joseph sheridan le fanu, heredero de la tradición gótica

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JosephSheridanLeFanu,herederodelatradicióngótica,noshalegadounacolecciónincomparablederelatosdondeabundanlosmisteriosescabrosos,lascrónicasdefantasmasyelterrorsobrenatural.LeFanuestáconsideradocomo el iniciador de la «ghost story» contemporánea, rodeando susnarracionesdeunmundoestéticamentecoherenteenelquelosobrenaturalfuese un fenómeno natural, demanera que también puede considerárselecomoelcreadordelcuentodemiedorealista.Imaginóunadelaspesadillasmásilustresdelgénerodevampiros:Carmilla,lafascinantemujervampiro,ydiovidaaunpersonajesingular:eldoctorMartinHesselius,queprefiguraalos detectives ocultistas profesionales a la manera de Van Helsin, elcazavampiros de Drácula, John Silence de Blackwood, Carnacki deHodgson, etc. La presente selección sigue los pasos de la iniciada conDickon el diablo (número 11 de esta colección), y recoge una serie decuentos en los que lo sobrenatural anida como un animal en su medioambiente,muchosdeellosnarradoscomocrónicasquesecuentanalamordelalumbreenlasnochesdeinvierno.

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JosephSheridanLeFanu

LahabitacióndelDragónVoladorYotroscuentosdeterrorymisterio

Valdemar:Gótica-28

ePubr1.2Titivillus21.12.16

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Títulooriginal:TheRoomintheDragonVolantJosephSheridanLeFanu,1998

Editordigital:TitivillusePubbaser1.2

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L

PRÓLOGO

a obra de Sheridan Le Fanu, aunque quedó relegada al olvido en los añosposterioresasumuerte,sehaconvertidoconeltiempoenalgoimprescindible

enlasantologíasocoleccionesdeliteraturasobrenaturalydeterror,gracias,engranmedida, a la labor de otro de los grandes del cuento espeluznante, que la dio aconocer al gran público: M. R.James. Descendiente de una familia hugonoteemigradaaDublínen1730,LeFanu (1818-1873) consagró casi toda suvida a lasletrasya laboreseditoriales,despuésdehabersegraduadoenelTrinityCollegedeDublínyhaberejercidolacarreradelasleyesdurantepocotiempo.Delasrevistasyperiódicos que publicó a lo largo de su vida cabe destacar el Dublin UniversityMagazine, que fue conocido y apreciado internacionalmente. Parece que nuncaabandonó Dublín, y su vida estuvo marcada por la ausencia de acontecimientosexteriores,loqueseacentuótraslamuertedesumujer.Acabóconvirtiéndoseenunauténticoreclusoquenisiquierafrecuentabaasusamigosmásíntimos,dedicándosea escribir sus narraciones en la oscuridad y ameditar sobre cuestiones espiritualesrelacionadas con la filosofía deSwedenborg, por lo cual empezaron a llamarle «elpríncipe invisible».LeFanufueunautorprolífico;escribiócatorcenovelas, treintarelatos cortos, algunas baladas y numerosos artículos.Muchas de sus novelas hansido olvidadas; sin embargo, algunas de ellas siguen siendomuy apreciadas en laactualidad:Uncle Silas, TheHouse byChurchyard yWylder’sHand. Pero es en elrelatocortodondesobresaleconbrillantezelartenarrativodeLeFanu,yalgunasdesus creaciones permanecen como auténticas obras maestras del género. CitemossimplementeCarmilla—precursora insignede lasmujeresvampiro—yGreenTea,en las cuales aparece otra de las grandes creaciones de Le Fanu: el doctorMartinHesselius,investigadordelosobrenatural.

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LAHABITACIÓNDEL«DRAGÓNVOLADOR»

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E

PRÓLOGO

l curioso caso que voy a exponerles lo trata el doctor Hesselius de manerapenetrante,ymásdeunavez,ensuextraordinarioensayosobrelasdrogasenla

oscuraEdadMedia.En este ensayo, que el autor titula Mortis Imago, se trata acerca del Vinum

laetiferum, la Beatifica, el Somnus Angelorum, el Hypnus Segarum, el AguaThessalliae y otras veinte infusiones y destilaciones, conocidas de los sabios quevivieronhaceochocientosaños,dosdelascuales,segúnél,aúnsonutilizadasporlacofradíadelosladrones,segúnrevelanavecesinvestigacionespoliciales.

Elensayoencuestión,MortisImago,ocupará,sinomeequivoco,dosvolúmenes,elnovenoyeldécimo,delasobrascompletasdeldoctorMartinHesselius.

Deboseñalar,paraconcluir,quedichoensayoestácuriosamenteenriquecidoconabundantescitasdepoemasy textosmedievales, lasmás interesantesde lascuales,porextrañoquepuedaparecer,sonegipcias.

He seleccionado este caso particular entre muchos otros igualmentesorprendentes, pero, a mi entender, menos interesantes desde el punto de vistanarrativo;heescogidoestaformaderelatoparticularsimplementeporquemeparecemásentretenida.

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E

CAPÍTULOPRIMERO

Enruta

nelañodegraciade1815yoacababadeheredar,conveintitrésañosdeedad,unasustanciosacantidadenfondosconsolidadosyotrosvaloresbursátiles.La

primeracaídadeNapoleónhabíaabiertoelcontinenteeuropeoalosviajerosingleses,presuntamente deseosos de instruirse a través del conocimiento directo de otrospaíses; y yo—superado definitivamente el ligero «jaque de los cien días» por elgeniodeWellingtonenelcampodeWaterloo—mesuméaaquellariadahumanaenbuscadeenseñanzas.

Viajaba yo en la posta deBruselas aParís, siguiendo, creo, el itinerario que elejércitoaliadohabíaseguidohacíatansólounassemanas—unnúmeroincreíbledecarruajeshaciendolamismaruta—.Imposiblemirarhaciaadelanteohaciaatrássindivisar las nubes de polvo levantadas por la marea de vehículos. Adelantábamosconstantemente caballos de relevo que volvían, extenuados y polvorientos, a lasposadas donde los habían alquilado. Eran tiempos difíciles para aquellos pacientesservidorespúblicos.TodoelmundoparecíadirigirseaParísenposta.

Yodeberíahaberobservadoelpaisajeconmayoratención,peromicabezaestabatanllenadeParísydelfuturoquepaséporallíconpocapacienciaymenosatención;contodo,calculoquefaltaríanunosseiskilómetrosparallegaraunpintorescopueblofronterizo—cuyonombre,comoelde tantosotros lugaresmás importantespor losque pasé en aquel viaje apresurado, he olvidado— y unas dos horas para que sehicieradenochecuandollegamosalaalturadeunvehículoquealparecersehallabaenapuros.

Nohabíallegadoavolcar,perolosdoscaballosdecabezaestabancaídosporelsuelo.Lospostillones, calzados conbuenasbotas, sehabíanbajado, ydos criados,queparecíanpocoavezadosenaquel tipodeemergencias,sedisponíanaprestarlesayuda. Una bonita cabeza de mujer tocada asomaba por la ventana del vehículosiniestrado. Su tournure, y la de los hombros que también se entrevieron unosinstantes, eracautivadora.Asíquedecidídesempeñarelpapeldebuen samaritano:mandédetenerseamisotacochero,meapeéy,asistidopormicriado,echégustosounamanoa los siniestrados.Pero, ¡ay!, ladamadelbello tocado llevabaun tupidovelonegroynopudevermásquelafiligranadelencajemientrasseretiraba.

Casi al mismo tiempo, un caballero anciano y enjuto sacó la cabeza por laventanilla. Parecía estar enfermo, pues, aunque hacía calor, iba embozado en unabufandanegraqueletapabalasorejasylanariz.Bufandaquesebajóunosinstantesparadarmeunmillóndegraciasen francés,al tiempoquedejabaaldescubiertosupelucanegrayhacíamilgestosdeagradecimiento.

Una de las pocas cosas que yo sabía bien, además del deporte del boxeo,

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practicadoporlageneralidaddelosinglesesdelaépoca,erahablarfrancés;asípues,lecontesté,esocreo,haciendogaladeunaperfectacorreccióngramatical.Trasvariasinclinacionesdecabeza,elcaballeroseretiróalinteriordelvehículo,altiempoquevolvíaaaparecerlarecatadaybonitacabeza.

Ladamadebiódeoírmehablarami sirviente,puesmodulósuspalabrasenuningléstanbelloybalbuciente,yconunavoztandulce,quevolvíamaldecirelvelonegroqueseinterponíaentreellaymiromancescacuriosidad.

El escudo de armas que figuraba en el panel del carruaje era harto curioso.Recuerdoperfectamenteelemblemarepresentado: la figuradeunacigüeñapintadaencolorcarmínsobreloquelosheraldistasdenominanun«campodeoro».Elavesesosteníasobreunapata,yconlaotrateníaagarradaunapiedra.Es,creo,elemblemade la vigilancia. Su originalidad llamó particularmente mi atención, quedandograbada enmi recuerdo.Había tambiénunpar de tenantes a cada lado, aunquenorecuerdoquéeran.

Los modales corteses de aquellas personas, la corrección de sus criados, laeleganciadelcarruajeyelcuriosoescudodearmas, todoellohacíasuponerquesetratabadepersonasnobles.

Ladama,comoesdesuponer,nomeresultóporellomenosinteresante,sinotodolocontrario.¡Quéfascinacióntangrandeejerceuntítuloenlaimaginación!Noenladepersonasesnobsodeescasamoralidad,quequedebienclaro.Lasuperioridadderango ejerce un influjo poderoso y genuino sobre el amor; la idea del superiorrefinamientovaasociadaconél.Lasdespreocupadasatencionesdelcaballerolleganmás hondo al corazón de la lozana lechera que largos años de viril devoción delhonrado leñador; y lo mismo se puede aplicar a las demás capas sociales. ¡Quémundotaninjusto!

Peroenestecasohuboalgomás.Yomeconsiderabaunjovenbienparecido—ycreo que con total fundamento—; y nadie podía poner en tela de juicio mi unoochentaypicodeestatura.¿Quénecesidadteníaladamadedarmelasgracias?¿Nolo había hecho sobradamente, y por los dos, el que presumí era su marido?Instintivamente, me di cuenta de que la dama me había mirado con ojos nadaindiferentes;y,atravésdesuvelo,sentíelpoderdesumirada.

Dejandounreguerodepolvodetrásdelasruedas,ybañadaporlaluzdoradadelsol, la dama se alejaba ahora de un joven y prudente caballero que la seguía conardientemiradaysuspirabaprofundamenteconformeladistanciaseibaagrandando.

Ledije al postillónqueno se leocurriera adelantar a aquel vehículo, sinoque,antesbien,noloperdieradevistaysedetuvieraenlosmismospuestosderelevo.Notardamos en llegar a la pequeña población antes mencionada, y el coche queseguíamos se detuvo en la Belle Étoile, una confortable posada antigua. Losdesconocidosseapearonypenetraronenlacasa.

Nosotros seguíamos a paso lento. Yo me apeé a mi vez y subí los escalonesindolentemente,aparentandoapatíaeindiferencia.

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Enmi audacia, nome paré a preguntar en qué habitación podría encontrarlos.Miré en el aposento de la derecha y luego en el de la izquierda. Pero los que yobuscabanoestabanallí.

Subí las escaleras. Estaba abierta la puerta de un salón. Entré con el airemásinocente del mundo. Era una estancia espaciosa, y descubrí que, además de a mipropiapersona,conteníaaotroservivo:alapreciosayelegantedama.Allíestabaelmismísimosombrerodelquemehabíaenamorado.Ladamasehallabadeespaldasamí.Yonopodíadistinguirsielcelosoveloestabalevantado.Seencontrabaleyendounacarta.

Permanecíunosinstantessinapartarlosojosdeellaconlavagaesperanzadequese volviera yme diera la oportunidad de verle la cara. Pero no lo hizo, sino que,dandounoodospasos, seplantódelantedeunapequeñaconsoladeunasolapatapegada a la pared, sobre la que se elevaba un hermoso espejo con un marcodesdorado.

Yo podría perfectamente haberlo confundido con un cuadro, pues reflejaba elretratodemediocuerpodeunamujerextraordinariamentehermosa.

Susfinosdedossujetabanunacarta,encuyalecturaparecíaestarenfrascada.Su rostro era ovalado, melancólico, dulce. Aunque también poseía una nota

indefinible de sensualidad.Nadapodía superar la delicadezade sus faccionesni ellustredesutez.Comoteníalamiradabaja,nopudedistinguirdequécolorteníalosojos;sóloquesuspárpadoseranlargosysuscejasdelicadas.Seguíaleyendo;aquellacartadebíade interesarlesobremanera.Yonohabíavistonuncaunafigurahumanataninmóvil;meencontrabaanteunaestatuacoloreada.

Como por entonces yo gozaba de una vista buena y penetrante, vi aquel bellorostroconperfectaclaridad.Hastadistinguílasvenasazulesquerecorríanlablancuradesugargantadespejada.

Deberíahabermeretiradoconelmismosigiloconquehabíaentradoantesdequefuera advertidami presencia. Peromi interés era tan grande que quería quedarmeunos minutos más. En aquel lapso, ella alzó los ojos. Eran ojos grandes, de unatonalidadquelospoetasmodernosllaman«violeta».

Aquellosespléndidosojosmelancólicospasarondelespejoamipersonaconunamiradaaltiva;enseguidaladamabajósuvelonegroysediomediavuelta.

Penséquehabríapreferidoquenolaviera.Yoestabaobservandocadamiradaymovimientosuyos,hastalosmásmínimos,conunaatencióntanintensacomosimefueraenellolavida.

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A

CAPITULOII

ElpatiodelaBelleÉtoile

quelrostroeradelosqueenamoranaprimeravista.Micuriosidaddiopasoaese tipo de sentimientos que se adueñan tan rápidamente de los jóvenes.Mi

audaciaserindióanteaquelladama,ymeembargólasensacióndeestarcometiendounaimpertinencia.Ellaseencargódeponerlascosasensusitio,pueslamismadulcevozqueyohabíaoídoantesdijoahorafríamente,yenfrancés:

—Sindudamonsieurignoraqueestecuartoesprivado.Inclinando la cabeza cuanto pude, mascullé unas disculpas y retrocedí en

direcciónalapuerta.Sinduda leparecíarrepentidoyconfuso(confiesoqueasímesentía),puesella

dijoentonces,comoparaquitarunpocodetensiónalaescena:—Noobstante,mealegrode tenerotraoportunidaddeagradeceramonsieur la

ayuda,tanprestayeficaz,quehatenidolabondaddeprestarnoshoy.Fuemáseltonodistintodesufrasequeelcontenidodelamismaloquemedio

renovadoánimo.Ellanonecesitabadarmelasgracias;y,aunquetalhubierasidoelcaso,ciertamentenoestabaobligadaahacerlodenuevo.

Todoaquellomeresultósumamentehalagador,sobretodoelqueseprodujerataninmediatamentedespuésdelligeroreproche.

Ahora hablaba en voz baja y con timidez, y noté que había vuelto la vistarápidamente hacia una segunda puerta de aquella misma estancia; supuse que elcaballerodelapelucanegra,sucelosomarido,ibaaasomarporellaanomástardar.Casienelmismomomentoseoyóunavozaflautadaynasalimpartiendoórdenesauncriado,vozcadavezmáspróxima.Pertenecíaalapersonaquetanprofusamentemehabíadado lasgraciasdesde laportezueladelcochedecamino,unahoraantesaproximadamente.

—Monsieur tendrá la amabilidad de retirarse—dijo la dama con un tono queparecíade invitación,al tiempoqueagitaba lamanoendireccióna lapuertapor laqueyohabíaentrado.

Hicedenuevounaprofundareverencia,diunospasosatrásycerrélapuerta.Bajélas escaleras henchido de felicidad y fui directamente a hablar con el dueño de laBelleÉtoile(comoyahedicho,taleraelnombredemiposada).

Describíelaposentodelqueacababadesalir,dijequemegustabaypreguntésiestabalibre.

Élcontestóquelosentíamuchísimo,peroqueelaposentoylasdoshabitacionescontiguasestabanocupadas…

—¿Porquién?—Personasdedistinción.

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—Pero¿quiénesson?Debendeteneralgúnnombre,otítulo…—Sinduda,monsieur;peroestal lariadahumanaquesedirigehaciaParísque

hemos dejado de preguntar los nombres o títulos a nuestros huéspedes. Losdesignamossimplementeporlashabitacionesqueocupan.

—¿Cuántotiempopiensanpararaquí?—Tampoco esopuedodecírselo,monsieur.Nonos interesa.Mientras las cosas

siganasí,nuestrashabitacionesnopodránestarnuncadesocupadas.—¡Mehabríagustadotantoalojarmeenesosaposentos!¿Estambiéndormitorio

algunodeellos?—Sí,señor;porcierto,monsieurdebesaberquenadiesuelecontratarunaalcoba

sinopiensapernoctar.—En fin, esperomepuedadaralgunashabitaciones, en lapartede la casaque

sea.—Ciertamente.Monsieur puede disponer de dos aposentos. Son los únicos que

hayahoramismolibres.Lostomédeinmediato.Estabaclaroqueaquellaspersonaspensabanpararallí;porlomenosnoseirían

hasta la mañana siguiente. Empecé a sentirme como quien se embarca en unaaventura.

Toméposesióndemishabitacionesymirépor laventana, la cualdescubríquedabaalpatiodelaposada.Muchoscaballosestabansiendoliberadosdelosarneses,calientes y cansados, para ser sustituidos por otros, recién salidos de los establos.Numerososvehículos—unosprivados,yotros,comoelmío,parecidosalosqueenInglaterra se llamaban antiguamente sillas de posta— estaban sobre el pavimentoesperandosuturnoderelevo.Loscriadosmásatareadostrajinabandeunladoaotro,y los que no tenían nada que hacer se paseaban o bromeaban, y la escena en suconjuntoparecíaanimadaydivertida.

Enmediodetodoaquellocreíreconoceralvehículoyaunodeloscriadosdelas«personaslinajudas»quetantointerésdespertabanenmíenaquelmomento.

Asípues,bajécorriendohastalapuertatraseray,enunsantiamén,meencontréenelempedradodesigual,enmediodelespectáculovisualysonoroqueensemejantetipodelugaressueleacompañaralosmomentosdeespecialtrajínyvaivén.

El sol estaba ya próximo a ponerse y arrojaba sus rayos dorados sobre laschimeneas de ladrillo rojo de los obradores, haciendo que los dos toneles que,colocados en la punta de sendos postes, servían de palomares, parecieranincendiados.Estaluzhacequetodonosresultepintorescoynosinteresencosasque,enelsobriogrisdelamañana,nospodríanpareceraburridas.

Trasunapequeñabúsquedadiconelvehículoqueandababuscando.Uncriadoestaba cerrando con llave una de las portezuelas, las cuales estaban provistas deauténticas cerraduras.Medetuve a unos pasos, con lamirada fija en la enseña delvehículo.

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—¡Bonitaesacigüeñaroja!—observé,apuntandoalescudodearmasdelapuerta—;sindudaelemblemadeunafamiliadistinguida.

Elcriadomemiróunosinstantesmientrassemetíalallaveenelbolsillo,ydijo,conunsaludoyunasonrisaligeramentesarcásticos:

Monsieureslibredehacerconjeturas.Nocedíaldesaliento,sinoqueleadministréeselaxantequeenmuchasocasiones

actúadeformamuyventurosasobrelalenguayquenoesotroqueunapropina.Elcriadosequedómirandoelnapoleóndesumanoyluegovolviólavistahacia

mí,conunasinceraexpresióndesorpresa.—¡Monsieuresmuygeneroso!—Nohaydequé.¿Quiénesson ladamayelcaballeroquehanviajadoeneste

carruajeyaquienes,comosindudarecuerdas,micriadoyyoprestamoshoyayudaenunaemergencia,cuandosuscaballossehallabancaídosenelsuelo?

—Eselconde,yalajovendamalallamamoslacondesa;peronosé…Puedesersuhija.

—¿Mepuedesdecirdóndeviven?—Pormihonor,monsieur,quenopuedodecirlo.¡Nolosé!—¿Queno sabesdóndevive tuamo?Seguroque sabesdeélmáscosasqueel

nombre…—Nadaquevalgalapenacontar,monsieur.AmímecontrataronenBruselasel

díamismodelapartida.MonsieurPicard,micompañero,elmayordomodemonsieurelconde,hapasadomuchosañosasuservicioylosabetodo;peronohablanuncasalvoparaimpartirórdenes.Desubocanohepodidorecogerningunainformación.Bueno, unavezque estemos enParís, espero enterarme rápidamentede todo.Peroahorasédeellosmásomenosloqueusted,monsieur.

—¿YdóndeestámonsieurPicard?—Ha idoal cuchilleroaque le afilen las cuchillas.Peronocreoque levayaa

contarnada.Fueaquéllaunacosechabastantepobreparatandoradasiembra.Creoqueaquel

hombredecíalaverdad,yquemehabríareveladocontodahonestidadlossecretosdeaquella familia de haber estado al corriente de alguno.Me despedí cortésmente yvolvíasubirlasescalerasrumboamihabitación.

Llamédeinmediatoamicriado.Aunquelohabía traídoconmigodeInglaterra,habíanacidoenFrancia; eraun tipohabilidosoyvivarachoy,por supuesto, estabaperfectamentealcorrientedelosusosycostumbresdesuscompatriotas.

—St.Clair,cierralapuertayvenaquí.Nopodrédescansarhastaquenodescubraalgosobreesaspersonaslinajudasquetienensusaposentosdebajodelosmíos.Tomaquincefrancos;buscaaloscriadosalosquehemosechadohoyunamano;tomaconellosunpetitsouperyven luegoacontarmetodasuhistoria.Yameheentrevistadocon uno de los dos, que no sabe nada y así me lo ha hecho saber. El otro, cuyonombreheolvidadoahora,eselmayordomodelnobledesconocido,ylosabetodo.A

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ése le deberás sonsacar todas las cosas que puedas. Por supuesto, es el venerablegentilhombre,yno la jovendamaque loacompaña,elqueme interesasobre todo.¿Comprendido?Yahora,márchateya.¡Vuela!Yvuelvecontodotipodepormenoresycircunstanciasinteresantes,quememueroporconocerlos.

EraunencargoqueseadecuabaalasmilmaravillasalosgustosytemperamentodemidignoSt.Clair,conquien,comohabránobservado,mehabíaacostumbradoahablar con esa familiaridad especial que la antigua comedia francesa impone entreamoycriado.

Estoysegurodequeseburlabademíensecreto;perosuexpresiónnodelatabanadaquenofueracortesíaycomplacencia.

Trasvariasmiradasdecomplicidad,asentimientosyencogimientosdehombros,se retiró;desdemiventanavi cómo, enmenosquecantaungallo,habíabajadoalpatio,dondepocodespuéssehurtóamivistaenmediodetantocarruajeestacionado.

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C

CAPÍTULOIII

DesposoriosdeMuerteyAmor

uando el día se alarga demasiado, cuando a un hombre solo lo corroen laimpacienciay el suspense; cuandoelminuterode su reloj viaja tandespacio

como la manilla horaria, y ésta parece haberse detenido; cuando nuestro hombrebosteza,tamborileaenlamesaconlosdedos,aplastasuagraciadosemblantecontralos cristales de la ventana tarareando tonadillas que le aburren; en una palabra,cuandono sabequéhacer consigomismo, esmuyde lamentarque esehombrenopuedahacermásqueunavezaldíaunacomidasuculentadetresplatos.Lasleyesdelamateria,delasquesomosesclavos,nosnieganeserecurso.

Pero,enlostiemposdelosquehablo,lacenaeraaúnunacomidasustanciosa,yya se acercaba la hora. ¡Qué gran consuelo! Sin embargo, ¿cómo emplear los trescuartosdehoraquefaltabantodavía?

Es ciertoque llevaba conmigopara el viaje doso tres libros entretenidos; perohay muchos estados de ánimo en los que uno no puede leer. Mi novela yacíaabandonada en el sofá junto con mi manta de viaje y mi bastón, y me habríaimportadounarditequelaheroínayelhéroesehubieranahogadojuntosenlabarricaqueveíaenelpatio,bajomiventana.

Diunpardevueltasporlahabitaciónysuspiré;luego,anteelespejo,meajustémigargantillablanca,dobladayatadaalamaneradeBrummel,elinmortal«Beau».Mepuseunchalecodepieldebúfaloymichaquéazuldebotonesdorados;empapéelpañueloeneau-de-Cologne(alasazóncarecíamosdelagamadeesenciasconquelos perfumistas nos han colmado desde entonces), y me peiné el cabello, que enaquellaépocaeraparamíunmotivodeorgulloyqueretocabaconfrecuencia.Amicheveluremorena,conrizosnaturales, lehasucedidoahoraunadocenadecabelloscompletamentecanos,sobreuncráneolustrosoyrosaquenoguardaprácticamenteningúnrecuerdodeaquélla.Peronohablemosdecosasquepuedanmortificarnos.Mimelenaeraentoncesabundante,espesaycastañooscura.Ymeesmeréalmáximoenmi aseo personal. Saqué de su caja mi irreprochable sombrero y lo coloquésuavemente sobre mi sagaz cabeza, imprimiéndole, en la medida en que me lopermitíanlamemoriaylapráctica,esaligerísimainclinaciónquelapersonainmortalantes mencionada acostumbraba a imprimir al suyo. Un par de ligeros guantesfrancesesyesetipodebastónnudosoparecidoaunaporraquetanenbogaestuvoenInglaterra durante un par de años, «completaronmi equipo», como leemos en lasnovelasdeWalterScott.

Toda aquella atención ami aspecto personal para dar un simple garbeo por elpatio,oporlaentradadelaBelleÉtoile,erafrutodemidevociónalosmaravillososojos que había contemplado unas horas antes por primera vez, y que nunca jamás

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podríaolvidar…Dichollanamente,todoaquelloestabahechoconlavaga,vaguísimaesperanza de que aquellos ojos pudieran posarse en el irreprochable atavío de unesclavomelancólicoyconservaranlaimagenquizáconunasecretaaprobación.

Mientrasultimabalospreparativos,laluzvinoafaltarme;desaparecióelúltimorayohorizontaldesol,quedandosólounresplandorcrepuscular.Suspiréalunísonoconaquellahoramelancólicayabrílaventanadeparenpar;queríaecharunvistazoantesdebajar.Notéquelaventanadebajodelamíaestabatambiénabierta,puesoídosvocesconversando,aunquenopudedistinguirquéestabandiciendo.

Lavozmasculinaeramuycuriosa;era,comoyaleshecontado,atipladaynasal.Porsupuesto,lareconocíalinstante.Ylavozquelecontestabahablabaconuntonodulcequetambiénreconocíalpunto.Eldiálogodurósólounminuto;ladesagradablevozmasculinareía,creí,conunaespeciedesátirademoníaca,yluegosealejódelaventana,demaneraqueyocasidejédeoírla.

Laotravozseguíacercadelaventana,peronotantocomoalprincipio.No era un altercado; evidentemente nohabía nada excitante en aquel coloquio.

¡Quénohabríadadoyoparaquehubierasidounatrifulca—ycuantomásviolentamejor—,yhaberpodidointervenircomoenmendadordeentuertosydefensordelabelleza ultrajada! Pero, ¡ay!, si un juez hubiera tenido que pronunciarse por elcarácterdelostonosqueoía,aquellosdospodríanhabersidolaparejamástranquiladelmundo.Unos instantesdespués, ladamaempezóacantarunaextrañachanson.Huelgarecordarlesquelavozcantadasuenamásquelahablada.Así,pudedistinguirperfectamente la letra. El timbre de su voz tenía acaso exquisita dulzuracaracterística, creo saber, de unamezzosoprano; había una nota de patetismo y unpoco tambiéndeburla, creí detectar, en la entonación.Mehe atrevido ahacerunatraduccióntorpe,perofidedigna,delaletra:

Muerte y Amor se desposaron y ahora acechan en paciente emboscada; aldespuntarelalbaocaerlatarde,mozaymozoseescogenyreúnen.

Ardientesuspiroogélidoalientoenloqueceoentumeceaélyaella;MuerteyAmorasupresaatrapanacechandoenpacienteemboscada.

—¡Basta ya, madame! —exclamó la voz vieja con brusca severidad—. Noestamosaquí,supongo,paradivertirconnuestramúsicaaloscriadosypalafreneros.

Lavozdeladamarióalegremente.—Parecéisbuscardisputa,madame.Y el anciano, supuse, cerró la ventana; pero con tal violencia que bien podría

haberserotoalgúncristal.Entre losaislantesmenosespesos,elcristalessindudaelmáseficaz.Yanooí

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nadamás,nisiquieraelmurmullodesuconversación.¡Quévoztanencantadoraladeaquellacondesa!¡Cómomodulaba,seamplificaba

y temblaba! ¡Cómome emocionó yme trastornó! ¡Qué lástimaque un viejo grajodestemplado tuviera poder para amedrentar a semejante Filomena! ¡Qué vida tancontradictoria!,filosofé.¡Queunahermosacondesa,conlapacienciadeunángel,labellezadeunaVenusyeltalentodetodaslasMusas,fueraunaesclava!Seguroquesabequiénocupaelaposentoqueestáencimadelsuyo;mehaoídosubirlaventana.Fáciladivinaraquiénvadirigidasumúsica,viejoceloso,yaquiénhassospechadoquevadirigida.

Salí demihabitación embargadoporuna agradable emocióny, al bajar al pisoinferior, pasé por la puerta del conde lo más despacio que pude. Había pocasprobabilidadesdeque labellacantanteaparecieraenaquelmomento.Dejécaermibastón al suelo del pasillo, junto a su puerta. Pueden estar seguros de que tardébastantetiempoenrecogerlo;perolafortunanomesonrió.Comonopodíapasartodalanocheenaquelpasillorecogiendomibastón,decidíbajaralvestíbulo.

Consultéelrelojyviquesóloquedabauncuartodehoraparaelcomienzodelacena.

En aquellos tiempos todo elmundo renunciaba a sus refinamientos habituales,pues en las posadas reinaba elmás completo desorden; así, podía ser que algunaspersonas hicieran en tales circunstancias lo que nunca habían hecho antes. ¿Seríaposibleque,porunavez,elcondeylacondesaocuparansendosasientosenlamesacomún?

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A

CAPÍTULOIV

MonsieurDroqville

brigandoaquellaemocionanteesperanza,bajépremiosamentelosescalonesdela Belle Étoile. Ya se había hecho de noche, y una agradable luz de luna

iluminabaelpaisaje.Miromancesehabíaintensificadodesdemillegadaalaposada,yaquellaluzpoéticanohacíasinopotenciarmissentimientos.¡Quédulcemelodramasi ella resultaba ser la hija del conde y estaba enamorada de mí! ¡Qué deliciosatragedia,encambio,siresultabaserlaesposadelconde!

Con este talante autoindulgente fui abordado por un caballero alto y de buenaplanta,queparecíarondarloscincuenta.Teníaunaspectoamableydonoso,ydesusmodales sedesprendíaunairededistinción talque resultaba imposibleno suponerquesetratabadeunapersonadeabolengo.

Llevabaunratodepiesobrelosescalones,mirando,comoyo,losefectoslunaresquetransformabanlosobjetosylosedificiosdeaquellacallejuela.Meabordó,comohedicho,conesacortesíaalaveznaturalyaltivaquecaracterizaaunnoblefrancésdelaviejaescuela.MepreguntósinoseríayoporcasualidaduntalMr.Beckett.Yoasentí, e inmediatamente se presentó como el marqués de Harmonville (estainformaciónmelafacilitóenvozbaja)ypidiópermisoparaofrecermeunacartadelord R***, quien conocía algo ami padre y en otro tiempome había hecho amítambiénalgúnpequeñofavor.

Puedo asegurar que aquel par de Inglaterra pisaba muy fuerte en el mundillopolíticoyquesunombresonabacomoelmásprobablesucesorparaeldistinguidopuestodeministroplenipotenciarioinglésenParís.

Yorecibílanotaconunareverencia,yleí:

MiqueridoBeckett:MepermitopresentarleamiqueridísimoamigoelmarquésdeHarmonville,

quienleexplicarálaíndoledelosserviciosquequizáestéensumanohacerleaélyanosotros.

Luego habló del marqués como de un hombre cuya enorme riqueza, íntimasrelacionescon lasviejasfamiliasy legítimoinflujoen lacorte lohacían lapersonamás adecuada para esas misiones amistosas que, para satisfacer el deseo de susoberanoydenuestrogobierno,tanafablementehabíaemprendido.

Miperplejidadnopudosermayoralleeractoseguido:

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Porcierto,Waltonestuvoaquíayer,ymedijoqueeraprobablequesuescañose encontrara seriamente amenazado; no cabe duda, dice, de que algo se estátramando enDomwell. Sabe queme resultamuy complicado intervenir, ni aunconlamayorcautela.PeromepermitoaconsejarlequeenvíeenseguidaaHaxtona que averigüe qué es lo que está ocurriendo. Me temo que sea algo grave.Debería haberle dicho antes que, por razones que entenderá después, cuandohayahabladoconélcincominutos,elmarqués—deacuerdocontodosnuestrosamigos—harenunciadoasutítuloduranteunassemanasyquesehacellamarsimplementemonsieurDroqville.

Enestosmomentosmedirijoalaciudad,ynopuedodecirnadamás.Suyoafectísimo,

R***

Estabacompletamentedesconcertado.YonopodíapresumirdeseramigodelordR***.NoconocíaanadiellamadoHaxtonni,aexcepcióndemisombrerero,anadiequerespondieraalnombredeWalton;yaquelaristócrataescribíacomosifuéramosamigos íntimos…Miréel reversode la cartayquedó resueltoelmisterio.Paramigranconsternación,puesyoerasimplementeRichardBeckett,sedecíalosiguiente:

«ParaGeorgeStanhopeBeckett,Esq.,M.P»

Miréatónitoalmarqués.—¿Quédisculpaspuedopresentaramonsieurelmar…,amonsieurDroqville?Es

ciertoqueyomellamoBeckett,yqueconozco,aunquemuypoco,alordR***;peroesacartanovadestinadaamí.YomellamoRichardBeckett,mientrasqueesacartavadirigidaaMr.StanhopeBeckett,diputadoporShillingworth.¿Quépuedodecir,ohacer, en esta lamentable circunstancia? Solamente puedo darle mi palabra decaballero de que, para mí, esta carta, que ahora devuelvo, será un secreto taninvioladocomoloeraantesdeabrirla.Lamentoenlomásprofundoquehayapodidoproducirsesemejanteerror.

Puedodecirquelasinceridaddemipesarymibuenafedebíandeleerseenmisemblantecontotalclaridad,pueslamiradadepenosaturbaciónqueduranteunbuenrato se había asomado al rostro del marqués se iluminó ahora; éste sonrióamablementeymetendiólamano.

—No tengo lamenor duda de quemonsieur Beckett va a respetarmi pequeñosecreto. Como estaba de Dios que se iba a producir un error, tengomotivos paraagradecer a mi buena estrella que se haya producido ante un caballero de honor.

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MonsieurBeckettmepermitirá,espero,incluirsunombreenlalistademisamigos.Yoleagradecísinceramenteaquellasmuestrasdeamabilidad.Monsieur —prosiguió—, no sabe lo contento que me sentiría si lograra

convencerleparaquevayaavisitarmeaClaironville,Normandía,dondeesperover,el15deagosto,amuchosamigos,alosquequizáleinteresaráconocer.

Porsupuesto,leagradecíefusivamentesuhospitalarioofrecimiento.Continuó:—Porelmomentonopuedeveramisamigos,porlosmotivosqueustedsupone

perfectamente,enmicasadeParís.PeromonsieurtendráseguramentelaamabilidaddehacermesaberenquéhotelpiensaalbergarseenParís;comprobaráque,aunqueelmarqués de Harmonville se encuentre ausente, monsieur Droqville se va a ocuparigualmentedeusted.

Conrenovadasmuestrasdegratitud,lefacilitélainformaciónquedeseabasaber.—Y, entre tanto—prosiguió—, si se le ocurre algunamanera en la que pueda

serleútilmonsieurDroqville,sepaquenuestracomunicaciónnoseinterrumpiráaquí,yqueyodispondrélascosasdemaneraquepuedausteddarconmigofácilmente.

Me sentía halagadísimo. Estaba claro que, como se suele decir, le había caídobienalmarqués.Estetipodesimpatíasaprimeravistasuelecristalizarenamistadesde larga duración. Tal vez el marqués juzgaba prudente asegurarse de la buenadisposición del involuntario conocedor de un secreto político, por vago que éstefuera.

Tras despedirse con su especial galanura, desapareció por la puerta que dabaaccesoalaBelleÉtoile.

Yopermanecíunratoenmediodelaescalinataponderandolanuevaamistadqueacababa de hacer. Pero los maravillosos ojos, la estremecedora voz y la exquisitafigura de la bella dama que se había apoderado de mi imaginación volvieron aimponerserápidamentesobrecualquierotraconsideración.Así,miatenciónvolvióacentrarseenlarománticalunamientrasbajabalosescalones.Avancépormitaddelacalle entre extraños objetos y entre casas antiguas y pintorescas, en un estado deensoñaciónydereflexión.

Alospocosminutosmehallabadenuevoenelpatiodelaposada,dondeahorareinaba la calma. El lugar ruidoso de una o dos horas antes estaba ahoracompletamenteensilencioyvacío,salvoalgunoscarruajesdesperdigados.Talvezenaquellosmomentosseencontrabacenandolaservidumbre.Mesentíaespecialmenteagusto enmedio de aquella soledad y, sin que nadieme estorbara, dirigímis pasoshaciaelcochedemiamada,bañadotambiénporlaluzdelaluna.Permanecíunratoanteél,locircunvalé.Meestabacomportandodelamaneraneciaysentimentalcómosecomportaunadolescenteconocasióndesuprimeramor.Lascortinasdelvehículoestabanechadas,ylasportezuelas,supuse,cerradasconllave.Laclaridaddelalunaprestabanitidezacadaobjetoyproyectabasobreelempedradolasombraafiladaynegra de las ruedas, los tiros y los muelles. Me planté ahora delante del blasónpintadode laportezuelaqueexaminaraantesconluzsolar.Preguntándomecuántas

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vecessehabríanposado losojosdeellaenelmismoobjeto,mesumíenunsueñoencantador.Detrásdemíseoyóunavozsorda:

—¡Unacigüeñaroja,québien!Lacigüeñaesunavedepresa;esvigilante,rapazypescagobios.Yroja…¡Comolasangre!Ja,ja…Unsímbolomuyapropiado.

Mehabíavueltoyestabamirandoelrostromáspálidoquejamáshabíavisto.Eraancho,feoytorvo.Pertenecíaaunoficialfrancés,vestidoconeluniformedefaena,deunonoventadeestaturaaproximadamente.Unapronunciadacicatrizlebajabadelafrentealanariz,loquehacíamássiniestroaúnaquelrostrorepelente.

Eloficialalzólabarbilla,enarcólascejasy,conunarisitaburlona,agregó:—Enciertaocasiónabatípormeradiversiónaunacigüeñaquesecreíaasalvoen

lasnubes.—Seencogiódehombrosyesbozóunarisitaperversa—.Mire,monsieur,cuandounhombrecomoyo,unhombredeenergía,¿comprende?,unhombredeunaextraordinaria presencia de ánimo que ha dado la vuelta a Europa debajo de unatienday,parbleu!,avecessinnadaquelocobijara,decidedescubrirunsecreto,sacaralaluzundelito,atraparalladrón,ensartaraunbandidoenlapuntadesuespada,esdifícilquenoloconsiga.¡Ja,ja,ja!Adieu,monsieur!

Sediobruscamentelamediavueltaysaliódelpatioconpasomarcial.

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E

CAPÍTULOV

CenaenlaBelleÉtoile

l ejército francés estaba en aquella época de un humor pésimo. Y eranprecisamente los ingleses los quemenos probabilidades tenían de ganarse su

simpatía. Sin embargo, era obvio que el caballero cadavérico que acababa deapostrofar el blasón del carruaje del conde con tanmisteriosa acrimonia no habíadirigido sumalevolencia contramí.Estabapicadopor algún antiguo recuerdoy sehabíamarchadoencendidoencólera.

Yo acababa de recibir uno de esos sustos repentinos que tanto nos sobresaltancuando, creyéndonosperfectamente solos, descubrimosquenuestraspayasadashansido observadas de cerca por alguien. En este caso, el efecto se intensificó con laextrema fealdad de aquel rostro y, puedo añadir también, por su proximidad, puescreorecordarquecasitocóelmío.Laenigmáticaarengadeaquellapersona,llenadeodio y retintín, aún resonaba enmis oídos. En cualquier caso, vino a alimentar lafecundaimaginacióndeunamante.

Eralahoradelacena.Talvezelchismorreodeloscomensalesarrojabanuevaluzsobreeltemaquetantomeinteresaba…

Entré en el comedor, escudriñando con la vista a aquella pequeña asamblea,compuestadeunostreintaindividuos,enbuscadelaspersonasqueteníanuninterésespecialparamí.

No era fácil conseguir queunpersonal tan atareado comoel de laBelleÉtoilesirvieralacenaenlosaposentosprivadosenmediodelagranconfusiónreinantealasazón;y,portanto,muchaspersonasalasquenolesgustabalamesacomúnpodíanacabarhaciendodelanecesidadvirtudsinoqueríanmorirsedehambre.

Elcondenosehallabaentreloscomensales,nitampocosubellacompañera;peroelmarquésdeHarmonville,aquiennohabíaesperadoverenun lugar tanpúblico,meseñaló, conuna sonrisa significativa,una sillavacíaquehabíaa su lado.Yo leobedecí, y él, que pareció complacido, empezó a conversar conmigo casi deinmediato.

—EséstalaprimeravezquevisitaFrancia,¿verdad?—dijo.Trasconfirmarlequeasíera,prosiguió:—Nodebe conceptuarme como una persona demasiado curiosa e impertinente,

peroParísestalvezlacapitalmáspeligrosaquepuedavisitaruncaballerojovenygenerososin lacompañíadeunmentor.Sino tieneaningúnamigoexperimentadoqueloacompañedurantesuvisita…—Hizounapausa.

Yolehicesaberquenoteníasemejanteamigo,peroquememantendríavigilante;quehabíavistomuchomundoenInglaterrayque,imaginaba,lanaturalezahumanaerafundamentalmentelamismaentodaslaspartesdelmundo.Elmarquéssacudióla

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cabezamientrasesbozabaunasonrisa.—A pesar de todo, descubrirá que hay grandes diferencias—dijo—. No cabe

duda de que cada nación tiene sus particularidades intelectuales y morales;particularidades que, entre las clases criminales, generan un estilo de villanía nomenospeculiar.EnParís,laclasequevivedelaPilleríaestresocuatrovecesmayorque en Londres, y vive mucho mejor. Algunos de sus miembros hasta viveespléndidamente.Sonmásingeniososquelosgranujaslondinenses;sonmásactivose imaginativos,Y lasdotesdecomediante,de lasquesuscompatriotasandanpocosobrados, están aquí muy extendidas. Estos valiosísimos atributos los sitúan a unnivelcompletamentediferente.Esosgranujassabenadoptarlosmodalesdelasclasesdistinguidas y semueven entre el lujo como pez en el agua. Lamayoría vive deljuego.

—Igualquelamayoríadelosgranujaslondinenses.—Sí, pero de manera muy distinta. Son habitués de ciertos lugares de juego,

billaresyotrosantros,entrelosquedestacanlascarreras,dondeseapuestamuyalto;ymerced a sumayor conocimiento de los juegos de azar desvalijan a los incautoshaciendotrampas,sirviéndosedecompinches,sobornosyotrosartificios,quevaríansegúnel tipode impostura.Peroaquí sehacedeunamaneramáselaborada,yconuna finesse realmente exquisita. Hay gente cuyos modales, comportamiento yconversaciónnotienenigual,yvivenencasaspreciosasenlosbarriosmáselegantes,con muebles del gusto más refinado y exquisitamente lujosos. Algunos de estosindividuos imponen respeto incluso a los burgueses parisienses, que los creensinceramentepersonasdistinguidasporquesuscostumbressondispendiosasylujosasy sus casas son frecuentadas por extranjeros de campanillas y, en cierto modotambién,por jóvenesneciosdelbeaumonde francés.En todas estas casas se juegafuerte.Lasupuestaparejaanfitrionararasvecesseunealjuego;selimitaafacilitarasuscómpliceslamaneradedesplumarasusinvitados;yesasícomotimanyrobanaforasterosacaudalados.

—Peroyoheoídohablardeunjoveninglés,hijodelordRooksburyquereventódosmesasdejuegoparisienseselañopasado,sinirmáslejos.

—Veo—dijoriendo—queustedhavenidoaquíahacerlomismo.Yotambién,cuando tenía su edad, traté de llevar a término lamisma arriesgada empresa. Paraempezar,reuníunasumadelordendequinientosmilfrancos;esperabahacersaltarlabanca gracias al simple procedimiento de doblar siempre la apuesta. Había oídohablardeello, e imaginabaque los trampososque teníaenfrentenosabíannadaalrespecto.Sinembargo,luegodescubríquenosóloestabanalcorrientedeltruco,sinoque además habían tomado las debidas precauciones contra elmismo; y asíme vifrenadoenmisplanes,antesinclusodeempezarlapartida,porunareglaqueimpedíadoblarlaapuestaoriginalmásdecuatrovecesconsecutivas.

—¿Yesareglasigueaúnenvigor?—preguntéyo,descorazonado.Miinterlocutorseencogiódehombrosconunasonrisaenloslabios.

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—Porsupuestoquesí,mijovenamigo.Lagentequevivedeunartesiempreloentiendemejorquecualquieraficionado.Veoqueustedtramóelmismoplan,yqueveníabienprovistoparaello.

Leconfeséquemehabíapreparadoparaunaempresademayorenvergaduraaún.Veníaconunabolsadetreintamillibrasesterlinas.

—CualquierconocidodemiqueridísimoamigolordR***meinteresa;y,ademásdelrespetoquesientohaciaél,estoyencantadoconusted;asíqueleruegoperdonemispreguntasymisconsejostalvezdemasiadoindiscretos.

Ledimismássincerasgraciaspor suvaliosísimoconsejoy le rogué tuviera laamabilidaddedarmecuantosconsejosseleocurrieran.

—Pues, si quiere un buen consejo—dijo—, deje el dinero en el banco en queesté.No arriesgue ni un solo napoleón en una casa de juego.La noche que decidísaltar la banca perdí entre sietemil y ochomil libras. Parami siguiente aventuraconseguí introducirme en una de esas elegantes casas de juego que pasan por sermansionesprivadasdepersonasdedistinciónymesalvódelaruinauncaballeroaquien desde entonces he tratado cada vez con mayor respeto y amistad. Da lacasualidaddequedichocaballeroseencuentraahoraenestacasa.Hereconocidoasucriado y he ido a visitarle a sus aposentos, donde he podido comprobar que es elmismohombrevaliente,cortésyhonorablequesiempreheconocido.Sinovivieraactualmente tan al margen de la vida social, habría considerado casi un deber elpresentárselo.Hacequinceañoshabríasidoeltutoridealparausted.ElcaballerodequehablonoesotroqueelcondedeSt.Alyre.Estáentroncadoconunafamiliaderecioabolengo.Eselhonorpersonificado,yelhombremássensatodeestemundo,siexceptuamosunacosa.

—¿Quécosa?—vacilé.Ahoraestabaprofundamenteinteresado.—Pues que está casado con una criatura encantadora, a la que lleva al menos

cuarentay cincoaños, yque, aunquecreoque sinningúnmotivo, es terriblementeceloso.

—¿Yladama?—Lacondesacreoqueesdignaentodoslossentidosdeunhombretanbueno—

contestóconuntonoalgoseco.—Creoquelaheoídocantarestatarde.—Sí,medala impresióndequeesunapersonaconmuchascualidades.—Tras

unosminutosdesilencio,prosiguió—:Enfin,nodeboperderleausteddevista,puesmesentiríamuymalsi,lapróximavezqueveaustedamiamigolordR***,tuvieraquedecirlequelohandesplumadoenParís.Uninglésricocomousted,conunasumatan grande depositada en bancos de París, joven, alegre y generoso…, hay milvampirosyarpíasquesepelearánportenerelprivilegiodedevorarlo.

Enaquelmomentorecibíunaespeciedecodazodemivecinodeladerecha.Ungolpeaccidentalmientrassedabalavueltaensuasiento.

—Por el honordeun soldado,quenohaybichoviviente en esta salaque sane

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másdeprisaqueyo.El tono con el quedijo esto fue secoy estentóreo, y casimehizo saltar enmi

asiento.Al volverme reconocí al oficial cuyo rostro ancho y pálido casime habíaasustadoenelpatiodelaposada;selimpiólabocaconfurory,trasbeberuntragodeMâcon,prosiguió:

—¡Nadie! ¡No es sangre, sino licor! ¡Milagro!Aparte de la estatura, tendones,huesosymúsculos,yapartetambiéndelvalor,portodoslosángelesdelamuertequepelearía desnudo contra un león y le arrancaría los dientes de un puñetazo y loazotaríaconsupropiacolahastadarlemuerte.Digoque,apartedeestosatributosquemehansidodados,ysintenerencuentaqueyovalgoporseishombresenelcampode batalla, merced a esta excepcional capacidad de cicatrización que poseo, yapueden destrozarme, atravesarme, despedazarme con balas de cañón, que lanaturalezamedevolverámiintegridadenmenostiempoqueunodevuestrossastresremiendaunaviejacasaca.Parbleu!,caballeros,simevierandesnudo,sereiríanconganas…Mirenmimano,untajoconunsableentodalapalma,hastaelhueso,querecibícuandointentésalvarmicabeza,suturadocontrespuntos,ycincodíasdespuésestaba jugando a la pelota con un general inglés, prisionero enMadrid, contra losmurosdelconventodeSantaMaríadelaCastidad…¡EnArcole,porelmismísimoLucifer!¡Aquellosíquefueunabatalla!Cadaunodelosqueallíhabía,caballeros,tragóencincominutosmáshumodelquesenecesitaríaparaqueseasfixiaranaquítodosustedes.Enaquellamismaocasiónrecibídosbalasdemosqueteenlosmuslos,metralla en la pantorrilla, una lanzada en mi hombro izquierdo, un fragmento demetrallaenmideltoidesizquierdo,unbayonetazoenelcartílagodelascostillasdellado derecho, un sablazo queme arrancó una libra de carne del pecho, y el trozomayor de una espoleta en la frente. ¡No está mal, eh! ¡Ja, ja! Y todo eso en unperiquete.Ochodíasymediodespuésestabayohaciendounamarchaforzada,conunpiedescalzo,yeraotravezlavidayalmademicompañía,yestabamásfrescoqueunalechuga.

—Bravo,bravissimo!PerBacco,eccoungalant’uomo!—exclamóconmarcialéxtasisunitalianobajitoyregordetequefabricabamondadientesycunasdemimbreen la isla de Nôtre Dame—. ¡Sus hazañas serán celebradas en toda Europa! ¡Lahistoriadeestasguerrasdeberíaescribirseconsusangre!

—¡Bah! ¡No tiene importancia!—exclamóel soldado—.Elotrodía, enLigny,donde hicimos de los prusianos cienmil billones de átomos, un trozo de obúsmeatravesó la pierna y me abrió una arteria. La sangre me brotaba como por unachimenea,yenmediominutohabíaperdidolasuficientecomoparallenarunjarro.Unminutodespuésdeberíahaberexpiradosinomehubieraarrancadoelfajínenunsantiamén, lohubieraatadoamipiernaporencimade laheridayhechounpardenudos, cortando así la hemorragia y salvandomivida.Pero sacrébleu, caballeros,habíaperdidodemasiadasangreydesdeentoncesestoymáspálidoqueelculodeunplato. Pero no importa. Todo eso son simples menudencias. La sangre está bien

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derramada,caballeros.—Dicholocual,seconcentróensubotelladevinordinaire.Elmarqués había cerrado los ojos yme pareció resignado y asqueado todo el

tiempoquedurólaescena.—Garçon! —dijo luego el oficial, volviéndose en su silla para llamar al

camarero.Porprimeravezhablabaenvozbaja—.¿Quiénhavenidoenesecarruajeamarillo oscuro y negro estacionado en mitad del patio, con armas y tenantesblasonadosenlaportezuelayunacigüeñamásrojaquemishazañas?

Elcamareronolosabía.El excéntrico oficial, cuya mirada se había vuelto de repente torva y grave,

parecía haber delegado en otros comensales la tarea de dirigir la conversacióngeneral.Deformaaparentementeaccidental,sefijóahoraenmí.

—Perdone,monsieur—dijo—;pero¿no lehevistoporcasualidadhaceun ratoexaminarjuntoamíelescudodearmasdeesevehículo?¿Mepuededecirquiénllegóenél?

—YodiríaqueelcondeylacondesadeSt.Alyre.—¿Yestánaquí,enlaBelleÉtoile?—preguntó.—Sí,sealojanenelprimerpiso—contesté.Hizo ademán de levantarse, apartando ligeramente la silla de la mesa. Pero

enseguida volvió a sentarse, y pude oírle perjurar y mascullar insultos para susadentros con ceño fruncido y huraño.No habría sabido decir si estaba alarmado ofurioso.

Me volví para decir un par de cosas almarqués, pero éste se habíamarchado.Otraspersonassehabíanretiradoigualmente,ylapartidadeloscomensalesnotardóendispersarse.

Dosotrestarugosdeleñaardíanenelfuego,pueslanochesehabíavueltofría.Fuiasentarmejuntoalachimenea,enungransillónderobleesculpidoqueteníaunrespaldomaravillosamentealtoyqueparecíamásviejoqueMatusalén.

—Garçon —dije—. ¿Podría decirme quién es ese oficial? —Es el coronelGaillarde,monsieur.

—¿Vieneamenudoporaquí?—Sólohavenidounavezantes,monsieur.Haceunañosealojóaquíduranteuna

semanaaproximadamente.—Eselhombremáspálidoquehevistoenmivida.—Eso es bien cierto, monsieur; más de una vez lo han confundido con un

aparecido.—¿Mepuedeservirunabotelladeborgoña,queseabuenodeverdad?—Puedo

traerle elmejor borgoñadeFrancia,monsieur—.Haga el favordeponer la botellasobreesamesa,yunvasoallado.

¿Puedoquedarmeaquíunamediahora?—Naturalmente,monsieur.Mesentíamuyagusto;elvinoeraexcelente,ymipensamientoresplandecientey

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sereno.«¡Ah,mibellacondesa!¿Nonosvamosaconocernunca?».

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A

CAPÍTULOVI

Unsabledesenvainado

unhombrequehaviajadotodoeldíaenlaposta,hacambiadodeclimacadamediahora,sesienteagustoconsigomismo,notieneningunapreocupacióny

está sentado solo junto al fuego en un confortable sillón tras haber cenado enabundanciaselepuedeperdonarperfectamentesiechaunacabezadita.

Había llenadomicuartovasocuandocaídormido.Deboseñalarquemicabezaestabainclinadaenunaposturaincómoda;además,todoelmundosabequelacocinafrancesanoeselmejoraperitivoparaunsueñoapacible.

Tuveunsueñomientrasechabaaquellacabezadajuntoalalumbre.Meencontrabaenunacatedral inmensa,sinotra luzque laqueproveníade los

cuatro cirios colocados en las esquinas de una especie de estrado cubierto por unpañonegro,sobreelque,envuelto tambiéncon telanegra,yacíaelquemeparecióserelcadáverdelacondesadeSt.Alyre.Ellugarparecíavacío,hacíafrío,ymivistasóloalcanzaba(altenueresplandordeloscirios)hastaunpequeñoradio.

Lo poco que veía tenía ese carácter sobrio del estilo gótico y ayudaba a miimaginaciónadarformayamueblarelvacíonegroquemeabismaba.Oíunsonidoparecidoalpasolentodedospersonasavanzandoporlaenlosadanavelateral.Unecoapagadodabaideadelavastedaddellugar.Meembargabaunahorriblesensacióndeexpectación, y me llevé un susto de espanto cuando el cuerpo que yacía sobre elcatafalco(sinmoverse),medijoconunavozsusurrantequemedejóhelado:«Vienenaenterrarmeviva.¡Porfavor,sálveme!».

Notéquenopodíanihablarnimoverme.Estabaparalizadoporelmiedo.Las dos personas que se acercaban salieron entonces de la oscuridad. Una, el

conde de St.Alyre, se deslizó hacia la cabeza de la figura, sobre la que posó susmanos largas y delgadas. Otra, el coronel de semblante pálido marcado por unacicatriz,enelquesedibujabaunasonrisitadetriunfoinfernal,colocólasmanosbajolospiesdelajovenyentrelosdosempezaronalevantarla.

Rompiendoelhechizoconunesfuerzodescomunal,mepusedepieyproferíungritoahogado.

Estaba perfectamente despierto, pero el rostro ancho e inicuo del coronelGaillardemeestabamirando,pálidocomolamuerte,desdeelotroladodelalumbre.

—¿Dóndeestáella?—exclaméconunestremecimiento.—Esodependedeaquéellaserefiera,monsieur—contestósecamenteelcoronel.—¡Cielo santo! —exclamé con la respiración entrecortada y mirando a mi

alrededor.Elcoronel,quemeestabamirandoconsarcasmo,sehabíatomadounademi-tasse

decafénoir,yahoraestababebiendosucopa,delaqueemanabaunagradablearoma

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decoñac.—Mequedédormidoyheestadosoñando—dije,temerosodequesemehubiera

escapadoalgunapalabraofensivaporelpapelqueélhabíadesempeñadoenmisueño—.Duranteunosinstantesnosabíaniquiénerayo.

—UstedeseljovencaballeroqueestáhospedadoencimadelcondeylacondesadeSt.Alyre,¿noescierto?—dijoentornandounojoconairepensativoymirándomefijamenteconelotroojo.

—Asílocreo;sí,asíes—contesté.—Bueno, jovencito, procure no tener sueños peores que los que ha tenido esta

noche—dijo con tonoenigmáticomientrasmeneaba la cabeza conuna risita entredientes—.Sueñospeores—repitió.

—¿Quéquieredecirelseñorcoronel?—pregunté.—Estoy tratando de descubrirlo por mí mismo —dijo—; y creo que lo

conseguiré.Cuando tenga sujeta unapunta del hilo entre el índicey el pulgar, pormuchotrabajoquemecuesteseguiréelhilotramoatramo,pocoapoco,deestayesamanera,porarribayporabajo,deunladoaotro,hastaquetodoelhiloquedebienliado en mi pulgar y logre dar con la otra punta, con su correspondiente secreto.Ingenioso, ¿no? ¡Más astuto que cinco zorros juntos! ¡Más despierto que unacomadreja!Parbleu! Si no me hubiera importado rebajarme, habría hecho fortunacomoespía.¿Esbuenoelvinodeaquí?—dijoconunamiradainquisitivahaciamibotella.

—Másquebueno—dije—.¿Quiereunvasoelseñorcoronel?Tomó el mayor que encontró, lo llenó, lo alzó con una reverencia y lo bebió

despacio.—¡Ah, bah! ¡No es de lo mejor, ni mucho menos! —exclamó con cierto

desprecio, pero volviéndolo a llenar—. Debería haberme dicho que le pidiera unborgoña,ynolehabríantraídoestapócima.

Melibrédeaquelhombretanprontocomomelopermitiólabuenaeducacióny,calándomeelsombrero,salísinotracompañíaquemireciobastón.Visitéelpatioymiréhacialasventanasdelacondesa.Pordesgracia,estabancerradas,ynisiquieratuveelpequeñoconsuelodecontemplar lamisma luzqueestabacontemplandoenaquelmomentolahermosadamamientrasescribía,leía,opermanecíasentadaensusillónpensandoen…quienquieraquefuese.

Aceptéaquellagraveprivaciónconlamayorresignaciónquepudeydecidídarmeunavueltecitaporlapoblación.Nolesaburriréconefectosdeluzdelunaniconlasensoñacionesdeunhombreque seha enamorado instantáneamentedeunhermosorostro.Diré simplemente quemi paseo duró unamedia hora y que, cuando volvíadandounpequeñorodeo,meencontréenunaplacitabordeadadecasascongabletesyencuyocentroseerguía,sobreunpedestal,unaestatuadepiedradesgastadaporvarios siglos de lluvia. Estatua que estabamirando también un hombre delgado ybastantealto,aquienreconocíalinstante:noeraotroqueelmarquésdeHarmonville,

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queme reconocióa suvezcasi inmediatamente.Diounospasosenmidirecciónydijoencogiéndosedehombrosyriendo:

—Le sorprenderá encontrar amonsieur Droqville mirando esa vieja figura depiedraalaluzdelaluna.Peroalgohayquehacerparamatareltiempo.Comoveo,tambiénustedpadeceennui.Estaspequeñaspoblacionesdeprovincia…¡Cielosanto,quéfuertehayqueserparavivirenellas!…Sóloseríacapazderenegardeunabuenaamistad hecha en mis años jóvenes si para cultivarla me obligaran a vivir ensemejanteslugares.SupongoquesigueustedmañanasuviajeaParís…

—Hepedidocaballos.—Yoesperounacarta,ounallegada.Cualquieradelasdoscosasmesacaríande

aquí.Peronopuedodecircuándoseproduciráeseacontecimiento.—¿Puedoayudarledealgunamaneraparaacelerarsupartida?—meofrecí.—Me temo que no,monsieur. Pero le doymil gracias. Es una obra en la que

todoslospapelesestányarepartidos.Yosoyunsimpleaficionado,ysólolaamistadmehaempujadoatomarparteenella.

SiguióhablandounratomientrasvolvíamosdespaciohacialaBelleÉtoile;luegose produjo una pausa, que yo aproveché para preguntarle si sabía algo del coronelGaillarde.

—¡Ah,sí,cómono!Estáunpocoloco;harecibidoalgunasheridaspeligrosasenlacabeza.SolíadaruntostónespantosoalpersonaldelDepartamentodelaGuerra.Tienelacabezaconstantementellenadepájaros.Lebuscaronunempleo,sinningúncargoderesponsabilidad,porsupuesto;peroensufamosacampaña,Napoleón,queno podía prescindir de nadie, lo puso almando de un regimiento. Siempre fue uncombatientetemerario,deesosquetantosevalorabanentonces.

Hay,ohabía,enestaciudad,otraposadallamadaL’ÉcudeFrance.Elmarquéssedetuvoensupuerta,mediolasbuenasnochesdemaneramisteriosaydesapareció.

Mientrasproseguíapremiosamentehaciamiposada,metropecé,enlasombradeunahileradeálamos,conelgarçonquemehabíaservidoelborgoñaunahoraantes.IbapensandoenelcoronelGaillardey,cuandoelpequeñocamareropasóamilado,lehiceseñasdequesedetuviera.

—Mehadichoantes,sinorecuerdomal,queelcoronelGaillardeparóenlaBelleÉtoileduranteunasemanahaceciertotiempo.

—Sí,monsieur.—¿Estáensusanojuicio?Elcamareropusoojosdeplato.—Desdeluego,monsieur.—¿Nuncahasospechadonadiequeestéloco?—Nunca,monsieur.Esunpocoalborotador,perounhombremuyastutotambién.—Nosabeunoaquéatenerse—masculléentredientesmientrasmealejaba.YaseveíanlaslucesdelaBelleÉtoile.Enlapuerta,iluminadoporlaluna,había

uncochetiradoporcuatrocaballos,yenelvestíbuloestabateniendolugarunfurioso

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altercado.LosberridosdelcoronelGaillardeseimponíanacualquierotrosonido.Acasitodoslosjóveneslesgusta,cuandomenos,presenciarunaalgarada.Pero,

intuitivamente, sentí que ésta me iba a interesar a mí de manera especial. Hicecorriendo los cincuenta metros que me separaban de allí y me encontré en elvestíbulodelaviejaposada.Elactorprincipaldeaquelextrañodramaera,enefecto,elcoronel,queestabaplantadoanteelviejocondedeSt.Alyre,vestidoconsutrajede viaje, y con su bufanda de seda negra cubriéndole la parte inferior del rostro.Resultaba evidenteque sehabíavisto interceptado cuando sedisponía a subir a sucoche.Unpocopordetrásdelcondeestabalacondesa,tambiénconatavíodeviaje;llevabaelrostrocubiertoporsuespesovelonegro,ysusdelicadosdedossosteníanunarosablanca.Imposibleconcebirunaefigiemásdiabólicadelodioylafuriaquelapersonificadaporelcoronel.Selenotabanenlafrentesusvenasnudosas,teníalosojosdesencajados,lerechinabanlosdientesyacompañabasusdenunciasestentóreasconzapatazoscontraelsueloymolinetesconsusable.

EldueñodelaBelleÉtoileestabatratandodecalmaralcoronel.Doscamareros,pálidosdeterror,contemplabanlaescenaimpotentes.Elcoronelnodejabadeberrearmanteniendolaespadaenalto.

—Nocreíaamisojoscuandoreconocíelavedepresaroja.Nopodíacreerquetuvieran laaudaciadeviajarpor la rutanacional,alojarseenunaposadahonradaycobijarsebajoelmismotechoqueotroshombreshonrados.¡Parejadevampiros,delobos,dedemonios!¡Llamadalosgendarmes,deprisa!PorsanPedroyLuciferque,sialgunodelosdostratadesalirporesapuerta,lerebanarélacabeza.

Permanecí unos segundos estupefacto. ¡Qué oportunidad tan buena se mebrindaba!Meacerquéaladama,lacual,conairedesencajado,meagarródelbrazo.

—¡Oh,monsieur!—susurró en medio de su agitación—. Este horrible loco…¿Quépodemoshacer?Noquieredejarnospasar.Vaamataramimarido.

—No tema nada, madame —contesté con romántica devoción; e,interponiéndomeentreelcondeyGaillarde,quenodejabadelanzarinvectivas,grité:

—¡Sujetesulenguaydespejeelcamino,rufián,matón,cobarde!Ladamadejóescaparungritoleve,querecompensóconcreceselriesgoqueyo

corría,mientraslaespadadelfrenéticosoldado,trasunapausadeindecisión,silbabaenelaireparaabatirme.

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Y

CAPÍTULOVII

Larosablanca

o era demasiado rápido para el coronel Gaillarde. Mientras él levantaba suespada, sin importarle otra cosa que no fuera mi condigno castigo, y

plenamentedecididoapartirmelacrismaendos,yo logolpeéen lacabezaconmimacizobastón;y,mientrasélretrocedía,tambaleándose,leasestéotrogolpe,casienel mismo lugar, que dio con sus huesos en el suelo, donde quedó aparentementemuerto.

Nomeimportóningunodesusgalonesmilitares,nisiestabavivoomuerto;taleraelvendavaldedeliciosasydiabólicasemocionesquesentíadentrodemí.

Rompísuespadabajomispiesylancélostrozosalacalle.ElviejocondedeSt.Alyresaliódisparado,sinmiraraderechaniizquierdanidarlasgraciasanadie,endireccióndelapuerta,bajólosescalonesydesaparecióenelinteriordesucoche.Enunsantiaméncorríalladodemibellacondesa,abandonadaasíasusuerte;leofrecímibrazo,queellaaceptó,y lacondujehastaelcoche.Entróenél,yyo lecerré laportezuela.Todosinmediarunasolapalabra.

Estaba a punto de preguntarle si tenía alguna orden con la que honrarme (mimanoreposabasobreelbordeinferiordelaventanilla,queestabaabierta).

Lamanodeladamaseposósobrelamía, tímidaperonerviosa.Suslabioscasitocaronmimejillaaldecirmeapresuradamente:

—Puedeserquenovuelvaaverle,y ¡ay!,quepuedaolvidarlo.Váyase.Adiós.¡PorelamordeDios,váyase!

Yoapretésumanoduranteunossegundos.Ellalaretiró,perocolocóenlamíalarosaquehabíaestadoentresusdedosdurantelaagitadaescenaqueacabábamosdevivir.

Todoaquelloseprodujomientraselcondeimpartíaórdenes,suplicabaymaldecíaasuscriados,queestabanalgoachispadosynohabíanasistidoaladramáticaescena,comomiconcienciameinsinuódespués,aconsecuenciademiingeniosaidea.Éstosocuparonahorasuspuestosconlaagilidadqueproduceladesazón.Loslátigosdelospostilloneschasquearon,loscaballosempezaronamoverseyelcochesefuealejandocon supreciosa cargapor lapintoresca calleprincipal, enmediodel clarode luna,rumboaParís.

Yo permanecí inmóvil sobre el pavimento hasta que se perdió del todo enlontananza.

Con un profundo suspiro, me di la vuelta, con la rosa blanca doblada en mipañuelo,mi pequeña prenda de despedida,mi favor secreto, dulce y precioso queningúnojomortal,másqueelsuyoyelmío,habíavistopasardeunamanoaotra.

ElsolícitodueñodelaBelleÉtoileysusayudanteslevantaronalhéroeheridoen

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mil batallas, lo apoyaron contra la pared, apuntalándolo a cada lado con baúles yalmohadas, e introdujeron un vaso de coñac, que fue debidamente apuntado en sucuenta, en su gran boca, donde por primera vez aquel delicioso elixir no fueingurgitadodesaforadamente.

Semandóllamaraunpequeñocirujanomilitardeunossesentaaños,decabezacalvaycongafas,quehabíaamputadoochentaysietepiernasybrazostraslabatalladeEylau,ysehabíaretiradoconsuespadaysusierra,suslaurelesysusescayolasaestasuciudadnatal.Alprincipiocreyóqueelcráneodelarrojadocoronelsehabíafracturado; en cualquier caso había una conmoción en la sede del pensamiento, y,pese a su extraordinaria capacidad autocurativa, había motivos sobrados paramantenerlofueradecombatedurantealmenosunparsemanas.

Yoempecéasentircierta inquietud.Quélástimasiaquellaexcursiónmía,enlaque iba decidido a hacer saltar bancas y romper corazones (y, como ven, tambiéncabezas), acababa en el cadalso o en la guillotina. En aquellos tiempos deinestabilidadpolíticanoestabaclarocuáleraelprocedimientoenvigorparacastigaraloscriminales.

Elcoronelfueconducidoasuhabitaciónroncandoapopléjicamente.Vialposaderoenlasalaenlaquehabíamoscenado.Cuandoseempleaalgúntipo

de fuerzaparaconseguirunobjetivo importante,nosepuedeandarespeculandoniescatimandomedioseconómicos.Mejorpasarsepormilquequedarseaunmilímetrodelameta.Yosentíestodemanerainstintiva.

Pedí una botella del mejor vino que había en la posada; invité al posadero acompartirlo conmigo, en la proporción de dos vasos a uno, y luego le dije que nodebía rechazar un insignificante souvenir de un huésped que había quedadoencantadode todo loquehabíavistoen la famosísimaBelleÉtoile.Dicho locual,coloquéensumanotreintaycinconapoleones,al tactodeloscualessusemblante,hasta entonces poco simpático, se tornó radiante, mientras su talante distante setrocaba en amigable; así, mientras se llevaba apresuradamente las monedas a losbolsillos,quedabaclaroqueentrenosotrosdossehabíaninstauradounasrelacionesmuycordiales.

Inmediatamente saqué a relucir el tema de la cabeza rota del coronel. Ambosconvenimosenque,siyonohubieradadoaquelcerterobastonazo,elmilitarhabríadecapitadoalamitaddeloshuéspedesdelaBelleÉtoile.Nohubounsolocamarerodelaposadaquenoestuvieradispuestoacorroborarbajojuramentolaveracidaddeaquellaafirmación.

Ellectorsuponesindudaqueyoteníaotrosmotivos,ademásdeldeseodeescaparde las fastidiosaspesquisas judiciales,paradesear reanudarcuantoantesmiviajeaParís.Comocomprenderácuálnoseríamihorroralsaberque,niporruegosnipordinero,nohabíamaneraalgunadeconseguircaballosaquellanoche.ElúltimopardelaciudadlohabíareservadoelÉcudeFrance,parauncaballeroquehabíaalmorzadoy cenado en la Belle Étoile y que tenía que continuar hacia París aquella misma

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noche.¿Quién era aquel caballero? ¿Habíamarchado ya? ¿No se le podría convencer

paraqueaguardarahastaeldíasiguiente?Elcaballeroseencontrabaahoraensushabitacionesrecogiendosuequipaje,ysu

nombrenoeraotroqueeldemonsieurDroqville.Subírápidamenteamicuarto,dondeencontréamicriadoSt.Clair.Alverlo,mis

pensamientoscambiaronunosinstantesderumbo.—Ybien,St.Clair,dimeahoraquiénesesadama—leconminé.—Esadamaeslahijaoesposa,noimportacuáldelasdoscosassea,delcondede

St.Alyre,elancianocaballeroquehaestadotanapuntodesertroceadoestanoche,segúnmehanreferido,porlaespadadelgeneralaquienmonsieurhatenidolasuertedemandaralacamaconunbuenataquedeapoplejía.

—¡Cierra el pico, idiota! Ese hombre estabamás borracho que una cuba. Estámohíno; puede decir lo que quiera, ¿a quién le importa? Recoge todasmis cosas.¿DóndesehospedamonsieurDroqville?

Porsupuestoquelosabía;siemprelosabíatodo.Mediahoradespués,monsieurDroqvilleyyoviajábamos juntos rumboaParís,

en mi coche de camino y con sus caballos. Al cabo de un rato me aventuré apreguntarlealmarquésdeHarmonvillesi ladamaqueacompañabaalcondeeradeverdadlacondesa.

—¿Notieneunahija?—Sí;esocreo.Esunajovenmuyhermosayencantadora.Nopuedocontestarle

conexactitud.Quizáeraella.Eshijadeunmatrimonioanterior.Hoysólohevistoalconde.

Almarquésleestabaentrandolamodorray,pocodespués,cayócompletamentedormidoensurincón.Yotambiéndabaalgunascabezadas;peroelmarquésdormíacomountronco.Nosedespertó,ysóloduranteunpardeminutos,hastalasiguienteposta,dondehabíatenidolasuertedeconseguircaballosmandandopordelanteasucriado,segúnmedijo.

—Perdonequeseauncompañerotanaburrido—dijo—;llevabamásdesesentahoras sin dormir. Tomaré aquí una taza de café; ya he echado un sueñecito.Permítamequelerecomiendequehagaustedlomismo:elcafédeaquíesrealmentebueno.

Ordenódostazasdecaféexpresoyesperóconlacabezaasomadaporlaventana.—Guardaremoslastazas—dijoalcamareroqueletraíalastazas—.Ylabandeja.

Gracias.Hubo un pequeño retraso mientras él abonaba aquellas cosas; luego pasó al

interiordelvehículolapequeñabandejaymeofrecióunatazadecafé.Comoyo ledijequenonecesitaba labandeja,él se lacolocósobre las rodillas

paraquelesirvierademesaenminiatura.—Nosoportoquemeesperenloscamarerosmientrasbeboelcafé—dijo—.Me

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gustasaborearlotranquilamente.Asentí.Erarealmenteuncafébuenísimo.—Aligualquemonsieurelmarqués,yohedormidomuypocodurantelasdoso

tresúltimasnoches;ymecuestamuchotrabajomantenermedespierto.Estecaféharámaravillasenmí;yamesientocomonuevo.

Nospusimosenmarchaantesdehaberapuradolastazas.Duranteunratoelcafénosvolvióparlanchines,ylaconversaciónseanimó.El marqués era extremadamente simpático, además de hábil, y me hizo una

brillanteydivertidadescripcióndelavidaparisiense,consuspeligrosyseducciones,presentando su retrato de manera que se me quedaran bien grabadas algunasenseñanzasdeordenpráctico.

Apesardelashistoriasdivertidasycuriosasquecontóelmarqués,llenasdesalydecolorido,mefueronentrandounasganasterriblesdedormir.

El marqués, que notó esto, se resignó afablemente a que nuestra conversaciónfueradecayendo.Suventanilla ibaabierta.Primeroarrojósu tazaporella, luego lamía, y finalmente hizo lo propio con la pequeña bandeja, que oí chocar contra lacalzada.Unvaliosohallazgo, anodudarlo,para algúncampesinomadrugador.Meacomodé en mi rincón; tenía mi querido souvenir —mi rosa blanca— cerca delcorazón,envueltoahoraenpapelblanco.Éstemeinspirabatodaunagamadesueñosrománticos. Empecé a sentir el peso del sueño, pero sin llegar nunca a perder laconcienciadel todo.Desdemi rincónseguíavisualizandoendiagonal,con losojossemientornados, el interior del coche. Deseaba con todas mis fuerzas conciliar elsueño, pero la barrera entre la vigilia y éste se me antojaba absolutamenteinfranqueable, y así entré en un estado de somnolencia completamente nuevo eindescriptible.

Elmarquéscogiódelsuelosuvalija,lacolocósobresusrodillas,laabrióysacólaqueresultóserunalámpara,quesujetócondospinzasenlaventanillaopuesta.Laencendióconunacerilla,secalólaslentesysacóunfajodecartas,quesepusoaleerconmuchaatención.

Avanzábamos muy lentamente. En mi impaciencia, yo había empleado hastaentonces cuatro caballos por etapa. Pero, en aquella emergencia, podíamosconsiderarnos afortunados de haber encontrado dos. Con todo, la diferencia develocidadresultabadeprimente.

Acabó pareciéndome aburrida la visión del marqués leyendo con sus lentescaladas, doblando y guardando las cartas una a una. Me esforcé por poner fin aaquella imagen fatigosa, pero algo me impedía cerrar los ojos del todo. Volví aintentarlo,peroestabaclaroquehabíaperdidolacapacidaddecerrarlos.

Me habría restregado los ojos, pero ni siquiera podía mover una mano; mivoluntad no mandaba ya sobre mi cuerpo. Descubrí que me resultaba tan difícilmovercualquierarticulaciónomúsculocomo,porejemplo,haberintentado,porunacto de voluntad insólito, hacer volcar el carruaje. Hasta entonces no había

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experimentadoningunasensaciónde terror.Fuera loquefuera,aquellonosepodíaequiparar con una simple pesadilla. ¡Empecé a asustarme de verdad! ¿Estaríapadeciendoalgúnataque?

Erahorriblevercómomiafablecompañeroseguíadedicándoseasusocupacionesrutinariascuandopodríahaberahuyentadomishorroresconunsimplesacudimiento.

Hice un esfuerzo sobrehumano por gritar; pero nada. Repetí el esfuerzo variasveces,conelmismoresultado.

Mi compañero había vuelto a empaquetar sus cartas y estaba mirando por laventanillamientrastarareabaelariadeunaópera.Echóhaciaatráslacabezaydijo,volviéndosehaciamí:

—Sí,yasevenluces;llegaremosdentrodeunosminutos.Memirómásdecercay,conunasonrisaafable,yunpequeñoencogimientode

hombros,dijo:—¡Pobrecillo! ¡Qué cansado debe de estar! ¡Qué sueño tan profundo le ha

entrado!Cuandosedetengaelcocheseguroquesedespertará.Luegocolocónuevamentelascartasenlavalija,lacerró,semetiólaslentesenel

bolsilloyvolvióamirarporlaventana.Entramos en una pequeña población. Supongo que serían las dos de la

madrugada.El coche sedetuvo.Viabrirse lapuertadeunaposada,de laque salíaluz.

—¡Yahemos llegado!—dijomi compañero, volviéndose alegremente haciamí—.Peronomedesperté.

—Sí,¡quécansadodebedeestar!—exclamótrashaberesperadounarespuestademiparte.

Micriadoseacercóamiportezuelaylaabrió.—Tu amo duerme profundamente. ¡Está tan cansado! Sería una crueldad

molestarle ahora. Tú y yo nos retiraremos mientras cambian los caballos, ytomaremosunpiscolabis.LetraeremosalgoamonsieurBeckett,pues,encuantosedespierte,seguroquevaamorirsedehambre.

Despabiló la llamayechómásaceitea la lámpara.Extremandoelcuidadoparano despertarme, salió tras dirigirme a mí otra sonrisa amable y a mi criado otrapalabradeprecaución.LooíconversarconSt.Clairmientrasentrabanenlaposada.Entretanto,yoquedabaabandonadoenelmismorincónyenlamismapostura.

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E

CAPÍTULOVIII

Unavisitadetresminutos

n varias ocasiones demi vida he sufrido fuertes y largos dolores corporales,pero,graciasaDios,nohabíapadecidonuncanadaparecidoaaquellatortura,

ni lo padecería tampoco después. Espero con toda el alma que no se parezca aninguno de los tipos de muerte que pueden acaecernos.Me sentía como un almaencarcelada,ymiangustia,mudaeinmóvil,erainenarrable.

El poder del pensamiento seguía claro y activo. Un lúgubre terror se habíaapoderadodemiespíritu.¿Cómoterminaríaaquello?¿Erarealmentelamuerte?

Hedeseñalarquemifacultaddeobservarnohabíasufridomermaalguna.Podíaoíryver todocon lanitidezhabitual.Simplemente,ocurríaquemivoluntadhabía,porasídecir,perdidoelcontroldemicuerpo.

Ya he dicho que el marqués de Harmonville no había apagado su lámpara decochealentrarenlaposadadeaquellaaldea.Yoescuchabaatentamente,esperandocon ansia su regreso: algún accidente afortunado haría que yo despertara de micatalepsia.

Sinruidoalgunodepasosqueanunciaranunallegadainminente,laportezueladelcocheseabrióderepente,yunapersonadesconocidaentrósilenciosamenteycerrólaportezuela.

La lámpara daba una luz parecida a la de una vela, por lo que vi al intrusoperfectamente.Eraunhombrejovenconunholgadoabrigogrisoscuroyunaespeciedecapucha,que le cubría la cabeza.Almoverse, creídistinguirbajo la capucha lacinta dorada de una gorra militar. También vi, con perfecta nitidez, los galones ybotonesen laspuñetasde laguerrera, fácilesdedistinguirbajo lasampliasmangasdelholgadoabrigo.

El joven llevabaunespesomostachoyunapequeñamatadepelobajoel labioinferior;tambiénviunacicatrizrojaqueleatravesabalamejilladesdeloslabios.

Entró,cerrólapuertasuavementeysesentóamilado.Todoestolohizoenunabrirycerrardeojos;luego,inclinándosehaciamíyponiéndoseenviserasumanoenguantada,meexaminódecercalacaraduranteunossegundos.

Este hombre había entrado con el sigilo de un fantasma, y todo lo hacía conrapidezydecisión,loqueindicabaunplanbiendefinidoyestablecidodeantemano.Suspropósitoseranatodaslucessiniestros.Yopenséqueibaarobarmey,quizá,aasesinarme.Peroyonoeramásqueuncuerpoinerteensusmanos.Deslizóunamanoenelbolsillodemichaqueta,delquesacómipreciosarosablancaytodaslascartasquehabía,entrelasquefigurabaundocumentodeespecialimportanciaparamí.

A las cartas les echó un vistazo somero. Era obvio que no era aquello lo quebuscaba.Mipreciosarosaladejótambiénaunlado.Loqueleinteresabaera,atodas

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luces,eldocumentoaqueacabodereferirme;lodesplegóy,conunlápiz,empezóatomarrápidasnotassobresucontenidoenunpequeñocuadernodebolsillo.

Estehombreparecíatrabajarconlaceleridadsigilosayfríapropiadeunagentesecreto.

Colocólospapelesenelmismoordenenqueloshabíaencontrado,losvolvióameterenmibolsilloydesapareció.

Su visita, según mis cálculos, no duró más de tres minutos. Inmediatamentedespuésdesudesapariciónoínuevamentelavozdelmarqués.Entróenelcocheyvicómomemirabaesbozandounasonrisa,medioenvidiándome,creo,porunsueñotanprofundo.Ah,sihubierasospechado…

Volvióasumirseenlalecturayclasificacióndesuspapelesalaluzdelalámparaque acababa de coadyuvar a las maquinaciones de un espía. Ahora estábamos yafuera de la población y proseguíamos el viaje a lamisma velocidadmoderada. Ellugar donde había recibido la visita de aquel agente secreto, como podríamosdenominarlo,sedebíadehallaraunasdosleguasdedistanciacuandoderepentesentíunextrañopalpitarenunoídoylasensacióndequeelairepasabaporélysealojabaenlagarganta.Parecíacomosiunaburbujadeaire,formadaeneloído,sehincharayexplotaraenél.Latensiónindescriptibledelcerebropareciócederdeinmediato;notéunextrañozumbidoenlacabezayunaespeciedevibraciónentodoslosnerviosdelcuerpo, como ocurre con unmiembro que, según la frase popular, se ha dormido.Exhaléungritoymequedémediolevantadoenmiasiento,dondemedejécaerluegotemblando,conunasensacióndedebilidadmortal.

Elmarquéssemequedómirando,mecogiólamanoymepreguntóconaireseriosiestabaenfermo.Sólopudecontestarleconungemidoprofundo.

Poco a poco el proceso de restablecimiento fue tocando a su fin; y así pude,aunquemuydébilmente,decirleloenfermoquemehabíasentido.Asimismolepusealcorrientedelaviolacióndemiscartasdurantesuausencia.

—¡Cielosanto!—exclamó—.Esebellaconohabrátocadomivalija…Le dije que, por lo que yo había podido observar, podía estar tranquilo a ese

respecto. Él colocó la valija a su lado, sobre el asiento, la abrió y examinó sucontenidominuciosamente.

—Sí, no hay nada que temer. Todo en su sitio, gracias a Dios—masculló—.Daría cualquier cosa para que ciertas personas no leyeran nuncamedia docena decartasquellevoaquí.

Luego me preguntó con gran solicitud por el mal que me había sobrevenido.Cuandolehubecontadotodo,medijo:

—Unamigomíomedijoenciertaocasiónqueeraposibleunataquecomoelquehasufridousted.Aél le sobrevinoabordodeunbarco,a resultasdeunestadodeespecial excitación. Era un hombre valiente como usted; y había tenido que hacervaleralavezsufuerzaysucoraje.Unaodoshorasdespués,elcansancioseapoderódeélypareciócaerenunsueñoprofundo.Sesumióenunestadoqueluegodescribió

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igualqueusted,loquemehacepensarquesetratadelamismaclasedeataque.—Mealegrasaberquenohesidoelúnico.¿Padecióunarecaída?—Tratéconéldespuésdurantemuchosaños,ynuncamehablóde talcosa.Lo

que me sorprende es el paralelismo de las causas propiciadoras del ataque. Elinesperadoyvalientecombate,encondiciones tandesfavorablesparausted,conunespadachínexperimentado,comoesesedementecoroneldedragones,elcansancioy,finalmente,laformacomohacedido,comomiotroamigo,alsueño.

»Megustaría—prosiguió—descubrirquiénfueesecoquinqueespiósuscartas.Peronovaledenadavolvernosahoraporquenoconseguiríamosenterarnosdenada.Esagentesiempreactúaconmuchahabilidad.Sinembargo,estoycasiconvencidodequedebiódeserunagentedepolicía.Sisehubieratratadodecualquierotrotipodefacineroso,deseguroquelehabríarobado.

Yohablabamuypoco, puesme sentía débil y agotado, pero elmarqués seguíadistrayéndomeconsuamableconversación.

—Hemos intimado tanto —dijo al final— que debo recordarle que por elmomentonosoyelmarquésdeHarmonville,sinosolamentemonsieurDroqville;sinembargo,cuandolleguemosaParís,aunquenopuedaverleamenudo,podréserledegranutilidad.Lepediréquemedigaelhotelenelquepiensaalojarse,pues,comoelmarquésestá,comopuedever,deviaje,lamansióndeHarmonvilleseencuentraporel momento ocupada por dos o tres viejos criados, que ni siquiera deben ver amonsieurDroqville.Sinembargo,esteúltimoyaselasingeniaráparahacerleentraren el palco quemonsieur el marqués tiene en la ópera, así como también a otroslugaresdemásdifícilacceso.Y,tanprontocomoconcluyalamisióndiplomáticadelmarquésdeHarmonville,yéstetengalibertadparamostrarseaplenaluz,noexcusaráa suamigo,monsieurBeckett, de cumplir su promesade visitarlo este otoño en elChâteaudeHarmonville.

Comopuedenimaginar,dimismássincerasgraciasalmarqués.Cuanto más nos aproximábamos a París más valoraba su protección. La

proteccióndeunhombre tan importante, que se interesaba tan amablementepor eldesconocidoconelque,porasídecir,sehabíatopadoporerror,podríahacermivisitabastantemásdeliciosadeloquemehabíaesperado.

Nadapodíasermásgentilquelosmodalesylasatencionesdelmarqués.Mientrasaún le daba las gracias, el coche se detuvode repente delante del lugar dondenosesperabancaballosderelevoydondeteníamosquesepararnos.

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M

CAPITULOIX

Chismesyconsejos

i accidentadoviajehabía terminadopor fin.Ahoramehallaba sentado a laventanademihotelcontemplandolabrillanteciudaddeParís,queenpoco

tiempohabíarecobradotodasualegríaycuyobullicioeraaúnmayorqueelhabitual.TodoelmundorecuerdalagranexcitaciónquesiguióalacaídadeNapoleónyalasegunda restauraciónborbónica.Asípues,nonecesito (aunquepudiera,despuésdetantos años transcurridos) recordar y describir mis experiencias e impresiones delaspectotansingularqueteníaParísenaquellosdíasextraños.Aquéllaeramiprimeravisita. Pero, pese a haberla visitado numerosas veces después, no creo haber vistonuncaaquelladeliciosacapitaltanencantadoramenteexcitadayexcitante.

LlevabadosdíasenParísyyahabíavistotodasuertedemonumentos,sinhaberexperimentado ninguna muestra de esa rudeza e insolencia de las que otros sequejabanporpartedelosexasperadosoficialesdelderrotadoejércitofrancés.

También tengo que decir una cosa. Mi romance se había apoderado tan porcompletodemíquelaesperanzadeveralobjetodemissueñosprestabaunsecretoydeliciosointerésamispaseosapieyencocheporlascallesyalrededores,asícomoamisvisitasalosmuseosyaotrosmonumentosdelametrópoli.

Nohabíanivistonioídohablardelcondenidelacondesa,nirecibidoningunanoticiadelmarquésdeHarmonville.Tambiénmehabíarecuperadoporcompletodelaextrañaindisposiciónpadecidadurantemiviajenocturno.

Caíalatarde,yyaestabaempezandoatemerquemiaristócrataamigosehubieraolvidadoporcompletodemícuandoelcamareromeofreciólatarjetade«MonsieurDroqville»,ycongranjúbiloypremuraledijequehicierasubiralcaballero.

AllíestabaelmarquésdeHarmonville,tanafableygentilcomosiempre.—Actualmente soy un ave nocturna —dijo tan pronto como hubimos

intercambiado los saludosde rigor—.Memantengo en la sombradurante el día, einclusoaestahorasólomeheatrevidoavenirencochecerrado.Losamigosparalosqueheemprendidoestamisiónalgopeligrosaasí lohandispuesto.Creenque todoestará perdido si consiguen reconocerme; en París. En primer lugar, permítameregalarleestasentradasparamipalco.Nosabecómomedisgustanopoderutilizarlomás amenudo durante las dos próximas semanas; durantemi ausencia había dadoinstruccionesamisecretarioparaquefacilitaraentradastodaslasnochesalprimerodemisamigosquese lopidiera,yel resultadoesqueahorameencuentroconcasinadaparamímismo.

Ledimismássentidasgracias.—Yahora,unaspalabrasenmisfuncionesdementor.Supongoquenohavenido

aParíssincartasderecomendación.

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Yolemostrémediadocenadecartas,yélechóunvistazoalasseñas.—Notengaencuentaestascartas—dijo—.Yomismolopresentaréensociedad.

Lollevarépersonalmentedecasaencasa.Unamigoasuladovalemásquetodaslascartas juntas. No haga amistad ni intime con nadie hasta entonces. A ustedes, losjóvenes, les gusta apurar hasta la última gota los placeres anónimos de una granciudad antes que embarcarse en las obligacionesde la vida social.No se pierdaniuno.Lemantendránocupado,díaynoche,durantealmenos tres semanas.Cuandoesohayapasado,yodisfrutaréyadetodamilibertad,yyomismolointroduciréenlarutina brillante pero relativamente tranquila de la buena sociedad. Déjese en mismanos;yrecuerdeque,enParís,unavezquehasidounoaceptadoporelbeaumondeyanopuedevivirasuaire.

Ledidenuevolasgraciasyprometíseguirsusconsejosalpiedelaletra.Élparecióencantadoydijo:—Ahora le diré algunos lugares a los que debería ir. Coja un plano y escriba

letrasonúmeros sobre lospuntosque levoya indicar,yharemosasíunapequeñalista.Todosloslugaresquelevoyamencionarsondignosdeverse.

De esta manera metódica, y con gran cantidad de anécdotas divertidas yescandalosas, me ofreció un catálogo y una guía, que, para una persona ávida denovedadesyplacerescomoyo,poseíanunvalorincalculable.

—Dentrodedossemanas,talvezdeunasola—dijo—,tendréelgustodepoderserverdaderamenteútilparausted.Entretanto,estébienalerta.Absténgasedejugar;le dejarían sin blanca si lo hiciera. Recuerde esto: aquí está rodeado de hábilesestafadoresygranujasdetodotipoquevivendeloquesustraenalosforasteros.Noconfíeennadiequenoconozca.

Levolvíadar lasgraciasy leprometísacarprovechodesusconsejos.PeromicorazónestabademasiadollenodelabelladamadelaBelleÉtoileparapermitirquenuestraentrevistaterminarasinqueyohubieraintentadosaberalgomásdeella.Asípues, lepreguntéporel condey la condesadeSt.Alyre, a losquehabía tenido lasuertedesalvardeuntrancesumamentedesagradableenelvestíbulodelaposada.

Pero, ¡ay!,no loshabíavistodesdeentonces.No sabíadóndeparaban.PoseíanunabonitacasaantiguaalasafuerasdeParís,peroélcreíaprobablequesequedaran,al menos unos cuantos días, en la urbe, ya que habría que hacer bastantespreparativos,despuésdeunaausenciatanprolongada,antesdevolverainstalarseensuhogar.

—¿Cuántotiempohanestadofuera?—Unosochomeses,creo.—Sonpobres,meparecehaberleoídodecir.—Sí,paraunapersonacomoustedpodríanconsiderarsepobres.Pero,monsieur,elcondetieneunasrentasquelepermitenvivirconcomodidades

yhastaconelegancia,sobretodollevandounavidatranquilayapartadaenestepaísbarato.

—Entoncessonmuyfelices,¿no?—Digamosquedeberíanserfelices—.Y¿qué

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seloimpide?—Élesceloso.—Perosumujer…Noledamotivoalguno…—Metemoquesí.—¿Cómo,monsieur?—Siempre he pensado que es un poco demasiado…, excesivamente… —

¿Demasiadoqué,monsieur?—Demasiado bonita. Pero aunque tiene unos ojos extraordinariamente bellos,

unas facciones exquisitas y la tezmás delicada delmundo, creo que es unamujerhonrada.¿Nolahavistoustednunca?

—Vi a una dama completamente embozada en su abrigo, con un velo que letapaba la cara, la otra noche en el vestíbulo de la Belle Étoile, cuando le partí lacabezaaeseindividuoqueestabaintimidandoalancianoconde.Perosuveloeratantupido que no me permitió ver sus rasgos. —Respuesta ésta, como convendrán,bastantediplomática—.Podríaserlahijadelconde.¿Sepelean?

—¿Quién,sumujeryél?—Sí.—Unpoco.—¿Yporquémotivo?—Esunaviejahistoria:porlosdiamantesdeella.Sondegranvalor.Valen,según

LaPerelleuse,aproximadamenteunmillónde francos.Elcondedesearíavenderlospara disponer de mayor numerario, que él está dispuesto a gastar como a ella leplazca.Pero la condesa, aquienpertenecen, se resiste a ello, yporuna razónque,quierocreer,noestácapacitadapararevelársela.

—Dígame, por favor, cuál es esa razón —dije, picado en mi curiosidad—,supongo que piensa lo bella que estará con ellos cuando se case con su segundomarido.

—¡Ah!Claro,sinduda.PeroelcondedeSt.Alyreesunhombrebueno,¿no?—Admirable,ysumamenteinteligente.—¡Cómomegustaríaquemelopresentara!Oyéndoleaustedparecetan…—Tanagradablementecasado.Perovivencompletamenteapartadosdelmundo.

Éllallevadevezencuandoalaóperaoaalgunadiversiónpública;peronadamás.—Yéldebederecordartantascosasdelantiguorégimen,ytantosepisodiosdela

revolución…—Sí, es el hombremás indicado para un filósofo comousted. Se suele quedar

dormidodespuésdecomer,peronosuesposa…Bueno,hablandoenserio,leaseguroqueapenasfrecuentaelbeaumondeyquesehavueltountantoapático,aligualquesuesposa.Ynadapareceinteresarlealacondesa,¡nisiquierasumarido!

Elmarquésselevantóparadespedirse.—Noarriesguesudinero—reiteró—.Prontotendráoportunidaddecolocarparte

deélenunnegociomuyventajoso.Variascoleccionesdecuadrosrealmentebuenos,pertenecientes a personas que apoyaron la restauración bonapartista, van a servendidos en subasta dentro de unas semanas. Podrá hacer maravillas cuando

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comience la venta. ¡Va a haber auténticas gangas! Resérvese para ellas. Yo lemantendré puntualmente al corriente. Quede con Dios. A propósito —dijo,deteniéndose en seco al acercarse a la puerta—, casime olvidaba. La semana quevieneva a haber un acontecimiento quedebería entusiasmarle, pues suele escasearbastanteenInglaterra.Merefieroaunbalmasqué,organizado,segúndicen,conunesplendoraúnmayordelhabitual.Tendrá lugarenVersalles.Todoelmundoestaráallí; lagente seafanaparaconseguir invitaciones.Perocreoquepodréconseguirleuna.Buenasnoches.Adieu!

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H

CAPÍTULOX

Elvelonegro

ablandoelfrancésdecorridoycondineroencantidadesilimitadas,nohabíanadaqueme impidieradisfrutarde todo lodisfrutableen lacapital francesa.

Pueden suponer cómo se pasaron los dos siguientes días.Al cabo de los cuales, yhacialamismahora,monsieurDroqvillevolvióavisitarme.

Cortés,afableyalegrecomodecostumbre,medijoqueelbailededisfraceshabíaquedadofijadoparaelmiércoles,yquehabíaconseguidounainvitaciónparamí.

¡Quémalasuerte!Losentíamuchísimo,peronopodíaasistir.Se quedó mirándome en silencio unos instantes con un aire de sospecha y

amenazaquenocomprendí,yluegopreguntó,conciertabrusquedad:—¿Y tendría monsieur Beckett la amabilidad de decirme por qué no puede

asistir?Yoestabaunpocosorprendido,peroledijelasimpleverdad:teníaunacitapara

aqueldíaporlatardecondosotresamigosinglesesynoveíalamaneradeliberarmedeaquelcompromiso.

—¡Ah, así que es eso!Ustedes, los ingleses, estén donde estén, siempre andanbuscandolomismo:laaburridacompañíadeotroscompatriotas,cervezaybistecs;ycuandovienenaquí,envezdetratardeaprenderalgonuevodelagentequevisitan,yquefingenquererestudiar,sededicanahincharseacomer,aperjuraryafumarentreingleses,yalfinaldesusviajesnosalenmásexperimentadosnimáspulidosquesihubieranestadodejuergaenunatabernuchadeGreenwich.

Prorrumpióenunascarcajadassarcásticas(creoqueenaquelmomentolehabríagustadoenvenenarme).

—¡Ahí la tiene!—prosiguióarrojando la invitación sobre lamesa—.Tómelaodéjela, comobien le plazca. Supongo que he hecho el tonto con usted; pero no escorrientequeunhombrecomoyose tometantasmolestias,pidafavores,yconsigafinalmenteunprivilegioparaunconocidoparaluegosertratadodeestamanera.

Aquellomepareciódeunaimpertinenciaasombrosa.Me sentía turbado, ofendido, a la vez que arrepentido. Posiblemente había

contravenido sin saberlo las normas de la buena educación según los cánonesfranceses,loquecasijustificabalaseveridaddelbruscoreprochedelmarqués.

Y así, en medio de una terrible confusión de sentimientos, me apresuré apresentarmisdisculpaspara tratarde recuperarel favordeaquelamigocasualquehabíamostradoparaconmigotantaamabilidaddesinteresada.

Le dije que rompería a toda costa el compromiso que desafortunadamente memanteníaatado;quehabíahabladoconmuypocareflexiónyqueciertamentenolehabíamostradomiagradecimientoenproporciónasuamabilidadyamiverdadera

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estimacióndesupersona.—Porfavor,nodigaunapalabramás;midesconciertohasidosóloporusted,y

reconozcoqueloheexpresadoentérminosmuyduros,que,estoyseguro,subuenadisposición sabráperdonar.Quienesme conocenunpocomejor sabenque a vecesdigomuchasmás cosas de las que quiero decir; y siempre lamento queme ocurraesto.MonsieurBeckettseolvidaráprontodequesuviejoamigo,monsieurDroqville,haperdidomomentáneamentelosestribosporatenciónaél,yasí…volvemosaserlosbuenosamigosdesiempre.

SonriócomoelmonsieurDroqvillequehabíaconocidoenlaBelleÉtoileyalargólamano,queyotomérespetuosaycordialmente.

Nuestradisputapasajerahabíaterminadodejándonosmejoresamigos.ElmarquésmeaconsejóquereservaraunacamaenalgúnhoteldeVersalles,ya

que luego encontraría problemas dada la gran demanda existente, y que lo hicierainclusivelamañanasiguiente.

Asípues,ordenéunoscaballosparalasonceenpunto,y,trasintercambiarunascuantaspalabrasmás,elmarquésdeHarmonvillemediolasbuenasnochesybajóatoda prisa las escaleras, tapándose con un pañuelo la boca y la nariz. Desde miventanavicómosubíadeunbrincoasucochecerradoydesaparecía.

AldíasiguientefuiaVersalles.CuandomeaproximabaalapuertadelHôteldeFrancemedijeparamisadentrosquenohabíapecadoprecisamentedemadrugador,sinomásbiendetodolocontrario.Alrededordelaentradaseagolpabaunenjambredecarruajes,demaneraqueresultabaimposibledarunpasoadelantesinoeraapieysorteando toda una legión de caballos. El vestíbulo estaba a rebosar de criados ycaballerosquegritabanalhotelero,elcual,enunestadodeeducadalocura,asegurabaatodosycadaunodeellosquenohabíahabitaciónniaposentolibreentodoelhotel.

Me deslicé hasta la puerta, dejando el vestíbulo a los que seguían profiriendogritos y súplicas con la falsa esperanza de que el propietario pudiera, si quería,encontrarles un hueco. Subí a mi coche y me dirigí, a la máxima velocidad quepermitieronmis caballos, alHôtel du Réservoir. Pero encontré la entrada igual deabarrotada.Elresultadofueelmismo.Aquéllaeraunasituaciónirritante,pero¿quésepodíahacer?Mientrasmehallabaenelvestíbulodeestehotelhablandoconunode sus intendentes,mi postillón había logrado con excesivo celo hacer avanzar loscaballos, poco a poco, amedida que los otros carruajes iban retirándose; ahora sehallabaantelaescalinatadelhotel.

Aquellamaniobra resultómuy útil para subir al vehículo. Pero, una vez en él,¿cómosalirdeallí?Habíacochesdelanteydetrás,ynomenosdecuatrohilerasalotrolado.

Por entonces yo tenía una vista extraordinariamente buena. Si ya antes habíaestado impaciente, adivinen cuáles seríanmis sentimientos cuando vi pasar por elangostomargenquequedabaalotroladodelacalzadaunacalesadescubierta,enlaque estaba seguro de haber reconocido a la condesa, cubierta con el velo, y a su

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marido.Sucochehabíatenidoqueaminorarlamarchadebidoauncarroqueocupabatodalaanchuradelcaminoyavanzabaconlalentitudpropiadetalesvehículos.

Habría sido más inteligente por mi parte saltar a la acera y dar un rodeo pordelantedeloscarruajesdetenidosdelantedelacalesa.Pero,desgraciadamente,yoeramásunMuratqueunMoltkeypreferíunacargadirectasobremiobjetoantesquerecurriraningunatáctica.Atravesécomounaflechaelasientotraserodeuncarruajequeestabaalladodelmío,nosécómo;hicelopropio,dandounavoltereta,enunaespeciedecabriolé,enlaqueunancianoyunperroestabanechandounacabezadita;salté repartiendo disculpas incoherentes por encima de un coche abierto, en el quehabía cuatro caballeros enfrascados en una discusión muy animada; tropecé alapearmeycaísobreloslomosdeunpardecaballos,quealinstanteseencabritaronymehicieronmorderelpolvodelacalle.

Aquienesobservaranmiintrépidacargasinestaralcorrientedemisecretodebídeparecerlesundemente.Porfortuna,lacalesaquemeinteresabahabíapasadoantesde la catástrofe, y, cubierto comoestabayodepolvoy con el sombrero aplastado,pueden imaginarse que no deseaba realmente presentarme así ante el objeto demiquijotescadevoción.

Permanecí unos instantes en medio de una tormenta de insultos,desagradablementeatemperadosconrisotadas;y,enmediodetodoaquello,mientrasmeesforzabaporsacudirmeelpolvodelaropaconunpañuelo,oíunavozquemeresultófamiliar:

—MonsieurBeckett!Volvílacabezayvialmarquésmirandoporlaventanilladeuncarruaje.Fueuna

visiónagradableparamí.Enunperiquetemeencontréjuntoalaportezuela.—LomejoresirsedeVersalles—dijo—;yahavistoquenohayniunasolacama

libreenningunodeloshoteles;ypuedoañadirquenohayunasolahabitaciónlibreentodalaciudad.Peronosepreocupe:heencontradoalgoparaustedquelepuedeconvenir.Digaasucriadoquemesiga,yustedsubaysiénteseamilado.

Afortunadamente, acababa de abrirse una brecha en medio de aquelconglomeradodecarruajes,yelmíoestabaacercándose.

Indiqué al criado que nos siguiera, y, tras dar el marqués unas órdenes a sucochero,nospusimosrápidamenteenmovimiento.

—Levoyallevaraunlugarconfortable,cuyaexistenciasóloconocenmuypocosparisienses, y donde, sabedor de cómo estaban las cosas aquí, le he reservado unahabitación. Está a menos de dos kilómetros de distancia: es una antigua posadallamadaLeDragon Volant. Tiene usted suerte de quemi aburrida encomiendametrajeraaestelugartantemprano.

Creoquehabíamos recorridounosdoskilómetroshastael ladomásalejadodelpalaciocuandoembocamosuncaminoviejoyestrecho,conlosbosquesdeVersallesa un lado, y al otro numerosos árboles viejísimos, de una altura poco frecuente enFrancia.

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Nosdetuvimosanteunaposadadeplantaantiguaymaciza,construidaconpiedradeCaen;suarquitecturaeramásricayfloridaquelahabitualensemejanteclasedeedificios, lo que indicaba su destino original como mansión privada de algunapersona acaudalada y, probablemente, dado que las paredes lucían numerososescudosdearmas,tambiéndistinguida.Unaespeciedeporche,menosantiguoqueelresto, se proyectaba hospitalariamente con un amplio y florido arco, sobre el cual,labradoenaltorrelievedepiedra,pintadoydorado,destacabalaenseñadelaposada.

Eraundragónvolador,conalasenrojoyorovivos,desplegadas; lacola,colorverde claro y oro, se retorcía y anudaba infinitas veces, y acababa en una puntabruñidaydentadacomoeldardodelamuerte.

—Yonoentraré,peroseguroque lepareceráun lugarconfortable;encualquiercaso,siempreesmejorquenada.Entraríagustosoconusted,peromianonimatomeloimpide.Ah,leagradarásabertambiénqueesunaposadaencantada.Almenosamíme habría agradado en mis años jóvenes. Pero no aluda a este espantoso hechocuandohableconelposadero,puescreoqueesun temaqueaún levantaampollas.Adiós. Si quiere disfrutar del baile, sigami consejo y vaya disfrazado de dominó.Esperodejarmecaerunratoporallí;sivoy,mepondréelmismodisfraz.¿Cómonosreconoceremosmutuamente?Déjemepensar…Algoquellevemosenlamano…Unaflornovaldría,puesmuchagente llevará flores. ¿Ysi llevaustedunacruz rojadeunoscincocentímetrosdelarga—ustedesinglés—cosidaosujetaenelpechodesudominó,yyounablanca?Sí,esoes;y,acualquiersalaquevayausted,sitúesecercade la puerta hasta que nos encontremos. Yo le buscaré en todas las puertas quefranquee;yustedhará igual,demaneraquenodeberíamos tardar enencontrarnos.Asíqueda,pues,convenido.Yonomediviertoentalesocasionessinovoyconunapersonajoven;unapersonademiedadnecesitaelcontagiodeespíritusjóvenesydela compañía de alguien que disfrute de todo espontáneamente. Hasta luego. Nosveremosestanoche.

Todoestomelodijocuandoyoestabayapieentierra.Cerrélapuertadelcoche,ledijeadiósylovialejarse.

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E

CAPÍTULOXI

ElDragónVolador

chéunvistazoamialrededor.Los árboles hacían que el edificio resultaramás pintoresco aún, si cabía. La

majestadypazdellugarcontrastabanextrañamenteconelrelumbrónybulliciodelavidaparisiense,alosquemisojosyoídossehabíanyaacostumbrado.

Luegoestuvecontemplandoduranteunosminutoslamagníficayantiguaenseña.Después examinémás detenidamente el exterior de la casa.Era grande y sólida, ycuadrabamásconmiconceptodeloshostalesinglesesantiguos,como,porejemplo,los que albergan enCanterbury a los peregrinos, que con una hospedería francesa.Bueno,salvounatorretaredonda,queseelevabaenelflancoizquierdodelacasayterminaba en un tejado con forma de apagavelas, característica de los castillosfranceses.

Entré y me anuncié como monsieur Beckett, a quien habían reservado unahabitación.Fuirecibidocontodalaconsideracióndebidaaunmilordinglésprovistodeunabolsarepletadedinero.

Elposaderomecondujoamiaposento.Eraunahabitaciónbastantegrande,unpocosombría,conartesonadodemaderaoscurayconmueblessolemnesysombríos,bastanteanticuados.Habíaunagranchimeneaconelmantoesculpidoconescudos,en los que, de habermostrado suficiente curiosidad, podría haber descubierto unacorrespondencia exacta con la heráldica de los muros exteriores. Había algointeresante,melancólicoyhastadeprimenteentodoaquello.Meacerquéalaventanade jambas de piedra, que daba a un pequeño parque de árboles frondosos situadodetrásdeuncastillocoronadoporungrupodetorretasochapiteles,comolosquehemencionadoanteriormente.

Elparqueyelcastilloparecíanpresididosporlamelancolía.Dabanmuestrasdeincuria, y casi de decadencia: la tristeza de la grandeza pasada y cierto aire deabandonoproducíanunaimpresióndeprimenteenelobservador.

Preguntéalposaderocuáleraelnombredelcastillo.—Ese castillo,monsieur, es elChâteau de la Carqueme aseguró.—¡Qué pena

queestétandescuidado!—señalé.—Odigamos,talvez,quépenaquesupropietarionoseayatanrico,¿verdad?

—Talvez,monsieur.—Tal vez…—Parafraseémirándolo—.Lo queme hace suponer que no es un

hombremuypopular.—Nilounonilootro,monsieur—contestó—.Sóloqueríadecirqueresultadifícil

saberquéusoharíaéldesusriquezas.—¿Yquiénesél?—inquirí—.ElcondedeSt.Alyre.

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—¡Oh!¡Elconde!¿Estáseguro?—preguntéconredobladointerés.Fueahoraelposaderoquienclavósumiradaenmí—.Completamente,monsieur.ElcondedeSt.Alyre.—¿Vienefrecuentementeaestelugarapartado?—.No,monsieur;suelepasarbastantetiempofuera.—¿Yespobre?—seguíinvestigando.

—Yolepagoelalquilerdeestaposada.Noesmucho;peroélnopuedeesperarmuchotiempo—contestóconunasonrisasarcástica.

—Sinembargo,porloqueheoídodecir,nodeberíadesertanpobre—proseguí.—Dicen,monsieur,quejuegamucho.Yonolosé.Perosípuedoasegurarleque

no es rico. Hace unos siete meses, un pariente suyo murió muy lejos de aquí.Enviaronelcadáveraesamansióndelconde,yélloenterróenelcementeriodePèreLachaise,talycomohabíadeseadoelfinado.Elcondepasóunosdíasmuyafligido,aunque,segúncuentan,recibióunabuenaherenciadeaquellapersonafallecida.Peroeldineronoparecesentarlenuncabien.

—Esviejo,creo.—¿Viejo? Nosotros lo llamamos «el judío errante», si olvidamos, claro, que

nuncatienecuatroochavosenelbolsillo.Sinembargo,monsieur,nolefaltavalor:sehacasadoconunamujerjovenyguapa.

—¿Yquiénesella?—preguntéconsubidointerés—.EslacondesadeSt.Alyre.—Sí,peroimaginoquepodrádecirmealgomásdeella.¿Tienecualidades?—Tres,monsieur,porlomenos,ysumamenteatractivas.—¡Ah!¿Ycuálesson?—Juventud,bellezay…diamantes.Meechéareír.Aquelviejoastutosenegabaasatisfacermicuriosidad.—Yaveo,amigomío,quenoseatrevea…—A tener problemas con el conde —completó la frase—. Es cierto. Y ve,

monsieur,élpodríaperjudicarmededoso tresmaneras; lomismoqueyoaél.Asípues,esmejorquecadacualseocupedelosuyo,yqueexistaunarelaciónpacífica,yameentiende.

Erainútilinsistir,almenosporelmomento.Talveznoteníanadaquerelatar.Siconeltiempollegabaapersuadirmedelocontrario,podríaintentarelefectodeunoscuantosnapoleones.Posiblementeélyaestabapensandoensacaralgúnbeneficio.

EldueñodelDragónVoladoreraunhombremayor,delgado,depielbronceada,ydeaireinteligente,decididoyclaramentemilitar.LuegosupequehabíaservidoalasórdenesdéNapoleónenlasprimerascampañasdeItalia.

—Una pregunta que creo puede usted contestar sin correr ningún riesgo deenemistad—dije—.¿Estáelcondeencasa?

—Tienemuchascasas,supongo—dijodemaneraevasiva—.Pero…,perocreo,puedodecirque…estáviviendoactualmenteenelcastillodelaCarque.

Másinteresadoquenunca,miréporlaventanamásalládelasondulacionesdelterreno,dondeseerguíaelcastillo,enmarcadoporunlúgubredecoradodefollaje.

—Lohevistohoy,ensucarruaje,enVersalles—dije—.Nadamásnormal.—Luegosucocheycaballosycriadosestánenelcastillo.

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—Elcocheloaparcaaquí,monsieur,yloscriadosloscontrataparacadaocasión.Niunosoloduermeenelcastillo.Semejantevidadebedeserterribleparamadamelacondesa—apostilló.

¡El viejo roñoso!, exclaméparamis adentros.Espera sacarle los diamantes pormedio de esta tortura. ¡Qué vida! ¡Qué par de enemigos con los que tiene queenfrentarse:loscelosyelchantaje!

Elcaballero, trasplaticarconsigomismodeestamanera,posó losojosunavezmás en el castillo de aquel brujo y dejó escapar un suave suspiro, un suspiro denostalgia,resoluciónyamor.

¡Qué tonto era entonces! Sin embargo, cuando nos encontramos con un ángel,¿nosvolvemos acasomás sensatos al envejecer?Amímepareceque sonnuestrasilusiones las quevan cambiando con el tiempo; nosotros estamos siempre igual delocos.

_Hombre,St.Clair—exclaméalveramicriadoentraryponerseaordenarmiscosas—,qué,¿yahasencontradodóndedormir?

—Eneldesván,monsieur, entre telarañasy,parma foi, entregatosy lechuzas.Peronosllevamosmuybien.Vivelabagatelle!

—Nosabíaqueestuvieratanllenalaposada.—Principalmente,monsieur,loscriadosdelaspersonasquetuvieronlasuertede

conseguiralojamientoenVersalles.—¿QuétepareceelDragónVolador?—¿El Dragón Volador? El viejo y llameante dragón, monsieur. El diablo en

persona,siesciertoloquecuentan.Afedeuncristiano,monsieur,queenestacasahantenidolugarmilagrosdiabólicos.

—¿Quéquieresdecir?¿Hahabidoaparecidos?—Nada de eso, señor. ¡Ojalá! No. Personas que jamás han vuelto, que se

desvanecieronenpresenciademediadocenadetestigos.—¿Quéquieresdecir,St.Clair?Oigamoslahistoriaomilagrooloquequieraque

sea.—Es sólo esto, monsieur. Resulta que un antiguo escudero del finado rey

guillotinadodurantelaRevolución—simonsieurtienelabondaddehacermemoria—, al que le había permitido el emperador volver a Francia, vivió en este hotelduranteunmesy,alcabodedichotiempo,seesfumó,comolehedicho,antelosojosdemediadocenadetestigosfidedignos…Elotroeraunnobleruso,deunonoventade estatura, el cual,mientras describía, de pie enmedio de la habitación de abajo,antesietecaballerosdeprobadaveracidadlosúltimosmomentosdePedroelGrande,sosteniendo una copa de aguardiente en lamano izquierda y su taza de café, casivacía,en laderecha,desapareciódemanerasimilar.Seencontraronsusbotasenellugar exacto que había pisado antes de desaparecer; al caballero de su derecha loencontraron,asombrado,conlatazadecaféenlamano,yalcaballerodelaizquierdaconlacopadeaguardiente…

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—Seguroqueésteselabebióenmediodesuturbación—sugerí.—No,seconservódurantetresañosentrelascuriosidadesdeestacasa.Elcurala

rompiómientrasconversabaconmademoiselleFidone,elamadellaves,enelcuartodeésta;perodelnoblerusonuncamássevolvióaoír.Parbleu!CuandosalgamosdelDragónVolador espero que sea por la puerta. Todo esto lo oí contar,monsieur, alpostillónquenostrajohastaaquí.

—Entonces tiene que ser verdad —comenté en tono jocoso. Pero estabaempezando a sentir la melancolía del paisaje y de la estancia en la que, meencontraba. Sin saber cómo, se había deslizado por mi cuerpo un extrañopresentimientoyteníapocasganasdebromear.Miánimohabíadecaído.

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I

CAPÍTULOXII

Elmago

mposible imaginar un espectáculo más brillante que aquel baile de disfraces.Entrelossalonesygaleríasabiertosalpúblicodestacabalaenormeperspectivade

laGrandeGaleriedesGlaces,iluminadaparalaocasiónconnomenosdecuatromilcandelas, que reflejaban y repetían todos los espejos, produciendo un efecto casideslumbrador.Lagransuitedesalonesestabaabarrotadadepersonasdisfrazadasdelamaneramásincreíble.Nohabíaunasolasalavacía.Cadarincónestabaanimadopor música, voces, colores vivos, joyas centelleantes, y por el alboroto de lasimprovisacionesydemásingeniosidadespropiasdeunamascaradabienorganizada.Yonuncahabíavistonadaparecido,almenoscomparableaaquellamagnificencia.Fui avanzando indolentemente conmi disfraz de dominó, deteniéndome de vez encuando a escuchar un diálogo ingenioso, una canción burlesca o un monólogodivertido,pero,almismo tiempo,mirandoamialrededorpor sipasabaporallímiamigoendominónegro,conlapequeñacruzblancaenelpecho.

Me había detenido y mirado a mi alrededor, especialmente a cada puerta quefranqueaba,talycomohabíaconvenidoconelmarqués.Peroésteaúnnohabíadadoseñalesdevida.

Mientras vagabundeaba así en medio de aquel espectáculo fastuoso, mis ojosrepararonenuna sillademanosdorada,omásbienunpalanquínchino,quehacíaalarde de la fantástica exuberancia de la decoración «celeste», transportado conbarras doradas por cuatro chinos ricamente ataviados. Delante y detrásmarchabanotrosdosconunavaritaenlamano.Yunhombremenudoyceremonioso,deluengabarbanegrayconungranfezalestilodelosquellevanlosderviches,avanzabaenparaleloalasilla.Unatúnicaextrañamentebordadacaíadesushombrosrecubiertosconsímbolos jeroglíficos;elbordadoeranegroyorosobreunfondoabigarradodecoloresbrillantes.Latúnicaibaceñidaporuncinturónanchoydorado,realzadoporsignos cabalísticos color rojo oscuro y negro; unas medias rojas y unos zapatosbordadosdeoro,puntiagudosycurvadoshaciaarribaalestilooriental,leasomabanpordebajodelatúnica.Elrostrodelpersonajeeraoscuro,impasibleysolemne,ysuscejas negras y enormemente pobladas. Llevaba bajo el brazo un libro de aspectosingular y en la mano una varita demadera barnizada de negro; caminaba con labarbillahundidaenelpechoylosojosclavadosenelsuelo.Elqueabríalamarchaagitaba lavarillaaderechae izquierdaparaabrirpasoalpalanquín, cuyascortinasestabancorridas.Habíaalgotansingular,extrañoysolemneenaquelespectáculoquemesentíalpuntointrigado.

Me encantó constatar que los portadores colocaban su carga a unosmetros dellugardondeyoestaba.

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Aquéllosy losde las varillas batieron las palmas repetidasvecesybailaron ensilencioalrededordelpalanquínunadanzacuriosaymediosalvajeque,sinembargo,encuantoalasfigurasyposturas,resultabaperfectamenteacompasada.Danzaquesevioprontoacompañadademáspalmasydegritosmonótonosyrítmicos.

Mientras tenía lugar estadanza,unamano seposó suavemente sobremibrazo.Mevolvíyviamiladoaundominónegroconunacruzblanca.

—Qué alegría haberlo encontrado—dijo elmarqués—; y precisamente en estemomento.Ésaeslamejoratraccióndetodaslassalas.Tienequehablarconelmago.Hace aproximadamente una horame tropecé con ellosmás allá y formulé algunaspreguntas al oráculo. En mi vida he visto una cosa tan asombrosa. Aunque susrespuestas hayan sido un poco veladas, no me ha quedado ninguna duda de queconoce todos los detalles sobre lamisión que tengo encomendada, que no conoceabsolutamente nadie en estemundomás que yo y dos o tres de las personasmásdiscretas de Francia. Nunca olvidaré la impresión que me ha producido. He vistocómo lo consultaban también otras personas, que evidentemente han quedadoigualmentesorprendidas,ymásasustadasaúnsicabequeyo.HevenidoconelcondedeSt.Alyreylacondesa(yseñalóconlacabezaendireccióndeunafiguraenjuta,tambiéndisfrazadadedominó;eraelconde).

—Vengaconmigo—dijo—.Selopresentaré.Comopuedensuponer,leseguípresuroso.Elmarquésmelopresentó,sindejardehacerunahábilmencióndemiafortunada

intervenciónenlaBelleÉtoile;elcondemecolmódecumplidosycortesías,ydijoalfinal,paramigrancontento:

—Lacondesaandaporaquí,dossalonesmásallá,charlandoconsuviejaamigala duquesa de Argensaque; iré a buscarla dentro de unosminutos para que puedatambiénconocerleyagradecerle laayudaquenosprestócontantovalorenaquellaocasióntandesagradablequenostocóvivir.

—Tienequehablarconelmagocomosea—dijoelmarquésalcondedeSt.Alyre—.Sedivertirámucho, al igualqueyo, se lo aseguro. ¡Nuncamehabría esperadosemejantesrespuestas!Estoysorprendidísimo.

—¿Deveras?Entoncesharemosloposibleporprobartambién—contestó.Lostresnosdirigimoshaciaelpalanquín,dondesehallabaelmagodelabarba

negra.Anuestro lado pasó un joven vestido de español que acababa de hablar con el

magoencompañíadeunamigo;leoímosdecir:—¡Quéfarsataningeniosa!¿Quiénseráelqueestádentrodelpalanquín?¡Parece

conoceratodoelmundo!Elconde,consudisfrazdedominó,avanzaba tiesoanuestro ladoendirección

delpalanquín.Loscriadoschinosmanteníanuncírculodespejadoasualrededorylosespectadoressearremolinabansinsobrepasarelcírculo.

Uno de estos hombres —el que con su varita dorada había encabezado la

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procesión—,extendióhaciaéllamano:—¿Quieredinero?—lepreguntóelconde.—Oro—contestóelacólito.Elcondedepositóunamonedaensumano.Almarquésyamísenospidióque

hiciéramos lo propio al penetrar en el círculo; petición a la que accedimosreligiosamente.

Laprimerapreguntaquehizoelcondefuelasiguiente:—¿Soysolteroocasado?El mago descorrió la cortina rápidamente y aplicó el oído hacia un chino

ricamente ataviado que estaba sentado en la litera. Luego, tras retirar la cabeza yvolveracerrarlacortinilla,contestó:

—Losegundo.En las siguientes preguntas se observó el mismo ceremonial. El hombre de la

varita negra no era un profeta, sino un médium que se limitaba a transmitir lascontestacionesdeotrapersonamásimportantequeél.Siguierondosotrespreguntas,cuyas respuestas parecieron divertir sobremanera almarqués, pero cuyo verdaderosignificadosemehurtóporcompleto,puesyonosabíaprácticamentenadadelavidaymilagrosdelconde.

—¿Meamamimujer?—preguntójocosamente.—Todoloqueustedmerece.—¿Aquiénamomásenestemundo?—Asímismo.—¡Ah!Yodiríaque eso sepuede aplicarmásomenos a todoelmundo.Pero,

dejandoaunladomipropiaautoestima,¿hayalgoenelmundoqueyoamemásqueamimujer?

—Susdiamantes.—¡Ah!—exclamóelconde.Observéqueelmarquéssehabíaechadoareír.—¿Escierto—preguntóelconde,cambiandodetemaperentoriamente—queha

habidounabatallaenNápoles?—No,enFrancia.—En efecto—dijo el conde, con una mirada sarcástica a su alrededor—. ¿Y

puedosaberentrequépotenciasyporquémotivoenconcreto?—EntreelcondeylacondesadeSt.Alyre,porundocumentoquesuscribieronel

25dejuliode1811.Elmarquésmedijodespuésqueaquélla era la fechaenquehabían firmadosu

contratomatrimonial.El conde se quedó sin voz unos minutos (supuse que con las mejillas al rojo

carmíndebajodeldisfraz).NadiemásquenosotrossabíaqueelinterrogadoreraelcondedeSt.Alyre.Meparecióquelecostabatrabajoencontrarsusiguientepregunta,y,talvez;que

estabaarrepentidodehabersemetidoenaquelberenjenal.

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Desertalelcaso,seviorescatadoporelmarqués,quien,cogiéndolodeunbrazo,lesusurró:

—Mirequiénvieneporsuderecha.Yomiréaladirecciónindicadaporelmarquésyviunafigurachupadaydesvaída

acercarse hacia nosotros. No venía enmascarado. Tenía el rostro ancho, lleno decicatrices, pálido. En una palabra, era el feo rostro del coronel Gaillarde, con eluniformedecabodelaGuardiaImperial,elbrazoizquierdoajustadodemaneraqueparecíaamputadoylaparteinferiordelamangadelaguerreravacíayprendidaconalfileres al pecho. Lucía auténticas tiras de esparadrapo en las sienes y las cejas,dondemibastónhabíadejadosumarca,unamarcaquefiguraríaenlosucesivoentrelasmáshonorablescicatricesdeguerra.

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D

CAPÍTULOXIII

Eloráculomecuentacosasmaravillosas

uranteunosmomentosolvidéquemidisfrazdedominóresultabaimpenetrablealaduramiradadelveteranomilitarymepreparéparaunanimadorifirrafe.

Naturalmente,luegomehicecargodelasituación.Porsuparte,elconderetrocedióinstintivamente mientras se acercaba el cabo bravucón con su uniforme azul ychaleco y polainas blancos; mi amigo Gaillarde era igual de ruidoso y fantochecuandointerpretabasupersonajequecuandointerpretabaelauténticodecoroneldedragones. Ya habían estado dos veces a punto de echarle por cacarear con vozestentórealashazañasdeNapoleónelGrande,ycasihabíallegadoalasmanosconun húsar prusiano. Sin duda se habría visto implicado en varios altercadossanguinariossisuprudencianolehubierarecordadoqueelobjetodesuasistenciaaaquella fiesta, que no era otro que el de concertar una entrevista con una viudaacaudalada a la que creía haber causado una tierna impresión, no habría llegado abuen puerto de haberse visto obligado a abandonar prematuramente aquella fiesta,queélcontribuíaaamenizarconsupresencia,escoltadoporunpardegendarmes.

—¡Dinero! ¡Oro! ¡Bah! ¿Qué dinero puede haber atesorado un soldado heridocomo vuestro humilde servidor, al que no le queda más que la mano con la queblande su espada, la cual, al estar siempre ocupada, no deja ni un dedodisponiblepararecogerelbotínqueabandonaelenemigoendesbandada?

—Nolepidanoro—dijoelmago—.Susheridasloeximen.—¡Bravo!, monsieur profeta. ¡Bravísimo! Aquí estoy. ¿Empiezo ya, sin más

preámbulos,monsorcier,ahacerlemispreguntas?Sinesperarlarespuesta,selanzóahablarconvozestentórea.Trasunadocenadepreguntasyrespuestas,quisosaber:—¿Aquiénpersigoenestemomento?—Adospersonas.—¡Ja!¿Ados?Vaya,¿yquiénesson?—Uninglés,aquienmatarásiloencuentra;yunaviudafrancesa,queleescupirá

enlacarasilaencuentra.—El señor mago llama a las cosas por su nombre y sabe que su atuendo lo

protege.¡Peronoimporta!¿Porquélospersigo?—Laviudaha infligidounaherida en su corazón, y el inglés unaherida en su

cabeza. Cada cual por separado son demasiado fuertes para usted; ándese concuidado,novayaaserquelapersecucióndeustedacabeuniéndolos.

—¡Bah!¿Cómopodríasereso?—Elinglésprotegealasdamas.Yahaconseguidoqueestaidealeentrebienen

la cabeza.La viuda, si lo ve, se casará con él. Se dirá a símisma que se requiere

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ciertotiempoparallegarasercoronel,mientrasqueelinglésesincuestionablementejoven.

—Yolecortarélacrestaaesegallito—soltóconunjuramentoyunasonrisita;yconuntonomássuavepreguntó—:¿Dóndeestáella?

—Suficientementecercaparaofendersesiustedfalla.—Afemíaquetendríarazón.Yustedtambiénllevarazón,monsieurprofeta.¡Mil

gracias!¡Adiós!Y, mirando a su alrededor y estirando al máximo su cuello flaco, se alejó

desgarbadamente con sus cicatrices, su chaleco, sus polainas y su gorro de piel deoso.

Entretanto,yohabíaestadoesforzándomeporveralapersonaaposentadaenelpalanquín.Sólounaveztuvelaoportunidaddeunvistazoaceptablementelargo.Loquevifuemuysingular.Eloráculoiba,comohedicho,ricamenteataviadoalestilochino.Eraunpersonajemuchomás importanteque su intérprete,queestaba fuera.Susfaccionesparecíanampliasypesadas; teníalacabezainclinadahaciaabajo, losojos cerrados y la barbilla apoyada en la pechera de su pelliza bordada. Su rostroparecíaimpasible:laimagenvivadelaapatía.Sucarácteryposeparecíanunaréplicaexagerada de la inmovilidad del personaje que se comunicaba con el bulliciosomundo exterior. Aquel rostro parecía rojo sangre; pero esa impresión eraconsecuencia, deduje, de la luz que entraba por las cortinas de seda rojas. Vi,asombrado, todo aquello como casi de un solo vistazo; no dispuse de muchossegundosparahacerobservaciones.El terrenoestabaahoradespejadoparamí,yelmarquésdijo:

—Adelante,amigomío.Leobedecí.Mientrasme acercaba almago, como llamábamos al hombrede la

varitanegra,mirédereojoparaversielcondeestabacerca.No. Estaba unos metros más atrás. Y el marqués y él, al parecer plenamente

saciadosensucuriosidad,estabanconversandodealgúnotrotema.Sentígranalivio,puesaquel sabioparecíadesvelar todos los secretosde forma

inesperada; y eramás que probable que algunos de losmíos no le hicieranmuchagraciaalconde.

Permanecíunos segundosdubitativo.Queríaprobaralprofeta.UnanglicanoesunararaavisenParís.

—¿Cuálesmireligión?—pregunté.—Una bella herejía—contestó el oráculo al instante—. ¿Una herejía? ¿Puedo

sabercómosellama?—Amor.—¡Ah!Entoncessupongoquesoypoliteísta,yqueamoamuchasmujeres.—Sóloauna.—Pero,enserio—pregunté,con la intencióndedaranuestrocoloquioungiro

menosembarazoso—,¿heaprendidoalgunavezdememoriapalabrasdedevoción?—Sí.

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—¿Puederepetirlas?—Acérquese.Meacerqué,yapliquéeloído.Elhombredelavaritanegracerrólascortinasysusurrólentayclaramenteestas

palabras,que,huelgadecirlo,reconocíalinstante.

Puedeserquenovuelvaaverle,yquepuedaolvidarlo.Váyase.Adiós.¡PorelamordeDios,váyase!

Me sobresalté al oírlas. Como saben, eran las últimas palabras que me habíasusurradolacondesa.

¡Santo cielo! ¡Qué cosa tan milagrosa! ¡Unas palabras con toda seguridad noescuchadasporningúnoídoterrestremásqueporelmíoyeldeladamaquelashabíapronunciado!

Miréelrostroimpasibledelportavozdelavarita.Nadaindicabaquesehubieradado cuenta, ni siquiera que tuviera lamenor conciencia, de que aquellas palabraspudieraninteresarmeparticularmente.

—¿Quéesloquemásanhelo?—pregunté,sinsaberapenasloquedecía.—Elparaíso.—Y¿quémeimpidealcanzarlo?—Unvelonegro.¡Cadavezmayorsuspense!Lasrespuestasmeparecíanindicarunconocimiento

minucioso de cada detalle demi pequeño romance, del que ni siquiera elmarquéssabíalomásmínimo.¡Además,yo,elinterrogador,ibadisfrazadodetalmaneraquenimipropiohermanomehabríareconocido!

—Hadichoustedqueyoamabaaalguien.¿Escorrespondidomiamor?—Seguípreguntando.

—Inténtelo.Yoestabahablandomásbajoqueantes,ymehabíaacercadoalhombremoreno

delabarbaparaqueasínotuvieraqueelevarlavoz.—¿Meamaalguien?—repetí.—Ensecreto—fuelarespuesta.—¿Muchoopoco?—insistí.—Demasiado.—¿Cuántotiempoduraráesteamor?—Hastaquelarosapierdasuspétalos.Larosa…Otraalusión…—Yluego…¡laoscuridad!—suspiré—.Perohastaentoncesvivoenlaluz.—Laluzdeunosojosvioleta.Elamor,sinoesunareligión,comoeloráculoacababadedecir,esalmenosuna

superstición.¡Cómoexaltalaimaginación!¡Cómodebilitalarazón!¡Cuáncrédulos

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nostorna!Todo aquello, de lo que, tratándose de otro,mehabría reído bastante, amíme

afectópoderosamente.Inflamabamiardor,casimeofuscabaelcerebroyhastainfluíaenmiconducta.

Elportavozdeaquellaasombrosasuperchería—siesqueloera—mehizoconsuvaritaunaseñalparaquemeretirara,loqueyohiceconlosojosaúnfijosenaquelgrupo, ahora rodeado de un aura de misterio en mi imaginación. De nuevo en elcorrillo de espectadores, lo vi levantar de repente la mano con gesto imperioso yhacerunaseñalalacólitoqueempuñabalavaritadorada.

Éstegolpeóelsueloconlavaritayexclamóconvozaguda:—ElgranConfupermaneceráensilenciounahora.Al instante, losportadoresbajaronunaespeciedepersianadebambú,quecayó

con un ruido seco, y la aseguraron por debajo; luego, el hombre del enorme fez ybarbayvaritanegrasempezóunaespeciededanzadederviche.Enestoseleunieronloshombrescon lasvaritasdoradasy, finalmente, enuncorroexterior, lospropiosportadores,mientraselpalanquínseerigíaenelcentrodeloscírculosdescritosporestos solemnes danzarines, cuyo ritmo, poco a poco, se aceleraba, cuyos gestos setornabanbruscos,extraños,frenéticos,mientraselmovimientosehacíacadavezmásveloz,hastaque, al cabo, el torbellinoera talque losbailarinesparecíanvolar a lavelocidaddeunaruedademolinoy,enmediodelaspalmasdelaconcurrenciaydelasombrogeneral,losextrañosactoressemezclaronconlamultitudyelespectáculo,almenosporelmomento,tocóasufin.

El marqués de Harmonville se encontraba cerca de allí, mirando al suelo yreflexionando,ajuzgarporsuactitud.Alacercarme,medijo:

—Elcondeacabadeirseabuscarasumujer.Lástimaqueellanoestuvieraaquípara consultar al profeta; me atrevo a afirmar que habría sido divertido ver cómoreaccionabael conde. ¿Y sivamosen subusca?Lehepedidoque lepresente a lacondesa.

Conelcorazónlatiéndomeconfuerza,acompañéalmarquésdeHarmonville.

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E

CAPÍTULOXIV

MademoiselledelaVallière

lmarquésyyoestuvimosvagandoporlossalones.Noresultabafácilencontraraunamigoenunasestanciastanabarrotadasdegente.

—Quédeseaquí—dijoelmarqués—.Semehaocurridounamaneradedarconél.Además,suscelospuedenhaberlehechopensarquenoleinteresapresentarleasumujer.Esmejorquevayayoprimeroarazonarconél,dadoquepareceusteddesearbastanteesapresentación.

Estoocurrió en la estanciaqueactualmente se llamael«SalóndeApolo».Loscuadrosqueloadornansiguengrabadosenmirecuerdo,puesmiaventuradeaquellaveladaestabadestinadaatranscurrirenaquelmarco.

Mesentéenunsofáymiréalrededor.Amilado,tresocuatropersonasestabansentadas en aquella espaciosa habitación de muebles dorados. Estaban charlandoanimadamente; todas salvo lapersona sentadamáscercademí,queeraunadama.Apenas dos pies se interponían entre nosotros. La dama estaba a todas lucesensimismada.Eralaperladelasala.LlevabaeltrajeinmortalizadoporCollignanensuretratodecuerpoenterodemademoiselledeLaVallière.Esun traje,comobiensaben,nosólorico,sinotambiénelegante.Llevabaelpeloempolvado,perosepodíaadivinarqueeracastañooscuro.Asomabaunpreciosopiececito,y¿podíahaberalgomásexquisitoquesumano?

Erasumamenteprovocadorqueestadamallevaraundisfrazynoseloquitaradevezencuando,comohacíanmuchos.

Yo estaba convencido de que era bonita. Aprovechando el privilegio de lamascarada, un microcosmos en el que es imposible, salvo mediante la voz y laalusión,distinguiraunamigodeunenemigo,dije:

—Mademoiselle,noesfácilengañarmeamí—empecé.—Tantomejor,monsieur—contestóeldisfrazsininmutarse.—Quierodecir—proseguí,decididoaterminarmigalantería—quelabellezaes

undonmásdifícildeocultardeloquesuponemademoiselle.—Sin embargo,monsieur lo ha conseguido sin ningún problema—dijo con el

mismotonodulceydespreocupado.—Veoque el traje de la bellamademoiselle deLaVallière reviste unas formas

quesobrepasanalasdelretrato;alzolosojosycontemploundisfrazy,sinembargo,reconozcoaladama.LabellezaesesapiedrapreciosadeLasmilyunanochesquedesprende,porocultaqueesté,unaluzqueladelata.

—Conozcolahistoria—dijolajovendama—.Laluzladelatabanoalsol,sinoen la oscuridad. ¿Hay tan poca luz en estas habitaciones,monsieur, para que unapobre luciérnaga desprenda tanto brillo? Creí que allí donde se moviera cierta

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condesaestaríamosenunambienteluminoso…¡Enigmáticoyturbadorparlamento!¿Quépodíayocontestar?Estadamapodría

ser,comodicenquesonalgunasdamas,unaamigadehacerdañoounaíntimaamigadelacondesadeSt.Alyre.Asípues,preguntéconcautela:

—¿Quécondesa?—Si usted me conoce, debe saber que es mi más querida amiga. ¿No es ella

hermosa?—¡Cómopuedosaberlo!Haytantascondesas…—Todoelquemeconocesabequiénesmiamigamásquerida.Veoquenome

conoce…—Esustedcruel.Nopuedocreerquemehayaequivocado.—¿Conquiénestaba

ustedpaseandohacepoco?—preguntó.—Conuncaballero,unamigo—contesté.—Yalohevisto;sí,conunamigo,porsupuesto.Perocreoqueloconozco,yme

gustaríaestarsegura.¿Noesporcasualidadmarqués?Denuevounapreguntaquevolvíaaponermeenunaprieto.—Aquí hay demasiada gente. En un momento puede uno pasearse con una

personayenotroconotradistinta…—Queunapersonasinescrúpulosnotengadificultadeneludirunapreguntatan

sencillacomolamía…Sepa,pues,deunavezportodas,quenadadesagradatantoauna persona inteligente como la desconfianza. Usted, monsieur, es un caballerodiscreto,alquedeborespetarenconsecuencia.

—Mademoisellemedespreciaríasiyoviolaraunaconfidencia.—Peroustednomeengaña.Ustedimitaladiplomaciadesuamigo.Yodetestola

diplomacia. Significa fraude y cobardía. ¿No cree que lo conozco? Me refiero alcaballeroconlacruzdecintablancaenelpecho.ConozcoperfectamentealmarquésdeHarmonville.Yaveparaquélehaservidosuingeniosidad.

—Aesaconjeturanopuedocontestarnisínino.—Noestáobligado.Pero¿cuálerasumotivoparamortificaraunadama?—Esoesloúltimoqueyoharíaenestemundo.—Usted fingió conocerme, pero no me conoce. Por capricho, indolencia o

curiosidadquisoconversar,noconunadamasinoconundisfraz.Mehaadmiradoyparececonfundirmeconotrapersona.Pero¿quiénescompletamenteperfecto?Nosepuedeencontrarlaverdadenestatierra.

—Mademoisellesehaformadounaopiniónerróneademí.—Igualqueusteddemí;ahoradescubrequenosoytantontacomosuponía.Yo

sé perfectamente a quién desea usted halagar con sus cumplidos y declamacionesmelancólicas,yaquiénandabuscandoconesepropósito.

—Dígameaquiénserefiere—lesupliqué.—Conunacondición.—¿Cuál?—Queustedconfiesequeheacertadosinombroaladama.

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—Ustedme atribuye propósitos poco claros—objeté—.No puedo admitir quehayaqueridohablarconunadamaeneltonoqueusteddescribe.

—Bueno, no insistiré en eso; prométame solamente que, si nombro a la dama,reconoceráustedquellevorazón.

—¿Tengoqueprometerloabsolutamente?—Porsupuestoqueno.Nohayningunaobligación.Perosupromesaeslaúnica

condiciónparaqueyosigahablandoconusted.Dudéunosinstantes;peroluegopenséquenoteníalamásremotaposibilidadde

acertar.Lacondesanopodíahaberconfesadoanadienuestrobrevísimoromance,yera difícil que la persona disfrazada de La Vallière supiera quién era la personadisfrazadadedominó.

—Deacuerdo—dije—.Loprometo.—Debeprometerloporelhonordeuncaballero.—Deacuerdo.Loprometoporelhonordeuncaballero.—PuesesadamaeslacondesadeSt.Alyre.Yoestabasorprendido,ydesconcertado,perorecordémipromesaydije:—La condesa de St.Alyre es, a no dudarlo, la dama a la que yo esperaba ser

presentadoestanoche;peroleruegoquecrea,porelhonordeuncaballero,queellanotienelamenorsospechadequeyoestababuscandodichohonor,yhastaespocoprobablequeseacuerdesiquierademiexistencia.Yotuveelhonordeprestarlesalcondey a ellaunpequeño servicio, demasiado insignificante,me temo,parahabermerecidoporsupartealgomásqueunligerorecuerdo.

—Elmundonoestandesagradecidocomoustedsupone.Y,auncuandolofuera,quedanaúnalgunoscorazonesqueloredimen.YopuedogarantizarlequelacondesadeSt.Alyrenuncaolvidaunaacciónamable.Lacondesanomuestraloquesiente;asíqueesunamujerdesgraciadasinqueselenote.

—¿Desgraciada?Bueno,enrealidadmetemíaquepudieraserlo.Pero,encuantoaloqueustedtienelabondaddesuponer,esunsueñobastantehalagador.

—Lehedichoquesoylaamigadelacondesa,yaesetítulodebodeconoceralgodesucarácter.Entrenosotrasseintercambianconfidencias,yyopuedosabermásdelo que usted piensa acerca de esos servicios insignificantes cuyo recuerdo suponeustedtanfugaz.

Aquella conversación me estaba interesando cada vez más. Yo era igual dedepravadoquelosdemásjóvenesdemiedad,yelcarácterabyectodemipropósitome importabaun ardite ahoraque se habíandespertado el amorpropioy todas laspasiones que semezclan en este tipo de romances. La imagen de la bella condesahabíavueltoasuperponersealabonitacontrapartidadeLaVallière,queteníadelantede mi. Habría dado cualquier cosa por oírle repetir solemnemente que ella seacordabadel campeónque,por suamor,yconunbastónporúnicaarma, sehabíalanzadoanteelsabledeundragónrabiosoyhabíasalidovictorioso.

—¿Hadichoquelacondesaesdesgraciada?—pregunté—.¿Cuáleselmotivode

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suinfelicidad?—Muchascosas.Sumaridoesviejo,celosoy tirano.¿No lebastaconesto?Y,

cuandodescansadesupresencia,sesientesola.—Peroustedessuamiga,¿no?—sugerí.—¿Yustedcreequelebastaconunaamiga?—replicó—.Sólotieneunapersona

alaqueabrirsucorazón.—¿Hayespacioparaotraamistad?—Inténtelo.—¿Cómopuedointentarlo?—Ellaleayudará.—¿Cómo?Obtuveotrapreguntaporrespuesta:—¿HareservadohabitaciónenalgunodeloshotelesdeVersalles?—No,nome fueposible.Estoy alojado en elDragónVolador, unaposadaque

limitaconelparquedelcastillodelaCarque.—Esopuede facilitar las cosas.Nonecesito preguntarle si tienevalor para una

aventura,nisiesunhombredehonor.Unadamapuedeconfiarenustedsinmiedo.Haypocoshombresa losquesepuedeconcederunaentrevistacomo laquevoyaproponerle.SeveráconellaalasdosdelamadrugadaenelparquedelcastillodelaCarque.¿QuéhabitacióndelDragónVoladorocupausted?

Estaba sorprendido de la audacia y decisión de aquellamuchacha. ¿No estaríaburlándosedemí?

—Esoselopuedodecircontotalprecisión—dije—.Segúnmirodesdelapartetraseradelacasa,dondeseencuentranmisaposentos,miventanaesladelextremoderecho, junto a la esquina; está en el segundo piso, contando desde la planta delvestíbulo.

—Muy bien. Usted habrá observado, si mira al parque, dos o tres pequeñasarboledas de castaños y tilos, que crecen tan cerca unas de otras que forman unpequeño bosquecillo. Debe volver a su hotel, cambiarse de ropa y, guardando unsigiloescrupulosoencuantoasudestino,salirdelDragónVoladorysaltar la tapiadel parque sin que lo vea nadie; reconocerá fácilmente el bosquecillo que le hemencionado; allí encontrará a la condesa, que le concederá una audiencia de unosminutos,confiandoenlamásescrupulosareservadesuparte,yleexplicaráenunaspalabrasmuchascosasqueyonoestoyencondicionesdehaceraquí.

Esimposibledescribirloquesentíalescucharaquellaspalabras.Estabaaturdido.Mesobrevinoladuda.Nopodíacreeraquellaspalabrastantrascendentales.

—Mademoiselle debe comprender que, si me atreviera a convencerme a mímismodequesemejantedichaysemejantehonorestánrealmentedestinadosparamí,mi gratitud duraría toda la vida. Pero ¿cómo voy yo a creer quemademoiselle nohabla movida más por su propia simpatía o bondad que por la certeza de que lacondesadeSt.Alyremevaaconcedersemejantehonor?

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—Monsieur cree que no estoy, como pretendo estarlo, en el secreto que hastaahoraélsupusoquenoeracompartidopornadiemásqueporlacondesayélmismo,oqueloestoyengañandocruelmente.Quesoylaconfidentedelacondesalojuroportodoloquetienedeentrañableunadióssusurrado.Lojuroporlaúltimacompañerade esta flor—cogió durante unos instantes entre sus dedos un delicado capullo derosablancaquesehallabadisimuladoensuramo—.Pormibuenaestrella,y ladeella,¿ohededecirmásbienpornuestraBelleÉtoile?¿Nohedichoyabastante?

—¿Bastante?—repetí—.Másquebastante.Milgracias.—Y, como estoy en el secreto, es obvio que soy su amiga; y, si soy su amiga,

¿considera lógicoutilizar suqueridonombredeestamanera?¿Y todoparahacerleunavulgarjugarretaausted,unextranjero?

Mademoisellesabráperdonarmesiconsideralomuchoquevalorolaposibilidaddeveryhablarconlacondesa.¿Leextrañaentoncesquememuestrealgoincrédulo?Peromehaconvencidoyesperosepaperdonarmititubeo.

—¿Estarápuesenellugarquelehedicho,alasdosenpuntodelamadrugada?—Contodaseguridad—contesté.—Y,estoyconvencida,monsieurno seabstendrádehacerlopormiedo.No,no

necesitaasegurármelo.Suvalorestáyasobradamenteprobado.—Enmisactualescircunstancias,nohayningúnpeligroquenoestédispuestoa

arrostrarconentusiasmo.—¿Noconvendríaquefueraustedya,monsieur,areunirseconsuamigo?—Leprometí esperarloaquíhastaquevolviera.El condedeSt.Alyredijoque

pensabapresentarmealacondesa.—¿Ymonsieurestaningenuocomoparacreerlo?—¿Porquénoibaacreerlo?—Porqueesmuycelosoyastuto.Yaverácómonolepresentanuncaasuesposa.

Vendráydiráquenolahaencontradoyleprometerápresentárselaenotraocasión.—Creoque se acerca acompañadodemi amigo.No.Noviene acompañadode

ningunadama.—Yaselodije.Siestadichasólolefueraallegaratravésdesusbuenosoficios,

ya podría esperar sentado… Entre tanto, es mejor que no me vea a su lado.Sospecharíaquehemosestadohablandodesumujer,yesoredoblaríasuscelosysuvigilancia.

Dilasgraciasamidesconocidaydisfrazadaamigay,dandounpequeñorodeo,meaproximéalconde.

Sonreí bajomi disfraz cuando ésteme aseguró que la duquesa de laRoquèmehabíacambiadodesalónysehabíallevadoconellaalacondesa;peroqueesperaba,enunfuturomuypróximo,tenerlaoportunidaddepresentarnos.

EvitéalmarquésdeHarmonville,quecaminabaalladodelconde.Temíaquepudieraproponermequeloacompañaraasucasa,ynoteníaganasde

vermeobligadoadarleunaexplicación.

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Así pues,me perdí rápidamente entre lamultitud y avancé lomás deprisa quepude hacia la «Galería de los Espejos», en la dirección opuesta a la que habíantomadoelcondeymiamigoelmarqués.

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E

CAPITULOXV

ExtrañahistoriadelDragónVolador

naquella época, las fiestas francesas tenían lugarmás tempranoquenuestrosmodernosbaileslondinenses.Consultémireloj.Eranalgomásdelasdoce.

Era una noche apacible y bochornosa; a pesar de que algunos salones eranrealmente muy amplios, era imposible conseguir que la temperatura no resultarasofocante, especialmente para personas disfrazadas. En algunos lugares la turbaresultabaincómoda,ylaprofusióndelucescontribuíaaaumentarelcalor.Asípues,mequitéeldisfraz,comovihaceraotraspersonasalasqueelmisteriolesimportabatanpococomoamí.Actoseguidoempecéarespirarmásagusto,ypocodespuésoíunavozamigaquemellamabaporminombreeninglés.EraTomWhistlewick,deldeDragones.Sehabíaquitadoeldisfrazyteníaelrostroacaloradocomoyo.EraunodeloshéroesdeWaterloo,conlagloriareciénestrenada,aquienestodoslospaísesdelmundo,salvoFrancia,admiraban;yloúniconegativoqueyoconocíadeélerasucostumbredecalmarlasedconchampánsiemprequeacudíaabailes,fiestas,veladasmusicales y otro tipo de reuniones. Al presentarme a su amigo, monsieurCarmaignac,observéquelaspalabrasnolefluíanconnitidez.MonsieurCarmaignacerabajito,delgadoymástiesoqueunpalo.Eracalvo,inhalabarapéyllevabagafas;comosupeenseguida,desempeñabauncargooficial.

Tom era un tipo jocoso, astuto y difícil de entender en aquellas curiosascondiciones.Arqueabalascejas,retorcíaloslabiosdeformaextrañayseabanicabaconsudisfraz.

Tras intercambiar cuatro palabras corteses, observé con agrado que prefería elsilencio y se conformaba con el papel de oyente mientras charlábamosmonsieurCarmaignacyyo; conextraordinariacautelae indecisión, seacomodóenunbancojuntoanosotrosyprontopareciótenerdificultadesparamantenerlosojosabiertos.

—Le he oído decir —dijo el caballero francés— que se aloja en el DragónVolador,aunamedialeguadeaquí.Cuandotrabajabaenundepartamentodepolicíadistinto, hace cuatro años, esa casa fue escenario de dos casos muy extraños. Elprimerofueeldeunacaudaladoémigré,alqueelemp…NapoleónhabíapermitidoregresaraFrancia.Desapareció.Elsegundo—igualmenteextrañó—fueeldeunricoaristócrataruso,quedesapareciótambiéndemaneramisteriosa.

—Micriado—dije—mehahechounrelatoconfusodealgunosacontecimientosy, si no recuerdo mal, con las mismas personas como protagonistas; es decir, unemigrado francés y un noble ruso. Pero como ha presentado las cosas como si setratarade fenómenosparanormalesó sobrenaturalesnohecreídoniunapalabradecuantomehadicho.

—No, no se trata de casos sobrenaturales, sino simplemente inexplicables —

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puntualizóel caballero francés—.Por supuesto, sehanplanteadohipótesis, pero elmisterio nunca se ha dilucidado ni, que yo sepa, se han aportado pruebasconvincentes.

—Porfavor,cuéntemelahistoria—lerogué—.Creóquetengoderecho,yaqueafectaallugarenelquemehospedo.¿Nosospechausteddelpersonaldelacasa?

—¡Oh! Ha cambiado de dueño desde entonces. Pero hay una habitación enparticularsobrelaqueparececernerselafatalidad.

—¿Podríadescribirmeesahabitación?—Ciertamente. Es una alcoba espaciosa del segundo piso con artesonado de

maderasituadaenlaparteposteriordelacasa,yenelextremoderechosegúnsemiradesdelasventanas.

—¡Nomediga!¡Caramba,perosiésaesmihabitación!—exclaméconredobladointerés, y una pizca de aprensión—. Los huéspedes en cuestión, ¿murieron ódesaparecieronporartedemagia?

—No,nomurieron.Desaparecieron comopor ensalmo.Le contaré loquepasóconpelosyseñales,puesenelprimercasofuiyoquienacudióalacasaoficialmenteahacerlainvestigación;y,aunquenollevépersonalmenteelsegundo,medejaronverel expediente y fui yo quien redactó la carta oficial a los familiares de losdesaparecidos,quehabíansolicitadoalgobiernolainvestigacióndelcaso.Recibimoscartas de los parientes más de dos años después, por las que supimos que losdesaparecidosnohabíanvueltoadarseñalesdevida.

Aspiróunpocoderapéymemirófijamente.—¡Ningunaseñaldevida!Lereferiréloqueocurrió,segúnnuestraspesquisas.El

noblefrancés,queeraelcaballerodeChâteauBlassemare,adiferenciadelamayorparte de los emigrados, había tomado precauciones a tiempo; así, había vendidobuenapartedesusbienesantesdequelarevoluciónavanzaratantoquehicierainútildicha operación y se exilió llevándose consigo una suma de dinero considerable.Regresóconcasimediomillóndefrancos,queinvirtiómayoritariamenteenfondosestatalesfranceses,dejandoenAustriaunasumamuchomayorenformadetierrasytítulos mercantiles. Habrá observado que este caballero era rico y que no habíapruebaalgunadequehubieraperdidodineronidequeestuvierapasandoporningúnapurófinanciero.¿Mesigue?

Asentíconlacabeza.—Estecaballerogastabapordebajode loquesusituacióneconómica lehabría

permitido. Poseía unos aposentos confortables en París y durante cierto tiempo sededicóafrecuentarlosteatrosyotroslugaresderazonableesparcimiento.Nojugaba.Era un hombre de mediana edad, que quería pasar por más joven de lo que enrealidadera,conloqueellosuponedepequeñasvanidades;pero,porlodemás,eraunapersonaafableyeducadaquenomolestabanadie.Comove,unapersonapocosusceptibledeprovocarhostilidades.

—Desdeluego—convine.

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—Aprincipiosdelveranode1811obtuvounpermisoparacopiaruncuadroenuno de esos salones de pintura y vino aquí aVersalles con esta finalidad. Su obraavanzaba lentamente.Despuésdecierto tiempoabandonóelhoteldeVersallesysefue a vivir, para cambiar un poco, al Dragón Volador. Allí tomó, por decisiónpersonal,lahabitaciónquecasualmentelehandadoausted.Desdeentoncespareceser que pintómuy poco, y fueron raras las veces que fue a su casa de París.UnanocheledijoalposaderodelDragónVoladorqueibaaParísapasarunpardedíaspor asuntos personales; que su criado le acompañaría, pero que se quedaba suhabitacióndelDragónVoladoryregresaríaunosdíasdespués.Dejóallípartedesuropa,perosellevóaParísunbaúl,suneceseryelrestodelequipaje,consucriadoenlapartetraseradelcarruaje.¿Mesigue,monsieur?

—Consumaatención—contesté.—Puesbien,monsieur,llegadocercadesucasadeParís,detuvorepentinamente

el carruaje y le dijo al criado que había cambiado de planes; que dormiría en otrolugaraquellanoche;queteníaunasuntomuyimportantequeresolverenelnortedeFrancia, no lejos de Ruán; que se pondría en marcha antes del amanecer y quevolveríaunpardesemanasmástarde.Llamóunsimón,empuñóunasacadecueroque,segúncontósucriado,erasuficientementegrandeparacontenerunascamisasyun abrigo; pero que era también enormemente pesada, como él mismo pudocomprobar,puestuvoquesostenerlamientrassuamosacabadelabolsatreintayseisnapoleones,de losqueelcriadodebíarendircuentasasuregreso.Luegolemandóquesemarcharaenelcarruajemientrasél,empuñandolamencionadasaca,subíaalsimón.Hastaestepunto,comove,elrelatoesbastanteclaro.

—Perfectamente—convine.—Peroahoravieneelmisterio—dijomonsieurCarmaignac—.Despuésdeesto,

que nosotros sepamos nadie volvió a ver al conde de Château Blassemare, niconocidos ni amigos. Luego averiguamos que, la víspera, el agente de cambio delcondehabíavendido,porordendeéste,todossusbonosfrancesesylehabíadadosuequivalenteendinero.Larazónesgrimidaparaestaoperaciónconcordabaconlaquehabía dado a su criado.Dijo quemarchaba al norte deFrancia para pagar algunasdeudas y que no sabía exactamente cuánto dinero iba a necesitar. La saca, cuyoexcesivo peso había extrañado al criado, contenía, a no dudarlo, una suma de oroconsiderable.¿Quieremonsieurprobarmirapé?

Mealargósutabaqueraabierta,delaquetoméunpocoamododeexperimento.—Cuando se inició la investigación—prosiguió—, se ofreció una recompensa

porcualquierinformaciónquepudieraarrojaralgunaluzsobreelmisterio,sobretodopor la que pudiera facilitarnos el conductor del simón, como, por ejemplo: «mecontrató la nochedel día tal, hacia las diezymedia, un caballero conuna sacadecueronegro,quesehabíaapeadodeuncarruajeprivadoydiodineroasucriadotrascontarlodosveces».Sepresentaronunoscientocincuentacocheros,ningunodeloscualesresultóserelhombrequebuscábamos.Sinembargo,obtuvimosunacuriosae

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inesperada prueba para otro caso completamente distinto. ¡Qué barbaridad! ¡Quéruidohaceesearlequínconsuespada!

—¡Intolerable!—Convine.Elarlequíndesapareció,ymonsieurCarmaignacreanudósurelato:—Lainformaciónaquemereferíanoslasuministróunmuchachodeunosdoce

añosqueconocíaalcondeperfectamente,yaquelehabíaservidovariasvecescomomensajero.Afirmóquehacialasdoceymediadeaquellamismanoche—enlaque,tomeustednota,brillabaunahermosalunallena—fueenviado,alhabersepuestoderepentesumadrecondolores,abuscaralacomadrona,quevivíaatirodepiedradelDragón Volador. La casa de su padre, punto de partida, se hallaba a unos doskilómetrosdedistanciadelaposada,paraalcanzarlacualteníaquerodearelparquedel castillo de la Carque. El camino pasa por delante del viejo cementerio de St.Aubin, separado de éste sólo por una vallamuy baja y dos o tres árboles viejos yenormes. El muchacho se puso un poco nervioso al acercarse a este antiguocementerio y, a la luz brillante de la luna, vio a un hombre al que reconocióclaramentecomoalconde,aquienconocíanconelmotede«Elsonrisas».Teníaunaspectomuytristeyestabasentadoencimadeunalápida,sobrelaquehabíatambiénunapistola,mientrasélcargabaotra.

»Elmuchachopasóporallídepuntillas, sinhacer ruido, sinapartar lavista enningún momento del conde de Château Blassemare, o del hombre al que habíaconfundidoconél.Noibavestidocomodecostumbre,peroeltestigojuróquenolecabíalamenordudaenloqueasuidentidadserefería.Dijoqueteníaunaexpresióngrave y adusta, pero que, aunque no sonreía, era lamisma cara que él conocía desobra.Deestoestabacompletamenteseguro.Sieraél,fuelaúltimavezquealguienlovio.Desdeentoncesnosehavueltoaoírhablardeél.NadasehadescubiertodeélenRuán y alrededores.No hay pruebas de sumuerte, pero tampoco hay elmenorindiciodequesigaconvida.

—Es un caso realmente singular—convine; iba a hacer otro par de preguntascuandoTomWhistlewick,quesinqueyomedieracuentasehabíalevantadoadarunpaseo,volviómuchomásdespiertoymuchomenosachispado.

—Vamos, Carmaignac, se está haciendo tarde y debo irme, de veras, por elmotivoquelehedichoantes.Beckett,tenemosquevernospronto.

—Siento mucho, monsieur, no poder relatarle ahora el otro caso, el del otroinquilinode lamismahabitación,uncasomásmisteriosoysiniestroqueelúltimo,ocurridoenelotoñodelmismoaño.

—¿PorquénomehacenelhonordeveniracomerconmigomañanaalDragónVolador?

Mientrasavanzábamospor la«Galeríade losEspejos», conseguí arrancarles supromesa.

—¡PorBaco!—exclamóWhistlepocodespués—.Fíjenseenesapagoda,osillademanosoloquequieraquesea:sigueaúndondeladejaronesosindividuos,sinque

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haya nadie cerca de ella… No me explico cómo hacen para adivinarlo todo tandiabólicamente bien. Jack Nuffles, a quien he conocido esta noche, dice que songitanos.¿Dóndeestán,porcierto?Voyaecharunvistazoalprofeta.

Lovitirardelaspersianillas,queestabanconstruidasaimitacióndelascelosíasvenecianas: cubrían las cortinas rojas del interior, pero no parecían ceder, yWhistlewicksólopudomirarpordebajodeunaquenoestabatotalmentebajada.

Alvolver,noscontólosiguiente:—Apenashevistoalviejo.Estabademasiadooscuro.Estácubiertodeoroyrojo,

ytieneunsombrerodemandarínbordado;duermecomounlirón,¡yporJúpiterquehuelepeorqueunamofeta!Aunquesóloseaporolervalelapenaacercarse…¡Buah!¡Puf!¡Arg!¡Vayaperfume!¡Beerg!

Decliné aquella invitación tan seductora, y nos dirigimos lentamente hacia lapuerta.Medespedídeellos,recordándolessupromesa.Así,pudesubirmeporfinamicarruajeydirigirmesinmásdilaciónhaciaelDragónVoladorporelmásapartadodeloscaminos,bajolasombradeárbolesantiguoseiluminadoporlasuaveluzdelaluna.

¡Cuántas cosas habían ocurrido en las dos últimas horas! ¡Qué variedad decuadrosextrañosyanimadossehabíanagolpadoentanbreveespacio!¡Quéaventuratanestupendameesperaba!

¡Cómocontrastabaelsilenciosoysolitariocaminoiluminadopor la lunaconelabigarrado torbellinodeplaceresacuyo rugido,música, luces,diamantesycoloresacababadehurtarme!

La visión de la naturaleza solitaria a aquella hora de la noche actuó como unsedante repentino. La locura de mi empresa, y la culpabilidad que entrañaba, mellenaronmomentáneamentederemordimientoyhorror.Enaquelmomentomehabríagustadonoentrarnuncaenaquellaberintoquemeconducíanosesabíaadónde.Erademasiadotardeparavolverseatrás;perolaamargurayaestabadeslizándoseenmicopa, y durante varios minutos unos vagos presentimientos apesadumbraron micorazón.Pocomáshabríabastadopararevelaraquelmipocovirilestadoanímicoami vivaracho amigo Alfred Ogle o incluso al mordaz pero simpático TomWhistlewick.

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N

CAPÍTULOXVI

ElparquedelcastillodelaCarque

o había peligro de que el Dragón Volador cerrara sus puertas en aquellaocasión antes de las tres o las cuatro de la madrugada. Muchos criados de

personajes importantes se encontraban allí acuartelados, y, como sus señores noabandonaríanelbailehastaelúltimomomento,nopodríanvolverasusrinconesdelDragónVoladorhastahabercumplidoconsusobligaciones.

Por lo tanto, yo sabía que disponía de tiempo suficiente para mi excursiónmisteriosa sin despertar la curiosidad de nadie por verme salir con las puertas yacerradas.

Acabábamos de detenernos bajo el dosel de follaje, delante de la enseña delDragónVolador,iluminadosporlaluzquesefiltrabadelapuertadelvestíbulo.

Despedí ami cochero, subí presuroso las anchas escaleras con el disfraz en lamano, con mi dominó revoloteando alrededor, y entré en la espaciosa alcoba. Elartesonadonegro,elsolemnemobiliarioylasoscurascortinasdelaltolechohacíanquelanocheparecieramássombría.

Porlaventana,hacialaquemeprecipité,entrabaunrayodelunaqueiluminabaelsueloconunaluzoblicua.Contempléelpaisajequedormitababajoaquellosrayosargentinos.MásallásedivisabaelcontornodelcastillodelaCarque,suschimeneasynumerososchapitelesrecortadossobreelcielogrisáceo.Máscercademí,amediocaminoentremiventanayelcastillo,unpocoalaizquierda,distinguílamasatupidade árboles que la dama enmascaradame había indicado como lugar de encuentro,aquellamismanoche,entrelabellacondesayyo.

Localicé el lugar exacto de aquel lúgubre conjunto de árboles, cuyas copasestabantenuementeiluminadasporlaclaridaddelaluna.

Adivinarán con qué extraño interés y emoción contemplé aquel desconocidoescenariodelaaventuraquemeaguardaba.

Pero el tiempovolaba y la hora se aproximaba.Dejémi disfraz sobre un sofá;busquéatientasunpardebotasparaponermeenlugardemisfinoszapatosplanos,ala sazón llamados «escarpines», sin los que ningún caballero podía asistir a unavelada.Me calé el sombrero y, finalmente, tomé un par de pistolas cargadas, que,según me habían aconsejado, eran unas compañeras muy recomendables en lainestablesituaciónqueestabaatravesandoentonceslasociedadfrancesa:pordoquierpululabansoldadosendesbandada,algunosdeellosbastantepeligrosos.Terminadosaquellospreparativos,confiesoquecogíunespejoylollevéjuntoalaventanaparacomprobarmiaspectoalaluzdelaluna.Luego,satisfechodelresultado,lodejéensusitioybajécorriendolasescaleras.

Unavezenelvestíbulo,llaméamicriado.

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—St.Clair—ledije—,voyadarmeunpaseoenestanochedeluna.Notardarémásdediezminutos.Noteacuesteshastaqueyovuelva.Sielpaseomegusta,podríaalargarlounpocomás.

Bajé los escalones y miré a derecha e izquierda, como quien no sabe quédirección tomar. Luego avancé por la carretera, contemplando ora la luna ora lasnubes blancas que se deslizaban por el otro lado, silbando todo el tiempo unatonadillaquesemehabíapegadoenunavisitaalaópera.

A unos doscientos metros aproximadamente del Dragón Volador, dejé dedisimular: me di media vuelta y escudriñé con atención el camino, que parecíacubiertodeescarcha,y,a la luzde la luna,diviséelgabletede laviejaposada,asícomounaventana,semiocultatraselfollaje,delaquesalíaunaluztenue.

Noseoíaningúnruidodepasosniseveíaelmenorrastrodefigurahumana.Laluzdelalunaerasuficienteparaconsultarelreloj.Faltabansóloochominutosparalahoraconvenida.Untupidomantodehiedracubríaenestepuntolatapiayformabaenloaltounaespeciederacimo.

Estomefacilitabalaescalada,ademásdeservirdepantallaamiempresaencasodequealguienestuvieramirandoporcasualidadenaquelladirección.¡Loconseguí!Yame hallaba en el parque del castillo de la Carque, como el furtivo infame quetraspasalosdominiosdeunseñorconfiado.

Ante mí se elevaba el bosquecillo designado, que parecía más negro que loscrespones de una corona fúnebre. A cada paso parecíamás alto y proyectaba unasombra cada vez más negra a mis pies. Seguí avanzando, y sentí cierto placer alverme sumergido por completo en medio de la sombra. Ya estaba sobre los tilosgrandiosos y los castaños centenarios, y la esperanza aceleró los latidos de micorazón.

Estebosquecilloseabríaligeramenteenelcentro,donde,ceñidoporunapequeñaescalinata, se erguíaun templetegriegoo capilla, que cobijabauna estatua.Erademármolblanco,concolumnascorintiasacanaladasyvanoscubiertosdevidrio;entrelasgrietasseabríapasolahierba.Elmohoseinsinuabaenelpedestalylacornisa,yelmármol descolorido y añejo exhibía los estigmas de un largo abandono.Aunosmetrosdelaescalinata,unafuenteabastecidaporlosgrandesestanquesdelotroladodel castillo derramaba sus aguas con sonido metálico sobre una ancha pila demármol;elchorrodeaguacentelleabacuallluviadediamantesalclarodeluna.Laimpresióndedescuidoyruinahacíamásbonitaaúnlaescena,ymástriste.Yoestabademasiadoatentoalcastillo,dedondedebíallegarladama,parapercibircondetalleestosefectos;pero,demanerasemiconsciente,aqueldecoradorománticomesugeríaenciertomodolagruta,lafuenteylaaparicióndeEgeria.

Mientrasobservabaatentamente,mehablóunavozpordetrás, ligeramentea laizquierda.Mevolví sobresaltado:allí estaba lapersonadisfrazadademademoiselledelaVallièrequehabíavistounashorasantes.

—Lacondesaestaráaquíenseguida—dijo.Lajovenestabaenmediodelclaroy

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laluzdelalunacaíadirectamentesobreella.Nadapodíafavorecerlemás;sufiguraparecía más graciosa y elegante que nunca—. Entre tanto, le diré algunas cosasacercadeella.Esunamujerdesgraciada;estátristeporsumatrimonioconuntiranocelosoquelaquiereobligaravendersusdiamantes,quevalen…

—Treintamillibrasesterlinas.Loheoídodeciraunamigo.¿Puedoayudarladealgunamaneraenestaluchadesigual?Dígamecómo,ycuantomayorseaelpeligrooelsacrificio,másfelizmehará.¿Puedoayudarladealgunamanera?

—Sidesprecia el peligro, que, sin embargo,no esningúnpeligro; si desprecia,comoella, las leyes tiránicasdeestemundoyessuficientementecaballerosocomoparadedicarseencuerpoyalmaalacausadeunadama,sinmásrecompensaquesupobregratitud…;sipuedehacerestascosas,claroquelapuedeayudar,yganarseasínosólosugratitud,sinotambiénsuamistad.

Conestaspalabras,ladamadisfrazadasevolvió,yparecióromperallorar.Yomedeclarédispuestoaserelesclavodelacondesa.

—Pero—añadí—ustedmedijoqueestaríaaquípronto.—Siempreycuandonoocurranadaimprevisto;comoelcondedeSt.Alyreestá

encasa,yvigilaconstantemente,esdificilísimodarunpasosinpeligro.—¿Deseaellaverme?—preguntécontiernavacilación.—Primerodigasihapensadorealmenteenella,másdeunavez,enlaaventurade

laBelleÉtoile.—Siemprelahetenidopresente.Díaynochesusbellosojosmesiguenatodas

partes;sudulcevozsiempreresuenaenmisoídos.—Dicenquemivozseparecealadeella—dijoeldisfraz.—En efecto—contesté—. Pero es sólo un parecido. ¡Ah! ¿Es entonces lamía

mejor?—Perdóneme,mademoiselle, pero yo no he dicho eso. La de usted es una voz

muydulce,perosemeantojaunpocomásaguda.—Unpocomáschillona,quieredecir—contestó la señoritadeLaVallière,me

parecióquealgopicada.—No,nomáschillona:suvoznoeschillona,esmaravillosamentedulce;perono

estanpatéticamentedulcecomolasuya.—Esoesunprejuicio,monsieur,esonoescierto.Hiceunareverencia;nopodía

contradeciraunadama.—Veo,monsieur,queseríedemí.Mecreevanidosaporquepretendoenalgunos

aspectosigualarmealacondesadeSt.Alyre.Ledesafíoaquemedigaquemimanoesmenoshermosaquelasuya.

Dicholocual,sequitóelguanteyalargólamano,conlapalmahaciaabajo,alaluzdelaluna.

La dama parecía realmente molesta. Aquello era indigno e irritante; pues seestaban desperdiciando unos momentos preciosos mientras manteníamos aquellaconversacióninsulsa,quenoparecíaconduciranada.

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—¿Admite,entonces,quemimanoestanbonitacomolasuya?—Nopuedoadmitirlo,mademoiselle—dijecon la sinceridadde la impaciencia

—.Noquieroentrarencomparaciones,pero lacondesadeSt.Alyreesa todos losrespectosladamamáshermosaquejamáshancontempladomisojos.

Ladisfrazada rióprimero fríamentey, luego,conciertasimpatía.Exhalandounsuspiro,exclamó:

—Leprobaréloquedigo.Y,mientras así hablaba, se retiró el disfraz, ymis ojos vieron en persona a la

condesadeSt.Alyre,sonriente,confundida,tímidaymásbellaquenunca.—¡Cielosanto!—exclamé—.¡Quémonstruosamenteestúpidohesido!¡Asíque

fueconmadamelacondesaconquienestuvehablandotodoelratoenelsalón!Lacontempléensilencio.Yella,conunesbozodesonrisadulceycomprensiva,

mealargólamano,quecogíyllevéamislabios.—No, no debe hacer eso—dijo con voz queda—. Aún no nos conocemos lo

suficiente.Creoque,aunqueustedseequivocó,aúnseacuerdade lacondesade laBelle Étoile, y que es usted todo un campeón, fiel y sin miedo. Si usted hubieracedidoalcoqueteodeunarivaldisfrazadademademoiselledeLaVallière,lacondesadeSt.Alyrenuncahabríaconfiadoenustednilehabríadadoningunacita.Peroahoraestoyseguradequeesustedunapersonadefiar,ademásdevaliente.Sabedesobraquenomeheolvidadodeusted,ytambiénque,sialgunavezarriesgarasuvidapormí, yo arrostraría igualmente cualquier peligro antes que perder a un amigo. Mequedan sólo unos minutos. ¿Vendrá de nuevo mañana por la noche a las once ycuarto?Yoestaréaquíaesahora,peronoseolvidedeextremarlaprecauciónparaquenadiesospechequehavenidoaquí.Melodebeusted,monsieur.

Yo le prometí repetidas veces que moriría antes que permitir que cualquierimprudenciapusieraenpeligroaquelsecretoquedabaamividasentidoeinterés.

Cadamomentome parecía más hermosa, y mi entusiasmo iba aumentando enproporción.

—Mañana debe venir por otro camino—dijo—; y, si viniera una tercera vez,volveríamosacambiar.Enelotroextremodelcastillohayunpequeñocementerio,conunacapillaenruinas.Losvecinostemenpasarporallídenoche.Elcaminoestádesiertoyhayunabarreraquepermiteaccederaestecamposanto.Loatravesaráyseencontraráaunosveintemetrosdeaquí,enunlugarrodeadodematorrales.

Porsupuesto,leprometíobservaralpiedelaletrasusinstrucciones.—Llevo más de un año viviendo en un terrible estado de indecisión. Pero ha

llegadolahoradedarelpaso.Lamíahasidounavidamuytriste,mássolitariaqueladeunclaustro.Nohetenidoanadiequeescucharamisconfidencias,anadiequemeaconsejara,anadiequemeliberaradeloshorroresdemiexistencia.Peroporfinheencontrado a un amigo valeroso y decidido. ¡Cómo olvidar la escena heroica delvestíbulodelaBelleÉtoile!¿Haconservadoustedlarosaqueledialdespedirnos?Sí; no necesita jurarlo. Confío en usted. Richard, ¡cuántas veces he repetido en la

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soledad su nombre, que he conocido por mi criado! ¡Richard, mi héroe! ¡Oh,Richard!¡Oh,mirey!¡Cuántoleamo!

Yo la habría estrechado contrami corazón,mehabría arrojado a suspies.Peroaquellamujerhermosay,debodecirlo,inconsecuente,merechazó.

—No, no debemos desperdiciar en extravagancias estos preciosa momentos.Comprenda mi situación. En el matrimonio no existe la indiferencia. No amar almarido—continuó—esodiarlo.Elconde, ridículopor todo lodemás,es tremendocuando le acometen loscelos.Por eso,por favor, extreme laprecaución.Finjacontodas las personas con las que hable no conocer a ninguno de los moradores delcastillodelaCarque,sialguienmencionaalcondeoalacondesadeSt.Alyreensupresencia;digaquenoconoceaningunodelosdos.Mañanaporlanochelecontarémás cosas. Tengo motivos, que no puedo explicar ahora, para hacer cuanto estoyhaciendoahoraycuantovoyahacerdespués.Adiós.¡Váyaseya!Déjemesola.

Hizo con la mano un gesto perentorio para que me marchara. Musitando un«adiós»,laobedecí.

Esta entrevista no duró, creo,más de diezminutos.Volví a escalar la tapia delparqueyregreséalDragónVoladorantesdequecerraranlaspuertas.

Permanecídespiertoenmi lecho,enmediodeuna fiebredeeuforia.Hastaquedespuntóeldía,yvinoa llevarseaquellavisión,via labellacondesadeSt.Alyre,siempreenlaoscuridad,delantedemí.

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E

CAPÍTULOXVII

Elocupantedelpalanquín

lmarquésmevisitóaldíasiguiente.Apesardelotardequeera,midesayunoestabaaúnenlamesa.

Habíavenido,dijo,parapedirmeunfavor.Acausadelgranbarulloquesehabíaformadoa lasalidadelbaile,suvehículohabíasufridounpercance,por loquemepedíaunasientoenelmíoencasodequetuvieraintencióndeiraParís.Enefecto,yoibaaParís,ymeencantabahacerloensucompañía.Fueconmigohastamihotelysubió a mis aposentos. Me extrañó ver allí a un hombre sentado en uno de lossillones,dándonoslaespalda,leyendounperiódico.Selevantó.EraelcondedeSt.Alyre, con los lentes calados; los bucles oleaginosos de su peluca negra, queenmarcabansuescuetacabeza,parecíanébanoesculpidosobreunhorriblerostrodeboj.Labufandanegralecolgabadelpecho,yteníaelbrazoderechoencabestrillo.No era fácil saber si aquel día había algo inhabitual en su fisonomía o si erasimplemente el efecto de mi prevención por todo lo que había oído durante mimisteriosaentrevistaensuparque;peromeparecióquesuexpresióneramássombríaqueenocasionesanteriores.

Yo no era un pecador suficientemente endurecido como para no sentir ciertaturbación,almenosmomentánea,altoparmederepenteconaquelhombre,ultrajadoalmenosenlaintención.

Sonrió.—Le he visitado, monsieur Beckett, con la esperanza de encontrarlo aquí —

graznó—,yconelpropósito,metemo,detomarmeciertalibertad;peromiamigoelmarquésdeHarmonville,quientalvezsesientamásobligadoconmigo,meprestarátalvezlaayudaquenecesitotanimperiosamente.

—Conmuchogusto—dijoelmarqués—;peronohastadespuésdelasseis.Enestemomento tengoqueacudiraunareuniónconotras tresocuatropersonas,unareuniónalaquenopuedofaltar;estoycasisegurodequenopodremosterminarantesdeesahora.

—¡Qué voy a hacer, entonces! —exclamó el conde—. Con una hora que mehubierareservadotodosehabríaarreglado.¡Quégrancontratiempo!

—Yoleofrezcounahorademitiempoconmuchogusto—dije.—¡Québuenoesusted,monsieur!Laverdadesquenomeatrevoapedirleese

favor.Elasunto,paraunhombretanalegreyencantadorcomomonsieurBeckett,esunpocofuneste.Leruegoleaestanotaquemehallegadoestamañana.

Ciertamente,lanotanoeranadaalegre.Enellasedecíaqueelcadáverdelprimodelconde,monsieurdeSt.Amand,quehabíafallecidoenChâteauCléry,sucasa,ibaa ser enterrado, según sus propios deseos, en el cementerio parisiense de Père

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Lachaise; que, con el permiso del conde de St. Alyre, llegaría a casa de éste (elcastillodelaCarque)hacialasdiezdelanochesiguienteparasertransportadodesdeallí en un coche fúnebre, acompañado por cualquier miembro de la familia quedesearaasistiralentierro.

—Apenashevistoaesepobrecaballerodosvecesenmivida—dijoelconde—,pero, como no tiene a ningún otro pariente, no puedo rechazar este encargo, pordesagradablequesea;poresoquieroacudiralaoficialdedefuncionesparafirmarenel libro y obtener la debida autorización para su inhumación. Pero aquí surge otroproblema.Hetenidolamalasuertedetorcermeelpulgarynopodréescribirduranteunasemana.Sinembargo,comounafirmaesigualdeválidaqueotra,lasuyapodríaservir tanto como la mía. Y como usted se ha ofrecido tan amablemente aacompañarme,todosaldráperfectamente.

Salimosdelhotel.Elcondemefacilitóelnombreyapellidodelfinado,asícomolaedad, laenfermedadde laquehabíamuertoyvariosotrosdetalles,améndeunanotaacercadellugarexactoenelquesedebíacavarlatumba(bastantesencilla);asaber,entredospanteonesde lafamiliadeSt.Amand.Elcortejofúnebre,sedecía,llegaríadosdíasdespués, a launaymediade lamadrugada.Luegomeentregóeldineroparasufragarlosgastosdelentierro,másunsuplementopornocturnidad.Erabastantedinero.Yolepreguntéanombredequiéndebíaordenarqueseextendieraelrecibo.

—Noaminombre,miqueridoamigo.Queríanqueyomeconvirtieraenalbacea,y ayer escribí rechazando dicho encargo. Perome han asegurado que, si el reciboestuviera ami nombre, ellome convertiría en albacea ante la ley, y ya no podríaecharmeatrás.Asípues,leruegoque;sinotieneningúnreparo,seescribaelreciboasunombre.

Yohiceloquemehabíapedido.Cuandollegueelmomento,entenderánporquémeheentretenidoencontartodos

estosdetalles.Mientrasyomeencargabadelasformalidades,elconde,embozadoensubufanda

desedanegrayconelsombrerocaladohastalosojos,seechóunacabezaditaenunrincóndelcarruaje;estadoenelquemeloencontréamivuelta.

Paríshabíaperdidosuencantoparamí.Meapresuréacumplirelpequeñoasuntoquesemehabíaencomendado,echédemenosunavezmásmitranquilahabitacióndel Dragón Volador, la melancolía de los bosques del castillo de la Carque y laemocionante y embriagadora proximidad del objeto demi pasión, a la vez loca yreprobable.

Medetuveenlaoficinademiagentedecambio.Comoyahedicho,yoteníaunasumalíquidaenmibanco.Pocomeimportabanlosinteresesdeunosdías,olasumaentera,encomparaciónconlaimagenqueocupabamispensamientos,cuyobrazodemarmóreablancurameconvocabaenlanochealbosquecillodetilosycastañosdelcastilloCarque. Pero había concertado con él una entrevista para aquel día y sentí

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alivioaloírledecirqueeramejordejareldineroenmanosdemibanquerounosdíasmás,yaquelosfondosestatalesfrancesescaeríancontodaseguridadenbreveplazo.Aquella circunstancia tuvo también una incidencia directa en mis aventurassubsiguientes.

DeregresoalDragónVolador,encontréenmisaloncito,paramidesesperación,amisdosinvitados,dequienesmehabíaolvidadoporcompleto.Maldijeinteriormentemiestupidezporhabermecomprometidoconsuagradablesociedad.Peroaquelloyanoteníaremedioyunaspalabrasaloscamarerosbastaronpararepararenseguidamiolvido.

TomWhistlewickestabaengranforma,ysepusocasideinmediatoacontarunahistoriamuyextraña.

Me dijo que no sóloVersalles, sino también todo París, se hallaba en aquellosmomentos alborotado a raíz de una jugarreta indignante, y rayana en el sacrilegio,quehabíanhechoaalguienlanocheanterior.

La pagoda, como persistía en llamar al palanquín, había quedado en el lugardonde lahabíamosvistoporúltimavez.Nielmagoni suacólitoni losportadoreshabían vuelto a aparecer. Terminado el baile, y después de retirarse todos losinvitados, los criados que ayudaban a apagar las luces y a cerrar las puertas laencontraronaúnallí.

Sinembargo,decidierondejarladondeestabahastalamañanasiguiente,puessesuponía que para entonces sus propietarios habrían mandado a algún mensajero aretirarlo.

Peronadiesepresentó.Entoncesseordenóaloscriadosqueselollevarandeallí,y su peso extraordinario les recordó por primera vez la presencia de su ocupantehumano,delque sehabíanolvidado.Forzaron lapuerta, e imaginencuálno fue laconsternaciónaldescubrir,noaunhombrevivo,¡sinoaunmuerto!Debíandehabertranscurridotresocuatrodíasdesdelamuertedeaquelhombre,bastantecorpulento,ataviadocontúnicachinaysombrerodecolores.Unosdijeronquesetratabadeunafarsa para insultar a los aliados, en cuyohonor se había organizado el baile.Otrosopinaronquenoeramásqueunabromapesadaycínicaque,peseasugravedad,sepodía perdonar si se imputaba al ingenio y bufonería irreprimibles de la juventud.Hubo incluso algunos,más proclives almisticismo, que aseguraronque el cadáverhabía sido condición sine qua non para la exhibición adivinatoria, y que lasrevelacionesyalusionesquetantohabíanasombradoalosasistentessehabíandebidoindudablementealanecromancia.

—El asunto está enmanos de la policía—observómonsieur Carmaignac—, yésta no es digna de su nombre si no encuentra pronto, y pone a disposición de lajusticia, a los individuos que han atentado contra el decoro y los sentimientos delpúblico; a no ser, por supuesto, que se trate de individuos más astutos de lo quesuelenserlossimplessaltimbanquis.

Yo estaba pensando para mis adentros en lo inexplicable que había sido mi

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coloquio con el mago, tan expeditivamente tildado por monsieur Carmaignac de«saltimbanqui»;cuandomáspensabaenello,másasombrosomeparecía.

—Fue realmente una broma muy original, aunque algo sospechosa —dijoWhistlewick.

—Ni siquiera original—dijo Carmaignac—. Casi exactamente lo mismo tuvolugar hará unos cien años en un baile de gala en París; y no se logró dar con losdesalmadosfarsantes.

Esta afirmación demonsieur Carmaignac, como descubrí después, era exacta,puesentremislibrosdeanécdotasyrecuerdosfrancesesseencontrabaaquelmismoincidentesubrayadopormipropiamano.

Mientras hablábamosde aquel asunto, vino el camarero a anunciar que la cenaestaba servida y podíamos pasar al comedor. Mis invitados se encargaron decompensarmirelativataciturnidad.

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L

CAPÍTULOXVIII

Elcamposanto

acenaquenossirvieronfuerealmentebuena,aligualquelosvinos;apesardequesetratabadeunaposadaapartada,probablementesecomíaaquímejorque

en algunos de los más prestigiosos hoteles de París. El efecto moral que producecenarbienesinmenso:todosnosotroslosentimosaquellanoche.Elsosiegoybuenhumor que produce sonmás duraderos y agradables que la tumultuosa euforia deBaco.

Misamigos,pues,semostraroncontentosymuylocuaces, locualmeahorróeltrabajodetenerquehablar;yestuvierontodoelratocontandohistoriasdivertidas,alas que, si he de ser sincero, no presté prácticamente ninguna atención, pues mispensamientosestabanporcompletoenotraparte,hastaquederepentesurgióuntemaquemeinteresópoderosamente.

—Sí —dijo Carmaignac, prosiguiendo un hilo argumental que se me habíahurtado—.Hubootrocaso,ademásdelnobleruso,másextrañotodavía,cuyonombrenorecuerdoahora,aunquelorecordéprecisamenteestamañana.Sehabíaalojadoenlamismahabitación.Porcierto,monsieur,¿nopiensa—añadióvolviéndosehaciamí,disimulando su seriedad con una sonrisa— cambiar de habitación ahora que haymenos gente en la posada? Por supuesto, siempre y cuando piense usted quedarseaquímástiempo.

—Ah, no, gracias. Pienso cambiar de hotel, así podré pasear de noche por laciudad.Pero,aunquepaseaquíestanoche,porlomenos,esperonosutilizarmecomolosotros.Perohadichoustedquehayotrahistoriaparecidarelacionadatambiénconesamismahabitación.Oigámosla,pues.Perobebamosantesunpocodevino.

Lahistoriaquecontófuemuycuriosa.—Estecasoocurrió—dijoCarmaignac—,si lamemorianomefalla,antesque

losotrosdos.Auncaballerofrancés—ojalápudierarecordarsunombre—,hijodeun comerciante, que acudió a esa posada, elDragónVolador, el posadero le dio lahabitaciónalaquemehereferido;esdecir,laqueustedocupa,monsieur.Yahabíadejadodeserjoven—teníamásdecuarentaaños—ydistabamuchodeserapuesto.El personal de la posada decía que era el hombre más feo, pero también el másbonachón, que jamás había pisado la tierra. Tocaba el violín, cantaba y escribíapoesía.Suscostumbreseranextrañas,peroespontáneas.Avecessepasabatodoeldíaensuhabitaciónescribiendo,cantandootocandoelviolín,ysalíaporlanocheadarunpaseo.¡Unhombrerealmenteexcéntrico!Noeraunmillonario,nimuchomenos,pero teníaunmodicumbonum, yame comprenden: una cantidad cercana almediomillón de francos. Tras consultar a su agente de cambio sobre la posibilidad deinvertir estedineroenvaloresextranjeros, sacó todoeldinerodelbanco.Ahoraya

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conoceustedsusituaciónfinancieracuandoocurriólacatástrofe.—Porfavor,lléneseelvaso—dije.—¡Saque fuerzas de este vino,monsieur, para afrontar la catástrofe!—bromeó

Whistlewickmientrassellenabaelsuyo.—Puesbien,esofueloúltimoquesesupodesudinero—prosiguióCarmaignac

—. Y ahora les contaré algo acerca de su poseedor. La noche siguiente a aquellaoperaciónfinancierafuepresadeunarrebatopoético;mandóllamaralposaderoyledijoquedesdehacíatiempoveníameditandounpoemaépico,quequeríaempezaraescribiraquellanoche,porloquenoqueríaquelomolestaranbajoningúnconhastalasnuevedelamañana.Teníadosparesdevelas,unafrugalcenafríaenunamesita,suficientepapelparaescribirtodaLaHenriadayprovisiónproporcionaldeplumasytinta.

»Sentadoalamesadesudespacholoencontróelcamarero,quehacialasnueve,le llevóuna tazadecafé;éstecomentódespuésquehabíavistoescribir tandeprisaqueparecíaqueencualquiermomento ibaaempezaraarderelpapel (éstasfueronsus palabras textuales), pero ni siquiera alzó la vista; parecía estar completamenteenfrascadoensutrabajo.Perocuandovolvióelcamarero,unamediahoradespuéslapuerta estaba cerrada, y aquél le repitió desde el interior que no quería que lomolestaran.

»Asípues,elgarçonsemarchó,yalasnuevedelamañanasiguientellamóasupuertay,alnorecibircontestación,miróporelojodelacerradura.Lasvelasestabanaún ardiendo; los postigos estaban cerrados, como él los había dejado. Volvió allamar,conmayorfuerza.Peronadiecontestó.Dioentoncespartedeestecontinuadoyalarmante silencioalposadero, el cual, alverque suhuéspednohabíadejado lallaveenlacerradurabuscóotraparaabrirlapuerta.Lasvelasestabanyaboqueandoenloscandeleros,perodabanaúnluzsuficienteparaconstatarqueelhuéspedhabíadesaparecido. La cama estaba sin deshacer, y los postigos estaban cerrados pordentro.Alguiendijoqueelescritorhabíasalidode lahabitacióncerrando lapuertaporfueray,conlallaveenelbolsillo,sehabíamarchadodelaposada.Sinembargo,aquísurgíaotroproblema:elDragónVoladorcerrabasuspuertasacalycantoalasdocedelanoche,y,despuésdeesahora,nadiepodíasalirdelacasasintenerlallave,yellodejandolapuertasincerrarporfuera,pueséstaseatrancabadesdedentro,anoserquecontaraconlacomplicidadoayudadealguiendelacasa.

»Ahorabien,ocurrióque,unratodespuésdeatrancarselaspuertas,hacialasdoceymedia,uncriadoquenosehabíaenteradodesuordendenosermolestado,alverquesalíaluzporelojodelacerradura,llamóalapuertaparasabersielpoetaqueríaalgo. Éste contestó con cajas destempladas al inoportuno criado y lo despidiórepitiéndole la orden de que no lo molestaran durante la noche. Aquel incidenteprobabaqueelpoetaestabaenlacasadespuésdequesecerraranbienlaspuertasdela calle. Las llaves las guardaba el propio posadero, el cual juró que las encontrócolgadasenlacabeceradesucama,ensulugarhabitual,alamañanasiguiente;yque

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nadiepodíahaberlascogidosindespertarlo.Queesoeraloúnicoquepodíadecir.Elconde de St. Alyre, a quien pertenece esta casa, mostró gran actividad yconsternación.Peronosedescubriónada.

—¿Ydesdeentoncesnosehasabidonadadeesepoetaépico?—preguntéyo.—Absolutamentenada.Nuncavolvióaaparecer.Supongoqueestarámuerto;si

no,debedehabersemetidoenalgúnasuntosucio,desconocidoparanosotros,quelohaobligadoaesconderseconelmayorsigiloyceleridad.Loúnicoquesabemosconcertezaesque,trasocuparlahabitaciónenlaqueustedduerme,seevaporó,sinquenadiedesdeentonceshayasabidocómolohizonihayatenidonoticiassuyas.

—Usted ha mencionado tres casos —le recordé—, y todos en la mismahabitación.

—Sí,tres.Todosigualmenteincomprensibles.Cuandosecometeunasesinato,lagrandificultadconqueseencuentranlosasesinosescómoocultarelcadáver.Esmuydifícil creer que alguien haya asesinado a tres personas consecutivamente en lamismahabitaciónyhayahechodesaparecersuscadáveressindejarrastroalguno.

Luegocambiamosdetema,yelgravemonsieurCarmaignacnosdistrajoconunasombrosoramilletedeanécdotasescandalosas,quesusfuncioneseneldepartamentodepolicíalehabíanpermitidoconocer.

Afortunadamente, mis invitados tenían sendos compromisos en París y medejaronhacialasdiezdelanoche.

SubíamihabitaciónymiréendireccióndelcastillodelaCarque.Elcieloestabasalpicado de nubes, y el parque, a la luz intermitente de la luna, tenía un aspectomelancólicoyfantasmagórico.

Volvieronvagamente amimente las extrañas anécdotas referidas pormonsieurCarmaignacsobrelahabitaciónqueyoocupaba,tiñendodetonososcuroslasalegresy frívolas historias que relató también.Miré alrededor de la habitación, que estabasumidaenunaoscuridadsiniestra,conunasensacióndesagradable.Cogímispistolasconunaaprensiónindefinibleantelaeventualidaddetenerqueutilizarlasantesdemiregreso. Sensación que, conviene dejarlo claro, en modo alguno enfrió mi fervor.Nunca había sido mayor mi entusiasmo. Mi aventura me absorbía y arrobaba, altiempoquedejabaunposodeextrañezaygravedadenelfondodemiser.

Mepuseapasearporlahabitación.Yahabíaaveriguadoellugarexactoenqueseencontraba el pequeño camposanto: aproximadamente a unos dos kilómetros dedistancia.Noqueríapresentarmeantesdetiempo.

Medeslicéensilencio,avancélentamenteporelladoizquierdodelacarreteray,desdeallí,entréenunapistamásestrecha,tambiénamiizquierda,que,bordeandolatapiadelparqueydescribiendounarutadecircunvalación,siemprebajomajestuososárboles viejos, pasa por delante del viejo camposanto. Éste, semioculto entre losárboles,ocupapocomásdeveinteáreas,alaizquierdadelcamino,ysehallasituadoentreésteyelparquedelcastillodelaCarque.

Aquí,enestelugarfantasmal,hiceunapausayescuché.Reinabaelmáscompleto

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silencio.Unaespesanubehabíaoscurecidolaluna,demaneraquealosumopodíadistinguirloscontornosdelosobjetosmáspróximos,yesosólodemaneravaga;yaveces,flotandoenlanegraniebla,porasídecir,emergíalablancasuperficiedeunalápidasepulcral.

Entre las formas que se recortaban sobre el gris metálico del horizonte,destacaban algunos de esos arbustos o árboles que, al igual que nuestros enebrosingleses, tienenunosdosmetrosdealtura, la formadeunálamoenminiaturay eloscurofollajedeun tejo.Noconozcoelnombredeestearbusto,pero lohevistoamenudoenlugaresparticularmentefúnebres.

Descubríquehabíallegadoconciertoadelantoymesentéunratoenelbordedeunalápida,puessuponíaquelabellacondesateníabuenasrazonesparanodesearqueyopenetraraenlosdominiosdelcastilloantesdeloestipulado.Permanecísentadoeneseestadodeindolenciainducidoporlaespera,conlosojospuestosenelobjetoqueestaba justo delante demí, que tenía aquel ligero contorno negro que he descrito.Estabajustodelantedemí,aunosdocepasosdedistancia.

La luna empezó a asomar bajo la nube que la habíamantenido oculta duranteaquel tiempo, y, a medida que la luz iba en aumento, el árbol que había estadoobservandoperezosamenteempezóaadoptarunanuevaforma.Yanoeraunárbol,sino un hombre de pie, inmóvil. Cuantomás clara era la luz de la lunamás clararesultabatambiénaquellaimagen,hastaque,porfin,ladistinguícontotalnitidez:eralasiluetadelcoronelGaillarde.

Afortunadamente,éstenomirabaenmidirección.Yoloveíasólodeperfil,perono había duda alguna en cuanto a su blanco mostacho, su rostro farouche y sudesgarbadounonoventadeestatura.Allíestabaantemí,acechandoalgunaseñalolallegadadealguien,conlavistayeloídoaguzados.

Si,porcasualidad,volvíalosojosenmidirección,yosabíaquedebíadisponermeareanudarinmediatamenteelcombateiniciadoenelvestíbulodelaBelleÉtoile.Encualquiercaso,¡quénefastafortunalaquehabíaapostado,enaquellugarymomentoprecisos, a un observador tan peligroso! ¡Y qué felicidad para él golpearmeduramenteyalmismotiempoecharportierralosplanesdelacondesadeSt.Alyre,alaqueparecíaodiar!

Levantó un brazo y silbó con suavidad. Oí el sonido de otro silbido, igual detenue, y, para mi gran alivio, el coronel avanzó en la dirección de aquel sonido,ampliandoladistanciaqueexistíaentrenosotrosconcadazancada;actoseguido,leoíhablar,peroenuntonobajoycauteloso.

Apesardetodo,reconocílavozpeculiardeGaillarde.Medeslicésigilosamente,extremandoalmáximo laprecaución,en ladirección

donderesultabanaudiblesestossonidos.Meparecióverunsombrerosobresaliendoporlatapiaenruinasyluegoviotro

sombrero. Sí, vi dos sombreros conversando (las voces pertenecían a quienes losllevaban). Ambos avanzaron, no en dirección del parque, sino del camino; yome

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quedétendidosobrelahierba,escudriñandoporencimadeunatumba,cualsoldadoadelantadoqueespíaalenemigo.Unatrasotra,lasfigurasemergieronplenamenteala vista al saltar la valla que había al lado del camino. El coronel, el último enescalarla,permanecióunosinstantesarriba,mirandoasualrededor,yluegosaltóalotro lado de la carretera. Oí sus pasos y el ruido de su conversación mientras sealejaban,dándomelaespalda,enladirecciónopuestaalDragónVolador.

Esperéaqueaquellossonidosseesfumaranporcompletoenladistanciaantesdeentrarenelparque.SeguílasinstruccionesquemehabíadadolacondesadeSt.Alyreyavancéentrearbustosymatorraleshastaelpuntomáspróximoalruinosotemplo;unavezallí,atraveséelpequeñoespacioquemeseparabadellugardelacita.

Meencontrabadenuevobajolasgigantescasramasdelosviejostilosycastaños;suavemente, y con el corazón latiéndome fuertemente, me aproximé al pequeñomonumento.

La luna brillaba ahora ininterrumpidamente, derramando sus rayos sobre eldelicadofollajeymoteandoelverdordelsuelobajomispies.

Alcancé los escalones y me encontré en medio de la antañona columnata demármol.Ellanoestabaallínienelsantuariointerior,cuyasventanasojivalesestabanprácticamenteocultasporpantallasdehiedra.Ladamanohabíallegadotodavía.

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E

CAPITULOXIX

Lallave

speré en el último peldaño, con los ojos y oídos bien abiertos. Un par deminutosdespués, oí el crujir deunos ramajos;miré en aquella direcciónyvi

queseacercabaentrelosárbolesunafiguraenvueltaenunabrigo.Avancé con ansiedad.Era la condesa.No habló, perome dio lamano, y yo la

condujeallugardondesehabíadesarrolladonuestraúltimaentrevista.Ellareprimióelardordemiapasionadosaludoconunafirmezadulceperoperentoria.Sequitólacapucha,sesacudiósushermososcabellosy,mirándomeconojostristesybrillantes,suspiróprofundamente.Algúnpensamientoterribleparecíaabrumarla.

—Richard,debohablarleconabsoluta franqueza.Meencuentroenelmomentomáscríticodemivida.Estoyseguradequedeseadefenderme.Creoqueseapiadademí,yhastaquemeamaquizá.

Al oír aquellas palabras tuve un arranque de elocuencia, como les ocurre a losjóvenesalocadosenunasituaciónparecida.Peroellamemandócallarconlamismafirmezamelancólica.

—Escúcheme, mi querido amigo, y luego dígame si puede ayudarme. ¡Quéconfianza tan loca tengo en usted!, y, sin embargo,mi corazónme dice que actúosabiamente. Citarme aquí con usted, ¡qué gran locura parece! ¡Qué concepto tanpobre debe de tener de mí! Pero, cuando me conozca de verdad, me juzgará conjusticia.Sinsuayudanopuedocumplirmipropósito.Siesepropósitonosellevaacabo,moriré.Estoyencadenadaaunhombrealquedesprecio,alquedetestocontodami alma. He decidido huir. Tengo joyas, sobre todo diamantes, por los que meofrecen treintamil libras de vuestro dinero inglés. Son demi exclusiva propiedad,segúncontratomatrimonial.Melasllevaréconmigo.

Estoyseguradequeustedentiendedejoyas.Estabaordenándolascuandollególahoraylehetraídoéstaparaenseñársela.Mire.

—¡Es magnífico! —exclamé al contemplar un collar de diamantes que,suspendidodesuspreciososdedos,centelleabayrefulgíaalaluzdelaluna.Pesealagravedaddelmomento,penséquemeestabamostrandoaquellajoyaconelregodeonormalconqueunamujerexhibeestetipodegemas.

—Sí —dijo—, voy a desprenderme de todas mis joyas para convertirlas endinero, y a romperpara siempre con los antinaturalesy abominables lazosquemeunen,ennombredeunsacramento,auntirano.Unhombrejoven,guapo,generosoyvaliente como usted no puede ser también rico. Richard, usted dice que me ama;usted compartirá todo esto conmigo. Huiremos juntos a Suiza, sin dejar pistas anuestros perseguidores. Mis poderosos amigos intervendrán para conseguir laseparación.Entoncesseréfelizporfinypodrérecompensaramihéroe.

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Yapuedenustedes imaginarse lamanera floridayvehementeenque leexpresémiagradecimiento,lejuréconsagrarmeaelladeporvidayledijequedispusierademíasuantojo.

—Mañanaporlanoche—dijo—mimaridoacompañarálosrestosdesuprimo,monsieurdeSt.Amand,hastaPèrelaChaise.Elféretro,segúnmehadicho,saldrádeaquíalasnueveymedia.Ustedacudiráaquímismoalasnuevedelanoche.

Yoleprometíobedienciatotal.—Yonobajaréhastaaquíareunirmeconusted.¿Veesaluzrojaquesaledela

ventanadelatorre,enlaesquinadelcastillo?Asentí.—La he colocado allí para que pueda reconocerla mañana por la noche. En

cuanto vea esa luz rosácea en esa ventana, sabrá que el cortejo fúnebre haabandonadoelcastillo,yquepuedeacercarsesinpeligro.Yohabréabiertolaventanaparaquepueda entrar.Cincominutos después, un coche tiradopor cuatro caballosnos estará esperando en la puerta de la cochera. Yo dejaré los diamantes en susmanos, y, tan pronto como subamos al coche, dará comienzo nuestra huida.Sacaremos por lo menos una ventaja de cinco horas, y, con nuestra energía,estratagemas y recursos, no habrá nada que temer. ¿Está dispuesto a arrostrar todoestoporamoramí?

Denuevovolvíaproclamarmeesclavosuyo.—Lo único que me preocupa todavía —prosiguió— es saber si podremos

convertir rápidamente los diamantes en dinero. Nome atrevo a retirarlosmientrasestémimaridoenlacasa.

Aquéllaera laoportunidadqueyoestabaesperando.Lehicesaberque teníaenpoderdemibanquerounasumanoinferioratreintamillibras,yqueacudiríaalacitacon aquella suma en forma de oro y billetes, evitando así el riesgo que entrañabavendersusdiamantesdemaneraprecipitada,aunprecioseguramenteinferioralquetenían.

—¡Cielo santo!—exclamó ella con una especie de desencanto—. ¡Así que esustedrico!Esoquieredecirqueheperdidoladichadehacerdoblementefelizamigeneroso amigo. Bueno, no nos opongamos al destino, si está escrito que así sea.Contribuyamos,entonces,cadacualapartesiguales.Ustedaportarásudinero,yyomisjoyas.Meproduceunafelicidadespeciallaideadecompartirnuestrosrecursos.

Tras esto siguió un coloquio romántico, tan subido de poesía y pasión quemeresultaríaimposiblereproducirloaquí.

Yluegomediounainstrucciónparticular:—Hevenidotambiénprovistadeunallave,cuyousodeboexplicarle.Eraunadoblellave:unatijalargaydelgada,conunpaletónacadaextremo:uno

aproximadamentedeltamañoconqueseabreunapuertacorrienteyelotrocasitanpequeñocomolosqueabrenunestuche.

—Mañana por la noche todas las precauciones serán pocas. Cualquier

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contratiempo daría al traste con todas mis esperanzas. He sabido que ocupa lahabitación embrujada del Dragón Volador. Es precisamente la habitación que yohabríaelegidoparausted.Lediréporqué.Cuentanqueunhombreseencerróenellatodaunanocheyquecuando,alamañanasiguiente,fueronapreguntarporél,habíadesaparecido.Yocreoqueen realidadquería zafarsede susacreedores,y, comoeldueño del Dragón Volador era por aquel entonces un sinvergüenza, lo ayudó aesfumarse.Mimarido,queinvestigóelasunto,descubriólamaneraenquesehabíaefectuadolaescapada.Fueconlaayudadeestallave.Aquítieneundocumentoyunplano en que se describe cómo se ha de proceder. Lo he cogido del escritorio delconde.YahoradeboconfiarunavezmásensuingenioparadespistaralpersonaldelDragónVolador.Asegúresedeprobarprimerolasllaves,paraverquelascerradurasfuncionan perfectamente. Yo tendré mis joyas preparadas. En cuanto a usted,independientementedecómohagamoselrepartodebienes,leaconsejoquetraigaeldinero consigo porque podrían transcurrir muchos meses antes de que podamosvolveraParísorevelarnuestrolugarderesidenciaaalguien.Ynuestrospasaportes.Encárguesetambiéndeeso;pongalosnombresylugaresdedestinoqueleplazcan.Yahora, querido Richard —prosiguió apoyando cariñosamente el brazo sobre mihombroymirándomea losojosconunapasión inefablemientrascon laotramanoapretaba la mía—,mi vida está en susmanos. He apostado todo a la carta de sufidelidad.

Mientraspronunciabalaúltimapalabra,palidecióderepentey,comosilefaltaraelaliento,exclamó:

—¡Diosmío!¿Quiénestáahí?Enaquelmismomomentodiounpasoatrásydesaparecióporlapuertalabrada

en el mármol permaneciendo cerca de ésta al fondo de una pequeña cámara sintejado, tan pequeña como el propio santuario, cuya ventana estaba tapada por unaespesapantalladehiedraqueapenasdejabafiltrarseunrayodeluz.

Yopermanecíenelumbralqueellaacababadeatravesar,mirandoenladirecciónen la que había lanzado aquellamirada tan angustiada. No era de extrañar que sesintiera tan aterrorizada: cerca de nosotros, a unos quince metros de distancia, yacercándose a paso rápido,muy claramente iluminado por la luna, se acercaban elcoronelGaillardeysucompañero.Amímeprotegíanlacornisayuntrozodepared;pero,desconocedordeesteparticular,yoestabaesperandoelmomentoenque,conunodesusalaridosfrenéticos,selanzarasobremícomounloco.

Diunpasoatrás, saquédelbolsillounademispistolasy laarmé.Estabaclaroquenomehabíavisto.

Permanecíconeldedoenelgatillodecididoaabatirlosiseatrevíaaentrarenellugarenquesehallabalacondesa.Aquello,anodudarlo,habríasidounasesinato,peroenmifuero interno tenía ladecisióncompletamente tomada.Unavezquenoshemosmetido en asuntos secretos y culpables, estamosmás cerca de otros delitosmayoresdeloquesospechamos.

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—¡Ahí está la estatua! —exclamó el coronel con su habitual tono cortante ydiscordante—.Sí,esésa.

—¿Alaquealudenlasestrofas?—preguntósucompañero.—Nimás ni menos. La examinaremosmejor la próxima vez. Bien,monsieur,

vámonosdeaquí.Y, para mi gran alivio, el bizarro coronel dio media vuelta y, de espaldas al

castillo,sealejóentrelosárbolesendireccióndelatapiadelparque,quesaltaronpordondesedivisabanlosgabletesdelDragónVolador.

Encontré a la condesa presa de auténtico terror.No quiso aceptarmi insistenteinvitaciónaacompañarlahastael castillo.Sinembargo, la tranquilicéasegurándoleque impediría por todos los medios la posible vuelta del coronel loco. Ella serecuperóenseguidaysedespidiónuevamenteconpalabrasdulcesypausadas.Yomequedémirándola fijamente, con la llave en lamano y una agitación en el cerebrorayanaenlademencia.

Allíestabayo,dispuestoaarrostrartodoslospeligros,adesafiartodaslasleyesdivinas y humanas, a asesinar si fuera necesario y a meterme en complicacionesinextricablesyhorribles(¿quémeimportabaamí?),porunamujerdelaquenosabíamásqueeratanhermosacomoimprudente.

Másdeunavezhedadolasgraciasalcieloporlamisericordiaquetuvoconmigoalguiarmeporloslaberintosenqueestuveapuntodeperderme.

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M

CAPÍTULOXX

Unacofiaperaltada

e encontraba de nuevo en el camino, a unos doscientosmetros delDragónVolador.Yohabíaaceptadounpapelprotagonistaenundramaconvenganza,

y,amododepreludio,enmiposadameesperabaseguramenteotroencuentro,estavezquizánotanfeliz,conelgrotescoespadachín.

Mealegrédehabermellevadolaspistolas.Ciertamente,ningunaleymeobligabaadejarmeabatirporunrufiánsinoponerresistenciaalguna.

Lasfrondosasramasdelviejoparqueaunlado,losgigantescosálamosalotroy,sobretodo,elclarodelunaprestabanunpintoresquismoparticularalcaminoangostoqueconducíaalapuertadelaposada.

En aquel momento me sentía incapaz de pensar con el sosiego necesario: losacontecimientos se estaban precipitandodemasiado deprisa y yo, inmerso en aqueldramatanextravagantecomoculpable,apenasmereconocíaamímismonicreíaenmipropiahistoriamientrasrecorríapremiosoeltrechoquemeseparabadelapuerta,aúnabierta,delDragónVolador.

Allí no encontré rastro alguno del coronel. Pregunté en el vestíbulo. No habíallegadoalaposadaningúncaballerodurantelapasadamediahora.Echéunvistazoalasalacomún.Estabavacía.Enelrelojsonaronlasdocedelanoche,yoíalcriadoatrancar ruidosamente la puerta principal. Cogí una vela. Ya estaban apagadas laslucesdeaquellahospedería rural,queparecíadispuestaadormirunsueñobastantelargo. La fría luz de la luna penetraba profusamente por la ventana de las anchasescaleras. Me detuve unos instantes a mirar, más allá de los árboles, el castillotorreonado,quetantointerésencerrabaparamí.Sinembargo,semeocurrióqueunosojos indagadorespodríanencontrarsentidoaaquellacontemplaciónnocturnayquetal vez el propio conde, empujado por los celos, pudiera detectar alguna señal enaquellaluzinsólitaenlasescalerasdelDragónVolador.

Alabrir lapuertademihabitaciónme llevéunbuensustoal encontrarmeanteunamujerbastanteviejaconlacaramásalargadaquejamáshevisto.Ibatocadaconloquesesolíadenominarunacofiaperaltada,cuyobordeblancocontrastabaconsupiel morena y amarillenta y tornaba más fea aún su cara arrugada. Levantó loshombrosencorvadosymemiróalacaraconojosanormalmentenegrosybrillantes.

—Hehechounpequeñofuego,monsieur,porquelanocheesmuyfría.Ledilasgracias,peroellanosemarchaba.Seguíaconlavelaentresustrémulos

dedos.—Disculpe a una vieja,monsieur —dijo—; pero ¿qué diversión, si se puede

saber,buscaunlordinglés,contodoParísasuspies,enelDragónVolador?Dehabervividoenlaépocadeloscuentosdehadas,ydehabermerelacionado

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diariamente con la deliciosa condesa d’Aulnois, habría visto en aquella apariciónmarchitaalgeniusloci,alhadamala,acuyaseñalsehabíanesfumadosucesivamentelosmalhadados huéspedes de aquella habitación. Pero yo ya eramayorcito. Así ytodo,losojososcurosdelaancianaseguíanfijosenlosmíos,conunaconstanciaeinteligencia que delataban que mi secreto había sido descubierto. Me sentíaconfundido y alarmado; ni siquiera seme ocurrió preguntarle qué asunto la habíallevadoallí.

—Estosojosviejoslovieronaustedanocheenelparquedelcastillo.—¿A mí? —exclamé con el mayor aire de sorpresa despreciativa que pude

afectar.—Es inútil,monsieur. Sébienporqué se alojausted aquí;yyo le digo que se

marche.Dejeestacasamañanaporlamañanaynovuelvanuncaporaquí.Levantólamanoqueteníalibremientrasmemirabaconunaexpresióndeintenso

terror.—Nadaenestatierra…Nosédequémehabla—contesté—.Además,¿porqué

deberíaustedpreocuparsepormí?—Yo nome preocupo por usted,monsieur.Me preocupo por el honor de una

familiaantiguaalaqueheservidoendíasmásfelices,cuandosernobleequivalíaaserhonradoportodos.Perosé,monsieur,quehabloenvanoyqueustedesinsolente.Yomantendrémisecreto,yustedelsuyo;esoestodo.Pero,encuantoalsuyo,prontoloencontrarátandurodeguardarquenotendrámásremedioquedivulgarlo.

La anciana atravesó lentamente la estancia y cerró la puerta antes de que yohubiera podido encontrar algoque replicar. Permanecí unbuen rato inmóvil dondeellamehabíadejado.Loscelosdelviejoconde,razoné,parecenaestaviejaarpíalacosamás terrible de la creación.Con todo, independientemente del desdén que yosintierahacia lospeligrosqueaquella ancianahabíaesbozado tanmisteriosamente,no resultaba en modo alguno agradable, pueden suponer bien, que un secreto tanpeligrosofuerasospechadoporunextraño,yaúnmenossieseextrañoestabadepartedelcondedeSt.Alyre.

¿Nodebíayobuscarpor todos losmedios lamanerade informar a la condesa,que había confiado en mí tan generosamente (o tan locamente, según sus propiaspalabras),delhechodequehabíaalmenosotrapersonaquesospechabadenuestrosecreto?Pero,¿noeramáspeligrosoaúntratardecomunicarnos?¿Quéhabíaqueridodecir la vieja arpía con aquello de «Guarde usted su secreto, que yo guardaré elmío»?

En mi cabeza bullían mil preguntas, a cual más desconcertante. Mi aventuraparecía un viaje a través de una montaña boscosa, donde a cada paso un nuevoduendeomonstruosurgedelatierraosaltadeunárbol.

Expulséexpeditivamentedemimenteaquellasdudasangustiosasyterribles.Measegurédequelapuertahabíaquedadobiencerrada,mesentéalamesay,conunavelaacadalado,coloquéantemíelpergaminoqueconteníaelcroquisynotasque

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meinformabansobrecómodebíautilizarlallave.Tras estudiarlo un buen rato, hice un reconocimiento. El rincón situado a la

derechadelaventanaestabacortadodetravésporlacenefa.Lo examiné detenidamente y, tras una pequeña presión, un pequeño trozo de

moldura cedió y reveló una cerradura. Al retirar el dedo, volvió a su lugarnuevamente,porlaaccióndeunmuelle.Hastaahorahabíainterpretadoconéxitomisinstrucciones.Unabúsquedaparecida,juntoalapuertayjustodebajodeésta,seviorecompensada con un descubrimiento parecido. El paletón pequeño de la llaveentrabaaquíaligualqueenlacerradurasuperior;yahora,trasdosotresvueltasdelallave, se abrió una puerta en el panel, dejando al descubierto un paño de pareddesnudoyunaaberturaestrechayabovedada,practicadaenelespesorde lapared,másalládelacualseveíaunaescaleradecaracoldepiedra.

Penetréconlavelaenlamano.Nosésielaireencerradodurantemuchotiempotienealgunacualidadextraña,peroamísiempremehaparecidoasí,yenaquelcasoinfestaba el ambiente con un olor a mampostería rancia. Mi candela iluminódébilmenteladesnudapareddepiedraquerodeabalaescalera,cuyopienopodíaver.Empecéabajarlayunasvueltasdespuésmeencontrésobreelsuelodepiedra.Aquíhabíaotrapuertaderobleviejo,ymuysencilla,empotradaenelgruesodelapared.El paletón grande de la llave entraba perfectamente en la cerradura, que estabaoxidada. Coloqué la bujía sobre las escaleras y apliqué ambas manos; giró condificultadyemitióunchirridoquemehizotemerporelsecretodemioperación.

Duranteunosminutosnomemoví.Pero,pocodespués,mearmédevaloryabrílapuerta.Elairede lanocheentróporelvanoyapagó lavela.Cercade lapuertahabía un bosquecillo de acebos, casi tan denso como una jungla. Me habríaencontradoenmediodelamáscompletaoscuridaddenohabersidoporque,atravésdelashojasmásaltas,titilabaunresplandordeclarodeluna.

Suavemente,pormiedoaquealguienpudierahaberabiertosuventanaaloírelchirridode lacerraduraoxidada,meabrípasocondificultadhastasaliraunazonadespejada.Allídescubríquelamalezaseextendíacasihastaelparqueyseuníaconelbosquecilloquerodeabaaltempletedequeyahehabladoantes.

Niungeneral habría ideadoun accesomás seguropara llegardesde elDragónVoladorhastaellugardondeyohabíaplaticadoendosocasionesconelídolodemilatríaculpable.

Volví lamirada hacia la vieja posada y vi que la escalera por la que yo habíabajado estaba encajada en una de esas torretas alargadas que decoran este tipo deedificios.Estabasituadaenelánguloquesecorrespondíaconlapartedelartesonadodemihabitaciónqueaparecíaindicadaenelcroquisreciénconsultadopormí.

Plenamente satisfecho de mi experimento, volví a la puerta no sin ciertadificultad, subídenuevoamihabitaciónyvolví a cerrar lapuerta secreta;besé lallave misteriosa que su mano había empuñado aquella misma noche y la coloquédebajodemialmohada,sobrelacual,pocodespués,reposómicabezaaturdida,que

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noconsiguióconciliarelsueñoduranteunbuenrato.

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A

CAPÍTULOXXI

Veoatreshombresenunespejo

quella mañana me desperté muy temprano y no pude volver a dormirme:estaba demasiado nervioso. Fui a ver a mi posadero tan pronto como pude

hacerlosindespertarsospechas.Ledijequeiríaalaciudadaquellanoche,ydeallía***, donde tenía que ver a algunas personas por asuntos relacionados con losnegocios; asimismo, le pedí que dijera todo aquello a cualquier amiga que pudieravisitarme.Esperaba volver en el plazo de una semana y, entre tanto,mi criadoSt.Clairguardaríalallavedemihabitaciónycuidaríademiscosas.

Traspergeñarestacoartadaparaelposadero,meencaminéhaciaParísaresolverlascuestionesfinancierasde laoperación.Elproblemaeracómoconseguirquemedieran las casi treinta mil libras esterlinas de que disponía en una forma en queresultarannosólofácilesdetransportar,sinotambiéndisponiblesencualquierpartealaquedecidierair,sinnecesidadderecurriralacorrespondenciaoacualquierotromedioquepudiera delatarmi lugar de residencia.Todas estas cuestiones quedaronresueltasconlamayorrapidezposible.Noeselcasodecalentarlesahoralacabezacontodoslostrámitesquehiceparaobtenerlospasaportes.Bastedecirqueellugarde destino que escogí para nuestra huida fue, plenamente acorde con el carácterrománticodelaaventura,unodelosmáshermososyapartadosrinconesdeSuiza.

Asimismo,habíadecididonollevarequipaje.Enlaprimerapoblaciónimportantea la que llegáramos a la mañana siguiente nos abasteceríamos de un guardarropaimprovisado.Eranlasdosdelatarde.¡Nadamásquelasdos!¿Enquéempleartodaslashoraslibresquemequedaban?

AúnnohabíavistolacatedraldeNôtreDame,yhaciaallímedirigí.Medetuveenellaunahoraaproximadamente.LuegovisitélaConciergerie,elpalaciodejusticiay la preciosa Sainte Chapelle. Como aún me quedaba tiempo libre, decidí dar unpaseoporlascallejuelasaledañasalacatedral.RecuerdohabervistoenunadeellasunacasaantiguaconunainscripciónmuralenlaquesepodíaleerquehabíasidolaresidenciadeCanonFulbert,eltíodelaEloísadeAbelardo.Nosésiaquellascallesantiguas tan curiosas, en las que observé restos de antiguas iglesias góticashabilitadascomoalmacenes, siguenaúnenpie.Entreotras tiendasdesvencijadasyexcéntricas, fuiadarconunaen laqueparecíanvender todo tipodeantigüedades:armaduras, porcelana y muebles. Entré. La tienda, de techo bajo, estaba oscura yllena de polvo. El dueño se hallaba limpiando una pieza de armadura conincrustacionesymedejócuriosearaplaceryexaminarlasdistintascuriosidadesallíacumuladas.Fuiadentrándomepaulatinamentehastallegaralfinal,dondehabíaunaventanaconmuchoscristalesenformadediana,suciosamásnopoder.Alllegaraaquellaventana,mevolvíy,enunrecovecoqueformabaángulorectoconlapared

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lateralde la tienda,viungranespejoconunmarcodeslustradoypasadodemoda.Reflejadoenélvi loqueen lascasasantiguasheoído llamaruna«rotonda»,en laque, entre muebles viejos y artículos polvorientos, algunos colgados de la pared,habíaunamesaalaqueestabansentadastrespersonasenfrascadasenloqueparecíaunaconversaciónseria.Adosdeestaspersonas lasreconocíal instante.Unaeraelcoronel Gaillarde; la otra, el marqués de Harmonville; y la tercera, que estabajugueteandoconunapluma,eraunhombredelgadoypálido,picadodeviruela,conel pelo lacio y negro y el aspectomás penoso que he visto jamás enmi vida. Elmarquéslevantólosojos,ysumiradafueseguidaalinstanteporsusdoscompañeros.Durante unos instantes no supe qué hacer. Pero estaba claro que no me habíanreconocido, pues la poca luz que entraba por la ventaname daba de espaldas y lapartedelatiendaqueteníaantemíestabasumidaenunaoscuridadcasitotal.

Al percatarme de ello, tuve la sangre fría suficiente para fingir hallarmecompletamente enfrascado en los objetos que tenía ante mí, y así fui saliendolentamentedelatienda.Medetuveuninstanteparaversimeseguíaalguien,ysentígranalivioalnotarquenoseoíanpasos.Puedoasegurarlesquenomeentretuveniunminutomásenaquellatiendadondehabíahechoundescubrimientotansingularcomoinesperado.

No era asuntomío investigar quéhabía podido reunir al coronelGaillarde y almarquésenaquellugartandestartalado,yhastatansucio;niquiéneraelindividuoquemordía lapuntadesupluma.Losempleosqueelmarquésaceptabaaveces loobligabansindudaajuntarsecongenterara.

Contentoporhaberescapadodeallí,lleguéalaentradadelDragónVoladorjustocuandoseestabaponiendoelsol.Despedíalvehículoquehabíaalquiladoyentréenla posada con un cofre en la mano —de unas dimensiones maravillosamentepequeñas,habidacuentadesucuantiosocontenido—,disimuladoporunaenvolturadecuero.

Unavezenmihabitación,mandé llamaraSt.Clairy lecontéprácticamente lamismahistoriaquealposadero.Ledicincuenta librasparaquegastara todoloquenecesitarayabonaralacuentadelahabitaciónhastamivuelta.Luegotoméunacenaligeray apresurada.Misojos seposabanamenudoen el solemne relojviejode lachimenea,elúnicocómpliceenmireprobableaventura.Elcielofavoreciómisplanescubriéndosedeunmardenubes.

Elposaderosalióalvestíbuloapreguntarmesinecesitabaunvehículopara iraParís. Yo estaba preparado para aquella pregunta y le repliqué de inmediato quepensabairapiehastaVersalles,dondealquilaríauncoche.LlaméaSt.Clair.

—Ve—le dije— y tómate una botella de vino con tus amigos. Te llamaré sinecesitoalgo;entretanto,aquítieneslallavedemicuarto.Estaréescribiendoalgunasnotas,porloquenoquieroquenadiememoleste,almenosdurantemediahora.Alcabo de ese tiempo probablemente descubras que ya hemarchado aVersalles; portanto,sinomeencuentrasenmihabitación,puedesdarloporsupuesto.Loordenarás

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todoycerraráslapuerta.¿Comprendido?St.Clairsedespidió,deseándometodotipodefelicidadysindudaprometiéndose

algún pequeño esparcimiento con mi dinero. Con la vela en la mano, subí lasescalerasconpremura.Faltabansólocincominutosparalahoraconcertada.Nocreoquehayanadacobardeenminaturaleza,peroconfiesoque,conformeseacercabaelmomentocrítico,sentíalgoparecidoalsuspenseyalaangustiadeunsoldadoquevaaentrarenacción.¿Meibaaecharatrás?¡Pornadadelmundo!

Eché el cerrojo a la puerta, me puse el gabán y me metí una pistola en cadabolsillo.Habíallegadoelmomentodeintroducirlallavequemehabíadadomidama;entreabrí la puerta secreta, tomé el cofre bajo el brazo, apagué la vela, descorrí elcerrojodelapuertadelahabitación,agucéeloídounossegundosparaasegurarmedequenadie se acercaba y luego crucé el cuarto a toda velocidad, franqueé la puertasecretayechéelpestilloalsalir.Meencontrabaenlaescaleradecaracolenmediodela más completa oscuridad, con la llave entre los dedos. Hasta ahora todo estabasaliendobien.

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B

CAPÍTULOXXII

Embeleso

ajé la escalera de caracol en medio de la más completa oscuridad; una vezabajo,adivinédóndeestabalapuertaybusquéatientaselojodelacerradura.

Extremando la precaución, y haciendo menos ruido que la noche anterior, abrí lapuerta yme adentré en el espeso bosquecillo. En esta jungla la oscuridad era casiigualdecompleta.

Cerré bien la puerta y avancé lentamente entre la vegetación, que cadavez eramásespesa.Luego,conmayorcomodidadaunquesindejarelabrigodelaespesura,alcancéelcaminodelbosque,peromanteniéndomeensulinde.

Por fin, a unos cincuenta metros de allí, en medio de la noche oscura, lascolumnasdel templodemármol se elevaron como fantasmas antemí, perfilándoseentrelostroncosdelosviejosárboles.Todoerafavorableamiempresa.NomehabíacostadotrabajoengañaramiscriadosyalpersonaldelDragónVolador,y lanocheeratancerradaque,aunquehubieralevantadolassospechasdetodosloshuéspedesdelaposada,podríahaberburladoconéxitolacuriosidaddetodosellosinclusosisehubieranasomadoalaventana.

Sorteando los troncos y las raíces de los viejos árboles, llegué al lugar deobservaciónconvenido.Dejémitesoro,envueltoencuero,enlasjambasdelapuertay,conlosbrazosapoyadosenellas,miréfijamenteendireccióndelcastillo.Apenasse distinguía el contorno del edificio, que parecía confundirse con la opacidad delcielo.Noseveíaningunaluzenlaventana.Yoteníaqueesperarsimplemente;pero¿durantecuántotiempo?

Apoyado en mi tesoro, con la mirada puesta en la maciza sombra querepresentabaelcastilloypresadelosmásardientesyexaltadosanhelos,mevinounextraño pensamiento, que ustedes se dirán que seme podía haber ocurridomuchoantes.De repentemepareció tambiénque laoscuridad sehacíamásprofundayelairesevolvíamásgélidoamialrededor.

¿Ysiyodesaparecíatambiénaligualqueaquellosotroshombrescuyashistoriasme habían sido contadas? ¿No me había esforzado todo lo posible por borrarcualquierhuellademisactosypordespistaratodaslaspersonasconlasquehabíahabladoencuantoaladirecciónqueibaatomar?

Aquel pensamiento gélido se insinuó como una serpiente enmimente y luegodesapareció.

Yodisfrutabaentoncesde la juventuden todo suesplendor, con toda la fuerza,intrepidez, pasión, determinación y ansias de aventura que la acompañan. Teníaconmigounpardepistolasdedoblecañón,esdecir,que teníacuatrovidasenmismanos.¿Quépodríaocurrir?¿Quémeimportaba,salvopormidulcinea,quepudiera

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interponerseenmicaminoelviejoconde,aquienhabíavistotemblardeterroranteelcoronelbravucón?Empecéabarajartodaslasposibilidadesquepodríanpresentarse.Pensé: con una aliada tan hábil y valerosa como mi bella condesa, ¿hay acasoposibilidaddequesetuerzalaempresa?¡Bah!,medijedespachandoconunasonrisaaquellasimaginacionesabsurdas.

Mientras platicaba conmigomismo de aquella guisa, vi la luz queme daba laseñal.Laluzdecolorrosa,emblemadelaesperanzaradianteyalbadeundíafeliz.

Clara,suaveyconstantebrillabalaluzenlaventana,destacándosesobrelapiedraoscura.Musitando,antelavisióndeaquellaseñal,apasionadaspalabrasdeamor,mecoloquélacajafuertebajoelbrazoy, trasunascuantaszancadasrápidas,abordéelcastillo de la Carque. Ningún signo de luz o vida, ninguna voz humana, ningunapisada ni ningún ladrido de perro dabanmotivo para la inquietud. Una cortina deaquelventanalestabaechada.Alacercarme,descubríquemediadocenadepeldañosconducíanhastaallí;unaespeciedeverja,queservíadepuerta,estabaabierta.

Unasombradel interiorseacercóa lacortina, ladescorrióy,mientrasyosubíalospeldaños,memurmurócondulzura:

—¡Richard,mi queridísimoRichard, venga! ¡Ah, cómohe deseadoque llegaraestemomento!

Nunca me había parecido tan hermosa. Mi amor se trocó en un entusiasmodelirante.Hastalleguéadeseartropezarmeconalgúnpeligrorealparademostrarlelaenormidad de mi amor a aquella criatura. Terminados los primeros saludostumultuosos,ellahizoquemesentaraasu ladoenunsofá,yasípermanecimosunpardeminutos.Luegomedijoqueelcondeyasehabíaido,yqueenaquelmomentoseencontraríaaunosdoskilómetrosdedistancia,acompañandoalcortejo fúnebre,rumbo a Père Lachaise. Allí estaban también los diamantes. Me mostróapresuradamente un cofre que contenía una gran profusión de brillantes de grantamaño.

—¿Quéeseso?—mepreguntó.—Uncofrecontreintamillibrasdedinerocontanteysonante—contesté.—¿Qué?¿Todoesedinero?—exclamó.—Sí,niunaesterlinamásnimenos.—¿Noes innecesario llevar tantodinero teniendo todoesto?—dijo tocando los

diamantes—. Habría sido de su parte una muestra suplementaria de amabilidaddejarme que proveyera yo por las necesidades de los dos, almenos durante ciertotiempo.Esomehabríahechomásfelizaúndeloquemesiento.

—¡Mi querido y generoso ángel!—declamé en un rapto de pasión—. Olvidaustedquedurante un largoperíodode tiempopuede ser necesario observar elmásestricto silencio en cuanto a nuestro paradero y mantenernos al margen de todocontactosocial…

—Asíquehatraídotodaesagransuma.¿Estáseguro?¿Lahacontado?—Sí,porsupuesto.Melahanentregadohoymismo—respondí,quizáconcierta

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expresióndesorpresaenelrostro—.Porsupuestoquelahecontadoalretirarladelbanco.

—Mehacesentirmealgonerviosaviajarcontantodinero.Estasjoyasconstituyenun peligro muy grande, y ese dinero no hace sino aumentarlo. Pongamos juntosnuestroscofres;ustedsequitaráelgabáncuandoestemoslistosparapartir,ytratarádeocultarlosconél.Nomegustaríaqueloscocherossospecharanquetransportamosun tesoro tan grande.Ahora voy a pedirle que cierre las cortinas de esa ventana yechelabarradeseguridadalospostigos.

Apenashabíahechoesocuandoseoyóaalguienllamaralapuerta.—Séquiénes—medijoenvozbaja.Vi que no estaba alarmada. Avanzó con calma hasta la puerta, y durante unos

segundosoíunaconversaciónsusurrada.—Esmidoncellaparticular,quevendráconnosotros.Esdetotalconfianza.Dice

queesmásprudente retrasar lapartidahastaquepasenunosdiezminutos.Noshapreparadocaféenlahabitacióncontigua.

Abriólapuertadedichahabitaciónyechóunamiradaasuinterior.—Tengoquedecirletambiénamidoncellaquenollevedemasiadoequipaje.¡Es

tanextraña!Nosemueva.Quédesedondeestá.Esmejorquenoleveaporahora.Saliódelahabitaciónhaciendoungestoparaqueextremaralaprecaución.Sehabíaproducidouncambioenlamaneradecomportarsedemibellacondesa.

Durantelosúltimosminutossehabíainsinuadoenellalasombradeunaduda,unairedeabstracción,unamiradacasiderecelo.¿Porquéestabapálida?¿Porquéaquellamiradaoscuraensusojos?¿Porquéhabíacambiadotambiénsuvoz?¿Habíasalidoalgomalderepente?¿Acechabaalgúnpeligro?

Peropronto secalmómizozobra.Sihubierahabidoalgo semejante, ellame lohabríahechosaberalinstante.Eralógicoque,conformeseaproximabaelmomentodelaverdad,sefueraponiendocadavezmásnerviosa.Novolviótanprontocomoyohabría deseado.Aunhombre en aquella situación la inacción absoluta le resultabapuntomenosqueinsoportable.Mepuseapasearporlahabitaciónpresadeinquietud.Eraunahabitaciónpequeña.Habíaunapuertaenelotroextremo.Laabrísinpensarlodosveces.Afinéeloído.Noseoíaabsolutamentenada.Meencontrabaenunestadodegranexcitaciónyansiedad,ycadaunademisfacultadesestabaconcentradaenloque se avecinaba, y en ese sentido se habíandesligadodel presente inmediato.Nopuedo explicar de otromodo el que hiciera tantas cosas insensatas aquella noche,puesenmodoalgunomefaltabalacualidaddelaastucia.Talvezlamásestúpidadetodas fuera que, en vez de volver a cerrar inmediatamente aquella puerta, que nodeberíahaberabiertonunca,decidícogerunavelaypenetrarendichaestancia.

Donde, de manera completamente inesperada, hice un descubrimientosobrecogedor.

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L

CAPÍTULOXXIII

Unatazadecafé

aestanciacarecíadealfombras.Enelsuelohabíagrancantidaddevirutasyunaveintenadeladrillos.Másallá,sobreunamesaestrecha,vialgotansingularque

nopodíadarcréditoamisojos.Meacerquéyretirédeesealgounlienzoquenolograbadisimularsuforma.No

cabía ninguna duda. Era un ataúd. Y en la tapa había una placa con la siguienteinscripciónenfrancés:

PIERREDELAROCHEST.AMANDAGÉDEXXIIIANS

Retrocedí,asombradoporpartidadoble.¡Asíqueelféretronohabíasalidotodavía!Allí estaba el cadáver.Me habían engañado. Sin duda esto explicaba lamanifiestaturbación de la condesa.Habría sidomás prudente por su parte haberme puesto alcorrientedelasituación.

Abandoné aquel lugar fúnebre y cerré la puerta. Desconfiar de mí era la peorimprudenciaquepodíahabercometido.Nohaynadamáspeligrosoquelaprecauciónmal aplicada. Completamente ignorante de aquel hecho, yo había penetrado enaquella habitación y habría podido toparme con algunas de las personas que tantoempeñoteníamosenevitar.

Aquellasreflexionessevieroninterrumpidascasitanprontocomohabíantomadoforma con el regreso de la condesa de St. Alyre. Al instante adiviné que habíadetectadoen la expresióndemi rostroeldecursodemispensamientos,pues lanzóunamiradaapresuradaendireccióndelapuerta.

—¿Havistoalgo…,que lehayamolestado,miqueridoRichard?¿Hasalidodeestahabitación?

Yo le contesté inmediatamente que sí y le conté con absoluta franqueza lo quehabíavisto.

—Bueno,noqueríaquesesintieramásinquietodelonecesario.Además,esunasuntorepugnanteyhorrible.Elcadáverestáahí,peroelcondesemarchóuncuartodehoraantesdequeyoencendieralalámparayleabrieraelventanal.Elcadávernollegóhasta ochoodiezminutosdespuésdeque él semarchara.Noquería que lossepulturerosdePèreLachaisesupusieranquesehabíaaplazadoelfuneral.SabíaquelosrestosdelpobrePierrellegaríancontodaseguridadestamismanoche;apesardelretrasoinesperado,tienebuenasrazonesparadesearquesecelebreelfuneralantesdeamanecer.El féretroconel cadáverdebesalirdeestacasadentrodediezminutos.Inmediatamente después estaremos libres para emprender nuestro loco y venturosoviaje. Los caballos nos están esperando a la puerta de la cuadra, enganchados al

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carruaje.Encuantoaestefunestehorror(leentróunbonitoescalofrío),nopensemosmásenél.

Aseguróconcerrojo lapuerta,y, alvolverse, advertí en su rostroyactitudunaexpresióndepenitenciatanexquisitaquetuvequecontenermeparanocaerpostradoasuspies.

—Es la últimavez—agregó conunpequeño tonode súplica, a la vez dulce ytriste— que engañaré a mi valeroso y apuesto Richard, a mi héroe. ¿Estoyperdonada?

Acto seguido se produjo otra escena de apasionada efusión, y de raptos yprotestasdeamor,aunquesólomurmuradospormiedoaquepudieranoírnos.

Porfin,levantóunamano,comoparaimpedirquememoviera,conlosojosfijosenmíyeloídopuestoenlapuertadelaestanciadondehabíancolocadoelataúd,ypermaneciósinrespirarenesaactitudunosinstantes.Trashacermeunaligeraseñal,avanzódepuntillashacia lapuertaypusoeloído,al tiempoqueextendía lamanohaciaatráscomoparaadvertirmedequenomemoviera:alcabodeunossegundosvolviónuevamentedepuntillasymedijoaloído:

—Estánretirandoelataúd.Vengaconmigo.La acompañé a la habitación desde la que su doncella, según me dijo, había

habladoconella.Sobreunabandejadeplatahabíaunacafeterayunasantiguastazasdeporcelana,quemeparecieronrealmentepreciosas;enotramáspequeña,situadaasu lado, había unos vasitos de licor y una garrafa que contenía, como supe pocodespués,cremadenoyó.

—Yo misma le serviré. Déjeme que sea su camarera. No me consideraréperdonadapormiqueridoRichardsiseniegaaquelesirva.

Llenóuna tazadecaféyme lapasócon lamano izquierda,mientrasposabaelbrazo derecho sobre mi hombro; después, acariciando con los dedos mis rizos,murmuró:

—Tómeseesto.Yotambiénmeservirédespués.Eraexcelente.Cuandohubeapuradolataza,mepasóellicor,quetambiénbebí.—Volvamos,cariño,alahabitacióncontigua—dijo—.Esashorriblespersonasya

handebidodeirseyestaremosmássegurosahíporelmomento.—Todo lo que digami hermosa reina yo lo cumpliré—murmuré—, y no sólo

ahora,sinosiempre.Hedeconfesarqueaquellosarrebatoslíricossebasaban,inconscientemente,enla

ideaquemehabíaformadodelagalanteríaalafrancesa.AúnhoymeavergüenzoalrecordarlagrandilocuenciaconlaquetratéalacondesadeSt.Alyre.

—Yahorasevaatomarunadeliciosacopitadenoyó—dijocontonoalegre.Elambiente fúnebre del momento anterior, y el suspense de una aventura de la quedependía el futuro, había desaparecido como por ensalmo de aquella criaturatornadiza.Saliócorriendoyvolvióconotracopitadiminuta,que, trasdecirmeunaspalabraselocuentesytiernas,mellevéaloslabiosybebí.

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Le besé la mano, los labios, me quedé mirando sus hermosos ojos y volví abesarlasinqueellaopusieraresistenciaalguna.

—Ustedme llama a mí Richard, pero ¿cómo he de llamar yo a mi diosa?—pregunté.

—LlámemeEugénie,porminombredepila.Sí,seamosnaturales;bueno,simeamatantocomoyoausted.

—¡Oh, Eugénie! —exclamé nuevamente embelesado, ahora paladeando sunombre.

Lehicesabercuánimpacienteestabaporemprendercuantoantesnuestroviaje,y,mientrasdecíaesto,notéderepenteunasensaciónextrañaportodoelcuerpo.Noeraenabsolutounmareo.Noencuentropalabrasparadescribirlo;fuealgoasícomounarepentinacongestióncerebral.Eracomosilamembranaquerecubreelcerebro,siesqueexistetalcosa,sehubieravueltoinflexible.

—¡Mi querido Richard! ¿Qué le ocurre?—exclamó, con terror en los ojos—.¡Cielosanto!¿Sehapuestoenfermo?Porfavor,siéntese.Aquí,enestesillón.

Casi me obligó a hacerlo. Yo no estaba en condiciones de ofrecer la menorresistencia. Reconocí demasiado bien las sensaciones que siguieron. Estabaarrellanadoenelsillón,completamenteincapazdearticularunasílaba,decerrarlospárpadosnidemoverlosojosolosmúsculos.

Enunossegundosmevisumidoenelmismoestadoquehabíapadecidodurantevarias horas interminables durante mi viaje nocturno a París en compañía delmarquésdeHarmonville.

Ladesesperacióndemidama fue intensay ruidosa.Parecíahaberperdido todasensación de miedo. Me llamaba por mi nombre, me sacudía los hombros, melevantabaelbrazoy lodejabacaer implorándomesincesar,con frasescargadasdepatetismo, para que hiciera elmenor signo de vida y prometiéndomeque, si no lohacía,sequitaríalavida.

Pasados unos minutos, aquellas exclamaciones cesaron repentinamente. Lacondesapasóamostrarsesilenciosayfría.Deunamaneraexpeditiva,tomóunavelay se plantó delante de mí, pálida, palidísima, pero en su rostro sólo había unaexpresióndeintensoescrutinio,conunapizcadehorrorenella.Pasólentamentelavelaantemisojos,observandoelefecto.Luego laposóyzarandeóunacampanillaconenergía.Colocójuntosamboscofres(merefieroalsuyoconlas joyasyalmíoconeldinero)sobrelamesa,yvicómocerrabaconsumocuidadolapuertaquedabaaccesoalaestanciaenlaqueyohabíatomadocafépocoantes.

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A

CAPÍTULOXXIV

Esperanza

cababa de colocar mi pesado cofre, que pareció tener gran dificultad enlevantar,cuandoseabriólapuertadelahabitaciónenlaqueyohabíavistoel

ataúdyentróunasiniestraeinesperadaaparición.EraelcondedeSt.Alyre,elcual,comoyahedicho,hacíabastantetiempoque

debíadeestardecaminorumboaPèreLachaise,sinomehabíaninformadomal.Seplantóantemíunosinstantes,enmarcadoporlasjambasdelapuertayunfondodeoscuridad, comoun retrato.Su figura endeble ymezquina iba cubierta de rigurosoluto. Llevaba un par de guantes negros en la mano y un sombrero con cinta decrespón.

Cuandonohablaba, su rostrodabamuestrasde agitación.Suboca se fruncíaycrispaba.Teníaunaspectoalavezespantosamentemalvadoyasustado.

—Bien, mi querida Eugénie. Bien, nenita. Todo está saliendo a la perfección,¿verdad?

—Sí—contestóéstaconvozbajaydura—.PeroPlanardytúnodeberíaishaberdejadoabiertaesapuerta.Haentradoyhavistotodo.Menosmalquenohalevantadolatapadelataúd—apostillócontonoenfadado.

—¡Planarddeberíahaberseencargadodeeso!—contestóelcondesecamente—.¡Mafoi,yonopuedoestarentodaspartes!

Avanzóhaciamíunamediadocenadepasitosysecalólaslentes.—¡MonsieurBeckett!—gritódosotresveces—.¡Eh!¿Nomeconoce?Seacercóotropocoyescudriñómirostroconatención;melevantólamanoyla

sacudió,llamándomedenuevo,yluegoladejócaerydijo:—Hafuncionadoadmirablemente,mipreciosamignonne.¿Cuándoempezó?La condesa se acercóy se colocó junto a él ymemiró fijamente durante unos

segundos.No pueden imaginar el efecto de la mirada silenciosa de aquellos dos ojos

malvados.Ladamamiróhaciadonde,recordé,estabalarepisa,ysobreellaunreloj,cuyo

tictacregularpercibíacontotalclaridad.—Cuatro…,cinco…,seisminutosymedio—dijosininmutarse.—Brava,bravissima!¡Mipreciosareina,mipequeñaVenus,miJuanadeArco,

miheroína,midechadodemujer!Meestabamirandoconunacuriosidadodiosa,sonriendo,mientrasbuscabacon

sus escuálidos dedos curtidos la mano de la dama; pero ella no parecía muyinteresadaensuscaricias,puesretrocedióligeramente.

—Ven,machère, vamosa contar todoesto. ¿Quées? ¿Unbilletero?¿O…o…

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qué?—¡Esesto!—dijoladamalanzandounamiradadedesagradoalcofrecubiertode

cuero,quehabíacolocadosobrelamesa.—¡Ah! Muy bien. Veamos. Vamos a contar. Veamos —exclamó mientras

desatabalascorreascondedostemblorosos—.Tenemosquecontarlotodo.Vamosaver. Aquí tengo lápiz y papel. Pero ¿dónde está la llave? ¿No ves esa malditacerradura?¡Diosmío!¿Dóndeestá?¿Dóndeestálallave?

Decía todo esto arrastrando los pies delante de la condesa, con las manosextendidasylosdedostemblorosos.

—Yo no la tengo. ¿Cómo la voy a tener? Está en su bolsillo, por supuesto—protestólacondesa.

Uninstantedespués,losdedosdelviejobellacoregistrabanmisbolsillos.Sacarontodoloquehabía,incluidasalgunasllaves.

Como he dicho, me encontraba exactamente en el mismo estado que habíapadecidodurantemiviajeconelmarqués rumboaParís.Aquelcanallaaquienyoconocíaestabaapuntoderobarme.Peronosemealcanzabaaúnelporquédeaquellatrama, ni el «papel» que representaba la condesa en él. No estaba seguro —lasmujeres tienenmás sangre fría ymás recursos histriónicos que la mayor parte denuestrotorpesexo—desilavueltadelcondehabíaconstituidotambiénunasorpresapara ella; y si aquel escrutinio del contenido de mi cofre era una iniciativaimprovisada del conde. Pero cadaminuto iba aclarandomi situación, y ya faltabapocoparaquecomprendieraelcarácteratrozdelamisma.

Yonopodíamoverlosojosniunamilésimaenningunadirección.Perosialguiensecoloca,comoyoestaba,enelextremodeunahabitación,comprobaráporsímismolaamplituddelcampodevisión,sinlamenoralteracióndelavisibilidad;descubriráque abarca perfectamente toda la extensión de una habitación grande hasta unadistanciamuycorta,y,demaneramenosperfecta(porefectodelarefracción,creo,en el propio ojo), hasta un punto bastante próximo.Así pues, casi nada de lo queocurríaenaquellahabitaciónsehurtabaamiobservación.

Elviejoyahabíadadoconlallave.Primeroabrióelestuchedecueroyluegoelcofredehierro,volcandosucontenidosobrelamesa.

—Cartuchos de cien napoleones. Uno, dos, tres. Sí, rápido. Escribe milnapoleones.Uno,dos;sí,muybien.Otrosmil.¡Escribe!

Yasísucesivamentehastaquetodoquedócontado.Luegovinieronlosbilletes.—Diezmilfrancos.Anota.Diezmilfrancosotravez.¿Anotado?Otrosdiezmil

francos. ¿Anotado? Billetes más pequeños habrían venidomejor. Habrían llamadomenoslaatención.Éstostepuedenponerenterriblesapuros.Cierraconcerrojoesapuerta.Planardsepondríainsoportablesiconocieralacantidad.¿Porquénoledijistequeselodieranenbilletesmáspequeños?Bueno,ahorayanotieneremedio.Sigue.Escribe:otrosdiezmilfrancos…Yotros…Yotros.

Y así sucesivamente hasta contar todo mi tesoro en mi mismísima presencia,

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mientras yo lo veía y oía todo con la mayor nitidez. Mi percepción mental eraasimismoterriblementeviva.Peroatodoslosdemásefectosyoestabamuerto.

Mientrasvolvíaacolocarenelcofrelosbilletesyloscartuchos,contódenuevola suma total para asegurarse de que cuadraba; lo cerró, lo volvió a colocar,metódicamente, en su estuche, abrió una caja fuerte disimulada en la pared y, trascolocarenellaeljoyerodelacondesaymicofre,lacerró.Inmediatamentedespuésde realizar estas operaciones, empezó a echar pestes contra Planard a causa de suretraso.

Quitóelcerrojoalapuerta,miróendireccióndelahabitaciónoscuraquehabíamásalláyaplicóeloído.Volvióacerrarlapuertayregresó.Elviejoestabaalbordedeunataquedenervios.

—HeapartadodiezmilfrancosparaPlanard—dijopalpándoseelbolsillodesuchaleco.

—¿Seconformaráconesacantidad?—preguntóladama.—¿Qué? ¡Que le parta un rayo! —bramó el conde—. ¿Es que no tiene

conciencia?Lejuraréqueeslamitaddellote.Ladamay él volvieron amirarme con ansiedaddurante un rato, en silencio, y

luegoelviejocondeempezóa refunfuñarcontraPlanardpor segundavezmientrascotejaba su reloj personal con el de la pared. La dama parecíamenos impaciente;permanecíasentada,sinmirarmeyaamí,sinoalvacío,demaneraqueyolaveíadeperfil. ¡Qué extraño aquel cambio tan repentino! Ahora su rostro tenía un airesombrío,debruja.Miúltimaesperanzasedesvanecióalversincaretaaquel rostrohastiado.Ahorasupequeibanaculminarsuroboconunasesinato.Pero,¿porquénome liquidaban rápidamente? ¿Qué obstáculo podía haber para aplazar la catástrofeque aceleraría su propia salvación? No puedo referir con palabras, ni siquierarecordarparamísolo,elespantosoterrorqueseapoderódemí.Piensenustedesenlatípicapesadilla;esdecir,enunsueñoenelquelosobjetosyelpeligrosonreales,ylainminencia de la muerte corporal se aplaza al antojo de quienes deciden sobrenuestrostormentosinhumanos.Nomequedabatampocolamenordudaencuantoalacausadelestadoenquemeencontraba.

Enmediodeaquelestadoangustioso,cuyadescripciónmeresulta imposibledehacer,vicómoseabríalentamentelapuertadelaestanciadondehabíavistoelataúdycómohacíasuentradaelmarquésdeHarmonville.

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U

CAPÍTULOXXV

Desesperación

nmomentode esperanza tanviolenta comoperegrina, deuna esperanzaqueera casi una tortura; luego vino un diálogo, y con él los terrores de la

desesperación.—¡Gracias a Dios, Planard, que por fin has venido! —exclamó el conde,

sujetándoloporelbrazoconambasmanosytirandodeélhastadondemeencontrabayo.

—Mire,fíjese.Todohasalidoalaperfección.¿Quieresquetetraigaunavela?Mi amigo elmarqués de Harmonville, o Planard o lo que quiera que fuera se

acercóhastamímientrassequitabalosguantes,quemetióenelbolsillo.—La vela, un poco más a este lado —dijo mientras, inclinado sobre mí, me

miraba con gravedad. Me pasó la mano por la frente y luego estuvo un ratomirándomealosojos.

—Ybien,doctor,¿quéopina?—susurróelconde.—¿Cuántasgotaslehanadministrado?—preguntóelmarqués,convertidoasí,de

repente,endoctor.—Setenta—dijoladama.—¿Enelcafécaliente?—Sí;sesentaenelcafécalienteydiezenellicor.Meparecióquelavozbajayduradelacondesatemblabaunpoco.Senecesita

unalargacarreradeculpaparasubyugarporcompletoalanaturalezaeimpediresossignos exteriores de agitación que sobreviven al bien. Por su parte, el doctor meestabatratandoconlafrialdadconquesedisponeauncadáverantesdeimpartirunalección demedicina.Me volvió amirar a los ojos yme tomó el pulso.—Acciónsuspendida—dijoparasí.

Luego puso sobre mis labios algo que, por lo que pude ver, me pareció unfragmentodemembranavegetal,mientrasmanteníalacabezalomásalejadaposibleparaquesualientonolaafectara.

—Sí—dijoensoliloquio,envozmuybaja.Actoseguidomeabriólacamisayaplicóelestetoscopioamipecho,mudándolo

deunaparteaotra,conlaorejapegadaalauricular,comositratasedeoírunsonidomuylejano;levantólacabezaysedijonuevamenteasímismo:

—Hacesadocualquieracciónperceptibledelospulmones.Después,volviéndoseasuscompañeros—estolosupuseporelsonidodesuvoz

—,dijo:—Setentagotas,aunsuponiendoquediezsedesperdiciaran,deberíanmantenerlo

paralizadoduranteseishorasymedia.Tiempodesobra.Elexperimentoquehicecon

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él en su carruaje fue sólo de treinta gotas y pude comprobar que tenía un cerebrosumamentesensible.Noseríaconvenientematarlo,comobiensaben.¿Estáseguradenohaberleadministradomásdesetenta?

—Segurísima—sentencióladama.—Simuriera, se interrumpiría la evaporación y le encontrarían en el estómago

unamateria extraña, parte de ella venenosa, ¿comprenden?Si tuviera usted algunaduda,lomásindicadoseríapracticarleunlavadodeestómago.

—MiqueridaEugénie,dilaverdad.Vamos,dilaverdad—laapremióelconde.—Nomecabelamenorduda.Estoycompletamentesegura—replicó.—¿Cuántotiempohaceexactamente?Ledijequesefijaraenlahoraexacta.—Y eso hice. Elminutero se encontraba exactamente aquí, bajo el pie de este

Cupido.—Entonces durará probablemente siete horas. Luego se recuperará. La

evaporaciónserácompleta,ynoquedaráensuestómagoniunapartículadefluido.En cualquier caso, me resultó tranquilizador oír que no tenían intención de

asesinarme. Quien no haya pasado por ello no conoce los terrores de la muertepróxima, cuando lamente está límpida, los instintos de la vida intactos y ningunaexcitaciónperturbalaapreciacióndeestehorrorcompletamentenuevo.

Lanaturalezayfinalidaddeaquellaatenciónparaconmipersonameresultabanhartoextrañas;yotodavíanosospechabanada.

—SupongoquesemarchandeFrancia—dijoelexmarqués.—Porsupuesto.Mañanamismo—contestóelconde.—Y¿adóndepiensanir?—Esonolohemosdecididoaún—contestórápidamente.—Asíquenoloquieredeciraunamigo,¿eh?—Nopuedodecirlomientrasnolosepa.Estenegocioharesultadosermuypoco

provechoso.—Esoyaloarreglaremosensumomento.—Eshoradeque lo tumbemos,¿no?—dijoelconde,señalándomeamíconel

dedo.—Sí,debemosprocederconpremura.¿Estánaquísucamisónysusosiega?Ya

meentienden…—Sí,aquíestán—contestóelconde.—Entonces,madame —dijo el doctor volviéndose a la dama y haciéndole, a

pesardelaurgenciadelmomento,unareverencia—,hallegadoelmomentoenquedeberetirarse.

Ladamapasóalahabitaciónenlaqueyohabíatomadomitraicionerocafé,yyanovolvíaverla.

El conde tomó una vela y franqueó la puerta situada en el extremo de lahabitación,volviendoconunrollode linoen lamano.Primerocerrócon llaveunapuerta,yluegolaotra.

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Yahora,ensilencio,losdosprocedieronadesnudarme,tareaquedespacharonenpocosminutos.

Luegomeenfilaronlaprendaqueeldoctorhabíallamadomicamisón,unsayalquemecubríahastalospies,asícomoungorro,másparecidoalosqueutilizanlasmujeresquealosmasculinos,queanudaronbajomibarbilla.

Y ahora, pensé, estos intrigantesme dejarán en la cama para queme recuperecomobuenamentepueda,mientras aprovechanpara escapar con subotín, tornandoinútilcualquierpersecución.

Talhabíasidomigranesperanzahastaentonces,peroprontomeresultóclaroquesusplaneseranbiendiferentes.

ElcondeyPlanardentraronjuntosenlaestanciasituadajustoenfrentedemí.Oíuncuchicheoyluegoelruidodepiesquesearrastraban;losvientrardeespaldasporla puerta, uno junto al otro. Arrastraban algo que producía un ruido sordo yprolongado;perocomosehabíaninterpuestoentreelobjetoarrastradoyyo,nopudeverlo hasta que lo hubieron acercado junto a mí. Entonces, ¡horror!, lo vi conmeridiana claridad. Era el ataúd que había visto antes en la estancia contigua. Lohabíandejadoenelsuelo,pegadoalsillónenelqueyoestabaarrellanado.Planardlevantólatapa.Elataúdestabavacío.

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—P

CAPÍTULOXXVI

Catástrofe

arecenbuenoscaballos,aunquehabráquecambiarlosporelcamino—ibadiciendo Planard—. Dé a los hombres un par de napoleones; es preciso

tenerlo todo terminado para antes de las tres y media. Y ahora, vamos; yo lomantendréenposiciónverticalparaqueustedlemetalospiesenelataúd;asegúresetambiéndequequedanbienjuntosantesdecubrirlosconelsudario.

Uninstantedespués,comohabíaindicadoPlanard,meencontrabasostenidoporéste,depiesobreunextremodelataúd;pocoapocomefuerondejandocaer.Luego,Planardmeextendiólosbrazosenparaleloamiscostadosy,alisándomeconcuidadolosencajesdelapecheraylosplieguesdelsudario,seplantóalospiesdelataúdyechóunaúltimamiradageneral,alparecerdesatisfacción.

Elconde,queeramuymetódico,cogiómiropa,hizounlíoconellaylaguardó,según oí decir después, en uno de los tres armarios empotrados que se hallabandisimuladosenlapared.

Ahora comprendí su abominable plan. Aquel ataúd estaba destinado a mí. ElfuneraldeSt.Amanderaunafarsaparadespistaralapolicía.Yomismohabíadado,y firmado, lasórdenespertinentesenPèreLachaiseyhabíaabonado losgastosdelentierrodelinexistentePierredeSt.Amand,cuyolugaribayoaocupar,encerradoensu ataúd, con su nombre en la placa encima demi pecho y una tonelada de barrosobre mi ataúd; y, cuando me despertara de aquella catalepsia, después de llevarvariashorasenlatumba,pereceríaallídentrodelamaneramáshorriblequesepuedaimaginar.

Si, luego,poralgúncaprichodelacuriosidadode lasospecha,seexhumabaelataúd y se examinaba el cadáver en él encerrado, ningún análisis químico podríadetectarhuellaalgunadeveneno,nielmásexhaustivoexamenpodríadetectarrastroalgunodeviolencia.

Yomismohabía contribuido a dar falsas pistas a la policía, en caso de quemidesaparicióndespertaraalgunasospecha,yhastahabíaescritoaalgunosamigosmíosde Inglaterra diciéndoles que no esperaran carta mía durante tres semanas por lomenos.

Enmediodemijúbiloculpable,lamuertehabíallamadoamipuerta,sindejarmeescapatoria alguna.Tratéde rezar enaquelmomentodepánico sobrehumano,perosólopensamientosdeterror,juiciofinalytormentoeternolograrondistraermedemidestinoinmediato.

No me empeñaré en describir lo que es de por sí indescriptible: el horror enestadopuroquesehabíaadueñadodemialma.Meceñiréadescribirloqueocurrió,talycomomequedógrabadoenlamemoriademaneraperdurable.

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—Losempleadosdepompasfúnebresestánenelvestíbulo—dijoelconde.—Nodebenentrarhastaquehayamoscerradoelataúd—dijoPlanard—.Hagael

favordesujetarunextremomientrasyosujetoelotro.Nomedejaronmuchotiempoparatratardeadivinarloqueibanahacerconmigo,

pues unos segundos después deslizaron una tabla cerca de mi rostro, dejándomecompletamente a oscuras; los sonidosme llegaron desde entonces demaneramásapagada, pudiendo sólo distinguir lo que se pronunciaba clara y distintamente. Sípudeoírelforcejeodeundestornilladoryelchirriardevariostornillossegúnlosibanintroduciendo.Ni lavozdeJehováhablandoentre truenosmehabríaresultadomásespantosaqueaquellosruidosvulgares.

El resto lo debo relatar, no como llegó entonces hasta mis oídos (oía de unamanera demasiado imperfecta e interrumpida para poder pergeñar una narraciónfidedigna),sinosegúnloquesupedespuésporalgunaspersonas.

Trasajustarbien todos los tornillos, losdoshombresarreglaron lahabitaciónydispusieronelataúddemaneraquequedaraperfectamentecentradosobrelasguías,pueselcondenoqueríabajoningúnconceptoquehubieraenlahabitaciónalgoquedelataraprecipitaciónodesorden,locualpodríahaberdadopieaalgunasconjeturas.

Después, el doctor Planard dijo que iba al vestíbulo a llamar a los mozosencargadosde llevarseelataúdycolocarloen lacarrozafúnebre.Elcondesepusolosguantesnegrosy, conunpañueloblancoen lamano, sepreparóparadirigir eldueloconelmayordramatismoposible.Estabaalgodetrásdelacabeceradelataúd,esperando la llegada de las personas que acompañaban a Planard, y cuyos rápidospasosoyóenseguidaaproximarse.

Planardfueelprimeroenllegar.Entróenlahabitacióndesdelaestanciaenquehabía estado anteriormente el ataúd. Su actitud había cambiado sensiblemente; semovíaconciertaarrogancia.

—Monsieur le comte —dijo mientras franqueaba la puerta seguido de mediadocena de personas—. Siento tener que comunicarle una interrupción bastanteinoportuna.HavenidomonsieurCarmaignac,uncaballeroquedesempeñauncargoimportante en eldepartamentodepolicía, al cual lehan informadodequegrandescantidadesdemercancíasdecontrabandoinglesasydeotrospaísessehandistribuidoenestevecindario,ydequeunaporcióndeellas seocultaenesta casa.Yomehepermitidoasegurarle,porcuantosé,quenohaynadamásfalsoquedichainformaciónyqueustednotieneningúntipodeinconvenienteenabrirdeparenpar,aefectosdelainspecciónreglamentaria,ysinningunadilación,cuantashabitaciones,gabinetesyarmariosempotradospuedahaberensucasa.

—Por supuesto —exclamó el conde con voz firme, pero con el semblantesúbitamente empalidecido—. Gracias, mi querido amigo, por haberse anticipado amí.Monsieur, pondrémi casa ymis llaves a disposición de sus investigadores tanpronto como me comunique qué mercancías de contrabando se están buscandoconcretamente.

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—ElcondedeSt.Alyremedisculpará—contestóCarmaignacalgosecamente—,pero mis superiores me prohíben revelarle dicho extremo; esta orden de registrodeberá bastar para probar al señor conde que tengo instrucciones precisas paraprocederaunregistrogeneral.

—Monsieur Carmaignac, espero que permita al conde de St. Alyre asistir alfuneral de su pariente, que yace aquí muerto, como usted ve—intervino Planardseñalandoconeldedoelataúd—,ycuyocadávervaatrasladarhastaPèreLachaiseunacarrozafúnebrequeestálistaparapartirenlapuerta.

—Eso, sientodecirlo,nopuedopermitirlo.Mis instrucciones sonbienprecisas.Peroconfíoenqueesteretrasonolesocasioneningúnproblema.Monsieurlecomtenodebesuponerenningúnmomentoqueyosospechodeél;perotenemosundeberque cumplir, y, ya se sabe, yo debo actuar como si sospechase de todo elmundo.Cuandomeordenan registrar, yo registro; a veces seocultan cosas tan extrañas enlugares tan extraños… Por ejemplo, no puedo decir con seguridad qué es lo quecontieneeseataúd.

—Elcadáverdemipariente,monsieurPierredeSt.Amand—contestóelcondeconaltivez.

—¡Ah!Entonceslohavistousted,supongo.—¿Quesilohevisto?Tantasveces…—dijoelconde,manifiestamenteapenado.—Merefieroalcadáver.ElcondeintercambióunarápidamiradaconPlanard.—N… No, monsieur. Es decir, sólo un momento. Otra mirada rapidísima a

Planard.—Eltiemposuficienteparareconocerlo,supongo—insinuóelcaballero.—Porsupuesto.Claroquesí.Lohereconocidoalinstante.Perfectamente.¿Cómo

noibaareconoceraPierredeSt.Amand?Pobrehombre…Loconozcodemasiadobien,descuide.

—Lascosasqueyobusco—dijomonsieurCarmaignac—cabríanenunespaciomuyreducido;loscriadossonavecestaningeniosos…Levantemoslatapa.

—Discúlpeme,monsieur—replicó el conde con tono perentorio acercándose alataúdy extendiendo losbrazos sobre él—.Nopuedo tolerar semejante indignidad,semejanteprofanación.

—No habrá tal, señor. Se trata simplemente de levantar la tapa. Ustedpermanecerá en esta habitación. Si todo está en orden, como es de suponer, ustedhabrátenidoelgustodeverotravez,laúltimavez,asuamadopariente.

—Pero,señor,esonopuedopermitirlo.—Losiento,monsieur,perotengoórdenesestrictasalrespecto.

Además,esaherramienta…,eldestornillador,serompióalcolocarelúltimotornillo,yledoymipalabradehonorqueeneseataúdnohaynadamásqueelcadáver.

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—Porsupuestoquemonsieurlecomtecreeloquedice,peronoconocetanbiencomoyolasartimañasalusoentreloscriados,quesuelenestarbastanteavezadosenelartedelcontrabando.Aver,Philippe,quitalatapadeeseataúd.

Elcondeprotestó,peroPhilippe—unhombrecalvoyconelrostromástiznadoqueeldeuncarbonero—dejóenelsuelounacajadecuerodeherramientas,de laque, trasecharunvistazoalataúdy tantearcon lauña lascabezasde los tornillos,seleccionóundestornilladory,conunashábilesvueltasacadaunode los tornillos,éstossealinearoncomounahileradesetas,ylatapacayóaunlado.Videnuevolaluz, que creía haber visto por última vez. Pero el eje demi visión seguía inmóvil.Como mi estado cataléptico me obligaba a mirar de frente y fijamente, en aquelmomento sóloveíael techo.Vicómo lacaradeCarmaignac se inclinaba sobremíconuncuriosofruncimientodeceño.Porsumanerademirarme,meparecióquenome había reconocido. ¡Oh, Dios mío! ¡Si hubiera podido simplemente soltar unalarido! Veía cómo el careto pardusco y mezquino del pequeño conde memirabafijamentedesdeelotrolado;elrostrodelseudomarquéstambiénmemiraba,peronocaíaenlamismalínearectademivisión.Hubotambiénotrosrostrosquemeecharonunvistazo.

—Yaveo,yaveo—dijoCarmaignac,retirándose—.Nohaynadaaquídeloquebusco.

—Leruegopidaasuoperarioquevuelvaacolocarlatapadelataúdylaasegurebienconlostornillos—dijoelconde,recuperandoelvalor—;y…yelfuneraldebeseguiradelante.Noestábienhacertrabajarmásdelacuentaapersonasquecobranunsueldomoderadoporeltrabajonocturno.

—Miquerido condedeSt.Alyre, el cortejo saldrádentrodeunosminutos.Enestemomentosoyyoelúnicoquedaaquíórdenesconrelaciónalataúd.

Elcondemiróendireccióndelapuerta,pordondeestabaentrandoungendarme.Había también en la habitación otros dos agentes, graves y fornidos. Pareciódesagradablementeasombrado;lasituaciónseestabavolviendoinsostenible.

—Planard,comoestecaballeromeponetrabasparaasistira lasexequiasdemipariente,leruegoasistaalfuneralenmilugar.

—Espere unos minutos —insistió impertérrito Carmaignac—. Primero debopedirlelallavedeesearmario—agregóseñalandoendireccióndelarmarioenelqueacababandeescondermiropa.

—Yo… yo no tengo nada que objetar —dijo el conde—. Naturalmente. Sóloque…hacesiglosquenoseusa.Mandaréaalguienabuscarlallave.

—Sinolatieneamano,nosepreocupe.Philippe,intentaabriresearmarioconlallave maestra. Quiero ver lo que hay dentro. ¿De quién es esa ropa?—preguntóCarmaignaccuando,unavezabiertoelarmario,sacóeltrajequemissecuestradoreshabíanmetidoallíapenasdosminutosantes.

—Pues…nosabríadecirle—contestóelconde—.Nosénadadelcontenidodeesearmario.Uncriadosinvergüenza,llamadoLablais,aquiendespedíharáunaño,

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teníalallave.Hacediezporlomenosquenolohevistoabierto.Esprobablequeesaropaseasuya.

—Aquíhaytarjetasdevisita,ytambiénunpañuelomarcadoconlasiniciales«R.B».. Debe de haberlos robado a una persona llamada Beckett, R. Beckett. «Mr.Beckett,BerkeleySquare»,dicelatarjeta.Y,afemía,aquíhayunrelojyunmontóndesellos;unodeelloscon las iniciales«R.B».EsecriadoLablaisdebiódeserunconsumadogranuja.

—Enefecto.Llevaustedtodalarazón,señor.—Se me ocurre que podría haber robado también esta ropa —prosiguió

Carmaignac—alhombrequeestá enese ataúd, el cual enese caso seríamonsieurBeckettynomonsieurdeSt.Amand.Pues,ohmaravilla,el relojaún tienecuerda,monsieur. El hombre del ataúd, me parece, no está muerto, sino simplementedrogado.Y,porhaberlerobadoytratadodeasesinar,mandoarrestaraNicolasdelaMarque,condedeSt.Alyre.

Uninstantedespués,elviejobandidoeraapresado,yoícómosoltabaconsuvozdiscordante una vehemente e inconsecuente perorata, ora protestando, oraamenazando, ora suplicando impíamente a «Dios, que lee el corazón de loshombres». Y, mintiendo y delirando de esta guisa, fue sacado a rastras de lahabitaciónycolocadoenelmismocochecelularenqueseencontrabayasubellaycriminalcómplice,tambiénpreviamentearrestada;y,condosgendarmessentadosacadalado,fueronconducidosdirectamentealaConciergerie.

Allíseañadieronalconciertogeneraldosvoces,deíndolemuydistinta.Unaerala del fanfarrón coronelGaillarde, a quien a duras penas habían logradomantenercallado hasta entonces. La otra era la de mi jovial amigoWhistlewick, que habíaacudidoaidentificarme.

Enseguida contaré cómo hicieron fracasar aquella conspiración contra mipropiedadymivida,taningeniosacomomonstruosa.Antesdebodecirunaspalabrassobremipersona.Mecolocaronenunbañocaliente,bajoladireccióndePlanard,ungranujatanredomadocomosuscompinches,peroqueahoraestabacompletamentealserviciodelaacusación.Estasmedidassencillasmerestauraronenelespaciodeunastreshorasaproximadamente;delocontrario,probablementehabríaseguidobajolosefectosdeladrogaunassietehoras.

Latramadeaquellosinfamesconspiradoressehabíaurdidoconunahabilidadyunsigiloconsumados.Hacíanquesusvíctimas,entrecuyonúmeromecontabayo,colaborasenencrearelmisterioquehacíadefinitivasupropiadestrucción.

Por supuesto, se abrió una investigación. Se abrieron varias tumbas en PèreLachaise. Los cuerpos exhumados llevaban allí demasiado tiempo, y estabandemasiadodescompuestosparaserreconocidos.Sólounofueidentificado.Enaquelcasoconcreto,elactadedefunciónlahabíafirmado—ydadolaordendeinhumaciónyabonadolosgastos—untalGabrielGaillarde,conocidodelempleadoquesehabíaencargado de tramitar el funeral. Esta estratagema, que también habían seguido

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conmigo,habíasidollevadaacaboconéxitoensucaso.Lapersonaparalaquesehabíaencargadolatumbaerapuramenteficticia,siendoelpropioGabrielGaillardeelquehabíaacabadoocupandoelataúd,sobrecuyatapa—aligualquesobrelalápidasepulcral— se había inscrito un nombre falso. Era muy probable que a mí mehubieranreservadoelmismohonorconelseudónimodePierredeSt.Amand.

La identificación fue curiosa. Aquel Gabriel Gaillarde había sufrido una gravecaídadeuncaballodesbocadounoscincoañosantesdesumisteriosadesaparición,accidente en el que había perdido un ojo y algunos dientes, además de sufrir unafractura en la pierna derecha, inmediatamente por encima del tobillo. Habíamantenidoelmayorsecretoencuantoalasheridassufridasenelrostro.Elresultadofue que el ojo de cristal que había ocupado el lugar del perdido seguía aún en sucuenca,ligeramentedescolocado,comoeslógico,perofácilmentereconocibleporelartíficequelohabíaconfeccionado.

Másfácilaúndereconocerfuesudentadura,defacturamuyparticular,queunode los dentistas más mañosos de París había adaptado para las encías del talGaillarde, cuyomolde,debidoa laspeculiaridadesdel accidente, había conservadopor fortuna.Molde que encajaba a la perfección con la placa de oro hallada en lamandíbuladelacalavera.Laroturadelhuesoporencimadeltobillo,dondelohabíanreajustado,correspondíatambiénallugardondesehabíafracturadolapiernaGabrielGaillarde.

Elcoronel sehabíaenfurecidopor lapérdidadesuhermanomenor,ymásaúnpor la de su dinero, que desde hacía tiempo venía considerando patrimonio propioparacuandolamuertesellevaraasuhermanodeestevalledelágrimas.Desdehacíatiempo venía sospechando, por algunos cabos sueltos que había logrado atar, quehabían sido el conde de St.Alyre y su bella compañera, condesa o no, quienes lohabían dejado sin blanca. A esta sospecha vinieron a sumarse otrasmás siniestrastodavía,enunprincipiomásaconsecuenciadelarabia—loqueleinducíaacreerloquefuera—quedehipótesisconfundamento.

Finalmente, un incidente fortuito dirigió al coronel sobre la buena pista. UncaprichodelazarpusosobreavisoalgranujadePlanarddequelosconspiradores—incluido él mismo— se hallaban en peligro. El resultado fue que él impuso lascondicionesdesupropialibertad,seconvirtióeninformadordelapolicíayconcertóconella lavisita realizadaalcastillode laCarqueenelmomentocríticoenquesepudieracogeralcondeyasuscómplicesconlasmanosenlamasaytenerpruebasfundadasparalaacusación.

Huelgadecirquelapolicíaactuóconsumaprecauciónparapoderrecogertodaslaspruebasconducentesaconstituirunactadeacusacióncondenatoria.Hastahabíamandado venir a un médico famoso, que, en caso de que fracasara Planard, seríacapazdeaportarlasnecesariaspruebasmédicas.

Miviaje aParís,puedencreerme,nohabía resultado tanagradable comohabíaesperado.Yohicedeprincipaltestigodecargoenaquellacausecélèbreydisfrutéde

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todos los atractivos que se derivan de tan envidiable cometido. Pero, después dehabersalvadoelpellejo,comodijomiamigoWhistlewick,«por lospelos», tuve lacandidez de creer que iba a ser objeto de un interés considerable por parte de lasociedadparisiense;pero,paramimortificaciónpersonal,descubríquefuimásbienobjeto de pitorreo —bondadoso pero despectivo—. Se me tildó de zopenco,inocentónytonto,einclusohicierondemívariascaricaturas.Esdecir,meconvertíenunaespeciedepersonajepúblico,dignidad

«Paralaquenohabíanacido».

Y de la que huí tan pronto como pude, sin ni siquiera honrar a mi amigo elmarquésdeHarmonvilleconunavisitaasuconfortablecastillo.

Elmarqués salió bien parado.El conde, su cómplice, fue ejecutado.A la bellaEugénieleasistieroncircunstanciasatenuantes—alparecer,suespecialbelleza—ylacondenaronasóloseisañosdecárcel.

El coronel Gaillarde recuperó parte del dinero de su hermano, sacado de lafortuna no muy boyante del conde y de la soidisante condesa. Esto, junto con laejecución del conde, le devolvió el buen humor. Lejos de abordarme con ánimohostil,mediocortésmentelamanoasegurándomequeconsiderabaelbastonazoquelehabíapropinadoenlacabezacomounrevésrecibidoenunaliduntantoirregularperodecuyajusticiayvalideznolecabíalamenorduda.

Creoquesólomequedareferirmeadosdetallessuplementarios.Enprimerlugar,los ladrillos que vi en la estancia del ataúd habían sido transportados hasta allíenvueltos en paja para hacer creer en la existencia de un cadáver y evitar lassospechasycontradiccionesquepodríahaberoriginadolallegadadeunataúdvacíoalcastillo.

Ensegundolugar, losmagníficosbrillantesdelacondesafuerontasadosporunjoyero y vendidos por unas cinco libras a una reina de la tragedia que andabanecesitadadeunaderezodeoropel.

LacondesahabíasidoañosatrásunadelasactricesmásdestacadasenlapequeñaescenadeParís,dedondehabíasidorescatadaporelcondeparaqueseconvirtieraensucómpliceprincipal.

Fue ella quien, admirablemente disfrazada, había espiado mis documentosduranteelmemorableviajenocturnoaParísyquienhabía interpretadoelpapeldemaga dentro del palanquín con ocasión del baile de disfraces en Versalles. Aquelsofisticadoembustehabía tenidoporobjetivomantenervivomi interéspor labellacondesa, interésquetemíanpudieradesfallecer.Lamascaradatambiénhabíatenidocomo objeto seleccionar a otras víctimas potenciales, de las que ya no es el casoponernos a hablar aquí. La introducción de un cadáver real—procurado por unapersonaqueabastecíaalosanatomistasdeParís—noimplicabaningúnpeligroreal,todavezqueintensificabaelmisterioyhacíaqueelprofetasemantuvieravivoenlas

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conversacionesdelagenteyenlospensamientosdelosbobosconquieneséstehabíadialogado.

YorepartíelrestodelveranoyelotoñoentreSuizaeItalia.Comosueledecirse,aquellavivenciahizodemíunhombremásexperimentado

queamargado.Lahorrible impresiónqueprodujoenmiespíritusedebióenbuenapartealasimpleaccióndemisnerviosymicerebro.Perotambiéndejóenmíotrossentimientos más graves y profundos, que marcaron definitivamente mi vida; mecondujo—aunqueaúndebieronpasaralgunosaños—aunaconcepciónmásfeliz,yno por ello menos seria, de la vida. Tengo motivos sobrados para agradecer almisericordioso Señor del universo aquella temprana y terrible lección sobre lasimprevisiblesceladasquenospuedetenderelmaligno.

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M

ELFANTASMAYELCOLOCAHUESOS

ientrasechabaunvistazoalospapelesdemiínclitoamigoFrancisPurcell—queDios tengaen su santagloria—,quedurante casi cincuenta añoshabía

desempeñado la ardua tarea de párroco en el sur de Irlanda, me tropecé con eldocumento que adjunto más adelante. Es un documento más entre otros muchosparecidos, pues nuestro párroco era un concienzudo coleccionista de antiguastradiciones locales, en que abundaba la región donde residía. La recogida yordenamientodetalesleyendasera,todavíalorecuerdo,suprincipalhobby;peroyonuncahabíasabidoquesuaficiónalomaravillosoylofantásticolohabíallevadoaponer por escrito los resultados de sus investigaciones hasta que, enmi calidadde«legatario residual», su testamento dejó en mis manos todos sus documentosmanuscritos.Aquienespiensenque la redacciónde tales escritos desentona con elcarácterymododevidadeuncuradepueblonolesvendríamalrecordarqueexistióuna raza de sacerdotes —los de la vieja escuela, una raza ahora prácticamentedesaparecida— cuyos hábitos y gustos literarios eran en muchos aspectos másrefinadosquelosdelosestudiantesdeMaynooth.

Talvezconvengaañadirquelasupersticiónilustradaporelsiguienterelato—asaber, que el último cadáver enterrado está obligado, durante su primer períododeultratumba,aabastecerasuscompañerosdecamposantodeaguafrescaparacalmarlasedardientedelpurgatorio—gozaaúndeplenavigenciaenelsurdeIrlanda.ElqueestoescribedafedeuncasoenelqueunlabriegorespetableyacaudaladodelacomarcadeTipperary, por consideraciónpara con los callos de su añorada esposa,metióen suataúddosparesdeborceguíesdecuero,uno ligeroyotropesado,unopara losdías secosyotropara loshúmedos, conobjetodemitigar la fatigade susinevitablesexcursionesenbuscadeaguapararepartirlaentrelassedientasánimasdelpurgatorio.Eran famosos los terriblesconflictosque sehabíanproducidoentredoscomitivas fúnebres camino del cementerio, cada cual empeñada en asegurar a sufallecido la prioridad en la sepultura, y la consiguiente exención del impuesto quegravabaalosfamiliaresdelúltimoenserenterrado.Nomuchodespués,ocurrióotrocaso en el que una de las dos partes, por miedo a dejarse arrebatar por el otrofallecidoestainestimableventaja,sedirigióalcamposantoporunatajoy,saltándosealatoreraunodelosmásarraigadosprejuicios,pasóelataúdporencimadelmuroparaadelantarseasíalqueestabahaciendosuentradaporlapuertaenaquelmismomomento.Sepodríancitarasimismootrosmuchoscasosparecidosquemuestranlavigencia que tiene todavía esta superstición entre los campesinos del sur. Pero noentretendréallectorconmáspreámbulos,ysometeréencambioasuconsideraciónelsiguiente:

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Extracto de los papeles manuscritos del finado Rvdo. Francis Purcell, deDrumcoolagh:

Voyanarrarlasiguientehistoriatratandodeemplear,delamaneramásfidedignaposible,lasmismaspalabrasdelnarrador.Talvezconvengaobservarqueésteeraloque se suele llamarunhombre«bienhablado»,quehabía instruidodurantemuchotiempoa laavispadajuventuddesuparroquianatalenlasartesyciencias liberalesque juzgaba conveniente profesar, circunstancia quepuede explicar la presencia devariaspalabrasalgofuerteseneltranscursodelanarración,empleadaspensandosindudamásensuefectoeufónicoqueenlacorreccióndelasmismas.Asípues,pasoyadirectamenteasometerasuconsideraciónlasportentosasaventurasdeTerryNeil:

Recórcholis,estahistoriatanextrañaesmásciertaquedosydossoncuatro;ymeatreveríaadecirquenohaymozoenningunade lassieteparroquiasque lacuentemejornimásdeprisaqueyo,puesfueamipropiopadreaquienlepasó,yselaoícontaraélmismomuchasveces;ypuedoasegurar,ymeenorgullecedecirlo,quelapalabrademipadreeratanfiablecomoeljuramentodecualquiergentilhombredelpaís;y tedigotambiénque,siaalgúnpobrehombrelollevabanajuicio,élacudíasiempreadeclararensu favor;peroesono tiene importancia…Enfin,queeraunhombrehonestoysobrio,salvoqueeraalgoaficionadoa labebida,comosepodíaverdándoseunavueltaporlastabernasdellugar.Ynohabíanadiecomoélentodalacomarcaquetrabajaralatierraigualdebien;ylomismodigotrabajandolamaderayreparando árboles viejos y otras cosas por el estilo. Y fue así como le dio pordedicarse a la reparación de piernas rotas, nada más natural pues nadie podíacompetirconélenrecomponercontantahabilidadlapatadeunasillaounamesa;yseguroquenadierecordabaauncolocahuesos—niño,joven,hombreoviejo—máshábil nimás famoso en todo el país. Pues bien,TerryNeil, que así se llamabamipadre, al ver que le iban bien los negocios compró un pequeño terreno junto a lapropiedaddelcaballeroPhalim,bajoelviejocastillo,unazonabastanteamena,porcierto; y, mañana y tarde, las pobres personas que se habían roto un brazo o unapiernaynopodíanponerelpieenelsuelo,acudíanasucasadesdeloslugaresmásdistantesparaque les recolocara loshuesos.Así pues, señorías, todo ibaviento enpopa. Pero era costumbre que, cuando sir Phelim salía de viaje, algunos de losarrendatariossequedaranvigilandoenelviejocastillo,comounaespeciedeatenciónparaconaquellaviejafamilia,atención,porcierto,hartodesagradablepuesanadiesele ocultabaque en el viejo castillo ocurrían cosas raras.Losvecinosdecíanque elabuelodelamo,queDioslotengaensusantagloria,queeraelcaballeromáscabalquehabíaparidomadre,teníalacostumbredepasearenmediodelanochedesdequeselehabíareventadounvasosanguíneoalintentarsacarelcorchodeunabotella—

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cosa que cualquiera podría haber intentado, y seguro que lo intentará alguna vez,quiéraloDios,pero,enfin,estonovieneacuento—.Asípues,comoibadiciendo,elviejocaballerosolíasalirsedelcuadrodelapared,dondeestabasuretrato,yromperbotellas y vasos, que Dios se apiade de todos nosotros, y beber todo lo queencontraba —qué vergüenza, Señor—, y luego, si entraba alguien de la familia,volvíaasulugar,conunaexpresióndeabsolutainocenciaenelrostro,comosiensuvidahubierarotounvaso,elviejopicarón…

Puesbien,comolesibadiciendo,señorías,enciertaocasiónlafamiliadelcastillose fue aDublín a pasar un par de semanas; y, comode costumbre, algunos de losarrendatariostuvieronquequedarsedeguardiaenelcastillo,yalaterceranocheletocóelturnoamipadre.

«¡Vaya fastidio!», se dice para sus adentros, «tener que pasar toda la noche envigilia, y ese viejo espíritu vagabundo, loado sea el Señor, rondando por la casa yhaciendotodaclasedetravesuras».

Peronoteníaescapatoria,ydecidiótomarlacosaconbuenánimo;alacaídadelanoche,subióalcastillocondosbotellas,unadewhiskypuroyotradeaguabendita.

Llovíabastanteyhacíaunanocheoscuraytenebrosacuandomipadrellegóyserocióconaguabendita,yactoseguidoseechóuntragodewhiskyparaahuyentarelfríodesucorazón.Fueelviejomayordomo,LawrenceConnor,quiensalióaabrirle;mipadreyélsellevabanmuybiendesdesiempre.Así,alverquiénera,yaldecirlemipadrequeletocabaaélmontarlaguardiaenelcastillo,loinvitóapasarlanochecharlando;ypuedenestarsegurosdequemipadrenohizoascosaaquellainvitación.YLarryledijo:

—Encenderemosunpequeñofuegoenelsalón.—¿Yporquénoenelvestíbulo?—preguntómipadre,puessabíaqueelcuadro

delcaballeroestabacolgadoenelsalón.—Enelvestíbulonosepuedeencenderlalumbre—dijoLawrence—,pueshay

unviejonidodegrajosenlachimenea.—Recórcholis—dijomipadre—.Vamosentoncesalacocina,puesnoestábien

quelagentecomoyosesienteenelsalón.—Oh,Terry,esonopuedeser—dijoLawrence—.Siqueremosobservarlavieja

costumbre,hayqueobservarlaentodaregla.«Aldiabloconlaviejacostumbre»,dijomipadreparasusadentros,reparenen

esto, pues no quería que Lawrence supiera que teníamiedo.—Ah,muy bien,mepareceunabuenaidea,Lawrence—dijo.Así,losdosbajaronalacocinamientraselfuegoprendíaenelsalón,loquenotardóenproducirse.

Puesbien,señorías,alpocotiemposubieronysesentaronconfortablementejuntoalachimeneadelsalón,yempezaronahablar,afumaryabeberunpocodewhisky;y el fuego de carbón mineral y turba ardía estupendamente y les calentaba lascanillas.

Y, cómo iba diciendo, estuvieron conversando y fumando juntos de la manera

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másagradable,hastaqueaLawrenceempezóaentrarleelsueño,cosalógicaenél,pueserabastanteviejoyestabaacostumbradoadormirmucho.

—Asíesimposibleseguirhablando—dijomipadre—.¿Esquenotedascuentadequeteestásdurmiendo?

—Por todos losdemonios—dijoLarry—,estoy simplemente cerrando losojosparaquenolesentreelhumodeltabacoynoseponganallorar.Asíquenotemetastantocontussemejantes—agregócontonobrusco,puesteníauncaráctermuyfuerte,queDios lo tenga en su santa gloria—.Venga, sigue con tu historia, que te estoyescuchando—agregómientrasvolvíaacerrarlosojos.

Bueno, al ver mi padre que no servía de nada amonestarlo, prosiguió con suhistoria.Porcierto,fuelahistoriadeJimSoolivanysuviejacabralaquecontó,unahistoriabastantedivertida,quehabríabastadoparamantenerdespiertoaun liróny,con mayor razón, para impedir que un cristiano como Lawrence se durmiera.Además,lamaneracomolacontómipadrecreoquenuncahabíasidoantessuperadaniloseríadespués,pueslacontócomosilefueraenellolavidamientrastratabademantenerdespiertoalviejoLarry;aunqueenrealidadsusesfuerzosnolesirvierondenada pues, por una parte, él se quedó ronco y, por la otra, antes de que llegara lahistoriaasufinal,LarryO’Connoryaestabaroncandocomounhipopótamo.

—¡Porvidaenlamarserena!—exclamómipadre—.¿Noesbastanteduroloquemepasaamí?¡Elmuyvillanodicequeesmiamigoyluegosemeduermedeestamanera, y eso que tenemos aquí una botellita para hacernos compañía! ¡Por losclavosdeCristo!—volvióaexclamar.

Y, cuando iba adarun achuchónaLawrenceparadespertarlo, se leocurrióderepente que, si lo hacía, éste se iría a la cama con toda seguridad y lo dejaríacompletamentesoloenaquellahabitación,locualeramuchopeoraún.

—Recórcholis—dijomipadre—.Nolomolestaréalpobre.Noestábienenunamigonienunapersonaconprincipiosimportunaralqueestádurmiendo.¡Ojaláqueyopudieradormirasítambién!

Dicho lo cual, se puso a pasear por la estancia y a rezar tan intensamente queempezóasudar(meperdonensusseñorías).Perocomoseguíaigualdenervioso,setrincócasimediolitrodelicoraversiasísetranquilizabaunpoco.

—Ah—exclamó—, ojalá tuviera yo la mente tan sosegada como el Larry. Siconsiguieradormirunpoco…—YarrastróunsillónhastadondeestabaLawrenceysepusolomáscómodoquepudo.

Perohubounacosabastanteextrañaqueheolvidadoreferirles.Pormuchoquelointentabanopodíadejardemirardevezencuandoalcuadro,yalfinalobservóqueelpersonajedelretratoloseguíaconlamiradaatodaspartes,unasvecesfijamenteyotrasguiñándoleunojo.

—¡Vaya,hombre!Amímeteníaquepasaresto…—dijoaldarsecuenta—.¡Quémalasuertetuveeldíaquememandaronveniraestemalditolugar!Detodosmodos,nosirvedenadaasustarseahora,pues,sihedemorir,mejorrespiraragusto.

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Asípues,señorías,mipadretratódemantenerlacalmayhastaestuvoapuntodequedarse dormido de no haber sido por la manera como atronaba la tormenta ycrujíanlasramasdelosárbolesysilbabaelvientoatravésdelaviejaschimeneasdelcastillo.Despuésdeundescomunal rugidodelviento,pensó inclusoque losmurosdel castillo iban a derrumbarse en medio de una conflagración universal; pero derepentelatormentacesóylanochesevolviómásapaciblequeunaveladadejulio.Y,aloqueiba,señorías;noharíanitresminutosquehabíacesadolatormentacuandomipadrecreyóoírunruidountantoextrañoencimadelachimenea;abriólosojosrápidamente, y ¿qué vio? Nadamenos que al viejo caballero saliendo del cuadro,como si estuviera quitándose la chaqueta demontar, y dar luego un salto sobre lachimeneaparacaerdepiesobreel suelo.Puesbien,elviejo taimado—yésta fue,segúncreyómipadre,lapeorjugarretadetodas—loprimeroquehizofuequedarsemirándonos atentamente aver si estábamosdormidos;y en cuantovioque así era,alargólamanoyagarrólabotelladewhiskyysetrincóporlomenosmediolitro.Y,cuandosehubodespachadobien,volvióacolocarlaconcuidadoenelsitiodeantesysepusoapasearpor lahabitaciónconaire tan sobrioypaso tan firmecomosinohubieratomadoniunagota.Peromipadre,siemprequepasabaporsulado,notabaunfuerteoloraazufre,yestofueloquemásloasustó,puessabíaqueeraazufreloqueardíaenelinfierno,conperdóndesusseñorías;almenosesohabíaoídodeciralpadreMurphy,elcualsabíadeaquellomásquenadie—elpobreyamurió,queDioslotengaensusantagloria—.Puesbien,señorías,mipadrecasinisehabíainmutadohastaqueelespíritupasóasulado,tancerca,¡queDiosseapiadedetodosnosotros!,queeloloraazufre le impidió respirary lediounataquede tosquecasi lo tiraalsuelo.

—¡Caramba!—Exclama el caballero, deteniéndose a dos pasos demi padre yvolviéndosehaciaél—.Asíqueeres túelqueestáaquí…¿Qué,cómoteva,TerryNeil?

—Puesaquíestamos,paraservirasuseñoría—dijomipadreconlapocavozquelepermitíaelmiedo,puesestabamásmuertoquevivo—.Esunhonorparamípoderverasuseñoríaaquíestanoche.

—Terence—dijo el caballero—, tú eres un hombre respetable (y no le faltabarazón),unhombretrabajadoryserio,ejemplodesobriedadparatodalacomarca.

—Gracias,señoría—dijomipadre,sintiéndosealgomejor—.Ustedfuesiempreungentilhombremuyeducado.QueDioslotengaensusantagloria.

—¿QueDiosmetengaensusantagloria?—repitióelespíritu,cuyorostroseibavolviendorojodefuror—.¿QueDiosmetengaamíensusantagloria?¿Acuentodequé,ignorantegañán,cachozopenco?

—¿Dóndetehasdejadolosmodales?Siestoymuerto,noesculpamía,ylagentecomo túno tieneporqué soltármeloa lacaracadadospor tres—exclamóconuntaconazoenelsueloquehizoretumbarelentarimado.

—¡Ay!—se disculpó mi padre—. Soy desde luego un pobre hombre idiota e

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ignorante.—Yquelodigas—refrendóelcaballero—.Detodosmodos,nohasidoparaque

mecuentestutristevidaniparaconversarconuntipocomotúparaloquehesubidoaquí,mejordichoparaloquehebajado(mipadretomóbuenanotadeaqueldesliz,porpequeñoquepareciera).Yahoraescúchamebien,TerenceNeil.YosiemprefuiunbuenamoparaPatrickNeil,tuabuelo.

—Esoesciertopormihonor,señoría—asintiómipadre.—Y,loqueesmás,creoquesiemprefuiuncaballerosobrioycabal—agregóel

otro.—Esoestambiénunagranverdad—volvióaconvenirmipadre(aunqueerauna

granmentira,peronoteníamásremedioqueseguirlelacorriente).—Bien—dijo el espíritu—. Aunque yo eramás sobrio que la mayoría de los

hombres (al menos que la mayoría de los gentilhombres), y aunque en diferentesperíodos fui un cristianobastante aceptable, y sumamente caritativoyhumanoconlospobres, apesarde todoellonoestoyagustodondemeencuentroahora, comotendríaderechoaestarlo.

—Esoesunaverdaderalástima—exclamómipadre—.TalvezdeseesuseñoríahablarconelpadreMurphy…

—Sujetalalengua,miserablecanalla—dijoelcaballero—.Noesenmialmaenlaqueestoypensando.Measombracómopuedestenerlainsolenciadesermonearauncaballeroacercadesualma;cuandose tratadearreglarcosascomoésta—dijodándoseungolpecitoenlapierna—,yomedirijoaquienesexpertoenlamateria.Noesmialma—prosiguiósentándoseenfrentedemipadre—;noesmialmaloquemásmepreocupa.Mepreocupamipiernaderecha,quemerompíenelcobertizodeGlenvarlocheldíaquematéalnegroBarney.

(Mi padre explicó después que se trataba de un caballo de carreras que habíasufridounagravecaídaalsaltarlagranvallaquerodealacañada).

—Espero—dijomipadre—queasuseñoríanolepreocupehaberlomatado.—Sujeta esa lengua, so necio—exclamó el caballero—, y te diré por quéme

preocupamipierna.Enel lugarenelquepaso lamayorpartedel tiempo, salvoelpequeño recreo de que dispongo para echar un vistazo por aquí, tengo que andarmucho más de lo que andaba antes, y desde luego mucho más de lo que meconvendría,pues,paratuconocimiento,lagentedondemeencuentroesterriblementeaficionadaalaguafría,queesloquemásansía;ylopeoresqueallíhacemuchísimacaloryamímehanencomendadolatareadeayudarallevarelaguaaunquemedanmuypocoacambio,unatareadelomásengorrosayaburrida,telopuedoasegurar,yaquetodosestánsiempresedientosybebenmásaguadelaquepuedentransportarmispiernas.Yprecisamenteloquemásmefastidiaeslainvalidezdemipierna,alaquequieroqueledesunachuchónodoshastaqueencajeelhuesoensusitio;yesoestodo.

—Oh,sepasuseñoría—dijomipadre,aquiennolehacíaningunagraciaandar

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toqueteandoaunespíritu—,quenoseréyoel insolentequehagasemejantecosaaunapersonataneminentecomosuseñoría.Sólosirvoparahacerloconpersonasdeminivel.

—Bah, déjate de monsergas. Toma, aquí está mi pierna —dijo el caballerolevantándola para que se la cogiera—; arréglamela bien, pues, de lo contrario, portodas las Potestades y Dominaciones que no dejaré un hueso de tu esqueleto sintriturar.

Aloíraquello,mipadrecomprendióquenolevalíaescurrirelbulto;así,agarróconfuerzalapiernayempezóatiraryatirarhastaqueelsudorempezóabajarleporlasien.

—¡Tiramás fuerte, hijodel diablo!—exclamóel caballero—.Comomande suseñoría—dijomipadre.

—¡Másaún!—aullóelcaballero.Mipadretirócomounposeso.—Bueno, antes me tomaré un traguito para no desfallecer—dijo el caballero

alargandolamanohacialabotellaconelpretextodequeseencontrabadébil,sibien,pesealoastutoqueera,lesaliómallatretapuescogiólabotellaequivocada—.Portusalud,Terence—brindó—,yahoratiracontodaslasfuerzasquetequeden.

Dicho lo cual, alzó la botella de aguabendita, pero tanpronto comoésta huborozadosuslabiosdejóescaparungritotanespantosoqueparecióqueeltechoylosmurosse ibanavenirabajoy leentraronunosataquesyconvulsiones tan terriblesque la pierna se le descoyuntó y quedó atrapada entre las manos de mi padre; elcaballerosaliódespedidoporencimadelamesa,ymipadrecayódeespaldasalsueloenmediodelahabitación.

Cuando volvió en sí, el alegre solmatutino se filtraba entre los postigos de laventana, y él se hallaba tumbado boca arriba, con la pata de un butacón viejoarrancada de cuajo en una mano, mientras el viejo Larry seguía durmiendo yroncandomásfuertequenunca.MipadrefueaquellamañanaaveralpadreMurphy,ydesdeentonceshastaeldíadesumuertenuncadejódeconfesarsenideiramisa,yloquecontó locreyó todoelmundo, sobre todoporqueprácticamentenovolvióahablardeellonuncamás.Y,encuantoalcaballero,ofantasma,yafueraporquenolehabíagustadoel líquido,yaporhaberperdidosupierna,elcasoesquenadiesupoquehubieravueltoapasearseporallí.

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H

SCHALKENELPINTOR

«Puesesunhombreconelqueno tengonadaencomún;nihaynadiequepueda imponer sumano sobre nosotros dos. Aparte, pues, demí su vara ydejedeamedrentarmesuestampa».

ay una obra extraordinaria de Schalken que se conserva bastante bien. Elcuriosotratamientodelaluzconstituye,comoeshabitualentodassusobras,

elprincipalméritoaparentedelcuadro.Ydigoaparenteporquesuverdaderovalorestribaeneltemaynoeneltratamiento,peseaqueésteesciertamenteexquisito.Elcuadroencuestiónmuestraelinteriordeloquepodríaserlacámaradealgúnantiguoedificioreligioso,encuyoprimerplanoapareceunafigurafemeninaataviadaconunaespecie de túnica blanca, que le cae desde la misma cabeza. Sin embargo, esteatuendonoeshábitodeningunaordenreligiosa.Lafigurasostieneenlamanounalámpara,únicofocode luzqueiluminasufiguraysurostro,elcualesbozaunadeesas sonrisas enigmáticas que tan bien sientan a una mujer bonita cuando estátramando una jugarreta. En segundo plano, y casi en la más completa oscuridad,salvoelcontornodesusiluetadefinidoporeltenuearreboldeunavelaagonizante,seaprecialafiguradeunhombrevestidoalaantiguausanzadeFlandesenactituddealarma,lamanosobrelaempuñaduradelaespada,comosifueraadesenvainarladeunmomentoaotro.

Hayalgunoscuadrosquenosimpresionanyasombranporlamaneraespecialenque representanno simples formasy combinaciones ideales quehanpasadopor laimaginación del artista, sino escenas, rostros y situaciones que han existido en larealidad.Estecuadrosingularposeealgoqueleimprimecarácterderealidad.

Yenverdadqueasíes,puesregistrafidedignamenteunaescenaextraordinariaymisteriosa, y eterniza, en el rostro de la figura femenina que ocupa el lugar másdestacadodelcuadro,unretratoperfectodeRoseVelderkaust, lasobrinadeGerardDouw,elprimeroymepareceúnicoamordeGodfreySchalken.

Mi bisabuelo, que conoció bien al pintor, le oyó contar a él mismo la terriblehistoriadelcuadro,queluegoleregaló.Elrelatoyelcuadrosehanconvertidoenunaespeciedepatrimoniodenuestrafamilia.Yahora,unavezdescritoel lienzo,voyaintentarrelatar,simedanlavenia,latradiciónoralquecirculaasociadaalmismo.

ApocaspersonaslessientatanmalelmantodelromancecomoalzafioSchalken,hombredesgarbadoperodiestropintordeóleosquedeleitanaloscríticosdenuestrotiempocasitantocomosusmodalesrepugnaronalosrefinadosdesutiempo;y,sinembargo,estehombre,tantosco,obstinadoydesaliñadoenelcenitdesucelebridad,en sus días menos gloriosos pero más felices fue el protagonista de un exaltado

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romancellenodemisterioypasión.EnsusañosjóvenesSchalkenestudióconelinmortalGerardDouw;y,apesarde

su temperamento flemático, se enamoró perdidamente de la bella sobrina de suadineradomaestro.RoseVelderkausteramásjovenqueél,puesnohabíaalcanzadoaún los diecisiete años de edad, y, si hemos de creer lo que se cuenta, poseía ladelicadezaygentilezaqueacompañana lasbellasy rubiasdoncellas flamencas.Eljoven pintor la adoraba y amaba con toda su alma. Y su amor no quedó sinrecompensa.Unbuendíaledeclarósussentimientosyarrancódeellaunarespuestaafirmativa, aunque tímida. Era el pintor más dichoso y orgulloso de toda lacristiandad.Perohabíaalgoqueempañabasujúbilo:erapobreydesconocido,ynoseatrevíaapediralviejoGerard lamanodesupreciosapupila.Primero teníaquelabrarseunnombreyganarselaindependenciaprofesional.

Así pues, sabía que le esperaba una época dura llena de incertidumbres ydesabrimientos,durantelacualtendríaquehacerfrenteainnúmerosobstáculos.Perohabía ganado el corazón de su querida Rose Velderkaust, lo cual suponía mediabatallaganada.Huelgadecirquesusesfuerzosseintensificaronapartirdeentoncesyque,comopruebasuperdurablecelebridad,sevieroncoronadosporeléxito.

Peroaquellosintensosesfuerzosylasesperanzasquelossosteníanyembellecíanestaban, ay, destinados a sufrir un inesperado contratiempo, una perturbación tanextraña y misteriosa que torna inútil toda investigación y arroja sobre la propiahistoriaunasombradeterrorpreternatural.

Un día en que Schalken se hallaba trabajando en el taller después de que suscompañerossehubieronmarchadoyaasuscasas,comoanochecíadeprisa,dejóaunladoloscoloresyseaplicóenterminarunesbozoenelquehabíapuestounempeñoextraordinario.EraunacomposiciónreligiosaquerepresentabalastentacionesdeunrechonchosanAntonio.El jovenartistaposeía suficientediscernimiento,peseanotener una especial inclinación religiosa, para no sentirse satisfechode su obra; así,erannumerosaslasraspadurasycorreccionesdequehabíansidoobjetoelsantoyeldemonio,aunquetodasellasenvano.Enlaespaciosayviejaestanciareinabaungransilencio.Schalkenllevabaunasdoshorastrabajandodeestaguisa,sinéxitoaparente.El solya sehabíaocultadoy el agonizante crepúsculo estabadeviniendoennocheoscura.Lapacienciadeljovenpintorestabaagotada.Sesentíafuriosoymortificadoanteaquellaproducción inacabada.Mientrasconunamanoseapartabade la frentesusluengosmechones,conlaotrablandíaeltrozodecarboncilloquetanmalhabíacumplidosucometido,ycuyasmanchassedispusoahoraalimpiarseensusholgadoscalzonesflamencos.

—¡Enquémalditomomentosemehabráocurridopintarestetema!—exclamóeljoven—.¡Malditocuadro,malditodiablo,malditosanto!

Enaquelmomentooyócercaunaespeciederesoplidosecoquelehizovolversebruscamente y percatarse de que su trabajo estaba siendo observado por undesconocido.Aunmetroymediopordetrásdeélsehallabaunancianoenvueltoen

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una capa y tocado con un sombrero cónico de ala ancha; en lamano, que llevabaprotegidaporunaespeciedeguantelete,portabaunlargobastóndeébanorematadoporloqueparecía,alaluzdelúltimoresplandordelcrepúsculo,unacabezamacizadeoro,y,enelpecho,entrelosplieguesdelacapa,sedistinguíanloseslabonesdeunacadenadelmismometal.Laestanciaestabatanoscuraquenoseveíanadamásalládeaquelpersonaje,cuyosombreroimpedíaqueselevieranlosrasgosdelacara.No habría resultado fácil adivinar la edad del intruso; pero cierta cantidad de pelonegro que le asomaba por debajo del sombrero, junto con su porte firme y tieso,permitían suponer que sus años no sobrepasaban la sesentena. Aquella personadesprendía tanta gravedad e importancia, y había un algo tan extraño y hasta sepodría decir tan aterrador en su perfecta, pétrea, tranquilidad que el irritado artistaconsiguió reprimirelamagodecomentariohostilquehabíaempezadoaaflorarlealoslabios.Así,tanprontosehuborepuestodesusorpresa,loinvitóeducadamenteatomarasientoylepreguntósitraíaalgúnrecadoparasumaestro.

—DiaGerardDouw—sentencióconelmismoademánimpasible—queMinheerVanderhausen,deRotterdam,deseahablarconélmañana,porlanocheaestamismahora, y a ser posible en esta misma habitación, sobre un asunto de especialimportancia.Esoestodo.

Transmitidoelmensaje,eldesconocidosevolvióbruscamentey,conpasorápidopero silencioso, salió de la habitación antes de que Schalken, tuviera tiempo dearticularunarespuesta.Eljovensintiócuriosidadporverquédireccióntomabaaquelburgués deRotterdamal salir del estudio, y a tal fin se dirigió veloz a la ventana,desdelaquesepodíaverlapuertadelacalle(entrelapuertadelestudioyladelacallehabíaunpasillobastantelargo,porloqueSchalkensabíaqueelviejoyextrañovisitante no habría podido alcanzar la calle entre tanto). Pero esta maniobra suyaresultóvana.Locual lodejóhartoperplejo,puesnohabíaningunaotrasalida.¿Sehabía esfumado como por ensalmo, o tal vez se había escondido en un rincón delpasilloconalgúnfinsiniestro?Estaúltimaposibilidadsuscitóensuánimounavagadesazón, que la quitó las ganas tanto de seguir solo en la habitación como deaventurarse a salir al pasillo. Sin embargo, con un esfuerzo sin dudadesproporcionado con la no probada gravedad delmomento, conjuró todo el valorquelequedabay,trascerrarbienlapuertaymeterselallaveenelbolsillo,sinmiraraderechaniizquierdaatravesóelpasilloquehacíapocohabíaatravesado—siesquenoseguíaallítodavía—,sumisteriosovisitante,sinatreversearespirarsiquierahastaquesalióalacalle.

—MinheerVanderhausen…—dijo para síGerardDouwcuando se acercaba lahoraconvenida—.MinheerVanderhausen,deRotterdam…Enmividahabíaoídoesenombrehastaayer.¿Quépuedequererdemí?.Lomásseguroquelehagaunretrato.Otalvezsetratedeunparientepobrequequiereseraprendizmío.Oalguienconunacolección que tasar.O…No, no hay nadie enRotterdam queme pueda dejar unaherencia.Bueno,sealoquesea,prontosaldremosdedudas.

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Había llegadodenuevoelfinalde la jornaday todos loscaballetes,salvoeldeSchalken,sequedaronvacíos.GerardDouwsehabíapuestoapasearporlaestancianerviosoeimpaciente,oradeteniéndoseamirareltrabajodealgunodesusalumnosora, más frecuentemente, acercándose a la ventana para ver a los transeúntes quepasabanporlacalleoscuradondesehallabasituadosuestudio.

—¿Nodijiste,Godfrey—exclamóDouwvolviéndoseaSchalkentrasunalargayminuciosa indagacióndesdesupuestodeobservación—que lahora fijadaeran lassietedelatardesegúnelrelojdelAyuntamiento?

—Acababandedarlassietecuandolovi,señor—contestóelaprendiz.—Pues entonces ya se acerca la hora—dijo el maestro, consultando un reloj

grandeyredondocomounanaranja—.AsíquesellamaMinheerVanderhausen,deRotterdam,¿noesasí?

—Asíes,señor.—Unhombreyamayoryricamentevestido,¿no?—Sí, por lo que pude ver—contestó el alumno—,no podía ser joven, aunque

tampocomuyviejo;y su atuendoera ricoy austero, comoel que suelen llevar losburguesesacaudaladosyrespetables.

Enaquelmomento,elsonororelojdelAyuntamientoempezóadesgranarlassietecampanadas; losojosdemaestroyaprendizsehabíanquedado fijosen lapuertayDouwesperóalaúltimacampanadaparaexclamar:

—Bien, bien; pronto recibiremos a su señoría, si es que tiene intención de serpuntual;sino, tú tequedarásaesperarlo,Godfrey,puestoqueyaloconoces.Claroque…ysi,alfinal,resultaserunafarsamontadaporVankarpoalgúnbromistacomoél? Me gustaría que hubieras tenido valor para liarte a palos con el viejoburgomaestre.Apostaría una docena de florines a que su señoría se habría quitadorápidamentelacaretapidiendopiedadparaunviejoconocido…

—Aquí llega, señor —dijo Schalken en voz baja, a modo de admonición.Volviéndosebruscamentehacia lapuerta,GerardDouwpudovera lamismafiguraque,undíaantes,habíasaludadotaninesperadamenteasualumnoSchalken.

Habíaalgoenelportedeaquelpersonajequealpuntoconvencióalpintordequeno se tratabadeningunamascarada, sinoque sehallaba realmenteenpresenciadealguien importante; así, sin dudarlo se quitó el sombrero y, con un saludo cortés,invitóaldesconocidoatomarasiento.Elvisitantehizounamagodemovimientoconlamano,comoagradeciendoestegestodecortesía,peropermanecióenpie.

—TengoelhonordeestaranteMinheerVanderhausen,deRotterdam,¿noesasí?—dijoGeradDouw.

—Asíes—contestóelvisitantelacónicamente.—Creosaberquesuseñoríadeseahablarconmigo—continuóDouw—;aquíme

tiene,pues,enesperadesusórdenes.—¿Es de total confianza este hombre? —preguntó Vanderhausen volviéndose

haciaSchalken,quesehabíasituadodetrásdesumaestro.

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—Detotalconfianza—confirmóGerard.—Entoncesquelleveestecofreaunjoyeroparaquetaseelvalordesucontenido

yvuelvaconelcertificadodelatasación.Mientrasdecíaaquello,colocóuncofrecitodeunosveintecentímetroscuadrados

en manos de Gerard Douw, el cual quedó tan asombrado de su peso como de labrusquedadconqueeldesconocidose lohabíadejado.Deacuerdoconlasórdenesdeldesconocido,selodioaSchalkenparaquefueraacumplirelencargo.

Éste ocultó su preciosa carga bajo los pliegues de la capa y, atravesandovelozmente dos o tres callejuelas, se detuvo en una casa que hacía esquina, cuyaplanta baja estaba ocupada a la sazón por una orfebrería regentada por un judío.Penetró en la tienda y, tras pedir al pequeño hebreo que lo llevara al lugar mássecreto, sacó de la capa el cofre de Vanderhausen. Iluminado por una lámpara,parecía estar enteramente recubierto de plomo, con la superficie muy arañada yensuciada,ycasiblancaporelpasodel tiempo; la retiraronparcialmente,ydebajoapareció un cofre de madera dura, que también abrieron con cierta dificultad.Protegidos por dos o tres capas de lino, contenía un montón de lingotes de oro,perfectamentecolocadosy,segúnlaprimeraimpresióndeljudío,delamejorcalidad.Éste, le pareció a Schalken, estuvo tocando y sobando todos y cada uno de loslingotes del glorioso metal con un placer especial; después de examinarlosdetenidamente,losvolvióaponerensusitiomientrasexclamaba:

—¡Mein Gott, qué perfección! ¡Ni un grano de aleación! ¡Qué belleza, quéhermosura!

Después del escrutinio, el judío certificó de su puño y letra que el valor deaquelloslingotessometidosatasaciónascendíaanosécuántosmilesdetáleros.Conel ansiado documento en el bolsillo y el magnífico tesoro bien guardados bajo lacapa,Schalkenvolviósobresuspasosy,alentraralestudio,encontróasumaestroyaldesconocidoconversandoporfiadamente.

Con anterioridad, una vez que el aprendiz había marchado a llevar a cabo suencargo,VanderhausensehabíadirigidoaGerardDouwenlossiguientestérminos:

—Estanochenopuedoentretenermeconustedmásqueunosminutos,porloquetrataréde resumirleenpocaspalabraselasuntoquemeha traídohastaaquí.Ustedvisitó la ciudad de Rotterdam hará unos cuatro meses, en cuya ocasión vi, en laiglesiadeSanLorenzo,asusobrinaRoseVelderkaust.Eselcasoquedeseocasarmeconella;yesperoque,sileconvenzodequesoymásricoquecualquierhombreconel que usted haya podido soñar casarla, secundarámi solicitud haciendo uso de laautoridadqueleasiste.Siapruebamipropuesta,deberácerrareltratoaquíyahora,puesnopuedoesperarcálculosnidilaciones.

GerardDouwquedóenormementesorprendidodelacomunicaciónqueacababadehacerleMinheerVanderhausen,peronoseatrevióaexpresarsusorpresa,pues,almargendelaprudenciaycortesíadictadasporlaocasión,elpintornotóunaespeciede frío y opresión—como dicen que ocurre cuando uno se encuentra junto a un

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objeto que produce antipatía natural— todo el tiempo que estuvo en presencia deaquelestrafalariodesconocido,sensaciónquenolepermitiódecirnadaquepudieraofenderloenlomásmínimo.

—No me cabe la menor duda —dijo Gerard, tras dos o tres carraspeospreliminares—dequelaalianzaqueustedproponeseríaalavezventajosayhonrosaparamisobrina,perodebecomprenderqueelladisponetambiéndesulibrealbedríoy que puede no estar de acuerdo con lo que nosotros consideramos ventajoso paraella.

—No trate de embarullarme, señor pintor—soltóVanderhausen—; usted es sututoryellasupupila.Ellaserámíasiasílodisponeusted.

ElhombredeRotterdamavanzóunpocomientraslehablaba,yGerardDouw,sinsaberporqué,rezóparasusadentrosparaquevolvieraprontoSchalken.

—Deseo—dijo el misterioso caballero— poner en sus manos cuanto antes laprueba demi riqueza como garantía demi trato generoso para con su sobrina. Elmuchacho volverá dentro de un par deminutos con una suma cuyo valor es cincovecessuperioralafortunaquesusobrinatienederechoaesperardesumarido.Esasumaquedaráenmanosdeusted,juntoconsudote,paraquedispongadelamaneraqueleparezcamásadecuadaparalosinteresesdesupupila;seráexclusivamenteparaellamientrasviva.¿Nolepareceunadisposicióngenerosa?

Douw asintió, plenamente convencido de que aquella fortuna eraextraordinariamentefavorableasusobrina;aqueldesconocido,pensó,debíadeseralavezmuyacaudaladoygeneroso,ysemejanteofertanosepodíadespreciaraunqueprovinieradeuntiporaroodeunapersonadepresencianodemasiadoatractiva.Rosenopodíaesperaruncasamientodemasiadobueno,puesteníaunadotemuymodesta,quedebíaenteramentealagenerosidaddesutío;comotampocopodíapresumirdesusorígenes,pueséstosdistabanmuchode ser linajudos;y, encuantoa lasdemásobjeciones,Geralddecidió—y,habida cuentade las costumbresde la época, teníaderechoaello—noprestarlesatenciónporelmomento.

—Señor —dijo dirigiéndose al desconocido—, su oferta es generosa pero,independientementedelasdudasqueyopuedatenerparacerrareltratodeinmediato,eselcasoquedesconozcoabsolutamentetodosobresufamiliayrango.Perosupongoquenotendráustedreparo,algunoenenterarmeenseguidaalrespecto.

—Encuantoamirespetabilidad—dijoeldesconocidocontonocortante—,debeusteddarlapordescontadaporelmomento.Hagaelfavor:denoaburrirmeconsuspreguntas; no logrará saber de mí más que lo que yo decida revelarle. Ya tienesuficientesgarantíasdemirespetabilidad:mipalabra,siesustedhonorable,ymioro,siesustedmezquino.

«Esunviejobastanteirritable»,pensóDouw.«Legustasalirseconlasuya;pero,pensándolo bien, no tengo derecho a rechazar su oferta. Sin embargo, no piensocomprometermeinnecesariamente».

—Nosecomprometeráustedinnecesariamente—dijoVanderhausenadivinando

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yparafraseandomisteriosamenteloqueacababadepensarsuinterlocutor—;perosecomprometerá si es necesario, supongo. Y yo le haré ver que lo consideroindispensable.Sileconvenceeloroquevoyadejarensusmanos,ynodeseaquemipropuestaseretiredeinmediato,antesdequemevayadebeustedhaberfirmadoestecompromiso.

Dicholocual,lepasóundocumentoenelquefigurabaporescritoqueél,GerardDouw,entregabaenmatrimonioaWilkenVanderhausen,deRotterdam,asusobrina,RoseVelderkaust,etcétera,antesdeunasemanaapartirdeaquellafecha.Mientraselpintor leía conatencióndichocontrato a la luzdeun titilante candil colgadoen lapared opuesta, Schalken, como ya hemos dicho, entró en el estudio y, tras hacerentregaaldesconocidodelcofreydelatasaciónefectuadaporeljudío,sedispusoaretirarse,peroVanderhausenledijoqueesperara,yactoseguidoentregóasuvezelcofreyelcertificadoaGerardDouwypermanecióunratoensilenciomientraséstecotejaba ambas cosas con lo estipulado en el contrato que tenía en sus manos.Finalmente,preguntó:

—¿Dasuconsentimiento?Elpintorledijoquelegustaríadisponerdeotrodíaparareflexionar.—Niunahoramás—dijoelpretendienteconademánimpasible—.Bueno,sino

haymásremedio…—dijoDouwconunesfuerzoenorme—.Doymiconsentimiento.Esunbuentrato.

—Entonces firme inmediatamente —dijo Vanderhausen—, pues ya me estoyaburriendo.

Mientrasdecíaestosacóunacajitaconmaterialdeescribir,yGerardfirmóaquelimportantedocumento.

—Que este joven sea testigo del trato—dijo el viejo pretendiente. YGodfreySchalken fue testigo, sin saberlo, de un acto que lo privaba para siempre de suqueridaRoseVelderkaust.

Unavezfirmadoelcontrato,elextrañovisitanteloplegóymetióconparsimoniaenunbolsillointerior.

—Volverémañana a las nueve de la noche a ver al objeto de nuestro contrato,GerardDouw.

Dicholocual,WilkenVanderhausensalióraudodelaestanciaconunsaludofrío.Schalken,ansiosodedespejarsusdudas,sehabíaacercadoalaventanaparaver

desdeallílasalidadeldesconocido;pero,parasuasombroycasiterror,noviosaliranadie. Luegomarchó del taller en compañía de sumaestro, si bien hablaronmuypocoporelcamino,puesaamboslessobrabanmotivosparareflexionar,alarmarseyesperar. Sin embargo, Schalken no sospechaba todavía la amenaza que se cerníasobreelmásqueridodesusproyectos.

Por su parte, Gerard Douw tampoco estaba al corriente de la atracción mutuaexistenteentreelaprendizysusobrina;aunque,dehaberloestado,espocoprobableque hubiera considerado esto como óbice para que se cumplieran los deseos de

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Minheer Vanderhausen. En aquella época el matrimonio era ocasión y objeto detrueque y especulación, y a cualquier tutor le habría parecido tan absurdo darimportancia a la atracción mutua en semejante acto contractual como redactar losvinculantesaspectosfinancierosdelmismoentérminossentimentales.

En cualquier caso, el pintor no comunicó a su sobrina el paso importante quehabíadadocon relaciónaella,noporqueprevieraoposiciónpor suparte, sinoporsimple miedo al ridículo, pues, si le hubiera pedido la descripción de su futuroesposo,nosólosehabríavistoobligadoaconfesarlequenohabíavistosurostrosinoquetampocosabíaquiénerarealmente.Aldíasiguiente,despuésdecomer,GerardDouwmandóvenirasusobrinay,trasmirarladearribaabajoconairesatisfecho,lacogió de la mano y le dijo con tono paternal, sin quitar los ojos de su bonita einocentecara:

—Rose,mipequeña,esapreciosacaritatevaatraersuerte.—Rosesesonrojóysonrió—. Es muy difícil que se den en una misma persona una carita y untemperamentocomo los tuyos,y, cuando sedan, elhechizodeamorqueproducensueleresultarirresistibleparacualquiercerebroocorazónmasculinos.Confíaenmí,tesoro, que pronto te casarás. Pero dejemos eso, que el tiempo apremia, y tenpreparadoelsalónparalasochodeestanoche;dalaordendequenossirvanlacenaalasnueve.Esperoaunamigo.Mira,miqueridamozuela,pontetodologuapaquepuedas.Noquieroquepiensequesomospobresodesaseados.

Dicholocual,sedirigióalaestanciadondeestabantrabajandosusalumnos.Al caer la tarde,Gerard llamóaSchalken, que estaba a puntodemarchar a su

sombría casucha, y le pidió que fuera a su casa a cenar en compañía de Rose yVanderhausen.Porsupuestoqueaceptólainvitación.Pocodespués,GerardDouwysu aprendiz se encontraban en el señorial, y ya por entonces antiguo salón, que sehabíaengalanadopararecibiraldesconocido.Unfuegoanimadochisporroteabaenlachimenea,cercadelacualunamesaantigua,queconlosresplandoresdelalumbreparecíadeoropulido,estabayapreparadaparalacena;asualrededor,ydispuestasenordenriguroso,estabanlassillasdealtorespaldo,algotoscasperosobradamenteconfortables. El pequeño grupo, compuesto por Rose, su tío y el joven artista,esperaba la llegadadelvisitanteconespecial impaciencia.A lasnueveenpunto seoyeron unos golpes en la puerta de la calle y alguien fue rápidamente a abrir.Siguieronunospremiososperodecididospasosprimeroescalerasarribayluegoalolargo del pasillo; por fin la puerta de la habitación se abrió lentamente e hizo suaparición un personaje que sobresaltó, y casi aterrorizó, a nuestros flemáticosholandeses(Roseestuvoapuntodeproferirungritode terror).Eraelesperado,unespectroataviadocomoMinheerVanderhausen;losademanes,losandares, laalturaeranlosmismos,aunquesusrasgosnohabíansidovistosnuncaantesporningunodelosallípresentes.Ibaenvueltoenungabánoscuro,quenolellegabadel todoalasrodillas; unos calcetines de seda púrpura recubrían sus piernas, y sus zapatos ibanadornadosconrosasdelmismocolor.Laaberturadelanteradelgabándejabaverun

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traje muy oscuro, de negro azabache; llevaba las manos enfundadas en un par deguantesdecueroespeso,quelesubíanhastamásarribadelasmuñecas,amododeguanteletes.Enunamanollevabaelbastónyelsombrero,queacababadequitarse,ylaotralecolgabapesadamenteaunlado.Sobrelosplieguesdelalecaíanabundantesyluengosmechonesentrecanos,queleocultabanporcompletolanuca.Entodoestonohabíanadaparticularmenteobjetable;pero ¡Diosmío,qué rostro!Toda lacarneera de color azul plomo—esa coloración generalmente provocada por medicinasmetálicas administradas en cantidades excesivas—; los ojos, que presentaban unaproporciónexageradadeblanco turbio, sugeríanunestado indefiniblede trastorno;los labios, a tono con el resto del rostro, eran casi negros; y, en conjunto, todo susemblantedespedíaunairesensual,malignoyhastasatánico.Eracuriosocómoaquelvenerabledesconocidoparecíaesforzarseporexhibirsucarnelomenosposible;así,durantesuvisitanosequitólosguantesniunasolavez.Despuésdepermanecerunbuenratoenelumbraldelapuerta,GerardDouwhallóporfinelvalorylaserenidadsuficientes para invitarlo a entrar, y, con una muda inclinación de cabeza, eldesconocido penetró en la estancia. Había algo indescriptiblemente raro, y hastahorrible, en todos susmovimientos, algo indefiniblequenoeranaturalnihumano;era como si sus miembros estuvieran gobernados y movidos por un espíritu noacostumbradoa lamaquinariacorporal.Eldesconocidohablómuypocodurantesuvisita,quenoexcediólamediahora;yelpropioanfitriónapenastuvovalorsuficientepara articular unas cuantas frases de cortesía: el terror nervioso que inspiró lapresenciadeVanderhausen fue talquesehabríanecesitadomuypocoparaquesusanfitriones salieran huyendo despavoridos. Sin embargo, éstos conservaron lasuficiente sangre fría para fijarse en dos cosas bastante extrañas de su visitante:durantetodoeltiempoqueestuvoallísusojosnosecerraronnimovieronunasolavez;y, en segundo lugar,habíaunaespeciedequietud fúnebreen toda supersona,frutodelaausenciademovimientorespiratorioenelpecho.Estasdospeculiaridades,que cuando se cuentan pueden parecer poco relevantes, producen un efecto muyfuerteydesagradablecuandosevenyobservan.

Porfin,VanderhausenprivóalpintordeLeydendesunefastapresencia,y,paraaliviogeneral,elpequeñogrupooyócerrarselapuertatrasél.

—Querido tío—exclamóRose—, ¡qué hombre tan espantoso!Nome gustaríavolveraverloniportodoelorodelmundo.

—¡Silencio,jovennecia!—laconminóDouw,peseanotenerlastampocotodasconsigo—.Unhombrepuedesermásfeoqueeldiabloy,sinembargo,sisucorazónesbuenoyobraconrectitud,valemásquetodoslospetimetresemperifolladosquesepasean por la calle mayor. Querida, es cierto que este hombre no tiene un rostroatractivo,peromeconstaqueesricoygeneroso;y,aunquefueradiezvecesmásfeotodavía,estasdosvirtudesbastaríanparacontrarrestarsudeformidad:sinobastan,loreconozco,paramodificarsuaspectoexterior,síbastanparaquenoloconsideremosunobstáculo.

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—¿Sabesunacosa, tío?—dijoRose—.Cuando lovi juntoa lapuertanopudedejardepensarqueestabaviendoalaviejaestatuademaderapolicromadaquetantomeasustóenlaiglesiadeSanLorenzodeRotterdam.

Gerardrió,aunquenopudopormenosdereconocerensufuerointernolajustezadeaquellacomparación.Sinembargo,estabadecididoanopermitirningunaalusióndesusobrinaa la fealdaddesufuturoesposo,sibien,porotraparte,nodejabadeagradarle bastante, a la vez que le causaba cierta perplejidad, el que parecieratotalmentedesprovistadelpavormisteriosoquesentíanhaciaeldesconocidotantoélcomosuaprendizGodfreySchalken.

AlamañanasiguientellegarondevariospuntosdelaciudadricospresentesparaRoseenformadesederías,terciopelos,joyas,etcétera,asícomounpaquetedirigidoaGerardDouwqueconteníauncontratodematrimoniodebidamenteredactadoentreWildenVanderhausen,delmuelledelPescante,deRotterdam,yRoseVelderkaust,deLeyden, sobrina de Gerard Douw, maestro en el arte de la pintura, también de lamismaciudad;conteníaasimismoelcompromisoporpartedeVanderhausendehacerasunoviaunasconcesionesmásespléndidastodavíaquelasquehabíaesperadosututor,ydegarantizaralamismaelusufructodelamaneramásirreprochableposible:sedejabaeldineroenmanosdelpropioGerardDouw.

Enestahistorianohayningunaescenasentimentalquedescribir,ni tampocosehabla de la crueldad de los tutores, de la magnanimidad de los pupilos ni de lostormentosoarrobosdelosamantes.Elrelatoquepresentoaquírebosadesordidez,frivolidade inmisericordia.Menosdeuna semanadespuésde laprimera entrevistaque acabamos de relatar, el contrato dematrimonio quedó debidamente firmado, ySchalkenviocómoeltesoroporcuyaexistenciahabríaarriesgadosupropiavidaleera arrebatado con solemne pompa por su repelente rival. Pasó dos días o tres sinacudir al taller; luego volvió y, aunque conmenos alegría, consiguió trabajar conmuchomayorempeñoqueantes:elestímulodelamorhabíadejadopasoalestímulodelaambición.

Transcurridosvariosmeses,GerardDouw,contrariamentealoqueélesperaba,yalapromesapreviamenteexpresadaporambaspartes,notuvoningunanoticiadesusobrinanidesuhonorableesposo.Los interesesdeldinero,quedebíanexigirseensumastrimestrales,permanecíanensusmanossinquenadielosreclamara.Apartirde entonces, cadadía quepasaba su inquietud iba en aumento.Poseía la direccióncompleta enRotterdamdeMinheerVanderhauseny, tras unperíodode vacilación,decidióviajaradichaciudad—viajeque,porcierto,noentrañabaningunadificultadespecial—paraasegurarsedelaseguridadybienestardesupupila,alaqueprofesabaunsinceroyprofundoafecto.Perosubúsquedaresultóvana.NadiehabíaoídohablarenRotterdamdeltalMinheerVanderhausen.GerardDouwnodejóningunacasadelmuelledelPescantesinvisitar,peronadielefacilitóunasolapistasobreelobjetodesuspesquisas,porloquenotuvomásremedioqueregresaraLeyden,másperplejoypreocupadoqueantesdeemprenderaquelviaje.

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Asu llegada, sedirigiópresurosoalestablecimientodondeVanderhausenhabíaalquiladoelpesado—peroparalaépocalujosísimo—carruajequelohabíallevadoaRotterdamaélyasuflamanteesposa.Elcocheroledijoque,trasunlargoviajeconvarias etapas, habían llegado a Rotterdam al anochecer, pero que, unos doskilómetros antes de entrar en la ciudad, una pequeña comitiva de hombressobriamentevestidos,alaantiguausanza,conbarbasenpicoymostachos,sehabíacruzadoenlacarreteraimpidiendoelavancedelcarruaje.Elcocherohabíafrenadoalpunto,casiconvencido,habidacuentadelotardequeeraydelosolitarioqueestabaelcamino,dequeibanaservíctimasdealgunafechoría.Sinembargo,sustemoressedisiparon, sólo en cierto modo, al ver lo que vio: aquellos extraños individuosposaron sobre el suelo una litera antigua de gran tamaño, y el novio, tras abrir laportezuela del coche desde dentro, se apeó y ayudó a la novia a hacer lo propio;después de lo cual condujo a ésta, que tenía los ojos empapadosde lágrimasy lasmanosencogidasporelmiedo,hastalalitera,enlaqueambosseacomodaron.Loshombresrodearonluegolalitera,quelevantaronalpuntoyportaronendireccióndela ciudad. El cochero holandés vio cómo, antes de que ésta se hubiera alejadodemasiado,eradeglutidaporlassombrasdelanoche.Bajóamirarenelinteriordelvehículo y encontró una bolsa cuyo contenido triplicaba ampliamente la tarifa delviaje. Eso era todo lo que había visto, y no tenía nada más que añadir acerca deMinheerVanderhausenysubelladama.

Aquelmisterio se convirtió enmotivo de permanente angustia y aflicción paraGerardDouw.Ciertamente,Vanderhausen había cometido un fraude en el contratosuscrito con él, aunque no se le alcanzaba con qué fin había actuado de aquellamanera.Nose lealcanzabacómoaquelhombredeaspecto tanhonorablepodíasersemejantevillano,ycadadíaquepasabasintenernoticiasdesusobrina,sustemoresaumentabanenvezdedisminuir.Asimismo,lapérdidadesugentilcompañíalohabíadejadomuydeprimido,y,paravencerlatristezaquesolíainvadirleprincipalmentealfinal de la jornada, pedía a Schalken cada vez con mayor frecuencia que loacompañaraacenar.

Unanocheenqueelpintorysualumnosehallabansentadosjuntoalalumbre,tras una opípara cena, sumidos en una silenciosa y deliciosa melancolía, susdigestiones se vieran repentinamente interrumpidas; estaban llamando convehemencia,mejordichocondesesperación,alapuertadelacalle.Laspreguntasdelcriadoquefueaaveriguarlacausadeaquelruidotuvieroncomorespuestanuevosymás violentos golpes en la puerta. El pintor y su alumno oyeron luego abrirse lapuertadelacalle,einmediatamentedespuésunasapresuradospasosescaleraarriba.Schalken se dirigió a la puerta de la habitación, pero ésta se abrió bruscamente yRose entró en tromba en la habitación. Tenía un aspecto salvaje y los ojosdesencajados por el terror y el agotamiento, pero su vestido los sorprendió tantocomosuinesperadoaspecto:llevabaunaespeciedesayodelanablanca,cerradoalaalturadelcuello,queibaarrastrandoporelsuelo.Veníamuysuciayperturbadapor

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elviaje.Tanprontocomolapobrecriaturaentróenlaestanciacayódesvanecida.Losdos consiguieron reanimarla después de mucho esfuerzo. Una vez recobrado elconocimiento,Roseexclamócoresaimpacienciaqueesfrutodelterror:

¡Vino,deprisa!¡Omedaisvinooestoyperdida!Asustadosporaquellapetición,tanextrañacomourgente,leofrecieronalpunto

elvino,queellabebiócanunaprisayunaansiedadquelossorprendióalosdosporigual.Despuésdebeberlo,exclamóconlamismaurgencia:

—¡Comida!¡Dadmealgodecomer,porelamordeDios,omoriré!Sobrelamesaquedabaunbuentrozodecorderoasado,ySchalkenseaplicóde

inmediatoacortarleunpoco,pero, ¡imagenmásquemortaldelhambre!,ellase leadelantó:cogióávidamenteeltrozoylodesgarróydevorócomounafiera.Cuandoelparoxismodelhambrehuboamainado,pareciósentirderepenteunagranvergüenza,otambiénpudoserqueotrospensamientosmásturbadoresyespantosossehubieranapoderadodeella,puesrompióalloraramargamenteyaretorcerselasmanos:

—¡Porfavor,llamadaunministrodelSeñor!—exclamó—.Nomesentirésegurahastaquenovenga.¡Llamadloinmediatamente!

GerardDouwdespachóalinstanteaunmensajeroylogróconvencerasusobrinapara que se fuera enseguida a descansar a su dormitorio; pero no arrancaron suconsentimiento hasta que no le hubieron prometido que no la dejarían sola ni unsegundo.

—¡Oh,quevengayaelministrodelSeñor!—repitióentonodesúplica—.SóloÉlpodráliberarme.Losmuertosylosvivosnopuedenserlamismacosa:Dioslohaprohibido.

Tras proferir estas misteriosas palabras, se dejó guiar por ellos hasta eldormitorio.

—¡Nomedejéissolaniunmomento,porfavor!—Volvióaimplorarles—.Silohacéis,estoyperdida.

AldormitoriodeGerardDouwseaccedíaatravésdeunaestanciamuyespaciosa.Schalken y él portaban sendas velas para que todos los objetos estuvieransuficientemente iluminados. Estaban entrando en esta habitación cuando Rose sedetuvoderepentey,conunmisteriososiseoquealosdoslesprodujounescalofríodeterror,dijo:

—¡Oh,Diosmío!¡Estáahí!¡Estáahí!¡Miradlo:andaporahí!—gritóseñalandohacialapuertadelaalcoba.

Schalken creyó ver una silueta oscura e imprecisa penetrar en el dormitorio.Desenfundó la espada y, levantando la vela para que su luz iluminara con mayorclaridad el interior del dormitorio, penetró en pos de la sombra que se les habíaadelantado.Peronovioanadieallí;nadamásquelosmuebles.Sinembargo,noseleocultabaquealgohabíaentradofurtivamenteenlaalcoba.Variasgotasdeunsudorfríoempezaronadeslizarseporsufrente.LaangustiaconlaqueRoselesimplorabaquenoladejaransolaniunmomentoacrecentabaaúnmássuterror.

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—Lohevisto—asegurabaella—.Estáahí.Nomepuedeengañar.Loconozcobien.Estáaquícerca;estáconmigo;estáenestahabitación.¡PorelamordeDios,siqueréissalvarmenoosmováisdemilado!

Alfinallograronconvencerlaparaqueseecharasobrelacama,desdedondenodejabadesuplicarlesquepermanecieranasu lado.Devezencuandorepetía:«Losmuertosy losvivosnopueden ser lomismo.Dios lohaprohibido».Odecíaotrasfrasesarcanas,como:«Que losdesveladosdescansen,y los sonámbulosduerman».Hasta la llegadadelsacerdoteestuvopronunciandofrases inconexasdeesta índole.GerardDouwempezóatemer,lógicamente,queelterrorolosmalostratoshubieranperturbado lamentede lapobremuchacha,yhasta llegóapasárselepor lacabeza,considerandosuaspectohosco,lahoraintempestivay,sobretodo,suactitudagrestey despavorida, que se hubiera escapado de algún manicomio y tuviera auténticomiedodequesusperseguidorespudieranatraparla.Así,decidiópedirconsejomédicotanprontocomolamentedesusobrinasehubieratranquilizadograciasalosbuenosoficios del sacerdote cuyos auxilios tan urgentemente ellamisma había solicitado;entre tanto, no se atrevió a hacerle ninguna pregunta para no reavivar recuerdosdolorosos y horribles que hubieran podido aumentar aúnmás su agitación. Prontollegó el sacerdote —un hombre de aspecto ascético y edad venerable—, a quienGerardDouwteníaengranestimaporserunavezadopolemista (sindudaeramástemidoporsucombatividadqueamadoporsucaridad)demoralinflexible,cerebrosutilycorazónfrío.EncuantoRoselovioentrarenlahabitaciónlepidióquerezaraporellacomoserezaporquienseencuentraenmanosdeSatanásyaquiensóloelcielopuedetraerunpocodeesperanza.

Paraqueentiendancabalmenteelsucesoquevoyacontarahoraesprecisoaclararantes la situación exacta de las distintas partes en juego. El anciano sacerdote ySchalken se hallaban en la antesala, a la que ya me he referido; Rose se hallabaacostada en la alcoba, cuya puerta estaba abierta, y, junto a la cama, y por deseoexpresodeésta,sehallabasututor.Unavelaardíaenlaalcobaytresenlaestanciacontigua. El anciano sacerdote carraspeó, pero antes de que tuviera tiempo deempezar, una repentina ráfaga de viento apagó la vela que iluminaba la estanciadondesehallabatendidalapobremuchacha,lacual,alarmadaenextremo,exclamó:

—¡Godfrey,traeotravela!Laoscuridadespeligrosa.GerardDouw,olvidándoseenaquelmomentodesusreiteradasórdenes,enmedio

delaagitacióndelmomentopasóalasalacontiguaparatraerleloquepedía.—¡PorDios,no sevaya,querido tío!—gritó ladesdichadamuchachamientras

saltabade lacamayseprecipitabadetrásdeélparadetenerlo.Perosuavisohabíallegadodemasiadotarde,pues,tanprontocomoaquélhubotraspasadoelumbral,lapuertaque separaba lasdoshabitaciones secerróviolentamentedetrásdeél, comoempujadaporunfuerteviento.Schalkenysumaestroseprecipitaronhacialapuerta,pero sus conjuntos y desesperados esfuerzos no sirvieron de nada. Oyeron en laalcoba gritos incesantes, con ese desgañitamiento que caracteriza al terror

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desesperado.SchalkenyDouwvolvieron a emplearse a fondopara abrir la puerta,peroéstanocedióniunmilímetro.Yanooían ruidosdeningún forcejeonibrega,perolosgritosparecieronaumentarenvolumenmientras,creyeronoír,sedescorríanlos pestillos de la ventana y ésta chirriaba sobre el alféizar, como si la hubieranabierto. Un último alarido, tan largo y desgarrado que apenas parecía humano,retumbódesde la alcoba, y un segundodespués se hizo el silencio.Sólo se oyó elruidodeunospasos ligeroscruzandolaestancia,comodesdelacamaa laventana.Casi almismo tiempo, lapuertadejóde resultarles infranqueable;y, cediendoa supresión, los precipitó dentro de la habitación. Estaba vacía. Pero la ventana estabaabierta,ySchalkensesubióaunasillaparadivisarlacalleyelcanal.Novioningunasiluetahumana,sinosólo,oalmenosesocreyóél,lafasefinaldeunremolinoenlasaguasdelanchocanal,comosiunmomentoanteséstesehubieraabiertopararecibiruncuerpopesado.

Nunca se halló el menor rastro de Rose ni se supo nada con certeza de sumisterioso cortejador (tampoco hubo nadie que aportara alguna pista enmedio deaquel intrincado laberinto y permitiera mantener viva la esperanza). No obstante,ocurrióunacosaque,aunqueparanuestroslectoresmáscerebralesnotenganingúnvalor probatorio, dejó una fuerte y duradera impresión en el espíritu de Schalken.Muchosañosdespuésdelosacontecimientosqueacabamosderelatar,Schalken,quevivíaalasazónmuylejosdeallí,recibiónotificacióndelamuertedesupadreydesupróximoentierroenlaiglesiadeRotterdam.Elcortejofúnebreteníaquerealizarunviajemuylargoy,comosepuedesuponer,nocontabacondemasiadosasistentes.Schalken llegó tarde, y con dificultad, a Rotterdam para asistir al funeral. Sinembargo, el cortejo no había llegado todavía. Llegó la noche, y aún seguía sinaparecer.

Schalken sedirigió entonces a la iglesia, que encontró abierta ydondevioqueestabaanunciadalaceremonia;viotambiénquehabíanabiertolacriptaenqueibaarecibirsepulturaelcadáver.Elsacristán,alverpaseandoporlaiglesiaauncaballerobienvestidoconelpropósitodeclaradodeasistiralasanunciadasexequias,loinvitóhospitalariamenteacompartirconélelcalordeunalumbreque,comoeracostumbrehacer en inviernoen talesocasiones,había encendidoen la chimeneadeuncuartoque comunicaba con la cripta mediante un tramo de escaleras. Allí se sentaronSchalkenysuanfitrión,elcual,trasunoscuantosintentosvanosporhacerentrarasuhuéspedenconversación,decidiópor fin recurrir a supipay jarrade cervezaparahacermásllevaderalasoledad.Apesardelatristezaypreocupacióndelmomento,elcansanciodeunviajeprecipitadodecasicuarentahorashizomellaenlamenteyelcuerpodeGodfreySchalken,quecayóenunsueñoprofundo,delquefuedespertadopor alguien que le dio unos golpecitos en el hombro. En un primer momentoSchalkenpensóqueelviejosacristánlohabíallamado,peroésteyanoestabaenelcuarto. Tras restregarse los ojos, percibió una figura femenina que iba envuelta enunaespeciedehábitoblanco,quelecubríatambiénlacabeza,yportabaunalámpara;

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éstaempezóaavanzarendireccióndeltramodelasescalerasdelacripta.Schalkensintió una vaga alarma ante aquella aparición y, al mismo tiempo, un irresistibleimpulsoaseguirsuestela.Lasiguióunosinstantes,pero,alllegaralasescaleras,sedetuvo.Lafigurasedetuvotambiény,alvolverse,laluzdelalámparaquellevabalereveló el rostro y los rasgos de su primer amor, RoseVelderkaust. No había nadahorrible, ni siquiera tristeza, en su semblante. Esbozaba aquella misma sonrisapicaruelaquehabíaseducidoalartistaenlosañosfelicesdesuprimerajuventud.Unsentimiento mixto de terror e interés, demasiado intenso para poder oponerleresistencia, loempujabaenposdelespectro,siesquedeunespectrosetrataba.Laaparición, seguida de Schalken, bajó las escaleras, tomó un pasillo estrecho a laizquierday,paragransorpresadeéste,lointrodujoenloqueleparecióunaposentoholandésalaantiguamoda,comolosquehabíainmortalizadoGerardDouwensuscuadros.Todalaestanciaestaballenadericosyantiguosmuebles,yenunrincónsehallabaunacamadecuatrocolumnas,concortinajesnegrosasualrededor;lafigurasevolvíafrecuentementehaciaélconlamismasonrisapicaruela.Pero,llegadajuntoalacama,descorriólascortinasyproyectólalámparahaciaelinterior,yelpintorviocon horror la lívida y demoníaca figura de Vanderhausen completamente erguidasobre la cama; al instante cayó sin conocimiento al suelo, donde permaneció hastaquealamañanasiguientelodescubrióelencargadodelacripta.Estabaenunaceldabastante grande en la que nadie había entrado desde hacía mucho tiempo; estabatendido juntoaunenormeataúdquedescansabasobrecuatropequeñospilares, loscualesservíandeproteccióncontraeventualesataquesdebichos.

Hasta el día de su muerte, Schalken estuvo convencido de la realidad de estavisiónydecidiólegaralaposteridadunacuriosapruebadelafuerteimpresiónquelehabía producido: un cuadro ejecutado poco después de dicha experiencia, quemeparece especialmente valioso por cuanto que en él podemos ver no sólo ese estilocaracterísticosuyoquehahechoquesuscuadrosseantancotizados,sinosobretodolaplasmaciónpictóricadesuprimeramor,RoseVelderkaust,cuyomisteriosodestinosiempreseráobjetodeespeculación.

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ELESPECTRODEMADAMCROWL

ace ya unos veinte años queMrs. Jolliffe no luce aquel esbelto talle que lahabíadistinguido.Ahoratienemásdesetentaaños,ynolepuedenquedarya

muchosmásmojonesquecontarenelcaminoquelallevaráasumoradadefinitiva.Supelo,quesepeinaconrayaenmedioytienerecogidobajolacofia,esahoramásblanco que la nieve, y su rostro es algo más pícaro, aunque igual de afable. Decualquiermodo,aúnandatiesayconpasoseguroyligero.

Estosúltimosañossehadedicadoalcuidadode inválidosadultos, trasdejarenmanosmásjóvenesalapequeñapoblaciónqueviveenlacunayandaacuatropatas.Quienesrecuerdansurostrobonachónentrelosprimerosqueemergendelassombrasde la inexistenciay ledeben lasprimeras lecciones en el deleitoso artede andarybalbucear,estánenlaactualidadbastantecreciditostambién.Algunosdeelloslucenyaalgunascanasentre losmechonesmorenos, aquel«lindopelo»queellapeinabacontantoesmeroparaluegoenseñarloalasmadresasombradas,lascualesnosevenya por la pradera de Golden Friars, pues sus nombres permanecen grabados parasiempreenlasgriseslápidasdelcamposanto.

Así, si el tiempomaduraaunosymarchita aotros,podemosdecirque lahoratristeytiernadelocasoyalehallegadoanuestraentrañableviejecitadelnorte,queundíatuvotambiénensusbrazosalapreciosaLauraMildmay,lacualentraahorasonrienteenlahabitación,leechalosbrazosalrededordelcuelloyledadossonorosbesos.

—¡Quésuertetiene!—exclamóMrs.Jenner—.Llegaatiempoparaescucharuncuento.

—¿Deveras?¡Quémaravilla!—¡Peronoesunodeesoscuentosqueestánescritos!Noesningúncuento,sino

una historia verdadera que vi con mis propios ojos. Pero a esta criaturaprobablementenoleapetezcaahora,justoantesdeirsealacama,quelecuentenunahistoriadeaparecidosydefantasmas…

—¿Defantasmas?Precisamenteloquemásmegustaríaoírenestemomento.—Bueno, cariño —dijo Mrs. Jenner—, si no te da miedo, siéntate aquí con

nosotras.—Estabaempezandoacontarmeloquelepasólaprimeravezquelamandarona

trabajaracasadeunaancianaqueseestabamuriendo—diceMrs. Jenner—,yvioallí un fantasma. Pero,Mrs. Jolliffe, por qué no prepara primero un poco de té yempiezaluego…

Labuenamujerobedecióy,trasprepararunpocodeestatonificantebebida,tomóun traguito,arrugó ligeramente lascejasparaconcentrarseen loque ibaacontary

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alzóluegolamiradaconunmaravillosogestodesolemnidad.LabuenadeMrs.Jennerylabonitamuchachaestabanatentasaloslabiosdela

anciana,queparecíanconcitarterrorantesinclusodeabrirse.Aquella vieja estancia era un escenario ideal para semejante narración, con la

boiseriederoble,losmueblesantiguos,lasmacizasvigasdeltechoylamajestuosacama de columnas con cortinas oscuras, dentro de la cual se podían vislumbrarcuantassombrassequisieran.

Mrs.Jolliffecarraspeó,pusolosojosenblancoyempezósunarraciónconestaspalabras:

ElespectrodemadamCrowl

Yosoyahoraunamujervieja,perolanochequelleguéalafincadeApplewaleteníasólotreceaños.Mitíaeraallíelamadellaves,yunaespeciedecalesaestabaesperándomeenLexhoeparallevarmehastaApplewale.

YoibaconunpocodemiedocuandolleguéaLexhoe,y,alverelcarruajeyelcaballome entraronganasdevolverme conmimadre aHazelden.Estaba llorandocuandosubíalacalesa,yelviejococheroJohnMulbery,queeraunapersonadegrancorazón,mecomprómediokilodemanzanasenelGoldenLionparaquemealegraraun poco y me dijo que había un bizcocho de grosella y té y chuletas de cerdoesperándome, todo bien calentito, en el cuarto demi tía enApplewale.Hacía unahermosanochedeluna,yempecéacomermelasmanzanasmirandoporlaventanilladelacalesa.

Es una vergüenza que los caballeros asusten a una pobre muchacha inocentecomoerayoentonces.Avecespiensoquealomejorestabanbromeando.Erandoscaballerosquehabíansubidotambiénalacalesa.

Alcaerlatarde,reciénsalidalaluna,mepreguntaronadóndemedirigía.Bueno,yolesdijequeibaaserviracasadelaseñoraArabellaCrowl,enApplewale,cercadeLexhoe.

—Ah,entonces—diceunodeellos—vasadurarpocoallí.Yolomirécomodiciendo«¿porqué?»,puesyohablabaconelmayorcandory

nosemeocurríaocultarlesnada,sinoquequeríamásbienresultarlessimpática.—Porquesí—diceél—,ymástevalequenoselocuentesanadie.Túmíralay

obsérvalabien:verásqueestáposeídaporeldemonio;esunfantasmaentodaregla.¿Llevasalgunabiblia?

—Sí,señor—digoyo;puesmimadremehabíametidounapequeñabibliaenlamaleta,yyosabíaquelallevabaconmigo.Y,aunquelaletraesdemasiadopequeñaparamisojosfatigados,todavíalaconservoenmiarmario.

Almirarloalacaraparadecirle«Sí,señor»,creíverloguiñarunojoasuamigo;aunquenoestabasegura.

—Bien—diceél—.Noteolvidesdeponerlabajolaalmohadatodaslasnoches.

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Teprotegerácontralasgarrasdelavieja.Me entró tantomiedo cuandodijo aquello quenoos lo podéis imaginar.Yme

habría gustado preguntarle muchas más cosas sobre la vieja señora, pero yo erademasiado tímida y su amigo y él se liaron a hablar de otros asuntos, y al pocotiempomeapeé,comooshedicho,enLexhoe.

El corazónme dio un vuelco cuando el vehículo enfiló la oscura avenida. Losárboleseranespesosygrandes,casitanviejoscomolavetustamansión,ynicuatropersonas con los brazos extendidos tocándose con las puntas de los dedos habríanpodidoabarcareltroncodeunodeellos.

Bueno, yo llevaba la cabeza sacada por la ventanilla, esperando que aparecieraantemivistalagranmansión,yderepentenosdetuvimosdelantedeella.

Eraunacasaenormeenblancoynegro,congrandesvigasnegrashorizontalesyverticales, y unos gabletes que a la luz de la luna parecían más blancos que unasábana,ysombrasdeárboles—doso tres—quesedeslizabanpor la fachada—sepodíancontar lashojas—,y todos loscristalesde lasventanasenformaderombo,quebrillabansobretodoenelventanaldelvestíbulo,ygrandespostigosalaantiguausanza,sujetosconbisagrasalmuroexterior,queteníanelpestilloechadoenelrestodelasventanasdelanteras,puesnohabíamásquetresocuatrocriados,ademásdelavieja señora de la casa, y la mayoría de las habitaciones estaban completamentecerradas.

Sentíunnudoenlagargantaalverquesehabíaterminadoelviaje,yconaquelcaseróntangrandedelantedemí,yyotancercademitíaquenohabíavistonuncaantes,ydemadamCrowl,alaquehabíaidoaserviryalaqueyateníamiedo.

Mitíamebesóenelvestíbuloymellevóasuhabitación.Eraaltaydelgada,carapálida con ojos negros, ymanos largas y finas con guantes negros. Teníamás decincuenta años, y hablabamuy poco; pero su palabra era ley. No tengo nada quereprocharle, pero era unamujer algo severa y creo que habría sidomás afectuosaconmigodehabersidoyohijadesuhermanaynodesuhermano.Peroéstaesotrahistoriaquenovieneacuentoaquí.

El señor de la casa—se llamabaMr. Chevenix Growl, y era nieto demadamGrowl—ibaporallídosotresvecesalañoparaasegurarsedequelaseñoraerabientratada. Yo lo vi sólo dos veces en todo el tiempo que pasé en la mansión deApplewale.

Pormi parte, he de decir que cuidé bastante bien a la señora, a pesar de todo;aunque se debió sobre todo ami tía y aMegWyvern, su ayudanta, que eran unaspersonasmuyresponsablesycumplidoras.

Mrs.Wyvern—mi tía la llamabaMegWyverncuandohablabaconellayMrs.Wyvern cuando hablaba de ella— era unamujer bastante gruesa ymuy alegre deunoscincuentaaños,queandabamuydespacio.Cobrabaunbuensueldo,peroeraunpocosuciayguardaba la ropadefiestabajo llavey llevabapuestocasisiempreunvestidodesargacolorchocolate,conadornosymadroñosrojos,amarillosyverdes,

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queledurabamuchísimotiempo.Nuncamedionada,nidospeniques,entodoeltiempoqueestuveallí;perotenía

muybuen carácter y estaba siempre riendo, y a la hora del té no paraba de contarhistorias,y,comomeveíatantristeyapenada,tratabadeanimarmeconsusrisasychascarrillos, y creoque ellamegustabamásquemi tía—a los niños se les ganaenseguidaconunabromaouncuento—,aunquemitíasiemprefuebuenaconmigo,sóloqueeraunamujeralgointransigenteydemasiadocallada.

Mitíamellevóasualcobaparaquedescansaraunpocomientrasellapreparabael téensucuarto.Peroprimeromediounapalmaditaenelhombroymedijoqueestaba muy alta para los años que tenía y que me había criado muy bien, y mepreguntósisabíahacerlaslaboreselementalesdecostura;ymemiróalacaraymedijoquemeparecíaamipadre,suhermano,queyahabíamuerto,peroqueesperabaquefueraunacristianamejorqueélyquenointentaraimitarlo.

Unas palabras demasiado duras para ser la primera vez que ponía el pie en sucuarto,pensé.

Cuandoentréenelcuartocontiguo,eldelamadellaves—muyconfortable,conparedesrecubiertasderoble—,encontréunfuegoestupendoalimentadoconcarbón,turbay leña, todoenunmismomontón,yen lamesa té,bizcochorecienteycarneahumada; y allí estaba la rollizaMrs.Wyvern, alegre y parlanchina como siempre(seguroquehablabamásenunahoraquemitíaentodounaño).

Mientrasyoestabaaúntomandoelté,mitíasubióaveramadamGrowl.—HasubidoaversilaviejaJudithSquailesestádespierta—diceMrs.Wyvern

—.JudithcuidademadamGrowlcuandoMrs.Shutters—éseeraelnombredemitía—yyoestamoshaciendootracosa.Laseñoraesunaviejabastantequisquillosa.Teconviene andar con cuidado con ella, pues pierde los estribos y se la llevan losdemoniosalasprimerasdecambio.Paraloviejaquees,tieneuncarácterdelomásfuertequehay.

—¿Cuántosañostienelaseñora?—lepregunto.—Noventaytresyochomesesyacumplidos—diceellariéndose—.Teaconsejo

quenopreguntescosasdeelladelantedetutía.Túlatomascomoes,yyaestá.—Y dígame, por favor, ¿cuál va a ser mi trabajo con la vieja señora? —le

preguntootravez.—¿Conlaviejaseñora?Bueno—diceella—,tutía,Mrs.Shutters,telodirá;pero

supongoquetendrásqueestarsentadaensuhabitacióncontuslaborescuidandodequenolepasenadayprocurandoquesedistraigaconlascosasquetieneencimadelamesa,y llevarle loque tepidadecomerobeber,y tocar fuerte la campanilla sicausaproblemas.

—¿Estásordalaseñora?—No,niciega—mediceella—; tieneunoídomásagudoqueunmosquito, lo

quepasaesqueestábastantechochaynorecuerdabienlascosas;ylegustamásquelecuentenBarbaAzulaquelehablendelosasuntosdelacorteodelanación.

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—¿Yporquésemarchódeaquílamuchacha,laquesefueelviernespasado?Mitíaescribióamimadrediciéndolequeseibaamarchar.

—Sí,sehamarchado.—¿Porqué?—preguntootravez.—NolegustóaMrs.Shutters,supongo—diceella—.Nosé.Nohablestanto;a

tutíanolegustanlasmozasparlanchinas.—Yotrapregunta,porfavor:¿estábiendesaludlaviejaseñora?—Bueno, esa pregunta sí puedes hacerla—dice ella—.Últimamente ha estado

tosiendounpoco,peroyaestámejor,ymeatrevoadecirque tienecuerda todavíapararato,porlomenoshastaloscienaños.¡Shhh!Ahívienetutíaporelpasillo.

YentramitíayseponeahablarconMrs.Wyvern,yyo,queempiezoasentirmemásagustoenlacasa,doyunospaseosporlahabitaciónmirandolascosasquehay.Habíaunaspreciosaspiezasdeporcelanaenelaparadoryvarioscuadrosenlapared;yhabíatambiénunapuertaabiertaenlaboiserie,yveodentrounaextrañachaquetaviejadecuero,concorreasyhebillasyunasmangasmáslargasquelascortinasdelacama.

—¿Quéhacesahí?—Dicemitíaconuntonobastantebrusco,volviéndosehaciamícuandomásdistraídalacreía—.¿Quétienesenlamano?

—¿Esto,tía?—digoyovolviéndomeconlachaquetadecueroenlamano—.Noséquées,tía.

Apesardelopálidaquesolíaestarmitía,elruborleafloróalasmejillasylosojosse le iluminaronde rabia.Creoqueestuvoapuntodedarmeunbuensopapo;peromediosólounempujónmientrasmearrebatabaaquellaprendade lasmanos,diciendo:

—Mientrasestésaquínometaslasnaricesdondenoteimporta.Y,volviéndolaacolgarensusitio,cerrólapuertaconbrusquedad.Durantetodo

aqueltiempo,Mrs.Wyvernestuvodesternillándosederisaarrellanadaensusillón.Alverqueyoestoyllorando,miraamitíay,secándoselosojosdetantoreír,le

dice:—¡Vamos,vamos!Lamuchachanoqueríahacerningúndaño.Venaquí,zagala.

Noesmásqueunaprendaparaunapersonachiflada.Túnonoshagaspreguntasynosotras no te contaremosmentiras; vamos, siéntate y tómate una jarra de cervezaantesdeirtealacama.

Micuarto,convienequelosepáis,estabaenelpisodearriba,aunladodeldelaviejaseñora,yeldeMrs.Wyvernestabaalotro lado,yyodebíaestaratentaa susposiblesllamadas.

Laviejaseñoraestabademalaspulgasaquellanoche(llevabaasídesdedespuésde comer). A veces se enfurruñaba y entonces no dejaba que la vistieran nidesnudaran. Se decía que había sido muy guapa de joven. Pero en Applewale noquedaba ya nadie con vida que recordara aquellos tiempos. Era terriblementeaficionadaalosvestidos,ysuscoleccioneshabríanbastadoparallenarsietetiendas

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porlomenos.Todoseranmuyrarosypasadosdemoda;perovalíanunafortuna.Puesbien,mefuialacama,dondepermanecíunbuenratodespierta,puestodo

eranuevoparamí;ycreoqueeltémehabíapuestotambiénbastantenerviosa,puesnoestabaacostumbradaatomarlo,salvodevezencuandoenalgunafiestauocasiónespecial.OíaMrs.Wyvernhablarymepuselamanoenlaorejaparaversipillabaalgo,peronoconseguíoírniunasolapalabradelabiosdemadamCrowl(creoquenodijonada).

Todo el mundo la colmaba de atenciones. Las personas que trabajaban enApplewale,quecobrabanunbuensueldoyvivíanholgadamente,sabíanque,cuandoellamuriera,todassinexcepciónsequedaríansintrabajo.

El médico venía dos veces por semana a ver a la anciana, y, como podéisimaginar, todoelmundohacíaloqueélordenaba.Habíaunacosaquetodosteníanbienclaro:bajoningúnconceptodebíanllevarlelacontrarianiburlarsedeella,sino,antesbien,reírlelasgraciasycomplacerlaentodo.

Puesbien, todaaquellanoche,y todoeldía siguiente, lospasóacostadacon laropa puesta y sin decir palabra, y yo encerrada en mi cuarto cosiendo, salvo losmomentosenquebajéparatomarmialimento.

Mehabríagustadovera lavieja señora,y tambiénoírlahablar.Para loqueyoestabahaciendoenaquellacasa,lomismopodíahabermequedadoenLunnon…

Despuésdecomer,mitíamediounahoralibreparaquefueraapasear.Peromealegrécuandoseterminóelpaseo:losárboleseranmuygrandesyellugarumbrosoysolitario, y el día estaba nublado, y lloré bastante pensando en mi casa mientrascaminabasolaporaquellosparajes.Alatardecer,conlasvelasyaencendidasysolaenmicuarto,viqueestabaabiertalapuertaquedabaalaestanciademadamCrowl,dondeseencontrabamitía.Fueentoncescuandooíporprimeravezlaquesupuseeralavozdelaviejaseñora.

Teníauntimbreextraño,comodeunave—nosabríadecircuálenconcreto—ounanimal;suvozparecíaungemidoapagado.

Mefrotélasorejasparaoírlomejorposible.Peronopilléniunasolapalabradecuantodijo.Síoíamitíacontestarle:

—Señora,elMalignonopuedehacerdañoanadiesielSeñornolopermite.Luego la misma voz extraña de la cama dice otra cosa que tampoco logro

distinguir.Ymitíalevuelveacontestar:—Que pongan mala cara, señora, y digan lo que quieran; si el Señor está de

nuestrolado,¿quiénpodrácontranosotros?Seguí con la oreja orientada en dirección de la puerta y conteniendo la

respiración, pero ya no volví a oír nada más en aquella habitación. Unos veinteminutosdespués,mientrashojeabalasfábulasilustradasdeEsopo,notéquelapuertasemovíay,mirandoenaquelladirección,viasomarelrostrodemitía.

—¡Shhh!—Mediceenvozbajaconunamanoenloslabiosmientrasseacercade

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puntillas—. Gracias a Dios que se ha dormido por fin; no hagas ruido hasta quevuelva.Voyabajaratomarmitazadeté;Mrs.Wyvernyyovolveremosenseguida.Ellaseguirádormidaensuhabitación.Cuandonosotrashayamossubido, túbajarásluegocorriendoyJudithteservirálacenaenmihabitación.

Dicholocual,sefue.Yoseguíhojeandoel libro ilustrado,aguzandoeloídodevezencuando,como

antes, pero sin oír nada, ni siquiera el ruido de la respiración; entoncesme puse ahablarcon las ilustracionesyconmigomismaparadistraermeunpoco,puesestabaempezandoatenermiedoenaquelcuartotanamplio.

Luegomelevantéymepuseapaseardeunladoaotro,mirandoestoyaquello,yasabéis,paradistraerlamente.Alfinal,¿sabéisquésemeocurre?PuesnadamenosquemirardentrodeldormitoriodemadamGrowl.

Eraunagranhabitación,conunainmensacamadecolumnasrodeadadecortinasdesedaconfloresestampadasquebajabancasidesdeeltechohastaelmismosuelo.Habíatambiénunespejo,elmayorquehabíavistoenmivida.Lahabitaciónestabailuminadísima:contéhastaveintidósvelasdecera,todasencendidas.Erauncaprichosuyoquenadieseatrevíaanegarle.

Permanecíjuntoalapuertaconeloídoaguzadomientrascontemplabaembobadalaescena.Alnooírrespiraciónalguna,ycomprobarquenosemovíaniunplieguedelascortinas,mearmédevaloryentréenlahabitacióndepuntillassindejardemiraramialrededor.Entoncesmeacercoamirarmeenelgranespejo,y,finalmente,semepasa por la cabeza: «¿Por qué no echar un vistazo a la cama, donde está la viejaseñora?».

MeconsideraréisunadescerebradasiosdigoqueteníamuchísimasganasdeveramadamCrowl.Peroasíera,yyopensabaparamí:sino laveoahora,a lomejorpasanmuchosdíassinquesemepresenteunaocasióntanbuena.

Puesbien,queridas,voyymeacercoalacama.Lascortinasestánechadas,ylaspiernas me tiemblan. Pero me armo de valor y me deslizo entre los pesadoscortinajes,primerolosdedosyluegolamanoentera.Esperounpoco,perosigueelmismosilenciosepulcral.Entonces,descorrolentamentelascortinasyveotumbadaante mí, como la dama pintada en la lápida de la iglesia de Lexhoe, a la famosamadam Crowl, de Applewale House. Allí estaba ella completamente engalanada.Imposible ver algo igual en aquellos días. Satén y seda, escarlata y verde, oro ybordadosde filigrana. ¡Virgen santa,quéespectáculo!Unagranpelucaempolvada,casitanaltacomoella,lecoronabalacabezay¡madremía,cuántopellejo!Teníalagarganta,arrugaday fofa,empolvadadeblancoy lasmejillasde rojo,yunascejaspostizas pardas, que se las pegaba Mrs. Wyvern, y allí estaba ella tan tiesa yorgullosa,conunpardecalcetinesdesedaconespiguillayunoszapatosdetaconesaltísimos.Pero,¡Diosmío!,teníaunanarizretorcidayflacuchayseleveíalamitaddelblancode losojos…Decíanquesecolocabaanteelespejoataviadadeaquellamanera, riéndose nerviosamente y babeando, con un abanico en la mano y un

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ramilletedefloresenelcorpiño.Tenía lasmanos,pequeñasyarrugadas,pegadasaloscostados,yosaseguroqueenmividahabíavistounasuñastanlargas,todasellasterminadas enpunta.Tal vez antiguamentehabía estadodemoda entre la gentedepostínllevarlasuñastanlargas…

Bueno,estoyseguradequeoshabríaisllevadounbuensustoanteaquellavisión.Yo no podía ni soltar la cortina nimoverme ni apartar los ojos; hastami corazónparecíahaberseparado.Yheaquíquederepenteabrelosojos,sesientaenlacama,sedalavuelta,posaruidosamentelosdostaconesenelsueloysemequedamirandofijamenteconsusdosojosgrandesyvidriosos,conunamalvadarisitaenloslabiosarrugados,quedejaverunagrandentadurapostiza.

Un cadáver no deja de ser una cosa natural, pero aquello era la cosa másespantosa que jamás se había visto. Apuntando hacia mí con los dedos tiesos, yencorvadaporlaedad,medice:

—¡Oye, pequeña granuja! ¿Por qué has dicho que yo maté al niño? Te voy ahacercosquillashastadejartetiesa.

Sihubierapensadouninstante,mehabríadadolamediavueltayescapadorauda.Peronopodíaapartarlosojosdeella,ynomequedabamásremedioquereculardelamaneraquepodía,mientrasellaseguíachacoloteandocomounamarioneta,con losdedosapuntándomealagargantayhaciendotodoeltiempoconlalenguaunsonidocomo«sisss-sisss-sisss».

Yoseguíaretrocediendo,perosusdedosestabanyaasólounoscentímetrosdemigarganta;sabíaqueperderíaelconocimientosillegabanatocarme.

Retrocedí otro poco hacia el rincón y solté un terrible alarido —como si meestuvieranarrancandoelalmadelcuerpo—,yenaquelinstanteapareciómitíaenlapuertaylanzóungritosecoylaviejadamasevolvióhaciaella,yyoaprovechéparadarmediavueltayatravesarmicuartoybajarlasescalerascomounaexhalación.

Osaseguroqueestuvellorandounbuenratoalágrimavivaenelcuartodelamade llaves.Mrs.Wyvern se rió bastante cuando le conté lo sucedido; peromudó elsemblantecuandooyólaspalabrasquemehabíadicholaviejaseñora.

—Repítelasotravez—mepidió.Yyose las repetí.«¡Oye,pequeñagranuja!¿Porquéhasdichoqueyomatéal

niño?¡Tevoyahacercosquillashastadejartetiesa!».—¿Ydicesqueellamatóaunniño?—Mepregunta.—Yonodigoeso,Mrs.Wyvern—lecontesto.Después de aquello, Judith siempre estaba conmigo cuando las dos mujeres

mayoresseausentabande lahabitaciónde laviejaseñora.Yohabríasaltadopor laventanaantesquequedarmesolaenlahabitaciónconella.

Unasemanadespués,creorecordar,undíaqueMrs.WyvernestabaconmigomecontóunacosademadamCrowlqueyonosabía.

Unossetentaañosatrás,siendojovenymuybella,sehabíacasadoconelseñorCrowl,deApplewale,unviudoconunhijodenueveaños.

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Unbuendíaaquelniñodesaparecióynadiesupodeciradóndehabíapodidoir.Seledejabademasiadalibertad;solíasalirdecasaporlamañanaparairoraalagranjadelguardaadesayunarconél,oraalaconejera,ymuchasvecesyanovolvíahastalanoche. También solía bajar al lago, donde se bañaba y pasaba el día pescando oremandoenunabarca.Puesbien,nadiesupodecirquélehabíapasado;sóloquesusombrerohabíaaparecidojuntoallagobajounespinoquetodavíasepuedevereneldíadehoy,porloquesepensóquesehabíaahogado.YelhijoqueelseñorCrowlhabíatenidodesusegundomatrimonioconlaseñoraacabóheredandolapropiedad.Y,comooshedicho,elhijodeéste,nietode laviejaseñora,elseñordeChevenixCrowl,eraeltitulardelafincaenlaépocaenqueyolleguéaApplewale.

Muchoantesdequellegaramitía,aquelsucesohabíasidolacomidilladiariadetoda la comarca; la gente comentaba que lamadrastra sabíamás cosas de las queestabadispuestaacontar,yquehabíaconseguidocamelarasumarido,elviejoseñor,consuszalameríasyhalagos.Ycomodelniñonuncamássevolvióasabernada,conelpasodeltiempolagentefueolvidandoaquelsuceso.

Yahoravoyacontarosloqueyoviconmispropiosojos.Llevaría unos seis meses allí cuando a la vieja señora le sobrevino la última

enfermedad.Recuerdoqueerainvierno.Elmédicotemíaquelehubieradadounataquedelocura,pueslehabíaocurrido

lomismoquince años antes, en cuya ocasión la habían tenido que sujetar conunacamisadefuerza,lamismaprendadecueroqueyohabíavistoenelarmariojuntoalahabitacióndemitía.

Puesbien,noocurrióasí,sinoque leentróunagrandepresiónydebilidadysefue apagando entremuchas toses, hasta un día o dos antes de pasar amejor vida,cuandoledioporfarfullaratropelladamentepalabrasincoherentesydarchillidosenlacama,comosialguienlaestuvieraamenazandoconuncuchilloenlagarganta,yseponía a hacer cosas fuera de la cama, pero, al no tener suficientes fuerzas paracaminarnipermanecerdepie,secaíaalsuelo,conelrostroocultoentresusviejasyhechizadasmanoseimplorandopiedad.

Podéisimaginarqueyanovolvíaentrarensuhabitación,sinoquemequedabaenlacamamuertademiedomientrasoíasusalaridosyarañazosenelsuelo.Muchasdelascosasquedecíaagritopeladohabríanpuestolospelosdepuntaalmismísimodiablo.

Mi tía,Mrs.Wyvern, Judith Squailes y unamujer de Lexhoe estaban siempreatendiéndola.Alfinal,ledieronunosataquesqueladejaronpostrada.

Elcuraestabaallíyrezóporella;peronadapodíanhaceryaporella losrezos.Además,pocosentido teníayaelquesiguieraconvida,yasípasópor finamejorvidaytodoseterminóparalaviejamadamCrowl,quefueamortajadaeintroducidaen el ataúd. Aquel mismo día escribieron al señor de Chevenix para que vinieracuantoantes.PeroésteseencontrabaenFrancia,unadistanciatangrandequeelcurayeldoctoracordaronquenoconveníatenerladurantemástiempoinsepulta,todavez

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que los únicos que iban a asistir al entierro eran ellos dos, mi tía y el resto denosotras,deApplewale.Así,laviejadamadeApplewalefueenterradaenlacriptadelaiglesiadeLexhoe,ynosotrasseguimosviviendoenlagrancasahastaqueelseñorviniera a darnos a conocer su voluntad y a pagarnos el finiquito que consideraraoportuno.

Amímepusieronenotrahabitación,dospuertasmásalládelaquehabíasidolaalcobademadamCrowl.EstoocurriólanocheantesdequellegaraaApplewaleelseñordeChevenix.

Lahabitaciónqueyoocupabaahoraerabastanteamplia,conboiserie de roble,perosinmásmueblesquemicama,quenoteníacortinas,unasillayunamesa,oalgoparecido,muypocosenseresparaunahabitacióntangrande.Yelgranespejoenelquelaviejaseñoratantasytantasvecessehabíamiradoyremiradodepiesacabeza,ahora que carecía ya de función, lo habían sacado de allí y dejado temporalmenteapoyado en una pared de mi habitación, pues como podéis imaginar se sacaronmuchascosasdesualcobaparaamortajarla.

AqueldíarecibimoslanoticiadequeelseñorllegaríaaApplewalealamañanasiguiente; lo cual me alegró sobremanera, pues casi estaba segura de que mevolveríanamandaracasaconmimadre.Ymepuseapensarenseguidaentodoslosdemi casa, y sobre todo enmi hermana Janet y los gatitos y los perros y todo lodemás,yestaba tannerviosaquenomepodíadormir,yel relojdio lasdoceyaúnseguía despierta, y la habitaciónmás oscura que boca de lobo.Estaba acostada deespaldasalapuertaymirandoalapared.

Puesbien,sobrelasdoceycuartoveounosresplandoresenlaparedcomosialgoestuvieraardiendopordetrás,ylassombrasdelacama,delasillaydemibata,queestácolgadaen lapared, seponenabailarcomo locasenel techoy lasparedes;yvuelvodeprisalacabeza,creyendoqueelfuegohaprendidoenalgo.

¡Yquéveo,Diosbendito!Puesnadamenosquealaviejaarpía,emperifolladaensus satenesy terciopeloshaciendomuecas con losojosdesencajadosy con la caramásfeaquesepuede imaginar.Elbajodesuvestido ibarodeadodeunresplandorrojoqueparecíaestarconsumiéndolelospies.Veníaderechahaciamí,apuntándomecon lasuñasdesusmanosarrugadascomosi fueraaclavármelas.Yonomepodíamover, pero afortunadamente pasó por delante demí, con una ráfaga de aire frío,derechaalapareddelarecámara,comosolíallamarlamitía,queeraunrincónenelquehabíaestadoanteslacamadecolumnas,cuyapuertaestabaabiertadeparenpar,y alargó lasmanos para coger algo que había allí dentro.Yono había visto nuncaaquellapuerta.Yderepentesevuelvehaciamípivotandocomounamarioneta,ylahabitaciónsequedaaoscuras,yyomeveodepieen laotrapuntade lacama, sinsabercómohellegadohastaallí.Porfinmerespondemilenguaysueltounalaridomientras salgo disparada por la galería y casi arranco de cuajo la puerta deMrs.Wyvern,alaquedoyunsustodeespanto.

Podéisimaginarquenopeguéojoaquellanoche,yconlasprimeraslucesbajoa

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veramitíalomásdeprisaquemepermitenlaspiernas.Puesbien,mitíanomeechaningunaregañina,comomehabíaesperado,sinoque

mecogede lamanoymemira fijamentea lacara.Medicequeno tengamiedoyluegomepregunta:

—¿Llevabalaapariciónalgunallaveenlamano?—Sí—ledigo,acordándomedepronto—;unallavemuygrandeconunextraño

ojodemetal.—Espera—dicesoltándomelamanoyabriendoelaparador—.¿Eracomoésta?

—Mepreguntasacandounallaveyenseñándomelaconelceñofruncido.—Esamisma—lecontesto.—¿Estássegura?—Vuelveapreguntarme,dándolelavuelta.—Segurísima—digoyo,creyendoquemevoyadesvanecer.—Bien,estobasta,mozuela—dicepensativa,comorumiandoalgoyvolviéndola

ameterdondeestaba.—Elseñorllegaráantesdelasdocedelmediodía,ydebemoscontarleloquehas

visto—dice, todavía pensativa—; supongo que yome iré pronto de aquí, pero esmejorquetútevayasacasaestamismatarde,ynotepreocupes,quetebuscaréotracasaencuantopueda.

Aquellaspalabras,comopodéisimaginar,lasrecibícomoaguademayo.Mitíarecogiótodasmiscosasymediotambiénlastreslibrasquesemedebían.

ElseñorCrowlllegóaApplewaleaquelmismodía;eraunhombreapuesto,deunostreintaañosdeedad.Eralasegundavezqueloveía.Peroaquéllaeralaprimeraquehablabaconmigo.

Mitíaestuvohablandoconélenelcuartodelamadellaves;noséloquelediría.Yo le tenía a él bastante respeto, por ser el hombremás rico deLexhoe, y nomeatrevíaacercarmehastaquemellamaron.Yélmedicesonriendo:

—Cuéntametodoloquehasvisto,zagala.Debedeserunsueño,puessabesquenoexistenenelmundoesascosasque llaman fantasmasoespíritus.Pero, fuera loquefuera,querida,siéntateaquíycuéntamelotododepeapa.

Cuandotermino,sequedapensandounratoylediceamitía:—Recuerdobieneserincón.EntiemposdelviejosirOliver,elviejoWyndelme

contóquehabíaunapuerta en ese cuartode la izquierda, la que la chica soñóquehabíaabiertomiabuela.Tendríamásdeochentaañoscuandomelocontó,yyoeraunniñoentonces.Deesohaceveinteaños.Lavajillay las joyas seguardabanallíhastaquepusieronelarmariometálicoenelcuartotrastero;tambiénmecontóquelallaveteníaunanillodemetal,yesallavequetúdiceslaencontraronenelfondodelarcón donde ella guardaba sus viejos abanicos. Bueno, nome extrañaría nada queencontráramosallíalgunascucharasdeplataodiamantes.Vamos,zagala,tienesquesubirconmigoydecirmedóndeestabanexactamentelascosasqueviste.

Obedecíconpocoentusiasmo.Elcorazónsemedesbocabaenlagarganta,ytuvebien agarrada la mano de mi tía todo el rato que estuve en aquella espantosa

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habitación diciéndoles a los dos por dónde se habíamovido la aparecida y dóndeestabaexactamentelapuertaqueyohabíavistoenlapared.

Peroallíhabíaahoraunarmarioviejo.Locorrimosyvimoselcontornodeunapuerta en la boiserie de roble y el ojo de una cerradura obturado con madera ycepillada con elmismo cuidado que todo lo demás y todo el reborde de la puertatapado con masilla de color roble, de manera que, de no ser por los goznes quesobresalíanligeramente,nadiehabríaimaginadoquehabíaallíningunapuerta.

—¡Ahá!—dijoélconunasonrisita—,justoloquemeimaginaba…Se necesitó sólo un par deminutos para, con un pequeño cincel y unmartillo,

sacarel trozodemaderade lacerradura.La llaveentróperfectamente,y, trasdarleunavuelta,elcerrojocedióylapuertaseabrióacompañadadeunchirrido.

Habíaotrapuertadentro,másextrañaquelaprimera,peroquenoteníacierresyseabriófácilmente.Elcuartoerabastantepequeño,conparedesybóvedadeladrillo;novimosloquehabíadentro,puesestabamásoscuroquebocadelobo.

Mitíaencendióunavela.Elcaballerolacogióyentró.Mi tía, de puntillas, trataba de mirar por encima de sus hombros; yo no veía

absolutamentenada.—¡Ahá!—Exclamaelcaballero,retrocediendo—.¡Quépuedesereso!Démeel

atizador,¡deprisa!—Ordenaamitía.Ymientrasellavaalachimeneayomiropordebajode subrazoyveoagachadoenel rincónmás lejanoaunmonoounacosadespellejadaencimadelarcón,quepodíasertambiénlaviejabrujamáschupadaquejamássehavistoenlatierra.

—¡Virgen santa! —Exclama mi tía al darle el atizador y viendo también porencimadesushombrosaquellacosaespantosa—.Tengacuidado,señor,conloquehace.¡Mejorretíreseycierreesapuerta!

Pero,enlugardeobedecerle,entradespacioconelatizadorenristreyasestaalacosaunbatacazotalqueéstacaeestrepitosamente,cabezaincluida,enmediodeunmontóndehuesosypolvo.

Eran loshuesosdeunniño; todo lodemássehabía reducidoapolvoalprimerimpacto.Duranteunbuen ratonadiedicenada,pero luegoél coge la calaveraqueyacíaenelsuelo.

Apesardelojovenqueyoera,creísaberperfectamenteenquéestabanpensandolosdosenaquelmomento.

—Un gatomuerto—dice él retrocediendo y cerrando la puerta—.Volveremosdespuésustedyyo,Mrs.Shuttters,amirarenlosestantesmásdetenidamente.Ahoratengo otros asuntos que tratar con usted. Y estamuchachitame dice usted que semarchahoymismoasucasa,¿no?Supongoqueyatendrásupaga.Bueno,yoquierohacerleademásunregalo—diceéldándomeunapalmaditaenlaespalda.

Me dio una libra de oro y yo marché a Lexhoe aproximadamente una horadespués en la diligencia, y bien contentaquevolví a casa.Yen lo sucesivonuncavolví a ver amadamCrowl deApplewale, gracias aDios, ni en apariciones ni en

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sueños. Pero cuando ya era unamujer,mi tía vino a pasar conmigo un día y unanocheenLittleham,ymeaseguróque se tratabadelniñodesaparecidohacía tantotiempoqueaquellaviejaarpíahabíaencerradoenlaoscuridadhastaquesemuriera,sinquesusgritos,súplicasyaporreospudieranseroídospornadie.Tambiénmedijoquealguienhabíadejadosusombreroalbordedellagoparahacercreerquesehabíaahogado.Todasuropaseconvirtióalprimertoqueenunanubedepolvoenelcuartodondeseencontraronloshuesos.Perohabíaunpuñadodecanicasyuncuchilloconmangoverde,juntoconunpardepeniquesqueelpobreniñollevabaenelbolsillo,supongo,laúltimavezqueselevio,yqueélviolaluz.Yentrelospapelesdelseñorhabíaunacopiadelanotaescritadespuésdedesaparecerelniño,cuandosuancianopadrecreíaquesehabíaescapadoolohabíanraptadounosgitanos,enlaquesedecíaqueelpequeñollevabaconéluncuchillodemangoverdeyvariascanicas.Yesoestodo lo que tenía que contaros sobre la vieja madam Crowl, del caserón deApplewale.

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E

RELATODECIERTOSSUCESOSEXTRAÑOSENLACALLEAUNGIER

sta historiamía no es para escribirse.Si se cuenta, comoa veces he hecho apetición general, junto a la lumbre después de una buena cena una noche de

inviernoconelvientofríorugiendofueraytodosbiencalentitosyconfortablementeinstalados,puederesultarbastantebiensiyonomealaboamímismoquiénlovaahacerenmilugar.Peroesunriesgohacerlocomomepidenquelohaga.Lapluma,latinta y el papel son vehículos muy fríos para lo maravilloso, y el «lector» esdecididamenteunanimalmáscríticoqueel«oyente».Perosilogranconvencerasusamigosparaquelaleanunavezcaídalanoche,despuésdequelacharlajuntoalalumbre lleve un buen rato versando sobre emocionantes relatos llenos de terror ymisterio, en una palabra, si me aseguran los mollia tempora fandi, me pondré atrabajar enseguidapara contarles con lamejordisposición loque tengaque contar.Puesbien,presupuestasestascondiciones,novoyadesperdiciarmáspalabrasypasoyaacontarleslahistoriaencuestión.

Miprimo(TomLudlow)yyoestudiábamosmedicinajuntos.Creoqueélhabríatenido bastante éxito de haberse dedicado a esta profesión; pero el pobre chicoprefirió la iglesia y murió joven, víctima de un contagio contraído en el nobledesempeñodesulaborsacerdotal.Porloqueaquíinteresa,basteconsaberqueeradecarácter tranquilo,pero francoyalegre,ymuyescrupulosoen laobservanciade laverdad; por cierto, bastante distinto amí, que soyde un temperamento excitable ynervioso.

Mi tío Ludlow, padre de Tom, había comprado tres o cuatro casas viejas enAungier Street, una de las cuales estaba vacía en la época en que acudimos a lacapitalaestudiar.Élresidíaenelcampo,yTommepropusoquenosalojásemosenlasusodichacasamientrasnosealquilara;unapropuestadoblementesatisfactoria,pues,porun lado,nospermitíavivirmáscercadenuestrasaulasydiversiones,y,porelotro,noseximíadelaobligaciónsemanaldepagaralquiler.

Nuestras pertenencias eran contadas, y el mobiliario escaso; en una palabra,nuestros enseres eran casi tan simples como los de una tienda de campaña. Así,nuestroproyecto se llevóacabocasi tanprontocomo fueconcebido.El salónquedabaalacallenosservíadecuartodeestar.

Yoocupaba el dormitorio de encima, yTomel dormitorio de enfrente, que erainterioryqueamínomegustabaniunpelo.

Para empezar, la casa era muy antigua. Me parece que su fachada había sidoremozada unos cincuenta años atrás; pero, aparte de esto, no había en ella nada«moderno». El agente de mi tío que la compró y la inscribió en el registro de la

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propiedad me contó que había sido vendida, junto con otras muchas fincasconfiscadas, en Chichester House, creo, en 1702; y que había pertenecido a sirThomasHacket,elquefueraalcaldedeDublínentiemposdeJacoboII.Asípues,nopuedo precisar cuándo la habían construido exactamente; en cualquier caso, habíaconocidoépocasycambiossuficientesparaposeereseairemisteriosoyentristecido,a la vez interesante y deprimente, que parece acompañar a la mayor parte de lasmansionesantiguas.

Enella seveíanmuypocascosasnuevas,y talvez fueramejorasí,pueshabíaalgoextrañoypretéritoensuarquitectura—enelalzadodelasparedesyeltendidode los techos, en la forma de puertas y ventanas, en el extraño emplazamientodiagonaldelaschimeneas,enlarobustezespecialdevigasycornisas,enlasingularsolidezdetodalamadera,desdelasbarandashastalosmarcosdelasventanas—queparecía abominar de cualquier retoquepara proclamar enfáticamente su antigüedadpormuchosadornosybarnicesmodernosdequehubierasidoobjeto.

Por ejemplo, se había realizado un gran esfuerzo para empapelar los salones,pero,dealgunamanera,elpapelparecíaalgovulgarydesentonabadelresto.Estolosupimosporunamujeryamayorqueregentabaunapequeñatiendadestartaladaenlabocacalle y cuya hija —de cincuenta y dos años de edad— era nuestra única ysolitariacriada:veníaalamaneceryse retirabacastamente tanprontocomodejabapreparado el té en nuestro señorial aposento; esta anciana, digo, se acordaba decuando el viejo juezHorrocks (el cual, tras haberse ganado la fama de demasiadoamigode condenar a lahorca, empujadoporuna«locura temporal»había acabadocolgándoseélmismoconlacuerdadejugaralacombadelamacizayviejabaranda,según dictamen del juez de instrucción) vivió aquí bien acompañado de excelentecarnedevenadoqueregabaconelmejoroporto.EnaquellosañosdeMaricastaña,losampliossalonesestabantapizadosdecuerodoradoy,meatrevoadecir,teníanunaspectoformidable.

Losdormitoriosestabanrecubiertosdemadera,peroelmío,quedabaalacalle,noeranadasombrío;enélsuantiguoconfortparecíapredominarsobresualgotétricavetustez. Todo lo contrario que el dormitorio interior, que tenía dos ventanasmelancólicasextrañamenteorientadas—mirabaninútilmentealospiesdelacama—,yesecuartooscuroqueseencuentraenlamayoríadelascasasantiguasdeDublín—cualgabinete fantasmagórico—que,por atracción simpática, sehabía amalgamadocon el dormitorio al derribarse la pared. Por la noche, esta «recámara» —comonuestra«criada»gustabade llamar—adquiríaamisojosuncarácterespecialmentesiniestro y fantasmagórico. La vela distante y solitaria de Tom relucía en vano enmediodesuoscuridad,omnipresentee impenetrable.Peroestonoeramásqueunaparte. Toda aquella estancia en su conjunto me resultaba a mí, no encuentro otrapalabramejor,sencillamenterepelente.Sindudahabíaensusproporcionesyrasgosuna discordia latente, cierta relación misteriosa e indescifrable que atentabavagamente contra la esenciamás íntimade loque se suele entenderpor cómodoy

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confortableyofrecía indefiniblessospechasyaprensionesa la imaginación.Enfin,que, comodije antes, pornadadelmundohabría aceptadoyopasar allí unanochesolo.

Yo nunca había intentado ocultar al pobre Tom mis propensiones a lasuperstición;éste—aunquesinafectaciónalguna—solíareírsedeaquellos terroresmíos.Sinembargo,elescépticoibaarecibirprontounterriblecorrectivo,comolesvoyarelataracontinuación.

Llevábamos poco tiempo viviendo allí, cada cual en su dormitorio respectivo,cuandoyoempecéanotarquepasabamalasnochesydormíamal.Estomeinquietótantomásporcuantoqueyomepreciabade tenerun sueñoprofundísimoyde serpoco propenso a las pesadillas. Sin embargo, ahora todo era distinto: en vez dedisfrutardemidescansohabitual,mepegabatodaslasnochesunabuena«panzadadehorrores». Después de un primer plato de sueños desagradables y pavorosos, misinquietudesadoptabanuna formadefinida,y lamismavisiónmevisitabaalmenos(enpromedio)cadadosdíasalasemana.Aquelsueño,pesadillaoilusióninfernal—llámenlo como gusten— del que yo era un triste juguete, se desarrollaba de lasiguienteguisa:

Veía,ocreíaver,conespantosaclaridad,sibienreinabaunaprofundaoscuridad,cadaobjetoypequeñodetalledeldormitorio.Esto,comobiensaben,esinherentealapesadilla corriente. Pues bien, mientras me encontraba en aquella situación«clarividente»—teatroiluminadoenelqueseibaamostrarelconsabidocuadrodehorror— que tornaba mis noches insoportables, mi atención se fijabainvariablemente, sin saber por qué, en las ventanas que había frente ami cama, yentoncesunasensacióndepavorosaanticipaciónseapoderabademídemaneralentaperoimplacable.Meparecíacomosialgohorripilanteperoindefinidomeestuvieraacechandoenalgúnlugardesconocidoconvistasamitormentopersonal;y,trasunintervaloque siempreparecía tener lamismaduración, un cuadro salía volandoderepentehastalaventana,dondepermanecíafijo,comoporunaatraccióneléctrica,loque signaba el comienzo demi sesión de horror, que se alargaba a veces durantevariashoras.Aquelcuadro,quetanmisteriosamentesesuperponíaaloscristalesdelaventana, contenía el retratodeunhombreviejovestidoconunabatade sedadeflores carmesí, cuyos pliegues podría describir ahoramismo y cuyo semblante erauna extrañamezcla de inteligencia, sensualidad y poder, al tiempo que presagiabacosas siniestras.Tenía la nariz corva, como el pico de un buitre; sus grandes ojos,grises y prominentes, parecían brillar con una crueldad y frialdad del otromundo.Estos rasgos estaban rematados por un gorro de terciopelo carmesí, por el queasomabaunpelocanopor los años,mientrasque las cejas conservaban sunegruraoriginal.Recuerdoperfectamente—cómono—cadaarruga,tonoysombradeaquelrostro,quemantenía lamiradaclavadaenmímientraselmíose ladevolvíacon lainexplicablefascinacióndelapesadilla;yasídurantehorasyhoras.Finalmente…

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Trashabersepavoneado,elgallodesaparecía

Y,cómoél,eldemonioquemehabíamantenidoesclavizadodurantelaespantosavigilianocturna;así,conlosnerviosdestrozados,melevantabaparainiciarlanuevajornada.

Sin saber exactamente por qué, aunque sin duda por la intensísima angustia yhorror sobrenatural con que iba asociada aquella extraña fantasmagoría, sentía unaantipatía insuperable a describir a mi amigo y camarada aquellas mis turbacionesnocturnas. Casi siempre me limitaba a decirle que había tenido una pesadillaabominable, y, fieles al presuntomaterialismode lamedicina, nos confabulábamosparadispersarmishorrores,nomedianteunexorcismo,sinomedianteuntonificante.

Hayqueserjustosyreconocercontotalfranquezaqueelmalditoretratoempezóa espaciar sus visitas como consecuencia de aquel tonificante. Pero, ¿cómoexplicarlo?¿Eraaquella aparición—tan singular como terrorífica—puroengendrodemifantasíaydemipobreestómago?

Enunapalabra,¿eraalgo«subjetivo»(porutilizareltecnicismotanpopularizadoennuestrosdías)ynolaagresióneintrusiónpalpablesdeunagenteexterno?Esto,mis queridos amigos, como no podemos por menos de reconocer, no esnecesariamentecierto.Elespíritumaligno,que,bajolaformadeaquelretrato,teníaembrujadosmissentidos,podíahaberestadoigualdecercademí,yhabersidoigualdeenérgicoymalvadoaunqueyonolohubieravisto.¿Quésignificatodoelcódigomoral de la religión revelada sobre el cuidado debido a nuestros cuerpos, lasobriedad,latemplanza,etcétera?Nocabedudadequeexisteunaclararelaciónentrelomaterialyloinvisible;eltonosaludabledelsistemacorporalysuenergíaintactapueden,sinomeequivoco,protegernoscontrainflujosquedelocontrariotornaríanespantosa lavidacomotal.Elhipnotizadoryelelectrobiólogofallaránpor términomedioennuevedecadadiezpacientes;ylomismocabedecirdelespíritumaligno.Se requieren unas condiciones especiales del sistema corporal para la aparición deciertosfenómenosespirituales.Estaoperacióntieneéxitounasveces,yotrasno.Ynohaymásquehablar.

Después descubrí que mi compañero presuntamente escéptico pasaba tambiénmomentosdeturbación.Peroyonosabíaaúnnadadeesto.Unanocheenqueestabayodurmiendoprofundamente,cosaextraordinaria,medespertaronunospasosenelcorredor, seguidos de un ruido sordo producido por lo que resultó ser un grancandelabrodemetallanzadocontodasufuerzaporelpobreTomLudlowcontralabaranda y que fue dando tumbos hasta el segundo tramo de las escaleras; casisimultáneamente, Tom abrió la puerta de par en par y entró reculando en mihabitación,presadeunaextraordinariaagitación.

Yosaltédelacamaylocogídelbrazosintenerlamenorideadeloqueestabaocurriendo. Allí estábamos los dos con nuestros camisones delante de la puertaabierta,mirandoatravésdelvetustobarandalhacialaventanadelpasillo,pordonde

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penetrabalaluztenuedeunalunanublada.—¿Quéocurre,Tom?¿Quétehapasado?¿Quédiantretehapasado,Tom?—le

preguntésacudiéndoloconnerviosaimpaciencia.Élrespiróprimeroyluegomecontestóconunasfrasesnomuycoherentes:—No pasa nada, nada. ¿He dicho algo? ¿Qué he dicho? ¿Dónde está la vela,

Richard?Estáoscuro…Yotenía…unavela.—Sí,estábastanteoscuro—dije—,pero¿quéocurre?¿Quéesloquehapasado

exactamente? ¿Por qué nome lo dices, Tom? ¿Estás en tus cabales?Venga, Tom,dimequéteocurre.

—¿Quequémeocurre?Oh,nada,yahapasado.Hedebidodesoñaralgo…Unsimplesueño,¿nocrees?Nohapodidoserotracosaqueunsimplesueño.

—Porsupuestoquehasidounsimplesueño—dijeyo,sintiéndomeinusualmentenervioso.

—Creí—dijo—quehabíaunhombreenmihabitacióny…ysaltéde lacama,y…y¿dóndeestálavela?

—Entuhabitación,lomásseguro—dije—;¿quieresquevayaporella?—No, quédate aquí; no vayas. No importa. No, te lo repito: todo ha sido un

simplesueño.Cierralapuertaconcerrojo,Dick;mevoyaquedaraquícontigo.Estoyun poco nervioso. Sé buen chico, Dick, enciende tu vela y abre la ventana. Meencuentroenun«estadodeshock».

Hice lo que me pedía mientras él, envolviéndose con una de mis mantas, sesentabaenelbordedemicama.

Todo el mundo sabe lo contagioso que es el miedo de cualquier tipo, peroninguno se puede comparar con el que se había apoderado del pobre Tom aquellanoche.Yonoqueríaquemecontara—nicreoqueaéllehubieraapetecidohacerloen aquel momento— los detalles de la espantosa visión que lo había dejado tanabatido.

—Tom, no me hables de nada relacionado con tu absurdo sueño —le dijeafectandodesdén,peroenelfondomuertodemiedo—.Hablemosdecualquierotrotema; pero hay una cosa obvia: que este horrible caserón nos repatea a los dos, yque…¡quemecuelguen simequedoaquímás tiempo,paravermeasaltadopor laindigestión y… por nochesmalísimas! Así que… lomejor que podemos hacer esbuscarotroalojamientocuantoantes,¿noteparece?

Tomasintióy,trasunapausa,dijo:—Oye, Richard, he pensado que, como hace mucho tiempo que no veo a mi

padre, voy a ir a verlomañana y volveré dentro de un par de días.Entre tanto, túpuedesencargartedebuscarhabitacionesparalosdos.

Yohabíacreídoqueaquella resolución, frutoevidentede lavisiónque tanto lehabíaperturbado,sedesvaneceríaalamañanasiguientejuntoconlosdemásvaporesy sombras de la noche. Perome equivoqué. Tom partió temprano al pueblo de supadre tras acordar que, tan pronto como yo encontrara alojamiento apropiado, le

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escribiríaurgentementeparaquedieraporterminadasuvisitaatíoLudlow.Ahorabien,conlosnerviospropiosdelcambiodecasa,ocurrióque,debidoauna

seriedepequeñosaplazamientosycircunstancias,transcurriócasiunasemanaenteraantesdefirmarseelcontratodearrendamientoyescribiryoatodaprisaaTomparaque regresara cuanto antes; entre tanto, le ocurrieron un par de aventurasinsignificantes a vuestro humilde servidor, que, por absurdas que puedan parecerahora difuminadas por el paso del tiempo, sirvieron entonces para estimularconsiderablementemiapetitodecambio.

Recuerdobienlanoche,undíaodostraslapartidademicompañero,enquemeencontraba sentado junto al fuego de mi dormitorio, con la puerta bien cerrada ytodoslosingredientesdeunponchedewhiskysobrelamesitadenoche—dediseñobastanteirregular—,pues,paramantenercompletamentearayaalos

Espíritusnegrosyblancos,espíritusazulesygrisesquemeacechaban,habíadecididoconservarelánimoabasedebuenoslingotazosdelicor—prácticaésta recomendadapor la sabiduríademisantepasados—.Puesbien, habíadejado a un lado mi volumen de anatomía, y estaba regalándome con untonificanteprevioalponcheyalacama,dondemeesperabanmediadocenadepáginasdelSpectator,cuandooípasosenel tramodeescalerasentreeldesványelpisodemidormitorio.Eranlasdosdelamadrugadaylascallesestabanmássilenciosasqueuncementerio;losruidosdelacasaeran,pues,perfectamente audibles. Eran unos pasos lentos y pesados, con lacontundenciaylaparsimoniapropiasdeunadulto,bajandoporlasusodichaescalera; y estaba claro que aquellos pies iban completamente descalzos,produciendounruidoalavezsecoyfofo,muydesagradablealoído.

Yosabíaperfectamentequelacriadasehabíamarchadoasucasahacíabastantetiempo y que nadie más que yo tenía motivos legítimos para andar por la casa aaquellashoras.Tambiéneraobvioque lapersonaquebajaba lasescalerasno teníaningunaintencióndepasarinadvertida,sinoque,antesalcontrario,parecíadecididaahacerelmayor ruidoposibleyaavanzarcon totalparsimonia.Cuando lospasosalcanzaron el rellano demi piso, parecieron detenerse; yo esperaba quemi puertafuera a abrirse en cualquier momento para dar paso al modelo u original de midetestadoretrato.Sinembargo,unossegundosdespuéssentíungranalivioalpercibirque los pasos reanudaban su descenso en dirección de los salones de la plantainferior,yluego,trasotrapausa,hastalaplantabajayelvestíbulo,desdedondenomellegóyaningúnruido.

Ahoraquehabíacesadoel ruido,miestadoanímicoeraunacalderaapuntodeestallar.Agucéeloído,peronooímoverseniunamosca.Armadodevalor,decidíprobarfortuna:abrílapuertaygritéestentóreamenteporencimadelabaranda:

—¿Quiénandaahí?

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La única respuesta que obtuve fue el eco demi propia voz retumbando por laviejamansión.No aprecié ningún nuevomovimiento; nada, en suma, que aportaraalguna explicación al nerviosismo que me roía. Todo el mundo conviene en lodesagradablequeresultaelsonidodelapropiavozensemejantescircunstancias,esdecir,oídaenmediode lamáscompletasoledad.Aquello redoblómisensacióndeincomunicación.Miaprensiónaumentóigualmentealnotarquelapuerta,queestabaseguro de haber dejado abierta, se había cerrado detrás de mí; presa de una vagaalarma, y temeroso de que me hubieran cortado la retirada, retorné lo másrápidamente posible a mi habitación, donde permanecí en un estado de espantosobloqueomentalhastaquesehizodedía.

Lanochesiguientenoapreciéruidoalgunoporpartedemidescalzocoinquilino;perolanochesiguiente,estandoyaacostadoyenmediodelatotaloscuridad…,hacialamismahoraoíclaramenteamibuenamigobajardenuevodelasbuhardillas.

Esta vez había ingerido ya mi ponche y por tanto «la moral de la tropa» eraexcelente.Saltédelacama,cogíelatizadordelachimenea,dondeaúnresplandecíanalgunosrescoldos,ysalíalpasillo.Elsonidohabíacesadoenaquelmomento…,laoscuridadyel fríoerandescorazonadores,ycuálnoseríamihorrorcuandoveo,ocreover,delantedemíaunmonstruonegro,nosabríadecirsiconformadehombreo de oso, de espaldas a la pared, con dos inmensos ojos verdosos que brillabantenuemente.Puesbien,nolesocultaréqueelaparadorqueconteníanuestravajillasehallabajustoallí,aunqueenaquelmomentoyonomeacordabadeesacircunstancia.Asimismo debo manifestar con toda sinceridad que, teniendo en cuenta que miimaginación estaba muy excitada, nunca pude determinar después si había sidovíctimademipropiafantasía,puesaquellaaparición,trascambiarunaodosvecesdeforma,empezóaavanzarhaciamíconsuformaoriginal.Movidoinstintivamenteporelterrormásqueporelvalor,lelancéelatizadorcontodamifuerzaalacabeza,y,enmedio de un horrible estropicio de objetos rotos, volví a mi habitación y cerré lapuerta con doble vuelta de llave. Un minuto después, oí cómo los horribles piesdescalzosseguíanbajandolasescaleras,hastaquecesóelruidoalllegaralvestíbulo,comoenlaocasiónanterior.

Nosabríadecircontotalseguridadsilaaparicióndeaquellanochehabíasidounasimpleilusiónópticademifantasíajugandoconlososcuroscontornosdelaparadory,portanto,loshorripilantesojosdeaquelbichonohabíansidomásqueunpardetazasde té invertidas;encualquiercaso, tuve lasatisfaccióndeconstatarquehabíalanzadoelatizadorconadmirabletinoy,comosueledecirse,lashicematerialmenteañicos,comodabanfelosfragmentosdeljuegodetéqueseamontonabanenelsuelo.Tratéde tranquilizarmeante la evidenciadeaquellaspruebas,perono lo conseguí.Además, ¿cómo explicar el ruido de aquellos horribles pies descalzos, y de laspisadas regulares que aporreaban las escaleras en medio de la soledad de miembrujadamorada,yaaquellahoraenlaqueyonopodíarecurriraningunaayuda?No,nosepodíaexplicartanfácilmente.Todoaquelloteníaunapintarealmentefea.

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Yoteníalamoralporlossuelosyunterriblepavoraquellegaralanoche.Éstallegó,inquietantementeanunciadaporunostruenosdetormentayundiluvio

de lluvia deprimente. Las calles se vaciaron de gente antes de lo habitual, y haciamedianochenoseoíayamásqueeldesapaciblegolpeteodelasgotascontraelsuelo.

Me instalé lo más cómodamente posible y encendí dos velas en vez de una.Preferínoacostarmeymantenermealertaparaentrarencombate,velaenmano,encualquiermomento,puesestabadecididoavera todacostaaaquelengendro,siesqueeravisible,queturbabalapaznocturnademimansión.Estabamuynerviosoytraté en vano de enfrascarme en lo que estaba leyendo. Me puse a pasear por lahabitaciónsilbandotonadillasmarcialesyhumorísticasalternativamenteyaguzandoeloídodecuandoencuandoporsioíaeltemidoruido.Mesentéymequedémirandola etiqueta cuadrada de la botella negra, de aspecto solemne y antañón, hasta que«FLANAGAN&CO’SBESTOLDMALTWHISKY»devinoenunasuertedeacompañamientoatenuadodetodaslasfantásticasyhorriblesespeculacionesaquesehabíaentregadomicerebro.

Elsilencio,entretanto,sehabíavueltomássilenciosoylaoscuridadmásoscuratodavía.Mehabríagustadooíreltraqueteodealgúnvehículooelaburridovoceríodealgunatrifulcalejana.Noseoíamásqueelululardelviento,cadavezmásfuerte,quehabía sucedido a la tormenta, la cual se había alejado definitivamente allende lasmontañasdeDublín.Enmediodeaquellagranciudad,empecéasentirmesoloconlanaturaleza, y sepa Dios con qué otra cosa también. Mi presencia de ánimo ibadisminuyendo por minutos. Sin embargo, el ponche, que embrutece a tanta gente,volvióadarmesuficientecorajeyenterezaenelmomentoprecisoenqueempecéaoírlaspisadascontundentesyfofasbajandoparsimoniosamentelasescaleras.

Cogíunavelaconunsiesnoesdetemblorenlamano.Mientrasatravesabalaestanciaimproviséunaplegaria,perolainterrumpíenseguidaparaaveriguarsiseoíaalgo nuevo. Los pasos seguían su cadencia regular. Confieso que vacilé unossegundos junto a la puerta antes de encontrar el suficiente valor para abrirla. Elpasillo estaba completamente vacío; no se veía ningúnmonstruo en la escalera, y,como el detestado sonido había cesado, me sentí con la suficiente confianza paraaventurar unos pasos más hasta la baranda. Y ¡horror de los horrores! Un par depeldaños más abajo de donde yo estaba, los pasos misteriosos habían vuelto aretumbar,ymiojocaptoalgoquesemovía.Eradel tamañodelpiedeGoliat,gris,pesadoysebamboleabacomounpesomuertodeunpeldañoaotro.Quememuerasinoeralaratamásmonstruosaquejamáshabíavistooimaginado.

Shakespeare dice: «Hay algunos hombres que no soportanmirar a un cerdo, yotros que enloquecen si ven un gato». Yo estuve a punto de perder el juicio alcontemplaraquellarata,pues,ríansedemísiquieren,meestabamirandofijamenteconunaexpresióndemaliciaperfectamentehumana,y,mientrasseguíaarrastrándoseymirándomealacaracasiporentremispies,vi,podríajurarlo,lamiradainfernalyelsemblantemalditodemiviejoamigodelretratotransfundidosenlacaradeaquel

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bichoabotargado.Volvícomounrayoamihabitaciónconunasensacióndeascoyhorrordifícilde

describirycerréacalycantolapuertacomosihubieraunleónalotrolado.¡Malditoretratoymalditooriginal!Estabacompletamenteconvencidodequeaquellarata—sí, una auténtica rata— que acababa de ver era el temido ser maligno quevagabundeabadisfrazadoporlacasaenunaespeciedeaquelarrenocturno.

La mañana siguiente la pasé arrastrándome penosamente por las callesembarradasdelaciudad;gestionévariosasuntos,elmásimportantedeloscualesfuela nota urgente que le mandé a Tom pidiéndole que viniera. Curiosamente, a mivueltaencontréunanotadeéstemismocomunicándomesuintenciónderegresaraldía siguiente.Aquella noticiame alegró por doblemotivo, pues, por una parte, yahabíaconseguidoencontrarnuevoalojamientoy,porlaotra,suregresomeresultabaparticularmente grato tras la aventura de la noche anterior, mitad ridícula ymitadhorripilante.

Aquellanochedormícon lopuestoenmisnuevos laresdeDigges’Streetya lamañana siguiente volví a desayunar a la mansión de los fantasmas, pues estabasegurodequeTomiríaallídirectamentealllegar.

Ynomeequivoqué.Allíestaba.Yprácticamentelaprimerapreguntaquemehizofuesobreelmotivoprincipalquenoshabíaempujadoacambiarderesidencia.

—GraciasaDios—exclamóconauténticoalivioaloírquetodoestabaarreglado—.Mealegroporti;y,encuantoamí,teaseguroquebajoningúnconceptovolveríajamásapasarunanocheenestehorrendocaserón.

—¡Aldiabloestelugar!—exclaméamivezconunamezclademiedoyodio—.Desdequenosinstalamosaquínohemospasadoniunasolahoraagusto.

Yasíseguimosplaticando,yyoaprovechéparacontarlemiaventuraconaquellaviejaratahinchada.

—Bueno, sieso fuera todo…—dijomiprimocomorestando importanciaamirelato—.Nocreoqueamímehubieraasustadodemasiado.

—Ya, pero aquellos ojos, aquella cara, mi querido Tom —insistí—. Si loshubierasvisto,habríasreconocidoqueeracualquiercosamenosloqueparecíaser.

—Meinclinoapensarque,entucaso,elmejorexorcistahabríasidoungatoenplenaformafísica—dijoconunarisitaprovocadora.

—Bueno,oigamosentoncestuaventura—dijeconciertaacrimonia.Ante aquel desafío, élmiro primero a su alrededor con inquietud. Sin duda le

habíarefrescadounrecuerdosumamentedesagradable.—Bueno, si te empeñas, Dick, te la contaré —dijo—. No obstante, sepa su

señoría que no me hace mucha gracia contarla precisamente aquí, si bien he dereconocer que formamos un contingente demasiado aguerrido para que a losfantasmasselesocurrahaceralgunadelassuyas.

Aunque dijo aquello en tono de broma, creo que su razonamiento no estabadesprovistodeciertofundamento.NuestraHebesehallabaenaquelmomentoenun

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rincónde lahabitación recogiendoenuncesto lospedazosdenuestravajilla.Peroenseguida suspendió su tareay se puso a escuchar el relato con la bocay los ojosabiertos (éstos como platos). Trataré de reproducir el relato a poder ser con susmismaspalabras.

—Lovi tresveces,Dick, tresvecesdistintas,yestoycompletamente segurodequequeríahacermeundañomortal.Paséuntragomalísimo,pueslonormalesquemehubieravueltolocosinologroescaparrápidamente.PerograciasaDiosquelogréescapar.

»La primera vez estaba acostado en esa cama grandota tratando de dormir. Laverdadesquemehacepocagraciarecordaraquello.Estabacompletamentedespierto,aunqueyahabíaapagadolavela;estabataninmóvilcomosiyamehubieradormido,y,aunqueunpocoinquietoenelfondo,mispensamientosdiscurríanporderroterosalegresyagradables.

»Debíandeserporlomenoslasdosdelamadrugadacuandocreíoírunruidoenese…eneseodiosorecovecodelextremodelaalcoba.Eracomosialguienvinieraarrastrando lentamente un trozo de cuerda, la levantara y luego la volviera a dejarcaer suavemente en el suelo.Me incorporé un par de veces en la cama, pero sinconseguirvernada,por loquededujequedebíadeseralgúnratóntrajinandoenelrevestimiento de madera de la pared. Mi curiosidad fue disminuyendo y, unosminutosdespués,dejédeobservar.

»Mientrasmeencontrabaenesteestado,sin,porextrañoqueparezca,sospecharen un principio nada sobrenatural, vi de repente a un hombre viejo, bastantecorpulento, con una especie de bata roano roja y un gorro negro, atravesando mihabitación tiesoypremiosoensentidodiagonal;habíasalidode la recámaray, traspasarjuntoalospiesdemicama,penetróenelcuartodelaizquierda.Llevabaalgobajoelbrazo.Teníalacabezaligeramenteinclinadaaunlado,y,¡Diosbendito,quérostroelsuyo!

Tomsedetuvouninstanteantesdeproseguir:—Aquelespantosorostro,quenuncapodréolvidarenelrestodemivida,lodecía

todo.Sinvolverseaderechaniizquierda,pasóamiladoypenetróenelarmarioquehayjuntoalacabeceradelacama.

»Mientraspasabaamiladoaquellaespantosae indescriptibleencarnacióndelamuerte y la culpa, me sentí incapaz de articular palabra o moverme, como si yomismohubiera devenido en otro cadáver.Cuatro horas después de aquello aúnmesentíademasiadoaterrorizadoydébilparamoverme.Encuantoamaneció,mearmédevaloryexaminédetenidamentelahabitación,yenespecialeltrayectoquehabíaseguidoaquelespantosointruso;peroéstenohabíadejadoningunahuellaasupaso,yyotampocoapreciédesordenalgunoentrelosobjetosdelarmario.

»Aquella constatación me aportó una pizca de consuelo y tranquilidad. Comoestabaagotado,mesobrevinofinalmenteunsueñoprofundoperoagitado.Bajétarde.Comomeacordabadetussueñosconelretrato,cuyooriginalestoyahorasegurode

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que era el que yo había visto, no quise hablarte de aquella visión infernal para noamedrentartemásaún.Yoestabatratandodeconvencermeamímismodequetodoaquelloeraunamerailusiónynoqueríarevivir laespantosaimpresióndelanocheanterior, ni tampoco atentar contra mi declarado escepticismo al contarte aquellaexperienciapreternatural.

»Teaseguroquemehizofaltamuchovalorparavolver lanochesiguienteamidormitorio embrujado y acostarme en aquella misma cama. Lo hice, no me davergüenza reconocer, con unos temblores rayanos en el puro pánico. Sin embargo,aquellanochetranscurrióbastantetranquila,aligualquelasiguiente;ylomismodosotressubsiguientes.Así,recuperélaautoconfianzayempecéaimaginarquecreíaenla teoría de las ilusiones espectrales que en un principio había tratado en vano deimponeramisconvicciones.

»Aquellaaparición,razoné,habíasidocompletamenteanómala.Elespectrohabíaatravesadolahabitaciónsinreconocermipresencia.Yonolohabíamolestado,yélnoparecíatenernadaqueverconmigo.Pero,entonces,¿paraquécruzarlahabitacióncon apariencia visible? Además, ¿cómo diantre lo había visto yo? Era una nochecerrada; ni mi vela ni el fuego estaban encendidos y, sin embargo, lo había vistoperfectamente,concoloresycontornos,comonuncahabíavistounaformahumana.Bueno,unsueñocatalépticopodíaexplicarlo todo;ymeconvencí,pues,dequenohabíasidomásqueunsueño.

»Uno de los fenómenos más notables relacionados con la práctica de lamendacidadeselgrannúmerodementirasdeliberadasquenoscontamosanosotrosmismos, que somos, precisa y curiosamente, las personas a las que menosprobabilidadestenemosdeengañar.Contodoaquello,huelgarecordártelo,Dick,yoestabasimplementemintiéndomeamímismo,amíqueenelfondonomecreíaniunapalabradeaquelmalditoembolado.Sinembargo,yoseguíaerrequeerre,comouncharlatándeferia,ounimpostor,queconsiguequelagenteloacabecreyendodetanto oírlo; yo esperaba hacer proselitismo conmigo mismo y convertirme en unperfectoescépticorespectoaltemadelfantasma.

»Éste no se me había vuelto a aparecer, lo cual era un verdadero consuelo.Además,¿quéleimportabayoaaquelenteconaquellaindumentariayaquelaspectotan extraños? ¡Un ardite! Pues amíme importaba también otro soberano comino.Así,memetíenlacama,apaguélavelay,animadoporunaalgaradaentreborrachosenlacalledeatrás,medormírápidamente.

»Perodeaquelsueñoprofundomedespertésobresaltado.Sabíaquehabíatenidouna pesadilla horrible, pero no acertaba a recordar en qué había consistido. Micorazón latía desbocadamente; sentía unos sudores demuerte.Me incorporé en lacama y miré alrededor. El claro de luna penetraba a raudales por la ventana sincortinas;todoestabacomolohabíavistolaúltimavez,y,aunque,desgraciadamenteparamí,latrifulcadomésticadelcallejónsehabíaamortiguadountanto,aúnoíaelcanto de un trasnochador achispado de vuelta a casa; estaba cantando la popular

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tonadilla cómica “Murphy Delany”. Ligeramente reconfortado por oír una vozhumana, volví a acostarme mirando hacia la chimenea; cerré los ojos y traté deconcentrarme en la letra de la canción, que pormomentos se iba perdiendo en lalejanía:

Era Murphy Delany, alegre y retozón, Entró en una taberna a ponersemorado;Salióhaciendoeseshartodewhisky,Más frescoqueuna lechuga,másciegoqueuntopo.

»Elcantante,cuyacondiciónetílicameatrevoadecirqueseasemejababastantealadesuhéroe, sealejódemasiadoparaqueyopudieraseguirdeleitándomeconsubuenhumor,y,conformesumúsicaseibaapagando,caíenunestadodesomnolenciaque no era ni profunda ni reconfortante. La letra de aquella canción se me habíapegadoyyoseguíarepasandolasaventurasdelaquelpaisanorespetable,que,alsalirdelataberna,sehabíacaídoaunrío,delqueerapescadoparaserllevadoapresenciadeljuezdeprimerainstancia,elcual,trasenterarseporelveterinarioqueestaba“másmuertoquemuerto”,emitiósufalloatenordedichodiagnósticoenelmomentoenque el interfecto recobraba el conocimiento; un airado altercado seguido de unabatalla campal entre el cadáver y el juezponía fin a la historia enmediodel buenhumorydeljúbilogeneral.

»Yoseguírecitandoconcansinamonotoníaaquellabaladahastaelúltimoverso,yluegodacapo,yasísucesivamente,alolargodemidesagradableduermevela,nosabría decir durante cuánto tiempo. Sin embargo, al final me encontré musitando“másmuerto quemuerto” al tiempo que otra especie de voz dentro demí parecíadecir,lentaperoclaramente:“¡muerto,muerto,muerto!,¡yqueelSeñorseapiadedetualma!”,yalpuntomedespabiléporcompletoymiréfijamentedelantedemísindespegarlacabezadelaalmohada.

»Yentonces,¿querráscreerme,Dick?,viotravezaquelmalditoespectrodelantedemímirándomeconsusemblantepétreoydiabólicoamenosdedosmetrosdemicama.

Tom se detuvo aquí y se enjugó el sudor de su rostro. Yome sentía un poconervioso. La muchacha estaba tan pálida como Tom, y, estando reunidos comoestábamos en elmismísimo escenario de la narración, los tres nos alegrábamos dequefueradedíayseoyeranenlacallelosruidosdeltrajíncotidiano.

—Sólo loviclaramenteunos tres segundos—prosiguiósu relato—,y luegosefuedifuminando;perodurantemuchotiempodespuésquedócomounacolumnadevaporoscuroenelpuntodondesehabíaaparecido,entrelaparedyyo;yestoysegurode que aún seguía allí. Después de un buen rato, aquel vapor también se esfumó.Entonces cogí mi ropa y bajé al vestíbulo, donde me vestí, con la puerta medio

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abierta,yluegosalíalacalleypaséelrestodelanochepaseandoporlaciudad,ynoregresé hasta el amanecer, en un lamentable estado de nerviosismo y agotamiento.Fui tan tonto, Dick, que nome atreví, por vergüenza, a contarte lo queme habíapasado.Creíaqueteibasareírdemí,ymáscuandoyotehabíahabladosiempreconciertoretintínfilosóficoyhabíaridiculizadotushistoriasdefantasmas.Estaba,pues,convencidodequetereiríasdemíamandíbulabatiente,ymeguardéparamíaquellaespantosaexperiencia.

»Pues bien, Dick, tal vez no me creas si te digo que durante muchas nochesdespuésdeaquellonovolvíaponerelpieenmidormitorio.Mequedabaunratoenelsalóncuandotúteibasaacostar,yluegomedirigíasigilosamentealapuertadelacallerumboalataberna“RobinHood”,dondemequedabahastaqueseibaelúltimocliente.Elrestodelanochelopasabadeambulando,comounsereno,porlascallesdelaciudad.

»Pasémásdeunasemanasindormirenunacama.Avecesechabaunacabezadaenunbancode“RobinHood”o,duranteeldía,sentadoenunasilla;pero,durantetodoaqueltiempo,loquesedicedormirnodormíniunsolodía.

»Estabacompletamentedecididoaquenosmudáramosdecasa,peronoacababadedecidirmeacontarte la razón,yasímividadurante todoaquelperíodofuemásmiserable que la de un delincuente que tiene a los alguaciles a sus talones.Aquelmalditomododevidameestabacomiendolasalud.

»Unatardedecidídisfrutardeunahoradesueñoentucama.Yoodiabalamía,hasta el punto de que nunca, salvo los dos o tres minutos que la visitabasigilosamentecadadíaparadeshacerla,paraqueMarthanodescubrieraelsecretodemisausenciasnocturnas,nunca,digo,volvíaentrarenaquelnefastodormitorio.

»Eldestinoquisoquetuhabitaciónestuvieracerradayquetehubierasllevadolallave.Fuialamíaadeshacerlacama,comodecostumbre,paradarleelaspectodehaberdormidoenella.Peroheaquíqueunavariedaddecircunstanciasconcurrierona producir la espantosa escena que iba yo a vivir aquella noche. En primer lugar,estabaliteralmenteagotadodecansancioynodeseabamásquedormir;ensegundolugar,elefectodeaquelagotamientosobremisnerviosseparecíaaldeunnarcóticoymehacíamenossensiblealhorrorquetanhabitualsehabíavueltoparamí.Además,la ventana estaba abierta y un agradable frescor invadía la habitación, y, comocolofón,elalegresoldeldíatornabamuyagradablelaestanciaenlahabitación.¿Quémepodía impedir disfrutar allí de un sueñecito de una hora?La atmósfera parecíabullir conel alegrecanturreode lavida,y la luzmeridianaqueentrabade lacallellenabatodoslosrinconesdelahabitación.

»Cedí,acallandomistemores,aaquellacasiirresistibletentacióny,trasquitarmeelgabányaflojarmelacorbata,metumbéadisfrutardeunsueñodesolamentemediahoraen…¡atención:nadamenosqueunacamadeplumas,concobertoryalmohadaincluidos!

»Fuerealmenteespantoso;nocabedudadequeeldemoniohabíaparticipadoen

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misneciospreparativos.Con lamenteyelcuerpoagotados trasunasemanaenterasin dormir, yo había imaginado, idiota demí, que era posible echar solamente unsueñecitodemediahoraenlacama.Estuvedurmiendovariashorasdeuntiróncomounauténticobendito.

»Sinningún sobresaltoni sensaciónespecialdemiedo,medesperté suaveperocompletamente.Eran,comosindudarecordarás,bastantemásdelasdoce,alrededordelasdos,creo.Cuandoelsueñohasidoprofundoysuficientementelargoparaquelanaturalezasequedecompletamentesatisfecha,amenudosedespiertaunodeestamanerarepentina,tranquilaytotal.

»Habíaunafigurasentadaenelviejoygransofá,juntoalachimenea.Meestabadando prácticamente la espalda, pero no podía equivocarme. Se volvió despacio y¡qué veo! Allí estaba el rostro pétreo, marcado por la malicia y la desesperación,mirándomeconunrictusdesarcasmo.Ahoranomecabíalamenordudadequeeraconscientedemipresencia,ydequeestabaanimadoporuninfernalpropósito,puesse levantóyseacercóamicama.Llevabaalrededordelcuellounasoga,cuyaotrapunta,adujada,sosteníafirmementeenlamano.

»Miángelbuenodebiódeasistirmeenaquel espantoso trance.Permanecíunossegundos traspasado por la mirada de aquel horrendo fantasma. Se acercó, comodigo,amicamaconlaintención,mepareció,desubirseaella.Comounaexhalaciónmelancéalsueloporelladoopuestoy,unsegundodespués,sinsabercómo,habíaconseguidoalcanzarelpasillo.

»Peroelhechizonosehabíadeshechotodavía:elvalledelasombradelamuerteno se había franqueado todavía. El abominable espectro seguía delante de mí,esperándome junto a la baranda; con un extremo de la cuerda enrollado al cuello,estaba haciendo parsimoniosamente un lazo en el otro, como para enrollarlo en elmío;y,mientrasseocupabadeaquellamacabrapantomima,suslabiosesbozabanunasonrisatansensual, tanindescriptiblementeespantosa,quecreíquemeibaavolverloco.Novinirecuerdonadamáshastaquemeencontréentuhabitación.

»Tuvemuchísimasuertedehaberconseguidoescapar,Dick;esonomelopuederebatirnadie.Teaseguroque,mientrasviva,daréconstantementegraciasalAltísimopor ello. Nadie sabe realmente lo que significa enfrentarse a semejante presencia;nadiesalvoquienhayavividotanespantosaexperiencia.Dick,Dick,unasombrahapasadoporencimademí,unescalofríohaatravesadomisangreymimédulaynuncavolveréaserelmismo.¡Nunca,Dick!¡Nunca!

Nuestracriada,unamujerdecincuentaydosaños,comoyahedicho,habíaidodejando de trabajar conforme avanzaba el relato de Tom, y poco a poco se fueacercandoanosotros,conlabocaabiertaylascejascontraídassobresuspequeñosybrillantes ojos negros, hasta que, sin dejar en ningún momento de mirar de reojohacia atrás, se sentó detrás de nosotros, a poca distancia. Durante el relato habíahecho varios comentarios graves en voz baja; pero éstos, y otras curiosasexclamacionessuyas,lasomitoaquípormordelabrevedad.

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—Yohabíaoídohablardeestomuchasveces—dijodepronto—.Peronuncamelohabíacreídohastaahora.Aunque,¿porquénolohabíacreído?¿Esquemimadre,queviveahíenlacalledeatrás,comobiensaben,noconocehistoriastanrarasque,laVirgenmebendiga,casinohayquienlascuente?Peroustedesnodeberíanhaberdormido en el dormitorio interior. Ella nuncame dejó entrar en esa habitación, nisiquiera de día; conque figúrense pasar la noche allí. Porque, como ella dice, ahíhabíadormidoél.

—¿Queahíhabíadormidoél?¿Quién?—preguntéyoarenglónseguido.—¿Cómoquequién?Pueselviejojuez,eljuezHorrock,quiénibaasersino…

QueDiosconcedadescansoasualma.Ymiróasustadaportodalahabitación.—Amén—musitéyo—.¿Esquemurióahí?—¿Quesimurióahí?No,noexactamenteahí—dijoella—.¿Asíquenosaben

queelviejopecador,queDiosseapiadedetodosnosotros,seahorcócolgándosedelabaranda?¿Yquefueenlarecámaradondeencontraronlosmangosdelacuerdadesaltar a la comba y el cuchillo con el que estuvo aprestando, que la Virgen nosbendiga,lacuerdaconlaqueseahorcó?Lacuerdaeradelahijadelamadellaves,me dijo muchas veces mi madre, y la niña ya no vivió un solo minuto tranquiladespuésdeaquello:sedespertabasobresaltadaamitaddelanocheyseponíaagritarporlaspesadillas,ydecíanqueeraelespíritudelviejojuezelquelaatormentaba,yella se ponía a aullar comouna loca para queno se le acercara el viejo del cuelloretorcido,yluegogritaba:«¡Ay,quevieneelamo!¡Elamo!¡Meestáhaciendoseñas!¡Madremíaquerida,nodejesquemelleve!».Ylapobrecriaturaacabómuriéndose,y losmédicos dijeron que había sido por agua en el cerebro, eso fue lo único quepudierondecir.

—¿Cuántotiempohacedeeso?—preguntéyo.—¿Qué?¡Cómovoyasaberloyo!—contestó—.Perosíséquehacemuchísimo

tiempo, pues el ama de llaves era ya vieja, con una pipa en la boca y sin ningúndiente, y tendría unos ochenta años cuando se casómimadre por primera vez. Ydecíanqueeraunamocetonabienguapaybienvestidacuandoelviejojuezpusofinasuvida;yamimadrelefaltayapocoparacumplirlosochenta;ylopeorquehizoelviejomalvado,quesualmadescanseenpaz,fueasustaralapequeñahastahacerlamorircomohizo.Esloquedecíatodoelmundo.Mimadredicequelapobrecriaturaerahijadelahorcado,loquenotienenadadeextrañar,pueseraunviejodesalmadoportodosloscostadosyeljuezmáscruelquehapisadojamássueloirlandés.

—Porloquehadichousteddelpeligrodedormirenesedormitorio—dijeyo—,supongo que habrá por ahí historias de que el fantasma se ha aparecido a otraspersonas.

—Bueno,historiassecuentanbastantes,ymuyraras,vayaquesí—contestóconciertarenuencia,meparecióamí—.¿Yporquénoibanacontarsehistorias?¿Nofueenesamismahabitacióndondedurmiódurantemásdeveinteaños?¿Ynofueenlarecámara donde encontró la cuerda que acabó con su vida por fin, como él había

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hechoconmuchoshombresmejoresqueélalolargodesuvida?¿Ynopusieronsucadáver en esamisma cama después demorir, y de ahí lometieron en el ataúd, yluegoenlatumbadelcamposantodeSanPedro,despuésdequeeljuezdeprimerainstanciaacabaralasdiligencias?Sí,secontabaunahistoriamuyrara,mimadrelasconocetodas,deuntalNicholasSpaightquelopasótambiénmuymalporesto.

—¿QuépasóconeseNicholasSpaight?—preguntéyo.—Bueno,enrealidadnohaymuchoquecontar—dijo.Ynoscontóunahistoriamuyextraña,quepicótantomicuriosidadqueaproveché

laoportunidadparavisitarasuancianamadre,quemecontócosasmuycuriosas.Enfin,megustaríacontarahoraestascosas,peromisdedosestányacansadosylodejoparaotraocasión.Perosideseanescucharlaenotraocasión,se lacontaré lomejorquepueda.

Al oír aquella extraña historia que no les he contado, le hicimos un par depreguntasmássobrelassupuestasvisitasespectralesdequehabíasidoobjetolacasadesdelamuertedelviejoymalvadojuez.

—Anadielehaidobienaquí—dijo—.Siemprehahabidoaccidentesymuertesrepentinas,ynadiehaparadoaquímucho tiempo.Laprimeravezquesealquiló lacasa fue a una familia, no recuerdo el nombre, pero en cualquier caso había dosmuchachas y el padre. Él tenía unos sesenta años, y era un fornido y saludablecaballeroparalosañosquetenía.Enfin,queéldormíaenesamalditaalcobainteriory, ¡que Dios nos pille confesados!, lo encontraronmuerto unamañana conmediocuerpofueradelacama,conlacabezamásnegraqueelazabache,ehinchadacomounamorcilla, casi tocando el suelo.Había sidoun ataque, dijeron.Comoél estabamásmuertoquemuerto,nopudodecirloquelehabíapasado;perolosmásancianosestabansegurosdequehabíasidoobradelviejo juez, ¡que laVirgennosbendiga!,quelehabíadadounsustodemuerte.

»Algúntiempodespuésocupólacasaunasolteronarica.Noséenquéhabitacióndormía, pero sí que vivía sola. Pues resulta que unamañana, al acudir los criadostempranoa lacasa, laencontraronsentadaen lasescalerasdelcorredor, tiritandoyhablando sola, completamente desquiciada; y desde entonces nadie, ni siquiera susmejoresamigos,pudieronsacarleunasolapalabraquenofuera:“Nomepidáisqueme vaya, pues le he prometido esperarlo”. Nunca consiguieron sacarle a quién serefería;pero,porsupuesto,losqueconocíanlahistoriadeestaviejacasasabíanmuybienquéeraloquelehabíapasado.

»Mástarde,cuandolacasasealquilóporhabitaciones,fueMickyByrneelqueocupólamismahabitación,consumujerytreshijospequeños;yyomismaoícontaraMrs.Byrneque losniños seponíandepie en la camapor lanoche, sinqueellasupieradecircómoniporqué;yqueseasustabanyseponíanagritaracadahora,lomismitoquelahijapequeñadelamadellavesquehabíamuerto,hastaque,alfinal,unanocheelpobreMickycogióunaborrachera,comosolíahacerdevezencuando;y ¿me creen si les digo que en medio de la noche le parece oír un ruido en las

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escaleras,yachispadocomoestaba,vaynoseleocurreotracosaquesaliraverquépasa?…YlasúltimaspalabrasqueMrs.Byrneleoyódecirfueron:“¡Oh,Diosmío!”,yluegooyóunporrazoqueretumbóportodalacasa;yloencontrarontendidoenlasescalerasdeabajoconelcuellopartido.

Luegoañadiólacriada:—VoyalcallejónadeciraJoeGavveyquevengaarecogerelrestodelascosasy

selollevetodoalanuevacasa.Yasísalimoslostresjuntos,respirandodealivio,seloaseguro,alatravesarpor

últimavezelumbraldeaquellacasamaldita.Yahoraañadiréunacosa,deacuerdoconlaprácticainmemorialdelmundodela

ficción, en laque el héroeno sólo aparece a travésde sus aventuras, sino tambiénbastantefueradeestemundo.Nonecesitodecirlesqueloqueeselhéroenovelescodecarneyhuesoparaelnormaldesenvolvimientodelatramaloestambiénestaviejacasadeladrillo,maderaymorteroparaelhumilderegistrodeesterelatoverídico.Asípues,lesrelataré,comoobligadoporeldeber,lacatástrofequefinalmentesobrevinoalacasa,yquenoesotraquelasiguiente:unosdosañosdespuésdeocurrirloquenospasóamiamigoyamí, la alquilóuncuranderoque sehacíapasarporun talbarónDuhlstorf,y tenía lasventanasdelsalónabarrotadasdebotellasconhorroresindescriptibles conservados en brandy, así como de periódicos con los habitualesanunciosgrandilocuentesyengañabobos.Comoentrelasvirtudesdeaquelcaballeronosecontabalasobriedad,unanoche,ahítodevino,prendiófuegoalascortinasdelacama,sequemóparcialmenteélmismoeincendióporcompletolacasa.Éstafueposteriormente reconstruida y, durante cierto tiempo, albergó a un empresario depompasfúnebres.

YaleshecontadomisaventurasylasdeTom,juntoconalgunaqueotraanécdotaquehaservidoparamejorilustrarelrelato;yahora,unavezcumplidamitarea,lesdeseoquepasenunamuybuenanocheyquetenganunossueñosmuyagradables.

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MISTERIOENLACASADELOSAZULEJOS

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L

I

aviejaSallysiempreayudabaasujovenamacuandoéstasepreparabaparairala cama. No es que Lilias necesitara ayuda, pues poseía las virtudes de la

limpiezayladiligenciaysólomolestabaalabuenaancianalosuficienteparaquenoseconsiderarauntrastoinservible.

A su manera tranquila, Sally hablaba por los codos y conocía toda suerte decuentos antiguos de aventuras y misterios que ayudaban a Lilias a dormirseplacenteramente, pues sabía que no tenía nada que temermientras viera a la viejaSallysentadaconsulaborjuntoalfuegoyoyeraelligeroruidoquehacíasupadre,elpárroco, al subirse a la silla, comoera su costumbre,para alcanzar los librosde laestantería(tranquilizantepruebadequeelafableysolícitoguardiándelacasaestabadespiertoyatareado).

La vieja Sally estaba contando a su joven ama, que unas veces escuchabaembobada y otras se perdía hasta cinco minutos seguidos de su amable cháchara,cómo el jovenMr. Mervyn se había mudado a la vieja y embrujada Casa de losazulejos, «allá en Ballyfermot», sin que, inexplicablemente, nadie le hubieraadvertidoacercadelosarcanospeligrosqueallíleaguardaban.

Éstasehallabasituadajuntoaunsolitariorecododelaestrechacarretera.Liliasse había asomado amenudo al caminode entrada—corto, recto y herboso—paradivisar el viejo caserón, que, así le habían contado desde niña, habían ocupadoinquilinosmisteriososyhabíasidoescenariodepeligrospreternaturales.

—Ennuestrosdías,Sally,haypersonasquesellamanlibrepensadorasynocreenennada,nisiquieraenlosfantasmas—dijoLilias.

—Pues le aseguro,Miss Lilly, que la casa a la que se ha ido a vivir ahora locurarárápidamentedellibrepensamiento,siesciertolamitaddeloquecuentan—contestóSally.

—Bueno,yonohedichoqueMr.Mervynseaunlibrepensador,puesnosénadadeél;pero,sinoloes,debedeserunapersonamuyvalienteymuybuena.Sally,teconfiesoqueyosentiríamuchísimomiedosituvieraquedormirallí—dijoLiliasconun pequeño estremecimiento mientras se representaba unos momentos la viejamansión con su singular aspecto maligno, amedrentador y furtivo, como si lavergüenzaylaculpalahubieranobligadoaocultarseentrelosviejosymelancólicosolmosylasabundantescicutasyortigas.

—Yahoraquemeencuentroasalvoenlacama,miqueridaviejecitaSally,atizael fuego (aunque era la primera semanademayo, la noche era gélida) y cuéntameotravezloquepasóenesecaserón,aversiconsiguesasustarmedeverdad.

Así,labuenaancianaSally,quecreíaapiejuntillasenaquellashistorias,arrancóahablar—enaquelterrenoenelquetanbiensedesenvolvía—conamablecadencia,

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ora aminorando el ritmo para describir una escena de horror especial oradeteniéndose por completo —es decir, suspendiendo su labor y mirando conmisterioso asentimiento a su joven ama, que ya estaba acurrucada en su cama decolumnas— ora, finalmente, bajando la voz en una especie de susurro narrativocuandollegabaelmomentocrítico.

Así,lecontócómo,cuandolosvecinosarrendaronelhuertoquellegabahastalasventanasdelapartetraseradelacasa,losperrosqueteníanentoncessepasabantodalanochedandoaullidossalvajesentrelosárbolesyarrastrándosejuntoalosmurosdela casa, y cómo les daba tanta pena que les entraban ganas de abrir la puerta ydejarlosentrar; aunquepocanecesidadhabíaallídeperros,puesnadie,ni jovenniviejo,seatrevíaasaliralhuertodespuésdecaerlanoche.No,losdoradoscamuesosqueasomabanentrelashojasiluminadasporlosrayosdelsolponienteyresultabantanapeteciblesalosescolaresdeBallyfermotseguíanintactoscuandoresplandecíaelsolmatutino,perfectamenteprotegidosporelmisteriode lanoche.Prevenciónéstaquenosedebíaaningúncapricho.Cuandosehizoconelhuerto,MickDalyescogiócomolugarparadormireldesvánencimadelacocinayjuróque,alascincooseissemanasdeestardurmiendoallí,habíavistopordosveceslamismaescena,quenoeraotraqueunadamavestidaconcapaycapucha,lacabezainclinadayundedoenlos labios, caminando en silencio por entre los retorcidos troncos con un niñopequeñodelamano,queibasonriendoybrincandoasulado.YlaviudaCresswellseencontróconellosalacaídadelanocheenlaveredadelhuertoynosupodequésetratabahastaquevioaloshombresintercambiarsemiradasinteligentesmientrasellacontabalahistoria.

—A mí me contó aquello varias veces —dijo la vieja Sally—. Se topaba derepenteconellosenunarevueltadelcamino,juntoalespesogrupodeárbolesviejos,y se detenía creyendo que se trataba de alguna dama que había venido aquí poralguna razón; pero los forasteros pasaban raudos como la sombra de una nube,aunquelamujerparecíacaminardespacioyelniñonodejabadetirarledelamano;yno repararon en ella, ni siquiera levantaron la cabeza cuando los saludó.Y ¿no seacuerdadelviejoClinton,MissLilly?

—Creoquesí.¿Noeraelviejoquecojeabayllevabaunaextrañapelucanegra?—Sí,esoes.¡Caramba,québienseacuerda!Aquellofueporunacozdeunode

loscaballosdelconde;éleramozodecuadraentonces—reanudóSallysurelato—.LedabamuchomiedoelruidoquehacíasuamoenlapuertacuandovolvíatardeeibanélyelviejoOliveraabrirle.Estoocurríasóloenlasnochesmuyoscurasenquenohabíaluna.Oíandeprontolossollozosdelosperrosmientrasarañabanlapuertadelacasa,ytambiénunsilbidoyunosgolpecitosconellátigoenlaventana,comosielpropioconde—queelpobredescanseenpaz—pidieraentrar.Primerosecallabael viento, como conteniendo la respiración; luego venían esos ruidos que tan bienconocían,yalnohacerellosningúnamagodemoversenideiraabrirlapuerta,elvientovolvíaaaullardetalmaneraqueparecíaestarriendoyllorandoalavez.

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Aquí laviejaSally reanudósus laboresdepunto,quehabíasuspendidoduranteunosmomentos,comosiestuvieraescuchandoelvientoenelrecintoembrujadodelacasadelosazulejos,yluegoprosiguióconsunarración.

—La misma noche que le sobrevino la muerte en Londres, Oliver, el viejomayordomo,estabaoyendoleeraClinton,queeramuyleído,lacartaquelehabíanmandadopor correoaquelmismodía, en laque le comunicabanquepreparara suscosas,puessusproblemassehabíanresueltoyaprácticamente,yqueesperabaestardenuevocon ellos en el plazodeunosdías, y a lomejor almismo tiempoque lacarta;ymientrasestabaleyendo,seoyóunespantosogolpeteoalaventana,comosialguienestuviera tratandodeabrirlapor lafuerza,y lavozdelconde,comoambosimaginaron,gritadesdeelotroladodelaventana:«¡Dejadmeentrar,dejadmeentrar,dejadmeentrar!».«Esél»,diceelmayordomo.«Claroqueesél, ¡viveDios!»,dicetambién Clinton, y los dos miran primero a la ventana y luego el uno al otro, ydespuésotravezalaventana,supercontentosymuertosdemiedoalavez.ElviejoOliverteníareumaenunarodilla,yencimaestabacojo.AsíqueClintonsedirigealapuertade lacasaygrita:«¿Quiénes?»,peronooyeninguna respuesta.Talvez, sediceClintonparasusadentros,hadado lavueltaa lacasapara llamaren lapuertatrasera.Dicholocual,sedirigealapuertatraserayvuelveapreguntaragritosquiénes, pero no oye ninguna respuesta ni ningún ruido fuera; y empieza a sentirsenerviosoyvuelvealapuertaprincipal.«¡Eh!¿Meoye?¿Quiénestáahí?»,grita,perosiguesinrecibirningunarespuesta.«Voyaabrirlapuertadetodosmodos»,dice,«talvezporesosehaidoporahí»,puesconocíanbiensusproblemas,«yquiereentrarsinruido»,peronodejabaderezarpuesalgoledecíaquenoeraeso;yentoncescorrelatrancayabrelapuerta.Peronoveallínihombrenimujerniniñonicaballoniformavivientealguna;sólonotaalgoquesecuelasubrepticiamenteentresuspiernas.Alomejor ha sido un perro, o algo parecido, no está seguro, pues sólo lo ha visto uninstanteconelrabillodelojo;yhaentradocomosivivieraenlacasa.Nohapodidoverhaciadóndehaido,sihaciaarribaohaciaabajo;peroapartirdeentoncesnadievivirátranquiloenlacasa.YClintoncierralapuertayseechaatemblardemiedoyvuelve conOliver, elmayordomo,queparecemásblancoque lahojablancade lacartadesuamoqueestátemblandoentresuíndiceypulgar.«¿Quées?¿Quées?»,preguntaelmayordomo,esgrimiendolamuletaamododearma,mirandofijamenteaClinton, que se había vuelto casi tan pálido como él. «El amo estámuerto», diceClinton,suspirando;ybienmuertoqueestaba.

»Despuésdel sustoquesehabía llevadocon loquehabíavistoenelhuerto,alenterarseJinnyCresswelldeloquehabíaocurridopodéisestarseguradequenosequedóallímástiempoqueelimprescindible;yempezóaprestaratenciónacosasenlasquenohabíareparadoantes,como,porejemplo,cuandoibaalgrandormitoriodelseñor,queestabaencimadelvestíbulo,siemprequeentrabaporunapuertalaotrasecerrabarápidamente,comosialguienquisieraimpedirlequesalieradeprisa.Peroloquemáslaasustabaeraqueavecesencontrabaunamarcalargayderechadesdela

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cabezahastalospiesdesucama,comosi lahubierahechoalgunacosapesadaquehabíareposadoallí,yqueellugarsolíaestarcaliente,comosi,quienquieraquefuera,hubierasalidodelahabitaciónjustoalentrarella.

»PerolopeordetodoeralapobreKittyHalpin,lamuchachaquemuriódeloquehabíavisto.Sumadredijoquehabíapasadodespiertatodalanocheporunospasosmisteriososqueoíaenlahabitacióncontigua,alguienquetropezabaconcajas,abríacajones y hablaba y suspiraba sin parar, y ella, la pobre, deseando dormirse ypreguntándosequiénpodríasercuandodeprontoentraunhombreapuestoconunaespeciedeholgadochaquédesedaysinpeluca(sóloungorrodeterciopelo),ysevahacia laventana tranquiloypremioso,yella sedaunavueltaen lacamaparaquesepaquehayalguienallí,pensandoqueasísemarchará,peroenvezdemarcharseseacercaalacamay,conunamiradatorva,ledicealgo;perosuspalabrassonespesasyraras,comolasdeunmuñecoqueintentahablar,yellaseasustamuchísimoydice:«Perdonesuseñoría,peronoleoigobien»,yenestoqueélalargatantoelcuelloqueselesaledelacorbataylacaraselequedavueltahaciaeltecho;y—¡queDiosnospilleconfesados!—ellaveensugargantauncorte,comootrabocacompletamenteabiertaqueseestáriendodeella.Yyanovionadamás,sinoquecayódesmayadaenla cama. Por la mañana acudió con su madre, pero no volvió a tomar bocado nilíquido nunca más; permanecía sentada junto al fuego con la mano de su madrecogida,llorandoytemblando,ymirandoconstantementehaciaatrásconelrabillodelojo,yestremeciéndoseconcualquierruido,hastaquealapobreleentróunafiebremuyfuerteymurióantesdequetranscurrierancincosemanasdeaquello…

Y así, historia tras historia, la narración de la vieja Sally fluía como un río,mientrasLiliascaíaenunsueñoprofundo,yluegolanarradorasalíasigilosamenteendireccióndesuaseadaalcobaydesusinocentessueños.

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E

II

stoy seguro de que la joven se creía todo cuanto Sally le contaba, pues laconsideraba persona veraz. Pero todo aquello no valíamás que lo que suele

valersemejantecháchara—prodigios,fábulas,losquenuestrosantepasadosllamabancuentosdeinvierno—,quevaaumentandoconlasnuevasaportacionesquehacecadanuevonarrador.Sinembargo,aquellacasanoestabaembrujadapormeros rumoresdelagente.Bajolascenizasdeaquellosrelatosseescondíaunpequeñorescoldodeverdad,unmisterioparacuyasolucióntalvezalgunodemislectorespuedaaportarunateoríapersonal,aunqueyoconfiesonotenerninguna.

Miss Rebecca Chattesworth, en una carta fechada a finales de otoño de 1753,haceunaminuciosaycuriosarelacióndecosasextrañasocurridasenlacasadelosazulejos, las cuales, aunque al principio las considera sandeces, ha escuchado conespecialinterésyrelataconsumaminuciosidad.

Yo quería reproducir aquí toda la carta, que es realmente curiosa además deidiosincrásica,peromieditorsenegóaello(ycreoqueconrazón).Lacartadeestaviejadamadignatalvezresultedemasiadolarga,porloquevoyaofreceraquísóloalgunosextractosdelamisma.

Aquel año, hacia el 24 de octubre, se produjo una extraña discusión entreMr.AldermanHarper,residenteenlacalleMayordeDublín,ylordCastlemallard,quien,en su calidad de primo de lamadre del joven heredero, se había encargado de laadministracióndelafincaenquesehallabasituadalacasadelosazulejos.

El talAldermanHarperhabía tomadoenalquilerestacasapara suhija, lacualhabíacasadoconuncaballeroapellidadoProsser.Éstelaamueblóytapizósinrepararengastos.Mr.yMrs.Prosserllegaronallíamediadosdejunio,yésta,despuésdevercómo su numerosa servidumbre la iba abandonando paulatinamente, dijo que nopodía seguir viviendo en aquella casa, y su padre fue entonces a ver a lordCastlemallardyledijosencillamentequenosuscribíaelcontratodearriendoporqueenaquellacasaocurríanunascosasextrañasymisteriosasquenopodíaexplicar.Parasermásclaros,ledijoquelacasaestabaembrujadayqueningúncriadoviviríaallímásdeunascuantassemanasyque,despuésdeloquehabíasufridoallílafamiliadesu yerno, no sólo debería quedar eximido del pago del arriendo, sino que ademásdebían demoler aquella casa por constituir una amenaza y estar permanentementehabitadaporseresmuchopeoresquemalhechoresordinarios.

Lord Castlemallard presentó una denuncia en el registro de la propiedad paraobligaralseñorconcejalHarperacumplirlopactadoyabonarlasmensualidadesdelarriendo. Pero el concejal redactó un escrito, apoyado nada menos que por sietelargas declaraciones juradas, cuyas copias fueron entregadas al señor juez con eldeseadoefecto,pues,envezdeabrirleexpedientejudicial,resolvióeximirlo.

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LamentoquelacausanosealargaraalmenoslosuficienteparaquepasaraalasactasdeltribunalelrelatoauténticoeinexplicablequehaceMissRebecca.

Lascosasextrañasymisteriosasnoempezaronhastaundíadefinalesdeagosto,hacialacaídadelatarde.Mrs.Prossersehallabasentadasolajuntoalaventanadelsalóntrasero,contemplandoelhuerto,cuandovionadamenosqueunamanoqueseposabasigilosamenteenelalféizardepiedra,comosialguienagazapado trataradetrepar.Noseveíamásqueunamano,pequeña,bellamenteconformada,blancayalgoregordeta;ynounamanojoven,sino,segúncalculó,deunapersonadeciertaedad,deunoscuarentaaños.Aquelloocurriódossemanasdespuésdequetuvieralugarelhorrible robo de Clondalkin, y la señora imaginó que la mano era de uno de losbribones que habían participado en él. Lanzó un grito de terror, y lamano se fueretirandolentamente.

Seprocedióalpuntoaregistrarelhuerto,peronosedescubriónadaqueindicaraque alguien había estadomerodeando por la ventana; además, justo debajo, y a lolargodetodoelmuro,habíaunabateríademacetas,quedeberíanhaberimpedidolaaproximacióndecualquierintruso.

Aquellamismanocheseoyóvariasvecesunapresuradoaporreoenlaventanadela cocina.Lasmujeres se asustaron, y el criado, armadode un fusil, fue a abrir lapuerta trasera, pero no vio nada. Sin embargo, al cerrar, notó como un golpetazo,segúnsuspropiaspalabras,yunapresióncomosialguienestuvieratratandodeentrarpor la fuerza, cosa que lo asustó bastante; y, aunque el aporreo prosiguió en loscristalesdelacocina,nohizoulteriorespesquisas.

Hacialaseisdelatardedelsábado,mientraslacocinera,«unamujerhonradaysobriadeunossesentaañosdeedad»,seencontrabasolaenlacocina,pareceserquevio la misma mano regordeta —aunque fina— junto a la ventana, pero esta vezdeslizándoselentamenteportodoelcristal,comosiquisieradetectaralgunaasperezaensusuperficie.Alveraquello,lacocineragritóyprofirióunaespeciedejaculatoria.Estavezlamanotardóvariossegundosenretirarse.

Durante varias noches sucesivas estuvieron oyendo un tamborileo, al principiosuaveyluegomásfuerte,producidoalparecerconlosnudillos,enlapuertatrasera.Elcriadonoquisoabrirla,sinoqueselimitóapreguntarquiénandabaallí.Peronooyó nada más que el ruido de una mano deslizándose despacio por la hoja de lapuerta,conunaespeciedesuavemanoseo.

Durantetodoaqueltiempo,Mr.yMrs.Prosser,sentadosenelsalóntrasero(quepor entonces utilizaban como cuarto de estar), se vieron turbados por repetidosgolpeteosenlaventana,unasveceslentosyfurtivos,comosisetrataradeunaseñalclandestina,yotrastanfuertesybruscosqueparecíaqueseibaaquebrarelcristal.

Ytodoelloenlapartetraseradelacasa,laquedabaalhuerto,comoyasaben.Pero unmartes por la noche, hacia las nueve ymedia, se oyeron exactamente losmismosgolpesenlapuertadeentrada,que,paraexasperacióndelamoyterrordesumujer,sealargaron,aunqueconinterrupciones,durantecasidoshoras.

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Luegopasaronvariosdíasynoches sinqueocurrieranada raro,y seempezóacreerqueelproblemahabíadesaparecido.Perolanochedel13deseptiembre,JaneEasterbrook,ladoncellainglesa,aliraladespensaporelpequeñotazóndeplataenelqueservíaelponchedesuamayposar lavistaen lapequeñaventanadecuatrocristales,observó,enunagujeropracticadoenelbastidorparainstalaruncerrojoquecerrara el postigo, un rechoncho dedo blanco, primero la punta y luego las dosprimerasarticulaciones,quehurgabanelinteriorcomointentandoabriralgúnpestillo.Alvolverladoncellaalacocina,«lediounpasmo»ypasótodoeldíasiguienteenlacama.

ComoMr.Prosserera,segúnheoído,unhombrebastantetestarudoybromista,se rió de los miedos de su familia y decidió dar caza personalmente al fantasma.Convencido como estaba de que todo aquello era una broma o una impostura,esperabaelmomentooportunoparapillaralgranujainfraganti.Convencimientoquenoseguardóparaélsolo,sinoquelofuedivulgandopaulatinamente,salpimentadodejuramentosyamenazascontraelpresuntoconspiradordoméstico.

Enefecto,habíallegadoelmomentodehaceralgo;puesnosólosuscriados,sinotambiénlabuenaMrs.Prosserhabíacedidoalahisteriageneral:cadacualserecluíaenlacasaapartirdelcrepúsculo,ynoseatrevíaaandarporlashabitacionesdespuésdeanochecersinoeraencompañíadeotrapersona.

Hacíaunasemanaquenoseoíangolpes,yunanochequeMrs.Prossersehallabaen el cuarto de los niños, sumarido, que se hallaba en el salón, oyó unos golpesligerosenlapuertadelacasa.Nohacíanadadeviento,loquepermitíaqueseoyerancontotalclaridad.Eralaprimeravezqueseoíallamardeestamaneraenesapartedelacasa,ylamaneradellamartambiéneradistinta.

Dejando abierta la puerta del salón,Mr. Prosser se dirigió con parsimonia a lapuerta.Losgolpeseransuavesyregulares,«conlapalmadelamano».Pero,cuandoibaabrir,cambiórepentinamentedepareceryretrocediódespacioendireccióndelacabeceradelasescalerasdelacocina,dondehabía«unarmariometálico»juntoaladespensaenelqueguardabasus«armasdefuego,espadasycachiporras».

Llamó a su criado, en el que tenía plena confianza, y, tras meterse un par depistolas cargadas en los bolsillos del gabán, dio a éste otro par de pistolas y,avanzandosigilosamenteconungarroteen ristre seguidodelcriado, seacercóa lapuerta.

TodotranscurrióagustodeMr.Prosser.Elimportunador,lejosdeasustarsedesuproximidad,seimpacientómásaúnycambiósugolpeteosuavedelprincipioporunaseriedeporrazosenfáticosyestentóreos.

Mr.Prosser,airado,abriólapuertaconelbastónlevantado.Miróportodaspartes,peronovionada;sinembargo,subrazosufrióunextrañotirón,comosiunamanolohubierasujetado,ynotóquealgoextrañopasababruscamentepordebajo.Elcriadonovioninotónada,nitampocosupolarazónporlaquesuamohabíamiradohaciaatráscontantonerviosismoycerradolapuertacontantremendoportazo.

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A partir de entonces,Mr. Prosser dejó de reírse del miedo de su familia y semostró igual de reacio que los demás a hablar de aquel asunto. Se sentíaprofundamenteinquietoeigualmenteconvencidodequealabrirlapuertadeentradaelintrusosehabíacoladoenlacasa.

NodijonadaaMrs.Prosseryseretiróasudormitorioantesdelahorahabitual,donde«leyóunratolaBibliayrecitósusoraciones».Permaneciódespiertounbuenrato,y,segúnsupuso,hacialasdoceycuartodelanocheoyócómolapalmadeunamanogolpeabaprimerosuavementelapuertadesudormitorioyluegosedeslizabadespacioportodalahoja.

Mr.Prosserselevantósobresaltadoyfueacerrarlapuertagritando:«¿Quiénestáahí?»,perorecibiócomorespuestaaquellamismarozaduraenlapuertaquetanbienconocía.

Por lamañana, lamujerde la limpiezasequedóhorrorizadaalver lahuelladeuna mano en el polvo de la mesa del «saloncito» donde habían estadodesempaquetando azulejos y otros objetos el día anterior. La impronta del piedescalzoenlaarenadelaplayanoasustóaRobinsonCrusoenilamitadqueaquello.Porentonces,todoslosmoradoresdeaquellacasaestabanmuynerviososporlodelamano,yalgunosmediolocos.

Mr.Prosserfueaexaminarlamarcasindarlemayorimportancia(pero,comojuródespués,máspara tranquilizar a sus criadosquepor convencimientopersonal); losmandóentrardeunoenunoy lehizoposar lapalmade lamanosobre lamesademarras para obtener así las huellas de todos los habitantes de la casa, incluidos élmismoysumujer;el«fallo final»fueque la improntadeaquellamanodiferíaporcompleto de la de cada uno de los moradores de la casa y que se correspondíaexactamenteconladelamanoquehabíanvistoMrs.Prosseryelcocinero.

Aquella sutil demostración dejó bien claro que, quienquiera que fuera elpropietariodedichamano,noseencontrabayafueradelacasa,sinobieninstaladoenalgúnrincóndesuinterior.

Aquellamismanoche,Mrs.Prosserempezóaverseturbadaporunosextrañosyhorribles sueños, algunosde los cuales, queaparecendebidamentedetallados en laextensacartadeRebecca,eranunaspesadillasrealmenteespantosas.Yunanoche,alir Mr. Prosser a cerrar la puerta de la alcoba, se extrañó de que no se oyeraabsolutamentenadaenlahabitación,nisiquieralarespiracióndesumujer,locuallepareciótantomásinexplicableporcuantosabíaqueéstasehallabaacostada,todavezqueélgozabadeunoídoparticularmentefino.

Habíaunavelaardiendoenlamesitadenocheademásdelaqueélportabaenlamano; llevaba asimismo bajo el brazo un librote de cuentas relacionadas con losnegociosdesusuegro.DescorriólacortinayvioaMrs.Prossertendidaenlacama,según él creyó, muerta, con la cara lívida y cubierta de escarcha, y, sobre laalmohada,cercadesucabezayasomandojustoentrelascortinas,lamanoblancayregordetadesiempre,conlamuñecaapoyadaenlaalmohadaylosdedosavanzando

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hacialasienconunmovimientolentoyondulado.Mr.Prosser,presadepánico,reculóbruscamenteprimeroyluegolanzócontoda

su fuerzael librodecuentascontra lascortinasdetrásde lascualessuponíaqueseocultabaelpropietariodeaquellamano.ÉstaseretrajohábilmenteentrelascortinasyMr.Prosserrodeólacamaatiempoparavercómolapuertadelgabineteeracerradaporlamismamanoblancayrechoncha.

Abriódichapuertadeuntirónymiróalinterior;peroelgabineteestabavacío,aexcepcióndelaropaquecolgabadelasperchasdelapared,unamesitadetocadoryunespejoquemirabaalasventanas.Lavolvióacerraryechóelpasador,yduranteunossegundoscreyó,segúnsuspropiaspalabras,«queibaaenloquecer».Luegotocóla campanilla y, con la ayuda de todos los criados, consiguió queMrs. Prosser serecuperaradeaquel«trance»,duranteelcual,ajuzgarporsuaspecto,habíavisto«losterroresdelamuerte»,enfrasedelmarido(ytíaRebeccaañade:«segúnleoídeciraellamisma,sumaridopodríahaberagregado:“Ytambiénlosterroresdelinfierno”»).

Pero el suceso que al parecer desencadenó la crisis definitiva fue la extrañaenfermedaddesuprimogénita,unaniñadedosañosymedio.Víctimadeunextrañoparoxismodeterror,nosepodíadormirenlacuna,ylosmédicosdictaminaronqueelmal se debía a principios de agua en el cerebro.Mrs. Prosser, acompañada de laniñera,sepasabaenvelatodaslasnochesjuntoalacunadelapequeña.

Lacunasehallabacolocadalongitudinalmentealapared,conelcabezaltocandoa la puerta de un armario empotrado o aparador, que no se cerraba del todo. Porencimadelacunadelaniñahabíaundoseleteconunostreintacentímetrosdefondo,quebajabahastaunosveinticincocentímetrosdelaalmohadaenlaquereposabasucabecita.

Observaron que la pequeña estabamás tranquila cuando la cogían en brazos yque, si la volvían a dejar en la cuna, se ponía enseguida a gritar aterrorizada.Finalmente,laniñeradescubriólacausadelospadecimientosdelacriatura(yMrs.Prosserladescubrióalmismotiempoespiandoladireccióndesusojos).

Vieroncómo,asomandoporlaaberturadelarmarioempotrado,yescudadaporlasombradeldoselete,larechonchamanoblanca,conlapalmahaciaabajo,avanzabahacia la cabeza de la niña. Lamadre profirió un grito y sacó inmediatamente a lacriaturade lacuna,yentreellay laniñera labajaronaldormitoriode los señores,dondeMr.Prosser se hallabadurmiendo, y cerraron la puerta al entrar; pero, a lospocossegundos,oyeronunsuavegolpeteoenlapuerta.

Hubomuchasmáscosas,perobasteconesto.Lasingularidaddeestahistoriameparece amíque estriba enquedescribe el fantasmadeunamano,ynadamás.Lapersonaalaquepertenecieradichamanonoapareciónunca;ynoesquesetrataradeunamanoseparadadesucuerpo,sinosimplementedeunamanoquesemanifestadade tal manera que su propietario conseguía siempre, por alguna hábil artimaña,sustraersealavista.

Enelañode1819,mientrasdesayunabaenelcolegiouniversitario,tuveocasión

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deconoceraMr.Prosser—unancianodelgadoygrave,aunquebastantelocuaz,conelpelocanoy recogidoenunacoleta—,elcualnoscontóa todosdemaneramuyconcisa la historia de su primo, James Prosser. Éste, siendo niño, había dormidodurante cierto tiempo en el que, según su madre, era el cuarto embrujado de uncaserón cerca de Chapelizod, y, a lo largo de toda su vida, siempre que se sentíaenfermo,agotadoporeltrabajooconalgúntipodefiebre,sehabíavistoatormentadoporlavisióndeciertocaballeroregordeteypálido,queteníaunapelucademuchosbucles,untrajedeencajellenodebotonesypliegues,yunrostrosensual,maliciosoydesagradableplagadodearrugas,visiónquesehabíaquedadograbadaensumemoriaconlamismafuerzaqueelatuendoylasfaccionesdelretratodesupadre,queteníadelantetodoslosdíasalahoradedesayunar,comerycenar.

Mr. Prosser citó aquello como un caso especial de pesadilla monótona,individualizadaypersistente,ydestacóelhorrorylaangustiatanterriblesconquesuprimo,dequienhablabaenpasadocomo«elpobreJemmie»,seveíaconstantementeconstreñidoamencionarla.

Esperoqueellectormeperdoneporhabermealargadotantoconlahistoriadelacasadelosazulejos.Peroesteancestralrelatopopularsiemprehatenidounencantoespecial paramí; y ya saben: a la gente en general, y especialmente a la de ciertaedad,legustahablaryhablardeloquemásleinteresa,olvidandoamenudoquelosdemáspodríanaburrirse.

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¡Q

ELGATOBLANCODEDRUMGUNNIOL

uiénnohaoídocontardeniñolafamosahistoriadelagatablanca!Peroyovoyacontaraquílahistoriadeungatoblancomuydistintaaladelaamable

yencantadaprincesaquetomóestedisfrazduranteunatemporada.Elgatoblancodelquevoyahablaresunanimalmuchomássiniestro.

El que viaja de Limerick aDublín, tras dejar atrás las colinas deKillaloe a laizquierda,cuandoelmonteKeeperseyergueasuvista,sevaviendogradualmenterodeado,aladerecha,porunacadenadecolinasmásbajas.Enmedioseextiendeunallanuraonduladaque sevahundiendopaulatinamentehastaunnivel inferior aldelcamino,cuyocarácteragresteymelancólicoaliviaalgúnqueotrosetodesparramado.

Unodelospocoshabitáculoshumanosqueproyectanhacialoaltosuscolumnasdehumodeturbaenmediodeesta llanurasolitariaeselconstruidocontierraydetechumbre malamente cubierta de paja de un «granjero duro», como llaman enMunsteralosmásprósperosdeloslabriegos.Seasientaenmediodeunracimodeárboles junto al borde de un riachuelo serpenteante, a medio camino entre lasmontañasylacarreteradeDublín,ydurantemuchasgeneracioneshadadocobijoaunafamiliadeapellidoDonovan.

Lejosdeallí, deseosodeestudiarvarios legajos irlandesesquehabíancaídoenmis manos, y tras preguntar por algún profesor capaz de instruirme en la lenguairlandesa,merecomendaronaun talMr.Donovan,personajesoñador, inofensivoymuyinstruido.

Descubrí que había estudiado con una beca en el Trinity College de Dublín.Ahoraseganabalavidadandoclases,ysupongoquelaíndoleespecialdemiestudiodebiódeestimularsuamorpatrio,puesmeconfiómuchospensamientossuyoslargotiempo callados ymuchos recuerdos de su terruño y de sus primeros años. Fue élquienmecontóestahistoria,queintentarérepetiraquí,delamaneramásfielposible,consusmismaspalabras.

Yohevistomuchasvecesesaantiguaysingulargranjadelabriegos:suhuertodeinmensosmanzanoscubiertosdemusgo;latorredesmochadacubiertadehiedra,quedoscientosañosatráshabíaservidoderefugiocontraagresoresybandidos,yqueaúnocupasuantiguoemplazamientoen laesquinadelgranero;el seto, tan frondoso,acientocincuentapasosdedistancia,testigodelostrabajosdeunarazayapasada;elperfil oscuro y dominante del viejo torreón al fondo; y, cerca de allí, haciendobarrera,lasolitariacadenadecolinascubiertasdealiagaybrezales,conunalíneaderocasgrisesyracimosderoblesenanosoabedules.Laimpresióngeneraldesoledadhacía de todo aquello un escenario ideal para un relato salvaje y sobrenatural. Yoimaginabaperfectamentecómo,vistoenelgrisdeunamañanainvernal,cubiertapor

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doquier de nieve, o en lamelancólica belleza de una puesta de sol otoñal, o en elgélidoesplendordeunanochedeplenilunio,aquelescenariocoadyuvabaasintonizarunamente soñadora como la del honradoDanDonovan con la superstición, o unamentecualquieraconlasilusionesdelafantasía.Escierto,noobstante,quejamásheencontradoenmividaaunapersonamássencillaymásdefiar.

Cuandoeraniño,mecontó,yvivíaenDrumgunniol, solía llevarme laHistoriaromana deGoldsmith ami lugar favorito, una piedra lisa situada sobre un espinojuntoauna lagunabastanteprofunda, similar a loqueen Inglaterraheoído llamarlago alpino. Se encuentra en una vaguada limitada al norte por el viejo huerto, unlugarsolitariodelomásapropiadoparaestudiarcontranquilidad.

Undía,despuésdelahabitualpanzadadelectura,mecanséfinalmenteymepuseamiraramialrededor,pensandoenlasescenasheroicasqueacababadeleer.Estabatan despierto como lo estoy ahora mismo, y vi a una mujer que asomaba por unextremodelhuertoyempezabaabajarlacuesta.Llevabaunvestidogrisclaroymuylargo,tantoqueparecíaacariciarlahierbabajosuspies;lamaneracómoibavestidameresultótansingularenaquellapartedelmundodondeelatavíofemeninoestabaperfectamentereglamentadoporlatradiciónquenopudequitarlelosojosdeencima.Ibaatravesandodiagonalmenteelvastocampoconpasoregular.

Alacercarsenotéqueibadescalzayparecíairmirandoaunpuntofijo,comosilesirviera de guía. Su itinerario en línea recta la habría hecho pasar —haciendoabstraccióndelalaguna—aunosdiezmetrosmásabajodedondeyoestabasentado.Puesheaquíque,envezdedetenersealbordedelalaguna,comoyohabíaesperado,prosiguiócomosielaguanofueraobstáculo,yasílavi,conlamismaclaridadcómoloveoausted, señor,atravesar la lagunasobresusuperficieypasar,alparecer sinverme,aladistanciaaproximadaqueyohabíacalculado.

Estuveapuntodeperderelconocimientodepuroterror.Yoteníasólotreceañosentonces,yrecuerdocadadetallecomosihubieraocurridoahoramismo.

La figuraatravesóunaaberturaquehabíaenel ángulomásalejadodel campo,dondelaperdídevista.Apenasteníafuerzasparavolveracasayestabatanasustadoquedurantetressemanaspermanecírecluidoencasasinpoderestarsolonisiquieraunminuto.Elhorrorquemehabíaproducidolaapariciónenaquelcampofuetalqueyanovolvínuncamásaaquellugar.Nisiquieraahora,despuésdetantosaños,semeocurriríapasarporallí.

Aquellaaparición la relacionéenseguidaconunacontecimientomisteriosoo,sisequiere,conunafatalidadsingularquedurantecasiochoañosseensañóconnuestrafamilia. No es ninguna fantasía mía. Todo el mundo de esta comarca sabeperfectamenteaquémeestoyrefiriendo(ytodoelmundorelacionóentoncesconesomismoloqueyohabíavisto).

Procurarécontárseloaustedesdelamejormaneraposible.Recuerdo la noche en que, cumplidos ya los catorce años—es decir, un año

después de la referida visión en el campo de la laguna—, nos encontrábamos

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esperandoaquevolvieraacasamipadredelaferiadeKillaloe.Mehabíaquedadoacompañandoamimadre,puesmeencantabaaqueltipodevigilias.Mishermanosyhermanas,asícomoloscriadosdelagranja,salvoloshombresquevolvíandelaferiaconelrebaño,sehabíanretiradoyaadescansar.Mimadreyyoestábamossentadosjunto a la chimenea charlando y vigilando que la cena demi padre semantuvieracalienteenelfuego.Sabíamosquevolveríaantesquelosmozosquetraíanelganado,pues él venía a caballo y nos había dicho que se pararía a verlosmarchar y luegovendríacorriendoacasa.

Porfinoímossuvozysusenérgicosgolpesenlapuerta,ymimadreselevantóaabrirle. Yo no creo haber visto nunca a mi padre borracho, cosa que, en toda lacomarca,muypocos chicos demi edadhabrían podidodecir del suyo.Lo cual nosignificaquenose tomarasuvasodewhiskycomo todohijodevecino;y,cuandohabía feria o mercado, volvía a casa algo alegre y achispado y con las mejillasarreboladas.

Pero aquella noche tenía un aspecto deprimido, pálido y triste. Entró con lamonturaylasbridasenlamano,lasdejójuntoalapared,cercadelapuerta,yluegorodeóconlosbrazoselcuellodesumujerylabesótiernamente.

—Bienvenidoacasa,Meehal—dijoellabesándolocariñosamente.—QueDiostebendiga,querida—contestóél.Y,trasacariciarladenuevo,sevolvióhaciamí,queestabatirándoledelamano,

celosodesuatención.Yoerapequeñoy ligeroparamiedad,yélmecogióensusbrazosymebesó,y,conmisbrazosaúnensucuello,dijoamimadre:

—Echaelcerrojo,mujer.Ellaobedeció,yél,bajándomeconairemuydeprimido,sedirigióhacialalumbre

ysesentóenuntabureteconlospiesextendidoshacialaturbacandenteylasmanosapoyadasenlasrodillas.

—Alegra esa cara, Mick, querido —dijo mi madre, que estaba poniéndosenerviosa—,ycuéntamesisehavendidobienelganadoytodohasalidobienenlaferiaosihastenidoalgúnproblemaconelamo,ocualquierotracosaquetepuedapreocupar,Mick,tesoro.

—No, nada, Molly. Las vacas se han vendido bien, gracias a Dios, y no hayningúnproblemaentreelamoyyo,ylomismolasdemáscosas.Todoandabastantebien.

—Bueno,Mickey,entonces,siesasí,miraesacenacalientequeteestáesperandoyatácala,ydimesihayalgunaotranovedad.

—Yahecenadoenelcamino,Molly,ynotengoganas—contestó.—¿Que has cenado en el camino sabiendo que te esperábamos en casa, con tu

mujerlevantadaytodolodemás?—leregañómimadre.—Hasinterpretadomalloquehedicho—repusomipadre—.Bueno,enrealidad

haocurridoalgoquemehaquitadolasganasdetomarnada.Mira,Molly,novoyaandarmeconmisterioscontigo,puesa lomejormequedayapoco tiempodeestar

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aquí.Asíquetediréloquehapasado.Hevistoalgatoblanco.—¡Que el Señor se apiade de nosotros! —exclamó mi madre, de repente tan

pálida y descompuesta comomi padre; y luego, tratandode reponerse, agregó conunarisita—:¡Eh!Seguroqueesunabromaquemeestásgastando…MehandichoqueeldomingopasadocayóenunatrampaunconejoblancoenelbosquedeGrady;yqueTeiguevioayerunagranratablancaenelgranero.

—Nohasidoningunarataniningúnconejo.Noirásadecirmequeconfundounaratayunconejoconungatoblancograndeconunosojosverdesmásgrandesqueplatosyellomoarqueadocomounpuente,quesemeacercadispuesto,simequedoquieto,arestregarseellomocontramisespinillas,yalomejorasaltarmealcuelloypegarmeunmordisco…Bueno,siesqueaesoselepuedellamarungatoynootracosapeor…

Mipadreterminósurelato,envozbajayconlavistafijaenelfuego,yluegosepasó su mano grande por la frente una o dos veces. Tenía el rostro húmedo yrelucienteporlossudoresdelmiedo,yexhalóunfuertesuspiro,quepareciómásbienungemido.

Mimadre se había dejadovencer por el pánicoy estaba rezandodenuevo.Yoestaba también terriblemente asustado, y con ganas de llorar, pues sabía lo quesignificabalaaparicióndelgatoblanco.

Dandoamipadreunapalmadaenelhombroparaanimarlounpoco,mimadreseapoyóenél, lobesóy luegoseechóa llorar.Él leapretujó lasmanos,conaspectomuyapurado.

—No ha entrado en casa nada conmigo, ¿verdad? —dijo en voz muy bajavolviéndosehaciamí.

—Nada,padre—dijeyo—;nadamásquelamonturaylasriendasquetraíasenlamano.

—Nadadecolorblancohallegadohastalapuertaconmigo¿verdad?—repitió.—Nada—contesténuevamente.—Mejor —dijo mi padre, el cual, tras hacer la señal de la cruz, empezó a

murmurarparasí.Yosabíaqueestabarecitandosusoraciones.Mimadreesperóunratoaqueterminarasuplegariayluegolepreguntódóndelo

habíavistoporprimeravez.—Cuandosubíaporlavereda,recordéquelosmozosibanporelcaminoconel

ganadoyquenadiecuidaríadelcaballo sino lohacíayo;asíquepenséquepodíadejarlo en el campo de abajo, y, como el animal estabamuy tranquilo, lo condujefácilmente por todo el camino. Fue al volverme, después de dejarlo —me habíallevadoconmigo lamonturay las riendas—cuando lovi aparecerpordetrásde lahierba que hay junto al camino y ponerse primero delante demí y luego detrás, ydespuésaunladoyluegoalotro,yasíunrato,mirándometodoel tiempoconsusojos centelleantes; y juraría que lo oí aullar al pegarse a mí —tan pegado comoestamos nosotros dos— hasta que conseguí llegar aquí y llamé a la puerta, como

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habéisoído.Puesbien,¿porquéunacircunstanciatansimpleagitabaamipadre,amimadre,

amímismoy,finalmente,atodoslosmiembrosdeestafamiliadelabriegos,conunterriblepresentimiento?Sencillamenteporquetodosycadaunodenosotrossabíamosquemipadrehabíarecibido,enaquelencuentroconelgatoblanco,unavisodesumuerteinminente.

Aquelmalfarionohabíafalladonuncahastaentonces.Ynofallótampocoestavez.Unasemanadespués,mipadrecogióunafiebrequesehabíapropagadoymurióantesdeunmes.

MibuenamigoDanDonovanhizounapausa;porelmovimientode sus labioscomprendí que estaba rezando, y deduje que era por el descanso de aquella almadesaparecida.

Pocodespuésreanudósurelato.Haceyaochentaañosqueestamaldiciónandaasociadaconmifamilia.¿Ochenta

años? Bueno, noventa años sería más exacto. Yo hablé hace tiempo con muchaspersonasancianasquerecordabanconnitideztodolorelacionadoconestecaso.

Ocurriódelasiguientemanera:Mitíoabuelo,ConnorDonovan,eraenaqueltiempopropietariodelaviejagranja

deDrumgunniol.Eramásricodeloquenuncallegaríaasermipadre,nielpadredemipadre,puestomóenarriendoBalraghanduranteunosañosehizomuchodinero.Pero el dinero no ablanda un corazón duro, y, por desgracia,mi tío abuelo era unhombre cruel, amén de libertino, y este tipo de personas suelen ser crueles decorazón.Tambiénbebíalosuyoymaldecíayblasfemabacuandoseenfadaba,más,metemo,deloqueconveníaasualma.

En aquella épocavivía en lasmontañas, no lejosdeCapperCullen, unabonitamuchacha de la familia de los Coleman. Segúnme han contado, ya no queda allíningún Coleman, y es probable que esta familia se haya extinguido. Los años delhambreacarrearongrandescambios.

Se llamaba Ellen Coleman. Los Coleman no eran ricos, pero al ser ella tanhermosapodíaesperarsehacerunbuencasamiento.Pero…peorcasamientoqueelsuyo,imposible.

ConDonovan—mitíoabuelo,¡queDioslehayaperdonado!—laveíaavecesenlosmercadosyfiestaspatronales,yseenamoródeella,comoeradesuponer.

Peroseportómalconella:leprometióelmatrimonioylaconvencióparaquesefueraconél,peroalfinalnocumpliósupalabra.Fuelahistoriadesiempre.Sehabíacansadodeella,yqueríatriunfarenelmundo.AcabócasándoseconunajovendelosCollopyqueteníaunagranfortuna:veinticuatrovacas,setentaovejasycientoveintecabras.

Se casó, pues, con esta Mary Collopy, y se hizo todavía más rico. Y EllenColeman murió con el corazón destrozado. Pero aquello no le quitó el sueño alinhumanolabriego.

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Lehabríagustadotenerhijos,peronotuvoninguno,yfueéstalaúnicacruzquetuvoquellevar,puestodolodemáslesalíaapedirdeboca.

Una noche, volvía de la feria deNegagh. Un riachuelo atravesaba entonces lacarretera —habían construido un puente hacía poco en aquel punto, según mecontaron—, y estaba casi siempre seco en verano. Cuando estaba seco, dado quepasaba,conpocasrevueltas,cercadelaviejagranjadeDrumgunniol,hacíalasvecesde carretera, que la gente utilizaba entonces como atajo para llegar hasta la casa.Comoaquellanochehabíaluna,mitíoabuelodirigiósucaballohaciaaquelriachuelosecoy,cuandohuboalcanzadolosdosfresnosjuntoalagranja,lohizobajarhastaellechoconlaintencióndefranquearlaaberturaquehabíaenelotroextremo,sobreelroble,yencontrarseasíaunosdoscientosmetrosdesupuerta.

Al acercarse a la «abertura», vio, o creyó ver, deslizándose lentamente por elterrenoenlamismadirecciónydandodevezencuandounospequeñossaltos,unacosablancaque,segúnélmismodescribió,noeramayorquesusombrero,peroquenopodíadecirconseguridadquéeraexactamenteyaquesemovíaalolargodelsetoydesaparecióenelpuntohaciaelcualélseestabadirigiendo.

Al alcanzar la abertura, el caballo se paró en seco.Mi tío abuelo le gritó y loespoleóenvano.Sebajóparallevarlodelasriendas,peroelanimalreculó,estornudóy le entró un terrible ataque de temblor. Volvió a montarlo. Pero, a pesar de lascaricias y latigazos de su amo, seguía aterrorizado y persistía en su obstinación.Habíalunallenaymitíoestabamuyenojadoporlaresistenciadelanimal,sobretodoporquenoleencontrabaningunaexplicación;alversetancercadelacasa,perdiólapoca paciencia que le quedaba y, empleando con saña el látigo y las espuelas,irrumpióenmaldicionesyblasfemias.

Derepente,elcaballosepusoenmovimientodeunarreón,yConDonovan,alpasar bajo el amplio ramaje del roble, vio claramente, junto a él, a unamujer a laorilladellagoconelbrazoextendido,lacual,alpasarasulado,leasestóunfuertegolpe en la espalda que le hizo dar con la cabeza sobre el cuello del caballo; elanimal, presa de terror, alcanzó la puerta en un santiamén, donde permanecióinmóvil,todoéltemblandoyechandovapor.

Másmuertoquevivo,mitíoabueloentró.Contóloquelehabíapasado,aunqueuntantoasumanera.Sumujernosabíaquépensar,aunqueestabaseguradequealgomuymalo le había ocurrido.Lo encontrabamuydébil y enfermo, ymandó llamarenseguidaalsacerdote.Cuandolo llevaronasucamavieronclaramente lasmarcasde cinco uñas en la piel de su espalda, donde se había abatido el golpe espectral.Aquellasmarcasextrañas—segúndecían,teníanelcolordeuncuerpoalcanzadoporunrayo—quedarongrabadasensucarneyleacompañaronalatumba.

Cuandosehuborecuperadolosuficienteparapoderhablar—aunquecomoquiense encuentra en su última hora, con el corazón apesadumbrado y la concienciaintranquila—,repitiósuhistoria,peroaseguróquenohabíareconocidolacaradelafiguraquehabíavistoenlaabertura.Peronadielocreyó.Estuvohablandounbuen

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rato —con el sacerdote. Ciertamente tenía un secreto que contar. Podría haberlodivulgadocontotalfranqueza,puestodoelvecindariosabíadesobraqueeraelrostrodelamuertaEllenColemanelquehabíavisto.

Desde aquel momento, mi tío abuelo no volvió a recuperarse. Se volvió unhombreasustado,taciturnoyatribulado.Eraelprincipiodelverano,yconlacaídadelasprimerashojasdelotoñomurió.

Porsupuesto,hubovelatorio,comocorrespondíaaun labriegotan importanteyacaudalado.Poralgunarazón,lospreparativosdelaceremoniafueronalgodiferentesdelohabitual.

Laprácticacorrienteescolocarelcuerpoenelgransalóndelacasa.Enestecasoparticular se siguió, como les he dicho, por alguna razón especial, una disposicióndistinta:elcadáversecolocóenunapequeñahabitaciónquedabaalamásgrande.Lapuerta, durante el velatorio, permaneció abierta.Había candelabros alrededor de lacama,pipasytabacosobrelamesa,ytaburetesparalaspersonasquequisieranentrar,mientraslapuertapermanecíaabiertaparalarecepción.

Unavezamortajadoelcadáver,lodejaronsoloenestapequeñaestanciamientrashacían los preparativos para el velatorio.Después del crepúsculo, al acercarse a lacama una de las mujeres a coger una silla que había dejado al lado, salió de lahabitación con un grito; una vez que hubo recuperado el habla, y rodeada por unauditorioboquiabierto,dijo:

—¡Quememueraahoramismosinoteníalacabezalevantadayestabamirandofijamentealapuerta,conlosojosmásgrandesqueplatosdepeltre,quecentelleabanalaluzdelaluna!

—¡Hala,quédices,mujer!Túestáschiflada—dijounodelosmozosdelagranja.—¡Eh,Molly,nosigashablando,anda!Esoesloquehasimaginadoalentraren

lahabitaciónoscura,sinluz.¿Porquénocogisteunavela,mujerdeDios?—dijounadesuscompañeras.

—Con vela o sin vela, lo he visto—insistióMolly—. Y, lo que es más, casipodría jurar que he visto también que sacaba tres veces el brazo de la cama y loarrastrabaporelsueloparaagarrarmeporlospies.

—Sandeces.Túestáschiflada.¿Paraquépuedequererélunpietuyo?—exclamóunodesdeñosamente.

—Quealguienmedéunavela,portodoslossantosdelcielo—dijolaviejaSalDoolan,unamujerdelgadaytiesa,quesabíarezarcasicomounsacerdote.

—Dadleunavela—convinierontodos.Pero, a pesar de sus comentarios anteriores, no había ni uno de ellos que no

parecierapálidoyasustadomientrasseguíanaMrs.Doolan,queibarezandotodolodeprisaquese lopermitían los labiosyencabezabaelgrupoconunaveladesebo,cogidaconlosdedos,comounacerilla.

La puerta estaba medio abierta, tal y como la despavorida muchacha la habíadejado;y,sosteniendolavelaenaltoparavermejorlahabitación,éstaseaventuróen

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elinterior.Si lamano demi tío abuelo había estado extendida por el suelo, de lamanera

sobrenatural antes descrita, sin duda éste la había recogido bajo el lienzo que locubría,porloquelalargaMrs.Doolannocorrióningúnpeligrodetropezarconellaalentrar.Peronohabíaavanzadomásqueunospasosconlavelaenaltocuando,conelrostrodemudado,separóenseco,mirandofijamentealacamaqueahoraseveíaperfectamente.

—¡QueDiosnosbendiga!¡Mrs.Doolan,écheseatrás!—exclamódespavoridalamujerqueestabacercadeellacogiéndolarepentinamenteporelvestido,omanto,ytirandoconfuerzadeellamientrastodoslosquelaseguíanretrocedíanalarmadosporsuvacilación.

—¡Shhh! ¿Queréis callaros?—exclamó la cabecilla perentoriamente—. Con elruidoqueestáishaciendonooigonada.¿Quiéndevosotroshadejadoentraresegatoaquí, y de quién es?—preguntó mirando con recelo al gato blanco que se habíaacomodadosobreelpechodelcadáver.

—¡Sacadlo de ahí ahora mismo, vamos! —ordenó horrorizada ante semejanteprofanación—.Enlosañosquellevovividosheamortajadoamuchaspersonas,peronuncahabíavistonadasemejante.¡Elamodelacasa,consemejantebestiaencima,comoundemonio!QueDiosmeperdonepormentaralmalignoenestahabitación.Quealguienlosaquedeahíahoramismo,¡vamos!

Cada cual retransmitió la orden, pero sin que nadie pareciera dispuesto aejecutarla. Todos se estaban santiguando, musitando sus conjeturas y aprensionessobrelanaturalezadeaquelbicho,quenoeraungatodelacasaninadiehabíavistonunca.De repente, elgato secolocó sobreel cojínquehabía juntoa lacabezadelcadáver y, tras lanzar una mirada torva a todos los presentes, fue deslizándoselentamente a lo largo del cuerpo exánime hacia ellos, maullando despacio peroferozmenteconformeseacercaba.

Todossalieronaempellonesdelaestanciaenmediodeunaespantosaconfusión,cerrando bien la puerta tras ellos, y transcurrió un buen rato antes de que losmástemerariosseatrevieranaecharotrofurtivovistazo.

Elgatoblancoseguíasentadodondeantes,sobreelpechodelmuerto;peroahorasaltó tranquilamente por un lado de la cama y desapareció por debajo de ésta; ellienzo,queamododecobertorbajabacasihastaelsuelo,loocultóalavista.

Rezando y santiguándose, y sin olvidarse de echar agua bendita, se pusieronfinalmenteabuscarbajolacama,armadosdepalas,«zarzos»,horcasyotrosaperosporelestilo.Peroelgatoyanoestabaallí,ydedujeronquesehabíaescabullidoentresuspiernasmientrasestabanenelumbral.Así,cerraronbienlapuertaconcerrojoycandado.

Pero,alamañanasiguiente,alabrirlapuertaencontraronelgatoblancosentado,comosinohubierasidomolestadoenningúnmomento,sobreelpechodelhombremuerto.

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Denuevose reprodujocasi lamismaescena,consemejante resultado,sóloquealgunosdijerondespuéshabervistoalgatoescondidodebajodeunagrancajaquehabía en un rincón de una habitación exterior, donde mi tío abuelo guardaba sucontratodearrendamientoydemáspapeles,asícomosulibrodeoracionesyrosarios.

Mrs.Doolan looíamaullarasus talonesdondequieraque iba;y,aunqueno loveía, looíasaltarsobreel respaldodesusillóncuandoellasesentaba,yponerseamaullarasuoído, loquelahacíasaltarconungritoyunaplegaria,convencidadequeelbichoibaamorderleenelcuello.

Yelmonaguillo,almirarasualrededorbajolosramajesdelviejohuerto,vioaun gato blanco sentado debajo de la pequeña ventana del cuarto donde yacía elcuerpodemitíoabuelomirandofijamentealoscuatropequeñoscristalescualgatoqueojeaaunpájaro.

Enresumidascuentas,siemprequealguienentrabaenlahabitaciónveíaalgatoencimadel cadáver,y,pormuchasprecaucionesque tomaran, siemprequedejabansolo al hombre muerto, el gato estaba allí acompañándolo fatídicamente. Y asíprosiguióparaestuporyterrordelvecindario,hastaquelapuertaseabriófinalmenteparaelvelatorio.

Unavezmuertomitíoabuelo,yenterradocontodaslasdebidasceremonias,yaheacabadoconél.Peronoheacabadoaúnconelgatoblanco.Ningúnfantasmasehaasociadonunca tan indisolublementeaunafamiliacomoestanefastaaparicióna lamía. Pero hay una diferencia.Generalmente, el fantasmamantiene una relación deafectohacialafamiliaafligidaalaqueestáhereditariamenteasociada,mientrasqueestebichoesclaramentesospechosodemalignidad.Essencillamenteelmensajerodelamuerte.Yelquehayaadoptadolaformadegato—elmásfríoy,segúndicen,elmásvengativodelosbrutos—esbastanteindicativodeltenordesuvisita.

Cuandoamiabuelolellególahoradelamuerte,aunqueélparecíaestarbienenaquella época, el gato se le apareció, si no exactamente igual, sí de manera muyparecidaacomoselehabíaaparecidoamipadre.

EldíaantesdequemitíoTeigueperdieralavidaporlaexplosióndesufusil,sele apareció al atardecer, junto a la laguna, en el campo en el que yo vi a lamujercaminandoporelagua,comoyaleshecontado.Mitíosehallabalavandoelcañóndesufusilenellago.Lahierbaesbajaallí,ynohabíaningúnesconditealrededor.Noseexplicabacómoselehabíaacercado,peroelhechoesquelovioderepentecercadesus pies, a la hora del atardecer, con la cola nerviosamente arqueada y un verdeamenazador en los ojos; e, hiciera lo que hiciera mi tío, el animal seguía dandovueltasasualrededor,unasvecesgrandesyotrasmáspequeñas,hastaquellegóalhuerto,dondeloperdiódevista.

Mi pobre tía Peg —que se casó con un O’Brian, cerca de Oolah— vino aDrumgunniolparaasistiralfuneraldeunprimoquehabíamuertoadoskilómetrosdeallí.Lapobremuriótambién,sólounmesdespués.

Devueltadelvelatorio,alasdosolastresdelamadrugada,alatravesarlacerca

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delagranjadeDrumgunniol,vioalgatoblanco,quesepusoasulado;ellaestuvoapuntodedesmayarseaunquelogróllegarhastalapuertadelacasa,dondeelgatoseencaramó al espino blanco que hay allí y desapareció de su vista. Mi hermanopequeñoJimlovio también tressemanasantesdemorir.Cadamiembrodenuestrafamiliaquemuere,oenfermademuerte,enDrumgunniol,veantesfatídicamentealgatoblancoysabequeyalequedanpocosdíasdevida.

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