jesucristo el liberador

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Leonardo Boff Jesucristo el Liberador Ensayo de cristología crítica para nuestro tiempo Sal Terrae E presencial teológicA

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Exégesis teológica de la obra soteriológica de Cristo, por el reputado autor Leonardo Boff.

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  • Leonardo Bof f

    Jesucristo el Liberador Ensayo de cristologa crtica para nuestro tiempo

    Sal Terrae

    Epresencial teolgicA

  • Coleccin

    Presencia Teolgica 6

    JESUCRISTO EL LIBERADOR Ensayo de Cristologa crtica

    para nuestro tiempo

    LEONARDO BOFF

    EDITORIAL SAL TERRAE Guevara, 20 - SANTANDER

  • Ttulo del original: Jess Cristo Libertador

    Editora VOZES. Petrpolis, Brasil Traduccin de Jess Garca-Abril

    Editorial SAL TERRAE, Santander Con las debidas licencias Printed in Spain

    I.S.B.N.: 84-293-0580-7 Depsito Legal: SA. 142-1987

    A. G. Resma - Prolong. M. de la Hermida, s/n. - 39011-Santander

    S U M A R I O

    INTRODUCCIN 11 1. LA HISTORIA DE LA HISTORIA DE JESS 15

    1. La respuesta de la fe tranquila 15 2. Las respuestas de la era del criticismo 16

    a) Cmo sabemos que Jess existi ? 17 b) No hay ni puede haber una biografa de Jess 18 c) Primaca del Cristo de la fe sobre el Jess hist-

    rico, de la leyenda sobre la historia, de la inter-pretacin sobre el hecho? 21

    3. La vuelta al Jess histrico. Jesulogia y Cristologia 24 a) La continuidad entre Jess y Cristo: la cristolo-

    gia indirecta 26 b) Concentracin y reduccin cristolgicas: los te-

    logos de la muerte de Dios 29 c) Cristologia de la palabra, del silencio y del bal-

    buceo 32 4. Otras posiciones cristolgicas actuales 34

    a) Interpretacin filosfico-trascendental de Jess 34 b) Interpretacin csmico-evolucionista de Jesucristo 36 c) Interpretacin de Jess con ayuda de las catego-

    ras de la psicologa profunda 36 d) Interpretacin secular y crtico-social de Jesu-

    cristo 39 e) El significado de la experiencia de Cristo en la

    juventud de hoy 43

    2. COMO LLEGAMOS A CONOCER A CRISTO? EL PROBLEMA HERMENEUTICO 47 1. La hermenutica histricocrtica 48

    a) El mtodo de la historia de las formas 49 b) El mtodo de la historia de las tradiciones . . . . 49 c) El mtodo de la historia de las redacciones ... 51

    2. La hermenutica existencial 52 a) El crculo hermenutico y su sentido 53 b) La hermenutica de la existencia poltica 55

    3. La hermenutica histrico-salvficav 56 4. Para una Cristologia en Amrica Latina 57

  • a) Primaca del elemento antropolgico sobre el eclesiolgico 58

    b) Primaca del elemento utpico sobre el fctico 59 c) Primaca del elemento crtico sobre el dogmtico 59 d) Primaca de lo social sobre lo personal 60 e) Primaca de la ortopraxis sobre la ortodoxia.. 60

    5. Conclusin: Hablar en silencio a partir de Jesucristo 61

    EN DEFINITIVA, QUE PRETENDI JESUCRIS-TO? 63 1. Para comprender las respuestas necesitamos entender

    las preguntas 64 2. Jess predica un sentido absoluto para nuestro mundo 65 3. Una vieja utopa se est realizando 68 4. El Reino de Dios no es un territorio, sino un nuevo or-

    den de las cosas 68 5. El Reino de Dios no es nicamente espiritual 70 6. Y el pueblo se hallaba en ansiosa expectacin.... 71 7. Conclusin: El asumi nuestros ms profundos anhe-

    los 74

    JESUCRISTO, LIBERADOR DE LA CONDICIN HUMANA 77 1. El Reino de Dios supone una revolucin en el modo

    de pensar y de actuar 78 a) Jesucristo, el liberador de la conciencia oprimida 80 b) El comportamiento del hombre nuevo 83

    2. El Reino de Dios supone una revolucin del mundo de la persona 86

    3. Conclusin: La relevancia teolgica de las actitudes del Jess histrico 89

    JESS, UN HOMBRE DE EXTRAORDINARIO BUEN SENTIDO, FANTASA CREADORA Y ORI-GINALIDAD 95 1. Jess, un hombre de extraordinario buen sentido y

    sana razn 96 a) Jess es profeta y maestro. Pero es diferente.. 96 b) Jess no pretende decir cosas a toda costa nuevas 97 c) Jess apela a la sana razn porque desea que en-

    tendamos 99

    d) Jess no pinta el mundo peor ni mejor de lo que es 100

    e) En Jess se manifiesta todo lo que es autntica-mente humano: la ira y la alegra, la bondad y el rigor, la amistad, la tristeza y la tentacin 102

    2. Jess, un hombre de singular fantasa creadora 104 a) Jess, un hombre con el valor de decir: Yo ... 105 b) Jess no emple nunca la palabra obediencia 106 c) Jess no tiene esquemas prefabricados 107 d) Fue Jess un liberal? 108

    3. La originalidad de Jess 109 4. Conclusin: Relevancia teolgica del comportamiento

    de Jess 110

    6. EL SENTIDO DE LA MUERTE DE JESS 113 1. El proceso contra Jess 113

    a) La popularidad de Jess 114 b) Jess es alguien que desconcierta 115 c) Jess es alguien que provoca una crisis radical 115 d) Cazar a Jess, sea como sea 117 e) Jess es condenado como blasfemo y guerrille-

    ro 118 2. Habiendo amado... am hasta el extremo 124

    a) La fe y la esperanza de Jess 125 b) Contaba Jess con la posibilidad de una muerte

    violenta? 126 3. El sinsentido tiene un secreto sentido 130

    7. LA RESURRECCIN: REALIZACIN DE UNA UTOPIA HUMANA 133

    1. La grama no lleg a crecer sobre la tumba de Jess 134 2. Qu dice la exgesis moderna sobre la Resurreccin

    de Jess? 136 a) La tumba vaca no dio origen a la fe en la Resu-

    rreccin 136 b) Las apariciones de Cristo, origen de la fe en la

    Resurreccin 138 3. Con la Resurreccin todo se ilumina 141

    a) La Resurreccin rehabilit a Jess ante el mun-do 142

  • b) Con la Resurreccin de Jess se ha dado comien-zo ya al fin del mundo 142

    c) La Resurreccin revel que la muerte de Jess fue por nuestros pecados 143

    d) La muerte y la Resurreccin dan origen a la Igle-sia 146

    4. La relevancia antropolgica de la Resurreccin de Jess 146 a) Para el cristiano ya no hay utopa, sino nica-

    mente topa 147 b) Dios no sustituye lo viejo por lo nuevo, sino que

    convierte lo viejo en nuevo 148 c) El fin de los caminos de Dios: el hombre-cuerpo 149 d) La resurreccin en la muerte? 149

    QUIEN FUE, EN DEFINITIVA, JESS DE NAZA RET? 151 1. La soberana de Jess: La Cristologa indirecta .... 152

    a) La admiracin como antesala de la filosofa y de la Cristologa 153

    b) Cristologa negativa 155 c) Cristologa positiva 156

    2. Jesuloga: Cmo se conceba Jess a s mismo? .. 157 3. La Resurreccin de Jess: La Cristologa directa .. 161

    a) Para la comunidad cristiana de Palestina, Jess es el Cristo, el Hijo del hombre, etc 162

    b) Para los judeo-cristianos de la dispora, Jess es el nuevo Adn y el Seor 164

    c) Para los cristianos helenistas, Jess es el Salva-dor, Cabeza del cosmos, Hijo Unignito de Dios, y Dios en persona 165

    4. Conclusin: No basta con dar ttulos a Jess y lla-marle: Seor, Seor! 167

    EL PROCESO CRISTOLOGICO PROSIGUE. LOS RELATOS DE LA INFANCIA DE JESS: TEOLO-GA O HISTORIA? 169 1. La fe que intenta comprender 172 2. Mateo y Lucas: Jess es el punto Omega de la histo-

    ria, el Mesas, el Hijo esperado de David, el Hijo de Dios 174

    3. Jos y la concepcin virginal en Mateo: Una acota-cin a la genealoga 176

    4. Quiso Lucas contar la concepcin virginal de Jess? 176 5. Dnde habra nacido Jess: en Beln o en Nazaret? 179 6. Quines son los pastores de los campos de Beln? 180 7. San Mateo: Jess es el nuevo Moiss y el liberador de-

    finitivo 181 a) Qu significan los reyes magos y la estrella? 182 b) Al igual que el primer liberador (Moiss), as

    tambin el ltimo (Jesucristo) 183 8. Conclusin: La Navidad, ayer y hoy, la misma ver-

    dad 184 ASI DE HUMANO SOLO PUEDE SERLO EL MIS-MO DIOS! JESS, EL HOMBRE QUE ES DIOS .. 189 1. Un Dios humano y un hombre divino 190 2. No podemos hablar sobre Jesucristo, sino nicamen-

    te a partir de l 192 3. Una difcil tensin: Ni de ms ni de menos a Jess-

    Dios; ni de ms ni de menos a Jess-Hombre 193 a) Dios se hizo hombre para que el hombre se hi-

    ciera Dios 195 b) Un hombre total fue asumido por el Verbo eter-

    no 198 4. Calcedonia: Una frmula de reconciliacin entre la

    dualidad y la unidad 199 5. Jess: El hombre que es Dios y el Dios que es hom-

    bre 205 6. La impecabilidad de Jess: El venci desde dentro a

    la condicin humana pecadora 209 7. Todos estamos destinados a ser imagen y semejanza

    de Jesucristo 214

    DONDE ENCONTRAR HOY A CRISTO RESUCI-TADO? 217 1. El cristianismo no vive de una aoranza, sino que ce-

    lebra una presencia 217 2. Comprender el mundo a partir de su futuro ya mani-

    festado 218 3. Algunas maneras de presencia de Cristo Resucitado,

    hoy 219

  • a) El Cristo csmico: La historia est grvida de Cristo 219

    b) Interesa Cristo nicamente a la tierra, o a todo el cosmos? 224

    c) El hombre, el principal sacramento de Cristo 228 d) La presencia de Cristo en los cristianos anni-

    mos o encubiertos 230 e) La presencia de Cristo en los cristianos explci-

    tos y declarados 231 f) La Iglesia Catlica, el sacramento primordial

    de la presencia del Seor 233 4. Conclusin: El orgullo de la copa est en la bebida;

    su humildad, en el servir 235

    12. COMO LLAMAR HOY A JESUCRISTO? 239 1. En Cristologa no basta con saber lo que otros supie-

    ron 240 a) La fe en Cristo no se reduce al arcamo de las

    frmulas 241 b) La fe no permite ideologizar los ttulos de Jess 242

    2. El puente entre Cristo y nosotros 244 3. Elementos de una cristologa en lenguaje secular . 247

    a) Cristo como el punto Omega de la evolucin, el homo revelatus y el futuro presente 247

    b) Cristo como conciliacin de contrarios, medio divino y formidable curtimbre 249

    c) Cristo, contestatario, reformador, revoluciona-rio y liberador 251

    d) Jesucristo, arquetipo de la ms perfecta indivi-dualizacin 253

    e) Jesucristo, nuestro hermano mayor 255 f) Jess, Dios de los hombres y Dios-con-nosotros 256

    4. Conclusin: Cristo, memoria y conciencia crtica de la humanidad 257

    13. JESUCRISTO Y EL CRISTIANISMO. REFLEXIO-NES SOBRE LA ESENCIA DEL CRISTIANISMO. 261 1. El cristianismo es tan vasto como el mundo 262 2. La plena hominizacin del hombre supone la homi-

    nizacin de Dios 264

    3. La estructura crstica y el misterio del Dios Trino 267 4. El cristianismo: Una res-puesta res-ponsable a una

    pro-puesta 267 5. El cristianismo catlico: La articulacin institucio-

    nalmente ms perfecta del cristianismo 269 6. Jesucristo: Todo en todas las cosas 271 7. Conclusin: La esperanza y el futuro de Jesucristo 274

  • I

    INTRODUCCIN La doctrina acerca de Cristo tiene su comienzo en el silen-

    cio. Enmudezca y recjase, pues es el Absoluto (Kierkegaard). Esto nada tiene que ver con el silencio mistaggico que, en su enmudecimiento, no pasa de ser palabrera del alma consigo misma. El silencio de la Iglesia es el silencio ante la Palabra. Al anunciar la Palabra, la Iglesia verdaderamente cae de rodillas en silencio ante lo Inefable y lo Inexpresable. La Palabra habla-da es lo Inefable. Y lo Inefable es la Palabra. Pero la Palabra ha de ser hablada, porque es el gran grito que resuena en el campo de batalla (Lutero). Sin embargo, aunque sea gritada por la Iglesia para el mundo, la Palabra sigue siendo lo Inefa-ble. Hablar de Cristo significa callar. Callar de Cristo significa hablar. La Palabra fecunda de la Iglesia, nacida del fecundo si-lencio, es la predicacin acerca de Cristo.

    Lo que intentamos hacer es ciencia acerca de esa predica-cin. Sin embargo, slo en la predicacin se revela su objeto. Hablar de Cristo deber significar, necesariamente, hablar en el espacio silencioso de la Iglesia. Hacemos Cristologa en el si-lencio humilde, insertos en la comunidad sacramental que ado-ra. Rezar es, a un tiempo, callar y gritar delante de Dios y en presencia de Su Palabra. Como comunidad, nos hallamos reu-nidos en torno al contenido de Su Palabra, Cristo. Sin embar-go, no estamos en un templo, sino en una clase. Y en este recin-to acadmico debemos trabajar cientficamente.

    Como Palabra acerca de Cristo, la Cristologa es una ciencia totalmente especial, porque su objeto es Cristo, la Pala-bra, el Logos. Cristologa quiere decir Palabra de la Palabra de Dios. Cristologa es Logologa. Consiguientemente, la Cristolo-

  • 14 Introduccin

    ga es la ciencia por excelencia, porque todo en ella gira en tor-no al Logos. Si ese Logos fuese nuestro propio Logos, entonces la Cristologa sera la reflexin del Logos sobre s mismo. Pero el Logos de la Cristologa es el Logos de Dios. Su trascenden-cia, pues, hace de la Cristologa la ciencia por excelencia, y su origen extrnseco la convierte en centro de la ciencia. Su objeto conserva permanentemente su trascendencia, porque se trata de una Persona. El Logos que aqu abordamos es una Persona. Este hombre es el Transcendente... As pues, la Cristologa es el centro an no conocido y secreto de la universitas littera-rum.

    Dietrich Bonhffer en su primera clase de Cristologa,

    Berln, verano de 1933. (Gesammelte Schriften, 3. Munich 1966, p. 167)

    1 LA HISTORIA DE LA HISTORIA DE JESS

    Quin dicen los hombres que soy yo?. A esta pregunta de Cristo se han dado, a lo largo de los siglos, las ms diversas respues-tas: la de la fe, la de la ciencia crtica, la de la filosofa, la de la psico-loga, la de la sociologa, y la respuesta de una juventud inquieta que anda tratando de hallar un sentido radical para la vida. En el presen-te captulo vamos a intentar ver la serie de complicaciones y dificul-tades que se ofrecen a nuestro moderno y exigente espritu crtico cuando intenta situarse responsablemente ante Jesucristo. No se pue-de pasar por delante de Cristo y quedarse indiferente, porque con Cristo se decide la suerte de cada hombre.

    Quin dicen los hombres que soy yo?. La pregunta de Jess a sus discpulos resuena a lo largo de los siglos y llega hoy hasta nosotros con la misma actualidad que posea cuando fue formulada por primera vez en Cesrea de Filipo (Me 8,27). Quien se haya interesado alguna vez por Cristo no puede eludir esta pregunta. Cada generacin ha de responderla dentro del contexto de su concepcin del mundo, del hombre y de Dios.

    1. La respuesta de la fe tranquila Para la fe tranquila, la respuesta es evidente: Jess de Na-

    zaret es el Cristo, el Hijo primognito y eterno de Dios, envia-do como hombre para liberarnos de nuestros pecados; en l se cumplieron todas las profecas que fueron hechas a nuestros padres; l llev a cabo un plan divino preexistente; su amarga muerte en la cruz formaba parte de ese plan; l cumpli hasta la muerte, con fidelidad, la voluntad del Padre; habiendo muer-to, resucit y, de este modo, evidenci el fundamento y la vera-

  • 16 La historia de la historia de Jess

    cidad de su pretensin de ser Hijo del hombre, Hijo de Dios y Mesas. En este sentido, el cristiano corriente y vulgar queda tranquilo y seguro, porque lo anterior constituye el mensaje del que da testimonio el Nuevo Testamento. Consiguientemente, deposita su confianza en Cristo, tanto en la vida como en la muerte. En esta respuesta no existe la menor preocupacin por diferenciar entre lo que es un hecho histrico y lo que es inter-pretacin de ese hecho, condicionado por un horizonte filosfi-co, religioso, histrico y social. Tanto el contenido como la for-ma del mensaje son afirmados, indistintamente, como inspira-cin del Espritu Santo, como algo que est consignado en las Escrituras inspiradas por Dios. Es la figura del Cristo dogm-tico.

    2. Las respuestas de la era del criticismo Pero resulta que hacia el siglo XVIII hizo su aparicin la

    razn crtica. El hombre comenz a cuestionar- los modelos de interpretacin social y religiosa. Los estudios histricos realiza-dos sobre la base de una seria investigacin de las fuentes po-nan al descubierto los mitos y las ideologas dominantes. Y esa investigacin, que ni siquiera se detuvo ante el Nuevo Testa-mento, en seguida descubri que los evangelios en modo algu-no son biografas histricas de Jess, sino testimonios de la fe, frutos de la predicacin y la piadosa y parcial reflexin de las comunidades primitivas. Los evangelios son, ante todo, una in-terpretacin teolgica de unos hechos acaecidos, ms que una descripcin objetiva y neutral de lo que histricamente fue Jess de Nazaret. Este descubrimiento actu como un reguero de plvora que, poco a poco, hizo que se propagara un incen-dio que an hoy no se ha extinguido del todo. Las reacciones fueron mltiples y hasta contrapuestas. La cuestin se replan-tea en los siguientes trminos: hemos de intentar dar con el Jess histrico que est en la base y en la raz del Cristo dog-mtico1.

    1. Cf. la principal bibliografa al respecto: Der historische Jess und der kerygmatische Christus, publicado por H. Ristow y K. Matthiae, Berln, 1961. R. GEISELMANN, Die Frage nach dem historischen Jess I, Munich, 1965. X. LEON-DUFOUR, LOS Evangelios y la historia de Jess, Barcelona, 1966. W. TRILLING, Jess y los problemas de su historicidad, Barcelona,

    Las respuestas de la era del criticismo 17

    a) Cmo sabemos que Jess existi? La primera respuesta de carcter extremista se produjo a

    finales del siglo XVIII. As como la fe tranquila lo afirmaba todo como inequvocamente histrico, ahora se negaba todo: Cristo no existi nunca2; era un mito3 creado por el inconscien-te humano ansioso de liberacin, lo cual es un fenmeno que puede observarse en todas las religiones4. Tal vez pudiera in-cluso afirmarse que Jesucristo no habra sido sino una proyec-cin creada por un movimiento social de pobres y esclavos en el proceso de concientizacin de su alienacin y en su marcha hacia la liberacin social5.

    Sin embargo, esta postura no tard en desacreditarse. Como muy bien deca Bultmann, la duda acerca de la existen-cia real de Jess carece de fundamento y no merece rplica al-guna. Es perfectamente evidente que Jess, como autor del mismo, est detrs de todo ese movimiento histrico cuya pri-mera fase tangible la encontramos en la primitiva comunidad palestina6. Los evangelios son interpretaciones, s; pero inter-pretaciones de unos hechos realmente acaecidos. Por otra par-te, no se pueden ignorar sin ms los testimonios extrabblicos, ya sean romanos (PLINIO, Ep. 10, 96, 2; SUETONIO, Clau-dio, 25, 4 y Nern, 16, 2; TCITO, Anales 15,44)7, ya sean ju-

    1970; Id., Legitimidade e locaizaco da questo de Jess histrico, en Actualidades Bblicas. (Homenaje internacional a Frei Joo Jos P. de Cas-tro), Petrpolis 1970, pp. 353-365. U. ZILLIES.O Jess histrico e o Cristo da fe, en Vozes 62 (1968), pp. 195-222.

    2. Esta hiptesis, formulada por primera vez por F. Volney y Ch. Dupuis en 1791, fue popularizada despus por BRUNO BAUER en su obra postuma Christus und die Casaren, 1877. Cf. O. RIETMUELLER, Woher wissen wir, dass Jess gelebt hat?, Stuttgart, 1922.

    3. Cf. A. DREWS, Die Christusmythe, 1909. H. ZIMMERN, Der Streit un die Christusmythe, Berln, 1910.

    4. Cf. principalmente A. KALTHOFF, Das Chistusproblem, Grundli-nien zu einer Sozialtheologie, Leipzig, 1904. K. KAUTSKY, Der Ursprung des Christentums, Stuttgart, 1908.

    5. Cf. P. ALFARIE, Origines sociales du Christianisme, Pars, 1959. 6. R. BULTMANN, Jess (Berln, 1926), Munich-Hamburgo, 1965,

    pp. 13-14. 7. Para las fuentes, cf. C. K. BARRET, Die Umwelt des Neuen Testa-

    mentes, Ausgewhlte Quellen, Tbingen, 1959, pp. 21-28. 8. Cf. W. TRILLING, Jess y los problemas de su historicidad (nota

    1), op. ct., pp. 62-66.

  • 18 La historia de la historia de Jess

    dios (Flavio Josefo y la literatura talmdica)8. Por supuesto que el problema se puede plantear siempre, no slo con respec-to a Cristo, sino tambin con relacin a Buda, Csar Augusto o Carlomagno. Haciendo uso del mtodo que determinados au-tores aplicaron a Cristo, puede incluso probarse que no existi Napolen, como sucedi con el historiador R. Whateley (1787-1863), contemporneo del propio emperador francs9.

    b) No hay ni puede haber una biografa de Jess Poniendo en duda el Cristo dogmtico afirmado por la fe

    tranquila, se hizo el intento, mediante los mtodos e instru-mentos de la moderna historiografa cientfica, de trazar una verdadera imagen de Jess de Nazaret prescindiendo de los dogmas y de las interpretaciones de la fe. La preocupacin de los historiadores y telogos racionalistas consista en acceder a Jess tal como era cuando an no haba sido interpretado como Cristo e Hijo de Dios, ni se le haba vinculado al culto y a la dogmtica. El Cristo de la fe haba de ser distinguido del Jess histrico. Desde Reimarus ( t 1768) hasta Wrede ( t 1904), pasando por figuras tan conocidas como Renn, D. F. Straus y M. Goguel, se escribieron centenares de vidas de Jess. Todo erudito que se preciara pretendi trazar la figura autnticamente histrica de Jess, distinguiendo y suprimiendo determinados textos y escenas de los evangelios que ellos con-sideraban como no histricos o como interpretaciones dogm-ticas de las primeras comunidades. Albert Schweitzer, por en-tonces conocido telogo y exegeta y que ms tarde habra de ser famoso como mdico en Lambarene, frica, escribi la cl-sica Historia de la investigacin sobre la vida de Jess10, evi-denciando el fracaso en que haban desembocado tales inten-tos. A propsito de las vidas de Jess escritas con la mentali-dad historicista del siglo XIX y comienzos del XX, Schweitzer dijo con toda claridad lo siguiente: Cada poca subsiguiente de la teologa descubra sus propias ideas en Jess,y slo de este modo se consegua darle vida. Pero no eran nicamente las dis-tintas pocas las que se vean reflejadas en l, sino que cada

    9. Ibid., p. 17, nota 7. 10. Cf. Geschichte der Leben-Jesu-Forschung I, II, Munich-Ham-

    burgo, 1966. Id. Le secret historique de la vie de Jsus, Pars, 1961.

    Las respuestas de la era del criticismo 19

    uno en particular creaba la imagen de su propia personalidad. No hay empresa histrica ms personal que la de escribir una Vida de Jess11.

    Es de todo punto imposible escribir una biografa de Jess en la que no existan lagunas, trazando su personalidad a partir nicamente de sus palabras, actos y comportamientos y de las grandes tendencias y corrientes de su poca. Los evangelios proporcionan al historiador crtico un cmulo de tradiciones, a veces mutuamente aisladas y apenas vinculadas externamente, que no son sino testimonios de la fe expresados en el culto, o resmenes de predicaciones realizadas para el gran pblico, principalmente de la gentilidad. El problema es an ms grave cuando, a partir de los textos del Nuevo Testamento, pretende-mos esbozar la conciencia histrica de Jess: Se consider a s mismo como Mesas e Hijo de Dios? Se anunci a s mismo como el hijo del Hombre que haba de venir en breve sobre las nubes del cielo? Hasta hoy, la investigacin puramente histrica no ha sido capaz de darnos una respuesta segura. Por otra par-te, entra aqu en juego otro factor que iremos desarrollando ms adelante. Se trata del llamado crculo hermenutico. Podemos reconstruir la historia sin, al mismo tiempo, inter-pretarla?

    El historiador aborda el objeto de su inters con los ojos de su propia poca, con los intereses dictados por el concepto que su tiempo y l mismo poseen acerca de la ciencia, etc. Por ms capaz que sea de hacer abstraccin de s mismo como su-jeto, jams podr salir de s para llegar al objeto. Por eso, toda la vida de Jess habr de ser necesariamente un pedazo de la vida del propio bigrafo. Siempre existir el elemento de la in-terpretacin. Es un crculo del que nadie puede salir. Y esto se manifiesta en los propios evangelistas. Para Marcos (que escri-bi entre los aos 65 y 69), Jess es, ante todo, el Mesas-Cris-to escondido y el gran Liberador que desendemoniza la tierra all donde acude. Por eso, ms que referir palabras y parbolas de Jess, lo que Marcos relata son sus actos y milagros. Jess es el triunfador csmico sobre la muerte y el demonio, que libe-

    11. Id. Geschichte der Leben-Jesu-Forschung (op. cit. en nota 10), p.

  • 20 La historia de la historia de Jess

    ra la tierra de los poderes alienantes y la introduce en la paz di-vina. Y, a pesar de todo, se niega a revelarse explcita y pbli-camente como el Mesas.

    Mateo, que escribe para los judeo-cristianos y los griegos de Siria (hacia los aos 85-90), ve en Jess al Mesas-Cristo profetizado y esperado, al nuevo Moiss que, en lugar de traer una ley ms perfeccionada y un farisesmo an ms riguroso, lo que trajo fue un nuevo evangelio. Jess es Aqul que mues-tra mejor que nadie, y de un modo definitivo, cul es la volun-tad de Dios, dnde descubrirla y cmo ponerla por obra.

    Para Lucas, el evangelista de los gentiles y de los griegos (hacia los aos 85-90), Jess es el Liberador de los pobres, de los enfermos, los pecadores y los marginados, tanto social como religiosamente. Es el Hombre revelado, y a un tiempo Hijo de Dios, que revel la condicin filial de todos los hom-bres. Y siguiendo el ejemplo de Cristo, el hombre se sabe radi-calmente transformado y situado dentro del Reino de Dios.

    Para Juan (que escribi entre los aos 90-100), Jess es el Hijo eterno de Dios, el Logos que planta su tienda entre los hombres con el fin de ser para ellos camino, verdad, vida, pan y agua viva. La figura de Jess que emerge del evangelio de Juan es una figura hiertica y transcendente que siempre se mueve en la esfera de lo divino. Pero es nica y exclusivamente Juan el telogo para quien los hechos estn en funcin de una teologa, hasta el punto de historizar el kerigma. El Jess de Juan es ya, de un modo pleno, el Cristo de la fe.

    Pablo, que no conoci al Jess histrico, anuncia sobre todo al Cristo resucitado por la fe como el paradigma de la nueva humanidad, los nuevos cielos y la nueva tierra presentes ya en este mundo; como el nico mediador y salvador de la historia entera. El autor de las cartas a los Colosenses y a los Efesios (un discpulo de Pablo, evidentemente) utiliza catego-ras de los sistemas de pensamiento estoico y gnstico para res-ponder a la pregunta: cul es la funcin de Cristo en la reden-cin del cosmos? Y se le llama entonces a Cristo cabeza de to-das las cosas (Ef 1,10), o polo centralizador en el que todo tie-ne su existencia y consistencia (Col 1,16-20).

    Como puede deducirse de estas breves indicaciones, cada autor, dentro de sus propias preocupaciones pastorales, teol-gicas, apologticas o existenciales, intenta responder a su modo

    Las respuestas de la era del criticismo 21

    a la pregunta: Quin dicen los hombres que soy yo?. Y cada uno de los autores sagrados ve con sus propios ojos a un solo y mismo Jess. Con ese material que ha llegado a nosotros a travs del Nuevo Testamento no podemos, pues, elaborar una biografa de Jess histrica y cientficamente pura. c) Primaca del Cristo de la fe sobre el Jess histrico,

    de la leyenda sobre la historia, de la interpretacin sobre el hecho? Ante el fracaso de la exgesis histrica en su intento por

    reconstruir con exactitud la figura del Jess histrico de Naza-ret, Rudolf Bultmann extrae unas ltimas consecuencias: he-mos de renunciar definitivamente a dicho intento y tratar de concentrarnos nica y exclusivamente en el Cristo de la fe12. Es cierto que el mtodo histrico-crtico nos ha suministrado cier-tas informaciones fidedignas acerca del Jess histrico. Pero esas informaciones, que no nos permiten reconstruir una bio-grafa, son adems irrelevantes para la fe porque nos presentan a Jess como un profeta judo que predicaba una obediencia radical, exiga una conversin y anunciaba el perdn y la cer-cana del Reino. Jess no es un cristiano, sino un judo; y su historia no pertenece a la historia del cristianismo, sino a la del judaismo: La predicacin de Jess constituye uno de los pre-supuestos de la teologa del Nuevo Testamento, no una parte de ste13; es un presupuesto entre otros muchos, como pueden ser la gnosis, el estoicismo, o el mundo pagano de la poca, con sus mitos y sus expectativas. Bultmann insiste en una distin-cin tomada de su maestro, Martin Khler, autor de un famoso libro que se ha hecho programtico para toda discusin ulte-rior: El llamado Jess histrico y el Cristo legendario y bbli-co (1892)14. Segn Bultmann, es preciso distinguir entre hist-rico (historisch) y legendario (geschichtlich), entre Jess y Cristo. Por Jess hay que entender el hombre de Nazaret, cuya

    12. R. BULTMANN, Jess (op. cit. en nota 6); Theologie des Neuen Testamentes, Tbingen, 1965; Das Verhltnis der urchristlichen Christus-botschaft zum historischen Jess (Actas de la sesin de la Academia de las Ciencias de Heidelberg, Seccin de Filosofa e Historia, 1960, 3), 1960.

    13. R. BULTMANN, Theologie des Neuen Testamentes (op. cit. nota 12), p. 1.

    14. Der sogenannte historische Jess und der geschichtliche biblis-che Christus, Munich 1961.

  • 22 La historia de la historia de Jess

    vida en vano trat de reconstruir la historiografa crtica. Por Cristo se entiende el Salvador e Hijo de Dios anunciado por la Iglesia en los evangelios. Por histrico se entienden los hechos del pasado que pueden ser probados mediante documentos que la ciencia histrica se encarga de analizar; por legendario (ges-chichtlich) debe entenderse la significacin que un determinado hecho adquiere para una poca o para un grupo de personas dentro de la historia. Segn esta distincin, nicamente el Jess legendario es relevante para la fe, porque nicamente la predi-cacin (el Nuevo Testamento) que podemos constatar hist-ricamente hace de l el Salvador del mundo. Por consiguien-te, la renuncia al Jess histrico se basa fundamentalmente, segn Bultmann, en dos consideraciones:

    aa) No nos es posible escribir una vida de Jess porque care-cemos de fuentes neutrales. Lo que s podemos esbozar, como histricamente segura, es la figura de un profeta judo portador de un mensaje que constituye la radicali-zacin de la fe del Antiguo Testamento. Pero ninguna de ambas cosas tiene mayor importancia para la fe.

    bb) La tarea de la teologa no ha de consistir en malgastar tiempo en la bsqueda de un Jess histrico al que no es posible encontrar, sino que ha de reducirse a interpretar y traducir al lenguaje de hoy la predicacin apostlica que anunciaba a Jess como Cristo, Salvador, hijo del Hombre e Hijo de Dios. Es preciso desmitologizar el mensaje, despojndole del ropaje sincretista, propio de la cultura grecorromana, de que est revestido15.

    Podemos resumir en los siguientes puntos, indicados por Bultmann16, la diferencia entre el Jess histrico y el Cristo de la fe:

    15. Cf. R. BULTMANN, Das Urchrislentum im Rahmen der antiken Religionen, Hamburgo, 1954.

    16. Cf. R. BULTMANN, Das Verhaltnis der urchristlichen Christus-botschaft (op. cit. en nota 12), p. 6. Cf. W. KUENNETH, Glauben an Jess? Christologie und moderne Existenz, Munich-Hamburgo, 1969, pp. 79-86.

    Las respuestas de la era del criticismo 23

    aa) En la predicacin apostlica (kerigma),en lugar de la persona histrica de Jess, lo que se introdujo fue la fi-gura mtica del Hijo de Dios.

    bb) En lugar de la predicacin escatolgica de Jess acerca del Reino de Dios, se introdujo en el kerigma el anuncio del Cristo muerto en la cruz por nuestros pecados y pro-digiosamente resucitado por Dios para nuestra salvacin. Jess predic el Reino; la Iglesia predica a Cristo. El predicador es ahora predicado.

    ce) En lugar de la obediencia radical y la vivencia total del amor exigidas por Jess, se introdujo en el kerigma la doctrina sobre Cristo, la Iglesia y los sacramentos. Lo que para Jess ocupaba el primer lugar queda ahora re-legado al segundo. Es la parnesis tica.

    Ante esta distasis entre Jess y Cristo, la pregunta es: qu valor cristolgico adquiere la humanidad histrica de Jess? Segn Bultmann, dicho valor es irrelevante: Acerca de la vida de Jess, el kerigma (la predicacin) precisa saber ni-camente que Jess vivi y que muri en la cruz. No es preciso ir ms all. Pablo y Juan, cada uno a su manera, lo demues-tran17. A la fe nicamente le interesa saber que Jess existi. Lo que realmente aconteci, la historicidad objetiva, carece de inters.

    Segn estas tesis, creer en Jess no consiste en creer en su persona, sino en la predicacin acerca de l que contienen los evangelios. No es Jess quien salva, sino el Cristo predicado, que llega personalmente a cada uno en la predicacin, la cual es ahora realizada por la Iglesia. Por eso no hay fe en Cristo sin fe en la Iglesia, porque no hay Cristo sin la predicacin anunciada por la Iglesia. El estudio de las tradiciones y la in-vestigacin de la historia de las formas (Formgeschichte) de los evangelios, hacen que resulte tangible la labor teolgica, litera-ria y redaccional de las comunidades primitivas.

    Entonces, qu es la Cristologa? No es la doctrina acer-ca de la naturaleza divina de Cristo, sino el anuncio, la inter-

    17. R. BULTMANN, Das Verhaltnis... (op. cit. en nota 12), p. 9.

  • 24 La historia de la historia de Jess

    pretacin de la fe que me invita a creer, a tomar la cruz de Cristo y, de este modo justificado, tomar parte en su resurrec-cin18. Cristologa es la Palabra de Dios que me llega aqu y ahora. Creer en Cristo tal como los evangelios lo predican es experimentar y alcanzar la redencin. Sin embargo, hemos de desmitificar las formulaciones evanglicas y tratar de ver el sig-nificado que poseen para nuestra existencia. Qu significa, por ejemplo, creer en la cruz de Cristo? No significa creer en un acontecimiento del pasado que se realiz en Jess, sino que significa hacer de la cruz de Cristo la propia cruz, es decir, de-jarse crucificar con Cristo19. Creer en el Crucificado significa despojarse del yo. En eso consiste la salvacin. La Cristologa se reduce a Soteriologa. La Cristologa es el esclarecimiento de la comprensin cristiana del ser20, la explicacin de la comprensin de fe del nuevo ser21; todo lo dems no son ms que representaciones mitolgicas y conceptos clticos del sin-cretismo helenstico22.

    Como puede colegirse, se verifica aqu una nueva radicali-zacin. Si los telogos e historiadores, en su bsqueda del Jess de la historia a costa del Cristo de la fe y de las interpretacio-nes dogmticas, radicalizaban en un sentido, Bultmann radica-liza en el sentido opuesto, al buscar nicamente al Cristo de la fe a costa del Jess histrico, al que reduce a un punto mate-mtico de su mera existencia23.

    3. La vuelta al Jess histrico. Jesuloga y Cristologa La postura de Bultmann, por muy fascinante que pueda

    parecer, deja sin resolver una serie de graves problemas para la fe: Dnde emerge la fe? En qu se basa el kerigma? Cmo distinguir, por un lado, la predicacin sobre Jess y, por otro,

    18. R. BULTMANN, Glauben und Verstehen I, Tbingen, 1933, p. 260. (Trad. cast.: Creer y comprender, Madrid, 1974).

    19. R. BULTMANN, Offenbarung und Heilsgeschehen, Munich, 1941, p. 61.

    20. R. BULTMANN, op. Cit. en nota 18, p. 263. 21. Ibid. 22. Id., pp. 266 ss. 23. Que Bultmann, a pesar de todo, sabe mucho del Jess histrico,

    lo demuestra su libro Jess, escrito en 1926.

    La vuelta al Jess histrico 25

    la ideologa de un grupo en torno a la figura de Jess? Qu fuerza oculta es la que acta e impulsa la predicacin? Se tra-ta de una idea, o de una persona histrica? Puede temerse en pie la idea de una ruptura entre el Jess histrico y el Cristo de la fe? Acaso la muerte redentora y la resurreccin de Jess no son ms que meras interpretaciones de la comunidad que hoy podemos desechar? O nos hallamos ante algo que realmente se verifica en Jess? . Se puede identificar, como hace Bult-mann, predicacin, Jess, Iglesia, Nuevo Testamento y Espri-tu Santo? Si identificamos a Jess con la predicacin de la Igle-sia, entonces nos vemos privados de todo elemento crtico y de la posibilidad de legtima protesta; nos es arrebatado el baremo con el que poder medir a Marcos, Lucas, Mateo, Juan y Pablo, y otros autores escritursticos, y calibrar hasta qu punto, fren-te a las nuevas necesidades de sus respectivas comunidades, in-terpretaron y elaboraron el mensaje originario de Jess. De dnde hemos de partir para mantener una actitud crtica frente a la Iglesia si, segn Bultmann, Cristo no es sino una creacin de la fe de la propia Iglesia? Por otra parte, la Cristologa de Bultmann vaca de todo contenido la encarnacin. Cristo no es en primer lugar una idea o un tema de predicacin. Ante todo, fue un ser histrico, condicionado y datable. En la teologa de Bultmann, sin embargo, no es la Palabra la que se hace carne, sino la carne la que se hace Palabra.

    En el debate de los problemas que acabamos de exponer se perfilan dos orientaciones bastante ntidas: una importante parte de los discpulos de Bultmann no suscribi las tesis radi-cales de su maestro, sino que regres un paso atrs, reasumien-do el problema del Cristo histrico. Como perfectamente expo-ne J. R. Robinson, es preciso interrogarse acerca del Jess histrico, porque el kerigma pretende llevar al fiel a un encuen-tro existencial con una persona histrica: Jess de Naza-ret...25. La problemtica post-bultmaniana trastoca los trmi-nos de inters. El mismo Bultmann lo constata con pesadum-bre en 1960: Antao, la preocupacin esencial consista en de-terminar la diferencia entre Jess y la predicacin sobre Jess.

    24. Cf. R. GEISELMANN, op. cit. en nota 1, pp. 51 ss. 25. J. R. ROBINSON, Kerygma und historischer Jess, Zurich, 1960,

    p. 114.

  • 26 La historia de la historia de Jess

    Hoy sucede al revs: el inters principal consiste en subrayar la unidad existente entre el Jess histrico y el Cristo de la fe26. El retorno a la bsqueda del Jess histrico es un retorno crti-co. A todos resulta evidente que jams podr escribirse una biografa de Jess. Sin embargo, a pesar del carcter cristolgi-co, interpretativo y confesional que poseen los actuales evange-lios, stos proyectan una figura de Jess de extraordinaria es-pontaneidad y originalidad: una figura inconfundible y no in-tercambiable; la concrecin histrica y la especificidad da Jess se destacan por encima y a pesar de todas las interpreta-ciones que de l hicieron las comunidades primitivas. Y fue pre-cisamente el carcter de soberana y grandeza del Jess histri-co lo que ocasion el desarrollo cristolgico y sus mltiples in-terpretaciones. En esa lnea camina toda una corriente de la teologa y la exgesis post-bulmanianas, como ms adelante ex-plicaremos. Pero hubo otra corriente que llev a sus ltimas consecuencias las tesis de Bultmann, y de un modo especial su programa de desmitificacin del mensaje evanglico, desembo-cando, como veremos, en un cristianismo ateo no compartido por el propio Bultmann.

    a) La continuidad entre Jess y Cristo: la cristologa indirecta Dnde reside la continuidad entre el Jess histrico y el

    Cristo de la fe? Una gran parte de la investigacin teolgico-exegtica de los ltimos aos, tanto en el campo catlico como en el protestante, se centra en el anlisis y elaboracin de este problema27. Y tal investigacin desvel un dato muy importan-

    26. R. BULTMANN, Das Verhltnis der urchristlichen Christusbot-schaft... (op. cit. en nota 12), pp. 5-6.

    27. Sobre la investigacin de los ltimos aos, cf.: W. G. KUEMMEL, Jesusforschung seit 1950, en Theologische Rundschau 31 (1965-66), pp. 15-46 y 290-315. F. MUSSNER, Leben-Jesu-Forschung, en Lexikonfr Theologie und Kirche VI (1961), pp. 859-864. J. ROLOFF, Das Kerygma und der irdische Jess, Historische Motive in den Jesus-Erzhlungen der Evangelien, Gottingen, 1970. M. LEHMANN, Synoptische Quellenanalyse und die Frage nach dem historischen Jess, Berln, 1970. M. HENGEL, Nachfolge und Charisma, Berln, 1968. (Trad. cast.: Seguimiento y caris-ma, Santander, 1980). C. K. BARRET, Jess andthe Gospel Tradition, Lon-dres, 1967. Cf. tambin: VV. AA., Zur Frage nach dem historischen Je-

    La vuelta al Jess histrico 27

    te al que ya hemos aludido anteriormente: el modo de actuar de Jess y sus exigencias, que ponen en relacin la participa-cin en el Reino y la venida del Hijo del Hombre con la adhe-sin que se preste a su persona (cf. Le 12,8-10) y la pretensin de Jess en el sentido de que con l se ofrece la ltima oportu-nidad de salvacin, de que con l los pobres son consolados y los pecadores reconciliados, supone la existencia latente de una cristologa implcita e indirecta28. Robinson, Ksemann29, Bornkamm30, Mussner31, Geiselmann, Trilling, Pan'nenberg32 y otros muchos han puesto de manifiesto que la autoridad y so-berana que Jess evidenci frente a las tradiciones legales y la concepcin religiosa del Antiguo Testamento, superan con mu-cho lo que el ms osado de los rabinos se habra podido permi-tir. Jess invade la esfera de lo divino y habla como quien est en lugar de Dios. Ni siquiera el historiador ms exigente puede dejar de reconocer que nos hallamos ante alguien que excede las categoras humanas. Jess posea una conciencia mesini-ca, aun cuando no llegara a explicitarla mediante ninguno de los ttulos escatolgicos tradicionales, tales como Mesas, Hijo del Hombre, Hijo de Dios, etc.

    La continuidad entre el Jess histrico y el Cristo de la fe reside, pues, en el hecho de que la comunidad primitiva haya expresado explcitamente lo que ya estaba implcito en las pala-bras, exigencias, actitudes y comportamientos de Jess. La pri-mera comunidad denomina a Jess Mesas, Hijo de Dios, Seor, etc., para explicar la autoridad, la soberana y las pre-tensiones que nacan del modo de ser de Jess. Desde entonces

    sus, en Biblische Zeitschrift 15 (1971), pp. 271-279. R. PESCH, Jess urei-gene Taten (QD 52), Friburgo, 1970. . GRECH, Developpements rcents dans la controverse sur le Jsus de l'histoire, en Bulletin de Thologie Bi-blique 1 (1971), pp. 193-217.

    28. Cf. H. R. BALZ, Methodische Probleme der neutestamentlichen Christologie, Neukirchen, 1967, pp. 124 ss. y 218 ss.

    29. Das Problem des historischen Jess, en Glauben heute, publi-cado por Gert Otto, Hamburgo, 1965, pp. 96-112.

    30. Jess von Nazareth, Stuttgart, 1956. (Trad. cast.: Jess de Naza-ret, Salamanca, 1975).

    31. Der historische Jess und der Christus des Glaubens, en Biblis-che Zeitschrift 1 (1957), pp. 224-252.

    32. Grundzge der Christologie, Gtersloh, 1969, especialmente pp. 47-60. (Trad. cast.: Fundamentos de Cristologa, Salamanca, 1974).

  • 28 La historia de la historia de Jess

    comenz a hablarse de Jesuloga (cmo se entenda Jess a s mismo, segn se desprende de sus palabras y actitudes) y de Cristologa (la posterior explicacin dada por la comunidad). La Cristologa no consiste sino en hacer patente aquello que se haba manifestado en Jess: su inmediatez con el mismo Dios. Como perfectamente indicaba Bornkamm, uno de los principa-les estudiosos de la figura de Jess en nuestro siglo, la presen-cializacin de la realidad de Dios fundamenta el misterio mis-mo de Jess33. Si esto es cierto, entonces el horizonte en el que hemos de abordar al Jess histrico es el horizonte de la fe, porque nicamente en ese horizonte puede llegarse a la com-prensin natural y la correspondiente explicitacin de las actitu-des y comportamientos de Jess. De ah que el encuentro con los testimonios de la fe (los evangelios) signifique ya un encuen-tro con el mismo Jess. El Jess histrico es el Jess de la fe, no slo porque los evangelios son testimonios de la fe, sino por-que el propio Jess fue una persona y un testimonio de fe34.

    A la luz de estos estudios se escribi una interesante serie de libros sobre Jess en los que, con una comprensin de la his-toria desprovista de los rgidos prejuicios de la crtica liberal historicista, se ofrece suficiente material histrico no cierta-mente para una biografa, pero s para una descripcin esque-mtica suficientemente fiable de Jess de Nazaret. Por supues-to que tambin aqu hubo exageraciones, especialmente por parte de E. Stauffer, el cual, en medio de la euforia reinante por causa de ese retorno crtico al Jess histrico, y por causa tam-bin del minucioso y erudito anlisis de las fuentes indirectas relativas a Jess como son las antiguas relaciones, los docu-mentos de la poca de tipo prosopogrfico, poltico, jurdico, moral, numismtico y arqueolgico, a los que habra que aa-dir el mayor conocimiento de los manuscritos de Qumram, de la literatura apocalptica y de la polmica rabnica contra Jess (especialmente el Midrash y el Talmud) intent reconstruir una vida de Jess estrictamente encuadrada dentro de los crite-rios positivistas35. El objetivo de Stauffer consiste en llegar al

    33. Op. cit. en nota 30, p. 56. 34. Cf. G. EBELING, Jess und Glaube, en Wort und Glaube, T-

    bingen, 1960, pp. 203-254. 35. Cf. E. STAUFFER, Jerusalem und Rom im Zeitalter Jesu Christi,

    La vuelta al Jess histrico 29

    mensaje originario de Jess en su ms pura esencia, as como a la autoconciencia del mismo Jess y, a partir de ah, valorar las diversas cristologas y teologas elaboradas por las comunida-des y que se contienen en los evangelios; para ello realiza una denodada labor de despojo de todos los elementos que l consi-dera no jesunicos. El resultado de su investigacin podemos resumirlo as: Dios se revel en Jess; la expresin de la auto-revelacin de Dios reside en la soberana de Jess que se expl-cita en los diversos Yo soy pronunciados por el mismo Jess (cf. Me 14,62); consiguientemente, el ncleo del mensaje jesu-nico consiste en una nueva moral, la del amor, contrapuesta a la moral de la obediencia posteriormente introducida por Pablo y por la Iglesia; los evangelios actuales son producto de un proceso de re-judaizacin del cristianismo; la tarea primordial de la Cristologa habr de consistir, pues, en la superacin de la tica de la obediencia, que tantos males ha ocasionado a lo lar-go de la historia cristiana, y en la des-rejudaizacin de la tradi-cin jesunica. La crtica acogi desfavorablemente el progra-ma de Stauffer36. Aun reconociendo la inmensa erudicin que refleja su obra y el entusiasmo apostlico de sus esfuerzos, sus estudios constituyen un fruto anacrnico de la historiografa clsica de las Vidas de Jess.

    b) Concentracin y reduccin cristolgicas: los telogos de la muerte de Dios Algunos discpulos de Bultmann, entre ellos H. Braun, D.

    Slle y P. van Burn, han radicalizado an ms la postura del propio Bultmann. Con ellos, la desmitologizacin no slo al-canza al contenido del Nuevo Testamento, sino tambin a los conceptos fundamentales de la religin, como puede ser la ima-gen de Dios. Segn, por ejemplo, H. Braun, famoso exegeta y telogo de Mainz, despus de Kant tenemos que excluir termi-nantemente todo intento de objetivacin de Dios, incluida la denominacin de espritu y de persona. Dios no es objeto

    Berna, 1957; Jess, Gestalt und Geschichte, Berna, 1957; Die Botschaft Jesu damals und heute, Berna, 1959.

    36. Cf. G. W. KUEMMEL, Jesusforschung seit 1950/11, en Theolo-gische Rundschau 31 (1966), pp. 291 ss. W. MARXSEN, en Theologische Literaturzeitung 86 (1961), pp. 38-41. E. HAENCHEN, en Gnomos 32, (1960), pp. 552-556.

  • 30 La historia de la historia de Jess

    del conocimiento, ni existe simplemente del mismo modo que existen las dems realidades. Dios acontece dentro de la vida humana. Dios es aquel acontecimiento que hace posible que nazca el amor, y en El reciben esperanza y futuro el malvado y el desesperado37. Por eso Dios no constituye una instancia su-perior, una esencia divina originadora del mundo y concesora de premios o castigos, segn los merecimientos de cada cual. Pensar as de Dios significara encuadrarlo en categoras meta-fsicas o lingsticas y dejarse atrapar por las estructuras del pensamiento antiguo, mtico y pre-crtico. Por ello, tanto Braun como la teloga protestante Dorothee Slle llegan a afirmar que la aceptacin de la divinidad no constituye un presupuesto del ser cristiano. Se puede ser ateo y cristiano38. Ernst Bloch ha dado un paso ms al formular en el ttulo de uno de sus libros la siguiente paradoja: Slo un buen cristiano puede ser un ateo, y slo un buen ateo puede ser un cristiano39. P. van Bu-rn sugiri que se prescindiera definitivamente del nombre de Dios40. Como es obvio, estos autores radicales no pregonan con todo ello un atesmo vulgar. Dios sigue desempeando una funcin, porque sigue siendo el smbolo de la conducta que Cristo exiga de todos: un amor ilimitado y una obediencia de-sinteresada a las exigencias de una reciprocidad sin lmites. Dondequiera que esto sea una realidad, all estar Dios presen-te (Braun)41.

    En la teologa de la muerte de Dios se verifica una con-centracin cristolgica que no tiene precedentes en la historia de la teologa cristiana. Jess rechaza a Dios, que muere y a quien l sustituye. El es el verdadero Dios; el Dios de la tras-

    37. H. BRAUN, Jess, Der Mann aus Nazareth und seine Zeit, Sttutgart-Berln, 1969, p. 170. (Trad. cast.: Jess, el hombre de Nazaret y su tiempo, Salamanca, 1975). Cf.: Post Bultmann locutum. (Discusin entre el profesor doctor H. GoUwitzer y el profesor doctor H. Braun), Hamburgo, 1965, p. 30.

    38. Cf. D. SOELLE, Atheistisch an Gott glauben. Beitrge zur Theo-logie, Olten-Freiburg, 1968.

    39. Atheismus in Christentum. Nur ein guter Christ kann ein Atheist sein. Nur ein guter Atheist kann ein Christ sein. Stuttgart, 1969.

    40. P. VAN BURN, The Dissolution of the Absolute. Religin in life, 1965; Linguistic Analysis and Christian Education. Religious Education, 1965; El significado secular del Evangelio, Barcelona, 1968.

    41. Post Bultmann locutum (op. cit. en nota 37), p. 30.

    La vuelta al Jess histrico 31

    cendencia, de la creacin, de los atributos divinos, muere den-tro de nuestra cultura emprica, experiencial, pragmtica e in-mediatista. El Dios que se identific con nuestra situacin, con nuestras tinieblas y nuestras angustias, se es el Dios divino y se llama Jess de Nazaret. Jess viene a colmar el inmenso va-co y la tremenda ausencia provocados por la muerte de Dios; porque no es Dios quien interviene y hace que triunfe su causa en el mundo, sino que es Cristo quien entra en su lugar. Es Cristo quien consuela a aqullos a quienes Dios ha abandona-do, cura a aqullos que no comprenden a Dios y satisface a aqullos que sienten ansias de Dios42. Jess es el protagonista de Dios. Desempea el papel de Dios en el mundo, haciendo a Dios presente y haciendo tambin que su ausencia sea menos dramtica. Dios ya no habla. Ha dejado de ser transparente. Sin embargo, tenemos un lugarteniente de Dios, que es Jesu-cristo. En Jess, Dios se hace dbil e impotente en el mundo43. Y con ello resuelve el problema del dolor y del mal, que consti-tuan la perenne base de argumentacin para todo el atesmo. El Dios que el atesmo cuestionaba, en nombre del mal de este mundo, era el Dios todopoderoso e infinito, Creador del cielo y de la tierra, Padre y Seor csmico. En Jesucristo, el propio Dios asumi el mal y el absurdo, identificndose con el proble-ma, y resolvindolo no de un modo terico, sino mediante la vida y el amor. Por eso, nicamente este Dios es el Dios de la experiencia cristiana. Ya no es un eterno e infinito solitario, sino uno de nosotros, solidario con nuestro dolor y con nuestra angustia por la ausencia y el ocultamiento de Dios en el mun-do.

    Como es evidente, aqu no hay tan slo una concentra-cin cristolgica, sino tambin una reduccin de la realidad de Jesucristo. El Jess del que dan testimonio los evangelios no puede ser comprendido de manera adecuada sin una referencia explcita a Dios. Es cierto que en l tambin se produjo la expe-riencia de la muerte de Dios. Pero ello no significa en modo al-guno que Jess hubiera reprimido a Dios, o liberado a los hom-

    42. D. SOELLE, Stellvertretung. Ein Kapitel Theologie nach dem Tode Gottes, Stuttgart-Berln, 1967, pp. 184-185.

    43. Cf. D. BONHOEFFER, Widerstand undErgebung, Munich, 1954, pp. 242-244. (Trad. cast.: Resistencia y sumisin, Barcelona, 1969).

  • 32 La historia de la historia de Jess

    bres de la divinidad. Jess actuaba en nombre de Dios. Anun-ci el Reino como Reino de Dios y nos ense a llamarlo Pa-dre y a sentirnos hijos suyos bien amados. Negar esto significa-ra reducir la cristologa a pura fraseologa.

    c) Cristologa de la palabra, del silencio y del balbuceo Cul es el verdadero problema que se oculta tras esta

    problemtica que para muchos, y con razn, no pasa de ser un problema acadmico, fruto de un concepto demasiado rgido de la historia, elaborado en determinados crculos europeos, es-pecialmente alemanes, a partir del siglo XVIII? El verdadero problema, en el fondo, se reduce a esto: Lo que la fe dice acer-ca de Jess como futuro del hombre y del mundo, como reali-zacin suprema del anhelo religioso del hombre por comulgar con la divinidad y por encarnar al mismo Dios, es una reali-dad intra-histrica o no es ms que una proyeccin al terreno de las ideas y los ideales de una interpretacin de la existencia humana que constantemente se interroga sobre s misma? Qu es lo salvador? La palabra y la interpretacin de la exis-tencia humana, o el hombre histrico Jess de Nazaret que dio origen a la palabra y a una nueva interpretacin de la existen-cia? Lo que los evangelios pretenden anunciar es la presencia de una nueva realidad y, por ello mismo, de una nueva esperan-za en el corazn de la historia: Jess resucitado, vencedor de la muerte, del pecado y de todo lo que aliena al hombre. En prin-cipio, no desean anunciar una nueva doctrina y una nueva in-terpretacin de las relaciones del hombre con Dios. Quieren, eso s, mostrar la realidad de un hombre, a partir del cual todo ser humano puede tener esperanza acerca de su propia situa-cin ante Dios y acerca del futuro que le est reservado: una vida plena en comunin con la vida de Dios; la carne tiene un futuro, que es la divinizacin; y la muerte, con todo lo que sig-nifica, ya no tendr lugar. Esta positividad histrica adquiere un carcter universal y eterno, porque representa la anticipa-cin del futuro dentro del tiempo.

    Para muchos, esto constituye un escndalo. Puede la pa-labra transmitir semejante positividad? O no es la palabra sino un vaso frgil que contiene la esencia preciosa, pero que no puede ser identificado con ella? El Nuevo Testamento y la predicacin de la Iglesia se presentan como la palabra llena de

    La vuelta al Jess histrico 33

    autoridad y poder que contiene y comunica la positividad del hecho de Jess, el Cristo. Pero puede la palabra fecundada en el mundo viejo expresar adecuadamente el nuevo? Acaso no es la palabra un balbuceo en torno al misterio, una respuesta humana y llena de fe, antes que la propuesta propiamente di-cha de Dios y de Cristo a los hombres?

    Hay en la teologa una corriente que afirma que el silencio es ms comunicador que la palabra, que es de l de donde nace la palabra fecunda. La sabidura de la palabra consiste en re-conducir si silencio del misterio. Pero no es en el amor donde reside la suprema realizacin de Dios y del hombre? El amor es silencio y palabra. No es nicamente palabra, porque existe en cada uno de nosotros y en Dios, el inefable. Tampoco es nica-mente silencio, porque el amor se comunica y exige la existen-cia de un t, la alteridad y la reciprocidad. Al hombre le toca conocer tanto el valor del silencio como el de la palabra. Al hombre le ha sido dada, antes que nada, la posibilidad de bal-bucir acerca del misterio de s mismo, de Cristo y de Dios. En esto vea San Buenaventura la tarea de la teologa y del telo-go. Y esa posibilidad de balbucir se llama fe. No la fe como manera deficiente de saber, sino como manera de comportarse y de situarse en la positividad ante las cuestiones ltimas del hombre, del mundo y de Dios. Aqu ya se ha trascendido la di-mensin del saber como posibilidad de cuestionar cientfica-mente. Pero se ha entrado en otro horizonte en el que la deci-sin libre tiene un carcter determinante y da lugar a otro uni-verso de comprensin de la realidad. Fe y razn cientfica no estn mutuamente enfrentadas; son dos dimensiones diferentes y no dos modos de conocer dentro de una misma perspectiva. Por eso, el pretender recuperar un Jess histrico a costa de un Cristo dogmtico, significa confundir las dimensiones y com-prender errneamente la fe como una forma inadecuada e im-perfecta de conocer. Puede el propio Jess histrico ser enten-dido fuera de la dimensin de la fe, cuando l mismo, Jess de Nazaret, concibi toda su vida como vida de fe? No constitu-ye la fe, precisamente, la atmsfera y el horizonte adecuados para poder comprender quin fue el Jess histrico?

    No le faltaba razn a la comunidad primitiva al identificar al Jess histrico y carnal con el Cristo resucitado y glorioso. La historia va siempre unida a la fe y, por ello, hay que recha-

  • 34 La historia de la historia de Jess

    zar a priori cualquier tipo de docetismo, bien sea porque trate de reducir a Jess a mera Palabra (kerigma, predicacin), bien sea porque pretenda reducirlo a un puro ser histrico que tuvo su fin en la muerte. La Palabra se hizo carne. Y con ello preten-de decirse que hay una historia del ser nuevo y escatolgico que tuvo su comienzo, de forma epocal y nica, con Jess de Nazaret, en toda su patente visibilidad. Este es el ncleo funda-mental del mensaje cristiano. El modo concreto de los balbu-ceos a partir de, y en torno a, esta realidad, variar a lo largo de la historia, como varan tambin dentro del propio Nuevo Testamento. De ah podemos colegir que esta discusin sobre el Jess histrico y el Cristo de la fe implica el problema funda-mental del cristianismo: surgi ya el homo revelatus, total-mente divinizado e inserto en el misterio de Dios, o nos halla-mos an en ansiosa espera (cf. Le 3,15), perdidos dentro del mundo viejo y del ser alienado? El Nuevo Testamento es un-nime al respecto: la salvacin ya ha aparecido y tiene un nom-bre: Jesucristo, el hombre nuevo, el primero en llegar a trmino y al que nosotros seguiremos.

    4. Otras posiciones cristolgicas actuales Adems de las posiciones referidas, hay an otras que de-

    limitan el horizonte de la reflexin sobre Jess y su actuacin religiosa. Nos referiremos brevemente a algunas de ellas. a) Interpretacin Jllosfico-trascendental de Jess

    Esta corriente teolgica, en la que se encuadran sobre todo telogos catlicos44, arranca igualmente del problema de

    44. Cf. el principal representante: K. RAHNER, Jess Christus, en Lexikonfr Theologie undKirche V (1960), pp. 953-961; Jess Christus, en Sacramentum Mundi II (1968), pp. 900-957. (Trad. cast.: Sacramentum Mundi II, Barcelona, 1972); Probleme der Christologie von heute, en Schriften zur Theologie I (1954), pp. 169-222. (Trad. cast.: Escritos de Teologa I, Madrid 1969); Zur Theologie der Menschwerdung, en Schrif-ten zur Theologie IV (1960), pp. 137-155; los artculos de Cristologia en el volumen Teologa e antropologa, S. Paulo 1969; Christologie im Rah-men des modernen Selbst-und-Weltverstndnisses, en SzT IX. (1970), pp. 227-241. H. K.UENG, Menschwerdung Gottes. Eine Einfhrung in Hegels theologisches Denken ais Prologomena zu einer zuknftigen Christologie, Friburgo 1970, esp. pp. 647-670. (Trad. cast.: Encarnacin de Dios, Barce-lona 1974).

    Otras posiciones cristolgicas actuales 35

    la desmitificacin. Para nosotros, innumerables afirmaciones (y de las ms fundamentales) sobre Jess son una especie de mitos arcaicos: que Jess sea al mismo tiempo Dios; que haya nacido de una virgen, etc. Qu significa para nosotros decir que Jess es el Verbo encarnado? Qu mediacin podemos arbitrar para incluir semejante dato dentro de nuestro horizon-te de comprensin? Son muchsimos los que entienden de un modo realmente mtico y equivocado la encarnacin de Dios: como si excluyera totalmente la actividad humana; como si Jess no hubiera tomado parte realmente en nuestra condicin humana, con todo lo que sta supone de bsqueda a tientas, de necesidad de creer y esperar, de crecer, comprender y relacio-narse con Dios. Si Jess fue realmente Dios, cul es la condi-cin de posibilidad de que la naturaleza humana pueda ser asu-mida por Dios? Si el hombre Jess pudo constituir la encarna-cin del Verbo, es porque ya exista esta posibilidad dentro de la naturaleza humana. Ahora bien, Jess es un hombre como nosotros. Por consiguiente, la naturaleza humana en cuanto tal comporta esa trascendencia y esa capacidad de relacionarse con el Absoluto. Puede identificarse con El y formar parte de Su historia.

    Por eso la Cristologia presupone una antropologa tras-cendental : el hombre, por su propia naturaleza, est orientado dimensionalmente al Absoluto; ansia y espera unirse a El por-que ste es el sentido ltimo de su plena hominizacin; la exi-gencia ms radical de su existencia reside en la posesin de un radical sentido de unidad con el Infinito. El hombre descubre en s mismo esa energa y ese movimiento hacia el Transcen-dente. Y lo acepta en libertad. Reconoce que tal energa, de he-cho, existe en l como condicin para que el Infinito mismo se comunique y venga a saciar el ansia del corazn humano. Este movimiento y esta apertura total del hombre no permanecen vacos e irrealizables en un eterno retorno y en una perenne si-tuacin ssifo-prometeica. Sino que el Infinito mismo se auto-entrega al hombre y, salvada la alteridad Creador-criatura, for-ma una unidad reconciliadora de Dios con el hombre. El cris-tianismo vio en Jess de Nazaret la realizacin de este anhelo de la naturaleza humana. Por eso lo llamaron Verbo encarna-do, Dios-he,cho-hombre, Dios-con-nosotros. Aqu no se afir-man cosas milagrosas y extraas, ajenas a las posibilidades

  • 36 .; La historia de la historia de Jess

    que ofrece la naturaleza humana, sino que, ms bien, se afirma la suprema realizacin del propio hombre en Dios. Por eso Je-sucristo Dios y Hombre no constituye mito alguno, sino la rea-lizacin escatolgica de la posibilidad fundamental que Dios puso dentro de la naturaleza humana. b) Interpretacin csmico-evolucionista

    de Jesucristo Esta misma lnea de reflexin es llevada adelante y pro-

    fundizada en trminos csmico-evolucionistas por Teilhard de Chardin y sus discpulos45; segn ellos, no slo la naturaleza humana est abierta a lo Transcendente, sino tambin todo el proceso de la evolucin ascendente. Existe un movimiento de crecimiento, de unidad y de conciencia que se halla presente en todos y cada uno de los diversos estratos de la lnea de la evo-lucin. Jesucristo, confesado y predicado en los evangelios y en la Iglesia, representa el punto Omega de convergencia de todas las lneas ascendentes de la evolucin. Mediante l, ya tuvo lu-gar la irrupcin de toda la realidad en el interior del misterio del Dios que lo es todo en todas las cosas. La encarnacin de Dios no significa tan slo que haya sido asumido un hombre, Jess de Nazaret, sino tambin que toda la materia en evolucin se vio afectada; porque Jess de Nazaret no es una mnada per-dida dentro del mundo, sino una parte vital del mismo, y fruto de todo un proceso de millones y millones de aos de evolucin convergente. De este modo, Jesucristo puede ser considerado como el mejor regalo que la creacin ha ofrecido a Dios y, al mismo tiempo, el principal don de Dios a los hombres: en l se entroncan los caminos del mundo con los caminos de Dios, al-canzndose una culminacin irreversible y la consecucin de la autntica meta a la que tienden todas las fuerzas de la evolu-cin.

    c) Interpretacin de Jess con ayuda de las categoras de la psicologa profunda Otra corriente de reflexin, todava incipiente, hace uso de

    las categoras de la psicologa profunda, especialmente de la es-

    45. Cf. L. BOFF, O Evangelho do Cristo csmico, Petrpolis, 1970. P. SCHELLENBAUM, Le Christ dans l'Energtique teilhardienne, Pars, 1971.

    Otras posiciones cristolgicas actuales 37

    cuela de C. G. Jung, para entender algunas de las facetas fun-damentales del fenmeno Jess46. No se trata, pues ya hace mucho tiempo que el tema ha quedado superado, de entender de un modo psicologizante la vida consciente de Jess. Se pre-tende, ms bien, deslindar los condicionamientos del Incons-ciente colectivo implicados en la actuacin de Jess y en el mo-vimiento por l desencadenado.

    El Inconsciente se estructura en mitos y arquetipos, sm-bolos e imgenes. Para la psicologa, al contrario de lo que su-cede con la historia de las religiones, el mito no se identifica con leyendas de dioses o cuentos fantsticos acerca de seres supraterrestres, con su destino, sus luchas, sus derrotas y sus victorias de hroes. El mito es la forma en que el Inconsciente colectivo se representa el sentido radical de las situaciones per-manentes de la vida en relacin con Dios, con el padre, con la madre, con la mujer, con el marido, con el rey, con el sacerdo-te, con los animales, con el hombre, con el mal, con el sexo, etc. El mito posee unas estructuras, un lenguaje y una lgica que le son propios. El mito no es absurdo o arbitrario, aunque pueda parecrselo a la razn analtica del consciente, cuya orienta-cin va en el sentido de la verificacin de los objetos. En el mito habla el Inconsciente, no el consciente. De ah que la in-vestigacin meramente cientfica y objetiva difcilmente en-tiende el mito, porque lo aborda con categoras tomadas de la vida consciente.

    La verdad del mito tampoco reside en su realizacin ob-jetiva, en el mundo de la realidad. La investigacin cientfica y crtica, al proceder as, descalific de inmediato el mito, ta-chndolo de fbula o de ilusin. El error, sin embargo, no est en el mito, sino en el estudioso que false absolutamente la per-pectiva en la ilusin de que el hombre no es ms que racionali-dad y vida consciente. El consciente y el mundo de los objetos, como muy bien deca Freud, apenas son ms que la parte visi-ble del iceberg, que en su mayor parte se oculta bajo el agua (el

    46. Vase especialmente K. NIEDERWIMMER, Jess, Gottngen, 1968. W. W. MEISSNER, Foundations for a Psychology of Grace, New Jersey, 1966; cf. H. HARADA, Cristologia e Psicologa de C. G. Jung, en Revista Eclesistica Brasileira 31 (1971), pp. 119-144, con la magnfica bibliogra-fa all citada.

  • 38 La historia de la historia de Jess

    Inconsciente). Desmitificar no significa desenmascarar el mito confrontndolo con la realidad objetiva, lo cual sera no com-prender el mito, sino caer en la cuenta del mito como lenguaje del Inconsciente, aceptarlo como una forma de comprensin lgica e integrarlo en el proceso de individualizacin de la per-sonalidad. Buscar el sentido del mito no consiste en detectar su origen gentico, averiguar si procede de los persas o de los grie-gos, como tampoco consiste en descifrar las tradiciones que lo configuraron. l sentido y la verdad del mito residen en la fuer-' za interpretativa que posee para el esclarecimiento de la exis-tencia.

    As, en Jess, el mito del Reino de Dios significado por los smbolos apocalpticos representa la bsqueda y la promesa de la plena realizacin del sentido de toda la realidad: la irrupcin de la meta final de la historia es inminente. Esto significa una crisis radical para el consciente, el cual ha de reorganizar su or-denamiento existencial y hacer posible que surja un arquetipo del Inconsciente capaz de transformar el horizonte de su exis-tencia. Con la predicacin de Jess se produce, en su forma ex-trema, la irrupcin del sentido de la existencia como comunin y participacin de todo con Dios. El mito del Reino supona una nueva imagen de Dios. Ya no se revelaba el Dios-Ley, sino el Dios-Padre que llamaba indiscriminadamente a todos los hombres, buenos y malos, justos e injustos, a participar en el Reino. Esto ocasion un conflicto entre los judos que les llev a liquidar a Jess. Jess, por su parte, soport el conflicto como una forma de reconciliacin con sus propios verdugos. Jess predic el amor. Enviado a la muerte por odio, predic el perdn. De este modo, cre un nuevo horizonte de fraternidad delante del mismo Padre que supera todas las limitaciones. La resurreccin vino a confirmar la inauguracin del nuevo ser y del sentido radical de la vida como vida eterna, no amenazada ya ms por la muerte. Sin embargo, mientras el mito no se haga realidad para todos los hombres y para el cosmos, no po-dr ser totalmente desmitologizado y des-ilusionalizado.

    Hay en esta perspectiva una serie de preciosas intuiciones que vienen a iluminar ciertos puntos oscuros y permanente-mente incomprendidos del mensaje de Jess, como pueden ser el anuncio de la inminente venida del Reino, el conflicto con la ley, y otros. Fue una concepcin racionalista, y con unos crite-

    Otras posiciones cristolgicas actuales 39

    ros tomados nicamente de la vida consciente, lo que llev a Albert Schweitzer a afirmar que Jess, con su predicacin del Reino, se enga miserablemente y que, precisamente por ello, no poda ser Dios. Consiguientemente, Schweitzer abandon la teologa, estudi medicina y trat de vivir hasta el final con ad-mirable fidelidad, en Lambarene (frica), lo que le qued del evangelio de Cristo: su mensaje tico de amor y de humanidad para con todos los hombres, especialmente para con los ms incapacitados. d) Interpretacin secular

    y crtico-social de Jesucristo Esta corriente de la teologa catlica y protestante47 se nu-

    tre inequvocamente del carcter privatizante que el mensaje de Cristo asumi en la tradicin de la Iglesia y en la teologa ms moderna de orientacin trascendental, existencial y personalista. El mensaje revolucionario de Cristo fue reducido a la decisin de fe del individuo, sin ninguna relacin con el mundo social e histrico en que se encuentra inserto. Las categoras en que se predicaba el mensaje se extraan de la esfera de lo ntimo, de lo privado, del yo-t, de las relaciones interpersonales. Y tambin se privatizaba la conversin como una transformacin de la vida de la persona sin ninguna incidencia en el contexto poltico-social, que permaneca inmune a cualquier crtica. Los evangelios y el mensaje de Cristo, sin embargo, tienen un mar-cado carcter pblico. Produjeron un evidente impacto en el contexto social y poltico de la poca. La muerte de Cristo tuvo como trasfondo una intriga de tipo poltico. Su mismo mensaje acerca del Reino, aunque no fuese partidista, posea una inne-gable connotacin poltica, en el sentido que esta palabra po-see, en la tradicin clsica, de interferir la vida pblica, as como las relaciones el hombre con el mundo y con los dems hombres. El Reino de Dios no puede ser fcilmente privatizado y reducido a la dimensin espiritual, como si se tratara nica-

    47. Cf. J. B. METZ, Teologa del mundo, Salamanca, 1970; id., El problema de la teologa poltica y la determinacin de la Iglesia como insti-tucin de libertad crtico-social, en Concilium 36 (1968), pp. 385-403. J. B. METZ, J. MOLTMANN, OELMUELLER, Aspekte einer politischen Theologie, Mainz 1970. J. MOLTMANN, Teologa de la esperanza. Salamanca 1969. F. GOGARTEN, Jess Christus, Wende der Welt, Tbingen 1966.

  • 40 La historia de la historia de Jess

    mente del perdn de los pecados y de la reconciliacin con Dios, sino que supone una transformacin de las personas, del mundo de las personas y del cosmos. La predicacin de Jess posee un marcado contenido crtico frente a las tradiciones so-ciales y religiosas de su pueblo y los cnones de la religin vete-rotestamentaria. Todo esto, poco a poco, fue siendo espirituali-zado en la Iglesia, marginalizado y, finalmente, se perdi como energa histrica de contestacin y de crtica en nombre de la libertad de los hijos de Dios contra la manipulacin de la reln gin para legitimar intereses de grupo, religiosos o eclesisti-cos.

    Esta tendencia teolgica destaca, en Jess y en su mensa-je, precisamente los elementos de crtica, de contestacin y libe-racin que, reledos en nuestro contexto cultural, adquieren una especial relevancia religiosa y poltica. El mensaje de Cris-to posee una funcin crtico-liberadora contra situaciones de represin, bien sean religiosas o polticas. El no vino a fundar una nueva religin, sino que vino a traer un nuevo hombre. Por eso, Jesucristo y su misin no pueden ser encuadrados, sin ms, en unos cnones religiosos. Jesucristo trasciende lo sagra-do y lo profano, lo secular y lo religioso. Y por ello la Iglesia no puede ser identificada con Jesucristo ni con el Reino de Dios. Tambin ella cae bajo la reserva escatolgica, es decir, la Igle-sia no es el trmino y el final en s misma, sino el instrumento y el sacramento del Reino. A ella le compete la funcin de llevar adelante la causa liberadora de Cristo, no slo en el mbito personal, en el mbito, por as llamarlo, de conversin, sino tambin en la esfera pblica, en la esfera que podramos deno-minar de transformacin permanente para un crecimiento ja-ms susceptible de fijacin y estratificacin absolutizantes. Frente a la situacin definitiva que an est por manifestarse, todo lo del tiempo presente (en lo eclesistico, en lo dogmtico y en lo poltico) es relativo y est sujeto a perfeccionamiento y a crtica. Ahora bien, esta forma de ver las cosas obliga a una crtica muy seria en el interior mismo de la Iglesia, y no slo fuera de ella. Con demasiada frecuencia, por ejemplo, se ha uti-lizado a Cristo, para justificar posturas de hecho de la Iglesia. Fue de este modo como surgi una llamada Cristologa polti-ca48 que pretenda justificar a la Iglesia que haba salido triun-

    48. H. SCHMIDT, Algunas cuestiones en torno al problema de la

    Otras posiciones cristolgicas actuales 41

    fante de las persecuciones y se haba convertido, por designio de Dios, en heredera del Imperio Romano. La pax romana, segn puede leerse en algunos padres del siglo III como San Cipriano, es sustituida por la pax christiana. Al cabo de poco tiempo se fundaba el Sacro Imperio Romano. Entonces no se presenta a Jess como el amigo de todos, particularmente de los pobres y los humillados, sino como Emperador, Legislador, Juez, Filsofo, Seor csmico y Pantocrator49. Basta ver las imgenes de Cristo en los grandes templos a partir del siglo III. El Jess de Nazaret, dbil en cuanto al poder pero fuerte en el amor, que renunci y conden la espada y la violencia, fue des-plazado por el Cristo poltico que, por su resurreccin, haba sido constituido Seor del mundo. Sus representantes, los pa-pas y los obispos, gobiernan en su nombre y hacen uso de la fuerza para aniquilar a todos los enemigos de Dios. En las di-versas instancias oficiales de la Iglesia post-constantiniana no tard en olvidarse la violenta crtica dirigida por Jess contra la forma de ejercer el poder en el mundo antiguo: Sabis que los jefes de las naciones las gobiernan como seores absolutos, y los grandes las oprimen con su poder. Pero no ha de ser as entre vosotros, sino que el que quiera llegar a ser grande entre vosotros, ser vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros, ser esclavo vuestro; de la misma manera que el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos (Mt 20,25-28; cf Me 10,42-45, Le 22,25-27). Segn Jess, por consiguiente, la jerar-qua (poder sagrado) es propia de los paganos, mientras que la jerodula (servicio sagrado) es propia de los cristianos. Pero, en la historia, la Iglesia ha sucumbido a la tentacin del poder al estilo pagano, haciendo uso de la dominacin y de los ttulos honorficos que aprendi en las cortes romanas y bizantinas. Toda la vida humilde de Cristo pobre fue releda dentro de las categoras de poder. Hasta hace bien poco, la escultura y la pintura nos presentaban el nacimiento de Cristo como la paru-

    'cristologa poltica', en Concilium 36, junio de 1968, pp. 463-475. W. ELERT, Das Problem des politischen Christus, en Der Ausgang der alt-kirchlichen Christologie, Berln, 1957, pp. 26 ss.

    49. R. HERNEGGER, Christus in der Kunst des 3. Jahrhunderts en Mach ohne Auftrag, Olten-Freiburg, 1963, pp. 103-106; id., Die Vers'ch-melzung des Christusbildes mit dem Kaiserbild, en op. cit., pp. 267-280

  • 42 La historia de la historia de Jess

    sa de un emperador romano, rodeado de regalos y con aires principescos. Los pobres pastores se transformaban en prnci-pes, el msero establo en cmara real, la Virgen santa y el buen Jos en cortesanos. Los milagros y las parbolas de Cristo eran revestidos de una aureola de lujo y esplendor que espanta-ba a los pobres y avergonzaba a los contritos de corazn. Y fue precisamente con ellos con quienes se identific Cristo, y fue a ellos a quienes anunci una gran alegra. Las consecuencias,, tanto para la piedad como para la praxis eclesial, fueron desas-trosas, como perfectamente han demostrado investigadores catlicos de la talla de un Jungmann y de un Karl Adam50: en lugar de experimentar el cobijo en las manos del Padre, entr miedo; en lugar de la inmediatez filial, creci el recelo ante el Cristo-Emperador; en lugar de sentirse todos hermanos, se vean insertos en mitad de un engranaje jerrquico que se inter-pona entre Cristo y los fieles. En consecuencia, comenz a ve-nerarse mucho ms a los santos que a Cristo. Ellos eran algo ms cercano y podan servir de mediadores con Cristo. Pero, adems de los santos, entraron en juego un sinnmero de sa-cramentales que originaron un cosmos sagrado, mediante el cual poda vivir su experiencia religiosa el pueblo sencillo, pues-to que se senta alienado por la politizacin de la figura de Cris-to y de las estructuras de la Iglesia. Y todo esto perdura en gran medida en el inconsciente religioso y cultural de nuestro cristianismo occidental. Como ha podido vislumbrarse en esta breve exposicin, si antao se politiz a Cristo para justificar situaciones de hecho de la Iglesia, hoy se recorre el camino contrario y se impone la tendencia a presentar la figura de un Cristo apoltico, privatizado, que habla nicamente al espritu y al alma, al objeto de, con la misma preocupacin ideolgica, justificar la postura de una Iglesia instalada que goza de sus triunfos histricos y que, sin embargo, se halla organizada en estructuras anacrnicas que llegan a poner en peligro la esencia misma y la vida interior del cristianismo en grandes zonas del mundo. Una visin crtico-social de Jess y de su mensaje ha de estar atenta a las ideologizaciones por las que puede ser ma-nipulada la Iglesia. Jess es un elemento de permanente crtica

    50. Cf. R. HERNEGGER, (op. cit. en nota 49), pp. 279-280, con la bi-bliografa citada.

    Otras posiciones cristolgicas actuales 43

    interna porque resulta incmodo, porque no se deja domesticar por ningn sistema teolgico, sino que se deja amar por la fe li-beradora.

    e) El significado de la experiencia de Cristo en la juventud de hoy Es en este contexto de reflexin donde adquiere relevancia

    social y religiosa la nueva experiencia de Cristo en la juventud de hoy. Desde la dcada de los sesenta, en el mundo occidental, especialmente en el capitalista y post-industrializado, pudo per-cibirse una frentica agitacin en los medios estudiantiles51. Se produjo el nacimiento de un impresionante movimiento de con-testacin de los cnones de valores fijos y tradicionales de nuestra sociedad. La utopa de una sociedad global de consu-mo y sin necesidades se revel como una utopa realmente ilu-soria. La tcnica, en lugar de liberar, lo que hizo fue esclavizar de un modo ms sutil a los hombres. La sociedad urbana y tec-nolgica, secular y emprica, en lugar de crear mejores condi-ciones de libertad personal, mutil ms profundamente a los ciudadanos. Como deca el analista de la juventud norteameri-cana contempornea, durante 300 aos, la ciencia y la tecno-loga cientfica haban gozado de una reputacin merecida e in-contestable: haba sido una maravillosa aventura en la que se haban difundido los beneficios y se haba librado al espritu de los errores de la supersticin y de la fe tradicional... En nuestra generacin, mientras tanto, esa ciencia y esa tecnologa pasa-ron a ser vistas a los ojos de muchos, principalmente de los j-venes, como esencialmente inhumanas, abstractas, masificado-ras, entregadas al poder y hasta diablicas52. La protesta esta-balla inexorable y sin compasin: Oh generacin de adultos! Mrense a s mismos y vean cmo precisan dos buenos tragos para tener el valor de conversar con un ser humano. Mrense a s mismos y vean cmo tienen necesidad de la mujer del prji-mo para probarse a s mismos que estn vivos; mrense a s mismos, cmo explotan la tierra, los cielos y el mar, buscando

    51. Cf. el bien documentado artculo de mi alumno JSE ARIOVAL-DO DA SILVA, A experiencia de Cristo na juventude de hoje, en Revista Eclesistica Brasileira 32 (1972), pp. 383-398.

    52. Cf. Jornal do Brasil de 22-8-71, cuaderno B, p. 4.

  • 44 La historia de la historia de Jess

    el lucro y dando a todo eso el nombre de Gran Sociedad. Son ustedes los que nos van a decir cmo hay que vivir? Estn us-tedes bromeando53. Y de este modo surgi el movimiento de la anticultura, predicado y vivido especialmente por la juventud hippy. Entre ellos se convierte en pasin colectiva la bsqueda de Paz y Amor, de un sentido superior al de los intereses del lu-cro, la bsqueda de la espontaneidad, la amistad y la fraterni-dad universal.

    Primero se intent por medio de la liberacin sexual, el al-cohol y las drogas. Despus, a travs de la meditacin trascen-dental del Maharishi Manesh Yogi, profeta de los Beatles. Y descubrieron por fin a Jesucristo, a quien ven, admiran, aman y siguen como a un Super-Star, como alguien que primero vivi y despus predic aquello que todos andan buscando: la paz, el amor, la solidaridad y la comunin con Dios. El vale ms que un viaje con L. S. D. El constituye una tremenda y autntica curacin. Se saludan con frases tomadas del Nuevo Testamen-to, visten camisas estampadas con la figura de Cristo, recitan como una especie de jaculatoria: Jess es la salvacin; el Me-sas es el mensaje; volvamos a Jess. Ya est llegando. No se demora.

    Aun cuando debamos mantener una postura crtica frente a este movimiento54, no obstante debe hacer pensar a la socie-dad y a la Iglesia. La sociedad moderna, secular, arreligiosa y racionalista pens que haba respondido con su abundancia econmica a los problemas fundamentales del hombre. Pero lo que hizo fue unidimensionalizar, privatizar y reducir a la esfera de lo individual el problema del sentido de la vida, de Dios y de Jesucristo. Dios es intil. No vale como factor econmico. Pero el hombre es algo ms que una economa y una boca pa-ra comer. El hombre busca insaciablemente otro tipo de pan que le satisfaga de raz. Trata de descifrar el misterio que en-vuelve nuestra existencia, que se llama Dios y que se manifest

    53. Frase de un lder hippy, en Jornal do Brasil de 18-9-69, cuaderno B, p. 1.

    54. La revista alemana Weltbild, de 20-11-71, Jugend im Jesus-rausch und was dann? notificaba que un nmero cada vez mayor de indus-triales norteamericanos apoyaban el movimiento en torno a Jess. Es un ex-celente sedante para que la juventud no se rebele contra el orden estableci-do, donde reinan innegables injusticias y discriminaciones.

    Otras posiciones cristolgicas actuales 45 i I

    en nuestra carne con el nombre de Cristo. El es el sentido radi-cal de la existencia. El movimiento juvenil debe llevar tambin a la Iglesia a una reflexin cristolgica. Por qu esos jvenes no se afilian a la Iglesia? Por qu su Jess no es el Jess de las predicaciones, de los dogmas, sino el de los evangelios? Para muchos de ellos, Jesucristo fue un prisionero de la Iglesia, de su interpretacin eclesistica y de la casustica dogmtica. De este modo, Jess perdi su misterio y la fascinacin que ejerca so-bre los hombres, al ser encuadrado dentro de una estructura eclesial. Es preciso que liberemos a Jess de la Iglesia, a fin de que pueda nuevamente hablar y crear comunidad; comunidad que, entonces, se llamar con razn Iglesia de Cristo. Resulta sintomtico que la cancin Jesucristo, yo estoy aqu haya sido cantada por millones de personas. Con ello se produca una nueva parusa de Jess dentro de la vida de muchos seres hu-manos, en un grito de fe, de esperanza y de deseo de que se cumpla la misin de Cristo, que consiste en unir a toda la hu-manidad en una nica multitud, en una nica raza, en una sola nacionalidad, en busca de un solo ideal: el encuentro con Dios un nico Dios, aunque sea adorado de maneras diferentes por fieles de todas las religiones en un camino de paz y de amor55. Este retorno a Jess puede ser un signo de los tiem-pos, como afirmaba Mons. Paulo Evaristo Arns, Arzobispo de S. Paulo56, un signo de un regreso a lo esencial que puede real-mente llenar una vida y el corazn de los hombres: Jess re-presenta el amor en el mundo. Es una especie de faro. Su men-saje de amor nos permite descubrir a los dems y -amarlos tal como son57. En l brill anticipadamente lo radicalmente hu^ mano, como en un primer momento de la escatologa; ese hu-mano que busca frenticamente la nueva generacin.

    55. O Cruzeiro de 15-9-71, p. 286. 56. Cf. Fatos e Fotos de 23-9-71, p. 22; cf. tambin B. HAERING, y

    Ges degli hippies, en La Famiglia cristiana de 28-11-71, p. 7. 57. Palabras de una joven pareja, en Tribuna Ilustrada, Camping

    (SP), agosto 1971, p. 4.

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    COMO LLEGAMOS A CONOCER A CRISTO? EL PROBLEMA HERMENEUTICO

    Cuando preguntamos: Quin eres t, Jess de Nazaret?, esta-mos preguntando por una Persona. Y preguntar por una persona es tocar un misterio insondable. Un misterio que, cuanto ms conocido es, ms se abre al conocimiento. No podemos preguntar por una per-sona s no nos dejamos envolver en su atmsfera. De este modo, al definir a Cristo nos estamos definiendo a nosotros mismos. Cuanto ms nos conocemos, ms podemos conocer a Jess. Al tratar de si-tuar nuestra posicin ante Jess en un contexto latinoamericano, in-cluimos en esa tarea todas nuestras particularidades, nuestra vida y nuestras preocupaciones. De esta forma, Jess prolonga su encarna-cin en el interior de nuestra historia, revelando una nueva faz que es especialmente conocida y amada por nosotros.

    Las cuestiones arriba sugeridas estaban, ciertamente, pro-vocando la pregunta: Pero, en definitiva, cmo llegamos a co-nocer a Jesucristo? Para la inmensa mayora, la respuesta es evidente: mediante los escritos del Nuevo Testamento, espe-cialmente los evangelios. Basta con que los interpretemos co-rrectamente (hermenutica) para informarnos y aclararnos acerca de Jess. Semejante respuesta, aunque parezca evidente, encierra, sin embargo, una problemtica sumamente complica-da, conocida como problema hermenutico (interpretacin)1, que constituye uno de los temas centrales de la filosofa moder-na y de la teologa y la exgesis de todos los tiempos.

    1. V. la principal bibliografa especficamente referida al tema: VV. AA., Die neue Hermeneutik (Neuland in der Theologie, 2), Zurich-Stutt-gart, 1965. G. STACHEL: Die neue Hermeneutik, Munich, 1967. R. MARLE,

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    1. La hermenutica histrico-critica Para conocer a Jess es preciso que afrontemos crtica-

    mente los documentos literarios que hablan de l: los evange-lios. Esta tarea ofrece dificultades internas, porque se trata de documentos escritos hace cerca de dos mil aos, y dentro de una mentalidad profundamente distinta de la nuestra, una men-talidad pre-cientfica, mtica y acrtica. El mtodo histrico-cr-tico intenta desentraar en la medida de lo posible el senti-do originario del texto, prescindiendo de las interpretaciones posteriores y de nuestra propia comprensin del mismo. La disparidad entre el sentido del texto y nuestro modo de ver, constituye un elemento esencial para la correcta comprensin del mensaje de Jess. El mtodo histrico-crtico nos obliga a auscultar el mensaje de aquel tiempo pasado, a distanciarnos crticamente del presente y a cuestionarnos a partir de lo que podemos analizar y extraer del texto. Esto no tiene por qu ser un arqueologismo, sino que constituye una posibilidad de am-pliar nuestro propio horizonte, cuestionar nuestras evidencias que parecan incuestionables, y crear el espacio interior para una posible metanoia (conversin).

    El estudio histrico-crtico de los evangelios, como ya mencionamos, ha demostrado que, en su forma actual, los evangelios son el resultado final de un largo proceso de refle-xin, predicacin y catequesis que la comunidad de los discpu-los elabor acerca de Jess. Hasta podramos decir que los ac-tuales evangelios representan la cristalizacin de la dogmtica de la Iglesia primitiva. Mediante el mtodo histrico-crtico es posible descubrir los diversos estratos de un texto o una perco-pa evanglica, las interpretaciones e influencias sufridas a lo largo de la tradicin, y bajo qu perspectiva teolgica fueron fi-nalmente escritos. Los evangelios contienen pocas cosas acerca del Jess histrico, de Jess tal como fue y vivi; pero contie-nen muchas cosas acerca de la reaccin de fe de los primeros cristianos que meditaban las palabras de Cristo y las confron-taban con las situaciones vitales de su medio ambiente.

    Le probleme Theologique de l'hermneutique, Pars 1970. F. FERR, Le langage religieux a-t-il un sens?, Pars 1970. W. KASPER, Das Verstndnis der Ofenbarung (das hermeneutische Problem), en Handbuch der Verkn-digung I, Friburgo 1970, pp. 79-96. R. BULTMANN, Das Problem der Her-meneutik, en Glauben und Verstehen II, Tbingen 1965, pp. 142-150.

    La hermenutica histrico-critica 49

    La exgesis crtica desarroll diversos mtodos de estudio de los textos evanglicos:

    a) El mtodo de la historia de las formas (Formgeschichte)^ Este mtodo prescinde de la estructuracin actual de que

    han sido revestidos los evangelios (predicacin de Jess en Ga-lilea, viaje a Jerusaln, proceso, muerte y resurreccin en la