la música del universo: pasión, intensidad y compromisosiete hijos que tuvo pasábamos en la e scu...

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SALTA, DOMINGO 17 DE JUNIO DE 2012 / E-MAIL: [email protected] El escritor invitado El padre ¿quién prende el fuego, quién toma las marcas? poema del génesis no escrito que recita el padre en un tiempo sin espacio ni ilusión reconstruimos un momento donde se entrecruzan muchos momentos y el árbol imaginado no es más el árbol tal vez mármol piedra y en la piedra se empieza a ver otra cosa una cara el revés del todo registro de cielo entrevisto en ejercicios nos trabajos de arqueología desenterrando el tiempo nebuloso que despierta y vuelve a nacer como una escritura que no sabe lo que esta haciendo con la fascinación y el aburrimiento canción del padre ¿qué otras cosas hace Dios aparte de las que hace? cuando vos colaborabas con el plan del Padre nací, en las diversas variantes de un solo padre, un solo hijo canción del padre. Pasión, intensidad y compromiso MARíA TERESA ANDRUETTO Néstor Eidler, un tucumano que hace vibrar el mundo La música del universo: Pablo Queralt El buen tipo de mi viejo Pablo Queralt, poeta y médico, nació en Buenos Aires en 1955. El texto publicado pertenece a su libro El Padre, libro que puede leerse como un solo poema, alrededor de la figura del Padre, ora en sentido filial, ora en cons- trucción universal. Pu- blicó, entre otros, los li- bros Cansancio de lo escrito, ed. Tse Tse, 2001; La flecha de Agustín, ed.Alción, 2004; Un se- ductor mañana, ed. Al- ción, 2004; Reescritos in- finitos, ed. Alción, 2006; Primer paso, ed. Eloísa Cartonera, 2006; Pueblo de agua, ed. Alción, 2007; Coca, ed. Ñasaindy. No. A mi viejo no le voy a regalar un celular inteligente, un televisor de 32 pulgadas o una cámara digital. Tam- poco una afeitadora o un reloj, ni mu- cho menos una notebook. Probablemente, como él lo hizo tantas veces conmigo, le regalaré un libro, y le voy a pedir que cuando lo termine me lo preste. También voy a comprar una botella de algún modesto buen vino, o quizás dos, aunque mi viejo sea un empeci- nado defensor del tinto de mesa con hielo y soda. Para muchos, mezclar vino con cualquier otra cosa es poco más que un crimen, pero si eso lo con- vierte a mi viejo en un criminal, yo siempre seré su principal cómplice. Otra vez tendré el honor de encender las brasas. Hacer el asado es una de las facultades que mi familia, con mu- cha generosidad, me atribuye desde hace varios años. Soy el mejor asador, y el hecho de que mi viejo me haya enseñado lo justifica. Mi viejo es un gran tipo. Y no se trata de una afirmación netamente subjetiva y arbitraria. Por el contrario, los hijos solemos ser los peores jueces de nues- tros padres. Además, con mi viejo es- toy en deuda, le fallé terriblemente: Él es peronista y fanático de Central Norte, yo radical y albo. Pero como decía, mi viejo es un buen tipo, tan buen tipo que me llevaba de chico a la cancha de Gimnasia y Tiro y se afilió al partido radical para darme una mano durante una interna. Pero los dos somos hinchas de River, y seguramente con la realidad del club de Núñez abriremos la charla mientras esperemos el asado; cada uno con su vaso lleno de hielo, lleno de soda y lleno de vino. Después hablaremos de política, reivindicaremos los avances de los derechos sociales durante los úl- timos años y debatiremos sobre la forma de lograr la inclusión de los más desprotegidos y cómo consolidar el desarrollo. En algún momento, antes o después de comer, voy a ser un hipócrita y le voy a faltar el respeto a mi viejo. Le voy a decir que es un boludo, que tiene muchas nanas, y que debería dejar de fumar, que el pucho lo va a llevar a la tumba si no le afloja. Mi viejo me va a decir que es difícil (como si yo no lo supiera) y enseguida, porque no puede abandonar su rol paternal, me va a re- tar porque estoy fumando una barba- ridad. Los dos vamos a prometernos, una vez más, dejar el pucho. Mi viejo sabe de adversidades. Sabe mucho. Por suerte también sabe de sa- lir adelante; de caer, tomar impulso y volver a levantarse. Quizás esa sea una de las características de mi viejo que más me conmueven. Espero heredar ese optimismo empedernido. Mi viejo debe estar llorando desde el segundo párrafo, como lloraba emo- cionado antes, cuando alguno de los siete hijos que tuvo pasábamos en la escuela a izar la bandera. La sensibili- dad de mi viejo es la que a pesar de muchos errores (al fin y al cabo es hu- mano) lo hace un buen tipo. Nunca pudo con su conciencia, nunca pudo en sus cabales tomar una decisión que pudiera llegar a lastimar a alguien. Por eso y tantas otras cosas más lo quiero al buen tipo de mi viejo. Por Francisco Laiseca LECTURAS DE DOMINGO 4-1:Maquetación 1 17/06/2012 05:03 a.m. Página 2

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Page 1: La música del universo: Pasión, intensidad y compromisosiete hijos que tuvo pasábamos en la e scu la iz r bnd .L - da em iv jo sl qu p muchos errores (al fin y al cabo es hu - m

SALTA, DOMINGO 17 DE JUNIO DE 2012 / E-MAIL: [email protected]

El escritor invitado

El padre¿quién prende el fuego, quiéntoma las marcas?poema del génesis no escrito que recita el padreen un tiempo sin espacioni ilusiónreconstruimos un momento donde se entrecruzanmuchos momentosy el árbol imaginado no es más el árboltal vez mármol

piedray en la piedra se empieza a ver otra cosauna carael revés del todoregistro de cieloentrevisto en ejerciciosnos trabajos de arqueologíadesenterrando el tiempo nebulosoque despiertay vuelve a nacercomo una escritura que no sabelo que esta haciendocon la fascinación y el aburrimientocanción del padre¿qué otras cosas hace Diosaparte de las que hace?cuando voscolaborabas con el plandel Padrenací,en las diversas variantes de un solo padre, un solo hijocanción del padre.

Pasión, intensidady compromiso

MARíA TERESA ANDRUETTO

Néstor Eidler, un tucumano

que hace vibrar el mundo

La música del universo:

Pablo QueraltEl buen tipo de mi viejo

Pablo Queralt, poeta ymédico, nació en BuenosAires en 1955. El textopublicado pertenece a sulibro El Padre, libro quepuede leerse como unsolo poema, alrededor dela figura del Padre, ora ensentido filial, ora en cons-trucción universal. Pu-blicó, entre otros, los li-bros Cansancio de loescrito, ed. Tse Tse, 2001;La flecha de Agustín,ed.Alción, 2004; Un se-ductor mañana, ed. Al-ción, 2004; Reescritos in-finitos, ed. Alción, 2006;Primer paso, ed. EloísaCartonera, 2006; Pueblode agua, ed. Alción, 2007;Coca, ed. Ñasaindy.

No. A mi viejo no le voy a regalar uncelular inteligente, un televisor de 32pulgadas o una cámara digital. Tam-poco una afeitadora o un reloj, ni mu-cho menos una notebook. Probablemente, como él lo hizo tantasveces conmigo, le regalaré un libro, yle voy a pedir que cuando lo termineme lo preste.También voy a comprar una botellade algún modesto buen vino, o quizásdos, aunque mi viejo sea un empeci-nado defensor del tinto de mesa conhielo y soda. Para muchos, mezclarvino con cualquier otra cosa es pocomás que un crimen, pero si eso lo con-vierte a mi viejo en un criminal, yosiempre seré su principal cómplice.Otra vez tendré el honor de encenderlas brasas. Hacer el asado es una delas facultades que mi familia, con mu-cha generosidad, me atribuye desdehace varios años. Soy el mejor asador,y el hecho de que mi viejo me hayaenseñado lo justifica.Mi viejo es un gran tipo. Y no se tratade una afirmación netamente subjetivay arbitraria. Por el contrario, los hijossolemos ser los peores jueces de nues-tros padres. Además, con mi viejo es-toy en deuda, le fallé terriblemente: Éles peronista y fanático de CentralNorte, yo radical y albo. Pero comodecía, mi viejo es un buen tipo, tanbuen tipo que me llevaba de chico a lacancha de Gimnasia y Tiro y se afilióal partido radical para darme unamano durante una interna.Pero los dos somos hinchas de River,y seguramente con la realidad del club

de Núñez abriremos la charla mientrasesperemos el asado; cada uno con suvaso lleno de hielo, lleno de soda ylleno de vino. Después hablaremos depolítica, reivindicaremos los avancesde los derechos sociales durante los úl-timos años y debatiremos sobre laforma de lograr la inclusión de los másdesprotegidos y cómo consolidar eldesarrollo.En algún momento, antes o despuésde comer, voy a ser un hipócrita y levoy a faltar el respeto a mi viejo. Levoy a decir que es un boludo, que tienemuchas nanas, y que debería dejar defumar, que el pucho lo va a llevar a latumba si no le afloja. Mi viejo me va adecir que es difícil (como si yo no losupiera) y enseguida, porque no puedeabandonar su rol paternal, me va a re-tar porque estoy fumando una barba-ridad. Los dos vamos a prometernos,una vez más, dejar el pucho.Mi viejo sabe de adversidades. Sabemucho. Por suerte también sabe de sa-lir adelante; de caer, tomar impulso yvolver a levantarse. Quizás esa sea unade las características de mi viejo quemás me conmueven. Espero heredarese optimismo empedernido.Mi viejo debe estar llorando desde elsegundo párrafo, como lloraba emo-cionado antes, cuando alguno de lossiete hijos que tuvo pasábamos en laescuela a izar la bandera. La sensibili-dad de mi viejo es la que a pesar demuchos errores (al fin y al cabo es hu-mano) lo hace un buen tipo. Nuncapudo con su conciencia, nunca pudoen sus cabales tomar una decisión quepudiera llegar a lastimar a alguien. Poreso y tantas otras cosas más lo quieroal buen tipo de mi viejo.

Por Francisco Laiseca

LECTURAS DE DOMINGO

4-1:Maquetación 1 17/06/2012 05:03 a.m. Página 2

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1.

He tomado este fragmento de Mentir uncuento, breve relato autobiográfico quepuede leerse en internet, en el que se reco-nocen los temas recurrentes en la produc-ción de María Teresa, ficcional y no ficcio-nal. Ese texto evoca la experiencia de lecturade una niña que asalta

(…) desaforadamente todo lo que hay en sucasa. ¿Y que hay en su casa; Una mezclade Twain y D’Amicis, de Stevenson y Ta-gore, de Dumas y de Olegario Andrade (…), muchas biografías y relatos de viaje, unacolección de literatura política, (…) y sobretodo mucha y buena literatura informativa(…) porque no era la literatura, sino el co-nocimiento lo que primaba en la casa (…)porque los libros tenían un sentido utilitarioy tal vez no hiciera falta leer unanovela pero cómo ignorar la evo-lución de la pintura desde Altamirahasta Picasso. Y yo, la niña que yoera, iba por esos libros inmensosque, sin duda, no comprendía, conel mismo desparpajo, con la mismairreverencia con que transitaba porlas fotonovelas (…) o por las hojasteñidas de sangre de la revista Así enlas que el carnicero envolvía la carneque me habían mandado a comprar.

Cuando afirma que “los libros teníanun sentido utilitario” nos recuerda lasdiferentes clases de textos con los quepuede encontrarse un lector (las enciclo-pedias, donde priman los informativos,el libro de cocina, los argumentativos, lasnoticias de un periódico), sus expectativasy actitudes ante la lectura; parece tambiéninevitable aludir a las reflexiones que al-gunos autores han hecho sobre el tema:Noé Jitrik, Roland Barthes, Umberto Eco,entre otros. Jitrik, un escritor y crítico ar-gentino, dice en algún momento que se

puede leer por necesidad para recabar al-guna información. Ésta es una lectura in-formativa; satisfecha la necesidad prima-ria, no va más allá. Otro nivel es la lecturaindicial, que presupone un grado de abs-tracción pues percibe detalles, recurren-cias menos evidentes en la superficietextual, muy útiles para la lectura in-terpretativa. En este nivel, el lectorconstruye una o varias significaciones,a partir de los indicios o pistas dise-

minadas en el texto, de sus conoci-mientos del mundo y de sus asociacio-

nes. Barthes, por otro lado afirma quela lectura es transindividual, está más alládel sujeto particular que lee: leemos apartir de esquemas que hemos incorpo-rado, de las experiencias que tenemoscomo lectores. Eco va a hablar del lectormodelo, una imagen capaz de reconocer

los guiños y las capas de sentido más pro-fundas de un texto.

¿Por qué esa niña lee con avidez? Porque yoiba por esos libros y diarios y revistas, buscandoanécdotas, historias que, mentirosa, contaba comopropias (…) a mis compañeras de grado (…) quealargaba o modificaba a mi antojo, para agregarsuspenso o acabar a tiempo para regresar alaula… Apropiación y escritura, relatos ora-les de una niña que reescribía, inventaba,“alargaba” en esa temprana vocación quela convirtió en la escritora imprescindibleque es hoy. Así transitó del vicio de contar al “oficio dementir”, a la ficción, ese extraño paraje enel que se pierden los contornos entre verdady fantasía. Y nosotros, lectores, dudamos ynos respondemos: sa-

bemos que la literatura siempre es ficción,aun cuando se relaten hechos de la expe-riencia personal: “Mentir un cuento” tieneun tono autobiográfico, pero ¿no será unguiño de la autora? ¿Qué hay de cierto y deinventado en lo que dice? Y aunque fuerareal, ninguna biografía o autobiografíamuestra la totalidad de una vida. Tienenpretensión de verdad; el lector avisado sabeque no es así. Además, aunque fuera men-tira, no importa, la pequeña fábula nosatrapa y llena de felicidad. Sin embargo, cuando nos familiarizamoscon algunos de sus libros, observamos reta-zos autobiográficos, transformados por lamagia de una escritura que, a partir de unafrase, una idea, pone en escena nuevos rela-tos, ficcionales unos, didáctico otros. La docente, ese otro rostro inescindible dela escritora, cuenta también sus experienciasde otras lecturas, aquellas que le disparanla mirada reflexiva. En “La escena en elcuento”, la frase inicial señala la fuente desu elaboración, Piglia, Chéjov, a partir de laque escribirá sus aportes, los desvíos y losañadidos, las cosechas del propio huertopara compartir una travesía de escritura, ladel cuento “Los rastros de lo que era”.De las muchas declaraciones de María Te-resa, me interesa enfatizar aquellas que per-miten asomarnos a las motivaciones pro-fundas de una vocación que no claudica yse multiplica –en cuentos, poemas, novelas,conferencias, ponencias para jornadas cien-tíficas, cursos de actualización docente, en-trevistas (periodísticas y académicas)–, a esadimensión que hace de su escritura una can-

tera inmensa y rica para pensarnos ycrecer. En una entrevista, ante el comentariode que en Kodak hay poemas en queparece que hablara la voz de un niño,responde:

(…) es un libro de escritura muy lenta,que se fue haciendo a lo largo de diezaños, en el que yo repasé de mucho mo-dos ese tiempo compartido con una her-mana que a la hora de escribir los poe-mas ya no estaba. Kodak es un libropequeño en cantidad de poemas y muyextenso en su tiempo de realización,escrito para comprender esa falta,para transitar ese duelo. Porque másallá de que mucho de lo que hice sehaya publicado y leído, siempre heescrito para comprender. Cada librome internó, por así decirlo, en al-guna zona de lo humano que mecostaba o todavía me cuesta com-prender.Esa conciencia y el conoci-miento que María Teresatiene de su, de la escritura,de sus códigos, de las for-mas, definen una posición:

A lo largo de la escritura de una obra, unescritor va escribiendo también su estética yva construyendo el lector modelo que quierepara sí, (…) porque lo que busca no es el re-conocimiento sino la comprensión. No esalgo que uno sepa a priori, es algo que se vadescubriendo en el proceso de hacer, y unade las cosas que he descubierto de mí (…)es este andar por los bordes, este cruce de gé-neros, he descubierto que me atraviesa entodos los órdenes esa resistencia a los enca-sillamientos, pero no se trata de un acto de-liberado de rebeldía, se trata de algo muyprofundo y lejano, algo que tiene que vercon la búsqueda de una verdad personal.Mirado en profundidad, nada de lo humanoes común ni ajeno. En la capacidad de en-contrar lo particular, de mirar con profun-didad el corazón del hombre, está la potenciade un escritor. ¿Cómo enseñar a leer? Le-yendo. Compartiendo lo que a uno le gustacon su pequeño grupo (Los subrayados mepertenecen).

2.Como María Teresa, me pregunto quépuede hacer una lectora que se aproximó asu escritura, con discontinuidades, desdehace ya algunos años, cuando una amigacomún le alcanzó Tama, luego Pavese / Ko-dak y más tarde La mujer en cuestión, y quedósuspendida en una extraña vibración anteese mundo de palabras que se desplegabaen historias conmovedoras, inquietantes(como las de Todo movimiento es cacería) oen poemas en los que –además de las refe-rencias a la cotidianeidad, a los recuerdos–planeaba un exceso, un algo más que aúnno alcanzaba a dilucidar pero que sin em-bargo quedó rondando en algún rincón desu memoria, en un estado de latencia comosi esperara el momento oportuno para co-brar formar, empezar a decirse y nombrarse.Puedo, como ella, decir yo leía, leía sus his-torias y poemas, acaso sin comprender, sin-tiendo un algo inaprehensible, un llamadoque no alcanzaba a definir…Las sensaciones provocadas por ese reco-rrido inicial estallaron cuando leí Lenguamadre y desde esa madrugada alucinada enque escribí a una amiga para compartir laintensidad de los sentimientos que me em-bargaban, empecé a releer esos libros queme llamaban, tal vez como único modo de

2SALTA, DOMINGO 17 De JUNIO De 2012

Por Marta Ofelia Ibáñez

…pero lo mismo contaba,como un vicio cuya marcha nopodemos detener, yocontaba. Lo que no habíacomprendido aún era que enaquellas historias narradaspara que me quisieran miscompañeras de grado, yoestaba ejercitándome ya enesta pasión, en este delicadohacer, en esto que AbelardoCastillo llama “el oficio dementir”.

Un vasto patrimonio delecturas, se entretejen en la viday en la obra de esta escritorapara enunciarse una y otra vez,ya en un poema, ya en brevesnoticias autobiográficas, ya encuentos o novelas.

Pasión, intensidad y compromiso: M

CMAN

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exorcizar al fin tanto sentimiento acumu-lado. Es posible que a contramano de lo que seespera de un comentario o texto crítico, laautorreferencialidad moleste a quienes leanestas líneas. No he podido evitarlo, como siante la afectividad puesta en palabras porMaría Teresa fuera difícil obviar, negar, aca-llar las respuestas afectivas del que lee…En lo que sigue, señalo algunos rasgos queaproximan ciertas particularidades de su es-critura y estimulan otras búsquedas, a sa-biendas de la imposibilidad de clausurar elsentido.

Las cartas (el escríbeme), ese puente en-tre ausencias y distancias, se infiltranconstantemente en su poética, a vecescomo un ruego, otras para medir eltiempo o como constitutivas de latrama novelesca. En Stéfano, acompa-ñada por el son de una mandolina, latristeza de los inmigrantes –que se vahaciendo nuestra– recién llegados alpuerto de Buenos Aires se condensaen la letra de una canción: Scrivimi…non lasciarme piú in pena (…)…na fraseun rigo appena / calmerano il mio dolor./tu non escribe non torni, / tu sei fatta digelo (14). A lo largo de la novela, conla insistencia de un dolor que vuelve yque es necesario conjurar, la voz delprotagonista evoca escenas de la vidafamiliar en un pueblo de Italia, y aqué-lla, reiterada, cuando casi niño, se se-para de su madre –y de su patria–; enbreves pinceladas, va relatando esa his-toria que lo constituye desde la infan-cia: la muerte de su padre en la guerra,el hambre, el luto irreversible de Ag-nese... Otro narrador interviene, aquie-tando la congoja, para seguir las peri-pecias de Stéfano desde su partidahasta encontrarlo ya instalado, o pararecuperar frases de la madre, o esosdestellos muy íntimos sólo visiblescuando se está muy cerca de la con-ciencia de un personaje: Ella pregunta: ¿Te irás? Yo no sé qué decir.Vuelve en los sueños y pregunta: ¿Te irás?Y yo, Ema, no sé qué decirle. Sólo sé quehubiera querido traerla conmigo.La última tarde que comparte con ellos, Sté-fano le cuenta a Moretti y a su mujer las in-justicias que cometió Vittorio desde el primerdía. Ellos son los únicos que le han dichoque hace bien en irse, en buscar otras opor-tunidades. El pan del patrón, Stéfano, tiene siete cás-caras –dice Moretti. –¡Es lo que decía mimadre! Siete cáscaras y la mejor está que-mada…(…) María ha cocinado polenta con salsa,crema y chorizos. Él recuerda la polenta quecomía con su madre, aquella dura como unpan. Qué comerá su madre ahora, con quiencomerá. Hace ya tres cartas que no tiene

respuesta (58–59).El relato de la inmigración, una sensibilidadaguda para captar las voces del conciertosocial, un vasto patrimonio de lecturas, seentretejen en la vida y en la obra de esta es-critora para enunciarse una y otra vez, yaen un poema, ya en breves noticias auto-biográficas, ya en cuentos o novelas. Es elotro idioma, lengua madre (hecha de pala-bras pero infinitamente más de gestos, deactitudes solidarias, de reproches, de renun-cias, de búsquedas), que aprendió con el co-razón: Soy hija de un partisano (…); tambiénmi mamá es hija de inmigrantes italianos (…).El agradecimiento a la tierra de llegada que lehabía permitido trabajar y formar una familia,fue la otra cara de la tristeza que le causaba a mipadre el desarraigo (91), dice en una breve au-tobiografía incluida al final de Stéfano. Yreaparece en poemas de Pavese / Kodak:

Él nos leía a Pascoli en la luz / de la ma-ñana y hablaba de las tardes / aquellas delotoño, los perros oliendo / entre las setascuando iba con su padre / a buscar trufas.Ella sabía de memoria / la vida de él. Elnombraba la guerra,/ los años escapando,el abrazo / de Paolo y Etiopía. Ella escondía/ bajo el plato las cartas que llegaban, / yles sabía los nombres a los primos /lejanos.(…) (“Del latín recordis”)Hoy vino mi madre a visitarme / y cami-namos las dos por estas calles. / Hablamosde mi hermano, / de los hijos, de las chicasdel Sur, / de mi cuñado. Otra vez yo critiqué/ al gobierno y ella dijo otra vez / “¡Es unpaís tan grande!” No quiere / que me queje:“¡este país generoso / recibió a tu padre!” yrodamos las dos / hacia una zona de tris-teza, en silencio, / hasta que se detiene ydice: “Ayer / hice dulce de duraznos” y yodigo / que hablaron de mi libro / en el dia-rio” (“Visita”)

La lectura, la escritura, la voz (como sonidoarticulado o soplo impreso en el papel) delos inmigrantes o de los exiliados (en su paíso fuera de él), impregna la evocación decuadros cotidianos, de la historia personaly de los hechos sociales en palabras pulidas,trabajadas palmo a palmo gracias al domi-nio de los recursos poéticos y narrativos. Si Stéfano lee / escribe trazos, fragmentosde la historia y el sentir de los inmigrantes,La mujer en cuestión lee / escribe la inves-tigación de un informante que rastrea endocumentos, testimonios, declaraciones da-tos que arrojen alguna luz sobre Eva Mon-dino. Parapetado en una objetividad quecontradice con sus opiniones, sus interven-ciones, devenido lector de huellas, de rastros,el informante inscribe su subjetividad mien-tras busca reconstruir la vida de una mujerdurante la última dictadura militar, para es-cribir finalmente sobre la imposibilidad deconocer una verdad única y total.En Lengua Madre convergen esas líneas desentido que atañen al deseo de comprensión

de lo humano y de conocimiento de símisma que refirió la escritora y las búsque-das formales que la llevaron de una novelade viaje a otra escrita como un informe. No-vela epistolar si se busca un rótulo que laencuadre (pese a la resistencia de María Te-resa a los encasillamientos), nuevamente lalectura y la escritura son los sutiles hilosque van zurciendo, bordando, integrandolas cartas de la abuela, Ema, escritas a suhija Julia encerrada durante años en el só-tano donde nació Julieta, la muchachacriada por los abuelos que ha llegado desdeMunich después de la muerte de su madre,para leer la herencia que le ha legado. Paraleer la historia de la madre, de la familia, supropia historia y la de un país herido, quetodavía sangra y se conduele. Podría decirseque ella es hoy, a poco de morir su madre, unahija que la está buscando. Una hija que hace na-cer a la madre de unos papeles, unas cartas (15) Julieta, que necesita restañar las heridas porla ausencia de su madre, inicia un viaje abordo de las cartas escritas por la abuela –también de fotografías, de esquelas, de di-bujos infantiles, de unas pocas cartas de esepadre del que sólo tiene una foto de la in-fancia (como Stéfano) – , hacia su propiainterioridad, hacia el encuentro consigomisma y con su país:

…y ella se hunde en el territorio de los muer-tos, en la búsqueda desesperada de lo quefue, en la necesidad de comprender lo quepasó. Puede que tenga que ver el que hayacrecido en una familia de inmigrantes ita-lianos tan propensos al melodrama, una fa-milia donde la vida de los otros, los que vi-vieron antes, estaba muy presente. Ella vioeso, (…) se crio con gente grande en unacasa donde nada era más importante que elamor; (…) se pregunta por qué las cosashabrán sucedido de ese modo y por qué suspadres –por qué su madre que se ha criadoen esa casa– habrán ahogado sus mejores

sentimientos para correr detrás de una idea(32).

La tensión entre el allá y el aquí, el entoncesy el ahora, entre la vida vivida, la vida con-tada, la vida elegida y el encuentro con laposibilidad de significar y resignificar su pre-sente, transporta a Julieta a un nuevo terri-torio. La saga familiar, la de la dictadura en nues-tro país, inscriptas en las novelas que hemencionado y la de la propia práctica escri-tural se sostiene no sólo en la reapariciónde personajes, situaciones, episodios, lugares(campos de concentración, sótano, escon-dites), sino en las remisiones constantes deun libro a otro; fragmentos de poemas queaparecen en las novelas, pequeñas historiasque se recuentan, en una escritura tersa,fluida, sin golpes bajos ni concesiones, lejosde una actitud de denuncia y cerca, muycerca de la melancolía a la que refiere DoraLessing, evocada por Julieta que investiga“La escritura de mujeres”:

‘Se escribe con el cuerpo y la cabeza’, le dijoLessing en una ocasión. (…) En la últimaentrevista que le hizo, se refiere a la melan-colía, explica: ‘Puede que esté cargada depesadumbre, que supongo es una forma dedepresión, pero también es algo muy cere-bral, que tiene mucho que ver con el pensar,una condición básica del trabajo creativo.Es poco probable que se escriba con ciertaprofundidad si se tiene un temperamentodiametralmente opuesto a lo melancólico’(192).

María Teresa, ¿me escribirás otra vez?

3SALTA, DOMINGO 17 De JUNIO De 2012

Nota: Las referencias corresponden a Stéfano(2008), Sudamericana; Kodak/Pavese (2008),Ediciones del Dock; La mujer en cuestión(2010), Mondadori y Lengua madre (2010),Mondadori. En Internet se pueden encontrar en-trevistas, ponencias, material para cursos de ca-pacitación, cuentos y poemas.

María Teresa Andruetto

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De familia alemana y polaca, nací y me

crié en Tucumán. Sus montañas y la sabi-

duría ancestral de sus pobladores moldea-

ron mi personalidad, y esto sigue vigente

no importa dónde me encuentre... Soy vio-

linista, director de orquesta y pedagogo.

Anota Eidler en su blog (nestoreidler.blogs-

pot.com). Desde hace más de tres décadas,

el singular músico vive en Barcelona.

Resonancias

“El universo es una caja de música”, explica

Eidler, “pues está construida en proporcio-

nes equivalentes a los intervalos de la octava

musical”. Dijo Einstein, violinista y mate-

mático: “Sólo quiero conocer a Dios; lo de-

más son detalles”. Y se puso a tañer con

fórmulas la música del universo. En esa lí-

nea está Néstor Eidler, al que han llamado

“médico de médicos”: imparte técnicas que

permiten tocar mejor porque, de hecho, se

sanan de bloqueos y disfunciones. Eidler

insiste en que toca el alma a través de cuerpo

y alma (“la espiritualidad pasa por el

cuerpo”), y en que todos podemos resonar

con el Todo.

¿El universo es sonido?

¡Sí! Y la vida, vibración. Toda vibración es

sónica. ¡El universo suena!

¿A qué suena?

Oígalo en esta grabación... Oigo una melo-

día armoniosa... Son las vibraciones capta-

das por la sonda Voyager en el espacio entre

Júpiter y Saturno: es la resonancia del

viento solar en la ionosfera de los plane-

tas… El universo suena, pues... ¡Está oyén-

dolo! Pitágoras (siglo VI a.C.) habló de la

“música de las esferas”: Pitágoras debía de

tener afinada la percepción de esta realidad

cósmica vibrante que hoy la tecnociencia

nos confirma.

¿Con qué implicaciones?

Los compositores de música más inspirados

(Bach, Mozart, Beethoven...) quizá son per-

sonas capaces de conectar con los inma-

nentes y eternos sonidos del cosmos.

¿No crean? ¿Sólo transcriben?

La música no la inventó el hombre: ¡existe

desde siempre! Toda música está aquí: se

trata de captarla y plasmarla.

¿Usted compone?

Nací músico. Por mi sangre corren notas.

Estudié violín... y quise contactar con David

Oistrach, violinista y pedagogo judío ruso.

¿Por qué precisamente con él?

Yo no estaba conforme con mi sonido. Y

escuchaba el de otros grandes violinistas:

“Farsantes”, pensaba. Hasta que oí a Ois-

trach: “Es el único que no miente”, me

dije...

No entiendo a qué se refiere…

En los otros percibía interferencias, o físicas

o narcisistas... Oistrach era el único que me

hacía vibrar, sentía que conectaba con la

esencia... ¡Quise tocar como él! Como dis-

cípulo de Fedora Aberastury, ella me enseñó

el camino a los misterios y hacia Oistrach.

¿El camino de los misterios?

Fue la creadora del método Aberastury, lla-

mado sistema consciente para la técnica del

movimiento, que te ayuda a reconectarte

con tu primer instrumento: ¡tu cuerpo!

¿Y conoció al fin a Oistrach?

Conseguí una cita con él para verle tocar...

¡Y al cabo pude asistir a varias clases! Murió

poco después: ¡llegué justo a tiempo!

¿A tiempo para qué?

Oistrach me confesó: “Sé que tengo se-

cretos... pero no sé cómo enseñarlos”, y

vio en mí a la persona que sí podría ha-

cerlo.

¿Y qué enseña?

Que quien conoce el sonido lo conoce todo.

Cada persona tiene un sonido. El universo

es vibración, emanada del tictac de la pola-

ridad originaria, y como el de tu corazón.

Sea más preciso.

Se trata de reactivar conscientemente esas

notas de vida, mediante ciertos ejercicios

tomados de los métodos de los pianistas

Claudio Arrau y Fedora Aberastury: se tra-

bajan cerebro, manos, lengua, plexos, arti-

culaciones, columna, sentidos...

¿Para tocar mejor el piano o el violín?

Es indiferente el instrumento musical; tocar

bien un instrumento ¡exige primero apren-

der a respirar bien! Exige reactivar los mo-

tores internos del movimiento...

¿Una especie de reset interno?

Se trata de recuperar tu armonía psicofísica,

rearmonizarte emocionalmente, reaprender

a activar correctamente tu energía, blo-

queada por tensiones, ¡y de ahí se derivará

un estado de inspiración creativa!

¿Y el músico interpretará mejor?

He conocido a intérpretes con bloqueos

musculares, tendinitis, artritis... que pertur-

baban sus capacidades: tras el curso mú-

sica- energía recuperaron sus facultades.

¿Qué es la relación música-energía?

“Dame una cuerda y te explicaré el uni-

verso”, proclamó Pitágoras: la vibración es

función proporcional del segmento de

cuerda… Música, matemáticas, geome-

tría… Tu armonía interna responde a pro-

porciones matemáticas, igual que el cosmos.

Restablécela y la energía fluirá: conectarás

con tu emoción y sonarás como un instru-

mento afinado...

No basta el dominio virtuoso de la téc-

nica...

No. La música es como la religión: ¡un sen-

dero para conectar con el absoluto! Esto lo

podemos sentir todos.

¿En qué ocasión lo ha sentido más que

nunca?

Di un concierto en una nave románica del

monasterio de la Oliva (Navarra)... y perdí

la noción del tiempo, como si todo fluyese

solo y yo observase desde fuera... Vi pasar

la eternidad... ¡Cualquiera puede experi-

mentarlo!

Parece hablar de un yoga musical...

Mejor de unas artes marciales... En mis cur-

sos con alumnos, trabajo con su alma... ¡Les

toco el alma! Igual que toco el alma de un

violín, toco el de las personas.

¿Un violín tiene alma?

Sí, una piececita de madera que une las pa-

redes de la caja del violín, suelta, sin encolar,

movible: yo la muevo una sola micra... y

cambia el sonido.

Y... ¿en qué parte de mi cuerpo está el

alma?

Descartes dijo que en la glándula pineal,

que hoy sabemos que está conectada con

la punta de los pies, con el dedo gordo de

los pies: ¡el alma está en el dedo gordo!

¿Es usted un psicoterapeuta de músicos,

por tanto?

Psique significa alma: sí. Les enseño que

somos música, que todos tenemos un so-

nido propio, que a través del cuerpo podrás

hallarlo: estarás tocando el alma. Y enton-

ces resonarás a coro con el universo.

4SALTA, DOMINGO 17 De JUNIO De 2012

El universo suena y cada persona tiene un sonido.

Néstor Eidler,un tucumano

que hace vibrar

el mundo

La música del universo:

Publicado en La contra de la vanguardia, 14/4/2011

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