l desencuentro entre periodismo y conomÍa · portiva, que a lo que estricta-mente se denomina...

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INTRODUCCIÓN “L A ECONOMÍA es la única ciencia en la que dos investiga- dores pueden ganar el Premio Nobel diciendo exactamente lo contrario”. Esta afirmación sobre los economistas, que forma parte de un amplio ca- tálogo de chistes y comenta- rios sarcásticos -por lo demás habituales en cualquier profe- sión-, refleja una de las dificul- tades fundamentales a la hora de informar sobre aconteci- mientos económicos con el necesario rigor, haciendo uso de los avances de las ciencias económicas. La Economía no es una ciencia exacta, tampoco perte- nece al ámbito de las ciencias naturales, sino que plantea muchos de los problemas pro- pios de las ciencias sociales. Pero a la vez, probablemente es una de las ciencias sociales EL DESENCUENTRO ENTRE PERIODISMO Y ECONOMÍA ANGEL ARRESE* La comprensión de los acontecimientos económicos tiene creciente impor- tancia en la sociedad actual, por lo que cabe esperar que los medios de comuni- cación jueguen un papel fundamental en ese proceso. Sin embargo, conforme la Economía como ciencia se ha ido haciendo más sólida y compleja, y los medios de comunicación han pasado a ser masivos, se han ido levantado una serie de barreras entre los profesionales que la investigan y quienes tienen la función de informar sobre la actualidad económica. Esas barreras se concretan en el desencuentro entre ambas profesiones, un desencuentro que se debe superar si, como parece, es un bien deseable la mejora de la cultura económica del ciuda- dano. Palabras clave: Periodismo, Economía, ciencia, cultura económica. * Angel Arrese es Director del Departamento de Empresa Informativa en la Facultad de Comu- nicación de la Universidad de Navarra. For Evaluation Only. Copyright (c) by Foxit Software Company, 2004 Edited by Foxit PDF Editor

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Page 1: L DESENCUENTRO ENTRE PERIODISMO Y CONOMÍA · portiva, que a lo que estricta-mente se denomina perio-dismo científico2. Ante esta situación -la de una ciencia social con un alto

INTRODUCCIÓN

“LA ECONOMÍA es laúnica ciencia en laque dos investiga-

dores pueden ganar el PremioNobel diciendo exactamentelo contrario”. Esta afirmaciónsobre los economistas, queforma parte de un amplio ca-tálogo de chistes y comenta-rios sarcásticos -por lo demáshabituales en cualquier profe-sión-, refleja una de las dificul-

tades fundamentales a la horade informar sobre aconteci-mientos económicos con elnecesario rigor, haciendo usode los avances de las cienciaseconómicas.

La Economía no es unaciencia exacta, tampoco perte-nece al ámbito de las cienciasnaturales, sino que planteamuchos de los problemas pro-pios de las ciencias sociales.Pero a la vez, probablementees una de las ciencias sociales

EL DESENCUENTRO

ENTRE PERIODISMO Y

ECONOMÍA

ANGEL ARRESE*La comprensión de los acontecimientos económicos tiene creciente impor-

tancia en la sociedad actual, por lo que cabe esperar que los medios de comuni-cación jueguen un papel fundamental en ese proceso. Sin embargo, conforme laEconomía como ciencia se ha ido haciendo más sólida y compleja, y los mediosde comunicación han pasado a ser masivos, se han ido levantado una serie debarreras entre los profesionales que la investigan y quienes tienen la funciónde informar sobre la actualidad económica. Esas barreras se concretan en eldesencuentro entre ambas profesiones, un desencuentro que se debe superar si,como parece, es un bien deseable la mejora de la cultura económica del ciuda-dano.

Palabras clave: Periodismo, Economía, ciencia, cultura económica.

* Angel Arrese es Director del Departamento de Empresa Informativa en la Facultad de Comu-nicación de la Universidad de Navarra.

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que más se ha desarrolladodesde el punto de vista teóricoy metodológico, que más se haacercado al supuesto ideal deuna ciencia pura, con unos ni-veles de complejidad formal,apoyada en las cienciasexactas, preocupantes para al-gunos y loables para otros.Como resultado de esta espe-cial naturaleza, la ciencia eco-nómica se construye sobre unbuen número de principiosfundamentales, sólidamenteestablecidos desde el punto devista científico, cuyo conoci-miento es indispensable paracomprender muchos de los fe-nómenos que acontecen en lasociedad. Pero al mismotiempo, tampoco de forma nomuy distinta a lo que sucedeen otros ámbitos científicos,existen muchas áreas de dis-crepancia abiertas a la discu-sión y el debate, tanto acadé-mico como informativo.

Por otra parte, lo econó-mico, ya no desde el punto devista científico sino como con-junto de acontecimientos deinterés público, ha pasado aocupar un lugar central en laspreocupaciones de los ciuda-danos, en la vida política y, engeneral, en el desarrollo decualquier sociedad moderna.Los medios de comunicación,

como reflejo de esa realidad,dedican cada vez más atencióna la actualidad económica, loque ha permitido que se con-solide, dentro de las especiali-zaciones periodísticas, la delperiodismo económico1. Sinembargo, al menos entre losespecialistas en comunicaciónde masas, no parece conside-rarse que la información eco-nómica forme parte de la de-nominada divulgación cientí-fica. Su naturaleza está máscercana a la de la informaciónpolítica, social, cultural y de-portiva, que a lo que estricta-mente se denomina perio-dismo científico2.

Ante esta situación -la deuna ciencia social con un altogrado de formalización cientí-fica, y la de un periodismo quedebería contemplar el desa-rrollo de esa ciencia pero queno encaja bien en la categoríade periodismo científico- escomprensible que tenga espe-cial interés ocuparse de losproblemas que plantea la co-municación en torno a temaseconómicos -entendidos ensentido genérico- a través delos medios informativos3. Enesa comunicación surgen,quizá de forma más extrema-aunque a veces ni siquiera sesea consciente-, los retos pro-

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pios de cualquier proceso dedivulgación científica4. Y entreellos cabe destacar los deri-vados de la necesidad de unaexplicación continuada, prácti-camente diaria, de la actua-lidad económica desde basesrigurosas, a poder ser ancladasen el desarrollo del conoci-miento científico.

En este trabajo se pretendeanalizar algunas de las peculia-ridades de la comunicación entorno a la actualidad econó-mica a través de los medios in-formativos, una tarea cada vezmás compleja pero, al mismotiempo, más necesaria quenunca, sobre todo si se tieneen cuenta que la economíaocupa tiempo y espacio cre-cientes en la actualidad infor-mativa. En primer lugar, seprocederá a repasar somera-mente algunos de los hitosfundamentales en la relaciónentre Periodismo y Economía.Después se pondrá de mani-fiesto el desencuentro entreperiodistas y economistas,para, acto seguido, plantear al-gunos de los retos de ambasprofesiones desde el punto devista de la difusión de ideas yconocimientos económicos.Aunque el análisis es generali-zable para la mayoría de lospaíses donde se han desarro-

llado suficientemente tanto laciencia económica como el pe-riodismo especializado enEconomía, este estudio tomacomo referencia fundamentalel mundo anglosajón, para-digma obligado en ambos ám-bitos profesionales.

1. PERIODISMO YECONOMÍA: UNAPUNTE HISTÓRICO

LA ACTIVIDAD econó-mica, tal y como hoyla entendemos, con

sus múltiples facetas, siempreha sido uno de los contenidosbásicos de casi cualquiermedio de comunicación. Yadesde sus orígenes, el perio-dismo, asociado al nacimientode las primeras publicacionesperiódicas, ha estado ligado ala información comercial5. Lasprimeras hojas de precios co-rrientes, impresas en los princi-pales centros comerciales eu-ropeos, suministraban infor-mación de vital importanciapara el adecuado desenvolvi-miento de los mercados6.

Con posterioridad, ya en elsiglo XVIII, junto a la infor-mación comercial es posibleencontrar los primeros ejem-plos de comentario u opinión

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sobre el funcionamiento de losmercados y sobre las nume-rosas disputas comerciales dela época. Las primeras doc-trinas mercantilistas y libre-cambistas se airean en debatepúblico7. Fue el siglo de la fi-siocracia, un intento de pro-puesta de organización econó-mica ideal para las naciones, apartir del principio de que laauténtica fuente de riqueza erael producto neto obtenido dela aplicación del trabajo a latierra; fue también el siglo deLa Riqueza de las Naciones, laobra de Adam Smith, que su-puso una primera aproxima-ción sistemática a los princi-pios teóricos que rigen la acti-vidad económica. La prensailustrada, en la mayoría de lospaíses, sirvió de vehículo dedifusión de ideas y debate entorno a un conjunto de activi-dades humanas que, con pos-terioridad, constituirían el ejede la ciencia económica. No esextraño que buena parte de losfisiócratas, conocidos tambiéncomo “los economistas”, tu-viesen una intensa actividadperiodística en publicacionesde la época8.

Durante casi un siglo, entrefinales del XVIII y las últimasdécadas del XIX, tanto la Eco-nomía como el Periodismo

fueron objeto de un proceso decreciente profesionalización.Por una parte, la “economíapolítica”, objeto de análisis yreflexión por parte de intelec-tuales, políticos y periodistas,fue dejando paso al crecienteprotagonismo de la “economíacientífica”, practicada por unnúmero cada vez más nume-roso de especialistas. Por otra,el “periodismo ideológico ydoctrinario” era sustituidopoco a poco por un “perio-dismo profesional”, dirigido alas masas, más ocupado por sulabor como notario de la ac-tualidad que por su función detribuna de debate de opinionese ideas.

No obstante, fue éste un pe-ríodo de esplendor desde elpunto de vista de la difusiónde ideas y teorías económicas através de la prensa9. Econo-mistas como David Ricardo,Malthus, Marx o John StuartMill, por citar sólo algunos au-tores bien conocidos, conside-raron que la prensa era vehí-culo indispensable para eléxito de sus ideas; periodistascomo James Wilson, WalterBagehot o Robert Giffen, si-guiendo con el caso británico,fueron comentaristas de ex-cepción de los avances que seproducían en el campo de las

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doctrinas económicas, y en al-gunos casos hicieron inclusoimportantes aportaciones per-sonales10.

La situación comenzó acambiar a finales de siglo. Trasla revolución marginalista delos años setenta y la apariciónde la figura del economistaacadémico, con Alfred Mars-hall como uno de sus arque-tipos, la ciencia económica-ciencia en sentido moderno-empieza su verdadero desa-rrollo11. Y con él da comienzosu “alejamiento” de la actua-lidad, al menos de la actua-lidad manejable desde los me-dios de comunicación. Elpropio Marshall, en 1885, conmotivo de su lección inauguralen la Universidad de Cam-bridge, comentaría que la pro-fesionalización de la disciplinaharía desaparecer a los “conta-dores de fábulas econó-micas”12. Sin duda, muchos deellos escribían en los perió-dicos.

De hecho, en la década delos años ochenta del siglo XIXcristalizan dos fenómenos edi-toriales que muestran bien alas claras la nueva situación.En el ámbito económico, seconsolida la publicación de re-vistas académicas, que se con-

vertirían en vehículo de difu-sión de teoría propio y exclu-sivo de la comunidad acadé-mica13. Probablemente elmejor símbolo de tales publi-caciones sería el EconomicJournal, nacido en 1890. En elámbito informativo, finalizaen esos años, con el naci-miento del Financial Times,Financial News y Wall StreetJournal, el proceso de apari-ción de los principales diariosespecializados en informacióneconómica y financiera. Ade-más de los periódicos anglosa-jones, existían para entoncestítulos similares en Alemania,Italia y Japón, directos antece-sores de los actuales Frank-furter Allgemeine Zeitung, IlSole-24 Ore y Nihon KeizaiShimbun. Entre ambos tiposde publicaciones, títulos comoThe Economist y toda una ge-neración de “Economistas”surgidos siguiendo el modelobritánico mantenían vivo el re-cuerdo de un periodismo,entre académico y profesional,llamado a desvanecerse.

Con el fin de siglo acababala edad de oro del que, conStigler, podríamos definircomo “economista predica-dor”14. Los nuevos econo-mistas se encerraron poco apoco entre los muros metodo-

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lógicos de su disciplina; unadisciplina que, además, comoen el caso de otras ciencias so-ciales, siempre ha requerido unespecial esfuerzo de legitima-ción de su estatuto científico.Por su parte, la especializaciónperiodística, un proceso que apartir de entonces afectaríatanto a las publicaciones comoa los profesionales de la infor-mación, llevaría a que sólo unpuñado de ellos pudiera rea-lizar una verdadera labor dedifusión de ideas, principios yteorías, al hilo de la informa-ción sobre temas de actua-lidad. Además, la especializa-ción temática de publicacionesy secciones no se correspondiócon cambios significativos enla formación de los profesio-nales, con lo que en muchosámbitos informativos la fun-ción del periodista no iba másallá del mero registro de losacontecimientos noticiosos yde la reproducción acrítica dela opinión de los expertos.

A pesar de todo, a lo largodel siglo XX, tanto la prensaespecializada como los princi-pales títulos de la prensa decalidad, a través de excepcio-nales periodistas y econo-mistas, han realizado una en-comiable tarea de divulgaciónde los principios que rigen la

actividad económica, empresa-rial y financiera. Llama laatención, por ejemplo, la laborrealizada durante los añostreinta y cuarenta por publica-ciones como Fortune o TheEconomist, entre la prensa es-pecializada -precisamente trasel descrédito de los diarios fi-nancieros, derivado de su inca-pacidad para prevenir e inter-pretar la crisis de 1929-; o elpapel desempeñado por eco-nomistas de la talla de GustavCassell o John MaynardKeynes, cuyas reformulacionesde la teoría económica no sólocalaron en la comunidad aca-démica, sino que fueron aire-adas por sus autores a través deuna destacada actividad de di-vulgación en la prensa. Es dedestacar, en este sentido, la ex-traordinaria difusión de lasideas de Keynes, verdaderopersonaje público y econo-mista paradigmático de estesiglo, cuyos planteamientosteóricos dominaron la políticaeconómica de los países occi-dentales tras la SegundaGuerra Mundial15.

Emmison ha analizadocómo, sobre todo a partir delos años treinta, el discurso entorno a “la economía” se ins-tala en los principales mediosde comunicación16; Parsons,

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por su parte, estudió con de-talle la difusión de las ideaskeynesianas a través de laprensa de calidad y especiali-zada, tanto en Estados Unidoscomo en Gran Bretaña du-rante los años cincuenta y se-senta17; Malabre, entre otros,se ha ocupado de la difusiónde teorías o cuasiteorías másmodernas como son el caso delmonetarismo y la llamada re-volución de la economía de laoferta18. Prensa especializada,en especial publicacionescomo The Economist, BusinessWeek, Fortune, The Wall StreetJournal o el Financial Times,por citar sólo títulos especial-mente influyentes; publica-ciones de calidad como Time,Newsweek, The New YorkTimes, The Times, FrankfurterAllgemeine Zeitung, Neue Zur-cher Zeitung o Le Monde; pe-riodistas de prestigio, sobretodo en el caso británico,como Samuel Brittan o PeterJay; y economistas norteameri-canos de la talla de John Ken-neth Galbraith, Paul Sa-muelson o Milton Friedman:son algunos de los actores des-tacados en el proceso de divul-gación de ideas y teorías eco-nómicas durante este siglo. Laestructura se repite en el nivelnacional prácticamente en

cualquier país que conside-remos, sólo cambiando laidentidad de los actores y pe-queños matices del guión decontenidos.

El crash de la Bolsa deNueva York en 1929, los es-fuerzos para salir de la GranDepresión de los años treinta,el proceso de reconstrucción ydesarrollo económico de laposguerra, las sucesivas crisisdel petróleo en los años se-tenta y ochenta, el resurgir delneoliberalismo asociado a ladebacle de las economías co-munistas y las recurrentescrisis financieras han sido,entre otros, algunos de losgrandes acontecimientos im-pulsores durante este siglo dela creciente presencia de temaseconómicos en los medios. Laconsecuencia ha sido el granaumento del peso y la in-fluencia de todo un sector demedios especializados en ma-teria económica, financiera yempresarial, al tiempo que losdedicados a la información ge-neral conceden cada vez mástiempo y espacio a la actua-lidad en esos ámbitos informa-tivos.

Este proceso de divulgaciónde conocimientos económicosno sólo ha estado limitado por

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el reducido número de publi-caciones y profesionales invo-lucrados en él. La economía,como contenido noticioso ycomo ámbito de conoci-miento, ha encontrado durantetodo este tiempo la barrera in-formativa de los medios au-diovisuales, poco aptos -a dife-rencia de lo que puede ocurrircon otros temas científicos-para hacer llegar a públicosmasivos contenidos complejos,altamente conceptuales, y difí-ciles de ilustrar con imágenesatractivas. En conjunto, portanto, los desarrollos de laciencia económica no se hanextendido como hubiera sidodeseable entre la ciudadanía,que generalmente acaba ma-nejándose con un escaso re-pertorio de conceptos econó-micos básicos, descontextuali-zados y comprendidos sólo deforma superficial. Por otraparte, la prensa especializada yde calidad, y por tanto los lec-tores más versados en materiaseconómicas, también sufren deforma creciente las limita-ciones propias de la compren-sión de unos fenómenos, loseconómicos, cuya explicacióncientífica no sólo es motivo decontinua controversia acadé-mica, sino que en muchoscasos, debido a la complejidad

alcanzada por el análisis eco-nómico, genera problemas deentendimiento entre los pro-pios especialistas19.

No sorprende que, ante estasituación, tanto para dirigirseal público en general como allector cultivado, los medios decomunicación acaben recu-rriendo a la colaboración desupuestos “expertos”, capacesde ofrecer explicaciones sim-plificadas de la realidad, antesque acudir a verdaderos espe-cialistas, en general incapacesde transmitir con sencillez lasimplicaciones de su investiga-ción. Se puede quedar así a ex-pensas de la divulgación deideas y visiones interesadas, aveces poco concordantes conel consenso básico existente enla comunidad científica, peroal menos comprensibles20. Seda por tanto el caldo de cultivopara la proliferación de lo queKrugman ha definido como“policy entrepreneurs”21.

Cabe preguntarse si la evolu-ción descrita ha supuesto real-mente un proceso de acerca-miento entre Periodismo yEconomía, o si, por el con-trario, el desencuentro con-tinúa o, de hecho, se profun-diza. A este respecto, y desdela perspectiva de la reflexión

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sobre la comunicación cientí-fica, el período que nos inte-resa es precisamente el últimosiglo, cuando la Economía seconsolida como ciencia. Ante-riormente, como ya se ha co-mentado, el ámbito de discu-sión eran más las ideas que lasteorías, y la legitimidad de lainterpretación de la actualidaddesde aquéllas era compartidapor intelectuales, “econo-mistas”, políticos, periodistas;es más, en muchos casos erarealmente difícil distinguirquién era qué en cada caso.Para adentrarse en esta cues-tión, merece la pena detenerseen la visión que periodistas yeconomistas tienen de sus res-pectivas funciones en la tareade divulgación sobre materiaseconómicas.

2. PERIODISTAS YECONOMISTAS: RIGOR,INTERÉS YPERSPECTIVA

LAS REFLEXIONES entorno a la relaciónentre economistas y

periodistas, como concreciónde la más amplia entre Perio-dismo y Economía, comen-zaron a proliferar desde elmismo momento en que laciencia económica empieza a

tener entidad y autonomía. En1894, con motivo de la cuartareunión anual de la BritishEconomic Association, un pro-fesor de Economía Política enla Universidad de Edimburgo,J.S. Nicholson, pronunció unaconferencia sobre “Economíapolítica y periodismo”. Suprincipal tesis era que los pe-riodistas económicos debíanposeer conocimientos teóricosprofundos, los suficientes parapoder tratar con propiedad lasnoticias de la actualidad refe-ridas a econo-mía22. La res-puesta de The Economist no sehizo esperar: “A efectos del co-nocimiento popular, el hombreque puede recordar de formaconvincente a sus lectores que2 más 2 es siempre igual a 4tiene más valor que una ar-mada de escritores entrenadospara usar la terminología yformulación de la economíaabstracta”23. Este debate, entérminos así de simples o conuna mayor sofisticación, almenos aparente, se ha mante-nido, incluso agudizado, a lolargo del tiempo. Práctica-mente un siglo después de laspalabras de Nicholson, Mi-chael Weinstein, economista ymiembro del Consejo Edito-rial del New York Times, repro-ducía los términos del debate.

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Weinstein, en una conferenciaante la American Economic Asso-ciation, describía la situaciónque se vive en la relación entreambas profesiones con las si-guientes palabras: “Cuando miscolegas del New York Times uti-lizan la palabra ‘académico’, noestán haciendo un cumplido;ellos quieren decir irrelevante.Y cuando mis antiguos colegasen el ámbito académico des-criben el trabajo de alguiencomo ‘periodístico’, sin excep-ción quieren decir superficial”24.

Unos y otros, periodistas yeconomistas, han dejado cons-tancia a lo largo del siglo de lasdificultades existentes para en-contrar ámbitos de colabora-ción en la común tarea de me-jorar la cultura económica dela sociedad, a partir del desa-rrollo científico en ese campo.Un repaso a los argumentos ycomentarios realizados porprestigiosos profesionales, tan-to periodistas como econo-mistas, puede servir para en-tender mejor el distancia-miento existente entre ambasdisciplinas. Sin la pretensiónde ser exhaustivo, sino másbien de ofrecer una muestrasugerente de argumentaciones,este repaso sirve asimismopara mostrar algunas de lasprincipales áreas de fricción

alrededor de la cobertura pe-riodística de la actualidad eco-nómica.2. 1. COMPLEJIDAD Y RIGOR

En torno al cambio de siglo,Price, tomando como refe-rencia lo que sucedía en la pri-mera mitad del XIX, cuando“los conocimientos de Eco-nomía Política eran conside-rados como bagaje necesariode todo hombre educado”, co-mentaba que no se podíanegar el hecho de que se habíaproducido una reducción en laestima hacia la Economía,tanto por parte de las clasespopulares como de las ilus-tradas25. Sin duda era conse-cuencia de la creciente com-plejidad del análisis econó-mico y de la subsiguiente inca-pacidad del público en generalpara comprenderlo. De hecho,la complejidad es la primeragran barrera que dificulta lacobertura periodística de laeconomía, máxime si se tieneen cuenta que los asuntos eco-nómicos afectan diariamente ala vida de las personas, y casicualquiera se atreve a hacerjuicios de “sentido común” alrespecto. Ya comentaba Key-nes que “la economía es unasunto difícil y técnico, aunquenadie se lo crea”26. Otro graneconomista, A.C. Pigou, criti-

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caba en 1941 la actitud de losperiodistas al comentar nega-tivamente obras teóricas conanálisis matemáticos, por elsimple hecho de no ser com-prensibles para ellos27. Más re-cientemente, al comentarcómo llegaban las ideas econó-micas al público, a través delos medios de divulgación, Ro-bert Solow comentaba: “Paracuando una doctrina como elmonetarismo llega a la calle,incluso a Wall Street, es unadoctrina mucho más rudimen-taria que la teoría básica queuno puede enseñar a susalumnos utilizando un libro detexto introductorio de macroe-conomía. Es tan rudimentariaque, para ser justos, habría quedecir que se convierte en unadoctrina diferente”28.

El reverso de la moneda dela incapacidad del periodista, oal menos de gran parte de losperiodistas, para hacerse cargode las complejidades de laciencia económica, es la cre-ciente dificultad del econo-mista académico para “tra-ducir” sus trabajos de investi-gación, y las consecuencias quetienen en la práctica, a textos yexplicaciones susceptibles decaptar la atención de los me-dios de comunicación, y portanto de sus audiencias. De

hecho, se carece de verdaderosdivulgadores de la Economíadentro de la profesión econó-mica. Aunque siempre hanexistido excepciones, algunasmuy notables, falta la legitima-ción de la actividad de divul-gación dentro del mundo aca-démico. Stigler comentabahace algunos años que la in-fluencia del trabajo del econo-mista y la estima popular, delos no expertos, normalmenteguardan una correlación nega-tiva29. Krugman, sin duda unode esos divulgadores en la ac-tualidad, señalaba reciente-mente que había comenzadouna “segunda carrera” profe-sional -la primera era la acadé-mica-, consistente en comu-nicar al gran público sus ideas;una carrera que, según esteautor, ya no tenía vuelta atrás,y que de alguna forma le hacíasentirse como alguien “expul-sado del edén”30.2. 2. ATRACTIVO E INTERÉS

A la barrera de la comple-jidad, por otra parte una ba-rrera que comparte la Eco-nomía con muchas otras cien-cias, y no precisamente engrado superlativo, se ha unidotradicionalmente el impedi-mento de la falta de atractivo.Normalmente se asocia la in-formación económica, y por

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extensión la Economía, conuna materia “aburrida”, “pocointeresante”, al menos porcomparación con otros conte-nidos habituales de los mediosde comunicación -incluidosmuchos temas científicos-.Afortunadamente, existen su-ficientes ejemplos de profesio-nales y publicaciones, a lolargo de este siglo, que han re-futado con su trabajo esa per-cepción genérica. Es más, cabeseñalar que una de las clavesfundamentales para mejorar ladivulgación económica tieneque ver con la superación deesos tópicos. Bernard Kilgore,probablemente la figura másimportante en la historia delWall Street Journal durante estesiglo, señalaba al respecto: “LaEconomía no es una cienciaoscura. (...) La Economía noes aburrida. Sólo la hacen pocoatractiva e interesante per-sonas que no están realmenteinteresadas en ella”31. Otro pe-riodista, Geoffrey Crowther,arquitecto editorial de TheEconomist tras la SegundaGuerra Mundial, utilizaría elhumor como uno de los ele-mentos de persuasión funda-mentales en una publicaciónque no puede ser tachada pre-cisamente de frívola. Es fácilencontrar testimonios simi-

lares de grandes divulgadores,y también advertir la especialatención que dedican las pu-blicaciones más prestigiosas acombatir esa percepción gene-ralizada. Quirt resalta, porejemplo, el caso de Institu-tional Investor, una de las pu-blicaciones que más ha hechoen la segunda mitad de estesiglo para demostrar que el pe-riodismo financiero no tienepor qué ser aburrido32. No obs-tante, tanto en la prensa espe-cializada como en el resto demedios de comunicación, losproblemas de persuasión plan-teados por la información eco-nómica siguen siendo funda-mentales33.

Los retos persuasivos en latransmisión de contenidoseconómicos a través de losmedios no se pueden separarde los problemas de persuasiónexistentes en la propia Eco-nomía como disciplina cientí-fica. En su intento por conver-tirse en la ciencia social máscercana a las ciencias natu-rales, la Economía sufre unatensión interna que afecta a sucapacidad para utilizar -o almenos para reconocer su utili-zación- recursos persuasivosfundamentales en cualquierproceso de comunicación34.McCloskey lleva tiempo tra-

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bajando en su intento de per-suadir a los economistas de lanecesidad de usar consciente-mente la retórica, como herra-mienta fundamental para su-perar algunas de las “enferme-dades” de esta ciencia y, portanto, mejorarla35. La autoraseñala, como muestra de esediagnóstico, entre otras mu-chas, las especiales dificultadesde los economistas, a dife-rencia de otros científicos, paramantener una relación fluida yfructífera con los periodistas36.

Si bien los argumentos deMcCloskey y sus seguidoreshan sido criticados por mu-chos de sus colegas, una críticajustificable en algunos as-pectos, lo cierto es que muypocos dudan de la necesidadde mejorar la capacidad per-suasiva de la Economía. Len-guaje, estilo, técnica narrativa,y otros muchos aspectos retó-ricos -como por ejemplo losrelacionados con la persona-lidad del emisor-, siempre hansido claves fundamentales enla difusión de ideas econó-micas. Como lo han sido tam-bién la capacidad para contex-tualizar y dar sentido -histó-rico, político, humano, etc.- alas realidades económicas. Dehecho, la mayor o menor capa-cidad para poner en perspec-

tiva los asuntos económicos esotro de los caballos de batallafundamentales al considerarlas relaciones entre ambas acti-vidades profesionales.2. 3. ACTUALIDAD YPERSPECTIVA

Mientras que el interés pe-riodístico está demasiado li-gado a la efímera actualidad, elinterés científico precisamentese ocupa de lo que permanece,o al menos de lo que subyaceen los cambios que se pro-ducen en su área de estudio.Por lo que respecta a la actua-lidad económica, este hechotiene manifestaciones claras.Herbert Stein, a mediados delos años setenta, comentabaque los medios de comunica-ción realizaban un buen tra-bajo de “micro-reporting”,pero no de “macro-report-ing”37. La prensa, y todavía enmayor grado la televisión, seocupan en exceso del cortoplazo, convirtiendo la actua-lidad económica en una suce-sión de indicadores, cifras,análisis de coyuntura empresa-rial, etc., que muchas vecesayudan poco, cuando no la en-torpecen, a la comprensión delos verdaderos mecanismos defuncionamiento de la eco-nomía, los negocios y las fi-nanzas38. Esos mecanismos

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tienen que ver con el largoplazo, con el análisis de las in-terrelaciones entre indicadoresy acontecimientos en eltiempo, y con los procesos en-cadenados más que con la in-formación sobre hechos ais-lados39. Si falta en los mediosla perspectiva temporal y lacontextualización rigurosa,desde el conocimiento cientí-fico, de los acontecimientoseconómicos, muchas veces ca-rece el análisis de los especia-listas de la necesaria referenciaal sentido político, social y hu-mano del acontecer econó-mico40.

Milton Friedman, refirién-dose a su etapa como colum-nista de Newsweek, señalabaque una de las lecciones quehabía aprendido gracias a lalabor de divulgación era que“las perspectivas desde las quese puede abordar, casi cualquierasunto, son muy numerosas.No existe eso que podría-mos denominar un tema pura-mente económico”41. Aunqueno haya que trabajar como pe-riodista para darse cuenta deese hecho, sí es cierto que unode los retos periodísticos másimportantes es dar sentido a laEconomía, en la vida diaria delas personas, más allá de suámbito propio, como ciencia

de los medios, poniéndola enrelación con fines humanos ysociales42. Frente al econo-mista, que en general aplica suvisión “paretiana” del acontecereconómico a la actualidad, elperiodista tiene la responsabi-lidad de plantear, desde un co-nocimiento profundo de la rea-lidad y sin planteamientossimplistas, consideraciones an-cladas en valores como la jus-ticia, la solidaridad o el respetoa la dignidad humana. De otraforma, puede transmitirse laerrónea impresión de que laEconomía, como sistema, seimpone necesariamente, fun-ciona de forma mecánica almargen de la actuación de laspersonas -incluso al margen desus problemas-, y de forma au-tónoma respecto a ámbitoscomo el social o el político43.Una manifestación concreta deesta situación, entre otras mu-chas, es la escasa informaciónsobre asuntos económicospoco cuantificables, sobre fe-nómenos relevantes pero sobrelos que se carece de la infor-mación estadística necesariapara el “análisis económico ri-guroso”44.

Un tercer problema de pers-pectiva que enfrenta a perio-distas y economistas tiene quever con la práctica informativa

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de que las “buenas noticias noson noticia” -o al menos noson tan noticia como otras-.Normalmente los medios nosólo dedican más atención alas “malas” noticias -problemaseconómicos, previsiones nocumplidas, crisis, etc.-, sinoque además tienden a “drama-tizar” en exceso la realidad.Estas son algunas críticas ha-bituales de los economistashacia la cobertura periodísticade los temas de actualidad.Respecto a la primera, existenestudios que confirman el au-mento del interés de los me-dios por la Economía en perío-dos de crisis; por lo que se re-fiere a la segunda, la crítica sedirige más a los medios gene-ralistas que a los especiali-zados, aunque en todos la ne-cesidad de captar la atencióndel lector lleva casi necesaria-mente a procesos de “simplifi-cación y exageración” de lostemas de actualidad. HerbertStein, sintetizando estas doscríticas, señalaba: “La prensacomunica una visión excesiva-mente dramática, ansiosa y ne-gativa de la Economía”45.Como en otros de los pro-blemas planteados en esteapartado, la naturaleza propiade la actividad periodística esresponsable de estas limita-

ciones. Y ciertamente no es elperiodismo económico, frentea otras especializaciones, unperiodismo muy dado a mag-nificar lo negativo y al sensa-cionalismo. Es más, en oca-siones, sobre todo en áreascomo la información empresa-rial, la crítica puede ser másbien la de la existencia de unaexcesiva simpatía hacia el éxitoempresarial y una cierta ce-guera ante las miserias de losnegocios.

Desde el punto de vista dela divulgación científica, las re-flexiones anteriores tienentambién su importancia. Sepuede pensar que los mediosde comunicación tienen másinterés en las controversias queen el consenso científico. Y asíha sido en períodos en los quedoctrinas económicas enfren-tadas trataban de lograr el be-neplácito científico y del pú-blico. Paul Samuelson poníade manifiesto este hechocuando comentaba la invita-ción de Newsweek para que es-cribiera una columna regularde corte keynesiano, comocontrapunto a la columna mo-netarista de Milton Fried-man46. En su intento por mos-trar interpretaciones variadasde la actualidad, en un ámbitocomo el de la Economía,

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donde de hecho existen abun-dantes temas objeto de contro-versia académica, los mediosde comunicación puedenacabar dando la impresión deque todo es opinable -máximecuando no es difícil encontrarvisiones interesadas que de-fienden casi cualquier postura,al margen del consenso cientí-fico-. También se puede dar lasituación contraria: que entemas donde no existe eseconsenso, se informe, por des-conocimiento o por interés,dando la impresión de que laciencia económica ofrece unaexplicación única al respecto.Ante estos problemas, la co-munidad científica comparteresponsabilidad con los perio-distas. En las últimas décadashan sido numerosos los llama-mientos, dentro de la profe-sión económica, para trabajarmás sobre lo que une quesobre lo que separa, tantodesde el punto de vista de lainvestigación científica comode la divulgación y la acciónpública47. Sería deseable queeste objetivo se alcanzase, yque a través de los medios decomunicación, como conse-cuencia, se pudiese transmitircon rigor cuáles son los princi-pios sobre los que no hay dis-

cusión científica, y cuálessobre los que sí la hay48.

3. CIENCIA,DIVULGACIÓN YCULTURA ECONÓMICA

¿ POR QUÉ HABRÍA quetratar de favorecer el en-cuentro entre Periodismo

y Economía? O dicho de otraforma: ¿qué consecuencias sederivan de la situación ex-puesta, que justifiquen el es-fuerzo de acercamiento entreambas disciplinas? Al fin y alcabo, se puede argumentar quedesde la óptica de las cienciaseconómicas, para su propiodesarrollo científico, sería sufi-ciente con trabajar para conse-guir el “aplauso” de la comu-nidad científica en general; ydesde la perspectiva del perio-dismo, también bastaría conmejorar las técnicas de cober-tura de un área especializada,pero sin preocuparse por lascomplejidades y exigenciaspropias de la informacióncientífica. La respuesta es queambas actividades, por muydiferentes que parezcan, cum-plen una función social, al ser-vicio de la verdad, y en esecumplimiento se necesitanentre ellas.

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Tanto individualmente co-mo en su condición de ciuda-dano, toda persona, al menosen entornos de libertad, tieneque tomar decisiones econó-micas muy variadas. Comoconsumidores, votantes o en eldesempeño de actividades pro-fesionales, diariamente ha-cemos elecciones que presu-ponen un cierto conocimientode cómo funciona el sistemaeconómico. Necesitamos, portanto, una cierta “cultura eco-nómica” para manejarnos ensociedad -muchos estarían deacuerdo en que cada vez esmás necesaria, sobre todo conla tendencia a la “economiza-ción” de la política-, y cabe su-poner que cuanto más pro-funda sea esa cultura mejores,o al menos más fundamen-tadas, serán las decisiones quese adopten. En este sentido, laresponsabilidad social de eco-nomistas y periodistas es ele-vada. Como señalan Kurdas yMajewski, si los profesionalesde la Economía no son cons-cientes de esa responsabilidad“se corre el riesgo de que laprofesión y sus descubri-mientos acaben siendo irrele-vantes para el público”49. Porsu parte, si los profesionalesdel Periodismo no asumen lafunción didáctica, desde un

conocimiento sólido, que tienela información de actualidadsobre temas económicos, sepuede estar siendo utilizadopara difundir visiones intere-sadas de la realidad, que pocoo nada tienen que ver con lasverdaderas necesidades de in-formación de la ciudadanía.

El resultado de la divulga-ción económica que se hahecho hasta el momento noparece que sea muy alentador.En un país como EstadosUnidos, donde ambas profe-siones han alcanzado un grannivel de desarrollo, y dondeprobablemente más se ha tra-bajado en la colaboraciónentre Periodismo y Economía,la cultura económica de la ciu-dadanía no alcanza el nivelque sería deseable. Una re-ciente investigación deWalstad demuestra esta situa-ción, con datos como el si-guiente: sólo uno de cada tresnorteamericanos adultos sabeque el índice de precios al con-sumo es el índice más amplia-mente utilizado para medir lainflación, o que la Reserva Fe-deral es la responsable de esta-blecer la política monetaria50.El panorama no es muy dis-tinto en otras latitudes. EnGran Bretaña, varios investi-gadores de la Universidad de

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Liverpool llegan a similaresconclusiones, en este casocentrándose en el nivel decomprensión, más o menosprofundo, de los procesoseconómicos51. A finales de losaños setenta, Adoni y Cohenconcluían a partir de una in-vestigación realizada entreadultos en Israel: “La mayoríadel público tiene un conoci-miento y una comprensiónmuy pobre de los conceptoseconómicos básicos, repetidoshasta la saciedad en los dife-rentes medios de comunica-ción”52. En general, por tanto,se puede decir que quedamucho por hacer en la nece-saria mejora de la culturaeconómica de las personas.

Obviamente, existen másmotivos que los analizados eneste trabajo para explicar lasituación descrita, entre ellosla consideración de los conte-nidos económicos que setransmiten a través del sis-tema educativo. Pero tambiénes cierto que los medios decomunicación juegan unpapel fundamental en losprocesos de aprendizaje entorno a multitud de asuntosde interés público. De hecho,la manera en que los mediosconceptualizan la economíapuede ser un buen punto de

partida para avanzar en ellogro de esa meta53.

4. CONCLUSIONES

PARECE DE SENTIDO

común que no sepueda aspirar a abarcar

la complejidad de la Eco-nomía desde los medios decomunicación, como es desentido común que no sepueda profundizar en los en-tresijos teóricos de muchasotras ciencias en las páginasde los periódicos o en losprogramas de radio y televi-sión. Sin embargo, cabe es-perar que no sea una quimerapoder informar con rigor yprofundidad sobre temas eco-nómicos, y que quien lo haga-sea un periodista económico,o un economista académico-no tenga por qué renunciar ala correspondiente considera-ción profesional por hacerlo.Asimismo, sería deseable quea través de esa actividad dedivulgación mejorase la cul-tura económica de la pobla-ción, a partir de conoci-mientos sólidamente fun-dados y respaldados por losavances que se producen enlas ciencias económicas. Eldesencuentro entre Perio-

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dismo y Economía no hacesino dificultar esos procesos54.

A la luz de lo expuesto enlas páginas anteriores, sepueden destacar algunos retosque tienen ante sí ambas dis-ciplinas, la periodística y laciencia económica, para su-perar las barreras que les se-paran.

En primer lugar, existe unreto de formación para ambosprofesionales. Por lo que serefiere al periodismo, la exi-gencia de mejorar la forma-ción económica de los profe-sionales de la informaciónlleva planteada casi un siglo,sin que se hayan logradoavances significativos hastahace muy poco tiempo. Dehecho, hoy sigue siendo unade las principales asignaturaspendientes para conseguiravances significativos en elencuentro entre Periodismo yEconomía55. También la for-mación de los economistas, oal menos de parte de la profe-sión, requeriría, para hacerjusticia al impacto social desu trabajo e investigación,una mayor atención a los pro-cesos de difusión de informa-ción e ideas, y a los meca-nismos de conversión de losavances científicos en pro-

puestas convincentes de ac-ción pública.

En segundo lugar, existe lanecesidad de profundizar enla colaboración entre econo-mistas y periodistas, entre lacomunidad académica y pro-fesional y los medios de co-municación. La colaboracióndebería darse de forma másestrecha en ámbitos como elde la formación, la creaciónde contenidos económicospara los medios, la “mezcla”profesional -ni las redac-ciones compuestas sólo porperiodistas, ni exclusivamentepor economistas-, y en mu-chas otras áreas donde sehace necesario el trabajo con-junto para servir mejor a lasociedad.

Por último, se debe afrontarla tarea de la divulgación eco-nómica, desde la informaciónde actualidad y desde el desa-rrollo científico, con el co-mún objetivo de mejorar esoque hemos denominado “cul-tura económica” de la so-ciedad. En esa tarea, es fun-damental avanzar en la supe-ración de los problemas queplantea la complejidad, lafalta de atractivo y la nece-sidad de contextualización dela actualidad económica, conla búsqueda del equilibrio

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entre las exigencias informa-tivas propias del trabajo pe-riodístico y las exigencias

educativas que plantea unámbito de conocimientocientífico.

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1 Cfr., Quesada Pérez, Montserrat(1998), Periodismo especializado, Edi-ciones Internacionales Universitarias,Madrid, p. 59.

2 Lo cierto es que algunos temas eco-nómicos pueden aparecer ocasional-mente en secciones de ciencia y tec-nología, pero lo normal es que setraten en espacios informativos autó-nomos. A pesar de ello, hay autoresque reconocen la vertiente científicaque tiene la información sobre eco-nomía. Cfr., Calvo Hernando, Ma-nuel (1977), Periodismo científico, Pa-raninfo, Madrid, pp. 212-216.

3 A pesar del aparente interés deltema, es escasa la investigación entorno a la comunicación de aconteci-mientos e ideas económicas, tantodesde la perspectiva de los medios decomunicación como de la recepciónpública de los trabajos e investiga-ciones de los economistas. Cfr., Co-lander, David C. y Coats, A.W. (eds.)(1989), The Spread of Economic Ideas,Cambridge University Press, NuevaYork, 1989, p. 1; Gavin, Neil T. (ed.)(1998), The Economy, Media and Pu-blic Knowledge, Leicester UniversityPress, Londres, p. 2.

4 Para una introducción a los dis-tintos modelos que se pueden teneren cuenta al considerar los procesosde divulgación científica, vid.,Bucchi, Massimiano (1998), Scienceand the Media. Alternative routes inscientific communication, Routledge,Londres, pp. 1-32.

5 Cfr., Dovifat, Emil (1960), Perio-dismo, Vol. I., UTEHA, México, p.41.

6 Para un completo análisis del naci-miento y desarrollo de este tipo depublicaciones, vid., Nieto, Alfonso(1984), La prensa gratuita, EUNSA,Pamplona, pp. 21-110; McCusker,John J. Y Gravesteijn, Cora (1991),The Beginnings of Commercial and Fi-nancial Journalism. The CommodityPrice Currents, Exchange Rate Cu-rrents, and Money Currents of EarlyModern Europe, Neha, Amsterdam.

7 Vid., por ejemplo, Irwin, DouglasA. (1996), Against the Tide. An Inte-llectual History of Free Trade, Prin-ceton University Press, Princeton, pp.43-63.

8 Cfr., Schumpeter, J. A. (1994), His-toria del Análisis Económico, (Versiónespañola a cargo de Manuel Sa-cristán, con la colaboración de JoséA. García Durán y Narcis Serra, conprólogo de Fabián Estapé), Ariel,Barcelona, p. 270.

9 Fetter comentaría en 1925 que laEconomía Política nunca había al-canzado tanto prestigio público comoen Inglaterra durante la primeramitad del siglo XIX. Cfr., Fetter,Frank A. (1925), “The Economistsand the Public”, The American Eco-nomic Review, Vol. XV, nº 1, p. 17.

10 Para un acercamiento a la acti-vidad periodística de estos y otrosmuchos autores británicos durante losdos primeros tercios del siglo XIX,vid., Vissink, H.G.A (1985), Eco-nomic and Financial Reporting in En-gland and the Netherlands. A Compa-rative Study over the Period 1850 to1914, Van Gorcum, Assen/Maas-tricht, pp. 7-20; Parsons, W. (1989),The Power of Financial Press. Journa-

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lism and Economic Opinion in Britainand America, Edward Elgar, Al-dershot, pp. 7-20; Arrese, A. (1995),La identidad de The Economist,EUNSA, Pamplona, pp. 66-218.

11 Cfr., por ejemplo, Parrish, John B.(1967), “Rise of Economics as anAcademic Discipline: The FormativeYears to 1900”, The Southern Eco-nomic Journal, Vol. XXXIV, nº 1, pp.1-16.

12 Citado en Vissink, H.G.A., op.cit., pp. 170-172.

13 Vid., Winch, Donald (1990), “ACentury of Economics”, en Hey,John D. y Winch, D., A Century ofEconomics. 100 Years of the Royal Eco-nomic Society and The EconomicJournal, Basil Blackweel, Oxford, p.3; Stigler, George J., Stigler, StephenM. y Friedland, Claire (1995), “TheJournals of Economics”, Journal ofPolitical Economy, Vol. 103, nº 2, pp.331-332.

14 Cfr., Stigler, George J. (1982), Eleconomista como predicador y otros en-sayos, (Traducción de Jorge Pascual),Ediciones Folio, Barcelona, pp. 9-26.

15 Vid., Hall, P.A. (ed.) (1989), ThePolitical Power of Economic Ideas: Key-nesianism across Nations, PrincetonUniversity Press, Princeton.

16 Cfr., Emmison, M. (1983), “TheEconomy: Its Emergence in MediaDiscourse”, en Davis, H. y Walton, P.(eds), Language, Image, Media, Black-well, Oxford, pp. 139-155.

17 Cfr., Parsons, Wayne, op. cit., pp.48-112.

18 Cfr., Malabre, Alfred L. Jr. (1994),Lost Prophets. An Insider´s History ofthe Modern Economists, Harvard Bu-

siness School Press, Boston, Mass.,pp. 141-202.

19 “De forma creciente, mucha de lainvestigación de los economistas sebasa en matemáticas y econometríarealmente esotéricas que muchos eco-nomistas, no digamos ya la gentecomún, nunca llegan a comprender”,Reese, Albert (1986), “The Market-place of Economic Ideas”, AmericanEconomic Review. Papers and Procee-dings, Vol. 76, nº 2, p. 140.

20 A efectos de este trabajo, centradoen la divulgación científica, no seaborda un asunto de vital impor-tancia como es el de la participaciónen los medios, cada vez creciente, deeconomistas que defienden particu-lares intereses –políticos, empresa-riales, ideológicos- desde su trabajo alservicio de organizaciones de diversotipo. Esta cuestión no sólo planteaproblemas en el proceso de difusiónde información, juicios e ideas através de los medios, sino que planteatambién serios dilemas desde elpunto de vista del ejercicio de unaprofesión, la de economista, basadaen un conocimiento científico. Aquí,por supuesto, entraría de lleno eljuicio sobre decisiones políticas queafectan al ámbito económico. Cfr.,Silk, Leonard S. (1972), “Truth vs.Partisan Political Purpose”, AmericanEconomic Review. Papers and Procee-dings, Vol. LXII, nº 2, pp. 376-378;Herman, Edward S. (1982), “TheInstitutionalization of Bias in Econo-mics”, Media, Culture and Society, 4,pp. 275-291.

21 Cfr., Krugman, Paul (1994), Pedd-ling Prosperity. Economic Sense andNonsense in the Age of Diminished Ex-

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pectations, W.W. Norton Company,Nueva York, pp. 10-15.

22 Cfr., Nicholson, J.S. (1894), “Poli-tical Economy and Journalism”, TheEconomic Journal, Vol. IV, nº 15, pp.393-405.

23 “Economics and Journalism”, TheEconomist, 30 de Mayo de 1894, p.794.

24 Weinstein, Michael (1992), “Eco-nomists and the Media”, Journal ofEconomic Perspectives, Vol. 6, nº 3, pp.73. Es relativamente fácil encontrartestimonios significativos en esamisma dirección. Robert J. Barro, trasreconocer que en su caso ha podidocompatibilizar sus trabajos acadé-micos con una cierta actividad perio-dística, sin especiales problemas, re-lata el siguiente suceso: “El únicocontratiempo que he tenido ocurriódurante una reunión de la AmericanEconomic Association, en enero de1994, cuando Bob Solow, del MIT,me acusó de estar comportándomecomo un periodista, descripción que,estoy casi seguro, pretendía ser un in-sulto”. Barro, Robert J. (1997), Elpoder del razonamiento económico.Cómo entender la economía, Colegio deEconomistas de Madrid-CelesteEdiciones, Madrid, p. 9.

25 Cfr., Price, L.L. (1901), “Econo-mics and Commercial Education”,The Economic Journal, Vol. XI, pp.520-536.

26 Citado en Krugman, Paul (1998),The Accidental Theorist. And OtherDispatches from the Dismal Science,W.W. Norton & Company, NuevaYork, p. 8.

27 “Un principio fundamental paraestas personas [los periodistas] es que

los libros sobre economía no debencontener lo que ellos consideran queson ‘altas matemáticas’. Por algunarazón, que no alcanzo a comprender,los diagramas elementales pueden,ocasionalmente, pasar el filtro, peropara una x o una y, no digamos yapara una F, no hay merced alguna.(...) La idea de quienes hacen recen-siones periodísticas de que los librosprofesionales sobre economía no de-berían contener ‘alta matemática’ essólo un ejemplo particular de unaidea más amplia; la de que estos li-bros, a diferencia de las obras acadé-micas sobre física o química, que seacepta que no puedan ser valoradassin algún tipo de formación especialen esos campos, deberían ser com-prensibles para ellos”. Pigou, A.C.(1941), “Newspaper Reviewers, Eco-nomics and Mathematics”, The Eco-nomic Journal, Vol. LI, nº 202-3, pp.277 y 280. Llama la atención elhecho de que cincuenta años despuésla crítica sigue planteada en losmismos términos. Muchos perio-distas siguen pensando que “los pro-blemas susceptibles de ser abordadoscon soluciones matemáticas son amenudo artificiales”. Carns, Frede-rick S. Jr. (1991), “Journalism´s ShamEconomic Commentary”, Challenge,November-December, p. 56.

28 Solow, Robert M. (1989), “HowEconomic Ideas Turn to Mush”, enColander, David C. y Coats, A.W.(eds.), op. cit., p. 80.

29 “Se podría concluir que, en ge-neral, gran popularidad y profundainfluencia son rivales, no socios”. Sti-gler, George J. (1976), “Do Econo-mists Matter?”, Southern EconomicJournal, Vol. 42, nº 3, p. 354. Añosantes, otro gran economista, Paul A.

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Samuelson, en la Conferencia Anualde la American Economic Association,había cerrado su intervención sobre lafunción del economista académico enla sociedad con las siguientes pala-bras: “En el largo plazo, el econo-mista académico trabaja por la únicamoneda que merece la pena –nuestropropio aplauso”. Samuelson, Paul(1962), “Economists and the Historyof Ideas”, American Economic Review,Vol. LII, nº 1, p. 18.

30 Krugman, Paul (1998), The Acci-dental Theorist..., op. cit., p. 9.

31 Kilgore, Bernard (1963), “TheChallenge of Communication inEconomics”, Journalism Quarterly,Vol. 40, p. 431.

32 Cfr,. Quirt, John (1993), The Pressand the World of Money, Anton/Cali-fornia-Courier, California, p. 205.

33 Cfr., por ejemplo, Corner, John(1998), “Television News and Eco-nomic Exposition”, en Gavin, Neil T.(ed.), op. cit., pp. 53-70; Goddard,Peter, “Press Rhetoric and EconomicNews: a Case Study”, en Gavin, NeilT. (ed.), op. cit., pp. 71-89.

34 “La tensión entre abstracción yconcreción, lógica e intuición, cien-cias y humanidades, es más que unsimple inconveniente a la hora dehacer ciencia económica; es más biensu característica definitoria como áreade investigación. El problema no es laexistencia de esta tensión, sino la di-vergencia entre la percepción oficialdel mundo académico y la realidad alrespecto. La tensión continuada entreaparato metodológico y área de inves-tigación habitualmente se niega,como si se temiese que ese fuese unsigno de inadecuación de la disciplina

a imaginarios estándares de cienti-fismo”. Keppler, J. H. (1998), “Eco-nomists and Language”, History ofEconomic Ideas, Vol. VI, nº 3, p. 37.

35 Vid., entre otros, McCloskey, D.(1983), “The Rhetoric of Econo-mics”, Journal of Economic Literature,Vol. XXI, pp. 481-517; McCloskey,D. (1985), The Rethoric of Economics,The University of Wisconsin Press,Wisconsin; McCloskey, D. (1990), IfYou’re So Smart. The Narrative of Eco-nomic Perspective, The University ofChicago Press, Chicago.

36 Cfr., McCloskey, D. (1985), TheRhetoric of Economics..., op. cit., pp.180-181.

37 Cfr., Stein, Herbert (1975),“Media Distorsions: a Former Offi-cial´s View”, Columbia Journalism Re-view, March/April, p. 37.

38 “Los periodistas tienen el deber detematizar y dar relevancia a los acon-tecimientos de actualidad. Los eco-nomistas no trabajan bajo tales con-diciones. Una consecuencia impor-tante de esto es que aspectos o pro-blemas económicos que podrían serefímeros o poco trascendentales parael profesional de la Economía puedenser interpretados de forma opuestapor el periodista”. Meyer, John R.(1972), “Communications Gap Na-rrows but Persists”, American Eco-nomic Review. Papers and Proceedings,Vol. XLII, nº 2, p. 379.

39 Tanto periodistas como econo-mistas han coincidido tradicional-mente en la necesidad de mejorar elanálisis y la reflexión en torno a ten-dencias, procesos económicos, etc. através de los medios de comunica-ción. Incluso aceptando que la infor-

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mación económica ha mejorado encantidad y calidad en las últimas dé-cadas, sigue habiendo mucho quehacer en la difusión de conocimientoy análisis económico. Cfr., VV.AA.(1972), “Economists Consider Eco-nomic Reporters and Viceversa: ADiscussion”, American Economic Re-view. Papers and Proceedings, Vol.LXII, nº 2, pp. 373-385; VV.AA.(1980), “Economists on Reporting.Reporters on Economists”, Was-hington Journalism Review, July/Au-gust, pp. 28-31; VV.AA. (1986),“Roundtable on Economic Educa-tion: Increasing the Public´s Unders-tanding of Economics”, AmericanEconomic Review, Papers and Procee-dings, Vol. 76, nº 2, pp. 138-144;Weinstein, M., op. cit., pp. 73-77.

40 Cfr., Nelson, Robert H. (1987),“The Economics Profession and theMaking of Public Policy”, Journal ofEconomic Literature, Vol. XXV,March, p. 51.

41 Friedman, Milton (1972), An Eco-nomist´s Protest. Columns in PoliticalEconomy, Thomas Horton and Com-pany, Nueva Jersey, p. ix.

42 William J. Eaton, corresponsal enWashington de Los Angeles Times, co-mentaba en 1980: “Los principalesproblemas en la cobertura de temaseconómicos tienen que ver con la ca-pacidad para penetrar en la avalanchade estadísticas, para discernir las ten-dencias de la coyuntura, e informarde todo ello con el debido énfasissobre su impacto en la vida de laspersonas”. Eaton, William J. (1980),“Reporters on Economics”, Was-hington Journalism Review, July/Au-gust, p. 30.

43 Sobre este peligro, vid., Emmison,M. (1983), op. cit., pp. 139-155;Jensen, Klaus B. (1987), “News asIdeology: Economic Statistics andPolitical Ritual in Television NetworkNews”, Journal of Communication, Vol.37, nº 1, pp. 8-27; Rae, John y Drury,John (1993), “Reification and Evi-dence in Rhetoric on Economic Re-cession: Some Methods Used in theUK Press, Final Quarter 1990”, Dis-course & Society, Vol. 4, nº 3, pp. 329-356.

44 Recientemente, en conversacióncon el director de la sección de eco-nomía de un prestigioso diario eu-ropeo, el Neue Zurcher Zeitung -conuna redacción compuesta exclusiva-mente por doctores en Economía- seaducía esta razón, entre otras, paraexplicar la escasa atención periodís-tica que recibe el Tercer Sector, osector no lucrativo, que por otra partecada vez es más relevante en la provi-sión de bienes y servicios tanto en laseconomías desarrolladas como en lasque no lo están.

45 Citado en, Harrington, David E.(1989), “Economic News on Televi-sion. The Determinants of Cove-rage”, Public Opinion Quarterly, Vol.53, pp. 17-18.

46 Samuelson aceptó el trabajo, perodejando claro que su intención eraanalizar los acontecimientos de ac-tualidad desde la perspectiva de uneconomista profesional, no de un po-lemista: “Mis columnas estaban es-critas con la intención deliberada deque no representasen el punto devista de un polemista. Lo que menospretendía yo era la conversión dellector. Más que intentar comprimir larealidad en los límites deformantes de

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simples sermones, me proponía re-flejar la interesante variedad de pro-blemas económicos”. Samuelson, Paul(1987), Economía desde el corazón,Ediciones Folio, Barcelona, p. 7.

47 Cfr., por ejemplo, Silk, Leonard S.(1964), “Efficiency in the Teaching ofEconomics: The Problem of Com-munication”, American Economic Re-view. Papers and Proceedings, Vol.LIV, nº 3, pp. 602-603; Cairncross,Sir Alec (1985), “Economics inTheory and Practice”, American Eco-nomic Review. Papers and Proceedings,Vol. 75, nº 2, p. 13; Tarascio, Vicent J.(1997), “The Problem of Knowledgein Economics”, Southern EconomicJournal, Vol. 64, nº 1, pp. 15-17.

48 En el debate organizado por laAmerican Economic Association a prin-cipios de los años setenta, citado yaen varias ocasiones en este trabajo,Richard F. Janssen, desde la perspec-tiva del periodista económico, con-cluía: “Si llegara el día en que un pe-riodista pudiese escribir una frase quecomenzase con la expresión ‘los eco-nomistas creen’, sin provocar la carca-jada general, probablemente ese díadesaparecerían buena parte de losproblemas entre la prensa y la profe-sión económica que hacen necesarioun panel de discusión como éste”.Janssen, Richard F. (1972), “Friendswith Points of Friction and Misun-derstanding”, American Economic Re-view. Papers and Proceedings, Vol.LXII, nº 2, p. 388.

49 Kurdas, Ch. y Majewski, R.(1994), “The Rethoric of a Professionand Path Dependency. Can Econo-mists Have Their Theory and FreeSpeech Too?”, Review of PoliticalEconomy, Vol. 6, nº 3, p. 353.

50 Cfr., Walstad, William B. (1996),“Economic Knowledge and the For-mation of Economic Opinions andAttitudes”, en Lunt, Peter yFurnham, Adrian (eds.), Economic So-cialization: The Economic Beliefs andBehaviours of Young People, E. Elgar,Cheltenham, pp. 162-182, citado enBlendon, Robert J. et. al. (1997),“Bridging the Gap Between the Pu-blic’s and Economists’ Views of theEconomy”, Journal of Economic Pers-pectives, Vol. 11, nº 3, p. 116.

51 Cfr., Goddard, Peter; Corner,John; Gavin, Neil T. y Richardson,Kay (1998), “Economic News andthe Dynamics of Understanding: theLiverpool Project”, en Gavin, Neil T.(ed.), op. cit., pp. 32-34.

52 Adoni, Hanna y Cohen, Akiba A.(1978), “Television Economic Newsand the Social Construction of Eco-nomic Reality”, Journal of Communi-cation, Autumn, p. 68.

53 Cfr., VanSickle, Ronald L. (1981),“Implicit Operational Definitions ofEconomic News Literacy in thePrinted News Media”, Social Educa-tion, January, pp. 68-73.

54 La situación no es muy distinta a laque se produce en otros ámbitos de in-formación científica. Vid., por ejemplo,Gunter, Barrie, Kinderlerer, Julian yBeyleveld, Deryck (1999), “The Mediaand Public Understanding of Biotech-nology. A Survey of Scientists andJournalists”, Science Communication,Vol. 20, nº 4, pp. 390-393.

55 Cfr., entre otras muchas refle-xiones sobre esta materia, Hamilton,James T. y Kalt, Joseph (1987), FACS& FORD Study of Economic and Busi-ness Journalism, Department of Eco-

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nomics and Kennedy School of Go-vernment, Harvard University, Cam-bridge, Mass.; Del Río, Rosa (1999),

La profesionalización de la informacióneconómica en España, APIE, Madrid,pp. 45-54.

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