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intencionalidad sin conciencia: Brentano, Searle y las ciencias cognitivas OSCAR L. GONZÁLEZ-CASTÁN (Madrid) 1. Ciencias cognitivas e intencionalidad Había que decirlo decididamente y sin ningún temor. El ambiente no era muy propicio y podían echarle alguna que otra reprimenda. Todos le encarecerían que se olvidara del asunto con gesto comprensivo y condes- cendiente. Para expresarlo de una forma tan tradicional como tradicional era su tesis: agua pasada no mueve molino. Nadie, o muy pocos, estaría dispuesto a buscar en la dirección en la que él creía que había que hacerlo. Bastante trabajo y tiempo —casi medio siglo de investigación filosófica— había costado desprenderse de las tesis del conductismo lógico como la única alternativa viable en filosofía de la mente que fuera compatible con una imagen materialista del mundo, como para que ahora venga nadie a decir que ese primer paso de gigante es sólo el principio y que, encima, nos hemos olvidado de lo principal. Hemos recuperado completamente el vocabulario mentalista. Ahora hablamos confiadamente de estados mentales, de contenidos y significados mentales, de intencionalidad, de sistemas de representación mentales. He- mos habilitado, bajo el nombre de «innatismo», un cierto sentido del con- cepto filosófico tradicional de lo a priori. Y por si esto fuera poco, no hemos dejado de ser materialistas, es decir, hemos elaborado una imagen de la mente que se adecua a las exigencias de la ciencia (psicológica) contemporánea. ¿Qué más se puede querer? ¿Para qué enredar las cosas con quejas vagas como, por ejemplo, que nos hemos olvidado de la con- ciencia, de la subjetividad, del problema del tiempo inmanente y de la corriente de conciencia, de la necesaria vinculación de todo estado mental o intencional con un yo y de otros problemas filosóficos de esta catadura? Para decirlo sin ningún rodeo, estamos muy contentos de haber podido disociar para siempre el problema de la intencionalidad de nuestros esta- dos mentales del problema de la conciencia. El lenguaje del pensamiento de Fodor y sus allegados, la gramática filosófica de Chomsky, el funciona- lismo de todo género, el computacionalismo de la inteligencia artificial,, e incluso la filosofía del lenguaje en general, no necesitan hablar en absoluto tic la conciencia. aunque muchos autores que cultivan estas áreas del cono- Revista dc Filosoficí. 3.” época. vol, y (1992). núm. 7. págs. 99-1 l& Editorial Complutense. Madrid

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  • intencionalidad sin conciencia:Brentano, Searle y las ciencias cognitivas

    OSCAR L. GONZLEZ-CASTN(Madrid)

    1. Ciencias cognitivas e intencionalidad

    Haba que decirlo decididamente y sin ningn temor. El ambiente noera muy propicio y podan echarle alguna que otra reprimenda. Todos leencareceran que se olvidara del asunto con gesto comprensivo y condes-cendiente. Para expresarlo de una forma tan tradicional como tradicionalera su tesis: agua pasada no mueve molino. Nadie, o muy pocos, estaradispuesto a buscar en la direccin en la que l crea que haba que hacerlo.Bastante trabajo y tiempo casi medio siglo de investigacin filosficahaba costado desprenderse de las tesis del conductismo lgico como lanica alternativa viable en filosofa de la mente que fuera compatible conuna imagen materialista del mundo, como para que ahora venga nadie adecir que ese primer paso de gigante es slo el principio y que, encima,nos hemos olvidado de lo principal.

    Hemos recuperado completamente el vocabulario mentalista. Ahorahablamos confiadamente de estados mentales, de contenidos y significadosmentales, de intencionalidad, de sistemas de representacin mentales. He-mos habilitado, bajo el nombre de innatismo, un cierto sentido del con-cepto filosfico tradicional de lo a priori. Y por si esto fuera poco, nohemos dejado de ser materialistas, es decir, hemos elaborado una imagende la mente que se adecua a las exigencias de la ciencia (psicolgica)contempornea. Qu ms se puede querer? Para qu enredar las cosascon quejas vagas como, por ejemplo, que nos hemos olvidado de la con-ciencia, de la subjetividad, del problema del tiempo inmanente y de lacorriente de conciencia, de la necesaria vinculacin de todo estado mentalo intencional con un yo y de otros problemas filosficos de esta catadura?Para decirlo sin ningn rodeo, estamos muy contentos de haber podidodisociar para siempre el problema de la intencionalidad de nuestros esta-dos mentales del problema de la conciencia. El lenguaje del pensamientode Fodor y sus allegados, la gramtica filosfica de Chomsky, el funciona-lismo de todo gnero, el computacionalismo de la inteligencia artificial,, eincluso la filosofa del lenguaje en general, no necesitan hablar en absolutotic la conciencia. aunque muchos autores que cultivan estas reas del cono-

    Revista dc Filosofic. 3. poca. vol, y (1992). nm. 7. pgs. 99-1 l& Editorial Complutense. Madrid

  • lOO Oscar Gonzlez-Castn

    cimiento estn dispuestos a hablar confiadamente de estados intenciona-les. Muy probablemente, todos los procesos mentales innatos y computa-cionales transcurren completamente inaccesibles a la conciencia.

    En medio de este estado de cosas de la investigacin en filosofa de lamente, John R. Searle ha alzado tmidamente la voz para decir precisa-mente que nos hemos olvidado de la conciencia en el camino de las largas,penosas y variadas cuestiones que rodean los anlisis en torno al problemade la intencionalidad de los estados mentales. De acuerdo con este filso-fo, no podra haber sido de otra manera.

    Los presupuestos y mtodos de la filosofa contempornea estn mal equipadospara tratar la subjetividad de los estados conscientes. Una aversin semejante aaceptar las consecuencias de la subjetividad ontolgica aflige, generalmente,tambin a la psicologa y a las ciencias cognitivas (Searle, 1989, p. 194).

    De acuerdo con dos de las teoras de la mente ms en boga en losltimos veinte aos la teora representacional de Fodor y la teora sin-tctica de Stich, las manipulaciones sintcticas de los smbolos mentalesque constituyen los procesos mentales causalmente responsables de algu-no de los comportamientos de los organismos son, en su gran mayoria,fenmenos inconscientes. Los partidarios de la mente computacional nonecesitan de a conciencia para dar cuenta de la intencionalidad de losestados mentales. Por el contrario, tradicionalmente, los defensores de lamente fenomenolgica piensan unidas de una forma necesaria la inten-cionalidad y la conciencia. Searle se decanta en favor de este segundopunto de vista.

    Cualquier estado intencional es, bien de hecho o potencialmente, un estadointencional consciente y, por esa razn, la ciencia cognitiva no puede evitar elestudio de la conciencia. La atribucin de cualquier fenmeno intencional a unsistema, sea computacional o de otro tipo, depende de la aceptacin previa dela nocin corriente de mente, de la mente fenomenolgica consciente (Searle,1989, p. 194).

    Searle se queja en las primeras lneas de su artculo de que no hay o,al menos, es muy extrao encontrar dentro de la tradicin analtica enfilosofa de la mente, algn intento serio y con pretensin de sistematici-dad de construir una teora acerca de la estructura general de los estadosmentales intencionales conscientes (Searle, 1989, p. 193). Aunque en estaocasin Searle no ofrece ningn rudimento de descripcin de dicha estruc-tura, es posible intentar su reconstruccin en sus lneas ms generalesatendiendo a las propiedades lgicas fundamentales de los estados menta-les intencionales tal y como se describen en su libro ms sistemtico sobreestas cuestiones: Intentionality.

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    2. La teora de la intencionalidad de Searle

    a) Estados mentales y estados intencionalesLo primero de todo, conviene aclarar qu entiende exactamente Searle

    por intencionalidad. No cabe ninguna sorpresa respecto de lo que tieneque decir sobre este asunto. La intencionalidad es aquella caractersticade un gran nmero de estados y procesos mentales gracias a la cual esosestados y procesos estn dirigidos a o son acerca de objetos y estados decosas en el mundo (Searle, 1983, p. 1). La puntualizacin introducida enesta primera definicin del concepto de intencionalidad por la que se noshace saber que no todos los estados y procesos mentales son intencionalestiene su justificacin en la observacin de que muchos estados mentalesque pertenecen a la esfera de los sentimientos como, por ejemplo, cier-tos estados de nerviosismo, de ansiedad, de depresin, de jbilo o deeuforia, no son estados intencionales, aunque si mentales. Sobre ellos, almenos en un gran nmero de casos, no cabe contestar de una forma deter-minada a las preguntas de qu ests jubiloso o deprimido?, de qu tealegras? Segn Searle, simplemente se est jubiloso o deprimido sin estar-lo, al parecer, de nada! Todas las propiedades descriptivas de esa especiede estados mentales conscientes se agotan en ser precisamente eso:: unestado consciente de jbilo o de depresin. Esto no quiere decir que deotras formas de ansiedad o de jbilo no quepa contestar de una maneradeterminada a las preguntas anteriormente formuladas. Esta alternativaconstituira la modalidad intencional de aquellos fenmenos de la esferadel sentimiento. Pero en los casos en los que no somos capaces de hacerlo,Searle piensa que estamos ante el caso de un estado mental consciente queno es intencional.

    Por el contrario, de los estados mentales propiamente intencionalescomo, por ejemplo, las creencias y los deseos, siempre cabra contestar alas preguntas qu crees?, qu deseas? Sera absurdo por mi parte decirque creo o que deseo sin creer o desear nada. Subrayo esta palabra porqueSearle parece pensar que mientras que no tiene ningn sentido decir quecreo o deseo pero que mi estado de creencia o de deseo no lo es acercade nada, s que tiene sentido decir que estoy jubiloso, o nervioso o depri-mido en sus modalidades supuestamente no intencionales, pero acer-ca de nada.

    Desde luego, conviene saber si las modalidades supuestamente no in-tencionales de los estados mentales sentimentales conscientes lo son ver-daderamente o slo relativamente a una cierta limitacin de nuestra capa-cidad descriptiva en el momento en el que estamos viviendo intensamenteesos estados. La verdadera situacin, segn entiendo, seria ms bien quesiempre me es posible decir con pleno sentido que estoy deprimido o

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    jubiloso de o por algo, aunque ahora mismo no sea capaz de formularmuy claramente de qu lo estoy. Podra ocurrir que mi estadode depre-sin o de jbilo me llenara tan completamente que, por decirlo as, noencontrara apropiado (o no fuera capaz de) reflexionar sobre su objeto. Lainteligencia, a veces, tiene quiz sus limitaciones para describir el corazndel hombre.

    Pero por lo que respecta exclusivamente a mi incapacidad para contes-tar a la pregunta qu...?, esta situacin no es muy distinta de aquellaotra en la que, por ejemplo, s que quiero saciar mi sed un da muycaluroso de verano, pero ante el puesto de helados no puedo discernirmuy bien cul quiero. Es decir, que si el hecho de no poder contestardeterminadamente a la pregunta formulada con el pronombre interrogati-vo qu cuando quiero indagar cul es el objeto o estado de cosas al quese hallan dirigidos algunos estados de depresin o de jbilo, fuera una raznsuficiente para declarar que aquellos estados no son intencionales, losmismos indicios se podran encontrar en algunas especies de estados inten-cionales que Searle considera incondicionalmente intencionales.

    De ser cierto este paralelismo, entonces no parece que la fuerza delnico argumento que aqu muestra Searle para establecer que hay estadosmentales que no son intencionales sea muy convincente. Si es cierta estaafirmacin, entonces los estados mentales son intencionales sin excepcinalguna y no cabe decir que muchos estados mentales conscientes losestados de depresin o de jbilo indeterminados no son intencionales.

    b) La estructura lgica de los estados intencionales conscientesUna vez concluida esta digresin, cuya conclusin provisional es im-

    portante retener por motivos que ms adelante se harn patentes, convie-ne recordar que el inters primario que gua estas lneas es describir laspropiedades lgicas ms bsicas de los estados mentales intencionalesconscientes.

    Piensa Searle que, por razones pedaggicas, la mejor forma de analizarla estructura lgica de los estados mentales intencionales es compararlacon la estructura de los actos de habla. El resultado de esta comparacines la posibilidad de contar con una descripcin de los estados mentalesintencionales segn estas directrices, por lo dems, tan conocidas.

    Decir estado mental intencional es lo mismo que decir contenido re-presentativo bajo un cierto modo psicolgico. A su vez, distintos estadosmentales intencionales pueden tener muy diversos modos psicolgicos,pero el mismo contenido representativo. Los modos psicolgicos que ex-presamos mediante los verbos de creencia, de juicio, de deseo y otrossemejantes, pueden tener el mismo contenido representativo. Puedo creerque la estatua del Angel cado est en el Retiro, pero tambin juzgar,desear u odiar que la estatua del Angel cado est en el Retiro.

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    El modo psicolgico caracterstico del estado mental determina la di-reccin de ajuste (direction of fit) entre su contenido representativo y elmundo. Bsicamente hay dos direcciones de ajuste, a saber: la direccinde ajuste mente-mundo y la direccin de ajuste mundo-mente. Si se tomacomo base una teora muy ingenua acerca de las relaciones entre los con-tenidos representativos y el mundo, se puede decir que las creencias ylos juicios son modos psicolgicos cuyo contenido representativo se supo-ne que tiene que conformarse o coincidir con el mundo o con lo queSearle llamar ms adelante sus condiciones de satisfaccin, si es que hade cumplirse. Si creo o juzgo que la estatua del Angel cado est en elRetiro, pero creo o juzgo errneamente, entonces es el contenido repre-sentativo de mi creencia y de mi juicio el que tiene que cambiar, y no elmundo. De aqu su direccin de ajuste caracterstica mundo-mente. Si, porel contrario, deseo u odio que la estatua del Angel cado est en el Retiro,es la situacin espacial de la estatua del Angel cado la que debera acomo-darse a mi deseo o ami estado de odio y no a la inversa, si es que mi deseoha de realizarse o mi odio calmarse.

    De todos aquellos estados mentales cuyos modos psicolgicos tienenuna direccin de ajuste, se puede decir que su contenido representativorepresenta sus condiciones de satisfaccin bajo un cierto aspecto. La con-dicin de satisfaccin de mi creencia de que la estatua del Angel cado esten el Retiro, es que la estatua del Angel cado est en el Retiro, y no, porejemplo, que la nica estatua que hay en Madrid dedicada al diablo esten el Retiro (aun suponiendo que la estatua del Angel cado sea idnticacon la nica estatua que hay en Madrid dedicada al diablo).

    Searle es muy cauto y demasiado ambiguo cuando utiliza el trminorepresentacin en este contexto.

    Decir que una creencia es una representacin es simplemente decirque tiene uncontenido proposicional, que su contenido proposicional determina un conjuntode condiciones de satisfaccin bajo un cierto aspecto, que su modo psicolgicodetermina una direccin de ajuste para su contenido proposicional tal y comotodas estas nociones contenido proposicional, direccin de ajuste, etc. seexplican en la teora de los actos de habla. En verdad, respecto de lo que he

    1. Searle distingue tambin una tercera clase de modos psicolgicos que no tienenninguna direccin de ajuste, aunque se pueda decir de ellos que son apropiados oinapropiados dependiendo de las circunstancias. Por ejemplo, si me alegro de que mimejor amigo haya hecho bien el examen, mi alegra est fundada, al menos, en dosmodos psicolgicos con direcciones de ajuste caractersticas. En primer lugar, est basa-da en mi creencia de que mi amigo ha hecho bien el examen y. en segundo lugar, enque deseaba que hiciera bien ste. Si mi creencia es falsa no tiene mucho sentido quediga que me alegro de que mi amigo haya hecho bien el examen. SimpJemente no loha hecho y, por tanto, mi alegra es inapropiada. Por otra parte, si mi deseo no essincero, tampoco tiene sentido alguno que diga que me alegro de ello. 1ambin en estecaso mi alegra sera inapropiada (Searle, 1983. p. 8).

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    dicho hasta ahora, podra estar dispensado de utilizar los trminos representa-cin y representar en favor de estas otras nociones, dado que no hay nadaontolgico acerca de mi uso del trmino representacin. Es slo una abrevia-tura de esta constelacin de nociones lgicas tomadas en prstamo de la teorade los actos de habla (Searle, 1983, p. 12).

    En relacin con el uso del vocabulario tcnico que emplea Searle, esimportante tener en cuenta que hablar de contenido proposicional, decontenido representacional o de contenido intencional de un estado men-tal, son tres formas de denominar a lo mismo.

    Todo estado intencional consiste en un contenido Intencional y en un modopsicolgico. En donde ese contenido es una proposicin completa y en dondehay una direccin de ajuste, el contenido Intencional determina las condicionesde satisfaccin. Las condiciones dc satisfaccin son aquellas condiciones que, taly como el contenido Intencional las determina, se deben dar si es que se tieneque satisfacer el estado. Por esta razn, la especificacin del contenido es ya unaespecificacin de las condiciones de satisfaccin (Searle, 1983, p. 12).

    Con todo, an quedan por explicar otras dos nociones que son clavesen la teora de Searle: la de objeto intencional y la de relacin entre elmodo psicolgico y el contenido intencional.

    Respecto de la aclaracin de la primera, la tesis de Searle es que elobjeto intencional de un estado mental es aquello a lo que el estado men-tal est dirigido (Searle, 1984, p. 16). Pero aquello a lo que el estado inten-cional est dirigido son sus condiciones de satisfaccin tal y como estndeterminadas por el contenido intencional de dicho estado mental. Unestado mental intencional no est dirigido propiamente a su contenidoproposicional o intencional y s hacia su objeto intencional. El objeto in-tencional es lo que satisface el estado intencional. Por supuesto, la funcinde satisfaccin que tiene el objeto intencional slo la puede cumplir cuan-do satisface, a su vez, el contenido intencional del estado intencional encuestin. En virtud del contenido intencional los estados mentales se refie-ren a o representan sus condiciones de satisfaccin bajo un cierto aspecto.Cuando las condicions de satisfaccin son el caso o existen, entonces elestado intencional tiene un objeto intencional. No lo tendr en el casocontrario.

    Segn mi teora, es crucial distinguir entre el contenido de una creencia (porejemplo, una proposicin) y los objetos de una creencia (por ejemplo, los objetosordinarios) (Searle, 1983, p. 17).

    Por lo que respecta a la segunda cuestin, Searle afirma que en modoalguno hay que pensar la estructura lgica de los estados mentales inten-cionales como si sta consistiera en una relacin binaria entre el modopsicolgico y el contenido representativo, o entre un creyente y una pro-

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    posicin. La razn en la que fundamenta esta tesis es que el contenidorepresentativo o la proposicin no es el objeto del estado mental, sino sucontenido (Searle, 1983, p. 18). La idea de Searle es que las creencias sonidnticas con los contenidos representativos o proposiciones en tanto quetales contenidos representativos aparecen precisamente en el modo psico-lgico de la creencia. No hay ninguna distancia intencional en la que sepueda introducir, como una cua en la yeta de un rbol, una relacin de la clase que sea entre el modo psicolgico del estado mental decreencia de un sujeto y el contenido de ese modo psicolgico. El nicotopos en el que cabra introducir una relacin sera entre el estado in-tencional entendido como un todo indivisible compuesto por el modopsicolgico y su contenido intencional y las condiciones de satisfaccinque son representadas en ese contenido intencional. Slo recuerda... quees posible que haya el estado intencional sin que haya nada que de hecholo satisfaga (Searle, 1983, p. 19). Es decir, que un estado intencional, entanto que estado intencional, sera la unidad sin fisura alguna entre unmodo psicolgico y su contenido intencional, unidad que determinaraunas condiciones de satisfaccin bajo un cierto aspecto en virtud de laporcin referencial de su contenido intencional (Searle, 1984, p. 17).Entre el contenido intencional y sus condiciones de satisfaccin se da unarelacin de representacin cuando aquellas condiciones de satisfaccin sonel caso. Cuando no se dan las condiciones de satisfaccin, slo hay unadeterminacin de cul sera el estado de cosas que satisfara el contenidointencional del estado mental. As pues, hay que distinguir de una maneraprecisa entre las funciones de determinacin y de representacin asigna-das al contenido intencional, y sus condiciones de satisfaccin. La determi-nacin de las condiciones de satisfaccin es una funcin esencial del conte-nido intencional; una funcin que, por as decir, no puede dejar de tenersin dejar de ser un contenido intencional. Por el contrario, se podra decirque la funcin de representacin del contenido intencional le viene dadaextrnsecamente por la circunstancia de que sus condiciones de satisfac-cin sean el caso.

    c) Intencionalidad intrnseca y conciencia

    Piensa Searle que la posibilidad misma de hablar de una identidadentre el estado mental y su contenido representativo, en tanto que dadoen un cierto modo psicolgico, permite solucionar un problema que haatosigado a la filosofa de la mente desde hace mucho tiempo. El problemaes el siguiente. Para que haya representacin debe haber un yo, un agente,que use un objeto primario una imagen, una pintura, unos sonidoscomo representacin de otro objeto. Por tanto, para que todas las actitu-des proposicionales o estados mentales intencionales como las creenciaso los deseos sean representaciones, debe haber un yo o un agente que

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    use esas creencias y deseos como representaciones. Una vez ms, para quesea posible que este agente use las creencias y deseos como representacio-nes, es preciso que se las represente mediante nuevos estados mentalesintencionales, y as sucesivamente. Por lo tanto, se necesita una hilerainfinita de homuncul, cada uno con sus propios estados intencionales,para que los estados intencionales originales sean representaciones de uncierto estado de cosas. Daniel Dennett ha llamado a este problema elproblema de Hume.

    Lo que Searle tiene que decir sobre este argumento de acuerdo con suteora, es que una de sus premisas es desafortunada porque descansa enun equvoco. No es verdad que para que haya representacin tenga quehaber un agente que use un objeto primario como representacin de otro;al menos no en todos los casos en los que hablamos de representaciones.Puede resultar que las imgenes, las pinturas o los sonidos que emitimosal hablar slo representen en tanto que un agente los use como represen-taciones. En este sentido es preciso hablar de formas de intencionalidadderivadas. Pero la intencionalidad propia de los estados mentales no esderivada, sino, segn la terminologa de Searle, intrnseca. Lo que quieredecir Searle con este trmino es que no se precisa ninguna forma de in-tencionalidad exterior (oniside Intenhonality) para que el contenido re-presentacional de un estado mental represente sus condiciones de satisfac-cin bajo un cierto aspecto (Searle, 1983, p. 22).

    Estas afirmaciones sobre la estructura intencional de los estados men-tales se deben complementar necesariamente con la siguiente teora sobrela conciencia:

    Por ejemplo, parte de lo que es ser consciente de la creencia de que est llovien-do es ser consciente de que la creencia se satisface si es que est lloviendo y queno se satisface si no llueve... Decir que el agente es consciente de las condicionesde satisfaccin de sus creencias y deseos conscientes no quiere decir que tengaque tener estados intencionales de segundo orden acerca de sus estados intencio-nales de primer orden de creencia y deseo. Ms bien, la conciencia de las condi-ciones de satisfaccin es parte de la creencia o del deseo consciente, dado que elcontenido intencional es interno al estado en cuestin (Searle. 1983, p. 22). (Lossubrayados son mos.)

    La mente fenomenolgica de la que habla Searle, en contraposicin ala mente computacional, es una mente que no slo tiene creencias y de-seos, sino tambin una mente que se da cuenta de cules son las condicio-nes de satisfaccin de sus estados mentales,

    Si tal y como sugiere la tesis principal del artculo de Searle que vengocomentando, no es posible una teora de la intencionalidad sin una teorade la conciencia, habr que analizar muy detenidamente la idea de que laconciencia de las condiciones de satisfaccin de un estado mental es unaparte de dicho estado mental, y una parte tal que no implica en modoalguno un estado intencional de segundo orden. Por otra parte, es necesa-

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    rio remontarse an ms all de lo que lo ha hecho Searle para contestara la pregunta de qu quiere decir intencionalidad intrnseca por oposicina intencionalidad derivada y cul es el papel de la conciencia en la demar-cacin de esta divisin, si es que tiene alguno. Mi tesis es que decir inten-cionalidad intrnseca es lo mismo que decir conciencia, y que una ontolo-ga de los estados mentales intencionales es una ontologa de la conciencia.

    d) La taxonoma de los estados mentales

    El problema con el que se enfrenta Searle surge, a mi modo de ver,por no haber analizado un poco ms detalladamente de qu modo sepuede decir que la conciencia es una parte de los estados mentales y dequ modo se puede hacer esta afirmacin sin que ello implique un estadointencional de segundo orden. De ahora en adelante, llamar a estas dospreguntas consecutivas, con toda justicia, el problema de Brentano. Laurgencia de estar en posesin de una teora mnima para resolver el pro-blema de Brentano se ve reforzada por las inconsistencias a las que llevala teora de Searle acefca de la clasificacin de los estados mentales. Porconsiguiente, antes de analizar el problema de Brentano en sus dos ver-tientes, conviene fijarse en lo que tiene que decir Searle en torno al pro-blema de la clasificacin de los estados mentales.

    En otros escritos anteriores 2 este autor ha sealado ya lo que en estearticulo constituye uno de sus temas centrales, a saber, que la divisin msgenrica de los estados mentales que podemos hacer los clasifica en esta-dos mentales conscientes y estados mentales inconscientes. Es decir, unestado mental no deja de ser un estado mental por el hecho de ser incons-ciente, por el hecho de que en su descripcin el elemento que expresba-mos con las palabras se da cuenta de que... no aparece por ningunaparte. Para utilizar las metforas de las que se sirve Searle bien es ciertoque en la conciencia de que son un tanto ingenuas, los estados mentalesson como peces o como muebles. Los peces y los muebles tienen las for-mas y propiedades que tienen independientemente de si estn, respectiva-mente, fuera del agua donde podemos verlos o en las profundidades delocano; en el cuarto de estar o llenos de polvo en el tico oscuro fuera delalcance de nuestra vista.

    Cules son entonces, segn Searle, las propiedades que los estadosmentales deben tener para ser precisamente estados mentales y, a fortiorestados mentales intencionales? Cules son estas propiedades que nopierden los estados mentales por el hecho de aparecer en una de sus dosmodalidades principales: como estados mentales conscientes o como esta-

    2. John R. SEARLE, Mind.s, brains and science, 16. Cambridge, Mass., HarvardUniversity Press, 1984.

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    dos mentales inconscientes? Un estado mental debe poseer necesariamen-te estas dos caractersticas:

    (i) Ha de tener intencionalidad intrnseca en oposicin a la mera in1tencionalidad derivada o intencionalidad como si.

    (u) Los estados mentales representan sus condiciones de satisfaccinslo bajo un cierto aspecto que es esencial para comprender cmoel sujeto o agente se representa aquellas condiciones de satisfac-cin (Searle, 1989, p. 197).

    Segn estas dos declaraciones, tanto los estados mentales conscientescomo los inconscientes por ser precisamente estados mentales poseenintencionalidad intrnseca y representan sus condiciones de satisfaccin ba-jo un cierto aspecto. Por consiguiente, cuando aadimos el adjetivo inten-cional a la expresin estado mental, no parece que aadamos ningnplus de significado, dado que tanto los estados mentales conscientes comolos inconscientes son estados mentales intencionales. Lo que es importantesaber ahora es si los adjetivos consciente e

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    no tiene nada que ver con el hecho de que sea consciente o no. Pero estaltima es, precisamente, la tesis de los funcionalistas contra la que, terica-mente, quera argumentar Searle en este artculo. Las dos orillas del roen las que quiere estar Searle a la vez son estas dos: si bien es verdad que,por una parte, no quiere afirmar que la intencionalidad y la concienciasean lo mismo, tampoco quiere arriesgarse a desligar completamente laintencionalidad y la conciencia como hacen los funcionalistas. Pero la vaintermedia, si es que hay alguna, est poblada de numerosos obstculos yparadojas y se corre el peligro de ahogarse en el intento de recorrerla.

    3. Problemas de la teora de la intencionalidad de Searle

    Segn mi punto de vista, aunque el diagnstico de este filsofo a pro-psito del programa de las ciencias cognitivas, segn el cual seria posiblecontar con una teora de la intencionalidad suficientemente fundamentadasin tener una teora de la conciencia, es bsicamente acertado, sin embargono ha conseguido ser suficientemente convincente a la hora de dar argu-mentos para que le creamos. Searle quera sustituir una teora objetivaen tercera persona acerca de la intencionalidad, por una teora subjetivaen primera persona. Pero la forma de conseguir esta sustitucin pasabapor explicar por qu el nexo entre la intencionalidad y la conciencia esmucho ms resistente que lo que suponen algunos psiclogos y tericoscognitivos. La conclusin del prrafo anterior es que si las propiedades (i)e (u) son determinantes para que algo sea un estado mental y el ejemploque pone Searle para ilustrar lo que sera un estado mental inconscientees vlido, entonces la vinculacin entre la intencionalidad intrnseca y laconciencia se diluye de nuevo.

    Tal y como yo lo entiendo, el origen de este fallo en su argumentacines triple. Por una parte est en juego la suposicin de Searle, casi converti-da en dogma, de que no es posible abandonar el suelo de una metafsicamaterialista a propsito de la ontologa de los estados mentales, tantoconscientes como inconscientes. Por otra parte, se encuentra una vez msel problema de las difciles relaciones entre la intencionalidad intrnsecade los estados mentales y la conciencia que tenemos de ellos. En Searle,ms que de una relacin habra que habjar de una disociacin. Finalmente,su nocin misma de estado mental inconsciente plantea paradojas querefuerzan la conclusin del punto anterior.

    Quiz la forma ms clara y sencilla de proceder sea comenzar por estaltima cuestin. Searle define los estados mentales inconscientes de lasiguiente manera:

    Entendemos la nocin de un estado mental inconsciente slo como un posiblecontenido de conciencia, slo como la clase de cosa que, aunque no consciente.y quiz imposible de traer a conciencia por varias razones, es, sin embargo, laclase de cosa que podra ser o podra haber sido consciente (Searle, 1989, p. 197).

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    De esta cita se desprende inmediatamente que un estado mental noslo tiene un contenido que representa sus condiciones de satisfaccinbajo un cierto aspecto, sino que este estado mental tambin es o puedeser, todo l, un contenido de conciencia. En el fondo, las afirmaciones deSearle se reducen a postular que un estado mental intencional inconscien-te tiene un contenido representacional que representa sus condiciones desatisfaccin bajo un cierto aspecto, aunque este contenido pueda pasarcompletamente desapercibido para la conciencia. Slo bajo ciertas condi-ciones neurofisiolgicas puede este contenido ser trado a conciencia.

    Si es importante el texto que he citado en ltimo lugar es porque enl contamos con una pista ms para determinar las propiedades de laconciencia. Decir conciencia de las condiciones de satisfaccin es decirparte del estado mental. Esta parte convierte al todo formado por el modopsicolgico y el contenido representacional del estado mental en conteni-do suyo.

    Esta forma de definir los estados mentales inconscientes tiene muchasconsecuencias de gran alcance para los problemas que suscita el anlisisde la intencionalidad y su relacin con la conciencia. No es nicamenteque no haya en la teora de Searle un apoyo firme en el que pueda descan-sar la idea de que existe un vnculo interno entre intencionalidad y con-ciencia, sino que adems otras muchas nociones se tornan asimismo pro-blemticas. Uno de los resultados con los que parece tener un compromisoSearle, es que la caracterizacin de las nociones de contenido y de repre-sentacin no necesita en absoluto de la conciencia.

    Para abandonar el terreno de las ideas que han aparecido en la citaanterior, indagaremos qu condiciones se requieren para que una cosasea un posible candidato a contenido de la conciencia y qu quiere decirpropiamente esta declaracin. La tesis ms explcita que se encuentra enSearle a este respecto es que son los conceptos de intencionalidad intrnse-ca y de forma aspectual (aspectual shape) los que hacen que algo seamental en absoluto y, por consiguiente, que ese algo sea un posible candi-dato a contenido de conciencia (1989, p. 198). Unas lneas ms abajo ofre-ce una nueva pista para que pensemos en la clase de unin que se daraentre la intencionalidad y la conciencia.

    La unin, pues, entre intencionalidad y conciencia se encuentra en la nocin deforma aspectual. Para que sea intencional, un estado o proceso debe ser pensableo experimentable, y para ser pensable o experimentable debe tener una formaaspectual bajo la cual sea, al menos en principio, pensable o experimentable(Searle, 1989, p. 198).

    Sin embargo, decir esto es resbalar sobre el duro hielo del problemasin hacer mella en l. Pero es que, adems, nada de lo que acaba de decirSearle puede ser cierto si es que se ha de mantener que los estados menta-les inconscientes, por ser mentales, son intrnsecamente intencionales y

  • Intencionalidad sin conciencia 1 II

    representan sus condiciones de satisfaccin bajo un cierto aspecto. Si estoes as, la unin entre intencionalidad y conciencia no puede ser la nocinde aspecto o sentido, ya que, como el mismo Searle admite, un estado decreencia inconsciente como, por ejemplo, aquel que se expresa en el enun-ciado la torre Eiffel est en Pars, representa tambin sus condicionesde satisfaccin bajo un cierto aspecto. O es que el ejemplo que tantorepite Searle est mal elegido desde un principio?

    Cuando enunci el triple origen de la debilidad de los argumentos deSearle, dije que el problema de las relaciones entre la intencionalidadintrnseca y la conciencia era uno de ellos, y quiz el fundamental. Meparece claro que desde el momento en que este filsofo defiende que losestados mentales inconscientes son intencionales, slo cabe una disocia-cin radical entre la intencionalidad intrnseca y la conciencia. Se abre eneste lugar, pues, la interesantsima perspectiva de analizar hasta qu puntose puede hablar de intencionalidad intrnseca sin hablar de conciencia. Enotras palabras, se tratara de averiguar si un estado mental, simplementeen virtud de su contenido, puede ser intrnsecamente intencional sin quelo acompae necesariamente la conciencia que lo convierte a todo l, deuna manera muy peculiar, en contenido suyo. La pregunta, por consi-guiente es sta: no ser la conciencia que acompaa necesariamente atodas mis representaciones, la fuente de toda intencionalidad intrnseca?No ser lo mismo decir intencionalidad intrnseca que decir conciencia?Si son estas las preguntas correctas en este punto, dnde est el error deSearle? Aqu entramos de pleno en la discusin del problema de Brenta-no.

    4. El prohienna de Brentano

    Una hiptesis posible para hallar la debilidad de la teora de la inten-cionalidad de Searle es pensar que este autor no ha desarrollado unaontologa formal descriptiva suficiente de los estados mentales intenciona-les. Slo se puede disociar de una manera tan radical intencionalidad in-trnseca y conciencia cuando se ha llegado al convencimiento de que unacto mental sigue siendo tal, aun cuando no sea el contenido de (un actode) la conciencia. En otras palabras, para sostener esta tesis acerca de larelacin entre la conciencia y la intencionalidad intrnseca tanto de losestados mentales inconscientes como de los conscientes, es preciso pen-sarla segn el modelo de los colectivos, con el significado preciso que dioErentano a este trmino en su Psicologa del ao 1874.

    Brentano considera que los estados mentales intencionales o actos ps-quicos y los fenmenos fsicos que aqullos intienden, forman una unidad,una cosa. Los fenmenos psquicos y sus contenidos los fenmenos fsi-cos como partes intencionales, que no reales, de los fenmenos psqui-cos, son partes de un fenmeno real unitario (Tel/e emes einheitlichen

  • 112 Oscar Genzlez-Casran

    wirklichen Seins) (Brentano, Psychologie, 1, p. 221). El principio que rigela ontologa de Brentano en este punto es que es imposible que algo seauna cosa real (cm wirkliches Ding), y que al mismo tiempo sea una multi-plicidad de cosas reales; un colectivo (Kollektive) (Psychologie, 1, p. 222).Hecha esta aclaracin, se destaca que la primera distincin ontolgicadebe ser la distincin entre cosas reales y colectivos.

    Brentano advierte que no debemos dejarnos engaar por el hecho deque en el lenguaje natural nombremos normalmente los colectivos con untrmino singular para concluir errneamente de esta circunstancia que loscolectivos son cosas singulares. En la vida cotidiana hablamos de un en-jambre, de un rebao o de una ciudad. Pero cuando hablamos as nohablamos de una cosa real, sino de un colectivo de cosas. Sin duda alguna,un problema importante que se plantea inmediatamente es saber qu esuna cosa real y, en conexin con l, el de encontrar un ejemplo adecuadode esa peculiarsima categora ontolgica. Un rebao no es una cosa realporque est formado de ovejas. Estas, a su vez, estn formadas de patas,vsceras, etc. La dificultad de encontrar los tomos los nicos a losque podramos llamar con todo derecho cosas reales a partir de loscuales estn formados los colectivos, no es abordada directamente porBrentano, aunque es consciente de ella. Slo indica que no puede habercolectivos si es que no hay cosas reales (Psychologie, 1, p. 222).

    Hecha esta primera aclaracin, Brentano establece el segundo princi-pio de su ontologa. Aunque ciertamente una cosa real no puede ser uncolectivo de cosas, no por ello estamos desautorizados a afirmar que enuna cosa no se puedan distinguir multiplicidades. Siguiendo a Aristtelesen este asunto capital, Brentano subraya que unidad no quiere decir nece-sariamente simplicidad. Dicho brevemente, la unidad real de una cosapuede contener una multiplicidad de partes (Brentano, Psychologie, 1,p. 223). El ejemplo que precisamente pone Brentano para ilustrar cmo esposible esta extraa situacin ontolgica, es el de un acto de representa-cin en el que hay que distinguir como mnimo entre el objeto primariodel acto y el objeto secundario el acto que es objeto de s mismo dela percepcin interna; de la conciencia, en la terminologa de Searle. Estaafirmacin requiere, sin duda alguna, una explicacin ms detallada.

    Antes de hacer esta necesaria aclaracin, es importante sealar otropunto relativo a la terminologa que utiliza Brentano. Con el fin de elegirun trmino ms selectivo y no confundir el uso de parte cuando seutiliza para referirse a las partes que constituyen un colectivo las ovejasson partes del rebao, Brentano emplea el trmino divisivo (Divisiv)para designar las partes que se pueden distinguir en un objeto real sin quepor ello haya que afirmar que el objeto ha dejado de ser una unidad quese ha pulverizado en numerosas partes independientes. Divisivos son laspartes de una unidad que la dejan intacta como tal unidad, pero que laconvierten en compleja (Brentano, Psychologie, 1, p. 223).

    Es razonable pensar que Searle no considera la conciencia la percep-

  • Intencionalidad sin conciencIa 113

    cin interna, en la terminologa de Brentano como un divisivo de unestado mental intencional. Es por este motivo por el que el adjetivo in-consciente, cuando se aade a la expresin estado mental intencional,funciona determinativamente. Para Brentano nicamente podra funcio-nar modificativamente. Un estado mental intencional inconsciente no esen absoluto un estado mental intencional, de la misma manera que unhombre muerto, un diamante falso o un falso amigo no son ni hombre, nidiamante, ni amigo algunos. As, pues, las imgenes ms o menos simplesque comparan un estado mental intencional inconsciente con la forma queconserva un pez o un mueble independientemente del lugar en donde seencuentren situados, parece que hay que tomrselas muy en serio, si esque Searle tiene razn. Pero cuanto ms en serio se tomen, ms falsas setornan.

    Si no me equivoco, esta clase de metforas son las que Brentano recua-za cuando afirma que no puede haber algo as como una conciencia incons-ciente (ein unbewussites Bewusstsein). En esta expresin hay que entenderpor conciencia el estado mental intencional, y por inconsciente, queese estado mental no se est apareciendo a la conciencia cuando estrepresentando sus condiciones de satisfaccin bajo un cierto aspecto como dira Searle. En otras palabras, una conciencia inconsciente es unacto mental del cual no es uno consciente. Por consiguiente, no se puedehablar propiamente de intencionalidad si no se habla al mismo tiempo deconciencia, de acuerdo con Brentano. Sin entrar en los detalles de lascuatro pruebas dadas por Brentano para negar la posibilidad de una con-ciencia inconsciente, quiero, sin embargo, presentar aqu la ltima de ellasque es, posiblemente, la ms importante de todas. Sobre su conexin, porno decir identidad, con lo que Dennett llamaba el problema de Humeno cabe duda alguna.

    El origen de la teora de Brentano acerca de la imposibilidad de quepueda darse alguna vez una conciencia inconsciente reside en su interspor refutar el siguiente argumento. Algunos partidarios de la existencia deestados mentales inconscientes sostenan que si todo estado mental ha deser consciente, entonces todo acto mental sera un objeto del cual el sujetoes consciente. En tal caso, no slo debemos tener conciencia del contenidode un estado mental que representa sus condiciones de satisfaccin bajoun cierto aspecto, sino tambin de este estado mental mismo. A su vez,, entanto que este estado mental es consciente somos conscientes no slodel sonido, sino tambin de que lo omos, debera ser l tambin elcontenido de otro estado mental, y as ad infinitum (Brentano, Psycholo-gie, 1, p. 111). Dado que el contenido de un estado mental y el estadomental forman un todo unitario, si existiese esa iteracin constante deestados mentales, entonces tambin debera iterarse cada una de las partesque los componen y, por tanto, el contenido del primer estado mental.Es as que no tenemos conciencia de que el contenido se multiplique inde-finidamente, luego tienen que existir estados mentales inconscientes. Si no

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    fuera as, habra que admitir un nmero infinito de estados mentales impli-cados en el simple acto de or (Brentano, Psychologie, 1, p. 171). Es decir,que si todo estado mental intencional (todo fenmeno mental) tuviera queser un objeto de la conciencia, entonces los estados mentales deberan serinfinitamente complejos; lo cual es absurdo.

    La solucin positiva de Brentano a estas dificultades consiste en conce-der a la parte contraria que no puede haber, en ningn caso, un regresoinfinito, pero negndole que la nica manera posible de evitar el absurdode un regreso infinito sea postular una conciencia inconsciente. La repre-sentacin del sonido y la representacin de la representacin del sonidoforman un estado mental unitario. As, pues, por lo que hace a la ontologams bsica defendida en la Psicologa desde el punto de vista emprico, losfundamentos de la relacin intencional son divisivos del acto psquico con-siderado como una cosa real unitaria. Hay un estado mental con dos obje-tos: sonido y s mismo, llamados por Brentano, respectivamente, objetosprimario y secundario del acto mental.

    La representacin del sonido y la representacin de la representacin del sonidono forman ms que un nico fenmeno psquico que dividimos conceptualmenteen dos representaciones cuando lo consideramos en su relacin con dos objetosdiferentes, de los cuales el uno es un fenmeno fsico y el ono un fenmenopsquico. En el mismo fenmeno psquico en el que se representa el sonidoaprehendemos simultneamente el fenmeno psquico mismo y, ciertamente, loaprehendemos de acuerdo con su carcter dual en tanto que tiene en sial sonidocomo contenido y en tanto que, al mismo tiempo, est presente as mismo cornocontenido.

    Podemos denominar al sonido el objeto primario del or, y al oir el objetosecundario (Brentano, Psychologie, 1. pp. 179-180).

    Sin duda alguna, toda la fuerza del argumento que ofrece Brentanopara evitar el absurdo de un regreso infinito de los fenmenos mentalesal que lleva irremediablemente el cuarto argumento en favor de la existen-cia de una conciencia inconsciente, reside en afirmar el carcter dual delos fenmenos mentales. No hay regreso infinito en la serie de Las repre-sentaciones sencillamente porque la serie termina en el segundo miembro(Brentano, Psychologie, 1, p. 183). El hilo del pensamiento de Brentano sepuede resumir diciendo que el objeto secundario de la conciencia acompa-a siempre al objeto primario de la conciencia. De este modo no hay yams ni regreso infinito, ni conciencia inconsciente.

    La conciencia que acompaa a la representacin del sonido es una concienciano tanto de esta representacin, como del acto psquico entero en el cual serepresenta el sonido y en el que la conciencia misma existe concomitantemente.A parte del hecho de que se represente el fenmeno fsico del sonido, el actopsquico del or llega a ser al mismo tiempo su propio objeto y contenido tomadocomo un todo (Brentano, Psycbologie, 1. p. 182>.

  • Intencionalidad sin conciencia 115

    Si Searle acusa a los funcionalistas de no haber ofrecido un anlisis mso menos aproximado y completo de un solo estado intencional consciente,creo que Searle tampoco muestra en este articulo ninguno adecuado y,hasta donde yo s, tampoco lo ha hecho en ninguna otra parte de suimportante obra filosfica. Creo que la teora de Brentano est mejorelaborada y que desde ella se hace ms comprensible aquella relacininterna entre el contenido intencional y el modo psicolgico de la quehabla Searle.

    5. Subjetividad y neurofisiologa

    El tercer punto en el que se basaba la poca estabilidad de los argumen-tos de Searle haca hincapi en su renuencia a pensar siquiera en la posibi-lidad de que una metafsica no materialista a propsito de la caracteriza-cin ontolgica, y no ya meramente lgica o descriptiva, de los estadosmentales pudiera tener visos de salir adelante en el panorama filosficocontemporneo.

    Estoy contraponiendo lo neurofisiolgico y lo mental, pero, por supuesto,segn mi punto de vista sobre lasrelaciones mente-cuerpo, lo mental simplemen-te es neurofisiolgico en un nivel superior

  • 116 Oscar Gonzlez-Castn

    faccin bajo un cierto aspecto; y que todos ellos son, en un cierto sentido,subjetivos. La pregunta paradjica a la que haca mencin anteriormentees la siguiente:

    Cmo podran ser subjetivos los estados intencionales inconscientes si no hayun sentimiento subjetivo hacia ellos, si no hay qualia, si no hay un como-a-mi-me-parece-sentirlo respecto de ese estado? (Searle, 1989. p. 201).

    La respuesta de Searle es que el modo de existencia de los estadosmentales intencionales inconscientes (su ontologa), es enteramente neu-rofisiolgica (Searle, 1989, p. 201). Esta contestacin tan decidida tienecomo corolario que la ontologa de los estados intencionales conscienteshabr de ser necesariamente tambin neurofisiolgica. Los estados inten-cionales conscientes no son accidentes o modificaciones de una sustancainextensa, esto es, de una sustancia mental no material subyacente. Nopodra ser de otra manera si es cierto, como conclua antes, que paraSearle cualquiera de las dos especies en las que se divide el gnero estadomental son igualmente intencionales. La nica ontologa mental es neu-rofisiolgica (Searle, 1989, p. 201). En resumen, un estado mental inten-cional inconsciente es una cosa que posee todas las propiedades necesariaspara ser un candidato posible a contenido de conciencia, pero que, porrazones que seguramente se podran explicar en trminos enteramenteneurofisiolgicos, no lo ha llegado a ser todava. Esta es, segn Searle, laprincipal conclusin de su artculo. Con ella cree haber superado la apa-rente contradiccin que surge cuando se considera que la ontologa de laintencionalidad inconsciente es enteramente describible en tercera perso-na, en trminos objetivos neurofisiolgicos, pero que, al mismo tiempo, losestados son irreductiblemente subjetivos (Searle, 1989, p. 202). Pero, noes esto haber encontrado la cuadratura del crculo?

    A estas consideraciones hay que aadir que el peso que pone Searleen la idea de que se puede salvar el carcter subjetivo de los estadosmentales inconscientes si se apela a su condicin de posibles candidatos acontenidos de conciencia, tiene como trasfondo la tesis de que la ontologaen tercera persona de esa clase de estados mentales no consiste en otracosa ms que en propiedades del cerebro que tienen la capacidad de cau-sar un estado mental intencional consciente (Searle, 1989, p. 202). La capa-cidad que tienen los estados mentales inconscientes de ser virtuales esta-dos mentales conscientes es lo que los hace subjetivos y es, segn Searle,la ventaja que tienen respecto de las distintas clases de procesos mentalesinconscientes que postulan las teoras contemporneas en filosofa de lamente. En este ltimo caso, ninguno de estos procesos y estados pertene-ceran siquiera a la clase de cosas que son aptas para ser estados mentalesconscientes (Searle, 1989, p. 207). Por ejemplo, no parece que podamostener la misma clase de acceso consciente a cualquiera de las frmulas delLenguaje del Pensamiento, que la que tenemos a un dolor. La plausibili-

  • Intencionalidad sin conciencia II 7

    dad de que haya algo as como un sistema de representaciones internasinnato cuyas frmulas tengan las funciones, entre otras, de ser los objetosde nuestras actitudes proposicionales, de proporcionar las condiciones deposibilidad de una explicacin de la capacidad de los seres humanos paraentender los lenguajes naturales o para aprender algunos conceptos, de-pende de largos procesos de razonamiento y no de condiciones neurofisio-lgicas objetivas del cerebro.

    A pesar de que esta crtica de Searle al planteamiento general delproblema de la intencionalidad tal y como aparece en un gran nmero deteoras contemporneas de filosofa de la mente, me parece cierta en suslneas generales, creo que este filsofo no proporciona un fundamentosuficiente en el que basar la creencia de que es absolutamente imposibleestar en posesin al mismo tiempo de una ciencia objetiva en tercerapersona y de una ciencia sobre los procesos y estados mentales formuladaen estos trminos.

    Es literalmente imposible tener ambas cosas, aun cuando (los autores que traba-jan en filosofa de la mente) disfracen su error usando un vocabulario que parecemental.., pero que ha sido extirpado de cualquier contenido mental. Puedenseguir adelante corresta pretensin porque pueden afirmar que la realidad men-tal que piensan estar discutiendo es enteramente inconsciente (Searle, 1989,p. 207).

    6. Resumen

    El objetivo de este trabajo ha sido modesto. Su punto de partida lo haconstituido el diagnstico de la enfermedad que aqueja crnicamente a lasteoras de la filosofa de la mente acerca de la intencionalidad. Searle hadicho que no se puede andar bien si se disocia radicalmente intencionali-dad y conciencia. Sin embargo, cuando ha querido poner manos a la obrapara sanar esta fractura, no ha conseguido culminar la operacin satisfac-toriamente. El motivo fundamental de este fallo reside en que no ha expli-cado convincentemente la relacin compleja que existe entre la intencio-nalidad intrnseca de los estados mentales y la conciencia que tenemos deellos. La insatisfactoria teora de Searle sobre esta cuestin esencial tienecomo consecuencia el tener que enfrentarse con el problema de Brenta-no y tomar postura frente a l. Sin embargo, la carencia de una ontologaformal descriptiva suficiente de los estados mentales intencionales desba-rata desde un principio todo ensayo de solucin satisfactoria a este respec-to. Las otras dos razones del poco xito de la operacin de Searle, comose ha planteado a lo largo del texto, son, en primer lugar, las paradojasque suscita su nocin y caracterizacin de los estados mentales inconscien-tes y, en segundo lugar, la defensa de una metafsica materialista a prop-sito de los estados mentales. El resultado de la conjuncin de estos tres

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    problemas es que tenemos que seguir andando con muletas cuando exigi-mos una teorfa de la intencionalidad que no traicione las exigencias de unaontologa antidualista apropsito de la naturaleza de los estados mentales,y que tampoco niegue el carcter apremiante de las cuestiones relativas ala intencionalidad intrnseca y a la conciencia como fuente y origen ltimoen el que hay que buscar la intencionalidad intrnseca.

    Pylyshyn ha escrito que probablemente, el segundo rompecabezasms difcil de resolver en la filosofa de la mente (es) el rompecabezas delsignificado. (El rompecabezas ms difcil, en mi opinin, es el de la con-ciencia, el cual, probablemente, ni siquiera est suficientemente bien defi-nido para cualificarlo como un rompecabezas.) (p. 24). Este diagnsticosigue siendo completamente cierto.

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