la dimensión cultural del desarrollo local

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    CULTURAR, Las Formas del DesarrolloHctor Ariel Olmos y Ricardo Santilln GemesEd. CICCUS - 2008

    DIMENSION CULTURAL DEL

    DESARROLLO LOCAL

    por Fernando de S Souza

    Del libro:CULTURAR, Las Formas del DesarrolloHctor Olmos y Ricardo Santilln Gemes

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    Introduccin: primeras aproximaciones

    Suele hablarse del desarrollo local como un fenmeno relativamente nuevo y podr serio desde el punto de vista de su tratamiento terico, su planificacin, ejecucin y evaluacin. Pero comofenmeno en s existe desde el principio de la historia; es ms, podra decirse que fue el primer modelo de desarrollo que vivi la especie: absolutamente adherido al suelo.

    Con la aparicin de la agricultura los grupos humanos se afincaron crearon comunidad, anunciarony formularon sistemas religiosos, estilos de vida, usos y costumbres, arte, tecnologa y todo ese haceral que habitualmente llamamos cultura.

    La domesticacin de animales para transporte y carga primero, la navegacin luego, las mquinasa vapor, el automvil y por ltimo la aviacin11dieron, progresivamente, a la experiencia humana ladimensin planetaria a la que habitualmente llamamos globalizacin.

    Pero hasta hace unos pocos siglos -apenas un episodio en la historia grande de la especie, diraKusch- o an unas pocas dcadas, segn 1 perspectiva que se elija, la inmensa mayora de las

    personas basabanel desarrollo en una relacin sacralizada con el territorio.Incluso en las migraciones: el objetivo era instalarse y construir un hbitat mejor; expresin

    concreta de antiguos relatos, la tierra prometida la Biblia o la Tierra sin Mal de los guaranes por citardos ejemplos parad mticos de un repertorio infinitamente ms extenso.

    Es decir, pensando en la amplitud y profundidad histrica y smbolo del tema, nuestras vertientesculturales, tanto la occidental como la americana originaria, tienen sobre el lugar donde transcurre lavida una visin mtica comn o, cuando menos, equiparable.

    Claro que tambin hay otros discursos y otras prcticas. La modernidad occidental se inaugur conla circunvalacin del planeta y la invencin los tipos mviles que permitieron transmitir informaciny conocimiento prescindiendo, casi, del tiempo y el espacio: se poda llevar de Europa a Amrica elQuijote o los evangelios en unos pocos meses.

    La ms amplia movilidad laboral, la planetarizacin de los consumos y modelos culturales, ladespersonalizacin de los espacios pblicos fueron arrinconando -en los siglos XIX y la mayor partedel XX- a la ciudad y la aldea en lugar secundario de los discursos que organizaban la ecologahumana.

    La explosin tecnolgica que sigui a la implosin del estado soviet convirtieron al planeta en eseobjeto que sostiene a la lejana telaraa ml dial: world wide web (www).

    Pero esto que pareca la consagracin de la posmodernidad -el fin de historia en un extremo-termin replanteando nuevamente la relacin en comunidad y territorio. Algunos autores llegaron a plantear la recuperacin del llamado "paradigma del no transporte": trabajar, estudiar, comprar di deel hogar.

    Quizs, y esa es la propuesta de este texto, debiramos repensar el desarrollo local como un proceso de recuperacin de la comunidad de proyecto construida entre quienes comparten un hbitacomn.

    Todas las culturas del orbe se han constituido sobre la base de una cierta comunidad de origen:desde la genealoga bblica que rastrea el origen hasta el primer hombre creado por Dios hasta el mitode las cuatro humanidades sucesivas del Popol Vuh.

    Pero tambin de una cierta comunidad de proyecto:"sobre la tierra levanta una nueva y gloriosanacin", reza nuestro himno primero.

    Subrayando, adems, que la diversidad y multiculturalidad se h instalado definitivamente comouna caracterstica inalienable de la experiencia humana. Cualquiera de los pueblos y ciudades delterritorio argentino registran hoy una increble homogeneidad en su condicin. Fiestas de lascomunidades donde se mezclan trajes de las ms lejanas latitudes con tradiciones gastronmicas iguade planetarias conviven creativamente con grupos folklricos bolivianos y centros de inspiraGestin Cultural Lujn Documentoshttp://gclujan.zoomblog.com

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    tradicionalista.Tambin -y especialmente a partir de la reforma constitucional de 1994 aparecen, cada vez con

    mayor frecuencia, grupos que reivindican su condicin de pueblos originarios.Ciertamente cada pueblo, cada ciudad, cada municipio tiene su propio relato fundacional sobre el

    que se van superponiendo otras experiencias de apropiacin del espacio territorial.Quizs se trata, y esto tambin es parte de las preocupaciones de texto, de realinear esa comunidad

    de origen con una propuesta creativa abierta de comunidad de destino. Yeso ya es poltica culturalObjeto del accionar de una disciplina especfica: la Gestin Cultural.

    Para dar cuenta de este recorrido vamos a acudir a cuatro preguntas permitan interpelar diversasexperiencias:

    Tiene este espacio local un conjunto de normas, tradiciones, representaciones y conductasreconocidas por todos sus habitantes como propias?. Tiene este espacio local un conjunto de recursos tcnicos y econmicos sobre los cuales puededecidir en forma razonablemente autnoma? Otras comunidades reconocen en este espacio local una identidad diferenciada de otrosespacios? Tienen los habitantes de este espacio local una visin trascendente de s mismos y de surelacin con el territorio?

    Con este pequeo cuestionario vamos a recorrer algunas experiencias estudiadas en las provinciasde Buenos Aires, Crdoba, Entre Ros, la ciudad Rosario -provincia de Santa Fe- y la CiudadAutnoma de Buenos Aires.

    No son, por cierto, las nicas experiencias posibles: simplemente se de utilizar una serie deestudios realizados por diversos investigado que ofrecen una base de comparacin suficientementeamplia. Utilizan adems, la obra del pintor Ral Soldi en la hoy ciudad de Glew que constituye uncaso de gestin cultural adherido al suelo desplegado a lo largo de cuarenta aos.

    Partimos de una mirada muy amplia sobre el fenmeno cultural vinculada a la tradicin socioantropolgica:

    "Una forma integral de vida creada histrica y socialmente por una comunidad a partir de su particular manera de resolver -desde lo fsico, emocional y mental- las relaciones (fundantes)que mantiene con la naturaleza, consigo misma, con otras comunidades y con lo que considera

    sagrado, con el propsito de dar continuidad, plenitud y sentido a la totalidad de su existencia(Santilln Guemes, 2000)".

    Las cuatro preguntas intentan indagar el espacio local respecto a la verificacin de aquellasrelaciones fundantes que describe Santilln Guemes como distintivas del fenmeno cultural.Interpelacin que busca, adems, describir el grado de autonoma que el espacio local pueda tenerrespecto de los mbitos territoriales y jurisdiccionales mayores en que est contenido.

    Se da por sentado que la ciudad, la aldea y aun el casero ms pequeo no son islas auto sostenidasen el vaco sino un nodo dentro de una red compleja que, en un punto, conecta todas y cada una de lasexperiencias humanas.

    Que esa red no es un fenmeno meteorolgico -y por tanto inasible, sino un resultado social ehistrico producto y productor de relaciones de poder asimtricas y de intercambios simblicos ymateriales ms asimtricos todava.

    Un trasfondo de poca sobre el que no trata este texto pero al que deberemos volver una y otra vez para recordar que muchos de los recorridos conceptuales que haremos no son tcnicas neutras deadministracin y gestin del territorio sino prcticas histricas sobredeterminadas por relaciones deGestin Cultural Lujn Documentoshttp://gclujan.zoomblog.com

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    poder que necesitan ser tradas al centro de la escena y puestas en discusin.Un recorrido metodolgicamente sencillo que permita, sin embargo, sistematizar la diversidad de

    fenmenos susceptibles de ser abordados desde una mirada amplia del mundo de la cultura.Proponiendo la creatividad como clave transversal al desenvolvimiento del desarrollo humanoconsiderado desde el territorio.

    Desarrollo Local y Gestin Cultural

    Que el desarrollo local es la resultante de un conjunto de factores incidentales no parece estar endiscusin. Ese nivel de coincidencia se reduce, naturalmente, a la hora de enumerar esos factores yan ms, al tratar de establecer algn nivel de prelacin entre ellos.

    Algunas miradas ponen el acento en el rol de los recursos endgenos en contraposicin a algunossimples procesos de asociativismo local cuya nica resultante es lograr una mayor capacidad de presin sobre los actores supra territoriales -provincia, regin, estado nacional, economa global.

    Una visin a la que podramos calificar de clsica a esta altura de los tiempos define al desarrollolocal como:"Aquel proceso reactivador de la economa y dinamizador de la sociedad local que,mediante el aprovechamiento eficiente de los recursos endgenos existentes en una determinada zona,es capaz de estimular su crecimiento econmico, crear empleo y me jorar la calidad de vida de lacomunidad local 1 ".

    Otras miradas ponen el acento en la falta de estudios cuantitativos profundos al respecto, en la faltde rigurosidad metodolgica de algunas evaluaciones o en la carencia de sistemas de indicadoresuficientemente probados (2).

    Tambin se ha puesto en duda la posibilidad de planificar el desarrollo local cuando no hay plane

    nacionales y regionales sobre los cuales apalancarse. Del mismo modo se cuestiona la posibilidad dutilizar herramientas ms modernas de gestin en espacios locales cuya poltica est teida de las prcticas ms viejas y clientelares de escasa cultura republicana.

    Por cierto se trata de debates acadmicos cuya evolucin requiere de plazos, metodologas ycondiciones que exceden la capacidad de accin de la mayora de nuestras ciudades o, por lo menosde aquellas ms urgidas por desatar un acelerado proceso de desarrollo social y econmico. Y, pocierto, de los alcances e intenciones exploratorias de este texto.

    Aun a riesgo de simplificar y asumiendo la provisionalidad de toda afirmacin sobre eldesenvolvimiento humano vamos a partir de la enumeracin de factores que hace Sergio Boisier(2000):

    1- Capital Econmico descrito como stock de recursos financieros disponibles para invertir en elterritorio al que se califica, adems, decrecientemente exgeno a aquel. Aparece aqu, claramente,aquel trasfondo mencionado prrafos atrs: las redes financieras responden a una escala global cadvez ms alejada del territorio al que perciben ms como oportunidad de rentabilidades contingenteque como un lugar para asociarse hacia el largo plazo.

    2- Capital Cognitivo definido comodotacin de conocimiento cientfico y tcnico disponible enuna comunidad.

    3- Capital Simblico propuesto como la capacidad de construir un imaginario del territorio.4- Capital Cultural al cual, siguiendo a Bourdieu, el autor define comoacervo de tradiciones y

    modos de produccin y productos materiales e inmateriales propios de una comunidad. Llamatambin la atencin, siempre siguiendo a Bourdieu, sobre elcarcter profundamente conservador delas instituciones ms representativas de la funcin de reproduccin cultural: laescuela y la familia.Esta mirada -que el autor de la ponencia matiza- est claramente ms enfocada hacia un sentidoGestin Cultural Lujn Documentoshttp://gclujan.zoomblog.com

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    restringido del fenmeno cultural que no compartimos pero que, de todos modos, da cuenta de lacomplejidad del fenmeno.

    5- Capital Institucional como las capacidades de gestin de las organizaciones e instituciones queregulan el territorio:"El tejido institucional y organizacional, esto es, el conjunto tanto de normas yde estructuras, puede, dependiendo de su forma de funcionamiento, elevar o reducir los costos detransaccin 3 , dificultando o facilitando el proceso de crecimiento y de desarrollo. De aqu latrascendencia para cualquier regin de la "calidad" de su tejido institucional". Un estudio elaborado por el COPE (Consejo del Plan Estratgico de la Ciudad Autnoma de Buenos Aires) ilustra ladimensin de este tema: 1m territorios del rea metropolitana de Buenos Aires estn sujetos a laregulacin de"ms de veinte jurisdicciones que comparten el espacie metropolitano "(4). Complejidaden las jurisdicciones intervinientes que ejemplifica la necesidad de fortalecer procesos que permitaherramientas de cogestin local abarcativas de ms de un sector.

    Este problema ha sido, incluso, visualizado por el Constituyente de 1994 que dot al ordenamient jurdico Constitucional de una herramienta efectiva de gestin que, salvo algunas pocas experienciasan no ha sido utilizada en toda su dimensin y riqueza: las Regiones en tanto instrumentos para l

    promocin del desarrollo econmico y socialloca1 (5).Otros recursos novedosos son los entes de gestin interjurisdiccionales para la resolucin de

    problemas comunes que exceden a la problemtica de una nica comunidad (Transporte, SeguridadMedio Ambiente etc.) Por caso el ETTOS6, como rgano tripartito de gestin entre la Ciudad deBuenos Aires, la Provincia y la Nacin es un modelo a examinar como as tambin la participacinconsultiva y ejecutoria en su mbito de las organizaciones de Usuarios y Consumidores. El desarrollde estas novedosas instituciones y su configuracin como un verdadero "cuarto poder" en le gestin pblica resulta una cuenta pendiente en la generacin de alternativas vlidas para proveer solucioneespecificas a demandas de gestin concreta en el mbito local.

    6- Capital Psicosocial : se refiere a cuestiones ligadas al sentir y al saber la fe en las propias fuerzasy la posibilidad de construirlas como obra colectiva,"capacidad para superar el individualismo y,

    sobre todo, ganas de desarrollarse".7- Capital Social : lo refiere bsicamente, y siguiendo a varios autores, a la existencia de"actores

    sociales organizados" y la posibilidad de establecer entre ellos"una cultura de confianza".8- Capital Cvico : las instituciones polticas, la prctica misma de la democracia y la valoracin del

    espacio pblico como tal;"capital sinergtico, capital social y capital cvico estn inextrincablementevinculados, si bien cada concepto reclama su propia identidad. En tanto el capital social refleja undado nivel de confianza interpersonal, el capital cvico refleja la confianza organizacional".

    9- Capital Humano : esencialmente la calificacin productiva de las personas, medido tanto entrminos educacionales como de salud, oportunidades de mejora, etctera.

    Pero la clave es lo que el autor llamacapital sinergtico : las diez piezas del juego; capital sinergtico como elemento cataltico y nueve formas colectivas adicionales de capital que debenentramarse para generar un sendero de desarrollo ".

    Por cierto podra problematizarse el nmero de formas de capital o hasta qu punto algunos deellos son posibles de ser incluidos en otros. El propio Boisier sugiere en una nota a pie de pgina en l ponencia citada la posibilidad de abrir una dcima forma de capital vinculada a la existencia de mediode comunicacin que examinen y expongan la escena local.

    En otro texto(8) hemos llamado la atencin sobre el proceso de concentracin de medios ocurridoen la Argentina por el cual la mayora de nuestras ciudades han perdido sus pantallas locales, los puestos de trabajo asociados a ellas y lo que es ms preocupante: el espacio comunicacional necesari para sentirse y pensarse a s mismas. Debiramos agregar que faltan -o no hemos podido encontrarestudios cuantitativos sobre el uso discrecional que hacen algunos municipios y provincias de sus presupuestos publicitarios: cuesta mucho encontrar periodismo independiente en los espacios locales.

    En suma, un conjunto de factores que pueden enfocarse de un modo ms o menos agregado perocuya presencia es imprescindible a la hora de promover un proceso de desarrollo local.Gestin Cultural Lujn Documentoshttp://gclujan.zoomblog.com

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    El capital sinergtico definido como': .. la capacidad societal (como expresin ms totalizante) de promover acciones en conjunto dirigidas a fines colectiva y democrticamente aceptados, con el conocido resultado de obtenerse as un producto final que es mayor que la suma de los componentes" resulta la clave de la construccin que propone este autor.

    Una revisin de las diferentes formas de capital -fuere cual fuere su clasificacin- organizados dacuerdo a la distincin entre recursos endgeno y exgenos y calificados segn su carcter cuantitativ(capital econmico, oferta de salud, educativos o cientficos, por caso) o cualitativo (simblico, sociaetctera) da una idea cabal de la complejidad del problema.

    A fin de visualizar esta trama posible proponemos el siguiente cuadro, al cual naturalmente lefaltan los elementos referidos a cada forma de capita que debieran verificarse en el campo:

    Por ejemplo, la concentracin de medios es una "amenaza" -y por tanto exgena- y la existencia deinstituciones cientficas y educativas -una universidad nacional, por caso- una oportunidad. Unaestructura poltica clientelar, una debilidad y la existencia de una fuerte trama de organizaciones de lasociedad civil, una fortaleza. Cada una de ellas podra tener aspectos cuantitativos -cantidad de.proyectos de investigacin vinculado: a la capacidad productiva el territorio- o cualitativos-disposicin de 1a universidad a involucrarse en requerimientos locales- para ejemplifica con elmismo actor.

    Una trama compleja -y en un punto catica- que slo puede ser puesta en movimiento desde laconstruccin delcapital sinergtico que e autor propone.

    En ltimo anlisis se trata de articular el acto de conocer -el contexto- con el acto de saber establecer una agenda dinmica de compromisos comunes con el menor nivel de conflictos posibles.

    Establecidos los diferentes aspectos que debiramos alinear para conformar una estrategia dedesarrollo sostenible en el tiempo se trata de organizar una agenda de prioridades sobre las cuales irenfocando el grueso de los recursos de la comunidad.

    El problema prctico que se plantea es obvio: por dnde empezar? Y, menos obvio: cmosostener la participacin de aquellos actores cuyos intereses sectoriales no resultaran considerados prioritarios?

    En suma, cmo construir un consenso sustentable que exceda la coyuntura? Y esto ya no esreductible al debate acadmico sino ms bien una proyeccin poltica. Pero no poltica como meracompetencia electoral sino como distribucin crecientemente participativa del poder. Cuantos msactores sociales y polticos se involucren mayores posibilidades de xito habr.

    Y aqu es donde pretendemos anclar este texto qu puede aportar la gestin cultural a laconstruccin del capital sinergtico necesario para desatar el proceso local de desarrollo? Partiendo dela idea de que buena parte de sus componentes -si no todos- estn ntimamente vinculados al

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    horizonte simblico de la comunidad.

    "Sin horizonte simblico no hay gestin que valga sea cual fuere el carcter del mismo, el que

    a su vez siempre se expresar a travs de determinadas polticas. Polticas que habrn dedeterminar el ms especfico mundo de la gestin cultural (Santilln Gemes-Olmos: 2004,Pg.: 19)".

    Ms all o incluso partiendo de la propuesta de Boisier, entendemos al capital sinergtico como un bien intangible cuyo nivel de presencia en una comunidad es determinante para la movilizacin deresto de sus recursos. Pero cuya existencia es un subproducto del nivel de desarrollo del horizontesimblico de una comunidad determinada. Desarrollo simblico como insumo critico del capitalsinergtico, tal e1lugar que estamos proponiendo para la gestin cultural orientada al desarrollo local.

    Cuando decimos desarrollo simblico no pretendemos establecer una categora conceptual -en este

    texto cuando menos- sino describir un proceso que ocurre en el marco de aquella red de relacionesasimtricas que mencionbamos prrafos atrs.Basndonos, adems, en el concepto de inculturacin del territorio. Pero antes veamos un poco de

    qu hablamos cuando decimos desarrollo.Utilizando una metfora biolgica Rodolfo Kusch 10 sostena que desarrollar es desplegar lo que

    est arrollado de modo que si se tiene una semilla se puede obtener una planta desarrollada peronunca un animal. Luego el desarrollo no puede provenir de la modificacin del ethos de un pueblosalvo cambiando las personas, lo cual reputaba inhumano. Entonces el desarrollo simblico slo puede provenir del despliegue de ese ethos a travs de las ms diversas manifestaciones simblicas posibles.

    Eso hacan los habitantes originarios de nuestra Patagonia cuando pintaban sus cuevas: poblabande smbolos el territorio para hacerlo propio, inculturndolo. Nada demasiado distinto hacemos ennuestras ciudades o pueblos cuando nombramos sus calles o las poblamos de monumentos:representamos, aunque a veces contradictoriamente, un ethos deseado o en construccin.

    La obra de Soldi en Glew, localidad de la Provincia de Buenos Aires, es un caso de inculturacinque cabe analizar como expresin de un paradigma, en un punto, milenario.

    Los frescos de la capilla recrean el mensaje evanglico en el espacio y tiempo del Glew que era elde 1954 cuando se planific la obra. Ocurre en lo que era entonces un pueblo rururbano respetandolas costumbres, los colores y los materiales propios de ese espacio cultural distinto del acontecerhistrico religioso.

    Integra la tradicin judaica a travs de la historia de Ana y Joaqun, padres de Mara, y la tradicincristiana en la evocacin de Jess.

    El paisaje local, sus colores, sus frutas y personajes incultura n recprocamente el milagroevanglico en la ascensin del nuevo mensaje religioso. Un ngel negro, junto a uno blanco, certificany custodian la nueva convivencia.

    Es que la inculturacin opera como una dialctica cuya superacin estriba en la afirmacinconvergente de dos culturas: una global -el evangelio, en este caso- y una local -la actual ciudad deGlew.

    Cuando ese desarrollo simblico no se gestiona -no opera una voluntad cultural comunitaria-ocurre la simple afirmacin de lo global. Y su negacin esgrimida como mera conservacin de lolocal (la comunidad parroquia lleg a pedir que se blanquearan las paredes del templo) y la supe-

    racin -si finalmente ocurre- ocurrir como degradacin y desplazamiento transitorio de un smboloen desmedro del otro.Entonces el desarrollo simblico -por no estar consumado- no deviene capital sinergtico sino

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    Parten, los autores, de una revisin de las diferentes disciplinas y estilos que el hacer mismo de lagestin cultural registra en nuestro espacio cultural. Citndose, entre otros, un trabajo de este autordonde sostena que:

    " gestor cultural es quien reinstala la totalidad en el gesto; la totalidad de su cultura, la

    integralidad de su propia condicin humana. Un mirada basada en la figura del nguenpin que en la organizacin comunitaria mapuche es 'el amo de la palabra: Esquien conserva la memoria del grupo y, eventualmente, quien representa a la comunidad en los parlamentos. Cuenta la historia conveniente en el momento que lo juzganecesario: cuando su comunidad se enfrenta con alguna dificultad o situacin nueva. Estambin quien proporciona los datos para que las tejedoras cuenten la historia de suslinajes en los tejidos. El nguenpin informa la decisin cultural que toma la comunidad.

    No reemplaza a la comunidad en su de- 1 cisin, la sirve desde su saber"14.

    El diccionario mapuche espaol de la Universidad del Sur dice sobre elnguenpin:

    "[ .. .] dueo de la palabra, dueo del decir [. .. ] es quien convoca a las ceremoniasrituales del NG UILIA TUN, pues no se extiende a tales actos, puramente religiosos, lasatribuciones de los cacique. En las rogativas lleva la palabra haciendo oracin por losdems y dirige la accin tanto en el sacrificio de la colectividad como en las particula-res ofrecidas en cada familia. Puede considerarse como una especie de sacerdoteaunque de ordinario no es l quien sacrifica a la vctima. El NGUENPIN deba ser

    siempre venerable por su ancianidad y sus virtudes, de costumbres intachables. Dcesetambin NGUENPIN a los poetas, tribunos y oradores de gran talento. El NGUENPIN ... "no solamente debe ser orador, sino poeta que se inspira en el NGUILLATUN, en los

    fastos de los antepasados, en el desarrollo, modalidad y propsitos de la raza. Debe saber como nadie el idioma: ser de rpida elaboracin mental; dominar ampliamente laconstruccin de sus figuras retricas. Ya se sabe que ninguna de las razas indgenas que

    poblaron nuestro pas (Argentina) pudo ostentar con ms brillo su fecunda oratoria,como la mapuche[ .. ] ( Erize, 1960)':

    Recordemos que el Nguillatun es, probablemente, la ceremonia ritual ms importante de latradicin mapuche, una rogativa por un futuro ms prspero.

    Claramente el nguenpin es un operador de sentido tanto en el plano religioso, artstico comoceremonial que opera a favor del futuro, el desarrollo y el cumplimiento de los propsitos de lacomunidad. En un territorio colindante con el poder poltico representado por el Lonco -cacique. Perosin interferirse uno con el otro. Integra pasado -fastos de los antepasados- y futuro, dotes personales yel respeto de su gente. Todo puesto al servicio del desarrollo de la comunidad.

    Esta ltima condicin es clave para que la gestin Cultural construya capital sinergtico: debe sercapaz de captar la totalidad cultural desde la que opera. Totalidad que no es uniformidad ni muchomenos totalitarismo sino comprensin de la complejidad cultural entendida como resultado histrico ysocial.

    Este modo de ver la gestin cultural pretende ms entender su funcin que profundizar suontologa. Sencillamente: expresar ms qu hace la gestin cultural antes que describir qu es.

    Llevada esta visin al terreno que hemos sealado como propio del desarrollo local cabra recordaraquella pregunta que se haca un Secretario de Cultura de la Nacin: "Qu sentido tiene hablar decultura cundo todava hay hambre?" Pertinencia que puede expresarse en trminos presupuestariosPor qu gastar en arte los pocos recursos disponibles para atender, por caso, la desnutricin infantil?Incluso en trminos morales Vale ms el goce esttico que la salud de un solo chico?

    Estas preguntas slo pueden responderse en trminos de "hacer", de agregar valor a la redecolgica que debe sostener a ese chico.

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    Pensada desde all la gestin cultural adherida al suelo debiera: revelar, expresar y potenciar unrelato mtico del territorio tendiente siempre a su integracin en redes de valor creciente.

    Revelar en el sentido de explorar y poner en escena la profundidad de la experiencia humanatranscurrida en ese y no en otro suelo. Es decir aquello que por ser nico la hace universal.

    Expresarlo en un cdigo comprensible por cualquier persona, capaz de movilizar al otro hacia eselugar nico e irrepetible; capaz, en suma, de atraer recursos.

    Potenciarlo en trminos de inteligencia humana; aldea que describe al mundo; mundo que le pertenece al ms lejano de los humanos y lo compromete con su proyecto.

    No se trata de crear monopolios simblicos diferenciando pblicos y productos como se proponedesde ciertas miradas marketineras -tambin en el mundo de la cultura- y que slo pueden durar loque duren sus novedosos efectos. Se trata de captar lo nico y universal que, a un tiempo, tiene todaexperiencia humana.

    Por qu un relato mtico? Porque slo el mito y su expresin, el rito, pueden hilvanar el tiempo yel espacio 15.

    Pero el mito no surge en el vaco absoluto. El mito se descubre o se revela -segn la mirada sobrelo sagrado- pero no se inventa Es la relatividad el invento de Einstein? O la perspectiva el deLeonardo? O ambos revelan el lugar de ~ humano en el cosmos?

    y si el mito aparece con un elemento extrao al discurso de la gestin baste recordar lo que dicePortantiero analizando el pensamiento de Gramsci sobre Maquiavello:

    "A Gramsci, entonces, le interesa El Prncipe como "libro viviente" en el que ideologa yciencia se fusionan bajo la forma del mito. Para Gramsci (como para Sorel, en quien seinspiraba para estas consideraciones) la posibilidad de transformar un pensamiento

    sobre la poltica en accin poltica devena en la capacidad de constituir una ideologa-mito, [ ... ] una ideologa poltica -escribe- que no se presenta como fra utopa, nicomo una argumentacin doctrinaria, sino como la creacin de una fantasa concretaque acta sobre un pueblo disperso y pulverizado para suscitar y organizar su voluntad colectiva "16.

    Sintetizando, la gestin cultural adherida al suelo puede, y debe, hacerse estas y todas las preguntas si, y slo si, encuentra la forma de agregar valor al territorio que la sostiene y pretendegestionar. Quizs el verso tanguero lo exprese mejor: ... la filosofa cruel de no pensar ms en mi"sino en el barrio, en el vecino, en ese otro que aun prximo elige la soledad en lugar de apostar almito comn. Construir comunidad de destino revelando la comunidad de origen.

    Es decir, la gestin cultural adherida al suelo debe hablar menos de s misma y ms del tejido sociocultural que pretende gestionar. Y cuando hablamos de crear valor nos referimos, obviamente, aaquellos nueve factores que tombamos de Boisier y especialmente al capital sinergtico comocatalizador del modelo.

    Veamos, entonces, cules son algunos de los elementos de los cuales la gestin cultural debiera darcuenta desde esta mirada, recurriendo para ello a las cuatro preguntas formuladas al iniciar este texto.

    La construccin del sujeto del desarrollo local

    Tiene este espacio local un conjunto de normas, tradiciones, representaciones y conductasreconocidas por todos sus habitantes como propias?

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    No hay cultura sin sujeto social e histrico. Y por perogrullesca que pueda parecer, esta afirmacin pone sobre el tapete un profundo debate sobre los contenidos mismos del desarrollo local visto en sudimensin cultural.

    La cultura suele ser vista como un objeto dado de una vez y para siempre y que, en un extremo setiene o no. Esta es una visin esencialista que tiende a confundir totalidad cultural confundamentalismos varios.

    Cuando se sostiene, para citar un caso ms o menos conocido, que la sociedad norteamericana es blanca, anglosajona y protestante -wasp, por sus siglas en ingls- se intenta congelar al sujetohistrico en un momento fundacional que no puede someterse a critica histrica alguna y a la cualdeben subordinarse los cambios culturales y demogrficos.

    Durante mucho tiempo se afirm que la Argentina deba ser catlica e hispnica. Desde otro lugarse afirmaba: los argentinos descendemos de los barcos. Y la verdad es que la ms simple verificacinde nuestra geografa humana nos muestra una diversidad mucho ms rica que eso.

    Lo cierto es que, si como hemos afirmado pginas atrs la cultura es ... una forma integral de

    vida creada histrica y socialmente... ", es obvio que su sujeto es tambin"social e histrico" y, enconsecuencia, cambiante.Insistimos en decir que estas afirmaciones son casi una obviedad para la mayora de las corrientes

    que han estudiado el fenmeno cultural y, sin embargo, cuando bajamos a la prctica concreta deldesarrollo local aparecen algunas contradicciones: apelaciones a los "nacidos y criados", a lasidentidades nicas e inmutables, recortes ms o menos interesados de la complejidad humana ycultural de nuestros territorios.

    Otra obviedad que conviene recordar es que en el sistema estatal argentino el municipio -con suenorme diversidad de nombres, formas y competencias- es el primer responsable institucional deldesarrollo local. De tal modo, cuanto se diga de esta institucin se dice sobre las capacidades delespacio local para gestionar procesos de desarrollo.

    Tambin es necesario -abusando de ambas obviedades- recordar que el estado es, por s mismo,resultante histrico, social y cultural, concreto y especfico.

    Por supuesto que estas breves aproximaciones no pretenden reemplazar d necesario anlisis deesos procesos evolutivos especficos que en cada ciudad, en cada territorio han dado como resultanteun determinado tipo de prctica municipal y no otra.

    Se pretende s llamar la atencin sobre la complejidad del vnculo entre as "capacidadesinstitucionales del gobierno local"17, la diversidad cultural de nuestras sociedades y lo que podramosllamar densidad organizacional del espacio local.

    Es decir, la existencia en cada territorio de mltiples y, a veces intrincadas, relaciones de poder que pueden, o no, expresarse en trmino de asociativismo organizado.

    Donde un estado local vaco de capacidad de gestin resulta impotente para formular, sostener yexpresar una estrategia de largo plazo que contenga esa diversidad de intereses sin verse cooptado porlos ms concentrados de ellos.

    De all, entre otros, el creciente reclamo por ampliar la autonoma municipal. Para citar unejemplo, en una serie de seminarios realizados en la provincia de Entre Ros se sostuvo que entrminos de "aspectos identitarios y culturales " la autonoma supone la " posibilidad real de que cadacomuna pueda dictar las reglamentaciones correspondientes que tengan que ver con la idiosincrasia,

    forma de vida, costumbres de las poblaciones en lo econmico, cultural, demogrfico, etc . (Fidyka,2004: 97)".

    El mismo autor llama la atencin sobre la adecuacin constitucional que respecto de lasautonomas municipales tienen pendientes las provincias de Buenos Aires, Entre Ros, MendozaSanta Fe y Tucumn (dem: 111).Gestin Cultural Lujn Documentoshttp://gclujan.zoomblog.com

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    Incluso en la mayor provincia argentina se ha formado una asociacin para la creacin de nuevosmunicipios y se est debatiendo en su legislatura una adecuacin de la ley que los rige.

    La Ciudad Autnoma de Buenos Aires est tambin transitando el proceso de creacininstitucional de sus comunas como forma de descentralizacin de la gestin pblica asociado al nuevoestatus jurdico poltico que las reformas de los noventa asignaron a la ciudad capital de la repblica.

    Estas breves experiencias demuestran que la modernizacin normativa del espacio local es un proceso en marcha aunque no ocupe las primeras planas de los diarios. Modernizacin normativa queseguramente no ocurrir sin conflictos.

    La pregunta es si esta reformulacin de las normas que regulan nuestros espacios localesresponden a una necesaria adecuacin administrativa -los municipios asumen hoy competenciasdiferentes de aquellas que les dieron origen- o si, por el contrario, suponen una revalorizacin de lolocal.

    Por algunas respuestas vistas en relacin al espacio local en la provincia de Buenos Aires parecieraser que estamos a mitad de camino:

    "Desde un sentido de arraigo e identidad, las provincias y sus municipios son el entramado de base de este proyecto (nacional), que tiene los siguientes objetivos:

    Fortalecer el Estado como proyecto poltico-social. Planificar y gestionar la cosa pblica en un contexto de progresiva y efectiva participacin social que consolide losvalores democrticos y el proyecto nacional. Incorporar innovaciones de carcter transformador en el mbito pblico para aumentar su capacidad de accin. Formar

    para el cambio cultural, tanto a los funcionarios del gobierno y los agentes estatalescomo a los dirigentes polticos-sociales (Zanzottera, 2005)".

    Estos objetivos en un contexto atravesado, segn la autora, por el clientelismo poltico, la apataciudadana, transgresiones a la ley, corrupcin, etctera.

    Aparece aqu un claro desafo para la gestin cultural; debe aportar al desarrollo de las culturasorganizacionales de nuestros espacios locales: asistencias tcnicas, intercambios, promocin deespacios de gestin del conocimiento, exploracin de nuevas tcnicas, etctera. En el sector estatadesde luego que tambin pero, sobre todo, puede aportar en el espacio de lo pblico considerado delmodo ms amplio posible.

    Esto supone trabajar en la constitucin de espacios de encuentro poltico y cultural capaces deintegrar a toda la comunidad. Y aqu conviene insistir sobre la necesidad de que estos espaciosintegren la completa y compleja realidad humana de nuestras ciudades; valga al respecto la siguienteexperiencia:

    "[ ... ] la identificacin con un partido poltico determinado no les permiti esaexpansin basada en la objetividad que a mi entender debe tener un proyecto deregionalizacin que incluya a todas las autoridades, tanto provinciales comomunicipales, as como instituciones representativas de sus localidades. La necesidad dereunin no puede ser presentada por una sola instancia poltica, ni plantearse como

    propuesta de un solo partido (Petit, 2005) ':

    La autora analiza en una ponencia algunas experiencias de regionalizacin realizadas en la provincia de Entre Ros las que, a pesar de haberse iniciado como mucha vitalidad, no lograronconsumarse. Era, al momento

    de presentar la ponencia, titular de la Direccin de Relaciones Municipales de esa provincia denuestro litoral.

    La gestin cultural debe ser la gran facilitadora del encuentro total en el territorio sin sectarismo sGestin Cultural Lujn Documentoshttp://gclujan.zoomblog.com

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    ni exclusiones de ningn tipo. Ampliar la mirada y la prctica sobre quienes integran ese nosotros queaspira a constituirse en protagonista del desarrollo local: promover foros, encuentros, espacios deintercambio en suma.

    Un sujeto histrico y social supone, volvemos a las obviedades necesarias, una poblacinintegrada en un territorio comn. Y cuando decimos integrada nos referimos a niveles de justiciasocial y cultura poltica que hagan posible la convivencia.

    No parece necesario demostrar que la sociedad argentina est muy lejos de esa situacin y que, porel contrario, tiene una estructura social con muy fuertes niveles de exclusin y marginalidad.

    La gestin cultural no puede desentenderse de esta problemtica: la inclusin de todos loshabitantes en el proyecto comn es su primera responsabilidad. Entendiendo, adems, que la inclusintiene dos dimensiones convergentes: la material, vinculada a la satisfaccin de las necesidades bsicasde las personas, para la cual no hay ms que urgencias y, la que es ms propia del campo cultural, quees la dimensin simblica. La capacidad de legitimamos mutuamente en la convivencia.

    Algunas investigaciones ponen en duda o reportan las severas restricciones que las herramientas

    de planificacin estratgica -en tanto instrumentos privilegiados de los modelos de desarrollo local-tendran para resolver la dinmica incluidos-excluidos dentro de las ciudades.Esencialmente se plantea:

    "El modelo de gestin pblica basado en el Planeamiento Estratgico de Ciudades pretende ser un espacio de deliberacin y concertacin intersectorial capaz de generar las transformaciones necesarias para que en la ciudad se lleve a cabo un modelo demodernizacin incluyente para todos sus habitantes, pero que en algunos casos, como el analizado, no genera las condiciones para ello, sino que fortalece mecanismos deexclusin y reproduce las alianzas socio- polticas existentes en las relaciones socialesde los modos de produccin de la ciudad (Gonzlez Andrada: 2005: 31)".

    La autora se refiere a la experiencia del Plan Estratgico de la Ciudad de Buenos Aires que es elobjeto de anlisis de su ponencia. Frente a esta visin podramos preguntamos si la exclusin norequiere de una apertura diferente donde se piense la coyuntura como el espacio desde dondeconstruir un puente hacia la dimensin ms estructural de la pobreza que, efectivamente, es un problema de planificacin estratgica.

    En definitiva la autora sostiene -y su ponencia lo demuestra hasta cierto punto- que la concertacin participativa del desarrollo local propia de la planificacin estratgica ocurre entre lasrepresentaciones orgnicas de aquellos sectores que ya son parte, ya estn incluidos, dentro de laestructura socioeconmica existente. Esto conducira a una suerte de "consenso consensuado" que nocontiene las necesidades de los sectores marginados del proceso productivo.

    Insistimos en que la exclusin tiene una dimensin material cuya inmediatez est fuera del alcancede los ciclos largos que supone la gestin cultural. Hay, al respecto, una restriccin que conviene tenermuy presente para no generar expectativas ilusorias.

    Es precisamente esa urgente inmediatez la que permite la manipulacin clientelar de la asistencia pblica y su instrumentacin a favor de paternalismos variopintos -incluso acadmicos 18.

    Tambin ocurre que los sectores excluidos del entramado econmico vigente suelen ser fuertemente estigmatizados por algunos sectores de las comunidades locales. En un seminario quehiciramos en Lomas de Zamora sobre esta temtica uno de los participantes plante la imposibilidadde establecer ningn tipo de dilogo con la gente de las villas de Cuartel Noveno 19.

    De all que consideremos, ms all de otros debates, como un aporte a tener en cuenta alguna delas conclusiones que la autora plantea en su estudio sobre la ciudad autnoma de Buenos Aires:

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    "Son necesarias nuevas reglas institucionales y formales que posibiliten, que promuevane instrumenten mecanismos de representacin, de consenso y participacin entre lasorganizaciones que se involucran en el diseo e implementacin de un plan estratgico;atendiendo fundamentalmente a cuestiones que hacen al empoderamiento de los actoresexcluidos y las estrategias necesarias para un proyecto societario de desarrollo local con caractersticas inclusivas (Gonzlez Andrada: 2005: 32)".

    Este proceso de empoderamiento (en adelante transferencia de poder, para evitar la traduccindirecta y disonante del termino ingls empowerment) tiene, naturalmente, una dimensin polticacuyo anlisis y expresin superan los lmites de este texto. Es probable que un anlisis pormenorizadode los ltimos resultados electorales en los municipios del conurbano bonaerense pudiera proporcionar algunos indicios para una caracterizacin ms afinada del problema.

    De cualquier manera insistimos -y vale la pena subrayarlo- en que coincidimos con la autora: sintransferencia de poder hacia los sectores excluidos difcilmente sus intereses logren ser expresados enuna planificacin estratgica protagonizada por las representaciones orgnicas de los sectoresincluidos. Donde, dejar el proceso de transferencia de poder subordinado a la buena voluntad de unosy la capacidad de auto organizacin de otros parece, cuando menos, ingenuo.

    Sobre todo cuando muchas de las exclusiones tienen adems un fuerte contenido territorial: los que planifican viven en un territorio incluido y los excluidos son trabajadores20 provenientes demunicipios ms o menos colindantes que viven de cartonear opulencias ajenas.

    Tambin manipulados, frecuentemente, por organizaciones rayanas en la delincuencia' o, cuandomenos, beneficiarias del amplio espacio de la economa negra constituida al margen de todanormativa laboral, impositiva y, a veces, penal.

    De modo que debiera ser una instancia poltica supra territorial la que impulse y garantice esa

    transferencia de poder a favor de los sectores excluidos: los de los entramados socioeconmicoslocales. De lo contrario seguiremos asistiendo a paternalismos ms o menos sutiles, pero siempreclientelares.

    Por fuera de los lmites de este texto cabria preguntarse por la articulacin entre demandascoyunturales y planificacin del desarrollo local y, en un extremo, si la sobrecarga coyuntural noresulta una "amenaza" para procesos de planificacin que, por definicin, apuntan a resultadosmedibles en el largo plazo.

    Pero entonces, cul es el lugar de la gestin cultural frente a este conflicto? Transferir capacidades organizativas, promover la visualizacin y facilitar la expresin de los intereses de largo plazo de los sectores excluidos. Incluyendo, naturalmente, sus manifestaciones estticas en tantorepresentativas de una experiencia humana que no debe ni puede ser amputada de la comunidad.

    y si esto ltimo provoca algn escndalo baste recordar que el tango que hoy nos representa en elmundo naci en los bordes marginales de la sociedad argentina del ltimo cuarto del siglo diecinueve

    Adems, la gestin cultural puede y debe plantearse la problemtica de a recalificacin laboral y laampliacin de la poblacin econmicamente activa mediante la articulacin de recursos de formacin profesional -institutos, universidades, etctera- con organizaciones sociales y empresas creandonuevas sinergias.

    Repasados algunos de los debates referidos a la constitucin del sujeto 'histrico y social" deldesarrollo local y sin pretender haberlos agotado cabra llamar la atencin sobre un instrumentoclsico de la gestin cultural 11 que vale la pena repensar: la memoria.

    Porque construir un sujeto social e histrico capaz de viabilizar una estrategia de desarrollo locales, quizs primordialmente, asumir la creacin le una memoria colectiva compartida -desde susdistintas gnesis- por toda a comunidad.

    La memoria no es un hecho natural aunque luego la naturalicemos. Es, en realidad, unaGestin Cultural Lujn Documentoshttp://gclujan.zoomblog.com

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    construccin cultural -supone la decisin de incorporar este o aquel elemento- y, como tal, requiere desoportes que la conserven y difundan: publicaciones, representaciones, museos, archivos, bibliotecasetctera.

    Requiere de investigacin acadmica -con la rigurosidad de la ciencia histrica. Y tambin delrescate de sus formas populares: la tradicin oral, a leyenda, el mito, etctera.

    Pero requiere, adems, de lo que se ha dado en llamar "la generacin del hecho emblemtico"(21).

    Dice Alfredo Megna en el texto que acabamos de citar:

    "[ ... ] se trata aqu de gestar un hecho emblemtico, ritual y, perfectamente festivo, queimplique "instituir" la celebracin de un evento activa y dinmicamente conmemorativo... debe contemplar un ntimo compromiso de la comunidad, no slo en relacin con lavigencia y representatividad del hecho de la memoria social sino con la potenciametafrica renovada del ritual y conmemoracin propuesta" 22.

    Propone la operacin de una metodologa de recuperacin y puesta en valor de la memoriacolectiva. Un mtodo que va desde captar el hecho originario, su procesamiento artstico hasta lo quedefine como "nuevo hecho emblemtico".

    Un aporte interesante que apunta precisamente en la direccin que estimamos como propia de lagestin cultural adherida al suelo: gestar una metfora capaz de expresar a ese sujeto histrico y sociasin el cual, insistimos, no hay plan de desarrollo local que subsista.

    La creacin, junto al otro, de un nosotros extendido

    Otras comunidades reconocen en este espacio local una identidad diferenciada de otros espacios?

    En primer lugar, quines son esas otras comunidades frente a las cuales se consagra nuestraidentidad? Una respuesta posible es esta reflexin desde la experiencia del Plan Estratgico deRosario:

    "Los temas que abordan las ciudades no siempre se limitan a sus lmites

    jurisdiccionales, por el contrario son cada vez ms los que desbordan estas fronteras y se vinculan con la regin, con otras ciudades. Por lo tanto ciertos proyectos, ciertas polticas debern llevarse adelante con otros actores lo que plantea una situacin di- ferente, pero que ser cada vez ms un lugar comn (Monteverde, 2000: 11)"23.

    Cada tema que sea abordado desde una estrategia de desarrollo local supone un otro diferente.Otro al que necesitamos como socio estratgico de nuestro propio modo de vida. Otro frente al

    cual se puede competir por un mismo nicho de mercado o an ecolgico. El conflicto suscitado entrelos ciudadanos de Gualeguaych y sus vecinos de la costa uruguaya por la instalacin de las plantas pasteras es un claro ejemplo de esto.

    Estos aspectos tienen una dimensin que puede expresarse en acciones coyunturales concretas pero ajenas al enfoque de este texto. Desde el punto de vista de su dimensin cultural el problema sesimplifica en la formulacin y se complica en la ejecucin:concebir al otro como un otro en legtimaGestin Cultural Lujn Documentoshttp://gclujan.zoomblog.com

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    convivencia (H. Maturana).Otro con el cual, ms all de un conflicto circunstancial, compartimos aspectos concretos de

    nuestras vidas. Otro que adems, globalizacin mediante, es un otro cada vez ms prximo.Una poltica cultural pensada desde all deber superar todo intento de difusionismo cultural

    porque esto aparecer como la imposicin de un orden cultural que se presupone a s mismo comosuperior.

    Una poltica cultural pensada desde all supone el intercambio, el acercamiento mutuo. No, porsupuesto, el abandono de los propios valores y smbolos sinola afirmacin mutua de lo propio en elreconocimiento y legitimacin de la diferencia.

    Quizs un ejemplo extremo de este modo de plantear la gestin cultural frente al conflicto con elotro sea la orquesta integrada por palestinos y judos y dirigida por el msico argentino israel DanielBaremboim.

    No pueden impedir la guerra en ninguna de sus manifestaciones pero pueden -y lo hacen- mostrarque hay otros modos de relacionarse conviviendo con la diferencia.

    Por cierto los espacios locales tienen relaciones menos conflictivas.Pero hay que asumir que donde se expresan intereses tambin se expresan conflictos.El lugar de la gestin cultural ser entonces el de construir siempre espacios de convivencia e

    intercambio con el otro; concebidos, deliberadamente, por encima de la coyuntura.Por otro lado, y tal como decamos en la introduccin, el espacio cultural argentino est atravesado

    por mltiples comunidades de origen que, en un extremo, difuminan la nocin de otredad en tanto queel otro va siendo cada vez ms prximo.

    Cuntas de nuestras ciudades contienen en su seno asociaciones de italianos o vascos, por slocitar dos de las comunidades ms numerosas? Cmo incorporar esta riqueza cultural propia de

    nuestra experiencia histrica a una estrategia de desarrollo local?Un ejemplo muy interesante es el del Museo Histrico Regional de la Colonia San Jos en la

    ciudad del mismo nombre en la provincia de Entre Ros24 .El mismo narra la historia de inmigrantes suizos, saboyardos y piamonteses llegados a esas tierras

    hacia 1857. El museo fue fundado en 1957 al cumplirse el centenario de la Colonia San Jos.Pero es a partir de 1995 que el museo, con el apoyo de la Fundacin YPF, se reorganiza

    integrndose a un circuito turstico regional que va desde el Palacio San Jos que fuera residencia dePresidente Urquiza, hasta el Parque Nacional el Palmar y, naturalmente, las playas sobre el RoUruguay.

    El museo cuenta adems con una base de datos genealgica que permite que muchas personas

    lleguen hasta all buscando los rastros de sus familias.Un patrimonio cultural que la comunidad y el estado atesoraban con gran esfuerzo y que logra ser

    movilizado para integrar a la pequea colonia en una estrategia de desarrollo regional.Cunto patrimonio cultural tienen nuestras ciudades que merecera ser movilizado en apoyo a una

    estrategia de desarrollo local?El problema es si somos capaces de percibir a la gestin cultural como una oportunidad o si el

    modelo mental con que operamos percibe a la cultura como un gasto superfluo, un simple dador de prestigio para el funcionario de turno. Es cierto que, como se ha dicho:

    "El trmino oportunidad es trabajado intensamente en los trminos de la planificacinestratgica, pero es necesario comprender que armar proyectos a partir de lasoportunidades, nos har seguir trabajando en la coyuntura, a tontas. Definir proyectos

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    de transformacin y buscar oportunidad es otra cosa (Monteverde, 2000: 5)".

    Quiz la clave est en cmo concebimos la oportunidad. Si como simple oportunismo -de

    cualquier naturaleza- habremos degradado la gestin a la mera espectacularidad: la foto que inaugurainstalaciones o la circunstancial declaracin de apoyo de algn artista prestigioso que pueden beneficiar 1 talo cual candidato o funcionario.

    Vista desde all -y la verdad es que sobran ejemplos- trabajar sobre la oportunidad es, comosostiene Monteverde, "andar a tontas" sin plan ni programa.

    Pero la oportunidad tambin puede ser pensada como vnculo creativo con el mundo y su complejay diversa geografa humana.

    La capacidad de gestionar la oportunidad est ntimamente ligada a as matrices culturales de lasorganizaciones que operan en y hacia el territorio. Una revolucin en el modo de concebir, planificar,ejecutar y evaluar el desarrollo local slo es posible mediante una revolucin cultural yeso no esviable sin provocar una revolucin en las organizaciones que lo protagonizan: ser capaces de concebiral otro como una extensin complementaria de nuestra propia identidad; un nosotros extendido paradecirlo rpidamente.

    Esta revolucin cultural supone la ampliacin creativa de los modelos organizacionales con quenos movemos. El barrio y el mundo concebidos como anclaje el uno y como horizonte simblico elotro.

    Supone reconfigurar el poder hacia dentro y hacia fuera de nuestras organizaciones. Pasar delcentralismo y la verticalidad propia de la modernidad hacia estructuras ms reticulares construidassobre la base de liderazgos mltiples basados en el talento y la flexibilidad de los mapas mentales.

    Puesto en estos trminos la relacin identitaria -consagrada ante ese otro lejano o prximo- seconvierte en una oportunidad en s misma.

    Un claro ejemplo de esto son las redes de emigrados que diferentes pases en vas de desarrolloestn constituyendo para estimular sus sistemas cientficos, la innovacin productiva o el comerciointernacional.

    Se trata de aprovechar la experiencia y formacin de aquellos ciudadanos que, por un motivo uotro, se han visto obligados a emigrar.

    La Argentina tiene, desde el ao 2000, una experiencia en ciernes que es el programa RAICES(Red de Argentinos Investigadores y Cientficos en el Exterior)(25). Ciertamente se trata de un proyecto sobre el que todava no hay evaluaciones de largo plazo pero desde ya se trata de unainiciativa relativamente novedosa y, nuevas tecnologas mediante, susceptible de ser replicada an anivel de pequeas ciudades.

    Sobre la experiencia argentina dice un experto del Banco Mundial: "La dispora argentina esrelativamente chica pero es muy emprendedora y est altamente motivada para ayudar al pas. Esamotivacin no esta trasladada a proyectos concretos, sin embargo, por la debilidad institucionalargentina "(26).

    Ntese que las dificultades que se reportan no se refieren a la carencia de recursos ni acomplejidades tcnicas en los soportes de red ni a la falta de identificacin de los emigrados con sucomunidad de origen sino a una debilidad de nuestro capital institucional.

    Trabajar en la superacin de esa debilidad es, sin duda, un campo posible para la gestin cultural.En la medida que hagamos visible la oportunidad se har ms urgente superar las debilidades.

    La gestin cultural puede desarrollar programas de promocin de la cultura emprendedora tanto en

    trminos de nuevas organizaciones como hacia adentro de las existentes.Entrenar personas en la capacidad de explorar nuestros entornos en busca de oportunidades

    estratgicas as como en la gestacin de competencias organizacionales capaces de capitalizarlas.Gestin Cultural Lujn Documentoshttp://gclujan.zoomblog.com

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    Podr parecer extraa esta intromisin del discurso cultural en una problemtica normalmente percibida como parte del "capital econmico". Sin embargo creemos que en trminos de especificidadde la gestin cultural est ms ligado a la dimensin identitaria en tanto relacin creativa con el otrocmo articulamos experiencias diferentes de un modo tal que resulten mutuamente beneficiosas.

    Tiene, debe tener, un impacto econmico medible pero, en tanto relacin fundante se trata de lacapacidad de expresar la propia identidad le un modo confiable y atractivo tal que desate un flujo derecursos, tambin monetarios.

    Para decirlo con una pregunta: Quin invierte sus recursos ante otro cuyos smbolos yrepresentaciones resultan crpticos o an incomprensibles?

    Se trata de explorar las infinitas interacciones simblicas -tambin econmicas- que propone elespacio glocal : local y global a un tiempo. Y esto que decimos para ese otro lejano es tambin yespecialmente vlido para ese otro que habita en las comunas ms prximas.

    La provincia de Crdoba -centro geogrfico de la Argentina- est realizando un cambioinstitucional de sus espacios locales que vale la pena considerar:

    "A partir de un amplio acuerdo entre el gobierno provincial y los gobiernos locales detodos los partidos polticos logrado en sucesivos debates en la Unidad de Trabajo

    Provincia-Municipios, el 22 de diciembre de 2004 la legislatura de Crdoba sancion la Ley Orgnica de Regionalizacin Provincial N 9.206 (Graglia: 2006)".

    A partir de este cambio jurdico comunas y municipios de diferente tamao poblacional yeconmico y que adems registran distintas identidades polticas conformaron comunidadesregionales que comparten recursos, responsabilidades y, sobre todo, planifican en conjunto sudesarrollo local todo esto bajo el impulso de la Provincia que delega parte de sus facultades en lanueva instancia territorial.

    Veamos, aunque sea someramente, el ciclo y la naturaleza de la rearticulacin de competenciasterritoriales que supuso esta norma:

    1- Se construy un espacio de dilogo entre los diversos - comunas, municipios, legisladores, poder ejecutivo provincial, sociedad civil

    2- Se dise, de comn acuerdo, un nuevo paradigma, en este caso consagrado por una ley provincial que pudo sancionarse en virtud del proceso participativo que supuso su elaboracin.

    3- Se establece un nuevo rgano de gobierno territorial integrado por todas las instancias polticoadministrativas preexistentes.

    4- El nuevo rgano tiene facultades optativas no obligatorias - designar un administrador, rentarloo no, etctera

    5- La integracin de los espacios locales al nuevo mbito se define como voluntario.Cinco pasos que podramos sintetizar en tres momentos: dilogo, fijacin del nuevo paradigma,

    adhesin voluntaria.Una experiencia estatal absolutamente novedosa fundada ms en el consenso en tomo a pactar

    nuevas capacidades de creacin que en las amenazas coercitivas del presupuesto provincial.Sin duda seguir habiendo conflictos por la distribucin del presupuesto o por el protagonismo

    poltico de los actores pero en el marco de una asociacin estratgica que involucra a todos lossectores sociales, polticos y culturales.

    Conflicto, cabe recordarlo, no es lo mismo que confrontacin. Entre uno y otra media la decisin.Podemos levantar un largo muro o promover la negociacin.

    y si bien es cierto que la historia registra ms batallas que acuerdos no es menos real que la gestincultural tiene la obligacin, incluso epistemolgica, de explorar las posibilidades de encuentro ynegociacin.

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    Quienes nos preciamos de tener por objeto de conocimiento el fenmeno cultural debemos saber, aesta altura de los tiempos, que los viejos debates entre relativismo cultural y etnocentrismo estnsuperados por un valor no solo superior sino imprescindible: la convivencia.

    Todo particularismo es legtimo a condicin de no denigrar al otro. Toda denigracin al otronecesita ser rechazada por ms valor cultural que pretenda invocarse. Lo contrario es aceptar, sin msel choque de civilizaciones que algunos impulsan.

    De tal manera podramos decir que la principal responsabilidad de la gestin cultural es, enrelacin a ese otro lejano o prximo, construir creativamente un nosotros extendido capaz deaprovechar las oportunidades que toda nueva situacin propone a la experiencia humana. Y si algoabunda en estos principios de siglo son las novedades, slo necesitamos construir las herramientasadecuadas.

    Ampliar, desarrollar la relacin tecnoecolgica

    Tiene este espacio local un conjunto de recursos tcnicos y econmicos

    sobre los cuales puede decidir en forma razonablemente autnoma?

    Que los modos de relacin del hombre con la naturaleza, en tanto obtencin de los recursosmateriales para vivir, son constitutivos de su cultura est fuera de discusin, cualquiera sea la perspectiva terica desde la que se aborde el fenmeno.

    Cierto es que la relacin con la naturaleza es objeto privilegiado de los estudios econmicos: laaplicacin de recursos escasos a fines mltiples; la compleja dialctica entre expectativas ydisponibilidades.

    En definitiva, todo aquello que, volviendo a la clasificacin de Boisier, definamos como CapitalEconmico y las implicancias que sobre l tienen as restantes formas de capital.

    Cul es el lugar de la gestin cultural frente a la economa? Revelar aquello que la economa -entanto discurso especializado- esconde en su propia sombra. Ampliar las opciones sobre las cualeshabr de operar la comunidad local.

    Pero hacerlo no en trminos de confrontacin poltica -para lo cual hay discursos ms apropiados-sino proyectando sntesis ms sustentables cada vez.

    Significa esto que la gestin cultural debe rehuir los conflictos propios le la economa? No,supone que la gestin cultural informa la decisin de a comunidad. Esto es: crear las condiciones paradecisiones comunitarias luego la gestin cultural no puede, ni debe tomar por s misma.

    Su lugar ser, en cualquier caso, acompaar a la comunidad en la decisin que tome. Y si lacomunidad optara por la confrontacin tambin all revelar la sombra ser un aporte crucial.

    El concepto de sombra -que tiene una larga tradicin en el campo de la psicologa y la filosofa- loestamos tomando de Santilln Gemes. Postula la consideracin de dos espacios analticos que"conforman una unidad dialctica" y a los cuales identifica como "campo de la sombra" y "campo le loiluminado":

    "[ ... ] 'el campo iluminado' est ocupado por los poderes culturales hegemnicos y suespectacularidad mientras que en 'el campo de la sombra' interactan, se mueven,resisten, crean, se fecundan aquellos que son negados, reprimidos, simplementedesplazados e ignorados por inofensivos o;" simplemente, estn en su estar ah (Santilln Guemes, 2004: 20S}".

    Destaca el "tremendo potencial creativo" que suele ser relegado a la sombra por polticasculturales que a la hora de operar optan solamente por lo espectacular cuya "luminosidad" ya estasegurada por el mercado.

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    Y propone, finalmente, ubicar el accionar de la "gestin cultural " a partir de la imbricacincreativa de ambos campos.

    Aplicar esta mirada tambin al campo de la economa supone que la gestin cultural asuma lacompleja totalidad de los modos de relacin entre la comunidad y su entorno ecolgico escapando alos recortes interesados. Ir ms all de lo obvio: la obtencin de recursos para vivir.

    Esta fuerte relacin entre paisaje -naturaleza- y cultura est implcita tambin en las expresionesartsticas. Incluso como desafo esttico. No estamos hablando de la mera copia del paisaje local sinode una elaboracin ms compleja.

    El mero localismo no propone sino una identidad que se cierra sobre s misma, que llega en unextremo a exigir el "blanqueo de las paredes" como ocurri en un primer momento con los frescosque Soldi pint en la Capilla Santa de Glew.

    Se trata de incorporar la relacin con el paisaje local -geogrfico, humano, simblico- comodetonante de la voluntad de gestacin. Voluntad, de nuevo, "social e histrica" sobre la cual la gestincultural tiene mucho que decir.

    Relacin que ha evolucionado desde el principio de la historia a travs de una serie de mediacionestecnolgicas.

    Entendiendo a la tecnologa no slo en sus aspectos duros -artefactos - sino, y quizs primordialmente, en sus aristas blandas: los modos de hacer y de organizar el hacer.

    De all que hablemos de una relacin ecolgica mediada por la tecnologa. Donde, adems, larpida y superabundante circulacin informativa que caracteriza a nuestra poca hace que haya unasuerte de mediacin secundaria que agrega complejidad a la relacin que los grupos humanosdesarrollan con la naturaleza. Nos referimos a la adaptacin al propio entorno ecolgico de tecno-logas surgidas en los ms diversos entornos geoculturales. Aludimos al concepto de geocultura talcomo la propusiera Rodolfo Kusch en la obra ya citada.

    Este intercambio y adaptacin creativa entre tecnologas ajenas, espacio simblico propio einnovacin nos parece el costado ms interesante para el accionar de la gestin cultural frente a la problemtica econmica. De all que hablemos de una relacin tecnoecolgica.

    Hay por cierto otros aspectos, como la cultura del trabajo, las industrias culturales o las formaseconmicas a las que se ha dado en llamar sociales o asociativas como las cooperativas, las mutualesetctera, frente a las cuales la gestin cultural tiene un amplsimo margen de accin. Sin embargo, ecarcter exploratorio de este texto nos impide abordarlos con la profundidad que requieren.

    Para ejemplificar esta mirada nos vamos a enfocar en Internet en tanto cara ms visible de unfenmeno que es mucho ms amplio y con profundas implicancias en el nivel de vida de las personas

    Para problematizar esa relacin entre cultura, naturaleza y tecnologa

    volvemos a Kusch:"El hacha de piedra y la mquina a vapor son formas de relacin entre hombre ymundo, y responden en todo caso a una forma de limitacin de lo humano frente a lanaturaleza. Un hacha de piedra indica una forma de enfrentamiento del hombre a lanaturaleza y lo mismo ocurre con la mquina a vapor. La diferencia est, en este ltimocaso, en que la vinculacin se hace ante todo entre hombres y dentro de la ciudad, demodo que el ciclo se cierra en el plano humano y se soslaya a la naturaleza (Kusch,1999: 116)".

    Extendiendo el concepto podramos pensar que entre las figuras antropomrficas de la pinturarupestre y nuestros internautas hay un conector que la red potencia: el tan humano gregarismo. Pero aigual que con la mquina a vapor hay una cierta tendencia a extraar a la naturaleza de esta relacin,agotarla en la pura mediacin electrnica, como si lo humano pudiera prescindir del cuerpo. Y latecnologa del territorio.Gestin Cultural Lujn Documentoshttp://gclujan.zoomblog.com

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    Pensada as la tecnologa se ve un poco menos nueva pero bastante ms compleja. Es que de estemodo la relacin tecnoecolgica entronca con aquello que Kusch llamaba la "gran historia ", hundesus races en el devenir histrico de la especie humana, estableciendo interacciones de todo tipo conlos deseos, los sueos, los mitos y los miedos ms profundos de la condicin humana.

    Pierden, las nuevas tecnologas, algo del vedetismo que algunos les endilgan pero ganan endimensin humana; se vuelven un poco menos virtuales. Y sobre todo ms imbricadas con lasrelaciones de poder que se expresan en el territorio.

    En otro texto hemos puesto en discusin esta relacin entre tecnologa y territorio a la luz delconcepto de sombra que explicbamos prrafos atrs. Frente a los discursos ms iluminadosverificbamos que esta relacin no es tan neutra:

    ... aunque todos nos refiramos a la red como si fuera un fenmeno homogneo laverdad es que las diferentes calidades de infraestructura a nivel de localizacin del usuario determinan posibilidades de uso muy dismiles. Los derechos digitales no soniguales para un habitante de Barcelona o Buenos Aires que para quien habita en un

    pequeo pueblo de la mayora de nuestros pases27.

    Partamos de definir a la red en trminos de:

    "Conjunto de dispositivos cada vez ms pequeos y portables con mltiples formas deinterconexin capaces de intercambiar volmenes crecientes de informacin y avelocidades cada vez mayores al que acceden millones de personas e institucionesestratificadas segn su capital telemtico: competencias comunicacionales ms calidad de infraestructura (S Souza, 2004: 165)".

    A los fines de este texto, y visto que nadie duda del peso que la tecnologa tiene para eldesenvolvimiento econmico de cualquier comunidad, nos importa hablar, en primer lugar, de laestratificacin territorial y social de la infraestructura mediante unos pocos ejemplos:

    EstratificacinTecnolgica

    Campo de loEspectacular

    Campo de la som-bra

    Campo de laGestin Cultural

    Segmentacin del mer-cado segn la capaci-dad de pago de losclientes

    Adultos las zonas geo-grficas sin conectivi-dad suficiente

    Instalacin de la equi-dad digital como valor social e incluso polti-co

    Promocin de la tecno-loga como ventajacompetitiva

    Amplias zonas atendi-das con tecnologasobsoletas

    Desarrollos web estra-tificados en beneficiode los sectores msrezagados (28)

    Multiplicacin de laoferta en zonas urba-nas con mayor poten-cial de clientes

    Amplios sectores so-ciales que accedencon aparatologa obso-leta

    Asistencia en conecti-vidad para zonas des-favorecidas (29)

    Como se ve, apropiar desde las propias necesidades no es lo mismo que copiar soluciones tcnicas

    ajenas.Estos pocos ejemplos -que no agotan el punto- alcanzan para mostrar cmo la gestin cultural

    puede abrir una perspectiva ms amplia sobre aquella mediacin secundaria de la naturaleza por laGestin Cultural Lujn Documentoshttp://gclujan.zoomblog.com

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    tecnologa. Y formular ua agenda de inclusin tecnolgica consistente con la ampliacin del sujeto dedesarrollo local que postulbamos prrafos atrs.

    En segundo lugar trabajar en la ampliacin de lo que hemos dado en llamar "competenciascomunicacionales" entendidas como la capacidad de codificar y decodificar informacin:

    Informacin Campo de loEspectacular Campo de la

    SombraCampo de la

    Gestin CulturalApertura por los gran-des proveedores deservicios con conteni-dos locales

    Concentracin del trfi-co en unos pocos pres-tadores globales

    Formacin de habilida-des para el procesa-miento local de conteni-dos

    Multiplicacin perma-nente de fuentes alter-nativas de informacin

    Iniciativas abundantesdispersas para la crea-cin de contenidos lo-cales

    Creacin de mbitos deconsagracin para con-tenidos locales y secto-riales 30

    Programas con unamayor capacidad deprocesamiento (vol-menes y funciones)

    Desaparicin perma-nente de proyectosweb

    Desarrollo de una cul-tura de alianzas en redpara la articulacin decontenidos locales yglobales

    Abundancia de deman-da laboral en los secto-res informticos

    Desocupacin, subocu-pacin y sobre ocupa-cin de talentos

    Programas de desarro-llo y promocin de ta-lentos web

    Como se ver, la columna definida como campo de la gestin cultural perfila un listado de tareas ytemas que debieran incorporarse a la agenda de la actividad local.

    Podramos abundar en informacin sobre cmo nuestro estado -tambin a nivel local- est promoviendo ms la copia que la apropiacin: baste recordar que en nuestras escuelas, y con fondos pblicos, se forma a los alumnos como clientes de un determinado sistema informtico y susaplicaciones -windows, word, etctera- en lugar de prepararlos para aprovechar la inmensa diversidaddel mercado -por ejemplo, las compilaciones de sistemas de cdigo abierto (31).

    Por ltimo debiramos pensar esta. relacin tecnoecolgica como dependiente de la innovacin yla creatividad.

    Las capacidades para la innovacin y la creatividad forman parte, naturalmente, del acervo delCapital Cognitivo tal como lo postula Boisier. Pero tambin, y cada vez ms, del Capital EconmicoDe hecho, la "economa del conocimiento" es uno de los paradigmas ms promocionados de losltimos aos.

    Un estudio realizado en la provincia de Buenos Aires demuestra que el estado local puede innovarAunque tambin reporta algunas restricciones. El autor estudi doce casos ocurridos en la Provinciade Buenos Aires (Cravacuore: sfd).

    Define innovacin en trminos de "originalidad", que mejora la "eficacia y la eficiencia" sin quesuponga necesariamente un producto totalmente nuevo sino "la combinacin de elementos existenteo de soluciones conocidas".

    Entre las condiciones necesarias para esa innovacin vamos a citar aquellas que, de algunamanera, resultan ms ligadas al campo de la gestin cultural adherida al suelo.

    Por un lado destaca que fueron las unidades administrativas orientadas al desarrollo local las quegeneraron ms de un proyecto innovador. Es decir que derivan de un cambio previo en la visin que lacomunidad tiene del estado local: de administrador del espacio comn a gestor del desarrollo.

    Destaca que la innovacin fue protagonizada por unidades dotadas de estructuras flexibles. Y queadems cuenten con personal altamente calificado -especficamente alude a formacin universitaria e

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    incluso de postgrado.Sobre el liderazgo dice el autor:

    "... en once de los doce casos el proyecto innovador se origin en una decisin personal

    de un funcionario municipal. Esto demuestra que existe una alta concentracin del poder de decisin en el lder innovador, que se propone el cambio gozando de poder y deconocimientos suficiente para implementarlo".

    En la literatura dedicada al estudio de este campo, la creatividad32 es descripta ms como unacompleja interaccin dialctica.

    Las caractersticas personales del talento que intenta el cambio, incluso paradigmtico, el dominio-conocimiento- del campo sobre el que opera -en este caso la sociedad local- y la gestin que deberealizar para obtener el poder necesario son tres factores concurrentes que deben equilibrarse para quela innovacin sea posible. Este proceso es descrito como el tringulo de la creatividad.

    Todas cuestiones vinculadas, como decamos ms arriba, a los modos de hacer y de organizar el

    hacer.Cravacuore agrega una dimensin de anlisis clave para el quehacer de la gestin cultural: la

    participacin de la sociedad civil: "La falta de presin social por la innovacin apareci corroboraden once de los doce casos".

    Atribuye esto a "la debilidad de la sociedad civil"; a las prcticas polticas de los funcionariosmunicipales y al "monopolio de los recursos de los que goza el municipio".

    Sostiene que las organizaciones de la sociedad civil son convocadas, frecuentemente, para proveerde "una malla de acuerdos informales que favorecen al lder en trminos electorales",

    Llegado el momento de la gestin de los proyectos innovadores la participacin fue reducindose.

    "[ ... ] sta participacin [ ... ] fue percibida como un obstculo para la gestin, dadoque agregaba representantes que no aportaban nada y generaba la dilacin en la tomade decisiones [ ... ] En sntesis, la convocatoria fue una estrategia de fortalecimiento".

    Aparecen claramente dos desafos convergentes para la innovacin: a) proveer insumos y tareas para revertir aquella debilidad de la sociedad civil y b) obtener y mantener el poder poltico y elconsenso social necesario para llevar adelante las transformaciones propuestas.

    Habiendo partido en este texto del modelo del nguenpin mapuche queda claro que la obtencin ymantenimiento del poder poltico es una tarea diferente al campo de la gestin cultural.

    No estamos postulando la no participacin poltica. Pero s que cuando el gestor cultural ingresa enel terreno de la poltica partidaria -mbito de legitimidad- deber hacerlo bajo las reglas de la mismaPodr y, segn hemos visto en varios autores, deber promover una cultura poltica ms transparente y participativa; pero no estar haciendo gestin cultural sino poltica partidaria.

    El lugar de la gestin cultural ser, en primer lugar, trabajar en el fortalecimiento de la sociedadcivil porque, como ya dijimos, no hay desarrollo local sin construir un sujeto "social e histrico"capaz de llevarlo adelante.

    El cambio de los modelos polticos -cualquiera sea su orientacin puede ser, y seguramente lo esen la mayora de los casos, producto de largos procesos de maduracin; pero tambin requieren demltiples aspectos coyunturales.

    La Gestin Cultural puede trabajar para un gobierno yeso es legtimo.

    Pero sobre todo debe trabajar para la comunidad. Recordando siempre que los cambios culturalesms profundos ocurren en plazos mucho ms amplios que los calendarios electorales.

    Para ampliar y desarrollar la relacin tecnoecolgica del espacio local la gestin cultural deberGestin Cultural Lujn Documentoshttp://gclujan.zoomblog.com

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    promover una cultura innovadora. Capaz de inventariar las disponibilidades tecnolgicas existentestanto dentro como fuera del propio territorio: endgenas y exgenas.

    Articular el capital humano e institucional necesario para apropiar, resignificar y aplicar aquellasinnovaciones que -decisin comunitaria mediante- resulten ms convenientes a los intereses locales.

    Promover el consenso social necesario que haga sustentable un estilo de gestin que capitalice losliderazgos innovadores sin que esto signifique depender, solamente, de la "voluntad" de unos pocos.

    Crear condiciones para que se expresen las "ganas de desarrollarse" que postula Boisier medianteel estmulo de las capacidades y hbitos necesarios para la innovacin y la apropiacin tecnolgica.

    Fundar un ethos del encuentro en el territorioTienen los habitantes de este espacio local una visin trascendente de s mismos y de su relacin

    con el territorio?Todas las culturas del orbe han formulado alguna forma de "resolver (sentir, percibir, valorar,

    concebir, expresar y organizar) las relaciones esenciales que mantienen con las diversasmanifestaciones de lo sagrado".

    Pareciera que la condicin humana necesita sacralizar algunos aspectos de su vida en comunidad para desarrollarse. No es este e1lugar para debatir las caractersticas, condiciones y, mucho menos, lacreencias religiosas que sustentan este fenmeno. Pero s la pertinencia de su abordaje desde lagestin cultural.

    La verdad es que las organizaciones -cualquiera sea su naturaleza- tambin sacralizan aspectosconcretos de su devenir.

    Incluso suele expresarse con un lenguaje que -curiosamente?- remite a prcticas y conceptosreligiosos.

    Por ejemplo, cuando una empresa define sus objetivos e intenciones suele hablarse de "misin","visin" y "valores".

    "La visin es una actitud proactiva. Para hacer ms de lo mismo no hace falta ser visionario [ ... ] es una imagen y conceptos que implican discontinuidad en las formasde hacer y pensar, el replanteo de la relacin con el medio, la innovacin en productos y

    prestaciones, en los usuarios o en el alcance de los servicios [ ... ] se convierte enunafuerza motivadora y el gobernante adquiere el rol de emprendedor (dentro de laorganizacin) porque logra impulsar o desencadenar decisiones para reinventar losnegocios o proyectos (Etkin, 2005:400)".

    Por su parte a la "misin" se la puede ver como:

    "una de las maneras de las que la sociedad civil se vale para resolver sus necesidades y problemas de convivencia [oo.] la organizacin es un factor de cambio para la sociedad en que acta (influye en las formas de vida), y a su vez el medio social influye ycondiciona los cambios a travs del orden instituido que atraviesa a las organizaciones[ ... ] contesta a la pregunta sobre la razn de ser de la organizacin en trminos de

    propsitos y no de orgenes o fundamentos. No dice de dnde viene, sino hacia dnde sedirige (Etkin, 2005:401)".

    Ocurre lo mismo con el espacio local? Definitivamente s aunque, muchas veces, aparezcanconfundidas o expresadas de modos menos ortodoxos. En general las pequeas ciudades suelenexpresar misin, visin e identidad en un solo concepto.Gestin Cultural Lujn Documentoshttp://gclujan.zoomblog.com

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    Por caso la Villa San Jos en la provincia de Entre Ros -de la que ya hablamos por su museo- sedefine a s misma como "cuna de la colonizacin"33. Y en aquel origen de "primera colonia agrcolaganadera" funda tanto su principal actividad econmica cuanto su incipiente desarrollo turstico:alinea su porvenir en relacin a una continuidad identitaria.

    La clave, nos parece, est en la capacidad -destacada por Etkin- de la misin para desatar procesosde innovacin como los que describamos pginas atrs. As como en el liderazgo emprendedor y lacaptacin de las fuerzas instituyentes de la comunidad.

    Por supuesto que esto no es lo mismo que formular un sistema religioso.Se trata de promover una respuesta trascendente -capaz de vencer al tiempo y al espacio- que una

    el territorio, las personas y el mundo detrs de una "misin" compartida.Que contenga una "visin" de cmo debe ser ese grupo humano que habita all y de los valores que

    guiarn cada una de sus acciones.Decamos en la introduccin a este texto que nuestras vertientes culturales -la occidental y la

    americana originaria- son portadoras de mitos que sacralizan la relacin con el territorio donde sehabita.

    Cmo se imbricaron en cada lugar es, naturalmente, un fenmeno a investigar en el campo.Recordamos a un descendiente de los alemanes instalados en Glew en 1927 contndonos que sus padres utilizaban copos de algodn para simular la nieve en los rboles de navidad.

    Un modo, si se quiere elemental, de inculturar el territorio pero suficientemente ilustrativo decmo las personas tratan de apropiar el suelo en que habitan. Seguramente cada ciudad o pueblo denuestro pas tiene ejemplos asimilables que no necesariamente son percibidos por las oficinas localesde gestin cultural.

    Un lugar comn de nuestras urbes -sobre todo en el conurbano bonaerense- es sostener que enrealidad se trata de ciudades dormitorios. La gente no vive all sino que solamente las l!:sa para

    dormir.Una mirada un poco ms atenta notara que aquellos que viven en una ciudad y trabajan en otra

    tienen con el territorio una relacin ms compleja: el lugar elegido para vivir est cargado de sueosde expectativas referidas a la pareja, los hijos, la construccin de un domicilio en suma. Quienesviven y trabajan en una misma ciudad agregaran a esto sus planes profesionales.

    Pero, en un punto, ambas son relaciones sacralizadas. Basta consultar las historiografas locales para encontrar relatos cargados de mitos fundacionales, pioneros, esfuerzos nunca remunerados paramejorar el espacio comn, leyendas y hasta alguna tragedia ms o menos olvidada.

    Sostener que la ciudad es un gigantesco dormitorio es reducir la vida al mero desempeo profesional desconociendo los sueos, las esperanzas y los proyectos de las personas que pretendendomiciliarse en ese espacio local.

    La tarea de la gestin cultural ser recuperar esa visin trascendente del propio lugar, promover sureelaboracin simblica y potenciarla como activo intangible que agregue valor a esa experienciahumana.

    Cuando Ral Soldi funda en Glew la biblioteca popular Pablo Rojas Paz sufre tambin algnconflicto dentro de la comunidad que le impide sostenerla funcionando durante el primer ao de vidaLa comunidad local se desentenda de esa innovacin que supona la nueva institucin pese a que lascrnicas de poca registraban varios intentos previos y fallidos de fundar una biblioteca. Recurreentonces a un grupo de sus amigos provenientes de Buenos Aires: un periodista, la secretaria de unaeditorial y otras personas.

    Con este pequeo equipo -que ni siquiera "duerme" en el pueblo- dota a la nueva institucin deuna intensa vida cultural. Luego ira incorporando gente de la comunidad que continuara con la biblioteca hasta convertirla en una entidad autosuficiente.

    Logra construir un equipo de gestin contagiando su propia visin trascendente de ese territorio;Gestin Cultural Lujn Documentoshttp://gclujan.zoomblog.com

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    recordemos que Soldi sola decir que haba encontrado "su paraso en la tierra".Esto demuestra claramente que sacralizar la relacin con un territorio tiene ms que ver con la

    capacidad de trasmitir valores intangibles que con cuestiones duras como el lugar de residencia,etctera.

    Entendiendo adems que las personas y los grupos simbolizan de modos diversos ese encuentrocon el espacio fsico.

    La gestin cultural deber ser capaz de comprender esos diversos valores i