la muerte entre los huicholes blog

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1 Habitar el mundo sagrado: visión de la muerte entre los huicholes María Luisa Ramírez Carrillo Comunidad de Popotita, San Andrés Cohamiata. Cristóbal Carrillo Rivera Comunidad de Los Pinos, San Andrés Cohamiata. Hilda Mercedes Morán Quiroz Universidad de Guadalajara Resumen La muerte para los huicholes representa un viaje sumamente difícil y lleno de pruebas. Quien muere, recorre su vida desde su niñez y su juventud hasta su trabajo, sus pecados su matrimonio y su vejez. Se dice que el espíritu del muerto llega a un río en donde se encuentra un perro, y al llegar tiene que llevar tortillas para entretenerlo en lo que cruza; esto lo hace para evitar que lo muerda. Luego se encontrará a los animales a los que les hizo daño y si éstos eran sagrados, le caerá una piedra que lo aplastará. Cuando ya pasan las pruebas, los muertos llegan a donde hay más muertos de su familia y antepasados que lo esperan con alegría, hacen una fiesta, toman tejuino y se emborrachan. El marakame lo atrapa para acercarlo a su familia, que ya lo espera con todo lo que le gustaba al difunto. La familia llora y lo saluda y después de un tiempo, lloran y se despiden, ya ésa será su última partida. Sin embargo, la familia nunca pierde el contacto con él estando en el ririki para dirigirse a él. Palabras clave: Wixarika, huichol, muerte, rituales, tradiciones, vivencias

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La muerte para los huicholes representa un viaje sumamente difícil y lleno de pruebas. Quien muere, recorre su vida desde su niñez y su juventud hasta su trabajo, sus pecados su matrimonio y su vejez. Se dice que el espíritu del muerto llega a un río en donde se encuentra un perro, y al llegar tiene que llevar tortillas para entretenerlo en lo que cruza; esto lo hace para evitar que lo muerda. Luego se encontrará a los animales a los que les hizo daño y si éstos eran sagrados, le caerá una piedra que lo aplastará. Cuando ya pasan las pruebas, los muertos llegan a donde hay más muertos de su familia y antepasados que lo esperan con alegría, hacen una fiesta, toman tejuino y se emborrachan. El marakame lo atrapa para acercarlo a su familia, que ya lo espera con todo lo que le gustaba al difunto. La familia llora y lo saluda y después de un tiempo, lloran y se despiden, ya ésa será su última partida. Sin embargo, la familia nunca pierde el contacto con él estando en el ririki para dirigirse a él.

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Habitar el mundo sagrado: visión de la muerte entre los huicholes

María Luisa Ramírez Carrillo

Comunidad de Popotita, San Andrés Cohamiata.

Cristóbal Carrillo Rivera

Comunidad de Los Pinos, San Andrés Cohamiata.

Hilda Mercedes Morán Quiroz

Universidad de Guadalajara

Resumen

La muerte para los huicholes representa un viaje sumamente difícil y lleno de pruebas. Quien

muere, recorre su vida desde su niñez y su juventud hasta su trabajo, sus pecados su matrimonio y

su vejez. Se dice que el espíritu del muerto llega a un río en donde se encuentra un perro, y al llegar

tiene que llevar tortillas para entretenerlo en lo que cruza; esto lo hace para evitar que lo muerda.

Luego se encontrará a los animales a los que les hizo daño y si éstos eran sagrados, le caerá una

piedra que lo aplastará.

Cuando ya pasan las pruebas, los muertos llegan a donde hay más muertos de su familia y

antepasados que lo esperan con alegría, hacen una fiesta, toman tejuino y se emborrachan. El

marakame lo atrapa para acercarlo a su familia, que ya lo espera con todo lo que le gustaba al

difunto. La familia llora y lo saluda y después de un tiempo, lloran y se despiden, ya ésa será su

última partida. Sin embargo, la familia nunca pierde el contacto con él estando en el ririki para

dirigirse a él.

Palabras clave: Wixarika, huichol, muerte, rituales, tradiciones, vivencias

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Así lo dijo:

"Ahí deben estar informados

cuando se cumpla mi día,

nomás por ahí se fue.

"No es que vaya yo a perderme,

mis ancestros, así juntos estemos."

Apenas dijo eso y por ahí se fue.

Canto de Marakame

La muerte nos atañe a todos, puesto que es parte ineludible de la vida. Pero la experiencia

humana específica no es la muerte en sí, sino lo que construimos a partir de ella, lo que

creemos, pensamos, sentimos y compartimos. Narrar y explicar la experiencia de la muerte

toca a quienes rodean a la persona que la experimenta directamente. Tales narraciones y

explicaciones de los últimos momentos de vida de una persona amada, tanto como las

acciones colectivas basadas en las creencias y esperanzas en torno a lo que sucede después

de la muerte, forman parte de los ritos. En este caso, se trata de ritos que ayudan a los

dolientes a asimilar la pérdida, a conservar en la memoria a quien se ha ido, a aliviar el

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dolor de no convivir más con él o ella, y sobre todo a encontrarse en otros e identificarse

con ellos. Más que explicar esos ritos, hemos querido que estas líneas formen parte del rito

mismo. Fue así, en principio, como abordamos la tarea: la escritura como una forma de

elaborar el duelo. Atendiendo a una de las más duras críticas de Feyerabend hacia la

ciencia, hemos tratado de evitar lo que él muestra claramente como deshumanización del

lenguaje1. En ese sentido, presentamos aquí relatos personales escritos y estructurados

desde un nosotros heterogéneo, en un acuerdo de respeto hacia formas y contenidos,

reflexiones, emociones y afectos.

En los últimos meses, los tres autores de este texto sufrimos la muerte de una

persona cercana, amada y especialmente significativa: la madrina de una, el padre de otra y

la madre del tercero, sucesivamente. Sólo dos de nosotros pertenecemos a comunidades

indígenas, específicamente huicholes2. Sin embargo, en la mini-comunidad de tres que

hemos formado, articulada a través de dos pares, compartimos momentos, reflexiones,

saberes y emociones en los que encontramos puntos de encuentro y posibilidades de

compañía, apoyo, empatía y comprensión; en ello, la visión de la muerte wixarika ha

resultado significativa. Es eso lo que comunicamos aquí. Proporcionamos al final una

pequeña bibliografía en la que incluimos algunas líneas teóricas y metodológicas de

interpretación y análisis.

* * *

1.

Por primera vez que experimenté la ausencia de alguien fue cuando la hermana de mi

abuela falleció. No supe cómo pasó, sólo me acuerdo que la llevábamos para el entierro. Al

día siguiente su perro andaba solito de un lado a otro y me entristeció oírla aullar. Pero las

cosas seguían igual, el aire fluía con suavidad, las hojas de los robles, al sentir el flujo en

los contornos entre hojas verdes y secas, hacían chasquidos. Las hojas en forma de cabellos

de los pinos parecían peinarse entre brisas al pasar el aire como si quisiera unir en un solo

vaivén haciendo sonido de chiflido grave. Esto pasó como un sueño.

1 Cfr. Paul K. Feyerabend, Límites de la ciencia y Contra el método.

2 Utilizamos aquí indistintamente los términos Wixarika y huichol, no asumiendo la supuesta intención

ofensiva del segundo.

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2.

La segunda experiencia fue cuando murió mi abuela materna, la única que tuve y conocí.

Sabía que estaba enferma y vino un mara’akame según a curarla y a la semana falleció.

Estaban reunidos mis tíos y mi madre con ella. Recuerdo que yo me salí de la cocina y me

subí en una piedra que estaba recargada en el muro de la casa. Entre la rendija del muro y el

techo de zacate me estaba asomando para ver los sucesos desde un ángulo superior que me

permitió ver todo. Estaba quejándose despacio y de repente empezó a temblar su cuerpo,

todos querían ayudarla y la sostenían pero fue calmándose poco a poco y en ese lapso creo

que se hizo de desecho fisiológico. La cambiaron y la dejaron tranquila, se fueron al patio,

estaban reunidos platicando lo sucedido con la esperanza de que se mejorara de salud.

Después de media hora mi madre fue a asomarse a donde estaba mi abuela y salió llorando

del lugar, que creía que no respiraba, todos fueron a verla de cómo estaba. Al ingresar,

todos se percataron que su respiración cada vez era más lento, sólo le suspiró dos o tres

veces y dejó de respirar. Entonces, un tío lejano con su mano le cerró los ojos y agarró los

brazos, las puso en el pecho y cruzó los dedos, como símbolo de paz y humildad, que ante

la naturaleza somos pequeños y nada podemos hacer ante ella, ya que formamos parte de

sus componentes como es el agua, la tierra, el fuego y el aire. Después de eso, entonces,

dictó un discurso que solamente un pariente lejano y cuerdo en ese momento puede hacerlo.

Inició diciendo así

Hoy y en este momento ustedes han quedado huérfanos, este día ustedes como hijos

jamás olvidaran ya que se les ha quitado su madre. Pero es más importante que no

olviden ustedes todo lo bueno que fue con ustedes y las cosas que les enseñó, todo

lo que aprendieron de ella a lo largo de sus vida de cada uno presentes, de cuando

fueron bebés (unetsi), niño o niña (nunutsi o ti i ri), jóvenes (teemari), y ahora como

adultos. Sólo les queda el recuerdo de los momentos más importantes vividas a lo

largo de sus vidas, recuerdan los cuidados que les dio a cada uno de los presentes,

eso les debe quedar. Porque ya no podrá hacerlo más ni hacer ya que su corazón

iyari (kupuri) ya salió de ella y seguramente nos ve desde arriba de nosotros ya que

todavía su iyari anda recorriendo sus propias pasos. Pero también si ustedes le

dieron tortillas, comida cuando tuvo hambre o cuando lo pidió, le dieron de beber

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agua, huizatol, x+e´eriya (regalos del monte), pues ella está contenta, pero ya jamás

podrá pedirla, ya no molestará más, si así fuera en algún momento. También deben

estar agradecidos con ella por todo lo que hizo mientras vivió con ustedes y que

kaka+yarimama (sus dios) la abracen y la reciban en el lugar que a ella le asignaron

y que seguramente merecida la tiene sólo para ella. Que le vaya muy bien.

Este discurso lo expresó Rosalío Medina, sobrino de segunda generación3,

Comunidad de Los Pinos, San Andrés Cohamiata, 1976.

3.

El primero de julio del presente, no olvidaré ese día, porque esa fecha, como a los ocho

cuarenta y cinco, recibí la noticia que mi madre había fallecido. Yo iba de regreso a la casa

de mis hijos para Zapopan. Yo venía de mi comunidad de Tatei Kie San Andrés Cohamiata,

después de haber fungido como presidente de casilla en las elecciones presidenciales,

diputados federales y locales, gobernador del Estado y presidente municipal. En ese

momento íbamos llegando a Mezquitic y sonó mi celular y después de una pausa larga que

se me hizo eterno, escucha la voz de Mary, madre de mis niños. Llorando me dijo que la

perdonara porque no había podido cuidar a mi madre y por eso había fallecido. Insistía

mucho en eso, traté de tranquilizarla pero era imposible. Pero creía estar hablando con mi

hija Lucero; quizás me bloqueé en mi mente y no lograba entender lo que me sucedía.

Luego cruzaron en mi mente en fracciones de segundos todas las imágenes de mi madre a

partir de que tuve uso de razón y conciencia de ella, de mi infancia, de adolecente y de

adulto. Momentos bellos que convivimos y compartimos juntos como madre e hijo, cantos

y susurros al oído, caminatas y lugares visitados, mis hermanas con ella, la gente que la

conocieron, su risa, su plática, hasta el último viaje que hicimos cuando nos fuimos a

Guadalajara. Luego me percaté que salían mis lágrimas sin que me diera cuenta y le dije a

Mary que ella no tenía la culpa, que ella [mi madre] iba a estar bien. Le comenté si había la

posibilidad de ponerle ropa nueva y ella me dijo que vería qué podían hacer y cortamos la

llamada. Luego me preguntaba por qué a mí, por estar contribuyendo a la democracia de mi

país y si habría valido la pena, por qué tenía que pagar ese precio tan alto. Todavía no sé si

3 Con frecuencia esta ceremonia la dirige un pariente lejano porque se considera que los parientes cercanos

no están aptos para hacerlo, debido a la implicación emocional y afectiva con el o la difunto(a).

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valió la pena, aunque estoy convencido de que con la participación de todos podemos

cambiar el destino de la gente y de nuestro México. Se me vinieron después las

explicaciones anteriores y posteriores de los doctores, la realidad es que mamá estaba en

una etapa final de su enfermedad, tenía cáncer intestinal, que ya había invadido casi todo su

cuerpo. Además de problemas de pulmones y tosía mucho, por haber cocinado con leña por

casi toda su vida. Llegué a Guadalajara y la recogí del lugar que la tenía, después de los

trámites engorrosos me la llevé a donde ella quería estar en la sierra, en su casa y en el

lugar donde descansan sus papás y quedó a un lado de ellos. Recibí mucho apoyo de los

familiares y amigos cercanos, algunos compañeros maestros bilingües. Gracias por todos.

4.

Mi primera experiencia con la muerte fue al morir mi hijo de sólo tres meses de nacido, por

lo cual me sentí morir con él y por primera vez me enojé con dios, con todos y hasta

conmigo misma porque sentí que esa encomienda que habían dado no había sabido cómo

cuidarla. En esos momentos no entiendes qué pasó, y el vacío que sientes se vuelve

desesperante y quieres llenarlo pero no sabes cómo, por lo que sólo dejas que el tiempo

pase pero ese dolor sigue ahí, cada que lo recuerdas.

5.

Pasado mucho tiempo, murió alguien que para mí fue mi papá y recordé nuevamente esa

sensación de perder a alguien y el dolor fue diferente sobre todo porque esa perdida no fue

sólo para mí, sino para mucha gente de mi tierra porque puedo decir que dio la vida por

estar con nosotros, pero sobre todo con los más necesitados de mi comunidad que fuimos

los que le lloramos porque habíamos quedado sin ese nek+tsi, como le decíamos todos.

Este hombre me enseñó lo que es servir con humildad y entregarte a lo que quieres si

realmente lo quieres.

6.

Otra pérdida significativa en mi vida fue la persona que tomó el lugar de mi madre, con la

que pasé los mejores años de mi vida y por la que ahora soy lo que soy. Cuando supe de su

muerte, me sentí sola en este mundo, sentí que las personas que más me habían amado, se

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habían ido y me perdí por unos días y cuando regresé de ese viaje con ellos, regresé con la

encomienda que ellos me dejaron: encontrar mi misión en esta vida, y con la esperanza de

encontrarnos de nuevo algún día.

* * *

El huichol entiende el mundo terrenal como profano, pero también conoce uno sagrado en

el que habitan los dioses, en el que se puede hablar y convivir con los muertos; también hay

un lugar al cual solamente se puede llegar a través del sueño y con la ayuda de un guía o

Marakame.

La muerte para el huichol es otra eventualidad que tiene solución en lo sagrado,

pues en éste puede ponerse en contacto con los seres que ha perdido en el terreno de lo

profano. Con ayuda de "la planta de los dioses" –peyote– y la cuidadosa guía del

Marakame, el huichol es inducido a un sueño en el que puede pasar a lo sagrado para

convivir, danzar y reír con el ser amado que se ha ido.

La muerte para los huicholes representa un viaje sumamente difícil y lleno de

pruebas. Quien muere, recorre su vida desde su niñez y su juventud hasta su trabajo, sus

pecados, su matrimonio y su vejez. Se dice que el espíritu del muerto llega a un río en

donde se encuentra un perro, y al llegar tiene que llevar tortillas para entretenerlo en lo que

cruza; esto lo hace para evitar que lo muerda. Luego se encontrará a los animales a los que

les hizo daño y si éstos eran sagrados, le caerá una piedra que lo aplastará.

Cuando ya pasan las pruebas, los muertos llegan a donde hay más muertos de su

familia y antepasados que lo esperan con alegría, hacen una fiesta, toman tejuino y se

emborrachan. Cuando ya están borrachos, el marakame aprovecha para atrapar al muerto,

quien está tan divertido que no quiere regresar. El marakame lo atrapa junto con un espíritu

para acercarlo a su familia, que ya lo espera con todo lo que le gustaba al difunto. La

familia llora y lo saluda, y después de un tiempo, lloran y se despiden, ya ésa será su última

partida. Sin embargo, la familia nunca pierde el contacto con él estando en el ririki para

dirigirse a él.

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Dice la mitología huichol, que cuando uno muere, si tiene un perro negro, si no lo

alimentaste y no cuidaste de él, ese perro va a estar esperando en la puerta de tu casa y

estará listo para morderte cuando salga afuera el espíritu del recién fallecido.

Hay un túnel en el camino en donde pasan todos los que mueren, si maltrataste a los

perros, hay uno de ellos especial, o sea un perro blanco. Se dice que, ese perro estará

esperando con un vaso de agua con gusanos para darle de beber para cuando pase por ahí.

Eso sucede cuando la persona los maltrató y no cuidó de ellos. Pero si cuidó de ellos,

entonces todo será diferente, es decir que le darán agua, comida, los buenos deseos, etc.

Desde la visión mestiza se cree que después de la muerte hay vida eterna. La

mayoría de los seres humanos, quieren entender y comprender el verdadero significado. En

sí la palabra muerte significa separación aunque se usa de diferentes formas pero todos

coinciden en lo mismo. Se dice que cuando al hombre lo pusieron en el huerto del Edén,

que de “todos los arboles de frutas podía comer, pero no, del árbol de la ciencia del bien y

del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás”. Aunque la

pareja feliz no murió en ese momento, fue sacada del huerto y separada del favor de Dios.

En recientes creencias, también manifiestan que cuando alguno (aunque profese ser

cristiano) vive en los placeres del mundo, está muerto. Según los que confluyen en esta

forma de vida, no sólo se muere perdiendo la vida, sino que no hay vida si se vive con

plenitud separado de su creador, algo así como “cuando los robles están parados del suelo

que les da agua y viven, pero igual ocurre que cuando mueren y se secan, pero siguen

parados pero sin vida y no dan vida a nadie ni sombra de quien necesita de él”. Pero

volviendo a la cosmogonía wixarika y sus creencias, sobre todo la mitología wixarika

ocupa un lugar muy especial en la vida de los wixariteri.

En la tradición wixarika por siglos han honrado a sus difuntos de diferentes

maneras, que son el velorio, la despedida física, la llevada al lugar de descanso y,

finalmente, la despedida del alma. Esta última puede no hacerse inmediatamente,

dependiendo de la época del año.

En el velorio de la persona fallecida se le busca un lugar donde descanse, pudiendo

ser en su propia casa o lugar de ceremonia. En ese espacio se reúnen todos sus familiares o

la mayoría, parientes y amigos. Es un lugar especial en donde descansa. Cuando ya se haya

acomodado con la cabeza hacia el poniente, entonces se le arrima las cosas personales más

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significativas. Cuando es una mujer, se le lleva su ropa, sus trabajos recientes que estuviese

trabajando, el tejido, bordados, utensilios de cocina, entre otras cosas. Tratándose de varón,

se le lleva las cosas de herramientas de trabajo, machete, hacha, ropa, sombrero, etc. Cabe

señalar que dos décadas atrás no recordamos haber visto algún velorio. Decir velorio, no

estamos diciendo que se haga el rezo católico o de otra religión mestiza sino que en su

lengua materna le dicen las cosas buenas que vivieron en vida, unos le agradecen lo bueno

que haya sido con él o ella, otros le reconocen de las cosas buenas que hizo por ellos, otros

cuestionan por qué los dejó, ya que había compromisos inconclusos y muchas cosas que

hacer en común… Otros le lloran, otros en silencio le dicen lo que le tienen que decirle, de

esta forma es como se despiden de la persona físicamente, aunque en el canto mítico del

marakame se dice que espiritualmente siempre se quedan con nosotros porque ellos no se

quieren ir al otro lado del mundo, es decir al inframundo que está hacia el norte del punto

cardinal, es decir en Real de Catorce (pari yatsie) porque allá es más fácil de agarrarlos

como urukame transformado en piedra preciosa (teka).

Al siguiente día en referencia a la despedida física, primero se deposita el cuerpo en

el patio en cama que consiste de otate de bambú, ataúd de tabla recién hecho o en su caso

un ataúd moderno. Todos reunidos en el transcurso de la mañana –los familiares, parientes

y amigos–, se hace un acto de despedida con respeto al cuerpo. Primero el ahijado o

ahijada. ¿Por qué el ahijado es el que cuida al difunto?, porque en nuestra tradición los

ahijados son los que se encargan de cuidarlos en el lugar de los hijos, ya que ellos fueron

escogidos por las personas como guardianes para alguna etapa de su vida, entonces ellos le

lavan la cara, las manos y los pies, obviamente en forma simbólica, sin mojarla tanto, con

agua previamente preparado para eso. Después siguen los hijos e hijas sin importar la edad,

los hermanos, sobrinos y familias emparentadas y los amigos que quieran hacerlo,

usualmente casi todos los conocidos lo hacen y participan.

Para el lugar de descanso cada familia escoge un lugar para enterrar a sus familiares

donde descansan bisabuelos, abuelos, papás, tíos, hijos, nietos, es decir que sean del mismo

árbol genealógico. En el transcurso de la llevada al lugar, todos los allegados se van

turnando para llevarlo en hombros como señal de unión familiar o de solidaridad, es decir

que también un muerto puede unir a las familias. Cuando se entierra, se pone hacia el

poniente para que cuando regrese esté de frente al sol para que lo guíe.

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Cuando se trata de un bebé, el rito es diferente. El bebé debe de ser enterrado cerca

de nosotros para que no se pierda, ya que se considera un angelito que se queda siempre

con nosotros y nos cuida, por lo que sigue formando parte de la familia. Al llegar un

hermano, él se encarga de jugar con él aun cuando se piense que el niño juega solo, o

pensemos que tiene demasiada imaginación. En el lugar donde se entierra se le lleva

comida y juguetes para que él juegue y nosotros debemos de seguirlo cuidando, por lo que

no se la hace una despedida como a los adultos.

La despedida del espíritu del difunto se hace después de que haya pasado la

temporada de lluvias en los meses de julio y agosto. No es por la lluvia, sino que en la

cultura huichol se tiene la creencia de que en esos meses es tiempo de oscuridad o de

noche. En ese tiempo los muertos están propensos a perderse en la oscuridad y

posiblemente los vivos con ellos si intentaran hacer la despedida del espíritu de su ser

querido. Pero también es por el respeto a la madre tierra y niwetsika (maíz) que cuando se

unen estos dos elementos, uno muere (el maíz) para posteriormente dar vida a los hijos, en

la etapa infantil del maíz (milpa) y en ello contribuye la madre tierra dándole una nueva

vida, a partir de que empiezan a tener jilotes maíz tierno. El maíz es uno de los elementos

importantes en la cultura wixarika y es respetado y venerado en los diferentes momentos de

las etapas del maíz. Entonces es por eso que no se hace la despedida del alma del ser

querido. En cuanto a la forma, se reúnen todos los familiares que estuvieron en el sepelio,

se les avisa para que acudan en la fecha fijada y usualmente todos acuden. Al atardecer

todo se prepara en el altar con las cosas que le pertenecían al difunto, así como la comida

que le gustaba. Para esto también se tiene lista una res para sacrificarla para la llegada del

alma del difunto. También se prepara maíz crudo molido (t+mari) y se revuelve en agua,

chocolate, tejuino y diversas comidas y se vacían en jícaras especiales, en esa se vacía un

poquito de todo en las vasijas y una vela encendida, chiquita, hecha especialmente para eso,

juntos se llevan a las entradas de caminos o puertas del lugar. Esto para que otro espíritu o

almas en pena no llegue hasta la casa sino que cuando lleguen a la entrada encuentren

comida y coman de ahí y se regresen de donde vinieron y no perturben la ceremonia

dedicada a la persona fallecida. Posterior a ello en la noche el marakame empieza a buscar

el alma de la persona desde su nacimiento, infancia, juventud, adulto y señor grande o

anciano. En esta búsqueda empieza a relucir sus acciones y trabajos que haya realizado

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durante su vida. Pero también sus pecados o malas acciones. Así como en sus diferentes

etapas de su vida si cuido de los animales, plantas o maltrato que les haya dado a ellos, ese

mismo trato lo vive como reciprocidad de sus buenas acciones o desprecio que de ellos

recibe. Entonces el marakame prácticamente recorre toda su vida, en ocasiones

encontrándolos entre sus familiares muertos, otros con sus dioses cuidando de él o ella. El

marakame lo invita a que regrese a su casa y usualmente no quieren regresar el espíritu, en

ese momento lamenta el trato que recibió de sus seres queridos y que por ello no quiere

regresar, esto lo dice por boca y voz del marakame. Entonces su familiares le lloran a que

regresen y ponen las cosas que fueron más apreciadas por ella o él, de esta manera logran

convencerlo a que regrese. Cuando ya está con todos hay una sensación de su presencia por

todos los presentes y se le ofrece todo lo preparado exclusivamente para ella o él. Posterior

a ese acto, se le invita al lugar donde están todos los muertos en donde divide una línea en

que ellos no pueden pasar de allá para acá ni los vivos pueden pasar de este lado hacia con

ellos. Entonces todos sus familiares y seres queridos muertos lo esperan, amigos, conocidos

y en el que las ofrendas y las gotas de comida y agua sagrada que avientan les toca a ellos y

son muy felices en recibirlo ya que gracias al recién llegado ellos reciben alimentos y vida

de muertos. Esto ocurre antes de que amanezca y se despida el alma o espíritu del difunto.

Posterior a esto la res que se sacrificó, del mismo que se preparó la comida, se

comparte entre todos. Los presentes comen y las cosas que le pertenecían al difunto

también se reparten a los que participaron en el entierro, en la sepultura de la persona

fallecida, como para el reconocimiento de su solidaridad y sentido humano. Por último se

lavan las manos y cara como señal de limpieza de la tierra que agarraron cuando echaron

tierra en la sepultura y se acuerden que algún día irán en ese lugar y se encontrarán algún

día y en alguna parte con el que se despidieron y nuevamente estarán juntos para siempre.

En la cultura wixarika es de esta forma como le hacen el tributo a los que mueren

por cualquier situación o como haya sido. A todos se les despide obviamente siendo adulto.

Y a los niños no se les hace esto porque ellos se quedan con nosotros y por eso al inicio

comentaba que se entierran en casa cercana o debajo de un (kareta), una especie de

carretón. Esta forma de manifestarlo a los que mueren se ha tratado de conservarlo hasta

nuestros tiempos y se sigue luchando para que se conserve por otros cien años más.

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Conclusiones

Tanto en la observación del ritual en torno a la muerte, como en las experiencias

compartidas, encontramos una idea de la muerte como proceso, que va mucho más allá del

momento en que una persona deja de vivir, o más bien, de habitar el mundo de los vivos.

Quien muere, debe haberse preparado durante toda su vida para ese acontecimiento; de otra

manera, tendrá que sortear muchos más obstáculos en el más allá. La muerte, para quien

muere, es el inicio de un largo camino, y no para habitar con dios o con los dioses, sino

para reencontrarse con sus seres queridos que le precedieron, a la vez que espera y cuida

desde ese otro mundo a los que siguen con vida. Éstos, por su parte, cuidan de que la última

morada terrenal, así como la despedida, sean respetuosas tanto de los deseos y costumbres

de la persona fallecida, como de sus allegados, de la comunidad toda, del entorno y de la

tierra y sus productos.

A la vida en el más allá hace eco la asimilación de las enseñanzas de quien se va, en

las vidas de quienes convivieron con él/ella: se honra al ser querido que muere –pero no nos

abandona–, siguiendo su ejemplo, continuando sus obras, tomando para sí sus aspiraciones

y los objetivos que se propuso en su vida terrenal. Así, la muerte, aunque dolorosa tanto

para quienes se van como para quienes se quedan, representa sólo un paso más en la

existencia humana. Un paso que, lejos de romper vínculos, los fortalece, a la vez que

confiere nuevos sentidos a la vida individual y comunitaria. Las mismas nociones generales

de tiempo y espacio, por ejemplo, son atravesadas y en buena parte determinadas por este

continuo vida-muerte, profano-sagrado, materia-espíritu.

Pampariyutsi xem+netsiu´eni. Gracias por su atención.

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Sugerencias Bibliográficas

Cereijido, Marcelino y Fanny Blank-Cereijido.

La muerte y sus ventajas, México, Fondo de Cultura Económica, 2ª ed., 1999.

Ferrer, Eulalio.

El lenguaje de la inmortalidad. Pompas fúnebres, México, Fondo de Cultura Económica,

2003.

Feyerabend, Paul K.

Límites de la ciencia, España, Paidós, 1989

Contra el método, Barcelona, Planeta, 1993.

Lumholtz, Carl.

El México desconocido, tomo II, trad. Balbino Dávalos, Comisión Nacional para el

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Mata Torres, Ramón.

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El hombre y la muerte, Barcelona, Editorial Kairós, 1974.

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Tradición, muerte y memoria entre los huicholes, consultado en agosto 2012,

http://alogro.files.wordpress.com/2010/05/perrin_m.pdf.

Ramos, Víctor M., Luis Rodolfo Morán González, Irene Córdova Jiménez, Rosa

Leticia Sherman Leaño y Luis Rodolfo Morán Quiroz.

Morir en Guadalajara, Zapopan, Jalisco, Consejo Estatal de Trasplantes de Órganos y

Tejidos, 2012.