la arqueología como método de análisis filosófico

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Eidos: Revista de Filosofía de la Universidad del Norte ISSN: 1692-8857 [email protected] Universidad del Norte Colombia Maldonado Ortega, Rubén La arqueología como método de análisis filosófico Eidos: Revista de Filosofía de la Universidad del Norte, núm. 2, agosto, 2004, pp. 53-56 Universidad del Norte Barranquilla, Colombia Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=85400203 Cómo citar el artículo Número completo Más información del artículo Página de la revista en redalyc.org Sistema de Información Científica Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto

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Arqueologia como metodo de analisis filosofico

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Eidos: Revista de Filosofa de la Universidaddel NorteISSN: [email protected] del NorteColombiaMaldonado Ortega, RubnLa arqueologa como mtodo de anlisis filosficoEidos: Revista de Filosofa de la Universidad del Norte, nm. 2, agosto, 2004, pp. 53-56Universidad del NorteBarranquilla, ColombiaDisponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=85400203 Cmo citar el artculo Nmero completo Ms informacin del artculo Pgina de la revista en redalyc.orgSistema de Informacin CientficaRed de Revistas Cientficas de Amrica Latina, el Caribe, Espaa y PortugalProyecto acadmico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abiertoLAARQUIWLOGA COMO MTODO DE Al'.LISISFILOSFICORubn Maldonado Ortega"EI proyecto arqueolgico de Michel Foucault surge como unaalternativa de anlisis que intenta superar cierta forma, ms bientradicional, deabordar lahistoria desdeuna perspectiva subjetivista.Una particular manera de trabajar el documento por parte de loshistoriadores tradicionales ha dado como resultado una visin con-tinuista delahistoria: pocas, mentalidades, tendencias, sonloscon-ceptos que se ofrecen desde tal actitud. En cambio, una miradapenetrante sobreel acontecer histrico llevaraFoucault adescubriraquella especie de fatalidad desdeada hasta hoy como elementodeanlisis: ladiscontinuidad. Esta haba sido tan celosamente cus-todiada por la actividad sinttica del sujeto que sela haba podidorelegar auna especiedefatalidadendeble queno alcanzaba aquebrarla unidad del proyecto histrico que el sujeto sepropona edificar.Un cambio deactitud frenteal documento, propuesto por Foucault,habr de restaurar a la historia su verdadera unidad interior; perodequ unidad setrata si, al rehusar al acto sintetizador del sujetocomo el acto mgico mediante el cual vena siendo posible laiden-tificacin del acontecer histrico, hemos preferido atender aun fen-meno tanescurridizo como la discontinuidad?Por lo pronto es posible aceptar que una tal actitud nos ponefrente al hecho mismo de la historia: "".el conjunto de todos losenunciados efectivos, ensudispersin deacontecimientos y enlainstancia que leespropia acadauno"l Peroestadispersin aparecedisimulada, enlamedida enquejas actosdediscurso dequedisponeel anlisis arqueolgico, como material de trabajo, no son preci- Universidaddel Norte.1 Foucault, Michel; La arqueolog(a del saber, traduccinde Aurelio Garzn, Mxico,SigloXXI, sptimaedicin, 1979, p. 43.[55][561samente unarapsodia de enunciados. Ser necesario, entonces, pre-cisar laintencin del proyecto deFoucault: describir el proceso me-diante el cual un conjunto deenunciados hace posible, deacuerdocon la relacin que guardan entre s, la formacin de unidades dediscurso. Laarqueologa sepropone, pues, "...Iadescripcin pura delos acontecimientos discursivos como horizonte paralabsquedade las unidades que en ellos seforman"'- En otras palabras, de loquesetrata esdepreguntar al discurso mismo paraque seal quienresponda acerca desu unidad.El primer paso, tal como lo propone Foucault, ser entoncesdescribirlas relaciones entreenunciados, para lo cual ser necesarioprecisar que el correlato del enunciado aparece bajo laformadeunconjunto de dominios, en los que tales objetos pueden aparecer yen losque tales relaciones pueden ser asignadas. Describir una for-mulacin entanto que enunciado noconsiste enanalizar lasrela-ciones entre el autor yloque hadicho sino en determinar cul eslaposicin quepuede, ydebe, ocupar todo individuo paraser susujeto.Lamaterialidad del enunciado, laconstancia del enunciado, lacon-servacin desuidenticlad atravsdelosacontecimientos singularesde las enunciaciones,sus desdoblamientos atravs de la identidadde las formas, todo esto es funcin del campo de utilizacin en elqueseencuentra inserto.Loquesehadescubierto ahoranoesel enun-ciadoatmico, sinoel campo de ejercicio de la funcin enunciativa.Aestasalturas del anlisis, quvendra aser un discurso? Serel conjunto de losenunciados que dependen deun mismo sistemadeformacin, yas sepodr hablar del discurso elnico, matemtico,etc. El nivel enunciativo esten el lmite del lenguaje.Ahora bien, lo que seha descrito con el nombre de formacindiscursivason, ensentido estricto, grupos deenunciados, los cualesaparecen tan pronto como nos apartamos de los hbitos que con-figuran la unidad de los enunciados, siguiendo los rastros que pu-dierandejar unaseriede acontecimientos continuos. Ni los objetos,ni la forma de los enunciados y su codificacin normativa, ni la arqui-2 Op. cit., p. 43.tectura delosconceptos dentro deun sistemaformal, ni laidentidaddelostemas pueden ofrecerse como pautas paralaformacin delasunidades discursivas, pues en dichos elementos, ms que unidades,el anlisis hadescubierto dispersin. Laideaes, entonces, describiresasmismas dispersiones;el proyecto delaarqueologa semuestraentonces: " ... enlugardereconstituir cadenas deinferencias,...describir sistemasdedispersin"'- Unatal actitud descriptivacuyaintencin esrestituir launidad interior del hecho histrico selimitarentonces amostrar las reglas deformacin delosdiscursos.Sealados los rasgos generales del problema, la arqueologavolverlavistasobreloscuatro elementos dispersos (objetos, enun-ciados, conceptos, temas), afindedescubrir lasreglasdesuformacin.En el caso de los objetos, no setrata de encontrar signos seme-jantes sobrelosquefueraposible decir algo; en s mismo el objeto seencuentra disgregado sobre un horizonte de relaciones tanto eco-nmicas como sociales, normativas e institucionales queleabreunespacioarticulado dedescripciones posibles: sistemadelasrelacionesprimariaso reales;sistemade las relaciones secundarias o reflexivas;sistema de las relaciones discursivas. El objeto se ofrece, pues, aldiscurso, como un haz derelacionessobreel queesposibledecir algo.En el caso delas modalidades enunciativas, las reglas deforma-cin describirn lostipos deencadenamientos que hicieron posiblela aparicin de ciertos enunciados en vez de otros. En el discursomdico, por ejemplo, las modalidades enunciativas estn formadaspor elementos dispersos que seyuxtaponen formando una unidaden tanto que prctica mdica.Encuanto a losconceptos, setrata deencontrar unsistema deconcurrencias queno sea una sistematicidad lgica, sinoel esquemaatravsdel cual aparecen ligados linos enunciados con otros.Finalmente,la eleccin delas estrategias (temas) secaracterizapor el juego libre de la puesta en relacin de sus elementos: en laHistoria de la locura, laatencin sefijabasobrelaformacin delosobjetos; en El nacimientode la clnica sobrelas formaciones enun-3 Op. c;t., p. 62.[57][S8Jciativas, yen Las palabras ylascosas sobrelasredes deconceptos ysu arquitectura. Como vemos, unaformacin discursiva est sujetaauna gran reservadeposibilidades relacionales, detal manera que,H. re-asumida, colocada einterpretada enunanueva constelacin,unaformacin discursiva determinada puede hacer que aparezcanposibilidades nuevas"'. Es de notar que en el juego deestas nuevasposibilidades, participan tambin prcticas no discursivascomo de-seos, rivalidades, cte.La pregunta es, ahora: Esos cuatro haces de relaciones cmopueden definir entretodos unsistema nico derelaciones?Es indudable que esos cuatro niveles no existen con una auto-noma sin lmites: de la diferenciacin primera de los objetos a laformacin delasestrategias discursivas existetoda una jerarqua derelaciones que pone en juego una reglageneral de lasformacionesdiscursivas. El anlisis arqueolgico parece haber ganado terrenoen su propsito por restaurar la unidad interna de la historia. Suespinadorsal aparece tambin al descubierto: el papel del enunciadocomo funcin y unidad elementaldel discurso. Foucault llama laatencin sobretrespreguntas: En qu consiste launidad del enun-ciado? Cules son sus rasgosdistintivos? Qu lmites seledebenreconocer?Es preciso sealar que la unidad singular de un enunciado noestni en la identidad de una proposicin, ni en loscaracteres gra-maticales deunafraseni enel actoelocutorio; "... el enunciado esunafuncin de existencia ... quecruzaundominio deestructuras yde unidades posibles yquehace aparecer, contenidos concretos, enel tiempo yen el espacio"'- Su correlato no esdel mismo nivel queel deunaproposicin o unafrase; noest constituido por hechos,cosas, realidades o seres, sino por leyes de posibilidad y reglas deexistencia; el correlato del enunciado esunconjunto dedominios;por ello, la descripcin del enunciado slo es posible a travs delanlisis de las relaciones entre el enunciado y los espacios de dife-4 Op. cit., p. 1tl.5 Op. cit., p. 145.renciacin, en losque l mismo hace aparecer lasdiferencias. En lafuncin enunciativa el papel del sujeto es siempre variable, puesdepende delaasignacin que leatribuya el enunciado mismo. Unadelascaractersticas fundamentales del enunciado esquehadeteneruna existencia material. Esta no essimplemente unprincipio devariacin o de modificacin de los criterios de reconocimiento, sinoque constituye el enunciado mismo. Lamaterialidad del enunciadohace aparecer al enunciado como un objeto especfico yparadjico,dotado de cierta gravidez modificable que lo hace aparecer comoun objeto especfico pero propenso en una trama cuyo campo deutilizacin es muy diverso. El enunciado, nos dice Foucault,"... circula, sirve, sesustrae, permite oimpide realizar undeseo, esdcil orebelde aunos intereses, entra en el orden delascontiendas,seconvierte en tema deapropiacin ode rivalidad"'-Queda,pues, al descubierto, el papeldel enunciado comofuncin, mediante ladescripcin desu campo de ejercicio en unaprctica histrica determinada. Estaprctica permite precisar loquedeber entenderse comodiscurso para la arqueologa:no un conjuntodeactuaciones verbales; noun conjunto designoscapaces dedevelar,siguiendo sus rastros, la esencia de las cosas; nounaarquitectura deproposiciones quefiguranloshechos, sino"...conjunto deenunciadosque dependen deunmismo sistema deformacin"7.Vistas las cosas as, el anlisis arqueolgico sepropone ajustarestadescripcin delosenunciados al anlisis delasformaciones dis-cursivas, e inversamente, mostrar cmo el anlisisde las formacionesdiscursivas noesmsque unadescripcin delosenunciados. Fou-C3U}t lo expresa de la siguiente manera: "Describir unosenunciados,describir la funcin enunciativa dequesonportadores, analizar lascondiciones enque se ejerce esta funcin, recorrer los diferentesdominios que supone y la maneraen que se articulan es acometer latarea desacar alaluz loquepodr individualizarse como formacindiscursiva. Otambin, lo cual viene aser lo mismo, pero en la6 Op. cit., p. 177.7 Op. cit., p. lBI.[59J[60]direccin inversa: la formacin discursivaesel sistema enunciativogeneral al que obedece un grupo de actuaciones verbales, sistemaque no esel nico que lo rige, yaque obedece adems, ysegn susotras dimensiones, a unsistema lgico, lingtistico, psicolgico"8.De otra parte, la ley de la regularidad de los enunciados estdefinida por lamisma formacin discursiva. Una depuracin de lafuncin del discurso aparecer entonces: "... sellamardiscurso unconjunto de enunciados en tanto que dependan de la misma for-macin discursiva"9; y lo que describe el anlisis como prcticadiscursivapasar a ser ' ... unconjunto de reglas annimas, histricas,siempre determinadas en el ticmpo yel espacio que han definido enuna poca dada, y paraun reasocial, econmica, geogrfica Olingiistica dada, las condiciones de ejercicio de la funcinenunciativa"lo. Bajo estas condiciones el anlisisarqueolgico reem-plaza lanocin del textoen tanto que corpus uniforme deloque loshombres han querido decir, por ladescripcin delaleygeneral delas formaciones discursivas, segn la cual han podido aparecer losnicos enunciados significantes que han sido opodido serenun-ciados; es lo que seconoce como ley de rareza.Es esta ley la quenos mostrar que los enunciados, lejosde ser una trasparenciainfinitason, desde suexistencia, espacio deunalucha poltica.Un punto claro puede expresar Foucault aestasalturas, respectodel mtodo interpretativo de la historia tradicional, frente aldescriptivo propuesto por laarqueologa: aqul busca compensar lapobreza enunciativa por medio delamultiplicacin del sentido; ste,intcnta describir la ley de esa pobreza. Describir un conjunto deenunciados no es, pues, otracosa que establecer una positividad,con el objeto deanalizar una formacin discursivaentanto quetipode positividad de un discurso. Esta positividad desempea en laarqueologa el papel de loque podra llamarse un apriori histricoque actuara, no como condicin de rivalidad para unosenunciados,8 Op. cit., p. 196.9 Op. cit., p. 198.10 Op. cit., p. 198.sino como lahistoria especfica deun enunciado, que no lo llevaadepender deun devenir ajeno, sinoquetiene una historicidad propiacomo conjunto de transformaciones dentro de una determinadaprctica discursiva.Expuesto el proyecto arqueolgico deestamanera, queda al des-cubierto suventaja frente al anlisis tradicional. Frente alahistoriadelasideascomo disciplina deloscomienzos ylosfines, losretornosylareconstruccin deloshilosperdidos delahistoria, laarqueologasepresenta como una tentativa de hacer una historia distinta deloque los hombres han dicho hasta ahora. Para acentuar dicho pro-psito, sealaremos lascuatro diferencias que sepueden establecerentre historia delas ideas yarqueologa.1. La historia de las ideas trata al discurso como documento,como signo deotracosa. Laarqueologa sedirigeal discurso,entantoque prctica, a su volumen propio.2. Adiferencia delahistoria delas ideas, que trata deencontrarlacontinuidad deloshechos histricos perdidos por lascon-tingencias temporales, laarqueologa define losdiscursos ensu especificidadpara describir las reglas generales de suformacin temporal.3. A laarqueologa leesajena, al contrario delahistoria delasideas, el papel del sujeto delahistoria, en tanto que razn deser yprincipio de unidad.4. La arqueologa no trata de restituir lo que ha podido serpensado; no eslavuelta del secreto mismo del origen, sino ladescripcin sistemtica deun discurso-objeto. Donde lahis-toria de las ideas ve pocas, la arqueologa ve "perodosenunciativos" .Finalmente, la actitud del anlisis arqueolgicofrente a lacontradiccin seala tambin diferencias con lahistoria delasideas;la contradiccin deja de ser, para la arqueologa, apariencias quehay que superar osecretos que sedeben despejar; ellas son objetosque hay que describir para determinar la medida y la forma de sudesfase[62J. MAR T INP ESCADOlt J UAN CARLOS RlVEROCINTRASerie Las historias de la historia" (xilografa),2000.-CIISl'O BAr. ( x) L( ) X-J UAN CARLOSRIVERO CINTRASerie Lashistorias dela historia (xilografa), 2000.[63]