josé Ángel valente-sobre la operación de las palabras sustanciales

Upload: adrixduende

Post on 06-Feb-2018

216 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

  • 7/21/2019 Jos ngel Valente-Sobre la operacin de las palabras sustanciales

    1/6

    Sobre la operacin de las palabras

    sustanciales

    En un libro memorable, que data de 1947,

    Do

    Kamo: La persona y el mito en el mundo melane-

    sio, Maurice Leenhardt explica cmo entre los ca-

    nacos el solo trmino no -que ellos mismos cuan-

    do utilizan el francs traducen por parole- significa

    a la vez palabra, acto y pensamiento. Esa palabra

    melanesia, que engloba la locucin, la accin y el

    decurso del pensar, es una palabra total. Su pro-

    yeccin sobre la comunidad es, esencialmente, una

    encarnacin. El jefe en la comunidad canaca es

    slo y nicamente eso: encarnacin de la palabra.

    sta -dice Leenhardt- es la potencia de mani-

    festacin esencial del ser. No va, pues, acompa-

    ado el jefe de aparato ni de seal alguna. No los

    necesita. Bien evidente es que no necesita seal

    aquel cuyo ser consiste en ser la palabra.

    El jefe melanesio, no designado en rigor como

    tal, pues no existe en la lengua la palabra jefe, sino

    como hijo -en funcin de la comunidad de los

    6

    muertos- o hermano mayor -en funcin de la co-

    munidad de los vivos+, carece de toda pompa y

    ornamento, no posee ms bienes que los otros

    ni desempea ningn tipo de funcin, sea admi-

    nistrativa o guerrera. El jefe -el gran hermano

    mayor- tiene o es la palabra: palabra total, palabra

    matriz, que antecede a la locucin, al acto y al pen-

    samiento, y que, a la vez, los contiene. Palabra

    encarnada. Cabe afirmar, para ser precisos -dice

    Leenhardt- que la esencia de la autoridad del jefe

    reposa sobre una sola cualidad que le es propia:

    l es el verbo del clan. Jefe y palabra son una

    sola cosa. Fenmeno real de encarnacin de la pa-

    labra. De ah que los Huail, al convertirse al cris-

    tianismo y al leer el Evangelio en su lengua, retu-

    vieran con un inesperado inters el Prlogo de

    Juan: En el principio era la Palabra o o ]

    y

    la Pala-

    bra se hizo

    carne

    Sin una consideracin de esa palabra total, toda

    consideracin en profundidad de lo potico est

    negada de antemano. En efecto, 10 potico exige

    como requisito primero el descondicionamiento del

    lenguaje como instrumentalidad. El lenguaje con-

    cebido como sola instrumentalidad deja de partici-

    par en la palabra. Tambin esto se sabe en las so-

    1. En hebreo, la palabra da va r -explica Henri Meschonnic- es

    tanto un acontecimiento, una cosa hecha, como una cosa dicha.

    La palabra acontece. En teologa cristiana, la forma extrema de la

    palabra-acontecimiento es la Encarnacin.

    2. Lati tud del Evangelio de Juan, que en las primeras traduccio-

    nes chinas utilizadas por los jesuitas se lea as: En el principio era

    el Tao y el Tao estaba en Dios y el Tao era Dios.

  • 7/21/2019 Jos ngel Valente-Sobre la operacin de las palabras sustanciales

    2/6

    ciedades melanesias tradicionales, desde las que es

    fcil saltar, como hemos visto, al Prlogo del Evan-

    gelio de Juan, pero tambin a algunos de los lmi-

    tes extremos que la experiencia de lo potico ha

    alcanzado en lo moderno. Pongamos por caso a

    Mallarm, al Mallarm de

    Divagations

    que anota:

    No confundir lenguaje y verbo. El verbo es un

    principio que se desarrolla a travs de la negacin

    de todo principio.Meditacin sobre el verbo como

    principio y en el principio, en el que todo principio

    que no sea el verbo mismo queda negado.

    Meditacin en el principio, en el punto abso-

    luto en que recomienzan perpetuamente las for-

    mas, punto absoluto de la creacin. In principio

    creavit Deus o, en el texto hebreo del Gnesis,

    Berechiyt Bara Elohim. La tradicin ensea que

    los cinco primeros captulos del Gnesis estn con-

    tenidos en el primero, el primero en el primer ver-

    sculo, el primer versculo en la primera palabra y

    sta en la primera letra, es decir, en la letra Bet.

    Mientras la revelacin de la letra Bet no haya

    transformado la conciencia del lector, la tradicin

    aconseja no ir ms lejos en la lectura. En efecto,

    la revelacin es el comienzo y se manifiesta en el

    comienzo,

    in principio,

    o nunca.

    3. No postularamos aqu ningn nuevo saber, sino muy viejas

    y sustanciadas formas del saber. Los antiguos haban distinguido con

    toda precisin el

    lagos endiathetos

    o verbo interno del

    lagos

    prop ori

    cos

    o verbo externo. La palabra va siempre con nosotros aunque ca-

    llemos o sobre todo cuando callamos. Porque la palabra no destina-

    da al consumo instrumental es la que nos consti tuye: la palabra que

    no hablamos, la que habla en nosotros y nosotros, a veces, traslada-

    mos en el decir.

    6

    Palabra total y palabra inicial: palabra matriz.

    Toda palabra potica nos remite al origen, al -arkh

    al limo o materia original, a lo informe donde se

    incorporan perpetuamente las formas. Palabra ab-

    soluta que, como escribe Scholem desde la tradi-

    cin hebrea, est todava sin significacin en ella

    misma, pero

    preada

    de significacin.

    Palabra inicial o antepalabra, que no significa

    an porque no es de su naturaleza el significar sino

    el manifestarse. Tal es el lugar de potico. Pues

    la palabra potica es la que desinstrumentaliza al

    lenguaje para hacerla lugar de la manifestacin.

    Acaso no sea otro el fundamento del

    novum

    esttico en pensadores prximos, como Ernst

    Bloch. El

    Vor-Schein

    es en Bloch la nocin de base

    de una esttica del preaparecer. Lo que an no

    ha llegado a ser se manillest.a en la obra de arte

    como algo que se busca a ~ .mismo, que aparece

    o se aparece antes que su significacin. El

    Vor-

    Schein

    es para Bloch el modo de ser que despierta

    la conciencia utpica y le indica lo que todava no

    ha llegado a ser en todo el abanico de sus posibi-

    lidades. La correspondencia potica del sueo-

    vigilia +dice Bloch- es la

    latencia

    del ser.

    Despertar de la conciencia utpica, ese pre-

    aparecer opera, realmente, un despertar: el des-

    pertar, que pertenece tanto a la luz que comienza

    como a la sombra que retrocede y cuyo retroceso

    -hueco, vaina, vaco- es la matriz de todo lo que

    4. Vase Gert Ueding,

    Asthet ik des Vor-Scheins,

    Frankfurt, 1974.

    63

  • 7/21/2019 Jos ngel Valente-Sobre la operacin de las palabras sustanciales

    3/6

    en la luz se constituye. La luz es lo primero que se

    constituye en y desde la sombra originaria. La

    luz es =segn tan bellamente escribe Lezama

    Lima- el primer animal visible de lo invisible.

    As pues, el modo de esa preaparicin es el

    despertar: lmite, frontera, filo, lugar de lo todava

    indistinto, lugar del comienzo o del origen, lugar

    del combate con el ngel.

    Quedse

    Jacob solo, y

    hasta salir la aurora estuvo luchando con l un

    hombre> Tal es la extraa aventura de la palabra

    potica, aventura del comienzo perpetuamente co-

    menzado: aventura del alba.

    Al alba tiene lugar la salida de nuestro seor

    Don Quijote. La del alba sera; pero Alonso Qui-

    jano haba velado sus armas toda la noche. Y Juan

    de la Cruz escribe: Pero esta noche sosegada dice

    que es, no de manera que sea como oscura noche,

    sino como la noche junto ya a los levantes de la

    maana, id est, compareja con los levantes. Aven-

    tura, pues, del alba o de la noche, en la que la

    noche y el alba se unifican:

    iOh noche que guiaste

    iOh noche amable ms que la alborada

    iOh noche que juntaste

    Amado con amada,

    amada en el Amado transformada

    5. Gnesis, 32.

    El despertar, el alba: modo lugar de lo que

    preaparece, de lo que es pura

    y

    absoluta intensi-

    dad de la manifestacin antes de entrar en el orden

    de las significaciones. De la palabra potica, si-

    tuada esencialmente en este preaparecer, en esta

    anterioridad-interioridad con respecto de la signi-

    ficacin, habra que decir en primer trmino que

    es ininteligible. En ella, la significacin sera, fun-

    damentalmente, inminencia, ya que, de por su na-

    turaleza, esa palabra, al tiempo que es dicha, ha

    de quedar siempre a punto de decir.

    La palabra de la locura y la palabra de la poe-

    sa coinciden en este extremo. La primera suspen-

    de el orden codificado del intelligere; la segunda

    es anterior a l. Ambas transgreden el orden in-

    mediato de las significaciones, la convencin sobre

    la que tambin el orden del discurso se cristaliza.

    Nos cristaliza. As pues, con respecto al orden de

    las significaciones, ambas palabras tienen un ele-

    mento en comn: la inocencia. Poesa y locura nos

    restituyen la inocencia del lenguaje. De ah que

    todo novum esttico se presente ante los lenguajes

    constituidos con una inquietante seal de ininteli-

    gibilidad. En efecto, en el espacio real de lo poti-

    co, segn escribe Lezama Lima, las palabras que-

    dan detenidas por una aprehensin repentina que

    las va a destruir elctricamente para sumergirlas en

    un amanecer en el que ellas mismas no se reco-

    nozcan.

    Palabra ininteligible, que exige al entendimien-

    to +dice Nicols de Cusa- abandonar los carac-

    65

  • 7/21/2019 Jos ngel Valente-Sobre la operacin de las palabras sustanciales

    4/6

    teres propios de las palabras que utilizamos. Pa-

    labra, pues, que se niega a una funcin utilitaria,

    que niega el lenguaje como pura instrumentali-

    dad, que apunta esencialmente a un saber del no

    saber, a un entender del no entender y cuyo solo

    entendimiento es -para utilizar de nuevo palabras

    del Cusano- un intelligere incomprehensbiliter: un

    entender incomprensiblemente. Tal es el lugar de

    la palabra que Juan de la Cruz describe en las Co-

    plas sobre un xtasis de harta contemplacin: en-

    trme donde no supe / y quedme no sabiendo

    [...] el espritu dotado / de un entender no enten-

    diendo / toda ciencia trascendiendo,

    Esa palabra inicial que dice el principio o el ori-

    gen es, por eso mismo, la sola palabra que hace

    posible todo engendramiento. Palabra +dice Mara

    Zambrano- que no es concepto, pues es ella la

    que hace concebir. Slo gracias a esa palabra lo

    concluso o lo ocluido se abre y la forma reingresa

    perpetuamente en la formacin. Los estoicos la lla-

    maron logos seminal:

    lagos

    espermtico

    palabra-

    semen. Es, en rigor, el soplo del Espritu, el Pneu-

    ma, al que los Padres griegos llamaban, segn

    recuerda Ives Congar, Esperma de Dios. De ah

    que +desde la tradicin hebrea a la que antes nos

    referamos- esa palabra, anterior a la significacin,

    est grvida o preada o encinta de todas las sig-

    nificaciones posibles.

    Palabra seminal que en su aparicin o en su

    manifestacin incorpora la materia o es la materia

    incorporada. Funda en el hombre esa palabra tanto

    6 6

    lo espiritual como lo orgnico, no en pugna, sino

    en unidad. Existe una funcin creadora en el

    hombre +escribe Lezama Lima-, una funcin tras-

    cendental-orgnica, como existe en el organismo

    la funcin que crea la sangre. La poitica y la he-

    matopoitica tienen idntica finalidad. Instante en

    que lo inorgnico se transforma en respirante [...].

    Instante, diramos nosotros, de fulmnea insercin

    del logos en la sangre. Instante en que la creacin

    se hace posible, en que la palabra se sustancia

    o se transustancia en semen y en sangre para que

    sean posibles los tiempos y la generacin.

    Es indudable que en su amenazada naturaleza

    mistrica, el cristianismo fija ese instante de apari-

    cin o manifestacin de la palabra espermtica en

    el misterio de la Encarnacin. En definitiva, la ms

    radical noticia que el Evangelio nos da es sta: el

    Verbo se hizo Carne. Tanto la experiencia potica

    como la experiencia religiosa (y distingo ambas ex-

    periencias de lo que, respectivamente, podramos

    llamar orden de lo literario y orden de lo eclesial)

    no tienen ms espacio para producirse que el ge-

    nerado por esa palabra. Son sustanciacin o en-

    carnacin de ella.

    Por eso, el mstico, es decir el hombre cuya ex-

    periencia se produce en el extremo lmite de

    religioso, ha tenido siempre una nocin propia del

    funcionamiento de esa palabra, en la que +para re-

    tomar la cita inicial de Mallarm+ lenguaje y verbo

    nunca podrn confundirse. Quiz la ms bella y

    sutil consideracin que a ese propsito pudiramos

    6 7

  • 7/21/2019 Jos ngel Valente-Sobre la operacin de las palabras sustanciales

    5/6

    encontrar en la tradicin de Occidente est en los

    captulos 29 a 32 de la Subida del Monte Carmelo,

    donde Juan de la Cruz tan precisamente distingue

    de todas las dems un gnero de palabras interio-

    res que llama sustanciales, las cuales -dice- aun-

    que tambin son formales por cuanto muy formal-

    mente se imprimen en el alma, difieren, empero,

    en que la palabra sustancial hace efecto vivo y

    sustancial en el alma,

    y

    la solamente formal no

    as.

    Esa palabra interior, que en lo interior se forma

    y en lo interior de tal modo se s.ustancia, es asi-

    mismo la palabra-materia del poeta, es decir, del

    hombre cuya experiencia se produce en el extre-

    mo lmite del lenguaje. Palabra sustancial, palabra

    experimental, la palabra potica se recibe, en la au-

    dicin o en la lectura, por muy distintas vas de

    las que la recepcin de la palabra instrumental -o

    la simplemente formal, segn la terminologa de

    Juan de la Cruz- requiere. Todo el que se haya

    acercado, por va de experiencia, a la palabra po-

    tica en su sustancial interioridad sabe que ha teni-

    do que reproducir en l la fulgurante encarnacin

    de la palabra. No ha odo ni ledo. Ha sido nutri-

    do. Se ha sentado a una mesa. Ha compartido, en

    rigor, un alimento.

    En efecto, la palabra se come. La logofagia est

    muy presente en la expresin de la experiencia

    mstica. La voz que el profeta oye en la visin de

    Ezequiel, una de las grandes matrices de la msti-

    ca judeo-cristiana, se produce as: T, hijo de

    68

    hombre, escucha [...]. Abre la boca y come lo que

    te presento. Mir y vi que se tenda hacia m una

    mano que tena un rollo [...] y me dijo: Hijo de

    hombre, come eso que tienes delante: come ese

    rollo y habla luego a la casa de Israel. Yo abr la

    boca e hzomel comer el rollo diciendo: Hijo de

    hombre, llena tu vientre e hinche tus entraas

    de este rollo que te presento. Yo lo com [...].

    En el Apocalipsis, otra de las grandes matrices

    visionarias de la tradicin de Occidente, se repite

    la misma escena: Fuime hacia el ngel, diciendo

    que me diese el libro. Y l me respondi: Toma y

    cmelo [...]. Y tom el libro de la mano del ngel

    y me puse a comerlo ...

    Experiencia potica y experiencia mstica con-

    vergen en la sustancialidad de la palabra, en la ope-

    racin radical de las palabras sustanciales. Ambas

    acontecen en territorios extremos; la expresin de

    ambas sera, desde nuestra perspectiva, resto o

    seal -fragmento- de estados privilegiados de la

    conciencia, en los que sta accede a una lucidez

    sobrenormal. Estados de expansin del sujeto o

    estados de hiperconciencia, segn escribi, a pro-

    psito de la creacin potica, el ltimo Barthes.

    6. Los que aqu llamamos estados de hiperconciencia tendran

    infinidad de correspondencias en otras culturas , tanto en la vida reli-

    giosa como en la vida potica. Para explicar el estado de percepcin

    que en el Zen se designa con el trmino chino wu s n (no-espritu),

    Toshihiko lzutsu escribe: El ejemplo del msico absorbido por su

    msica podra bastar para dar alguna idea de 10 que representa el

    no-espritu en el budismo Zen, El msico est tan absorto en

    el modo de tocar, forma hasta tal punto cuerpo con el arpa y con la

    msica misma, que ya no es consciente de los movimientos de sus

    6 9

  • 7/21/2019 Jos ngel Valente-Sobre la operacin de las palabras sustanciales

    6/6

    Correspondera a esos estados en la doctrina ms

    tica la nocin de

    salida

    o de

    xtasis: excessus

    o

    di-

    latatio mentis.

    Dilatamiento o ensanchamiento del

    alma, escribe Teresa de Avila reiterando las pala-

    bras del salmo 118:

    cum dilatasti cor meum.

    El

    alma alguna vez se sale de s mesma a manera de

    fuego

    Vida,

    cap.

    18

    2 Y ss.). Dilatacin, pues,

    apertura de un nuevo territorio, tanto en la expe-

    riencia religiosa como en la potica: territorio de

    la palabra, de la latitud del Verbo, lugar de la alian-

    za

    y

    de la reconciliacin.

    dedos ni del instrumento que tae o ni siquiera del hecho de estar

    tocando. Cuando nos referimos a una situacin de esa naturaleza, no

    sera exacto decir, salvo de modo figurativo o vago, que el msico es

    in conscien te .

    Porque, en realidad,

    es

    consciente. Convendra ms bien

    decir que su conciencia ha alcanzado el lmite de la iluminacin. La

    tensin esttica de su espritu atraviesa con tanta intensidad todo su

    ser que l mismo es la msica que toca. Por paradjico que parezca,

    es tan plenamente consciente de su identificacin con la msica, que

    no es consciente del hecho de tocar, en el sentido habitual del tr-

    mino. Para distinguir tal estado de conciencia de la c onciencia

    de la inconsciencia , segn solemos entenderlas, yo utilizara el tr-

    mino de supraconciencia L e Kan Zen Fayard, 1978).

    70