itinerante/passerby/zeitlich

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ITINERANTE/PASSERBY/ZEITLICH Viajeros y turistas la usan para obtener un diario pintoresco de sus viajes. Propaganda de cámara Kodak para aficionados, 1888 Durante su masificación incipiente hacia finales del siglo XIX, la fotografía se ofreció como un fiel análogo de la realidad: el recuerdo hecho objeto coleccionable que catalogaba lugares y personas congelados en instantes perpetuos que luego funcionaban como prótesis de la memoria para narrar lo vivido. Sin embargo, y como bien lo señaló Roland Barthes, en la imagen fotográfica se solapan significados denotados y connotaciones inferidas en una compleja negociación entre la vida, la identidad y la memoria. Mejor dicho, la cámara es un vehículo para viajes hacia afuera y viajes hacia adentro, y es en este punto donde se encuentran las imágenes exhibidas en la presente muestra. Aunque los nombres de sus series recuerdan formas tradicionales de la fotografía de viaje —como es el caso de las «Postales» y las «Anotaciones de viaje»—, Nayarí Castillo no utiliza la cámara como máquina de anécdotas para registrar los lugares comunes de sus tránsitos, sino para crear imágenes ambiguas que fragmentan el modelo narrativo del viaje e impiden cualquier relato previsible. La fragmentación también aparece como código en los paisajes injertos de Daniel Benaim. Fiándose del collage digital, Benaim crea paisajes ficticios que no respetan el locus de lo registrado sino que lo reinventan bajo nuevas formas. Por su parte, las imágenes de Lucía Pizzani aluden a identidades portátiles que acaso están disponibles en los múltiples lockers del museo donde se autorretrata. Y es justo esta fragilidad identitaria que Sandro Pequeno estudia minuciosa e irónicamente en su serie «Anatomía I Revisada». Mientras Pizzani construye la identidad como una barajita, Pequeno la convierte en dogma y homogeneidad. Sus imágenes reducen la humanidad a una anatomía común a través de fotografías que catalogan el cuerpo bajo un código cuasi-científico pero cuya gestualidad inestable vira hacia lo pornográfico. Unidos por su diversidad, las imágenes de estos artistas itinerantes recuerdan la descripción de Henry Miller del viaje: «El destino nunca es un lugar, sino una nueva forma de ver las cosas». Lisa Blackmore abril de 2010

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Texto de Lisa Blackmore para la exposición ITINERANTE/PASSERBY/ZEITLICH que inaugura en Galería GBG Arts con los artistas Nayarí Castillo, Daniel Benaim, Lucía Pizzani y Sandro Pequeno

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Page 1: ITINERANTE/PASSERBY/ZEITLICH

ITINERANTE/PASSERBY/ZEITLICH Viajerosyturistaslausanparaobtenerundiariopintorescodesusviajes. PropagandadecámaraKodakparaaficionados,1888 Durante su masificación incipiente hacia finales del siglo XIX, la fotografía se ofreció como un fiel análogo de la realidad: el recuerdo hecho objeto coleccionable que catalogaba lugares y personas congelados en instantes perpetuos que luego funcionaban como prótesis de la memoria para narrar lo vivido. Sin embargo, y como bien lo señaló Roland Barthes, en la imagen fotográfica se solapan significados denotados y connotaciones inferidas en una compleja negociación entre la vida, la identidad y la memoria. Mejor dicho, la cámara es un vehículo para viajes hacia afuera y viajes hacia adentro, y es en este punto donde se encuentran las imágenes exhibidas en la presente muestra. Aunque los nombres de sus series recuerdan formas tradicionales de la fotografía de viaje —como es el caso de las «Postales» y las «Anotaciones de viaje»—, NayaríCastillo no utiliza la cámara como máquina de anécdotas para registrar los lugares comunes de sus tránsitos, sino para crear imágenes ambiguas que fragmentan el modelo narrativo del viaje e impiden cualquier relato previsible. La fragmentación también aparece como código en los paisajes injertos de DanielBenaim. Fiándose del collage digital, Benaim crea paisajes ficticios que no respetan el locus de lo registrado sino que lo reinventan bajo nuevas formas. Por su parte, las imágenes de LucíaPizzani aluden a identidades portátiles que acaso están disponibles en los múltiples lockers del museo donde se autorretrata. Y es justo esta fragilidad identitaria que SandroPequeno estudia minuciosa e irónicamente en su serie «Anatomía I Revisada». Mientras Pizzani construye la identidad como una barajita, Pequeno la convierte en dogma y homogeneidad. Sus imágenes reducen la humanidad a una anatomía común a través de fotografías que catalogan el cuerpo bajo un código cuasi-científico pero cuya gestualidad inestable vira hacia lo pornográfico. Unidos por su diversidad, las imágenes de estos artistas itinerantes recuerdan la descripción de Henry Miller del viaje: «El destino nunca es un lugar, sino una nueva forma de ver las cosas». Lisa Blackmore abrilde2010