la muerte entre los huicholes blog
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La muerte para los huicholes representa un viaje sumamente difícil y lleno de pruebas. Quien muere, recorre su vida desde su niñez y su juventud hasta su trabajo, sus pecados su matrimonio y su vejez. Se dice que el espíritu del muerto llega a un río en donde se encuentra un perro, y al llegar tiene que llevar tortillas para entretenerlo en lo que cruza; esto lo hace para evitar que lo muerda. Luego se encontrará a los animales a los que les hizo daño y si éstos eran sagrados, le caerá una piedra que lo aplastará. Cuando ya pasan las pruebas, los muertos llegan a donde hay más muertos de su familia y antepasados que lo esperan con alegría, hacen una fiesta, toman tejuino y se emborrachan. El marakame lo atrapa para acercarlo a su familia, que ya lo espera con todo lo que le gustaba al difunto. La familia llora y lo saluda y después de un tiempo, lloran y se despiden, ya ésa será su última partida. Sin embargo, la familia nunca pierde el contacto con él estando en el ririki para dirigirse a él.TRANSCRIPT
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Habitar el mundo sagrado: visión de la muerte entre los huicholes
María Luisa Ramírez Carrillo
Comunidad de Popotita, San Andrés Cohamiata.
Cristóbal Carrillo Rivera
Comunidad de Los Pinos, San Andrés Cohamiata.
Hilda Mercedes Morán Quiroz
Universidad de Guadalajara
Resumen
La muerte para los huicholes representa un viaje sumamente difícil y lleno de pruebas. Quien
muere, recorre su vida desde su niñez y su juventud hasta su trabajo, sus pecados su matrimonio y
su vejez. Se dice que el espíritu del muerto llega a un río en donde se encuentra un perro, y al llegar
tiene que llevar tortillas para entretenerlo en lo que cruza; esto lo hace para evitar que lo muerda.
Luego se encontrará a los animales a los que les hizo daño y si éstos eran sagrados, le caerá una
piedra que lo aplastará.
Cuando ya pasan las pruebas, los muertos llegan a donde hay más muertos de su familia y
antepasados que lo esperan con alegría, hacen una fiesta, toman tejuino y se emborrachan. El
marakame lo atrapa para acercarlo a su familia, que ya lo espera con todo lo que le gustaba al
difunto. La familia llora y lo saluda y después de un tiempo, lloran y se despiden, ya ésa será su
última partida. Sin embargo, la familia nunca pierde el contacto con él estando en el ririki para
dirigirse a él.
Palabras clave: Wixarika, huichol, muerte, rituales, tradiciones, vivencias
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Así lo dijo:
"Ahí deben estar informados
cuando se cumpla mi día,
nomás por ahí se fue.
"No es que vaya yo a perderme,
mis ancestros, así juntos estemos."
Apenas dijo eso y por ahí se fue.
Canto de Marakame
La muerte nos atañe a todos, puesto que es parte ineludible de la vida. Pero la experiencia
humana específica no es la muerte en sí, sino lo que construimos a partir de ella, lo que
creemos, pensamos, sentimos y compartimos. Narrar y explicar la experiencia de la muerte
toca a quienes rodean a la persona que la experimenta directamente. Tales narraciones y
explicaciones de los últimos momentos de vida de una persona amada, tanto como las
acciones colectivas basadas en las creencias y esperanzas en torno a lo que sucede después
de la muerte, forman parte de los ritos. En este caso, se trata de ritos que ayudan a los
dolientes a asimilar la pérdida, a conservar en la memoria a quien se ha ido, a aliviar el
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dolor de no convivir más con él o ella, y sobre todo a encontrarse en otros e identificarse
con ellos. Más que explicar esos ritos, hemos querido que estas líneas formen parte del rito
mismo. Fue así, en principio, como abordamos la tarea: la escritura como una forma de
elaborar el duelo. Atendiendo a una de las más duras críticas de Feyerabend hacia la
ciencia, hemos tratado de evitar lo que él muestra claramente como deshumanización del
lenguaje1. En ese sentido, presentamos aquí relatos personales escritos y estructurados
desde un nosotros heterogéneo, en un acuerdo de respeto hacia formas y contenidos,
reflexiones, emociones y afectos.
En los últimos meses, los tres autores de este texto sufrimos la muerte de una
persona cercana, amada y especialmente significativa: la madrina de una, el padre de otra y
la madre del tercero, sucesivamente. Sólo dos de nosotros pertenecemos a comunidades
indígenas, específicamente huicholes2. Sin embargo, en la mini-comunidad de tres que
hemos formado, articulada a través de dos pares, compartimos momentos, reflexiones,
saberes y emociones en los que encontramos puntos de encuentro y posibilidades de
compañía, apoyo, empatía y comprensión; en ello, la visión de la muerte wixarika ha
resultado significativa. Es eso lo que comunicamos aquí. Proporcionamos al final una
pequeña bibliografía en la que incluimos algunas líneas teóricas y metodológicas de
interpretación y análisis.
* * *
1.
Por primera vez que experimenté la ausencia de alguien fue cuando la hermana de mi
abuela falleció. No supe cómo pasó, sólo me acuerdo que la llevábamos para el entierro. Al
día siguiente su perro andaba solito de un lado a otro y me entristeció oírla aullar. Pero las
cosas seguían igual, el aire fluía con suavidad, las hojas de los robles, al sentir el flujo en
los contornos entre hojas verdes y secas, hacían chasquidos. Las hojas en forma de cabellos
de los pinos parecían peinarse entre brisas al pasar el aire como si quisiera unir en un solo
vaivén haciendo sonido de chiflido grave. Esto pasó como un sueño.
1 Cfr. Paul K. Feyerabend, Límites de la ciencia y Contra el método.
2 Utilizamos aquí indistintamente los términos Wixarika y huichol, no asumiendo la supuesta intención
ofensiva del segundo.
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2.
La segunda experiencia fue cuando murió mi abuela materna, la única que tuve y conocí.
Sabía que estaba enferma y vino un mara’akame según a curarla y a la semana falleció.
Estaban reunidos mis tíos y mi madre con ella. Recuerdo que yo me salí de la cocina y me
subí en una piedra que estaba recargada en el muro de la casa. Entre la rendija del muro y el
techo de zacate me estaba asomando para ver los sucesos desde un ángulo superior que me
permitió ver todo. Estaba quejándose despacio y de repente empezó a temblar su cuerpo,
todos querían ayudarla y la sostenían pero fue calmándose poco a poco y en ese lapso creo
que se hizo de desecho fisiológico. La cambiaron y la dejaron tranquila, se fueron al patio,
estaban reunidos platicando lo sucedido con la esperanza de que se mejorara de salud.
Después de media hora mi madre fue a asomarse a donde estaba mi abuela y salió llorando
del lugar, que creía que no respiraba, todos fueron a verla de cómo estaba. Al ingresar,
todos se percataron que su respiración cada vez era más lento, sólo le suspiró dos o tres
veces y dejó de respirar. Entonces, un tío lejano con su mano le cerró los ojos y agarró los
brazos, las puso en el pecho y cruzó los dedos, como símbolo de paz y humildad, que ante
la naturaleza somos pequeños y nada podemos hacer ante ella, ya que formamos parte de
sus componentes como es el agua, la tierra, el fuego y el aire. Después de eso, entonces,
dictó un discurso que solamente un pariente lejano y cuerdo en ese momento puede hacerlo.
Inició diciendo así
Hoy y en este momento ustedes han quedado huérfanos, este día ustedes como hijos
jamás olvidaran ya que se les ha quitado su madre. Pero es más importante que no
olviden ustedes todo lo bueno que fue con ustedes y las cosas que les enseñó, todo
lo que aprendieron de ella a lo largo de sus vida de cada uno presentes, de cuando
fueron bebés (unetsi), niño o niña (nunutsi o ti i ri), jóvenes (teemari), y ahora como
adultos. Sólo les queda el recuerdo de los momentos más importantes vividas a lo
largo de sus vidas, recuerdan los cuidados que les dio a cada uno de los presentes,
eso les debe quedar. Porque ya no podrá hacerlo más ni hacer ya que su corazón
iyari (kupuri) ya salió de ella y seguramente nos ve desde arriba de nosotros ya que
todavía su iyari anda recorriendo sus propias pasos. Pero también si ustedes le
dieron tortillas, comida cuando tuvo hambre o cuando lo pidió, le dieron de beber
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agua, huizatol, x+e´eriya (regalos del monte), pues ella está contenta, pero ya jamás
podrá pedirla, ya no molestará más, si así fuera en algún momento. También deben
estar agradecidos con ella por todo lo que hizo mientras vivió con ustedes y que
kaka+yarimama (sus dios) la abracen y la reciban en el lugar que a ella le asignaron
y que seguramente merecida la tiene sólo para ella. Que le vaya muy bien.
Este discurso lo expresó Rosalío Medina, sobrino de segunda generación3,
Comunidad de Los Pinos, San Andrés Cohamiata, 1976.
3.
El primero de julio del presente, no olvidaré ese día, porque esa fecha, como a los ocho
cuarenta y cinco, recibí la noticia que mi madre había fallecido. Yo iba de regreso a la casa
de mis hijos para Zapopan. Yo venía de mi comunidad de Tatei Kie San Andrés Cohamiata,
después de haber fungido como presidente de casilla en las elecciones presidenciales,
diputados federales y locales, gobernador del Estado y presidente municipal. En ese
momento íbamos llegando a Mezquitic y sonó mi celular y después de una pausa larga que
se me hizo eterno, escucha la voz de Mary, madre de mis niños. Llorando me dijo que la
perdonara porque no había podido cuidar a mi madre y por eso había fallecido. Insistía
mucho en eso, traté de tranquilizarla pero era imposible. Pero creía estar hablando con mi
hija Lucero; quizás me bloqueé en mi mente y no lograba entender lo que me sucedía.
Luego cruzaron en mi mente en fracciones de segundos todas las imágenes de mi madre a
partir de que tuve uso de razón y conciencia de ella, de mi infancia, de adolecente y de
adulto. Momentos bellos que convivimos y compartimos juntos como madre e hijo, cantos
y susurros al oído, caminatas y lugares visitados, mis hermanas con ella, la gente que la
conocieron, su risa, su plática, hasta el último viaje que hicimos cuando nos fuimos a
Guadalajara. Luego me percaté que salían mis lágrimas sin que me diera cuenta y le dije a
Mary que ella no tenía la culpa, que ella [mi madre] iba a estar bien. Le comenté si había la
posibilidad de ponerle ropa nueva y ella me dijo que vería qué podían hacer y cortamos la
llamada. Luego me preguntaba por qué a mí, por estar contribuyendo a la democracia de mi
país y si habría valido la pena, por qué tenía que pagar ese precio tan alto. Todavía no sé si
3 Con frecuencia esta ceremonia la dirige un pariente lejano porque se considera que los parientes cercanos
no están aptos para hacerlo, debido a la implicación emocional y afectiva con el o la difunto(a).
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valió la pena, aunque estoy convencido de que con la participación de todos podemos
cambiar el destino de la gente y de nuestro México. Se me vinieron después las
explicaciones anteriores y posteriores de los doctores, la realidad es que mamá estaba en
una etapa final de su enfermedad, tenía cáncer intestinal, que ya había invadido casi todo su
cuerpo. Además de problemas de pulmones y tosía mucho, por haber cocinado con leña por
casi toda su vida. Llegué a Guadalajara y la recogí del lugar que la tenía, después de los
trámites engorrosos me la llevé a donde ella quería estar en la sierra, en su casa y en el
lugar donde descansan sus papás y quedó a un lado de ellos. Recibí mucho apoyo de los
familiares y amigos cercanos, algunos compañeros maestros bilingües. Gracias por todos.
4.
Mi primera experiencia con la muerte fue al morir mi hijo de sólo tres meses de nacido, por
lo cual me sentí morir con él y por primera vez me enojé con dios, con todos y hasta
conmigo misma porque sentí que esa encomienda que habían dado no había sabido cómo
cuidarla. En esos momentos no entiendes qué pasó, y el vacío que sientes se vuelve
desesperante y quieres llenarlo pero no sabes cómo, por lo que sólo dejas que el tiempo
pase pero ese dolor sigue ahí, cada que lo recuerdas.
5.
Pasado mucho tiempo, murió alguien que para mí fue mi papá y recordé nuevamente esa
sensación de perder a alguien y el dolor fue diferente sobre todo porque esa perdida no fue
sólo para mí, sino para mucha gente de mi tierra porque puedo decir que dio la vida por
estar con nosotros, pero sobre todo con los más necesitados de mi comunidad que fuimos
los que le lloramos porque habíamos quedado sin ese nek+tsi, como le decíamos todos.
Este hombre me enseñó lo que es servir con humildad y entregarte a lo que quieres si
realmente lo quieres.
6.
Otra pérdida significativa en mi vida fue la persona que tomó el lugar de mi madre, con la
que pasé los mejores años de mi vida y por la que ahora soy lo que soy. Cuando supe de su
muerte, me sentí sola en este mundo, sentí que las personas que más me habían amado, se
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habían ido y me perdí por unos días y cuando regresé de ese viaje con ellos, regresé con la
encomienda que ellos me dejaron: encontrar mi misión en esta vida, y con la esperanza de
encontrarnos de nuevo algún día.
* * *
El huichol entiende el mundo terrenal como profano, pero también conoce uno sagrado en
el que habitan los dioses, en el que se puede hablar y convivir con los muertos; también hay
un lugar al cual solamente se puede llegar a través del sueño y con la ayuda de un guía o
Marakame.
La muerte para el huichol es otra eventualidad que tiene solución en lo sagrado,
pues en éste puede ponerse en contacto con los seres que ha perdido en el terreno de lo
profano. Con ayuda de "la planta de los dioses" –peyote– y la cuidadosa guía del
Marakame, el huichol es inducido a un sueño en el que puede pasar a lo sagrado para
convivir, danzar y reír con el ser amado que se ha ido.
La muerte para los huicholes representa un viaje sumamente difícil y lleno de
pruebas. Quien muere, recorre su vida desde su niñez y su juventud hasta su trabajo, sus
pecados, su matrimonio y su vejez. Se dice que el espíritu del muerto llega a un río en
donde se encuentra un perro, y al llegar tiene que llevar tortillas para entretenerlo en lo que
cruza; esto lo hace para evitar que lo muerda. Luego se encontrará a los animales a los que
les hizo daño y si éstos eran sagrados, le caerá una piedra que lo aplastará.
Cuando ya pasan las pruebas, los muertos llegan a donde hay más muertos de su
familia y antepasados que lo esperan con alegría, hacen una fiesta, toman tejuino y se
emborrachan. Cuando ya están borrachos, el marakame aprovecha para atrapar al muerto,
quien está tan divertido que no quiere regresar. El marakame lo atrapa junto con un espíritu
para acercarlo a su familia, que ya lo espera con todo lo que le gustaba al difunto. La
familia llora y lo saluda, y después de un tiempo, lloran y se despiden, ya ésa será su última
partida. Sin embargo, la familia nunca pierde el contacto con él estando en el ririki para
dirigirse a él.
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Dice la mitología huichol, que cuando uno muere, si tiene un perro negro, si no lo
alimentaste y no cuidaste de él, ese perro va a estar esperando en la puerta de tu casa y
estará listo para morderte cuando salga afuera el espíritu del recién fallecido.
Hay un túnel en el camino en donde pasan todos los que mueren, si maltrataste a los
perros, hay uno de ellos especial, o sea un perro blanco. Se dice que, ese perro estará
esperando con un vaso de agua con gusanos para darle de beber para cuando pase por ahí.
Eso sucede cuando la persona los maltrató y no cuidó de ellos. Pero si cuidó de ellos,
entonces todo será diferente, es decir que le darán agua, comida, los buenos deseos, etc.
Desde la visión mestiza se cree que después de la muerte hay vida eterna. La
mayoría de los seres humanos, quieren entender y comprender el verdadero significado. En
sí la palabra muerte significa separación aunque se usa de diferentes formas pero todos
coinciden en lo mismo. Se dice que cuando al hombre lo pusieron en el huerto del Edén,
que de “todos los arboles de frutas podía comer, pero no, del árbol de la ciencia del bien y
del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás”. Aunque la
pareja feliz no murió en ese momento, fue sacada del huerto y separada del favor de Dios.
En recientes creencias, también manifiestan que cuando alguno (aunque profese ser
cristiano) vive en los placeres del mundo, está muerto. Según los que confluyen en esta
forma de vida, no sólo se muere perdiendo la vida, sino que no hay vida si se vive con
plenitud separado de su creador, algo así como “cuando los robles están parados del suelo
que les da agua y viven, pero igual ocurre que cuando mueren y se secan, pero siguen
parados pero sin vida y no dan vida a nadie ni sombra de quien necesita de él”. Pero
volviendo a la cosmogonía wixarika y sus creencias, sobre todo la mitología wixarika
ocupa un lugar muy especial en la vida de los wixariteri.
En la tradición wixarika por siglos han honrado a sus difuntos de diferentes
maneras, que son el velorio, la despedida física, la llevada al lugar de descanso y,
finalmente, la despedida del alma. Esta última puede no hacerse inmediatamente,
dependiendo de la época del año.
En el velorio de la persona fallecida se le busca un lugar donde descanse, pudiendo
ser en su propia casa o lugar de ceremonia. En ese espacio se reúnen todos sus familiares o
la mayoría, parientes y amigos. Es un lugar especial en donde descansa. Cuando ya se haya
acomodado con la cabeza hacia el poniente, entonces se le arrima las cosas personales más
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significativas. Cuando es una mujer, se le lleva su ropa, sus trabajos recientes que estuviese
trabajando, el tejido, bordados, utensilios de cocina, entre otras cosas. Tratándose de varón,
se le lleva las cosas de herramientas de trabajo, machete, hacha, ropa, sombrero, etc. Cabe
señalar que dos décadas atrás no recordamos haber visto algún velorio. Decir velorio, no
estamos diciendo que se haga el rezo católico o de otra religión mestiza sino que en su
lengua materna le dicen las cosas buenas que vivieron en vida, unos le agradecen lo bueno
que haya sido con él o ella, otros le reconocen de las cosas buenas que hizo por ellos, otros
cuestionan por qué los dejó, ya que había compromisos inconclusos y muchas cosas que
hacer en común… Otros le lloran, otros en silencio le dicen lo que le tienen que decirle, de
esta forma es como se despiden de la persona físicamente, aunque en el canto mítico del
marakame se dice que espiritualmente siempre se quedan con nosotros porque ellos no se
quieren ir al otro lado del mundo, es decir al inframundo que está hacia el norte del punto
cardinal, es decir en Real de Catorce (pari yatsie) porque allá es más fácil de agarrarlos
como urukame transformado en piedra preciosa (teka).
Al siguiente día en referencia a la despedida física, primero se deposita el cuerpo en
el patio en cama que consiste de otate de bambú, ataúd de tabla recién hecho o en su caso
un ataúd moderno. Todos reunidos en el transcurso de la mañana –los familiares, parientes
y amigos–, se hace un acto de despedida con respeto al cuerpo. Primero el ahijado o
ahijada. ¿Por qué el ahijado es el que cuida al difunto?, porque en nuestra tradición los
ahijados son los que se encargan de cuidarlos en el lugar de los hijos, ya que ellos fueron
escogidos por las personas como guardianes para alguna etapa de su vida, entonces ellos le
lavan la cara, las manos y los pies, obviamente en forma simbólica, sin mojarla tanto, con
agua previamente preparado para eso. Después siguen los hijos e hijas sin importar la edad,
los hermanos, sobrinos y familias emparentadas y los amigos que quieran hacerlo,
usualmente casi todos los conocidos lo hacen y participan.
Para el lugar de descanso cada familia escoge un lugar para enterrar a sus familiares
donde descansan bisabuelos, abuelos, papás, tíos, hijos, nietos, es decir que sean del mismo
árbol genealógico. En el transcurso de la llevada al lugar, todos los allegados se van
turnando para llevarlo en hombros como señal de unión familiar o de solidaridad, es decir
que también un muerto puede unir a las familias. Cuando se entierra, se pone hacia el
poniente para que cuando regrese esté de frente al sol para que lo guíe.
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Cuando se trata de un bebé, el rito es diferente. El bebé debe de ser enterrado cerca
de nosotros para que no se pierda, ya que se considera un angelito que se queda siempre
con nosotros y nos cuida, por lo que sigue formando parte de la familia. Al llegar un
hermano, él se encarga de jugar con él aun cuando se piense que el niño juega solo, o
pensemos que tiene demasiada imaginación. En el lugar donde se entierra se le lleva
comida y juguetes para que él juegue y nosotros debemos de seguirlo cuidando, por lo que
no se la hace una despedida como a los adultos.
La despedida del espíritu del difunto se hace después de que haya pasado la
temporada de lluvias en los meses de julio y agosto. No es por la lluvia, sino que en la
cultura huichol se tiene la creencia de que en esos meses es tiempo de oscuridad o de
noche. En ese tiempo los muertos están propensos a perderse en la oscuridad y
posiblemente los vivos con ellos si intentaran hacer la despedida del espíritu de su ser
querido. Pero también es por el respeto a la madre tierra y niwetsika (maíz) que cuando se
unen estos dos elementos, uno muere (el maíz) para posteriormente dar vida a los hijos, en
la etapa infantil del maíz (milpa) y en ello contribuye la madre tierra dándole una nueva
vida, a partir de que empiezan a tener jilotes maíz tierno. El maíz es uno de los elementos
importantes en la cultura wixarika y es respetado y venerado en los diferentes momentos de
las etapas del maíz. Entonces es por eso que no se hace la despedida del alma del ser
querido. En cuanto a la forma, se reúnen todos los familiares que estuvieron en el sepelio,
se les avisa para que acudan en la fecha fijada y usualmente todos acuden. Al atardecer
todo se prepara en el altar con las cosas que le pertenecían al difunto, así como la comida
que le gustaba. Para esto también se tiene lista una res para sacrificarla para la llegada del
alma del difunto. También se prepara maíz crudo molido (t+mari) y se revuelve en agua,
chocolate, tejuino y diversas comidas y se vacían en jícaras especiales, en esa se vacía un
poquito de todo en las vasijas y una vela encendida, chiquita, hecha especialmente para eso,
juntos se llevan a las entradas de caminos o puertas del lugar. Esto para que otro espíritu o
almas en pena no llegue hasta la casa sino que cuando lleguen a la entrada encuentren
comida y coman de ahí y se regresen de donde vinieron y no perturben la ceremonia
dedicada a la persona fallecida. Posterior a ello en la noche el marakame empieza a buscar
el alma de la persona desde su nacimiento, infancia, juventud, adulto y señor grande o
anciano. En esta búsqueda empieza a relucir sus acciones y trabajos que haya realizado
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durante su vida. Pero también sus pecados o malas acciones. Así como en sus diferentes
etapas de su vida si cuido de los animales, plantas o maltrato que les haya dado a ellos, ese
mismo trato lo vive como reciprocidad de sus buenas acciones o desprecio que de ellos
recibe. Entonces el marakame prácticamente recorre toda su vida, en ocasiones
encontrándolos entre sus familiares muertos, otros con sus dioses cuidando de él o ella. El
marakame lo invita a que regrese a su casa y usualmente no quieren regresar el espíritu, en
ese momento lamenta el trato que recibió de sus seres queridos y que por ello no quiere
regresar, esto lo dice por boca y voz del marakame. Entonces su familiares le lloran a que
regresen y ponen las cosas que fueron más apreciadas por ella o él, de esta manera logran
convencerlo a que regrese. Cuando ya está con todos hay una sensación de su presencia por
todos los presentes y se le ofrece todo lo preparado exclusivamente para ella o él. Posterior
a ese acto, se le invita al lugar donde están todos los muertos en donde divide una línea en
que ellos no pueden pasar de allá para acá ni los vivos pueden pasar de este lado hacia con
ellos. Entonces todos sus familiares y seres queridos muertos lo esperan, amigos, conocidos
y en el que las ofrendas y las gotas de comida y agua sagrada que avientan les toca a ellos y
son muy felices en recibirlo ya que gracias al recién llegado ellos reciben alimentos y vida
de muertos. Esto ocurre antes de que amanezca y se despida el alma o espíritu del difunto.
Posterior a esto la res que se sacrificó, del mismo que se preparó la comida, se
comparte entre todos. Los presentes comen y las cosas que le pertenecían al difunto
también se reparten a los que participaron en el entierro, en la sepultura de la persona
fallecida, como para el reconocimiento de su solidaridad y sentido humano. Por último se
lavan las manos y cara como señal de limpieza de la tierra que agarraron cuando echaron
tierra en la sepultura y se acuerden que algún día irán en ese lugar y se encontrarán algún
día y en alguna parte con el que se despidieron y nuevamente estarán juntos para siempre.
En la cultura wixarika es de esta forma como le hacen el tributo a los que mueren
por cualquier situación o como haya sido. A todos se les despide obviamente siendo adulto.
Y a los niños no se les hace esto porque ellos se quedan con nosotros y por eso al inicio
comentaba que se entierran en casa cercana o debajo de un (kareta), una especie de
carretón. Esta forma de manifestarlo a los que mueren se ha tratado de conservarlo hasta
nuestros tiempos y se sigue luchando para que se conserve por otros cien años más.
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Conclusiones
Tanto en la observación del ritual en torno a la muerte, como en las experiencias
compartidas, encontramos una idea de la muerte como proceso, que va mucho más allá del
momento en que una persona deja de vivir, o más bien, de habitar el mundo de los vivos.
Quien muere, debe haberse preparado durante toda su vida para ese acontecimiento; de otra
manera, tendrá que sortear muchos más obstáculos en el más allá. La muerte, para quien
muere, es el inicio de un largo camino, y no para habitar con dios o con los dioses, sino
para reencontrarse con sus seres queridos que le precedieron, a la vez que espera y cuida
desde ese otro mundo a los que siguen con vida. Éstos, por su parte, cuidan de que la última
morada terrenal, así como la despedida, sean respetuosas tanto de los deseos y costumbres
de la persona fallecida, como de sus allegados, de la comunidad toda, del entorno y de la
tierra y sus productos.
A la vida en el más allá hace eco la asimilación de las enseñanzas de quien se va, en
las vidas de quienes convivieron con él/ella: se honra al ser querido que muere –pero no nos
abandona–, siguiendo su ejemplo, continuando sus obras, tomando para sí sus aspiraciones
y los objetivos que se propuso en su vida terrenal. Así, la muerte, aunque dolorosa tanto
para quienes se van como para quienes se quedan, representa sólo un paso más en la
existencia humana. Un paso que, lejos de romper vínculos, los fortalece, a la vez que
confiere nuevos sentidos a la vida individual y comunitaria. Las mismas nociones generales
de tiempo y espacio, por ejemplo, son atravesadas y en buena parte determinadas por este
continuo vida-muerte, profano-sagrado, materia-espíritu.
Pampariyutsi xem+netsiu´eni. Gracias por su atención.
13
Sugerencias Bibliográficas
Cereijido, Marcelino y Fanny Blank-Cereijido.
La muerte y sus ventajas, México, Fondo de Cultura Económica, 2ª ed., 1999.
Ferrer, Eulalio.
El lenguaje de la inmortalidad. Pompas fúnebres, México, Fondo de Cultura Económica,
2003.
Feyerabend, Paul K.
Límites de la ciencia, España, Paidós, 1989
Contra el método, Barcelona, Planeta, 1993.
Lumholtz, Carl.
El México desconocido, tomo II, trad. Balbino Dávalos, Comisión Nacional para el
Desarrollo de los Pueblos Indígenas, México, 2006.
Mata Torres, Ramón.
Matrimonio huichol, integración y cultura, México, Universidad de Guadalajara, 1982.
Morin, Edgar.
El hombre y la muerte, Barcelona, Editorial Kairós, 1974.
Perrin, Michel.
Tradición, muerte y memoria entre los huicholes, consultado en agosto 2012,
http://alogro.files.wordpress.com/2010/05/perrin_m.pdf.
Ramos, Víctor M., Luis Rodolfo Morán González, Irene Córdova Jiménez, Rosa
Leticia Sherman Leaño y Luis Rodolfo Morán Quiroz.
Morir en Guadalajara, Zapopan, Jalisco, Consejo Estatal de Trasplantes de Órganos y
Tejidos, 2012.