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LA LEYENDA DE LOS HIJOS DE BELISSENDA Existe una antigua leyenda que cuentan los habitantes de las pequeñas poblaciones que rodean al Monte Tabor en Occitánia, entre ellas Fougax, Mirepoix, Puivert, Camon, Montsegur, Rocafixada y Lordat, aunque hay muchas más. También la cuentan los pastores y ancianos que habitan en los bosques de Belesta y en las profundas gargantas que conducen desde Montsegur, a los altos valles y prados donde podemos encontrar los Lagos de los Druidas y del Diablo en la ruta de acceso a la cumbre del Monte Tabor. Esta leyenda la guardan celosamente, y solo la cuentan a aquellos viajeros que muestran un verdadero interés por comprender el origen y la esencia espiritual de la Fraternidad Cátara. Lago del diablo, (Monte Tabor)

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Page 1: LA LEYENDA DE LOS HIJOS DE BELISSENDA...Al ver esto, los Hijos de la Luz establecieron un Plan de Salvación y de retorno para sus hermanos caídos. Este Plan, comprendía la creación

LA LEYENDA DE LOS HIJOS DE BELISSENDA

Existe una antigua leyenda que cuentan los habitantes de las pequeñas poblaciones que rodean al Monte Tabor

en Occitánia, entre ellas Fougax, Mirepoix, Puivert, Camon, Montsegur, Rocafixada y Lordat, aunque hay

muchas más.

También la cuentan los pastores y ancianos que habitan en los bosques de Belesta y en las profundas gargantas

que conducen desde Montsegur, a los altos valles y prados donde podemos encontrar los Lagos de los Druidas

y del Diablo en la ruta de acceso a la cumbre del Monte Tabor.

Esta leyenda la guardan celosamente, y solo la cuentan a aquellos viajeros que muestran un verdadero interés

por comprender el origen y la esencia espiritual de la Fraternidad Cátara.

Lago del diablo, (Monte Tabor)

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Lago de Los Druidas.- Monte Tabor

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La leyenda

Los Hijos de la Luz reunidos en consejo pensaron: Ya que somos Luz, ¿Por qué no creamos luz, inteligencia y

eternidad? Entonces sus pensamientos se armonizaron convirtiéndose en música, de la música emergieron

imágenes, estas cobraron vida y se convirtieron en una infinita, eterna y maravillosa creación.

Aparecieron entonces espacios infinitos inacabables, inimaginables e inalcanzables para nosotros los humanos.

Y la luz de su creación se expandió a través de lo increado. Luminosa, imparable y en constante expansión de

inteligencia y vida.

Pero aconteció: que cuando algunos dioses observaron la creación formada en el fuego por el Demiurgo,

desearon participar a su vez en dicha creación.

Una vez que conocieron la esencia del fuego de la materia, quisieron franquear el límite de los círculos y conocer

el poder de aquello que reina sobre el fuego. Atravesaron la fuerza de cohesión de las esferas a las que habían

desgarrado los velos y se mostraron a la naturaleza inferior en la bella forma de los dioses.

Cuando la naturaleza vio al hombre divino en su inagotable belleza le sonrió con amor. Y este, percibiendo su

propia imagen reflejada en el agua de la naturaleza se prendó de amor por ella y quiso habitar allí.

La naturaleza, recibiendo a su amante lo abrazó totalmente, entonces ya no fueron más que uno, pues el fuego

de su deseo era grande.

Los dioses, enamorados del reflejo de su propia imagen en las aguas de la materia se unieron a ella. De esta

manera surgió una creación anormal y perversa no contemplada en la idea original.

El resultado fue catastrófico, pues al unirse a la materia quedaron atrapados en su propia creación perdiendo

así su cuerpo de Luz. Sin su glorioso vestido de luz quedaron desnaturalizados de su esencia divina, y al no

poder manifestarse más en su naturaleza original, fueron entonces exiliados de su reino, (el paraíso).

Fueron circunstancias dramáticas, ya que la creación en la que ellos pretendían mantenerse (al estar fuera de

las leyes divinas), se iba destruyendo y desmaterializando poco a poco. Eso también les afectó a ellos, pues al

haber perdido sus cuerpos de luz se encontraron ante el riesgo de la extinción.

Al ver esto, los Hijos de la Luz establecieron un Plan de Salvación y de retorno para sus hermanos caídos.

Este Plan, comprendía la creación de un reino de emergencia en la materia (totalmente cerrado al Reino

Original). De esta creación surgió un nuevo universo, compuesto por galaxias, sistemas solares y planetas. A

continuación aparecieron los reinos mineral, vegetal y animal. El último día culminó con la creación de un

vehículo (un cuerpo) a través del cual el Alma desnaturalizada de sus hermanos caídos pudiera expresarse.

En el depositaron la chispa de su esencia divina con la finalidad de que, “a través de la inmersión en la materia y

las muy duras experiencias que les quedaban por vivir”, esta chispa les guiara a través del tiempo y de muchas

encarnaciones hasta volver a encontrar el camino de regreso.

Así aparecieron el mundo y el hombre. El Alma del hombre aunque inmortal y soberana, ha perdido su linaje

divino “quedando sometida al destino”.

Encadenada a un cuerpo mortal, el alma del hombre no puede encontrar la paz en esta naturaleza, muriendo

constantemente cuando muere el cuerpo que la envuelve.

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Es el alma la que reencarna una y otra vez y no el hombre, pues este no es más que el vehículo que la envuelve,

convirtiéndose en polvo en cada encarnación.

Es por esa razón que el hombre muere constantemente sin haber alcanzado la paz, “y no la encontrará hasta

que comprenda que en su corazón porta a un Hijo de Dios caído, que quiere volver a casa”.

Hubo un grupo dentro de los dioses caídos que se dio cuenta de su error y quiso volver a su universo (el paraíso)

pues al principio todavía era posible.

Pero otro grupo, en su deseo de permanecer en la materia inicio un combate contra la divinidad de la que había

renegado. Aplicando entonces los restos de su antigua magia, obligaron a los espíritus caídos a someterse a las

leyes dictadas por los dioses terrenales que ellos habían creado.

Así apareció la “contra-naturaleza” con todo su panteón de dioses dialecticos, los cuales se agruparon en torno

a uno que se hizo llamar “El Dios Creador”, este, exigía obediencia absoluta o un tremendo castigo al que no

obedeciera.

En su lucha contra la divinidad, los dioses terrenales pretendieron crear criaturas sin alma y sin espíritu,

carentes de recuerdo y totalmente obedientes a sus designios. La idea de la eugenesia, nació entonces como

oposición a la creación divina. La magia negra, “la más negra que podamos imaginar” se practicó entonces.

Esta magia perduró por mucho, mucho tiempo, siendo más tarde, la causa de la caída de la Atlántida.

Los espíritus que no se sometieron fueron perseguidos, torturados y manipulados genéticamente por los

sacerdotes adoradores de la abominación que se hacía llamar “El Dios Creador del mundo”.

Este ordenó ofrendas de sangre y sacrificios en su honor y que se manipulara genéticamente a los espíritus

caídos con el fin de erradicar en ellos todo concepto de “divinidad”, borrando así el recuerdo de su procedencia.

Pero “Los Hijos de la Luz”, nunca abandonaron a sus hermanos caídos. Descendieron entonces entre los

hombres guiándoles, ayudándoles y combatiendo contra la magia de los sacerdotes servidores de los falsos

dioses.

Entre los muchos dioses que vinieron para tutelar y ayudar a la joven humanidad se encontraba la diosa

Artemisa, también llamada Belissena.

Belissena conoció a Abelio (un semidiós). Ambos se enamoraron y fue tan grande su amor que se olvidaron de

su misión. Su pasión les llevo a renunciar a su estado divino creyendo que podrían conservar su inmortalidad en

un mundo “en el que todo muere y todo queda atrás sin remedio”.

A pesar de ser advertidos de que el hombre estaba destinado a ser uno con el Espíritu (y no al revés), decidieron

compartir un destino terrenal pues el amor que sentían el uno por el otro era muy fuerte.

Los dos amaban a la humanidad, y deseaban de buena fe ayudar a los hombres con su sabiduría y sus consejos.

Artemisa hablo con lo inexpresable, y le comunico su deseo de vivir su amor con Abelio. Este le contesto: “ten

en cuenta, que si te unes a los hombres perderás tu Luz, tu esencia divina y la inmortalidad“.

Belissena expresó su deseo de compartir el destino de la joven humanidad con Abelio. La voz del Espíritu volvió

a hablar y le dijo: “Si este es tu deseo” ¡sea pues! Belissena y Abelio convivieron con los humanos por mucho

tiempo, y en verdad fueron de gran ayuda para ellos.

Los iberos, consagraron templos en su honor en el bosque sagrado de Belena (la actual Belesta), se dice que

Montsegur era anteriormente un templo solar consagrado a Abelio y Belissena-Artemisa.

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La llamaron Belissenda (Hija de la Luna). Con Abelio, vivieron muchos años y tuvieron muchos hijos, estos a su

vez fueron llamados “Los hijos de la Luna” o “Los hijos de Belissenda”.

¡Pero en este mundo todo tiene su fin! Llegado el momento de la muerte de Abelio, Belissenda sintió una

terrible soledad y un gran vacío que nada ni nadie podía llenar, “ella vivió muchos más años que él”.

Al final de su vida, sintiendo la llamada de la muerte, llamo a sus hijos y les dijo: “junto a vuestro padre hemos

intentado ayudar a los hombres” pero tarde me he dado cuenta de que ellos tienen que recorrer un largo

camino lleno de experiencias que nadie les puede evitar.

Pero vosotros, que por una parte sois hijos de la Luna y por otra parte hijos del Sol, podéis escoger entre volver

a casa “pues sois hijos de la Luz” o quedaros aquí y compartir el destino de los hombres.

Mucha es la tristeza que siento al tener que partir de aquí, “pero todavía es más grande la añoranza que siento

por no poder volver a mi verdadera Patria”. Y aunque yo tenga que seguir el destino de los hombres durante

muchas vidas, para vosotros está abierto el camino de regreso.

Belissenda murió de añoranza y de tristeza. Solo sus hijos la pudieron consolar ante la evidencia de que a pesar

de todos sus esfuerzos por establecer un paraíso en el mundo de los humanos, el resultado fue todo lo contrario.

Belissenda se acordó entonces de que el universo de los humanos era provisional y dialectico. Un reino material

(cerrado al Reino Divino) en el que todo muere para volver a nacer y morir. Y solo a través de muchas vidas y

experiencias, los hombres podrán volverse conscientes de que portan en su corazón la chispa divina de la

inmortalidad. Solo entonces, podrán a volver a convertirse a imagen y semejanza de los dioses.

Los hijos de Belissenda pidieron que se les permitiera volver al Reino Original, “ya que se daban cuenta de que

en este mundo, a pesar de todas sus bellezas e ilusiones no eran más que extranjeros y exiliados”. Entonces: el

Espíritu les hablo y les dijo:

Debéis todavía permanecer un tiempo entre los hombres para ayudarlos a superar las encadenantes ilusiones

creadas por los falsos dioses y sus sacerdotes. Para ellos, llegan tiempos de gran confusión y confrontación.

Tenéis poder y conocimiento para guiarlos y ayudarlos en la prueba que les llega, “pero sobre todo una

advertencia” ¡no debéis intervenir en los asuntos de los hombres! “pues quedaríais encadenados a su destino”.

Así lo prometieron “los hijos de La Luna” como se les llamaba. Y en verdad actuaron como un faro de luz que

iluminó la conciencia de los hombres ante tanta oscuridad.

En los días del diluvio, ayudaron, rescataron y guiaron a los hombres que se mantuvieron fieles. Pero

cometieron el error de intervenir en el destino de los hombres olvidando la advertencia.

Una vez acabada la construcción de las grandes pirámides de Egipto, fueron convocados allí por el Espíritu.

Era de noche, las blancas paredes de las pirámides reflejaban la luz de la luna llena iluminando toda la llanura.

Su resplandor se observaba desde muy lejos, “era como si tuvieran luz propia”. Como un faro que indicara su

situación

Reinaba un gran silencio. Una multitud expectante observaba a los hijos de Belissenda que estaban reunidos en

círculo alrededor de un rectángulo de granito pulido y sin ninguna inscripción.

Estos, suplicaron a la Luz que les permitiera reparar su falta. Estaban tristes, pues sabían perfectamente que

habían transgredido las leyes y que esto suponía perder su filiación divina, la inmortalidad y el recuerdo de su

origen.

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El Espíritu hablo y les dijo: “Se os dio poder y conocimiento para ayudar e iluminar a los hombres”, pero habéis

intervenido en sus asuntos. A partir de ahora quedáis unidos al destino de la raza humana. “Naceréis,

encarnareis y volveréis a encarnar, quedando vuestra Alma aprisionada en diferentes cuerpos”.

¡Nunca encontrareis la paz en esta naturaleza! “Pues sois hijos del fuego y del Espíritu”. ¡Os encontrareis

extranjeros allí donde vayáis! ¡Os sentiréis siempre en el país del exilio! Pero el fuego del recuerdo de vuestra

filiación divina os acompañara siempre, pues lleváis grabado en la frente “el estigma de los hijos de Caín”.

La mayoría de ellos se adelantaron hacia el monolito de granito y posando la mano sobre él prometieron

fidelidad al Plan y a sus enviados, prometiendo también, ayudar y proteger a los hombres que quisieran

regresar “aunque fuera a costa de sus vidas”.

La voz les contesto: ¡Sea pues! Las puertas del retorno están cerradas para vosotros, pero si cumplís vuestra

promesa estas puertas se os volverán a abrir “cuando el que porta el cántaro de agua aparezca por el cielo

cruzando el arco de las estrellas”. ¡Entonces os volveréis a encontrar!, ¡os reconoceréis y recordareis quienes

sois!

Los hijos de Belissenda fueron encarnando en diversas épocas y lugares, los podemos ver en la caída de la

Atlántida donde fueron de gran ayuda, con Alejandro de Macedonia, en la corte del Rey Arturo y con la

Republica Romana en su lucha con los cartagineses, servidores del “Dios del mundo”…

Hasta que en 1222 se volvieron a encontrar en tierras provenzales. “La Fraternidad de los Buenos Cristianos

reclamaba su ayuda”. Una noche en la profunda serenidad de los bosques de Belena (Belesta), se encontraron

de nuevo siguiendo el impulso de una llamada interna, ¡se les solicitaba ayuda!

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Reunidos otra vez alrededor de una roca de granito, posaron sus manos sobre ella renovando la promesa de

antaño de ofrecer sus vidas para defender a la Fraternidad de los Buenos Cristianos de los ataques de los

servidores “del falso dios creador” que vampiriza la esencia divina prisionera en el corazón de los humanos”, por

eso no permite que ningún espíritu se pueda liberar de sus cadenas, pues se quedaría sin su alimento.

Bosque de Belena (Belesta)

Faidits, nobles, caballeros y sus familias, todos ellos fueron capaces de renunciar a todo para servir a lo más

alto. Entre ellos los Belissen de Camon, los Señores de Foix, de Mirepoix, de Miglos, Rabat, Lordat, Rocafixada,

Albi, Tolosa y Castres.

Sus nombres más conocidos… Ramón Sanche de Rabat, Roger de Belissen, Raymond de Pereille, Raymond-

Roger Bernard conde de Foix, Pierre Roger de Mirepoix, Giraut de Rabat, su yerno Jordán, Esclarmonda de Foix,

Philippa, Alpais, Braída, sus hijos; Bertrand, su hermano, Pons Sicre d'Illat entre otros muchos……

No les importaba lo que les pasara, el recuerdo de la promesa les daba fuerzas. Ellos fueron capaces de

sacrificarlo todo sin pedir nada a cambio.

Una fuerza, extraña a todo lo conocido les animaba. No les importaba morir. “Pues en sus corazones latía la luz

del recuerdo y la esperanza de volverse a encontrar cuando el portador de agua apareciera por el cielo”

HASTA AQUÍ LA LEYENDA

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16 de marzo de 1244. Este es el día de la caída de Montsegur. Un trovador, testigo del acontecimiento,

proclamó la profecía:

'¡Tras setecientos años, el laurel volverá a florecer!'

Montsegur, 16 de Marzo de 1944

En la pálida luz de una mañana invernal, cuando el sol aparecía ya por la constelación de Aquario,

siete hombres caminan lentamente hacia el lugar sagrado.

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Han transcurrido siete siglos. Día tras día, desde la primera aurora del 16 de marzo de 1244, que

dejó caer su luz sobre una larga fila de cataros en su descenso hacia la hoguera preparada para ellos.

Hoguera cuyos contornos son todavía hoy vagamente visibles abajo, al pie del castillo.

A pesar de las dificultades del momento, estos hombres occitanos activan la profecía. A partir de

entonces, el hilo dorado que restablece el lazo roto vuelve a activarse.

Y el laurel, símbolo de los misterios cristianos vuelve a reverdecer...

Antonin Gadal, que era uno de los siete, declaró ese día:

Las piedras de Montsegur se encuentran sobre la montaña.

Pero sus ideas se vuelven a expandir al igual que sus cenizas y sus chispas por todo el universo.

En los albores de la era de Aquario, de este a oeste, de norte a sur,

se reencontrarán los hijos de Dios nuevamente despertados.

Y se reconocerán entre ellos no solo por su afinidad, sino también por su lenguaje interior

¡El tiempo ha llegado!

¡La profecía se ha cumplido!

Preguntamos al pastor que nos narró la leyenda, si pensaba que las coincidencias con la profecía

eran fruto de la casualidad.

Nos miró fijamente y dijo: ¿Por qué preguntáis cosas que ya sabéis?......

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El portador del agua – (Aquario)