por los raos del amor!. , al mismo tiempo nos recuerda lo que le falta al &ombre para convertirse en ve&culo de esos raos luminosos del amor!. Aqu, en esta afirmaci$n casi apodctica, &a dos ras*os, ambos con elmismo valor, sobre el deseo que tiene el &ombre de verse sumido en los raos luminosos del amor!. , al mismo tiempo se nos &abla de su miedo a correr el ries*o de verse e#puesto a su poder transformante. )orque si re+ar si*nifica cambiar, no es e#tra-o que los &ombres, incluso los consa*rados a esa tarea, se apresuren a ponerse vestiduras protectoras, a llevar delantales que les eviten toda radiaci$n, que incluso lle*uen, en los momentos de su oraci$n comunitaria, a buscar la se*uridad de los refu*ios para escapar a los efectos de esos raos luminosos del amor!se*uir como est(n.En este libro, que sin quererlo se &a convertido en el testamento de %&omas 'erton, .ste no intenta otra cosa m(s que se-alar los raos luminosos del amor!empu/arnos al conocimiento de nuestros lu*ares de refu*io contra ellos, asumidos de una forma m(s o menos conscientevoluntaria. )odra parecer una tarea ne*ativa intentar despo/ar a los &ombres de todas sus vestiduras de evasi$nde/arlos e#puestos antes de &aberles dado tiempo a tomar las decisiones necesarias. 0i la oraci$n merece el calificativo de real, es, para empe+ar, un conocimiento de nuestra finitud, de nuestra necesidad, de nuestra apertura al cambio, de nuestra preparaci$n para ser sorprendidos,&asta colmados de e#tra-e+a por los !raos luminosos del amor!.En los anti*uos teatros &aba a menudo tres o cuatro telones con escenas de un enorme realismo, pintadas enellos. Antes de la representaci$n de la obra, a intervalos, estos telones se levantaban, uno tras otro. 1unca se estaba se*uro de si se trataba de un nuevo tel$n pintado,o de si &aba empe+ado a la representaci$n de la obra. )ero al final, cuando se levantaba el 2ltimo tel$n pintado,a no &aba nada entre los actoresel espectador.3a oraci$n aut.ntica puede estar velada por muc&as cortinas que tienen que levantarse antes de palpar la realidad de la obra misma. %&omas 'erton nos va describiendo todos esos telones, esos velos, &asta que, al final, nos vemos obli*ados a ver todos esos velostelones como lo que son en la realidad, al*o que tiene que desaparecer antes del comien+o de la obra misma.En este libro, no se arro*a la pretensi$n de defender la vida mon(stica. 3o &a &ec&o a en otros. %ampoco &a escrito una especie de manual como su ensao, corto, pero admirable, Spiritual Directions. '(s bien, La oracincontemplativa s$lo ambiciona ser un tratado m(s *eneralsobre la naturale+a de la oraci$n.0e dan por sabidos dos peli*ros que el libro apenas intenta soslaar. "n mon/e, maduro en a-osen vida reli*iosa, siente una *ran devoci$nrespeto por los momentos de oraci$n comunitaria. )or eso corre un mnimo peli*ro si lee las a*udas su*erencias de %&omas 'erton, cuando dice que &asta la vida lit2r*ica puede convertirse en un corto circuito de rutinare*lamentaci$n que puede servir de lu*ar de escondite, un tel$n de se*uridad,puede crear mon/es producidos en serie, &ombresmu/eres que representan una pantomima de perfecci$n, con un desconocimiento total de su mediocridad espiritualde ser en realidad vctimaspor falta de amor del sistema. 3os mon/es entender(n perfectamente estas palabrasentre los veteranos asustados de esta vida, esos e/ercicios com2nes de piedad siempre ser(n bien recibidos como formas de invitaci$nrecuerdo de su participaci$n personal a lo que ese centro comunitario invita, pero que no impone por s mismo.)era para las comunidades formadas fuera de la vivenciamonacal, qui+( el papel de este foco corporativo no sea tan palpable,se sientan movidos a pensar en las crticas de %&omas 'erton como indicadores de que la oraci$n privada es suficiente. Es importante, por tanto, que los lectores de este libro procedentes del campo no mon(stico ten*an en cuenta el conte#to corporativo en elque la oraci$n privada tiene siempre lu*ar.El se*undo peli*ro se encuentra en todo tratado *eneral de oraci$n, aunque .sta sea mon(stica. )orque cada &ombre o mu/er que ora se encuentra en un nivel de desarrollo tan distinto&a tantas formas diferentes de entrar en la oraci$n 4 de evadirse4 en este asunto de la vida en el que 5ios nos muestra de una forma especialla fuer+a de su poder, que la maora de los tratados sobre la oraci$n en *eneral no tienen en cuenta las particularidades sa*radas del alma necesitada. )ero cuando se trata del clima de la oraci$n,sobre todo del proceso que los alemanes llaman Entlarvung, la transpiraci$n de la falsa interioridad!, la del reba-o reunido!, la del narcisismo infantil interior!, la de los intentos de a*arrarse a una se*uridad narcisista!, la delculto a los dolos que nos &emos fabricado, esos dolos mentales de un 5ios que no nos va a causar problemas ni molestias, es capa+ de lle*ar a su tarea de una forma indirecta, suficiente para de/ar de lado la futilidad de todolo que se &a escrito sobre este temaacercarnos a lo que &a realmente detr(s del 2ltimo tel$n de se*uridad.%&omas 'erton fue apasionadamente consciente de la crisis interior de nuestra .pocade la e#trema necesidadde la dimensi$n contemplativa. )ero parece &aber esco*ido &ablar a esa .poca nuestra en crisis por medio de un peque-o *rupo de *ente de desec&o, entre*ado en cuerpoalma a la tarea de ofrecer su vida a la fuente de la aut.ntica vida!. , es que si por medio de su traba/o, como una especie de masa/ista espiritual, puede desatarlos de atadurasser de al*una auda a la &ora de liberar a al*unos de sus &ermanos&ermanas de vida mon(stica de los ape*os importantes que les est(n &aciendo retroceder, tambi.n podra ofrecer ese mismo *rupo al mundo, para que tocara su cora+$n &eridolo sanara.6onvencido, como ). %. 7orst&e acostumbraba a confesar, de que la oraci$n es a la reli*i$n lo que la b2squeda primitiva es a la ciencia!, %&omas 'erton destaca las perspectivas mon(sticas a las que son llamados a inte*rarse. )orque desde los comien+os de este libro insiste en que el mon/e lleva a su nueva vida toda la vida del mundo que parece &aber abandonado. , afirma abier tamente que el mon/e est( llamado a e#plorar el conflicto universal mismo del pecadosus aspiraciones desordenadas. , lo &acen de forma m(s total,con maor dedicaci$n que sus &ermanos, que se entre*an a los traba/os de misericordiacreatividad en elmundo. 8nsiste en que el mon/ela mon/a de/an el mundo solamente para escuc&ar las voces m(s profundas que &an de/ado atr(s!.%ampoco %&omas 'erton est( asustado de las voces m(s profundas que &a de/ado atr(s. 1o tiene duda al*una en llamar a Baudelaire9imbaud cristianos perif.ricos!. Est( perfectamente preparado tambi.n parallamar la atenci$n sobre el &ec&o de que e#istencialistas como Heide**er, 6amus0artre &an mirado a la muertecara a cara, &an profundi+ado &asta los abismos de la nada del &ombre, &an probado en su espritu la falta de autenticidad del &ombre&an e#i*ido a *ritos su liberaci$n. Est( preparado para alabar su fulminante poder para desnudar al &ombrepara insistir en que quien se atreve a avan+ar por los diferentes niveles de oraci$n, no puede escapar de estas despiadadas revelaciones de la situaci$n e#istencial del &ombre.%&omas 'erton no est( solamente abierto a las voces e#istencialistas de nuestro tiempo, sino tambi.n a la contribuci$n, tan importante como abandonada, a la cultura mon(stica, que pueden aportarnos nuestros compa-eros de via/e contemplativoque se en*loban enel +en budista, en el &induismoen el sufismo musulm(n. Estaba convencido de que la visi$n que tienen del mundo esos msticossus vivencias deberan ser puestas cada ve+ m(s a disposici$n de los mon/es cristianos, a la &ora de la b2squeda, por parte de .stos, de los niveles m(s profundos de oraci$n.0i, como observa %&omas 'erton en su primera p(*ina, la vida mon(stica es ante todo una vida de oraci$n!, entonces la oraci$n personal, que e#i*e un compromiso creciente de todos los poderes del que ora, se convierte en el asunto m(s importante. 1o es suficiente con &aber de/ado E*ipto. 3os mon/es est(n llamados a entrar en la tierra prometida,entrar no si*nifica solamente &acerlo con los pies, sino tambi.n con el cora+$n. )ararse demasiado pronto es la forma m(s corriente de meterse en un calle/$n sin salida en el camino de la oraci$n.%&omas 'erton califica esta complacencia como de una especie de separaci$n de 5ios. El padre 'onc&anin, el ap$stol franc.s de la oraci$n, que vivi$ en el sur de la 8ndia, lo resume en una frase: Ha demasiadas conciencias encerradas tras un muro.! :)odra referirse a estos estilos complacientes de mon/es que, en lo que se refiere a la vida personal de oraci$n, &an puesto en orden su condici$n de seres dispersos,que cuando meditan no lo*ran situarse por encima de un sentimiento de auto/ustificaci$n, usando la re*la de medir de la comparaci$n, para ase*urarse ellos mismos de que sus vidas son, al menos, no peores que las de la maora de los que se encuentran en su misma forma de vida;%&omas 'erton, desde el principio del libro, afirma que un a*udo sentido de necesidad es un *ran simulador de la complacencia en materia de oraci$n. )ero tras todas las necesidades con las que nuestra situaci$n en el mundo nos presiona, est(, omnipresente, la necesidad que brota de nuestra finitud. )ascal e#presa esta necesidad en sus Pensamientos cuando escribe que &aen todo &ombre un abismo infinito! que solamente puede ser llenado por un ob/eto infinito e inmutable, es decir, solamente por 5ios mismo! ?@A. %&omas 'erton ve emer*er los niveles m(s profundos deoraci$n de este deseo interior, fruto de nuestra pobre+a del vaco que sentimos interiormente.3a oraci$nel sacrificio se apoane#i*en la una al otro , para %&omas 'erton, cualquier pr(ctica que nos purifica, que aumenta la &umildad, que &ace sur*ir en nosotros un sentimiento nuevo de nuestra finitudde nuestra condici$n de criaturas, es recomendable. , aunque el sufrimiento en s mismo puede ser la forma m(s profunda de oraci$n, tambi.n est( mu claro que cualquier atisbo de activismo que nos obli*a a olvidarnostotalmente de nosotros, o cualquier martirio prematuro, es una especie de e*ocentrismo. En este sentido, qui+( la perspectiva m(s profunda es la de que los sacrificios que uno esco*e son casi siempre inferiores a los que noslle*an sin pedirlos, que son los que se nos presentan abundantemente en nuestro camino. En La oracin contemplativa vuelve de nuevo al sacerdote 'onc&anin: 1os es suficiente con saber que estamos en el sitio en el que 5ios quiere que estemos,llevar a cabo nuestro traba/o, incluso cuando no se trate m(s que de un traba/ode &ormi*a, infinitamente peque-o,con unos resultados imposibles de cote/ar. Estamos en la &ora del Huerto de los Blivos,de la noc&e, la &ora del silencio oferente, la &ora de la esperan+a. A& est( 5ios solo, sin rostro, desconocido, al que no sentimos, pero que si*ue siendo el 5ios que no podemos ne*ar.!Cui+( la visi$n m(s profunda de todo el libro procede de la *ua que se nos ofrece en .l sobre c$mo ser liberados de nuestras complacenciascobardas,sobre c$mo movernos &acia la presencia de 5ios, que es un fue*o abrasador. )orque Blake conoca bien &asta qu. punto es un asunto lar*ocostoso aprender a soportar los raos luminosos del amor!. 0i es verdad que la oraci$n m(s profunda en su culminaci$n es un perpetuo rendirse a 5ios, como consecuencia, toda meditaci$nlos actos especficos de la oraci$n pueden verse como preparacionespurificaciones para disponernos a entrar en ese camino que nunca acaba. Efectivamente, lo que amenudo est( oculto es que &a en nosotros un miedo terrible, que se adue-a de nosotros ante tal e#pectativa. 0i so como creo ser5ios es como me lo &e ima*inado, entonces, qui+( pueda soportar arries*arme a ello. :)ero qu. pasar( si al final me do cuenta de quees distinto a como me lo &aba ima*inado,qu. si, en supresencia terrible, todas las capas de lo que o &aba pensado que era o mismo se disuelventiene lu*ar un encuentro aterrador e impredecible; A&ora empe+amos aencarar el pavor &umano, ese pavor que encubre el encuentro desconocido con la muerte, el miedo que en peque-o crea tan a menudo una crisis a la &ora del compromiso.%&omas 'erton prosi*ue tranquilamente: 5ebemos de/arnos llevar desnudos e inermes al centro de ese pavor en el que nos encontramos solos frente a 5ios, en nuestra nada sin e#plicaci$n, completamente dependientes de su providencia, en una necesidad apremiante del don de su *racia, su perd$nla lu+ de la fe...!, porque la verdadera contemplaci$n no es un truco psicol$*ico, sino una *racia teolo*al!. Aqu describe un vaco que lle*a &asta la verdadera ra+ de nuestra naturale+a, porque los lmites &an sido eliminados.6uando la crisis del compromiso sobrevive a tal acontecimiento, es porque ba/o el miedo &a un amor suficientemente *rande como para soportar el peli*ro de la revelaci$ndel descubrimiento. La oracin contemplativa nos &abla en un len*ua/e mu seme/ante al de La Nube del Desconocido, que nos ase*ura que para penetrar el miedo profundo que nos infunde la presencia dentro del Desconocido dentro de la Nube,debemos luc&ar con el dardo afilado de un amor an&elante,no abandonar la partida pase lo que pase A. El no abandones! es el sello de la constancia delamorel fondo de esta fidelidad del dardo afilado del amor an&elante!, :no es que la santidadla oraci$n mon(stica, en el fondo, son la misma cosa;%&omas 'erton muri$ en un accidente que sufri$ en Ban*kok en diciembre de DEFG. Esperaba encontrarse all con Hean 3eclercq en una reuni$n de lderes de la vida monacal de Asia. El tema central del encuentro era sobre la renovaci$n de la vida mon(stica en aquella (readel mundo. Este testamento suo, La oracin contemplativa,es portador de su propio mensa/e de renovaci$n. 3os monasterios ser(n renovados en la medida en que un maor n2mero de mon/es, en un espont(neo brote de libertad e#perimental, encuentren sus caminos cada ve+ con maor profundidad, &acia la orientaci$n contemplativa, de una vida entera dedicada ala oraci$n. 1ada puede redimir nuestros tiempos, restablecer el sentido de la ima*en divina que vive en todo ser &umano,resaltar el sentido interiore#terior de la responsabilidad de los &ombresmu/eres de unos para con otros, como un volver a revitali+ar los niveles m(s profundos de oraci$n.Douglas V. Steere LA ORACIN CONTEMPLATIVAAunque camine en tinieblas, sin hallar una lu, quecon!"e en el nombre del Se#or $ se apo$e en su Dios.%&s '(,)(*Les dar+ inteligencia para que reconocan que $o so$el Se#or, ellos ser-n mi pueblo $ $o ser+ su Dios.%.r /0,1* INTRODUCCINEl mon/e es un cristiano que &a respondido a una llamada especial de 5iosse &a retirado de las preocupaciones m(s activas del mundo, para dedicarse enteramente al arrepentimiento, a la conversi$n, a lametanoia, a la renunciaa la oraci$n. En t.rminos positivos, debemos entender la vida mon(stica, sobre todo, como una vida de oraci$n. 3os elementos ne*ativos, la soledad, el auno, la obediencia, la penitencia, la renuncia a la propiedada todo tipo de ambiciones, todos esos elementos se orientan a de/ar e#pedito el camino de tal modo que la oraci$n, la meditaci$nla contemplaci$n puedan llenar el espacio creado por el abandono de otras preocupaciones.3o que se &a escrito sobre la oraci$n en estas p(*inas, va diri*ido en primer lu*ar a los mon/es. )ero, lo mismo que un libro de psicoan(lisis escrito por un psicoanalista para los de su misma profesi$n puede tambi.n, si no esdemasiado t.cnico, llamar a las puertas de los profanos, pero que tienen un cierto inter.s por esos temas, lo mismo pasa con este libro. )or eso un estudio pr(ctico m(s que acad.mico de la oraci$n mon(stica debe ser interesante para todos los cristianos, puesto que todo cristiano se &a comprometido a ser, en cierto sentido, un &ombre de oraci$n. Aunque pocos tienen el deseo de la soledad o vocaci$n para la vida mon(stica, todos los cristianos deben, al menos en teora, tener bastante inter.s por la oraci$n, de tal forma que pueden ser capaces de leerservirse de lo que aqu se escribe paralos mon/es, adapt(ndolo a las circunstancias de su propia vocaci$n. 6iertamente, en el apresuramiento de lavida urbana moderna, muc&os encararemos la necesidadde cierto silencio interiorde una disciplina sencillamente para sentirnos nosotros mismos, para mantener nuestra identidad &umanacristiananuestra libertad espiritual. )ara promover eso debemos buscar a menudo momentos de retirooraci$n en los que profundi+ar nuestra vida de meditaci$n. Estas p(*inas tratan sobre la aut.ntica naturale+a de la oraci$n, m(s que sobre al*unas t.cnicas especiales, reservadas a unos pocos. 3o que aqu se dice es aplicable a cualquier cristiano, aunque, en este 2ltimo caso, qui+( con menos .nfasis en la intensidad de al*unos procesos, m(s propios de la vida en soledad.3a vida mon(stica es, primero, esencialmente sencilla. En el monaquismo primitivo la oraci$n no era necesariamente lit2r*ica. 3a litur*ia era vista, a menudo, casi como al*o reservado a los mon/escan$ni*os. )or eso, los primeros mon/es en E*ipto0iria se*uan una litur*ia mu rudimentaria,sus oraciones personales eran directassin complicaci$n al*una. )or e/emplo, leemos en los dic&os de los )adres del 5esierto D que unmon/e pre*unt$ a san 'acario c$mo orar. 3e respondi$: 1o es necesario servirse de muc&as palabras. 0olamente e#tiende tus bra+osdi: "0e-or, ten compasi$n de m como t2 deseescomo t2 bien sabes.", si el enemi*o te tienta fuertemente, di: "0e-or, vena2dame."! En las1 Apothegmata, 19, P.G. 34,249.2on!erencias de oracin / de 6asiano, vemos el *ran empe-o que mostraban los mon/es para encontrar la simplicidad en la oraci$n, &ec&a a base de frases cortas, sacadas de los 0almosde otras partes de la Escritura. "na de las m(s frecuentemente usadas era Deus, in ad3utorium meum intende, 45ios mo, ven en mi au#ilio" I.A primera vista uno podra pre*untarse qu. tienen que ver unas oraciones tan sencillas con la contemplaci$n. )ara empe+ar, los )adres del 5esierto no se consideraban ellos mismos como msticos, aunque de &ec&o, a menudo lo eran. 6uidaban muc&o el no ir en busca de e#periencias e#traordinariasluc&aban denodadamente por encontrar la pure+a del cora+$nel control de sus pensamientos, para *uardar sus mentescora+ones vacos de preocupacionescuidados, para que de esa forma pudieran al mismo tiempo olvidarse de ellos mismosdedicar todo su ser al amoral servicio de 5ios.Este amor se e#presaba en primer lu*ar en el amor a la )alabra de 5ios. 3a oraci$n se e#traa de las Escrituras, especialmente de los 0almos. 3os primeros mon/es veanen el 0alterio no solamente un compendio de todos los dem(s libros de la Biblia, sino un libro de una eficacia especial para la vida asc.tica, en el que se adivinaban los mociones del cora+$n en su luc&a contra las fuer+as de las tinieblas >. 3a batalla de los 0almos! siempre se interpretaba en referencia a la *uerra interior contra las pasionescontra el demonio. 3a meditaci$n era, sobre todo, meditatio scripturarum @. )ero no debemos ima*iJ2 Conferencia 10.3 Salmo 69,2.4 San Atanasio, Ep. a !arcellin"m.# Cf. $om %ean Leclerq, &o'e of &earning an the $esire of Go, New York, Fordha (ni'ersit) Press, 1961, caps. * ) *+.narnos a los mon/es primitivos aplic(ndose ellos mismos a una verdadera meditaci$n analtica de la Biblia. )ara ellos la meditaci$n consista en &acer suas las palabras de la Biblia, memori+(ndolasrepiti.ndolas, con una concentraci$n sencilla, desde el cora+$n!. )or tanto, el cora+$n! al final /ue*a un papel central en esa forma primitiva de oraci$n mon(stica.0e le pidi$ a san 'acario que e#plicase una frase de un salmo: El meditar de mi cora+$n est( en tu presencia.! 7ruto de ello, dio una de las primeras descripciones de laoraci$n del cora+$n! que para .l consista en invocar elnombre de 6risto con profunda atenci$n, en el campo real del ser de uno, es decir, en el cora+$n!, considerado como ra+fuente de la verdad interior de cada uno. 8nvocar el nombre de 6risto en el cora+$n de uno! era equivalente a llamarle con la m(s profundasincera intensidad de la fe, manifestada por la concentraci$n de todo el ser de uno despo/ado de todas las cosas no esencialesreducido a la nada, salvo a la invocaci$n del nombre del 0e-or con una simple petici$nde auda. 0an 'acario deca: 1o e#iste nin*una otra meditaci$n m(s perfecta que el salvficobendito nombre de nuestro 0e-or Hesucristo, que mora sin interrupci$n en ti, como est( escrito: "Kritar. como un p(/aromeditar. como una t$rtola." Es lo que &ace el &ombre devoto que persevera en su invocaci$n del nombre salvfico de 1uestro 0e-or Hesucristo! F.3os mon/es de las i*lesias orientales, en Kreciaen 9usia, &an usado durante si*los un manual de oraci$n llamado Philo5alia. 0e trata de una antolo*a de citas de! De Ael"#ea$, c"%ado &or Re'ch e# $octrine Asc,ti-"e es Premiers !a.tres Eg)ptiens, &( )*)(los )adres monacales de Briente desde el si*lo tercero &asta la Edad 'edia, todas ellas relacionadas con la oraci$n del cora+$n! o la oraci$n de Hes2s!. En la escuela de la contemplaci$n &esic(stica!, que floreci$ en los centros mon(sticos de la pennsula del 0inadel 'onte Atos, este tipo de oraci$n fue estructurada &asta convertirse en una t.cnica especial, casi esot.rica. En el presente estudio no vamos a meternos en detalles sobre esa t.cnica que a veces, de una forma irresponsable, &a sido comparada con el o*a. 0olamente enfati+aremos laesencial simplicidad de la oraci$n mon(stica en la primitiva oraci$n del cora+$n!, que consista en el reco*imiento interior, en el abandono de los pensamientos que distraanen la &umilde invocaci$n del 0e-or Hes2s con las palabras de la Biblia con un intenso espritu de fe. Esta simple pr(ctica era considerada de crucial importancia en la oraci$n mon(stica de la 8*lesia oriental, puesto que se crea que el poder sacramental del 1ombre de Hes2s traa consi*o el Espritu 0anto al cora+$n del mon/e orante. 5ice as unte#to tpico, tradicional:"n &ombre se enriquece por la fe,si quiere por laesperan+ala &umildad, con las que el mon/e se diri*e al dulcsimo nombre de 1uestro 0e-or HesucristoLse enriquece tambi.n por la pa+el amor. )orque .stas son realmente tres ramas del (rbol de la vida plantado por 5ios. "n &ombre que se acerque a .l, que lo toque a su debido tiempoque coma de .l, como est( mandado, conse*uir( una vida perdurable, eterna,no la muerte, como en el caso de Ad(n... 1uestros *loriosos maestros... en los que moraba el Espritu 0anto, nos ense-an sabiamente a todos nosotros, especialmente a los que desean abra+ar el campo del silencio divino, es decir, a los mon/es,consa*rarse a 5ios, renunciando al mundo, a practicar el &esMcasmo! con sabidura,a preferirsu perd$n con una esperan+a firme. Estos &ombres podran tener, como pr(cticaocupaci$n constantes, la invocaci$n de su m(s santodulcsimo nombre, llev(ndolo siempre en su mente,en el cora+$nen los labios... N3a pr(ctica de tener el nombre de Hes2s siempre presente en la conciencia era, para los anti*uos mon/es, el secreto del control de sus pensamientos!de sus victorias ante la tentaci$n. Eso acompa-aba a todas las actividades de la vida mon(stica, imbu.ndoles de oraci$n. Era la esencia de la meditaci$n mon(stica, una forma especial de esa pr(ctica de la presencia de 5ios de la que san Benito, a su ve+, &i+o la piedra an*ular de la vidameditaci$n mon(sticas. Esta pr(ctica b(sicasimple pudo, evidentemente, e#pandirse para incluir el pensamiento de la pasi$n, muerteresurrecci$n de 6risto, las cuales san Atanasio fue de los primeros en asociarlas a las diferentes &oras can$nicas de oraci$n G.0in embar*o, en inter.s de la sencille+, nos centraremos en la forma m(s elemental de la meditaci$n mon(stica,&ablaremos de la oraci$n del cora+$n como un medio de mantenernos en la presencia de 5iosde la realidad, enrai+ada en la verdad interior de uno mismo. Haremos referencia a los te#tos anti*uos de ve+ en cuando, pero nuestro desarrollo del tema ser( esencialmente moderno.5espu.s de todo, al*unos de los temas b(sicos del e#istencialismo de Heide**er, que subacen realmente en+ ,adlo$-o.'k/ a#d Paler, /ritings from the Philo0alia on Pra)er of the 1eart, &( )+01)+2(2 $e +irginitate, )01)!(el ineluctable &ec&o de la muerte, en la necesidad que todo &ombre tiene de la autenticidad,en al*2n tipo de liberaci$n espiritual, pueden recordarnos el clima en el que la oraci$n mon(stica floreci$,que no est( ausente de nuestro mundo moderno. %odo lo contrario. Osta es una edad que, por su misma naturale+a de tiempo de crisis, de revoluci$n, de luc&a, e#i*e una b2squeda especialun constante cuestionamiento, que constituen el traba/o del mon/e en su meditaci$noraci$n. )orque el mon/e busca al*o m(s que su propio cora+$n. Bucea profundamente en el cora+$n del mundo,pero s$lo para escuc&ar con maor intensidad las voces m(s profundasm(s abandonadas que proceden de esas profundidades abisales interiores.)or eso el t.rmino contemplacin es a la ve+ insuficiente ambi*uo cuando se aplica a las formas m(s elevadas de la oraci$n cristiana. 1ada &a m(s a/eno a la aut.ntica tradici$n mon(sticacontemplativa en la 8*lesia . , en otras ocasiones tambi.n dice que?si alguien desea rear secretamente, d+3esele ir $ que ore, no en vo+ alta, sino con l(*rimasfervor del cora+$n!. =olviendo al captulo ?Q encontramos esta oraci$n secreta!, caracteri+ada por al*unas e#presiones tradicionales. As, por e/emplo, s2plicaR, en &umildadcon devoci$n de pure+a!. 1o est( caracteri+ada por el muc&o &ablar %non in multiloquio* sino por la pure+a del cora+$npor las l(*rimas del arrepentimiento. En una palabra, debe ser cortapura salvo que se prolon*ue a impulsos de la divina *racia!.Este captulo ?Q de la 9e*la si*ue inmediatamente despu.s del captulo sobre la Bbra de 5ios, o la oraci$n lit2r*ica, en la que el mon/e se mantiene en la presencia de 5iosde sus (n*elescanta los salmos de tal forma que su mentesu vo+ puedan estar en perfecta armona.Ostas son e#presiones tradicionales,sabemos por los antecedentes de la 9e*lapor sus principales fuentes, como las &nstituciones $ 2on!erencias de 6asiano, que san Benito est( simplemente e#presando la creencia cl(sica mon(stica de que la oraci$n secretacontemplativa debe inspirarse en la oraci$n lit2r*ica, que debe ser la culminaci$n normal de esta oraci$n. Es mu importante recordar esto, porque para san Benitolos mon/es primitivos la litur*ia no era considerada en s misma como la forma superior de la contemplaci$n!. Al contrario, Eva*rio del )onto, maestro de 6asiano, sostena que la salmodia era un traba/o de la vida activa! %bios pra5ti5os*que la oraci$n contemplativa, sin palabras, en la pure+a del cora+$n, sin im(*enes o palabras, incluso m(s all( de los pensamientos, puede esperarse que flore+ca como fruto de la oraci$n activa dela litur*ia, como su plenitud normal consumada.0e*2n 6asiano, la oraci$n lit2r*ica brota de la elevaci$n sin palabras, inefable, de la mentedel cora+$n, a la que .l llama oraci$n encendida! %oratio ignita*. Aqu, la mente es iluminada por la infusi$n de la lu+ celeste, no &aciendo uso de nin*una forma &umana de palabras, sino con todos los poderes reunidos en unidad brota por s misma copiosamentese diri*e a 5ios de una forma que est( m(s all( de toda e#presi$n, diciendo tanto en un instante que la mente no puede relatarlo con facilidad ni siquiera tratando de recordarla, despu.s de que la persona &a vuelto en s misma! ??. Es interesante que .sta sea la conclusi$n del comentario de 6asiano al Pater nos@ter. 3a oraci$n encendida! es /ustamente el *o+o normal que brota, por la *racia de 5ios, cuando una oraci$n vocal est( bien &ec&a. 3a oraci$n del 0e-or4dice 6aJsiano en el mismo captulo4 lleva a todos los que la practican bien a ese m(s alto estadoles lleva a perseverar en la oraci$n encendida, ignita oratio,conocidae#perimentada por unos pocos,que es un ine#presable alto *rado de oraci$n.!Cui+( no fuera esto e#actamente lo que el mismo san Benito tuviera en su mente. 0ospec&amos que el patriarca de 'ontecasino pensaba en un estado de pure+a! muc&o m(s simplemenos e#t(tica.=olviendo a Eva*rio, podemos se-alar una e#presi$n cl(sica en la oraci$n del avan+ado, que se est( acercando a la verdadera teolo*a!. 0abemos que estamos cerca! cuando el que comprende, en un ardiente amor a 5ios, empie+a, paso a paso, a avan+ar liber(ndose de la carne,de/a de lado todos los pensamientos que proceden de los sentidos, de la memoria o del temperamento, mientras al mismo tiempo se llena de respetode *o+o! ?I.6asianoEva*rio no pertenecen a la tradici$n benedictina. )ero est(n en su fuente, lo mismo que san Basilio, que podra ser citado aqu.5e &ec&o, este 2ltimo santo trata la oraci$n de una manera mu parecida. Est( m(s preocupado de la or*ani+aci$n de la vida de oraci$n del asceta, o de la estructuraci$n de las &oras can$nicas, que del problema de la oraci$n privada. En todo caso, &a que se-alar quelas as llamadas 9e*las! de san Basilio, son directorios espirituales para las comunidades asc.ticas,por deseoe#preso, de un car(cter diferente de la vida cenobticaeremtica del monaquismo de E*ipto. Basilio piensa m(s en la vida reli*iosa que &o podramos llamar activa!,est( en la lnea de una reacci$n firmee#plcita contra laforma puramente contemplativa, asc.ticasolitaria de los mon/es de E*ipto. 3os ascetas de Basilio se mantienen m(s en contacto, si a no con el mundo!, al menos con la comunidad cristiana, a la que sirven, en la medida de sus posibilidades, con sus traba/os de caridad misericordia.)ara Basilio, la oraci$n privada es, pues, la oraci$n que tiene lu*ar cuando el asceta est- en su traba3o o &aciendo su vida normal:)orque la oraci$nsalmodia de cada &ora es posible, porque mientras las manos de la persona est(n ocupadas en sus traba/os, podemos alabar a5ios, al*unas veces con la len*ua, o si no, con el cora+$n... As, en medio de nuestro traba/o podemos cumplir la obli*aci$n S de la oraci$n, dando *racias al que &a dado fuer+a a nuestras manos para llevar a cabo nuestros traba/os,sabidura a nuestras mentes para adquirir conocimiento... As, conse*uimos un espritu reco*ido, cuando en toda acci$n pedimos a 5ios el.#ito de nuestros traba/ospa*amos nuestra deuda de *ratitud a .l debida...cuando mantenemos siempre en nuestras mentes la finalidad de a*radarle. ?>5espu.s de esto &abla de la oraci$n comunitaria de las &oras can$nicas. Aqu puede verse que la idea de san Basilio sobre la oraci$n concuerda con el conte#to de lo que se conoce tradicionalmente como vida activa. Osta no es la theoria o la theologia de Eva*rio del )onto,tampoco la Aes$chia de los contemplativos de Bi+ancio quienes, aunque sin duda son &i/os de san Basilio, estaban m(s en la tradici$n del 0ina que en la ;egula Busius 7ractata, o 9e*la E#tensa, de san Basilio.1aturalmente, Basilio &abla del traba/o manual, que puede f(cilmente compa*inarse con cualquier forma de oraci$n. )ero, :qu. pasa con las ocupaciones que distraen! m(s, tales como el apostolado ministerial; VII"no de los primeros benedictinos que empe+$ a mirar la vida contemplativa como un problema fue san Kre*orio 'a*no. En sus Di-logos, present$, por supuesto, a san Benito como el modelo carism(tico de la oraci$n perfecta, como el padre de la comunidad mon(stica, quien con sus oracionessu visi$n prof.tica, *ui$ a los mon/es, prote*i.ndolos tanto espiritual como materialmente contra el poder de las tinieblas. 0an Kre*orio da a la muerte de san Benito, de pie en la i*lesia del monasterio, sostenido por las manos de sus &ermanos mientras reciba el 6uerpo de 6risto, una relevancia especial. 3o mismo &ace toda la tradici$n benedictina despu.s de .l. Esta muerte, que la tradici$n benedictina moderna cree &aber tenido lu*ar el da de Hueves 0anto, es considerada tradicionalmente por todoscomo un acontecimiento que corona una vida dedicada al culto lit2r*ico.0in embar*o, no debemos olvidar la incidencia en el recuerdo, al*o mu si*nificativo de lo que pensaban los benedictinos, de la acostumbrada oraci$n solitaria de sanBenito, en su &abitaci$n de la torre, durante las primeras &oras del nuevo da, a partir de medianoc&e, antes de que los dem(s mon/es se levantaran para cantar el oficio.)ara ellos, este &ec&o tambi.n tiene un valor simb$lico, ense-(ndole al benedictino el tipomodelo de oraci$n mon(stica solitaria. 6ualquiera que est. familiari+ado conla tradici$n mon(stica reconocer( inmediatamente que no &a nada comparable a la forma santa de la vida mon(stica, que no inclue necesariamente este elementode contemplaci$n solitaria, que se asimila con la oraci$n solitaria de 6risto cuando se retir$ a la monta-a a orar solo durante la noc&e.0an Kre*orio podra &aber dibu/ado el retrato de san Benito con ras*os ideali+ados, creando, por as decirlo, uni5on del padre 6arism(tico de los mon/esdel &ombrede oraci$n. )ero cuando pens$ en su propia vida, como lo &ace de una forma mu bien estructurada en Coralia in .ob, se encuentra a s mismo des*arrado entre el deseo de su cora+$n de la contemplaci$n solitariasu obli*aci$n de entre*ar su tiemposus ener*as a la caridad activa como siervo de los siervos de 5ios!. 6omo 5om 6ut&bert Butler resalt$ &ace unos a-os, el tratamiento de Kre*orio del conflicto entre acci$ncontemplaci$n, es uno de los aspectos m(s fundamentales de su teora de la vida mon(stica... 5e esta forma &a influido profundamente en la vida benedictina de los a-os si*uientes. )ero no menos profundamente las ense-an+as de san Kre*orio sobre la vida contemplativala activa, &acan referencia a toda lavida clerical, a sea .sta la de los reli*iosos o la del clerosecular, en el Bccidente ?@. 5espu.s de describir la vida activa en t.rminos que podran esperarse en .l, Kre*orioofrece esta definici$n cl(sica de la vida contemplativa, que &a sido tan a menudo comentada en la literatura benedictina, que se &a convertido casi en un lu*ar com2n en la tradici$n mon(stica de Bccidente. )ienso que debe ser citada tambi.n aqu:3a vida contemplativa consiste en *uardar con todala mente de cada uno el amor a 5iosal pr$/imo, pero descansar de todo movimiento $ apego para desear solamente el del Aacedor, de tal forma que la mente a no pueda encontrar placer en &acer otra cosa, para que &abiendo desde-ado todos los cuidados, pueda sentirse librepara ver la cara de su 6reador. 5e tal forma que .l pueda soportar con dolor el peso de la carne corruptible,dentro de todos sus deseos, procurar sumarse al coro de los (n*eles, unido a los ciudadanos del cielo,*o+arse de su incorrupci$n eterna en la visi$n de 5ios. ?FAqu se nos da una definici$n de la contemplaci$n que parece e#cluir la actividad, incluso la de naturale+a espiritual. 5i*o que parece! e#cluir la acci$n. 5e &ec&o la contemplaci$n debe trascender la acci$n. 0in embar*o, este te#to, sin una e#plicaci$n m(s precisa, parece al+arse como un contraste con el te#to se-alado arriba de la 9e*la E#tensa de san Basilio.1os enfrentamos a una elecci$n entre dos aspectos que,aunque qui+( sean reconciliables, son vistos como opuestos. "no, una idea activa! de oraci$n. Acompa-a al traba/olo santifica. El otro, un concepto contemplativo! en el que la oraci$n, para penetrar m(s profundamente en el misterio de 5ios, debe descansar de toda acci$n e#terior para ad&erirse solamente al deseo del Hacedor!.Esta distinci$n, estemos de acuerdo o no, se da en la tradici$n mon(stica. )ero la tendencia &a sido a veces olvidar el se*undo conceptopresentar la idea de Basilio, de la oraci$n por medio del traba/o, como la *enuinala 2nica forma realmente practicable, de contemplaci$n personal. )or mu bien intencionada que quiera ser esta soluci$n!, puede ser que termine de &ec&o por reducir la contemplaci$n! a otro aspecto m(sde la vida activa,de a& &a un paso a tratar la actividad unida al traba/o!, como sin$nimo de contemplaci$n!.)ero .sa no fue la idea de san Kre*orio. )ara .l, la vida contemplativa es la vida del cielo, que no puede ser vivida perfectamente en este mundo!. )ero los mon/es tienen la posibilidad de, en al*una medida, anticipar, por la pure+a del cora+$n, la incorrupci$n! del cielo. 0in embar*o, la vida activa, que est( relacionada con la e#istencia presente del &ombre en el mundo, siempre e#i*e atenci$n, incluso de las personas llamadas a la contemplaci$n. En primer lu*ar, aunque, se*2n san Kre*orio, la vida contemplativa es te$ricamente superior me/or que la activa,debe ser preferida a la activa cuando sea posible, &a momentos en los que la actividad debe suplantar a la contemplaci$n. 3as dos son, de &ec&o, e#i*idas por la caridad, puesto que al &ombre se le pide amar a 5iosal pr$/imo. Ambos amores deben combinarse en toda vocaci$n en la tierra, a se trate de al*uien con cuidado de almas, o del mon/econtemplativo.3a 2nica soluci$n al conflicto entre estas dos e#i*encias en nuestros cora+ones es conse*uir el equilibrio requerido por nuestra vocaci$n individual dentro de la 8*lesia de 5ios. El pastor de almas no debe abandonar los necesarios elementos de la oraci$nla meditaci$n en su vida. En teora el mon/e contemplativo debe preferir la contemplaci$n a la acci$n siempre que pueda le*timamente &acerlo,cuando de/a la contemplaci$n por la acci$n, debe ser s$lo porque se le pide por una obli*aci$n absolutamente necesaria. 5e &ec&o, puede decirse que san Kre*orio anima! el sentido de an*ustia conflicto diciendo que el contemplativo debe sentir dolor! ante la necesidad de acci$n, incluso cuando se le plantea como una realidad obli*atoria. Aunque el contemplativo puede ser obli*ado a aceptar un obispado por motivos de caridad, nunca debe buscar! seme/ante car*o,de &ec&o debe temerlo e intentar evitarlo con todas las formas ra+onables que le sean posibles. El principio se aplica a todo ne*ocio secular! que debe nacer por motivos de compasi$n pero /am(s ser ambicionado por amor al mismo! ?N. Osta es realmente lateora de san Kre*orio.%enemos que admitir abiertamente, que este tratamiento del problema de la acci$nde la contemplaci$n parece crear conflictos maoresm(s importantes de los que resuelve. Ha que tener en cuenta que Kre*orio nos ofreci$ sencillamente el fruto de su propia e#periencia en un medio particular,que nunca intent$ decir la 2ltima palabra sobre el tema. Aunque en la Edad 'edia se le consider$ como autoridad m(#ima sobre .l. 3a vocaci$n del mon/e era la de permanecer en el monasterioorar, cuando era llamado a actuar fuera del claustro, al*o que se repeta con frecuencia, a compromoterse con los asuntos de la 8*lesia, se esperaba que fuera &acia dondese le llamaba llorandolament(ndose, lo que a menudo &aca sinceramente., as, encontramos a san Bernardo de 6laraval, cua e#periencia fue seme/ante a la de san Kre*orio, volviendo a plantearse la pre*unta en el si*lo docelle*ando a unas conclusiones mu parecidas a .l. 0in embar*o, recordemos que mientras el papa san Kre*orioescribi$, no solamente para los mon/es, sino tambi.n para los pastores, es decir, los obispos, las preocupaciones de san Bernardo se centraban casi e#clusivamente en los mon/es. VIIIEn la vida mon(stica la persona puede encontrar, de acuerdo con san Bernardo, tres vocaciones: la de 3(+aro, el penitenteL la de 'arta, la servidora entre*ada al cuidado del monasterioLla de 'ara, la contemplativa. 'ara &a esco*ido, deca san Bernardo, la me/or parte!,no tena por qu. envidiar a 'arta o de/arle a ella la contemplaci$n, cosa que no se le pide, para compartir los traba/os con 'arta. 3a parte de 'ara es, por naturale+a, preferible a las otras dossuperior a ellas. 0e siente, leendo entre lneas de lo que escribe san Bernardo, que eso tiene que decirse, porque en el Evan*elio se intue una cierta envidia de 'ara por 'arta. 3a parte de 'ara no era de &ec&o siempre deseada por la maora.0an Bernardo mismo resuelve el problema diciendo que despu.s de todo 'arta'ara son &ermanasdeben vivir en pa+ en el mismo &o*ar. )ero, en realidad, la verdadera perfecci$n mon(stica consiste, sobre todo, en la uni$n de las tres vocaciones: la del penitente, la del traba/ador activo 4en el cuidado de las almas sobre todo4la contemplativa. )ero cuando Bernardo &abla del cuidado de las almas, se refiere a la obli*aci$n de instruir *uiar a los otros mon/es, m(s que al traba/o apost$lico fuera del monasterio. 3a necesidad de predicadoresde traba/adores apost$licos era a*uda en el si*lo doce.)ara san Bernardo, la vida contemplativa es la normal para el mon/e, es decir, la que debe desear, preferir siempre, aunque la vida activa ten*a tambi.n sus e#i*encias. 3a contemplaci$n debe ser siempre deseada preferida. 3a actividad debe ser aceptada, pero nunca buscada. 7inalmente la perfecci$n de la vida mon(stica se encuentra en la uni$n de 'arta, 'ara3(+aro en una sola persona,esa persona normalmente ser( el abad, a e/emplo del mismo san Bernardo ?G.1o debemos pensar, evidentemente, que tanto san Kre*orio como san Bernardo se preocupan de la contemplaci$n desde este punto de vista problem(tico. %eniendo en cuenta la enorme actividad que ambos desple*aron en su vida, defienden con ardor su deseo del silencio o de la oraci$n contemplativa. Aunque admiten siempre que la contemplaci$n no les es desconocida en su vida de traba/o apost$lico. Efectivamente, nos damos cuenta de que su e#periencia contemplativa es, &asta cierto punto, m(s profundam(s rica precisamente por las *racias msticas que les &an sido dadasque les audan a la &ora de predicar a los dem(s.)ero en todo caso, all donde la contemplaci$n se convierte en problema o conflicto, siempre lo es por la oposici$n real o ima*inada que sur*e inmediatamente encuanto la contemplaci$n es definida, a priori, como un descanso de la acci$n e#terior!.1o cono+co un solo pasa/e en el que el problema! moderno de la contemplaci$n en oposici$n a la litur*ia sea tratado e#tensamente o tomado en serio por los padres del monaquismo. )ara ellos este problema no e#iste. 6omo muc&o, podemos qui+( deducirlo del &ec&ode queKre*orioBernardo nunca se sintieron privados de la participaci$n en los oficios lit2r*icos de la 8*lesia, salvo cuando estaban de via/e. 5e aqu que sus lamentacionespor el &ec&o de ser privados de la contemplaci$n! no provienen del &ec&o de ser privados de la litur*ia!. , enconsecuencia, por contemplaci$n! parecen &aber querido e#presar al*o que est( m(s all( de la oraci$n lit2r*ica. 0in embar*o, creo que se*uir esta lnea de ar*umentaci$n s$lo nos llevara a la confusi$n, en un tema sobre el que a se da sobradamente dic&a confusi$n.=amos a considerar simplemente qu. importancia da sanBernardo a la oraci$n personal, aparte de la comunidad. Esta discusi$n puede parecer de poco valor para el lector que vive fuera de la vida mon(stica. 0e entenda que el mon/e cisterciense poda emplear su tiempo en la oraci$n contemplativa en la i*lesia del monasterio cuando las 2onsuetudines prescriban la lectura meditada o el estudio en el claustro. 1o se trata de eso. El tema es si se admite o no un elemento de m(ssoledadseparaci$n temporal de los &ermanos. 0an Bernardo lo permite, aunque con sus dudas. 3os cistercienses eranson qui+( la orden que siempre &a insistido con la m(#ima fuer+a en la vida com2n, cenobtica. )ero incluso en el conte#to cisterciense san Bernardo puede decir:0i.ntate solo %sede itaque solitarius*, no ten*as nada en com2n con la multitud, nada con la multitud de los dem(s... Alma santa, permanece sola,*u(rdate para .l solo, fuera de los dem(s. ?Este empleo del topos neoplat$nico, solo con los solos!es un poco desacostumbrado en Bernardo de 6laraval. 0e apoa, evidentemente, en la referencia al pasa/e evan*.lico en el que 6risto ora solo en el monte. , en el pensamiento de san Bernardo se refiere, en primer lu*ar,a la soledad interior. 6risto solamente lle*a en secreto a los que &an entrado en la morada interiorcerrado la puerta tras de ellos. ,, continuando en la misma lnea, san Bernardo a-ade e#plcitamente:0in embar*o no ser( una p.rdida de tiempo separarte incluso !"sicamente %corpore* cuando pueda &acerse convenientemente, especialmente en el tiempo de oraci$n, %tempore orationis*. IQEsto &ace referencia no a nin*2n tiempo prescrito para laoraci$n mental, sino a los momentos en los que el mon/e quiera espont(neamente orar en soledad. 5ebe entenderse que, de acuerdo con la tradici$n mon(stica, los actos del mon/e no est(n enteramente *obernados ensus m(s peque-os detalles por re*ulaciones e#ternas, sino que tambi.n &a que de/ar al*2n espacio para la propia !re*la de oraci$n! del mon/e, que le *uiar(, en respuesta a las inspiraciones de la *racia, a dar m(s tiempo a la oraci$n de lo que la 9e*la realmente manda, en una analo*a perfecta con lo que 9e*la prescribe en materias como el aunola autodisciplina. El mon/e debe ser *uiado por las inspiraciones interiores de la *raciapor la bendici$n e#terior de la obediencia. 3as dos /untas pueden ser tomadas como la voluntad de 5iosrespectc a .l, para re*ular su propia vida interiorcontemplativa )edro el =enerable, contempor(neo de san Bernardo abad de 6lun, tena menos dudasera a2n m(s e#plcito que san Bernardo a la &ora de animar a la oraci$n privadasolitaria. 1o s$lo a los mon/es de las casas cluniacenses se les permita vivir en completa soledad como eremitas o reclusos voluntarios, sino a fortiori, a los cenobitas se les ofreca la posibilidad de emplear un tiempo e#cepcional orando o meditando en lu*ares retirados, separados de la comunidad. )edro el =enerable nos &abla en su obra De Ciraculis, una especie de Blorecillas cluniacenses, de un mon/e de su tiempo que !se serva de una peque-a capilla en un sitioapartadosituado en una parte de una torre, como si fuese una celda,al que le *ustaba el sitio m(s que nin*una otra parte del monasterio como lu*ar de oraci$n.All se quedaba danoc&e, totalmente ocupado en la divina contemplaci$n %divinae theoriae intentus*, con su mente ascenda por encima de todas las cosas mortales, siempre permaneca en compa-a de los m(s santos (n*eles, por una visi$n interior, en presencia del 6reador! IX=amos a consultar finalmente a otro testi*o benedictino del si*lo doce, )edro de 6elles, uno de los escritores m(s encantadores de la Edad 'edia.5e nuevo aqu, como en el caso de san Kre*oriosan Bernardo, nos enfrentamos cara a cara con una personalidad contemplativa, con un &ombre lleno de talento, de calide+ de cora+$n, inteli*ente, que a pesar de sus claras preferencias por el silenciola meditaci$n del claustro, fue llamado a ser, no s$lo abad, sino obispo.5ebe decirse, para empe+ar, que aunque )edro de 6elles e#periment$ en s mismo el conflicto entre la acci$nla contemplaci$n, no le preocup$ ni le turb$. )ara .l ni siquiera lle*$ a la cate*ora de conflicto. )or una parte, pudo suplicar con toda insistenciaseriedad al papa Ale/andro 888 en favor de Enrique, abad de 6laraval, que quera rec&a+ar una elecci$n episcopal. )edro dice al )apa con toda franque+a que sera una l(stima privar a este mon/e de la me/or parte!, la vida contemplativa,arro/arle de cabe+a a las tormentas del mundo. El car*o episcopal, para )edro, es sencillamente el mundo!. )arece que )edro alaba mu abiertamente se pone del lado de todo el que rec&a+a la pesada car*a! de la actividadde los asuntos materiales para poder entre*arse a la lecturaa la meditaci$n.Al mismo tiempo ve que &a situaciones en las que uno debe, con toda &onestidad, &acer frenteaceptar las responsabilidadesdistracciones de una misi$n. , as I?,ense-a a un ami*o, nombrado cardenal recientemente, c$mo actuar en el caso de verse preocupado por pensamientos que le distrai*an.Es particularmente importante darse cuenta de que en )edro de 6elles la contemplaci$n lit2r*icapersonal e#isten codo con codo en perfecta armona. )uede componer sermones en media &ora, arrancados a la ocupada vida de abad,son breves meditaciones en medio del *o+o de las fiestas lit2r*icas. )ero tambi.n .l *o+a las lar*as noc&es de invierno porque le proporcionan &oras suplementarias de placer, en las que su mente descansase refresca en la lecturaen la oraci$n contemplativa silenciosa II3e *usta describir el sabbat&! de contemplaci$n, en el que el alma descansa en 5ios5ios traba/a en el alma. 3a actividad tranquilatrascendente, la quies sine rubigine, en la que la pure+a del cora+$n premia la oraci$n contemplativa por el traba/o del ascetismo. Este traba/o es !la vida activa! en otro sentido m(s anti*uo: lavida de disciplina, penitencia, mortificaci$n, que es absolutamente necesaria. 0in la virtud no puede darse una contemplaci$n realverdadera. 0in el traba/o de la disciplina no puede &aber descanso en el amor.)ero cuando el ascetismo &a purificadoliberado al &ombre interior, )edro dice:5ios traba/a en nosotros mientras nosotros descansamos en .l. Este descanso est( por encima de todos los deseos, porque en s mismo es un traba/o creativo. )ero tal traba/o sobrepasa atodo otro descanso, en su tranquilidad. Este descanso, en efecto, sobresale por encima de todootro traba/o productivo. )or eso, de/emos que esta acci$n de descanso de nuestra contemplaci$n se adorne de tal forma que reprodu+ca, aunque s$lo sea en esbo+o, un modelo de descansode traba/o que es 5ios... Estas cosas no se &acen en la oscuridaden la noc&e, sino en el da, en la lu+,en el sol de /usticia. )orque el que ronca en la noc&e del vicio no puede conocer la lu+ de la contemplaci$n. I>En otro lu*ar, )edro de 6elles compara la oraci$n contemplativala activa, demostrando que las dos est(nm(s en armona que en conflicto, complet(ndose mutuamente. 0e sirve de la fi*ura familiar de las dos esposas de Hacob, 3a9aquel, un tropo que evidentemente &aba sido populari+ado antes por san Kre*oriotodos los )adres 3atinos. 3a oratio laboriosa de la oraci$n activa nos limpia de pecado. 3a oratio devota de la contemplaci$n est( bendecida por la *racia del cielo. Ambas, dice, son necesarias. 1in*una de las dos lle*a al trono de la *racia sin la otra:3a oraci$n es difcil, en apariencia mu activa, cuando el cora+$n del &ombre est( le/os de .l5ios est( le/os del cora+$n. El cora+$n del &ombre est( le/os de .l cuando est( ocupado en cuidados superfluos o se &a enfriado en su fervor reli*ioso, otambi.n cuando est( inmerso en deseos carnales. 5ios tambi.n est( le/os del cora+$n cuando le retira la *racia, nie*a su presencia,prueba la paciencia del que suplica.3a oraci$n es devota, contemplativa, cuando la *racia viene en se*uida, cuando llena toda la mente, cuando se &ace presente antes de que se la pida, cuando nos da m(s de lo que podemos pedir o comprender. I@6omo di/o una ve+ san Huan 6ris$stomo: 1o es bastante con abandonar E*ipto, uno debe entrar tambi.nen la tierra prometida! IF. )uede mencionarse que en este conte#to, oraci$n contemplativa! est( tomada en el sentido ampliono considerada necesariamente comomstica. XEc&ando una mirada retrospectiva a esta visi$n *eneral de al*unos escritos caractersticos de los si*los benedictinos!, encontramos, como podamos esperar, que la oraci$n es el aut.ntico cora+$n de la vida mon(stica. En nin*una parte se da un conflicto e#plcito entre la oraci$n lit2r*icala privada. 3as dos forman parte de una unidad armoniosa. )ero &a, sin embar*o, un conflicto entre las vidas contemplativas!las activas!, aunque este conflicto &aa sido resuelto m(s o menos completamente por escritores como )edro de 6elles. Ellos ven, de una manera mu realista , al mismo tiempo, en el espritu mismo de san Benito, que toda vida en la tierra debe necesariamente combinar elementos de acci$nde reposo, de traba/o corporalde iluminaci$n mental. A veces es necesario practicar una forma de oraci$n laboriosa, (rida,sin consuelo. En otras, la persona puede recibir *racialu+ casi sin esfuer+o, con tal de que est. suficientemente bien dispuesta. Esta vicisitud 4el t.rmino es de san Bernardo4 o variaci$n entre el traba/oel descanso se &alla e#actamente en la lnea divisoria entre la oraci$n com2n la privadase encuentra, mu claramente, en ambas.)or eso, aunque la oraci$n lit2r*ica es, por su misma naturale+a, m(s activa!, puede ser iluminada, en cualquier momento, por la *racia contemplativa. , aunque la oraci$n privada puede tender, por su naturale+a, a una espontaneidad personal maor, puede tambi.n ser, accidentalmente, m(s (ridalaboriosa que el culto comunitario, que es, en cualquier caso, particularmente bendecido por la presencia de 6risto en el misterio de una comunidad en adoraci$n cultual.3a doctrina de los primeros si*los de vida benedictina nos muestra con claridad que la oposici$n entre la oraci$n p2blica oficial!la oraci$n personal espont(nea! es en *ran medida una ficci$n moderna. , esto es verdad, en el caso en que la oraci$n oficial! seaconsiderada como la verdadera!contemplativa!, o a se esco/an estos ad/etivos para di*nificar la devoci$n personal.:6$mo sur*e la pre*unta; 3a respuesta a esta difcil pre*unta puede con/eturarse en una breve consideraci$nde la oraci$n benedictina en la 6ontrarreforma.)arecera que el .nfasis en la oraci$n mental! como une/ercicio especialsoberanamente e!ica, se &ace corrientepopular en el movimiento de la reforma mon(stica, que empe+$ en el si*lo quincese &i+o casi universal despu.s del concilio de %rento.6omo un e/emplo entre muc&os, Karca de 6isneros @@JD@DQA, el abad benedictino de 'ontserrat, Espa-a,est( considerado como el primer mstico espa-ol!, si e#cluimos al catal(n 9aimon 3lull,precursor de santa %eresasan Huan de la 6ru+. %ambi.n es considerado mu frecuentemente como precursor de san 8*nacio de 3oolade sus E3ercicios espirituales.Karca de 6isneros fue enviado desde =alladolid por los 9ees 6at$licos, para llevar a cabo la reforma de 'ontserrat. 6omo auda para implantar su reforma, escribi$ dos libros, ambos manuales de oraci$n. 3os dos est(n dentro de la tradici$n benedictina medieval."no de estos libros era un Directorio de las horas cannicas, que intentaba volver a despertar la comprensi$n del oficio divinoaudar a los mon/es a cantarlo con fervorcomprensi$n del mismo. El otro tena como finalidad reanimar el espritu de los mon/es en la oraci$n personalmeditada. 0e*ua el estilo tradicional medieval de la vida de oraci$n, dividida entre la lectura, la meditaci$nla contemplaci$n, lectio, meditatio, contemplatio. Estaba tambi.n fuertemente influenciado por la devotio moderna, que nos &a de/ado tantos tratados de vida interior, siendo el m(s famoso La imitacin de 2risto. Este libro sobre la vida interior de los mon/es, escrito por Karca de 6isneros, era realmente llamado de los E3ercicios espirituales. 7ue, evidentemente, muc&o m(s populartuvo una maor influencia que el otro tratado sobre las &oras can$nicas.5ebemos recordar que cuando la reforma mon(stica en el si*lo #vi miraba &acia el pasado inmediato, buscando buenosmalos e/emplos que pudieran servirle de pauta,encontr$ la forma cristiana de oraci$n m(s vitalque nadie discuta, entre los santos de las $rdenes mendicantes, incluendo los terciarios, como por e/emplo, en el caso de santa 6atalina de 0iena,tambi.n entre los movimientos msticos que florecieron m(s o menos ba/o la *ua de los mendicantes. )or e/emplo, el movimiento mstico renano, centrado en los conventos dominicosdiri*ido por te$lo*os de la misma orden, como Eck&art%auler. 6uando, como sucedi$ a menudo, este misticismo estuvo ba/o sospec&a, el reformador siempre poda volver a la se*ura! devotio moderna.6uando los monasterios de la Edad 'edia perdieron su fervor, la 2ltima observancia que de/$ de ser eliminada fue el oficio de coro. )udo &aber de*enerado en una rutina sin cora+$n, pero la &istoria del monaquismo nos muestra que muc&o despu.s de morir el espritu del ascetismola oraci$n personal, el oficio continuaba siendo recitado con m(s o menos devoci$ndi*nidad.Esto tiene dos importantes consecuencias para mentes como las de la 6ontrarreforma, frente a problemas inmediatosur*entes. "na es que los reformadores se encontraron enfrentados a estructuras lit2r*icas m(s o menos or*ani+adas, que, aunque estuvieran a sin alma,funcionaban todava con un orden bastante bueno. )or eso no requeran una atenci$n inmediata. , tambi.n buscaban otros puntos en los que introducir el escalpelo de la 9eforma. 6onclueron que donde se necesitaba una acci$n decisivaur*ente era en la esfera de la oraci$npiedad personales. )or eso se cre$ que los m.todos de meditaci$nla direcci$n espiritual eran *uas e#celentes para orientar al mon/e en el camino de la oraci$nde la autodisciplina.3os modelos e ideales de la devotio moderna, con su insistencia en la devoci$n personal a la persona de 6risto,a la oraci$n efica+, /u*aba un papel importante en estos esfuer+os. 5e a& sur*e, de una manera mu natural, la noci$n de la clara separaci$n entre el fervor personalla oraci$n lit2r*ica, que es considerada formal,oficialp2blica, a la que uno siempre puede acudir,que puede ofrecer un fundamento se*uro de re*ularidad en la vida de oraci$n. :)ero qu. es lo que se va a construir sobre esos cimientos; "na piedad personal, afectiva. Esto si*nifica que incluso en los oficios lit2r*icos, el individuo debe empe+ar a meditar en la pasi$n de 6risto, lo cual era al*o a/eno a la tradici$n m(santi*ua. 0e empie+a a dar una convicci$n, cada ve+ m(sprofunda, de que el mon/e fervoroso! en el coro deber( &acer al*o m(s! que limitarse a recitar el oficio!. A-adir( sus propios elementos de oraci$n afectiva e incluso de contemplaci$n. )or eso se cre$, con frecuencia, que el elemento sub/etivo sobrea-adido a la litur*ia es realmente m(s importantevalioso que el culto lit2r*ico ob/etivo en s mismo.En la oraci$n lit2r*ica, sin embar*o, el elemento ob/etivo permanecees fundamental. %anto que puede ser /u+*ado, desde su consideraci$n sub/etiva!, como un obst(culo! &acia una me/or!m(s ferviente! oraci$n personal, que los primeros reformadores queran sobrea-adir. 5e una forma mu natural la persona lle*a ala conclusi$n de que si quiere realmente orar, tiene que esperar &asta que el oficio &aa concluido, momento en el que se puede dar rienda suelta a la oraci$n espont(neasub/etiva.7inalmente, los laicos se entusiasmaron tambi.n con la meditaci$n, la oraci$n de afectosdevociones,eso e#i*a sacerdotes que pudieran diri*irlos en los caminos de la devotio moderna. 3os padres, en los monasterios benedictinos, se sentan afectados por la nueva dimensi$n, e intentaron convertirse en directores de las almas msticas, o al menos en maestros de la meditaci$n.Esto nos lleva como de la mano al famoso caso de 5om Au*ustine Baker, uno de los m(s *randes benedictinos contemplativos!una de las fi*uras m(s reverenciadas discutidas. Es, ciertamente, el maestro con m(s sentidode unidadm(s reverenciado de vida espiritual, salido de la orden benedictina en 8n*laterra, &asta nuestro si*lo,momento en el que qui+( &aa sido i*ualado por 5om 6&apman, que puede ser considerado como uno de sus discpulos.Ha muc&as ra+ones por las que 5om Au*ustine Baker debe ser considerado como el que acab$ con la terrible cate*$rica distinci$n entre las formas de oraci$n activa! la contemplativa!.En primer lu*ar, era un mstico in*l.s, se*2n la tradici$n del si*lo catorce. Es decir, complet$ un individualismo profundamente arrai*ado en la idiosincrasia in*lesa, con una tendencia permanente &acia la reclusi$n. , en se*undo lu*ar, se vio sometido a los m.todos de meditaci$n! en un monasterio benedictino italiano reformado. 3os m.todos casi le llevaron a volverse loco. 0e encontr$ a s mismo en conflicto permanente con sus &ermanos, para los que acu-$ la e#presi$n c(usticaambi*ua de los vividores activos!. 7inalmente,qui+( .ste sea el factor decisivo, se &i+o consciente de la fuertepostura de santa %eresasan Huan de la 6ru+ contra el da-o incalculable causado a los contemplativos por directores! activos, que sin noci$n al*una de lo que si*nificaba la contemplaci$n, impusieron sus sistemas a todos de forma tir(nicasin nin*2n discernimiento.Au*ustine Baker lle*$ a decir que el verdadero problema de los monasterios era que estaban *eneralmente *obernados por vividores activos!, que destruan la vida de oraci$n frustrando las vidas de los contemplativos. )ensamos que es una afirmaci$n un poco e#tremista. He aqu un pasa/e suo caracterstico:1o &a duda de que la decadencia de la reli*i$n &aprocedido, sobre todo, de un e#trava*ante desorden, que en la maora de las comunidades reli*iosas activas les llev$ a preferir &acerse con prelaturasel pastoreo de almas, en sustituci$n dela vida contemplativa, aunque el estado reli*ioso fue instituido solamente para la contemplaci$n. , eso ocurri$ incluso aunque la vida contemplativa fue renovada por &ombresmu/eres de 5ios, como 9usbroeck, %aulersanta %eresa, etc... 3osespritus activos que vivan en la vida reli*iosa, al no ser capaces de tal oraci$n, contraria a su propianaturale+a, no tenan apre&ensi$n nin*una contra tales oficios, considerados por ellos como superiores. )or el contrario, llevados por sus deseos naturales de preeminenciaamor a la libertad, no teman ofrecerse, e incluso, con ambici$n, buscar el dominio sobre los dem(s, tratando de persuadirse falsamente de que su 2nico motivo era la caridadel deseo de promoverla *loria de 5ios... )ero la e#periencia nos &abla delos efectos de tal situaci$n. IN)odemos ver aqu una peque-a metamorfosis que, despu.s de la 6ontrarreforma, tuvo lu*ar en el conte#to de la ense-an+a tradicional sobre acci$ncontemplaci$n, como nos &a lle*ado de la pluma de Kre*orio el Krande. 0in duda la sensibilidad personallas duras e#periencias de 5om Au*ustine contribueron al*o a esta nueva orientaci$n. Aqu la acci$nla contemplaci$n est(n separadas por un *ran abismo!, sin puente entre ambas. )ara 5om Au*ustine, tanto la litur*ia como la meditaci$n estaban en la parte equivocada del abismo. 3a oraci$n real era una sencilla introversi$n contemplativa,.sta, para el t.rmino medio de los benedictinos modernos que &an esco*ido la causadel movimiento lit2r*ico, aqu.lla no est( le/os de &undir al mon/e en el abismo de la de*radaci$n. )orque lleva el &orrible esti*ma del quietismo.El des*raciado resultado de esta divisi$n e#a*erada &a sido ocasi$n de una *ran confusi$n por ambas partes. )ero en nuestros tiempos, se empie+a a ver claro de nuevo que el problema es falso,que la verdadera vocaci$n de los mon/es de la familia benedictina no es luc&ar por la contemplaci$n contra la acci$n, sino restablecer el anti*uo equilibrio, lleno de armona, entre las dos. Ambas son necesarias. 'arta'ara son &ermanas. ,, para repetir lo que &emos se-alado en )edro de 6elles, una no puede audar a al*uien a acercarse al trono de 5ios sin la otra.3a respuesta no es la litur*ia solamente, o la meditaci$n solamente, sino una vida de oraci$n que tiene muc&as facetas, en la que todas esas facetas pueden *o+ar de su propio .nfasis. Este .nfasis tender( a diferir en las distintas personas, en las diferentes vocaciones individuales. El traba/o del padre abad consistir( en discernir la diversidad de espritusanimar a cada uno en el camino, querido para .l por el espritu de 5ios. 0i &ace falta, &a que remover los obst(culospuedendeben &acerse a/ustes discretos, para que la comunidad monacal produ+ca sus frutos en todo esprituen cualquier tipo de oraci$n.3o que aqu se dice para los mon/es, se aplica tambi.n, con ciertos a/ustes, a todos los fieles. XI:6u(l es el ob/etivo de la oraci$n en el sentido de oraci$n del cora+$n!;En la oraci$n del cora+$n! buscamos en primer lu*ar el maor campo de nuestra identidad en 5ios. 1o ra+onamos sobre los do*mas de la fe, o sobre !los misterios!. '(s bien buscamos conse*uir un conocimiento e#istencial, una e#periencia personal de lasverdades m(s profundas de la vidade la fe, encontr-ndonos a nosotros mismos en la verdad de Dios. 3a certe+a interior depende de la puri!icacin. 3a noc&e oscura rectifica nuestras intenciones m(s profundas. En el silencio de esta !noc&e de la fe!, nos volvemos &acia la sencille+la sinceridad del cora+$n. Aprendemos el recogimiento que consiste en escuc&ar para ver la voluntad de 5ios, en una atenci$n simpledirecta a la realidad. El reco*imiento es el conocimiento de lo incondicional. La oracinentonces si*nifica el an&elo de la sencilla presencia de 5ios, la comprensi$n personal de su palabra, el conocimiento de su voluntadla capacidad para escuc&arleobedecerle. Es al*o muc&o m(s que peticiones formuladas en favor de nuestras m(s profundas preocupaciones.1uestro deseonuestra oraci$n deben ser resumidas enlas palabras de san A*ustn: noverim te, noverim me IG5eseamos conse*uir una verdadera evaluaci$n de nosotrosdel mundo, de tal manera que seamos capaces de comprender el si*nificado de nuestra vida como &i/os de 5ios, redimidos del pecadode la muerte.5eseamos conse*uir un verdadero conocimiento amoroso de 5ios, nuestro )adre9edentor. 5eseamos escuc&ar su palabraresponder a ella con todo nuestro ser. 5eseamos conocer su misericordiosa voluntadsometernos a ella en su totalidad. Ostas son las metas dela meditatiola oratio. Esta preparaci$n para la oraci$n puede ser prolon*ada por una recitaci$n lenta, sapiencial!amorosa de un salmo favorito, refu*i(ndonos en el profundo sentido de las palabras para nosotros aqua&ora.En el len*ua/e de los padres de la vida mon(stica, toda oraci$n, la lectura, la meditaci$ntodas las dem(s actividades de la vida mon(stica tienen como finalidad la purea del coran, una total aceptaci$n de nosotros de nuestra situaci$n como querida por .l. Esto si*nifica larenuncia a todas las ilusiones sobre nosotros mismos, toda estima e#a*erada de nuestras propias capacidades,para obedecer a la voluntad de 5ios como se nos presenta en los momentos difciles de la vida en su verdad e#acta. 3a purea del coran es, pues, correlativa a una nueva identidad espiritual, al uno mismo! como reconocido en el conte#to de las realidades queridas por 5ios. 3a pure+a del cora+$n es elreconocimiento iluminado del &ombre nuevo, como opuesto a las comple/aslamentables fantasas del &ombre vie/o.3a meditaci$n est( pues ordenada a esta nueva perspectiva, a este conocimiento directo de uno mismo en su aspecto m(s elevado.:Cu. so o; 0o o mismo, una palabra pronunciada por 5ios.:Esto se*uro de que el sentido de mi vida es el que 5ios quiso para ella; :Acaso 5ios impone un sentido para mi vida desde !uera, a trav.s de los acontecimientos, la costumbre, la rutina, la le, un sistema, el impacto de aquellos con los que vivo en sociedad; :B bien esto llamado a crearme desde dentro, con .l, con su *racia, un sentido que refle/e su verdadme &a*a su palabra! &ablada libremente en mi situaci$n personal; 'i verdadera identidad subace en la llamada de 5ios a mi libertaden mi respuesta a .l. Esto si*nifica que debo usar mi libertad para amar, con plena responsabilidadautenticidad, no meramente resi*nado a recibir una forma que se impone por fuer+as e#ternas, o a formar mi propia vida de acuerdo con un modelo social, sino diri*iendo mi amor a la realidad personal de mi &ermano,abra+ando la voluntad de 5ios en su misterio desnudo, a menudo impenetrable IE. 1o puedo descubrir mi sentido si intento evadirme del miedo que me da la primera impresi$n de mi falta de sentido.)or la meditaci$n penetro en el campo m(s profundo de mi vida, busco la total comprensi$n de la voluntad de 5ios respecto a m, del perd$n de 5ios para conmi*o, mi dependencia total respecto a .l. )ero esta penetraci$n debe ser aut.ntica. 5ebe ser al*o *enuinamente vivido por m. Esto, a su ve+, depende de la autenticidad del concepto total de mi vidade mis ob/etivos. )ero mi vidamis ob/etivos tienden a ser artificiales, inaut.nticos, cuando me limito a a/ustar mis acciones a ciertas normas e#ternas de conducta, que meposibilitar(n /u*ar un papel, aceptado como bueno, en la sociedad en la que vivo. 5espu.s de todo, eso se limita casi e#clusivamente a aprender el papel. A veces, m.todospro*ramas de meditaci$n se reducen simplemente a eso, a aprender a /u*ar un papel reli*ioso.3a idea de la imitaci$n! de 6ristode los santos puedede*enerar en mera asimilacin imitativa de la persona, si se queda s$lo en el e#terior.1o le basta a la meditaci$n investi*ar el orden csmicosituarme en el mismo. 3a meditaci$n es al*o m(s que conse*uir un dominio de un Deltanschauung %una visi$n filos$fica del cosmosde la vidaA. , aunque tal meditaci$n nos lleva a una especie de resi*naci$n a la voluntad de 5ios, manifestada en el orden c$smico o en la &istoria, no se trata de al*o profundamente cristiano. 5e &ec&o, tal meditaci$n puede estar fuera del contacto con las verdades m(s profundas del cristianismo. 6onsiste en aprender unas pocas f$rmulas, fruto del raciocinio, e#plicaciones que nos permitan mantener una actitud resi*nada e indiferente en las *randes crisis de la vida. Aunque, por des*racia, esto lle*ue a posibilitar la evasi$n cuando se nos pida una confrontaci$n directa con nuestra nulidad. En ve+ de una aceptaci$n estoica de los decretos providenciales!, de los &ec&os,de otras manifestaciones de la le en el cosmos!, debemos presentarnos desnudossin defensas en el centro de esta realidad que nos asusta, donde estamos solos delante de 5ios en nuestra nulidad, sin e#plicaci$n,sin teoras, totalmente dependientes de su cuidado providente, en una e#trema necesidad del don de su *racia, de su perd$nde la lu+ de la fe.5ebemos acercarnos a nuestra meditaci$n d(ndonos cuenta de que la *racia!, el perd$n!la fe!, no son unas posesiones permanentes e inalienables que *anamos con nuestros esfuer+osretenemos como por derec&o, con tal de que nos portemos bien. 0e trata de unos dones constantemente renovados. 3a vida de la *racia en nuestros cora+ones se renueva momento a momento, directapersonalmente por 5ios en su amor por nosotros. 5e aqu que la *racia de la meditaci$n!, en el sentido de oraci$n del cora+$n!, es tambi.n un don especial. 1unca debe ser considerada como merecida. Aunque podemos decir que es un &(bito! que en cierto sentido est( permanentemente presente ennosotros, cuando lo &emos recibido, sin embar*o, si*ue siendo al*o que nunca podemos e#i*ir por derec&oservirnos de ello de acuerdo con nuestra satisfacci$n personal, sin relaci$n con la voluntad de 5ios 4aunque podamos &acer un uso aut$nomo de nuestros dones naturalesE. El don de la oraci$n es inseparable de otra *racia, la de la &umildad, que nos &ace darnos cuenta de que las aut.nticas profundidades de nuestro serde nuestra vida tienen sentidoson reales solamente en tanto en cuanto est(n orientadas &acia 5ios como a su fuentea su fin.6uando nos parece que poseemosnos servimos de nuestro serde nuestras facultades naturales de una forma absolutamente aut$noma, como si nuestro e*o individual fuera la pura fuenteel fin de nuestros actos, entonces vivimos en la ilusi$n,nuestros actos, por mu espont(neos que puedan parecer, carecen de sentido espiritualde autenticidad.En consecuencia, en primer lu*ar nuestra meditaci$n debe empe+ar por la concienciaci$n de nuestra nulidad desamparo en la presencia de 5ios. Esta e#periencia no debe ser triste o descora+onadora. Al contrario, puede ser profundamente tranquila*o+osa, puesto que ella nos lleva al contacto directo con la fuente de todo *o+ode toda vida. )ero una ra+$n por la que la meditaci$n nunca empie+a realmente, es qui+( porque nunca nos lleva a nuestro centro real de nuestra nulidad ante 5ios. )or eso nunca entramos en la realidad m(s profunda de nuestra relaci$n con .l.En otras palabras, meditamos s$lo con la mente!, con la ima*inaci$n, o en el me/or de los casos, con los deseos, considerando las verdades reli*iosas desde un punto de vista despe*ado. 1o empe+amos por buscar encontrar nuestro cora+$n!, es decir, &undirnos en el profundo conocimiento del campo de nuestra identidad ante 5ioscon .l. Encontrar nuestro cora+$n!recuperar este conocimiento de nuestra identidad m(s profunda implica el reconocimiento de que nuestro ser e#terno, diario, es, en *ran parte, una m(scaraal*o que nosotros nos fabricamos. 1o es nuestro ser aut.ntico. , por eso no es f(cil encontrar nuestro verdadero ser. Est( escondido en la oscuridaden la nulidad!, en el centro donde estamos en dependencia directa de 5ios. )ero puesto que la realidad de toda meditaci$n cristiana depende de su reconocimiento, nuestro intento de meditar sin .l es contradictorio en s mismo. Es lo mismo que caminar sin pies.Btra consecuencia es que incluso la capacidad de reconocer nuestra condici$n ante 5ios es en s misma una *racia. 1o podemos siempre conse*uirla por nuestrapropia voluntad. )or tanto, aprender a meditar no si*nifica aprender una t.cnica artificial para que produ+cauna compunci$n! infalibleun sentido de nuestra nulidad!, cuando a nosotros nos pla+ca. )or el contrario, .ste sera el resultado de la violencianos convertiramos en al*o inaut.ntico. 3a meditaci$n implicala capacidad para recibir esta *racia cuando 5ios quiera conced.rnosla,por tanto una permanente disposici$n ala &umildad, una atenci$n a la realidad, receptividadfle#ibilidad. )or eso, aprender a meditar si*nifica &acernos libres *radualmente de nuestra &abitual dure+ade cora+$n, de nuestra apatade nuestra +afiedad de mente, debida a la arro*ancia, al rec&a+o de la simple realidad o a la resistencia a las demandas concretas de la voluntad de 5ios.0i en realidad nuestros cora+ones permanecen aparentemente indiferentesfros,encontramos moralmente imposible empe+ar! a meditar de esta forma, debemos, sin embar*o, darnos cuenta de que esta frialdad es en s misma un si*no de nuestra necesidadde nuestro desvalimiento. 5e acuerdo con eso, debemos considerarla como un motivo para la oraci$n. )odemos tambi.n refle#ionar que qui+(, sin darnos cuenta, &emos cado en el espritu de la rutinasomos incapaces de ver c$mo recobrar nuestra espontaneidad sin la *racia de 5ios, que debemos esperar pacientemente, pero al mismo tiempo con un *ran deseo. Esta espera misma ser( para nosotros una escuela de &umildad. XII0in intentar &acer de la vida cristiana un culto al sufrimiento por .l mismo, debemos admitir que la ne*aci$n propia es absolutamente esencial a la vida de oraci$n.En la vida de oraci$n se da la 2nica posibilidad de transformar nuestro espritude &acernos &ombres nuevos! en 6risto. 3ue*o la oraci$n debe ir acompa-adade la conversi$n!, la metanoia, ese cambio profundo del cora+$n en el que morimos en un cierto nivel de nuestro ser para encontrarnos vivoslibres en otro, en un nivel m(s espiritual.0an Aelred de 9ievaul#, escribiendo a su &ermana, una solitaria en ,orks&ire, nos e#plica con claridad la relaci$n ntima entre la meditaci$nel ascetismo.El amor de 5ios e#i*e dos cosas: amor en el cora+$n %a!!ectus mentis*una virtud productiva %e!!ectus operis*. As que debemos traba/ar en el e/ercicio de la virtuddel amor, en la dul+ura de la e#periencia espiritual. 3a disciplina dela virtud consiste en un cierto modo de vida, en el auno, en vi*ilias, en el traba/o manual, en la lectura, en la oraci$n, en la pobre+aen otras cosas seme/antes. 1uestro amor se alimenta en una saludable meditaci$n. , para que este dulce amor de Hes2s pueda aumentar en tu cora+$n, debes practicar una triple meditaci$n: un recuerdo del pasado, un reconocimiento de las cosas presentesuna preocupaci$n por las cosas futuras. >Q)or eso debemos controlar nuestros pensamientosnuestros deseos. 5ebemos conse*uir la libertad interior. Esto no tiene que ser mal interpretado. 1o quiere decir que el cristiano debe &acer del vivir en el mundo al*o sin importancia,menos todava debe resi*narse a una condici$n de in/usticia social e indi*encia, o animar a los dem(s a &acerlo. %ampoco si*nifica desprecio! a la creaci$n visible en un sentido maniqueo, como si las cosas materialessensibles fueran malas.0i*nifica el despe*ola libertad en relaci$n con los cuidados desordenados, de tal manera que sean capaces de usar las cosas buenas de la vida,de pasar de ellas por una causa me/or. 0i*nifica la capacidad de servirse de ellas o de sacrificar todas las cosas creadas en inter.s del amor. En palabras de san )ablo, procedamos con limpie+a de vida, con conocimiento de las cosas de 5ios, con paciencia, con bondad, penetrados del Espritu 0anto, con un amor sincero, apoados en la palabra de verdaden la fuer+a de 5iosL en todo atacamosnos defendemos con las armas que nos depara la fuer+a salvadora de 5ios. "nos nos ensal+anotros nos deni*ranL unos nos calumnianotros nos alaban. 0e nos considera impostores, aunque decimos la verdadL quieren i*norarnos, pero somos bien conocidosL estamos al borde de la muerte, pero se*uimos sin vidaL nos casti*an, pero no nos alcan+a la muerteL nos tienen por tristes, pero estamos siempre ale*resL nos consideran pobres, pero enriquecemos a muc&osL piensan que no tenemos nada, pero lo poseemos todo! ".Este pasa/e ma*nfico, cantado por la 8*lesia en la misa del primer domin*o de 6uaresma, nos muestra que la vida del ascetismo cristiano conduce a un reino de parado/aaparente contradicci$n. 3a vida de meditaci$nse alimenta de una parad$/ica condici$n en la que estamos suspendidos entre el cielola tierra, debido a nuestro deseo de renuncia,al &ec&o de que este deseo/am(s puede ser llenado, porque debe permanecer dentro de ciertos lmites. El ascetismo nos coloca en una situaci$n sobre la parado/a,la meditaci$n luc&a contra la parado/a. 3a finalidad de la luc&a es la pa+ divina del amor espiritual, en contemplaci$n. )ero no podemos sobrevivir en este estado de parado/a sin una auda especial de la *raciasin renovar constantemente la autodisciplina.%ales e/ercicios de auno no pueden tener el efecto adecuado si nuestros motivos para practicarlos no brotancomo fruto de nuestra meditaci$n personal. %enemos quepensar lo que &acemos,las ra+ones para nuestra acci$n deben brotar de las profundidades de nuestra libertadser animadas por el poder transformante del amor cristiano. 5e otra manera, los sacrificios que nos imponemos son al*o pretencioso, *estos simb$licos sin si*nificado interior real. 3os sacrificios que se &acen con este espritu formalista tienden a ser meros actos de rutina e#terna, llevados a cabo para e#orci+ar los demonios de la ansiedad interiorno por amor. 1uestra atenci$n tender( a fi/arse en sufrimientos insi*nificantes que &emos ele*ido piadosamente para soportarlos,tender( a e#a*erarlos de una manera o de otra, para &acer que pare+ca que nos son insoportables, o que sean vistos como m(s &eroicos de lo que en realidad son. Es me/or no &acer sacrificios de ese tipo. 0era m(s sincero,adem(s m(s reli*ioso, &acer una comida completa con espritu de *ratitud que &acer un ridculo sacrificio de una parte de la comida, con el sentimiento de que nos &emos convertido en m(rtires.1uestra capacidad para sacrificarnos con un espritu maduro*eneroso puede mu bien ser una de las pruebas de nuestra oraci$n interior. 3a oraci$nel sacrificio van unidos. 5onde no &a sacrificio, al final se ver( que no &a oraci$nviceversa. 6uando el sacrificio se convierte en una autodramati+aci$n infantil, la oraci$n ser( tambi.n falsaun autodesplie*ue operativo, o una que/umbrosa introspecci$n autocompasiva. 3a oraci$n seriasencilla, unida al amor maduro, se manifestar( deforma inconscienteespont(nea en un espritu de sacrificio &abitualde preocupaci$n por los dem(s que es siempre *eneroso, aunque qui+( no seamos conscientes del &ec&o. Esta uni$n de la oraci$nel sacrificio es m(s f(cil evaluarla en los dem(s que en nosotros mismos,cuando nos &acemos conscientes deesto, a no intentamos calibrar nuestro propio pro*reso en la materia. XIII)ara entender lo que si*ue, el lector tendr( que recordar que las profundidades interiores de la vida espiritual son misteriosas, ine#plicables. )ueden difcilmente ser descritas con detalles a/ustados en len*ua/e cientfico. )or esta ra+$n ni siquiera la teolo*a toca apenas el tema, e#cepto con el len*ua/e po.ticosimb$lico de los )adres de la 8*lesiade los 5octores 'sticos.Ho&n %auler, por e/emplo, dice que el conocimiento msticounitivo de 5ios es inefablees lu+ esencial.0e llama un desierto incomprensiblesolitario. =erdaderamente lo es. 1adie puede encontrar su camino a trav.s de .l o ver nin*2n mo/$n, porque no tiene se-ales que el &ombre pueda reconocer. )or oscuridad! aqu debes entender una lu+ que nunca iluminar( una inteli*encia creada, una lu+ que nunca puede ser entendida de forma natural. ,se llama desolada! porque no &a camino al*unoque lleve &asta ella. )ara lle*ar all el alma debe ser diri*ida por encima de ella misma, m(s all( de toda comprensi$n. )uede beber del torrente en susaut.nticas fuentes, de esas a*uas verdaderasesenciales. Aqu el a*ua es dulcefrescapura, como todo torrente es dulce en su fuente, antes de &aber perdido su fra frescurapure+a. >?El conocimiento unitivo de 5ios en el amor no es el conocimiento de un ob/eto por el su/eto, sino una clase de conocimiento mu diferentetrascendente, en el que el o! creado que somos nosotros parece desaparecer en 5iosconocerle a .l s$lo. En la purificaci$n pasiva uno mismo reali+a la tarea de un cierto vaciarsede unaaparente destrucci$n, &asta que, reducido al vaco total, no se conoce a a s mismo fuera de 5ios.)or tanto se*2n avan+amos en el camino del sacrificio tendemos a someternos m(sm(s a la acci$n purificadora que no podemos comprender. 3os sacrificiosque no son esco*idos son con frecuencia de maor valorque los que &emos ele*ido por nosotros mismos. Especialmente en la meditaci$n tenemos que aprender aser pacientes en los caminos aburridos(ridos que se apoderan de nosotros a trav.s de lu*ares secos en la oraci$n. 3as arideces aumentan m(sm(s frecuentemente,son m(sm(s difciles a medida que el tiempo avan+a. En cierto sentido, la aride+ puede casi ser tomada como si*no de pro*reso en la oraci$n, con talde que sea acompa-ada por un esfuer+o serioautodisciplina. En la profeca de Bseas el 0e-or dice que.l *uiar( a 8srael al desiertoa lu*ares secos en el valle de Ac&or, para &ablarle al cora+$ndesposarlo en la fe >I. Esta promesa si*ue a la amena+a de que 8srael ser( despo/ado de todo su esplendordel lu/o que &a *o+ado en el culto subrepticio de los falsos dioses. Ella no comprenda que era o quien le daba el tri*oel vinoel aceite,oroplata en abundancia. )or eso le quitar. otra ve+ mi tri*o en su tiempomi vino en su sa+$nL recobrar. mi lana mi lino con que cubra su desnude+. 5escubrir. su infamia ante sus amantes,nadie la librar( de mi manoL pondr. fin a sus ale*ras, sus fiestas, susnovilunios, sus s(badostodas sus solemnidades.Arrasar. sus vi-edossus &i*ueras, de los que deca: son mi pa*a, me las dieron mis amantes. 3a visitar. por los das de los baales, cuando les quemaba inciensose ataviaba de su anillosu collar para irse detr(s de sus amantes, olvid(ndosede m, or(culo de ,av.. >>En la tradici$n del misticismo cristiano, un te#to como .ste puede aplicarse a la purificaci$n de la menteel espritu del &ombre en la aride+ de la oraci$n cuando cesan los consuelos espirituales, el pensamiento se &acedifcil e incluso imposible,la ima*inaci$n no obedece a a nuestra voluntada nuestros deseos. En ese momento, los sentidos interioreslos sentimientos se disocian espont(neamente de nuestro esfuer+o espiritual molestan en ve+ de audarnos. 3a mente consciente empie+a a darse cuenta de su falta de total autonoma,el inconsciente &ace sentir su poder ocultosus oscuras turbaciones. %odo es necesario para despe*arnos de un camino perfecto de oraci$n,nos lleva a una contemplaci$n espiritual madura.5urante la noc&e oscura! de los sentimientosde los sentidos, se siente ansiedad en la oraci$n, a menudo de una forma a*uda. Es al*o necesario, porque esa noc&e espiritual se-ala el paso del control pleno, libre, de nuestra vida interior, a las manos de un poder superior. ,tambi.n esta noc&e oscura si*nifica que el tiempo de oscuridad es, en realidad, un tiempo de peli*rode opciones difciles. Empe+amos a salir de nosotros mismos. Es decir, somos arrancados de nuestras defensas &abitualesconscientes. Estas defensas son tambi.n limitaciones que debemos abandonar si queremos crecer. )ero al mismo tiempo son, a su manera, una protecci$n contra las fuer+as inconscientes, demasiado *randes para que nos enfrentemos a ellas cara a cara, desnudossin protecci$n.0i nos ponemos en camino &acia esa oscuridad, tenemos que encontrarnos con esas fuer+as ine#orables.%endremos que enfrentarnos a miedosdudas. %endremos que cuestionar toda la estructura de nuestra vida espiritual. 5eberemos &acer una nueva evaluaci$n de nuestros motivos para creer, para amar, para nuestro compromiso con el 5ios invisible. , en ese momento, precisamente, toda la lu+ espiritual se oscurece, todos los valores pierden sus contornossu realidad,permanecemos, por as decirlo, suspendidos en el vaco.El aspecto m(s crucial de esta e#periencia es precisamente la tentaci$n de dudar de 5ios mismo. 1o debemos minimi+ar el &ec&o de que .ste es el aut.ntico peli*ro. )orque aqu avan+amos m(s all( de donde 5ios se &ace accesible a nuestra mente en im(*enes sencillasprimitivas. Entramos en la noc&e que se &ace presente sin ima*en al*una, invisible, inescrutable,m(sall( de toda representaci$n mental.En un momento como .ste, quien no est( profundamentearrai*ado en una aut.ntica fe teolo*al corre el peli*ro de perder todo lo que tuvo en al*2n momento. 0u oraci$n puede convertirse en una luc&a oscuraodiosa para *uardar las im(*eneslas trampas que cubren su propiovaco interior. %endr( que enfrentarse a la verdad de su vaco interior o se esfor+ar( en abrirse paso &acia el retiro de un reino ficticio de im(*enesanalo*as, que ano sirven para una vida espiritual madura. 1o ser( capa+de enfrentarse a la terrible e#periencia de estar aparentemente sin fe para crecer realmente en la fe. )orque .sta es la prueba, este fue*o de pur*aci$n, que abrasa los elementos &umanosaccidentales de la fe para de/ar libre de toda atadura el profundo poder espiritual que &a en el centro de nuestro ser. Este don de 5ios es, por s mismo, inaccesible, pero se nos da momento tras momento, m(s all( de nuestra comprensi$n, por su misericordia inescrutable.Arrasar. su vidsu &i*uera de los que deca: 0on mi pa*a, me las dieron mis amantes!. 3as reducir. a matorraleslas devorar(n las alima-as.)or tanto, mira, vo a seducirla llev(ndomela al desierto&abl(ndole al cora+$n. All le dar. sus vi-asel =alle de la 5es*racia ser( )aso de la Esperan+a. Aquel da, or(culo del 0e-or, me llamar(s Esposo mo, a no me llamar(s dolo mo.3e apartar. de la boca los nombres de los baales sus nombres no ser(n invocados... 'e casar. conti*o para siempre, me casar. conti*o a precio de /usticiaderec&o, de afectode cari-o. 'e casar. conti*o a precio de fidelidad,conocer(s al0e-or. >@ XIV3a meditaci$n no es s$lo un esfuer+o intelectual para dominar ciertas ideas sobre Dios o incluso para imprimir en nuestras mentes los misterios de nuestra fe cat$lica. El conocimiento conceptual de nuestra verdad reli*iosa tiene un lu*ar definitivo en nuestra vida,ese lu*ar es importante. El estudio /ue*a una parte esencial en la vidade oraci$n. 3a vida espiritual necesita unos fuertes fundamentos intelectuales. El estudio de la teolo*a es un acompa-amiento necesario para la vida de la meditaci$n. El ob/etivo de la meditaci$n no es meramente adquirir o profundi+ar el conocimiento ob/etivoespeculativo de 5iosde la verdad revelada por .l.En la meditaci$n no buscamos saber acerca de 5ios como si fuese un ob/eto como otros que sometemos a nuestro raciocinioque puede ser e#presado en ideas cientficas claras. Buscamos conocer a 5ios mismo, m(s all( del nivel de todos los ob/etos que .l &a &ec&o,que se nos aparecen como cosas! aisladas las unas de las otras, definidas!, delimitadas! con lmites claros. El 5ios infinito no tiene lmitesnuestras mentes no pueden ponerle lmites ni a .l ni a su amor. 0u presencia es pues captada! en el conocimiento *eneral de la fe amorosa, se reali+a! sin ser conocida de una forma cientfica, con precisi$n, como conocemos un esp.cimen con la auda del microscopio. 0u presencia no puede sercomprobada como podemos comprobar un e#perimento de laboratorio. Aunque podemos darnos cuenta de ella espiritualmente, si no insistimos en verificarla. %an prontocomo intentamos verificar la presenc