la inadaptación social de la infancia y la juventud infradotadas

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XLIX. 141 LA INADAPTACION SOCIAL DE LA INFANCIA [163] 9 en una Enseñanza Primaria un poco distinguida, que la mayoría del profesorado medio estaría dispuesto a aceptar como prestación y ayuda so- cial. Pero siempre que se respetase el verdadero Bachillerato, riguroso, exigente y en conexión con los Centros Superiores de Enseñanza. Se aceptaría ser maestro a cambio de poder seguir siendo catedrático o profesor de Enseñanza Me- dia. Lo que no puede concebirse es la situación actual, porque un Bachillerato para todos no lo es para nadie, ni siquiera, como ya velamos, pa- ra los capaces. En la situación actual —Institu- tos convertidos en escuelas con asignaturas in- verosímiles para la Primaria— habría que ir pen- sando en la creación de unos centros de ense- ñanza intermedia, destinados a las minorías que hay que preparar para el acceso a la cultura superior. Si a esta sugerencia alguien nos repli- case un poco asombrado: «Pero si ya existen los Institutos», no habría más remedio que contes- tarle un poco compasivamente: «Los hubo, ami- go mío; ahora hay que crearlos otra vez.» La inadaptación social de la infancia y la juventud infradotadas ISABEL DIAZ ARNAL Doctora en Pedagogía. Asesor técnico de la Jefatura Nacional del SEM. EL HECHO REAL «Mi marido y yo nos sentimos envejecer. Pen- samos en nuestra desaparición. ¿Qué será de Jean, de este joven, de este hombre hecho, cuya edad mental es de siete u ocho arios, que puede dar ilusión por su comportamiento, a veces casi normal; que, ciertamente, puede trabajar y ser útil, pero solamente encuadrado, y en el que, casi por completo, faltan el juicio y discernimiento para dirigirse por sí mismo? A lo largo de su adolescencia hemos ensayado muchas soluciones, y hoy tratamos de fundar un establecimiento familiar donde Jean y otros muchachos como él puedan llevar una vida di- chosa en un marco sencillo y haciendo un cierto uso (vigilado) de su libertad. En él podrán vivir trabajando según sus me- dios, distraerse en grupos, ejercitar el gusto que frecuentemente tienen por las artes, incluso lle- var una vida feliz, como es la aspiración de todo hombre. Iniciarse por la vida colectiva en el don de sí, en la caridad fraternal, lo cual quizá haya faltado un poco en los caprichos de la dulce vida familiar. ¿Qué padres, angus- tiados ante el porvenir de sus hijos, no suscri- birían este programa? Se me ha pedido un testimonio, y no puedo dar más que el mío. Todos los casos son dife- rentes. Pero lo que sí puedo asegurar es que jamás se nos han dado directrices, ni enseñan- za, ni simple información incluso. Y que todo lo que hemos hecho unos y otros no es sino el resultado de iniciativas e intuición personales más o menos deshilvanadas, más o menos acer- tadas, guiados cada uno por su propia vida y, frecuentemente, por su corazón; lo que no es siempre suficiente. Es tiempo de unirse para un trabajo en co- mún; queremos asegurar nosotros mismos el porvenir de nuestros hijos.> «Mi hijo deberá permanecer toda su vida so- metido, dócil, porque el discernimiento, el ra- zonamiento, el juicio, le faltan irremediable- mente. Jamás podrá, vivir de una manera inde- pendiente ni tener responsabilidades propias, y, sin embargo, como cualquier otro muchacho, él tiene sed de libertad, de amor, de trabajo. El gran problema ante este hombre-niño es, para nosotros los padres: qué será de él después de nuestra muerte. Su presencia no es apenas posible en un joven hogar y, sin embargo, no puede vivir sin un encuadramiento social. Se piensa con horror que el solo techo ofrecido a estos pobres deficientes, incluso capaces, como el nuestro, de trabajar es el asilo, donde la ocio- sidad total y el abandono moral no pueden des- embocar sino en la degradación y en un sufri- miento inmerecido.> He querido traer como introducción el testi- monio de estas dos madres francesas, símbolo de los miles que podrían aducirse en nuestro país, porque reflejan un hecho real y condensan

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XLIX. 141

LA INADAPTACION SOCIAL DE LA INFANCIA

[163] 9

en una Enseñanza Primaria un poco distinguida,que la mayoría del profesorado medio estaríadispuesto a aceptar como prestación y ayuda so-cial. Pero siempre que se respetase el verdaderoBachillerato, riguroso, exigente y en conexióncon los Centros Superiores de Enseñanza. Seaceptaría ser maestro a cambio de poder seguirsiendo catedrático o profesor de Enseñanza Me-dia. Lo que no puede concebirse es la situaciónactual, porque un Bachillerato para todos no loes para nadie, ni siquiera, como ya velamos, pa-

ra los capaces. En la situación actual —Institu-tos convertidos en escuelas con asignaturas in-verosímiles para la Primaria— habría que ir pen-sando en la creación de unos centros de ense-ñanza intermedia, destinados a las minorías quehay que preparar para el acceso a la culturasuperior. Si a esta sugerencia alguien nos repli-case un poco asombrado: «Pero si ya existen losInstitutos», no habría más remedio que contes-tarle un poco compasivamente: «Los hubo, ami-go mío; ahora hay que crearlos otra vez.»

La inadaptación social de la infanciay la juventud infradotadasISABEL DIAZ ARNAL

Doctora en Pedagogía. Asesor técnicode la Jefatura Nacional del SEM.

EL HECHO REAL

«Mi marido y yo nos sentimos envejecer. Pen-samos en nuestra desaparición. ¿Qué será deJean, de este joven, de este hombre hecho, cuyaedad mental es de siete u ocho arios, que puededar ilusión por su comportamiento, a veces casinormal; que, ciertamente, puede trabajar y serútil, pero solamente encuadrado, y en el que, casipor completo, faltan el juicio y discernimientopara dirigirse por sí mismo?

A lo largo de su adolescencia hemos ensayadomuchas soluciones, y hoy tratamos de fundarun establecimiento familiar donde Jean y otrosmuchachos como él puedan llevar una vida di-chosa en un marco sencillo y haciendo un ciertouso (vigilado) de su libertad.

En él podrán vivir trabajando según sus me-dios, distraerse en grupos, ejercitar el gusto quefrecuentemente tienen por las artes, incluso lle-var una vida feliz, como es la aspiración detodo hombre. Iniciarse por la vida colectiva enel don de sí, en la caridad fraternal, lo cualquizá haya faltado un poco en los caprichosde la dulce vida familiar. ¿Qué padres, angus-tiados ante el porvenir de sus hijos, no suscri-birían este programa?

Se me ha pedido un testimonio, y no puedodar más que el mío. Todos los casos son dife-rentes. Pero lo que sí puedo asegurar es quejamás se nos han dado directrices, ni enseñan-za, ni simple información incluso. Y que todo

lo que hemos hecho unos y otros no es sino elresultado de iniciativas e intuición personalesmás o menos deshilvanadas, más o menos acer-tadas, guiados cada uno por su propia vida y,frecuentemente, por su corazón; lo que no essiempre suficiente.

Es tiempo de unirse para un trabajo en co-mún; queremos asegurar nosotros mismos elporvenir de nuestros hijos.>

«Mi hijo deberá permanecer toda su vida so-metido, dócil, porque el discernimiento, el ra-zonamiento, el juicio, le faltan irremediable-mente. Jamás podrá, vivir de una manera inde-pendiente ni tener responsabilidades propias, y,sin embargo, como cualquier otro muchacho, éltiene sed de libertad, de amor, de trabajo.

El gran problema ante este hombre-niño es,para nosotros los padres: qué será de él despuésde nuestra muerte. Su presencia no es apenasposible en un joven hogar y, sin embargo, nopuede vivir sin un encuadramiento social. Sepiensa con horror que el solo techo ofrecido aestos pobres deficientes, incluso capaces, comoel nuestro, de trabajar es el asilo, donde la ocio-sidad total y el abandono moral no pueden des-embocar sino en la degradación y en un sufri-miento inmerecido.>

He querido traer como introducción el testi-monio de estas dos madres francesas, símbolode los miles que podrían aducirse en nuestropaís, porque reflejan un hecho real y condensan

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los extremos que trataré de desarrollar en laslíneas que siguen, a saber: el niño y el joveninfradotados presentan una inadaptación parala vida social, y es justamente el encuadramien-to en esta vida el que hace posible su recupe-ración.

LA DEFICIENCIAY LA EXTENSION DE LO SOCIALEN INADAPTACION

A fuerza de manejar estos dos términos, in-adaptación social, nos hemos hecho a la ideade que ese desajuste o no encajamiento, enten-dido como inadaptación social, es algo que senota solamente en una época más o menos avan-zada, cuando el muchacho ha terminado su es-colaridad y entra de lleno a formar parte dela sociedad para desempeñar un puesto de tra-bajo, cualquiera que sea.

Nos olvidamos con frecuencia de que ese adje-tivo social se refiere no sólo a la sociedad comoente abstracto, sino también a algo concreto, ala sociedad limitada que constituye la comuni-dad familiar, escolar, laboral o la del medioambiente. Y esta predisposición a ampliar elconcepto, generalizándolo al extremo, nos haceperder las líneas o trazos precisos de lo que lainadaptación social representa verdaderamente,al quedar desdibujada en ese panorama tan am-plio e indefinido.

No, esa gran sociedad, de la que todos forma-mos parte, debe su existencia a las pequeñas quela integran y sin las que no subsistiría realmente.Un deficiente o infradotado puede ser ya un in-adaptado social mucho antes de irrumpir en lasociedad, si lo es en el seno de su familia o enla escuela, ámbitos sociales previos al anterior.Y porque miramos el problema desde un ángu-lo extenso, en el que lógicamente se imbrican loajustado y desajustado, lo bien y lo mal encua-drado, nos parece menos grave de lo que es ensí, porque los extremos quedan desvirtuados enla globalidad.

La infradotación o deficiencia lleva aneja unaincapacidad para la vida social propiamente di-cha. Y decimos propiamente dicha porque, sifueran incapaces totalmente, caerían por su ba-se todos los esfuerzos para readaptarlos. Veamospor qué.

La inteligencia es, en su contenido y desarro-llo, la que orienta y da luz a la actividad huma-na. En sus elementos más sencillos está inte-grada por un aspecto material formado por laspercepciones, representaciones, conceptos, me-moria, etc., un segundo aspecto funcional queviene a ser la capacidad de juzgar, de establecerrelaciones, comparar, distinguir y combinar; eltercer aspecto, el personal, caracterizado por lacapacidad de utilizar los contenidos, las actitu-

des y los actos de pensar todas las veces que elinterés de la persona lo reclame.

Una especificación del aspecto funcional de lainteligencia hecha por Bühler precisa en él tresgrados; especificación que nos ha de ser prove-chosa en relación con el sujeto que nos ocupa.El primero, el más primitivo y precoz de la in-teligencia, se manifiesta en el instinto, que setraduce en una acción adaptada a un fin, sinque ambos sean conscientes. El segundo, la do-ma, en la que, gracias a la memoria asociativay al aprendizaje, la rigidez del instinto se supe-ra en vistas de una mejor adaptación a las con-diciones de la vida. El tercer grado o intelectoposee las ventajas de los dos primeros, sin susinconvenientes.

Pues bien: los infradotados o deficientes pro-fundos tienen detenido su desarrollo intelectualen el primer grado, en el instintivo, con ausen-cia o participación levísima del segundo; en losdeficientes de tipo medio, el segundo grado delaspecto funcional de la inteligencia se desarro-lla de una manera limitada; en los deficientesligeros o débiles mentales, es el tercer grado elque obra débilmente.

Mas como el trastorno no afecta sólo a lossentidos, el pensamiento y la inteligencia, sinoque todo el estado psíquico del deficiente es máso menos tosco e inacabado, esta potencialidadlimitada tiene como consecuencia que el infra-dotado sea incapaz de adaptarse a su ambienteo a las exigencias de la comunidad, así como demantener su existencia independiente de todavigilancia o protección externa. El que no seacapaz por sí mismo de adaptarse socialmente nosignifica que no haya posibilidad de adaptarlonosotros, por medio de un tratamiento pedagó-gico, curativo.

PREMISAS FUNDAMENTALESEN LA ADAPTACIONDEL INFRADOTADO

La limitación consciente de posibilidades esel punto de partida esencial en la actuaciónpedagógica especializada. No se puede querer loimposible. Desear volver a lo normal la disposi-ción defectuosa psíquica, corporal o intelectualde un niño, suprimir por completo las auténti-cas inhibiciones del desarrollo, hacer normal loanormal, no lo hace la terapéutica médica ydifícilmente podrá hacerlo la acción pedagógica.Pero, en cambio, esta última sí puede obtenerla actitud correcta del ambiente frente al niño,ante todo por parte de los padres y de los her-manos.

La consideración total del infradotado es otrade las premisas a tener en cuenta. Con pala-bras de Hanselmann, las llamadas «malas» cua-lidades y formas de comportamiento no están enel niño como partes indeseadas junto a otras

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partes calificadas de normales, sino que cuandoun miembro sufre, sufren todos los miembros.Por ello, el tratamiento educativo de los niñosoligofrénicos no puede tratar de eliminar lasmalas cualidades y sustituirlas por otras. La ta-rea consistirá más bien en estudiar al niño comoun conjunto corporal psíquico e intelectual.

Las cualidades de útil, concreta y manual sondistintivas de toda empresa pedagógica curati-va: primero, porque se trata de obtener de cadadeficiente el mayor número de posibilidades, envistas a su desenvolvimiento mejor y más rápi-do, y esto no es posible si no desechamos losuperfluo en aras de lo utilitario; segundo, por-que no se puede pasar al terreno de lo abstracto,por estar fuera del alcance del infradotado, yen tercer lugar, el hecho de que sólo la destrezamanual pueda asegurar al deficiente mental unlugar en la sociedad obliga a desarrollar en elloshasta el máximo la motricidad y, especialmente,la habilidad manual.

Todas estas consideraciones sobre el trata-miento pedagógico en favor de la readaptacióndel deficiente no pueden tener realidad sin quelas f amilias se las apropien o asimilen, y, des-graciadamente, el ambiente familiar no es pro-picio siempre para compenetrarse con ellas. Unasveces porque la deficiencia del hijo es heredadade los padres, y es fácil de comprender que entales casos podamos conseguir muy poco me-diante las explicaciones sobre la necesidad deasistencia durante toda la vida sobre la limita-ción de los fines culturales y educativos y sobrelos caminos especiales para llegar a estas tareas.

En otras ocasiones, las limitaciones económicasfamiliares no permiten allegar los recursos sufi-cientes para costear una educación especial alhijo infradotado. Por añadidura, junto a estabarrera de tipo económico se da corrientementeuna falta de preparación que agrava la situacióndel pequeño en la familia, porque se pierden enla inactividad los mejores momentos de la edu-cación.

Son muy elocuentes a este respecto las pala-bras del doctor Schneider, director del Institutode Pedagogía comparada de Salzburgo: «Cierta-mente, hubo una época en que los padres edu-caban bien a sus hijos sin estar especialmentepreparados para ello. Tal preparación era en-tonces innecesaria; de un lado, porque el ins-tinto de educación, hoy debilitado, desfiguradoo muerto, estaba entonces vivo y sano en mu-chos padres; además, existía una tradición pe-dagógica a la que bastaba someterse para estarseguro de dispensar una educación casi correcta.

Esta tradición no es posible hoy, porque elmundo cambia demasiado de prisa e igualmentela situación de la infancia, afectada por estemundo. Por otra parte, parece que las influen-cias educativas del medio iban en otro tiempoparalelas a las de la familia, lo que no acontecehoy. En fin, los casos patológicos se multiplican

entre los niños y jóvenes en la actualidad. Antesde la primera guerra mundial, los jóvenes po-seían una psicología más sana. Numerosos niñosnerviosos, neuróticos o psicópatas plantean pro-blemas pedagógicos difíciles que las familias nosabrían resolver sin preparación ni ayuda es-peciales.»

Ha de intervenir, pues, la asistencia organiza-da por el Estado o los particulares para ayudary preparar a las familias en esta situación. Porello interesa a la opinión pública el sentido yutilidad de esta educación especial, la cual, paraser verdaderamente eficaz, para alcanzar su ob-jetivo, tiene que hacerse cargo de tres hechosfundamentales: la adaptación del infradotadoserá tanto más efectiva cuanto más precozmen-te se le reconozca o descubra, según la formaen que se dirija su educación especial y en lamedida de la asistencia ulterior que se dispenseal mismo durante toda la vida.

EL DESCUBRIMIENTOPRECOZ DE INFRADOTADOS

En la organización actual escolar, lo más pron-to que el niño deficiente suele llegar a la obser-vación (cuando su grado no es tan profundoque sea descubierto en el seno familiar) es des-pués de cumplir los seis arios, o sea en el mo-mento de su ingreso en la escuela.- „?..d maestrode Enseñanza Primaria no tiene, pelo corri.ún,la preparación suficiente para juzga}---en, tir.sveplazo y con conocimiento de causa bastante losdéficit y malos rendimientos de grado leve enlos niños que comienzan a asistir a su escuela.Por ello suele transcurrir por lo menos un ario,y a menudo dos, hasta que se comprueba queun niño no es capaz de seguir la enseñanza poroligofrenia y no por ninguna otra razón. Sóloentonces comienzan las investigaciones y discu-siones referentes a un cambio de escuela, quees solamente posible en los grandes centros es-colares, los cuales poseen ya escuelas especialespara niños deficientes.

En las comunidades escolares pequeñas, los ca-sos leves, que son los más prometedores con untratamiento especial, permanecen repitiendo elmismo curso una o varias veces, y, por fin, des-pués de haberse hecho toda clase de concesionesen distintos sentidos, abandonan la escuela enunas condiciones psíquico-intelectuales realmen-te alarmantes.

Ahora bien: como la primera infancia repre-senta la época de máxima plasticidad de aque-llas fuerzas psíquicas y mentales que constitu-yen las bases decisivas para la configuración dela personalidad y del carácter, debe destacarsecon toda energía la exigencia del reconocimien-to precoz del niño infradotado para su trata-miento pedagógico especial. Exigencia cuya rea-lización podría tener lugar mediante una reví-

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Sión de todos los niños en el comienzo del cuartoario de la vida, valiendo como Centros de dis-criminación de pequeños deficientes los Jardinesde Infancia.

ESCOLARIDAD ESPECIAL

Secuela de este descubrimiento precoz de losoligofrenicos o infradotados es el dispensarlestempranamente la educación especial que lespone en camino de recuperación, habida cuentadel grado de deficiencia que les afecta. De otromodo, la prisa por descubrirlos no tendría sen-tido. Mas la escuela especial para infradotadosno puede ser lo que todavía es, por desgracia,en muchos casos: una escuela ordinaria con ma-terias reducidas. No basta con limitar cuantita-tivamente las materias de enseñanza; la escuelaespecial es fundamentalmente distinta de la or-dinaria. No se asemejan ni en su finalidad nien su método, porque ambos factores vienen de-terminados por el sujeto que se educa, y lasposibilidades que presenta el niño normal im-plican unas exigencias que en nada pueden com-pararse con las exigidas al deficiente, en razónde la merma que acusan las suyas.

Una serie de cualidades esenciales definen laactuación de la enseñanza especial:

a) El principio del movimiento

Como medio auxiliar de la enseñanza y edu-cación se emplea plenamente y con frecuenciaen la formación de los deficientes. No habránunca un saber que el niño oligofrénico no pue-da hacer en el sentido del formar, del exponery sacar de si, del representar intuitivamente.

b) Enseñanza vivencial intuitiva

La exposición intuitiva es el requisito impres-cindible de la enseñanza especial, pero no sólocomo algo que se contempla, sino que es tam-bién oler, gustar y tocar e incluso imitar, unformar en el sentido del principio del trabajode Kerschensteiner. Es en este aspecto en el quemás se diferencia esencialmente de la enseñanzapara niños normales, puesto que la escuela espe-cial, durante los tres o cuatro primeros arios,no puede contar con que la palabra, como sím-bolo del objeto o del acontecer, sea comprendidasuficientemente y pueda sustituir a éstos. Y sino es por medio de la intuición en el más am-plio sentido, ¿cómo podría actuarse con los defi-cientes?

c) Educadores preparados

que sean capaces de crear libremente y cada díala situación formadora y educativa, dando unaenseñanza ocasional en el pleno sentido de la

palabra; es decir, adaptada al máximo a las cir-cunstancias y actitud particular de los peque-ños; el sometimiento estricto a la enseñanzasistemática de materias, desvinculada del inte-rés del deficiente, es una educación vacía decontenido y negativa en sus resultados.

d) Atención a las exigencias mínimas

que la vida ulterior planteará al infradotado.Debemos aprender a ver claramente los limitesde lo posible y atenernos a ellos, a fin de que,dentro de los mismos, alcancemos lo que es po-sible. El niño deficiente tiene que aprender todolo evidente por sí mismo, de la civilización ycultura diarias: saludar, presentarse, preguntar,pedir trabajo, defenderse, disculparse, etc. Estemínimo en la forma y en el contenido hay quehacérselo ejercitar a modo de fórmulas, hastaque estén fijadas por medio de la habituación, yaque una actitud consciente en cada caso es pedirdemasiado al pequeño.

e) Hacer mejor que hablar

El hecho de que el oligofrenico, según nuestroconcepto, estará durante su vida necesitado deasistencia, obliga desde un principio y en eltranscurso de su educación a emplear el lengua-je de la acción más que el de la palabra, menoscomprensible para ellos cuando se trata de loque es conveniente hacer o no. Esta asistenciaulterior le marca los objetivos de su acción, queél mismo no puede fijar si se trata de accionescomplicadas. Cuanto mejor se logre estabilizarlos objetivos parciales necesarios para él, antesserá capaz de hacer las cosas «por orden».

f) Afición a la monotonía en el hacer

Lo que para el individuo normal puede seruna carga y un peligro de deformación psíquica,como, por ejemplo, la monotonía en el trabajoy en la vida, es para el deficiente un bien. Poresto es uno de los pocos beneficiarios de la mo-derna racionalización del trabajo; el inf radota-do está preparado disposicionalmente para loparcial y no para lo total, tanto en el trabajocomo en la vida.

g) Educación de la aptitud para el trabajo

De estas consideraciones debe partir tambiénel entrenamiento con finalidad laboral durantela época escolar. La enseñanza especial es, engran parte, enseñanza de trabajos manuales. Loespeciál de la educación para el trabajo consisteen que representa predominantemente tambiénuna tarea de educación sentimental. Cada niño

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hace unas cosas de buena gana y otras no. Lasuperación del desagrado no es siempre posible,pero lo que sí es factible es la ejecución de unacosa, a pesar de su carácter desagradable. Aun-que pudiera parecer dura esta actitud y surgela tentación de ceder y aguardar con la vagaesperanza de que «después» será más fácil, deque nacerá «por sí misma», la comprensión dela necesidad del trabajo, la conciencia del deber,etcétera, no podemos adoptarla. Lo que dejemosde conseguir en el niño en este sentido es muchomás difícil de lograr, en ocasiones imposible, enel joven y en el adulto.

zaciones de trabajo y de los compañeros mismos,son incapaces de mantener una relación socialde trabajo en el sentido normal. Deben trabajar,estar ocupados, pero como una terapéutica sub-siguiente a la tarea desarrollada en la escuelaespecial. Necesitan estar encuadrados en insti-tuciones que, al par que se ocupan de su vidamaterial y alojamiento, les hacen participar enla vida de la colectividad realizando menesteressencillos con los cuales su vida se ocupa. Estacategoría de infradotados es la que exige, másque ninguna, la tutela o asistencia ulterior a lolargo de toda su vida.

EL PROBLEMA SOCIALDE ENCUADRAMIENTO EN LA VIDA

Para el niño inadaptado en general y parael deficiente en particular no puede haber recu-peración social posible sin el aprendizaje de unaprofesión. El aprendizaje no es solamente la ad-quisición de una técnica, de un cierto númerode actos precisos y coordinados; es también eldominio definitivo de hábitos que harán más fá-ciles las relaciones del deficiente con el patróno jefe y con los otros compañeros de trabajo.

El infradotado es lento e impreciso por natu-raleza, y si se quiere que alcance un rendimien-to mínimo que permita mantenerle en el ciclocomún, es necesario prever un aprendizaje me-tódico, pero largo y difícil. Deberá hacerse entales condiciones, que él pueda franquear sinincidentes el peligroso período de la adolescen-cia. Este aprendizaje deberá pasar progresiva-mente de la enseñanza general propiamente di-cha a la actividad en taller, sin olvidar nuncael estado físico y mental del niño y sus posibi-lidades de utilización en el mercado del trabajo.

Es triste reconocer que este aprendizaje laboralno da resultados iguales en todos los infradota-dos, porque el grado de profundidad de la defi-ciencia limita las posibilidades de independenciaen la relación social. Así, los infradotados ligerossuperan su déficit y se nivelan con los normalesen las tareas laborales. No serán grandes em-presarios o dirigentes de industrias, pero sí des-empeñarán el papel del obrero normal e inclusovivirán con independencia y autodeterminacióncomo los adultos.

Los de grado medio no se recuperan hasta elextremo de los anteriores, no llegarán a alcan-zar una independencia total en el medio social.Pero su aprendizaje laboral, ese oficio comple-mentario que son capaces de adquirir, si bien noes suficiente para vivir por sus propios medios,les permite tener un papel útil en la sociedady les libra de la reducción a un paro forzosoque destruiría rápidamente el fruto de largosesfuerzos.

Los infradotados profundos, aun cuando exis-tiese la mejor voluntad por parte de las organi-

EN QUE CONSISTELA ASISTENCIA ULTERIORAL INFRADOTADO

Recogiendo el mismo sentido que dábamos alprincipio a la inadaptación social como restrin-gido a la sociedad familiar y al medio que rodeaal pequeño (físico, cultural y ambiental en ge-neral), la asistencia que puede prodigársele estan amplia como lo son los factores apuntados.

El asesoramiento continuado a los padres yfamiliares del pequeño, ayuda económica y se-guridad de continuar la tutela del deficiente, unavez desaparecidos los padre, son diferentes esca-lones de esta tarea asistencial que, en justicia,debe dárseles.

Pero esta tutela se refiere más propiamente ala edad en que el deficiente abandona la escuelaespecial para incorporarse a la vida de trabajo.Todo lo que la época escolar ha aportado parala comprensión y tratamiento de la personalidadha de convertirse ahora en base para la prose-cución de la asistencia que ha de iniciarse enel momento en que cesa la labor formadoraeducadora de la escuela.

Incorporar a los deficientes a la vida de comu-nidad, facilitarles el acceso a colocaciones ade-cuadas, protegerles del abuso de los que los em-plean, en el sentido de observar las bases, sala-rios y horas de trabajo; agrupar a los infrado-tados que no puedan hacer vida de familia encolonias o residencias que, dirigidas por personapreparada, les administre sus ingresos comple-mentados por el Estado o la iniciativa privaday atienda a sus necesidades, proporcionándolestambién las distracciones adecuadas.

Como fácilmente se desprende de esta enu-meración, la organización de esta tutela o asis-tencia ulterior al infradotado implica una seriede medidas y realizaciones que atañen directa-mente al Estado y a los particulares enmarcadosen esta situación. Estamos muy lejos en nuestropaís, no ya de contar con alguna de estas acti-vidades de tutela, sino ni siquiera con el númerosuficiente de centros de educación especial, enlos que se recuperarían los muy numerosos in-f radotados que existen en España. Ni que decir

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tiene que los centros de aprendizaje para ado-lescentes y jóvenes deficientes se pueden contarcon los dedos de una sola mano, debiéndose losexistentes a la iniciativa privada. Las medidaslegales de protección laboral del infradotado,que son realidad en muchos paises, todavía sedesconocen en el nuestro.

A pesar de todo, sólo podrá hacerse sistemá-ticamente una lucha fecunda contra este aban-dono del deficiente cuando se ilustre convenien-temente a los padres, cuando existan suficientesconsultorios pedagógicos y centros educativos,cuando el niño peor dotado pueda ser sometidoa una vigilancia cuidadosa con la misma faci-lidad con que el servicio de sanidad entra auto-máticamente en acción en el caso de niños conenfermedades infecciosas.

Ante esta situación de hecho yo me formulola pregunta siguiente: ¿Es que la falta de aten-ciones de toda índole que se revela en nuestrajuventud e infancia deficientes no es un proble-ma de trascendencia social e incluso católica, losuficientemente importante para ser tenido encuenta y resuelto?

La XXIII Conferencia Internacional de Ins-trucción Pública, celebrada en Ginebra el ariopasado, dedicó toda su actividad a la enseñanzaespecial de los niños con deficiencias mentales,cuyo derecho a la educación y a la vida deltrabajo están reconocidos en la Delegación uni-versal de los derechos del hombre. ¿Por qué,pues, y continúo con la pregunta anterior, no seha llegado todavía a hacer ambiente en favordel deficiente mental como se hizo con el ciego,sordomudo o inválido? Es que las familias delos primeros, muy numerosas, no han sabidounirse, y las voces aisladas que se elevaron,de cuando en cuando, no tuvieron la fuerzasuficiente para poner de relieve el gran pro-blema o sirvieron para dar una solución al casoparticular?

Creo que esta es la clave. Cuando se com-prueba la pujanza de las Asociaciones de Padreso Familias con deficientes mentales en Italia.Inglaterra, Estados Unidos, Alemania, Francia,Austria, que con su agrupación han constituidoel elemento motor de la sociedad estatal y para-estatal; que han conseguido para este problema(ni siquiera planteado entre nosotros) una solu-ción eficaz y definitiva, de manera que ha de-jado de ser cuestión para ellos, parece que laangustia y el desvalimiento de las familias es-pañolas no existe a este respecto.

Y la realidad es muy distinta. Hay multitudde familias agobiadas porque son cerca de cien-to ochenta mil los niños y jóvenes necesitadosde educación especial, según estadísticas de haceseis arios no muy perfectas. Estos deficientes noson abandonados, sino que disfrutan de un hogary de una familia.

¿Acaso no podrían dejarse oír este contin-gente de padres en el próximo Congreso de la

Familia Española, exponiendo su problema ynecesidades, del mismo modo que se tratan losplanes de estudio, los horarios de clase o la con-veniencia de realizar tareas en casa? Esto faci-litaría el hacerse cargo del problema y, por lomismo, de acometer su resolución urgentemente.

Aún hay más, las Asociaciones nacionales deFamilias de infradotados van a celebrar unCongreso mundial en el verano próximo paracontrastar realizaciones llevadas a cabo en suspaíses respectivos en torno a esta cuestión de larecuperación social de los deficientes en todoslos grados. Y no se desdeñan de aparecer porquegracias a esta manifestación el problema fami-liar de cada uno ha entrado en vías de soluciónen el modo más adecuado y eficiente; cuandosólo ha sido necesario el asesoramiento periódicode la familia, se le ha dispensado; si el interna-miento o colocación del deficiente lo requería,se le ha dirigido al establecimiento apropiado.

Es una paradoja que en ese Congreso mundialde países, en los que las familias, sin orgullovacío de contenido, pero con sentido real dejusticia y humanidad se rúnen, España se man-tenga al margen, como si fuera la única nacióndichosa en que el problema no existiera.

Por si puede servir de algo a cuantos padresse encuentran en esta situación con ánimo deaunar esfuerzos, resumo a continuación el Vademecum característico de una Asociación de Pa-dres francesa. Dice así:

1. Tomar conciencia de sus responsabilidades;la educación, la reeducación, la formación pro-fesional. El porvenir de los hijos está entre lasmanos de los padres, y no sólo en las de laasistente social, las del médico y Estado.

2. Persuadirse bien de que aisladamente nose puede hacer gran cosa, pero que un grupode padres representa una «carga de dinamita»capaz de quebrantar todas las inercias.

3. Reunir un núcleo de padres que se adhe-rirá a una Agrupación nacional, si existe; si no,dicho núcleo constituirá el primer elemento.

4. Elegir un presidente equilibrado y realistacapaz de compensar la influencia de ciertos pa-dres que debilitarían la Agrupación.

5. No hacer de la Asociación el centro únicode su vida, sino adherirse a otros organismos,ya sea un club de bridge o de coleccionistas demariposas, filatélicos, etc.

6. Establecer un clima de serenidad y ayudamutua del que serán excluidas la recitacióncomplacida de sus angustias, el cambio de pana-ceas y toda queja sobre el pasado y el por-venir.

7. Añadir un equipo de especialistas (médi-cos, psicólogos, asistentes sociales, etc.), pero noentregarles la dirección de la Asociación.

8. Fijarse objetivos precisos, tales como:a) Formación de los miembros de la Asocia-

ción, desde el punto de vista terapéutico, psico-lógico, pedagógico, por medio de conferencias, de

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ENSEÑAR Y APRENDER [1691 15

lecciones a través de la prensa, radio, cine, lite-ratura, televisión.

b) Información del público por los mediosanteriores para hacer desaparecer la compasión,el apuro, la solicitud exagerada, la curiosidad, yenseñarles que el interés no se debe cargar sobreel defecto o la deficiencia, sino que debe diri-girse a la persona.

c) Creación de jardines de infancia, de es-cuelas, de centros de reeducación, de colonias devacaciones.

d) Obtención de medidas legislativas.9. Recordar que las dificultades financieras

son casi siempre superables.10. No querer crearlo todo, sino colaborar

con las organizaciones ya existentes.En este conjunto de consejos o recomendacio-

nes que han dado pie a la Agrupación de fami-lias en el país vecino, se destaca la doble ver-tiente del problema, el formativo y el social. Esdecir, la acción directa en los miembros de lafamilia y la acción social ejercida sobre el pú-blico, sobre los normales para que sepan aceptara los deficientes, sus posibilidades de recupera-ción, la comprensión de lo que supone la defi-ciencia para la persona que la sufre. Pero, ade-más, acción social ejercida por el Estado pormedio de reglamentaciones que faciliten y pro-

tejan la inserción en la vida laboral de los defi-cientes recuperados. En último término, trascen-diendo el bienestar temporal, el deficiente poseeun alma que, tras la deforme o defectuosa en-voltura corporal o psíquica, tiene que salvarse.Excepto los deficientes profundos, cuya anor-malidad no les permite otra vida que la vege-tativa—alimentación sana y cuidados higiéni-cos—, los de grado medio y leve son susceptiblesde llevar una vida superior a la propiamenteanimal, y a éstos hay que ayudarles a cumplirsu fin. Y no es camino el silenciar o soslayarel problema, pensando que no van a ser aten-didos. Al menos, que no pueda quedar en la con-ciencia resquemor o preocupación de que no sehizo todo lo posible, porque si esto tiene lugar,más tarde o más temprano podrá ser realidadla atención eficaz al deficiente español, que noes ni más ni menos que el de otros paises.

La angustia de las dos madres francesas des-crita al principio ya no tiene razón de ser, puessus hijos tienen actualmente la tutela necesaria.Les ha costado sufrimientos, luchas, tesón yconstancia; pero la unión les ha dado la victoria.¿Es que ha de ser menos fuerte y de menosempuje la unión de padres españoles en tornoal problema, cuando los vínculos familiares, porfortuna, son muy poderosos entre nosotros?Seguramente no.

Enseriar y aprender

FLORENCIO OLLE RIBA

Licenciado en Pedagogía y Jefe de Estudiosdel Colegio Nelly, Barcelona.

Es cosa corriente que al finalizar el cursoescolar en cada centro educativo, seal cual seasu modalidad, al pasar balance de las activi-dades desarrolladas en el transcurso del arioanterior, traten los profesores de paliar su fra-caso educativo —si es que lo ha habido—, justi-ficándose a base de una serie de sutilezas quecomo tópico repiten todos por igual.

Y es muy frecuente asimismo que escudándoseen razonamientos intenten mitigar el bajo ren-dimiento escolar, atribuyéndolo, con una unani-midad muy sospechosa, a ciertos inconvenientesque se observan en los actuales Planes de Estu-dio, ya sea por la intransigencia o severidad delos tribunales examinadores, ya por las deficien-cias de orden didáctico que encierran algunoslibros de texto, definiciones que en manos de los

alumnos se convierten en inoperantes para susmentalidades.

Pero ¿es ésta, en realidad, la única causa queinterviene en la manifestación de tantas cala-midades y sinsabores?

¿Justifican estos innegables inconvenientes elelevado tanto por ciento de suspensos que re-caen sobre todas las materias y en todos loscursos de manera tan reiterada?

Seamos realistas. Si analizamos el problemaserena y desapasionadamente veremos cómo unagran proporción de este tanto por ciento puedeatribuirse, en realidad, a una deficiente prepa-ración del alumnado.

Cierto que los Planes de Estudio vigentes ado-lecen de algunos defectos elementales; verdades que muchas veces los tribunales examinadores,