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La investigación social en Zacatecas:
hacia una radiografía crítica
Arturo Burnes Ortiz Unidad Académica de Economía Universidad Autónoma de Zacatecas Revista de Investigación Científica Vólumen 2, número 1 ISSN 0188-5367
Resumen
En este trabajo se hace una evaluación preliminar de la investigación
histórica y social zacatecana y sistematiza y ordena internamente la
amplia y rica historiografía regional en función del ámbito temporal, de los
temas predominantes y de los enfoques que prevalecen. Se resaltan las
líneas maestras de Zacatecas, a través de la definición de su perfil
historiográfico, a partir del convencimiento de que hay una ausencia de
radiografías tipológicas, con criterios epistemológicos bien definidos, de la
ciencia social hecha en torno a la propia realidad regional.
Palabras clave: ciencia social, Zacatecas, balance interdisciplinario.
Abstract
The following paper has as its main objective an approximate and
preliminary evaluation of the historic and social research done with regards
to Zacatecas, and aims to systematize and organize, internally, the rich
regional historiography with regards to time, predominant topics and
prevailing visions. The main topics are dealt with through the definition of
their profile according to their historiography, with the understanding that
2
there is an absence of typological analysis of well defined epistemological
criteria of the social science that has been done with regards to the
regional reality.
Keywords: Social science, Zacatecas, interdisciplinary balance.
Introducción
El presente trabajo tiene como propósito efectuar una evaluación
preliminar de la aportación de quienes componen el universo de la historia
e investigación social regional zacatecana. De tal manera, es ineludible la
individualización de las especialidades sin que nos limitemos a ello, pues
hay el esfuerzo de una sistematización crítica de los temas, planteamientos
y autores.
No se pretende hacer una nómina exhaustiva de las historias e
investigaciones que vienen a conformar las distintas maneras de hacerlas y
concebirlas. Simplemente se trata de resaltar sus líneas maestras, lo que a
su vez nos facilitará en un desarrollo ulterior –del cual aquí se adelantan ya
retazos- definir el perfil de los pisos del edificio historiográfico a que se hace
referencia. Si nos hemos atrevido a abordar este balance historiográfico
que pretende dar cuenta del contenido y de los avatares de la
investigación social en Zacatecas, es por el convencimiento de que hay
una ausencia sensible de una radiografía tipológica, con criterios
epistemológicos bien definidos, de la ciencia social hecha desde y sobre la
propia realidad regional.
3
Esta afirmación choca aparentemente con la existencia de varios
balances y recopilaciones bibliográficos e historiográficos previos en torno
a las diferentes tradiciones, corrientes y escuelas, que más bien son
prontuarios y acopios –de una utilidad innegable- de la gran tradición
historiográfica de y sobre Zacatecas. 1 Por ende, este trabajo se propone
no sólo describir sino además sistematizar y ordenar internamente esa
amplia y rica historiografía regional en función del ámbito temporal, de los
temas predominantes y de los enfoques que prevalecen. Priorizamos,
asimismo, un análisis que relacione los frutos de la investigación regional,
enmarcados en una concepción de alcance histórico-estructural. Se echa
mano del método comparativo, no sólo porque la historia de Zacatecas
sobrepasa la propia región, que no se debe ver como algo aislado de las
tendencias nacionales y aún mundiales, sino también porque su estudio
gana en densidad si se la ubica en una tipología que muestre sus
peculiaridades irreductibles.
Las razones históricas de la riqueza historiográfica de Zacatecas
Desde el establecimiento de la Real Caja en el siglo XVI, hasta fines del
siglo XIX, Zacatecas fue una de las ciudades y entidades mexicanas de
mayor importancia. La razón de ello fue su actividad económica más
importante: la minería argentífera. Hoy, que ya ha perdido la hegemonía
regional, y que en los indicadores sociales esté en los últimos lugares del
concierto nacional, ni parece posible que haya sido una entidad que
determinaba en medida significativa la dinámica y el ciclo económico
nacionales, a más de su peso específico en los lineamientos políticos del
país. El alud de investigaciones sobre Zacatecas tiene que ver con su
significado histórico, que va a contrapelo de su lento pulso económico
4
propio del siglo XX. “Hoy en día, dice Frédérique Langue, Zacatecas es
apenas una sombra de su pasado esplendor, una ciudad a la que su
vecina del sur, Aguascalientes, le ha arrebatado la primacía regional”.2
La gran desvalorización de la plata3 exige cierta dosis de imaginación para
entender que metales preciosos y riqueza hayan sido la misma cosa
durante los siglos coloniales, ecuación entonces válida e indiscutida en la
práctica, con el patrón monetario bimetálico oro:plata en una proporción
de 16 a 1. Hoy, en cambio, es de 60 a 1. Y Zacatecas tenía la plata, a
grado tal que, como lo demostró Cross, en 1835 (“el mejor año de su
historia”) produjo el 50% de la producción argentífera de México.4 Veinte
años después, en 1854, Francisco P. Pavón, gobernador de Zacatecas,
mandaba un informe al ministro de Fomento, en el que afirmaba que “el
ramo de la minería es el principal, sino el único que constituye la riqueza de
esta población y sin el cual es casi imposible que subsista la mayor parte de
ella, debiéndose a su decadencia el abatimiento de los demás giros”.5
Es así que por su importancia histórica y por su pasado esplendor
Zacatecas –la ciudad y también la región- ha acumulado una vasta
historiografía, produciendo textos verdaderamente clásicos. Me refiero a
los de investigadores de viejo cuño y los cronistas de Zacatecas, así como
los del mirador foráneo que profesionalmente hablando son las
investigaciones más acabadas.6 En historia no hay fronteras, en ciencias
sociales no se puede ser chauvinista; así que tenemos que reconocer la
valía de estos trabajos, muy cuidadosos y con resultados que a veces es
difícil alcanzar desde el mirador local o regional y cuyas causas no viene al
caso abordar aquí.7 Menciónese tan sólo que la investigación histórico-
social hecha por extranjeros es tan considerable y significativa que durante
años fue la que fijó los niveles de comportamiento y profesionalización y
5
señaló los desafíos intelectuales y las cotas de calidad por alcanzar. Puesta
en la balanza del conocimiento, esta amplia participación foránea es sin
duda positiva, puesto que a ella se deben algunos de los avances más
notables en el esclarecimiento del pasado y de las estructuras que
explican la situación del presente.
Mención aparte merece una investigadora francesa, discípula de François
Chevalier. Se trata de Frédérique Langue, en su trabajo ya citado y que en
1992 había ya sido publicado por La Sorbonne como: Mines, térres et
societé a Zacatecas. Se trata de un hito historiográfico debido a que ha
proporcionado para Zacatecas una visión sólida e integral de la trama de
los factores de la producción, los ideales de prestigio y ennoblecimiento,
los vínculos de la agricultura con el conjunto de la economía; la
dependencia de la agricultura y producción minera con el crédito que
monopolizaban la Iglesia y los comerciantes, así como la explicación de la
importancia de los latifundios y de la propiedad de la tierra en la
consolidación de una oligarquía colonial en una región concreta:
Zacatecas. Es evidente la voluntad de transitar a una visión integral de la
realidad histórica y social de Zacatecas en una coyuntura específica, la
que presencia las reestructuraciones borbónicas. Este enfoque integrador
explica, quizá, la pertinencia del balance historiográfico que Langue lleva
a cabo para la hacienda colonial8 y que trasciende la mera descripción
de orden cuantitativo a que ya hacíamos referencia
Bien se ve que los mayores desarrollos y avances historiográficos tienen que
ver con la economía y la sociedad coloniales. Dice Álvaro Matute que “La
época colonial es... la más extendida. A ella corresponden las mejores
ediciones, los repertorios bibliográficos más completos y una infinidad de
trabajos monográficos. Si algún conjunto puede alcanzar pronto una
6
buena síntesis general, éste será el novohispano”.9 Del siglo XIX se tiene un
conocimiento mucho más esquemático y lo mismo para el siglo XX,
aunque para este último, como se verá más adelante, las limitaciones de
la investigación histórica quedan parcialmente superadas con trabajos de
otras disciplinas, en particular la sociología, la política, la economía, la
demografía y, más recientemente, la antropología social y cultural. Sea de
ello lo que fuere, los estudios novohispanos son los que han alcanzado los
más altos niveles. A ellos corresponde, desde los años 70 y 80 del siglo
pasado, las mejores ediciones, las compilaciones biblio-hemerográficas
más completas y hasta hay en la UAZ un posgrado consagrado a la época
colonial.
El notable desarrollo alcanzado por los estudios novohispanos a partir de
esos años tiene varias explicaciones. Coincide en Zacatecas con la
fundación de instituciones académicas y centros de investigación cuyo
objetivo es la profesionalización de la historia y su investigación. Coadyuva
también la existencia de archivos, bibliotecas y un ámbito universitario
favorable a la integración de investigadores y científicos sociales del país y
del extranjero a que ya se hacía referencia, lo que era inconcebible hace
apenas dos décadas. Claro que hay trabajos de historia colonial de
Zacatecas antes de ese período, como lo muestran los amplios repertorios
historiográficos, sólo que a partir de él se multiplican en cantidad y calidad,
como lo pondría en evidencia el repaso de las obras publicadas en los
últimos veinte años, y que ha dado aportes decisivos a la reinterpretación
de la historia económica colonial merced a los resultados investigativos
publicados en los últimos años. En particular, las tesis tradicionales de F.
Chevalier en torno a las haciendas y latifundios como entidades
económicas de tipo feudal regidas por la autosuficiencia10 han sido
superadas por indagaciones que muestran que esas unidades de
7
producción nacieron para satisfacer la demanda de los centros mineros;
estaban orientadas a la ganancia y obedecían a una lógica económica
determinada por los factores internos de producción y su vínculo con el
conjunto de la economía mercantil. Curiosamente, una discípula suya puso
el énfasis en esos mecanismos de ganancia y beneficio. Me refiero a
Frédérique Langue, en su trabajo ya citado.
El escenario de la investigación en torno a los procesos sociales contemporáneos
En el escenario de la investigación social e histórica del Zacatecas
contemporáneo se observa también que a partir de los años 1970 y 1980 se
da una ruptura desde dentro de ella misma. A partir de esos años aparece
bajo una nueva luz la temática regional que alienta a la ciencia social y a
la historia. Detrás de este punto de quiebre o de inflexión en la
investigación social regional están los cambios profundos que experimenta
el país en la economía, la sociedad, la política, así como en la nueva
forma de inserción con el mundo, que presencia un cambio generalizado
en el sistema financiero y comercial, en la revolución científico-tecnológica
y en la desaparición del llamado “socialismo real”.
Al calor de la crisis y de las consiguientes políticas reestructuradoras estalla
una serie de fenómenos antes no identificados o simplemente ignorados,
con antecedentes históricos recientes o remotos, y que por su naturaleza
obligan a los investigadores a recurrir a técnicas de las ciencias sociales
para delimitarlos y analizarlos y a la historia para situarlos en perspectiva.
Tres fueron los resultados importantes derivados de esa interacción entre la
teoría y los métodos de las ciencias sociales y el análisis de los problemas
históricos: a) El análisis histórico dejó de ser exclusivamente descriptivo y se
volvió más analítico; sus bases teórico-metodológicas son mejores que
8
antaño; la interpretación del hecho histórico-social comienza a ser parte
ineludible del estudio e investigación institucionalmente apoyados –algo
inconcebible hace apenas una generación; disminuye el peso de las
anteojeras ideológicas, y el positivismo rampante va de salida. b) Se
investigan y dilucidan las estructuras y relaciones económicas, sociales,
políticas, religiosas o ideológicas que modelan la formación social regional
a través de largos períodos; no se considera a Zacatecas como un universo
único y aislado. Se contempla el detalle, sí; mas también el conjunto
conformador de las estructuras de Zacatecas: la economía, la demografía,
el ámbito ideológico-cultural y la conflictividad, y en fin c) Se hacen más
rigurosos los procedimientos mediante los que el investigador identifica su
objeto de estudio, selecciona sus métodos y teorías para analizarlo, revisa
la relación ante sus propuestas teóricas y los datos de la realidad y expone
finalmente sus conclusiones. Con ello, las explicaciones se hacen más ricas
y complejas y menos esquemáticas.
Los notables cambios en la historiografía regional a partir de los años 1980
tienen que ver también con el nacimiento a la vida académica de
historiadores con una formación orientada por primera vez a la docencia y
a la investigación. Se pasa del tradicional quehacer artesanal al trabajo en
equipo, detrás de lo cual está la mayor profesionalización de los
investigadores. Su labor es positiva en varios aspectos. Al mismo tiempo
que han creado con modestos recursos instrumentos importantes para
producir una historia regional inconcebible sin la consulta de los acervos
documentales existentes en los archivos locales, nacionales y extranjeros,
se han dado la oportunidad de romper la tradición historiográfica
anquilosada, de “viejo cuño” (José María Muriá dixit) en el entramado del
pensamiento social regional. Han escrito así interesantes artículos y libros (a
los que se hará referencia más adelante) que amplían la gama de temas
9
hasta ahora tratados y se basan en métodos acordes con las exigencias
particulares de cada investigación. A diferencia del pasado, propio del
estanco disciplinario, hoy los investigadores de la realidad social regional
están abiertos a los métodos, técnicas y desarrollos teóricos de las ciencias
sociales, conocen a otros colegas en sus nexos nacionales e
internacionales y ellos mismos son ejemplo del uso de múltiples técnicas y
enfoques aplicados con éxito al análisis social regional. Congresos,
seminarios, fax e Internet se han vuelto cotidianos y ayudan a superar el
aislamiento de antaño.
Una causa más de ese avance en cantidad y calidad de las corrientes de
la investigación social guarda relación con su composición plural. Se trata
de una pluralidad en varios sentidos: en principio, la diversidad de temas a
que ya hacíamos referencia. Asimismo, si bien no ha habido una sensible
disminución de la disputa teórico-ideológica, es decir, de las filias y las
fobias, el debate toma cada vez más en cuenta la calidad y el significado
de los resultados investigativos. Parafraseando a Aguirre Rojas, se podría
decir que no hay una clara hegemonía historiográfica, sino algo que es
diverso, una etapa “policéntrica” de la investigación social regional.11
Zacatecas exhibe hoy una mayor complejidad social. Sus investigadores
tienen diferentes orígenes sociales, tradiciones intelectuales y afiliaciones
políticas e ideológicas diversas, y avanza progresivamente a la madurez
vía promoción de la tolerancia, en la aceptación de lo diverso y en la
confrontación intelectual –no personal- de los resultados. No estamos
todavía, es cierto, a la altura de bastiones de la investigación regional
como Michoacán, Veracruz o Jalisco, pero ya hay centros donde se
trabaja en un medio que no es asfixiante, más abierto y ligero; no
desaparece el conflicto pero hay reglas claras para encauzarlo. Subsisten
10
en la transición, sin embargo, los problemas típicos de la investigación en
un medio provinciano, con dificultades que ha hecho notar con gran
énfasis Luis Alfonso Ramírez, en particular para encontrar la
retroalimentación intelectual y que da cierta sensación de aislamiento.
Hay una pobreza intelectual de los medios académicos que se ve
exacerbada por la tendencia a competir más que a colaborar o a
dialogar, de los pocos investigadores que viviendo en el mismo lugar
tendrían cosas que decirse y así avanzar.12
Los temas, los autores, las obras
En cuanto a temas, el económico no ha dejado de tener incidencia en
cuanto a la agricultura, el sector minero y los mecanismos de acumulación.
El tema demográfico por fin empieza a ser atendido con rigor. Los temas
sociales y políticos también están en ascenso: la familia, los círculos y
mecanismos de sociabilidad, la vida cotidiana, la religiosidad, los
movimientos sociales y los procesos políticos. La historia de la cultura ha
tenido también cambios significativos: la ciencia, el arte, las expresiones
literarias y pictóricas, las ideas, creencias y mentalidades son ahora objeto
de los afanes indagadores, sobre todo en el ámbito universitario: me refiero
a los posgrados de historia, de arte y humanidades y en el centro de
estudios de docencia superior.
Miguel Esparza y Rodolfo García han demostrado en sendos ensayos y en
un libro del primero, las razones económicas y de modelo de ese
parteaguas regional de los años ochenta, su momento de encrucijada.13
En el mismo sentido, y con atención al agro ante el reto del Tratado de
Libre Comercio de América del Norte, escribe Luz Evelia Padilla su libro en
torno al escenario agrícola zacatecano.14 Son significativos tales aportes al
11
intentar dar respuesta a preguntas como las siguientes: ¿Cuál es la
singularidad que caracteriza a la economía y la sociedad zacatecana?
¿Qué tipo de crisis afecta a la entidad? ¿Qué alternativas se presentan
ante su escenario crítico?
La dinámica demográfica, un fenómeno muy reciente en la investigación
social regional, ha sido abordado por Juan Manuel Padilla, Margarita
Hoffner, Raúl Delgado y Rodolfo García.15
La industria zacatecana, en una situación de rezago social y atraso
económico regional, por fin es estudiada seriamente por José Manuel
Martín Ornelas, Irma García González, Saúl Robles y Aldo Copertari.16
Investigadores de origen universitario han estudiado las estructuras agrarias
y las luchas sociales,17 así como la historia ideológico-cultural y la
antropología social. En efecto, en los últimos años ha cobrado carta de
naturaleza el estudio histórico de las mentalidades y de la vida cotidiana.
Se trata de tesis, libros y foros en los que han destacado temas como los
siguientes:18
• Las relaciones familiares, estructura y organización de la
familia, la formación de redes de parentesco y su impacto
sobre la consolidación del orden colonial.
• La ocupación de los espacios y configuración histórica de la
ciudad.
• El empleo lúdico del tiempo y arraigo de las tradiciones.
• Las manifestaciones de duelo y los festejos públicos y privados.
• La prostitución en Zacatecas durante el porfiriato.
12
• Las manifestaciones de la vida material (como casa, comida y
vestido) como elementos de valor económico, simbólico y
representativo de las condiciones de vida y de la introducción
de los conceptos de tradición y modernidad, de riqueza y
pobreza, las manifestaciones de la idiosincrasia y
comportamiento...
Ya se producen trabajos serios sobre el itinerario y la transformación de los
medios masivos de comunicación en Zacatecas,19 así como en el ámbito
de la educación, que era un tema en busca de pluma.20
Encuentra su lugar también la investigación en torno a la conformación de
México como nación y el papel de Zacatecas en el régimen federalista
con sus raíces decimonónicas,21 el corporativismo propio del sistema
político, el sindicalismo independiente y los movimientos sociales de nuevo
tipo,22 así como el análisis de los procesos electorales y la aparición del
sistema moderno de partidos.23
La historia social está presente con frutos innovadores e información masiva
en los trabajos de José Enciso Contreras y José Francisco Román Gutiérrez,
cuyas tesis doctorales ya publicadas han enriquecido sensiblemente la
comprensión de la realidad regional en sus raíces coloniales tempranas.24
¿Y las investigaciones de género? La historia de la mujer en Zacatecas
tiene ciertamente un carácter marginal si la comparamos con las
aportaciones referidas a la economía minera durante la colonia o a las
expresiones sociales y culturales propias de la región. Norma Gutiérrez
inaugura un estilo de indagación en su trabajo sobre las mujeres en el
porfiriato.25 Asimismo, la Universidad Autónoma de Zacatecas y el Instituto
13
de la Mujer Zacatecana organizaron en 2004 y 2005 sendos encuentros de
investigadores sobre mujeres y perspectivas de género, de los cuales ya
salió el primer fruto editorial y está esperando su evaluación crítica.26 Con
sus alcances relativos, han sido bienvenidos los resultados de las
convocatorias al concurso de investigación sobre mujeres relevantes en la
historia de Zacatecas, emitidas por el Instituto de la Mujer Zacatecana a
partir de 2001; ellos han abonado a que la historia de la mujer –que es una
historia reciente en Zacatecas- empiece a tener su lugar dentro de la
historiografía regional contemporánea al abordar temas y líneas de una
manera diferente y original.
Los alcances de la historia económica son menores en el conjunto.
Empero, la cuantificación sistemática empieza a observarse a partir de los
años 1970 y 1980 con los esfuerzos de investigadores que trabajan desde la
región.27 Lo instrumental empieza a ser dominado gradualmente y las
preocupaciones del presente –el agro, la disputa por la apropiación del
recurso minero, la migración y las tendencias demográficas, los alcances y
límites de las políticas económicas recientes...- han promovido una mejor
utilización de la herramienta cuantitativa, si bien la época colonial sigue
siendo la más atendida.
Sostiene Aguirre Rojas que las dos perspectivas o concepciones de la
historia más ampliamente difundidas a lo largo y ancho del planeta, son
actualmente las de los Annales y el marxismo.28 Ahora bien, en Zacatecas
el marxismo estuvo detrás de varios de esos estudios económicos y sociales,
y se explicita en un trabajo que por primera vez aplica a nivel regional las
categorías y el método de la economía política, en particular la ley del
valor, y que no tuvo después solución de continuidad.29 Sería interesante
indagar en el porqué de ello. El enfoque marxista en la ciencia social a
14
nivel regional cobró fuerza a partir de un intercambio intelectual y político
con investigadores marxistas y próximos al marxismo que estaban
intermitentemente en Zacatecas a partir de los años 1970, algunos de ellos
provenientes de la diáspora sudamericana.
Una vertiente del marxismo llegó con el ropaje de los planteamientos de la
llamada teoría de la dependencia tanto en el ámbito académico como
en ciertos intentos de organización social. Ciertamente el dependentismo
fue otra de las teorías sujetas al vaivén de los paradigmas, entró en crisis
irreversible a partir de los años 1980 y nos dejó una lección sobre la crisis y
su relación con las ciencias sociales en América Latina. A partir de esos
años se hacen evidentes las limitaciones de los esquemas dependentistas
en cuanto a su poder explicativo. El sobredimensionamiento de su análisis
del “sistema o economía mundo”30 no permitía profundizar en una enorme
gama de temas y, entre ellos, los de las realidades regionales y locales, la
importancia de los mercados internos, etcétera. Es claro que hay que
matizar, pues el trabajo de Wallerstein, por ejemplo, refleja sin duda una
gran erudición, finura y sensibilidad histórica que llegaba a deslumbrar
incluso a Braudel31 y cobra distancia de trabajos como los de F. H.
Cardoso, Sunkel y Paz o A. G. Frank.32
En general, la teoría de la dependencia dejó irresuelto el problema en el
tratamiento de la relación externo-interno, al plantear que la
determinación ocurre siempre en sentido único, lo que le impidió
profundizar en una amplia gama de temas, por ejemplo, los de las
realidades sectoriales, regionales y locales. Su poder explicativo se vio
mermado especialmente en el ámbito de la historia económica por su
falta de atención al nuevo y tan activo campo de investigación que es la
historia regional, que toma a la región como la expresión espacial de un
15
proceso histórico y que es tan complejo en términos geográficos,
económicos, sociales, políticos y culturales. Se trata de una realidad que
en su análisis no admite explicaciones apresuradas, unicausales y a la que
le quedó chico el esquema centro-periferia. Digamos en su descargo, sin
embargo, que no hay una teoría unívoca que logre explicar
fehacientemente la posición secundaria de América Latina en el concierto
mundial, su desigualdad en los indicadores económico-sociales y los rasgos
típicos del subdesarrollo: la dependencia asimétrica con el exterior, la
desarticulación entre los sectores económicos internos, la crisis de
desigualdad y la eterna vulnerabilidad del sector externo ante los embates
foráneos. En tal sentido, a la teoría de la dependencia, que hoy se ve en
perspectiva crítica y que aún ella misma se ha revisado autocríticamente,33
no se le puede regatear su significado en el itinerario de las explicaciones
sobre la circunstancia del subdesarrollo.
Sea de ello lo que fuere, la lección que nos deja el vaivén de los
paradigmas a partir de los años 1980 es que no se puede prescindir de un
corpus conceptual explicativo en el análisis de nuestra economía y
sociedad regional que trascienda la mera descripción, teniendo presente,
como bien dice Dobb, que la justificación de una definición cualquiera
debe descansar, en definitiva, en que logre esclarecer el proceso real de
desarrollo histórico; en la medida en que configure nuestra imagen del
proceso, de tal modo que ésta responda a lo que el cuadro histórico
demuestra tener en realidad.34
La investigación social e histórica encuentra también mejores condiciones
en el manejo de fuentes y archivos, cada vez más abundantes y mejor
organizados, como los siguientes:
16
• Archivos de empresas y haciendas como la de El Maguey en el AHZ,
y el de la hacienda de Majoma, disponible en el CEM de la UAZ a
partir de 2001.
• Los archivos públicos, notariales y judiciales.
• Los archivos eclesiales, que ya empiezan a explorarse si bien de
manera restringida y selectiva.
• Los archivos municipales, reorganizados a partir del sistema nacional
de archivos, bajo la batuta del Archivo General de la Nación.
• El Archivo histórico de la Real Caja, rescatado por la Sociedad de
Amigos de Zacatecas en 1993 de una Universidad norteamericana, y
disponible en las instalaciones del ITESM campus Zacatecas.
A ello hay que agregar que la disciplina económica es una de las más
beneficiadas con los avances de la microelectrónica y su aplicación a las
ciencias sociales. Con las computadoras, hojas de cálculo y graficadores
no es creíble ya el argumento de que no se puede trabajar bien la
información de tipo cuantitativo. No resisto la tentación de traer aquí un
ejemplo sugestivo e iluminador: el del célebre historiador Earl Hamilton, que
sin calculadora portátil –mucho menos computadora- realizó desde los
años treinta del siglo XX algunos de los más importantes estudios sobre el
tema de la transferencia de plata de Nueva España y Perú a Europa, y su
impacto en la transición al capitalismo europeo en los siglos XVI a XVIII.35
Zacatecas está presente ahí, en los inicios históricos de la mundialización
del sistema capitalista.
Ante esta situación, diferente a la de hace apenas dos décadas, cobra
vigencia a nivel regional la afirmación de Enrique Florescano de que el
problema de la investigación histórica no está en las fuentes, su riqueza,
escasez o aparente inexistencia, sino en las preguntas que el historiador le
17
hace al pasado, en la manera de pensar y revisar la historia.36 Si bien es
una rama de la disciplina social que no ha alcanzado plena madurez en
Zacatecas, sí ha hecho aportaciones para enriquecer el conocimiento de
las especificidades de México, de los muchos Méxicos: “El México múltiple,
fragmentado en regiones y municipios es el territorio de los cleonautas de
aquí y ahora”.37 La nueva tendencia historiográfica busca la descripción
precisa de los hechos particulares y su vinculación con los procesos
económicos, políticos y sociales mayores de la historia, de tal manera que
unos y otros aparecen con su fisonomía propia y mutuamente se distinguen
y explican en un escenario geográfico y humano específico. Ha agregado
nueva información –en ocasiones de carácter masivo como en los trabajos
ya citados de F. Langue, J. F. Román Gutiérrez y J. Enciso Contreras- y han
tratado de superar la falsa oposición entre la microhistoria que atomiza y la
historia general o global: al abismarse en los detalles se olvida el horizonte
más amplio donde ellos se ubican, o al concentrarse en las estructuras
fatalmente lleva a la sobredeterminación de éstas sobre los individuos, los
grupos o aún las clases. Parafraseando a Florescano, en la nueva
producción histórica se transmite la sensación del cambio en la historia, la
transformación que operan las grandes líneas de fuerza de la historia en un
escenario geográfico y humano específico: la región zacatecana,
entendida como la expresión espacial de un proceso histórico, con sus tres
lógicas, complementarias entre sí: la regional y la nacional, con un frente
externo determinado. El desafío es cómo unir los tres niveles con
pertinencia y originalidad; cómo evitar la fragmentación y la dispersión
que acompañan a los meros estudios de caso, ya que luego es imposible
la comprensión a partir de la sumatoria de ellos.
Los problemas y los retos
18
A pesar de los avances en los estudios sociales regionales, se advierten
fallas, inconsistencias y limitaciones, tanto en las investigaciones como en
las instituciones relacionadas con ellas:
1. Como norma se separa la investigación de la enseñanza.
2. Tienden a predominar los intereses corporativos e individuales sobre
los institucionales y sobre la función social de la ciencia social –
conocer y explicar la realidad social-. Esto ha llevado a una cierta
dispersión temática y metodológica en los trabajos de los
investigadores locales. No existe un derrotero común que marque las
prioridades de la investigación regional. Todavía hoy el desarrollo de
la ciencia social depende más del esfuerzo de investigadores
aislados que de organización y subsidios que se concreten en
recursos humanos y materiales. Por desgracia estas disciplinas están
bajo bombardeo ideológico y presupuestal, así que escasean unos y
otros. Los cuadros investigadores son reducidos o en proceso de
formación; los medios económicos son notoriamente insuficientes
para llevar a cabo investigaciones de importancia.
3. La adscripción a temas de moda, con ausencia de debate y crítica
a sus propuestas metodológicas. Las ciencias sociales no son tan
autónomas como pretenden. Siguen modas, obedecen a patrones
impuestos en otros contextos; hoy, los de la postmodernidad y la
“globalización”. Recuérdese que en la célebre polémica Caso-
Lombardo se mencionó que México no terminaba de cumplir las
tareas de un ciclo cuando ya estaba en forma acelerada en otro.
4. La crisis económica y las políticas restrictivas gubernamentales a
partir de los años 1980 se han traducido en insuficiencia de recursos
financieros y asfixia presupuestal a las universidades públicas en las
áreas de la docencia –número cada vez menor de plazas
19
autorizadas y por ende soportadas en el presupuesto- y la
investigación. Ello a su vez impacta en las bajas remuneraciones
salariales,38 la aparición en escena de los ingresos diferenciados
merced a los programas académicos de estímulos económicos
basados en el puntismo y cuyo objetivo formal es dar un
reconocimiento institucional al desempeño –ciertamente
diferenciado- del docente, así como una especie de banalización
de las indagaciones sociales por preferir proyectos que rindan frutos
en el corto plazo. Preocupa esta poderosa tendencia de convertir el
ejercicio de la investigación en un ritual de competencia que se
traduce en un futuro incierto para la formación de investigadores y
su madurez intelectual para el apoyo de proyectos interdisciplinarios
y para su vinculación con la sociedad.
5. La dependencia económica se refleja también en el ámbito cultural.
Junto a la ausencia de un mecanismo autónomo –es decir,
endógeno- de acumulación y desarrollo, las teorías, técnicas y
métodos de la investigación científica se introducen con retraso y de
manera diferenciada, y se encuentran con una tendencia cultural
que en más de un sentido se le opone: nuestra organización
universitaria y académica ha necesitado en varias ocasiones de un
verdadero reajuste para dar cabida a líneas de investigación y/o
instituciones y centros que comienzan a trabajar en el campo de las
ciencias sociales. Un ejemplo: la UAZ no tiene licenciaturas en
sociología o en ciencias políticas, disciplinas que ocupan una
mínima parte en la currícula de la Facultad de Derecho.
Frente a esta precariedad institucional de la investigación socio-
económica y el descobijamiento financiero que experimenta, habría que
preguntarse quiénes se benefician con la ignorancia y la trivialización, y
20
cómo se podría recuperar la significación de los valores y su compromiso
con ellos para comprender el sentido profundo de los grandes procesos de
la vida social. Como se sabe, hay dificultades para transitar por esta senda.
Si bien el intelectual crítico que rechaza el utilitarismo y el pragmatismo
cientificista no va a ser eliminado como tal en una sociedad dominada por
la tecnocracia y en un escenario de atraso económico y rezago social
como la nuestra, sí hay fuertes y consistentes tentativas para arrinconarlo y
controlarlo, sea burocratizándolo y haciéndolo depender de
patrocinadores institucionales bien colocados en el sistema (fundaciones o
instituciones públicas), sea limitando sus posibilidades de supervivencia
autónoma o de libertad intelectual en las Universidades.
En el ámbito de la ciencia social una línea de resistencia es la de una
conciencia moral basada en una ética de responsabilidad intelectual. La
crítica de la situación social es su punto de partida. Sin ella no habrá ni
conciencia moral ni capacidad para entender el mundo y defenderse. La
conexión entre la formación de la conciencia moral y la vida intelectual
debe ser ahora más estrecha que nunca, y esto requiere una revisión a
fondo de nuestras convicciones acerca de la naturaleza del conocimiento
social, de las funciones sociales que cumple y de los fines que sirven las
ciencias sociales y sus portadores humanos.
NOTAS 1 Véanse, por ejemplo, las siguientes recopilaciones documentales: “Zacatecas”, “Bibliografía”, en Artes de México, núm. 34, México, Instituto de Investigación Artes de México, 1996, p. 65. “Bibliografía sobre desarrollo regional: Zacatecas”, en El Mercado de Valores, vol. XXXV, núm. 17, México, Nacional Financiera Sociedad Anónima, 29 de abril de 1974, p. 496. David Castañeda Medrano, “Bibliografía del Estado de Zacatecas”, en Zacatecas. Anuario de Historia, núm. 2, Zacatecas, México, Centro de Investigaciones Históricas/Universidad Autónoma de Zacatecas, 1979, pp. 33-90. Luis Chávez Orozco, Bibliografía de Zacatecas, 1ª edición, México, Secretaría de Relaciones Exteriores, 1932 (Monografías Bibliográficas mexicanas, 26). Digesto Documental de Zacatecas (Publicación semestral del Ayuntamiento de Zacatecas), vol. I, núm. 1, Zacatecas, enero-
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imágenes de la patria y crisis del proyecto nacionalista, 1980-2000”, en Nexos, vol. XXVII, núm. 331, México, agosto de 2005, pp. 32-33; E. Florescano, y P. Mijangos, México en sus libros, 1ª edición, México, Taurus, 2004. (Véase la Introducción). 8 Frédérique Langue, “La historiografía mexicanista y la hacienda colonial. Balances y consideraciones”, en Secuencia, Nueva Época, núm. 42, México, Instituto Mora, septiembre-diciembre de 1998, pp. 65-116. 9 Citado por Rafael Diego Fernández, “Los precursores. Cincuenta años de historiografía colonial en México”, en Gisela Von Wobeser (coord.), Cincuenta años de investigación histórica en México, 1ª edición, México, Universidad Autónoma de México y Universidad de Guanajuato, 1998, p. 93. Quizá el libro de Manuel Miño Grijalva: El mundo novohispano. Población, ciudades y economía, siglos XVII y XVII, 1ª edición, México, Fondo de Cultura Económica/El Colegio de México, 2001, sea un adelanto sugerente de dicha síntesis. 10 F. Chevalier, La formación de los latifundios en México, 1ª edición, México, Fondo de Cultura Económica, 1976. 11 Cfr. Carlos Antonio Aguirre Rojas, Los Annales y la historiografía francesa, 1ª edición, México, Ediciones Quinto Sol, 1996, pp. 153-155, 183. 12 Cfr. L. A. Ramírez, “La provincia de la ciencia y la ciencia de la provincia. Advertencias para hacer investigación regional en México”, en Miguel J. Hernández M. y José Lameiras O. (eds.), Las ciencias sociales y humanas en México, 1ª edición, Zamora, México, El Colegio de Michoacán, 2000, pp. 77-87. 13 Cfr. Miguel Esparza Flores, “Zacatecas: la búsqueda de la modernidad”, en El Unicornio, (Suplemento cultural de El Sol de Zacatecas), núm. 40, 3 de noviembre de 1991 y Elementos básicos: la estructura económica y el cambio regional en Zacatecas durante la década de los ochenta, 1ª edición, Zacatecas, Universidad Autónoma de Zacatecas, 1996. Rodolfo García Zamora, “Crisis económica y reordenamiento en Zacatecas”, en Diálogo, año I, núm 5, Zacatecas, Departamento Editorial de la Universidad Autónoma de Zacatecas, enero-febrero de 1998. 14 Luz Evelia Padilla Bernal, Los productores de granos en el Estado de Zacatecas frente a la apertura comercial, 1ª edición, México, Ediciones Cuellar, 1998. 15 Cfr. Juan Manuel Padilla, La población en Zacatecas, 1ª edición, México, Ediciones Cuellar, 1998; dos trabajos pioneros en perspectiva marxista son los de M. Hoffner, “Desarticulación productiva, emigración y transición al capitalismo en Zacatecas (1880-1910)”, en Azogue, vol. I, núm. 2, Zacatecas, México, Sindicato del Personal Académico de la Universidad Autónoma de Zacatecas, enero de 1988, y de la misma autora y R. Delgado, Demografía, población y reproducción social en Zacatecas, Zacatecas, 1ª edición, México, Universidad Autónoma de Zacatecas, 1985; véase también a Rodolfo García Zamora y J. M. Padilla (coords.), Los retos demográficos de Zacatecas, 1ª edición, Zacatecas, México, Universidad Autónoma de Zacatecas, 2000. 16 José M. Martín Ornelas, Vicisitudes del proceso de industrialización en Zacatecas, 1940-1992, 1ª edición, Zacatecas, México, Universidad Autónoma de Zacatecas, 1993; Irma G. García González, “Industria maquiladora y sindicalismo”, en Vínculo Jurídico, núm. 21, Zacatecas, México, Universidad Autónoma de Zacatecas, enero-marzo de 1995. 17 Varios autores, Historia de la cuestión agraria en México. Zacatecas, 3 vols, 1ª edición, México, Centro de Estudios Históricos del Agrarismo en México/Juan Pablos/Universidad autónoma de Zacatecas, 1992; Sonia Puricelli, “La época dorada de los movimientos sociales en Zacatecas”, en Ángel Román Gutiérrez (coord.), Primer foro para la historia de Zacatecas. Memorias, 1ª edición, Zacatecas, México, Universidad Autónoma de Zacateca, 2004, pp. 131-143. María de Jesús Espinosa Villela, Movimiento campesino en la lucha por la tierra en Zacatecas 1976-1987. (Tesis, maestría en ciencias políticas), Zacatecas, México, Universidad Autónoma de Zacatecas, 1989.
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18 Seguramente el trabajo de mayor envergadura hasta ahora en este aspecto es el de Francisco García González, Familia y sociedad en Zacatecas. La vida de un microcosmos minero novohispano, 1750-1830, 1ª edición, México, El Colegio de México/Universidad Autónoma de Zacatecas, 2000. Norma Gutiérrez, La prostitución en la ciudad de Zacatecas durante el porfiriato. (Tesis, lic. en historia), Zacatecas, México, Universidad Autónoma de Zacatecas, 1998. Lidia Medina, Las diversiones en Nuestra Señora de los Zacatecas, 1785-1796. (Tesis, lic. en historia), Zacatecas, México, Universidad Autónoma de Zacatecas, 1998. Mario Núñez, El Teatro Calderón 1832-1914: centro participativo de actividades culturales, sociales, educativas y económicas en el siglo XIX y principios del XX. (Tesis, lic. en historia), Zacatecas, México, Universidad Autónoma de Zacatecas, 1996. Ángel Román, Sociedad y religión en Zacatecas, 1785-1805: la visita del obispo Cabañas. (Tesis, lic. en historia), Zacatecas, México, Universidad Autónoma de Zacatecas, 1993. Alberto Ortiz, Coloquios y representaciones de reminiscencia colonial de Valparaíso, Zacatecas. (Tesis, maestría en estudios novohispanos), Zacatecas, México, Universidad Autónoma de Zacatecas, 1998. Claudia Magaña, Panorámica de la ciudad de Zacatecas y sus barrios en la época virreinal, 1ª edición, Zacatecas, Gobierno del Estado de Zacatecas, 1998. 19 Cfr. José Luis Medina Lizalde, De la aldea global a la globalidad. Una visión de la comunicación en Zacatecas, 1ª edición, Zacatecas, México, Universidad Autónoma de Zacatecas/ Colegio de Bachilleres del Estado de Zacatecas, 1999. Marco Antonio Flores Zavala, Crónica del periodismo en Zacatecas, 1825-1965. (Tesis, lic. en historia), Zacatecas, México, Universidad Autónoma de Zacatecas, 1993. 20 Cfr. Sonia Pérez Toledo y René Amaro Peñaflores (coords.), Entre la tradición y la novedad. La educación y la formación de hombres nuevos en Zacatecas en el siglo XIX, 1ª edición, Zacatecas, México, Universidad Autónoma de Zacatecas/Universidad Autónoma Metropolitana, 2003. Rosalina Ríos Zúñiga, La educación de la colonia a la República. El Colegio de San Luis Gonzaga y el Instituto Literario de Zacatecas (1754-1854), 1ª edición, México, Universidad Nacional Autónoma de México/Centro de Estudios sobre la Universidad Nacional Autónoma de México/Ayuntamiento de Zacatecas, 2003. Francisco García González y René Amaro Peñaflores (coords.), Procesos, prácticas e instituciones educativas en Zacatecas (siglo XIX), 1ª edición, Zacatecas, México, Universidad Autónoma de Zacatecas/Universidad Pedagógica Nacional/Secretaría de Educación y Cultura/Consejo Zacatecano de Ciencia y Tecnología, 2004. Francisco García González, Conciencia e inteligencia en Zacatecas. Sociedad, educación, historia (1350-1890), 1ª edición, Zacatecas, México, Departamento Editorial de la Universidad Autónoma de Zacatecas, 1988. 21 Manuel Miño, Mariana Terán, Édgar Hurtado Hernández y Víctor Manuel González Esparza (coords.), Raíces del federalismo mexicano, 1ª edición, Zacatecas, México, Universidad Autónoma de Zacatecas/Secretaría de Educación y Cultura, 2005. Raúl Delgado Wise y José Luis España Téllez, El federalismo de Francisco García Salinas: una visión no presidencialista, 1ª edición, Zacatecas, México, Universidad Autónoma de Zacatecas/LV Legislatura del estado, 1997. 22 Raúl Delgado, Margarita Hoffner y Víctor Figueroa, Zacatecas: sociedad, economía, política y cultura, 1ª edición, México, Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Humanidades/ Universidad Nacional Autónoma de México, 1991. 23 Gustavo de la Rosa, “El camino de la alternancia democrática”; Francisco Muro, “Los saldos electorales del 98”, ambos en Manuel Ibarra (coord.), La transición política de final de siglo (el caso Zacatecas), 1ª edición, Zacatecas, México, Ayuntamiento de Zacatecas/Sindicato Universitario de los trabajadores de la Universidad Autónoma de Zacatecas/El Sol de Zacatecas, 1998.
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24 José Francisco Román Gutiérrez, Sociedad y evangelización en Nueva Galicia durante el siglo XVI, 1ª edición, México, Instituto Nacional de Antropología e Historia/Universidad Autónoma de Zacatecas/Colegio de Jalisco, 1993. De la abundante producción historiográfica de José Enciso Contreras se destaca sobre todo Zacatecas en el siglo XVI. Derecho y sociedad colonial, 1ª edición, Zacatecas, México, Ayuntamiento de Zacatecas/Universidad Autónoma de Zacatecas/Instituto Zacatecano de Cultura, 2000. 25 Cfr. Norma Gutiérrez Hernández, La educación de las mujeres zacatecanas durante el régimen porfirista: género, alcances y oportunidades laborale, 1ª edición, Zacatecas, México, Fundación Roberto Ramos Dávila A.C., 2000. 26 Emilia Recéndez (compil.), Memorias del primer encuentro de investigación sobre mujeres y perspectivas de género, 1ª edición, Zacatecas, México, Consejo Zacatecano de Ciencia y Tecnología/ Universidad Autónoma de Zacatecas, 2005. 27 Margarita Hoffner Long, Elementos para una interpretación de la historia de Zacatecas. Siglos XVI al XIX, 1ª edición, Zacatecas, México, Departamento Editorial de la Universidad Autónoma de Zacatecas, 1988. Arturo Burnes Ortiz, La minería en la historia económica de Zacatecas (1548-1876), 1ª edición, Zacatecas, México, Departamento Editorial de la Universidad Autónoma de Zacatecas, 1987. Armando Márquez Herrera, Historia de la cuestión agraria mexicana. Estado de Zacatecas (1530-1910), tomo I, 1ª edición, México, Juan Pablos/Centro de Estudios Históricos del Agrarismo en México/Universidad Autónoma de Zacatecas/Gobierno del Estado de Zacatecas, 1990. Cuauhtémoc Esparza Sánchez, Historia de la ganadería en Zacatecas. 1531-1911, op. cit., Más reciente es el trabajo de René Amaro Peñaflores, Los gremios acostumbrados. Los artesanos de Zacatecas, 1780-1870, 1ª edición, Zacatecas, México, Universidad Pedagógica Nacional, 2002. Alberto Spagnolo y Guillermo Foladori (coords.), Desarrollo del capitalismo en Zacatecas, Primera Fase: 1940-1970, 1ª edición, Zacatecas, México, Escuela de Economía de la Universidad Autónoma de Zacatecas, 1979. 28 Carlos A. Aguirre Rojas, Los Annales y la historiografía francesa, op. cit., p. 40. 29 Alberto Spagnolo y Guillermo Foladori (coords.), Desarrollo del capitalismo en Zacatecas, op. cit. 30 Cfr. I. Wallerstein, El moderno sistema mundial, 2 vols, 8ª edición, México/España, Siglo XXI, 1998. 31 “Walerstein y yo entendemos por ‘economía-mundo’ un mundo que constituye una economía en sí mismo. Es necesario no confundir economía-mundo con economía mundial”: Fernand Braudel, Una lección de historia de Braudel, 1ª edición, México, Fondo de Cultura Económica, 1989, p. 164. 32 Osvaldo Sunkel y Pedro Paz, El subdesarrollo latinoamericano y la teoría del desarrollo, 4ª edición, México, Siglo XXI, (Textos del Instituto Latinoamericano de Estudios Políticos Sociales y Económicas.), 1973. André Gunder Frank, América Latina: subdesarrollo o revolución, 1ª edición, México, Era, 1973. F. H. Cardoso y E. Faletto, Dependencia y desarrollo en América Latina, 1ª edición, México, Siglo XXI, 1973. 33 Véase por ejemplo el último trabajo de Theotonio dos Santos, La teoría de la dependencia. Balance y perspectivas, 1ª edición, México, Plaza & Janés, 2002. 34 Maurice Dobb, Estudios sobre el desarrollo del capitalismo, 1ª edición, México, Siglo XXI, 1971, p. 22. Fernand Braudel, “La larga duración”, en su libro de ensayos que se ha vuelto un pequeño gran clásico: La historia y las ciencias sociales, 1ª edición, México, Alianza Editorial, 1992, p. 85. 35 Earl Hamilton, American Treasure and the Price Revolution in Spain . Cambridge, Harvard Press, 1934. (Citado por Osvaldo Sunkel y Pedro Paz, El subdesarrollo latinoamericano..., op. cit., p. 290). 36 Cfr. E. Florescano, El nuevo pasado mexicano, 1ª edición, México, Océano, 1993, p. 77
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37 Luis González y González, “La historiografía que nos rodea”, en Horacio Crespo et al, El historiador frente a la historia. Corrientes historiográficas actuales, 1ª edición, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1999, p. 21. 38 Estudios económicos de la Universidad Autónoma Metropolitana, la Universidad Nacional Autónoma de México y la UNT coinciden en que los ingresos salariales de los docentes e investigadores del sistema de la Universidad pública mexicana han caído de 65 a 72 por ciento –según la categoría laboral- desde 1985 a la fecha.
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