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Copyright © 2017 The New York Time DOMINGO 12 DE MARZO DE 201 Una colaboración con INTERNATIONAL WEEKLY VENTANA Continúa en la página 2 Continúa en la página 2 FOTOGRAFÍAS POR JIM WICKENS/ECOSTOR Hay nuevos indicios de deforestación a gran escala por parte de granjeros bolivianos y brasileños, reporta un nuevo estudio. Un paisaje chamuscado (arr.) en Bolivia. Plantas de Cargill en Bahía, Brasil. SEYLLOU/AGENCE FRANCE-PRESSE — GETTY IMAGES Cómo una mujer logró ser presidenta en África Por HELENE COOPER MONROVIA, Liberia — Ber- nice Freeman charlaba con algunas mujeres del mercado, mientras intentaba explicar- les por qué deberían dejar sus puestos de comida para ir a vo- tar por una mujer, cuando notó a algunos chicos que ondeaban algo blanco a poca distancia. Era octubre de 2005, la pri- mera elección presidencial des- pués de 15 años de guerra civil en Liberia. Las boletas electo- rales incluían a Ellen Johnson Sirleaf, una tecnócrata formada en la Universidad de Harvard, y a un grupo de hombres, entre los que se destacaba la estrella global de futbol George Weah. Al igual que muchas de las 1.5 millones de mujeres en Liberia que sobrevivieron la guerra ci- vil, Freeman había presenciado violencia. De todos modos, no estaba preparada para el panorama de los jóvenes que reían cerca de ahí mientras ella hacía campa- ña a favor de una mujer para la presidencia. Los chicos habían tomado unas pantaletas de mu- jer y embarrado pasta de toma- te en la entrepierna, una forma poco sutil de decir que una mu- jer no podía ser presidente. “¿Sabe qué?”, le dijo una de las mujeres indecisas a Fre- eman, mientras observaba indignada a los chicos. “Vota- remos. No te preocupes, vota- remos”. Casi un 80 por ciento de las mujeres que inundaron las ca- sillas electorales durante la pri- mera elección presidencial de Liberia tras la guerra votó por llevar a una mujer al poder por primera vez en África. En el proceso, dieron una cla- se magistral sobre cómo hacer que una mujer resultara electa presidenta. Ahora, cuando las mujeres estadounidenses lu chan con los motivos de la de rrota de Hillary Clinton en l elección de noviembre, la histo ria de cómo es que las mujere de Liberia acabaron con siglo de dominio masculino es rele vante de nuevo. Imaginando una alternativa Más de un 70 por ciento d las mujeres de Liberia fuero violadas durante la guerra. Mu chas llegaron a ver a Sirleaf n necesariamente como la mejo candidata sino como la únic alternativa para no volver a lle var a un hombre al poder, en u lugar que los hombres sólo ter minaron por destruir. Sirleaf, una exministra d Los libros tienen cuidadores Mientras que la tecnología detrás de los libros físicos no ha cambiado mucho desde Gutenberg, las biblio- tecas se han adaptado para atraer a lectores modernos. La Biblioteca Pública de Nue- va York tuvo que determinar la mejor manera de llevar los li- bros rápidamen- te a las manos de los usuarios. Construyó un riel transportador de 2.6 millones de dólares, que empezó a operar en noviembre, para trasladar libros desde un enorme búnker subterrá- neo al edificio central. Los trabajadores en el depósito de libros Milstein Research Stacks, en Manhattan, toman los libros de una “lista de recolección” enviada de la biblioteca arriba y colocan los libros sobre el riel en carritos rojos para su entrega. El archivo de 5.100 metros cua- drados, mantenido a una tempera- tura controlada de 18 grados centí- grados y 40 por ciento de humedad, alberga 1.5 millones de libros apro- ximadamente. El nuevo sistema de entrega en Nueva York debe ayudar a preser- var los libros, pero las bibliotecas pueden ser lugares peligrosos —pa- ra un libro—. El daño de las máqui- nas clasificadoras automatizadas y los contenedores duros pueden acortar la vida de un libro. En los últimos 26 años, Donald Vass se ha dedicado a reparar li- bros en el área de Seattle. Habla sobre sus libros reparados “como si fueran niños que salen a un mundo peligroso e impredeci- ble”, escribió Kirk Johnson en The New York Times. “Muchas veces, estoy renuente a mandarlos allá afuera porque sé a lo que se van a enfrentar”, comentó Vass, quien labora en la Biblioteca Pública del Condado King. Sus métodos incluyen el uso de agujas hipodérmicas para inyec- tar pasta de trigo en las esquinas dobladas de portadas para endu- recerlas y una antigua prensa de tornillo para mantener las páginas en su lugar. Vass se queja en particular de los encuadernadores de mediados del siglo 19, que dejaron de encua- dernar libros con cosido a mano tradicional para utilizar pegamen- tos baratos. Esos adhesivos eran bombas de tiempo ácidas que se comían vivos a los libros, explicó a The Times. Mientras que Vass trabaja para restaurar libros, un grupo de la Uni- versidad de Columbia, en Nueva York, está enfocado en otro aspec- to: su olor. Jorge Otero-Pailos, catedrático y director de preservación histórica en Columbia, y un grupo de alum- nos de posgrado han formado un equipo con la Biblioteca y Museo Morgan, en Manhattan, para pre- servar los olores del estudio priva- do de John Pierpont Morgan, uno de los hombres más ricos de Estdos Unidos cuando construyó la biblio- teca, en 1906. “Bajo circunstancias normales, habríamos sido sacados a patadas de cualquier museo si nos comportá- ramos como lo hicimos: estábamos a gatas, metiendo la cabeza debajo del escritorio de Morgan”, dijo Ote- ro-Pailos, tras una visita reciente. En vez de ello, fueron bien recibi- dos por Christine Nelson, curadora de manuscritos literarios e históri- cos en la biblioteca. El equipo está trabajando con una compañía de fragancias para aislar los olores y determinar su perfil olfativo. “Como bibliotecaria, siempre me he preguntado si hay un olor espe- cial a libro viejo”, preguntó Nelson. “Creo firmemente que no y ahora voy a poder ver pruebas de ello”. MATT WASIELEWSKI Comentarios son bienvenidos en [email protected]. INTELIGENCIA Donald Trump inspira a Europa. PÁG. 2 La deforestación se dispara Cargill y otros gigantes de alimentos se adentran en la selva amazónica Este artículo fue escrito por Hiroko Tabuchi, Claire Rigby y Jeremy White. COLONIA BERLÍN, Bolivia — Hace unos meses, un representante de Cargill viajó a esta remota colo- nia en los rincones más al sur de la vasta cuenca del río Amazonas con una oferta tenta- dora. El gigante agrí- cola de Estados Unidos quería comprar frijol de soya a los residen- tes menonitas, descendientes de campesinos eu- ropeos que durante más de 40 años estuvieron fundando asentamien- tos en el espeso bosque. La compa- ñía financiaría una bodega local y una estación de pesaje para que los agricultores pudieran vender sus hortalizas directamente a Cargill en el lugar, explicó el hombre, de acuerdo con residentes locales. Uno de esos agricultores, Hein- rich Janzen, desmontaba un terre- no de 15 hectáreas que compró a fi- nes del año pasado, apresurándose para sembrar soya a tiempo para cosecharla en mayo. “Cargill quie- re comprar nuestra soya”, dijo Jan- zen, de 38 años, mientras se levan- taba humo de pilas de vegetación ardiente. Cargill es uno de varios comerciantes que buscan comprar soya de los campesinos de la región, indicó. Cargill confirmó las versiones de los colonos y señaló que la compa- ñía aún evaluaba si la comunidad se convertiría en un proveedor. Esa decisión dependería de un estudio de la productividad del área y los tí- tulos de propiedad, dijo Hugo Kra- jnc, director de Cargill para asun- tos corporativos para el Cono Sur, con sede en Argentina. “Pero si un agricultor ha prendido fuego a su bosque, ese productor no será uno de nuestros proveedores”, declaró. Una década después de que el movimiento “Salven la Selva Tro- pical” redujo de manera dramática la deforestación por toda la cuenca del Amazonas, la actividad está re- puntando en algunos de los tramos más grandes de bosques. En la Amazonia brasileña, la sel- va tropical más grande del mundo, la deforestación aumentó en 2015 por primera vez en casi una dé- cada, a casi 810.000 hectáreas de agosto de 2015 a julio de 2016. Eso representa un salto respecto a las 607.000 hectáreas de un año antes y las poco más de 485.000 hectá- reas de dos años antes, de acuerdo con cálculos del gobierno. Aquí, al otro lado de la frontera, en Bolivia, donde hay menos restricciones para el desmonte de tierras, la de- forestación también parece estar en aceleración. En promedio, unas 350.000 hectáreas de tierra han si- do deforestadas anualmente para la agricultura desde 2011, según estimaciones de la organización no gubernamental Centro de Docu- mentación e Información Bolivia. Esa cifra ha aumentado de un pro- medio de unas 148.000 hectáreas al año en los 90 y 270.000 hectáreas en los primeros 10 años del nuevo milenio. Ahora, un nuevo estudio de un grupo activista ambiental apunta a nuevos indicios de un desmonte forestal a gran escala por parte de agricultores bolivianos y brasi- leños que comercian frijol de soya con Cargill. Esa organización, Mighty Ear- th, con sede en Washington, utilizó La presidenta Ellen Johnson Sirleaf, de Liberia, asumió el poder en 2005. EL MUNDO La austeridad en Brasil no es para todos. PÁG. 4 DINERO Y NEGOCIOS Impuesto a refrescos es sano en México. PÁG. 5 CIENCIA Y TECNOLOGÍA Caen las esperanzas para marsopa. PÁG. 6 Honran la vida de los libros, con olores y pegamento.

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Page 1: La deforestación se dispara - images2.listindiario.com · que sobrevivieron la guerra ci-vil, Freeman había presenciado ... cola de Estados Unidos quería ... Impuesto a refrescos

Copyright © 2017 The New York Time

DOMINGO 12 DE MARZO DE 201Una colaboración con INTERNATIONAL WEEKLY

VENTANA

Continúa en la página 2

Con tinúa en la página 2

FOTOGRAFÍAS POR JIM WICKENS/ECOSTOR

Hay nuevos indicios de deforestación a gran escala por parte de granjeros bolivianos y brasileños, reporta un nuevo estudio. Un paisaje chamuscado (arr.) en Bolivia. Plantas de Cargill en Bahía, Brasil.

SEYLLOU/AGENCE FRANCE-PRESSE — GETTY IMAGES

Cómo una mujer logró ser presidenta en ÁfricaPor HELENE COOPER

MONROVIA, Liberia — Ber-nice Freeman charlaba con algunas mujeres del mercado, mientras intentaba explicar-les por qué deberían dejar sus puestos de comida para ir a vo-tar por una mujer, cuando notó a algunos chicos que ondeaban algo blanco a poca distancia.

Era octubre de 2005, la pri-mera elección presidencial des-pués de 15 años de guerra civil en Liberia. Las boletas electo-rales incluían a Ellen Johnson Sirleaf, una tecnócrata formada en la Universidad de Harvard, y a un grupo de hombres, entre los que se destacaba la estrella global de futbol George Weah.

Al igual que muchas de las 1.5 millones de mujeres en Liberia que sobrevivieron la guerra ci-

vil, Freeman había presenciado violencia.

De todos modos, no estaba preparada para el panorama de los jóvenes que reían cerca de ahí mientras ella hacía campa-

ña a favor de una mujer para la presidencia. Los chicos habían tomado unas pantaletas de mu-jer y embarrado pasta de toma-te en la entrepierna, una forma poco sutil de decir que una mu-

jer no podía ser presidente.“¿Sabe qué?”, le dijo una de

las mujeres indecisas a Fre-eman, mientras observaba indignada a los chicos. “Vota-remos. No te preocupes, vota-remos”.

Casi un 80 por ciento de las mujeres que inundaron las ca-sillas electorales durante la pri-mera elección presidencial de Liberia tras la guerra votó por llevar a una mujer al poder por primera vez en África.

En el proceso, dieron una cla-se magistral sobre cómo hacer que una mujer resultara electa presidenta. Ahora, cuando las

mujeres estadounidenses luchan con los motivos de la derrota de Hillary Clinton en lelección de noviembre, la historia de cómo es que las mujerede Liberia acabaron con siglode dominio masculino es relevante de nuevo.

Imaginando una alternativaMás de un 70 por ciento d

las mujeres de Liberia fuerovioladas durante la guerra. Muchas llegaron a ver a Sirleaf nnecesariamente como la mejocandidata sino como la únicalternativa para no volver a llevar a un hombre al poder, en ulugar que los hombres sólo terminaron por destruir.

Sirleaf, una exministra d

Los libros tienen

cuidadoresMientras que la tecnología detrás

de los libros físicos no ha cambiado mucho desde Gutenberg, las biblio-tecas se han adaptado para atraer a lectores modernos.

La Biblioteca Pública de Nue-va York tuvo que determinar la mejor manera de llevar los li-bros rápidamen-te a las manos de los usuarios. Construyó un

riel transportador de 2.6 millones de dólares, que empezó a operar en noviembre, para trasladar libros desde un enorme búnker subterrá-neo al edificio central.

Los trabajadores en el depósito de libros Milstein Research Stacks, en Manhattan, toman los libros de una “lista de recolección” enviada de la biblioteca arriba y colocan los libros sobre el riel en carritos rojos para su entrega.

El archivo de 5.100 metros cua-drados, mantenido a una tempera-tura controlada de 18 grados centí-grados y 40 por ciento de humedad, alberga 1.5 millones de libros apro-ximadamente.

El nuevo sistema de entrega en Nueva York debe ayudar a preser-var los libros, pero las bibliotecas pueden ser lugares peligrosos —pa-ra un libro—. El daño de las máqui-nas clasificadoras automatizadas y los contenedores duros pueden acortar la vida de un libro.

En los últimos 26 años, Donald Vass se ha dedicado a reparar li-bros en el área de Seattle.

Habla sobre sus libros reparados “como si fueran niños que salen a un mundo peligroso e impredeci-ble”, escribió Kirk Johnson en The New York Times.

“Muchas veces, estoy renuente a mandarlos allá afuera porque sé a lo que se van a enfrentar”, comentó Vass, quien labora en la Biblioteca Pública del Condado King.

Sus métodos incluyen el uso de agujas hipodérmicas para inyec-tar pasta de trigo en las esquinas dobladas de portadas para endu-recerlas y una antigua prensa de tornillo para mantener las páginas

en su lugar.Vass se queja en particular de

los encuadernadores de mediados del siglo 19, que dejaron de encua-dernar libros con cosido a mano tradicional para utilizar pegamen-tos baratos. Esos adhesivos eran bombas de tiempo ácidas que se comían vivos a los libros, explicó a The Times.

Mientras que Vass trabaja para restaurar libros, un grupo de la Uni-versidad de Columbia, en Nueva York, está enfocado en otro aspec-to: su olor.

Jorge Otero-Pailos, catedrático y director de preservación histórica en Columbia, y un grupo de alum-nos de posgrado han formado un equipo con la Biblioteca y Museo Morgan, en Manhattan, para pre-servar los olores del estudio priva-do de John Pierpont Morgan, uno de los hombres más ricos de Estdos Unidos cuando construyó la biblio-teca, en 1906.

“Bajo circunstancias normales, habríamos sido sacados a patadas de cualquier museo si nos comportá-ramos como lo hicimos: estábamos a gatas, metiendo la cabeza debajo del escritorio de Morgan”, dijo Ote-ro-Pailos, tras una visita reciente.

En vez de ello, fueron bien recibi-dos por Christine Nelson, curadora de manuscritos literarios e históri-cos en la biblioteca.

El equipo está trabajando con una compañía de fragancias para aislar los olores y determinar su perfil olfativo.

“Como bibliotecaria, siempre me he preguntado si hay un olor espe-cial a libro viejo”, preguntó Nelson. “Creo firmemente que no y ahora voy a poder ver pruebas de ello”.

MATT WASIELEWSKI

Comentarios son bienvenidos en [email protected].

INTELIGENCIA

Donald Trump inspiraa Europa. PÁG. 2

La deforestación se disparaCargill y otros gigantes de alimentos se adentran en la selva amazónica

Este artículo fue escrito por Hiroko Tabuchi, Claire Rigby y Jeremy White.

COLONIA BERLÍN, Bolivia — Hace unos meses, un representante de Cargill viajó a esta remota colo-nia en los rincones más al sur de la vasta cuenca del río Amazonas con

una oferta tenta-dora.

El gigante agrí-cola de Estados Unidos quería comprar frijol de soya a los residen-tes menonitas,

descendientes de campesinos eu-ropeos que durante más de 40 años estuvieron fundando asentamien-tos en el espeso bosque. La compa-ñía financiaría una bodega local y una estación de pesaje para que los agricultores pudieran vender sus hortalizas directamente a Cargill en el lugar, explicó el hombre, de acuerdo con residentes locales.

Uno de esos agricultores, Hein-rich Janzen, desmontaba un terre-no de 15 hectáreas que compró a fi-nes del año pasado, apresurándose para sembrar soya a tiempo para cosecharla en mayo. “Cargill quie-re comprar nuestra soya”, dijo Jan-zen, de 38 años, mientras se levan-taba humo de pilas de vegetación ardiente. Cargill es uno de varios comerciantes que buscan comprar soya de los campesinos de la región, indicó.

Cargill confirmó las versiones de

los colonos y señaló que la compa-ñía aún evaluaba si la comunidad se convertiría en un proveedor. Esa decisión dependería de un estudio de la productividad del área y los tí-tulos de propiedad, dijo Hugo Kra-jnc, director de Cargill para asun-tos corporativos para el Cono Sur, con sede en Argentina. “Pero si un agricultor ha prendido fuego a su bosque, ese productor no será uno de nuestros proveedores”, declaró.

Una década después de que el movimiento “Salven la Selva Tro-pical” redujo de manera dramática la deforestación por toda la cuenca del Amazonas, la actividad está re-puntando en algunos de los tramos más grandes de bosques.

En la Amazonia brasileña, la sel-va tropical más grande del mundo, la deforestación aumentó en 2015 por primera vez en casi una dé-cada, a casi 810.000 hectáreas de agosto de 2015 a julio de 2016. Eso representa un salto respecto a las 607.000 hectáreas de un año antes y las poco más de 485.000 hectá-reas de dos años antes, de acuerdo con cálculos del gobierno. Aquí, al otro lado de la frontera, en Bolivia, donde hay menos restricciones para el desmonte de tierras, la de-forestación también parece estar en aceleración. En promedio, unas 350.000 hectáreas de tierra han si-do deforestadas anualmente para la agricultura desde 2011, según

estimaciones de la organización no gubernamental Centro de Docu-mentación e Información Bolivia. Esa cifra ha aumentado de un pro-medio de unas 148.000 hectáreas al año en los 90 y 270.000 hectáreas en los primeros 10 años del nuevo milenio.

Ahora, un nuevo estudio de un grupo activista ambiental apunta a nuevos indicios de un desmonte forestal a gran escala por parte de agricultores bolivianos y brasi-leños que comercian frijol de soya con Cargill.

Esa organización, Mighty Ear-th, con sede en Washington, utilizó

La presidenta Ellen Johnson Sirleaf, de Liberia, asumió el poder en 2005.

EL MUNDO

La austeridad en Brasil no es para todos. PÁG. 4

DINERO Y NEGOCIOS

Impuesto a refrescos es sano en México. PÁG. 5

CIENCIA Y TECNOLOGÍA

Caen las esperanzaspara marsopa. PÁG. 6

Honran la vida de los libros, con olores y pegamento.

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E L M U N D O

2 DOMINGO 12 DE MARZO DE 2017THE NEW YORK TIMES INTERNATIONAL WEEKLY

INTERNATIONAL WEEKLY

NANCY LEE Editora ejecutivaTOM BRADY Editor en jefeALAN MATTINGLY Editor

The New York Times International Weekly620 Eighth Avenue, New York, NY 10018

CONSULTAS EDITORIALES: [email protected]

CONSULTAS DE VENTAS Y PUBLICIDAD:[email protected]

THE NEW YORK TIMES INTERNATIONAL WEEKLY E INTERNATIONAL REPORT APARECEN EN LAS SIGUIENTES PUBLICACIONES: SÜDDEUTSCHE ZEITUNG, ALEMANIA CLARÍN, ARGENTINA DER STANDARD, AUSTRIA LA RAZÓN, BOLIVIA THE HAMILTON SPECTATOR, TORONTO STAR Y WATERLOO REGION RECORD, CANADÁ LA SEGUNDA, CHILE PRENSA LIBRE, GUATEMALA ASAHI SHIMBUN, JAPÓN EL NORTE, EXPRESO Y REFORMA, MÉXICO BAUER MEDIA, NUEVA ZELANDA CORREO, PERÚ LISTIN DIARIO, REPÚBLICA DOMINICANA NEDELJNIK, SERBIA

JIM WICKENS/ECOSTORM

El cultivo de soya aumentó más de 500 por ciento en Bolivia desde 1991. Un bosque desmontado para su cultivo.

MICHAEL KAMBER PARA THE NEW YORK TIMES

Mujeres esperan para votar en la elección. Algunas llegaron a las 3:00 para asegurar que podrían votar. Mujeres con lactantes pasaban primero.

Las mujeres liberianas aseguraron el triunfo

El desmonte se intensifica en los bosques tropicales

Helene Cooper, corresponsal de The New York Times en el pentágono, creció en Liberia antes de emigrar a Estados Unidos en 1980. Este artículo está adaptado de su próximo libro, “Madame President: The Extraordinary Journey of Ellen Johnson Sirleaf”.

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EN LÍNEA: ÁREA AMAZÓNICAPara ver cambios en un bosque en 20 años nytimes.comBusque ‘Colonia Berlin’.

imágenes satelitales e información de mapeo de cadenas de suministro del Ins-tituto Ambiental de Estocolmo, una or-ganización de expertos, para identificar la deforestación en Brasil donde dos gi-gantes alimenticios con sede en Estados Unidos, Cargill y Bunge, son los únicos comerciantes agrícolas conocidos.

En Bolivia, donde el mapa de cadenas de suministro no está disponible, Migh-ty Earth envió empleados a áreas donde opera Cargill. El grupo utilizó drones pa-ra grabar el desmonte de bosques y sa-banas en áreas donde Cargill opera silos.

Un reportero de The New York Times viajó por su cuenta a áreas remotas de Bolivia descritas en el reporte de los am-bientalistas y entrevistó a granjeros in-volucrados en la deforestación, quienes dijeron vender soya a Cargill.

Los reportes de nueva deforestación surgen pese a un trato firmado hace tres años por Cargill y otras compañías que incluía el objetivo de “eliminar la defo-restación de la producción de materias primas agrícolas como aceite de palma, soya y productos de carne de res para el año 2020”.

Expertos dijeron que el plazo, deli-neado en la Declaración de Nueva York sobre Bosques, exigía que las compañías empezaran de inmediato para volverse fuentes de suministro más sustentables.

Tanto Cargill como Bunge señalaron que el reporte parecía inflar su papel en la deforestación de la región. Y la soya es sólo un cultivo detrás de la deforestación, dijo Stewart Lindsay, vicepresidente de Bunge para asuntos corporativos globa-les. “Una compañía sola no puede resol-ver este asunto”, aseveró. (Sin embargo, Bunge no es signatario de la Declaración de Nueva York sobre Bosques).

David MacLennan, director ejecutivo de Cargill, dijo que la compañía estudia-ba las denuncias de deforestación en Bo-livia y Brasil vinculadas con la empresa.

“Si hay algo allí, si está comprobado, ha-remos algo al respecto”, afirmó.

El desmonte de bosques y los incendios que lo acompañan generan una décima parte de todas las emisiones de calen-tamiento global, informa la Unión de Científicos Preocupados, lo que convier-te a la pérdida de bosques en uno de los factores más grandes que contribuyen al cambio climático. Sólo alrededor de un 15 por ciento de la cubierta forestal del mundo permanece intacta, de acuerdo con el Instituto de Recursos Mundiales. El resto ha sido desmontado, degradado o está en fragmentos, eliminando ecosis-temas y desplazando a indígenas, dicen los científicos.

Detrás del aumento en la deforesta-ción se halla una estrategia de compa-ñías multinacionales de alimentos para abastecer sus materias primas agrícolas de áreas cada vez más remotas de todo el mundo. Estas áreas tienden a estar don-de las protecciones legales a los bosques son las más débiles.

“Nos sentimos muy incómodos con la mala noticia de que tuvimos un aumento en la deforestación, y estamos tomando todas las medidas posibles para rever-tirla el próximo año”, declaró Everton Lucero, secretario de Cambio Climáti-co y Bosques del Ministerio del Medio Ambiente de Brasil. Déficits presupues-tarios en medio de las recientes crisis económica y política, indicó, causaron estragos en su vigilancia de los bosques tropicales. Cuando viajaban a regiones remotas, “a veces nuestras unidades de mando y control no tenían combustible para los helicópteros”, señaló,

Bolivia presenta una situación diferen-te. El presidente socialista Evo Morales

ha hecho que asegurar “la soberanía alimenticia” sea una parte importante de su agenda. Hay pocas protecciones forestales, y la Autoridad Forestal y de Tierras tiene asignadas las tareas con-tradictorias de regular el uso de la tierra, la silvicultura y la agricultura, y emitir concesiones para la tala y el cultivo. El país espera convertir casi 5.7 millones de hectáreas de bosque en tierra de cultivo para 2025.

Los niveles per cápita de emisiones de gases de efecto invernadero de Bolivia exceden los de muchos países europeos, a pesar de tener un ingreso per cápita mucho menor. La deforestación es res-ponsable de más de un 80 por ciento de

las emisiones totales de dióxido de carbo-no de Bolivia, de acuerdo con un estudio reciente.

Un principal culpable es el cultivo de soya, que se ha disparado más del 500 por ciento en Bolivia desde 1991, arrojan los censos agrícolas más recientes.

En un principio, MacLennan cosechó elogios entre los ambientalistas por pro-meter extender el compromiso de no-de-forestación que Cargill había hecho con respecto al aceite de palma, para abar-car todas las materias primas. Ahora, grupos ambientalistas acusan a Cargill de retractarse de su fecha de 2020. En re-cientes declaraciones, ha adoptado una fecha límite del 2030 para eliminar a la

deforestación de su cadena de suminis-tro.

Cargill está comprometido, dijo Ma-cLennan, a eliminar para 2020 la defo-restación de su producción de aceite de palma, una materia prima ampliamente usada en alimentos, detergentes y cos-méticos. Pero, dijo, Cargill siempre ha entendido que la Declaración dará a to-dos los signatarios hasta 2030 para abor-dar la deforestación.

Holly Gibbs, experta en deforestación tropical en la Universidad de Wisconsin, en Madison, calificó al plazo de 2030 co-mo una interpretación devastadora.

“Si esperamos hasta 2030”, dijo Gibbs, “no quedará bosque alguno”.

Finanzas y disidente encarcelada, te-nía una trayectoria que incluía la ONU, el Banco Mundial y el FMI. Se había transformado de esposa maltratada, amedrentada en el auto de su esposo mientras él la abofeteaba, en una buró-crata internacional que intentaba lo que ninguna mujer había hecho antes.

Para los partidarios de Weah, no había comparación. ¿Una abuela contra una estrella de futbol?

Pero para mujeres como Freeman o Vabah Gayflor, la ministra de Género en funciones, tampoco había comparación.

Se suponía que el empleo de Gayflor

en el gobierno involucraba ayudar a que mujeres y niños tuvieran acceso a aten-ción médica, programas de alimentos escolares y apoyo para violaciones. Pero decidió arriesgarse a que la despidieran, al redefinir su papel para ayudar a que una mujer fuera electa presidenta. Y no se sintió feliz con la noticia que dio a co-nocer la Comisión Nacional Electoral: de los 100.000 liberianos que se habían re-gistrado para votar en la primera sema-na del operativo de empadronamiento de un mes de duración, sólo un 15 por ciento eran mujeres.

Hacer que las mujeres votenCharlando con Etweda Cooper, una ac-

tivista de los derechos de la mujer conoci-da en todo el país, Gayflor supo que tenían que actuar a toda prisa. Rápidamente or-ganizaron a un grupo para que fuera a las estaciones de radio a suplicar: “Mujeres, ¡ay, mujeres! Tienen que empadronarse para votar”. Y entonces se dispersaron por los mercados de Monrovia.

Al principio, algunas de las mujeres en el mercado se resistieron; tenían que cui-dar sus mercancías y a sus bebés. Pero Cooper iba lista con niñeras y personas para atender los puestos.

“Nos haremos cargo en su ausencia”, dijo. “Vayan a empadronarse”.

Para cuando terminó ese periodo de registro, se dieron a conocer las cifras finales: casi 1.5 millones de liberianos de la población de 3 millones del país, se había registrado para votar. Un 51 por ciento eran mujeres.

Alrededor de 900.000 electores acudie-ron a las urnas el día de la elección. Tal como se anticipaba, Weah tuvo la ven-taja. Sin embargo, no se acercaba al 50 por ciento que necesitaba para evitar ir a una segunda vuelta contra Sirleaf, quien le seguía en votos.

Los partidarios de Weah amenazaron con que, si perdía, el país regresaría a la guerra. “¡Sin Weah no hay paz!”, canta-ban como consigna.

Haciendo historiaPero las mujeres tenían sus propios

trucos.“¿Quieres cerveza? Dame tu creden-

cial para votar; yo te compraré cerveza”.Un grupo de mujeres posicionadas en

un bar en una importante intersección vial atraían a hombres jóvenes en una forma muy tradicional. Excepto que, es-ta vez, las mujeres eran las que llevaban efectivo y los jóvenes eran la mercancía

en venta.Muchos de los jóvenes pensaban que

ya no tenían que votar tras la primera ronda y no entendían que volverían a ne-cesitar sus credenciales de elector. Otros lo sabían, pero nos les importaba.

Y en cuanto a los que eran demasiado listos para vender su credencial para votar, sus madres simplemente se las robaron.

El 8 de noviembre de 2005, el pueblo de Liberia acudió a emitir su voto a las ur-

nas por segunda vez en cuatro semanas.Empleados serviciales en las casillas

permitieron que mujeres embarazadas y lactantes pasaran al frente de la fila. Así que Freeman y un puñado de otras mujeres se pasaban unas a otras a bebés y niños pequeños.

Y cuando se anunciaron los resultados de la elección el 23 de noviembre, con 59.4 por ciento de los votos para Sirleaf y el 40.6 por ciento para Weah, Freeman no pudo dejar de sonreír.

INTELIGENCIA/IVAN KRASTEV

Trump podría ser la salvación de la Unión EuropeaMUNICH

“La Unión Europea está muerta, pero aún no lo sabe”, proclamó recientemen-te Marine Le Pen, líder del Frente Na-cional de extrema derecha de Francia. Los medios noticiosos principales no tardaron en discrepar con ella, pero la pregunta de si 2017 podría ser el último año de unidad europea ocupa la mente de muchas personas. Los líderes euro-peos sienten como si estuvieran espe-rando la hoja del verdugo.

En muchos rincones de Europa, crece la inquietud de que la ola populista no pueda ser revertida. El viejo continente está desgarrado por las amargas divi-siones causadas por las crisis del euro y de la migración. La Unión está atrapada entre la Rusia revisionista y el “Estados Unidos primero” del presidente Donald J. Trump, y desmoralizada por la impac-tante votación de Gran Bretaña a favor del brexit.

Además, las elecciones próximas en los Países Bajos, Francia, Alemania, la República Checa y, muy probablemente,

Italia tienen el potencial de sepultar el proyecto europeo de posguerra. Aunque la economía está mejorando, está au-mentando la sensación de inseguridad. Una encuesta de la agencia de sondeos británica YouGov en enero encontró que un 81 por ciento de los franceses, 68 por ciento de los británicos y 60 por ciento de los alemanes preveían que un grave atentado terrorista ocurriría en su país este año.

¿Se desintegrará entonces la UE en 2017?

Probablemente no. Así como la arro-gancia y la confianza en sí mismas cegaron a las élites europeas ante la po-sibilidad del brexit, la desesperanza y el fatalismo actualmente de moda impiden que las personas vean las cosas como son. Puede que apostar al colapso de la UE sea la jugada equivocada de 2017.

Parece que Estados Unidos, una vez más, será el salvador de Europa. Algu-nos europeos apoyan el distanciamiento de Trump de los aliados tradicionales de su país y otros lo odian, pero a ambos grupos los pone nerviosos lo que han visto en las primeras semanas de la administración. Trump asusta a los eu-ropeos no por su disposición a construir muros (Europa le lleva la delantera en este rubro) y no porque los europeos estén enamorados de la globalización

(muchos la odian). Los inquieta porque es el “presidente Caos”. Es como un per-sonaje sacado de un libro infantil, el que se sube a su caballo de un salto y galopa por todos lados al mismo tiempo.

Pero lo que podría convertir a Trump en el salvador de la UE no es sólo el resentimiento que provoca entre las clases medias con aversión al riesgo, sino también el efecto radicalizador de su victoria sobre los partidos populistas

de Europa. Mucho antes de la elección estadounidense, los populistas estaban en ascenso en el continente. En varios países lograron atraer un cuantioso nú-mero de votos al virar hacia el centro po-lítico. Así, se convirtieron para algunos en una alternativa viable al statu quo.

Pero desde la victoria de Trump, sus almas gemelas europeas han abando-nado ese enfoque y han decidido volver a radicalizarse e imitar la estrategia

ganadora de su campaña. Se deshicie-ron de su moderación ganada a pulso y volvieron a un tono más iracundo y una visión del mundo más apocalíptica. Le Pen fue transformada de la noche a la mañana de una radical compasiva en una guerrera santa contra los dos “tota-litarismos” de nuestra época: el islamis-mo y la globalización.

La derrota electoral de Norbert Ho-fer, el candidato de la extrema derecha austriaca, en la elección presidencial en diciembre es quizá el mejor ejemplo del efecto Trump sobre la política europea. La victoria de Trump hizo que la extre-ma derecha europea fuera mucho más agresiva y arrogante, y al mismo tiempo redujo la disposición de los electores indecisos a apostar a las alternativas radicales.

Así como los hosannas de Barack Obama a la Unión Europea no fueron de ayuda a sus partidarios, la retórica anti UE de Trump no le hace favores a los populistas.

Hasta fechas recientes, eran la ex-trema derecha y la extrema izquierda las que cuestionaban la dependencia europea de Estados unidos. Ahora son los proeuropeos los que abogan por un ejército europeo y una política exterior europea independiente. En una carta entregada a los líderes de los 27 Esta-

dos miembros en enero, Donald Tusk, presidente del Consejo Europeo, definió el Estados Unidos de Trump como una amenaza existencial a la UE junto con Rusia, China y el Islam radical.

Además, lo que hace que 2017 difiera del año pasado y por qué la UE tiene una buena posibilidad de superviven-cia es que las expectativas del público han cambiado. Ahora no sólo estamos convencidos de que lo impensable pue-de volverse realidad (brexit, Trump presidente), sino que prevemos su ocu-rrencia. Estamos esperando que Geert Wilders se convierta en el próximo primer ministro de los Países Bajos. Suponemos que Le Pen será la siguiente presidenta de Francia. Incluso especu-lamos que el mandato de la canciller An-gela Merkel en Alemania podría llegar a su fin.

Todo eso aún puede suceder, pero probablemente no sucederá. Sin embar-go, evitar lo peor podría inyectar una nueva y muy necesaria energía política al proyecto europeo. La historia nos enseña que, en tiempos de crisis, la su-pervivencia es la máxima fuente de le-gitimidad. Será la capacidad de la UE de sobrevivir en 2017 más que su capacidad de reformarse lo que podría convencer a los europeos de que la unidad no se ha acabado.

Ivan Krastev es presidente del Centro para Estrategias Liberales y miembro permanente del Instituto para las Ciencias Humanas en Viena. Envíe sus comentarios a:[email protected].

Las alternativas más radicales son un gran motivo de preocupación.

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E L M U N D O

DOMINGO 12 DE MARZO DE 2017 3THE NEW YORK TIMES INTERNATIONAL WEEKLY

Legisladores chinos: multimillonarios y más

Un país se hunde por la guerra entre etnias

Por JEFFREY GETTLEMAN

YAMBIO, Sudán del Sur — Simon Bu-rete estaba deshierbando su campo de maní cuando vio que salía humo de su casa. Corrió lo más rápido que pudo.

Burete y su esposa, Angelina, habían disfrutado años de paz —él, cultivando los campos; ella, vendiendo las hortali-zas en el mercado— pero al llegar a su casa, no podía creer lo que vio. Su esposa yacía en el piso, tras haber muerto que-mada a manos de fuerzas del gobierno.

La guerra de Sudán del Sur está abar-cando nuevas zonas, que antes eran pa-cíficas, de la Nación, lo que se traduce en horror para las víctimas y significa algo más profundo: este país se está desque-brajando.

Yambio, un pueblo de caminos de tie-rra y ceibas, solía ser considerado segu-ro. Ahora, construcciones chamuscadas y chozas destrozadas bordean los cami-nos que salen del poblado.

En una zona conocida como “el grane-ro de Sudán del Sur”, los campos lucen sin atender a pesar de la crisis alimenti-cia nacional. Abundan los campamentos de personas desplazadas alrededor de Yambio, como en las ciudades y pueblos a cientos de kilómetros de distancia.

El conflicto de Sudán del Sur comenzó como una lucha de poder entre líderes po-líticos antes de convertirse en una con-tienda entre los dos grupos étnicos más grandes, los nuer y los dinka.

Pero mientras entra a su cuarto año, es-ta guerra, la peor de África, rápidamente envuelve a muchos de los otros grupos étnicos de Sudán del Sur, incluyendo a los azande, shilluk, moru, kakwa y kuku. Está poniendo en peligro la producción de crudo, la agricultura, la educación, el transporte y, más especialmente, la uni-dad, que parecía estar tan enaltecida hace seis años cuando nació el país.

Decenas de miles de civiles han sido asesinados y todo cese al fuego impor-tante negociado por las autoridades afri-canas y occidentales ha sido violado.

Se están abriendo fisuras peligrosas dentro de las fuerzas militares sudsud-anesas en medio del brote de derrama-miento de sangre aquí en la región de Ecuatoria. Un general y un coronel de la región renunciaron en fechas recien-tes. Uno dijo que el sistema de justicia estaba “demasiado deformado para ser reformado”. El otro acusó al gobierno de orquestar una “guerra tribalmente ma-quinada”.

En febrero, las Naciones Unidas decla-ró que zonas de Sudán del Sur, que recibe miles de millones de dólares en ayuda oc-cidental, sufrían de hambruna. Funcio-narios de la ONU, culpando al gobierno y a rebeldes de bloquear los suministros de auxilio, dijeron que más de un millón de personas podrían morir.

Sudán del Sur se separó del gobierno de dominio árabe de Sudán, al que los su-

reños simplemente llamaban “El Norte”, luego de décadas de batallas.

Pero, según el decir general, los sol-dados sudsudaneses se han vuelto do-bles brutales de las envilecidas fuerzas norsudanesas contra las que se habían rebelado, al librar una guerra contra su propio pueblo.

Rebeldes apoyados por el gobierno, y a veces soldados uniformados, irrumpen en pueblos, quemando chozas, masacrando a civiles, violando a mujeres y provocando la huida de millones de personas.

El gobierno del Sur afirma que reprime una rebelión. Sí, surgieron grupos arma-dos en 2013, pero el relato más amplio de ambos países empieza a confundirse.

“Estamos haciendo exactamente lo

que el Norte estuvo haciendo, ésa es la ironía”, dijo John Gai Yoh, asesor de Salva Kiir, presidente de Sudán del Sur. “¿Por qué tuvimos que pelear todos estos años y terminar aquí?”.

Cuando Sudán del Sur obtuvo la inde-pendencia, producía 300.000 barriles diarios de crudo, lo que generaba miles de millones de dólares que se suponía se-rían gastados en escuelas, caminos, par-ques infantiles, clínicas de salud, plantas tratadoras de agua y estaciones de Poli-cía. Pero los ingresos del petróleo fueron robados. Funcionarios de alto nivel han sido acusados de amasar fortunas.

Y persiste la cuestión del dominio dinka. Kiir es un dinka, igual que el jefe del Es-tado Mayor Conjunto y muchos altos fun-

cionarios de seguridad y del Ejército. En Yambio, la mayoría de la gente es azande.

Funcionarios de la ONU dijeron que en diciembre, soldados del gobierno, co-mandados por oficiales dinka, habían quemado villas en las afueras de Yambio y masacrado a veintenas de civiles. En Yei, otro pueblo de la región Ecuatoria, la ONU dijo que soldados del gobierno des-tazaron a bebés y arrojaron las partes a un río.

Algunos analistas sienten que la si-tuación es una causa tan perdida que han propuesto que la ONU y la Unión Africana dirijan una administración de transición durante 10 a 15 años. Los fun-cionarios sudsudaneses dicen que se re-sistirían violentamente a ello.

Por SUI-LEE WEE

PEKÍN — Mao alguna vez tachó a los capitalistas como enemigos del pueblo chino. En la era del presidente Xi Jin-ping, esos capitalistas son legisladores multimillonarios... y se están volviendo aún más ricos.

La fortuna combinada de los miem-bros más acaudalados del Parlamento chino y su órgano consultivo asciende a 500.000 millones de dólares, poco menos que la producción económica anual de Suecia. Entre ese grupo de 209 emprendedores y magnates empre-sariales, los 100 más ricos han visto el aumento de un 64 por ciento en su patri-monio neto en los cuatro años desde que Xi asumió el poder, señaló el Hurun Re-port, una organización con sede en Sha-

nghai que dio seguimiento a la riqueza de los delegados, antes de sus sesiones conjuntas anuales que iniciaron el 3 de marzo en Pekín.

La creciente riqueza de los legislado-res “nos dice que el poder político y el dinero han permanecido fuertemen-te entrelazados en China: ésta es una cuestión estructural que Xi no puede solucionar”, sólo ocultar, dijo Jean-Pie-rre Cabestan, profesor de política chi-na en la Universidad Bautista de Hong Kong.

Efectivamente, a pesar de la campaña de austeridad de Xi, sigue creciendo la

influencia de los ricos en la política chi-na. Aunque los delegados a la Asamblea Popular Nacional de China no tienen mucho poder al aprobar como mera formalidad la mayoría de las políticas dispuestas por el liderazgo del Parti-do, tienen acceso a los altos líderes en la reunión, lo que les permite cultivar contactos con otros potenciales socios de negocios.

Desde hace más de una década, el Partido Comunista, fundado para dar el poder a los trabajadores y campesinos y suprimir a la clase capitalista, empezó a acoger a miembros acaudalados para am-

pliar su atractivo y reforzar su autoridad. Hoy, los empresarios privados repre-

sentan alrededor de un 20 por ciento de los casi 3.000 delegados del Parlamento, de acuerdo con medios noticiosos guber-namentales.

Entre los delegados que se reúnen en el Gran Salón del Pueblo figuran algu-nos de los nombres más famosos en el mundo corporativo de China, entre ellos Pony Ma, director ejecutivo de Tencent Holdings; Zong Qinghou, fundador del Hangzhou Wahaha Group, un produc-tor de bebidas; y Lei Jun, fundador del fabricante de teléfonos Xiaomi. El grupo

también incluye a algunos magnates de Hong Kong, como Victor Li, hijo de Li Ka-shing, el presidente multimillonario de CK Hutchison Holdings.

David Zweig, catedrático de política china en la Universidad Científica y Tec-nológica de Hong Kong, dijo que no creía que el público reaccionaría negativa-mente al reporte de Hurun.

“Se trata básicamente de una sociedad en la que el año entrante va a ser mejor que el anterior y así ha sido durante 30 años. Así que no hay razón para suponer que la gente va a voltear a ver a estos ti-pos y decir: ‘Ah, son muy corruptos. Tra-bajaron duramente, conocieron gente y tienen habilidades’”, apuntó Zweig.

“Eso es parte de la estabilidad del Par-tido Comunista”, agregó.

TYLER HICKS/THE NEW YORK TIMES

Sudán del Sur se separó de Sudán hace seis años, pero un conflicto étnico ha plagado al país. Refugiados en Bentiu.

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E L M U N D O

4 DOMINGO 12 DE MARZO DE 2017THE NEW YORK TIMES INTERNATIONAL WEEKLY

Francia está perdiendo el alma de sus pueblos Jubilados se entretienen haciendosus féretros

Insecto une a EE. UU. y México

Los líderes brasileños proponen austeridad (para otros)Por SIMON ROMERO

antiestablishment

Por KIRK SEMPLE

Por MICHELLE INNIS

ADAM NOSSITER

ENSAYO

Dom Phillips y Paula Moura contribuyeron con reportes.

Construyen de forma artesanal mobiliario para llevar a la tumba.

MERIDITH KOHUT PARA THE NEW YORK TIMES

DMITRY KOSTYUKOV PARA THE NEW YORK TIMES

Albi, un tesoro histórico cerca de Toulouse, es uno de los tantos pueblos galos que sufren la decadencia comercial.

LOTTIE HEDLEY PARA THE NEW YORK TIMES

El Club de Ataúdes de Hawke’s Bay se reúne los martes en la Isla Norte de Nueva Zelanda.

YASUYOSHI CHIBA/AGENCE FRANCE-PRESSE — GETTY IMAGES

Erradicar al picudo del algodonero requerirá de cooperación entre los dos lados de la frontera, complicada ahora por las políticas de Trump.

Empleados públicos en Brasil luchan para que se les pague. Una protesta contra la austeridad en Río.

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D I N E R O Y N E G O C I O S

DOMINGO 12 DE MARZO DE 2017 5THE NEW YORK TIMES INTERNATIONAL WEEKLY

Por MARGOT SANGER-KATZ

En el primer año de un alto impuesto a los refrescos en México, las ventas de las bebidas azucaradas cayeron. En el segundo año volvieron a caer, arroja un nuevo estudio.

El hallazgo represen-ta la mejor evidencia a la fecha de cómo con-siderables impuestos a las bebidas azucara-das pueden influir en el comportamiento del consumidor.

El impuesto a los refrescos en México entró en vigor en 2014 y se aplicó a todas las bebidas con azúcares añadidos, inclu-yendo refrescos embotellados, bebidas de frutas y tés helados endulzados.

La medida fue impulsada por defen-sores de la salud pública, que argumen-taron que el azúcar líquido contribuía a la alta carga de obesidad y diabetes del país.

Los estudios encontraron que el consu-

mo de bebidas endulzadas cayó marca-damente en el primer año del gravamen, sobre todo entre los mexicanos de bajos ingresos, el grupo con mayor riesgo de padecer enfermedades relacionadas con la obesidad. Sin embargo, los analistas de la industria y activistas antiimpues-tos habían argumentado que los resulta-dos de un año podrían ser una incidencia pasajera que se revertiría cuando las compañías reformularan sus productos, o cuando los consumidores se adaptaran a los precios más altos de sus bebidas fa-voritas.

El nuevo estudio, publicado en línea en Health Affairs, muestra que los re-sultados de un impuesto así podrían ser mucho más perdurables. La investiga-ción, basada en datos de compras de una muestra grande de hogares mexicanos urbanos, arrojó que la disminución del consumo en el primer año continuaron durante el segundo año. En total, las ven-tas de bebidas azucaradas cayeron un 5.5 por ciento en 2014 comparadas con el

año anterior, y 9.7 por ciento en 2015, de nuevo con respec-to a 2013.

Barry Popkin, profesor de nutrición en la Universidad de Carolina del Norte y uno de los autores del estudio, dijo que la tendencia sugiere que el consumo de bebidas endulzadas podría seguir un patrón similar al de productos considerados adictivos, como los cigarros y el alcohol.

“Igual que el tabaco, estamos viendo lo que podemos llamar un verdadero efecto de habituación”, dijo.

Para los paladines de la salud pública, a quienes les gusta la idea del impuesto a los refrescos porque puede reducir el consumo de azúcar, tal noticia puede ser

bienvenida. Pero los resultados son no-ticias desagradables para un grupo: la industria de los refrescos.

Hasta ahora, no hay evidencia clara de que los impuestos a las bebidas azucara-das tengan un impacto real en la salud pública.

Pero si un gravamen a los refrescos conduce a cambios duraderos en los gus-tos del consumidor, la creciente popula-ridad de esos impuestos podría resultar mala para la industria, independiente-mente de la evidencia nueva que surja.

La empresa busca dar acceso barato a millones de usuarios nuevos.

Asia emula a Trump al hacer tratos

El impuesto a refrescos cambia el consumo

Netflix conquista el mundo con alianzas

Escasez de trabajadores aqueja a DinamarcaPor LIZ ALDERMAN

COPENHAGUE — Cuando Peter Ene-voldsen ganó un pedido lucrativo para partes de precisión para tractor, se sintió emocionado. El contrato tenía un valor de más de medio millón de euros.

Sólo había un problema: su compañía, Sjorring Maskinfabrik, no tenía emplea-dos suficientes para el trabajo. Se retrasó la entrega, un mes, luego dos y tres, mien-tras Enevoldsen buscaba soldadores ca-lificados.

Mientras Europa se recupera de su malestar económico, Dinamarca es uno de los pocos países que pueden decir que se aproximan al pleno empleo, lo que sig-nifica que casi todos los que pueden y es-tán dispuestos a trabajar tienen empleo. Sin embargo, en lugar de ser celebrado, está planteando problemas para la re-cuperación. Más de una tercera parte de las compañías ya no puede reclutar a suficientes trabajadores calificados para ocupar puestos.

Abundan las vacantes para especia-listas en tecnología de la información, científicos computacionales, ingenieros, mecánicos, electricistas y carpinteros.

Los salarios necesarios para atraerlos están subiendo, mientras que las firmas afectadas están reduciendo su produc-ción y posponiendo planes de expansión.

“Necesitamos más trabajadores cali-ficados, pero no podemos conseguirlos”, dijo Enevoldsen, quien se acaba de unir a otras compañías en una campaña publi-citaria nacional para atraer talento.

El desempleo ahora está en un 4.3 por ciento, alrededor del nivel más bajo que se puede alcanzar sin provocar infla-ción.

Durante el crecimiento económico, hace una década, cayó a hasta un 2.4 por ciento, y desató una escalada en espiral insostenible de sueldos y precios que el gobierno ahora quiere evitar.

El crecimiento sigue siendo relativa-mente modesto: un 1.2 por ciento anua-lizado el año pasado. Pero en muchos sectores, la demanda de trabajadores se ha elevado tan rápido que los economis-tas advierten que la recuperación podría toparse con obstáculos.

El gobierno ha ayudado al vincular la edad de retiro con la expectativa de vi-da, permitiendo que los adultos mayores trabajen más años, y exhortando una mayor contratación de nacionales euro-peos, que no requieren visas de trabajo. Algunos patrones también han vuelto la

vista a los refugiados para que ocupen vacantes, pero pocos están listos para ser empleados en trabajos altamente especializados y el gobierno acaba de reforzar las políticas para desalentar el ingreso de más de ellos.

Clio Online, una compañía educativa basada en tecnología, en el Centro de Co-penhague, que digitaliza material didác-tico para sistemas educativos naciona-les, abrió una oficina satélite en Ucrania, contratando a unos 20 programadores.

“Queríamos contratar en nuestro pro-pio país, pero fue imposible”, dijo Janus Benn Sorensen, uno de los tres fundado-res de la compañía.

En Sjorring, Enevoldsen trató durante más de un año de agregar soldadores y diseñadores industriales calificados a la fuerza laboral de 275 personas. La com-pañía, que ha ganado contratos de Volvo y Caterpillar, ha ofrecido un aumento sa-larial de más de un 2 por ciento. Reclutó a algunos europeos orientales. La orden

retrasada el año pasado, con valor de 600.000 euros, o 637.000 dólares, final-mente fue completada. Sin embargo, a Enevoldsen le preocupaba que la escasez laboral le impidiera a Sjorring ascender al siguiente nivel. “Pudimos haber creci-do aún más si tuviéramos a la gente ade-cuada, eso es indiscutible”, afirmó.

Incluso las compañías importantes sienten la presión. La operación dane-sa de Microsoft tuvo problemas para reclutar trabajadores de informática y más tarde batalló para conseguir repre-sentantes de mercadotecnia y ventas, dijo Marianne Dahl Steensen, gerente general de la compañía en el país. Debi-

do a su escala, Microsoft puede atraer trabajadores calificados del extranjero a Copenhague, pero retenerlos es una alta prioridad.

Para las compañías danesas más pe-queñas, las soluciones no pueden llegar lo suficientemente rápido. Clio Online arrancó con tres empleados y ahora tiene 90 en su apretujada oficina en Copenha-gue, creando contenido para maestros y alumnos.

La compañía se convirtió rápidamente en el líder de mercado de Dinamarca. Pe-ro las ambiciones de expandirse, gracias a pedidos de la cercana Suecia o de más lejos en Arabia Saudita, alcanzaron un máximo.

Thomas Overholt Hansen, director de mercadotecnia de la compañía, estima que perdió casi 1.5 millones de euros de potenciales ingresos el año pasado, al tiempo que la escasez laboral limitaba su capacidad para atender a nuevos clien-tes.

Por MARK SCOTT

Sentado en su oficina en el centro de París, Christian Bombrun, ejecutivo de Orange, el operador francés de telefonía celular y cable, recibió una llamada ines-perada. Era Netflix, el gigante estadou-nidense de servicios de streaming, para proponerle un trato.

Netflix buscaba ofrecer su catálogo de películas y programación televisiva a los 10 millones de clientes de Orange en Francia. Lo que siguió fueron seis meses de negociaciones, frecuentemente ten-sas, mientras ambas compañías deba-tían los detalles.

“Hubo algunas conversaciones difíci-les”, dijo Bombrun, director de entreteni-miento y servicios digitales para Orange en Francia. En ciertos momentos, ambas partes pensaron que las charlas fracasa-rían. Pero al final, en 2014, cerraron un trato.

Negociaciones así se han vuelto comu-nes para Netflix a medida que su servicio de descarga continua de contenido incur-siona en mercados de Europa, Latinoa-mérica y Asia.

La asociación de la compañía con ope-radores de cable y telefonía celular en to-do el mundo le brinda acceso a usuarios

nuevos, sin tener que gastar una fortuna en publicidad y tratos de distribución en mercados donde aún es relativamente desconocido.

Para las compañías de cable y telefo-nía celular, desde Bulgaria hasta Bolivia, el cálculo es simple. Aunque muchas de ellas se resistieron al principio a tratos de ese tipo con proveedores de contenido en línea, obtener acceso a la programación exclusiva de Netflix les ayuda a diferen-ciarse de los rivales locales, justo cuando los hábitos en línea de los consumidores se han desplazado hacia el video, sobre todo en sus teléfonos inteligentes y otros

dispositivos móviles.La compañía ofrece sus servicios de

streaming en 190 países y añadió más de 5 millones de suscriptores internaciona-les nuevos en el cuarto trimestre.

Su ingreso internacional alcanzó casi los 1.000 millones de dólares en los tres meses que terminaron en diciembre.

“Realmente creemos en todas las alianzas; por eso estamos haciendo más”, dijo Reed Hastings, director ejecu-tivo de la compañía, a analistas en enero. “Esas alianzas son buenas para los clien-tes, buenas para nosotros y buenas para el socio”.

En Estados Unidos, Netflix tuvo una relación a menudo difícil con los provee-dores de cable que querían que pagara por usar sus redes de alta velocidad. Tras un incómodo punto muerto, Netflix terminó por aceptar hacer pagos por un mejor acceso. En respuesta, a fines del año pasado, Comcast decidió incluir al servicio de streaming en su decodifica-

dor de cable, para que la gente pueda ver Netflix sin tener que salir del universo digital de Comcast.

En el extranjero, Sky, el proveedor de cable y contenido británico, se ha negado a incluir a Netflix en su propio decodifi-cador, principalmente porque considera al servicio como competidor directo.

Los analistas dicen que a muchos ope-radores, incluso aquellos que han firma-do alianzas, aún les preocupa que Netflix se beneficie más que ellos con estas re-laciones. Por ejemplo, televidentes ávi-dos han invertido capital emocional en programas populares de Netflix como “House of Cards” o “Narcos” y a menudo consideran a su proveedor de cable como un simple conducto para ver ese conteni-do digital.

Para Bob Greene, director administra-tivo de entretenimiento en línea en Liber-ty Global, un gigante del contenido por cable controlado por el multimillonario John C. Malone, su relación con Netflix está arraigada en las nuevas realidades de la forma en que el público obtiene el contenido en línea.

Liberty Global descubrió que sus clien-tes británicos que veían Netflix eran me-nos propensos a cambiarse a productos rivales.

Greene y Netflix han llegado a un trato para ofrecer el servicio de streaming en más de 30 mercados por Latinoamérica, el Caribe y Europa para principios del año próximo.

“Si nuestros clientes quieren Netflix y no lo ofrecemos, encontrarán otra forma de obtenerlo”, dijo Greene. “Estamos me-jor si no tienen que ir a otra parte para encontrar lo que quieren”.

Por PAUL MOZUR

HONG KONG — En su libro sobre cómo hacer tratos, el presidente Do-nald Trump ofreció un consejo cla-ve sobre cómo conseguir lo que uno quiere: hacer grandes promesas.

“Apelo a las fantasías de la gen-te”, escribió en “El arte del trato”, de 1987. “La gente quiere creer que algo es lo más grande y lo mejor y lo más espectacular. La llamo hipérbole ve-rídica. Es una forma inocente de exa-geración y una forma muy efectiva de promoción”.

Algunos de los especialistas en hacer tratos más grandes de Asia ya entienden ese principio, y hacen grandes promesas en consecuencia.

En meses recientes, Jack Ma, el fundador de Alibaba; Masayoshi Son, el inversionista en tecnología japonés; y Terry Gou, el director de Foxconn, han hecho grandes planes públicos para invertir en Estados Unidos. Juntos, los tratos propuestos ayudarían a crear más de un millón de nuevos empleos estadounidenses y decenas de miles de millones de dó-lares en inversiones nuevas.

Sus promesas han desatado un sinfín de propuestas de Asia, aun si ésas no son completamente nuevas o firmes. Toyota Motor de Japón pro-metió en enero gastar 10.000 millo-nes de dólares en Estados Unidos en el curso de los próximos cinco años, que en esencia igualaría sus niveles de gasto anteriores. Reportes noti-ciosos de que Samsung, de Corea del Sur, también podría construir una planta en Estados Unidos suscitaron elogios de Trump en Twitter.

En contraste, las firmas estadouni-denses han hecho promesas en gran parte simbólicas o modestas para conservar un pequeño número de empleos en Estados Unidos.

Las promesas de los grandes líde-res empresariales asiáticos serán difíciles de cumplir, dicen los exper-tos. Pero muestran que los titanes de

la tecnología de Asia ven una figura familiar en Trump.

Los líderes de Estados Unidos generalmente evitan interferir en las decisiones empresariales indivi-duales, y en lugar de ello dependen de la competitividad para mantener las empresas nacionales a la delan-tera en un mercado global. Pero el enfoque de Trump en la protección de empleos, los aranceles y en dictar términos a los líderes empresariales se acerca más a la perspectiva más mercantilista que Ma, Son y Gou ven en diferentes grados en China, Japón, Taiwán y otros lugares en Asia.

“Entienden la mentalidad de es-te tipo Trump y, a nivel visceral, se identifican con él”, dijo Alberto Moel, analista en Sanford C. Bernstein. “Encaja perfectamente con su estilo. Estos hombres son animales políti-cos. Viven en Asia, donde las cosas son diferentes. Hay más autocracia y más transacciones conectadas”.

Alibaba, que tiene acciones que cotizan en Estados Unidos, también tiene un ojo puesto en expandirse a lugares como Hollywood. SoftBank de Son es propietario de Sprint, la compañía de telecomunicaciones es-tadounidense, y hace mucho tiempo que se quiere expandir. Foxconn —empresa de Taiwán con muchas fá-bricas en China— ensambla iPhones y otros dispositivos para Apple, que Trump ha dicho que debería fabricar sus productos en Estados Unidos.

Las compañías asiáticas parecen haber fomentado la buena volun-tad. Tras reunirse con Ma en enero, Trump dijo que el fundador de Aliba-ba amaba a Estados Unidos y China y que ellos dos harían “unas cosas estupendas”.

“En Japón y China necesitas pasar por estos rituales”, dijo Willy Shih, profesor en la Escuela de Negocios de Harvard. “Al ver a Trump, dicen: ‘Okey, tengo que entender cuál es el ritual y pasar por él’”.

La falta de mano de obra calificada limita el crecimiento del país.

Se hacen promesas para fomentar la buena voluntad.

ADRIANA ZEHBRAUSKAS PARA THE NEW YORK TIMES

TOR BIRK TRADS PARA THE NEW YORK TIMES

Dinamarca, cerca del pleno empleo, alienta a adultos mayores a trabajar más años y recluta extranjeros de la UE.

BOBBY YIP/REUTERS

Trabajadores en una planta de electrónica de la taiwanesa Foxconn, en Longhua, China.

ROBYN BECK/AGENCE FRANCE-PRESSE — GETTY IMAGES

Reed Hastings, de Netflix, elogia sus alianzas en el extranjero como la fórmula en la que todos ganan.

Expertos dicen que el impuesto a refrescos lleva

a disminuir el hábito de consumo. Puestos de comida en la capital.

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C I E N C I A Y T E C N O L O G Í A

6 DOMINGO 12 DE MARZO DE 2017THE NEW YORK TIMES INTERNATIONAL WEEKLY

Un libro fue “purificado” para darlo en los colegios

Los investigadores tienen su propia red social

La amputación a veces da una vida más activa

Solo 30 vaquitas marinas de nariz chata quedan vivasPor ELISABETH MALKIN

Por SERENA SOLOMON

look

Por ALEXANDRA ALTER

thriller

Por MARK SCOTT

PAULA OLSON/NOAA; ABAJO, FOTOGRAFÍAS POR TARA PIXLEY PARA THE NEW YORK TIMES

La tripulación de un barco dedicado a la conservación ayuda a intentar proteger la decreciete población de las marsopas enanas.

SANTIAGO MEJIA/THE NEW YORK TIMES

Tras una cirugía por cáncer en su pierna, Adam Taylor tuvo que elegir entre hacerse una cirugía reconstructiva drástica o una amputación.

Científicos ponen sus investigaciones en línea y se ofrecen opiniones.

CARLOS GONZALEZ PARA THE NEW YORK TIMES

David Beck, maestro de ciencias en una secundaria de Los Alamitos, California, revisa el trabajo de estudiantes.

Llega edición menos soez de ‘The Martian’ preparada por su autor.

El look biónico está ganando aceptación al cambiar la mentalidad.

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R E T R AT O D E E S TA D O S U N I D O S

DOMINGO 12 DE MARZO DE 2017 7THE NEW YORK TIMES INTERNATIONAL WEEKLY

CAROLINA DEL NORTEKinston

ARIZONASan Miguel

CALIFORNIASan Francisco

Una colosal pintura volverá a ser exhibida

San Francisco tiene cada vez menos niños en su población

Una famosa chef de TV hace revivir a su pueblo

El muro fronterizo enfurece a una tribu indígena ancestralPor FERNANDA SANTOS

Por ALAN BLINDER

Por KIM SEVERSON

crowdsourcing

Por THOMAS FULLER

software

boom

En la balanza se miden la seguridad nacional y los lazos ancestrales.

Atlanta se aferra a una pieza de su historia que se estaba perdiendo.

CENTRO DE HISTORIA DE ATLANTA

Las pinturas gigantescas como “La Batalla de Atlanta” eran un entretenimiento popular antes del cine.

NICK COTE PARA THE NEW YORK TIMES

El muro propuesto por el presidente Trump partiría la reservación Tohono O’odham. De los 34.000 miembros de la tribu, 2.000 viven en México.

JIM WILSON/THE NEW YORK TIMES

DILLON DEATON PARA THE NEW YORK TIMES

Vivian Howard huyó de sus raíces rurales, pero volvió y levantó la región.

Slin Lee y Daisy Yeung dijeron que piensan tener hijos, pero no en San Francisco.

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A R T E Y D I S E Ñ O

8 DOMINGO 12 DE MARZO DE 2017THE NEW YORK TIMES INTERNATIONAL WEEKLY

Por KATHRYN SHATTUCK

Un fuego creativo arde en silencio e inmovilidad

Espejos y lunares juegan al infinito

Una cantante de country se supera con nuevos enfoques

Una novela de 1943 enamora a Turquía

Por TIM ARANGO

best seller

Por JEWLY HIGHT

country

bluegrass

countrycountry bluegrass

vintage

dobro

countrybluegrass

CORTESÍA DE LA FAMILIA DE SABAHATTIN ALI

FOTOGRAFÍAS POR TYRONE TURNER PARA THE NEW YORK TIMES

Yayoi Kusama crea un efecto ilusionista con espejos. “Dots Obsession - Love Transformed Into Dots” (2007). Un visitante se asoma a “Love Forever” (1966/1994) (sup.).

JAKE GILES NETTER PARA THE NEW YORK TIMES

Sabahattin Ali, autor de “Madonna in a Fur Coat”, en 1947 en el patio de una prisión con su familia.

Simon Fitzmaurice

La experiencia del autor hace eco en el país del presidente Erdogan.

ROBERTA SMITHRESEÑA DE ARTE

La cantante Alison Krauss tiene un nuevo álbum, “Windy City”.